Bible Commentaries
Salmos 30

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-12

Te ensalzar�, oh Se�or; porque me has levantado.

Salmo de liberaci�n

El t�tulo de este salmo es aparentemente un compuesto, el habitual "Salmo de David" ha sido ampliado por la inc�moda inserci�n de "Un c�ntico en la dedicaci�n de la casa", que probablemente indica su uso lit�rgico posterior, y no su primer destino. Su ocasi�n fue evidentemente una liberaci�n de un grave peligro; y, aunque su tono es sorprendentemente inapropiado si hubiera sido compuesto para la inauguraci�n del templo, tabern�culo o palacio, uno puede entender c�mo se sentir�a que las venerables palabras, que alababan a Jehov� por su pronta liberaci�n de la destrucci�n inminente, encajar�an en las circunstancias y emociones de la �poca en que el Templo, profanado por los actos locos de Ant�oco Ep�fanes, fue purificado y se restaur� el culto ceremonial.

Israel nunca hab�a parecido tan cerca de bajar al hoyo; nunca hab�a llegado la liberaci�n m�s repentina y completamente. El t�tulo intrusivo se explica mejor si data de esa �poca e indica el uso que se le dio a la canci�n. ( A. Maclaren, DD )

Salmo y c�ntico en la dedicaci�n de la casa de David

Sin duda, era muy diferente de la caba�a que ocupaba cuando era pastor. Pero no hubo nada incorrecto en este cambio. Como rey, se vio obligado a hacer muchas cosas por consideraci�n a su posici�n y no por elecci�n personal. Sin embargo, �l era piadoso all� como en su antigua morada. Por eso, entrando en su nueva casa, la consagra a Dios. Que nos preocupe que nuestra morada sea la casa de Dios mientras vivamos, y la puerta del cielo cuando muramos. David era un poeta, y aqu� elabora su liberaci�n de una peligrosa enfermedad.

I. La mente de David antes de su aflicci�n: hab�a pensado y dicho: �Nunca ser� conmovido. De ah� la necesidad de la aflicci�n.

II. bajo ello. Clam� al Se�or.

III. despu�s de la aflicci�n Consagraci�n renovada a Dios. De ah� su voto de construir una casa para el Se�or. ( W. Jay. )

Misericordias recordadas

St. James dice: ��Hay alguien alegre? que cante salmos �, es decir, reconozca a Dios en todo. Un verdadero santo en la prosperidad da gracias a Dios por sus misericordias. Por lo tanto, cuando todos est�n en prosperidad, es f�cil distinguir lo verdadero de lo falso, porque toman direcciones exteriormente y manifiestamente diferentes. La Iglesia en su alegr�a alaba a Dios, el mundo en su alegr�a alaba al hombre. Este salmo es una hermosa muestra de m�sica de iglesia considerada en su car�cter m�s elevado, como dirigida a la alabanza de Dios.

Se cant� en conexi�n inmediata con la dedicaci�n de la casa de David. Entre Israel, tal dedicaci�n se consider� algo de gran solemnidad e importancia ( Deuteronomio 12:1 ). Y ahora, entrando en su nueva morada, David mira hacia atr�s a las misericordias de Dios.

I. que a sus enemigos no se les hab�a permitido regocijarse por �l. Ten�a muchos enemigos, y somos pocos los que no los tenemos. Si tenemos buena reputaci�n y estima, tenemos motivos para agradecer a Dios como lo hizo David.

II. La gracia sanadora de Dios. "T� me has sanado". �Qui�n no tiene tanta misericordia para registrar?

III. las muchas liberaciones que hab�a experimentado. "Sacaste mi alma de la tumba". Y tal liberaci�n, tanto del cuerpo como del alma, la hemos conocido. Y en una ocasi�n como la de entrar en un nuevo hogar, qu� bueno es, como hizo David, recordar las misericordias de Dios en el pasado.

IV. y debemos buscar asociar a otros en nuestra alabanza. �Cantad al Se�or, oh santos suyos; y den gracias por el recuerdo de su santidad ". Su santidad es la seguridad de la suya. Y su ira, �qu� moment�nea comparada con su favor de toda la vida!

V. la respuesta a su oraci�n. "Te has vuelto", etc. ( H. M'Neile, DD )

Elevaci�n cristiana

Aunque los creyentes en Cristo pueden no ser elevados como el salmista en un punto de vista temporal, sin embargo, todos, como �l, son elevados en un punto de vista espiritual.

1. Sobre todo peligro de la ira venidera.

2. Al disfrute y posesi�n de la vida espiritual.

3. A un lugar en la amablemente adoptada familia de Dios.

4. Sobre todo el mal fatal de los enemigos, ya sea de car�cter temporal o espiritual.

5. A la esperanza de una muerte segura, una resurrecci�n bendita y una eternidad gozosa. ( T. Adam. )

La primera y �ltima etapa de la adoraci�n verdadera

I. La primera etapa - gratitud.

1. Se�ala que la misericordia de Dios ha venido a �l de diversas maneras.

(1) Como una liberaci�n de las dificultades.

(2) Como protecci�n contra los enemigos.

(3) Como restauraci�n de la salud.

(4) Como preservaci�n de la vida.

2. La gratitud de la que brota la verdadera adoraci�n implica las creencias

(1) Que los favores recibidos son absolutamente inmerecidos.

(2) Que estaban destinados a servirnos.

II. La etapa final: adoraci�n.

1. Por la santidad del car�cter de Dios. En el cielo, su car�cter atrae todas las miradas, absorbe todos los pensamientos, transporta todas las almas, inspira todos los himnos. Aspiremos a esta etapa m�s alta de adoraci�n.

2. A causa del eterno fluir de su amor. El sufrimiento es siempre ...

(1) Breve.

(2) Preliminar. ( Homilista )

Versículos 4-5

Cantad al Se�or, oh santos suyos.

Santos cantando

Cantar tiene un efecto curativo sobre muchas de las enfermedades del alma; Estoy seguro de que aligera las cargas de la vida, y estaba a punto de decir que acorta el cansado camino del deber si podemos cantar mientras viajamos por �l. Este santo empleo es agradable y provechoso, y es preparatorio para otro mundo y un estado superior.

I. la peculiar adecuaci�n de la exhortaci�n a nuestro compromiso actual. Debes venir a la mesa donde recordar�s la muerte de tu Salvador, donde debes alimentarte de los memoriales de Su pasi�n. Ven all� con el coraz�n preparado para cantar. "�Oh!" dice uno: "Pens� que ser�a mejor que viniera con l�grimas". S�, ven con l�grimas; ser�n muy dulces con Cristo si los dejas caer sobre sus pies para lavarlos con tus arroyos penitenciales.

"�Oh, se�or!" dice otro: "Pens� que seguramente deb�a venir con profunda solemnidad". As� que debes, ay de ti si vienes por cualquier otro camino; pero �conoces alg�n divorcio entre la solemnidad y la alegr�a? No.

1. Celebramos un trabajo realizado. �Hablar de los trabajos de H�rcules? �Qu� son estos comparados con el trabajo del Cristo de Dios? �Hablar de las conquistas de C�sar? �Qu� son �stos adem�s de las victorias de Cristo, que llev� cautiva la cautividad y recibi� dones para los hombres?

2. Celebramos un resultado realizado, al menos en cierta medida. S� que el pan y el vino son s�mbolos de la carne y la sangre, pero tambi�n s� que son algo m�s; no son s�lo s�mbolos de las cosas mismas, sino tambi�n de lo que sale de esas cosas. El mismo establecimiento de la mesa de la comuni�n, y la reuni�n de hombres y mujeres para que puedan deleitarse espiritualmente con su Se�or moribundo, es motivo de agradecimiento.

3. Existe esta raz�n por la que algunos de nosotros debemos cantar al Se�or, porque aqu� se disfruta de una bendici�n.

4. Esta comuni�n nos recuerda una esperanza revivida. "Hasta que �l venga". Cada hora lo acerca m�s.

II. la especial idoneidad del tema para nuestra meditaci�n. "Dad gracias por el recuerdo de su santidad".

1. Piense en la santidad divina reivindicada. Dios es justo, pero el que justifica al que cree en Jes�s. Vamos a tener comuni�n con un Dios que, incluso para poder tener comuni�n con nosotros y complacer su amor por sus escogidos, no quebrantar�a su propia ley ni har�a lo que, seg�n el juicio m�s estricto, podr�a considerarse injusto. Me regocijo en ese hecho incuestionable, y mi coraz�n se alegra al record�rselo.

2. Demos gracias por el recuerdo de la santidad declarada de Cristo. Es una ocupaci�n feliz contemplar el car�cter perfecto de nuestro querido Redentor.

3. Creo tambi�n que ser� bastante congruente con nuestro compromiso actual si pensamos en la santidad de Dios como la garant�a de nuestra salvaci�n. Despu�s de todo, es en la justicia de Dios que descansamos nuestra esperanza. Si Dios puede mentir, entonces no se debe confiar en ninguna de sus promesas. Si Dios puede hacer algo injusto, entonces su pacto puede ser arrojado por los vientos. Pero Dios no es injusto para olvidar la obra de Su amado Hijo, y "Dios no es injusto para olvidar su obra y labor de amor".

