Bible Commentaries
Zacarías 6

El Ilustrador BíblicoEl Ilustrador Bíblico

Versículos 1-8

He aqu� que salieron cuatro carros de entre dos montes

Los cuatro carros

El significado general de esta visi�n es muy claro.

Los enemigos de la Iglesia ser�n castigados, es el lema del cuadro y el significado de la visi�n. La aplicaci�n inmediata de la verdad fue a las circunstancias existentes de la Iglesia jud�a, pero contiene una proposici�n general o ley del procedimiento Divino que ahora est� en cumplimiento, y as� continuar� hasta la restituci�n de todas las cosas de las que han hablado los santos profetas. desde que el mundo empez�.

Siguiendo la visi�n anterior, que denunci� la ira sobre los jud�os, declara que despu�s de que los jud�os hayan sido castigados, Dios destruir� a sus enemigos, que tambi�n ser�n los enemigos de la Iglesia. Ahora bien, como el castigo amenazado de los jud�os a�n no se ha completado, este castigo que iba a seguir a esa finalizaci�n tambi�n est� incompleto, y el cumplimiento principal a�n est� por venir. Por lo tanto, tenemos en esta visi�n un ejemplo de lo que se ha llamado el cumplimiento continuo de la profec�a.

Esto ocurre cuando la profec�a no es tanto una simple predicci�n de hechos, como el anuncio de un gran principio del procedimiento Divino, con el disfraz de hechos existentes y bien conocidos, pero igualmente aplicable a otros hechos a lo largo de la historia de El trato de Dios con el hombre. As�, la declaraci�n m�s abstracta y formulada de la esencia de esta visi�n es que los enemigos de la Iglesia ser�n castigados.

Su aplicaci�n inmediata fue a Babilonia y Egipto, los representantes existentes de la antigua enemistad de la simiente de la serpiente, pero esta aplicaci�n es, por supuesto, �nica, que no excluye los ejemplos futuros de este principio del gobierno divino que pueden y deben surgir. . Esto es completamente diferente del antiguo doble sentido de profec�a, y es un canon de interpretaci�n m�s obvio y razonable.

Qu� impactante el cumplimiento de esta amenaza, cuando recordamos las circunstancias en las que se hizo. �Podr�an los altivos nobles de Babilonia, en la hermosura de su magnificencia y el orgullo de su poder, haber escuchado la amenaza de este oscuro jud�o, en medio de las ruinas de Jerusal�n, con qu� burla y desprecio habr�an tratado la amenaza? El anatema que se pronunci� tan d�bilmente contra la ciudad m�s poderosa y rica del mundo, a los ojos de los sentidos, parec�a el desvar�o de la locura.

Sin embargo, ese d�bil susurro fue la voz de Jehov�, y los elementos de la ruina en su lugar m�s remoto y al acecho escucharon la llamada y comenzaron a salir. Lenta y silenciosamente se acercaron a esta terrible obra, y sin embargo segura y sin resistencia, hasta que la gloria de estos altos palacios se oscureci� y la magnificencia de estos jardines y templos qued� cubierta, y ahora los vientos silban a trav�s de los juncos del �ufrates. , donde Babilonia se sent� en su orgullo; y la soledad, la desolaci�n y la muerte est�n estacionadas all�, los testigos centinelas de la verdad de que Su palabra no vuelve a �l vac�a, que Su Esp�ritu est� aquietado en la tierra del norte. Lo mismo ocurre con Egipto y m�s tarde con Grecia y Roma. As� ser� con la Europa culpable e imp�a. Aprender&mdash

1. Que la historia del mundo est� toda ordenada y dirigida en referencia a los destinos de la Iglesia, y las agencias que controlan esa historia salen del asiento del gran templo de la Iglesia, el invisible.

2. Dios tiene en funcionamiento todas las especies de agentes, humanos y ang�licos, animados e inanimados, necesarios para el cumplimiento de Sus prop�sitos, y los enviar� en el momento apropiado. Los cambios pol�ticos y las revoluciones son solo el movimiento de la sombra en la placa del dial terrenal que marca los movimientos m�s poderosos que avanzan en los cielos. ( TV Moore, D D. )

La supremac�a de dios

Toda la visi�n fue dise�ada para ense�ar una gran lecci�n general: la lecci�n de la supremac�a universal y la superintendencia del "Dios de Israel" sobre todos los agentes de la naturaleza, y todos los movimientos variables de progreso o retroceso, de prosperidad y adversidad. de paz y guerra, entre las naciones; y para ense�arlo con una aplicaci�n especial a ellos mismos, como Su pueblo escogido, ya los pa�ses vecinos o m�s distantes por los cuales su condici�n ha sido, o podr�a verse afectada en el futuro, ben�fica o perjudicialmente.

