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the Week of Proper 20 / Ordinary 25
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Bible Commentaries
Miqueas 7

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 1

No hay racimo para comer

La iglesia no revivida

El cuadro ante los ojos del profeta es el del hambre en medio de la abundancia, la escasez en el tiempo de la cosecha, la esterilidad en medio de los frutos del verano, el ayuno del alma y la miseria en una �poca de prosperidad y plenitud externas. Se acerca el momento de la recolecci�n. Y, sin embargo, Israel no conoci� el d�a de la visitaci�n divina; no apreciaba la fruta dorada, no ten�a coraz�n ni capacidad para arrancar y comer los racimos maduros.

Esta es una representaci�n veraz de la experiencia de muchos cristianos e iglesias. No hay un aprecio sincero por las misericordias externas de Dios, ni por sus manifestaciones espirituales y llenas de gracia �. Viene a ellos en las "frutas de verano" y en la "cosecha" de oto�o; pero tan aburridas son sus percepciones espirituales, tan viciadas sus gustos, tan hartos est�n de las �manzanas de Sodoma� y las uvas silvestres de la indulgencia pecaminosa, que no lo saben, y no sienten hambre de justicia; �No hay racimo� en toda la cosecha de Dios que puedan comer.

As� hemos visto almas en tiempos de glorioso avivamiento, cuando los pecadores se apresuraban a entrar en el reino, y muchas almas se refrescaban y estaban llenas de regocijo, no recuperadas, sin bendiciones, clamando: "�Ay de m�!" "No hay racimo para comer". As� hemos visto iglesias y comunidades enteras abandonadas a la oscuridad, la desolaci�n y la muerte, mientras el Dios poderoso hab�a descubierto Su brazo para salvaci�n y estaba inundando la tierra con una ola de poder regenerador y santificador. ( Homil�tica Mensual. )

Mi alma deseaba la primera fruta madura.

La alegr�a de la cosecha inaugural

La naci�n de Israel hab�a ca�do en una condici�n tan triste y reincidente que no era como una vid cubierta de frutos, sino como una vi�a despu�s de que se ha recogido toda la vendimia, de modo que no se encontraba ni un solo racimo. El profeta, hablando en nombre de Israel, deseaba las primicias, pero no las hab�a. La lecci�n del texto, tal como est�, ser�a que los hombres buenos son el mejor fruto de una naci�n; hacen que valga la pena que la naci�n exista; son la sal que lo conserva; son el fruto que lo adorna y lo bendice.

Pero saco el texto de su conexi�n y lo uso como t�tulo de un discurso sobre "madurez en gracia". Todos podemos decir: "Mi alma deseaba la primera fruta madura". Pasar�amos a la madurez y llevar�amos fruto a la perfecci�n, para honra y alabanza de Jesucristo.

I. Las marcas de madurez en gracia.

1. Belleza. No hay objeto m�s hermoso en toda la naturaleza que la flor del manzano. Mucha hermosura adorna la piedad juvenil. �Puede haber algo m�s delicioso que nuestras primeras gracias? El oto�o tiene un aspecto m�s sobrio, pero a�n rivaliza con la gloria de la primavera. La fruta madura tiene su propia belleza peculiar. �Qu� delicadeza de flor hay en la uva, el melocot�n, la ciruela, cuando han alcanzado la perfecci�n! La naturaleza supera con creces al arte.

La flor perfumada cede en valor a la manzana dorada, incluso cuando la promesa es superada por el cumplimiento. La flor est� pintada con el l�piz de la esperanza, pero la fruta est� te�ida con el tono del disfrute. Hay en los cristianos maduros la belleza de la santificaci�n realizada que la Palabra de Dios conoce con el nombre de la "belleza de la santidad". Esta consagraci�n a Dios, esta separaci�n para su servicio, esta evitaci�n del mal, este andar cuidadoso en integridad, esta morada cerca de Dios, este ser semejante a Cristo, - en una palabra, esta belleza de santidad, es uno de los emblemas m�s seguros de madurez en gracia.

2. Ternura. La fruta verde joven es dura y con aspecto de hueso; pero la fruta madura es blanda, cede a la presi�n, casi se puede moldear, conserva la marca del dedo. El cristiano maduro se caracteriza por la ternura de esp�ritu. Creo que renunciar�a a muchas de las gracias si pudiera poseer mucha ternura de esp�ritu. Todos deber�amos cultivar una extrema delicadeza con respecto al pecado.

3. Dulzura. La fruta verde es amarga, y tal vez deber�a serlo, o de lo contrario deber�amos comer todas las frutas mientras a�n estaban verdes. A medida que crecemos en gracia, estamos seguros de crecer en caridad, simpat�a y amor. Tendremos mayor dulzura hacia nuestros hermanos cristianos.

4. Un agarre suelto de la tierra. La fruta madura pronto se separa de la rama. Sacudes el �rbol y caen las manzanas m�s maduras. Debes medir tu estado de coraz�n por tu adherencia, o tu resignaci�n, en referencia a las cosas de este mundo. El maestro no permitir� que su fruto maduro cuelgue mucho tiempo del �rbol.

II. Las causas de esta madurez. Un resultado tan amable debe tener una causa misericordiosa.

1. El funcionamiento interno de la savia. La fruta nunca podr�a madurar en su estado crudo si se quitara de la rama. Los agentes externos por s� solos pueden producir podredumbre, pero no madurez; sol, lluvia, lo que no, todo fallar�a, es la savia vital dentro del �rbol la que perfecciona el fruto. Especialmente en la gracia. Todo lo que se encuentra entre el infierno y el cielo que denota salvaci�n es obra del Esp�ritu de Dios y obra de la gracia de Jes�s.

Ese Esp�ritu bendito, que fluye hacia nosotros de Cristo, as� como �l es el que forma la primera flor, as� �l es el productor del fruto, y �l es el madurador del mismo hasta que es recogido en el granero celestial.

2. La ense�anza de la experiencia. Algunas frutas, como la higuera de sicomoro, nunca madurar�n a menos que est�n magulladas. Muchos de nosotros parece que nunca ser�amos dulces hasta que primero nos sumergimos en la amargura; nunca se perfeccionar� hasta que no seamos heridos. Podemos atribuir muchas de nuestras pruebas agudas, nuestras aflicciones y dolores corporales al hecho de que somos una fruta tan amarga; nada nos har� madurar salvo los fuertes golpes.

La madurez en gracia no es el resultado necesario de la edad. Los ni�os peque�os han estado maduros para la gloria. Muchos cristianos de edad avanzada no son cristianos experimentados. El tiempo se puede perder y mejorar; puede que estemos petrificados en lugar de perfeccionados por el paso de los a�os.

III. La deseabilidad de la madurez en gracia. Muchos cristianos parecen pensar que si son solo creyentes, es suficiente. Estar vivo como cristiano es un trabajo horrible. El fruto que en circunstancias adecuadas no madura no es un buen fruto; debe ser una producci�n malsana. Tu alma seguramente no puede ser como deber�a ser si no madura bajo la influencia del amor de Dios y la obra de Su gracia.

Es la fruta madura la que prueba la excelencia del �rbol. La Iglesia quiere cristianos maduros en gran medida, y especialmente cuando se agregan muchos conversos nuevos. La Iglesia quiere, en estos d�as de fr�gil y servicial tiempo, creyentes m�s decididos, minuciosos, bien instruidos y confirmados. ( CH Spurgeon. )

Versículos 2-6

El buen hombre pereci� de la tierra

El lamento de un verdadero patriota por la corrupci�n moral de su pa�s

�l se lamenta ...

I. La salida de la excelencia de su pa�s. "El buen hombre pereci� de la tierra". Probablemente hab�an emigrado a tierras lejanas, quiz�s se hab�an ido a la eternidad. Los buenos son las "luces del mundo". Su influencia penetra en la masa como sal, contrarresta su tendencia a la corrupci�n, elimina su insipidez moral, le da un nuevo esp�ritu, un esp�ritu picante y sabroso.

II. El desenfreno de la avaricia en este pa�s.

1. El trabajo entre la comunidad en general. Conseguir riqueza para ellos mismos era para ellos una pasi�n tan furiosa que se despreciaban los derechos y la vida de los dem�s.

2. Est� funcionando entre las clases altas. �Para que hagan el mal con caldo de manos, el pr�ncipe pide, y el juez pide recompensa; y el gran hombre expresa su malicioso deseo: as� lo envuelven �. La idea parece ser la siguiente: que el "gran hombre", el "pr�ncipe", por alg�n motivo corrupto, busca la condena de alg�n inocente; y el "juez", por un soborno, satisface su deseo.

Un juez de la avaricia declarar� culpable a un inocente. Todo esto se hace con mucha laboriosidad, "con las dos manos". Posible, no sea que se inicie alg�n evento que los frustra; y cuando est� hecho "lo envuelven". "As� que lo terminan". La avaricia, como todas las pasiones pecaminosas, busca envolver sus cr�menes.

III. La picard�a de los mejores de su pa�s. �El mejor de ellos es como un brezo; el m�s recto es m�s afilado que un seto de espinos ". Hay una gradaci�n de maldad de los hombres en el campo, pero lo mejor de ellos es como una espina, y peor que un seto de espinas. El profeta est� tan impresionado con esto, que el pensamiento de la retribuci�n se apodera de �l, y dice: "Viene el d�a de tus centinelas y de tu visitaci�n; ahora ser� su visitaci�n". Otra cosa que lamenta el patriota aqu� es:

IV. La falta de veracidad en el pa�s. �No conf�es en un amigo, no conf�es en un gu�a�, etc. �No conf�es en un compa�ero; no conf�es en un amigo familiar; de la que est� en tu seno, guarda las puertas de tu boca. Porque el hijo desprecia al padre, la hija se levanta contra su madre, la nuera contra su suegra, los enemigos del hombre son los miembros de su propia familia.

�&mdashHenderson. Toda la fe social se hab�a ido; un hombre hab�a perdido toda confianza en su hermano. El escepticismo y la sospecha social prevalecieron en todos los c�rculos. No se deb�a depositar fe en un amigo. ( Homilista. )

La falta de buenos hombres

Estas palabras son la causa del dolor del profeta. Fue una preocupaci�n tan profunda, que las palabras de Miqueas 7:1 pueden significar no solo luto sino aullido. Surge de la escasez de hombres verdaderamente buenos. Una pasi�n como esta por la falta de hombres buenos se convirti� en el profeta en todas sus capacidades, como hombre, como s�bdito y como profeta.

Como hombre, no pod�a dejar de preocuparse por ver una naci�n de hombres tan cambiada y degenerada por el vicio y el lujo. Como sujeto, no pod�a m�s que considerar la miseria que de repente sufrir�a la naci�n, por falta de bondad y religi�n. Como profeta, no pod�a hacer m�s que notar c�mo desatend�an su misi�n y eran firmes y resueltos en sus vicios.

I. En lo que la bondad de este buen hombre, menciona el profeta, se expres�. La Iglesia cristiana, as� como el profeta, pueden lamentar con justicia sus cristianos est�riles y la escasez de hombres verdaderamente buenos. Nos llamamos santos y elegidos, pero �d�nde est� la paciencia, el temperamento y el esp�ritu de ellos? Que nuestra religi�n nunca sea tan primitiva y apost�lica, a menos que nos haga realmente buenos, no es m�s que disputar hipocres�a y ruido.

1. La verdadera bondad se expresa con sencillez y sinceridad en todos nuestros respectivos tratos con los hombres.

2. La bondad se expresa en el ejercicio de la bondad y en las concesiones caritativas por los errores ajenos.

3. El buen hombre es de esp�ritu verdaderamente p�blico, cuyo cuidado y atenci�n mira hacia el exterior.

4. El buen hombre toma la religi�n solo para cumplir un prop�sito espiritual. La religi�n sin este buen prop�sito es s�lo moda o facci�n, hipocres�a y formalidad, superstici�n o inter�s.

II. Lo que creci� y prevaleci� en el tiempo del profeta en el lugar de la verdadera religi�n o bondad.

1. Superstici�n y religi�n falsa, que naturalmente producen problemas e inquietudes en todos los gobiernos.

2. Los malvados viven en los que profesan la religi�n verdadera, lo que seguramente causar� miseria y ruina en una naci�n.

3. Prevalecieron las persuasiones ateas, o no hubo religi�n en absoluto.

III. �Qu� razones particulares pueden llevarnos a lamentarnos por la falta de bondad real?

1. La falta de ella es la principal causa de nuestras distracciones acerca de la religi�n.

2. La bondad real es la mejor manera de unirnos entre nosotros. La verdadera bondad purga nuestro juicio, elimina nuestros prejuicios. ( Gregory Hascard, DD )

Pesimismo antiguo y moderno

Cuando nosotros mismos estamos deprimidos, es dif�cil creer que alguien m�s est� despierto; cuando nuestra oraci�n se ahoga en nuestra garganta, es f�cil creer que Dios no escucha ninguna oraci�n en absoluto, ni se preocupa por los hombres que ruegan y suplican. Interpretamos todas las cosas por nosotros mismos. Hay una curiosa autoproyecci�n del alma sobre el disco de la historia, y leemos seg�n la sombra que arrojamos sobre ese disco. Esto es lo que llamamos pesimismo.

Siempre estamos inventando palabras extra�as e imaginando que con ello estamos haciendo alg�n tipo de progreso. El hombre tiene el don fatal de poner nombre a las cosas, y una vez que da un nombre, ser� casi imposible borrarlo. A esto lo llamamos pesimismo, es decir, ver toda la maldad y ninguna bondad; viendo toda la oscuridad y nada de la luz; ver la total desolaci�n de todas las cosas, y no ver en todo el desierto una brizna verde, una flor diminuta, o escuchar en el l�gubre silencio un trino de alondra o una suave nota de tordo o ruise�or.

Hay personas dotadas del genio de las tinieblas. Puede que nos haga bien visitarlos de vez en cuando; pero en general es mejor vivir bajo el sol y escuchar la m�sica y dejarse llevar por la influencia de la vivacidad y la alegr�a inteligentes. Si la gente se encerra en sus propias casitas �porque la casa m�s grande es peque�a, el palacio es una mera choza� y nunca hace m�s compa��a que la suya, se hundir�n.

Es tan eclesi�sticamente. Hay personas que nunca ven el universo excepto a trav�s de la ventana de su propia iglesia, y como ninguna ventana es tan grande como el horizonte, se infiltra insidiosamente en la mente una disposici�n a negar la existencia del horizonte mismo. Es as� con la lectura. Hay quienes leen solo un cierto conjunto de libros. Bajan; no hay rango mental, no hay alcance, no hay variedad, no hay misterio de color, no hay esperanza, no hay imaginaci�n.

La misma tierra necesita cambiar sus cultivos. Si contin�a cultivando los mismos cultivos, dejar� de tener cualquier cultivo que valga la pena recolectar. Por otro lado, existe lo que se denomina optimismo. Eso es exactamente lo contrario del pesimismo. El optimismo ve lo mejor de todo. Tambi�n existe un peligro en esa l�nea; el peligro es que no seamos lo suficientemente severos, lo suficientemente reales, lo suficientemente penetrantes, y nos adentremos en el coraz�n y en la fibra m�s �ntima de las cosas para descubrir la realidad y la verdad, por muy malo o bueno que sea el caso. ( Joseph Parker, DD )

Versículo 3

Para que hagan el mal con ambas manos, el pr�ncipe pide, y el juez pide recompensa.

�xito en el pecado: c�mo se produce y qu� es

Esta es una imagen, dada de un plumazo, de un competente en el pecado en el estado m�s elevado de actividad pecaminosa.

Est� haciendo el mal �con seriedad�, de manera sistem�tica, persistente, con cierto entusiasmo, como si fuera el instinto mismo de su ser y el negocio mismo de su vida. Para que pueda ser estimulado y mantenido en ello, pide una recompensa, una contraprestaci�n pecuniaria de aquellos que han de beneficiarse de su villan�a. El hombre se encuentra en el punto m�s extremo del deber y est� listo para perecer en su propia corrupci�n: esto es terrible como fen�meno moral.

Terrible como ilustraci�n de la historia natural del pecado y su tendencia a acabar con cuestiones indescriptibles. Ninguno de nosotros tiene una idea apropiada y adecuada del pecado, ni a los ojos de Dios ni a su influencia mortal sobre nosotros mismos. No hay pecado que no tenga su ra�z en el coraz�n humano. Y dondequiera que est� la ra�z, puede estar el fruto. Dondequiera que est� el germen, puede haber crecimiento. Sobre el desarrollo de esta posibilidad, Dios no pone ninguna restricci�n mec�nica.

Nos dice nuestro deber; Nos atormenta con motivos; Nos presiona con argumentos, con razones, con amenazas, con promesas. �l no anula nuestra naturaleza para destruir ese libre albedr�o que nos hace responsables y sin el cual deber�amos pertenecer a un c�rculo de vida totalmente diferente. A veces, Dios hace que su providencia parezca interponerse en el camino, como cuando hizo que el �ngel cruzara el camino de Balaam.

Pero es hacer que un hombre se detenga y reflexione antes de seguir adelante, no para obligarlo a desistir. �No es extra�o que Dios recompense con �xito a los hombres que violan sus leyes? Pero estos hombres no est�n quebrantando sus leyes de las que reciben su recompensa. Cualquiera que sea la ley de Dios que obedezca, esa ley lo recompensar� de acuerdo con su g�nero, solo porque es una ley. �Por qu� Dios permite que el imp�o obtenga riquezas? Simplemente porque ese imp�o ha buscado la riqueza con todas sus fuerzas.

Lo ha convertido en el �nico objetivo de su vida y, para lograrlo, ha obedecido escrupulosamente las leyes con las que su consecuci�n est� relacionada. El hombre obedece la ley del �xito en ese departamento. Pero tambi�n permite que la ley que desobedece le traiga el resultado natural de esa desobediencia. Y si la ley que desobedece es la ley superior, la ley de su vida espiritual, entonces, cualquier cosa que gane en la esfera inferior, es un perdedor en la esfera superior y, por tanto, un perdedor en realidad, un perdedor al final. porque destruye su alma.

As� como la providencia no impide este �xito en el pecado, tampoco lo impide la circunstancia de poseer privilegios religiosos. Los privilegios son un medio de bien; pero cuanto m�s buenos resistimos, m�s endurecidos nos volvemos. Aprenda - No es necesario que debamos desobedecer las leyes en la esfera inferior; se pueden obedecer en subordinaci�n a lo superior. Pero si pr�cticamente hacemos de lo inferior lo m�s elevado, entonces lo que es realmente superior se venga destruyendo el alma. La lecci�n del texto es simplemente esta: si todav�a no nos hemos vuelto buenos, cuanto antes lo hagamos, mejor. Debe haber un gran cambio de parte de todos. ( AL Simpson, DD )

"Con ambas manos en serio"

As� es como funcionan los hombres malos. Al menos, as� es como obraron en la �poca del profeta. No hay excelencia en la mera seriedad. La sinceridad puede ser tan ardiente como la llama y, al mismo tiempo, destructiva para la vida real y la bondad. Sin embargo, todo hombre deber�a ser sincero. Debemos vivir nuestra vida y hacer nuestro trabajo "con ambas manos con seriedad".

I. Sin manos. Hay algunos hombres buenos que parecen no tener manos en absoluto. Desde el amanecer de la vida hasta el anochecer, no hacen nada expresamente por Cristo. Podr�an trabajar con las manos, porque hacen, en otras cosas, una canci�n, una lucha pol�tica o su negocio. S� las excusas que se alegar�n y las rejas que se pondr�n para detener el juicio:

II. Con una mano. Entonces, muchos de sus siervos le sirven. Y esto est� bien cuando es solo al comienzo del servicio. Se intenta un poco al principio. Se agrega un poco m�s, y as� el servicio crece en algo de plenitud y el trabajador en algo de fuerza. Puede sentirse sensible con la hoja verde si ve que es verde y, por lo tanto, est� creciendo. Un hombre puede estar tocando la obra cristiana s�lo "con una mano", pero es mejor que nada.

Vendr�n m�s. Pronto se cansar� de trabajar con una mano. Necesitar� al otro para su propio alivio. Tomar� si no se desanima. Dejemos que todos los hombres de una mano escuchen la �velocidad de Dios� de los trabajadores mayores.

III. Con ambas manos. Porque, despu�s de todo, no hay perfecci�n, ni siquiera de tipo relativo, con una. Y el uso continuo de uno solo es una imperfecci�n impactante en el servicio cristiano. Porque como se han dado ambas manos para su uso, la otra no estar� inactiva. Funcionar� de formas prohibidas. Ser� deshaciendo lo hecho por el otro. �Con ambas manos�, entonces, por seguridad. Cuando pensamos en ello, qu� pocas cosas hay en la casa, o en el trabajo, o en los negocios, que podemos hacer con una sola mano. Un hombre sin brazo se considera obrero discapacitado.

IV. Con ambas manos con seriedad. No es suficiente que se presenten todos los talentos; todos deben disponerse de la mejor manera posible. No es suficiente que todos los poderes y las pasiones est�n alistados en el servicio del Se�or; todos deben ser bautizados, inspirados y llenos de energ�a con fervor cristiano. El pensamiento debe estar impregnado de sentimiento y el trabajo debe estar lleno y vitalizado de amor. Hay quienes trabajan �con ambas manos�, quienes no guardan nada.

