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Bible Commentaries
Salmos 5

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

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Versículos 1-12

Se�or, escucha mis palabras.

Los lados internos y externos de la vida divina

El Salmo se divide en dos partes principales: Salmo 5:1 y Salmo 5:8 . Lo interior es lo primero; porque la comuni�n con Dios en el lugar secreto del Alt�simo debe preceder a todo caminar en Su camino, y toda experiencia bendita de Su protecci�n, con el gozo que brota de ello.

El Salmo es una meditaci�n en oraci�n sobre el tema inagotable de la bienaventuranza contrastada de los justos y la miseria del pecador, como se muestra en las dos grandes mitades de la vida: la interior de la comuni�n y la exterior de la acci�n. Un salmista que ha captado la idea de que el verdadero sacrificio es la oraci�n, no es probable que haya pasado por alto el pensamiento af�n de que �la casa del Se�or, de la que hablar� ahora, es algo m�s que cualquier santuario material.

Pero ofrecer sacrificio no es todo lo que se regocija en resolver. �l �velar�; eso s�lo puede significar que estar� en la perspectiva de la respuesta a su oraci�n, o, si podemos retener la alusi�n al sacrificio, por el destello descendente del fuego Divino, que indica la aceptaci�n de su oraci�n. La confianza y la resoluci�n se basan en la santidad de Dios, a trav�s de la cual la condici�n necesaria para acercarse a �l llega a ser la pureza.

La santidad de Dios excluye a los impuros. El vocabulario del salmista est� lleno de sin�nimos de pecado, que dan testimonio de la profunda conciencia que la ley y el ritual hab�an evocado en los corazones devotos. En Salmo 5:7 el salmista vuelve a la referencia personal, contrastando su propio acceso a Dios con la separaci�n de los malhechores de Su presencia.

Pero no afirma tener derecho de entrada porque sea puro. La segunda parte puede tomarse como su oraci�n cuando est� en el templo, ya sea en el santuario exterior o no. Todos los deseos del hombre devoto por s� mismo se resumen en la oraci�n pidiendo gu�a. Rompe en oraci�n, que tambi�n es profec�a. Volvemos a la luz del sol al final del Salmo y escuchamos la oraci�n contrastada, que se estremece de alegr�a y esperanza. ( A. Maclaren, DD )

Oraci�n a Dios

Este Salmo tiene dos partes:

1. El profeta ruega al Se�or que escuche su oraci�n; lo que los malvados no pueden o no pueden esperar.

2. Pide al Se�or que lo dirija, para que los enemigos no se aprovechen de �l; cuya naturaleza describe, orando a Dios para que los derroque; consolando, por otro lado, a los piadosos con excelentes promesas. El vers�culo 1 ense�a que los hijos de Dios muchas veces usan palabras en sus oraciones, muchas veces no. Tambi�n Mois�s y Ana, la madre de Samuel. Los hijos de Dios deben esforzarse por ser fervorosos en la oraci�n, y no deben orar a nadie m�s que a �l solo.

El vers�culo 3 ense�a que debemos interrumpir nuestro sue�o por la ma�ana, para que al final podamos orar al Se�or. Al ver que Dios no puede deshacerse de la maldad, sus hijos tambi�n deber�an aborrecerla. En Salmo 5:6 incluyen juicios contra los imp�os, es decir, contra los mentirosos, las personas crueles y los hombres enga�osos. Puede que no comparezcamos ante Dios confiando en nuestros propios m�ritos, que de hecho no los tenemos, sino �nicamente en Sus misericordias.

Tambi�n que con reverencia debemos acudir a los lugares del servicio de Dios, y tambi�n con reverencia comportarnos all�. A menos que Dios nos gu�e, nos apartaremos del camino; la fuerza de nuestra naturaleza corrupta nos lleva de cabeza hacia ella. Tambi�n debemos orar por una vida santa, y con este fin, que la boca de nuestros enemigos sea tapada de malas palabras. El vers�culo 9 es una descripci�n vivaz de las cualidades de los imp�os: son inconstantes, imaginan la maldad, son dados a la crueldad y la adulaci�n.

Es l�cito rezar contra los enemigos de la Iglesia, para que se dispersen sus consejos y deseos. Los fieles pueden regocijarse por el derrocamiento de los enemigos de Dios. De Salmo 5:12 aprendemos con qu� seguridad son los que el Se�or defiende; aquellos que se apoyan sobre la roca de Su omnipotente protecci�n no pueden abortar. ( Thomas Wilcocks. )

El estado mental de David en relaci�n con Dios y la sociedad

I. En relaci�n con Dios. Aqu� se revelan:

1. Sus creencias de Dios. En su omnisciencia, el Eterno conoce nuestra "meditaci�n". En la santidad moral de Dios, el ser de Dios es el fundamento, la voluntad de Dios el est�ndar y la influencia de Dios la fuente de toda excelencia moral en el universo. En la rectitud administrativa de Dios. El Dios santo debe castigar a los pecadores que no se arrepienten, dondequiera que se encuentren. Hay justicia administrativa en el universo que un d�a equilibrar� con justicia los asuntos de la humanidad.

2. Sus sentimientos hacia Dios. El sentimiento de inter�s personal. Mi rey. Sinti� que el Guardi�n del universo era suyo en un sentido elevado; su Guardi�n, su Padre y su Amigo. Un sentimiento de s�plica ferviente. Y el sentimiento de expectativa pr�ctica. David "mir� hacia arriba" esperando.

3. Su prop�sito en relaci�n con Dios. Se propuso la oraci�n temprana; oraci�n ordenada; hay un orden devenir en la adoraci�n.

II. En relaci�n a la sociedad.

1. Considera a todos los que son sus enemigos como enemigos de Dios. Vea en la conducta de David el error com�n de los fan�ticos y el esp�ritu perseguidor de los fan�ticos.

2. Considera suyos a todos los que fueron amigos de Dios. Los amigos de Dios deben ser nuestros amigos, Su pueblo nuestro pueblo. ( Homilista. )

El orante y no orante

I. La direcci�n y la forma de oraci�n (1-3). Las palabras pronunciadas dicen que no todo el coraz�n medita. Estas meditaciones son los gemidos que no se pueden pronunciar, pero que el Esp�ritu comprende ( Romanos 8:26 ). Tan pronto como nos despertemos al amanecer, hablemos con Dios, �dirija�, ponga en orden, nuestra oraci�n. No debemos orar sin m�todo; y habiendo orado, busque la respuesta ( Habacuc 2:1 ). Perdemos muchas respuestas, porque nos cansamos de esperar en los muelles a que regresen los barcos.

II. Caracteres contrastados (4-7). Aqu� hay expresiones severas para los imp�os. Es posible que ni siquiera �moren� con Dios, como un caminante ( 2 Juan 1:10 ). Hablan arrendamiento, una antigua palabra inglesa para mentir. No con esp�ritu de jactancia, sino de humilde gratitud, David se vuelve a s� mismo ( 1 Corintios 15:10 ).

�Tu santo templo� (Dan. 6:10; 1 Samuel 1:9 ; 1 Samuel 3:3 ).

III. La oraci�n (8-12). Podemos apelar a la justicia de Dios para vindicar a sus justos. Porque �l es lo que es, podemos contar con �l ( 2 Cr�nicas 16:9 ). Cu�n terrible es la descripci�n de los imp�os (9), sin embargo, est� casi enteramente relacionada con los pecados de la lengua. Los imp�os son como sepulcros, bellos por fuera, corrupci�n por dentro y exhalando vapores pestilentes.

Vers�culo 11. �Conf�a�, y con �l van el gozo y el amor ( Deuteronomio 33:23 ). ( FB Meyer, BA )

La puerta del oratorio

Este Salmo es una oraci�n. Y aunque el tema es de gran inter�s, el Salmo es peculiar al exponer las caracter�sticas de la oraci�n en general.

