Bible Commentaries
Zacarías 11

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-2

Para que el fuego devore tus cedros, etc.

El cedro ca�do

En este cap�tulo hay un anuncio del juicio que vendr�a sobre el Estado y la naci�n jud�os debido a su impiedad, y especialmente su rechazo desde�oso de Aquel a quien Dios envi� para ser su pastor. La profec�a aqu� no est� relacionada de ninguna manera con la del Cap�tulo s precedente, excepto en lo que se puede considerar como una continuaci�n del relato de los tratos de Dios con Israel, y su comportamiento hacia �l como consecuencia de los eventos predichos en estos Cap�tulos s.

Hasta ahora, el profeta ha sido un portador de buenas nuevas para Si�n, noticias de liberaci�n de los opresores y restauraci�n de los privilegios y la felicidad anteriores. Pero hab�a un lado oscuro en la imagen adem�s de uno brillante. Todos los problemas y conflictos no hab�an cesado con la restauraci�n de su propia tierra: ni su tendencia a la rebeli�n y la apostas�a de Jehov�, su Pastor y Rey, finalmente fue subyugada.

Trat�ndolo con desprecio, su favor deber�a ser retirado de ellos, y los lazos que los un�an deber�an romperse. La mano de hierro de la opresi�n extranjera deber�a volver a caer pesadamente sobre ellos, y la ruina de su Estado y la desolaci�n de su tierra deber�an marcar la grandeza de su pecado por la severidad del castigo que hab�a implicado. La profec�a comienza con una imagen de ruina y desolaci�n que se extiende sobre la tierra, y luego se detalla el proceso mediante el cual esto se produjo y se indic� la causa.

La descripci�n del juicio comienza dram�ticamente. El L�bano es llamado a abrir sus puertas, para que entre fuego y consuma sus cedros; se advierte al cipr�s a aullar o aullar porque el cedro ha ca�do, porque los �rboles nobles y gloriosos son destruidos; los robles de Bas�n son llamados a unirse al llanto, porque el bosque inaccesible est� arrasado. El cipr�s est� llamado aqu� a lamentarse por la ca�da del cedro del L�bano, la gloria del bosque, no tanto como para deplorar esa calamidad como para anticipar para s� mismo un destino similar.

No se puede suponer que esta descripci�n deba tomarse literalmente; el lenguaje es demasiado contundente y la imagen demasiado v�vida para ser entendida simplemente de la destrucci�n por el fuego de unos pocos �rboles, aunque estos eran los mejores de su especie. Por otro lado, no parece haber raz�n suficiente para considerar esta descripci�n como simb�lica y totalmente figurativa. El punto de vista m�s simple y sostenible es el que sugiri� Calvino, a saber, que por los lugares aqu� mencionados se entiende toda la tierra de Judea, cuya desolaci�n est� predicha por el profeta.

La cat�strofe as� descrita fue provocada por la mala conducta del pueblo, y especialmente de sus pastores y gobernantes, hacia el Gran Pastor de Israel, a quien Dios envi� para alimentar y cuidar el reba�o. Esto se describe a continuaci�n, donde se representa al profeta actuando como representante de otro, y como tal se le habla. No se puede suponer que la persona a la que se dirige es el �ngel de Jehov�, o el Mes�as, porque la persona a la que se dirige en Zacar�as 11:4 es evidentemente la misma que se dirige en Zacar�as 11:15 , y lo que all� se dice no lo hace en ninguna aplicar al �ngel de Jehov�, o el Mes�as.

Tampoco se puede suponer que el profeta se dirige aqu� en su propia persona, porque como no era parte del oficio prof�tico actuar como pastor de Israel, no podr�a ser al profeta como tal que el mandato que aqu� se da fue dirigido . La �nica suposici�n que se puede sostener es que lo que aqu� se narra pas� como una visi�n ante el sentido interior del profeta, en la que se ve�a a s� mismo como el representante de otro, primero del buen pastor que es enviado a alimentar al reba�o, y luego del mal pastor por quien se descuid� el reba�o, y que ser�a destruido por su iniquidad. ( WL Alexander, DD )

Los cedros, abetos y robles de la sociedad

Este cap�tulo, se ha dicho, se divide en tres secciones.

1. La amenaza del juicio ( Zacar�as 11:1 ).

2. La descripci�n del Buen Pastor (vers�culo 4-14).

3. El bosquejo del pastor necio ( Zacar�as 11:15 ).

El L�bano, aqu�, puede considerarse como un s�mbolo del reino de Jud�, y sus cedros denotan a los principales hombres del reino.

I. Una variedad de distinciones. El "cedro" aqu�, el "abeto" o cipr�s y los "robles" se emplean para establecer algunas de las distinciones que prevalec�an entre el pueblo hebreo. Ahora bien, si bien todos los hombres tienen un origen com�n, una naturaleza com�n y obligaciones y responsabilidades morales comunes, en cada generaci�n prevalece una gran variedad de distinciones notables. No solo est�n los cedros y los abetos, sino tambi�n las zarzas y los cardos.

Existe una distinci�n casi tan grande entre el tipo m�s alto de hombre y el m�s bajo, como entre el tipo m�s bajo y el m�s alto de bruto. Hay gigantes intelectuales y enanos intelectuales, monarcas morales y siervos espirituales. Esta variedad de distinciones en la familia humana tiene al menos dos prop�sitos importantes.

1. Controlar el orgullo en lo m�s alto y el desaliento en lo m�s bajo. El cedro no tiene por qu� jactarse del abeto, ni de la planta m�s humilde; debe su existencia al mismo Dios, y se sustenta en los mismos elementos comunes. �Y de qu� pueden estar orgullosos los hombres m�s grandes, los Shakespeare, los Schillers, los Milton, los Goethes? �Qu� tienen que no hayan recibido? �Y por qu� deber�a desanimarse el hombre m�s d�bil? �l es lo que Dios lo hizo, y sus responsabilidades est�n limitadas por sus capacidades. Esta variedad sirve:

2. Fortalecer los lazos de hermandad humana. Si todos fueran hombres de igual capacidad, es evidente que no habr�a lugar para ese ministerio mutuo de interdependencia que tiende a unir a la sociedad. El fuerte se regocija en soportar las debilidades del d�bil, y el d�bil se regocija en la gratitud y la esperanza a causa del socorro recibido.

II. Una calamidad com�n. �Aullido, abeto; porque el cedro ha ca�do ". Una expresi�n que implica que la misma suerte le espera al abeto. Hay un evento que aguarda a hombres de todo tipo, clase y grado, el cedro m�s alto y el arbusto m�s raqu�tico: la muerte.

1. Esta calamidad com�n nivela todas las distinciones. �Aunque su excelencia se eleve hasta los cielos, y su cabeza llegue hasta las nubes, perecer� para siempre�.

2. Esta calamidad com�n deber�a desmaterializar a todas las almas. Dado que solo estamos aqu� en esta tierra por unos pocos a�os como m�ximo, �por qu� deber�amos vivir para la carne y as� materializar nuestras almas?

