Bible Commentaries
Proverbios 18

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Por el deseo, el hombre, habi�ndose separado de s� mismo, busca e interviene con toda sabidur�a.

El caso de las desviaciones declaradas

Aburrida e ins�pida es toda actuaci�n en la que la inclinaci�n no interviene. El sentido de cualquier hombre, por excelente que sea, a menos que se mezcle en sociedad con el de los dem�s, siempre degenera en singularidad y capricho.

I. �Hasta qu� punto se permiten las diversiones sociales?

1. Cuando no hay raz�n contra ning�n placer social, siempre hay una raz�n para ello, a saber, que es un placer. Suponer que la Deidad nos privar�a de cualquier placer simplemente como tal cuando no interfiere con deleites m�s elevados y nobles es una noci�n sumamente despectiva para Su bondad.

2. Las diversiones son necesarias para aliviar las preocupaciones, endulzar las fatigas y suavizar la dureza de la vida. El que se dedique a sus estudios, o cualquier otro empleo, con intervalos adecuados de refrigerio para recuperar su esp�ritu, en general har� m�s bien que el que se dedique sin descanso. Y las diversiones son necesarias bajo las aflicciones. El primer paso hacia la recuperaci�n de la felicidad es apartarnos gradualmente de la sensaci�n de nuestra miseria.

3. Las desviaciones son necesarias para hacernos querer unos a otros. Cumplir con los gustos de los hombres en la medida de lo posible inocentemente en los peque�os incidentes de la vida, participar en sus diversiones favoritas, esto une los corazones de los hombres entre s� y sienta las bases de la amistad.

4. Las desviaciones son un requisito para aumentar la utilidad y la influencia de un buen car�cter. Valdr�a la pena que los buenos se encari�aran, con peque�as complacencias, de sus personas con los afectos de la humanidad, para que recomendaran sus acciones a su imitaci�n. Si se pregunta: �Cu�ndo superamos los l�mites de la raz�n en nuestras diversiones? se puede decir si, despu�s de haber hecho fiesta en algunos entretenimientos, el alma puede recordar sus pensamientos errantes y fijarlos, con la misma vida y energ�a que nos es natural en otros casos, sobre cualquier tema digno de una criatura racional, es evidente que no hemos ido demasiado lejos.

Y las cosas suficientemente adecuadas en la juventud vienen con mala gracia en los a�os avanzados. El mayor peligro es que contraigamos el h�bito de no hacer nada al respecto y enga�emos la vida en un curso impertinente de distracciones.

II. La necesidad de una aplicaci�n temprana y cercana a la sabidur�a. Es necesario habituar nuestras mentes, en nuestros a�os de juventud, a alg�n empleo que pueda ocupar nuestros pensamientos y llenar la capacidad del alma en una edad m�s madura. Dejamos atr�s el gusto por las diversiones infantiles, y si no se nos proporciona el gusto por las satisfacciones masculinas para tener �xito en su habitaci�n, debemos sentirnos desdichados a una edad m�s dif�cil de complacer.

Nada puede ser entretenido durante mucho tiempo, pero lo que es en cierta medida beneficioso, porque nada m�s soportar� una revisi�n tranquila y sosegada. No hay mayor entrada a la miseria y los vicios de todo tipo que el no saber pasar nuestras horas libres. Cuando un hombre ha estado dedicando ese tiempo a la b�squeda de alguna gran e importante verdad que otros desperdician en un c�rculo de homosexuales locuras, es consciente de haber actuado a la altura de la dignidad de su naturaleza, y de esa conciencia resulta esa serena complacencia. que es mucho preferible a los placeres de la vida animal. Feliz ese hombre que, sin avergonzarse de las preocupaciones vulgares, due�o de s� mismo, de su tiempo y de su fortuna, dedica su tiempo a hacerse m�s sabio y su fortuna a hacer m�s felices a los dem�s.

III. Algunas reflexiones que tienen relaci�n con este tema.

1. Pongamos un justo valor y utilicemos debidamente las ventajas de las que disfrutamos. Ventajas de un m�todo de estudio regular (como en una universidad). Direcci�n en la elecci�n de autores sobre los temas m�s materiales. Una emulaci�n generosa acelera nuestros esfuerzos y el amigo mejora al erudito.

2. Es un indicio seguro de buen sentido el desconfiar de �l. Entonces, y no hasta entonces, nos volvemos sabios cuando comenzamos a discernir cu�n d�biles e imprudentes somos. ( J. Seed, MA )

El est�mulo del deseo

Una persona bajo la fuerte influencia del deseo es como un sabueso que persigue a un ciervo, al que sigue con atenci�n y firmeza cuando una vez ha captado su olor, y contin�a rastre�ndolo a trav�s de una manada de otros, y durante muchos cansados. milla hasta que lo haya cazado, aunque aquellos por los que ha pasado pueden parecer f�cilmente a su alcance. ( G. Harris. )

Extrayendo conocimiento

No existe ning�n tipo de conocimiento que, en manos de los diligentes y h�biles, no d� cuenta. La miel emana de todas las flores, no exceptuando las amargas; y la abeja sabe extraer lo . ( Mons. Horne. )

Deseo un entusiasmo por la diligencia

Si queremos obtener conocimiento o gracia, debemos desearlo como lo que necesitamos y que ser� de gran ventaja para nosotros. Debemos separarnos de todas aquellas cosas que podr�an desviarnos o retrasarnos en la b�squeda, retirarnos del ruido de las vanidades de este mundo, estar dispuestos a esforzarnos y probar todos los m�todos para mejorarnos a nosotros mismos, estar familiarizados con una variedad de opiniones. para que podamos probar todas las cosas y retener lo bueno. ( Matthew Henry. )

El mal del aislamiento

Hay personas que evitan toda uni�n en sus vidas; est�n voluntaria y deliberadamente separados de los de su especie. Debemos pensar en alguien que elige una vida de soledad para seguir su propio deseo, m�s que por cualquier necesidad de circunstancia o disposici�n; debemos pensar en un mis�ntropo. Hay hombres que se separan por el bien com�n, como el estudiante y el inventor.

Pero el mis�ntropo es aquel que no tiene fe en sus semejantes y se encoge en s� mismo para escapar de ellos. Todo hombre no es s�lo un "yo", una personalidad; es un ser muy complejo, formado por muchas relaciones con otros hombres. Es un hijo, un hermano, un amigo, un padre, un ciudadano. Despojado de ellos, no es un hombre, sino un mero yo, y esa es su horrible condena. Un antiguo refr�n griego declaraba que quien vive solo es un dios o una bestia salvaje.

El instinto social es una de las dos o tres caracter�sticas llamativas que nos distinguen como humanos. Por tanto, es una necesidad para todo ser humano sabio reconocer, mantener y cultivar todas esas relaciones sanas que nos hacen verdaderamente humanos. La vecindad es la parte m�s importante de la vida. Nuestra vida es rica, verdadera y �til en la misma proporci�n en que estamos entrelazados con quienes viven a nuestro alrededor en lazos de respeto y consideraci�n mutuos, de ayuda y servicio rec�procos, de amistad �ntima e inteligente.

La relaci�n de Cristo, como Hijo de Dios, con la raza humana en su conjunto abri� inmediatamente la posibilidad de una sociedad mundial en la que todas las naciones, todas las clases, todas las castas, todos los grados, todas las individualidades no deber�an ser tanto fusionados como claramente articulados y reconocidos en un todo completo y complejo. La persona de Cristo es el v�nculo que une a todos los hombres; la presencia de Cristo es garant�a de uni�n; la obra de Cristo, que consiste en la eliminaci�n del pecado, es la condici�n principal de una uni�n de coraz�n para toda la humanidad. La vida cristiana debe ser la vida de una comunidad. ( RF Horton, DD )

Buscando sabidur�a

Se han adoptado dos puntos de vista opuestos de este vers�culo. Uno hace que Salom�n se refiera a la b�squeda del conocimiento y la sabidur�a que es correcta y encomiable; el otro lo considera hablando de lo que est� mal y es censurable. Schultens describe al personaje pretendido as�: "Un tonto engre�do y tonto busca satisfacer su fantas�a y se mezcla con todas las cosas". Parkhurst as�: �El recluso busca su propio placer o inclinaci�n; se r�e o se burla de todo lo s�lido o sabio.

Otro as�: �Un hombre jubilado prosigue los estudios que le gustan y se complace en cada rama de la ciencia�. Estoy dispuesto a pensar que nuestra propia traducci�n da sentido. "A trav�s del deseo" - es decir, el deseo de conocimiento - "un hombre, habi�ndose separado" - es decir, habi�ndose retirado y apartado de la interrupci�n por la intrusi�n de compa�eros y los compromisos de la vida social - "busca e intermediar� con toda sabidur�a.

�Hay un contraste entre el personaje en el primer verso y el personaje en el segundo verso. El contraste es entre el hombre que ama y persigue el conocimiento y el hombre que lo subestima y lo desprecia. ( R. Wardlaw, DD )

Versículo 4

Las palabras de la boca del hombre son como aguas profundas.

La importancia del lenguaje

El lenguaje es una de las principales pruebas y est�ndares de la civilizaci�n. El estudio del lenguaje es uno de los estudios m�s interesantes y naturalmente elevados en los que la mente humana puede ocuparse.

I. Es de gran importancia intelectual. S�lo a trav�s de la instrumentalidad del lenguaje pueden revelarse y mostrarse los pensamientos de la mente. Nada sorprende m�s obviamente la oxidaci�n y la desorganizaci�n del intelecto que la inexactitud y la monoton�a del lenguaje.

II. La importancia moral del lenguaje es a�n mayor. Por regla general, las relaciones entre el intelecto y la conciencia son armoniosas. Cuando el intelecto se ilumina, ilumina la conciencia; cuando la conciencia se aviva, anima el intelecto. El lenguaje es a menudo un est�ndar de moral. La exactitud del enunciado rara vez es compatible con una gran frecuencia de enunciado. La escritura y el habla modernas son impotentes porque son descuidados. El lenguaje es tambi�n una gran fuerza moral en el mundo debido a su variedad. Un mundo de un solo idioma no ser�a un mundo muy interesante.

III. La gran importancia religiosa del lenguaje. La Biblia concede la m�xima solemnidad al uso del lenguaje. �Qu� hombre puede pensar que las palabras son ligeras y peque�as cosas cuando recuerda que es a trav�s de la instrumentalidad de las palabras inspiradas que Dios ha dado a conocer Sus mayores revelaciones a la humanidad? ( Canon Diggle. )

Las palabras de sabidur�a inspirada

Hay quienes consideran las dos cl�usulas de este vers�culo como antit�ticas. El primero indica las profundidades ocultas del mal en el malvado. "Las palabras de su boca son como aguas profundas". Es decir, est� tan lleno de astucia y enga�o que no puedes llegar a su significado. Esto �ltimo indica las comunicaciones transparentes de los sabios y los buenos. "La fuente de la sabidur�a como un arroyo que fluye". Las comunicaciones de uno son enga�osas: las palabras ocultan m�s que revelan.

Las palabras del otro son honestas y l�cidas. Hay otros que consideran las dos cl�usulas como un paralelismo. El car�cter de la primera cl�usula debe tomarse de la segunda. Las palabras de la boca de un hombre, es decir, seg�n la segunda cl�usula, de la boca de un sabio, son como aguas profundas, y la fuente de la sabidur�a como un arroyo. Usaremos las palabras as� como un paralelismo para ilustrar las palabras de sabidur�a inspirada que son "sabias" en el sentido m�s elevado.

I. Est�n llenos. Son como "aguas profundas". El mundo abunda en palabras superficiales, meros sonidos vac�os. Las palabras en la conversaci�n general de la sociedad y en la literatura popular de la �poca son vac�as, c�scaras sin grano, meras c�scaras sin grano. Pero las palabras de los hombres inspirados est�n llenas, rebosantes, llenas de luz y llenas de poder.

1. Los m�s grandes pensadores no han agotado su significado.

2. Todo pensador moderno descubre un nuevo significado. Cada p�rrafo tiene un continente de pensamiento.

�All� se encuentran vastos tesoros inexplorados,

Y maravillas a�n no contadas ".

II. Est�n fluyendo. "Un arroyo que fluye". Las palabras de la verdad eterna est�n siempre en movimiento. Palpitan en miles de almas cada hora, y su tendencia sigue adelante.

1. Fluyen del manantial eterno de la verdad.

2. Fluyen a trav�s de canales humanos. La sabidur�a divina habla tanto a trav�s del hombre como a trav�s de otros �rganos. �Los santos hablaron siendo conmovidos�, etc. El maestro supremo fue un hombre, Cristo, el Logos. Las palabras de su boca fueron en verdad como aguas profundas. Dado que el cielo ha hecho as� al hombre el �rgano de la sabidur�a, le corresponde al hombre:

(1) Darse cuenta devotamente del honor que Dios ha conferido a su naturaleza;

(2) Aspirar fervientemente al alto honor de ser un mensajero del Eterno. El hombre no solo debe ser el estudiante, sino el revelador de Dios.

III. Est�n fertilizando. Aqu� se los compara con "aguas" y con "un arroyo que fluye". Lo que el agua es para toda la vida f�sica, las palabras de la sabidur�a celestial son para las almas. Acelera y satisface.

1. Es un arroyo perenne. Ha flu�do a lo largo de estos siglos, impartiendo vida y belleza en su curso.

2. Es un "arroyo" que se acumula. As� como los arroyos de la naturaleza se convierten en r�os por la confluencia de arroyos contribuyentes, as� el arroyo de la verdad divina se ensancha y profundiza con cada contribuci�n del pensamiento santo. Y nunca fue tan amplio y profundo como ahora. ( Homilista. )

Versículos 6-8

Los labios del necio entran en contienda.

El discurso de un tonto espl�ndido

�Cu�n frecuentemente habla Salom�n del necio! y el tonto de su idea no era un hombre intelectualmente demente, sino un hombre moralmente malo.

I. Es quejumbroso. "Los labios del necio entran en contienda". Su mala naturaleza se manifiesta en su disposici�n a provocar peleas, a crear refriegas.

II. Es provocador. "Su boca pide caricias". Irritan a los hombres con los que hablan y, a menudo, provocan actos de violencia.

III. Es autodestructivo. "La boca del necio es su ruina, y sus labios el lazo de su alma". Ese discurso es realmente destructivo.

1. Destruye la propia reputaci�n del hombre. Un hombre quejumbroso no tiene respeto ni autoridad social; �l es rechazado.

2. Destruye el propio disfrute social del hombre. No tiene compa�erismo amoroso, ni amistades duraderas.

3. Destruye la propia paz mental del hombre.

IV. Es socialmente perjudicial. "Las palabras del chismoso son como heridas, y descienden hasta lo m�s rec�ndito del vientre". El chismoso, por regla general, es un hombre de temperamento espl�ndido; se deleita en la travesura. ( Homilista. )

Versículo 9

El tambi�n perezoso en su trabajo.

Indolencia

La indolencia es una corriente que fluye lentamente, pero que socava el fundamento de todas las virtudes. Era tan poco peligroso ser arrojado en una tormenta como permanecer as� perpetuamente en calma; tampoco sirve de nada tener en uno las semillas de mil buenas cualidades, si queremos el vigor y la resoluci�n necesarios para ejercerlas. Que la necesidad del trabajo deba considerarse un castigo es una idea mezquina y s�rdida, inventada por los afeminados, los perezosos y los viciosos.

Por el contrario, si Dios hubiera prohibido el trabajo, tal prohibici�n podr�a haberse considerado justamente una muestra de su disgusto, ya que la inacci�n es una especie de letargo, igualmente pernicioso para la mente y el cuerpo. Un sibarita afeminado, se nos dice, agradeci� a los dioses de todo coraz�n por no haber visto salir el sol en su vida. �Puede haber un emblema m�s llamativo de una mente estrecha y no iluminada? �De un sirviente malvado e in�til?

Versículo 10

El nombre del Se�or es una torre fuerte; el justo corre a ella y est� a salvo.

La seguridad de los que conf�an en Dios

I. Explique qu� debe entenderse por "el nombre del Se�or". Ninguna virtud o encanto particular se adjunta al sonido o la pronunciaci�n del nombre. En una veneraci�n err�nea por el nombre, los jud�os se negaron a pronunciarlo en absoluto. Pero una profanaci�n precipitada del nombre de Dios es indeciblemente m�s criminal. Por el nombre del Se�or debemos entender al Se�or Dios mismo: Su naturaleza, tal como se nos descubre en toda Su gloriosa perfecci�n, particularmente en Su poder y bondad para salvar y librar a los que ponen su confianza en �l. Tres formas principales por las que Dios se ha descubierto a s� mismo a la humanidad.

