Bible Commentaries
Miqueas 6

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-3

Lev�ntate, contiende ante los montes, y deja que los collados oigan tu voz

La controversia de Dios con Israel

En este texto tenemos a Dios ofreci�ndose para suplicar ante el pecador.

Las partes, �qui�nes son? Por un lado, el Se�or de la naturaleza universal. Por otra parte, el hombre, Israel, la Iglesia. La forma de defender esta causa. �Qui�n puede escuchar este idioma con frialdad? Al o�r estas palabras, la conciencia se asusta. El asunto de la controversia es toda la conducta del hombre hacia Dios y toda la conducta de Dios hacia el hombre.

I. Escuche las quejas que el hombre tiene que presentar contra Dios, y las que tiene que responder Dios. Que una criatura se queje de su Creador deber�a parecer una paradoja. Somos propensos a quejarnos de Dios por tres razones: su ley parece demasiado severa, sus favores temporales demasiado peque�os y sus juicios demasiado rigurosos.

1. �No son las leyes de Dios justas en s� mismas? �Cu�l es el dise�o de esas leyes? �No es para hacerte lo m�s feliz posible? �No son esas leyes infinitamente adecuadas para hacerte feliz en este mundo? �Y no ejemplifica Dios mismo estas leyes? �Qu� requiere Dios de ti, sino esforzarte por agradarle?

2. Quejas contra Dios como gobernador del mundo. El hombre se queja de la providencia; la econom�a es demasiado estrecha y limitada, los beneficios temporales otorgados son demasiado escasos y parciales. Esta queja, permitimos, tiene algo de color. Pero de boca de un cristiano no puede salir sin una ignorancia e ingratitud extremas. Si examin� la moralidad de Jesucristo, resultar� casi incompatible con la prosperidad mundana. La prosperidad temporal suele ser hostil a nuestra felicidad. Si Dios nos hubiera dado una vida llena de encantos, deber�amos haber pensado poco en otra.

3. Quejas contra el rigor de sus juicios. Si consideramos a Dios como un juez, cu�ntas razones se pueden asignar para probar la equidad de todos los males que nos ha tra�do. Pero si se considera a Dios como Padre, todos estos castigos, incluso los m�s rigurosos, son perfectamente coherentes con su car�cter. Fue Su amor lo que lo comprometi� a emplear medios tan severos para su beneficio.

II. Escuche las quejas que Dios tiene que presentar contra el hombre. Todos conocen las irregularidades de los jud�os. Corrompieron tanto la religi�n natural como la revelada. Y sus cr�menes se vieron agravados por las innumerables bendiciones que Dios les otorg�. Aplicar a nosotros mismos

1. Cuando Dios distingue a un pueblo por favores notables, el pueblo debe distinguirse por su gratitud. �Cu�ndo alguna vez hubo personas tan favorecidas como nosotros?

2. Cuando los hombres est�n bajo la mano de un Dios enojado, son llamados al duelo y contrici�n. Estamos bajo la mano correctora de Dios. �Cu�les son los signos de nuestro estado de �nimo y sentimientos correctos?

3. Asistir al culto p�blico no es obtener el fin del ministerio. No volvernos sabios al atenderlo es aumentar nuestras miserias al agravar nuestros pecados.

4. La calumnia es un vicio peligroso. Es tolerado en la sociedad solo porque todos tienen una inclinaci�n invencible a cometerlo.

5. Si los peligros que nos amenazan y los golpes de la providencia deben afectarnos a todos, sobre todo los que est�n m�s expuestos a ellos.

6. Si los juegos son inocentes en cualquier circunstancia, son poco comunes y raros. Tal es la controversia de Dios contigo. Es tu parte responder. �Qu� tienes que decir en tu propio nombre? ( J. Saurin. )

El llamado de Dios a su pueblo

El profeta est� dirigido a suplicar a Jud� y a recriminarlos por sus rebeliones. Se ordena al profeta que se dirija a la naturaleza inanimada; para convocar a la misma tierra sin sentido, por as� decirlo, a ser un auditor de sus palabras, y un �rbitro entre Dios y su pueblo. De hecho, hay algo muy solemne y terrible en este llamamiento. Se orden� al profeta que proclamara, frente a toda la naturaleza, la equidad y justicia de los tratos de Dios; y desafiar, por as� decirlo, un escrutinio de Su pueblo.

Condesciende en someterse (por as� decirlo) a juicio, para exigir una investigaci�n sobre sus tratos y para defender su causa como hombre con su pr�jimo. Habiendo exhibido las pretensiones que Dios ten�a sobre la obediencia agradecida de su pueblo y, en consecuencia, lo inexcusable de su rebeli�n, el profeta presenta a continuaci�n, en su descripci�n figurativa, a los israelitas como sorprendidos por la alarma y la consternaci�n por la condici�n en que se encontraban. la transgresi�n los hab�a tra�do, y, en la excitaci�n de sus mentes, como buscando apaciguar la ira de un Dios justamente ofendido por los sacrificios m�s costosos y abundantes.

�No podemos tomar las palabras del profeta y, adapt�ndolas a nuestro propio tiempo y circunstancias, decir: �El Se�or tiene controversia con su pueblo�? Que no nos levantemos, como hizo Miqueas, para desafiar una audiencia por la causa del Se�or, para mostrar sus tratos justos hacia nosotros, para abogar por la equidad y misericordia de su gobierno, y para dejar la locura, la ingratitud y la rebeli�n. �De aquellos a quienes ha favorecido tan notablemente total y absolutamente sin excusa? No podemos alegar ignorancia o que �l es un capataz r�gido cuyo servicio es duro y opresivo.

Tampoco se puede alegar un sentido consciente de incapacidad y depravaci�n como excusa para no cumplir con las invitaciones de un Dios misericordioso a participar en Su servicio. �Por qu�, entonces, es que los hombres se niegan a escuchar los bondadosos llamados de Dios? S�lo hay un motivo que se puede alegar con cualquier raz�n aparente; es decir, la total incapacidad del hombre ca�do, por s� mismo, de volverse a Dios o de hacer un movimiento hacia lo que es bueno.

Si bien se reconoce que solo la gracia de Dios puede cambiar la mente carnal, renovar el coraz�n corrupto e inclinar la voluntad ap�stata, debemos tener siempre presente que Dios no obra sin medios; No lo logra sin m�todos e instrumentos. En la obra de la gracia es precisamente como en las obras de la naturaleza, que Dios ha designado ciertos pasos a seguir, en la econom�a de su providencia, por parte del hombre, que �l hace que tengan �xito en la producci�n de su objeto.

Entonces debemos usar los medios de Su nombramiento especial; Venid humildemente a �l en fe y oraci�n, para orar para que tengamos la gracia de obrar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con nuestro Dios. ( JB Smith, DD )

El hombre en la corte moral de la historia

I. He aqu� un llamado al hombre para que d� audiencia al Dios Todopoderoso. "O�d ahora lo que dice el Se�or".

1. Natural. �Qu� es m�s natural que un ni�o se cuelgue de los labios y preste atenci�n a las palabras de sus padres? �Cu�nto m�s natural para la inteligencia finita abrir sus o�dos a las palabras del Infinito!

2. Encuadernaci�n. El gran mandamiento de Dios para todos es: �Escuchadme atentamente; o�d, y vuestras almas vivir�n �.

3. Indispensable. Solo cuando los hombres escuchen, interpreten, digieran, se apropien y encarnen la Palabra de Dios, podr�n elevarse a una vida verdadera, noble y feliz.

II. He aqu� un llamado a la naturaleza inanimada para que escuche la controversia entre Dios y el hombre. �Lev�ntate, contienda delante de los montes�. La apelaci�n a la naturaleza inanimada

1. Indica la seriedad del profeta. Todo ministro debe ser serio. �La pasi�n es raz�n� aqu�.

2. Sugiere la estupidez de la gente. Quiz�s el profeta quiso compararlos con las colinas y monta�as muertas. Tan duro de coraz�n como las rocas.

3. Insin�a la universalidad de su tema. Su doctrina no era un secreto; era tan abierto y libre como la naturaleza.

III. Un desaf�o para que el hombre encuentre fallas en los tratos divinos. Esto implica&mdash

1. Que no pudieran traer nada contra �l.

2. Declara que �l hab�a hecho todo por ellos. ( Homilista. )

O�d, monta�as, la controversia del Se�or:

Las influencias de la naturaleza externa.

La caracter�stica sorprendente de la profec�a de Miqueas es el modo en que apela a los objetos de la naturaleza. Mientras que Isa�as toma prestadas sus im�genes de los sublimes reinos de la imaginaci�n; Jerem�as, de las escenas de la vida humana; Ezequiel, de los reinos de los muertos; y Daniel, de alegor�as relacionadas con la historia; Micah pinta desde la monta�a, el �rbol y el diluvio. En el texto, y en muchos otros pasajes, vemos la tendencia de este profeta a asociar con las formas externas de la naturaleza la presencia y los juicios de Dios.

Es muy natural que los objetos de la creaci�n de Dios le hablen a la mente humana de s� mismo. El sublime silencio de la naturaleza eleva nuestra mente muy por encima de los pensamientos de este mundo y fija su mirada en el Eterno.

1. Los objetos de la naturaleza, en sus diferentes formas, hablan de �l y muestran de manera singular c�mo �l est� siempre presente en los acontecimientos de la humanidad.

2. Los objetos de la naturaleza hablan indirectamente de religi�n y del cielo a la mente reflexiva. Ellos encarnan y nos exigen cada uno de los principios elementales de la religi�n. La majestad y la sublimidad son sugeridas por la monta�a; reposo junto al cielo de la tarde; gozo y alegr�a por el de la ma�ana, etc.

3. Los objetos de la naturaleza se convierten en el hogar de la asociaci�n. Este poder de asociaci�n que nos conecta con los escenarios de la vida diaria es esencialmente religioso; atrae a todas las partes m�s elevadas y santas de nuestra naturaleza cuando se separa de su escoria terrenal.

4. Hay otra forma en que esta apelaci�n a la naturaleza se convierte en un asunto muy pr�ctico. La naturaleza es mon�tona; Dios tambi�n. Lo encontramos donde lo dejamos. La escena de la naturaleza que fue testigo de nuestra devoci�n temprana se convierte en a�os despu�s en nuestro acusador y condenaci�n.

5. Y la naturaleza sugiere la causa Divina, la mente inteligente, la adaptaci�n del mundo f�sico a las necesidades de Sus criaturas. Pero aunque esta observaci�n de la naturaleza eleva la mente a Dios, tiene sus defectos y debilidades, que son los suyos. Sin la Palabra de Dios, las obras de Dios pueden enga�arnos. Hay una enfermedad m�s; la tendencia que hay en los objetos de la naturaleza a arrojar melancol�a y abatimiento sobre la mente.

Hay dos elementos de nuestra naturaleza que producen felicidad consciente: esperanza y energ�a pr�ctica. Para que la esperanza sea efectiva, debe haber una cierta cantidad de conexi�n entre nuestra energ�a pr�ctica y ella misma. La esencia y la salud de nuestro ser reside en la superaci�n de las dificultades. Cuando no encontramos la oportunidad de hacer esto, nos volvemos conscientes de los sentimientos sin su desahogo natural, y el resultado es melancol�a y hast�o.

Pero cuando llegamos a contemplar las formas sublimes de la naturaleza, sin que ninguna de nuestras energ�as pr�cticas sea necesariamente llamada hacia ellas, nos volvemos con impresiones de decepci�n y tristeza: los objetos son demasiado para nosotros, porque no necesariamente estamos en la pr�ctica. preocupado por ellos. Es singular que pocas personas sean m�s negligentes con el llamado al culto divino, est�n m�s embotadas en su apreciaci�n del cristianismo que las clases agr�colas y agr�colas. Las poblaciones manufactureras son mucho m�s activamente inteligentes. ( E. Munro. )

Pueblo m�o, �qu� te he hecho airado? -

La controversia del Se�or con nosotros

Dios se ofrece a s� mismo para ser juzgado en cuanto a sus tratos.

1. �No hay en ninguna parte un clamor que provoque que el Se�or pregunte: �Qu� te he hecho? �Qu� deber�a responder el coraz�n? Nos interesa considerarlo. Cuando no contamos con la totalidad de las misericordias de Dios, estamos seguros de que atribuiremos la deficiencia a la mezquindad de Dios, y no a nuestra propia infidelidad; porque la autojustificaci�n es siempre la consecuencia inmediata de una p�rdida autoinfligida.

Es el alcance mismo de las misericordias de Dios lo que hace a los hombres murmuradores y quejumbrosos; porque tanto m�s han fracasado en sacarles el debido provecho. �Qu� podr�a uno esperar razonablemente de aquellos altamente favorecidos por Dios? Pero, �cu�l es el estado real de las cosas? El descontento, la desobediencia, la falta de agradecimiento, la falta de vigilancia, las murmuraciones, la rebeli�n, la violaci�n abierta de los estatutos de Dios, la profanaci�n p�blica de Sus ordenanzas, la negligencia com�n y declarada y el desprecio de Sus sacramentos y medios de gracia, son las caracter�sticas predominantes del cuadro. Qu� pregunta puede hacernos un Dios misericordioso y un Salvador redentor a cualquiera de nosotros: "�Qu� te he hecho?" �Incurrimos en la reprimenda?

2. La pregunta va a�n m�s lejos: "�En qu� te he cansado?" �Cu�n cortante es una pregunta para la gente que profesa Su nombre! ( RW Evans, BD )

La controversia del Se�or

La historia de Israel es un cuadro muy humillante y conmovedor de la depravaci�n del coraz�n humano. El pacto del Sina�, aunque ten�a mucho del Evangelio, era esencialmente un pacto de obras. El punto de inflexi�n de sus bendiciones fue la obediencia de la naci�n. En el Nuevo Testamento, la dispensaci�n legal siempre se opone al pacto del Evangelio, en el que el punto de inflexi�n no es nuestra obediencia, sino la obediencia al Se�or Jesucristo; sin embargo, sus bendiciones son dispensadas de tal manera que aseguran infaliblemente la m�s alta obediencia del alma renovada.

El primer pacto excit� a la santidad, y en aquellos que eran verdaderos santos y viv�an por encima de su pacto, lo promovi�, pero no lo asegur�; pero el Evangelio no s�lo excita sobre bases m�s elevadas, no s�lo promueve al punto m�s alto, sino que asegura infaliblemente la santificaci�n en todos los que realmente lo reciben.

II. La conmovedora queja de Dios de su antiguo pueblo. Estaban cansados ??del Se�or y de su agradable servicio. Y mientras sembraban, cosechaban. Cosecharon miseria y destrucci�n. �Pero esto se limita a ellos? �Cu�n a menudo hasta los verdaderos santos de Dios parecen cansados ??de su Dios! Cu�n pronto nos cansamos de sus servicios; de su vara; s�, del mismo Dios,

II. La m�s tierna protesta de Dios. Tal reproche de un semejante afligido ser�a maravilloso, pero considere la dignidad de Aquel que habla. Que hablen la bondad incansable, la fidelidad inquebrantable, el amor tierno, la gracia m�s inmerecida y soberana. �Oh, que esta visi�n del car�cter divino se pusiera en todos nuestros corazones y conciencias! �Oh, que nuestras almas se conmuevan profundamente para arrepentirse de los desfallecimientos pasados, para llevarlos a la Fuente abierta al pecado y la inmundicia, y all�, recibiendo nuevos manantiales de vida y amor, consagrarnos incansablemente a Su gloria! ( JH Evans, MA )

�De qu� puede acusar el hombre, Dios?

Es imposible predecir qu� impresi�n causar� la misma verdad en las diferentes mentes de los hombres. Pero seguramente, todos los terrores de Dios no podr�an sobrecoger m�s eficazmente el coraz�n de un pecador que el pasaje de la Escritura que ahora he le�do. Me llega al o�do como el �ltimo sonido de la misericordia de Dios. En lugar de vindicar Su autoridad, �Condesciende a defender la razonabilidad de Su ley? Entonces Su paciencia est� casi agotada, y el d�a de la gracia se acerca a su fin.

El Se�or supremo del cielo y la tierra apela a los pecadores mismos, por la apacibilidad y equidad de Su gobierno; y los desaf�a a producir un caso de severidad indebida hacia ellos, o la menor sombra de excusa por su comportamiento deshonesto hacia �l.

I. Una prueba directa de la bondad de Dios y de su tierna preocupaci�n por el bienestar de sus criaturas. Esto aparece de ...

1. La paciencia incansable que ejerce con los transgresores.

2. Los sufrimientos y muerte de nuestro Se�or Jesucristo.

3. Los diversos medios que Dios emplea para rescatar a los hombres de sus caminos de locura y vicio. �l no solo es el autor bondadoso del plan de redenci�n, sino que tambi�n nos ha presentado los motivos m�s poderosos para persuadirnos de que aceptemos el favor que nos ha ofrecido y que cumplamos con sus designios de misericordia.

4. El hecho de que haya seleccionado a algunos de los transgresores m�s notorios en las diferentes �pocas del mundo para que sean monumentos de las riquezas de su gracia.

II. Objeciones instadas contra la apacibilidad y equidad de la administraci�n divina.

1. �Es la santidad y la perfecci�n de su ley lo que se queja? Esta queja es tonta e ingrata. La ley de Dios no requiere nada m�s que lo que tiende a hacernos felices, ni proh�be nada que no produzca nuestra miseria.

2. �Son las amenazas con las que se aplica la ley lo que se denuncia? Pero, �se considerar� a Dios como enemigo de tu felicidad porque usa los medios m�s eficaces para promoverla? Hay un designio amistoso en todas las amenazas de Dios.

3. Quiz�s la objeci�n sea la ejecuci�n final de las amenazas. Pero, �ser�an de alguna utilidad las amenazas si el pecador supiera que nunca ser�an ejecutados?

4. �Culpa a Dios por las tentaciones que enfrenta en el mundo y las circunstancias de peligro que le rodean? Pero las tentaciones no tienen una eficacia compulsiva; todo lo que pueden hacer es solicitar y atraer.

5. �Se oponen a que no pueden recuperarse o convertirse a s� mismos? Pero puede utilizar los medios designados. Quien no los emplea fielmente, se queja irrazonablemente si se le niega la gracia que s�lo se promete con el uso de los medios. La verdad del asunto es que el pecador no tiene derecho a quejarse de Dios; se destruye a s� mismo con su propia insensatez obstinada y obstinada, y luego acusa a Dios, como si fuera la causa de su miseria. Considere que ser sus propios destructores es contrarrestar el principio m�s fuerte de su naturaleza, el principio de autoconservaci�n. ( H. Blair, DD )

Versículo 4

Porque te saqu� de la tierra de Egipto y te redim� de casa de siervos; y envi� delante de ti a Mois�s, Aar�n y Mar�a

Razones de gratitud

La ingratitud se encuentra a menudo con, lo que siempre merece, el castigo m�s doloroso.

La mayor agravaci�n de esta ingratitud es cuando se desprecia la bondad de Dios, cuando se ignora su bondad amorosa, y las misericordias que el Ser Supremo concede a las pobres criaturas dependientes son descuidadas, si no totalmente olvidadas, por aquellos a quienes se les concedi� generosamente. . Entonces, el recuerdo agradecido de cualquier misericordia notable, o liberaci�n se�alada, es un deber que es el m�s razonable en s� mismo y que agrada a Dios.

Este importante deber no se limita a las personas privadas; pero si Dios concede a una naci�n misericordias p�blicas, todos los miembros de la comunidad deben unirse para expresar su gratitud y agradecimiento.

1. Considere la gran raz�n que los hijos de Israel tuvieron para recordar agradecidos la misericordia en el texto mencionado.

(1) La condici�n miserable de la que fueron liberados con respecto a sus cuerpos y almas.

(2) Su maravillosa liberaci�n de este infeliz estado.

(3) El estado en el que fueron llevados.

2. Muestre cu�n aplicable es esto a nuestras circunstancias actuales. (Se hace referencia a la reforma de la Iglesia de Inglaterra del papado, en la �poca de la reina Isabel.) ( Richard Mayo, MA )

Versículo 5

Oh pueblo m�o, recuerda ahora

Una lectura divina

Este cap�tulo es una protesta pat�tica de Dios con su pueblo escogido, los jud�os, por su comportamiento descort�s y aborto espont�neo hacia �l.

Esta protesta se lleva a cabo con amabilidad. Dios aboga por la justicia y equidad de su causa con un triple argumento.

1. Por un testimonio de las criaturas tontas y sin sentido ( Miqueas 6:1 ).

2. Una apelaci�n y referencia a s� mismos.

3. Una conmemoraci�n de las muchas bendiciones que se les han otorgado.

Insiste en tres bendiciones fundamentales, por las cuales manifiesta Su favor hacia ellos, y agrava su impiedad e ingratitud contra �l.

1. Una redenci�n de una esclavitud larga y tediosa; de una servidumbre dolorosa y miserable, y de una servidumbre vil y vil.

2. La colocaci�n de una administraci�n amable sobre ellos.

3. �l vela por ellos, contra todos los intentos de sus enemigos maliciosos. Derrot� a Balac y la conspiraci�n de Balaam. Y esto constituye la suma total y la medida de la bondad de Dios para con su pueblo.

I. La conmemoraci�n en s�. He aqu� una graciosa compilaci�n. "Oh pueblo m�o". Importa tres cosas. Es un discurso de reclamo y posesi�n. Es un discurso de amor y cari�o. Es un discurso de recuerdo e invitaci�n. Aqu� hay una aceleraci�n forzada de la memoria. "Recuerda ahora." Dios apela a sus antiguas misericordias. Los mantuvo registrados; los registr� en su libro sagrado; los enmarc� en canciones de conmemoraci�n; ponlos en forma de juramento; fund� el sacramento de la pascua como conmemoraci�n. Estos recuerdos son provocaciones de agradecimiento, obligaciones de obediencia y est�mulos a la fe.

II. El beneficio o bendici�n que se va a conmemorar.

1. Del peligro que los acecha. F�jense en su fundamento; la manera de hacerlo; el asunto de la conspiraci�n.

2. La salida de este peligro. La respuesta a Balak contiene la liberaci�n por gracia de Dios de su pueblo de la intenci�n maliciosa y perversa de Balak. En �l hay una prohibici�n estricta, una inversi�n graciosa, una torsi�n justa.

III. El fin y el prop�sito de esta liberaci�n llena de gracia. Para que entend�is la justicia del Se�or. ( George Stradling, STP )

Para que conozcas la justicia del Se�or,

La importancia de las ideas justas de Dios

Si los id�latras son celosos en el servicio de deidades imaginarias, deber�amos estar mucho m�s comprometidos en el servicio del �nico Dios vivo y verdadero para siempre. Las ideas que la gente tiene de su Dios realmente ejercen una gran influencia y producen efectos interesantes sobre su disposici�n y conducta. Ha sido observado por hombres de la mejor informaci�n, que las naciones id�latras han apreciado las disposiciones y complacido los vicios que han atribuido a sus deidades.

La virtud y el vicio se miden por la supuesta disposici�n y car�cter de sus �dolos. Los descendientes de Abraham imaginaron que Dios era parcial con ellos y vengativo con otras naciones. Por tanto, despreciaron y odiaron a las naciones que los rodeaban, y los consideraron perros y marginados de Dios. Entonces es f�cil ver la gran importancia de albergar nociones justas del Se�or nuestro Dios. Si creemos que Dios es parcial, arbitrario y vengativo, apreciaremos una disposici�n y una pr�ctica similares, en la medida en que hagamos pretensiones serias de religi�n.

Y debemos imitar el car�cter moral de Dios. Vea qu� resulta si pensamos que Dios es arbitrario, duro y vengativo, o apasionado e iracundo. Nuestras relaciones con nuestros semejantes coincidir�n con nuestros pensamientos de nuestro Dios. Lo mismo se aplica a mejores pensamientos sobre Dios. Ser�a dif�cil poner en una luz justa la pureza moral, la excelencia y la felicidad de un car�cter formado por un modelo tan glorioso y perfecto como el del Dios infinito, que es enf�ticamente el amor.

Pero la mayor�a de las personas llegan a la madurez sin adquirir nociones justas, ampliadas y honorarias de Dios, especialmente en algunos puntos importantes y rasgos de car�cter. �C�mo se remediar� este mal? Prestando especial atenci�n a la Biblia, donde se revela plenamente el car�cter de Dios. Excluyendo del car�cter de Dios todo lo que parece ser duro e irrazonable, parcial y vengativo, todo lo que se considerar�a irrazonable e indigno en un buen hombre, un padre sabio y afectuoso o un juez recto y compasivo. ( Ezra Ripley, DD )

Versículos 6-8

�Con qu� me presentar� ante el Se�or?

Agradar a Dios

�sta es una pregunta trascendental, que el mundo siempre se ha hecho: ��C�mo nos acercaremos a Dios?

�Porque los hombres sienten que est�n separados de �l, que hay algo que les impide el acceso, y han buscado c�mo eliminar los obst�culos que intervienen.

I. Tres m�todos que pueden lograr el prop�sito deseado. Son&mdash

1. Actos externos. �Que debo hacer? Esto es hasta cierto punto natural, porque no podemos obtener ning�n bien sustancial en el mundo sin trabajo, o su equivalente, dinero. Algunos intentan un acto en particular, como la abnegaci�n, otros una vida notablemente moral; otras, nuevamente, obsequiosas observancias religiosas.

2. Dones piadosos. "Con holocaustos". Esto muestra la idea innata de expiaci�n o propiciaci�n. Hay una conciencia universal de culpa y pecaminosidad innatas, y hay un sentimiento universal de que debe ser castigado. Tambi�n est� en el texto la idea de compra. "�Se agradar� el Se�or con miles de carneros?" No es raro que los hombres piensen que pueden sobornar a Dios mediante actos externos de filantrop�a, construyendo iglesias u hospitales.

3. Sufrimiento personal y abnegaci�n. ��Deber�a dar a mi primog�nito?�, Etc. �Cu�n terribles son las consecuencias de tal acto! Sin embargo, los hombres han pensado que mortificar los sentimientos naturales de la humanidad agradar�a a Dios. Muchos se han sometido voluntariamente a la mutilaci�n, a las peregrinaciones; incluso han sacrificado a sus hijos con la esperanza de obtener la vida eterna.

II. El texto se�ala el �nico m�todo verdadero de aceptaci�n por parte de Dios. El profeta reprende estas ideas populares de manera silenciosa. Dice: No hay excusa para tu ignorancia. Entonces, �por qu� preguntan los hombres? Es por su falta de fe, por "viendo que no ven". �l ha mostrado esto en Su Palabra, en Sus preceptos, en Sus ejemplos de vida. Tenemos aqu� como componentes de esa manera ...

1. Santidad. Dios te ha pedido que act�es con justicia. No debemos olvidar que la justicia se debe tanto a Dios como al hombre. El solo trato exige reverencia, fe, confianza hacia Dios en Cristo, as� como honestidad hacia nuestros semejantes.

2. Misericordia. Esto significa ternura de disposici�n y la capacidad de recibir el mensaje de Dios, as� como de mostrar nuestra misericordia a los dem�s.

3. Humildad. Aceptar el m�todo de salvaci�n de Dios, dejar nuestras esperanzas y nuestro destino con �l, recibir el sacrificio realizado por nosotros en el Calvario; no pensar en s� mismo m�s alto de lo que un hombre deber�a pensar. Vivir con justicia es vivir en Cristo, porque en �l se cumple toda la justicia. Amar la misericordia es absorber el esp�ritu de Cristo, porque �l es la manifestaci�n de la misericordia divina. Caminar con humildad es seguir las ense�anzas de Cristo, porque �l inculca la humildad, la abnegaci�n y la confianza. ( JJS Bird, BA )

El clamor del mundo sobre el m�todo para entrar en comuni�n con Dios

No es que Dios se haya apartado de nosotros; es que estamos alejados de �l por obras inicuas. Aqu� est� uno de los gritos del mundo. �D�nde podemos obtener una respuesta satisfactoria? Solo hay tres respuestas:

1. Lo que se refiere a la presentaci�n de sacrificios. Esta es la forma en que los paganos han tratado de salvar el abismo entre ellos y su Hacedor. S�, y el antiguo hebreo tambi�n. Millones de v�ctimas han sido asesinadas y se han derramado oc�anos de sangre. Pero, �es esto satisfactorio? Decir que debemos volver a Dios a trav�s de sacrificios, por costosos y abundantes que sean, no es suficiente.

