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Salmos 89

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-52

Cantar� de las misericordias del Se�or por siempre.

Una cancion majestuosa

Este salmo es uno de los cantos m�s selectos de la noche. En medio de un torrente de pensamientos turbulentos se encuentra una hermosa isla de rescate y redenci�n, que proporciona espacio para el asombro y la adoraci�n; mientras la m�sica de las palabras, como el murmullo de un r�o, suena dulcemente en nuestros o�dos. El escritor estaba soportando amargos reproches y estaba casi destrozado por las graves calamidades de su naci�n.

Sin embargo, su fe era fuerte en la fidelidad de Dios, y por eso cant� sobre la estabilidad del pacto divino cuando la perspectiva de las circunstancias era oscura y triste. Ni jam�s cant� con m�s dulzura de lo que cant� en esa noche de su dolor.

I. El eterno constructor y su maravillosa obra ( Salmo 89:2 ). Puedo ver una gran masa de ruinas. Montones sobre montones yacen a mi alrededor. Un edificio majestuoso se ha derrumbado. Ha ocurrido alg�n terrible desastre. All� est�: cornisa, pilar, pin�culo, todo lo de ornamento y utilidad, roto, esparcido, dislocado.

El mundo est� sembrado de escombros . Viaja donde quieras, la desolaci�n est� ante tus ojos. �Qui�n ha hecho esto? �Qui�n ha derribado este templo? �Qu� mano ha arruinado esta magn�fica estructura? La virilidad, la virilidad es lo que ha sido destruido, y el pecado fue el agente que efectu� la ca�da. �Ay de la hombr�a que sea as� ca�da y destruida! Pero, �qu� m�s veo? Contemplo al gran Constructor original que sale de los palacios de marfil para deshacer este da�o; y no viene con implementos de destrucci�n, para derribar y destruir todo vestigio, sino que lo veo avanzar con plomada y sedal, para que pueda levantar, levantar y establecer sobre cimientos firmes un noble mont�culo que no se desmorone. con el tiempo, pero perdurar� a lo largo de todas las edades.

Viene con misericordia. As� que "dije" cuando vi la visi�n: "La misericordia ser� edificada para siempre". El salmista tiene la idea de que la misericordia de Dios se manifiesta en el edificio, porque hay que reparar una gran brecha y restaurar las ruinas de la humanidad. En cuanto a la edificaci�n, es una operaci�n muy sustancial. Un edificio es algo palpable y tangible para nuestros sentidos. Es posible que tengamos planes y esquemas que son solo visionarios, pero cuando se trata de construir, se est� haciendo algo real, algo m�s que inspeccionar el terreno y dibujar el modelo.

�Y, oh, qu� obra real ha hecho Dios por los hombres! �Qu� obra m�s real en el don de su amado Hijo! El producto de Su prop�sito infinito ahora se vuelve evidente. Est� cumpliendo Sus grandes designios seg�n el consejo de Su propia voluntad. Un edificio es tanto una cosa ordenada como una cosa fija. Hay un esquema y un dise�o al respecto. Se edificar� la misericordia. Veo que lo har�. Esto no es un mont�n de ladrillos disparados. Son piedras pulidas edificadas unas sobre otras.

La gracia y la bondad de Dios hacia m� no me han llegado por casualidad, o como la distribuci�n ciega de un Dios que se preocupa por todos por igual y por nadie con un prop�sito especial. No, pero ha habido tanta especialidad de prop�sito para m� como si yo fuera el �nico a quien amaba, aunque, alabado sea su nombre, ha bendecido y est� bendiciendo a multitudes de otros a mi lado. Ahora, piense en estas palabras: �edificado.

No se trata simplemente de un muro de misericordia largo y bajo que se forma, para hacer un cercado o para delimitar un l�mite, sino que es un magn�fico mont�n de misericordia, cuyas alturas elevadas atraer�n miradas de admiraci�n, que se est� construyendo. Dios pone misericordia sobre la misericordia, y nos da un favor para que estemos listos para recibir otro. Una vez m�s, quisiera leer este vers�culo con gran �nfasis, y les pedir�a que noten c�mo reprende a los orgullosos y altivos, y c�mo anima a los mansos y humildes de esp�ritu.

"He dicho que la misericordia ser� edificada para siempre". En la edificaci�n de los santos no hay nada m�s que misericordia. Ojal� tuviera una imaginaci�n audaz y clara, libre de todas las ideas de la mamposter�a de los hombres, libre para expandirse y a�n gritar: "Excelsior". Los palacios, me parece, son mezquinos, y los castillos y las catedrales son s�lo grandiosos en comparaci�n con los catres que anidan en la llanura. Incluso las monta�as, altas como la cordillera del Himalaya o anchas como los Andes, aunque sus picos sean tan elevados para nuestro c�lculo, son meras manchas en la superficie del gran globo en s�, y nuestra tierra es peque�a entre los orbes celestiales, una hermana peque�a de los planetas m�s grandes.

Las cifras me fallan bastante: mi descripci�n debe dar otro giro. Intento, y lo intento de nuevo, darme cuenta del levantamiento gradual de este templo de misericordia que ser� edificado para siempre. Dentro de los l�mites de mi d�bil visi�n puedo discernir que se ha elevado por encima de la muerte, por encima del pecado, por encima del miedo, por encima de todo peligro; se ha elevado por encima de los terrores del d�a del juicio; ha superado el �naufragio de la materia y el derrumbe de los mundos�; se eleva por encima de todos nuestros pensamientos.

Nuestra dicha asciende por encima de los placeres de un �ngel, y �l tiene placeres que nunca fueron detenidos por una punzada; pero no conoce el inefable deleite de la gracia inmerecida y el amor moribundo. La edificaci�n continuar� por toda la eternidad.

II. Cantante eterno ( Salmo 89:1 ). Aqu� hay una resoluci�n buena y piadosa: "Cantar�". Se pretende el canto del coraz�n y se expresa el canto de la voz, porque �l menciona su boca; e igualmente cierto es que el canto de su pluma est� impl�cito, ya que los salmos que escribi� eran para que otros los cantaran en las generaciones siguientes.

"Cantar�". No podemos impartir nada al gran templo que est� construyendo; sin embargo, podemos sentarnos y cantar. Este canto de alabanza a Dios es una pasi�n espiritual. El alma salva se deleita en el Se�or y canta sin cesar y sin cansarse. �Cantar� por siempre�, dice. No, "conseguir� que otros act�en y luego me retirar� del servicio"; sino m�s bien, �yo mismo cantar�: mi propia lengua tomar� el solo, cualquiera que se niegue a unirse al coro.

Cantar�, y con mi boca dar� a conocer tu fidelidad �. Ahora, observe su tema. "Cantar� de las misericordias del Se�or". �De nada m�s? �Son las misericordias del Se�or su tema exclusivo? �Arma virumque cano� - �Las armas y el hombre, yo canto�, dice el poeta latino. �Misericordias y Dios m�o, canto�, dice el vidente hebreo. �Cantar� misericordias�, dice el cristiano devoto.

�sta es la fuente de la misericordia, de la cual si un hombre bebe, cantar� mucho mejor que el que bebe de la fuente de Castalian, y en el Parnaso comienza a afinar su arpa. Este canto de Ethan ten�a la intenci�n de ser instructivo. �Qu� clase de clase quer�a ense�ar? Ten�a la intenci�n de dar a conocer la misericordia de Dios a todas las generaciones. El pensamiento moderno no se aventura m�s all� del diezmo de un siglo, y se vuelve d�cil y de mal gusto antes de que la mitad de ese peque�o lapso de sensacionalismo le haya dado tiempo para evaporarse.

Pero los ecos de la verdad no son tan pasajeros; perduran, y por medio de la imprenta podemos ense�ar generaci�n tras generaci�n, dejando libros detr�s de nosotros como este buen hombre ha legado este salmo, que nos est� ense�ando esta noche, quiz�s m�s ampliamente de lo que ense�� a cualquier generaci�n m�s cercana a �l. �Transmitir�s testimonios benditos a los hijos de tus hijos? Deber�a ser su deseo de hacer algo en la vida presente que vivir� despu�s de que usted se haya ido.

Instintivamente anhelamos una especie de inmortalidad aqu�. Esforc�monos por conseguirlo, no grabando nuestros nombres en alguna piedra, o escribiendo nuestros epitafios en un pilar, como hizo Absal�n cuando no ten�a nada m�s para conmemorarse; pero ponte manos a la obra para hacer algo que ser� un testimonio de la misericordia de Dios, que otros ver�n cuando te hayas ido. ( CH Spurgeon .)

Las misericordias de Dios no pactadas

Ethan fue el autor de este salmo. Pertenece al reinado temprano de Roboam y a la invasi�n de Sisac. Cuando Ethan record� y sopes� las cl�usulas del pacto, y las compar� con los hechos pol�ticos de este a�o angustioso, su mente se sumi� en una agitaci�n y angustia de la que no pudo encontrar alivio, salvo en la gran aventura y conclusi�n de la fe. que las calamidades que hab�an ca�do sobre el reino y la simiente de David eran, despu�s de todo, s�lo las correcciones amorosas mediante las cuales Dios los estaba castigando por sus transgresiones; y que, por lo tanto, lejos de romperse, Dios estaba cumpliendo Su pacto con ellos.

Incluso los pactos de Dios con los hombres son ejemplos particulares de Sus caminos generales, de Sus tratos con la humanidad en general; de modo que, en el sentido m�s completo que se puede hacer que expresen las palabras, es verdad que su misericordia permanece para siempre, que su fidelidad se extiende a todas las generaciones. Existe la impresi�n generalizada de que existe una enorme y radical diferencia entre lo que se llama la misericordia de Dios pactada y no pactada; que si no fuera por ciertas promesas que ha hecho y ciertos compromisos en los que ha entrado, poco tendr�amos que esperar de �l.

La doctrina de los pactos juega, y debe jugar, un papel importante en todo sistema de teolog�a. Pero toda promesa divina no es m�s que una expresi�n limitada de un principio general. Cada pacto divino, incluso si se hace con unos pocos, es sin embargo hecho para el beneficio de muchos, y s�lo puede ser un ejemplo de Sus caminos, una ilustraci�n de una misericordia tan amplia como los cielos y de una fidelidad que se extiende. a todas las generaciones de la humanidad.

Dios no puede hacer ninguna promesa que sea incompatible con su car�cter. Cualquier atisbo moment�neo que podamos captar de la actitud de Dios hacia los hombres revela su actitud constante e inmutable. Para todo hombre que lo ama, conf�a y le sirve, ser� todo lo que fue para David. .. �Qui�n puede negar la misericordia de esa alta Voluntad que hizo de la ley de la retribuci�n la ley - o m�s bien, una de las leyes - de la vida humana? En cuanto a la inexorable severidad con la que se administra esta ley de retribuci�n, �c�mo no reconocer que necesita ser administrada con una severidad invariable y constante? Toma todos los hechos de la experiencia humana, entonces, y sentir�s que hay misericordia incluso en esa ley de retribuci�n que parece m�s opuesta a la regla de una Infinita Compasi�n y Amor.

Si crees tanto en una obra de redenci�n como en una ley de retribuci�n, no hay absolutamente ninguna raz�n por la que no debas cantar, con Ethan, de una misericordia que se edifica para siempre y de una fidelidad que se establece. en los cielos que todo lo abarca. ( Samuel Cox, DD .)

Versículo 2

Porque he dicho: La misericordia se edificar� para siempre.

La construcci�n de un buen gobierno para el mundo

I. Un buen gobierno para el mundo es algo deseable. La sociedad humana dif�cilmente ser�a posible sin un gobierno.

II. Est� destinado a establecerse un buen gobierno para el mundo ( Salmo 89:3 ). El Supremo aqu� promete de la manera m�s solemne el establecimiento de un gobierno en el mundo del cual el de David es del tipo m�s imperfecto, a saber. el reinado moral de Cristo. Este reinado ser� el reinado de la verdad y el amor, y alg�n d�a ser� proporcional a la raza.

III. Un buen gobierno para el mundo ser� criado por la misericordia y la fidelidad. La �misericordia� y la �fidelidad� ser�n los elementos que la compondr�n. Como todas las grandes monta�as de la naturaleza est�n construidas con ciertos elementos, todas las instituciones grandiosas y ben�ficas del mundo est�n construidas con misericordia y fidelidad. ( Homilista .)

La casa de la misericordia

(a los ni�os): - Aqu� se compara la piedad con un edificio.

I. El constructor. Los extra�os cuando visitan esta gran metr�polis y ven algunos de sus edificios notables, como la Catedral de San Pablo, por ejemplo, se preguntan con mucha naturalidad: "�Qui�n fue el constructor de este hermoso edificio?" La respuesta ser�a "Sir Christopher Wren".

1. Un constructor sabio.

2. Un gran constructor.

II. El nombre del edificio. La casa de la misericordia.

1. Un nombre muy bonito.

2. Un nombre m�s justo y propio. Todo ni�o peque�o que va a la puerta de esta Casa de la Misericordia y pide ser admitido, es recibido instant�neamente; y, cuando es admitido, ese ni�o recibe de Aquel que levant� el edificio las mejores misericordias: la misericordia del perd�n, la misericordia de la aceptaci�n, la misericordia de la adopci�n, la misericordia de la santidad y de un t�tulo al cielo.

III. Los cimientos del edificio. Jesucristo ( 1 Corintios 3:11 ).

IV. Los apartamentos del edificio.

1. El almac�n, que contiene alimentos valiosos. El pan de vida, etc. Tambi�n medicina para los enfermos y los enfermos. El b�lsamo de Galaad, etc.

2. El guardarropa, que contiene el manto de justicia, las vestiduras de salvaci�n, etc.

3. La armer�a ( Efesios 6:13 ).

4. La biblioteca, que contiene libros de historia; libros de doctrina; libros de promesas; libros de amenazas (todos ellos encuadernados en negro y son libros de aspecto espantoso, aunque de gran importancia); libros de preceptos; libros de canciones, y �oh, qu� bellas canciones! los c�nticos de David y otros dulces cantores de Israel; libros de profec�a; y libros de experiencia, como los Salmos, Lamentaciones y Job.

V. Las excelencias del edificio. Est�&mdash

1. Antiguo.

2. Grandes.

3. Comodioso.

4. Hermoso.

5. Alto.

6. Durable.

Si miras un edificio en esta ciudad que tiene diez a�os, ver�s que muestra los efectos de los elementos sobre �l; oye rastros de escarcha, humo y lluvia. Pero no hay ning�n cambio en este hermoso edificio. Es muy c�modo. Hay todas las comodidades dentro de estas paredes para todos sin excepci�n. Est� lleno de luz. Hace calor. No hay invierno fr�o dentro de ese noble edificio.

VI. Los habitantes del edificio.

1. Todos perdonados.

2. Todos los hijos e hijas del Dios viviente.

3. Todo hermoso, sin deformidades.

4. Todos felices.

VII. El camino al edificio. Todo el que entra est� convencido de tres cosas:

1. Que es un pecador.

2. Que est� en peligro del infierno.

3. Que nunca ser� salvo hasta que entre en este Edificio de la Misericordia.

VIII. La puerta del edificio. La justicia de Cristo: lo que hizo, lleg� a ser y sufri�.

IX. Los sirvientes emplearon para invitar a los pecadores a entrar al edificio. ( A. Fletcher, DD .)

Tu fidelidad establecer�s en los mism�simos cielos.

El establecimiento de la fidelidad de Dios

Dios nos lleva al conocimiento consciente y al disfrute de su fidelidad.

I. Manteniendo las promesas de Su gracia para nosotros.

II. Involuc�ndonos en un trabajo especial. Aunque tengamos la omnipotencia de nuestro lado, Dios emplear� hasta la �ltima gota de nuestra fuerza. �l no nos ahorrar� pensamientos, ansiedad, problemas, resistencia, trabajo, no, ni siquiera alguna medida de desilusi�n, nada que pueda conducirnos a convertirnos en trabajadores que no tienen por qu� avergonzarse y soldados que pueden soportar la dureza. ( JP Gledstone. )

La fidelidad de dios

Ese es un salmo de Navidad elegido para el d�a, y es el salmo de valent�a intr�pida, porque es una canci�n que canta siempre la misericordia del Se�or; sale de las tinieblas de la desolaci�n, no ve motivo alguno para que la alegr�a lo haga sonar mientras canta. El cantante se encuentra, nos dice, en el coraz�n de una gran consternaci�n. La causa de Dios est� en ruina, desprecio, impotencia y miseria. Y, sin embargo, no tiene m�s que una canci�n, y debe cantarla desafiando a su generaci�n.

Ning�n deshonor lo derrotar�, ninguna oscuridad lo ahogar�, ninguna duda o vacilaci�n, ninguna pena o ira nublar� su mirada hacia arriba ni detendr� el derramamiento de su alma. Las viejas palabras cantar�n de sus labios, que nunca han fallado en todos estos largos a�os. Recurrir�amos a este cantante de anta�o para preguntarle c�mo fue que conserv� su heroica confianza. �Cu�l era su secreto, en medio de esos problemas del viejo mundo, por cuya fuerza todav�a cantaba en este inquebrantable canto de victoria? �Puede pasarnos el secreto a nosotros que lo necesitamos con tanta urgencia?

1. Primero, conf�a absolutamente en una palabra que Dios ha pronunciado una vez, en una promesa que Dios le ha dado ( Salmo 89:3 ). Dios lo ha dicho, Dios lo ha jurado. �Eso es en lo que conf�a! Esto parece tan simple, pero para estimarlo correctamente, recordemos que tocamos aqu� esa concepci�n elemental de Dios que diferenciaba la religi�n jud�a de todas las dem�s.

El jud�o se aferr� a Dios por este t�tulo principal, que era un Dios que guardaba su palabra. Un Dios justo, as� lo llam�, y por justicia se refer�a a un Dios en cuya palabra se puede confiar, y un Dios que nunca fall� en Su promesa. Este es el significado vital del jud�o: fue el primero que tom� a Dios en serio, el primero en creer que Dios quiso decir lo que dijo, que lo que dijo lo habl� con un prop�sito real y fijo, y habiendo hablado, se mantuvo atado por Su propio pronunciamiento.

2. En segundo lugar, para justificar su propia seguridad confiada, corrobora su creencia en la coherencia verbal de Dios al mirar esa otra obra suya, el vasto tejido de la Naturaleza ordenada. All� se mueve en su soberbia perseverancia, el testimonio inamovible de la lealtad inmutable de Dios. En todas partes entre la secuencia de cambios infinitos, la palabra creativa original de Dios se mantiene inmutable y verdadera ( Salmo 89:8 ).

Seguramente si a un jud�o se le hubiera permitido saber lo que sabemos de todo lo que la ciencia nos dice sobre las uniformidades de la naturaleza, sobre la persistencia y conservaci�n de la fuerza, habr�a visto en estas revelaciones, no como nosotros tan est�pidamente, los t�rminos de un mecanismo imp�o, pero exactamente la frase que mejor informar�a su seguridad de un Dios inminente. Todo lo que le hablaba de la permanencia inmutable de una ley natural por debajo y a trav�s de todo cambio le hablaba directamente de Dios mismo.

Uniformidad, constancia, conservaci�n, s�, eso es lo que desea encontrar con toda el alma en el mundo que Dios ha hecho. Esa es la evidencia a la que se aferra de un Dios que cumple su promesa, cuya palabra nunca deja de ser, el mismo ayer, hoy y por los siglos.

3. En tercer lugar, encuentra un testimonio similar proporcionado por las s�lidas seguridades de la historia. �T� has subyugado a Egipto�: Dios lo ha hecho, y si lo ha hecho, seguramente no en vano, �seguramente no sin un prop�sito fijo y final! Un acto hist�rico como ese es una promesa hecha por Dios: "�Comenz� �l y no terminar�?" Aqu� nuevamente es la fidelidad de Dios a lo que se apela. ��l guarda su promesa para siempre�, la promesa sellada por sus obras; �l se demostrar� consecuente; si da un paso, lo seguir� con otro; si da una decisi�n, la mantendr�.

