Bible Commentaries
Proverbios 13

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

El hijo sabio escucha la instrucci�n de su padre, pero el escarnecedor no escucha la reprensi�n.

El despreciador despreocupado

Se ha dictado la primera parte de la sentencia, �es instrucci�n de su padre�; es decir, un hijo sabio encarna la instrucci�n de su padre. Un hombre sabio puede se�alar a su hijo y decir: "Esta es la suma total de mis esfuerzos educativos". El proverbio tiene cuidado de definir la calidad del hijo cuya educaci�n encarna los prop�sitos de su padre. Debe ser un "hijo sabio"; alguien que pueda aprovechar sus oportunidades, que comprenda el proceso por el que est� atravesando.

El escarnecedor no se beneficia de nada; siendo �l mismo un sat�rico, convierte todo en s�tira; se burla del hablante de cosas buenas, parodia la poes�a m�s alta, resiente el enfoque m�s delicado y espiritual. No deber�a sorprendernos la mera habilidad de la s�tira; debemos recordar sus desventajas morales, porque degrada y empobrece todo lo que toca para su bien. Hablamos de la s�tira que quita el prop�sito moral de todo llamamiento y convierte en burla todos los esfuerzos que se dirigen hacia la verdadera educaci�n del alma.

La sabidur�a lo re�ne todo; el desprecio no recoge nada. Cada uno debe decir que caminar� en un esp�ritu o en el otro, pero que sepa claramente cu�les deben ser las consecuencias de cada esp�ritu. ( J. Parker, DD .)

El hijo ense�able e imposible de ense�ar

I. El hijo ense�able. "El hijo sabio escucha la instrucci�n de su padre". Salom�n, por supuesto, supone que el padre es lo que deber�a ser un padre. El que atiende la instrucci�n de un padre, dice Salom�n, es sabio. El es sabio&mdash

1. Porque atiende a la condici�n divina del perfeccionamiento humano. El Creador ha ordenado que la nueva generaci�n obtenga su sabidur�a de las ense�anzas de sus padres. Es por el aprendizaje de generaciones de predecesores que la raza avanza.

2. Porque gratifica el coraz�n de su mejor amigo terrenal.

II. El hijo imposible de ense�ar. "El escarnecedor no oye la reprensi�n". Algunas personas merecen justamente el escarnio; algunas cosas merecen desprecio. Un hijo que desprecia a la persona o los consejos de su padre no est� en un estado de �nimo para escuchar la reprensi�n, es imposible de ense�ar. ( D. Thomas, DD .)

Versículos 2-3

El hombre comer� bien por el fruto de su boca.

Represalia natural

Aunque el esp�ritu y la pr�ctica de la represalia no est�n vindicados en ninguna parte en las Escrituras, sino en todas partes expl�cita y fuertemente condenados, sin embargo, todo el mundo puede esperar un trato que corresponda a su propia conducta hacia los dem�s. En la naturaleza de las cosas no puede ser de otra manera. No est� en la naturaleza humana, ni en ninguna naturaleza, ni siquiera en la Divinidad misma, amar con el amor de la complacencia lo que es inalcanzable.

S�lo una disposici�n amable puede asegurar el amor; y la amabilidad de disposici�n est� muy indicada por la lengua. El hombre que es caritativo en sus juicios y est� dispuesto a hablar bien de los dem�s, ser� �l mismo sujeto de juicio caritativo y de elogios cordiales. Todos amar�n, honrar�n y bendecir�n al hombre "en cuya lengua est� la ley de la bondad". De esta manera, �comer� bien por el fruto de su boca.

Por el contrario, contra el hombre que es un �transgresor� con sus labios, convirti�ndolos en instrumentos de malicia en la pronunciaci�n de la calumnia y el fomento de la alienaci�n y la contienda, contra ese hombre se encienden inevitablemente todos los sentimientos de indignaci�n , todas las pasiones airadas, cuyo resultado es la violencia, la violencia del orgullo vengativo y el sentido del mal. ( R. Wardlaw .)

Hombre hablando

Aqu� hay varios tipos de discurso.

I. Los auto-lucrativos y auto-ruinosos en el habla. El habla de un buen hombre que es iluminado, veraz, puro, generoso, se sirve a s� mismo de muchas maneras. Con �l promueve el desarrollo de su propio ser espiritual, gratifica su propia naturaleza moral y produce en los oyentes resultados que son placenteros para su propia observaci�n. El discurso corrupto de los imp�os es una violencia a la raz�n, la conciencia, la propiedad social. La lengua pecaminosa del transgresor inflige las heridas m�s violentas a su propia naturaleza.

II. Los autocontrolados y los imprudentes en el habla.

1. El habla controlada puede resultar �til. La lengua es un miembro que requiere control. La pasi�n y el impulso lo estimulan constantemente a la acci�n.

2. El habla imprudente puede ser peligrosa. Una chispa de una lengua sin ley a menudo ha encendido conflagraciones en familias, iglesias y naciones. Quarles dice: "No le des demasiada libertad a tu lengua, no sea que te haga prisionero". ( D. Thomas, DD .)

Un guardia en los labios

es una guardia para el alma. El que tiene un freno fuerte en su lengua y una mano fuerte en ese freno, guarda su alma de muchas cosas, tanto de culpa como de dolor, y se ahorra la molestia de muchas reflexiones amargas sobre s� mismo y las reflexiones de otros sobre �l. . Hay muchos arruinados por una lengua sin gobierno. El que ama gritar, bramar y hacer ruido, encontrar� que ser� la destrucci�n de su reputaci�n, su inter�s y su consuelo. ( Matthew Henry. )

Versículo 4

El alma del perezoso desea, y nada tiene, pero el alma del diligente se engrasar�.

La naturaleza y las consecuencias de la ociosidad y de la industria

Este texto es cierto tanto en un sentido temporal como espiritual.

I. La naturaleza y los efectos de la pereza. El perezoso quiere alcanzar el fin sin el uso de los medios adecuados. Ser�a rico sin trabajo, aprender�a sin estudiar y ser�a respetado sin hacer nada para merecer respeto. Este deseo del perezoso lo mata; porque sus manos se niegan a trabajar. Tales personas desperdician sus d�as formando planes ociosos y deseos vanos. Las consecuencias suelen ser terribles.

Se convierten en una plaga y una carga para todos los que est�n relacionados con ellos. Con frecuencia hieren a sus mejores amigos, se aprovechan de la propiedad de otros y traen desgracia y ruina a sus m�s queridos contactos terrenales. Nuestra tierra, todas nuestras tierras, abundan en estos drones. La pereza tambi�n da origen a la envidia, el descontento, el fraude, la mentira y casi todas las dem�s obras malas. En cualquier situaci�n de la vida en la que se encuentre una persona perezosa, por esta disposici�n caer� en alg�n vicio destructivo y se volver� miserable en s� mismo y travieso con los dem�s.

Un perezoso, profese lo que profese, no puede ser una persona verdaderamente religiosa, ni poseer esas gracias que forman el car�cter de un miembro de Cristo e hijo de Dios. El perezoso puede desear las cosas buenas de la religi�n, pero como no utilizar� los medios para alcanzarlas, "desea y no tiene nada". Dios se encontrar� solo en aquellos que lo busquen diligentemente. Una disposici�n perezosa es tan perniciosa en su naturaleza y efectos que dondequiera que reina y tiene el dominio, debe degradar el car�cter de una persona y pervertir el fin para el cual fue enviado al mundo.

II. La naturaleza y los efectos de la industria. La abundancia y el consuelo son, en general, las consecuencias de la diligencia, tanto en nuestro llamamiento temporal como espiritual. Cualquiera que sea el rango o las circunstancias de una persona, la providencia de Dios le ha dado algo que hacer. Los sobrios y laboriosos son la gloria y la fuerza de toda naci�n. Y la disposici�n trabajadora es un gran protector contra el vicio.

Aquellos que est�n entrenados para el trabajo honesto y los h�bitos industriales rara vez caen en esos excesos criminales a los que son propensos los perezosos. Los efectos m�s saludables de la diligencia se ven en la religi�n. El uso diligente de todos los medios de gracia designados est� coronado con la bendici�n divina. Estas son las personas que siempre han hecho el mayor bien en el mundo, y a quienes Dios y los hombres se han complacido en honrar.

Por supuesto, puede haber excepciones a la regla general. Entonces, si quisieran proporcionar cosas honestas a la vista de todos los hombres, ejercer su profesi�n con �xito, mantenerse a s� mismos y a sus familias, y volverse f�ciles en sus circunstancias, deben ser sobrios y trabajadores, diligentes y laboriosos. Y as� debe ser si desea disfrutar de la paz y la bendici�n de Dios. Algunos pueden aprender de esto la verdadera raz�n de sus verg�enzas. Se han gastado en desear, no en trabajar. ( W. Richardson .)

Ociosidad

El trabajo es la caracter�stica grandiosa y omnipresente del gobierno del mundo. Dios obra. El universo, considerado como una masa inerte, se mueve. El estancamiento es el signo de la muerte. Cu�n temprano en la vida el ser humano debe comenzar a trabajar regularmente es una cuesti�n que interesa tanto al moralista como al economista pol�tico. La carga, la obligaci�n, el deber de un hombre difiere del de otro. En cierto sentido, el deber del trabajo recae sobre todos.

Todos deben evitar la ociosidad, independientemente de la presi�n, o la ausencia de presi�n, de la pobreza o de las necesidades personales. Es curioso notar que, en la estimaci�n de muchos, no se cree que ninguna persona est� involucrada en el trabajo, excepto aquellas que se dedican a alguna artesan�a para su sustento. Pero la ociosidad, como el trabajo, es un t�rmino relativo. La ociosidad es un pecado contra la ordenanza de Dios. El hombre tiene m�ltiples necesidades, deseos y posibilidades.

Si no hubiera hambre, no habr�a cosechas, no habr�a pan. Si no hubiera necesidad de refugio, no habr�a chozas, casas, palacios. Si no hubiera una sensaci�n de ignorancia, no habr�a ning�n deseo de aprender nada. Si no hubiera sentimiento religioso, no habr�a templos, ni deseo de saber nada de lo que el ap�stol llama "las cosas invisibles de Dios". El rechazo del trabajo, ya sea que se nos exija, o que se nos abra en el camino de la oportunidad providencial, es ociosidad.

Mediante este rechazo, uno se coloca fuera de la vida de la comunidad. Es un pecado, un pecado de omisi�n; el pecado de la negligencia y de la oportunidad perdida. La vida es est�ril, est�ril, nada. �S�lo un holgaz�n�, se puede decir; "No es tan malo como si hubiera dejado paso a excesos tormentosos y apasionados". Y, sin embargo, habr� en el cerebro de ese holgaz�n una indistinguible prole de v�boras, todo el mal y la corrupci�n posibles.

Dios requiere el uso de nuestros dones y facultades para nuestro desarrollo, y que podamos hacer nuestra parte en el Estado, ocupar el puesto y, en una palabra, lograr los prop�sitos de nuestra existencia. Las pruebas de la pecaminosidad de la ociosidad se encuentran en sus efectos. Destruye nuestro poder de utilidad en el mundo. Toda verdadera devoci�n a una causa implica trabajo. No podemos oponernos a las ordenanzas de Dios y, al mismo tiempo, albergar seriamente la creencia de que triunfaremos si lo eludimos.

Si alguno de ustedes, que se encuentra en sus a�os de trabajo, cuando el deber del trabajo es especialmente su deber, se niega a todo por el estilo y se inclina por las nimiedades o la mera diversi�n, no se requiere una gran perspicacia para percibir que sus mentes y los personajes se debilitan; los tendones y los tendones son suaves; el cart�lago no se endurece y se convierte en hueso. Deje que este estado de cosas dure, y es seguro que se quedar� atr�s en la retaguardia.

Una actividad sana, no m�rbida, es lo que necesitan muchos cuyas manos cuelgan ociosamente, no por culpa de una disposici�n ociosa. El trabajo curar� muchas aflicciones humanas cuando todo lo dem�s parezca fallar. ( Edwin Harwood, DD .)

La diligencia cristiana, con las bendiciones que la acompa�an.

El hijo de la diligencia, considerado como hombre o como cristiano, est� de una manera justa para obtener las cosas buenas que busca. El miserable perezoso ser� verdaderamente pobre.

I. �Cu�les son las diversas cosas que est�n impl�citas en la verdadera Diligencia?

1. La diligencia incluye el empleo de cada parte de nuestro tiempo en los negocios adecuados. Esto se opone a perder la vida; a las nimiedades, o hacer lo que no sirve para nada; ya malgastar los negocios que se van a realizar.

2. La diligencia incluye la prontitud, en oposici�n a la demora. El hombre primitivo muestra que su coraz�n est� en su trabajo. Si comenzamos temprano el servicio del d�a, felizmente brindamos contra los obst�culos y no corremos el riesgo de apresurarnos por pasatiempos accidentales.

3. La diligencia implica actividad y vigor. Los deseos perezosos no funcionar�n ni obtendr�n una bendici�n. �Qu� pobre obra hace un cristiano fr�o, indiferente, perezoso en las cosas que conciernen a su alma y a su salvaci�n!

4. La diligencia implica vigilancia - en oposici�n a un temperamento somnoliento, despreocupado, una seguridad irreflexiva del alma. Debemos estar despiertos para aprovechar todas las ventajas de nuestro trabajo, as� como para protegernos de las sorpresas y los peligros.

5. La diligencia implica una constancia en nuestro trabajo, en oposici�n a mirar atr�s, y una perpetua vocaci�n por las diversiones y los placeres.

6. Otra cosa impl�cita en la verdadera diligencia es firmeza y resoluci�n en nuestro trabajo, en oposici�n a todas las dificultades que acompa�an a nuestro trabajo. Si nos asustamos ante cualquier sombra de dificultad, nunca cumpliremos nuestro servicio ni perfeccionaremos nuestro dise�o.

7. Tambi�n hay perseverancia impl�cita, en oposici�n al desmayo y al cansancio. Es el final que lo corona todo.

II. Las bendiciones que acompa�an a la diligencia en un curso de virtud y bondad.

1. La diligencia tiene una tendencia natural al �xito ya obtener las cosas buenas que buscamos.

2. La diligencia tiene las ricas y especiales promesas de un Dios fiel para alentar su esperanza.

3. La diligencia y la laboriosidad son una feliz protecci�n contra las trampas y tentaciones de todo tipo. Cuando el diablo te encuentra inactivo, tiene el momento adecuado para asaltarte con alguna poderosa tentaci�n.

4. La diligencia siempre avanza hacia su fin designado, pero el hombre perezoso est� en gran peligro de retroceder. El jardinero que descuida su trabajo diario pronto encontrar� el suelo invadido por la maleza.

5. El cristiano diligente es la persona m�s �til del mundo. �l mismo hace el mayor bien y se convierte en un excelente ejemplo para todos los que lo rodean.

6. El cristiano diligente termina su trabajo con paz, esperanza y gozo. Revisar� su conducta y sus labores con una satisfacci�n interior y un sagrado placer del alma. Tememos la maldici�n del siervo malo y perezoso. ( Isaac Watts, DD .)