1. La creaci�n visible.

2. La Palabra escrita.

3. La administraci�n diaria de su providencia.

II. �Qu� implica que los justos corran hacia el nombre del Se�or como una torre fuerte? El ep�teto "torre fuerte" transmite a la mente la idea de protecci�n y defensa. La providencia todopoderosa de Dios es la defensa m�s segura y fuerte contra todos los enemigos de cualquier tipo, que su arte, su actividad, su maldad sea lo que quieran.

1. Tocar el nombre implica el vivo ejercicio de la fe tanto en el poder como en la voluntad de Dios de proteger. Es solo por fe que podemos ir a un Dios invisible. La fe, al aplicar el poder y la promesa de Dios, recibe mucha fuerza de los ejemplos de su misericordia, ya sea hacia nosotros mismos o hacia los dem�s. El nombre est� registrado en cada p�gina de la historia de la providencia.

2. El justo "corre hacia el nombre" mediante el ejercicio de la oraci�n ferviente. La oraci�n es el medio inmediato y directo de implorar la asistencia y protecci�n divinas. La fe es el principio habitual y la oraci�n es su aplicaci�n real. Aunque Dios conoce perfectamente todos nuestros deseos, requiere que imploremos su ayuda mediante la oraci�n. Y la oraci�n es el remedio natural al que todos est�n dispuestos a volar en situaciones extremas.

3. El justo "corre hacia el nombre" por la diligencia en su deber; lo que implica tres cosas:

(1) Diligencia en todos los deberes en general.

(2) Una atenci�n atenta a su conducta en todo momento de prueba o peligro. Ya sea que su peligro provenga de angustias corporales, de p�rdidas mundanas, de calumnias y reproches, el primer y gran cuidado del cristiano debe ser mantener intacta su conciencia.

(3) El uso diligente de todos los medios legales para su protecci�n y liberaci�n.

(4) Una renuncia a la dependencia de toda la ayuda creada. Nos encontramos con la torre fuerte de todo lo dem�s.

III. La perfecta seguridad de los justos.

1. �En qu� consiste esta seguridad? "Es seguro" podr�a traducirse "es exaltado", "colocado en lo alto". Dios los protege de peligros de los que no podr�an escapar. Tienen la promesa de fortaleza y apoyo en tiempos de prueba. Est�n seguros de la liberaci�n al final y la completa victoria sobre todos los sufrimientos de todo tipo.

2. Su certeza se basa en las perfecciones divinas, en las promesas fieles y en la experiencia de los santos. Aprender&mdash

(1) La pecaminosidad de la desconfianza.

(2) El remedio para la desconfianza. ( J. Witherspoon, DD )

Dos defensas: real e imaginaria

Los dos vers�culos ponen uno al lado del otro dos im�genes, dos fortificaciones: "El nombre del Se�or es una torre fuerte"; eso es as�, tanto si un hombre lo piensa como si no; esa es una verdad objetiva y siempre verdadera. �La riqueza del rico es su ciudad fuerte�, porque �en su propia opini�n� lo ha hecho as�. As� que, por un lado, tenemos el hecho y, por el otro, la fantas�a. Vale la pena mirar las dos im�genes.

"El nombre del Se�or es una torre fuerte". Ahora, por supuesto, no necesito recordarles que �el nombre del Se�or� o �el nombre de Jesucristo� significa mucho m�s que las s�labas por las que �l es designado, que es todo lo que entendemos generalmente por un nombre. Significa, para ponerlo en palabras mucho menos llamativas, todo el car�cter de Dios, en la medida en que se revela a los hombres. As� que tenemos que reconocer en esa gran expresi�n la expresi�n m�s clara de los dos pensamientos que a menudo se han considerado antag�nicos, a saber.

, la imperfecci�n, y sin embargo la realidad, de nuestro conocimiento de Dios. Su nombre no es el mismo que �l mismo, pero es aquello por lo que �l es conocido. Nuestro conocimiento de �l, despu�s de toda revelaci�n, es incompleto, pero es Su nombre, es decir, corresponde a las realidades de Su naturaleza, y puede ser absoluta y eternamente confiable. �El nombre del Se�or es una torre fuerte�, que, traducido en prosa sencilla, es solo esto: en ese car�cter revelado est� todo lo que los hombres desamparados e indefensos pueden necesitar para una seguridad absoluta y una paz perfecta.

Podemos ilustrar eso considerando al que defiende o al que se defiende. Por un lado, la sabidur�a perfecta, el amor perfecto, el poder perfecto, que perduran para siempre; y por otro lado, hombres agobiados por dolorosas angustias, lisiados y heridos por muchas transgresiones. Estos dos, la defensa y los indefensos, encajan entre s� como el sello de su impronta, la convexidad de la cavidad. Todo lo que el hombre necesita, Dios es, y cualesquiera peligros, pavor, dolores, p�rdidas, dolores, pecados, ataque a la humanidad, en �l est� el refugio para todos. �El nombre del Se�or es una torre fuerte.

" Crees eso; y �es una creencia operativa en sus vidas? "El justo corre a ella"; y �qu� es eso que se encuentra con �l? Ni m�s ni menos que el acto de fe. Una de las palabras del Antiguo Testamento que se traduce con frecuencia, y con raz�n, "confianza", tiene por significado literal huir a un refugio. Entonces, dice nuestro maestro, la manera de entrar en la fortaleza, y tener las solemnes almenas de ese nombre divino alrededor de nuestra debilidad desarmada y sin cobijo, es simplemente confiar en �l.

Pero la palabra sugiere la urgencia y el esfuerzo que siempre acompa�ar�n a la fe. "El justo corre hacia ella", no se entretiene en ella, "y est� a salvo". Y eso requiere esfuerzo y significa prisa. No pospongas tu vuelo. Y detente en �l cuando est�s all�, por esa constante comuni�n con el nombre del Se�or, que te traer� tranquilidad. "En m� tendr�is paz". Mant�ngase detr�s de los fuertes baluartes.

Pero hay una palabra formidable en este viejo proverbio. "El justo corre a ella". �No trastorna eso todas nuestras esperanzas? No necesito decir nada sobre la seguridad, excepto para hacer un comentario. La palabra traducida "es seguro" significa literalmente "es alto". La intenci�n, por supuesto, es expresar seguridad, pero la expresa de una manera pintoresca que tiene su relaci�n con la palabra en el siguiente verso, a saber.

, nos pone ante nosotros el pensamiento de que el hombre que se ha refugiado en la torre fuerte sube a lo alto de la misma por la escalera de caracol, y all� arriba los d�biles arcos del enemigo de abajo no pueden disparar una flecha que lo alcance. Esa es una verdad para la fe. Tenemos que soportar la suerte com�n de la humanidad, pero el mal que est� en el mal, la amargura que est� en el dolor, el veneno que est� en el aguij�n, todo esto puede ser quitado para nosotros.

Y ahora solo necesito decir una o dos palabras sobre la imagen complementaria, la imaginaci�n ilusoria. "La riqueza del rico es su ciudad fuerte, y un muro alto en su propia vanidad". Es muy dif�cil tener, preocuparnos y utilizar el bien externo sin confiar en �l. La Biblia no tiene una condena tonta de la riqueza. Y todos sabemos, ya sea en lo que respecta al dinero, a los amores terrenales, o a las posesiones externas y las bendiciones de todo tipo, lo dif�cil que es mantenerse dentro del l�mite, no depender de ellos, y pensar que si los tenemos somos bendecidos.

�Qu� podemos hacer, cualquiera de nosotros, cuando lleguen las calamidades reales? �La riqueza o cualquier otra cosa mantendr� alejadas las l�grimas? �Qu� evitar� los dolores, lidiar� con los pecados o nos permitir� tener buen �nimo frente a la muerte y la enfermedad, y decir: "No puedes tocarme"? �Ah! solo hay una cosa que har� eso por nosotros. "El nombre del Se�or es una torre fuerte". El otro hombre tiene �un muro alto en su propia vanidad.

��Viste alguna vez las fortificaciones de lona en algunos espect�culos que se levantan para imitar castillos fuertes? - lienzo estirado sobre trozos de palo. Ese es el tipo de muro fuerte que levanta el hombre que conf�a en la incertidumbre de cualquier cosa terrenal, o en cualquier cosa que no sea el Dios vivo. Manteng�monos dentro de los l�mites Divinos con respecto a todas las cosas externas. Es dif�cil hacerlo, pero se puede hacer.

Y solo hay una manera de hacerlo, y es mediante el mismo acto mediante el cual nos refugiamos en la verdadera fortaleza, es decir, mediante la fe y la comuni�n. Cuando nos damos cuenta de que Dios es nuestra defensa, podemos ver a trav�s de la insuficiencia de los dem�s. ( A. Maclaren, DD )

El nombre del Se�or, una torre fuerte

Es fundamental que las esperanzas del hombre descansen sobre bases firmes.

I. El nombre del Se�or es una torre fuerte. Los nombres tienen un doble uso: distinguir y describir. Nuestros nombres generalmente sirven solo para distinguir al individuo. A veces, sin embargo, describen tanto como distinguen, y cuando esta es la facilidad, su significado aumenta mucho. El nombre de Dios es descriptivo; describe los atributos de su car�cter tal como se nos han revelado. Lo que Dios es en s� mismo est� impl�cito en el nombre de Jehov�, el existente.

Lo que el Dios Todopoderoso es para sus criaturas rebeldes y pecadoras es un asunto de ansiosa investigaci�n. Es condescendiente, lleno de compasi�n, dispuesto a perdonar, lento para la ira, pero de ninguna manera aclara a los culpables. Tal es el nombre del Se�or, que el texto nos recuerda que es una �torre fuerte�. Una torre es un lugar construido para refugio y seguridad. Su fuerza consiste en la durabilidad de los materiales que la componen. El nombre de Dios se llama torre fuerte, debido a la solidez de los cimientos sobre los que edifican los que se cobijan en ella.

II. La conducta de los justos. �l "se topa con �l". El verdadero cristiano es aquel que se esfuerza seriamente en la b�squeda de la vida eterna. Lo impulsa una sensaci�n de peligro. Est� animado por la esperanza de la seguridad.

III. La seguridad de los justos dentro de la torre. Est� a salvo de ...

1. Los asaltos del diablo.

2. Del mundo.

3. De su propia depravaci�n natural.

4. De las acusaciones de la ley.

5. De las acusaciones de conciencia.

6. Del miedo a la muerte. ( JR Shurlock, MA )

Sobre la confianza en Dios

Como se consideraba que una torre fuerte, bajo el antiguo sistema de guerra, era un lugar de total seguridad contra cualquier da�o, este texto no es m�s que una forma figurativa de expresar la extrema importancia de poner toda nuestra confianza en Dios. La razonabilidad de este deber aparecer� si consideramos las perfecciones divinas.

1. El poder ilimitado de Dios. Es proclamado por los cielos, obra de sus dedos, y por la tierra, que �l ha suspendido sobre nada. Todo declara que �l es al menos completamente competente para nuestra preservaci�n y liberaci�n.

2. Su providencia particular, como se muestra en el gobierno del universo. Incluso las cosas que solemos considerar casuales y triviales est�n sujetas a Su control perpetuo.

3. Su beneficencia. Siempre est� dispuesto a aliviar y bendecir. No solo es competente, est� dispuesto a promover nuestro bien.

4. Su veracidad probada y aprobada "Fiel es Dios, el que prometi�". En nuestras relaciones mutuas, la experiencia es la base de la confianza, del cr�dito mercantil y del car�cter moral. El mismo principio deber�a llevarnos a confiar en Dios. Dos comentarios para proteger el tema de conceptos err�neos.

(1) Dios a veces puede parecer cruel y, sin embargo, no es menos merecedor de nuestra plena confianza.

(2) El cumplimiento de la voluntad divina es un requisito indispensable para una confianza bien fundada en el favor divino. Una confianza correcta en Dios incluye esfuerzos personales para alcanzar los objetivos de nuestro deseo. ( J. Grant, MA )

Nuestra torre fuerte

Hay muchos s�miles de guerra en la Biblia.

1. Los hombres se equivocan descansando satisfechos con bases inestables e inseguras. El sentido de dependencia es tan fuerte en todo hombre que nadie puede ser feliz solo y apoyado en nada. Los hombres tratan de satisfacerse con una u otra de estas tres cosas.

(1) Salud. Se aseguran a s� mismos que si perdieran todo lo que pose�an, su salud y energ�a les permitir�an abrirse camino en el mundo nuevamente.

(2) Amigos. Dicen: "Tengo amigos que est�n bien y seguramente me ayudar�n".

(3) Dinero. "La riqueza del rico es su ciudad fuerte, y como un muro alto en su propia vanidad". Ninguna de estas "torres" puede ser un lugar seguro de confianza. La salud es incierta. Los amigos fracasan. El dinero toma vuelo. Si proporcionan un peque�o refugio de los dolores comunes de la vida, no pueden proporcionar ninguno para esos dolores espirituales que son los verdaderos dolores.

2. Los hombres no pueden ser verdaderamente fuertes de por vida hasta que Dios los respalde. Conocer a un hombre es aprehender todo lo que constituye su individualidad, o "conocer su nombre". As� que el "nombre de Dios" incluye todo lo que lo representa como Dios: una comprensi�n justa de Dios y sus relaciones, un verdadero conocimiento de Dios. Conocer a Dios en el pacto es una torre fuerte. El "Dios de Abraham, Isaac y Jacob" es un Dios conocido a trav�s de las relaciones y probado por la experiencia.

Que Dios puede ser nuestra "torre". En las Escrituras, conocer el nombre de alguien implica familiaridad y confianza; y conocer a Dios por su nombre implica tal confianza que lo convierte para nosotros en una �torre� fuerte. Hacer cualquier cosa en nombre de otro es llevar consigo su autoridad, como con el embajador o el viejo profeta. El nombre de Dios es un dep�sito de riqueza y fuerza, del cual se pueden suplir todas las necesidades recurrentes. Luego viene la fuerza moral necesaria para lidiar con ...

1. Los ataques de la vida.

2. Las defensas de la vida.

3. Los retiros de la vida.

�Qui�n puede usar esta defensa de Dios? Solo el hombre cuyo prop�sito es vivir una vida recta y cuyo esfuerzo constante es realizar su prop�sito. ( P�lpito semanal. )

El nombre del se�or

I. Cristo es una fortaleza, porque como tal ha sido designado y ordenado por Dios. Sabidur�a.

II. Cristo es una Fortaleza, debido a la perfecci�n absoluta de Su obediencia y la total adecuaci�n de Su expiaci�n. Santidad y justicia.

III. Cristo es una Fortaleza, porque Dios realmente ha aceptado Su obra vicaria. Fidelidad.

IV. Cristo es una Fortaleza, porque como Rey se sent� a la diestra de la Majestad en las alturas. Poder.

V. El testimonio de los hombres: los "que han huido en busca de refugio". ( James Stewart. )

Nuestra Fortaleza

Las torres fuertes eran una seguridad mayor en una �poca pasada que ahora. Se consideraba que los castillos eran lugares muy dif�ciles de atacar; y las tropas antiguas preferir�an librar cien batallas que soportar un solo asedio. El que pose�a una torre fuerte sent�a que, por poderoso que fuera su adversario, sus muros y baluartes ser�an su salvaci�n segura.

I. El car�cter de Dios proporciona a los justos una seguridad abundante. El car�cter de Dios es el refugio del cristiano frente a otros refugios que han elegido los imp�os; y como un hecho y una realidad. El prop�sito de Dios en nuestra salvaci�n es glorificar su propio car�cter, y esto es lo que hace que nuestra salvaci�n sea positivamente segura; si todo el que conf�a en Cristo no se salva, Dios es deshonrado.

Su car�cter es la gran formaci�n de granito sobre la que deben descansar todos los pilares del pacto de gracia y sus seguras misericordias. Su sabidur�a, verdad, misericordia, justicia, poder, eternidad e inmutabilidad, son los siete pilares de la casa de la salvaci�n segura. Esto es cierto no solo de hecho, sino tambi�n de experiencia. Incluso cuando el Se�or mismo nos castiga, es muy bendecido apelar a Dios contra Dios.

II. C�mo se benefician los justos de esta torre fuerte. Se topan con �l. No paran de hacer ninguna preparaci�n. Y correr implica que no tienen nada que cargar; y ese miedo los aviva. Cuando un hombre entra en un castillo, est� a salvo por la inexpugnabilidad del castillo, no por la forma en que entr� en el castillo.

