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Salmos 63

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-11

Dios m�o, t� eres mi Dios; temprano te buscar�.

Las cosas mas grandes del alma

I. La mayor hambre del alma ( Salmo 63:1 ). El alma quiere a Dios, como la tierra sedienta, las refrescantes lluvias, como la flor que abre el rayo de sol.

II. La mayor fe del alma ( Salmo 63:3 ). La bondad amorosa es en verdad mejor que la vida; es independiente, es la causa de la vida, la redenci�n de la vida: es la misericordia la que suple las necesidades, satisface los deseos, desarrolla los poderes de la vida. Todos los elementos de la alegr�a del alma, gratitud, admiraci�n, estima moral, benevolencia, son despertados por la bondad amorosa. La bondad amorosa es el cielo. La fe en esta misericordia es la fe m�s grande, la m�s grande porque es la que m�s sostiene, inspira y ennoblece el alma.

III. El mayor ejercicio del alma: la alabanza. No es un servicio, sino una vida. No es lo que simplemente "sale" en la m�sica sacra y en las ocasiones sagradas; pero, como una savia en el tronco del �rbol corre por todas sus ramas, hojas y flores, as� la verdadera alabanza atraviesa todas las actividades de la vida humana.

IV. La mayor satisfacci�n del alma, el gran deseo de David era: "Ver tu poder y tu gloria como te he visto en el santuario". La bienaventuranza de un alma as� est� siempre con �l. �El placer del hombre religioso�, dice el Dr. South, �es un placer f�cil y port�til, como el que lleva en el pecho, sin alarmar ni la rabia ni la envidia del mundo. Un hombre que pone todos sus placeres en este es como un viajero que pone todos sus bienes en una sola joya; el valor es el mismo y la comodidad es mayor ".

V. El mayor estudio del alma ( Salmo 63:6 ).

1. El hombre puede pensar en Dios, no s�lo en lo que ha hecho, sino en lo que es �l mismo.

2. Hombre, puede pensar en Dios en su cama. Cuando todos los dem�s objetos le son excluidos, cuando la hermosa tierra y los cielos llenos de estrellas quedan excluidos, Dios entra en el alma como tema de pensamiento. Ning�n estudio tan acelerado. El pensamiento de Dios vivifica las facultades y conmueve el coraz�n. Nadie tan humillante, Con Dios ante el ojo del pensamiento, todo ego�smo se desvanece y muere. Ninguno tan espiritualizador.

Con Dios ante el ojo de la mente, las flotas, los ej�rcitos, los mercados, los gobiernos, el globo solemne en s� y todo lo que contiene, se reducen a la insignificancia. Ninguno tan esclarecedor. El estudio de Dios ilumina todos los campos de la verdad. Todas las ramas tienen su ra�z en Dios.

VI. La mayor confianza del alma ( Salmo 63:7 ). ( Homilista. )

Piedad antigua

Este salmo fue compuesto en el desierto de Judea, donde las privaciones que sufri� prestaron lenguaje a la devoci�n y ardor a la piedad. Muestra a David como realmente era, descansando en las promesas de Dios y apoyado por las ganancias y promesas de su esperanza futura. Es una muestra m�s luminosa de piedad antigua.

I. La piedad antigua se basa en la confianza filial: �Oh Dios, t� eres mi Dios; temprano te buscar�. " Un culpable no puede tener esta confianza en su juez, porque viene revestido de poder para castigar sus delitos. Pero aqu� el salmista dice: "T� eres mi Dios"; m�a por pacto; m�a por promesas; la m�a por innumerables bendiciones y respuestas a la oraci�n; s�, eres m�a por el pleno consentimiento del coraz�n y por los actos diarios de fe y la devoci�n a toda tu santa voluntad.

II. La piedad es suprema en sus aspiraciones y deseos de Dios: "Mi alma tiene sed de ti, mi carne", etc. Un pr�ncipe cuyo coraz�n estaba menos impresionado por la piedad que el de David podr�a haber dicho: "Estas arenas y desiertos, que no dan ni pan ni agua, no son lugares para la religi�n. Devu�lveme al trono, y entonces ser� religioso; pon el cetro en mi mano, y luego defender� al santo; dame los medios y entonces har� feliz a todo mi pueblo.

�Ah! las promesas de piedad futura no obtienen mucha credibilidad en el cielo. El pecado del pecho que seduce al coraz�n en el desierto lo seducir�a en el trono. No as� David: �l traer�a carbones encendidos al altar, para que sus ardor resplandecieran m�s cuando se le permitiera pisar los atrios sagrados. Pide solo a Dios.

III. Hay una realidad en los consuelos de la religi�n; y una realidad que sobrepasa todos los placeres terrestres ( Salmo 63:8 ).

IV. Piedad: abstrae el alma del mundo; la desv�a de las agudas sensaciones de la adversidad; y as� lo une a Dios, como para comunicar una plenitud de divina felicidad ( Salmo 63:5 ). La devoci�n eleva el alma a la verdadera fuente de la felicidad, a beber de los arroyos que nunca se secan. La mente, contemplando a su Dios en los amplios desarrollos de la revelaci�n, se enciende espont�neamente con el fuego del altar y con la expresi�n agradecida del coraz�n.

V. Los goces de la piedad est�n inseparablemente conectados con los ejercicios de la devoci�n ( Salmo 63:5 ). Mientras el salmista meditaba sobre todos los caminos de la providencia y la gracia, el fuego se encendi� en su coraz�n.

VI. Fue por estos ejercicios, y por experiencia, que los santos de la antig�edad se decidieron en car�cter y alcanzaron la plena seguridad de la fe y el consuelo ( Salmo 63:7 ). Aquellos que vacilan en la fe, y son inconstantes en el deber, y cuya religi�n es solo como un sol de invierno, encuentran un fracaso en llevar las plantas de la gracia a la perfecci�n.

VII. El rasgo m�s brillante de la piedad est� por llegar: ella mantiene firme su seguridad y gozo en los tiempos de aflicci�n, y prev� la liberaci�n antes de que el brazo de la salvaci�n pueda realmente aparecer. En todos sus problemas, la voz de la desesperaci�n nunca se escucha. Ella se aferra a las promesas y abraza las seguras misericordias de David. Escuche las palabras del salmista en el desierto, cuando todos sus enemigos lo consideran perdido y deshecho ( Salmo 63:9 ).

Ustedes que pueden ser probados de diversas maneras, y con los golpes prolongados y continuos de la aflicci�n, tomen para ustedes mismos la copa llena de consuelo de la Palabra del Se�or. El Dios de David es tu Dios, y �l te librar� a su debido tiempo y a su manera, de todos tus problemas. ( James Sutcliffe, MA )

La propiedad de David y su aplicaci�n a Dios

I. Su propiedad de Dios. "Oh Dios, t� eres mi Dios". Este fue un buen comienzo y un muy buen prefacio para lo que sigue. Y es eso, de hecho, lo que sienta las bases de todo lo dem�s. Es eso que debe estar necesariamente basado en todas nuestras direcciones a Dios y peticiones de cualquier cosa de �l.

1. Es una expresi�n de fe. David llama a Dios su Dios, como habi�ndolo tomado as� para �l. Dios es en un sentido com�n y general el Dios de todos los hombres, ya que se dice que es el Salvador de todos los hombres ( 1 Timoteo 4:10 ). Es decir, en lo que respecta a las bendiciones comunes y generales que les concede, de la Creaci�n y la Providencia.

Pero para los creyentes, y aquellos que son Sus hijos, como lo fue el profeta David aqu�, �l es su Dios m�s especialmente, de una manera m�s peculiar, por encima de cualquier otro; �l es para ellos un Dios en pacto, comprometi�ndose con ellos para hacerles el bien y proveerles con gracia. Y le llaman su Dios as�, y con este �nfasis en ello.

(1) El beneficio de esto es muy grande; s�, en efecto todo lo dem�s. Decir, Dios es nuestro, es decir, El mundo entero es nuestro, y mucho m�s; es darnos la titularidad de todo lo que sea necesario o conveniente para nosotros. Todo lo que podamos desear o necesitar, est� todo envuelto en esto: "T� eres mi Dios".

(2) Tambi�n es una cosa dif�cil, es una cuesti�n de dificultad. Hay dos estados y condiciones en los que es muy dif�cil decir: "Oh Dios, t� eres mi Dios"; el uno es el estado de naturaleza y no regeneraci�n; y el otro es el estado de deserci�n y el ocultar el rostro de Dios al alma.

2. Es expresi�n tambi�n de obediencia y resignaci�n. Aquellos para quienes Dios es un Dios, les concede favores especiales; y aquellos para quienes Dios es un Dios, le devuelven servicios especiales; que es ahora considerable de nosotros. Y as� lo encontraremos todo el tiempo en las Escrituras ( Salmo 118:28 ).

II. Su aplicaci�n a �l.

1. Su resoluci�n, lo que har�a: "Temprano te buscar�". Promete buscar a Dios y hacerlo a tiempo, lo cual es una ampliaci�n de ello; donde, si bien significa su propio prop�sito, tambi�n significa nuestro deber; mientras nos dice lo que �l har�, nos dice tambi�n lo que debemos hacer nosotros, es decir, buscar al Se�or temprano; no solo para buscarlo, sino para avanzar en nuestra b�squeda de �l.

(1) Temprano en cuanto a la hora del d�a. Temprano, es decir, por la ma�ana. Debemos darle a Dios el primero de nuestros pensamientos todos los d�as.

(2) Temprano, en cuanto al tiempo de nuestra vida, en la ma�ana de nuestra era. Para que los hombres difieran su arrepentimiento y reforma hasta su vejez, y cuando hayan pasado todo su tiempo en la b�squeda de sus concupiscencias, piensen en buscar a Dios entonces, y eso ser� tiempo suficiente; eso es solo una vanidad engre�da. e imaginaci�n en ellos.

(3) Temprano en cuanto al tiempo de los juicios de Dios y las dispensaciones providenciales. Debemos buscarlo temprano, es decir, antes de que �l nos lleve a �l y nos obligue, por as� decirlo, a buscarlo. Es mejor en lo que respecta a la piedad y es mejor en lo que respecta a la seguridad. Es m�s ingenio en nosotros con respecto a Dios, y m�s sabidur�a en nosotros con respecto a nosotros mismos. Porque de esta manera le ahorramos a �l ya nosotros mismos una gran cantidad de trabajo, que de otra manera �l nos ha sido encomendado; y podemos escapar de una gran cantidad de astucias que, de otro modo, nos suceden por nuestra propia obstinada nariz y negligencia.

2. Su insinuaci�n del estado y temperamento en el que se encontraba ahora, o el fundamento y raz�n de su resoluci�n.

(1) El objeto de su deseo era Dios mismo. Como se encuentra en un estado de oscuridad, anhela a Dios en la evidencia m�s clara y la seguridad m�s c�moda de su favor y buena voluntad hacia �l. Como �l est� en un estado de debilidad, tambi�n tiene sed de Dios en Ella impartiendo m�s de Su gracia, fuerza y ??ayuda. Como est� en un estado de extra�eza, una especie de distancia y alienaci�n de Dios; por eso tambi�n lo anhela en la relaci�n de comuni�n con �l.

(2) La intenci�n de su deseo. Sus propias necesidades, y el sentido y aprehensi�n de ellas. Esto lo pone sobre este deseo. Un buen cristiano tiene tanta necesidad de Dios, que no puede estar bien satisfecho sin �l. La amabilidad del objeto provoca y excita el deseo. Siendo Dios tan sumamente hermoso y admirable, como en verdad lo es en Su propia naturaleza, no puede menos que recurrir a aquellos que lo disciernen, para desearlo mucho; y tambi�n hay experiencia en �l que lo promueve y lo ayuda.

3. El sujeto del deseo, que aqu� se significa ser el alma y la carne; golpear el alma correctamente, su carne a modo de simpat�a con ella; ambos est�n en �l.

(1) En medio de cualquier deficiencia externa y temporal, debemos considerar y reflexionar sobre nuestra espiritualidad.

(2) La mejor manera de corregir y calificar nuestros deseos en cuanto a temporales es aferrarlos a los espirituales. Cuando reprimimos cualquier anhelo desmesurado de alguna acomodaci�n exterior o terrenal, o reprimimos cualquier dolor, ya sea de naturaleza similar, no podemos hacerlo mejor que provoc�ndonos al deseo de comodidades espirituales. Esto ayuda, en primer lugar, a modo de diversi�n, y a desviar la corriente de los afectos de otra manera, y romper de tal modo su violencia, que no prevalece sobre nosotros. Y adem�s, hay algo tambi�n en los espirituales que nos suple y nos repara por cualquier deficiencia temporal. ( T. Horton, DD )

El santo reclamando a Dios como su Dios

I. Concerniente a la Deidad que reclama la fe. No se puede reclamar ni creer hasta que �l sea conocido. Por lo tanto, es apropiado comenzar con una exhibici�n de Su gloria.

1. Toda perfecci�n en Su gloria. Si tuvi�ramos la lengua y la voz de los serafines, no podr�amos declararlo todo. El papel m�s ancho que la tierra, la tinta m�s profunda que el mar, las plumas m�s fuertes que el hierro y las manos m�s prontas que el escriba m�s r�pido, no pod�an escribir la mil�sima parte.

2. Dios es el Creador y Conservador de todo ( Isa�as 42:5 ).

3. Dios es la fuente y la fuente de nuestra reconciliaci�n por la muerte de Su Hijo.

4. Dios es el que promete y el dador de la ley. Sin la promesa, no podr�amos observar la ley, y sin la ley, abusar�amos de la promesa.

5. Nuestra bienaventuranza est� en Dios ( Salmo 62:1 ).

II. Concerniente al reclamo de propiedad en Dios.

1. La Palabra es la base de nuestro reclamo de propiedad en Dios.

2. Creer en Dios por medio de nuestro Se�or Jesucristo es el ejercicio de nuestro derecho. Cristo y Dios no est�n divididos ni separados en nuestro creer y reclamar. Dios estaba, est� y estar� en Cristo. Cristo estaba, est� y estar� en Dios.

3. Las promesas del pacto alientan nuestro reclamo de inter�s y propiedad en Dios por medio de Cristo Jes�s el Se�or.

4. El ejercicio del coraz�n que cree y reclama inter�s y propiedad en Dios es recomendado por el ejemplo de Cristo. En la angustia y la amargura de la angustia clam�: "Padre m�o" y "Dios m�o". Y tan pronto como fue liberado del poder de la muerte por una gloriosa resurrecci�n, dijo: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios". Sigan su ejemplo.

5. El Esp�ritu de adopci�n obliga a este ejercicio del coraz�n. Sin Su presencia y operaci�n, ning�n hombre cree y reclama inter�s y propiedad en Dios a trav�s de nuestro Se�or Jesucristo.

6. Ninguna ley condena este ejercicio del coraz�n. Creer y reclamar intereses y propiedades en Dios a trav�s de Jesucristo no est� en contra de ninguna ley. �Es la ley contra las promesas de Dios, o las promesas contra la ley de Dios? Dios no lo quiera.

III. La manera en que se debe reclamar el inter�s y la propiedad en Dios al creer.

1. En Cristo. Cristo es el verdadero, vivo y �nico camino a Dios. "Nadie", dijo, "viene al Padre sino por m�". Al reclamar inter�s y relaci�n en uno, reclamamos inter�s y relaci�n y propiedad en ambos. Los culpables y contaminados no pueden acercarse a la santidad del Se�or sino a trav�s y por y en un Mediador, a quien �l les ha hecho sabidur�a, justicia, santificaci�n y redenci�n.

2. En humildad. Cuando nos aventuramos en la presencia del Alt�simo y Santo, y decimos: "Oh Dios, t� eres mi Dios", la humildad de mente es nuestro adorno. Nuestra indignidad como criaturas y nuestra contaminaci�n como pecadores deber�an producir en nosotros la m�s profunda degradaci�n ante �l.

3. Con reverencia. �Que toda la tierra tema al Se�or; que todos los habitantes del mundo teman ante �l ". Cuando el esp�ritu humilde est� delante de �l, diciendo: "Oh Dios, t� eres mi Dios", no se permite olvidar y hacer caso omiso de estas instrucciones.

4. Con confianza ( Salmo 48:14 ).

IV. Concerniente a las estaciones en nuestro ejercicio de creer y reclamar relaci�n, inter�s y propiedad en Dios a trav�s de Cristo.

1. La temporada de labor. Dios es la gloria de nuestra fuerza; y crey�ndolo y reclam�ndolo en Cristo, �qu� servicio no podemos emprender con valent�a, y qu� labor no podemos soportar con gozo?

2. La temporada de sufrimiento. Necesitamos abundar en los ejercicios de fe del coraz�n hacia Dios a trav�s de Cristo, a fin de sacar fuerza de las promesas para soportarlo, y alentar y confirmar la esperanza de liberaci�n de �l.

3. La temporada de angustia y aflicci�n del esp�ritu.

4. La temporada de tristeza y dolor.

5. La temporada de la tentaci�n. Al creer firmemente y perseverar en hacer el bien, por medio de la gracia, el Esp�ritu y la palabra de Cristo, derrotar�n todo intento de invalidar un reclamo, apoy�ndose en Su propio Dios m�o y vuestro Dios, Mi Padre y vuestro Padre.

6. La temporada de la muerte. Creer firmemente en Dios por medio de nuestro Se�or Jesucristo, por quien hemos recibido la expiaci�n, nos har� sonre�r ante un enemigo ante cuya apariencia nuestro coraz�n se alarmar�a y consternar�a de otro modo. ( A. Shanks. )

Dios y el alma

El texto podr�a formar un lema para lo que se denomina, en la frase moderna, "religi�n personal". Ninguna religi�n, por supuesto, puede merecer su nombre si no es personal en el fondo, si no reconoce como base el caso del alma personal cara a cara con el Dios personal. Pero, incluso con miras a la perfecci�n del individuo mismo, la religi�n puede, no, debe abarcar otros intereses adem�s del suyo.

Cada vez que, en el credo m�s antiguo, profesamos formalmente nuestra fe en Dios, tambi�n profesamos nuestra fe en la Iglesia Cat�lica y la Comuni�n de los Santos. Pero al menos en David tenemos un ejemplo notable de un alma sensible, tierna y autoanalizadora, que vive en comuni�n sostenida con Dios, aunque profundamente sensible a las demandas de la pol�tica civil y religiosa de Israel. "Dios m�o." La palabra no representa una impresi�n humana, ni un deseo, ni una presunci�n, sino un aspecto, una verdad, una necesidad de la Naturaleza Divina.

El hombre puede, en verdad, darse a s� mismo por la mitad; puede otorgar un poco de su pensamiento, de su coraz�n, de su esfuerzo, a su hermano hombre. En otras palabras, el hombre puede ser imperfecto en sus actos, como es imperfecto y finito en su naturaleza. Pero cuando Dios, el Ser Perfecto, ama a la criatura de Su Mano, no puede dividir as� Su amor. Debe entregarse a la �nica alma con una plenitud tan absoluta como si no hubiera otro ser adem�s del alma que ama.

Y, por su parte, el hombre sabe que este don de S� mismo por Dios es as� �ntegro; y no con un esp�ritu estrecho de ego�smo ambicioso, sino como captando y representando el hecho literal, clama: "Dios m�o". Por lo tanto, esta sola palabra entra en gran medida en la composici�n de los nombres hebreos. A los hombres les encantaba insistir en esa maravillosa relaci�n de Ella Creadora con su vida personal que expresaba tan v�vidamente.

Por lo tanto, encontramos a San Pablo escribiendo a los G�latas como si su propia alma, en su angustia solitaria, solo hubiera sido redimida por el sacrificio del Calvario: �Me am� y se dio a s� mismo por m�. Pero, h�roe, observemos que hay dos causas dentro del alma que podr�an indisponernos para mirar m�s verdadera y m�s de cerca la verdad que tenemos ante nosotros. De estas causas, la primera es moral: es el estado de pecado voluntario sin arrepentimiento.

Es hostil a la afirmaci�n no menos del amor que de los derechos de Dios. Es contrario a �l. Tiene otros fines a la vista, que son tantas negaciones de Sus supremos derechos sobre la vida creada. Se encoge de miedo involuntario al o�r su voz entre los �rboles del jard�n. Si la voluntad depravada y pecaminosa, a�n aferrada a su pecado, pudiera concebiblemente alcanzar un abrazo espiritual del Dios Todo-Santo, tan �ntimo, tan entra�able como es el del salmista, tal cercan�a le resultar�a nada menos que repulsiva; ser�a poco menos que una agon�a.

La otra causa es intelectual. Puede, sin ofender, describirse como el esp�ritu subjetivo, que es una influencia tan caracter�stica y predominante en el pensamiento de nuestros d�as. En t�rminos sencillos, este esp�ritu es un ego�smo intelectual, que hace al hombre, y no a Dios, el monarca y centro del mundo del pensamiento. El hombre volver� a ser, como anta�o con el sofista griego, la medida de todas las cosas.

Dios es como un punto en la circunferencia extrema del pensamiento de Su criatura. Es m�s, en su forma m�s desarrollada, este temperamento hace de Dios mismo una creaci�n pura del pensamiento de Su criatura; y, al hacerlo, finalmente niega Su existencia real. Un hombre educado de la actualidad que mira realmente a Dios a la cara no tiene quiz�s mayor dificultad intelectual con la que lidiar que las trabas y los puntos de vista falsos que los h�bitos de pensamiento estrictamente subjetivos han impuesto a su entendimiento.

Si bien estos h�bitos son dominantes en un hombre, Dios puede ser una parte, es m�s, la parte m�s considerable de su pensamiento; pero Dios no ser� en ning�n sentido el Dios del hombre, ante quien su alma se inclina. Entre las muchas verdades que el Ser Supremo nos ha revelado a los hombres acerca de �l, hay dos que, m�s all� de otras, est�n calculadas de manera peculiar para capacitarnos para darnos cuenta de nuestra relaci�n real con �l.

La primera, la verdad de que Dios es nuestro Creador. La segunda, la verdad de que �l nos ha hecho para �l mismo, y �l mismo es el fin y la explicaci�n de nuestra existencia. Las verdades m�s simples y obvias son, por regla general, las m�s profundas; y no se necesitan disculpas por pedirles a cada uno de ustedes que reflexionen constantemente sobre la respuesta a esta pregunta: �D�nde estaba yo hace un siglo? Las criaturas m�s bajas y viles eran m�s que nosotros; en que a ellos se les hab�a dado un ser, mientras que nosotros todav�a no lo ten�amos.