Ese es el significado de los hechos reales realizados en la historia. Son apuestas puestas frente a frente que no se pueden retirar. Ponen el honor y el poder bajo obligaci�n, y �l no puede darse el lujo de retractarse. Y Dios es honorable; Tiene una reputaci�n que mantendr� clara a todos los peligros. Y Dios ha hecho Su elecci�n; Ha dejado sus apuestas, se ha puesto de su lado, ha arriesgado su honor, lo hizo cuando sac� a Israel de Egipto.

Lo ha hecho desde entonces a lo largo de la larga historia de su pueblo a quien hab�a engendrado y pastoreo, en quien puso su nombre; �l ha consumado esto con los pasos adicionales que tom� cuando fue a darle un rey a Israel y eligi� a David para el reino. �T� hablaste�, contin�a nuestro salmo, �A veces hablaste en visiones y dijiste: He encontrado a David�, etc. Todo esto se ha hecho, est� escrito en las p�ginas registradas en la historia que no se pueden borrar.

Lo que est� hecho no se puede deshacer, y lo que Dios ha hecho une a Dios como ata a un hombre. Su voluntad se ha desviado, nunca lo contradecir�. Esa es la libertad Divina, que �l se une a S� mismo por Sus propias obras y Sus propias palabras. Su verdad una vez m�s es Su verdad, Su justicia es la seguridad de que �l nunca dejar� de justificarse a s� mismo. No, incluso si el testimonio de la naturaleza fallara, el testimonio de los propios actos de Dios en la historia permanecer�a.

Dios es veraz, Dios cumple su palabra. No queremos nada m�s con lo que reunirnos el a�o que tenemos por delante. Puede haber ansiedades y la sensaci�n de problemas sociales y una perspectiva nebulosa, pero nada nos robar� nuestra canci�n. ( Canon Scott Holland .)

Fidelidad divina

Un ministro erudito, que atend�a a un cristiano anciano en una vida humilde, cuando estaba en su �ltima enfermedad, coment� que el pasaje en Hebreos 13:5 , �No te dejar�, ni te desamparar�, era mucho m�s enf�tico en el idioma original que en nuestra traducci�n, en la medida en que conten�a no menos de cinco negativos en prueba de la validez de la promesa divina, y no meramente dos, como aparece en la versi�n inglesa; con esta observaci�n pretendiendo transmitirle que, como consecuencia del n�mero de negativos, la promesa se expres� con mucha m�s fuerza en el idioma original que en el ingl�s.

La respuesta del hombre fue muy simple y sorprendente: "No tengo ninguna duda, se�or, de que tiene usted toda la raz�n, pero puedo asegurarle que si Dios hubiera hablado una sola vez, yo le habr�a cre�do de todos modos".

Versículo 5

Y los cielos alabar�n tus maravillas, oh Se�or.

La maravilla de dios

I. Su maravilla es la inspiraci�n de la adoraci�n universal. El asombro, la reverencia, el asombro, entran en el culto m�s elevado, pero estos no podr�an existir si el objeto fuera comprendido completamente.

II. Su maravilla se ve en su fidelidad. �Qu� maravilloso que haya permanecido inalterado e inalterable en medio de todos los cambios de la naturaleza, todas las revoluciones de milenios! Siempre fiel a s� mismo y a su palabra, sin desviarse de sus promesas, sin desviaciones de sus planes.

III. Su maravilla se manifiesta en su absoluta incomparableidad. ( Isa�as 40:18 ; Deuteronomio 33:29 ; Sal 53:10; Salmo 71:19 .) ( Homilista .)

Versículo 6

Porque, �qui�n en los cielos puede ser comparado con el Se�or?

La grandeza de dios

El Dios verdadero, Soberano del cielo y de la tierra, es incomparablemente grande:

I. En Su ser y existencia.

1. Eterno.

2. Perfecto.

3. Independiente.

4. Incambiable. No hay tiempos verbales con Dios: pasado, presente y por venir; pero un eterno ahora.

II. En sus atributos y perfecciones.

1. Santidad.

2. Sabidur�a y conocimiento.

3. Poder.

4. Justicia.

5. Paciencia.

6. Amor y bondad.

III. En sus obras.

1. Creaci�n.

2. Providencia.

3. Redenci�n y salvaci�n humana.

Inferencias concluyentes.

1. �Es Dios tan grande? - �Qu� horrible naturaleza es el pecado y la rebeli�n contra tal Dios! Yo - s�, �horrible el pecado y la locura que intenta oponerse a Dios!

2. Si Dios es tan grande, �cu�nto amor, reverencia, adoraci�n y obediencia le debemos!

3. �Es Dios tan grande? �Cu�l debe ser Su condescendencia para notar criaturas como nosotros!

4. Si Dios es tan grande, �qu� debe ser estar bajo su ira para siempre!

5. Si Dios es tan grande, �qu� ser� de disfrutar de su amor, favor y presencia para siempre? ( T. Jones .)

Versículo 7

Dios es muy temido en la asamblea de los santos.

Un encuentro social modelo

Los hombres se re�nen en grandes multitudes para obtener placer, consejo y adoraci�n. El texto indica una reuni�n social del m�s alto tipo.

I. Los personajes unidos en este encuentro. La palabra "santo" significa una persona santificada o piadosa.

II. La presencia Divina en este encuentro. Dios est� en esta "asamblea". Todos los miembros "est�n relacionados con �l".

1. Se ve m�s de Dios en estas asambleas de lo que se puede ver en otras partes de la tierra. Se ve m�s de Dios en los pensamientos, emociones y aspiraciones del alma santa de lo que el brillante firmamento puede revelar.

2. Se siente m�s de Dios en estas asambleas de lo que se puede sentir en otras partes de la tierra.

III. El esp�ritu celestial que impregna esta reuni�n. Dios es grande, grande en bondad all�, y ellos tienen una gratitud reverente; �l es grande en gloria all�, y ellos tienen adoraci�n reverente. ( Homilista .)

Sobre el temor de dios

I. Las razones que hacen necesario y conveniente un gran temor de Dios, en los servicios religiosos.

1. El misterio y la falta de b�squeda de Dios, y de todas esas cosas que emplean nuestra mente en la adoraci�n.

2. La plenitud infinita de la gloria peculiar, que reside en el Ser Divino.

3. Su Majestad, como Creador, Legislador y Juez de la humanidad.

4. La sublime majestad que aparece en el car�cter y procedimiento de Dios en la obra de redenci�n.

(1) Su primera proyecci�n en los soberanos consejos de Dios.

(2) Los terribles acontecimientos que han sucedido en subordinaci�n a esta obra y, por as� decirlo, para dejar lugar a su gloria.

(3) � C�mo pensaremos o hablaremos de esa majestad inefable, que emana del Hijo de Dios, cuando lo contemplamos descendiendo a nuestra baja naturaleza y logrando la misteriosa compra de la salvaci�n!

(4) La terrible majestad que acompa�a a la obra del Esp�ritu al aplicar la redenci�n a las almas de los elegidos.

II. La cualidad de este santo temor.

1. Nuestro temor de Dios, al acercarnos solemnemente a �l, no es digno de ser llamado "gran" temor hasta que comienza casi a abrumar la fuerza tanto del alma como del cuerpo.

2. Aquellos que temen a Dios grandemente son llevados a un sentido apremiante de su necesidad de refugio y apoyo mediante una aplicaci�n fresca y poderosa de Cristo a sus almas.

3. Este gran temor hace que el alma sea sumamente deliberada, cautelosa y diligente en la preparaci�n para las temporadas m�s solemnes de comuni�n con Dios.

4. Este temor le da al alma un impulso tal que la hace romper toda desgana en los ejercicios de abnegaci�n y mortificaci�n del pecado.

5. Donde se teme grandemente a Dios, habr� mucha consideraci�n por sus instituciones sagradas, incluso en sus circunstancias m�s �nfimas.

6. Tambi�n habr� mucha frialdad e indiferencia en cuanto a aquellas circunstancias externas en los deberes religiosos que atraen la atenci�n principal de las mentes carnales.

7. Este gran temor de Dios eleva el alma por encima del temor cobarde del hombre o de los sufrimientos externos en la causa de Cristo.

8. La grandeza de este temor de Dios se manifiesta por una adhesi�n imp�vida al pueblo de Dios en los tiempos m�s peligrosos.

9. Este gran temor mantiene al hombre a una distancia espantosa de las contaminaciones del mundo. El placer profano, las ganancias injustas, las bromas profanas, no son mejores, a los ojos de un hombre as�, que una taza de veneno endulzado.

10. El gran grado de este santo temor se manifiesta por los vehementes transportes de alegr�a, gratitud y triunfo que acompa�an a un sentido refrescante del amor de Cristo.

Solicitud:&mdash

1. A los que est�n preocupados y turbados de esp�ritu, por estar desprovistos del verdadero temor de Dios.

(1) Tenga cuidado de reprimir sus convicciones o de permitir que otros las echen a perder.

(2) Cu�dense de descansar en convicciones, o de pensar que est�n a salvo, simplemente porque ven la miseria de su estado.

(3) Usen su mayor esfuerzo para ponerse en las manos de Cristo, sin reservas, para que �l pueda atraerlos poderosamente hacia �l y llevarlos al verdadero temor de Dios.

(4) No llegu�is a la conclusi�n de que vuestro estado es bueno hasta que encontr�is en vosotros una luz santa y una propensi�n santa de alma, que os lleve a desear y a deleitaros en el temor de Dios por s� mismo ( Nehem�as 1:11 ). .

2. A los que saben experimentalmente lo que es temer a Dios y temerle mucho.

(1) Glorifique la misericordia distintiva de Dios. Es posible que haya sido endurecido, como otros.

(2) Cuidado con descansar en tus logros y marcos. Estos son efectos preciosos de la gracia; pero no son tu justicia delante de Dios.

(3) Tenga cuidado de no perder lo que ha logrado. �Ret�n lo que tienes�, etc.

(4) Seguir adelante, en pos de una mayor perfecci�n en el servicio de Dios. Los que se creen perfectos no lo son, pero son sinceros.

(5) Lucha por la conversi�n de los dem�s. Procure con fervor que el poder y la majestad de Dios sean m�s gloriosamente visibles en Su santuario y en la vida de los que profesan ser cristianos. ( John Love, DD .)

Reverencia

La reverencia se define como esa susceptibilidad espiritual de nuestra naturaleza por la cual tocamos y realizamos lo sagrado en la vida. Comparando la reverencia con el asombro, existe el elemento de miedo en ambos. El miedo entra en la reverencia y el miedo en el asombro. Pero existe esta importante diferencia: el miedo en la reverencia nace del amor. El ni�o que venera a su padre teme porque ama. Pero la reverencia tiene en s� tanto respeto como miedo.

Un muchacho respeta a su madre, pero no puedes respetar una monta�a o el sol. Puedes admirar estos. De modo que en el asombro hay admiraci�n, mientras que en la reverencia hay respeto; y el respeto s�lo puede ser moral en su naturaleza y personal en su objeto. Ahora bien, �cu�les son esos objetos que son los �nicos que pueden inspirar verdadera reverencia, objetos en los que la �poca ha perdido verdaderamente la fe y en el ir de la fe ha habido el ir de la reverencia?

1. Existe el m�s elevado de todos los objetos: Dios. Pero, �cu�l ha sido la ense�anza de la �poca? La respuesta es "Ciencia de los materiales". La �poca ha producido la vivisecci�n (en inter�s, por supuesto, de la ciencia), y no s�lo la vivisecci�n f�sica sino literaria, y esto ha dado lugar a la irreverencia. Las cosas m�s sagradas de la vida est�n cortadas en las tablas de disecci�n de nuestra literatura, como el matrimonio, la castidad, la mujer, la verdad, el s�bado.

El resultado de todo esto es que la era ha perdido la fe real en Dios; me refiero a la fe que ten�a Oliver Cromwell. Gran parte de la fe que queda es a medias, irreal y semi-atea o semi-agn�stica.

2. Desde el Ser Divino - el objeto m�s elevado posible - llegamos a la revelaci�n de este Ser Infinito contenida en las Sagradas Escrituras. La �nica reverencia adecuada, seg�n la noci�n de mucha gente, es poner el Libro Sagrado en un estante por s� mismo, y nunca cometer el sacrilegio de abrir sus p�ginas con manos imp�as; y cuando el polvo se espese en sus cubiertas, no cometer el sacrilegio de quitar el polvo con una cosa tan profana como un plumero.

Esa es la forma en que muchas personas muestran su reverencia por este Libro sagrado. Adem�s, en esta generaci�n ha crecido una gran literatura b�blica: i. e ., una literatura sobre la Biblia, libros de exposici�n y comentario y teolog�a sobre los diferentes libros de la Biblia, y el resultado es que incluso el estudiante de la Biblia se encuentra cara a cara con una gran tentaci�n, una tentaci�n peculiar de nuestro veces, es decir, de leer esos libros sobre la Biblia y descuidar la lectura de la Biblia misma.

Adem�s, ya no creemos �para decirlo en extremo� que este Libro cay� del cielo, como se dice que hizo el Cor�n. El esp�ritu de la �poca nos ha convencido de que es la producci�n de la tierra. El hombre, bajo la inspiraci�n divina, fue el escribiente; el hombre como profeta, sacerdote, salmista, ap�stol; el hombre en muchos lugares, en muchas ocasiones; el hombre con sus poderes elevados a lo m�s alto - pero, a�n hombre, exhibiendo en todas partes la mano humana; hombre, hombre real, y no una mera m�quina.

Tenemos el tesoro en una vasija de barro. Nuestro d�a ha puesto de relieve la dureza o la terrenalidad de la vasija, que existe el peligro de que olvidemos el tesoro o de hacer que el tesoro tambi�n sea de tierra.

3. Despu�s del objeto de la Biblia llegamos al objeto del hombre. El hombre debe inspirar reverencia en el hombre. Pero nuestra �poca es esencialmente democr�tica y, si bien creemos de todo coraz�n en la democracia, este esp�ritu, sin embargo, ha contribuido a la irreverencia. La democracia predica la doctrina de los derechos del hombre sobre la base amplia de la hombr�a, independientemente de su lugar en la sociedad. Y al transferir el �nfasis del mero lugar, nacimiento, posici�n, pertenencias, rango a car�cter, valor excelente, cerebro, servicio, sabidur�a, ha tendido a destruir la reverencia basada en las primeras cosas y a crear una reverencia basada en las �ltimas. .

Pero mientras el esp�ritu democr�tico ha tendido as�, ense��ndonos que el cerebro y el coraz�n, la vida y el car�cter, el esp�ritu y el servicio, hasta ahora subestimados quiz�s, o incluso completamente descuidados cuando no est�n ligados al estatus social, deben ser, dondequiera que se encuentren, el objeto de nuestro respeto y homenaje, y que ning�n hombre con una chispa de respeto por s� mismo deber�a hacerse el esnob y inclinarse ante la riqueza y la posici�n solo por su propio bien, al mismo tiempo, este esp�ritu democr�tico ha tenido una tendencia malsana en muchos pa�ses. , incapaz de discriminar entre hombre y hombre.

Escuchas la frase "Jack es tan bueno como su amo" y "Un hombre es tan bueno como otro". Todo esto tiende a la destrucci�n de la fe en el hombre y, por tanto, de la reverencia al hombre. Cuando la fe en el hombre desaparece, la reverencia hacia �l no puede continuar. �C�mo puedo reverenciar al hombre si cada hombre est� en mi propio nivel? Para reverenciar al hombre, debo ser capaz de mirar hacia arriba, y no hacia �l ni hacia �l a mi propio nivel.

4. El cuarto objeto es la naturaleza humana, y esta viene despu�s de la del hombre; y pregunto: �No es c�nico el temperamento de la �poca? �Qu� fe hay en el desinter�s? La pregunta de Satan�s se repite constantemente: "�Teme Job a Dios de balde?" Se cuestiona la motivaci�n pura y desinteresada del servicio cristiano. El esp�ritu c�nico es fatal para cualquier fe en la naturaleza humana. No podemos reverenciar aquello en lo que no tenemos fe.

Pero debemos reverenciar la naturaleza humana y, por lo tanto, debemos tener fe en ella. La naturaleza humana degradada puede convertirse, como a menudo se ha convertido, en una naturaleza humana redimida y santificada. Ning�n hombre est� tan bajo en el hoyo que no pueda ser excavado. Lo peor de lo que no debemos desesperar. La bondad desinteresada es una gran posibilidad para todo hombre, como es una bendita actualidad para algunos. Cuando pensamos en las grandes almas de la tierra como Francis o Elizabeth Fry o John Howard, quienes f�cilmente renunciaron a la comodidad, la comodidad, el refinamiento y la vida civilizada, e incluso la vida misma, porque ten�an un amor apasionado por Cristo y por los hombres, estamos lleno de un nuevo "respeto por nuestra naturaleza y una nueva esperanza para el mundo".

5. El �ltimo objeto que mencionar� como fuente leg�tima de reverencia es el pasado. El poderoso pasado deber�a despertar en m� el sentimiento de respeto; no todo el pasado, porque mucho hubo en la vida de ayer a lo que s�lo podemos renunciar y denunciar en nuestra vida de hoy. A�n las ra�ces de nuestra vida de hoy est�n en la tierra de ayer. El presente siempre tiene sus ra�ces en el pasado. Recordemos

(1) Que nuestro d�a no es perfecto. Hay mucho que deplorar en general; hay tendencias peligrosas en el aire.

(2) Lo bueno que hay en nuestra vida hoy tiene sus ra�ces en la vida de ayer. El conocimiento de que la vida de nuestro d�a es mejor que la vida de ayer no debe privarnos del respeto por el d�a de nuestros comienzos. Pero nuestro verdadero comienzo es Dios. Dios es nuestra fuente y nuestra meta. La religi�n va tanto hacia atr�s como hacia adelante. Detr�s de nosotros est�n los reformadores, los padres, los ap�stoles, los profetas, los patriarcas, Dios. ( P. McPhail. )

Versículo 8

Hice un pacto con mi escogido, hice un juramento a mi siervo David .

El pacto de redenci�n

El salmista est� anticipando el tiempo en que las familias de la humanidad deber�an ser levantadas de una condici�n de ruina espiritual, cuando el pacto deber�a serles devuelto, por el cual deber�an ser devueltas a un estado de reconciliaci�n y amistad con Dios. Este tejido naciente que el salmista contempla aqu�, por lo tanto, en lugar de ser un edificio de prosperidad temporal, se nos presenta como un gran templo espiritual, cuyo plan est� trazado en las edades eternas, y cuya edificaci�n y consumaci�n es a ser efectuado por el eterno Hijo de Dios.

I. El origen del pacto de gracia. Fue ideado y puesto a pie por Dios mismo. No fue para propiciar al Padre que Cristo vino al mundo. Dios am� tanto al mundo que envi� a su Hijo al mundo. Aqu�, por tanto, est� nuestra seguridad. Es el propio juez quien firma la liberaci�n del preso. Es el Acreedor infinito mismo que nos perdona todas nuestras deudas. Es el Rey cuyas leyes hab�amos quebrantado, contra cuyo trono hab�amos conspirado y cuyo cetro hab�amos echado a un lado; �l es quien por amor y misericordia hacia nosotros, y en los concilios de la sabidur�a infinita, origin� ese pacto por el cual podemos ser restaurados a Su amistad y reconciliaci�n.

II. Con quien se hizo este pacto. �Mi escogido�, el eterno Hijo de Dios. Tanto de forma activa como pasiva, Cristo gestiona todo el asunto de nuestra salvaci�n. Por lo tanto es&mdash

1. Eterno.

2. Perfecto.

3. Seguro.

III. Para beneficio de qui�n estaba destinado este pacto, ( 1 Timoteo 2:4 ; Juan 3:16 ; 1 Juan 2:2 ) ( D. Moore, MA .)

Versículo 9

T� gobiernas el furor del mar; cuando sus olas se levantan, las calmas.