En primer lugar, repugna a nuestra raz�n suponer que tales sacrificios pueden ser aceptables para el Dios de amor y misericordia. En segundo lugar, se opone a las declaraciones de la Biblia. �Porque no deseas sacrificio; de lo contrario lo dar�a. No te Salmo 51:16 en el holocausto �( Salmo 51:16 ). ��Para qu� es la multitud de vuestros sacrificios para m�? dice el Se�or �( Isa�as 1:11 ).

�Y no basta el L�bano para quemar, ni sus bestias para holocausto� ( Isa�as 40:16 ). �Ninguno de ellos puede redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por �l; porque la redenci�n de su alma es preciosa, y cesar� para siempre� ( Salmo 49:7 ).

Y en tercer lugar, tales sacrificios, de hecho, nunca han quitado al hombre este sentimiento de distanciamiento de su Hacedor. El golfo sigue siendo tan profundo y ancho aunque se ofreci� el ganado en mil colinas.

2. Hay aquello que se refiere a una conducta moral correcta. ��l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno; �Y qu� pide el Se�or de ti, sino que hagas la justicia, que ames la misericordia y que andes humildemente con tu Dios? Esto es exactamente lo que dir�a la filosof�a. Piensa en la verdad, ama lo bueno y haz lo correcto, y ser�s aceptado por tu Hacedor; volver�s a un estado amistoso con �l.

Esto es satisfactorio hasta donde llega; porque hacer lo correcto es reconciliarse con el cielo. Aquellos que viven una vida santa caminan con Dios y son felices en Su comuni�n. Pero la pregunta es, �c�mo llegar a este estado moralmente correcto? Y la filosof�a que presenta este m�todo no tiene respuesta a esta pregunta.

3. Est� lo que se refiere a la intervenci�n de Cristo. Esta es la respuesta de la Biblia. Ense�a que Cristo es el camino de regreso del hombre a la comuni�n con su Hacedor. "Yo soy el camino; nadie viene al Padre sino por m�". �Por medio de �l ambos tenemos acceso por un mismo Esp�ritu al Padre� ( Efesios 2:18 ).

Pero, ahora, para ver la satisfacci�n de esta respuesta, puede ser necesario hacer la pregunta: �De qu� manera Cristo lleva al hombre a la comuni�n con Dios? Negativamente - Primero: No derogando ninguna de las leyes de obligaci�n moral vinculantes para el hombre. La intervenci�n de Cristo no dej� al hombre en el m�s m�nimo grado menos obligado a obedecer todos los preceptos del c�digo moral del cielo. Ese c�digo es tan inmutable como Dios mismo. En segundo lugar: no prescindiendo de ninguna de las condiciones establecidas de la cultura espiritual y la mejora.

Cristo no hace a los hombres buenos de ninguna manera milagrosa. Observaci�n, reflexi�n, estudio, resoluci�n, fe, pr�ctica, estos son los medios por los cuales las almas deben avanzar siempre. En tercer lugar: no efectuando ning�n cambio en la mente Divina. La misi�n de Cristo fue el efecto, no la causa, del amor de Dios. Cristo fue su mensajero y ministro, no su creador. Tampoco cambi� el prop�sito de Dios. Cristo vino de acuerdo con Su prop�sito eterno, y cumplir ese prop�sito fue la misi�n de Cristo.

Entonces, �qu� hace? �l es el Reconciliador. No reconcilia a Dios con el hombre, sino al hombre con Dios. �Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo�. En Cristo, como reconciliador o eliminador de esta distancia sentida entre el hombre y su Hacedor, descubrimos una doble adaptaci�n del tipo m�s perfecto.

I. En �l vemos un acercamiento especial de Dios al Hombre. En Cristo hay un cambio en la manifestaci�n Divina. �l en Cristo viene al hombre en la propia naturaleza del hombre. "Dios es manifestado en carne". En el hombre revela la imagen de su ser invisible. En esta manifestaci�n se eliminan dos grandes obst�culos a la uni�n del hombre con Dios.

1. La obstrucci�n de la inapreciaci�n. Dios en la naturaleza es tan vasto que el hombre no puede apreciarlo, pero en Cristo Hombre, �l viene dentro de nuestro horizonte y dentro del alcance de nuestras facultades.

2. La obstrucci�n del pavor culpable. �Hubo una obstrucci�n a esta uni�n por parte de Dios? Si es as�, �qui�n describir� su naturaleza? Los hombres de todo el mundo sienten que han pecado y est�n sujetos a un terrible castigo. Este sentimiento de culpa pende como una nube portentosa sobre el alma del mundo. Los hombres, por millones, a menudo se tambalean de horror bajo su sombra negra y buscan ansiosamente alg�n refugio de la amenaza de tormenta.

Este temor culpable primero alej� al hombre de su Hacedor. �O� tu voz en el jard�n y tuve miedo�. El alma, de las leyes de su naturaleza, huye del objeto de su pavor. El miedo es la fuerza centr�fuga del esp�ritu; lo aleja de su Hacedor. Este temor a Dios es tan universal como el pecado y tan profundo como el coraz�n de la humanidad. Explica todas las opiniones horribles que los hombres tienen de su Hacedor y toda su hostilidad hacia �l en el coraz�n y en la vida.

Ahora, �c�mo elimina esto Dios en Cristo? Viene al hombre en una forma adaptada para expulsar el miedo e inspirar esperanza y confianza. �En qu� forma podr�a venir sino en la forma de un hombre para llevar a cabo esto? �Lo har�a una revelaci�n de S� mismo en toda Su absoluta gloria? �No! esto, si pudiera ser soportado por los mortales, s�lo aumentar�a el terror en un grado m�s abrumador. �Lo har�a una revelaci�n de s� mismo a trav�s de naturalezas ang�licas? El Eterno, para desarmar al hombre de este terrible miedo, le llega en la propia naturaleza del hombre.

�Tienes miedo de un Maestro que, libre de toda presunci�n de superioridad, rigidez escol�stica y expresi�n pedante, se mezcla con la multitud y pronuncia la verdad m�s elevada a la imaginaci�n, m�s razonable al intelecto, m�s real al intelecto? conciencia, la m�s inspiradora y ennoblecedora del coraz�n? Transp�rtate en pensamiento a los montes de Capernaum ya las costas de Galilea, y escucha a Aquel que habla como �nunca ha hablado nadie.

Dios est� en ese Maestro, y por medio de �l dice: "Soy yo, no temas". �Tiene miedo de un Fil�ntropo, el m�s tierno de coraz�n, el m�s sincero en afecto, el m�s amplio en simpat�a? Siga a Jes�s de Nazaret durante los tres a�os de su vida p�blica, mientras �l "hace el bien". Cuenta los enfermos que sana, los hambrientos que alimenta y los desconsolados que consuela.

II. En �l vemos una atracci�n especial del hombre hacia Dios. Este es otro paso. No solo viene al hombre, sino que atrae al hombre hacia s� mismo. �l hace esto ...

1. Despertando la mayor gratitud. La gratitud atrae, lleva al alma a simpatizar amorosamente con su benefactor. La bondad es un im�n que atrae el objeto hacia su autor. Dios en Cristo muestra una misericordia tan infinita que est� adaptada para inspirar al alma con la m�s fuerte gratitud. �D�nde hay misericordia como esta? �l nos am� y se entreg� a s� mismo por nosotros.

2. Lo hace despertando el amor m�s elevado. El amor atrae, el amor nos atrae a la presencia de su objeto y nos hace uno con �l, sentimos como �l siente y nos movemos como se mueve. Dios en Cristo es la belleza moral en su forma m�s sublime. Todas las virtudes imaginables se centran all� y de all� irradian en infinita perfecci�n. La santidad, como fluye directamente del Absoluto, ser�a demasiado fuerte para nuestra visi�n, nos deslumbrar�a y confundir�a, pero en Cristo viene de manera suave y fascinante, reflejada a trav�s de las humanidades de nuestra naturaleza.

3. Lo hace despertando la m�s alta esperanza. La esperanza atrae el coraz�n hacia su objeto, por eso somos atra�dos hacia �l. Sentimos que �nuestra comuni�n es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo�. ( Homilista. )

La religi�n del hombre y la religi�n de Dios

I. La religi�n del hombre. "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?" etc.

1. Esta es simplemente la voz del instinto religioso del hombre que busca a Dios. En la oraci�n universal del Papa hay tanto verdad como error. �Hay�, dice el difunto Dr. Vaughan, �tendencias en el hombre que hacen de la religi�n, de alguna forma, una necesidad de su naturaleza; pero no es menos cierto que hay tendencias en �l que aseguran que la religi�n elegida por �l no ser� espiritual �, etc.

2. La conciencia, la historia, la Biblia, prueban que esta luz interior se ha convertido en tinieblas. La facultad religiosa del hombre se ha deteriorado y revela su degeneraci�n en superstici�n y crueldad. Dios debe ser propiciado, pero con �miles de carneros y diez mil r�os de aceite� y con el sacrificio de su propia descendencia. "Donde no hay visi�n", etc.

3. La ignorancia en la que se ha involucrado el hombre es rectificada por la voluntad revelada de Dios. "�l te ha mostrado, oh hombre", etc. La raz�n no ha logrado descubrir un lugar de descanso para el alma. El transcurso de las edades fue testigo del juicio, y en las circunstancias m�s favorables.

II. La religi�n de Dios. "�l te ha mostrado, oh hombre". A pesar de su magn�fica econom�a de s�mbolo y sacrificio, se les ense�� que el s�mbolo no pod�a salvar, que Dios deseaba la verdad en sus entra�as ". La religi�n de Dios se resume en tres encabezados:

1. "Hazlo con justicia". El amor a Dios asegura el amor y la justicia al hombre.

2. "Ama la misericordia". Esto golpea el ego�smo de nuestra naturaleza.

3. "Camina humildemente con tu Dios". El alma de la religi�n est� aqu�; reconciliaci�n - comuni�n - conversaci�n reverente y constante con Dios. ( John Lewis. )

La antigua pregunta

Una cuesti�n que ha preocupado a la humanidad en todos los tiempos. Porque el sentimiento religioso es natural en el hombre. Todas las naciones han tenido alguna idea de Dios y lo han adorado de acuerdo con su noci�n de Su naturaleza y atributos. En consecuencia, se han dado extra�as respuestas a esta indagaci�n, que han dado lugar a crueldad y sacrificios humanos. Los hombres han confundido el car�cter de Dios.

1. La pregunta que los paganos intentaron responder todav�a est� esperando nuestra respuesta individual. En las mentes de todas las personas pensantes y serias, a veces surge la pregunta: �Estoy viviendo como Dios quiso que viviera? �Estoy en paz con Dios? Hay momentos en los que nos encontramos cara a cara con las realidades vivas de la vida, de la muerte y de la eternidad.

2. A esta pregunta se han dado muchas y diferentes respuestas. Los antiguos jud�os pensaban que la mejor manera de acercarse a Dios era mediante los sacrificios de la ley lev�tica. �Estar� Dios complacido con las observancias externas y el espect�culo externo? �Podemos ganarnos el favor de Dios soborn�ndolo con halagos y regalos? No solo jud�os, muchos cristianos han tenido tales fantas�as. �Qu� les dice Isa�as a esos religiosos? Dios no quiere regalos ni ofrendas.

�Se puede obtener el favor de Dios sufriendo? �Debo lacerar mi m�s tierno afecto? �Debo renunciar a todo lo que es agradable? Cientos se han hecho esta pregunta. Pero han confundido completamente el car�cter de Dios. Pensaron que estaba complacido con la tortura y el autosacrificio. Pero �l es un Dios de amor, nuestro Padre, y no un capataz duro.

3. A esta pregunta, el profeta nos da la verdadera respuesta. Dios quiere que vivamos con justicia, misericordia y humildad ante nuestro Dios. La voluntad de nuestro Padre es que cumplamos con nuestro deber donde �l nos ha puesto, con Dios, con nuestros semejantes y con nosotros mismos; que seamos justos, con una justicia que odia la opresi�n y no tolera el mal; que desprecia los vicios mezquinos y las mezquindades despreciables; misericordioso, con una misericordia que es condescendiente con los desamparados, los ca�dos y los despreciados; y humilde, con honesta reverencia hacia Dios, Autor y Dador de todo bien. Esto es lo que Dios requiere, bondad, justicia, sinceridad y amor. ( John Vaughan, MA )

El pecador despierto

Aqu� se introduce el significado, aunque no las palabras expresas, de una conversaci�n entre Balac y Balaam, con el fin de describir en�rgicamente la pizarra de una mente acosada por la culpa, y para se�alar claramente la �nica forma en que se puede obtener alivio.

I. Muestre lo que est� impl�cito en las ansiosas preguntas del pecador despierto.

1. Tales investigaciones implican la existencia de un sentimiento de pecado. El pecado es la transgresi�n de la ley divina - una infracci�n de la regla inmutable de justicia que Dios ha dado a Sus criaturas - un estado y curso de rebeli�n contra Su autoridad leg�tima; y una oposici�n a su car�cter ya los intereses de su santo dominio. Todo hijo de Ad�n es sujeto de un fracaso moral, acusado de delincuencia moral y expuesto a todos los males de la ruina moral.

La gran mayor�a de la humanidad es totalmente insensible a su condici�n real. Tarde o temprano se romper� el hechizo sobre ellos. La idea de Dios se presenta. El car�cter de Dios se considera infinitamente puro e inflexiblemente justo. El pecador descubre que ha quebrantado su ley en innumerables ocasiones, en pensamiento, palabra y obra. A menudo hay alguna transgresi�n particular a la que el pecador es adicto.

2. Las preguntas que tenemos ante nosotros implican una convicci�n de la indispensable necesidad de la expiaci�n. El pecador despierto est� convencido, no solo de que Dios tiene el derecho de exigir satisfacci�n por el da�o hecho a su car�cter moral, en el punto de vista de los seres inteligentes, sino que se debe hacer una reparaci�n de un tipo u otro, de lo contrario es absolutamente imposible para el delincuente para escapar. Bajo la influencia de tales puntos de vista, el pecador pregunta: "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?", Etc.

Su preocupaci�n es eliminar el obst�culo que se interpone entre �l y el favor del Todopoderoso. Algo, concibe, debe hacerse: debe presentarse alg�n sacrificio; debe hacerse una expiaci�n adecuada.

3. Las palabras implican la voluntad de llegar hasta donde sea, y de hacerlo a cualquier costo, si con ello se puede hacer la expiaci�n y obtener el perd�n deseado. A este principio natural de la mente carnal debemos atribuir las numerosas austeridades y obras de supererogaci�n practicadas por los miembros de la Iglesia de Roma.

4. Todas estas ansiosas indagaciones, con todos los esfuerzos santurrones que dan lugar, descubren una ignorancia terrible y lamentable del �nico camino de salvaci�n. �C�mo puede una criatura que est� obligada por las leyes de su constituci�n moral a rendir una obediencia perfecta, ininterrumpida y perpetua a las demandas razonables de su Hacedor, a lo largo de cada per�odo de su ser, compensar con cualquier conducta posterior por omisiones y transgresiones anteriores? ?

II.el significado alegre de la respuesta del profeta. La revelaci�n sola resuelve la dificultad. En la Biblia, y solo en la Biblia. De esta comunicaci�n autenticada divinamente, la sustancia es la siguiente: que toda la raza humana, habiendo perdido, por transgresi�n y rebeli�n, el favor divino, se ha vuelto detestable a la eterna imposici�n de la ira divina, y est� totalmente desprovista de toda ayuda de s� misma y de de todas las criaturas, el Infinito Jehov�, cuyas leyes hab�an quebrantado, y cuya autoridad hab�an rechazado y despreciado, Amado con asombrosa piedad, envi� a Su propio Hijo igual al mundo a sufrir, el justo por el injusto: que por la imposici�n de el castigo sobre �l como sustituto del culpable, podr�a proporcionarse una manifestaci�n suficiente de la oposici�n divina al pecado,

Quien, de todos los hijos o hijas culpables de Ad�n, crea en la suficiencia total de la expiaci�n que el Hijo de Dios hizo con Su sangre infinitamente preciosa sobre la Cruz, queda libre de su obligaci�n de castigar y obtiene el derecho a todos. los privilegios y toda la bienaventuranza del reino de los cielos. La expiaci�n es el bien que requerimos individualmente. Nada m�s puede satisfacer la mente, eliminar sus miedos o inspirarle una buena esperanza hacia Dios.

III. Aqu� se da una descripci�n de la santidad evang�lica. Hay dos rocas sobre las cuales los hombres est�n siempre dispuestos a hacer naufragio de sus almas: una es la justicia propia; la otra es convertir la gracia de Dios en lascivia. Multitudes bajan a la tumba con parte de las palabras finales del texto como una mentira en su mano derecha. Inspir�ndose en la probidad de su car�cter ante los hombres, la caridad que distribuyen a los pobres y su paso regular por las formas externas de religi�n, imaginan que tienen la autoridad divina misma para creer que todo les ir� bien al fin. .

Pero las palabras no admiten tal construcci�n. De hecho, no se aplican en absoluto a los pecadores inconversos e incr�dulos; pero s�lo a los que han hallado el bien que mantienen buenas obras. ( E. Henderson. )

La buena forma de presentarse ante el Se�or

La cuesti�n de un alma despierta. "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?" Un hombre que no est� despierto nunca hace esa pregunta. No le gusta pensar en Dios o en las afirmaciones de Dios.

I. La pregunta penetrante de toda alma despierta.

1. Un alma despierta siente que su principal felicidad es presentarse ante Dios. Esta fue la felicidad no ca�da de Adam. Este es el gozo de los santos �ngeles. �sta es la verdadera felicidad de un creyente.

2. Un alma despierta siente dificultades en el camino. Dos grandes dificultades. La naturaleza del pecador. Cuando Dios realmente despierta un alma, le muestra la vileza y el odio de s� mismo. Dirige la mirada hacia adentro. La naturaleza de Dios. "El Dios Supremo". Cuando Dios realmente despierta un alma, generalmente le revela algo de Su propia santidad y majestad. Vea los casos de Isa�as y Job. La ansiedad del alma despierta lleva a la pregunta: "�Con qu�?" Es la pregunta de alguien a quien se le ha hecho sentir que "una cosa es necesaria". Todo lo que tiene lo dejar�a para conseguir la paz con Dios.

II. La respuesta de paz al alma despierta. "�l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno". Nada de lo que el hombre pueda traer consigo lo justificar� ante Dios. No hay nada que un hombre no har�a, nada que no sufrir�a, si tan solo pudiera cubrirse ante Dios. L�grimas, oraciones, deberes, reformas, devociones: el coraz�n har� cualquier cosa para ser justo ante Dios. Pero toda esta justicia son trapos de inmundicia. Para&mdash

1. El coraz�n sigue siendo una tremenda profundidad de corrupci�n.

2. Suponiendo que la justicia fuera perfecta, no puede cubrir el pasado. Los pecados antiguos y los pecados de la juventud a�n permanecen al descubierto. Cristo es el buen camino. El buen camino al Padre.

(1) Porque es tan adecuado.

(2) Porque es tan libre.

(3) Porque �l es tan glorificador de Dios.

Todos los dem�s caminos de salvaci�n glorifican al hombre; pero esta forma glorifica a Dios.

III. El requisito de Dios de los justificados.

1. Dios requiere que sus redimidos sean santos.

(1) �l requiere que "act�es con justicia"; ser justo en sus tratos entre hombre y hombre.

(2) Para "amar la misericordia". Este es el rasgo m�s brillante del car�cter de Cristo. Si est�s en Cristo, bebe profundamente de Su Esp�ritu.

(3) "Caminar humildemente con tu Dios".

2. Recuerde que este es el fin de Dios al justificarlo. Amaba a la Iglesia y se entreg� a s� mismo por ella para santificarla y purificarla. Si no eres santificado, Cristo muri� en vano por ti.

3. Todo lo que requiera, le dar� gracia para realizarlo. Cristo no solo es bueno como nuestro camino hacia el Padre, sino que es nuestra fuente de aguas vivas. Sed fuertes en la gracia que es en Cristo Jes�s. M�relo tanto en busca de santificaci�n como de justificaci�n. ( RM M'Cheyne. )

En la expiaci�n

Los primeros ritos de todas las religiones menos una son los ritos de propiciaci�n. Los hombres en todas partes, sinti�ndose pecadores, con justicia conciben la necesidad de que, para obedecer a Dios de manera aceptable, primero deben reconciliarse con �l y obtener indemnizaci�n por las ofensas pasadas. Entre los profesores de la idolatr�a, antiguos y modernos, el principio de la autoexpiaci�n ha tomado su residencia. Incluso podemos pensar que nuestros sufrimientos deben aceptarse como una expiaci�n parcial por nuestras ofensas.

El error no es la convicci�n del hombre de la necesidad de una expiaci�n, sino la forma en que se busca esa expiaci�n. El error es que el hombre hace de su convicci�n un fundamento de su orgullo para erigir sus supuestos reclamos sobre la justicia divina, y su justicia propia para adularse a s� mismo con las esperanzas de un esfuerzo meritorio. Dios ha proporcionado el holocausto necesario. �l la ha provisto de la manera m�s adecuada para Su propia gloria, la m�s agradable a la armon�a de los atributos Divinos, y adaptada, con inefable sabidur�a y felicidad, al estado perdido y desesperado de Sus criaturas culpables.

Siendo justificados por Su gracia, mediante la expiaci�n que �l ha aceptado, tenemos una base de confianza ante Dios. Y reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, debemos caminar aceptablemente ante �l, en novedad de vida. ( CR Maturin. )

C�mo presentarse ante Dios

Suponiendo la ca�da de nuestros primeros padres, la raz�n humana nos lleva a la conclusi�n de que todos somos naturalmente los objetos dignos de la ira y el castigo de Dios. Las Escrituras parecen ense�ar esto y nuestra experiencia lo confirma. Entonces, �c�mo podemos salir de este estado? �Con qu� nos presentaremos ante el Se�or?

1. �Vendremos con arrepentimiento y enmienda de vida? No. Estas pueden ser condiciones indispensables para la salvaci�n, pero de ning�n modo pueden ser su causa meritoria y procuradora.

2. �Vendremos ante �l con holocaustos? etc. No hay ninguna virtud en los sacrificios de animales para lavar la mancha culpable de nuestras ofensas.

3. �Daremos nuestro primog�nito por nuestra transgresi�n? �Ser�an los sacrificios humanos, si no los de animales? No. No ser�an un sacrificio adecuado ni perfecto, como Dios podr�a aceptar.

4. �Existe alg�n ser creado que sea suficiente para redimirnos? No hay criatura que pueda cumplir las dos condiciones requeridas y ser, al mismo tiempo, un sacrificio perfecto y adecuado.

5. El ap�stol responde la pregunta en Efesios 2:13 . Cristo fue la v�ctima en todos los sentidos adaptada a las necesidades del caso. Fue un sacrificio perfecto y fue un sacrificio suficiente. ( Ch. G. Lawson, MA )

Los principios de la Reforma y del protestantismo

Me propongo considerar ese elemento peculiar del cristianismo que, aunque no exclusivamente en manos de las Iglesias de la Reforma, fue la gloria de la Reforma haberlo sacado plenamente. La advertencia del profeta Miqueas consta de tres partes, que contienen en s� mismas la doctrina y la pr�ctica de toda la verdadera religi�n protestante.

I. La autoridad a la que deben remitirse todas las cuestiones religiosas. La cuesti�n de la autoridad es una de las que los hombres de estos d�as a menudo quedan perplejos. Se dice que nuestro negocio no es preguntar qu� se ense�a, sino solo saber qui�n es el que nos ense�a. Esta no es la forma en que la Biblia habla de autoridad. Debemos prestar atenci�n a lo que se dice y lo que se recomienda a nuestra propia conciencia.

La persona, la oficina, sin duda es algo; pero el mensaje y la sustancia del mensaje es mucho m�s. La verdadera autoridad que nos gu�a y debe guiarnos es la que no necesita apoyo ni credenciales externos. En todas partes se oyen y se sienten las verdaderas voces de Dios, si no de inmediato, al fin, no por peso externo, sino por su propia fuerza intr�nseca. Los verdaderos maestros y or�culos de la humanidad han sido aquellos que, en todas las �pocas, en todas las estaciones y en todas las razas de hombres, han sido levantados por Dios.

La Biblia es la gran y suprema autoridad, porque la Biblia contiene la m�s grande de todas las verdades en la forma m�s perdurable, persuasiva y exaltada. No creemos que la Biblia sea verdadera porque est� inspirada; pero creemos que la Biblia es inspirada porque y en la proporci�n en que es verdadera. Por lo tanto, no es necesario acudir a ninguna fuente oficial externa para obtener orientaci�n.

II. La gran cuesti�n que hay que resolver. "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?" Esa pregunta es la ra�z a la vez de toda religi�n y de toda superstici�n. El hombre siente que hay un Ser por encima de �l, a quien anhela propiciar y acercarse. Entre el hombre d�bil, fr�gil y pecador, y el Dios grande, supremo y santo, �qu� hay en com�n? Se han ideado muchas formas. En las primeras �pocas del mundo fue mediante la ofrenda de regalos: los regalos de la tierra, los regalos de animales muertos, el regalo incluso de la vida humana.

En la �poca cristiana se han adoptado otros modos, tambi�n de los m�s diversos tipos. Incluso el m�s salvaje y el peor de ellos es instructivo ya que expresa el anhelo del coraz�n humano, incluso en su condici�n m�s baja, de cruzar el abismo, de expresar su reverencia por el Alt�simo, de estar en paz con su Hacedor. Los modos de acercarse a Dios pueden estar equivocados, pero la cuesti�n de c�mo debemos acercarnos y c�mo debemos agradar al gran Padre de todos los esp�ritus humanos, es la cuesti�n que no puede dejarse de lado.

III. La respuesta Divina a esa pregunta. �sta es la respuesta a la pregunta de c�mo abordar a Dios. No hay otra respuesta: con justicia, con misericordia, con humildad. Aunque esta respuesta vino de un profeta pagano, todav�a era la Palabra de Dios, y se recomienda de inmediato a todo coraz�n y conciencia iluminados. No necesita defensa; no necesita explicaci�n. Es el fundamento de toda religi�n verdadera, porque se basa en la �nica idea verdadera del car�cter de Dios.

Esta es la verdadera teolog�a; este es un relato verdadero de lo que Dios es y de lo que Dios requiere. La religi�n falsa imagina que Dios puede ser complacido por otros medios que no sean una vida buena, misericordiosa y humilde. La verdadera religi�n ense�a que cualquier otra cosa que pueda agradar a Dios, no hay ni puede haber nada m�s agradable para �l que hacer la justicia, amar la misericordia y caminar con humildad. Hay muchas otras grandes verdades en la Biblia adem�s de esta; pero esta es la �nica verdad maestra que corre desde el principio hasta el final, controla y cubre todo el resto.

Y esta es la ense�anza del Nuevo Testamento. A trav�s de ese ideal de justicia humana, misericordia y reverencia, se manifest� la naturaleza divina en Jes�s de Nazaret. Y es el fin y el significado de la muerte de Cristo. No por la sangre de toros y machos cabr�os, sino por el esp�ritu eterno de santidad y verdad, se ofreci� a s� mismo. Es el fin y el significado tambi�n de Su resurrecci�n. Resucit� para que podamos elevarnos por encima de las locuras y pecados del mundo, para que podamos "morir al pecado y vivir para la justicia". ( Dean Stanley. )

El verdadero sacrificio por el pecado

�Alguien pregunta: "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?" Entonces tenemos una respuesta animada para �l. No existe la forma de aceptaci�n que se sugiere en este pasaje. Es un error imaginar que con una mayor atenci�n a los servicios externos y con una devoci�n a deberes espec�ficos, pueda compensar las violaciones u omisiones de los d�as pasados. Dios requiere otro tipo de servicio que el de una mera ceremonia exterior.

Debe ser adorado en esp�ritu y en verdad: requiere un coraz�n nuevo y un esp�ritu recto. Tampoco pueden ser �tiles los esfuerzos m�s dolorosos o los casos m�s arduos de autocastigo o abnegaci�n. Somos demasiado propensos a tener una estimaci�n baja de la pecaminosidad del pecado. Se requiere un sentido profundo de la santidad y majestad de Dios para estimar correctamente el pecado en alg�n grado. Cuando lo hagamos, podremos comprender m�s adecuadamente la naturaleza de esa preciosa y costosa expiaci�n de la propia provisi�n de Dios, establecida en las Escrituras como un sacrificio y una oblaci�n suficientes, y una satisfacci�n por los pecados del mundo entero.