Una sugerencia de la variedad de la oraci�n ( Salmo 5:1 ). La oraci�n es una provisi�n para una necesidad universal y, por lo tanto, debe ser capaz de una gran variedad de adaptaciones. Si un hombre ha de orar sin cesar, debe orar en una variedad infinita de circunstancias. Esa es la oraci�n que se denota con la palabra "meditaci�n"; lo que se encuentra en el coraz�n como deseo o aspiraci�n no expresados; que indica un estado o h�bito mental tanto como un acto.

�La meditaci�n�, dice Gurnall, �es oraci�n en lingotes; oraci�n en el mineral, pronto se derriti� y se convirti� en deseos santos ". La aspiraci�n no expresada del alma es a menudo m�s verdadera oraci�n que la f�rmula completa. Distinga entre el esp�ritu y el h�bito de la oraci�n. El esp�ritu s�lo puede ser el resultado de la vida de Dios en el alma; el h�bito de la oraci�n puede ser simplemente el resultado de la educaci�n. La palabra �clamor� sugiere otra variedad de oraci�n: el arrebato apasionado de un alma en peligro, abatimiento o peligro; lanzar una oraci�n como un dardo de tiro fuerte, que le da a tal oraci�n el nombre de "eyaculatorio".

"Estos dardos pueden dispararse al cielo sin usar el arco de la lengua". Una oraci�n como esta se vincula estrechamente con la meditaci�n. El vers�culo 2 dirige el pensamiento hacia el poder de apropiaci�n de la oraci�n. A Dios se le llama "mi Rey", "mi Dios". El modelo de oraci�n de nuestro Se�or ataca todo altruismo en nuestras peticiones. Pero no excluye el elemento personal. El vers�culo 3 se�ala la solidez y la decencia de la oraci�n.

Est� bien que la oraci�n sea espont�nea; pero tambi�n bueno que deber�a estar debidamente regulado. Un suelo f�rtil es algo bueno; pero su riqueza no es una raz�n para que sus frutos y pastos crezcan en confusi�n. La sugerencia de decencia en el acto de oraci�n es proporcionada por la Palabra �directo. La palabra original se usa para ordenar la madera y el sacrificio sobre el altar d�a a d�a.

Lea: "Orar�, poniendo en orden mi s�plica". En esto no hay nada que reprima la espontaneidad o que trabe la libertad. Simplemente ense�a que la oraci�n debe ser decorosa, meditada y marcada por un prop�sito inteligente. Deber�amos hacer bien en abarcar menos terreno en nuestras oraciones y en reflexionar sobre sus detalles con m�s atenci�n. El vers�culo 3 da otra caracter�stica de la oraci�n: la expectativa. �Yo mirar�, o mirar� hacia arriba.

�El que ha expresado su oraci�n ante Dios con consideraci�n y reverencia, debe esperar la respuesta. Debemos velar en oraci�n, con referencia a la oraci�n. Alguien ha dicho concisamente que el hombre que no cuida las oraciones que ha hecho, es como el avestruz, que pone sus huevos y no busca a sus cr�as. El vers�culo 7 da otra caracter�stica: la confianza. El salmista habla como alguien que tiene derecho a entrar en la casa de Dios.

Es su casa porque es de Dios. Esta confianza de ninguna manera excluye la humilde reverencia. Es de gracia gratuita, de compasi�n inmerecida, de amor abundante, que se me permite venir. Y tal acercamiento a Dios debe involucrar el �ltimo elemento de oraci�n sugerido por el Salmo: gozo. En la tierra, la relaci�n amorosa a menudo se ve empa�ada por el peligro; pero el que habla con Dios en su propia casa, siempre comulga con seguridad. Por tanto, este Salmo es una gran lecci�n sobre la oraci�n. ( Marvin R. Vincent, DD )

La pobreza del habla en la oraci�n

�El poder del lenguaje se ha ido ampliando gradualmente durante un gran per�odo de tiempo, y me atrevo a decir que el idioma ingl�s en la actualidad puede expresar m�s y es m�s sutil, flexible y al mismo tiempo vigoroso que cualquiera de los otros. que poseemos un registro ". As� escribe Richard Jefferies en uno de sus �ltimos ensayos. Pero, a pesar de todo esto, reconoce que todav�a tenemos pensamientos y sentimientos m�s all� de la expresi�n.

�Cu�ntos han dicho del mar�, exclama, me hace sentir algo que no puedo decir. Y cu�nto m�s nos posee este sentimiento al estar en comuni�n con Aquel que hizo el mar. Las palabras no expresan los pensamientos y los pensamientos no logran comprender la verdad.

Considere mi meditaci�n . -

La parte t�cita de la oraci�n

Y no s�lo hay que escuchar su lengua, tambi�n hay que interpretar su pensamiento. �l implora: "Comprende mi meditaci�n". Esta es la versi�n antigua del Libro de Oraciones, y parece acercarse m�s al hebreo ( bin ). Un pasaje paralelo es: �Entiendes mi pensamiento de lejos; porque no hay una palabra en mi lengua, pero, he aqu�, oh Se�or, t� lo sabes completamente. " La petici�n "Comprende mi meditaci�n" que viene despu�s de "Escucha mis palabras" es profundamente sugerente.

Implica que hab�a un significado mudo en su oraci�n que no solo era m�s de lo que pod�a expresar, sino m�s de lo que �l mismo pod�a, incluso a s� mismo, explicar perfectamente. En la oraci�n m�s profunda no s�lo se quiere decir m�s de lo que alcanza el o�do, sino que se quiere decir m�s de lo que la mente misma puede descifrar. Y la expansi�n en Romanos 8:1 es muy maravillosa, muy conmovedora y alentadora: �No sabemos orar como debemos, pero el Esp�ritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y el que escudri�a el coraz�n, sabe cu�l es la mente del Esp�ritu �. ( B. Gregory, DD )

Versículo 2

Porque a Ti orar�.

Oraci�n

Si "refrena la oraci�n ante Dios" -

1. Act�as en oposici�n a tu sentido y confesi�n de lo que es correcto. Sabes que debes orar. �C�mo puedes rechazar la acusaci�n de inconsistencia, cuando la oraci�n est� excluida de tu sistema pr�ctico?

2. Al descuidar la oraci�n, resiste la autoridad de Dios. Dios te ha ordenado que ores. �Puedes aventurarte a tratar su mandato con desprecio y, sin embargo, esperar prosperar? �Qu� t�tulo tienes para esperar que, en este particular m�s que en cualquier otro, puedas desobedecer a Dios con impunidad?

3. Sin la oraci�n, vanas ser�n para ti todas las provisiones que se hacen en el evangelio para tu liberaci�n y felicidad. El evangelio es una dispensaci�n de sabidur�a y bondad divinas. Propone otorgar a los hombres los beneficios de la salvaci�n. Pero propone otorgarlos de cierta manera y de acuerdo con un cierto esquema. �Conoce alg�n motivo para creer que estos beneficios pueden pertenecer alguna vez a aquellos que no oran por ellos? Lecciones:

(1) Nos conviene formar y adoptar el prop�sito del salmista. Su prop�sito era rezar; y ese prop�sito debe ser nuestro. Tenemos muchos motivos e incentivos para participar en este ejercicio.

(2) Debemos orar a Dios con gran sinceridad. No cumplir con el deber de una manera fr�a, formal o superficial.

(3) No debemos orar como si Dios no quisiera escucharnos y otorgar las bendiciones que necesitamos. Se ha revelado a S� mismo como el oyente de la oraci�n.