III. Entrar en la torre fuerte es una experiencia alegre. Para "es seguro", el margen dice "est� en alto".

1. Esto es un hecho. Est� a salvo, porque �qui�n puede hacerle da�o? �Qui�n tiene poder para alcanzarlo? �Qu� arma hay que pueda usarse contra �l?

2. Esto es cuesti�n de experiencia. El creyente en sus d�as elevados (y deber�an serlo todos los d�as) es como un �guila posada en lo alto de un pe�asco elevado. All� abajo hay un cazador que de buena gana golpear�a al p�jaro real; tiene su rifle con �l, pero su rifle no llegar�a a un tercio del camino. As� que el p�jaro real lo mira con silencioso desprecio, sin siquiera tener la intenci�n de tomarse la molestia de estirar una de sus alas, porque est� bastante a salvo, est� en lo alto. Tal es el estado del cristiano fiel ante Dios. ( CH Spurgeon. )

Un lugar de refugio

En los antiguos estados griegos, ciertos templos brindaban protecci�n a los criminales, a quienes era ilegal sacar de ellos, aunque el suministro de alimentos pod�a ser interceptado. Ya en el siglo s�ptimo, la protecci�n del santuario se otorg� a las personas que hu�an a una iglesia o ciertos l�mites que la rodeaban. En varias iglesias inglesas hab�a un asiento de piedra al lado del altar, donde los que hu�an a la paz de la iglesia eran custodiados por su santidad. ( Enciclopedia de Chambers. )

El nombre de Dios un refugio

El nombre de Dios es su puerto, donde entra con tanta valent�a como un hombre entra en su propia casa cuando se ducha. ( HG Salter. )

Versículo 12

Antes de la destrucci�n, el coraz�n del hombre es altivo, y antes de la honra, la humildad.

Honor y humildad

I. Explique la naturaleza de la humildad genuina.

1. No consiste en un estado de �nimo mezquino y servil, en nada que sea indigno del hombre o del cristiano. La humildad dignifica la naturaleza humana; un esp�ritu de servilismo lo degrada. Algunas personas son naturalmente t�midas y pusil�nimes. Pero esto es mera debilidad humana.

2. No consiste en dejarse llevar por un estado de �nimo abatido y abatido, ni en estar pensativo y triste en todas las ocasiones. La distancia y la reserva est�n tan lejos de ser el fruto de una humildad genuina, que a menudo proceden del orgullo y la presunci�n.

3. Existe lo que las Escrituras llaman una �humildad voluntaria� no requerida y no aprobada. Un comportamiento aparentemente humilde puede consistir en un esp�ritu altivo y aspirante.

4. La humildad genuina consiste principalmente en el estado de nuestro coraz�n hacia Dios. Aqu� la raz�n se inclina ante la fe y el inter�s ante la obligaci�n.

5. La humildad consiste en pensar en nosotros mismos como debemos pensar y en comportarnos en consecuencia.

6. Nuestra humildad aparecer� en los sentimientos que abrigamos hacia los dem�s, en el comportamiento que manifestamos hacia ellos.

II. El honor con el que se acompa�a la humildad cristiana.

1. Es el precursor de un elogio justo y digno. Dios exalta el �rbol bajo y derriba el alto.

2. La humildad es una preparaci�n para el honor. Un esp�ritu manso y tranquilo es en s� mismo un adorno. Prepara el camino para m�s honores.

3. Los honores eternos ser�n la generosa recompensa de la verdadera y genuina humildad. Dios salvar� a la persona humilde. ( B. Beddome, MA )

Humildad

El texto contiene una verdad muy cierta; y, sin embargo, es en su sentido apropiado y m�s amplio una verdad que debemos a la revelaci�n. Al hombre natural no le gusta creer en la necesidad de la humildad. Lucha por la dignidad de su naturaleza, afirma la suficiencia de sus propios poderes. El hombre sin ayuda ha podido descubrir un n�mero considerable de verdades importantes en la teor�a de la moral. Con las naciones pulidas de la antig�edad, la moral form� parte de la ciencia del gobierno.

Examinaron la moral y erigieron sistemas de moral, no con miras a determinar y establecer los deberes del hombre, sino del ciudadano. El cristiano no puede esperar mucha ayuda de este sector. Como no descansan sobre los cimientos correctos, ni apuntan al extremo correcto, las antiguas �ticas son miserablemente defectuosas y, a menudo, gravemente falsas. En ninguna parte son m�s enga�osos que en la estimaci�n que ense�an a los hombres a hacer de s� mismos.

Si volvemos nuestros ojos al mundo que nos rodea, encontraremos f�cilmente ejemplos de la conexi�n entre el orgullo y la ruina. El orgullo lleva a los hombres a asumir ofensivamente su superioridad. Conocemos la naturaleza apasionante del orgullo. Puede ilustrarse con la carrera del primer Napole�n. No es menos cierto que "antes del honor est� la humildad". Nada lleva m�s a menudo a los hombres a situaciones de respeto y eminencia que la modestia y la timidez.

Todo hombre de m�rito es tan consciente de sus deficiencias, se juzga a s� mismo con tanta severidad, adopta un est�ndar de excelencia tan elevado que nunca piensa con dificultad en s� mismo. Las personas pensantes saben esto y dan su veredicto en consecuencia. Y es la parte pensante de la sociedad la que asigna a un hombre su reputaci�n. Y la humildad tiene un efecto sobre el hombre mismo, en quien prevalece. La sensaci�n de la peque�ez de sus logros lo impulsar� a realizar grandes logros.

Y as�, as� como la causa est� antes que el efecto, as� antes del honor est� la humildad. Ahora aplique el texto a la vida espiritual. Tanto en la fe como en la pr�ctica, el orgullo conduce inevitablemente a la ruina. Es probable que nadie obtenga la verdad sobre temas espirituales si se acerca a ellos con un esp�ritu de orgullo. El hombre que depende de su inteligencia, que examina los objetos de la fe con esp�ritu autosuficiente, seguramente caer� en la infidelidad o en el error.

Si el hombre cuyo coraz�n es altivo llega a albergar opiniones ortodoxas de la verdad religiosa, sus opiniones no pueden beneficiarlo: la verdad debe entrar en su coraz�n como un principio vivo antes de que pueda ser de beneficio personal para �l. El primer efecto que tiene en el coraz�n es derribar el reino del orgullo. Siempre que el orgullo reina en un coraz�n, all� no se establece el reino de Dios. Cuando un pecador pasa de un estado de impenitencia a un estado de gracia, todo el proceso ser� acompa�ado por la humildad.

Y no hay crecimiento en la gracia, no hay seguridad sin humildad. Cuanto m�s nos conozcamos a nosotros mismos, m�s motivos encontraremos para la humildad. La humildad es nuestra seguridad. Cuando desconf�a de s� mismo y piensa mal de s� mismo, el cristiano se encuentra en el estado m�s favorable para su avance en la fe y la santidad. ( JG Dowling, MA )

Orgullo y humildad

Cuando la destrucci�n camina por la tierra, proyecta su sombra; tiene forma de orgullo. Cuando el honor visita la casa de un hombre, proyecta su sombra ante ella; est� a la moda de la humildad.

I. El vicio del orgullo.

1. Describe el orgullo. Es una cosa infundada; una cosa sin cerebro; la cosa m�s loca; una cosa proteica, siempre cambiando de forma.

2. El asiento del orgullo. El verdadero trono del orgullo es el coraz�n del hombre.

3. La consecuencia del orgullo: la destrucci�n.

II. La gracia de la humildad. Un buen hombre puede tener honor en esta vida. Pero Dios proh�be que hagamos de ese honor un manto de orgullo,

1. �Qu� es la humildad? Pensar correctamente en nosotros mismos. La humildad es hacer una estimaci�n correcta de nosotros mismos. No es humildad que un hombre piense menos de s� mismo de lo que deber�a.

2. �Qu� es el asiento o trono de la humildad? Es el corazon Detesto, de todas las cosas, la humildad que vive en el rostro. Los hombres avergonzados que se inclinan ante todo el mundo son hombres verdaderamente orgullosos; los hombres humildes piensan tan poco en s� mismos que no creen que valga la pena agacharse para servirse a s� mismos.

3. �Qu� viene de la humildad? "Antes del honor est� la humildad". La humildad es el heraldo que marca el comienzo del gran Rey. El que tiene humildad, luego tendr� honor. Aplica esto espiritualmente. ( CH Spurgeon. )

Versículo 14

El esp�ritu de un hombre sostendr� su enfermedad; pero un esp�ritu herido que puede soportar?

Sosteniendo nuestras dolencias

Los sufrimientos de esta vida no son desproporcionados a nuestra fuerza para soportarlos. Y los �nicos males que son intolerables e insoportables se deben totalmente a nosotros mismos.

I. �Qu� se entiende por sostener enfermedades? Las debilidades aqu�, al oponerse a un esp�ritu herido, deben significar solo sufrimientos externos, lo que es doloroso por afligir, excepto los des�rdenes y problemas de nuestra propia mente. El sostener enfermedades no significa que no debamos sentirlas. Es sentir pero no hundirse bajo el peso de ellos: como aquel hombre sostiene su carga que puede ir erguido, y no tambalearse, o al menos no caer, aunque sienta el peso de ella sobre sus hombros.

II. �Por qu� medios puede el esp�ritu de un hombre sostener sus debilidades?

1. Por el coraje natural y la fuerza de la mente. Hay una grandeza innata en la naturaleza humana que no se preocupa por confesar su propia debilidad; un coraje inexplorado que apoya a la parte grosera y analfabeta de la humanidad, incluso sin raz�n y sin discurso.

2. Por el poder de la raz�n, que se suma a nuestro coraje natural y nos da un sentido m�s confirmado de decencia y honor. El mero poder de la raz�n natural y los argumentos morales no puede apoyarnos en todos los eventos; pero la raz�n es la fuerza de la mente, y es la mente la que debe soportar los sufrimientos externos. La naturaleza nos proporciona much�simos argumentos para soportar los sufrimientos con facilidad, sin desmayar.

3. Por los argumentos que nos proporciona la religi�n. Refi�rase a dos: Que todo lo que sufrimos no es el efecto de una casualidad ciega o una necesidad fatal, sino que est� ordenado por una Providencia sabia y buena. Que si soportamos nuestros sufrimientos actuales con paciencia y sumisi�n a la voluntad de Dios, y los usamos sabiamente para mejorar nuestra gracia y virtud, nuestros mismos sufrimientos ser�n recompensados ??grandemente en el pr�ximo mundo.

Si Dios ve el dolor y la enfermedad, la pobreza y la desgracia, necesarios para curar o refrenar nuestras pasiones viciosas y desquiciadas, o para mejorar y ejercitar nuestras gracias, �tenemos alguna raz�n para quejarnos de que Dios toma medidas tan severas para salvar nuestras almas? Esto puede ser muy doloroso y afligido en la actualidad, pero luego tenemos la esperanza de una vida inmortal para sostenernos.

III. �Qu� se entiende por "esp�ritu herido"? Esta es una expresi�n metaf�rica y significa un esp�ritu que sufre dolor y problemas. Una herida en el cuerpo es una divisi�n de una parte de otra, lo que siempre es doloroso; y aunque un esp�ritu no puede dividirse as�, sin embargo, debido a que una herida causa dolor, se dice que un esp�ritu que est� desordenado y sufre dolor est� herido. El esp�ritu de algunos hombres est� herido por los des�rdenes y la violencia de sus propias pasiones.

Aman, o esperan, o temen, o desean, o se afligen inmoderadamente; y todas las pasiones son muy dolorosas cuando est�n en exceso. Los esp�ritus de otros hombres est�n heridos por un sentimiento de culpa. Su propia conciencia los reprocha y averg�enza.

IV. �Qu� insoportable es un esp�ritu herido! La ira, cuando se vuelve inmoderada, preocupa a la mente. Un amor desmedido por las riquezas o los honores o los placeres nos causa infinitos problemas, tormentos con una sed impaciente. Todo esto no es nada para las agon�as de una mente culpable. Y, adem�s, un esp�ritu herido no tiene refugio ni refugio, no le queda nada con qu� apoyarse. El esp�ritu de un hombre puede soportar sus debilidades, pero cuando el esp�ritu mismo est� herido, no hay nada que lo respalde.

Esto hiere nuestro coraje, nuestra raz�n, hace que todas las comodidades externas sean de mal gusto y nos priva de todas las comodidades de la religi�n. Un esp�ritu herido no puede encontrar ning�n apoyo en las consideraciones de la religi�n a menos que encuentre all� su cura. Pensamientos �tiles:

1. Esta es una gran reivindicaci�n de la providencia de Dios con respecto a esos males y calamidades que hay en el mundo. Dios no nos inflige nada m�s que lo que el esp�ritu de un hombre puede sostener, pero nuestros mayores sufrimientos se deben a nosotros mismos, y no son m�s imputables a la providencia de Dios que nuestros pecados.

2. Esto recomienda enormemente la sabidur�a divina en esa provisi�n que Dios ha hecho para nuestro apoyo en los sufrimientos.

3. Es mejor sufrir que pecar, incluso con respecto a nuestro caso presente, porque los sufrimientos pueden ser soportados por una mente inocente y virtuosa.

4. El gobierno de nuestras propias pasiones contribuye m�s a nuestra felicidad que cualquier disfrute externo. �Qu� rumbo equivocado toma la generalidad de la humanidad para hacerse feliz! Buscan la felicidad en el exterior, cuando la base de la felicidad debe establecerse en el interior, en el temperamento y la disposici�n de nuestras mentes. Una mente tranquila y tranquila resistir� todas las tormentas de la fortuna. Pero cu�n tranquilos y serenos sean los cielos, no hay paz para los malvados, que no tienen m�s que ruido, tumulto y confusi�n en su interior. ( W. Sherlock, DD )

La carga de un coraz�n herido

Este texto presenta una comparaci�n entre el dolor que aflige al hombre exterior y el que se alimenta del interior. �Qu� se entiende en el texto por "esp�ritu"? En el alma del hombre hay una parte superior e inferior; no, de hecho, en lo que respecta a su sustancia, porque es indivisible, sino en lo que respecta a sus facultades. Hay una parte superior y m�s noble del alma, puramente intelectual; y en operaci�n, as� como en sustancia, perfectamente espiritual, y esto se expresa en el texto con el t�rmino �esp�ritu�.

��Cu�l es el significado de que el alma sea� herida �? Esto no significa nada m�s que estar profunda e �ntimamente pose�do por un vivo sentido de la ira de Dios por el pecado. El sentido del texto es pleno y claro en esta �nica proposici�n, a saber, que el problema y la angustia de un alma que trabaja bajo un sentido del desagrado de Dios por el pecado es inexpresablemente mayor que cualquier otro dolor o problema.

I. �Qu� tipo de personas son los sujetos apropiados de este problema? Tanto los justos como los imp�os; pero con un tema muy diferente en uno y en el otro.

II. �D�nde aparece la grandeza extra�a, excesiva y, a veces, sobrenatural? Podemos reunir esto ...

1. Del comportamiento de nuestro Salvador mismo en esta condici�n.

2. De las expresiones m�s elevadas y apasionadas que de vez en cuando han sido pronunciadas por personas eminentes en los caminos de Dios, mientras trabajaban bajo �l.

3. De la ininterrumpida e incesante continuidad de la misma.

4. De la manifestaci�n violenta y m�s que ordinaria de s� mismo en signos y efectos externos.

5. De esos efectos horribles que ha tenido sobre personas que no han sido sostenidas por la gracia divina. Tanto la historia como la experiencia atestiguan los tr�gicos fines a los que han sido tra�dos los hombres abandonados por Dios, bajo las angustias de un esp�ritu herido.

III. De qu� formas y medios se introduce este problema en el alma.

1. Por reflexiones sobre la justicia divina, provocada.

2. Por temor a la misericordia divina, como abusada.

3. Por la retirada de Dios de Su presencia y el sentido de Su amor.

4. Estas perplejidades hirientes son tra�das sobre el alma por la comisi�n de Dios al tentador m�s de lo habitual para perturbarlo e inquietarlo.

IV. �Cu�l es el prop�sito y el prop�sito de Dios al poner a los hombres en una condici�n tan perpleja? Dios trae angustia sobre el esp�ritu de los piadosos y sinceros con un doble fin.

1. Amargarles el pecado.

2. Hacer cari�oso y realzar el valor de devolver la misericordia.

V. Saque algunas inferencias �tiles del todo.

1. Ning�n hombre se atreva a pronunciar nada burlonamente del presente o severamente del estado final de aquellos que se encuentran abrumados por las perturbaciones distractoras de un esp�ritu herido.

