Bible Commentaries
Salmos 123

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-4

A Ti levanto mis ojos.

La oraci�n de los ojos

La oraci�n de los ojos. �Nunca lo has visto en los ojos de la paciente pobreza, de la angustia, de la opresi�n, del ni�o enfermo? Esta oraci�n reconoce la gloria de Dios (vers�culo 1) y la gracia de Dios (vers�culo 3). Es la oraci�n de silencio, deferencia, de reverencia, de confianza. Es oraci�n suplicante, de espera y observadora. Todo esto est� impl�cito en los vers�culos 1, 2. Son las oraciones de los ojos que miran atentamente las se�ales de �las manos� del Rey.

I. Que vigilen Su mano directriz.

1. En las cosas temporales.

2. Al servicio espiritual.

II. Que velen por Su mano liberadora y justificadora. �l vengar� a su pueblo por el dolor producido por el �desprecio de las almas tranquilas� y por el �desprecio de los soberbios� (vers�culo 4). Ninguna ley act�a con m�s seguridad que la ley de la retribuci�n.

III. Que vigilen Su mano suplicante. Lo que los ministros esperan en el maul Incluso Dios se convierte en ministro del hombre; y emplea todas las fuerzas naturales y todos los seres angelicales, y todos los agentes de la gracia a favor del hombre.

IV. Que vigilen Su mano correctora. El desprecio y el desprecio del enemigo son a menudo su disciplina, disciplinas amargas que �llenan en gran manera� el alma del humilde pueblo de Dios de verg�enza y dolor. Pero los ojos de la oraci�n miran m�s all� de las disciplinas hacia la gloria que pronostican, y son pacientes.

V. Que vigilen su mano recompensante. Alsted ha llamado a este salmo "El ojo de la esperanza". Y una esperanza expectante que mira hacia arriba es el esp�ritu mismo de la misma. La oraci�n de los ojos es la oraci�n de la expectativa; y la visi�n del Rey se ampliar� a�n a la visi�n de la herencia que aguarda a Su verdadero pueblo, que ahora tiene pocos amigos y consoladores. ( R. Corlett Cowell. )

El alma devota que sufre

I. La actitud de un alma devota.

1. Mirando hacia arriba (vers�culo 1). F�sicamente, el hombre es el �nico ser en la tierra al que el Creador ha conferido un semblante erguido, como si su misma formaci�n f�sica estuviera destinada a ense�arle que sus ojos deben elevarse hacia los cielos y que debe mantener relaciones con Aquel que habita. en el cielo. Otros animales miran hacia el suelo, sus rostros est�n inclinados hacia la tierra. El hombre es semejante a Dios, erguido, con el honor nativo vestido.

Los mismos paganos reconocieron este sello de divinidad en la frente del hombre y, en el hermoso idioma del griego, la palabra "hombre" lo describe como un ser cuyo honor es mirar hacia arriba. Pero mentalmente somos tan conscientes de la dependencia de Dios, que incluso los peores hombres se ven obligados a veces a mirarlo en los cielos. �Solo de �l viene nuestra ayuda�. �sta es la actitud habitual de un alma devota que mira al Infinito.

�Existe un estado de �nimo m�s sublime que este? Los millones est�n mirando hacia abajo a las cosas mundanas y los placeres mundanos, y los objetos m�s elevados a los que la mayor�a mira son los peque�os magnates sociales de la hora. Pero el alma verdadera mira al Padre Infinito.

2. Mirar hacia arriba con un prop�sito pr�ctico (vers�culo 2). La mano es el s�mbolo del poder, el hecho de que los ojos del esclavo se vuelvan hacia la mano de su amo significa que est� atento a la menor insinuaci�n de su voluntad. O puede tomarse la mano como el instrumento de dar, y la referencia puede ser la absoluta dependencia del esclavo de su amo. O puede ser la mano castigadora a la que se refiere: como el esclavo mira con s�plica el castigo despreciativo de su amo ( Isa�as 9:13 ), as� los ojos del salmista se vuelven con nostalgia hacia Dios, hasta que tiene piedad. El tono del salmo, sin embargo, indica una confianza esperanzada en lugar de una sumisi�n humilde. El futuro de su pueblo est� enteramente en sus manos: seguro que alg�n d�a tendr� misericordia de los suyos.

