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Josué 23

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-16

Soy viejo y envejecido; y hab�is visto todo lo que ha hecho el Se�or vuestro Dios.

Vejez

Como en los reinos nevados de los Alpes las hermosas flores abren sus alegres p�talos al cielo, as�, a pesar del peso de los a�os y de los cuidados, muchas dulces flores de esperanza, confianza, amor, amistad desinteresada y fe pueden continuar florecer en el coraz�n envejecido, y enviar una fragancia atractiva para la felicidad de los dem�s.

Jehov� el campe�n de Israel

Los dos �ltimos cap�tulos de Josu� son muy parecidos entre s�. Cada uno profesa ser un informe de la reuni�n de despedida del anciano l�der con los jefes del pueblo. A nuestro juicio, ambos informes soportan la misma ocasi�n; y si es as�, todo lo que hay que decir en cuanto a su origen es que el autor del libro, habiendo obtenido dos informes de fuentes confiables, no adopt� el plan de tejerlos en uno, sino que los dio por separado, tal como los hab�a recibido.

La circunstancia es una prueba de la confiabilidad de la narrativa; Si el escritor hubiera dejado constancia meramente de lo que se supon�a que hab�a dicho Josu�, no habr�a adoptado esta doble forma de narrativa. �Cu�l fue la carga del discurso de Josu�? Lo tienes en las palabras: �El Se�or tu Dios es el que lucha por ti�; por tanto, "ap�yate en el Se�or tu Dios". Le debes todo al Se�or; por tanto, dale todo lo que le es debido.

Dios se presenta expresamente como el campe�n de Israel, luchando por �l contra los cananeos y expuls�ndolos. �l es aqu� el Dios de las batallas; y la terrible desolaci�n que sigui� a la huella de Israel se atribuye aqu� al campeonato del Alt�simo. Hay algunos expositores que explican estos dichos en un sentido general. Hay grandes leyes de conquista, dicen, aprobadas toscamente por la Providencia, por las que una raza avanza sobre otra.

Las naciones debilitadas por el lujo y la ociosidad suelen ser suplantadas por razas m�s vigorosas. No podemos reivindicar todo el dominio de los brit�nicos en la India; la codicia, la insolencia y la lujuria han dejado muchas manchas. A�n as�, el resultado en general ha sido para bien. Los ingleses tienen una concepci�n de la vida humana m�s elevada que los hind�es. Tienen un mayor sentido del orden, de la justicia, de la vida familiar, del bienestar nacional.

Hay un vigor en ellos que no tolerar� la pol�tica de la deriva; que no puede quedarse quieto o quedarse quieto y ver que todo va mal; que se esfuerza por remediar la injusticia, reformar el abuso, corregir lo vicioso y desordenado, y fomentar la organizaci�n y el progreso. En este sentido, el dominio brit�nico ha sido un beneficio para la India. Puede que haya habido actos de opresi�n y maldad que cuajan la sangre, o pueden haberse practicado h�bitos de autocomplacencia a expensas de los nativos que conmocionan nuestro sentido de humanidad, como si la raza inferior no pudiera tener derechos contra la superior; pero estos no son m�s que los remolinos o el efecto secundario de una gran corriente ben�fica y, en el resumen de la larga cuenta, tienen un lugar insignificante.

Cuando examinas el gran resultado; cuando ves un gran continente como la India pac�fico y ordenado que sol�a estar distra�do por todos lados por la guerra interna; Cuando ve la justicia administrada cuidadosamente, la vida y la propiedad protegidas, la educaci�n y la civilizaci�n avanzadas, por no hablar del esp�ritu del cristianismo introducido, no puede resistir la conclusi�n de que la influencia de sus nuevos amos ha sido una ganancia para la India y, por lo tanto, que el dominio brit�nico ha tenido la sanci�n del cielo.

Ahora bien, en este caso, como en la conquista de la India por Gran Breta�a, se desarroll� un proceso que fue un gran beneficio a gran escala. No fue dise�ado para beneficiar a los habitantes originales, como lo fue la ocupaci�n brit�nica de la India, porque eran una raza condenada, como veremos de inmediato. Pero el asentamiento del pueblo de Israel en Cana�n fue dise�ado y preparado para ser un gran beneficio para el mundo.

Expl�quelo como podamos, Israel ten�a ideas de vida m�s elevadas que las otras naciones, dones de cabeza y coraz�n m�s ricos, m�s capacidad de gobernar y un sentimiento religioso mucho m�s puro. Sobre el principio de que una raza como �sta debe prevalecer necesariamente sobre las tribus que antes hab�an ocupado Palestina, bien podr�a decirse que la conquista de Josu� tiene la aprobaci�n divina. En verdad se podr�a decir que Dios sale con los ej�rcitos de Israel y que esparce a sus enemigos como el humo esparce el viento.

Pero esto no fue todo. Ya exist�a una sentencia judicial contra las siete naciones de las cuales Israel fue designado como verdugo. Vicio repugnante consagrado por el sello de la religi�n; lujuria antinatural, que convierte a los seres humanos en peores que bestias; el afecto natural convertido en instrumento de la m�s espantosa crueldad: �podr�a alguna pr�ctica mostrar con m�s fuerza la desesperada degradaci�n de estas naciones en un sentido moral y religioso, o su madurez para el juicio? Israel fue el verdugo designado de la justicia de Dios contra ellos, y para que Israel pudiera cumplir con esa funci�n, Dios fue antes que �l en sus batallas y entreg� a sus enemigos en sus manos.

Y lo que Israel hizo de esta manera lo hizo bajo un sentido solemne de que estaba infligiendo retribuci�n divina. No podemos suponer que la gente actu� uniformemente con la moderaci�n y el autocontrol convirti�ndose en verdugos de Dios. Sin duda, hubo muchos casos de violencia injustificable e inhumana. Cargarle esto a Dios no es justo. Eran las manchas y las manchas que siempre indican la mano del hombre, incluso cuando hace la obra de Dios.

Si se dice que el lenguaje del historiador a veces parece atribuir a Dios lo que realmente surgi� de las pasiones del pueblo, es de observar que no se nos dice en qu� forma comunic� el Se�or sus mandamientos. Sin duda, los hebreos estaban dispuestos a reclamar la autoridad divina por lo que hicieron al m�ximo. Es posible que haya habido ocasiones en las que imaginaban que estaban cumpliendo con los requisitos de Dios, cuando solo estaban dando efecto a sus propios sentimientos.

Y, en general, pueden haber sido propensos a suponer que las formas de matanza que les parec�an bastante apropiadas eran agradables a los ojos de Dios. Porque Dios a menudo cumple Sus santos prop�sitos dejando que Sus instrumentos act�en a su manera. Pero nos hemos apartado de Josu� y de la asamblea de Israel. Lo que hemos estado intentando es mostrar la solidez de la posici�n fundamental de Josu�: que Dios luch� por Israel.

Lo mismo podr�a mostrarse mediante un proceso negativo. Si Dios no hubiera estado activa y sobrenaturalmente con Israel, Israel nunca podr�a haberse convertido en lo que era. Mois�s y su grupo de esclavos, Josu� y su ej�rcito de pastores: �qu� podr�an haber hecho de estos hombres tales soldados si el Se�or no hubiera peleado de su lado? La toma de posesi�n de Cana�n, como Josu� le record� al pueblo, fue un proceso triple: Dios, luchando por ellos, hab�a sometido a sus enemigos; Josu� hab�a dividido la tierra; y ahora Dios estaba preparado para expulsar a las personas restantes, pero solo a trav�s de sus instrumentos.

Se hace hincapi� en "expulsar" y "expulsar" (vers�culo 5), de lo que deducimos que no se llevar�a a cabo una mayor masacre, pero que el resto de los cananeos debe buscar asentamientos en otro lugar. Una retribuci�n suficiente hab�a reca�do sobre ellos por sus pecados, en la virtual destrucci�n de su pueblo y la p�rdida de su pa�s; el miserable remanente podr�a tener una oportunidad de escapar, en alg�n pa�s mal poblado donde nunca alcanzar�an influencia y donde el terror los restringir�a de su antigua maldad.

Josu� fue muy enf�tico al prohibir los matrimonios mixtos y las relaciones sociales amistosas con los cananeos. Sab�a que entre el reino de la santidad y el reino del pecado hay una especie de territorio neutral, que no pertenece estrictamente a ninguno de los dos, pero que se inclina hacia el reino del pecado, y de hecho, lo m�s com�n es que proporcione reclutas no pocos al reino del pecado. ej�rcito del mal. �Ay, cu�n cierto es esto todav�a! Matrimonios entre creyentes e incr�dulos; compa�erismo social amistoso, en igualdad de condiciones, entre la Iglesia y el mundo; sociedad en los negocios entre los piadosos y los imp�os: �qui�n no conoce el resultado habitual? En unos pocos casos solitarios, puede ser, el ni�o del mundo es tra�do al reino; �pero en cu�ntos casos encontramos los brotes de la promesa cristiana cortados, y la tibieza y la reincidencia, si no la apostas�a, entrando en su habitaci�n! (WG Blaikie, DD )

Versículo 4

Os he repartido por suertes estas naciones.

