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Salmos 62

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-12

Verdaderamente mi alma espera en Dios; de �l viene mi salvaci�n.

Un testimonio y una exhortaci�n

I. Un testimonio religioso.

1. Concerniente a uno mismo ( Salmo 62:1 ; Salmo 62:6 ). Su confianza en Dios era ...

(1) Supremo. "�l solo es mi Roca".

(2) Firme. "No me conmover� mucho".

(3) Pac�fico. "En verdad", o "est� en silencio mi alma".

2. Relativo a los contempor�neos.

(1) Maligno ( Salmo 62:3 ).

(2) Falso ( Salmo 62:4 ).

El testimonio de David sobre sus contempor�neos es aplicable a los hombres de nuestra �poca. Lea la malignidad de nuestro tiempo en las guerras sangrientas, etc. Lea la falsedad de nuestro tiempo en las intrigas de los pol�ticos, los trucos de los comerciantes y las farsa huecas en todos los aspectos de la vida.

3. Concerniente a Dios ( Salmo 62:11 ).

(1) Su poder. Todo tipo de poder le pertenece: poder f�sico, poder intelectual, poder moral.

(2) Su misericordia. La bondad de Dios es incluso mayor que Su poder, en la medida en que inspira, dirige y controla. Es la bondad lo que pone nerviosos y mueve el Brazo Omnipotente.

(3) Su justicia. Este testimonio de Dios es sublime y cumple con nuestro ideal m�s elevado.

II. Una exhortaci�n religiosa.

1. A uno mismo ( Salmo 62:5 ). El hombre es una dualidad; en �l hay dos personalidades en una. Estos a menudo luchan entre s�, a veces se culpan y, a veces, se elogian entre s�. El hombre se exhorta constantemente a s� mismo, a veces a ser m�s trabajador en los negocios, m�s exacto en los estudios, m�s moderado en los h�bitos. Aqu� hay un hombre que se exhorta a esperar solo en Dios. Esta exhortaci�n religiosa es:

(1) La mayor�a disponible. Todo hombre tiene un predicador dentro.

(2) M�s eficiente. Todos los predicadores externos solo est�n disponibles en la medida en que puedan despertar al predicador interno y hacerlo tronar en el gran templo de la conciencia.

2. A los dem�s.

(1) Sobre un derecho objeto de confianza. �Conf�a en �l en todo momento�, etc. Conf�a en �l, no solo cuando el clima de la vida es tranquilo y soleado, sino conf�a en �l en medio de la tempestad, el rugido del trueno y las convulsiones de los volcanes. Conf�e plenamente en �l; derrama tu coraz�n. As� como todas las ra�ces del �rbol chocan contra la tierra, deja que todas las simpat�as de tu naturaleza golpeen a Dios.

(2) Concerniente a un objeto de confianza incorrecto. "No conf�es en la opresi�n", etc.

Los hombres s� conf�an en la opresi�n, no solo en los tiranos, guerreros, esclavistas, sino tambi�n en amos y amas injustas que esperan de los empleados m�s servicio de lo que es justo: de ah� la exhortaci�n: "No conf�es en la opresi�n"; "Si las riquezas aumentan".

(1) Aqu� hay una circunstancia que la mayor�a desea. Algunos por razones equivocadas, otros por razones correctas.

(2) Aqu� hay una posibilidad que algunos pueden poseer. "Si las riquezas aumentan". En algunos es imposible; los pobres a menudo se enriquecen de una o dos formas, con o sin sus esfuerzos.

(3) He aqu� un deber que todos deben cumplir. "No pongas tu coraz�n en ellos". �Por qu�? Porque amarlos es indigno de tu naturaleza. Porque amarlos es herir tu naturaleza. Porque amarlos es excluir a Dios de tu naturaleza. Porque amarlos es arruinar tu naturaleza. ( Homilista. )

Fe triunfante

El salmo se divide naturalmente en tres partes de cuatro vers�culos cada una; y en el original, cada uno de ellos comienza con la misma part�cula, que desafortunadamente no est� traducida en nuestras versiones o traducida con diferentes palabras. Significa S�, Ciertamente o Verdaderamente, y expresa una convicci�n reci�n adquirida. Este es el car�cter de todo el salmo: es una serie de m�ximas extra�das directamente de la vida.

I. El silencio de la fe (vers�culo 1-4). "Verdaderamente mi alma espera en Dios", literalmente, "est� en silencio ante Dios". El silencio es a veces muy elocuente. Cuando uno ha sufrido una gran injusticia o es acusado de alguna bajeza escandalosa, puede haber una impresionabilidad en un silencio digno, que las protestas m�s ruidosas no podr�an igualar. En el juicio de Jes�s hay tres o cuatro momentos de silencio que quiz�s nos traen a casa el colmo de su grandeza moral con tanta fuerza como cualquier cosa en su vida.

Entonces la fe tiene su silencio. No siempre es silencioso. Al contrario, a veces llora en voz alta; gime y se queja; discute y suplica. Quiz�s la fe del salmista hab�a pasado por estas etapas antes de llegar a la etapa del silencio, porque nos dice ( Salmo 62:3 ) que ten�a enemigos, que hab�an llevado sus ataques al borde del asesinato.

En tales circunstancias, la fe bien pudo haber llorado, gemido o discutido; pero estas etapas han pasado; y ahora est� en silencio ante Dios. Se encuentra ante �l en perfecta paz, confiado en que Su voluntad debe prevalecer sobre todo. Porque ( Salmo 62:2 ) �l es una roca y una defensa; y por eso, dice el hijo de la fe, "no me conmover� mucho".

II. Tu instrucci�n de fe ( Salmo 62:5 ). Habiendo alcanzado tal altura, se apodera de �l el esp�ritu de un maestro.

1. Empieza por instruirse a s� mismo. �Alma m�a, espera en Dios�. Cuando alcancemos las alturas de la experiencia, debemos marcar en la roca qu� tan alto hemos escalado, porque sabemos:

"Qu� dif�cil es mantener

Alturas que el alma es capaz de ganar ".

Cuando estamos en lo alto, hay perspectivas que no podemos ver en tiempos normales; y es bueno registrarlos como se hace aqu�. Las verdades acerca de Dios que aprendemos as� en momentos de gran experiencia son la parte m�s preciosa de todo conocimiento: son mejores de lo que podemos aprender de los libros, los m�dicos o los sabios. Bienaventurado el que posee convicciones que los hombres no le han ense�ado, por sabios que sean, sino que ha extra�do de su propia experiencia.

2. Tambi�n instruye a otros ( Salmo 62:8 ). Es la forma natural de que la experiencia se desborde en testimonio; y cuando el alma ha alcanzado el reposo, naturalmente busca ayudar a los que luchan. De ese modo, no s�lo prueba que ha alcanzado, sino que ampl�a y fortalece sus logros; porque nunca estamos m�s seguros o m�s sanos que cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y somos capaces de cuidar a los dem�s.

III. Las alternativas a la fe ( Salmo 62:9 ). En este �ltimo apartado el salmista contrasta la fe en Dios con los otros refugios en los que tuvo la tentaci�n de confiar. Estos eran hombres ( Salmo 62:9 ) y dinero ( Salmo 62:10 ).

Para alguien en la posici�n de David, naturalmente parecer�a algo grandioso tener la alianza de los hombres; pero los hab�a probado y encontr� que le faltaban. Esta es una palabra para todos los tiempos: por cualquiera que tenga una gran causa, que est� luchando por la causa de Cristo, la democracia y la aristocracia deben ser desconfiadas por igual; Dios solo es la consigna. El otro sustituto de Dios en el que David tuvo la tentaci�n de confiar fue el dinero, ya fuera obtenido por medios impuros o justos; y aqu� toca un acorde a�n m�s universal.

Al pensar en el futuro y en los cambios y oportunidades de la vida, todos nos sentimos tentados a mirar en esa direcci�n. Cu�ntos se est�n dedicando a la b�squeda del dinero, sin preocuparse mucho por los escr�pulos, pero solo sintiendo que, si tuvieran suficiente, todo ir�a bien. Otros, que buscan riqueza por medios honestos, tienen la misma confianza. Pero el hombre m�s pobre que tiene fe en Dios est� m�s seguro. Este es el testimonio de las Escrituras y tambi�n es el testimonio de la experiencia.

As� que volvemos a la sabidur�a del hombre de Dios. Una vez, dice, ha escuchado, s�, dos veces, es decir, se le ha transmitido una y otra vez como una verdad divina, que "el poder es de Dios". Este es el final de todo el asunto; este es el recurso que servir� en toda dificultad, que perdurar� en el tiempo y en la eternidad. ( J. Stalker, DD )

Silencio a dios

(con Salmo 62:5 ): - �Mi alma es silencio para Dios�. Esa forma de expresi�n en�rgica describe la plenitud de la sumisi�n sin murmuraciones y la fe tranquila del salmista. Todo su ser est� sumido en una gran quietud, sin quebrantamiento de pasiones clamorosas; sin deseos en voz alta; sin protestar por desgana. Ese silencio es primero un silencio de la voluntad.

Frena la impaciencia hasta que Dios hable. Oc�pate de correr antes de que te env�en. Mantenga su voluntad en equilibrio hasta que la mano de Dios le d� el impulso y la direcci�n. Tambi�n debemos mantener nuestro coraz�n en silencio. Las dulces voces de los afectos suplicantes, el fuerte grito de los deseos e instintos que rugen por su comida como bestias de presa, las quejas quejumbrosas de las esperanzas frustradas, los gemidos y sollozos de las penas vestidas de negro, el bullicio y Babel, como el ruido. de una gran ciudad, que todo hombre lleva dentro, debe ser sofocada y obligada al silencio.

Tenemos que tomar al animal por el cuello y decirle con severidad: Acu�state ah� y c�llate. Tenemos que silenciar gustos e inclinaciones. Debe existir el silencio de la mente, as� como del coraz�n y la voluntad. No debemos tener nuestros pensamientos ocupados nunca con otras cosas, sino que debemos cultivar el h�bito de separarlas de la tierra y mantener nuestra mente quieta ante Dios, para que �l pueda derramar Su luz en ellas.

�Pobre de m�! �Cu�n lejos de esto est� nuestra vida diaria! �Qui�n de nosotros se atreve a tomar estas palabras como expresi�n de nuestra propia experiencia? �No es el mar turbulento que no puede descansar, cuyas aguas arrojan lodo y lodo, un emblema m�s verdadero de nuestras almas inquietas y laboriosas que el lago en calma? P�ngase al lado de este salmista y mida honestamente el contraste. Es como la diferencia entre un mercado abarrotado, todo lleno de traficantes ruidosos, que resuenan con gritos, resplandeciendo bajo el sol, y el interior de la catedral silenciosa que lo mira todo, donde hay frescura y luz tenue, y silencio y soledad. .

La profesi�n de resignaci�n total de este hombre es quiz�s demasiado alta para nosotros; pero podemos hacer nuestra su autoexhortaci�n. "�Mi alma! espera solo en Dios. " Perfecto como se atreve a declarar su silencio a Dios, sin embargo siente que debe animarse al esfuerzo necesario para conservarlo en su pureza. Solo porque puede decir: "Mi alma espera", por lo tanto, le pide a su alma que espere.

Ese vigoroso esfuerzo se expresa aqu� en la forma misma de la frase. La misma palabra que comenz� en la primera cl�usula tambi�n comienza en la segunda. As� como en el primero represent� para nosotros, con un enf�tico �Verdaderamente�, la lucha por la cual el salmista hab�a alcanzado la c�spide de su bendita experiencia, as� aqu� representa igualmente la seriedad de la autoexhortaci�n que se dirige a s� mismo. .

