Bible Commentaries
Proverbios 6

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-5

Si eres fiador por tu amigo.

Fianzas sociales

Los principios de la econom�a dom�stica, social y pol�tica en la Biblia son mucho m�s sabios, as� como justos, que los que se pueden encontrar en libros o publicaciones peri�dicas.

I. La cauci�n como un mal deplorable. "Si eres fiador"; como si hubiera dicho: "Es una cosa triste si lo has hecho". Sin embargo, no siempre es un mal. Hay dos cosas necesarias para que sea justificable.

1. El caso deber�a merecerlo.

2. Debe ser plenamente competente para cumplir con la obligaci�n. Pero los hombres m�s merecedores rara vez pedir�n fianzas, y los hombres m�s competentes rara vez asumir�n la responsabilidad.

II. La cauci�n como un mal se contrae muy f�cilmente. Simplemente "golpear la mano" y pronunciar las "palabras". Una palabra, la palabra "S�", ser� suficiente, escrita o pronunciada en presencia de un testigo. La plausibilidad pronto la extraer� de una naturaleza d�cil y generosa.

III. La fianza como un mal que hay que eliminar en�rgicamente. "L�brate a ti mismo".

1. H�galo con prontitud. Intente por todos los medios honestos recuperar el v�nculo.

2. H�galo suplicante. �Hum�llate a ti mismo�. No sirve de nada llevar una mano alta; est�s en su poder.

3. H�galo con eficacia. Est�s enjaulado en la ley de hierro; Lib�rate honorablemente de alguna manera y s� libre. ( D. Thomas, DD .)

Si heriste tu mano con un extra�o.

Golpear la mano

Una fianza es aquella que se convierte en fianza por una deuda adeudada por otro. Las formas consuetudinarias o legales que dan validez a la fianza difieren en los diferentes pa�ses. La alusi�n aqu� es a la pr�ctica de la fianza que confirma su compromiso dando la mano al acreedor, en presencia de testigos. La prohibici�n no debe tomarse como incondicional. Hay casos en los que la fianza es inevitable. La ley a veces lo requiere. Pero cuanto menos, mejor.

I. Es incorrecto que un hombre se enfrente a compromisos que est�n m�s all� de sus medios realmente existentes. Tal proceder no es simplemente imprudente; hay en ello una triple injusticia.

1. Al acreedor por el que se convierte en fiador, en la medida en que la garant�a sea falaz, no cubriendo el alcance del riesgo.

2. A su familia, a quien el pago puede traer angustia y ruina.

3. A quienes le den cr�dito en sus propias transacciones; pues, al emprender fianzas, se involucra en los riesgos de otros oficios adem�s del suyo.

II. Est� mal hacer compromisos con desconsideraci�n y temeridad. El caso aqu� tratado es el de la fianza de un amigo a un extra�o; y la temeridad y la prisa pueden verse en relaci�n con la persona o con la tranquilidad. Los hombres, cuando sienten el impulso generoso de la emoci�n amistosa, tienden a pensar en el momento s�lo en s� mismos, como si el riesgo fuera todo suyo, y a olvidar que est�n haciendo garant�as de acreedores y familiares, sin pedir su consentimiento, o haci�ndoles conscientes de sus riesgos. Las fianzas para extra�os est�n especialmente condenadas. ( R. Wardlaw .)

Deudores y acreedores

El amigo de la fianza aqu� es el deudor, el extra�o es el acreedor.

I. La Escritura proporciona una direcci�n para el comercio y la conversaci�n civil.

1. Por cautela en la fianza aqu�.

2. Por fidelidad en el trato en otros lugares. Pero, �por qu� se preocupa el sabio de tales asuntos?

Porque&mdash

1. La religi�n gu�a mejor en asuntos civiles.

2. El octavo mandamiento requiere el cuidado de nuestras propiedades.

3. La Iglesia est� formada por familias y comerciantes que no pueden sostenerse sin cuidado.

4. Se habla mal de la religi�n por la ruina descuidada de las propiedades de los profesores. Luego siga los precedentes de las Escrituras en el comercio en lugar de los ejemplos de hombres corruptos.

II. Los mayores deben aconsejar a los j�venes en los asuntos mundanos. Tienen m�s conocimientos y m�s experiencia que los hombres m�s j�venes.

III. Debe evitarse la fianza precipitada. "Vaya al lugar de alegato (foro), y entre los contendientes frecuentes nada se escucha con m�s frecuencia que los peligros de la fianza y los suspiros de la fianza".

1. No se obligue a pagar m�s de lo que pueda ahorrar de su comercio y cargo.

2. No se limite a las personas ociosas, que probablemente lo dejar�n en la estacada y que no pueden mostrar ninguna posibilidad de pagar. Hay suficientes hombres pobres y honestos que necesitar�n tu ayuda en esta clase. No necesitas otorgar tus recursos a los pr�digos. ( Francis Taylor, BD .)

Prestar dinero con intereses

Cuando se instituy� la ley mosaica, los israelitas no hab�an adoptado el comercio, y el pr�stamo de dinero con intereses para su empleo en el comercio era algo desconocido. La �nica ocasi�n para los pr�stamos ser�a para suplir las necesidades inmediatas del prestatario, y el cobro de intereses en tales circunstancias producir�a grandes dificultades, lo que implicar�a la p�rdida de la tierra, e incluso de la libertad personal, ya que el deudor insolvente y su familia. se convirtieron en esclavos del acreedor ( Nehem�as 5:1 ).

Para evitar estos males, se prohibi� estrictamente el pr�stamo de dinero con intereses a cualquier israelita pobre ( Lev�tico 25:1 .); se orden� al pueblo que fuera liberal y que no prestara a cambio de nada en tales casos. Pero en la �poca de Salom�n, cuando el comercio de los israelitas se desarroll� enormemente y se abrieron las comunicaciones con Espa�a y Egipto, y posiblemente con la India y Ceil�n, mientras las caravanas penetraban m�s all� del �ufrates, entonces el pr�stamo de dinero a inter�s para empleo en Lo m�s probable es que el comercio se volviera frecuente, y tambi�n la fianza: la promesa del cr�dito propio de un hombre para que su amigo pudiera obtener un pr�stamo. ( Comentario de Ellicott .)

Ciertos ejemplos del car�cter vinculante de nuestras propias acciones

La fianza. El perezoso. La persona in�til.

I. La fianza. El joven, al encontrar a su vecino en dificultades monetarias, consiente de manera tranquila en convertirse en su fiador; entra en una promesa solemne con el acreedor, probablemente un prestamista fenicio. Ahora est� comprometido. Su paz mental y su bienestar ya no dependen de s� mismo, sino del car�cter, la debilidad, el capricho de otro. A un joven que se ha enredado de esa manera se le aconseja que no escatime esfuerzos y que ning�n orgullo falso le impida obtener la liberaci�n de su obligaci�n.

Sin embargo, puede haber casos en los que una verdadera fraternidad requiera que seamos fiadores de nuestro amigo. El eclesi�stico dice: "El hombre honesto es fiador para su pr�jimo, pero el insolente lo abandonar�". Si podemos darnos el lujo de ser una fianza para nuestro vecino, claramente podemos permitirnos prestarle el dinero nosotros mismos. Una cadena miserable de irreflexi�n en materia de fianzas puede fraguarse para los irreflexivos.

II. El perezoso. La pobreza y la ruina deben eventualmente superarlo. En cada comunidad hay un cierto n�mero de personas que son constitucionalmente incapaces. Se traen ejemplos de vida de insectos para ense�ar y estimular a los seres humanos.

III. El personaje in�til. Su coraz�n es tan enga�oso como sus labios: no puede ser veraz bajo ning�n concepto. Este tipo de hombre es la plaga del comercio; la perdici�n de todos los c�rculos sociales; la levadura de la hipocres�a y la malicia en la Iglesia cristiana. ( RF Horton, DD .)

Versículo 6

Ve a la hormiga, perezoso; considera sus caminos y s� sabio.

Peque�os predicadores y grandes sermones

Hay una doble revelaci�n de Dios: en la Biblia y en la naturaleza. En relaci�n con esta revelaci�n, los hombres se dividen en tres clases:

1. Los que no estudian ninguno. Sus intelectos est�n sumergidos en el animalismo y la mundanalidad.

2. Los que estudian uno y menosprecian al otro. Algunos cristianos devotos consideran que la naturaleza no es lo suficientemente sagrada y religiosa para su investigaci�n. Algunos cient�ficos tratan de contradecir los resultados de sus investigaciones con la Biblia.

3. Aquellos que estudian con reverencia las ense�anzas de ambos. Los tratan como vol�menes del mismo autor.

La alusi�n en el texto muestra que la Biblia fomenta el estudio de la naturaleza.

1. Nos env�a a la naturaleza para dar fe de sus primeros principios.

2. Nos remite a la naturaleza para ilustrar sus grandes verdades.

3. Nos remite a la naturaleza para reprender los pecados que denuncia. Para reprendernos por nuestra indolencia espiritual, nos dirige hacia las hormigas. El perezoso con el que nos ocupamos ahora es el perezoso espiritual, no el hombre secularmente indolente, sino el hombre que est� descuidando la cultura de su propia naturaleza espiritual y la salvaci�n de su propia alma. Las hormigas ense�an estas importantes lecciones.

I. Que la debilidad de su poder no es una raz�n justa para su indolencia. Las hormigas son d�biles, pero mira c�mo funcionan. Los naturalistas han demostrado su ingenio como arquitectos, su industria como mineros y constructores. Recuerda tres cosas:

1. Todo el poder, por d�bil que sea, se da para trabajar.

2. No est� obligado a hacer m�s de lo que tiene el poder para lograr.

3. Toda la potencia aumenta con el uso.

II. Que la actividad ajena no es solo una excusa para tu indolencia. En el mundo de las hormigas ver�s millones de habitantes, pero ni un holgaz�n; todos est�n en acci�n. Uno no depende de otro, ni espera que otro haga su trabajo. El mundo cristiano es un escenario de acci�n, pero ninguno de los millones de actores puede hacer tu trabajo.

III. Que la falta de un ayudante no es solo una excusa para tu indolencia. Cada hormiga se lanza sobre sus propios recursos y poderes. Cada uno trabaja con confianza en s� mismo, sin esperar la instrucci�n o gu�a de otro. Conf�e en sus propios instintos; actuar sus propios poderes; usa la luz que tienes; busque ayuda en Dios.

IV. Que la providencia de Dios no es una raz�n justa para tu indolencia. Dios provee para sus criaturas mediante el uso de sus propios poderes. �l no hace por ninguna criatura lo que le ha dado a esa criatura el poder de hacer por s� mismo.