2. Que ning�n pecador seguro aplauda o se tranquilice a s� mismo en la presunta seguridad de su estado espiritual porque encuentra tantos problemas o angustia en su esp�ritu por el pecado.

3. Que nadie se excluya del n�mero de los que son verdaderamente sinceros y regenerados, s�lo porque nunca sinti� ninguno de estos asombrosos dolores de conciencia por el pecado. ( R. Sur. )

Sobre las heridas del coraz�n

Hay dos clases de bien y mal que pertenecen al hombre: los que respetan su cuerpo y los que respetan su estado espiritual. Pero no es f�cil convencer a los hombres de que el alma tiene intereses propios, muy distintos de los del cuerpo, y est� expuesta a enfermedades y heridas tan reales como las que padece el cuerpo, y a menudo mucho m�s graves. El vigor y el coraje naturales de la mente de un hombre pueden permitirle superar las angustias ordinarias de la vida; pero si dentro de �l la enfermedad le duele la mente y el coraz�n, �en qu� direcci�n puede buscar alivio? El esp�ritu o alma del hombre est� herido principalmente por tres causas: la locura, la pasi�n y la culpa.

I. Por locura. Es decir, mediante b�squedas vanas, ligeras e impropias; por una conducta que, aunque no deber�a ser inmediatamente criminal, sin embargo, es inadecuada para la edad, el car�cter o la condici�n en el mundo. El buen sentido no es menos necesario en nuestro comportamiento religioso y moral que en nuestros asuntos mundanos. En esta era de disipaci�n y lujo, cu�ntas avenidas se abren que conducen al Templo de la Locura.

Si algo sucede para despertar a personas de esta descripci�n de sus sue�os de vanidad, �qu� opiniones tan mortificantes e inquietantes de s� mismas surgir�n! La conciencia comienza ahora a ejercer su autoridad y a levantar su flagelo.

II. Por pasi�n. Si por la necedad el esp�ritu es herido, la pasi�n lo expone a heridas a�n m�s graves. Las pasiones son esas fuertes emociones de la mente que la impulsan a desear y actuar con vehemencia. Cuando se dirigen hacia objetos adecuados y se mantienen dentro de l�mites justos, poseen un lugar �til en nuestro marco; pero siempre requieren el gobierno y la moderaci�n de la raz�n. Cuando las pasiones de un hombre han sido satisfechas hasta el momento y se han dejado correr en exceso, se ha dado un golpe peligroso al coraz�n.

Se pierde el equilibrio del alma. El caso se vuelve infinitamente peor si la pasi�n que se ha apoderado de un hombre es del tipo vicioso y maligno. Sobre su mente oscura y ce�uda se ciernen continuamente ideas sombr�as. Las heridas infligidas al coraz�n por pasiones mal gobernadas son de naturaleza oprobiosa y deben ser sofocadas en secreto.

III. Por culpa. Si m�s all� de ser enga�ado por la locura o vencido por la pasi�n, un hombre es consciente de haber cometido actos de injusticia o crueldad, el aguij�n que se env�a al coraz�n es profundo y duradero. La voz de la naturaleza, de la conciencia y de Dios se har� o�r en �l. Se volver� despreciable ante sus propios ojos. El remordimiento se alimentar� m�s profundamente del coraz�n del hombre malo, si sucediera que hubo un per�odo en su vida en el que �l era un hombre diferente. Entonces aprendamos ...

1. Prestar la m�s seria y vigilante atenci�n al gobierno de nuestro coraz�n.

2. Unir la oraci�n al Dios Todopoderoso, adem�s de nuestros propios esfuerzos de proteger y gobernar nuestro esp�ritu.

3. Que el gran Dios ya ha comenzado a castigar a los malos por sus pecados y vicios. Ves Su mano en todo lo que el "esp�ritu herido" les hace sufrir. No ha retrasado toda retribuci�n a otro mundo. Aferr�monos a esta verdad de que la verdadera felicidad o miseria de todo hombre se hace por designaci�n del Creador, para depender m�s de s� mismo y del adecuado gobierno de su mente y coraz�n, que de cualquier cosa externa. ( Hugh Blair, DD )

La miseria, causas y remedios de una mente abatida

Traduzca el pasaje as�: El esp�ritu de un hombre (de un hombre valiente) sostendr� su enfermedad; pero un esp�ritu herido (abatido), �qui�n lo levantar�? Se sugiere una precauci�n para no ceder demasiado a las desgracias o problemas; en contra de dejar que nuestro esp�ritu se hunda o que nuestro valor nos falle en nuestro d�a de calamidad. Una mente vigorosa, un esp�ritu varonil, nos apoyar� en las enfermedades corporales internas o en los accidentes externos. El tema aqu� es una mente atribulada y abatida.

I. La miseria de eso. No solo una conciencia herida, sino generalmente una mente herida por el dolor y los problemas. Todo tipo de problemas y desdichas, tal como los siente el paciente, se pueden resolver en dolor de cuerpo o dolor de mente; en algunas sensaciones inc�modas, que com�nmente llamamos angustia. Qu� ventaja, en todo tipo de inquietudes, tener una mente bien fortificada y endurecida contra ellas. La fuerza de la mente y la fortaleza son de admirable utilidad para repeler el malestar y el dolor, y para evitar que produzca impresiones profundas y duraderas.

El esp�ritu de un hombre, aunque firme y erguido, se convierte en una especie de armadura a prueba de dolores internos o de cat�strofes adversas. Cuando el esp�ritu se hunde, cada calamidad se pone la cara m�s negra, y cada dolor e inquietud hiere a los vivos, y aumenta mucho con reflejos irritantes. La mente est� obsesionada con im�genes oscuras. El hombre se sienta y se entrega a su dolor, abraza su dolor, se abandona a la impaciencia, el llanto amargo y la desesperaci�n, neg�ndose a ser consolado.

II. Las causas que conducen a este extremo melanc�lico. Las causas ocasionales e inmediatas de esta enfermedad son externas o internas. Las calamidades externas de la vida son muchas y variadas. Una segunda causa es la sensaci�n de que alg�n pecado grave pesa sobre la conciencia. La mayor calamidad que puede haber es una vida mal gastada. Existe la melancol�a religiosa: la indisposici�n corporal, que con frecuencia es la �nica causa de una mente quebrantada y abatida.

III. Receta algunos remedios o conservantes adecuados. El coraje natural, la fuerza mental innata, es uno de los mejores conservantes. Regla

1. Conf�e en Dios y viva una vida conforme a la doctrina de Cristo.

2. Si�ntese lo m�s relajado posible con el mundo; Tejer y desenredar los afectos de las cosas temporales. Si podemos contentarnos con una parte moderada de la prosperidad temporal, estaremos menos preocupados por las desilusiones y, en consecuencia, estaremos mejor preparados para enfrentar las aflicciones y soportarlas. Otras reglas inferiores son, agradable compa��a; Buenos libros; empleo en una vocaci�n honesta; diversiones inocentes y cosas por el estilo.

Conf�e m�s bien en la fe, una buena vida y una buena conciencia como consecuencia de ello; junto con meditaciones fijas y constantes sobre las alegr�as de una vida por venir. Si haces estas cosas, nunca fallar�s. ( D. Waterland, DD )

Un esp�ritu herido

I. �Qu� se entiende por "esp�ritu herido"? Una conciencia culpable y autocondenante que surge tanto del sentimiento de pecado como del peligro al que se ha metido el hombre pecando.

II. �Por qu� un esp�ritu herido es tan doloroso e insoportable?

1. Importa un sentido de pecado al ofender la luz y la convicci�n de nuestras propias mentes.

2. Al ofender la majestad de un Dios bondadoso y misericordioso.

3. Una sensaci�n de peligro al provocar la justicia de un Dios enojado y vengador. Los esp�ritus de los hombres a menudo se sienten heridos y sus pensamientos afligidos por la sensaci�n de la actual verg�enza y los sufrimientos que sus malos comportamientos les acarrean. Los siguientes son delitos que, por su propia naturaleza, est�n acompa�ados de reflexiones inquietas y punzantes:

(1) Delitos p�blicos contra el gobierno y los intereses comunes y el bien de la sociedad.

(2) Cuando el malhechor tiene obligaciones de amor, fidelidad u obediencia a aquellos a quienes da�a.

III. Aunque la condici�n de tal persona es tan deplorable, no es desesperada ni desesperada. Por la gracia de Dios quedan medios para su recuperaci�n. Esa fe que, de acuerdo con los t�rminos del evangelio, justifica al pecador y le es contado por justicia, implica una firme creencia de que Jes�s era el Mes�as, el Salvador del mundo, y que sus sufrimientos y muerte en la cruz fueron un verdadero y apropiado sacrificio expiatorio por los pecados del mundo entero. Apliquemos los beneficios de esa expiaci�n general que Cristo hizo por los pecados de la humanidad a nuestras personas particulares. ( R. Fiddes, DD )

Sosteniendo la enfermedad

I. Un esp�ritu sano es lo que aliviar� las enfermedades y los problemas externos.

1. � Cu�ndo puede decirse que el esp�ritu de un hombre es sano? Cuando es renovado y santificado por el Esp�ritu de Dios. Un alma santa es sana. Hay una solidez natural o fortaleza de esp�ritu que no se desanima o rompe f�cilmente por problemas externos o dolor. Hay una solidez moral de esp�ritu cuando la conciencia iluminada no tiene nada grave que reprender a un hombre. Un esp�ritu sano es aquel que ha sido perdonado mediante la sangre de Jes�s y, por medio de �l, restaurado al favor de Dios. En cierta medida, se consuela con un sentido del amor de Dios y su propia seguridad por la eternidad.

2. Muestre que todo hombre tiene sus debilidades. "El hombre nace para los problemas cuando las chispas vuelan hacia arriba". �A trav�s de mucha tribulaci�n debemos entrar en el reino�. El t�rmino "enfermedad" denota lo que son las aflicciones, tanto en su naturaleza como en su tendencia, es decir, debilitar las cosas. Y el hombre no tiene la capacidad de impedir su llegada ni de liberarse de ellos cuando llegan.

3. �Hasta d�nde se sostendr� un esp�ritu sano bajo estos? El hombre no se vuelve insensible. Pero un esp�ritu sano ser� uno que ora; no abandonar� su esperanza en Dios de un resultado bendito, ni en este mundo ni en uno mejor; mantendr� algo de alegr�a. Este esp�ritu sano no est� solo; tiene el Esp�ritu de Dios con �l. Y este Esp�ritu resulta ser un consolador y ayudador, al llevar al cristiano afligido a familiarizarse con lo que est� escrito en la Palabra y con lo que se ha hecho dentro de �l.

II. Un esp�ritu herido es en s� mismo una carga, bajo la cual no hay pie sin alivio dado desde el cielo.

1. El esp�ritu o el alma del hombre puede resultar herido. Existe tanto un alma afligida como un cuerpo dolido. Hay una amargura peculiar en el coraz�n que solo Dios y �l mismo pueden comprender. Un esp�ritu herido est� lleno de angustia por un sentimiento de pecado.

2. Cu�ndo y en qui�n puede ser herido el esp�ritu. Ya sea antes de la conversi�n o despu�s. El alma del pecador est� herida porque Cristo puede volverse precioso y amable para �l, y llevarlo a su fin con �l en Sus propios t�rminos; para que se llene de un mayor odio al pecado; para que, cuando haya sanado, se agrande m�s en agradecimiento hacia su Dios misericordioso. La angustia de un esp�ritu herido ser� para siempre un argumento de amor a Dios y a Cristo, y pondr� a otros a considerar lo que son susceptibles de sufrir a causa del pecado en este mundo, adem�s de la muerte que es la paga del mismo en este mundo. otro.

El esp�ritu est� herido en lo que Dios est� a punto de recuperarse, para hacerlos y mantenerlos humildes todos los d�as. Por la angustia que precede a la recuperaci�n de la gracia, Dios alentar� la confianza de su pueblo en �l en las pruebas posteriores. �Qu� compasi�n se debe a quienes conocen por experiencia la insoportable carga de un esp�ritu herido! ( D. Wilcox. )

Un esp�ritu herido

Al escribir sobre los �ltimos d�as del general Grant, el general Badeau dice: �Los m�dicos declararon constantemente que aunque el c�ncer avanzaba de manera irresistible, no era el c�ncer el que produc�a el cansancio y el nerviosismo que, a menos que se detuviera, provocar�a la muerte muy pronto. Era demasiado evidente que la enfermedad mental y moral estaba matando a Grant; era el golpe que lo hab�a hecho polvo y lo hab�a humillado ante el mundo, del que no pod�a recuperarse. Aquel que era considerado tan imperturbable, tan fuerte, tan poco demostrativo, se mor�a por un sentimiento, debido a la injuria a su fama, las injurias a su honor ". ( JFB Tinling. )

La tortura de una conciencia herida

Mientras Ad�n mantuviera una conciencia pura hacia Dios, era feliz; pero habiendo tomado una vez el fruto prohibido, se detuvo un tiempo all�, pero no se contentaba con �l; el sol brillaba tan brillante, los r�os corr�an tan claros como siempre, los p�jaros cantaban tan dulcemente, las bestias jugaban tan agradablemente, las flores ol�an tan fragantes, las hierbas crec�an tan frescas, las frutas florec�an tan hermosas; ning�n punto de placer fue alterado ni disminuido; los objetos eran los mismos, pero los ojos de Adam eran diferentes.

Tal es la tortura de una conciencia herida, que es capaz de deshacer el para�so, y su carga es tan insoportable, que es capaz de sofocar el coraje y aplastar los hombros del m�s grande H�rcules, del hombre m�s poderoso sobre el rostro del tierra: �qui�n puede soportarlo? ( J. Spencer. )

Quejas del esp�ritu

Estos son, de todos los dem�s, los m�s pesados ??y penosos de soportar; estos hacen doloridos los hombros que deber�an sostener las otras dolencias. Si el esp�ritu es herido por la perturbaci�n de la raz�n, abatimiento por la angustia, sea lo que sea, y desesperaci�n por el alivio; si el esp�ritu es herido por las asombrosas aprensiones de la ira de Dios por el pecado, y las temibles expectativas de juicio y la ardiente indignaci�n, �qui�n podr� soportar esto? Los esp�ritus heridos no pueden ayudarse a s� mismos, ni los dem�s saben c�mo ayudarlos. Por tanto, es prudente mantener la conciencia libre de ofensas. ( Matthew Henry. )

Versículos 15-16

El coraz�n del prudente adquiere conocimiento.

El logro del conocimiento y el poder de la bondad.

I. La consecuci�n de conocimientos. �El coraz�n del prudente adquiere conocimiento�, etc. Las palabras sugieren que el logro del conocimiento requiere dos cosas.

1. Un coraz�n para ello. "El coraz�n de los prudentes". Debe haber, al menos, en cada "coraz�n" una conciencia de su necesidad. El hombre obstinado, autosuficiente, que es sabio en su propia opini�n, nunca obtendr� conocimiento. Aunque el sol del conocimiento brille a su alrededor, sus rayos no pueden penetrar en �l. Todas las contraventanas de su casa mental est�n tan cerradas por la autosuficiencia que no pueden entrar los rayos. Un sentido de ignorancia es el primer paso para alcanzar el conocimiento.

2. Un esfuerzo por ello. "El o�do del sabio busca el conocimiento". La oreja es una de las grandes ensenadas. La sabidur�a no entra en el alma a menos que se busque como un "tesoro escondido". Si bien todo esto es cierto para el conocimiento general, es especialmente cierto para el conocimiento Divino.

II. El poder de la bondad. �La d�diva del hombre le abre paso y le lleva ante los grandes hombres�. Hay dos tipos de regalos, el regalo del ego�smo y el regalo de la bondad. A veces, un hombre concede un favor a otro para recuperar algo de mayor valor. Este regalo es un soborno. El don de la bondad es el verdadero don y el verdadero poder. Hace espacio para el dador en el coraz�n del que recibe, y lo lleva ante hombres verdaderamente grandes. Los grandes hombres reconocen y honran a los generosos.

1. La bondad es el poder m�s poderoso.

2. La bondad es el poder m�s divino. ( D. Thomas, DD )

El don de un hombre le abre espacio.