No hay conflicto de principios en sus almas ni fallas visibles en su obediencia. Pero el mecanismo es mec�nico, no hay acci�n vital. La seriedad cristiana no es mera vehemencia y calor. Es fundamental que est� informado con total inteligencia. La diferencia entre fanatismo y celo es principalmente una diferencia de conocimiento. La seriedad cristiana es sabia y reflexiva en la aplicaci�n del conocimiento, en el juicio de personas, eventos, tiempos o estaciones. La seriedad cristiana es muy paciente. Algunas razones para una vida seria.

1. La autoconservaci�n lo requiere.

2. La honestidad lo requiere.

3. La benevolencia lo requiere.

4. La gratitud lo requiere.

5. El tiempo lo requiere.

6. El texto lo requiere.

Este texto es uno tomado del enemigo. Lo hemos arrebatado como al diablo. Describe a sus anfitriones. Les agradecemos la actitud. Aceptamos el desaf�o. No somos soldados a menos que lo hagamos. ( A. Raleigh, DD )

Y as� lo envuelven ...

Envolturas de pecado

El autor de este libro, aunque contempor�neo de Ezequ�as, evidentemente esboza un per�odo en la historia jud�a mucho m�s corrupto que su propia �poca. El per�odo al que se refiere en el contexto fue un per�odo en el que el hombre bueno hab�a "perecido de la tierra" y cuando "los rectos no exist�an"; un per�odo en el que todos estaban "al acecho de sangre", y cada hombre estaba "contra su hermano". Sin embargo, aunque la gente y las autoridades de este per�odo eran tan corruptas, no hab�an perdido del todo la verg�enza de las abominaciones, porque el profeta dice, �lo concluyen.

Todos estaban ocupados en art�sticos esfuerzos para ocultar a los dem�s la maldad de su conducta. Ahora bien, el esfuerzo de estas personas por ocultar su pecado es digno de nuestra atenci�n, por varias razones:

I. Porque es general. El pecado parece tener un instinto de ocultarse a s� mismo; no puede soportar la luz. Como los reptiles nocivos de la tierra, se retrae de la observaci�n. Por lo tanto, tan pronto como un hombre comete un pecado, busca "envolverlo".

1. Busca "envolverlo" de la sociedad. En todos los grados de la sociedad, en todos los departamentos de acci�n, los hombres est�n activos para terminar con su pecado. El comerciante deshonesto envuelve los mil pecados de su avariciosa vida diaria en la sonrisa suave, la reverencia y la declaraci�n falsa que hace a sus clientes. Cada paquete que entrega al comprador est� envuelto en falsedad. En las profesiones tienes la misma envoltura.

El abogado, el m�dico, el sacerdote, cada uno tiene sus pecados, y cada uno tiene su m�todo para envolverlos. Los candidatos a cargos p�blicos �envolver�n� los deseos pecaminosos que los impulsan a buscar el puesto, por muchos una declaraci�n de patriotismo y benevolencia, tan falsos como justos. Este �envolver� en general nuestros pecados de los ojos de nuestros semejantes muestra la aversi�n esencial del pecado. La conciencia del hombre universal siente que es algo execrable, por eso busca ocultarlo.

2. Busca �envolverlo� desde su propia conciencia. Esto lo hace el pecador con excusas enga�osas que se ofrece a s� mismo por su maldad. A veces buscar� �envolver� su pecado con el atuendo de la costumbre, para ocultar su enormidad a su conciencia, y espera que la costumbre de su oficio o su profesi�n justifique sus acciones. A veces "envolver�" su pecado en las debilidades de los hombres que han sido considerados buenos, y buscar� satisfacer la conciencia haciendo referencia a las imperfecciones de los hombres a quienes el mundo, la Iglesia e incluso la Biblia misma, canonizan como santos. .

A veces se esforzar� por "envolver" su pecado de negligencia religiosa con promesas de mejora en el futuro, como lo hizo F�lix en la antig�edad. Es importante notar el esfuerzo de este pueblo por terminar con su pecado:

II. Porque es malvado. Es agregar pecado al pecado; la ocultaci�n de un pecado es un pecado doble. Al poner fin a un pecado, por muy fuertes que sean sus motivos para hacerlo, aumenta la culpa y empeora las cosas. La serpiente eclosiona su cr�a debajo de la cubierta.

1. Ocultar el pecado es un pecado contra nuestra constituci�n. Estamos organizados para ser abiertos y reveladores; tenemos �rganos hechos para revelar plena y fielmente lo que hay en nosotros, y nuestros instintos naturales nos instan a esta revelaci�n.

2. Ocultar el pecado es un pecado contra la sociedad. No tenemos derecho a parecerles a los dem�s lo que no somos. El hip�crita es, de todos los falsificadores, el m�s perverso y peligroso.

3. Ocultar el pecado es un pecado contra Dios. Es un insulto a su omnisciencia. Es importante notar el esfuerzo de estas personas por envolver sus pecados:

III. Porque es imprudente.

1. El esfuerzo debe resultar inevitablemente infructuoso. Incluso aqu�, las circunstancias a menudo ocurren en la historia de un hombre para sacar a la vista de sus contempor�neos sus pecados ocultos. La envoltura se rasga, el monstruo desnudo salta a la luz y los hombres se estremecen. �Murder will out�; y no solo asesinato. S�, y para la propia conciencia de un hombre aqu�, a menudo por la fuerza de la convicci�n moral, todos los monstruos se desenvuelven.

Pero en el futuro habr� un desarrollo completo y completo. Pliegue tras pliegue, por m�s intrincado y abundante que sea el aliento alrededor del malvado mosaico, ser� desatado y arrojado a las llamas del �ltimo d�a. �Dios traer� a juicio toda obra con todo secreto� ( Eclesiast�s 12:14 ; Mateo 10:26 ; 1 Corintios 4:5 ).

2. El esfuerzo es eternamente enemigo de la felicidad. El ni�o que comete un crimen contra sus padres se mover� con tristeza en el feliz c�rculo del amor, siempre que busque terminar con su ofensa. Que lo confiese con l�grimas, y la nube oscura se romper�, y el sol volver� a brillar en su coraz�n. As� sinti� David: �Cuando callaba, mis huesos se envejec�an por el rugido de todo el d�a� ( Salmo 32:3 ). �El que encubre sus pecados no prosperar�, pero el que confiesa y abandona alcanzar� misericordia�.

3. El esfuerzo, si persiste, implicar� una ruina indecible. ( Homilista. )

Versículo 7

Mirar� al Se�or (tomado con Isa�as 66:2)

Las dos miradas

El hombre es una criatura que necesita ayuda.

�D�nde debe mirar?

I. Mirada de hombre.

1. Personal - "Yo". Cueste lo que cueste, quien no lo haga, yo lo har�.

2. Dependencia: "hasta". En la debilidad, la confusi�n, la dificultad, mirar� al Se�or.

3. Objeto: "el Se�or". Jehov�. �l es capaz, est� dispuesto, ha prometido ayudar.

II. Mirada de Dios.

1. Dios ha prometido mirar, es decir, despu�s. "Voy a." Su apariencia es de poder, y significa ayuda y protecci�n.

2. Objeto &mdashpobres - necesitados. �El que no tiene ayudante� se aplica tanto a las preocupaciones temporales como espirituales del pueblo de Dios.

3. Contrito - arrepentido. Se aplica a la condici�n espiritual: uno humillado a causa del pecado; doloroso, volviendo uno.

4. Tiembla ante Mi Palabra. No como F�lix, sino alguien que le tiene reverencia, trata de conservarlo, teme romperlo. A �l mirar�. Otros pueden despreciarlo y despreciarlo, pero yo mirar� (despu�s) de �l. Miremos a Dios, y Dios nos mirar� a nosotros ( John R. Taft, MA )

La Iglesia mirando y esperando al Se�or

Si examina la raza humana, encontrar� entre ellos innumerables diferencias. Se diferencian en su condici�n, en su complexi�n, su estatura, habla, vestimenta, modales. Sin embargo, tambi�n hay un gran parecido entre ellos. Las cosas en las que est�n de acuerdo son mucho m�s importantes que aquellas en las que difieren. La semejanza se refiere a lo esencial en la naturaleza humana; la variedad es s�lo accidental.

Esta es una imagen de la Iglesia de Dios. Las diferencias en opiniones, especulaciones, disciplina, usos religiosos, formas y ceremonias, s�lo conciernen a la vestimenta de la religi�n; el cuerpo es esencialmente el mismo. En todos los tiempos del mundo, bajo cada dispensaci�n de la sociedad, el pueblo de Dios ha sido el mismo, sus deseos iguales, su dependencia igual, sus gustos iguales, sus principios iguales. La resoluci�n formada precipitadamente en nuestra propia fuerza no solo falla, sino que a menudo resulta una trampa para el alma.

La resoluci�n hecha confiando en el poder de la gracia divina ser� �til para recordarnos, humillarnos, estimularnos y unirnos. As�, la resoluci�n se parecer� a un seto alrededor de un prado, para evitar que el ganado se extrav�e; y el dobladillo de una prenda, para evitar que los hilos se desprendan.

I. � A qui�n se refiere la resoluci�n de este texto? El Se�or. Este t�rmino, Se�or, lo caracteriza la Iglesia de dos maneras. Uno considera la obra de Dios para ellos; el otro, Su relaci�n con ellos. La Iglesia lo llama "el Dios de su salvaci�n". Y as� es, en todos los sentidos de la palabra. Todo tipo de liberaci�n proviene de �l. �l es el preservador de los hombres. Pero hay una liberaci�n que se llama enf�ticamente "salvaci�n"; una liberaci�n de la ira venidera, de los poderes de las tinieblas, de la tiran�a del mundo, de la esclavitud del pecado, de todos sus restos y sus consecuencias.

De esta salvaci�n, el prop�sito, el plan, la ejecuci�n, la aplicaci�n y la consumaci�n son de Dios y de la gracia. La Iglesia tambi�n lo llama su Dios. "Mi Dios me escuchar�". �Esto no es demasiado para que cualquier cristiano lo diga. Todo cristiano tiene una propiedad mucho mayor en Dios que en cualquier otra cosa; de hecho, no hay nada m�s que sea suyo. Como �l es realmente, Dios es para nosotros eterna e inmutablemente. La relaci�n entre Dios y nosotros, para autorizarnos a llamarlo nuestro, resulta de dos cosas: la donaci�n de nuestro lado y la dedicaci�n del nuestro.

II. �Qu� entusiasma esta resoluci�n? "Por lo tanto." Lea los vers�culos anteriores. El profeta se apart� de las criaturas, sabiendo que eran cisternas rotas, cisternas que no pod�an contener agua. Esta es una experiencia dise�ada, y no casual (por as� decirlo) del lado de Dios. Dios se preocupa por nuestro bienestar, infinitamente m�s de lo que somos nosotros mismos, y por lo tanto no espera nuestra aplicaci�n, sino que la excita.

Es una experiencia necesaria de nuestra parte. Tenemos una fuerte propensi�n a hacer de la carne nuestro brazo y de la tierra nuestro hogar. Es un privilegio del verdadero cristiano saber a qui�n puede acudir en la hora de la angustia; que aunque todo sea �spero bajo los pies, todo, cuando mira hacia arriba, est� despejado en lo alto.

III. �Qu� incluye la resoluci�n? Dos cosas: oraci�n y paciencia. Mirarlo es buscarlo en oraci�n. Deber�as mirarlo a �l ...

1. Para una explicaci�n bajo su aflicci�n.

2. Para apoyo en sus problemas.

3. Para santificaci�n.

4. Por liberaci�n.

Y tienes que "esperar". Esperar supone cierto retraso en la aparici�n de Dios en nombre de su pueblo. Estos retrasos siempre han sido habituales.

IV. �Qu� es lo que sostiene esta relaci�n? Es confianza en Dios como oyente y contestador de la oraci�n. Seg�n algunos, el �xito de la oraci�n se limita por completo a su ejercicio e influencia. Pero podemos reconocer interposiciones y bendiciones reales. Si un hombre ora correctamente, creer� que Dios hace algo en respuesta a su oraci�n. ( William Jay. )

Fe y esperanza en dios

El Se�or Jehov� es una fuente inagotable de consuelo para su pueblo creyente. En �l, por lo tanto, ponen su confianza y reciben abundantes provisiones de misericordia y gracia en cada momento de necesidad. En los vers�culos anteriores, Miqueas se dirige a los pocos que eran piadosos entre ellos a modo de precauci�n, contra las amistades traicioneras y la confianza de las criaturas, y a modo de aliento, para confiar �nicamente en el Salvador de Israel para la preservaci�n y liberaci�n. Las palabras del texto anuncian:

I. La resoluci�n del profeta. �Mirar� al Se�or�, etc. Esta piadosa determinaci�n fue evidentemente el resultado de una sabidur�a eminente y una pronta decisi�n de car�cter; descubre un estado mental devoto y lleno de gracia, y considera tanto el ...

1. Car�cter activo de la fe. Mirar es un acto vigoroso de la mente. Este principio vital incluye una renuncia total a la autodependencia; una confianza impl�cita en las perfecciones y promesas divinas; y una completa devoci�n de coraz�n y vida a Su servicio.

2. El paciente ejercicio de la esperanza. "Esperar� en el Dios de mi salvaci�n". La fe genuina siempre produce piedad pr�ctica. Si creemos en Dios, nos deleitaremos en esperarlo con ferviente devoci�n y esperarlo con fervorosa expectaci�n. Esperar al Se�or no es una suspensi�n de la actividad mental, ni un cese del esfuerzo personal; es un vivo ejercicio de la mente, que desea ardientemente y busca diligentemente las bendiciones de la salvaci�n en todos los deberes y ordenanzas del Evangelio. Debemos esperar a Dios con humildad, fe, fidelidad, paciencia y perseverancia en todos los medios de Su designaci�n.

II. La confianza del profeta. "Dios m�o, el Dios de mi salvaci�n". Este es el lenguaje de la humilde seguridad. La religi�n genuina es su propia evidencia. Se asiste con un testimonio interno de su disfrute personal.

1. La inestimable porci�n reclamada: "Dios m�o". Es la promesa distintiva del nuevo pacto: " Yo ser� vuestro Dios, y vosotros ser�is mi pueblo". Esto se realiza felizmente en la experiencia de todos los santos. Dios no es solo de ellos en las relaciones naturales de creaci�n y preservaci�n; pero �l tambi�n es de ellos por los compromisos especiales de Su pacto y los beneficios de la salvaci�n.

2. El indescriptible privilegio disfrutado. "El Dios de mi salvaci�n". El profeta hab�a obtenido la misericordia del Se�or y era part�cipe de su influencia salvadora. Pero todav�a esperaba con fe la realizaci�n progresiva y perfecta de la obra que ya hab�a comenzado. As�, todos los justos son s�bditos de la salvaci�n presente y herederos de la vida eterna.

III. El �nimo del profeta. "Mi Dios me escuchar�". Esta persuasi�n le proporcion� un consuelo inefable. Los jud�os rebeldes rechazaron su mensaje; pero se regocij� al saber que su Dios escuchar�a y responder�a propiciamente a sus devociones piadosas. Se sinti� animado por ...

1. Su comuni�n con Dios. La comuni�n con el Padre y con Su Hijo Jesucristo es el privilegio exaltado de todo Su pueblo. No s�lo consideran que es su deber ineludible, sino que tambi�n lo consideran su m�s alto honor, dirigirse al Dios de toda gracia.

2. Su expectativa de Dios. "Mi Dios me escuchar�". No era presuntuoso en su confianza ni entusiasta en su anticipaci�n. Confi� en las promesas de las Escrituras. Ten�a la evidencia de la experiencia. Las promesas y la bondad de Dios deben estimular nuestra confianza y promover la gratitud y la alabanza. Consideremos, entonces, la locura de confiar en el mundo para la felicidad, y la necesidad de buscar la salvaci�n en Dios. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

Mirando a Dios y esper�ndolo

Aqu� hay una base general de aliento.

1. El Se�or hace uso de tiempos dif�ciles y de decadencia para impulsar a su pueblo m�s a su deber y ahorro.

2. Hay en Dios suficiente motivo de aliento para contrarrestar cualquier dificultad o des�nimo que su pueblo encuentre en el mundo. Mirar al Se�or es un remedio suficiente para evitar que se dejen llevar en tiempos de decadencia y que no se desanimen en tiempos de tristeza.

3. En tiempos tristes y de decadencia, el pueblo de Dios debe ser m�s serio al tratar con �l, defenderlo y esperar Su ayuda. Trato tibio con Dios, sin embargo, puede agradar a los tontos en un d�a tranquilo, pero no se confirmar� en un momento de deserci�n p�blica.

4. En el tambaleo y el vuelco de las cosas aqu� abajo, el pueblo de Dios no debe mirar tanto a estas incertidumbres como a la inmutabilidad de Dios en lo que �l es para Su pueblo.

5. Con nuestra fe y ardor en esperar la ayuda de Dios, la espera paciente tambi�n debe unirse, manteniendo Su camino, a pesar de las dificultades o demoras de la liberaci�n, y resolviendo tener fe ejercida antes de obtener la victoria.

6. En toda la espera del pueblo de Dios en �l, todav�a hay esperanza y confianza, aunque no siempre se percibe al camarero; porque la misma palabra en el original significa tanto esperar como esperar. ( George Hutcheson. )

Piadoso 'resuelve

1. Estas son las palabras de alguien que estaba entristecido, irritado y perplejo. Las depravaciones de la sociedad, sus traiciones, su ego�smo y su furiosa lujuria dominaron toda fe excepto la fe en Dios, y obligaron, a trav�s de una terrible disciplina, y sin embargo de gracia, a esa actitud cristiana de perfecta resignaci�n y perfecta devoci�n y perfecta esperanza. representado por el texto. El sentimiento expresado es de devoci�n personal y separaci�n social.

2. Cuando las opresiones del pecado golpean el alma y la carga sobre la conciencia es pesada; cuando las convicciones laceran y los temores abruman, y el coraz�n se agoniza con la aprehensi�n de la ira de un Dios enojado; cuando el hombre est� cansado y distra�do con el mundo y el pecado, maravilloso es el cambio a la pureza, la libertad y la paz, cuando el voto del profeta puede formular las aspiraciones del alma como en el texto.

3. Cuando el hombre se convierte y se salva, la ocupaci�n espiritual de su nueva vida es mirar, esperar y orar; esa ocupaci�n est� impregnada de esperanza y perpetuada por la fe, y las certezas de un tema glorioso iluminan el camino y aligeran el alma.

4. Nadie puede decir "Dios m�o" si no puede decir tambi�n "Dios m�o me oir�". Toda alma salva reza. Existe una conexi�n necesaria, en virtud de una ley esencial de la vida espiritual, entre �recibir la expiaci�n� y ofrecer nuestros deseos a Dios.

5. Los que son salvos estaban, en el lenguaje de las Escrituras, "perdidos". Su salvaci�n es obra del Se�or. Su Redentor es la Deidad.

6. Las palabras, Dios de mi salvaci�n, Dios m�o �, indican el ejercicio de esa fe de apropiaci�n por la cual� echamos mano de la esperanza puesta ante nosotros �en el Evangelio eterno. ( T. Easton. )

Mi Dios me escuchar�.

Nuestra seguridad aseguradora

La fe es "la victoria que vence al mundo". Dios es el objeto de esa fe; Su Palabra es el terreno sobre el que descansa, y la confianza, la paz y la seguridad para siempre son sus frutos invariables. Al confiar en Dios, el alma se atrinchera en Dios; es inexpugnable desde dentro o desde fuera; puede triunfar sobre las circunstancias m�s adversas y aferrarse a la roca eterna en medio de las crecidas del mar m�s enfurecido.

En ning�n momento, nada debe hacer temblar nuestra confianza en Dios. No puede existir ning�n motivo para la desconfianza en Dios. Es bueno, cuando llegue la prueba de la fe, estar preparados con alguna gran verdad est�ndar a la que podamos aferrarnos bajo todas las circunstancias. Toda la ense�anza de las Escrituras nos asegura que la confianza en Dios no puede estar fuera de lugar, no puede decepcionarse.

I. La confianza del alma se basa en la Deidad, en lo que Dios es. Este es el m�s alto de todos los motivos de confianza: lo que Dios es en s� mismo, independientemente de cualquier otra consideraci�n. No hay deficiencia de recursos en �l; Dios es todo suficiente. No falta de inclinaci�n en �l; �l es todo bondad. Todos Sus atributos atestiguan que �l est� completamente calificado para suplir nuestra necesidad, y Sus promesas lo comprometen absolutamente a suplir la necesidad de todos aquellos que lo buscan.

II. La confianza del alma se basa aqu� en la relaci�n con Dios. "Mi Dios me escuchar�". Es competencia de la fe apropiarse de Dios, tanto como corresponde a la fe creer en Su existencia. La �nica revelaci�n que Dios nos da de s� mismo en su Palabra se refiere a los oficios que sostiene para su pueblo y la relaci�n que tiene con los pobres pecadores.

III. La confianza del alma se basa tambi�n en la promesa: "Mi Dios me oir�". No es una pregunta: �Me escuchar� Dios? "Mi Dios me escuchar�". La misma palabra en hebreo que significa que Dios escucha, tambi�n significa que Dios responde. Dondequiera que llamemos, Dios oir�. Independientemente de lo que llamemos, Dios oir�. Una mirada es una oraci�n; un deseo es una oraci�n. Y est� el elemento personal en la seguridad: "el Se�or me escuchar�". ( Marcus Rainsford. )

Una dulce campana de plata que suena en el coraz�n de cada creyente.