II. La necesidad de un alma que sufre (vers�culo 3). Algunos sugieren las circunstancias narradas en Nehem�as 2:19 ; Nehem�as 4:1 , seg�n convenga a la composici�n de este salmo: otros prefieren los tiempos de persecuci�n bajo Ant�oco Ep�fanes; otros, nuevamente, sugieren, por similitud de lenguaje, autor�a com�n con Salmo 120:1 .

�Cu�l es la necesidad de un alma que sufre? Misericordia: para calmar, socorrer, fortalecer, guiar y entregar. IV conclusi�n: Este salmo es una lecci�n de mansedumbre. Cuando nos imaginamos despreciados u olvidados, �qu� tenemos que hacer sino mirar a Dios y suplicar su favor? Es la piedad de nosotros mismos, y no la venganza de nuestros enemigos, lo que debemos buscar. Al mismo tiempo, debemos estar dispuestos a obedecer como esclavos esperando alguna muestra de la voluntad de su amo. ( Homilista. )

El h�bito de mirar hacia arriba

El Dr. Culross habl� de una f�bula espa�ola sobre una familia que no ten�a nada de extraordinario en ellos, pero hab�a algo que parec�a se�alarlos de otras familias del vecindario: cada miembro de la familia ten�a el h�bito peculiar de mirar hacia arriba. Se dispersaron con el paso de los a�os, pero dondequiera que uno de ellos fuera, de una forma u otra, sus vecinos y amigos siempre los conoc�an por este peculiar h�bito.

Es una muy buena familia a la que pertenecer, y conf�o en que todos los que est�n aqu� esta noche le pertenezcan y vivan mirando hacia arriba. Conoces esa historia sobre Michael Angelo. Estaba tan acostumbrado a mirar los techos al fresco de las diversas iglesias y catedrales en las que trabajaba, que de hecho se acostumbr� a mirar hacia arriba. Su cabeza parec�a recibir esa direcci�n peculiar, de modo que incluso cuando caminaba por las calles de Roma, all� estaba, mirando hacia arriba. Recordemos, entonces, lo primero que se nos pide que hagamos en el lema: "Mirar hacia arriba, no hacia abajo". ( JS Poulton. )

Versículo 2

He aqu�, como los ojos de los siervos miran la mano de sus amos.

Ojos vigilantes

Al hombre de Dios, que escribi� este salmo, se le hab�a ense�ado a mirar a Dios de una manera muy notable, y llamo su atenci�n sobre ello, con la esperanza de que muchos de ustedes hagan lo mismo.

1. Sus ojos estaban fijos con reverencia en el Se�or. Mir� a la mano de Dios, dondequiera que estuviera, con profunda reverencia: �como los ojos de los siervos miran a la mano de sus amos�. Los viajeros nos dicen que, cuando entran en la casa de una persona rica en Oriente, el amo les dar� ciertas se�ales a sus esclavos y les traer�n refrigerios; pero, excepto cuando son llamados, los sirvientes permanecen a distancia, atentos al menor movimiento de las manos de su amo; no tienen las libertades que felizmente concedemos a nuestros sirvientes; pero no son nada ni nadie, meras herramientas para que su maestro las use como le plazca.

Y, en cuanto a las doncellas, he o�do que las mujeres de Oriente tienen m�s dificultades con sus amantes que los hombres con sus amos, y que la se�ora de la casa es un capataz m�s severo que su marido. De modo que las doncellas observan a sus amantes con mucho cuidado, porque les tienen mucho miedo, y miran con mucho cuidado y miedo para ver lo que �Madam� quiere que hagan. Ahora, dejando a un lado todo el miedo humano fuera de la figura, esta es la forma en que debemos mirar a Dios.

2. El hombre verdaderamente santificado mira las manos de Dios tanto con obediencia como con reverencia. Los orientales, por regla general, hablan mucho menos que nosotros, excepto cuando se sientan alrededor del fuego, al atardecer, y cuentan sus historias. Pero un maestro oriental rara vez habla. Un caballero fue, hace alg�n tiempo, a una casa del Este, y tan pronto como entr�, el amo hizo un gesto con la mano y los sirvientes trajeron sorbete.