Dar: un estudio de costumbres orientales

En Oriente, la costumbre de dar regalos afecta todas las relaciones de la vida: dom�stica, social, comercial, pol�tica y religiosa. En tierras de libertad defendida por la ley, representaci�n democr�tica y libertad de prensa, es dif�cil darse cuenta de cu�nto hay que esperar donde est�n ausentes, y de la gran importancia que adquieren los medios y recursos por los cuales, cuando el derecho no puede. ser cumplidas legalmente, las promesas pueden no obstante obtener cumplimiento, los indiferentes se interesan, los alienados se reconcilian y los poderosos y ricos se vuelven considerados y bondadosos.

En este sentido, el dar y recibir obsequios juega un papel destacado. Entre tanta variedad en cuanto a las ocasiones de dar y el car�cter de las cosas dadas, hay dos usos principales. El primer y fundamental significado es cari�oso y sincero, y debe su popularidad a los sentimientos c�lidos e impulsivos de las personas dentro de un �rea determinada. Es la expresi�n y prueba de la sinceridad del amor ( 2 Corintios 8:8 ).

El segundo es utilitario. "El don de un hombre le abre espacio". La abundante hipocres�a que envuelve este segundo sentido es un tributo a la realidad y fuerza del sentido cari�oso original as� simulado. A modo de ilustraci�n, debemos volver a las circunstancias de la vida oriental que hacen que la entrega de regalos sea popular y conveniente. Para el visitante de Oriente, acosado por todas partes por demandas de backshish, "un regalo", el principio de la entrega de regalos parece ser el resumen de la vida oriental y todas sus instituciones.

I. Vida familiar. Aqu� la entrega de regalos es placentera y sin restricciones: la prueba de la abundancia m�s que la mera sinceridad del amor. Las ocasiones especiales son el nacimiento, los esponsales, el matrimonio, la recuperaci�n de una enfermedad y el regreso de un miembro de la familia de un viaje. El dinero se da y se presta libremente, su rechazo se considera vergonzoso y no se olvida f�cilmente de la alienaci�n. Un regalo favorito es el de las joyas o la ropa que se le quita a la persona y se le da a un amigo para que sea un recuerdo constante de los ausentes, y una prueba de que ser� atesorado en el coraz�n, incluso cuando su cuerpo ahora est� envuelto en la ropa de su amigo.

II. Vida social. La vida p�blica se lleva a cabo, en la medida de lo posible, por l�neas familiares. La familia no es meramente un c�rculo �ntimo de afectuosa devoci�n; tambi�n es un gremio de intereses comunes. Una hija, si es posible, est� casada entre sus parientes. Un padre que lleva a su hijo a una tienda u oficina le dice al gerente: "�l es tu hijo", lo que implica una autoridad completa sobre �l y tambi�n consideraci�n por su bienestar.

Las leyes orientales de la ense�anza del vecindario, la simpat�a, la tolerancia y la amabilidad surgen de la familia. Las condiciones de la vida industrial y la forma patriarcal de gobierno han tendido a�n m�s a desarrollar el h�bito de dar obsequios, haciendo de un acto afectivo el medio para lograr fines mercenarios y abriendo el camino al soborno, la intriga y la deshonestidad. El terrateniente oriental siempre ha pagado a sus trabajadores en especie, d�ndoles una cierta parte del producto.

Es un regalo de lo que es su patrimonio personal. El jeque o emir de la familia principal protegi� a�n m�s al campesinado de los merodeadores beduinos, "los ni�os del este", y los regalos que se le dieron fueron un agradecido reconocimiento de protecci�n y prosperidad. Tales obsequios, que pon�an al receptor en la posici�n de un benefactor, tomaban f�cilmente la forma de chantaje, y la omisi�n de ellos era una grave descortes�a.

As� David mir� a Nabal despu�s de haber protegido a sus pastores. A partir de las simples condiciones de la vida pastoral e industrial, se recurri� al h�bito all� donde la dignidad deb�a ser halagada o se necesitaba una intervenci�n favorable. Para el litigante oriental, lo principal es obtener el favor personal del juez, y un regalo le parece un desembolso m�s directo y eficaz que pagar un abogado y reunir testigos.

Incluso cuando se sabe que el juez es inteligente y recto, los orientales muestran respeto y env�an regalos a los amigos personales del juez para que puedan ejercer su influencia con �l. Por lo tanto, incluso bajo el gobierno de David, Absal�n pudo propagar la sedici�n y el descontento al declarar c�mo revolucionar�a la administraci�n de la tierra. La libertad absoluta de esta mancha fue un elemento principal en el testimonio de Samuel en cuanto a su propia vida oficial.

III. Religi�n. Las afirmaciones de la religi�n est�n mucho m�s �ntimamente entrelazadas con los asuntos comunes en Oriente que en Occidente. No hay nada de segregaci�n dominical. Se declara p�blicamente que toda la prosperidad empresarial proviene de Dios, cualesquiera que sean los medios que se tomen para obtenerla. En especial, se ven a menudo dos frases escritas sobre las puertas de las tiendas: �La prosperidad est� en la mano de Dios� y �Esto tambi�n es de la gracia de mi Se�or.

Los mendigos de la calle reconocen esto y hacen una pausa para recibir un regalo cuando ven que se efect�a una compra. Se les debe algo como parte de las ganancias del mismo Se�or. Un mendigo en la puerta no alega su pobreza ni intenta explicar sus circunstancias, sino que pronuncia el nombre de Dios y dice: "�Soy un invitado a tu puerta!" y si la puerta no se abre grita en voz alta: "�Ustedes tambi�n son sirvientes!" Rara vez se despide al mendigo de la puerta con la declaraci�n de que no hay nada para �l.

Se le dice: "Dios te dar�". Del mismo modo, el clamor constante al costado de la calle es: "Dios los bendecir�"; �Dios dirigir� tu camino�; "Dios lo pagar�". La costumbre de dar regalos en sus mejores y m�s sinceras aplicaciones tiene, pues, su origen en el deber hacia la familia y la deuda con Dios. Su adaptaci�n a relaciones m�s sociales y p�blicas es el resultado de estos dos. La indiferencia hacia el honor de la familia y las afirmaciones de la religi�n convierte a la "persona profana" o "tonta" en la Biblia.

El juez injusto ( Lucas 18:1 ) se perfila agudamente por la omisi�n de estos dos aspectos principales. Oriental no exist�a una tercera posici�n como la de un funcionario que act�a con justicia en aras de la justicia, aunque sea ateo e inmoral en la vida personal. ( GM Mackie, MA )

Versículo 17

El que es el primero en su propia causa, parece justo.

El sesgo del lado de uno mismo

Este proverbio toca la vida humana en muchos puntos, y los seres humanos sienten que los toca. Concuerda con la experiencia com�n. Es fiel a la naturaleza: la naturaleza ca�da y distorsionada. No se aplica a la humanidad en inocencia. No tiene nada que ver con la nueva naturaleza de un hombre convertido. Esta Escritura revela un bache en la criatura que Dios hizo recta. El amor propio es el giro en el coraz�n interior, y el inter�s propio es el lado al que tiende constantemente la variaci�n de la rectitud.

El inter�s de un hombre se ve afectado por la palabra o el acto de otro; Inmediatamente se persuade a s� mismo de que lo que est� en contra de su propio deseo tambi�n est� en contra de la justicia, y argumenta en consecuencia. �l expone su propio caso, pero se inclina hacia un lado y ve cada fijaci�n en una forma distorsionada. Su caso es tanto un pecado como un error. En la exposici�n de tu caso, �permites que un deseo ego�sta de victoria desv�e tu lengua de la l�nea recta de la verdad? Hay margen de mejora aqu�, y la mejora aqu� delatar�a al mundo.

Si un hombre puede detectar exageraciones por un lado y encubrimientos por el otro, lo que equivale a falsedad en su efecto general, muestra que el temor de Dios no estaba ante los ojos del testigo cuando omiti� su testimonio. Caminar con Dios en la regeneraci�n es el camino corto y seguro hacia la verdad r�gida en todas sus relaciones con los hombres. El adversario no encontrar� nada si alguien m�s grande que �l ha estado all� antes que �l. ( W. Arnot, DD )

Versículo 19

Un hermano ofendido es m�s dif�cil de ganar que una ciudad fuerte.

Poder f�sico y poder moral

En los primeros a�os de vida de los hombres y las comunidades, el poder m�s admirado es el f�sico. Aquellos que pueden vencer en el mundo material son los h�roes de los j�venes. M�s tarde, los hombres piensan m�s en los logros intelectuales. El m�s grande de las escuelas es el m�s grande del mundo. En la etapa m�s madura de la vida nos contentamos con haza�as menos conspicuas; porque vemos que lo menor puede ser mayor. Consideramos que es m�s importante conquistar en el �mbito de la vida moral que en el �mbito de la naturaleza o el �mbito del intelecto.

El vencedor en el campo de batalla puede ser grande, pero el vencedor del coraz�n de los hombres es mayor. Un hermano ofendido puede ser m�s dif�cil de ganar que los barrotes de un castillo, pero tanto m�s noble es la victoria. Ganar a los hombres es un logro m�s noble que la derrota de los cuerpos de los hombres o la confusi�n de sus mentes. ( Mons. Boyd Carpenter. )

Discordias entre hermanos

Ninguna discordia es como la de los hermanos; cuanto m�s cercana est� la uni�n, mayor es la separaci�n en caso de ruptura; porque los lazos naturales, al ser m�s fuertes que los artificiales, una vez que se rompen, apenas se rehacen, ya que las costuras cuando se rompen pueden volver a sembrarse; pero los desgarros en toda la tela no se remedian tan f�cilmente. ( HG Salter. )

Versículo 21

La muerte y la vida est�n en poder de la lengua.

El poder del habla

De todos los poderes que posee el hombre, apenas hay uno m�s terrible que el poder del habla. Es un poder parecido a Dios. El habla humana no es una mera evoluci�n del llanto de los animales. El habla se hizo posible en la tierra solo cuando en la tierra apareci� uno en quien el Esp�ritu Divino hab�a soplado el aliento de vida y lo hab�a convertido en un alma viviente. Debido a que el origen del habla es Divino, las palabras tienen un poder tan terrible.

Considere lo que es una palabra. Desde el punto de vista del materialista, no es m�s que una ligera agitaci�n de las part�culas de aire que nos rodean. No se puede concebir nada m�s d�bil, nada m�s evanescente. Sin embargo, esa palabra puede hacer o estropear una vida humana; esa palabra puede llenar un hogar de alegr�a o desesperaci�n.

I. La muerte est� en poder de la lengua. �Cu�n significativo es de la condici�n ca�da de nuestra raza que aqu� se ponga la muerte en primer lugar! Para probar la veracidad de nuestro texto, tomemos algunas ilustraciones del poder mort�fero de la lengua.

1. Tome el poder mortal de las palabras descuidadas, vanas y fr�volas. Parecen inofensivos. �Cu�nto da�o hace la conversaci�n ligera y descuidada incluso de los cristianos acerca de la religi�n! �Cu�nto da�o causa el h�bito demasiado com�n de bromear con las Escrituras! Tal h�bito induce a la irreverencia y sienta las bases para la irreligi�n.

2. Toma el poder mortal de las palabras burlonas. Una burla, una burla, corta a muchos hombres como un cuchillo. Por las palabras burlonas de los compa�eros, muchas almas que acaban de escapar han sido forzadas a volver a la esclavitud del pecado y llevadas a una tumba sin Cristo.

3. Como ilustraci�n m�s seria de lo mismo, tomemos el poder de las palabras falsas. Si bien la mentira abierta y deliberada es reprobada por todos, muchos no tienen un sentido suficiente del da�o causado por la falsedad y la falta de sinceridad del habla. Cada mentira engendra otras mentiras; y de las exageraciones irreflexivas de la conversaci�n al perjurio deliberado, que en nuestros d�as se ha vuelto tan com�n en nuestros tribunales, el descenso es r�pido y f�cil.

4. Una ilustraci�n a�n m�s seria del poder mort�fero de la lengua se ve en relaci�n con la calumnia. Dice Robertson, de Brighton, en un gran serm�n en la lengua: �En la gota de veneno que se destila de la picadura del insecto m�s peque�o, o las espigas de la hoja de ortiga, se concentra la quintaesencia de un veneno tan sutil que el el microscopio no puede distinguirlo, pero es tan virulento que puede inflamar la sangre, irritar todo el sistema y convertir la noche y el d�a en una miseria inquieta. As� que est� en el poder de las palabras calumniosas inflamar los corazones, hacer febril la existencia humana, envenenar a la sociedad humana en las fuentes de la vida ".

5. Pero la ilustraci�n suprema del poder mort�fero de la lengua se encuentra en palabras indecentes. El hombre de habla indecente puede compararse con el asesino. Uno destruye el cuerpo, el otro destruye el alma. Si execramos al hombre que en el tiempo de la pestilencia manchar�a los muros de una ciudad con veneno de la peste, �qu� diremos del hombre que profana el templo del alma con su discurso indecente? Para miles y decenas de miles, el discurso indecente es la revelaci�n de un mundo de maldad previamente desconocido. Con �l se contamina la imaginaci�n, se prende fuego a la naturaleza corrupta, se rompen las barreras que protegen la pureza y se lleva al alma a la ruina absoluta.

II. La vida est� en poder de la lengua. Cuando la lengua es consagrada, cuando es guiada y controlada por un coraz�n lleno del Esp�ritu Santo, se convierte en un gran poder para destruir las obras del diablo.

1. El habla seria y cort�s reemplaza a la habla descuidada, ligera y fr�vola. Nuestras palabras llevan a los buscadores a Cristo, en �l para encontrar la vida eterna.

2. Las palabras de consuelo y aliento sustituyen a las burlonas. El poder de las palabras de consuelo para animar a los afligidos y abatidos es simplemente maravilloso. Literalmente dan vida al alma.

3. Las palabras amables sustituyen a las palabras crueles. Cada palabra amable que se pronuncia hace que este mundo se parezca m�s al cielo. Porque donde la calumnia engendra odio, la bondad engendra amor.

4. Las palabras verdaderas salen a luchar contra las falsedades de las que est� llena la tierra. Cada palabra verdadera que se pronuncia une m�s estrechamente a la sociedad humana y hace que la carga de la vida sea m�s f�cil de soportar.

5. Y luego salen palabras puras para iluminar y purificar y limpiar vidas oscurecidas, degradadas y contaminadas por los males del mundo. Ante el hombre de habla pura se esconde el indecente. La pureza es como la luz del sol. Cuando se deja entrar en la mente, las cosas malas e inmundas que all� habitan huyen, como las criaturas malignas bajo una piedra huyen de la luz del d�a. Pero lo que es verdad de la lengua tambi�n es verdad de la pluma. La literatura actual tiene un poder tremendo. �Y qui�n duda de que en innumerables casos se trata de un poder que conduce a la muerte?

(1) �Qui�n puede estimar el da�o causado por los innumerables libros fr�volos y absolutamente in�tiles que se publican en la prensa? Incluso cuando no son positivamente da�inos, pierden el tiempo.

(2) Y si estos son da�inos, �cu�nto m�s lo son los libros falsos y enga�osos que se publican en tal cantidad en nuestros d�as!

(3) Pero el poder mort�fero de la prensa no se ve en nada tan espantoso como en su edici�n de literatura impura e indecente. Pero si la prensa tiene tal poder, y si los autores est�n usando este poder para el mal, se vuelve m�s necesario que lo usemos para el bien. Un buen libro que entra en una casa puede impedir la entrada de un libro malo. Un buen libro que sigue a un mal libro puede neutralizar en gran medida el da�o que ha hecho el primero. ( GHC Macgregor, MA )

El poder de la lengua

La facultad del habla es una de las facultades m�s elevadas con las que hemos sido dotados. Grande es su valor para el hombre como ser inteligente y social, y grande es el peso de responsabilidad que implica la impresi�n de ello. Sin embargo, el sabio hebreo parece haber excedido el l�mite justo permitido incluso para una hip�rbole cuando dice: "La muerte y la vida est�n en el poder de la lengua". Sin embargo, no hay nada m�s que lo estrictamente exacto en esta oraci�n.

Literalmente, las palabras son: "La muerte y la vida est�n en la mano de la lengua". El autor representa esta facultad como un ser vivo, como �rbitro del bien y del mal, como eliminador de la fortuna humana.

I. Vea la verdad del texto en su aplicaci�n a la vida presente. Como m�xima de prudencia com�n, las palabras merecen atenci�n. Hay personas que nunca hablan bien de otras. Y a menudo fatal es su cruel actividad. Invierta la imagen y vea la felicidad que sonr�e en el hombre que habla de los dem�s en el lenguaje de la justicia, la gentileza y la caridad. Siempre que pueda, dar� testimonio de la integridad y el buen car�cter de los dem�s.

