Bible Commentaries
Zacarías 4

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-14

He aqu� un candelero todo de oro

El candelabro y los olivos

Que por el candelabro se simbolizara a la comunidad israelita, el pueblo de la teocracia, puede considerarse como un reconocimiento general.

Pero Israel era en s� mismo un s�mbolo y un tipo; fue la manifestaci�n visible de esa comunidad espiritual invisible, la Iglesia del Dios vivo, que abraza a los fieles de todas las edades y lugares. Pero la luz que posee la Iglesia no proviene de ella misma; es luz comunicada y sostenida por influencias de arriba. Por lo tanto, en la visi�n, las l�mparas fueron provistas de aceite, no por el ministerio humano, sino a trav�s de canales y tuber�as de los olivos que estaban al lado y sobre el candelabro.

El aceite es el s�mbolo apropiado de la influencia del Esp�ritu Santo. Este es el aceite con el que la Iglesia se sostiene, se hace brillar y se la capacita para realizar la obra que tiene que hacer en el mundo. Aparte del Esp�ritu Divino, la Iglesia es oscura, fr�a y d�bil; pero a trav�s de la visitaci�n del Esp�ritu ella es animada y vigorizada, se vuelve luminosa y gloriosa, y es coronada con �xito mientras trabaja para erigir el templo de Dios en la tierra.

Esta visi�n les ense�� a no desanimarse, porque no era por la fuerza o el poder humanos que la obra deb�a realizarse, sino por el Esp�ritu del Se�or. Por su gracia, la luz debe mantenerse en ellos; sus manos deben fortalecerse para su trabajo; y pronto ver�an la consumaci�n de lo que hab�a comenzado tan auspiciosamente. Dios sostiene a su Iglesia por su gracia. Pero esta gracia llega a los hombres a trav�s de ciertos medios designados.

Esto fue simbolizado en la visi�n por las ramas frutales de los olivos y por los conductos y tuber�as a trav�s de los cuales se conduc�a el aceite a las l�mparas. Las ramas representaban a las autoridades sacerdotales y civiles en Israel. ( WL Alexander, DD )

El hombre como estudiante de la revelaci�n divina y hacedor de la obra divina

I. Como estudiante de las revelaciones divinas. �He mirado, y he aqu� un candelabro todo de oro�, etc. La Iglesia ideal es todo esto. Creo que el candelero puede representar fielmente la Biblia, o la revelaci�n especial de Dios al hombre: es decir, es dorado, es luminoso, est� provisto de forma sobrenatural con el aceite de la inspiraci�n. De hecho, en el pasaje, el �ngel int�rprete designa este candelero, no como la Iglesia, sino como la "palabra del Se�or a Zorobabel". Hago dos comentarios sobre esta revelaci�n:

1. Tiene suficiente para excitar la investigaci�n del hombre como estudiante. "�Qu� son estos, mi se�or?" �Qu� cosas maravillosas hay en esta Biblia!

2. Tiene un int�rprete que puede satisfacer al hombre como estudiante. El �ngel a quien el profeta dirigi� su pregunta respondi� r�pidamente. El profeta aqu� muestra dos de los principales atributos de un estudiante genuino de la Divinidad:

(1) Inquisitividad. �l pregunta; y porque pregunta, recibe una respuesta. La Biblia es un libro sin sentido para la gran mayor�a de la humanidad, porque no investigan su significado. La verdad solo se obtiene mediante una investigaci�n genuina.

(2) Ingenuidad. La primera respuesta del �ngel int�rprete al profeta fue: "�No sabes lo que significan estas cosas?" y �l dijo: "No, mi se�or". Enseguida confiesa su ignorancia. El hombre que desarrolla estos dos atributos en relaci�n con la Palabra de Dios tiene un Int�rprete Divino a su lado, es decir, el Esp�ritu de Dios, que nos conducir� a todo conocimiento. Este pasaje nos presenta al hombre:

II. Como hacedor de la Divina voluntad, el hombre no s�lo tiene que estudiar, sino tambi�n trabajar; no s�lo para obtener ideas Divinas, sino para desarrollarlas. La obra del profeta fue transmitir un mensaje de Dios a Zorobabel, y el mensaje que transmiti� fue un mensaje para el mundo. El hombre debe ser un "Trabajador junto" con Dios. Ofrezco dos comentarios sobre el hombre como trabajador de la voluntad divina.

1. Que aunque sus dificultades parezcan grandes, sus recursos son infinitos. Zorobabel, al reconstruir el templo, tuvo enormes dificultades. Esas dificultades se cernieron ante �l como monta�as. Pero a pesar de lo grandiosos que eran, se le asegur� que ten�a recursos m�s que iguales para la tarea. "No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos".

2. Que aunque sus esfuerzos parezcan d�biles, su �xito ser� inevitable.

(1) Aqu� est� impl�cita la debilidad de los esfuerzos humanos.

(a) Es com�n despreciar las cosas peque�as.

(b) Es una tonter�a despreciar las cosas peque�as. Todas las grandes cosas fueron peque�as en sus comienzos.

(c) Es despreciable despreciar las cosas peque�as. Las almas verdaderamente grandes nunca lo hacen.

(2) Aqu� est� garantizado el �xito de los d�biles esfuerzos. Sin duda, el templo deber�a estar terminado. As� ser� con toda obra verdadera en la que un verdadero hombre ponga su mano en el nombre de Dios. Terminar�; no habr� fracasos, el �xito es inevitable. ( Homilista. )

El candelero de oro

1. La Iglesia de Dios est� compuesta del material humano m�s precioso del mundo. El hombre que camina d�a a d�a con el �Rey Eterno, Inmortal e Invisible� es de mucho m�s valor para el mundo, y Dios lo considera m�s valioso que el hombre de los mayores logros intelectuales.

2. La Iglesia es dadora de luz, porque su poder de dar luz se sustenta en una fuente externa a ella. La vida de la Iglesia de Dios no es autosuficiente. Gad es el poder sustentador por el cual la Iglesia se mantiene viva, y solo cuando ella recibe el santo oficio del Esp�ritu Divino, ella puede emitir esa luz que es la vida de los hombres. La maquinaria m�s perfecta sin esta fuerza que sostiene la vida es in�til para lograr el prop�sito Divino �de hacer de la Iglesia una bendici�n para el mundo.

Este misterioso principio viviente se debe a una vida detr�s de todo lo que es aprehendido por los sentidos, una vida que algunos llaman "la causa eficiente", pero que creemos m�s razonable llamar el "Dios vivo".

3. Debido a esta fuente de vida suficiente, tenemos la seguridad de que los peque�os comienzos en el reino de Dios producir�n grandes resultados. No existe tal cosa en la naturaleza como resultado instant�neo. La hoja llega antes de la oreja. La ley del reino espiritual es comenzar con los peque�os y terminar con los grandes. La conexi�n con la fuente de vida asegura el crecimiento hacia la perfecci�n. ( Bosquejos de un ministro de Londres. )

La visi�n del candelero

1. El templo aqu� representa a la Iglesia para ser iluminada por Cristo, siendo ella en s� misma pero oscura, y desprovista de luz y consuelo, hasta que �l venga y aparezca en ella, y para ella, y la ilumine.

2. El ministerio designado por Cristo para la direcci�n, edificaci�n y consuelo de la Iglesia est� aqu� representado por el candelero, que debe ser puro, para que sea precioso a sus ojos como el oro, y que debe brillar con pureza y santidad. de la vida y contribuir a hacer de la Iglesia una luz brillante en un mundo oscuro.

3. La copa sobre la parte superior del candelero que recibe inmediatamente el aceite representa adecuadamente a Cristo como Mediador, cabeza y almac�n de la Iglesia, a quien se conf�a toda la plenitud de dones y gracias para la Iglesia.

4. La variedad y suficiencia de los dones comunicados por Cristo, para el bien y la salvaci�n de la Iglesia, est� representada por siete l�mparas, todas tendientes a un fin com�n de arder y resplandecer.

5. La forma de derivar la gracia de Cristo a Sus siervos, por medios ordenados y santificados, especialmente por Su pacto; nuestra dependencia, y los lazos de comuni�n entre �l y su pueblo, est� representada por siete tubos que van entre el taz�n y las l�mparas. ( George Hutcheson. )

El candelero

Para aclarar el significado de Dios, al profeta se le concedi� la visi�n del candelero (candelero), cuya esencia era que la mecha, aunque necesaria para la luz, desempe�aba un papel muy insignificante en su producci�n. No ten�a poder iluminador; s�lo pod�a humear, carbonizarse y arder. En el mejor de los casos, solo pod�a ser un medio entre el aceite de la cisterna y el fuego que ard�a en su borde serrado.

As�, Zorobabel podr�a ser d�bil y flexible como una mecha, pero ninguna de sus deficiencias podr�a impedirle terminar la obra a la que hab�a sido llamado, si tan s�lo su esp�ritu fuera encendido con el fuego divino y alimentado continuamente por las influencias bondadosas del Santo. Esp�ritu. Evidentemente, el candelabro fue modelado seg�n el modelo del templo, cuya forma a�n se conserva en el Arco de Tito.

Seg�n la RV, hab�a siete tubos en cada l�mpara. Tampoco esto fue todo. A cada lado de este candelero macizo hab�a un olivo, desde el coraz�n del cual, mediante una tuber�a de oro, el aceite se vert�a continuamente en el dep�sito; de modo que, aunque pudiera ser limitado en su poder de contenci�n, no podr�a fallar su capacidad para satisfacer las demandas incesantes de las l�mparas. En lo que respecta a los jud�os, el significado de la visi�n era obvio.

Fueron representados en el candelero, del cual las muchas l�mparas y el metal precioso de su composici�n exponen su perfecci�n y preciosidad en el pensamiento de Dios. Su funci�n era derramar la luz de Su conocimiento sobre el mundo, ya que estaba bajo el poder de las tinieblas; mientras que, para ayudarlos en el cumplimiento de esta misi�n, los suministros Divinos saldr�an de una fuente celestial y viviente, y se les traer�a a trav�s de los tubos de oro, de los cuales uno representaba al sacerdote Josu� y el otro al pr�ncipe Zorobabel.

Estos hombres, por lo tanto, no eran m�s que m�diums para las comunicaciones Divinas. Su suficiencia no era de ellos mismos, sino de Dios. La misi�n de Israel ser�a realizada, no por ellos, sino por el Esp�ritu de Dios a trav�s de ellos. Pueden parecer completamente indefensos e inadecuados; pero se prepar� una fuente viva de aceite para proporcionarles suministros inagotables ( FB Meyer, BA )

Versículo 6

No con fuerza ni con poder

La palabra del Se�or a Zorobabel

Reflexione sobre la muy notable interpretaci�n de la visi�n dada por Dios mismo en las palabras del texto.

I. Los falsos motivos de confianza que deben rechazarse. Resumido en las palabras "fuerza y ??poder", incluyendo todos los medios terrenales y la instrumentalidad humana. Debemos tener cuidado de sustituir la obra del Esp�ritu o la gloria de Dios por medios temporales e instrumentos mortales. Nada menos que el omnipotente poder de Dios puede abrir los ojos ciegos o despertar los afectos muertos del hombre natural para ver y abrazar el Evangelio.

Si no podemos confiar en la fuerza de la raz�n o en la fuerza de la verdad, tampoco podemos confiar en los poderes de la oratoria. Los dones de oratoria o elocuencia son hermosos y excelentes, pero en los que se conf�a o se glorifica, se convierten en lazos y piedras de tropiezo, alejando el coraz�n y los afectos de Cristo y convirtiendo nuestros actos de adoraci�n en un servicio id�latra. Cada cristiano tambi�n tiene una esfera de influencia con la que servir y honrar a Dios, y ayudar y fortalecer a los dem�s.

Pero no hay que descansar en esto. La religi�n debe ser una preocupaci�n personal, un acto de contrato, una vida de comuni�n entre el alma y Dios. Y hay quienes se imaginan que aman la verdad porque aman a algunos de los que la profesan. El poder del afecto en la mente de tales personas es casi ilimitado. Pero no se puede confiar en una religi�n basada en tales motivos. Cuando el Esp�ritu de Dios no es el Autor de la obra, no puede soportar la prueba, incluso en este mundo; nunca puede resultar en la salvaci�n del alma.

II. La �nica fuente de prosperidad espiritual. La obra y eficacia del Esp�ritu de Dios. En tres cosas se distingue este trabajo.

1. En la transformaci�n del personaje.

2. En la superaci�n del mundo.

3. Al glorificar la gracia de Dios. ( JM Wilde, BA )

Fuerza - espiritual y material

Necesitamos estudiar la din�mica cristiana. Los buenos arreglos, las buenas instrucciones, las buenas intenciones, est�n bien; pero �de qu� pueden servir sin una fuerza suficiente y continua? Aprendamos una lecci�n del �ngel que le habl� al profeta. El objetivo de Zacar�as era instruir a los jud�os sobre su regreso del cautiverio y animarlos en la obra de reconstrucci�n del templo. No deb�an horrorizarse ante obst�culos tan formidables, porque la obra era de Dios, y Dios pudo quitar monta�as de dificultad del camino.

Ning�n adversario podr�a herirlos. Es f�cil pasar de esto a la ense�anza del Nuevo Testamento. Se ha puesto el fundamento de la Iglesia; crece lenta pero seguramente, un templo sagrado en el Se�or. El trabajo avanza lentamente porque es arduo en su propia naturaleza, obstruido por muchos adversarios. El templo de Zorobabel se termin� en unos veinte a�os; pero un edificio espiritual necesita mucho m�s tiempo que uno construido con madera y piedra.

Los afectos y las disposiciones de los hombres no pueden moldearse como pueden ser las cosas materiales; y precisamente porque la Iglesia es una estructura tan noble, una habitaci�n de Dios en el Esp�ritu, su progreso es dif�cil y en comparaci�n con las obras del hombre es lento. Tambi�n se ha visto obstaculizado por los errores y disensiones de los constructores; pero al final, el mismo Pr�ncipe que puso sus cimientos ciertamente lo terminar�.

�l dir�: �Consumado es�, y en Su Iglesia completa, �l llenar� toda la tierra con Su gloria. Hablamos de la propagaci�n del Evangelio y de la construcci�n de la Iglesia: un movimiento es difusivo, el otro formativo; ambos concuerdan en uno, y ambos son del Se�or. La propagaci�n del Evangelio no es solo para Cristo, sino tambi�n por Cristo. Publica el testimonio por toda la tierra y salva a los pecadores.

La construcci�n de la Iglesia es tambi�n por Cristo de principio a fin, y los constructores, desde Pablo y Apolos hacia abajo, no son nada sin �l. Y �oh! con qu� paciencia y con qu� sabidur�a preside Su vasta y compleja obra. Cristo siempre est� edificando a Su pueblo juntos, sanando, reconciliando, moldeando, fundi�ndolos, compact�ndolos como piedras vivas que forman el Templo �nico del Esp�ritu Santo �nico.

Hemos dicho que hay mucha oposici�n a este trabajo. As� ha sido siempre, y especialmente en emergencias cr�ticas, las monta�as han amenazado con caer sobre la obra de Dios y destruirla. Mois�s descendi� a Egipto para redimir a Israel; entonces fue el poder de Fara�n como una gran monta�a contra �l. Y a medida que la gente escapaba, la monta�a parec�a acercarse, el ej�rcito egipcio los persigui� y amenaz� con destruirlos.

Ezequ�as revivi� la religi�n en Jud�; luego vino el poder de Asiria, y como una gran monta�a se cerni� sobre Jerusal�n. El ej�rcito pagano invadi� la ciudad, y Ezequ�as no ten�a poder de resistencia, y difundi� el asunto ante el Se�or, y en una noche el �ngel de la muerte removi� la monta�a y dej� al ej�rcito asirio inm�vil y muerto. El Mes�as vino, no para condenar sino para salvar al mundo; entonces se establecieron los reyes de la tierra, y los gobernantes se reunieron en consejo contra el Se�or y su ungido.

Herodes, Caif�s, Pilato, fariseos, saduceos, sacerdotes, ancianos y el pueblo se unieron en una resistencia desesperada. Todos los actos de los Ap�stoles fueron realizados, a pesar de monta�as de obstrucci�n, por el poder de lo alto que descansaba sobre ellos. As� que llevaron el Evangelio a Europa y lo plantaron en Macedonia, Grecia e Italia, y mucho tiempo despu�s, los misioneros de esp�ritu apost�lico lo llevaron adelante a trav�s de los densos bosques de Helvetia, Galia y Alemania, y penetraron hasta las lejanas costas de Breta�a.

La ira de los paganos amenazaba con devorarlos, pero el Se�or estaba con ellos, y ante Su rostro las monta�as se derritieron. Tenemos todav�a grandes monta�as contra nosotros; enormes masas de paganismo que se resisten a nuestras misiones. El escepticismo que se hace cada d�a m�s acentuado. Hay algo m�s que hacer que retorcernos las manos y derramar lamentos en el o�do. Tengamos la fe que remueve monta�as y, opongamos y ridiculicemos a quienes podamos, tengamos buen �nimo y construyamos.

Para ello, marque bien cu�l es la energ�a que supera o quita obst�culos. Ni fuerza ni poder de un hombre mortal. Habr�a sido tan vano para los jud�os de Zorobabel hacer frente al poder de Dar�o, o para los ap�stoles y los primeros cristianos luchar contra el poder del emperador romano, o para unos pocos trabajadores atacar una monta�a en los Alpes con su espadas y tratar de reducirlo a un llano.

Y es igualmente imposible para nosotros eliminar las obstrucciones m�s intelectuales o espirituales en el camino del Evangelio mediante la mera persuasi�n y el argumento humanos. La remoci�n de las monta�as que encontramos es algo posible solo con Dios. No fue antes de Mois�s, Ezequ�as, Pedro o Pablo, Columba o Bonifacio, Zwingle o Lutero, que las monta�as se volvieron llanas, sino antes de Jesucristo. Zacar�as tuvo una visi�n del suministro continuo del Esp�ritu como del aceite santo que fluye a trav�s de tubos de oro de dos olivos o ramas.

Por esto entendemos las instituciones reales y sacerdotales que estaban representadas en ese momento por el pr�ncipe Zorobabel y el sumo sacerdote Josu�. En Jesucristo, nuestro exaltado Salvador, la realeza y el sacerdocio est�n unidos. �l es el Sacerdote sobre un trono, y del Padre a trav�s de Jesucristo procede a la Iglesia un suministro constante del Esp�ritu. Esta es la verdad presente para nosotros; si lo creemos, �por qu� cedemos a la languidez o al des�nimo? Si tenemos fuerza, conocimiento, dinero, consagr�moslo al Se�or.

Pero, sabiendo que estos no pueden prevalecer, elevemos nuestros ojos al Se�or mismo y pongamos nuestro cuidado en �l. Perm�tanme animar a todos los maestros y predicadores cristianos a perseverar en esta confianza, imp�vidos e incansables. Se terminar� el templo sagrado sobre la roca, y se sacar� la l�pida con gritos. De hecho, ning�n hombre puede comprender toda la simetr�a del plan de nuestro Se�or hasta que se complete; pero luego, se ver� c�mo �l ha anulado todas las persecuciones, martirios y controversias para fines superiores, y ha hecho que incluso el desgarro del marco exterior de la Iglesia de Dios sea un medio para preservar y purificar su vida interior.

�Qu� r�fagas de admiraci�n cuando todo ha terminado! �Qu� gritos de alabanza, gracia, gracia! No se intentar� gritar nombres humanos o distinciones de partidos en ese d�a brillante. Todo se debe a la gracia del Padre, y del Hijo, y del Esp�ritu Santo, a quien sea la gloria en la Iglesia. ( D. Fraser, DD )

El espiritu del se�or

El mensaje que se pretend�a transmitir con esta visi�n era la seguridad de la presencia y la disposici�n de Dios para ayudar, y de la total dependencia de �l. El profeta estaba muy desconcertado por esta visi�n. La interpretaci�n se dio en la forma que probablemente la har�a m�s eficaz para la empresa en cuesti�n.

1. Los gobernantes y las personas deben comprender desde el principio que, como elegidos de Dios, depend�an por completo de �l. Es cierto para todos los hombres de todas las edades. No con un brazo derecho fuerte podemos hacer nuestro sustento espiritual; no con un intelecto poderoso podemos planear y ejecutar los prop�sitos de una vida santa. El Esp�ritu del Dios viviente debe avivar, energizar e inspirar.

2. Se interpret� que la visi�n significaba que las dificultades no deb�an bloquear el camino. Todo obst�culo desaparecer�. Dios lo tocar� con su mano todopoderosa. Nada es demasiado dif�cil para �l.

3. La visi�n asegur� la finalizaci�n definitiva del templo. El trabajo hab�a languidecido durante a�os. Pero en cuanto al tema final, no cab�a duda. Se acercaba un d�a de grandes cosas, si el presente parec�a ser un d�a de peque�as cosas. Recuerde que vivimos en la dispensaci�n del Esp�ritu. La Iglesia es el organismo a trav�s del cual el Esp�ritu trabaja para la restituci�n de todas las cosas.

La Iglesia es el gran poder de la historia. Su influencia es inexplicable por cualquier motivo excepto sobrenatural. En cada punto de la fe y la vida cristianas dependemos de su influencia. Nuestra vida comienza con la operaci�n del Esp�ritu en el nuevo nacimiento. Nuestra santificaci�n es a trav�s del Esp�ritu. Un car�cter sim�trico no viene de otra manera. Nuestro �xito en el servicio cristiano est� condicionado de la misma manera. ( DJ Burrell, DD )

La necesidad del Esp�ritu de Dios

Esta escena tiene una aplicaci�n natural a la obra divina entre los hombres y sugiere la necesidad del Esp�ritu de Dios. El esp�ritu humano deber�a ser el templo de Dios. Sus cimientos se establecen en las capacidades del alma hecha a Su imagen. El pecado se opone al trabajo, la mundanalidad lo obstaculiza. �C�mo se completar�? "No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos".

I. Necesitamos el Esp�ritu de Dios, porque a trav�s del Esp�ritu la Deidad se revela m�s claramente. Nuestra primera necesidad es conocer a Dios.

1. Algunos de los atributos divinos se revelan en la naturaleza. Sabidur�a, poder, gloria en todas partes, pero no el Rey eterno, inmortal, invisible. La Escritura declara que desde la fundaci�n del mundo sus atributos invisibles se ven claramente, siendo entendidos por las cosas que son hechas. Marque la reserva, sus atributos, no �l mismo. Siempre est� escondido en un aislamiento impenetrable. La naturaleza nos deja llorando: "Mu�stranos al Padre".