"Mi Dios me oir�". �Qu� frase tan encantadora! Hay m�s elocuencia en esa frase que en todas las oraciones de Dem�stenes. Es una canci�n de elecci�n para un arpa solitaria.

I. El t�tulo. "Dios m�o." No es solo Dios, sino Dios en pacto conmigo, a quien busco ayuda. Llamarlo "Mi Dios" significa elecci�n y selecci�n. �Dios m�o� supone una apropiaci�n de la fe. "Dios m�o" significa conocimiento y conocimiento. �Dios m�o� implica un abrazo de amor. �Dios m�o� implica que la obediencia de su vida se le rinde con alegr�a. Un hombre no puede llamar a Dios su Dios en verdad a menos que desee obedecerle. Y la frase "Dios m�o" insin�a gozo y deleite en �l.

II. El argumento. El t�tulo contiene en s� mismo una fuerza l�gica secreta. Con la misma certeza que �l es mi Dios, �l me escuchar�. �Por qu�?&mdash

1. Porque �l es Dios, el Dios vivo y verdadero: Los or�culos de los paganos son mentirosos. Aquellos que buscaban a los dioses falsos, s�lo adoraban las falsedades. Ves en qu� tono de confianza habla este profeta; y �por qu� no deber�a hablar todo hijo de Dios con la misma confianza? Que permanezca all� como una columna de bronce, aunque todo lo dem�s falla, Dios debe escuchar la oraci�n. �l puede hacer esto y puede hacer aquello, pero debe escuchar la oraci�n.

2. Porque se ha hecho a s� mismo mi Dios, me escuchar�. Se ha entregado a s� mismo para ser mi Dios.

3. Porque mi Dios me ha escuchado tantas veces. Por lo tanto, est� lejos de m� dudar de su favor presente y futuro.

4. Porque en el pacto se incluye su oraci�n de o�r.

5. Porque si no escuchara la oraci�n, �l mismo ser�a un gran perdedor.

III. El favor. "Mi Dios me escuchar�". Es mejor para nosotros tener una promesa de que Dios nos escuchar�, que una promesa de que Dios siempre nos responder�. Si fuera un hecho absoluto que Dios siempre responder�a las oraciones de su pueblo cuando las presente, ser�a una verdad terrible. El texto significa que �l me escuchar�.

1. Como oyente.

2. Como amigo, lleno de simpat�a.

3. Como un juez escucha pacientemente un caso.

4. Como ayudante.

IV. La persona. �Mi Dios me escuchar� . �Te escuchar�? �Est�s abatido por un sentimiento de pecado? perseguido o decepcionado? Aseg�rate de que Dios te escuchar�. Si alg�n centro comercial desea que Dios sea su Dios, se le concede la gracia para que as� sea. Si deseas a Cristo, puedes tenerlo. ( CH Spurgeon. )

Mantente atento

Un hermoso librito, titulado "Esquinas de las expectativas", habla de un rey que prepar� una ciudad para algunos de sus pobres s�bditos. No muy lejos de ellos hab�a grandes almacenes donde se les suministraba todo lo que pudieran necesitar, si enviaban sus pedidos. Pero con una condici�n: deben estar atentos a la respuesta, de modo que cuando lleguen los mensajeros del rey con la respuesta a sus peticiones, siempre se los encuentre esperando y listos para recibirlos.

Se cuenta la triste historia de alguien abatido que nunca esper� obtener lo que ped�a, porque era demasiado indigno. Un d�a lo llevaron a los almacenes del rey, y all�, para su asombro, vio, con su direcci�n, todos los paquetes que le hab�an preparado y enviado. Estaba el manto de alabanza y el aceite de la alegr�a y el colirio, y mucho m�s; hab�an estado en su puerta, pero la encontraron cerrada; �l no estaba en perspectiva. A partir de ese momento aprendi� la lecci�n que Miqueas nos ense�ar�a: �Mirar� al Se�or; Esperar� en el Dios de mi salvaci�n; mi Dios me escuchar� �. ( Andrew Murray. )

Versículo 8

No te regocijes contra m�, enemigo m�o; cuando falle, me levantar�; cuando me siente en tinieblas, el Se�or ser� mi luz

El enemigo regocijado reprendi�

I. El enemigo regocijado. En el momento de la conversi�n, el alma entra en un conflicto que contin�a hasta el d�a de su muerte. La corneta que lo llama a la paz con Dios, lo llama tambi�n a la batalla. M�s all� de los conflictos que surgen de su propio coraz�n malvado y las tentaciones de un mundo sin Dios, el santo tiene en Satan�s un enemigo jurado. Perm�teme suplicarte que recuerdes que en Satan�s tienes un enemigo vivo personal.

Para tener una idea del enemigo con el que tenemos que luchar, mire los nombres que se le dan en las Escrituras. Estos son los que mejor revelan su car�cter. Apoliyon, el destructor. Satan�s, el acusador. El diablo o asesino. Viene desprevenido. Ataca nuestra parte m�s d�bil.

II. El enemigo regocijado reprendi�. En nuestro texto no hay ning�n intento de negar el hecho de la ca�da o excusar su culpa. �De d�nde obtiene el cristiano ca�do su consuelo, si no es ignorando el pasado? Se regocija al pensar en la restauraci�n. El futuro es su reserva de alegr�a. Me levantar�, dice, hombre m�s sabio; un hombre m�s atento; un hombre m�s humilde. Los verdaderos santos de Dios ser�n levantados de la tierra, por dura que sea su ca�da. Junto a la salvaci�n del pecador, el recobro del santo trae gloria a nuestro Se�or. ( AG Brown. )

Experiencia accidentada

I. El conflicto supuesto. El lenguaje es muy fuerte; los t�rminos figurativos empleados sugieren sus propias im�genes; es un caso triste pero no desesperado; hay esperanza en el Se�or acerca de esto; pero, mientras tanto, hay un conflicto que pone a prueba la fuerza y ??el coraje de Miqueas. Estamos aqu� meditando sobre la guerra mental que tuvo lugar en el campo de batalla del coraz�n de un profeta.

Lo que le pertenec�a es com�n a todos, no siempre, pero s� en determinados momentos. Algunos cristianos cometen este error; parecen esperar que por ser cristianos estar�n exentos de las tentaciones y malas inclinaciones de otros hombres.

II. Las fuentes de este conflicto espiritual. No queremos nada m�s que la historia de nuestro coraz�n para explicar esto. Las fuentes de este conflicto de pensamiento y sentimiento son tres: el mundo, el diablo y la muerte.

III. Tu anticipaci�n frecuente de la muerte, que es una fuente de conflicto perpetuo para muchos. El miedo a la muerte es natural; probablemente sea un principio implantado desde arriba, para evitar que el hombre se precipite espont�neamente a la presencia de Dios. Y a este temor el creyente es responsable, incluso como el incr�dulo. ( WG Barrett. )

Versículo 9

Soportar� la indignaci�n del Se�or, porque he pecado contra �l.

El creyente, consciente del disgusto de Dios, confiesa su pecado

Este es el lenguaje de la Iglesia del Dios vivo.

Es un reconocimiento sincero y recto de su propia culpa. Vio a Dios en el trato y la conducta de sus enemigos. Esto la llev� a confesarse. Esto la llev� a una santa determinaci�n; y tambi�n a la espera paciente; y una confianza creyente.

I. El prop�sito solemne del alma. "Sobrellevar� la indignaci�n del Se�or". Vio la mano del Se�or en sus aflicciones. No es poca sabidur�a, cuando somos capaces de ver claramente la mente y el trato de Dios con nosotros en nuestras aflicciones. �Cu�l fue la �indignaci�n� que tuvo que soportar la Iglesia? No lo que Dios muestra a los que lo desprecian y se rebelan contra �l; sino la manifestaci�n eterna de la ira de Dios contra el pecado, una santa indignaci�n contra la iniquidad; la indignaci�n del disgusto de un padre. No es menos doloroso por eso. Es el mismo amor del padre lo que hace que su disgusto sea tan intenso en el coraz�n del ni�o.

II. La raz�n por la que ella lo da. "Porque he pecado contra �l". El pecado debe considerarse desde tres puntos de vista diferentes. Hay un curso de pecado. Hay pecados en los que un hijo de Dios puede sorprenderse. Falta el objetivo del hijo de Dios. Hay dos rasgos en su confesi�n. Ella reconoci� que el pecado hab�a sido contra Dios. Y se ech� la culpa a s� misma.

Disculpe la confesi�n de Marte. Ella no ech� la culpa a la corrupci�n interna. Algunos confiesan el pecado, pero solo lo confiesan en general. Si un hombre confiesa verdaderamente, busca el pecado hasta la ra�z. Nada humilla m�s el esp�ritu que una confesi�n tan completa y sincera. ( JH Evans, MA )

El hijo de Dios bajo castigo

Las consecuencias del retroceso nacional solo pueden ser juicios nacionales. Esto el profeta prev�; y en nombre del remanente piadoso, se vuelve a Dios en busca de esa esperanza y consuelo que nada en la tierra puede brindar. En cuanto al castigo que la Iglesia jud�a estaba a punto de sufrir, en nuestro texto se le ense�a a usar el lenguaje de la sumisi�n y la esperanza. Aprenda del texto, cu�les son los sentimientos, cu�l es el comportamiento de un hijo de Dios en aflicci�n.

I. Se somete a Dios. Varias son las pruebas que el pueblo de Dios est� llamado a soportar. No hay ninguna promesa de que estar�n exentos de circunstancias angustiosas. Cada uno comparte los dolores comunes de la humanidad. Cada uno tiene tambi�n dolores propios de s� mismo, que surgen de su disposici�n y circunstancias. Sin embargo, en todo, el verdadero hijo de Dios contempla la mano de Dios. Sabe que, sea lo que sea que tenga que sufrir, es del Se�or. Entonces, sabiendo de d�nde vienen sus problemas, el hijo de Dios se inclina ante el castigo, puede ser con un agudo sentimiento de su p�rdida, o aflicci�n, pero con una paciente sumisi�n a la voluntad de Dios.

II. El justifica a Dios. El orgullo a veces puede permitirle a un hombre soportar resueltamente males que no se pueden evitar. Un temperamento naturalmente alegre tampoco sentir� la carga del dolor tan pesada como la siente una mente naturalmente ansiosa y abatida. Pero la sumisi�n cristiana va acompa�ada de un sentimiento que la mera alegr�a no puede producir y al que el orgullo se opone constantemente: un sentimiento de culpa consciente.

Todo dolor es progenie del pecado. El Se�or nos aflige, o para que no olvidemos nuestros desiertos originales, como hijos de ira; o, porque hemos cometido alguna nueva transgresi�n; o, como un medio para corregir y renovar nuestros corazones naturalmente corruptos. El hijo de Dios, por lo tanto, aunque sufre bajo el golpe del castigo, reconoce lo correcto. Se somete, porque sabe que se lo ha merecido. Este es el estado mental que Dios desea contemplar en todo pecador. Este es el fin por el que se env�an las pruebas terrenales.

III. Esperanzas en Dios. "Hasta que �l defienda mi causa". La confianza en la misericordia de Dios no es menos el deber de un verdadero cristiano que la sumisi�n a la voluntad de Dios y el reconocimiento de su justicia al afligirnos. El hijo de Dios pone su confianza en esa misma mano que lo hiere. La fe le permite ver que el castigo, cuando se soporta con paciencia, es una se�al de su adopci�n. Al estar seguro de esto, puede confiar en el bondadoso afecto de su Padre por eliminar la prueba a su debido tiempo.

As�, el afligido hijo de Dios "se apoya �nicamente en la esperanza de su gracia celestial". Los dolores mundanos se vuelven as� ligeros y tolerables incluso cuando son manifiestamente las consecuencias del pecado. Como te he advertido contra una sumisi�n meramente orgullosa a Dios y contra una confesi�n impenitente de tu pecaminosidad, perm�teme tambi�n advertirte contra una esperanza presuntuosa de la misericordia de Dios. Dios es un Dios "celoso".

Hay una esperanza que al final no resultar� mejor que una presunci�n vana: y la Biblia no nos deja dudar de cu�l es esa esperanza. Es la esperanza del hip�crita. Es la esperanza del pecador descuidado e irreflexivo, que habla en voz alta de la misericordia de Dios. Solo hay una forma en la que est�s autorizado a esperar en Dios. Ac�rcate a �l con profunda y sincera penitencia; aborrezca y abandone todo pecado; y entonces su confianza en �l se mantendr� sobre un fundamento seguro. ( J. Jowett, MA )

Cultura bajo prueba

Transfiera este lenguaje de los labios de la Iglesia a los labios del cristiano individual y consid�relo como una indicaci�n de un esp�ritu que necesita ser cultivado m�s ampliamente.

I. Determinaci�n de ser cultivado en prueba. "Soportar�, etc. ... contra �l". Dos tipos de indignaci�n de los que se habla en las Escrituras. De uno se dice: "�Qui�n podr� enfrentarse a Su indignaci�n?" Del otro, la Iglesia dice: "Lo soportar�". La �nica y ardiente ira de un Rey ofendido; el otro, castigando el disgusto de un Padre amoroso. El uno, la ira ardiente, que consume por completo; la otra, correcci�n amorosa, que derrite, refina y purifica.

Mientras que nadie puede estar delante de uno, delante del otro, para que seamos part�cipes de Su santidad, Dios anhela que podamos inclinarnos. Cuando el cristiano ve el disgusto castigador que emana del amor herido de un Padre, dice: "Sobrellevar� la indignaci�n del Se�or". Pero algo mas. "Porque he pecado". Lo soportar�, porque es menos de lo que merezco; porque s� qui�n lo env�a y el objeto que tiene a la vista.

Ilustre la conducta de Simei y el trato que le dio David ( 2 Samuel 16:5 ). Recuerde que la indignaci�n de Dios puede caer sobre nosotros a trav�s de otros, o puede venir directamente de �l.

II. L�mite de resistencia a proponer. "Hasta que �l defienda mi causa y ejecute mi juicio". En las pruebas que la Iglesia se hab�a educado a s� misma para soportar, hubo mucha dureza, injusticia y maldad. Dios permite que otros nos aflijan, cuyo prop�sito puede ser diferente al suyo. Aunque la ira del hombre es odiosa, Dios la subordina a sus sabios prop�sitos y restringe su ejercicio.

En todos los casos de este tipo, debemos distinguir entre el prop�sito del hombre y el prop�sito de Dios, o la paciencia est� m�s all� de nuestro alcance. Ilustre a Jos� en Egipto; e Israel en Egipto. Entonces, si adem�s de mirar el prop�sito del hombre, nos preparamos para mirar el prop�sito de Dios, y tambi�n el l�mite de Dios, seremos capaces de apropiarnos del lenguaje del texto, y as� seguir el ejemplo de Cristo, quien, bajo prueba, se entreg� al que juzga con justicia.

III. Se mantendr� la expresi�n de confianza. �l me dar� a luz. .. luz. .. justicia. " Observa el significado del idioma. Obviamente figurativo: dolor, angustia, desolaci�n (ya sea temporal o espiritual) que continuamente se llama "oscuridad" y al rev�s como "luz". Pero, cuando llega la temporada apropiada, Dios cumple Su promesa de hacer que las tinieblas sean luz delante de Sus siervos, al convertir la duda en confianza, la aflicci�n en prosperidad, la tristeza en gozo; y los saca a la luz quitando sus cargas, aclarando su camino, vindic�ndolos de acusaciones falsas y revelando, al menos en cierta medida, la raz�n y el beneficio de su dolor. ( WDJ Straton, MA )

Versículos 11-12

En el d�a en que se construyan tus muros

El buen momento viene

I. Ser� el momento de reconstruir lo arruinado. "El d�a en que ser�n edificados tus muros". Se hace referencia a los muros de Jerusal�n: los muros de fortificaci�n, protecci�n, estos deben ser reconstruidos. Sin embargo, hay una reconstrucci�n m�s importante que esta: una reconstrucci�n que contin�a y continuar� hasta que se complete la gran ciudad moral.

1. El alma humana es un edificio; es un templo, una �casa espiritual� erigida como residencia del Eterno. Es "una ciudad cuyo constructor y hacedor es Dios".

2. El alma humana es un edificio en ruinas. Los muros est�n derribados; sus columnas, arcos, techo, habitaciones, todo en ruinas.

3. El alma humana es un edificio para reconstruir. Cristo ser� la piedra fundamental, etc. Esta reconstrucci�n se lleva a cabo de acuerdo con un plan del Gran Arquitecto Moral; est� siendo elaborado por agentes que no saben nada del plan.

II. Ser� el momento de reunir a los dispersos. "En aquel d�a tambi�n vendr� a ti desde Asiria, y desde las ciudades fortificadas, y desde las fortalezas hasta el r�o, y de mar a mar, y de monta�a a monta�a". La familia humana, que el cielo pretend�a vivir como una gran hermandad, ha sido dividida en secciones morales, antag�nicas entre s� y esparcidas por todo el mundo.

Llegar� el momento en que se reunir�n, no, por supuesto, en un sentido local, sino en un sentido espiritual: en unidad de sentimiento, simpat�a, objetivo, alma. Todos ser�n uno en Cristo. Ser�n reunidos en esp�ritu de los cuatro vientos del cielo. ( Homilista. )

Versículo 13

Por el fruto de sus obras

La ruina del hombre es fruto de su propia conducta

Suponiendo que sea un hecho que la ruina del hombre es siempre fruto de su propia conducta, deben seguirse tres cosas:

I. Que su miseria se identificar� con el remordimiento. Moralmente es imposible que un hombre atribuya su ruina a su organizaci�n, a las circunstancias oa cualquier fuerza sobre la que no tenga control. Debe sentir que se lo ha provocado �l mismo.

II. Que en sus sufrimientos debe reivindicar el car�cter divino. �T� eres justo y recto�, etc. Como el fruto responde a la semilla, como el eco al sonido, sus calamidades responden a su conducta.

III. Que su salvaci�n de la ruina requiere un cambio de vida.

IV. Ese cristianismo es el �nico sistema que puede resolver su caso. La misi�n del cristianismo es cambiar el coraz�n, renovar la vida y efectuar una reforma espiritual. Para esto est� dise�ado, para esto est� capacitado; y ning�n otro sistema en la tierra es capaz de realizar este trabajo. ( Homilista. )

Versículo 14

Apacienta a tu pueblo con tu vara, el reba�o de tu heredad, que habita solitariamente en el bosque, en medio del Carmelo: que apacientan en Bas�n y Galaad, como en los d�as de anta�o.

El cuidado pastoral de Cristo

El profeta da cuenta del estado de la Iglesia visible y profesante, que �l considera como un campo o vi�a despu�s de que la cosecha ha pasado y la vendimia terminada.

Dios nunca deja a una Iglesia que profesa ser un desierto, a menos que sea por la mayor apostas�a; pero muchas veces los deja para que sean como campo despu�s de la cosecha, o vi�edo despu�s de la vendimia. Derriba el seto, permite que entren las fieras, deja que las personas se echen a perder a su antojo; pero vendr� un tiempo de cultivo nuevamente, cuando �l har� que se produzcan frutos para Su alabanza. El profeta dice que los buenos eran muy pocos; y que los que eran malos eran muy malos.

Cuando esta es la condici�n, la destrucci�n inevitable se encuentra a la puerta de ese lugar o naci�n. Si alguno de estos es de otra manera, todav�a hay esperanza. Siendo este el estado y la condici�n de la gente de la tierra, el profeta hace en nombre de la Iglesia una triple aplicaci�n de s� mismo:

1. A Dios. �Mirar� al Se�or�.

2. A sus enemigos. �Qui�n es este enemigo? �En qu� mostr� su enemistad?

3. A s� mismo. "Soportar� la indignaci�n", etc.

Aqu� hay un marco muy favorable bajo el actual estado de aflicci�n. En este estado y condici�n, el profeta hace esta petici�n: "Alimenta a tu pueblo con tu vara". En estas palabras tenemos:

I. Por qu� se reza. La vara es la se�al del pastor. Tres cosas en la alimentaci�n del pueblo de Dios:

1. Que Dios suplir�a sus necesidades espirituales y temporales.

2. Que Dios, en el estado que les sobreviene, les conceda promesas, promesas singulares de su propia ternura y amor.

3. Por "alimentar" se entiende regla, protecci�n, liberaci�n. El pastor tiene que proteger a su reba�o de todo mal.

II. Los argumentos de fe que se deben defender en este caso.

1. Eran el pueblo de Dios:

(1) Tras la elecci�n.

(2) Por compra y adquisici�n.

(3) Por pacto.

2. Eran "el reba�o de tu heredad". Son un "reba�o". Y como tales, son indefensos, inofensivos, �tiles, �tiles, porque una bendici�n secreta los acompa�a; por su buen ejemplo; y en raz�n de su industria. Son "el reba�o de la herencia de Dios". Como tal, si Dios no se ocupa de ello, nadie m�s lo har�. Es la herencia de Aquel a quien todo el mundo considera su mayor enemigo.