Pero nuestro proverbio no se aplica simplemente a casos extremos, como estos. Cuando un hombre habla con mera irreflexi�n, puede haber personas que lo escuchen y sobre quienes sus palabras muy aleatorias caigan como un b�lsamo o como un veneno. cuida nuestra boca. Lo que decimos es una influencia muy importante en nuestra propia condici�n en este mundo, porque nuestra condici�n se ve muy afectada por lo que otros piensan de nosotros, y sabemos muy bien que no es f�cil luchar contra las dificultades creadas por un mal car�cter. La estimaci�n en la que estamos sujetos se ve muy afectada por nuestras palabras.

II. Vea la verdad del texto en su relaci�n con nuestra condici�n espiritual. La muerte espiritual es el efecto frecuente y melanc�lico de los esfuerzos imp�os de las lenguas de algunos hombres. Pero la vida tambi�n est� en poder de la lengua. La causa de Dios nunca ha estado sin su noble banda de testigos. Sin embargo, por importantes que sean los efectos de lo que decimos en los dem�s, no pueden ser mayores de lo que son sobre nosotros mismos.

Una palabra puede determinar nuestra condici�n para siempre. Las oraciones, las alabanzas y la conversaci�n santa no pueden ser en vano, ni las maldiciones, las burlas y las charlas ociosas pueden ser en vano. Es de temer mucho que encontremos muchas cosas que andan mal en nosotros mismos cuando presionamos nuestra conciencia con la pregunta: �Hemos actuado como aquellos que cre�an que la muerte y la vida est�n en poder de la lengua? ( JG Dowling, MA )

La lengua, o hablar bien

Como en lo f�sico, as� en lo moral, la lengua es el criterio del hombre oculto y eterno. Solo el autogobierno puede conformar a los hombres a Cristo, y no hay autogobierno donde la lengua es ind�mita.

I. La lengua es una gran bendici�n. El don de la palabra es una bendici�n valiosa. La creaci�n animal no lo tiene. En el caso del hombre, la mente se expresa a trav�s de la materia. El esp�ritu habla a trav�s de la arcilla. �Bendito don, el don del habla! La m�s rica melod�a de la creaci�n, la m�sica de la naturaleza, la vida de la poes�a, el veh�culo del sentido com�n, la encarnaci�n de las contemplaciones del alma.

II. La lengua es la esclava del coraz�n. Estrictamente, la lengua nunca habla al azar. La lengua es el criterio del hombre moral. Un coraz�n enfermo o sano se anuncia as� con sinceridad. Mientras que la mente es el est�ndar del hombre, la lengua es el est�ndar de la mente. El ap�stol Santiago consider� una lengua sana en una luz tan importante que lleg� a la conclusi�n, �si alguno no ofende en la palabra, �ste es un var�n perfecto, y capaz tambi�n de refrenar todo el cuerpo.

Para �l implicaba tal mortificaci�n de la naturaleza, tal crecimiento en la bondad y tal autogobierno constante, que consideraba que el hombre que hab�a dominado sus labios no estaba lejos de la perfecci�n. Las palabras ociosas delatan una mente desperdiciada, sin valor y sin cultivar; palabras severas, una mente salvaje y maliciosa; palabras airadas, una mente encendida en el infierno; susurrando palabras, una mente moldeada en el molde de Judas; palabras jactanciosas o despectivas, una mente llena de vanidad; palabras falsas y enga�osas, una mente que el que fue un mentiroso desde el principio ha usurpado como su terreno de placer. As�, nuestros dichos diarios son nuestro yo diario, y nuestras palabras testifican nuestros pensamientos m�s �ntimos.

III. La lengua estropeada por el pecado es enf�ticamente la fortaleza de satan�s. Ning�n miembro del cuerpo le ha prestado a Satan�s m�s servicio que la lengua. A trav�s de todas las generaciones, cu�ntos de los mejores y m�s �tiles hombres han sido atacados por calumnias. Las lenguas sensuales, las lenguas lisonjeras, las lenguas esc�pticas de los hombres malos y la contienda de lenguas entre los hombres buenos, han demostrado que Satan�s es el se�or del lenguaje. La lengua es el �rgano de Dios, pero tenga cuidado de que el diablo no juegue con ella hasta que en la muerte se cifre y no se oiga m�s.

IV. La lengua s�lo puede curarse mediante la contemplaci�n habitual de Cristo. Es al mirar a �l, el autor y consumador de nuestra fe, al estudiar de cerca Sus excelencias y llen�ndonos de Su Esp�ritu, que efectivamente mantenemos la puerta de nuestros labios contra todo intruso imp�o e incondicional. Las lenguas de los cristianos deben ser eminentemente instructivas. Tambi�n deber�an ser consoladores. Y deber�an ser, en el momento oportuno, reprobadores. Mant�n la puerta de tus labios. Sea lento para hablar, lento para la ira. ( Mortlock Daniel. )

El uso y abuso del habla

La religi�n requiere mucho m�s que la decencia exterior o el refinamiento de los modales. Deducimos de las Escrituras que debemos ordenar nuestro discurso con miras al beneficio de nuestros semejantes y la promoci�n de la gloria de Dios. Debemos tener en cuenta el car�cter moral y las consecuencias de nuestro discurso. Muchas personas abusan del poder de la lengua tan incesantemente que dejan de darse cuenta del estado de depravaci�n del coraz�n que indica.

En la medida en que Dios escucha y toma nota de nuestros dichos, traemos el bien o el mal sobre nuestra alma seg�n la manera en que se emplee el poder de la lengua. El habla forma parte del car�cter. Existe una conexi�n inseparable entre lo que decimos y lo que pensamos. La conversaci�n de cada hombre tiene una personalidad distinta de la que no se puede despojar. El pensamiento despierta el sentimiento y el sentimiento induce la expresi�n.

Cuando un hombre habla, su car�cter pasa a la acci�n. Nuestras palabras afectan nuestro propio futuro inmortal y continuamente ejercemos una influencia sobre el bienestar de nuestro pr�jimo. El poder de la lengua es infinitamente reproductivo. Sus efectos son incalculables. Y la orientaci�n de nuestro discurso es un tema que nos preocupa profundamente. Pocos de nosotros podemos mirar atr�s al pasado sin la conciencia de haber ofendido mucho con la lengua. La consideraci�n de este tema muestra la necesidad de una renovaci�n llena de gracia del coraz�n. ( AB Whatton, LL. B. )

La lengua es un agente del bien o del mal.

La lengua es un miembro que Dios ha usado para producir una gran miseria o una gran bendici�n. Tan pronto como el pensamiento se encarna en el lenguaje, asume la forma de un motor viviente.

I. El motor del consejo. Si a los hombres se les pide consejo o consejo, s�lo pueden darlo en proporci�n al conocimiento que posean. Ilustre a partir del consejo dado por el maestro de familia o por un maestro p�blico.

II. El motor de la calumnia. Los calumniadores incluyen al murmurador, al chismoso, al anatomista entusiasta. La mente del hombre est� por naturaleza eminentemente preparada para convertirse en el motor de la calumnia.

III. Como motor de la adulaci�n. Los hombres est�n m�s dispuestos a perdonar un mal que se les ha hecho que un mal dicho de ellos. Los hombres suelen tener un mayor respeto por las personas que los adulan que por quienes les otorgan un beneficio sustancial. Existe el halago religioso. Incluso un avance en los logros espirituales puede engendrar orgullo espiritual. Donde hay prosperidad espiritual, existe el riesgo de volverse espiritualmente vanidoso. ( H. Melvill. )

El poder de la lengua

La vida y la muerte intelectual, espiritual, social y pol�tica est�n en la lengua. Aplica el proverbio:

I. Al cristiano en general. Ora con la lengua. Confiesa con la lengua. Conversa con la lengua.

II. Al predicador del evangelio. La lengua de un verdadero ministro del evangelio produce vida intencionalmente. La lengua de un verdadero ministro del evangelio puede producir la muerte de manera incidental.

III. Al Salvador de los hombres. Esto es cierto de �l como Maestro, Abogado y Juez. Aprenda la terrible responsabilidad que conlleva hablar. Burner dice del incomparable Leighton: "En una conversaci�n libre y frecuente con �l durante veintid�s a�os, nunca lo escuch� pronunciar una palabra ociosa, o una palabra que no tuviese una tendencia directa a la edificaci�n". ( John Sibree. )

Tergiversaci�n partidista

Pueden estar indicadas tres formas de tergiversaci�n:

1. La supresi�n de hechos esenciales para una correcta estimaci�n del car�cter. Esta es quiz�s la forma m�s com�n y peligrosa del mal. "Ninguna mentira es tan peligrosa como una verdad a medias".

2. La aceptaci�n de un rumor no verificado como un hecho. El que hace esto se convierte en un endosador del rumor. Por tanto, se premia la difamaci�n.

3. Fabricaci�n directa de falsedad conocida. Los males de tal tergiversaci�n son obvios y duraderos.

(1) Mancha al individuo, embota su sentido del honor y la justicia, adormece su conciencia y debilita su influencia moral sobre sus semejantes.

(2) Es un crimen contra el propio pa�s.

(3) Es un pecado ante Dios. En los truenos del Sina� fue condenado. Cristo mismo fue v�ctima de una tergiversaci�n partidista. ( Revisi�n homil�tica. )

Versículo 22

El que halla esposa halla algo bueno y alcanza el favor del Se�or.

Un matrimonio feliz

Al principio, estas palabras llaman nuestra atenci�n sobre dos pensamientos.

1. Que el celibato no es el mejor modo de vida social. Salom�n quiere decir que es bueno tener esposa. Incluso en el estado de inocencia no era bueno que el hombre estuviera solo. �Celibato�, dice el obispo Taylor, �como la mosca en el coraz�n de una manzana, habita en perpetua dulzura, pero se sienta sola, est� confinada y muere en singularidad; pero el matrimonio, como la abeja �til, construye una casa y recoge la dulzura de cada flor, y trabaja y une en sociedades y rep�blicas, y env�a colonias y alimenta al mundo con manjares, y obedece a su rey y mantiene el orden, y ejerce muchas virtudes. , y promueve los intereses de la humanidad, y es ese estado de cosas buenas para el cual Dios ha dise�ado la presente constituci�n del mundo �.

2. Que la monogamia es el verdadero matrimonio. Salom�n no dice: "El que halla esposas", sino "El que halla esposa". Aunque Salom�n tuvo muchas esposas, en ninguna parte justific� la pluralidad. La dualidad aparece en todas partes y en todo el universo es necesaria. El texto en su integridad ense�a:

I. Que una buena esposa es algo bueno. De una buena esposa, por supuesto, debe suponerse que el escritor habla, porque una mala esposa es algo malo. Manoa encontr� algo bueno en su esposa ( Jueces 3:13 ). El patriarca de Uz no parece haber encontrado nada bueno en el suyo ( Job 2:9 ). "Una buena esposa" debe ser ...

1. Una buena mujer. Una mujer de amores castos, virtudes incorruptibles y simpat�as y prop�sitos piadosos.

2. Un compa�ero adecuado. Una buena mujer no ser�a una buena esposa para todos los hombres. Debe haber una aptitud mutua, una aptitud de temperamento, gusto, h�bitos, cultura, asociaciones.

II. Una buena esposa es un don divino. �Obtiene el favor del Se�or�. Todas las cosas buenas son sus dones. J�venes, tengan cuidado con la elecci�n de un compa�ero de por vida. �Cuando Tem�stocles iba a casarse con su hija, hab�a dos pretendientes, uno rico y un tonto, y el otro sabio pero no rico; y cuando le preguntaron cu�l de los dos prefer�a que tuviera su hija, respondi�: "Preferir�a que se casara con un hombre sin dinero que con dinero sin un hombre". Lo mejor del matrimonio est� en el hombre o la mujer, no en los medios o el dinero ". ( D. Thomas, DD )

Versículo 24

Un hombre que tiene amigos debe mostrarse amistoso.

Deberes para con iguales, vecinos, amigos, esposo y esposa

El transporte de iguales entre s� debe ser amistoso e igual en ambos lados. Casi todas las relaciones dan al amor y la benevolencia un nuevo car�cter y forma, y ??requieren un nuevo grupo de oficiales, nuevos ya sea por amabilidad, mesura o modales.

I. Deberes para con los vecinos en situaci�n de unos a otros. En la medida en que consista en el cuidado de nuestra propia preservaci�n espiritual y en todos nuestros compromisos en otras partes, la suma de lo que debemos a nuestros vecinos es ser tan amables, �tiles y ben�ficos entre ellos como sea posible, evitando estrictamente lo que pueda ser para el pr�jimo. da�o de cualquiera. Ser cort�s en todas las ocasiones de conversar y estar dispuesto a hacer y devolver esos buenos oficios que tienden a la protecci�n y acomodaci�n mutuas. Debemos esforzarnos por promover la virtud y la bondad en los lugares de nuestra respectiva residencia.

II. Los deberes de la amistad. La amistad surge de un acuerdo voluntario o elecci�n de personas, en otros aspectos independientes, para cultivar una correspondencia familiar juntos. La contrataci�n de alianzas no es propiamente una obligaci�n moral, sino una cuesti�n de conveniencia y placer privados. Sea la primera regla, estar de acuerdo en los t�rminos, y no suscitar ni asumir expectativas m�s all� de la justa intenci�n e importancia de las mismas.

El segundo es que una persona haga todo lo posible para responder a la confianza que ha dejado que otro descanse en �l. La fidelidad debe mantenerse estrictamente. Un tercer deber es observar la decencia y el respeto en nuestro propio idioma y comportamiento hacia ellos, junto con una interpretaci�n sincera de sus palabras y acciones. Una cuarta regla es que todo halago debe ser desterrado de la amistad.

III. Los deberes de hermanos y hermanas. Esta relaci�n est� formada por la propia naturaleza. La naturaleza, la raz�n y la Escritura dictan que debe haber un afecto peculiar, con efectos muy bondadosos, pasando entre los que as� se relacionan entre s�. Los hermanos deben tener especial cuidado de cultivar la paz entre ellos.

IV. Los deberes de la relaci�n conyugal. Una relaci�n que comprende todos los dulces y cari�os de la m�s estricta amistad. Los deberes son ...

1. Amor a las personas de los dem�s.

2. Un cuidado estricto por mantener la paz.

3. La preservaci�n inviolable de la fidelidad conyugal; un v�nculo de igual obligaci�n para el esposo y la esposa.

4. Esfuerzo constante para promover los intereses de los dem�s como un inter�s com�n. La autoridad del esposo debe estar llena de ternura, condescendencia y tolerancia. ( J. Hubbard. )

Amistad humana y divina

Aqu� hay una doctrina integral de la amistad cristiana. La amistad es un principio de intercambio y sacrificio mutuos. No puede haber un solo lado, ninguna absorci�n ego�sta, no tomar sin dar. El ego�smo es la muerte de la reciprocidad social y la simpat�a, como lo es la piedad hacia Dios. El cristianismo no es una abstracci�n. Todo est� en una persona con todos los atributos de la vida personal y el amor.

Acerca de todas nuestras otras amistades, hay algunas limitaciones f�ciles de alcanzar y dolorosas. Vu�lvase, entonces, al �nico Amigo. Su amistad nunca falla ni decepciona por falta de conocimiento, paciencia, habilidad, fuerza o resistencia. Juntando las dos declaraciones del texto, la de la legalidad cristiana y la bendici�n mutua de la amistad humana con la de la suprema atracci�n y fidelidad de la amistad divina del Salvador, tenemos el fundamento para dos o tres grandes principios pr�cticos de casi aplicaci�n universal.

1. La gu�a cristiana que necesitamos en la elecci�n de amigos y la formaci�n de amistades.

2. La prueba cristiana de toda amistad y de todo afecto.

3. La direcci�n cristiana sobre c�mo mantener y manejar estas amistades de modo que ellas contribuyan y den su fruto en la maduraci�n del car�cter y la vida eterna del alma. ( Bp. Huntington, DD )

Amigo aferrado del hombre

I. La relaci�n de un hermano. Un hermano a veces se queda cerca. Los lazos de sangre son lo �ltimo que nos impide hundirnos en �tomos ego�stas, o endurecernos en meras m�quinas de acu�ar dinero. Cada relaci�n en la familia tiene su propio significado y deber bendecido. Los hermanos sienten que su descendencia de una misma estirpe engendra alianzas y obligaciones mutuas. Pero a veces se rompen los lazos de hermandad. Un hermano de sangre a veces ha sido poco hermano en voluntad y en hechos.