Joshua el colono

Grandes colonos como somos, y mayores como probablemente seamos, con el crecimiento de nuestra riqueza y por lo tanto de nuestra poblaci�n, puede resultar instructivo y tambi�n interesante mirar a Joshua en el car�cter de un colono - el l�der de la banda m�s grande que jam�s dej� a su viejo en busca de un nuevo hogar. Observo, entonces, que la colonizaci�n de Cana�n bajo Josu� se llev� a cabo de manera ordenada, a gran escala y de una manera eminentemente favorable para la felicidad de los emigrantes y los intereses de la virtud y la religi�n.

Nos presenta un modelo que har�amos bien en copiar. Los hijos de Israel entraron en Cana�n para establecerse dentro de las fronteras asignadas; por familias y por tribus. En su caso, la emigraci�n fue menos un cambio de personas que un cambio, y un feliz cambio, de lugar. No hab�a grandes mares entre miembros de una misma familia; No hubo despedidas amargas de padres e hijos que tem�an no volver a ver nunca m�s; ni los emigrantes, con rostros tristes y ojos flotantes, se api�aron en la popa del barco para contemplar las monta�as azules de su querida tierra natal mientras se hund�an bajo el mar. ola.

Una lecci�n a�n m�s importante que la ense�ada por los arreglos ordenados, justos, humanos y felices de esta colonia hebrea nos la ense�a el cuidado que Josu� ten�a de sus intereses religiosos. Estos, los m�s grandes, aunque aparentemente considerados los menos, de todos los intereses, son lamentablemente descuidados en muchas de nuestras emisoras extranjeras; ya menudo me he preguntado con qu� poca desgana los padres cristianos pod�an enviar a sus hijos a pa�ses donde m�s personas perdieron su religi�n de las que hicieron fortuna.

Hagamos lo que hagamos con nuestra religi�n, los hebreos no dejaron el arca de Dios detr�s de ellos. Consider�ndolo como su gloria y defensa a la vez, lo siguieron hasta el lecho del Jord�n y, pasando el diluvio a pie, lo llevaron con ellos a la tierra adoptada. Dondequiera que levantaron sus tiendas, levantaron el altar y el tabern�culo de su Dios. Sacerdotes y maestros formaron parte de su s�quito; y haciendo amplia provisi�n para el ministerio regular de palabra y ordenanza, pusieron en instituciones santas y piadosas las bases de su futura comunidad.

Tales son algunos de los puntos en los que se debe admirar e imitar a Joshua como un colono modelo. �Pobre de m�! aunque descuidamos su ejemplo en cosas dignas de imitar, lo hemos seguido demasiado de cerca en lo �nico en lo que no nos proporciona ning�n precedente a seguir. Me refiero al fuego y la espada que llev� a la tierra de Cana�n y su exterminio de sus habitantes originales. Lo hemos seguido con demasiada fidelidad en esto, sin ninguna autorizaci�n, humana o divina, para hacerlo.

En su obra m�s sangrienta, Joshua actuaba por encargo. Sus �rdenes eran claras, por terribles que leyeran. Dios asume toda la responsabilidad. Y tenga en cuenta que los hijos de Israel fueron culpados no porque lo hicieron, sino porque no lo hicieron, exterminaron a los cananeos, mat�ndolos con la espada o expuls�ndolos de la tierra. El deber era doloroso y severo; pero vivieron para descubrir, como Dios les hab�a advertido que les suceder�a, y como nos sucede a nosotros cuando perdonamos los pecados de los cuales estos paganos eran el tipo, que la misericordia hacia los cananeos era crueldad para con ellos mismos.

Pero, admitiendo que la responsabilidad se traslada de Josu� a Dios, �c�mo, se puede preguntar, son los sufrimientos de los cananeos, su expulsi�n y exterminio sangriento de la tierra, para reconciliarse con el car�cter de Dios, como justo y bueno y �justo? Esto es como muchos otros de Sus actos. Al intentar escudri�arlos, el misterio se encuentra con nosotros en el umbral. �No es de extra�ar! - cuando nos sentimos obligados a exclamar sobre un copo de nieve, la espora de un helecho, la hoja de un �rbol, el cambio de un gusano de base en una mariposa alada y pintada, ��Qui�n puede buscar a Dios ? �Qui�n encontrar� al Todopoderoso hasta la perfecci�n? Es m�s alto que el cielo, �qu� podemos hacer? m�s profundo que el infierno, �qu� podemos saber? su medida es m�s larga que la tierra y m�s ancha que el mar.

Por oscuro que parezca el juicio sobre Cana�n, una peque�a consideraci�n mostrar� que no es un misterio mayor, ni tan grande, como muchos otros en la providencia de Dios. La tierra de Cana�n era suya: "De Jehov� es la tierra y su plenitud". Y pregunto, a mi vez, �se le negar� al propietario soberano de todos el derecho que reclaman los propietarios ordinarios: el derecho a eliminar un grupo de inquilinos y reemplazarlos por otro? Adem�s, los habitantes de Cana�n no solo eran, por as� decirlo, �inquilinos a voluntad�, sino inquilinos de la peor descripci�n.

Cabe se�alar tambi�n que los cananeos no solo merec�an, sino que eligieron su destino. La fama de lo que Dios hab�a hecho por las tribus de Israel hab�a precedido a su llegada a la tierra de Cana�n. As� se advirti� temprano a sus inquilinos culpables; recibi� "aviso para dejar de fumar"; podr�a considerarse como convocado. Se negaron a ir. Eligieron las oportunidades de resistencia en lugar de una retirada silenciosa; y as� �porque debe observarse que a los israelitas en el primer caso s�lo se les orden� echarlos� se trajeron destrucci�n sobre s� mismos: con sus propias manos derribando la casa que los enterr� a ellos ya sus hijos en sus ruinas.

�Pero los ni�os? los infantes inofensivos? Hay un misterio, lo admito, un misterio terrible en su destrucci�n; pero no hay misterio nuevo o mayor aqu� que el que nos encontramos en cualquier otro lugar. El misterio de la descendencia que sufre por los pecados de sus padres se repite a diario en nuestras propias calles. No cambia el caso al decir que los ni�os que mueren de enfermedades, por ejemplo, mueren por las leyes de la naturaleza, mientras que los de Cana�n fueron ejecutados por mandato de Dios.

Esta es una distinci�n sin diferencia; porque, �qu� son las leyes de la naturaleza sino las ordenanzas y la voluntad de Dios? Tampoco es la nube que aqu� rodea el trono de Dios, por oscura que parezca, sin un rayo de luz. La espada del hebreo les abre a los ni�os de Cana�n un escape feliz de la miseria y el pecado, un pasaje agudo pero corto hacia un mundo mejor y m�s puro. As�, y de otro modo, podemos justificar los actos m�s duros de los que se ha acusado a Josu�.

Ten�a una comisi�n de Dios para entrar en Cana�n y expulsar a sus habitantes culpables, y, como un le�ador que entra en el bosque, hacha en mano, cortarlos si se aferran como �rboles a su suelo. Su conducta admite la m�s plena reivindicaci�n; y aunque no fue as�, deber�amos ser los �ltimos en acusarlo. Nuestras no son las manos para lanzar una piedra a Josu�. Nunca se escribi� una historia m�s dolorosa y vergonzosa que la historia de al menos algunas de nuestras colonias.

�Habla del exterminio de los cananeos! �D�nde est�n las tribus indias que nuestros colonos encontraron vagando, en libertad emplumada y pintada, por los bosques del nuevo mundo? �No es m�s fatal para los cananeos la irrupci�n de los hebreos que nuestra llegada a casi todas las colonias a su poblaci�n nativa! Nos hemos apoderado de sus tierras; y de una manera menos honorable e incluso misericordiosa que las espadas de Israel, no les han dado a cambio nada m�s que una tumba.

Seguidores profesos de Aquel que no vino para destruir sino para salvar al mundo, hemos entrado en los territorios de los paganos a fuego y espada, y a�adiendo asesinato al robo, hemos echado a perder a los nativos inofensivos de sus vidas, as� como de sus tierras. �Ten�amos alguna comisi�n para exterminar? Divina como la de Josu�, nuestra comisi�n fue tan opuesta a la suya como polos opuestos entre s�. Estos son sus t�rminos benditos: �Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, bautiz�ndolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp�ritu Santo.

�Pueden nuestro pa�s y sus iglesias leer eso sin un rubor de verg�enza y un sentimiento de culpa? Arrepint�monos de los errores del pasado. No tanto para engrandecer nuestra isla como para cristianizar el mundo con nuestras colonias, es la noble empresa a la que nos llama la Providencia. �Entrad a poseer la tierra� - estas, si puedo decirlo, fueron las �rdenes de marcha bajo las cuales Josu� e Israel entraron en Cana�n; y por m�s incapaces que parecieran, en n�mero y recursos ordinarios, para hacer frente a los que pose�an la tierra, y estaban dispuestos a luchar como hombres que ten�an sus hogares y hogares, sus esposas e hijos, para defender, pero entonces, como todav�a , la medida de la capacidad del hombre es el mandato de Dios.

