Bible Commentaries
Proverbios 16

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Las preparaciones del coraz�n en el hombre y la respuesta de la lengua son del Se�or.

Cultura del coraz�n

No debemos permitir que crezcan en nosotros h�bitos mentales que nos incapaciten para aprovechar las mejores oportunidades de la vida cuando se presenten. Tenemos poder en nosotros mismos, por la gracia de Dios, para avivar la percepci�n que ver� la oportunidad cuando llegue, y sobre nosotros descansa la responsabilidad de mantener la resoluci�n y la voluntad en la mano, a fin de aprovechar la oportunidad mientras est� disponible. a nuestro alcance.

La percepci�n es en gran medida una cuesti�n de educaci�n. La facultad de observaci�n se mejora en un ni�o por su padre o maestro. Un gran estudio suscita en el estudiante en los a�os m�s maduros una maravillosa rapidez y agudeza en la observaci�n. Ilustre el culto poder de observaci�n en el pintor, forestal o naturalista. Lo mismo ocurre con la vida espiritual. Si su pr�ctica habitual es referir todas las cosas a Dios, esa devoci�n, esa pr�ctica le dar� una presencia de �nimo ante cada accidente.

Puede que venga una tristeza repentina, pero no perder� su presencia de �nimo y su disposici�n y precisi�n de percepci�n. Las conversiones que parecen ser repentinas, pueden no ser tan repentinas como parecen; Es posible que haya habido preparativos anteriores, especialmente el h�bito de la vida anterior de referir todas las cosas a Dios con devoci�n. Un hombre que se ha hecho a s� mismo no espiritual ha embotado su sentido de percepci�n, y el hombre que ha conocido la voluntad de Dios y no la ha hecho, pierde el poder de levantarse y seguir a Cristo.

Vea algunas formas en las que la preparaci�n de nuestro propio coraz�n en a�os anteriores nos prepara o no para aprovechar las oportunidades que Dios nos ofrece. Tomemos la disciplina del temperamento de un hombre, que afecta mucho el car�cter de un hombre. Para un hombre as�, llega un momento de prueba, decepci�n, de fracaso. Dios ofrece as� al hombre la oportunidad de recibir la mayor y mejor de las gracias que pueden adornar a la humanidad. Es una oportunidad para la verdadera humildad. El cheque ser� una bendici�n para �l si se ha preparado previamente mediante la autodisciplina y la cultura del coraz�n. ( Canon Furse .)

Habla humana divinamente controlada

El sentimiento, seg�n la AV, es este: que pertenece a Dios proporcionar al coraz�n toda la sabidur�a y la gracia, por medio de las cuales est� preparado para dictar a la lengua la expresi�n de todo lo que es verdaderamente bueno y provechoso. Literalmente, las palabras son: �Para el hombre los ordenamientos del coraz�n; pero de Jehov� es la respuesta de la lengua �. El significado parece ser que, cualesquiera que sean los pensamientos y prop�sitos que haya en la mente de un hombre, cualesquiera que sean los sentimientos que pueda tener la intenci�n de expresar, si son tales que puedan tener alguna influencia o producir efectos de alguna consecuencia, est�n todos bajo control supremo.

Tenemos una ejemplificaci�n del hecho en el caso de Balaam. La preparaci�n de su mente y coraz�n era suya. Dej� su pa�s, invitado por Balak, con un cierto prop�sito; dise�ando para expresar lo que estaba en armon�a con su "amor por la paga de la injusticia". Pero el "Se�or convirti� la maldici�n en bendici�n". Hizo que el falso profeta enamorado sintiera su dependencia; de modo que, inclinado como estaba su coraz�n a pronunciar una cosa, su lengua se vio obligada a pronunciar otra.

As� sucede a menudo, en formas que los propios hablantes y agentes no pueden explicar en ese momento. Una de estas formas es que, por circunstancias imperativas e imprevistas, los hombres se ven obligados a decir exactamente lo contrario de lo que pretend�an. Algo cambia en un momento la corriente de sus pensamientos y el tenor de sus palabras. En todos los casos hay un control Divino completo. Un hombre puede girar en su mente o en su coraz�n pensamientos innumerables, pero no puede ni siquiera balbucear o susurrar uno de ellos sin Dios. ( Ralph Wardlaw, DD .)

El hombre propone, Dios dispone

Tomando las palabras tal como est�n ante nosotros, dan la idea de que toda bondad en el hombre proviene de Dios.

1. La bondad en el coraz�n viene de �l. "Las preparaciones del coraz�n en el hombre". El margen dice "enajenaciones". Toda la disposici�n correcta del coraz�n hacia lo real, lo santo y lo Divino son del Se�or. �C�mo dispone el coraz�n a la bondad? No arbitrariamente, no milagrosamente, de ninguna manera que interfiera con la libre agencia del hombre. Tiene avenidas hacia el coraz�n humano de las que no sabemos nada.

(1) Que es el autor de toda bondad en el alma.

(2) Que estamos obligados a trabajar en pos de esta bondad.

2. Tomando las palabras del texto como en nuestra versi�n, ense�an que la bondad en el lenguaje viene de Dios. "Y la respuesta de la lengua". El lenguaje no es m�s que la expresi�n del coraz�n. Pero las palabras tal como est�n no son fieles al original. Una traducci�n literal ser�a la siguiente: �Para el hombre las �rdenes del coraz�n, pero de Jehov� la respuesta de la lengua�. "El hombre propone, Dios dispone."

I. Este es un hecho indudable. Un hecho sostenido

1. Por el car�cter de Dios. Todos los planes formados en el coraz�n humano deben estar necesariamente bajo el control de Aquel que es omnisciente y todopoderoso. No pueden existir sin Su conocimiento, no pueden avanzar sin Su permiso, un hecho sostenido:

2. Por la historia de los hombres. Tomemos como ejemplos los prop�sitos de los hermanos de Jos�, del Fara�n en relaci�n con Mois�s; de los jud�os en relaci�n con Cristo, etc. Un hecho sostenido:

3. Por nuestra propia experiencia. �Qui�n no ha encontrado los planes de su propio coraz�n tomando una direcci�n nunca contemplada por el autor?

II. Este es un hecho trascendental:

1. En su relaci�n con los enemigos de Dios. Pecador, tus planes m�s queridos, sean los que sean, sensuales, avaros, infieles, est�n bajo el control de Aquel contra quien te rebelas; �l los trabajar� para su confusi�n y Su propia gloria. Es trascendental ...

2. En su relaci�n con los amigos de Dios. Todo es alentador para ellos. �l hace que la ira del hombre lo alabe ( Salmo 76:10 ). Conf�a en �l. ( Homilista .)

Un corazon preparado

Hay algunos de ustedes que, en alg�n momento u otro, hicieron un gran esfuerzo por ser religiosos y por �preparar� su propio coraz�n para sentir, orar, ser santos, estar listos para morir. Te esforzaste mucho. �Tuviste �xito? o fue un completo fracaso? Ponlo como un principio fundamental, el gran axioma de la religi�n: nunca podr�s "preparar" tu propio coraz�n. Ninguna oraci�n, ning�n esfuerzo, ninguna fuerza de car�cter, ning�n sistema de teolog�a, ninguna cantidad de buenas obras lo har�.

Siempre debemos volver a poner nuestro coraz�n en las manos de nuestro Hacedor con una oraci�n como esta: �Se�or, toma mi coraz�n, porque no puedo d�rselo; y gu�rdalo para ti, porque yo no puedo guardarlo para ti ".

1. Dios llevar� a cabo "la preparaci�n del coraz�n" mediante la disciplina. Todo es un ejercicio de principio a fin. La vida es educaci�n. Tan pronto como Dios tiene prop�sitos especiales de misericordia para cualquier alma y la toma en sus manos, comienza la disciplina.

2. Hay una gran �preparaci�n� en la Palabra de Dios. Casi imperceptiblemente tomamos la mente del autor. Conseguimos una intuici�n de la voluntad de Dios.

3. El gran instrumento de Dios, si es un instrumento que es �l mismo, es el Esp�ritu Santo.

4. Pero hay otra etapa, y si es posible, a�n m�s alta en el gran preliminar: la uni�n con el Se�or Jesucristo. Uni�n real, sensata y viva. Ahora bien, es un pensamiento grandioso y muy agradable saber que esta cu�druple �preparaci�n del coraz�n� siempre est� en marcha. Ahora todo lo que tienes que hacer es dejar que Dios trabaje, y �l trabajar�. ( J. Vaughan, MA .)

La preparaci�n del coraz�n la obra del Se�or

La palabra "preparativos" es un t�rmino militar, que significa la formaci�n de un ej�rcito. La doctrina aqu� es que toda nuestra aptitud para el deber, y toda nuestra ayuda en �l, proviene del Se�or.

I. �C�mo prepara Dios el coraz�n para el deber? La preparaci�n es doble: la que los te�logos llaman preparaci�n habitual y tambi�n la preparaci�n real para ocasiones particulares de deber. Lo habitual respeta nuestro estado; lo que es actual representa nuestros marcos Dios nos ayuda:

1. Eliminando nuestros pensamientos vanos y errantes, y fijando as� nuestro coraz�n en el deber.

2. �l obra en nuestro coraz�n un santo temor y reverencia a Su majestad.

3. D�ndonos el sabor de experiencias pasadas y d�ndonos deseos presentes, despu�s de estar en comuni�n con �l.

4. Por ensanchamiento repentino e inesperado del esp�ritu. Estamos sorprendidos por la misericordia.

II. �C�mo nos prepara Dios en nuestros discursos ante �l?

1. �l nos revela nuestras propias necesidades, nos da una misi�n especial para ir con Dios.

2. Nos da argumentos y s�plicas para usar en oraci�n.

3. �l intercede en nosotros con gemidos indecibles.

4. �l gu�a y dirige el alma a pedir solo aquellas cosas que Dios quiere dar. Uso: Si los hombres no pueden prepararse para el deber, despu�s de recibir la gracia, mucho menos pueden prepararse para la gracia mientras est�n en un estado no regenerado. Precauci�n contra tres cosas.

(1) Omisiones conocidas.

(2) Pecados que destruyen la conciencia.

(3) Dependencia de los dones, en su acercamiento a Dios. ( John Hill .)

Versículo 2

Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opini�n.

Juicios falsos

Las mejores causas han decidido el punto de que una buena intenci�n no puede santificar un acto inmoral; pero es seguro que una intenci�n indirecta o maligna manchar� las mejores actuaciones. Aqu� se indica el juicio falso del hombre. Todos sus caminos son censurados por insinuaciones: los mejores de ellos no son verdaderamente correctos y genuinos, si los remiti�ramos al juicio de Dios. Uno pensar�a que estaba seguro, si su coraz�n se mantuviera recto; �pero Ay! poco a poco ser� corrompido y llevado al enga�o.

A menudo enga�a al propietario mismo en la estimaci�n de sus caminos. Para caminar sabiamente, lo que significa caminar virtuosa y religiosamente, debemos tener una medida m�s verdadera que la complacencia parcial de nuestros propios corazones. Examinemos nuestros caminos.

1. Con respecto a nuestros pecados. El pecado ha sido un familiar tan grande en nuestras conversaciones, que en cierto grado ha obtenido nuestra aprobaci�n, o al menos nuestra connivencia favorable. Podemos, por h�bito, apaciguar y calmar la conciencia. A lo que temblamos en nuestra juventud, por costumbre y uso somos m�s resistentes. Algunos pecados cometidos hace mucho tiempo los olvidamos, o han disminuido nuestros sentimientos de culpa.

La diferencia en la calidad y las diversas formas de vida de los hombres var�an sus sentimientos de algunos pecados. A menudo tenemos cortes�a y preferencia por algunos pecados por encima de otros, y nos consideramos muy limpios todo el tiempo. Nuestros temperamentos y constituciones a veces son de ese estado feliz como para tener una aversi�n natural a algunos pecados; pero esa limpieza no es digna de agradecer si podemos tragar con m�s facilidad los que son m�s sabrosos.

La parcialidad hacia nuestros pecados es un enga�o muy notorio. Mantener a algunos como favoritos es una cierta corrupci�n en el gobierno de nosotros mismos. Un pecado que acecha en los pensamientos y no puede manifestarse por falta de oportunidad, o que no se atreve a aventurarse por temor a la verg�enza o al castigo presente, es sin embargo una gran inmundicia. Un h�bito o conducta de males menores, o negligencias, equivale a una mayor culpabilidad que un solo descuido o ca�da, aunque en una gran transgresi�n. Sin embargo, somos propensos a pasar por alto la impureza habitual.

2. Un grado m�s refinado de pureza y limpieza que asumimos para nosotros mismos, a partir de esa peque�a pr�ctica de religi�n que llevamos a cabo y de la que tanto dependemos. Creer y profesar desnudos va muy lejos. En nuestras devociones podemos confiar en nuestras direcciones a Dios en oraci�n. Ser� mejor que tengamos cuidado en este asunto, no sea que nuestras mismas oraciones se levanten en juicio contra nosotros. Estime atentamente nuestra caridad. Acepta el deber del arrepentimiento.

Nos enga�amos a nosotros mismos cuando s�lo nos hemos arrojado a la figura de un penitente, y as� lo hemos aparecido en nuestro rostro, en nuestro discurso, en nuestro gesto. O podemos poner gran �nfasis en nuestras frecuentes confesiones. O puede poner un mayor peso de humillaci�n sobre algunos pecados que nos han irritado que sobre otros que, aunque m�s atroces, nos han sentado m�s f�cilmente. Las formas dilatorias que tenemos de posponer este deber de arrepentimiento es una negligencia leve. ( J. Cooke, MA .)

Lo que pienso de mi y lo que Dios piensa de mi

�Todos los caminos del hombre� - entonces, �no existe la conciencia de haber ido mal? Por supuesto que hay, e igualmente por supuesto, una declaraci�n amplia como esta de mi texto no debe ser presionada con precisi�n literal, sino que es una simple afirmaci�n general de lo que todos sabemos que es cierto, que tenemos un extra�o poder de cegar. nosotros mismos en cuanto a lo que est� mal en nosotros mismos y en nuestras acciones. Pero, �qu� pesa Dios? "Los esp�ritus.

�Con demasiada frecuencia nos contentamos con mirar nuestros caminos; Dios nos mira a nosotros mismos. �l tiene en cuenta al hombre interior, estima las acciones por motivos, y muy a menudo difiere de nuestro juicio de nosotros mismos y de los dem�s.

I. Nuestro extra�o poder de cegarnos a nosotros mismos. "Todos los caminos del hombre son rectos ante sus propios ojos",

1. Porque, para empezar, todos sabemos que no hay nada que descuidemos tan habitualmente como llevar la conciencia a lo largo de toda nuestra vida. A veces es porque hay una tentaci�n que apela fuertemente a alguna inclinaci�n fuerte que ha sido fortalecida por la indulgencia. Y cuando surge el deseo, no es el momento de empezar a preguntar: "�Es correcto o incorrecto ceder?" Esa pregunta tiene pocas posibilidades de ser considerada sabiamente en un momento en que, bajo la incitaci�n del deseo despertado, un hombre es como un toro loco cuando ataca.

Deja caer la cabeza y cierra los ojos, y avanza directamente, y no importa si golpea sus cuernos contra una puerta de hierro y los da�a a ellos y a s� mismo, o no, seguir� adelante. Tambi�n en la vida, todos sabemos que hay regiones enteras de nuestras vidas que nos parecen tan peque�as que apenas vale la pena invocar el augusto pensamiento de "�bien o mal?" para decidirlos.

Son las nimiedades de la vida las que dan forma a la vida, y es a ellas a las que con tanta frecuencia fallamos al aplicar, honesta y r�gidamente, la prueba: "�Es esto correcto o incorrecto?" Adquiera el h�bito de llevar la conciencia a las peque�as cosas, o nunca podr� hacerlo cuando lleguen las grandes tentaciones y las crisis surjan en sus vidas. Por lo tanto, debido a esa deficiencia en la aplicaci�n habitual de la conciencia a nuestras vidas, nos deslizamos y damos por sentado que todos nuestros caminos son correctos a nuestros ojos.

2. Luego hay otra cosa: no solo descuidamos la aplicaci�n r�gida de la conciencia a toda nuestra vida, sino que tenemos un doble rasero, enviamos la noci�n de bien y mal que aplicamos a nuestro pr�jimo es muy diferente a la que aplicamos a nosotros mismos. �Todos los caminos de un hombre son rectos a sus propios ojos�, pero los mismos �caminos� que ustedes permiten que se aprueben y toleren en ustedes mismos, los visitan con dura e infalible censura en los dem�s.

3. Luego hay otra cosa que recordar, y es la enorme y tr�gica influencia del h�bito en embotar el espejo de nuestras almas, en el que nuestras acciones se reflejan en su verdadera imagen. Lo que estamos acostumbrados a hacer casi nunca reconocemos que est� mal, y son estas cosas que pasan porque son habituales las que hacen m�s para arruinar vidas que los estallidos ocasionales de males mucho peores, seg�n la estimaci�n mundial de ellos. El h�bito embota la vista.

4. S�; y m�s que eso, la conciencia necesita ser educada tanto como cualquier otra facultad. Un hombre dice: "Mi conciencia me absuelve"; entonces la pregunta es: "�Y qu� clase de conciencia tienes, si te absuelve?" �Pens� dentro de m� que en verdad deber�a hacer muchas cosas contrarias al nombre de Jes�s de Nazaret�. "Creen que hacen servicio a Dios". Muchas cosas que nos parecen virtudes son vicios.

Y en cuanto al individuo, tambi�n a la comunidad. La percepci�n de lo que est� bien y lo que est� mal necesita ser educada durante mucho tiempo. Cuando era ni�o, toda la Iglesia Cristiana de Am�rica, con una sola voz, declar� que "la esclavitud era una instituci�n patriarcal designada por Dios".

II. La estimaci�n divina. Ya he se�alado los dos pensamientos enf�ticos que se encuentran en esa cl�usula, "Dios pesa" y "pesa los esp�ritus". Dios pesa los esp�ritus ". �l lee lo que hacemos por Su conocimiento de lo que somos. Nos revelamos unos a otros lo que somos por lo que hacemos y, como es un lugar com�n, ninguno de nosotros puede penetrar, salvo muy superficialmente y, a menudo, de manera inexacta, los motivos que act�an.

III. Las cuestiones pr�cticas de estos pensamientos. �Encomienda al Se�or tus obras�, es decir, no est�s muy seguro de tener raz�n porque no pienses que est�s equivocado. Debemos desconfiar mucho de nuestro propio juicio sobre nosotros mismos, especialmente cuando ese juicio nos permite hacer ciertas cosas. "Bienaventurado el que no se condena a s� mismo en las cosas que permite". Es posible que haya facilitado demasiado el guante estir�ndolo.

Entonces, nuevamente, busquemos el fortalecimiento y la iluminaci�n Divina. B�scalo por medio de la oraci�n. No hay nada tan poderoso en quitarnos los disfraces y las m�scaras de nuestros pecados que nos acosan como ir a Dios con la honesta petici�n: �Exam�name. ... y pru�bame �, etc. Debemos mantenernos en una uni�n muy estrecha con Jesucristo, porque si nos aferramos a �l con fe sencilla, �l entrar� en nuestro coraz�n y seremos salvos de andar en tinieblas y que la luz de la vida brille sobre nuestras obras.

Cristo es la conciencia de la conciencia del cristiano. Debemos obedecer puntualmente todos los dictados que hablan en nuestra propia conciencia, especialmente cuando nos instan a realizar deberes indeseados o nos impiden cometer pecados demasiado agradables. "Al que tiene, se le dar�". ( A. Maclaren, DD .)

Comercio espiritual poco sensato

Unrecorded in the journals, and unmourned by unregenerate men, there are failures, and frauds, and bankruptcies of soul. Speculation is a spiritual vice as well as a commercial one&mdashtrading without capital is common in the religious world, and puffery and deception are every-day practices. The outer world is always the representative of the inner.

I. Los caminos de los malvados abiertamente. �Puede ser que estas personas tengan raz�n en sus propios ojos? Quienes mejor conocen a la humanidad le dir�n que la justicia propia no es el pecado peculiar de los virtuosos, sino que florece mejor donde parece haber el menor terreno para ella. Los peores de los hombres conciben que tienen algunas excelencias y virtudes que, si no reparan del todo sus faltas, en todo caso disminuyen en gran medida la medida de culpa que se les debe atribuir.

II. Los caminos del imp�o. Este hombre a menudo es sumamente recto y moral en su comportamiento exterior con sus semejantes. No tiene religi�n, pero se glor�a en una multitud de virtudes de otro tipo. Muchos que tienen mucho de amables son, sin embargo, poco amables e injustos con el �nico Ser que deber�a tener la mayor parte de su amor.

III. Los caminos de los aparentemente religiosos.

IV. Los caminos del profesor codicioso.

V. Los caminos del profesor mundano.

V. Los caminos de los reincidentes seguros.

VII. Los caminos del hombre enga�ado. Hay muchos que nunca descubrir�n que sus caminos, que pensaban que eran tan limpios, son todos inmundos, hasta que entren en otro mundo. ( CH Spurgeon .)

Pero el Se�or pesa los esp�ritus. -

La omnisciencia de dios

Pesar y reflexionar denotan la mejor exactitud que podemos expresar. Argumenta el texto

I. De la luz de la raz�n natural. No podemos tener una idea racional de un Dios a menos que le atribuyamos la perfecci�n del conocimiento infinito. Su poder no puede ser todopoderoso si no se le permite a nadie que descienda a nuestras mentes e inspeccione nuestros pensamientos e imaginaciones. La inmensidad y omnipresencia de Dios deben admitirlo en los rincones ocultos de nuestras almas. La infinitud de su justicia y bondad ser� puesta en duda, a menos que se reconozca que escudri�a los corazones de los hombres. Debe poder juzgar los agravamientos y atenuaciones de todo lo que es malo.

II. De la luz de la revelaci�n. El tenor de todas las leyes de Dios a trav�s de las Escrituras confirma suficientemente la verdad de esta doctrina, porque ninguna forma de obediencia puede ser aceptada por �l, sino la que debe proceder de la integridad y sinceridad del coraz�n, de las cuales solo �l puede hacer. el descubrimiento. Y tambi�n hay muchas declaraciones expresas de esta alta prerrogativa para despertar nuestra consideraci�n y sembrar el terror en nuestras almas.

Los paganos y fil�sofos m�s sabios han sostenido que la principal y principal insinuaci�n y comunicaci�n que la Deidad tiene con los hombres es con sus corazones, y que, por lo tanto, el servicio y la devoci�n m�s aceptables deben provenir de all�. ( J. Cooke, MA .)

Autocomplacencia y omnisciencia

I. La autocomplacencia de los pecadores. "Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opini�n". Saulo de Tarso es un ejemplo sorprendente de esto. Una vez se regocij� en virtudes que nunca tuvo. De hecho, todos los pecadores piensan bien en su propia conducta. �Por qu� es esto?

1. Se ve a s� mismo a la luz de la sociedad. Se juzga a s� mismo por el car�cter de los dem�s.

2. Es ignorante de la espiritualidad de la ley de Dios.

3. Su conciencia est� en estado de letargo. El ojo de su conciencia no est� abierto para ver la enormidad de su pecado.

II. La omnisciencia escrutadora de Dios. "El Se�or pesa los esp�ritus". Esto implica&mdash

1. La esencia del personaje est� en el esp�ritu. El pecado de una acci�n no est� en la ejecuci�n exterior, sino en el motivo.

2. Esto insta al deber de autoexamen. "Si t�, Se�or, miras las iniquidades, oh Se�or, �qui�n permanecer�?" ( D. Thomas, DD .)

Enga�ado por falsos principios de conciencia

Nunca hacemos el mal tan completa y cordialmente como cuando nos conduce un falso principio de conciencia. ( J. Pascal .)

Saldos exactos

Durante el reinado del rey Carlos I, los orfebres de Londres ten�an la costumbre de pesar varios tipos de sus metales preciosos ante el Consejo Privado. En esta ocasi�n hicieron uso de balanzas preparadas con tan exquisita delicadeza que la viga giraba, afirm� el patr�n de la Compa��a, a la dos cent�sima parte de un grano. No, respondi� el famoso Fiscal General: �Me negar�, entonces, a que se pesen todas mis acciones en esta balanza.

�Con quien coincido de todo coraz�n�, dice el piadoso Hervey, �en relaci�n conmigo mismo; y dado que las balanzas del santuario, las balanzas en la mano de Dios, son infinitamente exactas, �oh! �Qu� necesidad tenemos del m�rito y la justicia de Cristo para hacernos agradables a sus ojos y pasables en su estima?

Versículo 3

Encomienda tus obras al Se�or, y tus pensamientos se afirmar�n.

Cumplir con nuestro deber es entregar nuestro camino a Dios

No hay valor intr�nseco en las cosas. Solo poseen un valor relativo. Todas las cosas dependen de la estacionalidad. La Escritura habla de una "palabra a tiempo". Si puede haber palabras de temporada, puede haber palabras fuera de temporada. Una palabra que no es de temporada es simplemente una cosa correcta en un lugar incorrecto. Luego no es el valor de la cosa en s� misma; no existe tal cosa; los valores son todos de fuera. El sue�o m�s ocioso que tiene un hombre es que un poco de oro tiene un valor intr�nseco.

Pero una cosa que hoy no tiene valor, no lo es en otro momento �. La palabra para hoy, en este texto, es una de descanso. Mucha gente dice que �encomendar tus caminos al Se�or, es cont�rselos cuando oras. Pero eso es solo decir algo. Gran parte de la piedad de la gente consiste en decir sentimientos en lugar de hacer. Cuando decimos "Encomienda a �l tus obras", es con el fin de acabar con el malestar, la fiebre y la angustia, y aprender una lecci�n de la fiesta del alma, en lugar de la jornada laboral y las mammon.

Encomendar su carga al Se�or es lograr que �l la lleve. No significa quedarse quieto y no trabajar. Siempre queda algo por hacer para el hombre, incluso cuando Dios se ocupa del asunto. �Compromete tus caminos� debe significar algo en el esp�ritu por el cual, mientras un hombre sigue adelante en la vida, se quita la inquietud, las cargas, la hiel y el cansancio de sus hombros. Hay dos negocios dif�ciles y dolorosos.

Uno es adaptarse a sus circunstancias; y el otro es adaptarse a sus circunstancias. La ambici�n rara vez es deseable. Un profundo sentido del deber har� todo lo que pueda hacer la ambici�n y no dejar� nada de la amargura atr�s. Ad�ptese a sus circunstancias; cumple con tu deber; y as� encomienda tu camino al Se�or. Comprometer tus caminos es simplemente la ausencia de ambici�n: es hacer tu trabajo y dejarlo a las grandes leyes de Dios.

Encomienda sus caminos al Se�or, quien cumple con su deber simplemente en el estado en el que se encuentra. En cuanto a los resultados. El texto se�ala el establecimiento de los pensamientos, no siempre el �xito del trabajo, sino el establecimiento del hombre. Tranquilidad - rectitud - "Ganancias lentas y pocas verg�enzas". Entr�gate a �l con todo tu camino, trabajo y alma. Di tus oraciones, confiesa tus pecados, haz tu peque�o trabajo y hazlo honestamente; Dios te redimir�, te expiar�, te regenerar�, ser� el guardi�n de tu tumba, te formar� un cuerpo nuevo, te tejer� un vestido eterno y te proveer� �una casa no hecha por manos de mano.

�Piense en el bendito resultado. Descansa en el Se�or, esp�ralo con paciencia; �l establecer� tu pensamiento; �l salvar� tu alma; �l te coronar� con la paz eterna. ( George Dawson, MA .)

