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Sunday, September 29th, 2024
the Week of Proper 21 / Ordinary 26
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Bible Commentaries
Salmos 29

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-11

Dad al Se�or gloria y fuerza.

La gloria del gobierno de Dios en el mundo natural

Este salmo ha sido explicado, pero sin raz�n suficiente, como relato del poder y progreso del Evangelio en los �ltimos d�as. Pero tiene la intenci�n de representar la majestad de Dios, las ayudas que podemos esperar de �l y el homenaje que debemos rendirle. Comienza con un llamado a los jefes de las naciones, especialmente a los jefes de Israel, para que �den al Se�or gloria y poder�, es decir, la gloria de todas sus victorias; y para hacer esto en el santuario santo: adorarlo y alabarlo all�.

Viene la descripci�n del trueno que se declara ser la voz de Dios, mientras rueda y resuena a trav�s de la vasta extensi�n en lo alto. Debajo de sus repiquetes y reverberaciones de tonos profundos, toda la naturaleza viva se encoge y tiembla. �Quebranta los cedros�; el rayo que en un momento desgarra y hace a�icos los �rboles m�s fuertes, como los cedros; o la tempestad, que los abruma y los postra en un momento.

A continuaci�n se describe el terremoto. ��l hace saltar tambi�n al L�bano y al Sirion como un becerro�. Es decir, las monta�as Mamir se sacuden y se hacen bailar, por as� decirlo, de modo que los cedros giran como el juguete de un ni�o. No el trueno o la tempestad lograr�an esto, sino el terremoto, que sacude la s�lida estructura del globo y habla tan enf�ticamente de la majestad y el poder de Dios. A continuaci�n se cuenta el resplandor del rayo.

La voz del Se�or divide las llamas de fuego, pidi�ndoles que brillen bajo todo el cielo o se retiren a su c�mara, para que todo vuelva a oscurecerse. �l da a los rel�mpagos sus hermosas formas y tintes, o hace que descienda del cielo en una corriente continua. Los maravillosos acompa�amientos de la promulgaci�n de la ley en el Sina�, el desierto de Cades, se mencionan a continuaci�n ( Salmo 68:7 ).

La �ltima circunstancia introducida parece derivarse del efecto de todos. "La voz del Se�or hace parir a las ciervas". En su terror, los dolores del parto les sobrevienen prematuramente, y el hurac�n deja desnudos los bosques, penetra su espesa formaci�n, descubre sus oscuros recovecos, despoja y esparce sus hojas, y humilla sus homenajes entrelazados. Las bestias de presa son expulsadas de sus escondites, y su encubrimiento ya no se oculta. Pero sobre toda esta guerra salvaje, como parece, Dios gobierna, y de todos recibe homenaje, y Su poder es para Su pueblo. ( John Mitchell, DD )

Versículo 2

Adora al Se�or en la hermosura de la santidad.

El culto a la santidad

La adoraci�n signific� en un principio la dignidad, o la condici�n de ser digno, ya que la amistad es la condici�n para ser amistoso. La mejor adoraci�n no es simplemente agradecer a Dios por lo que ha hecho por nosotros, sino mostrarnos dignos de ello. Est� muy claro que este es el mejor tipo de adoraci�n para nosotros; porque no resulta en meras palabras, sino en car�cter. Somos mejores para nuestra religi�n, que no siempre se puede decir de la clase externa; y seguramente debe ser m�s aceptable para Dios.

Preferir�as que tu chico te agradeciera por lo que le diste y que reconociera tu amabilidad, que no. Pero preferir�as incluso que esto hiciera que usara lo que le das sabiamente. Entre el chico que te agradeci� profusamente, e incluso con sinceridad, y luego gast� tu dinero de una manera degradante, y el chico que tom� tu dinero descuidadamente y sin decir una palabra, pero lo gast� de una manera que te hizo sentir orgulloso de �l, seguramente elegir�a el �ltimo.

Pero, �qu� es lo que nos hace dignos? Es "la belleza de la santidad". �Y qu� es la santidad? Aqu� tenemos otra palabra que ha perdido su primer y mejor significado. Nuestro diccionario nos dice que �santo� es la misma palabra, esencialmente, como sanar, sanar, ballena. Un hombre es f�sicamente santo cuando est� sano, o en salud, cuando est� sano, cuando est� sano. La santidad es integridad. Ning�n hombre es santo si no es un hombre �ntegro; y, para ser un hombre �ntegro, debe cuidar tanto su cuerpo como su alma.

"Lo que seremos, a�n no aparece"; pero es muy cierto que mientras estamos aqu�, el cuerpo es parte del hombre. La santidad es integridad; y plenitud significa un cuerpo sano y un alma sana juntos. Pero significa m�s que eso: significa juicio sano, sentido com�n. Las buenas personas son la sal de la tierra. Pero es posible que tenga demasiada sal en proporci�n a su papilla. Ser�a dif�cil decir que alguien es demasiado bueno; pero es muy cierto que la bondad de muchos hombres valdr�a mucho m�s si tuviera un poco de juicio pr�ctico para dirigirla.

El mundo necesita a sus so�adores, a sus hombres y mujeres de entusiasmo e ideales; pero tambi�n necesita el equilibrio y lastre tranquilos y firmes de los hombres y mujeres de sentido com�n. Hay otras cosas que uno necesita para ser un hombre �ntegro, como un coraz�n c�lido y una voluntad fuerte, sin las cuales no se cumple el ideal divino y, por lo tanto, no se devuelve el culto que Dios ama. Estos son suficientes para mostrar lo que se quiere decir, hasta ahora, con la adoraci�n de la plenitud.

Pero todav�a tenemos que ver que la mera totalidad individual no es posible a menos que el individuo reconozca todos m�s grandes que �l mismo, de los que forma parte. En primer lugar, en la medida en que un hombre es un cuerpo, es parte del gran conjunto de la materia o del universo. El hombre que no se da cuenta de que hasta ahora es parte del mundo no puede ser un todo, no puede ser santo. El agricultor debe adaptar su trabajo a las leyes materiales del suelo y la estaci�n; el ingeniero debe adecuar su trabajo a las leyes del vapor y el m�dico a las leyes del cuerpo humano.

Si alguno intenta hacer lo contrario, para montar un mundo de su propia invenci�n o imaginaci�n, el gran universo se barre tranquilamente sobre �l y sobre �l, como el mar barre la casa de arena del ni�o en la playa. Si un hombre se separa de este gran universo de alguna manera, sufre. Como un hombre se desmaya cuando se encierra en una habitaci�n, lejos de la atm�sfera que viste al mundo, as� se desmaya si se encierra en su propia vida e intereses.

As� como el valor de su tierra crece, aunque �l mismo no le haga absolutamente nada, simplemente porque otras personas vienen y se establecen cerca de �l, y hacen una ciudad a su alrededor, as� su vida crece, aunque no trate de cultivarla en todo, simplemente porque otras personas est�n con �l, y con �l d�a a d�a. Hay cosas que un hombre puede hacer mejor en soledad que en sociedad. Hay necesidades que a veces alejan a las personas de sus semejantes.

Hay circunstancias que a veces obligan a hombres y mujeres a vivir desprovistos del compa�erismo que enriquece y enriquece la vida de los dem�s. Pero, aunque puede haber una ganancia en un lado, hay una p�rdida en otros. Hay sobre el recluso algo menos que humano. Las grandes corrientes de pensamiento y emoci�n que recorren la sociedad y mantienen frescos los corazones y las mentes, as� como las brisas mantienen fresco el aire, se pierden para los reclusos.

Es un gran error para aquellos que est�n sufriendo o desdichados aislarse del aire fresco de la naturaleza o del aire fresco de la compa��a humana. La salud es plenitud con la naturaleza y con el hombre. Hoy en d�a, las simpat�as humanas se est�n ampliando con la expansi�n del comercio; y, a medida que nos damos cuenta lentamente de que el bien del mundo es el bien de todas las naciones, tambi�n llega a nuestros corazones un estremecimiento de piedad y deseo de ayudar, cuando escuchamos del sufrimiento de cualquier parte de esta variada raza humana.

Esta es la belleza de la santidad que es la mejor adoraci�n. En la antig�edad, cuando el sacrificio no era del alma, sino del cuerpo, se contaba como indigno llevar al altar de Dios un becerro que ten�a mancha o defecto. Hoy en d�a, no es m�s unilateral que una virilidad manchada lo que hace a un hombre digno del amor divino. Debe ser un hombre completo, cuerpo, mente, coraz�n, voluntad y alma, todo redondeado y completo, en armon�a con el mundo de la naturaleza y el mundo del hombre, esa es la ofrenda aceptable. ( WH Lyon )

En traje sagrado

�Realmente adoramos a Dios?