4. En esta mesa podemos dar gracias porque la santidad de Dios es nuestra marca, el objetivo al que debemos apuntar, s�, y lo que alg�n d�a alcanzaremos. �l no comienza a hacer un vaso para honra, y luego cesa Su obra; pero perfecciona lo que comienza.

III. El texto es muy apropiado para la comuni�n, por la idoneidad de las personas de las que habla, porque son las mismas personas que deber�an venir a esta mesa.

1. Los que se acerquen a esta mesa deben ser santos. Un �santo� es una persona santa, una que aspira a ser santa, una que est� apartada para el servicio y la gloria de Dios. Estas son las personas que deben dar gracias por el recuerdo de la santidad de Dios, porque Dios tambi�n las ha santificado. Son participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupci�n que hay en el mundo a causa de la lujuria, y por eso son santos, y son las personas que deben venir a la mesa del Se�or.

2. No solo son santos, sino que son "santos suyos". Es decir, son los santos de Dios; son santos de Su creaci�n, porque fueron grandes pecadores hasta que �l los hizo santos; y son santos bajo su custodia, porque pronto volver�an a ser pecadores si no los guardaba. Son santos alistados en Su servicio, que han jurado servir bajo Su estandarte, serle fieles hasta la muerte.

Son "santos suyos", es decir, son santos que compr� con su sangre preciosa, y a quienes quiere tener como suyos para siempre porque los ha comprado con un precio tan grande. Son santos que estar�n con �l en aquel d�a en que �l aparezca con todos Sus santos.

3. Son los santos agradecidos de Dios. La comuni�n es una eucarist�a, un agradecimiento de principio a fin.

4. Deber�an ser santos cantantes. La gente expresa su alabanza y deleite espont�neamente con respecto a muchas menos cosas que los gozos de Dios y los privilegios de Su pueblo; por lo tanto, "Canten al Se�or, oh santos suyos, y den gracias por el recuerdo de su santidad". ( CH Spurgeon. )

El deber de la alegr�a

Cuando la gente quiere hacer las cosas atractivas en la agricultura, ofrecen exhibiciones de sus productos. Las mujeres traen su mejor mantequilla; los hombres traen las m�s nobles remolachas y verduras de todo tipo; y del huerto traen los frutos m�s raros; y cuando entras en la habitaci�n donde se exhiben todas estas cosas, te parecen atractivas y hermosas. Me parece que esta es la forma en que una Iglesia cristiana debe representar la vida cristiana.

Deber�as apilar tus manzanas, peras, melocotones, flores y verduras para mostrar cu�l es el fruto positivo de la religi�n. Pero muchas personas en la vida cristiana hacen lo que har�an los granjeros que ir�an a un espect�culo y llevar�an: un pigweed; otro cardos; otro muelle; y otros terrones de arcilla viejos y duros; y deber�a colocar estas cosas sin valor a lo largo de los lados de la habitaci�n y llorar por ellas. Los cristianos tienden a representar el lado oscuro de la religi�n en sus conversaciones y reuniones. ( HW Beecher. )

En el recuerdo de su santidad. -

La santidad de dios

Esta frase aparece nuevamente al final del salmo nonag�simo s�ptimo, y es en realidad una de las frases m�s elevadas que contiene la Sagrada Escritura. Aqu� hay una criatura pecadora que adora al Se�or no por Su misericordia sino por Su santidad, y pide a otros que hagan lo mismo. �Qu� no puede hacer la gracia de Dios en el coraz�n de un pecador?

I. la santidad de Dios. Afirma que en Dios todo el bien est� presente y todo mal est� ausente. �l llama santos a sus santos en la tierra, pero lo son solo en comparaci�n con sus semejantes: y la santidad de los �ngeles no solo es limitada, sino que, como toda la santidad de las criaturas, se deriva, no tiene su origen en ellos mismos. , pero en Dios. �l solo es santo en s� mismo. Y ahora considera ...

II. el efecto que esta maravillosa santidad deber�a tener sobre nosotros. Estamos llamados a "cantar al Se�or y dar gracias". Ahora bien, esto implica ...

1. Feliz confianza en la misericordia del Se�or. Porque nadie podr� jam�s agradecer al Se�or por Su santidad hasta que sea capaz de permanecer firme en Su misericordia. Su santidad vista sola nos espanta. Apenas podemos soportar o�r hablar de ello. Pero cuando estamos en Cristo, descansando en �l, podemos contemplar con calma Su santidad. Abrazado en Su misericordia, el alma se siente como No�, encerrada en el arca, a salvo, aunque la destrucci�n est� por todas partes.

2. Una deliciosa admiraci�n por la santidad de Dios. Dios mismo se deleita en ello. Casi cincuenta veces se llama a s� mismo "el Santo". Y los �ngeles y los santos del cielo se glor�an en ella. Vea el trisagion, �Santo, santo, santo�, etc. Y estamos llamados a participar de este deleite. El servicio de comuni�n nos invita a decir: "Por lo tanto, con �ngeles y arc�ngeles", etc. Felices somos si podemos entender tal lenguaje y realmente unirnos a �l.

3. Un sentido agradecido de sus obligaciones con la santidad divina. Qu� placer es volverse de la triste pecaminosidad de los hombres a la santidad de Dios. La idea es como un oasis en el desierto. Y derrama un resplandor sobre todos Sus otros atributos. �Qu� ser�a de ellos aparte de esto? Y la santidad que tenemos es una emanaci�n de la Suya y, debido a la Suya, ser� perfeccionada. Por tanto, vivamos en memoria de ella. ( C. Bradley, MA )

Versículo 5

A su favor est� la vida.

Vida a favor de Dios

El regreso del favor de Dios a un alma afligida es como la vida de entre los muertos: nada es tan vivificante. Toda nuestra dicha est� ligada al favor de Dios; y si tenemos eso, tenemos un tesoro infinito, cualquier otra cosa que queramos.

I. ilustran el sentimiento del texto.

1. Nuestra vida natural proviene del favor de Dios. En �l vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; �l nos protege de innumerables males; �l nos da pan, agua, ropa, salud, fuerza e intelecto.

2. Nuestra vida espiritual proviene del favor de Dios.

3. Nuestra vida eterna proviene del favor de Dios. Por ese favor llegamos a tener derecho al cielo por los m�ritos y la justicia de Cristo; por ese favor somos recibidos para el cielo mediante la regeneraci�n y la santificaci�n; por ese favor somos llevados al cielo, a trav�s de toda la penosa peregrinaci�n de la vida. �Oh, qu� puntos de vista tendr� entonces el esp�ritu redimido del favor de Dios!

II. algunas reflexiones pr�cticas.

1. � Qu� vano es esperar felicidad de la prosperidad mundana sin el favor de Dios! �De qu� sirve que todo el universo le sonr�e a un hombre, si est� bajo el ce�o de Dios?

2. Cu�n espantosas son las aflicciones de la vida sin el favor de Dios. Cu�n agudos deben ser los golpes de la vara Divina para quien los ve como los golpes de un enemigo.

3. Si el favor de Dios es la vida, entonces qu� vastas multitudes est�n muertas. Pueden encontrar tiempo para sus juegos, deportes, recreaciones y actividades mundanas; �pero no hay tiempo para buscar el favor de Dios y la salvaci�n de sus almas! Y cu�n imperdonables son esas personas. Mendigos, cuando podr�an ser los favoritos del cielo; prefiriendo la enfermedad a la salud, la ceguera a la vista, el peligro a la seguridad y la ira al favor de Dios.

4. Si en el favor de Dios hay vida, qu� espantoso lugar debe ser el infierno.

5. Si en el favor de Dios hay vida, qu� lugar tan bendito y glorioso debe ser el cielo. ( W. Gregory. )

Donde esta la vida

Hay muchas opiniones diferentes sobre el lugar del verdadero disfrute. Algunos piensan que se trata de gratificaciones animales; otros en posesiones materiales; adquisiciones mentales; refinamientos personales; posiciones sociales; y algunos incluso en los placeres actuales de las criaturas. El salmista pens� que estaba a favor de Dios. Y ten�a raz�n. Hasta que el hombre no tenga amistad con Dios, nunca ser� feliz.

I. �De qu� tipo es? No el favor creador de Dios, que nos ha hecho hombres, no brutos; no Su favor providencial, que ha suplido nuestras diversas necesidades, sino Su favor salvador ( Efesios 2:4 ). Que el salmista ten�a este favor de Dios a la vista, es evidente en Salmo 30:8 .

II. �A trav�s de qu� medio ejerce Dios su favor salvador? Jesucristo ( Juan 17:2 ; Hechos 4:12 ; Romanos 3:25 ; 1 Juan 5:11 ). Jes�s es para la regeneraci�n del hombre lo que la atm�sfera es para la fecundidad de la tierra: el medio a trav�s del cual el agua del oc�ano y el calor del sol act�an con poder generador.

