Bible Commentaries
Proverbios 22

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículo 1

Es preferible elegir un buen nombre que grandes riquezas.

Sobre el buen car�cter o la estima general de la humanidad

Si bien nuestro Hacedor nos ha dejado muy a oscuras sobre asuntos sin importancia y discutibles, ha dado instrucciones claras sobre el cumplimiento de nuestro deber. No hay nada m�s relacionado con la virtud y la felicidad que la reputaci�n. En toda la Palabra de Dios nos entusiasman los ejemplos, as� como los preceptos, para aspirar diligentemente a obtener un buen informe.

I. Lo incorrecto de preocuparnos muy poco por nuestra reputaci�n. Hay quienes sienten indiferencia ante lo que un mundo tonto o malicioso pueda pensar o decir de ellos. Dicen que evitar la censura es imposible. Es cierto que a veces personas inocentes y prudentes pueden caer en imputaciones muy crueles; pero rara vez contin�an debajo de ellos. Profesar despreciar la mala opini�n de la humanidad crea una astuta sospecha de que lo hemos merecido.

Las personas inocentes deben distinguirse por una atenci�n constante, aunque no afectada, a su reputaci�n. Un buen nombre es lo que una mala persona no puede conseguir. Y por lo tanto, usted que puede, no debe dejar de hacerlo en ning�n caso. El juicio de otros que nos conciernen merece respeto. La preservaci�n de la estima mutua hace que las personas sean amables entre s�. A las personas a las que no les importa lo que se piensa, es muy probable que no les importe lo que hacen.

El desprecio de la reputaci�n es contrario a nuestros intereses mundanos. Un car�cter eminentemente justo predispone a todo el mundo a favor de quien lo soporta, se compromete con un trato amable, engendra confianza y seguridad, da cr�dito y peso. Estas personas siempre son buscadas y empleadas. El sentimiento de ser estimado es uno de los sentimientos m�s alegres en el coraz�n del hombre. Otra consideraci�n es que, aunque los delincuentes a menudo regresan por completo a su deber, rara vez y de manera imperfecta recuperan su car�cter una vez que los pierden.

II. Lo incorrecto de mostrar una excesiva consideraci�n por nuestra reputaci�n. Muchos piensan que una apariencia justa es todo lo que quieren. Muchos piensan que si no son culpables de nada que el mundo considere enorme, son tan buenos como deben ser. Un caso peor de consideraci�n desmedida por nuestra reputaci�n es cuando, para levantarla o preservarla, transgredimos nuestro deber. La estima de los in�tiles est� muy mal comprada al precio de volverse como ellos.

Las consecuencias m�s fatales proceden a diario de que las personas se dejan llevar por la insensatez de los dem�s en lugar de su propio sentido com�n y el de sus amigos m�s experimentados y m�s discretos. Con frecuencia, los prejuicios de la educaci�n, el inter�s mundano, la vehemencia de temperamento, apresuran a los hombres a cometer maldades. A menudo, el �nico incentivo es que, si se detienen en seco, sus amigos los mirar�n con frialdad y pensar�n mal en ellos, y no pueden soportar el reproche de no haber sido fieles a su lado o partido.

Al preferir la buena opini�n de los dem�s a su propia conciencia, las personas que han sido culpables de alguna locura o pecado ser�n culpables de casi cualquier cosa para cubrirlo en lugar de exponerse. Otra mala forma de apuntar a la reputaci�n es cuando derribamos la de otros para levantar la nuestra y la construimos sobre las ruinas. Aquellos que son conocidos por dar tal tratamiento generalmente se encuentran, como bien merecen, con una doble parte.

La sinceridad hacia todos los que hablamos es el verdadero arte de obtenerla hacia nosotros mismos. Adem�s de aquellos que son inducidos a cualquiera de estos pecados por una afici�n indebida a la reputaci�n, tambi�n son culpables quienes permiten que esto les d� demasiada inquietud. Un buen nombre puede ser objeto de demasiada ansiedad. La solicitud indebida por la fama seguramente nos traer� angustia. Es una injusticia exigir al mundo m�s consideraci�n de la que tenemos derecho.

Las personas que reclaman demasiado frecuentemente se ven obligadas a utilizar m�todos injustos e incluso criminales para que se les permita su reclamo. No hay en la tierra una tentaci�n m�s cautivadora que la de una autocomplacencia demasiado cari�osa. ( Monse�or Secker .)

Los elementos de lo grande y lo bueno no son

1. Gran riqueza, ni ...

2. Genio espl�ndido, ni ...

3. Auto publicidad.

I. La modestia es un elemento.

II. Tenacidad de prop�sito.

III. Poderosa reserva de energ�a.

IV. Moralidad y religi�n. ( Revisi�n homil�tica .)

Un buen nombre debe protegerse

Sea maravillosamente cauteloso con sus primeros comportamientos; Consiga un buen nombre, y sea muy tierno con �l despu�s, porque es como el cristal de Venecia, que se agrieta r�pidamente, nunca se puede reparar, aunque est� remendado. Para ello, lleve consigo esta f�bula. Sucedi� que Fuego, Agua y Fama fueron a viajar juntos; consultaron, que si se perd�an el uno al otro, c�mo podr�an ser recuperados y encontrarse de nuevo. Fuego dijo: �Donde veas humo, all� me encontrar�s.

El agua dijo: "Donde veas marismas y moros, tierra baja all� me encontrar�s". Pero la fama dijo: �Mira c�mo me pierdes; porque, si lo hace, correr� el gran peligro de no volver a encontrarme nunca m�s: no hay forma de recuperarme ". ( " Cartas familiares, 1634 " de Howell ).

Versículo 2

Los ricos y los pobres se encuentran: el Se�or es el Hacedor de todos.

La mezcla de ricos y pobres

I. En todas las sociedades civiles hay ricos y pobres. �sta es la consecuencia inevitable de la constituci�n de las cosas. As� lo parecer� si examinamos de d�nde surge la riqueza y de d�nde la pobreza. Las riquezas surgen de tres causas.

1. Las virtudes y habilidades de los hombres.

2. De los vicios de los hombres.

3. Por casualidad o buena suerte; de acontecimientos a los que el propio rico aporta poco o nada.

A las mismas tres causas tambi�n se le puede atribuir la pobreza. No solo las naciones est�n necesariamente divididas en ricas y pobres, sino que tambi�n debe haber una fluctuaci�n perpetua de la propiedad, por la cual los ricos se vuelven pobres y los pobres se vuelven ricos, de modo que ninguno de los dos estados sea de naturaleza fija y permanente. Los pobres siempre ser�n mucho m�s numerosos que los ricos. Mientras haya libertad humana, mientras haya virtudes y vicios, mientras haya vicisitudes de la fortuna y revoluciones de los asuntos, debe haber en todos los tiempos y lugares una mezcla de altos y bajos, ricos y pobres. La Providencia lo permite, y en cierto sentido puede decirse que lo designa, ya que resulta de la naturaleza y constituci�n de este mundo.

II. La reflexi�n moral de Salom�n sobre esta desigualdad. El Se�or es el hacedor de todos ellos. Tienen un padre com�n. En ese sentido, son iguales. Si es as�, no deber�a haber una gran diferencia en cuanto a la felicidad real entre ellos. �Hay mucha disparidad en el punto de felicidad entre el grande y el peque�o, el amo y el sirviente, el caballero y el obrero, el rico y el pobre? Los observadores superficiales de la naturaleza humana y la vida humana juzgar�n sin vacilar que los ricos tienen todas las ventajas de su lado.

Pero tener honor y autoridad, a menos que se adquieran honestamente y se apoye decentemente, es elevarse a una espl�ndida infamia. El poder ejercido desenfrenadamente es la oportunidad indeseable de hacer da�o. La riqueza utilizada con prop�sitos viles, o sin buenos prop�sitos, no puede ser una verdadera bendici�n para el amo o para el que la atesora. La independencia entendida correctamente es a veces una bendici�n, pero a veces es una calamidad.

Los pobres est�n, o pueden estar, m�s libres de malestar que los ricos. Tienen menos deseos, menos deseos falsos y artificiales, expectativas m�s moderadas, etc., y este tipo de preocupaciones y conmociones no son peque�as disminuciones de la felicidad humana. Los pobres suelen tener mejor salud. Los extremos de la abundancia o de la indigencia suelen ocasionar diversos malestares y acortar el hilo de la vida humana.

Por lo tanto, aquellos que se encuentran en un estado intermedio entre la riqueza y la miseria deben estar agradecidos por su suerte, y en lugar de envidiar a los que est�n por encima de ellos, deben considerar cu�ntos se colocan debajo de ellos. Si toda la propiedad y los ingresos de un pa�s se dividieran por igual entre los habitantes, se reducir�an a un estado que se aproxima mucho a la pobreza. Si todos los habitantes de una naci�n cristiana vivieran exactamente a la altura de los preceptos de nuestro Se�or y la exhortaci�n de sus ap�stoles, dif�cilmente se encontrar�an entre ellos una riqueza excesiva y una indigencia extrema.

Hay tres preceptos o leyes del cristianismo que tienden directamente a eliminar estos extremos; y son la ley de la caridad, la ley de la industria y la ley de la templanza. ( J. Jortin, DD .)

Las filas de ricos y pobres

Siendo la constituci�n de las cosas tal que el trabajo de un hombre, o el trabajo de varios, es suficiente para procurar m�s art�culos necesarios de los que �l o ellos necesitan, esto dio lugar inmediatamente para que las riquezas surjan en el mundo y para que los hombres adquieran ellos por medios honestos. As�, algunos adquirir�an una mayor cantidad de art�culos necesarios de los que ten�an ocasi�n; y otros, por medios contrarios, o por accidentes cruzados, los necesitar�an.

Una familia con m�s de lo necesario para lo necesario pronto desarrollar�a necesidades secundarias, y los inventos para abastecerlos, los frutos del ocio y la comodidad, llegaron a emplear gran parte del tiempo y el ocio de los hombres. De ah� que una nueva especie de riqueza lleg� al mundo. Poco a poco, las cosas superfluas de la vida abarcaron un abanico de cosas mucho mayor que las necesarias. Entonces el lujo hizo su incursi�n y todo el numeroso tren de males sus acompa�antes, de los cuales la pobreza est� lejos de ser la peor.

Si las riquezas hubieran continuado consistiendo s�lo en cosas necesarias o lujosas, esto debe haber avergonzado el comercio y el comercio, y mantenido las riquezas en manos de unos pocos. Se acord� sustituir algo m�s duradero y port�til, que deber�a pasar por todas partes en el comercio por verdaderas riquezas naturales. El dinero deb�a responder por todas las cosas. La mejora del comercio y el comercio ha ampliado felizmente el rango medio de personas, que est�n, en buena medida, libres de los vicios de la parte m�s alta y m�s baja de la humanidad.

Habi�ndose formado as� las filas de ricos y pobres, se re�nen, siguen formando una sociedad. Su deseo mutuo los une inseparablemente, pero se encuentran sobre una base de gran desigualdad. La superioridad, por un lado, y la independencia, por otro, no son en modo alguno accidentales, sino que surgen necesariamente de una dispensa providencial establecida de las cosas para su bien com�n. Esto implica deberes mutuos.

El rango inferior de la humanidad contin�a en su mayor parte en alg�n tramo de vida, al que llegaron por direcci�n y ejemplo; ya esto su comprensi�n y discurso, as� como su trabajo, est�n muy limitados. Entonces, �qu� influencia y poder deben tener sus superiores sobre ellos! Los ricos tienen el poder de hacer mucho bien, pero este poder se les otorga a trav�s de la confianza, a fin de que repriman ese vicio y miseria con los que, de otro modo, la gente inferior estar�a bastante invadida.

Los ricos son encargados por providencia natural, tanto como por nombramiento revelado, del cuidado de los pobres. Esto no es una carga, sino un privilegio asociado a las riquezas. Observaciones sobre organizaciones ben�ficas p�blicas:

1. Lo que tenemos que otorgar en caridad siendo un encargo, debemos estar seguros de que lo otorgamos a los objetos propios de la caridad.

2. Las organizaciones ben�ficas p�blicas son ejemplos de gran influencia.

3. Todas las organizaciones ben�ficas p�blicas deben considerarse abiertas a consejos de mejora.

4. Nuestras leyes y toda la constituci�n, civil y eclesi�stica, se basan m�s en la suposici�n de una igualdad entre la humanidad que la constituci�n y las leyes de otros pa�ses.

5. Exalte nuestra caridad hacia los hombres en piedad hacia Dios, desde la seria consideraci�n de que todos somos sus criaturas. ( Mons. Butler .)

Los ricos y los pobres se encuentran

En la distinci�n entre ricos y pobres hay algo que no es del todo agradable para la mente humana. Somos propensos a retroceder ante ella. Con frecuencia, la insatisfacci�n aumenta a medida que no podemos descubrir una regla justa para la distribuci�n desigual de las riquezas. La mente del autor de este proverbio se alej� de las distinciones entre estas dos clases para notar acuerdos entre estas clases.

1. Existe un acuerdo sustancial entre ricos y pobres sobre su origen y su situaci�n al ingresar al mundo. Son igualmente dependientes, igualmente indefensos, igualmente miserables.

2. En su entrenamiento y preparaci�n para el m�s all�.

3. Se pone un valor a las riquezas como medio de disfrute o utilidad. Tanto con ricos como con pobres existe un deseo de riqueza que surge de la esperanza de hacerla �til a la propia.

4. Pero para las nociones err�neas acariciadas, los ricos y los pobres actuar�an juntos con m�s eficiencia y m�s buena voluntad. Se promover�a m�s el bien p�blico.

5. Entre ricos y pobres existe un acuerdo sustancial en todos los �rganos de percepci�n y disfrute. La organizaci�n del pobre es tan perfecta como la del rico.

6. En las facultades intelectuales hay un gran parecido.

7. Y en las pasiones originales de los hombres.

8. Son iguales en su natural e igual dependencia el uno del otro. Ninguna clase puede prescindir de la otra y permanecer independiente y sola.

9. Hay una distribuci�n casi equitativa de las desilusiones, las aflicciones y las aflicciones de la vida. 10. Existe una perfecta igualdad entre los hombres en su capacidad para la religi�n. ( JS Spencer, DD .)

Los deberes relativos de ricos y pobres

Nada est� hecho por s� mismo, o hecho para terminar en su propio ser.

I. El fundamento de los deberes relativos de ricos y pobres.

1. Tienen un Creador, que tambi�n es el Padre de todos.

2. Se re�nen en la misma sociedad o departamento del ser. La sociedad es una constituci�n divina y un ingrediente importante de la felicidad. En la sociedad, la humanidad existe en diferentes relaciones entre s�. Con respecto a ellos, prevalece la ley de la dependencia, que impregna todo el universo.

II. �Cu�les son los deberes relativos y rec�procos de ricos y pobres?

1. Uno de los deberes de los ricos es el otorgamiento ben�volo; para suplir las necesidades de los pobres, para ayudarlos en sus necesidades.

2. Otro deber es el del empleo.

3. La promulgaci�n de leyes justas.

4. El reconocimiento pr�ctico del gran hecho de una igualdad religiosa universal. Los pobres deben ...

(1) Gratitud a sus benefactores.

(2) Satisfacci�n con salarios razonables.

(3) Respecto a los intereses de sus empleadores. ( FA Cox, DD, LL.D. )

Puntos de acuerdo en el estado de ricos y pobres

I. En la participaci�n de car�cter com�n. Los pobres y los ricos tienen igualmente el poder de determinar los principios generales; sus sensibilidades morales son las mismas; en devoci�n las dos clases se encuentran. Son iguales en las pasiones primarias de la mente humana. Cuanto m�s analicemos las acciones y las rastreemos hasta sus elementos primarios, m�s percibiremos la identidad entre ricos y pobres en cuanto a sus capacidades intelectuales, morales, responsables y devocionales.

II. En el proceso de la misma econom�a social.

III. En la casa de Dios. En presencia del gran y bueno Ser, los hombres deben olvidar todas sus distinciones y recordar su relaci�n esencial con Aquel que es igualmente el Padre de toda la humanidad.