Obras y pensamientos

I. El precepto o consejo.

1. El objeto, o la cosa en s�, que se compromete: "nuestras obras". O las obras hechas por nosotros, o las obras hechas a nosotros o sobre nosotros. Nuestros asuntos y negocios. Sea cual sea la acci�n que emprendamos, debemos entregarnos al Se�or y remitirnos a �l para que la disponga. Debemos encomendar nuestras obras al Se�or con respecto a nuestra ejecuci�n de ellas; a la aceptaci�n de ellos; ya su �xito. Nuestras condiciones; aquellas cosas que de alguna manera nos conciernen, tambi�n debemos encomendarlas al Se�or.

2.El acto: "comprometerse". A modo de elogio sencillo: presentarlos y dejarlos abiertos ante �l. Esto es necesario para que Dios pueda dirigirnos y ayudarnos; y tambi�n como una muestra de respeto a Dios mismo. A modo de humilde resignaci�n. Lo que implica que tenemos alg�n sentido de la dificultad y la carga de esas obras que est�n sobre nosotros. Esto es necesario, para que podamos trabajar m�s por la fuerza y ??la capacidad para cumplirlos; para que seamos m�s humildes por nuestras fallas y negligencias en �l, por no alcanzar esa exactitud y perfecci�n que se nos pidi�; y en referencia a los dem�s, a modo de compasi�n; compadecerse de los que se encuentran en la misma condici�n: a modo de ayuda, y concurrencia con ellos, para aliviar su carga; y en forma de agradecimiento y aceptaci�n,

El encomendar nuestras obras a Dios no debe tomarse como una forma de permitirnos omitir el hacerlas. En una forma de mejora fiel. Ordene, disponga y dirija todas sus acciones hacia �l. Haga rodar nuestras obras hacia �l como lo har�amos con un cuenco hasta la marca. Haz de �l el alcance, el fin y el objetivo de todos nuestros esfuerzos. En una forma de agradecimiento.

3. La persona a quien se le conf�a la deposici�n. Considere su sabidur�a y conocimiento; Su fuerza y ??poder; Su fidelidad y verdad; Su voluntad de asumir nuestra carga. Debemos encomendar nuestra carga a �l y a nadie m�s: al Se�or, no a nosotros mismos; no a otros hombres; no a la fortuna o al azar.

II. La promesa o argumento para hacerla cumplir. Algo impl�cito en esta oraci�n: "tus pensamientos ser�n establecidos". Donde hay obras, habr� pensamientos. Nuestro principal negocio es componer y asentar nuestras mentes. Establecer nuestros pensamientos es una gran felicidad y misericordia. Algo expresado. Tendr�s una mente libre de cualquier otro problema y distracci�n cuando hayas practicado este consejo en el texto. ( T. Horton, DD .)

Dependencia de Dios

El consejo implica:

1. Que todos nuestros prop�sitos y todas nuestras acciones deben estar de acuerdo con la voluntad de Dios.

2. Que ninguna de nuestras obras puede prosperar sin Dios.

3. Que es, por tanto, el deber imperativo de las criaturas inteligentes reconocer su independencia y buscar, en todas las ocasiones, el rostro y la bendici�n Divina.

4. Que nuestro deber es, al mismo tiempo, nuestro inter�s.

5. Se expresa una verdad general, que Dios con gracia sonreir� ante los esfuerzos y cumplir� los prop�sitos y deseos de aquel que, en todo lo que hace, lo reconoce piadosa y humildemente y busca su bendici�n. ( R. Wardlaw, DD .)

Versículo 4

El Se�or ha hecho todas las cosas para s� mismo; s�, aun al imp�o para el d�a del mal.

De Dios disponiendo todas las cosas para sus propios fines

Ninguna luz sobre este pasaje proviene del contexto.

Las palabras pueden ser tomadas

I. En el sentido de que Dios cre� todas las cosas simplemente para su propio benepl�cito, sin ning�n motivo externo. Entonces, la �ltima parte del vers�culo contiene una gran dificultad: �c�mo se puede decir que Dios hizo al inicuo para s� mismo, para manifestar su gloria en el d�a del castigo? Es imposible que Dios pudiera tener alg�n motivo externo, cuando en el universo no exist�a nada sin �l.

El benepl�cito de Dios es la �nica raz�n por la que las cosas se crearon. Dios se ha declarado a S� mismo mediante una clara revelaci�n a personas de todas las capacidades para ser el Creador del cielo y la tierra, y de todas las cosas que en ellos hay. Su bondad lo movi� a crear criaturas en las que pudiera mostrar esa bondad y a quienes pudiera comunicar su felicidad. La gloria de Dios no es nada que se relacione apropiadamente con �l mismo, ninguna ventaja o beneficio para �l; es la comunicaci�n de su bondad al crear el mundo; la promoci�n de su semejanza entre las criaturas racionales, mediante la pr�ctica de la justicia.

Pero, �c�mo se puede decir que Dios hizo incluso a los inicuos para s� mismo? Algunos han sostenido que Dios ha hecho a prop�sito muchas criaturas necesariamente inclinadas a la maldad, para poder manifestar Su poder y autoridad en su destrucci�n. Pero nada puede ser m�s blasfemo que imaginar que �l cre� seres con el prop�sito de que fueran malvados y miserables. Sin embargo, porque es cierto que nada sucede sin Su permiso, nada subsiste sino por Su poder y concurrencia, nada se hace sino por el uso o abuso de esas facultades que �l ha creado, por lo tanto, en frase de la Escritura, y en reconocimiento de la superintendencia suprema de la providencia sobre todos los eventos, se representa a Dios haciendo todo lo que se hace en el mundo.

II. Considere el texto en el sentido de que el Se�or ha hecho todas las cosas adecuadas unas a otras: s�, incluso a los inicuos hasta el d�a del mal. Este es el sentido m�s natural. La �nica pregunta que surge es: �C�mo se puede decir que Dios prepar� a los imp�os para la destrucci�n? En el idioma jud�o, todo lo que se quiere decir es que Dios hace que la maldad y el castigo sean proporcionales. Es solo un ejemplo de la sabidur�a y el ajuste exacto de las obras de Dios.

El ajuste de la condici�n de los hombres a sus desiertos es la verdadera grandeza y gloria de un reino. Es la tendencia natural de las cosas a que las condiciones se adapten a los desiertos; y Dios se ocupa, mediante la interposici�n positiva de Su poder y autoridad en el mundo, de que toda obra mala tenga su recompensa adecuada en el d�a del mal.

1. Podemos justificar a Dios y darle gloria en todos sus procedimientos.

2. Si queremos escapar del d�a del mal, debemos evitar la maldad a la que est� anexado. ( S. Clarke, DD .)

Hombres malvados, instrumentos providenciales del bien

Todas las cosas est�n en las manos de Dios, y �l las usa como le place; porque �l los cre� a todos. Independientemente de la forma en que los malvados se sientan culpados por el mal, no pueden avanzar m�s de lo que Dios permite; siendo instrumentos s�lo en Su mano, para afligir a otros; para ejercitar a los buenos con pruebas, o para castigar a los imp�os. Por tanto, todo tipo de calamidades y desastres que puedan sobrevenir a la humanidad pueden atribuirse a Dios como �rbitro supremo y eliminador de todos los acontecimientos.

La humanidad era muy propensa a sospechar que hab�a dos poderes opuestos en el mundo, uno la fuente del bien y el otro la fuente del mal. La Escritura ense�a que tanto el bien como el mal, tanto la prosperidad como la adversidad, proceden de la misma fuente, y ambos deben atribuirse al mismo Dios. Dios se sirve a s� mismo a los �ngeles y a los hombres como sus instrumentos, y no les permite actuar m�s all� de lo que �l puede volverse hacia el bien.

I. Abra e ilustre la doctrina general. El Se�or ordena y dispone todas las cosas de una manera u otra para servir a Sus propios sabios prop�sitos. Cualesquiera que sean las causas secundarias que existan, o como act�en, todav�a es Dios, y solo Dios, quien gobierna el mundo. Los acontecimientos que parecen meramente casuales y accidentales son en realidad providenciales. La parte m�s misteriosa del gobierno de Dios sobre el mundo moral es que �l ordena incluso a los malvados de una manera compatible con la libertad humana, y de manera que sirva a los fines de su providencia y promueva su gloria.

El hecho es cierto, la forma de c�mo est� m�s all� de nuestra comprensi�n. Podemos ver esto, fue bondadoso y misericordioso por parte de Dios crear a los hombres, aunque sab�a que muchos de ellos resultar�an malvados. Y Dios se vale de los imp�os, que son sus criaturas, para servir a los fines de su providencia. No significan nada m�s que mal, mientras que Dios lo convierte en bien. Considere el poder de Dios sobre la mente y el coraz�n de los malvados. Pero, �no parece que Dios haga uso de los pecados de los hombres como estar de acuerdo con sus iniquidades y tolerarlas? Los hombres cometen los pecados, Dios no hace m�s que controlar, frenar y regular.

II. El uso pr�ctico y la mejora de esta doctrina.

1. Es nuestro deber e inter�s someter todas nuestras preocupaciones a �l, de quien dependen todo el �xito y toda bendici�n. Puede surgir una pregunta en cuanto al uso de los medios y la necesidad o utilidad del cuidado o la industria humanos. Pero no se pueden esperar milagros en el curso ordinario de las cosas. Dios propone el �xito en los asuntos como la recompensa resultante del cuidado y la aplicaci�n adecuados.

2. Dios controla y refrena a los malvados en todas sus maquinaciones. Por tanto, no debemos temer nunca a los malvados ni a los demonios. Los hombres malvados, por malvados o traviesos que sean, son d�biles en s� mismos. Se sujetan como con bocado y brida.

3. Refiera todo el uso duro, todas las heridas o problemas que encontramos por parte de los hombres, a Dios, el verdadero autor de ellos.

4. Aprenda a estimar correctamente la corriente ordinaria de los asuntos, el curso com�n de este mundo. Puede ser muy malo: est� siendo anulado.

5. Fije en la mente la seguridad del trabajo constante de la Divina Providencia. ( D. Waterland, DD .)

Dios hizo todas las cosas para s� mismo

Los eruditos traducen este vers�culo: "El Se�or hizo todas las cosas para su prop�sito". El significado de lo cual es que eventualmente se encontrar� que el uso y la condici�n de cada persona y cosa en el universo se corresponden con su car�cter. Pero la forma dada en la versi�n autorizada expone una verdad sublime e indudable. �C�mo podemos obtener puntos de vista correctos de la infinita majestad de Dios? Dios mismo nos ayuda, interiormente, por Su Esp�ritu que aviva nuestros poderes morales, y exteriormente, por medio de la luz y la instrucci�n que �l ha puesto a nuestro alcance: los libros de la naturaleza y de la providencia, y Su Palabra inspirada.

Considerado debidamente, nuestro texto puede ayudarnos a encontrar el lugar que nos corresponde en el gran sistema de cosas, y a ver y darnos cuenta del verdadero fin y objetivo de nuestro ser. �Cu�l fue el prop�sito de Dios al dar existencia a este universo? La respuesta de la Escritura es que Dios no solo nos hizo a nosotros, sino todas las cosas para �l mismo. Mire la necesidad del caso. �C�mo m�s podr�a ser? El universo entero debe tener un gran objeto. Todas las cosas que ahora existen, salvo Dios, una vez no existieron.

Todo estaba envuelto en el seno de Dios. Su prop�sito abraz� la creaci�n del universo. Su prop�sito debe haberse derivado de �l mismo y haberse centrado en �l mismo. Cuando Dios habl� la palabra creativa, fue de y para �l mismo. No hab�a otra fuente u objeto concebible. Cuando hizo todas las cosas para s� mismo, y la promoci�n de su gloria, actu� bajo una necesidad de su naturaleza como el Dios infinitamente perfecto. Sin duda, Dios quiso la felicidad de las criaturas que hizo; pero detr�s de esto, se propuso promover Su propia gloria.

1. Comprender esto est� dise�ado para ense�arnos una lecci�n de autoconocimiento. Lo que somos como criaturas nunca lo sabremos como deber�amos, salvo mediante el estudio de lo Increado. Es en la contemplaci�n de la naturaleza, los prop�sitos y las obras de Dios que podemos ver mejor la insignificancia del hombre. Debemos ser humillados no solo como seres, sino mucho m�s como seres morales. La grandeza de Dios realza terriblemente la culpa del hombre.

2. La doctrina que estamos considerando inculca una lecci�n en el servicio activo, as� como en el autoconocimiento y la humildad. Insta a una s�plica por el servicio de Dios, ante la cual se debe silenciar todo pretexto para la desobediencia. �Dios hizo todas las cosas para s� mismo? No puede haber una raz�n m�s alta para obedecerle, y desobedecerle se vuelve infinitamente irracional, imp�o y vano. El hecho de que Dios busque su propia gloria en todas las cosas no solo deber�a determinar la forma de nuestro deber, sino tambi�n su motivo y su fin.

Dar esta prominencia a la gloria de Dios choca con ning�n inter�s real del hombre, y no viola ning�n principio original de Su naturaleza; por el contrario, al apuntar a �l, el hombre apunta a su mayor bien. �Por qu� el Dios infinito y perfecto no deber�a ser capaz de absorber y satisfacer toda la mente y el coraz�n de Su criatura, el hombre? El estado de �nimo no es en verdad natural para el hombre y no puede alcanzarse mediante el ejercicio independiente de sus poderes naturales.

Es s�lo por el Esp�ritu de Dios que �l puede volverse espiritual. Solo mirando a Jes�s con una fe sencilla, ferviente, exclusiva y habitual, se puede aprender a hacer de Dios y de Su gloria el fin de su ser. ( W. Sparrow, DD .)

La soberan�a universal de Dios

La palabra "hecho" no est� aqu� "creado", sino que se usa en el sentido m�s general de "hacer", "trabajar", "realizar". El Se�or Jehov� hizo y cumpli� todas las cosas para s�. El fin final de todo procedimiento Divino es la propia gloria de Dios. Este prop�sito oculto y �ltimo de todas las obras de Dios se revela en el texto.

1. El Se�or hizo todas las cosas para S� mismo en la creaci�n. Y el hombre es parte de Su creaci�n.

2. El principio del texto se aplica a la obra de redenci�n. Es la voluntad y el placer soberanos de Dios, y para Su propia gloria eterna, que Dios se ha complacido en elegir una Iglesia fuera de este mundo ca�do, para ser glorificado en Su Hijo, Jesucristo. Esta visi�n de la redenci�n tiende a humillar al pecador.

3. Dios ha hecho todas las cosas para s� mismo en la providencia. Cada evento o circunstancia en la historia de este mundo ha sido arreglado u ordenado para la gloria de Jehov�. Es imposible que suceda algo que no tienda directa o indirectamente a este gran fin. El pecado es esencialmente culpa de la criatura. Dios no es el autor del mal. Los malvados no fueron creados como tales. Sin embargo, son designados para el d�a del mal como su castigo apropiado. ( WE Light, MA .)

El Se�or ha hecho todas las cosas para s� mismo

Aqu� la atenci�n se dirige a Dios, a su formaci�n general de todas las cosas y a los arreglos que, en esa creaci�n, indudablemente ha hecho. Dios es el Creador universal. Sin embargo, los fil�sofos, antiguos y modernos, siempre han estado tratando de encontrar otro hacedor de cosas que no sea Dios. Dondequiera que haya existencia, all� se ha extendido la mano de Dios para conferir esa existencia. Dios ha hecho todo como debe hacerlo un Ser absolutamente perfecto.

Aunque Dios hizo al hombre recto, no hizo al hombre pecador. El hombre se ha hecho pecador. Dios hizo todas las cosas para s� mismo. �l es el origen y �l es el fin. De hecho, hay fines subordinados, pero se pierden, por as� decirlo, en Dios, el gran fin de todos. Al decir que el Se�or �hizo al inicuo para el d�a del mal�, debemos recurrir a Su previsi�n. �l permite que algunos pecadores contin�en en su culpa hasta que la muerte los encuentre listos para la destrucci�n eterna de la presencia del Se�or; y por lo tanto, en cada etapa en la que estos inicuos puedan ser contemplados, todav�a deben ser considerados como las obras de Dios, sostenidas por �l, provistas por �l.

El d�a del mal espera la retribuci�n final de todas las cosas. Debemos atribuir a Dios la existencia, el apoyo, el mantenimiento de aquellos individuos que se levantan a cada momento en rebeli�n contra �l. Los malvados est�n tanto en las manos de Dios para ser castigados por �l como los buenos est�n en sus manos para recibir bondad inmerecida. ( James Maclean, DD)

Versículo 5

Todo el que es orgulloso de coraz�n es abominaci�n al Se�or.

En orgullo

En las enfermedades que atacan al cuerpo humano, prevalece una marcada distinci�n en cuanto a la relativa amplitud de su influencia. Una analog�a af�n discrimina los disturbios de la mente. El orgullo reivindica la denominaci�n de pasi�n universal. La edad, el sexo o la situaci�n no exime de su control. Cuerpo y mente, virtudes y vicios, presiona a su servicio. Los hombres est�n orgullosos de la salud, orgullosos en la c�mara de la enfermedad; orgulloso en p�blico, orgulloso en la jubilaci�n; orgulloso de su frugalidad, orgulloso de su profusi�n; orgulloso de su sobriedad, orgulloso de su intemperancia; orgulloso de su orgullo, orgulloso de su humildad.

I. Algunos de sus modos de funcionamiento.

1. Orgullo nacional. Las diferentes regiones est�n separadas por marcas apropiadas de discriminaci�n moral. Uno ser� descrito como valiente; uno como interesado; uno tan voluble, otro tan circunspecto. Pero escuchar�s a cada uno de ellos caracterizado como orgulloso. El orgullo a veces tiene caracter�sticas de emulaci�n; a veces de ambici�n; a veces de resentimiento; a veces de pol�tica. �Cu�n generalmente en el Senado y en los c�rculos privados, no menos que en el desfile y en el campamento, el orgullo nacional, bajo diversas formas, es abordado, aplaudido y promovido excesos adicionales!

2. Orgullo por los caminos de la vida privada. El hombre que est� intoxicado por el orgullo de su nacimiento; el orgullo de la autoridad. El ejercicio del poder proporciona al orgullo la m�s s�lida gratificaci�n. El orgullo de la riqueza. �Qu� solicitud se dedica al establecimiento de un nombre para la opulencia! Adem�s del orgullo de la acumulaci�n y la posesi�n, est� el orgullo de exhibir riquezas. El orgullo del genio, el intelecto y los talentos.

�Bajo cu�ntas formas diferentes se exhibe! A veces con desd�n de la industria, como indicativo de embotamiento; a veces en el amor por la singularidad y la paradoja; a veces en la propensi�n a estigmatizar las opiniones recibidas como prejuicios vulgares, o en la repugnancia esc�ptica de aceptar cualquier verdad que no est� completamente circunscrita al alcance de la comprensi�n humana. A veces se traiciona a s� misma con ideas arrogantes que el individuo mal disfraza del alcance de sus propios poderes, y con su ilimitada estimaci�n de su importancia; a veces por el desprecio abierto de los hombres corrientes y de la sobriedad del sentido com�n; a veces por una osad�a injustificada de la empresa y una presuntuosa confianza en el �xito; a veces se manifiesta en la impaciencia de la contradicci�n, en la sentenciosidad oracular, en una dictadura dictatorial. El orgullo de los logros literarios y profesionales. El orgullo de la moda. Sobre todo, el hombre de orgullo espiritual.

II. La contradicci�n irreconciliable entre orgullo y principio religioso. La piedra angular de la virtud cristiana es la humildad. El obst�culo m�s poderoso para la conversi�n de los jud�os fue el orgullo. La principal fuente de incredulidad moderna es el orgullo. Orgullo, que se niega a rendir homenaje a la sabidur�a de la revelaci�n e inclinar el cuello al yugo del evangelio. El escarnecedor fr�o y descuidado se resiste a la influencia del evangelio con mucha m�s eficacia que el pecador abierto.

III. Los juicios especiales de Dios contra el orgullo. �l castiga a las naciones trayendo sobre ellas calamidades nacionales. En las Escrituras encontramos que es este pecado el que ha provocado los juicios m�s severos sobre individuos, como Nabucodonosor, Uz�as, Ezequ�as, Ahitofel, Herodes (ver tambi�n los de Laodicea). �No es el orgullo convencido en todas sus formas completamente anticristiano, como la causa principal de la ca�da del hombre, como en todas las �pocas el fundamento de los pecados m�s atroces, de los juicios m�s tremendos? Entonces deja el orgullo a los orgullosos.

No os corromper�is para llamar al mal bien ya las tinieblas luz. El orgullo siempre se levanta contra el cielo. Cuando mira a Dios, es con el deseo de liberarse de la dependencia de �l. Cuando considera a los hombres, subestima sus dones para los dem�s; y nos impulsa a actuar, con respecto a Sus dones para nosotros mismos, como si fueran inherentes a nosotros, o como si fueran nuestro derecho. Examina tu propio pecho para descubrir si est� bajo la influencia del orgullo. ( Thos. Gisborne, MA .)

Versículo 6

Con misericordia y verdad se purga la iniquidad.

La misi�n de misericordia y verdad

Algunos abogan por la misericordia prevaleciente, y otros por la justicia prevaleciente, en la jurisprudencia, la educaci�n y la teolog�a. Algunos intentan combinar los dos, pero encuentran que el esfuerzo es in�til. Por una misericordia y una verdad desgarradas y opuestas entre s�, la iniquidad no se purga. Salom�n estaba hablando en el esp�ritu del Antiguo Testamento; sin embargo, no tiene ning�n sentido de contradicci�n entre estas dos cualidades: no se esfuerza por mostrar c�mo pueden ajustarse entre s�.

No dice que la verdad est� templada por la misericordia, o que la misericordia no debe llevarse demasiado lejos para que no interfiera con la verdad. Dice simplemente: "Con misericordia y verdad se purga la iniquidad". Ambos son igualmente enemigos de la iniquidad; ambos est�n igualmente interesados ??en su extirpaci�n; ambos est�n igualmente interesados ??en la liberaci�n de la criatura que es atormentada por ella. Esta visi�n por s� sola podr�a satisfacer al jud�o que cre�a en el Dios de Abraham.

El Se�or del cielo se hab�a revelado a sus padres como el Dios de justicia y verdad. Los jud�os fueron tentados a honrar a seres menos justos; y cedieron a la tentaci�n. Pero el Ser que olvidaron era lo que siempre hab�a sido. Su misericordia y verdad fueron fijas como las colinas. Poco a poco el recuerdo de �l volvi� a ellos. Fue su consuelo creer que hab�a Uno diferente a ellos, Uno que no era cambiante y caprichoso como ellos.

�l fue misericordioso y perdon� sus transgresiones. Esto les revel� profundidades en el car�cter Divino del que no hab�an sabido nada, o s�lo por el o�do. Sent�an que solo un Ser perfectamente recto pod�a ser perfectamente misericordioso. Los salmistas imploran misericordia, pero la imploran de Aquel que, creen, est� dispuesto a otorgarla, porque es justo. Esa visi�n de la misericordia, en la que toma la forma de la indulgencia de los pecados, no se atreven a apreciar.

El temor de Dios es el temor del Se�or justo y misericordioso; no el miedo a alg�n ser falso, alguna criatura de sus propios pensamientos, revestida de sus propias malas cualidades. No deb�an temer a esas criaturas; deb�an luchar continuamente contra el temor de ellos. �Alguien vio en el Hijo de Dios esa guerra de la verdad con la misericordia con la que tan precipitadamente hemos so�ado en la mente eterna? Su lucha fue la guerra de la verdad y la misericordia contra la falsedad y la dureza de coraz�n.

Jes�s mostr� que la misericordia y la verdad estaban divididas solo por el mal que busca destruir a ambas. Es por su uni�n perfecta que la iniquidad se purga. El sacrificio de purga la iniquidad. Pero no se nos ense�a en la Biblia que el sacrificio de Cristo fue el sacrificio de un atributo, con el fin de armonizarlo con otro. Por la misericordia y la verdad de Dios Padre, Hijo y Esp�ritu es la iniquidad de nuestra raza, y de cada uno de sus miembros, purgada.

Por el temor de este gran y santo nombre, los hombres se apartan del mal. El temor de un Legislador inflexible no alejar� a los hombres del mal. El nombre de Dios en el Nuevo Testamento es el nombre de la Verdad y el Amor eternos absolutos, y esto solo nos hace temer al pecado. ( FD Maurice, MA .)

Por el temor del Se�or los hombres se apartan del mal ,

Pecados de los hombres que surgen de la falta del temor de Dios y la instigaci�n del diablo

La maldad del hombre se puede atribuir a dos causas, la falta de aprensi�n debida al Todopoderoso y la instigaci�n del diablo. Considere qui�n es Dios y cu�les son sus principales cualidades. �l es el creador y gobernador del universo: un Ser de poder infinito, presente en todas partes, al tanto de nuestras transacciones m�s secretas. Si tuvi�ramos estas ideas constantemente ante nuestros ojos, �deber�amos atrevernos a afligirlo con nuestras iniquidades? Hay un escepticismo particular en muchos, con respecto a los atributos de Dios.

Dudan de que �l posea algunas cualidades en la medida en que la raz�n y las Escrituras nos aseguran que las posee. Se persuaden a s� mismos de que Su presencia no es universal; que no considera minuciosamente las preocupaciones humanas; que no es demasiado r�gidamente justo; y que su bondad tonificar� su justicia. Pero si no quisieran enga�arse a s� mismos, nunca razonar�an de esta manera. Tampoco podemos imputar nuestras iniquidades a nuestra fragilidad natural, ya que se nos han prometido ayudas para superarla.

La falta del temor de Dios es la principal causa de injusticia. El enemigo s�lo nos ataca cuando nos percibe indefensos; luego nos atormenta con las tentaciones adecuadas. Nuestra seguridad de �l radica en mantenernos, continuamente, dentro del temor del Se�or. ( G. Haggitt, MA .)

El temor de dios

El t�rmino "miedo" se utiliza aqu� para el principio de religi�n. Este principio es el �nico que har� que los hombres abandonen el mal. Un respeto reverente a la voluntad divina es la �nica seguridad para la virtud humana. El miedo, entonces, abarca aqu� todos los sentimientos y motivos que tienden a mantener a los hombres separados de todo lo que Dios desaprueba. El temor al desagrado divino prepara al alma para la operaci�n de sentimientos m�s elevados y mejores.

Hay quienes est�n dispuestos a censurar el texto, por transmitir una expresi�n positivamente err�nea. La raz�n es el poder que profesan adorar las personas de este tipo; y la raz�n, as� como la religi�n, ha tenido en todas las �pocas a sus intolerantes y fan�ticos. El temor del Se�or lo desprecian, como un motivo infinitamente inferior a ellos. Todo miedo, nos dicen, es s�rdido y servil. Dicen que hay que desesperar de toda virtud que no se construya sobre un sentimiento desinteresado, i.

e., en una completa independencia de castigo o recompensa. Pero si quitamos el temor de Dios, �qu� salvaguarda nos queda para la integridad del hombre? Es cierto que el hombre tiene dos gu�as, su sentido moral o percepci�n del bien y el mal, y su sentido de lo que es �til y conveniente. Pero, �la virtud de los individuos o la paz de la sociedad estar�an aseguradas durante mucho tiempo bajo la custodia de estos sabios?