III. Una alarma natural. "Aullido, abeto". El aullido, no de rabia, no de simpat�a, sino de alarma. Cuando lo m�s alto cae, lo m�s bajo puede dar la alarma. Si el cedro cede, deje que el cipr�s mire hacia afuera. Este principio puede aplicarse a:

1. Comunidades. Entre los reinos de la tierra se encuentran el "cedro" y el "abeto". Lo mismo puede decirse de los mercados. Est�n los cedros del mundo comercial; grandes casas que regulan casi las mercanc�as del mundo.

2. Individuos. Cuando los hombres que son f�sicamente fuertes caen, que los hombres m�s d�biles tengan cuidado. Cuando caigan los hombres que son cedros morales, de car�cter majestuoso y poderosos en influencias ben�ficas, que los menos �tiles tomen la alarma y a�n m�s los in�tiles. ( Homilista. )

Aullido, abeto; porque ha ca�do el cedro,

El cedro y el abeto

La profec�a, de la cual estas palabras son parte, tuvo su cumplimiento en la destrucci�n de Jerusal�n y la dispersi�n de los jud�os por parte de los romanos. El texto ser�a aplicable en un momento de gran calamidad nacional. Por el cedro est�n representados los principales hombres de un pa�s, aquellos que ocupan las posiciones m�s prominentes, y son conspicuos por su posici�n e influencia. Cuando cae el cedro, cuando los pr�ncipes de una tierra son derribados por el desastre y la muerte, los hombres de rango inferior que, en comparaci�n con estos pr�ncipes, son como el abeto comparado con el cedro, bien pueden temblar y temer, como sabiendo que su propio d�a de prueba debe estar acerc�ndose r�pidamente.

Estas palabras, entonces, son universalmente aplicables cuando una calamidad cae sobre aquellos mejores o m�s exaltados que nosotros, y tal calamidad puede servir como una advertencia, ense��ndonos a esperar nuestra propia parte de problemas. �A�lla, abeto� - tiembla y teme, pecadores y negligentes, que, aunque plantados en el huerto del Se�or, no produzcan frutos de justicia. �Ha ca�do el cedro�, �escapar� entonces el abeto? "Si el juicio comienza primero por la casa de Dios, �cu�l ser� el fin de los que no obedecen al evangelio de Cristo?" Considere que el texto presenta los sufrimientos de los justos como una evidencia o una se�al de lo mucho m�s grande que, a su debido tiempo, debe ser la porci�n de los malvados.

Si los imp�os meditaran sobre el trato de Dios con los justos, si el abeto observara lo que se le hizo al cedro, dif�cilmente podr�a ser que el castigo futuro y eterno fuera negado por cualquiera, o por alguien pr�cticamente ignorado. Que nuestro bendito Salvador mismo sea el primer cedro que miremos. "Herido de Dios y afligido". �Var�n de dolores y familiarizado con el dolor.

Sus sufrimientos s�lo entonces adquieren su car�cter m�s llamativo cuando se ven como demostraciones de la maldad del pecado. La expiaci�n sola me muestra lo que es el pecado a los ojos de Dios. El Capit�n de nuestra salvaci�n fue �perfeccionado por los sufrimientos�, pero la misma disciplina ha sido empleada, desde el principio, con respecto a todos aquellos a quienes Dios ha conducido a la gloria. En todas las dispensaciones, la aflicci�n es un instrumento de purificaci�n.

Cuanto m�s nos acercamos a los tiempos del Evangelio, m�s intensa se vuelve la disciplina del sufrimiento; como si Dios hubiera dise�ado para preparar a los hombres para un aumento de la tribulaci�n, con un aumento de privilegios. El hecho es indiscutible que, a trav�s de muchas tribulaciones, los hombres entran en el reino de los cielos. Ning�n hecho deber�a sorprender m�s a quienes viven sin Dios, y quiz�s secretamente esperan al final la impunidad.

No pueden negar que el cedro ha sido doblado y arruinado por el hurac�n, mientras que, comparativamente, el sol y la calma han estado alrededor del abeto. Y de esto est�n obligados a concluir el gran hecho de un juicio venidero. Supongamos que Dios emplea el sufrimiento con fines de disciplina; �qu� prueba esto sino que la naturaleza humana es completamente corrupta y requiere ser purgada como por el fuego, antes de que pueda ser preparada para la felicidad? Y si debe haber esta purificaci�n ardiente, �cu�l es la inferencia que deben sacar los hombres imp�os, si no que ser�n entregados de ahora en adelante a la llama insaciable, entregados a ella cuando esa llama no pueda aniquilar su ser, ni erradicar su corrupci�n? ? Es bastante probable que los malvados est�n dispuestos a felicitarse por su prosperidad superior y a mirar con l�stima, si no con desprecio,

Pero esto solo puede ser por falta de consideraci�n. Ciertamente se puede inferir de estas palabras, cuando se aplican en los modos indicados, que las aflicciones presentes de los justos ser�n superadas ampliamente por el futuro de los malvados. El "cedro ha ca�do" y el abeto es llamado a "aullar", como si estuviera a punto de romperse y temblar, como por la tempestad y el trueno. Los sufrimientos de los justos pueden salvar a los malvados de futuros tormentos, y lo que prepara a un buen hombre para el cielo puede arrebatar al malo del infierno. ( H. Melvill, BD )

Grandeza ca�da

Esta palabra "cedro" se aplica a Jerusal�n, al templo, al L�bano. Es un t�rmino general y simb�lico. Se aplica a todos los grandes personajes, a todas las instituciones nobles, a todos los prop�sitos sublimes. Hab�a una gran cantidad de madera de cedro en el templo, por lo que el templo a menudo se llamaba El Cedro, y lo que el templo era Jerusal�n era. A veces, un elemento da su car�cter a todo lo que entra.

La doctrina eterna del texto es que cuando los fuertes caen, los d�biles deben tener en cuenta esa circunstancia significativa. �C�mo puede sostenerse el abeto cuando se derriba el cedro? �C�mo pueden los d�biles defender la ciudad cuando los valientes han fallado? �Qu� pueden hacer los pobres tras los reyes de la riqueza? Y si Dios puede herir a los poderosos, �no puede abrumar al d�bil y al peque�o? si �l puede rasgar las estrellas y arrojar las constelaciones de sus lugares, �qu� hay de nuestras paredes de arcilla y nuestras chozas de polvo? Seguramente �l podr�a barrerlas como con el viento tempestuoso.

Y, sin embargo, los d�biles tienen un lugar propio. Los �rboles han sido derribados mientras que las margaritas se han dejado intactas. Hay una fuerza de peque�ez, hay una majestad de debilidad, hay una carta de inmunidad otorgada a las cosas que son muy fr�giles. El torbellino no destruye la flor que se dobla ante su furia, pero a menudo destruye el �rbol poderoso que la desaf�a a luchar. �Cu�nto dependemos del cedro en toda la vida, en toda la sociedad, en todas las instituciones! Lo que hace un hombre puede ser comparativamente insignificante y es posible que nunca se oiga hablar de �l, y esa misma cosa hecha por otra cualidad humana llena al mundo de asombro.

�Como es eso? Simplemente por la calidad. Hay gente que excava en la tierra, y lo que hacen a nadie le importa, nadie pregunta; hay personas que han vivido hasta el punto de desvanecerse de la influencia, que no tiene ninguna consecuencia lo que piensan o hacen. Otros hombres apenas pueden respirar sin que se note y se comente el hecho; el pulso no puede ser inestable sin que todo el periodismo del imperio se llene de noticias.