V. En las circunstancias de su entrada a este mundo y en las circunstancias de su salida de �l. Aprender&mdash

1. Que los ricos se acuerden de que son ricos con el fin de beneficiar a su generaci�n. Que esas personas consideren seriamente si viven para s� mismas o para Dios.

2. No lamentarnos si somos pobres y, sin embargo, part�cipes de la verdadera piedad que surge de la fe del evangelio. ( Robert Hall .)

La doctrina de la igualdad humana

Hay grandes puntos de semejanza entre todos los hombres que son suficientes para constituir una verdadera igualdad.

1. Todos poseen una naturaleza intelectual e inmortal. La mente es una posesi�n com�n. La inmortalidad del alma otorga a todos los hombres el mismo honor.

2. El hecho de una posesi�n com�n entre todas las clases de afectos sociales y dom�sticos establece la doctrina de la igualdad humana. El mismo coraz�n de amor hacia los amigos y parientes late en el pecho de los m�s altos y m�s bajos.

3. La doctrina de la igualdad humana se establece mediante la distribuci�n universal del vicio y la virtud. En todas partes encontrar�s pecado. Esa es una herencia com�n. As� que con la virtud. Encontrar� grandes muestras de piedad y bondad en las viviendas de los ricos, la clase media y los pobres.

4. La doctrina de la igualdad humana est� establecida por nuestra herencia com�n de enfermedades, sufrimiento, duelos, dolor y muerte. La misma debilidad f�sica debilita a ricos y pobres. Est�n sujetos a las mismas enfermedades. Experimentan la misma angustia mental. Aprender&mdash

(1) Ver la travesura - el pecado - de aquellos que se esfuerzan por separar, el mal pensamiento y la simpat�a, hombre de hombre. Lo que se necesita especialmente ahora es la simpat�a entre las diversas clases de la sociedad.

(2) Que esta doctrina de la igualdad humana proporciona una base para la adaptaci�n del evangelio a nuestras necesidades. ( W. Walters .)

Rico y pobre

1. Seg�n la constituci�n misma de la naturaleza humana, existen y deben existir grandes distinciones sociales. Si bien aceptamos este hecho como inevitable, es importante que lo veamos correctamente.

2. Los ricos y los pobres, con muchas diferencias externas, se encuentran en posesi�n de una naturaleza com�n, que es m�s grande que todas las circunstancias de la vida.

3. Los ricos y los pobres se re�nen en una gran clase intermedia. La mezcla de clases no es menos notable que su separaci�n.

4. Los ricos y los pobres se encuentran juntos en el disfrute com�n de todas las mayores bendiciones de la vida. Las bendiciones m�s valiosas de la vida son las que se esparcen por todo el mundo y llegan a todos por igual, al igual que el resplandor del sol.

5. Los ricos y los pobres se encuentran juntos en todas las experiencias m�s importantes y profundas de la vida. Los grandes acontecimientos, que despiertan los sentimientos m�s profundos del coraz�n del hombre - nacimiento, matrimonio, muerte - ocurren en todos los hogares.

6. Los ricos y los pobres se encuentran en que todos son iguales, y sin excepci�n, pecadores, envueltos en una ruina com�n, expuestos a una condena com�n. �sta es una de las verdades m�s desagradables de la Biblia.

7. Los ricos y los pobres se unen en esto: les han presentado una salvaci�n com�n. Solo hay un evangelio para ricos y pobres. Las distinciones sociales y nacionales no encuentran lugar en el evangelio de Cristo. Si los hombres han de ser salvos, solo pueden ser salvos de una manera, mediante el ejercicio de la fe en el Se�or Jesucristo, el �nico Salvador. ( TM Morris .)

Rico y pobre

I. Varias formas en las que ricos y pobres no pueden evitar encontrarse.

1. Pertenecen a la misma creaci�n. Se re�nen, entonces, como hermanos: �todos los hijos de un solo hombre�, quienes har�n que Sus hijos vivan juntos en unidad.

2. Est�n colocados juntos por su Hacedor com�n en el mismo mundo, y en un estado de dependencia necesaria el uno del otro.

3. Aunque existe una amplia separaci�n entre ricos y pobres en cuanto a educaci�n, h�bitos y modales, estas diferencias externas no son nada en comparaci�n con su naturaleza com�n, con la que guardan la misma relaci�n que la ropa con el cuerpo. M�ralos con respecto a sus apetitos naturales, capacidades corporales y mentales, afectos sociales y dom�sticos; en todas estas cosas se re�nen como iguales, y vemos claramente que un "Se�or es el Hacedor de todos".

4. Si ahora, descartando las consideraciones mundanas, las contemplamos como deben aparecer a su Hacedor, veremos que la distancia entre ellas se desvanece absolutamente, y nada que impida su encuentro sobre una base de perfecta igualdad. Todas las almas son iguales y la religi�n se dirige a todos por igual.

5. Ricos y pobres, reunidos as� en el goce de los mismos privilegios cristianos, deben reunirse tambi�n en la exhibici�n de un coraz�n renovado y un car�cter misericordioso, frutos de una fe com�n.

II. Exhorta a ricos y pobres a reunirse voluntariamente; no s�lo como reunidos por el nombramiento de la Providencia, sino como buscando y avanzando unos hacia otros.

1. No es suficiente que los ricos no opriman a los pobres; gracias a la equidad de nuestras leyes, esto no est� en absoluto en su poder; ni que no desprecien a los pobres, lo cual esperamos no sea en su inclinaci�n; pero los ricos deben proteger, ayudar, honrar y simpatizar con sus hermanos m�s pobres.

2. Pero si el deber de los ricos es encontrar a los pobres, no es menos importante que los pobres avancen hacia los ricos y �encontrarlos a mitad de camino�. ( JH Burn, BD .)

Relaciones sociales

Ricos y pobres se encuentran en su relaci�n y dependencia mutua, como miembros de la sociedad y herederos comunes de la salvaci�n de Cristo. Se re�nen en sus deberes. Se juntan en sus propiedades conjuntas. Se re�nen por sus intereses m�s queridos, tanto de esta vida como de la venidera. Al hombre rico se le puede recordar que la ciudad no puede ser habitada sin los artesanos, los herreros y los trabajadores.

Hay que decirle al pobre que la capacidad de sus superiores es de otro orden que la suya y que el deber de los diferentes puestos es diferente; cada uno tiene sus propias oportunidades y sus propias responsabilidades. Los hombres ricos son necesarios para el bienestar de los pobres y los pobres son esenciales para la existencia de la riqueza. Las necesidades de todos los rangos conectan a todos. Las necesidades de los ricos transmiten consuelo a los pobres; las necesidades del pobre ministran a la abundancia de los ricos. Tales son las graciosas dispensaciones de una amable Providencia. Seamos todos agradecidos por lo que tenemos, y no lamentemos por no tener m�s. ( G. D . Hill, MA ).

Los pobres y los ricos

A lo largo de las Escrituras, el punto de vista es el de Dios, no el del hombre. Para entender cualquier parte de la Biblia debemos mirarla desde el punto de vista Divino. Esto se aplica al texto. En ese d�a, el contraste entre ricos y pobres era mucho mayor que ahora. Si el hombre hubiera hablado, habr�a dicho: �Los ricos y los pobres est�n divididos; sus intereses est�n en guerra y no se puede lograr que se armonicen ". Los ricos tienen ventajas manifiestas.

1. Tienen oportunidades de mejora que los pobres no tienen.

2. Tienen medios de influencia que los pobres no tienen. En otros aspectos, observe la igualdad esencial de estas dos clases.

(1) Las facultades de la mente tanto en ricos como en pobres son esencialmente las mismas.

(2) Las mismas naturalezas morales est�n en ambos.

(3) Son igualmente responsables.

(4) A los ojos de Dios se encuentran juntos en su destino.

(5) Se encuentran juntos en su pecaminosidad.

(6) Son iguales en su relaci�n con el plan de salvaci�n.

Ambos son uno en el centro. Dios iguala. Las diferencias son leves. Las diferencias son rec�procas y pasajeras, mientras que los puntos de acuerdo son permanentes. Aquellos que ponen a una clase en contra de la otra est�n retrocediendo hacia la edad feudal, lo sepan o no, una �poca en la que los pobres eran sirvientes de los ricos. La gloria de nuestra �poca es que las diferencias entre las clases se est�n borrando. Se est�n reuniendo juntos. Nuestras almas est�n siendo elevadas a la comprensi�n de este exaltado ideal de las Escrituras. ( RS Storrs, DD .)

La igualdad de los hombres

I. Indique claramente el tema.

II. Muestre que es la voluntad de Dios que haya distinciones entre ricos y pobres en el mundo.

1. Evidente de las Escrituras.

2. No es incompatible con la justicia de Dios y es un argumento a favor de Su sabidur�a.

III. Aplicaciones.

1. Los ricos siempre deben reconocer a Dios en todos sus placeres.

2. Los pobres deben estar contentos.

3. Aparte de la riqueza y la pobreza, todos los hombres son iguales: tienen la misma naturaleza, el mismo cuidado de la Providencia, los mismos privilegios cristianos y el mismo juicio. ( H. Grove .)

La m�xima imparcialidad divina

La idea de la m�xima imparcialidad es lo que sugiere principalmente la �ltima parte de este vers�culo, "el Se�or es el Hacedor de todos ellos". �l es as� por creaci�n. Ellos por igual le deben a �l su ser, y le deben en todo momento el mantenimiento de ese ser: el hombre rico y el honorable, as� como el m�s pobre y miserable de la tierra. �D�nde est� el monarca en el trono que, m�s que el m�s bajo de sus s�bditos, puede respirar independientemente de Dios? Lo es por asignaci�n providencial.

El mismo Se�or los convierte en lo que son, y podr�a, a su gusto, revertir sus condiciones, convirtiendo al rico en pobre y al pobre en rico. El hecho de que el Se�or sea el Hacedor de todos ellos implica tambi�n la misma distancia de todos ellos, como Sus criaturas por igual, de su Creador y Gobernador com�n. La distancia es la misma. En ambos es infinito. Cuando Dios es el objeto de comparaci�n com�n, la distancia entre lo m�s alto y lo m�s bajo de la humanidad no mide ni un pelo; est� aniquilado. Todas las distinciones que tanto hacen los hombres se hunden en la nada ante Su infinita majestad. ( R. Wardlaw, DD .)

El verdadero correctivo de las desigualdades sociales

El texto no quiere decir que tanto ricos como pobres est�n mezclados en la sociedad, que se opongan o se encuentren, sino que son iguales, que con todas sus diferencias todav�a hay algo en com�n entre ambos. �Cu�l es este terreno com�n, el punto de contacto y acuerdo? No una identidad absoluta o igualdad de condici�n, sino la participaci�n en un cierto bien com�n a ambos e independiente de las cualidades externas.

El verdadero correctivo de todas las desigualdades sociales, en la medida en que sean malas, debe ser proporcionado, no por instituciones y arreglos humanos, sino derivado de una fuente superior e independiente. Considere c�mo y por qu� se adapta la religi�n de la Biblia para ejercer esta influencia. Los esquemas de los hombres para la soluci�n pr�ctica de este gran problema son tres.

1. La idea de eliminar las desigualdades sociales mediante una distribuci�n coercitiva de toda la propiedad. Este m�todo est� condenado por su violenta injusticia, por la mezquindad de sus fines, por la hipocres�a de sus profesiones.

2. La idea de asegurar la igualdad de derechos civiles a pesar de las desventajas personales y sociales. Como medio positivo para corregir los efectos de las desigualdades providenciales, este es tan in�til como el otro.

3. La idea de remediar el mal mediante el aumento intelectual y el conocimiento y refinamiento del gusto. La objeci�n a este remedio es que cuando se aplica solo, su influencia no es necesaria o totalmente buena.

(1) El cristianismo reconoce claramente la existencia y necesidad de algunas desigualdades providenciales en la situaci�n externa de la humanidad.

(2) Su remedio es la mitigaci�n directa de los males de la sociedad mediante el cambio producido en los �nimos y afectos de las partes. Y la verdadera religi�n atribuye a los diversos grados de riqueza, refinamiento, conocimiento, influencia y ocio sus correspondientes medidas de responsabilidad. Hace que cada parte, hasta cierto punto, se contente con su condici�n actual, sea consciente de sus obligaciones particulares y est� dispuesta espont�neamente a cumplirlas.

(3) Mediante un proceso de elevaci�n moral, primero se ense�a a los hombres a superar sus desventajas, y luego, mediante un proceso de elevaci�n intelectual, las clases se acercan m�s. Impresione la necesidad de una educaci�n religiosa popular, no solo como medio de mejoramiento personal y salvaci�n, sino tambi�n como el gran correctivo y quiz�s la cura soberana de los trastornos que ahora se aprovechan de la sociedad y "comen como un cancro". La educaci�n religiosa tiene un uso tanto social y secular como exclusivamente religioso. El verdadero secreto de la "curaci�n de las naciones". ( JA Alexander, DD .)

Relaciones de ricos y pobres

El hombre necesitado murmura que Dios le ha dado tan poco; el hombre opulento olvida que Dios le ha dado tanto. Surge una falta de simpat�a entre las diferentes clases; se encuentran con celos, no con amor. Las diferencias deben verse, no como especialmente da�inas para nadie, sino como buenas en general para todos. Un hombre no est� m�s cerca de Dios ni m�s lejos de Dios que otro. Dios no solo es el hacedor de todos los hombres como hombres, es el hacedor de todos como ricos y pobres.

�l arregla sus condiciones civiles. El estado desigual es el nombramiento de Su providencia. Los hombres se encuentran por naturaleza como iguales; a los ojos del mundo como desigual; en ambos casos para siempre. Ninguno est� en prosperidad o adversidad sin afectar a los dem�s. �Cu�les son, entonces, los deberes que cada uno le debe al otro y que ambos le deben a Dios? ( Canon Harvey, MA .)

Ver a los hombres como Dios los ve

�C�mo parece que las escamas se caen de los ojos directamente, podemos ver las cosas como Dios las ve! El valor sagrado de la humanidad brilla mucho m�s que cualquiera de su felicidad de oropel. Aprendemos a estimarnos correctamente, sin ser molestados y sin verg�enza por las estimaciones falsas que est�n vigentes en el mundo. Nuestra verdadera distinci�n es que somos hombres, que pertenecemos a una raza que fue hecha a imagen de Dios, fue querida por Su coraz�n y redimida por Su amor.

La igualdad que reclamamos para los hombres no es una nivelaci�n, es todo lo contrario; los est� elevando a un nivel superior, que han abandonado y olvidado. Es dar a los hombres respeto por s� mismos en lugar de autoestima. ( RF Horton, DD .)

La humanidad com�n

I. Ricos y pobres se encuentran juntos en sus asignaciones ordinarias de la vida.

II. En las caracter�sticas ordinarias de su naturaleza.

1. El cuerpo tiene el mismo n�mero de huesos y m�sculos, nervios y tendones, en cualquiera de los cuales la enfermedad puede inmovilizarse y el dolor puede entrar.

2. Tampoco nuestra exposici�n es menor en nuestras mentes.

3. Nuestras sensibilidades son las mismas.

III. En sus destinos en el m�s all� com�n.

1. Todos nos encontramos en la tumba.

2. Todos nos reunimos en el juicio.

3. Todos nos encontramos en la eternidad.

IV. En sus derechos bajo el evangelio.

1. Existe la misma necesidad en la naturaleza ca�da.

2. La misma provisi�n proporcionada en la misericordia inagotable de un Redentor crucificado.

3. La misma condici�n clara adjunta a la convocatoria.

4. La misma promesa inalterable adjunta a la promesa.

5. La misma plenitud de fruto ofrecida en respuesta a toda esperanza al final.

No existe ning�n requisito de propiedad para la ciudadan�a en el reino de Dios. ( Chas. S. Robinson, DD .)