Ansia de alma

I. El anhelo del alma es com�n a todos. Las almas tienen hambre tanto como los cuerpos, y el hambre del alma es algo mucho m�s serio. �Qu� es el hast�o que entristece al rico sino el hambre insatisfecha del alma?

1. El hambre del alma, as� como el hambre del cuerpo, implica la existencia de comida en alguna parte.

2. El hambre insatisfecha del alma y del cuerpo es dolorosa y ruinosa.

II. El anhelo del alma s�lo se puede aliviar con el trabajo. ( Homilista .)

Diligencia

Un amigo m�o, dice el Sr. Gurney, pregunt� un d�a al entonces Lord Canciller, �c�mo se las arreglaba para hacer frente a tantos negocios? �Oh�, dijo su se�or�a, �tengo tres reglas; la primera es que soy un hombre completo para una cosa a la vez; la segunda es que nunca pierdo una oportunidad pasajera de hacer cualquier cosa que se pueda hacer; y el tercero es que nunca conf�o a otras personas lo que debo hacer yo mismo ".

Versículo 5

El justo odia la mentira.

Veracidad moral

I. Un instinto para los justos. "El justo odia la mentira". Un alma que ha sido enderezada en relaci�n con las leyes de su propio ser espiritual hacia el universo y hacia Dios tiene una repugnancia instintiva a la falsedad. Un hombre de coraz�n recto no puede ser falso ni de palabra ni de vida. La oraci�n de su alma es: �Quita de m� el camino de la mentira, y conc�deme tu ley en gracia� ( Salmo 119:29 ).

II. La veracidad moral es una protecci�n contra el mal. Los males especificados en estos dos vers�culos en relaci�n con los inicuos deben considerarse apartados de los justos por su veracidad moral. �Cu�les son los males implicados aqu� relacionados con la falsedad?

1. Odio. "Un hombre malvado es repugnante". Un mentiroso es un objeto desagradable y desagradable; es detestable; no atrae a nadie; repele todo.

2. Verg�enza. �l "viene a la verg�enza". Un mentiroso, ya sea en los labios, en la vida, o en ambos, debe llegar a la verg�enza. Un destino riguroso le quitar� la m�scara y lo dejar� expuesto, horrible hip�crita, al desprecio de hombres y �ngeles.

3. Destrucci�n. "La maldad vence al pecador". La destrucci�n inevitable es la perdici�n de lo falso. Han construido sus casas sobre la arena de la ficci�n, y las tormentas de la realidad los dejar�n en ruinas. De todos estos males, la veracidad moral protege a los justos. ( D. Thomas, DD .)

Mentir odioso

No se pueden conocer los efectos de una mentira ni siquiera en este mundo. Dijo una se�ora: �Dije de una vez por todas la mentira de moda de que mi sirviente anunciara en la puerta que no estaba en casa. Por la noche, mi esposo dijo: 'La se�ora
muri� hoy'. Me atraves� como acero fr�o. Me hab�a hecho prometer que estar�a junto a su cama a �ltima hora, ya que ten�a algo de gran importancia que revelar. 'Y', dijo mi esposo, 'ella muri� muy angustiada por verte, despu�s de haber enviado tres veces, solo para enterarse de que no estabas en casa'. �C�mo me aborrec�! �No m�s mentiras para m�! "

Versículo 6

La maldad derriba al pecador.

Los efectos del pecado

Hay una causa para cada efecto. El mal moral, como causa, ha producido las consecuencias m�s espantosas, alarmantes y extensas.

I. Dar el car�cter del pecador.

1. �Qu� es el pecado? La transgresi�n de la ley ( 1 Juan 3:4 ). Sin ley, sin transgresi�n. Hay una ley que se basa en las perfecciones morales de Dios.

2. El pecado es un desprecio de la autoridad de Dios. Es la p�rdida de su favor y una exposici�n a su doloroso disgusto.

3. Los pecadores que reh�san someterse a Cristo, el Salvador del pecado, pecan contra la ley del evangelio de libertad y amor.

II. La maldad es la ruina del pecador.

1. Agota su propiedad. El pecado es algo muy caro. Las pasiones son clamorosas, exorbitantes e imprudentes, hasta que se satisfacen.

2. Destruye su reputaci�n. El pecado nunca puede considerarse honorable, seg�n principios correctos.

3. Destruye su salud. La intemperancia tiene una tendencia natural a socavar la mejor constituci�n.

4. Acelera la proximidad de la muerte.

5. Efect�a la condenaci�n del alma. Al llegar al pecado sin remedio, se va a su propio lugar.

Mejora:

1. Cu�n terriblemente destructivo es el amor al pecado.

2. Es el inter�s de toda persona odiar y evitar el pecado.

3. Un pecador, que muere en su pecado, no tiene a nadie a quien culpar sino a s� mismo.

4. De todo el tema percibimos la necesidad, conveniencia y ventaja de asegurar la verdadera religi�n, mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Se�or Jesucristo. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones .)

Las consecuencias del pecado

I. �Qu� se entiende por "pecador" en abundancia? Pecadores audaces y descarados.

1. El libertino.

2. El esc�ptico.

3. Los deliberadamente mundanos.

II. �Qu� se quiere decir con el derrocamiento de estos pecadores? La maldad obra su propio castigo.

1. Derrota la salud del pecador.

2. Derrota su car�cter.

3. Derrota su vida.

El pecador aqu� es una ruina, flotando como un tronco abandonado. Su felicidad est� destrozada. Sus perspectivas de futuro se destruyen. ( Homilista .)

Versículo 7

Hay quien se enriquece, pero no tiene nada.

Los pobres ricos y los ricos pobres

Aqu� se oponen dos personajes singularmente contrastados. Uno, el de un hombre que vive como millonario y es un pobre; otro, el de un hombre que vive como un pobre y es rico. Ahora bien, supongo que el autor de este proverbio no le atribuy� ning�n tipo de moraleja, en su propia mente. Es simplemente una anotaci�n de una observaci�n extra�da de una amplia experiencia; y si pretend�a dar alguna lecci�n con �l, supongo que no era m�s que en lo que respecta al dinero, como a otras cosas, deber�amos evitar los extremos y deber�amos intentar mostrar lo que somos y ser lo que parecemos. Esto encuentra su m�xima aplicaci�n con respecto al cristianismo y nuestra relaci�n con Jesucristo.

I. Nuestra pobreza universal. Independientemente de c�mo un hombre pueda estimarse a s� mismo y presumir, se destacan dos hechos sobresalientes.

1. El hecho de la dependencia universal. Cualquier otra cosa que pueda ser oscura y dif�cil acerca de la coexistencia de estos dos, el Dios infinito y el universo finito, esto al menos es claro como el sol, que la criatura depende absolutamente para todo de ese Creador infinito. La gente habla a veces, y todos somos demasiado propensos a pensar, como si Dios hubiera hecho el mundo y lo hubiera dejado. Y todos somos propensos a pensar que, por mucho que debamos el origen de nuestra propia existencia personal a un acto divino, el acto se realiz� cuando comenzamos a ser, y la vida fue entregada como un regalo que podr�a separarse del Otorgador. .

Si fuera posible cortar un rayo de sol en dos, de modo que la otra mitad se separara de su uni�n vital con el gran fuego central del que se precipit� hace mucho, mucho tiempo, esa otra mitad palidecer�a en la oscuridad. Y si cortas la conexi�n entre Dios y la criatura, la criatura se marchita hasta convertirse en nada. De modo que en la base misma de nuestro ser se encuentra la dependencia absoluta. De la misma manera, todo lo que llamamos facultades, capacidades y cosas por el estilo son, en un sentido mucho m�s profundo de lo que implica el uso convencional de la palabra �don�, donaciones de �l.

As� pues, �podr�a el c�ntaro jactarse del agua con gas que solo contiene, como tambi�n podr�a el c�ntaro de barro arrojarse sobre el tesoro que se ha depositado en �l, mientras nos enriquecemos por las riquezas que hemos recibido? . �No se alabe el sabio en su sabidur�a, ni el valiente se alabe en su fuerza. No se glor�e el rico en sus riquezas; pero el que se glor�a, glor�ese en el Se�or �.

2. Luego, pasemos al segundo de los hechos de los que depende esta pobreza universal, y es el hecho de la pecaminosidad universal. Ah, hay una cosa que es nuestra: "Si algo de poder tenemos, es el de querer". La conciencia nos dice, y todos lo sabemos, que somos la causa de nuestras propias acciones, aunque de �l provienen los poderes con los que las hacemos. La electricidad proviene de la central el�ctrica, pero depende de nosotros qu� tipo de ruedas hacemos que conduzca y qu� tipo de trabajo le ponemos a hacer.

Entonces, existen estas dos cosas, la dependencia universal y la pecaminosidad universal, y sobre ellas se construye la declaraci�n de pobreza universal. El deber es deuda. Lo que debemos es lo que debemos. Todos debemos una obediencia que ninguno de nosotros ha prestado. Todos somos pobres.

II. El pobre rico. "Hay que se enriquece y, sin embargo, no tiene nada". Eso describe con precisi�n el tipo de hombre que ignora la dependencia y no es consciente del pecado, por lo que se pavonea con autocomplacencia y satisfacci�n consigo mismo, y no sabe nada de su verdadera condici�n. No hay nada m�s tr�gico que el hecho de que un hombre, cargado, como cada uno de nosotros, con una carga de maldad de la que no podemos librarnos, se presuma, sin embargo, de poseer m�ritos, virtudes, gracias, que deber�an asegurarle la admiraci�n. de sus semejantes y la aprobaci�n de Dios.

�El enga�o del pecado� es uno de sus poderes m�s poderosos. Condena en otras personas las mismas cosas que hace usted mismo. Muchos de ustedes nunca se han aventurado a examinar y evaluar cuidadosamente su propio car�cter moral y religioso. No te atreves, porque tienes miedo de que todo salga mal. Entonces tienes un est�ndar demasiado bajo, y una de las principales razones por las que tienes un est�ndar tan bajo es simplemente porque los pecados que cometiste han embotado tu conciencia.

S�, y m�s que eso. Hacerte rico es la forma segura de evitar que lo seas. Vemos eso en todas las dem�s regiones de la vida. Si un estudiante se dice a s� mismo: ��Oh! Conozco todo ese tema �, lo m�s probable es que no vuelva a hablar. Y en cualquier departamento, cuando un hombre dice: ��Mira! Lo he logrado �, entonces deja de avanzar. Si se cree que est� bien, aunque se haya apoderado de usted una enfermedad mortal, no tomar� ninguna medicina ni acudir� a ning�n m�dico.

Si crees que tienes suficiente bien para mostrar por el juicio del hombre y por el de Dios, y no est�s convencido de tu dependencia y tu pecaminosidad, entonces Jesucristo ser� muy poco para ti. Creo que esta generaci�n necesita pocas cosas m�s de lo que necesita una conciencia m�s profunda de la realidad del pecado y de la profundidad y naturaleza condenable del mismo.

III. El pobre rico. �Hay quien se hace pobre, y sin embargo� - o, como variada, la expresi�n es, por lo tanto tiene grandes riquezas. Bienaventurados los pobres de esp�ritu, porque de ellos es el reino de los cielos �. La conciencia de la pobreza es la �nica actitud adecuada que cualquiera de nosotros debe asumir en vista del hecho de nuestra dependencia y del hecho de nuestra pecaminosidad. Entonces perm�tanme recordarles que este sano reconocimiento de los hechos sobre nosotros mismos, tal como son, es la forma segura de poseer la riqueza.

Si ves tu pobreza, deja que la desconfianza en ti mismo sea el nadir, el punto m�s bajo, y que la fe sea el punto culminante complementario, el cenit. El rebote de la desconfianza en uno mismo a la confianza en Cristo es lo que hace de la conciencia de pobreza la condici�n para recibir riquezas. �Y qu� riqueza !: la riqueza de una conciencia tranquila, de un coraz�n tranquilo, de aspiraciones elevadas, de una mente pura, de fortaleza seg�n nuestra necesidad, de una esperanza inmortal, de un tesoro en los cielos que no deja de ser. .

�Se estima a s� mismo como es? �Ha hecho un balance de s� mismo? �Te has alejado de la alucinaci�n de poseer riquezas? �Has tomado las riquezas que �l da gratuitamente a todos los que demandan in forma pauperis? �l no te pide que traigas nada m�s que deudas y pecados, vac�o y debilidad, y fe arrepentida. Y entonces ser�s de esos pobres bienaventurados que son ricos por la fe y herederos del reino. ( A. Maclaren, DD .)

La pol�tica que degrada y la pol�tica que ennoblece

Este proverbio denota un hecho social mezquino o un gran contraste moral. Aqu� est� el hombre que se hace rico , ya sea para gratificar su vanidad o para imponerse y defraudar a los dem�s. Y aqu� est� el hombre que se hace pobre para escapar del reproche de descuidar a sus propios parientes y parientes. Ambos son fundamental y execrablemente hip�critas. En el primero est� la hipocres�a de la vanidad; en el segundo de la codicia.

Ambos son deshonestos y desmoralizadores. Solo un estado corrupto de la sociedad sugiere tales expedientes, y solo un hombre depravado recurre a ellos. El Antiguo y el Nuevo Testamento distinguen entre el hombre exterior y el interior. Podemos hacer que lo externo nutra o mate al hombre interno. Las dos condiciones, pobreza y riqueza, no presagian diferencia moral; presagian una gran diferencia social. Espiritualmente, los extremos de cada uno pueden invertirse por completo. Es posible que los ricos no tengan nada espiritualmente y que los pobres tengan grandes riquezas. Pero la pobreza no es necesariamente una consecuencia de la piedad. ( W. Wheeler. )

El peligro de confundir nuestro estado espiritual

I. Hay que se enriquece, pero no tiene nada.

I. Tales son los que desconocen su verdadero car�cter. �Entre estos pueden contarse todos los que ignoran incluso las verdades fundamentales, o las pervierten.

2. Tales son los que, sin embargo, tienen una alta opini�n de su condici�n espiritual. Ser bestia de lo que no tenemos es la mayor locura; para gloria de lo que tenemos es la vanidad m�s intolerable.

3. Tales son los que son indiferentes a los medios de obtener alivio y la suplici�n de sus necesidades espirituales.

II. Hay quien se empobrece, pero tiene grandes riquezas.

1. Las personas de este tipo suelen quejarse mucho de s� mismas y de su estado.

2. El temperamento y la conducta de tales personas sirven para descubrir el juicio equivocado que se han formado de su condici�n espiritual. Cualquiera que sea la causa de que proceda este error de opini�n, siempre hay algo en el temperamento y la conducta de esta clase de personas que muestra el alto valor que atribuyen a las verdaderas riquezas y el sentimiento de humildad que tienen de su aprehendida pobreza espiritual. Esto los distingue de aquellos que solo fingen el car�cter del que estoy hablando.

3. A pesar de que se creen pobres, tienen grandes riquezas. El Se�or, cuya bondad amorosa es mejor que la vida, es su Dios, la fuerza de sus corazones y su porci�n para siempre. ( W. McCulloch .)