(4) No olvides que el Dios a quien oras es un Dios santo. Observe que el salmista no se satisfizo con la oraci�n privada; tambi�n resolvi� participar en los ejercicios del culto p�blico. La resoluci�n del salmista debe ser nuestra. ( A. Thomson DD )

La franqueza de la oraci�n

Ning�n sacerdote se interpone entre el adorador y su Se�or. Cada hombre debe exponer su propio caso. Oramos los unos por los otros, pero no los unos por los otros. �Qu� puede ser m�s bello que el cuadro as� representado? Dios es puesto en el lugar que le corresponde como Padre en trono, escuchando a cada uno de sus s�bditos a medida que el s�bdito se sienta impulsado a dirigirse a �l. Cada palabra est� cargada de vida tr�mula. Ning�n hombre puede orar por otro en el mismo sentido exquisito y vital en el que un hombre puede orar por s� mismo; siempre hay circunstancias en el caso del peticionario, que s�lo el peticionario conoce, y aunque no puede expresar tales circunstancias en una expresi�n literal, puede sugerirlas todas con el mismo tono de su voz.

Confundimos la naturaleza de la oraci�n si pensamos que puede limitarse a las palabras. Incluso cuando usamos las palabras de otro en nuestros ejercicios devocionales, ponemos en su expresi�n acentos que son personales e incomunicables. Es en esos tonos y acentos donde se encuentra la verdadera cualidad de la oraci�n. Si la oraci�n consistiera �nicamente en la pronunciaci�n de ciertas palabras, entonces los malvados podr�an orar y orar con gran efecto elocuente; pero la oraci�n apenas est� en las palabras, es una sutil fragancia del alma, algo inexpresable que entendemos m�s cerca del nombre de agon�a.

Siendo esta la naturaleza de la oraci�n, se sigue que cualquier mediaci�n sacerdotal que pueda haber en el universo - y que existe tal mediaci�n que ning�n estudiante de la Biblia puede negar - el individuo mismo debe estar en una relaci�n directa con Dios, recibiendo ayuda. del sacerdote, pero no en ning�n grado para borrar su personalidad o reducir su disfrute espiritual. ( Joseph Parker, DD )

Sobre las ventajas de la oraci�n

La oraci�n es el pulso del alma. No orar, o tener poca inclinaci�n a orar, es el estado m�s espantoso en el que puede estar un ser humano. Pero es casi tan lamentable rezar bajo la influencia de sentimientos y sentimientos inapropiados como no rezar en absoluto. De ninguna manera es competencia de la oraci�n informar a la Deidad de lo que necesitamos, o inducirle a alterar Sus prop�sitos, o persuadirle para que nos conceda todo lo que consideremos conveniente solicitarle.

Para el Dios omnisciente, todas nuestras necesidades deben ser bien conocidas; incluso mejores de lo que son para nosotros. Tampoco se puede suponer, como consecuencia de nuestras oraciones, que se desv�e del curso que hab�a decidido seguir, o que someta la disposici�n de Sus favores a nuestra direcci�n. Las ventajas de la oraci�n deben considerarse limitadas a nosotros mismos; y s�lo tenemos que reflexionar por un momento sobre el estado y el temperamento de la mente que es fundamental para apreciar, para convencernos de que est� eminentemente calculado para promover nuestra verdadera mejora y felicidad.

1. La oraci�n, como consecuencia de las disposiciones que excita y acaricia en la mente del suplicante, est� bien calculada para producir los efectos m�s felices sobre su conducta y condici�n. No hay un error en el entendimiento, una mala propensi�n en la voluntad, o una mancha en la conducta externa, que no pueda, ni directa ni indirectamente, ser atribuida a un temperamento mental, contrario al del suplicante cristiano, y que un temperamento similar al suyo no tender�a ni a prevenir ni a eliminar.

2. La oraci�n califica al suplicante para recibir las influencias iluminadoras, santificadoras y consoladoras del Esp�ritu Divino. No se puede negar que el Esp�ritu de Dios puede comunicar direcci�n, energ�a y pureza al alma de una manera secreta e incomprensible. Que es principalmente por medio de la oraci�n tal comunicaci�n es una verdad que la experiencia de todo cristiano genuino corrobora suficientemente. La oraci�n es el medio que Dios ha designado para ser usado para obtener las influencias del Esp�ritu y para apreciar ese estado de �nimo y temperamento que lo califican peculiarmente para recibirlas.

3. La oraci�n est� felizmente preparada para fortalecernos contra la tentaci�n. Nuestras tentaciones surgen principalmente del mundo y de las cosas del mundo. La influencia que los objetos mundanos producen sobre los diferentes temperamentos y circunstancias de los hombres es tan grande que no debe describirse. La mejor manera de contrarrestar esta influencia es apartar la mente tanto como sea posible de las cosas terrenales y, en el ejercicio frecuente de la oraci�n, abrirla a la impresi�n de las cosas invisibles y eternas. La oraci�n nos hace independientes del mundo, al fijar y fortalecer nuestra dependencia de Dios.

4. La oraci�n imparte al cristiano la serenidad, la fuerza y ??la estabilidad que le conviene para todo lo que es verdaderamente amable, grande y bueno. Lo vuelve sereno, sereno y alegre. Entonces, viendo que la oraci�n est� acompa�ada de efectos tan importantes y benditos, �con cu�nta alegr�a deber�amos aprovechar este precioso privilegio! ( J. Somerville, DD )

Objeciones a la oraci�n respondidas

Nunca se ha aducido ning�n argumento contra la oraci�n, que no puede rastrearse hasta la fuente de la corrupci�n humana. Los hombres desprecian el deber de la oraci�n, y luego se pone en funcionamiento el juicio para idear argumentos en su contra. Algunos nos dicen que ven poca o ninguna necesidad de oraci�n: que Dios, que es rico en misericordia, los bendecir�, recen o no. Muchos son tan irregulares en el ejercicio de este deber, que apenas se puede decir que recen.

Orar�an y no lo har�an. Sus corazones est�n divididos. Pero, �c�mo pueden imaginarse que Dios ser� servido con un coraz�n dividido? Otros dicen, �con qu� prop�sito debemos orar, viendo que nuestras oraciones no pueden tener ning�n efecto sobre Dios para disponer que �l nos conceda lo que necesitamos, para alterar Sus prop�sitos o para alejarnos de los peligros que nos amenazan? Por qu� debemos orar por otra raz�n; es decir, producir el mayor, m�s importante y m�s beneficioso efecto sobre nosotros mismos.

El prop�sito de la oraci�n es respondido cuando, a trav�s de la bendici�n divina, se forja en nosotros un estado de �nimo santo; cuando somos llevados a ceder a la impresi�n de cosas espirituales. Algunas personas bien dispuestas alegan que no pueden orar. Esto no ofrece ninguna objeci�n razonable a la oraci�n. No orar en absoluto, porque no podemos orar bien, es tan absurdo como ser�a en un ni�o no caminar, porque no puede caminar con la elegancia y la gracia de un hombre adulto.

Es muy probable que tal objeci�n surja de la indolencia y la falta de una disposici�n real para orar. No es la manera o el lenguaje de la oraci�n lo que la hace aceptable a Dios, sino el temperamento y las disposiciones con las que se ofrece. Si el pobre pecador afligido tiene el car�cter correcto, se acercar� al Se�or, aunque de la manera m�s imperfecta. Algunos cristianos sinceros dicen que son conscientes de tanto pecado e indignidad, de tanta debilidad y depravaci�n ante los ojos de Dios, que no se atreven a orar.

Pero su olvido, el gran Intercesor. de pie ante el trono, con el incensario de oro en la mano, y ofreciendo mucho incienso con las oraciones de los santos. Con esto, sus miedos se disipan. Otra objeci�n a la oraci�n puede surgir en la mente de los verdaderos cristianos. Por muy serios y sinceros que hayan sido en el desempe�o de este deber, no tienen ninguna raz�n para suponer que alguna vez se les ha concedido una respuesta a sus oraciones.