III. �D�nde se revela este hecho? ( Deuteronomio 18:15 ; Deuteronomio 18:18 ; Lucas 24:27 ; Juan 5:39 ). Esto reviste las Escrituras con una grandeza indescriptible, un valor inestimable, una autoridad exclusiva y un atractivo final en todo lo relacionado con la redenci�n humana.

IV. �A qui�n se proclama? ( Juan 3:16 ; Lucas 2:10 ; Mateo 9:13 ; Tito 2:11 ). Limitar las invitaciones al Evangelio a unos pocos favorecidos no es b�blico.

V. �Qu� se obtendr� al considerar adecuadamente la proclamaci�n de Dios de su favor salvador? "Vida." Es decir, la restauraci�n a la semejanza moral de Dios, el restablecimiento de las correctas relaciones con Dios y la introducci�n a la verdadera amistad con Dios. Visto con respecto a la ley de Dios, se le llama justificaci�n ( G�latas 3:6 ); el car�cter de Dios, santificaci�n ( Efesios 5:25 ); la persona de Dios, compa�erismo ( Juan 17:21 ; 1 Juan 1:3 ; 1 Juan 1:6 ). Todo vivir es muerte que no est� en Dios, ni como �l, ni seg�n Su voluntad.

VI. �Mediante qu� ejercicio de la mente obtenemos los benditos resultados del favor salvador de Dios? Creer. ( WJ Stuart. )

El llanto puede durar una noche, pero el gozo llega por la ma�ana. -

El dolor sucedi� al gozo

El d�a y la noche constituyen la suma de la existencia humana; son emblem�ticos de la alegr�a y la tristeza. En el lenguaje figurado, la esperanza y la alegr�a se visten invariablemente con una vestidura de luz, mientras que el miedo y el dolor se visten de marta. El lenguaje de nuestro texto no se puede aplicar a las pruebas y aflicciones de los imp�os, pero notaremos algunas de esas ocasiones de llanto que se puede esperar razonablemente que terminen en gozo. De esta naturaleza son ...

I. las l�grimas que brotan de la convicci�n del pecado y del dolor penitencial.

II. El dolor que surge de un retroceso consciente o de las reprimendas de una conciencia tierna. No hay sentimiento m�s opresivo y doloroso que el de ser un traidor consciente: y la angustia del descarriado est� estrechamente ligada a esto. Cualquiera que sea la naturaleza de sus pecados, su dolor m�s profundo surgir� de su oposici�n a la naturaleza divina. �Contra ti, solo contra ti�, etc.

III. Aquellos que surgen del sentimiento de deserci�n espiritual. Hay momentos en los que "caminamos en tinieblas y no tenemos luz", y no recibimos comunicaciones de gracia para levantar nuestros esp�ritus deca�dos. La luz del rostro de Dios se retira. Pero esta soledad del alma, esta desolaci�n del esp�ritu, desaparecer� y la luz volver� a brillar.

IV. las causadas por aflicciones temporales, como p�rdida, duelo, muerte. Conclusi�n.

1. Deje que el sentimiento del texto lo proteja de un abatimiento l�gubre.

2. Desarmar a la muerte de sus terrores.

3. Que cada individuo se pregunte si est� interesado en la verdad de mi texto. �La fuente de tu llanto se convertir� en un manantial de alegr�a? �Puede razonablemente esperar que sea as�? Todo depende de que est�s en paz con Dios. �C�mo es contigo? ( J. Summers. )

Los dos invitados

Hay una ant�tesis obvia en la primera parte de este vers�culo, entre "Su ira" y "Su favor". Probablemente exista una ant�tesis similar entre "un momento" y "vida". Porque, aunque la palabra traducida �vida� no suele significar una vida, puede tener ese significado, y la evidente intenci�n de contraste parece requerirlo aqu�. Entonces, el significado de la primera parte de mi texto es, �la ira dura un momento; el favor dura toda la vida.

�La perpetuidad de una, y la brevedad de la otra, son el pensamiento del salmista. Entonces, si pasamos a la segunda parte del texto, observar� que tambi�n hay una doble ant�tesis. El "llanto" se contrapone a la "alegr�a"; la "noche" contra la "ma�ana". Y el primero de estos dos contrastes es m�s sorprendente si observamos que la palabra "gozo" significa, literalmente, "un grito de j�bilo", de modo que la voz que se alz� en llanto se concibe como ahora escuchada en alabanza exultante.

Luego, a�n m�s, la expresi�n "puede resistir" literalmente significa "venir a hospedarse". Para que se personifique el llanto y la alegr�a. Vienen dos invitados; uno, vestido de oscuro y acerc�ndose en la temporada adecuada para tal, "la noche". El otro brillante, que viene con todas las cosas frescas y soleadas, en la ma�ana cubierta de roc�o. El invitado de la noche llora; el invitado que toma su lugar por la ma�ana es Gladness. Las dos cl�usulas, entonces, de mi texto sugieren sustancialmente el mismo pensamiento, y es la persistencia del gozo y la transitoriedad del dolor. Todo es un pan de la propia experiencia del salmista.

I. La proporci�n de alegr�a y tristeza es como la vida ordinaria. Ahora bien, �es cierto - �no es cierto? - que, si un hombre considera correctamente la duraci�n proporcional de estos dos elementos diversos en su vida, debe llegar a la conclusi�n de que uno es continuo y el otro es transitorio. Una tormenta el�ctrica es muy corta cuando se compara con el largo d�a de verano en el que se estrella; y muy pocos d�as las tengo.

Debe ser un mal clima donde la mitad de los d�as son lluviosos. Pero entonces, el hombre mira antes y despu�s, y tiene el terrible don de que por anticipaci�n y por memoria puede prolongar la tristeza. La proporci�n de materia s�lida necesaria para colorear el Irwell es muy peque�a en comparaci�n con la totalidad de la corriente. Pero la corriente lo lleva, y media onza manchar� millas de la turbia corriente. La memoria y la anticipaci�n hacen que el metal se adelgace y lo hacen cubrir un espacio enorme.

Y la miseria es que, de alguna manera, tenemos mejores recuerdos para las horas tristes que para las alegres. Por lo tanto, se convierte en un consejo pr�ctico muy hogare�o, gastado y, sin embargo, siempre necesario para tratar de no magnificar y prolongar el dolor, ni minimizar y abreviar la alegr�a. Podemos hacer de nuestras vidas, seg�n nuestro propio pensamiento, mucho m�s lo que queramos. El valor, la alegr�a, el agradecimiento, el entusiasmo, la resoluci�n, est�n estrechamente relacionados con una estimaci�n sensata de las proporciones relativas de lo brillante y lo oscuro en la vida humana.

II. la inclusi�n del "momento" en la "vida". No s� si el salmista pens� en eso cuando dio enunciado a mi texto, pero si lo hizo o no, es cierto que el �momento� pasado en �ira� es parte de la �vida� que se pasa. en el "favor". As� como dentro del c�rculo de una vida se encuentra cada uno de sus momentos, el mismo principio de inclusi�n puede aplicarse al otro contraste presentado aqu�.

Porque como el "momento" es parte de la "vida", la "ira" es parte del amor. El "favor" contiene la "ira" dentro de s� mismo, porque la verdadera idea b�blica de esa expresi�n terrible y hecho terrible, la "ira de Dios", es que es la aversi�n necesaria de un amor perfectamente puro y santo de lo que hace no corresponde a s� mismo. Entonces, aunque a veces los dos pueden enfrentarse entre s�, en el fondo, y en realidad, son uno, y la "ira" no es m�s que un modo en el que el "favor" se manifiesta.

As� llegamos a la verdad que respira uniformidad y simplicidad a trav�s de todos los diversos m�todos de la mano Divina, que por mucho que �l cambie e invierta Su trato con nosotros, ellos son uno y lo mismo. Puede obtener dos movimientos diametralmente opuestos de la misma m�quina. La misma potencia enviar� una rueda girando de derecha a izquierda y otra de izquierda a derecha, pero cooperan para triturar en el otro extremo el �nico producto.

Es la misma revoluci�n de la tierra que trae benditos d�as alargados y verano creciente, y que corta el curso del sol y trae d�as declinantes y fr�o creciente. Es el mismo movimiento que lanza un cometa cerca del sol ardiente y lo env�a vagando hacia los campos del espacio astron�mico, m�s all� del alcance del telescopio, y casi m�s all� del alcance del pensamiento. Y as�, un prop�sito Divino uniforme, el favor que usa la ira, llena la vida, y no hay interrupciones, por breves que sean, en el flujo constante y continuo de Sus bendiciones derramadas.

Todo es amor y favor. La ira es amor enmascarado y el dolor tiene la misma fuente y misi�n que la alegr�a. Se necesitan todo tipo de climas para hacer un a�o, y todos tienden al mismo problema, de cosechas maduras y graneros llenos.

III. la conversi�n del dolor en alegr�a. Un pr�ncipe llega a la choza de un pobre, es recibido hospitalario en la oscuridad y, al ser recibido y acogido, por la ma�ana se quita los harapos y aparece como es. El dolor es la alegr�a disfrazada. Si se acepta, si la voluntad se somete, si el coraz�n se deja desenredar, para que sus zarcillos se enreden m�s cerca del coraz�n de Dios, entonces la transformaci�n seguramente vendr�, y la alegr�a amanecer� sobre aquellos que han obrado correctamente. -es decir, sumisa y agradecida- por sus penas.