El hombre verdaderamente rico

Entre un gran n�mero de hombres se contaban ricos, pero pocos realmente lo son. Lo considero el �nico hombre rico que vive de lo que tiene, no debe nada y est� contento. Porque no hay suma determinada de dinero, ni cantidad de patrimonio, que pueda denotar a un hombre rico; ya que ning�n hombre es verdaderamente rico que no haya saciado perfectamente su deseo de tener m�s. Porque el deseo de m�s es deseo y el deseo es pobreza. ( J. Howe .)

Versículo 9

La luz de los justos se alegra, pero la l�mpara de los imp�os se apagar�.

La luz de los justos y la l�mpara de los imp�os

Por esto debemos entender que la luz de los justos arde con gozo, es una imagen misma de alegr�a y �xtasis: el sol se regocija como un gigante para seguir su curso; es, por as� decirlo, consciente de su poder y de su velocidad; viajar no lo fatiga; el resplandor no lo agota: al final es tan poderoso como al principio. Se observar� que en un caso la palabra es "luz" cuando se aplica a los justos, y en el otro la palabra es "l�mpara" cuando se aplica a los malvados.

La senda de los justos es como una luz resplandeciente, que brilla cada vez m�s hasta el d�a perfecto; la luz del justo est� arriba, no es de su propia creaci�n, nunca se puede agotar: la luz en la que camina el imp�o es una l�mpara de su propia creaci�n, �l la hizo, la encendi�, est� arriba y m�s grande que esa luz, y en cualquier momento puede apagarse; camina en el fuego y en las chispas que �l mismo ha encendido; est� lleno de fantas�as brillantes, excentricidades deslumbrantes y deslumbrantes; se regocija transitoriamente con los cohetes que lanza al aire, pero a medida que expiran y vuelven a caer como cenizas muertas a sus pies, ve cu�n pobres han sido sus recursos y cu�n mezquino es el tema de una astucia sin fundamento moral. e inspiraci�n moral.

La bendici�n de Dios siempre est� unida a la luz verdadera. Dios mismo es Luz. Jesucristo fue la Luz del mundo, y los cristianos deben ser luces de su d�a y generaci�n, reflejando la gloria de su Maestro. Los malvados ciertamente tienen una especie de luz; eso siempre debe ser ampliamente reconocido: pero es una luz de su propia creaci�n, y una luz que est� condenada a la extinci�n: se apagar�; una gota de lluvia caer� sobre �l, y el peque�o destello expirar�, para nunca volver a encenderse. ( J. Parker, DD .)

Las luces de las almas

I. La alegre luz del alma. "La luz de los justos se regocija". �En qu� consiste la luz del alma? Hay al menos tres elementos: fe, esperanza, amor. El primero llena el alma con la luz de las ideas; el segundo, con la luz de un futuro brillante; el tercero, a la luz de felices afectos. Extinga estos en cualquier alma, y ??la oscuridad de las tinieblas es para siempre. Los justos las tienen como imparticiones divinas, como rayos del "Padre de las luces", y en su resplandor viven, caminan y se regocijan.

Se regocijan en su fe. Su fe los conecta con el sol eterno. Se regocijan en su esperanza. Su esperanza los lleva a las regiones de los benditos. Se regocijan en su amor. Su amor fija su mirada arrebatadora en Aquel en cuya presencia hay plenitud de gozo.

II. La luz pasajera del alma. "La l�mpara de los imp�os se apagar�". Se da a entender que la luz de los justos es permanente. Es inextinguible. No as� la luz de los imp�os. Su luz tambi�n est� en su fe, su esperanza, su amor. Pero su fe est� en lo falso y debe ceder. El templo de su esperanza est� construido sobre arena y la tormenta del destino lo destruir�. Su amor est� en las cosas corruptas, y todo lo que es corrupto debe ser quemado por el fuego devorador de la justicia eterna. Por tanto, es necesario apagar la l�mpara de los imp�os. ( Homilista. )

Versículo 10

S�lo con orgullo viene la contenci�n, pero con el bien aconsejado est� la sabidur�a.

Orgullo y humildad

Por un hombre orgulloso entendemos uno que se estima a s� mismo mejor que los dem�s; por un hombre humilde, que estima a los dem�s como mejores que �l mismo. �Cu�les son los efectos malignos del orgullo?

1. Aleja al hombre de todos los efectos beneficiosos de la reprensi�n, la reprimenda, la cr�tica y el consejo, sin los cuales ninguno de nosotros puede llegar a ser sabio.

2. Por el orgullo no viene nada m�s que contienda, y ama la transgresi�n que ama la contienda. Es el orgullo de los monarcas y las naciones lo que produce la guerra. En los asuntos de la vida privada, nuestro orgullo, m�s que nuestro sentido del derecho, suele crear, fomentar y amargar divisiones, alienaciones y disputas. Todas las extravagancias insensatas de la competencia social deben atribuirse a la misma fuente. Desde el principio hasta el final, el esp�ritu altivo es una maldici�n y un tormento para todos, y no menos importante para s� mismo. Es como un viento fr�o y cortante. Rompe el coraz�n de los humildes, excita las pasiones de los iracundos, corrompe la conducta de los d�biles.

3. El orgullo odia a Dios. El hombre orgulloso, lo sepa o no, entra en conflicto directo con Dios; se est� enfrentando al Omnipotente. Si Dios ha de morar en un coraz�n humano, debe ser en uno que se haya despojado de todo orgullo, uno que, por as� decirlo, haya derribado todas las barreras de la importancia personal y se haya abierto a los entrantes. Esp�ritu. ( RF Horton, DD )

Orgullo y contenci�n

Cuando el orgullo y la pasi�n se encuentran en ambos lados, no puede menos que se encienda un fuego; cuando los pedernales duros chocan entre s�, las chispas volar�n; pero un esp�ritu suave y apacible es un gran preservador de su propia paz, mata el poder de las contiendas, como los paquetes de lana, o la materia blanda similar, amortiguan la fuerza de las balas. ( T. Leighton .)

Versículo 11

Las riquezas obtenidas con la vanidad disminuir�n, pero el que recoge con el trabajo aumentar�.

M�todos correctos para obtener riqueza.

El texto implica tres cosas.

I. Esa riqueza en s� misma es algo bueno.

1. Todos los hombres se esfuerzan por lograrlo, en obediencia al mandamiento original: poseer la tierra y someterla.

2. Los servicios que puede prestar son evidencia de su valor.

3. La Palabra de Dios lo aprueba. No el dinero, sino el "amor" por �l, es "la ra�z del mal".

II. La riqueza se puede obtener de diferentes formas. Las dos formas mencionadas en el texto.

1. El camino de la vanidad, que puede representar fraude, juego, especulaci�n imprudente, etc.

2. El camino del trabajo, en todo lo que hay provecho ( Proverbios 14:23 ). Vea frecuentes elogios de diligencia en las Escrituras.

III. El aumento o la disminuci�n de la riqueza se ve afectado por el modo de su adquisici�n. �Conseguido por la vanidad�, disminuye; adquirido por mano de obra, "aumentar�". Dos consideraciones sobre la constituci�n de la naturaleza humana nos ayudan a comprender c�mo ocurre esto.

1. Lo que un hombre no trabaja, rara vez lo aprecia. Dificultad para obtener aumentos de valor. "F�cil se consigui�, pronto se gasta", se ha convertido en un proverbio.

2. Lo que uno no valora es propenso a despilfarrarlo. Los derrochadores son aquellos que valoran un poco el dinero. ( F. Wagstaff .)

Riqueza nacional mal habida

Lo que es cierto de lo privado no es menos cierto de las posesiones p�blicas. Cuando tales posesiones se obtienen, por parte de cualquier pa�s, por autoengrandecimiento y agresi�n, exterminio y conquista no provocados, �qu� son esos medios sino la injusticia, la opresi�n y el asesinato, en una escala extendida? Recolectar posesiones violando los derechos de los dem�s, los principios de equidad, honor y buena fe, o, en una palabra, de la ley real, es convertir la gloria de un pa�s en verg�enza y bajo la administraci�n justa y retributiva del Cielo. la extensi�n del dominio no es m�s que una extensi�n del peligro. ( R. Wardlaw .)

La riqueza obtenida por la vanidad

Cuando el famoso M. Blanc, que fund� el Casino de Montecarlo, era propietario de un establecimiento de juego en Homburg, ten�a la costumbre de reducir 300.000 francos cada ma�ana para cubrir las p�rdidas del banco. Cuando se agot� esta suma, se dijo que el banco estaba "arruinado", y las puertas se cerraron por el d�a, y se registra que la haza�a �nica de "romper el banco" se llev� a cabo tres d�as seguidos por el notorio espa�ol sudamericano. , Garc�a. Despu�s de esto, su suerte empez� a cambiar, y seis semanas despu�s se vio obligado a pedir al se�or Blanc unos luises con los que regresar a Par�s. ( Correo diario .)

Versículo 12

La esperanza diferida enferma el coraz�n; pero cuando llega el deseo, �rbol de vida es.

Esperanza diferida

La esperanza diferida enferma el coraz�n, sea bueno o malo el que espera o lo que se espera. El segundo miembro del texto es una palabra divisoria. El ��rbol de la vida� pertenece solo a la esperanza de los santos. Muchos, despu�s de esperar mucho y ansiosamente, descubren, cuando por fin alcanzan su objeto, que es una rama seca y no un �rbol vivo. No hay paz para los malvados. Siempre est�n deseando o poseyendo; pero desear y poseer una porci�n perecedera son s�lo dos tipos diferentes de miseria para los hombres.

Si el deseo es puro, alcanzarlo es un �rbol de vida; es viviente, satisfactoria, duradera. Tiene una ra�z viva en la tierra y frutos satisfactorios en las ramas. Donde el hambre de justicia se eleva secretamente en un coraz�n humano, la bendici�n ya es segura, pero a�n no se disfruta. El hambriento "se saciar�", pero mientras tanto su �nica experiencia es una inquietante sensaci�n de necesidad. En el buen tiempo de Dios, ese deseo ser� satisfecho. Esa alma anhelante gustar� y ver� que el Se�or es misericordioso. ( W. Arnot, DD )

Versículo 13

Quien desprecie la Palabra ser� destruido.

La destrucci�n del hombre

La traducci�n m�s literal ser�a: "El que menosprecia la Palabra, se arruinar� a s� mismo". Esta es una gran ley de la revelaci�n b�blica, es decir, que la destrucci�n no es un acto meramente arbitrario de parte de Dios, una simple pena, sino que involucra la idea de suicidio o auto-ruina. La ley de la recompensa y tambi�n la ley del castigo se encuentran dentro de nosotros mismos. ( J. Parker, DD .)

Versículo 14

La ley del sabio es fuente de vida.

La ley del bien

I. Los buenos se rigen por la ley: "La ley de los sabios". �Qu� es ley? La idea m�s clara y general que tengo de ella es la regla de movimiento. En este sentido, todas las cosas est�n bajo la ley, porque todas las cosas est�n en movimiento. El universo material est� en movimiento y existe la ley que lo regula. El universo espiritual est� en movimiento y la ley lo preside. �De la ley�, dice Hooker, �no puede haber menos reconocimiento que el hecho de que su asiento es el seno de Dios, su voz la armon�a del mundo.

Todas las cosas le rinden homenaje, la menor como sentir su cuidado y la mayor como no exenta de su poder; tanto �ngeles como hombres, y criaturas de cualquier condici�n, aunque cada una de diferente clase y manera, pero todas con un consentimiento uniforme, admir�ndola como la madre de su paz y alegr�a �. Pero, �cu�l es la ley del bien, la que los gobierna en todas sus actividades? Amor supremo al supremamente bueno.

II. La ley que gobierna el bien es ben�fica. "La ley del sabio es fuente de vida para apartarse de los lazos de la muerte".

1. Esta ley libera de la muerte. La palabra muerte aqu� no debe considerarse como la separaci�n del cuerpo del alma, sino como la separaci�n del alma de Dios. Esta es la muerte m�s terrible, y el amor supremo a Dios es una garant�a contra esto.

2. Esta ley asegura una abundancia de vida. �La ley de los sabios es fuente de vida�; una fuente da la idea de actividad, plenitud, perenneidad. La ley del bien es la felicidad. La felicidad del alma verdadera no es algo entonces y m�s all�, sino algo en la ley que lo controla. En medio de sus privaciones y peligros, John Howard, el ilustre fil�ntropo de Inglaterra, escribi� desde Riga estas palabras: �Espero tener fuentes de disfrute que no dependan del lugar en particular donde habito.

Una mente correctamente cultivada, bajo el poder de la religi�n y el ejercicio de disposiciones ben�ficas, proporciona una base de satisfacci�n poco afectada por 'aqu�' y 'all�' �( D. Thomas, DD ).

Versículo 15

El buen entendimiento da favor.

Un intelecto sano

I. La naturaleza de un intelecto sano. Una buena comprensi�n debe incluir cuatro cosas.

1. Iluminaci�n. El alma sin conocimiento no es buena. Una buena comprensi�n es aquella que est� bien informada, no s�lo en el conocimiento general, sino en la ciencia del deber y de Dios.

2. Imparcialidad. Un buen intelecto debe mantener el equilibrio del pensamiento con mano firme.

3. Religiosidad. Debe estar inspirado por un profundo sentido de su lealtad al cielo.

4. Practicidad. Debe ser lo suficientemente fuerte y audaz para llevar todas sus decisiones a la vida real. "Buen entendimiento tienen todos los que guardan sus mandamientos". Por tanto, parece que un buen entendimiento equivale a la piedad pr�ctica.

II. La utilidad de un intelecto sano. El mayor benefactor es el hombre de buen entendimiento. Los pensamientos de hombres como estos son las semillas de las mejores instituciones del mundo y de las artes e invenciones m�s �tiles. El hombre de buen entendimiento es el m�s �til en la familia, en el barrio, en el mercado, en la prensa, en el Senado, en el p�lpito, en todas partes.

1. No hay favores tan valiosos como los favores mentales. El que realmente ayuda a la mente a pensar con precisi�n, libertad y fuerza, a amar con pureza y a esperar con raz�n, ayuda al hombre en la totalidad de su ser.

2. Nadie puede conferir favores mentales si no tiene un buen entendimiento. Un hombre ignorante no tiene ning�n favor que conceder a las almas. �La ignorancia es la maldici�n de Dios; conocimiento el ala con la que volamos al cielo �(Shakespeare). Cultivemos, por tanto, un intelecto sano. �No hago de mi cabeza una tumba�, dice Sir T. Browne, a su manera pintoresca, �sino un tesoro de conocimiento; No pretendo un monopolio, sino una comunidad de aprendizaje; No estudio solo por mi propio bien, sino por el de ellos que no estudian por s� mismos; No envidio a ning�n hombre que sepa m�s que yo, pero compadezco a los que saben menos.

No instruyo a ning�n hombre como ejercicio de mi conocimiento, o con la intenci�n de nutrirlo y mantenerlo vivo en mi propia cabeza que engendrarlo y propagarlo en la suya; y, en medio de todos mis esfuerzos, solo hay un pensamiento que me desanima: que mis partes adquiridas deben perecer conmigo mismo, ni pueden ser heredadas entre mis honrados amigos ". ( Homilista .)