Esta objeci�n se hace a veces cuando las oraciones han sido respondidas, pero no en la forma particular deseada. Dios puede tener razones para retrasar o retener respuestas. El verdadero suplicante no deja de urgir inmediatamente su demanda, cuando cree que no es escuchado. Dios sabe tanto lo que es bueno para el cristiano como en qu� momento y de qu� manera debe concederse. Por lo tanto, el cristiano, en lugar de disminuir su importunidad cuando cree que no es escuchado, debe esperar con paciencia y una seriedad renovada hasta que Dios quiera concederle una respuesta amable. ( J. Somerville, DD )

Sobre la naturaleza de la oraci�n

La oraci�n est� bien definida como una ofrenda de nuestros deseos a Dios, por cosas agradables a su voluntad, en el nombre de Cristo, con la confesi�n de nuestros pecados y el reconocimiento agradecido de sus misericordias. La oraci�n puede considerarse como un t�rmino gen�rico, que incluye adoraci�n, confesi�n, petici�n y acci�n de gracias. Todos estos son igualmente el resultado de un temperamento devocional.

1. El verdadero suplicante es profundamente consciente de que se encuentra en un estado de dependencia, debilidad, ignorancia e incapacidad para promover su propia felicidad. Sin esto, puede haber una forma de oraci�n, pero nada de su esp�ritu.

2. El verdadero suplicante viene a Dios con la firme creencia de Su existencia y con una solicitud confidencial a �l, como capaz y dispuesto a ayudar a todos los que ponen su confianza en �l. Sin esa fe y confianza, no puede haber oraci�n.

3. El verdadero suplicante se acerca a Dios con manos limpias y coraz�n puro. En todas las edades y naciones, los ritos de purificaci�n generalmente han precedido a los acercamientos inmediatos a la Deidad. Si "consideramos la iniquidad en nuestro coraz�n, el Se�or no nos escuchar�". Pero la imperfecci�n se adhiere en mayor o menor grado al pueblo de Dios en la vida presente; y como est�n profundamente conscientes de que esto es lo f�cil, y como tal conciencia tiende naturalmente a debilitar su confianza en Dios, observe:

4. Que el verdadero suplicante se acerque a Dios por mediaci�n de Su Hijo Jesucristo. "Por medio de �l tenemos acceso por un solo Esp�ritu al Padre". Tampoco es una cita reciente.

5. El verdadero suplicante, en todas sus peticiones ante el trono de la gracia, est� regulado por la palabra y la voluntad de Dios. Los deseos de la humanidad son tan diversos como sus deseos imaginarios. La voluntad de Dios, y no su propia voluntad, es la gu�a del cristiano en el deber devocional. Perm�tanme recordarles el glorioso privilegio de la oraci�n; un privilegio tan grande, que al mejorarlo correctamente, las criaturas dependientes y pecadoras como nosotros pueden apoyarse con confianza en la Roca de las Edades.

Pero la oraci�n que se ha delineado no es un logro natural. Los sentimientos y sentimientos del verdadero suplicante son el producto de un principio divino, especialmente engendrado y alimentado por Aquel que se denomina, "el Esp�ritu de gracia y s�plica". ( J. Somerville, DD )

Versículo 3

Por la ma�ana dirigir� mi oraci�n hacia ti.

�C�mo empezar cada d�a con Dios?

I. El buen trabajo en s� mismo que debemos hacer. A orar. Un deber dictado por la luz y la ley de la naturaleza, pero en el que el evangelio de Cristo nos instruye mejor. Mira c�mo David expresa sus piadosas resoluciones.

1. Oir�s mi voz. Entender como prometi�ndose a s� mismo una graciosa aceptaci�n con Dios. "T� oir�s". Es el lenguaje de su fe, basado en la promesa de Dios, que su o�do siempre estar� abierto al clamor de su pueblo. Dondequiera que Dios encuentre un coraz�n que ora, encontrar� una oraci�n que escucha a Dios. Entiende como David prometi� a Dios una constante asistencia a �l, en la forma que �l ha designado.

Dios entiende el lenguaje del coraz�n, y ese es el lenguaje en el que debemos hablar con Dios. Debemos asegurarnos de que Dios nos escuche todos los d�as. Lo espera y lo requiere. As� mantendr� su autoridad sobre nosotros y dar� testimonio de su amor y compasi�n hacia nosotros. Tenemos algo que decirle a Dios todos los d�as: como a un amigo al que amamos y con el que tenemos libertad; como a un maestro al que servimos y con el que tenemos negocios.

Nuestra felicidad est� ligada a Su favor. Lo hemos ofendido y todos los d�as estamos contrayendo culpa. Tenemos un trabajo diario que hacer por Dios y nuestras propias almas. Estamos continuamente en peligro. Morimos a diario. Somos miembros de ese cuerpo del cual Cristo es la cabeza, y nos preocupamos por aprobarnos como miembros vivos. Ponga todo esto junto y considere si no tiene algo que decirle a Dios todos los d�as.

Si tienes todo esto que decirle a Dios, �qu� deber�a impedirte decirlo? No dejes que la distancia o el miedo te obstaculicen. No permita que su conocimiento de cu�l es su negocio le estorbe. Que ning�n otro asunto obstaculice nuestro decir lo que tenemos que decirle a Dios.

II. Debemos dirigir nuestra oraci�n a Dios. Debemos dirigirnos a �l con deliberaci�n y dise�o. El t�rmino "directo" indica firmeza de pensamiento y una estrecha aplicaci�n de la mente al deber de la oraci�n. Habla de la sinceridad de nuestra intenci�n habitual en la oraci�n: la firmeza de nuestra actual consideraci�n a Dios en la oraci�n.

III. Debemos mirar hacia arriba. Debemos mirar hacia arriba en nuestras oraciones; y despu�s de nuestras oraciones, con una mirada de satisfacci�n y placer; con un ojo de observaci�n, lo que Dios devuelve a nuestras oraciones. Seamos �ntimos con Dios en cada deber, para hacer que el coraz�n trabaje en ello, o no lo haremos nada. El horario particular fijado para este buen trabajo es la ma�ana. Entonces estamos frescos y animados. Entonces estamos m�s libres de compa��a y negocios.

Entonces hemos recibido nuevas misericordias de Dios, que nos preocupa reconocer. Por la ma�ana se nos ministra materia fresca para la adoraci�n de la grandeza y gloria de Dios. Por la ma�ana nos dirigimos al trabajo del d�a y, por lo tanto, nos preocupamos por la oraci�n para buscar a Dios Su presencia y bendici�n. ( Matthew Henry. )

La oracion de la MA�ANA

I. La resoluci�n del cristiano. A orar.

1. La oraci�n es un deber y un privilegio. Implica vida espiritual - relaci�n filial - libertad de acceso a Dios. El esp�ritu de oraci�n debe cultivarse con fervor.

2. Dios es el objeto supremo e inmediato de la oraci�n. "Dirigir� mi oraci�n hacia ti". La mediaci�n de sacerdotes y santos o de la Virgen Mar�a superflua. �Inv�came en el d�a de la angustia�, etc.

3. La oraci�n debe tener un objetivo definido. �Dirigir�, etc. Un soliloquio de alma no es oraci�n. Tampoco se oculta la enumeraci�n de los atributos divinos. La verdadera oraci�n es la expresi�n sincera de las profundas necesidades y anhelos del alma en el lenguaje m�s simple posible. El grano de la oraci�n no debe perderse en la paja de vagas generalidades.

II. El mejor momento para la oraci�n privada. "Por la ma�ana", etc.

1. Hay una mayor libertad de las preocupaciones que distraen a la familia, la empresa, etc.

2. Debemos buscar la fuerza Divina en anticipaci�n a los deberes, pruebas, tentaciones, etc.

3. Un d�a que comienza con oraci�n, generalmente resulta ser un d�a feliz.

4. Los cristianos m�s eminentes han dedicado la madrugada a la oraci�n. Mencione algunos.

III. La actitud adecuada para un alma orante. "Voy a mirar hacia arriba". Describe la atalaya.

1. No deber�amos estar satisfechos sin la convicci�n de que Dios ha escuchado nuestras oraciones. Muchas oraciones nunca alcanzan la meta del trono de la gracia.