El gobierno divino de los tumultuosos

I. �l gobierna el mar material. �Cu�n furioso se pone a veces el viejo oc�ano, c�mo sus olas a menudo se elevan como monta�as, rugen como leones y luchan como demonios! Pero Dios los gobierna. Les ha puesto un l�mite. "�l tiene las aguas en el hueco de su mano".

II. �l gobierna el mar mental. El oc�ano material no es m�s que un d�bil emblema de los mares mentales, que son mil veces m�s profundos, m�s grandes y m�s horribles.

1. Existe el mar del pensamiento. En cada mente individual, los pensamientos surgen y se rompen como olas en la orilla, y con frecuencia son muy tumultuosos. En este globo hay no menos de mil doscientos millones de mares de este tipo, y �cu�l es la poblaci�n de este globo en comparaci�n con la poblaci�n mental del universo? �l gobierna todos estos mares, los gobierna a todos incluso en su condici�n m�s furiosa.

2. Existe el mar de la pasi�n. �C�mo arden a menudo las pasiones de los hombres en los individuos, las comunidades, las naciones! �Qu� furor, tambi�n, las pasiones del infierno! Pero Dios los gobierna a todos. ( Homilista .)

Dios gobierna la tormenta

I. Nadie que haya visto el mar y la destrucci�n que caus� podr�a dejar de darse cuenta de la impotencia de los hombres en presencia de las fuerzas que nos rodean. Los espectadores solo pod�an preguntarse. La vida estaba en peligro: se salv� con riesgo de vida. Todo honor a los hombres que aplicaron su conocimiento de los caminos del mar; que, con la propia vida en sus manos, buscaron salvar - y consiguieron, tambi�n, rescatar - a sus compa�eros de una tumba de agua.

II. La bondad de Dios al refrenar esas fuerzas contra las que estamos tan indefensos. Hay un punto m�s all� del cual no pueden ir. Es cierto que existen leyes de control. Si el mar, que se eleva bajo la influencia del sol y la luna, alcanza un punto muy alto, otras fuerzas impiden que vaya m�s lejos. Pero, �de d�nde derivan estas fuerzas su existencia? No en el material en s�. Es la obra de Su poder.

��l gobierna el furor del mar�, etc. As� descubrimos orden y dise�o en toda la gama de las obras de Dios; si una fuerza presiona hacia abajo, otras presionan hacia arriba; si una fuerza pone en peligro la existencia de los hombres, otra fuerza la controla; si en una direcci�n hay peligro, en otra direcci�n se encuentran los medios de seguridad.

III. La tenencia incierta sobre la que se nos asegura el bien material. En cada combinaci�n hay semillas de destrucci�n en el material mismo.

IV. Dios est� siempre presente en las diversas condiciones de nuestra vida. �Puede estar presente en esa tormenta? �Vio el peligro de aquellos que estaban en peligro de muerte? No, no podr�a estar all�, es la conclusi�n apresurada de la mayor�a de nosotros. Cuando sus olas nos abruman, �puede estar all�? �No se solt� el mar de su mano? No; �l gobierna la furia del mar. Hay un cierto grado en el que puede alejarse de su curso normal, pero entonces est� tan bajo control como cuando, con su superficie lisa y vidriosa, yace tomando el sol del verano.

�Y por qu�? Porque por sus leyes �l est� all�. La fuerza es Su fuerza, ya sea tormenta o calma. �Destruye entonces? No; la destrucci�n es s�lo para lo que transgrede en el mar. Su objeto es la salud, y la tormenta es la acci�n de fuerzas opuestas que restauran su equilibrio, desarrollando prop�sitos de habilidad soberana. Pero Dios est� ah�. �Qu� consuelo y fuerza! ( Carnicero HW .)

Versículo 11

Tuyos son los cielos, tuya tambi�n la tierra.

La opulencia de Dios

Dios es due�o de todo el universo.

I. Posee Su vasta propiedad por derecho absoluto. �l produjo todo.

II. Posee su vasta propiedad a perpetuidad. Todo lo que los hombres llaman ficticiamente su propiedad debe pasar de sus manos. Pero Dios retiene Su propiedad sin transferir e intransferible.

III. �l sostiene Su vasto apropiadamente para fines ben�volos. Los hombres tienen lo que ellos llaman su propiedad generalmente con fines ego�stas, para su propio engrandecimiento y gratificaci�n. Pero Dios por el bien de todas sus criaturas

1. Una lecci�n para los legisladores humanos. Su gran objetivo deber�a ser asegurar a la gente, con todo su poder, el pleno uso de las bendiciones de la naturaleza.

2. Una lecci�n para todos. Todo lo que tenemos no es nuestro sino suyo. Lo mantenemos pero en confianza. ( Homilista .)

Versículo 13

T� tienes un brazo poderoso; fuerte es tu mano, y alta tu diestra.

El brazo poderoso

Cuando el alma est� perfectamente reconciliada con Dios y llega a deleitarse en �l, se regocija en todos Sus atributos. Al principio, quiz�s, se basa casi exclusivamente en Su amor y Su misericordia, pero luego procede a encontrar gozo en los atributos m�s severos, y especialmente se deleita en Su santidad y en Su poder. Cu�n claramente se contempla Su poder en la creaci�n; all�, en verdad, oh Se�or, �T� tienes un brazo poderoso.

�Nos da�amos a nosotros mismos y deshonramos a nuestro Creador cuando pasamos por alto Sus obras como si estuvieran por debajo de la atenci�n de las mentes espirituales. El mundo no se deja a s� mismo ni a los tiranos; despu�s de todo, el poder est� con el derecho, porque el poder es de Dios. Pero nuestro tema ahora es el poder en alianza con la gracia.

I. Primero, el brazo poderoso de Dios desplegado en el camino de la gracia, como se manifiesta en nuestra experiencia.

1. Primero, recuerde la paciencia divina. Qu� poderoso brazo de gracia debi� haber sido el que contuvo la ira de Dios mientras est�bamos en un estado de rebeli�n e impenitencia. Gloria sea a tu misericordia y tu paciencia, oh Dios, porque en ellos vemos tu gran poder de autodominio.

2. Pero, a continuaci�n, vimos el poder de Dios para reconocerlo cuando el Se�or nos someti� por Su poderosa gracia. �Qu� omnipotencia se muestra en la conquista de todo pecador rebelde! Hace que el le�n se acueste con el cordero, para que lo gu�e un ni�o. As�, el poder de Dios se ve en la conquista de los pecadores. Ese poder se ve igualmente en su transformaci�n; porque �no es una maravilla que Dios pueda convertir a viejos y corruptos rebeldes en nuevas criaturas en Cristo Jes�s? Cada conversi�n es una muestra de omnipotencia.

Convertir el desierto en manantiales de agua y el desierto en un arroyo que fluye no es nada comparado con convertir el coraz�n muerto, fr�o y seco del hombre en una poderosa fuente de amor que brota hacia la vida eterna. Gloria a tu poder, oh T�, Jehov� infinitamente poderoso, T� tienes un brazo poderoso.

3. Ese mismo poder se ve en las diversas liberaciones que el Se�or da a su pueblo desde el principio, cuando sus enemigos vienen contra ellos tan ferozmente. Y, desde entonces, en la continua defensa de los santos, en su perseverancia final que est� garantizada, cu�nto del poder de Dios se ve. �No es una maravilla que aunque tu fe haya sido como una ca�a cascada, no se haya roto, y aunque tu piedad haya sido como p�bilo humeante, nunca se haya apagado? Mantenido vivo con la muerte tan cerca, preservado cuando los enemigos han sido tan feroces, �no dir�s en verdad: "T� tienes un brazo poderoso, fuerte es tu diestra"?

II. El brazo poderoso de Dios como se muestra especialmente en la persona de cristo jes�s.

1. En la elecci�n de �l ( Salmo 89:19 ). Cristo es la encarnaci�n del poder de la gracia divina, en �l habita el poder de Dios para salvar a los hijos de los hombres; y, sin embargo, en qu� debilidad moraba. Fuerte es tu diestra, oh Salvador, porque con debilidad, sufrimiento y muerte derribaste a todos los enemigos de tu pueblo.

2. En la unci�n de nuestro Se�or ( Salmo 89:20 ). En su predicaci�n sali� de su boca una espada aguda de dos filos con la que hiri� el pecado, porque el Esp�ritu de Dios estaba sobre �l. En el d�a de Pentecost�s, el Esp�ritu dio testimonio en todo el cuerpo de Cristo, haciendo que todos sus siervos hablaran lenguas de fuego. El Esp�ritu de Dios est� con Cristo en la tierra todav�a en Su Iglesia, de modo que, por d�bil que sea el discurso de Sus ministros, lo acompa�a un poder secreto que domina irresistiblemente a las fuerzas del mal.

3. Por la continuidad del imperio de Cristo en el mundo ( Salmo 89:21 ).

4. En su poderosa intercesi�n ( Salmo 89:26 ).

III. �C�mo se reconoce pr�cticamente este poder de re-reconocimiento?

1. Ceda el paso. �La cera pelear� con el fuego, o pelear� la cera con la llama?

2. Conf�a en que �l te salvar�. Todo el poder est� en �l, �l puede perdonar todo pecado y �l tambi�n puede someter toda iniquidad, cambiar el coraz�n m�s depravado e implantar toda gracia en el alma ( Isa�as 26:4 ).

3. Conf�a en �l en todo. Trae tus cargas, tus angustias, tus necesidades, tus quejas, derr�malas como agua delante de �l, d�jalas fluir a los pies del Todopoderoso, y pasar�n y cantar�s ( �xodo 15:2 ).

4. Deshazte de todo miedo al hombre. Conf�a en Dios y no temas, porque el Dios poderoso de Jacob est� con nosotros, y el que es por nosotros es mayor que todos los que pueden estar contra nosotros.

5. En cuanto a tu servicio, al cual eres llamado por el Se�or. Si �l es tan fuerte, no pienses m�s en tu propia debilidad, excepto como una plataforma para Su fuerza. �Eres d�bil como el agua? Entonces regoc�jate en este d�a, y glor�cate en la enfermedad, porque el poder de Dios reposar� sobre ti. No pienses en lo que puedes hacer, eso es un asunto muy peque�o, pero considera lo que �l puede hacer por ti. Puede fortalecer al d�bil contra el fuerte.

6. Con respecto a todo el futuro que te espera, �es Dios tan fuerte? Entonces, entr�guelo a Sus manos. Tiene un gran problema que afrontar ma�ana, espera un problema a�n mayor al final de la semana. Ahora, no temas, porque el Se�or vive para librarte. ( CH Spurgeon .)

El brazo poderoso

I. Primero, unas pocas palabras sobre el poder de Dios mismo, teniendo como deriva la agitaci�n de las mentes de los creyentes para pedir y esperar una gran demostraci�n de ello.

1. El poder de Dios es como �l mismo, autoexistente y autosuficiente. El poder en la criatura es como el agua en la cisterna; el poder en el Creador es como el agua en la fuente. La criatura es la luna, que brilla con luz reflejada; el Creador es el Sol, cuya luz no recibe luz, brota de S� mismo en el interior. Natural y espiritualmente, esta declaraci�n es v�lida.

2. El poder de Dios es amplio e incluye en s� mismo todo el poder que reside en todas las criaturas del universo.

3. El poder de Dios es inmutable. Todo lo que hizo en el pasado, ahora lo puede repetir. Hablamos de edades cambiantes, pero no debemos so�ar con un Dios cambiante.

4. El poder de Dios es irresistible en su plenitud. Cuando �l manifiesta Su omnipotencia, los corazones orgullosos se humillan, los corazones duros se rompen, el hierro se derrite y la roca se disuelve.

5. El poder de Dios es completamente independiente del lugar, el tiempo y los instrumentos.

6. El poder de Dios es infinito. P�dele que d� las naciones a Cristo por herencia, y los confines de la tierra por posesi�n; porque saldr� el cetro de Jehov�, y la monarqu�a de Cristo se extender� desde el nacimiento del sol hasta su puesta.

7. Este poder divino es todo nuestro, porque se nos dice que este Dios es nuestro Dios por los siglos de los siglos.

II. Las manifestaciones de este poder son de car�cter muy variado y en conjunto innumerables en multitud.

1. En destrucci�n ( Salmo 89:10 ). Aqu� hay un argumento muy fuerte para que el pueblo de Dios lo incite a orar. La temible naturaleza de la condenaci�n del pecador deber�a despertarnos a la seriedad, la vehemencia y la perseverancia. �No debemos suplicar a Dios cuando pensamos en nuestros semejantes que pueden probar el terror del brazo del Todopoderoso?

2. En la creaci�n ( Salmo 89:11 ). Su palabra dio forma a la creaci�n de lo antiguo, y su palabra a�n puede obrar maravillas. Hablada por quienquiera que �l quiera enviar, Su palabra ser� tan poderosa ahora como en los d�as primitivos. Puede haber oscuridad y confusi�n en el alma del pecador; una palabra lo quitar� todo, y r�pido y r�pido, que no requiere ni siquiera seis d�as.

3. En sustentaci�n ( Salmo 89:12 ). El poderoso brazo de Dios se ha destacado en el apoyo a Su Iglesia en los a�os pasados. �Ning�n viaje m�s peligroso que el de ella! Ha seguido un estrecho canal entre rocas amenazadoras y arenas movedizas ocultas. En cuanto a su tripulaci�n, ha sido un pueblo d�bil, pero poco capaz de hacer frente a elementos bulliciosos y tempestades furiosas.

A menudo, la buena vasija de la Iglesia ha subido al cielo sobre la corona de una ola atroz, y pronto ha vuelto a descender a las profundidades de un mar embravecido, mientras sus marineros se tambalean como borrachos, tambale�ndose de un lado a otro, estando en el fin de su ingenio; pero han clamado al Se�or en su angustia, y el que fue fuerte para remover el abismo desde su mismo fondo y hacerlo hervir como una olla, ha sido igualmente fuerte para hablar la palabra y calmar el estruendo de sus olas. Seamos, pues, de buen consuelo. �Por qu� no deber�a Dios bendecir y socorrer a su amada Iglesia ahora?

4. En redenci�n. Ese no fue un trabajo ligero que Jes�s emprendi�. H�rcules limpi� el establo de Augias, dice la f�bula, �pero qu� establo de Augias era este mundo! Sin embargo, Cristo lo purificar�; �l lo est� purgando, lo purific� con Su muerte. Este Aceldama se convertir� todav�a en un El�seo; el campo de sangre se transformar� en un jard�n de delicias.

III. Las lecciones del conjunto. En el pasado se han concedido maravillosas manifestaciones del favor divino. Las iglesias se han vuelto muy tibias, los ministros muy aburridos, las doctrinas se han vuelto inseguras, los corazones del pueblo de Dios han fallado, los fieles casi se han extinguido; de repente Dios ha levantado a un hombre, tal vez a media docena; y el rostro de la Iglesia pas� de la languidez a la energ�a.

Estos hombres no hicieron m�s que encender la chispa y la llama vol� sobre todas las tierras. La Reforma fue un tipo maravilloso de avivamientos genuinos, avivamientos dados por Dios, que han sido frecuentes en todos los tiempos. En Inglaterra los hemos tenido, en Am�rica han sido abundantes. Irlanda no ha estado sin ellos. En el d�a m�s oscuro, cuando todos dec�an que la causa de la religi�n se estaba volviendo desesperada, entonces apareci� el gran amante de la Iglesia.

�Nunca ha le�do la historia de Livingstone predicando bajo una fuerte lluvia, fuera de la iglesia de Shotts, a la multitud de personas que estaban all�, que no se mover�an de o�r la Palabra? �O no ha escuchado la historia de la poderosa predicaci�n de Whitefield, cuando la gente se mov�a de un lado a otro, mientras el viento mov�a el ma�z en verano, y finalmente cay� bajo la Palabra cuando las gavillas cayeron ante la guada�a del segador? �Por qu� no podemos volver a ver todo esto? �Por qu� no? �Y por qu� no cosas mayores que estas? �Qu� obstaculiza sino nuestra incredulidad? Oh Dios, tienes un brazo poderoso.

1. Dios ha probado el poder de su brazo en las personas a las que ha salvado. Saulo de Tarso. He aqu� una gran y dura roca; ahora empu�a tu gran martillo, y las chispas volar�n, y el pedernal se romper� en pedazos. Quita tus propias piedras, oh Dios, y hazlas aptas para tu templo, porque "T� tienes un brazo poderoso".

2. Esto se ve a veces en el n�mero convertido. Tres mil, en un d�a, bajo el serm�n de Pedro; �Por qu� no tres mil de nuevo? �Por qu� no treinta mil? �Por qu� no trescientos mil en un d�a? No hay nada demasiado grande para que pidamos, o para que Dios nos conceda. �l podr�a, si quisiera, convertir los corazones de los hombres, como �l hace girar los r�os a Su pie.

3. Este poder se ha manifestado en los instrumentos que el Se�or ha empleado, ha tomado las cosas viles y despreciadas, para convertirlas en el medio de su poder, y entonces hemos dicho: "T� tienes un brazo poderoso" para hacer tales maravillas por cosas tan insignificantes. ( CH Spurgeon. )

Versículo 14

La justicia y el juicio son la morada de tu trono.

El trono de la gracia

I. Una vista del trono.

1. Qu� es y por qu� se llama as�. Es Dios manifest�ndose en nuestra propia naturaleza y tratando con los pecadores a trav�s de Cristo seg�n la gracia del Evangelio ( 2 Corintios 5:19 ). Ahora bien, la administraci�n de la gracia de Dios para con los pecadores culpables a trav�s de Cristo puede llamarse trono, ya sea:

(1) Con alusi�n al propiciatorio en el t�pico templo de Jerusal�n; o&mdash

(2) Debido a la gloriosa grandeza y majestad real de Dios, el pedernal brilla en esta administraci�n de la gracia por medio de Cristo.

2. Qu� c�moda visi�n de Dios debe tener un pecador culpable y tembloroso desde este trono de gracia. En general, cada punto de vista de Dios aqu� es atractivo y alentador. M�s particularmente&mdash

(1) Dios sobre un trono de gracia debe ser visto como �el Dios y Padre de nuestro Se�or Jesucristo� ( Efesios 1:3 ).

(2) Desde un trono de gracia, Dios debe ser visto como un Dios de amor, s�, como el amor mismo ( 1 Juan 4:16 ).

(3) Desde un trono de gracia, un pecador culpable puede verlo como un Dios de paz ( Hebreos 13:20 ).

II. El fundamento de este trono es la justicia y el juicio.

1. Es una fundaci�n antigua; porque Cristo fue "levantado desde la eternidad, o para siempre la tierra"; �l es "el Cordero inmolado desde la fundaci�n del mundo".

2. Es un fundamento de la propia colocaci�n de Dios, y �l tuvo el placer de colocarlo ( Isa�as 28:16 ).

3. Es una base firme ( Mateo 16:18 ).

4. Es una base probada. La justicia lo intent� y lo encontr� firme y estable. Los poderes del infierno intentaron derribar este fundamento; pero su reino y su poder fueron destrozados en la empresa. Todos los santos han probado este fundamento y lo proclaman suficiente para soportar su peso; s�, es suficiente para soportar el peso de toda la humanidad; s�, de millones de mundos, si existieran, y se aventuraran en ellos ( Hebreos 7:25 ).

5. Es un fundamento precioso ( 1 Pedro 1:19 ).

6. Es una base de lo m�s hermosa. Lo que Dios dice de Su Iglesia ( Isa�as 54:11 ) es mucho m�s cierto del trono de la gracia.

III. Observe algunos pilares con los que se rodea y sostiene el trono. Puesto que el fundamento de este trono es la satisfacci�n de la justicia, todas las dem�s perfecciones o atributos de la naturaleza divina recaen en el apoyo del reino y la administraci�n de la gracia.

