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Bible Commentaries
Zacarías 12

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Versículo 1

La carga de la palabra del Se�or para Israel

La carga y la gloria de la Palabra de Dios a Israel

Dios se presenta aqu� como creador y hablante.

Es a Israel a quien se dirige principalmente Su Palabra, porque es Israel el que reconoce Su Palabra, y por Israel Su Palabra es llevada al mundo, que as� se convierte tambi�n en Israel. Recuerde el significado del nombre y su origen. Pr�ncipe de Dios fue el nombre que Jacob recibi� de esa larga lucha en la oscuridad: Israel, pr�ncipe de Dios, porque ten�a poder con Dios. El nombre denota el hecho y el poder de la comuni�n. Israel est� compuesto por los que buscan a Dios y se aferran a �l, los que adoran a Dios en el esp�ritu, se regocijan en Cristo Jes�s y no tienen confianza en la carne.

I. El Creador de los cielos y la tierra y el esp�ritu del hombre tiene un Israel. La idea de Israel es compa�erismo con Dios y poder con Dios, obtenido en y por ese compa�erismo. �Es razonable tal idea? Creemos que es una concepci�n pobre de Dios lo que lo representa como tan poderoso y rico que no le importa la comuni�n con las almas. �Piensas convencerme de que a Dios le faltan simpat�as y afectos mostr�ndome todopoderoso? Todo el argumento va en la direcci�n opuesta.

�Deber�a tener m�s fundamento para creer en Su coraz�n si �l fuera menos que todopoderoso y omnisciente? Hay en el hombre un anhelo de relaci�n con el Infinito. Toda su historia lo prueba. Algo en �l clama a Dios, y los cielos y la tierra han tendido a intensificar este clamor. El hombre est� obsesionado por algo que surge del cielo y de la tierra y que no lo deja descansar. Hubiera sido triste si el hombre hubiera anhelado un amigo infinito, hubiera anhelado la cercan�a de un Ser vivo perfecto y eterno, y no hubiera sentido esperanza, semblante o est�mulo en el mundo que lo rodeaba.

Pero el hombre no se encuentra en un mundo tan est�ril y muerto. Un mundo viviente lo rodea, material, pero lleno de sugesti�n espiritual, que lo invita a buscar a Dios y lo despierta cuando se vuelve aburrido y duro. �Se dir� que esto no hace probable la idea de un Israel, hombres que tienen poder con Dios, da soporte a la idea de la comuni�n con Dios, pero no a la de la oraci�n, un pedido que influye en la voluntad divina? La respuesta es obvia.

La comuni�n con Dios, en el caso de un ser como el hombre, un ser imperfecto y cargado de pecado, debe tomar en gran medida la forma de oraci�n. Un ser as�, acerc�ndose a Dios, no puede dejar de pedirle. Y esta pregunta, tan inevitable, no puede ser in�til. Si pedir es una necesidad con el esp�ritu que tiene comuni�n con Dios, debe haber espacio y necesidad del lado de Dios. Lo que es cierto en el lado humano, es cierto en el lado Divino.

Toda la doctrina de la oraci�n se encuentra en el esp�ritu del hombre, en los anhelos y necesidades, y no puede haber nada en real contradicci�n con ellos. Los que buscan a Dios tienen una afinidad peculiar con �l. Dios como ser moral tiene afinidades morales. No es una disminuci�n o limitaci�n de Dios creer que �l tiene un Israel.

II. Dios tiene una palabra para Su Israel. Ni los cielos ni la tierra ni el esp�ritu del hombre toman el lugar de una palabra. Cada uno es una revelaci�n. Pero est�n m�s llenos de preguntas que de respuestas. El coraz�n del hombre necesita una palabra. Es s�lo en palabras que hay definici�n. Una de las peculiaridades distintivas del hombre es que emplea palabras. Por estos alcanza la plenitud de su ser. �l aclara su pensamiento para s� mismo y le da una existencia externa mediante las palabras.

�l hace que todas las cosas vagas y vagas sean firmes y respetuosas con las palabras. �Y no se encontrar� Dios con �l en esta plataforma m�s alta? Una Palabra de Dios es una necesidad para el alma humana. Dios tiene una palabra para Israel que hace que la comuni�n sea cercana y confiada. La palabra le da al hombre la clave necesaria para la interpretaci�n del universo y de s� mismo. Es la Palabra de Dios para Israel como el hombre ideal Israel es el hombre ideal y completo, y es en la proporci�n en que cualquier hombre se acerca al ideal que comprende y abraza plenamente el mensaje de la Palabra de Dios a Israel.

III. La Palabra de Dios a Israel es una carga. Los profetas suelen utilizar esta expresi�n. Sin duda expresa, en primera instancia, el peso de la obligaci�n y la responsabilidad en la declaraci�n del mensaje de Dios, pero esto se basa en el hecho de que la Palabra de Dios es un asunto de peso para todos los hombres.

1. La Palabra de Dios es una carga por el peso de sus ideas. Los pensamientos que pueden expresarse con palabras son de todos los grados de peso: algunos ligeros como una pluma, otros pesados ??como un mundo. Los pensamientos pesan sobre la mente, aunque se sientan preciosos. Las ideas en la Palabra de Dios son las m�s importantes de todas: Dios, alma, pecado, salvaci�n, renovaci�n, eternidad. Los hombres nunca tienen raz�n hasta que intentan levantar estos pensamientos y sopesarlos. No son jueces del peso de las cosas hasta que las prueban.

2. La Palabra de Dios es una carga de trascendencia y obligaci�n. Hay muchos pensamientos importantes que tienen poco o ning�n momento pr�ctico. Pero los pensamientos en la Palabra de Dios son de importancia suprema y urgente. Son luz, alimento, abrigo, vida. Rechazarlos es la ruina. Todo debe depender de nuestra postura frente a estas palabras.

3. La Palabra de Dios es una carga que es m�s f�cil de llevar en su totalidad que en parte. La mitad o la cuarta parte, o una peque�a fracci�n de la Palabra de Dios es peor de soportar, m�s dura y pesada que la totalidad. Una sola verdad extra�da del todo puede resultar bastante opresiva e intolerable. Puede aplastar todo el gozo y el coraje de la vida. La verdad sobre el pecado necesita la verdad sobre la gracia y la redenci�n para poder ser soportada.

La verdad sobre el deber necesita las promesas divinas. El alivio no se encuentra descartando ninguna verdad, sino asumiendo m�s. Las verdades m�s duras se vuelven placenteras en la debida compa��a. Cada verdad tiene relaciones con todas las dem�s, y no es propiamente dicha sin ellas. Que el esfuerzo sea tomar toda la verdad y tomarla como un todo. Entonces no oprimir� m�s que la enorme carga de atm�sfera que todo hombre lleva.

4. La Palabra de Dios es una carga que elimina cualquier otra carga. El pensamiento, la convicci�n y el sentimiento traen consigo su carga inevitable. Y si un hombre rechaza las cargas, est� haciendo una carga m�s pesada. Si un hombre no tiene la carga de la Palabra de Dios, entonces todo el enigma del universo se convierte en su carga. Pero si tomo la Palabra de Dios y realmente la llevo a cabo como Palabra de Dios, no me importa m�s. Hay provisi�n para ahuyentar todo temor y toda preocupaci�n en esa Palabra. ( J. Leckie, DD )

Que extiende los cielos y pone los cimientos de la tierra,

El universo

I. Que el universo incluye la existencia de la materia y la mente. La frase "cielos" y "tierra" se usa aqu� y en otros lugares para representar toda la creaci�n.

1. Incluye materia. De la esencia de la materia no sabemos nada; pero con la palabra nos referimos a todo lo que llega al conocimiento de nuestros sentidos, todo lo que se puede sentir, o�r, ver y saborear. �Cu�n extenso es este dominio material!

2. Incluye la mente. De hecho, aqu� se especifica la mente. "Y forma el esp�ritu del hombre dentro del hombre". El hombre tiene esp�ritu. De esto tiene evidencia m�s fuerte que la que tiene de la existencia de la materia. Es consciente de los fen�menos de la mente, pero no es consciente de los fen�menos de la materia.

II. Que el universo se origin� con un ser personal. Tuvo un origen. No es eterno. La idea de su eternidad implica contradicciones. Tuvo un origen; su origen no es fortuito, no es la producci�n del azar. Su origen no es el de una pluralidad de creadores; tiene uno, y solo uno, "el Se�or".

III. Este Creador personal tiene prop�sitos relacionados con la raza humana. La "carga" puede significar la sentencia de la Palabra del Se�or con respecto a Israel.

1. Ning�n evento en la historia de la humanidad es accidental.

2. El gran prop�sito de nuestra vida debe ser el cumplimiento de la voluntad de Dios.

IV. Su prop�sito para con la humanidad lo puede cumplir plenamente. Sus logros creativos se mencionan aqu� como una garant�a de los prop�sitos anunciados a continuaci�n. Se cumplir� todo prop�sito del Se�or. �Se ha propuesto que toda la humanidad se convierta a Su Hijo? Debe ser hecho. ( Homilista. )

Versículos 2-3

Todos los que se cargan con ella ser�n cortados en pedazos

Pecado de auto-castigo

En este pasaje hay un principio por el cual el gobernador del mundo castiga a los hombres malvados.

Ese principio es este, en la reacci�n de sus esfuerzos por da�ar a otros para lastimarlos a s� mismos. Jerusal�n se convertir�a en confusi�n y destrucci�n para los hombres que buscaran su ruina.

1. Jerusal�n se convertir�a en una "copa de temblor" o "embriaguez".

2. Jerusal�n se convertir�a para ellos en una "piedra pesada".

La idea es que, en sus esfuerzos por da�ar a Jerusal�n, se aplastar�an a s� mismos.

I. Est� bien atestiguado. Est� atestiguado por la conciencia de cada hombre. Todo hombre que intenta herir a otro siente, tarde o temprano, que se ha herido a s� mismo. Hay un retroceso y un arrepentimiento. En verdad, la pasi�n maligna en s� misma es su propio castigo. En toda emoci�n maligna hay desdicha.

2. Est� atestiguado por la historia universal. La conducta de los hermanos de Jos� y de Am�n puede citarse como ilustraciones; pero la conducta de los jud�os hacia el Mes�as es un ejemplo para todos los tiempos, muy poderoso e impresionante.

II. Es manifiestamente justo. �Qu� hombre as� castigado puede quejarse de la justicia de sus sufrimientos? Debe sentir, y sentir profundamente, que se lo ha merecido todo, e incluso m�s de lo que soporta.

III. Es esencialmente ben�fico. Sirve&mdash

1. Proteger a los hombres de las heridas ajenas.

2. Para contener las airadas pasiones de los hombres. ( Homilista. )

Versículos 4-9

En ese d�a, dice el Se�or, herir� a todos los caballos con asombro

Un buen momento para la buena gente

I. Es el momento en que sus enemigos ser�n vencidos. �En aquel d�a, dice el Se�or, herir� a todo caballo con asombro�, etc.

II. Es un momento en el que aumentar� su poder. El poder aqu� prometido es ...

1. El poder de la unidad. "Los gobernadores de Jud� dir�n en su coraz�n: Los habitantes de Jerusal�n ser�n mi fuerza en el Se�or de los ej�rcitos su Dios".

III. Es el momento en que se instalar�n en su hogar. �Y Jerusal�n volver� a ser habitada en su propio lugar, incluso en Jerusal�n�. Aqu� son "forasteros y peregrinos" y "no tienen una ciudad permanente".