No somos competentes, en la debilidad de nuestros poderes actuales, para comprender estos asuntos completamente. Si el pecador reci�n despertado pregunta qu� sacrificio ofrecer�; �Qu� autoinflicci�n sufrir�? decimos: No te piden tales cosas. Mire la Cruz de Cristo como el remedio enviado del cielo para la enfermedad del alma, y ??como el camino divinamente designado de reconciliaci�n con Dios. ( JB Smith, DD )

Religi�n exterior e interior

�El profeta, en estas palabras, condena realmente todos los ritos y sacrificios externos como tales? Todo lo que el profeta parece criticar fue ordenado por los mandatos expresos del Dios Todopoderoso. Ni Miqueas, ni Isa�as, ni ning�n otro profeta, ten�an autoridad para prescindir de los requisitos de la ley mosaica. Y nuestro bendito Se�or vino "no para abrogar la ley". El oficio de los profetas era claramente preparar el camino para una religi�n m�s espiritual que la que la ley le hab�a dado a Israel.

Su misi�n era perfeccionar, o m�s bien preparar el camino para la perfecci�n. Y por eso menospreciaron las ordenanzas legales, no como in�tiles o incorrectas, sino porque eran imperfectas. La ley fue dada para un uso particular, ser un maestro de escuela para llevar a los hombres a Cristo. Pero si los hombres le pusieron un fin, en lugar del camino a un fin, no es de extra�ar que los profetas alzaran la voz para advertir contra �l. No est� necesariamente defendiendo el desuso total de una cosa, porque mantiene su uso adecuado frente a su abuso.

El cristianismo injert� un estado de cosas m�s elevado sobre lo que ya exist�a. Lo que dicen los profetas es, en efecto, esto: �Tus sacrificios no son nada en s� mismos, pero conectados con la verdad que tipifican y ensombrecen, tienen valor y dignidad. Pero mientras practicas la injusticia, la crueldad y el orgullo, no tienen ning�n valor ante los ojos de Dios. No puedes agradar a Dios solo con esto, a menos que lo est�s agradando mediante el desempe�o de tus deberes sociales y morales.

�La verdad para nosotros es que ninguna atenci�n a los aspectos externos de la religi�n puede satisfacer las demandas de nuestro Creador y Redentor si no va acompa�ada de una vida santa y virtuosa. ( JC Chambers, MA )

Dios requiere lo que hace

Tomando el texto como una revelaci�n del car�cter del propio Orador, podemos decir que Dios hace en su propia econom�a y esfera lo que nos pide que hagamos en la nuestra. �Qu� hace esta revelaci�n?

1. Elimina toda piedad ostentosa. Muchos de nosotros estar�amos encantados de librarnos del juicio. Puede que no expresemos la pregunta con palabras; no es, por tanto, menos una cuesti�n del alma. �Para qu� puedo comprar mi libertad? Ninguna cantidad de aceite se interpondr� entre m� y el soltar; ning�n n�mero de terneros y carneros me impedir� por un momento pagar la multa, si es as� puedo sacar la flecha de mi coraz�n, el veneno de mi sangre.

Pero el Se�or no aceptar� todo esto. No quiere tu alegr�a sino tu sencillez; �l no quiere que conduzcas hasta Su puerta en carro de oro y con corceles de fuego, para recibir tu patrocinio; �l te env�a un mensaje a trav�s del primer y m�s humilde siervo que �l mira: Ve y di que todo lo que quiero es que hagas la justicia, que ames la misericordia y que camines humildemente con tu Dios. Esto quitar� toda la pintura de nuestra religi�n; esto agotar� nuestra decoraci�n; esto nos dejar� en ruinas en cuanto a apariencia externa; pero hay ruinas que son verdaderos palacios.

Acabar� con toda nuestra ostentaci�n de otro tipo que no sea meramente f�sico, ornamental o decorativo; acabar� con todas nuestras contribuciones intelectuales y muestras de patrocinio en referencia a la Cruz. La Cruz no quiere vuestro homenaje intelectual.

2. Esta revelaci�n reivindica a Dios del cargo de deleitarse en los sacrificios de animales. �Le encanta ver la hecatombe humeante? No; cuando ha requerido sangre del tipo meramente animal, siempre ha sido simb�lica, t�pica o prefigurativa; era una parte necesaria del alfabeto de las lecciones espirituales. Debe comenzar sus lecciones donde el erudito puede comenzar. Todo lo que el Se�or requiri� de tipo f�sico y externo fue solo en un sentido temporal, todo el pensamiento de Dios conduc�a a la espiritualidad. "Dios es Esp�ritu; y los que le adoran, deben adorarle en esp�ritu y en verdad".

3. Esta revelaci�n destruye la noci�n de piedad por poder. "Mi primog�nito por mis rebeliones". Siempre estamos dispuestos a deshacernos de otras personas; somos sumamente liberales con la vida de los dem�s. Filosofamos y teorizamos con admirable serenidad, como si tuvi�ramos abundancia de tiempo libre para contemplar la tragedia de la humanidad, y decimos: Si mil perecen y diez mil se salvan, la ganancia est� del lado de la salvaci�n.

�No! Eso es falso; eso es un mal uso del principio de mayor�as. No deber�a haber ning�n hombre perdido. Y nadie se perder� sino el hijo de perdici�n. Si despu�s de que el Se�or ha tratado a un hombre por Su providencia y por Su Esp�ritu, y por todo el misterio de la Cruz, no se encuentra en ese hombre m�s que el diablo, debe ir a su propio lugar y a su propia compa��a. Pero el Se�or lo manipular� en una escala que no podemos comprender, y si el Se�or renuncia a cualquier alma humana, podemos decir con tristeza: Am�n. ( Joseph Parker, DD )

Versículo 8

Pero �l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno

Piedad y verdadera religi�n

I. �Qu� es bueno? Puedes concebir la verdadera piedad como un �rbol de la vida plantado en medio del Para�so, en medio de la Iglesia, extendiendo sus ramas por as� decirlo; de los cuales estos tres en el texto son los m�s hermosos. Justicia y rectitud de conversaci�n; misericordia y liberalidad; y humildad. Los sacrificios y las partes ceremoniales de la adoraci�n de Dios eran �buenos� pero ex instituto, porque Dios, por alguna raz�n, se complaci� en instituirlos y ordenarlos.

En s� mismos no eran ni buenos ni malos. Cuando se les orden�, fue en aras del buen efecto que la sabidur�a de Dios pod�a producir en ellos. Lo que es bueno en su propia naturaleza siempre lo es. La piedad y la verdadera religi�n son m�s antiguas que el mundo. Las ceremonias se limitan al tiempo y al lugar. La parte ceremonial de la religi�n se omiti� muchas veces, muchas veces se prescindi� de ella, pero este bien que aqu� se muestra no admite dispensa.

Las meras ejecuciones externas de algunas partes de la ley no se hicieron por amor a la ley o al Legislador. Los adoradores formales no aman el mandato; obedecen por algo m�s. Las representaciones externas y la formalidad en la religi�n tienen el mismo origen y motivo que nuestros pecados m�s grandes y m�s inmundos. La misma causa los produce, las mismas consideraciones los promueven, y son llevados hasta su fin en las mismas alas de nuestros deseos carnales.

Esta formalidad en la religi�n no se opone al diablo y sus designios, sino que hace avanzar su reino y ensancha su dominio. Esta formalidad y falta de sinceridad es lo m�s opuesto a Dios, que es un Dios de verdad. La inocencia, la integridad y la misericordia son el sacrificio del buen hombre. Fueron desde el principio y nunca ser�n abolidos.

II. Qu� es bueno y sus manifestaciones. Considere este bien como se opone a las cosas de este mundo, que nuestro lujo, orgullo o codicia ha elevado en su estima y por encima de su valor, y llamado bueno, como los paganos han hecho con sus vicios. Las cosas buenas no est�n en s� mismas, sino s�lo cuando est�n subordinadas a las buenas del texto. Mira lo bueno del texto.

1. Que se ajuste y proporcione a nuestra propia naturaleza. Dios edific� al hombre solo para este fin, para este bien; - para comunicarle Su bondad, para hacerlo "part�cipe de una naturaleza divina", para convertirlo en una especie de dios sobre la tierra, para imprimir Su imagen en �l. , por el cual, seg�n su medida y capacidad, podr�a expresar y representar a Dios.

(1) Por el conocimiento no solo de las cosas naturales y transitorias, sino tambi�n de las que pertenecen a la vida eterna.

(2) Por la rectitud y santidad de su voluntad.

(3) Por la obediencia libre y pronta de las partes externas y las facultades internas a la voluntad y mandato de Dios.

2. Adecuado para todo tipo y condici�n de hombres. La libertad y la esclavitud, la circuncisi�n y la incircuncisi�n, la riqueza y la pobreza, la rapidez y la lentitud de entendimiento, respecto de este bien, de piedad y religi�n, son todas iguales. La religi�n no es peculiar, sino lo m�s com�n y lo m�s comunicativo que es. Este bien es el bien de todo hombre que quiera.

3. Tan amable y amable en los ojos de todos. �sta es la gloria de la bondad y la piedad, que infunde reverencia en quienes la descuidan, encuentra un lugar en su pecho cuya mano est� dispuesta a reprimirla, es magnificada por quienes la injurian, y gana honor cuando no puede obtener el asentimiento. .

4. Como llenarnos y satisfacernos. Aquello que llena una cosa debe serle proporcionado. �No hay nada en todo el universo que sea tomado por un hombre en particular�; nada en lo que pueda descansar el apetito de un solo hombre. S�lo este bien aqu� en el texto puede encajar en �l, porque se ajusta a �l.

5. Como dar un gusto y un sabor dulce al peor de los males que puedan sobrevenirnos, mientras lo contemplamos con amor y admiraci�n. Hace que las cosas que no son buenas en s� mismas sean �tiles y ventajosas para nosotros. Este bien est� abierto y se manifiesta a todos. Se publica mediante proclamaci�n abierta, como ley, que tiene "un poder de fuerza y ??necesidad". Pero si el objeto es tan bello y visible, cabe preguntarse: �C�mo es posible que est� oculto a tantos ojos, que haya tan pocos que lo vean, o lo vean para enamorarse de �l y �abr�zalo? Isidoro de Pelusio menciona tres obst�culos.

(1) Estrechez y defecto de entendimiento y juicio.

(2) Pereza y negligencia en la persecuci�n.

(3) La impropiedad de los modales de los hombres y una conversaci�n perversa y profana.

Entonces, un�monos firmemente a este bien, y mant�ngalo en su pureza natural y apropiada contra todos los ritos externos y formalidades vac�as; y, en segundo lugar, contra toda la pompa del mundo, contra lo que llamamos bueno cuando nos hace malos.

III. La promulgaci�n de este bien como ley. "�Qu� pide el Se�or de ti?" Esto es como la publicaci�n de la misma y convertirla en una ley. Y su voluntad est� acompa�ada de poder, sabidur�a y amor.

1. Por su poder, Dios cre� al hombre y "sopl� en �l un alma viviente". Lo hizo como cera, para recibir las impresiones de una Deidad, lo convirti� en un sujeto capaz de una ley. Como Dios crea, contin�a al hombre y lo protege. De este oc�ano del poder de Dios brota naturalmente Su poder de dar leyes, de exigir lo que �l quiera de Su criatura.

2. As� como su voluntad absoluta est� acompa�ada de un poder incontrolable, as� tambi�n lo es de una sabidur�a incuestionable. El "�nico Dios sabio". Sus leyes son como �l, justas y santas, puras y sin mancha, inmutables, inmutables y eternas. As� como Su sabidur�a se ve al dar leyes, as� es al adecuar los medios al fin, al darles virtud y fuerza para acercarnos a una visi�n m�s cercana de Dios.

3. La voluntad absoluta de Dios est� acompa�ada de amor. Estas son las glorias de su voluntad; Puede hacer lo que quiera; Lo har� por los medios m�s apropiados y apropiados; y todo lo que �l requiere es el dictado de Su amor. Considere la forma en que se presentan los requisitos de Dios y la manera de proponerlos. El profeta aqu� no "nos invita a hacer grandes cosas". Cuando los hombres fingen que no pueden hacer lo que Dios exige, deben cambiar su idioma; porque la verdad es que no lo har�n.

No solo es f�cil, es dulce y agradable hacer lo que Dios requiere. La obediencia es el �nico manantial de donde fluyen las aguas del consuelo, un fundamento eterno sobre el cual el gozo y la paz se asentar�n y descansar�n. Tenga en cuenta el contenido de estas palabras del texto. La palabra "Se�or" es una palabra de fuerza y ??eficacia; nos infunde reverencia y nos recuerda nuestro deber y lealtad.

As� como �l es el Se�or supremo y tiene una voluntad absoluta, as� Su voluntad est� acompa�ada de poder, con ese poder que te cre�. No puedo nombrar las diversas formas en que estamos en deuda con este Se�or. Podemos comprender todo en ese axioma de los civiles: "Tenemos tantos compromisos y obligaciones como instrumentos y escritos hay entre nosotros".

IV. Justicia y honestidad. Apenas somos hombres, pero somos deudores, bajo obligaciones con Dios, con los hombres, con nosotros mismos. Hacer "la justicia" es dar a cada uno lo suyo, no aferrarse, ni enajenar, ni retirar enga�osamente, ni forzar violentamente a ning�n hombre aquello de lo que es leg�timo poseedor. La justicia privada tiene un alcance mucho mayor que la p�blica, que habla y act�a desde el tribunal.

La justicia p�blica no se gu�a por otra br�jula que las leyes de los hombres; pero esto por las leyes de la naturaleza y la caridad. La justicia y la honestidad en toda su forma y belleza se asientan sobre sus pilares adecuados, la ley de la naturaleza y la ley del Dios de la naturaleza.

V. El amor a la misericordia. Donde no hay justicia, no puede haber misericordia; y donde no hay misericordia, la justicia no es m�s que hiel y ajenjo. Por tanto, en la Escritura van de la mano. Piensa en la misericordia

1. En el fruto da.

2. En su ra�z.

VI. Caminando humildemente con Dios. La humildad consiste en colocarnos donde deber�amos estar en el estrado de Dios. ( A. Farindon, BD )

La verdadera religi�n un servicio razonable

La virtud est� esencialmente y, por lo tanto, inseparablemente relacionada con la religi�n. No es posible que una mente viciada tenga el gusto adecuado por la verdad Divina. El hombre animal no comprende las doctrinas del Esp�ritu Divino. Hay una raz�n fuerte e insuperable en la naturaleza para esta distinci�n evidente entre hombres buenos y malos en las investigaciones de religi�n, que es claramente �sta: que todo avance en la verdad celestial abre una perspectiva que invita a los virtuosos, mientras que a los viciosos el hombre tiembla ante cada rayo de luz que penetra en su mente desordenada.

Parece m�s natural poner la direcci�n del texto en boca del rey de Moab, en conversaci�n con el profeta. El �xito contra un enemigo numeroso y victorioso absorbi� los pensamientos del rey. Para ello recurri� al Dios de Israel, cuya ayuda se esfuerza por contratar mediante una profusi�n de ofrendas en todo tipo de sus bienes, o incluso, si todas estas fallan, con la vida de su hijo.

La respuesta es tan adecuada para un representante del Creador del universo. "�l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno". Todo lo que responda enteramente al fin para el que fue hecho se dice, en las Escrituras del Antiguo Testamento, particularmente que es bueno. Eso debe ser realmente bueno, lo que sirve admirablemente al prop�sito para el que fue dise�ado por la sabidur�a infinita. S�lo al hombre est� reservado el feliz privilegio de dedicar voluntariamente sus poderes a los fines para los que fueron otorgados al principio.

Esto es bueno para el hombre. Es de esperar, naturalmente, de aquel a quien se confiere el dominio de este mundo y la reversi�n del pr�ximo, que regule su conducta por las leyes de la naturaleza y de Dios. Este es su culto racional. La obediencia, que surja de cualquier otra causa que los motivos morales, ser�a el movimiento de una piedra, no el deber de un hombre y, en consecuencia, ser�a incapaz de ser en ning�n sentido aceptable a Dios m�s que el vapor que sube o el roc�o que cae.

Es muy razonable suponer que, si alguna vez el Creador del mundo se atreve a hacer alg�n descubrimiento de Su intenci�n en relaci�n con la conducta del hombre, las tablas de la revelaci�n deben contener una transcripci�n de las leyes de la naturaleza. �Hacer la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Dios� es la suma y el gran esquema de todo el deber del hombre. Preservar una atenci�n sol�cita a la direcci�n suprema de Dios, bajo la convicci�n racional de su cuidado paternal; una consideraci�n equitativa de los derechos e intereses de nuestros hermanos, Sus hijos; con una preocupaci�n sensible por sus debilidades y necesidades, una preocupaci�n que debe extender su mano m�s all� de la l�nea de la r�gida justicia.

Los moralistas suelen clasificar estos cargos en tres ramas diferentes, ya que se relacionan con Dios, con la humanidad y con el individuo. No importa cu�n contra�da o agrandada, esta es la ley del hombre; y esta ley es propiamente eterna e inmutable, lo cual no lo es de ning�n ap�ndice accidental o accesional a la religi�n. Si esta ley fuera alguna vez observada tan puntualmente como a menudo se promulga claramente, entonces tendr�amos la misma armon�a en la moral que siempre ha existido en el mundo natural. ( T. Ashton, DD )

�Qu� pide el Se�or de ti, sino que hagas la justicia, que ames la misericordia y que andes humildemente con tu dios?

Tres cosas que Dios quiere de nosotros

I. Explique todo el pasaje. El profeta alude a la historia de Balac y Balaam. La lecci�n que se extrae de la historia es esta: Cu�n infructuosos son los sacrificios m�s costosos, cu�n lejos de ser verdaderamente aceptables a Dios, cuando no son atendidos con verdadera piedad, justicia, misericordia y una buena disposici�n de coraz�n en aquellos que ofrecen ellos. Pues este fue el caso de Balak en la historia que nos cont�. Tenemos en el texto una especie de di�logo entre Balac y Balaam, representado para nosotros de manera prof�tica. Podr�a parecer que el consejo de Balaam era demasiado bueno para �l; pero se debe considerar que el car�cter de Balaam era de naturaleza mixta, ten�a algo bueno y algo malo en �l.

II. Realice observaciones sobre el pasaje.

1. Esta referencia de un libro de Escrituras a otro es una de esas marcas internas de su veracidad y autenticidad que, a los hombres de verdadero saber, les da gran satisfacci�n en su estudio de las Sagradas Escrituras.

2. Cu�n propensos deben haber sido los hombres a descansar en las meras ejecuciones externas de algunos actos de adoraci�n o devoci�n, descuidando esos deberes sustanciales de justicia, misericordia y verdadera piedad; o esa pureza de coraz�n y de vida que Dios requiere m�s especialmente en aquellos que lo adoran. Aprenda aqu� la armon�a y el acuerdo de las dispensaciones de Dios a la humanidad desde el principio del mundo. Decida aprender y practicar la buena lecci�n del texto. ( O. Peters, MA )

Lo que Dios requiere

Dios hab�a mostrado por su ley lo que es bueno; pero el profeta agrega que es "hacer la justicia, amar la misericordia (o la bondad) y ser humillado ante Dios". Es evidente que, en los dos primeros detalles, se refiere al segundo cuadro de la ley; es decir, "hacer justicia y amar la misericordia". Tampoco es de extra�ar que el profeta comience con los deberes del amor; porque aunque para el fin la adoraci�n de Dios precede a estos deberes, y debe considerarse as� con raz�n, la justicia, que debe ejercerse hacia los hombres, es la prueba real de la religi�n verdadera.

Por tanto, el profeta menciona la justicia y la misericordia, no que Dios deseche lo principal: la adoraci�n de su nombre; pero muestra, mediante evidencias o efectos, qu� es la verdadera religi�n. Los hip�critas sit�an toda santidad en ritos externos; pero Dios requiere algo muy diferente; porque Su adoraci�n es espiritual. Pero como los hip�critas pueden hacer una gran demostraci�n de celo y solicitud en el culto exterior de Dios, los profetas prueban la conducta de los hombres de otra manera, preguntando si act�an con justicia y bondad unos con otros, si est�n libres de todo fraude y violencia, ya sea que observen la justicia y muestren misericordia.

Sin embargo, Miqueas agrega: "Y ser humilde al caminar con tu Dios". Sin duda, como el nombre de Dios es m�s excelente que cualquier otra cosa en todo el mundo, la adoraci�n de �l debe considerarse de mayor importancia que todos los deberes por los que demostramos nuestro amor hacia los hombres. El objetivo principal del profeta era mostrar c�mo los hombres deb�an demostrar que tem�an seriamente a Dios y su ley: luego habla del culto a Dios.

Aqu� condenado es todo orgullo, y tambi�n toda confianza en la carne: porque cualquiera que se arroga a s� mismo hasta la m�s m�nima cosa, de alguna manera contiende con Dios como una parte contraria. Entonces, la verdadera manera de caminar con Dios es, cuando nos humillamos completamente, s�, cuando nos rebajamos a la nada: porque es el comienzo mismo de adorar y glorificar a Dios cuando los hombres tienen una opini�n humilde y baja de s� mismos. ( Juan Calvino ) .

Los requisitos de Dios y el regalo de Dios

El profeta ley� correctamente los requisitos de Dios, pero no ten�a nada que decir acerca de los dones de Dios. Entonces su palabra es una verdad a medias. La gran gloria del cristianismo no es que reitera o altera los requisitos de Dios, sino que muestra los dones de Dios. "Hacer la justicia", etc., s�lo es posible mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Se�or Jesucristo.

I. Los requisitos de Dios. En el texto se encuentran los deberes sencillos y elementales de moralidad y religi�n. Cubre sustancialmente el mismo terreno, en forma condensada, como lo hace el Dec�logo, solo que Mois�s comienza con lo m�s profundo y trabaja hacia afuera, por as� decirlo: Miqueas comienza en el otro extremo, y comienza con lo menor, lo m�s externo, lo puramente humano, se abre camino hacia el interior de aquello que es el centro y la fuente de todo.

II. Nuestro fracaso. Ninguno de nosotros ha alcanzado el est�ndar. Los requisitos de Miqueas llegan a todo hombre que honestamente haga un balance de su vida y su car�cter, como la declaraci�n de un ideal inalcanzable e inalcanzable. culpa, porque hay un hecho universal de culpa, ya sea que tenga un sentido o no. Y de ah� sigue la desesperanza de lograr lo que se nos exige.

III. Los dones de Dios. El regalo de Dios es Jesucristo, y eso cumple con todos nuestros fracasos. �Qu� diferencia hace en el esp�ritu en el que trabajamos la concepci�n de Dios dando, en lugar de exigir,! Qu� diferencia trae a lo que tenemos que hacer. No tenemos que empezar con esfuerzo, tenemos que empezar con fe. Primero ve al Dios que da. Entonces acepta Su regalo. Y luego di: "Se�or, �qu� quieres que haga?" ( A. Maclaren, DD )

Sobre el alcance de la religi�n genuina

Lo m�s com�n es que las Escrituras nos presionen, en primera instancia, esa fe suprema y afectuosa hacia Dios y Cristo, que es el fundamento de toda virtud cristiana. Y luego proceda a inculcar esos principios puros, esos temperamentos santos y esas buenas obras que la fe genuina en Dios y en Cristo producir� necesariamente. A veces, sin embargo, sol�citos en recomendar el �rbol por una referencia a la excelencia del fruto, especifican las obras desde el principio; y luego dirigir nuestros puntos de vista a esa fe de la que ha de surgir toda obra aceptable.

El amor a Dios y nuestro Redentor, ya sea mencionado en primer lugar o en �ltimo lugar, debe ser la fuente de la que se derive todo deber humano. Cristo es la piedra angular de la fe y la pr�ctica de un cristiano. Explique las diferentes ramas del deber humano de acuerdo con el orden en el que est�n dispuestas por el profeta.

I. "�l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno". Tan claramente ha dado a conocer Dios todo lo necesario para la salvaci�n, que los que no la alcancen quedar�n sin excusa. En el pecho de todo hombre Dios ha implantado una conciencia natural. Y nos ha dado Su Palabra escrita. A cada hombre le otorga poder para alcanzar la vida eterna. �l asegura a cada fiel suplicante la influencia suficiente de su Esp�ritu Santo, no solo para que ilumine la mente para comprender las Escrituras.

pero tambi�n puede dar gracia para obedecerlos. Y manda a sus ministros que prediquen el evangelio en todo el mundo a toda criatura. Entonces, si no conoces tu deber, es porque no lo conocer�s. Si mueres por ignorancia, es porque prefieres la ignorancia a la comprensi�n.

II. Entonces, �qu� debemos hacer para ser salvos?

1. Debes actuar con justicia. Debe estar en cada parte de cada uno de sus procedimientos. Debes dar a cada hombre, con alegr�a y sin demora, lo que le pertenece. Esta regla te obliga a

(1) En todas las ocasiones para decir la verdad. Porque una mentira no solo es una infracci�n de su deber para con Dios, sino que tambi�n es una infracci�n de su deber para con su pr�jimo.

(2) Ser un s�bdito fiel del rey: someterse a todos los que tienen derecho a tener autoridad sobre ti.

(3) Para evitar da�ar a la persona y restringir la libertad de su vecino.

(4) Para evitar de cualquier forma da�ar la propiedad de su vecino. Y los m�todos en los que se puede hacer esto son innumerables.

2. Debes "amar la misericordia". Misericordia significa caridad cristiana en su sentido m�s amplio. Incluye todo lo que entendemos por afecto, benevolencia, bondad, ternura, apacibilidad, mansedumbre, paciencia, perd�n; y por cualquier otra expresi�n que implique buena voluntad hacia los hombres. Observe la diferencia de los t�rminos en los que Dios requiere de nosotros primero justicia y luego misericordia. Debemos actuar con justicia; debemos amar la misericordia.

La justicia no admite grados. Si no somos perfectamente justos, somos injustos. Pero la misericordia es por su propia naturaleza capaz de gradaciones. Una persona puede ser m�s misericordiosa que otra. Entonces amar�s la misericordia. Tu coraz�n estar� constantemente puesto en las obras de misericordia, ellas ser�n tu estudio; te ser�n un deleite.

3. Debes "caminar humildemente con Dios". Caminar con Dios significa ser un siervo fiel y celoso de Dios. Debemos someter todo nuestro coraz�n, as� como nuestras acciones, a la voluntad Divina. �Est�s en prosperidad? Camina humildemente con tu Dios. Que el Dador sea glorificado en Sus dones. �Est�s en apuros? Camina humildemente con tu Dios. Entonces, evidentemente, para el jud�o y para el cristiano, la suma y sustancia de la religi�n siempre ha sido la misma. ( Thomas Gisborne, MA )

Principios fundamentales

I. El principio fundamental de todo deber. "Hazlo con justicia". Se dice que en algunas partes de �frica y Am�rica del Sur se han encontrado ciertas razas de hombres sin aparentemente ning�n sentido de justicia en ellos y, por supuesto, sin religi�n. Ser�a interesante saber hasta qu� punto una es la causa o la consecuencia de la otra. Se puede decir que han perdido su religi�n, y con ella todo sentido de justicia, o, habiendo perdido todo sentido de justicia, no hay base ni fundamento para que opere ning�n principio religioso.

La pregunta se nos presenta de forma pr�ctica. �C�mo se puede capturar, domesticar y domesticar a las criaturas salvajes de nuestras calles? �C�mo se les impartir�n los principios de la justicia y la moral; en otras palabras, c�mo se les ense�ar� a �obrar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con su Dios�? En la ley hebrea, Dios sent� las bases, en la justicia y la moral, para el Evangelio; un fundamento sobre el que posteriormente levant� la superestructura de una Iglesia gloriosa, cuyos muros son la salvaci�n y cuyas puertas son la alabanza. En esta plataforma com�n de justicia y moralidad nos encontramos todos, reconociendo la ley del Dios y Padre de todos, que est� sobre todos, por todos y en todos.

II. El principio fundamental de toda religi�n. "Ama la misericordia". No solo debemos practicar esta virtud e imitar este atributo de nuestro Padre en los cielos, sino que debemos "amar la misericordia". Para amarlo debemos verlo en toda su belleza y perfecci�n divina, y esto solo lo podemos hacer en Jesucristo. �l es la misericordia de Dios para nosotros.