1. Como estas peque�as hormigas, tienes futuro.

2. Como estas peque�as criaturas, debes prepararte para el futuro.

3. Como estas peque�as criaturas, tienes un tiempo espec�fico para prepararte.

Entonces no hables de la Providencia como excusa para tu indolencia. �l te ha provisto abundantemente, pero solo otorga la provisi�n con la condici�n de que utilices correctamente tus poderes. Hay una herencia para el bien, pero solo a condici�n de que trabajen. Hay un cielo de conocimiento, pero solo para el estudiante. Hay una cosecha de bienaventuranza, pero solo para el labrador diligente. Y tu tiempo de cosecha terminar� pronto. ( Homilista .)

La previsi�n y diligencia de la hormiga

La sabidur�a de la providencia es eminentemente conspicua en los l�mites que ha puesto a las facultades de la mente humana. Como la experiencia del pasado es mucho m�s importante en la conducci�n de la vida que el conocimiento m�s preciso e �ntimo del futuro, el poder de la memoria es m�s extenso y eficiente que la facultad de previsi�n. Fue prudente y misericordioso permitirnos una percepci�n confusa del futuro.

Pero aqu� el hombre act�a en oposici�n a la voluntad de su Hacedor. �l nos ha negado un conocimiento distinto del futuro, sin embargo, �con qu� frecuencia actuamos como si lo conoci�ramos familiarmente? Nuestra expectativa confiada de la continuaci�n de la vida fomenta esa indolencia acerca de sus intereses inmortales en la que tantos hijos de hombres desperdician la temporada asignada para su preparaci�n para la eternidad. La historia admitida de la hormiga hace m�s que corroborar y confirmar la declaraci�n de Salom�n en este texto.

Pero no es un hecho curioso de la historia natural, ni siquiera como motivo de alabanza al sabio y generoso Autor de la naturaleza, que el sabio presenta la historia y los h�bitos de la hormiga. Es como una reprimenda a la pereza y la indolencia de seres racionales y responsables.

I. Somos amonestados y reprobados por la sagacidad y el cuidado con que las hormigas se preparan para el invierno. La naturaleza les ha dado una anticipaci�n instintiva de las necesidades y la severidad del invierno. Se lleva grano tras grano y, habiendo sido cuidadosamente preparado contra la revegetaci�n, se agrega a su peque�a reserva. El invierno de nuestro a�o se acerca r�pidamente; �Estamos haciendo todos los preparativos necesarios?

II. Nos amonesta la sagacidad con que la hormiga selecciona y aprovecha la estaci�n adecuada para prepararse para el invierno. Los alimentos adecuados para el almacenamiento s�lo pueden obtenerse en determinadas temporadas; y si se descuidan, la miseria y la miseria reinar�n en las celdas. La vida presente es la temporada en la que est�is llamados a hacer provisiones para los d�as venideros.

III. La incesante e ininterrumpida actividad y diligencia con la que la hormiga realiza su tarea de verano presenta otra importante lecci�n de sabidur�a para la familia racional y responsable de Dios. No es un ejercicio ocasional en el que se dedica esta curiosa criatura. D�a tras d�a estas tribus industriosas se lanzan al trabajo de recolecci�n. Y aqu�, nuevamente, nos ense�an sabidur�a. La gran obra a la que nos llama la religi�n no es una que pueda emprenderse y dejarse de lado a gusto.

IV. La armon�a, uni�n y concordia que prevalecen entre las hormigas nos sugiere una lecci�n. El instinto que los impulsa a ayudarse mutuamente en sus ocupadas labores ha sido celebrado como una de las manifestaciones m�s interesantes de la Creaci�n de Sabidur�a. �Cu�n maravillosamente concuerda con algunos de los preceptos del evangelio que se repiten con m�s frecuencia! Y tambi�n con un consejo del ap�stol como este: "Sobrellevad las cargas los unos de los otros". ( John Johnston .)

Lentitud

I. La pereza o la ociosidad es un gran pecado.

1. Es un pecado contra la naturaleza, porque todos los seres vivos aprovechan la fuerza que Dios les ha dado.

2. Va en contra del mandamiento de Dios. Es robar para un hombre vivir del trabajo de otros hombres y no hacer nada por s� mismo.

3. La ociosidad produce muchos otros pecados: como desobediencia a los padres, embriaguez, adulterio (como en la facilidad de David), robar, mentir y enga�ar.

4. La ociosidad trae al hombre muchas miserias: enfermedades, pobreza, falta de misericordia en los dem�s, p�rdida del cielo y dolores del infierno. Si el holgaz�n objeta que no lastima a nadie m�s que a s� mismo, respondemos: �Tanto peor. Recuerda, debes dar cuenta de tu tiempo; de tus talentos; de tus pensamientos; de tus ociosas palabras; de tus hechos; de descuidar a tu familia; de no hacer ning�n bien en la rep�blica ".

II. Las peque�as criaturas pueden ense�ar mucho ingenio a los grandes hombres. De la hormiga pueden aprender

1. Providencia.

2. Trabajo.

3. Orden. ( Francis Taylor, BD )

Un serm�n secular una previsi�n

La hormiga ocupada ser� nuestra ministra. La gran lecci�n que ense�a es la previsi�n, el deber de mejorar correctamente la hora que pasa, la sabidur�a de aprovechar al m�ximo nuestras oportunidades. La facultad de previsi�n, el poder de hacer algo para el futuro, es una facultad sumamente divina. Bien educado y desarrollado, le da al hombre una elevaci�n peculiar y le confiere una influencia dominante. El que ve m�s lejos gobernar� mejor. La previsi�n no debe confundirse con la desconfianza. El sabio ejercicio de la previsi�n hace que la vida sea placentera;

1. Ahorrando tiempo. El hombre que menos tiene que hacer toma m�s tiempo para hacerlo. Nuestros mejores hombres han sido los economistas m�s severos de la �poca.

2. Sistematizando deberes. Algunas personas no tienen poder de sistematizaci�n. Tales hombres se mueren de angustia y no perecen solos. Los hombres de la Iglesia que menos hacen son generalmente los hombres de ocio.

3. Disminuyendo las dificultades. Ser advertido es estar prevenido. La prospectiva numera y sopesa las contingencias. La persona desprovista de previsi�n multiplica las dificultades de otras personas. La hormiga aprovecha al m�ximo sus oportunidades. Cada vida tiene un verano y cada vida un invierno. Al recomendar la preparaci�n para el invierno de la vida, no estoy abogando por la mezquindad. La codicia es una afrenta a Dios. "El alma liberal se engrasar�". ( J. Parker, DD .)

Un hombre perezoso

Nuestro texto apunta al perezoso, al perezoso. ��Hasta cu�ndo dormir�s, perezoso? �Hay mucha gente perezosa en el mundo. Por lo general, no valen mucho, no son muy buscados ni son de mucha utilidad, excepto como balizas. No suelen ser pr�speros. �Un hombre ocioso�, dice el Sr. Spurgeon, �se convierte en un objetivo del diablo; y el diablo es un tirador extraordinariamente bueno ". El coraz�n del ocioso es el nido del diablo; sus manos herramientas del diablo; mientras el diablo acecha a hombres activos y ocupados, el hombre ocioso est� esperando que el diablo le d� un trabajo.

Una raza de hombres ociosos crear�a una hambruna. Hay hombres que son demasiado indolentes para buscar la salvaci�n, �es demasiado problema! Y tambi�n hay cristianos perezosos; holgazanes en la vi�a del Maestro. "Un poco de sue�o", etc.

1. He aqu� un hombre autoindulgente. Este peque�o discurso significa: �Estoy c�modo; no me molestes; d�jame solo para disfrutar. " Este es el deseo de muchos pecadores. ��Ay de los que se sienten c�modos en Sion�, que viven vidas puramente ego�stas; porque la autocomplacencia puede significar, y generalmente significa, ego�smo. La autocomplacencia es f�cil. Es m�s f�cil dar rienda suelta a nuestros apetitos que frenarlos; deslizarse que trepar; complacernos a nosotros mismos que negarnos.

Si queremos ser hombres destacados por la santidad, la utilidad, la eminencia en las cosas temporales o espirituales, debemos saber algo de la abnegaci�n. Los hombres que "se lo toman con calma" rara vez logran grandes avances. Mire a su alrededor entre trabajadores cristianos, hombres de negocios, grandes fil�ntropos, inventores exitosos, hombres ilustres o famosos en cualquier �mbito de la vida; lea las biograf�as de hombres que han sido reconocidos por cualquier cosa buena; encontrar� que eran hombres de abnegaci�n, no autoindulgentes.

Mois�s fue un hombre abnegado; �Consider� el oprobio de Cristo m�s riquezas que los tesoros de Egipto�; y Mois�s prosper�; se volvi� muy grande; fue nombrado l�der y comandante del pueblo de Israel. Los ap�stoles eran hombres abnegados; esc�chalos: "Lo hemos dejado todo y te hemos seguido". "Un poco de sue�o", etc.

2. Aqu� hay un hombre procrastinado. No tiene la intenci�n de dormir siempre, ni siquiera por mucho tiempo, solo por un rato. Solo quiere "dormir un poco", y luego se pondr� nervioso. Piense en horas, d�as, vidas desperdiciadas en peque�os retrasos; de almas perdidas por peque�os retrasos! Ning�n hombre tiene la intenci�n deliberada de ser siempre esclavo del pecado, del diablo, de sus propias concupiscencias. No siempre, no; pero ahora es agradable, conveniente. �nimo para dar ahora el paso decisivo, �ahora! Puede que el ma�ana nunca llegue. ( GB Foster .)

La hormiga y su nido

La verdad de la referencia de Salom�n a la hormiga, que ha sido cuestionada antes, est� plenamente justificada. El Dr. Macmillan ha encontrado la comida almacenada en los nidos de las hormigas, y agrega esta interesante informaci�n: �Examinando las semillas recolectadas en los nidos de las hormigas en la cima de la colina en Niza, m�s particularmente con mi lupa, descubr� para mi asombro que cada semilla ten�a su extremo mordido cuidadosamente. Y la raz�n de esto era perfectamente clara.

Sabes que cada semilla contiene dos partes: la planta joven o germen que yace en su cuna, por as� decirlo, y el suministro de alimento para su nutrici�n, cuando comienza a crecer, envuelto alrededor de ella. Ahora las hormigas hab�an mordido el germen de la planta joven y dejaron solo la parte que estaba llena de alimento. E hicieron esto para evitar que las semillas crecieran y agotaran todo el alimento que conten�an. Si no lo hac�an, la semilla almacenada debajo de la tierra, cuando llegaran las lluvias, se disparar�a, por lo que perder�an todos sus problemas y se morir�an de hambre.

No pude encontrar en el mont�n una sola semilla que no hubiera sido tratada de esta manera. Por supuesto, ninguna de las semillas a las que les hab�an arrancado las puntas crecer�a; y tambi�n podr�as sembrar granos de arena como la semilla que se encuentra en los nidos de las hormigas ".