IV. Es un momento en el que ser�n bendecidos con los mismos privilegios.

1. Deb�an tener el mismo honor. �Y Jehov� salvar� primero las tiendas de Jud�, para que la gloria de la casa de David y la gloria de los habitantes de Jerusal�n no se engrandezcan contra Jud�.

2. Deb�an tener la misma protecci�n. �En aquel d�a el Se�or defender� a los habitantes de Jerusal�n�, etc. Ahora, vendr� un buen tiempo, cuando toda la gente buena tendr� honor distinguido y protecci�n completa. Se asentar�n en la Jerusal�n celestial, �y qu� ciudad es esa! ( Homilista. )

Versículo 8

En ese d�a el Se�or defender� a los habitantes de Jerusal�n

La seguridad de la Iglesia en medio de los peligros

No hay mayor milagro de preservaci�n y seguridad que el que se exhibe en la salvaci�n de la Iglesia en su condici�n actual rodeada de enemigos espirituales.

I. La promesa. �En aquel d�a Jehov� defender� a los habitantes de Jerusal�n�.

1. Los defendidos. Jerusal�n denota toda la Iglesia de Cristo. Significa el cristiano.

2. El momento de su defensa. "En ese dia." Esto puede estar relacionado con la dispensaci�n del Evangelio de Cristo, cuando el Se�or Jes�s deber�a cumplir Su obra para la defensa y salvaci�n de nuestras almas. Puede referirse al momento de nuestra conversi�n.

3. La persona que defiende. "El Se�or." La defensa no est� en manos de un �ngel o arc�ngel; est� en manos del Se�or.

II. La promesa hecha. �El que sea d�bil entre ellos, en aquel d�a, ser� como David�. La palabra �d�bil� significa que no puede salvarse a s� mismo del pecado, de Satan�s o del mundo. "Como David". Mire el car�cter de David valiente, fuerte, exitoso, amado, elevado, odiado y, sin embargo, salvado.

III. El s�mil dibujado. "Como Dios". Como Dios en impecabilidad, semejanza espiritual, disposici�n general, inmovilidad.

IV. El ejemplo dado. "Como el �ngel del Se�or". Esto solo puede significar Cristo. Somos amados como Cristo por el Padre. Perfecto como Cristo, en Cristo, ante Dios. Poderoso como Cristo, ya que es en el poder de Cristo que vencemos. ( T. Bagnall-Baker, MA )

Versículos 9-11

Y derramar� sobre la casa de David

El futuro derramamiento del Esp�ritu Santo en Jerusal�n

El texto nos informa que Jes�s de Nazaret, a quien los jud�os crucificaron y a quien durante cientos de a�os han blasfemado, a�n derramar� sobre estos jud�os Su Esp�ritu Santo, los guiar� al arrepentimiento, perdonar� su pecado y los restaurar� a Su favor.

I. Determine el significado de esta profec�a. Los jud�os mismos admiten que el pasaje se refiere al Mes�as; y en el Evangelio de San Juan las palabras �me mirar�n a m�, a quien traspasaron�, se aplican a Jesucristo. El trabajo que promete realizar est� m�s all� del poder de cualquier ser creado. Dios es el �nico dispensador de su Esp�ritu Santo. El profeta Ezequiel nos dice que es el Dios verdadero y eterno quien pondr� Su Esp�ritu sobre Israel.

Joel nos dice que es el Se�or quien derramar� Su Esp�ritu sobre toda carne. El efecto del derramamiento del Esp�ritu de gracia y s�plicas se describe aqu� como verdadero arrepentimiento y tristeza por el pecado; Por lo tanto, quien puede otorgarlo debe ser el Dios verdadero y eterno. Entonces, �c�mo puede ser traspasado y herido por la casa de David? Para ser traspasado, debe tener un cuerpo. As�, el profeta anuncia claramente el misterio de la encarnaci�n.

Considere las personas sobre las que derramar� el esp�ritu de gracia y s�plica. Son jud�os; y caracterizados como los autores de la muerte violenta de Cristo. El lugar mencionado es la Jerusal�n literal. Otra cuesti�n se refiere al tiempo del que habla el profeta. No se puede considerar que el d�a de Pentecost�s cumpla esta predicci�n. No se puede hacer referencia a ning�n otro momento. Por lo tanto, el texto nos informa que a�n se acerca un tiempo, cuando el Se�or Jesucristo derramar� su Esp�ritu sobre los jud�os y har� aquello por lo que ha sido exaltado como Pr�ncipe y Salvador; �l dar� a Israel arrepentimiento y remisi�n de pecados.

II. Trace algunas inferencias importantes que sugiera el tema.

1. La restauraci�n de los jud�os a la tierra de sus antepasados.

2. La conversi�n nacional de Israel no debe ser por milagro, sin el uso de medios.

Esta profec�a de Zacar�as, entonces, nos asegura que llegar� el d�a en que las ovejas perdidas de la casa de Israel ser�n reunidas en la tierra de sus padres, restauradas al favor de su Dios, y ser�n monumentos de Su gracia, como durante mucho tiempo han sido v�ctimas de su ira y justa indignaci�n. ( A. McCaul, DD )

La promesa del espiritu

En los vers�culos anteriores, Dios declara lo que har� para defender a Su Iglesia. En el texto, declara lo que har� para revivir, humillar y purificar a su Iglesia.

I. La promesa. El prop�sito Divino al dar una promesa es que seamos inducidos a pedir su cumplimiento. La promesa es el Esp�ritu Santo personalmente y en Sus oficios en la econom�a de la gracia y la salvaci�n. La promesa del Esp�ritu es coextensiva con la promesa anterior de Cristo. Lo que Cristo fue para comprar, el Esp�ritu lo es para aplicar: la salvaci�n. Todas las dem�s promesas se resuelven en esta, el Esp�ritu Santo, como lo hicieron en Cristo. En este caso, el Esp�ritu no se promete generalmente, sino en algunos de Sus oficios u operaciones. �l est� prometido

1. Como Esp�ritu de gracia. Por gracia entendemos aquellas excelencias combinadas que van a formar un car�cter moral perfecto. El Esp�ritu de gracia es el Esp�ritu que los origina, nutre y madura. Tener el Esp�ritu de gracia es tener el Esp�ritu Santo produci�ndolo en nosotros: la gracia misma.

2. Como esp�ritu de s�plicas. Las s�plicas y las oraciones son fruto inmediato del Esp�ritu Santo. �l gu�a, o muestra, el camino hacia el trono divino. Revela las bendiciones de la gracia. Implanta el ansioso deseo. Da fuerza prevaleciente a la fe. Provoca una incansable importunidad. Como autor de la oraci�n, aqu� se promete el Esp�ritu. La oraci�n es una prueba de la presencia del Esp�ritu, la falta de oraci�n es su ausencia.

La promesa del Esp�ritu se le hizo y cumpli� originalmente a Cristo mismo. A trav�s de �l pertenece a todo su pueblo. Esta promesa se cumpli� en Pentecost�s. Todav�a est� registrado y su cumplimiento tambi�n est� registrado. �Por qu� no se siente ni se reconoce Su presencia? �ltimamente se ha trasladado a las congregaciones y, de vez en cuando, las personas sienten Su poder vivificador. Pero los casos son pocos. Roguemos a Dios por la presencia de su Esp�ritu.

II. Los efectos que fluyen del derramamiento del Esp�ritu. De los t�rminos de la promesa se sigue necesariamente que la gracia y la oraci�n seguir�n al cumplimiento de esta promesa. Pero el texto describe en particular ciertos resultados de la presencia del Esp�ritu que requieren una atenci�n especial.

1. Aquellos sobre quienes descienda, mirar�n a Cristo. Es el oficio del Esp�ritu glorificar a Cristo, como fue el oficio de Cristo glorificar al Padre. El Esp�ritu hace que el coraz�n y los ojos se vuelvan a Cristo, como la flor al sol. Entonces la atenci�n se fija en Cristo.

2. Es en un Salvador traspasado que mira el pecador ungido por el Esp�ritu. Su cuerpo atravesado por el azote, espinas, clavos y lanza. Su coraz�n traspasado de muchos dolores. Su alma fue traspasada por las flechas del Todopoderoso, que bebi� su Esp�ritu. Su reputaci�n traspasada por la calumnia. Su humanidad atravesada por el eje mortal de la muerte.

3. Aquel en quien el Esp�ritu reposa mira a Cristo como traspasado por �l mismo. Sus pecados lo traspasaron en todos estos sentidos. Estuvo representado por los crucificadores de Cristo. �l, por su conducta, lo crucific� de nuevo y lo puso en una verg�enza abierta. Lo ha traspasado en su pueblo y en su causa.

4. Cuando el Esp�ritu ha mostrado a un hombre a Cristo traspasado por sus pecados, ese hombre se lamenta. La visi�n de Cristo traspasado le da una nueva visi�n del pecado. Cada pecado ha sido una flecha lanzada a Dios y ha penetrado el coraz�n de Cristo. Esta visi�n implica una nueva visi�n del amor de Cristo, la misericordia y la compasi�n. Ve qu� clase de Redentor ha estado tratando as�. Ver a Cristo traspasado le da una sensaci�n de perd�n. Sus pecados encontraron su castigo en Cristo. Un pecador perdonado se lamenta. Lecciones

1. La simpat�a del Esp�ritu con el Hijo. Lo revela traspasado y produce duelo.

2. Busque el Esp�ritu como se describe aqu�.

3. Probaros con estos frutos de Su presencia. ( James Stewart. )

La promesa a la Iglesia

I. La promesa que aqu� se hace a la Iglesia, tanto en su forma colectiva como en cada miembro individual.

1. La persona que hace la promesa. Jehov� mismo, el Padre eterno, que cre� todas las cosas con su poder. �Qu� podr�a inducirle a mirar as� a una criatura tan miserable y culpable como el hombre? No ten�a ninguna obligaci�n de hacerlo; no hab�a ninguna necesidad de su parte; no hab�a nada amable en el hombre para invitarlo. Fue Su propio amor libre, soberano e inmerecido.

2. Las personas a quienes se hizo la promesa. Por "casa de David" se entiende aqu� la simiente real, y por "habitantes de Jerusal�n" se entiende la gente com�n. Entonces las frases incluyen a toda la naci�n jud�a. Eran t�picos de todo el pueblo de Dios en las edades futuras.

3. Su estado antes de la aplicaci�n de la promesa. Es un estado de ignorancia sumamente deplorable; ignorancia de Dios en Su car�cter, Sus obras y requisitos; y del Se�or Jesucristo y Su mediaci�n; y de ellos mismos, su pecado, miseria y necesidad.

4. La promesa misma. �Derramar� el Esp�ritu de gracia y s�plicas�. Se le llama Esp�ritu de gracia, porque es un Esp�ritu de gracia; porque �l es el autor y obrador de toda gracia en el coraz�n de los creyentes; porque �l hace nuestras s�plicas; y porque nos ayuda a ofrecer nuestras s�plicas. La promesa se cumple en la experiencia de cada creyente real, sin tener en cuenta los nombres, partidos o denominaciones.