Les ped�a que depositaran su confianza en la sabidur�a, el poder y el amor de su propio Jehov�, el gobernador entre las naciones; en una palabra, "tener fe en Dios". Aprendamos la lecci�n. En medio de todas las convulsiones y revoluciones que est�n agitando a Europa, no solo reconozcamos, sino que regocij�monos en la supremac�a de los infinitamente sabios, buenos y poderosos. Todos "los vientos" son Suyos. �l �los sostiene en su pu�o.

�El c�firo y el hurac�n son sus agentes similares. Todas las influencias, en cada departamento de la creaci�n, y en los corazones, voluntades, palabras y acciones de hombres de todo linaje, lengua, pueblo y naci�n, est�n bajo Su control absoluto. �Nadie puede detener su mano, ni decirle: �Qu� haces? Confiemos en �l, admit�moslo, oremos a �l, despreciando, en nombre de nuestro pa�s y de nuestro mundo culpable, la ira merecida, e implorando, especialmente, que todos los eventos resulten en gloria a Su nombre. ( Ralph Wardlaw, DD )

El gobierno de Dios del mundo

Esta es la �ltima de la serie de visiones, que ascienden en total a siete, durante esa noche. Esta no es m�s f�cil de interpretar que las anteriores. Los objetos que ahora fueron revelados a la visi�n del profeta son varios y extra�os.

(1) Ve cuatro carros. No dice si eran carros de guerra que llevaban al guerrero a la batalla o a casa en se�al de triunfo, o si eran carros utilizados para transportes p�blicos o privados.

(2) Vio estos cuatro carros que part�an de dos monta�as. Estos no eran montes de tierra o piedra, sino montes de bronce; las monta�as, por lo tanto, tienen una solidez y una fuerza peculiares.

(3) Vio estos carros tirados por caballos de diferentes colores. Tomo la visi�n para ilustrar el gobierno de Dios en el mundo e ilustra cuatro hechos relacionados con ese gobierno.

I. Variedad. Esto se sugiere por el color de los corceles que se apoyan en los carros de Sus planes. Los �caballos rojos�, emblema de la guerra y el derramamiento de sangre. El "negro", emblema de la calamidad, la angustia y el duelo. El blanco, emblema de alegr�a y prosperidad. El "grisled" y "bay", o p�o, una mezcla de acontecimientos, prosperidad y adversidad, amistad y duelo, tristeza y alegr�a, etc.

�No ha caracterizado esta variedad la providencia que est� sobre el hombre desde el principio hasta esta hora? No solo se ve en cada p�gina de la historia de las naciones, las iglesias y las familias, sino tambi�n en la historia de los individuos. La experiencia de cada hombre es m�s cambiante que el clima. Hay una alternancia constante: el rojo, el negro, el blanco, la mezcla. Estos cambios son �tiles

1. Rompen la monoton�a de la vida. Tienden a mantener alerta el coraz�n de la humanidad. Hay pocas oportunidades para un sue�o moral.

2. Crean el deseo de un estado de certeza. Impulsan la b�squeda de una "ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios". Este no es nuestro descanso.

II. Inmutabilidad. Estos carros se mueven entre dos "monta�as de bronce". Aunque son llevados por una variedad de corceles, y se mueven r�pidamente hacia todos los puntos cardinales, y soportan una variedad de eventos dondequiera que vayan, est�n eclipsados ??y rodeados por lo inmutable en monta�as de bronce. Los inmutables consejos de los decretos de Dios mantienen todos los movimientos y conmociones, todas las convulsiones y revoluciones del mundo en su lugar.

Como el oc�ano en medio de todos sus reflujos y fluidos, rabia y furia, est� obligado a obedecer a la luna, que permanece serenamente asentada en su �rbita, as� todas las agitaciones de la tierra est�n obligadas a obedecer los inmutables decretos del Cielo. �Gracias a Dios! que en este cambiante mundo nuestro hay monta�as de bronce, cosas que no se pueden mover. "Toda carne es hierba, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre".

III. Universalidad. Estos carros, llevados por estos corceles de colores variados, rodaban hacia todos los puntos del globo, algunos hacia el norte y otros hacia el sur. Caminaron "de un lado a otro por la tierra". No es un lugar no visitado o ignorado. La providencia de Dios abarca todo, materia y mente, grandes y peque�os, buenos y malos. Por tanto, debemos inclinarnos con resignaci�n ante todos nuestros dolores y gritar con gratitud en todos nuestros goces.

