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Bible Commentaries
Job 39

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-4

�Sabes el tiempo en que parir�n las cabras montesas de la pe�a?

El estudio de la zoolog�a un deber religioso

Aqu� se representa a Dios llamando la atenci�n de Job sobre varios �rdenes de vida animal. Razones para tal estudio.

I. Porque le da al hombre una alta revelaci�n de Dios. Junto a la filosof�a mental y moral, no hay tema en la naturaleza que nos d� una visi�n tan elevada de Dios. Se ve m�s de �l en la criatura sensible m�s humilde que en las �rbitas del cielo, las olas del oc�ano, las flores del campo o los �rboles del bosque. En estas criaturas descubrimos sensaci�n, auto-movimiento, elecci�n; y estas no son meras producciones Divinas, sino emanaciones Divinas.

Si bien no subestimar�a el estudio de la f�sica, la qu�mica, la bot�nica, la astronom�a, sostengo que la zoolog�a es un estudio m�s grandioso, m�s acelerado y m�s religioso que cualquiera de los dos. Pone al alma en contacto con muchas cosas afines a s� misma, el "ojo que ve, el o�do que oye", la sensaci�n de temblor y el instinto gu�a.

II. Porque tiende a promover nuestra cultura espiritual.

1. Tiende a fomentar nuestra fe en la bondad de Dios. Las criaturas especificadas en este cap�tulo son todas objeto de Su amable consideraci�n. Seguramente el Dios que cuida de estas criaturas no descuidar� a Sus hijos humanos.

2. Tiende a destruir nuestro ego�smo. �Qu� somos en presencia de algunas de estas criaturas? �Cu�l es nuestra fuerza frente a la del unicornio o el b�falo, nuestro valor frente a la del caballo de guerra, nuestra visi�n frente a la del �guila o el halc�n, nuestra velocidad frente a la del avestruz y el asno salvaje? �D�nde est� entonces la jactancia?

3. Tiende a promover un sentimiento de bondad hacia toda vida sensible.

III. Proporcionan ilustraciones de la vida humana. Busquemos para este prop�sito en las tres criaturas mencionadas aqu�: el "asno salvaje", el "avestruz" y el "caballo de guerra". El "asno salvaje" puede tomarse para ilustrar:

1. El genio de la libertad.

2. El �avestruz� puede tomarse para ilustrar un car�cter intensamente ego�sta; y lo hace en tres aspectos: crueldad, cobard�a y orgullo. �Qu� desalmada es! Ella "deja sus huevos en la tierra, y los calienta en el polvo, y se olvida de que el pie puede aplastarlos, o que la bestia salvaje puede romperlos". �Est� endurecida contra sus cr�as�, o trata con dureza a sus cr�as.

Ninguna criatura de la creaci�n parece tan indiferente a sus cr�as. Para un hombre intensamente ego�sta, el yo lo es todo; los vecinos, e incluso los ni�os, son sacrificados en aras de la autogratificaci�n. En su cobard�a ilustra un car�cter ego�sta. Los naturalistas nos dicen que cuando aparece el peligro, ella mete la cabeza en la arena, para no escuchar ni ver los peligros que se acercan. Ella no mirar� el peligro a la cara y lidiar� con �l.

Un hombre ego�sta es siempre cobarde, y eso en proporci�n a su ego�smo. De hecho, no puede haber valent�a e intrepidez donde no hay un amor generoso; es solo el amor lo que hace al h�roe. �Qu� orgulloso est� el avestruz! "Ella se enaltece, se burla del caballo y de su jinete". Esta criatura parece estar muy orgullosa de sus alas, aunque no puede volar, y de su poder de velocidad.