3. El tercer argumento se toma de su estado y condici�n. El primer argumento aboga por la gloria de Dios, su amor y fidelidad. El segundo aboga por el inter�s de Dios. El tercero suplica la piedad y la compasi�n de Dios. Viven "solitarios", es decir, desconsolados. �En un bosque�, es decir, en un estado oscuro y enredado. ( J. Owen, DD )

Una oraci�n

Esta oraci�n reconoce tres cosas.

I. Una relaci�n interesante entre Dios y su pueblo. Reba�o y Pastor.

1. Es el due�o absoluto del reba�o. "Todas las almas son M�as".

2. Tiene un conocimiento perfecto del reba�o.

3. Tiene un amor infinito por el reba�o.

4. Tiene abundantes provisiones para el reba�o.

II. La dif�cil condici�n en la que a veces se encuentra el pueblo de Dios. "Que habitan solitarios en el bosque, en medio del Carmelo". La referencia principal es su cautiverio en Babilonia.

1. Es causado por uno mismo. Las almas no han sido llevadas al cautiverio moral. "Todos nosotros, como ovejas, nos hemos descarriado".

2. No se puede entregar por uno mismo. Ning�n alma encontr� jam�s su camino de regreso a Dios por sus propios esfuerzos sin ayuda; por eso Cristo vino a "buscar y salvar a los perdidos".

III. La importancia de restaurar los placeres anteriores. "Que pacen en Bas�n y Galaad, como en los d�as de anta�o". Las regiones de Bas�n y Galaad, al este del Jord�n, eran c�lebres por sus ricos pastos, y por esta raz�n fueron elegidas por las tribus de Rub�n y Gad y la media tribu de Manas�s ( N�meros 12:1 ; Deuteronomio 3:17 ). Moralmente, la gran necesidad del hombre es la restauraci�n de los derechos normales, las virtudes normales, los goces normales. ( Homilista. )

Versículo 18

�Qui�n es Dios como t�, que perdona la iniquidad?

La gracia de Dios para los pecadores

Miqueas e Isa�as fueron contempor�neos. Viv�an en la misma tierra, viv�an en la misma ciudad; ministraron, digamos, a la misma congregaci�n, y predicaron el mismo Evangelio. Eran muy diferentes en algunos aspectos, hasta donde podemos juzgar por los restos de su ministerio que dejaron atr�s. Isa�as fue, quiz�s, el hombre m�s elocuente que Dios haya hecho jam�s, y lo hizo para el servicio m�s espl�ndido.

Hace mucho tiempo, Jer�nimo, el gran estudioso del lat�n, al traducir a la Vulgata estos libros, dijo de Isa�as que �l era el profeta evang�lico, y desde ese d�a la Iglesia de Cristo en todas sus ramas se ha suscrito a esa sorprendente descripci�n de Isa�as. Micah, de nuevo, parecer�a ser un hombre de diferente tipo, con un equipo completo de experiencia espiritual. Sus dichos son breves y penetrantes; no tan cautivador para la mente, puede ser, como la elocuencia de Isa�as, pero penetrante y penetrante para el entendimiento, la conciencia y el coraz�n de todos los que lo escucharon.

Tenemos un ep�tome de su ministerio en estos vers�culos finales, un resumen de su servicio de toda la vida a Dios y Jerusal�n. "�Qui�n es un Dios", dice, "como t�?" Empieza a hablar a la gente, pero se olvida de la gente en la presencia de Dios y su gloriosa gracia, y hace que su serm�n comience con una doxolog�a, un grito de asombro, un asombro por la gracia de Dios. No est� escrito, pero puedo leerlo - estoy tan seguro de ello como si hubiera sido escrito - tantas veces antes de que �l exclamara: "�Qui�n es un Dios como t�?" dijo: "�Qui�n es un pecador como yo?" Nadie se asombra jam�s de la gracia de Dios hasta que es confundido con su propio pecado.

Hay un estremecimiento de asombro y asombro por la gracia de Dios que lo ha llevado durante tanto tiempo y un ministerio infructuoso y una vida tan pecaminosa y no santificada. Puede haber una alusi�n, ya que las alusiones recorren todos los profetas, comparando al Dios de Israel con los dioses de las naciones de alrededor. La forma de la exclamaci�n es, sin duda, tomada de lo que fue un debate continuo entre los profetas de Israel y los falsos profetas y los falsos dioses de las naciones circundantes.

Ten�an sus dioses - �l admite eso de alguna manera por el bien de la discusi�n - pero se vuelve y dice: "�Qui�n es un Dios como t�?" �Qu� sacerdote de Baal o Astarot tiene un dios como el profeta Miqueas? Ten�an sus dioses de la guerra y sus dioses del vino; dioses del amor, dioses de los bosques, dioses de los arroyos, dioses de los mares, dioses de las nubes de tormenta; pero nunca ning�n profeta fuera de Israel dijo: �Nuestro Dios perdona la iniquidad.

�Lo que le asombra es que Dios perdona la iniquidad. ��l perdona la iniquidad�. El rabino Adam Duncan, el gran profesor de hebreo, un hombre de genio y un santo, si ha habido uno en nuestros d�as en Escocia, un d�a se tambaleaba por la calle hacia su clase. Un tipo bromista sali� por la puerta de uno de los clubes de Edimburgo y pens� que le har�a una broma al viejo Doctor, una historia que contar.

"Bueno, doctor, �alguna noticia del d�a?" �Oh, buenas noticias�, dice el Doctor, con sus ojos llameantes; "Buenas noticias, se�or". Asombr� al joven. �l dijo: "�Qu� pasa, doctor?" Pens� que era una revoluci�n, algo tremendo que a�n no les hab�a llegado a o�dos en el club. Pero, dice el Doctor, poniendo su mano sobre el hombro del joven, �la sangre de Cristo a�n limpia de todo pecado.

�Hay gracia en la gram�tica, perdona la iniquidad. Lo hace ahora. El ni�o de la escuela te dir� que este es el tiempo presente. No es que �l perdonara en los d�as de Miqueas, pero Su gracia se sec� este d�a; o perdonar� alguna vez m�s cuando haya m�s oraci�n, preparaci�n y fe; pero perdona ahora, perdona aqu�. �sta es la alegr�a del Evangelio; esto lo hace fresco cada ma�ana; esto hace que cada ministro sea experimental y autobiogr�fico, porque puede decir, como el rabino Duncan: �Venid todos, y os dir� lo que Dios ha hecho por mi alma esta misma ma�ana; �l perdona la iniquidad, cosas que preferir�as ahogarte antes que escuchar que se dice que has hecho; �l lo perdona, y t� volver�s a casa aplaudiendo y diciendo: '�Qui�n es Dios como t�?' �Necesitamos muchas cosas, pero primero el perd�n.

Si fueras a tu prisi�n y alg�n hombre estaba esperando ser ejecutado y dijiste: ��Qu� puedo hacer por ti, amigo m�o? Tengo influencia con los magistrados, el gobierno, el rey, �qu� puedo hacer? �l respond�a: �Quita la cuerda de mi cuello, quita ese andamio, y entonces puede haber otras cosas que puedas hacer; pero obt�n mi perd�n y hazlo r�pido ". Y, por lo tanto, est� al frente del mensaje para usted y para m�, cuando nos despertamos esta ma�ana.

All� hay una nota de la Pascua. Pasa, no lo ve, no quiere verlo. "No retiene su ira para siempre". Est� enojado, f�jate. Quiz�s est� muy enojado contigo aqu� esta ma�ana. Cito a Goodwin, pero estoy en un buen ambiente. Dice: �La conciencia es una peque�a ventana en el alma a trav�s de la cual Dios arroja una brasa de fuego del infierno para que el hombre pruebe de antemano lo que ser� hacer su cama en el infierno.

�Dices, buen se�orito, que no hay fuego en el infierno. �Espera y ver�s! Goodwin vuelve a decir: "El infierno no es fuego culinario". Tambi�n hubo esc�pticos en su �poca, y dijo: �Oh, no, no el fuego de la cocina; Muy bien. Sabes mejor que los ap�stoles y profetas y el Maestro mismo. No es fuego culinario, que podr�a apagarse. Pero te dir� lo que no se puede apagar, el remordimiento.

�Pero aunque est� enojado por un breve tiempo, se deleita en la misericordia. Vale la pena viajar por todo el pa�s solo para decirle eso a un compa�ero pecador. Nuestro Hacedor, Juez y Redentor, se deleita en la misericordia. Nunca se dice que se deleita en la ira. Va en contra de Su naturaleza, pero la misericordia es Su naturaleza m�s �ntima. Si el diablo echa en mis dientes mis pecados, dir�: �S�, todo es verdad, y no puedes decir ni la mitad, pero tengo que ver con Aquel que se deleita en la misericordia.

"�l se deleita en la misericordia". �l lo disfruta, es Su naturaleza, y t� puedes satisfacer Su misericordia como, tal vez, nadie m�s puede hacerlo. Puede haber alg�n pecado en tu caso que te convierta en un pecador peculiar y te convierta en un adorno peculiar de la gracia de Dios por toda la eternidad. "Se volver� de nuevo". �Te ha dejado? �Ha quitado la paz de Dios de su conciencia? Pero se volver� de nuevo. Quiz�s est� cambiando este momento.

�Tendr� compasi�n�. Samuel Rutherford estaba una vez en la temporada de Comuni�n hablando con los ancianos despu�s de que la gente se hab�a ido, y dijo: �Ahora, hemos estado predicando acerca de la justificaci�n hoy; �Crees que estar�s m�s agradecido en el cielo por la justificaci�n o la santificaci�n? " Ninguno habl�; luego un anciano dijo: �Sr. Samuel, le agradeceremos por baith ". As� que le daremos gracias, algunos de nosotros, �por el amor�, por un perd�n que sobrepasa todo entendimiento, y por una santificaci�n de corazones pecadores podridos hasta la m�dula y rebosantes de todo tipo de pecado. ( A. Whyte, DD )

Peculiaridades en el perd�n de Dios

Dios los considera y la Biblia los describe como pecadores; y as� eres. Pecadores condenados y necesitados de perd�n; porque la condenaci�n sigue al pecado como algo natural. Cuando un hombre ha pecado, debe recibir el perd�n o sufrir el castigo. Un gran objeto de la revelaci�n es decirle que puede ser perdonado. La Revelaci�n declara el fundamento, la forma, las condiciones del perd�n. �Qu� hay de peculiar y distintivo en el ejercicio del perd�n de Dios? No hay muchos puntos en los que las criaturas se parezcan a Dios. Los atributos y formas de las criaturas contrastan en su mayor parte con los de Dios. En nada se diferencia m�s Dios de otros seres que en el perd�n.

1. No se perdonan con tal honor a la ley quebrantada, y con tal seguridad al gobierno ofendido, como Dios.

2. Nadie se perdona a s� mismo a tal precio como lo hace Dios.

3. Nadie perdona con tan buen efecto sobre el pecador perdonado.

4. Nadie perdona a tantos como Dios.

5. Dios tambi�n perdona muchos pecados de cada pecador. Los indultos de los hombres son limitados y restringidos. Perdona abundantemente.

6. Note el car�cter peculiar de los pecados que Dios perdona.

7. Olvida y perdona.

8. Hace provisiones para el perd�n de pecados futuros.

9. Dios hace m�s que perdonar; �l justifica, adopta, santifica y finalmente nos glorifica.

10. Dios perdona en las condiciones m�s razonables.

11. Estas mismas condiciones del perd�n las cumple Dios en nosotros. �l nos da arrepentimiento y nuestra fe es un regalo de Dios. ( W. Nevins, DD )

Perd�n incomparable

En el Evangelio de nuestra salvaci�n, todas las perfecciones morales de Dios se desarrollan y glorifican. Ninguno de ellos es sacrificado a otro, ni eclipsado por el esplendor de otro. Cada uno tiene su propio oficio especial, pero concede libremente sus derechos al resto. Pero hay una de estas perfecciones en la que los escritores sagrados moran con peculiar placer: la misericordia, la primera necesidad de los ca�dos, el canto eterno de los redimidos.

Es el tema de la profec�a del Antiguo Testamento y el encanto de la historia del Nuevo Testamento. En este texto, el profeta afirma no solo que Dios es misericordioso, sino que "se deleita en la misericordia". Desarrolle el pensamiento de la peculiaridad de la misericordia divina en el perd�n de la culpa humana.

I. �Qui�n perdona a tan gran precio? Tomemos la par�bola del env�o de un �nico hijo al labrador rebelde. El afecto de un padre por un hijo �nico, aunque es el mejor que pueden proporcionar las relaciones humanas, es un pobre emblema del inefable deleite de Dios en su amado co-igual y co-eterno. Y desde el principio previ� lo que su Hijo tendr�a que sufrir.

II. �Qui�n perdona en una condici�n tan f�cil? Con frecuencia se perdona a los infractores en consideraci�n �nicamente por alg�n servicio valioso prestado. Muchos imaginan que pueden merecer la misericordia divina por sus virtudes morales. Es un enga�o fatal. El hombre es una criatura. Su Creador tiene el derecho incuestionable a todo lo que es y a todo lo que tiene. Cuando la criatura ha hecho todo lo posible, sigue siendo un sirviente in�til. Y el hombre es una criatura ca�da y culpable.

Como tal, ya est� atrasado con Dios. Siendo siempre debida su perfecta obediencia, nunca podr� suplir ninguna deficiencia. No hay posibilidad de hacer nada m�s all� de nuestro deber obligado, que se consigne en nuestro cr�dito frente a cualquier historial de delincuencia anterior. Adem�s, la criatura ca�da no puede guardar la ley Divina, sin la gracia de su Autor Divino - Su gracia preveniente para preparar el camino - Su gracia cooperativa para ayudar al esfuerzo.

No por nuestra propia dignidad podemos esperar la absoluci�n. �Cu�l es la condici�n del perd�n de un pecador? Fe simple en Cristo. �Qu� es la fe justificadora? Es aceptar el registro que Dios ha dado de Su Hijo, y confiar en el m�rito mediador de ese Hijo con una confianza indudable. Es recibir a Cristo como el �nico Salvador adecuado y suficiente, y as� apropiarse de Su salvaci�n comprada y ofrecida.

Es muy posible que se hayan impuesto otras condiciones completamente diferentes. Pero, �qu� otro podr�a haber sido tan misericordioso en Dios, tan apropiado para los pecadores y tan f�cil de ejecutar como �ste?

III. �Qui�n perdona con una generosidad tan cordial? �Qu� divinidad pagana? �Qu� gobierno humano? �Qu� pr�ncipe o potentado? A menudo, en el ejercicio de la clemencia humana, se prefiere a los ricos y poderosos a los delincuentes de rango inferior; y, en general, las faltas menores se perdonan m�s f�cilmente que las mayores. Pero Dios perdona sin parcialidad y sin respeto a las personas. Igual, para Su amor que todo lo perdona, es la deuda de cincuenta denarios y la deuda de quinientos.

Aunque los hombres pueden perdonar una segunda o tercera ofensa, no es probable que perdonen la misma ofensa en su repetici�n frecuente. Pero Dios perdona mil veces, perdona el mismo crimen mil veces cometido. Los monarcas y gobernadores requieren que se les solicite e importunen clemencia: a menudo es necesario que otros, con sus intercesiones, hagan cumplir la petici�n del ofensor, y aun as� el perd�n se obtiene con gran dificultad y despu�s de una larga demora.

Pero Dios espera ser misericordioso, se apresura a ser misericordioso, m�s dispuesto a perdonar de lo que los pecadores est�n para ser perdonados. Los hombres perdonan una ofensa entre muchas y dejan el resto para el castigo; o perdonan, pero nunca olvidan. Pero Dios perdona todas las ofensas a la vez y las borra de Su memoria para siempre. Puede perdonar al infractor, sin darle ning�n indicio del hecho. Pero Dios absuelve cuando perdona.

Tal es la misericordia de Dios en el perd�n de la culpa humana, rica m�s all� de todo paralelo en la tierra o el cielo, admirable m�s all� de toda expresi�n de hombres o �ngeles. Entonces, �qui�n puede desesperarse? �Qui�n puede siquiera dudar? ( J. Cross, DD, LL. D. )

Un Dios perdonador

S�lo en este mundo maravilloso y misterioso se armoniza la misericordia con la justicia, y se manifiesta que �hay perd�n con Dios para que sea temido�. Nadie perdona como Dios. �sta es la sublime importancia del texto.

I. Nadie perdona tan libremente como Dios. Act�a impulsado por s� mismo, autoguiado. Libre debe ser Su salvaci�n, porque fue ideada antes de que comenzara la tierra. No hay otro manantial de donde la marea de amor ilimitado brote hacia una raza arruinada. �Se considerar� alg�n obst�culo o impedimento a la libertad del amor soberano de Dios en nuestra salvaci�n, que Su amor fluy� hacia nosotros a trav�s del canal de Su propio Hijo crucificado por nosotros, trayendo perd�n y perd�n?

II. Nadie perdona con tanta gracia como Dios. Tan libremente como ha preparado el perd�n, tan libremente dispensa el perd�n. Si pensamos en comprarlo por un precio, Dios nos dir�: "Tu dinero perezca contigo". Al pobre pecador suplicante no le cuesta nada m�s que aceptaci�n, nada m�s que una recepci�n sencilla, humilde y abnegada.

III. Nadie perdona con tanta prontitud como �l. La prontitud de Dios para perdonar es una peculiaridad sorprendente que no debe pasarse por alto. "Antes de que pregunten, les responder�". Esta es la regla del trato de Dios.

IV. Nadie perdona tan perfectamente como Dios. Es un perd�n que �l representa como tan absoluto que descarta por completo todo lo que es pasado como si nunca hubiera sido. El pecador es perdonado por completo, aceptado por completo, en la misma justicia de Dios, la justicia divina forjada por Emanuel, en nuestra naturaleza, para nosotros, y que se nos imputa cuando creemos en �l.

V. Nadie perdona de manera tan constante y majestuosa como Dios. "Un Dios todo misericordia era un Dios injusto". Dios podr�a dejar de ser, en lugar de dejar de ser justo.

VI. Nadie perdona tan eficazmente como Dios. Entonces, "�pecaremos para que la gracia abunde"? Nada mata la mente carnal en nosotros como la gracia soberana. ( Hugh Stowell, MA )

La misericordia perdonadora del Se�or

La base fundamental de toda nuestra esperanza y consuelo, en nuestra restauraci�n despu�s de nuestras angustias, es la misericordia perdonadora del Se�or. "�Qui�n es Dios como t�?" Esta abrupta y apasionada admiraci�n por la misericordia perdonadora de Dios muestra que todas estas promesas surgieron all�. Hab�a que superar grandes dificultades antes de que pudieran cumplirse estas promesas; pero la mayor dificultad y obstrucci�n resid�a en sus pecados. Y el profeta se maravilla m�s de su gracia que somete el pecado, que de su poder para vencer las dificultades.

1. El pecado es el mayor obst�culo. Quite eso del camino, y entonces las misericordias vendr�n gratuitamente de Dios. Si hay alguna restricci�n de la bendici�n de Dios, es por el pecado del hombre.

2. El pecado es la causa de todos nuestros males, as� como tambi�n detiene y entorpece nuestras misericordias. Al ser perdonado el pecado, se elimina la causa de la miseria, y si se elimina la causa, el efecto cesa.

3. Las misericordias exteriores, si nunca fueran tan grandes y plenas, nunca producir�an una verdadera satisfacci�n, a menos que se unieran a la reconciliaci�n con Dios y al perd�n del pecado. No hay felicidad s�lida hasta el perd�n. Usa esto para reprender

(1) Aquellos que no buscan el perd�n del pecado en sus angustias, sino las bendiciones temporales en primer lugar.

(2) Aquellos que esperan eliminar el mal ya sea por medios pecaminosos, o por medios naturales, sin reconciliarse con Dios.

(3) Aquellos que, acostados bajo los frutos del pecado, no tienen coraz�n para buscar su recobro de la misericordia perdonadora del Se�or, Usen esto:

4. Para instruirnos, lo que m�s debe afectar nuestro coraz�n. No tanto los actos de poder de Dios, sino sus actos de gracia. Doctrina - Que la principal gloria del Dios verdadero consiste en el perd�n de los pecados, en los cuales no hay nadie como �l. Prueba esto con estas consideraciones:

1. No tenemos una verdadera aprehensi�n de Dios, hasta que lo vemos singular e incomparable en excelencia, y le damos un honor distinto y separado, muy por encima de todas las otras cosas que hay en el mundo.

2. Entre todas sus excelencias, su misericordia perdonadora brilla de manera m�s conspicua en la religi�n verdadera, y est� representada con ventajas que no se pueden encontrar en ninguna otra parte. El negocio de una religi�n es proveer lo suficiente para dos cosas; para proporcionar una felicidad adecuada a la humanidad y un medio suficiente para la expiaci�n de la culpa del pecado. Hasta que se tome el debido curso para el perd�n del pecado, no se har� ninguna provisi�n para el establecimiento, ni de la comodidad ni del deber de la criatura.

La luz natural da alguna evidencia de esta verdad, que Dios es apacible. Los gentiles eran todos de esta opini�n, que sus dioses estaban inclinados a perdonar. De all� vinieron todos sus sacrificios y expiaciones. Pensaban que sus dioses ser�an propicios para los pecadores, si ven�an humildemente y ped�an perd�n. Dios nos ordena que nos perdonemos unos a otros es un argumento de que la misericordia y el perd�n agradan a Dios. En la religi�n cristiana se proporcionan todas las cosas necesarias para establecer una esperanza regular de perd�n.