La ordenaci�n de la riqueza y la pobreza

Dios enriquece a algunos para que sean caritativos con los pobres; y otros pobres para que puedan ser �tiles a los ricos; y se necesitan unos a otros. A algunos los empobrece para que ejerzan su paciencia, su contentamiento y su dependencia de Dios; y otros ricos para ejercitar su agradecimiento y benevolencia. Todos est�n al mismo nivel ante Dios. ( Matthew Henry .)

Diversas condiciones sociales

Ninguna dispensaci�n de la Providencia parece, a primera vista, m�s ventajosa para la humanidad que la diversidad de condiciones. El pr�ncipe necesita a su pueblo, y el pueblo necesita a su pr�ncipe; el pol�tico necesita a los soldados y los soldados necesitan al pol�tico. Esta conciencia de la necesidad que tenemos de nuestros semejantes es el fuerte lazo que nos une a ellos. Sin embargo, por la depravaci�n de la raza humana, este �til orden ha sido miserablemente abusado.

Por un lado, los grandes han sido deslumbrados por su propio esplendor y, por lo tanto, se han vuelto altivos, desde�osos y opresivos. Por el otro, los bajos, olvidando la dignidad que naturalmente se adhiere al alma razonable, se han vuelto aduladores y mezquinos; se han postrado ante divinidades imaginarias y se han agachado ante fantasmas de grandeza. Ambas partes han adquirido sus ideas err�neas al dejar de considerarse a s� mismas en un punto de vista adecuado.

La naturaleza del hombre consiste en un esp�ritu unido a un cuerpo; y esta descripci�n se aplica a toda la raza. El alma del pobre, as� como la del rico, tiene el poder de considerar los principios, de sacar consecuencias, de discernir la verdad de la falsedad, de elegir el bien o del mal, de buscar los logros m�s gloriosos y �tiles. Su cuerpo tambi�n tiene los mismos caracteres de habilidad y exquisita inventiva: es armonioso en sus partes, justo en sus movimientos y proporcionado en sus poderes.

Como sus poderes son los mismos, tambi�n lo son sus debilidades. El alma de los ricos, como la de los pobres, est� sujeta a la influencia de las pasiones. Tampoco difieren m�s sus privilegios; porque aunque un pobre no puede ejercer la autoridad de los grandes, ni obtener la reputaci�n de h�roes inmortales, puede aspirar a honores infinitamente mayores. Tiene derecho a elevarse a Dios por el ardor de sus oraciones; y puede asegurarse, sin peligro ni enga�o, que el gran Dios considerar� y contestar� sus oraciones.

Nada muestra tanto la mezquindad de los grandes como el valor que atribuyen a las ventajas exteriores, pues as� renuncian a su verdadera y propia grandeza. La gloria del hombre no consiste en que sea rico, noble, se�or o rey, sino en que es un hombre, un ser formado a imagen de Dios y capaz de los logros m�s sublimes. �Cu�les son los puntos de vista de Dios con respecto a los hombres? �Qu� fin propone al colocarnos en este planeta, treinta, cuarenta o ochenta a�os? Lo pretende como nuestro tiempo de prueba.

Seg�n este principio, �cu�l es la condici�n m�s gloriosa? No es eso lo que nos eleva en sociedad; ni tampoco aquello que nos procura los mayores honores y acomodaciones de la vida, porque es m�s glorioso ser un buen s�bdito que un rey malvado, ser un buen disc�pulo que un maestro despilfarrador. No hay profesi�n vergonzosa si no es viciosa. De hecho, hay algo m�s noble en los objetos de algunas profesiones que en otras.

Hay algo mucho mayor en el dise�o de un magistrado que hace y ejecuta leyes para el bien de la humanidad y en el de un mec�nico que practica las artes m�s simples. Pero Dios no determinar� nuestro estado eterno seg�n el dise�o de nuestras profesiones, sino seg�n la ejecuci�n; en ese sentido, todas las profesiones son iguales y todos los hombres tienen el mismo destino. La humanidad, entonces, es esencialmente igual en su naturaleza, sus privilegios y su destino.

Above all this, equality is eminently conspicuous in their end. We may labour to acquire a portion of honest fame, to augment our fortune, to establish our reputation, and sweeten, as far as we can, the cares of life, for this the morality of the gospel does not condemn; but still we must carry this labour no farther than it deserves; it must not be our chief care. God has given to the great ones of the earth an exterior glory, transient and superficial; but to the humble and the patient He has given that glory which is real, solid, and permanent; and what is there difficult to a wise man in submitting to this order of Providence? It may, in some respects indeed, be mortifying to lurk in the lowest ranks of society when one feels sentiments of greatness and elevation in the soul.

Pero esas cosas pronto pasar�n; pronto entraremos en un mundo donde esas distinciones ser�n abolidas, y todo lo que es grande en la mente inmortal brillar� con todo esplendor. ( A. Macdonald .)

La diversidad de posici�n y prosperidad exterior entre la humanidad.

I. La diversidad de posici�n, poder, autoridad, riqueza y similares es inherente a la naturaleza del hombre. Los hombres son diversos en sus capacidades, habilidades e inclinaciones naturales. Pero esta diversidad no se basa del todo en el azar o en la injusticia de la humanidad, ya que se origina, si no en la naturaleza misma del alma, pero seguramente en la constituci�n del cuerpo que habita, los objetos externos que rodean al hombre, el educaci�n temprana que recibe y el clima le asign� como morada, y que no puede ser igual en todas partes.

II. Sin embargo, la prueba de que la diferencia de posici�n es necesariamente inherente a nuestra naturaleza no apaciguar� al hombre descontento. Probablemente se quejar� de esta necesidad, de estar sometido a ella contra su voluntad. Pero, �lo har� con justicia si le demostramos que Dios en esta instituci�n ten�a a la vista los designios m�s sabios y bondadosos, y que en realidad est� calculado para procurar a todos en particular y a todos en general m�ltiples e importantes beneficios?

1. Cierto es que sin la diversidad de estados y condiciones de vida, estar�amos absolutamente obligados a renunciar a muchas de las comodidades de las que podamos disfrutar. Deber�amos ser m�s independientes, pero tambi�n deber�amos tener menos apoyo en la debilidad, menos protecci�n en los peligros, menos ayuda en la miseria, menos alivio en la angustia. �Y cu�n pesada ser�a la vida si todos estuvieran obligados a abastecerse solos de lo necesario, cada uno a procurarse y prepararse lo que quisiera para su sustento, para su comida y ropa, para su esparcimiento y diversi�n!

2. Mediante este reglamento establecido por la Deidad, la humanidad tiene la mejor oportunidad de emplear sus diversas capacidades, facultades y dotes, y de llevarlas al m�s alto grado de perfecci�n que puedan alcanzar aqu�. La diferencia de estados y condiciones de vida introduce una gran variedad de proyectos y dise�os, de ocupaciones, esfuerzos, labores y diversiones.

3. Mediante esta econom�a divina se disfruta de todas las especies de satisfacci�n y placer de que es capaz el hombre, y estas satisfacciones y placeres, tomados en conjunto, constituyen indiscutiblemente la mayor suma posible de felicidad o de sensaciones agradables que puedan tener lugar en el estado actual. de hombre. �Cu�n pocas son las especies de placer a las que estar�a restringida la humanidad si fueran iguales en todos los aspectos!

4. Esta diversidad de posici�n y prosperidad externa son medios excelentes para ejercitarnos en la virtud y, por lo tanto, para hacernos capaces de la perfecci�n y felicidad de otra vida.

Conclusi�n:

1. Que cada uno de nosotros este contento con su situaci�n. Adquiera el h�bito de verlo en el lado m�s agradable: que Dios nos conoce mucho mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, y que consulta uniformemente nuestro bienestar.

2. Que cada uno de nosotros act�e en su puesto con toda la fidelidad posible en cada detalle.

3. Luchemos con extraordinaria diligencia por alcanzar una posici�n superior en un mundo futuro. ( GJ Zollikofer .)

Los pobres no deben ser despreciados

Leslie, el pintor, nos cuenta que escuch� la preferencia expresada por Rogers por los asientos en las iglesias sin bancos, a la que se opuso un caballero que prefer�a los bancos, y dijo: "Si solo hubiera asientos, podr�a encontrarme sentado junto a mi cochero". Rogers respondi�: "Y tal vez te alegrar� encontrarte a su lado en el otro mundo". ( Francis Jacox .)

Versículo 3

El hombre prudente ve el mal y se esconde.

Malos vistos e invisibles de la vida

La gran masa de la humanidad vive en peligro, en lo que respecta al final de la vida. En su opini�n, no hay un destino determinado, ni su vida est� guiada por ning�n principio central. Hay un objeto correcto al cual apuntar, un prop�sito elevado que deber�a ser el centro de toda vida humana, d�ndole unidad y fuerza.

I. Considere la naturaleza de la providencia en la conducta de la vida. La prudencia y la providencia tienen un estrecho parentesco. La palabra providencia expresa la idea especial o el acto particular de proporcionar, mientras que la prudencia denota la previsi�n que se manifiesta en el h�bito o la manera de proporcionar.

1. Aqu� est� la clase de prudencia m�s baja y b�sica que se opone a una vida moral superior. �sta es una mala prudencia. El yo est� en el centro de ello.

2. Luego hay una prudencia que podr�a llamarse neutral, y que no es incompatible con el crecimiento espiritual.

3. Hay una prudencia que est� subordinada al principio superior mismo. La verdadera religi�n y la aut�ntica prudencia est�n aliadas.

II. Observe el valor de la prudencia en los asuntos de la vida. El hombre prudente puede mirar hacia atr�s y hacia delante, puede estimar probabilidades, puede considerar causa y efecto. Condena el futuro y se le advierte. Necesita su prudencia en los asuntos seculares del mundo. La fibra moral de un hombre tiene mucho m�s que ver con su entorno material y su bienestar de lo que muchas personas parecen pensar. El hombre prudente evita las tentaciones que pueden ser excesivas para su fuerza moral.

III. La perdici�n de la irreflexi�n. La imprudencia trae ruina. El castigo no es arbitrario, sino necesario. ( Daniel Jackson .)

Prudente y simple

I. La especificaci�n de las personas. Prudente y sencillo; es decir, justos y malvados. En las Escrituras se describe a los hombres piadosos como sabios, y a los imp�os se les llama necios. Que los hombres piadosos son verdaderamente sabios aparece en esas cualidades, acciones, principios y propiedades que les pertenecen.

1. Un hombre piadoso tiene el verdadero principio de sabidur�a en �l. La sabidur�a no es un ajuste, sino un h�bito, e implica un resorte y un principio para nutrirla. El principio correcto de la sabidur�a es un esp�ritu bondadoso y sabroso, la obra de regeneraci�n y la nueva criatura en nosotros.

2. Lo que un hombre se propone a s� mismo influye en su sabidur�a. Los objetivos del hombre piadoso son celestiales y espirituales.

3. La sabidur�a se ve con respecto a la regla por la cual es guiado. Es parte de un hombre sabio tener buenas reglas. La regla del cristiano es la Palabra de Dios.

4. En lo que respecta al objeto en el que est� familiarizado, que es el evangelio, la doctrina de la sabidur�a.

II. La cuenta diferente que se le da a cada uno.

1. La cuenta de los prudentes. Se le descubre en cuanto a su juicio y aprensi�n espirituales, y su esp�ritu de discernimiento. "�l prev� el mal". Esta previsi�n la tiene por los dictados de la Palabra de Dios; por la concurrencia de una cosa con otra; por las sugerencias y sugerencias internas del Esp�ritu de Dios. Se descubre en referencia a la actividad y la pr�ctica. Y se esconde. Esto se hace en el ejercicio de todas las gracias pertinentes: mansedumbre, humildad, arrepentimiento, fe, caridad. Un hombre piadoso se esconde en toda la obra de reformarse a s� mismo y santidad de vida.

2. El relato de los necios. Su carruaje: "Pasan". Esta es una expresi�n de seguridad y de pertinencia o progreso en el pecado. El pecado ciega el juicio, arrebata el coraz�n y llena de vanas esperanzas a los hombres. Cuanto m�s enga�oso y fraudulento sea el pecado, m�s vigilantes y vigilantes debemos ser.

2. Su aborto espont�neo o enfermedad. Ellos "son castigados". El pecado y el juicio son parientes y se infieren entre s�. Ellos "pasan y son castigados". Es decir, son castigados porque fallecen. La seguridad es la gran promotora del castigo, en la naturaleza de las cosas y en la justicia de Dios. ( T. Horton, DD .)

Escondites para los prudentes

Un elemento principal de la seguridad es la justa aprehensi�n del peligro. Hay peligros envolventes y escondites seguros en las diversas regiones de nuestro negocio secular, nuestra conducta moral y nuestras esperanzas religiosas.

1. En los negocios ordinarios de la vida. Por ejemplo, cuando abunda la especulaci�n.

2. En la regi�n de la moral pr�ctica. Compa�eros fr�volos y licenciosos, teatros, diversiones sab�ticas y una multitud de tentaciones afines.

3. Los mayores males se encuentran en el mundo venidero, y solo el ojo de la fe puede preverlos. ( W. Arnot, DD .)

Buena y mala prudencia

No se nos pide en ninguna parte de la Biblia que hagamos peque�os c�lculos, arreglos peque�os y ego�stas, para construirnos peque�os refugios que no albergar�n a nadie m�s: estamos llamados a la clarividencia, a una gran concepci�n de los hombres y las cosas y los prop�sitos divinos, ya tal c�lculo de la acci�n de las fuerzas del universo que nos salvar� de problemas innecesarios y nos asegurar� la m�xima defensa y protecci�n. La previsi�n se ense�a en todas partes en la Biblia, pero no una previsi�n que es de la naturaleza del ego�smo. ( J. Parker, DD .)

Contraste de prudencia y locura

Un c�lebre comandante hab�a regresado de un per�odo de servicio militar distinguido por las victorias m�s importantes. Despu�s de haberse retirado de una recepci�n muy gratificante en la corte, el soberano fue elocuente en su alabanza al c�rculo circundante. "Hay que confesar", dijo uno de los transe�ntes, "que es un general afortunado". �Ha sido durante demasiado tiempo un general afortunado, para ser solo un general afortunado�, fue la acertada respuesta del exigente monarca.

El mismo juicio se hace continuamente, aunque en silencio, en las preocupaciones ordinarias de la vida. �Vemos a alguien que posee las mismas ventajas externas y los mismos medios de riqueza que los que lo rodean, pero invariablemente involucrado en dificultades, pobreza y miseria? Por lo general, lo consideramos deficiente en esa prudente previsi�n que protege contra las p�rdidas y en esa constante industria que conduce tan com�nmente al �xito. Los sistem�ticamente desafortunados muy com�nmente incurren en la culpa de ser sistem�ticamente imprudentes.

I. El car�cter de un hombre prudente.

1. Es, pues, una caracter�stica del hombre prudente que prev� el mal. La facultad de combinar la situaci�n presente con la perspectiva futura, y de sopesar el bien o el mal de uno por su efecto e influir en el otro, es un don por el cual el hombre se distingue ampliamente de la creaci�n bruta; y por el cual el intelecto y la civilizaci�n, entre los de su propia especie, afirman su superioridad sobre los puntos de vista estrechos y la sensualidad irreflexiva de la vida salvaje.

El hombre prudente camina por la fe y no por la vista. Deseoso de evitar el mal y elegir el bien; Anticip�ndose al castigo del pecado obstinado o de la indiferencia irreflexiva, pregunta en la ansiosa solicitud de quien sabe que la vida y la muerte est�n en juego: "�Qu� debo hacer para ser salvo?"

2. �l ve el mal y se esconde. La sensaci�n de peligro lo lleva de inmediato al remedio eficaz. �Ad�nde, entonces, huye el sabio del peligro inminente? Incluso a la esperanza segura y segura de la Cruz de su Redentor.