I. Adoramos a Dios en la belleza de la santidad cuando la adoraci�n se caracteriza por la realidad. Debemos actuar con la misma propiedad, sentir tanto asombro, temor a la vulgaridad, al entrar en la vieja casa de reuniones, como en la corte y presencia de un rey terrenal. �Como mucho? Si, cuanto mas

II. Adoramos a Dios en la belleza de la santidad cuando nuestra adoraci�n se caracteriza por el recogimiento. Que el alma retire sus facultades de los hombres, el tiempo y los asuntos, se enfrente cara a cara con Dios y Su justicia, Su verdad y Su amor. Trae por el proceso de recogimiento, como dice la se�orita Havergal, tus pecados por la limpieza, tu coraz�n incomprensible, los cuidados de los que no puedes huir, los dolores que no puedes expresar, las alegr�as del amor y la vida que ya no conocer�as como tuya. .

III. Adoramos a Dios en la belleza de la santidad cuando nuestra adoraci�n se caracteriza por la receptividad. Las almas abiertas no se env�an vac�as.

IV. Adoramos a Dios en la belleza de la santidad cuando nuestra adoraci�n se caracteriza por la receptividad. Quiero decir, llevar los ideales, impresiones, determinaciones del santuario al mundo y permitirles moldear nuestro temperamento, h�bitos y sentimientos en las labores y recreaciones de la vida. Si la adoraci�n es verdadera, el car�cter crecer� en fuerza y ??mansedumbre, y las influencias fluir�n de nosotros, sin frutos tard�os, a nuestros semejantes. ( DB Williams. )

Versículos 3-4

La voz del Se�or est� sobre las aguas.

La voz de Jehov� sobre las aguas

Se dice que el camino mismo del pueblo del Se�or es "a trav�s de las aguas"; y son un pueblo "que hace negocios en aguas profundas". C�mo Israel, c�mo Pedro, encontr� la verdad de nuestro texto. Pero al pasar por aguas profundas nos inclinamos m�s - y es un clamor maligno - a escuchar el rugido de las olas que a la voz de mi precioso Cristo.

I. Las aflicciones se comparan con "aguas", "olas". .. aguas profundas." Y estos pueden llegar a la Iglesia en general a trav�s del odio a la verdad por parte de los papistas, arminianos y socinianos y otros. Y sobre particulares, mediante juicios temporales y persecuciones. Pero estas son otras aguas, benditas, como las que se relatan en Ezequiel 47:1 .

II. la voz del Se�or sobre estas aguas. Es una voz dominante y consoladora, en aguas de aflicci�n: de convicci�n, consuelo y direcci�n, en las aguas del santuario.

III. la atenci�n exigida a tal voz. Esc�chalo m�s que a cualquier otro, ya sea perseguidor o predicador. El gozo sobrenatural proviene de escuchar la voz del Se�or. �Lo hab�is o�do todos? Si no, que te despierte ahora. ( Joseph Irons. )

La voz del Se�or est� llena de majestad. -

La majestuosa voz

Todas las obras de Dios lo alaban, pero hay algunas que lo alaban m�s que otras. Hay algunas de sus obras en las que parece estar grabado con letras m�s grandes de lo habitual el nombre de Dios. Como las altas monta�as, los truenos y rel�mpagos. La creencia antigua y universal era que el trueno era la voz de Dios. Pero hay voces espirituales de Dios, y de ellas hablar�amos. Samuel en su cama lo escuch�. Saulo en su conversi�n. Y Dios a menudo le habla al hombre por el Esp�ritu Santo. Y la voz de Dios est� siempre llena de majestad. Es tan&mdash

Yo esencialmente; tiene que ser as�. Piensa de qui�n es la voz. C�mo la voz de Dios est� llena de majestad porque:

1. Es cierto.

2. Al mando.

3. Muy poderoso. "Sea la luz, y fue la luz".

4. Y porque la voz de Dios es Su Palabra, y Su Palabra es Su Hijo, el Se�or Jesucristo.

II. siempre. La voz de Dios, como la del hombre, tiene varios tonos, pero siempre est� llena de majestad.

1. Sea el tono que sea, sea �spero como amenazador, dulce como consolador o augusto como mandando. "Diles a los hijos de Israel que sigan adelante". Y en la Resurrecci�n de los muertos y en el D�a del Juicio.

2. Y en todos los diferentes grados de sonoridad. Algunas llamadas de Dios son fuertes, otras suaves pero todas majestuosas.

3. Y en todos sus medios. La mezquindad de un orador de Dios no obstaculiza esto.

III. en sus efectos.

1. Es una voz quebrada. "La voz del Se�or quebranta los cedros". El pecador m�s orgulloso y obstinado est� quebrantado ante �l.

2. Moverse. ��l los hace (a los montes) saltar como un becerro�. Ninguna monta�a de error, falsedad o pecado puede permanecer impasible cuando �l habla.

3. Dividir. "Divide las llamas del fuego". Donde se predica fielmente la Palabra de Dios, siempre hay un poder divisor.

4. Sacudir "sacude el desierto". La Palabra de Dios hace esto en el coraz�n de los hombres.

5. Parir - "hace parir las ciervas". As� que la Palabra de Dios hace que el alma produzca un deseo santo y gozo, y todo lo que un hombre tiene en �l tiene que salir.

6. Descubriendo: "descubre los bosques". Los hip�critas se esconden, pero Dios los descubre. Oh, escucha Su voz que te pide que creas y seas salvo. ( CH Spurgeon. )

La Voz del Se�or

Este poema sagrado del que se toma nuestro texto, es uno de los m�s elevados y sublimes que ha dado a luz la poes�a de la inspiraci�n misma. Pero las palabras son capaces de otra aplicaci�n que no sea la principal.

I. consideran los modos en los que Dios habla al hombre.

1. A trav�s de la naturaleza - vea este salmo,

2. A trav�s de las dispensaciones y en el gobierno de la Providencia.

3. A trav�s de Su verdad revelada, y

4. Principal de todo, por Su Hijo.

II. los atributos por los que estas comunicaciones se distinguen de manera destacada: Poder y Majestad. Considerar&mdash

1. La gloria de su naturaleza de quien proceden.

2. El contenido de las propias comunicaciones. Hablan de las perfecciones divinas y principalmente del m�todo de Dios para redimir al hombre pecador.

3. Los asuntos en los que se terminar� la atenci�n o el descuido de estas comunicaciones. Se identifican con los destinos del alma inmortal del hombre.

III. EL tributo que estas comunicaciones hechas por Dios al hombre requieren imperativamente.

1. Fe.

2. Gratitud.

3. Oraci�n por nosotros mismos y por nuestros semejantes. Entonces, �c�mo responder�is vosotros que desprecian estas comunicaciones de Dios en el gran d�a del juicio? Oh, ven a Jes�s ahora. ( James Parsons. )

Versículo 9

En su templo cada uno habla de su gloria.

La naturaleza deber�a ser alabada

"�En Su templo todo dice Gloria!" El templo del que habla aqu� el salmista es el templo de la Naturaleza. Cre�a que todos los objetos del universo visible estaban dedicados a cantar himnos de alabanza a su Creador: "fuego y granizo". Demasiados de nosotros carecemos casi por completo de este sexto sentido, "la visi�n y la facultad divina"; apenas o�mos un susurro de este gran grito de alabanza que se eleva desde toda la creaci�n.

Pero, �en qu� sentido todo en la Naturaleza clama: Gloria? �En qu� sentido canta el universo material las alabanzas de Dios? Lo hace, no lo dudo, directamente. Para el placer de Dios todas las cosas son y fueron creadas, y sin duda el incienso que surge de los altares de la naturaleza, los c�nticos que se cantan en sus frondosos pasillos, el perfume de sus flores, la belleza de sus paisajes, son tan agradecidos al Creador como el hombre. actos de culto.

�Los �rboles aplauden, y Ella, los collados, se regocijan ante el Se�or�. Pero hay otro sentido en el que los objetos naturales alaban a Dios, y es en este en el que meditaremos; despiertan gratitud en el coraz�n del hombre y as� se transmutan en alabanza consciente. El alma del hombre es el gran �rgano sobre el que la naturaleza toca sus himnos de alabanza; los cinco sentidos son las claves; y por medio de este instrumento, toda cosa creada en el Templo de Dios clama: �Gloria!

I. La naturaleza incita al hombre a alabar por su belleza. Piense en uno o dos de esos innumerables llamamientos a nuestra admiraci�n que la Naturaleza hace y que, en su mayor parte, pasan desapercibidos.

1. Reflexione c�mo la gloria de Dios llega hasta las nubes. Las nubes, quiz�s m�s que todos los dem�s objetos de la naturaleza, nos ense�an la inmanencia de Dios, nos ense�an c�mo su presencia puede penetrar y transfigurar incluso lo m�s com�n y familiar. �Para qu� son las nubes? Cuando descansan sobre la superficie de la tierra, son solo nieblas asfixiantes y nieblas pegajosas que desfiguran todo lo que tocan. Pero s�balos a los estratos m�s puros del aire al que pertenecen por derecho; que el viento los convierta en copos de nieve, y la luna los traspase con sus flechas de plata; y el sol los ba�a con sus ardores dorados; que se conviertan en el �tero del rel�mpago y el carro de la tormenta, y presenten visiones de gloria que no se pueden ver en ning�n otro lugar.