II. Dos efectos principales involucrados. �Lo mirar�n�, etc. �Qui�n es �ste? Nada menos que Cristo y �l crucificado. �Llorar�n� , es decir , poseer�n dolor evang�lico y arrepentimiento del pecado. Tres cosas en el arrepentimiento real:

1. Gran dolor por el pecado.

2. Confesi�n genuina del pecado.

3. Abandono total de ella como principio de acci�n. ( Griffith Williams. )

Fe y arrepentimiento producidos por el Esp�ritu derramado

Este lenguaje se refiere en primera instancia a los jud�os. Se acerca el tiempo en que, como consecuencia de que Dios derram� su Esp�ritu sobre ese pueblo, mirar�n a Aquel a quien traspasaron y se lamentar�n. "A quien traspasaron". Este lenguaje se cumpli� literalmente. El texto admite una aplicaci�n leg�tima a otros adem�s de los jud�os.

I. La necesidad del derramamiento del Esp�ritu para fe en el arrepentimiento. El pecador es descrito en la Palabra como muerto en delitos y pecados. No s�lo el pecador que a�n est� en sus pecados necesita ser vivificado, el mismo pueblo de Dios requiere una y otra vez el poder viviente del mismo Esp�ritu que primero regener� sus almas. Porque incluso despu�s de haber sido levantado de su muerte natural, es probable que caiga en un letargo espiritual.

No necesito insistir en la necesidad del arrepentimiento. Si todos los hombres han pecado, no se necesitan argumentos para probar que todos los hombres deben arrepentirse. Aquellos que se arrepientan necesitan que se les diga que para arrepentirse necesitan poder de lo alto. Es cuando se derrama el Esp�ritu que los pecadores son llevados al arrepentimiento genuino, es decir, al arrepentimiento para vida. Sin esto, siempre habr� una timidez, una evitaci�n de la humillaci�n que implica, siempre un obst�culo en el camino, y el coraz�n se desviar� como una reverencia enga�osa.

Mientras el coraz�n no sea tocado por el Esp�ritu de gracia, o permanece en un estado de total insensibilidad en referencia a Dios y al pecado, por un lado, o, por el otro lado, est� atormentado por sentimientos de reproche y temor, pero sin ser persuadido ni cambiado. Los meros reproches naturales de la conciencia y las alarmas de los juicios venideros pueden aturdir el coraz�n por un tiempo, pero no pueden quebrarlo ni derretirlo.

El mismo pueblo de Dios tiene a veces motivos para lamentar su estrechez de coraz�n, su incapacidad para el servicio de Dios y su aversi�n a las cosas espirituales. Pero mientras est�n angustiados, el Esp�ritu del Se�or no se angustia.

II. Los efectos que se producen cuando se derrama el Esp�ritu de Dios:

1. Al mirar a un Se�or traspasado, debemos comprender la fe en uno de sus ejercicios m�s vivos. El creyente mira a Cristo y sus heridas con el ojo de la mente, as� como los israelitas mordidos por la serpiente miraban a la serpiente de bronce que Mois�s levant� por mandato de Dios. Siempre que el Esp�ritu se derrama desde lo alto, el efecto instant�neo es la producci�n de fe. La fe, de hecho, parece ser la primera, siempre junto con el arrepentimiento, la gracia salvadora o espiritual del car�cter cristiano. Debe ser as�, por la propia naturaleza de las cosas. En este pasaje se llama nuestra atenci�n sobre dos caracter�sticas de la fe salvadora:

(1) Percibes que parece un "Se�or traspasado". Muchos tienen ideas esclarecedoras de la naturaleza y el car�cter de Jehov�, quien, �ay! no teng�is esa fe que se apropia de la salvaci�n. Tampoco es suficiente que miremos a Dios por medio de las operaciones de sus manos en la obra de la creaci�n. La fe mira especialmente a Dios el Mediador. La fe que salva es una fe en Jes�s, el Salvador designado.

Tampoco es suficiente que miremos al Hijo de Dios como entronizado en el cielo. Si queremos obtener ese poder salvador que fluye de �l, debemos mirar las heridas por las que fue traspasado y la sangre que fluye de ellas. Nunca hasta que miremos a un Salvador traspasado, que sufre, que sangra, encontraremos nuestras enfermedades espirituales sanadas y nuestra alma llena de luz y consuelo.

(2) Otra caracter�stica de la fe salvadora es que lleva a quienes la poseen a mirar a Jes�s como traspasado por ellos. Pero, �qu� participaci�n ten�amos en los sufrimientos de Jes�s? Todo pecador ha tenido, en cierto sentido, una parte en infligir los sufrimientos a los que fue sometido nuestro Se�or. Debes aprender a conectar tus pecados con los sufrimientos del Salvador. Nuestros pecados son los verdaderos enemigos y asesinos de nuestro Se�or.

Fueron los pecados acumulados de todos y cada uno de Su pueblo lo que lo abati� hasta el suelo en el jard�n e inclin� Su cabeza sobre la Cruz. �sta es una caracter�stica distintiva de la fe salvadora. El pecador conecta su pecado con los sufrimientos del Redentor. Cuando piensa en los sufrimientos de Cristo, piensa que sus pecados fueron la causa de que se los infligieran, y piensa que si Cristo no los hubiera llevado, �l mismo debi� haberlos llevado.

Por tanto, mira a Jes�s, no tanto a la luz de un Salvador para los dem�s como a la luz de �l mismo. Su fe se convierte as� en una fe en Jes�s como su Salvador; abraza a Cristo y se apropia de las bendiciones que �l compr�.

2. Otro efecto es el duelo o el arrepentimiento. Cuando Pablo estaba en �feso, predic� el arrepentimiento para con Dios y la fe en el Se�or Jesucristo. Es un sentimiento de pecado lo que nos lleva al Salvador, y venimos al Salvador por fe. El pecador mira a Cristo con los ojos de la fe y, al hacerlo, se lamenta y se arrepiente. Una visi�n creyente de Dios es necesaria para el arrepentimiento total. �C�mo deber�a ser el dolor el efecto de una visi�n salvadora de Cristo? Estamos llamados a lamentar los sufrimientos de nuestro Se�or debido a nuestra conexi�n con ellos.

Note algunas de las caracter�sticas del dolor evang�lico. El penitente tiene una visi�n profunda de la maldad del pecado. El penitente lamenta tanto su pecado como su mayor p�rdida terrenal. Pero este dolor por el pecado no es un dolor separado de Cristo, o independiente de �l; tampoco es un dolor sin esperanza. Si las heridas de Jes�s no pueden dejar de abrir las heridas del regazo en nuestro pecho, tambi�n suministran el b�lsamo que cura las heridas. ( J. M'Cosh. )

Efectos de un derramamiento del Esp�ritu

Los efectos inmediatos de este derramamiento del Esp�ritu se exponen de manera sorprendente. Est�n indicados por un esp�ritu de gracia y s�plica excitado entre la gente; al mirar a Aquel a quien traspasaron, y lamentar el trato que le dieron con profundo arrepentimiento y amargura de esp�ritu. Y cuando sean as� humillados por sus pecados, y miren con ojos de fe a Aquel que es el �nico Salvador de los hombres perdidos, Dios se mostrar� a S� mismo como su Padre y Amigo reconciliado, los recibir� en Su favor y sellar� a sus herederos. de su reino. Al dirigir la atenci�n a la obra del Esp�ritu Santo, asumir� dos hechos:

1. Que la influencia del Esp�ritu Santo se ejerce en todo caso de verdadera conversi�n.

2. Que hay ocasiones en las que esta influencia se otorga con mayor abundancia y poder que en otras.

1. Un efecto de tal visitaci�n de misericordia es impartir al pueblo de Dios un esp�ritu de gracia y s�plica. Siempre que Dios se acerca a un pueblo y est� a punto de mostrar su poder en la conversi�n de los pecadores, siempre despierta un esp�ritu de oraci�n entre sus amigos; les hace sentir su dependencia y necesidad de su ayuda. En esos momentos se suele sentir en el coraz�n del pueblo de Dios una profunda y tierna preocupaci�n por la salvaci�n de las almas que perecen en el pecado.

Se despiertan de su letargo. Se lamentan por su pasada infidelidad al deber. Desechan el esp�ritu de mundanalidad e incredulidad y se dan cuenta, en cierta medida, como deber�an, de los poderes del mundo venidero.

2. Otro efecto es captar la atenci�n de los impenitentes y dirigir sus pensamientos directamente a las cosas de su Paz eterna.

3. Otro efecto es producir en el impenitente una dolorosa convicci�n de pecado y peligro. Cuando Dios derrama su Esp�ritu, un efecto invariable es convencer a los hombres del pecado y darles un sentido permanente de su gran maldad, como una violaci�n de su santa ley.

4. Otro efecto es cortar la confianza en uno mismo y producir un sentido de total dependencia de Dios para perdonar la misericordia y renovar la gracia.

5. Otro efecto es renovar el coraz�n y llevar al pecador al arrepentimiento y la reconciliaci�n cordial con Dios. As� que es evidente que los efectos del derramamiento del Esp�ritu son todos del car�cter m�s deseable y feliz. ( J. Hawes, DD )

Un renacimiento de la religi�n

1. Habr� un renacimiento de la religi�n en la historia futura de la Iglesia que reunir� a los jud�os.

2. Este avivamiento se caracterizar� por las marcas invariables de un derramamiento del Esp�ritu, es decir, un esp�ritu de oraci�n y penitencia.

3. La oraci�n es el bar�metro de la Iglesia. Cuando el esp�ritu de s�plica es bajo, hay muy poco del Esp�ritu de Dios, y tan pronto como la reuni�n de oraci�n comienza a llenarse de fervorosos suplicantes, el cristiano puede esperar una bendici�n.

4. Todo verdadero arrepentimiento surge de la visi�n de un Salvador moribundo, uno que muri� por nosotros. El terror puede producir remordimiento, solo un sentimiento de pecado perdonado producir� un verdadero arrepentimiento. El verdadero arrepentimiento es, despu�s de todo, solo el amor que llora al pie de la Cruz, el alma entristecida por los pecados que han sido tan gratuitamente perdonados.

5. La verdadera religi�n es algo personal, y cuando se apodera del coraz�n con fuerza, apartar� el alma a una lucha solitaria con Dios ya actos de humillaci�n personal ante �l; confesi�n de pecados pasados ??y resoluciones de obediencia para el futuro. La gracia necesita meditaci�n solitaria en la que crecer, tanto como la planta necesita el reposo y la oscuridad de la noche. ( TV Moore, DD )

El Esp�ritu de gracia y s�plicas

Al estudiar la profec�a, con miras a la edificaci�n personal, deben tenerse en cuenta dos cosas. La religi�n espiritual es siempre e invariablemente la misma, a pesar de los diferentes grados de luz que han marcado distintas y sucesivas dispensaciones. Y, cualquier promesa de naturaleza puramente espiritual que se le haga a la naci�n jud�a, puede y debe ser aplicada general e individualmente por aquellos que constituyen la verdadera familia de la fe en todas las �pocas.

Las palabras del texto se refieren en �ltima instancia a la reuni�n de los jud�os y su conversi�n al cristianismo; pero reciben un cumplimiento intermedio en el caso de todo pecador errante, jud�o o gentil, que es efectivamente llevado a casa con Dios. Forman una promesa que se aplica a la experiencia del creyente en todo momento; promesa a la que puede adherirse, para su inefable consuelo, hasta que el lenguaje de la oraci�n muera en sus labios y sea reemplazado por cantos de alabanza incesante.

Por el �Esp�ritu de gracia y de s�plica� debemos entender a ese Divino Agente que ayuda a las flaquezas de los santos; cuyas influencias se predicen en otros lugares bajo la met�fora de una efusi�n de gracia; y cuya venida fue para dar todo su efecto al sacrificio del Redentor y asignar su car�cter prominente a la dispensaci�n del Evangelio.