�l llama a todos sus poderes al conflicto, que es necesario incluso para el hombre que ha alcanzado esa altura de comuni�n, si quiere permanecer donde ha escalado. Y para nosotros, que rehuimos tomar estas palabras anteriores en nuestros labios, cu�nto mayor es la necesidad de utilizar nuestros m�s arduos esfuerzos para aquietar nuestras almas. Si la cumbre alcanzada solo se puede sostener con un esfuerzo serio, cu�nto m�s se necesita para luchar desde los valles de abajo. ( A. Maclaren, DD )

Esperando en Dios es el alma echando su ancla

Fue el discurso de Taulerus, uno que Lutero apreciaba sobre todo. Dice �l: aunque los marineros pueden hacer uso de sus remos en tiempos de calma, cuando cae una tormenta, los marineros dejan todo y vuelan hacia su ancla. Entonces, aunque en otras ocasiones podemos hacer uso de resoluciones y votos, y cosas por el estilo, sin embargo, cuando cae la tormenta de la tentaci�n, nada m�s que volar al ancla de la fe, nada como echar el ancla al velo. ( Puente. )

Versículo 2

El solo es mi roca y mi salvaci�n.

Dios solo la salvaci�n de su pueblo

"�Mi roca!" Qu� historia puede darte la roca de las tormentas a las que ha estado expuesta; de las tempestades que se han desatado en el oc�ano en su base, y de los truenos que han turbado los cielos sobre su cabeza; mientras que �l mismo ha permanecido ileso por las tempestades e indiferente a los golpes de las tormentas. As� ocurre con nuestro Dios. La roca es inmutable; nada se ha desgastado de ella. Ese viejo pico de granito ha brillado al sol, o ha llevado el velo blanco de la nieve invernal; a veces ha adorado a Dios con la cabeza desnuda y descubierta, y otras veces las nubes le han cubierto con alas, que, como un querub�n, podr�a adorar a su Hacedor; pero, sin embargo, no ha cambiado.

Las heladas del invierno no lo han destruido, ni los calores del verano lo han derretido. Lo mismo ocurre con Dios. Los diez mil usos de la roca, adem�s, est�n llenos de ideas sobre lo que es Dios. Ves la fortaleza erguida sobre una roca alta, por la que las nubes mismas apenas pueden trepar, y cuyos precipicios no pueden llevarse el asalto y los armados no pueden viajar, porque los sitiados se r�en de ellos desde su eminencia.

As� es nuestro Dios una defensa segura; y no seremos conmovidos si �l "pone nuestros pies sobre una roca y afirma nuestros caminos". Muchas rocas gigantes son motivo de admiraci�n por su elevaci�n; porque en su cima podemos ver el mundo extendido debajo, como un peque�o mapa; marcamos el r�o o arroyo de amplia extensi�n, como si fuera una veta de plata con incrustaciones de esmeralda. Descubrimos las naciones bajo nuestros pies, "como gotas en un balde", y las islas son "cosas muy peque�as" en la distancia, mientras que el mar mismo parece una cuenca de agua, sostenida en la mano de un gigante poderoso. El Dios fuerte es una roca as�; nos apoyamos en �l y miramos al mundo con desprecio, consider�ndolo algo mezquino. Notaremos ...

I. La gran doctrina, que solo Dios es nuestra salvaci�n.

II. La gran experiencia, saber y aprender que ��l solo es mi roca y mi salvaci�n�; y&mdash

III. El gran deber, que pueden adivinar, que es dar toda la gloria y todo el honor, y poner toda nuestra fe en Aquel que �s�lo es nuestra roca y nuestra salvaci�n�. Debo contarles una historia singular, que se relat� en nuestra reuni�n de la Iglesia, porque puede que haya algunas personas muy pobres aqu�, que pueden entender el camino de la salvaci�n por ella. Uno de los amigos hab�a ido a ver a una persona que estaba a punto de unirse a la Iglesia; y le dijo: "�Puedes decirme qu� le dir�as a un pobre pecador que vino a preguntarte el camino de la salvaci�n?" �Bueno�, dijo �l, �no lo s�, creo que dif�cilmente puedo dec�rselo; pero sucedi� que ayer ocurri� un caso de este tipo.

Una pobre mujer entr� en mi tienda y le indiqu� el camino; pero fue de una manera tan hogare�a que no me gusta dec�rtelo ". �Oh, s�, d�melo; Me gustar�a escucharlo ". �Bueno, ella es una mujer pobre, que siempre est� empe�ando sus cosas, y poco a poco las redime de nuevo. No supe c�mo dec�rselo mejor que esto. Le dije: 'Mira aqu�; tu alma est� en empe�o del diablo; Cristo ha pagado el dinero de la redenci�n; tomas fe por tu boleto, y as� sacar�s tu alma de empe�o. '�Ahora, esa era la manera m�s simple, pero la m�s excelente de impartir el conocimiento de la salvaci�n a esta mujer. ( CH Spurgeon. )

La Roca confiere inmovilidad al creyente

En la vieja historia cl�sica, H�rcules, el gigante desafi� al mundo entero a producir un hombre que pudiera luchar con �l y salir vencedor. Se adelant� un hombre de complexi�n d�bil y estatura casi enana. H�rcules avanz� con desd�n y, acerc�ndose ligeramente a este tipo de aspecto d�bil, despleg� un poco de su fuerza, pero el hombrecillo se mantuvo firme. H�rcules, maravillado por esto, luch� con el luchador poco prometedor, y puso cada �tomo de su fuerza para arrojarlo.

Pero, en lugar de ser arrojado al suelo, los pies del extra�o son inamovibles y sigue en pie. Por fin, sin fuerzas, en medio de las risas y burlas de la multitud por su �dolo roto, H�rcules se escabull�, completamente golpeado, completamente humillado. Esa noche, un amigo traidor del enano visit� la tienda del gigante desconcertado y susurr�: ��Oro! Gold, y te dir� por qu� no pudiste ganar hoy, pero por qu� puedes hacerlo ma�ana.

El hombre con el que est�s luchando hoy es Anteo, el hijo de la Tierra. Mientras sus pies tocan el suelo, toda la fuerza de su madre tierra pasa a �l y no puede ser arrojado. Pero solo corta su conexi�n con el suelo por un pelo y lo tendr�s ". Al d�a siguiente, la multitud se reuni� m�s grande que nunca para presenciar nuevamente la derrota de H�rcules. Anteo est� all�, muy poco sospechando que su secreto ha sido traicionado.

El gigante avanza hacia su oponente, y, antes de que el enano se d� cuenta, con un brinco repentino lo levanta del suelo, y en un momento tiene su rodilla en su pecho. Oh, af�rrate a la fuerza de Dios. Mant�n tus pies en la Roca de las edades. Mientras lo haces, eres invencible. ( J. Robertson. )

Versículo 5

Alma m�a, espera solo en Dios.

El alma que espera

El texto se aplica a todos los creyentes.

I. Considere lo que es esperar en Dios. Es el acto del alma. Aqu�, el alma significa el hombre completo.

II. Es una espera como la de un sirviente sobre su Amo.

III. Excluye todas las dem�s esperas: "espera s�lo en Dios".

IV. Es un acto de inteligencia espiritual. Nadie espera en Dios hasta que conoce a Dios.

V. De confianza infantil.

VI. El motivo de todo esto - "mi expectativa es de �l". Es una gran expectativa: de gu�a ahora, de vida eterna con Cristo en el m�s all�. Y es de Dios. derivado de, garantizado por, establecido en Dios. Y todo a causa de la redenci�n que es en Cristo. ( George Fisk. )

"�Silencioso a Dios!"

"�Mi alma!" �Aqu� hay un hombre en comuni�n con su propia alma! Se est� dirigiendo deliberadamente a s� mismo y llamando la atenci�n. Tiene un prop�sito determinado quebrando su propia somnolencia e indiferencia, y llam�ndose a s� mismo a una fruct�fera vigilancia. No hay nada como el ejercicio deliberado de un poder para hacerlo espont�neamente activo. Debemos desafiar nuestras propias almas y despertarlas a la contemplaci�n de las cosas de Dios.

"�Mi alma! mira esto, y mira mucho! " Pero asegur�monos de que cuando incitemos la atenci�n de nuestros esp�ritus les demos algo digno de contemplar. Aqu� el salmista llama a su alma a contemplar la multiforme gloria de Dios. Miremos uno o dos aspectos de la visi�n inspiradora. "�l solo es mi roca". He aqu� una de las figuras en las que el salmista expresa su concepci�n del ministerio de su Dios.

"�Mi roca!" La figura sugiere literalmente un recinto de roca, una cueva, un escondite. Quiz�s no hay experiencia en la vida humana que desarrolle m�s perfectamente el pensamiento del salmista que la tutela ofrecida por una madre a su beb� cuando el peque�o est� aprendiendo a caminar. La madre rodea literalmente al ni�o con protecci�n, extendiendo sus brazos en un c�rculo casi completo, de modo que de cualquier manera que el ni�o pueda tropezar, caiga en el ministerio del amor que la espera.

Tal es la idea de "acoso" que se encuentra en esta conocida palabra "roca". Es un recinto fuerte, un anillo invencible, un gran asedio dentro del cual nos movemos con tranquila seguridad. "�l es mi salvaci�n". �Entonces no solo me protege, sino que me fortalece! La salvaci�n implica m�s que convalecencia, denota salud. Es mucho m�s que la redenci�n del pecado; es la redenci�n de la enfermedad.

No ofrece mediocridad; su objetivo es la prosperidad y la abundancia espirituales. Esta promesa de salud la tenemos tambi�n en Dios. Nos acepta en nuestra enfermedad; Promete su nombre a la salud absoluta. �Habiendo amado a los suyos, los am� hasta el fin�. "�l es mi defensa". El salmista est� multiplicando sus cifras para sacar mejor las riquezas de su concepci�n. �La defensa sugiere altaner�a, inaccesibilidad.

�Denota la cima de alg�n pe�asco estupendo, saliente y escarpado! Significa un lugar como donde el �guila hace su nido, mucho m�s all� de los merodeadores de los merodeadores, lejos en las vertiginosas alturas que la travesura no puede escalar. �Dios es mi defensa! Me eleva a la seguridad de alturas inaccesibles. Mi seguridad est� en mi salvaci�n. La pureza se encuentra en las altitudes. En estas tres palabras, el salmista expresa algo de su pensamiento de la presencia protectora anal de Dios que todo lo envuelve.

�l es "mi roca", "mi salvaci�n", "mi defensa". �Cu�l ser� entonces la actitud del alma hacia este Dios? "Alma m�a, espera, guarda silencio ante Dios". El esp�ritu de paciencia debe ser silenciado y subyugado. Nuestras propias voluntades clamorosas deben ser controladas. El peligroso calor se enfriar�. Debemos demorarnos ante Dios en compostura, en tranquilidad. Debemos ser imperturbables. �Una noche�, dice Frances Ridley Havergal, �despu�s de una reca�da, anhelaba tanto poder orar, pero descubr� que estaba demasiado d�bil para el menor esfuerzo de pensamiento, y solo mir� hacia arriba y dije: 'Se�or Jes�s, Estoy tan cansado ', y luego trajo a mi mente' Descansa en el Se�or ', y su hermosa versi�n marginal,' Guarda silencio para el Se�or ', y as� me qued� en silencio para �l, y �l pareci� desbordarme con paz perfecta en el sentido de Su propio amor perfecto.