III. El principio fundamental de la vida espiritual. "Camina humildemente con tu Dios". Caminar con �l con humildad y reverencia, tal como �l se revela en las p�ginas de Su Palabra, y en la persona y obra de Su Hijo, es el privilegio de Sus hijos creyentes. Este humilde caminar con Dios es de luz, gozo y triunfo. La entrada es agradable, tambi�n lo es el camino; la empresa; y el final. ( R. Balgarnie. )

De los grandes deberes de la religi�n natural, con las formas y medios de conocerlos

En estas palabras tienes ...

1. Una pregunta sobre cu�l es la mejor manera de apaciguar a Dios cuando se siente ofendido.

2. El camino que suelen tomar los hombres en este caso.

3. El curso al que Dios mismo dirige, y que efectivamente lo pacificar�. Medita en este tercer punto.

I. Los diversos deberes que Dios nos exige aqu�. Los jud�os redujeron todos los deberes de la religi�n a estas tres cabezas, justicia, misericordia y piedad: bajo las dos primeras, comprendiendo los deberes que nos debemos unos a otros; y bajo el tercero, los deberes que le debemos a Dios.

II. Las formas y los medios por los cuales Dios nos ha dado a conocer estos deberes, y la bondad y la obligaci�n de ellos.

1. Por una especie de instinto natural.

2. Por raz�n natural.

3. Por el voto general y el consentimiento de la humanidad.

4. Por revelaci�n externa.

5. Por los dictados internos y los movimientos del Esp�ritu de Dios en la mente de los hombres. ( J. Tillotson, DD )

Los requisitos del Se�or

I. Los deberes expresados ??por el profeta. Son los m�s razonables; no hay nada en ellos que no sea lo que todas las mentes iluminadas aceptar�n m�s cordialmente.

1. Para "hacer la justicia". No solo pensar y hablar con justicia, sino actuar as�: actuar con honestidad, integridad y fidelidad, sin herir, defraudar, oprimir o tentar al mal a nadie. "Hacer la justicia" es en todos los sentidos hacerse amigo de su pr�jimo.

2. Para "amar la misericordia". Disfrutar de los actos de compasi�n, perd�n y bondad. El amor a la misericordia es algo muy diferente a cualquier acto de misericordia profesada. La verdadera misericordia radica en el motivo de la bondad, y el amor por ella radica en la gratificaci�n que se siente en beneficio de otro. El amor a la misericordia es un poderoso impulso para su ejercicio. El amor a la misericordia le da intensidad.

3. "Caminar humildemente con Dios". Esto indica un esp�ritu d�cil, sumiso, agradecido, paciente y dependiente; una comuni�n cercana con Dios; y un conocimiento progresivo del car�cter y majestad de la Deidad. A medida que este conocimiento llega al alma, el alma se hunde en la auto-humillaci�n. La gran caracter�stica de caminar con Dios en la tierra es la confianza en Cristo.

II. Los motivos aportados en el texto para el desempe�o de estas funciones.

1. Un motivo se deriva de la exhibici�n de la bondad del Se�or.

2. Otro de la autoridad del requisito.

3. Otro de la naturaleza y razonabilidad de las cosas requeridas. ( WD Horwood. )

Los requisitos de Dios

El resultado consumado de toda educaci�n consiste en el poder de aplicar algunos principios cient�ficos. De una regla o m�todo claro surgen todos los productos de la ciencia ramificada y exuberante de las figuras. De modo que el arte y logro m�s elevado de la vida del hombre no es m�s que el florecimiento de una o dos verdades germinales. Los requisitos del texto son f�ciles de entender, valen toneladas de sermones y disertaciones.

Y, sin embargo, estos son preceptos que a�n no se han hecho pr�cticos en el coraz�n de los hombres. Es la aplicaci�n de la teor�a lo que se requiere. Estas palabras del texto se�alan toda la esencia de la religi�n: religi�n evang�lica vital. Algunas personas tienen pavor a las proposiciones sencillas. No les gusta que la religi�n se exprese en palabras sencillas; quieren que se quede con algo de vaguedad y complejidad mezclada con �l.

En palabras sencillas, sospechan que es solo una buena moral. Extra�an la vitalidad de la religi�n, como la llaman. No hay nada en estas palabras con respecto a los t�rminos de la salvaci�n o la fe en la expiaci�n. Pero podemos estar seguros de que aqu� est� toda la esencia y vitalidad de la religi�n. Cristo est� aqu�; porque �qui�n puede obrar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con su Hacedor, sin esa comuni�n con Cristo Jes�s, y sin esa inspiraci�n de Su Esp�ritu, por la cual somos fortalecidos y guiados para hacer estas cosas? �Y qu� ventaja tiene tener una declaraci�n de religi�n tan condensada! Aclara las cosas; es como vislumbrar una estrella en el cielo y tomar nuestra latitud y longitud, cuando hemos estado a la deriva en las oscuras olas de la duda.

Las palabras del texto no presentan ning�n asunto ligero para nuestro desempe�o. Aqu� se indica la esencia de todo hacer bien, sentir bien y vivir correctamente. El texto expresa nada menos que toda la moral, toda la filantrop�a, toda la religi�n; la esencia de toda religi�n vital y la vida espiritual m�s elevada.

1. El principio fundamental de la moralidad est� involucrado en el precepto, "Haz la justicia". Es un resumen compacto de todos los deberes sociales. Elimina todas las normas de mera ventaja ego�sta y pol�tica mundana, orden�ndonos que hagamos lo justo, lo verdadero, lo recto, lo que sea que pueda resultar de ello en forma de consecuencias personales o temporales. Sea justo, en pensamiento, obra, palabra, mano, cerebro, coraz�n. Entonces, �cu�l es la idea adecuada de justicia? Hay una gran diferencia entre la ley y la justicia, entre las promulgaciones humanas y los requisitos eternos de Dios.

�Es su idea de justicia lo que es meramente legal? �O es para establecer su voluntad individual, su est�ndar ego�sta, regulado solo por leyes de pergamino, sin importar lo que exija el esp�ritu de la civilizaci�n o el bien general? Para los dem�s, la justicia solo significa lo severo: ojo por ojo, etc. Pero de esta manera un hombre tiene una buena oportunidad de deificar sus propias pasiones y pensar que est� sirviendo a Dios. A veces, los hombres revierten un poco esto.

Se las arreglan, mediante alg�n reproche o alguna palabra desagradable, para vengarse. Est�n tras su venganza todo el tiempo. Pero la justicia es una cosa misericordiosa. Puede ser severo, nunca es despiadado. La verdadera justicia es la justicia de la caridad. Para actuar con justicia debemos interpretar la conducta de los dem�s como quisi�ramos que ellos interpretaran nuestra propia conducta. El texto absorbe tanto de nuestro ser como se ocupa en hacerlo. "Hazlo con justicia". Es una lecci�n que Dios ha establecido en dos palabras, pero el hombre puede necesitar toda su vida para aprenderla. Toda acci�n debe ser solo acci�n.

2. Una requisa que reclama toda la vida y el poder de la filantrop�a m�s genuina �Ama la misericordia�. Aqu� entra el elemento de sentimiento junto con el hacer. En todas las actuaciones buenas y verdaderas debe haber afecto. De la filantrop�a surge la justicia, en su forma m�s elevada, que brota de las profundidades del oc�ano del amor de Dios. La justicia m�s grandiosa de este mundo es la que ha sido concebida por el esp�ritu de una humanidad fervorosa y trabajadora.

Para todos los fines buenos y nobles debemos amar la misericordia. No puede haber poder ben�fico en este mundo que no brote del amor. Aquellos que tienen el verdadero amor de la misericordia en ellos, se regocijan cuando pueden paliar. Nunca puedes levantar a los hombres y traerlos al reino de Dios de otra manera que no sea am�ndolos e implic�ndote con ellos. Y la misericordia es la esencia de todo amor. Si quieres amar a tus semejantes, ten piedad de ellos. La misericordia amorosa es la fuente de todo sentimiento correcto, como hacer con justicia es de todo ser correcto.

3. El requisito final es ser religioso, caminar humildemente con tu Dios. Ni ser justos ni misericordiosos es lo primordial, porque no podemos hacerlo a menos que entremos en comuni�n con el Esp�ritu de Dios Todopoderoso. No podemos hacer nada correcto si no estamos inspirados para hacerlo. Esta es la esencia misma de toda religi�n verdadera: caminar humildemente con Dios o delante de �l. La religi�n de la Biblia nos hace caminar con Dios.

Nos da un sentido de relaci�n personal con �l. La Biblia hace de Dios una personalidad af�n. Llegamos a ser como �l y, por lo tanto, obtenemos en nosotros los verdaderos resortes y poderes de todo buen sentimiento y toda buena acci�n. Entonces aprenda que hay algo que se requiere que es m�s que el mero ejercicio del intelecto - es la entrega y santificaci�n de la voluntad y los afectos. Una entrega, transfiguraci�n, regeneraci�n del coraz�n que coloca a los hombres en una posici�n en la que pueden caminar humildemente con Dios, obrar con justicia y amar la misericordia.

Dios es la inspiraci�n de toda excelencia humana, el vivificante de todo pensamiento humano; y cuando podemos caminar con �l, no necesitamos nada m�s; podemos caminar con �l en todas partes. ( EH Chapin. )

El �ltimo evangelio de la ciencia

El profesor Huxley llama a este verso "el perfecto ideal de religi�n". Y dice que �la verdadera funci�n de la ciencia no es ponerse en antagonismo con la religi�n, sino librarla de las supervivencias paganas, la mala filosof�a y la ciencia falsamente llamada, que han oscurecido su brillo y deteriorado su vigor. " Considere lo que es este "ideal perfecto" y lo que implica. El profeta, ya sea Miqueas o Balaam, resume todo el deber del hombre de hacer justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Dios.

�Podemos aceptar que este resumen expone la esencia misma de la religi�n? S�, si se nos permite tomar las palabras de Micah en el sentido en que las us�. Tomados simplemente por s� mismos, de hecho, y aparte de su uso prof�tico, postulan la existencia de Dios, y de un Dios cuyo car�cter es el est�ndar y la regla de la justicia y la misericordia que estamos obligados a mostrar. Un Dios, por tanto, a quien debemos una constante obediencia, con quien debemos caminar en una viva simpat�a y comuni�n, y hacia quien nuestra actitud adecuada es de profunda humildad y devoci�n.

�Qu� quiso decir un profeta hebreo con un hombre "justo", si no un hombre que anduvo irreprensible en todos los mandamientos de la ley hebrea? �De d�nde aprendi� este hombre que la justicia debe templarse con la misericordia, pero de la misma ley? �Cu�l era su est�ndar de compasi�n y caridad sino la caridad de Dios? Suponiendo que las palabras del texto significan s�lo lo que un hombre de ciencia moderno las usar�a para significar, �ha considerado cu�nto implican? cu�n dif�cil es aplicarlos a las complejas y a menudo conflictivas demandas de la vida humana; �Y cu�nto m�s dif�cil es rendirles una obediencia viva y constante? �Es siempre f�cil cerciorarse de lo que exige la �justicia�? El defecto fatal de todos los esquemas �ticos presentados por aquellos que rechazan la religi�n revelada y, sin embargo, est�n dispuestos a encontrar alg�n sustituto para ella es que no toman en cuenta,pecado.

Nosotros, los que creemos en Dios y en Cristo, sostenemos que para los hombres contaminados y debilitados por el pecado, solo la fe en Dios, revelada en Cristo, les permitir� cumplir con su deber y encarnar el ideal perfecto en sus vidas. ( Samuel Cox, DD )

Una gran pregunta respondida

Sin lugar a dudas, el elemento m�s elevado y noble del hombre es su naturaleza moral, con todo lo que la palabra implica. El destino m�s elevado de un hombre nunca podr� alcanzarse si se descuida este elemento de su naturaleza. Para lograr este fin de conformidad con nuestra naturaleza m�s elevada en asuntos morales y espirituales, necesitamos conocer la ley de nuestro ser sobre este tema. La pregunta pr�ctica m�s importante que el hombre puede hacer es: �C�mo vivir�? �Qu� debo hacer para enfrentar el destino m�s elevado del que soy capaz, tanto por el tiempo como por la eternidad? Esta pregunta responde el profeta.

No se puede responder de otra manera. Ning�n hombre puede responderla desde la profundidad de su propio juicio. No puede ser respondida por la conciencia ni por la conveniencia. La Iglesia no puede responderla. Sobre ning�n fundamento humano podemos construir algo s�lido en �tica. Vea la integridad de la respuesta del profeta.

1. La respuesta es pr�ctica.

2. Cubre todo el terreno. Dos conclusiones:

(1) Como individuos, no tomemos la autoridad de nadie en materia de deber.

(2) La seguridad y la prosperidad nacionales dependen del uso y la ense�anza de la Biblia. ( CV Anthony, DD )

La ley triple

Este es el cl�max de un arrebato de reprensi�n y protesta de Dios. Se inclina para suplicar a su pueblo rebelde. Aqu� hay dos caracter�sticas del coraz�n natural.

1. Una insinuaci�n de que Dios es un Maestro duro y austero.

2. Disponibilidad para ceder todo menos el coraz�n mismo.

Observe que estos tres comandos est�n vinculados entre s�. El triple mando no se puede desmembrar. Note que el orden es l�gico, no el del desarrollo hist�rico. La justicia es la ra�z, la misericordia el follaje y la piedad el fruto.

I. Tratar con justicia. Puede haber un celo ruidoso en la religi�n mientras se usa la medida escasa, la balanza perversa y el peso enga�oso.

II. Amor misericordia. Todo el Nuevo Testamento desarrolla esta idea. Esto no debe ser un acto ocasional, sino un h�bito; no haciendo ejercicio cuando est� bajo presi�n, sino creciendo a partir de un impulso interno.

III. Camina humildemente con Dios. Iluminado. es "inclinarse bajo". Por lo tanto, sentimos una presencia y un poder invisibles, y tenemos comuni�n con lo Invisible. Caminar con Dios involucra cinco detalles.

1. Elecci�n de �l.

2. Sentido de su presencia actual.

3. Oraci�n.

4. Simpat�a.

5. Dependencia constante.

Dos comentarios:

(1) Este vers�culo es com�nmente citado por los enemigos de Cristo, meros moralistas. Pero es una de las porciones m�s escrutadoras de la Palabra, y prueba que por la ley ninguna carne es justificada, porque por la ley es el conocimiento del pecado.

(2) Los que han huido a la Cruz en busca de refugio encontrar�n en este vers�culo un nuevo incentivo a la santidad. Es mediante una vida intachable que debemos ilustrar al mundo la autenticidad de nuestra fe y profesiones de piedad. No frustramos la gracia de Dios, sino que escuchemos con amor esta triple ley, para que podamos probarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea que somos verdaderamente hijos de Dios. ( JH Worcester, DD )

La gran cuesti�n de la humanidad

Aparte de la revelaci�n, el hombre s�lo puede conocer a Dios a trav�s del hombre. Y as�, la suposici�n del hombre acerca de Dios en cualquier �poca revela el coraz�n de esa �poca. Las respuestas dadas a la pregunta: "�Con qu� me presentar� ante el Se�or?" difieren mucho. A trav�s de ellos, todo el deseo es evidentemente expiar el pecado pasado. Sin embargo, cuando examinamos las ofrendas de expiaci�n que el hombre ha puesto sobre los altares visibles e invisibles del mundo, no podemos evitar exclamar: �Qu� ser�a el pecado si dones como estos compraran la limpieza? �Qu� ser�a el hombre si regalos como estos pudieran darle paz? �Y qu� ser�a Dios si regalos como estos pudieran provocar su amor perdonador? La respuesta de Dios a la pregunta m�s profunda de la humanidad revela el car�cter de Dios.

No contempla nuestros esfuerzos de expiaci�n con complacencia, como si estuvi�ramos escalando d�bilmente por un camino recto. Dios considera nuestras ofrendas de expiaci�n con exaltado desprecio. Tenemos en el texto una gran doctrina �tica a la que el coraz�n del hombre universal asiente sin reservas. Todos los hombres sienten, y siempre sentir�n, que quienquiera que haga estas cosas sin duda vivir� por medio de ellas. Si un hombre �obra con justicia, ama la misericordia y camina humildemente ante su Dios�, todos los cielos que son dignos de ese nombre se abrir�n de par en par ante �l. Tenemos aqu� un esquema de santidad en tres grados.

1. Si queremos estar ante el Dios Supremo, debemos "actuar con justicia". Justamente en todas las relaciones de la vida. Y debemos ser justos con Dios, "presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro servicio razonable".

2. Debemos "amar la misericordia". En el cielo, tal vez, solo se requiera justicia. En esta tierra manchada de pecado, la mera justicia, si estuviera sola, puede enfatizar los males que est�n aqu�. Debemos agregar misericordia a nuestra justicia. Un hombre misericordioso ser� honrado por sus semejantes mientras algo de lo Divino permanezca dentro de la humanidad. La misericordia es un �rbol cuya ra�z es la piedad, y sus ramas se extienden con hojas curativas y frutos refrescantes sobre todo los desamparados, los que sufren y los necesitados, de todos los grados y clases. Bienaventurados los que son misericordiosos en la tierra, porque ellos obtendr�n misericordia cuando est�n delante del trono de Dios.

3. Debemos "caminar humildemente con Dios". Cuanto m�s entendemos el significado de las dos palabras "Dios" y "hombre", m�s atrevida parece la afirmaci�n de que pueden caminar juntos. Decir que Dios andar� con el hombre es revestir a Dios de una ternura inefable. Y decir que el hombre puede caminar con Dios es revestir a los hombres de sublimidad. Seguramente el gran misterio de la vida religiosa es este, que Dios puede caminar y hablar conmigo como si �l y yo fu�ramos los �nicos seres en el universo.

Pero debemos caminar humildemente con nuestro Dios, tan humildemente que le encomendaremos todos nuestros caminos; tan humildemente que nunca murmuraremos de angustia, sabiendo que todas las cosas ayudan a bien; tan humildemente que nunca nos preocuparemos por las cosas por venir, recordando que �basta para el d�a su maldad�. Todo tipo y condici�n de hombres ha citado este texto con aprobaci�n. Pero no todos lo han citado con la misma equidad para s� mismos.

El hombre cuya piedad interior a�n no ha transformado su vida exterior, tiende a confundir las palabras, "haz lo justo". El hombre que defiende su propia integridad tiende a deslizarse demasiado r�pido sobre las palabras "ama la misericordia". El hombre cuya fe se limita a las cosas sensuales es apto para leer s�lo de manera po�tica las palabras "anda humildemente con tu Dios". Abstente de hacer la justicia, y el amor a la misericordia pronto desaparecer�.

Abstente de hacer la justicia y de la misericordia amorosa, y la conciencia del Dios Omnipresente se desvanecer�. Y abst�ngase de caminar humildemente con el Se�or, y el amor a la misericordia y el deseo de justicia pronto desaparecer�n. No todos han citado este texto con la misma equidad que la fe evang�lica. Uno puede desafiar al mundo con seguridad a producir un solo hombre que haya cumplido todo este consejo, aparte de la sangre derramada y el cuerpo quebrantado de nuestro Se�or. ( J. Moffat Logan. )

Religi�n y religiosismo

Estas palabras expresan el verdadero objeto de toda revelaci�n, que es hacer buenos a los hombres; expresan el significado m�s �ntimo de toda la vida, que es el logro de la santidad. Inconfundibles en su sencillez, estas palabras barren las telara�as de confusi�n de las edades. Francamente aceptados, ser�an una cura eterna para todas las enfermedades que en una �poca tras otra han afligido a la religi�n. Muestran que el objetivo de la religi�n es elevar el car�cter, purificar la conducta, promover la bondad; resumen la poderosa ense�anza espiritual de los profetas; presagian la revelaci�n moral esencial del Hijo de Dios.

La palabra �religi�n� significa propiamente ciertas opiniones y ciertas ordenanzas; un conjunto de doctrinas; o un modo de adoraci�n. Las ordenanzas exteriores nuevas, cuando se exagera su importancia, tienden a volverse onerosas y supersticiosas; y las opiniones religiosas, cuando se mantienen por la ambici�n y el inter�s propio, han inundado al mundo de delitos. Sin embargo, para evitar confusiones, llamar� a esto �religiosismo�, no �religi�n�.

�Una corriente de religiosismo fluye a trav�s del Antiguo Testamento. El c�digo judaico no tiene valor ni significado en s� mismo, sino �nicamente en la medida en que puede ser una ayuda o un complemento de cosas superiores. El religionismo, cuando termina en opiniones u observancias, es in�til. Todos los m�s pobres y paganos del juda�smo se aferraron con entusiasmo a este elemento de los libros sagrados. Junto a esta corriente de ordenanzas religiosas fluye, a trav�s de la mayor parte del Antiguo Testamento y a trav�s de todo el Nuevo, la corriente de justicia m�s rica, m�s pura y m�s profunda.

Y la justicia expresa, y solo expresa, la esencia de la religi�n verdadera; porque la verdadera religi�n es una buena mente y una buena vida. Preg�ntele a un dogm�tico "�Qu� debo hacer para ser salvo?" y le dar� una definici�n metaf�sica elaborada. Preg�ntale a un religioso del partido y te dir� que debes escuchar a la Iglesia. Preg�ntale a tu Se�or y Maestro, y �l te dir�: �Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

Mira c�mo hablaron los profetas; el Nuevo Testamento respalda tan completamente su ideal espiritual que, si bien cada p�gina y cada vers�culo del mismo respira rectitud, apenas se encuentra religi�n alguna, apenas organizaci�n, ritual o credo dogm�tico. �Cu�l es la suma total de la revelaci�n moral de Cristo? Se divide en dos palabras: Amor: Servir. La ense�anza de cada uno de sus ap�stoles fue la ant�tesis misma del esp�ritu del externalismo.

Seg�n ellos, "el que hace justicia es nacido de Dios". Predicar estos principios es predicar el coraz�n esencial de la moral b�blica; pero, sin embargo, es una predicaci�n que invariablemente enoja mucho a los religiosos. Porque su importancia radica en esto, que es la misma piedra de toque que discrimina entre religi�n verdadera y falsa, y que barre, en todo caso, la importancia exagerada atribuida a los adjuntos, los andamios, las tradiciones y ordenanzas de los hombres, que a tantos constituyen la totalidad de su religi�n.

Lo que Dios quiere no es la as� llamada ortodoxia, sino "la verdad en las partes internas". Lo que te servir� no es ninguna cantidad de religiosidad, sino rectitud. La raz�n por la que es necesario insistir en esto es ese eterno farise�smo del coraz�n humano, que prefiere el formalismo a la espiritualidad, y que provoca un constante recrudecimiento del juda�smo en el coraz�n del cristianismo. La lecci�n para nosotros es clara.

Nuestras opiniones religiosas pueden ser falsas; los shibboleths de nuestro partido pueden no ser sino los ecos borrosos de nuestra ignorancia o nuestra incompetencia; Nuestras interpretaciones privadas de las Escrituras pueden no ser mejores que grotescas tonter�as en su presuntuosa falsedad, y todo esto puede no importar mucho, si por alguna liberaci�n Divina de nuestras obstinadas locuras, todav�a actuamos con justicia, amamos la misericordia y caminamos humildemente con nuestro Dios. . ( Decano Farrar. )

Los fundamentos de la religi�n

Es muy bueno ponerse a principios simples. Uno de los signos esperanzadores de nuestro tiempo es una creciente disposici�n a hacer esto. Tanto en la ciencia como en la teolog�a, estamos reconociendo la simplicidad donde alguna vez imaginamos que hab�a una complejidad maravillosa. Me regocijo de que, en teolog�a, estemos bajando a las verdades cristianas fundamentales, que finalmente aclarar�n los deberes del hombre y el amor de Dios.

Esta fue, en parte, la misi�n del cristianismo. El Templo de la Verdad de Dios apenas pod�a verse por la basura humana que se hab�a acumulado a su alrededor, y Jesucristo vino a barrerlo. Recuerda c�mo lo hizo. Su Serm�n de la Monta�a debe haber asombrado a todos sus oyentes. Lleg� hasta las ra�ces mismas de la vida y el deber humanos, y fue una nueva revelaci�n de la verdad. Sus disc�pulos siguieron sus pasos.

Incluso San Pablo, que era con mucho el de mente m�s sutil de ellos, analiz� el cristianismo y mostr� que consist�a en tres cosas - "fe, esperanza, amor" - y finalmente redujo incluso estas a una, diciendo: "El amor es el cumplimiento de la ley". El hecho es que cuanto m�s cerca est�n los hombres de Dios, m�s sencilla se vuelve su vida religiosa y su pensamiento religioso. Mira este texto. ��l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno.

�Miqueas podr�a decir esto con justicia a todos en Israel; pero con mucha m�s fuerza deber�an llegar las palabras a nosotros, que hemos o�do la ense�anza y hemos conocido la vida de Jes�s, Hijo de Dios y, sin embargo, Hijo del Hombre.

I. �Qu� exige el Se�or de ti sino �hacer la justicia�? La referencia del profeta es a la justicia entre hombre y hombre, que rara vez se ve�a en su �poca. Felizmente, nuestros tribunales de justicia se encuentran, en general, entre nuestras instituciones m�s nobles. Pero, �qu� hay de los asuntos comerciales? �Qu� pasa con los conflictos entre capital y trabajo? �Est� todo como deber�a estar all�?

II. El segundo requisito es "amar la misericordia". El fil�ntropo de la Iglesia puede ser el tornillo de los negocios. Hacer la justicia es hacer lo que el derecho requiere, y amar la misericordia es hacer lo que el amor requiere.

III. El �ltimo requisito es caminar humildemente con tu Dios. Esta no es la piedra superior del edificio, sino su cimiento. Camine humildemente con Dios y podr� caminar honesta y amablemente entre sus vecinos. ( Alfred Rowland, LL. B., BA )

Lo esencial de una vida religiosa.

Siempre han sido los mismos. Nuestro Se�or no ha a�adido la realidad nada a estas palabras de Miqueas. Lo que ha hecho ha sido poner estas verdades en un nuevo escenario, leerlas con una aplicaci�n m�s amplia y profunda; encarnarlos en Su propia vida, y as� hacerlos cumplir con mayor autoridad; para darnos un nuevo motivo para la obediencia y mayor poder para obedecer. �Qu� nos dice la Cruz sino �haz la justicia�, �ama la misericordia� y �camina con humildad�? Los elementos esenciales de una vida religiosa son m�s pr�cticos que te�ricos.

Parece que los jud�os de la �poca de Miqueas estaban m�s ansiosos por la forma correcta de adoraci�n. Sin embargo, �cu�l declara Miqueas que ha sido la vida en com�n de estas personas? Nos lleva a sus casas y les muestra que est�n llenos de ganancias deshonestas. Nos lleva a sus tiendas y nos muestra la medida escasa, los pesos cortos, las balanzas falsas. En sus tribunales de justicia, y encontramos al juez vendiendo su veredicto a cambio de un soborno.

En toda la sociedad se produjo el mismo enga�o vac�o. �Los habitantes han dicho mentiras, y su lengua es enga�osa en su boca�. De modo que el profeta tiene que decirles esto: No es una cuesti�n de adoraci�n correcta para ustedes, sino de conducta correcta. No c�mo debes sacrificarte, sino c�mo debes vivir. Hay ciertos deberes necesarios porque Dios los ha ordenado, y hay otros deberes que Dios ordena porque son necesarios.

Hay dos formas en que los hombres, hoy en d�a, dan demasiada importancia a las cosas no esenciales de la religi�n. Est� el ritualista, que exagera la importancia del ceremonial. Nos convertimos en una especie de ritualistas cuando pensamos que las demandas de Dios se cumplen asistiendo a los servicios y reuniones con regularidad. La esencia de la religi�n no est� en esas emociones agradables que sientes al escuchar un serm�n conmovedor. Se basa en el trato honesto, en las acciones bondadosas, en ese esp�ritu humilde y obediente que brota de la comprensi�n de la presencia de Dios.

Su �mbito no es principalmente en la Iglesia, sino fuera, en el mundo y en el hogar. El momento y el lugar en el que mostrar que son hombres y mujeres religiosos es cuando comienza su trabajo por la ma�ana, cuando compra y cuando vende, cuando pasa una hora en la recreaci�n, tanto como cuando ora o reza. cuando ense�as. Otra forma en que algunos dan demasiada importancia a lo que no es esencial de la religi�n es del lado de la doctrina.