2. Dios fue revelado en Cristo. Porque los hombres nunca pudieron descubrir al Todopoderoso, el Verbo que estaba con Dios y era Dios, se hizo carne y habit� entre nosotros, revel�ndolo incluso a nuestros sentidos. La encarnaci�n muestra que, si bien la Deidad es un Esp�ritu Infinito que impregna la inmensidad, todav�a es una persona. Tiene sentimiento, pensamiento y voluntad, como nosotros. Tomando para S� mismo un cuerpo como el nuestro, manifiesta todas las cualidades que hacen que los amigos terrenales sean reales. Dios mismo estaba con los hombres en cuerpo y alma humana.

3. Dios es revelado por Su Esp�ritu. Cuando Jes�s ascendi�, comenz� la dispensaci�n del Esp�ritu, una manifestaci�n Divina m�s cercana y completa. La encarnaci�n no fue una revelaci�n inmediata de Dios. Por el Esp�ritu Santo, Dios entra directamente en nuestro esp�ritu; lo conocemos, estamos en comuni�n con �l, sin ninguna facultad terrenal llamada a interpretar. La encarnaci�n tampoco complet� la revelaci�n. La manifestaci�n m�s completa de Dios al hombre comenz� en Pentecost�s.

El oficio del Esp�ritu no es reemplazar la revelaci�n a trav�s de Cristo, sino revelar su significado y aplicar su poder. La naturaleza muestra a Dios por encima de nosotros; Cristo es Dios con nosotros; el Esp�ritu Santo es Dios en nosotros.

II. Necesitamos el Esp�ritu de Dios, porque a trav�s del Esp�ritu la influencia divina m�s poderosa se ejerce sobre los hombres. Dios no se revela simplemente al alma, sino que tambi�n act�a sobre ella.

1. Se necesitaba la influencia del Esp�ritu para escribir las Escrituras. Los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el Esp�ritu Santo. Puso ante su intelecto cosas profundas que se apresur� a aprehender. Sus afectos fueron exaltados para deleitarse en la gracia infinita que se les revel�. Su conciencia se purific� para contemplar y adorar la santidad divina. Lo que vieron y sintieron se sintieron impulsados ??a declarar al mundo.

Es esta influencia sobrenatural sobre los escritores la que ha dado a la Biblia su autoridad y poder. Por esta influencia se entienden las Escrituras. Solo Aquel que ilumin� al escritor puede iluminar al lector. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. La perspicacia cr�tica sin perspicacia espiritual no puede entender el libro.

2. Se necesita la influencia del Esp�ritu en la regeneraci�n y santificaci�n. Las verdades m�s claras del car�cter de Dios no renovar�n el alma por s� mismas. El intelecto los discierne, el coraz�n siente, la conciencia tiembla, la voluntad puede luchar por obedecer, pero todo esto no da vida. Debe agregarse un toque Divino, creativo, que enviar� una nueva energ�a a cada facultad, emocionando a trav�s de la voluntad misma y avivando a todos a las actividades sagradas de un alma regenerada.

Este acto creativo separa la nueva vida en sus m�s d�biles comienzos, a una distancia mundial de las exhibiciones m�s admirables de la vieja vida. Maravillosa y terrible es la entrada de Dios en el alma humana. Bajo la dispensaci�n del Antiguo Testamento, el Esp�ritu fue enviado a individuos excepcionales con prop�sitos excepcionales; La misi�n del Consolador es habitar permanentemente en cada creyente, llev�ndolo a la uni�n personal con Dios y haci�ndolo semejante a Dios.

El fruto del Esp�ritu no son sue�os y visiones, se�ales y prodigios, sino amor, gozo, paz, longanimidad, mansedumbre, bondad, fe, mansedumbre, templanza �, virtudes sanas y cotidianas que hacen a los maridos bondadosos, a las madres pacientes, obedientes. ni�os, honrados ciudadanos y puros funcionarios.

3. La influencia del Esp�ritu es necesaria en la obra cristiana. El Todopoderoso usa agentes humanos. Los paganos en el extranjero y los incr�dulos en el hogar deben ser salvos mediante los esfuerzos de los cristianos. Se les da la influencia Divina m�s poderosa para lograr esto. No siempre nos damos cuenta de que el Todopoderoso est� obrando de manera m�s eficiente en Su manifestaci�n actual a trav�s del Esp�ritu de lo que jam�s haya obrado con cualquier otro m�todo.

El que da gracia para recibir la verdad, tambi�n da gracia para hablarla. La mente comprensiva, el coraz�n sincero, la lengua sabia, estos son el don del Esp�ritu. Todo el poder cristiano proviene de esta ayuda. A trav�s de nuestro estudio, nuestra s�plica, nuestra oraci�n debe respirar esa santa presencia que es el poder de Dios para salvaci�n. Esta lecci�n tiene una promesa especial para las iglesias d�biles y los cristianos desanimados. Muestra que toda oposici�n humana no tiene importancia a los ojos de Dios. �l da poder a los d�biles y gracia a los defectuosos para hacer su obra. ( Sermones del club de los lunes ) .

El poder del Esp�ritu

�Cu�l es el secreto de la inmensa y asombrosa victoria del cristianismo? Se encuentra en el Esp�ritu derramado de Pentecost�s. Fue eso lo que hizo irresistible el poder de la debilidad; fue lo que dio a la d�bil pl�ntula su vitalidad imperecedera. Tampoco es s�lo que todav�a se predica el cristianismo; todav�a no es una doctrina muerta, sino una fuerza viva para aquellos que realmente la reciben. �No hay nada que puedan hacer ahora los hombres que est�n llenos del Esp�ritu de Dios? Mire la mundanalidad universal que nos rodea; mire el culto apasionado de Mammon; en la competencia imprudente; ante la profanaci�n de los domingos en la mera voluptuosidad del placer. Oh Dios, danos santos; �Oh Dios, derrama el Esp�ritu de tu poder! ( Decano Farrar. )

El Esp�ritu conquistador del mundo

La obra de las primeras Iglesias y la de las Iglesias de esta �poca concuerdan en principio y prop�sito. Las dificultades y formas de oposici�n son sustancialmente las mismas. Son m�s morales que intelectuales.

1. El esp�ritu mundano predominante.

2. El esp�ritu descuidado se manifiesta en otra direcci�n. Hay una indiferencia intelectual hacia el cristianismo. Pero la mayor�a de los que son indiferentes al cristianismo no reclaman tales dificultades. Son simples y absolutamente descuidados.

3. El esp�ritu esc�ptico que levanta su voz a nuestro alrededor. Entonces, �d�nde est� nuestro poder? �Est� en las sutilezas intelectuales del razonamiento? Ning�n poder intelectual puede tocar la ra�z del alejamiento del hombre de Dios. Se encuentra en un poder sobrenatural: un poder que, brotando del coraz�n Divino, se apodera de nuestros corazones y los impregna con Su propia energ�a, infundiendo nuestras facultades intelectuales con Su propia fuerza.

Con un poder sobrenatural aumentado - el poder del Esp�ritu - todav�a vendremos contra el esp�ritu del mundo, el esp�ritu descuidado, el esp�ritu esc�ptico, y los derribaremos, y el mar del amor eterno continuar� rodando hasta que �el conocimiento del El Se�or cubrir� la tierra como las aguas cubren el mar ". ( RF Bracey. )

El trabajo espiritual de la Iglesia

1. Es con la naturaleza espiritual del hombre lo que tiene que ver la Iglesia.

(1) Su prop�sito no es pol�tico. Ciertamente es un factor grande e importante en todo verdadero progreso pol�tico; pero no fue instituida para promover ni el republicanismo ni el imperialismo.

(2) Su prop�sito no es efectuar grandes reformas sociales y morales. Estas reformas son ciertos resultados de su progreso. Dondequiera que ella se convierte en un poder, se purifica el car�cter de la gente, se eleva el tono de la vida.

(3) Su prop�sito no es solo asegurar la creencia del mundo en su credo.

2. En la naturaleza espiritual del hombre, ella tiene que efectuar los cambios m�s radicales, las mayores transformaciones. La conversi�n debe realizarse. Debe haber un cambio en la condici�n del esp�ritu, las relaciones del esp�ritu y las aspiraciones del esp�ritu.

La realizaci�n de este trabajo requiere un poder especial, un poder espiritual.

1. No se puede hacer con el poder y el poder de la espada. O&mdash

2. Por el poder de la ley. "No se puede hacer que los hombres sean morales mediante actos del parlamento". O

3. Por la fuerza y ??el poder de la raz�n. Sus premisas pueden ser admitidas, sus argumentos concluyentes y sus p�lpitos distinguidos por su fuerza l�gica, pero los hombres pueden permanecer como piedras y nuestras iglesias como desiertos. O&mdash

4. Por la fuerza y ??el poder de la simpat�a. La simpat�a puede tocar el coraz�n como ninguna otra fuerza humana. Pero la simpat�a no logra convertir y renovar. El poder esencial est� en el Esp�ritu del Se�or de los ej�rcitos �nicamente.

1. Este Esp�ritu es m�s grande que las fuerzas en oposici�n.

(1) M�s grande que el esp�ritu humano que hay que conquistar.

(2) M�s grande que el esp�ritu del mal, unido al esp�ritu humano, que hay que conquistar.

2. Este Esp�ritu infunde una nueva vida. �l crea.

3. Este Esp�ritu efect�a el cambio en perfecta armon�a con la libertad del hombre. La Iglesia tiene el mayor poder cuando est� m�s llena del Esp�ritu Santo. Llena del Esp�ritu, puede confiar en el �xito, aunque sus miembros sean pocos y las fuerzas opuestas sean fuertes. Los amigos m�s verdaderos de la Iglesia son los m�s espirituales y los que buscan con m�s fervor el poder del Esp�ritu en ella. ( Rombeth. )

El espiritu del se�or

Este mensaje de Dios est� dirigido a Zorobabel, como el primero fue dirigido a Josu�. En este hecho, debe tenerse en cuenta la diferencia en la naturaleza de la visi�n. Josu� represent� a la naci�n espiritualmente, y la naci�n hab�a pecado. Entonces, el mensaje para �l es un mensaje de misericordia, perd�n y promesa. Zorobabel era el gobernante civil y representaba el poder, los recursos y los medios de defensa de la naci�n. As� que se le pide que no conf�e en ellos, como sol�a hacerlo, sino que conf�e en Dios. Destacan dos pensamientos.

I. El templo terminado fue simbolizado. Zacar�as vio un candelero de oro. �Qu� significaba? El candelero que en tiempos antiguos hab�a sido hecho por Mois�s y colocado en el tabern�culo, y que luego fue trasladado al templo de Jerusal�n, hab�a sido quitado de su lugar debido a las infidelidades y pecados del pueblo. Ahora no hab�a tabern�culo donde Dios moraba, ni templo con su propiciatorio y su candelero de oro.

Pero all� estaba en su belleza perfecta e incomparable ante los ojos del profeta como el s�mbolo de un templo restaurado, con su l�mpara y altares de sacrificio e incienso y c�nticos de adoraci�n gozosa. Era una imagen de lo que iba a ser, una predicci�n de un futuro que en el prop�sito de la gracia de Dios estaba cerca.

II. La completa restauraci�n de la vida nacional. Israel estaba destinado a ser la luz del mundo, como lo es la Iglesia cristiana de una manera m�s perfecta. Cuando la naci�n elegida cay� en pecado y tuvo que ser castigada con la desolaci�n del templo, la ciudad y la tierra, el mundo se oscureci� y la l�mpara que Dios hab�a encendido antes de las naciones se apag�. La adoraci�n restaurada y una naci�n revivida significaron un reavivamiento de esta l�mpara.

Ilustrar estas ideas y aplicarlas a los peligros y deberes cotidianos. ( Mateo 5:14 ; Marco 4:21 ; Lucas 12:35 ; Filipenses 2:15 ; Apocalipsis 1:20 ; Apocalipsis 2:5 )

III. Se declar� el medio de restauraci�n. "No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos".

(1) El hombre es propenso a confiar en el material. Nunca fue esto m�s manifiesto que hoy. El hombre cree en s� mismo, en sus recursos, en su dominio del mundo. Se jacta de lo que ha descubierto su ciencia, de lo que han forjado sus manos. �Mira�, dice, �los puentes que atraviesan grandes h�gados, los t�neles que he perforado en la tierra. Vea c�mo puedo controlar la chispa el�ctrica, hacer que ilumine grandes ciudades y enviar mis mensajes a los confines de la tierra.

�Pero el poder que realmente hace todas estas cosas es de Dios. Uno de los objetivos de la Biblia es corregir la miop�a del hombre, que no logra ver a trav�s de los modos de operaci�n del Divino Motor y Sustentador del universo, y as� ense�arnos a no confiar en nuestra propia fuerza, o en la fuerza de los aliados humanos, o de las fuerzas de la riqueza, ni tampoco tener miedo de fracasar en la obra de Dios, por ser conscientemente d�biles y pobres y ce�idos de peligros. La visi�n es igualmente adecuada para humillarnos en la hora del triunfo e inspirar valor en la hora del aparente fracaso y en el d�a de los peque�os comienzos.

(2) El material falla a menudo. El �xito marca la vida del hombre, s�, pero tambi�n el fracaso. Una helada socava sus puentes y los arroja al torrente. Las fuerzas de la naturaleza a menudo se levantan para desafiar al hombre. En los acontecimientos de la vida, los accidentes imprevistos frustran sus planes y se burlan de sus dispositivos. Los jud�os se hab�an derrumbado en sus intentos de reconstruir el templo. Comenzaron bien y echaron sus cimientos con regocijo, pero siguieron reveses y lo abandonaron. En nuestra vida, no debemos confiar en nosotros mismos. No est� en el hombre que camina dirigir sus pasos.

(3) Dios trabaja por nosotros cuando nosotros trabajamos para �l. "Por mi Esp�ritu, dice el Se�or". Esta verdad fue maravillosamente ilustrada en la historia del pueblo hebreo. Pero lo que les sucedi� fue un ejemplo para nosotros. �l est� con nosotros si estamos con �l, y podemos decir con valent�a: "El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro refugio".

(4) Dios nunca falla. Lo que promete hacer, lo hace, lo hace perfectamente y lo hace en el momento adecuado. Miremos hacia arriba. Confiemos en El. ( T. Vincent Tymms. )

La verdadera fuente de poder

Reconocemos la lecci�n que proporciona esta visi�n, a saber, que Dios est� en Su Iglesia y en el mundo, y que Su gobierno en ambos es reforzado y apoyado por la adopci�n de sus propios agentes. Y adem�s, aprendemos que hay orden y unanimidad en el empleo de tales agencias. En el s�mbolo hay unidad, orden, cooperaci�n y mantenimiento. La vida vegetal se mantiene mediante un sistema de organizaci�n.

Todo el sistema de la vida humana se rige por el mismo principio. La gran verdad que se establece en nuestro tema es la cooperaci�n. Los tubos dorados del candelero cooperan con el apagado para dar luz a las l�mparas. No son las meras formas e instituciones externas por las que s�lo la Iglesia ha de preservar su car�cter divino y difundir su influencia buena y salvadora sobre el mundo, sino por el Esp�ritu Divino actuando a trav�s de ellas, uni�ndolas consigo mismo en una sola. gran esquema de cooperaci�n.

Se requieren los medios, pero deben estar subordinados a la voluntad Divina y cooperar, en su dependencia y confianza, con la omnipotencia y la gu�a del Todopoderoso. Considere, entonces, la verdadera fuente:

I. Del poder. "El poder es de Dios". A �l le atribuimos todo el poder. Esta es la �nica fuente de nuestro poder, a nivel personal o nacional. Tenemos nuestros instrumentos, tenemos nuestra Iglesia y nuestros aparatos nacionales para construir y ampliar todo lo que es correcto y beneficioso; pero esperamos que el fuego del cielo lo encienda.

II. De coraje. El valor no reside en la destreza, sino en el coraz�n, en la mente. Se muestra con una obediencia fr�a, con una firmeza de prop�sito viril. El valor verdadero es el poder de la mente sobre la materia. Pero para rastrear su origen debemos mirar por encima de la mente a ese Esp�ritu Divino que act�a sobre la mente.

III. De conquista. La batalla m�s noble es contra el pecado, y la conquista m�s noble es la del yo. Por lo tanto, a medida que los enemigos de Dios, de nosotros mismos y de la verdad se acumulan en el camino de nuestra vida, que podamos enfrentarlos con un poder, un valor y una conquista encarnados en las palabras: �No con ej�rcito, ni con poder, sino por mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos �. ( WD Horwood. )

La agencia del Esp�ritu Santo

La principal alusi�n de estas palabras no requiere explicaci�n. La importaci�n t�pica no es menos aparente que la referencia principal. Que por la ley de tipos no es mera, ni semejanza accidental, sino semejanza dise�ada, adem�s de completa e incuestionable. El hombre fue creado para ser el templo de Dios. Ese templo ahora est� en ruinas. El gran fin del cristianismo es restaurar ese templo, limpiar la basura que oculta su gloria.

Desde la contemplaci�n de la ruina existente, mire el ideal de la restauraci�n futura: sus amplitudes, su integridad, su perpetuidad. �C�mo se puede realizar la visi�n? Si, al ver la desproporci�n de la agencia, se apodera del coraz�n la dolorosa impresi�n de insuficiencia, y la correspondiente, la contingente apat�a de la desesperaci�n, entonces escuche el esp�ritu: voz conmovedora del texto, no con fuerza, ni con poder. sino por mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos.

�No debemos concluir que la debilidad est� necesariamente relacionada con esta influencia del Esp�ritu. Las leyes que determinan la naturaleza y regulan la acci�n de este poder de la mente. Debe ser an�logo en especie a aquello sobre lo que act�a. Una vez m�s, la mente es responsable; y para serlo debe ser libre. Por lo tanto, cualquier cosa que lo mueva no debe interferir con su libertad de elecci�n o su libertad de juicio.

Una vez m�s, la mente est� infinitamente diversificada constitucionalmente. Sus idiosincrasias son infinitas y, bajo la influencia de un poder espiritual, tenemos razones para esperar una tolerancia total de tales variedades, y que no se har� ning�n intento por reducir todo a una uniformidad aburrida. No debemos interpretar el texto como una ense�anza de que el Esp�ritu debe actuar independientemente y desconectado de la agencia humana. El poder de la coacci�n, nuestro Evangelio deja al error o sistemas secularizados.

Sin embargo, la filosof�a de la Cruz asocia continuamente el poder divino y la agencia humana. En sus c�nones y aparatos morales, la energ�a de Dios no reemplaza la actividad del hombre; ni la actividad del hombre es eficiente sin la energ�a de Dios. Estas observaciones conducen a la proposici�n del texto, que ning�n humano, ning�n instrumento creado, que act�e independientemente y solo, es adecuado para la restauraci�n del templo ca�do; pero que el Esp�ritu del Se�or de los ej�rcitos proporciona la �nica energ�a eficaz para la conversi�n del mundo.

Reconozco la adaptaci�n de la verdad, la verdad b�blica, a la naturaleza y necesidades del hombre. Esa adaptaci�n es universal. La verdad b�blica se adapta completamente a nuestra condici�n y car�cter. Deja que la verdad sea admitida en el coraz�n y debe vencer. Sin duda alguna debe hacerlo. Pero existe una pregunta previa, �c�mo se puede obtener la admisi�n all�? Las avenidas est�n bloqueadas por el pecado.

1. Ahora bien, es justo razonar la verdad de un principio a partir de las necesarias inconsistencias de su opuesto, para instar anomal�as irreconciliables, excepto en el supuesto de la exactitud de la afirmaci�n que tenemos ante nosotros. Considere entonces estas anomal�as. En general, se admitir� que, en circunstancias similares, la uniformidad de la causa ir� acompa�ada de la uniformidad del resultado. En consecuencia, si en el plan evang�lico no act�a ning�n poder m�s all� del humano, una energ�a externa similar producir� resultados similares.

Sin embargo, esa no es nuestra experiencia. Si depende del poder humano, el Evangelio tendr� m�s �xito cuando sea predicado por los hombres m�s elocuentes. La habilidad de un defensor a menudo compensa el vac�o de la causa. Pero si la medida del verdadero �xito ministerial es la conversi�n de las almas a Dios, los predicadores m�s l�gicos y elocuentes del Evangelio no son los m�s exitosos. Una vez m�s, la Biblia contiene un sistema de �tica pura. Podr�amos esperar la recepci�n m�s cordial de este sistema por parte de los moralistas m�s puros cuando y donde alguna vez se proponga. Toda la historia da fe de lo contrario.

2. Otro tren de ilustraciones se despliega en analog�a. Los emblemas de la conversi�n no son m�s numerosos y variados de lo que son, indirectamente pero realmente, rastreando todos los resultados del Evangelio hasta el poder del Esp�ritu de Dios. Lo que queremos es un ministerio animado a la vida por el Esp�ritu de Dios, y que emocione a los hombres a una vida vigorosa, saludable y sostenida, por el mismo Esp�ritu, superinducido por la fe y la oraci�n.

3. Coincide con esta conclusi�n la experiencia de la Iglesia, no s�lo en sus movimientos m�s ordinarios y rutinarios, sino en sus �pocas que destacan con audaz relieve. Considere entonces la historia de la Iglesia moderna revivida. Considere el relativo �xito de la predicaci�n de nuestro Se�or y de Sus ap�stoles. Concluya apelando a la afirmaci�n de las Escrituras. El Esp�ritu, entonces, es el poder con el que la Iglesia debe armarse. ( Thomas Archer, DD )

Independencia del cristianismo

El primer y m�s grande objeto de Dios es su propia gloria. Esto es cierto en el general de los grandes actos de Dios, esto es igualmente cierto en las minucias de ellos. Dios est� celoso de su propio honor; No permitir� que ni siquiera Su Iglesia sea entregada de tal manera que honre a los hombres m�s que a Dios; �l asumir� el trono sin rival.

I. No por fuerza. �Poder� significa propiamente el poder de varios hombres combinados. "Poder" significa la destreza de un solo individuo. Trate el poder como lo har�a el significado en conjunto.

1. Poder acumulado en ej�rcitos humanos. La Iglesia no puede ser preservada ni sus intereses pueden ser promovidos por ej�rcitos humanos. El progreso de las armas de una naci�n cristiana no es el progreso del cristianismo.