Volvi� a agitar la mano y le trajeron frutos secos; luego movi� las manos de otra manera y empezaron a extender la mesa; y, todo el tiempo, no se dijo una palabra, pero entendieron perfectamente el movimiento de su mano. Tuvieron que mirar con atenci�n para ver c�mo el maestro mov�a su mano, para que pudieran hacer lo que significaba ese mes�n. No tenemos mucho de esa acci�n tonta entre nosotros; pero, a bordo de un barco de vapor, es posible que vea al capit�n moviendo las manos de un lado a otro, y el asistente est� listo de inmediato para pasar la voz a los que est�n a cargo de la locomotora. As� es como el hijo de Dios debe vigilar la mano de Dios, en la Biblia y en la providencia, para hacer de una vez todo lo que percibe claramente que es la voluntad de su Se�or.

3. Entonces, tambi�n, nuestros ojos deben estar absolutamente fijos en nuestro Se�or. Los ojos de los sirvientes deben estar tan dirigidos a sus amos que no solo vean la se�al, sino que la obedezcan, sea lo que sea que signifique. Puede ser una cosa muy peque�a, pero sin embargo, la peque�a cosa no debe descuidarse. Cuanto menor sea el asunto, m�s cuidadosos debemos ser para atenderlo, si agrada al Se�or Jesucristo. No sean tan astutos, siervos que creen saber m�s que su Maestro, porque tal vez �l encuentre a alguien m�s para que sea Su siervo si se comportan as�.

Supongamos que estaba comenzando un viaje, temprano en la ma�ana, y le dije a mi sirviente: "Me gustar�a una taza de caf� antes de comenzar", y suponga que, cuando baj�, ella me trajo un vaso de agua fr�a. , Deber�a preguntarle: "�Por qu� hiciste eso?" Si ella respondiera: "�Oh, se�or, pens� que el agua ser�a mejor para usted que el caf�!" Debo decir: �Bueno, le estoy muy agradecido por pensar en m� de esa manera considerada; pero tendr� que contratar a otro sirviente que haga lo que se le dice ". As� que le aconsejo que no altere ni juzgue la Palabra de Dios, sino que la obedezca.

4. Nuestros ojos deben volverse �nicamente hacia el Se�or. Al sirviente oriental no se le permite pensar; No es asunto suyo tener los ojos puestos en los invitados de su amo; deben fijarse en su amo. Y la doncella no cree que sea asunto suyo observar los movimientos de la mano de la dama que llama para ver a su ama; sus ojos deben estar en las manos de su ama. No se atreve a quit�rselos, porque, tal vez, justo cuando est� mirando por la ventana, o mirando con curiosidad alg�n objeto, su ama puede estar agitando la mano y puede que no lo vea; y luego habr� un serio rega�o y posiblemente algo peor cuando la due�a la tenga a solas.

De modo que usted y yo no debemos quitar nuestros ojos de nuestro Dios en ning�n momento; pero Su camino y Su voluntad deben ser nuestra �nica ley; y para esto debemos vivir, a fin de agradar a Aquel de quien somos siervos, porque �no nos compr� con su sangre preciosa? As� que no somos nuestros, somos "comprados por un precio". ( CH Spurgeon. )

Hasta que tenga misericordia de nosotros. -

Perseverancia al esperar el tiempo de Dios

A veces, una sola mirada obtendr� la bendici�n, ya que un solo golpe a veces ganar� la batalla. Pero esto no siempre se puede calcular. La bendici�n buscada a veces se retrasa, como prueba de nuestra fe. La bendici�n en s�, por mucho que la valoremos, puede ser de menor importancia que la disciplina, a trav�s de la cual solo se obtiene. Y, por lo tanto, a veces se aplica una prueba a los creyentes, si pueden aferrarse a Dios y continuar instant�neamente en oraci�n, incluso cuando parece que les da la espalda y no prestan atenci�n a la voz de su s�plica.