Pero en este momento estamos en posesi�n de ese bendito y terrible regalo que llamamos "vida". Nos encontramos dotados de un entendimiento capaz de saber y de un coraz�n formado para el amor. No podemos dejar de preguntarnos c�mo llegamos a estar aqu�, y no podemos adorar a Dios a menos que creamos que fue �l quien nos hizo. Sin embargo, aunque somos testigos a nuestro alrededor del naufragio de convicciones serias, y la desesperaci�n de corazones nobles y verdaderos, y el triunfo de las teor�as falsas, y las dificultades adicionales de nuestra lucha diaria con enemigos invisibles, y (puede ser) con los resultados. de nuestra propia infidelidad pasada a la luz y la gracia, no tenemos m�s que mirar dentro de nosotros mismos para rastrear sin duda o recelo la verdadera ley de esa vida que nuestro Dios nos ha dado.

Recogiendo los fragmentos dispersos de la estatua destrozada, podemos recuperar, si no la obra perfecta en s�, al menos el ideal que estaba ante el Ojo del Artista. En este lugar estamos suficientemente familiarizados con la presunci�n de que debe haber correspondencia y proporci�n entre una facultad y su objeto. �Por qu�, entonces, el intelecto humano anhela perpetuamente nuevos campos de conocimiento? Fue hecho para aprehender un Ser Infinito; fue hecho para Dios.

�Por qu� el coraz�n humano revela, cuando lo sondeamos, capacidades tan inagotables de amor, ternura y abnegaci�n? Fue hecho para corresponder a un amor que no ten�a l�mite ni l�mite; fue hecho para Dios. �Por qu� ning�n empleo, ning�n �xito, ning�n escenario o campo de pensamiento, ninguna cultura de poder o facultad, ning�n amor por un amigo o pariente, detiene definitivamente y para siempre el impulso hacia adelante, ansioso e inquieto de nuestro ser interior? Ninguna otra explicaci�n es tan simple como que fuimos hechos para el Dios Infinito e Inmutable, en comparaci�n con quien todo lo dem�s es imperfecto, fr�gil, pasajero e insatisfactorio. ( Canon Liddon. )

El santo resolviendo buscar a su Dios

I. Concerniente a la b�squeda de Dios. Esto incluye&mdash

1. Nuestra creencia en Su existencia y atributos.

2. Su relaci�n con nosotros en Cristo, creada por la bondad soberana y establecida en un pacto eterno.

3. Nuestra bienaventuranza en �l. En viva piedad, la creencia en esto es firme y operativa.

4. Nuestro deber de adorarlo y glorificarlo de la manera designada por �l mismo. Escuchar la Palabra, recibir los sacramentos, cantar salmos, con humillaci�n, acci�n de gracias y oraci�n, son ordenanzas de adoraci�n; y observarlos en sus tiempos es buscar a Dios en convocatorias y asambleas. La lectura, la oraci�n, la alabanza y la instrucci�n son deberes de piedad; y realizarlos es buscarlo en los hogares y en las familias. La lectura, la meditaci�n y la oraci�n son servicios sagrados; y hacerlos es buscarlo en los armarios y lugares secretos.

II. Concerniente a buscar a Dios temprano.

1. Temprano en lo que respecta a la vida. Tan pronto como despertamos a la existencia, capaces de ejercitarnos para la piedad, debemos distinguirnos por buscar el conocimiento de Aquel que nos dio nuestro esp�ritu y nuestro aliento. Antes que el mundo se apodere del coraz�n y lo llene de vanidad y cuidado, ser� su sabidur�a que los j�venes busquen a Dios; porque �l es tu vida y la duraci�n de tus d�as.

2. Temprano en cuanto al fervor. �Ojal� todo nuestro coraz�n, y toda nuestra alma, y ??todas nuestras fuerzas, y toda nuestra mente, estuvieran en los ejercicios de nuestra piedad para con el Se�or nuestro Dios!

3. Incesantemente con respecto al tiempo o la continuidad en el bien hacer. Cualquiera que sea la hora del d�a de la vida, es temprano para la mente piadosa. Temprano en la ma�ana de la juventud, temprano en el mediod�a de la edad adulta, temprano en la tarde de la vejez.

III. Concerniente a la resoluci�n o determinaci�n del piadoso de buscar a Dios temprano.

1. La inclinaci�n es una resoluci�n o determinaci�n de la mente para el ejercicio de la piedad.

2. En la resoluci�n del coraz�n hay complacencia en el ejercicio de la piedad.

3. Ardor en la resoluci�n de la piedad. La frialdad en la b�squeda de Dios es una enfermedad de la que se averg�enzan los hombres piadosos. Apaga y entristece al Esp�ritu Santo, que es el principio de su vida y ardor.

4. Contenci�n con los enemigos de la piedad en el coraz�n y en el mundo. La resoluci�n de buscar a Dios temprano es levantar un estandarte de oposici�n en la presencia de un enemigo enga�oso, que se ha asentado en nuestro coraz�n. ( A. Shanks. )

Buscando a dios

I. �C�mo debemos buscar a Dios?

1. Inteligentemente.

2. Con seriedad.

3. Constantemente.

4. Con suerte.

II. �D�nde debemos buscarlo? En el armario. En Su Palabra. En las ordenanzas.

III. �Cu�ndo debemos buscarlo? Temprano en la vida. Por delante de las cosas temporales.

IV. �Por qu� deber�amos buscarlo? �l es la vida del alma: "Dios". Su naturaleza es comunicativa: "Dios m�o". ( WW Wythe. )

Mi alma tiene sed de ti. -

La sed y la satisfacci�n del alma

(con Salmo 63:5 ; Salmo 63:8 ): -

1. El alma sedienta de Dios. ( Salmo 63:1 ). Ahora bien, el salmista es poeta y tiene la sensibilidad de un poeta hacia los aspectos externos de la naturaleza, y la imaginaci�n que se deleita en ver en ellos el reflejo de sus propios estados de �nimo. As� que, muy bellamente, contempla la triste escena que lo rodea y ve en ella los s�mbolos de la a�n m�s triste experiencia interior.

Contempla la monoton�a gris del desierto sin agua, donde la tierra est� llena de hendiduras que parecen bocas abiertas por la lluvia que no llega, y reconoce la semejanza de su propio esp�ritu anhelante. Siente los dolores del cansancio y la sed corporales, que le parecen d�biles s�mbolos de los m�s profundos dolores del deseo que tocan su esp�ritu. Todos los hombres tienen sed de Dios.

La inquietud, los profundos anhelos, los anhelos y los deseos de nuestra naturaleza, �qu� son todos ellos, excepto los gritos por el Dios vivo, los zarcillos que se despliegan, buscando el gran apoyo que es el �nico adecuado para levantarnos del barro de la vida? este mundo inferior? Pero la miseria es que no sabemos lo que queremos, que malinterpretamos el significado de nuestros deseos, que vamos a las fuentes equivocadas para nuestra necesidad; que cuando nuestras almas claman por Dios, les arrojamos el bien mundano y les decimos: "�Ya est�is satisfechos con eso!" Al hombre que tiene un animal salvaje en una jaula, y no sabe cu�l es su comida, cuando lo oye gritar, le echa lo que crea que le cabe, sobre lo cual brota ansiosamente, y luego se aparta de �l con disgusto. .

Entonces, los hombres buscan alimentar sus almas con las cosas de la tierra y, mientras tanto, lo que est�n llorando no es la tierra, sino Dios. Los marineros n�ufragos beben agua salada en su sed salvaje, y eso los vuelve locos. Los viajeros en el desierto son atra�dos por el espejismo a lagos aparentemente relucientes, bordeados de palmeras; y no es m�s que arena. "Mi alma tiene sed de ti".

II. El alma que busca est� satisfecha ( Salmo 63:5 ). La imagen de una fiesta sigue naturalmente la met�fora anterior de la sed del alma. Ahora bien, debe observarse aqu� con qu� hermosa y sin embargo singular rapidez cambia todo el humor del salmista. La gente puede decir que eso es antinatural, pero es fiel a las experiencias m�s profundas, y nos revela una de las m�s seguras y preciosas bendiciones de una verdadera vida cristiana: el hecho de que la fruici�n est� siempre acompa�ada del deseo.

Los dones de Dios nunca se retrasan, en la m�s alta de todas las regiones. En lo m�s bajo, a menudo hay largas demoras, los vestigios del amor por nuestro bien, pero en las m�s elevadas, la fruici�n crece al lado del anhelo. En el mismo momento en que los testigos, la petici�n destellaba hacia el cielo, como con la velocidad de un rayo, y la respuesta volv�a al coraz�n que aguardaba; como en las tierras tropicales cuando llega la lluvia, lo que era tierra est�ril y horneada en uno o dos d�as es una rica pradera, toda en llamas con flores, y los lechos secos de los torrentes, donde las piedras yacen blancas y relucientes de un modo espantoso bajo el calor del sol, est�n llenas de espuma. arroyos que corren y bordeados de adelfas en ciernes.

Este vers�culo tambi�n nos dice que el alma as� contestada quedar� satisfecha. Si es cierto que Dios es el objeto real de todo deseo humano, entonces el contacto del alma que busca con ese fin perfecto de toda su b�squeda traer� descanso a cada apetito, su alimento deseado a cada deseo, fuerza a cada debilidad, plenitud. por todo vac�o. Como dos de los palos con muescas que sol�an usarse como cuentas, el alma que busca y el Dios que da encajan entre s�, y no hay nada que necesitemos que no podamos obtener en �l.

Adem�s, como nos dice nuestro salmo, el alma satisfecha rompe en m�sica. Porque contin�a diciendo: "Mi boca lo alabar� con labios alegres". Por supuesto, el salmista todav�a ten�a muchas ocasiones para el dolor, la duda y el miedo. Nada hab�a cambiado en sus circunstancias externas. El desierto todav�a lo rodeaba. El enemigo segu�a persiguiendo al asesino de coraz�n como antes. Pero esto hab�a cambiado: se sent�a que Dios estaba tan cerca como siempre lo hab�a estado en el santuario.

Y esa conciencia lo alter� todo, y convirti� todos los lamentos del salmista en himnos jubilosos. Transpuso su m�sica desde la tonalidad menor, y sus labios rompieron en canciones de alegr�a. Traduzca estos detalles en pensamientos generales, y son simplemente esto: - Ning�n dolor, ni ansiedad, ni cuidado, ni necesidad de vigilancia contra el peligro debe detener la alabanza que puede venir, y debe venir, de un coraz�n en contacto con Dios. y un alma satisfecha en �l.

Es una lecci�n dif�cil de aprender para algunos de nosotros; pero es una lecci�n cuyo aprendizaje estar� lleno de bendici�n. Hay un p�jaro com�n en nuestros distritos del norte al que la gente llama el gallo de tormenta, porque su nota siempre resuena m�s alegre en un clima tempestuoso. Ese es el tipo de m�sica que el coraz�n del cristiano debe hacer, en respuesta, como una Un arpa e�lica, a la respiraci�n de la tempestad por la m�sica, y llenando la noche con elogio. Es posible para nosotros, incluso antes de que el dolor y los suspiros hayan desaparecido, ser peregrinos en el camino, �con c�nticos y gozo eterno sobre nuestras cabezas�.

III. El alma satisfecha se acerca m�s a Dios ( Salmo 63:8 ). Literalmente traducido, aunque, por supuesto, con demasiada torpeza para una versi�n en ingl�s, las palabras corren: "Mi alma se adhiere a ti", expresando, en una frase pre�ada, dos actitudes que generalmente se sienten incompatibles, la del reposo tranquilo y la que de ansiosa persecuci�n.

Pero estos dos, a diferencia del otro, pueden y deben estar armoniosamente mezclados en la experiencia de una vida cristiana. Por un lado est� el apego de la satisfacci�n y, por otro lado, el est�mulo siempre satisfecho para un acercamiento m�s cercano. El alma que est� satisfecha se adherir� y debe adherirse con tenacidad a la fuente que la satisface. La paloma dobla sus pi�ones cuando llega al arca, y no necesita m�s volar su fatigado camino sobre aguas turbias, buscando en vano un lugar de descanso.

Las tribus n�madas, cuando se encuentran en alg�n valle rico, descargan sus camellos, montan sus tiendas y dicen: "Aqu� habitaremos, porque la tierra es buena". Y as� nosotros, si hemos experimentado, como podamos, de Dios y Su dulce suficiencia, y suficiente dulzura, deber�amos ser liberados de la tentaci�n de ir m�s lejos y salir peor. Y luego este apego, resultado de la satisfacci�n, va acompa�ado de una b�squeda ferviente a�n m�s del bien infinito.

En otras regiones, y cuando se dirige a otros objetos, la satisfacci�n tiende a convertirse en saciedad, porque la criatura que nos satisface es limitada. Pero cuando nos volvemos a Dios y buscamos todo lo que necesitamos en �l, no puede haber saciedad en nosotros, porque no puede haber agotamiento de lo que est� en �l. La bienaventuranza de la b�squeda que est� seguro de encontrar, y la bienaventuranza del encontrar que es el reposo tranquilo, se unen en la experiencia cristiana.

Y podemos, en todo momento, tener todo lo que queremos que se nos d�, y por el mismo don nuestra capacidad, y por lo tanto nuestros anhelos, se incrementen. As�, en maravillosa alternancia, la satisfacci�n y la sed se engendran mutuamente, y cada una posee algo de la dulzura de la otra. ( A. Maclaren, DD )

El santo sediento de Dios

I. De la fuente de aguas vivas.

1. �D�nde est� la fuente de aguas vivas? Est� en todas partes.

2. �Qu� hay en la fuente de la vida? El Ser incomprensible con quien se habla habla de S� mismo en este estilo soberano y exclusivo, "yo vivo".

3. �Qu� sale de la fuente de la vida? "Todo bien y todo regalo perfecto". Particularmente el Mediador y Su plenitud. La reconciliaci�n del mundo. El perd�n de los pecados. La justificaci�n del imp�o: La santificaci�n del imp�o. Gracia y gloria.

4. �Cu�l es el camino del sediento para beber de la fuente de la vida? "Yo soy el camino, la verdad y la vida", aqu�,

II. De la sed y el anhelo de Dios, con quien est� la fuente de la vida. El ascenso, la tendencia, la fuerza, la operaci�n y las energ�as de estos santos afectos pueden observarse en los siguientes detalles:

1. La sed de Dios es el deseo o anhelo del coraz�n nuevo.

2. La sed y el anhelo de la mente renovada por Dios est�n influenciados por el conocimiento y el gusto de Su favor en Cristo Jes�s. Antes de que tengamos sed de Dios, o lo anhelemos, debemos saber que �l es y probar que �l es misericordioso.

3. La sed o el anhelo de Dios se acompa�a de llanto y l�grimas. Este lamento y llanto entre los hijos de la regeneraci�n no es el ruido y el estruendo del mal humor y el descontento. Es el clamor del esp�ritu de adopci�n en su coraz�n, por el sustento y fortalecimiento de su vida, con esos placeres y alegr�as que creen que est�n en su fuente.

4. La sed de Dios, la fuente de aguas vivas, aumenta con la indulgencia. Cuanto m�s libre y abundantemente el alma sedienta se permite beber en la fuente, m�s viva y vehemente es su sed.

5. En la sed y el anhelo de Dios, hay fuertes mezclas de fe, amor, esperanza, gozo y las dem�s gracias del Esp�ritu.

6. Los sucesos providenciales dan al coraz�n nuevo una sensibilidad m�s aguda en la sed y el anhelo de Dios.

III. Cu�n sediento y anhelo de Dios, la fuente de aguas vivas, contribuyen a mantener la vivacidad y el vigor de la piedad, cuando est�n separados de los r�os y arroyos del santuario.

1. Estas energ�as del coraz�n nuevo en una tierra seca y sedienta, mantienen viva su relaci�n con la fuente d�a y noche.

2. Las garant�as de favor a trav�s de los oficios del Mediador se env�an desde la fuente al alma sedienta y anhelante.

3. En la sed y el anhelo de Dios en una tierra seca y sedienta, la experiencia se dispara y se eleva a gran altura.

4. Al tener sed y a�oranza de Dios en una tierra seca y sedienta, el fruto de justicia sembrado en el coraz�n nuevo brota, crece, madura y llega a la madurez.

5. En tierra seca y sedienta, la piedad se quita de los lugares gordos de la tierra que est�n llenos de cosas desfavorables para su crecimiento.

En conclusi�n, observe:

1. La diferencia entre sed animal y espiritual.

2. La relaci�n con la Deidad a trav�s del Mediador no se limita a los atrios, altares y tabern�culos. Todo el desierto de Jud�, por m�s seco y sediento que est�, era una c�mara de audiencia, a la cual David ten�a acceso a la Deidad d�a y noche, para quejarse, pedir y consultar; y alrededor hab�a atrio, altar, tabern�culo y lugar sant�simo. No obstante, anhelaba ser restaurado, y no es de extra�ar. Las instituciones para la multitud que celebraba las vacaciones en la ciudad eran m�s deseables que la c�mara abierta en el campo a un individuo,

3. El Se�or no es duro ni cruel al educar a sus escogidos en un desierto y probarlos con hambre y sed. Su educaci�n en la ciencia y los ejercicios de piedad lo requiere, y Su intenci�n es hacerles bien en el �ltimo fin. ( A. Shanks. )

El anhelo del cristiano

Toda la humanidad tiene sed. El alma humana se vuelve espaciosa; tan amplio que nada m�s puede llenarlo, excepto esa inmortalidad para la cual el hombre fue creado, y el favor y disfrute de ese Dios, quien es la criatura que es. Existe una relaci�n entre la Capacidad del alma y Aquel que debe llenarla, de modo que su felicidad depende de su uni�n con �l y se deriva enteramente de �l; y el hombre, incluso cuando ignora a Dios y est� alejado de �l, no encuentra satisfacci�n real de ninguna otra fuente.

I. Aceptaci�n. Esta es la primera etapa del deseo de Dios, porque es el deseo del pecador afligido ( Salmo 27:9 ; Salmo 31:16 ; Salmo 35:8 ).

II. Conocimiento de Dios. El deseo de esto debe ser una caracter�stica del cristiano que avanza. El amor engendra amor y, por lo tanto, �lo amamos (a Dios) porque �l nos am� primero�. Ahora, en la proporci�n en que amamos a alguien, deseamos conocernos mejor, para poder apreciar sus excelencias.

III. El creyente anhela la comuni�n con Dios. Cuanto m�s amemos y reverenciamos a alguien, m�s debemos desear ser admitidos en el privilegio de la intimidad, y m�s valoraremos ese privilegio y temeremos su p�rdida si lo poseemos.

IV. El mayor deseo del cristiano es la conformidad con la voluntad y la imagen de Dios. La facultad de imitar es instintiva. De ah� el contagio del mal ejemplo; de ah� la imitaci�n instintiva por parte de los hijos de sus padres. Esta facultad no se destruye en el creyente, pero, a trav�s de la gracia, recibe un nuevo sesgo, su amor y reverencia por Dios creando naturalmente el deseo de imitar sus perfecciones y as� lograr una creciente conformidad a su semejanza. ( RJ Rowton, MA )

El deseo de David por la presencia de Dios

I. La oraci�n. Con David la vida perder�a su luz, su valor, su significado, todo su deleite y todo su gozo sin Dios. Preg�ntale si el hombre podr�a prescindir de Dios, y te dir� que sin Dios este mundo es alojamiento; pero con �l es Homo - Homo - una cosa muy diferente. �l les dir�a que sin Dios no hay luz del sol en el mundo, no hay significado en la historia, no hay esperanza para la humanidad, no hay perspectivas.

Que sin Dios no hay nada para emancipar el alma, para emanciparla, para engrandecerla. Pero con la presencia de Dios tiene dignidad, desarrolla sus fuerzas y con �l est� seguro. Te dir�a que sin �l el alma no tiene un modelo sobre el cual moldear su vida, ning�n motivo con el que animarse en el conflicto, ning�n lugar de reposo tranquilo. David, sobre todas las cosas, quiere a Dios. Quiere a Dios, en el sentido de querer la Presencia, el Amor, la Protecci�n y la Vindicaci�n de Dios.

Hay pocas personas en el mundo que no tengan, en una u otra direcci�n, un conflicto, una causa que mantener; y uno de los dolores m�s agudos de la vida es, cuando hacemos lo mejor que podemos, dejarnos pensando que, despu�s de todo, a Dios no le importa, y no abrazar� lo correcto, sino que lo dejar� hundirse o nadar, y dejar� que el mal salga derrotado o derrotado. victorioso, seg�n la casualidad. David deseaba lo contrario y lo cre�a.

Quer�a a Dios; esperaba y deseaba que Dios defendiera las causas de su alma, y ??en lo que �l ten�a raz�n, tomar�a su parte y le dar�a el deseo de su coraz�n. As�, en el �ltimo lugar de todos, viene el deseo que habr�a sido primero, segundo, tercero, cuarto y todo probablemente en nuestra comodidad.

II. Las lecciones de esta oraci�n.

1. No se separe estrictamente de su fe en Dios. Es muy reconfortante que, a la larga, todas las cuestiones religiosas se resuelvan en la gran cuesti�n de si hay o no un Dios en quien confiar. Ven con los creyentes y no vivas en el mundo abandonado por Dios, sin un liviano loft en �l y sin una Roca de las Edades en la que descansar. No viva en un mundo como ese, sino viva en el mundo cuyo dosel es el ala de Dios, y cuyo centro es el coraz�n traspasado del Calvario. Encontrar�s tu bienaventuranza en una vida as�. Los hombres no recogen bienaventuranza de las zarzas y alegr�as de los cardos.

2. Ore con m�s fervor. La culpa de nuestras oraciones es su peque�ez, le pedimos y angustiamos a Dios por la peque�ez de nuestro pedir. P�dele a S� mismo, Su gloria, Su belleza, Su amor, que descanse sobre ti, la sombra de Su ala, el susurro de Su amor; no peque�as misericordias, sino grandes. Y para poder orar, haz lo que David te dice que hizo, "sigue con empe�o a Dios". ( R. Glover. )

La necesidad suprema

Lo que significa la sed en un desierto tropical, nadie m�s que aquellos que han pasado por �l lo pueden decir. Es una necesidad abrumadora y paralizante. Todo esto lo hab�a sentido el salmista. Como en las largas marchas a trav�s de las arenas del desierto, en el terrible resplandor de un mediod�a oriental, hab�a suspirado por las tierras de pasto y los manantiales, as� la vida le pareci� un desierto seco y fatigado hasta que su alma qued� satisfecha con la vista de Dios.

Es una par�bola de la vida, no s�lo del salmista, sino del mundo; es una imagen de la educaci�n de Dios para nuestra raza. As� como no ense�� a nuestros antepasados ??las artes de la vida - el uso del hierro y del fuego - por una inspiraci�n inmediata, sino que les permiti� descubrirlas mediante procesos lentos y graduales, seg�n se sintiera la necesidad de ellos; as� como �l no ha puesto verdades intelectuales en nuestra mente al nacer, sino que nos permite resolverlas como la satisfacci�n de un deseo sentido, as� sucede con la religi�n.