Pero el camino de los transgresores es duro. -

El curso, acto y castigo del pecado

I. El curso del pecado.

1. Disposici�n a considerar la vida como una cuesti�n de circunstancias. Sin embargo, la libertad personal nunca se anula, la responsabilidad personal nunca se suspende. La trayectoria y la tendencia de la vida de un hombre est�n en gran parte dentro de su propia determinaci�n.

2. El texto habla de "un camino", es decir, un camino transitado. Se refiere a un curso que se elige y en el que se persiste. Es el h�bito de la vida del pecador, una pista muy frecuentada.

3. El pecado que se comete pronto se convierte en pecado confirmado. Qu� tan pronto se hace un rastro a trav�s de la tierra blanda. El "�dolo m�s querido" fue una vez un juguete, una diversi�n.

4. �sta es la tendencia segura y cierta del pecado. "Avena salvaje" significa una cosecha de espinas. Es una cosa cruel lo que se hace cuando los hombres hablan a la ligera de lo que est� mal.

II. El acto del pecado.

1. El pecado es uno: una gran y terrible unidad. Pero el pecado se ve bajo varios aspectos. Aqu� la idea es la de alguien que trata con traici�n, uno que se enga�a o se enga�a a s� mismo.

2. Esta es la cualidad del pecado cometido en tierras cristianas. Pecado "contra la luz y el amor". Este es el pecado que hace imposible la compasi�n, salvo con Dios y con los semejantes a Dios.

III. El castigo del pecado. Todo pecado es castigado. Los "placeres del pecado" son "por un tiempo". Llega el castigo. Aqu� se enfatiza el actual castigo del pecado; si eso no es suficiente para apartarte del camino del transgresor, �qu� hay del lecho de muerte, del tribunal, del gusano que nunca muere? Entonces, �d�nde est� la salvaci�n? Mira lo que sugieren unos y otros.

1. Jubilaci�n; una vida de reclusi�n y penitencia.

2. Una posici�n firme contra el pecado invasor.

3. Asociaciones alteradas. Estas son las propuestas de pol�tica o c�lculos humanos. La propuesta de Dios para la salvaci�n es un abandono absoluto e incondicional. ( George Lester .)

La dureza del pecado

�Pero qui�n cree esto? Ninguno que oponga contra el testimonio de la revelaci�n.

I. �Qu� se debe entender por camino de transgresores? Transgresor no es m�s que otro nombre para pecador. La transgresi�n supone que se hizo algo que estaba prohibido o que se omiti� algo que se orden�.

II. La doctrina del texto respetando este camino. No se vuelve m�s dif�cil de lo que deber�a ser, debido a una severidad indebida en Dios.

1. La bondad de Dios hace que sea dif�cil evitar o resistir la luz.

2. A veces es necesario que el Ser Divino se cargue con cierta severidad contra los pecadores osados ??y obstinados, como advertencia a los dem�s.

3. Los esfuerzos de Jehov� por salvar hacen que aquellos que finalmente abusen de Su bondad sean singularmente criminales. Mejoras:

(1) � Cu�ntos pecadores son enga�ados en este �camino de los transgresores�!

(2) � Qu� locura ser� que alguien contin�e en ella!

(3) Ser� imposible que se salve quien no lo abandone.

(4) � Qu� misericordia que podamos hacerlo todav�a!

(5) Mientras estemos en el camino con el Se�or, humill�monos ante �l, volvamos a �l y pidamos Su salvaci�n. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones .)

El camino de los transgresores es duro

Con respecto a una gran clase de pecados, la retribuci�n sigue en la vida presente. El pecado nunca paga. Significa pena, angustia, dolor, ya sea que ese dolor siga inmediatamente o despu�s de un tiempo. El punto del texto es que la retribuci�n sigue ahora, en este mundo presente. Los primeros pasos del vicio parecen agradables; si no fuera as�, no ofrecer�a ninguna tentaci�n. Ceder a los apetitos y pasiones m�s bajos es tan f�cil, tan natural, tan atractivo.

Pero los obstinados no van muy lejos sin llegar a una conclusi�n muy diferente. �El camino de los transgresores� resulta �spero y duro. Podr�a esforzarme por disuadirlos de los malos caminos inform�ndoles del juicio venidero; pero lo que deseo impresionar es que hay un d�a de ajuste de cuentas incluso aqu�. Mira la miseria que trae la intemperancia; que trae el libertinaje; que trae el juego; que trae consigo el trato fraudulento. Entonces, permita que esta sea la hora de su decisi�n final y siempre recordada por Dios y la justicia. ( JT Davidson, DD .)

Advertencia contra los caminos de los transgresores

Cuatro p�rdidas, provocadas por la transgresi�n, que ayudan a hacer el camino m�s dif�cil.

1. La p�rdida de la buena conciencia.

2. La p�rdida de car�cter.

3. La p�rdida de utilidad.

4. La p�rdida del alma.

Cuando vamos por el camino de los transgresores, no sabemos que alguna vez tendremos la oportunidad de arrepentirnos y creer en Jes�s. Y no importa en qu� parte de los caminos de los transgresores hayamos caminado, lo encontraremos por un camino dif�cil, porque seguramente nos traer� la p�rdida del cielo. ( R. Newton, DD )

El camino duro del pecado

I. El camino del pecador es dif�cil, porque no es rentable - el trabajo duro y la paga pobre - el diablo es un se�or duro y un pagador mezquino.

II. Es un camino dif�cil, porque al final suele ser un fracaso. La mayor�a de los hombres s�lo ven el presente, y cuando llega el verano, uno siente que nunca debe terminar; pero por fin llega el invierno.

III. Es un camino dif�cil, porque se opone a todos los principios m�s fuertes que prevalecen en la vida y el destino. El transgresor desaf�a la poderosa corriente de ese r�o eterno que ha barrido en su seno todo ser llevado hasta el mar sin orillas del juicio de Dios. Ejemplos: Absal�n, Judas, Fara�n. No sirve de nada luchar contra Dios.

IV. Es un camino dif�cil, porque es un camino infeliz. La conciencia y el mejor yo se rebelan, en oposici�n a todos los asociados y entornos m�s elevados.

V. Un camino dif�cil, porque termina en la ruina eterna, no hay oportunidad de reparar el da�o. �Una vida dura aqu�, y en el m�s all� la ruina eterna!

VI. El �nico camino f�cil es el camino de la obediencia: la vida que es ahora y la vida venidera. Ap�rtate de tu duro amo y sirve al Se�or Jesucristo, cuyo yugo es f�cil y ligera carga. ( CG Wright .)

El camino accidentado

I. �Qu� entendemos por transgresor? Aquel que infringe una ley o viola un mandato.

II. El camino doloroso. La RV dice: "Pero el camino de los traidores es accidentado". El camino de la maldad es dif�cil y peligroso de recorrer como un camino accidentado. Cuan cierto; los j�venes pueden pensar que no; pero los ancianos les dir�n que el profeta sab�a lo que estaba diciendo cuando pronunci� las palabras: "Se fatigan para cometer iniquidad". Cris�stomo dice: "La virtud es m�s f�cil que el vicio". Se�or.

HW Beecher sol�a hablar de un hombre en Estados Unidos �que ten�a la costumbre de robar toda su le�a. Se levantaba en las noches fr�as y lo tomaba de las pilas de le�a de sus vecinos. Se comprob� que pas� m�s tiempo y trabaj� m�s duro para conseguir su combustible de lo que se habr�a visto obligado a hacerlo si se lo hubiera ganado de manera honesta y con un salario normal �. Y este es un tipo de miles de hombres que trabajan mucho m�s para agradar al diablo de lo que tendr�an que trabajar para agradar a Dios. Es m�s f�cil ser sobrio que intemperante, honesto que deshonesto, etc.

III. El camino es duro; porque con frecuencia es un camino de dolor y sufrimiento. �As� como ciertas serpientes antes de atacar a su presa fijan sus ojos en ella y la fascinan, y luego finalmente la devoran, as� el pecado fascina a los necios hijos de Ad�n: ellos est�n encantados con �l y perecen por �l�. "Ay de sus almas, porque se han recompensado con el mal".

IV. El camino es duro; porque es el camino de los amargos recuerdos. ( JE Whydale .)

Responsabilidad personal

I. El hombre est� constituido para evitar la transgresi�n. Esto es ense�ado por:

1. Ciencias f�sicas.

2. Conciencia moral.

3. Experiencia com�n.

II. El hombre es castigado por cada transgresi�n.

1. Cada acto pecaminoso aumenta el deseo pecaminoso.

2. Cada acto pecaminoso debilita la fuerza espiritual. A medida que el deseo pecaminoso se debilita, el poder de resistencia disminuye. Una ca�a que ha sido vencida por el torrente veloz encuentra m�s dif�cil mantenerse erguida antes de la siguiente.

3. Cada acto vive en la memoria.

III. El hombre es castigado por una ley eterna que condena la transgresi�n.

1. �sta es una ley adicional a su constituci�n, pero en armon�a con ella.

2. �sta es una ley que solo debe satisfacerse mediante la expiaci�n. ( El p�lpito congregacional .)

El camino de los transgresores es duro

Las �ltimas palabras de un asesino rara vez son muy edificantes, ya que a menudo sucede que son simplemente la expresi�n de la convicci�n de que el hablante, a pesar de sus cr�menes, va directamente del cadalso al cielo. Las �ltimas palabras de James Tracy, ejecutado en Chicago, son, sin embargo, una excepci�n a la regla. Merecen la atenci�n cuidadosa de los j�venes que piensan que es bueno "ver la vida", con lo que generalmente se refieren a la vida viciosa.

Tracy dijo: �No creo que ning�n hombre que haya conocido una vida de virtud pueda estar contento con una vida de vicio. El granjero que ha pasado su vida en su granja, sin haber visto nunca m�s del mundo que el camino al mercado, o m�s de la sociedad que la congregaci�n del pueblo, es m�s feliz que el 'deportista' que obtiene su dinero f�cilmente pero de manera cuestionable, y ve sociedad en su m�s salvaje disipaci�n. Espero que mi destino sea una advertencia para los j�venes que se est�n enga�ando a s� mismos con la idea de que puede haber paz, felicidad o prosperidad en una vida torcida.

Quiz�s los lectores de novelas inmorales y los j�venes atra�dos por los placeres del vicio escuchar�n la declaraci�n solemne de un hombre que estaba calificado para hablar con autoridad, aunque desprecian la misma advertencia dada en la Biblia.

Versículo 16

Todo hombre prudente se ocupa de la ciencia, pero el necio pone en evidencia su necedad.

El sabio y el tonto

I. El sabio. "�l se ocupa del conocimiento". Esto implica&mdash

1. Que tiene conocimiento. El conocimiento es esencial para un hombre sabio. Todo verdadero conocimiento tiene su fundamento en Dios. No hay conocimiento que no lo incluya a �l. Eso implica&mdash

2. Que el sabio trate su conocimiento con sabidur�a. "�l se ocupa del conocimiento". Un hombre puede tener mucho conocimiento y ninguna sabidur�a. La sabidur�a consiste en la correcta aplicaci�n del conocimiento. El sabio trata tanto con su conocimiento como para cultivar su propia naturaleza y promover el progreso real de su raza. �La libertad perfecta�, dice Plat�n, �tiene cuatro partes: la sabidur�a, el principio de hacer las cosas correctamente; justicia, el principio de hacer las cosas por igual en p�blico y en privado; la fortaleza, el principio de no correr peligro, sino afrontarlo; y templanza, el principio de dominar los deseos y vivir moderadamente ".

II. El tonto. Los hombres necios muestran su necedad al menos de dos maneras.

1. Hablando de cosas de las que saben poco o nada. Hay dos hechos notables en la naturaleza humana. Las personas de mente vac�a son generalmente conversadoras. El pensador, discerniendo las dificultades a cada paso, se mueve con cautela, reverencia e incluso con vacilaci�n.

2. Intentando cosas que son incapaces de lograr. El necio no conoce sus aptitudes e incapacidades. Por tanto, se le ve en todas partes, esforz�ndose por ser lo que nunca podr� ser; para hacer lo que nunca podr� lograr. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 17

El mensajero imp�o cae en desgracia, pero el embajador fiel es salud.

Los ministros son embajadores

I. Justifique la comparaci�n del embajador y el ministro del evangelio. Observar&mdash

1. La alta comisi�n bajo la cual act�an. El embajador est� investido de autoridad para realizar negocios de la mayor importancia para el bienestar de los dos pa�ses que le interesan. �No es esto cierto de los siervos del Dios Alt�simo que muestran a los hombres el camino de la salvaci�n? El oficio del ministerio no es de origen humano, sino de origen divino.

2. Sus calificaciones requeridas. Un embajador debe recibir una formaci�n especial para su trabajo; debe conocer con precisi�n la mente y la voluntad de su empleador, y los reclamos de las partes respectivas en referencia a quienes trata. Y un ministro debe ser un hombre cuya mente haya sido completamente iluminada por las verdades del evangelio. �l est� preparado para la defensa del evangelio, por lo que debe mostrarse como un escriba bien instruido en el reino de los cielos, uno capaz de dividir correctamente la Palabra de verdad.

3. El car�cter peculiar de sus transacciones. A menudo se env�a al embajador para concertar condiciones de paz. Y en este sentido, los ministros son "embajadores de Cristo".

4. El tema de sus negociaciones. "Un embajador fiel es la salud". Esto se refiere a tres cosas: la curaci�n de esas brechas y contiendas que previamente hab�an estallado y prevalecido; la excelencia de los beneficios que correspondan a la parte reconciliada; y la promoci�n al honor y la prosperidad del embajador exitoso. Cada una de estas ideas es aplicable a los ejercicios superiores del santo embajador.

II. Consideraciones para instarlo a que se adhiera a las propuestas que adelantamos.

1. Se deriva de la costosa preparaci�n que hace la parte ofendida para efectuar la conciliaci�n deseada.

2. La segunda consideraci�n se deriva del peligro inminente de rechazar las propuestas que presentamos.

3. Piense en las innumerables ventajas de la conciliaci�n.

4. Reflexione sobre la transitoriedad del per�odo durante el cual estos negociadores deben cumplir todos los fines importantes de su embajada. Felices, tres veces felices, son aquellos que han sido llevados a un estado de reconciliaci�n con Dios. ( John Clayton .)

Versículo 18

Pero el que hace caso de la reprensi�n ser� honrado.

Aceptando la reprimenda

Uno de los rasgos m�s d�biles de cualquier persona es no estar dispuesto a aceptar cr�ticas y correcciones honestas. Desde el ni�o necio que nunca escuchar� la autoridad paterna, hasta el hombre necio que nunca escuchar� la reprensi�n o la raz�n, el orgullo siempre va antes de la ca�da. La cr�tica honesta es a menudo una dosis amarga de tragar, pero la mayor�a de los t�nicos son amargos y somos m�s fuertes si los eliminamos con valent�a.