Cuando se acerca el caballo m�s veloz con su jinete, ella agita sus alas como en un orgulloso desprecio, consciente de que puede dejar atr�s al m�s veloz jinete. Entonces, en verdad, ella puede; se dice que con la ayuda de sus alas puede correr a una velocidad de sesenta millas por hora. En esto ella parece gloriarse. Cuanto m�s ego�sta es un hombre, m�s se enorgullece de algo que tiene y que otros no poseen. El "caballo de guerra" aqu� presentado en una poes�a tan majestuosa como saltando y temblando con el esp�ritu de la campa�a, puede tomarse para ilustrar:

3. Aquellos nobles obreros en la causa del progreso humano que se encuentren fijos y llenos del esp�ritu de su misi�n. Las dificultades para ellos no son nada. Se r�en de las imposibilidades; por los peligros que no les importan; oposici�n que desaf�an. As� eran Pablo, Lutero, Garibaldi. Ning�n hombre puede cumplir su misi�n si toda la naturaleza no resplandece con su esp�ritu. ( Homilista. )

Versículo 10

�Desgarrar� los valles tras de ti?

�Desgarrar� los valles tras de ti?

�Qu� prueba m�s humillante tenemos de la depravaci�n del coraz�n humano que la arrogante suposici�n de decidir los planes de Dios y censurar su gobierno providencial, cuando ignoramos por completo los sucesos m�s simples y ordinarios de la naturaleza? Este era el error en el que hab�a ca�do Job. Desgarrador desgarra y perturba tanto el suelo que, desde las edades m�s tempranas, ha sido considerado como un emblema apropiado de una prueba muy dura y complicada. Aqu� sugiere la necesidad y los beneficios de la adversidad frecuente.

1. El coraz�n humano, naturalmente altivo, requiere mucho para reducirlo y quebrarlo en sujeci�n a Cristo; eventos adversos a nuestros deseos, y que cruzan nuestras inclinaciones, gentilmente efect�an este �til prop�sito. As� como la tierra es desgarrada y reducida por la grada, las adversidades administradas por el Todopoderoso rebajan el temperamento altivo y someten las malas disposiciones de su pueblo.

2. Mediante este m�todo de labranza, la superficie de la tierra se alisa y nivela. Nuestras mentes son llevadas a un estado ordenado y sumiso por pruebas de extraordinaria severidad y presi�n. Nuestro temperamento es tan erizado y �spero que, por nuestro propio bien, este caos debe ser puesto en orden, esta confusi�n en regularidad. La desigualdad de un campo arado es una representaci�n demasiado d�bil de este estado de �nimo.

3. Las providencias adversas ocasionan que la buena semilla de la Palabra sea cubierta y escondida en nuestros corazones, as� como el grano literalmente se cubre de da�o y se oculta a los p�jaros por el proceso de desgarrar. Se puede trazar una analog�a entre el campo sembrado y a�n no cortado, y la mente almacenada con instrucci�n moral e incluso religiosa, pero indisciplinada por la prueba.

4. La semejanza entre la utilidad de desgarrar, para recoger las malas hierbas muertas y limpiar la tierra de viejas ra�ces, y los buenos efectos de la santa angustia, para desprender esas muchas malas hierbas morales y esas perniciosas ra�ces del mal que a�n permanecen en nuestros corazones. . ( W. Clayton. )

Versículos 19-30

�Le has dado fuerza al caballo?

La ense�anza superior de la naturaleza

La intenci�n de todas estas hermosas referencias a las obras de la Naturaleza es ense�arnos, desde la sabidur�a, la habilidad y los curiosos dise�os que se pueden descubrir en la formaci�n y los instintos de varias aves y bestias, a impresionarnos con una noci�n digna de las �riquezas�. de la sabidur�a �de Aquel que hizo y sustenta todas las cosas. Debemos llevar estas impresiones con nosotros cuando consideremos los tratos de Dios en el camino de la Providencia y en Su ordenaci�n de todos los eventos, como el gran Gobernador del universo.

�Podemos suponer que hay algo malo aqu�, o sin el dise�o de la sabidur�a m�s consumada, cuando �l ha puesto tanta habilidad y habilidad en la formaci�n y el orden de estos animales inferiores? �No se puede confiar en que har� bien todas las cosas en lo que respecta al destino del hombre, la mayor de sus obras? En esta econom�a superior, �hemos de suponer que hay menos sabidur�a y designio para manifestarse que en esto, que se manifiesta tan visiblemente en estas obras inferiores de Su mano? As�, nuestro bendito Se�or aumentar�a la confianza de sus disc�pulos en su providencial cuidado de ellos, al observar: "�No se venden dos pajarillos por un cuarto, y ninguno de ellos cae a tierra sin tu Padre?" �No temas�, ��no sois vosotros mucho mejores que ellos? - m�s valiosos que muchos pajarillos.