La necesidad de proveer para las experiencias espirituales del futuro.

I. La importante e interesante verdad que sugieren estas palabras. Esa provisi�n debe hacerse para el futuro.

1. Debemos hacer provisi�n para el alma.

2. �Qu� tipo de provisi�n necesita el alma?

3. El per�odo contra el cual debemos hacer esta disposici�n. El invierno de la muerte y la eternidad.

II. La temporada en la que se har� esta provisi�n. Las hormigas aseguran sus necesidades invernales durante el verano. Nuestra vida puede compararse con el verano por dos razones:

1. Porque durante el verano tenemos todas las oportunidades necesarias para prepararnos para el invierno.

2. Porque el verano es la �nica �poca en la que se puede hacer esta provisi�n para el invierno.

III. La reprensi�n que se da aqu� a aquellos que descuidan hacer la provisi�n.

1. La fuerza de esta reprimenda surge de la insignificancia del ser por cuya conducta somos reprendidos.

2. Las circunstancias desfavorables en las que se dice que se encuentran.

3. De aquello de lo que hacen su provisi�n.

4. De la temporada contra la que brindan.

5. Del ep�teto aplicado a los negligentes.

IV. El consejo que da el sabio.

1. Una lecci�n de sabidur�a.

2. Una lecci�n de industria.

3. Una lecci�n de perseverancia. Si no hacemos esta preparaci�n, �cu�l ser� en el futuro nuestra miseria moral? ( J. Coe. )

Industria

Aqu� se abordan los indolentes e imprevistos. Son enviados a la creaci�n inferior para recibir una lecci�n; y no al m�s grande y noble de los animales, sino a uno de los insectos m�s peque�os e insignificantes. Algunos naturalistas han cuestionado la providencia de la hormiga. Se ha alegado que durante el invierno, como algunos otros insectos, est�n en un estado de letargo y, por lo tanto, no necesitan la precauci�n que se les atribuye en Proverbios 6:8 . Sobre esto observamos:

1. Si se averigua el hecho de que establecieron disposiciones, toda analog�a justifica con creces la conclusi�n de que tiene alg�n fin.

2. Se dice que el ganado almacenado no es para el invierno, sino para el sustento de los j�venes, cuando necesitan la atenci�n casi total de todos. Pero como prueba de la providencia, esto viene a ser lo mismo.

3. La afirmaci�n de que la disposici�n de provisiones por la hormiga es un error puede no aplicarse a las hormigas de todos los pa�ses. En climas tropicales almacenan provisiones. La principal lecci�n que el perezoso debe aprender de la hormiga es la industria.

En las Escrituras se indican tres fundamentos de este deber:

1. Que las personas no sean una carga para la sociedad ni para la Iglesia.

2. Que est�n fuera del camino de la tentaci�n; porque hay muchas tentaciones en los h�bitos ociosos.

3. Que tengan con qu� ayudar a otros, cuyas necesidades, por causas inevitables, sean mayores que las suyas. Una caracter�stica peligrosa de la pereza es que est� creciendo constantemente. ( R. Wardlaw. )

La ense�anza de la hormiga

El hombre fue creado con m�s entendimiento que las bestias de la tierra. Pero nuestras mentes est�n tan degradadas por nuestra apostas�a de Dios que las criaturas m�s humildes pueden llegar a ser nuestros maestros.

I. El car�cter de la persona a la que se dirige aqu� el sabio. �El perezoso! La pereza arroja a un sue�o profundo, y en los versos que siguen al texto se representa al perezoso en este estado. Pasa su tiempo en deseos infructuosos. Est� desanimado por la menor oposici�n. Crea peligros imaginarios para s� mismo. Sabemos bien qui�nes son aquellos cuyas manos se niegan a trabajar, que est�n vestidos de harapos y hacen de la pobreza no s�lo su queja, sino su argumento.

Pero la pereza no se limita a los asuntos comunes de la vida, ni el car�cter de perezoso a los hombres en ninguna posici�n en particular. Hay pereza en la religi�n; descuidando lo �nico necesario, el cuidado de nuestras almas inmortales.

II. El consejo o consejo que nos ha dado el sabio. La hormiga no nos instruye con palabras, sino con acciones. Por eso estamos llamados a �considerar sus caminos�; c�mo se emplea y con qu� fines est� activa. La sabidur�a que aprendemos de la hormiga es la sabidur�a de actuar adecuadamente de acuerdo con nuestra naturaleza superior y nuestras gloriosas esperanzas. Aprendemos de la hormiga tres cosas:

1. Previsi�n y sagacidad al hacer provisiones para el futuro. �Cu�n l�gubre debe ser el invierno de la vida, cuando las estaciones anteriores han transcurrido en la pereza, la ociosidad o la locura!

2. Actividad y diligencia. La hormiga nunca interrumpe sus labores mientras dure la temporada. Feliz fuera para el hombre que empleara fielmente su precioso tiempo para ser �til en este mundo, o para prepararse para la eternidad.

3. Sagacidad para aprovechar la temporada adecuada para la actividad. La oportunidad es la flor del tiempo; o es la parte m�s preciosa que, si se pierde, es posible que nunca regrese. Previsi�n, diligencia y sagacidad que la hormiga emplea por instinto de la naturaleza. Ella no tiene gu�a, pero tenemos muchas gu�as. Ella "no tiene superintendente", pero el hombre act�a bajo la inspecci�n inmediata de Aquel "cuyos ojos son como llama de fuego". Y la voz de la conciencia en nosotros es la voz de Dios. La hormiga "no tiene gobernante", ni juez que la llame a rendir cuentas por su conducta; pero cada uno de nosotros debe rendir cuentas a Dios.

III. Mejora de la asignatura.

1. El perezoso peca contra la misma naturaleza que Dios le ha dado.

2. El perezoso peca contra el manifiesto designio de la providencia.

3. El perezoso peca contra el gran designio del evangelio. Entonces, no seamos m�s �perezosos en los negocios�, sino �fervientes en esp�ritu, sirviendo al Se�or�. ( R. Walker. )

Lecciones para ni�os de la hormiga.

Una hormiga podr�a decirnos cosas extra�as. Pod�a hablar de las casas en las que viven, algunas de las cuales tienen cuarenta pisos de altura, veinte pisos excavados, uno debajo de otro, debajo de la tierra, y veinte pisos construidos sobre ellos, sobre el suelo; ella podr�a hablar sobre los diferentes tipos de oficios que siguen, c�mo algunos son mineros y excavar en el suelo; algunos son alba�iles y construyen casas muy curiosas, de largos muros, sostenidas por pilares y cubiertas con techos abovedados.

Pod�a decir c�mo algunos son carpinteros, que construyen casas de madera, tienen muchas c�maras que se comunican entre s� por entradas y galer�as; c�mo algunas son enfermeras y dedican todo su tiempo al cuidado de los m�s peque�os; algunos son obreros y, como los esclavos negros, est�n obligados a trabajar para sus amos; mientras que algunos son soldados, cuyo �nico oficio es montar guardia y estar dispuestos a defender a sus amigos y conciudadanos. Las hormigas ense�an:

I. Una lecci�n de industria. La hormiga es un mejor ejemplo de industria que incluso la abeja.

II. Una lecci�n de perseverancia. Nunca se desaniman por las dificultades que puedan encontrar. La perseverancia lo conquista todo.

III. Una lecci�n de uni�n. Los beneficios de estar unidos y trabajar juntos. La uni�n de las hormigas las preserva de forma segura y les permite hacer un gran bien.

IV. Una lecci�n de bondad. Las hormigas son un grupo de criaturas muy felices. No parece haber nada como el ego�smo entre ellos.

V. Una lecci�n de prudencia, o de mirar hacia adelante. El poder de pensar en el futuro y prepararse para �l. (R. Newton, DD )

Versículo 7

Que no tiene gu�a, supervisor ni gobernante.

Se necesitan supervisores

Cuando comenc� a emplear obreros en este pa�s (Palestina), nada me molest� m�s que la necesidad de contratar tambi�n un supervisor, o de desempe�ar este cargo yo mismo. Pero pronto descubr� que esto era universal y estrictamente necesario. Sin un superintendente se har�a muy poco trabajo, y nada como deber�a ser. Los obreros, a diferencia de la hormiga, no trabajar�n en absoluto a menos que se los respete y los dirija un supervisor, que es �l mismo un perfecto ejemplo de pereza.

No hace absolutamente nada m�s que fumar su pipa, ordenar esto, rega�ar a aqu�l y discutir el c�mo y el por qu� con los propios hombres o con los transe�ntes ociosos. Las hormigas se las arreglan mucho mejor. Cada uno atiende su propio negocio y lo hace bien. ( W. Thomson. )

Versículo 9

�Hasta cu�ndo dormir�s, perezoso?

�Cu�ndo te levantar�s de tu sue�o?

El durmiente despert�

Los diversos autores de las Escrituras conocen con precisi�n el car�cter humano. Entre los numerosos h�bitos y caracter�sticas defectuosos de nuestra naturaleza, que Salom�n se�ala y condena, est� el de la indolencia; Afecto excesivo por la comodidad y la indulgencia personal. El lenguaje del texto puede usarse en conexi�n con los asuntos de la religi�n y del alma.

I. El estado que est� en desuso. Es un estado de "sue�o", una condici�n moral de la cual el sue�o corporal proporciona la representaci�n m�s adecuada.

1. Note sus caracter�sticas morales. El estado de sue�o es un estado de olvido, un estado de ignorancia y un estado de insensibilidad. Lo que el hombre es para el mundo material en estado de sue�o corporal, eso es para el mundo espiritual cuando est� influenciado por sus pasiones originales y naturales. Las caracter�sticas espirituales de la condici�n del hombre, ilustradas por la met�fora del texto, ser�n confirmadas por el testimonio completo y uniforme de la Palabra de Dios.

Ese testimonio es, desde el principio hasta el final, un registro de la depravaci�n humana, que opera en conexi�n con el olvido, la ignorancia y la insensibilidad, y por lo tanto deriva y por lo tanto preserva sobre la especie su imperio de corrupci�n y de abominable maldad.

2. Note sus males penales. El sue�o es un estado de privaci�n e inseguridad. Las caracter�sticas que hemos notado no son involuntarias, son voluntarias. No son desafortunados, son culpables. Son transgresiones atroces y flagrantes contra la ley y contra la autoridad de Dios. Y por lo tanto, exponen a las personas que los complacen a una dispensaci�n de disgusto y de ira.