2. Podr�a significar grandes corporaciones o denominaciones de hombres. Nunca deber�a haber habido ninguna denominaci�n en absoluto. Pueden hacer algo bueno, pero hacen un mundo de travesuras. Siempre que una denominaci�n comience a crecer demasiado, Dios le cortar� los cuernos y le quitar� su gloria, hasta que el mundo diga: "No es con ej�rcito ni con poder".

II. Ni por el poder, es decir, la fuerza individual. Los trabajos m�s grandes que se han hecho han sido realizados por unos. Tome cualquier iglesia, hay multitudes en ella, pero son dos o tres las que hacen el trabajo. El esfuerzo individual es, despu�s de todo, lo grandioso. El aprendizaje es �til, tambi�n lo es la elocuencia; pero Dios no obra por estas Sus grandes obras.

III. Por el Esp�ritu de Dios. Qu� cambio tan magn�fico vendr�a sobre el rostro de la cristiandad si Dios de repente derramara Su Esp�ritu como lo hizo en el d�a de Pentecost�s. Lo grandioso que la Iglesia quiere en este momento es el Esp�ritu Santo de Dios. Cualesquiera que sean las fallas que pueda haber en nuestra organizaci�n, nunca podr�n impedir materialmente el progreso del cristianismo, una vez que el Esp�ritu del Se�or est� entre nosotros. Sea sincero en orar por esto. Todo lo que queremos es el Esp�ritu de Dios. ( CH Spurgeon. )

Un trabajo m�s all� de la capacidad humana

I. Como implicando algunas proposiciones importantes.

1. Que muchas de las cosas que tenemos el deber de intentar est�n evidentemente m�s all� de los poderes humanos.

2. Tenemos motivos para esperar que Dios otorgue la ayuda necesaria mientras usamos los medios que est�n a nuestro alcance.

3. Dios comunica la ayuda espiritual de una manera oculta a la observaci�n humana.

4. Estas operaciones invisibles del Esp�ritu Santo no reemplazan la agencia humana, ni alteran, en general, la conexi�n entre causa y efecto.

5. Dios usa a los hombres y los medios de tal manera que no deja ninguna duda a qui�n se debe el logro.

II. Como sugerencia de algunas advertencias �tiles.

1. Las palabras transmiten instrucci�n. Ellos arrojan mucha luz sobre los hechos ocurridos, para los cuales los historiadores no han podido dar una raz�n adecuada.

2. Una lecci�n de reprensi�n. Algunos ponen gran �nfasis en los medios humanos y no buscan las influencias del Esp�ritu.

3. Una lecci�n de aliento. Somos demasiado propensos a despreciar "el d�a de las peque�as cosas". Dios act�a gradualmente. El reino de Dios es como una semilla de mostaza, pero puede convertirse en un gran �rbol. ( C. Jerram, MA )

El triunfo del reino divino

Tanto est� en manos de la providencia que, en general, solo podemos conjeturar cu�l puede ser el resultado. En la medida en que los eventos dependen de la voluntad de Dios, son inciertos para nosotros.

I. El Alt�simo ha prometido claramente en Su Palabra que el reino de Cristo finalmente prevalecer� sobre la tierra. La historia religiosa del mundo presenta un triple aspecto.

1. Podemos considerar al hombre en el estado en que fue hundido por la primera transgresi�n; repugnante a la ira del Alt�simo, y distante de �l. Los hombres se dividen en dos clases: los que olvidan a Dios por completo y los jud�os a quienes se encomendaron los or�culos de Dios.

2. A la cabeza del pueblo jud�o se le prometi�: "En ti ser�n benditas todas las naciones de la tierra".

3. Estas promesas formaron parte del gozo presentado al Redentor, que lo estimul� en su obra de abnegaci�n.

II. Dios ha encomendado a su Iglesia el deber de esforzarse por promover este fin. Los escritores inspirados derivaron esta noci�n de dos fuentes.

1. Expresar comandos.

2. El principio en el que se basaron esos mandatos. El nombramiento de un ministerio cristiano implica este deber.

III. El Alt�simo ha comunicado a la Iglesia los medios adecuados para lograr este fin. Ahora no necesitamos la ayuda de milagros. Nuestro poder radica en la presencia y el impulso del Esp�ritu de verdad.

IV. Podemos anticipar el per�odo en que el reino se establecer� por completo. Algunas se�ales esperanzadoras son:

1. Un respeto creciente por la Palabra de Dios.

2. Una apelaci�n m�s general al gran principio convertidor de la Palabra de Dios.

3. Un esfuerzo universal para pagar la deuda de obligaci�n con la difusi�n de la Palabra de Dios.

4. Ya ha habido mucho �xito en las labores de los cristianos, y esto muestra c�mo Dios sonr�e ante las energ�as crecientes de Su Iglesia.

5. El estado esperanzador de la Iglesia como administradora de la verdad en la actualidad. Si el Esp�ritu de la religi�n cristiana vive en nuestras mentes, no querremos exhortaciones para promover una causa como esta. ( W. Wilson, AM )

La necesidad de la ayuda del Esp�ritu Santo

El sentimiento aqu� registrado se refiere a la construcci�n del segundo templo. Cuando el profeta contempl� las dificultades que se interpon�an en el camino de la realizaci�n de este gran designio, la magnitud de la obra, los obst�culos a superar y la insignificancia de las mejores energ�as del hombre, estaba dispuesto a desesperarse. Pero tuvo la seguridad de que la obra ciertamente se llevar�a a cabo, pero no por la fuerza del hombre, solo en el poder del Esp�ritu de Dios.

I. Una proposici�n negativa. "No por fuerza", cualquier dise�o puede llevarse a cabo con �xito. Ilustre recordando algunos de los grandes acontecimientos que han tenido lugar en la historia del mundo y que declaran esta verdad incontrovertible. Historia de Tiro, Babilonia, ataque asirio a Israel, degradaci�n de Roma, historia de la Armada Espa�ola, Revoluci�n Francesa, etc.

II. Una proposici�n afirmativa. Ilustre algunos ejemplos del �xito que acompa�a a los esfuerzos espirituales sostenidos en medio de oraciones y bendecidos por la presencia del Esp�ritu de Dios. No�, el �nico hombre justo en el mundo en ese per�odo de pecado prevaleciente. �xito de Josu� cuando las manos de Mois�s se levantaron. �xito de los ap�stoles. Reforma de Lutero. Triunfos de los misioneros. Este principio de dependencia del Esp�ritu se aplica a nuestra lectura de la Palabra de Dios y al modo de aceptaci�n del pecador ante Dios. ( John Cumming, DD )

La obra del Esp�ritu Santo

La aplicaci�n principal de estas palabras fue para los jud�os que estaban comprometidos con la gran obra de reconstruir su templo. Como no pod�an depender de s� mismos, el Se�or, en estas palabras dirigidas a Zorobabel, abri� un recurso mejor. No fue �con ej�rcito ni con poder� que iban a tener �xito, sino por Su Esp�ritu. Ahora bien, el Esp�ritu, mediante el cual Dios ayud� a los jud�os en su necesidad, fue el mismo Esp�ritu que, desde el principio, se ha preocupado por todo lo que se refiere al bienestar del hombre y al gobierno de este mundo inferior.

�l "se movi� sobre la faz de las aguas". Sobre el mundo as� creado por medio del Esp�ritu eterno, la obra de redenci�n deb�a llevarse a cabo y cumplirse. No nos sorprende que el Se�or Jes�s, al entrar en la gran obra de Su ministerio, haya recibido una comunicaci�n visible de ese mismo Esp�ritu; y por ese mismo Esp�ritu se ofreci� a s� mismo en sacrificio a Dios. El Esp�ritu Santo no desciende ahora para operaciones milagrosas en la Iglesia. Pero la promesa del Esp�ritu Santo es una promesa perpetua. Y es necesario para toda la comunidad cristiana.

I. La influencia del Esp�ritu para lograr la aceptaci�n del Evangelio. Los ap�stoles y los primeros misioneros tuvieron que encontrar dificultades de todo tipo y car�cter. �De d�nde obtuvieron la sabidur�a que sus adversarios no pudieron contradecir ni refutar? �C�mo se les permiti� pronunciar esas palabras llenas de gracia que nunca fallaron? Fue a trav�s del Esp�ritu de Dios. No limitamos estas maravillosas interposiciones del Esp�ritu a los tiempos apost�licos. El Esp�ritu siempre ha acompa�ado a la Palabra con poder.

II. La influencia del Esp�ritu Santo para llevar adelante la obra de santificaci�n y semejanza con Dios. Despu�s de nuestra conversi�n, debemos contar con muchos d�as largos y agotadores de pruebas, tentaciones, conflictos espirituales y angustia del coraz�n. Si queremos tener una visi�n m�s profunda de las cosas de Dios, debemos pedirle al Esp�ritu Santo que tome las cosas de Jes�s y nos las muestre. Nuestros enemigos pueden ser vencidos, porque mayor es el que est� con nosotros que todos los que pueden estar contra nosotros.

Se promete que seremos �fortalecidos con poder por el Esp�ritu en el hombre interior�. Y el consuelo del coraz�n de un cristiano proviene directamente de la influencia del Esp�ritu Santo. Y lo que es cierto acerca del individuo es cierto acerca del gran cuerpo cristiano. Cuando la Iglesia es despreciada y perseguida y en todas partes se habla en contra, Dios extiende Su brazo interpuesto, libera a Su pueblo y los consuela, confirmando la verdad de Su antigua palabra: �No con ej�rcito ni con poder, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or de los ej�rcitos ". ( E. Robins, MA )

El poder y el poder del Esp�ritu de Dios demostrados

Nuestro tema es la influencia del Esp�ritu en la mente humana.

I. La necesidad de la influencia espiritual. Considerando los variados efectos morales de la ca�da, podemos preguntarnos, �puede alg�n agente menos poderoso que el Esp�ritu de Dios reorganizar nuestras facultades y alegar armon�a, hermosura y orden, a partir de la confusi�n que prevalece dentro de nosotros? Nadie puede conocer la verdad de manera salvadora y ser realmente santo, sino como lo ense�� Dios y lo santific� el Esp�ritu Santo.

II. La naturaleza de la influencia espiritual. No se nos pide que expliquemos el modo o la manera de la operaci�n del Esp�ritu en la mente humana. El hecho es suficiente para nuestro prop�sito. El valor de la agencia se corresponder� con la naturaleza del agente. Agradable a Su alta y esencial excelencia ser� la obra del Esp�ritu Santo. La obra del Esp�ritu no debe considerarse milagrosa. S�lo luchamos por la influencia de un tipo ordinario y necesario, y eso s�lo de una manera ordinaria, y el uso de medios ordinarios. Est�&mdash

1. Viviendo en su naturaleza, "El Esp�ritu que vivifica".

2. Es esclarecedor.

3. Es renovador.

4. Es santificador.

5. Es consolador.

6. Es tranquilizador.

III. La evidencia de la influencia espiritual. El �rbol es conocido por sus frutos, tambi�n lo es el Esp�ritu Santo. Sus frutos son �amor, gozo, paz�, etc. Un efecto inmediato de la agencia sobrenatural ser� una profunda y humillante convicci�n de pecado. Otro ser�, - una inquietud incesante hasta que se obtenga misericordia y perd�n. Un tercero ser�, - una valoraci�n suprema de Jesucristo. Un cuarto ser�: un deseo predominante de ser santo. ( W. Mudge. )

Una ley de operaciones divinas entre los hombres

Una regla sobre la cual act�a el Dios eterno en los asuntos de su pueblo. La ley es esta: que no produce el bien ni la energ�a humana ni los recursos, sino el Esp�ritu; que no el hombre sino Dios da el �xito. Recuerde algunas ilustraciones de esta ley.

1. En las circunstancias en las que se dio. Los constructores del segundo templo se sintieron desanimados y obstaculizados. Su poder se hab�a ido; se les ense�� a mirar hacia el poder divino que obrar�a a trav�s de ellos.

2. En las operaciones de la tercera Persona en la Trinidad sobre la Iglesia. Su progreso siempre se ha debido, no a la fuerza y ??al poder humanos, sino al Esp�ritu Santo.

3. El efecto de la verdad sobre el coraz�n del hombre no es de hombre, es de Dios.

4. El avance de la vida divina en el alma est� de acuerdo con la misma regla. Entonces se convierte en el deber de los creyentes depender del Esp�ritu Santo en todo momento para tener �xito. La confianza en el Esp�ritu Santo para producir efectos espirituales es la regla para los cristianos. Perder de vista esta regla trae una plaga a los esfuerzos, por m�s serios que sean. Esta confianza actuar� de dos maneras; obstaculizar� el descanso o el alarde de leg�timos recursos humanos; y dar� �nimo donde haya pocos recursos humanos.

La fe en el poder del Esp�ritu Santo inspirar� a los hombres, arrojar� nueva luz sobre su humilde camino, dar� nuevo vigor a sus esfuerzos y los har� valientes para Dios seg�n su medida, su capacidad y sus medios. Y surge una necesidad apremiante de oraci�n continua para que se d� el Esp�ritu. Mientras busca m�s del Esp�ritu para usted, ore fervientemente para que el don pueda ser otorgado a otros. ( Forster G. Simpson, BA )

La palabra del Se�or a Zorobabel

La visi�n que tuvo el profeta Zacar�as en este cap�tulo es evidentemente descriptiva del car�cter espiritual y la fuerza de la Iglesia de Dios, brillando con una luz comunicada y sostenida por una fuerza comunicada suministrada perpetuamente. Nos detenemos en la interpretaci�n de la misma. Nos dijeron&mdash

1. Los falsos motivos de confianza que deben rechazarse. �Poder y poder� incluye todos los medios terrenales y la instrumentalidad humana. Los poderes del razonamiento, la exhibici�n de la verdad o la fuerza del argumento no deben despreciarse ni descuidarse. Es confiar en ellos, descansar en ellos o jactarse de ellos, lo que debe ser, y debe ser, completamente rechazado si buscamos el favor y la bendici�n del Dios Todopoderoso.

Si no podemos confiar en la fuerza del alba�il o en la fuerza de la verdad, tampoco podemos confiar en los poderes de la oratoria. Los dones de oratoria o elocuencia son hermosos y excelentes, pero en los que se conf�a o se glorifica, se convierten en lazos y piedras de tropiezo, alejando el coraz�n y los afectos de Cristo y convirtiendo nuestros actos de adoraci�n en un servicio id�latra. Cada cristiano tiene su propia esfera de influencia peculiar con la que servir y honrar a Dios.

Pero todos los que est�n bajo tal influencia deben tener cuidado no sea que descansen en ella y no vayan m�s lejos. La religi�n debe ser un concierto personal. Luego est�n los que se imaginan que aman la verdad, porque aman a los que la profesan. No se puede confiar en una religi�n basada en tales motivos. Cuando el Esp�ritu de Dios no es el autor de la obra, no puede soportar la prueba, ni siquiera en este mundo.

2. La �nica fuente de prosperidad espiritual. Hay tres detalles en los que se puede distinguir la obra del Esp�ritu. Al transformar el personaje. En vencer al mundo. Al glorificar la gracia de Dios.

3. La certeza de estos efectos de la obra del Esp�ritu en la gloria de la gracia de Dios. Aquello que s�lo Dios puede efectuar, s�lo a Dios se le puede atribuir. Devolver al hombre a Su propia semejanza es la obra de Dios, para la manifestaci�n de Su poder omnipotente, la revelaci�n de Su amor infinito y la perfecci�n de Su alabanza eterna; cuando, cuando se complete el santo templo, se sacar� la piedra superior con gritos de: "Gracia, gracia a ella". ( JM Wilde, BA )

Oposici�n al Evangelio en todas las �pocas

La oposici�n que se hizo a la construcci�n del templo en esa �poca puede considerarse emblem�tica de la oposici�n al Evangelio de Jesucristo en el coraz�n de los hombres y en el mundo. Por el �Esp�ritu del Se�or� podemos entender el poder divino en general, o el Esp�ritu Santo. La proposici�n para ilustrar es que la existencia y prevalencia de la religi�n en el coraz�n y en el mundo no se debe al poder humano sino totalmente al Esp�ritu Santo. Si fuera el resultado del poder humano, entonces ...

1. Hombres de gran conocimiento y talento ser�an los primeros en abrazar el Evangelio. Sus talentos y conocimientos parecen calificarlos de una manera peculiar para investigar las evidencias de la verdad de la religi�n. Esperamos razonablemente que sean los primeros en recibir con mansedumbre, humildad y gratitud cada doctrina que la Biblia revela. �Cu�n diferentes son los hechos reales! La mayor�a de los hombres de talento y erudici�n han rechazado la Biblia o la han tratado con desprecio. Y los relativamente ignorantes e ignorantes se han vuelto "sabios para la salvaci�n". �C�mo explicaremos esta diferencia? Nunca, sin tener en cuenta la obra del Esp�ritu Santo.

2. Si la religi�n en el coraz�n fuera por fuerza y ??poder, entonces aquellos que son decentes y morales ser�an los primeros en abrazar el Evangelio. A todos los deberes de la segunda mesa prestan la m�s estricta atenci�n. A tales personas se les podr�a suponer que el Evangelio ser�a sumamente aceptable. Luego hay personas que parecen completamente descuidadas y muertas; seg�n todas las apariencias, son hijos de perdici�n. Y sin embargo, contrariamente a todas las expectativas, vemos al formalista decente pasar sin problemas a la perdici�n; mientras que los imp�os y los profanos a menudo son "arrancados del fuego como tizones".

3. Si la religi�n fuera por fuerza y ??poder, entonces aquellos que escuchan a los predicadores m�s capaces ser�an siempre los mejores cristianos. Pero los hechos no se corresponden con las expectativas. Algunos de los predicadores m�s capaces han trabajado con poco �xito; mientras que otros, en gran medida sus inferiores, han sido "sabios en ganar almas". Como la existencia y prevalencia de la religi�n en el coraz�n es totalmente obra del Esp�ritu de Dios; de modo que la existencia y prevalencia de la religi�n en el mundo debe ser fruto de la misma agencia.

Los argumentos que ilustran uno tambi�n ilustran el otro. El progreso de la religi�n en el mundo es solo el progreso de la religi�n en una multitud de corazones. Observe el estado del mundo cuando los ap�stoles de Cristo fueron enviados por primera vez a predicar "el evangelio del Dios bendito". Los hombres que fueron enviados a predicar eran pocos, sin conocimiento, sin riqueza, sin influencia, sin elocuencia.

�Qu� hizo que su trabajo fuera tan exitoso? Solo el poder del "Esp�ritu del Se�or". Con el paso del tiempo, la superstici�n casi extingui� la luz del Evangelio. La corrupci�n se extendi� tan r�pidamente, y se difundi� tan ampliamente, que en poco tiempo no qued� nada del cristianismo excepto el nombre. �Habr�a sido la reforma tal poder y bendici�n para el mundo sin la presencia del Esp�ritu del Se�or? El �xito de las misiones modernas no se debe a la instrumentalidad, sino al poder del Esp�ritu en la instrumentalidad.

Entonces oremos para que el Esp�ritu del Se�or se derrame sobre nosotros y nuestros misioneros. Este es un asunto de una importancia indescriptible. Y sintamos un inter�s m�s profundo en la salvaci�n de nuestras propias almas y las almas de los dem�s. Seamos m�s generales, m�s fervientes, m�s perseverantes, empleados en oraci�n por el Esp�ritu del Se�or. ( WS inteligente. )

La obra de dios en el hombre

En la obra de Dios en el coraz�n y para la obra de Dios en nuestras vidas, necesitamos la operaci�n del Esp�ritu Santo de Dios. El hombre busca y reclama continuamente su independencia. Pero son felices, y solo ellos son felices, los que pueden encomendar todos sus caminos al Se�or su Dios, ya sea que seamos convertidos o no convertidos, debemos estar habitados por alg�n esp�ritu.

I. La necesidad de una agencia espiritual. Esto surge

1. De las necesidades del hombre en la tierra. Necesita vida. Por naturaleza est� muerto, "muerto en delitos y pecados". �C�mo se obtiene la vida espiritual? Debe ser el efecto de la misericordia soberana de Dios, por la operaci�n de Su Esp�ritu Santo. Pero el hombre quiere luz adem�s de vida. Es oscuro por naturaleza. Con la ca�da, su entendimiento se oscureci�, y necesita que se renueve ese entendimiento antes de que pueda comprender de alguna manera la verdad clara y simple que concierne a su paz eterna.

Los hombres contin�an caminando en esa misma oscuridad en la que fueron creados originalmente. Nadie sino el Esp�ritu Santo de Dios ilumina al hombre. Pero si el hombre quiere luz y vida, tambi�n necesita amor, porque por naturaleza est� enemistado con Dios. "La mente carnal es enemistad contra Dios". Una vez m�s, el hombre necesita salud, porque est� espiritualmente enfermo. Esto tambi�n viene por el Esp�ritu. El hombre requiere confianza en Dios, porque por naturaleza desconf�a de Dios.

2. Requerimos del Esp�ritu Santo para nuestra admisi�n al cielo.

(1) Debe haber un t�tulo al cielo. �C�mo se obtiene esto? Somos regenerados por el Esp�ritu. Somos adoptados en la familia de Dios por la aplicaci�n de la sangre de Cristo a la conciencia por ese mismo Esp�ritu.

(2) Debe haber idoneidad para el cielo. Esto no depende de nuestras circunstancias externas, sino de la obra interna del Esp�ritu Santo. Es el mismo Esp�ritu que suple nuestra necesidad diaria de gracia.

II. Los resultados que se derivan de esta agencia espiritual. Hay seguridad para nosotros en medio de todas las pruebas y tentaciones de esta vida. El tema nos sugiere el mayor aliento en medio de nuestras muchas dificultades. El camino hacia la vida eterna est� plagado de dificultades. �Qui�n podr� vencer a estos �muchos adversarios�? Nadie m�s que aquellos que tienen el Esp�ritu de Dios trabajando con ellos.

Dir�gete a aquellos que est�n desanimados en el esfuerzo por vivir la vida cristiana. No intente servir a Dios con un servicio a medias; el fracaso ser� tan completo en s� mismo como miserable y miserable para ti. Sea decidido, si realmente est� buscando ser hijos de Dios. �Alguno de ustedes est� tratando de obstaculizar la obra de Dios en otros? Recuerde, hay Uno arriba que ve toda la malicia, percibe toda la enemistad y considera que cualquier oposici�n ofrecida a Sus hijos se le ofrece a �l mismo. ( HM Villiers, MA )

Modos de trabajo de Dios

Cuando Zorobabel estuvo listo para inclinarse ante la interrupci�n de su trabajo, su coraz�n se anim� mucho a perseverar en la ardua empresa por la seguridad de que, por medio de la especial interposici�n y gracia de Dios, la obra se llevar�a a cabo con una feliz y honorable terminaci�n, hasta que por fin. debe sacar �su l�pida con gritos: Gracia, gracia a ella�. La expresi�n �No con ej�rcito�, etc., da a entender que Dios continuar� y completar� Su obra, como hab�a comenzado su liberaci�n de Babilonia, no por fuerza externa, sino por la influencia interna de Su Esp�ritu sobre la mente de los hombres.