2. Nuestras oraciones no deben olvidarse, sino buscarse una respuesta. Ser� as� si nuestro ojo es �nico y nuestro objetivo definido.

3. Tal actitud nos prepara para el reconocimiento de la mano divina en respuesta a nuestras oraciones. ( Homilista. )

Devoci�n matutina

La esencia de la religi�n real es una disposici�n filial de coraz�n hacia Dios.

1. La ma�ana es el momento de la reflexi�n. Parece natural pensar y estar tranquilo a primera hora de la ma�ana. Las mismas leyes de nuestro ser f�sico exigen tranquilidad por la ma�ana.

2. La ma�ana es el momento de la observaci�n. La cortina se echa a un lado y miramos el encaje de la creaci�n de Dios.

3. La ma�ana es el momento del prop�sito. Podemos comenzar de nuevo, cada ma�ana, con nuevos prop�sitos, que se lograr�n si la fuerza de Dios se perfecciona en nuestra debilidad.

4. La ma�ana es el momento de la oraci�n. Como la ma�ana le da alas al d�a, as� la oraci�n le da alas a la ma�ana. Las reflexiones sabias se volver�n m�s sabias a trav�s del poder de la oraci�n, y nuestros prop�sitos solo ser�n vinculantes para la conciencia, o se har�n realidad en la vida, ya que la oraci�n les da su car�cter de sinceridad o religiosidad. Las ma�anas son monitores, libros de texto y registros. ( WG Barrett. )

El poder protector de la oraci�n

Entre las elegantes formas de vida de los insectos, hay una peque�a criatura conocida por los naturalistas, que puede reunir a su alrededor una suficiencia de aire atmosf�rico, y as� vestida, desciende al fondo de la piscina, y es posible que veas al peque�o buceador. movi�ndose seco y a sus anchas, protegido por su vestidura de cristal, aunque el agua por todas partes y por encima est� estancada y amarga. La oraci�n es un protector, una vestidura transparente, el mundo no la ve, pero una defensa real, mantiene fuera del mundo.

Por medio de �l, el creyente puede reunir gran parte de la atm�sfera del cielo a su alrededor, y con ella descender a las p�tridas profundidades de este mundo contaminante, que por un tiempo ning�n mal lo tocar�; y sabe ad�nde ascender en busca de un nuevo suministro. ( James Hamilton. )

La oracion de la MA�ANA

Cada ma�ana se libra una batalla en el armario de cada cristiano. La ma�ana es la clave del puesto. La temporada de la oraci�n matutina es, por as� decirlo, la ciudadela, el Hougomont, el punto cr�tico de cada d�a sucesivo. Si gana esos minutos de la ma�ana, el diablo sabe que ha ganado ese d�a. ( James Hamilton. )

La mirada hacia arriba

Se dice que los monjes del Monte Athos est�n acostumbrados a hipnotizarse a s� mismos en condiciones de trance mirando sus propios cuerpos, un objetivo no muy ennoblecedor si es cierto. En algunos de los monasterios budistas de Asia oriental se se�ala a los devotos que se han sentado frente a paredes vac�as durante veinte o treinta a�os y se han contemplado en misteriosos �xtasis. En el budismo modernizado de la teosof�a de Londres y Nueva York se atribuye la misma virtud a la contemplaci�n intensa y sostenida.

�Qu� cambio, pens�is, deber�a producirse en nosotros si con la misma constancia contemplamos la personalidad de Aquel que es el l�der y consumador de nuestra fe? ( Thomas G. Selby. )

Versículos 4-5

T� no eres un Dios que se complace en la maldad.

Los grandes asuntos de la religi�n

Si preguntamos c�mo es que el hombre ha ca�do bajo el desagrado de Dios, el texto lo resuelve todo en "maldad". Esto es lo que hace toda la brecha entre Dios y nosotros. Esto es lo que produjo todo el da�o y el desorden que siempre ha existido en la creaci�n de Dios desde el principio. Esto es lo que ha hundido y degradado tanto la naturaleza del hombre, y lo ha hecho tan diferente de la naturaleza divina.

Todo aquel que ama el mal, no puede amar los caminos del bien y la justicia. Cualquiera que consienta en la iniquidad, voluntariamente se separa de Dios, y Dios lo deja. Los ateos hacen de la prosperidad de los malvados un argumento contra la Divina Providencia. Para hacer de un hombre una persona malvada en el sentido de las Escrituras, debe haber un gran descuido y negligencia de Dios y la religi�n: consentimiento voluntario a la iniquidad conocida, la hipocres�a conocida o la gran apostas�a, en asuntos de doctrina o en asuntos de pr�ctica.

Los que son malvados no pueden tener que ver con Dios; est�n a una gran distancia de �l y son desterrados de Su trono. Conocemos mejor a Dios por imitaci�n y semejanza de �l. No podemos basarnos en ning�n informe acerca de Dios que haga un hombre malo; porque si hablara correctamente de Dios, se condenar�a a s� mismo. La bondad, que es la perfecci�n de Dios, y la maldad, que es la adquisici�n del hombre, no pueden consistir juntas m�s que la luz y las tinieblas, la salud y la enfermedad, la salud y la podredumbre.

Las personas de mentes traviesas no tienen verdaderos pensamientos ni de Dios ni del hombre. �Cu�les son, entonces, los grandes asuntos de la religi�n, y cu�les son esas cosas que van a consistir en ellos? Reverenciar y reconocer a la Deidad. Vivir en el amor y tener buena voluntad unos con otros. Tratar con justicia, equidad y equidad en todas nuestras transacciones y tratos entre nosotros. Usar la moderaci�n y el gobierno de nosotros mismos, en el respeto de las necesidades y conveniencias de este estado.

Las siguientes cosas son motivo de ofensa y de ruina de la criatura. Cosas contrarias al debido respeto y consideraci�n que debemos tener hacia Dios. Cosas que son contrarias al amor general y la buena voluntad que deben atravesar toda la creaci�n de Dios. Cosas contrarias a esa equidad, justicia, rectitud y trato igualitario que deber�a haber entre los compa�eros de servicio, entre los semejantes. Cosas contrarias a la sobriedad, castidad, templanza y debida moderaci�n de nosotros mismos. Dos cosas concernientes al arrepentimiento.

1. Altera el mismo temperamento del pecador.

2. Es un motivo para Dios y lo afecta. Procura la expiaci�n con respecto a Dios. ( B. Whichcote, DD )

El odio de Dios al pecado

1. Algunas de las razones de ese disgusto que Dios acaricia hacia el pecado. La justicia de Dios debe llevarlo a ver con disgusto esa cosa malvada y abominable. El amor, el servicio que Dios requiere, es amor y obediencia. Retener este servicio es actuar injustamente con �l. La benevolencia de Dios debe llevarlo siempre a considerar el pecado con aborrecimiento. �Qu� es el pecado sino un alma que se aleja de su Hacedor, de la gran Fuente de aguas vivas? Como el gran Legislador del universo, Dios debe mirar con profundo desagrado el pecado.

La ley es santa, justa y buena. Cuando actuamos en oposici�n a esta ley, de hecho, levantamos nuestro testimonio contra la ley. Adem�s, Dios es el Autor de todas nuestras misericordias y, como tal, debe mirar con profundo desagrado a los que hacen iniquidad. �Cu�n grande es la deuda y la obligaci�n bajo la cual estamos sometidos a �l por la carga de Su providencial generosidad! No ha habido un momento de nuestras vidas en el que el Dios que nos hizo no haya estado haciendo algo por nosotros.

�Qu� debe pensar de esa cosa maligna que lleva a tal ingratitud por estas bendiciones? Y Dios debe mirar con disgusto el pecado, porque se opone a todos esos grandes planes, todos estos grandes planes, que leemos en las Escrituras, habiendo impartido Jehov�; como la creaci�n, la providencia, la redenci�n.