As�, Dios nos ense�ar�a que el mal es bueno en el lugar equivocado, y que las nieblas y nieblas de los pecados y dolores de la tierra son la sustancia con la que Dios tejer� en el futuro visiones doradas de belleza et�rea.

2. Piense en la alabanza que le debemos a Dios por la hermosura de todas las formas acuosas con las que ha vestido y adornado la tierra, y de las cuales las nubes son s�lo una parte. El arroyo busca el r�o, y el r�o desemboca en el mar, y el mar lanza su multitud de nubes, y las nubes se forman de nuevo sobre la faz de la tierra. Lo que hoy forma parte de una zanja estancada puede ser ma�ana una gota de roc�o radiante, y lo que ahora es un estanque pac�fico puede ser pronto parte del oc�ano tormentoso que retuerce sus dedos blancos en los obenques de los barcos que se hunden.

Pero ya sea en formas de sublimidad o de ternura, cu�n variada es su hermosura y cu�n variadas son las notas de alabanza que debe extraer del hombre. Piense en ello como el iceberg y el glaciar; como la nieve que cubre el monte, y la escarcha que adorna las ramas; como la bola de espuma sobre el torrente y la gota de roc�o sobre la rosa; como la catarata atravesada por el arco iris, y la piscina de cristal, el espejo del bosque 1 Y luego, percibiendo lo bellas que son estas cosas en s� mismas, y qu� latido de gratitud despiertan en el coraz�n de aquel que siente su belleza, t� se ver� impulsado a unir la gratitud de la naturaleza consciente e inconsciente, y a clamar con el salmista: "Todas tus obras te alaben, oh Dios, y tus santos te alaben".

3.Si miramos hacia abajo a nuestros pies, donde Dios ha cubierto la tierra con una alfombra de esmeralda y la ha bordado con flores, y, para que no nos cansemos de sus colores, ha decretado que florecer�n y se marchitar�n, y ser�n reemplazados por otros. , mes a mes y temporada a temporada; o visitar aquellas regiones monta�osas que son, como ha dicho un eminente escritor, �las grandes catedrales de la tierra, con sus puertas de roca, pavimentos de nubes, coros de arroyos y piedras, altares de nieve y b�vedas de p�rpura atravesadas por el estrellas continuas �; ya sea el liquen que suaviza la ruina llena de cicatrices o el bosque que cubre la ladera de una monta�a que atrae nuestra atenci�n; el insecto que agita su hora de sol y se va, o la estrella cuya luz tarda mil a�os en tender un puente sobre el espacio entre �l y nosotros, por igual, si es que tenemos o�dos para o�r,

II. la naturaleza nos incita a alabar con su generosidad. La belleza de esos objetos naturales de los que he hablado apela a nuestra naturaleza superior, pero nuestra naturaleza inferior tambi�n necesita ser atendida. �No s�lo de pan vivir� el hombre�, pero sin pan no puede vivir en absoluto. Y, por tanto, la Naturaleza despierta nuestra gratitud tanto por sus dones materiales como espirituales. Las nubes no solo deleitan la vista; son, como los llama un salmista, �el r�o de Dios� y abundancia de lluvia sobre la tierra.

Las flores del campo no s�lo nos encantan por su hermosura, nos entregan sus colores y sus perfumes; nos sirven con sus semillas y sus fibras; nos dan medicinas para curar nuestra enfermedad. El roble, el pino, el cedro y el fresno no son s�lo tipos de fuerza y ??gracia; producen madera para los barcos y vigas para la granja. Las monta�as no solo sirven para santificar y deleitar el coraz�n humano por su sublimidad, sino que ayudan a hacer habitable la tierra purificando el aire y dando nacimiento a los r�os; sin ellos, el suelo se convertir�a en un pantano estancado y la atm�sfera respirar�a pestilencia. El poderoso oc�ano, que est�, en calma, como un velo ondulante de colores iridiscentes, y en tormenta.

El espejo donde la forma del Todopoderoso se
ve en tempestades,

es tambi�n la ayuda del hombre, llevando en su seno los argos de muchas naciones, y en sus profundidades la cosecha del mar, sin la cual la cosecha de la tierra ser�a insuficiente para nuestras necesidades. As�, toda la naturaleza nos ministra:

Todo es nuestro armario de comida,
o armario de placer,

Y, adem�s, nada es demasiado insignificante para ser �til. Dice el Dr. Macmillan: �Incluso el liquen canoso en la roca oscura, que ha bebido mal todos los matices del espectro y no ha dejado ninguna se�al, cede, cuando se trata artificialmente, su reserva oculta de color, y produce un tono violeta y dorado que no indigno de la m�s hermosa flor del jard�n ".

III. la naturaleza incita a la alabanza por las cualidades morales que educa en el hombre. Esta es la principal gloria de la naturaleza, su mayor honor, que ella es el instrumento por el cual Dios educa las almas humanas y las prepara para su destino inmortal, porque estamos aqu� bajo la disciplina de la naturaleza, y ella es una severo maestra de tareas, desde a quien no se puede obtener nada con solo pedirlo. La naturaleza exige un trabajo laborioso a cambio de todos sus dones.

Esconde sus perlas en las profundidades del mar, su oro en las arenas del r�o o en las grietas de las rocas; entierra los metales, los aliados m�s �tiles del hombre, y el carb�n para fundir esos metales, en el fondo de la tierra; ella secreta sus b�lsamos y sus sutiles esencias donde incluso el astuto qu�mico apenas puede rastrearlos. Sus fuerzas m�s poderosas, como la electricidad, son siempre las m�s esquivas y las m�s dif�ciles de dominar.

Todo lo que el hombre extrae de la naturaleza debe ganarlo, no solo con el sudor de su frente, sino con el sudor de su cerebro. Lucha con ella por su bendici�n como Jacob luch� con el �ngel en Penuel, hasta que casi parece lisiado por la tensi�n. Pero el conflicto prueba finalmente que, como pr�ncipe, tiene poder ante Dios y ha prevalecido; gana la bendici�n y, �he aqu�! no es s�lo ma�z, aceite y vino, sino tambi�n ricos dones de mente y coraz�n.

Pi�nselo y ver� que casi todas las cualidades morales m�s elevadas de nuestra raza (paciencia, resistencia, previsi�n, coraje, ayuda mutua) son el resultado de la necesidad de trabajar que la naturaleza nos impone. ( AM Mackay, BA )

�Gloria! �gloria! �gloria! -

I. La declaraci�n de este vers�culo es v�lida cuando consideramos el templo del universo. En �l todo dice: �Gloria! El universo entero es, para la mente devota, como un gran santuario en el que todas las cosas muestran la alabanza de su Creador. Inclina tus o�dos para escuchar, abre tu coraz�n para captar los dulces sonidos, mientras flores, nubes, bestias, p�jaros, rocas, colinas y �rboles, declaren que Dios es digno de ser alabado. No debemos dejarlos cantar solos. Les quitaremos la llave y diremos: Gloria tambi�n.

II. en el templo de Jerusal�n todo dice: Gloria. S� que cuando se escribi� este salmo, el maravilloso mont�n en la colina de Sion no hab�a comenzado. Pero ya estaba en el coraz�n de David construirlo y, por lo que yo s�, algunos de los planos de las instalaciones sagradas ya estaban en sus manos. Con el ojo de un profeta previ� la construcci�n de ese templo sagrado: su gracia y su grandeza. As� como Abraham vio el d�a de Cristo y se alegr�, as� David, con una visi�n de vidente, vio el templo que coronaba el monte Moriah, y dijo de �l: "En su templo todo dice: Gloria".

III. Tambi�n podemos referirnos a nuestro bendito salvador, porque Jes�s llam� a Su cuerpo el Templo de Dios. A veces pienso que David, que ya previ� a su Hijo mayor, pudo haber pensado en Jes�s cuando dijo: "Todo en su templo dice: Gloria". Aqu� hay uno m�s grande que el templo. Estudie la vida de Cristo y encontrar� que �l vivi� para la gloria de Dios desde el principio hasta el final. En su nacimiento, los �ngeles cantaron: �Gloria a Dios en las alturas.

�En su ni�ez, �l deb�a estar en los negocios de su Padre, y durante toda su vida siempre hizo las cosas que le agradaban. Todo acerca de Cristo, el Templo de Dios, dec�a: Gloria: cada palabra era para alabanza del Padre, cada obra lo glorificaba sobre la tierra, cada gracia y caracter�stica reflejaba la gloria de Dios el Padre, porque Cristo era el resplandor de su gloria, y la imagen expresa de Su Persona. �Fue cuando vino a morir cuando su cuerpo, quebrantado por nosotros, dijo: �Gloria! m�s fuerte y enf�ticamente.

IV. Es la iglesia de Cristo todo lo que dice, gloria. Oh, para salir del set-Hess de nuestras decoro. "Todo en Su templo dice: Gloria".