�l no satisface nuestra boca de una sola vez con cosas buenas. Nos ense�a a trav�s de la disciplina de la sed y la miseria. Deja que cada �poca siga su propio camino, resuelva sus propios problemas, afronte sus propias dificultades y, por fin, sea llevado a �l por la fuerza restrictiva de un deseo insatisfecho. Podr�a mostrar que la par�bola es cierta para muchas edades, pero tomar� solo dos: las primeras edades del cristianismo y la nuestra.

Si miramos las primeras edades de nuestra fe, vemos que no convenci� de una vez a los hombres de su verdad, como el sol que sali� esta ma�ana les dijo a todos los que ten�an ojos para ver que brillaba una luz. Los hombres llegaron a ella por muchos caminos, y el m�s grande de todos esos caminos los condujo a trav�s del espl�ndido escenario de la filosof�a; porque era una �poca de cultura; la educaci�n era generalizada en casi todas las ciudades del Imperio Romano, y la base de la educaci�n era la filosof�a.

Los hombres estaban tan familiarizados con algunos de los t�rminos t�cnicos de la metaf�sica como ahora con algunos de los t�rminos t�cnicos de la qu�mica o de la fisiolog�a. Para la mejor clase de hombres de la �poca, la filosof�a era una pasi�n; absorbi� todos los dem�s intereses de la vida. No solo viv�an por sus creencias, sino que a veces estaban dispuestos a morir por ellas. Y eran creencias por las que un hombre pod�a contentarse con morir.

Yo deber�a ser el �ltimo en intentar menospreciar el trabajo que la filosof�a realiz� entonces; pero no sustituy� a la religi�n. Fall�, y eso en una escala tan grande, y entre tantos tipos de personajes, que el experimento no necesita ser probado nunca de nuevo; estaba la demostraci�n para siempre de que el alma ten�a una sed que la filosof�a no pod�a satisfacer; era la necesidad de Dios, de un Dios a quien los hombres pudieran amar, de un Dios errado en el que pudieran apoyarse, de un Dios a quien pudieran clamar en su desesperaci�n, y su fracaso y su pecado: �Mi alma anhela El e.

�Al lado de la filosof�a estaba la superstici�n. Hab�a formas fant�sticas de adoraci�n, nuevas divinidades y nuevas formas de abordarlas; pero todas estas eran diversas expresiones de una sed abrumadora; y en la disciplina de Dios la sed estuvo insatisfecha durante mucho tiempo. No fue hasta que se descubri� que todas las dem�s aguas eran amargas que las masas de hombres educados vinieron a beber de esa agua viva que la fe cristiana suministraba: el agua del conocimiento de Dios en Cristo, que est� en el alma del creyente. , �Un pozo de agua que brota para vida eterna.

�Ese fue un cumplimiento de la par�bola. Se est� cumpliendo nuevamente ante nuestros ojos en nuestro propio tiempo; nosotros tambi�n estamos atravesando otro tipo de escenario, un escenario tan nuevo y vasto que debemos estar listos, como no dudo que Dios est� listo, para perdonar a aquellos que, en su asombro por la novedad y la inmensidad de todo esto, He llegado a pensar que esto al fin es una satisfacci�n para el alma, y ??que en esta corona de todas las edades hemos encontrado en la naturaleza un sustituto de Dios.

Tanto desde las cimas de las monta�as y los barrancos y la mirada lejana como desde las profundidades de los mares profundos, brillan esplendores sobre esplendores de nuevos conocimientos y nuevas posibilidades de conocimiento, que parecen elevarnos a una esfera superior de conocimiento. viviendo que lo que para nuestros antepasados ??era posible. Es un paisaje espl�ndido �el mundo nunca ha visto uno igual� pero, por espl�ndido que sea, hay necesidades, las necesidades m�s profundas del alma que no puede satisfacer, que no puede satisfacer.

Con el tiempo, a todos los hombres les llega la sensaci�n de sed. Son pocos los que se levantan en todo momento, no hay ninguno que se eleve uniformemente en todo momento, hasta la altura heroica de hacer el bien por el bien de la bondad y de promover la justicia por el bien de la justicia. Los frustrados esfuerzos de la lucha por la justicia, los defectos de la verdad, la reca�da del dominio propio, fatigan a los hombres antes de que se acabe el d�a; ya lo largo de la tarde de la vida, si no a lo largo de su ma�ana, surge el clamor agudo y repentino, una sed que solo Dios puede satisfacer.

Y, por otro lado, en el rebote de las sobreabundantes conversaciones sobre religi�n que caracterizan a nuestra �poca, de las batallas de las Iglesias y de las teor�as insustanciales que reclaman el lugar de las verdades divinas, hay quienes sustituyen a toda la religi�n que parte de ella que consiste, en filantrop�a activa. Para esto, nuevamente, no tengo otra palabra que la de elogio. Sin esta religi�n, dif�cilmente se puede decir que existe, pero no es religi�n; porque aunque la religi�n debe moverse por el mundo con los pies atareados de un �ngel de benevolencia, la benevolencia no satisface por s� misma la sed del alma por Dios.

El alma regresa hambrienta de sus diligencias de misericordia; necesita un motivo Divino y una satisfacci�n Divina. El comienzo no es el amor a la justicia ni la pr�ctica de la benevolencia, sino la sed de Dios. Donde existe esa sed, hay religi�n; donde esa sed est� ausente, all�, a pesar de todo lo que un hombre pueda profesar, la religi�n tambi�n est� ausente. Y esa sed queda satisfecha. Hablar� por un momento de su satisfacci�n no en la sociedad en general, sino en el alma individual.

La satisfacci�n es tan real como la necesidad, y �l la ha puesto en nuestro poder. Para el salmista ingenuo, que viv�a como viv�a antes de la era de la filosof�a, casi lo hab�a dicho antes de la era de la teolog�a, la satisfacci�n era aparecer ante el s�mbolo visible de la presencia de Dios en Jerusal�n. Eso tambi�n, hermanos, es parte de la par�bola. Es verdad para todos los tiempos. La satisfacci�n del alma es darse cuenta de la presencia de Dios. El otro nombre es fe. Es ver a Aquel que es invisible. ( Edwin Hatch, DD )

Devoci�n apasionada

No todo el mundo puede simpatizar con la intensidad del sentimiento devoto aqu� expresado. Uno debe haber visto el poder y la gloria en d�as pasados, tener sed y a�orar a Dios de esta manera. Todos, sin embargo, pueden entender algo al respecto; todos, al menos, pueden separarse y admirar al hombre con pensamientos tan elevados, afectos tan puros, un alma tan predominante sobre los sentidos, que su naturaleza muy sensual anhela, no los objetos de los sentidos, �sino a Dios! En todas las �pocas encontramos ejemplos de esta devoci�n apasionada, que se apropia del lenguaje del afecto humano y lo aplica al Infinito.

Ahora bien, �qu� estimaci�n debemos formarnos de la devoci�n que asume este car�cter? �Lo condenaremos como entusiasmo o lo recomendaremos como el desarrollo puro y natural de los afectos hacia Dios? �Lo apreciaremos en nosotros mismos? o restringir tales asimilaciones a los amores humanos? Creo que podremos responder mejor cuando hayamos examinado un poco las condiciones en las que surge. Primero, entonces, es bastante evidente, aquellos que se elevan a este anhelo intensamente apasionado de Dios deben tener un gran poder para dar una realidad a sus ideas, quiero decir, para realizar sus ideas como existencias presentes y sustantivas.

Ya que Dios, al ser conocido por nosotros solo en el pensamiento, debe estar representado por esta facultad consciente de la mente como presente personalmente en nosotros, o no se despertar� ninguna emoci�n profunda hacia �l. Puedes contemplar Sus obras, puedes tomar la Biblia y hacer una historia de todo lo que �l ha hecho por la salvaci�n del hombre, puedes razonar m�s correctamente sobre las relaciones que �l mantiene con tu alma, puedes atribuirle toda bondad, verdad y santa belleza, todas las perfecciones imaginables; pero a menos que tenga el poder de creer en la realidad sustancial de sus ideas, ning�n amor o deseo apasionado (que s�lo puede adherirse a las personas conocidas) puede excitarse dentro de usted.

Puede haber confianza, puede haber reverencia, puede haber una entrega deliberada de la voluntad al gran y glorioso Ser concebido en el pensamiento; pero para una abstracci�n intelectual meramente l�gica no puede haber amor apasionado. Entonces, siendo este sin duda el caso, surge una segunda condici�n, a saber, Dios, para ser as� amado y deseado, debe ser introducido en el �mbito de la imaginaci�n humana, la idealizaci�n, es decir, ser pensado y realizado como personalmente. En el presente, la mente debe formarse de �l alguna representaci�n de s� misma, alguna idea concebible y aceptable.

El amor y el deseo apasionados no pueden abarcar lo infinitamente vago. De ah� el hecho de que, dentro de la Iglesia cristiana, nuestro Salvador y la Virgen hayan sido objeto de esta devoci�n apasionada con m�s frecuencia que el Padre Infinito. Bueno, entonces, si estas son las condiciones de este amor y deseo apasionado por Dios, ya es evidente que debe haber alg�n elemento en �l que necesita atenuarse o modificarse de una manera u otra.

Porque, cualquier cosa que lleve la gloria y la infinitud del Creador hasta la limitaci�n y el nivel de la criatura debe tener un elemento de maldad. Podemos tomar como axioma que, todo lo que tiende a exaltar nuestras nociones de sus perfecciones y gloria, todo lo que tiende a llenarnos de profunda y humilde reverencia y asombro, con adoraci�n y adoraci�n humilde, nos est� conduciendo por el camino correcto hacia un conocimiento de Dios; y todo lo que limita, circunscribe, define nuestra imagen de �l, lo reduce dentro de los estrechos contornos de nuestras delineaciones, eso falsifica y corrompe nuestro conocimiento.

La falsa devoci�n pretende saber. Se ha encontrado cara a cara con Dios, dice, y ama. �Sue�o vano! M�s bien ha creado una imagen, a partir de su fantas�a santificada, y por eso arde de deseo apasionado. Y sin embargo, debemos ser justos. Hay una verdad en esta imagen de Dios en la mente. No es del todo una falsa representaci�n de �l lo que la mente crea para s� misma. Los elementos de los que est� hecha la representaci�n son verdaderos, hasta donde llegan.

�Alguna vez ha visto el lienzo destinado a una gran imagen, despu�s de que el artista haya trabajado solo dos o tres d�as en �l? Eso es como nuestras im�genes santificadas de Dios. Todos los colores correctos colocados, todas las l�neas en la direcci�n correcta, pero �qu� parecido, sin embargo, hay con la obra perfeccionada? Se representa el sol en una gota de ovillo; pero �qui�n podr�a aprender mirando en la gota de roc�o cu�les son la majestad y la gloria del sol? Son, entonces, propiedades divinas que el alma ama a su imagen de Dios, pero propiedades divinas limitadas y reducidas a patrones creados.

Aquellos que conocen a Dios y piensan en �l como el Esp�ritu omnipresente, el poder omnipresente cuyas operaciones se extienden y cuya naturaleza se manifiesta en toda la creaci�n, no pueden sino adorar y amar al contemplar Su naturaleza en estas manifestaciones creadas. Para ellos, �l es necesariamente el Dios �nico, todo suficiente y todo eficiente, el �nico gozo y bendici�n de todas las criaturas. Y, conoci�ndolo as�, no pueden dejar de desear conocerlo m�s plenamente, compartir m�s ampliamente las comunicaciones de su naturaleza, llegar a una uni�n m�s estrecha con �l.

Porque, para decirlo de otra forma, esto no es m�s que desear compartir y participar cada vez m�s de todo lo que es verdadero, bello y bueno en el mundo, para entrar cada vez m�s en la bienaventuranza de todo lo verdadero. pensamientos y sentimientos hermosos y buenos, porque Dios no se conoce ni se puede disfrutar en lo m�s �ntimo de Su ser; pero en estas manifestaciones de �l, en todas Sus obras gloriosas y hermosas, en todos los pensamientos gloriosos y hermosos que �l crea dentro de nosotros.

Y es de acuerdo con esto que el salmista nos dice en el texto que su alma y su carne anhelan a Dios, para ver su poder y gloria como los hab�a visto en el santuario. No so�� que �l, el finito, podr�a apropiarse de toda la gloria y el poder del Infinito. Por lo tanto, no hay extravagancia de lenguaje, transfiriendo los sentimientos apasionados despertados por el amor humano al Creador; pero, lo que �l ora, anhela, tiene sed, es ver m�s de Dios en Sus manifestaciones - m�s de ese poder y gloria que ya hab�a discernido cuando escuch� a los levitas cantar Su santa alabanza, y se hab�a unido a los sacrificios. , las oraciones, el culto del templo. Todo lo que le trajo pensamientos m�s verdaderos y hermosos, sentimientos m�s puros y ennoblecedores, que colmar�an el deseo y satisfar�an el anhelo de su alma. (J. Cranbrook. )

Sed de alma

No necesito recordarles cu�n cierto es que un hombre no es m�s que un manojo de apetitos, deseos, a menudo tir�nicos, a menudo dolorosos, siempre activos. Pero la miseria de esto �la raz�n por la que la miseria del hombre es tan grande para �l� es principalmente, supongo, que no sabe qu� es lo que quiere; que tiene sed, pero no comprende lo que significa la sed, ni qu� es lo que la saciar�, Sus apetitos animales no se equivocan; �l y las bestias saben que cuando tienen sed tienen que beber, y cuando tienen hambre tienen que comer, y cuando tienen sue�o, tienen que dormir.

Pero el pobre instinto del animal que le ense�a qu� elegir y qu� evitar nos falla en los niveles superiores; y somos conscientes de un anhelo, y no encontramos que el anhelo nos revela la fuente de donde puede derivarse su satisfacci�n. Por lo tanto, las �cisternas rotas que no retienen agua� son un bien escaso, y �la fuente de aguas vivas� se rechaza, aunque podr�a saciar tantas sed.

Como exploradores ignorantes en el pa�s de un enemigo, vemos un arroyo, y no nos detenemos a preguntarnos si hay veneno en �l o no antes de pegarle nuestros labios sedientos. Hay una gran promesa antigua en uno de los profetas que pone esta noci�n de la mala interpretaci�n de nuestra sed, y los errores en cuanto a las fuentes de donde pueden ser saciadas, en una hermosa met�fora que est� oscurecida en nuestra versi�n en ingl�s.

El profeta Isa�as dice, "el espejismo se convertir� en un estanque", el romance se convertir� en una realidad, y los errores ser�n rectificados, y los hombres sabr�n qu� es lo que quieren, y lo obtendr�n cuando lo sepan. Hermanos, a menos que hayamos escuchado las ense�anzas de arriba, a menos que hayamos consultado con mucha m�s sabidur�a y profundidad de lo que muchos de nosotros hemos hecho jam�s, el significado de nuestros propios corazones cuando claman, nosotros tambi�n solo podremos tome como nuestro el clamor quejumbroso de la mitad de esta primera expresi�n del salmista, y diga, desesperado: �Mi alma tiene sed.

Bienaventurados los que saben d�nde est� la fuente, los que conocen el significado de los mayores disturbios en sus propias almas, y pueden continuar con una clara y verdadera autorrevelaci�n: �Mi alma tiene sed de Dios�. ( A. Maclaren, DD )

En una tierra seca y sedienta, donde no hay agua. -

Un grito salvaje

Cris�stomo nos dice que entre los cristianos primitivos se orden� que este salmo se cantara todos los d�as. Si no seguimos esa costumbre, no es porque no sea adecuado. El salmo se puede recitar o cantar durante todo el a�o. En todas las estaciones del alma, es primavera, verano, oto�o e invierno. De d�a y de noche. Pero el salmo pertenece especialmente a quienes, por cualquier causa, se sienten moradores en una tierra des�rtica. Las etapas de Israel en toda su historia, en Egipto y fuera de �l, y en adelante, se repasan en nuestra historia espiritual. E incluso cuando estemos en Cana�n, como David, podemos ser expulsados ??de nuestro hogar y encontrarnos de nuevo en el desierto.

I. Los verdaderos santos est�n a veces en una tierra seca y sedienta, donde no hay agua. Para&mdash

1. Todas las cosas son cambiantes y, sobre todo, los seres vivos. Un hombre de piedra no cambia, pero el hombre vivo debe lamentarse y sufrir, as� como re�r y regocijarse.

2. Y en algunos sentidos, para un cristiano, este mundo debe ser siempre una tierra seca y sedienta. No somos cuervos carro�eros, o de lo contrario podr�amos flotar y alimentarnos de los cad�veres que abundan en las aguas alrededor de nuestra arca. Somos palomas, y cuando dejamos la mano de nuestro No� no encontramos nada sobre lo que descansar. Incluso cuando el mundo est� en su mejor momento, no es m�s que una tierra seca para los santos.

3. Y llevamos un mal dentro de nosotros que causar�a una sequ�a en el Para�so mismo si pudiera llegar all� ( Romanos 7:1 ). Es posible que hayamos sido tan desapercibidos como para habernos puesto a nosotros mismos en esta condici�n por fallas reales de vida y conducta.

5. A veces se produce cuando somos desterrados de los medios de la gracia. Por muy pobre que sea nuestro ministerio, hay algunos cristianos que lo extra�ar�an m�s que su comida diaria si se la quitaran. Es una dura prueba para los tales el verse apartados de los privilegios del santuario. 6, Y por la negaci�n de los dulces de las relaciones cristianas. David ten�a poca compa��a cuando estaba en el desierto, en los d�as de Sa�l; sus amigos no eran mucho mejores que piratas y fugitivos. Y a veces el pueblo de Dios est� encerrado en compa��as similares.

6. A veces, un hombre puede ser tratado con una gran injusticia y, como resultado, soportar muchas dificultades. David lo hizo; nosotros tambi�n.

7. Las condiciones dom�sticas, la salud y las condiciones f�sicas pueden deprimir gravemente el alma. Por lo tanto, hay muchas razones por las que los mejores santos a veces se encuentran en una tierra seca y sedienta.

II. Pero Dios sigue siendo su Dios. "Oh Dios, t� eres mi Dios". S�, �l es tanto nuestro Dios en la tierra seca como si estuvi�ramos sentados junto al arroyo que fluye suavemente de Siloa. Dios es el Dios del desierto. �No estaba all� con su pueblo?

III. Cuando estamos en una tierra seca y sedienta, nuestro proceder m�s sabio es clamarle de inmediato. Cuando tenga menos ganas de orar, entonces ore a �l m�s, porque lo necesita m�s. Ninguno de ustedes practique la locura del pecador: �l declara que se quedar� hasta que est� mejor, y entonces nunca volver�. Busquen al Se�or de inmediato, practiquen el principio del Evangelio de "Tal como soy". Diga: �Debo tener un sentido de Su amor, y debo tenerlo ahora.

�Haz una carrera hacia �l, y lo tendr�s. Por tanto, no temas clamar a Dios. A nuestro Padre celestial le encanta escuchar a sus hijos llorar todo el d�a. Rutherford dice: �El ni�o en la casa de Cristo que es m�s problem�tico es el m�s bienvenido. El que hace m�s estr�pito por su carne es el mejor hijo que tiene Cristo �. Puede que no est�s del todo de acuerdo con eso en lo que respecta a tus propios hijos, pero ciertamente es as� con nuestro Se�or.

Desea, entonces, y deja que esos deseos sean vehementes. Jes�s te escuchar� con alegr�a. Solo ten cuidado de no contentarte con estar en una tierra seca y sedienta, lejos de Dios. No entre en tal estado, y ciertamente no se quede all�. ( CH Spurgeon. )

Versículo 2

Para ver tu poder y tu gloria, as� te he visto en el santuario.

El poder y la gloria de Dios, la atracci�n del creyente por el santuario

Los deseos son, en algunos aspectos, mejores evidencias de la religi�n real que las acciones mismas. Puede que te veas obligado a actuar, no puedes ser obligado a desear, los deseos nacen libremente; brotan, espont�neamente, de la convicci�n y la disposici�n. Los buenos deseos son pruebas de algo bueno, promesas de algo mejor y partes de algo mejor. Ahora, de los deseos expresados ??en el texto, notemos:

I. Su car�cter. Se distinguen por:

1. Su objeto: que es Dios. El hombre natural no desea a Dios, pero el regenerado debe tener al Se�or. Parece decir: "Se�or, debo tenerte".

2. Su intensidad. Vea los t�rminos con los que se expresan: "temprano, sed", "anhela". Todo esto no expresa deseos ordinarios; Herodes ver�a a nuestro Se�or realizar milagros, pero no saldr�a al exterior con ese prop�sito. Pilato pregunt�: "�Qu� es la verdad?" pero no esper� una respuesta. Balaam dijo: �D�jame morir con la muerte de los justos�, mientras que no mostr� inter�s en vivir su vida o andar en sus caminos; porque, como comenta un antiguo escritor, �Hay ciertos �rboles que producen dobles flores, pero que, sin embargo, no dan fruto.

Pero como la religi�n es la �nica cosa necesaria, absolutamente necesaria, necesaria en todas las ocasiones y en todas las circunstancias, su ejercicio y los sentimientos relacionados con ella son todos peculiares y supremos. No importa cu�les sean los sentimientos, ya sea de auto-humillaci�n, de dolor por el pecado, de esperanza o de gozo. Afecta profundamente al coraz�n, no es un mero tema de especulaci�n, ni de un credo o de una ceremonia, sino de una vida.

�Es as� la Escritura habla de religi�n? �No nos dice que no es un nombre para vivir, sino la vida misma? �Que no es apariencia de piedad, sino su poder? Si la religi�n es algo, es todo; si es importante en absoluto, es de suma importancia. �Qu� puede igualar la grandeza del alma y la eternidad?

II. Su realce, Esto surgi� del hecho de que el salmista era ahora un exiliado y un vagabundo, excluido del santuario y del culto sagrado de Dios. Por lo tanto, envidiaba a los mismos p�jaros que pod�an construir, alimentar y poner su nido cerca de la casa de Dios. La ausencia agudiza el afecto; y querer, deseos. De hecho, rara vez conocemos el valor de una cosa hasta que se nos hace sentir la falta de ella. Entonces, preste atenci�n a c�mo usa la gracia de Dios ahora, porque si no usa y mejora Sus dones, �l los quitar� de usted, o usted de ellos, como �l puede hacer tan f�cilmente. Por cualquiera de los muchos cambios, es posible que te sumerjas en la esterilidad espiritual y tengas que clamar: "Mi alma tiene sed de ti", etc.