Fue la falta de impresiones debidas acerca de la sabidur�a proyectiva de Dios, siempre presente y siempre operando en todas las cosas, lo que hab�a llevado a Job a pensar y hablar indignamente de esa dispensaci�n de la Providencia bajo la cual �l ahora viv�a, como algo completamente arbitrario. , sin descubrir designio y sabidur�a discriminatoria, ni manifestar al justo Gobernador de todas las cosas. Su mente desesperada parec�a pensar que el Se�or hab�a abandonado la tierra; y tal confusi�n y desgobierno permitieron que la sabidur�a, la justicia y la bondad de Dios solo pudieran manifestarse en lo que iba a tener lugar en el m�s all� en un estado futuro.

Por eso Job hab�a desesperado de la vida y anhelado la muerte. Y recordamos qu� fue lo que llev� a Job a este estado mental infeliz. A causa de sus logros morales y religiosos, se hab�a envanecido tanto de orgullo, que cuando agrad� a Dios, en su sabidur�a secreta, permitir que fuera afligido, se atrevi� a decir que no lo merec�a: y para reconciliar la posibilidad de eso, con las nociones que ten�a en com�n con sus amigos, respecto a la Providencia de Dios, - como ciertamente queriendo y cumpliendo todas las cosas que suceden, - se vio llevado a expresar esas nociones indignas de la presente dispensaci�n de cosas que hemos visto expuestas, primero por Su mensajero Eli�, y ahora por Jehov� mismo. ( John Fry, BA )

El caballo

Como la Biblia hace un favorito del caballo, el patriarca, el profeta, el evangelista y el ap�stol, acariciando su piel lustrosa, acariciando su cuello redondeado, levantando tiernamente su casco exquisitamente formado y escuchando con estremecimiento. al campe�n de su granito de arena, por lo que todas las grandes naturalezas de todas las edades han hablado de �l en t�rminos elogiosos. Virgil en su Georgics casi parece plagiar de esta descripci�n en el texto, tanto son las descripciones similares - la descripci�n de Virgil y la descripci�n de Job.

El duque de Wellington no permitir�a que nadie tocara irreverentemente su viejo caballo de guerra Copenhague, en el que hab�a cabalgado quince horas sin desmontar en Waterloo; y cuando muri� el viejo Copenhague, su amo orden� que se disparara un saludo militar sobre su tumba. John Howard demostr� que no agota sus simpat�as al compadecerse de la raza humana, porque cuando est� enfermo escribe a su casa: "�Mi vieja calesa se ha enfermado o estropeado?" Dif�cilmente hay pasaje de la literatura francesa m�s pat�tico que el lamento por la muerte del caballero de guerra Marchegay.

Walter Scott tuvo tanta admiraci�n por esta criatura Divinamente honrado por Dios, que, en St. Ronan ' Bueno s, que ordena la circunferencia que aflojar y la manta echada sobre los flancos de fumar. Edmund Burke, paseando por el parque de Beaconsfield, reflexionando sobre el pasado, rodea con los brazos al desgastado caballo de su hijo muerto Richard y llora sobre el cuello del caballo, que parece simpatizar con los recuerdos.

Rowland Hill, el gran predicador ingl�s, fue caricaturizado porque en su oraci�n familiar suplicaba por la recuperaci�n de un caballo enfermo; pero cuando el caballo se recuper�, contrariamente a todas las profec�as de los herradores, la oraci�n no pareci� tan absurda. ( T. De Witt Talmage. )

Caballos en batalla

En tiempo de guerra, el servicio de caballer�a realiza la mayor parte de las ejecuciones; y como probablemente no todas las batallas del mundo hayan pasado, el patriotismo cristiano exige que estemos interesados ??en la velocidad equinal. Bien podr�amos tener armas m�s pobres en nuestros arsenales y barcos m�s torpes en nuestra armada que otras naciones, como tener bajo nuestras sillas de caballer�a y ante nuestros parques de artiller�a caballos m�s lentos. Desde la batalla de Granicus, donde los caballos persas empujaron a la infanter�a macedonia hacia el r�o, hasta los caballos en los que Philip Sheridan y Stonewall Jackson entraron en la refriega, este brazo del servicio militar ha sido reconocido.