No ser� una alegr�a como la que el mundo llama alegr�a: ruidosa, bulliciosa, llena de risas idiotas; pero ser� puro, profundo, sagrado y permanente. Un lirio blanco es mejor que una peon�a alardeando, y la alegr�a en la que se convierte la tristeza aceptada es pura, refinada y buena. Pero puedes decir: ��Ah! hay dos clases de dolores. Hay quienes se pueden curar y hay quienes no.

�Qu� tienes que decirme a m� que tengo que sangrar por una herida inmeditable hasta el final de mi vida? " Bueno, tengo que decir esto: mire m�s all� de los oscuros amaneceres de la tierra hacia esa ma�ana en la que saldr� el Sol de Justicia. Si tenemos que llevar una carga sobre una espalda adolorida hasta el final, aseg�rese de que cuando la noche, que est� muy avanzada, termine y el d�a, que est� cerca, se haya roto, cada gota de lluvia se convertir� en un destello. arco iris cuando es golpeado por la luz nivelada, y cada dolor soportado correctamente ser� representado por una alegr�a especial y particular. ( A. Maclaren, DD )

Llanto y alegr�a

Este pasaje sugiere lo siguiente.

1. Dios es amor. David inscribi� sobre el portal de su casa, "Su ira es s�lo por un momento", etc. �No habl� as� con s�mbolos rotos e imperfectos esta verdad de todas las verdades que ha sido revelada desde el Calvario y el Monte de la Ascensi�n, y que �Se nos ha dado para que podamos anunciarlo al mundo? �En esto est� el amor, no que hayamos amado a Dios�, etc. Es a la luz de esa revelaci�n de amor que debemos leer los enigmas de nuestra existencia.

Es a la luz de esa revelaci�n, y solo eso, que las nubes de nuestros presentimientos y nuestros abatimientos pueden hacerse volar. El gobierno de Dios del mundo, su ordenaci�n providencial de toda la raza humana y de cada vida individual es para nuestro bien eterno, y est� de acuerdo con su propia naturaleza de amor. En ese gobierno no se olvida nada; en ese plan amoroso ning�n coraz�n ha quedado desolado. No hay desviaci�n en el camino de Su progreso previsto; no hay fricci�n en el funcionamiento Divino; porque a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.

2. Otra cosa que sugiere este pasaje es que no solo su ira divina es consistente con el amor divino, sino que dado el hecho de que este amor de Dios es amor a seres libres, a seres que pecan continuamente, podemos decir que la ira es absolutamente esencial para el amor recto. Dios es la justicia eterna y el amor eterno. El Calvario es la revelaci�n trascendente al mundo del amor divino, pero tambi�n es la revelaci�n trascendente de la justicia divina.

Porque Dios es justo, Dios est� enojado. Est� enojado con los malvados, con la corrupci�n, la impureza, la crueldad, el ego�smo, la falsedad, la injusticia, la opresi�n, la envidia, el odio, el asesinato, la contienda. �Qu� padre que realmente ama a su hijo permitir� que ese hijo peque de manera flagrante y persistente y no lo castigue? La vara es a menudo un emblema de amor m�s en forma que un beso.

3. Estos dos visitantes, Llorando y Gozo, vienen instrumentalmente en las manos de Dios a los hogares de un mundo que est� siendo gobernado y dirigido por un amor justo. No digo que el llanto sea el mensajero de la ira de Dios, y que el gozo, por otro lado, sea el mensajero de su amor. Ambos son mensajeros de su voluntad; ambos sirven a sus prop�sitos redentores; ambos pueden ser igualmente mensajeros de su ira, como ambos pueden ser igualmente mensajeros de su amor.

Pero aunque deber�amos considerarlos como figuras simb�licas de la ira y del amor, las experiencias de la vida humana, cuando la casa se calla por el dolor, cuando el coraz�n est� abatido, seguidas - �bendito sea Dios! son seguidos - por d�as de alegr�a, dando "el manto de alabanza por el esp�ritu de abatimiento" - toda esta experiencia de vida deber�a recordarnos que en las l�neas en las que Dios est� obrando, los principios secretos de Su gobierno por lo que es bueno y lo que es doloroso, a trav�s del llanto y la alegr�a, a trav�s de esta experiencia extra�amente mezclada de la vida humana, est� cumpliendo lentamente ese gran prop�sito y hacia ese gran fin, el bien eterno de todas sus criaturas.

La ira de Dios es un tratamiento especial para una hora cr�tica; es el sondaje de la herida; es el cambio, por as� decirlo, de la fuerza motriz en la naturaleza secreta del alma; y es s�lo para que recordemos que el Padre de los esp�ritus, en sujeci�n a quien vivimos, es tambi�n el Anciano de D�as y la Justicia Eterna. Pero la ira Divina es pasajera. La ira no se mantendr�; es imposible que se pueda mantener la ira justa; es como si el carb�n cayera caliente del horno que se enfr�a a cada momento.

Tal es la ira de un ser justo y amoroso. No es odio, enemistad y celos, sino ira, un ce�o fruncido que, cuando el ni�o ve, se convierte en una sonrisa de ternura y amor paternos. ( RB Brindley. )

Una letra de liberaci�n

I. el canto f�nebre del dolor - �Llorando. .. noche." Mira c�mo el dolor y la noche est�n vinculados. La vida es esta noche.

1. Una breve noche.

2. A veces una noche salvaje.

3. Una noche triste a menudo.

4. Pero una noche bordeada de luz, de un lado y de otro; y as� el canto f�nebre tiene su tono consolador.

II. la letra de la liberaci�n.

"Alegr�a. .. ma�ana." Mira c�mo se unen la alegr�a y la luz.

1. En la ma�ana de un conocimiento m�s claro.

2. Por la ma�ana de car�cter m�s puro.

3. En la ma�ana de la eternidad. ( Capucha RC. )

La alegr�a de la Pascua

Las asociaciones que tenemos con la Pascua son muy diversas, pero, para la mayor�a de nosotros, representa m�s que cualquier otra cosa una gran repulsi�n del sentimiento. El cambio del Viernes Santo al D�a de Pascua es mucho m�s brusco que cualquier otro en el a�o cristiano. Es como el brusco descenso desde el aire limpio y fr�o de los Altos Alpes a las ricas y soleadas llanuras de Italia, y nos recuerda vicisitudes terrenales como la del soberano, que al estar encarcelado y esperando una ejecuci�n inmediata, es colocado por un repentino revoluci�n en el trono de sus antepasados.

Las palabras de David no exageran el sentimiento pascual. Las palabras describen la experiencia de David en m�s de una ocasi�n. Hab�a conocido un peligro y luego una gran liberaci�n. Y una ma�ana como la que cuenta el texto fue la primera ma�ana de Resurrecci�n para los disc�pulos. Podemos decir que no deber�an haber estado tan apesadumbrados porque Jes�s les hab�a dicho tan clara y repetidamente lo que suceder�a.

De Su muerte y resurrecci�n les hab�a dicho una y otra vez. Y, sin embargo, cuando lo vieron muerto sobre la Cruz, se llenaron de una desilusi�n casi inimaginable. �C�mo se explica esto? La naturaleza humana es naturalmente optimista. Frente a los pron�sticos de problemas, resiste su realidad y su fuerza, los saca lo mejor que puede. No ver�n lo que no desean ver.

Y as� fue con nuestro Se�or y Sus disc�pulos. De ah� la palabra de Pedro: �Al�jate de ti, Se�or; esto no te suceder� �, como si la profec�a de Su Pasi�n hubiera sido una expresi�n de pesimismo morboso. Y as� fue como cuando ocurri� la �ltima tragedia los encontr� desprevenidos. Esta fue la angustia que tuvieron que soportar los primeros disc�pulos. Pero qu� gozo les vino por la ma�ana, ya que primero sobre uno y luego sobre otro cayeron los rayos del sol naciente de justicia.Y tal ma�ana ser� cuando el cristiano, habiendo pasado la puerta de la muerte, llegue a una alegre resurrecci�n.

Y el nuestro llevar� el modelo de nuestro Se�or. Es cierto que para �l no hubo tal intervalo entre la muerte y la resurrecci�n que debe haber para nosotros; y para �l no hubo corrupci�n, mientras que para nosotros la habr�. Pero al fin el alma y el cuerpo se unir�n de nuevo y para siempre. Que el alma sobrevive al cuerpo podr�a inferirse de la ley de conservaci�n de la fuerza o la energ�a en el universo f�sico.

Porque, �no hay otra energ�a que la de las sustancias conocidas por la qu�mica? �No son el pensamiento, la voluntad, el amor, verdaderas energ�as: tanto como cualquiera que podamos identificar con elementos qu�micos? Pero, �c�mo y en qu� forma sobrevive esta energ�a espiritual? Debe ser de alguna forma estrictamente personal, o de lo contrario nuestra personalidad dejar� de serlo y el alma ser� virtualmente aniquilada. La fuerza f�sica existe independientemente del sujeto a cuya vida pertenece.