La diferencia es la diferencia entre el cedro y el abeto. Lo que es imposible en la naturaleza es posible en la humanidad: el abeto puede convertirse en cedro, y el cedro puede convertirse en abeto, y estos continuos cambios constituyen la verdadera tragedia de la experiencia humana. Que se sepa que alguna persona ha cometido un hurto en la ciudad, y el hurto se denunciar� en letra muy peque�a, realmente no tiene importancia para la sociedad cruel lo que ha hecho esa persona; pero dejemos que un hombre de otro tipo haga esa misma cosa en s� mismo, y no hay un tipo lo suficientemente grande para anunciar el hecho.

No siempre ocurre lo mismo con las buenas obras: "las buenas a menudo se entierran con los huesos de los hombres". No hay impresor que se preocupe por reportar caridad, nobleza, mansedumbre, perd�n, grandes ejercicios de paciencia y tolerancia. El impresor no estaba hecho para entrometerse con esa sagrada fama. Tal reputaci�n est� registrada en el cielo, es vigilada y custodiada por los �ngeles y lleva consigo su propia garant�a de inmortalidad.

Sin embargo, esta doctrina podr�a f�cilmente ser abusada. Un hombre podr�a ser tan tonto como para decir que lo que hace no tiene importancia. Pero en realidad es de consecuencia, seg�n el c�rculo dentro del cual se mueve. Todo hombre puede hacer que su hogar sea infeliz, todo hombre puede poner sobre la espalda de su hijo una carga que el ni�o no puede sostener. Esa es la consumaci�n de la crueldad. Si el hombre pudiera clavarse una daga en s� mismo y causarle a su propia vida una agon�a continua, podr�a estar haciendo un acto de justicia, podr�a estar tratando de compensar los males que ha hecho a los dem�s: pero cuando se siente que todo que el hombre habla sobre el ni�o hasta la tercera y cuarta generaci�n, para que el ni�o no pueda deshacerse de la sangre que derram� el bisabuelo,

Aplicamos este texto personal y nacionalmente, fundamentando en �l nuestros lamentos por la grandeza ca�da. Muere el gran estadista, y la Iglesia se llena de inmediato con la elocuencia de este texto: �Aullido, abeto; porque el cedro ha ca�do �, la lecci�n es que el gran hombre se ha ido, la gran fuerza se ha desvanecido, y ahora la debilidad est� expuesta a mil ataques; la debilidad siente su indefensi�n.

Tampoco debe limitarse tal elogio. El sentimiento tiene que jugar un papel muy serio y muy �til en la educaci�n de la vida. Cuando los hombres dejan de venerar la grandeza, dejan de cultivarla. Hay un filiste�smo cercano a la impiedad y la blasfemia. No todos los hombres son iguales, no todos los hombres tienen el mismo valor; algunos hombres tienen el genio de la perspicacia y la previsi�n, y otros no; y cuando los hombres que pueden ver el tiempo venidero e interpretar el tiempo que ahora es en sus significados m�s grandes nos son arrebatados, entonces aquellos de nosotros que ocupamos posiciones de lugar com�n bien podemos sentir que una tremenda bancarrota ha sobrevenido en la historia, y el mundo se empobrece para siempre.

Sin embargo, este no es el esp�ritu del Evangelio, que es siempre un esp�ritu de buen �nimo, est�mulo y esperanza. No dependemos ahora de los hombres, excepto en un sentido secundario; dependemos �nicamente de Dios: - La batalla no es tuya, sino de Dios; los que est�n por nosotros son m�s que todo lo que puede estar contra nosotros; nuestro cedro es la Cruz, y la Cruz nunca ha fallado. Roma se jactaba de haber borrado el nombre de pila, pero Roma se jactaba demasiado pronto.

Diez persecuciones se sucedieron en r�pida y devastadora sucesi�n; sin embargo, todav�a hab�a cristianos orando en secreto, templos desconocidos y sin nombre eran frecuentados por adoradores ardientes y apasionados. ( Joseph Parker, DD )

La muerte de los grandes hombres

El Sr. Jay era generalmente casto y digno en su composici�n, pero ocasionalmente usaba una expresi�n singular que en nuestros d�as se llamar�a "sensacional". La selecci�n de sus textos a veces fue ingeniosa; por ejemplo , en dos ocasiones, despu�s de la muerte de Robert Hall y Rowland Hill, su texto fue: "A�lla, abeto, porque el cedro ha ca�do". Siempre aprovech� los acontecimientos p�blicos y, por lo tanto, trajo la naturaleza y la providencia en su ayuda para instruir a la gente.

El cedro �til despu�s de su ca�da.

El cedro es el m�s �til cuando est� muerto. Es m�s productivo cuando su lugar ya no lo conoce. No hay madera como esta. De grano firme y capaz del pulido m�s fino, el diente de ning�n insecto lo tocar�, y el tiempo mismo dif�cilmente puede destruirlo. Al difundir una fragancia perpetua a trav�s de la c�mara que cubre, el gusano no corroer� el libro que protege, ni la polilla corromper� la prenda que protege; todo menos inmortal en s� mismo, transfunde sus cualidades amaranto en los objetos que lo rodean. Todo cristiano es �til en su vida, pero los buenos cedros son los m�s �tiles despu�s. Lutero est� muerto, pero la Reforma cinco.

Versículo 3

Porque su gloria est� estropeada

Hombres malos en altos cargos

I. Los hombres aqu� se refieren a los llamados "pastores", que es una designaci�n de hombres en el poder, hombres que presid�an pol�tica y eclesi�sticamente al pueblo, los l�deres. Los �pastores� han llegado a veces a sus positrones independientemente de la voluntad del pueblo. Los "pastores" a los que se hace referencia aqu� ten�an un car�cter ambicioso. Comparado con "leones j�venes".

1. Que un hombre en un alto cargo que tiene un mal car�cter es el m�s despreciable de todos los hombres. Un mal car�cter en un mendigo lo hace despreciable; pero el mal car�cter de un rey lo hace diez veces m�s despreciable.

2. Que es deber de todos los pueblos promover a los altos cargos a los �nicos que tienen un alto car�cter moral.

II. Los hombres malos en los altos cargos est�n muy angustiados. "Hay una voz de aullido de los pastores", etc. "La gloria de estos pastores que se estropea", dice Wardlaw, "significa la derrota de todo su honor y poder y la riqueza y el lujo que, por el abuso de su poder, que hab�an adquirido, todos se convirtieron en presa de los saqueadores y saqueadores. El orgullo del Jord�n resid�a en sus �rboles de hoja perenne y matorrales con los que se enriquec�an y adornaban sus orillas; y siendo estos el refugio y habitaci�n de los leoncillos, las dos partes de la figura son apropiadas.