II. La m�s que hermandad de un amigo �ntimo. Probablemente la mayor�a de los hombres tienen amigos m�s cercanos que parientes consangu�neos. Nuestros parientes no siempre son amables, mientras que nuestro amigo siempre es nuestro hermano. Hay menos ocasiones de peleas entre amigos que entre hermanos. Nuestro amigo no est� con nosotros constantemente, y la amistad no pierde su brillo por un contacto demasiado frecuente. La superioridad de la amistad sobre la hermandad se debe principalmente al hecho de que un "hermano" puede ser un ser aparte, mientras que un "amigo" es un segundo yo. Los amigos son uno en especie, "moldeados como en la menta de la naturaleza". El verdadero encanto mel�dico de la amistad reside en la devoci�n de ambos amigos al servicio de Cristo.

III. El amigo m�s que un hermano no puede ser otro que Jesucristo. Solo Cristo tiene esos elementos de car�cter que pueden convertirlo en el Amigo aferrado. ( FG Collier. )

Amistad

El hombre es un ser social. La religi�n sanciona y fomenta las uniones a las que impulsa la naturaleza. La amistad tiene sus c�rculos internos y remotos. El coraz�n anhela amigos �ntimos, aquellos a quienes puede confiar sus pensamientos m�s �ntimos y a quienes puede reparar en busca de simpat�a y ayuda en tiempos de problemas. Tenemos aqu� la forma de hacer amigos y la fuerza de una verdadera amistad.

I. La forma de hacer amigos. La reciprocidad es el alma de la amistad. Ning�n hombre puede esperar ser apreciado durante mucho tiempo como un amigo que no corresponda al sentimiento. En la base de la amistad debe estar la confianza. Debes depositar confianza en el hombre en quien deseas depositar confianza en ti. Otro ingrediente esencial de la amistad es la fidelidad a la confianza depositada en ti. Si desea que otros le sean fieles, debe serle fiel; nunca debe hacer p�blico lo que pretend�a ser privado.

La amistad implica el desempe�o de todos los amables oficios de simpat�a y ayuda. Si desea que otros simpaticen con usted en sus problemas, debe estar siempre dispuesto a simpatizar con ellos. Esta es la forma en que debemos hacer amigos. Debemos ser para los dem�s lo que deseamos que sean para nosotros.

II. La fuerza de una verdadera amistad. Las palabras del texto son enf�ticamente, pero no exclusivamente, verdaderas de Jesucristo. Aqu� expresan un hecho de la experiencia ordinaria. Los lazos de una verdadera amistad son m�s fuertes que los lazos de la relaci�n natural m�s cercana. En ausencia de amistad, los lazos de la naturaleza suelen ser muy delgados.

1. Esto se ve en tiempos de adversidad.

2. En tiempos de delincuencia y degradaci�n moral.

3. Un amigo encontrar� sacrificios y sufrimientos de los cuales un hermano a menudo se rehuir�.

Todo lo que se puede decir acerca de la amistad cuando existe entre hombre y hombre es indeciblemente m�s cierto cuando se aplica a Jesucristo. Podemos aprender de esto ...

1. La raz�n por la que muchos hombres no tienen amigos. Es porque no se muestran amigables.

2. Que el mejor amigo que puedas tener te ofrezca su amistad. Y �l hace el primer avance.

3. Adem�s de tener a Jesucristo como su amigo, las mejores amistades que puede formar ser�n con aquellos que est�n en comuni�n con �l. Luego esfu�rzate por hacer amigos. ( A. Clark. )

Compa�erismo versus amistad

La palabra traducida como "amigo" proviene de una ra�z que significa "deleitarse". La palabra podr�a traducirse "amante". En la primera cl�usula del vers�culo, lea "compa�eros", en la �ltima cl�usula "amigo". Luego lea el vers�culo as�: "Un hombre de compa�eros se desmorona, pero hay un Amigo m�s apegado que un hermano".

I. La salvaguardia del compa�erismo.

1. Las compa�erismos indiscriminados pueden resultar ingratitud.

2. Pueden involucrar injusticia.

3. Pueden producir infidelidad.

II. Las satisfacciones de la amistad.

1. La inspiraci�n de la amistad tiene un prop�sito m�s elevado que el de la compa��a.

2. Su impulso es una relaci�n m�s desinteresada.

3. Se considera que su industria asegura un v�nculo m�s duradero. ( CM Jones. )

Amistad

Propongo tratar de la amistad, que es una de las m�s nobles y, si se me permite esa expresi�n, la relaci�n m�s elegante de que es capaz la naturaleza humana. Tiende indeciblemente a la mejora de la mente, y los placeres que resultan de ella son los m�s sinceros y placenteros. Es una observaci�n de los mejores escritores que la amistad no puede subsistir sino entre personas de valor real, porque la amistad debe basarse en una alta estima; pero tal estima no puede ser �al menos no puede ser racional y duradera� donde no existe un verdadero valor moral.

Este es el verdadero objeto de estima, y ??ninguna ventaja natural puede prescindir de �l. Adem�s, en la amistad debe haber una cierta semejanza y contenido de alma, un contenido en los grandes fines y visiones de la vida, y tambi�n en los principales m�todos y conducta de la misma, y ??este contenido es engendrado y asegurado eficazmente s�lo por la verdadera probidad y bondad; esto es lo mismo en todos, y forma la mente en los mismos sentimientos, y le da las mismas opiniones y dise�os en todos los asuntos m�s importantes de la vida.

Los buenos esp�ritus, por lo tanto, son almas gemelas y se parecen entre s�. Pero lo que debe considerarse principalmente es esto, que ninguna amistad puede obligar a un hombre a hacer algo malo. La amistad, entonces, debe basarse en los principios de la virtud y el honor; y no puede subsistir de otra manera. Pero, en verdad, un mal hombre no es capaz de ser amigo; hay una cierta grandeza de alma, una benevolencia, una fidelidad, un ingenio, necesarios para la amistad, que son absolutamente incompatibles con un mal car�cter moral.

Pero aunque todo amigo verdadero sea un buen hombre, sin embargo, todo buen hombre no es apto para ser un amigo. El car�cter de una persona puede ser, en general, bueno y, sin embargo, puede desear muchas cualidades que son necesarias para la amistad; tal como&mdash

1. Generosidad. La amistad aborrece todo lo estrecho y contra�do.

2. A la generosidad hay que a�adir la ternura del afecto. Jonat�n amaba a David como a su propia alma. La mente amistosa entra, con gran ternura, en todas las circunstancias y sentimientos de su compa�ero; puede verse afectado con todas sus preocupaciones y temores, sus alegr�as y tristezas. Todo es importante para �l, lo que es importante para su amigo. Y esta ternura de afecto engendra esa extra�a pero conmovedora armon�a de las almas, si se me permite llamarlo as�, como las cuerdas de dos instrumentos musicales tensos en la misma tonalidad, donde si uno de ellos es tocado de alguna manera, el sonido se comunica a los dem�s. otro. Donde hay verdadera amistad debe haber un exquisito sentimiento mutuo.

3. Y cuando he dicho que el cari�o debe ser tierno, esto tambi�n est� diciendo que debe estar disimulado. La sinceridad en el amor es fundamental.

4. A�ado que debe haber en la amistad una gran apertura y franqueza de esp�ritu; debe haber comunicaci�n de secretos, sin reserva; a menos que esa reserva surja necesariamente de y sea causada por la amistad, porque esta relaci�n sagrada no puede soportar ninguna otra.

5. Pero aunque un amigo debe ser ingenioso y de coraz�n abierto, un hombre de sencillez, y cuyo coraz�n mismo, si se me permite la expresi�n, es transparente para su amigo, sin embargo debe ser discreto y prudente; capaz de ocultar a los dem�s lo que deber�a ocultarse; capaz de gestionar, en todo aquello que se comprometa a su cuidado, con sabidur�a. Los hombres no deben ser sonrojados, no deben sufrir por la falta de sinceridad de sus amigos; la infidelidad es lo peor que puede pasar en la amistad; y, a continuaci�n, la debilidad y la imprudencia, que, aunque no hablen tan mal, pueden ser la causa de un da�o tan grande y hacer imposible que la amistad subsista.

6. Una vez m�s, es necesario para el car�cter de un amigo que sea de temperamento constante, dirigido por la raz�n y actuando de manera incambiable de acuerdo con su direcci�n. Un verdadero amigo es siempre el mismo; es decir, sus sentimientos y conducta nunca cambian sino cuando hay una raz�n para ello.

7. Pero hay un particular en el que la firmeza de una mente amiga se prueba tanto como en cualquier otro, y es en resistir cualquier solicitud para hacer algo que pueda ser en s� mismo malo o indiscreto, o perjudicial para el que desea. eso. Lo que es justo y apropiado debe ser siempre nuestra regla, y debemos observarla inviolablemente, no solo porque la obligaci�n de esto es superior a todas las obligaciones de la amistad, sino tambi�n desde los principios de bondad y benevolencia.

Adem�s de la firmeza que debe mantenerse al negar lo que es da�ino, debe haber una resoluci�n en no advertir sobre las faltas. �sta es la oficina m�s amigable y �til que se pueda imaginar, y una oficina a la que una mente afectuosa llega con dificultad. Amonestar y reprender es causar gran dolor, y todo lo que causa dolor a un amigo se hace con desgana y aversi�n; sin embargo, no hay verdadera fidelidad cuando no se hace; y es uno de los fines m�s nobles de la amistad.

Nada puede dar m�s satisfacci�n a una mente ingeniosa que estar as� �ntimamente relacionado con alguien que, �l sabe, usar� fiel libertad con �l y prudentemente animadvertir� todas sus debilidades. Pero aunque la virtud estricta es necesaria como fundamento de la verdadera amistad, y se debe usar una gran libertad para no advertir sobre las faltas, la amistad �ntima no soporta ninguna severidad r�gida, ninguna rigidez altiva en los modales. Espera dulzura, dulzura y condescendencia, en la medida en que lo permitan la inocencia y la virtud.

8. Una vez m�s, la amistad aborrece todos los celos: una disposici�n a sospechar, donde no se da una causa justa. El temperamento de alguien que est� en condiciones de ser amigo es franco y abierto; consciente de ninguna astucia poco generosa en s� misma, no la sospecha en los dem�s. Y si alguna circunstancia parece menos favorable de lo que uno desear�a, sin embargo, le da la interpretaci�n m�s sincera posible; y no abrigar� una mala opini�n de un amigo, ni romper� con �l, sin una prueba manifiesta de que ha hecho lo que lo hace indigno de esa relaci�n.

9. Por �ltimo, no puede haber una amistad r�pida donde no hay una disposici�n a soportar las enfermedades inevitables y a perdonar las faltas. Puede haber debilidades y defectos culposos en caracteres que en general son buenos y dignos, y muy capaces de una amistad �ntima y r�pida; sin embargo, esto no puede ser sin esa generosidad que pasa por alto las peque�as debilidades y puede fijarse en cualidades excelentes y amistosas (aunque mezcladas con las otras) como objetos de su estima y amistad.

Debemos cultivar esta generosidad en nosotros mismos, considerando cu�nto la necesitamos en los dem�s y cu�nto la esperamos. Entonces, viendo que se necesitan tantas cualidades brillantes para hacer un amigo perfecto, deben ser muy pocos los que est�n perfectamente calificados para esa relaci�n, y los hombres deben ser muy cautelosos en su elecci�n, con cuidado de no toparse con intimidades de todos modos. intimidades repentinas, aptas para ser utilizadas s�lo en la m�s alta amistad; para no toparme con ellos, digo, con personas que no son capaces de entablar amistad en absoluto.

As� como no puede haber demasiada cautela al elegir a un amigo �ntimo, tampoco puede haber demasiada firmeza en aferrarse a �l cuando se elige bien. La Providencia no da nada en la vida terrenal m�s valioso que un amigo as�, �y felices los que disfrutan de esta bendici�n! Pero, para concluir todo, recordemos siempre que la verdadera amistad, esta gloriosa uni�n de esp�ritus, se fundamenta en la virtud; en virtud, digo, s�lo en eso.

Es esto lo que engendra una semejanza en las disposiciones, sentimientos, negocios y designios m�s importantes de la vida; es en esto en lo que consiste el poder atrayente y cementante, que admiramos por s� mismo y amamos por s� mismo; es s�lo esto lo que har� que las amistades sean firmes, constantes y respetables; es s�lo esto lo que har� que la amistad presente sea verdaderamente provechosa y que el recuerdo de las intimidades pasadas sea placentero. Y as� como la virtud debe estar en la base de la amistad, toda amistad debe considerarse y mejorarse como un medio para confirmar y exaltar nuestra virtud. ( Jas. Duchal, DD )

Amistad

I. Existe la amistad y el afecto humano.

1. Dios ha implantado en nuestra naturaleza un principio social.

2. Existen ciertas calificaciones, distinciones y relaciones que dan alcance a este principio.

3. Ha habido casos sorprendentes de amistad entre la humanidad.

II. La sabidur�a y la bondad de la Providencia al ordenar las cosas.

1. Mantiene unida a la sociedad.

2. Los placeres que acompa�an a su ejercicio.

3. Nos hace en un grado humilde como Dios.

4. Se adapta a nuestro estado tanto en este mundo como en otro.

III. Esta amistad es imperfecta.

1. Peculiaridades del temperamento natural.

2. Choque de intereses.

3. Incapacidad para ayudar.

4. Falta de religi�n.

5. Distancia.

6. Corta duraci�n.

Conclusi�n:

1. � Qu� raz�n para admirar la sabidur�a y la bondad divinas!

2. Es un deber que tenemos para con nuestro Hacedor y nuestros semejantes cultivar esto.

3. No dependamos de la amistad humana. ( TN Toller. )

Hacer de los amigos un regalo

Cuando Abraham Lincoln era un joven que comenzaba en la vida, se sol�a decir de �l: "Lincoln no tiene nada, solo muchos amigos". Tener muchos amigos es ser muy rico, si son del tipo adecuado. De hecho, son bienaventurados los que han recibido de Dios este don de hacer amigos, un don que implica muchas cosas, pero, sobre todo, el poder de salir de s� mismo y ver y apreciar lo noble y amoroso en el otro.

Hay Amigo m�s unido que un hermano.

El amigo fiel

Los dos fil�sofos m�s eminentes de la antig�edad pagana vieron en la amistad poco m�s que un c�lculo de los beneficios que podr�a suponerse conferir, y apenas reconocieron en absoluto la posibilidad de que poseyera un car�cter desinteresado. Plutarco afirm� que en su tiempo la amistad ya no exist�a ni siquiera en las familias; que hab�a existido una vez en las �pocas heroicas, pero que ahora estaba confinado al escenario.

La condici�n moral de una naci�n debe haberse corrompido por debajo del punto de recuperaci�n, cuando una relaci�n tan divina como la de la amistad puede ser tan despreciada, despreciada y sospechada. No es el cristianismo el que ha creado la amistad, pero el cristianismo la ha elevado y transfigurado. Incluso en nuestra vida en com�n nos encontramos con amigos que son mejores para nosotros que incluso nuestros parientes; pero ciertamente el texto describe enf�ticamente el car�cter de Aquel que es eminentemente Amigo del hombre, Amigo de los pecadores y Amigo de los santos.

La historia de los hermanos, como se ejemplifica en las Escrituras, es algo desalentadora. (Ilustre por Ca�n y Abel; Jacob y Esa�; y los hermanos de Jos�.) Sin embargo, pocas cosas son m�s comunes que las implacables peleas entre hermanos. Hay celos de la hermandad.

I. El amor de nuestro mejor Amigo es desinteresado. Todo amor, seg�n algunos, es algo de inter�s. Pero ciertamente hay una amistad que ama, no por lo que uno puede obtener del otro, sino que ama al otro por s� mismo. Hay amigos que conviven. Y seguramente podemos decir que el amor de Jes�s es desinteresado. Dej� el mundo en el que es y era Dios sobre todo, no para buscar su propia felicidad, sino la nuestra.

His friendship for us would have been noble and disinterested had His mission involved in it no humiliation and no suffering. Whatever God does for man must be spontaneous and disinterested, springing from a will which nothing can coerce, and from a benevolence which finds its highest joy in the holiness and happiness of those whom it seeks to bless. The recompense which Christ sought was not His own exaltation, but the joy of seeing others rescued, redeemed, purified, glorified.