Pero no as� con la fuerza espiritual. No tenemos conocimiento de �l aparte de la persona en quien se encuentra. Por tanto, si el alma existe, debe conservar su personalidad. Y todo esto no es mera metaf�sica, sino que es una cuesti�n pr�ctica para el coraz�n. Quien ha amado y perdido a un ser querido no sabe cu�n intensamente real es esta pregunta. Y que nadie piense que estar absorto en el oc�ano de la vida universal es algo m�s noble que retener nuestra vida personal.

No es tan. No puede haber gozo en la aniquilaci�n de la personalidad. Reprimirse a uno mismo es bueno, pero eso es muy diferente de la aniquilaci�n de la personalidad. De ah� el valor de la verdad de la resurrecci�n del cuerpo, ya que afirma tan enf�ticamente nuestra personalidad perdurable. Y as� todas las ansiedades en cuanto al reconocimiento de los amigos cesan. La alegr�a vendr� a trav�s de tal reconocimiento, por la ma�ana.

S�, pero �a qui�n? A aquellos que han aprendido el significado moral y espiritual, as� como f�sico, de la resurrecci�n. Hay dos noches que penden pesadamente en la vida de los hombres: la del dolor y la del pecado. Pero por Cristo nuestro Se�or, cada uno de ellos puede ir seguido de una ma�ana de gozo. ( Canon Liddon. )

El extra�o no invitado y el invitado bienvenido

La imagen es muy llamativa. Al anochecer, Llorando, como un extra�o con un velo oscuro, entra en nuestra morada, entristeciendo a todos con su presencia no deseada, pero viene s�lo para pasar una noche. Por la ma�ana aparece otro invitado, Joy, como un �ngel salvador, ante el cual el llanto desaparece.

I. Es el caso de los piadosos, la noche llena de l�grimas de la aflicci�n ser� seguida por la ma�ana gozosa de la liberaci�n y el favor que regresa de Dios. Tenemos aqu� una alusi�n figurativa a la forma en que Dios hab�a tratado al salmista y, a menudo, a su pueblo. Su favor hab�a sido retirado, su disgusto manifestado, pero fue solo por un momento, momento que contrasta con toda la vida alentada con su sonrisa.

�Cu�n a menudo en la historia de la Iglesia hemos visto la noche oscura de la aflicci�n seguida por la ma�ana luminosa de una liberaci�n gloriosa y triunfante! �La hora m�s oscura inmediatamente anterior al amanecer! Por un momento, Dios parece olvidarse de su pueblo, ser sordo a su clamor: s�lo est� esperando el tiempo establecido para entregar; y en el momento en que llega el m�s apto, el �nico momento adecuado, vemos que la ma�ana sucede a la noche y la alegr�a ocupa el lugar del llanto.

Vemos exactamente lo mismo en el trato de Dios con las personas. La noche de la aflicci�n cae sobre ellos, el extra�o no deseado, Llorando, se instala con ellos, sus planes se traspasan, sus esperanzas se arruinan, su casa se vuelve desolada. �Bien! tienen el privilegio de creer, no solo que estas dolorosas circunstancias ser�n anuladas para siempre, sino que la oscuridad de la noche de la aflicci�n ser� reemplazada por el resplandor de una ma�ana gozosa. Es muy frecuente aqu�, pero ya sea aqu� o no, pronto ser� as�.

II. la noche llorosa de la vida ser� sucedida por el d�a eterno y sin l�grimas del cielo. Esperamos el amanecer de ese d�a. Tenemos los comienzos de la luz y el gozo del cielo, aqu� y ahora; la promesa y la seriedad de ellos. Hemos pasado de las tinieblas a la luz, nos visit� el amanecer de lo alto; y aunque habitamos en la penumbra del amanecer, somos los hijos de la luz. Debemos buscar caminar en la luz, caminar como hijos de la luz. ( TM Morris. )

Los dos invitados

Yo llorando. Es a la par que ella viene a todos nuestros hogares. Cuando entra, cerramos las contraventanas, y muy a menudo apagamos la vela, y al resplandor de las moribundas brasas del hogar le hablamos un rato.

1. Es seguro que el llanto vendr� a nosotros cuando la sombra de la muerte se posa sobre nuestro hogar. Ella nos dice que pocas veces hubo un hogar tan oscuro como el nuestro, o una prueba tan grande; que tal p�rdida nunca podr� compensarse por completo; que ahora apenas estamos empezando a descubrir qu� es la vida.

2. El llanto llega en tiempos de adversidad y ansiedad. Con semblante pensativo y en tono triste dice que la Providencia est� llena de misterio, y que en todas las �pocas ha conocido a algunas de las mejores personas que estaban as� tristemente perplejas. Ella nos dice que recuerda bien c�mo Asaf sol�a decir hace mucho tiempo ( Salmo 73:1 ; Salmo 73:5 ; Salmo 73:18 ). Nos recuerda c�mo David tambi�n y otros santos sintieron la misma carga de misterio, y agrega que nadie ha encontrado nunca la soluci�n. No le sorprende que estemos preocupados; bien podr�amos serlo.

3. El llanto llega en esas horas dif�ciles cuando las amistades nos decepcionan y las relaciones cercanas y tiernas se vuelven tensas. Ella sugiere que la naturaleza humana es, a pesar de todas sus profesiones, ego�sta y poco confiable; que la exclamaci�n del salmista es, tarde o temprano, la exclamaci�n de todos los que han conocido mucho del mundo y sus caminos: �No conf�es en los pr�ncipes�, etc.

4. Seguramente nos llegar� el llanto en la hora de nuestra humillaci�n y verg�enza. En el tenue resplandor del fuego en la chimenea, ella nos hace notar las manchas en nuestra ropa que, nos asegura, se ver�an mil veces peor si las vi�ramos con la luz adecuada, las vi�ramos como las ven los dem�s; y, sobre todo, como Dios los ve.

II. el llanto se desvanece en la luz gris del amanecer, y la alegr�a entra en nuestra morada. Las persianas se vuelven a cerrar, el fuego se vuelve a encender en el hogar; y luego, en la creciente luz del d�a que entra a raudales por la ventana, Joy nos habla un rato. Le repetimos lo que Weeping nos ha dicho, y Joy responde que Weeping es una verdadera maestra, que es su prerrogativa decir muchas verdades que solo ella puede ense�ar, pero que pasa por alto otras no menos importantes.

1. Por ejemplo, que al hablarnos de nuestro duelo como una p�rdida que nada puede compensar, se olvid� de volver a hablarnos del encuentro; del recuerdo de ese amado que ser� para nosotros inspiraci�n para toda la vida; de la direcci�n ascendente que tal duelo deber�a dar a nuestros pensamientos y aspiraciones; y de c�mo puede ser una de las formas de Dios de unirnos a �l asociando Su hogar con el nuestro.

2. Una vez m�s, Joy nos recuerda que cuando Weeping habl� de la aflicci�n como el misterio que ha dejado perplejos a los santos de Dios en todas las edades, y de c�mo hab�a escuchado a Asaf decir: �En cuanto a m�, casi se me han ido los pies; mis pasos casi se hab�an resbalado. Porque tuve envidia de los necios, cuando vi la prosperidad de los malvados, �etc. ( Salmo 73:2 ), se olvid� de decirnos el resto que dijo Asaf: c�mo comenz� el salmo con:� Verdaderamente Dios es bueno con Israel, incluso con los limpios de coraz�n �; y c�mo eso, m�s adelante, al hablar de la prosperidad de los imp�os, exclama (vers�culos 16-20 y 25, 26).

�Ella tambi�n se olvid� de decirte�, agrega Joy, �lo que dijo otro salmista ( Salmo 119:67 ). �S�, contin�a Joy, �Llorar es una buena maestra, pero tiene mala memoria para las cosas que son alegres; ella solo recuerda lo triste ".

3. Joy hace una pausa, y luego, con un brillo a�n m�s brillante en su rostro y un tono m�s claro en su voz, contin�a, Y cuando Weeping te habl� de tu pecado, te dio la mitad de la verdad. Cuando le dijo que nunca podr�a quitar las manchas del pecado que Dios vio en su vestimenta, se olvid� de decir que �la sangre de Jesucristo, su Hijo, limpia�, etc. ( D. Davies ) .

Tristeza

Entre las cosas que se exhibieron en la Exposici�n de Stanley, celebrada en Londres hace unos a�os, se encontraba una peque�a EM. volumen que siempre estar� asociado con la memoria de un ingl�s que se fue al Continente Oscuro no para entregarse al deporte, ni a los viajes, ni a la aventura, ni tampoco para hacer fortuna, sino para predicar la religi�n de Jesucristo. El libro era el diario del obispo Hannington. La caligraf�a, como recordar�, era peque�a y estrecha, a la manera de un viajero que debe meterse lo m�s posible en una peque�a br�jula.

Y esta fue la entrada en la �ltima p�gina, la �ltima que hizo el Obispo: �No puedo escuchar noticias, pero fue retenido por Salmo 30:1 ., Que vino con gran poder. Una hiena aull� cerca de m� anoche, oliendo a hombre enfermo, pero espero que no me tenga todav�a ". La fecha de esa entrada fue el 29 de octubre de 1885 y muestra c�mo los salmos est�n llenos de poder religioso, aptos para el uso diario, incluso en nuestro propio tiempo.