1. No debemos hablar con menosprecio del sentido moral. Pero es el hecho de que el aliento de un mundo corrupto ha pasado sobre esta coraza de luz y perfecci�n, y ha atenuado su gloria. Esta facultad ha participado profundamente en la degeneraci�n del hombre. El sentido de aptitud moral a menudo degenera en un mero gusto o impulso. Las ventajas que este mundo tiene para ofrecer no est�n claramente del lado de la virtud. Si la virtud se encontrara en perpetua variaci�n con el placer o con la seguridad, es absurdo imaginar que retendr�a por mucho tiempo a sus devotos.

2. �El sentido del hombre de lo que es �til para el bien general de la humanidad har� por �l algo m�s que el sentido de la propiedad moral? Supongamos que cada miembro de una comunidad estuviera bajo un pacto impl�cito con sus semejantes de abstenerse de acciones que pudieran estar en desacuerdo con el inter�s general. �Qu� hay para proteger este pacto de la violaci�n diaria y horaria, cuando no hay testigos para denunciarlo y no hay poder externo para controlarlo?

�Qui�n, sino el hombre mismo, ha de interpretar las reglas de conveniencia y conveniencia universales en los casos en que la duda realmente existe, o donde el ego�smo hace surgir la aparici�n de una duda? Aqu�, entonces, nos queda una ley por ejecutarse. Supongamos que las leyes humanas vienen a ayudar a los poderes dentro de nosotros; Todav�a se puede insistir en que estos no ser�n efectivos si se eliminan los poderes del mundo venidero. Ninguna ley puede mantener su autoridad durante mucho tiempo sin hacer referencia a la Voluntad Suprema, la fuente de todas las leyes en todo el universo.

Igualmente temerario ser�a confiar en el miedo a la infamia para prevenir el desorden y el crimen. Porque aqu�, de nuevo, la esperanza de escapar al descubrimiento vendr�a a apaciguar las aprensiones de la desgracia. Es la opini�n p�blica la que ejerce este flagelo, y es el predominio general de un elevado sentimiento moral lo que convierte a la opini�n p�blica en un verdugo severo y formidable. El sentido moral, y el Estado de utilidad p�blica, el acabado, sin duda, muy fuertes recomendaciones a la pr�ctica virtuosa, pero nada menos que el temor a una deidad vengadora nunca pueden generalmente hacer cumplir lo . ( CW Le Bas, MA .)

Misericordia y verdad evidencia de la salvaci�n

La aplicaci�n podr�a restringirse a la manera en que el Dios de misericordia y verdad, el Dios que �l mismo "se deleita en misericordia" y que "requiere la verdad en lo interno", manifiesta Su consideraci�n por la pr�ctica de estas virtudes en Sus criaturas. . Tambi�n hay un sentido b�blico en el que la misericordia y la verdad, y las gracias afines, imparten confianza en Dios; pero es s�lo como evidencia del inter�s en la salvaci�n por gracia que revela el Verbo Divino; no es ni tan meritorio ni tan expiatorio. ( R. Wardlaw, DD .)

Versículo 7

Cuando los caminos del hombre agradan al Se�or, aun a sus enemigos hace que est�n en paz con �l.

Nuestros caminos

Estas palabras contienen dos frutos benditos de una graciosa conversaci�n. La aceptaci�n m�s inmediata y directa con Dios; el otro m�s remoto, y por consecuencia del primero, la paz con los hombres.

I. El sujeto. "Los caminos de un hombre". Todo su carruaje en el transcurso de su vida, con todos sus pensamientos, discursos y acciones, buenas o malas. Cuando un hombre camina por los caminos trillados del mundo, sin volver jam�s los pies a los testimonios de Dios, ni ese hombre ni sus caminos pueden agradar al Se�or. Cuando un hombre camina consciente y constantemente en los buenos caminos de Dios, tanto el hombre como sus caminos agradan a Dios.

Cuando un hombre, en el curso m�s constante de su vida, camina con rectitud y rectitud, pero, sin embargo, en algunos detalles se desv�a, el hombre puede ser aceptado, aunque sus caminos no son del todo agradables.

II. El acto. "Agradable." Esto se refiere a la aceptaci�n: donde el esfuerzo es una cosa y el evento otra. Un hombre puede tener una intenci�n plena y hacer el debido esfuerzo y, sin embargo, fracasar en su fin. Esto es evidente cuando tenemos que tratar con hombres. Por favor, significa m�s bien el hecho de encontrar aceptaci�n que el esfuerzo por buscarla. En un sentido moral, sin embargo, no tanto el evento como el esfuerzo y la intenci�n. Pero puede haber una buena seguridad del evento en el que el deseo de agradar es sincero y el esfuerzo fiel.

III. El objeto. Todos los hombres se esfuerzan por complacer; pero algunos para complacerse a s� mismos; algunos para complacer a otros hombres; y otros para agradar al Se�or. Debemos esforzarnos por caminar para agradar a Dios. Porque �l es nuestro Maestro, Capit�n, Padre y Rey. Hay un gran beneficio asociado a agradar al Se�or en el texto: "�l har� que nuestros enemigos est�n en paz con nosotros". Podemos agregar, �l nos preservar� de las tentaciones pecaminosas.

�l responder� a nuestras oraciones. �l nos trasladar� a Su reino celestial. El imp�o, que desagrada a Dios, fortalece las manos de sus enemigos; se expone como presa de las tentaciones; bloquea el pasaje contra su propia oraci�n; se niega a entrar en el reino. �C�mo se puede agradar al Se�or? Por semejanza y obediencia. Los piadosos aman lo que Dios ama. Desean y se esfuerzan por ser santos como �l es santo; perfecto como �l es perfecto, misericordioso como el Padre celestial es misericordioso.

La obediencia es la prueba de nuestra voluntaria y alegre sujeci�n a sus m�s justos mandamientos. Es en vano pensar en agradar a Dios con las meras actuaciones externas de ayuno, oraci�n, limosnas, escuchar la Palabra de Dios o recibir el Sacramento. �C�mo es posible que cosas tan pobres como nuestros mejores esfuerzos agraden a Dios? Nuestras buenas obras agradan a Dios por dos razones.

1. Porque las obra en nosotros; y&mdash

2. Porque nos mira a nosotros ya ellos en Cristo. En el consecuente de agradar a Dios, hay tres cosas observables. Las personas, los enemigos de un hombre. El efecto: paz. El autor - el Se�or. El alcance de todas las palabras es instruirnos que la manera m�s justa y m�s probable de procurar la paz con el hombre es ordenar nuestros caminos para agradar al Se�or. El favor de Dios y el favor de los hombres est�n unidos en la Sagrada Escritura, como si el uno fuera consecuencia del otro. ( Mons. Sanderson .)

La verdadera manera de agradar a Dios y estar en paz con

hombres:&mdash

I. La sustancia. "Cuando los caminos del hombre agradan al Se�or". Todos los caminos del Se�or son caminos concentrados, y se concentran en Cristo Jes�s. Entonces, para agradar al Se�or, debemos ser hallados de estas formas, y como esas formas est�n en Cristo, tambi�n debemos estar en uni�n con Cristo.

1. �De qu� manera ha fijado el Se�or el amor de su coraz�n en el hombre?

2. El Se�or lleva a Su pueblo a desear la vida eterna de la misma manera que �l la dise��.

3. �De qu� manera nos ha santificado el Se�or?

4. �De qu� manera regenera el Se�or a su pueblo?

II. Lo negativo; o lo que no significa el texto. La �ltima parte del texto parece estar en contra de la conducta de los enemigos del pueblo del Se�or en todas las �pocas.

III. Lo positivo; o lo que significa el texto. Refi�rase a un pasaje de las Escrituras, �La ira del hombre te alabar�; reprimir�s el resto de la ira ". Ilustre las circunstancias en las historias de Abraham, Jacob, Jos�, David, Nehem�as, jud�os cuando construyeron el segundo templo.

IV. La implicaci�n.

1. Que el Se�or tiene un prop�sito y un fin espec�ficos a la vista.

2. Que seguramente cumplir� ese prop�sito. ( James Wells .)

El encanto de la bondad

No es que los enemigos simplemente se mantengan callados sabiendo que el buen hombre est� bajo la protecci�n de Dios, sino que la bondad tiene el poder de encantarlos y gan�rselos. ( Dean Plumptre .)

El control de Dios sobre los enemigos de su pueblo

Debo procurar que mis caminos agraden al Se�or. Incluso entonces tendr� enemigos; y, tal vez, con mayor certeza porque me esfuerzo por hacer lo que es correcto. �Pero qu� promesa es esta! El Se�or aplacar� la ira del hombre para alabarlo, y la aplacar� para que no me angustie. Puede obligar a un enemigo a desistir de hacerme da�o, aunque tenga la intenci�n de hacerlo. Esto lo hizo con Lab�n, quien persigui� a Jacob, pero no se atrevi� a tocarlo.

O puede dominar la ira de Esa�, quien se enfrent� a Jacob de manera fraternal, aunque Jacob hab�a temido que lo golpeara a �l y a su familia con la espada. El Se�or tambi�n puede convertir a un adversario furioso en un hermano en Cristo y un colaborador, como lo hizo con Saulo de Tarso. �Oh, que hiciera esto en cada caso donde aparece un esp�ritu perseguidor! Bienaventurado el hombre cuyos enemigos han sido para �l lo que los leones fueron para Daniel en el foso: �tranquilo y sociable! Cuando me encuentro con la muerte, a quien se llama el �ltimo enemigo, oro para poder estar en paz. Solo que mi gran cuidado sea agradar al Se�or en todas las cosas. ( CH Spurgeon .)

Versículo 9

El coraz�n del hombre concibe su camino, pero el Se�or dirige sus pasos.

Sobre el gobierno de los asuntos humanos por la providencia

Los esfuerzos de nuestra actividad, por grandes que sean, est�n sujetos al control de un poder superior e invisible. Consejos superiores a los nuestros se refieren a cuestiones de conducta humana. La l�nea se deja salir para permitirnos correr una cierta longitud, pero por esa l�nea estamos todo el tiempo retenidos de manera invisible, y somos recordados y controlados por el placer del Cielo. Entre todos los que admiten la existencia de una Deidad, ha existido la creencia generalizada de que ejerce cierto gobierno sobre los asuntos humanos.

De qu� manera la providencia se interpone en los asuntos humanos, por qu� medios influye en los pensamientos y consejos de los hombres y, a pesar de la influencia que ejerce, les deja la libertad de albedr�o y elecci�n, son temas de naturaleza oscura y misteriosa. El poder secreto con el que Dios controla el sol, la luna y las estrellas es igualmente inexplicable. A lo largo de los escritos sagrados, Dios es representado, en cada ocasi�n, por diversas dispensaciones de Su providencia, recompensando a los justos o castig�ndolos seg�n lo requiera Su sabidur�a, y castigando a los imp�os.

La experiencia de cada uno da testimonio de una providencia particular. Accidente, azar y fortuna son palabras sin sentido. En el universo de Dios nada sucede sin causa o en vano. Cada evento tiene su propia direcci�n determinada. Pero esta doctrina de una providencia particular no tiende a reemplazar el consejo, el dise�o o el ejercicio adecuado de los poderes activos del hombre. El hombre, "trazando su propio camino" y llevando a cabo sus propios planes, tiene un lugar en el orden de los medios que emplea la providencia. La doctrina del texto debe mejorarse:

1. Por corregir la inquietud ansiosa e inmoderada por los acontecimientos futuros de nuestra vida. La locura de tal ansiedad se ve agravada por esta consideraci�n, que todos los eventos est�n bajo una direcci�n mucho mejor y m�s sabia de la que podr�amos ubicarlos. A los inevitables males de la vida, no a�adas este mal que t� mismo has procurado, una angustiosa angustia por el �xito de tus designios. La gran regla tanto de la religi�n como del deber es: cumple con tu deber y deja el asunto en manos del Cielo.

2. La doctrina del texto est� calculada para imponer la moderaci�n mental en cada estado; humilla el orgullo de la prosperidad y evita la desesperaci�n que acompa�a a la adversidad.

3. Esta doctrina coloca la vanidad y la locura de todos los planes pecaminosos bajo una luz muy fuerte. Todo pecado, desde cualquier punto de vista, debe ir acompa�ado de peligro.

4. Nos concierne cumplir con los deberes que requiere la debida consideraci�n a la providencia, y obtener protecci�n de ese poder que dirige y dispone todo. El inter�s en el favor de Dios es mucho m�s importante que toda la sabidur�a y habilidad del hombre. Sin su favor, los m�s sabios se sentir�n decepcionados y desconcertados; bajo su protecci�n y gu�a, los sencillos son conducidos por un camino sencillo y seguro. ( Hugh Blair, DD .)

El director infalible del hombre

La doctrina del texto es materia de experiencia uniforme. En verdad, nadie sabe lo que le espera.

I. La gu�a de Dios se puede rastrear en las dispensaciones de Su providencia. Ninguna causa natural puede explicar los maravillosos eventos que ocurrieron desde el llamado de Abraham hasta la �poca del Redentor. En cada escena, no solo la milagrosa, sino tambi�n la ordinaria, la mano de la Deidad es visible. A menudo podemos ver claramente las huellas de esa mano cuando termina su trabajo.

II. El sentimiento del texto recibe su m�xima ejemplificaci�n en la dispensaci�n de la gracia. De la manera m�s improbable, y en el momento menos esperado, el Dios de toda gracia se ha apoderado del alma. Ilustre de la mujer de Samaria y de Zaqueo. Los medios, no menos que el tiempo y la ocasi�n, son de Dios. Alguna providencia sorprendente, alguna verdad simple repetida por mil�sima vez, alguna amonestaci�n susurrada de un amigo cristiano, despierta la atenci�n, despierta la consideraci�n inmediata e inclina el alma en verdadera contrici�n y oraci�n. La ense�anza del texto tambi�n se ilustra en la eliminaci�n del miedo a la muerte cuando llega el momento de la muerte. ( NOSOTROS Schenck .)

Hombre proponiendo, Dios disponiendo

Abrigamos esperanzas, hacemos planes; pero hay un poder superior que dirige nuestros pasos. Los hombres de todas las edades del mundo han tenido en cuenta las ideas del destino y el azar para dar cuenta de estas experiencias. La Escritura no sabe nada del destino ni del azar. Es el Se�or quien dirige nuestros pasos. Mire esta obra de direcci�n de Dios que prevalece sobre nuestros prop�sitos:

1. En el �xito o fracaso de nuestro negocio diario. El hombre usa la discreci�n y el juicio que tiene, pero cuando ha hecho todo lo posible, se deja a las circunstancias sobre las que no tiene control. Generalmente se puede decir que los diligentes y perseverantes son los m�s exitosos, pero hay muchos casos en los que la regla no se aplicar�. A veces, el �xito llegar� a los descuidados. El fracaso vendr� a veces a los m�s diligentes. Quiz�s casi el �ltimo lugar en el que deber�amos buscar la mano de Dios es el negocio del mundo.

2. En la elecci�n de nuestras ocupaciones en la vida. �Qu� cantidad de selecci�n y rechazo hay en la mente de muchos ni�os! Piensa poco que su elecci�n depender� finalmente de Aquel que sabe m�s de lo que sabe para lo que est� adaptado. Son pocos los que, al elegir sus ocupaciones en la vida, no han tenido deseos propios, y son pocos los que, al mirar atr�s, no encuentran que esos deseos hayan sido anulados. Dios est� cumpliendo un prop�sito amable y sabio al ponernos donde estamos.

3. En la elecci�n de nuestras amistades. Un encuentro inesperado con una persona puede alterar toda nuestra carrera. Dios est� obrando con tanta certeza en lo menor como lo est� en los acontecimientos m�s importantes de nuestra vida. ( SG Matthews, BA .)

El plan del hombre y el plan de Dios en la vida humana

I. El plan del propio hombre. �El coraz�n del hombre concibe su camino�. Cada hombre forma un programa de su vida diaria. Cuando se mueve racionalmente, no se mueve por impulso ciego. El hecho de que la historia del hombre se origine y se organice a s� mismo se manifiesta a partir de tres cosas.

1. La sociedad responsabiliza a cada hombre por sus acciones.

2. La Biblia apela a todo hombre por tener una soberan�a personal.

3. La conciencia de todo hombre da fe de su libertad de acci�n. Si el pecador se sent�a como una mera criatura de fuerzas que no pod�a controlar, no pod�a sentir remordimiento. El hombre siente que su vida est� formada por su propio plan, que es el monarca indiscutible de su propio mundo interior.

II. El propio plan de Dios. "El Se�or dirige sus pasos". Dios tiene un plan con respecto a la vida de cada hombre, un plan que, aunque abarca y controla todas las actividades, deja al hombre en una libertad sin obst�culos. Este es el gran problema de la historia del mundo, la libertad del hombre y el control de Dios. �La experiencia�, dice el Sr. Bridges, �da un sello demostrable de evidencia incluso en todas las minucias de las circunstancias que forman las partes y piezas del plan Divino.

�Un asunto de negocios comunes, la indulgencia de la curiosidad, el suministro de necesidades necesarias, un viaje desde casa, todo est� conectado con resultados infinitamente importantes. Y, a menudo, cuando nuestro prop�sito parec�a tan claramente fijado y tan seguro de logro como un viaje a Londres, esta forma de nuestra propia invenci�n se ha visto bloqueada por dificultades inesperadas, y las instalaciones inesperadas se han abierto en una v�a opuesta, con el reconocimiento definitivo ". Me sac� por el camino recto �( Salmo 112:7 ; Isa�as 42:16 ).

Despu�s de todo, sin embargo, necesitamos mucha disciplina para alejarnos de nuestros propios dispositivos, para que podamos buscar la direcci�n del Se�or en primer lugar. El fruto de esta disciplina ser� el temor de ser abandonados a nuestra suerte, ya que antes est�bamos ansiosos por seguirlos ( Salmo 143:10 ). �As� que verdaderamente encontramos nuestra felicidad y seguridad al ceder nuestra voluntad a nuestro Gu�a celestial! �l conoce todo el camino, cada paso del camino: "El fin desde el principio". Y nunca perderemos ni el camino ni el final, si tan s�lo nos resignamos con absoluta confianza a Su custodia y la direcci�n de nuestros pasos. ( Homilista .)

La locura de la confianza en uno mismo

"El coraz�n de un hombre", es decir, su mente, sus poderes internos de reflexi�n, anticipaci�n, habilidad, prudencia, "traza su camino", t�rmino que implica la aplicaci�n de toda consideraci�n, invenci�n y precauci�n posibles, pero el " El Se�or dirige sus pasos ". Las palabras expresan y exponen la insensatez y la presunci�n, por parte del hombre, de la confianza en s� mismo, de que as� se asegure a s� mismo del �xito, como si tuviera el futuro bajo sus ojos y seg�n sus �rdenes; independientemente de ese poder superintendente oculto pero siempre presente y siempre ocupado que lo tiene todo bajo un mando completo; que puede detener a la vez su progreso en medio y en la c�spide de su jactancia, y "convertir en necedad" todos sus artificios.

Los or�culos sagrados est�n llenos de este sentimiento y de las ejemplificaciones m�s sorprendentes de su verdad. Y lo que es el sentimiento de la revelaci�n no puede dejar de contar con la concurrencia de la raz�n iluminada. Tiene que ser as�. Si hay un Dios, no puede ser de otra manera. Era el colmo de la irracionalidad y de la impiedad por un momento cuestionarlo, imaginar lo contrario posible. �De qu� otra manera podr�a Dios gobernar el mundo? Si todos los esquemas humanos no estuvieran bajo un control supremo e irresistible, �qu� ser�a de la certeza de lo Divino? Todos deben necesariamente cumplir los planes de la Sabidur�a Infinita en la administraci�n del gobierno universal de Dios. "Dios obrar�, �y qui�n lo permitir�?" ( R. Wardlaw, DD .)

Ordenes de la providencia

El joven Clive es enviado para deshacerse de �l en la Compa��a de las Indias Orientales, y se convierte en el fundador del imperio de Inglaterra en la India. El duque de Wellington busca a Lord Camden en su juventud un lugar en la Junta del Tesoro y se convierte en el h�roe militar de Europa. Hay muchos hoy en d�a ocupando posiciones muy diferentes a las que se plantearon en sus primeros a�os de vida. Algunos est�n predicando el evangelio y estaban destinados a practicar en el bar de ingl�s.

Algunos son abogados que empezaron a ser m�dicos. Algunos son hombres de negocios que empezaron a ser artistas o m�sicos. David Livingstone comienza como mano de obra en una f�brica de Glasgow y se convierte en el pionero de la obra misional en �frica. William Carey fabrica zapatos y se convierte en el misionero m�s exitoso de la India. Mirando hacia atr�s en la vida, decimos que fue tal o cual evento lo que nos impuls� a tomar otro rumbo. Somos propensos a olvidar que el evento no fue un accidente fortuito, sino un factor distintivo en el gobierno de Dios de nuestras vidas.

Versículo 11

Un peso y un equilibrio justos son del Se�or.

Un justo equilibrio

Es parte de la actividad vigilante del Se�or y su conexi�n directa con todos los asuntos de la vida humana que �l est� interesado en nuestros negocios y comercio. Al israelita se le anim� a pensar que toda la obra en la que estaba comprometido estaba ordenada por, y por lo tanto, bajo la observaci�n de su Dios. El fraude comercial de los tiempos primitivos adopt� una forma relativamente simple. El comerciante utiliz� medidas inadecuadas, por lo que mordisque� un poco de cada art�culo que vend�a a un cliente. Se necesitan muchas generaciones para que una sociedad civilizada elabore el fraude comercial a gran escala.

1. Todos nos sentimos tentados a pensar que una parte considerable de nuestra vida es demasiado insignificante para atraer la atenci�n particular de Dios. Creemos que �l marca en qu� negocio entramos, pero cuando estamos en �l nos deja solos. O marca una gran transacci�n comercial en la que hay lugar para un fraude realmente gigantesco, pero no puede prestar atenci�n a una venta minuciosa en el mostrador, la adulteraci�n trivial de un art�culo com�n, el ingenioso subterfugio para deshacerse de un stock da�ado o in�til. .

Pero, �podr�a haber algo m�s il�gico? Grande y peque�o son t�rminos relativos y no tienen ning�n significado para Dios. Si �l nos conoce, lo sabe todo sobre nosotros. Toda la vida, con cada detalle desde el nacimiento hasta la muerte, est� fotografiada con precisi�n a la luz de Su omnisciencia.

2. En este conocimiento exhaustivo y detallado de la forma en que conduce su negocio, Su c�lida aprobaci�n sigue a todo lo que es honesto y justo; Su vehemente censura ilumina todo lo que es deshonesto e injusto. No tenemos ninguna raz�n para pensar que el equilibrio injusto se ha vuelto menos abominable para el Se�or porque la competencia ansiosa e implacable de la vida industrial moderna se ha multiplicado, mientras que ha refinado los m�todos de fraude y ha creado una condici�n de cosas en la que, como tantas personas instan, pr�cticas cuestionables se han vuelto realmente necesarias para alguien que mantendr�a la cabeza fuera del agua. El doble trato, no importa cu�l sea el motivo, es abominable a los ojos del Se�or.

3. Todos deben ordenar sus caminos comerciales como a los ojos de Dios, y preocuparse principalmente por el pensamiento de c�mo pueden estar en conformidad con su santa voluntad. No se contente con estimar su conducta por el juicio que otros hombres le dar�an. No se contente ni siquiera con estimar su conducta seg�n el est�ndar de su propia conciencia sin ayuda. A menos que se d� cuenta de que Dios ve y sabe, y a menos que humildemente someta todo a Su juicio, seguramente se equivocar�; tu estandarte caer� insensiblemente, y t� caer�s insensiblemente incluso del estandarte ca�do.

No alterar�s Su juicio sobre tu conducta al intentar ignorarlo. Pero al tratar de comprenderlo, y al abrir su coraz�n para ser influenciado por �l, descubrir� que su conducta se altera sensiblemente y se superan las imposibilidades aparentes, porque �por el temor del Se�or los hombres se apartan del mal�. ( RF Horton, DD .)

Pesado en las balanzas

Un hombre una vez declar� que deseaba tener una ventana en su pecho, para que todos los hombres pudieran ver su coraz�n y sus motivos. �A cu�ntos de nosotros nos gustar�a mirar en nuestro propio coraz�n y descubrir nuestros motivos? Debido a que tememos estar cara a cara con nosotros mismos, el autoexamen es muy descuidado. Dios mira en nuestros corazones y sopesa nuestros motivos en Su justa e inmutable balanza. Nuestro trabajo diario se pesa en la balanza de Dios, y es un pesaje para la eternidad.

La gente comete un gran error al prepararse para la eternidad. Es deber de un cristiano prepararse para la eternidad todos los d�as que vive, tratando de cumplir con su deber en el lugar donde Dios lo pone. Las tentaciones y las pruebas son pesas y escalas con las que Dios prueba nuestros corazones. Quiz�s te moleste una lengua rencorosa que habla cruel e injustamente. Esa es una balanza en la que te pesan para ver si tu coraz�n est� bien con Dios, si soportas tus pruebas con mansedumbre, devolviendo la respuesta suave, no devolviendo mal por mal.

As� que cualquier otra prueba o dolor es una prueba, un pesaje, para demostrar si eres el verdadero oro o la aleaci�n b�sica. La prosperidad y el �xito son el equilibrio de Dios. Cada rito y servicio religioso es un medio por el cual Dios nos pesa. A�n quedan dos pesajes m�s por venir. A nuestra muerte, seremos pesados ??y colocados en nuestro lugar de espera apropiado hasta el juicio final. Luego vendr� el pesaje final y la sentencia eterna. ( HJ Wilmot-Buxton, MA .)

Versículo 12

Porque el trono est� constituido por la justicia.

Los principios religiosos son el mejor apoyo del gobierno

I. La rectitud responde m�s eficazmente al fin y al dise�o del gobierno. La religi�n consiste en el reconocimiento de Dios como Gobernador del mundo. Aunque el poder se aloje en vasijas de barro, no hay m�s poder que el de Dios. Este sentido religioso de un gobierno providencial inclinar� al sujeto a rendir la debida reverencia al pr�ncipe, porque llega m�s all� de su propia persona, y en �ltima instancia se refiere a ese Divino Originario, cuya imagen y representante es.

La religi�n fija nuestro deber hacia nuestro soberano sobre una cierta base y deriva nuestra obediencia de los motivos m�s nobles, no de un miedo servil, no de un humor ocasional, no de una consideraci�n mercenaria del inter�s temporal, sino de un amor filial y respeto por el Se�or de la gloria. Un respeto terrible a Dios y un sentido predominante de la religi�n poseen al sujeto con esa justicia y fidelidad que no puede ser sacudido por ninguna tentaci�n, pero que permanece impasible ante los asaltos del peligro y los atractivos del inter�s.

El temor de Dios es un principio de acci�n tan poderoso que necesariamente produce efectos felices, y es una restricci�n tan poderosa del pecado que casi reemplaza la necesidad de cualquier otra restricci�n.

II. Prot�jase de esos principios perniciosos que subvierten el trono y destruyen el gobierno.

1. Los que quitan los cimientos de la religi�n y niegan el ser de un Dios. Si estas opiniones prevalecieran, la fidelidad y la justicia cesar�an y la distinci�n entre el bien y el mal se perder�a en la confusi�n. Es el inter�s de todo pr�ncipe y pueblo poner fin a estos principios fatales, y no solo desalentar el ate�smo en s�, sino todos los enfoques hacia �l.

2. Un descuido despectivo de Dios el Hijo y una negaci�n declarada de su divinidad pueden producir efectos tan terribles como incluso la negaci�n de Dios el Padre. Si renunciamos a la autoridad de Jesucristo, la autoridad de la religi�n revelada queda absolutamente cancelada.