"Si me censuran", dijo ese hombre piadoso, el obispo Griswold, "entonces d�jeme corregir, pero nunca justificar, mis faltas". Un ministro con m�s celo que discreci�n llam� una vez al obispo y lo critic� con una denuncia bastante dura. En lugar de mostrar al hombre fuera de la puerta, el obispo respondi� con calma: �Mi querido amigo, no me sorprende que los que presencian las inconsistencias en mi conducta diaria piensen que no tengo religi�n.

Yo mismo a menudo le temo a esto, y me siento muy agradecido por haberme dado esta advertencia ". Esta respuesta fue dada con tanta mansedumbre y sinceridad que el visitante de inmediato pidi� perd�n al obispo y siempre lo consider� despu�s como uno de los cristianos m�s semejantes a Cristo que hab�a conocido. Es doblemente el tonto que no solo se arroja a un pozo, sino que le molesta la mano amiga que intenta ayudarlo a salir de �l. ( TG Cuyler .)

Versículo 19

El deseo cumplido es dulce para el alma.

Placer del alma y dolor del alma

I. Placer del alma. �Qu� es?

1. Un deseo cumplido. El deseo es el resorte de nuestras actividades. Locke lo define como "la inquietud que un hombre siente dentro de s� ante la ausencia de cualquier cosa cuyo disfrute presente lleva consigo el deleite". Los deseos del alma, que son muy variados, son muy significativos de nuestro destino. �Nuestros deseos�, dice Goethe, �son los presentimientos de las facultades que yacen dentro de nosotros, los precursores de aquellas cosas que somos capaces de realizar.

Lo que ser�amos y lo que deseamos se presenta a nuestra imaginaci�n, a nuestro alrededor y en el futuro. Demostramos nuestra aspiraci�n por un objeto que ya poseemos en secreto. Es as� como una intensa anticipaci�n transforma una posibilidad real en una realidad imaginaria. Cuando tal tendencia se decide en nosotros, en cada etapa de nuestro desarrollo una parte de nuestro deseo primitivo se realiza en circunstancias favorables por medios directos, y en circunstancias desfavorables por alguna ruta m�s tortuosa, desde la cual, sin embargo, nunca dejamos de llegar. el camino recto de nuevo ". De hecho, el placer consiste en la gratificaci�n de los deseos.

2. La calidad y permanencia del placer debe depender siempre del objeto del deseo. Si lo que se desea es inmoral, su logro ser� �dulce para el alma� por un tiempo, pero luego se volver� amargo como el ajenjo y la hiel. El triunfo de la verdad, el progreso de la virtud, la difusi�n de la felicidad, el honor de Dios, son objetos de deseo que deben dar una dulzura santa y eterna al alma. Dios mismo deber�a ser el gran objeto del deseo. �En cuanto a m�, ver� tu rostro en justicia. Estar� satisfecho cuando despierte a tu semejanza ".

II. Dolor de alma. "Es una abominaci�n para los necios apartarse del mal".

1. Hay dolor de alma al estar conectado con el mal. La conciencia siempre atormenta al pecador; por su naturaleza, nunca puede reconciliarse con una alianza con el mal.

2. Hay dolor del alma en la disoluci�n de esa conexi�n. Hay un feroz conflicto, una tremenda batalla en el esfuerzo. ( Homilista .)

Versículo 20

El que anda con sabios ser� sabio, pero el compa�ero de los necios ser� destruido.

Caminar con los sabios es un medio para alcanzar la sabidur�a.

I. �Qu� es caminar con sabios? Es elegir personas de ese car�cter para nuestros amigos �ntimos, y unirnos voluntariamente a su compa��a y conversaci�n. Caminar es el movimiento que uno elige. Caminar con una persona denota una comunicaci�n amistosa y una sociedad encantadora, llevarlo a nuestros consejos, insinuarle nuestras dificultades, buscar su consejo y depender de su ayuda. La mera presencia involuntaria con los viciosos, o ser privado involuntariamente de la sociedad del bien, no es una transgresi�n contra la regla aqu� recomendada.

Puede ser necesario que los hombres buenos conversen familiarmente con los malvados, pero esto puede ser sin una participaci�n en sus cr�menes. Nuestro Salvador convers� con publicanos y pecadores: El estado actual de los asuntos humanos requiere que nos asociemos con hombres de todo car�cter. Y, en las relaciones m�s cercanas, no hay quien sea tan feliz como para estar libre de la compa��a de los tontos. Por otro lado, no se debe suponer que la mera ventaja de la situaci�n providencial de cualquier hombre le d� derecho al beneficio de caminar con los sabios.

Lo necesario es asociarse voluntariamente, y por elecci�n entrar en intimidades de amistad con los sabios. Los hombres de todas las capacidades y condiciones muestran un deseo por la conversaci�n y la sociedad. Todo el mundo quiere compa��a. La amabilidad de car�cter y disposici�n dirige la elecci�n de compa��a de los hombres. Caminar con hombres sabios importa la mejora de la conversaci�n con el prop�sito de la sabidur�a. Nuestra elecci�n debe estar determinada con respecto a la virtud.

II. La influencia y eficacia de caminar con los sabios como medio para adquirir sabidur�a. La compa��a tiene una gran participaci�n en la formaci�n del temperamento y los modales de los hombres. La influencia se explica por:

1. Deseo de agradar a aquellos con quienes conversamos. Esto es poderoso en la naturaleza humana. El deseo de aprobaci�n es fuerte.

2. La fuerza del ejemplo. La humanidad es propensa a la imitaci�n. Representar la religi�n en los preceptos no conmueve con tanta fuerza los afectos como cuando la vemos delineada en la vida. Las reglas de la virtud religiosa se reducen a la pr�ctica en hombres de pasiones similares a las nuestras, que tambi�n estaban �rodeados� de debilidades. Aunque su ejemplo es imperfecto, es muy digno de nuestra imitaci�n y reprocha con mucha sensatez nuestros fracasos.

Cuanto m�s cerca est� el ejemplo, mayor fuerza tiene. Estamos especialmente influenciados, no por el ejemplo de santos y m�rtires, sino por los casos menos c�lebres de piedad y virtud en nuestro propio conocimiento familiar.

Reflexiones pr�cticas:

1. Los hombres sabios, es decir, virtuosos y buenos, son una gran bendici�n para el mundo, aunque con frecuencia son despreciados en �l. Las buenas vidas son los predicadores de justicia m�s eficaces y continuamente solicitan a los hombres que se reforman.

2. Los hombres malos no solo son in�tiles para los prop�sitos m�s importantes de la vida, sino tambi�n traviesos en la sociedad.

3. Debemos tener mucho cuidado en la elecci�n de nuestros amigos y compa�eros �ntimos. No es toda clase de familiaridad entre los hombres lo que merece el sagrado nombre de amistad. Cuando se basa en afectos y pasiones ego�stas y corruptos, no solo es vicioso, sino tambi�n humor�stico, precario e inconstante, y no produce un placer s�lido y duradero. ( J. Abernethy, MA .)

La influencia de la conversaci�n, con su regulaci�n.

La conversaci�n siempre ha tenido una poderosa influencia en la conducta de la vida humana. Su regulaci�n ha exigido, en todas las �pocas, la m�xima prudencia y cautela.

I. Los hombres generalmente se vuelven como la compa��a que mantienen. Todos los hombres son naturalmente amantes de s� mismos y, por lo tanto, la manera m�s eficaz de hacerse querer y complacer a los dem�s es mediante el respeto mutuo y la obediencia: ning�n hombre puede hacer su corte m�s eficazmente para otro que cayendo con �l en la opini�n y la pr�ctica, aprobando su el juicio y la observaci�n de sus inclinaciones: esto es lo que adula nuestro amor propio, principio predominante en nuestra naturaleza; esto es lo que hace a la sociedad agradable y duradera la amistad.

Antes de que podamos complacernos a nosotros mismos, o complacer a los dem�s, debemos ser moldeados y moldeados mutuamente en un acuerdo y conformidad de principios y morales, debemos actuar y gobernar por los mismos afectos e inclinaciones, y ser movidos y guiados por los mismos deseos y pasiones. De ah� la proposici�n de que los hombres generalmente son como sus compa�eros. Dos cosas en los hombres sabios nunca dejan de influir en sus amigos y conocidos.

1. Buen discurso. �Qu� luz, qu� fuerza, qu� placer ministra! �C�mo despierta la conciencia y purifica el coraz�n! "Los labios de los sabios dispersan el conocimiento". Tal discurso "ministra gracia a los oyentes".

2. Buen ejemplo. La virtud nunca parece tan hermosa y hermosa como en acci�n. Est� representado con mucha m�s vida en la pr�ctica de un hombre sabio y bueno que en las reglas y preceptos. Las excelencias y perfecciones de un amigo son incitaciones muy fuertes a la emulaci�n y reproches muy sensibles de nuestra negligencia. Una buena vida en un compa�ero es sin duda un motivo poderoso y un est�mulo para nosotros. Vemos en �l no solo lo que debemos hacer, sino lo que podemos hacer. Todo lo que es posible para �l, es posible para nosotros.

En cuanto a la influencia de las malas compa��as, est� claro que el pecado es contagioso y contagioso; pronto se propagan malos principios y pr�cticas.

1. El pecado es el cemento de las amistades e intimidades de los pecadores.

2. La mala compa��a naturalmente inculca y propaga principios viciosos, m�ximas mundanas, mejoras carnales sensuales.

3. La mala compa��a crea confianza en el pecado.

II. La felicidad es fruto de la sabidur�a y la miseria de la locura. Tanto la raz�n como la revelaci�n y la experiencia nos dicen que el pecado es infructuoso y deshonroso. La justicia llena la mente de paz y gozo; el pecado lo tortura con contradicciones y pasiones irracionales, con la culpa y los terrores del Se�or.

III. Asesoramiento en cuanto a hacer compa��a.

1. Debemos tener mucho cuidado con la compa��a que mantenemos.

2. Debemos esforzarnos por aprovecharlo al m�ximo.

3. Debemos estar plenamente persuadidos de que el debido gobierno de nosotros mismos en este punto es un asunto de m�xima importancia. ( J. Lucas. )

El logro de la sabidur�a

I. �Qu� se entiende por caminar con los sabios?

1. Significa, conversar con los escritos de los sabios.

2. Elegir personas sabias para nuestros compa�eros y no perder la oportunidad de recibir sus consejos e instrucci�n. La Providencia puede designar la posici�n de un buen hombre entre los pecadores, ya sea para poner a prueba su integridad o para darle la oportunidad de usar sus mejores esfuerzos para reclamarlos. Las comunidades civiles, tan absolutamente necesarias para la humanidad, est�n compuestas de buenos y malos en tal variedad de grados que hay pocos buenos sin algunas malas cualidades y pocas malas sin algunas buenas.

Los hombres est�n dispuestos a buscar la sociedad y a formar amistades, mayores o menores, para sus preocupaciones mundanas y para su mutua satisfacci�n y entretenimiento. Esta inclinaci�n general, o instinto, opera libre y diversamente, y en su mayor parte induce a los hombres a buscar a aquellos que tienen un car�cter y disposici�n similares a ellos.

II. La influencia y eficacia que tal conducta tiene para el logro de la sabidur�a. La conversaci�n tiene una parte considerable en la formaci�n del temperamento y los modales de los hombres. Su comportamiento y sus disposiciones morales y religiosas dependen mucho de la compa��a que mantienen. La influencia que la conducta y el discurso de los dem�s ejercen sobre nosotros puede atribuirse a dos causas.

1. Deseo de agradar a aquellos con quienes estamos familiarizados.

2. A la fuerza del ejemplo. Y cuanto m�s cercano est� el ejemplo, m�s fuerza adquiere. ( John Jortin, DD )

Caminando con sabios

I. La importancia del car�cter elogiado. "Hombre sabio."

1. La sabidur�a es esa rectitud de mente que permite al hombre juzgar cu�les son los mejores fines y cu�les son los mejores medios para obtener esos fines. Son sabios en el sentido m�s elevado los que poseen un conocimiento de Dios y de la verdad espiritual.

2. La sabidur�a incluye una obediencia reverente a los mandamientos divinos y una preocupaci�n sincera por la salvaci�n personal.

II. El m�todo de la asociaci�n aconsejado. Que caminemos con los sabios; mantenga relaciones mentales y comuni�n con ellos. Dos modos mediante los cuales se puede formar esta asociaci�n.

1. Estudiando sus escritos.

2. Cultivando su amistad personal.

III. El valor de la promesa asegurada. "Ser� sabio". Se elevar�, por asociaci�n, al logro del mismo car�cter con el que ha estado conectado. Si nos volvemos sabios, tendremos ...

1. La posesi�n de la dignidad.

2. La capacidad de utilidad.

3. La certeza de la felicidad. ( James Parsons. )

Influencia de buenos asociados

Este tema est� ilustrado por el moralista persa Saadi: �Un amigo m�o puso en mis manos un trozo de arcilla perfumada; Lo tom� y le dije: "�Eres almizcle o �mbar gris, porque estoy encantado con tu perfume?" Respondi�: 'Yo era un pedazo de arcilla despreciable, pero estuve alg�n tiempo en compa��a de la rosa; Me fue comunicada la dulce calidad de mi compa�era, de lo contrario solo ser�a un poco de barro, como aparento ser '�.

Car�cter afectado por el coito

Por "sabidur�a" se entiende "religi�n".

I. El que camina con religiosos se volver� religioso. El t�rmino "caminar" significa un curso continuo de conducta, o una forma de vida, en la que los hombres perseveran hasta que se vuelve habitual. El lugar al que viaja toda persona religiosa es el cielo. Todos los que quieran caminar con ellos deben hacer del cielo el objeto de su b�squeda. El �nico camino al cielo es Jesucristo. Todos los que caminan con personas religiosas deben estar de acuerdo en aceptar esta verdad.

1. El hecho de que una persona elija asociarse con personajes religiosos, en actividades religiosas, prueba que ya es objeto de impresiones serias.

2. Quien camina con personas religiosas, ver� y oir� muchas cosas que tienden poderosamente a aumentar y perpetuar esas impresiones serias.

3. Quien camina con hombres religiosos debe ser objeto de serias impresiones durante muchos a�os sucesivamente. Aquel que contin�e caminando con hombres religiosos hasta el final de su vida, se volver� religioso.

II. El compa�ero de los pecadores ser� destruido. Es decir, uno que elige para sus asociados a personas que son independientemente de la religi�n.

1. Tal persona no es objeto de impresiones religiosas; tiene pocos pensamientos serios, si es que tiene alguno.

2. Una persona as� toma la forma m�s eficaz de evitar que se produzcan impresiones serias en su mente.

3. Alguien as� toma la forma m�s eficaz de desterrar esos pensamientos serios que surgen.

4. El tal se confirma en h�bitos y sentimientos opuestos a que se vuelva religioso. ( E. Payson, DD .)

El poder de la asociaci�n

Cada uno ejerce una influencia sobre otros y, a su vez, es actuado por ellos. Es en vano esforzarse por escapar o destruir esta influencia mutua. Hay una fuerte tendencia en el car�cter humano a asimilarse al de aquellos con quienes est� en contacto. El texto representa la adquisici�n de sabidur�a como consecuencia directa de asociar o caminar con los sabios. La asociaci�n debe ser tanto �ntima como voluntaria.