"Mi expectativa es de �l". La palabra traducida como "expectativa" tambi�n podr�a traducirse como "l�nea" o "cord�n". "La l�nea de hilo escarlata". �La l�nea de toda mi esperanza se extiende hacia �l, y desde �l hacia m�! El salmista declara que, independientemente de las circunstancias que puedan variar, el cord�n de su esperanza lo une al Se�or. �Siempre y en todas partes est� la l�nea extendida! �Mi l�nea es de �l.

�Ya sea que estuviera en problemas o en gozo, en la prosperidad o en la adversidad, en cualquier parte de la variada costa donde se encontraba, exist�a la v�a dorada entre �l y su Dios. "Tu esperanza no ser� cortada"; la l�nea nunca se romper�. "Preferir�a que no me movieran." �Por supuesto no! Un hombre cuya concepci�n de Dios es la de "Roca", "Salvaci�n" y "Defensa", y que est� "en silencio ante �l" y est� atado a �l por el "cord�n" de oro de la esperanza, no puede ser movido.

Pero observe c�mo ha aumentado la confianza del salmista con el ejercicio de la contemplaci�n. Al comienzo del salmo, su esp�ritu estaba un poco tembloroso e inseguro. "No me conmover� mucho". Pero ahora el adverbio calificativo se ha ido, el temblor se ha desvanecido, y �l habla con una confianza y una confianza inquebrantables: "No ser� conmovido". ( JH Jowett, MA )

La fuente inagotable

Esta es la fe con los ojos abiertos, viendo cu�n grande y bueno es nuestro Dios. Si tan solo conocemos a Dios y lo conocemos como �nuestro Dios�, pasamos de inmediato a la posesi�n de una gran herencia. Esto incluye seguridad, descanso, transfiguraci�n del alma, victoria, gozo eterno.

I. El alma es nuestra principal preocupaci�n. El cuerpo del hombre tiene un valor peculiarmente propio, pero el alma es incomparablemente m�s preciosa. El cuerpo mira hacia abajo y busca en el suelo sus delicias; el alma mira hacia arriba y selecciona tesoros de los reinos m�s all� de las estrellas. Su hogar est� en lo alto; est� destinado a volar.

1. El alma tiene parentesco con Dios.

2. El alma tiene grandes capacidades.

3. El alma tiene la posibilidad de una vida sin fin.

II. El alma est� llena de necesidad.

1. Este es un hecho patente. �Puede el �rbol florecer sin su ra�z? �Puede una casa mantenerse sin cimientos? �Puede un beb� prosperar sin su madre? Tampoco puede el hombre sin Dios.

2. Necesitamos instrucci�n divina. El primer grito del alma es por luz.

3. Necesitamos la vida de Dios en nuestro interior. La penitencia es vida en ciernes; la oraci�n es vida; el perd�n es vida; la justicia es vida; la filiaci�n en la casa de Dios es vida; la esperanza del cielo es vida. "El que tiene al Hijo, tiene la vida".

III. La fuente del bien real: Dios. Este es un descubrimiento vital; porque hay una triste tendencia a confiar en algo m�s que en Dios. Pero aqu� tenemos ...

1. Grandes recursos. Aquel que cre� de la nada este vasto universo puede crear m�s f�cilmente. �Podemos sostener el Atl�ntico en la palma de nuestra mano? Tampoco podemos medir los recursos de Dios.

2. Grandes promesas, las promesas de Dios son el resultado de �l mismo. Son el car�cter de Dios transpuesto a palabras. �Qu� magn�ficas promesas tenemos de Dios! �Yo ser� para ellos un Dios, y ellos ser�n para M� un pueblo; No romper� mi pacto con ellos; Con aquel hombre habitar�, que es de coraz�n humilde y contrito; ... Abre bien la boca y la llenar� ".

3. Grandes provisiones. Todo est� sometido a tributo para servir a los hombres redimidos, a saber. naturaleza, providencia, historia humana, �ngeles, sufrimiento, muerte, la cruz de Jesucristo.

IV. El canal de bendici�n, a saber. esperando en Dios.

1. Esto implica fe. En cada transacci�n de la vida diaria ejercemos la fe. Ponemos nuestra fe en los hombres, aunque a menudo nos han enga�ado. Ponemos nuestra fe en los procesos de la naturaleza, en las revoluciones de las estaciones, en la estabilidad de este globo tan inestable. �No pondremos mucho m�s nuestra fe en el Dios eterno?

2. Esperar implica sumisi�n. �Esperar� significa que me someto al benepl�cito de Dios. Aunque se demore, lo esperar�. Mi campo de visi�n es muy estrecho. Su ojo barre el universo. Mi idea de lo que es mejor es muy imperfecta; Su idea es perfecta. Dios es mi Rey, mi misericordioso Maestro; por lo tanto, "esperar�".

3. Esperar significa oraci�n. No es esencial que haya palabras, aunque las palabras son �tiles para nosotros. La oraci�n m�s poderosa es silenciosa, la salida de un deseo invencible. ( J. Dickerson Davies, MA )

Esperando en dios

I. Exhortaci�n - "espera". Es m�s f�cil para algunos inquietarse y echarse humo. Esperar es una lecci�n que se ense�a en la escuela de la experiencia. Pero a menudo somos como ni�os rascando en sus jardines para ver si brotan las semillas sembradas ayer.

II. Definici�n: "sobre Dios". Para algunos, esperar es sentarse con las manos juntas. Esto no es esperar en Dios. En esto, se requiere coraje, resoluci�n y otras cualidades masculinas: uso paciente y en oraci�n de los gemidos.

III. Limitaci�n: "solo". �Solamente? si, solo! De hecho, esta es una limitaci�n. �No est� escrito: "Es mejor confiar en el Se�or que confiar en los pr�ncipes"? Adem�s, "No pongas tu confianza en pr�ncipes, ni en el hijo de hombre, en quien no hay salvaci�n", y nuevamente, "As� dice el Se�or: Maldito el hombre que conf�a en el hombre", etc.

IV. Iluminaci�n - "Expectativa". Si la imagen ha sido gris u oscura, el h�roe es la iluminaci�n. Esto puede parecer mercenario. �Mercenario? Escuche, �Mois�s era un mercenario? "�l mir� con agrado la recompensa; estim� el oprobio de Cristo m�s riquezas que los tesoros de Egipto". Acu�rdate de �l tambi�n, quien por "el gozo que se puso delante de �l, sufri� la cruz",

V. Aplicaci�n: "alma m�a", "t�", "mi": esta aplicaci�n es personal. Esta es la �nica aplicaci�n adecuada, "Alma m�a, espera s�lo en Dios", etc. ( Tesoro del p�lpito ) .

Mi expectativa es de �l . -

Expectativa

�No hay nada que llene la vida de tanta alegr�a y descanso como la expectativa! Es el "m�s all�" de la historia humana, y ning�n paisaje es hermoso sin perspectiva. La luz de David era tenue, pero hab�a un "m�s all�" en su vida. Igual que con Isa�as. Pero fue Cristo quien m�s que nada encendi� esta expectativa. Ahora, con respecto a esto, tenga en cuenta:

I. No se decepcionar�.

II. No estar� del todo definido.

III. No perjudicar� el deber. Los secularistas dicen que lo har� y lo hace. Pero, �en qu� se convertir�a la vida presente si no hubiera expectativas de un futuro?

IV. No se extinguir�. El hombre no puede vivir m�s. Que tenemos en Cristo la prenda del que . ( WM Statham. )

Versículos 5-6

Verdaderamente mi alma espera en Dios. .. Alma m�a, espera solo en Dios.

Silencio a dios

Estas cl�usulas se corresponden: el "verdaderamente" del primero es la misma palabra que el "�nico" del segundo, y en cada uno est� al principio. Literalmente, las palabras son: "Mi alma es silencio para Dios". Todo su ser era una gran quietud ante Dios. Este silencio es ...

1. Del testamento. La resignaci�n es su caracter�stica; es una voluntad silenciosa. Tal voluntad fuerte: no es pasividad d�bil.

2. Del coraz�n.

3. De la mente. C�mo debemos estar quietos y dejar que Dios hable. La segunda cl�usula es una exhortaci�n a la propia alma del salmista, y esa autoexhortaci�n, si no la afirmaci�n de la primera cl�usula, podemos hacer nuestra. Debe haber un esfuerzo consciente y auto-�nimo si queremos preservar la m�s alta emoci�n religiosa. As� como el constante lavado del mar socava los acantilados y devasta las costas, el desgaste de la ocupaci�n diaria act�a y desgasta las emociones superiores de nuestra vida religiosa. Por tanto, anima tu alma a esperar solo en Dios. ( A. Maclaren, DD )

No me conmover� mucho. -

La actualizaci�n de la fe

(con Salmo 62:6 ): -

I. El salmista ya ha alcanzado un buen grado en la escuela de la fe. "No me conmover� mucho". �Y c�mo lleg� a este grado?

1. Comenz� esperando en Dios. �S�lo a Dios se le silencia el alma� es el original, y es expresivo en esa forma, �no es as�? No tengo a nadie m�s a la vista, solo escucho a Dios; mi alma tiene o�dos, y est�n abiertos para o�r lo que �l me diga, porque hablar� paz a su pueblo. �sta es la actitud correcta.

2. Habiendo comenzado esperando en silencio en Dios, el salmista pronto disfrut� de la realizaci�n de Su poder, Su gracia, Su inter�s. "�l solo es mi roca". Esa met�fora significa m�s de lo que imaginamos. David sab�a qu� eran las rocas, el uso, el prop�sito y la comodidad de ellas. Lo que las colinas y las rocas eran para los conos, lo que las cuevas y las cuevas de la tierra hab�an sido para el rey perseguido, y Dios lo era para �l en todas las perplejidades de su alma.

Adem�s lo llama su salvaci�n, a�adiendo esto a la met�fora que ya hab�a empleado, tanto como para decir: �No es una mera met�fora. Esta es una canci�n, pero no es una mera canci�n; es poes�a, pero es pr�ctica por todo eso. Dios ha sido para m� como esta roca de mi salvaci�n, una Roca de las Edades, una roca hendida, en la que he estado seguro ". Adem�s, dice: "�l es mi defensa", una torre alta, un castillo se�orial; algo incluso mejor que las cuevas de la tierra, aunque sirvieron bastante bien al prop�sito de David cuando la ocasi�n lo exigi�.

Pero Dios es para nosotros el mejor de los mejores, el m�s noble de los nobles; una torre, pero una torre alta as� como una torre fuerte, no solo un refugio excavado en la roca, sino un castillo se�orial, detr�s de cuyos baluartes no solo estamos seguros sino tambi�n felices.

3. Esto produce una confianza firme. "No me conmover� mucho". La br�jula tiembla y vacila y vacila, pero tiembla de regreso al polo; no se conmueve mucho. Puedo caer, pero me levantar� de nuevo. Si estoy perplejo, no estoy desesperado. Si estoy abatido, no estoy ni estar� angustiado. Con una roca as�, pues, �qui�n es una roca como nuestro Dios? �No podemos decir con confianza: "No ser� conmovido".

II. Ha hecho un progreso inmenso ( Salmo 62:6 ). "Preferir�a que no me movieran." Esa oraci�n no es tan larga como la otra, pero si no es tan larga es tan fuerte y m�s fuerte, y prefiero la fuerza a la longitud. La omisi�n de esa palabra marca en gran medida una fe creciente y marca una gran diferencia. "Preferir�a que no me movieran.

