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Bible Commentaries
Proverbios 14

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículo 1

Toda mujer sabia edifica su casa, pero la insensata la derriba con sus manos.

El constructor sabio

Las Escrituras han adaptado sus instrucciones a cada car�cter y condici�n de la vida humana.

I. Describe a la mujer sabia.

1. Debe saber manejar con prudencia y cuidar las inquietudes de una familia. Es trabajo de la mujer "guiar la casa". �Cu�ntos, al casarse, descubren que necesitan aprender los primeros principios de la econom�a dom�stica? Si un hombre puede ser m�s feliz en cualquier otra casa que la suya, es un hombre perdido.

2. Una mujer sabia mejorar� su gusto y sus modales. Esto de ninguna manera implica que se sienta orgullosa.

3. Una mujer sabia tratar� de mejorar su mente. La mente se agranda al recibir ideas y al usarlas como material de pensamiento y razonamiento.

4. Una mujer sabia se esforzar� por iluminar y mejorar su conciencia. �sta es la facultad del alma por la cual sopesamos la moralidad de una acci�n. Para mejorar la conciencia debemos iluminarla y dejar que nos gu�e. Bien iluminado, gu�a a la felicidad y al cielo.

5. Una mujer sabia tendr� especial cuidado en cultivar el coraz�n. Los afectos instintivos pueden mejorarse por otros medios que no sean la gracia. Pero el personaje femenino es esencialmente defectuoso en ausencia de piedad. La religi�n tiene una dulzura peculiar cuando se mezcla con la modesta suavidad del personaje femenino. Debido a sus pruebas peculiares, las mujeres necesitan las comodidades, esperanzas y perspectivas de la religi�n m�s, si es posible, que el otro sexo.

II. La mujer sabia edifica su casa. Construir su casa es promover el mejor bien de su esposo y su descendencia.

1. �C�mo afectar� esa mujer a su patrimonio? Su sabidur�a salvar� m�s de lo que sus manos podr�an ganar.

2. Har� que su familia sea respetable.

3. Har� feliz a su familia. Ella se las arreglar� para no irritar sus pasiones. Su ejemplo har� respirar por la casa un ambiente suave y suave. No se puede resistir la influencia combinada de tantas virtudes. Lo que no puede hacer con sus preceptos y ejemplos, lo realiza con sus oraciones. Su influencia seguramente se extiende m�s all� de su propia familia.

Reflexiones:

1. Las mujeres ven c�mo van a ascender en la escala del ser.

2. Vea la importancia de apoyar buenas escuelas.

3. Vea la importancia del evangelio.

4. Las mujeres deben hacer de las Escrituras su estudio diario.

De la madre, m�s que del padre, los miembros de la familia tomar�n su car�cter. ( DC Clark .)

Esposas sabias y necias

La mujer insensata no sabe que est� derribando su casa; ella cree que lo est� construyendo. Con energ�a imprudente, autoafirmaci�n, discursos irreflexivos, palabras lanzadas como tizones, est� haciendo un da�o indecible, no solo a s� misma, sino a su esposo y familia. Hay, en cambio, mujeres sabias que d�a y noche construyen tranquila y s�lidamente la casa: no hacen ninguna demostraci�n; la �ltima caracter�stica que podr�a atribuirse a ellos ser�a la de la ostentaci�n; miden el d�a entero, cuentan sus horas, reparten su valor; cada esfuerzo que hacen es un esfuerzo que ha sido razonado antes de comenzar; cada palabra se mira antes de pronunciarla; cada empresa es estimada antes de confiarle la confianza. De esta manera la mujer sabia consolida su casa. (J. Parker, DD .)

Ama de casa

I. Su gran poder.

1. Puede acumularse. "Toda mujer sabia edifica su casa".

(1) Materialmente. Gracias a su econom�a, su industria y su sabia gesti�n, aumenta sus recursos materiales. La buena esposa edifica su casa.

(2) Espiritualmente. Una buena esposa por su ejemplo, su esp�ritu, sus amonestaciones, sus reprensiones, sus oraciones, levanta en su casa un verdadero templo de laboriosidad, inteligencia y adoraci�n.

2. Puede tirar hacia abajo. "La necia lo derriba con sus manos". Hay mujeres que por su temperamento miserable y h�bitos degradantes arruinan a sus maridos e hijos.

II. Su calificaci�n necesaria. �Cu�l es la calificaci�n necesaria para una buena ama de casa? "Sabidur�a." ( Homilista .)

Hogar hecho feliz por una buena esposa

Una piedra de m�rmol, en un cementerio, lleva esta breve inscripci�n: "Ella siempre hizo feliz el hogar". Este epitafio fue escrito por un esposo en duelo, despu�s de sesenta a�os de vida matrimonial. �l podr�a haber dicho de su difunta esposa, que era hermosa y exitosa, y un adorno para la sociedad, y sin embargo no haber dicho que ella hizo feliz a su hogar. Por desgracia, podr�a haber agregado, ella era cristiana y no hab�a podido decir: �Ella siempre hizo feliz el hogar.

��Qu� rara combinaci�n de virtudes y gracias debieron poseer esta esposa y esta madre! �Cu�n sabiamente debe haber ordenado su casa! �Con qu� paciencia debi� poseer su alma! �Qu� abnegada debe haber sido! �Qu� tierno y cari�oso! �Cu�n atento para el consuelo de todos los que la rodean! ( Tesoro cristiano .)

Versículo 2

El que anda en rectitud teme al Se�or.

Conducta humana

I. Los hombres difieren ampliamente en su conducta diaria.

1. Algunos hombres caminan rectamente. Caminar rectamente implica:

(1) Fuerza moral. El hombre no est� encorvado ni torcido por las debilidades del pecado o el peso de la depravaci�n.

(2) Rectitud consciente. No inclina la cabeza, como avergonzado de mirar a la cara a su vecino. Est� tan abierto como el d�a y tan intr�pido como el sol.

2. Algunos caminan perversamente. �Son perversos en sus caminos�. Est�n torcidos en sus prop�sitos, pol�ticas y actuaciones.

II. Los hombres revelan su coraz�n a Dios en su caminar diario.

1. La conducta correcta surge de un sentimiento correcto hacia Dios. El que anda en integridad teme al Se�or. No hay verdadera moralidad sin religi�n. La piedad es el primer principio de toda rectitud. Todo buen vivir debe tener respeto por Dios.

2. La conducta incorrecta surge de un sentimiento incorrecto hacia Dios. �El de perversos caminos le desprecia�. El malhechor no siente respeto por Dios. Lo ignora tanto como puede. Puede saber c�mo se sienten los hombres interiormente hacia su Hacedor al observar c�mo se tratan exteriormente unos a otros. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 4

Donde no hay bueyes, el pesebre est� limpio, pero la fuerza del buey aumenta mucho.

La ley del aumento

La ilustraci�n est� extra�da de la ganader�a, y en un pa�s como Palestina, donde el buey ten�a un lugar tan importante en las operaciones agr�colas, era peculiarmente inteligible y peculiarmente apropiado. "�D�nde est� el labrador", dice el sabio, "que, para mantener el orden en sus puestos, renunciar�a a la ayuda de los bueyes en sus campos?" Algo que podr�a conseguir, sin duda; un potro que no se ensucia con el forraje de los bueyes, un piso sin marcas de los cascos de los bueyes, la ausencia de desorden que ofende la vista, la libertad del trabajo que fatiga el brazo, con cualquier satisfacci�n que tal inmunidad brinde.

S�, pero �qu� pierde? Casi todo eso hace que su propiedad sea rentable, casi todo lo que llena su patio. �Qu� pasa con el arado de la tierra? �Qu� hay del llevar a casa las gavillas? �Qu� pasa con el pisar el ma�z? "Donde no hay ganado, la cuna est� limpia". Verdadero. �Pero que hay de eso? �Vale la pena considerar la limpieza, en comparaci�n con el aumento que proviene de la fuerza del buey? Y ahora, creo, nos hemos aferrado al principio.

No se puede obtener nada bueno sin los inconvenientes que lo acompa�an; que los inconvenientes y lo bueno se sopesen cuidadosamente juntos, y si lo bueno supera a los inconvenientes, entonces que se elija lo bueno y se enfrenten los inconvenientes con resoluci�n, inteligencia y alegr�a. El sentimiento est� en su lugar, el fastidio es apropiado en su �poca; pero el sentimiento es peor que la ociosidad, el fastidio es peor que la falsedad, cuando permitimos que se interpongan entre nosotros y un bien sustancial, el bien que la Providencia quiere que obtengamos o el bien que la Providencia nos manda hacer.

I. Podr�amos comenzar con una ilustraci�n de la esfera industrial, la relaci�n, es decir, entre la manufactura y el paisaje natural. Donde no hay manufactura, el paisaje est� intacto; pero mucho aumento proviene de los procesos de fabricaci�n. Tomemos, por ejemplo, los condados del Midland de Inglaterra, y especialmente aquellas partes de ellos que conocemos como el Pa�s Negro. Ninguna regi�n de Inglaterra es m�s pintoresca en s� misma, marcada por los contornos y almacenada con los elementos de la belleza natural y original.

Sin embargo, �c�mo ha recubierto y desfigurado el hombre las cosas! Mire el pa�s como es ahora, arado con v�as de ferrocarril, desgarrado por excavaciones, lleno de montones de basura. Y aquellos para quienes la belleza es todo pueden objetar esto. ��Qu� barbarie�, dicen, ��qu� vandalismo, qu� profanaci�n desenfrenada y deliberada de las santidades de la naturaleza! Seguramente mejor era el pa�s en su exuberancia virgen, cuando las laderas estaban revestidas de bosques.

Bueno, el cambio significa p�rdida, sin duda, p�rdida desde el punto de vista del amante de la belleza. Pero significa ganancia desde el punto de vista del utilitarismo, y tambi�n ganancia, a los ojos de quienes miran m�s alto que lo meramente utilitario. Porque el humo negro, seg�n el proverbio, no solo hace la plata blanca, sino que es un testimonio de los hechos, un testimonio de las realidades, de las cuales la plata es s�lo una encarnaci�n �nica, y que tampoco es la m�s alta.

La vista era un s�mbolo de varias cosas, todas nobles y honorables a su manera. Es un s�mbolo del poder del hombre sobre la naturaleza, su diligencia en extraer y su ingenio para moldear la sustancia que la naturaleza oculta en su coraz�n. Es un s�mbolo de la ropa que cubre las formas temblorosas, un s�mbolo del pan que alimenta las bocas hambrientas. Es un s�mbolo de la grandeza, la industria y el comercio mundial de Inglaterra.

II. Pasando del �mbito industrial al dom�stico, podr�amos seleccionar una ilustraci�n de car�cter diferente, que un poeta-predicador de la �poca ha asociado felizmente a este texto, y hablar de la relaci�n entre los ni�os y el hogar. Observamos, entonces, que donde no hay ni�os, la casa puede estar arreglada; pero muchas ganancias provienen de la presencia y el compa�erismo de los ni�os. La pulcritud en una casa puede ser buena.

Pero hay una pulcritud que habla de vac�o. Hay una pulcritud que presagia soledad. Hay una pulcritud que no es ni la mitad de atractiva que el desgaste, el desorden y el desorden, que denota la presencia de peque�os presos ocupados, con sus manos inquietas y sus pies errantes. La p�rdida es peque�a comparada con la ganancia. Los ni�os son la herencia de Dios. �Cu�nto ense�an! �Cu�nto otorgan! El padre no solo entrena y desarrolla al ni�o, sino que el ni�o puede entrenar y desarrollar al padre.

Nuestros hijos deben ser l�deres para todos nosotros, l�deres de la infidelidad a la fe, de la inquietud al descanso, del ego�smo al sacrificio, de la frivolidad a la seriedad, la consideraci�n y el sentido de responsabilidad. �No refrena el ojo puro de un ni�o inocente el acto inmundo o cruel? �No son sus necesidades una disciplina en la simpat�a, sus cuestionamientos un entrenamiento en la reflexi�n? Donde los ni�os est�n ausentes, el hogar puede estar ordenado, la mente sin perplejidad; pero mucho aumento (aumento de la felicidad, aumento del afecto, aumento de la prosperidad) se obtiene a trav�s de la asociaci�n con los ni�os peque�os.

III. O podr�amos pasar a la esfera eclesi�stica y seleccionar como ejemplo del mismo principio la relaci�n entre la controversia y la Iglesia. Notamos, entonces, en este punto, que donde no hay discusi�n, la Iglesia puede estar en reposo; pero mucho beneficio proviene de la libertad de discusi�n, tanto en el caso de la Iglesia como en el del Estado. Algunas personas est�n a favor de la paz. Pero hay una paz de estancamiento.

Hay una paz de indiferencia. Hay una paz que se basa en la falta de convicci�n. No juzguen las empresas de la Iglesia ni los procedimientos de la Iglesia, como hacen algunos, y los condenen simplemente porque crean desesperaci�n. La paz puede comprarse demasiado cara. La pureza es mejor. La verdad es mejor. Sin duda alguna en la discusi�n la cuna puede estar sucia. La controversia a menudo despierta el temperamento, evoca el esp�ritu de fiesta, hace que se digan palabras duras, que se cometan actos desagradables, que surjan rivalidades ego�stas Sin embargo, esto puede ser una bendici�n al final, en comparaci�n con lo cual la suciedad temporal de la cuna es un asunto de menor importancia despu�s de todo.

Existe la derrota del prejuicio. Existe la eliminaci�n de malentendidos. Existe la formulaci�n de principio. Est� el descubrimiento del car�cter. Ser� mejor para la difusi�n de la justicia; ser� m�s seguro en inter�s de la fe.

IV. Pasar al lado de la esfera de la Beneficencia Pr�ctica, y aplicar el principio del texto a la relaci�n entre filantrop�a y experiencia. Observamos, entonces, que donde no hay filantrop�a, la experiencia puede ser f�cil, libre de muchas cosas desagradables de ver, desagradables de pensar y desagradables de hacer; pero el ejercicio de la filantrop�a produce un gran aumento. �Qu� tenemos aqu� sino la lecci�n clara, simple, que debe aprender todo benefactor social, todo obrero cristiano, de que aquellos que vivir�n servicialmente, como salvadores y socorristas de sus semejantes, deben estar preparados para renunciar a la meticulosidad? .

Para hacer un bien real entre los pobres, los hundidos y los viciosos, los hombres deben entrar en contacto con muchas cosas que no son ni agradables ni puras. Ahora bien, tomen a un obrero como �ste, en el gran desinter�s, la caridad desbordante, la intrepidez de mente y de coraz�n, que siempre exige el trabajo comprometido. Y tomemos a otro, para quien se desconoce el trabajo de la �poca, uno que, con las mismas posibilidades y la misma llamada, dice: �No, la tarea que propones es desagradable, las experiencias que prescribes son rudas; Prefiero que mi vista no se sienta ofendida, mis sentimientos no se sientan angustiados, mi imaginaci�n no se atormente.

D�jame ver por m� mismo: la pureza de mi propio car�cter, la salud y la prosperidad de mi propia alma, en el c�rculo de mis amistades personales, el aislamiento de mi hogar privado ". Pon los dos uno al lado del otro. �Cu�l lleva la existencia m�s rica? Cada uno tiene su propia recompensa. �C�mo explicaremos mejor estas recompensas, su naturaleza distintiva, su valor relativo? Solo en los t�rminos del texto. Para uno, el �pesebre limpio�: cierta ignorancia, cierta inmunidad, cierta seguridad; no s�lo una sensibilidad despejada por los espect�culos del dolor, sino una mente cerrada a las im�genes del pecado: eso, y quiz�s poco m�s que eso.

Para el otro, el �gran aumento� en el enriquecimiento de su car�cter personal, la ampliaci�n de sus simpat�as personales, junto con el privilegio de ministrar al bienestar de sus hermanos y el gozo de ser bendecido para el alma de sus hermanos. Prendas limpias, manos limpias, �qui�n las valora como condici�n continua, indispensable para la vida? Te dir� qui�n no. No el cirujano, mientras camina por el campo de batalla con la esponja que limpia la sangre y el lino que venda las heridas.

No el equipo de rescate, al entrar en la mina, en medio del calor, el holl�n y el humo de una explosi�n reciente, con la que a�n resuenan las cavernas y la tierra a�n humea. No el marinero, mientras se acerca a los restos del naufragio, a trav�s de un mar revuelto que arroja lodo y tierra, hasta que sus brazos se entrelazan con las algas y su abrigo se empapa con el cieno. Manos limpias y ropa limpia, debes contentarte de vez en cuando con renunciar a ellos, si el mundo en el que vives ha de ser purificado.

V. Similar al �ltimo pensamiento hay otro, esta vez extra�do de la esfera mental. Tomemos la relaci�n entre la fuerza del car�cter y la vida. Observamos, entonces, en �ltimo lugar, que donde no hay fuerza de car�cter, la vida puede ser inofensiva, inofensiva en s� misma, agradable a los dem�s; pero mucho aumento, aumento para el mundo y la Iglesia, proviene de la fuerza del car�cter. La mayor�a de los hombres tienen los defectos de sus cualidades.

Esto es especialmente cierto para aquellos cuya cualidad distintiva es el vigor, una cierta energ�a y fuerza superabundantes. El vigor tiende a ser dominante, la energ�a grosera, la fuerza no va acompa�ada de suavidad, delicadeza y buen gusto. Si quieres aprovechar esos personajes, t�malos como los encuentres y perdona y tolera su groser�a para que su celo te ayude y te beneficie.

Lutero fue serio pero rudo. Pero recordamos el trabajo. Recordamos el tiempo. Ni el per�odo ni la tarea admitidos de tratamiento con agua de rosas. �Y si la cuna estaba desordenada? Sean agradecidos por el campo bien arado; Sean agradecidos por las gavillas reunidas de verdad religiosa y libertad religiosa, que a�n permanecen en nuestros almacenes, para dar semilla al sembrador cristiano y pan al devorador cristiano, como resultado de las labores de Lutero, el memorial del nombre de Lutero.

Acepte la bendici�n de Dios cuando llegue a usted y sea muy tolerante con los instrumentos. El polaco es menos que entusiasmo, cortes�a que sinceridad. Puede ser conveniente combinar ambas cosas. Pero si estamos cerrados a la alternativa, y nos sentimos tentados a pronunciarnos por las cualidades m�s suaves, como menos propensas a irritar, menos propensas a excitar, recabemos en el principio del texto, y mientras recordamos que donde no hay fuerza de El car�cter es la vida puede ser inofensiva, mucho aumento viene por el vigor que tememos. ( WA gris .)

Donde no hay bueyes, la cuna est� limpia

I. Tomado en su sentido primario, transmite una lecci�n de no poca importancia para el mero cultivador de la tierra. Se enorgullece de la exquisita pulcritud y orden de su granja. La pala, el arado, el tenedor, el carro, son casi tan puros y delicados como cuando vinieron de las manos del fabricante. Pero si el trabajo queda sin hacer y compra pulcritud y orden a expensas de no tener ovejas en el redil, entonces paga demasiado caro por su delicadeza; tienes la cuna limpia, pero tambi�n tendr�s un granero vac�o.

II. La misma m�xima se aplica a la gesti�n de una casa. Se enorgullece de la exquisita pulcritud de cada rinc�n de su vivienda. No hay una telara�a en el techo, ni un grano de polvo en la escalera. La amante encantada tiene la satisfacci�n diaria de ver su propio rostro hermoso reflejado en la mesa pulida debajo de ella. La cuna est� limpia; pero aqu� tambi�n puede comprar la limpieza a un precio demasiado alto.

Quiz�s la limpieza no sea simplemente tu gusto, sino tu �dolo. Olvidas que la utilidad es el verdadero objeto de la econom�a dom�stica y que la pulcritud es un mero medio para lograrlo. Usted, como el hombre de honor del Sr. Burke, �siente una mancha como una herida� y estima que un agujero en una alfombra equivale a un agujero en su car�cter. Olvidas que tu casa no fue dise�ada por el gran Dador solo para ti, sino para tus vecinos y amigos, para hermanos y hermanas, y sobrinos y sobrinas, que quieren un poco de aire campestre o compras en Londres, y que naturalmente te miran, en cuanto a un pariente m�s rico y amigo, para darles la comodidad que necesitan. Seguramente es mejor que tengas una �cuna� sucia que un coraz�n estrecho; y mesas manchadas que ni un solo invitado cari�oso, agradecido y feliz que se siente en una limpia.

III. Esta regla tambi�n es aplicable, creo, a la literatura. La correcci�n de algunos escritores es perfectamente irreprochable. El gram�tico busca en vano una falsa concordia o cantidad, o el ret�rico un falso adorno. No hay confusi�n de met�foras; ninguna redundancia de expresi�n que desfigura las p�ginas de escritores menos cautelosos. Ahora aqu� la "cuna" est� limpia; pero luego, en tales casos, a menudo es igualmente cierto que no hay "bueyes".

El estilo es tan �aburrido, fr�o, fiat y poco rentable�, como puro y correcto. Es el juicio de un cr�tico no menos que Quintiliano, que el escritor que, en su juventud, nunca es superfluo, generalmente en su vejez ser� golpeado por la pobreza. Donde el coraz�n, la imaginaci�n y las pasiones tienen juego libre, el cr�tico puede encontrar algo que corregir; pero muy a menudo tambi�n se conmover�n las conciencias y se edificar�n los corazones.

IV. Pero ahora paso a algunos temas superiores, a los que me parece que la regla se aplica igualmente. Lenis es una persona de lo m�s irreprochable; del temperamento m�s tranquilo y los modales m�s pl�cidos. Siempre se le encontrar� en el lugar correcto en el momento adecuado. Habla poco y nunca de manera ofensiva; no pertenece a ning�n partido y es un enemigo decidido a todo exceso. Quiz�s es constante en la iglesia, aunque un poco adormilado all�; Tiene una preferencia decidida por los sermones generales, vagos y tranquilos.

Da decentemente a todas las organizaciones ben�ficas populares o no criticadas. Y el resultado de todo esto es que no se mete en l�os, no incurre en reproches, es reclamado como amigo por hombres de todas las opiniones, simplemente porque nunca se supo que �l expresara una opini�n propia. Ahora aqu� "la cuna" est� inusualmente "limpia". Pero, �a qu� costo se compra? Debo decir a costa de la mayor�a de los sentimientos, gustos, principios, reglas, h�bitos y simpat�as que constituyen la sustancia y esencia del car�cter cristiano.

El "pesebre est� limpio" porque "no hay bueyes". Lenis se parece tanto a una estatua como a un hombre. Todas las pasiones m�s elevadas y nobles de nuestra naturaleza no tienen cabida en �l. Su vida es, posiblemente, inofensiva, pero del todo in�til. Y esto porque la �nica cualidad esencial es el deseo, el amor de Dios y el amor de Su familia en la tierra. Podr�a ser casi todo lo que es si no existiera el Ser Redentor del mundo, que hubiera sentido por �l y esperado que �l sintiera por los dem�s.

El mismo pensamiento puede extenderse a diferentes clases de ministros de religi�n. Recuerdo haber visto, algunos a�os despu�s, en una revisi�n de alta autoridad, una comparaci�n entre Bishop como ministro parroquial y Thomas Scott como ministro de Olney. El obispo, al dejar su parroquia por otra esfera de funciones, encuentra poco m�s que temas de autocomplacencia, elogio y agradecimiento.

Puede parecer que toda la poblaci�n ha recibido toda la palabra de verdad en sus almas. Todos los planes hab�an prosperado. "La cuna est� limpia". El Sr. Scott, por el contrario, al dejar su parroquia, habla fuertemente de la inmoralidad de una parte de la poblaci�n, de la terquedad y voluntad propia de otra y del abuso de las doctrinas de la gracia en una tercera parte. Y aunque se concentra en�rgica y agradecidamente en el celo, el amor y la fidelidad de algunos, su lenguaje es ciertamente, en general, el que podr�a esperarse del profeta afligido, cuando �r�os de agua corr�an por sus ojos porque los hombres no guard� la palabra �del Se�or.

Aqu�, por lo tanto, "la cuna" no estaba, al parecer, igualmente "limpia". Pero luego estoy dispuesto a pensar que los �bueyes� trabajaron mucho m�s diligentemente en un caso que en el otro. El objeto de un ministro era principalmente asegurar el orden, la regularidad, la decencia, la armon�a, con un respeto decente por la moral y la religi�n. El objetivo del otro era "poner el hacha a la ra�z del �rbol": convencer, alarmar, convertir, santificar, conducir a sus oyentes como contritos pecadores al pie de la cruz y calificarlos. bajo Dios para los asientos m�s altos en el reino de los cielos.

Y el resultado fue que, en un caso, se tocaron pocas conciencias, se despertaron pocos temores, se conmovieron pocos corazones. En el otro caso, si hubo algunos que se sintieron ofendidos por las claras verdades anunciadas en el lenguaje un tanto hogare�o del ministro, tambi�n hubo muchas conciencias despiertas.

V. El �ltimo caso al que me referir� con el refr�n es el de la controversia. Eirenos es un hombre de paz. �l puede citaros innumerables m�ximas de las Escrituras y de los escritos de grandes te�logos sobre el deber de la mansedumbre, la paciencia, la caridad. Si deseas alistarlo del lado de aquellos que est�n luchando por alguna verdad vital, �l viene sobre ti con una avalancha de autoridades a la que es casi imposible resistir; te dice que Fenelon escribi� todo un tratado sobre "Caridad"; que Bishop Hall fue autor de un tratado expresamente denominado �La Rama de Olivo�; que Hooker dijo que llegar�a el momento en que "unas pocas palabras escritas en caridad" valdr�an toda la airada disputa del mundo.

Ahora todo esto es cierto; y, de hecho, nunca ser� olvidado por los disc�pulos de un Salvador compasivo. Una autoridad m�s alta que cualquiera de estos escritores sin inspiraci�n dice: "Si doy mi cuerpo para ser quemado y no tengo caridad, de nada me aprovecha". Pero ser�a bueno recordarle a Eirenos que, a pesar del esp�ritu pac�fico y el lenguaje de todas estas autoridades, Fenelon apenas escap� de la quema por la honestidad y la franqueza con la que dijo lo que pensaba; El obispo Hall fue expulsado de su di�cesis por el mismo delito; Hooker fue acusado de todo tipo de atrocidades ante el Consejo Privado; y St.

Paul mismo fue perseguido como una bestia salvaje por todas las clases de la comunidad. Pero Eirenos no tiene gusto por tales extravagancias. Ahora aqu� est� el "pesebre limpio", pero �d�nde est�n los "bueyes"? Aqu� est� Erasmo; pero �d�nde est� Luther, Cranmer, Ridley o Latimer? �D�nde est� el celo, la �indignaci�n� por el error, la �vehemencia� del amor santo, la devoci�n a Dios ya la verdad, que consumi� el alma del manso y humilde Salvador; que exili� a San Juan a Patmos; �Y cu�l ha iluminado la pila funeraria de todo el ej�rcito de santos y m�rtires? ( Observador cristiano .)

Versículo 5

Un testigo fiel no mentir�.

Un verdadero testigo

La verdad es hermosa, adem�s de segura y poderosa. En el incidente que se relata a continuaci�n, un ni�o de doce a�os, con solo la verdad como arma, conquist� a un abogado inteligente y astuto, que luchaba por una mala causa. �La verdad es lo m�s elevado que el hombre puede guardar�, y el ni�o u hombre m�s noble es aquel que siempre mantiene la verdad entre sus labios. Walter fue el testigo importante en una demanda. Uno de los abogados, despu�s de interrogarlo severamente, dijo: �Tu padre te ha estado hablando y te ha dicho c�mo testificar, �no es as�? S� �, dijo el ni�o.

"Ahora", dijo el abogado, "dinos c�mo te dijo tu padre que testificaras". �Bueno�, dijo el chico con modestia, �mi padre me dijo que los abogados intentar�an enredarme en mi testimonio; pero si tuviera cuidado y dijera la verdad, podr�a decir lo mismo cada vez ". El abogado ya no intent� enredar a ese chico. ( Las noticias de Fireside .)

Falsedad y defecto

Qu� defecto hay en el acero, qu� sustancia extra�a en cualquier textura, qu� falsedad es para el car�cter, fuente de debilidad, punto en el que, bajo tensi�n, puede romperse. ( Newman Smyth .)

Versículo 6

El escarnecedor busca la sabidur�a y no la encuentra.

Laicismo

Es la profesi�n constante de aquellos que rechazan la Biblia que est�n buscando la verdad. Buscan sabidur�a y no la encuentran. Quieren la primera cualificaci�n de un fil�sofo, un esp�ritu humilde y d�cil. Hay una raza de hombres entre nosotros en la actualidad que desde�an amargamente la sumisi�n mansa de la fe a la voluntad revelada de Dios. Desean estar libres de autoridad. La divinidad, como ellos lo expresan, est� en cada hombre.

Si los hombres fueran realmente seres independientes, ser�a correcto afirmar y proclamar su independencia. Pero el problema para el hombre no es rechazar a todos los maestros, sino aceptar al leg�timo. Aquellos que desprecian la sabidur�a de arriba buscan laboriosamente la sabidur�a de abajo. Se adopta el nombre de �laicista� para indicar que aprecian y estudian el conocimiento que concierne al mundo actual, y repudian como inalcanzable o in�til todo conocimiento que pertenece a otro.

"Secularismo" en lat�n significa "este-mundo-ismo". Antes de adoptar esta filosof�a, debemos estar seguros de que existe la inmortalidad para el hombre. Si hay otro mundo, nuestro curso aqu� afectar� nuestra condici�n all�. Es por la fe en lo invisible que los hombres se dirigen a trav�s del mar cambiante del tiempo. Si nos separamos del futuro, habr� abandonado el barco sin carta y sin almac�n; sin br�jula para guiar y sin puerto para guiar; dejaste el barco como un tronco sin rumbo, sin sentido, que yac�a en el agua, para ser sacudido arriba y abajo por las olas, y llevado de aqu� para all� por los vientos, hasta que se hiciera pedazos o se hundiera sin ser visto. ( W. Arnot, DD .)

El orgulloso y despectivo incapaz de alcanzar la sabidur�a.

I. El car�cter de un escarnecedor. Los siguientes ingredientes en �l:

1. Orgullo. Un deseo indebido de honor, o una sobrevaloraci�n de uno mismo y una infravaloraci�n de los dem�s. Es la fuente de la conducta deshonesta hacia Dios. Se descubre al afectar una preeminencia por encima de sus semejantes. Algunos reclaman honor debido a su conocimiento real o su capacidad de investigar y discernir la verdad. Para algunos, la religi�n es en s� misma el tema de la gloria y el vano j�bilo de la mente.

2. Desprecio de la religi�n y la virtud ( 2 Pedro 3:3 ).

II. La obstrucci�n que surge del desprecio para que los hombres se vuelvan sabios.

1. El orgullo es un gran obst�culo tanto para el logro del conocimiento como para la virtud. Especialmente el hombre que est� orgulloso de su sabidur�a y su religi�n es el que est� m�s lejos de convertirse en verdaderamente sabio y religioso.

2. Esta disposici�n perversa vuelve a los hombres detestables ante el desagrado de Dios, y completamente descalificados para recibir su favor. La �nica aplicaci�n es exhortarte a la humildad, como calificaci�n m�s necesaria para tu aumento en el conocimiento �til y en toda virtud cristiana. Puede haber nociones err�neas de humildad. Est� lejos de consistir en sentimientos tales como menospreciar la naturaleza humana, o en cualquier temperamento y comportamiento que sean indignos de su dignidad.