I. De la oraci�n como ejercicio del alma renovada. La oraci�n es el lenguaje del coraz�n que se dirige a Dios, ya sea en la espiritualidad habitual del deseo, en el camino de la eyaculaci�n silenciosa, o por medio de palabras inmediatamente adecuadas para transmitir un sentido de sus deseos al trono de la misericordia celestial. Se basa en una fuerte convicci�n de pobreza interna, debilidad y dependencia, y se inspira en una humilde persuasi�n de que llega al o�do del Se�or Dios de los ej�rcitos.

La oraci�n espiritual es un esfuerzo ansioso y decidido del alma por poseer las bendiciones adquiridas de la salvaci�n. La oraci�n espiritual es el incienso arom�tico que arde en el altar consagrado del coraz�n del creyente. Un proceso renovador debe pasar sobre el sistema moral antes de que se encienda la chispa de la verdadera devoci�n. El hombre que est� en alianza voluntaria con el pecado y Satan�s no puede orar; tampoco puede el que est� absorto en las preocupaciones de este mundo pasajero; ni el que se dirige al Todopoderoso bajo el impulso de una alarma repentina, un dolor excesivo o una ansiedad mental ocasional.

El ejercicio de la oraci�n espiritual es habitual para quien se dedica a ella. Puede que no siempre sea el mismo empleo agradable y refrescante. Con demasiada frecuencia, cuando el esp�ritu est� dispuesto, la carne es d�bil. En cada �poca y per�odo de la Iglesia, el pueblo de Dios ha sido un pueblo de oraci�n. Entonces tenemos aqu� una piedra de toque muy cercana del autoexamen. �Tiene la costumbre de volar a un trono de gracia con el prop�sito de obtener alivio de sus almas agobiadas?

II. La influencia colateral de la oraci�n espiritual sobre la experiencia.

1. Si el fervor del sentimiento santo disminuye en alguna medida cuando el cristiano se retira de la c�mara de presencia de su Se�or, todav�a queda un resplandor sagrado en su pecho, que le dice que el Esp�ritu de gracia y de s�plica no se ha apartado de �l. Es la tendencia de la oraci�n, al despertar una aprehensi�n continua de la cercan�a de Dios, producir un sentimiento de temor sagrado, un h�bito de solemnidad, no en verdad opuesto a la alegr�a, sino en desacuerdo con la frivolidad imp�a.

2. La oraci�n mantiene la mente viva ante las importantes realidades de un estado eterno. Afloja ese lazo de asociaci�n que esclaviza el esp�ritu inmortal y limitar�a sus eternos deseos a las vanidades del tiempo y del sentido. El cristiano que ora aleja su espiritualidad del trono de la misericordia y la combina con la b�squeda de su vocaci�n temporal.

3. La oraci�n espiritual tiende a purificar y endulzar nuestras relaciones mutuas. Al profundizar el canal de la humildad, hace que la paz, con todas las virtudes que la acompa�an, fluya en un curso suave y uniforme. La oraci�n es salud para todos los que se mueven en su atm�sfera afable. Ahoga los sentimientos de envidia, odio y falta de caridad.

III. Los resultados directos de la oraci�n como medio designado de gracia. La oraci�n, como la vara de Mois�s, est� destinada a golpear la roca para que broten las aguas. Es la solicitud del pecador de bendiciones que no se pueden negar ni retener. Es cierto que el pueblo de Dios es un pueblo que espera y ora; a menudo se mantienen en suspenso, porque hay un momento adecuado para que la oraci�n sea respondida y porque las bendiciones espirituales nunca se env�an prematuramente.

Tambi�n es cierto que la oraci�n de fe misma se ofrece a veces con ignorancia o con impresiones err�neas y, por tanto, fracasa en ese punto particular en el que la sabidur�a infinita la vio defectuosa. Perm�tame ofrecerle un consejo: no se conforme con el mero acto de oraci�n, ni siquiera como ejercicio espiritual. Sea agradecido por el agrandamiento de su coraz�n a la oraci�n, y por un estado de �nimo celestial, mientras est� postrado ante Dios. Pero a�n mira m�s all� del esfuerzo en s�. Mire el resultado de sus peticiones. Inferir&mdash

1. La importancia del oficio del Esp�ritu Santo en la econom�a de la gracia.

2. La necesidad de atribuir la salvaci�n total y exclusivamente a Dios.

3. El valor de una disposici�n de oraci�n considerada como una garant�a o prenda de salvaci�n. Aquel que es atra�do a la Cruz, eventualmente ser� atra�do al trono. Contin�a esperando en Dios y no ser�s abandonado. ( W. Knight, MA )

El Esp�ritu de gracia y de s�plica

I. La promesa del texto. Por "casa de David" se entiende sus descendientes seg�n la carne, o los pr�ncipes y gobernantes de los jud�os; y por los "habitantes de Jerusal�n", el resto del pueblo. Sobre ellos, el Se�or promete derramar su Esp�ritu para su convicci�n, conversi�n y salvaci�n.

1. Aqu� se promete al Esp�ritu Santo como un "Esp�ritu de gracia". �l es el autor y dador de toda gracia, de toda bondad. El Esp�ritu Santo es el autor de toda gracia preventiva. En realidad, nunca abandonamos el pecado, nunca nos volvemos verdaderamente a Dios por nuestra propia fuerza o bondad. Es Dios quien comienza, as� como perfecciona, la buena obra en nuestro coraz�n. El Esp�ritu Santo es el autor de toda gracia renovadora y santificadora.

Todo intento de renovar y santificar nuestro coraz�n y nuestra conducta debe, si dependemos �nicamente de nosotros mismos, ser completamente en vano. El Esp�ritu puede renovarnos en justicia y verdadera santidad a la imagen de Aquel que nos cre�, y hacernos nuevas criaturas en Cristo Jes�s para buenas obras. El Esp�ritu Santo es el autor de toda gracia vivificante y vivificante. Nuestras almas se pegan con demasiada frecuencia al polvo; nuestros corazones se enfr�an y mueren.

�D�nde vamos a encontrar un remedio para este angustioso estado de cosas? En la misma Fuente de aguas vivas. El Esp�ritu debe enviarnos esas lluvias refrescantes que env�a sobre la herencia de Dios cuando est� cansado. Y el Esp�ritu Santo es el autor de toda gracia consoladora y de apoyo. �Y no necesitamos a menudo consuelo y apoyo en un mundo como este?

2. Aqu� se promete al Esp�ritu Santo como un "Esp�ritu de s�plicas". No sabemos por qu� debemos orar como debemos; pero el Esp�ritu ayuda a nuestras flaquezas. Esto lo hace de varias maneras.

(1) �l nos muestra nuestra necesidad de s�plicas, al familiarizarnos con nuestra pobreza espiritual y nuestras necesidades. Naturalmente, no somos en absoluto conscientes de nuestras necesidades espirituales. Aunque estamos muertos en delitos y pecados, imaginamos que estamos viviendo para Dios. Aunque somos culpables de innumerables transgresiones, no sentimos nuestra necesidad de perd�n. Creemos que somos ricos y no tenemos necesidad de nada. Pero el Esp�ritu nos convence de nuestro error. �l nos lleva a sentir nuestra necesidad de misericordia y gracia divinas, as� como nuestra necesidad de oraci�n y s�plica por ellas.

(2) Nos muestra el est�mulo que tenemos para usar las s�plicas. �l toma las cosas de Cristo y nos las muestra. Muestra a Dios en Cristo reconciliando consigo al mundo. Por lo tanto, nos anima a acercarnos al trono de la gracia y a utilizar s�plicas por las bendiciones que necesitamos.

(3) �l nos inclina a�n m�s, o nos hace estar dispuestos a hacer esto, excitando en nosotros un ferviente deseo de obtener tales bendiciones. �l quita esa apat�a e indiferencia que naturalmente sentimos, y crea en nosotros ese hambre y sed de justicia, ese ardiente anhelo de beneficios espirituales, que nada puede satisfacer excepto una participaci�n real en ellos. La oraci�n, ferviente y perseverante, se convierte en nuestro trabajo constante.

(4) Y el Esp�ritu nos ayuda en este ejercicio santo y delicioso. Elimina esa frialdad, la falta de vida y la formalidad que estamos tan dispuestos a sentir. �l nos da audacia y acceso con confianza por la fe de Jes�s.

II. Los efectos que acompa�an al cumplimiento de esta promesa. �Se lamentar�, etc. El que habla aqu� es evidentemente el Se�or Jesucristo. Esta aplicaci�n del pasaje a Cristo prueba a la vez tanto su humanidad como su divinidad. Prueba su humanidad, porque fue traspasado. Prueba Su Divinidad; porque �qui�n puede comunicar el Esp�ritu sino solo Dios? Aqu� est� predicho por el Se�or, que cuando �l derramara Su Esp�ritu Santo, como el Esp�ritu de gracia y s�plicas, los pecadores ser�an inducidos a mirar a Aquel a quien hab�an traspasado, y a llorar amargamente por sus pecados, y especialmente por sus pecados. gran pecado al rechazarlo.

Esta profec�a se cumpli� en parte el d�a de Pentecost�s. Tambi�n se lograr� m�s plenamente cuando se lleve a cabo la conversi�n de los jud�os, como naci�n. Pero esta profec�a tambi�n se cumple siempre que los pecadores, jud�os o gentiles, se vuelven ahora al Se�or. Note la naturaleza del dolor que sienten en tal ocasi�n.

1. Es un dolor piadoso. Producido en sus corazones bajo las operaciones del Esp�ritu de Dios. �Cu�les son sus efectos? Los humilla en el polvo ante Dios; ablanda su coraz�n duro e insensible. Tambi�n es un dolor amargo, porque se dice: "Llorar�n por �l como se lamenta por su �nico hijo". Apenas podemos concebir un dolor de car�cter terrenal m�s amargo que el de un padre cuando llora por su �nico hijo.

Los sentimientos de algunos son m�s r�pidos y susceptibles que los de otros. Pero cualesquiera que sean las diferencias, todos los que realmente son ense�ados por el Esp�ritu est�n hechos para ver y sentir la maldad y la amargura del pecado, como para aprender con toda sinceridad a odiarlo y abandonarlo. Es un dolor secreto. �La tierra har� duelo, cada familia por separado y sus mujeres por separado�. �Y no es esto siempre caracter�stico del dolor profundo y real? Entonces pregunt�monos: �Qu� sabemos de los efectos que acompa�an al cumplimiento de la promesa en el texto? �Qu� importante es que tengamos el Esp�ritu! �Y con qu� fervor y perseverancia debemos orar por sus influencias ben�volas y salvadoras! ( D. Rees. )

Mirar�n a m�, a quien traspasaron, y llorar�n por �l.

Evangelio de duelo, fruto de la fe salvadora

Aqu� tenemos un privilegio glorioso mencionado, a saber, una vista o manifestaci�n de un Redentor crucificado; y el ejercicio de gracia que es consecuencia de este privilegio distintivo y glorioso. �Llorar�n por �l�. De las palabras observamos que todos aquellos cuyo privilegio es obtener un descubrimiento sobrenatural de un Redentor crucificado llorar�n por �l, como heridos y traspasados ??por sus pecados.

I. El glorioso privilegio.

1. Aunque Cristo no es visible ahora a los ojos del cuerpo, las personas de este mundo pueden verlo como es necesario para el ejercicio de la fe en �l y una participaci�n real de los beneficios de Su compra.