Am�lcar, Hannibal, Gustavus Adolphus, Marshal Ney eran jinetes. En este brazo del servicio Charles Martel en la batalla de Poictiers hizo retroceder la invasi�n �rabe. La caballer�a cartaginesa, con la p�rdida de s�lo setecientos hombres, derroc� al ej�rcito romano con la p�rdida de siete mil. De la misma manera, la caballer�a espa�ola hizo retroceder a las hordas moriscas. Nuestro patriotismo cristiano y nuestra instrucci�n de la Palabra de Dios exigen que primero tratemos con bondad al caballo, y luego, despu�s de eso, que desarrollemos su rapidez, su grandeza, su majestad y su fuerza. ( T. De Witt Talmage. )

Versículo 27

�Se remonta el �guila por tus �rdenes?

El cautivo puesto en libertad

Durante muchos a�os, un �guila noble hab�a estado confinada de tal manera que nadie la hab�a visto ni siquiera intentar levantar un ala. Hab�a sido apreciado y alimentado para que pudiera ser exhibido a visitantes y amigos. Perfectamente sometido, inconsciente ahora de su poder nativo, permaneci� inactivo y aparentemente contento, ajeno a las alturas que alguna vez pudo elevarse. Pero su due�o estaba a punto de partir hacia un pa�s lejano, para no volver jam�s.

No pod�a llevarse el �guila con �l. "Har�", dijo, "un acto de bondad antes de irme, que ser� recordado mucho despu�s de m�". Solt� la cadena del cautivo. Sus vecinos y ni�os miraban con pesar que no volver�an a ver al �guila. �Un momento y desaparecer�a para siempre! Pero no. El p�jaro dio la vuelta habitual, que hab�a sido la longitud de su cadena, mir� d�cilmente a su alrededor, inconsciente de que estaba libre, y finalmente se pos� a su altura habitual.

Los espectadores miraban con asombro y l�stima. Breve, sin embargo, fue su l�stima. Se escuch� el lento susurro de un ala. Se proyect� desde el cuerpo y luego se dobl�. Enseguida se movi� de nuevo. Por fin, estirado hasta su m�xima expansi�n, se estremeci� un momento en el aire y luego se dobl� suavemente contra su lugar de descanso. Ahora, lenta y cautelosamente, el �guila expandi� la otra, y finalmente se par� sobre su percha con ambas alas extendidas, mirando seriamente el cielo azul arriba.

Un esfuerzo para montar, luego otro. Las alas han encontrado su habilidad y fuerza perdidas. Hacia arriba, lentamente, todav�a hacia arriba, m�s alto y m�s r�pido se abre camino. El ojo lo sigue en vano. Perdido de vista, muy por encima de la cima de la monta�a de la marea, est� ba�ando sus alas apretadas en nubes brumosas y se deleita en su libertad. �Has estado t�, oh hijo de Dios, atrapado durante mucho tiempo por los afanes y los trabajos de la tierra, de modo que tus alas de fe y amor han perdido todo poder para levantarse? Atado por mucho tiempo a la tierra, sus esperanzas y visiones, no puedes mover tus alas de una vez.

El coraz�n intenta crecer en oraci�n, pero lo intenta en vano. Escenas de la tierra est�n flotando todav�a ante la visi�n, y los sonidos de la tierra resuenan en los o�dos. Pero no ceses en tus esfuerzos. Expande tu alma una vez m�s, aunque solo sea por un poco. Primero levante el ala del pensamiento; a�n m�s, lev�ntela a�n m�s. ( Preacher ' s de la linterna. )

El �guila

El �guila est� construida para una vida solitaria. No hay p�jaro tan solo; otras aves van en bandadas, el �guila nunca, dos a lo sumo juntas, y son parejas. Su majestad consiste en parte en su soledad. Vive aparte porque otras aves no pueden vivir donde y como vive, y seguir a donde lleva. El verdadero hijo de Dios debe consentir en una vida solitaria aparte de Dios, y a menudo la condici�n de la santidad es la separaci�n. ( EN Pierson. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Job 39". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/job-39.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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