III. Su objetivo. Observar&mdash

1. Lo que David desea ver: el poder y la gloria de Dios. No solo se refiere a las m�ltiples pruebas del poder de Dios, sino a la gloria que pertenece a los prop�sitos para los cuales se ejerce este poder. Vea esto en la gloria y el poder de nuestro Se�or Jesucristo en todas Sus obras de gracia tan poderosas y sin embargo tan misericordiosas.

2. El lugar de su exhibici�n: es "el santuario". No es que se vea solo all�. Dios est� en todas partes y en todas partes es Dios. Fue encontrado visible y sensiblemente en el templo de anta�o; pero ahora est� realmente en nuestras asambleas cristianas. Aunque es obvio que �l no est� all� para el ojo natural, la fe puede realizarlo all�; la fe puede contar con el hecho innegable; percibimos Su albedr�o all�. Y este poder glorioso se ve no solo en la convicci�n, sino tambi�n en la conversi�n. Y tambi�n se ve en el consuelo de los creyentes.

3. La experiencia real de David de estas manifestaciones: "Te he visto", dice, "en el santuario". Estaba seguro de la realidad del asunto. Un creyente puede llegar a esta conclusi�n y no debe ser ridiculizado o razonado. �l puede, y dice, "Me sent� bajo Su sombra con gran deleite, y Su fruto fue dulce a mi paladar".

4. La utilidad de esta experiencia. Lo estimul� a buscar a�n m�s de lo que ya hab�a disfrutado. �Para ver Tu poder. .. as� como yo lo he hecho �, etc. Ahora bien, tal experiencia no s�lo estimula a buscar m�s, sino que tiende a preservar el alma en el amor de Dios, y tambi�n a recobrarla cuando se ha descarriado. El hombre no regenerado no sabe nada de todo esto. Nunca escuchar�s a prop�sito hasta que escuches que tus almas puedan vivir.

�Cantantes! si no cantan con melod�a "en su coraz�n al Se�or" aqu�, no se les encontrar� entre el n�mero dichoso de los que celebrar�n sus alabanzas en los atrios celestiales. Y ustedes, oyentes, si solo son eso, �qu� ser� el Evangelio para ustedes? Pero ustedes, creyentes, regoc�jense. ( W. Jay. )

El deber, el objeto y los resultados de una asistencia devota y diligente a la adoraci�n en el santuario.

El deseo de David era ver el poder y la gloria de Dios; pero deseaba m�s que la manifestaci�n que las obras de la naturaleza pod�an proporcionar; conocer�a a Dios revelado a su alma. Por tanto, aprendemos ...

I. Que el deseo de todo cristiano es, o deber�a ser, conocer m�s y m�s de la gloria de Dios.

II. El cumplimiento de este dise�o debe buscarse mediante la atenci�n diligente a la adoraci�n del santuario.

III. Los efectos de tal mayor conocimiento del poder y la gloria de Dios.

1. Liberaci�n del poder del mundo.

2. Y de las dudas provocadas por el aspecto de la providencia.

3. Fortaleza renovada para seguir nuestro camino cristiano de nuevo.

4. La crucifixi�n de nuestras concupiscencias y corrupciones.

5. Aumento de la humildad.

6. Valor por nuestro conflicto con nuestro �ltimo enemigo, la muerte. ( JA James. )

El deseo de ver el poder y la gloria de Dios en tu santuario.

I. Su deseo mismo.

1. Deseaba las ordenanzas. Lo que los esp�ritus carnales y mundanos consideran una carga y tedio para ellos, los hijos de Dios lo ven como un privilegio, y lo consideran como su mayor ventaja; y as� deber�amos nosotros, y regocijarnos en ello, y desearlo mucho, como lo hace David aqu�, quien es aqu� un modelo para nosotros.

2. Deseaba la gloria y el poder de las ordenanzas. Hay doble poder y gloria en las ordenanzas. Uno es en cuanto a la ejecuci�n de ellos; y el otro es el �xito y el efecto.

(1) En cuanto a la actuaci�n, cuando hay vida, vigor y actividad, que se manifiesta en ellos. No es el mero opus operatum, tantos deberes realizados como una tarea, y hay un final, lo que hace gloriosas las ordenanzas; pero cuando hay un esp�ritu misericordioso y celestial, que corre en ellos, que en consecuencia es que todo cristiano debe cuidar especialmente en la empresa de ellos.

Esto se obtiene especialmente de esta manera. Es decir, primero, prepar�ndolos. Debemos tener cuidado de quitarnos todos los obst�culos e impedimentos. Ahora, estos son de dos tipos. Primero, toda pecaminosidad y contaminaci�n. En segundo lugar, toda la mundanalidad y el enredo terrenal.

(2) Lo similar tambi�n en cuanto al efecto, cuando funcionan de manera eficaz y poderosa despu�s. Esto tambi�n debe ser cuidado por nosotros; y del cual David sin duda se ocup�, para que su coraz�n no solo se calentara con las ordenanzas en el momento mismo de su ejecuci�n, sino tambi�n entonces cuando se fuera de ellas; para que la fuerza y ??el brillo de ellos aparezcan y se manifiesten en su vida y conversaci�n.

II. La limitaci�n o amplificaci�n de este deseo. "Como te he visto en el santuario". Qu� palabras pueden admitir en ellas una doble referencia e interpretaci�n. O as�, para que pueda ver tu poder y tu gloria en el santuario, as� como te he visto. O de lo contrario, para que pueda ver tu poder y tu gloria ahora en el desierto, como te he visto en el santuario. Seg�n el primer sentido, es un ferviente deseo de restaurarlo a las oportunidades de las ordenanzas p�blicas que antes hab�a disfrutado.

De acuerdo con el �ltimo sentido, es el mismo deseo de un suministro de las ordenanzas p�blicas, por la presencia misericordiosa de Dios con �l en privado, ahora que el p�blico le fue negado y mantenido fuera de �l. De cualquier manera que lo tomemos, hay una cuesti�n de observaci�n en �l.

1. Que pueda ver tu poder y gloria en el santuario como te he visto. Y por eso desea ser restaurado a las ordenanzas p�blicas y a su antiguo disfrute de ellas. Tendr�a comuni�n con Dios en p�blico; y tendr�a esa comuni�n que antes ten�a con �l.

2. Que pueda ver Tu poder y Tu gloria aqu� en el desierto como lo he visto algunas veces en el santuario. Y entonces es un deseo de un suministro de las ordenanzas p�blicas, por la presencia misericordiosa de Dios con �l en privado en lugar de hacerlo; donde, suponiendo su deseo (como era) de ser racional y regular en �l, se nos exhibe en �l, que Dios, en la necesaria necesidad y restricci�n de las ordenanzas p�blicas, puede compensarnos con otro camino; Puede convertir un desierto, una prisi�n, una enfermer�a o una cama en un santuario, si as� lo desea; s�, a veces le agrada hacerlo as�; sobre lo cual David lo desea aqu�, ya que de otro modo no podr�a haberlo hecho con fe y con la buena seguridad de obtenerlo.

Mire, as� como la presencia de un pr�ncipe es lo que hace la corte, as� la presencia de Dios es lo que hace el santuario, donde Dios se expresar� de una manera m�s plena y misericordiosa, es decir, en verdad, Su templo, y as�. para ser contabilizado por nosotros. Ahora, �l puede hacer esto, y a menudo lo hace, incluso en los mismos desiertos:

(1) Al traer a nuestra memoria las verdades que anteriormente hemos escuchado. Como ocurre con alg�n ung�ento o medicina que guardamos y guardamos con nosotros, no conocemos la virtud de ello hasta el momento en que llegamos a usarlo y a necesitarlo; aun as� ocurre con muchas doctrinas y verdades en religi�n. �sta es, por lo tanto, una obra del Esp�ritu Santo, y mediante la cual �l suple el defecto de las dispensaciones p�blicas, al traer a nuestra conciencia en privado aquellas verdades que hasta ahora nos han sido impartidas y comunicadas en p�blico.

(2) Al dar nuevas experiencias de vez en cuando de la condici�n actual, en la que somos tanto del temperamento de nuestro propio coraz�n, como tambi�n de Su propia gracia, fuerza y ??ayuda de nosotros. En tiempos de libertad aprendemos lo que deber�amos ser, pero en tiempos de moderaci�n aprendemos lo que somos.

(3) Obrando en nosotros un mayor anhelo y deseo de las ordenanzas p�blicas.

(4) Por sus propias aplicaciones m�s inmediatas de s� mismo a nosotros. Las ordenanzas no son m�s que los traspasos y transmisiones de Cristo y Su Esp�ritu a nosotros de manera ordinaria. Ahora, Dios, si le place, puede hacerlo m�s inmediatamente, y lo hace en los casos en que �l los niega. �l expresa su propio amor, buena voluntad, favor y aceptaci�n hacia nosotros; despierta en nosotros buenos pensamientos y deseos e inclinaciones llenos de gracia y santos; derrama Su amor en vuestros corazones y se convierte en todo en todos para nosotros; y lo que ser� un d�a perfectamente en el cielo, lo est� ahora en parte, y de manera imperfecta ya est� aqu�. ( T. Horton, DD )

El santo que anhela ver a Dios en el santuario

I. Sobre el santuario.

1. El lugar de presencia. El Se�or est� ah�.

2. El lugar de la amistad. Asombr�monos y alabemos. �Dios glorioso en santidad, y gente contaminada por el pecado, encontr�ndose en amistad y amor!

3. El lugar de conversar.

4. El lugar de audiencia. El trono de la gracia, donde los pobres y los necesitados de cada naci�n son abastecidos seg�n sus riquezas en gloria.

5. El lugar de culto. Las ordenanzas de nuestros santuarios no son invenciones de sacerdotes, como los llama el burlador en su deporte, sino instituciones de sabidur�a y misericordia.

6. El lugar de la comuni�n.

II. Concerniente al poder y la gloria de la Deidad vista en el santuario. El poder es la energ�a de la Deidad, que obra todas las cosas. La gloria es el esplendor, en el rostro de Su energ�a, que la hace poderosa, eficaz y sumamente grande. Ambos son reconocidos y alabados en Su santuario por los adoradores en esp�ritu y en verdad.

1. Los adoradores reconocen y alaban en el santuario el poder o la energ�a de la Deidad, Padre, Hijo y Esp�ritu Santo.

2. El esplendor o gloria en el rostro de la energ�a de la Deidad es reconocido y alabado en Su santuario. Cada voz en �l, cada arpa, cada salterio, suenan las altas alabanzas de Su palabra vigorizante, quien habl� y se hizo, quien orden� y se mantuvo firme.

III. En cuanto a ver el poder y la gloria de la Deidad en el santuario.

1. La administraci�n sensata en los santuarios atrae la mirada de los adoradores. Contemplamos a nuestros maestros y gobernantes, escuchamos el sonido de su voz y unimos la nuestra con la de ellos en acci�n de gracias y alabanza. Contemplamos una mesa santificada con la Palabra de Dios y la oraci�n, y cubierta con memoriales del cuerpo y la sangre del Se�or. En una ordenanza contemplamos el rociar agua y en otra el partimiento del pan, que son acciones sensatas designadas y dise�adas para ayudar a nuestra mente a conmemorar, magnificar y alabar el amor redentor.

2. La gloriosa belleza de los santuarios alimenta y satisface el entendimiento de los adoradores.

IV. Concerniente al anhelo de ver el poder y la gloria de la Deidad en el santuario.

1. El anhelo de ver y disfrutar al Se�or nuestro Dios en el santuario parece ser una inclinaci�n razonable, por la gloria en �l que se ve.

2. Esta inclinaci�n fuerte y ferviente parece razonable por el placer de ver el poder y la gloria de Dios en el santuario. Cuando los placeres de la imaginaci�n se dispersan; cuando el �rbol no da fruto, el tallo no hay comida, el establo no tiene reba�os; cuando la alegr�a y el humor soplan por todos lados, como el humo de la chimenea, y la filosof�a tiende la mano al alma vac�a en vano, una mirada al poder y la gloria en el santuario descubre un fondo de placeres, que satisface, enriquecer, ennoblecer y exaltar la mente racional y renovada.

3. Este anhelo del coraz�n nuevo de ver a Dios en el santuario parece ser una inclinaci�n razonable, de la ganancia a la nueva creaci�n al ver la belleza de su poder y gloria. Mejor les es su ganancia que el oro, s�, mucho oro fino. ( A. Shanks. )

El cristiano anhelo de ver a Dios en su templo

El coraz�n de David debe haber estado feliz cuando escribi� este salmo. Nota&mdash

I. C�mo habla de Dios. "Oh Dios, t� eres mi Dios". Habla de su gran gozo en Dios. Y esto cuando estaba en gran angustia. As�, nuestro Se�or en la cruz invoc� a Dios como: "Dios m�o, Dios m�o".

II. C�mo dice que actuar� con Dios. "Temprano te buscar�". Habr� resultados pr�cticos de su llamado Dios, su Dios. D. Estos, a menudo queriendo. �Pero no lo hab�a encontrado ya? S�, pero cuanto m�s tenemos de Dios, m�s deseamos. Y lo buscar� de ma�ana, a primera hora de la ma�ana; y en primer lugar, sin esperar a buscar primero a los dem�s, como hacemos con demasiada frecuencia.

III. C�mo desea a Dios. �Mi alma tiene sed�, etc. S�lo aquellos que realmente conocen a Dios pueden hablar de esta manera tan intensa. Pero pueden y lo hacen.

IV. Donde busca a Dios. "En un seco y", etc. Hay lugares donde nos sentimos tentados a hundirnos en la miseria y la desesperaci�n. Pero no as� David. Dios a menudo env�a a su pueblo a lugares tan secos para avivar su sed de �l.

V. Lo que busca de Dios. "Ver Tu poder y", etc. Deber�amos haber pensado que la liberaci�n de sus problemas habr�a sido el objeto de su oraci�n; pero no, solo para que vea a Dios. Y el pueblo de Dios, a menudo, ahora, en el santuario, contempla el poder y la gloria de Dios. El Evangelio predicado, los sacramentos que observamos, todos ayudan aqu�. Oh, qu� bendici�n puede dar este Evangelio. Pero nunca lo sabremos hasta que lo deseemos intensamente; hasta que busquemos temprano y tengamos sed y mucho tiempo de Dios, no lo veremos. El salmo nos dice que podemos ser felices, porque Dios satisfar� abundantemente el alma, y ??sentir�s que Su misericordia es mejor que la vida. ( C. Bradley. )

Anhelos de santuario

Podemos juzgarnos a nosotros mismos por nuestros deseos, y si la corriente no sube tan alto como quisi�ramos, observemos la direcci�n en la que fluye, y si es hacia Dios, consu�lenos. Los hombres naturales viven sin Dios en el mundo. Pero aquellos como David anhelan supremamente por �l, y por tanto, por las revelaciones de Su gracia y poder como se ve en Su santuario. El deseo de David estaba excitado.

I. Por su estado actual. �l estaba �como en una tierra seca y sedienta, donde�, etc. Nunca sabremos el valor de las bendiciones hasta que sepamos la falta de ellas. "C�mo se iluminan las misericordias cuando emprenden su vuelo". As�, la enfermedad se enamora de la salud. Sobre este principio, el Se�or act�a y dar� cuenta de muchas de Sus dispensaciones.

II. Su experiencia anterior. Se hab�a encontrado con Dios en el santuario como lo hace su pueblo. Otros no conocen tal experiencia. Y llegan all� guiados por todo tipo de motivos. Pero tal venida no servir� de nada ante Dios. Que la experiencia de David sea la nuestra. ( W. Jay. )

Dios busc� en el santuario

No es suficiente hacer uso de las ordenanzas, pero debemos buscar si podemos encontrar a Dios all�. Son muchos los que merodean por el palacio y sin embargo no hablan con el pr�ncipe; as� que posiblemente podemos estar rondando las ordenanzas y no encontrarnos con Dios all�. Irnos con la c�scara y la c�scara de una ordenanza y descuidar el grano, complacernos a nosotros mismos porque hemos estado en los atrios de Dios, aunque no nos hemos encontrado con el Dios vivo, eso es muy triste.

Un viajero y un comerciante se diferencian as�: un viajero va de un lugar a otro s�lo para ver; pero un comerciante va de puerto en puerto para tomar su cargamento y enriquecerse con el tr�fico. As� que una persona formal va de ordenanza en ordenanza y est� satisfecha con el trabajo; un hombre piadoso busca tomar su carga, para poder alejarse de Dios con Dios. Un hombre puede hacer una visita s�lo por obligaci�n y no por amistad; para �l todo es uno, ya sea que la persona est� en casa o no; pero otro se alegrar�a de encontrar all� a su amigo; as� que, si por principio de amor nos acercamos a Dios en los deberes, nuestro deseo ser� encontrar a nuestro Dios vivo. ( T. Manton, DD )

Versículo 3

Porque mejor es tu misericordia que la vida, mis labios te alabar�n.

La estimaci�n del santo de la misericordia de Dios

Este salmo se llama "Salmo de David cuando estaba en el desierto de Jud�". Qu� oraciones han hecho los hombres en el desierto, - los hombres en las tinieblas y el misterio de la vida, - los hombres en su perplejidad que buscan gu�a, - los hombres cuyas "almas estaban desanimadas por el camino". Qu� oraciones de hombres en mazmorras, de hombres en hogares a oscuras, de hombres que dijeron �que todas las olas y las olas de Dios hab�an pasado sobre ellos.

�Mejor oran los hombres en las tinieblas que en la luz, en la adversidad que en la prosperidad; entonces oran con todo su coraz�n, lo que dicen es en serio. Si hubiera escrito sus oraciones y colocado los t�tulos, encontrar�a el encabezado de una, "Una oraci�n despu�s de haber ca�do en un gran pecado". Contendr�a el lamento y lamento del coraz�n, respirar�a la m�s verdadera contrici�n y revelar�a el dolor de un coraz�n quebrantado.

Ser�a tu salmo penitencial. Encontrar�as otro encabezado, "Una oraci�n despu�s de la reincidencia". En �l ver�as la verg�enza y la humillaci�n que marcaron tu regreso a Dios, y la consagraci�n fresca y ferviente de ti mismo a Su servicio. Habr�a una ternura singular en ella, porque sus palabras hab�an sido bautizadas con l�grimas. Otra oraci�n tendr�a este t�tulo: �Una oraci�n despu�s de haber perdido a mi hijo.

�Hay hombres que tienen una sed consciente de Dios. �Oh Dios, t� eres mi Dios; temprano te buscar�: mi alma tiene sed de ti, mi carne anhela �, etc. Ahora, �tienes sed de Dios? �Puedes decir que la misericordia de Dios es mejor para ti que la vida? La vida representa para nosotros todo lo que es valioso y precioso, y si deseamos expresar nuestra estimaci�n de algo que es todo el mundo para nosotros, decimos: es tan querido como la vida.

"�De qu� le sirve al hombre si gana el mundo entero y pierde su alma?" La vida es valiosa no s�lo en sus formas m�s elevadas, sino tambi�n en sus formas m�s bajas, sin sus accesorios y su ministraci�n. No hablo de la vida que est� �vestida de p�rpura y de lino fino, y que pasa con suntuosidad todos los d�as�, sino de la vida en el trabajo y la miseria. Que un hombre sea despojado de todo, como un �rbol en una eminencia, que ha sido esparcido por el rel�mpago, que jabal� las marcas de muchas tormentas y arroja sus ramas desnudas al viento sombr�o, y se aferrar� a la vida. tanto como lleno de fuerza, como coronado de verdor y fecundidad.

Tome la vida en su mejor estado, rod�elo con todo lo que pueda satisfacer sus necesidades, e incluso sus imaginaciones: la vida en un palacio en lugar de una caba�a, hay algo mejor, m�s grandioso, algo sin lo cual la vida no vale la pena vivir. "Tu misericordia es mejor que la vida". �Por qu� la misericordia es mejor que la vida? Porque satisface todas las necesidades de la vida. El hombre tiene una naturaleza f�sica y sus necesidades se satisfacen en el mundo exterior, o no podr�a vivir.

La luz es para los ojos, la m�sica para el o�do, mil influencias ministran a los sentidos. El hombre tiene una naturaleza superior; tiene mente, tiene capacidad para pensar; tiene una naturaleza emocional, un coraz�n con una riqueza ilimitada. �Qu� es la mente sin cultura, educaci�n, conversaci�n, literatura? �Qu� es el coraz�n sin amigos, parientes, amor? Sin misericordia, �qu� poco se sabe de la vida! Dios puede venir al hombre; la mentira puede morar en el hombre; Puede revelar su amor al hombre.

La mente tiene vida solo al recibir la verdad. El coraz�n tiene vida solo en el amor. Tienes vida solo en Dios. En cierto sentido, la misericordia de Dios es mucho mejor que la vida, que incluso nos reconcilia con la p�rdida de la vida. Somos liberados del miedo a la muerte. "Morir es ganancia". As�, despoj�ndonos de lo mortal, nos volveremos inmortales. ( HJ Boris. )

La misericordia de Dios es mejor que la vida

I. La proposici�n.

1. Para tomarlo literalmente; La misericordia de Dios es mejor que la vida; es decir, que la vida propiamente dicha, es decir, esta vida temporal que llevamos aqu� abajo.

(1) Es mejor que la vida, tomando la vida en sus perfecciones y excelencias; si hay algo m�s de lo ordinariamente deseable o encomiable en esta vida natural, Shore es aquello en el favor de Dios que lo trasciende y va mucho m�s all� de �l.

(2) Es mejor que la vida, tomando vida en sus imperfecciones y defectos; si hay algo que falta en esta vida, que falla y no satisface nuestros deseos, hay eso nuevamente en el favor de Dios que lo suple abundantemente y lo compensa. Ahora, la mejora de este punto mediante la aplicaci�n llega a esto:

(1) Parece ense�arnos lo que principalmente debemos cuidar y perseguir. Elijamos con Mar�a la mejor parte, no abandonemos lo mejor y entreguemos enteramente a lo peor.

(2) Esto nos da un indicio de la excelencia de la condici�n de un cristiano por encima de todos los dem�s hombres del mundo. Toda la felicidad de los dem�s se limita �nicamente a esta vida; si son miserables aqu�, son las criaturas m�s miserables que son, no tienen nada en la tierra para sostenerlos y sostenerlos. S�, ahora es diferente con los hijos de Dios, si se pierden de estas comodidades terrenales y sus alegr�as de esta vida natural aqu� abajo; sin embargo, tienen algo mejor para refrescarlos y mantener el coraz�n en alto.

Si sus esperanzas estuvieran �nicamente en esta vida, ser�an los m�s miserables de todos los hombres, como dice el ap�stol. Pero ahora este es su consuelo, que tienen esperanza de algo mejor que la vida, incluso del favor y la misericordia de Dios. El favor de Dios es mejor que la vida, porque nos lleva a una vida mejor. Es mejor que la vida temporal, porque nos lleva a la vida eterna ( 2 Corintios 5:1 ).