II. Los simples pasan y son castigados. �Es esto, se puede preguntar, esa piadosa sencillez y sinceridad que nuestro Se�or; y sus ap�stoles, y cada parte de la instrucci�n de la Palabra de vida recomiendan continuamente? No: es la sencillez de la necedad, del descuido, del prejuicio, de la obstinaci�n, del amor al pecado, de la incredulidad, de la ignorancia, de la dureza de coraz�n y del desprecio de la Palabra de Dios.

Las promesas animan no su obediencia. Las amenazas no lo despiertan de su letargo. Las advertencias no lo despiertan de su seguridad. La exposici�n no logra encender su verg�enza ni dar vida a su gratitud. El simple "pasar". Son arrastrados por la corriente del tiempo, silenciosa y seguramente, hacia la muerte y el juicio. ( RP Buddicom, MA .)

Versículo 4

Por la humildad y el temor del Se�or son las riquezas, la honra y la vida.

Se recomienda humildad

Every being pursues its own perfection, and would fain be satisfied in all the capacities it understands, and in all the importunate appetites it feels. God draws us insensibly to virtue and obedience, by annexing those good things which we all perceive, admire, and prosecute to the practice of those moral duties which are equally our happiness, but not so easily discerned. The text encourages humility, from the consideration of the great advantages we may reasonably expect from the practice of it, even all that is good and desirable in this present world&mdashboth riches, and honour, and life.

I. Un deber recomendado. Humildad, con el temor del Se�or. La definici�n, naturaleza y principios de la humildad en general. La humildad es un h�bito o temperamento de la mente, que procede de un principio de religi�n, que subyuga todas las opiniones falsas y elevadas de uno mismo, y dispone al hombre a una alegre aquiescencia en todas las propiedades y condiciones de vida en las que Dios lo colocar�. un h�bito mental, una estructura o temperamento del alma; porque una virtud no puede definirse mediante acciones �nicas.

Es un h�bito del alma que debe estar enmarcado y forjado por un principio de religi�n o el temor de Dios. Nada puede ser una virtud en nosotros que no hayamos elegido. La mera depresi�n mental no es humildad. La humildad cristiana consiste en una opini�n modesta y justa de nosotros mismos y en una alegre sumisi�n a la voluntad de Dios.

II. Las diversas partes y ejercicios del deber as� definidos. Los principales ejercicios de humildad son:

1. En nuestros deseos y metas.

2. En nuestras miradas y gestos.

3. En nuestro atuendo y h�bito. Pero principalmente ...

4. En nuestra conversaci�n con nuestros conocidos, amigos e iguales; con nuestros superiores; con nuestros inferiores.

III. Las recompensas propuestas para persuadir y fomentar la pr�ctica de la misma.

1. Las riquezas, el honor y la vida son verdaderas bendiciones y la recompensa adecuada.

2. La humildad, con el temor del Se�or, ciertamente los procurar�. Los que buscan a Dios pueden esperar alcanzar estas recompensas, por un poder natural y eficacia en la virtud misma. Por una moral de eficacia, hay algo en la pr�ctica de la humildad que dispone amablemente a todos esos fines. Por una eficacia divina y espiritual, la bendici�n de Dios ayudar� y har� progresar los designios de los humildes, y as� dispondr� y ordenar� las segundas causas para que vivan en abundancia, paz y honor, hasta una buena vejez. Pon el ejemplo de nuestro bendito Salvador ante tus ojos, quien se humill� a s� mismo hasta la muerte en la cruz por nosotros. ( J. Lambe .)

Humildad, con miedo

Estos dos est�n asociados de forma natural. De hecho, son inseparables. La humildad de esp�ritu es una caracter�stica indispensable de la vida religiosa. Es en el valle de la humillaci�n donde el pecador se encuentra por primera vez con Dios y entra en un estado de reconciliaci�n con �l. El esp�ritu de orgullo no puede morar en el mismo coraz�n con el temor del Se�or. ( R. Wardlaw, DD .)

Versículo 6

Instruye al ni�o en el camino que debe seguir: y cuando sea viejo, no se apartar� de �l.

Sobre la educaci�n de la juventud

Una estricta y virtuosa educaci�n de la juventud es absolutamente necesaria para que el hombre alcance esa inestimable bendici�n, esa inefable felicidad, de ser �til a su Dios, f�cil para s� mismo y �til a los dem�s en todo el curso de su vida siguiente. A la prueba de esto, establezca seis proposiciones.

1. Que en el estado actual de naturaleza hay en todo hombre una cierta propensi�n a los vicios, o un principio corrupto que m�s o menos lo predispone al mal, principio que a veces se llama carne, a veces concupiscencia, a veces sensualidad, y forma parte. de lo que llamamos pecado original.

2. Que la propensi�n antes mencionada de la parte o principio sensual al vicio, dejada a s� misma, ciertamente proceder� a trabajar y a esforzarse en la acci�n; y si no se obstaculiza y contrarresta, continuar� haci�ndolo, hasta que la pr�ctica se convierta en costumbre y h�bito, y as�, mediante el uso y la frecuencia, llegue a adquirir una fuerza dominante en la conversaci�n de un hombre.

3. Que todos los des�rdenes del mundo, y las confusiones que perturban a las personas, familias y sociedades o corporaciones enteras, proceden de esta propensi�n natural al vicio en personas particulares, que siendo as� exacerbado por la pr�ctica habitual, desemboca en esas diversas clases. del vicio que corrompe y estropea los modales de los hombres.

4. Que cuando la corrupci�n de las costumbres del hombre por las habituales mejoras de este vicioso principio pasa de lo personal a ser general y universal, para difundirse y extenderse a toda una comunidad, tiende natural y directamente a la ruina y subversi�n de la sociedad. gobierno donde as� prevalece.

5. Que este principio maligno s�lo puede ser alterado y corregido mediante la disciplina y la infusi�n de tales principios en la parte racional y espiritual del hombre que puedan influir poderosamente en su voluntad y afectos, convenciendo a su entendimiento de que la pr�ctica de la virtud es preferible. al del vicio; y que hay una verdadera felicidad y honestidad en uno, y una verdadera miseria, as� como una vileza, en el otro; no hay reparaci�n o trabajo en la parte sensual, sino por el bien de los principios intelectuales.

6. Esta disciplina e infusi�n de buenos principios en la mente, que solo puede y debe producir este gran cambio feliz en la moral de un hombre, contrarrestando ese otro principio sensual y vicioso, que los corromper�a, nunca puede operar tan amablemente, tan eficazmente, y en consecuencia, con tanto �xito, como cuando se aplica a �l en su minor�a, mientras su mente es d�ctil y tierna, y tan dispuesta a recibir buenas impresiones.

Porque cuando llega una vez a estar en a�os, y su mente, habiendo estado predispuesta por los malos principios y luego endurecida por las malas pr�cticas, se vuelve insensible y apenas penetrable, su caso ser� entonces muy diferente, y el �xito de tales aplicaciones es muy dudoso, si no desesperado. Es necesario que las mentes de los j�venes se formen y sazonen con una educaci�n estricta y virtuosa y precoz y preventiva. En tres clases de personas descansa esta confianza:

(1) Padres.

(2) Maestros de escuela.

(3) El clero. ( R. Sur .)

La educaci�n de los ni�os

La educaci�n cuidadosa, prudente y religiosa de los ni�os tiene en su mayor parte una muy buena influencia en el curso de sus vidas.

I. �En qu� consiste la buena educaci�n de los ni�os?

1. En el tierno y cuidado cuidado de ellos.

2. Llev�ndolos al bautismo.

3. Con el debido cuidado para informarlos e instruirlos en todo el �mbito de su deber para con Dios y con el pr�jimo.

4. Con un cuidado prudente y diligente para adaptar su vida y sus modales a la religi�n y la virtud.

5. D�ndoles buen ejemplo.

6. En sabias restricciones de lo que es malo, mediante la reprensi�n y correcci�n oportunas.

7. En traerlos para ser catequizados p�blicamente.

8. Al traerlos para ser confirmados.

II. Orientaciones m�s particulares para la gesti�n de este trabajo. Los j�venes deben ser entrenados en el ejercicio de las siguientes gracias y virtudes: obediencia, modestia, diligencia, sinceridad, ternura, piedad, buen dominio de sus pasiones y de su lengua, para hablar la verdad y odiar la mentira; a la piedad y devoci�n hacia Dios, a la sobriedad y castidad con respecto a s� mismos, ya la justicia y la caridad para con todos los hombres, esfu�rzate por descubrir el car�cter y la disposici�n particulares de los ni�os, para que te adaptes y te dediques a ello.

Esfu�rcese por plantar aquellos principios de religi�n y virtud que sean m�s sustanciales y que probablemente tengan la mejor influencia en el futuro gobierno de sus vidas. Controla y desanima en ellos los primeros comienzos del pecado y del vicio: tan pronto como aparezcan, arrancalos de ra�z. Tenga mucho cuidado de que los ni�os no se habit�en ni se acostumbren a ninguna mala conducta. Tr�elos, tan pronto como sean capaces de hacerlo, al culto p�blico de Dios. Ponlos en el ejercicio y la pr�ctica de la religi�n y la virtud, en los casos en que su comprensi�n y edad sean capaces de hacerlo. Agregue oraci�n constante y ferviente a Dios en nombre de sus hijos.

III. Algunos de los abortos espont�neos m�s comunes en el desempe�o de esta funci�n. Estos se pueden encontrar en relaci�n con la instrucci�n, el ejemplo y la reprensi�n. A menudo hay demasiado rigor y severidad; en otras ocasiones, excesiva laxitud. Siempre es malicioso castigar bajo la influencia de la pasi�n.

IV. Muestre c�mo la buena educaci�n llega a ser una gran ventaja. Da a la religi�n y la virtud la ventaja de la primera posesi�n y la ventaja adicional del h�bito y la costumbre.

V. Estimular a aquellos cuyo deber es cumplirlo con gran cuidado y conciencia. La buena educaci�n es la mejor herencia que puede dejar a sus hijos. De esta manera promueve su propia comodidad y felicidad. La base m�s segura del bienestar y la felicidad p�blicos se establece en la buena educaci�n de los ni�os. Considere los grandes males que resultan del descuido de este deber. ( T. Tillotson, DD .)

Educar a los ni�os en las virtudes primarias

Los h�bitos de virtud son de la misma naturaleza que la destreza en las artes mec�nicas u otras. Si adquiri�ramos esta destreza, debemos ejercitarnos temprano y constantemente, ya sea en las virtudes o en las artes. Es necesario que eduquemos a los ni�os en la virtud con todo el cuidado posible desde su m�s tierna infancia, y que los ejercitemos continuamente en ella, si queremos que sean personas verdaderamente virtuosas. Para hacer esto, debemos averiguar su temperamento y comportarnos en consecuencia: debemos habituarlos a actuar desde el principio y el dise�o; debemos ense�arles a estar atentos a las consecuencias de sus acciones; debemos esforzarnos por hacer de su deber un placer. Otras reglas son:

1. Acost�relos desde la m�s tierna infancia a la obediencia y la sumisi�n.

2. Insp�relos con un amor predominante por la verdad, por la sinceridad y la franqueza.

3. Capac�telos en la diligencia, el m�todo y la industria en sus asuntos.

4. Tenga mucho cuidado de educarlos en la humildad y la modestia.

5. Esfu�rcese por inspirarles un afecto sincero y una buena voluntad cordial hacia toda la humanidad, sin distinci�n de rango, religi�n, pa�s o fortuna exterior.

6. Descuide no educarlos en la compasi�n y la benevolencia.

7. Entr�nelos a la paciencia en los sufrimientos, a la fortaleza y al coraje en las desgracias, a un comportamiento firme e intr�pido en todas las situaciones. Estas cualidades y virtudes son indispensablemente necesarias para nosotros en nuestro estado actual. Debemos aprender primero a practicarlos en asuntos triviales si queremos hacerlo despu�s en a�os m�s maduros y emergencias m�s importantes. ( GJ Zollikofer .)

Entrenamiento infantil

Introducci�n:

1. Movilidad necesaria en materia de formaci�n; por tanto, el hombre nace "ni�o". Sin embargo, tenga en cuenta que la flexibilidad pasa, la tendencia a solidificarse pronto se infiltra.

2. A los padres se les concede aqu� el derecho al dogmatismo amoroso: "por el camino que deben seguir".

I. La verdadera formaci�n abarca el cuidado y el sistema.

1. Estos deben tocar cada parte de la naturaleza infantil: carne y sangre. La evoluci�n de la plena hombr�a s�lo se alcanz� as�. Los cuerpos son alimentados y "entrenados". El misterio es que el alma a menudo se descuida. Ning�n animal descuida a sus cr�as como lo hace el hombre. �Cada hogar debe tener su propia escuela sab�tica�.

2. No se puede entrenar sin una l�nea para seguir - una fe que se puede ense�ar - un sistema. El ni�o entrenado no se encuentra donde la mente del padre es oscura o ca�tica. �Le gusta que su hijo elija su fe cuando puede pensar por s� mismo? Ning�n ni�o est� libre de prejuicios mental o espiritualmente. El ni�o tiene todo que aprender. No tiene ning�n est�ndar de selecci�n. El primer entrenador tiene el mayor poder, ya sea bueno o malo. Marque esto: si no lo predispone para bien, mil tutores fuera de su hogar lo perjudicar�n.

II. Ense�e al ni�o a decidir cuestiones morales por principio, no por sentimiento.

1. Un ni�o se compone de apetitos y sentido moral. Todos estos brillan. Pero los apetitos tienen dos o tres a�os de inicio de sentido moral. Debes ser r�pido en el entrenamiento, o no tendr�s sentido moral para superar el apetito.

2. Cada d�a de la vida ofrece momentos para la decisi�n moral. Piense en Arthur Donnithorne de George Eliot; temperamento dulce, sentido moral d�bil, gustos animales fuertes; por tanto, un peligro permanente para �l y los dem�s.

3. El gran principio decisivo para todas las almas es: "Lo que ama Cristo, eso es lo que debe hacerse". Es seguro: lleva al ni�o a los problemas correctos. Es seguro: no pone en peligro nada en todo su ser. Es r�pido: debajo de �l, las almas crecen santas r�pidamente.

III. Ense�e al ni�o a juzgar el cristianismo por los mejores resultados. Gran parte de la formaci�n se imparte sin saberlo. La succi�n del alma siempre ocurre en "un ni�o". Los cinco sentidos son cinco avenidas hacia el alma. Una multitud de ideas abigarradas suben por ellos, cada idea es un maestro. En su hogar escuchan sus opiniones sobre los hombres y sus acciones. �Tener cuidado! si condenas el cristianismo por sus ejemplares manchados, haces da�o al ni�o. Pon la religi�n en su m�xima expresi�n.

Por su bien, pregunte: ��Cu�les son sus mejores resultados? �Mu�strales esplendores espirituales. Mu�streles a Juan, Pablo, Agust�n, Lutero, Newton, Hale, Wesley. Galer�a cristiana no falta en retratos finos. Mu�strales a Cristo. El anhelo moral los despertar�; tendr�n hambre y se saciar�n ( Mateo 5:6 ). Conclusi�n:

1. Todos los detalles se rigen por estos principios.

2. As� entrenar�s "una semilla piadosa". ( Semanario brit�nico .)

Sobre la educaci�n religiosa

I. Una exhortaci�n al cumplimiento de un importante deber. La sabidur�a y la propiedad de la exhortaci�n se basan en ciertas cualidades inherentes al hombre.

1. El hombre es notablemente propenso a la imitaci�n. En las familias privadas, el ni�o imita todas las acciones de los padres. As� sucede en la vida global de la naci�n. El elenco de modales generales depende de los l�deres de la sociedad.

2. Los ni�os en la infancia luchan obstinadamente por la gratificaci�n de su propio humor. El principio de la voluntad propia no debe ser reprendido. Cuando nos hace decididos a rechazar el cumplimiento de las condiciones mezquinas, de las propuestas bajas y de las instigaciones perversas, es generoso y varonil, y debe ser apreciado. Pero la adaptaci�n razonable de nuestras propias inclinaciones y nuestros propios sentimientos a las disposiciones y opiniones de los dem�s es absolutamente necesaria para la transacci�n de las preocupaciones humanas y, en consecuencia, para la existencia de la sociedad civil.