2. Manifestaciones de la existencia y extensi�n de ese odio a la iniquidad que Dios acaricia habitualmente. Encontramos muchas de estas manifestaciones. Ilustraci�n - �ngeles que perdieron su primer estado. P�rdida del Ed�n. Historia de Sodoma, etc. ( James Marshall, AM )

Odias a todos los que hacen iniquidad .

El odio de Dios a los pecadores

Aqu� hay una declaraci�n sencilla.

I. Que Dios odia a las personas de los pecadores impenitentes. A menudo se dice que Dios odia el pecado, pero no a los pecadores. El punto a probar ahora es que Dios odia a los pecadores mismos, como criaturas viles y odiosas. Se admite que Dios ama a todos los que le aman, y es igualmente cierto que odia a los que le odian. El Antiguo Testamento abunda en pasajes en los que Dios expresa su disgusto, su ira y su indignaci�n hacia los pecadores.

II. �Por qu� Dios odia a las personas de los pecadores? Muchos consideran el pecado en abstracto, y Dios lo odia en abstracto. Pero, �qui�n puede concebir el pecado sin un pecador? �O del pecado que nadie cometi� jam�s? Todo pecado es una transgresi�n de la ley, y hace que el transgresor sea a la vez criminal y odioso. La transgresi�n no puede separarse del transgresor, como tampoco puede separarse de �l su raz�n, su conciencia o cualquier otra propiedad o cualidad de su mente.

El ap�stol representa al pecado como la corrupci�n de todos los poderes y facultades de los pecadores. �l representa esta corrupci�n moral de los pecadores como haci�ndolos viles y odiosos, incluso ante sus propios ojos. Sus corazones malvados hacen que sus personas sean moralmente malas y odiosas a los ojos de Dios. Es la santidad de coraz�n lo que hace a los santos hermosos, y lo contrario es igualmente cierto para los pecadores.

III. La forma en que Dios odia a las personas de los pecadores es coherente con su amor por ellos. Algunos han intentado evadir esta dificultad suponiendo que todo lo que dice la Escritura sobre el disgusto, el odio, la ira y la ira de Dios debe entenderse en sentido figurado; y que tales ejercicios o emociones del coraz�n no pueden existir en la mente de un ser absolutamente perfecto e inmutable. Pero suponer que Dios realmente no odia a los pecadores es evadir en lugar de resolver la dificultad.

Otros dicen que Dios ama a los pecadores mismos y solo odia sus pecados. Pero es muy evidente en las Escrituras que Dios realmente y literalmente ama y odia a los pecadores al mismo tiempo. �Qu� tipo de amor ejerce Dios hacia los pecadores? No son objetos propios de aprobaci�n o complacencia, sino de desaprobaci�n y odio. Es solo el amor a la benevolencia que Dios ejerce hacia los pecadores totalmente depravados.

Ama a todas sus criaturas, sean racionales o irracionales. Si los ama con amor a la benevolencia, no puede amarlos con amor a la complacencia. La benevolencia odia a las criaturas ego�stas y pecadoras, tanto como ama a las criaturas santas y virtuosas. La santidad en la Deidad produce amor por los santos y odio por los imp�os. Hay dos cosas en los pecadores que los convierten en objetos tanto de amor como de odio.

Su capacidad para disfrutar de la felicidad y sufrir la miseria los convierte en verdaderos objetos de benevolencia, y 'su car�cter pecaminoso los convierte en verdaderos objetos de desagrado, desaprobaci�n y odio. Dios los ve desde ambos puntos de vista. Su amor hacia ellos es amor benevolente, y Su odio hacia ellos es odio benevolente. Mejora.

1. Si el odio de Dios hacia los pecadores impenitentes es consistente con Su amor por la benevolencia hacia ellos, entonces es consistente con Su benevolencia odiarlos mientras contin�en impenitentes.

2. Si Dios ama y odia a los pecadores en este mundo, entonces los ama y odia m�s que cualquier otro ser en el universo.

3. Si los mismos pecadores impenitentes son tanto el objeto del odio de Dios como de su amor, entonces es muy importante que sean conscientes de ello.

4. Si es consistente con la benevolencia de Dios hacia los pecadores el odiarlos, entonces es consistente con Su benevolencia expresar Su odio hacia ellos.

5. Si el odio de Dios hacia los pecadores impenitentes fluye de Su benevolencia, entonces Su castigo debe fluir de Su benevolencia.

6. Si es la benevolencia de Dios lo que lo dispone a odiar y castigar a los pecadores impenitentes para siempre, entonces es extremadamente absurdo y peligroso para los pecadores confiar en Su mera benevolencia para salvarlos en la und�cima y �ltima hora. Este tema invita a todos a investigar y determinar si son santos o pecadores. ( N. Emmons, D. D )

La relaci�n del Dios justo con los hombres inicuos

En el siglo II, Celso, un c�lebre adversario del cristianismo, distorsionando las palabras de nuestro Se�or, se quej�: �Jesucristo vino al mundo para hacer la sociedad m�s horrible y espantosa; porque llama a los pecadores y no a los justos; de modo que el cuerpo que vino a reunir es un cuerpo de libertinos, separados de los hombres buenos, entre los que antes estaban mezclados. Ha rechazado todo lo bueno y recogido todo lo malo.

�Es cierto�, dijo Or�genes en respuesta, �nuestro Jes�s vino a llamar a los pecadores, pero al arrepentimiento. Reuni� a los malvados, pero para convertirlos en hombres nuevos, o m�s bien para convertirlos en �ngeles. Venimos a �l codiciosos, �l nos hace liberales; lascivo, nos hace castos; violento, nos hace mansos; imp�os, nos hace religiosos �.

Versículo 7

Entrar� en tu casa en la multitud de tu misericordia.

Adoraci�n al santuario

Esta noble resoluci�n. Se manifiesta

I. Independencia de car�cter. "Como para m�." �Cu�ntos siguen a la multitud! Ya sea para mal o para bien, adonde vaya la multitud, ir�. Cientos se alejan de la casa de Dios ya sea porque no est� de moda ir all� o porque tienen miedo de ser singulares. Ese no fue el proceder de David.

II. Una noble determinaci�n. "Entrar� en tu casa". Dos o tres pensamientos mostrar�n la naturaleza del acto.

1. David era un rey. Podr�a haber pensado que era inferior a �l dejar su trono y humillarse ante Dios en la adoraci�n del templo. Pero tanto los reyes como los s�bditos necesitan el perd�n de sus pecados, la ayuda del Esp�ritu Santo y el favor divino. Y ning�n rey podr�a hacer un acto m�s noble que mostrar un ejemplo de devoci�n piadosa.

2. David fue un hombre de guerra. Constantemente particip� en amargos concursos. Pero, por tanto, no se abstuvo de asistir a la casa de Dios.

3. David era un hombre ocupado. Ten�a que manejar los asuntos de un reino grande y distra�do; sin embargo, todav�a encontr� tiempo para asistir a la casa de Dios.

4. David era un hombre inteligente. Tambi�n era un buen hombre. �l podr�a haber dicho: ��Qu� beneficio puedo obtener del templo? Conozco los servicios �, etc. Pero la humildad siempre acompa�a a los que tienen m�ritos reales, mientras que los que tienen poco de qu� jactarse no aprovechan las oportunidades de superaci�n por su presunci�n. Un verdadero cristiano siente sus deficiencias.

III. Un objeto digno. "Entrar� en tu casa". El culto p�blico es la parte m�s importante de la vida cristiana.

1. Es obedecer el mandato divino. El deber de reunirnos se nos impone en muchas partes de las Escrituras. No solo se insisti� en ello en el Antiguo Testamento, sino que se insiste a�n m�s en el Nuevo.