Como los leones a�llan y rugen consternados y furiosos cuando son desalojados de sus refugios y moradas, ya sea por la crecida inundaci�n que barre sus guaridas, o por la tala o el incendio de sus moradas, as� deber�an ser los sacerdotes y gobernantes de Jerusal�n. alarmados y golpeados por la desesperaci�n y la rabia, cuando encontraron su ciudad, dentro de cuyos muros se hab�an considerado seguros de la posibilidad misma de una entrada hostil, expuesta al ultraje de un enemigo exasperado, y todos sus recursos entregados al saqueo y la destrucci�n �Tanto el pa�s como la ciudad sumidos en la confusi�n y la desolaci�n! " Tales gobernantes pueden muy bien estar angustiados,

1. Porque todos los hombres honrados y perspicaces sobre quienes presiden los desprecian.

2. Porque el Justo Gobernador del mundo los ha denunciado. ( Homilista. )

Versículos 4-5

Alimenta el reba�o de la matanza

Pueblo oprimido y sus opresores

I. Un deber impuesto a los pueblos oprimidos. "Apacienta el reba�o (ovejas) del matadero". Estos pastores, estos gobernantes del pueblo hebreo, �masacraron� al pueblo. Sus derechos, energ�as, libertades e independencia son "masacrados", sus medios de subsistencia y avance son "masacrados". Las personas �sacrificadas� en estos aspectos abundan en todos los estados y lugares de Europa. "Alimentalos&mdash

1. Con el conocimiento de sus derechos como hombres.

2. Con el conocimiento de los verdaderos m�todos para obtener estos derechos. No por violencia y expoliaci�n, sino por medios morales, por h�bil laboriosidad, por h�bitos moderados, por gesti�n econ�mica, por persuasi�n moral.

3. Con conocimiento de motivos dignos por los cuales obtener estos derechos.

II. Aqu� hay un bosquejo de los autores de la opresi�n.

1. Son crueles. "Cuyos poseedores los matan".

2. Son imp�os. En todas sus crueldades, "se consideran inocentes". Los mayores d�spotas del mundo han estado siempre dispuestos a justificarse ante sus propias conciencias.

3. Son codiciosos. �Y los que los venden, dicen: Bendito sea el Se�or; porque soy rico. " Una codicia miserable fue su inspiraci�n. ( Homilista. )

Un buen pastor

Dar�a mi vida por esta pobre gente del Sud�n. �C�mo puedo evitar sentir por ellos? Todo el tiempo que estuve all�, todas las noches sol�a orar para que Dios pusiera sobre m� la carga de sus pecados y me aplastara con ella en lugar de estas pobres ovejas. Realmente lo deseaba y lo deseaba. ( General Gordon. )

Versículos 6-7

No sentir� m�s piedad de los habitantes de la tierra

Una fatalidad terrible y un privilegio invaluable

I. Un destino terrible. "Porque no sentir� m�s piedad de los habitantes de la tierra". �Qu� es la perdici�n? El abandono de Dios.

1. Este abandono vino despu�s de una gran bondad. Durante largos siglos hab�a manifestado la mayor bondad hacia el pueblo hebreo. Desde su rescate de Egipto hasta esta hora, �l hab�a sido misericordioso con ellos. "Mi Esp�ritu no siempre luchar� con el hombre".

2. Este abandono supuso una ruina inexpresable. Fueron entregados a la crueldad pagana de unos a otros ya la violencia de los extranjeros. Si Dios nos abandona, �qu� somos? Esta ser� la perdici�n de los finalmente impenitentes. "Ap�rtate de m�".

II. Un privilegio invaluable. "Dar� de comer al reba�o de la matanza, incluso a ti, pobre del reba�o". "El Se�or es mi pastor, nada me faltar�". �Al ver las multitudes, se compadeci� de ellas, porque se hab�an desmayado y estaban esparcidas como ovejas sin pastor. "Yo soy el Buen Pastor", dijo Cristo. Conclusi�n - Gracias a Dios, todav�a no estamos abandonados. Dios est� con nosotros como pastor. Est� buscando a los perdidos y alimentando a los que est�n en Su redil. ( Homilista. )

Abandonado

El espect�culo m�s triste que puede mostrar la tierra es una vida naufragada: la terrible p�rdida de todas las posibilidades que implica la humanidad. Si un hombre apaga la luz que Dios le da, y por la autocomplacencia y la infidelidad corrompe su esp�ritu de tal manera que al final es abandonado por todos los �ngeles de pureza y bondad, y no lo visita ni siquiera el deseo de ning�n logro espiritual, entonces hay un alma perdida en el sentido m�s terrible, ya sea aqu� o en el mundo venidero. ( Dr. Macleod. )

Y tom� para m� dos varas,

Dos duelas de pastor

En el siguiente lugar est� representado el compromiso de Cristo de este encargo, y su andar diligentemente sobre �l, representado por las varas de dos pastores, la primera de las cuales, llamada Belleza, presenta el orden dulce y hermoso de Su Pacto, y la doctrina del mismo, por medio del cual la La iglesia est� dirigida por la fe, la adoraci�n y la obediencia a Dios. El segundo, llamado Bandas, significa esa pol�tica en la Iglesia y el Estado por la cual se mantienen uno, y sin cismas entre ellos.

1. Cristo el Mediador lleg� a ser un siervo obediente, y est� dispuesto y se complace en ser empleado para el bien de Su Iglesia; y tendr� una tierna consideraci�n de su caso.

2. Cristo, en su cuidado de la Iglesia visible, ba�a una mirada especial a sus elegidos y regenerados en ella, por muy abyectos que parezcan a los ojos de los hombres, o en su condici�n externa.

3. Cristo es un pastor fiel, singular e incomparable en su cuidado y diligencia por su pueblo porque, dice, �tom� para m� dos varas�, mientras que otros pastores usan solo una.

4. El Pacto y la doctrina revelados por Cristo a Su Iglesia, al exponer la belleza y la excelencia de Dios, por lo que es hermoso y dulcemente ordenado en s� mismo, por lo que la fe y la obediencia obran dulcemente en las manos de otros y hacen que los seguidores de ella para ser hermosa y excelente entre todas las personas; para "el �nico personal al que llam� Belleza".

5. As� como la unidad y la concordia en una Iglesia es fruto de la forma en que Cristo alimenta a su reba�o, la pol�tica y el orden, mediante los cuales se preserva la unidad, es una rica bendici�n. "Al otro lo llam� Bands".

6. Las actuaciones de Cristo responden a sus empresas: lo que dice que hace; y Su pr�ctica nunca dar� a Su promesa la mentira: porque a Su promesa, "Yo apacientar�", se adjunta, "Y apacienta el reba�o". ( George Hutcheson. )

Las duelas de Belleza y Bandas rotas

I. La unidad de la uni�n con Dios es la belleza nacional. Es la uni�n de los miembros del cuerpo con la cabeza lo que da a todo el cuerpo su dignidad y belleza. Un tronco sin cabeza no tiene belleza, pero cuando el cuerpo y las extremidades est�n bien enmarcados, se logra la simetr�a que Dios quiso. La belleza de un �rbol consiste en la uni�n de ramas por uni�n con el tronco. La unidad de la naci�n hebrea fue destruida por la deliberada separaci�n de ellos mismos de su Divina Cabeza.

La falta de uni�n con Dios trajo discordia a la naci�n y destruy� su belleza nacional ( Salmo 133:1 ).