V. Esto me lleva a un asunto a�n m�s personal, a saber. los templos de nuestras personas. "�No sab�is que vuestro cuerpo es templo del Esp�ritu Santo?" �Todo en el templo dice: Gloria? �Est�n todos sus poderes dedicados al servicio de Dios? �Todas las maravillosas influencias que ejerce se emplean para alabanza de Jes�s? �El estandarte real sobrevuela todas las puertas de Alma Humana? �Flota sobre la ciudadela? �Nuestras m�s altas facultades de pensamiento, memoria, afecto e imaginaci�n, rinden a Dios el homenaje que se debe a Su Nombre? "El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre". Oh, por esta plena consagraci�n, esta completa entrega.

VI. Perm�tanme recordarles el templo celestial al que, a medida que pasan los a�os, nos apresuramos. Oh, por echar un vistazo a la tierra de la luz. John nos ayuda, porque tuvo el privilegio de contemplar la Gloria. All�, sus siervos le sirven d�a y noche en su templo. All� los corazones de los redimidos cantan su alabanza, como la voz de muchas aguas. ( T. Spurgeon. )

Versículo 10

El Se�or se sienta sobre el diluvio; s�, el Se�or se sienta como Rey para siempre:

El trono de Dios sobre el diluvio; o, control divino

Hay una conocida frase de un poeta ingl�s que nos dice que �miremos a trav�s de la naturaleza al Dios de la naturaleza.

�Y no pocos de nuestros poetas nacionales lo han hecho con nobleza. Pero la Biblia es el ejemplo supremo. Sus escritores no se negaron a mirar la naturaleza; alguna vez lo estaban haciendo.

I. Que el curso de los acontecimientos en la tierra est� lleno de cambios. Calma hoy, tormenta ma�ana.

II. pero "jehovah se sienta sobre el diluvio". Los cambios de la vida humana no lo perturban. A�n m�s, �l los controla a todos, "�l se sienta como Rey para siempre". Las ciencias naturales muestran c�mo los eventos m�s peque�os y aparentemente m�s insignificantes est�n todos guiados por la ley. Nada es arbitrario ni casual. Dios vela por todos ellos y los controla.

1. Las Escrituras afirman esto. Puede haber temporadas en las que su pueblo parezca abandonado, de modo que sus enemigos pregunten con regocijo: "�D�nde est� ahora su Dios?" Y sin embargo, incluso entonces, la respuesta es: �Nuestro Dios est� en los cielos; �l ha hecho todo lo que ha querido �.

2. Las profec�as cumplidas lo confirman. Por ejemplo, el advenimiento de Cristo. Eso fue predicho setecientos a�os antes de que �l viniera, y que nacer�a en Bel�n.

3. La continuaci�n de la religi�n verdadera a pesar de toda oposici�n.

III. la forma en que se anulan los acontecimientos.

1. Por leyes generales. Vea la ilustraci�n del texto, "el diluvio". Que obedece a la ley de su naturaleza. Ahora bien, una de las leyes generales de Dios es esta: que el pecado siempre es seguido por el sufrimiento, y otra es: que generaci�n ser� seguida por generaci�n: los hombres malvados son removidos para dejar paso a lo mejor.

2. Por interposici�n especial. Mira los milagros.

IV. lecciones.

1. Que se consuele la Iglesia de Cristo.

2. Tambi�n cada cristiano individual. ( F. Tucker, BA )

Rey en la inundaci�n

El rey se revela en el tiempo del diluvio. Las personalidades m�s peque�as parecen reyes cuando las aguas est�n tranquilas; desaparecen en la inundaci�n. Los oficiales militares son muy parecidos cuando est�n en el patio de armas; su genio y calidad se revelan en el campo de batalla. El capit�n del barco y los marineros parecen igualmente eficientes cuando el barco se desliza sobre aguas tranquilas y los d�as pasan en un largo picnic y se juegan juegos en la cubierta; pero cuando el torbellino se despierta y la barca se tambalea como un borracho, �se ve al rey entronizado! Medir� y juzgar� a cualquiera que busque el trono de mi vida por su comportamiento y valor en medio de mis crisis.

Entre todos los candidatos al honor y al homenaje, ceder� la corona de mi obediencia al que demuestre ser rey en el diluvio. Echemos un vistazo a dos o tres hombres que han acudido a una de las emergencias de la vida y que necesitan un ayudante soberano.

1. "Llegu� a aguas profundas donde me desbordaron los r�os". �Cu�l es el car�cter de la crisis de este hombre? �Las iniquidades prevalecen contra m�. Es v�ctima de un deseo inmundo. Los aposentos interiores del esp�ritu, el lugar santo, est�n profanados. Es incapaz de contemplar lo bello y amarlo. Las inundaciones de la carnalidad lo desbordan. O quiz�s la v�ctima est� dominada por el esp�ritu de envidia que con demasiada frecuencia se manifiesta en el enga�o y la traici�n, o est� pose�do por la pasi�n de los celos que lo convierte en un conspirador contra el bien del pr�jimo.

Cualquiera que sea el tipo de acoso del hombre, el diluvio est� a las puertas y �l es vencido por la invasi�n de sus profundos inmundos. �Qu� le diremos? Quiz�s alguien le aconsejar�a que el secreto de su redenci�n consistir� en "vivir con sencillez y pensar en lo alto". Pero el consejo es in�til. Aconsejamos a un hombre dominado por el apetito que controle el apetito, y le sugerimos que un hombre que es v�ctima de su propio pensamiento lo ordene con hermosa regularidad.

�Qu� tal si invocamos al Se�or mismo? El discurso del Maestro est� lleno de confianza y esperanza sanadoras. Habla de un coraz�n limpio y un esp�ritu recto. No solo despliega un ideal, sino que ofrece el poder mediante el cual se puede realizar. Los canales inmundos se enjuagan y limpian, y todos los poderes de la vida se avivan y reviven.

2. ��S�lvame, Se�or! porque las aguas han entrado en mi alma �. �Cu�l es el tipo de dolor de este hombre? Es una avalancha de problemas, que quiz�s surgen de circunstancias comunes con las que estamos familiarizados en nuestra propia vida.

(1) Aqu� hay un caso de c�ncer lento. El crecimiento se est� comiendo a su manera, pero, �oh, muy lentamente! D�a tras d�a, y noche tras noche, el lobo roe los �rganos vitales. Hablemos con la v�ctima. �Qu� le diremos? Matthew Arnold dijo una vez: "En la poes�a, nuestra raza encontrar� una estancia cada vez m�s segura". �Qu� tipo de poes�a podemos regalar a los enfermos de c�ncer? Si Dios se ha ido y el Hombre de Nazaret es solo una agradable ficci�n, y la inmortalidad solo un sue�o encantador, todo lo que ofrezcamos ser� solo como cenizas muertas; grava donde el alma anhela el pan. Invoquemos al Se�or Dios. La sola idea de Su aparici�n es reconfortante. "Lo que yo hago, t� no lo sabes ahora". "Cuando pases por las aguas, yo estar� contigo".

(2) Aqu� hay un padre y una madre cuyo hijo est� en el pa�s lejano. Sus esperanzas se arruinan, su ambici�n se derrumba. Est�n abrumados y las aguas han entrado en sus almas. �Qu� dice el mundo sobre su hijo? �Est� demasiado ido; ... es un caso desesperado; ... es demasiado viejo para enmendarse ;. .. no hay remedio para el mal coraz�n ". El mundo no tiene ning�n ministerio que ofrecer en la �poca del diluvio.

Invoquemos al Se�or Dios. Aqu� est� Su discurso: "�Qu� hombre de ustedes, que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve y va tras la que se perdi� hasta encontrarla?" �Qu� palabra tan esperanzadora y edificante para un padre con el coraz�n quebrantado!

3. Todas tus olas y tus olas han pasado sobre m� �. �Los dolores de la muerte me rodean�. Este tipo de dolor abrumador es una de las visiones m�s familiares de la manera com�n. Aqu� hay una hermosa vida de casados. La intimidad inicial fue como un d�a de primavera. La boda fue solo la soldadura de lazos ya santificados. El hogar era un refugio de amor y paz. Entonces se desat� una tormenta y las olas rodaron contra el peque�o santuario.

Los dolores de la muerte lo rodearon, y la esposa se fue. Ahora, dejen a Dios afuera y vayamos adentro. �Qu� diremos al marido en duelo? �Le diremos que �quedan otros amigos�, que �la p�rdida es com�n a la raza�? Llamemos a Jes�s. "Tu hermano resucitar�". "Voy a preparar un lugar para ustedes, para que donde yo estoy, ustedes tambi�n est�n". �Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.

"El llanto puede durar una noche, pero el gozo llega por la ma�ana". "El que cree en m�, aunque est� muerto, vivir�". �Qui�n es el rey? �El Se�or se sent� como Rey en el diluvio�. ( JH Jowett, MA )

Una escena turbulenta y un Dios tranquilo

Este salmo muestra la influencia de la piedad sobre las facultades intelectuales, las simpat�as sociales y los instintos religiosos de la naturaleza humana. El texto nos da: -

I. Una escena turbulenta. "Una inundaci�n." Una inundaci�n sugiere ...

1. Conmoci�n. El dominio moral es todo conmoci�n. M�ralo espiritualmente: �No hay paz, dice mi Dios�, etc. M�ralo socialmente, a nivel nacional. Las almas est�n todas en conmoci�n aqu�.