II. El cambio que se desea. Debe haber un despertar y un "despertar del sue�o".

1.�En qu� consiste este cambio? El despertar espiritual que se desea constituye una condici�n precisamente contraria a la ya definida. Consiste en un estado en el que el hombre cambia el olvido por los recuerdos, la ignorancia por la iluminaci�n y la insensibilidad por la sensibilidad y la ternura. La verdad espiritual ahora se discierne, contempla, cree y siente; y produce en la mente todos los afectos, y en la vida todos los h�bitos para los que fue dise�ado: arrepentimiento, oraci�n, amor a Dios, celo por Dios, obediencia a Dios, diligencia en obrar la salvaci�n del alma, e intensas y constantes aspiraciones a un estado de salvaci�n en la gloria de otro mundo. Los males penales, que antes habitaban en el horizonte del esp�ritu como con la oscuridad de la medianoche, se disipan y se hacen desaparecer.

2. �C�mo se produce este cambio? Hay un Agente, por cuyo poder debe realizarse exclusiva y eficazmente: la agencia del Esp�ritu Santo de Dios. El Esp�ritu Divino es la �nica fuente eficaz de todo lo que es santo y redentor en el car�cter y las circunstancias del hombre. Pero hay ciertos medios, designados por la autoridad de Dios, a los que deben dirigirse los que han sido transformados por los que no, y en relaci�n con ellos es que el Esp�ritu produce el resultado deseado y feliz. La ilustraci�n del uso de medios se encuentra en la par�bola del valle de los huesos secos. El sistema de medios existe con notable plenitud y suficiencia en la dispensaci�n del evangelio.

III. La apelaci�n que se hace cumplir. El desaf�o implica que no debe haber postergaci�n ni demora en el cambio que se desea y se pide. Suplicando a los pecadores, dir�a:

1. Considere el prolongado per�odo de tiempo durante el cual ya se ha entregado al sue�o.

2. Considere la mayor dificultad de despertar cuanto m�s tiempo se entregue al sue�o.

3. Considere la r�pida terminaci�n de la vida y la llegada del juicio y la eternidad. ( James Parson. )

Dormir demasiado

Como antes se conden� la ociosidad en vigilia, aqu� se condena la ociosidad con sue�o. La pereza engendra sue�o.

I. Dios llamar� a los hombres a hacer cuentas por su tiempo.

1. Dios nos da tiempo como talento en la confianza.

2. Dios busca algo bueno de los hombres en su tiempo.

II. Dormir demasiado es tan malo como estar despierto.

1. El sue�o excesivo es fruto de la ociosidad. Los hombres que tienen mucho que hacer tienen poca mente o tiempo para dormir.

2. Se hace tan poco bien tanto en el sue�o como en la vigilia. Modere su sue�o. Dormir demasiado hace que un hombre se vuelva pesado y torpe. ( Francis Taylor, BD )

El peligro de retrasar el arrepentimiento

Tenemos la imagen del perezoso dibujado en referencia a sus preocupaciones eternas. Es uno que pospone su gran trabajo de vez en cuando. Aqu� se supone algo. El durmiente convencido de que ha dormido y descuidado su trabajo. El durmiente convencido de que debe despertar y ponerse a trabajar. El durmiente resolvi� despertarse y ocuparse de sus asuntos. Algo expresado. Anhelaba una demora. La cantidad de esta demora: es s�lo un poco en la vanidad del perezoso.

La gran preocupaci�n que tiene por este retraso. Tenemos el tema fatal del curso. Los retrasos son peligrosos. Considere la ruina que le sobreviene; c�mo esta ruina le sobreviene: r�pida, silenciosa y sorprendentemente, irresistiblemente. Todo esto se debe al maldito amor por la comodidad. La demora y el aplazamiento del arrepentimiento o la obra de salvaci�n es un curso de ruina del alma entre los oyentes del evangelio.

I. �Por qu� los oyentes del evangelio demoran y postergan el arrepentimiento?

1. Satan�s tiene una gran mano en esto. Siempre est� insistiendo en que es demasiado pronto o que es una tarea demasiado larga.

2. Las preocupaciones y los negocios del mundo contribuyen mucho a esto.

3. El amor predominante por la comodidad carnal.

4. El amor predominante al pecado.

5. Una aversi�n y atraso natural a la santidad. Cuando se deja entrar la luz en la mente, pero la aversi�n a�n permanece en la voluntad, �qu� se puede esperar sino que el negocio del arrepentimiento, al que no se atreven a rechazar absolutamente, se demore?

6. La esperanza de encontrar el trabajo m�s f�cil despu�s.

7. Un gran ajuste de cuentas sobre el tiempo venidero.

8. Un orgullo cari�oso por la facilidad de la obra de salvaci�n.

9. Una presunci�n de suficiente capacidad en nosotros mismos para volvernos del pecado a Dios.

II. Este retraso es un curso de ruina del alma.

1. Es directamente opuesto al llamado del evangelio, que es para hoy, no para ma�ana. Todas las llamadas del evangelio requieren un cumplimiento presente.

2. Est� amenazada de ruina. Y esta amenaza se ha cumplido en muchos a quienes sus d�as de pereza han hecho perecer.

3. Siempre que la gracia toca el coraz�n, los hombres ven que es as�.

4. Tiene una tendencia nativa a la ruina del alma. El estado de pecado es un estado de ira, donde la ruina debe rodear a un hombre por todas partes. Cuanto m�s permanecen los hombres en el pecado, m�s avanza sobre ellos la muerte espiritual. Mientras permanezcan en este estado, s�lo hay un paso entre ellos y la muerte, que puede ser trasladado por una demora de muy poco tiempo.

Utilice 1. Para informaci�n: Que los que retrasan el arrepentimiento son autodestructores, auto asesinos. Con demoras se avanza el inter�s del infierno. Satan�s est� muy ocupado manejando el motor de las demoras. Son los mejores amigos de los pecadores que les dan menos descanso en un curso pecaminoso.

Uso 2. De lamentaci�n: No conoces el valor de un alma preciosa, que est�s desechando para lo que no aprovechar�. No conoces la excelencia del precioso Cristo. No conoces el valor de un tiempo precioso. No conoces el peso de la ira de Dios. No observas a qu� velocidad se est� produciendo tu ruina mientras est�s a gusto. No observas cu�n cerca puede estar tu destrucci�n. No observas cu�n absolutamente incapaz eres de rechazar el golpe cuando llega.

Uso 3. De reprensi�n a los que retrasan la obra de salvaci�n: A los santos que retrasan. Una demora en corregir su caso cuando las cosas est�n mal, al recibir su arrepentimiento y los actos de fe. La demora en renunciar a alg�n �dolo del seno que estropea su comuni�n con Dios. La demora en aclarar su estado ante el Se�or. La demora de alg�n deber en particular, o pieza de trabajo generacional, a la que est�n convencidos de que Dios los llama.

El retraso de la preparaci�n real para la eternidad. A los pecadores retrasados: �Es la deuda del pecado tan peque�a sobre tu cabeza que debes hundirte m�s en la deuda de la justicia de Dios? �No te obliga la santa ley? �Qui�n te ha asegurado que alguna vez ver�s la �poca de la que hablas? �Qui�n tiene el mejor derecho a tu juventud y fuerza? Pueblo de mediana edad, �por qu� retras�is el arrepentimiento? Los exhorto a todos a no demorar m�s el arrepentimiento y la obra de salvaci�n. ( T. Boston, DD )

Versículo 12

Una persona traviesa, un hombre perverso, camina con boca perversa.

Un mal hombre

I. El retrato de un hombre malo.

1. Es perverso en el habla. No tiene respeto por la verdad o el decoro. Falso, irreverente, impuro, audaz.

2. Es h�bil en su conducta. �Gira con los ojos�, etc. Expresa su esp�ritu bajo con m�todos astutos, clandestinos y astutos. Es cualquier cosa menos sencillo y transparente.

3. Travieso en prop�sito. "Planea la maldad". La malevolencia es su inspiraci�n. Se regocija en el mal.

II. La perdici�n de un hombre malo. "Por tanto, su calamidad vendr� de repente". Esta condenaci�n es ...

1. Cierto. Las leyes morales del universo y la Palabra de Dios garantizan el castigo del pecado.

2. De repente. "De repente ser� quebrantado". La brusquedad no surge de la falta de advertencia, sino de la negligencia de la advertencia.

3. Irremediable. "Sin remedio". Una vez que se fija su destino, no hay alteraci�n. �As� como el �rbol cae, as� debe mentir . �( D. Thomas, DD )

Falsa libertad

En la naturaleza humana, como en todas las dem�s, existe un amor innato por la libertad. �Pero Ay! en la naturaleza humana, como ca�da, este principio, bueno en s� mismo, ha tomado una direcci�n tristemente perversa. Con demasiada frecuencia es el mero amor de seguir, sin restricciones, nuestras propias inclinaciones. Y aunque la aversi�n a la moderaci�n es com�n a todos, es particularmente fuerte en el seno de la juventud. La libertad, no la falta de ella, es a veces de lo que realmente hay que avergonzarse. ( R. Wardlaw. )

Desobediencia

"Un hombre de Belial". Quiz�s un hombre poco generoso; ciertamente un hombre sin ley. Un hombre travieso. Un hijo del diablo.

I. Un hombre notoriamente malvado no se preocupa por las leyes de Dios o del hombre.

1. Ha cerrado la boca de su conciencia con sus pecados.

2. No ama ni a Dios ni al hombre, por lo tanto, desprecia a ambos.

3. No teme a ninguno y, por lo tanto, desprecia sus leyes.

4. Ve escapar a muchos, y esos ejemplos endurecen sus corazones.

II. La vida de un hombre as� es completamente perversa.

1. Sus pensamientos son completamente terrenales.

2. Todo su deleite est� en la maldad.

III. La boca perversa es una marca segura del imp�o.

1. Pocos, o solo los extremadamente malvados, hablar�n o se jactar�n de su maldad.

2. Cuando los hombres alcanzan esta altura, est�n m�s all� del Cabo de Buena Esperanza. Una mente torcida har� una boca torcida. Presta atenci�n. Dios te ha dado boca para hablar a su gloria, no para deshonrarlo, ni para proclamar tu propia verg�enza. ( Francis Taylor, BD )

Versículo 13

Gira con los ojos, habla con los pies, ense�a con los dedos.

Formas secretas de hablar

El imp�o no s�lo abusa de su boca grande, sino tambi�n de sus ojos, pies y dedos. Cuando se averg�enza o quiere poder para expresar su mente como lo har�a con palabras, lo da a conocer mediante se�ales; mostrando su bazo, lujuria o desprecio con sus ojos, pies o dedos. Es muy adicto a los discursos perversos que, cuando le falla la lengua, habla con sus otros miembros. No puede sostenerse; debe dar a conocer su mente a sus hermanos en el mal de una forma u otra.