II. Los hombres deben tener un pastor de almas, y cuando se rechaza a Dios, deben tener uno malo. Si un camino es conocido por una sola persona, cualquier otro hombre que se ofrezca a guiar al viajero debe ser su enemigo. Si un hombre est� profundamente herido, debe contar con la ayuda de alguien fuera de �l, y el curandero que se compromete a curarlo y no sabe c�mo tratarlo es probable que sea su asesino.

Solo hay un Ser que est� familiarizado con las necesidades del alma; si es rechazado, cualquier otro debe da�ar el alma. Dios afirma ser el �nico Salvador. �No hay nadie fuera de m� ( Isa�as 45:21 ). Cristo advirti� a Israel contra los falsos pastores, sin embargo, como naci�n, ellos los eligieron y lo rechazaron, y como solo �l realmente pod�a guiarlos y alimentarlos, su elecci�n necesariamente result� en su ruina.

III. El pecado deshereda a los hombres y las naciones de la porci�n que les ha sido dada por Dios. ( Bosquejos del Ministro de Londres. )

Belleza y bandas las dos varas del Divino Pastor

Mientras haya pecado en el mundo, el opresor y el oprimido seguramente estar�n aqu�; porque est� en la naturaleza del pecado hacer a los hombres duros, crueles y opresivos. La exaltaci�n de un hombre por encima de sus semejantes en riqueza, honor, autoridad y poder no es raz�n alguna por la que deba despreciarlos y oprimirlos, sino, por el contrario, debe ser una raz�n para que los trate con bondad. La riqueza del rico deber�a ser un incentivo para que se acuerde de los pobres, y la fuerza del fuerte deber�a ser un incentivo para ayudar al d�bil.

Para consolar a los oprimidos en sus sufrimientos y una advertencia para los opresores, la Biblia ense�a de manera clara que Dios seguramente visitar� a uno en misericordia y al otro en juicio; la misma mano que concede favores con gracia y ternura a los oprimidos sostiene la espada de la venganza sobre el opresor. En este cap�tulo, Dios dijo que iba a visitar a los gobernantes de su pueblo en juicio porque los estaban oprimiendo.

�As� dijo el Se�or mi Dios: Apacienta las ovejas del matadero; cuyos poseedores los matan y se consideran inocentes; y los que los venden dicen: Bendito sea el Se�or, porque soy rico, y sus propios pastores no los compadecen �. �Cu�n abominable debe haber sido esto a los ojos de Dios! Despu�s de acumular riquezas a trav�s de la crueldad y la opresi�n, santificaron a Dios por haberlos prosperado. Pero mientras estos gobernantes injustos y opresores se estaban justificando as�, la destrucci�n se apoder� de ellos.

�Porque no sentir� m�s piedad de los habitantes de la tierra, dice Jehov�,� etc. Pero cuando Dios visita al opresor en juicio, no se olvida de los oprimidos en su pobreza, sufrimientos y miseria, porque dijo: �As� que yo aliment� el reba�o de la matanza, en verdad los pobres del reba�o ". Entonces, en el texto tenemos una imagen sorprendente y hermosa del Se�or Jes�s como el Gran Pastor de las almas. Un comentarista capaz ha observado verdaderamente que ninguna imagen de Cristo se ha grabado tan profundamente en la mente de la Iglesia como la de un pastor, como lo demuestran la literatura y el arte cristianos, y nuestros himnos y oraciones.

El pastor oriental nunca ser�a visto sin su bast�n o su cayado. Pero aqu� se hace referencia a dos varas, y David dice del Se�or como su Pastor: "Tu vara y tu cayado me infundir�n aliento". En nuestro texto se dan nombres a los dos pentagramas; una se llama "Belleza" y la otra "Bandas", que deben tomarse de manera emblem�tica para mostrar que el Se�or Jesucristo, el Divino Pastor, guiar�, proteger�, embellecer� y unir� a Su pueblo como un gran y glorioso reba�o.

I. El Se�or Jesucristo alimentando a Su pueblo, "He aqu�, apacienta el reba�o del matadero, en verdad los pobres del reba�o". Cuando sus propios pastores no se compadecen de ellos, el Divino Pastor los hace descansar en paz y seguridad en los verdes pastos de bendiciones espirituales, y los conduce junto a las tranquilas aguas de las influencias celestiales. �l vive por amor a sus ovejas, y por eso encuentran en �l a su verdadero Pastor.

Naturalmente, los objetos de nuestro mayor cuidado y ansiedad ocupar�n el lugar m�s importante en nuestros afectos, y no nos es f�cil concebir el tierno cari�o y el estrecho v�nculo que poco a poco ir�a creciendo entre el pastor de Oriente y su oveja.

II. El Se�or Jesucristo protegiendo y guiando a su pueblo. Con las varas el pastor gobierna, protege y gu�a a sus ovejas. Utiliza el cayado para evitar que se extrav�en y para sacarlos de lugares peligrosos. El pueblo de Dios, como las ovejas, es muy propenso a extraviarse. Muy a menudo los saca con su cayado de tentaciones y peligros de los que no son en lo m�s m�nimo conscientes. Piense en un joven prometedor, que se ha criado en una familia religiosa, atra�do por malos compa�eros a los caminos prohibidos de los placeres pecaminosos; pero antes de caer al precipicio de la destrucci�n, el Buen Pastor, por enfermedad, o la muerte de un compa�ero o de un pariente cercano, misericordiosamente lo atrae hacia atr�s por Su cayado.

El ap�stol Pedro se descarri� mucho, pero Cristo lo sigui� fielmente y lo trajo de regreso con suavidad. El Divino Pastor trat� de manera similar con Tom�s, quien se hab�a adentrado en el desierto de la duda y la incredulidad. Y no sabemos de cu�ntos peligros y tentaciones nos ha rescatado el Divino Pastor con su cayado.

III. El Se�or Jesucristo embelleciendo a su pueblo. Llevar� a cabo en su m�xima perfecci�n la hermosa individualidad de cada uno de sus seguidores. Esto se ense�a con el nombre simb�lico de uno de los dos pentagramas, que se llama "Belleza". Dios, bajo la antigua dispensaci�n, a trav�s de diversos medios y ministerios, destinados a ennoblecer y embellecer a su pueblo; ya pesar de todos sus defectos, se ve�an hermosos comparados con las naciones id�latras que los rodeaban.

En el Libro del profeta Jerem�as se les llama un "hermoso reba�o". Su Dios, que es llamado el Pastor de Israel, los hab�a embellecido al salvarlos, protegerlos y guiarlos, y otorgarles ricamente sus bendiciones. As� tambi�n el Se�or Jesucristo santifica y embellece a Su pueblo de manera similar; de su amor, mansedumbre, cuidado, fidelidad y esp�ritu abnegado, surge una poderosa influencia en silencio para purificar su naturaleza y ennoblecer y embellecer su car�cter.

Los lava en su propia sangre, y los embellece y adorna con su propio Esp�ritu celestial. Esta es la hermosura de la santidad: "Y la hermosura del Se�or nuestro Dios sea sobre nosotros". Son transformados a la imagen de Cristo de gloria en gloria por la influencia de Su Esp�ritu que habita en ellos. Podemos decir que el Gran Pastor es perfectamente imparcial en el otorgamiento de sus influencias santificadoras y embellecedoras sobre todos los hijos descarriados de Dios, a quienes se esfuerza por reunir en un hermoso reba�o.