Todos tenemos el deseo de ser estimados o aprobados. Este deseo de aprobaci�n est� casi aliado, si no id�ntico, con esa aversi�n a ser singular que tiene una operaci�n tan poderosa en todas las clases de mentes. Es casi una consecuencia necesaria de esto, que poco a poco, aunque quiz�s imperceptiblemente, nos vayamos asimilando a los gustos y tendencias de nuestros compa�eros. Ilustre a un hombre, no de h�bitos viciosos �l mismo, continuamente asociado con los disolutos.

A menos que tenga un gran valor moral, inevitablemente se asimilar� a los viciosos. Sus virtuosos principios se socavan en secreto. No podemos argumentar, con igual probabilidad, que si el caso fuera el de un hombre vicioso asociado con virtuoso, el resultado ser�a una conformidad de car�cter. Hay una tendencia en nuestra naturaleza a la imitaci�n de lo que est� mal, pero no, al menos no en el mismo grado, a la imitaci�n de lo que est� bien.

Sin embargo, existe una gran probabilidad de que, a trav�s de la asociaci�n con hombres virtuosos, el vicioso se averg�ence en cierto grado de su viciosidad. Si agrega la fuerza del ejemplo al deseo de aprobaci�n, la probabilidad aumentar�. Los hechos conocidos de la experiencia corroboran nuestro texto. Luego camine con los sabios que est�n muertos; tenga especial cuidado con los autores, los libros que hace de sus compa�eros. Y anda con los sabios de los vivos, con los virtuosos, con los justos. No, camina con Dios. ( H. Melvill, BD .)

Compa��a ruinosa

El pecado es contagioso, contagioso, es una epidemia. Sin apreciar la verdad de mi texto, muchos j�venes han sido destruidos.

1. Evite al esc�ptico.

2. Evite la compa��a de los holgazanes.

3. Evite al perpetuo buscador de placeres. En lugar de entrar en la compa��a de ellos, acepte la invitaci�n a una fiesta mejor. Las promesas de Dios son los frutos. Las arpas del cielo son la m�sica. Los racimos de los vi�edos de Dios se han metido en las jarras. Su nombre es religi�n. Sus caminos son caminos agradables, y todas sus sendas son paz. ( T. De Witt Talmage .)

El gran compa�erismo y la asimilaci�n en el camino de la vida

I. La gran comuni�n en el camino de la vida. Aunque los necios abarrotan el camino de la vida, hay muchos "sabios" aqu� y all�. �Qui�nes son los sabios?

1. Los hombres que aspiran al fin m�s elevado de la existencia. �Cu�l es el extremo m�s alto? No riqueza, placer, fama, etc. El fin m�s elevado del hombre, el �nico fin digno, es la perfecci�n eterna del car�cter, la asimilaci�n espiritual a la perfecci�n de Dios. �Qui�nes son los sabios?

2. Los hombres que emplean los mejores medios para alcanzar ese fin. �Qui�nes son los sabios?

3. Los hombres que mejor tiempo se dediquen al empleo de esos medios.

II. La gloriosa asimilaci�n en el camino de la vida. "Ser� sabio".

1. Hay un poder transformador en las ideas de los verdaderamente sabios. Las ideas de los "hombres sabios" son como los rayos del sol: c�lidos, brillantes, que dan vida a todos. En la Biblia tienes estas ideas en su forma m�s poderosa.

2. Hay un poder transformador en las simpat�as de los verdaderamente sabios. La simpat�a es un gran poder. Incluso un toque en la l�grima que cae, la voz vacilante, el labio tembloroso, a menudo mover� un alma al centro. Las simpat�as del sabio son profundas, espirituales, genuinas, semejantes a las de Cristo. Son moralmente el�ctricos.

3. Hay un poder transformador en el ejemplo de los verdaderamente sabios. Todo car�cter moral se forma sobre el principio de imitaci�n. Pero imitamos solo lo que amamos y admiramos; y el car�cter del sabio tiene en s� lo �nico que puede inspirar el mayor amor y admiraci�n del alma. Tiene belleza moral, la belleza del Se�or.

De este tema aprendemos:

1. Que la elecci�n de compa�eros es el paso m�s importante en la vida.

2. Que la literatura piadosa tiene un valor inestimable.

3. Que la instituci�n de la Iglesia es un nombramiento de lo m�s ben�fico. ( Homilista .)

Compa�erismo de los j�venes

El tema del compa�erismo y sus consecuencias es de profundo inter�s y aplicaci�n constante a todas las etapas de la vida; pero afecta especialmente a los j�venes. Hay pocos asuntos sobre los que los j�venes deber�an tener m�s cuidado, y hay pocos sobre los que muchos de los j�venes son m�s descuidados. El compa�erismo es una necesidad humana. El hombre lo busca por un instinto de su naturaleza, con tanta certeza e irreprimible como las ballenas van en los card�menes, los peces en los card�menes, el ganado en los reba�os, los p�jaros en los reba�os y las abejas en las colmenas.

El compa�erismo, en s� mismo, no es algo malo, sino bueno. Pero puede estar tristemente pervertido y, por lo tanto, volverse malo y ser la fuente y el manantial de una maldad indecible. Los hombres pueden convertir el bien en mal. Lo mejor de las cosas de Dios puede estar pervertido. Y los hombres, j�venes y viejos, han pervertido el compa�erismo. Estamos hechos o estropeados seg�n nuestra elecci�n de compa�eros. En el pensamiento de Salom�n era solo la compa��a de hombres vivos.

Ahora tambi�n existe el compa�erismo en los libros y, por lo tanto, la mente con la mente. El car�cter de la compa��a de libros se parece mucho al de los hombres vivos. Al formar compa�erismo humano, algunos parecen apenas ejercer alguna opci�n. Se dejan llevar. Como regla, estas personas gravitan hacia los malos. Muchos eligen a aquellos que, en el primer encuentro, les causan una grata impresi�n. La �nica base real del amor verdadero es el conocimiento de las cualidades personales que dominan el amor.

Nunca debes hacer compa��a a alguien que no conoces. El texto habla de posibles compa�erismos en dos clases: el sabio y el necio. Por "sabio" no se entiende el "erudito"; ni el lindo, el inteligente, el hombre de negocios capaz. Por �sabio� se entiende el bueno, el hombre que coloca lo espiritual por encima de lo material, Dios por encima de s� mismo; el hombre que preferir�a tener raz�n que lo que se llama exitoso.

Por "tontos" no se entiende el intelectualmente d�bil y tonto; ni los meramente irreflexivos, los aturdidos, los fr�volos. Por "necios" se entiende todos los que est�n moral y espiritualmente sin Dios y, por lo tanto, abierta o secretamente, son malvados. Se nos deja en libertad de elegir a nuestros compa�eros entre los sabios y los necios. Pero no carecemos de gu�a. Tenemos raz�n y conciencia, y la Palabra y el Esp�ritu de Dios.

Los resultados que obtenemos de nuestro compa�erismo se corresponder�n con la elecci�n que hagamos. La cosecha mencionada aqu� es el resultado del principio de asimilaci�n. El asociado de los sabios les ser� asimilado. La elecci�n misma de lo espiritualmente correcto y bueno es una evidencia de sabidur�a al principio. En tal comuni�n se construye un car�cter recto y agradable a Dios. El compa�ero de los fr�volos y los malvados pronto aprende sus caminos y se adapta a su car�cter.

Seguramente la contaminaci�n moral es m�s temible que f�sica. Debes tener un compa�ero. Recibe, te lo suplico, lo mejor de todo: nuestro Se�or y Salvador, Jesucristo. ( Alexander Davidson .)

La importancia de evitar las malas y elegir la buena compa��a

I. �Qu� pueden entenderse por sabios y necios? No sabios ni analfabetos. Un hombre sabio es aquel que se propone los fines m�s valiosos y los persigue por los mejores medios. Un necio es aquel que no tiene fines dignos a la vista o no los persigue por los medios adecuados. El prudente es el sabio. El desconsiderado es el tonto. El sabio es el verdadero creyente y el alma santa; y el necio es el pecador impenitente, que rechaza a Cristo y su salvaci�n.

II. �Qu� es andar con sabios o necios?

1. Es amar y elegir su compa��a.

2. Buscar y frecuentar su compa��a.

3. Hacerlos nuestros amigos �ntimos y estar con ellos.

III. Las ventajas o desventajas de caminar con sabios o necios. En cuanto a andar con sabios,

1. Es una gran parte de sabidur�a elegir tales.

2. Es un medio para volverse m�s sabio.

3. El que realmente es compa�ero de los sabios, ciertamente ser� �l mismo sabio.

Como andar con los necios,

1. Los compa�eros de los necios andan por el camino que lleva a la perdici�n.

2. Est�n continuamente en el mayor peligro de destrucci�n.

3. Si contin�an, ciertamente ser�n destruidos, con ellos, por los siglos de los siglos. ( John Guyse, DD )

Compa�erismo sabio

La sociedad es en s� misma tan necesaria para la vida humana. Ad�n, en el estado de inocencia, no podr�a ser feliz, aunque en el para�so, sin un compa�ero. El alcance principal del texto puede resumirse en esta observaci�n: que el bienestar presente y futuro de cada hombre depende en gran medida de la elecci�n correcta y el mejoramiento de aquellos amigos o compa�eros con los que conversa m�s familiarmente. Para aclarar esta observaci�n, puede resultar muy evidente en diversas Escrituras.

Por este motivo es que tenemos tantas advertencias y amenazas contra conversar con malas compa��as. Este era el significado de todas esas severas prohibiciones en la ley ceremonial contra tocar cualquier cosa inmunda. Se puede observar que el que tocaba una bestia muerta era inmundo, pero hasta el anochecer ( Lev�tico 11:24 ), pero el que tocaba un muerto quedaba inmundo durante siete d�as ( N�meros 19:11 ), lo que significaba que un hombre malo era el la m�s peligrosa de todas las dem�s criaturas.

El ap�stol considera que los hombres inicuos son aquellos que est�n muertos en delitos y pecados ( Efesios 2:1 ) incluso mientras viven ( 1 Timoteo 5:6 ). Hay cuatro cosas en las que la mayor�a de los hombres colocan su bienestar, algunas o todas las cuales cada el hombre racional se propone a s� mismo en la elecci�n de sus amigos. Estos son reputaci�n, seguridad, comodidad, ganancias.

1. Por reputaci�n u honor. Los imp�os son necios en la frase del texto; �Y qu� cr�dito puede esperar un sabio al conversar con los necios? Por otro lado, los hombres buenos son los excelentes de la tierra. Solo esos son verdaderamente nobles y magn�nimos. Y, por lo tanto, quien quiera proponerse honor y reputaci�n en su sociedad debe elegir solo a tales compa�eros.

2. Por seguridad. El texto nos dice que un compa�ero de necios ser� destruido. Si alguien se persuade a s� mismo de que puede disfrutar de su compa��a y, sin embargo, escapar de su contagio, tambi�n puede pensar en suspender el funcionamiento natural del fuego; mientras que, por otro lado, a todos les va mejor para la compa��a de los buenos. Son las luces del mundo, la sal de la tierra, los pilares de una naci�n, los que est�n en la brecha para evitar la inundaci�n del juicio.

La casa de Potifar fue bendecida por causa de Jos� ( G�nesis 39:5 ), y todos los pasajeros del barco se salvaron de ahogarse por causa de San Pablo ( Hechos 27:24 ).

3. Para mayor comodidad. Este es uno de los principales fines de la amistad, aliviar y refrescar a un hombre en medio de las angustias de la vida; y no hay nada de mayor eficacia para este prop�sito. Pero ahora esto no se puede esperar de ninguna persona malvada; mientras que, por otro lado, los que son sabios en la frase del texto son la compa��a m�s deliciosa que existe.

4. Y por �ltimo, con �nimo de lucro. No se puede esperar nada de tales amigos sino el aumento de nuestros pecados y de nuestros castigos; mientras que al conversar con los que son buenos existen estas ventajas:

(1) Su ejemplo se ir� insinuando gradualmente en la mente y obtendr� la fuerza de los preceptos, excit�ndonos a una santa emulaci�n.

(2) Su sola presencia nos afectar� con una especie de temor reverencial contra el mal.

(3) Su conferencia, sana y sabrosa, administrando gracia a los oyentes.

(4) Su consejo, fiel, sabio y cordial.

(5) Sus oraciones poderosas, listas. Y no es f�cil imaginar qu� ventaja es tener un amigo o compa�ero de oraci�n.

Hay tres lecciones en las que insistir�a brevemente en su aplicaci�n.

1. Que nos demos cuenta del gran beneficio que se puede obtener con la correcta mejora de la sociedad y la conversaci�n mutua.

2. Que los de este lugar seamos cuidadosos, tanto por nosotros mismos como por los comprometidos a nuestro cargo, en la correcta elecci�n de nuestros amigos y Compa��a.

3. Que trabajemos para obtener esas calificaciones y habilidades adecuadas que puedan hacernos aceptables y �tiles en nuestra conversaci�n con los dem�s. Hay cuatro condiciones, entre muchas otras, que son m�s especialmente adecuadas para este prop�sito:

(1) Disponibilidad para comunicar, seg�n los dones que hemos recibido, ministrando los mismos unos a otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

(2) Humildad. Esa es una gracia sociable, hermosa en s� misma y aceptable para todos.

(3) Prudencia, al distinguir el temperamento, los prejuicios y las enfermedades de los hombres; en discernir las estaciones correctas y las ventajas para hacer el bien entre ellos.

(4) Ingenio y franqueza de disposici�n, al reconocer nuestras propias debilidades o fallas, los dones o preeminencias de otros. ( John. Wilkins .)

Los males de las malas compa��as

"Un hombre es conocido por la compa��a que mantiene". El proverbio est� ilustrado por la experiencia de todas las edades.

I. De las relaciones necesarias con los malvados.

1. En sociedad y comercio. Se permite la conversaci�n en la compra, venta y seguimiento de transacciones comerciales ordinarias.

2. Podemos tener relaciones sexuales con otros por su bien. Cristo Jes�s convers� con los pecadores para ganarlos.

II. Evite la familiaridad innecesaria. Evita los pecados de los imp�os. Si su posici�n, conexi�n o negocio lo impulsa a asociarse, tenga cuidado con el cumplimiento en el pecado. El empate m�s cercano no puede sancionar la participaci�n en el pecado. Muchas razones disuaden de una familiaridad indebida. No puedes estar familiarizado y escapar del contagio. La conversaci�n de los malvados tiene m�s poder para corromper que la conversaci�n de los buenos para mejorar. Estas observaciones se dirigen peculiarmente a los j�venes cuyos h�bitos se est�n formando, cuyo car�cter se est� moldeando.