IV. Supremac�a. "Estos son los cuatro esp�ritus de los cielos, que salen de estar delante del Se�or de toda la tierra". �l est� a la cabeza de todos. Ning�n esp�ritu maligno se mueve sin Su permiso y control; no hay buen esp�ritu sin Su inspiraci�n y gu�a. �l es el Se�or de toda la tierra. �Cu�n grande debe ser el que maneja todas las cosas! ( Homilista. )

Estos son los cuatro esp�ritus de los cielos:

Cuatro esp�ritus de los cielos

Los int�rpretes eminentes traducen las palabras "esp�ritus celestiales" y as� nos presentan de inmediato, en nuestra propia teolog�a habitual, con �ngeles. Sin embargo, aqu� hay una dificultad. En primer lugar, "esp�ritus de los cielos" es una designaci�n muy poco habitual para los �ngeles en las Escrituras. No s� si tiene un paralelo. Y en segundo lugar, si los �ngeles est�n destinados, �c�mo es posible que tengamos cuatro? Su n�mero es "diez mil por diez mil"; ya menos que se mencionen en conexi�n con algo m�s que lleve y limite al n�mero cuatro, es dif�cil, por analog�a, explicarlo.

Perm�tanme ilustrar la observaci�n de otro pasaje: �Y despu�s de estas cosas vi cuatro �ngeles de pie en los cuatro �ngulos de la tierra, sosteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que el viento no sople sobre la tierra ni sobre el mar ni en ning�n �rbol �( Apocalipsis 7:1 ). Aqu� tenemos "cuatro �ngeles". Pero enseguida vemos por qu� son cuatro.

En la visi�n, se emplean para "sostener los cuatro vientos de la tierra". Ahora bien, los cuatro vientos, desde los cuatro puntos cardinales - entendidos como representando y abrazando todos los puntos intermedios, y por tanto significando los vientos en general - era un estilo de expresi�n familiar para los antiguos como nosotros. La palabra traducida �esp�ritus�, como la mayor�a de ustedes, si no todos, saben, tambi�n significa vientos.

La pregunta entonces es, si lo que se llama "los cuatro vientos de la tierra", en el Libro de Apocalipsis, no es lo mismo que lo que se llama aqu� los "cuatro esp�ritus", o vientos, "de los cielos". Me siento fuertemente tentado a pensar que tenemos, en esta visi�n, un s�mbolo o emblema explicado por otro. �Los cuatro vientos� son un emblema - el m�s natural y apropiado - de todos los poderes y agentes por los que la tierra puede verse afectada; especialmente las agencias de juicio, de guerras y desolaciones, que surgen de los elementos contendientes de las pasiones humanas y la malignidad sat�nica. ( Ralph Wardlaw, DD )

Versículos 9-15

Y los puso sobre la cabeza de Josu�

El hombre incomparable de la historia

La coronaci�n, la obra y la posici�n de Josu� de la que se habla en estos vers�culos, obviamente se emplean para simbolizar a alg�n hombre venidero que ser�a incomparable en toda la historia.

En cuanto a este hombre incomparable, se nos ense�a:

I. Que es alguien a quien el cielo manda que el pueblo honre. Se le ordena al profeta que se dirija a ciertos hombres de los m�s distinguidos que hab�an regresado de Babilonia, quiz�s hombres representativos. Ten�a que llevar a estos hombres, cuyos nombres se dan aqu�, a la casa de otro hombre distinguido, llamado aqu� Jos�as, hijo de Sofon�as. De aquella casa se sacar�a plata y oro, con los cuales se har�an las coronas, y se colocar�an sobre la cabeza de Josu�, hijo del sumo sacerdote.

Por consentimiento general de los expositores, se trataba de una mera transacci�n simb�lica, una transacci�n que apuntaba a alg�n gran hombre a quien el cielo exigir� que todos los hombres coronen con la m�s alta dignidad. Aqu� hay un personaje simbolizado por el nombre de Josu�, a quien Dios mismo llama al pueblo para que le rinda honor. �Qui�n es este hombre? �El hombre Jesucristo! "Cuando introduce al Primog�nito en el mundo, dice: Ad�renle todos los �ngeles de Dios".

II. Que su pedigr� era sorprendentemente singular. �As� habla Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: He aqu� el hombre cuyo nombre es Renuevo; y crecer� de su lugar, y edificar� el templo del Se�or �. �l descendi� del cielo y habit� en esta tierra, que no era Su lugar. Una gran alma, dominada por una simpat�a suprema por el Supremo Bien, puede crecer en cualquier lugar, en su lugar o fuera de �l. Puede subordinar los elementos y fuerzas externos m�s hostiles por su propia voluntad e intereses.

III. Que �l es alguien cuya misi�n es sublimemente gloriosa. ��l edificar� el templo del Se�or�, etc. Zorobabel estaba ahora ocupado en la obra de levantar el templo material en Jerusal�n; y una obra m�s gloriosa que esta no se le da al hombre, a saber. promover el culto p�blico de Dios.

IV. Que �l es alguien cuya posici�n y funciones son trascendentemente exaltadas. �l est� en un trono.

1. Como Rey sacerdotal.

2. Como un reconciliador glorioso.

El Mediador entre Dios y el hombre. La reconciliaci�n, la expiaci�n.