Los hombres hablan como quer�an que todas las cuestiones dif�ciles se resolvieran de inmediato antes de convertirse en siervos de Dios. Hay dificultades en la Biblia, pero pertenecen al intelecto y no a la vida pr�ctica. No debemos subestimar la importancia de la doctrina evang�lica, pero a menos que las doctrinas de la gracia den resultados pr�cticos, es dudoso que las conozcamos verdaderamente. Estas son las cosas esenciales:

1. "Hazlo con justicia".

(1) Hay una justicia cuyo guardi�n es el derecho civil.

(2) Una justicia cuyo guardi�n es la costumbre.

(3) La �nica justicia que satisfar� a Dios es aquella de la cual la conciencia es la guardiana.

Esto le ense�ar� al ladr�n a hacer restituci�n; esto no se convertir� en trucos clandestinos; esto respetar� los reclamos de los dem�s incluso cuando m�s busca promover los suyos.

2. "Ama la misericordia". Muchos fallan aqu�. Est�n tan erguidos como una columna de m�rmol, y tan fr�os y duros. Los instintos de nuestra mejor naturaleza deber�an ense�arnos a ser misericordiosos. Dios nos insta a mostrar misericordia unos a otros sobre la base de que todos somos deudores a �l por igual.

3. "Camina humildemente con tu Dios". Muchos de los llamados hombres morales y hombres bondadosos son, sin embargo, hombres imp�os. �Qu� es llevar una vida imp�a? Es pasar la vida lejos de Dios. �sta es la esencia de toda vida religiosa, hacer de Dios una realidad y actuar como en Su presencia. ( Frank Hall. )

Los tres grandes deberes humanos

Los conceptos err�neos de la verdad son tan peligrosos como la recepci�n de la falsedad. Este texto es uno por el cual los mortales orgullosos, autosuficientes e imp�os est�n acostumbrados a adormecer sus conciencias para dormir y sus temores culpables a descansar, diciendo: "Paz, paz, cuando no hay paz". Dicen, "que si un hombre hace lo mejor que puede, Dios no requerir� m�s".

I. �Qu� es hacer con justicia?

1. �No es para mantener un peso justo y una medida justa? para ser veraz y justo en todos sus tratos?

2. Para actuar con justicia, no debe haber extorsi�n, especulaci�n, prevenci�n, monopolio ni opresi�n.

3. El justo odia todo camino de mentira; se mantiene lejos de un asunto falso; no presenta informes falsos; no es un acusador falso, no hace juramentos falsos, no da informes falsos.

4. Si lo hace con justicia, ser� tanto por su Dios como por su pr�jimo. Si es justo para con Dios, tendr� "respeto por todos sus mandamientos". Justificar�s todas las misericordiosas dispensaciones del cielo. �Puedes bendecir a Dios por tu creaci�n siempre y cuando hagas, no a Dios, sino a ti mismo, el fin de tu creaci�n? �Puedes decir que con justicia bendices a Dios por tu preservaci�n mientras no lo bendigas por tu salvaci�n? Es imposible que puedas bendecir con justicia a Dios por el regalo inestimable de Su amado Hijo mientras te niegas a escucharlo. Si eres justo con Dios, ser�s constante en tu asistencia a Su casa, el lugar donde mora Su honor.

II. �Qu� es amar la misericordia?

1. Si amas la misericordia, "romper�s tus pecados con la justicia, y tus iniquidades al mostrar misericordia a los pobres".

2. Ser�s misericordioso en todas tus relaciones con la humanidad.

3. Si amas la misericordia y la muestras a los dem�s, la anhelar�s para ti.

4. Si amas la misericordia, tus caminatas ser�n caminatas de misericordia, tus visitas ser�n visitas de misericordia y tus preguntas ser�n preguntas de misericordia.

III. �Qu� es caminar humildemente con Dios?

1. Si lo hace, tendr� un esp�ritu d�cil.

2. Tendr� una opini�n mezquina de s� mismo.

3. No se dejar� llevar por palabras altisonantes en los sermones o en las oraciones: amar� la verdad sencilla, sencilla y honesta.

4. Si caminas humildemente con Dios, caminar�s humildemente ante �l.

5. Caminar�s humildemente con �l en secreto; tu humildad no ser� una mera muestra de humildad.

6. Si caminas con tu Dios, caminar�s mucho con su amado Hijo.

7. Disfrutar�s mucho de Su presencia, la elevaci�n de la luz de Su rostro.

8. No esconder�s en una servilleta los talentos que �l te ha encomendado, ni encerrar�s Sus bondades en tu regazo, sino que dar�s a conocer Su bondad a los hijos de los hombres. El agradecimiento siempre morar� con humildad. ( John Clementson. )

Grandes demostraciones y demandas de Dios

"Hazlo con justicia". Hay una justicia de expiaci�n, para romper con nuestros pecados mediante el arrepentimiento. Un juez de compensaci�n, al cumplir con la reparaci�n de nuestras lesiones p�blicas. Una justicia de reivindicaci�n, para confirmar nuestras leyes imponiendo penas y restricciones tan justas como las insolvencias de algunos hombres han merecido. Existe el alivio de la misericordia, o la moderaci�n, la compasi�n y la ternura, a modo de perd�n, indemnizaci�n y olvido.

Se agrega la ra�z y corona de todas las virtudes y gracias, la humildad; lo que te hace m�s seguro de la aceptaci�n y bendici�n de Dios. La humildad es la sal que debe mezclarse con todo sacrificio; un dulce perfume que debe acompa�ar a cada oblaci�n. Es la gloria de todas las perfecciones humanas y divinas; la seguridad de la justicia y el santuario de la misericordia. Si tienen la intenci�n de caminar con Dios y esperan que Dios los acompa�e, no solo deben negar, deben renunciar totalmente y aniquilarse a s� mismos hasta el punto de no confiar ni buscar en ustedes mismos, sino en el Dios vivo.

I. El demostrador o Shewer. "El Se�or."

1. El surgimiento u ocasi�n de esta manifestaci�n. Encuentra esto en Miqueas 6:6 . Observe las jactanciosas preguntas y las presuntuosas postulaciones de una compa��a de hip�critas formales.

2. El cr�dito y la autoridad de este Demostrador, que hace que Sus palabras, tanto por la verdad como por la bondad de ellas, sean m�s dignas de ser cre�das, recibidas y obedecidas. �l es la gran e inagotable fuente de todo poder y orden, natural, civil, espiritual. �l no es m�s capaz por Su sabidur�a que querer por Su indulgencia y amor, para instruir a la humanidad en la forma que es mejor para �l. Nos ha mostrado las reglas m�s infalibles e inmutables de justicia, misericordia y humildad.

II. La cosa se demostr�. Denotado bajo tres grandes cabezas:

1. Considere la justicia, la misericordia y la humildad juntas y juntas. Note la santidad de estas grandes demandas. La brevedad del discurso sobre ellos. Su perspicuidad, aunque expresada tan brevemente. El orden y situaci�n de los datos. La justicia es lo primero; luego misericordia; y luego humildad. La uni�n de estos tres es inobservable, porque son inseparables donde son sinceros. El ep�teto o predicado com�n a todos ellos. "El Se�or te ha mostrado lo que es bueno".

2. Consid�relos por separado.

(1) En el sujeto o sustancia, esp�ritu y quintaesencia, de cada uno de ellos. �Qu� es la justicia? Algunos lo miden por su poder; otros por su voluntad; otros por sus fantas�as e imaginaciones. Algunos miden la justicia por necesidad; algunos miden la justicia por el poder y la posesi�n por la fuerza; como si tuviera raz�n. La justicia debe ser considerada, en su fuente y original, la sabidur�a y la voluntad de Dios; en la gran cisterna y conservatorio, que es el poder legislativo y soberano en cada sociedad y gobierno.

La justicia es considerable en los conductos y conductos de todos los magistrados subordinados. Hay una justicia que se debe a Dios, a nosotros mismos y a los dem�s. �Qu� es la misericordia? Por misericordia, Dios es, por as� decirlo, m�s grande que �l mismo: un negacionista de s� mismo y un partidario de nuestros intereses. Todas nuestras esperanzas y felicidad se basan y est�n ligadas a la misericordia de Dios. La misericordia en Dios es una perfecci�n de la bondad, por la cual �l modera la severidad de Su justicia hacia la humanidad pecadora.

La misericordia en el hombre es un afecto por el cual se toma en serio la miseria de otro y est� dispuesto a aliviarlo. La misericordia es un asistente inseparable de la justicia humana; s�, y al Divino. Los penitentes son los verdaderos objetos de misericordia. Son pocos los casos en los que se requiere el summum jus . En la mayor�a de los casos existe la posibilidad de remisi�n y moderaci�n. �Qu� es la humildad? Es una gracia sumamente cristiana, no menos que una virtud sumamente varonil, convertirse en todos los hombres, en el sentido de sus enfermedades comunes y condici�n mortal; en la conciencia de sus muchos pecados y miserias merecidas; en la reflexi�n sobre sus mejores acciones, llenas de fallas y defectos.

El orgullo destruye y amarga todo el bien, incluso la justicia y la misericordia, que cualquier hombre hace. El orgullo tiene su recompensa s�lo de s� mismo o del mundo vano. Considere los predicados o acciones aplicados para cada uno de estos tres t�rminos. Considere la justicia

1. Materialmente, en cuanto al m�rito de la causa o persona.

2. Regularmente, en cuanto a la ley prescrita por Dios o por el hombre, no por opini�n privada.

3. Con autoridad, por orden y comisi�n debida, derivada del leg�timo poder supremo.

Haz justicia en cuanto a la forma interior, el principio o la conciencia, por el bien de la justicia, no por la ambici�n. Hacer justicia en la pr�ctica; imparcial, r�pido, en la debida medida y proporci�n, con humanidad y compasi�n hacia la persona. "Ama la misericordia". Observe el orden; justicia de mostrar misericordia. Observe el �nfasis de la palabra "amor" puesta a misericordia. La justicia debe hacerse como una tarea encomendada. La misericordia debe ser amada y deleitada.

Este amor se une a la misericordia como algo en s� mismo m�s deseable, m�s beneficioso para nosotros y los dem�s, como la obediencia a los mandamientos de Dios y en imitaci�n de las perfecciones divinas. Ama la misericordia por el avance de todas las gracias; como el mejor signo de la mejor religi�n, recordando que el pecado te expone a la miseria; para confirmar tu esperanza y aumentar tu recompensa en gloria. "Camina humildemente". Est� listo y preparado para ir con Dios.

Las palabras implican una libertad y familiaridad de conversaci�n que no puede darse sin que se acuerden dos; ni puede haber acuerdo con Dios, excepto donde el coraz�n es humilde. Caminar es una noci�n social y amistosa, y es progresiva y paralela, en una forma de confirmaci�n, no de contrariedad. Cuanto m�s camine un hombre con Dios, m�s crecer� en humildad.

3. A qui�n muestra Dios, ya qui�n requiere, estas grandes lecciones y deberes. "T�, oh hombre".

(1) Toda la humanidad.

(2) Aquellos que disfrutan de la luz de la Palabra de Dios.

(3) Cada uno en Su estaci�n particular.

4. La manera en que Dios muestra y requiere estos deberes de todo tipo de hombres, en todas las ocasiones, tiempos y tratos. Dios se lo ha mostrado a la humanidad en esos Principios internos de la recta raz�n, y esa norma de justicia que se establece en el coraz�n de cada hombre. Por las letras patentes de las Sagradas Escrituras. Por los m�s grandes ejemplos de hombres santos en todos los grados. Con obtestaci�n frecuente, castigo amenazador. ( John Gauden ,, DD )

Las demandas de Dios sobre el hombre

1. �Tiene Dios alg�n derecho sobre usted? �Tiene derecho a exigirte algo, si le parece bien hacerlo?

2. �Ejerce �l este derecho? �Ha requerido realmente algo? En la Biblia se encuentra a Dios en todas partes hablando imperativamente a sus criaturas, d�ndoles no meramente consejos, sino consejos y mandamientos autorizados.

3. �Cu�les son las afirmaciones que afirma Dios? �Qu� pide el Se�or de ti? Tu amor supremo, tus afectos m�s selectos, todo tu coraz�n y cualquier otra cosa a la que ese amor disponga y atraiga. Dios ha dado reglas para la regulaci�n no solo de nuestra conducta externa, y todo ello, sino de nuestro habla, nuestros pensamientos, nuestros motivos, nuestros principios de acci�n y de todas las diversas modificaciones de los sentimientos.

4. �Cu�l es el car�cter de estas afirmaciones de Dios?

(1) Son razonables. Su capacidad de razonamiento puede inferirse de su realidad. Dios es incapaz de hacer una demanda irrazonable.

(2) Son particulares. Est�n hechos sobre ti como individuo y no en ninguna capacidad social. Dios dirige sus mandamientos individualmente a cada uno.

(3) Sus afirmaciones son primordiales. En cada comparaci�n, merecen tener la preeminencia; en cada competici�n la preferencia.

(4) Sus afirmaciones son imparciales. Dios las afirma con respecto a todo ser inteligente y con respecto a cada uno lo mismo.

(5) Sus afirmaciones son inalterables. Podemos cambiar, pero ellos no. Nuestro deber es el mismo, sea cual sea nuestro car�cter. Dios no puede rebajar sus demandas para adaptarlas a nuestras inclinaciones o discapacidades. Entonces, �c�mo hemos tratado sus afirmaciones? �Hemos hecho lo que �l nos ha pedido? Recuerde, se amenaza con una pena para quien las ignore. Los reclamos de justicia son anteriores a los reclamos de misericordia. Debe cumplir con sus afirmaciones expl�citas y autorizadas sobre usted. Y debe cumplir de inmediato y completamente. ( W. Nevins, DD )

Los requisitos del evangelio

Ha habido considerables disputas en aquellos pa�ses donde se desconoc�an las Escrituras con respecto al bien principal o soberano del hombre. La religi�n es el principal bien del hombre. Es bueno en su origen; desciende del Padre de las luces; es bueno en su naturaleza; es bueno en su tendencia y en su final. Es el mayor bien del hombre. No hay en �l nada m�s que lo que es m�s apropiado y apropiado para el hombre, ya sea considerado en s� mismo o en su relaci�n con Dios o con sus semejantes.

La religi�n es un bien satisfactorio. Posee el poder de curar todos los diversos trastornos de la mente y el coraz�n humanos; el poder de consolar, consolar, regocijar y deleitar al esp�ritu redimido del hombre, en todas las circunstancias por las cuales, en la providencia de Dios, puede ser llamado a pasar en este mundo. Es un bien universal, no restringido a ninguna clase de personas, a las personas de cualquier edad, pa�s o localidad.

Es un bien eterno; tan vasto como las necesidades y capacidades del esp�ritu humano. La tabla de la ley que nos instruye en nuestro deber para con Dios es generalmente la primera que se nos presenta en las Escrituras. En el texto, el orden se invierte. Se requiere que todo hombre haga justicia a su pr�jimo. Se nos exige que actuemos con la m�s exacta integridad y rectitud hacia nuestros semejantes en todos los aspectos, y hacia cada uno de nuestros semejantes.

Mantenga la regla de oro. Pero no debemos hacer justicia estrictamente; tambi�n debemos amar la misericordia. La misericordia est� siempre dispuesta a escuchar las quejas, a aliviar las necesidades, a perdonar las ofensas, a cubrir las faltas. La misericordia se deleita en imitar al Padre de las misericordias; para hacer el bien, seg�n su poder, a toda la humanidad, en todas las circunstancias. No solo debe haber una conducta y un lenguaje misericordiosos, sino un coraz�n misericordioso dentro de nosotros. "Camina humildemente con tu Dios". Esto significa al menos tres cosas: reconciliaci�n, afecto y coito.

1. Reconciliaci�n. Dos no pueden caminar juntos a menos que est�n de acuerdo. Hay tres clases de personas con las que Dios nunca puede estar de acuerdo. El inmoral, el incr�dulo y el mundano

2. Afecto. Todo el pueblo de Dios lo ama. Y sabemos que Dios ama a su pueblo.

3. Relaciones sexuales. La relaci�n entre Dios y su pueblo es tan real como cualquier relaci�n que tenga lugar entre los esp�ritus del cielo, o cualquier intercambio de pensamientos y de bondad que tenga lugar entre los hombres en la tierra. La humildad es esencial para caminar con Dios. El margen dice: "y humillarte para caminar con tu Dios". Antes de que cualquiera de nosotros pueda caminar con Dios, debemos ser humillados bajo Su poderosa mano; y cuanto m�s profunda y completamente nos humillemos, m�s de cerca caminaremos con Dios.

No hablo de esa humildad que est� entretejida en el car�cter por el artificio y la astucia; sino de esa humildad que se obra en lo m�s �ntimo del alma por el dedo de Dios. Hay dos herej�as doctrinales a las que se opone nuestro texto.

1. La herej�a de los que buscan ser justificados por las obras.

2. La herej�a de los que piensan ser justificados por una fe que es un mero sentimiento y nunca obra. ( F. Ward. )

El significado interno de los requisitos divinos

Estas palabras a menudo han sido citadas con respetuosa admiraci�n por personas que miran con indiferencia o desprecio lo que suponen es la teolog�a de la Biblia. Se debe invitar al fil�sofo y al fil�ntropo a extraer estas grandes m�ximas de la masa que las recubre, para darles la prominencia que se ha dado a esos dogmas que son tan intrincados y que conducen a resultados malos o a ninguno.

Con mucha alegr�a tomo estas palabras del profeta como mi gu�a; son dignos de todo el honor que se les ha concedido. Hacer la justicia, amar la misericordia y caminar con humildad, �Dios realmente requiere todo esto de m�? Si no puedo aprender c�mo puedo ser justo, misericordioso y humilde, asegurarme que estoy destinado a serlo es una opresi�n intolerable. Los hombres han sentido esto en todo momento; lo est�n sintiendo ahora.

Y el sentimiento, aunque est� mezclado con mucha contradicci�n, no es falso. Tendr�an derecho a quejarse de nosotros y de la Biblia si acudi�ramos y les dij�ramos una serie de preceptos, los mejores preceptos del mundo, y no les dij�ramos de d�nde iban a obtener la fuerza para obedecer. los preceptos. Nuestra moralidad debe tener una base subterr�nea profunda sobre la que descansar. �Cu�l es esa base? Respondo, debes buscarlo en esa misma teolog�a de la Biblia que has supuesto que es una liberaci�n tan grande dejar de lado.

All�, y s�lo all�, encontrar� la protecci�n contra los dogmas estrechos, locales y artificiales de los sacerdotes, y los dogmas secos, duros, apenas menos artificiales, a menudo incluso m�s despiadados, de los fil�sofos. All� encontrar� la protecci�n contra la d�bil y convencional moralidad de clases y edades; all� encontrar�s un significado para las palabras, hazlo con justicia, ama la misericordia, camina con humildad y el poder de traducirlas de las palabras a la vida.

1. El Se�or te pide que "act�es con justicia". Esta frase plantea toda la cuesti�n del fundamento de la obligaci�n moral. Parece decirme que alguien est� ordenando cierto curso de acci�n que estoy obligado a seguir porque �l lo ordena. Y este curso de acci�n se describe con la frase "hacer con justicia". Entonces, �la justicia no es nada en s� misma? �Se hacen bien las acciones porque cierto poder insiste en que deben realizarse? Aqu� radica la principal controversia entre el mero sacerdote y el mero fil�sofo, en lo que se refiere a la conducta humana.

El uno siempre ha tenido la tentaci�n de sostener que un decreto omnipotente hace que ese bien que no ser�a bueno sin �l, hace que ese mal que de otro modo ser�a indiferente: el otro siempre ha estado buscando encontrar lo que constituye una acci�n o un h�bito justo o injusto. , verdadero o falso; ya sea algo en su propia naturaleza, o en su efecto sobre el hacedor individual, o en su influencia sobre la sociedad.

La conciencia de los hombres clama por un gobernante; por tanto, presta atenci�n al sacerdote. La conciencia existe s�lo en la afirmaci�n de que el bien y el mal son eternamente opuestos; por tanto, presta atenci�n a los fil�sofos. La experiencia muestra que el sacerdote es muy propenso a elevar las m�ximas de conveniencia temporal al nivel de las leyes eternas; por tanto, la conciencia protesta contra �l. La experiencia muestra que el fil�sofo no puede encontrar un terreno firme desde el cual pueda actuar sobre los individuos o la sociedad, sino que se ve obligado a suplicar un terreno firme a su opini�n, oa erigir el suyo por encima de ambos; por eso la conciencia protesta contra �l.

Luego viene el mensaje: "�l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno". �Un mensaje de qui�n? Si no me ha dicho lo que es, las nuevas no valen nada, no se ha mostrado lo bueno. Si deseas una moralidad universal, debe haber la revelaci�n de un Ser moral. Si quieres recibir la orden de "hacer con justicia" en lugar de un peso de reglas, observancias y ceremonias, debes tener la justicia ante ti, no en palabras, f�rmulas, decretos, sino de manera viva, personal e hist�rica.

Se le debe ense�ar lo que es el Ser justo al ver lo que �l hace lo que �l hace por usted. �l quiere que le gustes. �l debe decirte c�mo te agrada. La Biblia no es un libro de meras moralidades. Lo ser�a si le quitaras su teolog�a. Su teolog�a es la revelaci�n del Ser justo al coraz�n y la conciencia de la �nica criatura que es capaz de ser justa, a causa de la �nica criatura que es capaz de apartarse de la justicia.

Por fin es la manifestaci�n a todas las naciones de esa justicia original que hab�a sido la ra�z de toda justicia en ellas; la manifestaci�n de la justicia divina en un Hombre, que vino al mundo para reconciliar a los hombres con Su Padre, para que recibieran Su Esp�ritu, y pudieran ser justos, como �l es, - hacer con justicia, como �l lo hace.

2. El Se�or exige que los hombres "amen la misericordia". Esta es una obligaci�n a�n mayor, m�s dif�cil de cumplir. Puedo hacer cosas, pero en contra de mi naturaleza. No ser�n actos justos o rectos, seg�n la idea b�blica de la justicia, que supone que el hombre es bueno antes de hacer cosas buenas. Pero pueden ser justos de acuerdo con alguna regla legal, filos�fica o sacerdotal. �Puede esta regla explicar c�mo debo amar porque es deseable que lo haga? La misericordia es, sin duda, una hermosa cualidad.

Pero hay un l�mite para la admiraci�n de los hombres. Si la misericordia se encuentra con un h�bito mental despiadado en nosotros, sus obras ser�n explicadas. La misericordia no es necesariamente amada cuando se exhibe en su forma m�s completa y perfecta, cuando se manifiesta en los actos m�s misericordiosos y serviciales. Puede haber un grito por ello en otro terreno. Los hombres pueden sentir que resistieron la justicia divina, que est�n en guerra con ella.

Pueden invocar la misericordia para evitar el castigo que creen que la justicia desea infligirles. Vaya a la teolog�a de la Biblia. All�, Cristo se presenta como la imagen del Padre, no en una sola cualidad, sino en todo su car�cter. Se dice que manifiesta la justicia de Dios en el perd�n de los pecados. El hombre quiere misericordia porque ha pecado, pero esta misericordia tiene el poder de quitar el pecado, de cubrirlo, de extinguirlo, de transformar a la criatura, que era su sujeto y esclavo, en una nueva criatura que puede amen la misericordia y hagan la justicia.

3. El Se�or requiere que el hombre �camine humildemente con �l�. Sobre esta virtud de la humildad hay tanta contienda como sobre la justicia y la misericordia. �Se puede pretender que el hombre piense con mezquindad en la naturaleza y los poderes que Dios le ha dado? Cuanto m�s noblemente juzgue de su humanidad, m�s noble ser� �l mismo, dice el fil�sofo. Es muy cierto que, si intentamos por cualquier m�todo artificial cultivar lo que se llama la gracia de la humildad, puede convertirse en otro nombre para la mezquindad, para el abandono de la virilidad y la dignidad, para una abnegaci�n nominal que es compatible con mucho en la auto-exaltaci�n del barrio.

�Cu�l es la verdadera humildad? Somos humildes en nosotros mismos solo cuando caminamos con Dios. Es esto lo que pone al hombre en el polvo. Es esto lo que lo eleva a una altura que nunca hab�a so�ado. La teolog�a de la Biblia, entonces, explica su moralidad. Nos permite saber lo que deber�amos ser y ser lo que desear�amos ser . ( FD Maurice, MA )

�Qu� pide el Se�or de ti?

El texto contiene tres puntos para nuestro autoexamen. El Se�or requiere, primero, que �actuemos con justicia�; en otras palabras, que toda nuestra conducta sea recta y fiel, que "no defraudemos a nadie" y que siempre "hagamos a los dem�s como quisi�ramos que nos hicieran a nosotros". El segundo requisito es "amar la misericordia". Ser justo, estrictamente justo, honesto, recto es algo, de hecho, pero no lo es todo.

Un hombre puede ser muy honesto y, sin embargo, muy ego�sta; de hecho, la justicia y la misericordia son virtudes en cierto modo antag�nicas y, a menudo, no se encuentran coexistiendo. El hombre que se enorgullece de su integridad con frecuencia lo convierte en una excusa para la falta de caridad. Entonces, cuanto m�s se enorgullece alguien de su justicia, m�s raz�n tiene para examinarse a s� mismo en el punto de la misericordia. �Eres siempre de coraz�n tierno, dispuesto a perdonar, tratando a los dem�s con la debida consideraci�n y bondad, y poniendo la construcci�n m�s caritativa en todas sus acciones? Se requiere de nosotros no s�lo mostrar misericordia, sino amar la misericordia; disfrutar positivamente de hacer el bien.

El tercer requisito es "caminar humildemente con tu Dios". Esto implica algo m�s que la ausencia de orgullo. �Qu� es �caminar con Dios�? En la expresi�n est� impl�cita una unidad de mente y voluntad, una santa comuni�n y compa�erismo con Dios, como aquellos con los que est�n muy lejos de so�ar, que se contentan con hacer la justicia y la misericordia amorosa. �D�nde encontraremos esta unidad sino en aquellos que preguntan humildemente qu� es la mente de Dios y buscan conocer y hacer Su voluntad? El texto es literalmente, como margen, �Hum�llate para caminar con tu Dios.

�El hombre pecador es naturalmente demasiado orgulloso para caminar con Dios; preferir�a ser completamente independiente y caminar solo. Cuando por la gracia de Dios ha sido humillado y abatido, entonces descubre que caminar con Dios es su mayor honor y gozo presente. Nuestro texto, que al principio parec�a un ep�tome de la ley, parece contener el Evangelio. ( WE Light, MA )

Los requisitos de Dios

I. Hacer lo justo. Actuar, hablar y esforzarse por pensar, de manera justa, honesta, hacia todos los hombres. No permitir que los sentimientos, intereses, pasiones o prejuicios nos influyan. (Ver consejos y mandamientos b�blicos, Deuteronomio 16:19 ; Salmo 82:3 ; �xodo 23:3 ; �xodo 23:8 ; Lev�tico 19:33 ; Proverbios 20:14 ; Lev�tico 19:11 ; �xodo 23:1 ) Note que se nos ordena hacer justicia, pero no siempre exigir justicia, o nuestros derechos estrictos de los dem�s.

II. Amor misericordia. Hacer justicia estricta es a veces muy doloroso, pero la obra de misericordia es siempre una obra de amor. El cristiano aprende, cada vez m�s, cu�nto est� en deuda con la misericordia; y por eso ama la misericordia con amor agradecido, y la obra de misericordia es para �l una obra de gratitud. La Biblia tiene hermosos preceptos sobre este tema ( Deuteronomio 22:1 ; �xodo 23:4 ; Mateo 5:44 ; Romanos 12:20 ).

Los pobres son objetos especiales de la misericordia de Dios ( Deuteronomio 15:11 ; Deuteronomio 24:10 ). El misericordioso no ser� demasiado agudo en reunir para s� todo lo que pueda, ni en insistir en todos los derechos que le da la ley del hombre, si ese derecho no afecta al pr�jimo ( Deuteronomio 24:19 ; Santiago 2:13 ).

La misericordia se debe mostrar en simpat�a ( Romanos 12:15 ; Lucas 23:34 ).