2. Innovaci�n. Se rompieron barreras, etc. Tambi�n las almas.

3. Angustia. Es furioso y violento, etc. El mundo moral no es como un r�o que fluye pac�ficamente en su cauce. Ni como el oc�ano, movi�ndose, incluso cuando es m�s tumultuoso, dentro de sus propios l�mites. Es una "inundaci�n".

II. Un Dios tranquilo. "El Se�or se sienta". Esto implica de su parte:

1. Conciencia de su derecho a reinar. Si tuviera alguna duda moral, no se sentir�a c�modo. Un usurpador no podr�a estar tranquilo ante un imperio tan tumultuoso.

2. Una conciencia de la supremac�a del poder para reinar. No tiene sentimiento de incapacidad, puede controlar con consumada facilidad el conjunto. Nos regocijamos en su supremac�a sobre el diluvio. ( Homilista. )

Versículo 11

El Se�or dar� fuerza a su pueblo; el Se�or bendecir� a su pueblo con paz.

Los dones de Dios a los suyos

I. las bendiciones prometidas,

1. Fuerza. Cu�n necesario es esto, porque el pecado ha debilitado al hombre. Intenta ocultar su debilidad, pero en vano. Tampoco puede curarse a s� mismo. Y despu�s de su conversi�n, todav�a necesita la fuerza de Dios, "que da fuerzas al cansado". Ciertamente caer�a y perecer�a sin �l. Y de este don de fuerza viene ...

2. Paz. El marinero en la tormenta est� en paz porque sabe que su barco es s�lido y fuerte y que su piloto es h�bil.

II. los destinatarios de estas promesas. "Su gente." Estos son los que han sido escogidos desde el principio, llevados a Cristo y recibieron Su adopci�n como Hijos de Dios. Dos caracter�sticas principales de Su pueblo son: 1 Humildad.

2. Fe. Y estos ser�n bendecidos con paz. Algunos hombres est�n maldecidos con ella: la paz de la indiferencia, la hipocres�a y el coraz�n endurecido. Porque la incredulidad produce una paz falsa cuando Dios deja al pecador solo en su pecado. ( Stephen Bridge, MA )

Promesa de fuerza y ??paz

I. �Cu�l es el valor de las bendiciones aqu� prometidas?

1. Fuerza - con la que lidiar&mdash

(1) Los poderes de las tinieblas ( Efesios 6:12 ; 1 Pedro 5:8 ; 2 Timoteo 2:26 )

(2) El mundo: una trampa continua para el pueblo de Dios. Sus sonrisas y ce�os fruncidos, sus promesas y amenazas, son igualmente peligrosos para su paz y seguridad. Los aparta del camino del deber halag�ndolos con perspectivas de placer, riqueza, honor, comodidad o poder. Se esfuerza por sacudir su firmeza por el temor a la pobreza, la verg�enza o la persecuci�n.

(3) Su propia depravaci�n natural y el pecado que permanece en sus corazones ( G�latas 5:17 ; Romanos 7:23 ).

2. Paz: la gran bendici�n del Evangelio ( Juan 14:27 ).

(1) Paz con Dios - a trav�s de Cristo ( Efesios 1:6 ).

(2) Tranquilidad ( 2 Corintios 4:8 ; 2 Timoteo 1:12 ).

II. �Qui�nes son el pueblo del Se�or, a qui�n pertenecen estas bendiciones? Quienes los valoran; sentir su necesidad de ellos; y est�n buscando fervientemente de �l un inter�s en ellos. ( E. Cooper, MA )

La paz de Dios, la fuerza de su pueblo

Nuestro texto en su primera cl�usula se�ala el proceso por el cual estamos preparados, y el segundo es una declaraci�n de los privilegios que deben disfrutar los cristianos.

I. �Qu� es esa paz que Dios promete a su pueblo? "Mi paz os doy". La paz de Cristo, disfrutada por �l y legada a sus seguidores, no fue una paz resultante de la sensaci�n de que el pecado fue perdonado, porque �l no hab�a cometido "ning�n pecado, ni se hall� enga�o en su boca". Debe haber sido la completa armon�a que hab�a entre Su voluntad y la Divina, Su perfecta aquiescencia en cada nombramiento del Padre, Su confianza inquebrantable en Su protecci�n y Su seguridad imperturbable de Su amor.

Podemos creer que estos fueron los elementos de la paz de un ser que era "santo, inocente, sin mancha y apartado de los pecadores"; pero quien, a pesar de estar libre de toda culpa, tuvo que abrirse camino a trav�s de muchas tribulaciones hasta un trono preparado para �l a la diestra de su Padre. Y, aunque debe haber aspectos en los que la paz que podemos alcanzar difiera de la que disfruta nuestro Salvador, aun as�, en la medida en que dej� Su propia paz a Su Iglesia, podemos esperar que los puntos de semejanza sean m�s numerosos que aquellos. de distinci�n.

Tenemos todo el derecho a sostener que entrar�n en los elementos constitutivos de la paz de un cristiano, esa armon�a con la voluntad divina, esa aquiescencia en los tratos divinos, esa confianza en la protecci�n divina, y esa seguridad del amor divino, que debe te he compuesto la paz de Cristo; porque �stos no pertenec�an al Salvador como �l se diferenciaba de nosotros, sino m�s bien como �l era un hombre, viviendo la vida de fe en medio de pruebas y tentaciones.

Si la paz de Dios reina en su coraz�n, tendr� conciencia de que el pecado est� perdonado; una sinceridad cada vez mayor en la lucha por la santidad; una tranquilidad no perturbada por las calamidades de la vida; una esperanza superior a los terrores de la muerte.

II. la conexi�n entre esta paz y esa fuerza con la que se identifica en el texto. En lo espiritual, el cristiano necesita ser fortalecido tanto en la cabeza como en el coraz�n; y ahora veamos si al darle �paz� Dios no le da �fuerza� tanto en el uno como en el otro.

1. Primero en cuanto a la cabeza. Siempre debes distinguir con mucho cuidado entre lo que podemos llamar las armas ofensivas y defensivas de un cristiano; entre los argumentos con los que puede intentar vencer la infidelidad de otro y los que pueden bastar para evitar la infidelidad de �l mismo. Si el creyente sabe poco o nada del testimonio externo del lado de la revelaci�n, no ser� rival para su oponente y no debe esperar socavar su escepticismo.

Pero, �ser� �l mismo, por este motivo, una presa f�cil para el infiel? �No se puede esperar nada m�s que, debido a que no est� equipado con las armas para una guerra ofensiva, no estar� preparado para mantener una defensiva? Respondemos que, por el contrario, su mente est� demasiado fortalecida para dejarse llevar por los asaltos de un enemigo. Estamos hablando de un hombre que, aunque no haya estudiado las llamadas evidencias del cristianismo, ha estado actuando durante mucho tiempo sobre la suposici�n de que la Biblia es divina, obedeciendo sus preceptos como preceptos de Dios y confiando en sus promesas como preceptos de Dios. las promesas de Dios.

Y podemos estar seguros de que tal hombre no ha procedido en este curso sin convertirse en su propio testigo de la verdad de las Escrituras; actuando sobre los preceptos, se ha encontrado a s� mismo participante de las promesas, y as� ha obtenido evidencia simple e irresistible de que el libro es verdadero y, por lo tanto, divino.

2. Vea a continuaci�n c�mo esta paz fortalecer� el coraz�n o los afectos. Es debido a que no establecemos el est�ndar de privilegio cristiano lo suficientemente alto, que incluso los creyentes son vencidos con tanta frecuencia, ya sea por el mundo o por la carne. Si apuntaron a lo que estamos seguros de que podr�an adquirir: un sentido constante y elevado del amor y el favor de Dios; un verdadero deleite en �l; y tal anticipaci�n de gozos celestiales que los har�a moradores en Su presencia; comparativamente, no tendr�an ning�n gusto por los placeres bajos y pasajeros y, por lo tanto, se sentir�an poco conmovidos por las solicitudes que ahora prevalecen con demasiada frecuencia.

Si el coraz�n estuviera completa y profundamente comprometido con la religi�n, podr�an oponer, por as� decirlo, los placeres a los placeres, las riquezas a las riquezas, los honores a los honores, los placeres, las riquezas, los honores que solo Dios puede otorgar a los que se ofrecen. por el mundo; y as� estar�an unidos al servicio de la piedad, por los mismos lazos que unen a otros al servicio del pecado, incluso los lazos de inclinaci�n y preferencia. Deber�a ser as�; y ser�a as�, si se prestara mayor atenci�n a la religi�n, como algo interno, vital, que hace feliz.

Pero mientras los cristianos permanezcan en una condici�n l�nguida y desganada, trabajando como esclavos en sus deberes en lugar de encontrarles privilegios, hablando del cielo en lugar de obtener sus anticipos, obedeciendo a Dios como maestro, en lugar de deleitarse en �l como Padre. , - �qu� maravilla si el mundo suele obtener una victoria f�cil, de modo que lo innoble los atrae, lo transitorio detiene, lo in�til fascina? Y est� completamente de acuerdo con estas declaraciones que el salmista en nuestro texto identifica la fuerza con la paz.