Por lo tanto, debe ense�arse a los ni�os, porque no tienen experiencia; y se impone a los j�venes, porque sus pasiones son turbulentas. La educaci�n de los ni�os en el camino del sometimiento a un control discreto y moderado es un acto de juiciosa bondad por parte de todos los padres.

3. Cuando nacemos, traemos con nosotros mentes ya provistas de principios met�dicos; pero por el �nico don de Dios estamos dotados de capacidad para inventar o aprender artes y ciencias. El grado en que esta capacidad se vuelva ventajosa depende en gran medida del grado y forma de cultivo con que se mejore.

4. En la generalidad de los hombres hay un esp�ritu activo que est� impaciente por descansar y que encontrar� empleo. Por tanto, los ni�os necesitan formaci�n en los m�todos adecuados para gastar energ�a en el trabajo y la recreaci�n.

5. Hay en el hombre una desdichada tendencia a hacer el mal. Al hombre le resulta m�s f�cil satisfacer sus apetitos que elevar su alma a objetos superiores. El mejor amigo del ni�o es aquel que comienza con el primer amanecer de la comprensi�n para grabar en la mente de su hijo que hay un Dios presente en todas partes en poder y conocimiento, y otro estado de existencia, donde la bondad terminar� en felicidad, pero el vicio produce miseria.

II. El efecto que resultar� del cuidado infantil empleado en la educaci�n. Las facultades mentales m�s distinguibles en nuestros primeros a�os son la memoria y la imaginaci�n. Si los efectos propios de la correcta instrucci�n no son tan visibles como podr�a desearse en cada per�odo de nuestra �poca, nadie se apresure a concluir que, por lo tanto, los elementos de la educaci�n est�n totalmente borrados. El buen principio puede permanecer dormido en la mente durante algunos a�os.

A menos que en casos de extrema depravaci�n, el buen principio, como la buena semilla, finalmente encuentre su camino para dispararse y dar una medida diez veces mayor seg�n su propia especie. La educaci�n, entonces, de los ni�os en el camino que deben seguir es de la naturaleza del hombre indispensablemente necesaria. ( GJ Huntingford, DD .)

Del deber que los padres tienen para con sus hijos

I. La naturaleza atroz y las consecuencias fatales del descuido del deber de los padres.

1. Como aparece a los ojos de Dios.

2. Como afecta a los ni�os.

3. Como afecta a los propios padres.

II. C�mo deben educar los padres a sus hijos.

1. Entrene a sus hijos para que le reverencian.

2. Entr�nelos para que se sometan impl�citamente a su autoridad. La insubordinaci�n en la juventud es la entrada segura a todo lo que es desordenado en los a�os m�s maduros.

3. Para educar a sus hijos en la moderaci�n en el placer, gu�elos, lo m�s pronto posible, a marcar la impostura de la pasi�n, y prot�jalos de toda intimidad con los sueltos y disipados, y prohibi�ndoles toda lectura suelta y licenciosa. .

4. Capac�telos para la industria y la frugalidad. La aplicaci�n y la asiduidad incansables son los �nicos medios por los que se puede alcanzar la preeminencia entre los hombres.

5. Entrene a sus hijos a la virtud y la franqueza, la justicia y la humanidad.

6. Entrene a sus hijos a la piedad. Los verdaderos puntos de vista de la benignidad del Gobernante de la naturaleza impresionar�n su pecho susceptible, con sentimientos de piedad genuina, y los llevar�n a amar al Se�or su Dios con todo su coraz�n, fuerza y ??mente. ( W. Thorburn .)

La formaci�n de la mente de los ni�os.

1. No reprimas su curiosidad o su curiosidad. En s� mismo no es culpa. Es m�s bien un fuerte impulso y un medio excelente para volverse inteligente y sabio.

2. Acostumbre a sus hijos o alumnos al uso de sus sentidos; ens��ales a aprehender con justicia.

3. Cuidado con darles ideas falsas o no suficientemente precisas sobre cualquier asunto, aunque nunca de tan poca importancia.

4. Que no aprendan nada que, ya sea por su tierna edad o por la falta de otros conocimientos necesarios para tal fin, no puedan comprender. No midas sus capacidades por las tuyas.

5. Esforzarse no s�lo por aumentar y ampliar su conocimiento, sino tambi�n por hacerlo s�lido y seguro. Es mucho mejor para ellos saber algunas cosas a fondo que tener s�lo un conocimiento superficial de muchas.

6. Gu�rdelos para que no se apresuren a sacar conclusiones y aproveche todas las oportunidades para conducirlos, mediante observaciones, a la circunspecci�n y precisi�n en sus inferencias y juicios. ( GJ Zollikofer .)

La formaci�n del coraz�n de los ni�os.

Formar el coraz�n de los ni�os significa dirigir sus apetitos y afectos a los objetos m�s valiosos, inspirarlos con un amor predominante por todo lo que es verdadero, justo y apropiado, y de ese modo hacerles f�cil y agradable el cumplimiento de su deber.

1. Estudie para conocer su temperamento y comp�rtese de acuerdo con �l. El temperamento es, por as� decirlo, el suelo que se va a cultivar, y la diversidad de este suelo no es tan grande pero pronto se descubrir�. M�s o menos vivacidad y rapidez de aprehensi�n, m�s o menos sensibilidad al bien y al mal, al placer y al dolor, m�s o menos vehemencia en los afectos, m�s o menos disposici�n al descanso o a la actividad, en ellas consiste la principal diversidad en lo que puede llamarse el temperamento de los ni�os. Todos estos diversos temperamentos pueden conducir igualmente a las virtudes o a los vicios.

2. Acost�mbelos a actuar por principios y designios, y no por impulso ciego o mera voluntad propia.

3. Pero no os conform�is con ense�arles a actuar desde la raz�n, como criaturas racionales; pero ens��eles a actuar seg�n los principios m�s nobles y con puntos de vista puros y ben�ficos. Cu�dense de poner en movimiento �nicamente su ambici�n, y de incitarlos a la aplicaci�n y al deber sin otro motivo que la idea del juicio que otros les dictan.

4. Ens��eles, adem�s, a prestar atenci�n a las consecuencias de sus acciones o de su comportamiento. Ens��eles a valorar debidamente esa paz interior, la satisfacci�n, la alegr�a de la mente, la salud y la fuerza del cuerpo, y las dem�s ventajas que han obtenido de una conducta honesta y adecuada.

5. Esfu�rcese por hacer de su deber un placer para ellos.

6. Para facilitarles todo esto, para ense�arles a actuar seg�n los principios, a actuar por los mejores motivos y a estar atentos a las consecuencias de sus actos, conviene acostumbrarlos pronto al autoexamen, que es lo m�s excelente. medios para ser cada vez m�s sabio y virtuoso.

7. Ens��eles, de la misma manera, a beneficiarse de la conducta de otras personas.

8. Por �ltimo, con este fin, llame al historial tambi�n en su ayuda. ( GJ Zollikofer .)

Ventajas de un buen entrenamiento

Los que est�n bien educados generalmente se comportan bien por las siguientes razones:

1. Las primeras impresiones son profundas.

2. El h�bito es fuerte.

3. La piedad temprana es aceptable a Dios. El primer amor de un coraz�n inocente es el sacrificio de un olor dulce. ( S. Charters .)

Entrenamiento religioso

Se puede decir que se ense�a a un ni�o cuando, con palabras, le transmitimos claramente a su mente alguna verdad o le imponemos a su conciencia alg�n precepto. �l es educado cuando nosotros mismos pasamos ante �l, en la ilustraci�n pr�ctica de la verdad y el precepto, que es arrastrado despu�s de nosotros de la misma manera. El principio se aplica peculiarmente a la instrucci�n moral y religiosa. Suponga que desea instruir a un ni�o en la benevolencia o la caridad.

Le dices lo que te inclina a hacer por los necesitados y los que sufren; te adentras en los hermosos sentimientos que su ejercicio incita en el propio pecho; te refieres a distinguidos ejemplos que han bendecido al mundo. Todo esto es ense�anza. Pero ahora, nuevamente, tomas a tu hijo de la mano y lo llevas contigo a alguna morada de pobreza y miseria; le dejaste ver contigo la situaci�n de necesidad de los presos de esa fr�a y mal abastecida vivienda; se�ala el anhelo de tu coraz�n hacia ellos, y su coraz�n se llena de simpat�a; la satisfacci�n que regocija tu alma que �l comparte cuando le das libremente la ayuda necesaria; �l es testigo de toda la acci�n rec�proca de una generosidad viviente de su parte y una gratitud de retorno en el acto.

Y esto es entrenamiento. Una de esas escenas valdr� m�s que muchas conferencias para que su hijo sea caritativo. O suponga, nuevamente, que instruir�a a su hijo en la devoci�n, la oraci�n a Dios. Pero, �con qu� prop�sito si el ni�o no est� adem�s entrenado para orar? - �Con qu� prop�sito si la misma casa en la que vive es una casa sin oraci�n? �Instruir�a a su hijo en esa excelencia cardinal de la verdad? Insistes a menudo, con palabras, en su importancia.

Pero, m�s que esto, entr�nelo para que lo haga. Reprimes el enga�o. Est� bien. Pero no practique de ninguna manera lo que reprende. �Ense�ar�amos a nuestros hijos a ser amables y gentiles? �C�mo? por un comando? No solo, sino con m�s fuerza por el porte y tono afectuoso y agradable de nuestro propio habla y persona. Los padres y los amigos a menudo se preguntan que, despu�s de todos los esfuerzos que se han hecho con los ni�os, los frecuentes consejos y amonestaciones, a�n deben extraviarse.

Pero, �el ni�o que te ha decepcionado fue entrenado y ense�ado? �Fuiste uniformemente antes para llamarlo y guiarlo despu�s de la forma en que lo indicaste primero? Pero en la mayor�a de los casos, la regla se mantendr�: su hijo seguir� como se le ha ense�ado. El soldado de su �poca podr�a olvidar pronto el ejercicio de su disciplina temprana, o el marinero los primeros c�lculos mediante los cuales, bajo los planetas rodantes, se abri� paso sobre las olas inciertas, como su hijo, la gu�a pr�ctica a la que realmente ha llegado. lo us� durante una serie de a�os.

�l seguir� adelante, si has sido su l�der y precursor, cuando tus pies tropiecen en las oscuras monta�as, y correr� la carrera despu�s de tanto como la has corrido antes. El significado principal de la tumba donde te acuestes ser� fijar la direcci�n en la que entrenaste y el punto en el que dejaste a tu hijo. Tu corteza desaparecer� mientras navega sobre el horizonte brumoso; pero su barca seguir� el mismo rumbo. �D�nde, d�nde ser�? ( CA Bartol .)

La educaci�n de los j�venes

I. Un objeto interesante. "Un ni�o."

1. Sus poderes personales ( Job 32:8 ), las facultades de la mente.

2. Su importancia social.

3. Su posible elevaci�n.

4. Su depravaci�n total. S�crates confes� de s� mismo que sus inclinaciones naturales eran sumamente malas, pero que por medio de la filosof�a las anul�.

5. Su duraci�n inmortal.

II. Un deber importante. "Entrenar."

1. Que se le ense�e un aprendizaje �til.

2. Que se instruya en el conocimiento religioso.

3. Que se impresione con un ejemplo coherente.

4. D�jelo guiar hacia los h�bitos adecuados.

5. Sea santificado por la oraci�n ferviente.

III. Una perspectiva alentadora.

1. Del nombramiento divino ( Deuteronomio 4:10 ; Deuteronomio 31:13 ; Efesios 6:4 ).

2. Del procedimiento Divino. ( Estudios para el p�lpito ).

La instrucci�n religiosa de los j�venes

1. Procure presentar el car�cter divino de una manera calculada para animar los corazones j�venes.

2. Distinguir entre la forma en que la muerte afecta al cuerpo y la forma en que afecta al esp�ritu.

3. Deje en claro que la religi�n de Cristo est� en armon�a con toda recreaci�n y disfrute inocentes.

4. Hacer todo lo que est� a nuestro alcance para interesar a los j�venes en los servicios del santuario.

5. Procura ofrecer a los j�venes la verdad que Dios te ha revelado y de la que has sentido el poder.

6. Evite todo trato a los j�venes calculado para desanimar y desanimar. Tenga cuidado de no exigirles demasiado.

7. Sea variado en su ense�anza y no se deprima si se retrasa el logro de su objetivo. ( SD Hillman .)

La necesidad de una disciplina sabia y sana

1. Tan pronto como los ni�os sean capaces de reflexionar, esfu�rcese por familiarizarlos con algunas de las principales verdades del Evangelio.

2. Explique los deberes de la religi�n pr�ctica as� como los art�culos de fe.

3. Tenga cuidado de dar a sus hijos un ejemplo digno de imitar, pues las instrucciones y exhortaciones quedar�n invalidadas por la inconsistencia.

4. La disciplina, el reproche y la correcci�n son necesarios tanto en la familia como en la Iglesia y el Estado.

5. Que la correcci�n y el reproche vayan acompa�ados de una oraci�n ferviente e importuna.

6. Vig�lelos para ver cu�l puede ser el fruto de su trabajo. Para realizar correctamente los deberes de los padres, debemos comenzar temprano; asegurar el cari�o de los ni�os; gu�rdalos fuera del camino de la tentaci�n; y ens��ales con dulzura. ( B. Beddome .)

Entrenamiento piadoso

Las diversas ramas de la educaci�n piadosa pueden enumerarse as�:

1. Instrucci�n sobre los principios correctos: los principios de la Palabra de Dios.

2. La inculcaci�n de la pr�ctica correcta: la pr�ctica de la voluntad de Dios.

3. Amonestaci�n, moderaci�n y correcci�n saludables.

4. Evitar cuidadosamente la exposici�n a malas compa��as y malos ejemplos.

5. La exposici�n ante ellos de un buen ejemplo en nosotros mismos.

6. Oraci�n constante, creyente y ferviente. ( R. Wardlaw, DD .)

Educaci�n

I. �A qui�n debemos educar? El material. "Un ni�o." El mundo est� repleto de analog�as tanto reales como obvias, mediante las cuales el moralista puede hacer cumplir el deber de educar en el per�odo relativamente flexible de la juventud.

II. El proceso de educaci�n. "Entrenar." N�tese la distinci�n entre ense�anza y formaci�n. Puede haber ense�anza sin formaci�n. La formaci�n moral de acuerdo con una norma divina, con el fin de moldear al ser humano, a�n joven y tierno, en los principios y h�bitos de acci�n correctos, es la �nica educaci�n digna de ese nombre. La escuela de formaci�n m�s antigua es la mejor: la escuela en casa; las hermanas y los hermanos son los mejores compa�eros de clase y los padres los mejores maestros. Pero formidables obst�culos, tanto intr�nsecos como extr�nsecos, impiden o impiden la formaci�n de los padres.

III. El objetivo y fin de la educaci�n. "En el camino que deber�a ir". La sabidur�a para elegir el momento adecuado y la habilidad para adoptar el mejor m�todo no servir�an de nada si de ese modo se inculcaran falsos principios en la mente y se implantaran malos h�bitos en la vida. Si no educamos a los ni�os en la verdad y la rectitud, ser�a mejor que no los eduquemos en absoluto . ( W. Arnot, DD .)

La formaci�n de los ni�os

Hay muchas calificaciones necesarias para llevar a cabo este importante deber.