�No hay adverbio calificativo; es absoluto. �No ser� movido en lo m�s m�nimo, ni una pulgada, ni un pelo. No ser� conmovido en ning�n momento, mientras viva, ni cuando venga a morir, ni cuando comparezca ante el tribunal. Preferir�a que no me movieran." Ves que no hay ninguna calificaci�n. �Desear�a poder llegar a esto? Observe lo r�pido que ha sido el crecimiento. Creo que el salmista solo estaba hablando su experiencia real, y podr�a haber tomado solo un minuto m�s o menos decir las palabras intermedias.

Ah, pero las plantas de Dios crecen r�pidamente. Los lirios del Se�or brotan en una hora m�s o menos, cuando �l ilumina la semilla y la riega con Su gracia. Pero, �c�mo podemos explicar este crecimiento? Primero, sobre la base de que la fe real es vital. Est� destinado a crecer. Tiene la vida de Dios, es el germen divino, y as� como en las manos de la momia el trigo y los guisantes han permanecido tres mil a�os, pero cuando salen a la luz y se plantan en la tierra, brotan en belleza, su la vida est� en ellos todo el tiempo, por lo que la fe no puede ser destruida.

Es la propia vida de Dios; est� destinado a vivir y conquistar. Adem�s, la fe llega a la ocasi�n. Es como el petrel tempestuoso que se deleita con la brisa y nunca est� tan feliz como cuando la tormenta es m�s fuerte. Adem�s, crece con el ejercicio. Cuanto m�s se act�a sobre la fe, m�s activa es. Ahora perm�tanme decirles que nada menos que esto deber�a ser suficiente para cualquiera de nosotros. S� que media barra es mejor que nada de pan.

S� que una fe d�bil es infinitamente preferida a ninguna, pero en la misma l�nea de argumentaci�n, bien puede declarar que una fe como esta de la que hemos estado hablando es muy preferible a la que pensamos al principio. primero. �Por qu� deber�amos contentarnos con una peque�a medida cuando Dios nos la dar� amontonada, apretada y desbordada? ( Thomas Spurgeon. )

Versículo 8

Conf�a en �l en todo momento.

El deber de confiar en Dios

I. Como afirma un hecho interesante. "Dios es un refugio para nosotros." Este es un hecho en el que toda la humanidad est� profundamente interesada. Si Dios no es nuestro refugio, estamos perdidos y finalmente debemos perecer en nuestros pecados. Pero, gracias al Se�or, no nos ha dejado sin ayuda. �l "se ha acordado de nosotros en nuestra humildad, porque su misericordia es para siempre".

II. Un deber importante ordenado. "Conf�a en �l en todo momento". Este es tanto el deber imperioso como el mayor inter�s de todo ser humano. No hay temporada en toda la br�jula de la existencia humana en la que no sea necesario confiar en el Se�or.

III. Urgi� una direcci�n alentadora. �Pueblo, derramad vuestro coraz�n delante de �l�. �T�, Dios, me ves�, es un sentimiento que debe impresionar profundamente nuestras mentes en todo momento; pero especialmente en nuestros discursos al trono de la gracia. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

Confianza en dios

I. El objeto de nuestra confianza: Dios. Conf�a en �l: en Sus perfecciones y prerrogativas: Su poder, sabidur�a, bondad, amor. Conf�a en �l en todo momento: prosperidad, dolor, etc. Conf�a en �l en todo momento. �Puedo? Usted debe. �No es presunci�n? No; la presunci�n ser�a al rev�s. Cuando su hijo conf�a en su afecto y camina en obediencia a su voluntad, considerando su promesa como verdad, ese ni�o no es presuntuoso. Es presuntuoso cuando disputa tu autoridad o veracidad, y es refractario. La relaci�n filial, el amor humilde, la confianza humilde pero perfecta, no son presunci�n, sino obediencia.

II. Este es nuestro privilegio, que podamos derramar nuestro coraz�n ante Dios. Derrama tu coraz�n en oraci�n y s�plica personal. Dios ve el coraz�n; sin embargo, �brelo t� mismo a �l. Extiende tu caso ante �l. Ser� su consuelo y alivio, su consuelo y su satisfacci�n.

III. La seguridad que asegura a todos los que ejercen esa confianza y se benefician de ese consuelo. Dios es un refugio para nosotros. Ah� est� nuestra seguridad. ( J. Stratten. )

�C�mo vivir por fe en la providencia divina? -

I. Confiar en Dios es el deber del creyente ( Salmo 65:5 ; Proverbios 3:5 ; Isa�as 51:5 ; Salmo 52:8 ; Salmo 78:22 ).

II. Qu� es confiar en Dios.

1. Generalmente. Confiar en Dios es echar nuestra carga sobre el Se�or, cuando es demasiado pesada para nuestro propio hombro ( Salmo 55:22 ); habitar "en el lugar secreto del Alt�simo"; cuando no sabemos d�nde apoyar la cabeza en la tierra ( Salmo 91:1 ); �mirar a nuestro Hacedor� y �tener respeto al Santo de Israel� ( Isa�as 17:7 ); para sostenernos, al hundirnos, en el Se�or nuestro Dios ( Isa�as 26:8); En una palabra, la confianza en Dios es ese acto elevado o ejercicio de fe, por el cual el alma, mirando a Dios y arroj�ndose sobre su bondad, poder, promesas, fidelidad y providencia, se eleva por encima de los temores y desalientos carnales, por encima de desconcertantes dudas e inquietudes, ya sea por obtener y continuar lo que es bueno, o por prevenir o eliminar lo que es malo.

2. M�s particularmente.

(1) Los ingredientes de la confianza en Dios son: Un conocimiento claro o comprensi�n correcta de Dios, como se revela en Su Palabra y obras ( Salmo 9:10 ; Salmo 91:14 ). El pleno asentimiento del entendimiento y el consentimiento de la voluntad a esas revelaciones divinas, como verdaderas y buenas, en las que el Se�or se propone como objeto adecuado de nuestra confianza. Una confianza firme y fija de toda el alma en Dios.

(2) Sus concomitantes: una santa quietud, seguridad y paz de esp�ritu, que brota de una plena persuasi�n de nuestra seguridad. Una esperanza firme y bien fundada, que incluye:

(i.) Una expectativa santa y confiada y velando por la presencia misericordiosa de Dios;
(ii.) Una humilde y constante espera en el ocio de Dios. Una confianza humilde, santa e intr�pida.

(3) Sus efectos. Oraci�n ferviente, eficaz y constante. Obediencia sincera, universal, espiritual, alegre, constante. Gozo que arrebata el alma y que anima el coraz�n ( Salmo 13:5 ; Isa�as 12:2 ; 1 Pedro 1:8 ).

III. Cu�l es, o deber�a ser, el gran y �nico objeto de la confianza de un creyente. El Se�or Jehov� es, o al menos deber�a ser:

1. El gran objeto de la confianza de un creyente. �Pon tu confianza en el Se�or� ( Salmo 4:5 ). �En qui�n debe confiar una criatura moribunda, sino en un �Dios vivo�? ( 1 Timoteo 4:10 ). En tiempos tormentosos y tempestuosos, aunque no podamos correr a la zarza, debemos ir a esta Roca en busca de refugio ( Isa�as 26:4 ).

Cuando el sol arde y quema, la calabaza de Jon�s resultar� insignificante: ninguna sombra como la de las alas de un Dios ( Salmo 36:7 ).

2. El �nico objeto de la confianza de un creyente.

La santa confianza es un acto de adoraci�n propio y peculiar de un Dios santo. Ninguna criatura debe participar de ella: todo aquello en lo que confiamos, a menos que est� subordinado a Dios, lo convertimos en nuestro Dios, o al menos en nuestro �dolo. La verdadera confianza en Dios nos saca de las bisagras de todas las dem�s confianzas: as� como no podemos servir, tampoco podemos confiar en Dios y Mamm�n. Debe haber una sola cuerda en el arco de nuestra confianza; y ese es el Se�or.

IV. �Cu�les son esas bases seguras y estables sobre las cuales los santos pueden construir firme y seguramente su confianza en Dios?

1. El brazo y poder todopoderoso de Dios. El Se�or tiene un brazo, un brazo extendido ( 1 Reyes 8:42 ); una mano, una mano omnipotente; una mano que extiende los cielos ( Isa�as 40:12 ), que los extiende como una cortina, y los extiende como una tienda para habitar. En este brazo omnipotente pueden los creyentes confiar ( Isa�as 51:5 ).

2. La bondad, misericordia y generosidad infinitas y gratuitas de Dios. Sus entra�as son tan tiernas como fuerte es su brazo.

3. Las muchas, escogidas, grand�simas y preciosas promesas de Dios. Estas son las jarras que la fe guarda en ella, las manzanas [que] ha acumulado en el almac�n, para revivir y avivar en un d�a de desfallecimiento. �Qui�n no confiar� en la palabra, la promesa, la protesta del Rey de reyes? ( Hebreos 13:5 ; Isa�as 43:2 ; Isa�as 4:5 ; Isa�as 6:1 ).

4. La fidelidad inviolable, firme e inagotable de Dios ( 1 Corintios 10:13 ). La bondad de Dios lo inclina a hacer buenas promesas, y su fidelidad lo obliga a hacer buenas esas promesas.

5. La providencia m�s santa, sabia, poderosa y misericordiosa de Dios ( Hechos 17:25 ; Hechos 17:28 ; Proverbios 15:3 ). La fe reflexiona sobre experiencias pasadas, propias y ajenas; y por la santa habilidad que tiene en la fisonom�a de la providencia, lee claramente y recopila lo que Dios har�, en lo que Dios ha hecho. Echa un vistazo a ...

(1) Las experiencias de los dem�s. Y se juzga interesada en esas mismas providencias de gracia de las que disfrutaron.

(2) Sus propias experiencias ( 1 Samuel 17:37 ; 2 Corintios 1:10 ).

6. Aquellos parientes queridos en los que el Se�or se complace en permanecer y reconocer a Su pueblo claman en voz alta por su confianza en �l. �Ha construido �l la casa, y no la mantendr�? El que nos hizo ciertamente nos cuidar�. Podemos entregarnos con seguridad a nosotros mismos, nuestra confianza en todo, a �l, que nos ha dado a nosotros mismos y a nuestro todo. El ap�stol hace de esta relaci�n la base de la confianza ( 1 Pedro 4:19 ).

V. �Cu�les son esas temporadas especiales y se�aladas que exigen en voz alta el ejercicio de esta divina confianza? El sabio nos dice que hay un tiempo se�alado para cada prop�sito bajo el cielo: un tiempo para matar y sanar, plantar y arrancar, llorar y re�r, conseguir y perder, nacer y morir ( Eclesiast�s 3:1 , etc.). En todo esto, la confianza en Dios no es, como la nieve en la cosecha, desagradable, sino conveniente, s�, necesaria.

VI. C�mo la fe o la confianza se ejerce, se manifiesta, se degrada y se mueve en estas estaciones se�aladas.

1. En tiempos de plenitud y prosperidad. Cuando nos va bien a nosotros y a los nuestros; cuando la vela del Se�or brille sobre nosotros y nuestro tabern�culo; Donde nuestras filas caen en lugares agradables, y nuestro Dios nos hace descansar en pastos verdes y gordos: ahora, ahora es una oportunidad justa para que la fe o la confianza se esfuercen, s�, y aparezcan gloriosamente. Y, de hecho, se requiere nada menos que la m�xima habilidad de la fe para dirigir el alma generosamente en esta calma serena y serena. Y entonces&mdash

(1) La fe o la confianza mira hacia arriba y fija su mirada en Dios. Y as� la santa fe se entrega a s� misma, en expresiones como estas; a saber&mdash

(i.) Cu�n llena est� mi gran cisterna, es el Se�or, y solo el Se�or, la gran Fuente, o m�s bien el Oc�ano, de todos mis placeres.