3. Aquellas doctrinas republicanas que derivan todo el poder del pueblo.

4. El principio que hace una concesi�n absoluta a la sinceridad de la persuasi�n de cada hombre y coloca toda la religi�n y el gran asunto de la salvaci�n eterna sobre la autoridad de todo juicio privado. Esto contradice un art�culo de nuestro credo; es fruto de sectas err�neas y herej�as imp�as, y tiene una perniciosa influencia sobre el Estado. Si la sinceridad de las persuasiones actuales de los hombres los justificar� en todas sus consecuencias, cuanto m�s firmemente se los persuada, m�s abundantemente ser�n justificados.

Y si se apresuran a cometer cualquier acto maligno, la fuerza del impulso santificar� el crimen. Entonces, mostremos nuestra consideraci�n por el gobierno cumpliendo con nuestro deber para con Dios. ( T. Newlin, MA .)

Versículo 15

A la luz del rostro del rey est� la vida.

La bienaventuranza del favor del rey

Este es un proverbio generalizado. Su aplicaci�n principal es la realeza. En el vers�culo anterior, la ira de un rey ha sido, mediante una met�fora sorprendente, representada como mensajeros de muerte ( Ester 7:6 ). Cuando un rey se enoja, cu�n r�pida y segura es su venganza. Antes que la palabra salga de su boca, se cumple su voluntad; mensajeros de la muerte lo rodean, dispuestos a ejecutar su indignada sentencia.

Y as�, un hombre sabio buscar� suavizar la ira del rey y pacificarlo; es m�s, se mantendr� en paz con �l. En este vers�culo, "la luz de su rostro" y "su favor" proporcionan la ant�tesis de su ira. Aplique esto al Rey de reyes, �y qu� sublime lecci�n de vida! Aqu� hemos sugerido:

1. La bienaventuranza de la reconciliaci�n.

2. Las condiciones de servicio. Una vida santa en su ideal combina dos elementos: permanecer en la luz y el amor de Dios y dar fruto en el servicio. Este proverbio sugiere sol y ducha. El que se reconcilia con Dios en Cristo permanece a la luz de su sonrisa. Camina en la luz y habita en el amor, por lo que toda condici�n de santidad y felicidad est� asegurada. ( Revisi�n homil�tica .)

Versículo 16

�Cu�nto mejor es adquirir sabidur�a que el oro!

Mejor sabidur�a que riqueza

I. La diferencia entre sabidur�a y entendimiento. Es como lo que existe entre el poder que mueve y el que act�a, entre el principio y la pr�ctica, entre el plan y el proceso, entre la causa y el efecto. La sabidur�a es el conocimiento y la preferencia del mejor y m�s digno fin; la comprensi�n es la aprehensi�n y el empleo de los medios que ser�n m�s eficaces para lograrlo.

El bienestar de la parte imperecedera del hombre a lo largo de la eternidad es el fin principal de su existencia, y el conocimiento y la preferencia de esto es "sabidur�a". Entonces la aprehensi�n y el empleo de los medios que ser�n efectivos para obtenerlo es "comprensi�n". La evitaci�n y resistencia habituales de todo pecado conocido es una prueba segura de "sabidur�a" espiritual y "comprensi�n" espiritual.

II. �Por qu� se debe elegir la sabidur�a y el entendimiento en lugar de la plata y el oro? Estos son m�s propicios que la plata y el oro para una felicidad s�lida. Hay muchas cosas en los innumerables males que constituyen la herencia del dolor del hombre para las cuales la plata y el oro no pueden proporcionar remedio alguno. La sabidur�a imparte al hombre el poder de someter, si no de satisfacer los apetitos corporales; lo hace rico, si no aumentando su sustancia, disminuyendo sus necesidades; pone delante de �l la fiesta continua de un coraz�n contento.

Y ense�a c�mo evitar y escapar de los males. Tambi�n se puede agregar que la sabidur�a y el entendimiento son mejores que el oro y la plata porque solo ellos pueden conducir a la felicidad de la "vida venidera". ( T Dale, MA .)

Mejor que el oro

Pero el oro es bueno. Salom�n evidentemente consideraba al oro como una de sus posesiones m�s preciadas. El oro es precioso, cuando recordamos todas las dificultades y luchas de las que puede salvarnos, y toda la facilidad y comodidad que puede brindar. El maestro moral que habla cosas duras contra el oro solo confirma a quienes lo escuchan en la idea de que la religi�n no servir� para nada en este mundo de trabajo diario. Todo el oro que puedas obtener mediante un trabajo honesto, concienzudamente, por todos los medios obt�nlo.

El oro mal adquirido finalmente quemar� tus dedos y tu bolsillo, s�, y tambi�n te dejar� una cicatriz en el alma. S�, el oro es bueno, pero la sabidur�a es mejor que el oro. Conocer a Cristo en el coraz�n como Salvador, en la mente como Maestro, en la vida como Modelo y en todas las cosas como Rey, esto es sabidur�a. Es el temor del Se�or, el amor de Su ley, la fe en Su Cruz, el poder de Su Esp�ritu, la esperanza en Su Palabra.

El oro no puede ser m�s que una posesi�n externa, un mero accesorio de la vida. No, todos los lujos que el oro puede traer consigo agotan antes los sentidos e invitan a su destino. Pero la sabidur�a, el poder de la religi�n, no es externo, aunque afecta todas las circunstancias circundantes para bien. La sabidur�a es un pozo, una fuente, en el alma del cristiano. Se alimenta, por canales secretos, directamente del r�o de la vida. Aqu�, entonces, tomo mi posici�n.

El oro puede estar conmigo, la gracia estar� en m�. La riqueza puede estar a mi alrededor, la sabidur�a vendr� de m�, no una investidura, sino una investidura. Solo se me ha prestado oro, pero el favor y la misericordia de Dios son eternamente m�os. ( J. Jackson Wray .)

Sabidur�a

Este es realmente un contraste mental instituido entre los valores respectivos de los dos lados de la naturaleza del hombre: la mente y el cuerpo, el alma y los sentidos. En la imaginaci�n se hace que la sabidur�a represente a uno, y el oro, la posesi�n terrenal m�s codiciada, el otro. �Qu� significaba para Salom�n �sabidur�a�? �Cu�l fue su urdimbre y trama? cual es su forma mental? Hay elementos en la sabidur�a que son m�s antiguos que los cimientos del mundo, es m�s, que son coet�neos con la existencia eterna de Dios mismo.

Hay elementos incluso en la sabidur�a humana, como los que se encuentran en todas las razas que han pensado y se han elevado a la moral y la virtud, que son tan imperecederos como los correctos e inalterables como las leyes de la naturaleza. La ra�z de la palabra "sabidur�a" es "weis", saber o pensar con claridad. Vuelve a aparecer en la palabra "ingenio". La agilidad en la percepci�n mental de la congruencia y la incongruencia es la esencia del ingenio. La sabidur�a debe significar una percepci�n r�pida, clara y v�vida de las relaciones verdaderas y correctas de todo tipo de conocimiento.

Un sofista es un hombre que busca obtener sus fines independientemente de los medios empleados. No apunta al juicio correcto, sino al triunfo de un prop�sito. La verdadera sabidur�a es el uso correcto instintivo y resuelto del conocimiento. El conocimiento, tomado por su yo desnudo y sin ayuda, en lugar de ennoblecer el car�cter de un hombre, puede incluso ser el instrumento m�s poderoso para degradarlo. La esencia misma de la sabidur�a es la conciencia.

La sabidur�a en su aspecto m�s amplio es el resultado de la hombr�a, entrenada, disciplinada y cultivada en su m�xima expresi�n. Es la naturaleza humana en equilibrio, el cuerpo enjaezado y el alma con un agarre tranquilo sobre las riendas. Hay quienes desterran la sabidur�a del santuario personal de la noble vida espiritual. Nos dicen que la sabidur�a es de la cabeza, el intelecto, una cualidad secular, no sagrada. Ignore la distinci�n.

Un alma sin reverencia puede volverse erudita, pero nunca llegar a ser sabia. La facultad reverente y adoradora es, entre todas las dem�s, la que eleva al hombre m�s por encima del nivel de la bestia. La reverencia es humana, y lo es porque, en un sentido elevado y noble, la humanidad es Divina. El retener esta elevaci�n, este sentido de reverencia en el alma, es el primer y m�s alto deber de todo hombre. Esta reverencia estamos en peligro de perder.

La grandeza misma de la hombr�a es que el mal y el mal son posibles para todos nosotros, y posibles para nosotros siempre. Lo correcto solo puede ser donde lo incorrecto hubiera sido una posible alternativa. �Con�cete a ti mismo� es una m�xima de valor supremo. Podemos penetrar en lo m�s profundo de nosotros mismos y descubrir nuestra debilidad o fortaleza. Ninguna influencia es m�s poderosa en nuestro destino que la formaci�n de h�bitos. �Siembra actos y cosechar�s un h�bito; siembra un h�bito y cosechar�s un car�cter.

�El principal obst�culo para adquirir sabidur�a es la formaci�n temprana de h�bitos. Pueden encarcelarnos moralmente y matarnos. Eres responsable ante Dios y el hombre de tu car�cter. ( WH Dallinger, DD .)

Riqueza moral y material

Hay dos cosas impl�citas en este vers�culo.

1. Que la riqueza material es algo bueno. El �oro y la plata� no deben despreciarse. Estos son buenos&mdash

(1) Como las criaturas de Dios. Toda la plata y el oro encontrados encerrados en los cofres de las monta�as �l hizo. No cre� nada en vano.

(2) Como medio del bien. Cu�nto bien se puede lograr con la riqueza material. Bien intelectual, social, moral, religioso.

2. Que la b�squeda de la riqueza material es algo leg�timo.

I. Es "mejor" en su posesi�n.

1. Es mejor porque enriquece al hombre mismo. La riqueza de Creso no puede agregar una fracci�n de valor al hombre. Los millonarios son a menudo pobres morales. Pero la riqueza moral, la riqueza de los amores santos, los grandes pensamientos, las metas divinas y las esperanzas inmortales enriquecen al hombre mismo.

2. Es mejor, porque crea mayores placeres. El dinero no tiene el poder necesario para hacer felices a los hombres.

3. Invierte con mayor dignidad.

4. Est� destinado a una mayor resistencia.

II. Es mejor en su b�squeda. Es mejor conseguirlo, elegirlo.

1. La b�squeda es m�s ennoblecedora. La mera b�squeda de la riqueza material mientras se desarrollan ciertas facultades obstaculiza otras y adormece la sensibilidad moral. A menudo, en la b�squeda de riquezas, vemos almas que podr�an haberse expandido a serafines que se encuentran con larvas. No es as� con la b�squeda de la verdadera sabidur�a espiritual. Todas las facultades entran en juego y el alma se eleva con poder y majestad.

2. La b�squeda es m�s celestial. Entre los millones en las jerarqu�as del cielo, no se puede encontrar un alma que busque el bien material. Su "excelsior" es para una mayor asimilaci�n al Infinito.

3. La b�squeda tiene m�s �xito. Miles intentan obtener riquezas materiales y fracasan. Las zanjas a lo largo del camino de la empresa humana est�n llenas de personas que corrieron con todas sus fuerzas en la carrera por la riqueza, pero que cayeron en el pantano del pauperismo y la miseria. Pero no encontrar�s a nadie que haya buscado sinceramente la riqueza espiritual y que haya fallado. Todo esfuerzo verdadero implica un logro positivo. ( D. Thomas, DD .)

La sabidur�a mejor que el oro

I. En lo que respecta a la sabidur�a es mejor que el oro.

1. Es mejor en su origen. Ning�n hombre tiene sabidur�a sin un conocimiento de su fuente y su pureza. �De d�nde viene el oro? Que responda el minero, que con gran esfuerzo lo excava de la tierra. �De d�nde viene la sabidur�a? Responda el Salvador, quien nos ha sido hecho por Dios sabidur�a. Dios es la Fuente de la sabidur�a. El que ense�a al hombre el conocimiento, �no conocer�? Hay un esp�ritu en el hombre, y la inspiraci�n del Todopoderoso le da entendimiento.

2. Es mejor en su naturaleza. Refina el oro como puedas, todav�a tiene escoria; pero la sabidur�a que viene de arriba es pura. Por m�s que ame el oro, nunca podr� volverse parte de la mente; pero la sabidur�a se puede incorporar con �l. Un hombre rico puede tener que dejar su oro, o su oro puede dejarlo a �l; pero no importa a qu� se someta el sabio, lleva consigo su sabidur�a.

3. Es mejor en su influencia. Aunque el oro es algo bueno en s� mismo, a menudo tiene una mala influencia en las mentes depravadas. Su posesi�n contrae con frecuencia la mente, embota los sentimientos y aumenta la codicia.

II. �Para qu� es la sabidur�a mejor que el oro?

1. Es mejor para guiar a un hombre en los asuntos de esta vida. �Cu�ntos, cuando llegan a poseer oro, se muestran necios! Lo gastan incorrectamente y da�an su salud, arruinan su car�cter, deshonran a sus amigos. �Cu�n inferior es el oro a la sabidur�a! Esto le da al hombre previsi�n, le ense�a a evitar el mal, a mejorar el tiempo y a conducir sus asuntos con discreci�n. Da al joven esperanza de �xito, al de mediana edad perseverancia en el camino correcto y al anciano la recompensa de su diligencia. Sin �l, el erudito no puede avanzar, el viajero no puede hacer observaciones interesantes, ni el genio ning�n descubrimiento importante. Gracias a la sabidur�a, todas las artes y las ciencias han avanzado.

2. Es mejor para guiar a un hombre en la elecci�n de cosas para otra vida. Dios es la esencia misma de la sabidur�a. Esto, a la vista de las inteligencias creadas, lo hace m�s grande que sus dominios: cre� al hombre y puso sabidur�a en �l y riquezas a su alrededor; estas riquezas no pudieron evitar que cayera, pero su sabidur�a s�. Ninguna cantidad de oro o riquezas pudo restituirlo despu�s de su ca�da. Pero por sabidur�a fue restaurado. Con sabidur�a, Dios desconcert� los designios de Satan�s y le hiri� la cabeza.

III. �Hasta qu� punto es mejor adquirir sabidur�a que oro?

1. Es mejor, porque el alma es m�s valiosa que el cuerpo. El cuerpo est� sujeto a la descomposici�n y pronto debe caer al polvo. El alma es inmortal y, aunque debe abandonar el cuerpo al morir, contin�a existiendo en otro estado. Entonces, �qu� puede hacer el oro por �l? Cu�nto mejor es la sabidur�a, que adorna el alma con gracias celestiales y la hace brillar con las bellezas de la santidad. Bendecida con sabidur�a celestial, el alma es rica por la eternidad.

2. Es mejor, ya que la eternidad es m�s duradera que el tiempo. El oro tuvo su comienzo en este mundo y terminar� con �l. La sabidur�a viene de otro mundo y continuar� en �l.

3. Es mejor, porque el cielo es m�s glorioso que este mundo.

4. Es mejor, ya que su posesi�n da una felicidad m�s duradera.

5. Es mejor, ya que una corona de gloria es m�s digna que una corona de oro.

(1) Aprenda la gran importancia de ser sabio por la eternidad.

(2) Ahora se encuentra la verdadera sabidur�a.

(3) Perm�tanme suplicarles que pidan sabidur�a al Se�or. ( John Miller .)

Mejor que el oro

Hace unos a�os, la noticia del oro en California se extendi� como la p�lvora por todo el pa�s. Todo el mundo quer�a ir a buscar algo. El tendero cerr� su tienda y se fue. El alba�il tir� la paleta y se fue. El granjero dej� sus cosechas y el zapatero las �ltimas, y se apresur� a ir a la tierra del oro. La emoci�n fue tan grande que se la llam� la "fiebre del oro". Por muy bueno que se pensara que era conseguirlo, hay algo mejor que conseguir, mejor que toda una mina de oro. �Por qu� es mucho mejor?

1. No te lo pueden robar. La sabidur�a no se puede robar. Ni el fuego puede quemarlo ni el agua ahogarlo. Las langostas no pueden comerlo, o el tiz�n o el moho lo da�an. Los malos tiempos no pueden da�ar su valor, o los malos socios se lo juegan. Puedes navegar alrededor del mundo y no dejarlo atr�s. Puede naufragar y no perderlo. Puede ser encarcelado y llevarlo consigo. No es demasiado rico para una casa de campo ni demasiado pobre para un palacio. La enfermedad no abarata su valor, ni la salud lo aumenta. Nada le quita su valor. Los tiempos y las estaciones, que alteran todo lo dem�s, no alteran esto.

2. La sabidur�a es mejor que el oro, porque paga mejor. �La piedad es �til para todas las cosas, teniendo la promesa de la vida que ahora es y de la venidera�. Dice que al guardar los mandamientos de Dios hay una "gran recompensa". S�, la sabidur�a produce una ganancia mayor, una ganancia mejor que el oro o la plata. �Puede el oro comprar el perd�n del pecado? �Puede darte paz y felicidad? �Puede asegurarte tu habitaci�n en el cielo? No, el oro no puede comprarlos; y estos son los que quieres.

Cuando el Sr. Astor adquiri� su gran propiedad y fue llamado el hombre m�s rico del pa�s, "Ojal�", dijo, "pudiera volver con un ni�o pobre y hacerlo todo de nuevo". La posesi�n de ella no le hizo feliz. El oro no satisface. ( Revista de la Iglesia de Inglaterra ).

Versículo 17

El camino de los rectos es apartarse del mal.

Partiendo del mal

En este texto es ...

I. Los rectos. Aquellos que est�n empe�ados en hacer la voluntad de Dios. Los que guardan los mandamientos de su Hacedor. Aquellos que se esfuerzan, por la gracia de Dios, de vivir de modo que sean justificados, perdonados y absueltos en el barro del juicio.

II. La carretera. Con esto se entiende el curso general, el modo de vida, la pr�ctica habitual, el esfuerzo constante, todos los pensamientos y palabras y acciones del hombre en todo momento. El camino, el camino real, la calzada de su vida.

III. El t�rmino "partir". No dice: "El camino de los rectos no es para hacer mal", eso es cierto; pero no lo dice aqu�. El texto es �ap�rtate del mal�, ap�rtate de �l; darle la espalda; al�jate y d�jalo atr�s; ev�talo como una v�bora; ev�talo como un escorpi�n; huye de ella como una serpiente.

IV. Maldad. No es necesario que nos preocupemos por el origen del mal. Ya tenemos bastante que ver con la cosa tal como est�. Encontramos su presencia en todas partes. Los dos principios, el bien y el mal, deben vivir mientras dure el mundo; y viven constantemente en divergencia, luchando constantemente unos contra otros, super�ndose constantemente unos a otros. Es nuestro evitar el uno y aferrarnos al otro; ese es nuestro camino m�s sabio; ese es nuestro deber m�s sencillo.

Todas las acciones de la vida deben ser buenas o malas. No hay, ni puede haber, neutralidad en ellos. El grado de bondad o maldad puede ser grande o peque�o, pero el uno o el otro deben serlo. Hablamos de maldad moral. Existe lo que se llama el mal natural, es decir, el mal que pertenece al mundo material y f�sico que nos rodea. Pero, �qu� es lo que hace que una cosa o acci�n sea buena y otra mala? �Qui�n se pronuncia sobre la calidad de las acciones? �D�nde est� la regla por la cual debemos determinar lo que est� bien o mal? Es la voluntad de ese Ser quien nos da el poder por el cual todo lo que hacemos se hace, que hace que las cosas est�n bien o mal.

Es la manifestaci�n de esa voluntad en la Biblia; por lo tanto, la Biblia contiene la regla, la ley, por la cual todas nuestras acciones deben ser juzgadas y determinadas. All� es donde debemos encontrar lo que est� bien y lo que est� mal. Podemos dividir el mal en dos ramas:

1. Acciones que son incorrectas en s� mismas.

2. Acciones que son incorrectas solo por sus efectos.

Hasta ahora hemos hablado de acciones consideradas individualmente. Pero Dios ha creado a otros hombres y mujeres adem�s de nosotros, y los ha colocado a ellos y a nosotros para que habitamos juntos sobre la faz de la tierra. Tienen ciertas relaciones con nosotros y nosotros con ellos. Estas relaciones dan lugar a ciertos intereses comunes; y estos intereses, nuevamente, a ciertas leyes y regulaciones por las cuales son sostenidos y protegidos. Estas leyes deben ser consultadas en todos los actos p�blicos, y es un mal el incumplimiento de una de estas leyes por parte de un miembro de la comunidad.

Estas observaciones se aplican a los hombres como miembros de familias y comunidades, como ciudadanos de pueblos y ciudades, como s�bditos de pa�ses y reinos, como compa�eros de todos los hombres adem�s. Un acto p�blico es un mal si trae m�s mal que bien a la comunidad en su conjunto, y como comunidad, por lo tanto, deben condenar y prevenir un acto que trae m�s mal que bien entre ustedes. ( Maxwell M. Ben Oliel .)

Versículo 18

El orgullo va antes que la destrucci�n, y el esp�ritu altivo antes de la ca�da.

Verg�enza y desprecio el fin del orgullo

I. Muestre lo que significa el orgullo y la altivez. El orgullo es pensar en nosotros mismos m�s de lo que deber�amos pensar. Es corrupci�n del amor propio, es adulaci�n propia. Un hombre piensa demasiado en s� mismo cuando piensa que todo lo que tiene es suyo; o cuando se concibe tener lo que realmente no tiene; o cuando desaf�a m�s respeto del que le corresponde por lo que tiene. El orgullo no es exclusivo de personas de ning�n rango.

II. Ilustre la verdad de esta observaci�n de la Escritura y la raz�n. El orgullo generalmente tendr� una ca�da.

1. Discutir desde la raz�n de la cosa misma y su tendencia natural. Algunos tipos de orgullo son muy costosos. El orgullo es muy pol�mico y convierte al hombre en enemigos. El orgullo hace que los hombres conf�en demasiado en su propia eficiencia. La vanidad lleva a los hombres a cometer errores y equivocaciones.

2. Argumenta que Dios ha declarado particularmente Su aborrecimiento del orgullo y Su resoluci�n de castigarlo. Todo el tenor de las Escrituras insin�a cu�n abrumadoramente odioso es el orgullo para el Dios Todopoderoso. Las razones de esto son obvias. El orgullo es impropio e impropio de nuestra condici�n y circunstancias. Es una entrada a todos los vicios. Reflexiones:

(1) Aqu� hay una consideraci�n adecuada para disuadir a los hombres del orgullo o curarlos de �l.

(2) Elogie la humildad de la que tanto se habla en las Escrituras. ( D. Waterland, DD .)

El vicio del orgullo

Este vicio no es advertido con peculiar severidad en este Libro de Proverbios. Por esto se pueden asignar dos razones.

I. La amplitud del pecado. El orgullo es una corrupci�n que parece casi originalmente injertada en nuestra naturaleza; se esfuerza en nuestros primeros a�os y, sin esfuerzos continuos por reprimirlo, influye en los �ltimos. Otros vicios tiranizan sobre edades particulares y triunfan en pa�ses particulares; pero el orgullo es el origen de todos los pa�ses, infecta todos los climas y corrompe a todas las naciones. Se mezcla con todos nuestros otros vicios, y sin el m�s constante y ansioso cuidado se mezclar� tambi�n con nuestras virtudes.

II. Las circunstancias del predicador. El orgullo fue probablemente un crimen al que el propio Salom�n fue tentado con m�s violencia. Fue colocado en todas las circunstancias que pudieran exponerlo a �l. Ten�a que reprimir el orgullo de la realeza, la prosperidad, el conocimiento y la riqueza.

1. Considere la naturaleza del orgullo, con sus acompa�antes y consecuencias. Es un grado inmoderado de autoestima, o una sobrevaloraci�n que un hombre pone sobre s� mismo. Se basa originalmente en una falsedad intelectual. En la vida real, el orgullo siempre va acompa�ado de pasiones afines y produce efectos igualmente da�inos para los dem�s y destructivos para s� mismo. El que se sobrevalora a s� mismo subestima a los dem�s, y el que subestima a los dem�s los oprime.

El orgullo ha sabido endurecer el coraz�n contra la compasi�n y tapar los o�dos contra el grito de miseria. El que valora demasiado sus propios m�ritos, por supuesto, los considerar� mal recompensados ??con su condici�n actual. Al orgullo se le debe atribuir la mayor parte del fraude, la injusticia, la violencia y la extorsi�n, mediante las cuales se adquiere frecuentemente la riqueza. Otro concomitante del orgullo es la envidia o el deseo de degradar a los dem�s. Otro es un deseo insaciable de propagar en otros la opini�n favorable que tiene de s� mismo. Ning�n hombre orgulloso se contenta con ser simplemente su propio admirador.

2. Los motivos habituales del orgullo. Nos enorgullecemos al compararnos con otros m�s d�biles que nosotros. Otro motivo com�n para el orgullo es el conocimiento. Otro, una conciencia de virtud. El orgullo espiritual suele ir acompa�ado de gran falta de caridad y severas censuras de los dem�s, y puede obstaculizar el gran deber del arrepentimiento. Puede ser bueno concluir con la amabilidad y excelencia de la humildad. "Con los humildes hay sabidur�a". ( S. Johnson, LL.D. )

El conocimiento nutre la humildad

Podemos armarnos contra el esp�ritu altivo del que habla Salom�n como precursor de una ca�da. Hay una tendencia en el conocimiento a producir humildad, de modo que cuanto m�s sabe un hombre, m�s probable es que piense poco de s� mismo. La persona arrogante y vanidosa suele ser la superficial y la ignorante. El hombre de verdaderos poderes y grandes logros suele ser un hombre sencillo y no afectado.

El que m�s sabe es m�s consciente de lo poco que sabe. No existe una definici�n m�s verdadera del conocimiento humano que el conocimiento de la ignorancia humana. �Oh singular constituci�n del orgullo, que su misma existencia sea nuestra prueba de su absurdo! Pruebe la afirmaci�n de que el conocimiento produce humildad, en relaci�n con nuestro estado por naturaleza y con nuestro estado por gracia. El orgullo demuestra la deficiencia de conocimiento en ambos aspectos.

En cuanto a la condici�n natural del hombre, �c�mo puede estar orgulloso alguien que conoce esa condici�n? No existe tal contraste como el que se puede establecer entre el hombre como criatura ca�da y el hombre como criatura redimida. Pero esto no enorgullece al redimido, ya que la redenci�n no es obra suya, sino que emana de la gracia inmerecida. Por tanto, estudiaos a vosotros mismos; oren a Dios por la ayuda de su Esp�ritu para descubrirlos a ustedes mismos. Entonces puedes crecer hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto. ( H. Melvill, BD .)

Orgullo y humildad

I. El orgullo como precursor de la ruina. El orgullo y la altivez son equivalentes. �Qu� se predice aqu� del orgullo?

1. Est� de acuerdo con su naturaleza. Es de acuerdo con el instinto del orgullo poner a su sujeto en una posici�n antinatural y, por lo tanto, insegura. El pie del orgulloso est� sobre arena movediza, no sobre roca.

2. Est� de acuerdo con su historia. La destrucci�n siempre ha seguido su marcha.

II. La humildad es prenda del bien. �Cu�les son todos los despojos de los altivos conquistadores de la tierra para comparar con la bienaventuranza de un alma genuinamente humilde? �La humildad�, dice Sir Benjamin Brodie, �conduce a la m�s alta distinci�n, porque conduce a la superaci�n personal. Estudie para conocer su propio car�cter; esforzarse por aprender y suplir sus propias deficiencias; nunca asuman para ustedes mismos cualidades que no poseen �. ( Homilista .)