El tiempo y el conocimiento le fallar�an a uno para hablar de todos los santos de Dios que han sido ayudados por el Salmo 30. Incluso en la hoguera, cuando los le�os se han amontonado por todas partes y los grilletes han pesado cada miembro, los m�rtires de la fe han cantado con voz inquebrantable sus promesas de esperanza segura y certera, y han fallecido gozosamente con sus palabras en los labios. Uno de ellos fue John Herwin, quien sufri� durante las persecuciones de Alva a los protestantes de los Pa�ses Bajos.

"En el lugar de la ejecuci�n", escribe el cronista de la �poca, "uno le dio la mano y lo consol�". Entonces "comenz� a cantar el Salmo 30"; y el Salmo 30, a pesar de las interrupciones, lo cant� de principio a fin. ( EH Eland, MA )

Llorando y trotando

�Lo! viene hacia ac�, como dirigi�ndose a la puerta de nuestra casa, una forma oscura. Est� un poco encorvada, pero no por la edad. Tiene el rostro p�lido, su paso es l�nguido, como quien ha viajado lejos y est� cansado; y sus l�grimas fluyen tan r�pido que no puede enjugarlas. Nuestros corazones comienzan a latir cuando la vemos venir. �Pasar� o se quedar�? �Soy una peregrina�, dijo ella; ��Me alojar�s por la noche? Estoy triste, estoy cansado, porque doy la vuelta al mundo.

Hay pocas casas en las que no entro, y en algunas hago larga estancia. Me preguntas por el nombre. Lo llevo en mi rostro: mi nombre es 'Llorando'. �Desea ver mis credenciales? Basta que nadie haya podido retenerme fuera de una puerta por la que quer�a estar; y s� que, a pesar de vuestro coraz�n palpitante, no ser�is inh�spitos; me acoger�s. " �S�, un poco, para refrescarte, para secar tus l�grimas si podemos; y luego para despedirte.

"No, no puedo hacer ninguna estipulaci�n; �Voy a donde me env�an, salgo a la hora se�alada! " Y ahora �Weeping� tiene su habitaci�n en la casa. Y se bajan las persianas, se callan los corazones y se pisa con ligereza; y, escuchando durante toda la noche, o�mos suspiros, ya veces casi sollozos, desde la c�mara donde "Weeping" yace sin dormir. Y nosotros tambi�n estamos insomnes y ansiosos, y uno y otro encuentran las l�grimas fluyendo por sus propias mejillas a medida que avanza la noche; y la casa est� llena de dolor y miedo, mientras el pensamiento oscuro comienza a tomar forma de que ella puede haber venido para hacer una larga estad�a.

Estamos despiertos a tiempo, por ahora estamos entre ellos "que velan por la ma�ana". Un poco de �l est� en el cielo del este del archivo, �y mira�, nos decimos unos a otros, �est� comenzando a dorar los picos de las monta�as ya fluir hacia los valles�, cuando, al escuchar unos pasos que se acercan, �he aqu�! viene uno cuyo paso es el�stico, cuya forma es graciosa, que lleva el amanecer en su rostro, que arroja luz a su alrededor mientras camina.

Nuevamente nuestros corazones comienzan a latir, pero esta vez es por temor a que no se quede. �Soy un peregrino�, dijo �l; �Llevo mucho tiempo en el camino; Puedo caminar a trav�s de la noche m�s oscura y no tropezar; He venido a ti esta ma�ana con el amanecer y deseo quedarme ". Ah, si supi�ramos d�nde darte lugar, te doy la bienvenida. s�lo tenemos una habitaci�n de invitados y est� ocupada. Anoche se nos acerc� una pobre peregrina llamada 'Llorando', que durante las primeras horas de la noche suspir� y llor� tan profundamente que parec�a como si estuviera respirando sin vida.

Durante las �ltimas dos horas parece haberse quedado dormida, porque su habitaci�n est� en silencio, y ser�a cruel despertarla ". "�Llanto? ah, la conozco bien. Mi nombre es Joy. El llanto y la alegr�a tienen mal el mundo entre ellos desde que se hizo el mundo. Pero, ahora, mire en su habitaci�n. Lo encontrar�s vac�o. La conoc� hace una hora al otro lado de la colina. Me dijo que se hab�a escabullido silenciosamente y que llegar�a justo a tiempo para sonre�rle los buenos d�as desde mi rostro brillante, mientras ella segu�a su camino hacia el valle de Baca, y el valle m�s profundo y oscuro de la sombra. de la muerte.

El llanto no volver� aqu� esta noche, y me quedar�, o dejar� algo de la luz de mi presencia para llenar la casa. A menudo nos encontramos y siempre nos separamos. Pero se avecina un tiempo, en la Tierra de la Luz, de donde yo vengo, cuando ni siquiera ella sabr� llorar. "Porque el Se�or Dios enjugar� las l�grimas de todos los rostros". ( A. Raleigh, DD )

Versículos 6-12

En mi prosperidad dije, nunca ser� movido.

Las condiciones y actos de la vida, los manantiales de asuntos solemnes

Estos vers�culos pueden tomarse como una indicaci�n de las tendencias de ciertas condiciones y acciones en la vida humana.

I. Aqu� est� la prosperidad humana que conduce a la presunci�n. La experiencia del escritor concuerda con la de Job ( Job 29:18 ). Tambi�n con la experiencia del rico del Evangelio, que dijo: �Alma, tienes muchos bienes guardados para muchos a�os; rel�jate, come, bebe y divi�rtete ".

1. Esta tendencia implica una perversi�n moral. Nuestros sentimientos religiosos deben volverse m�s puros y m�s fuertes a medida que abundan nuestras misericordias. Por tanto, es triste ver que la prosperidad conduce a la presunci�n y la impiedad.

2. Esta tendencia deber�a modificar nuestro deseo de riqueza. La riqueza mundana, en el mejor de los casos, es solo un bien temporal y, a menudo, un mal disfrazado.

II. Aqu� la aflicci�n conduce a la oraci�n.

1. La descripci�n de la aflicci�n. Es el esconder el rostro de Dios.

2. La naturaleza de su oraci�n.

(1) Vehemente ( 1 Cr�nicas 21:16 ).

(2) Argumentativo. Razona con el Todopoderoso (vers�culo 9).

Quiere decir que su destrucci�n no ser�a de ning�n servicio para el Todopoderoso, pero que su preservaci�n podr�a serlo.

III. Aqu� est� la oraci�n que conduce a la liberaci�n. En respuesta a la oraci�n ferviente, el Gran Padre siempre ha dado al sufriente suplicante belleza por las cenizas, el aceite de gozo por el duelo y el manto de alabanza por el esp�ritu de tristeza.

1. Dios quita el sufrimiento. "Te has quitado mi cilicio".

2. Dios da felicidad. "Y me ci�� de alegr�a".

IV. Aqu� hay liberaci�n que conduce a la alabanza.

1. Este fue el prop�sito de su liberaci�n. "Para que mi gloria te cante alabanzas". Fue entregado para alabar.

2. Esta fue la influencia de su liberaci�n. "Oh Se�or, Dios m�o, te alabar� por siempre". ( Homilista. )

La mejora adecuada de la prosperidad y la adversidad.

El tema de la queja del salmista en estas palabras es una debilidad com�n, incidente en la naturaleza humana; demasiada confianza en el d�a de la prosperidad y excesivo abatimiento en tiempos de angustia.

I. �Qu� es lo que contribuye principalmente a esta extrema diversidad de temperamento bajo los diferentes escenarios de la vida?

1. A veces se debe, en buena medida, al car�cter y temperamento nativos de la mente. Algunos son de una marca tan suave y flexible que pronto quedan impresionados: casi todo les afecta demasiado.

2. Lo que m�s contribuye a este gran rev�s de temperamento bajo las vicisitudes de la vida, lo concibo como una excesiva afici�n por los placeres terrenales. Si no pusi�ramos nuestro coraz�n en estas cosas, deber�amos encontrarnos con menos desilusiones por parte de ellas.

3. Nuestra ignorancia o desconsideraci�n de la verdadera naturaleza de las cosas presentes, como

(1) insatisfactorio;

(2) incierto.

4. Una falta de fe, que nos ense�ar�a a mirar m�s all� de estas cosas hacia el resultado final del gran Omnisapiente Dispensador de ellas.

II. qu� peligrosas consecuencias acompa�an a tal desigualdad mental.

1. Nos expone a todas las tentaciones de ese estado de vida al que nos ha llevado la Providencia.

(1) Un hombre que est� seguro, carnal y confiado en la prosperidad, yace completamente expuesto a todas las trampas y tentaciones que acompa�an a ese estado de vida: que son tales; orgullo, mundanalidad, autocomplacencia, vanidad, avaricia, intemperancia, desprecio por los dem�s, autosuficiencia, opresi�n, irreligi�n o, al menos, una gran indiferencia hacia las cosas sagradas.