(ii.) Ya que todo lo que tengo es recibido de Dios, no puedo, no debo jactarme, quejarme, gloriarme, como si no lo recibiera ( G�nesis 4:7 ).

(iii.) Dado que todo lo que tengo es de la bendici�n y la bondad de Dios, todo esto ser� para Su alabanza y gloria,
(iv.) Porque todos mis placeres proceden de la d�diva gratuita de Dios, o m�s bien de Su pr�stamo, por lo tanto debe y debe estar prontamente entregado al llamado de Dios.
(v.) Ahora disfruto m�s de Dios, ahora, incluso ahora, es necesario que conf�e mayormente, s�, total y exclusivamente, en Dios.

(vi.) Estos goces externos son verdaderamente dulces; pero mi Dios, el autor de ellos, es infinitamente m�s dulce. Sobre las cosas de Dios. Faith descubre un mundo m�s all� de la luna y comercia all�; dejando que los hombres de la tierra se carguen de barro y brasas, la fe persigue su mercanc�a b�sica y trata en busca de gracia y gloria.

(2) La fe o la confianza miran hacia abajo, a sus m�s plenos y dulces goces temporales. Y por eso pesa con precisi�n estos goces en la balanza del santuario, y as� hace una estimaci�n justa de ellos en cuanto a su valor y valor.

2. En tiempos de tristeza, aflicciones, necesidades, sufrimientos, miserias. Cuando la mano del Se�or sale contra nosotros, y multiplica nuestros dolores en gran manera; ahora, ahora es el momento para que la confianza de un santo se dirija a su prop�sito. ( T. Lyre. )

Confianza en Dios

Tu crees en Dios; es decir, �l tiene un lugar en sus nociones intelectuales; no pod�as, por ninguna consideraci�n, permitir que Su nombre fuera borrado de tu credo; est�s intelectualmente seguro de que �l vive. Ahora, s� fiel a tu propio credo y conf�a en �l. Usted cree que el r�o corre hacia el mar, y que el mar es lo suficientemente grande para sostener su barco, entonces act�e en base a su fe y ponga a flote el barco.

Si mantiene su barco en el cepo cuando est� terminado, entonces todas sus alabanzas al oc�ano ser�n en vano; Mejor nunca haber construido el barco que dejarlo sin botar: un monumento de su creencia cient�fica, pero tambi�n un testimonio de su infidelidad pr�ctica. Esta cifra nos servir� a�n m�s. Esta fe en Dios es verdaderamente como un barco de navegaci�n. Tienes este gran barco; ella est� bien construida; conoces su preciosidad, pero ah� est�s, vacilando en el r�o, corriendo hacia la barra del puerto y regresando horrorizado como si hubieras visto un fantasma: ten fe; pasar la barra; dejar atr�s los promontorios; haz de las estrellas tus consejeros y cabalga sobre el gran mar con la gu�a del sol mayor.

Esto es fe: no un mero asentimiento de la cabeza que asiente, sino el riesgo reverente del coraz�n amoroso y aferrado. Tener un Dios en su fe es sentarse en un barco que est� encadenado al cepo; pero tener un Dios en el coraz�n, que gobierne el entendimiento, la conciencia y la voluntad, es navegar r�o abajo, entrar en el gran oc�ano y pasar sobre las aguas infinitas al puerto del reposo. Conf�a en �l en todo momento.

La religi�n no debe ser ocasional sino continua. Durante el d�a nuestra fe debe brillar como el sol; en la noche es para llenar las tinieblas de estrellas; en el banquete de bodas es convertir el agua en vino; en la hora de la privaci�n es rodear la vida empobrecida de �ngeles de esperanza y promesa; en el d�a de la muerte es para quitarle la espada al destructor y darle la victoria al que aparentemente est� vencido en la lucha.

Al ejercer esta confianza, hay que recordar dos cosas. Primero: obtenemos algunos de los mayores beneficios de la vida a trav�s de nuestra disciplina m�s dolorosa. El mismo acto de confianza es una tensi�n continua sobre el entendimiento, los afectos y la voluntad. La confianza no es un acto realizado de una vez por todas, algo que fue escrito en un libro hace mucho tiempo y que puede ser objeto de referencia y verificaci�n; La confianza religiosa es la condici�n cotidiana del alma, el estado en el que el alma vive, se mueve y tiene su ser, la fuente, por as� decirlo, de la que extrae todas sus inspiraciones, la fiesta en la que sostiene su confianza y la condici�n completa que subyace y ennoblece la mejor vida.

Debemos recordar, tambi�n, que el momento de la explicaci�n completa no es hasta muy pronto. Dif�cilmente se puede cuestionar que nuestras desilusiones alg�n d�a lleguen a contarse entre nuestras bendiciones. Por lo tanto, necesitamos que se nos ense�e la lecci�n de la paciencia, que seamos castigados, suavizados y sometidos, y que se nos ense�e lo bueno que es, no solo esperar en Dios, sino esperar en �l, esperar durante largos d�as y noches cansadas, para estar fuera de la puerta del cielo y permanecer all� con la confianza de que en Su propio tiempo y en Su propio camino vendr� el Rey Tim, y har� por nosotros mucho m�s abundantemente de todo lo que pedimos o pensamos.

La exhortaci�n toma otro giro: "derramen su coraz�n delante de �l". Aunque lo sabe todo, se le debe decir todo. Haz de Dios tu confidente. Ana dijo: "He derramado mi alma delante del Se�or". La figura representa el acto de entregar todo el contenido del coraz�n a la custodia de Dios. No es una palabra de vez en cuando lo que deba decirse, ni una pista que deba darse, ni una se�al que deba presentarse; la acci�n es un completo vaciamiento del coraz�n, la efusi�n de todo pensamiento, prop�sito, motivo, deseo y afecto secretos, para que as� el hombre pueda estar en una actitud y una relaci�n correctas con su Dios.

Nuestra comuni�n con el cielo debe ser sin reservas. La primera condici�n para la adoraci�n verdadera, profunda y edificante es que debemos limpiar nuestro coraz�n de todo secreto y derramar todo el contenido de nuestro ser en penitencia y acci�n de gracias ante Dios: entonces la visi�n del cielo brillar� sobre nosotros, entonces los �ngeles consoladores ser�n vistos con evangelios desde el trono de la gracia, luego nuevos cielos resplandecer�n sobre nosotros, y una nueva tierra extender� todas sus flores y frutos para nuestro deleite y nuestro sustento.

Nuestra comuni�n no solo debe ser sin reservas, debe continuarse por mucho tiempo: �reza sin cesar�. As� como nuestra respiraci�n es continua, nuestra aspiraci�n debe ser incesante. La �nica analog�a verdadera sobre la vida del alma en referencia a la comuni�n con Dios se encuentra en la respiraci�n continua de la vida corporal. Respiramos sin saberlo. Cuando gozamos de salud, no nos damos cuenta de que tenemos una naturaleza f�sica en absoluto; todo funciona armoniosa y suavemente, y sin recordarle al hombre que est� habitando una morada decadente o incierta.

Lo mismo ocurre con el alma. Este es un sentido en el que podemos disfrutar de una piedad inconsciente que ha vivido fuera de la regi�n del estatuto y la maquinaria, los andamios y los apoyos externos, y que se alza como sobre alas fuertes en la puerta misma de la ma�ana. Esto no es descuido; puede ser la �ltima expresi�n de una cultura espiritual prolongada. Deber�a haber alguna diferencia del tipo m�s obvio y pr�ctico entre los que creen en Dios y los que no.

La confianza en Dios debe expresarse en la calma y la beneficencia de la vida. El cristiano debe vivir para dar. El cristianismo es gasto. No tenemos nada que no hayamos recibido, y debido a que tenemos todas las cosas en Cristo, debemos dar y trabajar con ambas manos fervientemente, dejando que Dios provea para el futuro a medida que el futuro se revele. Si podemos decirlo as�, no podemos darle a Dios mayor placer que poner todo nuestro cuidado en �l, confiarle cada preocupaci�n y cada detalle de la vida con absoluta intrepidez y perfecta consagraci�n.

Los mismos cabellos de nuestra cabeza est�n todos contados. Nuestro sentarnos es de importancia para Dios, y nuestro levantamiento es de importancia en el cielo; s�, nuestra salida y nuestra entrada parecer�an tocar las solicitudes de nuestro Padre. Todo esto ser� rom�ntico para el alma que no ha tenido experiencia espiritual; pero no debemos consultar a los ciegos sobre los colores, ni a los sordos sobre las armon�as, ni a los muertos sobre los deberes, los placeres y los sacrificios de la vida. �Bienaventurados los de limpio coraz�n; porque ellos ver�n a Dios �. El hombre natural no comprende las cosas espirituales; s�lo pueden discernirse espiritualmente. ( J. Parker, DD )

Confianza continua en Dios

Se debe poner �nfasis en la continuidad del fideicomiso. Estamos llamados a confiar en Dios donde no podemos alabarlo. Es en el Huerto de Getseman� donde mejor podemos mostrar la realidad y la fuerza de nuestra confianza en Dios. Incluso los infieles pueden re�rse al mediod�a, y los necios se alegran en el tiempo de abundante cosecha; s�lo el que conf�a amorosamente en Dios puede estar tranquilo en la oscuridad y cantar canciones de confianza cuando la higuera no florece.

La confianza de este tipo equivale a una discusi�n. Atrae la atenci�n de quienes estudian el temperamento y la acci�n de nuestras vidas. Naturalmente, preguntan c�mo es que estamos tan sostenidos y consolados, y que cuando otros hombres se quejan y se lamentan podemos repetir nuestra oraci�n y cantar la misma canci�n de confianza, aunque a veces, de hecho, en un tono m�s bajo. Somos observados cuando estamos junto a la tumba, y si all� la fe cristiana puede vencer el dolor humano, se debe un tributo de alabanza a nuestros principios.

Y muchos hombres pueden estar dispuestos a pagar ese tributo y as� acercarse m�s al reino de Dios. Un hermoso estribillo es este para nuestro c�ntico de vida: �Conf�a en �l en todo momento� - en la juventud, en la vejez, en el dolor, en la alegr�a, en la pobreza, en la riqueza; en todo tiempo, en buenas y malas cosechas, en el desierto y en el huerto, en la tierra firme y en el mar tumultuoso; en todo momento, hasta que el tiempo mismo se haya mezclado con la eternidad. ( J. Parker, DD )

Dios es un refugio para nosotros . -

Dios nuestro refugio

I. La representaci�n que aqu� se da de Dios. "Dios es un refugio para nosotros."

1. Un refugio seguro.

2. Un refugio siempre presente.

3. Un refugio accesible.

4. El �nico refugio.

II. La exhortaci�n se bas� en ello.

1. Debemos mantener una dependencia continua en Dios.

2. Debemos hacerle una revelaci�n sin reservas de nuestros deseos. "Derramad vuestros corazones delante de �l". ( R. Davies, MA )

Dios el refugio de su pueblo

I. La necesidad de un refugio divino.

1. Como respeta al hombre como pecador, necesita un refugio.

(1) Es culpable por haber quebrantado la justa ley de Dios.

(2) Es condenado y objeto de persecuci�n ( G�latas 3:10 ).

(3) Est� indefenso. No puede dar satisfacci�n ( Romanos 3:19 ); es d�bil ( Romanos 5:6 ); no puede dar expiaci�n por el pasado ( Miqueas 6:6 ).