III. Camina humildemente con tu Dios. Lo m�s humilde que puede hacer un hombre es aceptar a Cristo. El siguiente es depender simple y completamente de Dios el Esp�ritu Santo para tener la fuerza para hacer lo justo, la gracia para amar la misericordia y caminar con humildad. Caminar humildemente es tener un sentido constante de nuestra pecaminosidad: la santidad de Dios; nuestra debilidad - todo el poder de Dios; nuestra locura e ignorancia: la sabidur�a, la verdad y el amor de Dios. Es reconocer a Dios en la prosperidad ( Deuteronomio 8:12 , etc.

). Es reconocer a Dios en la adversidad ( 1 Pedro 5:6 ; Isa�as 57:15 ). ( FJ Scott, MA )

La suma de los requisitos de Dios

Estas palabras son la respuesta del Todopoderoso, por boca de Su profeta, al grito de uno de los antiguos, cuyas dificultades en su curso religioso le parec�an demasiado grandes. Dios no le exige ning�n servicio imposible, ni innumerables sacrificios, ni r�os de aceite; S�lo le invita a andar por el camino en que todos pueden andar, los que quieran: los caminos de la justicia, la misericordia y la humildad. Los mismos t�rminos en los que se hace el requisito implican que el trabajo est� lejos de ser impracticable.

Dios habla con misericordia y ternura. Sobre la facilidad con que sus preceptos pueden ser obedecidos, funda un reclamo, seguramente el m�s conmovedor e irresistible reclamo, de obediencia. �Era el obrar con justicia, amar la misericordia y caminar con Dios algo practicable para unos pocos, viviendo en el amanecer s�lo del d�a de primavera? �Y ser� imposible para ustedes, hijos de Dios por la fe en Cristo Jes�s, ustedes, sobre quienes el sol de justicia ha salido en toda su gloria? Dios nunca asign� a un hombre ning�n trabajo que no pudiera realizar.

�l nunca orden� todav�a a Su siervo que hiciera Su voluntad, y le neg� el poder de hacerla. Si pregunta c�mo un hombre, despertado al sentido de la religi�n, puede dedicarse a hacer la voluntad de Dios, debe tener presente el doble principio de la gracia pura y el libre albedr�o. Nunca deben perder de vista su propia incapacidad para hacer algo por s� mismos sin la gracia y el poder de Dios. Si queremos realizar las obras de Dios, debe ser en el poder de Dios.

Pero no debes quedarte satisfecho con orar por gracia; no debes relajarte en tus propios esfuerzos para servir y obedecer a Dios. Cuando pensamos en la gran tarea que se nos presenta, es muy posible que nos regocijemos de tener muchas promesas de que no es imposible. Deber�amos ver que las aparentes imposibilidades hab�an sido todas de nuestra propia imaginaci�n. Aunque nunca debemos, para remitir nuestra vigilancia, ni para olvidar nuestro peligro de caer nuevamente en el pecado, si somos fieles a Dios, encontraremos cada acto adicional de autosacrificio hecho en obediencia a Su voluntad como una fuente de paz y consuelo para nosotros. nosotros. ( GW Brameld. )

Hazlo con justicia

Aqu� est� el resumen de la ley; estas son las cosas que, si un hombre las hace, vivir� por ellas. Rara vez viene a Cristo un pecador que no haya intentado primero obrar su propia salvaci�n guardando la ley, que no haya resuelto con sus propias fuerzas no volver a pecar, sino caminar sin culpa. Si se esfuerza con honestidad y se trata fielmente a s� mismo, no pasar� mucho tiempo antes de que pierda la esperanza de tener �xito en su empresa.

Esto est� m�s all� de nosotros: "Amar�s al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n, mente, alma y fuerzas". Y, sin embargo, nadie puede entrar por las puertas de perlas si no ama as� a su Dios. Entonces, �es Dios un requisito injusto? Sin duda, el �nico objeto de toda ley humana es obligar al hombre a obrar con justicia. �Ser�a posible la sociedad, la cultura, la civilizaci�n, cualquier cosa por la que valga la pena vivir, si todos los hombres se negaran a ser justos? Entonces, �es irrazonable que Dios nos ordene actuar con justicia? �Es demasiado dif�cil exigirnos que amemos la misericordia? �No se siente instintivamente como uno de los rasgos de car�cter m�s nobles y no admiramos su ejercicio? Si todos los hombres fueran estrictamente justos entre s�, humanamente hablando, habr�a poca necesidad de misericordia; pero d�ndonos cuenta de que necesitamos misericordia de nosotros mismos, �Es demasiado para que se nos pida que se lo concedamos a otros? Y el tercer requisito es, sin duda, que no se nos imponga una carga pesada o excesiva.

"Hazlo con justicia". Esa es la virtud fundamental, sin la cual no se puede levantar una superestructura de car�cter noble. Un hombre que no tiene sentido de la justicia est� completamente perdido para todas las buenas influencias, y, por m�s que trabaje, no se puede hacer nada con �l. El sentido de la justicia de uno puede estar pervertido y necesita ser educado correctamente; pero debe estar ah�, de lo contrario s�lo puede haber vileza y corrupci�n. En primer lugar, la justicia significa erecci�n, rectitud, sin dejarse influir ni a la derecha ni a la izquierda por todas las influencias que puedan influir en la vida.

1. Debemos ser justos con nosotros mismos; y s�lo podemos hacer esto dando a cualquier facultad de nuestra naturaleza su debida autoridad e influencia para gobernar nuestra conducta. Hay tres motores en nosotros que gobiernan la voluntad ejecutiva: la pasi�n, el amor propio y la conciencia, y estos est�n lejos de coincidir. Nuestras vidas enteras son frecuentemente una larga batalla entre ellos. La justicia requiere que todas las pasiones y apetitos est�n subordinados al amor propio, que nos obliga a considerar las consecuencias para nosotros mismos de lo que hacemos.

No el ego�smo, sino el amor propio, que, en el lugar que le corresponde, es una noble facultad. Pero por encima del amor propio se encuentra la conciencia soberana suprema, cuya �nica gran expresi�n, "Deber", es la palabra m�s grandiosa en cualquier idioma; que muestra a la pasi�n la bajeza de sacrificar todo lo dem�s para presentar la gratificaci�n, as� como el da�o que resulta; y que habla del amor propio de objetivos m�s elevados y grandiosos que la ventaja personal. Si eres justo con todo lo que es mejor y m�s verdadero en tu propio car�cter, no ser�s injusto con los dem�s. Si no hab�is sido as� justos con vosotros mismos, no hay esperanza para vosotros salvo en Cristo.

2. Debemos ser justos con nuestros semejantes. Justo antes caritativo y misericordioso. Los hombres est�n dispuestos a hacer cualquier cosa y a dar generosamente, con tal de que puedan evitar hacer lo justo. No puede haber misericordia por alguien que no es justo. Un poco m�s de justicia en el mundo acabar�a con la necesidad de mucha limosna. La justicia consiste en dar a cada acci�n la recompensa que le corresponde, sin a�adirle de la parcialidad ni quitarle de la envidia y el odio.

Entonces, mant�ngase perfectamente recto, no inclin�ndose hacia el lado de la aversi�n d�bil para infligir sufrimiento, ni hacia el lado del deseo airado de venganza, y sin mostrar respeto por las personas. Y nunca pidas m�s que justicia a los dem�s. Haz con justicia a quienes te rodean al estimar su conducta hacia ti, y especialmente al juzgar sus motivos. Puede estar tranquilamente seguro de que Dios siempre, y en Su misericordiosa redenci�n, sin duda alguna, obrar� con justicia. ( TT Eaton, DD, LL. D. )

La justicia de un hombre hacia otro

En la religi�n hay cosas que son de naturaleza mutable y alterable, y cosas que son inmutables e inmutables. Todo lo que sea por instituci�n podr�, por la misma autoridad que lo impuso, ser dado de baja y abatido. Las cosas mencionadas en este texto contin�an para siempre. En estas cosas coinciden todas las personas, que son de alguna educaci�n y mejora. Se�ale como tratamiento esta justicia entre hombre y hombre: �hacer la justicia.

�Hay una diferencia entre justicia y equidad. La equidad toma en cuenta las circunstancias de un caso, otorga concesiones y puede moderar el rigor de la ley. Nadie espera esta medida de Dios cuando se la aplica. Dios nos considera y trata con misericordia y compasi�n. Y deber�amos ocuparnos de eso unos con otros. Esta es la verdadera libertad y perfecci�n para un hombre, tener poder sobre su propio derecho, de modo que se compadezca y se compadezca en la facilidad de la debilidad y la ofensa.

Es una grandeza de poder poder hacer esto; y es una bondad de mente realizarlo. Por lo tanto, que �justo� e �igual� se establezcan de tal manera que sea justo lo que parezca estar de acuerdo con la ley o con la raz�n. El derecho lo determinan los propietarios, el magistrado o el acuerdo voluntario de las personas que tienen poder e inter�s. En el comercio, la costumbre y el uso deben tenerse en cuenta, ya que estos comenzaron con el consentimiento.

Un hombre puede ser injusto por la naturaleza de la cosa, as� como por la violaci�n de cualquier ley o constituci�n. �l es igual, a diferencia de lo justo, quien considera todas las cosas que son razonables y hace las concesiones en consecuencia. Hay una tercera cosa m�s all� de estos, y es ser misericordioso y misericordioso. Dios trata con nosotros normalmente, pero rara vez nos tratamos as�. Las siguientes son razones por las que debemos tener en cuenta todo este temperamento y ponerlo en pr�ctica.

1. Es el temperamento de Dios.

2. Es la tenencia y la seguridad de todos. Donde la justicia y la equidad no tengan lugar, no habr� m�s que fraude, y todo el mundo se sentir� inseguro.

3. Estas cosas sostienen al mundo, que de otra manera pronto se confundir�a.

4. Es de acuerdo con nuestros principios; estamos hechos para estas cosas.

5. Es el derecho en todos los casos. Se ve la mayor sabidur�a de un hombre al descubrir eso, y su bondad al cumplirlo.

6. Son la regla y la ley de toda acci�n.

7. Todos esperan ser tratados as� por otros. Lo que se espera de otro debe ser la medida de mi trato con �l.

8. Si nos atenemos a la regla del derecho y la idoneidad, seremos justificados cuando nos llamen a un examen. El castigo es por la defensa del derecho, o es ejemplar que otros, con un mal ejemplo, aprendan a no ofender. Vivir en la pr�ctica de la justicia y la equidad, eliminar� toda sospecha de arbitrariedad o voluntad propia, dar� tranquilidad y satisfacci�n al hombre y har� que un hombre sea aceptable. Dios.

Hay varias cosas de las que todo hombre debe ocuparse que se encontrar�an en la pr�ctica de la justicia y la equidad.

1. Deje que un hombre tenga cuidado con el inter�s propio.

2. Nadie se permita ser arbitrario en una cosa que depende de �l y de otro.

3. Que nadie lo tome por juez cuando sea parte.

4. Est� siempre listo para cualquier referencia justa.

5. Como cristiano, ceda m�s con justa consideraci�n hacia una compostura amistosa de lo que la raz�n absoluta obligar� y prescribir�.

6. Que nada descanse en una confianza secreta y no declarada; no dejes nada a medio hacer.

7. Hacer una reparaci�n simple en caso de agravio.

8. Sea un distribuidor llano y abierto.

9. Haga la misma concesi�n por las debilidades y errores de los dem�s que desea para usted mismo.

10. En reconocimiento de lo que Cristo ha hecho por ti, s� igual, justo y recto, m�s all� de �lo que la raz�n absoluta o el derecho estricto pueda imponer. ( B. Whichcote, DD )

Justicia y misericordia

Estas palabras, escritas hace tantos cientos de a�os, vuelven a nuestros corazones con tanta frescura como si se hubieran pronunciado ayer. Tambi�n se nos ha mostrado lo que es bueno, y tambi�n debemos admitir que no se puede dar una mejor descripci�n de la bondad que nuestro coraz�n reconoce que �hacer la justicia y amar la misericordia y caminar humildemente con Dios�. Por supuesto, es cierto que a trav�s de la revelaci�n de nuestro Se�or Jesucristo tenemos un conocimiento m�s claro de la naturaleza de Dios y, por lo tanto, una comprensi�n m�s profunda de lo que �l requiere de nosotros, que la gente a la que habl� Miqueas.

No hay equivalente moderno de holocausto o becerros de un a�o, ni miles de carneros ni decenas de miles de r�os de aceite, ni regalos de iglesias, ni platos de comuni�n, ni instrumentos musicales, ni vidrieras, no, ni siquiera suscripci�n a caridad: nada es bueno a los ojos de Dios a menos que lleve consigo la buena voluntad, la voluntad de hacer justicia y misericordia. Porque hoy no me propongo considerar con ustedes la cuesti�n abstracta de qu� es la justicia, una pregunta que se plante� por primera vez en uno de los libros m�s fascinantes del mundo, La Rep�blica de Plat�n, y que se ha planteado con bastante frecuencia desde entonces.

Propongo seguir al profeta jud�o al asumir que todos hemos sido instruidos en la ley divina, de modo que los grandes nombres de la justicia y la misericordia tengan un significado para nosotros, ya sea que podamos poner ese significado en palabras o no. Suponiendo eso, deseo llamar su atenci�n brevemente sobre las cualidades morales necesarias que subyacen a la pr�ctica de estas virtudes cristianas. Las cualidades morales necesarias para todos los que aspiran a ser justos y misericordiosos son tres: coraje, paciencia y simpat�a.

1. Coraje. El valor es claramente necesario; pues, �de qu� nos puede servir ver el camino correcto a seguir si, por falta de coraz�n, somos incapaces de tomarlo? Nadie puede ser justo o misericordioso si no puede seguir su propia l�nea; que no tiene, como decimos, "el valor de sus opiniones".

2. Y luego, paciencia, eso es necesario. Cu�nta injusticia se produce en el mundo porque la gente no se toma la molestia de investigar el caso que tiene ante s�. En abstracto, en la intenci�n, todo el mundo est� ansioso por ser justo; todo el mundo est� ansioso por ser misericordioso. Pero, lamentablemente para nosotros, el mundo no es un mundo abstracto. Es muy concreto, y presenta casos particulares para el ejercicio de nuestra virtud, por lo que nuestra buena intenci�n cuenta tan poco.

Si se requiriera de nosotros una acci�n a gran escala, todos deber�amos emitir un juicio que ser�a admirablemente justo. Pero, lamentablemente, las decisiones que se piden d�a a d�a son decisiones triviales sobre asuntos cotidianos y, en todos los casos, llegar a los verdaderos hechos del caso significa dedicar tiempo, es entrar en detalles preocupantes, y hay tanto m�s por hacer de tanta importancia. Y as� nos volvemos injustos, solo por falta de paciencia.

3. Y entonces el hombre que quiera ser justo o misericordioso debe tener el poder de ponerse en el lugar de otro, y ver el asunto en todas sus circunstancias desde el punto de vista de otro; y eso significa que debe tener un inter�s real en otras personas por su propio bien, y ser capaz de comprenderlas y poder ver por qu� hicieron lo que hicieron. �Ser�a demasiado decir que nadie puede ser justo o misericordioso con aquellos a quienes no ama? Dije que estas tres cualidades de coraje, paciencia y simpat�a son necesarias, ya sea que el trabajo que tenemos que hacer sea un acto de justicia o un acto de misericordia.

Y ver� que es as� cuando recuerde que esa distinci�n com�n entre justicia y misericordia es simplemente una distinci�n pr�ctica necesaria para la enfermedad humana, pero no una distinci�n que desciende a la ra�z de la acci�n. Podr�amos ilustrarlo de cualquier juicio por asesinato. En un caso de esa �ndole, debemos considerar que corresponde a la justicia preocuparse por el simple relato del crimen denunciado y, si se prueba, se dictar� sentencia.

Y luego se considerar�a parte de la misericordia entrar y sopesar las circunstancias atenuantes y modificar la oraci�n en consecuencia. Pero si la justicia significa dar a cada uno lo que le corresponde, es evidente que la misericordia se debe a�n m�s al criminal que lo que llamamos primera justicia. Las circunstancias atenuantes son una parte muy real de la acci�n. O de nuevo, supongamos que alguien en nuestro empleo ha abusado de nuestra confianza.

Un empleado ha robado dinero para pagar sus deudas de juego. Bueno, su empleador, si fuera un hombre justo, al decidir si procesar o no a su secretario, decidir�a sobre todas las circunstancias, y �l har�a lo que creyera mejor en inter�s del secretario. Si pensaba que el encarcelamiento probablemente tendr�a el efecto m�s saludable en el car�cter del hombre, lo enjuiciar�a y, en ese caso, el enjuiciamiento ser�a tanto misericordia como justicia.

Podemos ver esto, por supuesto, m�s claramente en el trato de Dios con nosotros. Podemos ver. Quiero decir, que la justicia y la misericordia son solo dos caras de una misma cosa. Sabemos que Dios nos da en todas las circunstancias de la vida lo que �l considera mejor para nosotros. A veces podemos llamar juicio a lo que �l nos env�a, ya veces podemos llamarlo misericordia, y todo el tiempo sabemos que tanto el juicio como la misericordia procede de Su amor, procede de Su conocimiento de nuestra necesidad real; de modo que su justicia es misericordia por ser lo mejor para nosotros, y su misericordia es justicia, porque eso es lo mejor que nos corresponde como hijos suyos.

Ahora, ese es nuestro ideal: una misericordia que ser� justicia, una justicia que ser� misericordia. Hagamos, pues, justicia, amemos la misericordia, como conviene a los santos. Y luego para ese tercer requisito. Eso, sabemos, es una condici�n previa de los otros dos: caminar humildemente con Dios ". Si los otros dos dieron la sustancia de la santidad, seguramente este da el secreto: "caminar humildemente con Dios". Es una expresi�n extra�a, y la traducci�n al margen de la Biblia es a�n m�s extra�a: �Hum�llate para caminar con Dios.

�Seguramente, si tuvi�ramos una visi�n de Dios como Mois�s o Isa�as, deber�amos velar nuestros rostros y caer en el polvo. �Por qu� deber�amos necesitar humildad para caminar con Dios? De hecho, es una pregunta que vale la pena hacerse: �Por qu� a menudo nos da verg�enza obedecer los impulsos de la voz de Dios que habla en conciencia? �Por qu� a menudo nos avergonzamos de ser justos, avergonzados de ser misericordiosos, avergonzados en la sociedad de defender a una persona impopular, avergonzados en la pol�tica de defender una causa impopular, temiendo ser demasiado justos, ser misericordiosos en exceso? Que Dios nos d� suficiente humildad para aceptar Su gu�a Todopoderosa a trav�s de este mundo - suficiente humildad para estar atentos al camino que �l ha preparado para que caminemos; y que nos d� todo el valor, la paciencia y la simpat�a necesarios para nuestra tarea, cualquiera que sea. ( HC Beeching.)

Y caminar humildemente con tu Dios,

De caminar humildemente con Dios

El comienzo de este cap�tulo contiene una protesta muy pat�tica de Dios por parte del profeta con su pueblo acerca de sus pecados y de caminar indigno ante �l. Las convicciones, que se hacen efectivas en el alma, extraen sus principios internos, que de otra manera no se descubren. Los hombres piensan que deben hacer algo para apaciguar al Dios a quien han provocado. Se fijan en dos cabezas generales. Proponen cosas que Dios mismo hab�a designado, como sacrificios y holocaustos.

O proponen cosas que ellos mismos han descubierto, las cuales suponen que pueden tener una mayor y mejor eficacia para el fin perseguido que cualquier cosa designada por Dios mismo. Tienen una mejor opini�n de sus propios caminos y esfuerzos, para agradar a Dios y aquietar sus conciencias, que de cualquier cosa de la instituci�n de Dios. No hay nada tan desesperado, molesto o perverso que las personas convencidas no se comprometan a hacer bajo su presi�n por la culpa del pecado.

El profeta descubre a tales Personas su error. Dios prefiere la adoraci�n moral, en el camino de la obediencia, a todo sacrificio, lo que sea. Esta obediencia moral se refiere a tres cabezas: hazlo con justicia; amor misericordia; camina humildemente con Dios. Los dos primeros abarcan todo nuestro deber con respecto a los hombres. El tercer encabezado se refiere a la primera tabla de la ley.

I. Qu� es caminar con Dios.

1. Se requieren algunas cosas.

(1) Paz y acuerdo. Estos tienen que hacerse, solo pueden hacerse, a trav�s de la sangre de la expiaci�n.

(2) Unidad de dise�o. El objetivo de Dios, en general, es su propia gloria; en particular, es "la alabanza de su gloriosa gracia". Para exaltar esta gloriosa gracia, dos cosas son considerables. Todo lo que debe esperarse de la mano de Dios se debe a la mera gracia y misericordia. El disfrute de S� mismo en esta forma de misericordia y gracia es esa gran recompensa de quien camina con �l. Para que un hombre pueda caminar con otro, se requiere que tenga un principio vivo en �l que le permita hacerlo.

2. Qu� es caminar con Dios. Consiste en la Ejecuci�n de esa obediencia, en cuanto a materia y manera, que Dios, en Su pacto de gracia, requiere de nuestras manos.

(1) Para que nuestra obediencia sea caminar con Dios, se requiere que estemos en pacto con �l, y que la obediencia sea requerida en el tenor de ese pacto. Cosas necesarias para que responda al tenor del pacto. Debe proceder de la fe en Dios, por Cristo el Mediador. La persona debe ser perfecta o recta en ella.

(2) Para que nuestra obediencia sea caminar con Dios, se requiere que sea un movimiento progresivo constante hacia una marca ante nosotros. Caminar es un progreso constante.

(3) Caminar con Dios es caminar siempre bajo la mirada de Dios. Por una aprehensi�n general de la omnisciencia y presencia de Dios. Dos cosas seguir�n estando bajo la mirada y el control de Dios. Pensamientos reverenciales de �l. Auto-humillaci�n bajo el sentido de la imperfecci�n de todos nuestros servicios.

3. Nuestro caminar con Dios en nuestra obediencia argumenta la complacencia y el deleite en ella; y que estamos atados a Dios en sus caminos con las cuerdas del amor.

II. Qu� es caminar humildemente con Dios. Las palabras originales son: "Humillarte al caminar". En nuestro caminar con Dios, distinguimos entre su poder interior y su privilegio exterior. Qu� es en referencia a lo que debemos humillarnos al caminar con Dios. A la ley de su gracia y a la ley de su providencia. Debemos humillarnos para colocar nuestra obediencia en un nuevo pie de cuenta y, sin embargo, seguirla con no menos diligencia que si se apoyara en el antiguo.

Debemos dedicarnos a los deberes m�s importantes, estando plenamente convencidos de que no tenemos fuerzas para los m�s peque�os. Debemos ver que en Cristo est� nuestro suministro. Y nos humillamos para contentarnos con las aflicciones m�s agudas que acompa�an a la obediencia m�s estricta. Considere ahora lo que es humillarnos a la ley de su providencia. Hay mucho en la administraci�n providencial de Dios m�s all�, e incluso aparentemente contradictorio, con la raz�n de los hombres. Cuatro cosas requieren esta humillaci�n de nosotros mismos.

(1) Confusi�n visible.

(2) Variedad indescriptible.

(3) Alteraciones repentinas.

(4) Angustias profundas.

Debemos ser humillados ante Su soberan�a. Su sabidur�a, Su justicia. �C�mo vamos a humillarnos a la ley de la gracia y la providencia de Dios?

(1) Deje que la fe tenga su trabajo.

(2) La reverencia constante y permanente de Dios ayudar� al alma en esta resignaci�n universal y humillaci�n de s� misma.

Esta reverencia de Dios surge de la infinita excelencia y majestad de Dios y Su gran nombre. La infinita e inconcebible distancia que nos separamos de �l. Este glorioso Dios se complace por su propia gracia en condescender a preocuparse por nosotros y nuestros servicios.

III. Caminar humildemente con Dios es el gran deber y la preocupaci�n m�s valiosa de los creyentes. Diversas formas en las que la gloria redunda en Dios por medio de los creyentes que caminan humildemente con �l.

1. Le da la gloria de la doctrina de la gracia.

2. Le da la gloria del poder de su gracia.

3. Le da la gloria de la ley de Su gracia, que es un Rey obedecido.

4. Le da la gloria de su justicia.

5. La gloria de su reino; primero, en su orden y belleza; y en segundo lugar, al multiplicar sus s�bditos.

Este andar humilde debe ser ciertamente la preocupaci�n grande e incomparable de todos aquellos cuyo fin principal es el avance de la gloria de Dios. Al caminar humildemente con Dios, encontraremos paz en cada condici�n. Encontraremos consuelo. Esto nos har� �tiles en nuestra generaci�n. ( John Owen, DD )

Caminar con dios

�Por qu� no con alegr�a? Hay una base puesta para esto. Sin embargo, la alegr�a no es absolutamente necesaria. Hemos conocido mucha abnegaci�n y muerte en el mundo, y espiritualidad de devoci�n y celo por la gloria de Dios y el bienestar de los dem�s, en personas de las que se puede decir que se salvan por la esperanza, m�s que por la confianza. Pero en lo que respecta a la humildad de esp�ritu, es indispensable, siempre y en todo, y sin ella no se puede progresar. �C�mo va a aparecer nuestro caminar humildemente con Dios?

I. En conexi�n con la verdad Divina. Aqu� Dios es nuestro maestro; y si, como aprendices, caminamos humildemente con �l, derribaremos las imaginaciones y todo lo elevado que se enaltece contra el conocimiento de Cristo; sacrificaremos el orgullo de la raz�n; y habiendo comprobado que las Escrituras son la Palabra de Dios, y habiendo descubierto lo que realmente contienen, no especularemos sobre sus principios, sino que los admitiremos en su autoridad Divina.

II. En relaci�n con las ordenanzas divinas. Aqu� caminamos con Dios como adoradores; y si caminamos humildemente con �l, tendremos gracia, mediante la cual podremos servir a Dios de manera aceptable, con reverencia y con temor piadoso.

III. En conexi�n con sus misericordias. Aqu� caminamos con Dios como nuestro benefactor. Si caminamos humildemente con �l, reconoceremos y sentiremos que no tenemos ning�n derecho sobre Dios por nada de lo que poseemos o disfrutamos.

IV. Con respecto a nuestras pruebas. Aqu� caminamos con Dios como nuestro reprobador y corrector; y si caminamos con humildad, no le acusaremos neciamente; no acusaremos a Su autoridad, ni preguntaremos: �Qu� haces?

V. Respecto a nuestras condiciones. Aqu� caminamos con Dios como nuestro gobernador y gobernador; y si caminamos con humildad, nos mantendremos bajo su control; estaremos dispuestos a que �l elija nuestra herencia por nosotros. Estaremos satisfechos con nuestra propia asignaci�n y aprenderemos, en cualquier estado en el que nos encontremos, a estar contentos con ella.

VI. En cuanto a nuestra calificaci�n y capacidad para nuestro trabajo. Aqu� caminamos con Dios como nuestro ayudador y fortaleza; y si caminamos humildemente, seremos sensibles a nuestra insuficiencia para todos los prop�sitos de la vida Divina. Aqu�, la humildad es - temer siempre; y - rezar. Sost�nme, y estar� a salvo.

VII. Respecto al conjunto de nuestra recuperaci�n. Aqu� caminamos con Dios como Salvador; y si caminamos con humildad, no iremos a establecer nuestra propia justicia, sino que nos someteremos a la justicia que es de Dios, y reconoceremos que no tenemos nada de qu� gloriarnos ante �l. �Feliz este humilde caminante con Dios! Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. ( William Jay. )

Los requisitos de Dios de sus criaturas

I. Se requiere mucho del hombre cuando se le dice que "camine humildemente con Dios".

1. Debe considerarse que el que camina con Dios vive con plena conciencia de que el ojo de su Hacedor est� siempre sobre �l; que no puede dar un solo paso inadvertido, ni hacer la menor cosa que escape a la atenci�n Divina. Cuando considera que caminar con Dios implica una conciencia siempre activa de la presencia de Dios, tal vez no sea f�cil encontrar palabras que expresen mejor una santidad preeminente. Si un hombre tiene la convicci�n pr�ctica de que Dios est� siempre a su lado, ese hombre ser� el mismo en p�blico y en privado.

2. Caminar con Dios denota una fijaci�n completa de los afectos "en las cosas de arriba". Tiene tanto su cabeza como su coraz�n en el cielo. El hombre a quien se aplica tal descripci�n ha alcanzado grandes logros en la piedad.