I. Observaciones para ilustrar el texto.

1. Es habitual que Dios obtenga los resultados m�s importantes y estupendos de causas aparentemente triviales y sin importancia.

2. Las palabras del texto implican el cumplimiento de Dios: los dise�os m�s bondadosos de los instrumentos m�s d�biles e insignificantes.

3. Que es nuestro deber intentar muchas cosas que evidentemente est�n m�s all� del poder humano.

4. Dios otorgar� la ayuda necesaria mientras empleamos los medios que est�n a nuestro alcance.

II. Inferencias pr�cticas del tema.

1. Que los ministros deben predicar el Evangelio con una dependencia humilde y confidencial de la cooperaci�n del Esp�ritu para coronar sus labores con �xito.

2. Este tema administra la reprensi�n a aquellos que lo pervierten en un argumento a favor de la pereza carnal y la seguridad.

3. Aprenda a no despreciar el d�a de las peque�as cosas. Como en el mundo natural, as� en el mundo moral, el progreso del poder de Dios a menudo se oculta a nuestra vista; pero a�n as�, �no avanza? El Esp�ritu de Dios se mueve de nuevo sobre la faz de lo profundo, prepar�ndose para una nueva creaci�n. ( James Hay, DD )

El �nico poder que puede arreglar el mundo

Un infiel, que tambi�n era un conocido socialista se�alado por la polic�a, entr� en una reuni�n del Ej�rcito de Salvaci�n en tierras de Suiza para hacer comentarios sat�ricos para un peri�dico de Constantinopla, pero durante la reuni�n fue movido por el poder de Dios, y al final, con l�grimas corriendo por sus mejillas, dijo: "Ah, yo cre�a en la dinamita para arreglar el mundo, pero ahora veo que hay otro poder, y el �nico".

El espiritu del se�or

La misi�n de Zacar�as era estimular el valor del pueblo de Dios, reavivar el entusiasmo por el templo y la teocracia con que hab�an salido de Babilonia. La oposici�n de sus enemigos, la enormidad de la tarea de restaurar el templo y la necesidad de proveerse de un hogar para ellos, hab�a quebrantado su valor y desviado de la contemplaci�n de su gran destino espiritual.

Deben ser devueltos al profundo sentimiento teocr�tico acariciado por sus padres de anta�o. El mensaje del Se�or a Israel a trav�s de Zacar�as fue comunicado al profeta en una serie de ocho visiones. Fue una dura lecci�n para estos exiliados que regresaron, esta lecci�n de confianza impl�cita en Dios. La naci�n acababa de despertar de una larga noche en la que Dios parec�a haberlos abandonado. Ten�an poca pr�ctica en ver lo invisible.

Como el siervo de Eliseo, necesitaban tener los ojos abiertos para percibir las monta�as de Jerusal�n �llenas de caballos y carros de fuego� alrededor de los escogidos del Se�or. La tendencia de nuestro tiempo se aleja de toda dependencia especial en el Esp�ritu de Dios. Relativamente, tenemos demasiada fe en causas secundarias. Para construir un templo, solo necesita un arquitecto competente, un buen contratista y una buena fuerza de alba�iles.

Si la oposici�n se ve amenazada, simplemente proporcione una fuerza policial suficiente. Ese es el credo de los hombres ahora. Glorificamos la organizaci�n. Deificamos la ley. Apoteamos lo pr�ctico. Estamos presenciando un renacimiento de la creencia her�tica en la salvaci�n por obras. Si fue necesario que Santiago dijera: "La fe, si no tiene obras, est� muerta estando solo", es necesario que digamos: El trabajo, si no tiene fe, est� muerta, estando solo.

Renunciamos a nuestra inspiraci�n por las instituciones. Perdemos el Esp�ritu de Dios en m�todos elaboradamente dise�ados para Su operaci�n. El intelectual, el pr�ctico, el espiritual; este es el orden de importancia seg�n el juicio de muchos contempor�neos. Pocas cosas, por lo tanto, podr�an ser m�s importantes para la vida religiosa de hoy que este mensaje de Zacar�as a los exiliados que regresaron. No importa cu�n verdadera y claramente los videntes y profetas puedan todav�a aprehender a Dios, la vida de miles contin�a hoy en d�a en el ate�smo pr�ctico.

Y la infecci�n se ha extendido a las iglesias. Sea testigo de los esfuerzos casi fren�ticos de algunos de ellos por mantenerse con vida. Habi�ndose apartado insensiblemente de las fuentes de la piedad vital, su �nico recurso es el proceso de respiraci�n artificial. Necesitamos educaci�n en la ciencia de la din�mica espiritual y la econom�a. Para que este pensamiento pueda asumir una mayor precisi�n, perm�tanme especificar algunas de las lecciones que la visi�n de Zacar�as tiene para nosotros. Menciono, de muchos, tres ...

I. La relaci�n adecuada del Esp�ritu de Dios con la Iglesia es vital. Considerado filos�ficamente, las principales concepciones de Dios que han estado presentes en el progreso religioso de la raza son dos: Dios como trascendente sobre el mundo, y Dios como inmanente en el mundo. Uno erige un trono para el Gobernante del universo en alg�n lugar sobre el cielo y lo adora desde lejos. Alcanz� su forma extrema entre los de�stas del siglo pasado, que negaban toda interferencia de Dios en los asuntos del mundo.

Fue la concepci�n dominante, aunque no la �nica, de Dios entre los jud�os antes de la venida de Cristo, lo que ayuda a explicar la formalidad y esterilidad de su religi�n. Nada priva tanto a la religi�n de su poder transformador y sustentador como el hecho de obtener sus sanciones desde alguna esfera distante y el aplazamiento de sus recompensas para alguna era futura. La otra concepci�n, que Dios es inmanente en el mundo, encuentra su mejor exposici�n en la literatura del pante�smo y ha tenido expresi�n y adeptos desde la �poca de los himnos v�dicos.

Alcanza su forma extrema en la mirada, a�n vigente, que niega a Dios la personalidad y lo identifica con las fuerzas que impulsan e impulsan al mundo. Ambas concepciones se encuentran, aunque no en sus formas extremas, en la Biblia. La doctrina del Esp�ritu Santo del Nuevo Testamento puede considerarse como la contraparte evang�lica de la doctrina filos�fica de la inmanencia. La ense�anza del Nuevo Testamento aqu� se resume para nosotros en el cumplimiento, en Hechos 2:17 , de la profec�a de Joel.

Dios ya no estar�a confinado por encima del cielo, ni por las paredes de un solo edificio, ni por las l�neas que separan a las naciones. Saldr�a a la luz, por as� decirlo, y ser�a visto en todas partes. Con Su presencia, har�a cada lugar sagrado. El universo, y ya no una caseta de pieles o una casa de cedro, ser�a Su morada. Esta dispensaci�n del Esp�ritu comenz� el d�a de Pentecost�s.

En �l, el Evangelio asume su car�cter y funci�n universal. Pero el Nuevo Testamento no dice que el Esp�ritu Santo mora en el mundo y las fuerzas del mundo de tal manera que se convierta en uno con ellos. En el ministerio del Esp�ritu Santo, Dios sigue siendo una persona diferente de nosotros y de su mundo, pero ya no est� remoto. Con Pablo nos emociona el asombro de una gran y tierna reverencia cuando pensamos que ��l no est� lejos de ninguno de nosotros; porque en �l vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

No conozco herej�a m�s devastadora que la negaci�n pr�ctica entre nosotros de esta ense�anza del Nuevo Testamento y del Antiguo Testamento con respecto a la presencia del Esp�ritu de Dios en Su mundo, en Su Iglesia, como un equipo vital, bendito y poderoso para las batallas y deberes de la vida.

II. El Esp�ritu de Dios es el �nico equipo apropiado de la Iglesia para el servicio. La presencia del Esp�ritu de Dios para la defensa y la agresi�n fue la carga del mensaje de Zacar�as a Zorobabel. Dios es nuestra defensa. Se dice que William Penn fue el �nico colono en Am�rica que dej� su asentamiento totalmente desprotegido por vallas o armas, y que el suyo fue el �nico que no fue atacado por las tribus indias.

Los primeros cristianos dependieron de una manera peculiar del Esp�ritu Santo para su protecci�n y liderazgo, y como resultado fueron liberados de las manos de los perseguidores. La historia no ofrece una aplicaci�n m�s sorprendente del mensaje de Zacar�as: "No con ej�rcito ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos".

III. El Esp�ritu de Dios, apropiado por la oraci�n, ahora est� destinado a operar a trav�s de todos los creyentes. En el tiempo de Zacar�as, el Esp�ritu de Dios hizo Su voluntad por medio de representantes especiales. Los olivos suministraron el aceite al candelabro. Solo que los ungidos fueron abastecidos en su mayor parte del Esp�ritu. Pero cuando se cumpli� la profec�a de Joel, el Se�or derram� Su Esp�ritu sobre toda carne.

Fue una nueva �poca en el progreso espiritual de la humanidad. Dios quiere ahora operar directamente, sin mediaci�n, en los corazones y mentes de todos los creyentes. �Qu� importa, sin embargo, si mientras estamos al alcance de la fuerza elegimos continuar en toda nuestra vieja debilidad? La cercan�a de Dios no asegura que, a pesar de nosotros mismos, sintamos personalmente la emoci�n y el gozo de Su fuerza. La oraci�n es una condici�n para esto.

A trav�s de la oraci�n, el mismo aire que nos rodea puede estar cargado de Dios, de modo que nos eleve como �guilas en nubes el�ctricas. M�s cerca que nuestro aliento est� Dios con Su Esp�ritu Todopoderoso y Su gracia. Antes del experimento de Franklin para aprovechar los rayos, el aire estaba tan lleno de electricidad como lo est� hoy, pero los hombres no sab�an c�mo apropiarse de �l. Una bater�a puede cargarse con fuego el�ctrico, pero debe realizar las conexiones para obtener la energ�a.

Necesitamos orientar nuestra vida personal y el trabajo de nuestra iglesia en el Poder que mueve al mundo. Entonces veremos una revoluci�n en el comercio espiritual y la econom�a que traer� r�pidamente el reino completo que fue la esperanza de Zacar�as y la inspiraci�n de Su mensaje a Zorobabel. Hacemos esta conexi�n mediante la oraci�n. Ore con fe, y se estremecer� a lo largo de cada fibra de su ser un estremecimiento de la vida, la luz y el poder de Dios. ( EM Poteat. )

Versículos 7-9

�Qui�n eres t�, oh gran monta�a?

El templo de Dios construido en medio de dificultades

I. LAS DIFICULTADES QUE APARECEN EN EL CAMINO DE NUESTRO SE�OR. Solomon levant� su hermosa estructura en silencio. Josu� y Zorobabel tuvieron dificultad tras dificultad para superar. Vu�lvete al Se�or Jes�s. �Qu� dificultades hab�a en su camino cuando emprendi� por primera vez la construcci�n del templo de Dios en el cielo! �l tuvo&mdash

1. Introducir a los pecadores en el cielo; para acercar a Dios a los que estaban entre los m�s alejados de �l.

2. Ten�a que preparar a los pecadores para el cielo. El Se�or el Redentor tiene que trabajar hasta el final contra el prejuicio de la naturaleza y el poder de los deseos de la naturaleza. Considere cu�ntos de esos hombres tiene que trabajar y cambiar antes de que pueda completar su tarea. Tiene que traer "muchos hijos a la gloria". Recuerde d�nde debe realizarse este trabajo. En un mundo donde hay todo para obstruir y realmente nada que lo ayude. Debe cumplirse tambi�n contra todos los poderes de las tinieblas. No se puede hacer en una hora, ni en un d�a, ni en un a�o.

II. La facilidad y plenitud con que el Redentor supera las dificultades que se le presentan. Esto se expresa con m�s fuerza en el lenguaje abrupto del original, que en nuestra traducci�n "�Qui�n eres t�?" No hay sorpresa ni ignorancia impl�citas en esta pregunta. Hay algo parecido a la burla y el desprecio en ello. La pregunta expresa a la vez su propia dignidad y la insignificancia a sus ojos de los obst�culos que se le oponen; Su propio poder todopoderoso y su total impotencia.

Aqu� radica una de las lecciones m�s dif�ciles que tenemos que aprender en el cristianismo pr�ctico: ver las dificultades de la salvaci�n y no desanimarnos por ellas; ver las colinas delante de nosotros y alrededor de nosotros, y sin embargo estar seguro de que el Se�or nos llevar� sobre ellas.

III. The means whereby the Lord Jesus carries on His great work. Christianity has been established in the world without the world�s aid, by means which have seemed most unlikely to establish it. Its very existence in the world at this moment is one of the greatest moral wonders the world ever saw. The Lord Jesus fits us for heaven by means of His Spirit. �Not by might, nor by power, but by My Spirit, saith the Lord of hosts.� Observe then here how jealous God is for the honour of the Holy Ghost. In looking to the Lord Jesus as our sanctifier, we must not overlook the Holy Spirit. He sanctifies us by this Spirit.

IV. El efecto que se producir� al completar la obra de Cristo. Los tratos actuales de Dios con nuestro mundo no continuar�n para siempre. Se acerca el d�a en que se cumplir�n todos sus prop�sitos de misericordia. La terminaci�n como se habla bajo la figura de traer y poner en la parte superior o l�pida de un edificio. Esto, en los pa�ses del Este, se hac�a generalmente con mucha ceremonia y en presencia de muchos espectadores.

Con tal perspectiva ante nosotros, bien podemos preguntar con este profeta: "�Qui�n menospreci� el d�a de las peque�eces?" En cuanto a la Iglesia de Cristo, aprendamos a avergonzarnos de nuestros temores acerca de ella. ( C. Bradley, MA )

Salvaci�n segura

Trate el texto como dise�ado para animar al creyente en la seguridad de su salvaci�n final, con una fuerte confianza en el poder continuo y sostenido que le ser� concedido.

I. El honor de Dios tiene que ver con la persuasi�n de nuestra seguridad final.

1. En todos los templos espirituales, el mandamiento de construir, los medios para construir y el cimiento de la edificaci�n, se originan �nicamente en Dios mismo. Qu� improbable, entonces, que Dios abandone la obra de sus propias manos. Dios es el autor de ese templo espiritual que se levantar� de las ruinas de nuestra humanidad degradada. El hombre es tan impotente para lograr un cambio en sus propios afectos espirituales como lo es para fijar un nuevo sol en los cielos o para desviar el curso de las profundidades sin senderos.

2. La honra de Dios est� relacionada con la realizaci�n de esta obra, con los m�ltiples socorros que �l ha provisto para llevarla a cabo. Descubrimos un respeto constante por una ley de progresi�n. Ya sea que Dios est� madurando una brizna de hierba o formando un mundo a partir del vac�o informe, habr� un comienzo, una continuaci�n y un final. La edificaci�n del alma en un templo santo en el Se�or no es una excepci�n a esta ley. Dios se tomar� su propio tiempo y trabajar� a su manera.

II. La construcci�n de este templo redundar� en la gloria de Cristo. Zorobabel es un tipo de Cristo.

1. Hay una promesa de parte de Cristo a su pueblo, que obrar� en todos ellos la gracia necesaria para mantenerlos fieles hasta el fin.

2. Cristo est� interesado en nuestra victoria final, porque los triunfos del creyente forman parte integral de los suyos. Conclusi�n&mdash

(1) Tenga tanta confianza con respecto a la finalizaci�n de la obra como si fuera totalmente de Dios.

(2) Sea tan diligente en la realizaci�n de ese logro como si fuera totalmente suyo. ( Daniel Moore, MA )

La construcci�n del templo espiritual

Zorobabel es un tipo de constructor mucho m�s grande que �l, y el templo de Zorobabel es la sombra de un templo mucho m�s noble. Zorobabel es un tipo de Aquel "a quien Dios exalt� de entre el pueblo" para construir Su templo espiritual; y el templo de Zorobabel es un tipo de esa Iglesia, que est� "edificada sobre el fundamento de los ap�stoles y profetas, siendo la principal piedra del �ngulo Jesucristo mismo"; del cual todo verdadero cristiano es una piedra viva, es decir, viva; y en el cual todos son edificados juntamente, para habitaci�n de Dios por el Esp�ritu.

Cada cristiano convertido es un templo de Dios por el Esp�ritu y, como el templo de Zorobabel, es honrado por el Dios que mora en �l como Su morada. En las Escrituras se habla de los cristianos como piedras vivas de un gran templo espiritual (adem�s de ser cada uno un templo separado). La manera en que se prepararon las piedras separadas del templo de Salom�n fue sorprendente y notable. Mientras ese templo estaba en construcci�n, no se escuch� ning�n sonido de hacha o martillo.

Del glorioso templo del Se�or, un templo construido con almas rescatadas y purificadas, con cuerpos sin muerte y sin pecado, nuestro Se�or Jesucristo es el principal constructor. Y �l �no desfallecer� ni se desanimar� hasta que haya erigido Su edificio espiritual en la eterna colina de Si�n de Dios. Pero usa instrumentos. Tiene sus compa�eros de trabajo. Dirige su trabajo. Todo el plan est� en Su mente. A sus ministros les da "diversidad de operaciones" por el mismo Esp�ritu.

Es la convicci�n de que nuestro gran Maestro est� con Sus siervos, incluso hasta el fin del mundo, lo que los apoya y los anima en las dificultades que de otro modo los abrumar�an. ( W. Weldon Champneys, MA )

Sus manos tambi�n lo terminar�n.

El fundador y consumador del templo

Zorobabel es poco m�s que un nombre grotesco para la mayor�a de los lectores de la Biblia. Era un pr�ncipe de sangre real de Israel y el l�der civil del primer destacamento de exiliados que regresaban. Las palabras del texto son, en su claro significado original, la seguridad prof�tica de que el hombre, ya anciano para este tiempo, que hab�a tenido el honor de sacar la primera pala de blando de la tierra, deber�a ser el hombre �para �Sacad la l�pida con gritos de gracia, gracia a ella! " Los considero una profec�a mesi�nica.

Este Zorobabel era una persona prof�tica. Por lo tanto, se demuestra que lo que era verdad sobre �l principalmente ten�a relaci�n con el Hijo mayor de David, que vendr�a despu�s, y que construir�a el templo del Se�or.

I. Aqu� hay una gran verdad acerca de Cristo, el verdadero constructor del templo. �Yo soy Alfa y Omega�, etc. Todas las letras son de �l, y �l subyace a todo. Eso es cierto acerca de la Creaci�n, en el sentido m�s amplio y absoluto. "�l es el principio, y en �l todas las cosas consisten". �l es el Principiante y el Consumador de la obra de redenci�n, que es Suya �nica, desde su inicio hasta su realizaci�n.

Jes�s hace un nuevo comienzo; Presenta algo perfectamente nuevo en la historia de la naturaleza humana. As� como Su venida fue la introducci�n en el coraz�n de la humanidad de un nuevo tipo, el segundo Ad�n, el Se�or del cielo, la obra que �l hace es toda Suya. �l mismo lo hace todo. El texto declara que a lo largo de los siglos Su mano est� obrando. �Tambi�n lo terminar�, entonces �l est� trabajando en eso ahora.

Tenemos que pensar en un Cristo que trabaja sin cesar, de manera constante y persistente. Una obra iniciada, continuada y terminada por la misma mano inmortal es la obra de la que depende la redenci�n del mundo.

II. Tenemos aqu� la seguridad del triunfo del Evangelio. Hab�a muchos que estaban dispuestos a echar agua fr�a sobre las obras de Zorobabel. El texto es la cura para todos los c�lculos desesperados de nosotros, los cristianos, y de otros que no son cristianos. Cuando comenzamos a contar los recursos, y a compararlos con la obra por hacer, no es de extra�ar que los hombres buenos y los hombres malos a veces coincidan en pensar que el Evangelio de Jesucristo tiene muy pocas posibilidades de conquistar el mundo.

Eso es perfectamente cierto, a menos que lo incluyas en el c�lculo, y entonces las probabilidades son completamente diferentes. Renueva y purifica la Iglesia corrupta y vive para siempre. Cuando Brennus conquist� Roma, y ??se pesaba el oro para el rescate de la ciudad, choc� su espada contra la balanza para pesar m�s que el oro. La espada de Cristo est� en la balanza y pesa m�s que el antagonismo del mundo y la hostilidad activa del infierno.

III. Aqu� hay un est�mulo para los cristianos abatidos y t�midos. Jesucristo no te dejar� en medio del pantano. Esa no es su manera de guiarnos. �l comenz� y terminar�. Si la semilla del reino est� en nuestro coraz�n, �l la velar� y bendecir� su brote. Tenga buen �nimo, solo mant�ngase cerca del Maestro y d�jele que haga lo que quiera hacer por todos nosotros.

IV. Aqu� hay un sorprendente contraste con el destino que acecha a todos los trabajadores humanos. Pocos somos lo suficientemente felices como para comenzar y terminar cualquier tarea, m�s all� de las peque�as de nuestra vida diaria. Los autores mueren con libros a medio terminar. Ning�n hombre inicia una l�nea de acci�n completamente nueva; hereda mucho del pasado. Ning�n hombre completa una gran obra que emprende. Las generaciones venideras, si se trata de una de las grandes obras hist�ricas del mundo, resuelven sus consecuencias para bien o para mal.

Tenemos que estar contentos de hacer nuestro peque�o trabajo que encajar� con el de muchos otros. �Cu�ntas manos se necesitan para hacer un alfiler? Tenemos que contentarnos con ser parte de un todo poderoso. La multiplicaci�n del gozo proviene de la divisi�n del trabajo. As� que hagamos nuestro peque�o trabajo, y recordemos que mientras lo hacemos, �l lo est� haciendo en nosotros para quien lo estamos haciendo, y regocij�monos de saber que al final compartiremos el �gozo de nuestra vida�. Se�or �, cuando ve la aflicci�n de su alma, y ??est� satisfecho. ( A. Maclaren, DD )

Razones contra el pesimismo

Esos profetas hebreos eran optimistas completos. No importa cu�n grande sea la desolaci�n que los rodeaba, no importa cu�n profunda sea la degradaci�n en la que hab�a ca�do la gente, no importa cu�n oscura sea la perspectiva, hablaban de la gloria que vendr�a despu�s. Sus palabras est�n cargadas de esperanza. Convocaron a las almas l�nguidas y abatidas a una acci�n valiente. Nunca colgaron su arpa sobre los sauces. En presencia del error, el mal, la idolatr�a, no hay vacilaciones, ni cobardes gritos de miedo, sino un tono de desaf�o casi desde�oso.