No debemos degradarnos a una especie inferior para que seamos hombres humildes. Con respecto a Dios, consiste en un sentido justo de nuestra propia sujeci�n y dependencia, de nuestra propia debilidad y culpa. Esta disposici�n nos dar� derecho al favor de Dios y la aprobaci�n de todos los hombres buenos. ( J. Abernethy, MA .)

Un burlador incapaz de la verdadera sabidur�a

I. �Qui�n est� representado aqu� bajo el car�cter de escarnecedor? Los burladores eran hombres que, con mucha dificultad, hab�an hecho un cambio para deshacerse de los buenos principios y las opiniones tan r�gidas que consideraban incompatibles con una pr�ctica laxa. Como ellos mismos no ten�an ninguna religi�n, su manera era despreciar a los que la ten�an. Se dice que el escarnecedor �busca la sabidur�a� y �no la encuentra�. Finge saber m�s, ha investigado m�s libremente la verdad y se ha librado de los prejuicios de la educaci�n m�s a fondo que otras personas.

II. En qu� sentido no puede encontrar sabidur�a. Cuatro cosas no son aptas para un hombre as� para indagaciones imparciales sobre la verdad divina: un temperamento muy orgulloso o muy sospechoso, un ingenio falso o una sensualidad. Los dos �ltimos generalmente le pertenecen; pero los dos primeros son esenciales para �l e inseparables de �l. No hay cualidad que se adhiera m�s a un despreciador que el orgullo, y nada obstruye de manera m�s evidente el razonamiento correcto.

La sospecha le hace dudar de todo lo que escucha y desconfiar de todos los hombres con los que conversa. Una sospecha extrema en un investigador de la verdad es como unos celos furiosos en un esposo o un amigo; lleva a un hombre a volver todos sus pensamientos hacia el lado malvado, ya poner la peor construcci�n sobre todo. El falso ingenio es una forma de exponer las cosas sagradas y serias, al pasarles una broma atrevida y ridiculizar los argumentos en lugar de consolarlos.

El hombre sensual es, de todos los hombres vivos, el m�s impropio para investigar la verdad y el menos libre para ella. Nunca es tranquilo y sereno, desinteresado e imparcial. ( Mons. Atterbury .)

Versículo 7

Vete de la presencia del necio.

La sociedad a la que hay que rechazar

El hombre es un ser social. El texto sostiene la sociedad que debemos evitar: la sociedad de los necios.

I. No es rentable. Lo que quieres en la sociedad es conocimiento. El verdadero conocimiento debe ...

1. Guiar correctamente.

2. Verdadera comodidad.

3. Inspirar religiosamente el alma.

Pero tal conocimiento no debe obtenerse del necio. No tiene poder para ayudarte y, por lo tanto, el tiempo que pasas en su sociedad es una p�rdida.

II. Es enga�oso. "La locura de los necios es enga�o".

1. Se enga�an a s� mismos. Se imaginan que tienen las ideas verdaderas y los placeres verdaderos, pero es un enga�o miserable.

2. Enga�an a los dem�s. Enga�an por la falsedad de su discurso y la astucia de su pol�tica.

3. Es malvado. Ellos "se burlan del pecado". "Vete" , entonces, "de la presencia de un hombre necio". Busque la sociedad de los sabios. ( D. Thomas, DD .)

Seguridad en vuelo

La intenci�n de su Creador es que algunas criaturas busquen seguridad, no luchando, sino huyendo. En el conflicto moral de la vida humana es de gran importancia juzgar correctamente cu�ndo debemos luchar y cu�ndo debemos huir. Los d�biles podr�an escapar si conocieran su propia debilidad y se mantuvieran fuera de peligro. Ese valor no es una virtud que lleve a los d�biles a las fauces del le�n. Puede que sea necesario entrar entre los necios para rescatar a los que se hunden, pero es un trabajo peligroso y exige trabajadores robustos. Tu primer deber es tu propia seguridad. Pero en algunas personas, en algunos momentos, recae la obligaci�n de encontrarse con un peligro por la seguridad de un vecino. ( W. Arnot, DD .)

Versículo 9

Los necios se burlan del pecado.

Pensando a la ligera en el pecado

Respirando una atm�sfera te�ida de maldad moral, viendo y escuchando el pecado en nuestro caminar diario, corremos un peligro no peque�o de pasar por alto su malignidad. La palabra "pecado" es oscura para muchos. Rara vez se usa en la vida com�n. Pertenece a la teolog�a y al p�lpito. Seg�n las Escrituras, no hay nada tan malo, tan deformado, tan ruinoso como el pecado. Hacer el mal es m�s pernicioso que incurrir en todas las calamidades que la naturaleza o el mal del coraz�n, esta es la malicia humana, puede acumular sobre nosotros.

El pecado, el deber violado, la maldad del coraz�n, este es el �nico mal del que la Escritura tiene en cuenta. Fue por esto que Cristo vino a redimirnos. Las Escrituras nos llevan a conectarnos con el pecado o la maldad con las ideas del mal, la miseria y la degradaci�n, m�s fuertemente que con cualquier otra cosa.

I. Nuestra naturaleza testifica que el pecado es el principal de los males. El mal tiene varias formas, estas se establecen en dos divisiones, natural y moral; dolor o sufrimiento que surgen de conductas y acontecimientos externos, independientemente de nuestra voluntad; y maldad relacionada con el car�cter y la conducta, e inspirada por la voluntad. El vicio es evidentemente m�s temible que el dolor. Todos estar�n de acuerdo en que la excelencia del car�cter es el bien supremo, y que la bajeza del alma y de la acci�n implica algo peor que el sufrimiento. Nuestra propia naturaleza ense�a la doctrina del cristianismo, que el pecado o el mal moral debe inspirar, entre todos los males, el mayor aborrecimiento y temor.

II. La experiencia testifica que el pecado es el principal de los males. Aunque el pecado a veces prospera y nunca encuentra su plena retribuci�n en la tierra, sin embargo, en general, produce m�s sufrimiento presente que todas las dem�s cosas; de modo que la experiencia nos advierte contra el pecado o la maldad como el principal mal en el que podemos incurrir. Hacer el mal es infligir el da�o m�s seguro a nuestra propia paz.

III. Las miserias de la desobediencia a la conciencia y a Dios no se agotan en esta vida. El pecado merece, exige y traer� consigo un futuro m�s desdichado. Este cristianismo, y esta naturaleza, ense�a. Algunos, de hecho, afirman que el castigo se limita al estado actual; que en mundos cambiantes cambiaremos nuestro car�cter, y que el mal moral debe ser enterrado con el cuerpo en la tumba.

Pero suponer que no existe ninguna conexi�n entre el car�cter presente y el futuro es quitar el uso del estado presente. Incluso est� claramente impl�cito en las Escrituras, que sufriremos mucho m�s por el pecado, el mal genio, la irreligi�n, en el mundo futuro, de lo que sufrimos aqu�. He hablado de los dolores y las penas del mal moral o del mal en el mundo venidero. No s� cu�nto durar�n. ( WE Channing, DD .)

El peligro de despreciar el pecado

I. La necedad en s� misma. El pecado es algo realmente terrible: nada es tan terrible. Preg�ntale a su esclavo y a su v�ctima. Si miras desde su trabajo dentro de ti a su trabajo a tu alrededor, �la necedad es mucho menos manifiesta? �Qu� sino el pecado es la causa de toda la miseria que nos rodea?

II. Las consecuencias de burlarse del pecado.

1. Los efectos de esta burla sobre el burl�n mismo. Nada puede ser tan insoportable para el alma. Porque re�rnos del pecado nos libera del miedo. Tal burla es totalmente ajena y contraria a la mente de Cristo. Adem�s, debe apagar el Esp�ritu. Debe matar los primeros comienzos del arrepentimiento.

2. Consecuencias sobre los dem�s. No hay nada m�s corrupto para los dem�s que burlarse del pecado. Se puede encontrar a tales hombres haciendo su trabajo mortal en todas partes y en todos los rangos de la sociedad. Los j�venes son sus peculiares v�ctimas. El trabajo del burlador es a menudo irrecuperable. Nadie que haya llevado a otro a re�rse del pecado jam�s podr� calcular o deshacer el trabajo que pudo haber hecho.

Aprender&mdash

1. Volar desde los primeros comienzos de este pecado, ya sea en ti mismo o en los dem�s.

2. Comprenda el valor real de aquello en lo que est� tentado a unirse.

3. Si siente la tentaci�n de envidiar a los pecadores por su risa, o de evitar sus burlas, busque la defensa, el alivio y el fortalecimiento de la oraci�n. ( Obispo S. Wilberforce .)

Burladores del pecado

De dos tipos. Aquellos que ridiculizan todo temor de ofender a Dios. Aquellos que no llegan hasta aqu�, sino que hacen de los pecados un asunto de broma m�s que de conciencia.

I. Qu� es el pecado. La transgresi�n de una ley razonable, santa y justa.

II. Las consecuencias de burlarse del pecado. La consecuencia general de esta pr�ctica debe ser la prevalencia del pecado y la injusticia en el mundo. Las pasiones de la humanidad los conducen por una fuerte propensi�n a lo prohibido, y todas las vallas y protecciones de la religi�n se encuentran lo suficientemente peque�as como para restringir nuestra obediencia. Todo lo que debilite estas restricciones debe, en la misma proporci�n, ocasionar el aumento de toda impiedad.

�Qu� puede contribuir m�s eficazmente a este mal que burlarse del pecado? Las reticencias naturales de la raz�n y la conciencia generalmente proteger�n a los hombres contra los burladores abiertos, que ridiculizan todo temor de Dios, todas las restricciones de la virtud y la religi�n. Pero hay otros burladores, cuya influencia es m�s temible. Los hombres que le permitir�n guardar una reserva de religi�n, fingir�n estar de acuerdo con usted en detestar algunos cr�menes, pero lo persuadir�n para que piense que otros s�lo son diversiones rid�culas, de las cuales es debilidad y superstici�n abstenerse de ustedes mismos, y una severidad taciturna e incontrolable. para censurar a tus vecinos.

�sta es una tentaci�n a la que estamos sumamente abiertos. �Cu�nto estamos obligados por el deber y preocupados por el inter�s de corregir y oponernos a este humor vano e irreligioso de burlarse del pecado! Para detener este creciente mal, reflexionemos sobre esa santa y espantosa presencia ante la cual nos encontramos. Los ojos de nuestro Juez siempre est�n sobre nosotros. ( J. Rogers, DD .)

Burlarse del pecado

El pecado puede describirse brevemente como la violaci�n deliberada de la ley moral de Dios, que se nos ha dado a conocer en conciencia y en revelaci�n. Describe algunas de las formas bajo las cuales los hombres evidencian su desprecio burl�n por el poder y el designio del pecado. A las fases m�s groseras de este pecado apenas necesitamos hacer m�s que aludir. Contra las formas m�s enga�osas de este pecado es necesario advertir.

1. Un hombre puede, sin negar directamente la maldad del pecado, tratarlo con la m�s indecorosa levedad.

2. Algunos hombres tienen el h�bito de hablar del pecado, es decir, de las clases de pecado populares y menos flagrantes, como si fuera, en un sentido modificado, un mal; sino como uno que es inherente e inseparable de la humanidad, a la que, por tanto, debe someterse en parte, como un hombre soportar�a la sociedad forzada de un compa�ero desagradable, a quien las circunstancias no le permitir�an desechar.

3. Los hombres se burlan del pecado cuando dan falso testimonio acerca de los frutos y efectos del pecado en ellos mismos y en los dem�s. Si el pecado es el peor enemigo del hombre, y un enemigo muy poderoso y maligno, el que se mofa de �l y se burla de �l debe estar actuando como un fanfarr�n vanidoso, insensato y presuntuoso. Ning�n hombre puede realmente creer que el pecado sea motivo de risa. �De toda irreverencia y alegr�a imp�a en relaci�n con el pecado, que Dios nos libre! ( GW Brameld, MA .)

La locura de burlarse del pecado

I. �Qu� es burlarse del pecado? El pecado es transgresi�n de la ley; haciendo lo que Dios proh�be, u omitiendo hacer lo que �l manda. El t�rmino "burla", tal como se aplica a la ley de Dios, puede incluir ridiculizar, jugar con su autoridad y sanciones, o paliar y excusar el incumplimiento de la misma.

1. Hay algunos que se burlan, profanan abiertamente y desaf�an la ley de Dios. De estos hay dos clases, una impulsada por sus apetitos sensuales, la otra por su orgullo intelectual. Hay otros que ven la necesidad de cierta atenci�n a la conducta moral, pero miran con ojos hoscos, despectivos y esc�pticos la revelaci�n.

2. Hay algunos que se burlan del pecado �jugando� con �l. Sufren casi cualquier cosa para dejar de lado la obediencia a Dios; se exponen innecesariamente a la tentaci�n; frecuentan empresas y lugares, se involucran en trabajos que pueden llevarlos al pecado y, sin embargo, se burlan de la idea del peligro que corren. No dan a la ley de Dios, en referencia a la regulaci�n de su conducta diaria, un pensamiento ni en un sentido ni en otro.

3. Hay otros de los que se puede decir que se burlan del pecado al "excusarlo y paliarlo". Afirman que hay m�s bien que mal en el mundo. Creen que la dispensaci�n del evangelio ha reducido los requisitos de la ley.

II. La locura de esos burladores. �Qu� justifica el rid�culo, las nimiedades y la paliaci�n? �Se aplica esto al pecado?

1. Ridiculizamos lo que est� por debajo de todo argumento para refutar. El rid�culo es, en todo momento, un arma peligrosa, que rara vez corresponde al esp�ritu de un verdadero cristiano. El absurdo es objeto de burla. Pero, �qu� hay de absurdo relacionado con la ley de Dios, para que nos re�mos de su incumplimiento? Hay algo m�s enga�oso en la burla del orgullo intelectual por la transgresi�n de la ley de Dios; porque somos, por la depravaci�n de nuestra naturaleza, menos susceptibles de la enormidad de los pecados espirituales que de los pecados de la carne. La ambici�n y el orgullo, por ejemplo, con el mundo dan una dignidad al personaje, donde la borrachera excitar�a el disgusto.

2. �D�nde est� el sentido o la sabidur�a de jugar con el pecado? �Tiene tan poco que ver la infracci�n o la observancia de la ley de Dios con nuestra felicidad o miseria, que en realidad apenas merece nuestra atenci�n seria? �Son las consecuencias del pecado insignificantes?

3. La locura de excusar o paliar el pecado no es menos manifiesta. Disminuye el aborrecimiento del pecado en nuestra mente. Al tener una visi�n baja del pecado, adoptamos est�ndares bajos de deber, objetivos bajos de utilidad, puntos de vista bajos de la santidad de Dios. Paliar el pecado es destruir la armon�a de los atributos divinos, robarle a Cristo su gloria, al cristianismo sus motivos y enga�arnos en un descuido fatal, o incluso en la negaci�n de sus doctrinas fundamentales.

Al paliar el pecado, tambi�n fomentamos la comisi�n del pecado en otros; como muchos padres han encontrado por amarga experiencia, al proteger a los hijos de la correcci�n adecuada, de una tonta consideraci�n de los sentimientos del momento. �Cu�ndo aprenderemos que toda desviaci�n de la voluntad de Dios es una p�rdida de felicidad? ( SER Nicholls, MA .)

El tonto y su deporte

Un hombre puede ser un tonto de dos maneras: sabiendo muy poco o demasiado.

I. El necio ... Todo malvado es necio. Vea esto comparando sus propiedades.

1. Es propiedad del necio no prever las cosas futuras.

2. Para afectar cosas que le hacen da�o a �l mismo.

3. Preferir las bagatelas y los juguetes antes que las cuestiones de valor y peso. El necio no dar� su chucher�a por el tesoro del rey. Ilustre por el hijo pr�digo.

4. Correr en su curso con precipitaci�n. As� como estos necios son muchos, tambi�n son de muchas clases. Est� el necio triste y el necio alegre, el necio altivo y el necio travieso.

II. El juego del tonto. Los padres llaman "burlarse del pecado", el grado m�s bajo de pecado y el umbral mismo del infierno. Considere el objeto del juego del necio: el pecado.

1. El pecado, que es contrario a la bondad, y aunque agradable a la naturaleza corrupta del hombre, incluso aborrece esas chispas y cenizas que la herrumbre del pecado no ha comido del todo de nuestra naturaleza como la dej� la creaci�n. Es una cosa contranatural "burlarse del pecado".

2. Pecado, que con sensatez provoca juicios presentes.

3. El pecado, que si no trae juicios presentes, es el m�s terrible. Cuanto menos castigo recibe la maldad aqu�, m�s se queda atr�s.

4. El pecado, que al final ser� pesado sobre la conciencia.

5. Pecado, que provoca la ira de Dios.

6. El pecado, que Dios detestaba tanto que no pod�a servir a sus propios elegidos a causa de �l, sino matando a su propio Hijo.

7. Pecado, que ser� castigado con la muerte, la muerte segunda. Pero dejo de incitar este terror y prefiero persuadirlos por el amor de Dios. ( T. Adams .)

La locura de burlarse del pecado

I. �Qu� significa burlarse del pecado? Hay tres clases de pecadores que, en sus diferentes grados, pueden ser justamente acusados ??de esta culpa.

1. Quienes estiman que es un trozo de valor despreciar toda religi�n y una grandeza de esp�ritu burlarse de todas las obligaciones de la virtud.

2. Aquellos que no lo hacen con palabras, sino con hechos, desprecian la religi�n. Este insulto pr�ctico a la religi�n; este desprecio de la virtud y la bondad en la vida y las acciones de los hombres es realmente, a los ojos de Dios, una burla del pecado.

3. Tener una opini�n tan leve sobre la maldad y el peligro del pecado, como hace a los hombres que no son del todo derrochadores, pero que se contentan con resoluciones distantes de arrepentimiento futuro, y mientras tanto se hablan en paz a s� mismos en la pr�ctica de la injusticia, o en el disfrute de placeres il�citos

II. �Por qu� motivos o razones los hombres se sienten tentados a ser culpables de los diversos grados de este vicio?

1. En cuanto a los esp�ritus profanos que consideran una muestra de valor el despreciar toda religi�n, la �nica base sobre la que tienen que apoyarse es el ate�smo y la infidelidad. La �nica base sobre la que construyen este tipo de burladores es la esperanza de que no habr� un estado futuro, ning�n juicio por venir.

2. Aquellos que pretenden creer en Dios, y sin embargo viven viciosamente, se adulan a s� mismos con la noci�n de que el pecado no es de una naturaleza tan peligrosa como lo representan los predicadores del evangelio.

3. Aquellos que son realmente sensibles a la necesidad de un verdadero arrepentimiento y enmienda, y sin embargo, en el presente, hablan paz consigo mismos en la pr�ctica de la injusticia, solo pueden encontrar un fundamento en un dise�o artificial de asegurarse ambos mundos y de atravesarlos. m�s felicidad de la que Dios o la Naturaleza los dise�aron. Esto es una burla de Dios, pero m�s verdaderamente una burla o un enga�o de s� mismos.

III. Cu�n d�biles son realmente todos esos motivos y cu�n grande es la locura de actuar sobre ellos. En cuanto al primer tipo de burladores profanos, �cu�l es el estado de tales personas cuando Dios les quita el alma? �Pueden estar seguros de que no hay Dios ni un estado futuro? El incr�dulo m�s resistente nunca pretendi� tener una demostraci�n en este caso. En cuanto al segundo tipo, aquellos que hacen profesi�n, pero viven viciosamente, con la expectativa general de que el pecado es menos peligroso y Dios m�s misericordioso de lo que generalmente se representa, Dios no tiene la menor probabilidad de ser impuesto por una profesi�n externa de servicio, que incluso un superior terrenal rechazar�a con indignaci�n.

En cuanto a la tercera clase, aquellos que se complacen en el presente, con la promesa de enmendarse poco a poco; se puede decir que esta locura es jugar con la muerte y divertirse con la destrucci�n. Es la locura de dejar escapar oportunidades que tal vez nunca se recuperen. Es la insensatez de provocar a Dios para que nos corte en su ira. Es la locura de incapacitar cada vez m�s al yo de un hombre para hacer lo que todav�a es absolutamente necesario para no dejar de hacer. Cuanto m�s tiempo un hombre contin�a en el pecado, m�s dif�cil se vuelve para �l dejarlo. Se endurece por el enga�o del pecado. ( S. Clarke, DD .)

La maldad del pecado

I. En su naturaleza. Su maldad se representa de manera m�s sorprendente al contrastarlo con el car�cter de Dios, contra quien se comete; y con la ley de Dios, cuya transgresi�n es.

1. Dios es un Ser de la m�s perfecta excelencia, que posee todos los atributos que pueden suscitar la admiraci�n, el amor y la estima de sus inteligentes criaturas. La santidad es el atributo principal y m�s brillante de la Deidad. El pecado apunta a la destrucci�n de todas las perfecciones de Dios.

2. La ley de Dios es una transcripci�n de sus perfecciones. No s�lo es santo y justo, sino igualmente bueno, calculado para promover la felicidad de aquellos que est�n sujetos a su autoridad. El pecado es la transgresi�n de la ley y, por lo tanto, debe contener una malignidad y una vileza en proporci�n a la pureza y excelencia de la ley de Dios. El pecado es el mayor de los males porque es opuesto al mayor bien.

II. En sus efectos. Dentro de nosotros y alrededor de nosotros contemplamos las funestas consecuencias de este mal mortal. No se puede nombrar ning�n dolor o miseria de ning�n tipo que no brote de esta ra�z de amargura.

1. Vea el da�o hecho a los �ngeles que no guardaron su primer estado.

2. El hombre, formado a imagen de su Hacedor, tambi�n se ha convertido en una criatura ca�da y pecadora. Las calamidades de la tierra llevan las se�ales de la apostas�a fatal del hombre de Dios. Toda la creaci�n gime.

3. Los efectos del pecado son a�n m�s graves en un estado futuro y eterno.

III. Los puntos de vista que las personas en diferentes situaciones tienen con respecto al pecado. Estos difieren seg�n sus diferentes caracteres morales. Cuanto m�s libertino se vuelve un hombre, menos maldad percibe en el pecado. Cuanto m�s puro es un hombre, m�s claras y profundas son sus convicciones de la culpabilidad y el peligro de transgredir la ley de Dios. ( David Black .)

La locura de los pecadores al burlarse del pecado

I. El car�cter de los hombres malvados e imp�os. La frase "burlarse" a veces significa un abuso de otros mediante acciones violentas y lascivas; a veces, exponer a los hombres a la verg�enza y al deshonor; a veces una imposici�n sobre la credulidad de los dem�s, cosas que parecen incre�bles e imposibles; a veces se toma por un incumplimiento de nuestras promesas. Otras dos aceptaciones que est�n m�s relacionadas con el presente prop�sito.

1. La palabra �burlarse� se toma por burlarse o burlarse amargamente de otros ( Lucas 23:11 ; Hebreos 11:36 ).

2. La burla puede tomarse por menospreciar y no tener en cuenta; considerar las cosas o las personas como triviales e insignificantes.

II. La censura pas� sobre ellos. Son "necios" que se burlan del pecado.

1. Son necios que se burlan de los pecados ajenos, para convertirlos en objeto de burla y burla. Considera qu� cosa tan maldita y horrible es tentar a otros a pecar solo para que luego puedas divertirte con ellos y provocar una escena de alegr�a a partir de la ruina de sus almas. Cu�n desesperadamente imp�os y malvados son los que pecan solo para hacer que los dem�s se diviertan.

2. Son necios que se burlan de sus propios pecados, de modo que piensan que la comisi�n de ellos es un asunto insignificante e insignificante. Esto se ver� a partir de tres cosas. Las provocaciones leves y las tentaciones f�ciles son suficientes para que se apresuren con valent�a a cometer el pecado. Es muy dif�cil obligar a estos hombres a sentir verdadero pesar o remordimiento por sus pecados. Si de alguna manera se conmueven con estas cosas; sin embargo, piensan que un arrepentimiento leve y formal ser� suficiente para enmendar todo. �Qu� es lo que induce y persuade a los hombres inicuos a tomar tan a la ligera sus pecados?

Dos respuestas:

1. Porque ven tan pocos casos de la terrible ira y venganza de Dios ejecutadas sobre los pecadores en esta vida; y los raros, que existen y son visibles, los imputan m�s al azar que a la retribuci�n de la justicia divina.

2. Y porque se asume que Dios no puede ser afectado por ning�n da�o real, porque, como �l no se beneficia con nuestro servicio, tampoco �l es agraviado por nuestras iniquidades. La gran e inexcusable insensatez de tomar a la ligera el pecado no puede ser superada. ( E. Hopkins, DD .)

La conducta del burlador

1. Implica impiedad. Burlarse del pecado es despreciar la santidad de Dios, menospreciar su autoridad, abusar de la bondad de Dios, despreciar y menospreciar la gloria de Dios, despreciar la maldici�n de Dios y la venganza amenazada; lo que implica una negaci�n de la verdad de Dios y un desaf�o desde�oso al poder de Dios.

2. Implica crueldad. No hay en la tierra un monstruo m�s inhumano y de coraz�n m�s f�rreo que el hombre que "se burla del pecado".

3. Y esa burla es la m�s encaprichada. El pecado es el mal que est� arruinando al pobre pecador mismo, apresur�ndolo a la perdici�n. ( R. Wardlaw, DD .)

La locura de burlarse de la religi�n

I. Demuestre que el nombre de necios se debe a los que se burlan del pecado. Hay tres formas en que los hombres inicuos buscan justificarse a s� mismos. Echando la culpa de todas sus malas acciones, ya sea sobre la fatal necesidad de todos los eventos, la inevitable fragilidad de la naturaleza humana o la imposibilidad de guardar las leyes del cielo. Estas pretensiones plausibles carecen de valor y, por tanto, se declara "necios" a quienes las defienden.

II. Haga una acusaci�n particular de su locura, porque se burlan del pecado. Esto est� probado porque ...

1. Esta burla argumenta el m�s alto grado de maldad; y&mdash

2. Traiciona la mayor debilidad de juicio y falta de consideraci�n. Si pecar es una locura, burlarse de �l es poco menos que una locura.

La locura se ve en vista de:

1. A quien provocan, incluso al Gobernador del mundo.

2. A qui�n repercute la lesi�n.

3. No puede haber ning�n pensamiento imaginable que pueda parecer una tentaci�n plausible. �Qu� es lo que las personas que desprecian la religi�n y se r�en de todo lo serio se proponen como motivos de lo que hacen? ( Bp. Stillingfleet .)

Tontos

I. �Qui�nes son los que se burlan del pecado?

1. El hombre que se glor�a abiertamente de su propia maldad.

2. El hombre que gui�a el ojo o sonr�e amablemente a las malas acciones de otros hombres en los negocios, la pol�tica o la vida social.

3. Los que se burlan de los que reprenden el pecado.

4. El que lleva a otros al pecado o anima a otros a permanecer en �l. Todo hombre se burla del pecado quien, ya sea en su credo religioso o por su conducta diaria, muestra que considera el pecado como una insignificancia. Si quieres entender por qu� Dios denuncia el pecado como algo terrible y monstruoso, debes observar sus terribles consecuencias, indagando no s�lo qu� es el pecado, sino qu� ha hecho y qu� har�. El pecado es una enfermedad del alma; una par�lisis que debilita una lepra que contamina, una plaga que tortura, una pestilencia que destruye todo el esp�ritu que llevamos dentro.

II. �Por qu� son tan necios los burladores? Burlarse de una cosa es, en cierto modo, tratarla o considerarla como algo insignificante. Y si la cosa es muy poderosa o grande, ya sea en s� misma o en sus influencias, tal burla debe ser una tonter�a. ( C. Wadsworth, DD .)

La locura de burlarse del pecado

I. Son necios que se burlan de los pecados de otros hombres. Los pecados que est�n abiertos y que van de antemano al juicio, con demasiada frecuencia se convierten en ocasi�n de regocijo y burla. El vino es un burlador, y el hombre sorprendido por �l es el blanco de las burlas de su compa�ero. La violaci�n de la castidad es el tema elegido de la alegr�a de muchas personas irreflexivas. El monstruoso mentiroso encuentra a muchos dispuestos a sacarlo, para que se r�an de su locura al suponer que creer�n en sus incre�bles ficciones.

Dios mira a todos y dice que los burladores son tontos, porque aquello de lo que se r�en no es una broma, ni por su naturaleza ni por sus consecuencias; y que los que se han acostumbrado incluso a sonre�r ante los pecados de los dem�s, reflexionen:

1. Qu� es todo pecado;

2. Lo que todo pecado merece.

II. Son necios que se burlan del pecado en s� mismos, para pensarlo a la ligera y tratar su comisi�n como un asunto insignificante.

1. Es un necio que se burla de su pecado, asumiendo cierta culpa con la esperanza de un arrepentimiento incierto.

2. Suponiendo que estuviera infaliblemente seguro de que se le conceder�a el arrepentimiento, todav�a ser�a un tonto al burlarse de su pecado y seguir adelante con la esperanza de arrepentirse. Porque �qu� es el arrepentimiento? No es un b�lsamo suave y f�cil para la conciencia, sino la espada del Esp�ritu que corta el coraz�n y que traspasa hasta dividir las coyunturas y la m�dula.

3. Son necios que se burlan de sus pecados, esperando ser perdonados, porque al hacerlo se burlan de los sufrimientos de Cristo. ( G. Innes, MA .)

Versículo 10

El coraz�n conoce su propia amargura; y el extra�o no se entromete en su alegr�a.

Hombre desconocido para el hombre

No puedes conocer completamente a tu pr�jimo. Todo hombre es, en cierta medida, aut�nomo. Solos nacemos, uno a uno; solos morimos, uno por uno. No es de extra�ar que debamos ser, en cierta medida, desconocidos para los dem�s, ya que ni siquiera nos conocemos completamente a nosotros mismos. Hay puntos de individualidad en cada hombre que lo hacen distinto de todos los dem�s. Los hombres en sus condiciones m�s elevadas y profundas son notablemente reservados.

Las alturas y profundidades extremas se encuentran en la oscuridad. Aprenda, entonces, que no podemos juzgar a nuestros hermanos como si los entendi�ramos y fu�ramos competentes para dar un veredicto sobre ellos. Si deseamos mostrar simpat�a por nuestros hermanos, no so�emos que esta es una tarea f�cil. Estudie el arte de la simpat�a. Todos necesitamos simpat�a, y solo hay Uno que puede d�rnosla plenamente.

I. El coraz�n conoce una amargura que le es peculiar. Esto es cierto en un sentido natural, com�n y moral. Con respecto a cualquier hombre, esto es cierto. El zapato pellizca cada pie, y solo ese pie sabe d�nde se siente el pellizco. No te inmiscuyas en los dolores ocultos de nadie. Muy solemnemente, esto es cierto con respecto al hombre imp�o y con respecto al hombre despierto. Cuando el Esp�ritu Santo comienza a convencer al hombre de pecado, de justicia y de juicio, entonces �el coraz�n conoce su propia amargura.

�Y sobre el descarriado. Y en cuanto al creyente probado. Pero la singularidad de su sufrimiento es el sue�o del que sufre. Otros tambi�n han visto aflicci�n. Conoce bien tu dolor. Y recuerde que la cura para la amargura del coraz�n es llev�rselo a su Se�or de inmediato.

II. El coraz�n conoce una dulzura que le es propia.

1. El gozo del pecado perdonado.

2. La dicha del mal vencido.

3. El gozo de la perfecta reconciliaci�n con Dios.

4. La alegr�a del servicio aceptado.

5. El gozo de la oraci�n contestada.

6. El gozo de la paz en tiempos de angustia.

7. La alegr�a de la comuni�n con Dios. ( CH Spurgeon .)

Sobre la alegr�a y la amargura del coraz�n

Las fuentes del gozo o la amargura del coraz�n son dos.