2. En lo que respecta al creyente,

(1) Con su propio coraz�n: Satan�s, su poderoso adversario.

(2) Tribulaci�n. "El hombre nace para problemas como las chispas", etc.

(3) En la �ltima hora y en el �ltimo d�a.

(4) El creyente necesita un refugio debido a su desamparo ( 2 Corintios 12:10 ; Juan 15:5 ).

II. La naturaleza y propiedades de este refugio.

1. Dios es un refugio para los culpables. Incluso cuando las ciudades de refugio fueron proporcionadas para el homicida culpable. Los m�s culpables, los m�s viles de los viles, encuentran refugio y socorro ( Hebreos 6:18 ).

2. Es un refugio para su pueblo en conflicto. Esa mentira fue para David ( 2 Samuel 22:1 ; Salmo 142:4 ). Dar� gracia suficiente para hacer una buena guerra.

3. Dios es un refugio en la tribulaci�n ( Salmo 9:9 ; Salmo 59:16 ; Jeremias 16:19 ).

4. �l es un refugio de fortaleza para los d�biles y desamparados.

5. La mentira ser� refugio en la muerte y en el d�a del juicio. Entonces ser� reconocido como un Dios en pacto y salvar� a su pueblo. ( Ayuda para el p�lpito ) .

Versículo 10

Si las riquezas aumentan, no pongas tu coraz�n en ellas.

El aumento de la riqueza

I. He aqu� una circunstancia que la mayor�a desea. �Qui�n no desea el aumento de sus posesiones seculares? Este deseo es virtuoso, o no, seg�n la gran raz�n que lo origina y gobierna.

1. Hay una raz�n incorrecta. Cuando se desea la riqueza, ya sea por s� misma o con el prop�sito de ostentaci�n, comodidad, voluptuosidad y autocomplacencia, el deseo de adquisici�n se vicia y se corrompe. Estos son los fines de los meros hombres mundanos en la aspiraci�n.

2. Hay una raz�n correcta. Aquel que desea la riqueza para disciplinar adecuadamente su naturaleza espiritual, aliviar los males de la humanidad y ayudar a promover la causa de la verdad, el derecho y la benevolencia, es justo en esta propensi�n adquisitiva.

II. Aqu� hay una posibilidad que algunos pueden poseer. La posibilidad es el aumento de las riquezas. Este aumento en la facilidad de muchos, tal vez, sea casi imposible; a�n as�, en el caso de otros, no es as�. Los hombres pobres a menudo se enriquecen de dos maneras; ya sea con o sin sus propios esfuerzos.

1. Con sus propios esfuerzos. Mediante la habilidad inventiva, la industria bien dirigida, el pron�stico mercantil y la econom�a sistem�tica, muy a menudo encontramos hombres pobres que se elevan de una gran pobreza a una inmensa riqueza. Cuando se llega a un resultado as�, aparte de representaciones falaces, transacciones fraudulentas y especulaciones injustas, es a la vez gratificante y encomiable.

2. Sin sus propios esfuerzos, no pocos hombres indolentes y sin valor se enriquecen. Por nacimiento llegan a una herencia, o por una especie de "suerte" est�n dotados de hermosos legados. Rara vez en tales casos la riqueza tiene alg�n valor real para sus poseedores y, a menudo, prueba su ruina moral.

III. He aqu� un deber que todos deber�an obedecer. �Que es eso? "No pongas tu coraz�n en ellos". Independientemente de la forma o la cantidad que puedan aumentar, no deber�an ocupar el coraz�n. �Pero por qu�?

1. Porque amarlos es indigno de tu naturaleza. El alma fue hecha para poner sus afectos en el valor moral, no material, en los atributos divinos de la mente imperecedera, no en las cualidades de la materia corruptible. El amante del dinero prostituye sus afectos y degrada su naturaleza.

2. Porque amarlos es herir tu naturaleza. El hombre que ama las riquezas ofrece violencia a los dictados de su conciencia, llena su coraz�n de preocupaciones y angustias acosadoras, y materializa los afectos divinos de su naturaleza. Nos volvemos como los objetos que amamos; el hombre que ama su oro se vuelve como un gusano miserable o un trozo de barro.

3. Porque amarlos es excluir a Dios de tu naturaleza. El alma est� constituida de tal manera que no puede amar supremamente dos cosas opuestas al mismo tiempo.

4. Porque amarlos es arruinar tu naturaleza. La mayor agon�a del alma es el duelo, la separaci�n del objeto que amamos. Tal separaci�n es inevitable donde se ama la riqueza; aqu� el amante y el amado deben separarse eternamente. ( Homilista. )

El coraz�n en el lugar equivocado

En una de las galer�as de arte de Italia hay un cuadro curioso, de un pintor temprano, que representa a un hombre enfermo tendido en su cama, y ??sus m�dicos vienen a visitarlo. Han examinado a su paciente y han determinado que su enfermedad se debe a que su coraz�n se ha ido, ha desaparecido por completo. Desde un p�lpito cercano, San Antonio de Padua est� predicando sobre el texto: �Porque donde est� tu tesoro, all� estar� tambi�n tu coraz�n.

��l anuncia d�nde se encontrar� el coraz�n del enfermo; y la pista que da es seguida en otro compartimento por un grupo de amigos del enfermo, que abren su caja fuerte y se quedan asombrados al descubrir el miembro faltante reposando entre las abundantes piezas de oro. Es tan cierto como si fuera un hecho literal, que el coraz�n puede ser atra�do del lugar que le corresponde para descansar entre los tesoros terrenales.

Versículo 11

Dios ha hablado una vez: dos veces he o�do esto, que el poder es de Dios.

La omnipotencia de dios

Primero, perm�tanme recordarles la definici�n de poder que adoptan los escritores m�s aprobados. Nos instruyen a considerar el poder dividido en dos tipos, poder activo y pasivo. Por poder activo entendemos la capacidad que posee cualquier sustancia o ser de efectuar cambios o alteraciones sobre cualquier otra sustancia o ser; de modo que es un ejemplo de poder activo cuando hablamos del fuego con la capacidad de fundir oro, pues queremos decir que el fuego tiene la capacidad de efectuar sobre el oro esa alteraci�n de su consistencia que denominamos fundir.

Por tanto, tambi�n es un ejemplo de poder pasivo cuando hablamos de la capacidad de cualquier sustancia para sufrir cambios; como cuando decimos del oro que posee el poder de fundirse o de tener su consistencia alterada por la influencia del fuego. A partir de esta declaraci�n de la definici�n de poder m�s aprobada, avanzamos hacia un intento de ilustrar el poder de la Deidad en la medida en que podamos hacerlo, en primer lugar, a partir de las apariencias de la naturaleza.

El primero de ellos es la inmensidad de su extensi�n. Seg�n las doctrinas modernas de la astronom�a, el sistema solar, del cual el globo en el que vivimos forma una parte, consta de varios mundos, la mayor�a de ellos m�s grandes que el nuestro, y muchos de ellos mucho; y que estos son transportados solidariamente alrededor del sol en diferentes �rbitas a una velocidad constante pero r�pida. La agencia, ya sea inmediatamente ejercida o resultante de la constituci�n de causas autoactivas, que podr�a efectuar alteraciones tan asombrosas de la materia originalmente confusa y no distribuida del universo, que podr�a continuarlas en este estado de acci�n, abruma la imaginaci�n.

Otra caracter�stica del poder de la Deidad, como se ilustra en las obras de la naturaleza, es la variedad de modos por los que se manifiesta. La insaciable variedad de la naturaleza ha sido considerada una de las cualidades m�s maravillosas del universo. Esto se manifiesta en nada m�s sorprendente que en la capacidad que se ejerce para lograr los mismos fines por medios muy diferentes. Los astr�nomos, por ejemplo, nos dicen que la provisi�n general, hecha para dar luz a un planeta durante la ausencia del sol, es por lunas similares a la nuestra, que difieren en n�mero en proporci�n al tama�o del planeta alrededor del cual giran.

Sin embargo, en el caso del planeta Saturno, este prop�sito se logra en parte por numerosas lunas y en parte por una desviaci�n muy singular, a saber, por un anillo de tal tama�o que llegar�a desde nuestra tierra a la luna, que est� suspendido. a una distancia de veinte mil millas sobre el planeta mismo, y gira y refleja la luz del sol ausente sobre sus inmensas regiones. Otra caracter�stica del poder de la Deidad, como se ilustra en las obras de la naturaleza, es la complejidad.

Tal vez nada demuestre m�s eficazmente el poder que la disposici�n y combinaci�n de numerosas partes de la maquinaria para producir, por su acci�n relativa, un resultado. La exhibici�n de poder ser�, por supuesto, proporcional a la extensi�n de la complejidad, y aumentar� seg�n los materiales adoptados sean de diversa naturaleza; en proporci�n, tambi�n, porque son dif�ciles de manejar y porque el resultado es exitoso. Se puede afirmar con m�s seguridad que todas estas cualidades distinguen preeminentemente las obras del Creador, ( JF Denham, MA )

El mensaje reiterado y la doble audiencia

"Dios escotilla hablado una vez". Esta es una descripci�n de soberan�a. El d�spota oriental habla una vez, de manera decisiva, inequ�voca y s�lo una vez. Si el inferior no comprende y obedece instant�neamente, �qu�tese la cabeza! Pero aunque 'los antiguos te�logos pusieron todo el �nfasis en la soberan�a de Dios, esto no constituye Su principal gloria. Hay otros elementos m�s divinos en la Deidad que este. Seg�n el salmista, Dios extiende un punto de compasi�n por la debilidad e incapacidad humana.

Habla m�s de una vez. Si se malinterpreta su primer mensaje, lo repite. "Dos veces he escuchado esto". Dios habl� una vez como Soberano, la segunda vez como Padre. Y "dos veces" representa una forma de hablar, no para una repetici�n, sino para muchas. "Una vez dos veces." Algunas personas no pueden esperar la segunda palabra de Dios. Se apoderan de un texto con fines controvertidos, lo arrancan de su conexi�n y secuencia adecuada, e imaginan que han demostrado algo con �l.

�Pero espera! �No hay otro texto? �No tiene la verdad otra fase? �No hay un Nuevo Testamento tan bien como un Antiguo? �No hay una Iglesia adem�s de una Biblia? �No hay Esp�ritu adem�s de Iglesia? La verdadera �mente del Esp�ritu� est� en el consenso de todos los textos, en la armon�a de todas las voces. No solo est� el mensaje reiterado, sino que se escucha dos veces para cada mensaje. "Dos veces he o�do"; una vez con el o�do, una vez con el coraz�n.

Es la inteligencia comprensiva, solo la facultad espiritual la que escucha. Cuando llamas a una puerta, no es la puerta la que oye, sino el residente que est� dentro. Mucha verdad llega a los o�dos de los hombres, pero como el golpe de la aldaba en la puerta inconsciente. Observe ahora el primer elemento de esa idea que as� se hab�a grabado en su mente. "El poder es de Dios". Esa fue una impresi�n natural.

�sta es, por regla general, la primera verdad de la que se aferra la mente humana en su intento de concebir una primera causa. Deifica el poder. Pero si bien la concepci�n hebrea comenz� aqu�, no se detuvo aqu�. Tambi�n inclu�a la idea de la misericordia. Ahora bien, como no se puede decir que encontremos esta idea en la naturaleza, es tanto m�s notable que estos videntes y poetas hebreos no solo hayan tenido una visi�n, sino una comprensi�n tan firme de ella.