Esto parece un principio casi invariable en el gobierno divino. A veces la Iglesia se ve reducida a una condici�n muy baja y la religi�n ha perdido su vitalidad y poder. Se produce un sentimiento de absoluta impotencia y se ofrecen fervientes oraciones para que el Se�or se levante y tenga misericordia de Si�n. Y mira la oraci�n de los desamparados, y no desprecia su oraci�n. Ha sido levantado de su santa morada; Aparece en su gloria; los montes tiemblan ante �l; y un gran n�mero llega al conocimiento de la verdad.

�No es esta la historia de la Iglesia, seg�n consta en el Sagrado Volumen? �No es esta la historia de la Iglesia, desde que se complet� el canon de la Escritura? �No es esta la historia de las misiones modernas? Lleve a la Iglesia a una convicci�n completa de que nadie m�s que el Esp�ritu Santo puede convencer, someter y salvar el alma humana, y que los avivamientos de la religi�n tienen lugar como consecuencia necesaria. ( N. McMichael. )

Versículo 4

Nuestra alma est� sobremanera llena del desprecio de los que se sienten c�modos.

Hombre ignorando al hombre

I. El desprecio del hombre por el hombre explica los dolores sociales del mundo. �Todos los hombres estaban amorosamente interesados ??unos en otros, habr�a pauperismo, fraude, opresi�n, persecuci�n, guerra, etc.?

II. El desprecio del hombre por el hombre revela la apostas�a moral de la humanidad. La constituci�n del alma, con su sentido moral y simpat�as sociales, as� como la Biblia, nos asegura que el hombre fue hecho para amar a su hermano, que ning�n hombre debe buscar lo suyo por encima de todo, sino el bienestar de los dem�s. El pecado ha roto el v�nculo social, ha destrozado el templo social, ha desencadenado el arpa social.

III. El desprecio del hombre por el hombre prueba la necesidad del mundo de un Redentor. Si los hombres no se preocupan por los hombres, �qui�n ayudar� al mundo? Solo hay Uno que puede hacerlo, y ese es Cristo. Vino con este prop�sito, vino a redimir a los hombres de toda iniquidad. ( Homilista. )

Antagonismo contra el pueblo de Dios

La disputa es muy antigua y se explica f�cilmente. Es el antagonismo entre la oscuridad y la luz, entre el pecado y la santidad, entre Satan�s y Cristo, entre el infierno y el cielo. Y aunque puede que no sea agradable ser burlado y calumniado por estos hombres, �qu� humillaci�n ser�a recibir sus elogios! �Cu�n bajo te hundir�as en tu propia estima si ellos hicieran discursos halagadores y te dijeran que lo has hecho de manera famosa! Ese es un patrocinio del que uno se apartar�a instintivamente.

Agradezca que no puedan usar otras armas que la calumnia y el desprecio. Los jud�os tuvieron que enfrentarse al mismo tiempo con una violencia abierta. Si su poder fuera igual a su voluntad, te privar�an de tus derechos civiles, confiscar�an tu propiedad, te encerrar�an en mazmorras, te quemar�an en la hoguera. En Atenas habr�an condenado a S�crates, el m�s grande y mejor fil�sofo de la antig�edad, a beber la copa de cicuta; y habr�an desterrado a Ar�stides, porque estaban cansados ??de que todos lo llamaran Ar�stides el Justo.

En Jerusal�n, habr�an aguijoneado a la chusma insensata e hinchado el grito feroz: "No a este hombre, sino a Barrab�s". En St. Andrews, se habr�an sentado en las ventanas del castillo y se habr�an dado un fest�n con la vista cuando el bueno de Patrick Hamilton consum�a en las llamas, y habr�an entrado despu�s y cenado con un apetito impecable. En los pa�ses esclavistas, emblanquear�an y emplumar�an a los misioneros, que proclaman a los negros degradados las inescrutables riquezas de Cristo.

El mismo esp�ritu sat�nico a�n reina; �Y podemos estar demasiado agradecidos de que estos enemigos de la Cruz est�n encadenados! Vivimos en una tierra de libertad civil y religiosa; y no pueden ir m�s all� de los l�mites de la tergiversaci�n y el desprecio. Pueden mostrar los dientes y gru�ir, pero no pueden morder. Puede que te maldigan, pero no pueden ponerte un dedo encima. ( N. McMichael. ).

Salmo 124:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 123". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-123.html. 1905-1909. Nueva York.