2. Tambi�n podemos tomarlo en la moraleja, de acuerdo con lo que implica y nos presenta; y esto es, que el favor de Dios es mejor que todos. La misericordia del Se�or es la mayor felicidad y ventaja de un cristiano. Y aqu� de nuevo, para nuestra mayor explicaci�n y ampliaci�n de esta verdad que tenemos entre manos, debemos saber que por la misericordia de Dios podemos entender dos cosas especialmente: o en primer lugar, el afecto; o en segundo lugar, la expresi�n del afecto, ya sea como inmanente en �l mismo, o como transitorio en nosotros.

Sabes que en los padres y en los amigos hay ambos considerables. Est� el favor en la cosa misma; y est� el aliento de este favor con respecto a la manifestaci�n externa del mismo hacia la persona a la que est� sujeto. Ahora, ambos de Dios a un cristiano son sumamente beneficiosos y c�modos; El favor de Dios, como lo tom�is por su amor; y el favor de Dios, como puede tomarlo por Sus abrazos y amor expresado.

Ahora, la aplicaci�n de todo a nosotros mismos se acabar� en una pregunta cu�druple. �C�mo sabremos si lo tenemos? �C�mo lo conseguiremos si lo queremos? �C�mo lo guardaremos cuando lo tengamos? �C�mo lo recuperaremos cuando lo hayamos perdido?

1. �C�mo sabremos si lo tenemos? Esto se conoce de diversas formas.

(1) Por su rostro. Dios nos ve de otra manera, como Jacob a sus esposas acerca de Lab�n ( G�nesis 31:5 ).

(2) Por su presencia y comuni�n. �Pueden dos caminar juntos y no estar de acuerdo? Dios conversa con aquellos que son Sus favoritos ( G�nesis 17:22 ). Habl� con Abraham. Y as� con Mois�s ( �xodo 33:11 ).

(3) Por sus muestras de amor y sus favores. El man� escondido ( Apocalipsis 2:17 ). Las arras del esp�ritu ( 2 Corintios 1:22 ), etc.

2. �C�mo lo conseguiremos si lo queremos?

(1) Trabajando para familiarizarse con los que lo rodean. As� los hombres se familiarizan con los grandes.

(2) Circunstancia de porte y comportamiento, caminar exactamente ( Efesios 5:15 ).

(3) Industria y diligencia en el lugar de un hombre.

(4) Estudie el temperamento y la disposici�n de Aquel a quien buscamos.

3. �C�mo lo guardaremos cuando lo tengamos?

(1) Por cumplimiento universal; no complazcas a nadie en absoluto.

(2) Por la sobriedad y la humildad del disfrute, no orgulloso y enaltecido.

(3) Evitando toda ocasi�n de ofensa.

4. �C�mo lo recuperaremos cuando lo hayamos perdido?

(1) Por un ingenioso reconocimiento de nuestros abortos espont�neos pasados.

(2) Haciendo nuestros primeros trabajos ( Apocalipsis 2:5 ).

(3) Por doble diligencia y celo por el tiempo venidero.

II. La inferencia. "Mis labios te alabar�n". Cuando se dice aqu� sus labios, no debemos tomarlo exclusivamente, sus labios y nada m�s; pero efectivamente, su alabanza debe brotar de sus labios; esto lo prometi�. As� como donde el hombre interior est� debidamente calificado, se manifestar� en el exterior. La conexi�n parece ser doble; ya sea refiri�ndose al vers�culo anterior, "Temprano te buscar�, porque mejor es tu misericordia", etc.

Y aqu� hay un relato de su importunidad. O bien refiri�ndolo a este �ltimo, "Mis labios te alabar�n, porque tu misericordia es", etc. Y en este �ltimo lo tomamos ahora. David alaba a Dios por la excelencia de su misericordia. Primero, lo que era en s� mismo, en su propia naturaleza, considerado en Dios mismo; Dios debe ser alabado por lo que es ( Salmo 92:12 ).

En segundo lugar, por lo que fue para David; porque disfruto de esta misericordia tuya, que es mejor que la vida. David no bendijo a Dios solo por una noci�n, sino por un experimento, y el sentido del amor de Dios por s� mismo. Y aqu� viene ahora la segunda noci�n de la misericordia de Dios en su expresi�n. Primero, por un principio de alegr�a que se comunica y se difunde. En segundo lugar, por un principio de amor, como deseando hacer que otros que eran sus hermanos sintieran el mismo favor.

En tercer lugar, por un principio de agradecimiento e ingenio. Aqu� est� la diferencia entre los santos y el mundo. El mundo piensa que el favor de Dios no merece ser observado; El pueblo de Dios se regocija mucho en ello y lo bendice por ello. ( T. Horton, DD )

La misericordia de Dios

La sabidur�a de la mente humana se manifiesta por la estimaci�n que forma de los principios y de las cosas. Pero, as� como se requiere un buen o�do para juzgar la m�sica y un buen ojo para juzgar los colores, tambi�n se requiere una mente iluminada y espiritual para formarse una estimaci�n justa de las cosas eternas. A menudo estimamos las cosas por comparaci�n; sacamos nuestras conclusiones de su importancia y valor de sus diferentes naturalezas, uso y duraci�n.

As� comparamos el oro con la plata y las joyas con el oro; y decimos que el oro es mejor que la plata, los rub�es son mejores que el oro; pero "piel por piel, s�, todo lo que un hombre tiene, lo dar� por su vida". Tal es la estimaci�n que los hombres hacen de la vida, que dar�n oro y plata, y todo lo que tienen para comer, cuando es probable que perezcan sin �l. Pero David se eleva a�n m�s en su estimaci�n y dice: "Mejor es tu misericordia que la vida".

I. Tenemos un tema interesante. La bondad amorosa de Dios.

1. La excelencia del principio. Su deseo es la causa de toda la miseria; su presencia, de toda alegr�a.

2. Su importancia integral. Incluye todos los atributos de Dios. Todos son de Su amor. A veces hablamos del agua como algo que transmite a nuestras mentes una idea de ese elemento; pero para variarlo, hablamos del oc�ano; y por limitaci�n, hablamos del Atl�ntico, el Pac�fico, el Oc�ano Alem�n; para limitarnos a�n m�s, hablamos del mar; y luego nombramos el Mar Rojo, el Mediterr�neo, el Mar B�ltico; a veces hablamos de las costas que ba�a, como el Ganges, el Mississippi, el T�mesis, o nombramos algunas de sus diversas formas, como lluvia, roc�o, nieve, etc.

Pero seguimos hablando de agua; sigue siendo el mismo elemento que tenemos a la vista. Con el mismo principio hablamos del tema en el texto. Cuando Dios se compadece de los miserables, lo llamamos compasi�n; cuando muestra favor a los indignos, lo llamamos gracia; cuando lo ejerce a modo de perd�n, lo llamamos misericordia; cuando cumple sus promesas y acepta. el penitente, y lo justifica, lo llamamos fidelidad; sin embargo, es solo misericordia, son tantos medios diversos de hacernos felices. "Tu misericordia es mejor que la vida".

3. Su influencia poderosa y beneficiosa. El poder del amor se ha puesto de manifiesto a menudo. �Tanto am� Dios al mundo�, etc.

4. Su duraci�n. Es inmutable, es "amor eterno". Aquellos que sean liberados de la culpa y la depravaci�n por ella, ser�n preservados por ella para siempre.

II. Una verdad importante afirmada. �Tu misericordia es mejor que la vida.

1. Suprime todas las deficiencias de la vida.

2. Alivia los dolores de la vida.

3. Agrega bienaventuranza a las bendiciones de la vida.

III. La resoluci�n aqu� se form�. "Mis labios te alabar�n". Por la manifestaci�n y la aplicaci�n de Tu amor. Mis labios har�n esto, recomend�ndote a los dem�s. ( J. Griffin. )

La bondad amorosa es mejor que la vida

Esta expresi�n es algo extraordinaria, porque ...

1. �Qu� es la misericordia sin vida? Si no tuvi�ramos existencia, aunque la bondad inund� el universo, no ser�a nada para nosotros. La vida es necesaria para discernir y apreciar la misericordia.

2. �Qu� ser�a de la vida sin misericordia? Un desierto no aliviado por una sola espada, una medianoche sin un rayo. Ciertamente, "la misericordia es mejor que la vida" en tal estado. En verdad, el lenguaje implica que la vida en s� misma, la vida incluso sin la bondad amorosa, es algo bueno. Ser es mejor que no ser. En muchos aspectos, el texto tiene un significado.

I. La bondad amorosa es independiente de la vida. Si no hubiera existido ninguna criatura, si el Eterno hubiera existido solo, sin una existencia solitaria en cualquier parte de la inmensidad, la bondad amorosa habr�a sido tan plena y completa como ahora. Habr�a sido la vida y la conciencia del Infinito. "Dios es amor."

II. La bondad amorosa es la causa de la vida. El universo es un �rbol enraizado en el r�o del amor, siempre creciendo, siempre verde, siempre fruct�fero. Del amor brota, del amor crece. Como las nubes al oc�ano, as� es toda la vida a la misericordia, se elevan de sus olas ilimitadas y vuelven a penetrar en sus insondables profundidades.

III. La bondad amorosa es la redenci�n de la vida. La bondad amorosa expresada, encarnada y administrada por Cristo redime a la raza ca�da. Qu� misericordia hay aqu�, "tanto am� Dios al mundo", etc. "El que no escatim� ni a su �nico hijo", etc.

IV. La bondad amorosa es el cielo de la vida. Es la belleza de cada hoja, la fragancia de cada flor, el brillo de cada estrella, la vida de cada brisa, la m�sica de cada sonido, el encanto de cada escena, el sabor de cada fruta en el Para�so. ( Homilista. )

Algo mejor que la vida

I. El texto se refiere a algo que es bueno: "Vida". La vida es un misterio que ning�n sujeto de ella puede comprender, como tampoco una m�quina puede comprender la fuerza que la impulsa. Dios lo comprende, porque �l es su Autor. La vida en el hombre es triple; animal, moral, intelectual. En estos hay grados. Esta trinidad de vida en el hombre lo eleva a la supremac�a entre todas las existencias vivientes terrenales.

El hombre, con su triple vida, ha realizado maravillas para s� mismo y para la humanidad, visto s�lo como un habitante de la tierra. Pero por buena que sea la vida, como regalo de Dios, y utilizada por el hombre en las esferas de su ser presente, hay algo mejor. Por eso&mdash

II. Notemos en el texto qu� es ese algo: "Mejor es tu misericordia que la vida".

1. La misericordia de Dios es mejor que la vida en su naturaleza. �Qu� es la vida sino un sue�o, un vapor, una sombra, un cuento que se cuenta, sujeto en su brevedad a innumerables vicisitudes? Pero la misericordia de Dios es una realidad sustancial. Nos llega de diez mil maneras de cosas buenas, tanto en la providencia como en el Evangelio.

2. Es mejor en sus promesas. �Cu�les son las promesas de la vida, pero pocas y d�biles? Pero la misericordia de Dios nos llega no solo con promesas del bien presente, sino con promesas �muy grandes y preciosas� de cosas buenas en el futuro.

3. Es mejor en sus placeres. Los placeres de la vida son carnales, volubles, superficiales, insatisfactorios. Pero los placeres de la misericordia de Dios son espirituales, reales, duraderos y satisfactorios. La misericordia de Dios es una "fiesta de cosas gordas". Es un r�o. Es la plenitud de Dios.

4. Es mejor en sus b�squedas. Las b�squedas de la vida, �cu�n bajas, cu�n peque�as, cu�n transitorias! Pero las b�squedas de la misericordia de Dios, seg�n nos influye, son la oraci�n, la alabanza, la obediencia y el cielo; espiritual, noble, eterno.

5. Mejor en sus temas. Los problemas de la vida suelen ser la decepci�n, la mortificaci�n, la p�rdida e inevitablemente la muerte. Pero las cuestiones de la misericordia de Dios son la realizaci�n de nuestras esperanzas, las respuestas a nuestras oraciones, el aumento en todo lo bueno y, por fin, la vida eterna.

III. La raz�n para alabar a Dios, tal como figura en el texto.

1. Alabar a Dios por su misericordia es bueno. Es agradable. Es hermoso ( Salmo 145:1 ).

2. Est� en armon�a con todas sus obras: "Todas tus obras te alaban"; con los �ngeles; con los santos glorificados.

3. Es un regreso digno de la misericordia de Dios. Si un padre hace bien a su hijo, �no lo elogia el hijo? Si le das una caridad a un mendigo de un tipo inusual, �no te elogia? Entonces, �cu�nto m�s debemos alabar a nuestro Dios por la bondad inmerecida, abundante e incomparable que nos ha otorgado! "Mis labios te alabar�n". En la congregaci�n de tu pueblo. En mi familia. En mi vida privada. En todo momento y lugar. ( J. Bate. )

La misericordia de Dios.

I. C�mo se manifiesta.

1. En el don de Cristo.

2. En aflicci�n.

3. En providencia.

4. En la promesa de la vida futura.

II. Es valioso. "Es mejor que la vida", porque ...

1. No tan breve como la vida.

2. Satisface plenamente.

III. El efecto que deber�a tener sobre nosotros. "Mis labios te alabar�n". Esto deber�a ser&mdash

1. Una obra de por vida.

2. Una obra de coraz�n.

IV. Conclusi�n.

1. Todos recibimos la misericordia de Dios.

2. �Lo alabamos todos? ( Frederic Bell. )

Gratitud y devoci�n

I. El favor reconocido. "Tu misericordia".

1. Su fuente. "Tu." La fuente de sabidur�a, amor y poder.

2. Su calidad. "Bondad amorosa." No meramente actos bondadosos, sino la bondad del amor.

3. Su constancia.

4. Su amplitud.

II. Se form� la estimaci�n. Es "mejor que la vida". La segunda muerte no consiste en la destrucci�n del ser, sino del bienestar. El pecado destruy� el bienestar eterno del hombre, pero la �misericordia� de Dios lo restaura.

1. Armoniza al hombre con su entorno.

2. Extrae el aguij�n de la muerte.

3. Santifica los dolores de la vida.

4. Adopta y endulza las comodidades de la vida.

III. La resoluci�n hecha. "Mis labios te alabar�n".

1. La piedad es intensamente personal. "Mis labios." Si "mis labios" no tienen alabanza, mi coraz�n no tiene amor. La vida interna debe encontrar expresi�n externa.

2. La piedad es una devoci�n gozosa. "Alabar�".

3. La piedad es la devoci�n personal y gozosa a un Dios personal. ( Thomas Kelly. )

El santo celebrando la misericordia de Dios.

I. Concerniente a la misericordia del Se�or. Aparece&mdash

1. En la constituci�n del Mediador entre Dios y el hombre.

2. En el establecimiento del pacto con su propio Hijo en el oficio de mediaci�n.

3. En la misi�n de Su Hijo unig�nito de hacer la obra de mediaci�n en nuestra naturaleza;

4. En reconciliar a los pecadores consigo mismo por la muerte de Su Hijo.

5. Al atraer a los hombres a Cristo.

6. En coronar a los hombres en Cristo con todas las bendiciones espirituales.

7. En la obra de la providencia. Este trabajo es largo y sumamente amplio. Sost�n el vaso en el ojo derecho y mira a trav�s de �l estos pedazos o dispensaciones que parecen tener un fondo oscuro, y alaba la misericordia del Se�or y magnifica la obra que es conforme al consejo de Su propia voluntad.

II. En cuanto a la excelencia comparativa de la misericordia, que es una gloria en el rostro de Dios reconciliando consigo al mundo a trav�s de la mediaci�n de su amado y unig�nito Hijo en nuestra naturaleza. Compar�ndolo con la vida, el salmista lo pronuncia mejor.

1. La misericordia que aparece en el rostro de Dios hacia nosotros en Cristo Jes�s es anterior a la vida.

2. M�s largo que la vida. En su duraci�n no es ni principio ni fin de d�as.

3. M�s rico que la vida. La bondad amorosa es la fuente de la redenci�n, la reconciliaci�n, el perd�n, la aceptaci�n, la santidad; de las arras, el sello, la unci�n del Esp�ritu; y de todos los arroyos de gracia, misericordia y bondad, que enriquecen los valles de Sion y hacen que sus desiertos griten y canten.

4. M�s dulce y m�s agradable que la vida.

5. Da condimentos y deleita las bendiciones y comodidades de la vida.

III. Concerniente a nuestra alabanza de la misericordia de la Deidad. Esto incluye&mdash

1. La percepci�n de su misericordia en Cristo Jes�s por el entendimiento. Cristo muriendo por los pecadores es el elogio de la bondad amorosa.

2. La fe en Su misericordia con el coraz�n. Si creemos, alabaremos; y cuando alabemos, creeremos.

3. El ejercicio de nuestros afectos hacia la misericordia que es la gloria del rostro de Dios en Cristo Jes�s. La misericordia de Dios es trascendentalmente amable. Cuando �l alza su luz sobre la nueva creaci�n, sus afectos est�n en lo alto y se elevan en gozo y alabanza con alas como las de las �guilas. Sus afectos son frutos de Su Esp�ritu, habitando y obrando por Su Palabra en su coraz�n.

4. Una conversaci�n que se convierte en Su misericordia.

5. Ofreciendo acci�n de gracias continuamente por las bondades de su amor en Cristo Jes�s. Que sus alabanzas sean fundadas con voz de acci�n de gracias en sus atrios, y alrededor de su santo monte, en nuestras c�maras, casas y aldeas, y en todos los bosques y yermos donde habitamos. ( A. Shanks. )

Versículos 4-7

As� te bendecir� mientras viva; Levantar� mi mano en Tu Nombre.

David bendijo a Dios y le or�

En este vers�culo tenemos a David comprometi�ndose con Dios en dos detalles. Primero, para la bendici�n de Dios, "As� te bendecir� mientras viva". Y en segundo lugar, a orarle: "Levantar� mis manos", etc.

I. David se compromete a bendecir, "As� te bendecir�", etc.

1. Lo prometido en s� mismo es una bendici�n; David promete bendecir a Dios. Esto en la primera audiencia puede parecer que conlleva alg�n tipo de dificultad. La regla del ap�stol ( Hebreos 7:7 ) es que sin contradicci�n, el menor es bendecido por el mayor; si es as�, �c�mo se puede decir que somos benditos de Dios, que es tan infinitamente superior a nosotros? Para ello debemos, por tanto, saber que hay una doble clase de bendici�n; el �nico imperativo, o por v�a de autoridad; el otro declarativo, finaliza a modo de publicaci�n.

Seg�n el primer sentido, Dios bendice al hombre, es decir, haci�ndolo bienaventurado. Seg�n el segundo sentido, el hombre bendice a Dios, es decir, declar�ndolo bienaventurado y reconociendo la bienaventuranza que hay en �l. Esto es lo que nos ata a todos como un deber que debemos cumplir, y en consecuencia, encontraremos menci�n frecuente de ello en las Escrituras, en diversos lugares, como por ejemplo Salmo 103:1 ,

2. Es exquisito en un doble terreno. Primero, la bondad que est� en �l mismo. Y en segundo lugar, el desbordamiento y las comunicaciones de esta bondad hacia nosotros; cada uno de ellos pide esta nuestra bendici�n, y nos compromete a ello. Hay dos formas especialmente en las que Dios es bendecido con sus criaturas. El uno es objetivamente a modo de representaci�n; y el otro es significativamente a modo de publicaci�n.

Seg�n el primer sentido, todas sus criaturas le bendicen ( Salmo 19:1 ; Salmo 147:3 ). Pero de acuerdo con el segundo sentido, �l es bendecido solo por �ngeles y hombres, quienes, por lo tanto, deben hacerlo con mucha mayor intenci�n.

2. �Qu� es bendecir a Dios as�? Podemos tomarlo en estas explicaciones.

(1) Sinceramente, en la rectitud e integridad de nuestro coraz�n.

(2) Afectuosamente, como si tuvi�ramos nuestro coraz�n muy ensanchado en nosotros. Como Dios ama al dador alegre, tambi�n ama al dador alegre; es decir, alguien que aprehende profundamente la grandeza de la misericordia misma, y ??que, en consecuencia, tiene su esp�ritu muy avanzado y ensanchado a su alrededor.

(3) Espiritualmente. Esta es otra cosa que pertenece a este "as�"; cuando bendecimos a Dios con la ayuda de su Esp�ritu, y en el nombre de su Hijo, es decir, para bendecirlo como lo har�amos por el marinero.

3. La extensi�n, y eso es en estas palabras, �Mientras yo viva�; con lo cual quiere decir que no fue s�lo un ataque repentino o un estado de �nimo en �l, sino un estado de �nimo y disposici�n habitual. Esta es la acci�n de gracias en los que son siervos de Dios, es una cosa constante y firme en ellos; esa misericordia que reciben una sola vez, sin embargo, siempre est�n agradecidos, y la recuerdan m�s o menos durante toda su vida. Hay una muy buena base y raz�n para esto, si lo examinamos y lo investigamos.

(1) El trato de Dios con nosotros en cuanto a sus misericordias, que nos extiende a lo largo de nuestra vida. Su bondad recorre todo el curso de nuestras vidas, y en cada momento de ellas tenemos un toque y una pizca de ella; por lo tanto, es un requisito que nuestras alabanzas sean igualmente as�.

(2) Si consideramos la naturaleza de las misericordias de Dios en s� mismas, no solo por la continuidad, sino por la calidad, son tales que nada menos que una vida es suficiente para celebrarlas; unos pocos d�as, o a�os, son muy pocos y escasos para tal actuaci�n; especialmente si hablamos de las grandes misericordias de todos, que es el amor de Dios en Cristo, y esas bendiciones espirituales en los lugares celestiales en �l; son los que realmente piden una vida para su publicaci�n.

(3) Considere cu�nto provocamos a Dios con nuestros pecados. Lo ofendemos mientras vivimos, y por lo tanto, mientras vivimos, debemos alabarlo, para que en alguna medida podamos enmendar esas ofensas. Por tanto, todos los d�as te alabar�, porque todos los d�as peco contra ti.

II. David se est� comprometiendo con la oraci�n. "Levantar� mis manos", etc.

1. El deber en s�.

(1) Una expresi�n de homenaje y obediencia a Dios. Por la presente, significan que est�n a su disposici�n y necesitan que los posea.

(2) Una oportunidad de conversar y tener comuni�n con �l.

(3) Un medio para desviarnos de los males y obtener bendiciones.

2. La forma o transporte del mismo. "En Tu Nombre". Esto incluye diversas cosas.

(1) La Persona a quien se hace la oraci�n, y ese es Dios, y solo �l.

(2) Muestra la manera en que se hace, y que es de acuerdo con la voluntad de Dios, con Su tolerancia y aprobaci�n para con nosotros; No debemos pedirle nada a Dios de manera suelta y descuidada, no nos importa c�mo, sino con reverencia y horror, humildad y sumisi�n a su benepl�cito.