Los peligros del orgullo

I. �De qu� debemos tener cuidado? Orgullo y esp�ritu altivo.

1. Altos pensamientos de nosotros mismos. 2. Desd�n por los dem�s.

3. Charla jactanciosa.

4. Actuaciones precipitadas y vanas.

II. Los males del orgullo.

1. Nos separa de Dios ( Salmo 138:6 ; vers�culo 5).

2. Hace que los hombres nos odien.

3. Nos lleva a la ruina.

Ejemplos e ilustraciones: Fara�n, Goliat, Absal�n, Senaquerib, Belsasar, Am�n, Lucifer, los fariseos, Herodes, Wolsey (�Yo y el rey�), Napole�n Bonaparte, Boulanger. ( R. Brewin .)

La ruina del orgullo

Una cometa que se hab�a elevado a una altura muy grande, se mov�a en el aire tan majestuosamente como un pr�ncipe, y miraba hacia abajo con mucho desprecio a todos los que estaban abajo. "�Qu� ser superior soy ahora!" dijo la cometa; ��Qui�n ha subido tan alto como yo? �Qu� pobre grupo de seres humillantes son todos los que est�n debajo de m�! Los desprecio ". Y luego neg� con la cabeza en tono de burla, y luego mene� la cola; y de nuevo conduc�a con tanto estado como si el aire fuera todo suyo, y como si todo tuviera que abrirse paso ante �l; cuando de repente se rompi� la cuerda, y cay� la cometa con mayor prisa que �l ascendi�, y qued� muy herido en la ca�da. El orgullo a menudo se encuentra con la ruina. ( W. Cobbin .)

Versículo 19

Mejor es ser humilde con los humildes que repartir el bot�n con los soberbios.

El car�cter y la conducta de los humildes afligidos

Hay una generaci�n de humildes afligidos, cuyo esp�ritu se rebaja y se rebaja a su suerte, cuyo caso, en ese sentido, es mejor que el de los orgullosos que consiguen su voluntad y lo llevan todo a la mente.

1. Hay una generaci�n de humildes afligidos en el mundo, tan mala como es el mundo. Est�n en este mundo, donde est� el estado de prueba.

2. Si no fuera as�, Cristo, tal como fue en el mundo, no tendr�a seguidores en �l.

3. Sin embargo, son muy raros en este mundo. Muchos esp�ritus muy unidos se mantienen en la curva a pesar de las circunstancias de descenso.

4. No pueden ser m�s numerosos que los verdaderamente piadosos. Para llevar el esp�ritu verdaderamente a una suerte baja y contrariada debe ser el efecto de la gracia humillante.

5. Una disposici�n humilde de alma, y ??un prop�sito habitual y una inclinaci�n de coraz�n de esa manera, tiene una construcci�n muy favorable puesta sobre ella en el cielo. Entre en detalles del car�cter de los humildes. Hay un yugo de aflicci�n, de una clase u otra, a menudo sobre ellos. Hay un yugo particular de aflicci�n, que Dios ha escogido para ellos, que pende sobre ellos, y raras veces, si es que alguna vez, se libra de ellos.

Esa es su prueba especial, el ladr�n en su suerte. Piensan sobria y mezquinamente de s� mismos, pero alta y honorablemente de Dios. Piensan favorablemente en los dem�s, en la medida de lo posible en justicia. Est�n hundidos en un estado de subordinaci�n a la voluntad de Dios. No est�n inclinados a cosas altas, sino que est�n dispuestos a rebajarse a cosas bajas. Son propensos a magnificar las misericordias que se les han otorgado.

Considere la generaci�n de los orgullosos, haciendo su voluntad y llev�ndose todo a la mente.

1. Hay cruces en su lote. El pecado ha convertido al mundo de un para�so en un matorral; no hay forma de pasar sin que se raye. El orgullo del coraz�n los expone particularmente a las cruces. Tienen un valor excesivo para s� mismos. Los hombres son m�s grandes en su propia vanidad de lo que realmente son. Tienen una voluntad propia inmortal. Tienen una multitud de pasiones no sometidas que participan con la voluntad propia.

Pero un Dios santo atraviesa la voluntad propia de las criaturas orgullosas por Su providencia, dominando y disponiendo de las cosas contrariamente a sus inclinaciones. Obtener su voluntad, y llevarlo todo a su mente, habla de la santa Providencia cediendo a la inmortal voluntad propia del hombre y dej�ndola ir de acuerdo con su mente; tambi�n habla de la lujuria que permanece en su fuerza y ??vigor; de la cruz removida; y del placer del hombre por haber llevado a cabo su punto.

Confirma la doctrina del texto, que el caso del primero es mejor que el del segundo.

1. La humildad es parte de la imagen de Dios. El orgullo es la obra maestra de la imagen del diablo.

2. La humildad y la humildad de esp�ritu nos califican para la comuni�n amistosa y el trato con Dios en Cristo. El orgullo hace de Dios nuestro enemigo.

3. La humildad es un deber que agrada a Dios, el orgullo es un pecado que agrada al diablo. Aquellos cuyos esp�ritus han bajado a su afligida suerte tienen la mente tranquila y reposada. �sta es una gran bendici�n de la que depende el consuelo de la vida. Todo nuestro problema en nuestra suerte surge del desacuerdo de nuestra mente con �l. Los orgullosos pueden hacer una mejor condici�n en las cosas externas; pero la humildad hace a un hombre mejor; y el hombre es m�s valioso que todas las comodidades externas que lo acompa�an. ( T. Boston .)

Versículo 20

El que maneja sabiamente un asunto hallar� el bien; y el que conf�a en el Se�or, feliz es.

Conf�a en Dios: verdadera sabidur�a

La sabidur�a es el verdadero camino del hombre, lo que le permite lograr mejor el fin de su ser y, por lo tanto, le brinda el disfrute m�s rico y el juego m�s completo de todos sus poderes. Dale al hombre sabidur�a, en el verdadero sentido del t�rmino, y se elevar� a toda la dignidad que posiblemente pueda conocer la hombr�a. Pero, �d�nde se encontrar� esta sabidur�a? El que conf�a en el Se�or ha descubierto la manera de manejar los asuntos con prudencia, y feliz es. Toma este texto

I. Con respecto al sabio manejo de los asuntos del tiempo que conciernen a nuestros cuerpos y nuestras almas mientras estamos aqu� abajo. Satan�s dice, manejar un asunto sabiamente es hacer tu propia voluntad tu ley; o dice: "S� astuto"; o modera su tono y dice: "Ten cuidado". A menudo se le dice al joven: �S� autosuficiente; Se independiente." El verdadero camino de la sabidur�a es actuar con toda prudencia y rectitud, pero confiando simple y completamente en Dios.

La fe es tanto la regla de la vida temporal como la espiritual. Conf�a en Dios y no tendr�s que lamentarte por haber usado medios pecaminosos para hacerte rico. Conf�a en Dios y no ser�s culpable de contradecirte.

II. En asuntos espirituales, el que maneja sabiamente un asunto encontrar� el bien. Aqu� Satan�s tienta a ser descuidado o cr�dulo; o nos pide que trabajemos en nuestra propia salvaci�n. La verdadera forma de actuar con sabidur�a aqu� es creer en Cristo, confiar plenamente en �l. ( C. H Spurgeon .)

Las condiciones de una vida feliz

I. Gesti�n h�bil. "El que maneja sabiamente un asunto hallar� el bien". La gesti�n h�bil en todos los departamentos de la vida es de suma importancia.

1. Es as� en la mejora intelectual. El hombre que desee tener una mente bien informada y disciplinada debe organizar con destreza tanto los temas como las temporadas de estudio. El m�todo es de importancia primordial en el negocio del intelecto.

2. Es as� en los compromisos mercantiles.

3. Es as� en la cultura espiritual. No se puede prescindir de una sabia selecci�n de las mejores lecturas y de las temporadas m�s favorables para la devoci�n si se quiere obtener un gran bien espiritual.

II. Un coraz�n bien mantenido. "El que conf�a en el Se�or, feliz es". Dios es la estancia del coraz�n.

1. Es feliz en su amor.

2. Est� contento con su pol�tica.

3. Est� feliz en su discurso. "Y la dulzura de sus labios aumenta el saber". ( D. Thomas, DD .)

La felicidad de confiar en Dios

Este proverbio se basa en que todos los hombres desean la felicidad. Los fil�sofos, en todas las edades del mundo, han estado tratando de descubrir y ense�ar cu�l es el mayor bien del hombre; y la gente en general, desde los d�as de David, ha estado preguntando: "�Qui�n nos mostrar� algo bueno?" Los estoicos dieron una respuesta, los epic�reos otra, en cuanto al bien principal del hombre. Aquellos que ahora preguntan: "�Vale la pena vivir la vida?" no estoy de acuerdo con ninguno.

Es indudable que el devoto de la riqueza, la fama, el poder o la eminencia social encuentra, siempre que tiene �xito en sus esfuerzos, que ni la riqueza ni la fama, ni el poder ni la eminencia en la posici�n social, le dan la felicidad que �l buscado en el mismo. Los resultados de miles de a�os de experimentos y de experiencia, antes y despu�s de los d�as de Salom�n, se exponen en las palabras del proverbio que es mi texto: "Quien conf�a en el Se�or, feliz es".

I. La confianza en Dios es la base sobre la cual el hombre encuentra la libertad de la esclavitud del pecado y del doloroso sentido de la condenaci�n que le corresponde por su pecado. Todo el mundo sabe, y a veces siente, que es un hombre pecador. Este sentimiento de pecado se siente en la mayor variedad de circunstancias. Puede surgir en el pecho de un hombre cuando su condici�n es m�s pr�spera, cuando est� impulsando alg�n negocio en el que su coraz�n ha estado puesto durante mucho tiempo.

A veces, esta dolorosa conciencia de culpa surge despu�s de la realizaci�n de alguna empresa que ha puesto a prueba los poderes de uno durante meses, o incluso a�os. No es infrecuente que un hombre sea perturbado de esta manera poco despu�s de haber cedido a alg�n pensamiento o impulso maligno, o poco despu�s de haber descuidado alg�n deber. El mundo est� lleno de ejemplos de este sentimiento de pecado en tiempos de peligro y calamidad.

As� lo sinti� el rey Sa�l en sus �ltimos d�as. As�, los hermanos de Jos� descubrieron que se les atravesaba el coraz�n cuando estaban en problemas. As�, sobrecogi� el alma del rey David cuando el profeta Nat�n le cont� la tierna historia del pobre ciudadano y su cordero. Pero esta dolorosa sensaci�n de pecado llega a otras personas adem�s de estos terribles ofensores. �Hay alguna persona aqu� que no lo haya sentido ni siquiera en su infancia? Viene, tal vez, despu�s de alg�n acto de desobediencia o negligencia hacia el padre o la madre.

Quiz�s surgi� despu�s de alg�n sentimiento de ira o de envidia hacia un hermano o hermana. Puede haber surgido en la mente despu�s de alguna palabra desagradable o acto ego�sta hacia un compa�ero de juegos o un compa�ero de escuela. Esta terrible conciencia del pecado se ha sentido muchas veces cuando se ha pensado en la verdad, que Dios ha designado la muerte para todo hombre y el juicio posterior. Los poetas de la naturaleza humana abundan en la manifestaci�n de este doloroso sentido del pecado.

Milton representa un esp�ritu culpable al decir que otros poco saben bajo qu� tormentos interiormente �l gime, de modo que tiene que llorar en su agon�a: �Por donde vuelo es el infierno; yo soy el infierno! " Este sentimiento de pecado, que se siente con todos los grados de dolor, todos los que conf�an en el Se�or encuentran alivio con la seguridad de Su perd�n a trav�s de Su Hijo Jesucristo. Porque "no hay condenaci�n para los que est�n en Cristo Jes�s".

II. Quien conf�a en Dios ya no le es hostil. Cesa la enemistad del coraz�n contra el Alt�simo y el Sant�simo. Aceptado en el Amado, tiene paz con Dios por medio de nuestro Se�or Jesucristo. Esto le da felicidad a los fieles. No fue una fuente superficial de gozo para los hermanos de Jos� (cuando su pecado los descubri�) asegurarse de que hab�a paz entre el gobernante de Egipto y ellos mismos; y no es una bendici�n peque�a para cualquier hombre, consciente de su pecado, saber que hay reconciliaci�n y paz entre �l y su Hacedor Omnipotente y Juez justo, a trav�s de la mediaci�n y redenci�n del Se�or Jesucristo.

III. Otra raz�n por la que el hombre que conf�a en el se�or es feliz se puede ver en este hecho, a saber, que tiene la morada del esp�ritu Divino para mantener su vida espiritual y eterna. Si los fieles tuvieran que confiar en su propia sabidur�a, fuerza y ??otros recursos, pronto podr�an perder la esperanza de perseverar en la vida cristiana. Pero todo el que conf�a en el Se�or no es abandonado por el Todopoderoso.

El Esp�ritu Santo, que es dado a los fieles, derrama el amor de Dios en sus corazones; y ni la muerte, ni la vida, ni �ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podr� separarlos del amor de Dios.

IV. El hombre cuya confianza est� en Dios tiene el sentimiento de felicidad porque tiene la seguridad de la seguridad y la salvaci�n. De hecho, hay una sensaci�n de seguridad en algunas personas que no surge de la plena confianza del coraz�n en Dios; pero existe porque no se le presta atenci�n. Un hombre puede construir su esperanza de felicidad eterna y cielo sobre un fundamento mejor que la mentira que el necio le dice a su coraz�n cuando dice que no hay Dios.

Puede basarse en su propia irreflexi�n con respecto a la existencia, el car�cter, la ley y los prop�sitos y juicios de Dios. Este tipo de garant�a de seguridad es la creencia de algunos pr�digos de que nunca se convertir�n en derrochadores. Algunos borrachos tienen la seguridad de que nunca beber�n demasiado y se volver�n intemperantes. �Cu�n diferente es la condici�n segura y serena del hombre que conf�a en Dios!

V. Todo aquel que conf�a en el Se�or es feliz porque se deleita en Dios y desea cumplir con su deber para con �l. Algunos ni�os aman a sus padres, se deleitan en ellos y encuentran una gran satisfacci�n en complacerlos y obedecerlos. La manifestaci�n de su afecto filial es encantadora para los dem�s. La efusi�n de ella es alegr�a para ellos mismos. Gran parte de su felicidad proviene de ella. Los fieles generalmente se deleitan en cumplir con su deber para con Dios.

El camino del deber es su camino elegido. Las fuentes de su alegr�a nunca fallan. No son arroyos superficiales que se congelan en invierno y se secan en verano. El toque de la muerte no puede alcanzarlos. Son tan eternos en el cielo como en la tierra.

VI. Quien conf�a en Dios es feliz porque la Divina Providencia est� inmutablemente dispuesta a hacer el bien a los fieles. ( E. Whitaker, DD .)

Versículo 21

Al sabio de coraz�n se le llamar� prudente.

El sabio de coraz�n

I. Estas palabras son una afirmaci�n de que la verdadera sabidur�a se manifestar� en una conducta prudente de la vida. Su sabidur�a le har� ganar la reputaci�n de un hombre discreto, serio y sensato. La sabidur�a es la madre del intelectual y la prudencia de las virtudes pr�cticas. Se puede decir que la sabidur�a puede estar separada de la prudencia, que conocer y hacer son dos cosas. Hay muchos hombres en el mundo que tienen mentes sabias y corazones necios, hombres de buenas capacidades, entendimientos claros, bien mejorados por la lectura y la observaci�n; pero tienen un humor extra�o, una opini�n cari�osa, una lujuria amada que les impide vivir de acuerdo con sus conocimientos.

Hombres sabios como los que Salom�n pone en el cat�logo de sus "necios", porque tienen los medios para hacer el bien en su poder y no los utilizan. El hombre prudente se cuida de emprender buenos caminos y andar rectamente en ellos. Elige fines honestos y utiliza m�todos honestos para lograrlos. Una sabidur�a falsa y falsificada se compone enteramente de falacias y astucias. �La locura de los necios es enga�o.

Su sentido, conocimiento, razonamiento y vivacidad de ingenio no sirven sino para realzar su locura, para endulzar sus enga�os y confirmarlos en sus errores. Este es el caso donde la sabidur�a descansa s�lo en la cabeza: pero cuando desciende al coraz�n y calienta los afectos con el amor al bien, no deja de bendecir al mundo con un hombre verdaderamente valioso y �til. El que es verdaderamente sabio se diferencia de un hombre engre�do y hablador en que, agradecido, recibe buenos consejos y evita los peligros de los que se le amonesta.

II. Comparaci�n entre sabidur�a y elocuencia. Los poderosos encantos de la elocuencia a�aden valor a la sabidur�a. Salom�n en varios lugares testifica su aprobaci�n de los ornamentos del habla. La sabidur�a y la elocuencia unidas son talentos muy deseables en un legislador, gobernador o maestro de religi�n. Sin embargo, parece que Mois�s y Jerem�as carecieron de este don de elocuencia. La elocuencia debe estar bajo la direcci�n de la sabidur�a. No hay herej�a u otro error en la religi�n que lo que ha prevalecido y ganado aceptaci�n mediante elocuencia abusiva.

III. Las palabras del texto insin�an una regla de ense�anza provechosa. A fin de adquirir sabidur�a, debemos estudiar para conocernos a nosotros mismos y ver qu� facultades y talentos nos ha otorgado Dios, y mediante el uso diario y el ejercicio mejorarlos, y aumentarlos tanto en peso como en n�mero. A Jesucristo se le llama la "Sabidur�a de Dios", ya que contiene en s� mismo todos los tesoros de la sabidur�a divina. Sus oyentes preguntaron: "�De d�nde tiene �ste esta sabidur�a?" Su prudencia fue muy superior al arte y la artima�a de sus enemigos.

Tambi�n ten�a todas las ventajas externas de un orador elocuente. Dijeron: "Nunca un hombre habl� como este hombre". Los mismos dones que prometi� otorgar a sus ap�stoles con el mismo fin y prop�sito. El que busca sabidur�a mediante sus oraciones a Dios, y su lectura y o�do de Su santa Palabra, y la aplicaci�n honesta de ella en el orden de su vida, no buscar� en vano. Aunque su sabidur�a parezca al principio como un grano de mostaza, si la cultiva con diligencia, esa sabidur�a aumentar� maravillosamente y producir� abundancia de frutos. ( W. Reading, MA .)

Gente de coraz�n sabio

Los "sabios de coraz�n" son aquellos que, bajo la influencia de s�lidos principios, saben c�mo "ordenar sus asuntos con discreci�n". Los hombres de los poderes y logros m�s espl�ndidos no siempre son los m�s notables por su sentido pr�ctico. Mejor, por lo tanto, en muchos aspectos, es el hombre cuya sabidur�a regula correctamente su temperamento y afectos, sus palabras y acciones. Eso es mucho m�s importante para la producci�n de felicidad personal y social que el genio m�s brillante sin ella.

Se le llamar� "prudente" significa que tiene un car�cter para ello: ser admirado, respetado, consultado, confiado, elegido como consejero. Un hombre as� es m�s valioso y �til que el hombre de mero conocimiento, que no tiene la discreci�n ni el sentido com�n para guiar su uso. Es, al mismo tiempo, de gran importancia que junto con la posesi�n de la sabidur�a y la prudencia haya la dulzura de los labios, o labios melosos, la dulzura y la persuasi�n del consejo, la impresionante elocuencia del habla, que da una gran ventaja en el aplicaci�n de la sabidur�a en beneficio de los dem�s.

�Aumenta el aprendizaje�, lo difunde eficazmente, lo que hace que los dem�s sean sabios, as� como el poseedor mismo. Si el "sabio de coraz�n" se entiende por el verdadero, espiritual, divinamente sabio, entonces la frase "ser� llamado prudente" debe interpretarse, de acuerdo con un modismo hebreo com�n, como que significa "es prudente", merece ser llamado as�. . El sentimiento ser�, pues, el m�s repetido de que la verdadera religi�n es la �nica prudencia genuina. La piedad tiene la promesa de la vida que es ahora, as� como de la que vendr�. (R. Wardlaw, DD .)

Versículos 23-24

El coraz�n del sabio ense�a a su boca y a�ade sabidur�a a sus labios.

Elocuencia ideal

Estos dos vers�culos nos llevan a inferir varias cosas sobre la verdadera elocuencia.

I. Es la expresi�n del coraz�n sincero. "El coraz�n del sabio ense�a su boca".

1. Es cuando el coraz�n genuinamente patri�tico �ense�a a la boca� del estadista que sus discursos son realmente elocuentes y que su voz inclina al Senado a su voluntad.

2. Es cuando el coraz�n genuinamente amante de la justicia �ense�a la boca� del abogado que su discurso es realmente elocuente, y que lleva al jurado consigo y hace triunfar la causa de su cliente.

3. Es cuando el coraz�n genuinamente amante de Cristo �ense�a a la boca� del predicador que sus sermones se vuelven elocuentes y poderosos a trav�s de Dios.

II. Es el medio de instrucci�n �til. "A�ade aprendizaje a sus labios". La verdadera elocuencia hace m�s que despertar mera emoci�n en el oyente. Instruye. Su esp�ritu est� en alianza tan vital con la realidad eterna que sus mismos sonidos hacen eco de verdades tales que inician los m�s altos trenes de pensamiento. �Qui�n es el mejor maestro religioso? No el mero te�logo, por vasto que sea su conocimiento, b�blico su teor�a o perfeccionado su lenguaje; pero el hombre que ama a Cristo, por muy poco instruido que sea su intelecto y gramaticalmente su discurso. �l imparte el mejor "aprendizaje", un aprendizaje que ense�a a los hombres a vivir correctamente y a morir triunfalmente.

III. Es una fuente de refrigerio para el alma. La miel fue apreciada por los de anta�o, no solo como un lujo para el paladar, sino tambi�n por sus propiedades medicinales y saludables. A esto hay una alusi�n aqu�. Las palabras expresan la doble idea de agrado y beneficio. Muchas cosas tienen una cualidad y no la otra. Muchos venenos son como la miel , dulces al paladar, pero en lugar de ser "salud para los huesos", est�n cargados de muerte. Palabras de verdadera elocuencia, en efecto, caen como gotas de miel sobre el alma, no s�lo deliciosas al paladar sino t�nico para el coraz�n. ( Homilista .)

Versículo 25

Hay camino que al hombre le parece recto, pero su fin son caminos de muerte.

Un camino de muerte

I. Las multitudes juzgan el deber por el est�ndar de sus propios sentimientos y sentimientos morales y, por lo tanto, se cree que el camino de la muerte es el correcto.

1. El pecado contamina primero los principios y luego la conducta.

2. El pecado, por lo tanto, ha derribado tanto el ideal como el est�ndar visible del deber entre los hombres.

3. Los hombres ascienden y se hunden en sus aprehensiones de la ley de Dios, a medida que se elevan y se hunden en sus propios logros morales y espirituales.

4. Cuanto m�s contaminado, por tanto, el hombre, m�s pensar� que el camino de la muerte es el correcto.

II. Las multitudes juzgan el deber por el est�ndar de la pr�ctica y la opini�n comunes y, por lo tanto, se cree que el camino de la muerte es el correcto.

1. El est�ndar del mundo es el desempe�o promedio del deber.

2. Este es el est�ndar empleado para la mayor�a de los prop�sitos sociales o mundanos. Decide la reputaci�n; la idoneidad para cualquier sociedad; la relaci�n; la situaci�n.

3. Los hombres identifican este est�ndar con lo Divino y determinan por �l las cosas eternas.

4. Habiendo soportado el juicio de sus semejantes, el hombre supone que puede soportar el juicio de Dios.

III. Multitudes juzgan el deber y la seguridad de una conducta, seg�n la creencia de que el Legislador Divino acepta compensaci�n en un departamento por los agravios cometidos en otro.

1. Pocos aman por igual todas las formas de pecado. No consiste en prejuicios constitucionales; circunstancias externas; las b�squedas de la vida; h�bitos formados; la energ�a de la naturaleza; los �dolos del coraz�n.

2. Muchos, por lo tanto, intentan equilibrar su deficiencia y el exceso imaginado en el deber.

3. Esto es impracticable ( Santiago 2:10 ). Todo es de Dios. La ley es una. El pecado amado es la prueba.

IV. Las multitudes juzgan el deber Seg�n el principio de que todo lo que tiende a la ventaja presente y temporal es defendible.

1. Muchos parecen pensar que este mundo est� completamente aislado.

2. Por lo tanto, limitan sus puntos de vista a los objetivos que presenta.

3. Suponen que han hecho bien su parte cuando han escapado del escenario con aprobaci�n.

4. El camino de los tales parece recto, pero su fin son caminos de muerte.

V. Las multitudes juzgan la seguridad de un curso bas�ndose en el principio de que todo est� bien si acaba bien.

1. �sta es una perversi�n com�n y destructiva de la verdad.

2. Los ofrecimientos de gracia son solo para el presente.

3. Todo caso de rechazo aumenta la culpa, endurece el coraz�n y tiende a provocar una muerte por indiferencia.

VI. Las multitudes juzgan el deber seg�n su volumen visual y, por lo tanto, se cree que el camino de la muerte es el correcto. Ilustre de&mdash

1. Los deberes relativos de la ley moral.

2. Organizaciones ben�ficas: sociedades religiosas.

3. El negocio de la adoraci�n. Se puede agregar que multitudes malinterpretan las Escrituras. ( James Stewart .)

Un camino puede parecer correcto, pero conducir al infierno

Imag�nese una gran compa��a viajando por un bosque sombr�o, atendida por un gu�a fiel y bien informado. El campo se vuelve accidentado y l�gubre, mientras que a ambos lados se abren caminos que son amplios, verdes y pintorescos. Los viajeros desean desviarse y, al percibir que su gu�a est� decidido a seguir su propio rumbo, lo abandonan. Pero pronto descubren que el camino que han elegido est� lleno de peligros. Los encantos que los sedujeron se desvanecen. Esta es una imagen real de la vida humana. Todos hemos errado y descarriado; multitudes han perecido irrecuperablemente.

I. Marque el hombre del placer. "Dios no est� en todos sus pensamientos". Nos dice que, como s�lo estamos seguros del presente, no necesitamos buscar nada m�s elevado que la satisfacci�n de nuestros deseos naturales; que la religi�n tal vez pueda servir como una l�mpara a trav�s del valle oscuro y la sombra de la muerte, pero no puede fallar, en la brillante eminencia de la vida, para parecer innecesaria y entrometida. Tal lenguaje se opone a todo el tenor de esa religi�n que inculca la fe, la paciencia, la contrici�n y la abnegaci�n, y conduce a los h�bitos groseros del borracho y el fornicario, acerca de quienes un ap�stol declara: �No heredar�n el reino de Dios . "

II. F�jese en la persona irreflexiva e indiferente: el hombre que, siendo demasiado indolente, demasiado t�mido o demasiado supersticioso para pensar y actuar por s� mismo, toma prestado su sistema de doctrinas y formas de adoraci�n de una larga serie de antepasados ??cr�dulos o de las opiniones que prevalecen alrededor. �l que son considerados los m�s respetables. �Tengo raz�n�, exclama, �o todo esto est� mal. Si me equivoco, es en compa��a de aquellos a quienes he elegido como mis compa�eros eternos.

�El camino puede parecer correcto, puede ahorrar trabajo y servir a su conveniencia actual; pero la muerte acecha al final. El necio ser� destruido, y tambi�n sus compa�eros; la destrucci�n de los transgresores ser� junta.