III. Algunas clases de personajes peligrosos que debe evitar el joven.

1. Cuidado con los inactivos. La ociosidad expone a todas las formas de tentaci�n.

2. Cuidado con los ego�stas y codiciosos. Existe un grave peligro de que se vea afectado por este esp�ritu, y su �nica determinaci�n ser�, por todos los medios, obtener riqueza. La codicia es un pecado enga�oso. Conduce a innumerables males.

3. Cuidado con lo suelto y err�neo. Aquellos que est�n descuidando la religi�n. El quebrantador del s�bado. Aquellos naturalmente dispuestos al error.

4. Cuidado con quienes frecuentan lugares sospechosos. Elija como compa�eros a personas de valor moral, los que temen al Se�or. ( Samuel Spence .)

Compa�erismo con la m�s alta sabidur�a

Al contemplar las perfecciones divinas, nuestras almas se elevan hacia la misma perfecci�n. El hombre que se mueve en una sociedad culta adquiere gustos refinados, un ideal elevado. El ojo es educado por las m�s perfectas muestras de arte; el o�do es educado por las formas m�s graciosas del habla; los modales se basan en los modelos de conducta m�s elegantes. Caminando en la luz, se convierte en un hijo de la luz.

As� ocurre con el creyente. Los c�rculos de la sociedad humana pueden estar cerrados para �l. De sus c�rculos selectos puede ser irremediablemente excluido. Pero la cultura m�s elevada de todas le est� abierta en la sociedad de Dios. Puede caminar en la luz celestial y formar su car�cter sobre un modelo divino. La comuni�n en el �mbito espiritual, as� como en el social, implica asimilaci�n. Nos volvemos como aquellos con quienes caminamos. ( J. Halsey .)

Mejora de la sociedad piadosa

Cuando el general Nicholson yac�a herido en su lecho de muerte antes de Delhi, dict� este �ltimo mensaje a su igualmente noble y valiente amigo, sir Herbert Edwardes: �D�gale que deber�a haber sido un hombre mejor si hubiera seguido viviendo con �l, y Nuestros pesados ??deberes p�blicos no me hab�an impedido verlo m�s en privado. Siempre fui mejor para una residencia con �l y su esposa, por breve que fuera. �Dales mi amor a los dos! " ( Christian Weekly ).

La sociedad opera para bien o para mal

Si deseamos ser preservados del pecado, evitemos involucrarnos en compa��a; muchos perseo resistir�an la fuerza de la inclinaci�n natural, pero cuando eso es excitado por el ejemplo de otros, son f�cilmente vencidos. Un arroyo puro que pasa por un fregadero correr� espeso y fangoso. Y la �mala comunicaci�n� dejar� parte de su influencia corruptora para contaminar la moral m�s pura. Al contrario, la sociedad con los santos es una ventaja feliz para hacernos como ellos.

Como las aguas que pasan por los minerales medicinales no salen de las mismas aguas, sino que, al estar impregnadas de sus propiedades, derivan de ellas una tintura curativa, es imposible estar mucho con el pueblo del Se�or sin absorber algo de sus motivos y principios. y el deseo de dejarse influir por su esp�ritu. Ninguna sociedad puede ser para nosotros un asunto de indiferencia, sino que debe operar para bien o para mal.

El mundo actual es una continua tentaci�n. Estamos en un estado de guerra; aunque no siempre en lucha, pero siempre en el campo, expuestos a nuestros enemigos espirituales que luchan contra nuestras almas: y nuestra vigilancia y cuidado deben ser en consecuencia. ( GH Salter .)

Versículo 21

El mal persigue a los pecadores, pero al justo se le pagar� el bien.

La pr�ctica de la maldad generalmente acompa�ada de una gran maldad

La pr�ctica de la justicia es el verdadero inter�s del hombre, incluso en esta vida presente. Por lo general, la maldad va acompa�ada de una gran miseria, incluso aqu� y en el m�s all�. Por supuesto, deben hacerse excepciones en casos de persecuci�n por causa de la verdad y la justicia.

1. Considere a la humanidad en general, bajo la noci�n de una comunidad universal. Entonces, lo �nico que distingue a los hombres de las bestias salvajes, con respecto a la verdadera felicidad de la vida, es la religi�n, o el sentido de lo justo y lo correcto, y de la diferencia entre el bien y el mal moral. La raz�n, disociada de la obligaci�n moral, s�lo hace que los hombres se destruyan unos a otros de manera m�s eficaz. La raz�n que implica un sentido de obligaci�n moral es el secreto de la felicidad en la vida humana.

2. Adopte una visi�n menos general de la humanidad, en su capacidad pol�tica m�s restringida, formada en naciones y gobiernos particulares y distintos. Desde este punto de vista, la �nica felicidad verdadera y duradera depende de la pr�ctica de la rectitud y la verdadera virtud. En la medida en que prevalezcan la justicia, el orden, la verdad y la fidelidad, se asegura la felicidad de la sociedad.

3. Considere a los hombres individualmente, cada uno en su mera capacidad privada y personal. A�n as�, la �nica posibilidad de una felicidad duradera es la pr�ctica de la rectitud, la caridad, la templanza y la virtud universal. Ilustrar en relaci�n con la salud; riquezas, honor y reputaci�n; paz interior y satisfacci�n en la propia mente de un hombre. Aqu� la virtud triunfa absolutamente sin control y no tiene competidor. ( S. Clarke .)

El pecado y su castigo

La b�squeda es una b�squeda exitosa. El mal no s�lo sigue al transgresor, sino que finalmente se apodera de �l y exprime sus castigos. Se comete mucho pecado a pesar de las protestas de conciencia y con el reconocimiento secreto, por parte del perpetrador, de que est� obrando mal y se expone al castigo. Estos hombres deben tener algo espec�fico con el que acallar sus aprensiones y procurar para s� mismos una facilidad para hacer lo que saben que est� mal.

Dirija la atenci�n a una forma de enga�o: la expectativa de encubrimiento y, por lo tanto, de impunidad. Indiscutiblemente as� ocurre con aquellos delitos de los que las leyes humanas tienen conocimiento. Y se comete mucho pecado con la secreta esperanza de que Dios no lo observar�, o que no ser� extremo para vengarse. Es falso suponer que cualquier pecado pasar� sin recompensa solo porque el cristianismo es un sistema que proporciona en toda medida su perd�n.

Nuestra redenci�n por medio de Cristo no exime en absoluto de las penas temporales del pecado. Hace que la felicidad futura dependa tanto de la santidad presente que todo pecado perdonado puede ser castigado con la p�rdida de algo glorioso en la eternidad. Es una objeci�n err�nea al cristianismo que los arreglos del sistema cristiano protegen a cierta clase de hombres contra ser perseguidos y superados en sus pecados, porque da por sentado que el pecado perdonado debe quedar totalmente impune.

El mal "persigue"; es decir, persigue al pecador con la mayor pertinacia, rastre�ndolo a trav�s de las diversas escenas de la vida, y luego, cuando el hombre cree que est� a salvo, de repente se lanza sobre �l y exige todo el castigo. Ilustre los vicios y las locuras de la juventud, o el mero ocio de los primeros a�os de vida. No se puede cometer ning�n pecado que no sea, de una forma u otra, castigado por Dios.

Esto es cierto para los pecados cometidos despu�s de la conversi�n, as� como antes de la conversi�n. Entonces, que ning�n hombre se vaya y piense que puede pecar un pecado m�s y no llegar a sufrir. ( Henry Melvill, BD )

Destino siguiente personaje

Que la justicia retributiva siga nuestros pasos, es una doctrina tan antigua como la raza. Surge de la conciencia y es confirmado por la experiencia de la humanidad. La N�mesis de los paganos, que era un misterioso perseguidor del car�cter, era solo una personificaci�n de la doctrina. La miseria nace del pecado y la felicidad de la bondad.

I. La ley de causalidad moral muestra esto. El car�cter del hombre no es la creaci�n de un d�a o una hora, es el resultado de acciones pasadas. Cuando no ha tenido lugar ning�n cambio, como el de la regeneraci�n, el car�cter del hombre de hoy es el resultado de toda su vida pasada y ser�, sin tal renovaci�n, la causa de todo su futuro. El car�cter es un �rbol fruct�fero, no deja de dar, cada rama est� agrupada, pero el fruto es miseria o felicidad, seg�n su propia esencia vital.

II. La constituci�n de la mente moral muestra esto. La mente moral tiene al menos dos facultades.

1. Uno para recordar el pasado. La ley de la memoria nos obliga a revivir nuestras vidas pasadas.

2. Uno para sentir el pasado. El pasado no revolotea ante nosotros como sombras en la pared, como im�genes en el cristal, sin dejar huella; cae sobre la conciencia, la mueve al sentimiento. El alma se ve obligada a estremecerse ante un pasado perverso, mientras que un pasado virtuoso la llena de un sereno e inefable deleite.

III. La ense�anza de las Sagradas Escrituras muestra esto. La Biblia nos asegura que Dios pagar� a cada hombre seg�n sus obras ( Josu� 7:20 ; Romanos 2:6 ). ( D. Thomas, DD )

Versículo 22

El hombre bueno deja herencia a los hijos de sus hijos

La herencia de los hijos de un buen hombre

La felicidad de los hombres depende menos de sus condiciones externas que de sus virtudes personales.

"Un buen hombre est� satisfecho de s� mismo". Los efectos de los h�bitos de un hombre se transmiten a sus hijos e incluso a sus descendientes. Derivan de su car�cter una herencia suficiente y permanente.

I. La instrucci�n del buen hombre es herencia para sus hijos. Los h�bitos que adquiere un joven bajo la mirada de su padre son la base de su car�cter. Incluso los talentos est�n subordinados a las virtudes, y los buenos afectos son m�s importantes en la vida humana que los adornos m�s espl�ndidos de una mente sin principios. El que a�ade al buen car�cter paterno los principios del conocimiento liberal y las opiniones de una mente liberal env�a a sus hijos al mundo con esos preciosos dones sin los cuales la riqueza de los ricos s�lo sirve para hacerlos m�s notoriamente despreciables o infelices.

Los hombres del mismo valor no est�n igualmente calificados para los deberes de la educaci�n de los padres y sus hijos no tienen las mismas ventajas. Pero hay una minuciosidad y un cari�o en el cuidado paterno de un buen hombre que suple la falta de muchos talentos. Sus hijos veneran sus intenciones, incluso cuando su juicio le ha fallado.

II. El ejemplo de un buen hombre es una herencia para sus hijos. El car�cter de un padre es la base de su influencia, y el efecto de su solicitud paterna depende de ello. Sus h�bitos son sus amonestaciones m�s exitosas, y los ejemplos de religi�n y probidad que sus hijos reciben del tenor general de su temperamento y conducta son sus instrucciones m�s permanentes. Si ha convencido a sus hijos de que deriva sus motivos y sus consuelos de la sinceridad de su fe, y que no permite que haya competencia en su mente entre la alabanza de los hombres y la aprobaci�n de Dios, su ejemplo hace m�s para determinar su h�bitos que sus mejores instrucciones.

Ciertamente, hay defectos en todos los caracteres humanos que hacen que nuestros mejores ejemplos para nuestros hijos sean muy imperfectos. Pero incluso los errores habituales en un buen hombre no son vicios, y los defectos y las debilidades no impiden la influencia de las virtudes sustanciales.

III. El cuidado y la protecci�n de la providencia son una herencia para los hijos de un buen hombre. Un buen hombre har� todo lo posible por capacitar a sus hijos para los negocios y deberes de la vida; pero su principal dependencia est� en la Providencia. Entrega a sus hijos a Dios. Sus labores paternales son santificadas por la oraci�n. Es una ley siempre vigente que Dios "muestra misericordia a miles de los que lo aman", ya sus hijos despu�s de ellos.

El testimonio de las edades muestra que esta ley tiene pleno efecto y garantiza la confianza con la que los hombres devotos entregan a sus hijos a Dios. La influencia de Dios sobre las circunstancias que regulan nuestra suerte es real y perpetua, en medio de toda la irreligi�n e incredulidad del mundo. El plan de la Providencia no es tan uniforme como para asegurar que los hijos de hombres buenos siempre ser�n pr�speros. Su propia mala conducta determina a menudo sus condiciones; tambi�n pueden ocurrir los errores en su educaci�n temprana; tambi�n puede hacerlo la disciplina moral que requieren.

IV. La bondad de los hombres fieles es herencia para los hijos del buen hombre. Su �xito en la vida debe depender en parte de la ayuda y la amistad de otros hombres, y los prop�sitos de la Providencia a su favor se cumplen por medio de aquellos a quienes Dios levanta para ayudarlos o guiarlos. Dios selecciona los instrumentos de su prop�sito de entre toda la variedad de caracteres humanos. La bondad hecha al hijo de un buen hombre puede convertirse en el medio de transmitir virtud y prosperidad a trav�s de generaciones sucesivas. Conclusiones pr�cticas:

1. Obligaci�n indispensable de todo padre de dar a sus hijos la herencia de los fieles.

2. Los hijos de hombres buenos deben conservar ansiosamente las ventajas morales y religiosas que han recibido de sus padres.

3. Todo hombre concienzudo debe sentir la obligaci�n personal de ayudar a asegurar a los hijos de hombres buenos la herencia que les legaron sus padres. ( Sir HM Wellwood. )

La ventaja de tener padres piadosos

�Qu� tan interesante de ni�os? Los ni�os son una prenda de afecto mutuo y sagrado. El amor a los ni�os es la fuente de innumerables e indecibles esperanzas, temores, dolores y placeres. Es el emblema de la compasi�n divina. "Como un padre se compadece de sus hijos". Si los padres se ven afectados por la condici�n de los ni�os, los ni�os se ven afectados por la conducta de los padres. Constantemente vemos a los ni�os, de formas innumerables, sufrir por los vicios de sus antepasados.

El hecho es innegable; y el de�smo tiene que encontrar la misma dificultad con la revelaci�n. La religi�n no tiene m�s culpa que el curso de la naturaleza. Por otro lado, la bondad opera de manera poderosa y beneficiosa en el descenso. En el texto tenemos a un padre piadoso que conlleva bendiciones para su familia.

I. El personaje en cuesti�n es un buen hombre. Ninguno es bueno a la perfecci�n; ninguno es bueno naturalmente; algunos son salvos, y Dios ha comenzado una buena obra en ellos. Este es el origen del personaje; pero �cu�les son sus caracter�sticas?

1. En un buen hombre debemos tener piedad.

2. Debemos tener sinceridad.

3. Debemos tener uniformidad.

4. Debemos tener benevolencia y beneficencia.

II. Un hombre tan bueno puede encontrarse en una vida conectada. Su religi�n mejorar� todos esos puntos de vista y sentimientos que tienden a hacerlo social y �til. La Escritura no sabe nada de ninguna preeminencia ligada al celibato. Aunque se habla del tema en referencia al hombre, la mujer no est� excluida de ninguna manera. Para una familia, una buena madre, no menos que un buen padre, es una bendici�n invaluable.