I. amor santificado. Esto no es un mero cari�o instintivo que es com�n al hombre y a los animales, sino ...

1. Percepci�n de la verdadera belleza de la infancia.

2. Comprensi�n de la pureza de la infancia.

3. Conciencia de la inocente sencillez de la infancia.

II. Sent� responsabilidad.

1. Los ni�os no son nuestros.

2. Los ni�os son los futuros habitantes del mundo. De ah� que el mundo sea, en cierta medida, lo que hacemos los ni�os.

3. Los ni�os tienen almas inmortales.

III. Influencia indirecta. Para obtener esto debemos:

1. Dominar nuestra propia pasi�n. Ning�n padre apasionado puede influir definitivamente en su hijo.

2. D� un ejemplo piadoso.

3. Cultive la confianza y gane afecto.

IV. Espera paciente y oraci�n ferviente. ( Homilista .)

La inocencia de la infancia un sue�o

Aqu� hay una afirmaci�n, pero �no se opone la experiencia con frecuencia a ella? El enunciado del texto es incondicional. La adherencia al camino correcto se da como el resultado invariable de haber sido entrenado en el camino correcto. �Puede esto establecerse con hechos? �Con qu� restricciones se deben entender las palabras del sabio? Est� impl�cito en el texto que no hay tendencia en un ni�o a caminar en el camino correcto, y si lo dejamos solo, seguramente caminar� por el camino equivocado.

Casi desde el momento del nacimiento del ni�o se pueden descubrir en el ni�o los elementos del hombre orgulloso, vengativo y voluntarioso. Hay culpa hereditaria donde no puede haber absoluta. La inocencia de la infancia es un sue�o y una ilusi�n. Al tratar con los ni�os, no tenemos que tratar con suelo desocupado, sino suelo ya impregnado de toda semilla de maldad moral. �De qu� manera se puede obedecer mejor el precepto del texto? El gran secreto del entrenamiento radica en considerar al ni�o como inmortal. ( H. Melvill, BD .)

Ense�a a los m�s j�venes

El Dr. Chalmers, en una carta a su hermana, la Sra. Morton, dice: �No se puede comenzar demasiado temprano. Se debe hablar de Dios a los m�s j�venes y familiarizarlos con el nombre de Jesucristo; y debe establecerse en ellos toda asociaci�n de reverencia y amor que el tono y el estilo de los padres puedan atribuir al negocio de la religi�n. Sus conciencias est�n maravillosamente pronto trabajando ".

Infancia lesionado

La infancia es como un espejo que capta y refleja im�genes a su alrededor. Recuerde que un pensamiento imp�o pronunciado por el labio de un padre puede operar en un coraz�n joven como un chorro de agua descuidado arrojado sobre acero pulido, manch�ndolo con �xido que ning�n restregado puede borrar.

Ense�anza y formaci�n

Es muy importante hacerse con la distinci�n entre docencia y formaci�n o, como dice el margen, catequizaci�n. Entrene a un ni�o, no simplemente gu�e a un ni�o. Hay un texto del Nuevo Testamento que saca a relucir los mismos pensamientos donde se ense�a a los padres a criar a sus hijos en la disciplina y amonestaci�n del Se�or. Observe la distinci�n entre crianza y amonestaci�n. La amonestaci�n significa ense�ar, y la crianza significa entrenamiento, dos cosas muy remotas.

Eli era un gran amonestador, pero no un entrenador. El� amonestaba a sus hijos muy a menudo. Si el simple hablar hubiera respondido, lo habr�a hecho bien. Deber�a haber sido como Abraham, quien mand� su casa despu�s de �l. �Crees que alguna vez podr�as ser un buen tirador dando conferencias sobre la ciencia de los proyectiles? �Eso har�a buenos tiradores a los hombres? Para ser buenos tiradores, debes manejar el rifle y disparar. ( S. Coley .)

El entrenamiento de un ni�o

La sociedad humana ya es bastante dura y necesita m�s simpat�a de la que uno siempre ve; pero lo que ser�a si los corazones de los hombres no se mantuvieran en alg�n grado de dulzura y ternura por los afectos que surgen y desarrollan por la vida familiar, es dif�cil de concebir plenamente. Este texto corrige la terrible y traviesa idea err�nea de que el futuro de un ni�o es una cuesti�n de azar.

Puede controlarse. Toda la vida puede ser entrenada. Se puede hacer que tome un rumbo diferente al que tomar�a de otra manera. La formaci�n est� dentro de ciertos l�mites. Los ni�os ser�n entrenados a pesar de nosotros. La forma en que se entrenan depende en gran medida de nosotros. Confiamos en este mismo principio de formaci�n en todas las dem�s relaciones que mantiene el ni�o. Las leyes de la vida religiosa no son leyes caprichosas e incalculables. El deber debe aprenderse como un negocio, una ciencia o una profesi�n. La formaci�n de un ni�o consiste en

1. Docencia.

2. Ejemplo.

3. Disciplina.

4. Oraci�n.

Mu�strame a un ni�o bien instruido en las verdades del evangelio, que viva d�a a d�a en presencia de ejemplos consistentes y ganadores, y rodeado de oraciones, y no digo que tal persona no pueda romper su voluntad por una extra�a voluntad propia. atravesar todas estas influencias benditas y convertirse en un naufragio y un n�ufrago, pero ser� una maravilla si llega a un final tan melanc�lico, y es m�s f�cil creer que en tal caso el entrenamiento ha sido defectuoso que que ha habido un fracaso en la promesa divina que conecta la primavera y el oto�o. ( Enoch Mellor, DD .)

La formaci�n de los ni�os

Toda la familia humana ha descendido de los lomos de Ad�n y est� necesariamente manchada con su impureza. "Por la desobediencia de un hombre, muchos fueron hechos pecadores". Todos estamos bajo el poder del pecado. Esta tendencia al pecado se manifiesta a menudo en el ni�o mucho antes del amanecer de la conciencia. Constitucionalmente es un pecador, y el desarrollo ininterrumpido de su naturaleza ser� necesariamente un crecimiento en el pecado.

I. El texto no significa que esta naturaleza pecaminosa deba ser entrenada con la esperanza de producir resultados bendecidos, pero algo m�s elevado y mejor debe ser suministrado desde afuera. La vida, la gracia y el poder se han puesto al servicio de la humanidad en la persona de nuestro Se�or y Salvador Jesucristo, y deben ser entregados a nosotros por la operaci�n del Esp�ritu Santo. Pero esta vida divina est� aqu� s�lo en germen, y debe desarrollarse en medio de ciertas condiciones, y aqu� hay un deber que Dios requiere de manos de los padres.

�Yo conozco a Abraham, que �l mandar� a sus hijos ya su casa despu�s de �l, y que guardar�n el camino del Se�or para hacer justicia y juicio; para que el Se�or traiga sobre Abraham lo que hab�a dicho de �l �. Aqu� se declara expresamente que Abraham deb�a hacer su parte para que el Se�or pudiera verificarle las bendiciones garantizadas en el pacto.

II. Este entrenamiento debe comenzar en los albores de la existencia del ni�o. Cuando se nos dice que "ense�emos a un ni�o en el camino que debe seguir", significa que debemos hacer esto; no permita que primero crezca en el pecado y luego trate de reclamarlo con un esfuerzo extraordinario. Hacer eso es darle al mundo, a la carne y al diablo toda la ventaja. El ni�o no crecer� como cristiano sin la influencia y la ense�anza de los padres.

Las facultades receptivas del ni�o deben ser entrenadas y sostenidas, y entonces el Esp�ritu Santo santificar� la vida y la har� fruct�fera en santidad. Durante su vida m�s temprana, el ni�o absorbe impresiones y est� completamente bajo la influencia y direcci�n de los padres. Los padres tambi�n est�n investidos de autoridad sobre el ni�o, y �ste necesitar� disciplina, pero esto debe ejercerse con amor. Por la falta de este esp�ritu, las correcciones administradas a menudo no sirven de nada. La correcci�n administrada con un esp�ritu incorrecto har� da�o y no bien. Por lo tanto, debe ser evidente que para educar adecuadamente a nuestros hijos no solo debemos ense�arles la doctrina cristiana, sino que debemos vivir la vida de un cristiano.

III. Si un ni�o es as� educado y educado en la vida divina, no necesitamos suponer que es necesaria una experiencia t�cnica o una transici�n repentina para constituirlo cristiano. El descuido de la formaci�n de los padres no se puede compensar de otra forma. No hay peligro de reclamar demasiado por nuestra santa religi�n. Todo el ser del hombre debe ser santificado por ella. El fin principal de nuestra existencia es glorificar a Dios.

�Cu�ntas veces se dice de un hombre que muere sin tener propiedades que �no dej� nada a su familia�! Pero todo hijo es un heredero y su herencia es irrenunciable. En primer lugar, est�n los recuerdos de sus padres y su hogar. El hombre que no tiene propiedad para idear no deber�a ser infeliz. �Doy y lego a mis hijos un buen nombre, un ejemplo cristiano y una formaci�n fiel�. �No es un buen comienzo para una �ltima voluntad? Estos son legados sobre los cuales ning�n heredero se pelea y que no requieren una validaci�n fuera del santuario del coraz�n. ( ER Esohbech, DD .)

Versículo 7

El rico domina sobre el pobre, y el prestatario es siervo del prestamista.

El sirviente prestatario al prestamista

La mera circunstancia de ser rico otorga a un hombre superioridad sobre otro pobre. Aquel que se ve obligado a pedir prestado se sit�a por ese mismo motivo en una especie de relativa inferioridad con respecto a aquel cuya posici�n le permite prestar. Estas palabras pueden compararse con las atribuidas al Se�or Jes�s: "M�s bienaventurado es dar que recibir".

I. El principio puede ser reconocido universalmente y aplicado. Aunque un hombre haya recibido mucho - un intelecto vigoroso, un juicio imponente, una imaginaci�n rica - ser� miserable si no puede dar nada. Si a un hombre se le asegura que nunca se le permitir� contar lo que ha hecho o recitar lo que ha visto, pierde de inmediato el gran �mpetu que lo impulsa a hacer mucho o a ver mucho.

Un hombre no se contenta con ser rico, debe estar en circunstancias para dar; alguien debe ser un prestatario, mientras que �l es un prestamista. Es el dar lo que hace que el recibir valga la pena. �Cu�l es la raz�n de esta supuesta supremac�a de dar sobre recibir?

1. El parecido que as� se adquiere con nuestro Redentor y Creador. Si Dios es amor, no hay presunci�n en suponer que sin objetos sobre los cuales el amor pudiera expandirse, el Todopoderoso mismo habr�a quedado insatisfecho. Prestar, no pedir prestado, constituye la felicidad de Dios. Y hay m�s afinidad con Cristo en dar que en recibir.

2. El dador o prestamista tiene necesariamente una ventaja sobre el receptor o el prestatario, y esto explica c�mo uno es servidor del otro. En todos los casos, dar parece implicar una superioridad relativa y recibir una inferioridad relativa.

3. N�tese el car�cter reflejo de la benevolencia que hace que todo lo que se nos otorga se nos devuelva diez veces m�s.

II. Objeciones formuladas contra el enunciado del texto. Al dividir a la sociedad en prestamistas y prestatarios, excluir�a a la gran mayor�a de la humanidad de la posibilidad de ser caritativo. Pero ser caritativo no se limita a ninguna clase de sociedad. El pobre puede dar tanto como el rico. Dios no ha concedido a los ricos el monopolio de la benevolencia. ( H. Melvill, BD .)

Un sano horror de la deuda

El venerable Peter Cooper de Nueva York, cuyos esfuerzos filantr�picos para la elevaci�n de las masas son bien conocidos en todo Estados Unidos, celebr� su nonag�simo primer cumplea�os. En una conversaci�n con un periodista que lo felicit�, Cooper se refiri� a algunos de los principios rectores a los que atribuy� su �xito en la vida. Entre otras observaciones importantes, se encuentran las siguientes observaciones sobre la carga de la deuda que merecen la atenci�n de todos, especialmente de los hombres j�venes.

Cooper dijo: �Cuando ten�a veinti�n a�os, mi empleador se ofreci� a construirme una tienda y ponerme en un negocio, pero como siempre tuve el horror de tener que cargar con deudas y no tener capital propio, Rechac� su amable oferta. �l mismo se declar� en quiebra. He establecido como regla pagar todo sobre la marcha. Si, en el curso de los negocios, le debo algo a alguien y no se solicita el dinero, el �ltimo s�bado antes de Navidad tengo la obligaci�n de llevarlo a su establecimiento comercial ".

Versículo 8

El que siembra iniquidad, segar� vanidad.

La cr�a y la cosecha de los malvados

I. �Qu� es sembrar iniquidad? o, "sembrar para la carne"? Seguir solo el tipo de vida a la que conduce el propio humor carnal y corrupto de un hombre. Se llama "sembrar" porque:

1. Antes de la siembra se procede al abonado y abonado del suelo; y los hombres se preparan de antemano para hacer el mal.

2. El arado y la siembra van acompa�ados de mucha industria. Y grande es la diligencia del imp�o en el adelanto de la iniquidad.

3. La siembra, aunque laboriosa, est� llena de alegr�a. Y los imp�os se alegran de obrar mal.

4. En la siembra se juntan muchas semillas, un pu�ado tras otro. En la vida de los malvados hay muchos males; nunca van solos, uno deja paso al otro.

5. Despu�s de sembrar, se raspa la tierra y se cubre la semilla. Entonces, cuando el mal se alberga en el coraz�n, �qu� pol�tica hay para secretarlo?

La siembra de iniquidad se discierne por estas se�ales:

1. Apreciar y animar el coraz�n al mal.

2. A tomarse la molestia de hacerlo mal.

3. Un deleite en la maldad.

4. Una acumulaci�n de un pecado en el cuello de otro.

5. Una conspiraci�n para llevar el mal a la perfecci�n.

6. Resistencia a todos los medios tendientes a la recuperaci�n.

II. �Cu�les son los problemas que siguen a esta siembra de iniquidad? La aflicci�n a la que se refiere aqu� es en esta vida o en el m�s all�. Lo que hay en esta vida es hacia afuera o hacia adentro. Enfermedades, descr�dito, etc. Una conciencia llena de aflicci�n interior; ya veces una mente reprobada. El t�rmino "cosechar" indica la plenitud y certeza de la aflicci�n. Se ense�an dos puntos de doctrina:

1. La grandeza de la paciencia de Dios.

2. La certeza de su justicia. ( S. Hieron .)

Avena salvaje

�El que siembra iniquidad, calamidad segar� (RV). La moda de nunca llamar a las cosas por su nombre se conoce como "eufemismo". Seg�n ella, la muerte es pagar la deuda de la naturaleza, robar es apropiaci�n indebida, mentir es prevaricaci�n. Un rastro de ello se encuentra en la expresi�n, "sembrando la avena silvestre". La frase pretende comprender pr�cticamente todos los vicios de la juventud. Todos estamos sembrando una u otra cosa.

Algunos siembran el trigo fino de vidas bondadosas y hechos generosos. Otros van descuidadamente sembrando el viento. Ser�a bueno, en general, si hubiera menos sentimentalismo y m�s sentido com�n con respecto a las locuras de nuestros j�venes veloces. Nunca se cometieron dos errores m�s grandes que los que se plasman en estas dos excusas, �Los ni�os ser�n ni�os� y ��l lo vivir�; Estoy seguro de que lo superar�.

�Pablo dirige nuestra atenci�n a los dos niveles de la vida: el bajo nivel de la carne; el nivel superior del esp�ritu, donde hay hombres que viven no solo para s� mismos, sino para el bien de los dem�s y la gloria de Dios. Para todos los que est�n edificando el car�cter y haciendo que su vida sea digna de la verdad y la justicia, hay tres salvaguardas: la conciencia, el sentido del honor y la fe. No hay esperanza de que el joven vicioso acabe con su maldad.

El pecado produce un da�o terrible. Se pudre el respeto por uno mismo; contamina la memoria. Indispone el alma para cosas mejores. Esclaviza con las cadenas del h�bito. Arruina el cuerpo. Destruye el alma. Pero no importa cu�les hayan sido los errores de nuestras vidas pasadas, si nos arrepentimos, el Se�or est� listo para perdonar. ( DJ Burrell, DD .)