III. Marque el formalista. Me refiero a alguien que es un estricto observador de todas las ceremonias externas de la religi�n; la fiel adherente a sus formas m�s diminutas. Divide el c�rculo del d�a; a un lado pone toda su devoci�n, y all� busca consuelo cuando la conciencia lo turba por las locuras tan marcadas del otro lado. No lleva consigo al mundo un principio que le permita resistir la tentaci�n; y cuando ha ca�do en pecado, vuelve a sus servicios formales, pensando que pueden ser una expiaci�n suficiente.

O, tal vez, habitualmente restringido dentro de los l�mites del decoro, se halaga a s� mismo pensando que est� regenerado. La formalidad es un veneno lento pero eficaz; es un cad�ver muerto y putrefacto depositado sobre el altar de Aquel que exige un "sacrificio vivo".

IV. Marque el hombre seguro de s� mismo. Ninguno de los que he mencionado corre mayor peligro.

1. Hay hombres ricos que se enga�an a s� mismos con la vana presunci�n de que la plata y el oro, y las cosas que obtienen la plata y el oro, los hacen independientes de Dios. No todo su espl�ndido arreglo, su suntuosa comida, sus sirvientes inclinados y sus propiedades principescas los salvar�n de alzar los ojos, de estar en tormentos.

2. Los hombres de capacidad intelectual son particularmente propensos a la confianza en s� mismos. Ser�a perverso menospreciar la raz�n; pero �no puede estar sobrevalorado? Es una gu�a, pero seguramente no a trav�s de regiones que nunca ha visitado. Es una luminaria: as� tambi�n es la luna, y as� son las estrellas; pero, �podemos, pues, prescindir del sol?

3. Est�n los seguros de s� mismos que conf�an en su rectitud imaginaria.

V. Marque el tema de la convicci�n parcial, el hombre que confunde el remordimiento con el arrepentimiento, y el estado de alarma por la promesa infalible de salvaci�n. Se han lamentado, han mirado y han sido oprimidos por el pavor. Sin embargo, al final se tranquilizaron. Fueron recibidos con la debida forma en una sociedad cristiana. Pero pronto se establecen en una regularidad despiadada; su conciencia sigue el ritmo de su profesi�n, hasta que finalmente llegan a considerar pecado dudar respecto de su buen estado, y se ofenden con cada fiel amonestaci�n. Pero el evangelio no ha tenido una eficacia pr�ctica y salvadora en sus corazones. �Ay de aquellos que se encuentran as� a gusto en Sion, que desprecian la advertencia contenida en el texto!

VI. �Existe un camino mejor, un camino que conduzca a la vida? Jes�s el Hijo de Dios la ha abierto; Sufri�, desangr� y muri� para poder asegurarnos esto. �l es el camino del perd�n, de la paz y de la salvaci�n. �l es el camino que conduce al cielo y la gloria. ( R. Elton, DD .)

Vistas err�neas

Esta es la era de los especialistas; y uno de los departamentos m�s importantes es el que se ocupa del ojo y sus defectos. Escuchamos a este respecto de la herencia; los diferentes efectos de la vida en la ciudad y en el campo, con sus objetos cercanos y remotos; los resultados del exceso de trabajo y entornos insalubres, etc. Lo mismo ocurre con el ojo interno y la visi�n de la vida moral. Aqu� tambi�n tenemos miop�a, discrepancia de enfoque, catarata furtiva; la inflamaci�n que hace de la luz una agon�a; el ojo que exagera y ve doble, y el que hace que todo parezca insignificante y lejano; y hay un ojo que adora el extremo oscuro del espectro.

I. Error honesto y deshonesto. El texto limita nuestra atenci�n a la alteraci�n honesta de la visi�n, o lo que dice ser tal. "Hay camino que al hombre le parece derecho". El origen del problema est� en el hombre, no en el camino. El camino permanece donde est�, y �l lo elige y entra en �l.

II. Dificultades inherentes. Muchos de nuestros problemas en la visi�n moral surgen de la incapacidad de ver la distancia. Algunas cosas est�n presentes, otras son pasadas. Es f�cil poner pintura sobre papel, pero es la perspectiva a�rea la que crea una imagen. Una vez m�s, los errores de juicio se deben al hecho de que damos medidas fijas a las cosas que est�n en movimiento: se hacen m�s grandes o m�s peque�as, avanzan o retroceden.

Estrechamente conectado con esto est� el d�bil ojo para los �ngulos y el d�bil sentido de la proporci�n. Si tan solo pudi�ramos verlo, hay una diferencia entre el yo y la sociedad, entre el partido y la humanidad, entre el tiempo y la eternidad.

III. Decisi�n e indecisi�n. En determinadas condiciones, un �rea disminuida siempre produce un disco m�s brillante. Los objetos microsc�picos no tienen niebla. La franqueza siempre es algo deseable, especialmente para las emergencias que surgen repentinamente y solo una vez. Significa salud para su poseedor y seguridad para quienes saben qu� esperar. Atrae hacia s� part�culas sueltas y tiene un impulso incisivo que se convierte en sustancias m�s blandas.

"S�" y "No" son grandes civilizadores. Pero la claridad que se obtiene mediante la exclusi�n puede costar demasiado. Cuando comienza el proceso de estrechamiento, contin�a, y el yo es siempre el centro m�s tentador; de hecho, el �nico t�rmino. A veces es dif�cil para las naturalezas robustas verlo, pero la fuerza de la convicci�n no significa necesariamente correspondencia con los hechos. Y el hecho es lo principal.

IV. La culpabilidad de las opiniones equivocadas. �D�nde y cu�ndo se considera culpable el error? No directamente en la regi�n del intelecto y su conocimiento, sino en la de la voluntad y sus preferencias y energ�as. El error individual se convierte en un proceso y el proceso se convierte en un sistema. Primero se desaf�a la luz y luego se degrada la luz. Esto nos pertenece a nosotros, no a las circunstancias. �Los negocios son los negocios�: �cu�nto se hace para cubrir y tolerar? "Otros lo hacen, �y por qu� no deber�a yo?" El mismo hombre siempre dir� con respecto a cualquier indulgencia amada: "Esto es seguro para m�, �y qu� tengo que ver con los dem�s?" Si pasamos de las dificultades de la vida personal, encontramos la misma oscuridad u oblicuidad de visi�n en las cosas que afectan a las comunidades, naciones e iglesias.

Estaba la cuesti�n de la esclavitud, por la que el Parlamento brit�nico luch� durante muchos a�os, y por la que Estados Unidos derram� su sangre. Lo mismo ocurre con la gran cuesti�n de la templanza de hoy. ( GM Mackie, MA .)

El aparente derecho

Nuestra dificultad en la vida es a menudo con cosas que parecen estar bien. Donde obviamente est�n equivocados, no hay necesidad de dudar, pero cuando las probabilidades est�n a su favor, debemos hacer una pausa y considerar. �Hasta qu� punto nuestra propia experiencia confirma la doctrina del texto?

1. �No parece correcto el camino de la autoprotecci�n? Hasta cierto punto es correcto. Presionado indebidamente se convierte en ate�smo pr�ctico.

2. �No parece correcto el camino de la persecuci�n f�sica por causa de la verdad? Si el hombre est� ense�ando el error, �por qu� no quemarlo o poner fin por la fuerza a su ministerio?

3. �No parece correcto el camino del disfrute propio?

4. �No parece correcta la forma de juzgar por las apariencias? �Qu� puede ser mejor? �Qu� puede ser m�s sencillo?

5. �No parece correcto el camino de la autorredenci�n? �No es valiente y en�rgico decir que tomamos nuestra propia recuperaci�n en nuestras propias manos? Este es el error fatal de la humanidad. "Oh Israel, te destruiste a ti mismo, pero en m� est� tu ayuda".

Solicitud:

1. No te apoyes en tu propio entendimiento. El escorpi�n enrollado puede confundirse con un huevo.

2. Busque un consejo superior al humano. Sea religioso. Pon toda tu vida en la custodia de Dios. "Los pasos del buen hombre son ordenados por el Se�or". Desconf�a de las apariencias. Incluso cuando el camino parezca correcto, qu�dense quietos y comulguen con el Cielo. "Si tu presencia no me acompa�a, no me lleves de aqu�". ( J. Parker, DD .)

Creencia sincera sin salvaguarda

Vea a ese hombre que es demasiado tarde, o al otro, que estaba sentado tranquilamente en su desayuno cuando escuch� la se�al de partida. Ninguno de los dos puede creer que tenga la culpa. �Oh no! su reloj es correcto. El conductor apresur� el tren; El reloj del agente no funciona.

1. Ha habido un error. Su reloj estaba mal, despu�s de todo. No se preocup� de establecerlo seg�n el verdadero est�ndar. Los hombres fracasan en el �xito porque adoptan principios incorrectos. Culpan a la Biblia, a la Iglesia, al ministerio; cualquier cosa, cualquiera, todo, todos, en lugar de uno mismo.

2. Nuestra creencia sincera de que tenemos raz�n no nos salvar�. Dios tiene cierta ley santa, fija e inmutable. Si seguimos sus ense�anzas, estaremos a salvo; pero si seguimos nuestras propias nociones, �l no hace ninguna provisi�n para nuestras faltas; nos dejamos sufrir.

3. Hay momentos propicios para obtener el favor de Dios. ( Tesoro cristiano .)

Cuidado con las corrientes imperceptibles

Las corrientes del mar corren en todas direcciones, este, oeste, norte, sur, y se forman por diversas causas: la prominencia de las orillas, la estrechez de los estrechos, las variaciones del viento y las desigualdades en El fondo. Estas corrientes son de la consecuencia m�s material para el marinero, sin un conocimiento de lo que nunca podr�a tener �xito. A menudo sucede que cuando un barco se mete sin saberlo en uno de estos, todo parece ir hacia adelante con �xito, los marineros se suponen cada hora acerc�ndose a su puerto deseado, el viento llena sus velas y la proa del barco parece dividir el agua, pero al final, por una experiencia miserable, descubren que en lugar de seguir adelante, han estado retrocediendo todo el tiempo.

El asunto de las corrientes, por lo tanto, constituye un art�culo considerable en la navegaci�n, y la direcci�n de su corriente y su rapidez se han establecido cuidadosamente. ( Ilustraciones cient�ficas .)

Versículo 27

El imp�o desentierra el mal.

Desenterrando el mal

Un hombre imp�o es "un hijo de Belial". En la expresi�n "desenterra el mal" se pueden incluir dos ideas.

I. Esforz�ndonos en idearlo. Cavamos y buscamos tesoros en una mina, o donde imaginamos que est� escondido; as� hace el imp�o con respecto al mal. Es su tesoro, aquello en lo que pone su coraz�n, y en busca de �l, como tesoro, cava y busca, s�, a menudo profundo y largo. Es especialmente laborioso y perseverante, cuando alguno llega a ser objeto de su resentimiento o malicia.

Maravillosa es la asiduidad con la que luego pone a prueba todos los nervios para producir da�o, avanzando y conspirando para ello, minando y socavando, explorando en todas direcciones, a menudo donde nadie pod�a pensar en �l sino en �l, y, con salvaje deleite, regocij�ndose con el descubrimiento. de cualquier cosa que pueda estar disponible para su diab�lico prop�sito.

II. Esforz�ndose por revivirlo, despu�s de haber sido enterrado y olvidado. �l desciende a la mism�sima tumba de las viejas rencillas, las resucita; les da nueva vida; despierta rencores que hab�a dormido mucho tiempo; y vuelve a poner en los o�dos a personas que hab�an abandonado sus enemistades y hab�an vivido durante a�os en reconciliaci�n y paz. El hijo de Belial, en relaci�n con el mal, es como quien busca alguna mina de carb�n o de metales preciosos.

Examina su terreno, y siempre que descubre alg�n s�ntoma esperanzador en la superficie, procede a perforar, perforar y excavar. La m�s m�nima probabilidad de �xito ser� suficiente para que su est�mulo se esfuerce y se acose d�a y noche hasta que pueda sacar algo de eso. (R. Wardlaw, DD .)

Versículo 31

Corona de gloria es la cabeza canosa, si se halla en el camino de la justicia.

Sobre los deberes y consuelos de los ancianos

A cada �poca le corresponde una conducta distinta. De ello surge una serie de deberes que le son propios.

I. Algunos consejos sobre los errores que m�s inciden en los ancianos.

1. Casi todos ellos pueden atribuirse a la debilidad y las angustias propias de esa �poca de la vida. Entonces la vida se contrae dentro de un c�rculo estrecho y est�ril. A�o tras a�o les roba algo de su reserva de comodidades, los priva de algunos de sus antiguos amigos, debilita algunos de sus poderes sensoriales o los incapacita para alguna funci�n de la vida. Los ancianos deben considerar que soportar las debilidades de la edad con la paciencia es tanto su deber como el de los j�venes de resistir las tentaciones del placer juvenil.

Aunque el temperamento quejumbroso puede considerarse como una enfermedad natural, no se puede disculpar ese malhumorado disgusto por los modales y esa maligna censura de los placeres de los j�venes, que a veces acompa�a a los a�os de decadencia. Nada puede ser m�s injusto que ofenderse con los dem�s por participar de placeres que ya no tienes tiempo de disfrutar.

2. Uno de los vicios de la vejez, que parece el m�s inexplicable, es ese apego codicioso al inter�s mundano que a menudo se le imputa. A medida que disminuye el vigor del cuerpo y la mente, se puede esperar que aumente la timidez. De ah� que las antiguas riquezas, a veces sobrevaloradas, las protejan del peligro. Pero aunque sus aprensiones pueden justificar una cautelosa frugalidad, de ninguna manera pueden excusar una s�rdida avaricia.

A medida que el paso de los a�os debilita el cuerpo, debilita la fuerza y ??disminuye el calor de los afectos. Helado por la mano del tiempo, el coraz�n pierde esa tierna sensibilidad con la que una vez entr� en las preocupaciones y los dolores de los dem�s.

II. Los deberes que pertenecen peculiarmente a la vejez.

1. Un retiro oportuno del mundo. Solo a la sombra pueden florecer las virtudes de la vejez. Con esto no se quiere decir una cesaci�n total del disfrute mundano. Los ancianos deben relajar su comunicaci�n con la vida activa.

2. Deben dejar de perseguir placeres que no sean adecuados para sus a�os. La alegr�a, en la vejez, es graciosa. Es el concomitante natural de la virtud. Pero la alegr�a de la edad es muy diferente de la frivolidad de la juventud.

3. Una parte material del deber de los ancianos consiste en estudiar para ser �tiles a la raza que los suceder�: impartir a los j�venes el fruto de su dilatada experiencia; para instruirlos en la conducta apropiada y para advertirles de los diversos peligros de la vida.

4. Que los ancianos no olviden los trabajos religiosos que su propio estado requiere particularmente.

III. Los consuelos que pertenecen a la vejez. Tales como surgen de la sumisi�n del paciente; del respeto brindado por los dem�s; de los muchos placeres que quedan; del amor y servicio de quienes les unen en las relaciones familiares; del favor de Dios. ( Hugh Blair, DD .)

Los deberes de los ancianos

Todos los hombres desean una larga vida y, sin embargo, para la mayor�a, ninguna parte de la vida parece tener mucha felicidad; y esa parte menos importante, a la que les lleva la vida larga. Y, sin embargo, si la vida es una bendici�n, una larga vida debe ser una bendici�n mayor. La vejez puede ser a la vez honorable y feliz.

I. Qu� ayuda aportan la virtud y la piedad para hacer honorable y feliz la vejez.

1. Sentar las bases adecuadas en la primera parte. El descuido de la conducta correcta en nuestros primeros a�os es la raz�n principal por la que nuestros avanzados son despreciables y miserables. Vea la influencia de las irregularidades juveniles; gastos ociosos; descuido de la obtenci�n de conocimientos; indulgencia temprana del mal genio; olvidando al Creador en los d�as de la juventud. "La sabidur�a es el cabello gris para los hombres, y una vida sin mancha es la vejez".

2. Dirigir el comportamiento adecuado cuando llega la vejez. Evitando las faltas a las que los hombres est�n entonces particularmente sujetos. Tales son la astucia y la insensibilidad, el ego�smo y la avaricia. Un comportamiento mezquino y mezquino. Ahorrar y acumular, sin raz�n o uso, es tanto pecado como locura. Otra falta es dar de manera indebida e inequitativa lo que dan, ya sea en su vida o en su muerte.

A veces, las personas mayores se ven impuestas por personas ingeniosas, que suplantan a las que dependen naturalmente de ellas. O dejan que los peque�os resentimientos y preferencias los influyan, contrariamente a los motivos m�s justos y sus propias intenciones bondadosas anteriores.

Otro peligro de los ancianos es el mal genio. A veces, consecuencia de la p�rdida de fuerza y ??el dolor corporal.

1. Por lo tanto, los ancianos deben esforzarse ansiosamente por mantener una mente serena y serena.

2. Ejercer los deberes a los que est�n especialmente vinculados. Una es una seria reflexi�n sobre su conducta pasada, acompa�ada de serios esfuerzos para deshacer, en la medida de lo posible, todo lo que hayan hecho mal y rectificar los errores de sus d�as m�s ocupados y c�lidos. Cuanto m�s piadosa y virtuosamente hayan vivido los hombres, menos necesidad tendr�n en su vejez de una revisi�n tan minuciosa de sus caminos; pero entonces recibir�n el mayor y m�s oportuno consuelo de ella.

Otro deber es el de los ejercicios y contemplaciones religiosas. Otro deber es imprimir, en aquellos que entran en la esfera de su influencia, los mismos sentimientos rectos de vida y conducta que han adquirido para s� mismos.

II. Las direcciones que proporcionan la virtud y la religi�n son eficaces para el fin deseado. Mientras las personas en a�os puedan disfrutar de algo, la consideraci�n que los que les rodean a su car�cter establecido deben apoyarlas y revivirlas en gran medida. Aquellos que han llegado tan lejos en la vida con inocencia deben sentir la mayor alegr�a; los que se han arrepentido de verdad no pueden dejar de sentir mucho consuelo.

El recuerdo de sus asociaciones y experiencias de vida debe ser una fuente fruct�fera para mejorar su diversi�n y relacionarlos con un entretenimiento e instrucci�n aceptables para los dem�s. ( T. Buscador .)

Sobre los deberes relativos de los ancianos y los j�venes

Contemplamos a los ancianos con sentimientos que podr�an sernos provechosos y que probablemente causen alguna impresi�n en el coraz�n. Pero no podemos considerar la �cabeza canosa como una corona de gloria� a menos que est� almacenada con esa sabidur�a que el tiempo y la reflexi�n inculcan cada hora en la mente, a fin de apartarnos del mundo y prepararnos para el cielo. Una persona joven tiene motivos para esperar informaci�n de la persona mayor.

Han vivido mucho tiempo en la tierra de la disciplina. Para los ancianos, los j�venes se aplican, como para los viajeros experimentados, que pueden dirigir su curso a trav�s de mares tormentosos o desconcertantes tierras salvajes. Los ancianos no pueden abstenerse de negligencia y necedad si parece que son incapaces de advertir a los j�venes de peligros inesperados y de se�alar el camino que conduce a la seguridad. La vida ha sido de poca ventaja para quien no obtiene sabidur�a de su variedad ni virtud de sus pruebas.

Es deber del hombre volverse pr�cticamente sabio, mediante el uso correcto de las experiencias de la vida. Deber�a ser el cuidado de los ancianos comunicar a los j�venes s�lo lo que es bueno. Con demasiada frecuencia s�lo inculcan una especie de prudencia mundana y un conocimiento ego�sta, que ahoga la semilla de toda virtud creciente y descalifica al hijo de la inmortalidad para el cielo. Otra excelencia moral, que es deber de los ancianos adquirir, es una adecuada regulaci�n de las pasiones.

El tiempo, y la experiencia de dolor a menudo repetida, a menudo lograr�n, a este respecto, lo que la raz�n y la religi�n han intentado en vano. La experiencia de la vida debe producir h�bitos de virtud establecidos; debe establecer una determinada b�squeda del bien; deber�a mostrar que la vida no se ha desperdiciado sin mejorar. De una adecuada regulaci�n de las pasiones surgir�a esa dignidad complaciente, que es la caracter�stica de la verdadera grandeza; y esa caridad y humildad, esa apacibilidad y tolerancia, que son los ornamentos de la verdadera religi�n.

Est� tan ordenado por la sabidur�a de la Providencia, que los medios m�s eficaces del bien deben, por la perversi�n del pecado, convertirse en los instrumentos m�s peligrosos del mal. No hay nada m�s pernicioso para la moral de la juventud, o tan susceptible de propagar la depravaci�n a trav�s de los diferentes �rdenes de la sociedad, como un anciano vicioso. Una serie de vicios menores e imperfecciones de car�cter a menudo privan a los ancianos del honor y les impiden ser de gran utilidad.

A veces hay severidad en su conversaci�n y mal humor en su disposici�n, lo que arruina su influencia sobre los j�venes. La edad deber�a ser reacia a la violencia y al desorden de todo tipo. Las tempestades de la mente no deber�an existir m�s; ni las emociones de la ira, los murmullos de descontento ni la amargura de la ira deben perturbar la tranquila tarde de nuestros d�as. Los ancianos deben evitar esa queja y descontento que tan a menudo son propensos a complacer.

La religi�n que brinda consuelo en la vejez debe cultivarse en los d�as de nuestra juventud. Es una burla de la devoci�n servir a ese Dios grande y misericordioso en el momento del temor solo que requiere que Su servicio sea perfecta libertad. ( J. Hewlett, BD .)

El camino de la justicia

I. Describe el camino de la justicia. La justicia aqu� incluye toda la regla de nuestro deber hacia Dios y el hombre. Way, en un sentido moral, expresa el curso de conducta de una persona o su conducta ordinaria. El camino de la justicia es un curso de comportamiento o conducta prescrito por la Palabra Divina, esa regla perfecta de justicia. Es el camino por el que camin� Cristo. Sobre �l descansa la aprobaci�n divina. Una vida piadosa no es un asunto liviano ni de f�cil logro. Todos los que caminan por este camino deben negarse a s� mismos. De esta manera la santidad es visible. "Se llamar� camino de santidad".

II. �Qu� implica ser hallado en el camino de la justicia? Se encuentra acostumbr�ndose a obedecer los mandamientos divinos, siendo empleado en la pr�ctica de la religi�n y de todas las virtudes. Es un camino por el que suele caminar una persona; lo que es su pr�ctica ordinaria. Un hombre se denomina por el tenor general de su conversaci�n. Ser encontrado de alguna manera implica que la conducta del profesor sea notada por otros. �Solo se puede decir con propiedad que se encuentra en el camino de la persona que sigue la justicia�.

III. La belleza, el honor y la dignidad que recaen sobre un disc�pulo anciano de Cristo. Existe la belleza de la verdadera sabidur�a y la edad comprensiva. La sabidur�a espiritual, las gracias del Esp�ritu Santo, son ornamentos mucho m�s honorables que las cadenas de oro. Estos disc�pulos ahora son honrados con la aprobaci�n del cielo. Utilice este tema:

1. Corregir los errores que se cometen a menudo con respecto a la religi�n.

2. Animar a quienes deseen caminar por este camino.

3. Exhortar a la constancia a los que, por la gracia, han entrado en el camino de la justicia.

4. Despertar a todos al sentido de su deber. Deben entrar y caminar por este camino. ( Thomas Flor .)

El honor de la piedad envejecida

Es un dictado de la conciencia natural que la reverencia se debe a los ancianos simplemente por su edad. La pr�ctica general de los paganos, tanto antiguos como modernos, confirma e ilustra este dictado de la naturaleza. Y las Escrituras nos mandan a mostrar respeto a los ancianos. Cuando la sabidur�a y la piedad acompa�an a la vejez, es peculiarmente venerable.

I. Por lo que la piedad envejecida es peculiarmente honorable.

1. Comenz� temprano. Esto debe suponerse. Est� impl�cito en la expresi�n "hallado" en el camino de la justicia. Alguien as� lleva mucho tiempo caminando de esa manera. Donde las personas, con el buen Abd�as, han temido al Se�or desde su juventud y han caminado en Su temor todos sus d�as, reclaman un respeto especial. De hecho, han vivido, vivido con un buen prop�sito. Esto impondr� el honor de los dem�s.

2. Su piedad se basa en el conocimiento y la experiencia. El conocimiento se adquiere mediante la observaci�n, la reflexi�n, la lectura y la conversaci�n. Nuestro acervo de conocimientos aumenta naturalmente con el paso de los a�os. Ser� m�s o menos de acuerdo con las habilidades naturales, la educaci�n y el esfuerzo de los hombres para mejorar su comprensi�n. Los ancianos no siempre son sabios, pero con frecuencia lo son, y siempre mucho m�s sabios que los j�venes de iguales capacidades, ventajas y aplicaciones. Los santos ancianos son peculiarmente honorables, porque su conocimiento es de la mejor clase y se aplica a los mejores prop�sitos. Su sabidur�a es un adorno de gracia para ellos.

3. La piedad de los cristianos ancianos es aprobada y firme. Muchos se ponen una apariencia de piedad para servir a alg�n prop�sito secular. Pero la piedad del cristiano anciano ha sido severamente probada y probada en las largas y severas experiencias de la vida. Un santo envejecido es como un �rbol llegado a la madurez, que, habiendo dado fruto muchos a�os, en su estaci�n, soport� muchas tormentas y ech� ra�ces m�s r�pido, es conocido por todos por ser muy valioso. Est� arraigado en la fe, arraigado y asentado.

4. La piedad de los ancianos es atendida con gran utilidad. Dios es glorificado cuando los cristianos dan mucho fruto: y en proporci�n a la utilidad de los hombres ser� su honor. La piedad de un cristiano anciano es para la gloria de Dios, ya que muestra la excelencia de sus dispensaciones. Los santos ancianos son �tiles para la humanidad. Brillan como luces en un mundo oscuro, y producen una veneraci�n secreta por la religi�n en el coraz�n de aquellos que no ser�n persuadidos de seguirla. Son testigos vivientes de la bondad de la providencia de Dios, las riquezas de Su gracia y Su fidelidad a Sus promesas. Son patrones de paciencia, alegr�a y agradecimiento. Sus oraciones son �tiles para el mundo y para la Iglesia. Son capaces de dar excelentes consejos.

5. Su piedad los hace particularmente maduros para la gloria. Las gracias brillan m�s a trav�s de las arrugas que deforman el rostro.

II. Instrucciones �tiles de este tema.

1. La cabeza canosa es una verg�enza y un reproche para un viejo pecador.

2. Los santos ancianos deben ser reverenciados. Hablemos de ellos y de ellos con el mayor respeto; compadece tiernamente, y soporta pacientemente sus debilidades, y considera las excelencias de su car�cter, como arrojando un brillo incluso sobre sus debilidades.

3. Los santos de edad avanzada deben proceder por los caminos de la rectitud, con gratitud y valor.

4. Es sabidur�a de los j�venes emprender los caminos de la justicia. Hay muy poca esperanza para aquellos que se olvidan de Dios en sus d�as de juventud. ( J. Orton .)

El distinguido honor de la piedad envejecida

No hay belleza ni hermosura como la de la santidad. Nada tiende m�s a adornar o recomendar a una persona. Aqu� la santidad se presenta bajo la noci�n de un adorno excelente y hermoso que se adapta a personas de cualquier edad o condici�n. Algunos piensan que estas palabras son una propuesta del camino m�s probable que los hombres pueden tomar para prolongar sus d�as. Otros piensan que aqu� se prescribe el deber de los ancianos. Lo tomamos as�: "Entonces la cabeza canosa es m�s especialmente un adorno y una gloria cuando se encuentra en el camino de la justicia". Hay algo venerable en la vejez.

1. Se puede suponer que el conocimiento de los ancianos es muy considerable, debido al largo tiempo que han tenido para adquirirlo.