III. Examina cu�l es la herencia que un buen hombre deja a su descendencia.

1. Comprende instrucciones religiosas.

2. Ejemplo piadoso.

3. Se necesita creer en las oraciones.

4. Consiste en sustancia santificada.

5. La muerte de un buen hombre es otra parte de esta herencia.

6. Dios tiene en cuenta a los descendientes de sus seguidores. ( William Jay .)

La riqueza del pecador est� reservada para el justo. -

Riqueza material

I. Como implicado por el bien y enajenado por el mal. Aqu� lo tenemos

1. Vinculado por el bien. "El hombre bueno deja herencia a los hijos de sus hijos". Es una caracter�stica del hombre que siente inter�s por la posteridad. Esta es una indicaci�n de la grandeza de la naturaleza del hombre. Salom�n insin�a aqu� que los buenos tienen una seguridad especial por la cual su propiedad descender� a los hijos de sus hijos. Y realmente lo han hecho; Y qu� es eso? La probable bondad de los hijos de sus hijos.

2. Alienado por el mal. La maldad, por su propia naturaleza, no puede mantener la propiedad durante muchas generaciones: las fortunas que hereda deben desmoronarse.

II. Ganado por la industria y dilapidado por la imprudencia. Cada acre de tierra est� lleno de riqueza potencial. La industria calificada puede producir m�s de una v�a de tierra de lo que algunos hombres pueden hacer por acre. Pero se requiere a�n m�s sentido para retener y usar correctamente una propiedad que para obtenerla. ( Homilista .)

Una herencia que se desgastar�

Cuando el renombrado almirante Haddock se estaba muriendo, suplic� ver a su hijo, a quien as� se entreg�: �A pesar de mi rango en la vida y los servicios p�blicos durante tantos a�os, solo te dejar� una peque�a fortuna; pero, querido muchacho, est� hecho honestamente y se ver� bien; no hay sueldos ni provisiones para los marineros, ni hay un solo centavo de dinero sucio ".

Versículo 23

Mucho alimento hay en la labranza del pobre, pero hay quien se destruye por falta de juicio.

La responsabilidad, el cultivo y la cosecha de peque�os obsequios.

Palestina era una tierra de peque�os propietarios campesinos, y la instituci�n del Jubileo estaba destinada a evitar la adquisici�n de grandes propiedades por parte de cualquier israelita. La consecuencia, como se pretend�a, fue un nivel de prosperidad modesta. Fue �la labranza de los pobres�, la cuidadosa y diligente gesti�n del hombre que solo ten�a un peque�o pedazo de tierra que cuidar, lo que llen� los almacenes de Tierra Santa.

De ah� surgi� el proverbio de nuestro texto. En todo trabajo, es cierto que la mayor parte de los resultados recolectados se deben, no al gran trabajo de unos pocos, sino al minucioso e inadvertido esfuerzo de la mayor�a. Un peque�o servicio es un verdadero servicio, y la suma de estos produce grandes cosechas. La cr�a de palas aprovecha al m�ximo el suelo. Se puede sacar mucho provecho de las donaciones escasas, los recursos peque�os y las oportunidades limitadas si se calculan cuidadosamente. Este texto es un mensaje para gente com�n, mediocre, sin mucha habilidad o influencia.

I. Ense�a la responsabilidad de los peque�os obsequios. No es un mero accidente que en la gran par�bola de nuestro Se�or �l represente al hombre con un talento como el ocultador de su don. Hay un cierto placer en el ejercicio de cualquier tipo de don, ya sea corporal o mental; pero cuando sabemos que somos muy levemente dotados por �l, existe la tentaci�n de decir: �Oh, no importa mucho si contribuyo con mi parte a esta, aquella o la otra obra o no.

No soy m�s que un pobre. Mi media corona har� una peque�a diferencia en el total. Estoy pose�do de muy poco tiempo libre. Los pocos minutos que pueda dedicar a la cultivaci�n individual o al trabajo ben�volo no importar�n en absoluto. Soy solo una unidad insignificante; nadie presta atenci�n a mi opini�n. No significa en lo m�s m�nimo si hago sentir mi influencia con respecto a cuestiones sociales, religiosas o pol�ticas, etc.

Puedo dejar todo eso a los hombres m�s influyentes. Es mucho m�s f�cil para m� envolver este talento, que, despu�s de todo, es solo tres centavos, y no un talento, y guardarlo y no hacer nada ". S�, pero luego te olvidas que hay una gran responsabilidad por el uso de los m�s peque�os, como la hay por el uso de los m�s grandes, y que aunque no importa mucho lo que le hagas a nadie m�s que a ti mismo, importa todos los mundo para ti.

Pero adem�s, mi texto te dice que s� importa si el pobre se propone aprovechar al m�ximo su peque�o trozo de terreno o no. �Hay mucha comida en la labranza de los pobres�. Los esbeltos dotados son la inmensa mayor�a. Los grandes hombres, los sabios, los valientes y los ricos pueden contarse por unidades, pero los hombres que no son mucho de nada deben contarse por millones.

Y a menos que podamos encontrar alguna ley estricta de responsabilidad que se aplique a ellos, la mayor parte de la raza humana no estar� obligada a hacer nada ni por Dios ni por sus semejantes, ni por ellos mismos. Perm�tanme recordarles tambi�n c�mo se pueden practicar las mismas virtudes y excelencias en la administraci�n de los m�s peque�os, como en la de los mayores dones. �El que es fiel en lo muy poco, tambi�n en lo m�s es fiel.

�Si no utilizas la capacidad que posees, aumentas la cosecha de malas hierbas de sus terrones sin cultivar. Nunca nos enga�amos m�s a nosotros mismos que cuando tratamos de enga�ar a la conciencia alegando obsequios estrechos como excusa para una indolencia ilimitada, y para persuadirnos de que si pudi�ramos hacer m�s, estar�amos menos inclinados a no hacer nada. Todo servicio que proviene del mismo motivo y que tiende al mismo fin es el mismo con Dios.

II. Pero ahora, observe nuevamente c�mo debe haber un cultivo diligente de los peque�os dones. El inventor de este proverbio hab�a mirado con atenci�n y simpat�a la forma en que trabajaban los peque�os propietarios campesinos; y vio en eso un modelo para toda la vida. Por lo general, habr� pocas p�rdidas de tiempo y pocas oportunidades de trabajo desaprovechadas en el caso del campesino cuya subsistencia, con la de su familia, depende del cultivo diligente y sabio de la peque�a parcela que s� le pertenece.

Y as�, si t� y yo tenemos que ocupar nuestro lugar en las filas de los hombres de dos talentos, la corriente com�n de la gente com�n, m�s raz�n tenemos para ampliar nuestros dones con una diligencia diligente, con una aguda vigilancia por todos. oportunidades de servicio, y sobre todo por una dependencia en oraci�n de Aquel de quien solo proviene el poder para trabajar, y quien es el �nico que da el aumento. Cuanto menos seamos conscientes de los grandes dones, m�s debemos inclinarnos en dependencia de Aquel de quien proviene todo don bueno y perfecto, y con mayor seriedad debemos usar esa esbelta posesi�n que Dios puede habernos dado.

La industria aplicada a la peque�a capacidad natural har� mucho m�s que una mayor potencia oxidada por la pereza. �Qui�nes son los que m�s han hecho en este mundo por Dios y por los hombres? �Los hombres en gran parte dotados? "No se llaman muchos sabios, no muchos valientes, no muchos nobles". El insecto coralino es microsc�pico, pero formar� desde lo m�s profundo del oc�ano un arrecife contra el cual todo el Pac�fico puede lanzarse en vano.

Son los peque�os obsequios los que, despu�s de todo, son los importantes. As� que cultiv�moslos con m�s seriedad, m�s humildemente pensemos en nuestra propia capacidad. �Juega bien tu parte; ah� est� todo el honor �. Dios, que ha construido algunos de los alt�simos Alpes con copos de mica, construye Su Iglesia con part�culas infinitesimalmente peque�as: hombres esbeltos y dotados conmovidos por la consagraci�n de Su amor.

III. Por �ltimo, perm�tame recordarle la cosecha que se obtiene de estos esbeltos regalos cuando se labra con diligencia. Se pueden sugerir dos grandes resultados de tan concienzudo cultivo y uso de peque�os recursos y oportunidades como incluidos en ese abundante �alimento� del que habla el texto. Aumenta la facultad fielmente utilizada. Al que "tiene, se le dar�". �Oh, si tuviera una esfera m�s amplia, �c�mo la incendiar�a y la llenar�a?

Entonces brille lo mejor que puedas en tu peque�a esfera, y eso traer� una m�s amplia en alg�n momento u otro. Llena tu lugar; y si t�, como Pablo, has dado testimonio del Maestro en la peque�a Jerusal�n, �l no te retendr� all�, sino que te llevar� a dar testimonio de �l en la misma Roma imperial. ( A. Maclaren, DD )

Versículo 24

El que perdona su vara aborrece a su hijo, pero el que lo ama lo castiga a tiempo.

El ni�o sabiamente castigado

Bajo esta aparente severidad se encuentra el esp�ritu de verdadera bondad. Parecer�a como si la �ltima palabra del texto fuera una palabra enf�tica. Hay mucho castigo, pero no es oportuno; la voluntad se ha fortalecido, las pasiones se han apoderado tenazmente de la mente, el castigo llega demasiado tarde en la vida. Es la m�s f�cil de todas las cosas ahorrar la vara; permite que la vida familiar se desarrolle con fluidez; evita toda controversia y todo choque doloroso entre el mayor y el menor.

Por un tiempo esto es hermoso, tanto que la gente elogia a la familia como una que se caracteriza por una gran armon�a y uni�n; al contrario, deber�a ser reprobado. El ni�o que es sabiamente castigado llega a amar la misma mano que us� la vara. A los ni�os se les debe ense�ar que no todas las cosas son de ellos, que el mundo es un lugar para la disciplina y que toda la vida es valiosa s�lo en la medida en que ha sido refinada y fortalecida por la paciencia.

Que ning�n hombre meramente cruel se anime con estas palabras a usar la vara sin medida, y a usarla simplemente para mostrar su fuerza animal. Esa no es la ense�anza del pasaje. El castigo debe ser con mesura, debe ser oportuno, debe tener alguna proporci�n con la ofensa que se comete y debe causar m�s dolor al que inflige el castigo que al que lo recibe. Se requiere mucha sabidur�a en el uso de la vara.

La vara tiene que ser usada sobre todos los hombres, tarde o temprano; no podemos escapar del castigo: debemos hacernos sentir que el mundo no es todo nuestro, que hay derechos e intereses que respetar adem�s de los que nosotros mismos reclamamos: cuanto antes se pueda inculcar esa lecci�n en la mente, mejor; si se puede plasmar en el coraz�n y en la memoria de la infancia, salvar� innumerables angustias y desilusiones en el m�s all�. ( J. Parker, DD )

El sabio uso de la vara

La vara debe tomarse para correcci�n o castigo en general, no espec�ficamente para castigo corporal.

1. La vara debe ser el �ltimo recurso. Los casos en los que es necesario recurrir a la ca�a son muy raros.

2. Cuando utilice la varilla, aseg�rese de que se ha cometido una falta. A veces, los ni�os son severamente castigados cuando no han cometido ninguna falta, y esto produce una sensaci�n de da�o y una p�rdida de confianza, que no puede dejar de ejercer malas influencias.

3. Que haya una proporci�n debida entre la falta y la correcci�n.

4. Nunca castigue con pasi�n.

5. Que el castigo sea precedido o acompa�ado de esfuerzos serios para convencer al ofensor de su falta.

6. Acompa�e la correcci�n con un sistema de aliento. ( R. Wardlaw .)

El uso de la varilla

Bien tratado y completamente ampliado, este tema del "palo" abarcar�a todas las razas del hombre en todas las regiones y todas las edades; de hecho, esconder�a a todos los miembros de la familia humana. Se podr�a llamar la atenci�n sobre el respeto otorgado en cada cap�tulo de la historia del mundo, sagrado y profano, a los rabdos, a las fasces de los lictores romanos, que todo escolar honra (a menudo inconscientemente) con una alusi�n cuando dice que lamer�. o jura que no ser� lamido - al bast�n del heraldo de Hermes, el caduceo de Mercurio, la vara de Esculapio, las varas de Mois�s y la hechicera contendiente - al paquete m�stico de nueve ramitas, en honor de las nueve musas, que el Dr.

Bushby amaba blandir, y que muchos padres ingleses simples creen que Solomon, en todo su esplendor, recomend� como un elemento en la jurisdicci�n dom�stica: a las varitas sagradas de tribus salvajes, el personal de nuestros alguaciles y alguaciles, el oro altamente pulido palos y varas negras que se ciernen sobre las antesalas de los tribunales de St. James o Portsoken. Se ha dicho que la regla general es el gobierno de este mundo.

�Y qu� es este pulgar sino un palo corto, un cetro emblem�tico de una autoridad soberana que nadie se atreve a disputar? "El palo", dice el proverbio egipcio, "descendi� del cielo". ( J. Cordy Jeaffreson .)

Versículo 25

El justo come para saciar su alma.

La satisfacci�n del cuerpo determinada por la condici�n del alma.

La satisfacci�n corporal es un elemento esencial de nuestra felicidad mientras estemos en este mundo. El texto implica que la satisfacci�n del cuerpo depende de la condici�n del alma; y esta es una gran verdad muy descuidada. Considere lo que requiere la satisfacci�n corporal.

I. Salud corporal. Ning�n alimento puede satisfacer a un cuerpo enfermo, un cuerpo cuyos �rganos y funciones est�n fuera de servicio. Pero la condici�n del alma tiene mucho que ver con la salud f�sica. Las ansiedades, el mal humor, las recriminaciones, las pasiones impuras de un coraz�n malvado, pronto reducir�n el cuerpo a la enfermedad, la debilidad y la ruina. Por otro lado, un alma verdadera, virtuosa y feliz tiende a la salud f�sica. "Un coraz�n alegre hace bien como medicina". Un pensamiento puede desorganizar un cuerpo sano y hacer mucho para restaurar uno enfermo.

II. Suministros corporales. Los suministros necesarios para satisfacer al cuerpo deben ser:

1. Del tipo correcto. Un cuerpo inquieto por el hambre dif�cilmente se saciar�a con dulces. Ahora bien, la condici�n del alma tiene mucho que ver con el tipo de comida. El alma no s�lo modifica nuestros apetitos naturales, sino que crea otros artificiales y, por lo tanto, proporciona al cuerpo provisiones que no son naturales ni saludables. El alma, al trabajar sobre los apetitos del cuerpo, ha tra�do a la mesa del cuerpo compuestos insatisfactorios y perjudiciales.

2. Una cantidad justa. Una cantidad insuficiente, incluso de disposiciones adecuadas, dejar�a al cuerpo insatisfecho. Pero la cuesti�n de la suficiencia tambi�n depende en gran medida del alma. La indolencia, la extravagancia, la intemperancia, la mala gesti�n, a menudo reducen tanto los recursos materiales de los hombres que quedan totalmente desprovistos de los alimentos necesarios. Creemos que estos pensamientos dan un significado importante al texto: "El justo come para saciar su alma, pero el vientre de los imp�os falta". Un alma corrupta siempre tendr� un cuerpo insatisfecho. ( Homilista ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 13". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-13.html. 1905-1909. Nueva York.