Ya que es as�, �qu� carrera noble y r�pida conquista fueron ante los hijos de Israel! Barriendo Cana�n como una inundaci�n irresistible, podr�an haber llevado todo delante de ellos. �Qu� dificultades podr�an resultar demasiado grandes para aquellos que ten�an a Dios para ayudarlos? �Qu� necesidad ten�an de puente o de barcas, ante cuyos pies hu�an las aguas del Jord�n? �De los motores de guerra cuyo grito, llevado por el aire, derrib� las murallas de Jeric� hasta el suelo con la sacudida de un terremoto? de los aliados, que ten�an el cielo de su lado, para arrojar la muerte desde los cielos sobre sus enemigos aterrorizados? �C�mo pod�an perder los frutos de la victoria sobre la retirada de cuyos enemigos la noche se negaba a arrojar su manto, mientras el sol sosten�a el cielo, ni se hund�a en la oscuridad hasta que terminaba su sangrienta obra? ( T. Guthrie, DD )

Versículo 6

Sed, pues, muy valientes.

Sobre el coraje cristiano

En primer lugar, en su relaci�n con sus semejantes, en su relaci�n con el mundo, se requiere mucho coraje y resoluci�n para ser firme y recto. Cuando su inter�s, sus sentimientos, sus deseos, es m�s, incluso su futura independencia, est�n de un lado, y los sencillos dictados del deber y la religi�n del otro, entonces es que deben �ser muy valientes�; y no te desv�es de ella ni a diestra ni a siniestra.

Aqu� est� la prueba: preferir la alabanza de Dios y la aprobaci�n de la conciencia, con p�rdida, con deshonra o burla, e incluso pobreza de por vida, a la adquisici�n mezquina y deshonesta de todo bien mundano. El valor es un requisito incluso para hacer el bien. Nuestras buenas acciones pueden costarnos muchos problemas e incluso gastos, mucha oposici�n, mucha irritaci�n y mucha tergiversaci�n; porque nuestro bien puede no solo ser mal hablado, sino que puede ser para nosotros un mal positivo desde un punto de vista mundano y temporal.

En algunas ocasiones puede que tengamos que encontrarnos con la resistencia de los indolentes y ego�stas; la frustrante malignidad de la envidia, que nunca cooperar� ni elogiar�; las burlas de los taca�os, que vengan una caridad extorsionada calumniando al hombre que los avergonz�; y las malas construcciones de los mundanos, que nunca atribuyen motivos desinteresados ??a una prominencia en el bien hacer. En otras ocasiones, podemos ser inducidos a beneficiar a otros, incluso en contra de su voluntad; para socorrer a los in�tiles e ingratos; cansarnos en largos, y quiz�s por el tiempo infructuosos, intentos de ablandar a los obstinados, persuadir a los obstinados, reformar a los derrochadores.

En todos estos casos queremos tambi�n una decisi�n de car�cter audaz y paciente. Una vez m�s, se requiere valor para perdonar las ofensas y soportar los agravios, as� como, por otro lado, para pedir perd�n y reparar. Sin embargo, el cristiano debe hacer ambas cosas cuando sea necesario. Se requiere valor, nuevamente, para mantener la verdad y la sinceridad. No quiero decir con esto simplemente evitar la falsedad y el equ�voco flagrantes; sino adquiriendo h�bitos de confesi�n abierta y franca de nuestra mente, excepto donde podamos causar dolor u ofensa innecesarios.

Ninguna deferencia al rango o las circunstancias, ninguna aversi�n indolente a diferir de los dem�s, ninguna timidez inoportuna o deseo de congraciarse, deben impedir nuestra reprobaci�n audaz y decidida de lo que es decididamente incorrecto, por muy glosado que sea por un lenguaje fino o apoyado por sofismas y astucias. . El valor es muy necesario tambi�n para dar un buen ejemplo. No debemos �ni amar la alabanza de los hombres m�s que la alabanza de Dios�, ni �seguir a la multitud para hacer el mal.

�El verdadero cristiano puede querer la resoluci�n de mantener un ejemplo cristiano; puede rehuir la singularidad; puede temer una risa, un nombre desagradable o una tergiversaci�n; puede pensar que es demasiado preciso y severo protestar y luchar contra las costumbres y opiniones recibidas, aunque claramente en desacuerdo con la Palabra de Dios; o, por �ltimo, puede que desconf�e de su propia firmeza y perseverancia. Sin embargo, todo lo que quiere es coraje, coraje, no ir por arreglar el mundo entero, no ponerse un atuendo de austeridad e intolerancia que no le pertenece a �l ni a su religi�n; no declarar la guerra a pr�cticas y diversiones que endulzan las ocupaciones de la vida y son decididamente inocentes; sino ser "firmes e inamovibles" en el curso llano y directo de los deberes cristianos de todo tipo.

Una vez m�s, el valor es el m�s necesario para luchar contra toda la corrupci�n interna de nuestra naturaleza ca�da. En primer lugar, el cristiano tiene que lidiar con pensamientos y tendencias o inclinaciones perversas. Cuando se les permite crecer hasta la madurez, se convierten en pasiones, deseos y apetitos obstinados, cuyo poder es generalmente proporcional al tiempo en que han sido complacidos. En ese per�odo terrible, el coraje que se requiere es, por as� decirlo, el de arrancarse un ojo o cortar un miembro. porque para entonces el h�bito ha hecho que la indulgencia sea bastante necesaria para la felicidad del pecador, e incluso para su c�moda existencia.

El valor es nuevamente necesario, bajo este punto, para sacar lo mejor de nuestro ego�smo natural. El orgullo, la vanidad y la pretensi�n tambi�n son vicios que no necesitan coraje y resoluci�n comunes para dominarlos. Sin embargo, tienen un temperamento muy poco cristiano y deben ser sometidos. Pero, por �ltimo, es en el perfeccionamiento de la santidad en el coraz�n, mediante la pureza, la vigilancia, la disciplina y la perseverancia, donde el guerrero cristiano tiene m�s necesidad de valent�a y resoluci�n.

Sus enemigos son tan fuertes y numerosos, y el fuerte que �l sostiene es tan f�cil de sorprender y tomar, que necesita "toda la armadura de Dios" para "tener la victoria y el triunfo contra el diablo, el mundo y el carne." ( AB Evans, DD )

Guardar y hacer todo lo que est� escrito en el libro de la ley de Mois�s. -

La suprema excelencia de la Sagrada Escritura

I. El libro recomend�: "Todo lo que est� escrito en el libro de la ley de Mois�s".

1. Observe que fue �nicamente a la ley escrita a la que Josu� les dirigi�.

2. Desde ese d�a hasta hoy, la voluntad de Dios se nos ha dado a conocer por escrito.

3. La evidencia de la autoridad divina del Nuevo Testamento es de la misma descripci�n.

4. Oh, que la Palabra de Dios escrita, verdad infalible, se eleve muy, muy por encima de los escritos de los hombres, por excelentes que sean.

II. La exhortaci�n al respecto: "Sed, pues, muy valientes", etc.

1. �Gu�rdelo� - gu�rdelo en su coraz�n; gu�rdalo en tu memoria; inscr�bela en la tablilla de tu mente.

2. "Hazlo". No debemos guardar la Sagrada Escritura como curiosidad en un armario; no esconderlo ni enterrarlo, sino practicarlo. Si las Escrituras no ejercen una influencia pr�ctica sobre nosotros, solo aumentar�n nuestra condenaci�n.

3. Observe la universalidad del mandato "Todo lo que est� escrito en el libro". No debe haber reserva ni excepci�n, no hay selecci�n de doctrinas favoritas o de deberes agradables, pero "todo lo que est� escrito" debe ser le�do, cre�do, obedecido.

4. No debe haber ninguna desviaci�n del camino angosto - "para que no se desv�en de �l, ni a la derecha ni a la izquierda". Esta es la tabla, �tenga cuidado de seguirla! Este es tu mapa, tu gu�a, tu l�mpara; �cuidado con la m�s m�nima desviaci�n! ( Isa�as 30:21 ).

5. "�Sed muy valientes para guardar y hacer todo esto!" �l hab�a dicho en el vers�culo anterior que Dios echar�a a sus enemigos delante de ellos; y ahora dice: "Sed muy valientes" - pero no para luchar con espada y lanza, sino con armas espirituales - valor moral: sed valientes para Dios - se necesita mucho valor: por falta de �l, Pedro neg� a su Se�or . "No te averg�ences de Cristo" - "confi�salo delante de los hombres".

III. Las consecuencias de la obediencia o desobediencia a esta exhortaci�n se pueden aprender de las Escrituras y de la experiencia. Dondequiera que se conoci�, ley� y honr� la Palabra escrita de Dios, la religi�n ha florecido; y donde esa Palabra ha sido descuidada, la religi�n ha deca�do. ( Dean Close. )

Gire . .. no aparte de all� a la derecha ni a la izquierda. -

Obediencia

1. �Qu� motivo tiene el cristiano para obedecer? Buscando ser salvo solo a trav�s de la justicia de otro, �qu� hay para inducirlo a caminar con rectitud ante Dios mismo?

(1) Gratitud o amor receptivo. El cristiano recibe recordatorios de lo que el Se�or ha hecho por �l por medio de Cristo para abrirle la Cana�n celestial y darle una herencia, y su coraz�n agradecido responde a la l�gica celestial: "Mirad que am�is al Se�or". "Servid al Se�or en verdad y con todo vuestro coraz�n, porque pensad cu�n grandes cosas ha clonado para vosotros". �Si me am�is, guardad mis mandamientos�.

(2) Esperanza. "Poseer�is su tierra, como el Se�or vuestro Dios os ha prometido". Cristo es hecho autor de eterna salvaci�n para los que le obedecen; y el que invoca el nombre de Cristo debe apartarse de la iniquidad.