IV. Pregunte por qu� Dios tendr� justicia y juicio como fundamento de Su trono de gracia. La respuesta es: "Para que la gracia reine por la justicia"; para que la gloria de la gracia se manifieste en coherencia con el honor de la justicia divina. Aqu� surge una pregunta: �C�mo reina la gracia o c�mo se manifiesta la gloria de la gracia en y por la justicia de una fianza?

1. La gracia reina y se manifiesta en el artificio de esta justicia; porque es el dispositivo de la sabidur�a infinita, animado e inspirado por la gracia inmerecida.

2. La gracia reina y se manifiesta en la aceptaci�n de esta justicia. �Qu� infinito amor y gracia podr�an prevalecer con inexorable justicia, hasta el punto de prescindir del rigor de la ley, de admitir la justicia de una fianza en la habitaci�n del pecador!

3. La gracia reina en la impetraci�n de esta justicia; porque "Dios (en Su asombrosa gracia) envi� a Su Hijo nacido de mujer", etc.

4. La gracia reina en la revelaci�n de esta justicia. La gracia no se content� con idear y producir esta justicia, pero la noticia de ella debe ser proclamada a un mundo perdido, por as� decirlo al son de una trompeta.

5. La gracia reina mediante la justicia, en la medida en que es por la revelaci�n de esta justicia que satisface la justicia que la gracia conquista y subyuga poderosamente a los pecadores, los pone bajo su propio gobierno y dominio.

V. Aplicaci�n.

1. �Es as� que la justicia satisfecha y el juicio ejecutado sobre la Fianza siempre bendita es el fundamento de un trono de gracia? Entonces, podemos ver qu� obra costosa es un trono de gracia. Pues, el fundamento est� puesto en la muerte y la sangre del Hijo de Dios.

2. Vea en esta doctrina la gloria de una dispensaci�n del Evangelio.

3. Si es as� que la justicia satisfecha y el juicio ejecutado sobre Cristo es el fundamento del trono de la gracia, entonces ve por eso que la salvaci�n de un pecador perdido por gracia es muy consistente con el honor de la justicia divina.

4. �Ha erigido Dios un trono de gracia a expensas de la muerte y satisfacci�n de su Hijo eterno? Entonces quiero que lo intentes, ya seas cortesanos de este trono. ( E. Erskine .)

La necesidad y los cimientos de un trono de gracia para los pobres pecadores

I. La necesidad era de un trono de gracia para los pobres pecadores.

1. Habiendo entrado el pecado, no podr�an beneficiarse m�s del trono de la ley-bondad, que corre en ese canal, �Haz esto y vive� ( G�nesis 3:22 ; G�nesis 3:24 ).

2. Estaban obligados a responder ante el trono de la estricta justicia; porque as� se relacion� y determin� la ley-tratado ( G�nesis 2:17 ).

(1) No pod�an tener ning�n derecho a la bondad de la ley y la generosidad, sino a la perfecta obediencia ( G�latas 3:12 ).

(2) No pudieron comparecer ante el tribunal de justicia ( Salmo 130:3 ; Salmo 143:2 ).

(3) El criminal una vez que cae bajo el peso de la sentencia un sacrificio a la justicia, no hay levantamiento de nuevo ( Salmo 94:23 ).

(4) La justicia hab�a determinado que el d�a de ejecuci�n era el mismo que el d�a del pecado ( G�nesis 2:17 ).

II. La necesidad de estos fundamentos y apoyos de la justicia y el juicio contra el pecado para que el trono de la gracia se mantenga firme.

1. La justicia de Dios no pod�a permitir que se erigiera sino sobre estas bases ( G�nesis 18:25 ; 1 Tesalonicenses 1:6 ).

2. La santidad de Dios y Su odio por el pecado no lo Salmo 5:5 ( Salmo 5:5 ; Habacuc 1:13 ).

3. La verdad de Dios era un obst�culo en el camino de las emanaciones de misericordia y gracia sin satisfacci�n de la justicia ( G�nesis 2:17 ).

4. El honor de la santa ley, la regla eterna de justicia, se interpuso en el camino de erigir un trono de gracia pero sobre estos fundamentos; era necesario ser �magnificado y honrado� ( Isa�as 42:21 ).

5. Si no hubiera habido una necesidad absoluta de estos cimientos para un trono de gracia sobre el cual reposar, nunca se hubieran puesto a costa de la sangre del Hijo de Dios ( Romanos 3:25 ).

III. La colocaci�n de estos cimientos y la erecci�n del trono de gracia sobre ellos.

1. Los fines generales de esta nueva erecci�n.

(1) La salvaci�n de los pecadores de la ira de Dios debida a ellos por sus pecados.

(2) Hacer a los pecadores positivamente felices en el favor de Dios para siempre.

2. Los cimientos necesarios de este trono.

(1) Justicia, a diferencia del juicio, por el cual Dios da el bien a cualquiera, de acuerdo con las leyes de justicia, que la justicia de Su naturaleza requiere que se observe en Su gobierno del mundo ( G�nesis 18:25 ).

(2) Juicio, por el cual la justicia vengativa se satisface por el pecado, por la infracci�n de la santa ley; la venganza se toma en proporci�n a la ofensa, que en cierto modo es una ofensa infinita.

3. C�mo se pusieron estos cimientos. Al no haber ayuda entre las criaturas, Dios puso ayuda sobre su propio Hijo ( Salmo 89:19 ).

As� hizo provisi�n:

1. Por el primer fundamento del trono de la gracia, a saber, la justicia, por obedecer la ley completamente en la habitaci�n del pecador, observando exactamente y obedeciendo sus mandamientos.

2. �l hizo provisi�n para el otro fundamento, a saber, el juicio, al sufrir en lugar del pecador ( G�latas 3:13 ). ( T. Boston, DD .)

Justicia divina

Considere la justicia de Dios,

I. Como elemento de Su gobierno.

II. Como regla de su conducta. ( WHH Murray. )

Versículos 15-18

Bendito el pueblo que conoce el alegre sonido.

La bienaventuranza de conocer el Evangelio

I. El Evangelio es un mensaje feliz. "El sonido alegre". Es una buena noticia.

1. Libertad para el cautivo.

2. Perd�n a los condenados.

3. Salvaci�n a los perdidos.

4. Inmortalidad para los moribundos. Es una trompeta de jubileo.

II. El Evangelio aceptado asegura resultados felices. "Bienaventurado el pueblo que conoce el alegre sonido". Con�celo experimentalmente.

1. Asegura la mayor felicidad en la vida. "Caminar�s, oh Se�or, a la luz de tu rostro".

2. Asegura una alegr�a personal en la vida. �En tu nombre se regocijar�n todo el d�a�. La alegr�a de un coraz�n agradecido, una conciencia que aprueba, de una esperanza resplandeciente, de un alma adoradora.

3. Asegura una justa exaltaci�n en la vida. "En tu justicia ser�n ensalzados". No hay verdadera exaltaci�n en la vida que no est� de acuerdo con la justicia de Dios.

4. Asegura una protecci�n completa en la vida. "El Se�or es nuestro refugio, y el Santo de Israel es nuestro Rey". Verdaderamente, entonces, �Bienaventurado el pueblo� que experimentalmente �conoce el sonido gozoso� del Evangelio. ( Homilista .)

La bienaventuranza de los verdaderos y devotos siervos de Dios

I. Conocen el sonido alegre. Este no es un mero conocimiento com�n u ordinario; no es conocimiento terrenal; porque el hombre, por sus propios poderes, nunca podr�a haber descubierto un camino de reconciliaci�n con Dios. No es un mero conocimiento superficial; pero los deseos y los afectos y el coraz�n est�n interesados ??en ello. No es m�s conocimiento intelectual; porque aunque estos temas son los m�s grandiosos sobre los que puede ejercitarse la mente del hombre, aquellos que poseen el conocimiento del que aqu� se habla, lo poseen no meramente en la cabeza, sino en el coraz�n; est�n influenciados por ella; para ellos es el conocimiento espiritual, el conocimiento experimental, el conocimiento pr�ctico, que influye en sus vidas, conducta y conversaci�n, sus esperanzas, sus deseos y sus esfuerzos.

II. Caminan a la luz del rostro de Dios.

1. Viven bajo el constante recuerdo de que Dios los ve, que est�n bajo su constante y diligente inspecci�n.

2. Disfrutan del favor de Dios.

III. Se regocijan en su nombre todo el d�a. Entonces, �cu�l es el car�cter de este gozo? Es puro; no hay mezcla de principios imp�os, ni deseos imp�os, ni gratificaci�n imp�a: es s�lida y firme, descansa sobre una base s�lida y segura: es animada; los inspira en medio de las dificultades de la vida: es satisfactorio; ah! y es permanente.

IV. En su justicia ser�n exaltados. ( E. Tottenham, MA .)

Cuatro etapas de la experiencia cristiana

I. Reconociendo la voz Divina. �Bienaventurado el pueblo que conoce el sonido de la alegr�a�, es decir, bienaventurado el que conoce su significado, quien, al o�rlo romper en el aire de la ma�ana, sabe que se acerca la hora de su liberaci�n.

II. Viviendo en la luz Divina. �Caminar�n, oh Se�or, a la luz de tu rostro�. El caminar del que la Biblia tiene tanto que decir es una progresi�n sostenida del pecado a la santidad. Escuchar y obedecer el sonido gozoso es vivir en la luz divina, y vivir en la luz divina es vivir en el favor divino. Pero solo podemos vivir as� si lo ponemos ante nosotros; considerando que su honor tiene el primer derecho, buscar primero el reino de Dios.

III. Regocij�ndose en el nombre divino. �En tu nombre se regocijar�n todo el d�a�. Nuestro gozo no tiene por qu� depender de nuestro estado de �nimo del momento: porque sabiendo que el Se�or Dios Omnipotente reina, podemos regocijarnos para siempre en el nombre salvador de nuestro Dios.

IV. Ser exaltado en la justicia divina. "En tu justicia ser�n ensalzados", o "ser�n ensalzados". La gente que conoce el gozoso sonido se eleva, no por ning�n poder propio, sino por la adhesi�n de Dios a Su propio pacto de gracia. En Ad�n fuimos humillados, pero en Cristo somos exaltados. �Qu� paradoja que el creyente, humilde y pobre, que a menudo ocupa un lugar humilde entre los hombres, a menudo abatido por las cargas de la vida, debe estar sentado con Cristo en los lugares celestiales! ( F. Burnett .)

El cristiano caminando en la bienaventuranza del Evangelio

I. El sonido gozoso es el evangelio.

1. Viene de un mundo de alegr�a, el mundo m�s feliz del universo.

2. Llama a un mundo de alegr�a.

II. El conocimiento de este alegre sonido. No es tan f�cil como suponemos llevar la luz de la verdad divina a la mente oscurecida de un pecador. Puede brillar sobre �l desde el cielo tan claro y brillante que podemos pensar que al menos debe penetrar en su entendimiento; pero que Dios lo deje solo, se encontrar� quiz�s en la gran mayor�a de los casos que apenas ha entrado en eso; que el entendimiento del hombre ha estado casi tan completamente cerrado a la verdad de Dios como el coraz�n del hombre.

III. La bienaventuranza de quienes poseen este conocimiento.

1. Un disfrute habitual del favor divino. �Caminar�n, oh Se�or, a la luz de tu rostro�; es decir, mientras su conocimiento del Evangelio sea claro y su fe en �l no sea perturbada, seguir�n su camino con la conciencia dentro de ellos de que �l est� en paz con ellos, lleno de amor por ellos.

2. Un regocijo en las perfecciones divinas. �En tu nombre�, etc. Si hemos aprendido bien el Evangelio, hemos aprendido que hay algo en Dios que puede resolver nuestro caso en todas las circunstancias; que dejemos que el d�a cambie como quiera, siempre hay un refugio para nosotros en �l. Es como un puerto siempre cerca del alma cuando llega la tormenta; y tal puerto, que permita que el alma est� en �l, todas las tormentas que puedan soplar no har�n da�o al alma. Ser� tan seguro y puede ser tan feliz como si todo a su alrededor estuviera en calma.

3. Una elevaci�n consciente en la justicia del Se�or. Est�n investidos, por as� decirlo, con �l. Y esto exalta el alma; la exalta de hecho, la eleva por encima de las maldiciones y penas de la ley; le da en Cristo un derecho y un t�tulo sobre las promesas de la ley; lo coloca en un nivel en Cristo con las criaturas de Dios que nunca han pecado. Y exalta el alma interior, en sus propias aprehensiones y sentimientos.

Con una justicia sobre m� realizada por el santo y eterno Hijo de Dios, �d�nde est�n mis temores, mi verg�enza y mi vileza nativa? Y sintiendo as�, el alma del creyente se vuelve moralmente exaltada, exaltada en car�cter. Con la justicia de su Salvador sobre �l, anhela cada vez m�s ser justo por dentro, como ese Salvador. Se siente impulsado a elevarse, a vivir por encima del pecado, del yo y del mundo, por encima del nivel ordinario de sus semejantes; y as�, a trav�s de la gracia, en cierta medida, se levanta y vive. ( C. Bradley, MA .)

El privilegio de conocer tu alegre sonido

I. El deber al que el sonido alegre, conocido y cre�do, excita eficazmente a los hombres. "Ellos caminar�n".

1. No se quedar�n quietos, sin hacer nada a prop�sito para Dios y sus almas inmortales, como el resto del mundo, muertos en delitos y pecados.

2. No volver�n a sus concupiscencias anteriores en su ignorancia.

3. Seguir�n adelante en su camino a pesar de toda oposici�n.

4. Caminar�n a los ojos del Se�or, como el que camina en la luz camina a la vista del sol.

II. Los privilegios que los que conocen y creen en el sonido gozoso tendr�n as� en su caminar hacia el cielo. �Caminar�n, oh Se�or, a la luz de tu rostro�.

1. Estar�n siempre en un estado de gracia, paz y reconciliaci�n con Dios,

2. Ninguna nube de ira vengativa se acumular� m�s sobre sus cabezas, ninguna maldici�n de la ley, ninguna culpa de eterna ira.

3. Cualquier nube que se acumule sobre su cabeza en su camino hacia el cielo, nunca ser� tan densa, pero la luz del semblante del Se�or brillar� a trav�s de ella ( Salmo 89:31 ).

4. Ser�n dirigidos en su camino ( Salmo 32:8 ).

5. Se fortalecer�n en su camino, porque esta luz es la luz de la vida.

6. Ser�n animados y consolados en su camino. De ah� que aprendamos:

(1) De ah� que muchos comulgantes no sean mejorados por las ordenanzas del Evangelio, sino que incluso se van como vienen, presa de sus concupiscencias y de un mundo perverso. Se sientan a la fiesta, pero no se levantan para el viaje. �Por qu�? �Pobre de m�! nunca llegan al conocimiento salvador del sonido gozoso. Lo escuchan, pero no lo creen. No lo creen con aplicaci�n a ellos mismos. Por tanto, no tiene influencia vivificante ni santificadora sobre ellos.

(2) De ah� que muchos de los santos sean tan d�biles e inc�modos en su camino hacia el cielo, caminando tanto en la oscuridad. Todo se debe a la peque�a medida de su fe en el sonido gozoso.

(3) Que la fe del Evangelio es el remedio soberano en todas las tinieblas y angustias en las que una persona puede estar. Creer es un deber que nunca puede estar fuera de tiempo. Esta es la manera de sacar a uno de las tinieblas a la luz. Entonces, si est�s en deserci�n, tentaci�n o aflicci�n, ve a la promesa y abr�zala por fe. Creyentes, bendigan a Dios por lo que escuchan sus o�dos y por lo que ven sus ojos.

Busque m�s de esta bendici�n. Como siempre caminar�ais en vuestro camino hacia el cielo, con seguridad y comodidad, trabajad cada vez m�s para conocer el sonido gozoso; y conocerlo para creerlo; y creerlo para aplicarlo a vuestras propias almas, seg�n vuestras diversas exigencias. ( T. Boston, DD .)

El alegre sonido

I. El evangelio es un sonido alegre.

1. Porque es un anuncio de misericordia y perd�n a los culpables y rebeldes.

2. Porque proclama la libertad a los esclavizados.

3. Porque produce paz a los afligidos.

II. �Qu� se entiende por conocer el sonido alegre?

III. La bienaventuranza de la gente que conoce el alegre sonido.

1. Son bendecidos en su vida. �Oh, qu� invaluables privilegios se encuentran en esta bienaventuranza!

2. Son bendecidos en su muerte. ( J. Hay, DD .)

Conocimiento del sonido alegre

I. La bienaventuranza de conocer el Evangelio.

1. El Evangelio pretende hacernos bienaventurados, porque �l, en cuya voluntad se origin�, est� lleno de compasi�n y anuncia que aqu� su compasi�n ha tenido su ejercicio m�s rico y determinado.

2. Es apropiado para hacernos bienaventurados; porque el mismo Dios, cuya compasi�n lo impuls�, tambi�n ha ideado todos sus arreglos y operaciones, y la sabidur�a infinita que le pertenece debe haber adaptado los medios al fin de manera tan eficaz para asegurar todo lo que se proponga.

3. Seguro que nos bendecir�; su maquinaria es movida y sus efectos producidos por el poder al que toda oposici�n es d�bil y ante el cual todas las dificultades se desvanecen.

4. Se sabe que nos hace bendecidos; porque s�lo tenemos que apelar a la experiencia de la Iglesia en cada �poca sucesiva, y en cada variedad de sus caracter�sticas, como prueba del hecho de que el Evangelio ha hecho por sus disc�pulos lo que nada m�s ha podido lograr: ha puesto un gozo en sus corazones, y derrama un brillo sobre sus perspectivas, m�s all� de todo lo que las mentes mundanas han experimentado o concebido.

II. Lo que implica conocer el sonido del evangelio.

1. Que se nos comunique el Evangelio. �Y por qu� es un requisito este anuncio? Porque el plan de la misericordia salvadora que se despliega claramente abarca tanto el car�cter como la condici�n del pecador; y esta conexi�n es tan estrecha, y de tal naturaleza, que la condici�n del pecador no puede convertirse en lo que su seguridad requiere que sea, a menos que se haga que el car�cter del pecador experimente un cambio correspondiente.

Y este cambio no puede producirse sin la concurrencia de su voluntad, y ese movimiento entre todos los afectos y principios de su marco moral que le presupone conocer lo que el Evangelio le exige, as� como lo que el Evangelio ha efectuado por �l. �l.

2. Que prestemos atenci�n al Evangelio y lo entendamos. La bienaventuranza que emana del Evangelio debe recibirse y disfrutarse, no por casualidad o seg�n la fantas�a y el capricho humanos, sino de cierta manera instituida. Hay un plan mediante el cual se asegura esta bienaventuranza para el pecador, hasta el punto de ponerla a su alcance; y hay un plan mediante el cual se le entrega como un logro real y personal.

Si este plan no se estudia y comprende, �c�mo puede un individuo recurrir a �l y hacer uso de sus disposiciones y someterse as� a su direcci�n e influencia, de modo que pueda razonablemente esperar obtener los beneficios por los que obtendr�? contribuir eficazmente a su seguridad y felicidad?

3. Que damos la bienvenida, creemos y obedecemos el Evangelio. ( A. Thomson, DD )

El evangelio un sonido alegre

I. El car�cter de los que son el pueblo de Dios. Ellos "conocen el sonido gozoso" - el Evangelio.

1. La trompeta en el a�o del Jubileo anunci� que todos los cautivos y esclavos ser�an puestos en libertad: �y no es el �sonido gozoso� del Evangelio una proclamaci�n universal de �libertad para los cautivos�? Pero, �a qu� descripci�n de los cautivos? A todos los pecadores, a toda la humanidad.

2. Los deudores tambi�n oyeron con gozo el sonido de alegr�a de la trompeta del jubileo, porque tambi�n ellos fueron puestos en libertad cuando se escuch�. �Y qui�nes son los deudores a quienes el "sonido gozoso" del Evangelio proclama una liberaci�n similar? �Qui�n de nosotros no ha quebrantado la santa ley de Dios y no le ha pagado la deuda de gratitud y obediencia que es nuestro debido y razonable servicio?