1. Se da plena satisfacci�n a la justicia divina, y se sienta el fundamento del perd�n en la muerte de Cristo.

2. Tenemos privilegios que nos ofrece un pacto seguro en el nombre de Cristo.

3. Se dispensa en t�rminos racionales, como la fe y el arrepentimiento.

4. En la forma de dispensar perd�n. Dios lo hace en una remisi�n gratuita, plena y universal de nuestros pecados. Es un perd�n gratuito. No se da sin nuestro deseo, pero sin nuestro merecimiento. Dios lo hace por amor a su nombre, compadeci�ndose de nuestra miseria y por la gloria de su propia misericordia. Y no hay renovaci�n de ning�n pecado, sino aquel por el cual los hombres no piden perd�n.

Solicitud&mdash

1. Informaci�n. Para mostrarnos la excelencia de la religi�n cristiana sobre otras religiones del mundo; porque descubre el perd�n de los pecados en las condiciones que sean m�s c�modas para el honor de Dios y satisfactorias para nuestras almas. Los paganos estaban sumamente perplejos acerca de los t�rminos, c�mo Dios podr�a dispensarlos con honor y el hombre recibirlos con consuelo. De alguna manera concibieron la bondad de Dios, pero no pudieron aprehenderlo reconciliado con el pecador, sin degradar su santidad.

2. Hacernos reflexionar sobre nosotros mismos. �Consideramos este perd�n ofrecido como merece algo tan singular?

�Qu� impresiones deber�a dejarnos?

1. El sentido de la gloriosa gracia de Dios al perdonar, deber�a obrar en nosotros un gran amor por Dios, y encomiarlo y agradarle en nuestros corazones.

2. Donde se le entretiene correctamente, engendra pensamientos de admiraci�n. Todo acerca de Dios es maravilloso, pero especialmente su misericordia.

3. Genera una reverencia a Dios. Ese sentido del perd�n que no produce reverencia, sino m�s bien desprecio y comuni�n de esp�ritu en todas nuestras transacciones con Dios, debe sospecharse con justicia.

4. Nos confirma en la religi�n verdadera. Los consuelos carnales hacen cosquillas a los sentidos. Las religiones falsas nos dejan en la oscuridad y la perplejidad. Pero la gracia de Cristo verdaderamente propuesta, pronto trae tranquilidad y paz.

5. Quita el coraz�n de otras cosas y nos devuelve de la carne a Dios.

6. Nos da fuerza y ??aliento para una nueva obediencia.

7. Nos funde en el perd�n de los dem�s. Lo presionamos para que admire la gracia de Dios en el perd�n de los pecados. Es una misericordia necesaria: una gran misericordia. Esta verdad debe refrescar al cansado y alegrar el alma afligida. ( T. Manton, DD )

El Dios perdonador

�C�mo se magnifica Dios al perdonar el pecado?

I. En el perd�n del pecado, vemos una manifestaci�n de la soberan�a Divina. Es prerrogativa de Dios dar la ley. Es igualmente, y por los mismos motivos, prerrogativa de Dios perdonar la infracci�n de la ley. Por eso los jud�os acusaron a Cristo de blasfemia, etc. El perd�n humano no afecta la culpa. La majestad divina aparece, entonces, en el perd�n.

II. En el perd�n del pecado, vemos una manifestaci�n de maravillosa tolerancia. El pecado niega la propiedad de Dios en nosotros. Niega su autoridad como gobernante. Niega la perfecci�n de su car�cter como est�ndar. Por lo tanto, deja a un lado Su Divinidad y Ser. Guerrea y da�a a todos los que son Suyos.

III. En el perd�n del pecado, vemos una gloriosa manifestaci�n de misericordia.

1. Considere de d�nde hab�a ca�do el hombre, y no hab�a nada que despertara la compasi�n.

2. Consid�relo como ca�do, y aparentemente no hab�a nada que provocara conmiseraci�n. Hay&mdash

(1) Odio a Dios.

(2) Hostilidad activa.

(3) Desprecio del perd�n.

IV. En el perd�n del pecado, hay una brillante demostraci�n del amor infinito de Dios. Para que el pecado pudiera ser perdonado, Dios dio a Su Hijo para que sufriera y muriera. No podemos aplicar esta medida del amor de Dios. El amor, sin embargo, como el regalo, debe ser infinito.

V. En el perd�n del pecado, hay una proclamaci�n terrible y sorprendente de la justicia de Dios. La justicia pronuncia el perd�n del pecado. Y est� justificado hacerlo. El que canta de perd�n, canta de misericordia y juicio.

VI. En el perd�n del pecado, hay una demostraci�n inigualable de la inescrutable sabidur�a de Dios. Visto en la reconciliaci�n de lo que parec�a necesaria y eternamente en desacuerdo. No solo la salvaci�n del hombre se hace consistente con la gloria de Dios, sino que Dios es glorificado de esa manera. Solicitar&mdash

(1) Busque el perd�n como un regalo soberano.

(2) Como un gran regalo.

(3) Por el amor de Dios.

(4) A trav�s del �nico canal en el que se puede alcanzar.

(5) Siendo perdonado, alabado sea Dios. ( J. Stewart. )

�Qui�n es un Dios como t�?

I. Los principales detalles del trato bondadoso de Dios con su pueblo ( Miqueas 7:18 ). Lo que ahora suscita la admiraci�n y alabanza del profeta es la manera en que Dios trata con los pecados de su pueblo. Nuestro Dios se distingue de todos los dem�s como un Dios que perdona la iniquidad. Toda iniquidad es rebeli�n contra el amor y la bondad infinitos, un pisoteo de las leyes de Dios, un despojo de su autoridad, una duda de su santidad, un desprecio por su poder.

Entonces ciertamente es maravilloso que el Dios Alt�simo perdone la iniquidad; e ir a perdonar la iniquidad de una manera tan costosa, incluso mediante la encarnaci�n y muerte de Su propio Hijo co-igual. Pero el profeta no se contenta con decir simplemente esta verdad preciosa, sino que la ampl�a y mantiene nuestra atenci�n fija en ella, a�adiendo m�s particularmente: �y pasa por alto la transgresi�n del remanente de su herencia.

Dios llama a Su Iglesia Su herencia o posesi�n, Su "tesoro peculiar". Su herencia es solo un remanente. E incluso este remanente, no es puro y santo. As� como una persona puede tolerar menos las faltas o las imperfecciones en lo que ha apartado especialmente para su propio honor y placer, as� era de esperar menos que la �transgresi�n del remanente de la herencia de Dios� se perdonara. Era muy justo temer que fueran desechados por no rentables, rechazados para siempre. Pero tales no son los caminos de nuestro Dios. Pasa por alto su transgresi�n. La raz�n no est� en ellos, sino en Dios mismo. Por eso es misericordioso con ellos, porque "se deleita en la misericordia".

II. El est�mulo del creyente en la expectativa de misericordias a�n futuras. Este es el resultado invariable de un vivo sentido de la bondad de Dios, nos lleva a desear y buscar m�s. El Se�or siempre tiene mucha m�s gracia reservada para su pueblo de la que tienen ganas de disfrutar. El profeta a�ade a su relato anterior de la gran misericordia de Dios para con su pueblo, esta confiada expectativa de futuras bendiciones. No es todo el deseo de Dios que el pecado sea perdonado, �l tambi�n quiere que sea vencido. �l subyugar� nuestras iniquidades.

III. La garant�a del creyente para sus esperanzas anticipadas. Las bases sobre las que descansan estas promesas para su cumplimiento. Es debido al pacto que Dios hizo con Abraham y su descendencia para siempre, que podemos esperar confiadamente el cumplimiento seguro de la palabra de gracia de Dios para los que creen. Se llama �misericordia a Abraham�, porque fue hecha con �l, en primera instancia, enteramente por la gracia gratuita de Dios.

Este pacto era "verdad para Jacob", porque ahora la fidelidad de Dios estaba comprometida para hacer bien al hijo de Isaac lo que libremente le hab�a prometido a su padre. Y Dios confirm� su promesa a Abraham mediante un juramento. Y "porque Dios no pudo jurar por otro mayor, jur� por s� mismo". Este pacto fue asegurado en Cristo. �Podemos entonces, despu�s de este breve repaso de la gran misericordia de Dios para con nosotros en Cristo, negarnos a unirnos con el profeta para atribuir gloria a Su nombre? Y no debemos, al mismo tiempo, tener cuidado de asegurarnos de responder a esta descripci�n de los miembros del pacto de Cristo; y que �hacemos la justicia, amamos la misericordia y caminamos humildemente con nuestro Dios�? ( WE Light, MA )

El fin del pecado

Miqueas est� tan impresionado por la paciencia divina que estalla en el lenguaje de adoraci�n del texto: "�Qui�n es Dios como t�?" Ve venir un d�a en que las promesas, frustradas durante tanto tiempo por la incredulidad del hombre, se cumplir�n al pie de la letra, y el oprobio de la profec�a ser� quitado. La manera incomparable de Dios de redimir al hombre es el tema de asombro que presenta el texto.

I. Dios no tiene el suyo; como perdonar nuestros pecados. Micah est� atento a los notorios pecados de la naci�n. Al decir que Dios no retiene su ira para siempre, quiere decir que hab�a motivos para la ira. Una paciencia que soporta d�a a d�a muchas provocaciones, cuando puede ocuparse sumariamente de sus objetos, es, en efecto, una maravilla. A Dios le agrada m�s perdonar que castigar. �l se deleita en la misericordia, y el juicio es su extra�a obra.

�l perdona al m�ximo, y eso es solo decir que �l perdona como �l mismo: real, absoluta y omnipotentemente. Honramos a Dios cuando magnificamos Su poder salvador. Y Dios es un Dios muy dispuesto a perdonar. Su compasi�n est� siempre lista para despertar al llamado de la penitencia. La compasi�n se enciende dentro de Su seno misericordioso sin ninguna restricci�n. �l est� siempre demasiado listo para volverse hacia nosotros, y se necesita mucho menos para volverlo hacia nosotros, de lo que se necesita para apartarlo de nosotros. Nuestros pecados hieren el coraz�n paternal de Dios. No debemos pensar que no se puede entristecer a Dios.

II. Dios no tiene igual para someter nuestros pecados. Cuando Miqueas dijo: ��l subyugar� nuestras iniquidades�, probablemente tuvo en vista el efecto beneficioso del cautiverio en el futuro religioso de la gente. Babilonia dar�a el golpe de gracia a su pecado. As� lo hizo. Nunca volvieron a la idolatr�a despu�s de la severa lecci�n de esos setenta a�os junto a los r�os de Babilonia. Fueron curados de ese gran defecto en su vida nacional; pero ni siquiera Babilonia pudo curarlos de sus iniquidades.

La idolatr�a se desvaneci�, pero sus iniquidades, como la legendaria Hidra, no tardaron en reparar la p�rdida de esta cabeza cortada arrojando las siete cabezas nuevas y mortales del farise�smo. Las palabras nos ense�an a creer en un poder que es muerte al pecado, as� como el pecado al principio fue muerte para el hombre. El conquistador del hombre ha de ser a su vez conquistado por el hombre. Si Satan�s tuvo el breve placer de clavar a nuestro Salvador en el �rbol maldito, fue a costa de ser aplastado hasta morir bajo Su tal�n que lo dominaba.

Aprendemos de esta promesa que el prop�sito de Dios es renovarnos a Su propia imagen, llenarnos con ese odio a la iniquidad y el amor a la santidad que distinguen Su propia naturaleza. Con la libertad evang�lica viene la llamada a asumir el yugo de Cristo, el yugo de la obediencia y, en consecuencia, el yugo de la paz y la alegr�a. Nuestra fe, al estar segura de la realidad de la victoria de Cristo sobre el pecado, nos da la seguridad de nuestra propia victoria sobre �l y nos llama al intento.

Idealmente, en la mente y el prop�sito de Dios, ya estamos completos, ya sin pecado, ya con las arras de la vida eterna, ya sin mancha, ni arruga, ni nada por el estilo. Este ideal no debe considerarse como una imagen de la imaginaci�n. Deber�a ser la mejor ayuda para la elaboraci�n de un objetivo pr�ctico elevado.

III. Dios no tiene semejante en quitar nuestros pecados. Miqueas aqu� nos garantiza que creamos que el perd�n de nuestros pecados por parte de Dios es irrevocable. Cuando dice: �Y sus pecados arrojar�s a las profundidades del mar�, profetiza un completo olvido de ellos, un entierro total como de algo hundido en medio del oc�ano. Lo que se hunde en las profundidades del mar nunca vuelve a salir a la superficie.

Tal ser� el trato misericordioso de Dios con nosotros si le pedimos que perdone nuestros pecados. Ni siquiera los volver� a mencionar, como si no quisiera suscitar un pensamiento de verg�enza en el pecho perdonado para siempre. ( David Davies. )

Sobre el pecado venial y la confesi�n auricular

Estas palabras deben entenderse como atribuyendo el poder de perdonar pecados a Dios solamente; como declarando que hacerlo es Su �nica prerrogativa; y que est� celoso de este atributo. La misericordia, como atributo, pertenece solo a Dios. Debemos atribuir a Dios todo el poder de perdonar el pecado. Esta doctrina est� tan en consonancia con la raz�n, tan agradable a la Escritura y tan honorable a Dios, que podr�a parecer innecesario decir algo con miras a confirmar su verdad o ilustrar su importancia.

Sin embargo, hay muchos que lo niegan en esencia, y muchos m�s, aunque lo admiten con palabras, no act�an como si lo creyeran. Tal doctrina va directamente a mostrar el infinito mal que el pecado implica en cada facilidad. Es la disposici�n de nuestras mentes corruptas pensar a la ligera en la maldad del pecado. Como consecuencia de este h�bito, multitudes viven sin sentir ninguna viva preocupaci�n por el perd�n.

Algunos con un imperfecto sentimiento de culpa en su conciencia, conciben que pueden merecer el perd�n por sus buenas obras, o haciendo penitencia, o de alguna otra manera igualmente falaz e insatisfactoria.

1. Como todo pecado se comete contra Dios y es una ofensa en lo que concierne a su honor, se nos lleva a la conclusi�n de que el perd�n es un acto, cuyo ejercicio Dios se reservar� para s� mismo y que no delegar� en �l. cualquier otro. El pecado es una transgresi�n de su ley e implica un desprecio de su voluntad y un desprecio de su autoridad. Los tipos de pecados de los que los hombres pueden ser culpables son varios, y algunos descubren un mayor grado de impiedad y depravaci�n de car�cter que otros.

Pero las primeras desviaciones del cumplimiento del deber implican la culpa de despreciar el mandamiento, de despreciar la autoridad y de contravenir la voluntad de Dios, y por lo tanto son sumamente pecaminosos. Al pasar por alto esto, muchos parecen insensibles al peligro de los primeros pasos en el pecado, que suelen ser tan decisivos del car�cter y del destino futuro de un hombre. Cuando puede pecar contra Dios sin remordimiento ni temor, ya ha perdido el �nico principio que puede asegurar efectivamente su continuidad en los caminos de la justicia.

Como todo pecado es una deshonra cometida contra Dios y una ofensa cometida contra su gobierno, parece particularmente apropiado que Dios se reserve el ejercicio de la misericordia por completo para s� mismo, y haga necesario que las criaturas culpables y rebeldes se humillen ante �l, confiesen. su culpa, y busca misericordia. Ning�n arrepentimiento puede considerarse genuino si no se origina en el sentido de la maldad del pecado cometido contra Dios.

2. Solo Dios sabe lo que el honor de su gobierno y el mantenimiento de su gloria hacen necesario. No hay acto de gobierno que requiera mayor sabidur�a y prudencia que el de dispensar el perd�n; porque si se hace sin cuidado, se calcula que dar� lugar a los resultados m�s perniciosos. La misericordia injusta e indiscriminada anima a los infractores a seguir adelante con la iniquidad, induce a otros a ser menos cuidadosos de lo que ser�an para evitar la transgresi�n, y conduce a un desprecio generalizado de la autoridad de la ley y de las obligaciones del deber.

Concebir que Dios entregar�a a una mera criatura el poder de perdonar el pecado, es tan dif�cil de creer como que le dar�a a una criatura el poder de gobernar la creaci�n material. Entonces, �en qu� sentido se les dio a los ap�stoles el poder de remitir o retener los pecados? Fueron especialmente inspirados; y fueron los �nicos agentes para declarar el perd�n de Dios.

3. Al ejercer su poder de perdonar, Dios debe tener en cuenta sus otros atributos. La obra de misericordia debe ser perfecta, como toda obra de Dios es perfecta. Dios ejercer� misericordia solo en perfecta coherencia con la verdad, la justicia, la sabidur�a y la santidad de Su naturaleza. Para que Dios pudiera as� ejercer misericordia en coherencia con todas las perfecciones de Su naturaleza, envi� a Su Hijo al mundo, para morir en nuestro lugar y habitaci�n.

Dado que Dios ha designado esta forma de perdonar los pecados, �qui�n puede actuar con seguridad en oposici�n a ella, ya sea para s� mismo o para llevar a otros a descuidar la gran salvaci�n? La forma en que se ejerce el perd�n, es la forma en que Dios lo ha visto mejor para Su gloria, y m�s consecuente con Su perfecci�n, que debe ejercerse. �l est� consultando, en la obra de la redenci�n, fines elevados y santos.

4. Como el perd�n de los pecados es una bendici�n inestimable, Dios se reserva para s� mismo para ejercerlo, a fin de obtener nuestro amor y gratitud, a cambio de su infinita compasi�n y bondad. La bendici�n impl�cita en el perd�n de los pecados es, de todas las dem�s, la m�s preciosa que los hombres pueden recibir y la m�s importante que pueden buscar. �Qu� atrevido es ese individuo que se interpondr�a entre Dios y Sus criaturas y reclamar�a el poder de ejercer el perd�n y dispensar el perd�n! Cuatro motivos de mejora pr�ctica:

(1) El deber de confesar nuestros pecados a Dios, y solo a Dios.

(2) La insuficiencia de toda absoluci�n y perd�n humanos; y la naturaleza enga�osa de estos ritos practicados por la Iglesia Romana.

(3) El peligro de llamar venial a cualquier pecado .

(4) La obligaci�n de quienes han obtenido el perd�n de dedicarse al servicio de Dios y de caminar ante �l con apego y obediencia, como se convierte en hijos de tantas misericordias. ( John Forbes. )

Y pasa por alto la transgresi�n del remanente de su heredad: el profeta habla estas palabras en un transporte. Nos est� diciendo algo acerca de Dios que atrajo su asombro y asombro. Fue la misericordia perdonadora de Dios para con sus criaturas pecadoras.

I. A quien Dios perdona. "El remanente de su herencia". La referencia es a los jud�os, pero la expresi�n es igualmente descriptiva, en todas las �pocas, de aquellos a quienes el Se�or perdona. Son solo un peque�o remanente de un mundo pecaminoso. Todos necesitan perd�n, pero multitudes mueren sin haber recibido el perd�n. A los hombres les gusta o�r hablar del perd�n, pero no les gusta la forma en que Dios se ofrece a otorgarlos. Aquellos a quienes el Se�or perdona tambi�n son llamados "Su herencia", o Su herencia, Su porci�n, Su propiedad.

El t�rmino se aplica con frecuencia a Israel, pero es aplicable, en un sentido m�s estricto, a esa compa��a de pecadores perdonados que constituyen la Iglesia de Cristo. Son, peculiar y eternamente, la herencia del Se�or. No sabemos cu�ntos pertenecen a esta herencia de Dios.

II. �C�mo perdona Dios? Observe la variedad de expresiones que usa el profeta. Literalmente es �el que lleva la iniquidad�, y se refiere a la forma en que el Se�or perdona a los pecadores al llevar �l mismo sus iniquidades. Los ha hecho descansar como una tremenda carga sobre su propia cabeza sagrada, y lo que los pecadores mismos merec�an sufrir, lo ha sufrido en su habitaci�n. El profeta tambi�n dice: �El pasa por alto la transgresi�n.

�Aqu� est� la consecuencia de la llegada de un hombre a la Cruz, de su fe en lo que el Salvador ha estado haciendo por �l. Dios "pasa por alto" la "transgresi�n" de ese hombre, tal como pas� por las casas salpicadas de sangre en Egipto. El profeta dice: "Se volver� otra vez, tendr� compasi�n de nosotros". Aqu� hay otra representaci�n de las riquezas de la gracia perdonadora de Dios. �Y qu� representaci�n conmovedora da del tierno trato de Dios hacia el transgresor arrepentido! El profeta dice: ��l subyugar� nuestras iniquidades.

�Aqu� nuestras iniquidades se consideran a la luz de enemigos formidables que se levantan contra nosotros para destruirnos. �Qu� har� Dios a favor de aquellos que hacen de Su Hijo su Salvador? �l �subyugar� tanto sus iniquidades pasadas como presentes. La �ltima expresi�n que usa el profeta es: "Echar�s todos sus pecados a las profundidades del mar". Aqu� se indica el alcance del perd�n de Dios y su integridad. El perd�n es definitivo, inmutable, eterno.