II. Es una amistad inteligente. Se basa en el conocimiento, un conocimiento completo de nosotros. La base de muchas amistades no es la roca del conocimiento, sino la arena de la ignorancia. Son creaciones de un mero impulso, el resultado de un encuentro casual en circunstancias que no revelaron a ning�n amigo en su verdadero car�cter. Pero Cristo no nos arroja un espejismo de fantas�a en el que parezcamos mejores de lo que somos. �l sabe lo que hay en el hombre. �l conoce lo peor de nosotros. Es una amistad en la que hay todas las disparidades imaginables y, sin embargo, est� m�s unido que un hermano.

III. La amistad de Cristo est� marcada por su fidelidad. �Y de qu� vale una amistad que no posea esta propiedad? Si la amistad tiene sus placeres, tambi�n tiene sus obligaciones, que deben cumplirse para que la amistad no degenere en una amistad suave y despreciable sin nobleza ni verdadera ventaja. El �nico v�nculo de ciertos amigos parece ser el de los halagos mutuos.

Amar al amigo de uno significa mucho m�s que amar su comodidad y su autocomplacencia. Contarle a los hombres sus faltas es el lujo de los enemigos, pero el deber de los amigos. Ahora bien, la amistad de Cristo es una que nunca descuida este deber esencial. Muchos de los misterios m�s profundos y dolorosos de su vida pueden alg�n d�a ser explicados con una sola palabra: la fidelidad de Cristo.

IV. Su amistad est� marcada por su constancia. Pocas amistades tienen la vitalidad suficiente para extenderse desde la juventud hasta la vejez. Muchas amistades no son m�s que amistades de verano. La amistad de Cristo es la misma ayer, hoy y siempre. �l no se separa de nosotros porque no somos todo lo que deber�amos ser para �l. Hay un l�mite para todas nuestras amistades terrenales, un l�mite para su poder, un l�mite para su ayuda.

Si necesitamos amistad de este lado de la tumba, cu�nto m�s la necesitaremos del otro lado. Por eso decimos: "No busques amigos que mueran, o de los que debas dejar, sino busca a Aquel que nunca muere, y a quien nunca podr�s dejar". ( Enoch Mellor, DD )

Cristo m�s cerca que un hermano

Cristo nos ha mostrado su amistad.

1. En Su encarnaci�n y en Su muerte por nosotros. Es un hermano nacido para la adversidad, la adversidad que viene del pecado.

2. Ofreci�ndonos los medios de la gracia.

3. Protegi�ndonos y manteni�ndonos durante tanto tiempo. �l es "una ayuda muy presente en nuestro tiempo de angustia". En la tentaci�n abri� una v�a de escape, y en la aflicci�n envi� un Divino Consolador. ( JW Reeve, MA )

Cristo nuestro amigo

Las siguientes excelentes cualidades de Cristo, como Amigo, pueden servir para recomendarlo y hacernos querer por �l en nuestro coraz�n:

1. Es un antiguo Amigo. �Qui�n puede declarar la antig�edad de esta amistad? �Es tan antiguo como la encarnaci�n? �Es tan antiguo como su bautismo? �Es tan antiguo como la era prof�tica o patriarcal? No, es m�s antiguo que el tiempo mismo. Es desde la eternidad.

2. Es un amigo cuidadoso. Era la queja del salmista: "Nadie se preocupa por mi alma". Pero el cristiano tiene un amigo que se preocupa por �l.

3. Es un amigo prudente. Nuestros mejores amigos terrenales pueden equivocarse por ignorancia o error; pero este Amigo "abunda en toda sabidur�a y prudencia".

4. Es un amigo fiel. Los amigos con frecuencia resultan falsos, y de hecho es triste cuando resultan como un arroyo en verano. No se puede confiar en algunos hombres. Aquellos en quienes m�s conf�as estar�n dispuestos a traicionarte lo antes posible. Pero Cristo es fiel en todas sus promesas.

5. Es un amigo amoroso. La amistad sin amor es como la religi�n sin amor; algo sin amigos e inconsistente, algo fr�o, sin sentido e imposible. Se dice que el amor de Cristo sobrepasa el amor de las mujeres.

6. Es un Amigo constante e inmutable. Su compasi�n no falla. Nuestro Amigo es un Amigo para siempre. "Los dones y el llamamiento de Dios son sin arrepentimiento". "Habiendo amado a los suyos, los ama hasta el fin". Si Cristo es nuestro amigo, podemos estar satisfechos. Todas las cosas trabajar�n juntas para nuestro bien. ( D. McIndoe. )

Jes�s, el verdadero amigo

I. Razones por las que es m�s deseable que los j�venes se aseguren la amistad de Jes�s.

1. Su gran conocimiento sobre nosotros y todos los eventos futuros hace que Su amistad sea m�s deseable.

2. Su extraordinario poder.

3. Su inmenso amor eterno. No me importa esa amistad que se basa en el ego�smo o que trata de asegurar fines meramente personales. El amor de Jes�s es la ra�z, el fundamento de su amistad. El amor es el principio m�s sacrificado del mundo. Nadie vio nunca todo el esp�ritu de sacrificio que hab�a en el amor de Cristo, y c�mo �l siempre busc� nuestro bien, nuestro perd�n, nuestra felicidad, nuestro cielo, nuestra gloria. El amor no solo es el poder m�s dulce y encantador, sino tambi�n el m�s fuerte del universo.

4. Su verdad a Sus compromisos.

5. Deben surgir tristes consecuencias si no se asegura la amistad de Jes�s.

II. �C�mo debemos actuar en referencia a tal Amigo?

1. Debemos hacer lo que le agrada. La palabrita "hacer" debe estar escrita con caracteres buenos y justos en nuestro coraz�n, en nuestros esfuerzos y en nuestra vida.

2. Debemos reconocer su amistad en todas las ocasiones adecuadas.

3. Debemos acudir directamente a este Amigo en todos nuestros problemas, as� como con todas nuestras alegr�as.

4. Debemos velar fielmente por sus intereses. Salom�n dice que este Amigo "es m�s unido que un hermano"; y son los m�s sabios los que deciden adherirse m�s estrechamente a Jes�s, a trav�s del sol y la lluvia, a trav�s de la vida y la muerte. ( J. Goodacre. )

Un amigo fiel

Cicer�n ha dicho muy bien: "La amistad es lo �nico en el mundo sobre cuya utilidad est� de acuerdo toda la humanidad". Quien quiera ser feliz aqu� debe tener amigos. Sin embargo, la amistad ha sido la causa de la mayor miseria de los hombres cuando ha sido indigna e infiel.

I. Cristo es un amigo m�s unido que un hermano.

II. Las razones por las que podemos depender de Cristo como un amigo fiel.

1. La verdadera amistad s�lo puede establecerse entre hombres verdaderos, cuyos corazones son el alma del honor.

2. La fidelidad a nosotros en nuestras faltas es un signo cierto de fidelidad en un amigo.

3. Hay algunas cosas en su amistad que nos aseguran de no ser enga�ados cuando ponemos nuestra confianza en �l.

4. La amistad que perdurar� no surge en las c�maras de la alegr�a, ni se alimenta y engorda all�.

5. Un amigo adquirido por la locura nunca es un amigo fiel.

6. La amistad y el amor, para ser reales, no deben estar en palabras, sino en hechos.

7. Un amigo comprado nunca durar� mucho.

III. Una inferencia que se derivar� de esto. Lavater dice: �Las cualidades de tus amigos ser�n las de tus enemigos; amigos fr�os, enemigos fr�os; mitad amigos, mitad enemigos; enemigos fervientes, amigos c�lidos ". Entonces inferimos que, si Cristo se mantiene cerca y es nuestro Amigo, entonces nuestros enemigos se mantendr�n cerca y nunca nos dejar�n hasta que muramos. ( CH Spurgeon. )

La amistad de cristo

I. El valor de la amistad de Cristo.

1. Es amigo de su pueblo y hace por ellos m�s de lo que la amistad terrenal m�s fuerte puede dictar.

(1) A un amigo amable y constante, podemos revelarle libremente los secretos de nuestro coraz�n y buscar consejo y direcci�n en cada circunstancia desconcertante. Que el cristiano humilde solicite con mucha mayor libertad la direcci�n del maravilloso Consejero y Pr�ncipe de Paz.

(2) De un amigo amable y generoso esperamos compasi�n en nuestros problemas y simpat�a en nuestra aflicci�n. El misericordioso Sumo Sacerdote, y el Amigo de su pueblo, se conmueve con el sentimiento de sus debilidades.

(3) De un amigo constante y amable, esperamos protecci�n cuando se lesiona y se encuentra en peligro. Esto tambi�n lo imparte voluntariamente el amable Amigo de los pecadores a todos los que, en el ejercicio de la fe, la humildad y la confianza, se acercan a �l.

(4) De amigos firmes, constantes y generosos, recibimos el suministro de cosas buenas que ellos pueden otorgar, cuando las necesitamos. Pero, �cu�les son todas las recompensas de la criatura en comparaci�n con la generosidad y benevolencia de nuestro bondadoso Se�or?

2. Su amistad divina est� libre de esas imperfecciones que disminuyen el consuelo de la intimidad y el apego humanos.

(1) A friend and a brother may withdraw their regard, and prove inconstant. Some real or imaginary offence, some impropriety of conduct, the injurious misrepresentations of the malicious, or some scheme of self-interest, may make those whom we have loved and esteemed avert their countenances from us, withdraw their intercourse, and prove false in their friendship; but this Beloved of the soul continues steadfast in His love&mdash�the same yesterday, to-day, and for ever.�

(2) Es posible que los mejores amigos o hermanos de la tierra no puedan administrar esa ayuda o apoyo Divino que las circunstancias pueden requerir; pueden ignorar qu� curso debe tomarse; pueden ser oprimidos por la pobreza, o acostados en lechos de languidecer, o abrumados por una sucesi�n de dolores. Pero el Redentor compasivo es un hermano nacido para la adversidad.

(3) Los mejores amigos y hermanos pueden ser llamados a puestos de trabajo y utilidad en lugares del mundo a los que podemos tener poco acceso, de modo que, despu�s de a�os de feliz intimidad, la distancia del lugar puede interrumpir la m�s dulce amistad y todas las alegr�as de las relaciones mutuas. Pero no es as� con ese mejor Amigo a quien ensalza el texto. Dondequiera que est� Su pueblo, �l est� all� para bendecirlos y hacerles bien.

(4) La muerte disuelve las amistades m�s dulces. Pero Jes�s, nuestro Redentor y Amigo, es inmortal e inmutable.

II. Debo recomendar al Salvador a su atenci�n, admiraci�n y aceptaci�n.

1. Las excelencias personales que hereda.

2. Las indecibles bendiciones que otorga.

III. Perm�tanos dirigirle ahora hacia la mejora de lo que se ha dicho.

1. Este tema sugiere direcciones importantes para los creyentes en Jes�s.

(1) El que tiene amigos debe mostrarse amigable. Tenga cuidado con cualquier cosa que pueda ofender a su Amigo celestial o hacer que retire las manifestaciones de Su presencia.

(2) Testifique la sinceridad y el ardor de su amistad, considerando a los que son amigos de Cristo.

(3) Testifique su amistad con el Salvador, preocup�ndose sinceramente por Sus intereses en el mundo.

(4) Mantenga una comuni�n diaria y deliciosa con su Amigo celestial, para que as� pueda cultivar el sentido de Su amistad y pueda protegerse contra toda distancia, frialdad y reserva.

(5) Vosotros, amigos del Esposo celestial, anhelais la venida de vuestro Se�or y el pleno disfrute de Su presencia inmediata en el cielo.

2. Concluir� ahora dirigi�ndome a hombres en diferentes situaciones.

(1) Este Amigo exige el afecto de los j�venes por motivos muy atractivos y tiernos.

(2) �Est�s afligido? Se ruega buscar su apoyo y consuelo en la amistad de Cristo.

(3) �Eres indiferente y descuidado con la religi�n, pero buscas los placeres de los sentidos con toda la inclinaci�n de una mente corrupta? Cede a las s�plicas de un Salvador moribundo; vuela hacia �l; haz del Juez tu amigo, y sepas para tu consuelo, que al recibir a Cristo Jes�s el Se�or, por la fe en �l llegar�s a ser hijos de Dios, y ser�s coherederos con Cristo, el mejor de los amigos, m�s unido que un hermano. . ( A. Bonar. )

Amistad

(un serm�n a los ni�os): -

I. �C�mo vamos a sostener a nuestros amigos? La amabilidad preserva la amistad. Pero, �qu� es la amabilidad?

1. Un hombre amistoso es un hombre sincero. Verdadero, confiable, de car�cter transparente. Los hombres burladores y enga�osos, como el Sr. Facing-both-Ways, nunca son amados ni confiables. Por su duplicidad y falta de sinceridad, los Estuardo perdieron un reino, y al rey Jorge I, que los sucedi�, prosper� y se gan� el afecto de los grandes ingleses, se le oy� decir una vez: �Mi m�xima es: nunca abandonar a mis amigos, a haced justicia a todos, y no tem�is a nadie �.

2. Un hombre amable es franco y generoso. Se cuenta una historia de Demetrio, uno de los conquistadores de Atenas, que muestra el poder de la generosidad para hacer amigos. Despu�s de la gloriosa victoria, Demetrio no acos� ni humill� a los habitantes de la hermosa ciudad, sino que los trat� con generosidad. Al ordenar a sus soldados que llenaran las casas vac�as de los ciudadanos con provisiones, se maravillaron de su bondad y el miedo se convirti� en amor.

II. �Qui�n es el amigo m�s noble? - "Hay un amigo m�s unido que un hermano". �Qu� amigo tan fiel fue Jonat�n para David!

1. En Jes�s tenemos un amigo real, que posee tesoros, coronas y reinos que ning�n monarca terrenal posee.

2. En Jes�s tenemos un Amigo generoso.

3. Jes�s es un amigo constante. Algunas personas usan a sus amigos como los marineros n�ufragos usan sus balsas, como los alba�iles usan andamios, como los jardineros usan arcilla para injertar �rboles. Los descuidan o los arrojan cuando han cumplido sus prop�sitos ego�stas. Pero Jes�s es un amigo constante, "siempre fiel, siempre verdadero". �l nunca nos dejar� ni nos desamparar�. Despu�s de despedirse de todos sus parientes, el presidente Edwards, al morir, dijo: "Ahora, �d�nde est� Jes�s de Nazaret, mi verdadero e incansable Amigo?" E inmediatamente vino el �Amigo nacido para la adversidad� y lo condujo a trav�s del valle de la sombra, y le dio un lugar entre �los resplandecientes� en la casa de nuestro Padre celestial. ( J. Moffat Scott. )

Un amigo invisible

�No puedo concebir un Amigo invisible! Oh, no es cuando tus hijos est�n contigo, no es cuando los ves y los escuchas, que son m�s para ti; es cuando la triste asamblea se ha ido; es cuando las margaritas han reanudado su crecimiento en el lugar donde se coloc� la peque�a forma; es cuando sacas a tus hijos, te despides y vuelves a casa, y el d�a y la noche est�n llenos de dulces recuerdos; es cuando el verano y el invierno est�n llenos de toques y sugerencias de ellos; es cuando no puedes mirar hacia Dios sin pensar en ellos, ni mirar hacia abajo hacia ti mismo y no pensar en ellos; es cuando se han ido de tus brazos y est�n viviendo para ti s�lo por el poder de la imaginaci�n, que son lo m�s para ti.

Los ni�os invisibles son los ni�os m�s reales, los ni�os m�s dulces, los ni�os m�s verdaderos, los ni�os que tocan nuestros corazones como ninguna mano de carne podr�a tocarlos jam�s. �Y me dices que no podemos concebir al Se�or Jesucristo porque es invisible? ( HW Beecher. )

Cristo, un amigo personal

�Qu� marc� una diferencia tan grande? De dos amigos de Alejandro Magno, el historiador Plutarco llama a uno Philo-Basileus, es decir, el amigo del Rey, y al otro, Philo-Alexandros, es decir, el amigo de Alejandro. De manera similar, alguien ha dicho que San Pedro era Philo-Christos, el amigo de Cristo, pero San Juan era Philo-Jesous, el amigo de Jes�s. Esto toca lo vivo: Pedro estaba apegado a la persona que ocupaba el cargo de Mes�as, Juan a la Persona misma.

Y esta es una distinci�n que marca diferentes tipos de piedad cristiana en todas las �pocas. El Cristo de algunos es m�s oficial, la Cabeza de la Iglesia, el Fundador del cristianismo, etc., el de otros es m�s personal; pero es el v�nculo personal lo que sostiene el coraz�n. Los esp�ritus m�s profundamente cristianos han amado al Salvador, no por Sus beneficios, sino solo por �l mismo. ( J. Starker. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 18". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-18.html. 1905-1909. Nueva York.