1. La propia mente temperamental de un hombre: el car�cter personal de un hombre. Todo hombre est� m�s conectado consigo mismo que con cualquier objeto externo. Constantemente es un compa�ero de s� mismo en sus propios pensamientos; y lo que encuentra all� debe, entre todas las cosas, contribuir m�s a su felicidad o inquietud. La buena conciencia y el buen humor preparan, incluso en medio de la pobreza, una fiesta continua. Cu�n tristemente se invierte la escena si el temperamento de un hombre, en lugar de la calma y el placer de s� mismo, no le produzca m�s que inquietud y agitaci�n dolorosa.

Las heridas que sufre el esp�ritu se deben principalmente a tres causas: la locura, la pasi�n o la culpa. Las desgracias externas de la vida, las desilusiones, la pobreza y la enfermedad no son nada en comparaci�n con las angustias internas de la mente ocasionadas por la locura, la pasi�n y la culpa.

2. La conexi�n en la que un hombre se encuentra con algunos de sus semejantes: los sentimientos sociales de un hombre. Tales causas de tristeza o alegr�a son de naturaleza externa. Habi�ndonos conectado en la sociedad por muchos lazos, es el decreto del Creador que estos lazos deben probar, tanto durante su subsistencia como en su disoluci�n, causas de placer o dolor inmediatamente, y que a menudo afectan profundamente el coraz�n humano. Las circunstancias m�s materiales de angustia o felicidad, junto al estado de nuestra propia mente y temperamento, son las sensaciones y afectos que surgen de las conexiones que tenemos con los dem�s.

La mejora pr�ctica a la que conduce esta doctrina:

1. Que sirva para moderar nuestra pasi�n por las riquezas y las altas situaciones del mundo. Es bien sabido que la persecuci�n entusiasta de estos es el principal incentivo para los cr�menes que llenan el mundo. Luego, contemple estas cosas con una mirada imparcial.

2. Let these observations correct our mistakes, and check our complaints, concerning a supposed promiscuous distribution of happiness in this world. The charge of injustice brought against Providence rests entirely on this ground, that the happiness and misery of men may be estimated by the degree of their external prosperity. This is the delusion under which the multitude have always laboured, but which a just consideration of the invisible springs of happiness that affect the heart is sufficient to correct. Judge not of the real condition of men from what floats merely on the surface of their state.

3. Dirijamos nuestra atenci�n a esas fuentes internas de felicidad o desdicha de las que tanto depende. Lo que est� mal o desordenado en el interior, como consecuencia de la locura, la pasi�n o la culpa, puede ser rectificado con el debido cuidado con la ayuda de la gracia divina.

4. Miremos con frecuencia a Aquel que hizo el coraz�n humano, e imploremos su ayuda para regularlo y gobernarlo. El empleo de la devoci�n en s� mismo constituye uno de los medios m�s poderosos para componer y tranquilizar el coraz�n. La devoci�n abre un santuario al que siempre pueden volar aquellos cuyos corazones han sido m�s profundamente heridos. ( Hugh Blair, DD .)

Los secretos dolores y alegr�as del coraz�n conocidos por Dios

El coraz�n de cada hombre es para s� mismo una soledad, en la que puede retirarse y estar solo, complaciendo sus propios pensamientos sin un asociado y sin un testigo. Hay un mundo dentro del cual debe permanecer sin ser descubierto por el observador m�s agudo. Y no podr�amos hacer el descubrimiento a otros incluso si lo hici�ramos. No ser�a posible comunicar a otro todo lo que hay dentro de nosotros. Uno de los placeres y beneficios de la amistad es que ayuda a los hombres, en cierta medida, a abrirse la mente unos a otros.

Pero esto solo se puede hacer en parte. Cada uno tiene su reserva. Esto es especialmente cierto con respecto a las tristezas y alegr�as de la religi�n. Ning�n cristiano puede encontrar un esp�ritu tan perfectamente af�n al suyo como para comprender todas las fuentes de su dolor o de su alegr�a. En muchos dolores y en muchos gozos, debe estar solo. No podr�a hacer una revelaci�n completa de s� mismo si quisiera; no lo har�a si pudiera.

Dios lo ha ordenado de tal manera que ning�n hombre pueda revelar completamente a otro los secretos de su alma. Esta verdad es de suma importancia cuando se compara con la otra verdad, que Dios "nos conoce todos juntos". Dos lecciones pr�cticas:

1. Si Dios est� as� cerca de nosotros, m�s cerca de lo que puede estar el amigo m�s cercano e �ntimo, debemos sentir su cercan�a y llevar con nosotros el constante sentido de ella.

2. Si nuestro coraz�n est� en gran medida apartado de nuestro pr�jimo y abierto s�lo a Dios, es en su simpat�a que debemos buscar nuestra felicidad. ( G. Bellett .)

Casos de amargura de coraz�n

I. De los dolores no revelados y desatendidos, una gran proporci�n surge de una fuerte propensi�n natural al abatimiento y la melancol�a. Como las heridas ocasionadas por la violencia externa son m�s notorias, pero menos peligrosas, que la enfermedad oculta que se alimenta de las partes vitales. Algunos cuyas circunstancias son pr�speras est�n siempre en la penumbra, su mente d�bil esparce su tinte maligno sobre todas las perspectivas circundantes.

Los espectadores se forman sus opiniones a partir de circunstancias externas, por lo que no pueden expresar su simpat�a cuando no pueden observar una causa suficiente de miseria. Si estuvieran tan dispuestos a d�rselo, este miserable hombre no tendr�a nada de su consuelo.

II. Hay una clase de hombres que podr�an tener m�s �xito en conseguir la simpat�a del mundo si pudieran decir la causa de su dolor. Las desilusiones en un largo tren han ca�do sobre la cabeza del hombre, y la hombr�a de su esp�ritu est� subyugada, y se entrega a s� mismo como sujeto voluntario al malhumor y la desesperaci�n. La ambici�n derrotada puede inquietar y disgustar a la mente aspirante. El afecto despreciado da una herida profunda e incurable al hombre de coraz�n sensible.

III. El hombre que en secreto lamenta la traici�n de un amigo tiene un reclamo a�n m�s serio sobre nuestra simpat�a. Un hombre as� seguramente dir�: "Mi amargura s�lo ser� conocida por mi propio coraz�n".

IV. Fuentes dom�sticas de discordia. Estos, por motivos de delicadeza, se ocultan a la atenci�n y la simpat�a del mundo.

V. Casos de personas que han cambiado de posici�n en la vida y no pueden adaptarse a sus nuevas condiciones. Como en matrimonios imperfectamente clasificados. Qu� miseria se experimenta que debe mantenerse en reserva.

VI. El hombre que lleva el dolor en el pecho a causa de una imperfecci�n consciente y una inconsistencia de car�cter. A menudo se ha decidido por la reforma, ha hecho grandes esfuerzos contra las tentaciones, pero ha fracasado y ha vuelto a recaer bajo la esclavitud del pecado. Esto ha ocasionado una agitaci�n miserable y una perplejidad del alma. Se lamenta en secreto porque no es tal como prescriben sus propias resoluciones, y el mundo que lo rodea cree que es.

Para todas las personas serias, es motivo de profunda preocupaci�n descubrir que una gran proporci�n de la tristeza secreta recae en quienes son m�s �tiles y merecen lo mejor de la sociedad. ( T. Somerville, DD .)

Las profundidades ocultas del coraz�n

Aunque los hombres vivan en pueblos y ciudades, y en reuniones sociales, cada hombre es un mundo para s� mismo. �l es tan distinto, incluso de quien est� en contacto material o mental m�s cercano con �l, como un orbe del cielo lo es de otro.

I. El coraz�n tiene profundidades ocultas de dolor. Hay amargura en cada coraz�n.

1. Existe la amargura del amor decepcionado.

2. Existe la amargura del duelo social: Rachels llora por sus hijos perdidos y David por sus Absaloms.

3. Existe la amargura del remordimiento moral. Todo esto se esconde donde es m�s profundo.

El dolor m�s profundo del coraz�n humano se oculta a los dem�s por tres causas.

1. La tendencia aislante del dolor profundo. El dolor profundo se retira de la sociedad y busca un Getseman� de soledad.

2. El instinto de ocultaci�n del dolor profundo. Los hombres exhiben peque�as penas, pero ocultan las grandes. Los dolores profundos son mudos.

3. La incapacidad de un alma para sondear las profundidades de otra. Hay tal peculiaridad en la constituci�n y las circunstancias de cada alma que nunca se puede comprender completamente a otra.

II. El coraz�n tiene profundidades ocultas de alegr�a. "Un extra�o no se entromete en su alegr�a". Aunque el gozo es menos oculto que el dolor, tiene profundidades desconocidas para cualquiera que no sea su poseedor y su Dios. El gozo que se apoder� del coraz�n de Abraham cuando Isaac descendi� con �l del altar en Moriah; el gozo del padre cuando apret� contra su pecho a su hijo pr�digo; la alegr�a de la viuda de Na�n cuando su �nico hijo se levant� del f�retro y regres� para alegrar su humilde hogar; el gozo de la mujer de coraz�n quebrantado cuando escuch� a Cristo decir: "Todos tus pecados te son perdonados"; tal alegr�a tiene profundidades que ning�n ojo exterior podr�a penetrar. El gozo del verdadero cristiano es en verdad un gozo "inefable y lleno de gloria". Este tema proporciona un argumento:

1. Por la franqueza entre los hombres.

2. Por piedad hacia Dios.

Aunque los hombres no nos conocen, Dios s�. ( Homilista .)

Amargura de coraz�n

Si bien el cristiano no tiene la promesa de estar exento de los sufrimientos generales de la humanidad, tiene pruebas propias de la vida de fe.

I. La naturaleza de la amargura del coraz�n del cristiano. Es arriesgado representar la vida cristiana como un escenario de sol constante y alegr�a inalterada. Esto ha provocado mucha inquietud y decepci�n. El coraz�n que est� bien con Dios tiene mucha ansiedad, inquietud y dolor. Estos dependen de la disposici�n y el temperamento.

II. Las fuentes de tal dolor y angustia internos.

1. La conciencia secreta de la culpa.

2. La debilidad general de nuestra constituci�n intelectual y moral. Por ejemplo, esa depresi�n de los esp�ritus animales a la que algunas de las mentes constituidas con m�s regularidad suelen estar m�s sujetas, y que a veces ninguna energ�a intelectual es capaz de disipar o superar.

3. Los temores a las deficiencias son a veces el resultado de esa espiritualidad aumentada de la mente que marca el progreso de la vida Divina. Cualesquiera que sean los logros del cristiano, a menudo pasa horas de angustia y alarma, y ??est� preocupado por angustiantes aprensiones con respecto a la seguridad de su estado ante Dios. Este sentimiento, por supuesto, debe ser modificado en gran medida por el temperamento y las circunstancias del creyente, y en diferentes individuos puede surgir de diferentes causas. ( John Johnston .)

La amargura y la alegr�a del coraz�n

1. Hay una amargura y un gozo del coraz�n que puede llamarse m�s peculiarmente propio, porque surge del temperamento de la mente, que da su propio tono a las circunstancias y cosas en s� mismas indiferentes. Existe un marcado contraste entre las mentes de diferentes individuos. Cada d�a est� lleno de eventos que reciben el car�cter del bien o del mal de la mente del individuo relacionado con ellos. Entonces, dado que mucho depende del cultivo de la mente y el coraz�n, que �sta sea su principal preocupaci�n.

2. Solo el coraz�n es consciente de sus propios sentimientos. La felicidad y la miseria no existen m�s que en el pecho consciente, y en gran medida est�n confinadas a �l. Hay algunas sensaciones que el coraz�n nunca intenta expresar. Hay algunos que es nuestro deseo y esfuerzo expresar. Pero cu�n d�bil es la impresi�n que podemos transmitir a otras mentes de lo que pasa en la nuestra.

Hay un solo Ser fuera de nosotros que conoce nuestro coraz�n en las alegr�as y las tristezas de la vida. Solo hay un Ser que puede penetrar en nuestros sentimientos en medio de la amargura y la alegr�a de la muerte. S�lo hay un Ser que puede ser todo en todo para nuestras almas, en los cambios y oportunidades de esta vida mortal, y en medio de las inmutables glorias de la eternidad: �Familiar�zate con �l; y estar en paz ". ( George Cole .)

Un apartamento privado de la mente

Cada mente posee en sus mansiones interiores un solemne apartamento retirado peculiarmente suyo, en el que nadie m�s que �l y la Deidad pueden entrar. ( John Foster .)

El rechazo del coraz�n a la interferencia del mundo en su amargura y alegr�a

"Si buscaras a Dios", dijo un anciano piadoso, "desciende a tu propio coraz�n".

I. La estimaci�n imperfecta que formamos del estado real del mundo. La mitad del mundo no sabe c�mo vive la otra mitad, y ciertamente la mitad no tiene idea de lo que siente la otra mitad. Todos tienen sus calamidades y dolores, de modo que ning�n hombre tiene una ocasi�n real para envidiar a su hermano. Nuestras aflicciones pueden dividirse en aquellas que sufrimos por la crueldad de los dem�s, aquellas que surgen de nuestra propia culpa, y aquellas con las que la Providencia, en el curso general de sus tratos, nos visita a todos en nuestro turno.

II. El pecado de quienes juegan con los sentimientos de un coraz�n afligido. Ilustre del ni�o que ha tra�do angustia a padres amorosos; el seductor de la inocencia; el calumniador y el chismoso.

III. Aquellos dolores que surgen de un sentido de nuestro estado hacia Dios. Vivimos, es cierto, en un mundo de mucha infidelidad y pecado, pero hay muchos que han aceptado el evangelio eterno como el poder de Dios para salvaci�n. Debe haberles abierto una visi�n muy espantosa de las cosas de esta vida; y cuando la conciencia, despert�ndolos a pensar en su deber, se�ala ese libro sagrado por el que seremos juzgados, dif�cilmente pueden dejar de mirar su vida con terror y consternaci�n.

IV. El dolor que surge de las visitas ordinarias de la providencia. Pero nuestra religi�n lleva consuelo con sus dolores. Esto proviene de la creencia en la Omnisciencia de Dios; en la gracia de Dios; en la promesa de remisi�n de pecados; en la seguridad de una resurrecci�n general. ( G. Mathew, MA .)

Sobre la secreta amargura del coraz�n

Nada debe estimarse por sus efectos sobre los ojos y o�dos comunes.

1. Entre las disposiciones mentales que prevalecen en el que sufre para sofocar sus secretas angustias y amarguras ante la inspecci�n p�blica, la primera es el orgullo, ya sea de una descripci�n indulgente o impropia. La timidez no es menos sol�cita que el orgullo para envolver sus dolores desde la observaci�n general. La prudencia y el sentido del deber ejercen una influencia similar.

2. Cuando las circunstancias de una v�ctima son externas y visibles, su percepci�n de su calamidad puede ser mucho m�s aguda de lo que el observador com�n supone. Y el coraz�n de un hombre puede estar estrujado con una amargura inusual como consecuencia de su sentido inusualmente delicado de obligaci�n religiosa y moral.

Mejoras pr�cticas:

1. La encuesta ofrece una conferencia sobre resignaci�n y satisfacci�n y refuta la noci�n de que en realidad existe una gran desigualdad en la distribuci�n divina del bien y el mal entre la humanidad.

2. El tema sugiere una lecci�n instructiva de simpat�a y bondad mutuas en todas las variedades de condiciones externas. Nunca se ha respirado todav�a un individuo en el pleno disfrute de la felicidad pura y pura.

3. Cu�dese de que el malestar com�n e inevitable no se vea agravado por ese descontento propio que surge de la desobediencia voluntaria.

4. Recuerda que estamos pasando a una condici�n de ser m�s justa e impecable, donde las almas de los piadosos y penitentes tendr�n su capacidad de gozo llena hasta los topes. ( J. Grant, MA .)

Las tristezas y alegr�as del creyente

I. Los dolores del creyente. Hay dolores comunes a los creyentes y a los incr�dulos. Hay algunas peculiaridades del hombre renovado. Aquellos que est�n m�s vivos al pecado son los que est�n m�s libres de pecado. Un fuerte sentido del pecado es una de las caracter�sticas del verdadero hombre de Dios. Los creyentes tambi�n son a veces incapaces de recibir las promesas. Cuando se les ofrece consuelo, no pueden valerse de �l. A veces hay una gran depresi�n espiritual cuando se siente que se ha retirado el favor de Dios. Pero no hay nada m�s peligroso que dejar el alma en este estado de amargura de coraz�n.

II. Las alegr�as del creyente. �En qu� encuentra gozo?

1. Del gozoso sonido del evangelio eterno.

2. El gozo de la gracia perdonadora aplicada al alma.

3. La plenitud de la gracia divina.

4. Comuni�n con Dios. ( HM Villiers, MA .)

La vida interior inaccesible

Conocemos la apariencia del otro, pero ah�, en su mayor parte, cesa nuestro conocimiento mutuo. Es posible vivir en t�rminos de intimidad incluso cercana con una persona durante muchos a�os y, sin embargo, descubrir, por casualidad, que se eleve una cortina en su vida, que acariciaba sentimientos que ni siquiera sospechabas, que sufr�a dolores de los que t� hab�as vivido. no vio ning�n rastro, o disfrut� de placeres que nunca llegaron a ninguna expresi�n externa.

La amargura que surge en el coraz�n de nuestro hermano probablemente nos resultar�a ininteligible si �l la revelara, pero no la revelar�, no puede. Y, sin embargo, todos tenemos hambre de simpat�a. Ning�n ser humano necesita ser malinterpretado o sufrir bajo la sensaci�n de malentendido. Que se vuelva de inmediato a Dios. Si no puede contar su amargura a sus compa�eros, se la puede decir a Dios. Ning�n ser humano necesita imaginar que no lo aprecian; sus semejantes pueden no quererlo, pero Dios s�.

Ning�n ser humano necesita estar sin un part�cipe de su gozo. Y esa es una gran consideraci�n, porque la alegr�a no compartida muere r�pidamente, y desde el principio est� obsesionada por una vaga sensaci�n de una sombra que cae sobre ella. En el coraz�n del Eterno habita el gozo eterno. Toda hermosura, toda dulzura, toda bondad, toda verdad, son los objetos de Su feliz contemplaci�n; por lo tanto, todo coraz�n realmente gozoso tiene un simpatizante inmediato en Dios, y la oraci�n es tanto el medio por el cual compartimos nuestra alegr�a como el veh�culo por el cual transmitimos nuestros dolores al coraz�n divino. ( RF Horton, DD .)

Versículo 12

Hay camino que al hombre le parece recto, pero su fin son caminos de muerte.

Previsiones

Parece extra�o que todos los peligros de este estado mortal se concentren en el hombre. Los peligros en todos los reinos inferiores al hombre son muy pocos, muy simples y muy breves en su alcance. El hombre, que es llamado la m�s noble de las criaturas de Dios, tropieza perpetuamente; est� perpetuamente deformado, sesgado, pervertido, enredado; est� perpetuamente amenazada con destrucciones repentinas de todo tipo. Es el espect�culo m�s sublime en su integridad y grandeza, y el m�s miserable en su ruina y ruina.

El hombre es m�s complejo que los animales. Vive en una esfera superior. Est� equipado en consecuencia. Var�a m�s porque tiene el mayor poder de variaci�n y porque las combinaciones posibles para alguien tan dotado son casi infinitas. Todos los hombres cobran vida por igual en un estado de impotencia e ignorancia. No es cierto que todos los hombres nazcan iguales o iguales. Hay tendencias hereditarias indiscutibles.

Todos nacen igual en esto: que tienen que empezar y descubrir las formas de vida. Ning�n padre puede transmitir toda su experiencia a sus hijos. Entonces, al comienzo de la vida, la voz de Dios les suena a todos, como en el texto, "Cuidado, no todos los caminos son igualmente seguros". Pero, �c�mo pueden parecer los caminos correctos y, sin embargo, incorrectos? Hay muchas cosas cuya naturaleza no se revela a la vez.

Ilustra cachorros de tigres. Una gran parte del mal radica en exceso en las cosas buenas. Si rastrea uno y otro de los grandes poderes maduros de los hombres, encontrar� que, si act�an hasta ahora, y bajo ciertas influencias dominantes, son beneficiosos; pero que por lo dem�s son viciosos. As� que los hombres son a menudo enga�ados en los caminos de la vida, como los miran al principio, porque el punto donde el bien se rompe y el mal comienza a desarrollarse, no es f�cil de discernir.

Hay formas que a los hombres les parecen correctas, pero que son muy peligrosas. En general, es cierto que el placer es fruto de la obediencia. El castigo (hablando en general) es una se�al de transgresi�n y el placer es una se�al de obediencia. Sin embargo, tambi�n es cierto que el dolor a veces indica el m�s alto grado de virtud. Sufrir es ser hombre. Pero hay mucho mal que se conoce por mal tan pronto como se ve, pero que, antes de manifestarse abiertamente, pasa por lo que podr�amos llamar una incubaci�n.

Ilustra una enfermedad infecciosa. Los elementos m�s intrascendentes de la vida son los que se reportan m�s r�pidamente, con resultados superficiales; los elementos m�s fundamentales y radicales no se reportan a s� mismos hasta que han tenido un largo per�odo de desarrollo. Es un hecho que los hombres est�n ocupados con sus semejantes para enga�arlos. En esta vida actuamos unos sobre otros, mucho m�s de lo que act�an sobre nosotros los grandes agentes naturales.

Es un gran peligro para cualquier joven ser engre�do en su propia sabidur�a y en su propia fuerza. Aquellos que piensan que tienen una fuerza y ??una sabidur�a que otros no tienen, y act�an en consecuencia, mueren porque son necios. Ning�n hombre est� seguro si no escucha la Palabra de Dios y la presencia del Se�or. Est�s perfectamente a salvo mientras vivas con la conciencia de que Dios te mira. ( H. Ward Beecher .)

El camino que parece correcto

Como consecuencia de la par�lisis de la conciencia natural, el fen�meno se�alado en el texto es de constante ocurrencia. No se hace referencia al proceder del pecador abierto, sino al del hombre equivocado y que se enga�a a s� mismo. Hay personas cuyo rumbo est� justo por debajo de ese grado de divergencia del derecho, donde la conciencia comienza a proteger, y sin embargo es seguro, ya que toda divergencia debe, si se sigue, conducir muy lejos de ella por fin.

Observe que el texto no dice que estos caminos aparentemente correctos sean en s� mismos caminos de muerte, sino que terminan en caminos de muerte. Las formas de las que vamos a hablar son principalmente de dos clases; errores en la pr�ctica y errores en la doctrina.

1. Una vida no llevada bajo la influencia directa de la religi�n. El hombre que, por muchas virtudes que posea, por muy recto que sea en los deberes de la vida, por muy cuidadosamente que pueda atender a los deberes de la religi�n, no la recibe en su coraz�n, ni act�a sobre sus consideraciones como motivo. �sta es una forma de vida que normalmente le parece adecuada a un hombre. Describe al ciudadano ordinario e irreprochable de una �poca pac�fica y religiosa.

Pero este camino debe terminar en caminos de muerte. Un d�a deben venir a la presencia de Dios y presentarse ante �l. �Con qu� vendr�n? Han dejado a Dios fuera de sus c�lculos. Ese descuido es una forma de muerte.

2. Aquellos que, creyendo de coraz�n, y viviendo en lo principal como a los ojos de Dios, son notoria y confesadamente faltos de alg�n requisito importante del evangelio. Este caso se encuentra incluso en los mismos baluartes de la profesi�n religiosa. Puede ilustrarse con todo el partidismo violento que es tan caracter�stico de nuestros d�as. El caso se encuentra nuevamente en la clase de personas que, mientras profesan celo por la religi�n en general, alimentan sin escr�pulos alg�n pecado conocido o indulgencia prohibida. Pero Aquel a quien servimos no tendr� una vida reservada, sino completa.

3. Hay una clase de personas que se ocupan de la doctrina err�nea como la otra clase con una pr�ctica deficiente. Estos suplican que cada uno debe llegar conscientemente a su propia conclusi�n y respetar esa conclusi�n como sagrada. Pero esto implica mucho m�s de lo que se sospecha a primera vista. El tema de lo que se ha dicho es este, y es una lecci�n de ninguna manera innecesaria en la actualidad, que ya sea que consideremos la pr�ctica o la creencia, el juicio de cada hombre no es la ley de cada hombre; el juicio de todo hombre puede estar equivocado, y solo podemos encontrar lo que es correcto si cada uno de nosotros cree y sirve a Dios, tal como �l se nos ha revelado en Cristo. Solo hay una forma de que sea verdad; pero uno, y ese es el camino eterno. (El decano se paga .)

Se siguieron caminos equivocados a pesar de la advertencia

Y, sin embargo, el hombre que toma lo que le parece correcto (pero es incorrecto) ser� castigado si lo sigue, porque su conciencia pervertida puede surgir de su abandono de Dios y su rechazo de la luz que �l ofreci�. ( JW Nutt, MA .)

Maneras enga�osas

La indiferencia, que es encantadora en el ni�o, es rid�cula y culpable en el hombre cuyas decisiones pueden implicar terribles consecuencias para �l y para los dem�s; la falta de previsi�n es un crimen para el hombre que tiene en sus manos las fortunas de otros o los destinos de un estado. Hay caminos que conducen a la muerte. Cada uno de nosotros ha entrado en contacto con seres cuyos excesos han llevado a un final prematuro; otros todav�a ocupan un lugar en el mundo, pero su salud arruinada, sus facultades debilitadas, muestran que est�n muertos mientras viven.

Pero hay seres que no son atacados ni en su vida ni en su fuerza, ni en su aparente dignidad, y que no son mejores por todo esto. Los h�biles, los ego�stas, que s�lo piensan en s� mismos, pueden poseer todo tipo de bendiciones terrenales; su vida puede ser rica, brillante, llena de gozo, admirada por los hombres. �Significa esto que no han entrado en un camino equivocado? La moral mundana es una red suelta que retiene a ciertos pecadores, pero permite escapar a los m�s culpables.

Muchos de los caminos que conducen a la perdici�n nos pueden parecer correctos. Los hombres argumentan que el camino que sigue un hombre debe parecerle correcto, por lo que se persuaden a s� mismos de que ser�n aceptados por Dios. En esto hay una mezcla de verdad y error. Pero la sinceridad en la ignorancia o el error nunca ha salvado a nadie de las a menudo terribles consecuencias que tal ignorancia o error puede acarrear. Las sociedades se basan en este axioma: "Se supone que nadie ignora la ley". ( E. Bersier .)

Maneras inseguras

El sabio no est� hablando aqu� de una gran maldad. Es del camino enga�oso. �Existe solo una forma de hacerlo?

I. El camino de la ignorancia voluntaria. Es muy com�n pensar que esto es una forma segura, pero su fin es la muerte. Cu�n constantemente se alega la ignorancia como excusa para descuidar la religi�n. La ignorancia que es voluntaria es pecaminosa.

II. El camino de la formalidad. Una forma exterior e imitaci�n de la piedad, sin ning�n sentimiento espiritual interior. Pero las profesiones nunca pueden enga�ar a Dios, y el camino de la religi�n formal lo ofende.

III. La forma de hacer lo mejor. A menudo se piensa que esta es la forma correcta; sin embargo, es igualmente ruinoso. �Qu� quieren decir los hombres con "hacer lo mejor que pueden"? �Pobre de m�! com�nmente significa hacer algo menos de lo que Dios requiere. En innumerables casos, hacer lo mejor significa "no hacer nada en absoluto".

IV. El por qu� de la misericordia no pactada. Los hombres reconocen que son pecadores y que merecen el castigo, pero se hablan a s� mismos diciendo: "Dios es misericordioso". Es cierto que Dios es misericordioso, pero hay una forma particular en la que solo esa misericordia se ofrece a los pecadores. Dios nunca ha dicho que perdonar� al inconverso, al impenitente, al incr�dulo, al imp�o.

V. Tu camino de buenas intenciones. Un hombre decide buscar a Dios; y eso tambi�n, a la manera de Dios, mediante el verdadero arrepentimiento, la fe en Cristo y una vida de santa obediencia. Pero se detiene con las resoluciones. De esa manera es una forma de muerte. ( J. Jowett, MA .)

El camino y el final

Todos somos viajeros. Nuestro viaje ocupa nuestra vida. Su final depende del camino que tomemos. Los finales son solo dos. Sin embargo, muchos contin�an sin prestar atenci�n. Les encanta el camino y les complace pensarlo bien.

1. Es la forma en que nacieron.

2. Ven a muchos caminar de esta manera.

3. Es el camino que m�s les agrada.

4. Es una manera f�cil de entrar.

5. Es un camino que es rentable para uno mismo.

�C�mo conoceremos este camino de muerte? Es el camino del pecado. Es el curso de este mundo. Es el camino de la indiferencia hacia las cosas de la eternidad. ( El tesoro cristiano .)

Un temperamento de precauci�n

El texto vale para el comercio, el pensamiento teol�gico, la conducta moral, las relaciones sociales; de hecho, se mantiene en todo el c�rculo de la relaci�n y la experiencia humanas. �Cu�l es la lecci�n que tal estado de cosas transmite al coraz�n sabio y comprensivo? Es que la vida debe pasarse con cautela; cuando parecemos m�s seguros, podemos estar m�s expuestos al peligro; Nuestro enemigo no solo es un le�n rugiente, cuya voz se puede escuchar desde lejos, es tambi�n una serpiente astuta y silenciosa, que se acerca a nosotros sin hacer ninguna demostraci�n, y no se revela hasta que est� a una distancia de ataque. ( J. Parker, DD .)

El derecho aparente a menudo es ruinoso

Muchos de los caminos que siguen los hombres ni siquiera pueden "parecer correctos". El camino del blasfemo habitual, quebrantador del s�bado, libertino, etc., dif�cilmente puede parecerle correcto a cualquier hombre. �Cu�les son los caminos que a menudo les parecen correctos a los hombres, pero que resultan ruinosos?

I. La forma convencionalmente moral parece correcta, pero sin embargo es ruinosa. La sociedad civilizada tiene sus reglas de vida reconocidas. Estas reglas reconocen solo la vida externa del hombre. No reconocen el pensamiento, el sentimiento, el deseo y las cosas no expresadas del alma. Industria, sobriedad, veracidad, honestidad, son el alcance de sus exigencias, y si se conforman, la sociedad aprueba y aplaude.

Sin menospreciar en lo m�s m�nimo esta moral social, estamos obligados a decir que lo que es convencionalmente moral puede ser esencialmente incorrecto. Puede surgir de motivos err�neos y estar gobernado por razones err�neas. Los escribas y fariseos de la antig�edad ten�an convencionalmente raz�n. Aunque estaban podridos hasta la m�dula. El fin de tal camino es la muerte. Muerte a todos los elementos del bienestar.

II. El camino formalmente religioso parece correcto, pero sin embargo es ruinoso. La religi�n tiene sus formas, tiene sus lugares y sus tiempos de culto, su orden de servicio, sus instituciones ben�volas. La asistencia correcta y constante a tales formas es considerada por miles como religi�n en s� misma. Es un mecanismo, nada m�s. Los movimientos de la maquinaria, no las acciones del alma. No hay vida en �l y no puede conducir a la vida, sino a la muerte.