Da a conocer las ocasiones de maldad a sus compa�eros mediante se�as. Hace su parte para llevar a otros a la locura. Lo que no puede o no se atreve a persuadir con palabras, lo hace con gestos. Su lengua no es suficiente para expresar su maldad. Utiliza gestos en lugar de palabras. No omite ninguna forma de incitar a otros a la maldad. Utiliza tres miembros r�pidos, que se mueven f�cilmente, para mostrarles su ingenio r�pido y perverso.

Abusa de todos los miembros de su cuerpo, pero especialmente de los ojos, los pies y las manos, para ser signos de lascivia, est� totalmente compuesto de fraude, y mientras falsifica la bondad con palabras, practica la maldad con signos. La persona perversa no siempre puede hablar bien y, por lo tanto, a veces debe callar y mostrar su mente por medio de se�ales, para que no se descubra su car�cter perverso.

I. Un hombre malvado da a conocer su mente por sus ojos. As� concibi� Elifaz a Job ( Job 15:12 . Ver tambi�n Salmo 35:19 ).

1. En general. Hay una facultad en todos los miembros, de una forma u otra, de expresar los pensamientos del coraz�n, aunque no tan claros como en la lengua. Los hombres usan estas facultades cuando se averg�enzan de decir lo que quisieran decir o lo que s�lo sus compa�eros en el mal entender�an, a quienes dan muestras particulares conocidas.

2. En particular. Los hombres a los ojos dan se�ales de desenfreno. Los hombres gui�an el ojo para adular, como confabuladores o elogiando t�citamente lo que otros dicen o hacen. O por burla, como insinuar en secreto a un amigo que las palabras o acciones de otro hombre son rid�culas. O para solicitar secretamente a otro, hacer alg�n mal, como golpear o herir a un hombre.

II. Los pies de un malvado pueden hablar. Ellos hablan&mdash

1. Rabia e ira, como cuando los hombres patean.

2. Asesinato, cuando se apresuran a aprovechar la ocasi�n para matar.

3. Desperdicio. As� que el pisar el dedo del pie es com�nmente interpretado por los libertinos.

III. Los dedos del imp�o ense�an locura.

1. Ira. Los hombres extienden el dedo a modo de amenaza.

2. Burla. Podemos burlarnos con los dedos.

3. Travesura. Levantando el dedo dando una se�al para lastimar a otros. ( Francis Taylor, BD )

C�mo se expresa el car�cter

La gente traviesa piensa que nadie sabe nada sobre su picard�a, cuando la verdad es que todo el mundo lo sabe. El car�cter interior del hombre se expresa a trav�s de la boca, los ojos, las manos y los pies.

I. ojos. "Gira con los ojos". �Cu�nto del car�cter expresa el ojo! Existe la mirada abierta, clara e inteligente que dice mucho. Est� la mirada baja y astuta, la mirada culpable y sigilosa del criminal, bien conocido y f�cilmente detectado por los expertos. El ojo habla todos los movimientos de la mente. Puede mandar, suplicar, repeler, invitar, someter. Emerson dice: "El ojo obedece exactamente a la acci�n de la mente".

II. Los pies expresan el car�cter. Compare el paso firme del hombre de negocios y el arrastrar los pies del holgaz�n. �Cu�nto de mal car�cter se expresa en la palabra �vagabundo�! La Biblia a menudo designa el car�cter completo de un hombre con la palabra "caminar".

III. Las manos tienen un idioma. El movimiento de la mano, el uso de las manos en la megafon�a, la se�al o se�al entre dos personas. Los tontos hablan juntos con las manos. Aprender&mdash

1. Si quieres ser recibido como una persona digna, debes ser digno de coraz�n.

2. Si quiere ser conocido como recto, debe serlo de coraz�n.

3. Si aspiras a tener un rango en la comunidad como una dama o un caballero, debes serlo en cada fibra de tu ser. El personaje siempre lleva consigo su propio certificado. ( George H. Smyth. )

Versículos 16-19

Estas seis cosas aborrece el Se�or.

Las siete cosas abominables

Un cat�logo de males especialmente odiosos para el Infinito.

I. porte altivo. "Una mirada de orgullo". El orgullo se representa con frecuencia en la Biblia como una ofensa al Dios Santo. La altivez es una abominaci�n, porque implica:

1. Auto-ignorancia.

2. Descortes�a.

3. Irreverencia.

II. Falsedad verbal. "Una lengua mentirosa".

1. La falsedad siempre implica un coraz�n equivocado. Un coraz�n puro no proporciona ning�n motivo para la falsedad. Vanidad, avaricia, ambici�n, cobard�a son los padres y mecenas de la mentira.

2. La falsedad siempre tiene una mala tendencia social. Desilusiona las expectativas, hace temblar la confianza, afloja los cimientos mismos del orden social.

III. Crueldad despiadada. "Manos que derraman sangre inocente". La crueldad implica ...

1. Una absoluta falta de simpat�a por las criaturas de Dios.

2. Una total falta de simpat�a por la mente de Dios. El que inflige dolor no simpatiza tanto con el universo como con su Hacedor.

IV. Esquemas viciosos. "Un coraz�n que concibe imaginaciones perversas". Hay corazones tan malos que alguna vez est�n inventando algo maligno. Ilustre por el hombre antediluviano.

V. Ansiedad traviesa. "Los pies se apresuran a correr hacia la travesura". No s�lo hacen da�o, sino que lo hacen con entusiasmo, con pronta vigilancia; tienen codicia por ello.

VI. Calumnia social. El calumniador es una de las mayores maldiciones sociales. Le roba a su pr�jimo su mayor tesoro: su propia reputaci�n y la amorosa confianza de sus amigos.

VII. Lucha inquietante. "Y el que siembra discordia entre hermanos". Aquel que por medio de cuentos, historias mal�volas e invenciones malvadas produce las rupturas de la amistad, es aborrecible para ese Dios que desea que sus criaturas vivan en amor y unidad. Este tema sirve para mostrar tres cosas:

1. La atrocidad moral del mundo. Estos siete males abundan en todas partes.

2. La inmaculada pureza de Dios. Odia estas cosas. Por tanto, son ajenos a �l.

3. La verdadera misi�n de los piadosos: esforzarse por librar al mundo de los males que ofenden al cielo. ( D. Thomas, DD )

Versículo 20

Hijo m�o, guarda el mandamiento de tu padre y no abandones la ley de tu madre.

Palabras de consejo a los colegiales

Si bien sus recuerdos del hogar son recientes, estoy ansioso por dirigir sus pensamientos a uno o dos asuntos a los que esos recuerdos posiblemente puedan dar un peso y una fuerza que de otro modo no poseer�an.

I. Aprecia los lazos con el hogar como una de tus posesiones m�s sagradas. Uno de los peligros de la vida escolar p�blica es aprender a menospreciar los sentimientos de afecto por el hogar. No es viril despreciar a esos muchachos que a veces est�n "enfermos en casa". La verdadera hombr�a no est� ni puede estar divorciada de la ternura; y aunque har�a valer con todo mi coraz�n la necesidad de valent�a para afrontar el primer problema de la vida de un colegial, les recordar�a a todos los que me escuchan que el muchacho que conserve con m�s fuerza su afecto por su hogar crecer� como un hombre m�s fiel y fiel. un caballero m�s fiel que el joven que echa a un lado esos afectos como algo de lo que avergonzarse.

II. No suponga que la vida escolar tiene la intenci�n de reemplazar su vida hogare�a. La mayor�a de ustedes ha venido de hogares en los que ha sido objeto de consideraci�n cristiana y sujeto de formaci�n religiosa. Las ramas superiores de lo que se llama "conocimiento secular" no son m�s que ramas de la ense�anza que se inici� en casa. Secular no se opone a sagrado. �No es sagrado todo el aprendizaje? �El temor del Se�or es el principio de la sabidur�a�; y no hay conocimiento verdadero del que no pueda decirse que tenga su fuente all�.

En el texto, Salom�n se refiere al "mandamiento del padre" a los principios de piedad y virtud que se inculcan en todo hogar cristiano. Ninguno de ustedes ha venido aqu� para comenzar, y ninguno de ustedes completar� aqu� su educaci�n. Cuando Dios nos env�a al mundo es para que seamos educados para �l, entrenados para �l. Ese entrenamiento, con todos sus defectos y fallas, comienza en el hogar y, donde sea que vayamos despu�s, y bajo cualquier circunstancia en la que nos ubiquemos, nuestra vida despu�s de la muerte es solo una continuaci�n de lo que ha sido nuestra vida hogare�a. .

Cuando dejes la escuela, lleva tu vida hogare�a, esos afectos y sentimientos que se han despertado en ti en medio de aquellos a quienes amas, ll�valos a tu otra vida, porque sin ellos la vida ser� incompleta.

III. Nunca te averg�ences de tu religi�n. John Angell James atribuy� su posici�n como hombre cristiano al coraje de un compa�ero de aprendizaje, que se arrodill� junto a su cama para orar, cuando James se negaba a hacerlo debido a sentimientos de verg�enza. Ese aprendiz se atrevi� a hacer lo correcto. No se avergonz� de que se supiera que or� a Dios. Se dec�a de un viejo oficial naval, hace doscientos o trescientos a�os, que como tem�a a Dios, no conoc�a otro miedo.

IV. Entreguen todo su coraz�n al Dios de sus padres. La juventud es el momento m�s adecuado para la religi�n, ya que es el mejor momento para aprender cualquier cosa. Mientras sus corazones a�n est�n frescos y a�n susceptibles de recibir buenas impresiones, entr�guelos al Salvador. ( F. Wagstaff. )

Versículo 22

Cuando vayas, te conducir�.

El consuelo del pensamiento de la gu�a de Dios en la otra vida de aquellos que fueron criados en Su temor y amor.

�Qui�n no ha sentido nunca en su coraz�n el deseo de que alguien le aconseje, dirija y ayude? Hay un Consejero, un Ayudador, prometido a nosotros, capaz, poderoso para guiarnos y ayudarnos con sabidur�a infalible a trav�s de cualquier dificultad o problema: el Padre misericordioso, el Hijo redentor, el Esp�ritu que santifica. Todos nosotros necesitamos, necesitamos diariamente, tal Compa�ero, tal Consolador. Aquellos que se reunir�n y recibir�n la bendici�n de Dios de la mano del obispo en confirmaci�n, �d�nde estar�n todos dentro de unos a�os, es m�s, tal vez cuando haya pasado otro a�o sobre sus cabezas? Dondequiera que est�n, les espera una cosa: la tentaci�n, una tentaci�n tan diferente como sus propias circunstancias y disposiciones, pero sigue siendo tentaci�n.

Las antiguas f�bulas y leyendas de los monjes representan a Satan�s viniendo en diferentes formas entre s� de acuerdo con su debilidad particular: a uno como un buscador de oro que muestra su tesoro escondido, a otro como un apuesto hombre ganador, que ofrece una vida de placer, a otro como una mujer hermosa que seduce a los caminos del pecado. Pero todo esto significa lo mismo: que el mundo, la carne y el diablo moldean sus tentaciones para atrapar mejor a cada alma desprotegida.