(2) La sucumbencia y el abatimiento de la mente en la adversidad nos expone a todos los peligros y tentaciones de la condici�n de flotar. Y los pecados a los que m�s se inclinan los hombres en este estado de vida son la envidia por la prosperidad ajena, la murmuraci�n, la impaciencia, el descontento, la falta de caridad, la pasi�n, el miedo y la desesperaci�n.

2. Nos priva de todas las ventajas que podr�amos derivar de estos estados.

(1) Un estado de �nimo euf�rico y descuidado en la prosperidad nos priva de los principales beneficios que podr�an derivarnos de all�: o, en otras palabras, impide que nuestras bendiciones sean santificadas. Porque, �c�mo se nos pueden santificar esas bendiciones por las que no estamos agradecidos? �Y c�mo podemos estar agradecidos por esas bendiciones por las cuales nos olvidamos de nuestra dependencia de la Providencia?

(2) Un dolor y abatimiento excesivos en la tribulaci�n van acompa�ados de efectos no menos perjudiciales; ya que nos priva de todas las ventajas que podr�amos obtener de nuestros problemas. Las aflicciones se env�an a menudo como las mayores misericordias; para hacernos m�s mansos, resignados, pacientes, humildes, santos y celestiales; para purificar nuestros corazones, apartarnos del mundo y mortificar nuestros afectos sensuales; y revivir y cultivar un estado de �nimo espiritual, vigilante y dependiente. Pero, �c�mo pueden santificarse las aflicciones para estos felices prop�sitos, cuando la mente est� atormentada por un tormentoso dolor, o se desmaya bajo el golpe, incapaz de formar un solo derecho, o una reflexi�n regular?

III. qu� consideraciones son las m�s adecuadas para equilibrar las pasiones y darnos dominio propio ante todos los sucesos providenciales.

1. Pensemos a menudo en la inconstancia natural de todas las cosas terrenales.

(1) �No hay mil caminos secretos e imprevistos por los que la mano de Dios puede arrebatarnos repentinamente todas las comodidades terrenales o nuestra capacidad para disfrutarlas? Cu�n vano, entonces, es un esp�ritu confiado en un d�a de prosperidad.

(2) �Est�n nuestras almas envueltas en tinieblas? �Y nuestra mente se desconsola y se inclina bajo la presi�n de alguna aflicci�n grave? recordemos que el d�a sucede a la noche ( Salmo 30:5 ). El tiempo cura todos nuestros dolores terrenales; y la gracia los alivia. Que esto santifique, lo que eso eliminar� por completo.

2. Miremos hacia el final de las cosas y tratemos de familiarizarnos con los pensamientos del futuro.

3. Mantengamos siempre nuestros ojos fijos en Dios, como el Supremo y omnisciente Dispensador de estas cosas; y recuerde, que cualquier cosa que nos suceda, viene por Su permiso o direcci�n.

4. P�nganos a pensar cu�nto ofendemos a nuestro Hacedor al entregarnos a ese temperamento d�bil y desprotegido que ahora se describe.

5. Consideremos cu�nto perdemos el gusto de nuestras misericordias al sentirnos demasiado seguros y gustarles en la prosperidad; y c�mo aumentamos nuestra carga hundi�ndonos bajo ella en la adversidad.

6. Aprendamos a ser m�s cautelosos en la prosperidad y m�s serenos en la adversidad, y a esforzarnos por lograr m�s ecuanimidad en ambos. ( J. Mason, MA )

Los peligros de la prosperidad

Porque curiosamente dijo del anciano Pitt que "se cay� por las escaleras" cuando fue elevado a la nobleza. M�s de un hombre no puede soportar subir m�s alto. Se vuelve altivo, orgulloso; afecta la dignidad, la domina sobre la herencia de Dios; se vuelve demasiado grande con la superioridad consciente. Como Jeshurun, engorda y patea. Se cae por las escaleras; arriba, no abajo . ( COMO Pierson, DD )

Versículo 7

Escondiste tu rostro, y me turb�.

El retiro de la presencia Divina

De todas las fuentes de dolor a las que se expone aqu� un buen hombre, no hay ninguna cuyas aguas sean tan amargas, ni cuyo dolor sea tan conmovedor, como la retirada de la presencia divina. Pero hay un beneficio pr�ctico que se puede derivar de ello; proporciona evidencia adicional de nuestro estado real ante Dios. Si podemos soportar la ausencia de la presencia favorable de Dios en nuestras almas sin dolor, nuestro amor por �l no puede ser genuino.

I. el alcance de este retiro. No hablamos de su alejamiento de los inconversos, sino del verdadero hijo de Dios.

1. No incluye el retiro de Su bondad amorosa. De hecho, el acto mismo de la retirada es impulsado por el amor.

2. No incluye el retiro de la presencia real y la morada del Esp�ritu Santo. El Esp�ritu puede no reflejar el resplandor del amor de Dios en el alma del creyente, y sin embargo, puede, al mismo tiempo, obrar en su coraz�n de tal manera que haga viva su fe; sus deseos fuertes; su conciencia tierna; y su vida fruct�fera.

3. Esta retirada puede ser experimentada en grados diferentes por diferentes cristianos y por los mismos cristianos en diferentes momentos y bajo diferentes circunstancias. Para algunos es solo un d�a nublado; para otros es el crep�sculo, ni oscuro ni claro; con algunos el sol de justicia est� encapotado, con otros parece estar totalmente eclipsado.

II. cuando se puede decir que Dios esconde su rostro.

1. Cuando no interviene en su favor, y aunque los ve en problemas, no da un paso al frente para aliviarlos.

2. Cuando quita de su pueblo los s�mbolos de su presencia: las ordenanzas y los sacramentos de la religi�n.

3. Cuando su pueblo no valora los medios de la gracia, y cuando no aparece su provecho.

4. Cuando niega a su pueblo el acceso a s� mismo y rompe la comuni�n con ellos.

III. las razones de este escondite.

1. Cuando los cristianos cometen pecados graves y deshonran a la religi�n, Dios oculta su rostro de ellos para mostrarles su disgusto y mostrar al mundo que las ca�das y los pecados de los profesantes no deben atribuirse a ellos, ni ser acusado de su religi�n.

2. Cuando los cristianos se vuelven terrenales y comienzan a preferir las posesiones, los placeres y los compromisos del mundo a Jes�s y su gran salvaci�n, entonces Dios les oculta su rostro.

3. Cuando los cristianos se vuelven formales, fr�os y sin vida en sus deberes religiosos, entonces Dios frecuentemente les oculta su rostro. Es el adorador espiritual vivo, activo, celoso, con quien Dios se ha comprometido a morar.

4. Cuando los cristianos descuidan el gran medio de acceso a Dios, el Se�or Jesucristo, a Jehov� le molesta el insulto que se le ofrece a Su Hijo al ocultar Su rostro.

IV. el esp�ritu a ejercitarse en estas temporadas de deserci�n. "Estaba preocupado". Esto implica:

1. Que somos verdaderamente sensibles a nuestra p�rdida, a nuestro pecado y a las terribles consecuencias que inevitablemente deben seguir a la continuaci�n de este estado de cosas.

2. Que reconozcamos la presencia de Dios como la �nica fuente permanente de consuelo y felicidad.

3. Que ejerzamos todos los poderes y facultades de nuestra alma para recuperar la presencia y el favor de Dios. Para este prop�sito debemos utilizar todos los medios de gracia designados. En todos los deberes y ordenanzas, nuestra alma debe seguirle de cerca y seguirle de cerca de una ordenanza a otra hasta que lo encontremos.

V. �Por qu� los cristianos se preocupan as� de ocultar su rostro?

1. Por las bendiciones que han perdido.

2. Por los males positivos que siempre acompa�an a esta retirada del alma de la presencia favorable de Dios.

(1) Oscuridad espiritual.

(2) Muerte espiritual e insensibilidad.

(3) Fracaso en todos los deberes espirituales.

(4) La esterilidad del alma.

(5) Exposici�n a peligros y tentaciones.

(6) Un temor al disgusto de Dios.

(7) El miedo al rechazo final.

(8) Pensamiento melanc�lico de muerte y juicio.

VI. lecciones pr�cticas y advertencias.

1. Cu�n pocos son los verdaderos creyentes.

2. Cu�n terrible es la condici�n de los inconversos.

3. Qu� espantoso es el estado del descarriado.

4. Cu�n feliz es el pueblo de Dios. ( W. Gregory. )

Versículos 11-12

Has convertido para m� mi lamento en danza.

Alegr�a pascual

Aqu� se describe un cambio, completo y m�s o menos repentino, de la tristeza a la alegr�a. David ha escapado de un peligro que lo hab�a llevado muy cerca de la muerte; y ahora est� agradecido y exultante. Sus palabras est�n en consonancia con lo que sienten los cristianos, ya que pasan de los �ltimos d�as de la Semana Santa a las primeras horas de la Pascua. Si la Pascua se asocia predominantemente con alguna emoci�n, es con la alegr�a.