2. La virtud y la sinceridad de los ancianos son m�s probadas y aprobadas que las de aquellos que se han comprometido y se han dedicado recientemente a la religi�n.

3. A medida que la virtud y la santidad de los ancianos son m�s probadas y aprobadas a trav�s de su antig�edad, as� es m�s considerable en grado y medida. Hay una doble mejora que podemos suponer que los cristianos deben hacer, una al volverse m�s confirmados y establecidos en su santa religi�n, y la otra al abundar m�s en los frutos de la justicia.

4. Tales personas son instrumentos eminentes para traer gloria a Dios y utilidad a Su Iglesia. Cuanto m�s conspicuo es el poder de la bondad en tales personas, m�s glorifican a Dios.

5. La cabeza canosa que se encuentra en el camino de la justicia est� madura para la gloria y est� lista para entrar en ella. Inferir&mdash

(1) La irracionalidad del desprecio que los j�venes a veces muestran a los ancianos, incluso burl�ndose de sus debilidades.

(2) La razonabilidad de la regla apost�lica: "Los m�s j�venes, som�tanse al mayor".

(3) Las personas deben prepararse para el honor y el consuelo de la vejez, incluso eligiendo los caminos de la justicia cuando son j�venes. ( W. Pierce .)

Experiencia cristiana

Algunas de las caracter�sticas distintivas de la experiencia de los disc�pulos ancianos.

1. Tienen un mayor conocimiento y una experiencia m�s amplia: conocimiento de las Escrituras, de la providencia de Dios y del mundo. Han aprendido mucho en la escuela de la aflicci�n.

2. Otro rasgo de la experiencia de los padres en Cristo es su muerte al mundo. Los a�os les han ense�ado a moderar su estimaci�n de lo que el mundo puede hacer por ellos. Se alejan del mundo, sabiendo que pronto deben dejarlo.

3. La mentalidad celestial es otra caracter�stica. Esto se manifiesta en su contemplaci�n de los acontecimientos pasajeros, principalmente en su referencia al mundo espiritual y eterno, y en el inter�s que tienen por lo que tiene especial referencia a la Iglesia, y en el tiempo de retiro y meditaci�n.

4. La humildad es otra caracter�stica. Al mirar hacia atr�s sobre la forma en que Dios los ha guiado, ven mucho para mantenerlos humildes.

5. Un estado mental tranquilo, sereno y pac�fico es otra caracter�stica. Ahora est�n, en gran medida, liberados de la turbulencia de las pasiones rebeldes internas.

6. Estar en una postura de espera es otra caracter�stica. Renuncian a los detalles comerciales a manos m�s j�venes.

7. Una anticipaci�n gozosa de la bienaventuranza y la gloria que les espera es otra caracter�stica; Esto tiene la intenci�n de presentar un alto nivel de las caracter�sticas distintivas en la experiencia de los cristianos muy avanzados. ( George Muirhead, DD .)

Honorable vejez

I. �Cu�l es el camino de la justicia en el que se supone que se encuentra el anciano?

1. Se supone que el anciano ha pasado la parte anterior de su vida en ejercicios devocionales.

2. Se supone que el anciano, en la parte anterior de su vida, practic� el autocontrol y regul� sus actividades y placeres mediante la disciplina de la religi�n. Es el recuerdo de su buena acci�n lo que despierta nuestra estima y amor.

3. Se supone que el anciano ha sido un miembro �til de la sociedad. A esos seres insignificantes que no han contribuido en nada al beneficio de la humanidad les debemos, cuando llegan a la vejez, no honor, sino piedad.

II. Ese honor se debe al anciano que se encuentra en el camino de la justicia.

1. Es un hombre cuya sinceridad religiosa queda fuera de toda sospecha por la larga prueba que ha sufrido.

2. Es un hombre que, mediante la asistencia divina, ha cumplido el fin de su creaci�n.

3. Es un hombre calificado, por la sabidur�a que ha adquirido, para ser instructor y gu�a de sus inferiores en a�os.

4. Es un hombre que se mantiene alto en el favor de Dios.

5. Es un hombre que est� a punto de recibir la recompensa de su trabajo. ( John Dick, DD .)

La gloria de la piedad envejecida

1. Que la justicia conduce a la vejez. Este es un hecho sustentado tanto por la filosof�a como por la historia.

2. Que la piedad conduce al honor.

I. Es la gloria de la madurez espiritual. Hay algo glorioso en la maduraci�n. La semilla madura hasta convertirse en una cosecha oto�al, la juventud madura hasta la madurez, el estudiante madurado hasta convertirse en un erudito consumado, son todos objetos de admiraci�n. En un viejo santo hay una madurez verdaderamente gloriosa. All� tienes todas las semillas de verdad y santidad sembradas por santos maestros, cultivadas por la experiencia, fomentadas por el rayo de sol y las lluvias de Dios, probadas y fortalecidas en sus ra�ces por las tormentas de la adversidad, colgadas en ricos racimos en las ramas listas. para ser recogido. �Llegar�s a tu tumba en plena edad, como cuando llega la maleza en su tiempo� ( Job 5:26 ).

II. Es la gloria del mando espiritual. Incluso el orgulloso d�spota de Egipto se inclin� ante �l. �Y Jos� trajo a su padre Jacob y lo present� ante Fara�n, y Jacob bendijo a Fara�n� ( G�nesis 47:7 ). Samuel era un viejo santo cuando muri� ( 1 Samuel 25:1 ; 2 Cr�nicas 24:15 ).

III. Es la gloria de las perspectivas espirituales. �Ahora deja en paz a tu siervo�, etc. Concluimos con la expresi�n de un autor moderno: �Como la fruta madura es m�s dulce que la fruta verde, as� es m�s dulce la edad que la juventud, siempre que la juventud sea injertada en Cristo. As� como el tiempo de la cosecha es m�s brillante que el tiempo de la siembra, la edad es m�s brillante que la juventud; es decir, si la juventud fuera la semilla del bien.

As� como la realizaci�n de una obra es m�s gloriosa que el principio, as� la edad es m�s gloriosa que la juventud; es decir, si el fundamento de la obra de Dios se pusiera en la juventud. As� como navegar a puerto es m�s feliz que viajar, la vejez es m�s feliz que la juventud; es decir, cuando el viaje desde la juventud se hace con Cristo al tim�n �. ( D. Thomas, DD .)

La vejez de los justos, honorables

Este es un aforismo justo y bellamente expresado. La vejez es, de manera figurativa y po�tica, descrita por uno de sus concomitantes, y por otro que no implica directamente ninguna de sus debilidades, sino que es venerable en su apariencia misma.

I. La vejez de los virtuosos es honorable a causa de la vida que la ha precedido. Es el fin de una vida prudente, bien aprovechada y �til. Una vida as� refleja una gran gloria en la persona que la ha logrado.

1. En un anciano religioso y virtuoso contemplamos a uno que ha estado expuesto durante mucho tiempo a las tentaciones del mundo y las ha vencido.

2. Una vejez virtuosa es el fin de una vida que se ha llenado de acciones valiosas y �tiles.

II. La vejez de los virtuosos es honorable en s� misma.

1. El car�cter que muestra un anciano piadoso y virtuoso a nuestro juicio es el de bondad, genuino, mejorado y �til; de todos los personajes el m�s respetable. Este car�cter fue adquirido por la conducta de toda la vida y, por lo tanto, naturalmente vuelve nuestra mirada hacia atr�s a su curso; pero cuando lo consideramos como pose�do ahora en su madurez, y actuando al anciano en todos sus movimientos, es, en s� mismo, y sin tener en cuenta la vida que lo precedi�, un adorno glorioso.

2. En la vejez, la virtud va naturalmente acompa�ada de sabidur�a y prudencia, derivadas de una larga experiencia.

III. La vejez de los hombres buenos es honorable con respecto a las perspectivas que la acompa�an. Estas son las causas principales de esa firmeza y alegr�a bajo sus debilidades que les procura reverencia; y �stos reflejan honor sobre ellos de otras maneras. La vejez es el fin de esta vida mortal; pero para los hombres buenos es el preludio inmediato de la inmortalidad. Una persona que comenz� temprano a seguir la santidad, y ha persistido en ella hasta una edad avanzada, est� madura para la gloria y la felicidad del cielo. Su cabeza canosa es un emblema natural y el precursor directo de esa corona eterna que est� listo para recibir. Reflexiones pr�cticas:

1. Este tema nos brinda una visi�n impactante de la excelencia de la religi�n, de la importancia de la verdadera bondad, apta para recomendarla a nuestro amor y comprometernos en su pr�ctica. Solo ella puede preservarnos inocentes y sin culpa en nuestros d�as m�s j�venes y alegres y hacernos �tiles en nuestra madurez.

2. Instruye a los j�venes sobre el deber que les debe a sus mayores. Sus a�os les dan superioridad, su experiencia les da prudencia y, si se han ejercitado para la piedad, la duraci�n de su ejercicio los ha hecho expertos en santidad: todos estos son motivos naturales para respetar, estimar y honrar. El tema de este discurso sugiere a los j�venes instrucciones igualmente de car�cter m�s extenso; les urge a comenzar temprano una vida religiosa y santa. �Establecer� su derecho al honor cuando llegue a la vejez? Sea bueno a tiempo: comience temprano y persista de manera constante.

3. En el tema de este discurso, los ancianos est�n particularmente interesados. �Alguno de ustedes, anciano, es ajeno al camino de la justicia? Tu cabeza canosa es tu desgracia. En todas las edades el vicio es la mayor locura, porque en todas las edades los hombres pueden apresurarse en un momento a sufrir el castigo del vicio; pero en la vejez el vicio es una locura perfecta, porque el viejo pecador debe ser r�pidamente llamado a su perdici�n. �Cu�n terriblemente peligroso es tu estado! ( Alex. Gerard, DD .)

Edad ideal

I. Sus caracter�sticas.

1. Fe establecida.

(1) Su confianza salvadora se perfecciona.

(2) Se consolidan sus convicciones teol�gicas.

2. Hermoso esp�ritu.

(1) devoci�n.

(2) Humildad.

(3) Paciencia.

(4) Alegr�a.

(5) Liberalidad.

(6) Sabidur�a.

(7) Renuncia.

(8) Esperanza.

3. Utilidad continuada.

(1) Simpat�a.

(2) Abogado.

(3) Oraci�n.

(4) Trabajo.

II. Su gloria.

1. La gloria de la rica experiencia. Ha aprendido, entre otras lecciones:

(1) Creer en el amor de Dios a pesar de todas las apariencias contrarias.

(2) Hacer siempre lo correcto independientemente de las posibles consecuencias.

(3) Ser amable con todos, pero confiar solo en unos pocos elegidos.

(4) Para sentarse suelto a las posesiones terrenales.

(5) Recibir asesoramiento, pero actuar con criterio independiente.

(6) Buscar conclusiones correctas, sin la influencia de las nociones convencionales.

(7) Poner la mejor construcci�n probable sobre acciones dudosas.

(8) Tener en cuenta las enfermedades de los dem�s.

2. La gloria de los agradables recuerdos.

(1) Recuerdos de bendiciones recibidas con gratitud.

(2) Recuerdos del trabajo realizado fielmente.

3. La gloria del honor merecido.

4. La gloria de las esperanzas emocionantes.

(1) Esperanza de una feliz partida de la tierra.

(2) Esperanza de una existencia bendita en el para�so hasta el fin de los tiempos.

(3) Esperanza de una gloriosa resurrecci�n a la vida eterna. ( T. Bar�n .)

Versículo 32

Mejor es el lento para la ira que el valiente; y el que domina su esp�ritu que el que toma una ciudad.

Hero�smo cristiano

I. �Qu� es gobernar el esp�ritu? El esp�ritu se usa a veces para los pensamientos de la mente, las pasiones del coraz�n, las emociones de los sentidos, los fantasmas de la imaginaci�n y las ilusiones de concupiscencia. Gobernar el esp�ritu es nunca dejarse perjudicar por ideas falsas, ver siempre las cosas en su verdadero punto de vista, regular nuestro odio y nuestro amor, nuestros deseos y nuestra inactividad, exactamente de acuerdo con el conocimiento que hemos obtenido. despu�s de una deliberaci�n madura de que los objetos son dignos de nuestra estima o merecen nuestra aversi�n de que vale la pena obtenerlos o que deben ser descuidados. Considere al hombre

1. Respecto a sus disposiciones naturales. El hombre se encuentra esclavo de su coraz�n, en lugar de ser due�o de �l. Se encuentra indispuesto a la verdad y la virtud, y conciliador con el vicio y la falsedad. �Qui�n no siente en s� mismo y observa en los dem�s una resistencia a la pr�ctica de la virtud? Por virtud se entiende una disposici�n universal de un alma inteligente para dedicarse al orden y regular su conducta como lo requiere el orden.

Evitar el vicio es desistir de todo lo contrario al orden, de la calumnia y la ira, de la indolencia y la voluptuosidad, etc. Traemos al mundo propensiones hostiles y fatales a tales obligaciones. Algunos de ellos est�n en el cuerpo y otros en la mente. As� como sentimos en nuestra constituci�n obst�culos a la virtud y propensiones al vicio, tambi�n percibimos inclinaciones al error y obst�culos a la verdad.

Todo vicio, toda pasi�n irregular, incluye este error, de que un hombre que gratifica su pasi�n es m�s feliz que quien la refrena y modera. La disposici�n de la mente indicada por el t�rmino �gobernar el esp�ritu� supone trabajo, coacci�n y ejercicio. Un hombre que gobierne su esp�ritu debe recrearse a s� mismo.

2. Respecto a los objetos circundantes. La sociedad est� compuesta por muchos enemigos, que parecen esforzarse por aumentar las dificultades que nuestra disposici�n natural opone a la verdad y la virtud. En todas partes a nuestro alrededor hay juicios falsos, errores, errores y prejuicios: prejuicios de nacimiento, educaci�n, pa�s, religi�n, amistad, oficio o profesi�n y de fortuna. �Qu� esfuerzos debe hacer un hombre para mantener su alma en perpetuo equilibrio, para mantenerse contra tantos prejuicios! As� como los hombres que nos rodean nos fascinan con sus errores, tambi�n nos atraen al vicio con su ejemplo. Para resistirnos al ejemplo debemos oponernos incesantemente a esas inclinaciones naturales que nos instan a la imitaci�n. Para resistir el ejemplo, debemos amar la virtud por la virtud.

3. En cuanto a los h�bitos que ha contra�do el hombre. La mayor�a de los hombres han cometido m�s actos de vicio que de virtud; en consecuencia contribuimos con nuestro modo de vida a unir a la depravaci�n de la naturaleza lo que proviene del ejercicio y la costumbre. �Qu� tarea, cuando nos esforzamos por evitar el regreso de ideas que durante muchos a�os han dado vueltas en nuestra mente!

II. Demuestre la veracidad del enunciado del texto. Por alguien que toma una ciudad, Salom�n se refiere a un hombre que vive de victorias y conquistas, un h�roe en el sentido del mundo. El que gobierna su esp�ritu descubre m�s fortaleza, m�s magnanimidad y m�s coraje. Compare lo mundano con el h�roe cristiano en cuatro detalles.

1. Los motivos que los animan.

2. Las haza�as que realizan.

3. Los enemigos que atacan.

4. Las recompensas que obtienen.

El enemigo al que combate el cristiano es su propio coraz�n; porque se le pide que vuelva los brazos contra s� mismo. De hecho, debe negarse a s� mismo. Cumplamos religiosamente con nuestro principio. El deber de un alma inteligente es adherirse a la verdad y practicar la virtud. Nacemos con aversi�n a ambos. No nos desanimemos por la grandeza de la tarea de gobernar nuestro esp�ritu. �Mayor es el que est� en nosotros, que el que est� en el mundo.

�La gracia viene en ayuda de la naturaleza. La oraci�n gana fuerza con el ejercicio. Las pasiones, despu�s de haber sido tiranos, se vuelven esclavas a su vez. El peligro y el dolor de la batalla se desvanecen cuando los ojos vislumbran la conquista. �Cu�n inconcebiblemente hermosa es la victoria entonces! ( J. Saurin .)

Auto respeto y autocontrol

Por encima de todas las conquistas de estados y ciudades est� la mayor conquista de uno mismo. M�s grande es el hombre que se conquista a s� mismo, que gobierna su propio esp�ritu y somete todo su ser a la supremac�a de la voluntad, que el que toma una ciudad; m�s grande en su car�cter, obras, resultados. El resultado de una vida depende de la respuesta a dos preguntas: lo que un hombre piensa de s� mismo; lo que hace consigo mismo. Las dos condiciones esenciales y estrechamente relacionadas de la hombr�a genuina son el respeto por uno mismo y el autocontrol.

I. El respeto por uno mismo implica un sentido de la dignidad que pertenece a la humanidad: un sentido de la propia individualidad y el consiguiente mantenimiento de la propia individualidad. La distinci�n, en un mundo como este, se gana, no siguiendo a la multitud, sino manteni�ndose a un lado en su propia personalidad mientras la multitud vulgar pasa. Como motivo de conducta, "Todos lo hacen" es una excusa barata y tonta.

Viene con un sentido de dignidad e individualidad, una idea del significado de la vida de un hombre, y un pensamiento dominante de sus responsabilidades inconmensurables, y una impresi�n completa del car�cter sagrado de la vida. Hay demasiado de grande y sagrado en la naturaleza y el destino del hombre como para permitirle hacer un mal uso de una vida tan rica. Tal respeto por uno mismo no es de ninguna manera presunci�n.

II. Autocontrol o autogobierno. Si tal es nuestro ser, debe haber alg�n poder fuerte para presidirlo. "Debo ser mi propio amo", dice el hombre que se respeta a s� mismo. Entonces querr� saber el alcance del gobierno que se mantendr�. Debe buscar los intereses m�s elevados del hombre, los intereses reales de los dem�s y el honor de Dios; y debe cumplir con todas las obligaciones que surgen de esta m�s alta de las relaciones.

�sta es una primera ley: nunca se permitir� nada perjudicial para el car�cter, ni el nuestro ni el de otro. Pero el verdadero autogobierno no se detiene en el autocontrol. Exige el ejercicio correcto de todos los poderes en la m�xima medida de capacidad. Implica el mayor desarrollo personal y la mayor felicidad para los dem�s.

III. Los frutos del respeto por uno mismo y el autogobierno.

1. Todas las partes superiores del ser de un hombre son ennoblecidas y reciben su leg�timo dominio; todos los inferiores est�n justamente sujetos a sujeci�n. La conciencia se vuelve suprema. Todos los poderes morales est�n en pleno desarrollo y juego. La voluntad es el jefe ejecutivo y Dios es un poder activo, un factor real en la vida pr�ctica. Todo el hombre est� en su mejor momento.

2. As� se realiza el fin propio de toda verdadera educaci�n.

3. Esta cualidad de autocontrol nos prepara preeminentemente para grandes emergencias. El respeto por uno mismo es la forma temprana en la que aparece la grandeza; es nuestra percepci�n pr�ctica de la Deidad en el hombre.

�Auto-reverencia, autoconocimiento, autocontrol,

Estos tres solos, llevan la vida al poder soberano ".

( CH Payne, DD, LL.D. )

Sobre el gobierno del temperamento

Importante es una disciplina temprana de las pasiones y una atenci�n constante al gobierno de nuestra conducta. Tales son las debilidades e imperfecciones del hombre, que incluso sus virtudes se mezclan a menudo con los vicios correspondientes, y siempre est�n unidas a errores que les son agradables. Previo al cultivo de las buenas disposiciones est� el deber de protegerse contra las malas. El mal con el que ahora se trata es lo que el amor propio se contentar�a con llamar una debilidad, o una mera enfermedad natural; pero la religi�n siempre lo asocia con la locura y lo condena como pecado. Me refiero a un temperamento irritable y una disposici�n irritable. Considera esto&mdash

I. Como fuente de continua infelicidad para nosotros y los dem�s. Los males y las aflicciones de la vida son en s� mismos suficientemente numerosos, sin albergar en nuestro propio pecho las disposiciones calculadas para darles una violencia adicional. Los mejores temperamentos, de hecho, a veces se alteran. Y lo bueno no siempre puede resistir las invasiones de la pasi�n. Pero el hombre apasionado magnifica cada bagatela que lo frustra hasta convertirlo en un verdadero mal.

Pero nadie jam�s alberg� en su seno las l�gubres pasiones de la ira, el odio y la venganza, sin sentir una punzada que corro�a su propio coraz�n, mientras deseaba perturbar la paz de los dem�s. Horas repetidas de aflicci�n y dolor, que surgieron enteramente de des�rdenes internos o pasiones irritables, han llevado a algunos, del mero amor propio, a acostumbrar sus mentes a la disciplina en una etapa m�s avanzada de la vida.

Tales son los efectos de un temperamento irascible, que a menudo se pierden las bendiciones m�s queridas y las satisfacciones m�s racionales que esta vida puede proporcionar. Por muy cuidadosos que seamos al disciplinar nuestras propias mentes, no podemos esperar vivir seguros contra los ataques de ira salvajes y no provocados, o las vejaciones cada hora del mal humor. Y aquellos que se contentan con vivir bajo el suelto dominio de las pasiones deben estar en constante temor de decir o hacer algo hoy de lo que puedan estar realmente avergonzados ma�ana. Y el hombre apasionado puede aprehender con justicia las terribles consecuencias. Est� en peligro de sufrir toda clase de injusticias y todos los grados de culpa. El temperamento hacia el mal es acariciado dentro de su propio pecho.

II. El temperamento malhumorado es incompatible con ese estado de �nimo que el evangelio de Cristo nos ense�a y requiere que cultivemos. Nuestro Se�or requiere de sus disc�pulos una disposici�n santa, que bien puede considerarse como la buena tierra en la que la semilla de todas las virtudes crecer� hasta la perfecci�n. Y tambi�n requiere de nosotros obras de caridad y amor al pr�jimo, tolerancia mutua, longanimidad y perseverancia constante en el curso de cada deber. La eficacia de la piedad y la oraci�n ser� destruida en gran medida por una mala disposici�n. Debemos cultivar h�bitos tanto de religi�n como de virtud. ( J. Hewlett, BD .)

El gobierno de nuestras pasiones, especialmente la ira.

El texto puede resolverse en esta proposici�n: que la regla o gobierno privado sobre nuestras pasiones es mucho m�s honorable que cualquier otra regla o dominio. La pasi�n de la ira se menciona especialmente en el texto. Aparece la excelencia del dominio sobre esta pasi�n:

1. Porque nos lleva a un parecido m�s cercano a la naturaleza Divina que cualquier otro poder o autoridad. La gran excelencia de nuestra naturaleza, o nuestra semejanza y conformidad con Dios, no consiste en una sola perfecci�n, sino que requiere una gran variedad para completarla. Esas son las perfecciones m�s nobles que m�s mejoran y mejoran el temperamento de nuestras mentes. El buen temperamento de nuestra mente depende de la regularidad de nuestras pasiones.

Un gobierno justo sobre estos es, por tanto, una perfecci�n mucho mayor que la fuerza y ??el poder. La gran gloria de Dios mismo es que Su mente eterna siempre act�a por la raz�n eterna, sin pasi�n ni resentimiento. �l se deleita y se gloria en esto, que es lento para la ira.

2. Porque nos da una reputaci�n de mayor sabidur�a y comprensi�n. Salom�n siempre une a un hombre de temperamento y a un hombre de entendimiento. Tome una rama del entendimiento, la que se conoce con el nombre de prudencia y discreci�n. La prudencia, como virtud moral, se emplea por completo en la conducta privada y el gobierno de nosotros mismos. Ejercer el dominio sobre otros es m�s un arte y una pol�tica que una virtud moral.

No hay nada que merezca el nombre de prudencia sino lo que se relaciona con el yo de un hombre y la econom�a privada dentro de s� mismo. Un hombre sabio es el que m�s ama a s� mismo, en un verdadero sentido, y tanto la prudencia como la caridad comienzan en casa. Ning�n hombre puede ser apto para mandar a otros que nunca hicieron el experimento de gobernarse a s� mismo. El arte de calmar nuestro esp�ritu es la sabidur�a m�s noble en relaci�n con nosotros mismos.

3. Porque revela m�s valent�a y valent�a que cualquier otra conquista. Es la verdadera fortaleza y valent�a de la mente sofocar esas pasiones que son enemigas de nuestra raz�n. Un temperamento feroz e ingobernable solo muestra la grandeza de la pasi�n de un hombre, no la grandeza de su mente. La grandeza de la mente de un hombre consiste tanto en el dominio de sus pasiones como la de un pr�ncipe en el dominio de sus s�bditos. Tan grande es la valent�a de conquistar una sola pasi�n que siempre deja una honorable impresi�n de una gran mente.

4. Porque ofrece la libertad y la libertad m�s aut�nticas. Si la noci�n correcta de la libertad humana fuera una exenci�n total de la voluntad de un Superior, las ventajas de la libertad estar�an del lado de la fuerza y ??el poder. Pero este relato de la libertad es falso. Por libertad entendemos la libertad interior y el vigor de la mente que consisten en el dominio absoluto sobre sus propios actos; en el ejercicio libre y tranquilo de sus poderes.

Esto implica el libre ejercicio de nuestra raz�n, el dominio de nuestro esp�ritu y el sometimiento de nuestras pasiones. Donde hay la raz�n m�s perfecta, est� la libertad m�s perfecta. Algunos piensan que los que tienen las mejores pretensiones de libertad son los que quedan absolutamente en libertad y no se limitan a los mandamientos de la raz�n. Pero esa es la idea de las pasiones humanas, no de la raz�n humana. �D�nde existe la libertad humana sin la observancia de reglas y leyes?

5. Porque nos da m�s tranquilidad y tranquilidad. Nuestras pasiones rompen naturalmente nuestro reposo y tranquilidad. Hay algunos problemas y dificultades para conquistar una pasi�n, pero es infinitamente mayor ser esclavo de ella. Ya sea que estemos preocupados por soportar los males o disfrutar de las cosas buenas de este mundo, encontramos una gran diferencia en el punto de tranquilidad y tranquilidad entre la conducta de nuestra raz�n y el mal gobierno de nuestras pasiones.

La principal fuente de la pasi�n de la ira es la opini�n de que somos despreciados y despreciados, o la fantas�a de alguna indignidad que se nos ofrece. Ahora bien, esta fantas�a y opini�n, al igual que los celos, siempre es un tormento. Cada desaire imaginario, cada accidente insignificante y sin fundamento, pronto se convertir� en una nueva ocasi�n de problemas e inquietudes. �Cu�nto contribuye a la tranquilidad y tranquilidad de nuestras mentes mantenerlas dentro de los l�mites de la raz�n y la discreci�n! En conclusi�n, haga cumplir este consejo, de ser �lentos para la ira� y de �gobernar nuestros esp�ritus.

�Nada recomienda mejor la religi�n cristiana que esto, que es la m�s adecuada y acomodada para endulzar el temperamento de los hombres, y para quitarles el humor y la agudeza de sus esp�ritus. No solo proporciona reglas, sino tambi�n suficiente gracia para llevarlas a cabo. ( George Rouse, DD .)

Los fundamentos del autocontrol

Los registros del pasado est�n repletos de los triunfos del genio humano. En todas las tierras los monumentos son la marca de la grandeza. Quedar registrado en la historia, ser elogiado en un paneg�rico, es el sue�o de la ambici�n de este mundo. Pero, �qu� le diremos al que se ha dominado a s� mismo? �Qu� Fidias le levantar� el templo de su renombre? Solo Dios es el elogista competente de tal hombre. Tres cosas esenciales para el autodominio: el autoconocimiento, la abnegaci�n y la autoconsagraci�n.