�Puede la fuerza del desprecio ir m�s lejos? �Moab es mi olla�, me lavar� las manos en Moab. "Sobre Edom arrojar� mi zapato viejo". As� es aqu�. Este joven Zacar�as es quiz�s el m�s esperanzado de todos los profetas. Pide a la hija de Sion que cante y se regocije. La ciudad santa, que ha sido despojada, llegar� a ser tan vasta que ning�n �ngel podr� medirla, y Dios ser� un muro de fuego alrededor de ella, y la gloria en medio de ella.

En este cap�tulo busca animar a Zorobabel en la gran obra de reconstruir el templo. Una enorme monta�a de obst�culos le cierra el paso. Pero con esta visi�n sumamente sugestiva, el profeta le asegura que ser� ayudado en su obra por la misteriosa energ�a de Dios. Quiz�s nunca hubo una �poca en la que los siervos de Cristo estuvieran m�s expuestos al abatimiento, o en que les correspondiera m�s mantener un esp�ritu imp�vido y confiado.

El pesimismo est� en el aire. Llena nuestra literatura con un lamento. Como dijo Goethe: "Los hombres escriben como si estuvieran todos enfermos y el mundo entero como un lazareto". Hay un profundo matiz de tristeza en la vida de nuestro tiempo. La cultura de la �poca es l�gubre. Bien se puede preguntar: �Es esto "Inglaterra m�trica"? El n�mero de suicidios en este pa�s durante los �ltimos treinta a�os ha aumentado de 65 por mill�n a 79.

En Londres es 85, en Par�s 422. Ahora, el pesimismo es el resultado leg�timo de la incredulidad. Si el hombre es una burbuja que pronto ser� pinchada por la muerte, �c�mo puede alegrarse? Los hombres felicitan al mundo porque la fe est� muriendo; pero descubrir�n, si muere, que tambi�n han desaparecido algunas otras cosas que querr�an conservar. Pero si el pesimismo es propio de la incredulidad, no deber�a tener cabida en la mente de los cristianos. �Cu�les son las razones contra el pesimismo? �Qu� razones tenemos para declarar que se dejar� de lado?

I. En primer lugar, es ajeno a la naturaleza humana. El principio fundamental del pesimismo es que el mal es un elemento esencial de la naturaleza humana. Es original y permanente. El mundo es corrupto por naturaleza. La ense�anza de la Palabra de Dios es que el pecado es una intrusi�n. A menudo se nos dice que la visi�n b�blica del hombre es demasiado oscura. Es la �nica vista brillante del sujeto. Lo que considera el pecado como algo natural es horrible y proh�be la esperanza.

El pecado no es "la esencia de la criatura ni el acto del Creador". Tan terrible es cuando culmina, que ser�a terrible considerarlo como el mero resultado del funcionamiento natural del coraz�n humano. �Qu� cuadro tan v�vido es el que da nuestro Se�or del estado del hombre! El coraz�n humano es una casa, y vivir en ella, ordenarla, es "un hombre fuerte armado". S�, el pecado es un tirano poderoso, pero es solo un inquilino.

Ocupa la ciudad de Alma Humana, pero se ha infiltrado y puede ser expulsado. �No es esto evidente a partir de un estudio de los efectos del mal? Es manifiestamente ajeno a la naturaleza humana, ya que va en contra de los intereses y penetra profundamente en los poderes de esa naturaleza, minando su fuerza y ??drenando su propia sangre vital. Es un da�o infligido al alma, no el resultado y la expresi�n intencionados del alma.

Es un gran dolor, una violaci�n de la ley, una ruptura en la armon�a de la vida, una discordia en su m�sica, una alteraci�n de su orden. Los efectos del pecado son elocuentes por su naturaleza. Echa a perder, desgarra, desgarra, mutila a los pervertidos Est� fuera de "el curso de la naturaleza". La naturaleza humana ha ca�do en manos de los ladrones, que la han robado, la han herido y la han dejado medio muerta. El pecado no es la esencia del hombre; es algo ajeno, es una potencia extranjera.

Los hombres sienten que hay que tener en cuenta que no est� de acuerdo con la constituci�n de las cosas. La creencia en una ca�da atraviesa las religiones del mundo. Bien ha dicho el archidi�cono Wilson: �El problema del mal que ha atra�do la mente del hombre siempre ha sido enunciado como el origen del mal. �Alguien escribi� alguna vez un ensayo o se enfureci� por el origen del bien? Est� en la constituci�n de nuestras mentes pedir una raz�n para cualquier cosa que sea rara, excepcional o an�mala.

�Por qu� se produce un eclipse de sol? �Cu�l es la causa de las tormentas el�ctricas? Pero no solemos preguntarnos por qu� da luz el sol. �Puede ser que el mal sea un fen�meno tan raro? No; el pesimista no admitir�, y el optimista no afirmar�, que el mal es una interferencia tan rara que nos vemos obligados a dar cuenta de ello debido a su rareza. No es porque sea raro, sino porque instintivamente sentimos que es un intruso, por muy com�n que sea. Preguntamos por la causa de la enfermedad, por com�n que sea. La salud es el estado normal; enfermedad lo anormal. El pecado es una interferencia, una ca�da ".

II. Otra raz�n contra el pesimismo, y un motivo de esperanza, se encuentra en las artima�as y enga�os que el mal debe practicar antes de que pueda tener �xito. Finge ser lo que no es. Se palpa a s� mismo como algo m�s. El pecado solo mantiene su lugar mediante el enga�o. Se "transforma en �ngel de luz". Viste el atuendo de la bondad y se niega a desvestirse. Tampoco posee por completo el alma humana.

El poder m�s noble y autoritario del alma puede ser intimidado y silenciado, pero nunca consiente de todo coraz�n al dominio del mal. La conciencia es a menudo como un rey descuartizado, cuyos mandatos son despreciados, pero no corre con la multitud de pasiones para hacer el mal. Permanece solitario, apartado, emitiendo, aunque en vano, sus protestas. De ah� que el pecado y el miedo vayan juntos. La monta�a tiembla y tiembla, como el Sina� a la voz de Dios.

�La conciencia nos vuelve cobardes a todos�. Las fuerzas del mal tampoco son tan compactas, tan masivas, tan unidas como parecen. Es bueno seguir el consejo que el �ngel le dio al temible Gede�n: �Pero si tienes miedo de descender, desciende con Phura tu siervo al campamento, y oir�s lo que dicen, y despu�s tus manos ser fortalecido para descender a la hostia. Un miedo indefinido impregna las filas del mal. Hay vagos presagios de un desastre inminente.

III. Pero apresur�monos a considerar la raz�n principal contra el pesimismo, la base m�s elevada para apreciar el esp�ritu del texto. La visi�n registrada en este cap�tulo es muy hermosa y sugerente. El profeta ve un candelabro dorado, como el que hab�a en el antiguo templo, pero mucho m�s grandioso. Tiene un cuenco encima, y ??debajo hay siete l�mparas y siete tubos para las l�mparas, y a cada lado del cuenco hay un olivo.

Al profeta se le ense�a que su ayuda est� en Dios. As� como la l�mpara no fue suministrada por obra humana, sino directamente de los �rboles vivientes, as� debe aprender que el mal "ser� derribado y la justicia exaltada", no con ej�rcito ni con poder, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or. de anfitriones ". El advenimiento de Jesucristo a este mundo fue el advenimiento de uno m�s fuerte que el hombre fuerte armado. Fue la introducci�n de una nueva energ�a espiritual, una fuerza vivificante y restauradora.

Toda su obra, y el consiguiente descenso de Su Esp�ritu, muestran que Dios est� del lado del hombre, y que los males que lo esclavizaron, profanaron y degradar�n ser�n vencidos. La verdad, la pureza, el amor est�n en el trono del universo. "El Se�or reina, al�grese la tierra". Y adem�s, se nos recuerda que a medida que buscamos vencer las monta�as de maldad que hay en este mundo, solo podemos estar capacitados para nuestra obra si recibimos el poder del Esp�ritu Santo.

Confiar en nuestra propia fuerza, poner nuestra dependencia en hombres o medios, depender de organizaciones eclesi�sticas y auxiliares, conllevar� inevitable debilidad y derrota. Le� el otro d�a acerca de un avaro italiano, que muri� cerca de San Remo por valor de 120.000 libras esterlinas, que durante a�os estuvo sin medias porque no ten�a ganas de pagar por lavarlas. Algunos obreros cristianos son culpables de una miseria similar con respecto a los tesoros espirituales, las �riquezas inescrutables�, que est�n a su disposici�n.

No seamos estrechos en nosotros mismos, porque no estamos limitados en Dios. Tengamos buen �nimo y cultivemos un optimismo audaz y alegre. Y seamos claros en cuanto a lo que implica la esperanza del derrocamiento del mal y el establecimiento de la justicia. No se da a entender que el milenio estar� aqu� en quince d�as, o que el progreso de la bondad sea constante y uniforme. La alianza con el mundo puede debilitar a las iglesias y pueden verse despojadas de sus fuerzas.

Todo depende de la medida en que el Esp�ritu de Cristo prevalezca entre los hombres. La gran monta�a del mal es una monta�a que se desmorona. Algunos de nosotros nos hemos acobardado ante esa monta�a. El pecado parece tan fijo y fuerte. Los males caracter�sticos de nuestra naturaleza parecen tan inveterados. ( J. Lewis. )

Versículo 10

�Qui�n despreci� el d�a de las peque�eces?

Grandes resultados desde peque�os comienzos

�sta ha sido siempre una consigna entre los cristianos; los peque�os comienzos no deben ser despreciados. Solicitar&mdash

I. A las instituciones religiosas. Cuatro razones por las que no debemos despreciar el d�a de las peque�as cosas.

1. Porque a menudo los efectos m�s poderosos se producen a partir de ellos, como en el mundo de la naturaleza; en el mundo de la literatura; en el mundo de la pol�tica. As� que en gracia. �Qu� es y qu� har� �l? Sin embargo, �cu�l fue su origen?

2. Porque el otorgante de Dios puede hacer al m�s d�bil poderoso para el cumplimiento de Su obra.

3. Nunca sabemos lo que Dios intenta hacer con nuestro entendimiento. La presciencia no es nuestra. Al no tenerlo, no podemos ver lo que har� Dios.

4. En materia de religi�n, lo que es comparativamente peque�o es abstractamente grande. Entonces, si quieres hacer mucho por Dios, no generalices tanto. No te desanimes al ver cu�ntos no son salvos, mira al salvo.

II. A la religi�n personal y privada. La religi�n es a menudo peque�a en sus comienzos, a veces r�pida y repentina convicci�n, pero por lo general m�s lenta. Este d�a de las peque�as cosas puede ser despreciado por el desprecio; por oposici�n; por negligencia. Las primeras impresiones son sagradas; tr�telos como tales. El d�a de las peque�as cosas no es despreciado por quienes mejor conocen su valor; el Padre de las Misericordias; el hijo; �ngeles; o Satan�s. Es la promesa de grandes d�as por venir. Aplicar a los ministros; padres; Maestros de escuela sab�tica; el recientemente despertado. ( J. Summefield, AM )

Peque�os comienzos

El abatimiento paraliza el esfuerzo, pero la esperanza lo estimula y lo apoya. Nunca es tan probable que se sienta el desaliento como al comienzo de una empresa, cuando hay pocos que la apoyen y muchos que se opongan a ella; cuando el comienzo es tan peque�o como para excitar las aprensiones de sus amigos y la burla de sus enemigos. Los jud�os que regresaron del cautiverio babil�nico sintieron esto cuando se dedicaron a la reconstrucci�n del templo. �Los peque�os comienzos no deben ser despreciados�, considere este sentimiento:

I. En aplicaci�n a instituciones p�blicas. La �poca en que vivimos se distingue feliz y honorablemente por un esp�ritu de celo religioso. Tantas son las asociaciones en todo nuestro pa�s, con fines humanos y piadosos de todas las formas, que la caridad, donde no tiene m�s que una ofrenda solitaria, est� casi desconcertada en su elecci�n. S�lo aquellos que han sabido por experiencia lo que es originar una nueva instituci�n, especialmente si es fuera de la rutina ordinaria del esfuerzo cristiano, pueden formarse una idea adecuada del trabajo, la paciencia y el hero�smo que se requieren para llevarla a la madurez. , en medio de las dudas de los esc�pticos, los errores de los ignorantes, las tergiversaciones de los calumniadores y los c�lculos fr�os y ego�stas de los tibios. Pero a�n as�, los peque�os comienzos no deben despreciarse.

1. Los efectos m�s maravillosos han resultado de causas aparentemente muy peque�as. Ilustra desde el mundo natural, intelectual y pol�tico, y en el mundo de la gracia. Rastree la causa del protestantismo hasta sus inicios. Contempla el progreso del metodismo. O observe los comienzos de las grandes sociedades misioneras, o la Sociedad B�blica.

2. No debemos despreciar el d�a de las peque�as cosas, porque el poder de Dios a�n puede hacer que los instrumentos m�s d�biles produzcan los mayores resultados. El predicador m�s d�bil puede ser el instrumento honrado de conversi�n, cuando el m�s elocuente ha predicado en vano.

3. Por muy desalentadoras que sean las apariencias, nunca sabemos lo que Dios realmente quiere que hagamos o que hagamos por nosotros. Nunca podremos ver el resultado de nuestras acciones en su influencia sobre los dem�s. Ning�n hombre que se dedique a la causa de la benevolencia religiosa puede decir qu� uso quiere hacer Dios de �l, pero a menudo es mucho mayor de lo que �l cree. Ilustre por Robert Raikes o Wesley.

4. En religi�n, lo que puede parecer peque�o en comparaci�n, es inmensamente grandioso, visto de manera positiva y absoluta. Podemos ofender la orden judicial del texto por falta de atenci�n. No abogamos por un celo precipitado indiscriminado. O por desprecio. Si el objeto de un esquema es bueno, si los medios parecen adaptados al fin, no se lo desprecie porque est� en la infancia de su �poca y de su fuerza.

Todo lo que es sublime en el cristianismo estuvo una vez confinado a un peque�o c�rculo de hombres y mujeres pobres. La negligencia es otra forma de pecar contra la letra y el esp�ritu del texto. Especialmente aquellos que son los principales agentes en los esquemas de benevolencia se cuiden de despreciar el d�a de las peque�as cosas. Que no se hundan demasiado pronto en un estado de depresi�n. Si tienen miedos, deben ocultarlos y exhibir solo sus esperanzas.

II. Aplica el sentimiento del texto a la religi�n personal.

1. La religi�n es a menudo peque�a en sus comienzos. Este no es siempre el caso. A veces se produce una transformaci�n de car�cter, tan completa como r�pida. Pero el proceso habitual de este gran cambio es mucho m�s lento. El reino de los cielos es como un grano de mostaza. Hay muchas formas en las que se puede despreciar el peque�o comienzo de la religi�n personal. Puede ser ridiculizado como el fanatismo de una mente d�bil, o el entusiasmo de una imaginaci�n acalorada, o el capricho de un gusto caprichoso.

El rid�culo suele ir acompa�ado de una oposici�n directa. Los hombres a quienes la risa no les sirve de nada es muy probable que la cambien por ira. La negligencia, sin embargo, es lo que viene m�s inmediatamente dentro del esp�ritu de esta parte del tema. Las primeras apariciones de la religi�n en el alma no siempre reciben de los dem�s la atenci�n pronta, afectuosa y h�bil que exigen y merecen. Las primeras impresiones, a menos que se las observe con atenci�n, como los brotes de los �rboles frutales en la primavera, pronto desaparecer�n de la mente y desaparecer�n.

2. Razones por las que no se debe despreciar el d�a de las peque�as cosas. No es despreciado por quienes mejor conocen su importancia. No es descuidado ni despreciado por el Padre Eterno. Los �ngeles no lo desprecian. Los comienzos de la religi�n conducen a grandes y gloriosos logros. Nuestro tema tiene una advertencia especial para los ministros, los padres, los maestros de escuela dominical y los cristianos en general. ( Juan �ngel Santiago. )

El d�a de las peque�as cosas

I. Algo sobre Dios. Estas palabras nos muestran que la humildad es, si se me permite decirlo, una parte del car�cter divino. No desprecia "el d�a de las peque�as cosas". Es imposible encontrar humildad en la naturaleza divina en su esencia, porque no hay nada sobre lo que basarla. La vida de Dios es una vida necesaria. Hay lugar para esta virtud en las acciones divinas, aunque no en la esencia divina.

Note la ausencia de ostentaci�n en todas las obras de la naturaleza o de la gracia de Dios. Note la condescendencia de la providencia divina. Dios no s�lo se deleita en el alma en su plenitud, en su perfecci�n, en su madurez, en su gran plenitud, sino tambi�n en la forma naciente de vida no desarrollada, el fundamento mismo de la estructura espiritual. No desprecia los primeros comienzos; incluso es cierto que en el �d�a de las peque�as cosas� Dios act�a especialmente.

II. Algo sobre peque�as cosas. Despreciamos las peque�as cosas y las consideramos inferiores. Nuestros pensamientos y medidas son muy diferentes de los pensamientos y medidas de Dios. Y esto es resultado del orgullo, que nos hace pensar tantas cosas por debajo de nosotros, que no son dignas de cuidado y de terminar. Surge tambi�n de un cierto desconocimiento del valor de las peque�as cosas. El texto implica que son importantes.

1. Porque nuestra vida est� hecha de peque�as cosas.

2. En su efecto sobre nuestra vida espiritual, porque requieren tanto esfuerzo.

III. Algo sobre nosotros.

1. Nos ense�a esperanza. Dios no desprecia, porque ve en Su mente eterna los resultados.

2. Aprendemos a tener paciencia.

3. Debe llenarnos de emulaci�n. Esto nos har� perseverar y anhelar progresar. ( WH Hutchings, MA )

El respeto de Dios por los peque�os comienzos, f�sicos y espirituales.

No era m�s que un peque�o y d�bil remanente que regres� del cautiverio en Babilonia para reconstruir Jerusal�n y el templo. Sus esp�ritus destrozados por la esclavitud, su cohesi�n imperfecta, sus recursos limitados, sus simpatizantes pocos; los adversarios arrogantes y numerosos, las dificultades m�ltiples y desalentadoras. Era como si una fracci�n de un enjambre de abejas se esforzara por reconstruir su colmena bajo los incesantes ataques de una nube de avispas o avispones malignos.

Sus almas estaban sumamente llenas de desprecio por el desprecio de Sanbalat, quien grit� en voz alta: ��Qu� hacen estos d�biles jud�os? �Resucitar�n las piedras del templo de entre los montones de basura quemada? Si un zorro sube, incluso �l derribar� su muro de piedra ". Ahora bien, este desprecio de Sanbalat representa bien el desprecio con el que el gran mundo considera todos los comienzos religiosos tanto en la vida individual como en la sociedad.

La noci�n que prevalece tan sabiamente en cuanto a las esperanzas de los cristianos podr�a expresarse as�: �Estas aspiraciones suyas despu�s de la uni�n con la Causa Infinita y Eterna, despu�s de una vida indestructible en Dios, son demasiado absurdas. Levanta tus ojos a los cielos y considera su magnificencia, mira la inmensidad ilimitada de esa maquinaria celestial, el n�mero de esos mundos en mundos, que brillan a trav�s de la oscuridad eterna; y luego m�rense a ustedes mismos, ya la humanidad, una nube de insectos ef�meros que se desvanecen.

�Qui�n puede creer que tales 'm�nimos de la naturaleza' tengan alguna relaci�n permanente con el universo, y mucho menos con su Hacedor? Enfr�ntate a lo inevitable y no te acobardes ante la nada que es tu perdici�n ". La �nica respuesta suficiente a estos degradantes consejos se encuentra en las palabras del profeta de la restauraci�n. "�Qui�n ha despreciado el barro de las peque�as cosas?" La ley de la acci�n Divina es la evoluci�n desde peque�os comienzos, el desarrollo de todos los crecimientos org�nicos a partir de g�rmenes y la transformaci�n gradual de formas de ser inferiores en superiores.

Supongamos que las semillas de toda la flora del mundo en todas sus latitudes pudieran ofrecerse a nuestra vista en una visi�n panor�mica. �Qui�n podr�a suponer, aparte de la experiencia, que de tal colecci�n de puntos negros, grises o amarillos, o conos diminutos, o bayas de colores, pudieran surgir los bosques de los tr�picos, o de los Andes americanos, que perforan las nubes y de todos los pa�ses? radiantes glorias de las flores, arbustos y �rboles de las zonas templadas? �Qui�n pod�a creer que un universo tan maravilloso de formas hermosas y colores m�s hermosos se escondiera bajo la apariencia de comienzos tan insignificantes? Extienda el pensamiento al mundo de las aves, al desarrollo de sus aerodin�micas figuras y variados plumajes, y lugares de residencia y modos de vida, todos surgidos de g�rmenes vitales invisibles ocultos en huevos en todos sus incontables millones de millones;

�Qui�n, despu�s de tal revisi�n, podr�a despreciar racionalmente el d�a de las peque�as cosas? Es un mundo que se renueva incesantemente desde puntos invisibles de vida, puntos de vida desarrollados bajo un poder divino que penetra en el universo de maravillas que vemos a nuestro alrededor. Lo visible y material es un tipo de lo invisible. �Primero la semilla, luego la espiga, luego el grano lleno en la espiga. As� es el reino de Dios �. Y esto nos lleva directamente a las lecciones divinas inculcadas por el profeta en el nombre del Dios viviente: "�Qui�n menospreci� el d�a de las peque�as cosas?" - las lecciones aprendidas de Dios mismo y su propio proceder amoroso.

(1) De respeto por todos los crecimientos tempranos en los d�as de su debilidad;

(2) De tolerancia por todos los defectos de sus primeras etapas; y

(3) De paciencia con naturalezas subdesarrolladas.