No se puede decir c�mo ser� esa tentaci�n; pues para cada uno puede ser diferente seg�n d�nde est� y qu� sea. Algunos pueden sentirse tentados por progresar en el mundo, otros por no hacerlo, otros por tonter�as ociosas, otros por tonter�as ocupadas. Dejemos que su vida sea lo que sea, podemos consolarnos con el pensamiento de que est�n preparados, que han tenido el mejor tipo de preparaci�n, lo que viene solo de Dios, el conocimiento de sus misericordias y promesas, la ayuda de su santo. Esp�ritu.

�Intentaremos mirar un poco m�s de cerca la larga avenida del tiempo y verlos como ser�n? algunos podemos imaginar echar ra�ces aqu�, extendiendo sus ramas con seguridad bajo el abrigo de la Iglesia de Cristo; algunos se pueden encontrar asentados lejos, otros sin asentarse en absoluto, sino que van a la deriva de un lado a otro en las cambiantes mareas de la vida; pero �qu� hay de sus almas, que ir�n mejorando o empeorando d�a a d�a? Los hemos entrenado para conocer, temer y amar al Se�or su Salvador, su Consolador, su Dios; y que Dios ha prometido que su Esp�ritu todopoderoso guarnecer� sus almas y las fortalecer� para pelear la batalla de la fe de por vida, si no aflojan ni abandonan su servicio.

As� que nos alegraremos con el pensamiento de que as� como, como Jos�, ellos han sido educados en el temor y la nutrici�n del Se�or, podr�n rendir tan buena cuenta de s� mismos. ( Archidi�cono Mildmay. )

Cuando despiertes, hablar� contigo.

Consejero del hombre

I. El tema de esta declaraci�n: qu� es lo que har� esto. El mandamiento y la ley de las personas religiosas y bien instruidas llegan a ser equivalentes a la ley de Dios. �Eso� realmente representa el libro de Dios. �Hablar� expresa esa familiaridad y amistad que puede llegar a establecerse entre la mente y el coraz�n de un joven y la sabidur�a de Dios personificada y encarnada en el libro. Hay una familiaridad sagrada, una amistad afectuosa, un intercambio de ternura. Dos o tres cosas caracterizan esta sagrada conversaci�n e intercambio.

1. Hablar� contigo sobre los temas m�s importantes.

2. Hablar� con usted de muchas formas.

3. Hablar� con autoridad.

No hay nada severo, nada irritante en su tono de autoridad si el coraz�n est� en lo cierto. Pero hablar� con franqueza honesta. Este amigo te hablar� con franqueza y honestidad, y con la franqueza de la reprensi�n. Debes llevar contigo dos o tres cosas para que esta conversaci�n sea completamente beneficiosa.

1. Debe estar en t�rminos de sinceridad con la Biblia. No debes venir a rega�adientes, ni con dudas, ni a ridiculizar; no debe venir con un esp�ritu indebido de cuestionamiento. Este libro trata a un hombre como un hombre trata a otro. Para el "perverso, se mostrar� perverso".

2. Debe haber una oraci�n seria y ferviente para que el Esp�ritu de Dios ilumine y gu�e.

3. Debe haber una meditaci�n profunda, a veces prolongada y frecuente sobre las palabras pronunciadas.

Hay tres formas en las que se puede ilustrar el tiempo que se indica aqu�: "Cuando despiertes".

1. Tome la expresi�n literalmente. Cuando regrese por la ma�ana a la conciencia.

2. Tome la expresi�n en sentido figurado. En momentos particulares, a trav�s de la fuerza de pensamientos internos o de circunstancias externas, el joven puede despertar repentinamente a su peligro, necedad, pecado - al deber, la grandeza de la vida, el pasado, el futuro.

3. En sentido figurado, la juventud es enf�ticamente un momento de despertar a las realidades de la vida. El joven se despierta a su individualidad personal, a un sentido de sus obligaciones, sintiendo que ahora hay muchas cosas que dependen de su propio juicio, de s� mismo.

II. El objeto del discurso en el cap�tulo. Para advertir al joven contra cosas que pueden da�ar y arruinar desde el punto de vista mundano. Y hay una conexi�n mucho mayor entre la ruina de un hombre en un respeto mundano y la ruina del alma de lo que la gente puede imaginar. Tres causas de ruina

1. Falta de precauci�n. Ilustrado al dar su nombre en una fianza o garant�a para otro. Especulaciones, esquemas arriesgados, esfuerzos para obtener ganancias sin sudar. Es la ley de Dios que compraremos todo con el sudor de nuestra frente; y todas las especulaciones peligrosas, todas las transacciones de juego, son, de hecho, esfuerzos para evadir esta ley.

2. Indolencia. Hay algunas personas que parecen estar dormidas todo el d�a.

3. El libertinaje. No s�lo existe la seducci�n del hombre por la ramera, sino la injuria del hombre por su pr�jimo. Este �ltimo es un delito m�s complicado que el primero. Se dice que el hombre que cede a cualquier forma impura de vicio "le falta entendimiento", que "destruye su propia alma".

III. Las caracter�sticas de un hombre que va camino de la ruina. Junto con las malas imaginaciones del coraz�n, la lengua falsa y el amor de sembrar discordia, hay una p�rdida de virilidad, transparencia, sinceridad y cosas por el estilo. Conclusi�n:

1. D� un giro espiritual a la ense�anza del cap�tulo y vea qu� pensamientos espirituales se pueden extraer de �l.

2. Invite a los j�venes que aceptan la fe cristiana a dedicarse al servicio de Dios al comienzo de la vida.

3. Siendo tan devoto, aseg�rate de que el mundo, la carne y el diablo no te desv�en ni te seduzcan de tu firmeza. Mirar hacia el futuro; siempre considere las consecuencias. Vives bajo grandes leyes morales, y no puedes alterar esas leyes, no puedes evitar que produzcan sus resultados, como tampoco puedes desviar al sol de su curso. Cu�dese de hacer una sola cosa, de ceder ante cualquier tentaci�n de la que puedan surgir graves resultados. ( Thomas Binney. )

El libro hablado

Es una circunstancia muy feliz cuando el mandamiento de nuestro padre y la ley de nuestra madre son tambi�n el mandamiento de Dios y la ley del Se�or. Bienaventurados los que tienen una doble fuerza para atraerlos hacia la derecha: los lazos de la naturaleza y los lazos de la gracia. La ley de Dios deber�a ser una gu�a para nosotros: "Cuando vayas, te conducir�"; un guardi�n para nosotros - �cuando duermas� - cuando est�s indefenso y desprevenido - �te guardar�; y un querido compa�ero para nosotros: "cuando despiertes, hablar� contigo".

I. Percibimos que el mundo est� vivo. �De qu� otra manera podr�a decirse: "Hablar� contigo"?

1. Est� vivo, porque es pura verdad. El error es muerte, la verdad es vida. El diente del tiempo devora todas las mentiras. La verdad nunca muere.

2. Es la expresi�n de un inmutable, autoexistente

Dios. As� que la Palabra es segura, firme y llena de poder. Nunca est� desactualizado.

3. Consagra el coraz�n vivo de Cristo. El Cristo viviente est� en el libro; contemplas Su rostro en casi todas las p�ginas.

4. El Esp�ritu Santo tiene una conexi�n peculiar con la Palabra de Dios. La obra del Esp�ritu en el coraz�n de los hombres se realiza mediante los textos que los ministros citan en lugar de sus explicaciones sobre ellos. Tenga cuidado, pues, de jugar con un libro tan instintivo de la vida.

II. Percibimos que la palabra es personal. "Hablar� contigo".

1. La Palabra de Dios habla de los hombres y de los hombres modernos; sobre el para�so de la virilidad no ca�da, la ca�da, la degeneraci�n de la raza y los medios de su redenci�n.

2. La Palabra de Dios habla a los hombres en todos los estados y condiciones ante Dios, a los pecadores ya los hijos de Dios.

3. La Palabra de Dios es personal para todos nuestros estados mentales. Entra en todos los detalles de nuestro caso, dejemos que nuestro estado sea lo que sea.

4. La Palabra de Dios es siempre fiel. Nunca encuentras que la Palabra de Dios retenga lo que es de provecho para ti. Esto sugiere un peque�o autoexamen saludable. "�C�mo le habla la Palabra de Dios a mi alma?"

III. Percibimos que la Sagrada Escritura es muy familiar. "Habla contigo". Hablar significa compa�erismo, comuni�n, familiaridad. La Escritura habla el lenguaje de los hombres; se reduce a nuestra sencillez; es familiar en cuanto a todo lo que nos concierne; responde preguntas.

IV. Percibimos que la Palabra de Dios responde. "Contigo", no "a ti". Hablar con un hombre no es todo de un solo lado. Hablar con un hombre significa responder a su conversaci�n. La Escritura es un libro maravillosamente conversacional; habla y hace hablar a los hombres.

V. Percibimos que la Escritura es influyente. Cuando la Palabra de Dios habla con nosotros, nos influye. Todo habla influye m�s o menos. Este libro alivia nuestros dolores y nos alienta. Tiene un poder elevador maravilloso. Advierte y refrena. Santifica y moldea la mente a la imagen de Cristo. Nos confirma y acomoda. ( CH Spurgeon. )

Versículo 23

La ley es ligera

La ley es ligera

La idoneidad y la belleza de esta comparaci�n de la ley de Dios con la lucha se ven de inmediato.

Si consideramos la naturaleza de la ley, encontramos que es como la naturaleza de la luz del sol. No hay nada tan puro y limpio como la luz, y no hay nada tan puro e inmaculado como la ley divina. No hay nada tan omnipresente como la luz. Est� en todas partes. Cu�n parecida a esta luz en el universo material es la ley de Dios en el racional. Uno sugiere y simboliza naturalmente al otro. La ley moral es la ordenanza que establece y gobierna el universo moral.

El mandamiento, "H�gase la luz", fund� y sostiene el mundo material; y el mandamiento, �Sea el amor supremo de Dios�, funda y sostiene el mundo racional y responsable. Ambos comandos son universales y omnipresentes. Dentro de la esfera racional y razonable, la ley est� en todas partes. Pero hay diferentes grados de luz moral como hay diferentes grados de luz natural. Nuestro objetivo ahora es mostrar la similitud entre la ley moral y la luz material observando sus influencias y efectos en el alma en lugar de analizar su naturaleza intr�nseca.