Les hemos mostrado que en esta paz se incluye un sentido permanente del favor divino, una firme esperanza de felicidad futura y tales ganas del cielo que estimular�n, mientras gratifican, al cristiano. �Y qu� poder tendr� el mundo, con sus vanidades, sus gaudes, sus riquezas, sus placeres, sobre un individuo en quien mora esta paz?

III. C�mo se puede obtener esta paz de Dios. Si quieres disfrutar de esta paz, debes cultivar un h�bito devocional, un h�bito de comuni�n con tu Padre que est� en los cielos. Dif�cilmente podemos dudar de que una gran raz�n por la que los cristianos progresan tan poco y disfrutan tan poco es que son tan escasos en sus devociones privadas. Dios est� dispuesto a otorgar grandes bendiciones; pero luego hay que pedirlos e importunarlos.

"Abre bien tu boca y la llenar�". No tenemos m�s que agrandar nuestros deseos; y Dios aumentar� sus provisiones. Que ninguno de nosotros se pregunte entonces si no tiene mucho de esa "paz divina que sobrepasa todo entendimiento", y si, en consecuencia, se ve a menudo vencido por las tentaciones y perturbado por los temores, si es peque�o en el h�bito de la oraci�n secreta y meditaci�n. Es bueno ser diligente en la adoraci�n p�blica; pero nada puede compensar la negligencia en privado.

Pueden aprender y obtener mucho en la iglesia, y por eso no abandonen la reuni�n de ustedes mismos; pero, despu�s de todo, es en el armario donde puedes esperar las mejores lecciones y los mejores destellos de inmortalidad. Aseg�rense, entonces, ustedes que nombran el nombre de Cristo, de ser frecuentes y fervientes en oraci�n privada a Dios. As� se cumplir� nuestro texto en tu experiencia, y el Se�or mismo te �bendecir� con paz�. ( H. Melvill, BD )

La paz del cristiano

Nuestro texto cierra este salmo maravillosamente hermoso. Parece haber una alusi�n a la bendici�n sacerdotal con la que concluyeron los servicios sagrados de Israel: �El Se�or te bendiga y te guarde. .. y te d� la paz ". Y nos se�ala lo que ahora obtenemos por medio de Cristo. Considere, por tanto:

I. la naturaleza de la bendici�n prometida, - paz.

1. La paz, o la compostura dulce y deliciosa, que surge del sentido de reconciliaci�n con Dios.

2. La paz que surge de la influencia pr�ctica y el funcionamiento de la religi�n sobre las pasiones humanas. Dejemos que los inconversos confiesen la verdad de que estas son las fuentes de la m�s dolorosa y angustiosa agitaci�n. �No llevan dentro de s� los elementos de la perturbaci�n salvaje? Ahora bien, la influencia de la religi�n debe someter a todos estos y as� eximir al pueblo de Dios de las principales miserias que a�n se han sentido sobre la tierra. Cristianos, �no es as�?

II. �Cu�les son las consideraciones por las cuales esta bendici�n puede exhibirse m�s plenamente en su sorprendente valor? Evidentemente, por la manera en que se habla aqu�, se pretende que lo consideremos de alto e incomparable valor. Es el cl�max del salmo. Y esta estimaci�n es justa, por ...

1. Esta paz exalta y dignifica mucho la naturaleza de quienes la poseen.

2. Es un ant�doto seguro y un apoyo en medio de todas las posibles visiones de dolor. Ver Isa�as 32:1 , al final; Hebreos 11:1 ., Y vea la historia de los ap�stoles, los m�rtires y la Iglesia de Cristo en todas las edades. Y la dulzura de esta paz es el comienzo de la quietud de los cielos, el s�bado de nuestro Dios.

III. �Cu�les son las impresiones que debe producir este tema?

1. Gratitud y devoci�n.

2. Aquellos que no la tienen deben estar llenos de deseo por ella. No puedes conocer la paz real hasta que esta sea tuya. ( James Parsons. )

Las bendiciones de la paz: son el don de Dios

I. las bendiciones de la paz. El hombre surge de la forma inofensiva de su cuerpo, de la ternura de sus afectos, de la soberan�a de su mente y de su dependencia de la ayuda ajena, as� como de las reglas de vida que le prescriben por revelaci�n expresa, para ser formado para un criatura social inofensiva. Ahora el estado natural de cada ser es el feliz. Y la felicidad de la paz es como la de la salud, se extiende por toda la constituci�n civil, como la de la animal. No percibimos el valor de ninguno de los dos hasta que los hemos perdido. Por lo tanto, para discernir las ventajas de la paz, debemos recordar las miserias de la guerra.

1. El gasto, que recae principalmente sobre los pobres.

2. El trabajo, las dificultades y el sufrimiento, y la p�rdida por muerte.

3. El desastre del comercio.

4. Su maldad en su origen, en su progreso y en su efecto. Sin embargo, a veces es inevitable. Fue as� en nuestro propio caso. Pero hemos llegado a un acuerdo y nos regocijamos de que la guerra haya llegado a su fin.

II. la bendici�n de la paz es un regalo de Dios. �l pone la mente de los hombres en buscarlo. �l es el dador de todo bien. Y acontecimientos como la paz y la guerra no pueden dejar de ocupar un lugar destacado en el esquema de la Providencia.

III. Para tener derecho a las bendiciones de la paz, debemos ser su pueblo. Cual es nuestro caso? �Somos el pueblo de Dios? �Vivimos como se establece en Tito 2:11 ? �Nos conocemos a nosotros mismos por esta imagen? �No es m�s bien como se dice en Jeremias 4:22 ? �C�mo podemos esperar el favor de la Providencia si continuamos imp�os y sin importar la religi�n y la virtud como nuestra naci�n es demasiado? �Qu� debe seguir? Lea Jeremias 23:14 ; Jeremias 23:17 ; Jeremias 23:19 ; Jeremias 23:22 .

Recuerda tambi�n lo que Azar�as le dijo a Asa ( 2 Cr�nicas 15:1 ). Un estado tambaleante no puede ser sostenido o uno que se hunde no puede ser levantado sin una reforma nacional ( Jeremias 6:9 ; Jeremias 6:14 ; Isa�as 57:21 ).

Y en esto cada individuo debe asumir su parte. Cuanto menos se modifiquen, m�s necesidad a�adiremos a su n�mero. Por tanto, hablamos como se nos ordena ( 2 Timoteo 4:1 ; 2 Corintios 5:20 ). ( T. Buscador. )

Paz

La paz es el reposo interior del esp�ritu: y este reposo del esp�ritu, como sabemos, es el resultado de la satisfacci�n de las necesidades espirituales. En la medida en que estemos pose�dos por alguna necesidad consciente y sepamos que esa necesidad no se satisface, en esa condici�n, de necesidad, estamos en una posici�n de inquietud. Pero cuando se satisface esta necesidad, inmediatamente nuestro ser interior pasa a un estado de paz, y entonces decimos que la vida cristiana es una vida de paz.

�sta es, pues, la vida a la que Dios nos llama, una vida de satisfacci�n espiritual interior en la que descansamos en la satisfacci�n de la posesi�n y en la satisfacci�n de la esperanza bien fundada. Lo que anhelamos como condici�n para la paz es esto: que deber�amos vivir en uni�n correcta con nuestro Dios, porque en esa uni�n est� la satisfacci�n de todas nuestras necesidades. Entonces, cuando se nos dice que el Se�or dar� a Su pueblo la bendici�n de la paz, lo que se nos ense�a es esto: que Dios, y especialmente ahora en los d�as de la econom�a cristiana, est� llevando a Su pueblo a esa relaci�n correcta con �l mismo en el que encuentran su paz en �l, �Cu�l es la primera condici�n esencial para que estemos en uni�n correcta con Dios? Es, �no es as� ?, fruto de esa gran necesidad religiosa primordial, la necesidad de la conciencia.

Somos perfectamente conscientes de que hemos pasado a relaciones err�neas con Dios, que la causa de esa relaci�n err�nea es el pecado, y que necesariamente el pecado implica esta separaci�n de Dios, este paso a relaciones err�neas con �l. Perd�n significa siempre, la restituci�n de relaciones de paz entre el que perdona y el que es perdonado. Lleva consigo mucho m�s, pero significa esto: si hay discrepancia entre el agraviado y el malhechor, esa discrepancia solo puede transformarse en relaciones correctas y la consiguiente paz mediante el perd�n del agraviado.

Esto es lo primero que hace Dios. �l se revela a nosotros en Cristo Jes�s nuestro Se�or, quien es el gran Sumo Sacerdote de la humanidad, en el poder de Su pasi�n, quien ha pasado a la relaci�n de la mano derecha con �l, para reinstalarlos en la relaci�n correcta por Su perd�n. Y esto no es todo. Ver� que el perd�n nunca se efect�a realmente a menos que la persona a quien se extiende ese perd�n est� en una posici�n en la que recibir� ese perd�n.