III. El camino del ego�stamente evang�lico parece correcto, pero sin embargo es ruinoso. No hay religi�n verdadera sin una fe viva en Cristo. Pero lo que se ha llegado a llamar evang�lico es, en un grado terrible, intensamente ego�sta. Todos sus llamamientos se dirigen a las esperanzas y temores de los hombres. Su predicaci�n hace sentir a los hombres, pero todos sus sentimientos se preocupan por su propio inter�s; hace que los hombres oren, pero su oraci�n es una s�plica ego�sta por la liberaci�n de la miseria y el logro de la felicidad.

"El que busca su vida, la perder�". Conclusi�n: lo que est� bien y lo que est� mal son independientes de las opiniones de los hombres, lo que a los hombres les parece correcto a menudo est� mal, y al rev�s. Los hombres son responsables de sus creencias. Una creencia err�nea, por sincera que sea, conducir� a la ruina. ( D. Thomas, DD .)

El daltonismo moral, o ver las cosas de verdad

No pocas personas han recibido una sorpresa genuina cuando se les dice, despu�s de un examen, que estaban afectadas por el daltonismo, y un n�mero mucho mayor podr�a experimentar un impacto mucho mayor al saber que sufren de daltonismo moral. El ojo que no distingue los colores puede ser excepcionalmente bueno para juzgar la forma y extraordinariamente agudo para detectar objetos a distancia.

La v�ctima del daltonismo puede incluso nombrar los colores tan correctamente que durante mucho tiempo su defecto pasa desapercibido. De modo que la persona que es moralmente dalt�nica se distingue con frecuencia por su notable astucia y previsi�n; es todo un or�culo en cuanto a lo que es prudente en los negocios y de buen gusto en la vida social. �l menciona las virtudes y los vicios como lo hacen otras personas, y sus veredictos sobre la conducta parecen coincidir de manera tan general con la verdad que los dem�s no sospechan de su debilidad y est� completamente oculta para �l.

Sin embargo, el daltonismo moral llega mucho m�s lejos que el problema ordinario. Su mal radical reside en la imposibilidad de distinguir el blanco y el negro, un defecto sumamente raro en el ojo f�sico. Cuando la falta se delata, aunque sea en lo m�s m�nimo, en juicios sobre puntos agradables, es se�al de algo profundo y serio, que lleva a pronunciar una mentira blanca, y a llamar al mal bien y al bien mal.

La revelaci�n de su verdadera naturaleza puede llegar, como a veces ha llegado la revelaci�n del otro daltonismo, en alg�n terrible naufragio que signifique la ruina para muchos otros, as� como para el culpable. No se puede ejercer demasiado cuidado en este asunto con respecto a nadie, ya sea en su propio beneficio o en el de aquellos cuya seguridad depende en gran medida de que �l vea las cosas de verdad. Existe un terrible peligro en seguir a un l�der dalt�nico.

Hay una ventaja y un est�mulo para los dalt�nicos moralmente. El defecto no es, en su caso, org�nico; y, si bien puede desarrollarse con asombrosa rapidez si se descuida, es posible superarlo. Su detecci�n, as� como su cura, depende de las pruebas m�s cuidadosas y constantes seg�n los est�ndares m�s verdaderos y de la ayuda cada hora del gran M�dico. ( Edad cristiana .)

El camino parece correcto, pero incorrecto

Un marinero comenta: �Navegando desde Cuba, pensamos que hab�amos ganado sesenta millas un d�a en nuestro rumbo, pero en la siguiente observaci�n descubrimos que hab�amos perdido m�s de treinta. Fue una subcorriente. El barco hab�a estado avanzando por el viento, pero retrocediendo por la corriente ". Por lo tanto, el curso de un hombre puede parecer a menudo correcto, pero la corriente debajo lo lleva en sentido contrario a lo que �l piensa.

Creencias importantes; o sinceridad sin salvaguarda

Dos hombres hablaban juntos de sus creencias, cuando uno de ellos coment� con petulancia a su hermano cristiano: �No me importa cu�l sea tu credo. Soy agn�stico. No importa lo que crea un hombre si es sincero ". Oh, s�, lo hace. Dejanos ver. Una familia fue envenenada recientemente por comer hongos que cre�an sinceramente que eran hongos. Tres de ellos murieron. �No hizo ninguna diferencia? Un hombre refrend� una nota para un amigo al que cre�a sinceramente que era un hombre honesto.

Era un sinverg�enza y lo dej� para pagar la deuda. �No hizo ninguna diferencia? Un viajero tom� el tren equivocado y fue a Escocia en lugar de Brighton. �No hizo ninguna diferencia? Si un hombre es sincero, se esforzar� por conocer la verdad. Porque en lo que respecta a los hechos, todo el pensamiento del mundo no los cambiar�. Una seta venenosa sigue siendo una seta venenosa, pensemos lo que pensemos al respecto. ( Compa�ero dominical .)

Versículo 13

Incluso en la risa se entristece el coraz�n; y el final de esa alegr�a es tristeza.

En una vida de disipaci�n y placer

Tenemos muchas razones para tener cuidado, no sea que una b�squeda precipitada e imprudente del placer derrote su fin, no sea que el intento de llevar el placer demasiado lejos tienda, en el asunto, a hundirnos en la miseria. Ser�a injusto inferir, de la seria amonestaci�n de las Escrituras, que la religi�n es enemiga de toda alegr�a y j�bilo. De hecho, circunscribe nuestro disfrute dentro de los l�mites de la templanza; pero en la medida en que lo permite el l�mite sagrado, da libre campo a las gratificaciones de la vida.

Incluso aumenta su gusto por un hombre virtuoso. El texto es aplicable solo a ese grupo de hombres para quienes la templanza no es un freno. Una mediocridad de goce s�lo le est� permitida al hombre por su porci�n en la tierra. Cualquiera que sea el rango o la posici�n de un hombre, hay ciertos deberes que se le exigen, hay preocupaciones serias que deben ocupar su mente.

1. Las consecuencias obvias de una vida de placer y disipaci�n para la salud, la fortuna y el car�cter. Para cada uno de ellos es un enemigo, precisamente en el mismo grado en que se lo lleva. Se admite una satisfacci�n temporal. Pero ning�n placer sensual, excepto el regulado por la templanza, puede ser duradero.

2. La ruina que una vida de placer y disipaci�n trae sobre el estado moral y el car�cter de los hombres, as� como sobre su condici�n externa. A medida que el amor por el placer gana terreno, �con qu� insidiosos pasos avanza hacia la abolici�n de todos los principios virtuosos! Sin la ayuda de la reflexi�n y del pensamiento serio, la virtud no puede subsistir por mucho tiempo en la mente humana. Pero para la reflexi�n y el pensamiento serio los hombres de disipaci�n son extra�os.

Los hombres se asimilan a los modales de sus asociados relajados; y, sin percibirlo ellos mismos, todo su car�cter cambia gradualmente. De un personaje originalmente marcado solo por el v�rtigo y la ligereza, surge un personaje compuesto de deshonestidad, injusticia, opresi�n y crueldad.

3. Las inquietantes sensaciones que pueden invadir a los hombres de placer, incluso en medio de sus placeres. A menudo se realiza una demostraci�n de alegr�a para ocultar alguna inquietud secreta. En el fondo del coraz�n de la mayor�a de los hombres, incluso en medio de una vida irregular, se esconde un sentimiento secreto de propiedad, un sentido de conducta correcta e incorrecta. Aunque la conciencia no sea lo suficientemente fuerte para guiar, todav�a tiene la fuerza para lanzar un aguij�n. �Puede considerarse una alegr�a sincera que puede ser interrumpida y mezclada con tantas sensaciones de la naturaleza m�s desagradable?

4. Cu�n inadecuada es una vida de disipaci�n y placer para la condici�n del hombre en este mundo, y cu�n perjudicial para los intereses de la sociedad. En medio de los dolores que nos rodean, y en vista de la brevedad de la vida, �deber�amos perseguir la diversi�n vertiginosa y el placer perpetuo? Tales personas esparcen veneno en la sociedad que los rodea. Est�n corrompiendo los modales p�blicos con la vida que llevan. Crean descontento e indignaci�n en las clases m�s pobres de hombres, que ven c�mo se entregan al despilfarro y la profusi�n irreflexiva, cuando ellos y sus familias no pueden ganarse el pan.

Servir a Dios, atender las preocupaciones serias de la vida y cumplir fielmente con los deberes de nuestra posici�n, debe ser la primera preocupaci�n de todo hombre que desee ser sabio y feliz. La diversi�n y el placer son la relajaci�n, no el negocio, de la vida. ( Hugh Blair, DD .)

Dolor en medio de la risa

Una descripci�n del Sr. Opie Read, el humorista estadounidense, revela dolor en el coraz�n cuando el lector no ha visto m�s que alegr�a. �A veces�, dice el escritor, �su obra est� marcada por el patetismo m�s profundo. Hab�a perdido a dos de sus hijos, a los que estaba muy apegado, y estos acontecimientos melanc�licos dejaron impresiones muy marcadas en el hombre y en su obra. 'Cuando uno de mis beb�s muri�', me dijo, al hablarme del asunto, 'yo estaba trabajando para una revista y ten�a que hacer un mont�n de trabajo todos los d�as.

Me vi obligado a hacerlo, era mi �nico medio de apoyo. Durante ese tiempo espantoso, con frecuencia mec�a la cuna de mi beb� moribundo durante horas. Con una mano mec�a esa cuna de la muerte y con la otra escrib�a cosas para hacer re�r a la gente. Solloc� y llor�, mir� a ese �ngel y escrib� esas cosas, y sent� cada minuto como si mi coraz�n fuera a estallar. Y, sin embargo, algunas personas piensan que este divertido negocio es todo luz del sol.

A veces, incluso ahora veo art�culos flotando por ah� que escrib� mientras estaba bajo la sombra de la muerte, y ocasionalmente alg�n editor prologar� estas mismas cosas con un comentario como, "El genial y alegre Opie Read dice esto y aquello" - s�, sobre estas mismas cosas que escrib� cuando mi beb� se estaba muriendo y mi coraz�n estaba a punto de estallar '�. ( JFB Tinling ).

Versículo 14

El descarriado de coraz�n se llenar� de sus propios caminos.

El deslizador hacia atr�s en el coraz�n

I. La naturaleza general, los s�ntomas y el progreso de la reincidencia. La idea de retroceder es la de alejarse gradualmente de un objeto a la vista. No es la vuelta atr�s como en el caso de los que abandonaron al Salvador, es m�s bien como los que, movi�ndose contra la corriente, descansan sobre sus remos. El reincidente es aquel que ha tenido algunos puntos de vista y alguna experiencia, ya sea real o supuesta, de la religi�n verdadera: incluso puede haber habido alg�n disfrute en las cosas de la religi�n; pero despu�s de alg�n progreso hay un declive gradual, una p�rdida del gusto y del disfrute, un declive en el ardor y el celo. Pueden observarse s�ntomas particulares de retroceso:

1. En la forma en que se atienden los deberes secretos de la religi�n.

2. Asistir al culto p�blico.

3. En la conducta, el temperamento y la conversaci�n. El progreso de la reincidencia es de mal en peor. Hay una renuncia gradual a los principios, una creciente laxitud en la pr�ctica y un abuso de los privilegios cristianos en una excusa para el pecado.

II. Las terribles consecuencias de la reincidencia. "Se llenar� de sus propios caminos". Ver el reincidente. Ha perdido su deleite, su gozo en la religi�n. Ahora es una tarea fastidiosa. Cay� al suelo del mundo; �encuentra consuelo all�? No, todav�a est� insatisfecho, todav�a perplejo. Se impacienta, se irrita; una carga para s� mismo, una carga para los dem�s. �Cu�n tremendamente se considerar� verdadero el texto cuando el finalmente impenitente est� en ese lugar donde la esperanza nunca llega! ( T. Webster, BD .)

Reincidente en el coraz�n

El �nico caso en la Biblia inglesa donde aparece la palabra �descarriado�.

I. Describa lo que es la reincidencia de coraz�n. Para algunos, la experiencia que llamamos "conversi�n" es m�s conscientemente definida que para otros. Recuerda la experiencia. Si el amor entonces sentido no ha continuado, hay un retroceso en el coraz�n. La experiencia es compatible con un gran celo y actividad, con el mantenimiento de una sana disciplina y con una decidida ortodoxia. El descarriado de coraz�n se describe as� en la Palabra de Dios: ha perdido su primer amor; es tibio de esp�ritu; mezclado con el mundo; de doble �nimo y de coraz�n d�bil.

II. Algunas de las cosas que conducen a la reincidencia del coraz�n.

1. Descuido de la Palabra de Dios. La mayor�a, si no todos, de esos retrocesos pueden atribuirse a esta negligencia.

2. Descuido de la oraci�n privada.

3. Sufrir el pecado para permanecer inconfesado.

4. Falta de actividad cristiana.

5. No hacer profesi�n p�blica de nuestro amor a Cristo.

III. C�mo lidiar con el descarriado de coraz�n. "Est� lleno de sus propios caminos". No es f�cil despertar su inter�s. Siempre es dif�cil llegar a su conciencia. El argumento no tiene �xito. Lo �nico que puede hacer es devolverlos a su primera experiencia. Deben volver a Jes�s. ( WP Lockhart .)

Reincidencia progresiva

La reincidencia de coraz�n supone necesariamente una rectitud de principio antecedente. Un hombre puede ser un descarriado de coraz�n incluso cuando no se le puede acusar de un pecado notorio y manifiesto. Un hombre puede, a trav�s de la violencia de la tentaci�n, ser conducido al mal sin comenzar a retroceder de coraz�n. El caso del texto se ilustra en Efra�n. En �l podemos rastrear al creyente en la calidez del amor conyugal; en todas las etapas de la reca�da del coraz�n, hasta hartarse incluso de sus propios caminos; as� como en el humilde estado de restauraci�n a su Dios y Salvador.

La primera etapa de la reincidencia es un coraz�n dividido. Las figuras cambian y el coraz�n dividido se reduce a una vid vac�a. Una persona puede haber hecho grandes avances en el retroceso del coraz�n, pero mantener una profesi�n de religi�n. Dejemos que un profesor una vez se reduzca a una parra vac�a, es mucho si no hace m�s avances en el retroceso del coraz�n. La siguiente etapa es la presunci�n. Luego, con Efra�n, el descarriado hace altares al pecado.

Entonces se vuelve como un pollino de asno salvaje en el desierto, aspirando el viento y siguiendo el viento del este. Y una agravaci�n final es tratar con enga�o a Dios. Los descarr�os del coraz�n pueden estar ocultos durante mucho tiempo a la vista del hombre, y pueden ser de tal naturaleza que no pueden convertirse en un asunto de examen de la Iglesia. Se representa a Dios compadeciendo el miserable caso de Efra�n. Dios no aceptar� su iniquidad, ni se confabular� de ninguna manera con su pecado. Dios finalmente se apartar� de �l. �Qu� se puede esperar ahora sino la ruina final y el derrocamiento eterno de Efra�n? ( John Macgowan .)

Sobre la reincidencia

I. �Se pregunta entonces en qu� consiste este retroceso?

1. Cabe se�alar que se puede fechar desde que se convirti� en estacionario en los logros religiosos. Si el creyente no progresa en su curso, ni alcanza una mayor competencia en la experiencia cristiana, existe alg�n defecto radical e interno. Ya en el coraz�n se est� desviando de Dios. �No est� creciendo en conocimiento? �Su gusto por los objetos divinos no se est� volviendo m�s fuerte? �No experimenta un creciente apetito por la provisi�n espiritual? Entonces debe ser denominado un descarriado, ya que la deficiencia del aumento requerido en estos aspectos manifiesta que el estado actual de su coraz�n no est� del todo bien con Dios.

2. Una vez m�s, consiste en la decadencia real de esos santos disposiciones implantados en el alma por el Esp�ritu Santo. El estado m�s alto de reca�da en el que puede caer el creyente genuino es la complacencia en cualquier pecado flagrante o atroz. Sea testigo de las flagrantes faltas de No� y Lot, de David y Pedro.

II. Prestemos atenci�n ahora a las causas y s�ntomas de esta enfermedad espiritual.

1. Recordemos, en general, que la causa principal de este doloroso desorden es la corrupci�n, la depravaci�n y el enga�o del coraz�n humano. De esta fuente contaminada se origina toda desviaci�n de Dios.

2. Una causa y s�ntoma particular de la reincidencia es la interrupci�n de los deberes religiosos, el medio designado para el aumento. Es bien sabido que el ejercicio y el empleo son necesarios para preservar y promover la salud. Similar es el caso del cristiano. Los ejercicios y compromisos religiosos son requisitos indispensables para el avance de los h�bitos de gracia. El descuido de estos inducir� invariablemente la declinaci�n.

Baste mencionar dos deberes secretos, cuya desatenci�n es particularmente productiva en declive. Estos son la oraci�n y el autoexamen. El primero es absolutamente necesario para sostener el principio vital de la gracia, en una condici�n viva y pr�spera. Seg�n las comparaciones de algunos antiguos te�logos dignos, es para el alma lo que los pulmones son para el cuerpo. El otro deber de armario especificado como tan necesario para la prosperidad del alma es el autoexamen.

�Ellos�, dice cierto escritor, �que en una embarcaci�n loca navegan por un mar en el que hay baj�os y corrientes innumerables, si quieren mantener su rumbo o llegar a salvo a su puerto, deben reparar cuidadosamente las heridas m�s peque�as, muchas veces tirar su l�nea. y tomar sus observaciones. Tambi�n en el viaje de la vida, el cristiano que no quiera hacer naufragio de su fe, mientras habitualmente est� atento y providente, debe hacer su trabajo expreso el examinar su estado y comprobar su progreso.

�Si observamos a un comerciante extenso descuidar por completo sus libros, y extremadamente reacio a que los examinen, se despertar�a instant�neamente una sospecha considerable y una fuerte presunci�n de que, seg�n la frase vulgar, est� regresando al mundo. ( La revista cristiana. )

Reincidentes en el coraz�n

La boya de campana debe sonar sobre la roca todo el tiempo porque la roca est� all� todo el tiempo. La raz�n por la que la Biblia advierte tanto sobre la reca�da es porque siempre estamos en peligro de recaer. Una enfermedad puede estar carcomiendo nuestra vida; nuestro barco en la niebla puede estar a la deriva sobre una costa rocosa. Solo corremos un mayor peligro si no somos conscientes de ello. La reincidencia comienza inesperadamente: como una enfermedad peligrosa, se infiltra en nuestro sistema de manera tan secreta que es necesaria la m�xima vigilancia para que no seamos tomados desprevenidos.

I. Primero, h�ganos saber que la reincidencia comienza en el coraz�n. Las hojas de un �rbol frutal comienzan a marchitarse, enrollarse y marchitarse; no hay plenitud de vida, no hay fruto. Sospechas de un gusano, algo que roe el asiento de la vida, el coraz�n. Los hombres caen como los �rboles, despu�s de la descomposici�n gradual del coraz�n ( Proverbios 4:23 ; Oseas 10:2 ).

II. Bueno, recordar, tambi�n, que un descarriado de coraz�n no siempre es un descarriado en la vida. De hecho, a menudo es un trabajador celoso en las cosas externas; muestra un orgullo honesto por todo el �xito de la Iglesia. Tambi�n mantiene fielmente las formas del deber cristiano personal y p�blico, etc. Pero la forma sin el poder ( 2 Timoteo 3:5 ). Rico - pobre ( Apocalipsis 3:17 ).

III. Note, tambi�n, algunos de los signos o indicios de haberse descarriado.

1. P�rdida del gusto por las devociones privadas. Puede mantenerlos, pero no los disfruta como antes ( Juan 15:9 ).

2. P�rdida de inter�s en la Palabra de Dios. Puede seguir leyendo, pero no amando como antes ( Salmo 119:11 ; Salmo 119:97 ).

3. Pensar a la ligera en el pecado ( Cantares de los Cantares 2:5 ; G�nesis 19:20 ).

4. P�rdida del celo en el trabajo espiritual. No hace ning�n trabajo para ganar almas ( 2 Timoteo 4:2 ).

IV. Una vez m�s, considere cu�les son algunas de las causas de la reincidencia.

1. Tomar desprevenido. Avenidas de aproximaci�n sin vigilancia ( Marco 14:38 ).

2. Amor al mundo. Cuando el mundo est� adentro, Cristo est� afuera ( 1 Juan 2:15 ).

3. El descuido habitual de un solo deber conocido ( Juan 1:1 ).

4. La indulgencia habitual de un solo pecado conocido. Comprometer; perdonando al peque�o, etc. ( 2 Samuel 12:7 ).

V. Por �ltimo, tenga en cuenta algunos de los resultados de la reincidencia de coraz�n. "Se llenar� de sus propios caminos". No los caminos de Dios para sus seguidores.

1. Con formas de duda. Retrocediendo de coraz�n, �cu�ntas veces comienza la duda! ( Salmo 73:11 ). 2, formas de encontrar fallas. Todo parece cansado porque el coraz�n est� mal ( �xodo 16:2 ).

3. V�as de alienaci�n. Abandonando al Salvador y Su servicio ( Malaqu�as 3:13 ).

4. Formas de desesperaci�n. La condici�n humana m�s triste ( 1 Samuel 28:6 ; 1 Samuel 28:15 ). �Es usted consciente de haberse descarriado incluso el m�s m�nimo? ( Evangelista .)

�La bondad avanza o retrocede?

El coraz�n obedece a alguna ley del cielo; las aguas no fluyen por la atracci�n del sol y la luna. En algunas partes del globo, el mar est� ganando terreno poco a poco; en otros, est� retrocediendo gradualmente y dejando la tierra seca y desnuda. �Est�n las aguas llenas y purificadoras de la vida eterna ganando en nuestras costas o no? ( Edad cristiana .)

Decadencia espiritual

Supongo que ser�a dif�cil describir las causas y el funcionamiento del consumo y el declive. El mismo tipo de enfermedad es com�n entre los cristianos. No es que muchos cristianos caigan en el pecado exterior, y as� sucesivamente, pero en todas nuestras iglesias tenemos decenas de personas que est�n consumidas espiritualmente; sus poderes son todos d�biles y en descomposici�n. Tienen un ojo inusualmente brillante, pueden ver las faltas de otras personas muy bien, y algunas veces tienen un rubor en las mejillas, que se parece mucho a un celo ardiente y una vida espiritual eminente, pero es ocasional y superficial.

�La energ�a vital est� disminuyendo: no trabajan para Dios como obreros genuinamente sanos; no corren en la carrera de sus mandamientos como corredores atl�ticos, decididos a ganar el premio; el coraz�n no late con un latido moviendo a todo el hombre, como un enorme motor env�a los latidos de su fuerza por toda la maquinaria; siguen durmiendo, por el camino correcto es cierto, pero holgazaneando en �l.

Sirven a Dios, pero es por d�a, como decimos, y no por pieza; no trabajan para producir mucho fruto, se contentan con un peque�o racimo marchito en la rama m�s alta, aqu� y all�. Ese es el estado mental que quiero describir, y se produce en noventa y nueve de cada cien creyentes por un largo camino de prosperidad y ausencia de problemas espirituales. ( CH Spurgeon .)

El buen hombre se saciar� de s� mismo.

La maravilla del mundo, una mente contenta

Ninguna b�squeda es m�s vana que la b�squeda de un hombre contento. Hemos hecho que la felicidad y el contentamiento sean algo externo a nosotros mismos. En el texto hay tres paradojas.

I. Un buen hombre. La bondad es una cualidad interna. El buen hombre es �ntegro por dentro, sano por dentro. De ah� su satisfacci�n; toda la salud est� dentro. La piedad tiene sus propios recursos y poderes internos. Se cuenta una bonita historia de un rey, Shah Abbas, que en sus viajes se encontr� con un pastor. Lo encontr� tan sabio que lo elev� a un gran poder: se convirti� en un gran estadista. Pero se descubri�, muchos a�os despu�s, que frecuentemente iba a una casa solitaria, de la que guardaba la llave; all� se supon�a que guardaba su tesoro; es m�s, se supon�a que all� tram� planes contra su amo real; all�, se pensaba, podr�an acudir los traidores.

Los cortesanos susurrantes persuadieron al rey de que abriera la puerta, a fin de que toda la villan�a quedara al descubierto, y se encontr� una habitaci�n vac�a, salvo su billetera de pastor, su bast�n, su cayado y su abrigo viejo. "Aqu�", dijo, "vengo, para que si alguna vez me siento tentado a pensar m�s en m� mismo de lo que deber�a pensar, pueda ser reprendido recordando mi origen y lo que mi ascenso ha hecho por m�". El contentamiento es contenci�n; la idea en �l es la de haber aprendido la lecci�n de la autosuficiencia y la autosuficiencia. El contentamiento es un sentido de posesi�n; una sensaci�n de deseo satisfecho.

II. Un hombre satisfecho. La vida de la mayor�a de los hombres transcurre con inquietud. Molestarse es deshilacharse; la inquietud lleva la vida ra�da. El contentamiento es la ciencia del agradecimiento. Las causas del descontento son la holgazaner�a, vivir sin prop�sito. Es s�lo en la ocupaci�n propia que tenemos dominio propio.

III. La fuente de la satisfacci�n. "De �l mismo".

1. El santo est� satisfecho con el objeto y fundamento de su fe.

2. En la evidencia de su religi�n.

3. En las ordenanzas del santuario.

4. En la ley de la vida.

5. En el reparto y destino del mundo.

Puede haber cuatro respuestas a la pregunta �Est� satisfecho?

(1) Yo soy. No conmigo mismo, sino conmigo mismo. Encuentro mi felicidad dentro.

(2) No lo soy. Para m�, la religi�n no es descanso, sino inquietud; se me describe ahora principalmente por apetitos insatisfechos.

(3) Trato de persuadirme a m� mismo de que lo soy, pero no lo soy; Todo est� tan desvaneci�ndose, tan fugaz, podr�a quedar satisfecho, �podr�amos continuar aqu�?

(4) Yo soy. Los extremos se encuentran, yo soy. No veo motivo para la ansiedad, y mis negocios y mis placeres me bastan. Pero lo que llamas satisfacci�n, lo llamo muerte. No hay un rayo de felicidad, propiamente, de ustedes; todo es prestado y todo es ilusi�n. Si no encuentra el verdadero contentamiento en la tierra, no lo encontrar� en ninguna parte. ( E. Paxton Hood .)

Un buen hombre o excelencia moral

�Qu� es un buen hombre? �Qu� es la bondad en el hombre? Una cosa es buena en el sentido de que est� adaptada para un fin determinado, que puede suponerse que es el objeto de su existencia. Lo bueno es la direcci�n correcta del poder y la capacidad en cualquier cosa y en todo. El mal es la direcci�n equivocada o el abuso de poder y capacidad. El mal es posible a trav�s de la libertad de la criatura, en la que se puede usar o abusar de todos y cada uno de los poderes, bien o mal dirigidos.

El mal s�lo es posible mediante la libertad de la criatura; se extiende tanto como se extiende esa libertad; y consiste en una mala direcci�n y abuso de los poderes que son esencialmente buenos, como los dio Dios. Un buen hombre es simplemente un hombre que usa todos los poderes que Dios ha puesto a su alcance para que respondan perfectamente al fin que Dios dise��. Tenemos, para guiarnos hacia y en la direcci�n correcta de todos los poderes, estos tres principios:

1. Que todo se haga para el mayor bien de la humanidad en general, o de otros hombres, no para uno mismo.

2. Que se haga de la mejor y m�s perfecta manera posible para el hacedor.

3. Que al hacerlo, reconocemos ese designio universal del amor de un Padre bajo el cual es posible el bienestar de cualquier criatura y de todo el universo. Aquel cuya vida encarna estos principios es un buen hombre. Los hombres buenos y malos no nacen as�, ni se hacen as� por poder externo. Se vuelven tan libremente. Cu�n universal es la aplicaci�n de este principio. Cada una de las cosas que hace un hombre implica el uso o abuso de alg�n poder que posee.

El gran bien del hombre es siempre interior, intelectual, espiritual. El elemento principal del poder ser� que el buen hombre est� buscando alcanzar alg�n ideal de vida, la fuente de su inspiraci�n y el objeto de sus m�s ambiciosas esperanzas. ( S. Fager, BA .)

El buen hombre satisfecho de s� mismo

Este sentimiento suena m�s parecido al esp�ritu orgulloso de la filosof�a estoica que al esp�ritu humilde de la religi�n revelada. Esa filosof�a ense�� a sus disc�pulos a aspirar a una independencia absoluta y universal. Insisti� en que el "hombre sabio" no debe buscar la felicidad en ninguna direcci�n, sino encontrarla en s� mismo absolutamente. La Escritura busca hacer a los hombres independientes de una manera que sea posible y por medios que sean buenos.

El hombre, como criatura finita, debe ser siempre dependiente. No puede girar sobre su propio centro y mirar al exterior para nada. Solo Dios existe por s� mismo y es autosuficiente. �A qui�n hay que decirle que la humanidad generalmente no encuentra la felicidad busc�ndola en su propio pecho? Este texto no ense�a que la felicidad de un buen hombre se disfrute en absoluta independencia de todas las cosas creadas, y mucho menos de lo Increado.

Tampoco ense�a que est� llamado a negarse a s� mismo el uso moderado de las cosas que la Providencia puede poner a su alcance y a las que se adapta su naturaleza. Simplemente ense�a que el buen hombre se satisface de s� mismo, en oposici�n a las bendiciones externas y temporales como fundamento principal, indispensable y absoluto de sustento. Las almas de los verdaderos siervos de Dios se convierten en Su habitaci�n por medio del Esp�ritu, y esta morada est� acompa�ada de una paz que el mundo no puede dar ni quitar.

El testimonio del Esp�ritu de Dios sobre el esp�ritu del hombre implica esencialmente la felicidad, una felicidad que es independiente de todo lo dem�s y que se disfruta, tanto espont�neamente como en la reflexi�n. Esas disposiciones y h�bitos que son frutos del Esp�ritu hacen del alma humana un tesoro de felicidad y hacen que su poseedor sea en gran medida independiente de todas las cosas creadas; pero esta misma felicidad puede ser objeto de reflexi�n y realzada por ella.

El don del Esp�ritu en el hombre, el testimonio del Esp�ritu al hombre, los frutos del Esp�ritu sobre el hombre, estas cosas son internas e inagotables. Un hombre tan favorecido y dotado est� satisfecho de s� mismo, por varias razones: porque no est� atormentado por la aprensi�n de la riqueza de Dios; porque est� m�s o menos liberado del dominio de las pasiones que amargan la vida humana; porque ha adquirido gustos y temperamentos que esencialmente y espont�neamente producen paz y alegr�a; porque la reflexi�n sobre lo que se ha hecho por �l y en �l es una fuente m�s de consuelo; y porque tiene una esperanza positiva llena de inmortalidad, que lo alegra en cada prueba y arde cada vez m�s a medida que la oscuridad de la tribulaci�n externa se espesa a su alrededor.

Lo que as� se presenta como doctrina se ha realizado miles de veces en la experiencia humana. A menudo se ha encontrado al pueblo de Dios manteniendo una maravillosa independencia simplemente dependiendo de Dios, y ha estado satisfecho de s� mismo porque Dios estaba en ellos. Enoc, Abraham, Jacob, Jos�, Daniel, Pablo y Juan. En el mejor de los casos, la vida humana es algo accidentado. Con el bien, el mal est� en todas partes mezclado, en gran parte mezclado. Cada coraz�n conoce su propia amargura y cada coraz�n tiene la suya. Est� claro que si la felicidad y la satisfacci�n se encuentran en absoluto, deben encontrarse en el interior. ( W. Sparrow, DD .)