2. Es el medio para desarrollar la vida cristiana. En las asambleas de los santos, al principio se dio el Esp�ritu Santo, y todav�a se sigue dando. Aqu� se profundiza la espiritualidad y se prosigue la obra de conversi�n.

3. Es el medio designado para comunicarse con Dios. Podemos rezar en privado; pero tenemos un acceso particular en la casa de oraci�n. ( Homilista. )

El tributo de adoraci�n

Por el sentido que el salmista ten�a de los m�ltiples y repetidos favores de Dios hacia �l, por la multitud de misericordias divinas hacia �l, siempre estar�a contento y dispuesto a acudir a la casa de Dios; all� postrarse con toda humilde reverencia, y all� rendirle el tributo de un culto p�blico y solemne.

I.La razonabilidad de esta resoluci�n. Su raz�n en este caso fue ciertamente ocasional y particular, y s�lo uno de los muchos motivos que persuadieron al cumplimiento de este importante deber. Considere bien los fundamentos intr�nsecos de esa idoneidad que tan generalmente se acepta que existe en la adoraci�n de nuestro Hacedor. Los deberes morales tienen, adem�s de su voluntad y placer, razones propias. �C�mo la relaci�n de una criatura razonable con un Creador absolutamente perfecto, infinito en sabidur�a, bondad y poder, introduce la idoneidad de cualquier aplicaci�n de una a otra en los oficios del culto religioso? �C�mo deber�a aparecer, si Dios no lo hubiera mandado, que �l esperar�a o aceptar�a tal servicio de nuestra parte? �Con qu� perspectiva ponemos nuestras necesidades ante �l? �No los conoce de antemano mucho mejor que nosotros? �O acaso su bondad quiere que la solicitaci�n lo induzca a ser a�n m�s misericordioso de lo que es? O cuando despreciamos el castigo de nuestros pecados e imploramos su perd�n misericordioso, �pretendemos dejar nuestras impresiones sobre la ternura de su naturaleza? O cuando nos acercamos a �l con la caridad de nuestras intercesiones por Sus misericordias y bendiciones para nuestros semejantes, �es que somos mejores que ellos? �Somos m�s conscientes de sus intereses que �l? O cuando lo alabamos por sus beneficios con labios alegres, �queremos decir con el sonido agradable de nuestras oblaciones eucar�sticas comprometer 'Su bondad en las mayores y mayores generosidades de Su favor? Si estos son saludos inapropiados, �Qu� raz�n m�s adecuada quedar� para el apoyo de nuestra adoraci�n? �Por qu� se nos ordena orar? Debido a que la oraci�n reconoce y establece en nuestras mentes un sentido de esos diversos atributos y perfecciones en Dios, el reconocimiento diligente y cordial de los cuales es m�s probable que nos mantenga y preserve en el estado de dependencia y sujeci�n para el que fuimos hechos.

Cuando nos acercamos a Dios en las humildes tensiones del dolor penitencial, �qu� escena de consideraciones conmovedoras y derretidas debe abrirse a nuestras mentes! �Qu� indignaci�n que no hayamos aprobado todav�a, qu� temor de no haberlo aprobado, qu� deseo vehemente que podamos aprobar nuestro coraz�n ante �l en toda santa obediencia! �Participamos en el oficio caritativo de intercesi�n por los dem�s? Las semillas de la benevolencia mutua se fomentan y se cultivan en gran medida.

No podemos pedir con decencia el perd�n de sus pecados a manos de Dios, cuyas ofensas contra nosotros mismos no deber�amos estar dispuestos a remitir o perdonar. Finalmente, los oficios de alabanza y acci�n de gracias a�aden motivos de gratitud al sentido de nuestra dependencia y nos inspiran con un principio de obediencia m�s generoso y honorable.

II. La idoneidad del lugar que eligi� para ello. El palacio de la santidad de Dios donde los n�meros acud�an con el prop�sito de oraci�n p�blica y acci�n de gracias. Un lugar apropiado es necesario para los prop�sitos del culto p�blico.

III. La forma de ejecutar la piadosa resoluci�n. En el temor de Dios con un terrible sentido de Su sabidur�a, bondad y poder. Con reverencia y temor piadoso. Todo este atributo de Dios, cuando se nos mejora debidamente mediante reflexiones adecuadas, puede ayudar a imponerlo e inculcarlo. Incluso el perd�n que hay con �l, por la manera y el m�todo en el que participamos de �l, fue, con nuestro santo salmista, un motivo para el temor de �l. ( N. Marshall, DD )

En tu temor adorar� hacia tu santo templo .

El cristiano adorando en el templo de Dios

Aqu� se nos presentan dos requisitos de un verdadero adorador de Jehov�.

1. "Entrar� en tu casa en la multitud de tu misericordia". Parece rastrear todos los numerosos arroyos de la bondad divina hasta una gran fuente, y luego, al mirar esa fuente que se desborda por todos lados y derrama sus aguas en esos innumerables arroyos, la llama una fuente multitudinaria; �l dice: "La multitud de tu misericordia". Ir� a la casa de Dios.

(1) Con un recuerdo agradecido de las grandes misericordias del Se�or en el pasado.

(2) Con un vivo sentido de la gran misericordia de Dios ahora. Y

(3) Con grandes expectativas de su misericordia.

2. "En tu temor adorar�". El miedo, como lo experimentamos generalmente, es un sentimiento humillante y doloroso. Sufrimos bajo ella y nos avergonzamos de ella. Y debido a esto, no podemos desconectar de �l las ideas de dolor y humillaci�n. Pero el miedo no es necesariamente algo doloroso. La verdadera piedad se llama un "santo temor de Dios". El amor perfecto en verdad echa fuera el miedo; pero que miedo? Solo el miedo que tiene tormento; miedo servil.

El miedo que David quiere decir aqu� es ese sentimiento que surge naturalmente en la mente humana de la contemplaci�n de cualquier objeto inmensamente superior a nosotros. Se compone de admiraci�n, asombro y reverencia. La frase "adorar hacia su santo templo" se toma de una costumbre entre los jud�os de siempre volverse hacia el templo o tabern�culo cuando oraban.

3. Vea estas dos cosas juntas. Pueden estar unidos; y es bueno para nosotros tener estas dos cosas juntas. La uni�n nos califica para el servicio y la adoraci�n de Dios en Su casa. Y estos sentimientos deben corresponder con el car�cter de Dios. Entonces, busquemos todos cultivar estos santos sentimientos. ( C. Bradley. )

Adoraci�n, una visi�n de Dios

Creer en Dios es la gran fuerza regeneradora del mundo. La p�rdida que sufre el incr�dulo es enorme. Porque s� importa en qu� Dios crea un hombre, porque su car�cter ser� como su fe. Darwin dice: "Que con la existencia de las razas m�s civilizadas, la convicci�n de la existencia de una Deidad que todo lo ve ha tenido una poderosa influencia en el avance de la moralidad". Pero la moralidad significa el mayor bienestar de la humanidad.

La fe en Dios depende de la cultura: no nacemos creyentes. Hay razas que parecen no tener esa fe; �Y parece haber, ay, en demasiados pa�ses cristianos, una tendencia a volver a la barbarie primitiva a este respecto! Su inicio puede detectarse en el descuido del servicio religioso p�blico. Cuando un hombre comienza a descuidar su iglesia, pierde una de las cosas que mantienen viva la fe en Dios dentro de �l.

Pero si esa fe ha de ser un poder, debe tener una educaci�n m�s fina que la que se puede obtener con una mera asistencia formal a la iglesia; de hecho, debe ser una visi�n de Dios. Este es el acto m�s elevado del servicio religioso, es el acto y estado de adoraci�n. �Qu� es la adoraci�n? No significa todo tipo de servicios religiosos, pero es un estado mental particular. Y este no es uno que se preocupa por uno mismo. No busca obtener algo para s� mismo, aunque de hecho gana mucho.