Este era el pensamiento de Dios en el que se regocijaban y al que a veces expresaban de manera sublime. ��l cuenta el n�mero de las estrellas; A todos los llama por sus nombres �. "Venda a los quebrantados de coraz�n, sana todas sus heridas". Isa�as 40:1 . es un bello poema de reconciliaciones; de la reconciliaci�n de la majestad y la misericordia, el poder y la ternura de Dios.

Pero ahora les pido que presten atenci�n a la concepci�n iluminada del salmista de la misericordia, as� como de Dios, �porque pagas a cada uno seg�n su obra�. Esa no es en absoluto la idea convencional. M�s bien pensamos en la misericordia como �dejar en libertad� al criminal y protegerlo de los desiertos de su transgresi�n. Pero esa es realmente una visi�n completamente err�nea. La misericordia m�s verdadera es dejarlo sufrir y dejar que aprenda con su sufrimiento.

De lo contrario, la misericordia con �l est� mal para los dem�s miembros de la comunidad. Adem�s, lo m�s despiadado con cualquier hombre mismo es dejar las ra�ces del mal en su naturaleza, para que broten y produzcan toda su miserable cosecha. Sin embargo, esto es lo que hacemos cuando solo lo liberamos de los dolorosos resultados de sus malas acciones. Cuanto antes perciba la calidad y tendencia reales de sus acciones, y cuanto m�s rigurosamente busque erradicar de su ser la �ltima fibra de propensi�n maligna, antes llegar� a una condici�n moral sana y feliz.

Y todo esto llega a trav�s de la vivencia de ese sufrimiento que es consecuencia inevitable de la culpa moral, y cuya finalidad es disciplinaria y no reivindicativa. Y as� el salmista lo menciona como un elemento esencial en la misericordia divina, que �rinde a cada uno seg�n su obra�. ( J. Halsey. )

El poder de dios

I. Lo que debemos entender por el poder de Dios.

1. En cuanto al principio. Es una habilidad para hacer todas las cosas, cuyo hacer habla de poder y perfecci�n; es decir, todo lo que no repugna ni a la naturaleza de las cosas ni a Dios; todo lo que no implica una contradicci�n en la cosa, o una imperfecci�n en el hacedor; una habilidad para hacer todas las cosas que son consistentes consigo mismo, y con la naturaleza y perfecci�n Divina. Para ayudar a nuestra concepci�n

(1) Imaginemos un principio del que se derivan todos los dem�s poderes, del que depende y al que est� perfectamente sujeto y subordinado.

(2) Un principio activo perfecto, que puede hacer, no solo lo que puede hacer cualquier ser o criatura finita, sino lo que todos los seres unidos pueden hacer; es m�s, m�s y mayores cosas de las que todos pueden hacer.

(3) Un principio activo perfecto, al que nada puede oponer una resistencia considerable, mucho menos eficaz, que puede detener y contrarrestar a su gusto, y arrastrar ante �l y aniquilar todos los dem�s poderes que podamos imaginar adem�s de �ste; porque no podemos imaginar ning�n otro poder que no se derive de esto, y que no dependa de �l.

(4) Un principio activo perfecto, que puede hacer todas las cosas de la manera m�s perfecta, y puede hacer todas las cosas a la vez, y en un instante, y eso con facilidad.

(5) El principio activo m�s perfecto que podamos imaginar, los l�mites y l�mites m�ximos cuya perfecci�n no podemos imaginar, es decir, cuando lo hemos imaginado para ser tan perfecto, y actuar de la manera tan perfecta como podemos imaginar, sin embargo, no hemos alcanzado su perfecci�n; pero despu�s de todo esto, que puede hacer muchas cosas m�s de las que imaginamos, y de tal manera mucho m�s perfectas de las que imaginamos.

2. En cuanto al ejercicio de la misma. La Divina voluntad la determina a su ejercicio, la Divina sabidur�a dirige y regula su ejercicio; es decir, Dios ejerce su poder de buena gana, y no por necesidad, y de tal manera, para producir tales efectos, y con el fin de alcanzar los fines y prop�sitos que mejor le parezcan a su sabidur�a. Por eso se dice que act�a todas las cosas de acuerdo con su benepl�cito y de acuerdo con el consejo de su voluntad; es decir, libre y sabiamente.

II. Esta perfecci�n pertenece a Dios. Esto te mostrar�:

1. De los dictados de la luz natural. Este era uno de los t�tulos m�s habituales que los paganos le daban a su deidad suprema, "Optimus Maximus"; junto a su bondad colocaron su grandeza, que aparece principalmente en su poder; y no solo le atribuyeron un gran poder, sino una omnipotencia. Ahora bien, su raz�n natural los convenci� de que esta perfecci�n pertenec�a a Dios por estos tres argumentos:

(1) De esos dos grandes ejemplos y expresiones de Su poder, creaci�n y providencia; porque los paganos generalmente reconocieron que la creaci�n del mundo, y su preservaci�n y gobierno, eran los efectos del poder, determinado por la bondad y regulado por la sabidur�a.

(2) Porque todas las dem�s perfecciones, sin esto, ser�an insignificantes e ineficaces, o de lo contrario no podr�an serlo en absoluto. Sin esto, la bondad ser�a una pieza vac�a de buen significado, y no podr�a dar ninguna demostraci�n de s� misma; el conocimiento ser�a una vana especulaci�n; y la sabidur�a para inventar cosas, sin el poder para llevarlas a cabo, ser�a algo in�til.

(3) Sin esto no podr�a haber religi�n.

2. De las Escrituras.

(1) Textos que en general atribuyen poder, poder, fuerza a Dios - Salmo 24:8 ; Sal 29: 1; 1 Cr�nicas 29:11 ; Mateo 6:18 .

(2) Aquellos que atribuyen esto a Dios en un grado eminente: Job 9:4 .

(3) Aquellos que atribuyen un poder que trasciende cualquier poder humano o creado. Como los que expresan todo el poder que los hombres tienen para derivar de Dios - Juan 19:11 . Y aquellos que elevan el poder de Dios por encima del poder de los hombres - Lucas 18:27 ; Efesios 3:20; 2 Cr�nicas 20:6 ; Job 9:4 .

Aquellos que declaran que todas las cosas le son igualmente f�ciles y nada dif�cil - Jeremias 32:17 ; 2 Cr�nicas 14:11; 1 Samuel 14:6 .

(4) Aquellos que le atribuyen todo el poder, por los t�tulos de �Todopoderoso, Todo-suficiente� - G�nesis 17:1 . Apocalipsis 4:4 ; Apocalipsis 4:11 ; Apocalipsis 15:8 ; Apocalipsis 16:7 ; Apocalipsis 19:16 .

Job 42:2 . �T� haces todas las cosas� - Mateo 19:6 ; Marco 10:27 ; Lucas 1:37 . ( J. Tillotson. )

Todo el poder de Dios

Hay dos teor�as, que difieren ampliamente, con respecto al poder divino. Seg�n un punto de vista, el Todopoderoso ha alojado en las diversas agencias del mundo material capacidades y tendencias, en virtud de las cuales prolongan el orden y la armon�a de la naturaleza, perpet�an las razas del ser organizado y animado y elaboran un curso de acci�n. acontecimientos, casualmente desastrosos, pero en su mayor parte beneficiosos, y adaptados para producir una preponderancia vasta y cada vez mayor de felicidad sobre la miseria y del bien sobre el mal.

Seg�n el otro punto de vista, Dios est� activamente presente en todo el universo, sosteniendo todas las cosas por la palabra de Su poder, guiando el curso de los eventos por Su propio fiat perpetuo - preservando, de hecho, una cierta uniformidad en las secuencias que llamamos causa. y efecto, en la medida en que sea necesario para ayudar al c�lculo humano y dar un objetivo definido al esfuerzo humano, pero detr�s del orden de las causas visibles, ajustando todo lo que ocurre con referencia inmediata y constante a las necesidades, los desiertos y el bienestar �ltimo. de sus criaturas; ordenando al aparente mal no menos que al aparente bien, haciendo incluso a los malvados Su espada.

Casi no necesito decir que este �ltimo es el punto de vista directamente sancionado por el lenguaje expreso y todo el tenor de las Escrituras. De hecho, tanto como esto es admitido por los defensores cristianos de la primera teor�a, quienes consideran a los escritores sagrados como una figura audaz pero leg�tima que atribuye a la acci�n directa del Todopoderoso todo lo que ocurre bajo un sistema iniciado por Su poder y sancionado. por su sabidur�a.

Pero me parece que hab�a inconmensurablemente m�s de lo que figuraba en sus mentes. Para ellos, la cortina de las leyes generales, que cuelga en tan densa cortina ante los ojos de la filosof�a moderna, era transparente, y no vieron ning�n agente intermedio, ninguna fuerza intermedia, entre el Creador y el desarrollo de Sus prop�sitos en la naturaleza y en la providencia. Nuestro punto de vista sobre la administraci�n directa y la providencia perfecta de Dios est� confirmado por los resultados, o m�s bien por los no resultados, de la ciencia.

Seis mil a�os de investigaci�n no han logrado revelar las fuerzas latentes, ni poner al descubierto los manantiales ocultos de la naturaleza. Gravitaci�n, cohesi�n, cristalizaci�n, organizaci�n, descomposici�n, estos son s�lo nombres para nuestra ignorancia, palabras vallas establecidas en los l�mites m�s extremos de nuestro conocimiento. Que la naturaleza sigue su curso y los acontecimientos tienen lugar en tales y tales condiciones es lo m�ximo que podemos decir.

Nos resulta imposible concebir una fuerza innata o permanentemente inherente a la materia bruta, pero las mismas leyes del pensamiento nos obligan a atribuir todo el poder a la mente, la inteligencia y la voluntad. Pero, �qu� diremos del poder del hombre sobre la naturaleza y los acontecimientos externos? Somos conscientes del libre albedr�o. �Es nuestro ejecutar nuestras propias voluntades? �O es literalmente en Dios que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser? No puedo concebir un poder dividido, de soberan�a concurrente, en el mismo dominio - de nuestra habilidad para hacer lo que �l no quiere que hagamos. Que podemos querer lo que �l no quiere, lo sabemos muy bien; pero no debemos llegar a la conclusi�n de que �l ejecuta nuestras voliciones por nosotros, sean buenas o malas, es m�s, que la ejecuci�n de estas voliciones, sean lo que sean, siempre es buena, que literalmente hace "la ira del hombre". para alabarlo, y �el resto de la ira� - aquel cuya misi�n ser�a in�til para los prop�sitos de Su justa administraci�n - ��l lo �restringir� de tal manera que frustrar� su fin? De miles de maneras, Su providencia puede anular y anula el pensamiento del mal, el consejo de la violencia, evitando el golpe que el hombre culpable apuntar�a a la paz de sus semejantes.

El mal y la muerte no le llegan a nadie para quien no sea el momento y el camino adecuados en los consejos de la justicia retributiva, o el mejor momento y camino en los consejos del amor paterno. De hecho, hay misterios en la Providencia: alturas que no podemos escalar, profundidades que no podemos sondear. Solo buscamos mirar entre las hojas del inconmensurable volumen, donde Jes�s ha desatado los sellos. Apenas me he esforzado por desarrollar lo que debemos creer, si queremos recibir las lecciones de nuestro Salvador y absorber Su esp�ritu de confianza impl�cita y entrega propia.

Donde la Raz�n falla, dejemos que Faith usurpe su lugar, y descansemos en la tranquila seguridad de que lo que no sabemos ahora lo sabremos en el futuro. Esto lo sabemos ahora: que nuestro tiempo est� en las manos de nuestro Padre, nuestro camino por la vida est� marcado y custodiado por Su providencia vigilante, y que para el alma que permanece en �l, todas las cosas deben obrar juntas para bien. ( AP Peabody. )

Versículo 12

Tambi�n a ti, oh Se�or, es la misericordia.