La autosatisfacci�n del buen hombre

El paralelismo de este vers�culo es una ilustraci�n de la gran ley de sembrar y cosechar. Ahora tomamos al buen hombre y la satisfacci�n que fluye de s� mismo. Debe haber algunas personas en el mundo a quienes con raz�n llamamos buenos hombres. La frase es frecuente en las Escrituras. En las ense�anzas de nuestro Se�or estamos dirigidos tanto al origen como al final, la fuente y manifestaci�n de la bondad. �l dice: �Purifica la vida interior; rectifica el coraz�n, porque 'de la abundancia del coraz�n habla la boca.

'�Observe la diferencia entre el buen hombre de la Biblia y el buen hombre de sociedad. El buen hombre de la Biblia es un hombre de fe y devoci�n religiosa, de comuni�n con Dios y santidad de coraz�n; y este elemento divino que fluye hacia abajo y opera hacia afuera, produce las manifestaciones de equidad, benevolencia, laboriosidad, prudencia y toda "santa conversaci�n y piedad". El buen hombre del mundo construye cuesta arriba desde la tierra.

Atiende a las virtudes personales considerando su tendencia a beneficiarlo; del amor propio, del desprecio del vicio o del miedo a sus malvadas consecuencias. Cultiva las virtudes sociales a partir del c�lculo o del sentimiento y disposici�n afables. Pero en todo esto, �l edifica hacia arriba, est� sobre la tierra y nunca llega a esa regi�n superior en la que comienza la bondad de los buenos hombres de la Biblia. La virtud no es santidad. Se diferencian entre s� en naturaleza, origen y fin.

1. La satisfacci�n del buen hombre surge de la circunstancia de que est� regulado en su car�cter y conducta por una cosa fija y estable: por principio. La pregunta con �l es: �Qu� es el deber? �Qu� se le debe a Dios? No vive por impulso; no le mueve la pasi�n; no se rige por las circunstancias; no act�a para asegurar ning�n objeto temporal. Estas cosas har�an desdichado a cualquier hombre, si de ellas surgiera su satisfacci�n. En medio de su actividad, la satisfacci�n del buen hombre surge de s� mismo, de la conciencia de que act�a seg�n los principios y ante los ojos de Dios.

2. El sentimiento puede ilustrarse por el contraste que a menudo se manifiesta entre el buen hombre y el malvado, cuando este �ltimo es llamado a comer el fruto de sus propios caminos. Con frecuencia encontramos que un hombre se ha llevado a s� mismo por su locura y pecado - por extravagancia, imprudencia y pasi�n - a una condici�n de perfecta servidumbre, y quiz�s de peligro, de la cual es imposible liberarse.

El hombre ha tra�do tanta miseria a su coraz�n, tanta pobreza y angustia a su familia, est� tan atado y atado por las consecuencias de su propia conducta, que no tiene poder para ayudarse a s� mismo, y si se siente aliviado, debe ser por la interferencia de otros, ya expensas de su propio car�cter. Ahora, en una tranquilidad como esa, el hombre tan aliviado est� satisfecho; pero no est� �satisfecho de s� mismo.

�El buen hombre, por el contrario, no s�lo se salva de tal dolor y miseria, sino que se coloca en circunstancias, resultado de una conducta sabia y santa, para poder ayudar a los dem�s.

3. La satisfacci�n del hombre bueno surge de haber sido preservado del aguij�n y el reproche de una mala conciencia. Esta es una expresi�n algo negativa, pero es una gran y positiva bendici�n. Es algo que un hombre no tiene, es decir, no tiene la conciencia perturbada, dolorida y lacerada.

4. Considere tambi�n el placer positivo y creciente, el deleite creciente del alma del buen hombre. No est� mal que un hombre reflexione con agradecida complacencia sobre las acciones que son buenas. Un hombre que ha vivido una vida de bondad activa y puede reflexionar sobre una larga serie de hechos que llevar�n la reflexi�n, tiene dentro de s� una fuente de satisfacci�n esencialmente elevada, pura y profunda.

Lecciones de este tema:

1. El tema, bien entendido, est� en perfecta armon�a con la verdad evang�lica.

2. Es importante examinar nuestra condici�n y la relaci�n que mantenemos con Dios y la bondad.

3. Si por la gracia de Dios los hombres han llegado a un estado de armon�a con Dios y todo lo que es bueno, y si su vida, por dentro y por fuera, est� en tal armon�a que est� ministrando, por as� decirlo, a sus almas un secreto bendita satisfacci�n, deben tener mucho cuidado de no desafinar el arpa. Los hombres buenos, los hombres cristianos, al ceder a la tentaci�n, al cometer el pecado, se han entrometido en los movimientos armoniosos de su vida y han perdido la salud.

4. Aprenda a tener una visi�n noble y varonil de la vida. Vive por deber, no por placer; por principio, no por conveniencia; para la aprobaci�n de Dios, no para la alabanza de los hombres. No pensemos en los resultados inmediatos y temporales, sino en los �ltimos y externos. ( T. Binney .)

La vida autosuficiente

(con Juan 4:14 ): - �Por qu� juntar estas cl�usulas? Seguramente dir�s: "Para ilustrar una verdad a modo de contraste": porque �acaso uno no se�ala a un hombre que est� satisfecho de la fuente de una moral humana, mientras que el otro ve a Cristo que mora en �l como el manantial de la satisfacci�n incesante? las palabras de Cristo son una ex�gesis de las palabras de Salom�n. Ambos proclaman la autosuficiencia de la vida espiritual. Nuestro tema es la vida autosuficiente.

I. Surge de su interioridad. Salom�n dice que un buen hombre est� satisfecho de "s� mismo"; Cristo que el agua que �l da est� "en �l". Pero, �cu�l es el agua viva que da Cristo? Cristo nos dice que es la vida eterna. La fuente misma es Jes�s "glorificado en el coraz�n por el Esp�ritu Santo". Note la interioridad del �Pozo� - �de s� mismo� dice Salom�n, �en �l� dice Cristo.

�Pero donde? �En qu� parte del hombre habita Cristo? En el momento de la regeneraci�n, Cristo entra en el ser m�s profundo del hombre, entra en lo que subyace a todas las facultades, lo cambia; lo convierte en Su Lugar Sant�simo, y desde �l act�a a trav�s de toda la gama de la naturaleza del hombre. Cristo habita en el hombre, en ese algo misterioso que trasciende la conciencia que piensa, ama, imagina, quiere. Este asiento de Cristo en el regenerado, debajo de las facultades del hombre, explica c�mo posee una felicidad incesante, una paz inquebrantable, una tranquilidad inquebrantable.

II. Surge de su autoactividad. Mira el "Bueno". Este es Cristo mismo, en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, es decir, los atributos ilimitados y la vida de la Deidad, toda gracia, toda gloria, todo poder. Este Divino Pozo no es como el estanque de Betesda, cuyas aguas estancadas tuvieron que ser removidas por la mano de un �ngel antes de que pudieran vivir con virtud y poder curativo. La plenitud de Jesucristo en un hombre es una plenitud viviente. Est� eternamente vivo. El agua brota. Esto sugiere dos ideas.

1. Trae esta vida ante nosotros no como mera agua que brota, sino como vida, un ser vivo que, como todos los dem�s tipos de vida, toma para s� un organismo y se construye por la ley de la evoluci�n y el desarrollo. , hasta que alcanza la madurez de su ser.

2. Note el objetivo de su movimiento, el punto hacia el cual se despliega, no brota hacia el mundo, sino hacia la vida eterna. Sin embargo, el agua, su elemento satisfactorio, es independiente del mundo. Todo el tiempo ha sido as�. Cristo, la fuente, est� eternamente activo. El agua brota en s� misma y su punto final es la vida eterna. Sin embargo, no debemos suponer con algunos que esta vida se vuelve eterna, como si al principio fuera mortal, pudiera morir; pero en alg�n momento se volvi� eterno.

No. Es eterno en su germen, eterno en sus desarrollos iniciales. La idea de nuestro texto es bastante diferente. Es una vida que, al no tener su fuente en la tierra, obedece a una ley de la naturaleza y busca su fuente original en el cielo. El hombre, originalmente formado a imagen de Dios, busca reunirse con �l.

III. Surge de su poder para satisfacer al hombre. Este es un hecho de la vida, sentido seg�n la espiritualidad del hombre, la profundidad y la riqueza de su experiencia de Cristo. Esta viuda solitaria, despojada de todo, tan absolutamente desamparada que no tiene nada que competir con Cristo en ella, tiene un gozo inefable y lleno de gloria. Este esp�ritu dulce y santo, que durante mucho tiempo ha estado acostado en un lecho de dolor y enfermedad, que durante a�os no ha visto crecer la hierba ni florecer las flores, que vive en esa buhardilla en medio del polvo y el ruido de la gran ciudad, tiene a Cristo en ella. coraz�n, un pozo de agua, una satisfacci�n, una alegr�a perfecta.

Las aguas saladas de la prueba y el dolor, el trabajo y la p�rdida pueden desbordarnos, pero en la parte regenerada del hombre hay un pozo de agua: fresca, dulce, viva, siempre brotando. Esta es la alegr�a y la paz que se encuentran m�s all� del toque del tiempo. ( Hugh Mair .)

La felicidad no depende de nuestras circunstancias externas.

El texto no pretende negar que las circunstancias externas tengan una influencia considerable sobre nuestra felicidad. El sentimiento no debe tomarse como una descripci�n de la condici�n real de la sociedad. La felicidad de la gran mayor�a de la humanidad depende de circunstancias externas. La cuesti�n que tenemos ante nosotros no radica entre la influencia de las circunstancias externas, por un lado, y el control Divino, por el otro. El texto no afirma la independencia de Dios del buen hombre.

I. Dos grandes principios de la felicidad, o ingredientes de los que se compone.

1. Tranquilidad. A menos que la mente est� en un estado de quietud y paz, no puede haber felicidad. Y la paz se comunica al esp�ritu de manera directa y gloriosa a trav�s de la influencia divina.

2. Expectativa. Esperando algo que no poseemos.

II. La superioridad de estos principios a las circunstancias externas.

1. Dios no ha elegido las circunstancias externas como medio a trav�s del cual imparte estos elementos de felicidad a la mente.

2. Dios lo ha ordenado de tal manera en la econom�a de la gracia que el hombre es el agente inteligente y voluntario en la aplicaci�n de estos elementos de felicidad a su propio caso.

3. Siempre que nuestras mentes est�n bajo la influencia de los principios m�s elevados de la felicidad, no solo son independientes de las circunstancias, sino que en realidad ejercen un control sobre ellas. ( AG Fuller .)

C�mo la conducta de un hombre le llega a casa

Los hombres se ven afectados por el rumbo que siguen; para bien o para mal, su conducta les viene a la cabeza. La plenitud de la miseria del descarriado saldr� de sus propios caminos, y la plenitud del contentamiento del buen hombre brotar� del amor de Dios que ha sido derramado en su coraz�n.

I. El descarriado. Esta clase incluye:

1. Ap�statas. Aquellos que se unen a la Iglesia de Cristo y por un tiempo act�an como si fueran sujetos de un verdadero cambio de coraz�n. Luego se separan y regresan a su mundanalidad. As� era Judas.

2. Aquellos que caen en pecado manifiesto. Hombres que descienden de la pureza a la vida descuidada, y de la vida descuidada a la complacencia de la carne.

3. Aquellos que, en cualquier medida o grado, aunque sea por muy poco tiempo, declinan desde el punto al que han llegado. Tenga en cuenta la palabra "reincidente". No es un corredor atr�s, ni un saltador hacia atr�s, sino un deslizador hacia atr�s; se desliza hacia atr�s con un movimiento f�cil y sin esfuerzo, suave, silenciosamente, quiz�s insospechado por �l mismo o por cualquier otra persona. Nadie se desliza nunca hacia arriba. La vida cristiana es una escalada. Si supiera c�mo retroceder, la respuesta es: �Deje de avanzar y se deslizar� hacia atr�s.

�Tenga en cuenta que este es un descarriado de coraz�n. Todo retroceso comienza en el interior, comienza con el coraz�n cada vez m�s tibio. �Cu�l es la historia del reincidente? "�l estar� lleno de sus propios caminos". El primer tipo de plenitud es la absorci�n en sus actividades carnales. Luego comienzan a enorgullecerse de su condici�n y a enorgullecerse de su verg�enza. En la actualidad, el descarriado se encuentra con el castigo, y eso con una vara de su propia fabricaci�n. Hombres y mujeres afables alcanzan por fin una cuarta etapa. Se sienten saciados e insatisfechos, miserables y descontentos.

II. El buen hombre. Su nombre e historia. El texto no dice que est� satisfecho de s� mismo. Ning�n hombre verdaderamente bueno est� jam�s satisfecho de s� mismo. El buen hombre est� satisfecho de s� mismo. Un buen hombre est� del lado del bien. El que ama verdaderamente lo bueno debe ser �l mismo en cierta medida bueno. Un buen hombre est� "satisfecho de s� mismo" porque es independiente de las circunstancias externas y de la alabanza de los dem�s.

El cristiano se contenta con el manantial de agua de vida que el Se�or ha puesto dentro de �l. La fe est� en el coraz�n del buen hombre, y �l est� satisfecho con lo que la fe le trae. Perd�n, adopci�n, conquista sobre la tentaci�n, todo lo que requiere. La esperanza y el amor est�n en el coraz�n del buen hombre. Cuando el buen hombre es capacitado por la gracia divina para vivir en obediencia a Dios, debe, como consecuencia necesaria, gozar de paz mental. ... quien toma el yugo de Cristo sobre �l y aprende de �l, encuentra descanso para su alma. ( CH Spurgeon .)

Un buen hombre satisfecho de si mismo

Que la virtud es su propia recompensa y, por s� sola, suficiente para una vida feliz, era una opini�n muy estimada entre los fil�sofos antiguos. Las Escrituras confirman la posici�n de que una vida virtuosa es el mejor camino que podemos tomar para asegurar nuestra felicidad. Pero los fil�sofos fueron mucho m�s lejos en sus elogios de la virtud. Hicieron a su hombre virtuoso, no solo indiferente, sino incluso insensible de todo lo que concern�a al cuerpo y esta vida.

Hablaba m�s all� del alcance de la naturaleza humana. La religi�n, que es nuestro servicio razonable, y nos trata como hombres, no requiere cosas irracionales de nosotros. No pretende hacernos insensibles a los males, ni proh�be el uso de todos los medios legales para prevenirlos o eliminarlos. La religi�n sienta las mejores bases para nuestra felicidad en este mundo al prescribir reglas que, si las observamos, nos permitir�n evitar estos males temporales o nos apoyar�n bajo ellos.

El buen hombre se complacer� m�s en las cosas buenas de esta vida y menos en las maldades que el malvado. Adem�s de los cuales, tiene placeres propios de s� mismo que el pecador es un perfecto extra�o.

1. Es m�s probable que un buen hombre escape de los males y calamidades de la vida y pase por este mundo libre de problemas y aflicciones. Sus virtudes ser�n una defensa natural y una seguridad para �l contra muchos males y miserias que de otro modo le sobrevendr�an. La mayor�a de las cosas que amargan la vida humana surgen de sus faltas y locuras, sus deseos irracionales y pasiones rebeldes.

El buen hombre pone su felicidad en favor de Dios y en el sentido de su propia integridad. No desea m�s de lo que quiere; y no quiere m�s de lo que puede usar y disfrutar; y esto reduce sus necesidades a un estrecho comp�s. Tiene una buena voluntad universal para con toda la humanidad y siempre est� dispuesto a hacer todo el bien que pueda a los dem�s. Es sobrio y templado en todos sus placeres y goces; y esto sobre un principio de religi�n y virtud.

2. Cualesquiera calamidades o aflicciones que le sobrevengan a un buen hombre, las soportar� mucho mejor que otras personas. Las desilusiones no son tan grandes para quien estima las cosas, no desde la imaginaci�n o la opini�n, sino desde la verdad y la realidad, y el justo peso y momento de ellas. Aunque sus virtudes no son una prueba completa contra los golpes de la fortuna, y no pueden evitar cada golpe, sin embargo embotar�n el borde de las aflicciones y abatir�n en gran medida su inteligencia. Es bueno considerar la incertidumbre de todos los goces externos, no sobrevalorarlos, ni poner nuestro coraz�n en ellos, ni poner nuestra felicidad en ellos.

3. El buen hombre tiene placeres y goces propios de s� mismo que, en gran medida, suplir�n la falta de bendiciones externas. Cada acci�n buena y virtuosa que hacemos nos proporciona un doble placer. Primero golpea nuestras mentes con un placer directo por su adecuaci�n a nuestra naturaleza; y luego nuestras mentes se entretienen con agradables reflexiones sobre �l. Aprender&mdash

(1) Es un reproche injusto arrojar sobre la religi�n y la virtud que nos privan de gozo, consuelo y satisfacci�n.

(2) �Cu�l es la verdadera causa de los problemas e inquietudes que se encuentran bajo el sol? ( L. Abad .)

Un hombre cristiano de ciencia

La felicidad de un buen hombre no depende del mero entorno de su vida, o de las posesiones que pueda llamar suyas, sino de algo m�s vital, de aquello que es m�s realmente suyo y de lo que no hay cambio de circunstancias. puede privarlo jam�s. El hombre sin educaci�n no puede encontrar compa��a en s� mismo. Tiene que mirar fuera de s� mismo en busca de placer y satisfacci�n. El hombre cuya naturaleza ha sido cultivada, especialmente mediante la autodisciplina, suele estar menos solo cuando est� m�s solo, de modo que cuando no se oyen las voces de los hombres, oye una voz suave y apacible en el interior de su coraz�n.

Ahora bien, la bondad es la cultura m�s elevada, porque es la cultura de lo m�s espiritual de la naturaleza. La bondad es una armon�a interior. La bondad es la cosa m�s econ�mica del mundo, porque con ella los hombres tienen un tesoro interior que los hace, en gran medida , independientes de lo que est� fuera. La religi�n es una posesi�n que enriquece a los hombres en cualquier posici�n. No es necesario elogiar un orden de vida asc�tico ni despreciar el mundo.

Pero si queremos disfrutar incluso de este mundo, el poder de disfrutar debe encontrarse dentro, debe haber armon�a interna, o el mundo ser� una gran discordia para nosotros. El reino de Dios, ese reino que Cristo declar� que est� "dentro", es la gran condici�n de bienaventuranza; s�, es la condici�n para disfrutar incluso del reino que es temporal y visible. Estos puntos ilustrados de la vida de GB Sowerby, FLS, autor de "The Saurus Conchyliorum". ( W. Garrett Horder .)

Versículo 15

El simple cree en toda palabra, pero el prudente mira bien su marcha.

Sencillez y prudencia

Tal creencia no es para el descr�dito del hombre sencillo, sino para la verg�enza del hombre que lo enga�a. Ning�n car�cter es m�s admirable que el que est� marcado por la sencillez y la consiguiente confianza; es s�lo porque el coraz�n es enga�oso sobre todas las cosas y desesperadamente perverso, y los cursos de este mundo est�n tan fuera de lugar, que la sencillez no s�lo se subestima, sino que a veces se desprecia.

El hombre prudente se coloca en aposici�n para indicar que es un hombre de negocios, que comprende mucho de los caminos del mundo y que mira m�s all� de la superficie para encontrar significados reales; esta clase de prudencia es en s� misma una afirmaci�n de la maldad del mundo: la prudencia en s� misma puede ser una virtud o no; todo depende de su origen y de su prop�sito: cuando un hombre es tan prudente como para sospechar de todo el mundo, para considerar cada palabra como una trampa y cada proposici�n como un se�uelo para la destrucci�n, su prudencia simplemente significa que ha descubierto que est� en peligro. un mundo malo, y que todo debe ser examinado con miras a detectar en �l el esp�ritu del ego�smo y todo mal.

No se puede decir ahora si la simplicidad o la prudencia prevalecer�an a largo plazo, porque no se puede aplicar una prueba justa. Ciertamente, Jesucristo parecer�a ense�ar que la sencillez es mejor que la cautela, y que la confianza est� m�s cerca del Esp�ritu de Dios que la sospecha. Es correcto comprender a los hombres que nos rodean y obtener alguna noci�n de su esp�ritu y prop�sito, a fin de que podamos comportarnos correctamente con ellos.

Esto es lo que hace Dios mismo: al perverso se muestra perverso; para los mansos, �l es todo mansedumbre; para los que conf�an, �l es todo gracia. Hay hombres que se enorgullecen de su prudencia, sin saber que su prudencia puede haber sido obtenida a trav�s de una experiencia que les ha costado muy caro y que ha revelado en muchos casos su locura y su incompetencia. La prudencia del sabio se pondr� a disposici�n de los sencillos y no se consagrar� enteramente a confundir a los que tienen malas intenciones.

Donde un hombre es m�s sabio que otro, es deudor del que no es tan sabio, y est� obligado a pagarle con el oro de la sabidur�a, para que el hombre pueda manejar sus asuntos en el mundo con discreci�n y �xito. ( J. Parker, DD .)

El cr�dulo y el cauteloso

I. Los cr�dulos apresuradamente. "El simple cree en toda palabra".

1. Una de las tendencias m�s fuertes en la naturaleza mental del hombre es su propensi�n a creer. Es uno de los apetitos m�s voraces del alma. El ni�o abre su boca mental, hambriento de historias de los labios de la enfermera, y se tragar� ansiosamente todo lo que se diga.

(1) Esta propensi�n a creer implica un estado de sociedad que no existe. Si los hombres hubieran nacido en el cielo, si la sociedad estuviera libre de todo error y enga�o, no solo ser�a correcto, sino beneficioso creer cada palabra y confiar en cada car�cter. Este es el estado de la sociedad para el que fue creado el hombre, pero lo ha perdido. Entra en un mundo de mentiras.

(2) Esta propensi�n a creer explica el reino del sacerdocio.

(3) Esta propensi�n a creer muestra la facilidad de la condici�n de la que Dios ha hecho depender la salvaci�n del hombre. "El que creyere, ser� salvo".

2. El ceder irreflexivamente a esta tendencia es una p�rdida inmensa. "El necio est� furioso y confiado". El tonto no ve peligro, no teme da�o. Se precipita imprudentemente hacia la travesura.

(1) Es un apasionado. "�l se enfurece". Los consejos y las advertencias solo lo irritan.

(2) Es terco. El es confidente." �Qu� le importan tus advertencias? Nada.

(3) Es tonto. "El que pronto se enoja, act�a neciamente y hereda la necedad".

(4) Es despreciado. El hombre de malas intenciones es odiado. El hombre que ha cedido a su credulidad se convierte en todo esto. Es apasionado, ignorante de los fundamentos de su creencia, no puede tolerar la contradicci�n, sus opiniones son prejuicios, es obstinado al sostenerlas, y en todo esto es �tonto� y �odiado�.

II. El creyente cauteloso. "El hombre prudente mira bien su marcha". La verdadera prudencia est� indicada por dos cosas.

1. Pavor al mal. "El sabio teme". El verdadero temor al mal es coherente con el verdadero coraje. Pocos, si alguno, mostraron m�s hero�smo que No�, sin embargo, movido por el miedo, prepar� un arca. El mal, tanto f�sico como moral, es algo malo en el universo, y est� bien temerlo, como tememos a las serpientes venenosas y las bestias voraces. La verdadera prudencia est� indicada:

2. Por apartarse del mal. "Se aparta del mal". El mal moral es el coraz�n de todo mal, y �l lo abandona. Lo rechaza como enemigo de Dios y del universo. La prudencia est� indicada:

3. Por grandeza mental. Est� digno de conocimiento. �l est� "coronado de conocimiento". La precauci�n al creer es necesaria por tres razones.

(1) La fuerza de la tendencia del hombre a creer.

(2) La prevalencia del error en la sociedad.

(3) La influencia da�ina de la falsedad en el alma. ( Homilista .)

Ir prudente

"�Por qu� est�s pisando con tanto cuidado?" dijo un burro a un caballo muy cargado. "Nunca llegar�s a casa a ese ritmo". "�Quieres saber?" fue la respuesta; �Es porque recuerdo que hay una piedra en el camino por aqu�. Me tropec� con �l esta ma�ana de camino al trabajo, y no quiero tener otra ca�da esta noche ". ( Sra . Presser .)

Versículo 17

El que pronto se enoja, act�a neciamente.

Ira contenida

Al hablar recientemente del poder de la gracia de Dios para sofocar nuestras pasiones, el Sr. Aitken cont� la historia de un caballero que conoci� en Liverpool, quien, aunque segu�a al Se�or Jes�s, fue maldecido con un temperamento apresurado y violento. Fue una fuente de gran dolor para �l, y en su impotencia se arroj� sobre las manos del Se�or para librarlo de este demonio que estaba estropeando su felicidad cristiana. Ocupaba un puesto de confianza en la Aduana, y cada noche ten�a el deber de asegurarse de que todas las puertas del edificio estuvieran cerradas.

Una noche, acababa de terminar su trabajo como de costumbre y estaba en camino de regreso a casa, cuando un ni�o lo sigui� corriendo y le dijo que un hombre estaba encerrado en una de las habitaciones interiores de la Aduana. En ese momento sinti� que la ira sub�a por su garganta, pero, elevando su coraz�n hacia Dios, regres� con el ni�o. Despu�s de abrir habitaci�n tras habitaci�n, lleg� al lugar donde estaba el hombre, y encontr� al pobre hombre temblando, sin duda esperando un arrebato de ese temperamento que todos conoc�an tan bien. El oficial de Aduanas se acerc� al hombre sonriendo y, extendiendo la mano, le dijo que no le importara el problema que le hab�a causado. As�, la gracia de Dios nos permite reprimir nuestras peores pensiones.

Versículo 20

Pero el rico tiene muchos amigos.

Amigos en la prosperidad

�Ah! no se envanezca con ninguno de los �xitos de esta vida, no se deje estropear por el n�mero de cocheros de librea que pueden detenerse en su puerta, o el recorrido del largo camino a trav�s del tapiz importado. Muchos de los que vienen a tu casa son par�sitos aduladores. No est�n tan enamorados de ti como de tu casa y de tus �xitos. Baje hasta 320, Low Water Mark Street, y ver� cu�ntos de sus vagones se detendr�n en su puerta.

Ahora apenas puedes contar esos brillantes carruajes con tus diez dedos, pero el a�o que viene pasar�s a 320 en Low Water Mark Street, �y podr�s contarlos todos en tu nariz! Tim�n de Atenas era un se�or rico, y todos los hombres y mujeres valientes de la tierra vinieron y se sentaron en su banquete, orgullosos de sentarse all�, y bebieron profundamente para su salud. Le enviaron regalos costosos. Volvi� a enviar obsequios m�s costosos, y no hab�a ning�n hombre en toda la tierra tan admirado como Tim�n de Atenas, el rico se�or.

Pero despu�s de un tiempo, debido a la generosa hospitalidad o la traici�n, lo perdi� todo. Luego envi� en busca de ayuda a los se�ores a quienes hab�a banqueteado y a quienes les hab�a dado grandes sumas de dinero: L�culo, Lucio, Sempronio y Ventidias. �Le enviaron ayuda esos se�ores? Oh no. Lucullus dijo cuando se le solicit�: �Bueno, pens� que Tim�n bajar�a; era demasiado lujoso; que sufra por su imprudencia.

"Lucius dijo:" Me encantar�a ayudar a Tim�n, pero he hecho grandes compras y todos mis recursos est�n absorbidos ". Y un se�or envi� una excusa, y otro se�or envi� otra excusa. Pero para asombro de todos, despu�s de un tiempo Tim�n proclam� otra fiesta. Estos se�ores se dijeron a s� mismos: �Bueno, o Tim�n ha tenido un buen giro de fortuna o nos ha estado enga�ando, poniendo a prueba nuestro amor.

�Y entonces todos acudieron al banquete, disculp�ndose por aparente tibieza. Los invitados estaban todos sentados a la mesa y Tim�n orden� que se levantaran las mantas. Las mantas se levantaron, no hab�a nada debajo de ellas m�s que agua caliente humeante. Entonces Tim�n les dijo a los invitados: ��Perros, regazo! �Regalen, perros! " Y bajo la terrible iron�a huyeron de la habitaci�n, mientras Tim�n los persegu�a con su anatema, llam�ndolos tontos de la fortuna, destructores de la felicidad bajo una m�scara, arroj�ndoles al mismo tiempo los cuadros y los c�lices.

Oh, no quisiera hacerte sospechar demasiado en los d�as de tu �xito; pero quiero que comprendan bien que hay una gran diferencia entre la popularidad de Tim�n el pr�spero y Tim�n el desafortunado. Quiero que sepas que hay una gran diferencia en la cantidad de personas que admiran a un hombre cuando sube y la cantidad de personas que lo admiran cuando baja. ( T. De Witt Talmage .)

Versículo 21

El que tiene misericordia de los pobres, feliz es.

Pobreza de londres

Los problemas que presenta la pobreza son recurrentes. Quienes quieren enfrentarlos con �xito necesitan sabidur�a y coraje. La civilizaci�n tiende a la separaci�n de los hombres, pero el cristianismo puede unirlos hasta que constituyan una verdadera hermandad, en la que los fuertes ayudar�n a llevar las cargas que aplastan a los d�biles. Es una se�al saludable que cuestiones como �sta est�n siendo consideradas m�s de cerca y tratadas con m�s valent�a que antes, especialmente por parte de los cristianos.

Si el cristianismo dogm�tico parece m�s d�bil, el cristianismo pr�ctico es m�s fuerte. Sin duda, hay mucho para desanimar la piedad cuando intentamos conocer la condici�n de los pobres y prestarles un servicio por amor a Cristo. Nos encontramos con la imprevisi�n, la bebida y la impostura. No paliamos tal maldad e insensatez, sino que lo usar�amos m�s bien como un argumento para �considerar� a los pobres, para discriminar entre las cosas que difieren, para que la piedad y la generosidad fluyan en la direcci�n correcta.

La Escritura establece los principios que deben guiarnos. Bajo el juda�smo, las leyes que tend�an a prevenir o aliviar la pobreza son muy prominentes. Los privilegios de los recolectores, los preceptos que prohib�an la retenci�n de salarios y las leyes contra la usura, son ejemplos. El A�o del Jubileo fue una instituci�n social notable. Ese a�o se sufri� la pobreza para hacer valer sus reclamos en nombre de Dios, y estaba seguro de ser escuchado con las debidas garant�as.

El juda�smo prefigur� la obra de Jes�s, quien vino para establecer la justicia y proclamar la hermandad entre los hombres y entre las naciones. Los pobres lo escuchaban con gran entusiasmo. �l naci� entre ellos, durante toda su vida fue uno de ellos: comprendi� sus h�bitos y sentimientos, se sinti� a gusto en sus casas y ense�� la verdad de una manera que ellos pudieron comprender. Admitimos que no podemos alcanzar un estado ideal de sociedad en el mundo mientras exista el pecado.

Pero no debemos cruzarnos de manos - esperando el pr�ximo milenio - pensando que por necesidad las cosas deben ser como son. Cristo, nuestro Salvador, es el rey leg�timo del mundo, y tiene la intenci�n de conquistarlo por s� mismo mediante la justicia y la misericordia de su pueblo. A�n as�, la ley del amor es v�lida, y si seguimos a nuestro Se�or, saldremos a buscar y salvar a los perdidos. Y necesitan ser salvados: de la miseria, de la degradaci�n y de la desesperaci�n.