El sol es perfectamente imparcial en la distribuci�n de su calor y luz, que resaltan la belleza de las flores y los �rboles. Una flor no puede decirle a otra: El sol se ha tomado m�s trabajo en embellecerte y adornarte que yo, porque brilla por igual para todos. De modo que Cristo, el Sol de Justicia, distribuye sus influencias purificadoras y embellecedoras igualmente imparcialmente a todos.

IV. El Se�or Jesucristo uniendo a su pueblo. En la uni�n de lo humano y lo Divino en la persona del Buen Pastor, todos los hombres est�n virtualmente unidos en �l, y �l no descansar� satisfecho hasta que todos sean realmente hechos uno en �l. Esta bendita verdad est� impl�cita en el nombre del otro bast�n, que se llama "Bandas", que ense�a que el Divino Pastor no solo santifica y embellece a Su pueblo individualmente, sino que tambi�n los une socialmente en una gran y gloriosa compa��a.

As� como el pastor cuidadosamente re�ne a sus ovejas en el redil, as� va Cristo re�ne a todos los hombres. Mois�s, S�crates, Plat�n, Gautama, Zoroastro, Juan, Pedro, Pablo, Mahoma, Lutero, Wesley y otros son todos Sus subpastores y, en �ltima instancia, �l reunir� a todos sus reba�os. Ha muerto por todos, busca a todos y salvar� a todos. �Y yo, si fuere levantado de la tierra, atraer� a hombres hacia m�.

�El pastor se siente inquieto e inc�modo si una oveja est� menguando en el redil. De modo que Cristo, el Buen Pastor, no se sentir� satisfecho hasta que la �ltima oveja descarriada haya sido llevada sin peligro al redil celestial, y no abandonar� el desierto mientras haya una oveja descarriada para llevar a casa. ( Z. Mather. )

Versículo 8

Mi alma los amaba, y su alma tambi�n me aborrec�a.

Una aversi�n mutua entre Dios y el hombre

I. Este antagonismo moral mutuo es manifiestamente anormal. No es concebible que el Todopoderoso y omnisciente Creador del universo creara seres a quienes detestar�a y que lo aborrecer�an a �l. Tal idea se opone a la vez a nuestras intuiciones y a nuestras conclusiones. En el estado pr�stino de la humanidad, Dios amaba al hombre y el hombre amaba a Dios.

II. Este antagonismo moral mutuo implica un mal por parte del hombre. Que la Pureza y la Justicia Infinitas aborrezcan lo corrupto y lo incorrecto no solo es correcto, sino una necesidad del car�cter Divino. Aborrece el pecado; es la �cosa abominable� que �l odia. �sta es su gloria. Pero que el hombre lo aborrezca, este es el gran pecado, el pecado original, la fuente de todos los dem�s pecados.

III. Este antagonismo moral mutuo explica el pecado y la miseria del mundo. �Por qu� el mundo est� lleno de falsedades, deshonestidades y opresiones, infidelidades, crueldades e impiedades? Porque las almas humanas no sienten una simpat�a suprema por lo supremamente bueno, porque est�n enemistadas con Dios, porque Dios aborrece el pecado.

IV. Este antagonismo moral mutuo argumenta la necesidad de una reconciliaci�n. La gran necesidad del mundo es la reconciliaci�n del hombre con el car�cter y la amistad de Dios. Tal reconciliaci�n no requiere ning�n cambio por parte de Dios. Su aborrecimiento es el aborrecimiento del amor, el amor aborrece el mal y el miserable. El cambio debe ser por parte del hombre. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo. ( Homilista. )

Rechazo divino

Llega un momento en la historia de las naciones incorregibles y los individuos incorregibles cuando son rechazados por el cielo.

I. La causa de este lamentable hecho. "Mi alma los aborrece".

II. El resultado. Los resultados aqu� son triples.

1. El cese de la misericordia divina. "No te dar� de comer".

2. Abandono a la auto-ruina. �El que muere, que muera; y lo que ha de ser cortado, que sea cortado ". "La paga del pecado es muerte". "El pecado, cuando se consuma, trae la muerte".

3. Liberaci�n a los verdugos mutuos. "Y que los dem�s coman a cada uno la carne de otro". Todos estos resultados se realizaron en un sentido material en el rechazo del pueblo jud�o. Josefo nos dice que en la destrucci�n de Jerusal�n, la pestilencia, el hambre y la discordia intestinal se desencadenaron entre el pueblo rechazado por Dios. Estos males materiales no son m�s que emblemas d�biles de los males espirituales que debe realizar toda alma rechazada por Dios.

III.La se�al. "Y tom� Mi cayado, la Belleza, y lo cort� en dos, para romper Mi pacto que hab�a hecho con todo el pueblo". Se representa al Divino Pastor con dos varas o cayados; los pastores ordinarios solo tienen uno. Los expositores en su interpretaci�n de estos pentagramas difieren aqu� como en la mayor�a de los lugares de este libro. Algunos dicen indicar el doble cuidado que el Divino Pastor tiene de su pueblo; algunos, los diferentes m�todos de tratamiento que el Pastor Todopoderoso sigui� hacia su pueblo; algunos, que se refieren a la casa de Jud� ya la casa de Israel, indicando que ninguno de los dos deb�a quedar fuera de la misi�n de la obra del Buen Pastor; y algunos, que el llamado "Belleza" - que significa gracia - representa la misericordiosa dispensaci�n, bajo la cual el pueblo hebreo hab�a sido colocado;

Una cosa parece clara, que el corte del bast�n llamado "Belleza" fue un s�mbolo de su rechazo de toda gracia y misericordia futuras. Se puede afirmar como una verdad general, que todas las almas rechazadas por el cielo tienen se�ales de su condici�n miserable. �Cu�les son los signos generales?

1. Ignorancia pr�ctica de Dios.

2. Absoluta sujeci�n a los sentidos.

3. Devoci�n total a objetivos ego�stas.

4. Insensibilidad de conciencia. ( Homilista. )

Aborreciendo el nombre de Dios

�Durante los �ltimos diez a�os, yo (Gambetta) me he comprometido a evitar por completo la introducci�n del nombre de Dios en mis discursos. Apenas puedes creer lo dif�cil que ha sido, pero lo he logrado, �gracias a Dios! " (�Dieu merci!) As�, el nombre tan severamente tab� subi� inconscientemente a sus labios en el mismo momento en que se felicitaba por haber superado la costumbre de usarlo. ( ED Pressense. )

Versículos 10-14

Entonces pesaron por mi precio treinta piezas de plata

El buen precio de Jes�s

El trato de Satan�s con la familia humana puede describirse con sinceridad como un gigantesco sistema de soborno y corrupci�n.

Tiene sobornos de todo tipo, de diferente �ndole y car�cter, y sabe c�mo aplicarlos. Se encarga de adaptar su soborno a la persona que est� siendo sobornada. Para algunos de nosotros, la riqueza no es un objeto particular. Pero incluso mientras rechazamos ese soborno, estamos abiertos a otros. Ante un hombre, Satan�s antepone la posibilidad de deleitarse en el placer, ante otro un sue�o de ambici�n, antes que otra distinci�n literaria, antes que otra felicidad dom�stica.