Pero ese no es su objeto, que es mirar aquello que atrae a la mente por su propio valor o m�rito intr�nseco. Este es el verdadero significado de la palabra "adoraci�n". De los estados ego�stas son nuestros apetitos y pasiones. Son para uno mismo. Y la oraci�n, mientras mira a Dios, es todav�a para ganar para uno mismo. Sus dos grandes palabras son: Dar y Perdonar. Pero hay estados mentales que se alejan bastante del yo.

La naturaleza, en sus estados de �nimo m�s elevados, y el arte, en algunas de sus expresiones m�s grandiosas, son capaces de absorbernos y mantenernos hechizados. La mente se saca de s� misma y se coloca en una extra�a atm�sfera misteriosa. Y as�, la adoraci�n es la mente embelesada, fascinada, hechizada por la visi�n de lo que Dios es en s� mismo. Por tanto, la adoraci�n implica ver a Dios. Pero ninguna vista. Algunas visiones de Dios son tan opresivas y aterradoras que paralizan la mente de miedo.

Porque muchos creen pr�cticamente que Dios es el autor del mal m�s que del bien, y piensan en �l solo para descubrir c�mo pueden apaciguarlo. Vienen ante �l con espantoso temor. Pero la forma m�s elevada de servicio religioso, visto con tan elevado patetismo en la adoraci�n de nuestro Se�or y Maestro, y presentado a nosotros como la ocupaci�n absorbente del cielo, es la visi�n beat�fica de Dios y la morada en �l hasta los dolores terrenales y los dolores y los pecados se desprenden de nosotros y todo est� tranquilo como un sue�o sin sue�os.

"Con tal acceso de la mente, en tan alta hora

De la visitaci�n del Dios viviente, el
Pensamiento no lo era; en gozo expir�.
No, gracias, respir�, no ofreci� ninguna petici�n,
Absorto en una comuni�n que trasciende

Los oficios imperfectos de oraci�n y alabanza ".

Ahora podr�amos y deber�amos tener m�s de esta elevaci�n Divina en nuestros servicios religiosos. Si lo hubiera, no habr�a temor a la negligencia del culto p�blico. Pero para esto debemos prepararnos. Como David, deber�amos quedarnos quietos un rato. Deber�amos venir como �l dice, aqu� en el texto, que �l vendr�. En alabanza tenemos la mejor oportunidad de elevarnos a la adoraci�n, como en el "Te Deum" y en el "Gloria in Excelsis".

�Pero no podemos caer en una gran visi�n de Dios mientras nos sentamos en nuestros asientos en la iglesia. A tal elevaci�n debemos subir. Este es el ideal al que debemos alcanzar. No es una contemplaci�n est�ril. Da tono al car�cter y dignidad a la vida. ( W. Page Roberts. )

El servicio solemne de Dios

I. Los motivos que tenemos para unirnos al servicio solemne de Dios. Un objetivo principal que debemos tener en mente es promover la gloria de Dios mediante la conversi�n o confirmaci�n de otros; pero aun as� es en consideraci�n a Su misericordia que magnificamos a Jehov� en Sus otros atributos. El salmista consider� un privilegio invaluable que se le permitiera participar en la adoraci�n p�blica y solemne de Dios. Conoc�a el consuelo y el beneficio que se derivan de ese privilegio.

II. Las disposiciones a adquirir para que sea un sacrificio aceptable. El valor para nosotros depende del uso que hagamos de �l y del estado de nuestro propio coraz�n. El verdadero adorador es estudioso.

1. Llevar al santuario un coraz�n purificado, al menos un coraz�n que busque ser purificado y experimentar, en el uso serio y fiel de los medios de gracia se�alados, las influencias renovadoras y refrescantes de ese Esp�ritu que ayuda en nuestras debilidades.

2. El esp�ritu de pureza requiere un esp�ritu de miedo. �En tu temor adorar�. La campana del s�bado nos invita a un acto de relaci�n solemne y directa con nuestro Hacedor, nuestro Redentor, nuestro Santificador y nuestro Juez. �Es ese un empleo que podemos presumir de asumir sin la consideraci�n m�s seria, la m�s completa compostura de pensamiento, el c�lido resplandor del agradecimiento y el amor?

3. El culto debe ir acompa�ado de fe y esperanza. La experiencia de las misericordias pasadas y la promesa segura de que continuar�n, las invitaciones llenas de gracia y las afectuosas protestas de Aquel que se ha descrito a s� mismo como escuchando y respondiendo a las oraciones, deben llenarnos de esp�ritu de s�plica. A Dios le encanta escuchar las alabanzas unidas de aquellos que se encuentran reunidos en Su nombre. ( Obispo Bloomfield. )

Versículo 8

Gu�ame, Se�or, en tu justicia.

Una resoluci�n y una oraci�n

A Dios se le llama amigo. Tres cosas en la oraci�n de David.

1. �Cu�l es la regla seg�n la cual busca esta gu�a divina? "Gu�ame en tu justicia". La justicia aqu� es la fidelidad de Dios. Todos los tratos de Dios con su pueblo han sido fieles.

2. Por qu� desea este liderazgo. Es para que pueda ser instruido divinamente en el camino correcto. El cristiano a veces puede estar en un estado de gran perplejidad en cuanto al camino que debe seguir. Desea la gu�a divina en el camino de la experiencia cristiana, en el camino de la pr�ctica y en el camino del precepto.

3. El motivo que suplica para imponerlo a Dios. El margen dice: �Gracias a mis observadores. �Qui�nes son nuestros observadores? El mundo, hermanos cristianos, ministros, �ngeles y Dios. ( William Jay. )

Endereza delante de m� tu camino . -

Caminos practicos

Dos hombres aspiran a ser inventores de primer orden. El uno pasa toda su vida estudiando y experimentando, y no encuentra nada nuevo; pero el otro tiene alg�n descubrimiento sorprendente que presentar al p�blico cada a�o o dos. �C�mo explicamos la diferencia? �Es suerte y nada m�s? El inventor fracasado, quiz�s con el mismo ingenio, est� siguiendo caminos impracticables y no remunerativos durante toda su vida.

El inventor exitoso sabe en qu� direcci�n se han afanado otros sin obtener ganancias, y casi nunca pasa una semana en un aroma enga�oso. Su astuta desesperaci�n por encontrar algo nuevo o rentable en ciertas direcciones lo encierra en un camino dorado de fruct�fera investigaci�n. ( Thomas G. Selby. )

Versículo 11

Porque los defiendes.

Nuestro Protector

I. El Se�or es nuestro buen protector.

1. Un protector comprensivo. El que os toca, toca a la ni�a de sus ojos.

2. Un protector seguro. �l nos salvar� con su diestra.

3. Un protector personal. No se trata de la masa, sino del individuo.

4. Un protector eterno. Debajo de nosotros est�n los brazos eternos.

5. Un protector amoroso. Las im�genes m�s entra�ables se utilizan en la Biblia para hablarnos del amor de nuestro Dios.

II. La condici�n requerida. Aquellos que quieran ser protegidos deben confiar en s� mismos en Su cuidado y ser guiados por Sus deseos. �No es f�cil confiar en �l cuando recordamos Su omnipotente poder, Su perfecta sabidur�a y que �l es nuestro Padre amoroso?

III. La protecci�n que brinda a su pueblo que conf�a. �l nos protege

1. De la esclavitud del pecado.

2. De la pena de transgresi�n.

3. De la pena que nos deja nuestro pecado.

4. De la desesperaci�n del fracaso. ( W. Birch. )

Confianza y gozo en Dios

En un per�odo temprano de su vida, Mozart, el compositor, entreg� su coraz�n a Dios. Cuando ten�a veinti�n a�os escribi�: �Siempre tengo a Dios delante de m�. Todo lo que est� de acuerdo con su voluntad, es de acuerdo con la m�a, por lo tanto, no puedo dejar de estar feliz y contento �.

Salmo 6:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 5". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-5.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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