La consideraci�n de los efectos morales de la pobreza nos conducir� a una compasi�n m�s profunda por los pobres. Un hombre pobre no tiene la influencia hogare�a amable que la mayor�a de nosotros disfrutamos. La tentaci�n de la envidia debe llegar con un tremendo poder a un hombre pobre. �Qu� se puede hacer para mejorar un estado de cosas en el que todo cristiano deber�a pensar con l�stima y oraci�n? Tenemos algo que hacer para formar la opini�n p�blica sobre esta cuesti�n, para que se pueda hacer todo lo que est� dentro del �mbito de la legislaci�n. La caridad tambi�n tiene sus derechos sobre nuestros pensamientos y generosidad. Y, sobre todo, se necesita de estos hermanos nuestros la buena nueva del Reino. ( A. Rowland, LL.B., BA }

Versículo 22

�No yerran los que traman el mal?

El grave error de inventar el mal

�Qu� dif�cil es la tarea de convencer a cualquier ser humano de que se ha equivocado en el camino de la felicidad! Dec�a: "Ning�n hombre puede juzgar por otro qu� es lo que mejor se adapta a su naturaleza y temperamento en la forma de disfrutar de la vida". Y si el hombre no tuviera otra ley que seguir en la b�squeda de la felicidad que los dictados de su propia voluntad, este razonamiento ser�a justo; y sobre indiferentes puntos de menor importancia, sigue siendo incontestable. Pero en relaci�n con el curso moral y la conducta de la vida de un hombre, se le ha trazado el camino: c�mo debe caminar y d�nde. Los malvados negar�an que �yerran� en absoluto.

1. Los malvados �yerran� atrozmente al imaginar por un momento que cualquier hombre es colocado aqu� para ser independiente de Dios y de Sus mandamientos.

2. Dar por sentado que saben mejor lo que les conviene; que puedan decir lo que les inducir� a su propia comodidad y felicidad, mejor que la ley revelada de sus vidas en la Palabra de Dios.

3. Al concebir que el pecado tiene alg�n bien real que conferir.

4. Los malvados �yerran� al estar concentrados s�lo en el presente.

5. Admiten y aprecian en sus corazones, en oposici�n a toda raz�n, as� como a las Escrituras, la idea de que, despu�s de todo, habr� un medio de escape para ellos. De este modo prueban, con su conducta, que no usan su raz�n y sentido com�n en esta preocupaci�n de suma importancia. ( AB Evans, DD .)

Versículo 23

En todo trabajo hay ganancia.

Trabaja

La doctrina de los Proverbios es que lo que es bueno para el pr�ximo mundo es bueno para esto. Aquel que desee salir felizmente de este mundo, primero debe atravesar este mundo sabiamente. Los hombres, en gran medida, se ganan por s� mismos sus buenas o malas fortunas, y se sacian del fruto de sus propios recursos. La verdadera religi�n es algo que se mezcla con todos los cuidados y asuntos de esta vida mortal, este mundo de arcilla de trabajo.

"En todo trabajo hay ganancia". Todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo bien. Siempre vale la pena esforzarse. Es un error miope evitar meterse en problemas, porque Dios ha ordenado tan bien este mundo que la industria siempre se paga a s� misma. Dios te ha encomendado tu obra; luego c�mplelo. Ll�nelo por completo. Pon todo tu coraz�n y alma en �l. H�galo con cuidado, precisi�n, por completo. Todo descuido, descuido, dificultad en el trabajo es un pecado; un pecado contra Dios, que nos ha llamado a nuestro trabajo; un pecado contra nuestro pa�s y nuestros vecinos, que deber�an beneficiarse de nuestro trabajo; y un pecado contra nosotros mismos tambi�n, porque debemos ser hombres m�s sabios y mejores por nuestro trabajo.

Entonces hazlo. Hagas lo que hagas, hazlo concienzudamente. Lo que sea que comiences, termina. Consideren su trabajo como un llamamiento honorable y como una bendici�n para ustedes mismos, no simplemente como una dura necesidad, una carga que debe hacerse. Aseg�rese de que traer� su recompensa. El trabajo, el trabajo duro, es una bendici�n para el alma y el car�cter del hombre que trabaja. La ociosidad vuelve al hombre inquieto, descontento, codicioso, esclavo de sus propias concupiscencias y pasiones.

Ser forzado a trabajar, y forzado a hacer lo mejor que pueda, engendrar� en usted templanza y dominio propio, diligencia y fuerza de voluntad, alegr�a y contentamiento, y cien virtudes que el hombre ocioso nunca conocer�. Si desea ver cu�n noble es la obra de un llamamiento, considere a Dios mismo, quien, aunque es perfecto, y no necesita, como nosotros, la preparaci�n que proviene del trabajo, sin embargo, trabaja para siempre con y por medio de Su Hijo Jesucristo. , quien dijo: �Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

�Piensa en Dios como un Rey que trabaja para siempre por el bien de sus s�bditos, un Padre que trabaja para siempre por el bien de sus hijos, que siempre env�a luz, vida y felicidad a todas las cosas creadas, y ordena todas las cosas en el cielo y la tierra por una providencia tan perfecta que ni un gorri�n cae a tierra sin su conocimiento, y hasta los cabellos de vuestra cabeza est�n todos contados. Y luego piensen en ustedes mismos, llamados a copiar a Dios, cada uno en su estaci�n, y a ser colaboradores de Dios por el bien de los dem�s y de nosotros mismos. Llamados a trabajar porque fueron creados a imagen de Dios y redimidos para ser hijos de Dios. ( C. Kingsley, MA .)

Trabaja mejor que hablar

A veces es dif�cil ver d�nde est�n las ganancias. Hablamos de haber gastado nuestras fuerzas en vano, de haber corrido en vano, de haber cerrado el d�a sin habernos llenado los brazos de gavillas. Sin embargo, hay un sentido en el que todo trabajo termina en ventaja: es as� en el aprendizaje, en el estudio, en la persecuci�n del arte, en la devoci�n a los negocios, en el estudio del car�cter, de hecho, en todo el c�rculo del pensamiento humano. y ocupaci�n.

Un hombre puede escribir mucho, y puede desechar su escritura porque no cumple con sus expectativas o su prop�sito, sin embargo, el mismo acto de haberlo escrito ha sido una disciplina para el escritor, ha conmovido sus facultades, e incluso al revelar su debilidad ha prepar� el camino para el cultivo de la fuerza. Cada vez que se levanta el brazo se mejoran los m�sculos. Cada vez que se respira aire fresco, queda una bendici�n de salud.

Trabajo significa laboriosidad, devoci�n, atenci�n concienzuda a los asuntos que exigen nuestro inter�s: se coloca en oposici�n al habla de los labios: mera respiraci�n, mera espuma, mera jactancia, declaraciones verbales de grandes programas que nunca se llevan a cabo. La ense�anza del texto parecer�a ser que el trabajo trae riqueza y la mera conversaci�n trae penuria. Si esto es as�, la ley es obviamente justa y buena.

La sociedad ya no estar�a consolidada y segura si la mera conversaci�n llevara a los hombres al honor, la riqueza y la solidez de su posici�n. En toda la sociedad, los obreros deben ser m�s numerosos que los que hablan. Comprenda que aqu� no se dice nada en contra de la charla; la sociedad no puede prescindir del habla; la elocuencia tiene un gran papel que desempe�ar en la educaci�n del mundo; lo que se habla en contra es la charla de los labios, es decir, la mera charla, hablar por hablar, el amor por o�rse a uno mismo hablar, hablar con los labios cuando el coraz�n no participa en la comunicaci�n: cuando un hombre habla de verdad su intelecto, su coraz�n, su conciencia, su juicio, todo su ser habla; cada palabra est� marcada por un prop�sito sagrado, cada promesa es un voto, cada declaraci�n ata el alma.

No debe entenderse que cualquier cosa que se diga en menoscabo del habla, el habla, la elocuencia; debemos recordarnos una y otra vez que la conversaci�n que se condena es formal, mec�nica, labial, no quita nada de virtud al hablante y no comunica nada de fuerza al oyente. ( J. Parker, DD .)

Trabajo, charla, riqueza

I. Mano de obra rentable. "En todo trabajo hay ganancia". La palabra "todos" aqu�, por supuesto, debe tomarse con limitaci�n. El trabajo mal dirigido no es rentable.

1. El trabajo es rentable para nuestra salud f�sica.

2. El trabajo es provechoso para nuestro car�cter. Conduce a la fuerza del pensamiento, la energ�a de la voluntad, el poder de resistencia, la capacidad de aplicaci�n.

3. El trabajo es rentable para nuestras comodidades sociales. Mediante el trabajo, el trabajo honesto y bien dirigido, el hombre obtiene no s�lo las necesidades, sino tambi�n las comodidades, los lujos, las elegantes y las posiciones elevadas de la vida. No hay verdadero trabajo que sea en vano.

II. Charla empobrecedora. "El hablar de los labios s�lo tiende a la miseria". Toda charla no tiende a la miseria. Hay una charla que es rentable. La charla del predicador, del disertante, del estadista, del abogado, tiende m�s a menudo a la opulencia que a la miseria. Sir Walter Raleigh dice: �El que es generoso en palabras es un taca�o en verdad. La lanzadera, la aguja, la pala, el cepillo, el cincel, todo est� quieto menos la lengua ".

III. Riqueza digna. "La corona de los sabios es su riqueza". La idea es que un hombre sabio use su riqueza de tal manera que se convierta en una corona para �l. Al usarlo para promover su propia cultivaci�n mental y espiritual, y para aliviar las aflicciones y aumentar la felicidad del mundo, su riqueza le da una diadema m�s brillante que todas las coronas de diamantes de los reyes. Pero la necedad de los necios es necedad. Esto, visto de forma antit�tica, significa que la riqueza de un tonto no a�ade dignidad a su car�cter. ( D. Thomas, DD .)

Industria en religi�n

I. La inutilidad de una religi�n meramente verbal.

1. No malinterpretes esto. El don de la palabra es de Dios. Debe ser obedecido y honrado por ella. La religi�n debe ser verbal. Confiesa a Cristo. Exhort�monos unos a otros. Reprende el pecado. Canta salmos e himnos. Por nuestras palabras seremos justificados o condenados.

2. Pero una religi�n meramente verbal es in�til. Podemos llamar a Cristo, Maestro y Se�or, y desobedecerlo. Podemos discutir sobre temas religiosos y no tener religi�n en s�.

II. La necesidad y ventaja de la industria pr�ctica en religi�n.

1. La Biblia habla a menudo de "trabajo" espiritual.

2. "En todo" ese "trabajo hay ganancia". El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Resiste al diablo y huir� de ti.

Dios no es injusto al olvidar su obra de fe y su labor de amor.

1. Tu inter�s actual te llama a ello. Hay una reuni�n antes de la cosecha final; y los que siembran en abundancia, recoger�n en abundancia.

2. �Puedes estar activo en su servicio, quien ha hecho cosas tan grandes por ti?

3. Tampoco olvides el castigo que amenazaba con la apostas�a.

4. Tenga en cuenta la recompensa prometida.

5. Quede solemnemente impresionado por la grandeza de la obra y la brevedad e incertidumbre del tiempo. ( G. Cubitt .)

Trabajo reparador

1. �Me equivoco al pensar que la mayor�a de nosotros tomamos nuestra religi�n con demasiada facilidad? �D�nde est� el "trabajo"? �D�nde est� la parte dif�cil? Y, sin embargo, la vida religiosa siempre se nos presenta como algo muy dif�cil: el trabajo. "Trabaja mientras es de d�a". "Ve a trabajar en Mi vi�a". "Esfu�rzate por entrar". "Trabajamos para entrar en el resto". Nos levantamos por la ma�ana y decimos una oraci�n, y quiz�s leemos algunos vers�culos de la Biblia, o alg�n libro religioso, antes de salir de nuestra habitaci�n.

Durante el d�a, tenemos uno o dos pensamientos religiosos. Quiz�s hagamos alg�n acto de bondad que nos cueste muy poco, y que lo hacemos con un motivo muy heterog�neo. �Estoy subestimando la religi�n de tu �poca? o lo estoy exagerando? Pero, �se corresponde con la descripci�n que da la Biblia de una vida religiosa? �Satisface esto los requisitos de Dios? �Est� tu conciencia satisfecha? �D�nde est� la abnegaci�n? �D�nde est� el "trabajo"? �Era esta la vida de Cristo?

2. �Por qu� encuentra su religi�n algo tan d�cil? �Por qu� progresa tan poco? �Por qu� no tienes el entusiasmo que algunos tienen? �Por qu� su religi�n no es atractiva para otras personas? Quiere "trabajo". Nada restaurar� ese campo abandonado excepto el trabajo duro. �Cavar, labrar, regar, vallar, escardar, quemar, eso restaura un campo! Es cierto que todo es por gracia. Dios debe dar la luz del sol y debes esparcir la semilla para recibirla.

Que cualquier agricultor diga cu�l es el secreto de fertilizar su tierra. "Labor." Que todo hombre de gran erudici�n y alto poder intelectual diga d�nde est� el secreto de su gran conocimiento y poder mental. �l dir�a: "Maric�n". Que todo cristiano experimentado diga lo que lo ha convertido en lo que es. �l dir�: �Labor; trabajo duro." "En todo trabajo hay ganancia".

3. El "trabajo" puede diferir en diferentes personas. El trabajo de una mujer es muy diferente al de un hombre. El trabajo de una clase de sociedad puede ser principalmente manual; pero Dios hace Su unidad de la diversidad del hombre. Ojal� invirtieras en "mano de obra". Si desea llevar una vida feliz, nunca la encontrar� en lo que debe recibir, pero la encontrar� en lo que debe dar. Sal de esta vida sin sentido, tranquila, insatisfactoria e in�til.

D�jame ir contigo un paso o dos. Por la ma�ana no pierda su tiempo en la cama, pero despierte temprano a las realidades de la vida. Intente comenzar con un buen pensamiento. Discipl�nese, incluso al vestirse. Esfu�rzate con tu oraci�n matutina. Tenga alg�n arreglo. Det�n el primer pensamiento errante. Y cuando lea su Biblia, profundice. Busque significados internos. Durante todo el d�a, recuerde su propio peligro particular y mant�ngase alerta.

Trate de elevar su conversaci�n y la de los dem�s a un nivel m�s alto. F�jate en la vida un trabajo especial que creas que Dios te llama a hacer. Puede ser para los pobres, para los que sufren, para la escuela, para los enfermos, para los paganos, para la Iglesia, para Cristo. Y recuerde, cualquier cosa que valga la pena hacer, vale la pena hacerlo bien. ( J. Vaughan, MA .)

El trabajo vive cuando nos vamos

Lord Shaftesbury, en uno de sus discursos, dio un admirable consejo final a todos los trabajadores cristianos: conf�o en que perseverar�n y, por la bendici�n de Dios, duplicar�n y redoblar�n sus esfuerzos. No puede hacer nada mejor que tomar el dicho que aparece en uno de los cuentos de Sir Walter Scott. Un viejo escoc�s env�a a buscar a su hijo y le dice: ��No te metas en un �rbol, John; ser� dein guiado para el mundo cuando t� y yo estemos ganados ".

Trabajo una panacea para los problemas

La vida est� llena de problemas y debemos asumir nuestra parte con la mejor gracia que podamos. Solo podemos buscar aliviarlo, porque evitarlo es imposible. Sin embargo, hay una panacea soberana: el trabajo. Pensar en problemas es como rodearse de niebla, magnifica todos los objetos que se ven a trav�s de ella. La ocupaci�n de la mente evita esto; cualquier trabajo duro, incluso manual, le da a la mente otras preocupaciones y tambi�n cansa el cuerpo para asegurar el sue�o.

El que sabe que el poder es innato, que las personas son d�biles porque buscan el bien en las circunstancias en lugar de en s� mismas, se arroja sobre su propia personalidad y se para en una posici�n erguida, domina sus miembros y tiene �xito en los logros, porque percibe depende de s� mismo fortalecer y desarrollar sus facultades.

Beneficio en todo el trabajo

En un art�culo sobre "La dama que hace su propio trabajo", la Sra. Harriet Beecher Stowe insiste en el valor de las tareas del hogar al brindar la forma m�s saludable de ejercicio, y para la mujer promedio muestra que es mucho preferible al trabajo de la masajistas, que, incluso en esos d�as, hace m�s de treinta a�os, parecen haber encontrado muchos pacientes. ��No ser�a un proceso tan alegre y menos costoso�, pregunta, �si las ni�as de las primeras etapas de la vida desarrollaran los m�sculos para barrer, quitar el polvo, planchar, frotar muebles y todos los procesos dom�sticos multiplicados que conoc�a nuestra abuela? " y luego agrega: �Me atrever� a decir que nuestras abuelas en una semana repasaron todos los movimientos que cualquier gimnasta ha inventado, y tambi�n los revisaron con alg�n prop�sito productivo.

�Aqu� hay una pista que las mujeres con brazos delgados har�an bien en tomar. Se dice que es realmente un hecho que Clara Louise Kellogg, la cantante, cuando era una ni�a, estaba muy molesta por la apariencia atenuada de sus brazos cuando comenz� a vestirse de noche en sus concurridos conciertos. Alguien recomend� un uso r�pido de la escoba, consejo que ella sigui�, y pronto tuvo un miembro redondo y regordete como recompensa por su trabajo. Si una chica delgada, ap�tica, con ojos y mirada apagados, puede ser persuadida por cualquier medio para que pruebe la �cura de la escoba�, se sorprender� al descubrir qu� embellecedor realmente es.

Versículo 26

En el temor del Se�or hay gran confianza, y sus hijos tendr�n un lugar de refugio.

El temor piadoso y sus buenas consecuencias

�Nunca le ha sorprendido que haya frases como estas en el Libro de la inspiraci�n - proverbios seculares intercalados con proverbios espirituales - lo secular y lo espiritual, todos juntos sin ninguna divisi�n o clasificaci�n? La l�nea dura y firme que se establece para dividir a lo secular de lo religioso est� plagada de innumerables injurias.

I. �Qu� es este temor del Se�or? El miedo representa la verdadera piedad. Es una forma breve de expresar fe, esperanza, amor, santidad de vida y toda gracia reales. Hay algo m�s tierno, m�s conmovedor, m�s real en el miedo que en la fe de algunas personas, que la fe muy f�cilmente puede rayar en la presunci�n. Pero al hablar de miedo siempre debemos discriminar. Hay un miedo con el que un cristiano no tiene nada que ver. �Cu�l es el miedo que le tiene a su propio padre un hijo amado, disciplinado y bien ordenado?

1. Le tiene un temor reverencial que surge de la admiraci�n por su car�cter.

2. Seguro que ser� muy deferente en presencia de su padre.

3. Teme en cualquier momento entrometerse en la prerrogativa de su padre.

4. Teme todo lo que pueda causar el disgusto de su padre.

II. �En qu� se ve la confianza del temor piadoso? La historia de los hombres que han temido a Dios puede iluminarnos sobre este asunto, por ejemplo, Job, Habacuc. La confianza no solo aparecer� en tiempos de angustia, tambi�n aparecer� en actos de obediencia. La misma confianza se desarrollar� cuando haya persecuci�n y cuando tengamos que dar testimonio de la verdad.

III. �Con qu� se construye esta confianza? Los que temen a Dios saben que Dios les ama infinitamente, que es inmutable e inmutable, que es sabio y omnipotente en su nombre; saben que se ha hecho expiaci�n por sus pecados y que el Esp�ritu de Dios mora en ellos.

IV. C�mo esta confianza y este temor son favorecidos por Dios. La promesa es: "Sus hijos tendr�n un lugar de refugio". Los que temen a Dios y conf�an en �l son sus hijos. Hay un cielo dormido en esas palabras, "Sus hijos". Porque el �lugar de refugio� se ilustra en No�, Lot, Israel, Rut, El�as, los cristianos de Pella, etc. Mois�s Stuart dice que el texto significa que los hijos de los que temen a Dios tendr�n un lugar de refugio. Y hay muchos textos preciosos que hablan as� de nuestros hijos. ( CH Spurgeon .)

Piedad, seguridad y vida

I. Que la piedad es seguridad. "El temor del Se�or es una gran confianza". Los piadosos est�n a salvo. Dios es su Refugio y Fortaleza. No temer�n aunque la tierra sea removida. Hacemos tres comentarios sobre este refugio.

1. Es una provisi�n contra inmensos peligros.

2. Admite la mayor libertad de acci�n. Una prisi�n es tanto un refugio como una fortaleza. Pero todos en este refugio tienen un amplio margen de acci�n. La esfera es tan infinita como Dios.

3. Es accesible en todo momento y para todas las personas. Sus puertas est�n abiertas de d�a y de noche.

II. Esa piedad es vida. El temor del Se�or es fuente de vida. La piedad es una fuente de felicidad: saludable, abundante, perenne. ( D. Thomas, DD .)

Fuerte confianza

El miedo impide la confianza y, a veces, la destruye; pero el "temor del Se�or" produce confianza. El texto no dice que todas las personas piadosas tengan confianza; algunos no, porque el cuerpo est� d�bil o hay alg�n sentimiento m�rbido que gobierna el coraz�n que no debe controlar las emociones y los afectos. La piedad, donde tiene pleno juego y alcance libre, invariablemente producir� confianza. Toda la confianza de las personas piadosas no es fruto directo de la piedad. Alguna confianza proviene de las condiciones constitucionales. Es una cuesti�n de temperamento.

I. La verdadera piedad implica confianza en Dios. Porque en un caso como este, esta reconciliaci�n con Dios es completa. No necesariamente la realizaci�n de la reconciliaci�n y los frutos y efectos de ella. Si la reconciliaci�n en el caso de aquellos que temen al Se�or es completa, la confianza no puede sino ser restaurada por esa reconciliaci�n. Surge entre los que �temen al Se�or ya Dios� lo que se puede llamar amistad filial; y en esto hay una gran confianza. Adem�s, la relaci�n de los piadosos con el cielo es perfectamente libre.

Y hay, en el caso de los que �temen al Se�or�, feliz dependencia; como la del ni�o sobre su madre. No siempre debemos pedirle a Dios una explicaci�n de sus hechos, debemos confiar en �l. Existe la maternidad tan verdaderamente como la paternidad en Dios.

II. La verdadera piedad produce confianza en los hombres. No descaro; no audacia de los malos; sino esa confianza que es perfectamente coherente con una profunda humildad, y que trabaja junto con ese esp�ritu que siempre est� dispuesto a honrar a otro. No confunda esta confianza hacia los hombres. Esta confianza es la confianza de la rectitud consciente. Como en el caso de Job. Pero no es la presunci�n la que dice: "Espera, soy m�s santo que t�".

III. La confianza que despierta la verdadera piedad se adapta a todas las circunstancias. En peligro se convierte en osad�a. En el deber y el trabajo se convierte en poder consciente. El hombre piadoso no es un fatalista.

IV. Una confianza que permanece hasta el final. Va con un hombre al m�ximo, lo lleva hasta el final. Dura porque los principios a partir de los cuales se establece perduran. La fe perdura. La esperanza perdura. Esta confianza ser� lo suficientemente fuerte para hacer todo el trabajo que t�, en este mundo de pecado y dolor, puedas requerir de ella. Entonces no se contente sin una fuerte confianza. Y esfu�rcese por promover esta confianza, especialmente entre los cristianos d�biles y t�midos. ( S. Martin, MA .)

Miedo a la confianza

El miedo es confianza; las palabras suenan extra�amente. Ciertamente son extra�os, pero verdaderos. Temer a Dios correctamente es librarse de todo temor. �Cercana est� su salvaci�n para los que le temen�. Tener un vecino as� es un gran consuelo para un esp�ritu humano en este desierto aullante. El temor que lleva a un pecador sumiso y confiado al sacrificio y la justicia del Sustituto es en s� mismo una confianza. El Dios grande y terrible se convierte en la "roca morada" del fugitivo. ( W. Arnot .)

El temor del Se�or y sus ventajas

La religi�n, en la vida de un hombre que vive habitualmente para Dios, siempre aparece en un aspecto poco interesante y desagradable para los irreligiosos. Y as� hablan de eso. Por tanto, es necesario que se respete la religi�n.

I. El h�bito que exhibe el texto. "El temor del Se�or". El miedo, en su definici�n m�s amplia y general, es la emoci�n que surge de la perspectiva de un peligro, ya sea real o imaginario. En las cosas espirituales tiene un car�cter doble.

1. Temor servil, o mero temor a Jehov� en Su car�cter de Juez. Este miedo no debe reemplazarse a la religi�n.

2. Miedo filial. An�loga a la emoci�n propiamente ejercida por los ni�os hacia los padres; es ejercido por todos aquellos que han sufrido una redenci�n del miedo servil y una renovaci�n del coraz�n por la influencia del Esp�ritu Divino. Surge de una profunda y humilde reverencia a las perfecciones divinas y de un deseo pr�ctico de caminar en obediencia a los mandamientos divinos. Se incluye principalmente en la direcci�n de todos los afectos hacia Jehov� y la exhibici�n de religi�n pr�ctica en la vida y la conversaci�n. El temor filial del Se�or no contradice en modo alguno el amor del Se�or.

II. Las ventajas que asegura siempre e invariablemente este h�bito mental. El temor de Dios excluye todo otro temor, y quien lo tiene tiene un santuario en el que su alma morar� en seguridad, seguridad y paz, mientras mira m�s all� de las escenas de esta vida presente en busca del disfrute perfecto de la felicidad interminable e imperecedera. . Note tres hechos incorporados en el principio.

1. El temor del Se�or quita los terrores de la conciencia. La conciencia es el juez de la mente de un hombre con respecto a sus propias acciones. Una conciencia acusadora es aquella que pone ante el esp�ritu de un hombre la variedad de sus cr�menes. El temor del Se�or evita las acusaciones de conciencia y lleva al alma a un estado de paz.

2. El temor del Se�or quita tambi�n los terrores del castigo temporal. Pero la disciplina de Dios siempre es para nuestro beneficio; y en relaci�n con la ganancia que surge del castigo, hay comodidades peculiares.

3. El temor del Se�or quita los terrores de la muerte y del futuro. El que tiene a Dios por amigo debe mirar, no solo sin miedo, sino con esperanza y alegr�a, al �ltimo momento de disoluci�n y su entrada en los misterios del terrible mundo del futuro. ( James Parsons. )

Las ventajas del principio religioso

El "temor del Se�or" se pone aqu� para todos los principios de gracia, produciendo pr�cticas de gracia.

1. Donde esto reina, produce una santa seguridad y serenidad mental.

2. Implica una bendici�n para la posteridad.

3. Es una fuente desbordante y siempre fluida de consuelo y alegr�a. Es una "fuente de vida" que produce placer y satisfacci�n constantes para el alma.

4. Es un ant�doto soberano contra el pecado y la tentaci�n. Aquellos que disfrutan verdaderamente de los placeres de la piedad seria no ser�n seducidos por los cebos del pecado para tragarse su anzuelo; saben d�nde pueden obtener mejores cosas que las que pueda pretender ofrecer. ( Matthew Henry .)

El refugio de los ni�os

(a los ni�os): - �Qu� es un lugar de refugio? En la Isla de Man hay una torre en el mar que se conoce como "la Torre del Refugio". Justo debajo de las aguas hay una roca cruel, y muchos barcos han sido golpeados y perdidos, por lo que la esposa de uno de los gobernadores hizo construir esta torre, y los marineros y pescadores, en lugar de una roca peligrosa, encuentran refugio, un cuarto seco, y algo para comer y beber. �Qui�nes en el texto deben tener un lugar de refugio? No los padres, no las madres, sino �Sus hijos.

�Pero qui�nes son los hijos de Dios? Cada ni�o que viene al mundo es un hijo de Dios. Pero es posible que un ni�o o una ni�a sea uno de los hijos de Dios y no lo sepa. Si entregas tu coraz�n al Se�or Dios, si lo amas, descubrir�s que eres uno de los hijos de Dios. Dios a menudo se entristece porque sus ni�os y ni�as no lo conocen. Dios es tu Padre y le gusta saber que lo conoces.

Ahora, los ni�os y las ni�as tienen sus problemas. Los grandes a veces olvidamos que cuando los peque�os tienen peque�as preocupaciones, son igualmente dif�ciles de soportar para ellos. Si tiene problemas, quiere un lugar de refugio al que pueda escapar. El lugar de refugio para ti es el coraz�n de Jes�s. Si le pides a Jes�s que te deje venir, �l te dejar� venir, y conocer�s a Jes�s si entras en Su coraz�n. El coraz�n de Jes�s es un gran coraz�n, es lo suficientemente grande como para acogernos a todos, ni�os y ni�as, hombres y mujeres.

Y ahora es el mejor momento para que vengas y encuentres tu lugar de refugio en el coraz�n de Jes�s. Recuerda que tu lugar de refugio siempre est� cerca de ti. Jes�s siempre est� dispuesto a escucharte y a responderte. ( WJ Woods, BA .)

Versículo 27

El temor del Se�or es fuente de vida.

La fuente de la vida

I. Algo que necesita reposici�n. La vida es un fuego, debe mantenerse encendido; una l�mpara: necesita aceite; energ�a - exige una sustentaci�n nerviosa. Entonces, con la vida espiritual, no puede continuar sin comida.

II. Algo para reponer la vida del hombre. "El temor del Se�or". Aqu� hay un rico alimento llamado "fuente" - continua, inagotable, pura - la fuente, no la corriente. �C�mo es una fuente de vida?

1. Porque nos permite asimilar el alimento divino.

2. Porque es la llave que abre el grifo. ( Homilista .)

Versículo 29

El lento para la ira es de gran entendimiento.

Ira pecaminosa

El alcance de estas palabras es vencer la ira pecaminosa, un mal com�n, que produce mucho da�o. En ellos hay ...

1. La excelencia de la mansedumbre y ...

2. El da�o de la pasi�n y su maldad.

I. El hombre lento para la ira o el enojo nieva gran sabidur�a y entendimiento en su car�cter y conducta mansos y pac�ficos.

1. La naturaleza de la ira o la ira en general. La ira o la ira es una pasi�n que no es pecaminosa en s� misma, sino que es buena o mala, seg�n est� regulada; y por eso se diferencia de la inquietud, el murmullo y la envidia, que en ning�n caso pueden ser buenos o permisibles. La ira es sierva de los mansos, pero maestra de los apasionados. La pasi�n de la ira es como el viento en un barco. Si hay una calma absoluta y los vientos no soplan en absoluto, o son muy d�biles, el barco no se abre paso.

Y si los hombres son tan est�pidos, indolentes y despreocupados, que sus esp�ritus no se agitar�n en ellos, cualquier deshonra que vean que se le hace a Dios, �stos est�n parados en el camino al cielo. Si el viento es lo suficientemente fuerte, pero aun as� es contrario, el barco, en el mejor de los casos, tendr� mucho ruido y puede ser conducido a una orilla que la tripulaci�n no deseaba ver. Entonces, si la ira de los hombres es pecaminosa en s� misma, no puede fallar por un evento infeliz que lleve al alma a pecar mucho.

Aunque el viento no sea contrario, si es demasiado impetuoso y violento, puede estrellar el barco contra las rocas y partirlo. Aunque la ira de un hombre pueda tener un fundamento justo, sin embargo, si resulta excesiva y bulliciosa, puede llevar a los hombres de cabeza a grandes males. Los ingredientes de la ira son una conmoci�n o angustia del esp�ritu, que surge de la aprehensi�n de una herida. Odio, que se dobla contra la herida aprehendida.

Duelo, a causa de la parte o partes lesionadas. El deseo de reivindicar el derecho y el honor de los heridos. La ira es una pasi�n inc�moda para uno mismo, compuesta de ingredientes amargos y pasiones inc�modas; en el que uno camina sobre terreno resbaladizo, donde es propenso a caer de cabeza.