Vida humana

I. La obra inevitable de la vida humana. �Qu� es el trabajo? Es el de la agricultura moral, la siembra y la cosecha. Todo hombre en cada acto de la vida est� haciendo esto. Toda voluntad, ya sea que adopte la forma de un pensamiento, una palabra o un acto muscular, es una semilla. Hay en �l un germen de vida imperecedera. Qu� semillas siembran los hombres todos los d�as. Qu� fanegas depositan en el suelo moral de su ser. Pero cosechan y siembran todos los d�as. Lo que se sembr� ayer, lo cosechan hoy. "Los hombres viven de los frutos de sus obras". La ley de causalidad es inviolable y siempre operativa dentro de ellos.

II. La ley retributiva de la vida humana. Lo que siembres, cosechar�s.

1. Lo que siembras en especie, cosechas. "El que siembra iniquidad, segar� vanidad". Job dice: �Los que aran iniquidad y siembran iniquidad, lo mismo cosechan� ( Job 4:8 ). Pablo ( G�latas 6:7 ). Dios no revertir� la ley.

2. Lo que siembres en medida, cosechar�s. No se perder� ni un grano. A veces, la semilla que el agricultor entrega al suelo se pudre. Pero no se pierde ni un grano en la cosecha de la vida. �l cosechar� la m�s rica cosecha de bienaventuranza quien sea m�s activo en obras de amor y piedad. Las palabras presentes

III. El terrible error de la vida humana. Cual es el error? "Sembrando iniquidad".

1. Este es un error generalizado.

2. Este es un error que los hombres tardan en aprender.

3. Este es un error cuyas �ltimas consecuencias ser�n terribles.

�Y la vara de su ira se acabar�; o, como en el margen, "Con la vara de su ira ser� consumido". Quiz�s esta expresi�n se refiere al poder tir�nico que ejercen los hombres ricos, como se menciona en el vers�culo anterior. La muerte arrebatar� la vara de sus manos. Dios lo har� pedazos; y su tiran�a e iniquidad no le dejar�n m�s que verg�enza, remordimiento y los frutos de la venganza divina. ( Homilista .)

Sembrando avena salvaje

En toda la amplia gama de m�ximas brit�nicas aceptadas no hay ninguna, t�malo por todas, m�s completamente abominable que "un joven debe sembrar su avena salvaje". M�ralo de qu� lado quieras, y no podr�s hacer m�s que una m�xima del diablo. Qu� hombre, sea joven, viejo o de mediana edad, siembra, eso, y nada m�s, cosechar�. Lo �nico que se puede hacer con la avena silvestre es ponerla con cuidado en la parte m�s caliente del fuego y hacer que se reduzca a polvo, cada semilla.

Si los siembras, no importa en qu� terreno, subir�n, con ra�ces largas y duras como la hierba de un sof�, y tallos y hojas exuberantes, aseg�rate como hay un sol en el cielo, una cosecha que enfr�a el coraz�n. para pensar en. Tambi�n el diablo, cuya cosecha especial son, ver� que prosperan; y t�, y nadie m�s, tendr�s que cosecharlos; y ninguna cosecha com�n los sacar� de la tierra, que debe excavarse profundamente una y otra vez.

Bien por ti si, con todo tu cuidado, puedes hacer que la tierra vuelva a ser dulce para el d�a de tu muerte. �Los ni�os ser�n ni�os� no es mucho mejor, pero eso tiene un lado verdadero; pero este est�mulo a la siembra de avena silvestre es simplemente diab�lico, porque significa que un joven debe ceder a las tentaciones y seguir los deseos de su �poca. �Qu� vamos a hacer con la avena salvaje de la virilidad y la vejez, con la ambici�n, la extralimitaci�n, los pesos falsos, la dureza, la sospecha, la avaricia, si la avena salvaje de la juventud ha de ser sembrada y no quemada? �Qu� posible diferencia podemos trazar entre ellos? Si podemos sembrar uno, �por qu� no el otro? ( Tom Hughes .)

Versículo 9

El que tiene ojos bondadosos ser� bendecido.

El ojo generoso

El pasaje que tenemos ante nosotros habla de la generosidad del hombre y la bendici�n de Dios. �Qu� es un ojo generoso y cu�l es la bendici�n que pertenece a quien lo posee? El ojo es una parte maravillosa de la estructura humana curiosamente labrada. Pero el t�rmino se usa en las Escrituras desde un punto de vista moral y describe un estado mental peculiar. As� leemos sobre el ojo ciego, el ojo iluminado, el ojo �nico, el mal de ojo, todos los cuales se refieren al estado de la mente o del coraz�n; y tambi�n lo hace el t�rmino "ojo generoso".

"Mire, no se dice una lengua generosa -" la mayor�a de los hombres proclamar�n cada uno su propia bondad "( Proverbios 20:6 ); ni mano generosa, porque el hombre puede dar todos sus bienes para alimentar al pobre, y le falta caridad ( 1 Corintios 13:3 ); ni una cabeza generosa, porque una mente ingeniosa puede idear esquemas de liberalidad para otros y no ser verdaderamente generoso �l mismo; sino "un ojo generoso" - uno a trav�s del cual el alma mira con tierna compasi�n - uno que "considera la causa de los pobres" ( Salmo 41:1 ) - uno que compara y maquina - uno que "afecta el coraz�n �, Lo mueve para sentirlo y mueve la mano para ministrar.

Un ojo as� mira en el lugar correcto para encontrar los objetos apropiados. No evita la miseria, "pasando" (como el sacerdote y el levita) "al otro lado". Mira a trav�s del medio correcto, incluso el amor y la compasi�n de Dios, y dice: "Si Dios nos am� tanto, tambi�n nosotros debemos amarnos los unos a los otros". "�Qu� pagar� al Se�or por todos sus beneficios para conmigo?" Mira hacia el fin correcto, incluso la gloria de Dios y el bien del hombre; y busca una recompensa justa, no la aprobaci�n del hombre, sino agradar a Dios.

Un ojo generoso no dice: "�Cu�nto puedo dar para salvar las apariencias o pacificar la conciencia?"; sino, "�Cu�nto puedo ahorrarle a Dios y su causa?" Un ojo generoso se puede considerar en contraste con el mal de ojo. �No comas pan del que tiene mal de ojo� ( Proverbios 23:6 ). �Por qu� no? El tal se apresura a enriquecerse ( Proverbios 28:22 ).

Intenta servir a Dios y a Mamm�n ( Mateo 7:12 ). Por tanto, su ojo es maligno y todo su cuerpo est� en tinieblas. �Tienes un ojo generoso? Ten cuidado con eso. El ojo del cuerpo quiere guardarse; tambi�n lo hace el ojo del alma. A veces se oscurece. La codicia roba las marchas silenciosas incluso en las almas liberales. Bienaventurado aquel de quien se puede decir espiritualmente, como de Mois�s literalmente, que su ojo no est� apagado, ni su fuerza espiritual ha disminuido. La forma de fortalecer el h�bito es ser frecuente en el acto. ( Tesoro cristiano .)

Versículo 10

Echa fuera al escarnecedor, y saldr� la contienda; s�, cesar�n las contiendas y el oprobio.

El escarnecedor

El burlador es un personaje sobre el que Salom�n ha llamado nuestra atenci�n con frecuencia en los cap�tulos anteriores. Pocos personajes en la sociedad tienen un esp�ritu m�s despreciable o una influencia perniciosa.

I. Como perturbador social. �Echa fuera al escarnecedor, y cesar� la contienda�.

1. Es un perturbador en la familia.

2. Es un perturbador en la Iglesia.

3. Es un perturbador en la naci�n.

II. Como paria social. "Echa fuera al escarnecedor". La excomuni�n es su justa condenaci�n. Si ha ganado una gran influencia como pol�tico, los gobiernos a veces, en lugar de echarlo, lo toman en el cargo y lo sobornan vot�ndolo como un ingreso principesco. Sin embargo, el deber de la sociedad para con el despreciador es expulsarlo. Deber�a ser tratado como una plaga social. ( Homilista .)

Versículo 11

El que ama la pureza de coraz�n, por la gracia de sus labios, el rey ser� su amigo.

Pureza

�Qu� es la pureza, esta fuerza brillante y bendita de la vida humana? El fundamento de toda pureza debe descansar sobre el cuerpo. Sin pureza corporal no es posible ninguna otra forma de pureza. Sobre esto debe elevarse la estructura de la pureza mental y espiritual. Nuestros pensamientos y palabras no deben ser menos puros que nuestras acciones. La acci�n es pensamiento maduro y el pensamiento es acci�n en germinaci�n. "Ning�n hombre cae de repente". Los pensamientos se han acostumbrado a detenerse en la impureza mucho antes de que se cometa la acci�n de la impureza.

En la pureza de la mente se encuentra nuestra mejor defensa. Y la pureza de mente es esencial para la claridad de la visi�n espiritual y la elevada exaltaci�n del alma. La visi�n de lo Invisible es imposible para los impuros. Y la visi�n beat�fica de Dios deber�a ser la ambici�n m�s noble del hombre. Sugerencias pr�cticas:

1. La limpieza es una fuerte defensa de la pureza corporal, y con esto deben ir los buenos h�bitos morales.

2. El medio ambiente y la ocupaci�n saludables son fuertes ayudas para la pureza. Cuando el entorno de la vida no es saludable, es una lucha mantener la vida pura.

3. No vayas por el camino de la tentaci�n y evites la compa��a de los impuros.

4. Reverencia tu cuerpo. Nuestros cuerpos son los templos del Esp�ritu Santo; no los contaminemos con impureza. Y cualquier otra cosa que dejes sin hacer, cree en el amor puro y sagrado. El amor que no es puro no es amor. El amor por el hogar es una espl�ndida defensa contra la impureza. ( Canon Diggle .)

La gracia de los labios

I. Pureza de coraz�n. La belleza moral, la riqueza moral de la misma; qu� es y qu� sale de �l; �Qu� es un hombre de coraz�n puro, y c�mo se relaciona su coraz�n puro con su vida? El proverbio habla del amor por la pureza de coraz�n, un reconocimiento de ella y un gozo en ella, como la m�s grande y mejor de las posesiones.

II. El resultado de un coraz�n puro. Un hombre de coraz�n puro ser� puro de hablar; su conversaci�n estar� sazonada con la sal de su puro sentimiento. El habla es la flor de la vida de un hombre, y es hermosa o repugnante, fragante u ofensiva, seg�n el car�cter del �rbol.

1. La conversaci�n es la gracia de los labios. No meras charlas religiosas; no la mojigater�a - la conciencia excesiva que detecta el mal donde no hay ning�n mal. La hipersensibilidad no es delicadeza.

2. La oraci�n es una gracia de labios que brota de la pureza de coraz�n.

3. La predicaci�n de un hombre de coraz�n puro es una gracia de labios. Debido a esta gracia de labios que brota de la pureza de coraz�n, se ganar�n favores especiales. "El rey ser� su amigo". Los hombres buenos se ganan la confianza social dondequiera que est�n y el favor del Rey de reyes. ( Henry Allon .)

El buen hombre

Este pasaje nos lleva a considerar el coraz�n, el habla, la influencia y la bienaventuranza de un buen hombre.

I. El coraz�n del buen hombre. "�l ama la pureza de coraz�n". No solo ama a los puros de lenguaje, modales y h�bitos, de comportamiento exterior, sino a los puros de coraz�n. La pureza de coraz�n en el caso del hombre implica:

1. Una renovaci�n moral.

2. Una necesidad urgente. Sin pureza de coraz�n no hay verdadero conocimiento de Dios ni comuni�n con �l.

II. El discurso del buen hombre. "Por la gracia de sus labios, el rey ser� su amigo". Por "la gracia de sus labios" debemos entender algo m�s que la precisi�n gram�tica o la dicci�n elegante, algo m�s que la correcci�n l�gica o la veracidad estricta. Significa un discurso que es moralmente puro, puro en sentimiento, puro en objetivo. Se dice de Cristo que la gente se maravill� de las palabras llenas de gracia que salieron de su boca. El hombre de coraz�n puro tendr� labios de gracia. "Si el �rbol se hace bueno, el fruto ser� bueno".

III. La influencia del buen hombre. "El rey ser� su amigo". Salom�n aqu� probablemente habla de su propia determinaci�n. Quer�a decir que dar�a su amistad a tales hombres. �Esto�, dice el Sr. Bridges, �hab�a sido la resoluci�n de su padre� ( Salmo 51:6 ; Salmo 119:63 ).

Este personaje allan� el camino hacia el favor real para Jos� ( G�nesis 41:37 ), para Esdras ( Esdras 7:21 ) y Daniel ( Daniel 6:1 ; Daniel 6:28 ).

No, encontramos al piadoso Abd�as en la confianza del malvado Acab ( 1 Reyes 18:3 ; 1 Reyes 18:12 ; 2 Reyes 13:14 ). �Tan poderosa es la voz de la conciencia, incluso cuando se odia a Dios y a la santidad! Tan solo el gran Rey se�ala como Sus amigos.

A estos los abraza con su amor paternal ( Proverbios 15:9 ). A estos los recibe en Su reino celestial ( Salmo 15:1 ; Salmo 24:3 ).

IV. La bienaventuranza de un buen hombre "Los ojos del Se�or conservan el conocimiento". Se han dado tres interpretaciones diferentes a la expresi�n.

1. Que el Se�or vela por Su verdad en el mundo. �sta es una verdad, aunque no estamos dispuestos a aceptarla como una interpretaci�n del pasaje.

2. Que lo que ven los ojos del Se�or, lo recuerde para siempre. "Los ojos del Se�or conservan el conocimiento". El retiene su conocimiento. No conservamos nuestro conocimiento. Olvidamos mucho m�s de lo que retenemos. Pero no estamos dispuestos a aceptar esto como la idea del pasaje.

3. Que el Se�or ejerza una superintendencia protectora sobre aquellos que poseen Su conocimiento. Eso significa, de hecho, lo mismo que la expresi�n en otros lugares. "Los ojos del Se�or est�n sobre los justos". Esto lo aceptamos como la verdadera idea. Mientras el Se�or guarda al hombre bueno, derriba las palabras del transgresor. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 13

Dice el perezoso: Fuera hay un le�n.

Un le�n; dos leones; ning�n le�n en absoluto

Este hombre perezoso parece albergar ese temor suyo por los leones como si fuera su aversi�n favorita y le pareci� demasiado complicado inventar otra excusa. Quiz�s lo abraza contra su alma a�n m�s porque es un miedo nacido en casa, evocado por su propia imaginaci�n. De todos modos, le sirve de excusa aceptable para la pereza, y eso es lo que quiere. Cuando un hombre es perezoso como un sirviente, es injusto con sus patrones; y cuando est� en el negocio por cuenta propia, la holgazaner�a suele ser un da�o para su esposa y su familia.

Cuando un hombre est� completamente devorado por la podredumbre seca de la pereza, generalmente encuentra alg�n tipo de excusa, aunque su crimen es realmente imperdonable. Tenemos muchos perezosos espirituales, y es a ellos a quienes hablo. No son esc�pticos, ni infieles confirmados, ni se oponen al evangelio: tal vez su naturaleza perezosa los salve de algo parecido a una en�rgica oposici�n a la bondad.

1. La lengua del perezoso no es perezosa. El hombre que es holgaz�n generalmente est� ocupado con su lengua. No hay gente que tenga tanto que decir como la que tenga poco que hacer.

2. Su imaginaci�n tampoco es ociosa. No hab�a leones en las calles. La pereza es un gran fabricante de leones. El que hace poco sue�a mucho. Su imaginaci�n podr�a crear toda una colecci�n de bestias salvajes.

3. Se esfuerza mucho por escapar de los dolores. Este hombre perezoso tuvo que usar su habilidad inventiva para excusarse de cumplir con su deber. Es un viejo proverbio que la gente perezosa generalmente se toma la mayor cantidad de problemas, y as� lo hacen, y cuando los hombres no est�n dispuestos a venir a Cristo, es maravilloso el trabajo que se tomar�n para mantenerse alejados de �l.