III. �Por qu� Dios perdona? �Qu� mueve al Santo y al Justo a salvar de la destrucci�n a un remanente de Sus criaturas culpables? El texto no responde de ninguna manera para halagar al hombre; como si alguna de sus cualidades estimables fuera la causa conmovedora de la compasi�n divina, la raz�n es "porque se deleita en la misericordia". Es, por as� decirlo, Su atributo favorito. Se complace en la misericordia. Con mucho gusto los redimidos del Se�or atribuyen cada tilde de su bienaventuranza a la misericordia de su Dios. ( A. Roberts, MA )

No retiene su ira para siempre,

La ira y la misericordia de Dios

�Puede Dios estar enojado? El fil�sofo antiguo, y el hombre de ciencia moderno, representan al Esp�ritu Infinito como incapaz de ninguna emoci�n. Los antiguos pensadores griegos te dicen que la existencia divina es desapasionada y libre de dolor. Nuestros hombres de ciencia modernos se r�en de nosotros si atribuimos sentimientos al Todopoderoso. Nos dicen que somos culpables de antropomorfismo, y eso es una debilidad lamentable a sus ojos, si no un pecado.

No solo es imposible que Dios se enoje. Es incapaz de sentir ninguna emoci�n. Y debemos admitir que existe una considerable dificultad para reconciliar la idea de la ira en la naturaleza Divina con cualquier concepci�n amplia y espiritual de la misma. Tenga en cuenta dos consideraciones:

1. La ira, como la muestran de hombre a hombre, siempre va acompa�ada de alguna medida de sorpresa. Pero Dios no puede sorprenderse.

2. En la ira hay un deseo de hacer sufrir a alguien. El ni�o desobediente, el sirviente descuidado, el amigo traicionero, sufrir�n por lo que han hecho. Pero no puedes pensar en Dios como deseoso de hacer sufrir a nadie. �C�mo se encuentran los hechos del caso y qu� ense�an? Ense�an que nosotros, con nuestra triple naturaleza de cuerpo, mente y esp�ritu, estamos en medio de un orden eterno y vivimos en un universo de ley invariable.

Esta constancia de la naturaleza, este orden infalible, esta universalidad de la ley es el gran postulado sobre el que procede toda nuestra acci�n y todo nuestro pensamiento. Siendo la causa la misma, el efecto ser� el mismo siempre y en todas partes. La ley est� en todas partes; los hechos ense�an eso. Pero ense�an algo m�s. Que desobedecer las leyes, violar el orden, trae castigo y dolor. Estas dos verdades son de capital importancia para responder a la pregunta de si los salmistas, profetas y ap�stoles quer�an decir algo cuando hablaban de la ira de Dios.

Decimos que el hecho de la ley universal no es el hecho �ltimo. Hay algo detr�s de esto, no algo, sino Alguien. Poder Eterno, Vida Infinita, Dios. A esta ley y orden lo llamamos la voluntad de Dios. Entonces, si las leyes bajo las cuales vivimos son para nosotros la declaraci�n de la voluntad personal del Eterno, entonces no es una forma de hablar decir que el dolor y el castigo que siguen a la violaci�n de las leyes son la ira del Eterno.

La ira no es vengativa, sino justa. "El pecado es transgresi�n de la ley". �De qu� ley? De la ley que nos revela las condiciones de vida espiritual y salud para nosotros; la ley que est� escrita en la conciencia de todo hombre, que puede ser expresada en los escritos sagrados de todas las naciones, de cuya creciente claridad y plenitud la Biblia es un testimonio magn�fico, la ley que nos dice que si quisi�ramos entrar en vida, debemos guardar los mandamientos.

Amar a Dios, eso es religi�n. Amar al hombre, eso es moralidad. La obediencia a esta doble ley es el camino hacia el disfrute y el fortalecimiento de la vida m�s elevada posible para el hombre. Si, conociendo esta ley, no la obedeces, te llegar� una sensaci�n de derrota, de inquietud, de insatisfacci�n, de debilidad espiritual y decadencia, que ser� aguda y aplastante en proporci�n a tu conocimiento de tu moral y religi�n. deber.

Esta experiencia es el castigo y el dolor que siempre sigue a la violaci�n de la ley de Dios. Es su ira. Es la ira con un coraz�n de amor como centro. Pero Dios no retiene su ira para siempre. Se deleita en la misericordia, perdona la iniquidad, pasa por alto las transgresiones. �Son estas cosas ciertas? En cierto sentido, no perdona el pecado. Dios es Amor Infinito y Ley Infinita. El perd�n de los pecados, como se entiende com�nmente, significa una de dos cosas.

O significa que cuando le pides a Dios que te perdone tus pecados, le pides que se abstenga de tomar represalias; o significa que le pides que te salve de las consecuencias de ellos. Pero el primer significado es incompatible con la naturaleza de Dios como Amor Infinito. �Qu� significa tu solicitud? Esto: que le ruegue que no le sirva como le ha servido. Pero, �se puede sospechar alguna vez de Infinite Love de tal conducta? Y el segundo significado es incompatible con la naturaleza de Dios como Ley Eterna.

La ley de Dios, la expresi�n de su voluntad, trae dolor y castigo al que la transgrede. Este es el caso en todas las esferas de la vida, corporal, mental, espiritual. Las consecuencias de las transgresiones son naturales, ligadas a la constituci�n misma de las cosas. Orar por el perd�n de los pecados es, en muchas mentes, equivalente a una oraci�n por la liberaci�n de sus consecuencias. Pero tal liberaci�n implicar�a un milagro perpetuamente repetido, la suspensi�n de la acci�n de esas mismas leyes a las que Dios nos ha puesto como condiciones de vida y bien para nosotros.

Entonces, �va a embrutecerse y contradecirse a s� mismo? En cierto sentido, que Dios perdone el pecado es imposible. Sin embargo, en otro sentido, Dios perdona el pecado. Dios retiene su ira solo mientras usted transgrede su ley. En el momento en que te arrepientes, ese momento Su misericordia, en el que �l se deleita, llega a ti, trayendo curaci�n y bendici�n reparadora en su suave ala. En esas relaciones espirituales entre Dios y nosotros, que nos interesan principalmente en la gran cuesti�n del pecado y su perd�n, el pensamiento central del alma al despertar al sentido del pecado, no es la violaci�n de las leyes impersonales, sino el dolor del Padre-esp�ritu detr�s de las leyes, cuya expresi�n son.

No nos atrevemos a atribuir al Eterno un enojo vengativo, y el deseo de causar dolor, pero podemos atribuirle tal dolor por el pecado humano que encontr� su expresi�n terrenal m�s pat�tica en el coraz�n quebrantado de Cristo sobre el Cruz. ( Henry Varley, BA )

Se deleita en la misericordia,

Dios misericordioso

Para la prueba de esto, dependemos enteramente de la revelaci�n. El de�sta es desafiado a producir un argumento v�lido en demostraci�n de la misericordia Divina. La luz de la naturaleza no descubre nada m�s all� de la mera tolerancia, y la tolerancia no implica necesariamente misericordia.

Revelaci�n&mdash

1. Nos anuncia que Dios es misericordioso, y esto repetidamente y en los t�rminos m�s expl�citos. Se declara el hecho de que Dios es misericordioso; pero hay algo muy peculiar en la forma en que se ense�a esta doctrina. Note las palabras que son sin�nimos, o casi, de misericordia; tales como misericordioso, sufrido, lento para la ira, compasivo. N�tese que los escritores inspirados, no contentos con el singular, misericordia, por una afortunada falta de estilo, emplean la forma plural, misericordias.

Hablan de "la multitud de sus misericordias". Note que ellos hablan de Dios como rico en misericordia, abundante en misericordia y lleno de compasi�n. Note que la misericordia de Dios se compara con ciertos ejercicios humanos. �Como como un padre se compadece�, etc. Note que se dice de Dios: ��l se deleita en la misericordia�. Algunas cosas las hacemos por obligaci�n, otras por un sentido del deber; otros nos encanta hacer. Dios no es misericordioso por obligaci�n.

Vea algunas pruebas de que Dios se deleita en la misericordia. Infi�ralo del hecho de que �l ha hecho de la misericordia una parte de nuestra constituci�n moral. �l ha hecho parte de nuestro deber, no solo mostrar misericordia, sino amarlo: �l requiere que nos deleitemos en �l. Expresa el mayor disgusto contra los despiadados. Introd�zcalo de la manera en que Dios ejerce misericordia para con los pecadores de la raza humana.

Ilustre siguiendo los detalles:

1. Muestra misericordia sin esperar a que se le pida.

2. �l muestra misericordia a expensas de s� mismo.

3. Nos deja ver c�mo es que puede ejercer constantemente misericordia hacia nosotros; nos revela el plan de salvaci�n, as� como el hecho de su posibilidad.

4. En el primer momento en que los pecadores manifiestan su voluntad de cumplir con los t�rminos en los que �l ejerce misericordia, se encuentran con Su misericordia.

5. Los t�rminos de la misericordia se reducen lo m�s bajo posible.

6. A esos mismos t�rminos nos lleva Su misericordia. Incluso cumple en nosotros las condiciones de la salvaci�n.

7. Espera ser misericordioso; nos ahorra mucho tiempo y pasa por alto muchas provocaciones.

8. Hace muchas ofertas de misericordia.

9. Muestra misericordia a muchos pecadores.

10. Muestra misericordia a sus enemigos. Entonces, �qu� haremos de esta doctrina? �Deduciremos que Dios no es justo, ni santo, ni fiel, porque es misericordioso? Seguramente los pecadores, conscientes de sus pecados, tienen el mayor est�mulo para esperar en la misericordia de Dios. Si Dios se deleita en la misericordia, �qu� puede ser m�s claro que los hombres? ( W. Nevins, DD )

El deleite de Dios en la misericordia

Cuando hablamos de misericordia en Dios, debemos darnos cuenta de que difiere del correspondiente afecto en el hombre. En Dios no es una pasi�n, que cause ning�n trastorno mental. En �l, la bondad infinita, perpetuamente, sin ninguna inquietud, impulsa a la manifestaci�n de la bondad. Jehov� se deleita en el ejercicio de este atributo. El ministerio de justicia es necesario, el de misericordia es voluntario.

I. Considere la naturaleza de Dios. Su misma esencia es el amor, y la misericordia no es m�s que una de las formas del amor.

1. Considere las perfecciones de Su naturaleza. Infinito, Eterno, Omnisapiente, Justo, Todopoderoso, Fiel. Vu�lvase a cualquier perfecci�n de Dios que pueda, a�n as� Su misericordia aparece a la vista.

2. Vea su naturaleza en los poderes que ejerce. En las Escrituras leemos de Sus ojos, o�dos, labios, manos, etc. Se dice que �l piensa, desea, recuerda. Est� afligido y se regocija. Todos estos poderes se establecen como ocupados en el ejercicio de la misericordia.

II. Escuche las palabras de Dios.

1. Las palabras de su ley. Aqu� la misericordia ocupa un lugar destacado. Requiere de nosotros que "seamos misericordiosos".

2. Sus palabras en el Evangelio. Verdaderamente estos est�n llenos de misericordia. Visto como un todo, el Evangelio es simplemente "la gracia de Dios, que se ha aparecido a todos los hombres y trae la salvaci�n". Las doctrinas, las promesas y las invitaciones est�n llenas de misericordia.

III. Examina las obras de Dios.

1. Lo que Dios hace en la compra de la redenci�n.

2. En la aplicaci�n de la redenci�n.

IV. Observa los dones de Dios.

1. Su valor y variedad.

2. Su constancia y permanencia. Entonces s� misericordioso, como Dios es misericordioso.

(1) Trate con amabilidad a los enemigos.

(2) Muestre compasi�n por los afligidos.

(3) Busque la salvaci�n de los pecadores. ( E. Brown. )

Tendr� compasi�n

Se deleita en la misericordia

Mi texto es la nota clave de la Biblia y revela el coraz�n mismo de Dios. Ver� que hay al comienzo del pasaje una recitaci�n de las maravillosas obras de Dios, "perdonando la iniquidad, pasando por alto la transgresi�n del remanente de su herencia, y no reteniendo su ira para siempre". Y luego el Profeta da la raz�n de ello, y mira con alegr�a hacia el futuro y dice: ��l se volver� otra vez; �l tendr� compasi�n de nosotros, subyugar� nuestras iniquidades; y arrojar�s todos sus pecados a las profundidades del mar ".

I. Quiero explicar el texto, �Dios se deleita en misericordia� �Qu� se entiende por misericordia? Por supuesto, mucha gente no piensa en Dios. Nunca les entra en la cabeza preguntar qu� es Dios, cu�les son sus intenciones; y hay quienes parecen confundir sus atributos de la manera m�s dolorosa. Algunos confunden esta hermosa palabra misericordia con otros de Sus atributos. Lo confunden con amor, con piedad, con justicia.

No podemos equivocarnos en este asunto sin sufrir m�s o menos de dudas y temores. Tratemos de tener una idea clara del significado de esta bendita palabra. Ahora, les har� la pregunta a cada uno de ustedes, �cu�l entienden por el significado de esta palabra misericordia? Dejemos que mi ilustraci�n nos ayude. He aqu� un hombre que es padre y maestro. Sig�moslo cinco minutos y creo que tendremos una idea clara del significado de la palabra misericordia.

Los hombres van al amo por el salario. Cuando vas al amo por el salario, �pides misericordia en esa transacci�n? Tu trabajo es tu capital, y has confiado tu capital a tu amo durante seis d�as, y ahora traes tu factura para que la pague tu amo; si el amo te paga, dices que es justo; si no paga, dices que es injusto. No hay idea de misericordia en esa transacci�n.

No hemos encontrado misericordia, �verdad? Hemos encontrado justicia, que tiene que ver con el derecho. Intentemos de nuevo. Dije que este hombre era padre. Ma�ana es el cumplea�os de su hijo. Ha tenido una buena semana y est� de buen humor. De camino a casa, decide comprar un libro que alegrar� el coraz�n de su hijo. Llega a la librer�a, compra el libro, paga el dinero y sigue su camino.

�Qu� fue eso? Eso no era justicia, porque no se lo hab�a prometido al ni�o. Dices enseguida que era amor, que ten�a que ver con lo adorable. Ahora bien, no hay nada de misericordia en eso. Hemos encontrado que la justicia tiene que ver con el derecho, y hemos encontrado que el amor tiene que ver con los amables; pero a�n no hemos encontrado misericordia. A medida que avanza, ve en el umbral de la puerta a un ni�o peque�o, semidesnudo, hambriento y tembloroso.

Se apresura a pasar; pero ha visto ese rostro y no puede apartarse de �l. Lo compara con las caritas soleadas que esperan su llegada a casa. Esa ma�ana, cuando estaba con sus compa�eros, dijo lo malo que era aliviar a los mendigos, perjudicaba al receptor y perjudicaba a la sociedad, y deb�a evitarse con cuidado. Esa es su teor�a. Pero puede ver el rostro del ni�o, se detiene y el coraz�n se le escapa con la cabeza.

Vuelve hacia el ni�o, mete la mano en el bolsillo por tercera vez y pone algo en la manita temblorosa. Eso no fue justicia. Los reclamos de justicia se cumplieron en el acuerdo de Poor Law. No fue amor; porque cuando hubo aliviado al ni�o, se abstuvo de besarlo. �Qu� era? L�stima, sin duda, l�stima que tenga que ver con la miseria; pero sin piedad en el sentido utilizado en mi texto. Intentemos de nuevo.

Una instancia concreta. Dije que este hombre era un maestro. Tiene en su empleo a un hombre que es un obrero espl�ndido, pero es un borracho. Sabe d�nde est�n algunas de las propiedades de su amo y, bajo la sombra de la noche, pone la mano sobre ellas, las lleva a la casa de empe�o y vuelve a encontrar el camino a la tienda de bebidas. Justo despu�s de que el maestro hab�a relevado al ni�o, se encuentra con este hombre de frente. El pobre desear�a que hubiera un rinc�n al que tropezar; pero no hay uno.

El maestro dice: "William, hoy no has pagado tu salario". "No se�or; No he hecho nada esta semana �. "Y sab�as que ten�as un trabajo que hacer que era muy importante, y sab�as que yo deber�a sufrir por tu ausencia". "Lo siento mucho, se�or". �Pero eso no es lo peor; no s�lo no has cumplido con tu deber, sino que has tomado mi propiedad y la has aplicado a tu propio prop�sito b�sico y sensual.

�Dime, �qu� le dir� ese hombre al maestro? �Dir�, "S� justo"? Eso ser�a encarcelarlo. �Dir�, "�mame"? Tal pensamiento nunca se presenta. �Dir�, �Ten piedad�? Tendr�a piedad de la esposa y los hijos del borracho. Mira al maestro y le dice: "Ten piedad de m�". Cuando el maestro dice: �Bueno, William, lo har�. El pasado ser� como si nunca hubiera sucedido y nunca se mencionar�.

Aqu� est� el salario de su semana completa. Ve, y no peques m�s �, �no sabr�a ese hombre lo que es la misericordia? La misericordia es la bondad que se muestra a los culpables. Entonces, cuando vayas a Dios en oraci�n, deja que este pensamiento est� ante ti: no vengo por justicia, vengo por misericordia. Si me hacen da�o, puedo apelar a la justicia de Dios, y �l tomar� mi parte. Si estoy en problemas, puedo apelar a Su compasi�n y �l se compadecer� de m�. Pero si soy culpable, la misericordia es el �nico atributo al que puedo apelar. Hay un atributo que puede tocar al pecador sin condenarlo.

II. Quiero darles algunas pruebas de que esta bendita declaraci�n es cierta. �Por qu� deber�a hacer eso cuando est� expresamente establecido en el Libro? Mi respuesta es esta, tan pronto como se abren los ojos de un hombre y ve sus pecados, la desesperaci�n se apodera de �l. Le le� el texto esta noche, "Dios se deleita en misericordia", y �l dice: "Demasiado bueno para ser verdad, demasiado bueno para ser verdad". El diablo saca a relucir los pecados pasados, los agrava y los arroja a nuestro coraz�n hasta que los dolores del infierno se apoderan de nosotros y no nos atrevemos a pensar en Dios. �Ser� verdad que se deleita en la misericordia? D�jame darte una o dos pruebas.

1. Primero, s� que Dios se deleita en la misericordia porque dice mucho al respecto. �De la plenitud del coraz�n habla la boca�. Eso es as� con el hombre y as� con Dios. Voy a una casa donde escucho la m�sica de las voces de los ni�os y siempre s� que ser� feliz con esa m�sica. Me siento a la mesa del t� y la madre me cuenta las cosas maravillosas que los ni�os han dicho y hecho, y ella sigue y sigue, y yo escucho con inter�s.

Intento decirle un poco sobre el m�o, pero no va, as� que la escucho y le doy gracias a Dios por el amor de una madre. Cuando llego a casa me preguntan: "Bueno, �c�mo te fue?" "Muy bien, pero c�mo se deleita con sus hijos". Preguntan: "�C�mo lo sabes?" "Porque ella nunca se cansaba de hablar de ellos, as� es como lo s�". Vengo a ti esta noche y te digo con un coraz�n alegre, nuestro Dios se deleita en la misericordia, porque nunca se cansa de hablar de eso.

Tomar el libro. �Qu� dije, la misericordia era bondad para con los culpables? �A qui�n le dio Dios la Biblia? No a los santos, sino a los pecadores. Ahora, encuentro que esta palabra "misericordia" tachona las p�ginas de la Biblia como las estrellas tachonan los cielos. La misericordia de Dios es m�s alta que los cielos, es m�s larga que la eternidad. Dios es rico en misericordia, "Dios se deleita en misericordia". Una y otra vez lo tienes en uno de los Salmos. En ese Salmo se nos dice veintis�is veces que Dios se deleita en la misericordia, porque �Su misericordia permanece para siempre�.

2. Nuevamente, s� que Dios se deleita en la misericordia, porque muchas personas han encontrado misericordia. Mire los millones en la tierra en todas las tierras, en todos los climas, en todos los colores, que podr�an estar ante nosotros y dar el mismo testimonio. "Obtuve misericordia". Si pudi�ramos escribir los nombres de las personas que han encontrado misericordia y la desenroll�ramos, �no llegar�a desde la puerta del cielo al infierno y viceversa? Y cientos de ustedes podr�an decir: Mi nombre est� all�.

Ah, cu�ntos problemas se tom� Dios para que nos rindi�ramos a �l. C�mo nos sigui�, c�mo llam� a la puerta, c�mo nos suplic� durante muchos a�os de rebeld�a. Cuando por fin clamamos por ayuda, �l nos mostr� misericordia y nuestros nombres estaban en la lista. Gracias a Dios, si tu nombre no est� ah�, puede que lo est� esta noche. �Se deleita Dios en la misericordia? Si. �C�mo lo s�? Quieres tierra firme sobre la que descansar. �C�mo s� que Dios se deleita en la misericordia! �He aqu� el Cordero de Dios.

"�C�mo se puede hablar en Su presencia, contemplando al Salvador sangrante y oy�ndolo decir: Yo sufr� esto por ti?" V�alo en la Cruz. �Es demasiado f�cil? �Es la misericordia comprada a ese precio demasiado f�cil? Lanza tus dudas al viento. "Cree en el Se�or Jesucristo, y ser�s salvo". �Es tan f�cil�, dijo una joven; "Me pregunto si no cre�a antes". Todos hemos sentido lo mismo, me atrever�a a decir.