1. El antiguo proverbio latino nos ense�a que "los j�venes se deben a una gran reverencia". A menudo se les muestra muy poco de esto. Muchas de las cualidades m�s desagradables de los ni�os son con frecuencia el resultado directo del infame trato que reciben de sus mayores. Trate de ser un sol para sus planetas, no lloviendo sobre ellos solo la fr�a luz de la instrucci�n y el reproche, sino los c�lidos rayos de una ben�fica amistad.

Las palabras sabias no pueden reemplazar las obras de amor. Las flores deben tener sol. Las almas deben tener ternura. Si aqu� �desprecias el d�a de las peque�as cosas�, desprecias los cimientos de las futuras estructuras del templo del Se�or.

2. Respete igualmente los inicios de la religi�n primitiva. Muchos cristianos adultos parecen no tener fe en la realidad y el valor de la piedad primitiva. No despreciemos nunca el d�a de las peque�as cosas, pero entendiendo la consideraci�n de nuestro Se�or por la fe y el amor elementales, nunca seamos detectados en romper, como indigno de confianza, la ca�a cascada de la infancia, o apagar la chispa min�scula de su lino humeante.

3. De la misma manera, si somos cristianos establecidos, debemos aprender a comprender y simpatizar con el desarrollo imperfecto del car�cter en las primeras etapas de la adhesi�n al Hijo de Dios. Ser�a maravilloso si todos los cristianos fueran repentinamente golpeados a la perfecci�n, como un disco de oro es golpeado con una imagen heroica en un lado y con la victoria de San Jorge sobre el drag�n en el otro.

Pero no es as�. La planta de justicia es un brote. El templo se eleva lentamente. La formaci�n de la semejanza Divina es un proceso tanto creativo como imitativo. Los ni�os son infantiles en ambos mundos. Pero, �qui�n ha despreciado las etapas inmaduras del desarrollo? Es como entrar en el estudio de un escultor. Ves aqu� un trozo de arcilla casi informe; all� una masa que comienza a tomar forma humana; all� un busto que comienza a hablar con las l�neas de la nobleza o la belleza; all� una pieza de m�rmol sufriendo el primer proceso m�s rudo de asimilaci�n; all� un artista trabajando con martillo y cincel, asestando frecuentes golpes con apasionado ardor, como dec�a Miguel �ngel, como si quisiera �liberar al �ngel encarcelado�; all� la mano maestra trabajando en sus toques finales, que son dar alma a la piedra y belleza y vida a la materia muerta,

Aun as�, en la Iglesia se ven almas en todas las etapas del progreso bajo el toque del Artista Supremo. Aprenda, entonces, a tolerar los defectos del desarrollo incipiente. No sabemos lo que seremos y no vemos lo que ser�n los dem�s. Sim�n, el pescador apasionado de Betsaida, se convirti� en la Roca firme y devota, o Petra, sobre la que Cristo construy� Su Iglesia. El Hijo del Trueno se convirti� en el Ap�stol del amor.

El feroz y asesino Saulo se convirti� en el padre amable y omnipresente de las iglesias gentiles. Solo Dios sabe lo que sacar� de cualquier cosa. El hombre puede sacar luz del carb�n m�s negro, y los colores del arco iris en los tintes de anilina se extraen del alquitr�n gaseoso. Y as� Dios puede convertir el carbono en el diamante, y las almas repletas de muchos demonios, en los �hijos e hijas del Se�or Todopoderoso.

�Cu�n esperanzadores y tolerantes deber�a hacernos una retrospectiva de este tipo en relaci�n con las individualidades inconclusas que nos rodean. Debemos ver el "fin del Se�or" antes de juzgar el trabajo de las tetas. Solo hay un Ojo que ve el fin desde el principio, y ese es el ojo del Eterno. Lo �ltimo en nuestro pensamiento es lo primero para �l. La perspectiva evolutiva est� siempre ante �l, y al mirar a cada criatura, �l ve en qu� se convertir� esa criatura en todas las etapas de su eternidad futura.

No sabemos lo que seremos; pero sabemos que despreciar las cosas peque�as ahora es contradecir los procesos del pensamiento divino y burlar los m�todos del procedimiento divino. Cada alma es el tema de una obra que nunca terminar�, bajo la mano del Dise�ador Omnipotente. Y lo que nos satisfar�, cuando despertemos a Su semejanza, y lo satisfar� a �l cuando descanse con deleite, y vea que Su obra es "muy buena", en el s�bado sin fin, tambi�n saciar� los deseos de Sus suboficiales. .

�Oh, cu�l ser� el cielo de un hombre como San Pablo! Es esta visi�n, en sus diferentes grados de gloria, la que la Mente Omnisciente ve de antemano para todos los siervos de Dios en el futuro eterno; y es porque �l lo ve, que nos advierte que nunca �despreciemos el d�a de las peque�as cosas�; porque cada alma es lo que Dios ve que es, no solo ahora, sino en su desarrollo futuro. ( Edward White. )

Bendici�n de Dios en el d�a de las peque�as cosas.

1. La gran mente de Dios, tan infinitamente por encima de nuestro nivel, no percibe todas las distinciones que solemos hacer entre lo que denominamos grande y peque�o. Para una persona muy elevada, todo lo que est� debajo, las personas y los edificios, parece igualmente peque�o, aun as�, Jehov� es demasiado alto para percibir los diversos grados de grandeza y peque�ez en los que estamos acostumbrados a dividir los asuntos de la vida.

2. Siempre ha sido el plan de Dios trabajar desde comienzos aparentemente peque�os; si hubiera elegido, podr�a haber mandado a existir grandes cosas de una vez, pero ha dicho: �Un peque�o se convertir� en mil�, etc. ( Isa�as 60:22 ). El gran Salvador vino al mundo como un ni�o d�bil: Su gran reino comenz� con doce hombres, la mayor�a de los cuales eran ignorantes.

�Marque los comienzos insignificantes de las misiones modernas, de las Escuelas Dominicales o de nuestro Movimiento de Esfuerzo Cristiano! En verdad, �Dios escogi� lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y lo d�bil del mundo escogi� Dios, para avergonzar lo fuerte �, etc. ( 1 Corintios 1:27 ).

3. Los que desprecian el d�a de las peque�as cosas, nunca realizar�n grandes obras. Es peligroso y desastroso tomar a la ligera los peque�os comienzos del mal, el pecado o los malos h�bitos. La teor�a cient�fica moderna de los g�rmenes puede usarse como una ilustraci�n adecuada, mostrando c�mo el descuido de incluso �tomos infinitesimales es la causa de tantas enfermedades fatales.

4. La ternura de Dios se manifiesta en su consideraci�n por los peque�os y los d�biles. �La ca�a cascada no quebrar�, y el p�bilo que humea no apagar�, hasta que saque a victoria el juicio� ( Mateo 12:20 ). Nuestro Se�or a menudo se refer�a a los peque�os comienzos de Su reino, compar�ndolos con �semillas�, �un grano de mostaza�, �un poco de levadura� ( Mateo 11:1 ). El d�a de las peque�as cosas es el d�a de las cosas preciosas, pero no debemos estar satisfechos hasta que se convierta en el d�a de las grandes cosas.

5. Peque�as cosas marcaron el comienzo de la obra en la mano de Zorobabel, tan peque�o era el fundamento a los ojos de los que hab�an visto la gloria del antiguo templo, que "lloraron a gran voz" ( Esdras 3:12 ) en la comparaci�n; pero Dios les asegur� que, al final, su gloria ser�a mayor, en la medida en que el Mes�as mismo estar�a dentro de sus muros, y Su Evangelio ser�a proclamado en ellos ( Hechos 5:42 ).

6. Aqu� hay un gran consuelo para todos los deprimidos constructores del templo espiritual. El trabajo avanza tan lentamente que a menudo nos desanimamos. Pero que la obra de la gracia sea tan peque�a en sus comienzos, la ca�da en picado est� en buenas manos. El gran Maestro Constructor seguramente lograr� lo que comienza. Jesucristo, quien acaba de tornear y es el autor de nuestra fe ( Hebreos 12:2 ).

7. �La bendici�n de Dios sobre �l� es el secreto de todo �xito. Trabajar, grande o peque�o, sin esto es un fracaso total. �No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi Esp�ritu, dice el Se�or� ( Zacar�as 4:6 ). ( EJB )

Locura de despreciar las peque�as cosas

El valor de las peque�as cosas se puede ver en:

I. Los tratos providenciales de Dios con su Iglesia. D� ilustraciones tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, de la Reforma y de las sociedades misioneras modernas.

II. En el desarrollo de la vida interior.

1. En la formaci�n de ni�os.

2. En la formaci�n de h�bitos; Ambos, bueno y malo. Conclusi�n&mdash

(1) Dios todav�a est� con la Iglesia. Entonces hay esperanza en nuestros peque�os comienzos.

(2) Trabajar con paciencia, esperando el tiempo de Dios.

(3) Encuentre aliento en la tentaci�n en esto, que �no quebrar� la ca�a cascada�, y si la fe es d�bil, recuerde que un ni�o puede sostener una vara tan realmente (aunque no tan firmemente) como un hombre fuerte. ( JG Pilkington, MA )

El d�a de las peque�as cosas

Sin duda, muchos de los jud�os hab�an mirado con una especie de desprecio el comienzo aparentemente insignificante que se hab�a hecho para restaurar la religi�n de sus padres, y se hab�an desanimado unos a otros al insinuar que lo que comenz� con tanta debilidad nunca llegar�a a un punto cr�tico. terminaci�n exitosa. Podr�an haberlo sabido mejor. Solo porque parec�a haber poca proporci�n entre la agencia y el fin, decidieron de inmediato que era dif�cil esperar el �xito y que era in�til perseverar en una empresa tan palpablemente desesperada. Estos jud�os han sido imitados por hombres de todas las �pocas. Gran parte del mal que existe en el mundo puede atribuirse al desprecio del "d�a de las peque�as cosas".

I. Las razones que se encuentran en contra de tal desprecio. Dios suele obrar a trav�s de instrumentos o medios que, en el c�lculo humano, est�n desproporcionados con los fines que se propone lograr. No siempre toma lo que nos parece una poderosa agencia cuando se quiere lograr un gran resultado. Todos tenemos una tendencia a atribuir a causas segundas lo que deber�a atribuirse directamente a la primera.

Es en el d�a de las peque�as cosas que Dios interpone ordinariamente esas grandes revoluciones y liberaciones que alteran todo el estado, ya sea de naciones o de individuos. Dios normalmente comienza con lo que parece insignificante.

II. Ciertos casos en los que se desprecia el �d�a de las peque�as cosas�, con las consecuencias que es probable que sobrevengan. Es probable que tomemos las cosas peque�as a la ligera. Tomemos el caso del esclavo de los malos h�bitos. Pocos se sumergen inmediatamente en el mal. La mayor�a de los hombres comienzan desvi�ndose de la derecha en alg�n peque�o detalle. Y es un peque�o comienzo que es peligroso despreciar. Observe el curso ordinario seguido por Dios en sus operaciones espirituales sobre los hombres inconversos. En su mayor parte, no se pueden distinguir de las operaciones de sus propias mentes. Hay un peque�o comienzo de influencia que es peligroso despreciar. ( Henry Melvill, BD )

Cosas peque�as

1. �Qu� debemos entender por �d�a de las peque�as cosas�? El proceder de Dios es que el comienzo sea peque�o para producir grandes efectos. Vemos esto en la creaci�n, en la providencia y en la gracia. En muchos corazones j�venes y tiernos s�lo ha habido un pensamiento, luego un recelo, luego un deseo, luego una oraci�n. Y ese fue solo el d�a de las peque�as cosas: fue el primer amanecer de un d�a brillante. Cuando Dios comienza la obra, la lleva a cabo a su manera, por lo tanto, la perseverancia es la gran marca del llamamiento eficaz. Piense en aquellos que, aunque no son j�venes en a�os, son d�biles en la fe. Siempre vacilan entre las esperanzas y los miedos. Dondequiera que miremos, podemos ver un "d�a de peque�as cosas".

II. �Qui�n lo despreci�? Dios no lo hace. Jes�s no los despreciar�. Tenga cuidado no sea que lo descubran despreci�ndolo. Aplicar a ministros, padres, maestros. El trabajo gradual en las almas es poco discernible, pero, cuando se reflexiona debidamente, se puede rastrear con tanta claridad como cualquier otro. ( JH Evans. )

El significado de las aparentes nimiedades

I. Ilustraciones de la naturaleza.

1. La semilla.

2. El riachuelo de la monta�a.

3. La chispa.

4. El ni�o.

II. Ilustraciones de la providencia.

1. Escritural, como Jos�, Mois�s, David, Ester.

2. General, como Cromwell, Napole�n.

III. Ilustraciones de la historia de la Iglesia.

1. Introducci�n del Evangelio.

2. Reforma.

3. Las denominaciones religiosas.

4. Instituciones ben�volas y religiosas. ( G. Brooks. )

El d�a de las peque�as cosas

Es un "d�a de las peque�as cosas" contigo en lo que respecta a tu ...

I. Convicci�n de pecado. Qu� f�cil es reconocernos como pecadores, qu� dif�cil es sentirnos as�. Nos angustiamos porque nos parece que no podemos arrepentirnos. Pero tenga cuidado de imaginar que una cierta cantidad de l�grimas, un cierto est�ndar de arrepentimiento es para calificarlo para las bendiciones de la salvaci�n de Cristo. Int�ntese as�: ��C�mo me siento con respecto al pecado? �Tengo alg�n deseo de librarme de �l en su poder, as� como en sus consecuencias? �Siento alg�n grado real de odio hacia �l? �Deseo odiarlo? " Si puede responder afirmativamente, esta es una prueba segura de que el Esp�ritu de Dios no lo ha desamparado. El oficio del Esp�ritu es convencer del pecado.

II. Fe. Tu clamor es: "Se�or, creo, ayuda a mi incredulidad". No tienes dudas sobre el poder de la obra de Cristo; pero apenas puedes creer que hay salvaci�n para ti. Muchos est�n en tinieblas e inquietudes por falta de fe. Puede ser un "d�a de peque�as cosas" en lo que respecta a su fe en la providencia de Dios.

III. Gracias cristianas y la influencia pr�ctica de la religi�n en la vida. Esto nuevamente es una fuente de profunda humillaci�n y mucha inquietud para ti. No te desanimes. La obra de la gracia es gradual; no se puede sembrar la semilla y tener flor y fruto en un d�a.

IV. Paz y alegr�a espirituales. No puede ser presunci�n reclamar lo que Dios otorga, lo que Cristo ha comprado.

V. Conocimientos religiosos. Encuentra muchas dificultades en la Biblia. Hasta ahora parece que s�lo comprende "los primeros principios de la doctrina de Cristo". Entonces, �c�mo vas a llegar a la perfecci�n? El Esp�ritu, para ense�arle e iluminarlo, as� como para santificarlo y consolarlo, es un convenio para usted. Crecer�s en conocimiento como en gracia. ( John C. Miller. )

El d�a de las peque�as cosas para no despreciar

En este mensaje, Dios reprendi� a los que hab�an mirado con desprecio el nuevo templo y tambi�n a los que pensaban que no pod�an terminarlo. Les inform� que la obra era Suya, que no deb�a ser efectuada por fuerza ni poder humanos, sino por Su Esp�ritu. Zorobabel deber�a terminarlo, y aquellos que hab�an despreciado el d�bil comienzo de la obra deber�an ser testigos de su finalizaci�n.

I. En todas las obras de Dios suele haber un "d�a de las peque�as cosas". Hay una temporada en la que Su obra tiene una apariencia muy peque�a y nada prometedora. Ilustre desde los inicios de la Iglesia cristiana y desde la obra de la gracia en el coraz�n de las personas.

II. Muchas personas desprecian "el d�a de las peque�as cosas". Los enemigos de Dios lo hicieron en la �poca de Zacar�as. Los amigos de Dios lo hacen. Piensan muy poco en ello; lo subestiman, y de ninguna manera lo agradecen lo suficiente, y por eso se puede decir, comparativamente hablando, que lo desprecian. Ilustre, los tiempos de avivamiento religioso generalmente comienzan con personas sin posici�n social, por lo que a menudo se desprecian los avivamientos. Incluso los cristianos estiman demasiado a la ligera la obra de Dios en sus propios corazones.

III. Razones por las que no debe ser despreciado.

1. Tal conducta tiende a evitar que se convierta en un d�a de grandes cosas.

2. Porque los habitantes del cielo, cuyo juicio es conforme a la verdad, no lo desprecian.

3. Porque nuestro Salvador no lo desprecia. "No apagar� el p�bilo humeante".

4. Nuestro Padre Celestial no lo desprecia.

5. Porque es el comienzo de un d�a de grandes cosas. Solicitar&mdash

(1) Al preguntarle a cada individuo presente, �est� con ustedes, en un sentido religioso, incluso como un �d�a de las peque�as cosas�? Tenga cuidado de c�mo niega o subestima lo que Dios ha hecho por usted.

(2) Hay un error opuesto. En lugar de despreciar el d�a, algunos profesores le dan demasiada importancia y est�n demasiado satisfechos con �l. Llegan a la conclusi�n demasiado apresurada de que la obra de la gracia ha comenzado en sus corazones y se jactan de que continuar� sin su atenci�n. ( E. Payson, DD )

Gracia d�bil animada

No es f�cil determinar qu� es peque�o. Las cosas, al principio aparentemente triviales y poco interesantes, a menudo se vuelven muy grandes y trascendentales. Es as� en la naturaleza, en la ciencia, en los asuntos pol�ticos, en las preocupaciones morales. �Qu� inferencia deber�amos derivar de ah�? Un fil�sofo no despreciar� el d�a de las peque�as cosas; un estadista no lo har�; un moralista no lo har�, �y deber�a hacerlo un cristiano? Aplique la pregunta por completo al tema de la religi�n.

1. La obra de la gracia en el alma suele ser peque�a en su comienzo. El cristiano es un soldado, y el comienzo de su carrera es, naturalmente, el d�a de las peque�as cosas. El cristiano es un erudito; y cuando ingresa a la escuela, es, por supuesto, un "d�a de peque�as cosas"; comienza con los rudimentos.

2. Tres razones por las que no se debe despreciar el d�a de las peque�as cosas.

(1) Nuestro Salvador no lo desprecia. Recibi� y bendijo a los d�biles.

(2) Porque ese d�a es precioso. La verdadera gracia es infinitamente valiosa. Es obra de Dios; la imagen de Dios; la gloria de Dios; el deleite de Dios. Un poco de gracia es demasiado preciosa para ser despreciada.

(3) Porque ser� un d�a de grandes cosas. El ni�o se convertir� en un hombre, sin despreciar su infancia. La gracia divina ciertamente aumentar�. Lo que se siembra en debilidad resucitar� en poder. Concluya con una pregunta: �Es siquiera un d�a de peque�as cosas contigo? Con una advertencia. No pasen por alto ni subestimen la religi�n imperfecta, ya sea en ustedes mismos o en los dem�s. Si son rectos de coraz�n, correr�n el mayor peligro de despreciarlo en ustedes mismos.

Est�s en peligro con respecto a los dem�s. Puede pensar muy poco en una verdadera obra de gracia. Puede suponer que Dios no ha hecho nada, donde ha estado haciendo mucho. Con una advertencia. Que el sujeto no cause negligencia en el deber. Aquellos que han "gustado que el Se�or es misericordioso", clamar�n "siempre danos este pan". Se puede lograr m�s. M�s es deseable. Hay dos razones por las que debes buscar crecer en la gracia; uno se toma de la utilidad y el otro de la comodidad. ( William Jay. )

El d�a de las peque�as cosas

El desprecio por los peque�os comienzos es una de las manifestaciones m�s ordinarias de la disposici�n humana, en todos los departamentos de los asuntos, pero especialmente en las cosas relacionadas con los intereses sagrados. Los buceadores de los grandes poderes y sistemas influyentes, buenos o malos, que han tenido un efecto poderoso, han sido despreciados en su origen aparentemente insignificante. Las personas designadas como las de mayor importancia en el mundo a menudo han experimentado desprecio al comienzo de su carrera.

Esto es cierto para David y, en cierto sentido, es cierto para el Hijo del Hombre. El mundo vano siempre ha estado peculiarmente dispuesto a despreciar sin vacilar los peque�os comienzos de las operaciones divinas, para atribuir mezquindad a lo que ten�a relaci�n con la grandeza infinita. La causa cristiana misma, en su etapa inicial, fue objeto de un desprecio extremo; cada ep�teto ignominioso estaba relacionado con el nombre de un cristiano.

As� fue la gran Reforma. Comentamos la tendencia de los hombres a despreciar las cosas buenas, en la peque�ez y debilidad de sus comienzos y primeras operaciones. El caso de nuestro mundo es que el hombre, habiendo perdido su bondad original, deb�a estar bajo una econom�a de disciplina, para su correcci�n y restauraci�n pr�ctica; pero que la operaci�n para esto no iba a ser repentina, sino por varios procesos, comenzando en una aparente peque�ez de agencia, poder y alcance, de modo que pareciera, a juicio humano, incompetente para un gran prop�sito.

�Por qu� la Sabidur�a Soberana lo ha designado as�? Es una disciplina superior para los siervos de Dios, como agentes de una buena causa, ya que pone su principio de obediencia bajo una prueba m�s clara e inequ�voca. Tiende a mantenerlos bajo una convicci�n directa y apremiante de que todo el poder es de Dios. Tambi�n tendr�n un sentido m�s fuerte del valor del bien que se logra con tanta dificultad y con tanta lentitud.

�Podemos exponer el error y la injusticia de esta disposici�n a despreciar los peque�os comienzos? Proviene de no aprehender debidamente el valor de lo que es bueno, ni siquiera en la porci�n m�s peque�a de �l. Cualquier bien esencial, en el sentido m�s elevado, es una cosa de valor inexpresable: especialmente en un mundo perverso, donde est� esparcido entre los elementos m�s bajos. Una vez m�s, en la indulgencia de esta disposici�n, se deja fuera de la vista cu�nto, en muchos casos, fue necesario hacer previamente, para dar existencia al peque�o comienzo: no comenz� a existir por s� mismo.

Aunque peque�o, puede haber sido el resultado de una gran combinaci�n. Otra cosa es que podemos poner un precio demasiado alto a nuestros propios esfuerzos y servicios. Lo suficientemente lejos de ser peque�os, en verdad, han sido nuestros trabajos, gastos, sacrificios, abnegaciones, inconvenientes, s�plicas, quiz�s oraciones. Nuestra importancia personal no puede soportar que gran parte de nuestro albedr�o, el nuestro, se consuma por un resultado tan peque�o.