I. La ley moral se revela como la luz del sol. Hace visible el pecado que a�n permanece en el cristiano. Las Escrituras exhortan continuamente a los creyentes a llevar sus corazones a la luz de la ley de Dios para que puedan ver el pecado que hay en ellos. Si queremos comprender a fondo nuestra corrupci�n intrincada y oculta, debemos mediante la oraci�n y la reflexi�n intensificar la luz de la ley moral para que pueda penetrar m�s profundamente en la masa profunda, incluso como el naturalista debe concentrar la luz del sol a trav�s de la lente si conocer�a a fondo la planta o el insecto.

Todo cristiano que sea fiel a s� mismo y a Dios ha experimentado estas influencias iluminadoras y reveladoras de la ley. Pero para el creyente, la ley hace sus revelaciones de una manera esperanzadora y saludable. El creyente ha sido liberado del poder condenador de la ley. La "maldici�n" de la ley que Cristo, su Fiador, ha llevado por �l.

II. La ley para el creyente en Cristo atrae como la luz. La luz en el mundo material atrae universalmente. Cuando el sol sale y ba�a el mundo de luz, �c�mo toda la naturaleza se levanta para recibirlo! De la misma manera, la ley moral atrae al mundo de los seres santos. Aman la ley por su excelencia intr�nseca y la buscan de todo coraz�n. Sus naturalezas son puras como la ley, y las cosas como siempre atraen a las personas.

Si hay en cualquier alma, aunque sea el m�s m�nimo grado de santidad real, hay un punto de atracci�n sobre el que la ley de Dios se apoderar� y se basar�. Hay una tendencia continua y una deriva de un alma santa hacia Dios. Esta visi�n de la ley divina como una energ�a atractiva es alentadora para el creyente. Ofrece buenas bases para la perseverancia de los santos.

III. La ley para el creyente en Cristo vigoriza como la luz. Este punto de semejanza no es tan obvio. Es m�s com�n pensar en el aire como el elemento vigorizante de la naturaleza, pero es cierto que la luz dice que su presencia es necesaria para que los esp�ritus de un hombre puedan estar animados y en acci�n vigorosa. La planta que crece en la oscuridad es una cosa p�lida y d�bil. Similar es el efecto de la ley moral sobre quien descansa sobre Cristo.

Para el disc�pulo de Cristo, la ley ya no es un juez, sino solo un instructor. Los terrores de la ley han perdido su poder. La ley tambi�n lo vigoriza, porque, en virtud de su uni�n con Cristo, se ha convertido en un principio interno y actuador. Su coraz�n ha sido tan cambiado por la gracia que ahora realmente ama la ley de Dios. Para el creyente, la ley es la fuerza de la santidad.

IV. La ley para el creyente en Cristo se regocija como la luz. Se cuenta en una historia antigua que la estatua de Memnon, cuando los primeros rayos de la ma�ana la doraron, comenz� a temblar y estremecerse y emitir m�sica como un arpa dulce. Y tal es la influencia dadora de gozo de la ley justa en el mundo celestial, y tal es su efecto en el creyente individual. De este desenvolvimiento del tema se sigue que el gran acto del cristiano es el acto de la fe, y la gran obra del cristiano es cultivar y fortalecer su fe. La ley moral, como la luz material, revela, atrae, vigoriza y regocija s�lo porque el alma mantiene una cierta relaci�n especial con ella. ( GT Shedd, DD )

Nuestra l�mpara y luz

Aqu� se establecen los adjuntos de los buenos preceptos dados por padres piadosos, que muestran el bien que se puede obtener de ellos.

I. Los padres piadosos tienen muchas formas de guiar a sus hijos. Por mandatos, leyes, sabias reprensiones, ejemplos.

II. Las instrucciones de padres piadosos son de gran ayuda para mostrarnos los caminos correctos de la vida.

1. Los padres piadosos tienen cuidado de que sus instrucciones est�n de acuerdo con la Palabra de Dios.

2. Y ellos mismos han andado en los caminos que mandan.

III. Las reprensiones sabias son muy provechosas del sabio.

1. Son �tiles en la Iglesia, la comunidad y la familia.

2. Porque as� como las instrucciones mantienen a los hombres alejados de los derroteros pecaminosos, las reprensiones hacen que los hombres salgan de ellos y vuelvan a los buenos caminos. Entonces ten m�s cuidado de rega�ar a tus amigos. Ten paciencia al soportar la reprensi�n y haz un buen uso de ella. ( Francis Taylor, BD )

Versículo 24

Para guardarte de la mujer malvada.

El pecado de la inmundicia

1. Una gran bondad que Dios dise�� a los hombres al darles su ley fue preservarlos de este pecado.

2. La mayor bondad que podemos hacer por nosotros mismos es mantenernos a distancia de este pecado. Los argumentos que instan a esta precauci�n son:

(1) Es un pecado que empobrece a los hombres.

(2) Amenaza de muerte; mata a los hombres.

(3) Trae culpa sobre la conciencia y la corrompe.

(4) Arruina la reputaci�n y conlleva una infamia perpetua.

(5) Expone al ad�ltero a la ira del marido celoso. ( Matthew Henry. )

Versículo 27

�Puede un hombre tomar fuego en su seno sin que se quemen sus vestidos?

El peligro de jugar con las tentaciones al pecado

La ley de la adquisici�n del conocimiento es que la mente conoce lo desconocido a trav�s de lo conocido. Llega a lo distante a lo cercano y a lo cercano a lo m�s cercano. Asciende a lo Divino a trav�s de lo humano, y a trav�s de lo material y lo temporal asciende a lo espiritual y lo eterno. Como consecuencia, la ense�anza de las Escrituras en la caracter�stica aludida es m�s espec�fica e inteligible para una criatura como el hombre de lo que podr�a ser en cualquier otro modo.

Las palabras del texto se refieren directamente al pecado de adulterio. El sabio dirige a los j�venes a la mejor defensa contra toda tendencia a este mal. Esa defensa la encuentra en el recuerdo, atenci�n y conformidad con la formaci�n familiar que recibi� en la ma�ana de la vida. Luego, de una manera notablemente elegante, presenta ante �l las ventajas que obtendr�a al asumir frente a la ley la actitud prescrita.

La ley se personifica aqu� como un consejero sabio, un guardi�n cuidadoso y un compa�ero interesante. Esa ley proteger� contra los peligros particulares a los que la edad y las circunstancias hacen que los j�venes sean especialmente vulnerables. Es de primordial importancia mantenerse alejado de la "mujer extra�a". En el texto el sabio vuelve de nuevo a la necesidad de resistir directamente al mal en la ocasi�n de �ste, en la tentaci�n al mismo, y eso desde la consideraci�n de la imposibilidad de jugar con la seducci�n sin caer en el pecado.

I. Toda tentaci�n que se le presenta al hombre se dirige a una naturaleza que ya est� corrompida y, por tanto, susceptible de caer en ella. Parece de la historia de la humanidad que hay suficiente fuerza en la tentaci�n, manteniendo la mente en comuni�n con ella, para influir incluso en las criaturas santas para hacerlas caer. As� sucedi� con nuestros primeros padres en Ed�n. Si hubo tal fuerza en la tentaci�n cuando no hab�a nada m�s que santidad en la mente, �cu�l debe ser su poder para una criatura que ya est� depravada? Dondequiera que encuentres a un hombre, encontrar�s a un pecador.

El sesgo de nuestra naturaleza es hacia el pecado, la propensi�n original de nuestra mente est� en la direcci�n del mal. Aqu� reside el peligro de jugar con la tentaci�n. Hay algo en ti que le resulta ventajoso. Toda la naturaleza moral del hombre se ve afectada. El deterioro moral de la humanidad es tal que la expone a diversos asaltos de tentaci�n, y si alguien frecuenta con valent�a lugares infecciosos, jugueteando y acariciando la enfermedad, le es imposible, poseyendo la naturaleza que posee, escapar del contagio.

II. El hombre, al jugar con la tentaci�n, se pone directamente en el camino que conduce naturalmente al pecado. Todo pecado tiene ciertos atractivos que le son propios. El gran defecto moral de miles es que no reconocen el pecado en la tentaci�n. Muestre c�mo, al jugar con la tentaci�n, un hombre puede convertirse en ladr�n, jugador o borracho. La Escritura no s�lo proh�be el pecado en s�, sino tambi�n todas las ocasiones en que se comete y los primeros movimientos del coraz�n hacia �l.

�Deseas no caer en ning�n pecado, luego cierra tus o�dos para que no oigas la voz de la tentaci�n? aparta tus ojos de mirarlo; �tese a algo lo suficientemente fuerte como para evitar que caiga en su trampa. Cuando un hombre juega con la tentaci�n, est� en medio del camino que conduce al pecado.

III. Jugar con la tentaci�n de cualquier mal muestra cierto grado de parcialidad en la naturaleza hacia ese mal en particular. Es en la comuni�n de la mente con la tentaci�n donde reside el poder, y si hay en la mente una cantidad suficiente de virtud, de virtud, el opuesto directo del pecado al que incita la tentaci�n, para mantener a un hombre en su Para evitar jugar con �l, est� perfectamente a salvo de cualquier lesi�n que pueda infligirle.

En verdad, cuando es as�, la tentaci�n ya no lo es para �l. Cuando un hombre odia el pecado con odio perfecto, la tentaci�n le es aborrecible, y evita no s�lo el pecado en s�, sino todas las ocasiones en que lo comete y todo lo que pueda conducirlo. Hay en cada uno de nosotros por separado alguna predisposici�n a alg�n pecado particular, as� como en algunas constituciones corporales hay una predisposici�n a ciertas fiebres.

Puede haber algo en el organismo de un hombre que lo haga inclinarse de antemano a alg�n pecado especial y, por lo tanto, lo ponga en la obligaci�n de ejercer una vigilancia especial contra ese pecado. Las predisposiciones naturales se pueden llamar; pero hay otros, fruto �nicamente del h�bito, igualmente poderosos en su influencia e igualmente peligrosos si se les da alguna ventaja para mostrarse. Y a veces las predisposiciones naturales se ven reforzadas por el h�bito.

Cuando un hombre juega con cualquier tentaci�n, es prueba de alg�n sesgo hacia el pecado que es el objeto directo de la tentaci�n. Jugar con la tentaci�n no es m�s que el coraz�n que busca el pecado, la lujuria que concibe en la mente.

IV. Jugar con la tentaci�n s�lo pone al hombre en contacto con el pecado en su lado agradable y, por lo tanto, le da la ventaja de causar una impresi�n favorable a s� mismo en la mente. Debe confesarse que el pecado tiene su placer. Significa la satisfacci�n inmediata de las propensiones depravadas de la naturaleza. Solo el placer del pecado est� en la tentaci�n. Ah� se ve la imposibilidad de que alguien se entretenga con �l sin caer presa de �l.