Es tan afortunadamente f�cil que un moribundo pueda encontrar misericordia. Y ahora, �puedo decirte una palabra? Cuando vayas al Trono de la Gracia, nunca olvides que vienes por misericordia. El diablo nunca me molesta tanto como en la oraci�n. �l trae a colaci�n el horrible pasado y me pregunta c�mo me atrevo a estar cara a cara con ese Dios santo. Se dice que en la �poca de Napole�n uno de sus oficiales fue acusado de deslealtad y fue aprehendido.

Su hija prepar� una petici�n. Un d�a, cuando el emperador entr� en Par�s, ella se acerc� con su petici�n. El Emperador qued� impresionado por su apariencia y las palabras serias que us� al presentar la petici�n, y la ley�. Dijo, preguntar� al respecto. En uno o dos d�as, su padre fue liberado. Dos o tres a�os despu�s, ese mismo oficial estuvo involucrado en alg�n plan contra el Emperador y fue nuevamente detenido.

La hija volvi� con una petici�n al Emperador. El Emperador vio la petici�n, pero no la acept�. �l dijo: �Hija, viniste a verme antes por tu padre, y conced� tu pedido; No puedo concederlo de nuevo ". �Se�or�, dijo, �mi padre era inocente entonces, y yo ped� justicia; ahora mi padre es culpable, y pido misericordia �. Lleva contigo el nombre de Jes�s; con�ctelo con sus oraciones y pida esa misericordia que Dios nunca niega. ( C. Garrett. )

La misericordia de dios

Las liberaciones de Egipto y Babilonia fueron tipos de nuestra liberaci�n del cautiverio y la esclavitud de un estado natural por nuestro Se�or Jesucristo.

I. La misericordia de Dios.

1. La misericordia es un atributo esencial de la naturaleza divina. La misericordia en Dios difiere en dos aspectos importantes de la misericordia, ya que se encuentra en cualquiera de sus criaturas racionales. No solo la misericordia de Dios es infinita, mientras que en ellos es solo finita; pero la misericordia es esencial para Dios, mientras que no lo es ni para los hombres ni para los �ngeles. En ellos, la misericordia es s�lo una cualidad que pueden poseer o no.

2. Las criaturas culpables y miserables son los objetos propios de la misericordia Divina. La misericordia se llama tambi�n bondad o gracia. La generosidad de Dios respeta a todas las criaturas como criaturas. Grace respeta a las criaturas como indignas. Los pecadores son los verdaderos objetos de misericordia. �En qu� consiste la misericordia de Dios para con ellos? En su disposici�n y disposici�n para compadecerse, ayudar y aliviarlos. La simpat�a por los afligidos, o un compa�ero que sienta sus penas y dolores, no es esencial para la misericordia.

3. El ejercicio de la misericordia en Dios depende enteramente de su voluntad y placer soberanos. En esto la justicia difiere. Requiere que todo pecado sea castigado. Si Dios permitiera que el pecado pasara impunemente, dejar�a de ser lo que es: el infinitamente perfecto Jehov�; habr�a un fin de Su gobierno moral, que consiste en gobernar a Sus criaturas racionales de acuerdo con la ley de perfecta santidad y justicia.

Pero este no es el caso del ejercicio de la misericordia. Es tan natural que Dios ejerza la misericordia como la justicia; porque ambos son esenciales para Su naturaleza. Aqu� radica la diferencia. La existencia del pecado en sus criaturas racionales es motivo suficiente para el ejercicio de la justicia; pero la existencia de miseria en estas criaturas no es motivo para que se les conceda misericordia; porque la miseria es muy merecida como la justa consecuencia del pecado, y ciertamente ni el pecado ni su consecuencia, la miseria, pueden dar derecho al pecador a la misericordia. Cuando Dios ejerce misericordia, es Su voluntad soberana, sabia y misericordiosa.

II. �C�mo parece que Dios se deleita en la misericordia?

1. Del testimonio expreso de la Escritura.

2. Del asombroso medio a trav�s del cual fluye la misericordia hacia los pecadores, a saber, la expiaci�n de Cristo. Por un solo acto de Su voluntad, el esquema de la redenci�n humana fue ideado y fijado.

3. De los nombres de gloria que Dios toma para s� mismo por el ejercicio de la misericordia, "El Se�or Dios, misericordioso y clemente", etc. etc.

4. De la gran variedad de medios que Dios emplea para hacer part�cipes a los pecadores de su misericordia. Como la mediaci�n de Cristo, un ministerio permanente, providencias de gracia, etc.

5. De los pecados que perdona la misericordia.

6. De la bondad que �l muestra a su propio pueblo despu�s de haber sido hecho part�cipes de la misericordia. Est�n bajo una dispensaci�n de misericordia.

7. De su conducta misericordiosa hacia los pecadores en este mundo. No hay nada m�s maravilloso que la incansable paciencia y misericordia de Dios para con los pecadores. ( J. Clapperton. )

Un dios de misericordia

I. La misericordia de Dios. Vea Su misericordia al perdonar la iniquidad. Es un perd�n total. Es un perd�n gratuito. Observe a las personas a las que se concede el perd�n. Las promesas no se aplican a los descuidados, irreflexivos e indiferentes. Este perd�n total no se promete a nadie que ignore el plan de salvaci�n que se nos ofrece en Cristo. Son los que han conocido a Dios, los que han sido llamados a Dios y los que han sido santificados por el Esp�ritu, los que son perdonados. Pero la misericordia y la ira, de parte de Dios, deben consistir juntas. Los castigos son misericordia paternal.

II. Los reclamos que la misericordia tiene sobre nuestra obediencia. Tiene derecho a nuestro amor. Siempre debemos recordar que nuestro amor no compra el amor de Dios, sino que el amor de Dios tiene derecho sobre el nuestro. Si queremos aumentar nuestro amor hacia �l, debemos evitar todas aquellas cosas que nos alejen de �l. Debemos estar celosos de nosotros mismos, no sea que lo deshonremos con nuestra inconsistencia. ( Montagu Villiers, MA )

La misericordia de dios

Las causas se descubren mejor en sus efectos. Juzgamos los principios y disposiciones de los hombres por sus prop�sitos y conducta. Dios mismo, por as� decirlo, se somete a ser examinado de la misma manera. Para determinar qu� es �l, tenemos que considerar lo que �l hace. Las pruebas e ilustraciones de este texto son m�s maravillosas que la afirmaci�n misma. ��Qu� ha hecho Dios� para ganar la confianza de nuestras mentes culpables y, por lo tanto, presagiantes y recelosas? En el env�o de Dios a Su Hijo, el inspirado Juan vio m�s claramente que �Dios es Amor.

�El alma de Dios se deleita en Su propio Hijo, pero parece que �l se deleita m�s en la misericordia. �l se deleita no solo en el ejercicio de su misericordia hacia nosotros, sino tambi�n por nosotros. Por tanto, no dejar�a la misericordia al funcionamiento de la raz�n y la religi�n �nicamente; pero como nuestro Hacedor, lo ha convertido en una ley de nuestro ser. Por nuestra propia constituci�n f�sica, la l�stima es una emoci�n inevitable. Sentimos involuntariamente una inquietud que nos impulsa a socorrer a un pr�jimo en peligro, incluso para hacer nuestras necesidades.

Aunque esto sea originalmente s�lo un instinto, al apreciarlo lo convertimos en una virtud; y excit�ndolo y ejercit�ndolo, por motivos religiosos, lo convertimos en gracia cristiana. Vea el �nfasis que Dios le ha puesto en Su Palabra. Nos ha dicho que ninguna claridad de conocimiento, ninguna rectitud de opini�n, ning�n fervor de celo, ninguna constancia en la atenci�n a las ordenanzas, ninguna conversaci�n sobre las cosas divinas, ser� una compensaci�n por la caridad.

Por tanto, no s�lo creamos y admiremos, sino que seamos seguidores de Aquel que se deleita en la misericordia. No podemos amarlo a menos que estemos interesados ??en agradarle, y no podemos agradarle a menos que tengamos la misma mentalidad que �l. Tampoco podemos disfrutarlo. La semejanza es la base de nuestra comuni�n con �l. El que vive en el amor, permanece en Dios, y Dios en �l. ( William Jay. )

La gracia de Dios al perdonar el pecado

No hay casi nada en la religi�n m�s dif�cil que sentir profundamente nuestros pecados y lamentarnos por ellos y, sin embargo, creer firmemente en la disposici�n de Dios para perdonarlos. Es f�cil ceder al desaliento y considerar imposible su perd�n. Oponerse a sugerencias tan sombr�as es un deber tan importante como agradable.

I. El alcance incomparable de la misericordia perdonadora de Dios. El car�cter uniforme de Dios en Sus dispensaciones a Su Iglesia en todas las edades es el de un Dios que "perdona la iniquidad, la transgresi�n y el pecado". Note las diversas expresiones en Miqueas 7:18 . �l siempre est� comprometido en perdonar los pecados de aquellos que suplican Su misericordia.

��l perdona la iniquidad�. Voluntariamente pasa por alto las ofensas. "Pasa por las transgresiones del remanente de su heredad". �l no se permite a s� mismo, como lo har�a con justicia, ser obstaculizado o detenido por nuestros pecados, sino que act�a como alguien que no los ve. Cuando Dios perdona el pecado, pasa, por as� decirlo, por encima de �l, como un viajero apresurado urge en su camino y descuida los obst�culos en su camino. ��l no retiene su ira para siempre.

�Se irrita con los obstinados y rebeldes; pero cuando verdaderamente se arrepienten y se vuelven a �l, �l deja ir Su ira, �l los ve con infinita compasi�n, �l los perdona, �l pasa por alto sus pecados y los acepta �para alabanza de la gloria de Su gracia�. La fuente de toda esta gracia y consideraci�n es que �l "se deleita en la misericordia". �l no perdona de mala gana y pasa por alto nuestros pecados con vacilaci�n o atraso, sino con prontitud y satisfacci�n voluntaria.

Hay una fuerza en la frase original que merece ser notada. Dice literalmente: "Porque, en cuanto a �l, se deleita en la misericordia"; o "�l se deleita en misericordia, incluso �l". Su misma naturaleza lo impulsa a hacerlo. �Por qu�, entonces, cualquier penitente inquisitivo y autocondenado deber�a desesperar del perd�n? Las dificultades en el camino de la remisi�n pueden ser grandes, y pueden parecernos insuperables, pero la gloria de Dios al otorgarla es, por lo tanto, mucho m�s ilustre.

II. La consoladora aplicaci�n de esta misericordia al caso del pecador arrepentido. En el texto, esta verdad general se aplica a las circunstancias particulares de la Iglesia jud�a. Ser�a de poca importancia tener algunas ideas sorprendentes sobre la clemencia de Dios a menos que se agregue esta aplicaci�n a las circunstancias reales de la Iglesia, y a menos que los fieles tengan la seguridad de que Dios ser� misericordioso con ellos cuando invoquen �l.

Y este es de hecho el verdadero razonamiento de la piedad humilde en todas las �pocas. El investigador despierto puede estar seguro de que Dios "se volver� de nuevo". Aunque se haya apartado de nosotros a causa de nuestros pecados, volver� y nos bendecir� con su salvaci�n. �Y c�mo volver�? ��l tendr� compasi�n de nosotros�. �l observar� toda la miseria y angustia que sufrimos; todo nuestro estado tocar� Su coraz�n y mover� Su piedad.

No podemos avanzar en una afirmaci�n de m�rito, pero una apelaci�n a la compasi�n de Dios en Cristo nunca fallar�. �Y cu�l ser� el efecto de esta compasi�n? ��l subyugar� nuestras iniquidades�; es decir, Dios otorgar� la misma bendici�n que necesitamos y que deseamos m�s ardientemente. �l, por su gracia, vencer� el poder y el dominio de la iniquidad en el coraz�n y permitir� al penitente amarlo y obedecerlo.

Someter la tiran�a de nuestros pecados es una bendici�n que fluye de la compasi�n de Dios. Pero, �qu� ser� de nuestras iniquidades pasadas e imperfecciones presentes? Para responder a esta pregunta, se agrega: "Dios arrojar� todos nuestros pecados a las profundidades del mar". Su perd�n ser� sereno y completo. Ser� como si toda la masa de nuestra culpa fuera sepultada en las impetuosas aguas. Lo que se arroja a las profundidades del oc�ano insondable se hunde para no volver a levantarse jam�s.

III. La confirmaci�n tanto del alcance de la misericordia perdonadora de Dios como de la consoladora aplicaci�n de la misma, que debe derivarse del pacto de misericordia mismo. Dios hab�a elegido a Abraham y hab�a hecho un pacto con �l y su simiente. En esta alianza, el perd�n, la gracia, la fuerza, el consuelo estaban asegurados a toda la herencia de Dios. Se puede observar una distinci�n entre las palabras "misericordia" y "verdad" cuando se aplican a este pacto.

Se dice que Dios "cumple su verdad a Jacob y su misericordia a Abraham". Posiblemente porque Su pacto, tal como le fue dado a Abraham, fue un acto de mera misericordia; pero al ratificarlo a Jacob, Dios solo cumpli� lo que hab�a prometido antes. La misericordia primero otorg�, luego la verdad confirm�, el pacto. A�n as�, Dios primero se ofrece a s� mismo gratuitamente a nosotros, y luego es fiel y fiel a sus promesas. Solicitud&mdash

1. Anime al penitente tembloroso a actuar sobre los puntos de vista as� desplegados.

2. Determine su inter�s en el Pacto Eterno.

3. Permita que posiblemente sus pecados sean perdonados y su caso sea aliviado.

4. No, abrigue una esperanza totalmente segura de ser perdonado y aceptado. ( D. Wilson, MA )

La misericordia incomparable

La deriva y el alcance de este lugar es mostrar las infinitas y constantes misericordias de Dios hacia sus hijos. Esto se propone en los beneficios que reciben: justificaci�n por la sangre de Cristo y santificaci�n por Su Esp�ritu. As� se expone la justificaci�n. �l muestra lo que quitar�; incluso el pecado original y nuestra rebeli�n. Lo que pasar�; "La transgresi�n del remanente de su herencia". La santificaci�n se amplifica en dos grados: en esta vida y en la venidera.

Las razones que mueven a Dios son tomadas de su naturaleza, de su misericordia y de su verdad. Fortalecido y confirmado por diversas razones, desde la antig�edad, por la repetici�n frecuente de las mismas; y Dios hasta lo ha jurado. Doctrina

1. No hay nadie tan misericordioso como Dios. Razones: la misericordia es la naturaleza de Dios. Todas las criaturas del cielo y de la tierra tienen su misericordia derivada de esta misericordia de Dios. La misericordia en Dios es gratis, sin ninguna causa que lo impulse a hacerlo. Doctrina

2. Que es la misericordia de todas las misericordias tener nuestros pecados perdonados, cubrirlos, enterrarlos y eliminarlos por completo. Razones: porque otras misericordias que los hombres reprobados pueden tener, como una abstinencia de algunos pecados, una demostraci�n de santificaci�n. , algunos dones externos del Esp�ritu, etc .; pero esta misericordia del perd�n nadie puede tener sino los elegidos. Porque este beneficio es la fuente principal que fluy� de la sangre de Cristo. Porque nos trae los frutos y beneficios m�s felices aqu� y all�. Porque nos lleva a una paz eterna en el cielo. Doctrina

3. Que Dios de una manera maravillosa y especial respeta Su herencia. Razones: porque son compra de Dios. Por su providencia, en el sentido de que �l los vigila continuamente. Porque �l habita entre Su Iglesia, y por lo tanto tendr� un cuidado especial con Su propia herencia, para hacerles toda clase de bondades. Doctrina

4. Que el pueblo de Dios sea un remanente de los imp�os, como las rebuscas del trigo, una peque�a compa��a. No debemos desanimarnos aunque veamos a pocos ir con nosotros en el camino al cielo. Doctrina

5. Que las aflicciones de los hijos de Dios tengan un final oportuno y r�pido. Razones: porque "el Se�or no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres". Porque tenemos un Amigo tan seguro en la corte del cielo. Porque por las aflicciones obtenemos instrucci�n. Porque Dios corrige solo para nuestro beneficio. Doctrina

6. Aquellos que una vez hayan encontrado alg�n consuelo salvador, lo volver�n a tener. Razones - Porque todas las gracias salvadoras de Dios son dadas para siempre. Porque se volver� y tendr� compasi�n, porque su coraz�n est� cerca de nosotros. Debido a todas las cargas, la ausencia del favor de Dios es tan intolerable. Doctrina

7. Donde Dios perdona el pecado, all� tambi�n lo somete. Razones - Porque la virtud de la muerte de Cristo nunca puede separarse del m�rito de la misma. Porque sin este sometimiento del pecado al perd�n, no deber�amos tener consuelo de �l, ni �l gloriarse de nosotros. Doctrina

8. Aquellos a quienes se sometan sus pecados mientras vivan, los ahogar�n a todos cuando est�n muertos. Doctrina

9. Aquello en lo que Dios se deleita es imposible, pero debe suceder. Y se deleita en la misericordia. Doctrina

10. Dios est� obligado, en cuanto a su verdad, a cumplir todas sus misericordias anteriores para con sus hijos. Con demasiada frecuencia descuidamos las promesas de Dios porque no recibimos ayuda inmediata. Debemos esforzarnos por todos los medios para recordar y aplicar las promesas, y as� convertirlas en oraciones. ( R. Sibbes. )

El Dios de los cristianos un Dios deleitado en misericordia

Las religiones paganas se basan en el principio del terror. Esto aparece en el aspecto mismo de sus dioses. Las naciones iluminadas incluso formaron sus dioses seg�n este principio. Pusieron el trueno en la diestra de su J�piter; pusieron el �guila a sus pies; lo representaron como gobernando el mundo por el terror. Estaba reservado para la revelaci�n presentar el car�cter Divino en el c�rculo completo de Sus perfecciones. "Deleitarse en la misericordia" era una concepci�n, en conexi�n con la Deidad, que el mundo pagano nunca habr�a formado.

I. El Dios de los cristianos es Amor. �Dios es Amor�, dijo el ap�stol Juan; y todas Sus diversas perfecciones no son m�s que modificaciones del amor.

II. Todas sus transacciones con los hombres han demostrado cu�nto se deleita en la misericordia. Incluso el pacto de obras no era m�s que una introducci�n al despliegue de la misericordia Divina; y si el pecado no hubiera entrado en el mundo, no habr�amos conocido la mil�sima parte de su amor.

III. El Dios de los cristianos ha escrito Su car�cter en un libro. Sus historias, profec�as, leyes, doctrinas, amenazas, promesas, todos hablan de las misericordias del Se�or.

IV. Todas las obras de Dios demuestran que el Dios de los cristianos se deleita en la misericordia. El mundo fue creado como un teatro para su misericordia. Su providencia muestra Su misericordia. Todo acto de misericordia es para atraer a los hombres a las provisiones de la misericordia; todo acto de juicio es para alarmar a los hombres para que puedan beneficiarse de su misericordia.

V. Ver el tema en lo que respecta al esquema de nuestra recuperaci�n. Esto, de principio a fin, es una revelaci�n de la misericordia m�s rica. �Qu� es la encarnaci�n del Hijo de Dios? �Qu� son los milagros? �Cu�les fueron Sus suspiros, sino el aliento del coraz�n de Su misericordia? �Qu� Su muerte, sino el sacrificio de Su misericordia? �Qu� es el Evangelio sino el anuncio real de la misericordia?

VI. Todas las perfecciones de Dios se emplean para ilustrar Su misericordia. Sus ojos se emplean en ejercicios de misericordia, en observar sus objetos y determinar sus necesidades. Sus o�dos est�n siempre abiertos al clamor de los necesitados. Sus labios se emplean para expresar los pensamientos y prop�sitos de la misericordia. Sus manos est�n ocupadas en obras de misericordia. Sus pies siempre se apresuran al alivio de los objetos de Su misericordia. Su sabidur�a, poder, justicia, verdad, soberan�a, inmutabilidad est�n todos ocupados en los designios de Su misericordia.

VII. Las innumerables formas en las que se manifiesta la misericordia de Dios muestran que �l la deleita en la misericordia. A toda el agua del mundo se le llama oc�ano, pero �ste toma varios nombres, seg�n las orillas que ba�a. Como el Atl�ntico, Alem�n, Pac�fico, �ndico, etc. As� parece con la misericordia de Dios. Lleva diferentes nombres, seg�n el estado de quienes visita. Es misericordia llamando, protegiendo, perdonando o consolando. Cu�n ilimitadas son las reservas y los recursos de la Divina misericordia. Entonces, �no deber�amos tambi�n nosotros ser misericordiosos? deleit�ndose en la misericordia como lo hace nuestro Padre celestial? ( A. Waugh, DD )

La paciencia de dios

En el Antiguo Testamento, mucho es especial para su �poca, y para nosotros tiene s�lo un valor secundario. Pero mientras que los elementos que eran locales y especiales para un pueblo y una �poca ya no tienen para nosotros la importancia que ten�an para aquellos a quienes fueron entregados por primera vez, otras porciones contienen verdades universales, es decir, verdades que pertenecen a hombres en todas partes, en todas las �pocas. Alegr�as, dolores, la literatura de esos dolores, aflicciones universales, remordimientos, anhelos de bondad; en resumen, todos los sentimientos morales y todos los afectos naturales son iguales en todos los gobiernos, en todas las leyes y en todas las �pocas.