2. Una visi�n espiritual y salvadora de Cristo crucificado es lo que todos deber�an estar interesados ??en obtener cuando est�n atendiendo a las ordenanzas del Evangelio, a la dispensaci�n de la Palabra y los sacramentos.

3. La visi�n de Cristo que es necesaria para el ejercicio de la fe y el arrepentimiento es un efecto de la obra de gracia del Esp�ritu Santo sobre el coraz�n de un pecador.

4. Una manifestaci�n espiritual de Cristo es de una manera especial necesaria en un d�a de ayuno y humillaci�n.

5. Una manifestaci�n salvadora de Cristo es un privilegio raro y distintivo.

6. Una manifestaci�n salvadora siempre va acompa�ada de un dolor piadoso por el pecado.

II. El ejercicio de gracia.

1. La tristeza seg�n Dios por el pecado supone un cambio interior y completo de coraz�n, mente y naturaleza.

2. Es una pena real.

3. Un dolor como el que surge de una convicci�n particular de pecado.

4. Es un gran dolor.

5. Es dolor evang�lico. Solicitud&mdash

(1) Tanto la fe como el arrepentimiento son frutos del Esp�ritu.

(2) El verdadero arrepentimiento es fruto de la fe salvadora.

(3) La fe verdadera es rara.

(4) La formalidad en religi�n se explica f�cilmente. ( D. Wilson, MA )

Verdadero arrepentimiento

El arrepentimiento es el primer deber de un pecador bajo una dispensaci�n de misericordia; se prepara para una correcta recepci�n de Cristo como Salvador; y es parte de ese nuevo y santo curso de vida que todo verdadero cristiano lleva. Acompa�a a todos los dem�s ejercicios de piedad y s�lo termina cuando llegamos al cielo. El texto contiene una predicci�n del arrepentimiento y conversi�n de la naci�n jud�a. En parte cumplido en Pentecost�s, en parte a�n por cumplirse.

I. La fuente de la que fluye el verdadero arrepentimiento. Si el verdadero arrepentimiento implica un cambio total de coraz�n, comprendiendo un dolor genuino por el pecado cometido contra Dios, un abandono sincero de �l y una aceptaci�n de la misericordia de Dios revelada en Jesucristo, entonces es obvio que debe surgir de las influencias de la gracia divina. En consecuencia, se habla de su fuente: �Derramar� sobre la casa de David y los habitantes de Jerusal�n el Esp�ritu de gracia y de s�plica.

�La alusi�n es al derramamiento de agua, que es el emblema habitual para el otorgamiento de las influencias del Esp�ritu Santo. Refrescante como agua para el sediento, es la gracia del Esp�ritu Santo para la Iglesia de Dios. El efecto peculiar del Esp�ritu de Dios en sus operaciones sobre el coraz�n se describe en los t�tulos que aqu� se le dan al Esp�ritu Santo: "el Esp�ritu de gracia y de s�plica", es decir, el Esp�ritu por cuya influencia se implanta la gracia. en la mente, y las s�plicas se dirigen al trono de la misericordia.

El Esp�ritu Santo es prometido como el Esp�ritu de gracia, porque toda gracia y santidad proceden de �l. Como el "Esp�ritu de s�plicas", porque uno de los primeros efectos de las influencias divinas es la oraci�n. Oramos en el Esp�ritu Santo. Es por Su instrucci�n sagrada que descubrimos nuestra ignorancia, pobreza, contaminaci�n, miseria y peligro. Es por su ense�anza que recibimos con fe las verdades y promesas del Evangelio. El Esp�ritu produce un regreso a Dios y una completa conversi�n de coraz�n y vida.

II. El principal medio por el cual se produce el arrepentimiento. �Mirar�n a m�, a quien traspasaron�. El arrepentimiento, en t�rminos generales, surge de la visi�n de un Salvador crucificado. La vista del Redentor crucificado de la que se habla en el texto, no puede entenderse como una vista corporal por el ojo de los sentidos. Es una contemplaci�n espiritual y racional de �l por el ojo de la penitencia y la fe.

Seguramente no hay ning�n objeto que en s� mismo atraiga con tanta fuerza nuestra atenci�n. Si las mismas circunstancias del espect�culo debieran fijar nuestra atenci�n, a�n m�s debemos conmovernos cuando reflexionamos sobre la dignidad divina del que sufre. Pero esto no es todo. T� y yo hemos participado en esta muerte. Dios hab�a �cargado sobre �l la iniquidad de todos nosotros�. Pero, �qu� pasar�a si todo este dolor y sufrimiento fuera para nuestra salvaci�n? �No deber�a esto llevarnos a considerar la escena con una seriedad a�n m�s intensa?

III. Los efectos del Esp�ritu de gracia llevan al pecador a mirar por fe a Aquel a quien traspas�. Los jud�os que regresan, cuando vean por fe a su Mes�as crucificado, llorar�n por sus pecados nacionales al traspasarlo a �l, y por todas sus transgresiones personales. Ver Zacar�as 12:11 .

La importancia espiritual de esta predicci�n se cumple en todo verdadero arrepentido. El duelo por el pecado surgir� de esa visi�n de su malignidad y odio que muestra la Cruz de Cristo. El dolor genuino de un arrepentido fluye de la visi�n creyente de un Salvador traspasado. La ley convence del pecado, pero la cruz nos ense�a a aborrecerlo.

1. Aplicar al cristiano sincero: que aprenda el lugar importante que ocupa la verdadera penitencia en la vida cristiana: la conexi�n del arrepentimiento con las esperanzas y los privilegios del Evangelio; y que el ejercicio del arrepentimiento evang�lico est� conectado con un santo y conducta prudente.

2. A los imp�os e impenitentes. Si alg�n tema puede mostrarles su obligaci�n de arrepentirse y afectar sus corazones con el deseo de hacerlo, es el que hemos estado repasando. ( D. Wilson, MA )

Mirando al traspasado

No s�lo se prometi� a los jud�os una gracia y un favor externos, sino una luz interna de fe, cuyo autor es el Esp�ritu; porque �l es quien ilumina nuestra mente para ver la bondad de Dios, y tambi�n es �l quien vuelve nuestro coraz�n. Como Zacar�as declara que los jud�os finalmente "mirar�an" a Dios, se deduce que se les promete el esp�ritu de arrepentimiento y la luz de la fe, para que conozcan a Dios como el autor de su salvaci�n y se sientan tan seguros de que ya son salvos, como en el futuro para dedicarse enteramente a �l.

"A quien traspasaron". Aqu� tambi�n el profeta reprende indirectamente a los jud�os por su gran obstinaci�n, porque Dios los hab�a restaurado, y hab�an sido tan indomables como las fieras: porque esta perforaci�n debe tomarse metaf�ricamente como una provocaci�n continua, como si hubiera dicho que los jud�os en su perversidad estaba preparada como para la guerra, que aguijonearon y traspasaron a Dios con su maldad como con las armas de su rebeli�n.

Como entonces hab�an sido tales, �l dice ahora que Dios efectuar�a tal cambio que se volver�an muy diferentes, porque aprender�an a �mirar a Aquel a quien� hab�an traspasado previamente. Juan dice que esta profec�a se cumpli� en Cristo, cuando Su costado fue atravesado con una lanza ( Juan 19:37 ). Y esto es muy cierto; porque era necesario que el s�mbolo visible se exhibiera en la persona de Cristo, para que los jud�os supieran que �l era el Dios que hab�a hablado por medio de los profetas.

Los jud�os entonces hab�an crucificado a su Dios cuando entristecieron su Esp�ritu; pero tambi�n Cristo, en cuanto a su carne, fue traspasado por ellos. Y esto es lo que Juan quiso decir: que Dios mediante ese s�mbolo visible hizo evidente que no solo hab�a sido anteriormente provocado de una manera vergonzosa por los jud�os, sino que finalmente, en la persona de su Hijo unig�nito, este gran pecado. A su vergonzosa impiedad se a�adi� que traspasaron incluso el costado de Cristo. ( Juan Calvino ) .

Mirando a Cristo como traspasado y llorando por �l

�No podemos considerar el pasaje en el que aparece nuestro texto, como uno de aquellos de los cuales los profetas mismos, por quienes fueron pronunciados, no comprendieron al principio el significado completo? �C�mo deber�a afectarnos la contemplaci�n de los sufrimientos y la muerte del Se�or Jes�s?

1. Debemos lamentarnos al pensar en lo que tuvo que soportar. Una historia de aflicci�n puede conmover nuestros corazones con tristeza, aunque es posible que no tengamos ninguna preocupaci�n personal por la persona de quien se cuenta. Si vi�ramos a un hombre inocente llevado a la ejecuci�n, nuestro coraz�n se conmover�a enormemente. No es de extra�ar, entonces, que cuando Jes�s fue entregado a la voluntad de sus enemigos, cuando uno tan santo, tan manso, tan ben�fico, fue llevado para ser crucificado, el espect�culo no pudiera verse impasible.

2. Debemos lamentarnos al pensar en la maldad de los hombres que lo trataron as�. �Fueron los hombres de la generaci�n que vivi� cuando Jes�s fue crucificado, m�s malvados que todos los dem�s antes o despu�s de ellos? �No! Aunque la tentaci�n y la oportunidad se combinaron para involucrarlos en un crimen, probablemente el m�s grande jam�s perpetrado en la tierra, solo ofrecen una muestra de esa depravaci�n, puede que est� menos desarrollada, la cual todos hemos heredado.

3. Debemos lamentarnos por nuestros propios pecados, como vemos en lo que fue infligido a nuestra fianza la extrema pecaminosidad y el profundo dem�rito del pecado. �Cu�n aborrecible debe haber sido el pecado ante los ojos de un Dios santo, cuando por ello escondi� Su rostro de Su Hijo y lo entreg� a los dolores de una muerte maldita! Note algunos de los felices efectos del dolor penitente.

(1) Ceder a �l puede dar incluso un alivio actual a la mente atribulada.

(2) Este dolor puede tener una influencia beneficiosa en todos nuestros temperamentos y afectos.

(3) Este dolor puede evidenciar nuestro inter�s en las promesas de perd�n y paz con Dios. El dolor por el pecado no puede aceptarse como precio del perd�n; sin embargo, podemos encontrar en el sentido de ella alguna prueba de que ha comenzado el cambio que debe ser realizado por el Esp�ritu de Cristo en todos aquellos a quienes �l aplica la redenci�n que es por Su sangre. ( James Henderson, DD )

Los pecadores se lamentan por su Se�or traspasado

Lo que es cierto para un jud�o convertido, tambi�n es cierto para un gentil convertido.

I. El car�cter de la tristeza seg�n Dios. Es como el dolor de un padre por la muerte de un hijo. Este es un dolor real, no fingido. Si miramos en nuestro coraz�n, muchos de nosotros veremos que nuestro dolor por el pecado es todo una simulaci�n. Este es un dolor profundo, no superficial o leve. Realmente podemos llorar por un amigo y, sin embargo, llorar muy poco por �l. No es as� cuando nuestros hijos mueren. Nuestro dolor entonces es acre y amargo. No solo est� en el coraz�n, sino que lo hace, como muy bajo en �l. Es un dolor secreto. La mayor�a de nosotros, cuando nuestro coraz�n est� lleno, deseamos estar solos. Las emociones profundas de cualquier tipo nos env�an a nuestros aposentos.