3. La trompeta del jubileo tambi�n anunci� que todos los que hab�an perdido o hipotecado sus posesiones ser�an restauradas a su pleno derecho sobre ellas. Similar era nuestro estado; y similar tambi�n es el "sonido gozoso" del Evangelio.

II. La bienaventuranza de quienes conocen este alegre sonido y en qu� consiste. ( JLF Russell, MA .)

Caminar�n, oh Se�or, a la luz de tu rostro. -

Caminando en la luz

El salmista ha estado insistiendo en un lenguaje magn�fico sobre algunos de los atributos de Dios. Las columnas de su trono son justicia y juicio; �La misericordia y la verdad van delante de su rostro�. No puede decir nada sobre ese brillo incomparable que cay� sobre los dos heraldos. S�lo se puede hablar de la luz del sol como "la bienaventuranza del pueblo" que oye el "sonido gozoso", el sonido del gran nombre; �Andar�n en la luz�.

I. "caminar", una simple met�fora de la vida pr�ctica. Nuestro conocimiento del car�cter de nuestro Padre debe hacer que la vida en com�n sea radiante. Deber�amos tener una conciencia continua de esa presencia soleada en todas las ocupaciones. Dios ha hecho su parte, nosotros debemos hacer la nuestra y determinar si ese conocimiento nos conducir� a una comuni�n feliz y habitual con �l. La vida con Dios, para Dios, en Dios, es �caminar a la luz de su rostro.

�Podemos elegir el lado soleado o sombreado de la carretera. �Ese nombre se infiltra en nuestros corazones como una dulce y seductora melod�a? Es dif�cil, pero posible, "poner al Se�or siempre delante de nosotros". Aquellos que caminan en la luz ciertamente son bendecidos.

II. Un caminar as� es un caminar con alegr�a. La luz es el emblema de la alegr�a. Dos paisajes: - Invierno, fortaleza negra, rocas grises, p�ramo l�gubre, l�gubres tarns negros entre los brezos. El verano lo convierte en un sue�o de belleza. Nuestras vidas pueden ser cualquiera; en los d�as oscuros y nublados, la luz atravesar� muchas grietas en la nube; los hombres pueden no verlo, pero el ojo, purificado por la fe, puede contemplarlo. El cielo tropical no es ni la mitad de hermoso que el nuestro. Nadie sabe qu� es el brillo hasta que ha visto la nube de trueno dorada; nadie conoce la presencia de Dios hasta la hora de las tinieblas.

III. "Caminar en la luz" es una gu�a. No hay promesa de iluminaci�n infalible, pero los que est�n cerca de Dios captan la sabidur�a que quita todas las nubes de nuestra visi�n. Si vivi�ramos m�s cerca de �l, con menos frecuencia estar�amos en perplejidad. "Soy la luz del mundo; el que me sigue, no andar� en tinieblas �.

IV. La luz purifica; debemos conocer nuestras faltas ( Salmo 90:8 ). Ese resplandor destellante puede ser un terror o una alegr�a ( Salmo 139:23 ). Una ventaja, que todo pecado que �l ve, tambi�n se nos manifestar�. Las faltas secretas son las que m�s da�o hacen. Un peque�o defecto puede ser la fuga por la que se desvanece toda nuestra alegr�a. Sea agradecido si lo encuentra; refi�rele todas las acciones y h�bitos, y la luz revelar� el mal. Nada malo puede vivir en esa presencia.

V. Blanqueadores ligeros; "Camina en la luz", y la sangre "limpiar� de todo pecado". ( A. Maclaren, DD .)

Caminando en la luz

El cristiano sincero es un cristiano gozoso. El cristiano mitad y mitad es el tipo de cristiano que muchos de ustedes son: poco familiarizados con el gozo del Se�or. �Por qu� deber�amos vivir a la mitad de la colina, envueltos en brumas, cuando podr�amos tener un cielo despejado y un sol visible sobre nuestras cabezas? Si tan solo subi�ramos m�s alto, deber�amos caminar a la luz de Su rostro. ( A. Maclaren, DD )

La alegr�a ayuda al car�cter

Un fabricante de colores ingl�s no pudo producir el hermoso tinte carm�n por el que un competidor franc�s era famoso, por lo que fue a Lyon, en Francia, y acord� pagarle al franc�s mil libras por su secreto, lo llevaron a trav�s de la f�brica y se le explic� todo. Pero el ingl�s no vio nada diferente a su propia forma de hacer colores, y pens� que lo hab�an enga�ado y que le hab�an ocultado el secreto.

�Qu�date�, dijo el franc�s, �no te enga�es, �qu� tiempo hace? Un d�a brillante y soleado �, respondi� el ingl�s. �Y tales son los d�as�, dijo el franc�s, �en los que hago mis colores. Si intentara fabricarlo en un d�a oscuro o nublado, mis resultados ser�an los mismos que los suyos. D�jame aconsejarte que hagas carm�n en los d�as soleados y brillantes ". �Y no es as� con su propia vida y car�cter? No se pueden obtener los mejores resultados sin el brillo de la sonrisa y la bendici�n de Dios. Una de las principales cosas que la Biblia nos dice que hagamos es �caminar en la luz�. ( AH Lee .)

Versículo 16

En tu nombre se alegrar�n todo el d�a, y en tu justicia ser�n ensalzados.

El creyente exaltado en justicia imputada

I. Algunas proposiciones sobre esta justicia para aclarar su naturaleza y necesidad.

II. Algunas propiedades de esta justicia en las que se exalta a los creyentes, de donde surgir� su excelencia.

1. Es en todo sentido justicia perfecta e inmaculada: �y c�mo puede ser de otra manera, siendo la justicia de Dios?

2. Es una justicia meritoria.

3. Es una justicia incomparable ( Filipenses 3:8 ). Comp�relo con la justicia de Ad�n en un estado de inocencia, o sin embargo, con la justicia de los �ngeles sin mancha, son como luci�rnagas cuando se los compara con este sol: uno no es m�s que la justicia de una criatura, pero aqu� est� la justicia de Dios.

4. Es una justicia eterna ( Daniel 9:24 ).

5. Es una justicia que dignifica y exalta el alma.

III. La exaltaci�n del creyente en virtud de esta justicia.

1. Qu� males lo exalta por encima.

(1) Lo exalta por encima de la ley como pacto de obras; s�, por encima del poder de mando y de condena de ese pacto.

(2) Lo exalta sobre el mundo.

(3) Lo exalta por encima del poder y la malicia de Satan�s.

(4) Lo exalta por encima de la muerte.

(5) Lo exalta sobre todas las acusaciones, de cualquier aire que vengan ( Romanos 8:33 ).

2. A qu� felicidad o dignidad se exalta al creyente en virtud de esta justicia.

(1) Un estado de paz y reconciliaci�n con Dios ( Romanos 5:1 ).

(2) Un estado de filiaci�n ( G�latas 4:4 ).

(3) Un estado de comuni�n y familiaridad con Dios, y acceso a �l con santa confianza y valent�a ( Hebreos 10:19 ).

(4) Un estado de gloria sin fin. ( E. Erskine .)

Versículo 19

He puesto ayuda sobre Uno que es poderoso.

Nuestro ayudante

I. Necesitamos ayuda. El cristianismo hace tres cosas por nosotros, lo que el de�smo no hace.

1. Nos dice que este no era nuestro estado original; que Dios hizo al hombre recto, pero busc� muchos inventos.

2. Controla gran parte del mal ahora: por su influencia directa en muchos casos, y por su influencia indirecta en muchos m�s; en humanizar la guerra, en abolir la esclavitud, en domar las pasiones humanas; ha sido el presagio de la paz y ha hecho m�s por el hombre que todas las instituciones humanas en conjunto.

3. Nos habla de un remedio para todo esto, y este se pone a nuestro alcance, si queremos aprovecharlo; y por lo tanto, si perecemos en este estado, la culpa ser� nuestra.

II. Dios nos ha proporcionado ayuda.

1. Esta ayuda incluye la redenci�n. "Con el Se�or hay abundante redenci�n". "Cristo nos redimi� de la maldici�n de la ley, hecho por nosotros maldici�n". De este modo, la carga que es demasiado pesada para soportarla se quita de la conciencia, y ahora nos gozamos en Dios por medio de nuestro Se�or Jesucristo, por medio de quien tambi�n hemos recibido la expiaci�n.

2. Incluye justificaci�n. Debemos tener un t�tulo al cielo antes de poder obtenerlo; y �de d�nde se derivar� esto sino de la justicia de Cristo por la fe, �que es para todos y para todos los que creen�?

3. Se necesita renovaci�n. El hombre no solo es culpable sino depravado. Por lo tanto, no puede ser feliz mientras est� en su estado natural y bajo el dominio y amor del pecado.

4. Se necesita fuerza. Sus deberes son arduos; son numerosos y variados; y es inadecuado para nadie; pero dice el Salvador: "Mi poder se perfecciona en la debilidad". "Como tu d�a, as� ser�n tus fuerzas". Aqu� tambi�n se disfruta el bendito esp�ritu de la promesa, y ahora el hombre vive en el Esp�ritu, y camina en el Esp�ritu, y ora en el Esp�ritu Santo, y el Esp�ritu ayuda en sus debilidades.

5. Requiere gracia perseverante, porque "s�lo el que persevere hasta el fin, ser� salvo".

III. Dios pone esta ayuda sobre otro. Podemos observar dos principios sobre los cuales se fundamenta esta dispensaci�n y por los cuales se justifica.

1. Es un honor para Cristo, ya que es parte de la recompensa por sus obras y sufrimientos.

2. Es para nuestro �nimo y consuelo. La grandeza del Ser Supremo aterroriz� tanto a los jud�os que desearon que Mois�s fuera su mediador y dijeron: �Habla t� con nosotros; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos �. Por eso se nos anima a ir a Dios a trav�s de Cristo, y "tenemos audacia y acceso con confianza a trav�s de la fe en �l".

IV. Aquel en quien se pone la ayuda es igual al compromiso. �l no solo es humano, sino Divino, "capaz de salvar al m�ximo". �l puede, por sus influencias, tan poderoso es �l, penetrar e iluminar el entendimiento m�s oscuro; Puede someter la voluntad m�s rebelde; �l puede quitarte el coraz�n de piedra y darte un coraz�n de carne. Conclusi�n:&mdash

1. Vea la importancia de conocer su estado espiritual. Sin este conocimiento, ser�a imposible para ustedes ver la belleza del Evangelio, apreciar la maldad del pecado, o la excelencia de la pureza, o disfrutar los privilegios de los justos.

2. Vea la locura de cualquier otra dependencia que no sea la roca que Dios ha puesto en Sion. Cristo es la �nica arca en la que puedes ser preservado; si entra en esto, puede estar seguro. ( W. Jay .)

El hombre poderoso

Esto se refiere a David, a quien Dios hab�a criado como un joven del pueblo, criado para ser el l�der y gobernante de la naci�n jud�a.

I. La soberan�a de Dios entre los hombres. �Por qu� se seleccion� a David, un joven pastor, de los millones de Israel a esta alta posici�n? Porque fue de acuerdo con el consejo de la voluntad eterna. Las posiciones de toda la humanidad est�n determinadas por Su voluntad. Algunos altos y otros bajos, etc.

II. El m�todo divino de ayudar al hombre. El pueblo jud�o quer�a ayuda y David se levanta para ayudarlos. Dios ayuda al hombre por el hombre. Por lo tanto&mdash

1. Honra la naturaleza humana.

2. Vincula a los hombres mediante lazos de interdependencia.

III. La superioridad de un hombre sobre muchos. David se convirti� en el hombre m�s grande de su �poca, quiz�s m�s grande que mil hombres corrientes. Si bien todos los hombres tienen la misma naturaleza y responsabilidades comunes, no todos los hombres son igualmente valiosos. A menudo hay un hombre en una generaci�n, un Plat�n, un Lutero, un Bacon, un Cromwell, de m�s de diez millones de otros, uno a quien Dios ha hecho "poderoso para ayudar", poderoso en intelecto, en genio, en el poder, la filantrop�a, la fuerza del car�cter, la consagraci�n a la verdad. ( Homilista .)

He exaltado a uno de los escogidos del pueblo.

El Cristo del pueblo

I. La extracci�n de nuestro Salvador.

1. Cristo, por su mismo nacimiento, fue uno m�s entre el pueblo. Es cierto que naci� de una ascendencia real. Mar�a y Jos� eran ambos descendientes de una raza real, pero la gloria se hab�a ido; un extra�o se sent� en el trono de Jud�; mientras el leg�timo heredero agarraba el martillo y la azuela.

2. Su educaci�n tambi�n exige nuestra atenci�n. No fue tomado, como lo fue Mois�s, del pecho de su madre, para ser educado en los pasillos de un monarca. No fue educado como el se�or, para mirar con desd�n a todos; pero siendo su padre carpintero, sin duda trabajaba en el taller de su padre.

3. Cuando nuestro Se�or entr� en la vida p�blica, segu�a siendo el mismo. �Cu�l fue su rango? Era un hombre pobre, "uno m�s del pueblo".

II. Su elecci�n. Dios elige la soberan�a, pero siempre elige sabiamente.

1. Primero, vemos que la justicia se satisface plenamente con la elecci�n de uno entre el pueblo.

2. De este modo, toda la raza recibe honor. �l nos hizo, originalmente, un poco m�s bajos que los �ngeles, y ahora, a pesar de nuestra ca�da en Ad�n, nos ha coronado de gloria y honor.

3. Pero tengamos una perspectiva m�s dulce que esa. �Por qu� fue elegido entre el pueblo? Aqu�, cristiano: �cu�l crees que es la dulce raz�n de la elecci�n de tu Se�or, siendo uno m�s del pueblo? �No era esto: que �l pudiera ser tu hermano, en el m�s bendito lazo de sangre af�n?

4. Cristo fue elegido entre la gente para que pudiera conocer nuestros deseos y simpatizar con nosotros.

III. Su exaltaci�n.

1. Fue una exaltaci�n para el cuerpo de Cristo ser exaltado en uni�n con la Divinidad. Ese fue un honor que ninguno de nosotros puede recibir. De ning�n otro hombre se dir� que la Deidad habit� en �l, y que Dios fue manifestado en Su carne, visto por los �ngeles, justificado de esp�ritu y llevado a la gloria.

2. Cristo fue exaltado por su resurrecci�n. Sali� y los centinelas huyeron. Sobresaliente de gloria, radiante de luz, refulgente de divinidad, se par� ante ellos. Entonces Cristo fue exaltado en Su resurrecci�n.

3. � Pero cu�n exaltado fue �l en Su ascensi�n! Arriba �l sube a ese alto trono, al lado de la Deidad Paterna. "He exaltado a uno de los escogidos del pueblo".

4. La �ltima exaltaci�n de Cristo que mencionar� es la que vendr�, cuando se sentar� en el trono de su padre David y juzgar� a todas las naciones. ( CH Spurgeon .)

Versículo 25

Pondr� tambi�n su mano en el mar, y su diestra en los r�os.

La gloria mediadora y el dominio de Jesucristo bajo la dispensaci�n del Evangelio

I. Los medios y la agencia por los cuales el reino, la autoridad y la gracia del Mediador se extienden entre las naciones del mundo, y esta promesa de Jehov� se cumple a Su Hijo.

1. En general, obs�rvese que toda la Palabra de Dios, tal como se muestra y aplica en el ministerio del Evangelio, es el gran instrumento comprensivo mediante el cual el dominio espiritual de Jesucristo se establece y se difunde en la tierra.

2. La poderosa energ�a del Esp�ritu Divino es un requisito indispensable para darles fuerza e impresi�n en el alma de los hombres.

II. Algunos de los per�odos m�s eminentes en los que la mano del Redentor est� puesta en el mar y su diestra en los r�os; junto con algunas de las circunstancias concurrentes que, bajo la direcci�n de la Providencia, contribuyen al establecimiento y ampliaci�n del reino de gracia.

1. El primer per�odo comenz� con la resurrecci�n de Jesucristo e incluye el ministerio de los ap�stoles y de los primeros predicadores del cristianismo, cuando el glorioso Evangelio fue asistido con el m�s maravilloso �xito y, en poco tiempo, difundi� sus triunfos. por todas partes.

2. La Reforma.

3. El milenio. Los per�odos anteriores fueron gloriosos, pero esto los superar� con creces en gloria. Presentaron los primeros frutos, esto adelantar� la cosecha completa.

III. Mejora.

1. El tema sugiere a nuestra consideraci�n una gran causa del aumento de la irreligi�n y la infidelidad en la �poca actual, a saber. una triste desviaci�n del sistema de la verdad Divina.

2. El plan misionero, si se lleva a cabo con prudencia, celo, perseverancia y una humilde dependencia de Dios para el �xito, promete ser una bendici�n para el mundo, para esta naci�n y para la Iglesia de Dios en ella.

3. Las promesas de Dios brindan el mayor est�mulo a los esfuerzos arduos y perseverantes de propagar el conocimiento de la salvaci�n entre los paganos.

4. Como el �xito de todos nuestros esfuerzos por promover la causa de la religi�n debe depender de los Esp�ritus y la providencia de Dios, seamos frecuentes y fervientes en la oraci�n. ( P. Hutchinson .)

Versículos 30-33

Si sus hijos abandonan mi ley y no andan en mis juicios.

El disgusto de Dios por los pecados de su pueblo

I. La conducta descrita.

1. Lejos de ser infrecuente.

2. Extremadamente atroz.

3. Muy ingrato.

4. Muy inconsistente. �Qu� diferente de Aquel cuyo nombre llevan!

5. Verdaderamente lamentable.

(1) En s� mismo.

(2) En su influencia sobre otros.

II. El castigo amenazaba.

1. Muy justo.

2. Absolutamente cierto.

(1) Su car�cter lo requiere. El es un Dios santo.

(2) Su Palabra lo declara ( 2 Cr�nicas 7:19 ).

(3) Toda Su conducta lo confirma. La historia de los jud�os est� llena de ejemplos, escritos para nuestra amonestaci�n.

3. Las formas en que �l corrige a Sus hijos se caracterizan por una gran diversidad.

(1) En cuanto a los medios que emplea.

(2) En cuanto a la medida en que se infligen.

(3) El per�odo al que se extienden.

III. La misericordia proclamada. �Sin embargo, mi bondad amorosa no le quitar� del todo�, etc. Se asignan dos razones.

1. Su consideraci�n por el Hijo de Su amor. Hay un cambio de persona en este vers�culo; no se dice "ellos", sino "�l". Las afirmaciones de Su Hijo, por un lado, y las s�plicas de Su Hijo, por el otro, son las razones por las que no estamos del todo consumidos.

2. Su consideraci�n por la palabra de Su verdad. �Ni dejes que mi fidelidad fracase�. Todo lo dem�s puede fallar: el trabajo del olivo, el fruto de la vid, el reba�o en los establos; pero que su fidelidad fracase es imposible. ( Contornos expositivos .)

Los celos del Se�or contra los descarriados en consonancia con Su amor inmutable

Se da por sentado que la simiente del Mes�as se extraviar�; pero sus pecados, se a�ade, no quebrantan el pacto, que permanece firme para siempre; porque no fue hecho con nosotros, sino con el Hijo para nosotros.

I. La simiente del Mes�as est� en Su relaci�n con el Padre, hijos por gracia porque �l es el Hijo por naturaleza.

1. Son m�s preciosos a los ojos de Dios que todo el universo, y �l los ama con el verdadero amor de un padre. No es diferente el amor que el Padre le da al pueblo de Cristo del que le da a �l ( Juan 17:23 ). Nuestra capacidad, de hecho, es limitada, pero si somos de Cristo, somos amados con el mismo amor en especie, s�, tomados dentro del v�nculo de ese mismo amor que desde la eternidad ha unido al Padre a Su �nico Hijo.