2. �Qu� es ser lento para la ira? Ser lento para asumir la ira por la propia causa. Manej�ndolo con cautela, cuando se toma, gui�ndose por la luz de la raz�n, y no por el fuego de la pasi�n, y siendo f�cil dejarlo. Cuanto m�s lento arde el enojo, m�s f�cil es apagarlo.

3. El lento para la ira es de gran entendimiento. De ese modo, tal persona muestra su deber para con Dios, su se�or soberano, y consigo mismo. Demuestra que comprende la diligencia y malicia de Satan�s contra �l, su inter�s real y la naturaleza humana. Sea lento para la ira. Es una disposici�n celestial. La comodidad de la sociedad depende de ello. Es necesario para la propia comodidad de un hombre. Ayuda a mantenernos a nosotros mismos ya los dem�s de la trampa del pecado. Pero existe la pecaminosa pereza para la ira, que puede hacernos omitir los deberes de justicia y caridad.

II. El hombre apasionado proclama su locura y malicia en su pasi�n desenfrenada y su ira pecaminosa.

1. La naturaleza de la ira pecaminosa. La ira es pecado cuando surge sin una base justa, sin tener una causa para ella asignada por la gracia o la raz�n justa como justa. Puede surgir sin ninguna causa en absoluto; o en vano, en alguna ocasi�n leve o insignificante indigna de tal aviso. Cuando no guarda la debida proporci�n con la infracci�n. Cuando no est� dirigido al honor de Dios y la destrucci�n del pecado. Cuando no hay la debida diferencia entre el infractor y el infractor. Cuando sus efectos son pecaminosos. Cuando se mantiene y contin�a m�s all� del tiempo debido.

2. Los tipos de ira pecaminosa. Pecaminoso en s� mismo; donde no hay un terreno justo. Accidentalmente pecaminoso; cuando est� mal manejado. Hay una ira abierta e impetuosa llamada ira. Una ira persistente e implacable, llamada ira, que busca la venganza.

3. Los efectos de la ira pecaminosa. Picard�a para el cuerpo. Dispara la lengua de una manera particular. Perturba la sociedad. Raz�n de las nubes. Inadapta a un hombre para el deber. El hombre apasionado proclama su locura. Se muestra orgulloso, d�bil, incapaz de gobernarse a s� mismo; un hombre inmortal; un hombre temerario y precipitado; un hombre desatento. Mejora pr�ctica de este tema - Uso de la humillaci�n y la convicci�n; de exhortaci�n.

Deseo de provocar e incitar a otros a la pasi�n; por el amor de Dios, y por el bien de tu pr�jimo, as� como por tu propio bien. �Velad y orad para que no entr�is en tentaci�n�. Y si en alg�n momento te atrapan, apres�rate para salir de la trampa. Jugar con la tentaci�n es la manera justa de enredarte m�s; Huye, pues, de �l como de una serpiente, para que no te muera por picadura. ( T. Boston, DD .)

La religi�n la restricci�n de la pasi�n impetuosa

La muerte siempre es espantosa para la naturaleza; pero nunca tan espantoso como cuando llega a manos del verdugo p�blico. Para esto, el texto proporciona un ant�doto. El hombre que vive en el "temor del Se�or" no es probable que muera prematuramente, y mucho menos una muerte ignominiosa. Se except�a el caso de los m�rtires.

I. Explique la naturaleza de la religi�n verdadera. Cu�l es el principio, su regla y su objeto.

1. Su principio es el amor de Dios. Este amor a Dios debe ser supremo. Y dondequiera que est� presente el amor, se evidenciar� por el deseo de cumplir con los deseos y obedecer los mandatos de la persona amada.

2. Que la regla de la religi�n verdadera es la voluntad revelada de Dios, como se encuentra en las Escrituras.

3. El objeto de la verdadera religi�n es la gloria de Dios. La religi�n en el coraz�n nunca puede satisfacerse con nada que no sea la gloria divina como el gran objeto de la vida.

II. Aunque desprovistos de la influencia de la religi�n, los hombres est�n perpetuamente en peligro de ser vencidos por la impetuosidad de sus pasiones.

1. En el coraz�n humano existen principios directamente opuestos a los de la religi�n verdadera.

2. Continuamente surgen circunstancias que pueden hacer que estos principios imp�os entren en operaci�n activa.

3. Existe un grave peligro, en ausencia de una religi�n verdadera, de que prevalezca la pasi�n excitada. La impetuosidad s�lo puede ser reprimida y sometida eficazmente por el poder de los principios religiosos. ( Recuerdo de Essex .)

Lento para la ira

Lord Macaulay ha se�alado que hay algunos hombres infelices constitucionalmente propensos a las pasiones m�s oscuras, hombres para quienes las palabras amargas son tan naturales como gru�ir y morder a un perro feroz; y afirma que venir al mundo con esta miserable enfermedad mental es una calamidad mayor que nacer ciego o sordo. Un hombre, procede a decir, que teniendo tal temperamento lo mantiene en sujeci�n y se obliga a comportarse habitualmente con justicia y humanidad hacia los que est�n en su poder, parece digno de la m�s alta admiraci�n.

�Ha habido casos de este autocontrol; y se encuentran entre los triunfos m�s notables de la filosof�a y la religi�n ". En los elogios del emperador Justiniano esta caracter�stica no debe ser despreciada, que fue "un maestro de las pasiones airadas, que braman con una violencia tan destructiva en el pecho de un d�spota". De Mahoma se nos dice que era naturalmente irritable, pero que hab�a dominado su temperamento, de modo que incluso en las relaciones autoindulgentes de la vida dom�stica era amable y tolerante.

�Le serv� desde que ten�a ocho a�os�, dijo su criado Anus, �y nunca me reprendi� por nada, aunque yo ech� a perder las cosas�. Adam Smith rastrea desde la escuela y el patio de recreo el progreso y, por as� decirlo, la historia natural del autocontrol, y muestra sobre qu� bases y de qu� manera el ni�o avanza en el autocontrol, estudia para ser cada vez m�s due�o de s� mismo. , y trata de ejercer sobre sus propios sentimientos "una disciplina que la pr�ctica de la vida m�s larga rara vez es suficiente para llevar a la perfecci�n completa". ( W. Arnot, DD .)

Versículo 30

Un coraz�n sano es la vida de la carne.

Coraz�n y salud

Un "coraz�n sano" es un coraz�n que da su afecto supremo a lo supremamente bueno. Todos los dem�s corazones est�n m�s o menos podridos. Tal coraz�n, nos informa el texto, es la condici�n de la salud f�sica; es la mism�sima "vida de la carne". Es cierto que la ciencia puede demostrar este hecho de muchas formas. La salud f�sica requiere atenci�n a ciertas leyes; estas leyes a ser atendidas deben ser entendidas; la comprensi�n de estas leyes requiere estudio; el estudio adecuado de ellos s�lo est� asegurado por una simpat�a suprema de coraz�n hacia el legislador.

La experiencia de cada hombre, as� como la ciencia, atestiguan este hecho. La influencia de las emociones del coraz�n sobre el estado del cuerpo reconoce hasta el m�s aburrido. Las pasiones del dolor, la decepci�n, la ira, los celos y la venganza, en proporci�n a su fuerza, trastornan el sistema corporal. Por otro lado, las emociones placenteras dan flotabilidad y vigor al cuerpo.

I. Que la salud corporal de un hombre, donde la organizaci�n es normalmente buena, est� en sus propias manos. El cielo nos ha dado los medios y los motivos para cultivar las condiciones felices del coraz�n. "Guarda tu coraz�n con toda diligencia". Inferimos de este hecho:

II. Que el cristianismo es un agente indispensable para eliminar las enfermedades f�sicas del hombre.

III. Esa ciencia m�dica siempre ser� ineficaz hasta que pr�cticamente se ocupe de las enfermedades morales y las curas de la mente. El m�dico debe saber:

(1) Que no es cient�fico ignorar el hecho de que el mal moral es la fuente de todo mal f�sico, y&mdash

(2) Que no es cient�fico ignorar el hecho de que no existe un agente para eliminar el mal moral sino el cristianismo. Inferimos ...

IV. Que a medida que avanza la verdadera moralidad del mundo, mejorar� la salud f�sica del mundo. Un drenaje para llevarse todas las pasiones inmundas del coraz�n es el desideratum. El hombre que tiene m�s �xito en sus esfuerzos, a trav�s del cristianismo, para promover una renovaci�n moral de los corazones es el mayor fil�ntropo. ( D. Thomas, DD .)

Pero la envidia es la podredumbre de los huesos.

La naturaleza y el car�cter de la envidia.

Todas las leyes de la naturaleza, en la medida en que comprenden los deberes que tenemos unos con otros, pueden reducirse a este gran principio de benevolencia universal, a saber, que lo establecemos como la regla fija y fundamental de todas nuestras acciones, hacer todo bien y abstenerse de todo mal. Los motivos de esta conducta, adem�s de la belleza y amabilidad de la misma, son estos:

1. Que toda la humanidad en realidad consulte mejor sus propios intereses, cuando contribuyan al bien de todos.

2. Que hay un placer intr�nseco resultante de la pr�ctica de la virtud.

3. Que nos recomiende al amor y la estima de toda la humanidad. La angustia del coraz�n, el odio, el desprecio y la inseguridad son las recompensas naturales de la iniquidad, incluso en este mundo. Esto es m�s notorio que en la pasi�n del vicio y la envidia. Un "coraz�n sano" es literalmente un coraz�n de indulgencia o medicina. La "envidia" es una levadura que agria y corrompe, pone todos los humores en el traste y es la perdici�n de todo lo que es bueno, bello y deseable en la vida.

I. La naturaleza y origen de la envidia; y qui�nes son los que est�n m�s sujetos a ella. La envidia es un dolor o una inquietud que surge de la aprehensi�n por la prosperidad y la buena fortuna de los dem�s; no porque suframos por su bienestar, sino simplemente porque su condici�n ha mejorado. Existe un fuerte celo de preeminencia y superioridad implantado en nuestra naturaleza por Dios Todopoderoso, con prop�sitos sabios y nobles.

Cuando este principio se arraiga en una buena mente, se llama emulaci�n. Pero cuando este principio se encuentra con una disposici�n maligna y corrupta, degenera en envidia, la pasi�n m�s maligna y odiosa de la naturaleza humana, la peor mala hierba del peor suelo. Esta pasi�n nos afecta principalmente en relaci�n con nuestros iguales. Si descubrimos que hemos igualado o superado a los de nacimiento similar, la consecuencia natural es alegr�a y complacencia; pero si nos superan, emulaci�n o envidia. Las personas m�s sujetas a envidia son las codiciosas; hombres de esp�ritu peque�o o mezquino; hombres de dotes y habilidades extraordinarias, que no pueden soportar a un rival; hombres orgullosos; y ancianos.

II. Los s�ntomas por los que se puede conocer la envidia.

1. Cuando nos sentimos reacios a hacer buenos oficios a una persona.

2. Cuando nos complace la maldad de los dem�s.

3. Cuando manifestamos una disposici�n censuradora; silenciar las buenas acciones de los dem�s o exponer las malas.

4. Cuando tenemos un car�cter descontento, quejumbroso y pendenciero.

III. Los malos efectos de la envidia.

1. Para la persona envidiosa es "podredumbre en sus huesos". Desperdicia el cuerpo y mantiene la mente fermentada. Mata nuestra tranquilidad y tambi�n nuestra virtud.

2. Expone al hombre al justo odio y aversi�n de toda la humanidad; y esparce su influencia maligna dondequiera que viene.

IV. Los mejores remedios para la cura de esta perniciosa pasi�n.

1. Establezca nuestra opini�n sobre las cosas y procure estimarlas correctamente, de acuerdo con la ley de Dios.

2. Hacer un juicio correcto de nuestro propio valor y habilidades.

3. Reflexione seriamente sobre la vanidad y la insignificancia de todas las ventajas mundanas.

4. Piensa en Dios, que se complace en la felicidad de todas sus criaturas. ( J. Delany .)

Versículo 31

El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor.

La opresi�n del pobre es un oprobio para su Hacedor

Cada hombre que desempe�a su papel en su capacidad social es "un espect�culo". La sociedad es una organizaci�n de criaturas racionales que act�an juntas por un bien. La sociedad es una comunidad de la naturaleza humana en estrecha conexi�n con Dios. Y as�, cada hombre se convierte en "guardi�n de su hermano".

I. La naturaleza humana, como un delito: "oprimir a los pobres".

1. Por injusticia pol�tica. Cuando no tienen un �rgano adecuado para expresar sus deseos, ni tienen voz en la representaci�n de su pa�s, ni agencia libre en todas las leyes de su pa�s.

2. Por negligencia social. Cuando el estado, como cuerpo, permite que grandes masas de angustia, ignorancia y miseria acumuladas crezcan a su alrededor.

3. Por degradaci�n mental. La educaci�n cristiana real, verdadera y s�lida consiste en tres cosas: dar a la mente grandes verdades, impartir a la mente grandes motivos y otorgar grandes principios.

II. La consecuencia: se reprocha al creador. Los pobres no pueden dejar de pensar mal de Dios cuando la sociedad, que asume ser Su disposici�n, los presiona con tanta fuerza. ( R. Montgomery, MA .)

Piedad y humanidad

La piedad y la filantrop�a son esencialmente una. Dondequiera que haya piedad o piedad, hay filantrop�a. La filantrop�a es el fruto de toda religi�n verdadera. El texto ense�a ...

I. Esa inhumanidad es impiedad. Hay mucha inhumanidad en el mundo, los pobres tienen que soportar mucha "opresi�n". Se ejerce una fuerza superior para exigir sus labores por la remuneraci�n m�s inadecuada y, por lo tanto, para "molerles la cara". Toda esta opresi�n de los pobres es un oprobio de Dios; el que lo hace "reprocha a su Hacedor". �l reprocha a su Hacedor:

1. Descuidando esa identidad de la naturaleza con la que nuestro Hacedor ha dotado a todas las clases.

2. Descuidando las leyes que nuestro Hacedor ha ordenado sobre los pobres ( Lev�tico 25:35 ; Deuteronomio 15:11 ).

II. La verdadera humanidad es piedad. "El que le honra, de los pobres tiene misericordia". El que honra a Dios, am�ndolo supremamente y sirvi�ndole, tendr� misericordia de los pobres. Hay, es cierto, una misericordia voluble, sentimental y natural por los pobres, que no tiene conexi�n con la piedad, pero esta no es la verdadera humanidad. La verdadera humanidad es aquella que simpatiza con el hombre, como descendencia de Dios, v�ctima del mal moral, hijo de la inmortalidad, y que se consagra en el Esp�ritu de Cristo para aliviar sus aflicciones y redimir su alma, y ??esto es piedad en su desarrollo pr�ctico ( Isa�as 58:6 ). ( Homilista .)

Versículo 32

El imp�o es ahuyentado en su maldad; pero el justo tiene esperanza en su muerte.

La sabidur�a de la religi�n justificada en los diferentes fines de los buenos y los malos.

En su mayor parte, el fin de los hombres buenos est� lleno de paz y consuelo, y de buenas esperanzas en su condici�n futura; pero el final de los hombres malos es completamente contrario, lleno de angustia y angustia, sin paz ni consuelo, ni esperanza de que algo bueno les suceda despu�s. Si esto es cierto en general, es un poderoso testimonio a favor de la piedad y la virtud. Es tan bueno como una demostraci�n de que el religioso tiene raz�n.

I. Esta observaci�n es generalmente cierta. Basta apelar a la experiencia com�n y cotidiana de la humanidad ( Salmo 37:37 ). Cuando los buenos hombres van a morir, por lo general tienen una gran calma y serenidad en sus mentes, y est�n llenos de buenas esperanzas en la misericordia y el favor de Dios. Pero hay excepciones, tanto a la paz de los justos como a la miseria de los malvados, en la muerte.

Algunos buenos hombres est�n melanc�licos y desanimados. Pueden ser naturalmente de un temperamento oscuro. La muerte silenciosa de un hombre malo puede explicarse por una enfermedad; o estupidez, por ignorancia o sensualidad burda; o el enga�o de principios falsos.

II. �De d�nde procede esta diferencia? Est� fundada en la verdadera naturaleza y raz�n de las cosas mismas; en la naturaleza de la religi�n y la virtud, y de la impiedad y el vicio.

1. Una vida religiosa y virtuosa es un verdadero motivo de paz y serenidad mental, de consuelo y alegr�a, bajo todos los males y calamidades de la vida, y especialmente en la hora de la muerte.

2. La impiedad y la maldad son un fundamento real de la culpa y el miedo, del horror y la desesperaci�n, en el d�a de la adversidad y la aflicci�n, y m�s especialmente en la proximidad de la muerte.

II. Si esto es cierto, es una demostraci�n del lado de la religi�n. Sobre tres cuentas.

1. Porque los principios de la religi�n y la pr�ctica de ellos en una vida virtuosa, cuando llegan a la �ltima y m�s extrema prueba, se mantienen y son un fundamento firme e inquebrantable de paz y consuelo para nosotros.

2. Que nos ministran consuelo en el momento m�s necesario y deseable.

3. Que cuando los hombres suelen ser m�s serios, sobrios e imparciales, y cuando sus declaraciones y palabras se consideran de mayor peso y cr�dito, dan este testimonio de religi�n y virtud, y contra la impiedad y el vicio. ( J. Tillotson, DD .)

Ni esperanza ni miedo en la muerte

El Sr. Robert Owen visit� una vez a un caballero que era creyente. Al salir, llegaron a la tumba de la familia del caballero. Owen, dirigi�ndose a �l, dijo: �Hay una ventaja que tengo sobre los cristianos; No tengo miedo de morir; pero si algunos de mis asuntos se resolvieran, estar�a perfectamente dispuesto a morir en cualquier momento ". "Bueno", dijo su compa�ero, "usted dice que no le temes a la muerte, �tienes alguna esperanza en la muerte?" Despu�s de una pausa solemne, respondi�: "�No!" �Entonces�, respondi� el caballero, �est�s al nivel de ese bruto; se ha alimentado hasta saciarse y se queda a la sombra, ahuyentando las moscas, y no tiene miedo ni esperanza ".

El final diferente de los justos y los malvados

En cuanto a la muerte de un imp�o, aqu� est�:

1. La forma en que sali� del mundo. �l es "expulsado".

2. El estado en el que pasa. Muere en un estado desesperado. El justo tiene esperanza en su muerte. Tiene la gracia de la esperanza y la expectativa bien fundada de cosas mejores que las que jam�s tuvo en este mundo.

I. C�mo, y en qu� sentido, los malvados son �expulsados ??en su iniquidad al morir�. �Qu� se quiere decir con su "expulsi�n"? Tres cosas; ser�n llevados de repente, violenta e irresistiblemente. �De d�nde son conducidos y ad�nde? Son expulsados ??de este mundo, donde han pecado, al otro mundo, donde deben ser juzgados. Son expulsados ??de la sociedad de los santos en la tierra, a la sociedad de los perdidos en el infierno.

Son expulsados ??del tiempo hacia la eternidad. Son expulsados ??de sus enga�osas pretensiones de piedad. Son expulsados ??de todos los medios de gracia, completamente fuera de toda perspectiva de misericordia. �En qu� aspectos se puede decir que son ahuyentados por su maldad? Con respecto a ser expulsados ??en su estado pecaminoso e inconverso. Mueren pecando, actuando con maldad contra Dios, cargados con la culpa de sus pecados y bajo el poder absoluto de su maldad.

II. La desesperanza del estado de los hombres no renovados al morir. Considere cuatro cosas.

1. La muerte corta sus esperanzas y perspectivas de paz y placer en esta vida.

2. Cuando llega la muerte, no tienen una base s�lida para esperar la felicidad eterna.

3. La muerte echa ra�ces en sus ilusorias esperanzas.

4. La muerte hace que su estado sea absoluta y eternamente desesperado. Exhortaci�n.

(1) Tenga cuidado de no albergar esperanzas del cielo que no est�n edificadas sobre una base s�lida. Tenga cuidado con la esperanza construida sobre un terreno que nunca fue despejado. Cuidado con esa esperanza que luce brillante en la oscuridad, pero pierde todo su brillo cuando se pone a la luz de la Palabra de Dios. Tenga cuidado con esa esperanza que permanece sin ser apoyada por evidencias b�blicas.

(2) Apres�rate, pecadores, a salir de tu maldad, para que no mueras en tu pecado.

(3) Preoc�pese por los dem�s, no sea que sean "rechazados".

III. El estado de los piadosos en la muerte es un estado esperanzador.

1. Tienen un buen Amigo de confianza delante de ellos en el otro mundo.

2. Tendr�n un paso seguro al otro mundo.

3. Tendr�n una entrada gozosa a otro mundo. Objeci�n: �C�mo es posible que muchos de los piadosos, al morir, est�n llenos de temores y tengan poca esperanza? Respuesta: Los miedos suelen ser consecuencia de estados de salud corporal; pero pueden deberse a la flaqueza de la vida espiritual. Mejora: C�mo prepararnos para la muerte, para que podamos morir c�modamente.

(1) Que sea su cuidado constante mantener limpia la conciencia.

(2) Est� siempre alerta, esperando su cambio.

(3) Empleaos mucho en apartar vuestros corazones del mundo.

(4) Sea diligente en reunir y poner evidencias de su t�tulo al cielo, para su apoyo y consuelo en la hora de la muerte.

(5) Env�e el trabajo de su d�a y generaci�n con rapidez y diligencia. ( T. Boston, DD .)

Esperanza en la muerte

I. El car�cter de los justos. La distinci�n peculiar entre los justos y los malvados radica en el coraz�n, no en el entendimiento.

II. La verdad afirmada en el texto. La afirmaci�n es cierta, aunque puede haber algunas aparentes excepciones. No hay nada que preceda, acompa�e o siga a la muerte que pueda destruir el fundamento de la esperanza de los justos.

1. Un sentido claro y justo de su culpa y su m�rito a los ojos de Dios no puede destruir su esperanza en Cristo.

2. No hay nada en los pensamientos de dejar este mundo que pueda destruir su esperanza.

3. No hay nada en la perspectiva de tener un sentido m�s constante y consciente de la presencia Divina que pueda destruir su esperanza.

4. La perspectiva de estar para siempre unidos a criaturas perfectamente santas no puede destruir su esperanza.

5. Ni en la perspectiva del santo empleo del cielo.

6. Ni al ver las manifestaciones de la justicia divina sobre los vasos de la ira despu�s de la muerte.

7. Ni en ver todos los prop�sitos Divinos completamente cumplidos y desarrollados.

8. Ni la perspectiva de existir para siempre. Mejora de la asignatura:

(1) Si los justos tienen esperanza en su muerte, entonces son esencialmente diferentes de los malvados.

(2) Si solo los justos tienen esperanza, entonces multitudes ser�n fatalmente decepcionadas en la hora de su muerte.

(3) La muerte de los justos puede ser especialmente instructiva y beneficiosa para los vivos. ( N. Emmons .)

La esperanza de los justos

El Antiguo Testamento trata mucho de la vida presente; el Nuevo Testamento mucho con el futuro. Pero uno no ense�a algo diferente al otro. La esperanza es el gran elemento de la religi�n de los justos. Un hombre justo es un hombre esperanzado.

1. Existe la esperanza del apoyo Divino en la muerte misma.

2. Existe la esperanza de una liberaci�n completa de los males que inciden en una existencia f�sica.

3. Existe la esperanza de la introducci�n al bien permanente y no mezclado. ( James Foster, MA .)

Esperanza en la muerte

1. Un enemigo que todos deben enfrentarse. Muerte.

2. Un privilegio que todos deben envidiar. Esperanza en la muerte.

3. Una dispensa que todos deben aprobar. El justo tiene esperanza en su muerte. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones .)

La muerte de los malvados

1. De qu� es expulsado. Una gran medida de felicidad y de todas las fuentes de mejora moral.

2. A d�nde lo llevan. Del tiempo a la eternidad y de la presencia de Dios.

3. Lo que lleva consigo. Su maldad; los pecados acumulados de toda una vida y un car�cter fijo de maldad. Aprender&mdash

(1) � Qu� terrible visi�n de la vida y la muerte de los malvados!

(2) La grandeza de la salvaci�n de Cristo de la grandeza de la ruina de la que salva.

(3) El valor de la esperanza del evangelio proviene de la felicidad que asegura en la vida y la muerte. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones .)

Un gran contraste

I. En la vida.

1. La diferencia es real, no imaginaria. Est� tanto en la disposici�n interior como en la conducta exterior.

2. La diferencia es manifiesta. La disposici�n dominante, que es la vida del car�cter, y que es esencialmente diferente en ambos, se da a conocer por su fruto.

3. La diferencia va en aumento. Estos dos personajes contin�an mostrando su diferencia y se alejan el uno del otro para siempre.

II. En la muerte. "El imp�o es ahuyentado en su maldad" -

1. Como por una tormenta. No tiene ning�n fundamento sobre el que apoyarse. No se aferra a nada real, duradero.

2. Como culpable es llevado a su ejecuci�n. No hay resignaci�n de su parte a una voluntad superior a la suya. Ve el pasado con remordimiento y anticipa el futuro desconocido con tristeza y miedo. "Pero el justo tiene esperanza en su muerte". Esta es una indicaci�n de fuerza, no de debilidad. Tiene esperanza, incluso en la muerte, cuando todo lo que se ve se desvanezca.

Algunas razones de su esperanza:

1. La Biblia, tal como la lee y la cree; la luz que vino del cielo ahuyenta la oscuridad del valle oscuro y revela la tierra m�s all�.

2. Est� en paz con Dios. Dios es conocido por �l como su Padre, Amigo y Salvador. El amor a Dios, en su coraz�n, ha quitado el miedo.

3. Est� seguro de que su Redentor tiene control absoluto sobre todas las cosas; que es el Se�or del futuro. Su esperanza, por tanto, es tal que, como Fuller, no tiene miedo de sumergirse en la eternidad. El texto es una prueba de la creencia en un estado futuro de recompensas y castigos en la �poca de Salom�n. ( Homil�tica Mensual .)

El veredicto del sabio

I. El castigo que se infligir� a cierto hombre.

1. El nombre del infractor. Malvado.

2. La naturaleza del delito. Malicia.

3. El castigo; en tres grados. Como comenz� en esta vida. Incrementado en el momento de la muerte. Perfeccionado en el d�a del juicio.

II. La conclusi�n de los justos.

1. �Qu� es un hombre justo?

2. �Qu� es tener esperanza en la muerte? ( S. Hieron .)

Muerte desesperada y esperanzada

I. Los desesperados. �Cuyo? �Los malvados� - los inconversos. �Qu�?

1. La condici�n en la que muere. "En su maldad". Vivi� descuidado e indiferente, encerrado en una falsa esperanza; o endurecido y burl�n, peleando contra Dios. Entonces muere. Alejado, no de su maldad, sino en su maldad. La muerte no cambia de car�cter. "Todav�a injusto".

2. La compulsi�n bajo la cual muere. "Ahuyentado." Expulsado de los compromisos, los placeres y los medios de mejora de esta vida. Arrancado de posesiones, b�squedas, placeres y perspectivas aqu�. ��Esta noche - tu alma - entonces de qui�n�, etc.? La muerte no acepta sobornos. Deseos y protestas desatendidas. "Impulsado. ... perseguido �, etc. ( Job 18:18 ).

II. El esperanzado. Cuyos, "los justos" en posici�n moral, principio, pr�ctica. �Qu�? - Esperanza de ...

1. El apoyo Divino en �l.

(1) Necesitado, por dolores corporales, ataduras de afectos, fallas de conciencia.

(2) Prometido. �Como el d�a. .. fuerza." "Cuando pases", etc.

(3) Realizado. "S�, aunque camino", etc.

2. Victoria decisiva sobre �l. Prospectiva - Tumba robada. "Resurrecci�n de vida".

3. Gloria celestial despu�s de eso.

(1) Convoy angelical. "L�zaro llevado por �ngeles".

(2) Entrada inmediata. �Ausente del cuerpo. .. en casa �, etc.

(3) Luego reuni�n de alma y cuerpo en la gloria celestial. Todos deben morir. �Cu�l - el tuyo? �El arresto de un alguacil o la llegada de un Salvador? ( Juan 14:3 ). ( Revisi�n homil�tica .)

Los objetos, fundamentos y evidencias de la esperanza de los justos

Los hombres dejar�n el mundo de acuerdo con su conducta en �l.

I. Los objetos.

1. Su esperanza de apoyo en la muerte; de la inmortalidad del alma; de la resurrecci�n del cuerpo; y de perfecta felicidad en el cielo.

II. Los fundamentos y evidencias. El fundamento de la esperanza es la misericordia gratuita de Dios, que solo se puede comunicar a trav�s de Jesucristo. La evidencia de esta esperanza es que el justo encuentra, tras una prueba completa, que los caracteres que Dios ha declarado esencialmente necesarios para la salvaci�n le pertenecen.

III. Las diversas limitaciones y grados de una buena esperanza en la muerte. Una buena esperanza siempre est� respaldada por evidencia, y de acuerdo con el grado de evidencia es el grado de esperanza. Diferentes creyentes, en diferentes momentos, tienen diferentes grados de evidencia. Mucho depende de la debilidad del cuerpo, la mente o el coraz�n. Pero todo hombre justo tiene una raz�n sustancial para tener esperanza, ya sea que lo vea claramente o no. De hecho, los hombres buenos suelen disfrutar de una c�moda esperanza. ( S. Davies, AM .)

Las dos salidas

I. La condenaci�n de los malvados. Como el humo es arrastrado por el viento, as� perecer�n los imp�os en el d�a de la ira. No podemos formarnos una concepci�n correcta de lo que es ser y permanecer en la maldad. Debido a que est� tan cerca de nosotros, no lo sabemos.

II. La esperanza de los justos. La esperanza, siempre hermosa, es m�s dulce cuando resplandece desde el cielo a trav�s de la oscuridad que se acumula alrededor de la tumba. ( W. Arnot .)

Esperanza m�s all� de la tumba

I. El car�cter de los justos.

1. Es alguien que ha sido convencido de su injusticia.

2. Aquel a quien se hace part�cipe de los principios rectos.

3. Uno que es justo y santo en su vida.

II. La esperanza de los justos. Esta esperanza tiene por objeto futuras bendiciones espirituales y eternas. Se llama �buena esperanza por medio de la gracia�, porque estamos en deuda con la gracia y el favor de Dios; y porque es obra de nosotros por las influencias bondadosas del Esp�ritu Divino. La vida eterna incluye la inmortalidad del alma, la existencia eterna y consciente de la mente racional; la resurrecci�n del cuerpo; y el disfrute de la felicidad eterna. ( J. Entwistle .)

Una muerte espantosa

Aqu� se exponen tres cosas impl�citas en la muerte de los malvados.

I. Un cambio muy solemne. �l es "expulsado".

1. �De d�nde?

(1) De todos los placeres existentes; las bellezas de la naturaleza, los c�rculos de la amistad, los placeres de la literatura, etc.

(2) De todos los compromisos seculares. El agricultor, abogado, estadista, etc.

(3) De todos los medios de mejora moral: iglesias, Biblias, maestros.

2. �Ad�nde? A la tumba en cuanto a su cuerpo, a eterna retribuci�n como a su alma. La muerte de los malvados implica:

II. Una gran desgana personal. No se va, no se deja arrastrar; �l es "expulsado".

1. Todas las simpat�as de su naturaleza est�n centradas en esta vida. Todos est�n entrelazados alrededor de objetos terrestres, como la hiedra alrededor del antiguo castillo. Todos est�n m�s arraigados en la tierra que el roble de los siglos. Est� en el mundo y el mundo lo es todo para �l.