Y Dios, por su Esp�ritu Santo, obra en el coraz�n de los pecadores, los hace penitentes, les habla como arrepentidos, les habla de su perd�n, y ese perd�n es eficaz para restablecer en uni�n consigo mismo al que ha sido alejado de �l por el pecado. . �sta es la primera condici�n, pero hay paz a�n mayor que la paz de la reconciliaci�n; paz m�s profunda que la de la conciencia que se regocija en el perd�n divino; me refiero a la paz de la fruici�n.

Estoy en uni�n con Dios, y el efecto de eso es este: Su luz ilumina mi mente; �l se me revela; Lo conozco no simplemente con el conocimiento externo en el que un estudiante alcanza el conocimiento de �l, sino que lo conozco por una revelaci�n interior directa de �l mismo en mi mente. Me habla y lo s�; Veo con los ojos de mi entendimiento la bella hermosura de mi Dios. Y cuando conozco a Dios, y en la medida en que conozco a Dios, conozco el descanso mental.

�Cu�l es la �nica posici�n racional de la criatura en presencia del Creador? �Cu�l es el �nico ejercicio verdadero de esa libertad moral con la que estoy dotado y conscientemente a trav�s de la posesi�n misteriosa de mi voluntad? Es un misterio. �Nuestras voluntades son nuestras, no sabemos c�mo�, pero el significado de este misterioso regalo es claro. "Nuestras voluntades son nuestras para hacerlas Tuyas". �Tu servicio es perfecta libertad�, y mi voluntad cede a la atracci�n de esa visi�n en la que mi coraz�n se deleita, s�lo que es arrastrada a la conformidad con la voluntad de Dios; y el fin de esa conformidad de voluntad que se exhala aqu� en obediencia activa y con paciencia es la ascensi�n misma de mi esp�ritu a Dios.

Es la realizaci�n de la ley del sacrificio. Por ella vuelvo a Dios, me acuesto sobre el altar del coraz�n de Dios y soy consumido por el fuego de la gracia comunicada de Dios. Y si el reposo del coraz�n est� en el conocimiento de Dios, si el reposo del coraz�n est� en el amor de Dios, el reposo de la voluntad est� en conformidad con la voluntad de Dios. Pero, una vez m�s, me llama a otro descanso, y ese es el resto de la actividad. Llena del conocimiento y del amor de Dios, la voluntad levantada en conformidad activa con la voluntad de Dios, la actividad se hace necesaria; y as� levantado en uni�n con Dios, paso a Su s�bado.

Pero, �qu� es el s�bado de Dios? �Es una vida de inactividad? �Es la actitud incluso coherente con la inactividad? "Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo trabajo". Dentro de los l�mites de Su Divino Ser, la obra no cesa. Como Dios de la naturaleza, su obra no cesa. Dentro de la Iglesia, como Dios de gracia, su obra no cesa. �Y cu�l es su obra en s� mismo? �Cu�l es su obra en el universo? �Cu�l es su obra en la Iglesia? �Qu� es Su obra en el alma individual sino la obra de un pacificador? Contemplo, manteniendo la armon�a de Su propia vida eterna dentro de S� mismo, manteniendo la armon�a de todas estas fuerzas combinadas en tan maravillosa unidad en la creaci�n, restaurando la armon�a rota en el ser interior del hombre, restaurando la verdadera armon�a del hombre con el hombre porque �l ha restaurado la verdadera armon�a entre Dios y el hombre; el Se�or dar� a su pueblo la bendici�n de la paz,

Y sin embargo, una vez m�s, es cierto que nuestro descanso es parcial en lo que respecta a la experiencia actual. La paz de la conciencia a menudo se ve perturbada por nuestra lucha con nuevos fracasos y pecados. Nuestro conocimiento es parcial, nuestro amor fluct�a, nuestras voluntades tiemblan, nuestro servicio aqu� est� mutilado; pero todo esto es transitorio. Aqu�, en cierta medida, nuestra posici�n es una posici�n de hambre y sed; y sin embargo en ese hambre y esa sed hay descanso.

�Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos ser�n saciados�. En la inquietud hay descanso hoy. Y el resto del salto "fuente de todo ese coraje y audacia" e! R�pidamente los a�os pasan volando, cada vez m�s corto es el camino que nos espera en nuestro peregrinaje terrenal; cada vez m�s clara ante nuestra mirada a medida que pasan los a�os llega la visi�n de Jerusal�n la Dorada, la visi�n de la paz.

No me atrevo a decir que eso es m�o, porque a�n puedo fallar; pero a medida que pasa a�o tras a�o, y conozco la constancia de Su amor y el gran poder de Su gracia, cada a�o volador que me encuentra a su fin, no por mi fidelidad sino por Su misericordia, con la esperanza de Dios en mi coraz�n y Su paz en mi conciencia fortalece dentro de m� la bendita esperanza de perseverancia hasta el final de la vida, la bendita esperanza de la paz perfecta. ( G. Cuerpo, DD )

La paz considerada como una bendici�n de Dios

I. Cu�n valiosa es una buena paz en s� misma, en contraposici�n a guerras sangrientas y destructivas.

1. Considere la guerra en sus causas: la maldad de los hombres y la justa venganza de Dios.

2. Considere la guerra en s� misma: la destrucci�n de criaturas hechas a la imagen de Dios.

3. Considere la guerra en sus consecuencias y efectos.

II. qu� cosas son necesarias para hacer de esto una verdadera y completa bendici�n, capaz de ser apropiada para el propio pueblo peculiar de Dios.

1. Conjunci�n con copiosa efusi�n del Esp�ritu de Dios (Ezequiel 29: 23-29).

2. Cuando el evangelio de la paz tenga su curso libre y una gran difusi�n en el mundo ( Miqueas 4:2 ).

3. Cuando, seg�n los dictados Divinos, reinan reyes y los pr�ncipes decretan justicia ( Proverbios 7:15 ; Isa�as 1:26 ).

4. Cuando Dios da pastores seg�n su propio coraz�n.

5. En ese momento el gobierno divino se obtiene y tiene lugar en las mentes y conciencias de los hombres ( Salmo 67:1 ).

6. Cuando se manifiesta un predominio del amor divino entre los hombres que llevan el mismo nombre de cristianos.

7. Cuando Dios parece reconciliarse con un pueblo as�. Porque en su favor est� la vida. Hay una especie de bendici�n espiritual que puede estar incluida en la bendici�n externa, y particularmente en la de la paz. Una bendici�n externa como la de la paz no es una bendici�n completa. Porque no es un argumento del favor especial de Gold. Los hombres no se convierten en mejores hombres. Es posible que por ello se conviertan en hombres mucho peores.

"La prosperidad de los necios los destruye". El primer Escipi�n abri� el camino al poder romano, el segundo a su lujo. Su virtud languideci�, y fueron conquistados por sus propios vicios, quienes antes pudieron conquistar el mundo. El hombre, a pesar de una paz externa, puede ser tan miserable en este y en otro mundo, como si nunca lo hubiera conocido.

III. ver qu� causa de acci�n de gracias tenemos, con referencia a la paz como bien general; y tambi�n qu� motivo de s�plica, para que tengamos la paz como bendici�n especial del pueblo de Dios. Dejanos rezar&mdash

1. Para que haya una mayor difusi�n de la religi�n vital, en la que, de hecho, el hombre est� en paz con Dios.

2. Que haya ese esp�ritu como esp�ritu de amor mutuo entre los cristianos, para reconciliarlos entre s�. ( John Howe, MA )

La paz del diablo y la paz de Dios

Paz y descanso son dos nombres para una flor que brota en la tierra, pero que solo se encuentra en pleno desarrollo en el cielo; sin embargo, incluso el tenue perfume de la flor sin abrir excita nuestro fuerte deseo. Cada cosa preciosa en este mundo seguramente ser� falsificada. Si la casa de moneda del gobierno emite dinero en oro y plata, se descubrir� que los delincuentes fabrican monedas falsas. Satan�s es el astuto simio de Dios; y todo lo que Dios hace, trata de hacer lo mismo con sus encantamientos.

Por lo tanto, si bien hay una paz m�s preciosa que el oro de Ofir, hay otra paz que es peor que in�til. Cuando un alma es llevada sobre las aguas de la falsa paz, su tranquilidad es desesperada hasta que esa paz se seca y el alma queda varada en la desesperaci�n de s� mismo.

I. la paz del diablo ( Lucas 11:21 ).

1. Esta paz es a menudo meramente exterior. El mozo de arado, cuando atraviesa el cementerio, tiene miedo de los fantasmas y, por tanto, silba para animarse; y as�, muchos que est�n cargados de aprensi�n tratan de disimularlo con esas canciones fr�volas en las que se jactan de �alejar la preocupaci�n aburrida�. En el secreto de su alma, ese mismo cuidado aburrido se sienta en el trono de sus corazones, y no debe dejarse llevar por la balada, el viol�n y la danza.