Las Escrituras que se relacionan con estas cosas son perennes. Si echas al olvido los Salmos de David, tiras la mejor literatura de los sentimientos que jam�s haya aparecido en el lenguaje humano; �y d�nde puedes reemplazarlo? Las aplicaciones m�s nobles de los principios morales a los asuntos humanos se encuentran en los profetas. Que alguien se pregunte d�nde encontrar� un sustituto de esa sublime concepci�n de Dios que rige en todo el Antiguo Testamento.

Ni siquiera en el Nuevo Testamento hay descripciones de Dios que, por su majestad, integridad, simetr�a y armon�a, vayan m�s all� y m�s altas que las que se encuentran en las partes m�s antiguas del Antiguo Testamento. Uno de estos elementos divinos se presenta ante nosotros esta ma�ana: la gran paciencia de Dios con los hombres y su perd�n hacia ellos.

1. Nuestro pecado no es tanto una violaci�n de una ley que se encuentra fuera del seno de Dios, como un desprecio de los sentimientos y la naturaleza de Dios mismo. Existe una marcada distinci�n entre el sentimiento personal infringido y la ley transgredida. En los asuntos mundanos hay una distinci�n entre el desprecio de las reglas del negocio y un desacuerdo personal contigo mismo. Cuando un hombre te ofende, su mal es m�s atroz y provocador que cuando ofende tus reglas y leyes.

Dios y Sus leyes son uno, en tal sentido que cuando ofendes Su ley moral, ofendes Su propio sentimiento personal. A la luz de esto, se puede ver que todo hombre peca todos los d�as de su vida. Hay innumerables males, agravios y heridas contra los sentimientos de Dios en la historia de cada hombre. Los hombres han estado viviendo en una violaci�n perpetua de todos los pensamientos y sentimientos de la mente de Dios.

Y, sin embargo, la carrera ha prosperado; ha habido alegr�as, misericordias y bendiciones, se han desarrollado influencias reformadoras y estimulantes en el mundo. Estas cosas explican lo que se quiere decir cuando se dice que Dios es tan paciente, que sufre tanto. Sufre y aguanta; y la raz�n es que se deleita en la misericordia. Le encanta ser amable. La bondad armoniza con su naturaleza. Considere la literatura de esta bondad tal como est� representada en la Biblia. �l es quien, aunque ofendido, no necesita persuasi�n para perdonar. No solo es misericordioso, es magn�nimo.

3. Considere lo que es tener un Ser como este en el centro del poder y la administraci�n. El m�s intensamente reflexivo y el m�s intensamente activo de todos los seres del universo es Dios. En vista de esta breve apertura del car�cter de Dios y de Sus sentimientos hacia los hombres que pecan y se ofenden contra �l, observo:

(1) Esta concepci�n de Dios deber�a avivar toda sensibilidad moral y hacernos una vida de pecado dolorosa y desagradable para nosotros.

(2) En esta presentaci�n del car�cter de Dios hay un argumento en contra de una confianza deshonrosa en la bondad de Dios como medio para pecar.

(3) Considere, a la luz de este discurso, c�mo debemos perdonarnos unos a otros cuando nos hemos ofendido unos a otros. Compare nuestro modo ordinario de perd�n con el de nuestro Dios.

(4) En este punto de vista de Dios, hay �nimo para todos los que son honestos y buscan vivir una vida piadosa. ( Henry Ward Beecher. )

La misericordia de dios

Considere la misericordia de Dios:

I. En su ascenso.

II. En su progreso.

III. En su consumaci�n. ( Esqueletos de sermones. )

La incomparableidad de Dios ilustrada en Su perd�n de pecados

I. La naturaleza de Su perd�n. La Biblia generalmente presenta el perd�n divino bajo figuras que corresponden a los aspectos en los que el pecado est� ante la mente del escritor en ese momento. Por ejemplo&mdash

1. Cuando el pecado aparece como una deuda, una obligaci�n incumplida, entonces se habla del perd�n como una cancelaci�n.

2. Cuando el pecado aparece como un alejamiento de Dios, entonces el perd�n se representa como reconciliaci�n.

3. Cuando el pecado aparece como acusaci�n, se habla del perd�n como justificaci�n.

4. Cuando el pecado aparece como una contaminaci�n, el perd�n se representa como una limpieza.

5. Cuando el pecado aparece como una enfermedad, el perd�n se representa como una curaci�n.

6. Cuando el pecado aparece como una obstrucci�n entre el alma y Dios, el perd�n se representa como un claro. Hay tres puntos de contraste entre el perd�n divino y el humano.

(1) En los gobiernos humanos, el perd�n se ejerce con las limitaciones m�s cautelosas. No existe tal limitaci�n para el ejercicio de esta prerrogativa en Dios.

(2) En el perd�n humano no hay garant�a contra la criminalidad futura. Pero el hombre perdonado por Dios es un hombre cambiado.

(3) El perd�n humano nunca puede poner al criminal en una posici�n tan buena como la que ten�a antes de su transgresi�n. Pero en el perd�n divino, el criminal se eleva a un estado m�s alto incluso que el de la inocencia.

II. La fuente de su perd�n. La ira en Dios no es pasi�n sino principio; no antagonismo a la existencia, sino a los males que maldicen la existencia. Aqu� est� la fuente del perd�n: "�l se deleita en la misericordia".

1. El perd�n como acto misericordioso. No es un acto de equidad sino de compasi�n; no de justicia, sino de amor.

2. Este acto de misericordia es el deleite de Dios. La misericordia es una modificaci�n de la benevolencia.

(1) Si �l se deleita en la misericordia, entonces calla para siempre los p�lpitos que blasfemamente lo representan como maligno.

(2) Si �l se deleita en la misericordia, entonces ning�n pecador se desespere a causa de la enormidad de sus pecados.

(3) Si �l se deleita en la misericordia, �no podemos esperar que alg�n d�a se ponga fin a toda la miseria del universo moral?

III. La plenitud de Su perd�n ( Miqueas 7:19 ).

1. Toda la subyugaci�n de todos los pecados. El pecado es el enemigo de todos los enemigos. El perd�n divino es la destrucci�n del pecado en nosotros.

2. La total inmersi�n de todo pecado. El perd�n es la liberaci�n del pecado. Figuras empleadas: "Borrado de una nube espesa". "Has echado todos mis pecados a tus espaldas". Echar los pecados "en las profundidades del mar". "No recordar m�s el pecado". Todo perd�n verdadero implica olvido. ( Homilista. )

Versículo 19

Y arrojar�s todos sus pecados a las profundidades del mar

Dios quitando la iniquidad de su pueblo

Las misericordias y promesas del Antiguo Testamento no fueron m�s que el bosquejo de la gloria a ser revelada a partir de entonces.

La �ltima parte de este cap�tulo abunda en garant�as de la restauraci�n de Jerusal�n, lo que implica la confusi�n y degradaci�n de sus enemigos. El ap�strofe del profeta a Jehov� en los �ltimos vers�culos, tanto en la claridad de sus puntos de vista como en la plenitud de sus declaraciones, es muy apropiado para el cristiano. Es mucho ser liberado del cautiverio del pecado, que se le quite el yugo de hierro y que se desgarren las sucias vestiduras de su servidumbre.

Pero es m�s, descubrir que el que perdona la iniquidad porque se deleita en la misericordia, tambi�n tendr� compasi�n de nosotros y subyugar� nuestras iniquidades; no solo nos limpia de su mancha por la sangre de Jes�s, sino tambi�n l�branos de su poder por medio de su Esp�ritu Santo. El giro particular del lenguaje del texto parece derivarse de la destrucci�n de las huestes de Egipto en el Mar Rojo. Como su ruina fue tan absoluta que no se los volver�a a ver con vida para siempre, esto implica que nuestros grandes tiranos espirituales y enemigos, nuestros pecados, cuando Dios por medio de su Esp�ritu se levante para someterlos, ser�n completamente echados fuera y sus pecados. la pena final sea tan completamente eliminada, como si estuvieran enterrados en las profundidades del mar.

El pecado est� estrechamente relacionado con el sufrimiento. Entonces, si se puede decir que Dios en una met�fora arroj� el pecado al mar, �no podr�amos decir literalmente lo mismo del sufrimiento? Lo que se dice que el mar suele hacer por el primero, a menudo lo hace por el segundo. Con tanto da�o y destrucci�n relacionados con el mar, tambi�n hay muchos beneficios; Beneficia especialmente a la humanidad que sufre, en las m�ltiples enfermedades que amargan nuestra existencia.

Entonces deja que el mar te recuerde lo noble que es el don de la salud espiritual; �Cu�n importante es que la enfermedad moral del mal sea lavada y sus pecados por misericordia arrojados a las profundidades del mar, ese oc�ano de gracia y amor celestiales que los ocultar� para siempre de la condenaci�n merecida! ( Edmund Lilley, MA )

�Qu� har�a Dios con nuestros pecados?

"Nuestras iniquidades". �Nuestros pecados�, �es posible que nos deshagamos de ellos por completo? Esta gran pregunta encuentra en el texto una respuesta a�n mayor. Las palabras son dos cl�usulas de promesa, cada una con su propio tono de significado figurativo: un tono fuerte y otro m�s fuerte.

I. El Divino como efecto de la conquista de los pecados humanos. ��l subyugar� nuestras iniquidades�; es decir, los hollar�, los hollar� en triunfo bajo sus pies. El mismo sonido de las palabras sugiere que no es una empresa f�cil manejar nuestros pecados. Tendemos a pensar a la ligera en los pecados. Subestimamos la terrible capacidad del mal y la muerte que acecha en ellos y en cada uno de ellos.

Les damos veinticinco centavos, raciones, libertad condicional, amistad. Ellos pululan a nuestro alrededor y no podemos someterlos. D�le la bienvenida, entonces, a Aquel que conquista esta multitud inquietante en su nombre. Aqu� est� �l, a tu lado y al m�o. Con �l a nuestro lado, todo el asunto pasa de la mera esperanza a la absoluta certeza. "Pero", se puede preguntar, "�no es una tarea ardua y atrevida para que alguien la emprenda por m�?" Es tanto esto, y mucho m�s esto de lo que puedes pensar, que solo el Uno necesita intentar emprenderlo.

Puede confiarle con seguridad la gran tarea. Vea la completa integridad de la conquista. Cristo no solo conquista todas las legiones malas que se hab�an reunido a nuestro alrededor durante los a�os pasados, sino que pisotea a las legiones que se levantan cuando se aventuran a levantarse, adelgazando sus filas y debilitando su energ�a, y empobreciendo su condici�n, con el seguro Tenemos la perspectiva de que pronto habr� llegado la hora en que �l no podr� mirar hacia atr�s a nada m�s que la conquista, y nada hacia adelante para conquistar.

II. El Divino como causante de la destrucci�n y el olvido de los pecados humanos. La nueva figura repite sustancialmente el sentido del otro; sin embargo, avanza m�s y est� m�s v�vidamente lleno de la graciosa verdad sobre este tema. "Echar�s todos sus pecados a las profundidades del mar". �Pecados�, no solo �iniquidades�, sino las m�s graves y leves violaciones de la ley divina.

�En el mar� y en lo profundo del mar; lejos hacia el mar, donde la l�nea sonora desciende en millas, enterrada, sin resurrecci�n, para siempre. Algunos que se han confiado a la gracia de Dios todav�a son t�midos y dudosos en cuanto a si realmente puede ser todo, y de una vez por todas e irrecuperablemente, resuelto sobre esos pecados suyos. Aseg�rese de que cuando Dios perdona todo, perdona por completo, los pecados de un hombre que conf�a en Cristo no solo se pierden, sino que son lo que se puede llamar una p�rdida segura.

Una cosa se ha ido de la forma m�s segura, no cuando es desterrada no sabemos ad�nde, sino cuando, sabiendo d�nde est�, estamos seguros de que es absolutamente irrecuperable. Solicitar. Nunca sue�e con manejar sus pecados usted mismo. Cuando Dios ha olvidado nuestros pecados, ya no debemos recordarlos. ( JA Kerr Bain, MA )

Como perdona dios

La esencia de los dos vers�culos est� en la frase: "Y echar�s todos sus pecados en las profundidades del mar". Por muy diferentes que seamos unos de otros, todos necesitamos el perd�n. En el perd�n humano no hay nada extraordinario salvo esto, que a menudo es notablemente lento en llegar y tan notablemente descort�s cuando llega; y que cuando nace tiene una vida notablemente corta. Nuestros perdones, como nosotros, est�n llenos de imperfecciones.

�Qu� operaci�n tan dolorosa es ser perdonado! Un hombre rara vez perdona sin antes humillar. Cuando Dios perdona, lo hace con un estilo digno de s� mismo. Hay una dignidad en Su perd�n; es un lujo positivo ser perdonado por �l. Solo Dios es perfecto en el arte de perdonar. En el texto, el perd�n de Dios se describe con cuatro palabras:

I. perd�n. "Perdona la iniquidad". Si bien en todo Dios es incomparable, no tiene rival en la �cuesti�n del perd�n. La gloria de Dios es su capacidad y voluntad de perdonar. La palabra "perdona" en hebreo significa "levantar y llevar". No huyas con la idea de que perdonar es solo cuesti�n de pronunciar una palabra. Dios no puede perdonar a expensas de su propia justicia. �l es un Dios que levanta la iniquidad. La Tierra levant� el pecado sobre Sus hombros y �l se alej� con �l.

II. Pasa. �Y pasa por alto la transgresi�n�. Transgresi�n aqu� significa "rebeli�n". �Pasa�, es decir, como si no lo viera. Dios trata con el pecado como si no lo viera. Lo ha visto una vez. Lo vio en Cristo. �l no lo ve en m�, porque lo vio en �l.

III. Dominar. La RV dice: "Pisotear� nuestras iniquidades". Cuando Dios perdona la culpa de los pecados de un pecador, rompe su poder. �Has tratado alguna vez de pisotear tus propias iniquidades? Cuando Dios perdona la culpa, dice: "Har� m�s, pondr� mi pie sobre el cuello de tus iniquidades".

IV. Echar al mar. Dios provee que Su acto de gracia nunca ser� revocado. Nunca recuperar� el perd�n que alguna vez le otorg�. "Echar�s todos sus pecados a las profundidades del mar". As� es como Dios quita los pecados de su pueblo. Cuando Dios perdona los pecados de un hombre, �l toma los pecados y los arroja al lugar m�s profundo que puede encontrar, y all� yacen, perdonados para siempre, olvidados para siempre.

Miqueas pudo haber tenido el ahogamiento de la hueste egipcia en su mente cuando escribi� este pasaje. Cuando Dios perdona, las tablas de Su memoria, si se me permite decirlo as�, se borran, y no se hace ning�n recuerdo para siempre de este pecado. Cuando Dios entierra nuestro pecado, lo lleva directamente al medio del oc�ano del perd�n divino y del olvido divino, y es olvidado para siempre. ( Archibald G. Brown. )

Compasi�n divina por los pecadores

Aunque el Todopoderoso es absolutamente incomprensible y no se puede encontrar a la perfecci�n, sin embargo, �l se ha revelado expl�citamente como un Dios "misericordioso y misericordioso, lento para la ira y listo para perdonar". Y este car�cter propicio de la Deidad es particularmente apropiado e interesante para la humanidad. La misericordia infinita ha proporcionado graciosamente un camino de salvaci�n, por la fe en Jesucristo, que es perfectamente consistente con la justicia divina y admirablemente adaptado a las circunstancias necesarias del "mundo que yace en la maldad".

I. Las bendiciones esperadas piadosamente. ��l subyugar� nuestras iniquidades�, etc. Puede haber una alusi�n a la liberaci�n de los israelitas de la esclavitud egipcia. As� como el Se�or luego someti� literalmente al fara�n y a su hueste, as� espiritualmente "subyugar� las iniquidades" de sus siervos fieles, y por su misericordia perdonadora "echar� todos sus pecados en las profundidades del mar". El profeta evidentemente anticipa:

1. La absoluci�n de la culpa del pecado. Como �todos pecaron y est�n destituidos de la gloria de Dios�, ciertamente debemos ser perdonados o castigados. Cuando los pecadores regresan a Dios con corazones arrepentidos y creyentes, �l perdona con gracia sus transgresiones y sana sus rebeliones. Esta inestimable bendici�n se llama en el texto, "arrojar todos nuestros pecados a las profundidades del mar", que es un modo de expresi�n que da a entender tanto el alcance como la integridad del perd�n.

2. La subyugaci�n del poder del pecado. No solo somos culpables, sino depravados. El pecado se personifica con frecuencia en las Escrituras y se describe como un usurpador vil y un tirano destructivo, que reina en los corazones y las vidas de los desobedientes. Por lo tanto, no solo es necesario que la culpa del pecado sea cancelada misericordiosamente, sino que su poder sea efectivamente subyugado. La omnipotencia por s� sola equivale a este glorioso logro. Principalmente realiza esta obra de gracia por Su Hijo, como Salvador de los pecadores, por Su Palabra como instrumento de salvaci�n y por Su Esp�ritu como agente de la religi�n personal.

II. La fuente claramente especificada. �Se volver� de nuevo; �l tendr� compasi�n de nosotros �. El profeta atribuye el perd�n y la destrucci�n del pecado al Se�or Jehov�. Estas bendiciones son divinas en su origen. Solo Dios puede perdonar el pecado y salvar al pecador. Es su �nica prerrogativa absolver nuestros cr�menes y purificar nuestras almas. Y esto armoniza perfectamente con las perfecciones de Su naturaleza.

2. Estas bendiciones son propicias en su medio. No tenemos ning�n derecho natural o reclamo de las misericordias divinas, y solo podemos recibirlas por medio del favor soberano, "mediante la redenci�n que es en Cristo Jes�s". Con este prop�sito, asumi� nuestra naturaleza, muri� por nuestros pecados y vive para interceder por los pecadores.

3. Estas bendiciones son generosas en su otorgamiento. No podemos recibirlos sobre la base de la dignidad personal o el m�rito humano. El Se�or tampoco requiere ninguna bondad o idoneidad moral previa para hacernos dignos de las bendiciones de la salvaci�n. �l perdona y salva libre y amablemente al verdaderamente arrepentido, para la gloria de su nombre, por los m�ritos del Redentor.

III. La confianza expresada con devoci�n. ��l se volver�, etc. Este no es el lenguaje de la presunci�n entusiasta, sino de una seguridad inspirada y racional; se basa en

1. El car�cter y el pacto de Dios.

2. La expiaci�n e intercesi�n de Cristo.

3. Las doctrinas y promesas del Evangelio.

Podemos inferir de este tema:

1. La necesidad del arrepentimiento y la fe.

2. La posibilidad del perd�n y la santidad.

3. La felicidad y el deber de los santos. ( Eta, en "Bocetos de cuatrocientos sermones" ).

Perdon divino

Tres ideas envueltas en figuras del perd�n divino.

I. Una responsabilidad antecedente al castigo. Todos los t�rminos implican algo incorrecto, y el error es moral. Es un crimen, y el crimen siempre debe exponerse al castigo. Debido a este mal moral, debe haber riesgo de castigo.

II. El ejercicio de una prerrogativa misericordiosa. Dios est� dispuesto a perdonar. Dos cosas conectadas con esta prerrogativa del perd�n que la distingue de su ejercicio en gobiernos humanos.

1. En los gobiernos humanos se ejerce con las limitaciones m�s cautelosas.

2. En los gobiernos humanos, el perd�n es invariablemente valorado por aquellos a quienes se ejerce.

III. Una liberaci�n real de toda responsabilidad por el sufrimiento punitivo. El hombre perdonado es liberado del castigo. ( Homilista. )

Pecados perdidos en las profundidades del mar

Ves el T�mesis mientras desciende lentamente a trav�s de los arcos, llevando consigo impurezas y corrupci�n interminables. Miras el chorro de tinta mientras se derrama d�a y noche, y crees que contaminar� el mundo. Pero acabas de bajar a la orilla del mar y has mirado el gran abismo, y no ha dejado una mancha en el Atl�ntico. No, se ha estado agotando durante muchos a�os y llevaba consigo un mundo de impurezas, pero cuando vas al Atl�ntico no tiene ni una mancha.

En cuanto al oc�ano, no sabe nada sobre �l. Est� lleno de m�sica majestuosa. As� que el humo de Londres sube, y ha estado subiendo, durante mil a�os. Uno habr�a pensado que ya habr�a estropeado el paisaje; pero a veces le echas un vistazo. Est� el gran cielo azul que se ha tragado el humo y la penumbra de mil a�os, y su esplendor azul est� intacto. Es maravilloso c�mo el oc�ano ha mantenido su pureza, y c�mo el cielo ha tomado el aliento de millones y el humo de los hornos, y sin embargo, es tan puro como el d�a que Dios lo hizo.

Es hermoso pensar que estas son solo im�genes de la gran compasi�n de Dios por la carrera. Nuestros pecados, son como el T�mesis; pero, f�jate, ser�n tragados, perdidos en las profundidades del mar, para que no se los recuerde nunca m�s contra nosotros. Aunque nuestros pecados han ido subiendo al cielo de generaci�n en generaci�n, aunque tus pecados sean como el carmes�, ser�n como lana, como la nieve. ( WL Watkinson. )

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Micah 7". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/micah-7.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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