I. Un le�n. El hombre quiere decir que hay una gran dificultad, una dificultad terrible, demasiada dificultad para que �l la supere. No tiene la fuerza para atacar a este terrible enemigo; la terrible dificultad que prev� es m�s de lo que puede afrontar. Despu�s de todo, el verdadero le�n es la lentitud misma, la aversi�n a las cosas de Dios.

II. Dos leones. En el segundo texto hay dos leones en lugar de uno (cap. 26:13). Ha esperado por ese �nico le�n, y ahora imagina que hay dos. Ha hecho un mal trato con su demora. Fue un inconveniente entonces porque hab�a un le�n. �Es m�s conveniente ahora? La procrastinaci�n nunca beneficia; las dificultades se duplican, los peligros se espesan.

III. Ning�n le�n en absoluto. Si hay un hombre que quiere tener a Cristo, no hay le�n en el camino que le impida tener a Cristo. �Hay mil dificultades�, dice uno. Si deseas a Cristo de verdad, no hay dificultad efectiva que realmente pueda impedirte venir a �l. No hay leones excepto en tu propia imaginaci�n. ( CH Spurgeon .)

Las caracter�sticas de la pereza.

Para Salom�n, la pereza era uno de los mayores males del car�cter del hombre. �Con cu�nta frecuencia lo representa con fuerza gr�fica! �Cu�ntas veces lo denuncia con firmeza! �La ociosidad�, dice Colton, �es el gran oc�ano pac�fico de la vida, y en ese abismo estancado, las cosas m�s saludables no producen ning�n bien, las m�s detestables no producen ning�n mal. El vicio, de hecho, considerado abstractamente, puede engendrarse, y a menudo se engendra, en la ociosidad; pero en el momento en que se vuelve suficientemente vicio, debe dejar su cuna y dejar de estar ociosa ". En el texto se sugieren dos de los males relacionados con la indolencia.

I. Crea falsas excusas. "Hay un le�n afuera". �El le�n en las calles� es una ficci�n de su propio cerebro perezoso. El perezoso siempre act�a as�:

1. En el �mbito secular. �Es un granjero? Descuida el cultivo de sus campos, porque el clima es demasiado fr�o o demasiado caluroso, demasiado nublado, demasiado seco o demasiado h�medo. �Es comerciante? Encuentra excusas imaginarias en la condici�n del mercado. Las materias primas son demasiado altas o demasiado bajas. �Es un artesano? Encuentra dificultades en el lugar, las herramientas o los materiales. El agricultor trabajador no encuentra dificultades en el tiempo.

2. En la esfera espiritual. Cuando se insta al hombre no regenerado a que renuncie a sus propios principios y h�bitos y adopte un esp�ritu y m�todos nuevos, la pereza lo impulsa a poner excusas imaginarias. A veces suplica los decretos de Dios, a veces la grandeza de sus pecados, a veces el inconveniente de la temporada, demasiado pronto o demasiado tarde.

II. Crea excusas poco masculinas. La misma excusa que �l suplica, aunque imaginaria, si es cierta, ser�a una fuerte raz�n para la acci�n inmediata. ��Un le�n en las calles! �Por qu�, si tuviera una chispa de virilidad en �l, un poco de las cosas que hacen h�roes, deber�a despertar todos los poderes. No hay hero�smo en el coraz�n de la indolencia. Para las almas verdaderas, las dificultades son un desaf�o, no un freno a la acci�n. ( D. Thomas, DD .)

Versículo 15

La necedad est� atada al coraz�n de un ni�o; pero la vara de la correcci�n lo alejar� de �l.

La necedad y el remedio

I. El mal deplorado.

1. �En qu� consiste esta necedad? Deseos, prop�sitos, pensamientos, orgullo, pecado, frivolidad, etc.

2. �D�nde acecha esta necedad? En el coraz�n. En lo profundo de la naturaleza, entre los afectos. Oculto, secreto, desde hace alg�n tiempo desconocido. En el coraz�n de un �ni�o�, incluso de un ni�o peque�o.

3. C�mo se guarda esta necedad en el coraz�n: "atado". Los ni�os a menudo se aferran a su insensatez con gran tenacidad; atado con otras cosas y echando a perder el bien, como las espinas que ahogan la buena semilla.

4. C�mo se manifiesta esta necedad en el coraz�n. En mal genio, en vanas murmuraciones, en hechos imp�os, en obstinaci�n y obstinaci�n, etc.

5. Las consecuencias a las que, si no se corrige, conducir� esta necedad. La formaci�n de un car�cter que los hombres despreciar�n y que Dios odiar�. La amargura de la vida presente y la ruina de la vida venidera.

II. El remedio prescrito.

1. Como regla general, se necesita una correcci�n.

2. Literalmente, la vara requerida es a menudo el "l�tigo para la espalda del tonto". A menudo lograr� lo que las palabras no lograr�n.

3. Puede representar una disciplina sana de muchos tipos. Aprender&mdash

(1) Busque eliminar la necedad del coraz�n mediante el pensamiento y la oraci�n.

(2) En cada correcci�n, recuerde que es para nuestro bien.

(3) Considere que el padre que usa la vara no aflige voluntariamente.

(4) Es mejor que se nos quite la necedad, que que seamos desterrados del cielo. ( Manual de direcciones SS .)

Versículo 16

El que oprime al pobre para aumentar sus riquezas. .. seguramente llegar� a querer.

Avaricia

I. Opresi�n. �El que oprime al pobre para aumentar sus riquezas� (RV, �ganancia�). En todas partes vemos que la avaricia realiza sus designios y aumenta su fortuna oprimiendo a los pobres. Los pobres tienen necesariamente que cruzar los mares, excavar en las minas, trabajar en los campos, trabajar en las f�bricas, esclavizar en los comercios y contadores. Pero la avaricia no se preocupa por la salud, la libertad, los placeres, el progreso intelectual y social de los pobres. La avaricia engorda de las miserias de la pobreza. El inter�s de los dem�s no es nada para el hombre avaro en comparaci�n con el suyo. Siempre ser�a receptivo, nunca comunicativo.

II. Adulaci�n. "El que da a los ricos". La avaricia, aunque tir�nica para los pobres, es servil para los ricos. La riqueza que obtiene la emplea con una bajeza miserable y reptante, para ganarse el favor y dominar las sonrisas de los ricos y grandes. Una aduladora adulaci�n devorar� la verdadera hombr�a del mundo civilizado. Las almas se postran ante el brillo de la riqueza y el espect�culo del poder. ( Homilista .)

Versículos 17-21

Inclina tu o�do y escucha las palabras de los sabios.

Verdades espirituales

I. El conocimiento experimental de ellos es una bendici�n trascendente. Son "cosas excelentes" en s� mismas, cosas que revelan un universo espiritual, un Redentor glorioso y un Dios siempre bendito. Pero los vers�culos ense�an que conocerlos es una bendici�n trascendente. Ellos ense�an&mdash

1. Que tal conocimiento produce placer. Es una "cosa agradable". �Qu� dijo Paul? "Cuento todas las cosas menos la p�rdida por la excelencia", etc.

2. Que tal conocimiento enriquece el habla. �Con todo se ajustar�n a tus labios�.

3. Que tal conocimiento inspira confianza en Dios. "Para que tu confianza est� en el Se�or".

4. Que tal conocimiento establece la fe del alma. Un hombre para quien estas verdades espirituales son una experiencia no es como una pluma lanzada por cada viento de doctrina, sino como un �rbol, tan arraigado y cimentado en la fe como para mantenerse firme en medio de los huracanes m�s feroces que soplan. La fe de un hombre as� no se basa en la sabidur�a del hombre, sino en el poder de Dios.

5. Que tal conocimiento califica para ser �til. "Para que respondas las palabras de verdad a los que te env�an".

II. El conocimiento experimental de ellos es alcanzable. El m�todo para lograrlo implica cuatro cosas.

1. Comunicaci�n. Estas verdades espirituales llegan al alma en las "palabras de los sabios". "�No te he escrito", dice el escritor de estos vers�culos, "cosas excelentes en consejos y conocimiento?" Los hombres no alcanzan este conocimiento como alcanzan un conocimiento de la verdad cient�fica, por sus propias investigaciones y razonamientos. Se les presenta en una comunicaci�n, una comunicaci�n de hombres santos que �hablaron siendo inspirados por el Esp�ritu Santo�.

2. Atenci�n. "Inclina tu o�do y escucha las palabras de los sabios".

3. Aplicaci�n: "Aplica tu coraz�n a mi conocimiento".

4. Retenci�n. "Es algo agradable si las guardas dentro de ti". ( D. Thomas, DD .)

Versículo 21

Para hacerte conocer la certeza de las palabras de verdad.

Certezas

�sta es una �poca de investigaci�n. Las ideas del mundo antiguo son las ideas de la infancia de la raza. La Biblia es un libro humano, que reverenciamos y amamos como un tesoro sagrado debido al esp�ritu divino que lo impregna. No coloque la Biblia en el altar de la superstici�n e imagine que es Dios. Busque a Dios en �l, pero con esta advertencia, que no todo es la Palabra de Dios real. �Por qu� deber�a alguien buscar por medios injustos obligar a otro a pensar como �l? �No nos da Cristo un ejemplo de libertad mental? Busca el consentimiento voluntario y sin prejuicios de la mente, el coraz�n y la voluntad.

I. Conozca la certeza de las palabras de verdad.

1. Que Dios es el Padre celestial de la humanidad.

2. Nuestro Padre celestial es justo, misericordioso y amoroso, y todo hombre puede tener libre acceso al gran coraz�n paterno.

3. Nunca intente escapar de una sanci�n haciendo algo incorrecto.

II. Dondequiera que haya un alma arrepentida, tambi�n hay un Dios bondadoso y perdonador. La penitencia no es perfecci�n.

III. El transgresor debe cargar con el castigo de su pecado. Es una ley justa y misericordiosa de Dios que el transgresor cargar� con el castigo. El Se�or Jes�s no te salvar� del castigo f�sico de tu pecado; pero �l te dar� gracia para llevar el aguij�n que tu propio pecado ha clavado en tu vida. ( William Birch .)

Versículo 28

No elimines los puntos de referencia antiguos.

Los viejos hitos

La sabidur�a del c�digo mosaico no es m�s evidente en ninguna parte que en sus disposiciones relativas a la tenencia de la tierra. Todo hombre en Israel era un terrateniente, y debe seguir si�ndolo. Era costumbre marcar los l�mites de las propiedades con piedras angulares. Quitar estos puntos de referencia, si un vecino envidioso estaba dispuesto a hacerlo, fue un asunto f�cil. Pero estaba prohibido bajo una pena severa. Nos ocupamos de la herencia espiritual transmitida por nuestros padres como un rico legado de verdad y virtud. Un intento de eliminar los hitos de esta herencia se se�ala como una de las tendencias peligrosas del pensamiento moderno.

1. Un hito es la creencia en lo sobrenatural. La mano extendida para eliminar este l�mite es el agnosticismo.

2. Otro es el Apocalipsis. Por lo que se entiende las Sagradas Escrituras. El enemigo de la Escritura hoy es el Racionalismo. A la controversia actual en cuanto a la confiabilidad de las Escrituras se debe la p�rdida de reverencia y la p�rdida de fe.

3. Otro es la fe en Cristo. Los enemigos son las diversas formas de humanitarismo.

4. Otro es la tradici�n. Es peligroso clamar contra una cosa porque lleva el sello de la antig�edad. El progreso en los c�rculos teol�gicos ha llegado a significar un abandono imprudente de todo lo que la �poca ha santificado. Se objeta al dogma porque se ha "transmitido". De hecho, un dogma no es ni m�s ni menos que una verdad formulada que lleva las marcas de la edad, de una larga prueba y la garant�a de una autoridad venerable. ( DJ Burrell, DD .)

Hitos antiguos

I. Algunos de los hitos amenazados.

1. Los de doctrina. La deidad de Cristo. Salvaci�n por expiaci�n. La necesidad de regeneraci�n.

2. Los de la vida cristiana. La laxitud en la doctrina resulta en laxitud de la vida.

II. Razones por las que deben dejarse estos puntos de referencia. La lealtad a Dios como Rey nos proh�be manipularlos, y el afecto hacia �l como dice un Padre: "Resp�talos". Son las murallas de la Iglesia. Son los cimientos de toda verdadera felicidad, y los hombres que m�s fielmente los han apoyado y que les han rendido homenaje con la mayor humildad, han sido los hombres que han sido la gloria de la Iglesia. ( Archibald G. Brown .)

Divisiones de la tierra del este

Los campos orientales no estaban divididos por setos, paredes o zanjas, por lo que hab�a mucho peligro de confundir las propiedades separadas de los individuos. En el Este se aprovech�, siempre que fue posible, las divisiones naturales, como los lechos de los r�os, las l�neas de arroyos tributarios y los bordes de los valles. Pero en campo abierto, las propiedades separadas solo estaban marcadas por un surco m�s profundo, o piedras grandes casi enterradas en el suelo.

La orden de no remover los puntos de referencia de un vecino era, por lo tanto, de suma importancia, ya que f�cilmente se pod�an hacer intrusiones furtivas moviendo estas piedras. ( Cosas b�blicas que generalmente no se conocen ).

Versículo 29

�Ves un hombre diligente en su negocio?

estar� delante de los reyes; no se presentar� ante hombres mezquinos.

El ideal b�blico del hombre

La Biblia es una historia de la vida humana y una imagen del car�cter que se extiende a lo largo de muchas edades y abarca en su alcance una gran variedad de la familia del hombre. De esta historia de vida surge un ideal. Hay un prop�sito moral en todas las Escrituras hist�ricas.

1. La Biblia siempre reconoce una base de car�cter que se encuentra en las dotes naturales de un hombre.

2. Seg�n la ense�anza de la Biblia, debe haber un uso diligente de estos poderes naturales.

3. La diligencia de la vida debe ir, seg�n el ideal de la Escritura, acompa�ada de las virtudes y purezas de un autocontrol moral.

4. Este hombre ideal de las Escrituras debe inspirarse a�n m�s en un sentido de la presencia y el poder divinos. Hay una observaci�n necesaria para completar la idea b�blica de la vida humana. Hay una condici�n que las Escrituras nos dan como perteneciente a la vida, no necesaria para la perfecci�n, pero casi siempre presente y �til para su desarrollo. Los mejores de los hombres est�n muy contrariados y ejercitados por los dolores y las oposiciones que son incidentes en la vida. El problema juega un papel importante como prueba, fortalecimiento y endulzamiento de la vida. ( LD Bevan, DD .)

La diligencia trae �xito en la vida

Creo que el �xito en la vida est� al alcance de todos los que se proponen un objetivo y una ambici�n que no est�n m�s all� de los talentos y la capacidad que Dios les ha otorgado. Todos deber�amos comenzar la vida con la determinaci�n de hacer bien todo lo que tengamos entre manos, y si esa determinaci�n se cumple con el coraje por el que los ingleses son famosos, el �xito, de acuerdo con la naturaleza y calidad de nuestro poder intelectual, es, creo , una certeza.

Si hubiera comenzado mi vida como calderero, mi empe�o m�s serio habr�a sido hacer mejores ollas y sartenes que mis vecinos; y creo que puedo aventurarme a decir sin vanidad alguna que, con la bendici�n de Dios, deber�a haber tenido bastante �xito. El primer paso en la escalera que conduce al �xito es la firme determinaci�n de triunfar; el siguiente es la posesi�n de ese valor moral y f�sico que le permitir� a uno subir, pelda�o tras pelda�o, hasta llegar a la cima.

Los mejores hombres dan un paso en falso de vez en cuando, y algunos incluso tienen ca�das muy graves. Los d�biles y palpitantes lloran por sus desgracias, buscan la simpat�a de los dem�s y no hacen nada m�s despu�s de su primer o segundo fracaso; pero los valientes y valientes se levantan sin un gemido por sus huesos rotos o sus primeros fracasos, y se ponen manos a la obra para volver a subir la escalera, llenos de confianza en s� mismos y con fe en los resultados que siempre acompa�an a la alegre perseverancia. ( Lord Wolseley ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 22". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-22.html. 1905-1909. Nueva York.