2. Esta paz es falsa. Un pecador puede decir: "Estoy en paz como para con Dios"; pero si esto viene por olvidarlo o ignorarlo, es una lamentable farsa. Si un hombre tiene que olvidar a Dios antes de tener paz, ese hecho revela un secreto fatal. Si el hombre, al recordar a Dios, se turba, entonces su paz es una mera escritura en la arena. Es mejor saber que estamos en guerra, si es as�, que adorar una paz que es un para�so para los tontos y que s�lo existe en la fantas�a.

3. Para muchos, esta paz proviene de la ignorancia. No saben que el pecado es una v�bora mortal, y por eso juegan con �l como con un p�jaro.

4. Para muchos, sin embargo, no es tanto ignorancia como falta de pensamiento. Esta es una de las grandes redes del diablo, en la que enreda a muchos. Si puede evitar que pienses; �l te impedir� creer.

5. Esta paz, en muchos casos, es el resultado de la seguridad carnal. �Las cosas siempre ser�n como han sido? �Puedes estar seguro de ello? �No te advierten que no ser� as�? Tu ojo no est� tan claro como antes; tus miembros no son tan vigorosos como antes. Si no hay cambio en el mundo, habr� un gran cambio en ti durante los �ltimos a�os. Antes de que salga el sol de ma�ana, puedes yacerte en el lecho de la muerte.

6. Algunos tienen una paz que proviene de la superstici�n. Ninguna actuaci�n externa puede permitirle prescindir del arrepentimiento y la fe internos.

7. La incredulidad trae falsa paz a miles. El pecado debe ser castigado, y si su paz se basa en la suposici�n de que no ser� as�, su fundamento es a�n menos digno de confianza que la arena. No arriesgues tu alma con una mentira,

8. Muchos se mantienen en paz a trav�s del compa�erismo. Escoge m�s como amigos a los que te dicen con rudeza verdades solemnes, que a los que con exceso de dulzura te adular�an para tu perdici�n eterna.

9. La paz causada por el diablo es a menudo el terrible preludio de la �ltima tremenda tormenta. �Cuidado con la insensibilidad! Su estado insensible deber�a advertirle que est� entregado a la destrucci�n. En las latitudes m�s altas y m�s fr�as, cuando los hombres sienten que el sue�o se apodera de ellos, sus compa�eros los agitan, los frotan y no los dejan dormidos; porque dormir es no despertar m�s.

II. la paz del Se�or. Un hombre de Dios agonizaba, pero estaba muy tranquilo; s�, m�s - supremamente feliz. Uno le dijo: "Amigo, �c�mo es que tienes tanta paz?" �l respondi�: "No veo ning�n motivo o causa para ello, excepto esto: est� escrito, 'T� mantendr�s en perfecta paz a aquel cuya mente est� en Ti, porque conf�a en Ti ...'" �No era eso, una satisfacci�n satisfactoria? �respuesta? Hay un peso de argumento en ello. Si su mente permanece en Dios, �l lo mantendr� en perfecta paz.

1. La paz que debemos desear poseer es una paz que es una bendici�n. La paz falsa es una maldici�n; pero estar profundamente en paz con Dios es una bendici�n pura y no trae consigo tristeza. Desfallecer sobre el seno del Padre y decir: "S� que �l mismo me ama, y ??s� que yo lo amo"; mirar a Jes�s y decir: ��l me am� y se entreg� a s� mismo por m�; sentir el mover del Esp�ritu Santo y rendirnos a sus influencias, esto es una paz indescriptible.

�Lo sabes? No es solo una bendici�n en s� misma, sino que es una bendici�n en sus consecuencias. No hay hombre tan humilde como el que est� en perfecta paz con Dios: se maravilla de la bendici�n de la que disfruta. No hay hombre tan agradecido; no hay hombre tan valiente; no hay hombre tan poco afectado por el mundo; no hay hombre que soporte el sufrimiento con tanta paciencia; No hay hombre que est� tan preparado para el cielo como el que est� en perfecta paz con Dios y lo sabe.

2. Esta paz solo viene de Dios. Aqu� tenemos paz de labios que no pueden mentir, de un coraz�n que no puede cambiar, a trav�s de la sangre que ha hecho una expiaci�n completa.

3. Esta paz llega solo a Su propio pueblo. Si has terminado contigo mismo, el mundo y el pecado, como el principal deseo de tu coraz�n, est�s entre Su pueblo.

4. Esto es paz en tiempo de tempestad y paz tras tormenta. Algunos de nosotros disfrutamos de nuestra mayor paz cuando el Se�or est� en el exterior, y los truenos retumban como tambores en la marcha del Dios de los ej�rcitos. Sentimos un �xtasis cuando percibimos que nuestro Padre est� muy cerca y est� hablando para que escuchemos Su voz. En las tormentas espirituales esa voz es nuestro consuelo; y despu�s que las tempestades han pasado, el Se�or habla un dulce silencio a los corazones de Sus hijos. �l calma nuestros temores, mientras susurra: �Soy yo; No tengas miedo." ( CH Spurgeon. )

Una promesa ilimitada de paz

Quisiera un cheque eterno de alg�n millonario, que dijera as�: "Tan a menudo como este cheque se presenta en el banco, pague al portador lo que pide". Pocas personas en posesi�n de un documento de este tipo dejar�an de presentarse en el banco. Deber�amos ser visitantes habituales. �Oh, hijos de Dios, ten�is ese pagar� en el texto que ten�is ante vosotros! El Se�or tiene una paz infinita e ilimitada dentro de S� mismo, y cuando hayas disfrutado de paz con �l por mucho tiempo, puedes volver a �l y decirle: �Se�or, renueva mi paz.

Estoy turbado, pero t� eres indiferente: bend�ceme con tu paz �. Cuando seas rico y descubras que las riquezas traen preocupaciones, tr�elas a tu Dios, quien bendecir� a su pueblo con paz. Cuando seas pobre, haz lo mismo. Cuando te nazcan hijos, y con ellos vengan los cuidados familiares, lleva la nueva carga al Se�or, porque �l da la paz. Y si los ni�os mueren y t� lloras mientras se cortan los brotes, vu�lvete al Se�or y cree que �l te bendecir� con paz.

Si usted mismo se enferma y las se�ales de una enfermedad mortal aparecen sobre usted, a�n est� tranquilo, porque la mentira lo bendecir� con paz. Cuando debas subir las escaleras y acostarte en tu �ltima cama para no levantarte m�s, entonces, incluso entonces, el Se�or te bendecir� con Su paz eterna; y cuando se despierte con el sonido de la �ltima trompeta, el Se�or a�n lo mantendr� en perfecta paz. ( CH Spurgeon. )

Paz

Sab�as lo que es la paz, �verdad? Pocos t�rminos comunes se entienden menos. El silencio no es paz; ni la indiferencia; tampoco la insensibilidad; tampoco lo es la quietud que surge del miedo ego�sta a las consecuencias. No puede haber paz donde no puede haber pasi�n. Es s�lo en un sentido modificado que hablamos de un granero, o un estanque abrigado por todos lados, en paz; pero cuando hablamos de un mar en paz, hablamos con precisi�n, porque el mar est� expuesto a fuerzas que lo provocan en terribles tempestades.

Por tanto, la paz debe entenderse como un t�rmino compuesto, como una condici�n afirmativa, no como una condici�n negativa. Algunos hombres no tienen sensibilidad hacia Dios; lo ven, lo escuchan, lo sienten, en ninguna parte; no en la luz, no en el viento, no en la historia del d�a de don, amor y misericordia; est�n en un estado de letargo moral. �Est�n en paz con Dios? La mayor�a de las veces no, porque la paz es otra cosa que la muerte. Donde hay verdadera paz, necesariamente hay una correcta relaci�n de fuerzas; nada preponderante, nada conflictivo; todo tiene su debido.

En el caso del coraz�n debe haber vida; que la vida debe equilibrar toda la naturaleza, juicio, conciencia, voluntad, afecto; hacia Dios debe haber inteligencia, devoci�n, constancia; hacia el hombre debe haber justicia, modestia, honor. Encontrando todo esto, y encontramos la paz; encontrando una tendencia hacia esto, y encontramos una tendencia hacia la paz; encontrando esto en la perfecci�n, y encontramos una paz que sobrepasa el entendimiento. ( J. Parker, DD )

Paz, no indolencia

Al llamarnos a la paz, Dios no nos ha llamado a la indolencia; un sue�o profundo no debe confundirse con una paz profunda. Debemos asemejarnos en cierto grado a los mundos que est�n en reposo en raz�n de su velocidad. La tierra est� en reposo, pero ning�n ala de p�jaro volador puede viajar tan r�pido; la luz no da se�ales de movimiento, pero ning�n corredor puede darnos la menor idea de su velocidad. El descanso es la m�xima expresi�n del movimiento.

Dios est� en reposo, pero la energ�a fluye constantemente de �l para vivificar todas las creaciones de Su poder. Nos referimos a estas cosas para salvar el texto del abuso, no sea que el extraterrestre reclame la herencia del ni�o, y no sea que el ni�o mismo olvide su deber para con el extraterrestre. As� es la paz, y �sos son aquellos a quienes se les da la bendici�n. ( J. Parker, DD ).

Salmo 30:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 29". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-29.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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