II. Una de las causas que excitan el dolor piadoso. �M�rame a m�, a quien traspasaron�. �Qui�n es el hablante aqu�? Dios mismo, pero Dios en Cristo. �Qu� se quiere decir con "mirarlo" a �l? Las acciones corporales externas se utilizan para describir las operaciones internas, los actos de la mente. Estos penitentes lo ven como "traspasado". Algunos dicen que la raz�n por la que los jud�os no se convierten es que no les mostramos suficientemente al Se�or Jes�s en Su exaltaci�n y gloria.

Otros dicen que si queremos apreciar m�s al Se�or Jes�s, debemos pensar en �l m�s como en el trono del cielo. No debemos permitir que los hombres nos enga�en. Si queremos vida para nuestras almas que perecen, si queremos que nuestro coraz�n duro se rompa en pedazos, es en Su Cruz, no en Su trono, donde debemos contemplar a nuestro Se�or. Y estos pecadores contritos miran a Jes�s como traspasado por ellos. �El castigo de nuestra paz fue sobre �l�, por eso lo herimos.

III. �C�mo es que el dolor piadoso surge de esta fuente? �Por qu� mirar al Se�or crucificado hace llorar al creyente? �C�mo, preguntar�a, puede ser de otra manera, cuando pensamos en nuestro Se�or agonizante, muriendo por nosotros? Aprenda el lugar alto que debemos dar al dolor por el pecado entre las gracias cristianas. ( C. Bradley, MA )

I. El objeto o espect�culo propuesto. Cierto es que aqu� se refiere a Cristo.

1. Especificar y particularizar la persona de Cristo, por las circunstancias bondadosas y m�s peculiares de su muerte. No es una muerte natural sino violenta. El salmista dice: �Horadaron mis manos y mis pies�, lo cual es propio de la muerte de Cruz. El profeta da a entender que su coraz�n fue traspasado, y esto era peculiar de Cristo.

2. Separe a Cristo del resto de Sus hechos y sufrimientos, para ver qu� es aquello a lo que debemos mirar especialmente: Cristo traspasado. La perfecci�n de nuestro conocimiento en Cristo o tocarlo, es el conocimiento de Cristo traspasado. Sepa esto, lo sabe todo. En el objeto se ofrecen dos cosas.

(1) La pasi�n o sufrimiento en s�. Considere el t�tulo; porque transfixerunt es una palabra de gradaci�n; expresando la perforaci�n, no de l�tigos y azotes, o de clavos y espinas, sino de la punta de la lanza, que atraves� el coraz�n mismo. �Puede ser traspasado un alma? No es una punta de lanza de hierro lo que entra en el alma, sino un metal de otro temperamento, cuya fuerza no menos sangra y hiere el alma en proporci�n que las del cuerpo. Perforar el alma incluye dolor y reproche.

II. Las personas. Cuando se encuentra a uno muerto, es habitual preguntar por qui�n vino despu�s de su muerte. Nos inclinamos a cargar el pecado de la muerte de Cristo sobre los soldados, los verdugos; sobre Pilato el juez; sobre el pueblo que inst� a Pilato; o sobre los ancianos de los jud�os que animaban al pueblo. El profeta aqu� dice que los que est�n dispuestos a "mirarlo", son los que "lo traspasaron". En todo caso de condenaci�n a muerte, el pecado y el pecado solo es el asesino.

No fue el propio pecado de Cristo por lo que muri�. Debe haber sido por el pecado de otros que Cristo Jes�s fue traspasado. Dios carg� sobre �l las "transgresiones de todos nosotros". Fue el pecado de nuestras manos contaminadas lo que traspas� sus manos; la rapidez de nuestros pies para hacer el mal que clav� sus pies; las malas intenciones de nuestras cabezas que cornearon Su cabeza; y los miserables deseos de nuestro coraz�n que traspasaron Su coraz�n. Si sentimos que somos la causa de este Su traspaso, debemos tener remordimiento, ser traspasados ??por �l.

III. El acto o deber impuesto. Para mirarlo. Una solicitud de lo m�s natural y razonable. A esta mirada nos invita Cristo. "Sobre m�." Nuestro propio beneficio nos invita. Nuestro peligro puede movernos a mirar. En el acto mismo hay tres cosas.

1. Que lo hagamos con atenci�n.

2. Que lo hacemos a menudo, una y otra vez; con iteraci�n.

3. Que hacemos que nuestra naturaleza lo haga, por as� decirlo, en virtud de un mandato.

En el original es una orden judicial imperativa. M�ralo y s� traspasado. M�ralo y traspasa lo que en ti fue la causa del traspaso de Cristo, del pecado y de sus concupiscencias. As� como fue el pecado lo que caus� a Cristo estas heridas, as� fue el amor hacia nosotros lo que hizo que �l las recibiera, siendo lo suficientemente responsable de haberlas evitado todas. De modo que fue traspasado de amor, no menos que con rejilla. Y fue esa herida de amor que lo hizo soportar constantemente todos los dem�s.

Qu� visi�n deber�a traspasarnos tambi�n de amor, no menos que antes de dolor. Deber�amos unir mirar con creer. Y creyendo, �qu� hay que el ojo de nuestra esperanza no busque de �l? �Qu� no har�a por nosotros, que por nosotros sufriera todo esto? Nuestra expectativa puede reducirse a estas dos cosas: la liberaci�n del mal de nuestra miseria actual; y la restauraci�n al bien de nuestra felicidad primitiva. �Recibiremos siempre la gracia, incluso los arroyos de la gracia, que emanan de Aquel que es traspasado, y no volver� a surgir algo de nosotros para que �l pueda buscar y recibir de nosotros, para que de �l tienes y recibes diariamente tantas cosas buenas? Sin duda lo habr�; si el amor que le traspas�, bien nos traspas�. ( Obispo Launcelot Andrewes. )

Mirando a Cristo crucificado

Las palabras hacen referencia, en su sentido principal, a la casa de David y a los habitantes de Jerusal�n; y recibieron su primer cumplimiento en el d�a de Pentecost�s. Pero el texto nos invita tambi�n a mirar a Aquel que fue traspasado por nosotros y a llorar. Debemos mirar larga y seriamente a Aquel a quien hemos traspasado, para que con la mirada larga aprendamos a llorar, y el duelo mucho, amemos mucho, y amando mucho, tengamos mucho perdonado.

�C�mo miraremos a Aquel a quien traspasamos? No con nuestros ojos carnales, sino con el ojo de la fe. Debemos mirarlo a �l para ver que el Se�or carg� en �l la iniquidad de todos nosotros �. Fueron nuestras manos contaminadas las que traspasaron Sus manos; la rapidez de nuestros pies para hacer el mal que clav� sus pies; las malas intenciones de nuestro coraz�n que traspasaron Su coraz�n. Sin embargo, no debemos mirar completamente a Sus sufrimientos corporales, las heridas que le hemos causado han sido m�s profundas, incluso hasta Su alma, s�, lo traspasaron de cabo a rabo con muchos dolores.

Los dolores que sufri� en su cruz espiritual fueron infinitamente m�s que los que sufri� en la natural. Por grandes que fueran sus sufrimientos corporales, ante la perspectiva de ellos nunca se acobard�. Siempre los ve y habla con calma de ellos. No as� anuncia Su Cruz espiritual, fue la Cruz interna la que provoc� Su pasi�n m�s amarga. Entonces, �no lo miraremos y "nos acordaremos y nos avergonzaremos, y nunca m�s abriremos la boca a causa de nuestra verg�enza", mientras miramos hacia arriba, a esa Cruz en la que nuestros pecados lo han clavado? Fue levantado en esa Cruz para que todos, desde los confines del mundo, pudieran mirarlo y ser salvos.

Es al mirar a Aquel a quien hemos traspasado que solo nosotros podemos aprender algo de la amargura mortal de nuestros pecados, que tal vez no sean perdonados, sino por ese terrible derramamiento de sangre. Solo al pie de la Cruz se aprende el misterio de la Cruz y se obtiene una verdadera estimaci�n de nuestros pecados. ( RA Amamantamiento, MA )

El costado traspasado de Jes�s

Del coraz�n traspasado de Jes�s sale un torrente de l�grimas, de gracia y de oraci�n. Tambi�n para nosotros, al mirar el costado traspasado del Salvador, se abre:

I. Un torrente de l�grimas. El profeta predice el tiempo en que Israel, a la vista del Var�n de Dolores, estallar� en un lamento profundo, cuando el agua que brota del costado traspasado del Salvador se convertir� en un torrente de l�grimas, que brotar� del coraz�n de los hijos. de Israel. Es la verdad m�s simple pero ciertamente tambi�n la m�s dolorosa, que tus pecados y los m�os han llevado a Jes�s a la Cruz.

Por lo tanto, una mirada a �l debe convertirse en un vaso de cristal que refleje nuestros pecados de manera m�s clara, y que nos represente en nuestros pecados m�s negro de lo que puede hacer toda la ley del Sina�, con sus truenos y rel�mpagos, su maldici�n y juicio.

II. Un torrente de gracia. En la antigua Atenas, la misericordia estaba representada con ojos llenos de l�grimas, sosteniendo en su mano un coraz�n desgarrado y sangrando. Por la gracia de Dios tenemos libre acceso al Padre. Tenemos un Salvador que nos abre el coraz�n del Padre y no necesitamos ning�n otro Mediador.

III. Una fuente de oraci�n. En estas palabras prof�ticas, el Se�or declara que derramar� el Esp�ritu de oraci�n y de gracia. La corriente de gracia de las llagas del Salvador, que �l hace que se derrame sobre nosotros, se convertir� en una fuente de oraci�n, que fluir� desde nuestro coraz�n al coraz�n de Dios. Rara vez ha habido un tiempo en el que las corrientes de la gracia divina se derramaran tan abundantemente en la Palabra predicada, as� como en las obras de misericordia y en el celo por la casa del Se�or, como en nuestros d�as. Pero, �cu�nto durar� si el Esp�ritu de s�plica no se une al esp�ritu de gracia? Y eso es falta. El nuestro es un tiempo sin oraci�n. ( A. Schroter. )

Cristo traspasado por nosotros

(a los ni�os): - No puede haber ninguna duda sobre la referencia de estas palabras. San Juan los cita en su Evangelio y los remite a Cristo. �Ellos� son los jud�os, y m�s particularmente los habitantes de Jerusal�n. Y el profeta nos informa que se acerca un tiempo en que la gente de Jerusal�n mirar� a Jes�s y se arrepentir� amargamente de haberse negado a aceptarlo como su Mes�as y su Rey.

1. Los jud�os eran, y siguen siendo, el pueblo de Dios, aunque ahora son el pueblo de Dios en desgracia. Los escogi� entre todas las naciones de la tierra, los acerc� a s� mismo y les dio las Escrituras, el templo y los sacrificios, y as� los prepar� para la venida del Mes�as, o Cristo, que fue prometido. en los profetas. Pero cuando vino el Mes�as, lo rechazaron.

Su gran y terrible crimen trajo la ira de Dios sobre ellos. Aproximadamente cuarenta a�os despu�s de la crucifixi�n de Jes�s, los romanos vinieron y sitiaron Jerusal�n, mataron a muchos jud�os y quemaron el hermoso templo. Se nos dice expresamente que esta destrucci�n de Jerusal�n fue un castigo por el asesinato de Cristo. Desde ese momento, los jud�os han sido expulsados ??de su propia tierra y esparcidos entre las naciones de la tierra.