(3) Miedo. "Cuando hayas transgredido el pacto del Se�or tu Dios, pronto perecer�s de la buena tierra". Y similares son las reglas con respecto a la entrada al cielo, de la cual Cana�n era una figura. La desobediencia conlleva exclusi�n.

2. Pero, �qu� tipo de obediencia es necesaria, o m�s bien, qu� aprendemos de nuestro texto, la obediencia requerir� o requerir�?

(1) Coraje. "Sed, pues, muy valientes para guardar y hacer". Muchos miran a un cristiano como una criatura pobre y mezquina, y solo la mitad de un hombre. Pero es el tipo de hombre m�s elevado. En la medida en que act�a de acuerdo con sus principios, es un h�roe valiente y audaz, y puede estar entre los m�s valientes y nobles, y no sufrir por la comparaci�n. �Es una se�al de valent�a someterse al cuchillo del operador y una marca a�n m�s alta operar sobre uno mismo? Esto lo hace el siervo obediente de Dios.

Saca el ojo derecho, corta la mano derecha de la indulgencia prohibida; es decir, en obediencia a la voluntad de Dios, abandonar� las inclinaciones que le cuestan tanto como arrancar o cortar. �Es una muestra de valent�a enfrentarse a la boca del ca��n? S�; pero es una marca m�s alta para los seres constituidos como nosotros, naturalmente orgullosos y sensibles, desafiar la boca que se burla y se burla de la piedad, de modo que a menudo somos un desprecio y una burla para los que nos rodean.

(2) Integridad. �Sed muy valientes para guardar y hacer todo�, etc. La ley moral de Mois�s, aunque ya no se puede guardar de manera que nos d� el derecho a la vida eterna, debe ser nuestra gu�a y regla en nuestra vida presente. Porque los diez mandamientos expandidos contienen todos los preceptos, deberes y disposiciones de un siervo de Dios, as� como los capullos contienen todas las hojas de esa flor que se abre en tal plenitud de detalles. Y el cristiano debe guardar y hacer todo.

(3) Cuidado. �Para que no os apart�is�, etc. El camino de la obediencia es generalmente un camino intermedio, y debemos procurar tener tales puntos de vista de la Palabra de Dios, bajo la ense�anza del Esp�ritu de Dios, para que nuestro amor abunde cada vez m�s en conocimiento y en todo juicio, para que podamos aprobar las cosas. que son excelentes; o, como podr�a traducirse, �discrimina las cosas que difieren�, y siempre escuchas una voz detr�s de nosotros que dice: �Este es el camino, andad por �l.

�El extremo opuesto del mal no es correcto. Vamos m�s seguros entre los extremos. El p�ndulo se balancea tanto hacia la derecha como hacia la izquierda, y debido a que algunas personas van a los extremos en una direcci�n, es probable que nosotros vayamos a los extremos en la direcci�n opuesta. Algunos son todos por privilegios, otros por deber; pero no debemos desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. Agradecidos por los privilegios, debemos cumplir con nuestro deber. ( HC Mitchinson, MA )

Versículos 8-9

Aferraos al Se�or vuestro Dios, como hab�is hecho hasta el d�a de hoy.

La necesidad de que todo el mundo se adhiera a Dios que desea el bien en el apoyo de su pa�s.

I. El pecado tiene naturalmente en s� mismo una tendencia a la ruina de cualquier naci�n. Podemos ver f�cilmente que cuando un pueblo crece sin importar las leyes de Dios, quiere las mayores obligaciones de obediencia a las leyes de los hombres.

II. El pecado convierte a Dios en un enemigo. Dios preside con peculiar providencia las sociedades y comunidades de hombres. Podemos aprender de la historia de todas las �pocas pasadas y de la frecuente inteligencia de la nuestra, que el gobierno de Dios siempre se administra de acuerdo con la naturaleza de las acciones de los hombres; que dispensa su favor a un pueblo, o se lo quita, seg�n prevalezca entre ellos la virtud o el vicio, la religi�n o la impiedad, respectivamente.

Pero tal vez algunos que est�n dispuestos a atribuirse todos los �xitos a s� mismos puedan decir: "�Qu� necesidad tenemos de llamar a la Providencia en todas las dificultades?" Ahora bien, d�jeme que lo pruebe m�s particularmente, considerando esos tres apoyos principales en los que el peso de los estados e imperios puede parecerles que no miran muy lejos las cosas y sus causas, que se apoyan totalmente; es decir, la providencia mundana o la pol�tica para idear; coraje y fuerza para ejecutar grandes dise�os; y una sabia mejora de ambos, por confederaciones firmes y bien fundamentadas.

�Pero Ay! en estos, apenas considerados, no puede haber seguridad, porque ninguna previsi�n humana puede llegar a tantos accidentes, el menor de los cuales puede alterar los consejos mejor trazados; ni ning�n coraje humano, aunque nunca tan bien apoyado, se asegure de ejecutarlos, ya que la misma ejecuci�n de los mismos se acompa�a de tantas circunstancias que pueden producir efectos muy distintos de los propuestos.

III. La obligaci�n, que recae sobre todos los que aman a su pa�s, de cumplir con su deber para con Dios, de la que resultar� tal virtud y piedad universales, que seguramente comprometer� a Dios en nuestra endrina.

1. Que todos los favores nacionales emanan puramente de Dios, supongo que ha sido suficientemente probado, como m�s all� de la fuerza �nica o unida de la pol�tica humana, el coraje o las alianzas m�s firmes: si es as�, �qu� es m�s que nuestro deber obligado? y justicia, para reconocer sinceramente el don a Dios, �qui�n no desea m�s darlo? No se ve mejorado por nuestras acciones de gracias, pero est� complacido con la gratitud.

2. Debemos romper el curso de esos pecados que alejar�n a Dios de nosotros y nos privar�n en el futuro de todos esos �xitos extraordinarios. ( Mons. Trelawney. )

Se aplica la estabilidad religiosa

I. EL deber que recomienda el texto. Apegarse al Se�or evidentemente implica:

1. Uni�n previa con �l.

2. Adhesi�n fiel a �l. Nuestra religi�n debe ser uniforme y constante; no solo debemos acercarnos al Se�or como humildes penitentes, sino tambi�n adherirnos a �l como Sus siervos infatigables.

(1) Debemos apegarnos a Su nombre; como la fuente de toda bondad, de quien recibimos toda bendici�n; y por lo tanto debemos seguir amando, obedeciendo, esperando y confiando en �l, como el Dios de nuestra salvaci�n ( Isa�as 12:2 ; Habacuc 3:18 ).

(2) Debemos aferrarnos a Su Palabra; leyendo fielmente su contenido, absorbiendo sus doctrinas, obedeciendo sus preceptos y convirti�ndolo en el tema perpetuo de nuestra meditaci�n y oraciones, y en la regla infalible de nuestra fe y conducta ( Salmo 119:18 ; Salmo 119:148 ; Juan 5:39 ; 2 Timoteo 3:16 ).

(3) Debemos apegarnos a sus caminos; cumpliendo diligentemente todos los deberes personales y relativos, atendiendo constantemente todos los medios de la gracia, obrando nuestra salvaci�n con temor y temblor, y "andando en todos los mandamientos y ordenanzas sin mancha".

(4) Debemos aferrarnos a �l en todo momento: en la prosperidad y la adversidad, en la tribulaci�n y la angustia, en la salud y la aflicci�n, en la vida y en la muerte; confiando impl�citamente �en el Se�or para siempre; porque en el Se�or Jehov� est� la fuerza eterna �.

II. La importancia que implica el texto. Evidentemente, esto se desprende tanto de la solemnidad de la ocasi�n en que se pronunci� como del fervor de la manera en que se inst� a las tribus de Israel.

1. Este deber es razonable ( Juan 6:67 ; Romanos 12:1 ).

2. Este deber es honorable. La inestabilidad en la religi�n es particularmente vergonzosa ( 2 Pedro 2:20 ). Es extremadamente d�bil e infantil, y debe evitarse cuidadosamente, ya que desagrada a Dios y deshonra a nuestra santa profesi�n ( Efesios 4:14 ).

3. Este deber es rentable. S�lo si nos aferramos al Se�or podemos mantener la piedad personal, vencer a nuestros enemigos, encontrar dificultades, regocijarnos para siempre, triunfar sobre la muerte y �echar mano de la vida eterna� ( Deuteronomio 4:3 ; Salmo 57:7 ; 2 Timoteo 4:7 ).

4. Este deber es indispensable. La perseverancia final es necesaria para la salvaci�n final. El �nico que �persevere hasta el fin, ser� salvo� ( 1 Corintios 15:2 ; Romanos 2:7 ; 2 Pedro 1:10 ).

III. Los motivos de este deber. ( Bosqueja cuatrocientos sermones. )

Versículo 11

Por tanto, mirad por vosotros mismos.

La guerra cristiana

La vida cristiana es una guerra, y se cometen varios errores comunes al respecto. Por ejemplo&mdash

I. Cuando se supone que los enemigos contra los que hay que luchar son todos enemigos externos. Este es un error muy com�n. Donde se cree que la conversi�n es siempre un cambio repentino, y no una cuesti�n de crecimiento, se advierte a los conversos contra los peligros que se encuentran afuera, mientras se les deja en la ignorancia de los peligros mayores que a�n est�n adentro. Hay enemigos externos, pero estos no son todos. Hay enemigos internos, como ...