2. Como llevaron la imagen del terrenal, tambi�n llevar�n la imagen del celestial; y al fin ser�n como �l, cuando lo vean como �l es. A�n un poco m�s y los vilipendiados hijos de Dios brillar�n m�s que el sol en una gloria que asombrar� a reyes y grandes hombres.

II. El Se�or observa estrictamente la nueva obediencia de Sus hijos y si se desviar�n. Se hace alusi�n a esa declinaci�n como un proceso paso a paso. Habremos comenzado esta partida si nuestros pensamientos no se dirigen natural y habitualmente a Dios como la aguja en la vara. Trabajemos para que, presentes o ausentes, seamos aceptados por �l, y consideremos como gozo enfrentar las pruebas que fortalecen la fe.

III. Dios, celoso de su honor, no puede pasar por alto las transgresiones de sus hijos sin castigo ( Salmo 89:32 ). Lo que �l puede soportar por el momento en los hijos del inicuo, no lo puede soportar en aquellos que son un pueblo cercano a �l. El juicio comienza en la casa de Dios sobre aquellos que llevan Su imagen; porque m�s atroz en el relato de Dios, y m�s ruinoso para las almas que los rodean, es el pecado en el pueblo de Dios que en otros.

IV. Nuestras declinaciones no eliminan por completo la bondad amorosa de Dios, porque no se basa en nosotros mismos, sino en otro. El amor del Padre al Hijo es el fundamento mismo del Evangelio. El gran triunfo de la Cruz es que Aquel que colgaba all� era m�s agradable a los ojos del Padre que incluso el pecado era odioso, que el pecado pod�a ser consumido y, sin embargo, el amor permanece �ntegro. Estas palabras, �Mi bondad amorosa no le quitar� del todo�, nos muestran el motivo apropiado para ser llevado a los rebeldes y la manera en que el Se�or los restaura.

Si alguien presume de tales palabras de ternura, �det�ngase! no te las han dicho a ti, sino al abatido hijo de Dios, sin saber c�mo Dios puede amarlo con tan poco que es puro y hermoso, listo para dudar de c�mo un gusano, un rebelde, un enemigo, puede ser querido por Dios. ( G. Smeaton .)

Versículo 36

Como el sol

El sol como emblema de Dios

El sol siempre ha sido un objeto tan lleno de misterio y de una calidad asombrosa que en gran parte de la historia fue adorado como una deidad, y est� destinado en todo el resto de la historia a ser el mayor emblema de Dios.

Deja tras de s� las siete maravillas de la vieja tierra y las siete maravillas de la nueva, y se convierte por s� sola en el �nico objeto incomparable de todas las cosas y formas f�sicas. Trata solo en los grandes. Extenso en todos los detalles, f�cilmente se convirti� en el dios primitivo de la humanidad, y muy lentamente y con dificultad se desvincul� de las religiones hebrea y cl�sica. Por fin, la multitud cristianizada ha alcanzado la capacidad de distinguir entre el universo y el Hacedor del universo; y, por maravillosos que sean los l�mites del espacio, y por sublimes que sean sus ocupantes, la mente moderna dice que no son Dios.

Nuestro sol no podr�a ser Dios, porque hay millones de esos soles. Pero, aunque como deidad nuestro sol es destronado, es maravilloso en su destronamiento. En los meses de primavera, cuando el invierno es conquistado a diario por las flechas del calor, la mente no escapar� f�cilmente de la sensaci�n de que el sol es una vasta expresi�n del amor divino. Nuestro sol ha creado un grupo de mundos. A �l debe la Tierra, Marte, J�piter, Saturno y sus compa�eros, dar el cr�dito de su propio ser, as� como de su rica decoraci�n, porque el orbe central es el amo de toda la escena.

Mantiene todos los planetas en �rbita y, por lo tanto, hace posibles a�os y estaciones; y as�, deteni�ndolos como una madre lleva a sus hijos de la mano, convierte sus superficies en jardines y obliga a cada globo a ser una maravilla de belleza. Dios como un esp�ritu puro siendo invisible, nos vemos obligados a sentir que el universo es solo Dios pasando del pensamiento al material, y que todos estos millones de soles con sus planetas a su alrededor son tantas encarnaciones del Amor Infinito.

As� como el hombre vino como una imagen de Dios, y como Cristo vino como una imagen, a�n m�s cercana, del Padre, as� los innumerables soles est�n brillando todas las im�genes gloriosas de Aquel cuya sola alma es invisible. Si el sol declinara en calor, cesar�a toda la vida en nuestro globo. Si el sol aumentara su calor, toda la vida animal y vegetal se quemar�a. �Qu� amor es el que regula este fuego gigantesco y lo hace arder para siempre como el hogar de la casa de nuestro Padre? Si existe un plan tan tremendo para iluminar y calentar mundos a lo largo de incontables eras, �no podr�a haber tambi�n vastos dise�os de existencia y progreso humanos iguales, de hecho, a todos los descritos en la religi�n? Si todas estas maravillas f�sicas son para la felicidad final de las almas, si los planetas se convierten as� en los hogares benditos de la mente, �Cu�l ser� el destino de esa mente para la que se han hecho tan sublimes preparativos? (D. Columpio. )

Versículo 37

Ser� establecida para siempre como la luna y como testigo fiel en el cielo.

El car�cter de la Iglesia de Cristo sobre la tierra simbolizada por la luna en nuestro sistema solar

En la historia de la creaci�n est� escrito ( G�nesis 1:14 ). C�mo el sol y la luna en nuestro sistema solar llegan a existir �por estaciones y por d�as y a�os�, el astr�nomo puede informarnos; pero por qu�, y de qu� se pretend�a que fueran los signos, s�lo la revelaci�n puede explicarlo. En consecuencia, si miramos la Palabra de Dios, encontramos que los cuerpos celestes se presentan como emblemas de ciertas cosas y de ciertos principios que se relacionan con la Iglesia y el pueblo de Dios.

As� Jesucristo est� representado por el sol ( Malaqu�as 4:2 ; Lucas 1:78 ), y se nos permite rastrear ciertos puntos en su analog�a ( Juan 14:6 ; Juan 11:25 ; Juan 5:24 ; G�latas 2:20 ; 1 Juan 5:11 ).

Los ministros de Cristo est�n simbolizados por las estrellas del cielo ( Apocalipsis 1:20 ). De la misma manera, la luna en nuestro sistema solar se presenta m�s de una vez como representaci�n de la Iglesia de Dios en el mundo. En el Libro de la Revelaci�n ( Apocalipsis 12:1 ), esta luminaria representa a la Iglesia de Dios bajo la ley elegida para la tutela especial de la revelaci�n original, que declar� al �nico Dios verdadero.

En el Cantar de los Cantares de los Cantares 6:10 ( Cantares de los Cantares 6:10 ) el mismo s�mbolo se aplica a la Iglesia de Dios bajo el Evangelio elegido para la tutela especial de la segunda revelaci�n que declara al �nico Mediador verdadero. Es en este �ltimo sentido - como representaci�n de la Iglesia de Dios bajo el Evangelio - que deben entenderse las palabras del texto.

I. Me esforzar� por esbozar el car�cter de la Iglesia de Dios bajo el Evangelio, trazando cautelosamente ciertos puntos de analog�a entre ella y la luna en nuestro sistema solar.

1. La luna fue ordenada para "gobernar la noche", para proporcionarnos luz en ausencia del sol. Puede ser visible a veces despu�s del amanecer de la ma�ana, pero si es visible, no da luz; se desvanece bajo la luz del orbe superior. Si el sol brillara siempre en nuestras costas, aqu� no habr�a noche: la luna no tendr�a lugar en nuestro firmamento; o, si aparec�a, no arrojar�a luz.

. Y as� es con la Iglesia de Cristo en este mundo inferior: la ausencia de su Divina Cabeza en los cielos, adonde �l ha ido para realizar una parte esencial de esa obra de redenci�n que hizo pacto con Dios el Padre para perfeccionar para la salvaci�n. de la humanidad - hace necesaria la existencia de una Iglesia en el mundo, que est� ordenada a existir y ser visible hasta Su venida de nuevo. �l es el sol, ella es la luna.

2. La luna no tiene luz propia. El prop�sito por el cual la luna estaba al principio, y todav�a est�, puesta en los cielos es para reflejar sobre nosotros y para nuestro beneficio la luz del sol durante su ausencia de la parte del mundo que habitamos - o, para hablar m�s correctamente, durante nuestra ausencia de �l. En esta peculiaridad, la luna se cita en las Escrituras para simbolizar la Iglesia de Cristo en la tierra. Este �ltimo fue ordenado para reflejar en el mundo la luz del "Sol de justicia" durante su ausencia en los cielos.

En s� misma no tiene luz alguna; sin su Sol, virtualmente no tiene existencia; separada de �l, ella no vale nada. La Iglesia no tiene nada en s� misma de donde pueda irradiar esos rayos de luz, vida y amor, sin los cuales todo es oscuridad en su interior, s�, una oscuridad que se puede sentir. Ninguna doctrina iluminar� completamente la mente sino la doctrina de Cristo ( Hebreos 6:1 ; Juan 2:9 ).

Ninguna verdad disipar� el error de la ense�anza de la naturaleza ca�da sino la verdad tal como est� en Jes�s ( Efesios 4:21 ).

3. Como la luna no tiene luz, tampoco ella tiene calor propio. �No sali� el sol sobre la tierra y nos alegraba diariamente con sus rayos, adem�s de beneficiarnos con su luz, en vano buscar�amos un sustituto en el brillo transparente de la luna? Ella est� puesta en los cielos simple y exclusivamente para reflejar su luz. A este respecto, la luna tambi�n simboliza la Iglesia de Dios en la tierra.

No es de la Iglesia misma, separada de su Divina Cabeza, que debemos buscar ese poder vivificador, ese santo entusiasmo, ese resplandor celestial de gozo y paz en la fe que alegra el coraz�n de todo hijo de Dios. El prop�sito ordenado por Dios es que la Iglesia en la tierra no dispense el calor de su Sol ausente, sino que refleje continua y extensamente Su luz. Por esto, y solo por esto, la Iglesia fue ordenada a existir en el mundo.

II. Termino con una observaci�n de car�cter pr�ctico. De lo que se ha dicho ahora, inferimos la necesidad de un testimonio externo de Cristo para satisfacer al investigador sincero y silenciar a un mundo contradictorio. Perm�tanme agregar que tambi�n debe haber un testimonio interno de Cristo ( 1 Juan 5:10 ), para la satisfacci�n, el consuelo y la seguridad del creyente mismo.

Si somos injertados en el cuerpo de la Iglesia de Cristo, por la propia ordenanza del bautismo del Se�or �correctamente recibidos�, sin duda se nos contar� con los simbolizados por la luna. Pero m�s all� de esto, para el consuelo del creyente, y para discriminar entre una profesi�n muerta y una fe viva ( Romanos 8:13 ; 1 Corintios 7:19 ; G�latas 5:6 ; G�latas 6:15 ; Hechos 8:37 ; Marco 16:16 ; Hechos si.

38; Santiago 2:17 ), hay otro y un testigo interior que debe superarse al testimonio visible. Cuando el alma se aviva ( Juan 5:25 ; Efesios 2:1 ) en acci�n espiritual; cuando la mente ( Efesios 1:17 ) se ilumina, el coraz�n se alegra, los afectos se calientan, todo el hombre, cuerpo, alma y esp�ritu, afectado y movido por el amor constre�idor de Cristo ( 2 Corintios 5:14 ), la bendita experiencia de esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento ( Filipenses 4:7); este es el testimonio interior, no visto por los que est�n fuera, pero m�s convincente para el alma individual, porque de ese modo hereda una esperanza bien fundada de una entrada en el reino eterno de Cristo ( 2 Pedro 1:11 ) - si conserva y exhibe las evidencias de su vida renovada ( Juan 15:8 ). ( WJ Kidd .)

Versículos 47-48

Recuerda lo corto que es mi tiempo: �por qu� has hecho en vano a todos los hombres?

El sentido de la brevedad de la vida

I. Que es un sentimiento correcto, porque concuerda con los hechos. La vida humana es corta, si consideras ...

1. Que aqu� debe llegar un final.

2. Su reinicio despu�s de su cierre terrenal. Es corto en vista de la nueva vida. �Qu� es para la eternidad? Nada.

II. Que argumenta el sentimiento subyacente de la inmortalidad. Un hombre no puede sentir la duraci�n o la brevedad del tiempo, con todos sus cambios, a menos que tenga dentro de s� un sentimiento establecido de permanencia.

III. Que implica un profundo inter�s por alg�n prop�sito en la vida. Est� ansioso por ver el trabajo realizado; y est� tan impresionado por la brevedad de la vida, que trabaja y trabaja con toda diligencia.

IV. Que implica una creencia subyacente de que la vida en su conjunto es una bendici�n. De todos los millones de pacientes en el mundo, son pocos los que ver�an acortada su vida incluso en un d�a.

V. Que sirve para estimularnos a aprovecharlo al m�ximo. Aquel que siente que est� en el mundo s�lo por poco tiempo, buscar� las mejores cosas. ( Homilista .)

Una homil�a de cierre de a�o

Dios no hace al hombre "en vano", pero puede elegir vivir en vano. Puede convertir su existencia en este mundo en absoluta vanidad y desperdicio.

1. El verdadero valor de nuestra vida radica en su significado espiritual; y lo salvamos de ser vano e in�til s�lo si lo conectamos con lo espiritual y lo eterno. Solemos decir que la vida es larga o corta, seg�n est� atestada de incidentes y vivencias, o sea deficiente en ellas. Una vida llena de acontecimientos es una vida larga. Algunos hombres viven m�s en un a�o que otros en muchos.

Pero entonces, �cu�l es la calidad de la experiencia? Su vida exterior puede ser bastante accidentada, pero interiormente puede estar extra�amente desprovista de todo lo que es adecuado para darle un car�cter distintivo y noble.

2. El valor de nuestra vida radica en la naturaleza del trabajo que se nos ha encomendado hacer en ella; y lo salvamos de ser "vano" s�lo si prestamos atenci�n ferviente y diligente a esa obra. Exige el cultivo en nosotros de los afectos y las energ�as de la vida de Dios, y la difusi�n de tal influencia y la realizaci�n de tales actos que sean para el beneficio y la bendici�n duraderos del mundo en el que �l nos ha colocado. ( Joseph Waite, MA .)

Vidas insatisfechas

Que las vidas de los hombres son vanas es la queja universal. Los hombres est�n perplejos y abrumados por el misterio de la vida y la miseria del mundo. La Biblia est� llena de eso. Isa�as cuenta c�mo "todos nos desvanecemos como una hoja", y ese pensamiento quejumbroso fue el mismo que tambi�n sinti� con tanta intensidad Homero: "como hojas en los �rboles se encuentra la raza del hombre". Es la ense�anza y experiencia solemne del coraz�n humano y de los sabios y poetas de todas las �pocas.

�La tristeza�, dijo Savonarola, �me asedia d�a y noche. Todo lo que veo u oigo tiene el est�ndar de tristeza. El recuerdo de mis amigos me entristece, la meditaci�n de mis estudios me aflige, el pensamiento de mis pecados me hunde y, como en una fiebre, las cosas m�s dulces me saben a tristeza en la boca �. Siempre ha sido as�; y los ap�stoles y profetas, por inspirados que sean, lloran las mismas notas tristes. Solo Cristo, aunque era "el var�n de dolores", no permite ninguna nota m�rbida sobre el hombre, porque vio con demasiada claridad el destino del hombre para pronunciar palabras que pudieran sonar como un canto f�nebre sobre su ser.

I. Sin embargo, creo que primero puedo intentar recopilar y presionar sobre usted la evidencia sobre este pensamiento com�n: la tentaci�n de creer que el hombre fue hecho en vano. Todo reprende la vanidad en el hombre, ya que �l mismo, as� como el mundo, es vanidoso. A menudo nos emociona la idea de que el hombre fue hecho en vano. Las experiencias son diferentes, pero el sentimiento es universal. Todos los hombres lo sienten de todos los hombres. Job habla de su ser como un �nacimiento escondido e intempestivo.

�S�, y qu� burla, al parecer, hay en el nacimiento y la muerte de los ni�os peque�os. Pero no creo que estas sean las visiones m�s sorprendentes de la vanidad de la vida. Preferir�a fijar el argumento en la total desproporci�n entre los poderes y la posici�n del hombre. Es entonces, digo y veo, que el hombre se hace en vano. Nada me ha dejado m�s perplejo que la visi�n en vida de �ngeles �debo llamarlos as� que se han extraviado; sus vidas parecen haber sido completamente en vano; una sensibilidad dotada, tal vez, en una familia dura y tosca; un alma sensible a cada impresi�n de dulzura y belleza, con un cuerpo incapaz de secundar los designios y deseos del alma: el alma se eleva, el cuerpo cojea.

Nuestros pensamientos nos aplastan: el hombre fue hecho para llorar y el hombre fue creado en vano. Mundo insatisfactorio y miserable, que bien exclamemos, donde nada es real y nada se realiza; cuando considero c�mo transcurren nuestras vidas en la lucha por la existencia; cuando considero la preocupaci�n de la vida; cuando considero c�mo los millones pasan su tiempo en un mero esfuerzo por los objetos sensuales; cuando considero los millones de existencias distorsionadas; �y los muchos millones! - la mayor parte del mundo con mucho - que vagan sin Cristo, sin amor, sin esperanza, por la ancha calzada de este; cuando considero la vida en muchos de los despiertos como un sue�o inquieto; cuando considero esto, y mucho m�s, casi puedo exclamar con nuestro infeliz poeta:

�Cuenta todas las alegr�as que han visto tus horas,

Cuenta todos tus d�as libres de angustia,

Y sabe, todo lo que has sido,

"Ser�a mejor no serlo".

Puedo concebir muchas almas, y no una irreverente, diciendo: ��Oh Dios! cual es mi vida �Qu� soy yo? �Qu� he hecho? Soy un fracaso. �Por qu� me hab�a dado afectos desocupados? nunca han encontrado su respuesta, su realizaci�n, su realizaci�n. C�mo pude haber amado, c�mo pude haber trabajado; Siento estas cosas en m� ". Ahora bien, es la moda de la infidelidad creer que Dios no tiene detalles, ni especialidades, y este pensamiento a veces impulsa el p�nico en el esp�ritu; porque estamos atrapados por el enorme motor del dios-m�quina y desgarrados entre las ruedas de lo que no se preocupa m�s por los corazones que por los robles.

Nuestras vidas parecen gastadas en vano. S� que la respuesta a todo esto con muchos es una mueca fr�a y g�lida de desprecio por el ego�smo y la vanidad de todo esto. �El universo te ha ido muy bien hasta ahora; conf�a en el universo, deja en paz estas inquisitivas preguntas ". A lo que respondo: �Ay! no me dejar�n solo; adem�s, si mi culpa es el ego�smo y la individualidad, �cu�l es la tuya? Indiferencia, inhumanidad, frialdad, en una palabra: brutalidad. No deseo hundirme en la inconsciencia de "bestias que perecen".

II. Note la estructura de la pregunta: �Es posible reconciliar la vanidad del hombre con la grandeza de Dios? Esta vanidad del hombre, �es coherente contigo y con lo que eres?

1.Creo que no tienes una consideraci�n principal por tu propio poder. Dios no es un mero poder. �Qu� deber�amos pensar de �l que, capaz de estampar en el lienzo las formas de Murillo, los colores de Tintoretto, capaz de tallar sus m�rmoles a la forma de Flaxman, o moldear su cer�mica a la hermosura etrusca, pero trataba a todos como un monstruo? y destruido sin piedad tan f�cilmente como �l cre�? Pero, �qu� es el artista del lienzo para el artista de las flores, el artista del ojo humano, el artista del ala del p�jaro? El artista dice: Yo los hice, pero no puedo conservarlos; pero T� eres el autor de la eterna belleza, y �por qu� no solo has hecho las cosas, sino el hombre mismo en vano? La madre, en efecto, se dirige a su catre donde yace el cordero de su pecho tendido en su mortaja. Ella dice: �S�, amada m�a, te di a luz y te cri�; pero no pude guardarte; pero Dios, "�Por qu� has hecho a los hombres en vano?"