Hay jud�os en casi todas partes. Pero la Biblia dice que un d�a ser�n reunidos nuevamente en su propia tierra. Pero, �ser�n cristianos cuando regresen? Yo creo que no. Todav�a rechazar�n al Se�or Jesucristo. Pero creo que, cuando sea asaltado por enemigos, el Se�or Jesucristo descender� del Cielo y aparecer� para rescatar a Su pueblo, para librarlos. En ese momento mirar�n a �Aquel a quien traspasaron�, y el efecto de su mirada ser� que se lamentar�n por su pecado, se arrepentir�n y se convertir�n en verdaderos seguidores y disc�pulos del Se�or Jesucristo. Y luego se convertir�n en los predicadores del Evangelio m�s exitosos que el mundo haya visto.

2. Ahora volvamos a nosotros mismos. Es posible mirar a Jes�s, que fue traspasado, y decir: �Bueno, fue traspasado, y me alegro de ello, porque se merec�a su destino. Fingi� ser lo que no era ". Eso es lo que piensan los jud�os hoy en d�a, y lo que muchos de ellos no dudan en decir. Y muchos de nosotros nos inclinamos a decir: �No tuve nada que ver con el traspaso de Jes�s. Yo no estaba all� en ese momento.

Fue un hecho terrible, y lamento los sufrimientos de Jes�s, �pero realmente no creo que sea cierto en ning�n sentido que lo traspasara! " Deteng�monos un momento y pensemos. El Se�or Jes�s, que era el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, llev� sobre la cruz toda la carga oscura del pecado humano. Todos los pecados de toda la humanidad fueron reunidos, por as� decirlo, en una vasta y horrible masa, y fueron puestos sobre �l, el Portador del Pecado; y no pod�a deshacerse de �l, o "desecharlo", excepto muriendo.

Al morir en la cruz, nos lo quit� y se lo quit� a s� mismo. Ahora tu pecado y el m�o estaban en esa carga, y debido a que nuestro pecado formaba parte de la carga que fue puesta sobre Cristo, ten�amos algo que ver con Su muerte. Ayudamos a traspasarlo. Nuestro pecado hizo necesario que Cristo muriera, y por lo tanto t� y yo ten�amos algo que ver realmente con �traspasar� a Cristo y clavarlo en Su cruz.

Pero a menos que tengamos la ense�anza del Esp�ritu Santo de Dios, nunca pensaremos ni nos sentiremos bien en este asunto. Fue cuando �el Esp�ritu de gracia y de s�plica� se derram� sobre los habitantes de Jerusal�n que miraron a Aquel a quien traspasaron y se arrepintieron de su pecado. Qu� sentimiento tan profundo tenemos cuando se nos recuerda algo y se nos hace sentir que lo hicimos. Si sentimos que nos traspasamos Cristo suceder�n dos cosas.

(1) Tendremos horror al pecado.

(2) Llegaremos a comprender el maravilloso amor de Dios.

"Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos". Jes�s, el Hijo de Dios, entreg� su vida por nosotros; Muri� en la cruz por nosotros; porque no hab�a otra forma de salvarnos de nuestros pecados. Seguramente, si no tenemos corazones de piedra, nos sentiremos agradecidos, sumamente agradecidos por lo que �l ha hecho, y lo amaremos porque �l nos am� primero. ( Gordon Calthrop, MA )

Mirando a Jes�s con dolor penitencial

La leyenda de Camille, la artista que vendi� su alma al diablo con el fin de ganar poder para pintar la vida cualquiera que sea el tema que eligi�, est� llena de sugerencias. Despu�s de una larga vida de pecado, Camillo pint� un cuadro del Cristo, el Var�n de Dolores. Los ojos tiernos y escrutadores eran una fuente de molestia tanto para �l como para sus amigos pecadores que ocult� la imagen y fue a un sacerdote con su historia.

Siguiendo el consejo del sacerdote, desvel� la imagen y dej� que los ojos del Cristo escudri�aran su alma. Luego sali� e hizo la reparaci�n que pudo por las vidas que hab�a agraviado. Pero no tuvo paz. El sacerdote lo envi� de regreso al Cristo sin velo. De nuevo sali� y orden� a un comerciante que comprara y destruyera cada cent�metro de lienzo que hab�a pintado que pudiera sugerir malos pensamientos. Todav�a no ten�a paz.

Una y otra vez fue llevado a darse cuenta y a renunciar y deshacer pecado tras pecado. Pero la paz que anhelaba fue retenida. Finalmente, mientras se arrodillaba en oraci�n ante Cristo, se dio cuenta de que hab�a pecado, no solo contra sus semejantes, sino contra Cristo, y le entreg� su vida. Luego, cuando los ojos de Cristo miraron el dolor y la angustia de su alma, tambi�n vino gozo y paz.

Mirando al que fue traspasado

Cuando el difunto Dr. Andrew Bonar estaba sentado en su estudio un d�a, un hombre y una mujer entraron para verlo sobre c�mo unirse a la iglesia. Cuando dijeron su misi�n, el m�dico les dijo: �Cuando alguien viene a m� y desea unirse a la iglesia, generalmente les hago algunas preguntas. Ahora, primero, �c�mo lleg� a pensar en unirse a la iglesia? �Ah! "Dijo la mujer", fue todo a trav�s de nuestro peque�o hijo.

Una noche le estaba contando sobre los jud�os que mataron a mi Se�or Jes�s, y c�mo lo clavaron en la cruz en el Calvario y, mir�ndome a la cara, me pregunt�: 'Madre, �fueron tus pecados los que lo clavaron en la cruz? ' Ah, se�or, no pude contestarle. Ten�a un gran nudo en la garganta; y cuando vio que no respond�a, se volvi� hacia su padre y le dijo: "Padre, �fueron tus pecados los que clavaron a Jes�s en la cruz?" Mir� a mi esposo y vi brillar una l�grima en sus ojos; �l tampoco pudo responder.

Entonces el ni�o junt� las manos y dijo: "Oh Se�or Jes�s, deben haber sido mis pecados los que te clavaron en la cruz". Desde ese momento, se�or, ha sido un chico cambiado, y fue eso lo que nos hizo pensar en unirnos a la iglesia ". ( W. Thompson. )

Mirando a cristo

Al pasar por un cementerio con sus padres, una ni�a los arrastr� detr�s de ella para mirar una hermosa figura de piedra del Cristo, con un rostro lleno de sufrimiento y, sin embargo, de la m�s tierna piedad, apoyado en una enorme cruz de m�rmol. Cuando hicieron una pausa para mirar, ella baj� la cabeza y dijo en voz baja: "He hecho tantas cosas malas que apenas puedo levantar los ojos para mirarlo". Son solo aquellos que han hecho �tantas cosas malas� los que necesitan levantar los ojos y mirarlo. ( Carcaj. )

Dolor penitencial

I. Los sujetos. Jud�os, no gentiles. El pueblo jud�o a menudo se hab�a visto reducido a este estado de dolor. Cuando estaban en el exilio en Babilonia, lloraron al recordar "Si�n".

II. La causa de este dolor penitencial. "Voy a verter". El profeta Joel ( Joel 2:28 ) se refiere a este derramamiento de influencia Divina.

III. La ocasi�n de este dolor penitencial. Una visi�n creyente de Cristo produce este dolor penitencial.

IV. La conmoci�n de este dolor penitencial. �Y llorar�n por �l, como quien llora por su �nico hijo, y sentir�n amargura por �l, como quien tiene amargura por su primog�nito�. "Hay pocos estados de dolor m�s profundo y agudo que este, el que sienten los padres cari�osos cuando se ven privados de los objetos de sus afectos m�s queridos". En cuanto a la intensidad de este dolor, se dice adem�s: "En ese d�a habr� un gran duelo en Jerusal�n, como el duelo de Hadadrimmon en el valle de Meguido", etc.

Quiz�s mi mayor dolor jam�s conocido entre los jud�os fue el dolor en el valle de Meguido, ocasionado por la muerte del rey Jos�as ( 2 Cr�nicas 35:24 ). Jerem�as compuso un canto f�nebre en la ocasi�n; y se compusieron otras odas y lamentaciones, y fueron cantadas por hombres y mujeres. Pero el verdadero dolor penitencial es mucho m�s conmovedor que el ocasionado por la muerte de un hijo �nico o un rey noble. Est� te�ido de remordimiento moral.

V. La universalidad de este dolor punzante. "La tierra se lamentar�", etc. Todas las familias de la tierra se lamentar�n, y lamentar�n "aparte". El dolor profundo anhela la soledad. ( Homilista. )

Verdadero duelo por Cristo

Aunque esta profec�a se est� cumpliendo, no se cumple por completo. Entre los jud�os, no hab�a un dolor tan general como el que describe Zacar�as. No mostraban signos de dolor con el coraz�n roto. Debemos buscar m�s a los dolientes que miran al traspasado. No hay duda de d�nde se encuentran. Los cristianos han tenido �xito en el lugar y ocupan m�s que el lugar de los jud�os; somos nosotros los que debemos estar �mirando a Aquel a quien traspasamos.

�Algunos grandes te�logos sostienen que las palabras de Zacar�as describen el duelo especial de la Cuaresma, la Semana Santa y el Viernes Santo. En cualquier caso, tenemos una imagen del efecto que debe producir una visi�n espiritual real de la cruz en los cristianos fieles, y que nos proporciona una prueba de nuestra realidad y sinceridad del Viernes Santo. Es una prueba dif�cil, pero no debemos acobardarnos ante ella. Es una propuesta de Dios; m�s bien, ocurre en el anuncio de Su prop�sito m�s misericordioso.

Compare nuestros recuerdos de duelos terrenales con nuestro recuerdo de la muerte de Cristo. �Podemos decir que sentimos por Cristo como sentimos por la muerte del esposo o la esposa, del padre o de la madre? Sin embargo, Dios espera que sintamos muy profundamente. Sabemos que la pasi�n de Cristo debe despertar en nosotros el dolor m�s profundo imaginable. Como nunca hubo dolor como Su dolor; como nunca hubo muerte como Su muerte; as� como nunca hubo un amor como el de �l, no podemos sorprendernos si se espera que sintamos por �l un dolor tan grande como el que surge de la prueba m�s severa de nuestros afectos humanos.

Sin embargo, se puede decir con seguridad que, en general, no es as�. Estamos muy lejos de lo que ser� el estado de los ciudadanos de la verdadera ciudad de David y de los habitantes de la Jerusal�n cristiana. ( MH Ricketts. )

El rechazo de Cristo por Inglaterra

Perm�tanme poner en orden ante ustedes el mayor pecado que hemos cometido al rechazar a Jes�s que los jud�os. Hemos rechazado a Jes�s como Cabeza de la Iglesia. �Qu� es la Iglesia? Es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, del cual �l es la cabeza, para derramar en �l continuamente la gloria de Su propio poder y la excelencia de Su propia belleza y la perfecci�n de Su propia santidad.

Es una Iglesia encarnada, ese es el misterio, y no una Iglesia incorp�rea. Una Iglesia incorp�rea es s�lo una fracci�n del misterio de la piedad; el misterio de la piedad es Dios manifestado en carne. Y la Iglesia ten�a la intenci�n de revelar toda la excelencia y el poder de Jes�s sentado en el trono de Dios. �Cu�les fueron los dones de la Iglesia? La palabra de sabidur�a, para escudri�ar todo lo profundo de Dios. La palabra de conocimiento, para contar todo lo que pasaba en todas partes de Sus dominios; el don de la fe, para no dudar nunca de que recibir�a cualquier cosa que deseara.