(1) Mal genio;

(2) voluntades apasionadas e ingobernables;

(3) codicia;

(4) ego�smo;

(5) orgullo;

(6) ira, etc.

II. Tambi�n es un error suponer que los enemigos contra los que hay que luchar son principalmente externos. Con todas sus advertencias contra los enemigos circundantes, Josu� fue muy enf�tico en su exhortaci�n a velar por el propio coraz�n: �Por tanto, mirad por vosotros mismos�. En este sentido, los enemigos de un hombre son los de su propia casa. Las mayores tentaciones surgen de esa tendencia interna a la corrupci�n, pero para las cuales las influencias externas ser�an casi impotentes. M�s de un hombre ha sido su propio tentador ( Santiago 1:14 ).

III. Es, por tanto, un gran deber cristiano que cada hombre someta su propio coraz�n.

1. Esto no se puede hacer excepto mediante el ejercicio de una vigilancia constante.

2. El autocultivo tambi�n es necesario. �Cu�ndo aprender�n los hombres que la religi�n no es un sentimentalismo de ensue�o, sino una realidad viva y severa? "La gracia de Dios en el coraz�n del hombre es una planta tierna en un suelo extra�o y cruel, y, por lo tanto, no puede prosperar y crecer sin mucho cuidado y dolores, y el de una mano h�bil". Entonces, "cuid�monos de nosotros mismos". Guardemos la fortaleza de nuestro propio coraz�n.

Luchemos contra los enemigos de nuestra propia casa. As� seremos �m�s que vencedores�; porque "mejor es el que se ense�orea de su propio esp�ritu que el que toma una ciudad". ( Frederic Wagstaff. )

Autoconsideraci�n

No podemos tener aspiraciones a menos que sepamos lo que nos falta, y no podemos cultivar adecuadamente nuestra vida espiritual a menos que reconozcamos los s�ntomas de su vitalidad o decadencia. Un jardinero estar�a incumpliendo su deber si no notara el marchitamiento de una flor, que solo quer�a m�s espacio para extender sus ra�ces. Se culpar�a justamente a una madre si estuviera demasiado absorta en la confecci�n del vestido de su hijo para la pr�xima fiesta como para notar el rostro p�lido y los ojos pesados ??que indicaban una enfermedad que exig�a atenci�n instant�nea. Mucho m�s pesada es la responsabilidad que recae sobre nosotros de considerar nuestra propia condici�n. ( A. Rowland, BA )

Auto-juicio

Ning�n hombre cuerdo deja de formarse una opini�n sobre s� mismo. No podemos evitar saber, por ejemplo, si nuestro temperamento es r�pido o aburrido, si nuestra imaginaci�n es v�vida o torpe, como tampoco podemos ignorar el hecho de que somos altos o bajos. Pero no debemos dejar este juicio propio a sentimientos transitorios o revelaciones espasm�dicas, sino que debemos tratar de moldearlo con un pensamiento sobrio. Algunas personas nos dicen que es mejor no pensar en nosotros mismos, sino absorbernos en el deber diario, dej�ndonos simplemente en las manos de Dios, en lo que respecta a la vida religiosa.

Sin duda, esto es en parte cierto: y no debemos olvidar que la auto-introspecci�n tiene tanto sus peligros como sus usos. Por ejemplo, ser�a muy posible someter nuestros motivos a un escrutinio tan detenido y constante como para quitarle todo impulso a la vida; pero ning�n hombre sensato ser�a tan exigente con el polvo en el motor como para descuidar el mantenimiento del vapor. ( A. Rowland, BA )

Que am�is al Se�or. -

Ten cuidado de amar a Dios

1. Porque si no amas a Dios, tu obediencia ser� in�til.

2. Porque si lo amas, la obediencia ser� f�cil.

3. Porque hay tantas cosas que compiten por tu amor.

4. Porque si amas a Dios, amar�s solo las cosas buenas y en su justa medida.

5. Porque si amas a Dios, amar�s lo que Dios ama, y ??especialmente a Su Hijo Jesucristo. ( La Colmena. )

Dios exige nuestro amor

I. Es por este mismo fin que se otorgan las mercedes nacionales.

II. Estamos en peligro de pervertir su bondad para un prop�sito muy diferente. La precauci�n dada en el texto claramente implica esto, y la historia posterior de la naci�n jud�a demuestra claramente que la precauci�n era necesaria.

III. Amar al Se�or nuestro Dios no es solo el retorno que �l espera por Sus beneficios, sino el retorno que exige. No s�lo es justo y razonable en su propia naturaleza, sino que tambi�n es absolutamente necesario de nuestra parte; es m�s, es la �nica cosa necesaria, cuya retenci�n inevitablemente tendr� las consecuencias m�s fatales. ( R. Walker. )

Versículo 14

Y he aqu�, este d�a voy por el camino de toda la tierra.

Muerte com�n a todos

La muerte es tan miope y tan torpe que se tambalea a trav�s del tapiz de Axminster como si fuera un piso desnudo, y no ve diferencia entre los harapos revoloteando de un andrajoso y el gonfal�n de un conquistador. Uno al lado del otro, todos debemos bajar. No hay primera, segunda o tercera clase en la muerte o en la tumba. La muerte entra en la casa de Gad's Hill y dice: �Quiero a ese novelista.

"La muerte entra en el castillo de Windsor y dice:" Quiero la consorte de Victoria ". La muerte entra en el Ford's Theatre, en Washington, y dice: "Quiero a ese presidente". La muerte va al campo de batalla zul� y dice: "Quiero ese pr�ncipe imperial franc�s". La muerte entra en el palacio de m�rmol de Madrid y dice: "Dame a la reina Mercedes". La muerte entra en el asilo y dice: "Dame ese pobre". La muerte llega al puente Tay y dice: "Descarga en mi fr�o pecho a todos esos pasajeros". ( T. De Witt Talmage. )

Premoniciones de muerte

El primer s�ntoma de que algunos se acercan a la muerte es el fuerte presentimiento de que est�n a punto de morir. Oganan, el matem�tico, aunque en aparente salud, rechaz� a los alumnos por la sensaci�n de que estaba en v�speras de descansar de sus labores; y muri� poco despu�s de un ataque de apoplej�a. Fletcher, el divino, tuvo un sue�o que ensombreci� su inminente disoluci�n, y creyendo que era la advertencia misericordiosa del Cielo, envi� a buscar un escultor y orden� su tumba.

�Empiece su trabajo de inmediato�, dijo al despedirse; "No hay tiempo que perder". Y a menos que el artista hubiera obedecido la amonestaci�n, la muerte habr�a demostrado ser el trabajador m�s r�pido de los dos. Mozart escribi� su R�quiem con la convicci�n de que el monumento que estaba levantando a su genio ser�a, por el poder de asociaci�n, un monumento universal a sus restos. Cuando la vida pasaba muy r�pido, pidi� la partitura y, meditando sobre ello, dijo: "�No te dije de verdad que fue para m� mismo que compuse este canto de la muerte?"

Ninguna cosa ha fallado de todas las cosas buenas que el Se�or . .. habl�.

El testimonio moribundo de Josu� de la fidelidad de Dios

I. La muerte es un camino. Conduce al creyente de los medios y corrientes de las ordenanzas religiosas a la fuente de las aguas vivas; de la sociedad de conexiones terrenales, y en el mejor de los casos imperfectos, a la compa��a de santos triunfantes, etc.

II. La muerte es un camino por el que todos deben ir. Algunos viajes pueden posponerse y posponerse una semana, un mes, un a�o y tal vez rechazarse por completo. Pero esto no se puede posponer ni evitar.

III. La muerte es un camino que pronto se nos pedir� que tomemos. ( Isaac Bachus, DD )

La �ltima confesi�n de Joshua

Con Josu� como con Sime�n, al caer la tarde se hizo de luz, los tonos de una puesta de sol dorada coloreada con los tintes del arco iris, que San Juan contempl� ante el trono. Las palabras que les he le�do contienen una mirada retrospectiva y una perspectiva. �l los busca detr�s; �l espera por s� mismo.

1. Nosotros tambi�n tenemos una retrospectiva como la de �l, y tambi�n tenemos una perspectiva. Miremos hacia atr�s a la vida, cada uno desde su propio punto de vista, cada uno coloreando con los matices de su propia experiencia el esquema com�n. Empiece por el principio y recuerde la infancia. No creo que la infancia sea la �poca m�s feliz de la vida y, por tanto, no dir� que lo sea. Y sin embargo, en la primavera de nuestra vida, aunque tuvo sus vientos cortantes y sus noches fr�as, para que nuestros personajes no florecieran demasiado r�pido y en una atm�sfera demasiado afable, creci�ramos de manera desigual y nos desarroll�ramos demasiado r�pido, hubo destellos de sol brillante, lluvias cayendo con fecundidad, en la que nuestras mentes se expandieron y nuestras almas crecieron.

Es posible que algunos de nosotros fu�ramos llevados a los pies de Jes�s para escuchar Su Palabra. Cuando �ramos ni�os conoc�amos las Sagradas Escrituras, y nuestros labios infantiles fueron instruidos en oraci�n. Pero la madurez es el tiempo de la gloria del hombre, cuando participamos de las alegr�as plenas de la vida hogare�a, cuando las opiniones maduran y la cultivaci�n crece, y experimentamos dulzura y deberes nobles se abren ante nosotros y crecemos en la plena libertad de los hijos de Dios. y por la fe vencemos al maligno.