Este sistema de soborno y corrupci�n qued� plenamente demostrado cuando Satan�s entr� en las listas contra el Salvador del mundo. Cuando el Hijo de Dios, hecho hombre, se present� ante el tentador en el desierto, fue de esta manera que se atrevi� a proceder. En esa ocasi�n Satan�s present� a la vista de nuestro bendito Maestro el soborno m�s alto que jam�s se haya ofrecido. De todos los ataques que hizo contra nuestro bendito Se�or, este parece haber sido el menos exitoso.

En otras ocasiones fue muy sutil; se acerc� a nuestro Se�or con mucha cautela, pero no avanz�; en cada ocasi�n se encontr� con sabidur�a y firmeza. Satan�s es muy frugal con sus sobornos. �Para qu� sirve todo su soborno y corrupci�n? �C�mo es que Satan�s ejerce as� su maligna habilidad al esforzarse por ganar influencia sobre nosotros? El objetivo principal de Satan�s es llevar a cabo sus prop�sitos rebeldes frente a los prop�sitos eternos de Jehov�.

Nosotros, los cristianos, creemos que al final Dios manifestar� Su propia sabidur�a triunfando por completo sobre la maligna habilidad de Satan�s, pero que por el momento las apariencias son de otra manera. No hay clase de personas en la historia de la humanidad por las que sintamos m�s desprecio que por los traidores. Todos despreciamos a un traidor. �Qui�n puede tener alg�n respeto por un hombre como Judas Iscariote? Y, sin embargo, el pecado que cometi� Judas es el pecado que todav�a est�n cometiendo los esclavos de Satan�s.

De hecho, no tenemos el poder de hacer lo que hizo Judas. Pero as� como es posible para nosotros "crucificar" a nuestro Se�or de nuevo, tambi�n es posible entregarlo de nuevo en manos de Sus enemigos. �C�mo se puede hacer esto? Esta naturaleza nuestra, �qu� es? Es una ciudadela del Dios viviente; deber�a ser una morada del Esp�ritu Eterno. Cada uno de ustedes pertenece a Dios. Si nos negamos a reconocer Su derecho es simplemente porque ya somos traidores en nuestro propio coraz�n contra Su amor.

El Se�or conoce sus tentaciones. Por eso nos dice: "Si te parece bien, dame Mi precio". Si vas a canjear Mis derechos por lo que Satan�s te ofrece; si va a desempe�ar el papel de un traidor vil y p�rfido, decida cu�l ser� su trato; mira tu propio acto a la cara. Si hombres y mujeres se sentaran y se hicieran la pregunta: ��Qu� precio he aceptado por Jes�s? porque �cu�n grande consideraci�n he estado de acuerdo con Satan�s para entregar mi alma a sus influencias y vivir la vida que �l quiere que lleve? " pronto se arrepentir�an de su soborno.

Poco piensas que cuando est�s vendiendo los derechos de Jes�s, en realidad est�s vendiendo tus propios intereses. El hombre que vende a Jes�s vende su propia alma, y ??no hay hombre que haga un trato tan malo como el que acepta los sobornos del diablo por traicionar a Jes�s. Mira a este miserable Judas. �Te imaginas c�mo se arrastr� por esa calle oscura? Ya se sent�a como si estuviera al borde del infierno.

Se cerr� el trato. �Y qu� ganga! No parec�a que Jes�s le diera mucho: treinta piezas de plata. Luego, el fin de Judas. Es la forma en que siempre terminar� el soborno del diablo. Te hace justas promesas; te toma de la mano; te suplica; pone delante de ti todas las cosas tentadoras; pero detr�s de todos ellos tiene preparada la cuerda del verdugo, y el cadalso est� preparado, y el terrible momento de la perdici�n se acerca cada vez m�s. Poco a poco vienen las agon�as del remordimiento, los terrores de la desesperaci�n y los espantosos horrores de una eternidad perdida. ( W. Hay Aitken, MA )

Un maestro espiritual modelo

No puedo explicar por qu� Mateo deber�a haber hecho referencia a estas palabras y aplicarlas a Cristo y Judas. Pueden emplearse justamente para ilustrar un maestro espiritual modelo en relaci�n con los reconocimientos seculares de sus ense�anzas.

I. Deja el reconocimiento secular a la libre elecci�n de aquellos a quienes se han prestado sus servicios. �Y les dije: Si os parece bien, dadme Mi precio; y si no, abst�ngase ". No exige nada, ni siquiera sugiere cantidad alguna.

II. Sus servicios espirituales a veces son subestimados vergonzosamente. �Y pesaron por Mi precio treinta piezas de plata�. Treinta siclos. Una cantidad en nuestro dinero de aproximadamente � 3, 2s. 6d. Este fue el precio que pusieron por sus servicios, solo el precio pagado a un siervo ( �xodo 31:1 ).

1. No determine el valor real de un maestro espiritual por la cantidad de su estipendio.

2. Deplorar la falta de aprecio del mundo de los m�s altos servicios.

III. Su alma independiente repudia los reconocimientos seculares inadecuados, �Y el Se�or me dijo: Echalo al alfarero: un buen precio por el que fui apreciado por ellos. Y tom� las treinta piezas de plata y las este al alfarero en la casa del Se�or �. Sinti� el insulto de que le ofrecieran una suma tan miserable. �C�rtelo al alfarero�, una expresi�n proverbial, es decir, t�relo al alfarero del templo.

"La persona m�s adecuada a quien arrojar la suma despreciable, ejerciendo el oficio, como lo hizo, en el valle contaminado de Hinom, porque le proporcion� la arcilla m�s adecuada". Un verdadero maestro morir�a de hambre en lugar de aceptar un reconocimiento tan miserable por sus servicios. �Tu dinero perecer� contigo! ( Homilista. )

Maltrato a un viejo profeta por parte de su pueblo

Aqu� hay un viejo profeta jud�o que se pone honorablemente en manos de su congregaci�n, que se despide con treinta piezas de plata.

I. La oferta viril de un viejo profeta a su congregaci�n. Si te parece bien, dame mi precio. Si est�s cansado de m�, p�game y desp�deme. Si est� dispuesto a continuar m�s a su servicio, continuar�; o me rechaces sin salario, estoy contento. Su esp�ritu es

(1) pat�tico,

(2) sumiso,

(3) magn�nimo.

II. La miserable aceptaci�n de la Iglesia de su oferta. "Entonces pesaron por mi precio treinta piezas de plata". Aceptaron la oferta ...

1. Inmediatamente. No tardaron en considerarlo. El dinero estaba listo para el despido.

2. Despreciablemente. Treinta siclos.

3. Deshonrosamente. Despedir a un viejo pastor con una suma tan insignificante. Separarse del hombre de Dios con un testimonio falso. Un viejo profeta, despu�s de un largo servicio de utilidad, arroj� al mundo treinta piezas de plata.

4. Estudiosamente mezquino. "Pesaban treinta piezas de plata". Vergonzosamente le dieron el menor valor posible a su ministerio. Vea la extrema falta de aprecio por el buen servicio pastoral. El ministerio de Zacar�as fue divino. Qu� miseria de tratar con el pastor prof�tico de Israel. El salario no es una prueba de un buen ministerio. Algunos de los mejores est�n mal pagados: los genios suelen ser reconocidos indignamente por sus congregaciones. Jonathan Edwards era demasiado pobre para conseguir papel para anotar sus pensamientos sobrehumanos en el ministerio.