2. Dios no es mera ley. "Creo que no haces caso omiso del deseo de tus criaturas, aunque parezcan burlarse de ellas". No somos como ni�os jugando, soplando burbujas que se rompen en la inexistencia incluso mientras se elevan. Esto no puede ser un disfrute para Ti.

3. T� eres un ser puro, por lo tanto, no puedes complacerte s�lo en contemplar la evanescencia y la decadencia. No es coherente con Tu gloria que "toda la creaci�n gime y sufra dolores de parto a una". �No te regocijas en tus obras? �Y puedes regocijarte en esto? �No es tu mundo un enorme ata�d de piedra, donde cada pieza de piedra caliza no es m�s que el registro de la muerte, y las cosas m�s bellas flotan repugnantemente fuera de la existencia hacia la corrupci�n y la decadencia?

Y ahora estos son, como bien sab�is, los soliloquios y los gritos de nuestra naturaleza; y la respuesta apropiada para todo es: El hombre no fue hecho en vano. A menos que me haya equivocado, creo que algunos de los temas que he sugerido dar�n respuesta a esta pregunta y mostrar�n que la absoluta vanidad del hombre es incompatible con la gloria y con la promesa de Dios. Hay algo en �l que Dios no considera vanidad.

�Las misericordias seguras de David� no son vanidad; �El pacto ordenado en todas las cosas y seguro� no es vanidad; �Las preciosas y grand�simas promesas, por las cuales llegamos a ser part�cipes de la naturaleza Divina�, no son vanidad. La mutaci�n y el cambio, de hecho, nos rodean en todas partes. Pero hay �dos cosas� inmutables e inmutables: la voluntad de Dios y la Palabra de Dios, como expresi�n de su voluntad.

Hay una imagen sobre la que nunca pasa el cambio. No puede sufrir desfiguraci�n; nada puede estropearlo. Y a medida que nos conformamos con esto, un gozo creciente se apodera de nosotros y nos sumerge en su bienaventuranza a medida que nos convertimos en �nuevas criaturas en Cristo, Jes�s�; a medida que �las cosas viejas pasan�, como �el Verbo� que �alumbra� entra y se siembra en el coraz�n, aprendemos poco a poco lo que es para que el hombre no sea hecho en vano.

III. Por eso me he unido a esta pobre palabra humana; esta eleg�a sobre vidas insatisfechas; esta otra palabra; esta palabra de reposo sobre la intenci�n divina y el ser completo: "Mis tiempos est�n en tu mano". Nada es m�s seguro, nada est�n m�s dispuestos a percibir los hombres que esto: tenemos que

"Espera una vida trascendente,

Reservado por Dios para seguir esto ".

Con este fin, el verdadero camino de Dios se compone de todos los caminos de nuestra vida. Su mano sostiene todos nuestros tiempos. �Mis tiempos est�n en tu mano� - la mano de mi Salvador. �l regula el reloj de nuestra vida. Cristo por y Cristo en nosotros. Mis tiempos est�n en su mano. Mi vida no puede ser m�s en vano, de lo que fue en vano la vida de mi Salvador.

IV. Y captada y sostenida correctamente esta verdad, nunca pensaremos que sea posible que una vida pueda quedar insatisfecha que no se arroje por su propia perversidad voluntaria. Sin duda, los hombres pueden ser suicidas para sus propias almas. �No dijo nuestro Se�or: "Mejor fuera para ese hombre que nunca hubiera nacido"? y hay seres para quienes ese ser�a el �nico epitafio apropiado. �Todo en vano! Oh alma m�a, cualquier cosa para escapar de eso.

Que la vida aqu� parezca cada vez m�s vana; s�lo s�lvame de la vanidad de la eternidad, y de los horrores de esa espantosa b�squeda donde nada se realiza m�s que aflicci�n. Oh, alcanzar "la plenitud del gozo", para que yo y los m�os podamos decir mientras miramos a nuestro Redentor en la luz: "No, por Ti y Tus m�ritos, no hemos sido hechos en vano". Pero ustedes, corazones solitarios, sufrientes y desilusionados, busquen un poco de consuelo. "Lo mejor est� por venir." ( E. Paxton Hood .)

Sugerencias de la vanidad de la vida

Hay muchas circunstancias en la vida que tienden a impresionarnos con la vanidad de nuestra existencia terrenal asumiendo que no hay futuro.

I. La desproporci�n entre la duraci�n de nuestra existencia y nuestros anhelos.

II. La desproporci�n entre nuestras facultades y nuestros logros. Todos sienten que pueden hacer mucho m�s de lo que pueden lograr aqu�.

III. La desproporci�n entre nuestras aspiraciones y nuestro logro. �A cu�nto conocimiento, poder e influencia aspiramos, pero qu� poco ganamos! ( Homilista ).

Vanidad del hombre, si no inmortal

I. Algunas pruebas directas de la vanidad de la vida humana.

1. La brevedad de nuestra existencia mortal.

2. Los males positivos que hay en el mundo.

(1) Enfermedad y dolor.

(2) Guerras y luchas.

(3) Hambruna.

(4) Terremotos, volcanes, inundaciones, etc.

II. El valor real de aquellas cosas que parecen hacer que nuestra existencia sea m�s valiosa.

1. Despu�s de todo el fracaso, la ficci�n, la falta de sinceridad y la envidia que acompa�an a las posesiones mundanas, seguramente no podemos suponer que tengan mucho valor real. Si tuvi�ramos s�lo lo que ellos pueden pagar, nos ver�amos obligados a confesar que fuimos hechos en vano.

2. El conocimiento no es necesariamente felicidad. No vamos a decir que el aumento del conocimiento es siempre el aumento del dolor ( Eclesiast�s 1:18 ); pero creemos que la mayor parte de la felicidad que encontramos en el conocimiento, en el ejercicio del intelecto, en el descubrimiento de la verdad, surge de la esperanza que abrigamos de hacer que nuestro conocimiento sirva a nuestra felicidad en otros aspectos.

Si nuestra �nica felicidad consistiera en saber, creemos que ser�a sumamente peque�a. Y cu�n poco, incluso los hombres llamados eruditos, logran que sus adquisiciones promuevan la felicidad humana, dice con demasiada tristeza toda la historia del intelecto culto.

3. Alguien podr�a decirnos, las alegr�as del apego amistoso no son pocas ni peque�as; son puros; son pac�ficos; son nobles. Pero recordemos que hay regiones donde el marido y el padre es el tirano; donde la madre asesina a su descendencia; donde la esposa es la esclava; y donde la viuda arde en la pila funeraria de su marido! Recordemos tambi�n con qu� frecuencia las amistades dan lugar a la enemistad. Cuando la mitad del mundo se viste de luto, sus amistades apenas pueden convencernos de que, aparte de otro mundo, no todos los hombres han sido hechos en vano.

4. La religi�n es vana, si el mundo lo es todo. Sus devotos est�n miserablemente enga�ados. Han renunciado al mundo, pero no han ganado nada.

III. Conclusiones.

1. Las asombrosas dificultades de esa especie de infidelidad que niega un estado futuro.

2. Que la doctrina de la inmortalidad y las verdades de la religi�n nos son muy necesarias para hacernos felices incluso aqu�. Elimina la inmortalidad, �y qu� es el hombre? un sue�o angustioso! un latido - un deseo - un suspiro - entonces, �nada! Pero, bendito sea Dios, la vida y la inmortalidad salen a la luz. S�&mdash

3. Que el verdadero cristiano es el hombre m�s feliz. No est� perplejo ante las mil dudas y dificultades que preocupan al incr�dulo. ( ES Spencer, DD .)

La vanidad y el valor de la vida humana.

I. Si consideramos la vida como es en s� misma, y ??formamos nuestra estimaci�n de su valor s�lo por el grado de disfrute temporal que es capaz de proporcionar, parecer� en verdad muy vana; y el hombre casi parecer� hecho para nada.

1. � Considere lo corta que es la vida!

2. Considere su incertidumbre. �Qui�n puede decir de cualquier proyecto que haya formado, que lo llevar� a cabo?

3. Examine tambi�n los sufrimientos a los que est� expuesta la vida en esta corta existencia.

F�jense en las calamidades naturales que le pertenecen al hombre. Mire la historia del hombre y vea lo que sufre de su propia especie.

4. Mire tambi�n el asunto de la vida, el fin por el que vive la mayor�a de los hombres, y la misma reflexi�n se repetir� con fuerza. �Cu�l es el fin por el que se soporta tanto trabajo, tantos cuidados y angustias sufridas? Simplemente esto; seguir sufriendo las mismas ansiedades y preocupaciones, y soportando el mismo trabajo.

II. Miremos la vida desde otro punto de vista, y veremos que Dios no ha hecho al hombre en vano.

1. No vivimos para comer, beber y trabajar; pero comemos, bebemos y trabajamos para vivir; es decir, cumplir la voluntad de nuestro gran Creador y glorificar Su nombre. Ahora, esto se hace cuando Su voluntad se convierte en la regla principal de nuestras vidas y Su gloria en el fin de nuestras acciones; cuando ejercemos disposiciones propias de nuestra posici�n en la vida y de acuerdo con los deberes que le debemos. A la luz de esto, los acontecimientos de la vida son comparativamente de poca importancia, los deberes que invocan son los que tienen importancia. Desde este punto de vista, la vida no debe considerarse dada en vano.

2. Cuando llevamos nuestra mirada hacia adelante a ese estado eterno del cual esta vida es s�lo el principio, y en comparaci�n del cual es s�lo un momento; cuando consideramos que esta vida eterna ser� miserable o feliz seg�n la manera en que pasemos aqu� nuestra corta existencia; seguramente esta vida no es en vano: adquiere una importancia infinita, una importancia proporcionada a esa felicidad o aflicci�n infinita con la que est� necesariamente conectada.

3. Qu� valor est� grabado en la vida; �Qu� dignidad sobre el mundo, cuando contemplamos al �nico Hijo de Dios tomando sobre �l esa vida y viniendo a ese mundo! �Son los hombres hechos en vano, cuando el unig�nito del Padre dio su vida en rescate por la de ellos?

4. �Es la vida de un momento tan indecible y, sin embargo, es tan breve en su duraci�n? �Qu� valor adicional deriva incluso de esta circunstancia, que puede parecer, a primera vista, restar valor a su valor! Si la vida es tan incierta; si casi lo �nico seguro en la vida es que moriremos, �qu� clase de personas debemos ser en toda santa conversaci�n y piedad! ( John Penn, MA )

Versículo 48

�Qu� hombre es el que vive y no ver� la muerte?

�Librar� su alma de la mano del sepulcro?

La certeza de la muerte

La muerte es el camino trillado de toda la humanidad: es el camino de toda carne.

I. Ilustre el punto.

1. Tanto los buenos como los malos son arrebatados promiscuamente por la muerte. La raz�n es clara, porque tanto los justos como los imp�os pasar�n por muerte a otro estado, uno a la vida eterna de gloria, el otro a la miseria eterna. De ah� que est�n igualmente sujetos a las leyes y decretos de mortalidad. El ma�z y la ciza�a que crecen en el mismo suelo se cortan juntos en la cosecha.

2. La muerte no perdona rango, ninguna condici�n de los hombres. Tanto los reyes como los s�bditos son propensos a sufrir este golpe fatal. Los altos cedros y los arbustos bajos, palacios y caba�as son iguales aqu�.

3. La muerte no escatima en vocaci�n ni profesi�n. El cerebro matem�tico, en medio de todos sus inventos, no ha encontrado ninguno que libere a los estudiosos de ese arte de la fuerza de lo que Horacio llama "ultima linea rerum". S�, Arqu�medes, mientras dibujaba l�neas y c�rculos, perdi� la vida. Sus cerebros se derrumbaron mientras los golpeaba sobre las manifestaciones. Los fil�sofos hablan de la inmortalidad, pero reconocen que la muerte es el camino hacia ella. Los guerreros, que se apresuran a despachar a otros, son v�ctimas del enemigo com�n de la humanidad.

4. La muerte no es favorable a la edad. A veces, el infante apenas es liberado de su oscura prisi�n, pero luego es enviado a un confinamiento m�s oscuro, la tumba. As�, tanto los viejos como los j�venes se someten al edicto de la mortalidad. Se puede decir que el primero va a la muerte, pero la muerte llega al segundo y con tanta frecuencia como al otro. Porque la l�mpara de la vida se apaga con tanta frecuencia como se apaga por s� misma, agotada y agotada.

5. La muerte no hace diferencia entre sexos. Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel, Elcana y Ana igualmente se someten a las leyes del destino.

6. No hay lugar donde la muerte no entre ni pueda entrar. Algunos han sido apresados ??en el arado, otros en la calle, otros en sus tiendas, algunos en el mercado, otros en jubilaciones. Parece, entonces, que no hay lugar privilegiado donde este oficial no pueda arrestarnos, y en consecuencia estamos en todas partes a su disposici�n.No hay tiempo, ni ninguna otra circunstancia de nuestra vida que no sea desagradable para la muerte, invierno y verano, primavera. y oto�o; la siembra y la cosecha, las estaciones fr�as y c�lidas, y las m�s moderadas, son aprovechadas por este destructor.

De d�a y de noche, de ma�ana y de tarde, en tiempos establecidos para la devoci�n o para los negocios mundanos; en tiempo de trabajo o recreaci�n, en tiempos de calamidad y prosperidad este enemigo nos invade.

II. Razones.

1. La muerte es universal, porque as� lo han ordenado los decretos divinos ( Job 30:23 ).

2. El pecado trajo la muerte al mundo, y de ah� que toda la humanidad est� sujeta a �l. �La paga del pecado es muerte� - se vuelve tan debida al pecador como la paga al obrero.

3. Con la entrada del pecado en el mundo, vino con �l una maldici�n sobre el cuerpo del hombre, y de all� sobrevino la fragilidad y la debilidad, y por lo tanto una constante propensi�n a la mortalidad.

(1) Accidentes extra�os y sucesos inesperados acompa�an a la vida del hombre, y no est� en su poder prevenirlos o evitarlos. Los poetas fantasiosos nos dicen que Aquiles fue sumergido en el lago Estigio, para evitar que en el futuro sufriera heridas en las guerras; pero parece que el agua no le toc� el tal�n, de donde fue, dicen, que fue herido en ese lugar. Vemos, pues, que los hombres se han cre�do, por as� decirlo, invulnerables en todas partes; han escapado de los peligros en que otros cayeron, nada ha podido hacerles da�o: pero al fin encuentran su error, alguna calamidad repentina los ataca, les sobreviene alguna maldad que nunca lleg� al borde de sus pensamientos.

Julio C�sar, que hab�a salido victorioso en cincuenta batallas establecidas y nunca recibi� un golpe peligroso; despu�s de todos los peligros que tan felizmente escaparon al extranjero, en su casa, en la casa del Senado, recibi� veintitr�s heridas, todas mortales.

(2) Se puede dar una explicaci�n adicional del dominio universal de la muerte, a partir de la consideraci�n de la variedad de enfermedades y males que infestan la naturaleza humana, la multiplicidad de enfermedades y dolencias a las que est�n sujetos nuestros cuerpos. Muchos traen estos al mundo con ellos, porque o son vinculados a ellos por sus padres, y por lo tanto son hereditarios; o bien, sin ninguna infecci�n o depravaci�n por parte de ellos, las partes est�n tan preparadas y enmarcadas por la naturaleza que pueden decirse para contener en ellos las semillas de tales y tales enfermedades.

III. Inferencias.

1. Medita constantemente sobre la muerte. Felipe, rey de Macedonia, ten�a un recordatorio a prop�sito para que viniera a �l todos los d�as y le hiciera sonar estas palabras en los o�dos: "Recuerde, se�or, que es un hombre mortal". Y leemos que las mismas palabras se sol�an gritar en voz alta a los vencedores en sus triunfos. Los jud�os religiosos (como Jos� de Arimatea, de quien leemos particularmente en el Evangelio) ten�an sus tumbas y sepulcros en sus jardines, para poder verlos con frecuencia, caminar hacia ellos y conversar con ellos en medio de sus delicias. y entretenimientos que esos lugares ofrec�an.

San Jer�nimo, ese padre religioso y piadoso de la Iglesia primitiva, para poder tener continuamente el recuerdo de la muerte y el juicio en su mente, sol�a fijar esta impresi�n en sus pensamientos e imaginaciones, que siempre escuchaba el sonido de la �ltima trompeta. . Esto es, como dice S�neca, ir a la muerte: y juzgarte (dice �l) qu� es lo mejor, que la muerte debe llegar a nosotros, o que debemos ir a eso.

Si acudimos a �l en nuestros pensamientos previos y meditaciones, entonces no nos sorprender�, entonces no seremos apoderados de una muerte repentina, sino que seremos provistos para ello, lo cual es una ventaja indescriptible.

2. Esta doctrina de la mortalidad nos ense�a la humildad. Algunos de los favoritos de Alejandro el Grande lo hab�an halagado con la idea de ser una especie de dios y casi emparentados con J�piter; que engendr� en �l altos pensamientos de s� mismo. Pero sucedi� que fue herido con un dardo en las guerras, y al ver que su sangre brotaba del orificio, se le oy� decir a los transe�ntes: �Me dicen que soy el hijo de J�piter, pero esta herida proclama con la boca abierta. que no soy m�s que un hombre ". El sentido de lo cual corrigi� en cierta medida la opini�n falsa que ten�a antes, y le hizo albergar pensamientos no tan elevados sobre s� mismo.

3. As� como esta doctrina ense�a la humildad, dicta la paz y el amor. Este fue el dise�o de los egipcios colocando un esqueleto ante sus invitados en sus fiestas; era animarnos unos a otros al amor y la amistad mutuos, y pasar el poco tiempo (que ese espect�culo les recordaba) en tan buen empleo. Debes morir, debes dejar este mundo, debes alojarte en el polvo: esta consideraci�n debe ser eficaz para enfriar tus ardores y animosidades, para detenerte en tus furiosos encuentros entre ellos. Si piensas seriamente en morir, no te atrever�s a pasar al otro mundo con tus disensiones y antipat�as.

4. Todos deben morir, por lo tanto, hagan de ah� esta inferencia racional de que no deben poner su coraz�n en las cosas de esta vida transitoria. �Qu� viajero comprensivo se cargar� cuando est� en su viaje? Ese rico avaro demostr� su locura al construir sus graneros tan alto, cuando ten�a que quedarse agachado en tan poco tiempo. Los pensamientos de muerte deber�an amortiguar nuestra codicia y ambici�n.

5. Ver la muerte es el reparto de todo el g�nero humano, y es imposible evitarla, hag�monos de principios consoladores contra ese tiempo, para que cuando llegue la recibamos con gozo. Los hombres han aliviado su dolor y superado su miedo, insistiendo en que la muerte es la suerte com�n de todos y, por lo tanto, es irrazonable quejarse y murmurar por ello. Debemos recorrer la carretera, dicen, por la que han pasado todos los que nos precedieron.

Los que est�n muertos solo marcan el camino, y todos debemos seguirlos. Una vez m�s, algunos de los grandes moralistas se esforzaron por ant�doto contra las temibles aprensiones de la muerte sugiriendo que, como es el final de nuestras vidas, tambi�n lo es de todas nuestras miserias y, por lo tanto, debe abrazarse con paciencia y alegr�a. �Pero Ay! estos son consuelos pobres y lamentables contra la muerte, y que no pueden ser satisfactorios para las mentes racionales y deliberadas.