(3) Por tu ayuda, por tu Esp�ritu ayud�ndome ( Judas 1:20 ; Romanos 8:26 ). Debe ser la voz del Esp�ritu de Dios en nosotros, esto es orar en Su Nombre. ( T. Horton, DD )

Alabando a Dios mientras podamos

Fui un d�a con Billy Bray, dice el reverendo FW Bourne, a ver a un santo moribundo cuyo car�cter hab�a sido impecable durante muchos a�os, pero cuya disposici�n natural era modesta y retra�da casi hasta el extremo. Su rostro ten�a una expresi�n de inefable dignidad y reposo, iluminado con un extra�o resplandor y gloria sobrenaturales. Estaba al borde del cielo. Solo pod�a hablar en un susurro. Dijo: "Ojal� tuviera voz para alabar al Se�or". �Deber�as haberlo alabado, hermano m�o, cuando tuviste uno�, fue el comentario tranquilo pero ligeramente sat�rico de Billy.

Versículos 5-6

Mi alma se saciar� como de tu�tano y grosura; y mi boca te alabar� con labios alegres.

El gusto por la devoci�n

I. Lo que entendemos por piedad del gusto y del sentimiento. Supongamos dos alumnos de un fil�sofo, ambos emulados por dominar la ciencia; ambos atentos a las m�ximas de su amo; ambos superan las mayores dificultades para retener una impresi�n permanente de lo que escuchan. Pero el estudio encuentra una fatiga como el hombre que se tambalea bajo una carga; para �l el estudio es una tarea ardua y severa; escucha porque est� obligado a escuchar lo que se le dicta.

El otro, por el contrario, entra en el esp�ritu de estudio; sus dolores se compensan con sus placeres; ama la verdad por la verdad; y no por los encomios conferidos a los personajes literarios y preceptores de la ciencia. Por eso, el que tiene una piedad especulativa y el que tiene una piedad del gusto y el sentimiento, ambos son sinceros en sus esfuerzos; ambos dedicados a su deber; ambos puros en prop�sito; y ambos se dedicaron por igual a estudiar sus preceptos y a reducirlos a la pr�ctica; pero �oh, qu� diferente es su estado! El que reza porque est� atemorizado por sus necesidades y porque la oraci�n es el recurso de los desdichados.

El otro reza porque el ejercicio de la oraci�n lo transporta a otro mundo; porque desvanece los objetos que obstruyen sus reflejos divinos; y porque refuerza los lazos que lo unen a ese Dios cuyo amor constituye todo su consuelo y todo su tesoro.

II. Qu� juicio debemos emitir sobre nosotros mismos cuando estamos desprovistos de la piedad sincera que acabamos de describir.

1. Cuando la privaci�n sea generalizada; cuando la convicci�n del deber y los motivos de la esperanza y el miedo son siempre necesarios para hacer cumplir los ejercicios de la religi�n; cuando tenemos que obligarnos a leer la Palabra de Dios, a orar, a estudiar sus perfecciones y a participar de las promesas de su amor en el Sant�simo Sacramento. No es muy probable que un alma regenerada se abandone siempre a las dificultades y deberes que le impone la religi�n, que nunca experimente esos consuelos conferidos por el Esp�ritu Santo, que los convierten en un deleite.

2. La privaci�n de las comodidades divinas deber�a inducirnos a imponernos severas restricciones, cuando no hacemos los esfuerzos necesarios para librarnos de un estado tan triste.

III. Las causas que nos privan de la piedad del gusto y del sentimiento.

1. Con la excepci�n de los llamados h�roes en el mundo, la humanidad rara vez sacrifica su comodidad, su sensualidad, su afeminamiento por nociones elevadas, por la ambici�n y el amor a la gloria. �Y cu�ntas veces los h�roes mismos han sacrificado todos sus laureles, su reputaci�n y sus trofeos al encanto de alg�n placer sensato?

2. La imaginaci�n cautiva tanto a los sentidos como al entendimiento. Un bien que no es sensato; un bien, incluso que no existe, se contempla como una realidad, siempre que tenga los adornos adecuados para impresionar la imaginaci�n.

3. Un bien presente, o al menos un bien aproximado, excita, en su mayor parte, deseos m�s vehementes que un bien ausente o cuyo goce se difiere a un per�odo remoto.

4. El recuerdo sustituye a la presencia; Yo dir�a que un bien en cuya posesi�n hemos encontrado deleite, produce en el coraz�n, aunque ausente, los mismos deseos que el que est� realmente presente.

5. Un bien, comprobado y plenamente conocido por la experiencia, es mucho m�s capaz de inflamar nuestros deseos, que un bien del que tenemos una noci�n imperfecta y que s�lo se conoce por el informe de otros.

6. En igualdad de condiciones, preferimos un bien de f�cil adquisici�n a uno que requiere cuidados y fatiga.

7. Un bien que est� fuera de nuestro alcance, un bien que no poseemos y que no tenemos la esperanza de hacerlo, no despierta ning�n deseo.

8. Las invocaciones llenan la capacidad del alma. ( Jas. Saurin. )

El santo asegur�ndose de satisfacci�n en Dios

I. Observaciones generales sobre la satisfacci�n de la nueva creaci�n.

1. Sus almas necesitan estar satisfechas.

2. Lo que satisface el alma viene de arriba,

3. Hay suficiente en Dios para satisfacer el alma.

4. El Se�or ha satisfecho el alma.

5. El Se�or promete saciar el alma ( Salmo 132:15 ; Salmo 37:19 ; Salmo 22:26 ; Isa�as 58:11 ; Salmo 36:8 ).

Estas, y todas las promesas de Dios, son dichos fieles y plegables a los pies de su trono. Al creerles y suplicarles, la raza de las nuevas criaturas, que se ejercitan para la piedad, confesar� con entusiasmo, donde sea apropiado contar su experiencia, que sus almas se han saciado como con tu�tano y grosura.

II. Muestre lo que hay en la bondad y la misericordia de Dios para saciar el alma, como con tu�tano y grosura. La "m�dula" es una sustancia aceitosa que se encuentra en algunos de los huesos de ciertos animales. Los fortalece y promueve su crecimiento y la salud y vigor de todo el cuerpo. �Gordo�, en el lenguaje de las Escrituras, se usa para significar lo mejor de cualquier cosa. �La grosura de la tierra� es un suelo que, bajo la influencia de los cielos, da en abundancia.

�La grosura del olivo� es un �rbol que da los mejores y m�s abundantes frutos. Y �la grosura de la casa de Dios� es la abundancia de gracia, que enriquece y satisface las almas de su pueblo.

1. La gloria de los atributos de Dios satisface el alma.

2. El alma est� satisfecha con la verdad de la Palabra de Dios.

3. Las bellezas de las obras de Dios satisfacen el alma.

4. La riqueza de los dones de Dios satisface el alma.

5. La variedad de bendiciones en la plenitud de Dios satisface al alma.

III. Muestre con qu� base las nuevas criaturas aseguran a sus corazones la satisfacci�n de su alma, como con tu�tano y grosura, en Dios en todas partes.

1. La excelencia de su misericordia.

2. La riqueza de su bondad: un tesoro que nunca se cierra y nunca se vac�a.

3. La gratuidad de su misericordia, un atributo que satisface las almas de los pobres y necesitados en todas partes.

4. El poder de Su poder.

5. La gloria de su santidad.

6. La verdad de su fidelidad. La sucesi�n regular e ininterrumpida de verano e invierno, fr�o y calor, d�a y noche, es una demostraci�n de la fidelidad de Dios al gobernar los cielos de acuerdo con Su propio establecimiento; y base a nuestra fe para asegurar nuestros corazones, que Su establecimiento con Cristo es firme y seguro.

7. La incertidumbre de Su inmutabilidad.

8. La prevalencia de la mediaci�n. Las promesas de Dios en Cristo el Mediador son todas s� y am�n, y son agradables en Su nombre. Sobre esta base, aseguramos a nuestro coraz�n que Sus promesas en �l se cumplir�n y que nuestras almas estar�n satisfechas en su cumplimiento como con tu�tano y grosura. ( A. Shanks. )

Satisfacci�n encontrada en Dios

Podemos tener tanto de Dios como queramos. Hay una b�squeda que encuentra su objeto con absoluta certeza, y que encuentra su objeto simult�neamente con la b�squeda. Y eligi� dos cosas, la certeza y la inmediatez con que la sed del alma por Dios pasa a una fruici�n satisfecha del alma en Dios, es lo que se nos ense�a aqu� en nuestro texto; y lo que usted y yo, si cumplimos con las condiciones, podemos tener como nuestra propia experiencia bendita.

Hay una b�squeda sobre la que es cierto que nunca deja de encontrar; la certeza de que el alma sedienta de Dios estar� satisfecha con Dios es el resultado inmediato de su cercan�a a nosotros y de su infinita voluntad de entregarse, que s�lo le impide llevar a cabo nuestra obstinada negativa a abrir nuestros corazones por el deseo, Se necesita toda la indiferencia del hombre para mantener a Dios fuera de su coraz�n, "Porque en �l vivimos, nos movemos y somos", y ese amor divino, que el cristianismo nos ense�a a ver en el trono del universo, no es m�s que anhelo infinito de autocomunicaci�n.

El amor de Dios es un deseo infinito de darse a s� mismo. Si tan solo abrimos nuestros corazones, y nada los abre tanto como el anhelo, �l entrar� a raudales, tan seguramente como la atm�sfera fluye a trav�s de cada grieta y grieta, tan seguramente como si una gran roca negra que se encuentra en el margen de el mar es destruido, las aguas se inundar�n sobre las arenas detr�s de �l. Entonces, a menos que dejemos a Dios fuera, al no desearle que entre, �l vendr�.

La certeza de que lo poseemos cuando lo deseamos es absoluta. Tan r�pido como el mensaje inal�mbrico de Marconi a trav�s del Atl�ntico y su respuesta, tan inmediata es la respuesta del Cielo al deseo de la Tierra. �Qu� contraste con todas nuestras experiencias! �Hay algo m�s sobre lo que podamos decir? Estoy bastante seguro de que si lo quiero lo tendr�. Estoy bastante seguro de que cuando lo quiero lo tengo �? �Nada! Puede haber pozos a los que tiene que ir un hombre, como tiene que ir el beduino en el desierto, con odres de agua vac�os, el viaje de muchos d�as, y llega a ser una lucha entre la resistencia f�sica del hombre y el cansado. distancia entre �l y el manantial.

Muchos huesos de hombres, y muchos camellos, yacen en el camino hacia los pozos, que se tumbaron jadeando y con los labios negros, y murieron antes de llegar a ellos. Todos sabemos lo que es tener anhelos que nos han costado muchos esfuerzos, y tanto los esfuerzos como los deseos han sido en vano. �No es una bendici�n estar seguro de que hay Uno a quien anhelar es poseer inmediatamente? Luego est� el otro pensamiento aqu�, tambi�n, que cuando tenemos a Dios, tenemos suficiente.

Eso no es cierto para nada m�s. Siempre hay algo que falta en todas las dem�s satisfacciones. Se dirigen a los lados, �ngulos y rostros de nuestra compleja naturaleza; dejan a todos los dem�s insatisfechos. La mesa que se extiende por el mundo, en la que se sientan como invitados diversos anhelos y capacidades, siempre deja de atender a algunos de ellos, y mientras algunos, y sobre todo los de tipo inferior, se dan un fest�n a plenitud, all� se sienta a su lado. otro invitado, que no encuentra nada en la mesa para satisfacer su hambre. Pero si mi alma tiene sed de Dios, mi alma quedar� satisfecha cuando lo obtenga. ( A. Maclaren, DD )

El santo deleit�ndose en alabanza

I. El tema de la alabanza.

1. El Se�or mismo.

2. Su nombre.

3. Su poder.

4. Su misericordia.

5. Su misericordia.

6. Su santidad.

7. Su bondad.

8. Su fidelidad.

9. Su palabra.

10. Sus maravillas.

II. La expresi�n de alabanza.

1. Por palabras.

2. Por voces.

3. Por acciones.

III. La alegr�a que anima el ejercicio de los hombres piadosos en la alabanza del Se�or.

1. La alegr�a surge de Dios y de las cosas de Dios, que son temas de nuestra alabanza.

2. La alegr�a en la alabanza surge de la unci�n y el sellamiento del Esp�ritu Santo.

3. La alegr�a en la alabanza surge de las bendiciones con las que enriquece la experiencia. El Se�or es bueno y bondadoso con su pueblo al glorificarlo con alabanza y les muestra su salvaci�n.

4. La alegr�a en la alabanza surge de la esperanza de ser aceptado por el amado. Esta esperanza es viva y gozosa, fundada en la mediaci�n del gran Sumo Sacerdote de nuestra profesi�n, Cristo Jes�s, y confirmada con promesas rociadas con Su sangre.

En conclusi�n, observe:

1. La boca del hombre piadoso es su �rgano de alabanza. La regeneraci�n renueva al hombre �ntegro a la imagen de Dios, pero no crea facultades ni miembros. Por esta gracia, las facultades y los miembros se renuevan y se adaptan a los dignos usos para los que fueron creados originalmente; y en estos usos son, o deber�an ser, empleados por hombres piadosos, todos los d�as y en todas partes.

2. Al usar su boca como �rgano de alabanza, los labios de los hombres piadosos son ungidos con �leo de alegr�a.

3. El ejercicio de los hombres piadosos en la tierra contin�a en el cielo. ( A. Shanks. )

Alabando a Dios con labios alegres

Hay tres cosas que abren aqu� la boca y los labios de alguien como David:

1. Alegr�a; ese es un afecto que se extiende, que no se mantiene dentro de sus l�mites, sino que se dilata y se expande, para que otros puedan gozar con �l; y aqu� est�n los labios alegres. David se complaci� a s� mismo en la expectativa de esas oportunidades de gracia por las que ahora ora, ya que se promete a s� mismo una gran cantidad de gozo y regocijo por ellas.

2. Amor, y eso a los dem�s con quienes convers�. Esto le hizo hablar de la misma manera, que habiendo encontrado esta dulzura en su propia alma, podr�a hacer que otros tambi�n en alg�n grado participaran de ella. Ahora, mientras estaba en el desierto, estaba solo, y completamente solo, quer�a la oportunidad; cuando entr� en el santuario, esperaba tener el beneficio mutuo de la comuni�n de los santos; y as�, en este sentido, debe venir con su boca a alabar a Dios con labios alegres.

3. Agradecimiento igualmente a Dios. Esto tambi�n se desahoga aqu�. �Mi boca te alabar�, es decir, celebrar� tu bondad para conmigo. Es la mejor recompensa que podemos darle a Dios por todos sus favores y bondades hacia nosotros, incluso para alabarlo y bendecirlo por ellos. ( T. Horton, DD )

Versículo 6

�No te he recordado en mi cama y pens� en ti cuando me despertaba?

El santo devoto de noche

La piedad nocturna es ...

1. Orden� ( Deuteronomio 6:7 ; Josu� 1:8 ; Lamentaciones 2:19 ).

2. Ejemplificado ( Salmo 119:55 ; Salmo 119:147 ; Lucas 6:12 ).

3. Rentable ( Salmo 16:7 ; Salmo 77:6 ; Salmo 1:2 ).

I. El objeto de la piedad nocturna.

1. Jehov�.

2. Nuestro Dios.

3. Aquel que est� despierto a todas horas de la noche. En cualquiera de las vigilias, Cristo tiene acceso al secreto de Su presencia.

4. Alguien que hace de la noche un tiempo para visitar a algunos de sus escogidos con la bondad de su amor ( Salmo 17:3 ; Salmo 42:8 ).

II. Los ejercicios de piedad nocturna mencionados en el texto.

1. Primero se menciona al Se�or en nuestra cama; recordando lo que es, lo que ha hecho, lo que ha prometido, lo que ha mandado, lo que ha dado y el camino que nos ha conducido por la vida por su providencia.

2. El otro ejercicio mencionado en nuestro texto es meditar en el Se�or en las vigilias nocturnas. Esto tambi�n incluye varios detalles; como pensar en �l, creer en �l, esperar en �l, orarle y glorificarle con alabanza.

III. El beneficio de la piedad nocturna. Ellos ministran

1. Para la satisfacci�n del alma.

2. Para llenar la boca de alabanza.

3. A la santificaci�n de los labios para expresar las alabanzas del Se�or con gozo y alegr�a.

4. Prevenir las intrusiones de malos pensamientos sobre nosotros, que a menudo perturban y estropean los ejercicios de nuestra piedad nocturna. ( A. Shanks. )

Recuerdo y meditaci�n de Dios

I. Recuerdo de Dios.

1. La cosa en s�. Hay tres tipos y varios tipos de dispensaciones de Dios para nosotros, en referencia a lo que especialmente debemos recordarle.

(1) En cuanto a Su obra de creaci�n, Su creaci�n y estructura de nosotros. No recordar al Se�or, que es nuestro Hacedor y Creador, es muy grosero e incongruente. Esto merece nuestro recuerdo especialmente, nos es muy �til para varios prop�sitos. Primero, para fortalecer nuestra fe; El que nos hizo, tambi�n nos preservar�. Encomendarle nuestras almas como a un Creador fiel. El que nos cre� nos resucitar�.

Y para fortalecer nuestra fe, as� como para avivar nuestra obediencia, y para ense�arnos a entregar nuestras almas y cuerpos, como un sacrificio vivo a �l, es muy pertinente recordar a Dios as�, es decir, en referencia a este Su primer obra de creaci�n.

(2) En referencia a Su obra de santificaci�n, como nuestro Redentor; �l ahora nos hace, y nos enmarca de nuevo, recu�rdalo as�; y eso tanto en cuanto a la obra de la gracia misma en nosotros, como tambi�n en referencia a todos los buenos medios, para fortalecerla.

(3) En referencia a Su obra de providencia. Dios tiene muchos pensamientos sobre nosotros ( Jeremias 29:11 ; Salmo 136:23 ; G�nesis 8:1 ; G�nesis 19:20 ; G�nesis 30:22 ; Malaqu�as 3:16 ).

Ahora bien, dado que Dios nos recuerda as� cuidadosamente, existe toda la raz�n por la cual tambi�n debemos recordarlo. Para ayudar y fortalecer nuestra memoria en este particular, tengamos cuidado con estas instrucciones. Primero, entremos en nosotros mismos fuertes aprensiones de Dios, y de esa bondad y excelencia que hay en �l. La aprehensi�n es una gran ayuda para la memoria; lo que est� profundamente arraigado y asentado y arraigado en nosotros, no se olvidar� tan f�cilmente de nosotros; es as� con las cosas, y es as� con las personas, todas se recuerdan f�cilmente all� donde se aprehenden bien.

En segundo lugar, trabajemos para tener buenos afectos hacia �l. Si amamos a Dios, no lo olvidaremos, pero a menudo tendremos pensamientos en �l; �l vendr� a nuestras mentes, incluso en alguna ausencia y alejamiento de �l, donde quiz�s no lo disfrutamos en Sus ordenanzas como lo hemos hecho anteriormente. En tercer lugar, veamos sus se�ales y promesas, y los recuerdos de s� mismo, que nos ha dejado, como la Palabra y los sacramentos, y cosas por el estilo. Estos son recuerdos de �l, y en consecuencia deber�amos aplicarnos a ellos bajo esta noci�n; deber�amos hacer uso de ellos para un prop�sito como �ste.

2. La circunstancia del lugar, para la realizaci�n del mismo. "En mi cama." La cama puede considerarse como un lugar para el recuerdo de Dios en ella de acuerdo con una triple noci�n. O en primer lugar, como lugar de elecci�n; en la cama para elegir m�s que en cualquier otro lugar, donde me dejan a mi libertad. O, en segundo lugar, como lugar de necesidad; en la cama al menos, donde no puedo en ning�n otro lugar, como si tuviera restricciones sobre m�.

O en tercer lugar, como lugar de indiferencia; en la cama, as� como en cualquier otro lugar, como sucede, y se me cae. Y aqu� de nuevo hay dos cosas m�s considerables. Primero, el privilegio de un cristiano. Y en segundo lugar, el deber de un cristiano sobre este privilegio. El privilegio de un cristiano es este, que puede recordar a Dios en su cama donde no puede hacerlo en ning�n otro lugar. El deber de un cristiano es este, que debe recordar a Dios en su cama, donde no tiene ning�n otro lugar para recordarlo; no debe desaprovechar una oportunidad como �sta.

Aqu� hay un tercero ahora que podemos agregar al resto, no solo el privilegio de un cristiano y el deber de un cristiano, sino tambi�n su pr�ctica en el ejemplo del profeta David; lo hizo por su particular, y de esta manera nos muestra cu�l es igualmente la naturaleza y disposici�n de muchos otros adem�s en este sentido, incluso para recordar a Dios en sus lechos; donde est�n restringidos del disfrute m�s p�blico, sin embargo, para pensar en �l incluso en esas restricciones ( Salmo 42:4 ).

II. Meditaci�n en Dios.

1. La cosa en s�. La meditaci�n est� m�s all� de la memoria, porque eso puede ser solo transitorio y r�pido, esto es fijo y establecido, y significa una mayor fijaci�n y continuaci�n de nuestros pensamientos sobre aquello sobre lo que est�n lanzados.

(1) Los atributos de Dios; Su bondad, sabidur�a y poder medita en ellos; son aquellos que son muy dignos de nuestros pensamientos m�s selectos, y no podemos pensar demasiado en ellos, en la medida en que se nos revelen.

(2) Sus obras, que fluyen de Sus atributos, exigen mucho nuestra meditaci�n.

(3) Tambi�n la Palabra de Dios ( 1 Timoteo 4:15 ). Es la meditaci�n la que nos hace beneficiarnos y prosperar con lo que escuchamos, que sin esto se pierde mucho. Como no es la carne mientras est� en el est�mago, sino que se digiere y se prepara a fondo, se altera y se cambia, y as� se dispersa en las diversas partes del cuerpo, lo que provoca nutrici�n y aumento; aun as� tambi�n lo es aqu� en los espirituales.

2. La ampliaci�n de la misma a partir de las circunstancias del tiempo, "en las vigilias nocturnas". Este fue el tiempo que tom� David para esta actuaci�n. En cuanto al lugar, en su cama; as� que por el tiempo y la temporada, en la noche. Rompi� su sue�o para pensar en Dios ( Salmo 77:4 ). �Pero por qu� entonces, de todos los dem�s tiempos? �Por qu� David elige meditar en Dios por la noche? �O por qu� habr�a de hacerlo cualquier otro a imitaci�n de �l? Seguramente hay muy buen terreno y raz�n para ello, como nos parecer� en diversos aspectos, de los que podemos darnos cuenta.