II. Por qu�, aunque se requiera mucho, se podr�a hablar de �l de esa manera casi desde�osa que es tan observable en el texto. La forma de expresi�n parece indicar que Dios pudo haber requerido mucho m�s de lo que requiri�. Dios no pide nada que no corresponda a las ventajas presentes y futuras del hombre. �l ha ordenado Su trato con nuestra raza, que la obediencia es el padre de la paz y la desobediencia de la inquietud.

La criatura se beneficia al dar lo que el Creador demanda. Dios pudo haber instituido un modo tan diferente de tratar con el hombre, que lo que ahora pide no es nada comparado con lo que podr�a haber exigido. ( Henry Melvill, BD )

Humildad

Una pregunta a la que el texto es una respuesta. Esta pregunta nos ense�a que las observancias ceremoniales no compensar�n el descuido de deberes sustanciales; que los hip�critas dar�n cualquier cosa antes que entregarse al Se�or; que no es el precio del sacrificio, sino la piedad del sacrificio lo que Dios mira. La respuesta es. "�l te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno". Doctrina - Al revelar nuestro deber para con nosotros, Dios no exige nada al hombre sino lo que es bueno.

Dios ha revelado Su mente por la luz de la naturaleza y por la luz de Su Palabra, que es m�s clara, plena y segura. La revelaci�n de la mente de Dios consta de dos partes, la parte moral y la parte evang�lica. Todo lo que Dios ha revelado es bueno. Hay una bondad moral y ben�fica. Dios no nos exige nada m�s que lo bueno. Esto puede probarse mediante el dise�o de la religi�n cristiana; y por la estructura y el marco de la misma.

Doctrina - Caminar humildemente con Dios es nuestro gran deber, que distingue a los sinceros de los hip�critas. �Qu� es caminar humildemente con Dios? Una pronta sumisi�n y sujeci�n de nosotros mismos a todos los mandamientos de Dios. Esto incluye el miedo a ofender y la preocupaci�n por agradar. Una satisfacci�n paciente con cada condici�n a la que Dios nos mete. Implica especial reverencia en la adoraci�n, y que somos profundamente sensibles a nuestra indignidad de acercarnos a Su santa presencia.

Una dependencia constante de �l, y buscar de �l todo lo que necesitamos en el curso de nuestra obediencia. Un modesto sentido de nuestra propia vileza y nada; la humildad es e implica una estima baja de nosotros mismos. �Qu� razones pueden reforzar esta humildad? Es Dios, de quien dependemos continuamente, quien lo requiere. Es nuestro Dios, en quien tenemos inter�s directo. Siempre estamos con �l; en sus ojos y en su presencia. Entonces, si caminar humildemente con Dios distingue al sincero del hip�crita, cuidemos de caminar humildemente. ( T. Manton, DD )

Humildad ante Dios

En la tarde de la ma�ana en que Gordon, cuando estaba en Palestina, recibi� un telegrama de Inglaterra, pidi�ndole que emprendiera una misi�n que hab�a anhelado emprender toda su vida, fue encontrado por un amigo fuera de la muralla de la ciudad, arrodillado en oraci�n. Cuando le reprocharon que el lugar fuera peligroso por parte de los �rabes, respondi�: �Los telegramas de Inglaterra esta ma�ana me llenaron de tal j�bilo. Sent� que podr�a meterme en problemas si me sent�a orgulloso, y pens� que simplemente me subir�a a mi caballo, me ir�a solo y me humillar�a ante Dios ".

Paz en el camino

( Miqueas 6:8 , marg.): - Este �caminar con Dios� es la frase m�s expresiva de la Biblia para la vida divina. Dios y el alma que acompa�an a los peatones en el camino de la vida, �qu� podr�a ser m�s contundente? Caminar con Dios es la marea de espiritualidad en nuestros corazones, todos los baj�os, rocas y baj�os cubiertos por el mar lleno de bah�as.

I. La reuni�n debe ser. Antes de que podamos caminar con Dios, debemos haberlo conocido. Aqu� est� solo la dificultad, este es el tropiezo al principio. No puede haber andar con Dios, no puede haber comuni�n con �l, hasta que se llegue a un acuerdo. Hay una disputa y controversia en el universo. Por nacimiento, el hombre es enemigo de Dios; por elecci�n, lo es; por voluntad, permanece. La oscuridad y la luz no pueden estar juntas. Entonces, �c�mo puede el hombre caminar con Dios? El acuerdo se encuentra solo en el Se�or Jes�s. Est� en la Cruz de Cristo.

II. Conocido debe ser. Para caminar juntos se requiere m�s que un acuerdo. El acuerdo no nos mantendr�a juntos. Este caminar juntos es solo para los amigos m�s cercanos. Debemos ser amigos de Dios. Debemos conocernos unos a otros, debemos amarnos unos a otros. Este conocimiento, este conocimiento, esta amistad se encuentra tambi�n en el Se�or Jes�s. En Cristo conocemos a Dios, y as� caminamos juntos hacia el hogar. El pecado es lo que trae desconfianza, y el pecado se elimina en el Portador del pecado.

III. debe ser el mismo ritmo. Caminar con Dios implica que al mismo ritmo los pies se elevan por el camino. �l sabe lo lento que es el nuestro. �l sabe c�mo nuestros pies vacilantes se arrastran por el camino celestial. Dios no permitir� que su d�bil hijo camine tristemente solo, muy por detr�s de �l.

IV. Ir por el mismo camino debe ser. Cuando dos caminan juntos, una cara no mira hacia un lado y la otra hacia el otro lado. Ambos avanzan uno al lado del otro. As� es con nosotros y el Se�or, nuestro Compa�ero. ( J. Bailey, AM )

Versículo 9

La voz del se�or clama a la ciudad, y el sabio ver� tu nombre, o�d la vara, y qui�n la ha establecido.

La voz de Dios en sus juicios

I. Este texto anuncia que hay un mensaje enviado por Dios: La voz del Se�or, como la Palabra escrita, es el medio ordinario y designado para transmitir Su voluntad a los hombres. Por ese medio Dios ha anunciado en todas las �pocas sus prop�sitos y nos ha dado a conocer nuestro deber. Pero hay ocasiones en las que Dios adopta otro modo de comunicaci�n y nos habla de otra manera. Hay ocasiones en las que nos habla a trav�s de su providencia y nos transmite una lecci�n con un lenguaje que garantiza el respeto, si no obliga a la obediencia.

�l nos habla como individuos por aflicciones, por calamidades, por p�rdidas, por duelos, y esto hace que los descuidados sean sensibles, al dirigirse a ellos en una forma que asegure la atenci�n. En otras ocasiones, alza la voz y se dirige a las ciudades o comunidades con juicios de un tipo mucho m�s amplio: por la guerra, el hambre o la pestilencia. As� Dios habla a un pueblo rebelde y desobediente. Si se desprecia Su Palabra, si se descuida Su ce�o fruncido, debe adoptar otro modo de proceder, debe herir; una especie de necesidad lo obliga a utilizar medios que son ajenos a su naturaleza y que difieren de su tratamiento ordinario.

Todo lo que sabemos de Dios nos lleva a suponer que el modo de su discurso se adaptar� al estado de su pueblo. Si son como ovejas, mansos, d�ciles y obedientes, �l los conducir� como un pastor. Si son rebeldes y orgullosos, si muestran con su comportamiento que no son las ovejas de su prado, ��l tendr� que tomar otros instrumentos y conducirlos por otro camino. En ese caso, debe reprender, debe castigar, debe someter mediante la aflicci�n a aquellos a quienes no puede atraer por amor, y debe humillar el orgullo que resiste la instrucci�n.

Pero aunque habla, no nos atrevemos a decir que todos oyen. Hab�a quienes, de anta�o, ten�an ojos y no pod�an ver, y o�dos y no pod�an o�r. Hay quienes, incluso ahora, pueden leer la Palabra escrita y no ven nada que se aplique a ellos mismos; o pueden sentarse bajo el sonido del Evangelio y no escuchar nada de lo que entienden.

II. El texto nombra a las personas por las que se entender� ese mensaje. Los hombres de sabidur�a, los pocos, los muy pocos, cuyos corazones el Se�or ha abierto, ven lo que otros pasan por alto. Ven Su nombre, el fin y el objeto de Sus obras, y aprenden a glorificar a Dios al familiarizarse con Su naturaleza al contemplar Sus obras. Otros ven la vara, pero no perciben la mano que la empu�a. Ven el evento, pero no marcan la providencia.

Ven las aflicciones, pero no observar�n los juicios. Pero precisamente estas cosas las ve el sabio. Nada excita su atenci�n que no lo lleve a Dios y lo lleve a mirar a Dios como el autor de todo lo que sucede, el Gobernante, el inteligente, el Gobernante misericordioso del mundo. El sabio ve, marca y nota lo que el necio no ve; y la aflicci�n que confunde a uno se convierte en medio de iluminaci�n y correcci�n para el otro, mientras Dios es visto y considerado en lo que se hace.

III. El texto describe el objeto y el significado del mensaje. Considere la inferencia que hace el sabio y c�mo la aplica. �O�d la vara, y qui�n la dispuso�. Convencidos de que la aflicci�n que sufren es una vara que Dios usa para reprender y castigar a su pueblo, instan a "prestar atenci�n a lo que pasa". �No menosprecies la disciplina del Se�or.

"Humillaos bajo la poderosa mano de Dios, para que �l os exalte a su debido tiempo". Este es el lenguaje de la sabidur�a, muro como de piedad. Admitir la existencia de Dios, y la creencia en su providencia sigue. Admite Su providencia y debes ver que una providencia como la Suya no puede tener l�mites. Se extiende a todo: incluye todo, tanto el mayor como el menor. Pero si esto se sigue necesariamente de la mera creencia en Dios, recuerde que es parte de la sabidur�a sacar la deducci�n necesaria y explicar el evento que aparece refiri�ndose a la causa que lo produce, y lo que se sabe del car�cter y voluntad de Aquel con quien se origina el evento.

Ilustre con referencia al fracaso de la cosecha de papa durante dos temporadas sucesivas. No necesitamos referir tales calamidades a ninguna de las iniquidades p�blicas o privadas que tenemos motivos para lamentarnos. Dios se ocupa de los principios m�s que de los particulares. �l nos corrige reivindicando Su propia naturaleza de nuestros conceptos err�neos; y un juicio que se extienda a todos debe tener la intenci�n de transmitir a todos la lecci�n que necesitan.

Vamos a la ra�z de todos los pecados cuando nombramos el coraz�n pecaminoso de la incredulidad como el objeto del desagrado de Dios, y creemos que Dios est� reprendiendo ese coraz�n malvado por los juicios que env�a. No nos referimos a esa incredulidad especulativa que niega la existencia de Dios, sino a esa incredulidad pr�ctica que lo olvida. Pero en la misma proporci�n en que un hombre se esfuerza por olvidar a Dios, es necesario que se le recuerde.

A menos que seamos entregados a nuestros �dolos y se nos deje llevar a cabo nuestra propia destrucci�n, se nos debe ense�ar el secreto de nuestra dependencia de Dios y ser inducidos a buscarlo de la manera que �l ha designado. ( Henry Raikes, MA )

El grito divino contra la iniquidad

Miqueas nos dice que su visi�n se refer�a tanto a Samaria como a Jerusal�n. Contra ellos hay un clamor tanto de pecados como de castigos.

1. De los pecados. Estas dos ciudades hab�an corrompido los dos reinos de los que eran cabezas respectivas. En ninguna parte el ate�smo y la inmoralidad predominan tanto como en las grandes ciudades. Las rebeliones de Samaria fueron Baal y los becerros de oro. Las transgresiones de Jerusal�n fueron sus lugares altos, donde se practicaban las idolatr�as. El culto id�latra de estas ciudades no signific� solo una multiplicaci�n de im�genes, altares, etc.

; consist�a mucho en la satisfacci�n de sus deseos y pasiones carnales. La voz de Dios tambi�n clama contra su violencia y opresi�n; su soborno y corrupci�n; sus hechicer�as y adivinos; sus fraudes en el comercio y la negociaci�n; la traici�n de los amigos y la falta de afecto mutuo en las relaciones m�s cercanas

2. De los castigos. El primer ay que se denuncia es la ruina de Samaria. El segundo es el cautiverio. El tercero es el fracaso de la verdadera profec�a y el ministerio de la Palabra de Dios entre ellos. No les importaba escuchar verdades desagradables. El cuarto es una enfermedad consumidora que se apodera de ellos. El quinto es el hambre. El sexto es el desprecio y desprecio con que sus enemigos deben tratarlos.

En estas acusaciones y denuncias, se dice que el �hombre de sabidur�a ver� el nombre de Dios�, es decir, reconocer� Su comisi�n y autoridad en ellas tan plenamente como si lo hubiera visto escribirlas. Tal hombre confesar�, cuando se dicten los juicios, que no son fortuitos, viniendo en el curso ordinario de las cosas, o debido a la mera voluntad del hombre, o concurrencia de segundas causas; sino que son una vara del cielo, que Dios ha puesto para el castigo de su pueblo pecador. ( W. Reading, MA )

La ceguera del hombre a su propia maldad

Nada es m�s esencial para el car�cter del Ser Supremo que la perfecta santidad. Ama la justicia y odia la iniquidad. Como la propia conciencia de cada hombre es testigo de la rectitud moral del gran Legislador y conduce a la expectativa de su juicio imparcial; de modo que la notable interposici�n de la providencia divina en los asuntos del mundo, al infligir severos castigos por la obstinada maldad de los hombres, ha sido universalmente reconocida.

Siempre se han atribuido golpes grandes y desoladores a la inmediata mano vengadora de Dios. Otras cat�strofes de naciones y ciudades han sido contabilizadas por los hombres m�s sabios como ejemplos de castigar la maldad obstinada y el lujo disoluto. Pero la misma uniformidad no es de ning�n modo observable en los efectos de esos juicios, como en su causa. No estamos absolutamente despreocupados de los golpes de la providencia que vemos en el mundo.

La estupidez no puede llevarnos tan lejos; pero rara vez los consideramos con la atenci�n que deber�amos. En las aflicciones que le ocurren a la humanidad, todos los lados merecen ser considerados; y todo es digno de atenci�n en estos mensajes de venganza Divina. Es una triste observaci�n que aquellos hombres que sobre todo se jactan de su raz�n sean los menos empleados en tales reflexiones. M�s ocupados con la naturaleza que con el Dios de la naturaleza, consideran debilidad descubrir el dedo del Todopoderoso en las aflicciones de los hombres; lo atribuyen todo a causas secundarias.

Pero lo que se llama naturaleza, o es nada o es un conjunto de seres creados por Dios: o los efectos de la naturaleza no son nada, o son las consecuencias de las leyes por las cuales el Creador Supremo gobierna a esos seres; y consecuentemente, cualquier cosa que llamemos efectos naturales, o acciones de segundas causas, son las obras de Dios y los efectos de las leyes establecidas por �l. Este razonamiento, aparentemente s�lido, est� confirmado en las Escrituras, que ense�an claramente que las calamidades de hombres particulares est�n dise�adas para la instrucci�n de todos.

Pero, no pocas veces, se abusa de los juicios divinos de otra manera; cuando los hombres de esp�ritu orgulloso y poco caritativo, en lugar de considerarlos como advertencias a s� mismos, piensan y hablan de ellos como castigos directos por los cr�menes de quienes los padecen. Ning�n razonamiento puede ser peor que decir que tal hombre es un grave pecador, porque es infeliz aqu� en la tierra; y otro es un gran santo, porque est� rodeado de todo tipo de delicias.

Razonar de esta manera es poner l�mites al Alt�simo, sin considerar los diferentes puntos de vista que una Inteligencia infinita puede tener en los golpes que inflige a los mortales. A veces los proyecta para pruebas; a veces para mostrar Su poder y gloria; a veces para mostrar la fe y la fortaleza de quien la sufre. Si se pudiera sacar una conclusi�n justa de los sufrimientos de los hombres en la tierra, deber�a ser m�s por el amor de Dios que por su ira.

En lugar de decir que el que sufre es m�s culpable que el que no sufre, a menudo podr�amos tener ocasi�n de decir que el que no sufre nada es mucho m�s criminal que el que m�s sufre. En general, hay muy pocos pecadores a quienes un hombre tiene derecho a preferirse. ( A. M'Donald. )

Escucha la vara

Dios transmite instrucci�n a los hijos de los hombres por Su Palabra y por Sus providencias. Estos dos m�todos de instrucci�n se ayudan mutuamente. Cuando tanto Su Palabra como Su providencia se unen para dirigirse a nosotros, la criminalidad de la falta de atenci�n se lleva al m�s alto grado. Sin embargo, esa falta de atenci�n es com�n.

I. Nos conviene estar atentos a las dispensaciones de la providencia que puedan estar teniendo lugar ahora. En ellos Dios est�, por as� decirlo, moviendo Su vara sobre nosotros.

II. Se�ale algunas lecciones de instrucci�n.

1. Dios nos est� ense�ando la gran maldad y maldad del pecado en general.

2. Dios ahora nos est� llamando a examinarnos a nosotros mismos, a fin de determinar si nosotros mismos, como naci�n o como individuos, hemos contribuido en alguna medida a provocar estas calamidades.

3. Dios nos est� llamando a un arrepentimiento profundo; examinar el estado de nuestras almas inmortales y probar la autenticidad y la realidad de nuestra religi�n. Nos corresponde individualmente examinar nuestro propio coraz�n y compararlo con el espejo de la Sant�sima Palabra de Dios.

4. Dios nos est� llamando a orar por el comienzo de ese gran y glorioso d�a, cuando el Evangelio se esparcir� universalmente sobre la faz de todo el mundo, y los �reinos de este mundo se habr�n convertido en reinos de nuestro Se�or, y de su Cristo ". ( John Vaughan, LL. D. )

La voz de Dios a las ciudades

I. Dios tiene voz en las ciudades. La ciudad a la que se refiere aqu� es Jerusal�n. �l habla a una ciudad a trav�s de su ...

1. Comercio.

2. Mortalidad.

3. Iglesias.

Los sermones que se predican, los agentes que se emplean para iluminar al ignorante, para consolar al afligido, recuperar al perdido.

II. Los sabios de las ciudades reconocen la voz. "El hombre de sabidur�a ver� tu nombre". �Y la sabidur�a tiene tu nombre en sus ojos� (Delitzsch). �Y el sabio considerar� tu nombre� (Henderson). La idea parece ser esta, que el sabio reconocer� la voz de Dios. Job dice: "Dios habla una vez, s� dos veces, y ellos no lo perciben". Las multitudes que pueblan las ciudades son sordas a la �voz divina�.

�El estruendo de la pasi�n, el zumbido del comercio: las campanadas de los placeres animales ahogan la voz de Dios. Pero mi sabio siempre tiene el alma en actitud de escuchar. Como el joven Samuel, dice: "Habla, Se�or, que tu siervo oye". Abraham oy� la voz de Dios acerca de Sodoma, Daniel acerca de Babilonia, Jon�s acerca de N�nive, Jerem�as acerca de Jerusal�n.

III. El juicio de las ciudades est� en esa voz. �O�d la vara, y qui�n la dispuso�. La vara es el s�mbolo del juicio. Oh Asiria, la vara de mi ira, la vara en mi mano es mi indignaci�n �.

1. Dios advierte a las ciudades.

(1) Les advierte de la ruina temporal final. Todas las ciudades deben irse, ir con N�nive, Grecia, Babilonia, Roma, Jerusal�n.

(2) Les advierte del peligro espiritual. "El alma que pecare, esa morir�". Esta es Su voz para cada ciudadano.

2. Debe prestarse atenci�n a su advertencia. �O�d la vara�. La �nica forma de escapar es la atenci�n. ( Homilista. )

La voz de la vara

Nuestro profeta est� proclamando la controversia de Dios con Israel. Representa a Dios sentado en juicio sobre Israel. Apelando a ellos como prueba de sus anteriores bondades hacia ellos. Especificando los delitos de los que eran imputables. Amenazando con castigarlos con sentencias desoladoras. Mostr�ndole a Israel c�mo podr�a evitar la inminente destrucci�n. Supone que un israelita arrepentido manifiesta preocupaci�n por la salvaci�n al instituir las preguntas m�s importantes y expresa su disposici�n a cumplir con todo lo que Dios quiera exigir.

Para obtener el favor de Dios, dice Miqueas, debemos acudir a �l, no seg�n los artificios de la superstici�n, sino como Dios prescribe en Su Palabra. Para agradar a Dios debemos vivir en la pr�ctica uniforme de la justicia, la misericordia y la piedad humilde.

I. Las adversidades de la humanidad son designadas por Dios.

1. Las aflicciones de la humanidad son diversas.

2. Todos est�n sujetos al nombramiento de Dios. No podr�an existir sin �l. Ajusta todas sus circunstancias.

3. Son designados para prop�sitos importantes, por lo que no deben ser ignorados ni despreciados.

II. La adversidad es el instrumento de la correcci�n paternal de Dios. Como una vara

1. Lo emplea de mala gana:

2. Solo para beneficio del hombre:

3. Solo cuando sea necesario.

III. Dios habla por vara a los que castiga. Habla con todo.

1. Una reprobaci�n,

2. Una advertencia,

3. Una voz alentadora.

IV. La instrucci�n transmitida por la varilla reclama nuestra atenci�n.

1. Con piadosa atenci�n.

2. Atenci�n inquisitiva.

3. Atenci�n sincera.

4. Atenci�n pr�ctica. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

Escuchando la vara

(un discurso f�nebre): - Nuestro Padre Celestial emplea muchos instrumentos para la instrucci�n moral de Sus hijos. A las mentes reflexivas y d�ciles, les ense�a muchas lecciones importantes y �tiles por medio de Su providencia que opera perpetuamente a nuestro alrededor. No es solo en tiempos de prueba y aflicci�n que la providencia transmite lecciones dise�adas para nuestra iluminaci�n y beneficio. Pero las lecciones son muy lentas para aprender y muy listas para olvidar. Cuando nos sobreviene una aflicci�n repentina y triste, la mente se despierta a menudo, el coraz�n se ablanda, nos vemos obligados a hacer una pausa y reflexionar. Una dispensa dolorosa nos habla solemnemente.

I. De la brevedad e incertidumbre de la vida humana. Esta es una lecci�n que a menudo suena a nuestros o�dos y, a menudo, se dirige a nuestros corazones. La muerte prematura afecta especialmente. Por ella se insta a los j�venes a vivir de tal manera que la muerte, cuando venga, no tenga terror ni aguij�n.

II. De la decepci�n de las m�s brillantes esperanzas humanas. La vanidad de los deseos humanos y la frecuente destrucci�n de las esperanzas humanas han sido en todas las �pocas el tema del moralista, el poeta y el predicador. �No deber�amos todos preguntarnos si nuestras esperanzas son tales que la muerte no puede destruir?

III. Del misterio de la providencia. Cuando recordamos que todas las cosas est�n bajo el gobierno de Dios, el �nico Sabio, el Todopoderoso y el Todopoderoso, no debemos quejarnos aunque no podamos comprender. Dios obra a una escala, y durante un per�odo, tan vasto, que ser�a tanto una presunci�n como una locura que las criaturas miopes y ef�meras, como nosotros, esperaran comprender sus planes.

IV. Del valor de una fe cristiana. Apoya a los moribundos, consuela a los afligidos. Permite que el creyente en el conflicto con el �ltimo enemigo salga m�s que vencedor; permite a los que lloran a los amigos fallecidos vivir con la certeza de un futuro y bendito reencuentro. ( GD Macgregor. )

La voz de Dios a la ciudad descuidada

(en una visita de c�lera): -

1. Esta imposici�n es la "voz del Se�or", como una reprimenda y advertencia de �l. Despu�s de cada deducci�n y concesi�n por causas secundarias, ya sean naturales o artificiales, nos vemos obligados a volver a la gran primera causa y a reconocer que esta calamidad p�blica es en verdad la voz de Dios. Esta voz del Se�or "clama a la ciudad". Es la de un centinela o heraldo que proclama con voz fuerte e inconfundible: �El que tiene o�dos para o�r, oiga.

�� Que el pueblo se vuelva cada uno del mal de su camino, y de la violencia que est� en sus manos. �Qui�n sabe si Dios volver� y se arrepentir� y se apartar� del ardor de su ira para que no perezcamos?

2. En tales ocasiones, "el sabio ver� tu nombre". El nombre del Se�or de una manera especial denota Sus atributos: Su justicia, poder, sabidur�a, bondad, amor.

3. En tales ocasiones, "o�d la vara y qui�n la dispuso". No "soportad", sino "escuchad". La vara de la justicia y el amor divinos tiene voz, tanto para el que sufre como para el que mira. Inv�telos a la oraci�n personal y al autoexamen.

(1) En cuanto a sus sentimientos con respecto al pecado en general.

(2) Debe haber una renuncia al yo.

(3) Pero la reforma externa no es suficiente, ni ser� duradera a menos que el coraz�n sea tocado por dentro y atra�do por la piedra de carga de la gracia divina. ( LM Humbert, MA )

La voz de Dios a la naci�n

I. Las calamidades p�blicas son la voz de Dios a la naci�n. Las dispensaciones de Dios son particulares o generales. Los particulares afectan a los individuos; el general afecta a una naci�n o un mundo. Una naci�n no es m�s que una familia m�s grande, un hogar m�s numeroso y extenso. �La voz del Se�or clama a la ciudad� - contra la ciudad. �Por qu�? A causa de nuestros pecados nacionales. Son muchos y grandiosos. El lujo derrochador, por una parte, y la codicia comercial, por otra, �no han marcado el �ltimo per�odo de nuestra historia? La inmoralidad flagrante, el crimen atrevido, la impiedad que desaf�a al cielo y la blasfemia alzan sus frentes descubiertos y sin rubor a la luz del d�a.

La mentira, la inmundicia y el fraude deben contarse entre los pecados que claman a nuestro pa�s. La voz del Se�or clama contra nosotros debido a la poca mejora que hemos hecho de nuestras ventajas religiosas. �Cu�n pocos viven bajo la influencia vital de esas doctrinas y principios que distinguen el Evangelio de la gracia de Dios de todos los dem�s sistemas! La voz nos acusa, no solo de un vergonzoso descuido del Evangelio, como cuesti�n de inter�s personal, sino tambi�n de indiferencia respecto a su difusi�n por la tierra.

II. Es sabio ver y reconocer a Dios en las calamidades p�blicas. Su gran, venerable y atractivo nombre de sabidur�a, poder y amor est� inscrito en todas sus obras, y all� lo ve y lee el hombre de sabidur�a. Pero especialmente es visible sobre las nubes l�gubres de la aflicci�n. Multitudes viven, act�an y forman sus juicios como si no hubiera un gobierno divino, como si el azar fuera un monarca universal. Ellos miran s�lo causas secundarias.

El texto implica que es parte de la locura no percibir y reconocer la mano del Se�or en las calamidades p�blicas. Tal insensibilidad es una evidencia de una maldad positiva, que se acerca al ate�smo.

III. Es nuestro deber e inter�s mejorar las calamidades p�blicas. �Por qu� un padre castiga a sus hijos? Para que mejoren con su correcci�n. �l usa la vara, no para complacer su propio temperamento, sino para beneficiarlos. Es nuestro deber buscar el mejoramiento personal de las dispensaciones de nuestro Padre Celestial. No es solo nuestro deber, es nuestro inter�s mejorar las calamidades p�blicas. La primera lecci�n que debemos aprender es examinarnos y humillarnos ante Dios.

1. Resignarse alegremente a la voluntad divina.

2. Llevar en nuestra mente los derechos que nuestros gobernantes tienen sobre nuestras oraciones.

3. Alimentar reflexiones solemnes y pr�cticas sobre la muerte.

4. Obtener una mejora de esta calamidad p�blica - la muerte de la Princesa Charlotte de Gales - buscando impresiones m�s profundas de la verdad, que todo es vanidad excepto el Evangelio ( John East, AB )

La vara amenazante de Dios

Es una cuesti�n dif�cil de determinar, si la grandeza de Dios, o la condescendencia de Dios, es el mayor misterio. Puede que se acerque el d�a en que se encontrar�n con estas seis cosas silenciosas de Dios.