Una d�cima parte de los dolores deber�an haber hecho tanto. No es un equivalente; y es una condena dif�cil trabajar en esos t�rminos. Una vez m�s, medimos en exceso nuestro breve lapso de existencia mortal. Queremos que todo lo que se hace para que el mundo se haga en nuestro tiempo. Queremos contraer el plan del Todopoderoso a nuestros propios l�mites de tiempo, y precipitar el movimiento, para que podamos ver claramente su final. En todo esto est� la impiedad de no reconocer debidamente la supremac�a de Dios.

Falta el gran esencial de la religi�n, la fe; fe en la sabidur�a infalible del esquema y determinaciones divinas: fe en la bondad de Dios. Con tanta fe miremos el �d�a de las peque�as cosas� y protestemos contra la tendencia a despreciarlo; ya sea en los hombres buenos, por la impaciencia y una engreimiento muy censurable; o en los hombres mundanos, de la irreligi�n. Mire el mundo natural, como si tuviera una analog�a emblem�tica de un orden superior de cosas.

En la naturaleza vemos muchos ejemplos de peque�ez actual que contienen un poderoso principio de agrandamiento: como la semilla de una planta, el germen de una flor, la bellota del roble. En el fuego hay un principio misterioso de tremendo poder. �El padre desprecia el d�a de las peque�as cosas en su beb�? Vu�lvase al reino de Dios en la tierra, cuya promoci�n es la causa de Dios. All�, las peque�as cosas deben estimarse de acuerdo con lo que se convertir�n.

Pero, �qu� cosas, hasta ahora comparativamente peque�as, se incluyen en esta descripci�n? Respondemos a todas las cosas, juiciosamente y de buena fe, intentamos promover la mejor causa, es decir, disminuir la espantosa suma de depravaci�n y miseria humanas. Esfuerzos para disminuir la ignorancia. El tema incluye el progreso del cristianismo genuino. Mirando al exterior, podemos pensar que es un �d�a de peque�as cosas� para el cristianismo.

Pero, �qu� es lo que, por esta raz�n, ser� despreciado? �Es el cristianismo mismo o es Dios quien lo envi�? Podemos estar seguros de que cuando Dios hace o provoca el comienzo de una buena obra, est� destinada al progreso y la expansi�n. Ahora para protestar y advertir contra el "desprecio". A un contemdor decididamente irreligioso, podr�amos decirle: �Cuidado con lo que haces; porque si la cosa es de Dios, lo est�s desafiando con tu desprecio.

Tambi�n hay una advertencia para aquellos que son demasiado propensos a caer en algo como lo que describe el texto, no por hostilidad a la religi�n y el mejoramiento general, sino por falta de fe, por indolencia, cobard�a o mero c�lculo mundano, - teniendo en cuenta las cosas sin contar con Dios. Subestimar es, en cierto sentido, "despreciar". �No habr� una advertencia para examinar si el orgullo, la pereza o la codicia no tienen algo que ver con esto? En algunos casos, proviene en parte de la causa menos censurable de una constituci�n mental sombr�a, aprensiva y desconsolada, - mirando hacia el lado oscuro, - consternada por las dificultades, - propensa a temer m�s y esperar menos, habitar en los fracasos recordados y registrados m�s que en los �xitos.

Pero puede haber la interferencia del orgullo. Un hombre tendr� tal noci�n de s� mismo y de una buena causa que considere impropio de su dignidad relacionarse o preocuparse por ella. No es de un orden, ni de un estado, reflejar ning�n honor en un hombre de sus altos sentimientos, h�bitos refinados o consideraci�n en la sociedad. Para algunos hombres un buen trabajo o dise�o es de �poca monta�, cuando no tiene la cualidad de despertar el temperamento perezoso, nada que excite la mirada y el asombro.

La codicia es uno de los "desprecios" pr�cticos m�s decididos. La verdad es que un hombre trata las cosas buenas como despreciablemente peque�as, cuando considera que no valen su dinero, es decir, dinero que podr�a pagar. Preferir�amos referirnos a aquellos que no eran positivamente enemigos, cuyo "desprecio", en un sentido mitigado de la palabra, era por poca fe, auto-moderaci�n, falsa prudencia, c�lculo mundano.

Han vivido para ver que la buena causa puede prescindir de ellos y que hay esp�ritus m�s generosos, liberales y magn�nimos en la comunidad. Pues bien, en todo caso, la buena causa de Dios, de Cristo, de la superaci�n humana, es cierta, est� destinada a avanzar y triunfar. Por fin puede verse que todo el curso del mundo, desde el principio hasta el final, fue "un d�a de peque�as cosas", en comparaci�n con la secuela, s�lo como una breve introducci�n a una inmensa e interminable econom�a. ( John Foster. )

Apreciaci�n cristiana de las peque�as cosas.

El Se�or le ense�� a Zorobabel a tener en la debida estima incluso el comienzo imperfecto ya hecho, y a considerar con cierto grado de seguridad y satisfacci�n los d�biles resultados que sus manos ya hab�an producido. Este es s�lo uno de los innumerables casos, tanto en las Escrituras como en la naturaleza, del afectuoso inter�s con el que Dios considera las "peque�as cosas". No es del todo f�cil y natural para nosotros pensar que Dios pone toda la habilidad de Su pensamiento y el inter�s de Su coraz�n en los peque�os asuntos de Su providencia y Su obra.

En todos nuestros intentos de figurarlo y localizarlo, recurrimos instant�nea y espont�neamente a palabras que representan inmensidad de altura, amplitud y recorrido. No es la gota, sino el oc�ano, no el guijarro, sino la monta�a que nos parece que huele a sugerencia divina y est� cargada de presencia divina. Esta tendencia nos impulsa a ver a Dios en el destello del rel�mpago y a escucharlo en el trueno, pero nos hace sordos a �l en el repiqueteo de la lluvia, el suspiro del viento y el gorri�n del gorri�n. .

Feliz el hombre y el profeta que tiene o�do para detectar la Divinidad que se aloja en las peque�as voces tranquilas de las obras y providencias de Dios. Es solo cuando pasamos al Nuevo Testamento que obtenemos las mejores garant�as de la consideraci�n distribuida de Dios y de Su inter�s y afecto detallados. La genialidad del Evangelio es tratar de convencer a los hombres de la preocupaci�n paternal de Dios por nosotros. Pero la preocupaci�n paterna siempre particulariza e individualiza: por eso en el Evangelio no hay mucho sobre el cielo, pero s� sobre el suelo: no sobre las masas de hombres, sino sobre los hombres individuales.

Dios alimenta al p�jaro, pinta el lirio, viste la hierba. "Hasta los cabellos de tu cabeza est�n todos contados". La historia de Cristo, desde el Bautismo hasta la Ascensi�n, se compone mayoritariamente de peque�as palabras, peque�as acciones, peque�as oraciones, peque�as simpat�as, que se suman en una sucesi�n incansable. Una de las razones por las que no tenemos m�s consuelo continuo y s�lido en nuestra vida cristiana es que buscamos y sentimos grandes alegr�as, y descuidamos y fracasamos en economizar la multitud de peque�as bendiciones que est�n a nuestro alcance y que, si se cultivan y cultivan , ir�a, en la mayor�a de los casos, a componer una vida sustancialmente placentera y s�lidamente c�moda.

No es bueno rezar por grandes alegr�as. Hay algo perturbador e inquietante en ellos. Es mucho mejor orar para que nuestro coraz�n pueda apreciar nuestras alegr�as cotidianas y apreciar la bondad de Dios en el sentido de que estas alegr�as cotidianas lleguen a una expresi�n muy tranquila pero muy firme. Queremos un genio cristiano para infundir sublimidad en las nimiedades. Alguien ha dicho: �Es mejor que la alegr�a se extienda durante todo el d�a, en forma de fuerza, que se concentre en �xtasis, llena de peligros y seguida de reacciones.

�Nuestras vidas ser�an m�s fruct�feras si permiti�ramos que nuestro coraz�n sintiera los excrementos incesantes de la misericordia celestial. El goteo constante de las peque�as bondades de Dios parece dise�ado, no tanto por ellos mismos, sino como el goteo constante de la lluvia, para que sean para nosotros una especie de fertilidad celestial, empapando los poros del alma y hundi�ndose. en torno a las ra�ces de nuestros prop�sitos cristianos varoniles, nutri�ndolos, absorbi�ndonos en ellos, y aviv�ndolos, edific�ndolos y llev�ndolos a fructificar.

�Qu� capacidad tiene incluso la vida m�s com�n para proporcionarnos disciplina! Un buen �ngel realmente se esconde en cada provocaci�n y peque�a exasperaci�n. Las peque�as pruebas que se le dan a nuestro temperamento, a nuestra fe, a nuestro afecto, a nuestra consagraci�n, son m�s eficaces que las mayores e imponentes. Nos toman cuando estamos desprevenidos. Hay algo en las grandes ocasiones que nos pone nerviosos a tener poderes de resistencia que no son propiamente los nuestros. Debemos mostrar un gran respeto por las peque�as oportunidades de servicio y la continuidad de la patente en las peque�as obras de bien. ( Charles H. Parkhurst, DD )

Deber en relaci�n con el peque�o

I. Rara vez es prudente despreciar "el d�a de las peque�as cosas". Esto se demuestra por la historia y la observaci�n. Mira la naturaleza. En la mano de un ni�o se puede poner una bellota que ser� la madre de muchos bosques. El Wye y el Severn se pueden girar donde se desee en su origen, y un ni�o puede pasar por encima de ellos. Al principio est�n en deuda con el menor riachuelo posible, e incluso con las l�grimas de los juncos.

Mira a los hombres. Rembrandt pint� en una herrer�a; Pascal traz� su Euclides con tiza; Wilkie hizo su primer boceto aproximado de los lamentos encalados de las habitaciones de su padre con un palo quemado; y fue con un palo quemado en la puerta del granero de su padre que uno de los predicadores m�s famosos de Gales aprendi� a escribir. �Lutero era hijo de un minero, Carey un zapatero y Morrison un �ltimo fabricante! Y qui�n puede ayudar a volver a la humilde compa��a del pescador galileo que luego puso al mundo patas arriba.

Sydney Smith se burl� de la Sociedad Misionera Bautista, porque la primera colecci�n en su nombre fue de solo � 13, 2s. 6d .; y para llegar a un reciente movimiento pol�tico de Lancashire, �qui�n puede olvidar el �d�a de las peque�as cosas� de la liga de la ley Anti-ma�z y el gran �xito subsiguiente?

II. Por lo general, est� mal despreciar "el d�a de las peque�as cosas".

1. Hay una crueldad en ello. Es durante �el d�a de las peque�as cosas� cuando los hombres necesitan simpat�a y ayuda. Johnson en la redacci�n de su diccionario, y muchos otros en todos los campos laborales. "Al que tiene, se le dar�". En un momento de la historia de un hombre, una palabra amable, una mirada compasiva y un apret�n cordial de la mano se sentir�n m�s �tiles que cualquier cantidad de dinero en una etapa posterior de su carrera.

2. Hay cobard�a en ello. La cobard�a de burlarse de los esfuerzos honestos y bien intencionados a peque�a escala.

3. Hay una injusticia en ello. La injusticia de negar el aliento y el elogio de los hombres que act�an de tal manera que merecen el �xito, lo tengan o no. Bienaventurado el hombre que todav�a cree que "la sabidur�a es mejor que la necedad, aunque no le traiga pan durante el reinado de los necios". Lo correcto: lo cristiano debe tener prioridad sobre todos los c�lculos en cuanto a la escala de operaciones. El derecho debe pesarse en sus propias balanzas, probado seg�n su propio est�ndar.

La extrema importancia de no "despreciar el d�a de las peque�as cosas" con respecto a:

1. La formaci�n de h�bitos malos e irreligiosos.

2. La formaci�n de h�bitos religiosos y el aprecio de impresiones y convicciones religiosas.

3. Los logros actuales y la estatura espiritual de los cristianos verdaderos y profesantes.

4. La prevalencia final del cristianismo en todo el mundo. ( Homilista. )

D�a de las peque�as cosas - Una charla con los ni�os

Todos nos inclinamos a subestimar la importancia de las peque�as cosas cada vez que las vemos. No debemos despreciarlos.

1. Porque las cosas peque�as son a menudo demasiado poderosas para ser despreciadas. Nuestros enemigos son microbios, no leones. Los descubrimientos de la ciencia apuntan principalmente a mostrar el terror a las peque�as cosas.

2. Por la extraordinaria belleza de las peque�as cosas. Ilustre con las revelaciones del microscopio. Su belleza nos ense�a que Dios se ha encargado de hacer, no solo las cosas grandes, sino hasta las cosas m�s peque�as, exquisitamente hermosas. Es un trabajador tan perfecto que no har�a nada imperfectamente. Y con nosotros, la atenci�n cuidadosa a las peque�as cosas ayudar� a formar un car�cter noble de por vida.

Si te vuelves negligente y descuidado en la escuela, poco a poco ser�s descuidado en la vida. No se sabe en qu� se pueden convertir las peque�as cosas a medida que pasa el tiempo. Hijitos, aprendan de Jesucristo y Su amor, y pueden convertirse en un gran reformador, o uno como Lutero, Knox, Wesley, Spurgeon o Florence Nightingale. Entonces nunca trate las peque�as oportunidades con indiferencia, pero considere que todo lo grande proviene de un peque�o comienzo y que una gran vida, por regla general, consiste en muchas peque�as cosas bien hechas. ( David Davies. )

Cosas peque�as

(a los ni�os): - Vosotros, hijos m�os, viv�s en el d�a de las peque�as cosas, el d�a de las peque�as tristezas y las peque�as alegr�as y los peque�os pecados y los peque�os pensamientos y las palabras, pero no desprecies el d�a de las peque�as cosas. Los mayores resultados, tanto del bien como del mal, provienen de peque�os comienzos. Hay una vieja f�bula de que los �rboles del bosque alguna vez se reunieron, para quejarse de las heridas que les hab�a hecho el hacha del le�ador.

Todos los �rboles decidieron que ninguno de ellos dar�a madera para hacer un mango para su enemigo, el hacha. El hacha recorr�a el bosque arriba y abajo, rogando al roble y al olmo, al cedro y al fresno, que le dieran le�a para un mango, pero todos se negaron. Por fin, el hacha suplic� que le diera poca madera, s�lo un poquito, para poder cortar las zarzas, que asfixiaban las ra�ces de los �rboles.

Bueno, ellos estuvieron de acuerdo con esto y le dieron un poco de le�a, pero apenas el hacha tuvo un mango, el cedro y el roble, el fresno y el olmo, y todos los �rboles fueron talados. Lo mismo ocurre con los pecados y los malos h�bitos. Comienzan con un comienzo muy peque�o; el tentador susurra: "�No es un peque�o?" y luego, si cedes a ellos, te talan y te destruyen. Recuerde que un solo gusano puede matar un �rbol entero.

Nunca pienses que el pecado es una nimiedad; puede parecerle peque�o, pero no por ello menos peligroso. Un escorpi�n es un reptil muy peque�o, pero puede picar hasta la muerte a un le�n. Hay muchos hombres y mujeres arruinados, que comenzaron de ni�os por estar demasiado ociosos para levantarse temprano por la ma�ana y hacer su trabajo. Si desea deshacerse de las malas hierbas de su jard�n, s�quelas cuando sean j�venes; no les d� tiempo para crecer fuertes y correr a la semilla.

Si quieres crecer para ser buenos hombres y mujeres, trata de superar los malos h�bitos mientras eres joven. Uno de los trabajos de H�rcules fue matar a la hidra, un monstruo horrible con cien cabezas. Tan r�pido como se cortaba una cabeza, dos m�s crec�an en su lugar, a menos que la herida se detuviera con fuego. Todos tenemos alg�n tipo de monstruo como la hidra con el que luchar. Quiz�s tu monstruo sea de mal genio, pereza o falsedad.

Debes luchar contra tu monstruo y cortarle la cabeza. Y debes hacer que la herida se queme con fuego, para que las cabezas no vuelvan a crecer. Quiero decir, que debes orar a Dios para que te ayude y para que env�e el fuego del Esp�ritu Santo en tu ayuda. Los peque�os pecados nos parecen nimiedades. Bueno, un grano de arena tambi�n parece una cosa muy peque�a, sin embargo, millones de granos de arena forman un desierto y entierran al viajero debajo de ellos.

Cuando hacemos algo malo por complacernos a nosotros mismos, pensamos que es un asunto menor y esperamos tener nuestro propio camino. Pero descubrimos con el tiempo que lo que obtenemos es nuestro pecado, finalmente nos aplasta. En los primeros d�as de Roma, el gobernador de la ciudadela, la parte m�s fuerte de la ciudad, ten�a una hija llamada Tarpeia. Cuando los sabinos, una tribu vecina, vinieron a atacar Roma, Tarpeia prometi� abrir las puertas a los enemigos de su pueblo.

Como recompensa pidi� lo que los sabinos llevaban en la mano izquierda, es decir, sus brazaletes de oro. Cuando la mujer traidora los dej� entrar, el rey de los sabinos no s�lo arroj� su brazalete sobre Tarpeia, sino tambi�n su pesado escudo, que llevaba en la mano izquierda. Sus seguidores hicieron lo mismo y Tarpeia qued� aplastada bajo los escudos y brazaletes. As� ocurre con el pecado. �La paga del pecado es muerte.

�De nuevo las palabras peque�as parecen trivialidades, pero son muy importantes. Palabras como "no lo har�", "no lo har�", "no me importa", han entristecido el coraz�n de muchos padres y han arruinado muchas vidas prometedoras. ( H. Wilmot Buxton, MA )

Peque�o, pero suficiente

En el relato de Sir Henry M. Stanley sobre sus experiencias africanas, relata su primer encuentro con una tribu de pigmeos que usaba flechas envenenadas. Con sonrisas despectivas, los j�venes sacaron los dardos min�sculos, los arrojaron lejos y continuaron respondiendo a los salvajes con disparos de rifle. Cuando el d�a de una pelea termin�, las heridas, que eran meros pinchazos, fueron jeringas con agua tibia y vendadas, pero pronto el veneno comenz� a sentirse, y todos los heridos murieron despu�s de un terrible sufrimiento, o sus constituciones se arruinaron o fueron incapacitado durante mucho tiempo.

Entonces, el pecado m�s peque�o hace su trabajo en el coraz�n y en la vida, tarde o temprano. Peque�o, pero en crecimiento: - Cuando el padre de Guillermo el Conquistador part�a hacia Tierra Santa, convoc� a los pares de Normand�a y les pidi� que juraran lealtad a su hijo peque�o, que era un ni�o peque�o. Cuando los barones le sonrieron al ni�o d�bil, el rey respondi� r�pidamente a su sonrisa: �Puede que ahora sea peque�o, pero crecer�.

Y s� creci�. Esa misma mano de beb� antes de mucho tiempo gobern� la naci�n con vara de hierro. Lo mismo puede decirse del mal en su forma m�s diminuta: "Es peque�o, pero crecer�". Una vez que el pecado m�s peque�o tome la delantera, destruir� toda la vida.

Ninguna influencia es peque�a

La gran tendencia de muchos cristianos de vidas circunscritas es creer que su influencia es peque�a. D�gales que tienen una gran influencia sobre las personas entre las que viven, y de inmediato lo disputar�n y tal vez se sonrojar�n ante la idea de que tengan alg�n grado perceptible de influencia. Y esto es cierto para muchos cristianos de piedad reconocida, habilidad y registros limpios. Y es debido a este sentimiento que no pocas de estas buenas personas no hacen ese esfuerzo para alcanzar y ayudar a otros que f�cilmente podr�an hacerlo.

Est�n afligidos por una modestia que subestima la medida real de su poder y posible ministerio. Es mejor darse cuenta, hermano cristiano, de que, por d�bil y limitada que pueda parecerle su capacidad, su influencia nunca es peque�a, sino siempre grande. No puedes hacerlo de otra manera si quisieras. Un predicador eminente dice: �No temas que tu influencia sea peque�a; ninguna influencia es peque�a: pero incluso si lo fuera, el conjunto de peque�as influencias es mucho m�s irresistible que el m�s vigoroso y heroico de los esfuerzos aislados.

�Pensaste alguna vez en la influencia que tiene el olor de un macizo de flores? Todo alrededor de esa cama est� influenciado por ella; todos los que se acercan a �l se ven afectados conscientemente por �l. No se disculpe de ning�n tipo de deber con el pretexto de no tener ninguna influencia. ( GH Wetherbe. )

Una mujercita y una gran guerra

Cuando la Sra. Stowe, que escribi� "La caba�a del t�o Tom", visit� la Casa Blanca, el presidente Lincoln se inclin� sobre ella y le dijo: "�Y esta es la mujercita que hizo esta gran guerra?" La liberaci�n de los siervos en Rusia fue el resultado de pensamientos despertados por la lectura de la historia del novelista, seg�n le dijo el zar a Turgenef.

La resoluci�n de un momento

En Toulon, Napole�n, mirando por las bater�as, dio un paso atr�s para dejar que alguien ocupara su lugar. Al momento siguiente, el reci�n llegado fue asesinado. Ese paso trajo el Imperio franc�s, e hizo posible el papel sangriento de sus victorias y derrotas. La derrota en Waterloo se convirti� en una lluvia que impidi� el avance de Grouchy. La resoluci�n de un momento con algunos hombres ha sido el punto de inflexi�n de infinitos problemas para un mundo. ( JC Geikie. )

Grandes resultados desde peque�os comienzos

Un beb� nace en la casa de un minero pobre en Eiselben, Sajonia, en noviembre de 1483. Pocos notan su nacimiento, pero en 1519 Mart�n Lutero sacude los cimientos del trono papal y salva a Europa de la ignorancia y la superstici�n. El 25 de agosto de 1759, William Wilberforce naci� en Hull, quien imagin� que este peque�o beb� alg�n d�a se convertir�a en el salvador de los esclavos, y que el 15 de agosto de 1838, 800.000 esclavos africanos rasgar�an el aire con gritos de ��Libertad ha llegado�?

Nada debe ser despreciado

All�, en Greenock, en la placa de un trabajador corriente, hay una tetera hirviendo. Las teteras han hervido en Escocia millones de veces antes. Escuche la tapa. "�Rat-a-tat!" �Escucha! �No lo juzgues! Los o�dos de un genio se fijan de repente en el sonido de la tapa que se levanta con el burbujeo del agua hirviendo. �Qu� tienes ah�? Tienes el nacimiento de las fuerzas de vapor gigantes que est�n en el exterior del mundo de hoy.