V. El hombre, al cubrirse con la tentaci�n, debilita su resistencia moral al pecado y gradualmente se debilita tanto que no puede resistirlo. Cuando un hombre tiene una mala sugerencia, su fuerza moral comienza a debilitarse. Un pensamiento depravado invita a otro. Jugar con la tentaci�n consume la energ�a moral. La conciencia finalmente se vuelve tan depravada que permite sin prohibir lo que una vez conden�, y as� paso a paso, casi sin darse cuenta de s� mismo, el hombre se encuentra completamente impotente para resistir la tentaci�n. Y eso no es todo, pero jugar con la tentaci�n evita que el hombre tenga el �nico medio a trav�s del cual podr�a adquirir la fuerza para vencer el pecado.

VI. El hombre, jugando con la tentaci�n, finalmente tienta al esp�ritu de Dios para que le quite su protecci�n y lo deje solo y presa de su lujuria. Las Escrituras ense�an que el Esp�ritu del Se�or ejerce Su influencia de diferentes maneras para mantener a uno alejado del pecado. A veces, �l anula las circunstancias externas. En otras ocasiones influye en la mente por medio de ciertos reflejos, de modo que la tentaci�n falla en su efecto sobre �l.

Cuando un hombre sigue jugando con la tentaci�n, permitiendo que su coraz�n corra siempre por el cauce de su lujuria, comenzando a ceder a sus primeros impulsos y deseos, irrita y entristece al Esp�ritu de Dios y poco a poco lo ofende tanto que se aparta de �l. , retiene Su protecci�n y permite que la tentaci�n con toda su fuerza lo asalte en un momento en que la lujuria es fuerte y la oportunidad externa perfectamente ventajosa. Y el resultado es que cae presa de la tentaci�n. ( Owen Thomas, DD )

Versículo 30

Si roba para saciar su alma cuando tiene hambre.

Robo por necesidad

La influencia enga�osa y pervertida del pecado requiere una consideraci�n cuidadosa. Aunque todav�a es s�lo un principio en la mente y no ha madurado en una acci�n externa, pone a su servicio los diversos poderes de la imaginaci�n, la invenci�n e incluso la raz�n misma. Mediante estos poderes, el objeto prohibido se representa como una fuente de goce peculiar, o se le confiere caracter�sticas de atracci�n externa, o se exhibe como apto para satisfacer al menos la curiosidad y ampliar la esfera del conocimiento natural.

Incluso despu�s de que el principio se convierte en acci�n y sus fatales consecuencias comienzan a sentirse, emplea los mismos poderes para encontrar excusas y disculpas por el acto. Las fuentes de las que se extraen las disculpas son sumamente numerosas. Pero esta es la peculiaridad sorprendente del pecado, que busca con el mayor af�n de sacarlos del car�cter, la providencia o la Palabra de Dios. El pasaje que tenemos ahora ante nosotros parece ofrecer una excusa para robar, o al menos para quitarnos la odiosidad y la criminalidad del mismo.

I. El aspecto de este acto a la vista de los hombres. El texto implica que los hombres lo consideran venial o excusable. Pero es el acto con limitaciones especiales.

1. Limitado exclusivamente a alimentos. La cosa robada no se clasifica como propiedad. Es lo que rara vez se codicia, y nunca por s� mismo, excepto bajo la influencia del hambre. Pero esto nunca puede convertirse en una excusa para robar en general. Se supone que el ladr�n debe tomar la comida solo cuando tenga hambre. No se inspira en la codicia, sino en el hambre. �sta es una limitaci�n muy importante. La comida puede ser robada con tanta criminalidad como cualquier otra cosa, porque puede convertirse en dinero.

2. Pero la sensaci�n de hambre en s� misma est� restringida por el texto. La finalidad por la que supone el robo de alimentos es satisfacer. El ladr�n no debe tomar ni siquiera m�s de lo necesario para extinguir el hambre actual. No se le permite llevarse nada ni para proveer contra una necesidad futura, ni para adquirir nada que est� ansioso por poseer.

3. Se supone que la comida se roba simplemente para "satisfacer el alma", es decir, para preservar la vida. El ladr�n debe estar en un punto de extrema necesidad, en el cual, si no comete el acto en consideraci�n, realmente entregar�a su vida.

II. El aspecto de este acto ante los ojos de Dios. El texto no dice que Dios considere a este ladr�n con indulgencia. El contexto implica que este individuo ha incurrido en la pena de la ley y debe ser castigado si es encontrado. La misericordia, que deja a un lado las exigencias de la ley, es solo pecado y, si se act�a en general, se acompa�ar� de las m�s ruinosas consecuencias. La misericordia del hombre es un medio muy inadecuado para contemplar la misericordia de Dios.

Aunque el acto en consideraci�n pueda parecer perfectamente inocente para el hombre, puede parecer muy criminal y peligroso a los ojos de Dios. La justicia de esta estimaci�n se percibe claramente atendiendo este caso de necesidad en dos aspectos.

1. Si el ladr�n ha estado involucrado en esta condici�n necesaria por su propia mala conducta - por ociosidad, intemperancia o cualquier otro h�bito inmoral - es claramente culpable. La misma necesidad a la que ha sido reducido es una necesidad pecaminosa, ya que ha sido ocasionada por su propia mala conducta.

2. Cuando ha estado involucrado en ella por la providencia de Dios. Incluso desde este punto de vista, el acto en consideraci�n es decididamente pecaminoso. Es una seria mejora y abuso de la providencia de Dios. Podemos ver que incluso el caso m�s extremo de necesidad no justifica la incredulidad y la comisi�n del pecado. Es mejor entregar incluso la vida misma que dar paso a un acto inmoral y criminal. Nunca puede darse un caso en el que un precepto de la ley pueda dejarse de lado para evitar la violaci�n de otro.

El caso en el que la vida est� en peligro es evidentemente el m�s extremo; comprende claramente todos los dem�s. Si no se infringe la ley en el superior, no se infringe en el caso inferior; si no se debe violar cuando la vida est� en juego, es mucho menos violado cuando est� en juego un beneficio inferior. ( George Hislop. )

Acusado de robo

En uno de los banquetes anuales de Waterloo, el duque de Wellington, despu�s de la cena, entreg� para su inspecci�n una valiosa presentaci�n de tabaquera engastada con diamantes. Despu�s de un tiempo desapareci� y no se pudo encontrar por ninguna parte. El duque estaba muy molesto. Los invitados (no hab�a sirvientes en la habitaci�n en ese momento) lo estaban m�s, y todos acordaron dar la vuelta a sus bolsillos. A esto un viejo oficial se opuso con vehemencia, y al presionar el punto abandon� la habitaci�n, a pesar de que el duque rog� que no se pudiera decir nada m�s sobre el asunto.

Por supuesto, las sospechas recayeron sobre el viejo oficial; nadie parec�a saber mucho sobre �l o d�nde viv�a. Al a�o siguiente, en el banquete anual, el duque se meti� la mano en el bolsillo del abrigo, que no se hab�a puesto desde la �ltima cena, �y all� estaba la caja de rap� que faltaba! El duque se angusti� terriblemente, se enter� del viejo oficial, que viv�a en una miserable buhardilla, y se disculp�. "Pero, �por qu�", dijo su excelencia, "no consinti� en lo que propon�an los otros oficiales, y as� se ha salvado de la terrible sospecha?" "Porque, se�or, mis bolsillos estaban llenos de carne rota, que me las hab�a ingeniado para poner all� para salvar a mi esposa y mi familia, que en ese momento estaban literalmente muriendo de hambre". El duque, se dice, sollozaba como un ni�o; y no es necesario agregar que el viejo oficial y su familia no sufrieron m�s por la necesidad desde ese d�a.

Versículo 32

El que lo hace, destruye su propia alma.

El suicidio del alma

Por hermosa que sea la pureza de una doncella, y coronada de bendiciones por Cristo, tenemos aqu� que aprender su excelencia y temer su p�rdida, por la triste y severa imagen de la impureza y el pecado descarado. En estos tristes proverbios de pureza, el sabio nos retrata, en temible personificaci�n, al rival de la sabidur�a de pie en las mismas grandes v�as de la tierra y compitiendo para sus vergonzosos placeres al joven simple que se agolpa en el camino ancho y abarrotado.

Esta no es una imagen elegante que alegoriza los peligros de la juventud. Se extrae de la realidad, de la vida cotidiana. No hay error en el contorno, no hay exageraci�n en la coloraci�n. El poder del pecado radica en su placer. Se equivocan quienes afirman que no hay gratificaciones en los goces de los sentidos. Si no hubiera ninguno, no ser�an buscados con tanta diligencia. El pecado, que trae la muerte al alma, es dulce al paladar.

Cuanto m�s pecamos, m�s pervertido se vuelve nuestro gusto, m�s clamoroso por m�s indulgencia. Pero estas aguas robadas de placer pecaminoso no siempre son dulces. Por agradables que sean al principio, sin duda se volver�n amargos. Gran parte del peligro del pecador surge de su simple ignorancia. El pecado naturalmente trae consigo sufrimiento f�sico y temporal. Pero los placeres del sensualista son el preludio de una miseria que las palabras se niegan a pintar. La frase de que para los �inmundos e incr�dulos nada es puro� se cumple al pie de la letra.

Incluso los placeres inocentes de la conversaci�n se vuelven corruptos para el sensualista, porque los convierte en el canal inmundo de su propio pensamiento b�sico. La mente y la conciencia de los impuros est�n contaminadas. Las facultades mentales de los depravados y sensuales pierden de una vez y para siempre el poder de discernir y apreciar lo que es excelente, hermoso y verdadero. Las cosas profundas de Dios no son temas en los que el amante del pecado sensual deba detenerse.

La sensualidad no solo nos impide ejercer nuestras facultades mentales con libertad y provecho, sino que tambi�n desperdicia y debilita esas facultades. Desde hace mucho tiempo se ha advertido este debilitamiento del hombre intelectual como resultado de la impureza de la vida. El sensualista debe elegir entre el intelecto y la imbecilidad mental. �Si alguno contamina el templo de Dios, que es nuestro cuerpo, Dios lo destruir�.

�Esta obra vengadora de destrucci�n est� casi cumplida aqu� en la tierra. Cuerpo, esp�ritu y alma: todo es impuro. Pero para los puros todas las cosas son puras. Haciendo caso omiso de las solicitudes de los libertinos, siguen su camino. Y esta pureza puede ser nuestra. De hecho, no lo hemos obtenido con nuestras propias fuerzas, ni con ninguna fuerza que no sea la que se encuentra al pie de la Cruz. �Por qu� no podemos purificarnos as�? A la vida de pureza se nos llama a lo largo del Libro de Proverbios, y el clamor de la Sabidur�a celestial es: "Busca temprano, porque los primeros buscadores encontrar�n". ( Mons. William Stevens Perry. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Proverbs 6". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/proverbs-6.html. 1905-1909. Nueva York.