El don de la curaci�n, para salir y mostrar el poder de Jes�s sobre toda carne, para perdonar el pecado en el alma y para curar enfermedades en el cuerpo. El poder de los milagros, para ordenar las cosas de la creaci�n, para poner en orden todo desorden y para dominar los diversos poderes de la naturaleza. A esto se llam� la Iglesia; lo niegue quien se atreva! �sta es la dignidad de la Iglesia, pero la rechazamos. Los jud�os rechazaron a un hombre de carne, nosotros hemos rechazado a un hombre en el poder del Esp�ritu.

II. Jes�s ha sido rechazado como Rey de reyes y Se�or de se�ores. Este es un t�tulo del que da mucha importancia. Est� escrito en su ropa y en su muslo. Pero ha sido negado; se niega en todo el mundo. En el papado, el papa ha tomado la supremac�a. En la Iglesia griega se niega; el Zar es la cabeza de la Iglesia. En Gran Breta�a se niega. �Qui�n es Rey de reyes? - Sus majestades el pueblo. "Todo el poder proviene del pueblo". Esa es la negaci�n m�s b�sica, la m�s b�sica de todas las negaciones. Ya no se tiene el poder como de Jes�s, ni se le considera responsable ante �l.

III. Otro gran pecado ha sido el rechazo de Jes�s como due�o de todo: como comerciante, como cabeza de familia, cabeza de casa, a quien pertenecen todos los bienes y enseres, y todos los muebles, y toda la provisi�n, y todos los bienes. tesoro de la casa. No hay un hombre entre cien a quien se le haya ocurrido una vez la idea, todo en su casa es de Cristo; todo lo que est� en manos del banquero es de Cristo; todo en los fondos es de Cristo. No hay nada que no tenga el sello de su nombre.

IV. Hemos rechazado a Cristo como amigo del pobre. �Qui�n fue el primero en predicar las buenas nuevas a los pobres? �Qui�n bendijo y honr� la propiedad de la pobreza? �Qui�n dijo: �Bienaventurados los pobres de esp�ritu, porque de ellos es el reino de los cielos�? Nos hemos olvidado de predicarlo como el Portador de buenas nuevas a los pobres. Hemos rechazado a Aquel que fue el Redentor de la pobreza, que es su amigo; y hemos elegido para �l demagogos que no son dignos de que se les conf�e lo m�s bajo de los bienes de la creaci�n. ( Edward Irving, AM )

Pecadores arrepentidos

Considere que el lenguaje del profeta denota un estado de �nimo que, en sus grandes rasgos, conviene a todos los hombres de todas las �pocas, y que debe sentirse para asegurar el disfrute de la bendici�n espiritual.

I. El dolor aqu� encarnado debe considerarse en su causa. Aqu� el dolor se atribuye a una sola causa. Es dolor a causa del pecado. El sentido de su ser, su culpa y su consecuencia, se presiona con fuerza sobre las conciencias. Observar&mdash

1. El orden particular del pecado. Aunque, en su relaci�n con la muerte del Se�or Jes�s, los jud�os eran, por supuesto, peculiares, hay un sentido importante en el que se debe considerar que todos los hombres participan en la culpa de "traspasarlo". Su muerte fue un sacrificio expiatorio; siendo los pecados de los hombres la causa de lo que �l soport�, para expiar la ira y asegurar la salvaci�n. ��l es la propiciaci�n por nuestros pecados�, y as� todo pecador se convierte en c�mplice de la crucifixi�n del Se�or de gloria.

Como Cristo lo ha sido para los hombres en los institutos y por el ministerio del Evangelio, cada pensamiento y cada acto de pecado, acariciado y amado, no ha sido m�s que golpear a Cristo otro y otro golpe: levantar la cruz de nuevo, sujetar el u�as de nuevo.

2. Siendo esta la naturaleza precisa del pecado, debemos notar la influencia por la cual se reconoce y se siente la culpa del mismo. El pecador no admite culpa; su coraz�n es un coraz�n de piedra. La conciencia de culpa se atribuye directamente a la influencia Divina, la influencia del Esp�ritu Santo.

II. Las caracter�sticas de este dolor. La convicci�n del pecado, que surge de la influencia del Esp�ritu del sepulcro, lleva a los hombres al duelo que constituye el tema de estos vers�culos. Ese duelo de dolor nos ser� sugerido en sus tres grandes caracter�sticas de intensidad, soledad y oraci�n.

III. Los resultados. Uno es el perd�n: conectado con el perd�n est� la santificaci�n. Y el tercer resultado de este dolor por el pecado es el gozo: nada se puede comparar con el gozo que surge de la esperanza del perd�n del pecado. ( James Parsons. )

Versículo 12

Y la tierra llorar�, cada familia aparte

Ayuno personal y familiar

Por el derramamiento del Esp�ritu, la tierra se lamentar�, cada familia por separado y sus esposas por separado.

Los deberes del ayuno consisten en:

I. Una parte externa y circunstancial.

1. Debe reservarse un tiempo adecuado para estos deberes. Y esto debe ser regulado por la prudencia cristiana, como mejor se adapte a las circunstancias de la persona o de la familia. En cuanto a la cantidad de tiempo que se dedicar� al ayuno y humillaci�n personal o familiar, el deber, a mi juicio, es regularlo, y no regular el deber. Nadie tiene que preocuparse por la cantidad de tiempo, m�s o menos, que dedica a estos ejercicios, para que se haga el trabajo del tiempo.

2. Debe elegirse un lugar adecuado donde la persona o la familia pueda cumplir con su deber sin ser molestado por los dem�s (ver Mateo 6:18 ).

3. La abstinencia est� incluida en la naturaleza de la cosa; abstinencia de la carne y la bebida, y de todos los placeres corporales, as� como el cese de los negocios mundanos. La regla de abstinencia de carne y bebida no puede ser la misma para todos. Estos, sin embargo, son s�lo el caparaz�n exterior de estos deberes.

II. La interna cualquier parte espiritual.

1. Meditaci�n seria y consideraci�n de nuestros caminos. Estos tiempos deben ser apartados de conversar con el mundo, para que comulguemos m�s solemnemente con nuestro coraz�n en cuanto al estado de las cosas entre Dios y nosotros. En ellos debemos revisar diligentemente nuestra vida pasada.

2. Profunda humillaci�n del alma ante el Se�or; lo cual estaba representado por el cilicio y las cenizas usadas, seg�n la ley, en tales ocasiones.

3. Confesi�n libre y abierta del pecado ante Dios, sin reservas.

4. El ejercicio del arrepentimiento al volverse del pecado a Dios, tanto en el coraz�n como en la vida, el resultado natural de una profunda humillaci�n y una sincera confesi�n. La verdadera forma de lidiar con un coraz�n duro es creer en el Evangelio. �Sin fe es imposible agradar a Dios� y, por lo tanto, imposible alcanzar la verdadera humillaci�n, la recta confesi�n y el sincero arrepentimiento, que le agradan mucho.

5. Pacto solemne con Dios, entrando o renovando pacto con �l en palabras expresas.

6. Oraci�n extraordinaria, en insinuantes discursos y peticiones a nuestro Dios del pacto, por lo que es la ocasi�n particular de nuestro ayuno. Ahora considere el ayuno personal y la humillaci�n en particular.

III. La Divina lo garantiza.

1. Dios lo requiere en Su Palabra, y eso tanto directa como indirectamente.

2. Se promete que los santos cumplir�n este deber.

3. Nos lo recomienda la pr�ctica de los santos mencionados en las Escrituras.

4. Se puede evidenciar as� el deber del ayuno y la humillaci�n personales.

(1) No hay nada en la naturaleza del ayuno y la humillaci�n religiosos que en s� mismo sea p�blico, o que requiera necesariamente la participaci�n de una pluralidad de personas. La predicaci�n de la Palabra y la celebraci�n de los sacramentos, por su propia naturaleza, requieren sociedad y, por lo tanto, no deben ser utilizadas por una sola persona sola en su armario. Pero uno puede mantener un ayuno solo.

(2) Se requieren deberes extraordinarios en ocasiones y situaciones extraordinarias. Entonces, si una iglesia o congregaci�n es llamada al ayuno y la humillaci�n en tales ocasiones, �no se llama a una persona en particular a las mismas o tales ocasiones en su cueva?

(3) Los deberes extraordinarios que debe realizar toda una naci�n, iglesia o congregaci�n no pueden ser superados pronto, porque todos los cuerpos son lentos en sus operaciones. �Qu� deben hacer determinadas personas en tales casos? �No deber�an mantener ayunos personales y familiares? Considere ahora un llamado providencial al ayuno y la humillaci�n personales.

1. Cuando hay alg�n mal especial sobre nosotros, la Iglesia o nuestro pr�jimo, en quien tenemos una preocupaci�n especial; ya sea un mal pecaminoso o penal. Y cuando las se�ales del gran disgusto de Dios se apagan en providencias afligidas, es hora de que nos rodamos en el polvo, y as� acomodemos nuestro esp�ritu y camino a la dispensaci�n, humill�ndonos ante �l con ayuno.

2. Cuando haya alg�n accidente cerebrovascular especial amenazante o inminente.

3. Cuando haya alguna misericordia o favor especial que desear del Se�or. Tome una variedad de estos casos particulares:

(1) Cuando a trav�s de un largo camino de pecar y caminar descuidadamente, el caso del alma de uno queda completamente en desorden y confusi�n.

(2) cuando uno est� bajo convicciones, abrigando algunos pensamientos para reformarse.

(3) cuando la conciencia se contamina con la culpa de alg�n pecado atroz.

(4) cuando uno quiere superar una trampa, a menudo se ve atrapado y tiene la victoria sobre una lujuria que a menudo lo ha dominado.

(5) Cuando uno se encuentra en una deserci�n total.

(6) Cuando uno se encuentra bajo una deserci�n sentida y dolorosa.

(7) Cuando uno est� presionado por alguna aflicci�n externa, ya sea en su cuerpo, parientes, nombre, sustancia o de otra manera.

(8) Cuando, por el aspecto de la providencia, uno se ve amenazado con tal aflicci�n.

(9) Cuando uno tendr�a luz y direcci�n en alg�n asunto de peso especial.

(10) Cuando se liquida el deber en una cuesti�n de peso especial, se trata de la configuraci�n de.

(11) Cuando alguien, teniendo alguna dificultad extraordinaria que encontrar, est� en peligro de ser atrapado en el pecado o en el peligro.

(12) Cuando uno tiene a la vista alg�n acercamiento solemne a Dios; en cuyo caso se requiere una preparaci�n especial. . .

Considere ahora algunas indicaciones relacionadas con el ayuno y la humillaci�n personales.

1. Elija un lugar y un momento adecuados.

2. Hacer un poco de preparaci�n para la noche antes

3. Lev�ntese temprano en la ma�ana, incluso antes de lo normal.

4. Deje que los pensamientos santos tengan acceso de inmediato a su alma.

5. Realice primero sus deberes ordinarios de oraci�n y lectura de la Palabra; porque los deberes extraordinarios no deben empujar a los ordinarios.

6. Comience con una revisi�n solemne de sus pecados: los pecados de su naturaleza, de su infancia, de su juventud, de su mediana edad.

Para recomendar el ejercicio de estos deberes a las personas y familias, se ofrecen estas cinco cosas a su favor; es decir, que la pr�ctica de ellos es un medio adecuado:

1. Llevar a la religi�n a extra�os que la conozcan.

2. Recuperar a los reincidentes.

3. Para prevenir reca�das.

4. Prepararse para un tiempo de prueba.

5. Para aclarar las cosas para la eternidad. ( T. Boston. ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Zechariah 12". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/zechariah-12.html. 1905-1909. Nueva York.
 
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