�Oh, cu�n plena puede ser la humanidad de pura y generosa felicidad, si la vivimos para Dios, si lo miramos como un Padre reconciliado, y en el consuelo del Esp�ritu Santo seguir al Cordero adondequiera que fue a la tierra! Debe haber dolor, pero hay fuerza para soportarlo; p�rdidas, pero hay tiempo para redimirlas; pecado, pero la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado; imperfecci�n, pero entonces estamos completos en �l.

Y luego, en cuanto a la vejez, en una perspectiva, esa es la mejor de todas. El anciano, si es cristiano, est� casi en casa. Sus actividades pueden verse disminuidas, pero su sabidur�a aumenta. Si no es fuerte en acci�n, es excelente en consejo. �l mira hacia atr�s a un pasado de amor inquebrantable e invariable, y su canci�n es: �Ciertamente, el bien y la misericordia me han seguido todos los d�as de mi vida; En la casa del Se�or habitar� para siempre.

�Oh, te lo ruego, donde sea que est�s en la vida, lo que sea que tengas en la vida, re�ne tus misericordias y cu�ntalas; mira c�mo la fidelidad del Se�or te ha dado cada una de las cosas buenas que �l ha prometido a Su pueblo. Donde vagaste, fue por tu propia voluntad, y �l te trajo de regreso. Cuando ca�ste, �l te levant�. Cuando lloraste, tus l�grimas te vinieron con un mensaje de Dios. De hecho, puede que lo est�s olvid�ndote; que no lo s�, pero esto s� lo s�, que �l ha sido amor por ti, tratando de abrazarte con los brazos de Su misericordia, dispuesto a atraerte con las cuerdas del amor.

2. Tambi�n hay una perspectiva. "He aqu�, en este d�a voy por el camino de toda la tierra". "Est� establecido que los hombres mueran una sola vez, y despu�s el juicio". Hermanos m�os, este camino es un camino universal, y un camino doloroso y un camino nublado. ( Mons. Thorold. )

Josu� insinuando su propia partida y el favor de Dios hacia Israel

I. Las circunstancias en las que Joshua aqu� se representa a s� mismo como colocado. El tiempo ha reunido los memoriales de la muerte en esa forma; y advertido, tal vez, por alguna comunicaci�n del mundo invisible, o sintiendo, puede ser, en el dolor, la debilidad o las arrugas que se acumulan, que su hora final est� cerca, as� se dirige a la multitud alrededor: �He aqu�, este d�a voy por el camino de toda la tierra ". �Qu� era Joshua moribundo sino solo el representante del hombre moribundo? y qu� es Josu� muerto sino un ejemplo, de en medio de diez mil veces diez mil de la forma humana, erguida y fuerte, y animada una vez, consignada en un silencio l�gubre, y el esp�ritu humano se desvaneci� de las escenas de empresa y vida, donde �Pens� tan altivamente o trabaj� con tanto celo en la antig�edad? Y si nos comprometemos con las p�ginas de la historia registrada,

II. El llamamiento que Josu� hace a la gente a la que se dirige.

1.El atractivo de Joshua puede sugerir la idea de una vejez piadosa y activa. A los a�os anteriores y al vigor de los robustos pueden pertenecer las formas m�s conmovedoras y laboriosas de la empresa y el celo cristianos; pero la edad tiene los mismos principios del deber que considerar y los mismos motivos animadores que atesorar en el coraz�n. En la aparente proximidad de la muerte, tiene una consideraci�n en cierto grado peculiar, incitarla a realizar servicios celosos y devotos para Dios; y, �oh! �Cu�n poderosamente debe esa consideraci�n y muchos otros motivos animar las mentes de aquellos que, �viejos y debilitados�, est�n dispuestos, como Josu�, a decir: �Voy por el camino de toda la tierra�! Si ha dedicado sus a�os m�s vigorosos al pecado, �por qu� deber�a demorarse con coraz�n contrito y devoto para dar el fin de su permanencia aqu� a Cristo, a la piedad y a Dios? Y si tiene, en cierto grado,

2. El llamado de Josu� en el texto no solo es representativo de una vejez piadosa y celosa, sino que expresa un hecho importante presentado por la providencia de Dios: �Sab�is�, dice �l, �en todo vuestro coraz�n, y en todas vuestras almas, que nada ha fallado �, etc. De todos los hombres, los creyentes cristianos ser�n quiz�s los m�s dispuestos a percibir, y los m�s dispuestos a reconocer, la fidelidad absoluta y la generosa generosidad de Dios; �Y c�mo pueden ellos saber que, por m�s triste que sea a veces la condici�n externa de los escogidos de Dios, y m�s triste a�n como puede ser el aspecto general de la tierra, ni se puede romper la promesa del Todopoderoso, ni fallar su promesa? ( Alex. S. Patterson. )

Un hombre muriendo

I. Un hombre que muere en una calma filos�fica: "Voy por el camino de toda la tierra".

1. No es un camino extra�o. Todo lo que ha sido, lo ha pasado; y todo lo que alguna vez ser�, debe.

2. No es un camino evitable. Quejarse es in�til.

II. Un hombre que muere completamente satisfecho con Dios: "Nada ha fallado", etc.

1. Que Dios hab�a prometido "cosas buenas".

2. Que hab�an llegado todas las �cosas buenas� prometidas.

III. Un hombre que muere con inter�s espiritual en los sobrevivientes: "Ya sabes", etc. Dese� que sus contempor�neos y sobrevivientes abrigaran la confianza en Dios cuando �l se fuera. ( Homilista. )

La solicitud y el testimonio de un moribundo

I. La solicitud de un noble veterano. Josu� se preocup� de que los israelitas

(1) debe continuar amando a Dios (vers�culo 11);

(2) debe estar separado del mundo (vers�culos 7, 12, 13);

(3) debe ser valiente en los caminos de la justicia (vers�culo 6).

II. El testimonio de un peregrino anciano: "Y he aqu� esto", etc. Aprendemos aqu�

(1) Para que se pueda confiar en la fidelidad de Dios.

(2) Que la fidelidad de Dios se extiende a todos sus hijos.

(3) Que la fidelidad de Dios es para sus creyentes una realizaci�n consciente.

III. La tranquilidad de un santo moribundo. �Qu� puesta de sol tan tranquila y resplandeciente! ( W. Fry. )

La retrospectiva de Joshua

Hay ciertas ocasiones en la vida en las que es irresistiblemente natural mirar atr�s. Despu�s de escalar un dif�cil ascenso, o de concluir una tediosa negociaci�n, o incluso de terminar una carta larga y problem�tica, nos gusta echar un vistazo final al conjunto. Joshua hab�a llegado ahora al punto culminante de su misi�n.

I. La amplitud de las promesas de Dios. Sacar a Israel de la tierra de prisi�n de Egipto, a trav�s de la tierra de la muerte del desierto, a la posesi�n triunfante de la tierra fortaleza de Cana�n, fue lo que Dios emprendi�. Si alg�n gran l�der se hubiera comprometido, hace algunos a�os, a emancipar a los negros de los Estados del Sur de Am�rica, a conducirlos sobre el amplio Atl�ntico y convertirlos en due�os y amos de la Francia militar e imperial, dif�cilmente hubiera prometido m�s, teniendo en cuenta la diferencia de los tiempos. Todas las promesas de Dios son "sumamente grandes y preciosas".

II. La firmeza de los prop�sitos de Dios. Justo cuando la promesa parec�a completamente olvidada, se estaba planeando su cumplimiento final. Justo cuando apareci� la buena semilla pereci� por completo, los obreros que iban a recoger la mies estaban ocupados. El resto de la historia que Josu� mir� hacia atr�s proporcion� otros ejemplos similares.

III. La integridad de la obra de Dios. Dios hab�a cumplido todo lo que hab�a prometido. Aplico el tema a las sinceras expectativas del humilde creyente en Cristo. T� tambi�n est�s esperando el fin de tus vagabundeos, el disfrute del descanso absoluto, la perfecci�n de la condici�n espiritual, la subyugaci�n de cada enemigo, en una palabra, la completa conformidad con tu Se�or. Ten la seguridad de que se acerca el momento en que mirar�s hacia atr�s con triunfo sobre todos. ( Homilista. )

Las �ltimas palabras de Joshua

Dif�cilmente se puede sobredibujar el car�cter del guerrero patriarca que est� a punto de entregar su mando. Es uno de los raros hombres de ambas econom�as de quienes la inspiraci�n, siempre fiel, no ha conservado ning�n rastro de tacha. Y si se pregunta d�nde reside el encanto principal de su car�cter, lo encontramos en el hecho de que �l mismo est� tan oculto detr�s de la grandeza de sus propias haza�as. Ese es el orden m�s alto de excelencia: ocultarse a s� mismo por la gloria de los acontecimientos de los que somos los autores.

"He enviado por ti", dijo un gran hombre de los tiempos modernos, desde su lecho de muerte hasta un joven que estaba a su lado, "para que veas c�mo puede morir un cristiano". Veamos c�mo puede morir un �siervo del Se�or� que solo vio el d�a de Cristo desde la distancia. Podr�amos detenernos, como garant�a a favor de la repetici�n, en el hecho de que Josu� dedica su �ltimo aliento a decir algo a los hijos de Israel que �l mismo admite que ya saben �en todo su coraz�n y en toda su alma.