No se apresure ni con los hombres ni con el m�todo, ni con los trabajadores ni con el trabajo; nunca se sabe lo que es crecer, si Dios est� en ello. En un estado estadounidense hay una cometa volando mientras la nube de tormenta cruza el cielo, y hay un hombre sosteniendo la cuerda como un colegial tonto. �Oh, qu� cosa m�s indigna�, dices. Y tiene una llave en la mano. Est� haciendo tapping en la parte inferior, cuando de repente se ve una chispa.

�Qu� vas a decir al respecto? Algo peque�o, pero quiz�s uno de los eventos m�s poderosos que jam�s haya tenido lugar en este mundo. Es el nacimiento de la electricidad, el nacimiento de las fuerzas el�ctricas que unen las Ant�podas a nuestras costas. �Ah, ten cuidado! Cuando Dios est� en �l, no sabes qu� va a salir de �l. Pero estos hombres, aunque elegidos por Dios, no tienen intelecto adicional. No tienen conocimientos adicionales, y se les habr�a pasado por alto incluso por una propaganda socialista.

No era probable que estos hombres llevaran el estandarte de la Cruz como lo hicieron. "S�lo un peque�o muchacho", dijo el mayor en una comuni�n escocesa; �S�lo un muchacho se uni� a esta comuni�n�; y pens� que el ministro estaba perdiendo el tiempo, noche tras noche, con ese peque�o muchacho. Pero en esa parroquia escocesa nunca hubo tal comuni�n, nunca tal uni�n de la Iglesia; porque ese ni�o era Robert Moffat, el misionero de �frica. Nunca desprecies nada, porque nunca sabes cu�nto crecer�. ( John Robertson. )

El d�a de las peque�as cosas

Este profeta menor muy dulce y evang�lico llev� su carga de profec�a despu�s del regreso del cautiverio babil�nico. El segundo templo, erigido en su tiempo, no era de ninguna estima a la vista de la gente, que era escasa y pobre, cuyos padres se hab�an jactado de la gloria del primer templo. Pero el profeta los anima como lo hizo su compa�ero profeta Hageo, quien dijo: "�La gloria de esta �ltima casa ser� mayor que la de la primera!" En este templo despreciado, la gente sabr�a que el Se�or de los ej�rcitos les hab�a enviado a su siervo. El hombre nunca es tan propenso a equivocarse como al llegar a una conclusi�n apresurada con respecto al trato de Dios con �l.

I. El nuestro es un d�a de peque�as cosas.

1. Vivimos en un mundo peque�o. Muchos mundos que nos rodean en el espacio superan con creces al nuestro en tama�o. Estamos, por as� decirlo, sobre un �tomo de la creaci�n material de Dios.

2. Nuestros cuerpos son peque�as porciones de este mundo. Solo sobre estos tenemos control inmediato, y eso en un grado muy parcial.

3. Nuestras facultades son pocas. Tenemos cinco sentidos del cuerpo y cinco de la mente. Estos est�n a nuestro alcance de manera limitada e imperfecta.

4. Nuestro conocimiento de la materia es peque�o. La naturaleza es siempre parca en sus revelaciones.

5. Nuestro conocimiento de la Mente Divina es peque�o.

II. Este d�a no debe ser despreciado. �Por qu� deber�a hacerlo? Es nuestro. Nadie desprecia a los suyos. Despreciar&mdash

1. No es poca la oportunidad de obtener conocimientos religiosos. Este es el conocimiento principal. Sus bocados m�s peque�os son m�s preciosos que el polvo de perlas. El conocimiento religioso es �til para dos vidas: una gu�a para ambos mundos.

2. No peque�as oportunidades de hacer el bien por Cristo. No tenemos abundancia de riquezas para enriquecer el santuario de Dios. Pocos tienen diez talentos que ocupar hasta que �l venga.

3. No peque�os pecados en su etapa m�s temprana. Por peque�as que sean, son desviaciones del camino correcto; las l�neas que contienen un �ngulo peque�o, si se producen lejos, se separan mucho. As� como los grandes r�os brotan de peque�as fuentes, los peque�os pecados pronto se vuelven grandes. El pecado se fortalece con el h�bito y aumenta a medida que avanza.

4. No peque�os castigos por el pecado.

5. No peque�as impresiones religiosas. Para empezar, es posible que nunca consigas unos m�s fuertes. Al ser apreciados oportunamente, crecer�n en fuerza. Por qu� no deber�amos. Porque nuestro presente no es m�s que la infancia de nuestro ser. Nuestro breve tiempo dar� a luz una eternidad; un enano ser� el padre de un gigante. Tendremos que dar cuenta de c�mo lo gastamos. �Por qu� debemos diferenciarnos de los dem�s con respecto al d�a de las peque�as cosas? Dios no desprecia las cosas peque�as; si lo hiciera, no habr�a creado tantos de ellos. Tampoco la Iglesia; recibe a los m�s d�biles en la fe y realiza los deberes m�s peque�os. Tampoco el Maligno, con su maliciosa astucia. ( J. Bowen Jones, BA )

Versículos 11-14

�Qu� son estos dos olivos?

El candelero y los olivos

En la par�bola de Zacar�as tenemos la imagen de una l�mpara suministrada no por una cantidad limitada de aceite contenida en vasijas de metal o de barro, sino por una cantidad ilimitada e infalible de una fuente viva.

No formaba parte del producto de una cosecha de aceitunas lo que manten�a el candelero ardiendo brillantemente; porque ese suministro se habr�a agotado con el tiempo: incluso toda la cosecha de aceitunas de un a�o habr�a fallado con el tiempo. �Y qu� hermoso s�mbolo de la abundancia y la perdurabilidad de la gracia es este! No obtenemos de Cristo un suministro limitado y cuidadosamente medido, sino una plenitud ilimitada y siempre fluida.

�l suplir� todas nuestras necesidades; no seg�n nuestro propio sentido de necesidad, sino seg�n sus riquezas en gloria. Cristo no vino para que tuvi�ramos una vida desnuda, arrebatada de la condenaci�n de la ley, sino para que tuvi�ramos una vida m�s abundante de la que el hombre pose�a originalmente en su estado no ca�do. No es solo perd�n y absoluci�n lo que �l nos da, sino justicia, paz y gozo en el Esp�ritu Santo.

Donde abunda nuestro pecado, abunda mucho m�s Su gracia. Dios mide cuidadosamente Sus dispensaciones aflictivas y env�a pruebas y dolores en peque�as dosis, por as� decirlo; as� como el boticario mide en un vaso de medicina cuidadosamente graduado las medicinas amargas o venenosas que son necesarias para curar nuestras enfermedades. Pero Dios derrama sus alegr�as y bendiciones en nuestras almas con tal generosidad que no hay lugar en ellas para contenerlas.

�l desea no solo que Su gozo est� en nosotros, sino que nuestro gozo sea pleno. Se puede decir que los dos olivos que alimentan el candelero visionario, uno a cada lado, representan el car�cter doble de la personalidad de Cristo: Su naturaleza divina y humana. Otra idea impl�cita en el s�mbolo del texto adem�s de esta de abundancia inagotable es la espontaneidad, la libertad. Los olivos vierten su aceite en las l�mparas tanto libre como completamente.

El aceite que alimenta el candelero no tiene que ser recogido primero en las bayas, extra�do en la prensa de aceite, fabricado por el arte del hombre, vendido por el comerciante, comprado y ganado con el sudor de la cara. No de esta manera indirecta, laboriosa, artificial, sino directamente, por un proceso natural y espont�neo, contribuyen los olivos en su plenitud al suministro de las l�mparas; y as� es como se nos da gratuitamente la gracia de Dios.

No por laboriosas artes y esfuerzos mec�nicos, sino por una fe viva, una simple confianza, obtenemos de Cristo las provisiones para nuestra necesidad espiritual. No tenemos que trabajar para ellos, sino solo recibirlos gratuitamente tal como se nos ofrecen gratuitamente. �Cu�n sorprendente es el contraste entre la forma en que obtenemos los frutos del pecado y el �rbol de la vida! Extendemos la mano para coger el fruto prohibido. Lo tomamos nosotros mismos, desafiando el mandato de Dios: por la fuerza, por enga�o, por problemas, por m�todos que nos cuestan trabajo y dolor.

Pero Dios nos da de comer del �rbol de la vida. No tenemos que extender la mano para arrancarlo; es entregado en nuestra mano, en nuestra boca. El don inefable de Dios se otorga gratuitamente. Los olivos que alimentan la l�mpara de su fe y amor no se plantan en suelo terrenal y no dependen de ning�n medio de cultivo terrenal. Crecen sin su esfuerzo o cuidado en la luz y el aire celestiales. Sus cosechas est�n reguladas por las leyes inmutables del pacto de gracia de Dios.

Tu padre es el labrador. Tu Salvador ha terminado toda la obra de gracia y no necesitas agregar nada m�s. Cuanto menos interfieras con su funcionamiento, mejor. El Reino de los Cielos es en verdad como si un hombre arrojara semilla en la tierra, y duerma y se levante de noche y de d�a, y la semilla brote y crezca sin que �l sepa c�mo. Porque la tierra da fruto por s� misma: primero hierba, luego espiga, y despu�s grano lleno en la espiga.

El que es el autor de vuestra fe, ser� el consumador de ella; y habiendo comenzado en vosotros la buena obra de la gracia, la llevar� a cabo y la completar�; y, por tanto, cuanto m�s pobre de esp�ritu seas, m�s vac�o y desamparado, m�s tuyo ser� el Reino de los Cielos, m�s espacio y libertad tendr� para obrar en ti el benepl�cito de la bondad de Dios como obra de fe. . ( Hugh Macmillan, DD, LL. D. )

La consagraci�n del pueblo

La imagen que vio el profeta se presenta ante nosotros con claridad, y el significado del s�mbolo no es oscuro. El significado de la figura central - el candelabro o candelabro, todo de oro - el profeta lo sabe perfectamente. En cuanto a que no hace preguntas. �El significado es igualmente claro para todos nosotros? El candelabro de oro siempre simboliza la Iglesia. La Iglesia est� representada, no como la luz del mundo, sino como el recept�culo o soporte de la luz.

La luz es divina. El candelabro todo de oro era para el profeta el s�mbolo de la Iglesia de Dios en su gloria de los �ltimos d�as. Para �l, la Iglesia jud�a y la naci�n jud�a no eran dos, sino uno. Esa aguda discriminaci�n que hacemos entre lo sagrado y lo secular, el jud�o devoto no la hizo en absoluto. Entre pol�tica y religi�n no traz� una l�nea divisoria. Debe admitirse que esta antigua concepci�n hebrea es un poco m�s noble y fina que la teor�a de la vida que generalmente prevalece entre nosotros.

Hemos llegado a hacer una amplia distinci�n entre la parte de la vida que es sagrada y la parte secular. El divorcio total entre la Iglesia y el Estado que existe entre nosotros es el resultado de divisiones sectarias. No tengo ninguna duda de que alg�n d�a se realizar� una unidad pr�ctica. Nunca podr� realizarse hasta que las diferentes sectas aprendan a exaltar lo esencial por encima de lo secundario.

Las cosas que son esenciales son los valores de car�cter, rectitud, pureza y amor; las cosas secundarias son los ritos, las formas y los dogmas. Cuando la Iglesia de Dios sea una, ser� posible acercarla a las relaciones m�s estrechas con el Estado. El profeta necesitaba preguntar acerca de los dos olivos que crec�an a ambos lados del candelabro, conectados con �l por tubos de oro y vertiendo un suministro perenne de aceite dorado, puro y precioso, en el cuenco dorado: �qu� simbolizaban? El aceite as� proporcionado debe tomarse para representar la inspiraci�n divina, que es el poder que mueve y la vida que energiza el Reino de Dios en el mundo.

Es la gracia inmanente y perenne de "Aquel cuya luz es la verdad, cuyo calor es el amor". Los dos olivos son los �dos ungidos�, Zorobabel y Josu�, los dos hombres en quienes moraba el Esp�ritu del Se�or; los hombres que estaban trabajando juntos para reconstruir el templo y restaurar completamente la adoraci�n. Fueron las fuentes vivas de inspiraci�n y ayuda para el reino restaurado y glorificado.

No tenemos reyes ni sacerdotes. Todos los que creen, dice Pedro, son un sacerdocio real. La gracia que se especializ� en el tiempo antiguo se generaliza en el nuevo. El derecho de estar ante el Se�or, recibir Sus mensajes y transmitir Su verdad, amor y poder, no se limita a unos pocos; pertenece a todas las almas fieles y leales. ( W. Gladden. )

Maestros religiosos modelo

Esta no es otra visi�n, sino una explicaci�n de la registrada en los vers�culos anteriores. Tomemos a los "dos ungidos" como tipos de maestros religiosos modelo.

I. Tienen un alto nivel de vida en ellos. Est�n representados por las ramas de olivo. Pocas producciones del reino vegetal son de tan alto nivel como las de la aceituna. Su gordura era proverbial ( Jueces 7:9 ); es un �rbol de hoja perenne y muy duradero. En resumen, est� marcado por una gran belleza, una frescura perpetua y una utilidad inmensa.

Fue una de las fuentes de riqueza en Judea, y su fracaso fue la causa del hambre. Los emblemas de un verdadero maestro no son madera muerta o alguna vida vegetal fr�gil, sino un olivo. Los maestros religiosos no solo deben tener vida, sino una vida del m�s alto nivel. Deben estar llenos de esp�ritus animales, llenos de genio creativo, llenos de pensamiento f�rtil, llenos de inspiraci�n Divina.

II. Comunican los elementos m�s valiosos del conocimiento. Ellos "vac�an el aceite dorado de s� mismos". Los viajeros modernos han observado que los nativos de los pa�ses olivareros manifiestan m�s apego al aceite de oliva que a cualquier otro art�culo alimenticio, y no encuentran nada adecuado para suplir su lugar. Los maestros religiosos genuinos alimentan la l�mpara del conocimiento universal con los elementos m�s dorados de la verdad.

No solo dan la verdadera teor�a de la moral y el culto, sino tambi�n la verdadera teor�a de la restauraci�n moral. �Qu� est�n haciendo los verdaderos maestros religiosos genuinos? Est�n vertiendo en las l�mparas del conocimiento del mundo los elementos m�s selectos de la verdad.

III. Viven cerca del Dios de toda la verdad. �Entonces dijo: Estos son los dos ungidos que est�n junto al Se�or de toda la tierra�. Ellos permanecen"; una posici�n de dignidad, "estar de pie", una posici�n de espera - esperando recibir instrucciones infalibles, listo para ejecutar los mandatos Divinos. Todos los verdaderos maestros religiosos viven conscientemente cerca de Dios. ( Homilista. )

Los dos olivos

Considerar&mdash

1. Que por los dos olivos no est� claro entender solo las gracias de Dios derramadas sobre Su Iglesia. De hecho, eso est� representado por el aceite en Escrituras como Salmo 45:7 . Aqu� la resoluci�n se refiere a los �rboles que suministraron el aceite. Tampoco debemos entenderlos todav�a como una fuente de generosidad en Dios; porque no se puede dar ninguna raz�n por la cual eso deba compararse con dos �rboles, y se diga que �est� de pie delante del Se�or.

�Pero por ellos debemos entender a Cristo ungido en Su oficio sacerdotal (que incluye Su prof�tico) y real, quien fue el principal en esta obra, y en el suministro de todos los instrumentos; quien provee a Su Iglesia, y sirve a Su Padre en la obra de redenci�n, y es cuidado por �l.

2.Que el �ngel, respondiendo a las dos preguntas del profeta en una, nos lleva a comprender la una por las otras hasta donde sea necesario; y, por lo tanto, podemos concebir que o el de las ramas no se toca como innecesario, o se�alar solo las formas adecuadas de comunicarse �l mismo a la capacidad de Su pueblo, ya que las tuber�as no pueden recibir el aceite de todo el �rbol de una vez, o que las ramas s�lo ahora proveen, import� el hecho de que Cristo se comunicara en una peque�a medida en esta obra t�pica de construir el templo con respecto a lo que ten�a y deb�a comunicar en la edificaci�n de Su Iglesia bajo el Evangelio; o si lo extendemos m�s, puede incluir a Josu� y Zorobabel, un sacerdote ungido, el otro un sucesor de sus reyes ungidos, quienes, sin embargo, como instrumentos en la obra, se parec�an a las l�mparas encendidas, obteniendo muebles del cuenco, sin embargo, con respecto a su oficio entre esa gente, y su influencia sobre todos los instrumentos de construcci�n del templo, eran tipos de Cristo, y por lo tanto podr�an estar representados por dos peque�as ramas, que se asemejan a �l, el gran olivo. . .. "de pie ante el Dios de la tierra", como un instrumento para mantener la vida en la Iglesia cuando todo el poder ser� opuesto a ella. (George Hutcheson. )

Los dos ungidos

�Quienes son estos? Se refieren a alg�n canal permanente de bendici�n de Dios, y se alude nuevamente en Apocalipsis 11:3 , en t�rminos que no pueden confundirse. Sin entrar en detalle en las razones de esta opini�n, simplemente afirmamos que se refieren a una dualidad de manifestaci�n misericordiosa de Dios, correspondiente a una dualidad de necesidad en la naturaleza del hombre.

Hay dos grandes males que vencer, la culpa y la contaminaci�n, y exigen dos fuentes permanentes de bendici�n, una para eliminar la culpa mediante la expiaci�n y la otra para eliminar el poder del pecado al otorgar un poder superior de santidad. Estas dos fuentes se materializan en dos formas oficiales, las �nicas dos que estaban conectadas con la teocracia como elementos permanentes, las �rdenes sacerdotal y regia.Esta dualidad marc� todas las manifestaciones de Dios, pues descansaba en una profunda necesidad de la naturaleza humana, y luego se encarn� en las personas de Josu� y Zorobabel.

Entonces, dado que eran tan esenciales para la teocracia, la gente no ten�a por qu� suponer que Dios permitir�a que perecieran, sino que continuar�a existiendo hasta que viniera �l, que era un sacerdote seg�n el orden de Melquisedec. Aprender&mdash

1. Que la Iglesia es la misma en ambas dispensaciones, porque las promesas que se le hicieron entonces solo se est�n cumpliendo ahora, mostrando que entonces y ahora ella era la misma Iglesia. El candelabro es el mismo, aunque los tubos pueden cambiarse; y la Iglesia es la misma, aunque sus canales oficiales est�n totalmente alterados.

2. Dios ha proporcionado una fuente inagotable de fortaleza para su pueblo. Su suministro no proviene de un dep�sito de aceite muerto, sino de un olivo vivo, que siempre extrae de la rica tierra sus generosos muebles y luego los destila con siete tubos, un n�mero perfecto, para aquellos que deben arder y brillar. luces.

3. Toda la obra de la religi�n en el coraz�n del individuo y en todo el mundo es por gracia. Cristo es a la vez piedra angular y piedra angular de la Iglesia; y como fue recibido con �gritos de gracia� cuando vino por primera vez, mucho m�s lo har� cuando venga por segunda vez, sin pecado para salvaci�n.

4. Somos propensos a juzgar la obra de Dios seg�n las normas del hombre; y porque vemos un arroyo angosto de la fuente, dudamos o negamos el r�o.

5. No s�lo es imprudente, es perverso, desanimarse por la debilidad externa de la Iglesia, en comparaci�n con la obra que tiene que hacer y los enemigos que tiene que encontrar. Dios es su fuerza, su gloria y su esperanza, y desesperar de ella es negar a Dios.

6. La doctrina y la disciplina de la Iglesia, la verdad y el poder que Dios ha depositado en su organizaci�n y en sus ordenanzas, siguen siendo los canales permanentes a trav�s de los cuales el Esp�ritu derrama el aceite de la gracia y la fuerza, y por lo tanto, ambos deben mantenerse puros. y destapado. ( TV Moore, DD )

No detengas la afluencia de influencias espirituales

Cu�dense tambi�n de que nada ahogue los tubos de oro de la obediencia a Su realeza, y conf�en en Su sacerdocio; de lo contrario, se detendr� la entrada del aceite dorado. Es posible que pronto se detengan por negligencia, falta de atenci�n o desuso. ( FB Meyer, BA )

Dos olivos

El profeta manifiesta una gran preocupaci�n por comprender qu� se entiende por estos dos olivos.

I. El dominio universal del Se�or Jesucristo. "El Se�or de toda la tierra". No debe entenderse en abstracto, sino en sentido relativo. El Se�or Jes�s es el postrer Ad�n, y vino y adquiri� dominio universal en nombre de Su pueblo. Obtuvo el dominio universal prevaleciendo con Dios. Esto lo hizo con su vida obediente. Cualquiera que sea la perfecci�n, ya sea de amor, santidad, sabidur�a o integridad, que puedas nombrar, el Salvador las posey� todas.

Y "el Se�or se complace por amor de su justicia". Esta justicia, esta vida obediente del Se�or Jes�s, ha prevalecido con la ley de Dios, ha prevalecido con la justicia. Este es un paso hacia el dominio universal del Salvador, la aprobaci�n sin excepci�n de Dios de Su justicia, el inter�s profundo y eterno de Dios en Su justicia. Cuando el Salvador vino a morir, �hubo en toda la Iglesia universal un pecado que �l no venci�? �Hubo una demanda de justicia que no cumpli�? Vea algunos de los s�ntomas de este dominio mientras el Salvador estaba en el mundo.

Expuls� a los demonios, hay poder sobre el infierno. �Necesito recordarte el pecado? �l perdon� a uno ya otro. Luego las enfermedades, �qu� enfermedad fue demasiado dura para �l? Luego el mar, - �l camina sobre �l. Cualquier dominio que �l posea, te lo dar� a ti.

II. Los representantes de las Iglesias del Antiguo y Nuevo Testamento. Los dos ungidos. En el libro de Apocalipsis se llama a los "dos testigos". Estos representan la Iglesia del Antiguo Testamento y la Iglesia del Nuevo Testamento. En este pasaje, entonces, se le da el dominio completo de Cristo; el r�o del Evangelio; las Iglesias del Antiguo y del Nuevo Testamento dulcemente unidas en el mismo tema; una nota clara de la �poca en que estas maravillas se realizar�an de manera mediadora; y la fidelidad de las Iglesias del Antiguo y Nuevo Testamento. ( James Wells ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Zechariah 4". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/zechariah-4.html. 1905-1909. Nueva York.