1. Barras silenciosas, cuando no conozcas ni comprendas el idioma de ellas.

2. Un Dios silencioso. Cuando clamar�is a �l, y �l no os oir�.

3. Ordenanzas mudas y mudas, que no os hablar�n.

4. Misericordias silenciosas, de modo que todas las cosas buenas que os hace, no conozc�is su idioma.

5. La triste suerte de una conciencia silenciosa.

6. �rdenes, amenazas y promesas silenciosas; es decir, nunca sabr�is lo que exigen los mandatos, las amenazas o las promesas. El profeta acusa a la gente de descuidar los deberes que estaban a su puerta. En este vers�culo tenemos el alcance de la misma, que es la siguiente: mostrar a las personas del archivo que el Se�or enviar�a un mensaje m�s agudo, si no obedecen. Tres cosas desde el alcance, antes de llegar a la primera cosa en las palabras:

1. El desprecio de los deberes conocidos es el precursor de alg�n golpe triste y lamentable del Se�or. Note algunos agravamientos del pecado de menospreciar deberes conocidos.

(1) Cuando una persona menosprecia el deber, despu�s de que se le ha descubierto la pecaminosidad de ese pecado.

(2) Cuando una persona menosprecia deberes conocidos, despu�s de que Dios ha descubierto el descontento con otra persona por ese pecado.

(3) Despu�s de que Dios ha comenzado a contender con ellos por hacerlo.

(4) Sobre tentaciones muy peque�as.

(5) Cuando las personas no se empe�an en hacer el bien.

(6) Despu�s de que Dios ha elogiado la belleza y excelencia de tales deberes.

(7) Hasta ahora est�n convencidos de la ventaja que les espera.

(8) Con muy poco resentimiento y dolor de coraz�n.

2. Algunas consideraciones para presionarlo al ejercicio de estas funciones.

(1) Es el cristiano que practica, no el que conoce, a quien se hacen las promesas.

(2) El cristiano que se dedica a la pr�ctica, y no el cristiano que sabe, es bendecido. El cristiano bienaventurado es el que conoce su deber y lo cumple.

(3) El cristiano que practica, no el que sabe, es aprobado y elogiado por Dios.

(4) No el conocimiento, sino la pr�ctica de los deberes cristianos dar� paz a la conciencia.

(5) Es por la pr�ctica, no por el conocimiento de su deber, que se levanta en conformidad con Dios.

3. Seis cosas relativas a los deberes conocidos.

(1) Muchas personas est�n m�s deseosas de saber lo que deben hacer que de hacer lo que saben.

(2) La pregunta que se te propondr� en el gran y notable d�a del Se�or ser�: "Oh hombre, �qu� hiciste?"

(3) Un granito de sinceridad y pr�ctica vale un talento de conocimiento.

(4) El desprecio de deberes conocidos conlleva muchas desventajas tristes. Hace que los cristianos se cansen de los deberes. Trae mucha dureza y estupidez de coraz�n. O estropea la paz de la conciencia, o endurece la conciencia, o adormece la conciencia. Y el cristiano que desprecia el deber es probable que llegue a ser sumamente formal en el deber que cumple.

(5) El desprecio del deber conocido es el primer paso del pecado contra el Esp�ritu Santo.

I. Dios tiene muchas formas de presionar a las personas para que cumplan con sus deberes. Voz.

1. La voz de las amenazas.

2. De las dispensaciones tristes y afligidas.

3. De las promesas.

4. De todas las misericordias con las que nos encontramos.

5. De nuestras conciencias.

6. De ordenanzas p�blicas.

Hay siete pasos de juicio, que probablemente nos alcanzar�n, si no escuchamos su voz,

1. Dios menospreciar� la voz de los desobedecedores cuando clamen a �l.

2. Por fin Dios no les hablar� m�s.

3. Dios sacar� Su espada de la vaina y no la reemplazar�.

4. Nos entregar� en manos del asesino.

5. Dejar� de tener correspondencia con nosotros.

6. No nos purificar� m�s.

7. Nos dejar�n solos, solos en nuestro pecado.

II. Dios tiene muchas varas para castigar a los que menosprecian sus deberes.

1. La vara de su boca.

2. La vara de su mano; o aflicciones y cruces,

3. La barra de hierro de la destrucci�n, cuando Dios destruye por completo.

Algunos no aceptar�n ni har�n uso de estas amenazas, porque confunden cu�l es su significado; o ignoran su propia condici�n. ( A. Gray. )

Sabidur�a de escuchar la voz de la aflicci�n

I. Dios designa cada aflicci�n que experimentan los hombres. Siempre act�a de acuerdo con el consejo de su propia voluntad, en todo mal que inflige y en todo bien que concede. Todas las aflicciones, dolores y sufrimientos de Cristo le fueron tra�dos seg�n el eterno nombramiento de Dios.

II. Toda aflicci�n tiene una voz instructiva. Esto est� insinuado por la expresi�n figurativa en el texto. Dios no llamar�a a los hombres para escuchar la voz de Su vara, si Su vara no tuviese voz. Los hombres a menudo hablan tan claramente por lo que hacen como por lo que dicen. Y Dios a menudo habla tan claramente por Su vara como por Su Palabra. Dios quiere ense�ar, y ense�a por Su providencia. Las aflicciones tienden a ense�ar a los afligidos su total dependencia de Dios.

De esto son naturalmente insensibles y necesitan ser ense�ados por la voz de la vara. Los hombres deben aprender a depender de Dios antes de poder ser felices, ya sea en esta vida o en la venidera. La voz de la aflicci�n tiende a ense�ar a la humanidad la vanidad de todos los placeres terrenales. La gran pregunta es, �qui�n nos mostrar� alg�n bien temporal? Y si Dios concede prosperidad exterior y derrama las bendiciones de su providencia sobre los hombres, ellos est�n dispuestos a pensar que su monta�a se mantiene firme, que su felicidad es segura y que nunca ver�n corrupci�n.

Sus corazones se casan con el mundo. Cuando Dios los castiga con la vara de la correcci�n y les quita una bendici�n terrenal tras otra, con su mano afligida, est�n listos para adoptar el lenguaje de Job, "Desnudo vine", etc. La voz de la aflicci�n naturalmente tiende a cambiar. los pensamientos de los afligidos sobre los temas m�s serios y solemnes. Cuando el mundo parece vanidoso, otras cosas parecen pesadas e importantes.

Cuando las cosas temporales pierdan su brillo, las cosas eternas asumir�n su importancia y fijar�n el alma entera en reflexiones y anticipaciones solemnes. El d�a de la adversidad es el d�a a considerar. Este es uno de los efectos naturales y saludables de las correcciones divinas. �Cu�n a menudo las aflicciones preparan el camino para despertares, convicciones y conversiones! Elifaz dice muy razonablemente: "Bienaventurado el hombre a quien Dios corrige".

III. Siempre es un punto de sabidur�a escuchar la instructiva voz de la aflicci�n. Esto aparecer�, si consideramos ...

1. Que la voz de la aflicci�n es la voz de Dios. Los sabios que ven y conocen el nombre de Dios; es decir, aquellos que conocen y aman el car�cter, las perfecciones y gobiernan el m�rito de Dios; oir�, entender� y obedecer� la voz de la vara de su ira, que es su voz m�s solemne, imperiosa e impresionante.

2. Negarse a escuchar la voz de la aflicci�n ser� muy desagradable para Dios.

3. Al negarse a escucharlo, los hombres se expondr�n a marcas a�n m�s severas del desagrado Divino. Las aflicciones, los duelos y las pruebas ardientes a menudo se suceden en r�pida sucesi�n. Una aflicci�n parece ser el presagio de otra.

4. Los afligidos nunca saben cu�ndo Dios los llama con la voz de su vara, sino que es el �ltimo llamado que les dar�, antes de que los llame a la eternidad.

Mejora el tema

1. Si Dios designa cada aflicci�n con el prop�sito de instruir a los afligidos, entonces puede instruir a los m�s reacios a recibir instrucci�n.

2. Si la voz de la aflicci�n es instructiva, entonces todas las personas deben recibir una instrucci�n provechosa, a menos que hagan grandes esfuerzos para prevenirla.

3. Si Dios mismo instruye a los afligidos con la voz de su vara, entonces nunca podr�n tener ninguna excusa para no escuchar sus instrucciones.

4. Si es un punto de sabidur�a en los afligidos escuchar la instructiva voz de la vara, entonces argumenta falta de sabidur�a en ellos el negarse a escucharla.

5. Si las aflicciones son instructivas, entonces los afligidos siempre se encuentran en una situaci�n particularmente dif�cil y peligrosa. Deben recibir o negarse a recibir instrucci�n.

6. Este tema llama a todos a escuchar la voz de la providencia, que clama a las naciones que ahora gimen bajo la vara de aflicci�n y calamidad. ( N. Emmons, DD )

La vara amenazante de Dios

Hay tres cosas con las que un cristiano puede encontrarse y que son indescriptibles.

1. Un dolor indescriptible, por lo que no puede hacer de �l un lenguaje.

2. Misericordia inefable.

3. Gozo inefable.

No hay un gramo de aflicci�n en la copa que la sabidur�a infinita no crea conveniente que est� all�. Hay cristianos que se ven obligados a bendecir a Dios m�s por sus cruces que por sus misericordias. La cruz de un cristiano tiene dos caras: una cara exterior y otra interior. De esta exhortaci�n a Israel, observe:

I. Cada vara con la que un cristiano se encuentra tiene una voz en ella.

1. Es un paso singular y notable de la buena voluntad de Dios, cuando manifiesta el significado de una vara a una persona o pueblo.

2. Los cristianos de anta�o se han esforzado mucho en conocer la voz de las varas con las que se encuentran.

3. Es sumamente ansioso para un cristiano estar bajo una vara silenciosa; estar bajo tal dispensaci�n que no conoce su idioma.

4. Es sumamente dif�cil para un cristiano sacar provecho de una vara hasta que una vez que comprende su significado.

5. Un cristiano puede estar mucho tiempo bajo una vara antes de conocer la voz y el lenguaje de la misma.

6. Cuando un cristiano logra comprender el significado de su vara, debe ir inmediatamente a contestarla. �C�mo puede un cristiano comprender el significado de su vara? Haciendo una solicitud seria al trono de la gracia, Dios dar�a luz al respecto. Si la vara fue programada para ti, cuando el coraz�n estaba muy lejos de Dios, ese probablemente sea el significado de la vara: acercarte de nuevo.

Tambi�n podemos conocer la vara al reflexionar sobre la manera y las circunstancias de la vara, y al observar la mente del Se�or en las Escrituras; y estudiando las circunstancias asociadas con la vara; y considerando cu�les son los designios divinos en el env�o de varas. Es m�s f�cil llevar una vara con paciencia que es para la prueba y el ejercicio de nuestra gracia predominante, que llevar una vara con paciencia que es para la mortificaci�n de nuestros �dolos predominantes. Por lo general, existe alguna analog�a entre nuestras cruces y nuestros pecados.

II. Algunos errores que los cristianos tienen con respecto al significado de la vara.

1. Muchos piensan que la cruz habla de ira cuando habla de amor. Algunos piensan que el amor y la vara no pueden estar juntos en absoluto.

2. Algunos piensan que Dios nunca podr� contestar sus oraciones mientras los est� afligiendo.

3. Algunos comienzan a disputar sus intereses cuando se encuentran con una vara o una dispensa triste.

4. Es un gran error de la voz y el lenguaje de la vara amenazante de Dios que una persona piense que la religi�n es vanidad y algo vac�o debajo de la cruz.

5. Otro error es disputar la comuni�n que un cristiano tiene con Dios.

III. C�mo se puede ayudar a un cristiano a obedecer la voz de la vara.

1. Si la vara exige la mortificaci�n de un �dolo y lujuria en particular, es necesario que se sienten y eleven sus corazones a un aborrecimiento espiritual de tal �dolo.

2. Si la voz de la vara ha de suscitar una gracia, entonces estudie para saber que hay tanta ventaja espiritual en el ejercicio real y espiritual de tal gracia como puede perder con todas las varas que pueda encontrar.

3. Si la voz de la vara es que debes emprender el ejercicio de un deber, entonces esfu�rzate seriamente por dejar a un lado todos los impedimentos y permisos para ese deber.

IV. �Cu�l deber�a ser el deber de un cristiano mientras camina bajo una vara silenciosa? Deber�a saber que Dios es justo, aunque no sepa por qu� contiende con �l. Debe ser serio al hacer distintas s�plicas a Dios para conocer el significado de tal vara. Debe ser serio para saber la raz�n por la que Dios mantiene su mente alejada de �l con tal vara. Debe estudiar para llevar su coraz�n a un marco tierno y espiritual.

Estudia para tener tu coraz�n m�s unido a Cristo cuando est�s bajo una cruz silenciosa, porque en ese momento est�s m�s listo para caer. Tome nota de las siguientes observaciones sobre la cruz. Si la aflicci�n se extiende hasta cierto punto, el cristiano puede volverse impaciente. Hay cinco tipos de blasfemia en las que puede caer uno que est� bajo una cruz. Muestra la falta de un marco de hijo si la cruz nos obstaculiza en el ejercicio de nuestros deberes.

Considere sus cruces como dones divinos. Hay algunos frutos pac�ficos de justicia que redundar�n en un cristiano que se ejercita correctamente bajo la cruz. Los goces m�s raros del cristiano se prueban hasta el momento en que est� bajo una cruz. ( A. Gray. )

La voz de la vara

En presencia de calamidades, digamos: "Habla, Se�or, que tus siervos oyen". Esto, en esencia, es ...

I. Sentir los golpes de la mano de Dios. Si sentimos los golpes de la mano de Dios, nos libraremos de cierto estado de indolencia en el que muchos de nosotros nos encontramos, y nos vestiremos con los sentimientos de humillaci�n, terror y sobrecogimiento. Seremos ablandados con sentimientos de tristeza y arrepentimiento si examinamos su origen y causa. Y si descubrimos los remedios y los recursos, nos animaremos con los sentimientos de una conversi�n genuina.

II. Rastrear las causas y el origen de nuestras calamidades. Miqueas deseaba que los jud�os comprendieran que las miserias bajo las cuales gem�an eran consecuencia de sus cr�menes. Deseamos que se forme el mismo juicio que el suyo. El tema tiene sus dificultades. Con el pretexto de entrar en el esp�ritu de la humillaci�n, existe el peligro de que caigamos en las puerilidades de la superstici�n. La prosperidad temporal y la adversidad son marcas muy equ�vocas del favor o desagrado de Dios.

Algunos consideran que la m�s m�nima adversidad es un golpe del brazo enojado de Dios. Es mejor formar el criterio de nuestra culpa o inocencia, no por la prosperidad exterior o la adversidad enviada por Dios, sino por nuestra obediencia o desobediencia a Su Palabra. Pero la adversidad a veces es ocasionada por delitos. Esto es evidente

1. Cuando existe una conexi�n natural entre los cr�menes que hemos cometido y las calamidades que sufrimos, Dios ha colocado armon�a entre la felicidad y la virtud. Trace esta armon�a en los c�rculos de la sociedad y en la vida privada. Una mente iluminada no puede encontrar una felicidad s�lida sino en los ejercicios de la virtud. La felicidad que procuran las pasiones se basa en el error.

2. Cuando grandes calamidades siguen a grandes cr�menes.

III. Examinar sus consecuencias y conexiones. Algunas calamidades son menos formidables en s� mismas que por las terribles consecuencias que producen. Hay calamidades cuya caracter�stica distintiva es ser precursoras de calamidades a�n m�s terribles.

1. Una calamidad es la precursora de otra mayor cuando el pueblo a quien Dios aflige recurre a causas segundas en lugar de a la primera, y cuando buscan la reparaci�n de sus calamidades en recursos pol�ticos y no en religi�n. Este es el retrato que da Isa�as de la primera expedici�n de Senaquerib contra Judea.

2. Cuando, en lugar de humillarnos al recibir las advertencias que Dios env�a por sus siervos, las convertimos en desprecio. Pregunte hasta qu� punto le afecta esta doctrina. �Descubre una disposici�n que se puede ense�ar o se rebela contra la Palabra de los ministros de Dios?

3. Cuando la angustia que provoca procede m�s de la p�rdida de nuestras riquezas perecederas que de los sentimientos de los insultos ofrecidos a Dios.

4. Cuando la plaga fracasa en producir la reforma de esos modales, fue enviada para castigar.

IV. Descubrir sus recursos y remedios. Encontramos nuestras esperanzas en las abundantes misericordias con las que Dios nos ha cargado durante el tiempo de la visitaci�n. Con una mano humilla, con la otra exalta. Confiamos nuestras esperanzas en los recursos que a�n le quedan a nuestro estado para recuperarse y restablecerse en toda la extensi�n de su gloria y prosperidad. No frustres estas esperanzas con una devoci�n superficial, con el olvido de las promesas y la violaci�n de los votos. ( James Saurin. )

Los juicios de dios

No seas ateo en el momento de la aflicci�n. La "vara" significa juicio. A veces, el juicio toma la forma de castigo. No siempre debemos suponer que la vara significa un mero castigo, una acci�n del fuerte sobre el d�bil o del justo sobre el malvado; la vara puede ser un instrumento tanto de educaci�n como de venganza y de castigo. No suponga que el diablo sujeta la vara. El diablo es la m�s d�bil de todas las criaturas; la suya es s�lo la fuerza del bullicio; no hay nada en �l de esencia duradera, estabilidad y poder.

Las aflicciones no brotan del polvo. Cuando la vara te lastime la espalda, pregunta: �Qu� quieres que haga? Cuando todas las cosas sean aburridas, angustiosas y decepcionantes, di: Este es el ministerio de Dios; Me est� sacando algunos elementos de vanidad, que son siempre elementos de debilidad, y me conduce al altar por un pasaje subterr�neo. No siempre vamos al altar por un camino de flores; Dios no siempre nos llama a trav�s de un jard�n para seguirlo a alg�n lugar elegido de comuni�n.

A veces nos llevan al altar; muchas veces no queremos rezar; el alma no descansar� ni dar� nada hasta que una gran, dulce, santa y pesada oraci�n haya subido al cielo por el camino de la cruz. �La vara pesa ahora sobre tu casa? Conoced la vara y a Aquel que la estableci�; exam�nense atenta y escrupulosamente, y vean si hay en ustedes alg�n camino de perversidad, y s�quenlo: se pudrir� a la luz del sol. ( Joseph Parker, DD )

Gracia y amor

Aqu� hay tres cosas. El pueblo al que clama la voz del Se�or, y esto es, a la ciudad. Tienes la exhortaci�n de escuchar la voz de la vara. Tiene un argumento para presionarlo para que lo haga. Hay una vara de poder y dignidad, de discriminaci�n, de direcci�n, de gobierno, de destrucci�n. Es una vara de correcci�n que debemos entender aqu�. Y observamos que cuando Dios visita las transgresiones de su pueblo con una vara, es su mejor sabidur�a escuchar la vara y qui�n la ha establecido.

1. Dios no roba a un pueblo con sus juicios, sino que primero les advierte antes de castigarlos. A veces advierte por Su Palabra y, a veces, por Sus obras y dispensaciones. Por sus juicios sobre otros, y por sus aflicciones sobre ellos mismos, trae un juicio menor para prevenir otro mayor.

2. Cuando Dios golpea a su propio pueblo, trata con ellos en el camino de la vara.

(1) Porque son sus propios hijos.

(2) Como son ni�os, los ama, y ??el que perdona la vara odia al ni�o.

(3) Dios a veces corrige a su pueblo debido a su insensatez.

Se puede decir: �No usa Dios la vara tambi�n con los imp�os? Hay una vara de l�tigo y una vara de quebrar; vara de l�tigo para los santos, y vara de quebrar para los imp�os. La vara de Dios para su pueblo solo castiga "en medida". Y Sus visitaciones son siempre oportunas.

3. La vara de Dios es una vara de ense�anza. �Qu� lecciones ense�a? y como les ense�a?

4. Este mensaje se env�a especialmente a las grandes ciudades y pueblos de una naci�n o pueblo.

5. Cuando Dios visita con una vara, es una verdadera sabidur�a escucharlo y al Remitente. Debes honrar a Dios en Sus dispensaciones. Esa es la forma de obtener la mejor bendici�n de los golpes y de prevenir m�s golpes. ( W. Bridge, MA )

Servicio de d�a r�pido

El mundo es un lugar de castigo por el pecado, pero no es el lugar. Debido a que Dios generalmente no visita cada ofensa en particular en esta vida sobre el transgresor, los hombres tienden a negar por completo la doctrina de los juicios. El mot�n indio fue una vara de Dios para nuestra naci�n, pero fue una vara designada. Escuche esta vara.

1. Hubiera sido mejor si hubi�ramos escuchado esta vara antes de que cayera sobre nosotros. El sabio puede o�r la vara de Dios antes de que hiera. El que comprende el gobierno moral de Dios sabe que el pecado lleva el castigo en sus entra�as.

2. Pero la vara se ha ca�do. �Cu�les son los pecados m�s evidentes por los que Dios nos visita ahora?

(1) Hay pecados en la comunidad que nunca debieron haberse permitido. Como la inmoralidad p�blica.

(2) Hay pecados de clase.

(3) Hay pecados comerciales.

(4) Pecados en las relaciones entre maestros y obreros.

(5) Pecados de iliberalidad, enga�o, intolerancia, lascivia, carnalidad, orgullo, codicia y pereza.

3. O�d la vara cuando vuelva a estar quieta. ( Anon. )

Versículos 10-11

La escasa medida que es abominaci�n

Pecados c�vicos

En estos vers�culos tenemos una muestra de los cr�menes que abundan en la ciudad y que traer�an el juicio amenazado.

I. Su variedad.

1. Aqu� est� el fraude. El fraude es uno de los delitos m�s frecuentes en todas las ciudades.

2. Aqu� hay violencia. �Sus ricos est�n llenos de violencia�. La riqueza tiende a hacer que los hombres sean arrogantes, altivos, desalmados, a menudo inhumanos.

3. Aqu� hay falsedad. �Sus habitantes han hablado mentira, y su lengua es enga�osa en su boca�. Apenas hay un oficio o profesi�n que se lleve a cabo sin enga�o. Las fortunas se hacen con mentiras. Tales son ejemplos de los cr�menes que prevalecen en Jerusal�n.

II. Su retribuci�n. Todos estos cr�menes son ofensivos para el Gobernante del universo.

1. Enfermedad. �Por eso tambi�n te har� enfermo al herirte�. El crimen es contrario a la salud f�sica y la fuerza.

2. Desolaci�n. "Haci�ndote desolaci�n a causa de tus pecados". Hombre desolado es aquel que no ama ni es amado; y el pecado produce este estado. Pocos estados mentales son m�s espantosos o abrumadores que la sensaci�n de soledad.

3. Insatisfacci�n. "Comer�s, pero no te saciar�s". El pecado y la satisfacci�n nunca pueden coexistir.

4. Decepci�n. �Sembrar�s, pero no cosechar�s; pisar�s las aceitunas, pero no te ungir�s con aceite; y vino dulce, pero no beber�s vino ". Un alma pecadora nunca puede sacar de su trabajo lo que espera.

5. Destrucci�n. "Tu derribo ser� en medio de ti". Conclusi�n. Marque la ley de la retribuci�n. No es m�s seguro que los r�os sigan al oc�ano, los planetas al sol, que el sufrimiento que sigue al pecado. ( Homilista. )

Versículo 12

Porque sus ricos est�n llenos de violencia

Intentando lo imposible

La locura de esperar una verdadera prosperidad cometiendo actos de injusticia, o siguiendo cursos de pecado, se representa aqu� a la fuerza compar�ndola con lo absurdo de intentar correr caballos sobre una roca o arar la roca con bueyes.

La fuerza de la representaci�n se ve incrementada por su forma interrogativa. Nuestro tema es intentar lo imposible. Los hombres hacen esto constantemente:

I. Cuando intentan destruir a un enemigo por la fuerza f�sica.

II. Cuando intentan hacer que la sociedad sea moralmente buena mediante la mera instrucci�n secular. La deshonestidad, la falta de educaci�n, puede cometer peque�os robos; pero educado, legalmente estafar� a una naci�n. Conocimiento, �ay! es todo en vano.

III. Cuando intentan obtener la felicidad desde afuera. La verdadera felicidad brota de adentro, no de afuera; surge de amores, esperanzas, aspiraciones y prop�sitos santos. En una palabra, el amor es el pozo de agua que brota para vida eterna.

IV. Cuando intentan salvar almas ministrando su ego�smo. El hombre que trata de salvar almas apelando constantemente al ego�smo de la naturaleza humana act�a de forma m�s absurda que el que intenta galopar a los caballos sobre las afiladas cumbres de las escarpadas rocas.

V. Cuando intentan convertir a los paganos en el extranjero antes de convertir a los paganos en casa. ( Homilista. )

Versículos 14-15

Sembrar�s, pero no cosechar�s

Trabajo in�til

F�jense en su aflicci�n: sembrar y no segar; sembrando y otro cosechando.

Aqu� est� el elemento incontrolable de la vida. Un hombre dice: Ciertamente pis� las aceitunas, y no tengo una vasija peque�a llena de aceite con que ungirme; trabajando para otros, el esclavo de esclavos. Vemos esto todos los d�as. No necesitamos invocar lo sobrenatural en un sentido meramente metaf�sico para fundamentar esto como un hecho. Es la experiencia com�n de la vida. Los hombres ponen dinero en bolsas y van por el dinero, y no est� all�.

�Por qu� no est� ah�? El profeta explica que hab�a agujeros en la bolsa y que el dinero pas�. Has o�do hablar de un hombre durante todo el d�a que intenta sacar agua con un colador. �Qu� trabajador es! Mira, el colador baja, la rueda se gira, y el colador se sube, y no hay agua en �l. Es un misterio. Para nada. �Por qu� no hay agua? Porque la vasija es un cedazo; el agua se agota tan r�pido como entra.

Han o�do hablar de alguien que estuvo haciendo rodar una piedra colina arriba todo el d�a, y cuanto m�s se enrollaba, m�s rodaba hacia abajo, y por la noche estaba exactamente donde estaba antes de que comenzara el proceso de rodar. Trabajo in�til, trabajo in�til, trabajo fastidioso. As� Dios confunde y confunde y deja perplejos a los hombres. ( Joseph Parker, DD )

Versículo 16

Y se guardan los estatutos de Omri

Omri y Acab: lecciones que vale la pena estudiar

En el largo y oscuro rollo de la infamia humana hay pocos nombres m�s oscuros que los de Omri y Ahab.

Aprender&mdash

I. El sentimiento religioso en el hombre a menudo est� terriblemente pervertido. Omri y Acab no eran id�latras ellos mismos, pero establecieron la idolatr�a en su pa�s. El sentimiento religioso en el hombre es quiz�s el elemento sustrato de su naturaleza. El hombre est� hecho para adorar y adorar al �nico Dios vivo y verdadero. Pero su intelecto est� tan cegado, tan degradado su naturaleza, tan absolutamente corrupto, que, en lugar de adorar a lo infinitamente grande, se postra ante lo infinitamente despreciable. La perversidad del sentimiento religioso.

1. Explica los errores, cr�menes y miserias del mundo. El amor m�s fuerte del hombre es la fuente de todas sus actividades, la fuente original de toda su influencia. Cuando esto se dirige a un �dolo, toda su vida se corrompe.

2. Revela la necesidad absoluta del hombre del Evangelio. No hay nada en el Evangelio de Cristo que pueda dar a este sentimiento una direcci�n correcta.

II. Esa obediencia a los soberanos humanos es a veces un gran crimen. La adoraci�n de Baal fue promulgada por los "estatutos" de Omri, y reforzada por la pr�ctica de Acab. Una ley humana, promulgada por el mayor soberano del mundo en relaci�n con los estadistas m�s ilustres, si no est� de acuerdo con los principios eternos de justicia y verdad, tal como se revelan en la Palabra de Dios, debe ser repudiada, renunciada y transgredida. �Juzgad si es justo obedecer a Dios antes que a los hombres�.

III. Que los cr�menes de incluso dos hombres puedan ejercer una influencia corruptora sobre millones en las generaciones futuras. Los reinados de Omri y Acab fueron edades anteriores a la �poca en que vivi� Miqueas. No obstante, sus promulgaciones a�n fueron obedecidas, sus ejemplos a�n se siguieron y sus pr�cticas a�n se llevaron a cabo. La maldad de estos dos hombres fue ahora, siglos despu�s, perpetrada por toda una naci�n. �Cu�n grande es la influencia del hombre para bien o para mal! En verdad, un pecador destruye mucho bien. ( Homilista ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Micah 6". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/micah-6.html. 1905-1909. Nueva York.