(1) Lo m�s libre de distracciones, molestias y problemas del mundo.

(2) Ya que est� m�s sujeto a la tentaci�n y el asalto de Satan�s. Nunca tenemos m�s necesidad de acercarnos y aplicarnos a Dios, que entonces, cuando estamos en mayor peligro del diablo, que es nuestro enemigo espiritual. Ahora, esto estamos en un momento como este. �l es un esp�ritu de tinieblas, y por eso espera un tiempo de tinieblas, especialmente para tender sus trampas y atacarnos, como ladrones esperan la noche; tambi�n lo hace este ladr�n espiritual de almas. Entonces puede trabajar aqu� sobre la fantas�a cuando tenga la oportunidad de hacerlo.

(3) Como el momento en que la conciencia trabaja m�s, y Dios mismo generalmente se acerca y se aplica a nosotros ( Salmo 16:7 ; Salmo 17:3 ; Job 35:10 ). Estas cosas juntas, hacen mucho para una actuaci�n como esta; y no s�lo para la meditaci�n, sino tambi�n para la oraci�n, como la indica la palabra hebrea Hagah .

Aqu� tenemos el ejemplo no solo aqu� de David en el texto, sino tambi�n de algunos otros en las Escrituras. As�, nuestro Se�or pas� noches enteras en oraci�n ( Lucas 6:12 ). Anna serv�a a Dios con ayunos y oraci�n d�a y noche. Pablo ten�a sus labores, sus �ltimos y sus vigilias ( 2 Corintios 6:5 ; 2 Corintios 11:27 ).

Y as� para otros. Sabemos c�mo en los tiempos primitivos ten�an sus vigilias y reuniones por la noche, que aunque al principio ten�an un buen terreno para ellos, en lo que respecta a la persecuci�n de los paganos; sin embargo, despu�s se les quit� un terreno tan bueno para su abuso. Pero, sin embargo, la moral y la analog�a son v�lidas, y siguen vigentes, que es esta: Velar en oraci�n, y no omitir momentos como la noche para eyacular y elevar nuestros corazones a Dios en ella, como David profesa. aqu� de s� mismo. ( T. Horton, DD )

Meditaci�n influyente

I. Est� dirigido al tema m�s influyente: la meditaci�n en Dios.

1. Sirve para despertar las facultades intelectuales a su m�ximo esfuerzo.

2. Sirve para postrar el alma en humildad.

3. Sirve para espiritualizar todas las simpat�as de nuestra naturaleza.

4. Sirve para asimilar el car�cter al Perfecto.

II. Se emplea en una temporada muy influyente. "En las vigilias nocturnas". La noche es preeminentemente la temporada de pensamientos solemnes.

1. Le da a la mente una direcci�n hacia adentro. Como todo lo que est� fuera de �l est� as� sepultado en silencio y sable, su alma se vuelve solemnemente consciente de s� misma y de su responsabilidad.

2. Da a la mente una solemnidad de humor. La noche es el emblema y ministro de la seriedad. Un pensamiento que llena toda la naturaleza con emociones solemnes por la noche, a menudo tiene poca influencia sobre nosotros durante el d�a. ( Homilista. )

Meditando sobre la religi�n

La vida de Dios en el alma del hombre, la vida cristiana, est� marcada, entre otras cosas, por que la religi�n se adue�e gradualmente de los pensamientos. Se ha dicho que si pensamos en la religi�n como se merece, nunca deber�amos pensar en otra cosa. Tampoco podemos negarlo con rigor. Porque las preocupaciones religiosas superan a todas las dem�s en su importancia y valor. Lo sorprendente no es que los hombres piensen tanto en ello, sino tan poco. La tendencia y el giro de nuestra naturaleza d�bil y carnal se apoyan en el lado de nuestro pensamiento no lo suficiente en las cosas espirituales.

I. Nuestra naturaleza se ve afectada principalmente por lo que vemos; lo invisible tiene, por tanto, poco poder.

II. Y consideramos las cosas de la religi�n no como cercanas a nosotros, sino como distantes. Como ni�os, solo nos afecta lo presente y cercano. Pero aunque este enga�o sea tan general, no tiene fundamento en la raz�n. No actuamos as� con respecto a nuestros asuntos mundanos.

III. La espiritualidad de la religi�n tambi�n obstaculiza nuestro pensamiento. Toda religi�n que sea eficaz debe ser espiritual. Pero nuestra naturaleza no se preocupa por lo puramente espiritual. Por lo tanto, debemos orar por la ayuda del Esp�ritu de Dios. ( Archidi�cono Paley. )

Versículos 7-8

Porque has sido mi ayuda, por tanto, a la sombra de tus alas me regocijar�.

El recuerdo de misericordias pasadas es un incentivo para la confianza presente en Dios

Este salmo no es de queja ni de dolor, ni de gozo fijo, sino del paso del uno al otro. David acaba de recuperar su confianza en Dios y se siente seguro de que su alma pronto encontrar� descanso y confianza en �l. Los creyentes, ahora, se encuentran a menudo en este estado mental, en este estado de transici�n. Oh, asegur�monos de seguir adelante, como lo hizo David, y no retroceder hacia una tristeza m�s profunda; porque esto es posible: podemos hundirnos tanto como subir. Para que podamos levantarnos, observe c�mo actu� David en tal caso.

I. �l declara un hecho: "T� has sido mi ayuda". Y seguramente podemos decir esto; de hecho, debemos decirlo, porque el Se�or ha sido nuestra ayuda. Cuando est�bamos en nuestro pecado, �l se convirti� en nuestro Salvador, y por Su Esp�ritu Santo nos volvi� a �l. Hemos tenido otros ayudantes, pero ninguno como �l. Y todo verdadero creyente reconoce esto. Otros pr�cticamente se consideran a s� mismos como sus verdaderos ayudantes, no como Dios.

II. Una resoluci�n fundada en el hecho. "Porque. .. por lo tanto a la sombra de �, etc.� La sombra de Tus alas �significa la protecci�n paternal de Dios, Su vigilancia, amor y ternura. Toda la oraci�n expresa:

1. La seguridad m�s segura en Dios. As� como las gallinas se consideran seguras mientras est�n bajo el ala de la madre ave, as� est� seguro el pueblo de Dios bajo Su protecci�n. Y no solo a salvo del peligro, sino que se oculta de �l: no puede encontrarlos.

2. Una determinaci�n en el salmista de volar a Dios en busca de seguridad. Cuando dice que se regocijar� a la sombra de las alas de Dios, claramente da a entender que se ir� all� ( Salmo 57:1 ; Salmo 143:9 ). No debemos buscar la misericordia de Dios sin buscarla.

"El nombre de Dios es una torre fuerte", pero "el justo" debe, "correr hacia ella", estar�a "a salvo". Las alas eternas est�n extendidas para nosotros, debemos correr y mantenernos debajo de ellas si estamos a salvo.

3. Una anticipaci�n de placer y gozo en la protecci�n de Dios. �Me regocijar�, no solo estar� a salvo, sino tambi�n ser� feliz. No va a ir a un refugio al que lo llevan, sino a una casa que ama. Estas dos ideas de seguridad y consuelo en Dios siempre se mantienen juntas en la mente de David ( Salmo 23:4 ; Salmo 90:1 : 1). Y&mdash

4. Esta resoluci�n se basa en el hecho de que el salmista parti�. �Porque has sido�, etc. Es un mal uso hacer de las misericordias de Dios para obtener s�lo un consuelo presente de ellos; la memoria de ellos debe ser atesorada para usarla en pruebas futuras.

III. La seriedad con la que el salmista lleva a cabo su resoluci�n. "Mi alma te sigue con perseverancia". En la aflicci�n, somos propensos a estar l�nguidos y faltos de energ�a. Parece decir: "Si he de tener consuelo, el Se�or debe venir y traerme, no puedo volverme a �l y buscarlo". Pero qu� diferente era el pensamiento de David. Oh, levant�monos, determinemos usar una santa violencia con nosotros mismos cuando estemos en aflicci�n.

Lo que queremos es disfrutar de Dios de tal manera que no nos deje tiempo ni ganas de pensar en nuestros problemas. Que todos recuerden, hay descanso y felicidad en Dios, y especialmente para toda alma contrita arrepentida. ( C. Bradley, MA )

El ala protectora

I. Tenemos un historial agradecido. "T� has sido mi ayuda".

1. Dios nos despert� de nuestra locura y pecado.

2. Dios nos ayud� cuando buscamos el perd�n y la liberaci�n de la carga del pecado.

3. Y cuando hemos estado desesperados, Dios ha sido nuestra ayuda.

4. Y cuando est�bamos sin fuerzas, enfermos o en peligro de ruina. Y para prestarnos esta ayuda, Cristo muri� en la cruz.

II. Es un refugio seguro. "A la sombra de tus alas me regocijar�". Del mismo modo, el cristiano, recordando que Dios ha sido su ayuda hasta el tiempo presente, se protege de la tentaci�n, la angustia y la prueba, sabiendo que quien lo ha librado en el pasado no lo dejar� en las fatigas del presente ni en las penurias. del futuro. Dios nos protege de los encantos de este mundo. Necesitamos un refugio de la oscuridad y los problemas de la vida presente.

III. Una expresi�n de alegr�a. "Me regocijar�". Oh, cristianos, regoc�jense tambi�n, porque Dios es su Guardi�n. ( W. Birch. )

El argumento de la experiencia

El regocijo del que se habla aqu� es:

I. Razonable. "Porque"; nadie puede negar esta base de consuelo. No se basa en la promesa de Dios, aunque eso nunca podr�a romperse, sino en experiencias pasadas. Dios ha sido nuestra ayuda.

II. Personal: "Mi ayuda".

III. Verdadero. Es mucho m�s que descanso o paz quieta. Los salmos est�n llenos del gozo del Se�or. Mucha alegr�a es superficial. �Qu� profundidad de melancol�a hay en los corazones que no conocen a Dios!

IV. Sosegado.

V. Prof�tico. �Qu� nos depara el futuro para lo que Cristo no pueda prepararnos? Esto, entonces, debe estar escrito en nuestras banderas: "A la sombra de tus alas me regocijar�". ( WM Statham. )

Experiencia y seguridad

I. Experiencia.

1. David hab�a experimentado la ayuda divina. El romano sol�a hablar de Deus ex machina; Dios aparece de manera inesperada en medio de una historia para rescatar al h�roe y cambiar el escenario. Esta no es una forma de hablar en la vida de fe. De vez en cuando hemos sido testigos de una interposici�n distinta, un estiramiento de la mano divina, una incursi�n de lo sobrenatural. Para nosotros ha sido verdad: ��l tambi�n inclin� los cielos y descendi�.

�Otros podr�an pensar que nuestra experiencia es fan�tica, si la contamos como la vemos; pero esto no podemos evitarlo. Para nosotros ha sido una manifestaci�n real de la consideraci�n divina en nuestro nombre. Mirando hacia atr�s en nuestras vidas, no podemos evitar decir deliberadamente, y como una fr�a declaraci�n de hecho: El Se�or ha sido nuestra ayuda.

2. David hab�a experimentado esta ayuda con frecuencia. �l no hace esta declaraci�n en referencia a un incidente solitario en su vida, o hubiera dicho: "T� fuiste una vez mi ayuda"; pero ve una continuidad en la misericordia del Se�or su Dios. Quiere decir: "Siempre has sido mi ayuda". Al cumplir con su deber como patriota y rey, Dios fue su ayuda y le permiti� caminar con rectitud en su gobierno.

En sus sufrimientos, el Se�or fue su ayuda y le permiti� estar tranquilo y valiente. En el tiempo de peligro, Dios fue su ayuda y lo mantuvo alejado de la mano del enemigo. Y ahora, en este salmo, aunque David est� en el desierto de Jud�, y probablemente perseguido por su propio hijo, sin embargo le canta al Se�or: "T� has sido mi ayuda". No quiero que te detengas m�s con David. Les ruego, ahora, que se acerquen m�s a casa y revisen sus propias vidas.

3. Estas ayudas que se le hab�an prestado a David hab�an sido muy selectas. A menudo le hab�an ayudado de formas especiales. Dios lo hab�a cuidado mucho. Era el favorito de la Providencia y el amado del Cielo. �No ha sido as� con algunos de ustedes? �No ha disfrutado de la selecci�n de bocados de experiencia? �No hay incidentes en tu vida que apenas podr�as contar, para que el oyente no sonriera ante tu credulidad?

4. La ayuda de Dios tambi�n ha sido continua para nosotros. En el tiempo de nuestra oscuridad no pudimos ver el v�nculo; pero, mirando hacia atr�s, podemos verlo ahora.

5. Observa tambi�n que el Se�or nos ha concedido misericordia educativa. David dice: "Porque t� has sido mi ayuda". No dice que lo ha hecho todo por nosotros, pero tambi�n nos ha puesto a trabajar. Ver�, si hace algo por un hombre, est� bien; pero si le ayudas a hacerlo, ser� mejor para �l, porque as� aprende el camino.

II. Expectativa.

1. Lo que hemos experimentado de la bondad de Dios es una revelaci�n de s� mismo: las acciones de Dios est�n en movimiento. Entonces, si hemos experimentado el poder de Dios, �l es poderoso; y sabemos que todo le es posible. Si he experimentado Sus actos de fidelidad, llego a la conclusi�n de que �l es siempre fiel, que cumplir� Su promesa y Su pacto, y ser� fiel a todos los que conf�en en �l.

2. Este razonamiento es bueno, ya que tiene que ver con un Dios inmutable. Si tienes que lidiar con un hombre cambiante, no habr� l�gica en tu razonamiento; pero cuando piensas en Jehov� que no cambia, entonces puedes inferir grandes cosas, y la l�gica m�s severa te apoyar�. �l fue mi ayuda, �l es mi ayuda y, por lo tanto, �l ser� mi ayuda hasta el final.

3. Este tipo de argumento es muy seguro para el propio yo de un hombre, y �l es la persona m�s preocupada. Sabemos en qui�n hemos cre�do y estamos convencidos de que �l no nos fallar�. Sabemos lo que sabemos; y si no podemos cont�rselo a los dem�s, no estamos menos seguros de ello.

4. Est� claro que este es un argumento acumulativo. El joven que ha conocido al Se�or desde hace doce meses y ha experimentado una gran liberaci�n, est� seguro de que se debe confiar en el Se�or. Pero cuando haya pasado veinte, treinta o cuarenta a�os de la misma experiencia, su seguridad ser� doblemente segura. Para un creyente en Cristo, todos los d�as est�n llenos de providencias y misericordias. Este �rbol da su fruto todos los meses, y el fruto alimenta maravillosamente la fe.

III. Garant�a.

1. Seguridad satisfecha. David, agradecido por la ayuda pasada, se mantiene quieto y felizmente espera el prop�sito del Se�or. No manifiesta miedo, preocupaci�n, prisa ni preocupaci�n. Ninguno de los dos dirige su mirada hacia el hombre. �T� has sido mi ayuda�, dijo �l; y se ve de esa manera.

2. Garant�a del paciente. No es nuestro apresurar la venganza divina, ni desear un triunfo personal; pero es nuestro el sentir la bienaventuranza de la seguridad en la cercan�a de Dios.

3. La seguridad de la fe. �Porque t� has sido mi ayuda, por tanto� - �qu�? ��Me regocijar� a la luz de tu rostro�? No: ten�a entonces poca luz; estaba "en la sombra". El desierto le impidi� contemplar a Dios en el santuario. Si no puede ver el rostro de Dios, su sombra puede darle paz. Se�or, te rogar� que alces sobre m� la luz de tu rostro; pero si contin�as ocult�ndote, a�n confiar� en ti y estar� seguro de que eres el mismo Dios de gracia. Sabiendo que tu sombra est� llena de defensa para m�, me regocijar� en ella.

4. Garant�a continua. No leemos, a la sombra de Tus alas me he regocijado, sino, "Me regocijar�". Se regocija y quiere seguir regocij�ndose. Su gozo nadie le quita. Se regocijar� mientras tenga un Dios en el que regocijarse.

5. Lo mejor de todo es que se trata de una seguridad llena de gozo. El texto no dice "porque t� has sido mi ayuda, por tanto, a la sombra de tus alas confiar�", sino "a la sombra de tus alas me regocijar�". Eso va m�s all� de la sumisi�n silenciosa o la humilde confianza. David est� en la oscuridad; pero, como el ruise�or, canta en �l. ( CH Spurgeon. )

La experiencia de David de la ayuda de Dios

I. La experiencia de David. "T� has sido mi ayuda".

1. Esto implica su necesidad. Primero, como tener mucho trabajo. En segundo lugar, por tener muchos enemigos. En tercer lugar, por tener poca fuerza. Aquellos que se encuentran en estas circunstancias necesitan que se les administre ayuda. Y este es el caso y la condici�n de todos los cristianos.

(1) Tienen mucho trabajo, una gran cantidad de negocios que enviar, que no son capaces de resolver por s� mismos. Tomemos al cristiano m�s humilde que es, y en el rango y orden m�s bajo entre los hombres, sin embargo, �l tiene suficiente trabajo que hacer, si es que es para salvar su propia alma, para vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo presente. Pero si �l es algo m�s alto, entonces es mucho m�s; en la familia como maestro, o en la iglesia como ministro, o como magistrado en la mancomunidad. Aqu�, ahora, cuantas m�s ocasiones y oportunidades hay de hacer el bien, mayor es el trabajo en s� y mayor es la necesidad de ayuda en �l.

(2) Tienen muchos enemigos. Estos dos lo hacen generalmente y com�nmente van juntos. Mucho trabajo por hacer y muchos enemigos para oponerse a �l ( 1 Corintios 16:9 ).

(3) Tienen poca fuerza, o incluso ninguna.

2. Dios mismo le ha proporcionado ayuda.

(1) Es un gran ayudante.

(2) �l es un ayudador listo. �l es un Dios cercano, y no un Dios lejano, como lo expresa a menudo la Escritura. Cuando la angustia est� cerca, �l tambi�n est� cerca; lo cual es un asunto de gran consuelo y aliento para todos aquellos que dependen de �l.

(3) �l tambi�n es la �nica ayuda. No hay nadie que pueda ayudar sin �l, ni tampoco nadie fuera de �l. La mejora de este punto para nosotros, en una forma de aplicaci�n, viene a este prop�sito:

1. Como palabra de consuelo y consuelo al pueblo de Dios en todas esas dificultades y angustias que le rodean y envuelven; que tienen a uno como �ste para ayudarlos, relevarlos y ayudarlos.

2. Podemos hacer uso de este punto tambi�n en una forma de excitaci�n, y eso para una actuaci�n triple, que es muy racionalmente consecuente aqu�.

(1) Si Dios nos ayuda, ayud�mosle tambi�n nosotros.

(2) Si Dios nos ayuda, ayud�monos tambi�n a nosotros mismos.

(3) Si Dios nos ayuda, ayud�monos tambi�n unos a otros.

II. La mejora de esta experiencia.

1. El prop�sito o resoluci�n de David, que se hace cargo de s� mismo.

(1) Por la sombra de las alas de Dios, debemos comprender especialmente Su providencia y protecci�n paternal; y encontramos menci�n de ello a menudo en las Escrituras ( Salmo 17:13 ; Salmo 57:1 ; Salmo 36:7 ).

Es una expresi�n de seguridad. Mire, as� como las gallinas est�n a salvo mientras est�n bajo las alas de la gallina, as� tambi�n el pueblo de Dios est� a salvo mientras est� bajo Su providencia y protecci�n; y no hay nada que sea para ellos una defensa, salvaguarda y seguridad tan grande como �sta. Aquellos que son guardados por �l, se mantienen seguros, y no necesitar�n nada que temer en los d�as de maldad y angustia que est�n sobre ellos.

Es una expresi�n de secreto. El ala esconde y oculta los que se guardan debajo de ella; as� como los protege del peligro, tambi�n los impide ser descubiertos. As� hace igualmente esta ala de Dios ( Salmo 91:4 ; Salmo 17:8 ; Salmo 31:20 ; Jeremias 36:28 ). Es una expresi�n de ternura y afecto singular ( Deuteronomio 32:11 ).

(2) Si bien dice que aqu� se regocijar�, hay estas cosas impl�citas en �l, como considerables y pertinentes. Recurre a ellos. Complacencia y satisfacci�n en esta condici�n. Acci�n de gracias y expresi�n exterior.

2. La ocasi�n o motivo de su resoluci�n; y es decir, la experiencia de la bondad anterior de Dios para con �l. Esto se significa en la conexi�n de estas �ltimas palabras con las primeras, porque, por lo tanto; porque has sido mi ayuda hasta ahora, por tanto, me regocijar� en tu protecci�n en el futuro. Aqu� est� la fuerza del razonamiento de David; y la raz�n por la que se sostiene en una doble consideraci�n.

Primero, a modo de confianza. En segundo lugar, a modo de reconocimiento. Confiar� en ti, y todav�a esperar� en ti en una forma de dependencia. Y de nuevo, "Porque t� has sido mi ayuda, por tanto en la sombra de tus alas me regocijar�". Es decir, publicar� esta protecci�n que tengo de Ti en forma de agradecimiento. De acuerdo con la primera noci�n, entonces hay esto en �l, que los buenos cristianos mejoran las experiencias pasadas a la dependencia futura.

De acuerdo con la segunda noci�n, entonces hay esto en ella, que los buenos cristianos, cuando reciben misericordias de Dios, estar�n all� cuidadosos de reconocerlos y estar agradecidos por ellos. ( T. Horton, DD )

Un silogismo alegre

I. La causa.

1. Un recuerdo agradecido. Una alegre necesidad de la nueva vida es: "Te acordar�s de todo el camino", etc. La incredulidad, por otro lado, tiene mala memoria ( Salmo 106:13 ).

2. Una posesi�n personal. "Dios m�o." El alma levanta la mano, no para captar la verdad abstracta, ni un sistema doctrinal, sino un Dios personal. Mezclar en una compa��a m�s santa, ascender a empleos m�s altos, el cristiano puede y debe hacerlo; pero ascender a un rango m�s alto es imposible, porque aqu� y ahora somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo.

3. Una alegr�a presente. �Qu� precaria la vida actual del hombre! Las riquezas vuelan, las comodidades mueren, los amigos fallan, los tronos se tambalean, las coronas caen, los niveles de muerte; pero las cosas que no pueden ser conmovidas permanecen ( Hebreos 12:27 ).

II. El efecto.

1. Refugio: amplio, accesible, amigable.

2. Descanso. El indefenso apoyado en el ayudante; el pecador sobre el sin pecado; la cabeza dolorida y culpable, descansando sobre el seno de Cristo. ( Homilista. )

El santo regocij�ndose en la ayuda divina

I. La ayuda que el Se�or ha dado y la experiencia registrada.

II. La sombra de las alas en las que aquellos a quienes el Se�or ha sido su ayuda, esperan que �l sea su ayuda en todo tiempo por venir. Aqu� est� todo el favor, la misericordia, la bondad y la buena voluntad para con los hombres, que prefiguraron los querubines con sus alas que cubr�an el propiciatorio.