Y as�, desde entonces, la Iglesia de Cristo ha trabajado para hacer de la fiesta de la Pascua, m�s all� de todas las dem�s, la fiesta de la alegr�a cristiana. Todo lo que la naturaleza y el arte pudieron proporcionar ha sido convocado para expresar, en la medida de lo externo, esta emoci�n abrumadora de las almas cristianas que adoran en la tumba de su Se�or Resucitado. Todas las liberaciones del antiguo pueblo de Dios, de Egipto, de Asiria, de Babilonia, son s�lo ensayos de la gran liberaci�n de todos en la ma�ana de la Resurrecci�n; y cada profeta y salmista que anuncia alguno de ellos, suena en los o�dos cristianos alguna nota separada del himno de la Resurrecci�n.

Y esta, la alegr�a que llena el alma de la Iglesia creyente el d�a de Pascua, tiene una especie de eco en el mundo exterior; para que aquellos que se sientan holgadamente a nuestra fe y esperanza, y que adoran raras veces, si es que alguna vez, ante nuestros altares, sin embargo, sientan que los buenos esp�ritus est�n de alguna manera en orden en la ma�ana de Pascua. Por el bien de ellos, como por el nuestro, tratemos de hacer pedazos la emoci�n, como la encontramos en el alma cristiana; Pregunt�monos por qu� es tan natural que los cristianos digan, en este d�a, con David: "Has convertido mi tristeza en gozo; me has quitado el cilicio y me has ce�ido de alegr�a".

I. La primera raz�n, entonces, de esta alegr�a pascual es el triunfo y la satisfacci�n de que disfruta nuestro Se�or mismo. Lo seguimos en las etapas de sus sufrimientos y muerte. Simpatizamos reverentemente con los terribles dolores de nuestro Adorable Se�or y Amigo; y as� entramos, de alguna manera lejana, en la sensaci�n de triunfo, indecible y sublime, que sigue m�s all� de ella. Es Su triunfo; esa es la primera consideraci�n; Su triunfo, que fue ahora tan cruelmente insultado y torturado.

Todo ha terminado ahora; por un solo movimiento de Su Majestuosa Voluntad, �l ha resucitado. Y nosotros, al arrodillarnos ante �l, pensamos, ante todo, en �l. Es su gozo el que inspira el nuestro; convierte nuestra tristeza en gozo, quita nuestro dolor y nos ce��a de alegr�a. �Digo que este es el caso? Quiz�s sea m�s prudente decir que deber�a ser as�. Porque en verdad el h�bito de salirnos y olvidarnos de nuestro yo miserable en el sentido absorbente de la belleza y magnificencia de Dios, pertenece m�s al cristianismo antiguo que al moderno.

Para aquellos viejos cristianos, Dios era todo, el hombre nada o casi nada. El suyo era un inter�s desinteresado en Dios. Con nosotros, somos demasiado propensos a valorar a Dios, no tanto por �l como por el nuestro. Sea suyo para demostrar que mi recelo es injustificado. Sabes que la pura simpat�a por la felicidad de un amigo terrenal pierde por consideraci�n la cuesti�n de si aporta algo a la tuya; y de la misma manera esfu�rzate por decir hoy a tu Amigo Celestial: �Porque T�, Se�or Jes�s, has vencido a Tus enemigos, has vencido a la muerte y has entrado en Tu gloria, que has convertido mi pesadumbre de Cuaresma en gozo, y me despoj� de mi cilicio y me ci�� de alegr�a �.

II.debido al sentido de confianza con el que la resurrecci�n de Cristo de entre los muertos vigoriza nuestra comprensi�n de la verdad cristiana. A la mente le encanta descansar la verdad sobre una base segura. Esto es lo que quiso decir el viejo poeta romano al decir que era realmente feliz el hombre que hab�a llegado a conocer las causas de las cosas. El qu�mico que por fin ha explicado el efecto conocido de una droga en particular, poniendo al descubierto, tras el an�lisis, una propiedad hasta ahora no descubierta en ella; el historiador que ha podido demostrar que la conjetura de los a�os se basa en la evidencia de un documento fidedigno; el matem�tico a quien le ha mostrado la f�rmula que resuelve alg�n problema que lo ha perseguido y eludido durante mucho tiempo; el anatomista que ha podido referir lo que hasta ahora hab�a considerado un hecho anormal al funcionamiento de una ley reconocida; estos hombres saben lo que es la alegr�a.

Ahora, similar al gozo de los estudiantes y trabajadores es la satisfacci�n de un cristiano cuando se detiene constantemente en la resurrecci�n de nuestro Se�or Jesucristo. El Credo cristiano es como una torre que eleva hacia el cielo sus ventanas y pin�culos en sucesivas etapas de creciente gracia. Prodigamos nuestra admiraci�n primero en este detalle, y luego en eso; y, mientras estudiamos y admiramos as�, permanecemos continuamente en sus pisos superiores, hasta que al fin tal vez se nos ocurra o se nos sugiera una pregunta grave.

�Sobre qu� descansa todo esto? �Cu�l es el fundamento-hecho sobre el que se ha erigido esta estructura en toda su augusta y fascinante belleza? �Qu� hecho, si se elimina, ser�a fatal para �l? Y la respuesta es: la resurrecci�n de nuestro Se�or es uno de esos hechos. Fue declarado Hijo de Dios con poder por la resurrecci�n de entre los muertos. S�; es aqu�, junto a la tumba vac�a de Jes�s Resucitado, donde la fe cristiana se siente sobre la dura roca de los hechos; aqu� rompemos la tiran�a de la materia y los sentidos, y nos levantamos con Cristo al mundo inmaterial; aqu� ponemos un t�rmino a la enervante alternancia de conjeturas y dudas que prevalece en otros lugares, y llegamos a la frontera de lo absolutamente cierto. Y podemos responder: En verdad, Se�or Jes�s, con tu resurrecci�n has convertido mi tristeza en gozo; me has quitado el cilicio,

III. Y por la seguridad que da de nuestra propia resurrecci�n. El paganismo solo pod�a adivinar y especular sobre la inmortalidad del alma. Es el Evangelio el que da certeza; ha desvelado la inmortalidad del hombre en su plenitud, en cuerpo y alma. As� reconoceremos a nuestros amigos en el cielo, porque ellos llevar�n all� los rasgos y la expresi�n que ten�an en la tierra. "Todos los hombres se levantar�n con sus cuerpos". Por tanto, pensamos con alegr�a en los muertos bienaventurados. ( Canon Liddon. )

Me ce�iste de alegr�a. -

Elevaci�n del sentimiento

Para la expresi�n y manifestaci�n del estado en el que nos encontramos, Dios ha hecho una rica provisi�n de poder. La frente, el ojo, la boca, todo el rostro, las manos, los brazos, el andar, y sobre todo la voz, son tantos instrumentos y agentes de expresi�n; y no somos fieles a nosotros mismos, somos falsos a nuestra condici�n, somos desleales a Dios, cuando nos vestimos con una reticencia uniforme y una conducta inexpresiva.

Las nubes pierden su negrura y aparecen de colores brillantes y dorados magn�ficamente cuando el sol brilla sobre ellas. El mar se deshace de su tonalidad plomiza y se cubre de sonrisas quebradizas cuando cesa la tormenta. El campo de batalla absorbe la sangre que, en el d�a de la guerra, se derrama en su seno, y exhibe hermosas flores, o pastos verdes, o ma�z dorado. La tierra se despoja de su atuendo invernal y se pone sus vestiduras veraniegas cuando "ha llegado el momento del canto de los p�jaros". De la misma manera hay en la vida y la experiencia humanas el convertir el duelo en danza; despojarse de cilicio y ce�irse con alegr�a. ( S. Mart�n. )

Alabanza continua

Un d�a de verano vi una alondra levantarse de un campo, y escuch� casi extasiado su inigualable canci�n. El p�jaro se elev� en etapas sucesivas, cantando mientras se levantaba y cantando mientras descansaba, y el �ltimo ascenso que hizo hizo que pareciera una mota en el cielo azul, un manantial casi imperceptible de dulce m�sica en los cielos. Nada apareci� queriendo completar la escena excepto la apertura de las puertas celestiales para recibir a este ministro del canto, para que su sacrificio de los sonidos m�s dulces fuera puesto sobre el altar de Dios.

Pero mientras pensaba en esta consumaci�n, el p�jaro comenz� a descender, cayendo r�pidamente en etapas sucesivas hasta cerca de la tierra, y luego volando horizontalmente hasta perderse en su nido. �No representa el ascenso y descenso de este cantante favorito nuestra alabanza a Dios? Nuestra gloria no siempre est� en silencio. A veces cantamos alabanzas a nuestro Dios y nos elevamos a gloriosas elevaciones de sentimientos y pensamientos.

Pero si nos levantamos alto por la ma�ana, caemos bajo antes del mediod�a; si ascendemos en el d�a del Se�or, nos hundimos en otros d�as. Llegar� un d�a en que habr� un �ltimo despojo del cilicio y un �ltimo ce�ido de alegr�a; y en aquel d�a se romper� el silencio para siempre, y nuestra vida eterna ser� un salmo eterno y un servicio de alabanza. ( S. Mart�n. ).

Salmo 31:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 30". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-30.html. 1905-1909. Nueva York.