III. El desd�n viril del profeta por la mezquindad de su pueblo. �Y el Se�or me dijo: Echalo al alfarero�, etc. El acto fue ...

1. Divino. "Y el Se�or me dijo".

2. Hecho valientemente.

3. Una prueba de su mezquindad.

IV. Un viejo profeta despojado de su justa pretensi�n.

1. Reclamaci�n b�blica. "No pondr�s bozal al buey que trilla."

2. Social. Porque el "obrero es digno de su salario".

3. Equitativo. Todas las clases de personas tienen poder para reclamar lo que les corresponde, �por qu� no el ministerio?

4. Divino. �As� ha ordenado el Se�or que los que predican el Evangelio vivan del Evangelio�. ��Qui�n va a la guerra en cualquier momento a sus propias cargas? Y quien planta una vi�a y no come del fruto �, etc. No es m�s que justo que el ministerio obtenga y reciba lo que le corresponde, por el cr�dito de la Iglesia y el bien de sus sucesores. La honestidad es virtud en todas partes. Conclusi�n: Dios frecuentemente castiga a las iglesias p�blicamente mezquinas present�ndoles pastores de extrema barbarie y crueldad. La mezquindad ser� castigada. ( J. Morlais Jones. )

El precio de nuestra redenci�n

El acuerdo exacto de esta profec�a con el evento que predice ser�a suficiente para hacer este cap�tulo m�s interesante de lo ordinario. Pero tiene un reclamo a�n mayor en nuestra consideraci�n, ya que contiene el pasaje que he elegido como tema de este discurso, que ninguna profec�a es m�s clara, ninguna predicci�n m�s cercana y circunstancial. A cualquier profeta oa qu� libro en particular se le pueda atribuir el pasaje que tenemos ante nosotros, no se puede negar su descripci�n circunstancial y prof�tica de un evento extraordinario relacionado con la redenci�n del hombre.

Cu�n insignificante fue la suma por la que Judas vendi� su alma inmortal. Cu�l podr�a ser su motivo, apenas podemos concebir en esta hora lejana. Se ha dicho que fue avaricia. Pero la suma de dos o tres libras es sin duda una tentaci�n demasiado peque�a, incluso para el m�s codicioso de la humanidad, como para traicionar y entregar a una muerte segura a su m�s bondadoso amigo y benefactor. El Evangelio nos dice expresamente que el crimen se origin� por instigaci�n de Satan�s.

La salvaci�n del hombre se compr� por precio. Cual fue ese precio, que lo describa el servicio de la Iglesia en esta temporada. Ni por un momento puede un disc�pulo sincero de Cristo olvidar las palabras del Ap�stol: �Vosotros no sois vuestros propios, porque hab�is sido comprados por precio; glorifica, pues, a Dios en tu cuerpo y en tu esp�ritu, que son de Dios �. ( John Nance, DD )

Versículos 15-16

Toma a�n los instrumentos de un pastor necio

Los instrumentos de un pastor necio

El mandamiento dirigido al profeta fue: �Llevadle a�n los instrumentos de un pastor necio.

"A�n" significa "otra vez", "una vez m�s". La �belleza� y las �bandas� tambi�n fueron instrumentos de un pastor necio. Deb�a tomar otros instrumentos para manifestar de manera m�s visible y sorprendente lo necio que es un pastor. Por "necio" se entiende imp�o, no regenerado, desprovisto de la sabidur�a celestial impartida y, por tanto, en la cuenta de Dios, un necio. El �pastor necio� es, por tanto, un hombre natural elevado por la educaci�n, el orgullo, la codicia o la presunci�n a un p�lpito, y desprovisto de iluminaci�n espiritual y sabidur�a celestial.

Tiene ciertos instrumentos que el profeta tomar� como emblemas de su car�cter. Lo que eran, el Esp�ritu Santo no nos ha informado aqu�, pero como podemos recopilarlos de otras partes de las Escrituras, me tomar� la libertad de ponerlos en su mano.

1. Una m�scara. Lo que representa, a saber, el enga�o y la impostura, es tan antiguo como los tiempos de Jannes y Jambres. Llevar una m�scara es jugar un papel falso, asumir un personaje ficticio, ser un actor de escenario; porque en la antig�edad los actores nunca aparec�an sino con m�scaras, cuyos rasgos imitaban a las personas que representaban. As�, el pastor necio hace del pueblo su escenario, su rostro santo es su m�scara, y su falso celo en voz alta, y su apasionado despotricar su vestuario; y as�, con astucia y astucia, enreda al simple en su red.

2. Un cetro. La insignia de autoridad y poder.

3. Un par de tijeras afiladas; porque leemos que �se visten con la lana� y, por supuesto, deben tener algo para quitarse la lana. Recibir lo que se da voluntariamente es algo diferente a cortar la mayor cantidad de lana posible, o cortar tan cerca como para sacar sangre y quitar un poco de piel.

4. Un largo l�tigo que alcanzar� todos los rincones de la pluma, para azotar todo lo que despierte la enemistad de su mente carnal, por lo que �l llama una mente descontenta.

5. Un arco y un carcaj lleno de flechas; para alcanzar a aquellos a distancia que est�n m�s all� del l�tigo. Pasemos ahora a su car�cter, que el Esp�ritu Santo ha dibujado aqu�, y a medida que aprendamos mucho de los contrarios, nos brindar� la oportunidad de ver por el contraste lo que es el pastor sabio.

(1) Lo primero que se dice de este pastor necio es que "no visitar� a los cortados", es decir, a los que, por una obra de la ley en sus conciencias, han sido cortados de toda justicia de las criaturas, de todos los falsos. refugios, todos hogares enga�osos y accesorios podridos; de encontrar algo bueno en uno mismo, o de descansar en el testimonio del hombre. El margen da otra representaci�n, "los que est�n ocultos". Oculto a la vista y observaci�n general. A estos "cortados", "escondidos", el pastor insensato "no los visita".

(2) "Ni buscar� al joven". Los reci�n nacidos, que desean la leche sincera de la Palabra. El pastor necio los descuida.

(3) "�l no sana lo que estaba roto". Esto puede sugerir a aquellos que han perdido su primer amor y se han apartado de Dios.

(4) "No alimenta al que est� quieto". Algunos miembros de la familia vivificada del Se�or est�n reducidos a tal estrechez en la experiencia del alma que no pueden avanzar ni retroceder. Son como ovejas echadas y no pueden sostenerse sobre sus piernas. Tales son las cuatro marcas negativas del pastor necio; las cosas que no hace. Hay dos notas positivas, cosas que hace. �Comer� la carne de la grasa.

�No tomar� lo que viene, lo que se le ofrece, sino que debe pasar por el reba�o y seleccionar el m�s gordo para su propia comida. �Y les har� pedazos las garras�. Se dice que las ovejas tienen garras. Y estos a veces los ejercitar�n sobre el pastor. Entonces, cuando el pastor insensato siente el roce de sus garras, pone todas sus fuerzas y las hace pedazos. ( JC Philpot. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Zechariah 11". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/zechariah-11.html. 1905-1909. Nueva York.