III. El gozo y la alegr�a cuya esperanza de ayuda en Dios se eleva a la sombra de sus alas. Esto surge

1. De lo que ven los hombres piadosos a la sombra de sus alas. En todos los eventos y ocurrencias, no ven instrumentos, sino perfecciones; no los hombres, sino Dios, santific�ndose y engrandeci�ndose en el ejercicio de misericordia, juicio y justicia en la tierra. Esta visi�n de su administraci�n, bajo la cual se han protegido, aumenta y aviva su gozo, y crea y confirma sus esperanzas de que todas las cosas broten de su gloria y su bien.

2. De lo que escuchan ( Salmo 62:11 ).

3. De lo que creen. Bajo las alas de la providencia de Dios que eclipsa, hay un asiento eminente donde Su pueblo se sienta y se regocija en Su salvaci�n.

4. De lo que reciben. El Se�or es bondadoso con su pueblo a la sombra de sus alas, y no les deja Salmo 84:11 nada ( Salmo 84:11 ). ( A. Shanks. )

Lo que el Se�or es para su pueblo

1. Un lugar de refugio. "La sombra de tus alas".

2. Fuente de alegr�a. El propiciatorio ensombrecido por las alas de los querubines le trajo a la memoria a Dios, a quien cre�a misericordioso y misericordioso, y lo llen� de gozo al entregarse al cuidado y protecci�n de su providencia que lo eclipsaba. El mismo s�mbolo sagrado nos recuerda que �Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo�, y deber�a llenarnos de todo gozo y paz al resguardarnos bajo Su cuidado y amor.

3. Una ayuda muy actual. Al creer, al orar, al hacer, al sufrir, �no fuisteis ayudados? y es su deber y honor reconocerlo para su alabanza.

4. Una habitaci�n tranquila y segura.

5. Un tesoro que no se agota. ( A. Shanks. )

Maneras en las que Dios nos ayuda

Este vers�culo, como una antigua deidad romana, tiene dos caras, una mirando hacia atr�s y la otra hacia adelante: la mirada hacia atr�s del testimonio y la mirada hacia adelante de la confianza. Para los romanos, Jano presid�a todos los comienzos; abri� el a�o, y el primer mes se llama "enero" despu�s de �l. Lo representaron con dos caras porque cada puerta ten�a dos caras y �l era el que abr�a. Ser�a bueno si pudi�ramos en nuestra vida del alma poner este texto donde los romanos vieron a Jano.

Propongo, por tanto, recordarles algunas de las formas comunes y habituales en las que recibimos ayuda para la vida, y dar a estos hechos una interpretaci�n religiosa, para considerar dicha ayuda como una ayuda de Dios. Es evidente, �no es as�, que no podr�amos comenzar la vida sin ayuda, que comenzamos en total dependencia? �Y cu�l es el hecho, entonces? El hecho, entonces, es que otras vidas est�n a nuestro servicio, que cuando no podemos hacer nada por nosotros mismos, todo est� hecho por nosotros.

La madre no hizo su propio coraz�n; adorar� al Dios que se lo dio como a Aquel que planea ayudarme de la manera m�s maravillosa de todas. Y cuando llega a hacer lo que los hombres llaman "ayudarse a s� mismo", "hacer su propio camino", incluso entonces s�lo est� utilizando las diversas ayudas que se le proporcionan. �Empieza la vida en el nivel en el que empez� un ni�o, digamos, hace 100.000 a�os? Si no es as�, �qu� marca la diferencia? Esa diferencia la marca la lucha ascendente de la humanidad desde ese tiempo hasta este, y usted es un deudor de todos los que contribuyeron a ese progreso.

Cada individuo tiene una herencia determinada, un capital determinado de la experiencia de la raza. Las ganancias que las edades han ganado est�n, en cierta medida, integradas en la constituci�n misma de su ser. El hombre primitivo no podr�a, por ning�n esfuerzo, haber usado su mano para fines para los cuales usted puede usar la suya sin dificultad. Tienes una inmensa ventaja all�, �y c�mo la obtuviste? A trav�s del crecimiento gradual de la h�bil manipulaci�n durante miles de a�os.

La evoluci�n natural es la manifestaci�n de la mente en el m�todo; es la forma en que Dios hace las cosas; es creaci�n ascendente. Y adem�s. Las victorias que otros han ganado, los logros del pasado, no s�lo se han trabajado en cierta medida en la estructura misma de nuestro ser, sino que tambi�n constituyen el entorno de nuestra vida. �Alguna vez pensaste en la ayuda que recibes para vivir los grandes privilegios de una prensa libre, de instituciones libres, de la libertad de religi�n? �Qu� son todos estos? �No son adquisiciones del esp�ritu de m�rtir en tiempos pasados? Los hombres bajaron a la muerte para ganar la libertad de adorar a Dios.

De nuevo. Piense en la ayuda que puede recibir de las lecciones de la experiencia personal; de su contacto y observaci�n de cosas y hombres. Apenas hay un l�mite para lo que podemos aprender en este mundo. Algunas lecciones las aprendemos a la luz del sol y otras a la sombra; algunos en las mil glorias de una ma�ana de verano, y la profunda paz eterna de un cielo despejado, y otros en el ce�o fruncido de una tempestad en medio de la desolaci�n �rida de la r�faga invernal; algunos aprendemos sobre la cuna con risas, c�nticos y profec�as, y otros junto a la tumba, en duelo y con l�grimas.

Ahora, quiero que piensen de nuevo que en todas las lecciones que han aprendido de sus alegr�as y sus tristezas, de sus derrotas y victorias, de sus duras luchas, as� como de su estancia cerca de las aguas tranquilas y en los verdes pastos- -en todos estos Dios es el �nico Ayudador. �l te dio una mente para pensar, un coraz�n para sentir, un mundo en el que vivir y un esp�ritu m�s grande que el mundo, capaz de mirar m�s all� de sus l�mites hacia otro.

�Pero todav�a no hay otra forma en que Dios nos ayude? Creo que la hay. Es la forma que hizo que los antiguos hebreos hablaran tanto de los �ngeles; lo que hizo que Pablo hablara de que el Se�or se le hab�a aparecido en la noche; lo que hace que algunos hombres crean en los esp�ritus, y otros hablan de "tener una idea" o "tener una impresi�n". El gran hecho detr�s de todo esto es que el hombre a menudo encuentra ayuda surgiendo dentro de su alma.

Puede estar muy solo, lejos de sus amigos; puede que no se d� cuenta de haber sido ayudado por ninguna palabra o consejo de nadie y, sin embargo, all�, en la soledad, se levanta para dominar su problema. �Podr�a haber sucedido eso si ese hombre hubiera sido realmente una mera unidad, absolutamente separada de la Vida Universal? La pregunta en s� es absurda. Es s�lo en virtud de su relaci�n con esa Vida Universal que el hombre es un hombre en absoluto. Y ese poder que surge en �l, sin mediaci�n que �l sepa, brota de la fuente eterna de la vida divina. ( FR Williams. )

Versículo 8

Mi alma te sigue con perseverancia, tu diestra me sostiene.

Esfuerzo y apoyo

I. El esfuerzo que hace el cristiano. "Mi alma te sigue con determinaci�n". Esto visto en su ...

1. Obediencia uniforme a Dios. Esta obediencia espiritual, del coraz�n; y universal.

2. Fe viva en las promesas.

3. Comuni�n y comuni�n con Dios. De ah� que siga con determinaci�n a Dios como su gu�a, su refugio y su porci�n. Estamos haciendo esto?

II. El apoyo que recibe el cristiano.

1. Dios libra sus pies de la ca�da, su diestra los sostiene.

2. Sus corazones por el desmayo. Aprende, entonces, a amar las ordenanzas del santuario y a mejorarlas; y atribuir todo nuestro bien a Dios. ( W . Tonse. )

El santo siguiendo duro a Dios

I. Seguir a Dios es el movimiento del alma.

1. En conocimiento ( Oseas 6:3 ). El conocimiento del �nico Dios verdadero, como Dios y nuestro Dios, es el principio y la ra�z de la piedad ( Juan 17:8 ). Alza tu voz y clama por ella. S�guelo duro. B�scalo como si fuera plata. Excava en busca de tesoros escondidos. Leer a diario. Ore fervientemente. Piense en serio.

2. En fe. "Creed en Dios", dice nuestro Salvador, "creed tambi�n en m�". Si creemos firmemente, lo seguiremos con empe�o. Seguir con fuerza y ??creer firmemente, es seguir y creer con vigor, ardor y constancia.

3. Enamorado. El amor de Dios derramado en el coraz�n enciende en �l amor por �l; y el amor que enciende, impaciente por no perderle de vista, le sigue con ardor. No puede soportar los pensamientos de la distancia. Desea estar cerca de �l y disfrutar del consuelo de Su presencia.

4. En esperanza. �Estamos en prosperidad? Sig�moslo con la esperanza de que contin�e. �Estamos en adversidad? Sigamos tras �l con la esperanza de que lo elimine. �Estamos en tinieblas? Sigamos tras �l con la esperanza de la luz. Estamos en peligro? Sigamos a �l con la esperanza de la salvaci�n.

5. En deseo. El deseo es el paso del alma en el camino hacia Dios, la fuente de nuestra bendici�n y gloria; y cuanto m�s fuerte y vivo sea el deseo, nuestro movimiento para seguirle ser� cada vez m�s r�pido.

6. En obediencia. La nueva obediencia es el movimiento del alma en pos de Dios en el camino de sus mandamientos.

7. En comuni�n. Dios mira con desprecio a sus elegidos que lo siguen con empe�o, y ellos lo admiran. Hablando y escuchando. �l habla y ellos escuchan.

II. El ardor del alma que sigue a Dios, que el texto expresa con la palabra "duro", incluye:

1. Agudeza con respecto al deseo.

2. Diligencia en materia de medios.

3. Vigor con respecto al esfuerzo. Con todo nuestro coraz�n, alma, fuerza y ??mente.

4. Perseverantemente con respecto a la continuaci�n.

5. Afectuosamente con respecto a la complacencia y el deleite. Esto es ardor en la piedad. �Qu� m�s podemos decir al respecto? �Pobre de m�! est� por encima de nuestra experiencia. �Ojal� el amor de Dios en Cristo Jes�s nuestro Se�or fuera derramado m�s ampliamente en nuestro coraz�n por el Esp�ritu Santo! ( Juan 7:37 ).

III. Los fines y prop�sitos por los cuales las almas piadosas siguen con ah�nco a Dios.

1. Para que lo vean en Su hermosura y gloria.

2. Para que est�n cerca de �l.

3. Para que le escuchen.

4. Que puedan ser ayudados. Tienen que llevar pesos que son demasiado pesados ??para su debilidad, y esfuerzos que hacer en obediencia y abnegaci�n que est�n por encima de sus fuerzas. Por s� mismos no son nada, y no pueden hacer nada m�s que recibir el socorro de arriba. Creyendo y sintiendo su propia insuficiencia, estar�an siempre cerca de su ayuda.

5. Que se enriquezcan. Dios es rico, rico en misericordia, rico en bondad, rico en gracia; y al seguirle, su pueblo se enriquece y se llena de su bondad. Las riquezas de su gloria es su tesoro; y teniendo Cristo la llave que la abre, y autoridad y poder sobre todo lo que contiene, sus necesidades son suplidas y sus almas llenas de toda la plenitud de Dios.

6. Que se conserven. Su adversario el diablo, como le�n rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. El mundo es un partido numeroso y formidable, ideando su dolor. Sin embargo, est�n a salvo, porque siguen con ah�nco a Dios, su preservador.

7. Para que sean llevados a Su reino y gloria. �l es el que rompe su camino delante de ellos, y para que no se equivoquen o se equivoquen y se queden cortos, ha designado al Capit�n de la Salvaci�n como su l�der y comandante. ( A. Shanks. )

Santo ardor

I. Describe este estado de experiencia. Eso implica&mdash

1. Una renuncia al mundo. Esto resulta de una convicci�n de su vanidad.

2. Una elecci�n deliberada de Dios, como �nico bien adecuado del alma.

3. Un deseo vehemente e intenso de �l.

4. Los ejercicios de fe y esperanza.

II. Investigue las razones por las que es tan raro. Es obvio que pocos cristianos disfrutan de esta experiencia. Las principales causas de su languidez son:

1. Falta de atenci�n al estado de sus propios corazones. No se recuerdan; no se examinen a s� mismos de cerca. Por lo tanto, ignoran su condici�n real y no sienten profundamente sus deseos.

2. Permitir que los objetos de los sentidos produzcan impresiones demasiado profundas. �stos tienden naturalmente a embotar el borde del deseo santo y a dividir y debilitar el alma.

3. Descuido de los medios instituidos.

4. La complacencia de malas disposiciones, etc. Incredulidad, orgullo, vana curiosidad, frivolidad, censura, conversaci�n poco caritativa o in�til, etc .; todos estos, como el agua fr�a, tienden a humedecer y debilitar, si no a extinguir por completo, el deseo de Dios.

III. Repres�ntelo como la experiencia m�s deseable.

1. Es la mejor seguridad contra las tentaciones y los problemas del mundo. Un coraz�n que persigue fervientemente a Dios no tiene tiempo para contemplar los seductores encantos del bien temporal, ni disposici�n para perforarse con las espinas de la solicitud mundana.

2. Hace que cada deber sea placentero. En este estado, nada se hace por costumbre, formalidad o cualquier otro motivo inferior, pero cada deber se realiza con los m�s altos puntos de vista.

3. Nos prepara para la mayor comunicaci�n. Siempre recibimos de Dios lo que buscamos ferviente y fielmente de �l ( Lucas 2:9 ). Por este santo fervor, el alma se abre para recibir toda la plenitud de Dios: el oc�ano insondable y sin orillas del bien.

4. Avanza nuestra santificaci�n y, en consecuencia, nos califica para la gloria. ( Bosquejos de cuatrocientos sermones. )

La divinidad de una vida verdadera

I. Dios es el Objeto Supremo de una vida verdadera. "Mi alma te sigue con determinaci�n".

1. Como centro de mis afectos. Quiero fijar, asentar mi coraz�n, con todas sus variadas simpat�as y afectos, en Ti. T� eres el centro original de mi alma; pero te he perdido, y ahora mi intenso deseo es volver a ti.

2. Como gu�a de mi vida. Quiero una gu�a; He perdido mi camino; el camino es intrincado, peligroso y muy oscuro.

3. Como compa�era de mi coraz�n. Quiero un amigo, alguien que me comprenda, que pueda simpatizar conmigo, calme mi naturaleza agitada. Mi sensaci�n de desolaci�n me hunde como plomo, me entristece como una nube de trueno.

II. Dios es el poder sustentador de una vida verdadera. �Tu diestra me sostiene�.

1. �Tu diestra� en las bendiciones de la naturaleza material.

2. �Tu diestra� en la ben�fica influencia de la Providencia.

3. �Tu diestra� en las fuerzas morales del Evangelio. Es solo el poder de Dios el que puede sostener al alma en sus luchas despu�s de la vida. ( Homilista. )

La b�squeda del cristiano

I. Lo que est� impl�cito. Seguir con ah�nco lo que Dios supone:

1. Conocimiento previo de �l. Los santos afectos no son calor sin luz, sino luz y calor combinados; la mente est� iluminada y santificada.

2. Deseos ardientes e intensos.

3. Esfuerzo laborioso.

4. Perseverancia en la b�squeda. Sus aparentes desaires s�lo aumentar�n su importunidad.

II. Por qu� David sigui� as� a Dios.

1. La culpa y la angustia le siguieron duramente.

2. Sus enemigos lo siguieron de cerca.

3. Hab�a seguido con ah�nco otras cosas sin ning�n prop�sito.

4. Podemos agregar, los poderosos atractivos de la gracia divina. La raz�n por la que David sigui� a Dios fue que la bondad y la misericordia lo siguieron. ( B. Beddome, MA )

David siguiendo a Dios y sostenido por �l

I. El carruaje de David hacia Dios.

1. La inclinaci�n del coraz�n del cristiano hacia Dios y su sencilla propensi�n hacia �l. Hay tres nociones en las que podemos asumir a Dios, seg�n las cuales el alma de un cristiano se inclina y se lleva tras �l. Primero, como autor de la naturaleza. En segundo lugar, como Dador de gracia. En tercer lugar, como Dador de gloria y vida eterna. Los tres son considerables en Dios, y en referencia a todos ellos son los deseos de un cristiano por Dios, y su alma se inclina hacia �l.

2. La importunidad de un cristiano. Un buen cristiano, si est� a cierta distancia y separado de Dios por un tiempo, no puede estar contento de estarlo por mucho tiempo. Esto se nos puede compensar de acuerdo con una doble explicaci�n; si lo tom�is como distancia y separaci�n en lo que respecta al esp�ritu, un estado de abandono espiritual; o si lo tom�is de distancia y separaci�n en cuanto a los medios; una privaci�n de las ordenanzas p�blicas y dispensas ministeriales.

Un buen cristiano no puede contentarse por mucho tiempo con ninguno de estos alejamientos de Dios; pero mientras �l es as�, su alma lo sigue de cerca. Por lo tanto, actuemos de tal manera que no provoquemos a Dios para que trate as� como. Es mucho mejor para nosotros, y m�s bondadoso, y m�s deseable, que nuestros deseos sean llevados tras estas cosas por la excelencia que est� en las cosas mismas, y nuestro propio cierre con ellas, que por necesidad y privaci�n de ellos. Por lo que nos concierne prevenir a Dios, para que no se vea obligado a tratar as� con nosotros.

3. La adherencia de un cristiano, "Mi alma se une a ti"; as� que algunas traducciones lo traducen; y de hecho es m�s agradable al texto original, que significa adherirse ( G�nesis 2:24 ; Proverbios 18:24 ). Esta escisi�n implica tres cosas: la uni�n como fundamento de la misma; fijaci�n a medida que avanza; perseverancia como logro.

Ahora, para animarnos tanto m�s a la pr�ctica de este deber presente, que est� aqu� en el ejemplo de David recomendado para nuestra imitaci�n, consideremos esto con nosotros mismos, que no hay nada m�s que sea, en verdad, apropiado para nuestras almas. aferrarse a Dios solamente.

II. El carruaje de Dios hacia �l. "Tu diestra", etc.

1. Por la diestra de Dios, estamos en una palabra para entender, Su gracia fortalecedora y confirmadora; que se llama su diestra, en cuanto a su poder�o y destreza para la preservaci�n de su pueblo. Esto es lo que (como aqu� significa David) se extiende y extiende con este prop�sito, como a �l mismo, as� a todos los dem�s cristianos, "que son guardados por el poder de Dios, mediante la fe para salvaci�n" ( 1 Pedro 1:5 ).

Esta defensa de la diestra de Dios, as� explicada, se nos menciona a menudo en las Escrituras ( Salmo 138:7 ; Salmo 139:10 ; Cantares de los Cantares 2:6 ).

Y muchos lugares como estos, todos vienen con este prop�sito, para mostrarnos el poder omnipotente y la gracia de Dios en el apoyo de Sus siervos. Esto se ve y se descubre especialmente en dos detalles.

(1) En cuanto a la cuesti�n del pecado, me sostiene que no caiga en eso.

(2) En cuanto al asunto de la aflicci�n, me sostiene que no me hunda en eso.

2. Pero, �por qu� el poder de Dios en su gracia estabilizadora y auxiliar se expresa con el nombre de su �diestra�, aqu� y en otros lugares? Podemos concebir especialmente por tres razones.

(1) Como es una mano fuerte, la mano derecha es tal, tiene m�s fuerza que la otra mano. Y as� ocurre con la gracia de Dios. �La diestra del Se�or tiene la preeminencia�, como la encontramos all� repetida dos veces ( Salmo 118:15 ); de ah�, tambi�n, llamada diestra de poder en otros ( Mateo 26:64 ; y Marco 14:62 ), etc.

(2) Como es una mano de prontitud, es m�s r�pida y lista para ser usada que la otra, y por lo tanto expresamos toda prontitud con una palabra tomada de ah�, que llamamos destreza. Tambi�n lo es la gracia de Dios cuando se manifiesta, est� muy lista y es r�pida, y �l mismo est� listo para usarla en cualquier ocasi�n, para el bien de Sus siervos.

(3) Como mano de �xito. As� es la mano derecha, en la medida en que todo lo que tiene en la mano prospera y obtiene infaliblemente su efecto. ( T. Horton, DD )

El santo sostenido por la diestra de Dios

I. El curso de la piedad.

1. Comienza en la reconciliaci�n.

2. Sigue el camino de los mandamientos de Dios.

3. Termina en vida eterna, por Jesucristo nuestro Se�or.

II. La sustentaci�n del alma en seguir con ah�nco a Dios en el curso de la piedad.

1. Se mantiene el dominio de la gracia en el alma. Sostenida por una fuerza todopoderosa, vive y reina.

2. Se extiende el dominio de la gracia en el alma. Bajo esta influencia, la fe aumenta, la esperanza se expande, la santidad se ilumina y la cruz se vuelve ligera y f�cil.

3. Los prop�sitos del coraz�n bajo el dominio de la gracia de seguir de cerca a Dios en el curso de la piedad se logra al sostener el alma con su diestra.

III. La mano derecha con la que David se cre�a sostenido.

1. Su poder. Mantenido por este atributo que es omnipotente, ning�n peso puede aplastar, ninguna calamidad puede abrumar, y ning�n enemigo puede quebrantar los prop�sitos del coraz�n piadoso y desviarlo del camino de los mandamientos de Dios. �Qu� no puede hacer �l? �Qu� no har�? �Qu� no est� dispuesto a hacer por los que son rectos ante �l y guardan el camino de sus testimonios?

2. Su misericordia. En la defensa del poder, brilla la misericordia; y en la defensa de la misericordia, el poder se ejerce gloriosamente. �Qu� te sostuvo cuando tu pie resbal�? �No fue misericordia? �Qu� te mantuvo fuera del abismo del abatimiento? �No fue misericordia? �Qu� te socorri� en la hora de la tentaci�n? �No fue misericordia? �Qu� te fortaleci� bajo cargas y aflicciones? �No fue misericordia?

Conclusi�n.

1. En la pr�ctica de la piedad sincera y viva hay recompensa.

2. Las almas piadosas se mantienen en su camino.

3. Las almas piadosas se sienten sostenidas por la diestra del poder y la misericordia.

4. Las almas piadosas reconocen su apoyo por la diestra del Se�or para su alabanza ( A. Shanks. ).

Salmo 64:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 63". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-63.html. 1905-1909. Nueva York.