�Las doctrinas pasadas de moda nunca se ven tan nuevas, nunca tan preciosas, como cuando se ven desde el borde de la tumba. Pero lo que absorbe el inter�s de este espect�culo no es tanto la trivialidad de la discusi�n como el motivo que Chat traslada a su presentaci�n. Si Josu� no dice, da a entender que debido a que los escalofr�os de la muerte est�n en el mismo momento arrastr�ndose alrededor de su coraz�n y la lengua no le servir� por mucho m�s tiempo, por eso mismo los hace recordar que �el Se�or no ha ha sido flojo en cuanto a su promesa.

��Oh, ciertamente, esto es algo nuevo en el tratamiento de una vieja doctrina! Las �ltimas facultades de la mente antes de dejar de actuar y moverse entre los vivos, se volvieron hacia el car�cter y el honor del gran Dios, y eso no tanto hacia el hombre mismo, sino hacia los dem�s hombres dirigidos. Que un ser humano sea tan capaz de olvidarse de s� mismo, si no en las mismas luchas, en la perspectiva m�s cercana, de la mortalidad, como para ocuparse por completo con el cr�dito y el car�cter de su Creador, que debe reunir a su alrededor a miles de personas. que sobrevivir� a �l, por nada m�s que para arrancarles el reconocimiento de que Dios es verdadero - �oh! puede concluir bastante bien que el orador no est� lejos del mundo donde Dios ser� todo en todos.

No hay prueba del mayor bien de un hombre como la muerte. El avaro pedir� que coloquen su vieja caja fuerte junto a �l en la cama para que pueda ver lo �ltimo de la deidad que ha adorado mientras vivi�. El marido dirigir� su �ltima y m�s cari�osa mirada, entre todos los espectadores, hacia el �nico rostro triste que le pertenece a ella, que ha capeado con �l tantas tormentas y ha demostrado su amor a trav�s del mal y de las buenas noticias.

El estadista deambula en su �ltimo delirio sobre el futuro del pa�s, cuyos asuntos abandona para siempre. El erudito tambi�n parece reacio a morir hasta que esa gran obra, el estudio de los a�os, haya recibido su toque final; y el mec�nico, o el qu�mico, o el astr�nomo, se sobresaltan por la siniestra convocatoria del ajetreado c�lculo, o el tedioso experimento, o el amplio estudio de las estrellas.

Y si cada uno de ellos dejara un testigo desde el lecho de muerte, ese testigo buscar�a un tema para el favorito y el ni�o mimado de la vida que lo est� dejando. Joshua hace lo mismo. ��Qu� pensar�n de mi Dios cuando sea llevado a la tumba? Yo lo conozco, pero �lo hacen ellos? Ellas hacen; pero �recordar�n lo que saben? �Servir�n a mi Dios como si recordaran que �l nunca les ha fallado? No es cierto que los corazones que saben olvidar: las almas que han aprendido aman sus propias lecciones.

Por tanto, har� que esta obra, la honra de Jehov�, sea al menos tan perfecta como pueda hacerla santificando en su favor la flaqueza del labio moribundo y la nubosidad del cerebro moribundo �. �Debo�, dice el h�roe moribundo, �gastar las �ltimas arenas en el espejo para poner la gloria de la administraci�n Divina fuera de todo alcance de reproche. �Estamos mis guerreros y yo en uno sobre la doctrina de que la totalidad de una herencia prometida es tan buena, para la fe, como la totalidad de ella conferida? �Vamos a estar de acuerdo en parte en que Palestina ya es tan verdaderamente propiedad de los hijos de Abraham como Timnat-Serah, en el monte Efra�n, me pertenece a m�? Y as� el buen hombre no pod�a descansar en su tumba hasta que hubiera intercambiado con sus hermanos en armas un nuevo voto de lealtad a Aquel que no tiene, incluso en nuestros d�as, con la verdad absolutamente literal,

Aqu� est� la fe para ti. El capit�n del ej�rcito no morir� hasta que haya pasado siglos por una fe propia y haya llevado a todos sus escuadrones con �l en el salto. Uno de nuestros grandes guerreros orden� que sus barcos entraran en acci�n con el grito de "�Victoria o Abad�a de Westminster!" Pero, �qu� deber�amos haber pensado si el grito hubiera sido "Victoria y la Abad�a de Westminster?" Josu� previ� que su propia muerte, y la muerte de generaciones enteras de soldados, no har�a ninguna diferencia en la conquista de Cana�n.

Los milenios son m�s cortos que los momentos para "el que cree". Este fue entonces el juicio de Josu� sobre el negocio correcto para el d�a de su muerte. Hermoso ministerio para los �ltimos momentos, para fortalecer a los espectadores en su confianza en la palabra de Dios. Para Israel era casi como si un espectro hablara. Contrae grandes responsabilidades, ustedes que se encuentran, de vez en cuando, en las c�maras de los creyentes moribundos. Junto a escuchar las voces del cielo, viene el escuchar las voces de aquellos que acaban de bajar de la tierra.

Los libros no son nada comparado con los �ltimos susurros, incluso las �ltimas sonrisas, de guerreros deponiendo sus espadas y de peregrinos hundi�ndose en el descanso. Oro para que todos muramos dejando alg�n testimonio de la fidelidad de Cristo. ( H. Christopherson. )

El cargo de despedida de Joshua

F�jense, primero, que al despedirse no dice nada de s� mismo. Recuerda en sus mentes solo la fuente de todo el poder que fue de ellos en el pasado, y todo el poder que podr�a ser de ellos en el futuro. Su �nico pensamiento al dejarlos es recordarles el car�cter de Dios. Ese deber�a ser siempre el pensamiento del pastor que se est� separando de su pueblo, que no debe decir nada de s� mismo, o de lo que ha hecho, o de lo que, tal vez s�lo para �l y para Dios, no ha hecho absolutamente nada, pero para que est� sumamente ansioso y sumamente celoso en cuanto al car�cter de Dios.

La pregunta que parece hacerse a s� mismo cuando est� a punto de dejarlos no es: "�Qu� pensar� la gente de m� cuando me haya ido?" sino, ��Qu� pensar� esta gente acerca de Dios? �Le servir�n como si realmente creyeran en su coraz�n y en su alma que Dios nunca podr� seguirlos? �Sentir�n que pueden, y que deben, debido a todo lo que saben de Dios en el pasado, confiar en �l absoluta y completamente para el futuro? " Es posible que �l se imaginara que no, por lo que su empe�o es separarse para hacer que esta gran verdad de la absoluta fidelidad de Dios, que debe ser el fundamento de toda religi�n verdadera, sea tan fuerte en ellos como sea posible.

Es f�cil decir, por supuesto, que Dios es verdadero y fiel; pero, �hay un hombre o una mujer aqu� hoy que crea que cada premisa que Dios, en Su Palabra escrita, o en la revelaci�n de su naturaleza espiritual m�s �ntima y profunda, ha hecho se cumple realmente? �Qu� mundo tan cambiado ser�a si cada hombre y mujer bautizados creyera en su coraz�n y alma, como un ni�o cree en la seguridad de su padre, de que ninguna promesa de Dios ha fallado jam�s! Josu� los llam� para que testificaran ese d�a que ni una sola promesa que Dios les hab�a hecho hab�a fallado; y, sin embargo, estaban las tribus que hab�a prometido expulsar y que todav�a ocupaban muchos lugares en la tierra; estaba la Estrella a�n no levantada que se hab�a prometido que saldr�a de Jacob; all� estaba el cetro a�n no blandido por Israel; hab�a muchas cosas, si lees la historia literalmente, que Dios hab�a prometido y que, hasta donde alcanzaba la vista, no se cumpli�; es m�s, el acercamiento a su cumplimiento no fue discernible.

Y, sin embargo, llam� a estos hombres, que anhelaban estas cosas, a quienes estas cosas hab�an sido prometidas y a�n no hab�an llegado, los llama a dar testimonio ese d�a de que ni una sola promesa del Se�or su Dios les hab�a fallado. A su coraz�n de fe y a su ojo de fe, porque Dios les ha prometido, ya se han cumplido; y no pod�a separarse de su pueblo sin esforzarse en hacerlos tan profundamente persuadidos de esa verdad como �l mismo.

Y que, en medio de todo el fluir del tiempo, que, en medio de todos los grandes cambios sociales, pol�ticos y econ�micos que han azotado al mundo, esa es la �nica verdad fundamental para las naciones y los hombres. En nuestra vida nacional es la verdad que m�s necesitamos. En nuestra vida nacional, las fuerzas se est�n desarrollando hoy en d�a, de las cuales ninguna puede predecir el problema en la actualidad. Debajo de la superficie lisa de nuestra vida moderna hay fuegos hirviendo que se revelan de vez en cuando, por as� decirlo, en lenguas de llama escabrosa que saltan a trav�s de la delgada pel�cula de nuestra civilizaci�n.