El autocontrol no es la autodestrucci�n. Todos los grandes apetitos y pasiones de nuestra naturaleza fueron dados con un prop�sito ben�fico, y cuando se gratifica dentro de las limitaciones de la ley, la gratificaci�n es tan pura como la oraci�n de un santo o el canto de un �ngel. No hay pecado en la tentaci�n. El pecado viene al ceder a la tentaci�n. La tentaci�n es la evidencia de la virtud. Los esp�ritus totalmente depravados nunca son tentados.

El autodominio es la acci�n armoniosa de las sensibilidades, de todas nuestras apreciaciones mentales, de todas nuestras funciones f�sicas, en armon�a con el prop�sito para el que fueron creadas. Hay un viejo dicho en la Iglesia que dice que "el vicio es el exceso de la virtud". Lo que es santo en s� mismo se vuelve imp�o al trascender la ley de limitaciones.

1. Cada uno de nosotros debe juzgar su propio temperamento. �C�mo obtendremos el autoconocimiento necesario? La ciencia iluminar� tu camino, pero puedes verte en este precioso libro fotografiado con un retrato a l�piz. La iluminaci�n Divina que da ser� m�s que un Mentor, ser� un compa�ero Divino sugiriendo pensamientos, despertando deseos, creando motivos, exaltando prop�sitos.

2. Indispensable para el autodominio es la abnegaci�n. Esto es de dos clases: la negativa a hacer aquellas cosas que est�n prohibidas por la ley divina; la magnanimidad de la abnegaci�n por el bien y el servicio de los dem�s. �sta es la abnegaci�n superior. Un hombre debe negarse a s� mismo de lo que le es l�cito, para poder ser un benefactor de la humanidad.

3. Lo m�s importante de todo es la autoconsagraci�n. La debilidad consciente es m�s a menudo un elemento de fuerza real y victoria que el poder consciente, porque la debilidad puede depender de la fuerza de Dios. Nunca obtendr� este dominio de s� mismo de otra manera que aqu� en la lectura de las Escrituras. Rechazo todo excepto al Divino Salvador, quien tiene el poder de investirme con el poder de dominar cada pasi�n y cada apetito, y luego refinar todas mis sensibilidades y dar tono y car�cter a mi conversaci�n y esp�ritu a toda mi vida. ( Bp. Newman, EE . UU .)

Moderaci�n cristiana

El Libro de Proverbios es el mejor de todos los manuales para la formaci�n de una mente equilibrada. Vamos a este libro, no tanto para las declaraciones completas y definidas de las doctrinas distintivas de la religi�n revelada, como para esos c�nones sabios y prudenciales mediante los cuales podemos reformar la extravagancia, podar la exuberancia y combinar toda la variedad de rasgos y cualidades en un unidad armoniosa y hermosa. Aqu� en este texto se describe y recomienda cierto tipo de temperamento que debe ser pose�do y apreciado por el pueblo de Dios.

1. Describe este temperamento. Es moderaci�n cristiana. San Pablo escribe: �Sea conocida de todos vuestra moderaci�n�. El que gobierna su esp�ritu se caracteriza por la sobriedad y la ecuanimidad. Nunca se lo lleva a los extremos en ninguna direcci�n. Un car�cter equilibrado y sim�trico flot�, como un ideal inalcanzable, ante las mentes de los mejores fil�sofos paganos. �sta es la famosa "templanza" de Plat�n y Arist�teles.

II. Algunos de los obst�culos que se oponen a la formaci�n de una sobriedad y moderaci�n cristiana.

1. Se opone a los apetitos y pasiones del cuerpo. Uno de los efectos de la apostas�a es que la naturaleza humana se corrompe tanto en el lado f�sico como en el mental y moral. Los apetitos corporales son ahora muy diferentes de lo que hubieran sido si el hombre hubiera permanecido en su condici�n original y santa.

2. La sobriedad y la moderaci�n cristianas encuentran un obst�culo en la naturaleza mental desordenada del hombre. �Cu�n ilegal y sin gobierno es la imaginaci�n humana! En algunos aspectos, es m�s f�cil controlar los apetitos f�sicos que dominar una fantas�a inflamada y extravagante. Y las conclusiones y convicciones puramente intelectuales de un hombre pueden ser tan unilaterales y extremas que estropeen su temperamento. El fanatismo en todas las �pocas proporciona ejemplos de esto.

III. La verdadera fuente de la templanza y la moderaci�n cristianas. Debe tener su ra�z en el amor. El secreto de tal temperamento es la caridad. Ning�n hombre puede tener este equilibrio amplio, comprensivo y bendito si no ama a Dios supremamente y a su pr�jimo como a s� mismo. Nuestro tema, por tanto, ense�a la necesidad del nuevo nacimiento. Puede haber autocontrol externo sin ninguna mejora interna.

Sin un cambio de opini�n, no hay nada m�s que el austero y poco amable intento de un moralista de realizar una tarea repulsiva. El amor, la caridad santa y celestial, debe generarse, y luego, bajo su impulso espont�neo y feliz, ser� relativamente f�cil rectificar la corrupci�n restante y reprimir los excesos y extremos persistentes del apetito y la pasi�n. ( GT Shedd, DD .)

La grandeza del autogobierno

�En lo que a m� respecta, no pretendo reclamar ninguna finura excepcional de la naturaleza. Pero digo que, comenzando la vida como un hombre rudo, mal educado e impaciente, he encontrado mi educaci�n en estas experiencias muy africanas que aprend� por el estr�s real del peligro inminente que el autocontrol es m�s indispensable que la p�lvora, y que persistente el autocontrol es imposible sin una simpat�a real y sincera ". ( HM Stanley .)

El gobierno del esp�ritu

Las cosas que a un hombre le cuestan el mayor esfuerzo y el trabajo m�s duro pueden hacerse sin ning�n esfuerzo corporal; como un hombre sentado en su sill�n con los ojos cerrados. El trabajo m�s duro de todos es el que pone al alma a estirar; no hay desgaste como el de un coraz�n y un cerebro. El texto nos se�ala un determinado trabajo, muy dif�cil de hacer, muy noble cuando se hace, que sin embargo se hace con tan poca apariencia externa y esfuerzo f�sico que algunos quiz�s puedan imaginar que no es ning�n trabajo.

Todo aquel que haya procurado creer en el Salvador y llevar una vida cristiana, debe haber aprendido por experiencia cu�n grande es la obra de un ser inmortal es el trabajo mental, es un trabajo que no se manifiesta en el cuerpo. No estoy pensando en un esfuerzo meramente intelectual; Pienso en el esfuerzo de toda la naturaleza espiritual. Toda nuestra vida espiritual es, en cierto sentido, un "gobierno de nuestro esp�ritu". La idea de esfuerzos invisibles, de luchas y esfuerzos espirituales, es algo con lo que todos los creyentes est�n perfectamente familiarizados.

Gobernar nuestro esp�ritu correctamente es una cosa dif�cil, y una cosa de la que se derivan grandes y valiosos resultados. Esto implica que en el coraz�n del hombre hay muchas tendencias rebeldes. Hay mucho en cada alma humana que necesita ser reprimido. Si el esp�ritu del hombre estuviera siempre dispuesto a hacer lo correcto, no necesitar�a gobernar, o el gobernar ser�a algo muy f�cil. Pero como est�, es muy dif�cil.

�Cu�les son las cosas de nuestra naturaleza espiritual que necesitan ser gobernadas especialmente? Hay impulsos de pensar y sentirse mal, e impulsos de hacer mal. El primero de ellos contiene peque�os impulsos, a los que resistir no es m�s que una cuesti�n de prudencia mundana, as� como grandes tentaciones, resistir que es la esencia misma de la religi�n. Es una cosa noble contener la tendencia a la ira, ya sea que se manifieste en irritaci�n, o en malhumor, o en violentos arrebatos de pasi�n.

Dar paso a peque�os arrebatos de petulancia, irritabilidad o mal genio general es un s�ntoma de que algo anda mal en su car�cter cristiano. Los humores hoscos o los arrebatos de mal humor de un cristiano profesante no son poca cosa, si van a fijar en la mente de los j�venes una idea desagradable y dolorosa de lo que son el cristianismo y el pueblo cristiano. Los peque�os deberes y las peque�as tentaciones constituyen, para la mayor�a de nosotros, la suma de la vida humana.

Considere la tendencia, en la mayor�a de los corazones, al descontento con las asignaciones de la providencia de Dios; a la envidia y los celos de aquellos de nuestros semejantes que son m�s favorecidos y afortunados que nosotros. Debemos gobernar nuestro esp�ritu para reconciliarnos con las cosas dolorosas, con la aquiescencia de la mortificaci�n y la desilusi�n cuando se presenten; y sentirnos bien por las personas con las que estamos dispuestos a sentirnos con amargura y crueldad.

En todas las profesiones y ocupaciones hay competencia, y habr� la tentaci�n de la envidia, los celos y la detracci�n en lo que respecta a los competidores de un hombre. Ese gobierno de tu esp�ritu que es necesario en el cristianismo para enfrentarse a la decepci�n saca a relucir las mejores y m�s nobles cualidades que se pueden encontrar en el hombre. Luego est� la tendencia a la postergaci�n de nuestros intereses espirituales. Muchas almas han fechado su ruina en ceder a un impulso que deber�a haber sido resueltamente sofocado, en posponer para ma�ana una obra que deber�a haberse hecho hoy. ( AKH Boyd .)

Gobernando el esp�ritu la prueba de grandeza

Gobernar el esp�ritu es mejor que la conquista externa, porque:

I. El esp�ritu dentro de un hombre es en s� mismo m�s valioso que cualquier conquista externa.

1. Su excelencia inherente. La vida en un solo individuo dotado de intelectualidad, conciencia y sentimiento est�tico, esperanza, etc., tiene m�s valor que cualquier cantidad o extensi�n de posesiones sin alma: un solo esp�ritu pesa m�s que el globo material.

2. Es el objeto del amor de Dios. Le interesan las cosas, pero ama los esp�ritus.

3. Es inmortal. Los imperios se fueron; ciudades desoladas; todo lo dem�s excepto los esp�ritus que mueren.

II. Requiere m�s fuerza personal para gobernar el propio esp�ritu que para hacer una conquista externa. La conquista exterior es a trav�s de la maquinaria de las circunstancias; el interior por los propios recursos.

III. La autoconquista es mejor que la secular, porque se logra mediante un proceso superior de guerra. No se ejercita con armas, sino con virtudes. Su manual consiste en "todo lo que sea honesto, justo, puro, hermoso, de buen nombre". La lucha en s� se paga independientemente de los resultados prometidos. Lo que implica el control del propio esp�ritu.

1. El ordenamiento independiente de las propias palabras y acciones. Pocos son capaces de determinar dentro de s� mismos cu�l ser� el resultado de sus vidas.

2. Detr�s de esto, el autocontrol implica no s�lo ordenar la propia conducta, sino tambi�n moldear deliberadamente los propios deseos y prop�sitos de acuerdo con el mejor juicio de uno. La raz�n debe controlar o estimular los sentimientos.

3. Y detr�s de esto, el autocontrol implica la determinaci�n deliberada del propio juicio a la luz de la evidencia.

Excluye r�gidamente el prejuicio. �Qu� ayuda tenemos para el control de nuestros propios esp�ritus?

1. El Esp�ritu Santo: una impartici�n de paz, pureza y una mente sana.

2. El sentido de la presencia de Cristo: la influencia del conocimiento de que el m�s grande y santo de los seres nos observa y alienta.

3. Embriaguez de las grandes cosas de Dios: toda vida elevada por encima del plano de su propia peque�ez; meditando las leyes eternas, espirituales y poderosas del reino glorioso; y por lo tanto no se ven afectadas por influencias temporales, como las estrellas no se ven afectadas por los vientos.

4. Caridad en el coraz�n: un hombre amoroso libre de enemistades, envidias, pellizcos del orgullo; una serenidad esencial. ( Revisi�n homil�tica .)

Victoria propia

�No nos suele decir la gente: �Conquistate a ti mismo�? �Alguien puede conquistarse a s� mismo? �Dios puede vencerlo! "Mejor." �Por qu� una persona que se conquista a s� misma es "mejor" que un general que toma una ciudad?

1. Es un h�roe m�s grande; hace algo m�s dif�cil, una haza�a m�s noble. �Quieres que te diga por qu� es tan dif�cil? Porque Dios quiso que fuera dif�cil. Cuando Ad�n y Eva comieron del fruto prohibido, eran amigos del diablo. Pero Dios dijo, con gran misericordia: �No siempre ser�is amigos. Pondr� enemistad entre ustedes ". Y cuando los ni�os o ni�as comienzan a intentar conquistarse a s� mismos, encuentran la �enemistad�: descubren lo dif�cil que es luchar contra sus pecados.

2. Y la raz�n por la que es tan dif�cil vencer cualquier mal h�bito es porque hay todo tipo de poderes peleando con esa falta en tu contra.

3. No solo es m�s valiente sino m�s feliz conquistarse a uno mismo que �tomar una ciudad�. Hay felicidad en la conciencia de uno si logra conquistar algo que es malo; y no hay felicidad como esta en el mundo. Si tomas ciudades, no te har� feliz. Cuando Alejandro el Grande tom� casi todas las ciudades del mundo, se sent� llorando, porque no pod�a encontrar m�s mundos para tomar. Pero si tratas de hacer el bien y gradualmente vencer�s tu propio pecado, �te sentir�s dentro de una paz que no hay palabras que puedan describir!

4. Ahora, hay otra cosa - no solo es m�s valiente y feliz, sino algo mejor a�n - agrada a Dios. Eso debe ser lo mejor. Ahora, la raz�n por la que le agrada tanto a Dios que vengas tus pecados es porque estar�s creciendo como Jesucristo. ( J. Vaughan, MA .)

El gobierno del esp�ritu

Te acuerdas de la historia de "Sindbad el marinero": c�mo el Viejo del Mar, cuando consigui� que Sindbad lo levantara en compasi�n por sus debilidades, se sent� a horcajadas sobre sus hombros, aferr�ndose estrechamente al pobre dondequiera que fuera, persuadi�ndolo que hiciera lo que quisiera hasta que su vida se convirtiera en una carga para �l. De modo que la naturaleza inferior, cuando obtiene lo mejor de la superior, la convierte en su esclava y la obliga a cumplir sus �rdenes, hasta que la degradante esclavitud se vuelve tan molesta que uno dar�a cualquier cosa por deshacerse de ella.

Ahora, todos nacieron con una naturaleza pecaminosa. Heredas una tendencia a pecar. Solo Dios puede darte poder para gobernar tu esp�ritu y, a trav�s de tu esp�ritu gobernante, gobernar todo tu cuerpo y tu vida. Solo Dios puede coronar al rey en ti de nuevo y hacerlo due�o de todas tus pasiones rebeldes y deseos rebeldes. Pueden reinar como reyes sobre ustedes mismos, solo en sujeci�n a �l. Ahora bien, es de temer que en la naturaleza de cada uno haya un rinc�n del diablo; que si bien es estricto en algunos puntos, tiende a ser relajado en otros, y agrava los pecados que amas al condenar los pecados que no te importan.

Quieres ser considerado bueno, mientras sacrificas una parte de tu naturaleza al mal. Pero este es un enga�o terrible. Si se permite que un rinc�n de ese tipo quede desolado y descuidado en sus corazones, seguramente corromper� toda su naturaleza.

1. Lo primero que tienes que hacer para gobernar tu propio esp�ritu es encomendar tu esp�ritu a Dios. Eso es lo que hizo David; eso es lo que hizo Jes�s. Es probable que piense que entrega su esp�ritu a Dios solo cuando muere y abandona el aliento de su cuerpo. Pero puedes hacerlo ahora en tu juventud, en tu salud y fuerza. Tendr�s de tu lado la fuerza de la Omnipotencia. Dios te ayudar� a dominar todo intento rebelde que tu esp�ritu haga para escapar de su yugo bendito.

Puedes desafiar al diablo en nombre del Se�or justo que te reclama. Recuerdo que cuando un d�a navegaba en un vapor, el hijo del capit�n, un chico brillante de cinco o seis a�os, estaba a bordo y quer�a ocupar el lugar del hombre al tim�n. El bondadoso timonel, para complacerle, puso el radio del volante en su manita, que apenas pod�a agarrarlo. Pero al mismo tiempo tuvo cuidado de poner su propia mano grande sobre los peque�os dedos del ni�o, lo agarr� con firmeza y movi� el volante en la direcci�n correcta.

Y el chico estaba muy alegre, imaginando que �l mismo conduc�a el enorme vapor. Ahora, Dios trata contigo. �l pone Su mano todopoderosa sobre tu mano d�bil cuando est�s gobernando tu propio esp�ritu, y perfecciona Su fuerza en tu debilidad.

2. Ahora, quiero que gobierne su esp�ritu, no bajo la influencia del miedo, sino bajo la influencia del amor. Aquel que te pide que hagas esto, que te da la fuerza para hacerlo, te gobierna con amor.

3. � Y no es algo feliz gobernar tu propio esp�ritu bajo Dios? Has visto una pieza de maquinaria complicada con todas las ruedas dentadas encajadas entre s�, y todo en marcha y controlado por una fuerza central. �Qu� bien trabaj� la m�quina hacia el �nico buen resultado! En una ciudad modelo donde cada uno obedec�a al gobernador y hac�a su propio trabajo, y el bien de cada uno era el bien de todos, �qu� agradable ser�a la vida! Y as�, cuando el esp�ritu en cada uno de ustedes est� gobernado por el amor de Dios, por el deseo supremo de hacer su voluntad, su condici�n es verdaderamente feliz.

Est�s hecho de tal manera que todas tus facultades y poderes, cuando trabajan en sus relaciones justas, forman la unidad m�s completa del universo, la imagen de la unidad misma de Dios. Mejor es gobernar tu esp�ritu y producir esta bendita unidad que conquistar la ciudad m�s grandiosa del mundo. El conquistador de una ciudad la vence por la fuerza y ??la gobierna con el miedo. Entra en ella contra el deseo de sus habitantes, y hay desorden y derramamiento de sangre, fuego y espada; y si logra producir orden, todo est� en la superficie: debajo, en el coraz�n de la gente, hay odio y deseo de venganza. Pero si gobiernas tu propio esp�ritu, entonces todos tus poderes caen en el orden correcto y todo lo que hay dentro de ti obedece voluntariamente al control del esp�ritu. ( H. Macmillan, DD .)

Versículo 33

La suerte se echa en el regazo; pero toda su disposici�n es del Se�or.

Todas las contingencias bajo la direcci�n de la providencia de Dios.

I. Considere el resultado de un "lote" en referencia a los hombres. �Por qu� suspender la decisi�n de alg�n caso dudoso sobre �l? Implica algo futuro y algo contingente. Es algo absolutamente fuera del alcance del conocimiento del hombre, e igualmente fuera del alcance de su poder. Un evento contingente desconcierta el conocimiento del hombre y evade su poder.

II.Considere el resultado de mucho con respecto a Dios. Todas las contingencias son comprendidas por un cierto conocimiento divino y gobernadas por una providencia segura y firme. Dios dirige las mayores bajas bajo su providencia hacia ciertos fines, en referencia a sociedades y personas particulares. En el �ltimo caso, toca sus vidas, su salud, su reputaci�n, sus amistades y sus empleos o preferencias. Dado que el inter�s de los gobiernos y las naciones, de los pr�ncipes y de los particulares, a pesar de todas las artima�as y el poder que la naturaleza humana puede ejercer sobre ellos, sigue siendo tan totalmente contingente como para nosotros, seguramente toda la raz�n de la humanidad no puede sugerir ning�n fundamento s�lido de satisfacci�n. sino al hacer de ese Dios nuestro amigo que es el �nico y absoluto que dispone de todas estas cosas, y en llevar una conciencia tan clara hacia �l que pueda animarnos con confianza a arrojarnos sobre �l, y en todas las bajas a�n a prometernos los mejores acontecimientos de Su providencia, a quien nada es casual, que constantemente desea la m�s verdadera felicidad de aquellos que conf�an en �l, y hacen todas las cosas de acuerdo con el consejo de esa bendita voluntad. (R. Sur .)

Fundamentos y limitaciones de la responsabilidad humana

Definir las provincias de agencia humana y divina. Nuestro deber est� a la altura de nuestro poder. Somos responsables del car�cter moral de lo que se hace en la medida en que depende de nosotros mismos. Dentro del c�rculo donde el hombre tiene el poder de querer y hacer por su propio placer est� el campo de la agencia humana. Aqu� el hombre es responsable. Todo lo que est� m�s all� de esta provincia de responsabilidad humana lo hace el poder de Dios.

Este pensamiento de la Divina providencia es el m�s consolador e inspirador que jam�s haya visitado el coraz�n, aunque no puede dar alegr�a al coraz�n donde no es bienvenido. Nuestro conocimiento de la agencia divina y humana se ampl�a constantemente. Estamos continuamente abri�ndonos a nuevos puntos de vista, que nos muestran que muchas cosas que se llaman actos de Dios entran dentro de la esfera de nuestra propia responsabilidad y son, en verdad, nuestras propias acciones que surgen de nuestro propio hacer o de nuestro propio descuido; y las consecuencias de ellas debemos esperar soportar.

Adem�s, las artes y las mejoras de la vida civil invierten continuamente a los hombres de nuevos poderes y le otorgan un dominio sobre la naturaleza que en tiempos pasados ??nunca so�� poseer. Entonces, �no se est� disminuyendo la esfera de la providencia divina? Es m�s, cuanto m�s sintamos nuestra propia responsabilidad, m�s reconoceremos la agencia del Cielo en todas las cosas. �Qu� adoramos en la providencia de Dios? Es su vasto alcance de visi�n y su constante perseverancia en lo que es correcto. ( OMB Peabody .)

Divina providencia

La doctrina general de la providencia se apoya en fuentes independientes de la revelaci�n divina. Es otro t�rmino para el gobierno de Dios, por el cual todos los eventos se hacen coincidir con Sus sabios y santos prop�sitos. Mira la providencia

1. En el modo de sus operaciones.

2. En la inmensidad de su gama.

3. En el castigo de los malvados.

4. En su vertiente sobre la Iglesia.

La doctrina de la divina providencia est� llena de consuelo. Todo debe estar bien cuando Dios controla y reina sobre todo. ( John George .)

La providencia de Dios incluso en las bagatelas

La providencia de Dios puede verse no solo en el torbellino y el hurac�n, el rel�mpago y la tormenta, sino tambi�n en la m�s m�nima de las manifestaciones naturales. Seguramente, sin presionar indebidamente nuestro texto, podemos presentar una ilustraci�n familiar de la forma en que incluso las insignificancias, como las llama el hombre, se han hecho para producir grandes resultados. Tomemos, por ejemplo, el descubrimiento de las leyes de la gravitaci�n y los grandes resultados que ha dado ese descubrimiento: c�mo abri� el camino a la comprensi�n de los cursos de los cuerpos celestes; c�mo se definieron claramente las �rbitas de los planetas, sus distancias y sus posiciones relativas en varios per�odos; la influencia de estos descubrimientos en las leyes de la navegaci�n y las consiguientes facilidades de comunicaci�n entre lugares separados por miles de millas sobre el oc�ano.

Diariamente disfrutamos de las comodidades y los lujos que surgen de estos descubrimientos. Podemos ignorar las leyes que se han deducido, o incluso las aplicaciones pr�cticas de estas leyes; de sus resultados al aumentar nuestras comodidades no podemos ignorar. Ahora bien, �es demasiado decir que estos descubrimientos son el resultado del gobierno providencial de Dios? Pero, si se concede esto, no podemos detenernos aqu�; de ello se deduce que los medios por los cuales se adquiri� este conocimiento no estaban m�s all� del control Divino; mejor dicho, estaban subordinados a ella y gobernados por ella.

Y as�, por fin, vemos por manifiesta conclusi�n l�gica que el dedo de Dios se puede rastrear incluso en esa bagatela, como podr�a haberse llamado, que llev� a la mente del sabio a excogitar los misterios entre los que vivimos. Y ya sea que tratemos de rastrear la obra del dedo de Dios en las complejidades de la mente humana, o en las influencias externas que afectan a la mente, o en las coincidencias por las cuales los grandes eventos se deducen de peque�os comienzos, sin embargo, en cada uno de nosotros por igual puede decir, y decir con raz�n: �Es obra del Se�or, y es maravilloso a nuestros ojos.

Aplique esta lecci�n de otra manera, al caso de la enfermedad, porque aqu�, nuevamente, podemos lograr resultados muy pr�cticos. Ahora, entiendo que la mayor�a de los hombres ciertamente ven la enfermedad como una baja, una mera cuesti�n de accidente o casualidad. Si los cuestionara estrictamente, al final podr�a extraer de ellos en t�rminos generales una confesi�n de que Dios es el autor de la vida o la muerte, de la salud o de la enfermedad; pero no tiene ning�n efecto pr�ctico.

No es un principio religioso realmente poderoso, porque siempre est�n hablando de causas pr�ximas y no de la gran Primera Causa. Tomemos ahora un caso particular, en parte ilustrativo de mi significado; ser� el caso del ciego, registrado en San Juan 9:1 . Adujo este caso para ilustrar el principio general de que la enfermedad no viene por casualidad, sino por la voluntad y el permiso de Dios, y que sus resultados son conocidos por Dios, y que se trata de lograr el prop�sito para el cual �l la envi�.

Una vez m�s, se observa el mismo orden y regularidad en el reino de la gracia. Todo el provecho y la ventaja que los hombres reciben del ministerio de la Palabra y los sacramentos es de Dios. Se puede pronunciar un serm�n elocuente, pero el predicador no puede decir a qui�n llegar� el coraz�n ni a qui�n afectar� la mente. La suerte se echa, por as� decirlo, en el regazo; el predicador no conoce su resultado, porque todo el disponer de �l es del Se�or.

Ahora, creo que estas consideraciones pueden tener un efecto muy pr�ctico sobre nosotros; tocan nuestra vida cotidiana; nos consuelan en el fracaso, cuando el fracaso no es el resultado de una falta de diligencia de nuestra parte; nos humillan en el �xito. �Pero esto nos lleva a creer en doctrinas como las de los fatalistas? De ninguna manera. Todo hombre es un agente libre, que trabaja para s� mismo en el futuro, bien o mal, como le plazca.

Su mente est� fija en un rumbo determinado y sus pensamientos tienden en esa direcci�n. Dios a menudo lo frena si se extrav�a, le suplica y pone obst�culos en los caminos que conducen al mal. Y aunque el curso de la vida de un hombre puede ser malo, sin embargo, hay influencias que van en contra de ese curso malvado y lo controlan y lo obligan a detenerse y pensar. �Y por qu� es esto, sino porque, aunque la suerte se eche en el regazo, sin embargo, toda la disposici�n es del Se�or? (WS Simpson, MA .)

La disposici�n del Se�or

Despu�s de todo, �qu� ni�os tan tontos y miopes somos! �Solo deletreando el alfabeto en la escuela infantil de Dios y, sin embargo, aspirando a un asiento en Su gabinete! �Cu�n diferente se leer�n nuestras historias de vida cuando tengamos la oportunidad de corregirlas a la clara luz del cielo! Luego descubriremos que bajo el t�tulo de �Accidentes� estaba escrito como con tinta invisible: �La suerte se echa en el regazo, pero la disposici�n de ella es del Se�or.

En la p�gina que hab�amos rodeado de l�neas negras y que hab�amos inscrito "Obituarios", veremos con qu� claridad ha escrito un dedo divino: "A quien amo, castigo". ( Theodore L. Cuyler.).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 16". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-16.html. 1905-1909. Nueva York.