2. El mundo futuro le resulta terriblemente repulsivo. Ni un rayo de esperanza atraviesa su tremenda tristeza; es una masa densa de nube de tormenta sin estrellas. Siendo este el caso, �con qu� tenacidad se aferra a la vida! No ir�, no puede ir, debe ser "conducido". Su muerte no es como la suave ca�da de la fruta madura de su rama vieja en oto�o, sino como el roble, arrancado de ra�z y lanzado al aire por un poderoso torbellino.

No es como una embarcaci�n que se desliza hacia el puerto elegido, sino como un barca que empuja un viento furioso hacia una orilla de la que retrocede con horror. "�Ahuyentado!" La muerte de los malvados, como se indica aqu�, implica:

III. Una terrible retenci�n de car�cter. �l es "expulsado" en su maldad. Lleva consigo su maldad. Esta es la peor parte del conjunto. Lleva consigo sus viles pensamientos, sus pasiones corruptas, sus prop�sitos pecaminosos, sus h�bitos depravados, su culpa acumulada. Dejar� todo lo dem�s atr�s, excepto esto, esto se adhiere a �l. No puede huir de ella m�s que de s� mismo.

Esta maldad ser� la piedra de molino que lo empujar� hacia abajo a profundidades m�s profundas y oscuras para siempre; el veneno que se resentir� en las venas para siempre; el combustible que alimentar� las llamas para siempre. �Oh pecador, deposita esta maldad al pie de la Cruz expiatoria y renovadora del alma! ( Homilista .)

Los justos y los malvados en su muerte

El texto&mdash

I. Describe la terrible terminaci�n de un curso de irreligi�n y pecado.

1. �Qui�nes son los malvados? El t�rmino generalmente se restringe a los "pecadores del tipo m�s b�sico", aquellos cuyas vidas son extremadamente sensuales. Pero la Escritura lo considera como la designaci�n apropiada de todos los que se encuentran en un estado no regenerado; todos los que est�n desprovistos del temor y el amor de Dios, que habitualmente transgreden su ley y pr�cticamente ignoran su evangelio.

2. �Cu�l ser� el tema de su carrera? Tenga en cuenta la forma en que muere. De mala gana. Inevitablemente. La condici�n en la que muere. En sus pecados, con toda su culpa sobre su cabeza y toda su depravaci�n en su coraz�n.

II. Describe las bendiciones de los que mueren en el Se�or.

1. �Qui�n es justo? No simplemente creyentes, sino pecadores regenerados y convertidos.

2. �Cu�l es el privilegio de los justos? Tiene esperanza en su muerte. Esa esperanza es gloriosa en su objeto. Est� seguro en su fundamento. Es feliz en su influencia. ( J. Corney .)

Expulsado del mundo

Se aferra tan estrechamente al mundo que no puede encontrar en su coraz�n para dejarlo, sino que es expulsado de �l; su alma es requerida, es forzada de �l. Y el pecado se une tan estrechamente a �l que es inseparable; va con �l a otro mundo; es expulsado "en su maldad", muere en sus pecados, bajo la culpa y el poder de ellos, injustificado, no santificado. Su maldad es la tormenta en la que es apresurado, como paja arrastrada por el viento, expulsado del mundo. ( Matthew Henry .)

La esperanza de los justos

I. Existe la esperanza del apoyo divino en la muerte misma. "Como tu d�a", etc.

II. Existe la esperanza de una liberaci�n completa de los males que inciden en una existencia f�sica. En esta vida el alma est� aprisionada. Su tendencia celestial y espiritual es retardada por su compa�ero de polvo. La vida espiritual tiene su pensamiento, sentimiento y expresi�n limitados y desconcertados por los l�mites f�sicos. Un ejercicio mental prolongado va seguido de fatiga y reacci�n, al igual que los ejercicios y placeres espirituales.

La muerte libera a los justos de todos estos males. Derriba el tabern�culo decadente, expuesto e inferior, para que el hu�sped que est� dentro pueda salir a la luz y la libertad. Introduce al alma a la perfecci�n del ser, la actividad y el disfrute.

III. Existe la esperanza de una introducci�n al bien permanente y no mezclado. ( Jas. Foster, MA .)

Esperanza en la muerte

�Me falta el aliento y, desde mi �ltima reca�da, tengo pocas esperanzas de que me sirvan mucho m�s. Unos pocos esfuerzos, como las �ltimas luchas de un moribundo, o los destellos de una vela que acaba de apagarse, es todo lo que se puede esperar de m�. Pero, �bendito sea Dios! la vela se encender� de nuevo en el cielo ". ( G. Whitefield .)

Listo para la muerte

El cristiano, a su muerte, no debe ser como el ni�o, que se ve obligado por la vara a dejar de jugar, sino como alguien que est� cansado y dispuesto a irse a la cama. Tampoco debe ser como el marinero, cuyo barco es arrastrado por la violencia de la tempestad desde la orilla, arrojado de un lado a otro sobre el oc�ano, y finalmente sufre naufragio y destrucci�n; pero como quien est� listo para el viaje y, en el momento en que el viento es favorable, leva anclas alegremente y, lleno de esperanza y alegr�a, se lanza a las profundidades. ( R. Scriver .)

La muerte de un cristiano

He le�do de un pintor que estaba pintando �Muerte�; y pint� la Muerte como generalmente vemos pintada la Muerte: �un esqueleto y una guada�a! �Esa es una forma horrible de pintarlo! Un buen hombre que pas� dijo: "Esa no es la manera de pintar la muerte: debes pintarlo como un hermoso �ngel brillante con una llave de oro en la mano para abrir la puerta y dejarnos entrar al cielo". Eso es Muerte para el cristiano. Cuando el obispo Beveridge se estaba muriendo, el buen hombre dijo: �Si esto est� muriendo, desear�a poder morir para siempre.

Te acuerdas en el �Progreso del Peregrino�, cuando Christian y su amigo Esperanza llegan a morir, se representa como si estuvieran cruzando un r�o. Christian tiene algo de miedo. "�An�mate, hermano!" Hopeful dice: �Siento el fondo, y es bastante firme y s�lido. �An�mate, hermano! " Luego, despu�s de un rato, Christian dijo: �Lo veo de nuevo; y me dice: 'Cuando pases por las aguas, yo estar� contigo.

Entonces tambi�n encontr� terreno sobre el que pararse, y el resto del agua era tan poco profunda que pod�a caminar en ella. �Y despu�s de unos minutos m�s, ambos se encontraron en la puerta de la Ciudad Celestial! ( J. Vaughan, MA .)

La muerte de los imp�os y los justos

I. El imp�o es ahuyentado en su maldad.

1. Los imp�os son sacados del mundo contra su voluntad y por un poder que no pueden resistir.

2. Mueren sin renovar su alma y sin cambiar su car�cter.

3. Van a recibir el castigo de sus pecados.

II. El justo tiene esperanza en su muerte. Aunque no sean capaces de expresarse en el lenguaje de la seguridad y el j�bilo, habr� una dependencia creyente de la misericordia y fidelidad de Dios. Y aunque toda esperanza pareciera haberse ido, y las manifestaciones de la presencia Divina fueran retiradas, a�n as� la declaraci�n de nuestro texto ser�a cierta. Porque as� como, por un lado, la certeza real de nuestra salvaci�n no es aumentada o disminuida por nuestros sentimientos presentes, sin embargo la evidencia de ello para nosotros puede verse afectada, por el otro, la posici�n: los justos tienen esperanza en su muerte - no debe limitarse simplemente a expresar los sentimientos que los justos pueden experimentar al morir, sino que tambi�n expresa la seguridad de su estado.

Tanto el fundamento como los objetos de esperanza permanecen firmes e inmutables. Es en la debilidad de la naturaleza donde la energ�a de apoyo de la gracia se hace m�s evidente y el poder del Salvador se manifiesta de manera m�s conspicua. Y cu�ntas veces ha sucedido que, en medio del mayor agotamiento, cuando toda nueva expresi�n ha cesado, el alma ha parecido vislumbrar la gloria futura y, reanimando el cuerpo casi sin vida, ha proclamado su seguridad del amor divino. y misericordia y protecci�n, y ascendi� al cielo en un canto de santo triunfo. ( Alex. Fisher .)

Una esperanza tranquila

Una esperanza segura no es como un torrente de monta�a, sino como un arroyo que fluye de una fuente viva, y a menudo tan silenciosamente que apenas se ve si no es por el verdor de sus orillas. ( W. Spring .)

Versículo 34

La justicia exalta a la naci�n.

Las ventajas de la religi�n para las sociedades

No puede haber mayor prejuicio levantado contra nada que el de representarlo como inconveniente y perjudicial para nuestros intereses temporales. Por este motivo, la religi�n ha sufrido, en opini�n de muchos, por oponerse a nuestro bienestar actual y por robarle a los hombres las mayores ventajas y comodidades de la vida. Aquel que quiera elogiar la religi�n debe reconciliarla con la felicidad de la humanidad. El texto declara que la religi�n y la virtud son ventajosas para la prosperidad p�blica de una naci�n. Satisfaga la raz�n de los hombres sobre este punto.

I. Dar cuenta de esta verdad.

1. From the justice of the Divine Providence. Public bodies, or communities of men, can only be rewarded and punished in this world. St. Austin says that the mighty success and long prosperity of the Romans was reward given them by God for their eminent justice and temperance, and other virtues. But the general and crying sins of a nation cannot hope to escape public judgments. Public judgments are the banks and shores upon which God breaks the insolency of sinners, and stays their proud waves. The experience of all ages hath made this good.

2. De la tendencia natural de la cosa. La religi�n y la virtud, por su propia naturaleza, conducen al inter�s p�blico. La religi�n es la mayor obligaci�n de la conciencia para con todos los cargos civiles y deberes morales. La castidad, la templanza y la industria, por su propia naturaleza, tienden a la salud y la abundancia. La verdad y la fidelidad crean amor mutuo y buena voluntad. Y as�, casi todo vicio tiene alg�n inconveniente temporal anexado y, naturalmente, lo sigue.

La religi�n y la virtud tienden naturalmente al buen orden y al gobierno m�s f�cil de la sociedad humana, porque tienen una buena influencia tanto sobre los magistrados como sobre los s�bditos. La religi�n hace que la gente sea m�s obediente al gobierno y m�s pac�fica entre s�.

II. Vindique esta verdad.

1. De la afirmaci�n de que el gobierno puede subsistir bastante bien sin la creencia de un Dios, y un estado de recompensas y castigos despu�s de esta vida.

2. De la afirmaci�n de que la virtud y el vicio son cosas arbitrarias. Inferencia de este discurso.

(1) Si este discurso es cierto, entonces aquellos que est�n en lugares de poder y autoridad est�n especialmente preocupados por mantener el honor de la religi�n.

(2) Concierne a todos vivir en su pr�ctica. ( J . Tillotson, DD ).

Pol�tica y moral

Lo que sea moralmente incorrecto no puede ser pol�ticamente correcto. ( E. Burke .)

La religi�n promueve el bienestar civil

As� como no hay nada en la religi�n que contrarreste el dise�o de un sabio sistema de pol�tica civil, tampoco hay nada en un sabio sistema de gobierno civil que contrarreste el dise�o de la religi�n cristiana. La exaltaci�n de la naci�n es el fin de la pol�tica civil. La justicia es el fin de la religi�n, o m�s bien es la religi�n misma. ( J. Saurin .)

La armon�a de la religi�n y la pol�tica civil

I. Exprese la pregunta con claridad. Por religi�n, como exaltaci�n de una naci�n, no se entiende ni la religi�n de un hombre cruel, una persona supersticiosa o un entusiasta. La religi�n y la justicia deben tomarse en el verdadero sentido de los t�rminos. No se afirma que la verdadera religi�n sea tan necesaria en todas sus doctrinas, y en toda la extensi�n de sus preceptos, que no haya casos de florecimiento de sociedades que no hayan sido totalmente reguladas por ella.

Solo afirmamos que el m�todo m�s seguro que una naci�n puede tomar para sostenerse y exaltarse a s� misma es seguir las leyes de la justicia y el esp�ritu de la religi�n. No se afirma que en todos los casos particulares la religi�n tenga m�s �xito en obtener algunas ventajas temporales que violarlas. Solo afirmamos en general, que cuanto m�s una sociedad practica la virtud, m�s prosperidad obtendr�. Por "exaltaci�n" no se entiende ese tipo de elevaci�n a la que aspiran los h�roes mundanos.

Si entendemos por �exaltar una naci�n� todo lo que gobierna con mansedumbre, negocia con �xito, ataca con valent�a, defiende con resoluci�n y constituye la felicidad de un pueblo, entonces una naci�n s�lo se exalta con la rectitud. No se afirma que la prosperidad de una naci�n as� sea tan perfecta como para excluir todas las circunstancias adversas. Un argumento en nuestra contra se basa en los abusos que la religi�n ha provocado en la sociedad.

Esto se elimina eliminando las ideas falsas de religi�n. Otra objeci�n se toma del caso de algunas naciones id�latras, que han llegado a una gran altura de gloria mundana. Un tercero de alg�n caso particular en el que el vicio ha demostrado ser m�s ventajoso para un estado que la virtud. Un cuarto de las extravagantes nociones de gloria. Un quinto de los males que sufren las sociedades m�s virtuosas.

II. Muestra el fundamento de la m�xima del sabio. Abra seis fuentes de reflejos.

1. La idea de sociedad en general.

2. La constituci�n de cada gobierno en particular.

3. La naturaleza de las artes y las ciencias.

4. La conducta de la Providencia.

5. Las promesas de Dios mismo.

6. La historia de todas las edades. ( J. Saurin .)

Rectitud edificante

La justicia exalta a la naci�n.

I. En riqueza material. La verdad, la honestidad, la integridad de un pueblo son las mejores garant�as de avance comercial. Cuanto m�s cr�dito tiene una naci�n, m�s negocios puede hacer; y cuanto m�s negocio, si se realiza correctamente, mayor ser� la acumulaci�n de riqueza. Exalta

II. En disfrute social. Seg�n los principios de veracidad, rectitud y honor reine en la sociedad, ser� la libertad, la cordialidad y el disfrute de las relaciones sociales.

III. En poder moral. La verdadera majestad de un reino reside en su virtud moral. El estado cuyo coraz�n late con lealtad a los principios eternos de la rectitud gana una influencia sobre la tierra m�s poderosa que la que pueden impartir los ej�rcitos o batallones m�s poderosos. ( Homilista .)

Exaltaci�n nacional

I. "la justicia exalta a la naci�n". Estas palabras nos revelan de inmediato el gran secreto de toda mejora nacional, felicidad nacional, paz y prosperidad nacionales. No supongamos que los decretos legislativos, las leyes penales, los tribunales de justicia y las casas de correcci�n puedan llegar a desarraigar el vicio e implantar la virtud, asegurar la paz y proteger la propiedad, eliminar el pecado y exaltar a la naci�n.

Estos realmente no deben dejarse sin hacer; pero ni por un momento imaginen que por s� mismos pueden remediar el mal. Estos nunca pueden cambiar el coraz�n del hombre. No creas que la grandeza verdadera, sustancial y duradera de una naci�n consiste en poder, riqueza, edificios nobles, palacios principescos, ciudades extensas, logros b�licos, victorias navales, empresas comerciales, posesiones coloniales. No se deslumbre con el brillo y el resplandor de esta mera apariencia externa de grandeza.

II. "Pero el pecado es un oprobio para todos". Este es un contraste sorprendente, una transici�n dolorosa. De contemplar con �xtasis la exaltaci�n de la justicia, ahora debemos pasar a contemplar con dolor la degradaci�n del pecado. Lea las historias de los antiguos; �Y cu�l fue la mancha que estrope� y desfigur� incluso a las naciones m�s iluminadas de la antig�edad? Pecado, idolatr�a, impiedad, ignorancia espiritual: estaban �sin Dios en el mundo.

��Qu� fue lo que hizo que el Todopoderoso enviara hambrunas, pestilencias, cautiverios y finalmente destrucci�n, sobre Su propio pueblo peculiar, incluso los hijos de Israel? Pecado. Se rebelaron contra las palabras del Se�or y menospreciaron el consejo del Alt�simo. �Pero Ay! no necesitamos escudri�ar los registros de los antiguos, atravesar el ancho oc�ano y vagar a costas distantes para probar la verdad de esta declaraci�n b�blica.

Tenemos demostraciones oculares de ello entre nuestra propia gente, en nuestros pueblos y ciudades. Porque, �cu�l es la mancha que es tan visible en todos los rangos y clases? Pecado. �Qu� es lo que ennegrece, oscurece y amortigua las mansiones m�s nobles, al igual que las habitaciones m�s humildes, esparciendo miseria, ignominia y miseria entre nosotros y alrededor de nosotros? ( GJ Morehead, MA .)

De la importancia de la rectitud para la libertad civil y la prosperidad nacional

Para muchos, la doctrina de este texto parece parad�jica; algunos lo consideran absurdo. La idea es que la industria y la econom�a conduzcan a los estados hacia la riqueza y la independencia: mientras que las flotas y los ej�rcitos hacen que la riqueza y la independencia sean seguras y permanentes. Pero la buena moral es el pilar y el baluarte de la sociedad. "Nadie vive para s� mismo". Lazos fuertes e �ntimos nos unen con quienes nos rodean. Cada uno tiene una funci�n relativa que cumplir y una parte particular que contribuir al bienestar general.

Se debe dar y recibir amabilidad, protecci�n, asistencia, semblante. En unos momentos u otros, estamos expuestos a la buena o mala voluntad de cada miembro de nuestra comunidad o naci�n. Adem�s de la �ntima conexi�n entre la buena moral y la gloria y la felicidad de la sociedad, se puede sostener que la rectitud, y s�lo la rectitud, asegura a la libertad civil y la prosperidad nacional su establecimiento y permanencia.

No puede ser que el amor a la libertad, sentimiento en grado sumo exaltado y refinado, pueda impregnar el pecho degradado por las inmoralidades. Los vicios perjudican el entendimiento que distingue los objetos s�lidos del bien p�blico. La misma cadena de inmoralidades que pervierte los sentimientos tambi�n debilita el juicio y debilita su alcance. ( W. Thorburn .)

La gloria de una naci�n

El pecado extiende su influencia sobre todas las relaciones de la vida. A la corrupci�n generalizada de la humanidad se deben las miserias de los individuos, las familias y las naciones. El bien principal, el verdadero inter�s de cada uno de ellos, se encuentra �nicamente en la victoria de la verdad sobre el error, de la santidad sobre el pecado.

I. Una explicaci�n de las palabras "justicia" y "exaltaci�n". Justicia significa, seg�n su idea primitiva, peso o medida total. Es tal conformidad con alguna ley que los hombres est�n obligados a obedecer como respuesta a todas sus demandas. Exaltaci�n significa avance o promoci�n a un estado de dignidad y honor, utilidad y felicidad. La exaltaci�n de una naci�n consiste en su excelencia intelectual, moral, pol�tica, social y f�sica.

II. Ilustre la manera en que la religi�n revelada exalta a una naci�n.

1. La justicia exalta el estado intelectual de una naci�n. La rectitud estimula el cultivo de la mente e ilumina la raz�n.

2. La justicia exalta el estado moral de una naci�n. Despliega el fundamento de la moralidad genuina y brinda la capacidad de ajustarse a sus preceptos. Sin la justicia de la fe no hay obediencia a la ley divina, tal como la requiere. Los pecadores, como tales, son inmorales en un sentido estricto, porque son injustos, es decir, desobedecen la ley de Dios. La rectitud, al hacer que se ejerciten debidamente las facultades y formar h�bitos correctos, exalta la moral de los individuos y las naciones.

3. La justicia exalta el estado pol�tico de una naci�n. Agrega sus sanciones a la autoridad del gobierno. Ense�a y refuerza la subordinaci�n. Establece la autoridad parental y la disciplina familiar, sin las cuales las comunidades civiles no pueden florecer.

4. La justicia exalta el estado social de una naci�n. Con esto se refiere a sus modales. Influye en un pueblo para combinar la gravedad con la alegr�a.

5. La justicia exalta a una naci�n al promover su estado f�sico. Con esto se entiende sus recursos naturales, como su poblaci�n, riqueza y medios de defensa.

III. Examine las pruebas que ofrece la historia de esta verdad. En la medida en que los principios de justicia son conocidos entre una naci�n, en la medida en que esa naci�n es exaltada. Todo sistema de religi�n influir� en sus seguidores seg�n el inter�s que despierte en sus sentimientos. Ilustre especialmente de la historia de la naci�n jud�a. Aprender

(1) La importancia de la Iglesia de Jesucristo en este mundo. La Iglesia de Dios es el ancla del mundo.

(2) La importancia de una magistratura religiosa. ( JB Romeyn, BD .)

Las bendiciones de la religi�n para una naci�n.

Rectitud significa justicia y trato honesto. Puede ampliarse para incluir la misericordia y la caridad. Un significado m�s completo es la obediencia universal a las leyes de Dios.

I. La verdadera religi�n y piedad exalta a una naci�n. La religi�n es la madre de la justicia, la moderaci�n, la misericordia y todas las dem�s virtudes.

1. Esto lo hace por s� mismo; siendo en su propia naturaleza algo verdaderamente grande, noble y honorable. El poder de una naci�n sin piedad no es m�s que la capacidad de hacer da�o.

2. Por sus propios frutos y consecuencias naturales, promueve la industria. Dispone a los hombres a preocuparse por el bien p�blico y el honor de la naci�n.

II. La religi�n procura la bendici�n de la providencia divina sobre el pa�s. La verdadera religi�n une a los hombres y, por lo tanto, los hace poderosos y formidables al eliminar las causas de la divisi�n y hacerles sentir los felices efectos de la paz y la tranquilidad. La verdadera religi�n convierte a un pueblo en una multitud al asegurar matrimonios castos e invitar a otras personas a recurrir a ella. ( Obispo Patrick Symon .)

Los beneficios de la justicia

I. El poder ben�fico de la justicia. Considerada la justicia como producto del cristianismo. Si los preceptos de la Biblia fueran llevados a cabo por los miembros de la comunidad, se desterrar�a todo lo que tiende a producir discordia en su seguridad. La influencia de la religi�n tiene un valor supremo sobre los deberes y tambi�n sobre las pruebas de la vida.

II. Una objeci�n derivada de la discordia a la que ha dado lugar el cristianismo. Debe admitirse que el cristianismo siempre ha sido motivo de mucha inquietud e infelicidad. Pero la culpa no es del cristianismo, sino del hombre, que pervierte las bendiciones de Dios. Admitiendo el hecho, debemos encontrar un equilibrio entre la miseria producida y la felicidad producida. ( H. Melvill .)

Nuestros pecados y penas nacionales

Cuando hablamos de un pecado nacional, no podemos querer decir nada m�s que la gran mayor�a de la naci�n, o aquellos que tienen derecho a actuar en nombre de la naci�n, se han sumado a la misma maldad. A menudo es necesario considerar los pecados como el resultado de la acci�n conjunta de los hombres, ya sea que esa unidad de acci�n sea consciente o inconsciente. Un nuevo personaje se adhiere a las malas acciones de un hombre, si se ha unido a otros para hacerlo.

A veces se piensa que lo injustificable en el individuo, se justifica cuando se trata de acci�n unida. Pero Dios sin duda ha atribuido cuestiones malas a las malas acciones, tanto para la masa como para el individuo. Ilustre por el pecado nacional que ahora leuda todo nuestro comercio y comercio. �Se puede negar que la falta de rectitud que nos encontramos a cada paso se ha elevado a la proporci�n de un pecado nacional? Indiscutiblemente, los negocios saludables se benefician enormemente de la confianza mutua, y si se aboliera toda confianza, el comercio se mover�a encadenado.

Y, sin embargo, la confianza es cada d�a m�s dif�cil. El castigo designado por tal pecado es que se aprender� la lecci�n de la astucia y luego se practicar� en usted mismo. Otro pecado prevaleciente es, una especie de arrogancia, que a veces llega a desembocar en un olvido total de que los dem�s tienen derechos tan bien como nosotros. En todo el mundo, el ingl�s es conocido como el defensor m�s severo y resuelto de la justicia.

Pero esto, por extra�o que parezca, tiene un elemento casi insuperable: el ingl�s siempre exige, t�cita o abiertamente, un reconocimiento de su propia superioridad. No permite f�cilmente que otros tengan derechos tan bien como �l, derechos que se respeten tanto como los suyos. Los derechos pueden confesarse en abstracto, pero una afirmaci�n pr�ctica de los derechos de los dem�s repugna a un ingl�s. Se inclina a exaltar, no la justicia, sino la fuerza.

Y, sin embargo, �qu� hay m�s glorioso que un nombre de absoluta rectitud? Qu� r�cord m�s noble para cualquier naci�n que el de no haber puesto nada en absoluto, ni siquiera a s� misma, por encima de la llamada de lo que es correcto. No es la primera vez que se elige la fuerza en lugar de la justicia. Ilustre de la posterior Rep�blica de Roma, y ??del rumbo que tom� Espa�a con su imperio colonial. ( Templo del Arzobispo .)

Pol�ticas cristianas

I. Algunas estimaciones err�neas de la grandeza nacional.

1. Algunos dicen que es un personaje de astucia.

2. La estimaci�n de un diplom�tico ser�a err�nea.

3. Tambi�n lo ser�a el del economista social.

4. Y el guerrero.

5. El mero buscador de lugares.

6. E incluso el historiador.

II. La estimaci�n adecuada de la grandeza nacional.

1. La rectitud supone la integridad individual. El car�cter de un pueblo est� determinado por sus unidades. La integridad individual significa la adhesi�n a la verdad a todos los peligros.

2. La rectitud implica respeto por la naturaleza humana. Un reconocimiento del valor de la vida y el alma.

3. La justicia tambi�n implica la disposici�n que concede a nuestros semejantes las libertades que disfrutamos. Una pol�tica de monopolio es una pol�tica de injusticia.

4. La rectitud requiere que se rinda justicia pol�tica a otras naciones.

5. Requiere el cumplimiento de la ley del progreso. Y&mdash

6. Que regulemos nuestra acci�n pol�tica por nuestro deber para con Dios. Todas las convicciones pol�ticas deben contener los elementos de la piedad; la piedad y el patriotismo deben unirse en el santo matrimonio. ( WJ Acomb .)

Ministros de religi�n para ayudar a la justicia nacional

Los hombres cristianos mantienen una relaci�n doble: una relaci�n con el evangelio y una relaci�n con el estado. Su deber con respecto al crimen es como el deber de un buen jardinero con respecto a las malas hierbas. Intentar� eliminar las malas hierbas plantando abundancia de buena semilla; pero cuando la maleza tenga �xito en echar ra�ces y crecer, �l saldr� con su azada y la arrancar�. Ahora, hay algunas personas bien intencionadas que creen que los ministros cristianos, por no hablar de los laicos cristianos, deber�an usar el primer m�todo para combatir el crimen, pero no el segundo.

Sostienen que los ministros deben predicar y predicar, ya sea que tengan oyentes que se beneficien de su predicaci�n o no, pero que nunca deben exhortar a los votantes en cuanto a su deber de elegir legisladores justos, ni incitar a legisladores perezosos o corruptos, ni reprender a los ineficientes. oficiales de polic�a. Quieren hacernos creer que los ministros del evangelio deben simplemente plantar las semillas de la justicia, y si la ciza�a del pecado llega a envenenar por completo la buena semilla, bueno, no importa, no es asunto de los ministros tratar de enraizar ellos afuera. Hay buenas personas que sostienen ese punto de vista; pero es insostenible. Estas buenas personas tienen buenas intenciones, pero est�n equivocadas. ( GF Greene .)

Instituciones cristianas �tiles a la naci�n

Las instituciones cristianas, como la familia y el s�bado, tienden a prolongar la vida y aumentar la poblaci�n. Muchas tribus paganas, que carecen de estos, se han extinguido casi por completo; y, en igualdad de condiciones, las naciones civilizadas se multiplican en la medida en que se reconoce pr�cticamente a Cristo como su Cabeza y Se�or, y se abrazan las instituciones cristianas. En 1851, la poblaci�n de Francia era aproximadamente el doble que la de Inglaterra y Gales; en los diez a�os comprendidos entre 1851 y 1861, el aumento de poblaci�n en Inglaterra y Gales fue m�s del doble que en Francia; de modo que el porcentaje de aumento proporcional es completamente de cuatro a uno a favor del pa�s donde se reconoce el s�bado y se mantienen las virtudes dom�sticas. ( Revista Wesleyana SS .)

Virtud esencial para la prosperidad nacional

El comercio es algo fluctuante; pas� de Tiro a Alejandr�a, de Alejandr�a a Venecia, de Venecia a Amberes, de Amberes a Amsterdam y Londres, los ingleses rivalizando con los holandeses, como los franceses ahora rivalizan con ambos. Casi todas las naciones se est�n aplicando sabiamente al comercio, y corresponde a quienes lo poseen, tener el mayor cuidado de no perderlo. Es una planta de tierno crecimiento, requiere sol y tierra y buenas estaciones para que prospere y florezca.

No crecer� como la palmera que, con m�s peso y presi�n, m�s sube. La libertad es amiga de eso, como es amiga de la libertad. Pero el mayor enemigo de ambos es el libertinaje que pisotea toda ley y autoridad legal, fomenta disturbios y tumultos, promueve la embriaguez y el libertinaje, no se apega a nada para apoyar su extravagancia, practica todo arte de ganancia il�cita, arruina el cr�dito, arruina el comercio y al final arruinar� la libertad misma.

Ni los reinos ni las mancomunidades, ni las empresas p�blicas ni las personas privadas, pueden llevar a cabo durante mucho tiempo un comercio beneficioso y floreciente sin la virtud, y lo que la virtud ense�a: la sobriedad, la laboriosidad, la frugalidad, la modestia, la honestidad, la puntualidad, la humanidad, la caridad, el amor de nuestra pa�s, y el temor de Dios. ( Obispo Newton .)

El pecado es un reproche para cualquier pueblo. -

Los efectos malignos del pecado

La oraci�n puede leerse: "El pecado es la pobreza, la depresi�n o el hundimiento de cualquier pueblo".

1. Es la naturaleza del pecado disminuir y disminuir a un pueblo. Las naciones m�s pobladas se han reducido a un pu�ado por la prevalencia del vicio: Israel, griegos, romanos.

2. Es la naturaleza del pecado hundir y deprimir el esp�ritu de un pueblo. Un pueblo confirmado en los h�bitos del vicio, no tiene �nimo para trabajar, pensar, formar o ejecutar ning�n designio virtuoso. Su genio se marchita, sus esfuerzos languidecen, sus esperanzas, sus honores, sus virtudes perecen.

3. Es la naturaleza del pecado destruir la riqueza de una naci�n y someterla a todos los males y reproches de la pobreza. Algunas especies de fraude pueden, durante un tiempo, hacer avanzar a una persona o personas en riqueza y grandeza. Sin embargo, el vicio, de acuerdo con su curso natural, eventualmente los involucrar� en la pobreza y la verg�enza.

4. Es la naturaleza del pecado privar a un pueblo de las bendiciones de la libertad e involucrarlo en la miseria y la mezquindad de la esclavitud. El vicio tiene el mismo efecto sobre el cuerpo pol�tico que la enfermedad sobre el cuerpo natural. El vicio destruy� las libertades de Grecia. El vicio subvirti� la libertad de Roma.

5. Es la naturaleza del vicio provocar el disgusto de Dios y hacer caer sus juicios, que completan la ruina de un pueblo. ( D. Emmons, DD .).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 14". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-14.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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