Ahora bien, en medio de todo esto, �c�mo podemos mirar con algo parecido a una confianza varonil al futuro remoto, o incluso al inmediato? Debemos hundirnos, como me parece, en la desesperaci�n, si solo podemos pensar en los esquemas de los pol�ticos rivales, o en la impotencia de las nostrums sociales, o si solo podemos escuchar, como palabras de esperanza, las triviales trivialidades de los d�biles. fil�ntropo. Nuestra confianza y nuestra esperanza deben basarse en la fe en la fidelidad de Dios, en �l como el eterno Yo Soy, que se sienta sobre las aguas, que nunca est� tan inquieta la tierra.

Nuestra fe cardinal debe ser que el Se�or, que fue Dios en toda la historia, es Dios en la historia todav�a, que tiene en sus manos hoy toda la fuerza y ??toda la debilidad de la naci�n y del hombre. No es Dios de muertos, sino de vivos; y, si aprendemos la lecci�n que �l nos ense�ar� de alguna manera, mediante la prosperidad o el desastre, incluso ahora, mientras miramos a nuestro alrededor en todos los presagios de la �poca, podemos hacerlo con absoluta confianza y fe. y la esperanza que debemos poseer cuando decimos: "Ning�n bien que el Se�or nuestro Dios ha prometido jam�s nos ha fallado". ( Canon TT Shore. )

�Qu� hizo a Joshua el hombre que era?

Joshua, cuando pronunci� esas palabras, era uno de los grandes y viejos amigos de Dios. Caleb y �l eran los hombres m�s viejos de esa compa��a. Les cuenta su experiencia de vida. Vale la pena preguntar qu� hizo al viejo Joshua el hombre que era. Era su personaje. Si conociera a un hombre en la Bolsa de Manchester y me dijera que estaba construyendo un nuevo molino, equip�ndolo con la maquinaria m�s nueva, y que en breve producir�a el mejor hilo del pa�s, bueno, le dir�a. : �Tienes mucho trabajo, pero ya veremos.

As� que camino por ese camino y miro el nuevo molino, con su fina maquinaria; veo al gerente, uno que conoce su negocio, y le digo: "Est� bien". Luego camino hasta la puerta del molino para ver qu� tipo de materia prima entra. Si la materia prima es inferior, entonces el molino fino, con sus m�quinas, todo vale para nada, no servir�. El hilo no se desgastar�. Ahora, haz un hombre con material pobre y no se desgastar�. Qu� car�cter tiene un hombre; de que esta hecho Esa es una buena pregunta. Hay dos cosas sobre el car�cter de Joshua que se deben notar.

I. Joshua se convirti� en el hombre que era porque estaba en compa��a de alguien mayor y mejor que �l. �l era el sirviente de Mois�s. Observar a Mois�s y escuchar sus palabras molde� el car�cter de Josu�. Mi consejo para los j�venes es que se mantengan en compa��a de personas mayores y mejores que ustedes. �Por qu� Dios permite que la gente viva hasta una edad avanzada, si no es para dar su experiencia a la generaci�n m�s joven? No salgas de casa a toda prisa.

Si padre y madre son personas que rezan, no se apresure a dejarlos. Lo mismo ocurre con los libros antiguos: los que sol�an estar encuadernados en piel de oveja; nada para mirar afuera, sino todo adentro. Hoy en d�a lo ponen todo afuera, y el encuadernador hace lo que deber�a haber hecho el autor. Es una responsabilidad que las personas mayores deben considerar, que deben vivir para atraer a los j�venes. Este es uno de los deseos de la �poca.

Viva para que sus j�venes puedan decir cuando salgan a la vida: "Dejo atr�s a mis mejores amigos". Nunca antes me hab�a hecho un cumplido tan bueno como el que me hab�a hecho mi hijo el otro d�a. Fue en clase, y cuando fui a ver a mi hijo Charlie, me dijo: "Bueno, padre, solo me est�n abriendo los ojos para ver el privilegio que ha tenido el m�o de vivir con personas como t� y mi madre". No lo regalar�a por 20.000 libras esterlinas.

II. Joshua se convirti� en el hombre que era porque tuvo el valor de sus convicciones. Fueron doce de ellos enviados a espiar Cana�n, el t� de ellos dijo: �No sirve de nada. El pa�s es bastante bueno, pero est� lleno de gigantes ". �S�, subiremos�, dijeron Joshua y Caleb. Joshua estaba dispuesto a ser superado en la votaci�n. Eran las dos menos diez, pero a los diez les hicieron sus ata�des antes que a los dos. Tenga el coraje de votar por la derecha.

Un hombre y Dios hace una fiesta fuerte. La experiencia de Josu� fue que Dios hab�a cumplido su palabra. No hay crisis que Dios pueda superarlas. Ve y preg�ntale a George Muller. Un hombre pens� que dar�a una ofrenda de agradecimiento por haberle perdonado la vida a cincuenta a�os. Ten�a la intenci�n de dar 50 libras esterlinas y pens� que enviar�a 10 libras esterlinas al Orfanato de Bristol. Estaba tan obsesionado por este pensamiento que no pod�a esperar a su cumplea�os, pero recibi� un sobre y envi� un cheque por � 10.

Recibi� el recibo habitual y no hubo m�s hasta que apareci� el informe anual del Orfanato. Pens� que simplemente subir�a la fecha y ver�a si su dinero estaba all�. All�, en la misma fecha, vio las palabras de George Muller: "Hoy no hay dinero ni pan, pero lleg� un cheque por 10 libras". Amigos, crean en un Dios que escucha la oraci�n. No tenga miedo de dejar su caso en sus manos si est� haciendo lo correcto.

Algunos de estos d�as tendr�s que decir con Josu�: "Voy por el camino de toda la tierra". Tendr� que dejar de hacer negocios y acostarse en la cama. Todo se oscurece y las voces amadas parecen estar a millas de distancia. �Tendr�n algunos de esos seres queridos, escribiendo al hijo en Australia, que decir: �Las �ltimas palabras de mi padre fueron estas: 'Ninguna cosa ha fallado de todas las cosas buenas que habl� el Se�or'�? ( T. Champness. )

Una elevaci�n que explica toda la vida

El viajero que ha alcanzado la cumbre m�s alta alcanzable de los Andes, y se encuentra en la atm�sfera pura y despejada que los rodea, puede extenderse sobre un horizonte amplio y casi ilimitado; mientras que otro que permanece en el valle de abajo, en medio de la bruma de la niebla y el vapor, debe estar satisfecho con una vista comparativamente pobre y trivial de la magnificencia y la belleza que lo rodean. Es as� con el militante cristiano, en el pasaje de guerra de su estado terrenal, y despu�s de su liberaci�n para unirse a los ej�rcitos de los bienaventurados en el reposo de Dios.

Aqu� la oscuridad y la oscuridad pueden en parte interceptar o distorsionar mucho la perspectiva de la misericordia divina y todos los ricos consuelos del amor de un Salvador. Pero cuando su alma liberada alcance las felicidades del cielo, se parar� sobre una elevaci�n que dominar� la extensi�n ilimitada de la operaci�n Divina en el camino y el mundo de la providencia y la gracia. Su ojo se fortalecer� para contemplar, y su comprensi�n se ampliar� para comprenderlos con conocimiento, amor y asombro, aumentando a lo largo de la eternidad.

No se ver� ninguna nube en todo el universo de bienaventuranza que intercepte su visi�n. Cada dispensaci�n mediante la cual el Salvador lo visit� y ayud�, por m�s incomprendida que fuera en los d�as de la oscuridad y la ignorancia terrenales, ser� entonces plenamente explicada, cada dificultad resuelta y cada aparente contradicci�n armonizada para siempre. ( RP Buddicom, MA )

La promesa de Dios tiene su tiempo

Como las hierbas y flores que duermen todo el invierno en sus ra�ces bajo tierra, cuando se acerca el tiempo de la primavera, ahora comienzan a salir de sus lechos, donde hab�an estado durante tanto tiempo sin ser percibidos, as� ser� la espera por el tiempo se�alado, y luego llega. Cada promesa est� fechada, pero con un car�cter misterioso; y por falta de habilidad en la cronolog�a de Dios, somos propensos a pensar que Dios nos olvida, cuando en verdad nos olvidamos de nosotros mismos al ser tan valientes para ponerle a Dios un tiempo propio, y al estar enojados porque �l no viene a nosotros en ese momento.

Confianza en la fidelidad de Dios

Su hijo se acerca a usted y le pide que le compre una ca�a de pescar, y �l dice: �Vi una hoy en una ventana, que era justo lo que quer�a. �No puedo bajar ahora y comprarlo? Y dices: "No, hoy no, espera un poco". Pasa una semana y el muchacho comienza a decirse a s� mismo: "Me pregunto si pap� se ha olvidado por completo". Luego, pones en sus manos una vara mejor que la que ha visto antes, y el ni�o se siente abrumado por la sorpresa y el placer.

Y, sin embargo, lo principal de todo esto no es que su hijo haya recibido lo que quer�a, sino que el regalo ganado, a trav�s de la demora, le ha dado una nueva visi�n de la sabidur�a de su padre y una nueva confianza en su afecto, lo que le hace decir: "De ahora en adelante, cuando quiera algo de este tipo, se lo dejar� todo a mi padre". Y as�, lo principal que gana un hombre, cuando Dios finalmente responde a su oraci�n, no es el regalo, sino la conciencia m�s clara de que Dios es mejor que Sus dones, que lo tiene todo en Dios. ( R. Vincent. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Joshua 23". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/joshua-23.html. 1905-1909. Nueva York.