�Qu� consuelo puede ser para un pasajero viajar por la carretera, aunque es com�n, cuando sabe que lo golpear�n en la cabeza o le cortar�n la garganta? Y en cuanto a que la muerte pone un punto a toda miseria, si hablamos de hombres malos, m�s bien comienza entonces, porque los males de esta vida no son nada en comparaci�n con los que sentir�n en otro mundo. La muerte, que es tan terrible en s� misma, se vuelve agradable y bienvenida con la muerte de Jes�s, quien derram� Su sangre en la Cruz para quitar nuestros pecados.

Y as� la muerte, que era una maldici�n, se convierte en la bendici�n m�s grande y deseable. Viva como aquellos que conocen y profesan esta verdad com�n, que todos deben morir. El argumento del sibarita era: "Comamos y bebamos, que ma�ana moriremos". Pero el argumento del sabio y la santa l�gica son muy diferentes: "Todo lo que encuentres para hacer, hazlo con todas tus fuerzas, porque no hay sabidur�a ni operaci�n en el lugar adonde vas". ( J. Edwards, DD .)

Sobre la muerte

Se dice que fue costumbre de los nobles de Grecia, en la arcilla sobre la que fue coronado su emperador, que le presentaran una piedra de m�rmol; y se le pregunt�, �de qu� manera har�a que le hicieran la l�pida? - pr�ctica que nos dice esto, que aunque estos estaban muy desprovistos de la luz de las Escrituras, estaban muy conscientes de la muerte. La muerte sorprender� a algunos, como lo hizo Abel en campo abierto ( G�nesis 4:8 ); algunos, como Eglon en su sal�n ( Jueces 3:21 ); algunos , como Sa�l y Jonat�n en la pelea ( 1 Samuel 31:1 ).

I. Ventajas que acompa�an a quienes viven a la vista continua de la muerte.

1. La fe de la muerte inminente har� que el alma sea sumamente diligente en el deber ( Juan 9:4 ).

2. La fe de la muerte inminente har� al cristiano sumamente serio y celoso en el ejercicio de su deber ( Eclesiast�s 9:10 ).

3. La fe de esta verdad, que todos debemos morir, ayudar� al cristiano a estar sumamente mortificado a las cosas del mundo presente ( 2 Corintios 4:18 ; 2 Corintios 5:1 ; 1 Corintios 7:31 ; Filipenses 4:5 ).

4. Cuando un cristiano cree esta verdad, que debe morir, ser� una gran restricci�n para evitar que peque ( Job 31:13 ).

5. Cuando un cristiano vive a la vista de esta verdad, que una vez ver� la muerte, lo har� extremadamente paciente bajo toda cruz con la que se encuentre. Un cristiano as� dif�cilmente se encontrar� con una cruz, pero se callar� con esto: - la muerte me llevar� m�s all� de esta cruz - esto no es m�s que una nube que pronto pasar� ( Salmo 39:4 ).

6. La fe de la muerte inminente le ense�ar� a la persona que la tiene a estudiar la sabidur�a salvadora ( Salmo 90:12 ).

7. La fe de la muerte inminente har� que el cristiano sea muy cuidadoso al prepararse para la muerte.

8. La muerte no ser� tan terrible para �l como lo ser� para muchos cuando llegue. No conozco una dispensaci�n m�s terrible que la muerte y una conciencia culpable reuni�ndose.

II. Algunas consideraciones para presionarlo para que se prepare para la muerte.

1. Morir bien y en el Se�or es una obra sumamente dif�cil; por eso les ruego que se preparen para la muerte. Es un trabajo dif�cil comunicarse correctamente; es un trabajo dif�cil orar bien; pero debo decirles que es un trabajo a�n m�s dif�cil morir bien que cualquiera de estos.

2. Debes morir una sola vez; y si no mueres bien, no habr� remedio.

3. Son declarados bienaventurados los que mueren en el Se�or ( Apocalipsis 14:13 ).

4. Que aunque pongas todas tus obras de tu mano antes de la muerte, sin embargo, descubrir�s que la muerte tendr� trabajo suficiente para s� misma, s�, tanto como t� hagas. Entonces ser� mucho para ti ganar la paciencia; Te ser� mucho ganar a la vista de tu justificaci�n; y entonces ser� mucho m�s para ti ganar la seguridad. �Oh! Entonces, �no es necesario que pongas a mano toda tu obra antes de que venga tu fin postrero?

5. Tus labores terminar�n, pero tus obras no ser�n olvidadas; �Y no es eso una ventaja gloriosa?

6. La muerte puede venir sobre ti antes de que te des cuenta; no lo sab�is, pero la muerte puede sorprenderos esta noche antes de que os vay�is a vuestras casas; y por eso deja que eso te presione a estudiar una constante preparaci�n para la muerte.

7. Como la muerte te deja, as� te encontrar� el juicio. Si la muerte os dejara ajenos a Cristo, os aparecer�is ante �l como extra�os a �l; por tanto, les ruego a todos que se preparen para ella.

III. Algunas instrucciones para ayudarlo a prepararse para la muerte.

1. Est� mucho en preparaci�n para la muerte todos los d�as, porque es incluso una preparaci�n para el cielo, contemplar su tumba y el final todos los d�as.

2. Sea mucho en estos deberes:

(1) Autoexamen.

(2) Arrepentimiento.

(3) Fe.

(4) Mortificaci�n.

3. Preste mucha atenci�n a las cosas excelentes del cielo.

4. Trabaje siempre para mantener una buena conciencia, libre de ofensas hacia Dios y los hombres.

5. Ligero no deber conocido; no crucifiques ninguna convicci�n, ni rompas ninguna resoluci�n. ( A. Gray .)

Versículo 49

Se�or, �d�nde est�n tus misericordias anteriores, que juraste a David en tu verdad?

Salmo de Ethan

De Ethan el ezrah�ta podemos formar una concepci�n mucho m�s completa que la de Heman, su colega y amigo. Como Hem�n, naci� en la �poca de David, pero fue moldeado principalmente por las influencias, literarias y religiosas, que caracterizaron la �poca de Salom�n. Al igual que Hem�n, fue uno de los cuatro pajes que se consideraron tan sabios que se le hizo un cumplido al propio Salom�n que era incluso m�s sabio que ellos ( 1 Reyes 4:31 ).

Tambi�n como Heman, fue uno de los tres cantores puestos al servicio del canto en la casa del Se�or ( 1 Cr�nicas 6:44 ), uno de los l�deres, o directores, de la orquesta del Temple, que marc� el tiempo de la cantantes e int�rpretes con instrumentos, no con batuta, sino, como estaba de moda entonces, con el estruendo de sus descarados platillos ( 1 Cr�nicas 15:19 ).

Debe haber sido, por lo tanto, un hombre de alta cultura, de amplia y variada experiencia, de sabidur�a entrenada y practicada, as� como un poeta y un m�sico de la habilidad m�s aprobada. En su salmo nos da los �ltimos resultados de una larga vida de observaci�n y experiencia. Este salmo no pudo haber sido escrito hasta el quinto a�o del reinado de Roboam. La ocasi�n que la impuls� fue, probablemente, la memorable invasi�n de Palestina por Shishak, el fara�n reinante de Egipto, que se registra en 2 Cr�nicas 12:1 , y a cuyo resultado se ha encontrado alusi�n en las esculturas de Karnac. .

Si lees el salmo con los hechos de esta invasi�n y su efecto en Roboam, completamente en mente, ser� completamente nuevo para ti. El rey de Jud�, el ungido del Se�or, se lamenta el salmista (vers�culos 38-45), ha sido deshonrado, su corona ha sido arrojada al suelo y contaminada en el polvo; sus fortalezas fronterizas han sido derribadas; todas sus fortalezas reducidas; su gloria ha pasado; una vejez demacrada le ha sobrevenido en la edad adulta; est� cubierto de verg�enza.

Ethan medita sobre estos hechos; se propone comprenderlos, llegar a su significado m�s �ntimo, su intenci�n divina, y aprender la lecci�n de la que est�n llenos. Plantea este problema: la aparente oposici�n entre la fe y los hechos, entre los acontecimientos de la vida humana y las declaraciones de la voluntad divina. Recuerda la seguridad que se le dio a David: �Establecer� tu descendencia para siempre�, y sin embargo, el nieto de David perdi� diez de las tribus, perdi�, de hecho, su propio reino y se convirti� en vasallo de Egipto.

�Qu� terreno qued� para la fe y la esperanza? Se pregunta a s� mismo: �No es Dios capaz, no es lo suficientemente fuerte para cumplir su palabra y llevar a cabo los prop�sitos de su amor y compasi�n? Y luego pregunta: �No es lo suficientemente bueno, no es verdadero y fiel a la palabra que ha hablado, al prop�sito que ha enmarcado y anunciado? Su respuesta no est� te�ida por dudas o vacilaciones (vers�culo 8). Evidentemente, Ethan es un hombre de temperamento m�s robusto que Heman.

Tan meditativo, tan experimentado, sabio, pero que no se inquieta por las dudas pesimistas, puede enfrentar los hechos de la vida sin alarmarse, y las contradicciones de pensamiento que esos hechos pueden generar en quienes reflexionan sobre ellos. �En qu� terreno se posicion�? Un refugio, en el que muchos se refugian, le fue cerrado. No pod�a admitir, con Mill, que Dios estaba limitado en bondad o poder.

Tampoco pod�a admitir que los hombres no tienen ning�n derecho sobre el Dios que los cre�. Ethan encontr� terreno para la confianza y la esperanza al abrigar la convicci�n de que Dios hab�a enviado estas calamidades con misericordia, para correcci�n, para disciplina, y no con ira, para destrucci�n. Acarici� la creencia y la esperanza de que Dios estaba guardando Su pacto con la simiente de David, no rompi�ndolo. De ah� que pudiera suplicar a Dios: ��Hasta cu�ndo, oh Se�or? �Te esconder�s para siempre? Es esta confianza indomable en el poder y la bondad de Dios; es esta convicci�n resuelta e inquebrantable de que todas las aparentes contradicciones entre los hechos de la experiencia y la voluntad declarada de Dios son s�lo discordias que har�n m�s profunda y dulce la armon�a �ltima.

Esta convicci�n tambi�n la necesitamos. Tenemos que enfrentar el problema que presion� en la mente del sabio hebreo. Dios nos ha declarado su voluntad; Ha hecho un pacto con nosotros. Y, sin embargo, �se salva el mundo? El sabio y experimentado Ethan interviene en nuestra ayuda. Sin buscar de ninguna manera abatir nuestro sentido del pecado, o nuestra verg�enza por el pecado, �l nos ense�a que todo nuestro dolor y verg�enza, tan lejos de probar que Dios se ha olvidado de ser misericordioso con nosotros, es una prueba de que �l nos est� corrigiendo. por nuestras rebeliones y por nuestra iniquidad. Afirma que por esta disciplina Dios nos est� atrayendo una vez m�s hacia �l. ( Samuel Cox, DD .)

Las misericordias de Dios

"�D�nde est�n tus antiguas misericordias?" Mientras canta, Ethan mira a su alrededor y sus ojos se posan en una escena de degradaci�n y ruina. Sufre como patriota; sufre como hombre religioso; sufre como sufrieron los descendientes de las antiguas familias romanas cuando vieron a Alarico y sus huestes saqueando la ciudad eterna; como sufrieron los compatriotas de Federico el Grande cuando los franceses entraron en Berl�n despu�s de Jena; como a su vez sufrieron los conquistadores de Jena y Austerlitz cuando los aliados entraron en Par�s.

Estos son los tr�gicos incidentes de la historia, y la casa de David y sus seguidores, al parecer, estaban experimentando uno de esos grandes reveses por los cuales la justicia compensadora que gobierna el mundo a menudo equilibra una preeminencia abrumadora. Pero, entonces, en el caso de la casa de David, estaba en juego mucho m�s que las fortunas civiles del pa�s. Atado y detr�s del sentimiento patri�tico estaba el religioso y el teocr�tico.

El dolor de Ethan es en su tipo, aunque no en su grado, el de Jerem�as en la mayor cat�strofe de un siglo posterior; es la de los cristianos afligidos que, como describe un cronista �rabe, vieron su religi�n hundirse en ruinas ante las huestes del Islam; es la de los brit�nicos romanizados, que vieron en nuestros propios antepasados ??sajones, aunque paganos, enemigos implacables, no s�lo de su civilizaci�n, sino de su fe.

El trono de David estaba en el polvo; El nieto de David era un s�bdito del rey egipcio; las defensas militares del pa�s hab�an sido asaltadas por las fuerzas egipcias; Las poblaciones desprotegidas fueron saqueadas por hordas de Suakims y et�opes que vagaban a su antojo por el suelo sagrado, llevando a dondequiera que iban la desolaci�n y la ruina. El filo de la espada del rey se volvi�; no se intent� resistir a los enemigos en campo abierto; el mismo monarca infeliz hab�a sido sometido a un trato que lo degrad�, y el salmista teme que los d�as de su juventud se vean acortados por la ruina y el deshonor que as� hab�a sobrecogido al hombre que cinco a�os antes hab�a ascendido al trono m�s poderoso de Asia occidental , y quien en su d�a personific� las mejores esperanzas no solo de los hijos de Abraham sino de la raza humana.

Aqu�, entonces, estaba la dificultad del salmista. �Qu� hab�a sido de la misericordia de Dios? �Qu� hay de su fidelidad? �qu� hay de su poder? Ethan, en su informe de la promesa, de hecho, ha respondido a su propia dificultad. El pacto con David no fue un pacto absoluto. Depende de las condiciones, condiciones que se resumen en la fidelidad a Aquel que tanto hab�a hecho por ella. El mismo Ethan declara esta condici�n suprema en las palabras del Autor Divino del pacto (vers�culos 30-32).

La promesa, sin embargo, continu� as� (vers�culos 33-35). La misericordia de Dios, nublada por el momento, no fue retirada, el castigo de la raza de David no fue su extinci�n definitiva. Entre los descendientes de Roboam hab�a reyes buenos y poderosos que no eran indignos de su alta y sagrada ascendencia, y cuando por fin la desobediencia continua a los t�rminos del pacto llev� a la destrucci�n de la monarqu�a en Sedequ�as y a la ruina de la ciudad sagrada, el pacto todav�a se mantuvo.

De la raza de David naci� al fin uno que reinar�a sobre la casa de Jacob para siempre, y cuyo reino no tendr�a fin. El grito de Ethan a menudo ha sido elevado por hombres piadosos en los d�as malos de la cristiandad. Una y otra vez Roboam ha aparecido en la cristiandad. El tonto amante del absolutismo espiritual, las divisiones que sus pretensiones hacen casi inevitables, y luego los triunfos del mundo sobre una Iglesia debilitada y dividida, todo esto se ha repetido una y otra vez, y luego sube el grito: �Se�or , �d�nde est�n tus antiguas misericordias? y la respuesta es: �Est�n donde estaban.

"Los dones y el llamamiento de Dios son sin arrepentimiento". Ahora, como siempre, las promesas de Dios a su pueblo est�n condicionadas en gran medida. Si las puertas del infierno no prevalecen contra Su Iglesia, mucho menos que esto suceda como consecuencia de la infidelidad de sus miembros o de sus ministros. Dios hace que su obra dependa para su completo �xito de la cooperaci�n leal de las voluntades humanas. Acepta la apariencia de derrota y fracaso en lugar de suspender los t�rminos en los que se dan sus dones.

Pero su promesa todo el tiempo es segura; somos nosotros los que olvidamos las condiciones en las que se hace, y la pregunta de Ethan a menudo se responde en otra conexi�n. A todos los ni�os, como ustedes saben, se les ense�a en el Catecismo a decir: �En mi bautismo fui hecho miembro de Cristo, hijo de Dios y heredero del reino de los cielos�. Ahora, esta declaraci�n apela a una gran cantidad de testimonio b�blico que se resume en la declaraci�n de St.

Pablo que todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. La alianza que Dios hace en su bautismo con cada alma cristiana, es, en verdad, un don generoso y magn�fico, demasiado grande para creer en �l si no fuera la consecuencia y aplicaci�n de un don que es a�n mayor; porque �tanto am� Dios al mundo�, etc. Pero aqu� surge el triste contraste entre este relato del bautismo y la vida real de miles, no de millones, de bautizados.

�Miren�, exclaman los hombres, �a la cristiandad bautizada. Mire a los millones a quienes les ha ense�ado a decir que son hechos miembros de Cristo en su bautismo �. Ciertamente la cristiandad es a primera vista una difamaci�n y una aparente contradicci�n con los dones y promesas m�s elevados de Cristo, y sin embargo, al decir eso, �no olvidamos que esos dones y promesas como el pacto con David siempre est�n condicionados? La gracia de Dios, ya sea dada en el bautismo o en cualquier otro momento, aunque est� prometida para siempre a la Iglesia colectiva, no es un don que se nos concede a cualquiera de nosotros, independientemente de nuestro m�todo de recibirla y atesorarla.

Las promesas de que nadie arrebatar� de su mano a los que el Padre ha dado a Su Cristo, y que los predestinados son llamados, los llamados justificados y los justificados glorificados, est�n todas ellas acompa�adas de condiciones t�citas expresadas en otra parte que estos receptores. de la gracia debe corresponder a la gracia que recibieron. �Dios�, dice San Agust�n, �no nos salvar� por nosotros mismos, pero no nos salvar� sin nosotros mismos.

�La gracia de la regeneraci�n no es un talism�n que gana el cielo, sean los bautizados lo que quieran; es un regalo condicionado que, como la corona de David, ser� retenido o perdido por el monarca que lo lleve puesto que los hombres se cuiden o no reconozcan sus obligaciones. De esto estemos m�s seguros, que si a alguien le parece que las promesas de Dios han fallado, la culpa no es de �l sino de nosotros mismos; somos nosotros los que hemos cambiado, no �l.

Todo lo que tenemos que hacer si nuestra suerte est� en medio de circunstancias desalentadoras, o si parece que nos estamos quedando cortos de lo que �l nos ha prometido, es levantar nuestro coraz�n a �l con arrepentimiento y fe, y todo ir� bien. ( Canon Liddon .)

Misericordias anteriores

Es probable que el salmista se refiera aqu� a alguna manifestaci�n especial de la misericordia de Dios que se le concedi� en una temporada de peligros y problemas pasados, que habiendo recordado en su presente calamidad, se le anima a orar por una liberaci�n similar. El recuerdo de liberaciones pasadas es de gran ayuda para orar por un rescate de los males presentes. O puede ser que estuviera preguntando por las misericordias que Dios le hab�a prometido, y esta era una fuente de confianza a�n mayor: "La cual juraste a David en tu verdad".

I. El contenido de la investigaci�n.

1. El hecho de que se realice una indagaci�n supone un conocimiento, ya sea personal o por informe, entre el indagador y el buscado.

2. Implica un cese temporal imaginario de las relaciones sexuales.

3. Exhibe un ardiente deseo de renovar el coito.

4. Respira un esp�ritu de sinceridad.

II. Los v�tores responden a la pregunta.

1. La misericordia todav�a existe. Muchos de sus dones anteriores ya no existen; muchos de los instrumentos por cuyos medios, en tiempos pasados, realiz� proezas poderosas han sido abandonados; muchos de sus antiguos mensajeros se han quedado callados en la muerte ( Zacar�as 1:5 ). No; una carrera que algunos de ustedes a�n recuerdan han fallecido. Pero Mercy sigue viva.

2. Ella est� con el Se�or y siempre se encuentra en casa.

3. Ella todav�a est� en posesi�n de todas sus facultades. Tiene suficiente fuerza de brazo para la empresa m�s dif�cil, mientras que conserva la firmeza de la mano y la delicadeza del tacto para el trabajo m�s complejo.

4. Ella todav�a est� igualmente bien dispuesta hacia ti.

III. Los probables resultados de tal investigaci�n hechos con un esp�ritu apropiado.

1. Obtendr� la aprobaci�n divina

2. Toda probabilidad de reanudaci�n del coito. ( D. Roberts .).

Salmo 90:1

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Psalms 89". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/psalms-89.html. 1905-1909. Nueva York.