La misericordia de Dios para con los pecadores miserables Su atributo distintivo

I. Sus propiedades.

1. Libre y soberano.

2. Rico y sumamente abundante.

3. Efectivo.

4. Integral.

5. Perpetuo.

II. Los resultados apropiados de esta verdad sobre nosotros mismos.

1. Cuidemos de buscar la misericordia de Dios a tiempo.

2. An�mate a orar.

3. Deje que los creyentes humildes conf�en y no tengan miedo.

4. Agradezca a Dios por su misericordia.

5. Im�telo. ( G. Burder, DD )

La misericordia de dios

A primera vista, uno se siente tentado a enmendar el dicho del salmista y por "misericordia" en lugar de "justicia". Parece caracter�sticamente justo, m�s que misericordioso, dar a los hombres seg�n sus obras. Pero enfaticemos esta palabra "suyo". Reflexionemos que en lo que hace un hombre hay elementos que otros han aportado y de los que otros son responsables. Entonces nos damos cuenta de que es posible alg�n tipo de discriminaci�n, y que tal discriminaci�n es misericordiosa.

Cuando separamos del trabajo de un hombre lo que no es estrictamente "suyo", sino el trabajo de sus padres, o de sus maestros, o del esp�ritu de su �poca, hasta un hombre malo parece menos culpable. Algunas, pero menos que todas, las malas acciones que vemos en �l eran realmente suyas. El salvaje que se deleita en torturar a sus prisioneros, el perseguidor que enciende los letreros para los herejes, necesita el beneficio de esta palabra discriminatoria, �su obra.

�La p�rdida del sue�o o la dispepsia pueden inducir a uno a actos de mal humor o malhumor que no son del todo su trabajo. El hombre de punta con exceso de trabajo que se queda dormido provoca una cat�strofe no todo su trabajo. La sociedad no siempre puede hacer estas discriminaciones y, al mismo tiempo, salvaguardar suficientemente los intereses p�blicos. Pero podemos estar seguros de que Aquel que s�lo es competente para desenredar la complicada red discrimina y asigna a cada hombre retribuci�n por no m�s de lo que es estrictamente suyo.

El hecho de que existan tales discriminaciones, aunque m�s all� de nuestro poder para extraerlas verdaderamente, nos da una base para la caridad en nuestra estimaci�n de aquellos que excitan nuestra m�s intensa reprobaci�n. Cuando vemos un Nero o un Borgia, y se nos grava para dar cuenta de tal exceso de maldad, podemos pensar razonablemente que representa las contribuciones acumuladas de m�s de una vida, y una responsabilidad en la que m�s de una tiene participaci�n.

Admitiendo todo esto, debemos igualmente insistir en que ning�n hombre puede eludir la responsabilidad del trabajo que es estrictamente suyo. Se puede decir, si se quiere, que el hombre es nueve d�cimas partes del medio ambiente, pero no se debe cancelar la fracci�n residual de la que es responsable. Ning�n barco se embarca en el viaje de la vida con el tim�n amarrado. En la vida m�s desventurada y devastada por la tormenta, despu�s de toda discriminaci�n de las fuerzas contribuyentes que aparecen en el resultado, hay un cierto resto debido al tim�n libre en la mano responsable: un trabajo que es suyo y una retribuci�n. debido a eso.

Lo que tenemos que observar m�s ahora es que no solo la discriminaci�n divina es misericordiosa, sino que la retribuci�n tambi�n es misericordiosa. �Qu� deber�a buscar la misericordia primero sino proteger a los hombres contra la ruina y la p�rdida? �Y c�mo puede asegurarlos sino asegurando el orden moral en sus l�neas establecidas de causa y consecuencia? No podemos hacer nada m�s misericordioso por nosotros mismos y nuestros vecinos que dar plena vigencia a la ley de las consecuencias, rindi�ndole a cada uno seg�n su obra.

Interferir, por buen nombre que sea, con el rastro necesario de un car�cter creciente que proporciona la ley de las consecuencias, no es piedad, sino asesinato. Que un hombre se imagine que puede mentir, robar o escabullir su trabajo para da�ar o poner en peligro a su pr�jimo, y escapar de las malas consecuencias, o de cualquier parte de ellas, es pensar en el pensamiento m�s inmoral y peligroso. Y es simplemente ayudar a alguien a tener esos pensamientos - bajar la barandilla en el camino a lo largo del borde del precipicio - cuando permitimos que una d�bil simpat�a interfiera con la mano que est� apoyando a alg�n culpable detr�s del flagelo de solo consecuencia. Entonces, �no hay lugar para la indulgencia? Que nadie diga con el rey Arturo al excusar a sir Bedivere:

�Un hombre puede fallar en su deber dos veces,

�Y prosperar� la tercera vez �?

Incuestionablemente; y, sin embargo, �qui�n va a negar que, a medida que avanzan las cosas, el peligro no es de poca indulgencia, sino de demasiado? Sin duda suena caritativo decir: �D�jalo ir; no lo volver� a hacer ". Pero la misericordia exige seguridad para eso, no solo para la sociedad, sino para el malhechor mismo. La naturaleza nos quita esta seguridad al hacer cumplir su regla, Pague sobre la marcha. Plat�n comenta profundamente: �Que es mejor para un hombre ser castigado que escapar.

Lo salva de un castigo peor en la degradaci�n de su car�cter �. Entonces, en Marcella de la Sra. Ward , Raeburn dice sobre el homicidio de Hurd: "Creo que si el asesino viera las cosas como realmente son, �l mismo reclamar�a su propia muerte como su mejor oportunidad, su �nica oportunidad, en este misterioso universo del yo". -recuperaci�n." Para mantener el valor moral, para salvar la virilidad de la degradaci�n, la verdadera misericordia prefiere el camino sano al camino suave, y rinde a cada uno seg�n su trabajo.

Entonces, �qu� pasa con el perd�n de los pecados? Ciertamente, ninguna anulaci�n de la ley espiritual, "todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�". El perd�n no corta las consecuencias. Simplemente cambia el tren de consecuencias de un grado inferior a un grado superior, de la direcci�n hacia la oscuridad exterior a la casa del Padre. Es la transformaci�n de las consecuencias de Ella que surgen de nuestro pasado indestructible lo que efect�a el perd�n.

Las malas acciones que no pueden ser aniquiladas y cuyo poder causal debe permanecer en nuestra vida, ya sea para bien o para mal, no pueden ser canceladas con el perd�n, sino que s�lo se convierten de un asunto fatal a uno vital. Entonces, el mont�n de esti�rcol, que envenena el aire por encima del suelo, fertiliza el suelo cuando se pone bajo tierra. El mal que est� sepultado por el perd�n: se convierte en fuente de fecundidad para las semillas reci�n sembradas de mejor resoluci�n. ( JM Whiten, Ph. D. )

Porque pagas a cada uno seg�n su obra .

La misericordia de Dios vista en juicio

No tenemos dificultad en aceptar el car�cter misericordioso de Dios hasta que entremos en el reino de la retribuci�n y el juicio. En la naturaleza de la facilidad, nuestras conclusiones deben ser imperfectas, a partir de nuestro escaso conocimiento.

I. La ley general. Dios administra en perfecta equidad los resultados leg�timos de los esfuerzos de cada hombre para s� mismo. El t�rmino "rendir" tiene el sentido germinal de restaurar, devolver o inventar la cuenta de - "emitir juicio".

1. Esta ley, o m�todo de procedimiento de Dios, es universal en Sus dominios. "Todo lo que el hombre sembrare, eso tambi�n segar�". Material, intelectual, moral. Sin embargo, no debemos tener la idea de la ley por encima del Legislador o el Ejecutor. El poder sin inteligencia no es un cetro que se balancea: "El poder es de Dios".

2. Tampoco debemos pensar en Dios como sostenido por ninguna fuerza, aparte de Su propia sabidur�a, en la producci�n de sucesivos eventos en el universo: �No hay poder sino de Dios; los poderes f�cticos son ordenados por Dios �.

II. Hay dos caras del tremendo hecho de la ley.

1. El lado horrible. El lado que emociona con su tremenda importancia, que amenaza y, sin embargo, invita. En su seguridad de la reproducci�n de las acciones humanas. En naturaleza. La quinta reproducci�n de un grano de trigo es 25,600, Isa�as 25:25 , Isa�as 25:25 granos.

Plante un �lamo junto a un arroyo en las praderas occidentales, y pronto bordear� los arroyos por diez mil millas cuadradas. La memoria es una fuente reproductora de poder tan duradera como el alma. Panor�micas, palabras, actos, enterrados durante cincuenta a�os, brotan de sus tumbas con la flor de la juventud sobre ellos. �Qu� sutil, majestuoso y terrible este poder en los reinos morales! �Qu� gran suma de vida humana forma el sutil poder de una poderosa influencia!

2. El otro lado de este terrible hecho de la ley es glorioso.

(1) Sin �l, no habr�a permanencia en el dominio de la materia activa o el esp�ritu. La permanencia, y el sentido de la misma, es esencial para la satisfacci�n en todos los campos de b�squeda. Luchamos por ello en nuestra competencia con la naturaleza, con el mundo, con la vida misma. Esto es la base de nuestra gran esperanza del cielo: permanecer�.

(2) Sin �l, no habr�a ning�n incentivo para el esfuerzo.

(3) Sin �l, no habr�a advertencia permanente y universal contra el pecado, o incentivo a la virtud. El D�a del Juicio es para poner a prueba todo nuestro ser y hacer. El entorno poderoso de la ley es mantener nuestro destino y establecer nuestra gloria o sellar nuestra condenaci�n. El pecado generar� un cicl�n terrible. La rectitud navegar� hacia un puerto tranquilo de eterna placidez y seguridad.

(4) Parece haber dificultades. Es dif�cil para nosotros ver y decir, en todo momento, "el Juez de toda la tierra hace lo correcto" y "Su misericordia es para los hijos de los ni�os". En la c�mara de la muerte, especialmente de los j�venes. Tras el cicl�n. Pero piense: es despu�s de que la nube de guerra se ha disipado cuando vemos y sentimos la gloria de los resultados. Cuando estamos tan obsesionados con un aspecto de la vida que perdemos de vista la importancia de su resultado, es dif�cil ver que la misericordia inspire la justicia y la ley.

Sin embargo, ense�amos a nuestros hijos mediante una disciplina dolorosa, si es necesario. �Es desagradable sujetar al ni�o a sus libros aunque se retuerce y llora? No; las delicias que se derivan del poder mental adquirido nos llevan con bondad a mantenerlo a trabajar ahora. Cuando juzgamos la administraci�n Divina por las estrechas limitaciones del juicio humano. �Cu�n a menudo, si supi�ramos, nuestras l�grimas se convertir�an en sonrisas! Una madre or� por su hijo peque�o enfermo para que �se le perdonara la vida, fuera la voluntad de Dios o no�, y �l creci� para maldecir su vida y romperle el coraz�n. Dos lecciones que esta vida bajo la ley deber�a ense�arnos:

1. Fe en Dios: como Administrador - Gobernador - sabio, poderoso, misericordioso, bueno. Un amigo personal.

2. Obediencia a sus mandamientos. �Qu� miope el soldado que se detiene a cuestionar las �rdenes del cuartel general! ( Doctor en Medicina Collins, DD ).

Salmo 63:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 62". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-62.html. 1905-1909. Nueva York.