V. Que �l es alguien cuyo poder para atraer a otros a Su empresa es inmensamente grande. Los gentiles deb�an ser ellos mismos piedras en el edificio y agentes en su levantamiento. ( Homilista. )

El hombre cuyo nombre es la Rama ...

En el nombre de Cristo, el Renuevo

El texto y el contexto son una profec�a notable de la venida del Mes�as prometido en la carne, quien es descrito por Su naturaleza, Sus oficios de Sacerdote y Rey, y Su obra en la construcci�n del templo espiritual del Se�or.

1. Algunas observaciones sobre la ocasi�n y la raz�n de este nombre el Renuevo, dado al Mes�as prometido, antes de Su venida en la carne.

(1) La palabra original, "tsemach", no significa "el Este", como algunos han imaginado, sino siempre, "la Rama". Tambi�n hay otras palabras hebreas que expresan a Jesucristo con este Su nombre, el Renuevo.

(2) La descendencia de un hombre se llama, por una met�fora muy justa, sus ramas, porque proceden de �l, como ramas o brotes de una ra�z. En Isa�as 11:1 se dice que Jesucristo es un �Renuevo de la ra�z de Isa�.

(3) A Jesucristo se le llama metaf�ricamente un Renuevo, con respecto a alguna familia de la que iba a surgir en Su naturaleza humana, y esta era la familia de David, el hijo de Isa�.

(4) Cuando los reyes de la familia de David, y su reino, que entonces era la Iglesia de Dios, se redujeron en gran medida, se oprimieron mucho y se debilitaron mucho, se present� esta promesa a David de que Cristo vendr�a como un Renuevo de �l. a su fe, para que pudieran esperar las mayores bendiciones para ellos mismos y para la Iglesia de Dios, por medio de esta Rama de la familia de David.

(5) Despu�s del regreso del cautiverio, el �nimo y la esperanza de la Iglesia se basaron en la llegada de esta Rama de David.

2. Escrituras del Nuevo Testamento donde se dise�� el Lucas 1:78 ( Lucas 1:78 ). Para el "d�a de primavera", el margen tiene salida o rama ( Mateo 2:23 ). Nazaret recibi� su nombre de una rama que, aunque no es la misma palabra que en nuestro texto, tiene el mismo significado.

3. El relato b�blico de Jesucristo, bajo el nombre y designaci�n del Renuevo.

(1) �l iba a ser el Dios verdadero y eterno. �El Se�or justicia nuestra�.

(2) El Renuevo del Se�or ( Isa�as 4:2 ). Hijo de Dios Padre, de generaci�n eterna, incomprensible e incomunicable.

(3) Real y verdaderamente hombre, y del linaje y posteridad de David.

(4) Tanto Dios como el hombre, sin ning�n cambio de una naturaleza a otra, ni confusi�n de una con otra, y todo esto en una sola persona.

(5) �l iba a ser siervo de Jehov� para la redenci�n de los pecadores perdidos. �Tom� sobre s� la forma de un siervo�. Vino, "no para ser ministrado, sino para ministrar".

(6) Este Renuevo fue, de una manera peculiar, de Dios engendrando y levantando. Dios el Padre lo descubri� y lo llam� a la obra de salvar a los pecadores.

(7) Durante un tiempo estuvo muy bajo y despreciable, fue cortado y creci� hasta la mayor altura. Esto iba a ser especialmente cierto en Su nacimiento.

(8) La Rama deb�a sostener y ejecutar los oficios para la construcci�n del templo del Se�or, tanto como Pr�ncipe y Salvador.

(9) Ser�a un Renuevo justo, un Renuevo de justicia. Solicitud&mdash

1. Aprenda las ventajas de estudiar el Antiguo Testamento.

2. Sea inquieto en sus esfuerzos, hasta que esta Rama, este hombre, sea excelente, deseablemente glorioso y precioso para usted y en su estima.

3. He aqu� el hombre cuyo nombre es la Rama. Contemplalo en Su persona, en Su naturaleza.

4. Ven y toma tu morada bajo la sombra de este hombre cuyo nombre es el Renuevo. ( James Robe, MA )

La rama

Las palabras est�n dirigidas al sacerdote Josu�, pero representan al Divino Salvador.

I. La belleza de esta "Rama". �Qu� es lo que m�s especialmente constituye la belleza del car�cter divino? No la justicia en s� misma; no la misericordia por s� misma; sino la maravillosa uni�n de ambos, la armon�a entre estos atributos divinos, por la cual Dios puede ser "un Dios justo y un Salvador". Esa uni�n se ha descubierto perfecta y completa en la persona del Se�or Jes�s, el Dios-hombre-mediador, por lo que en �l est� la perfecci�n misma de la belleza. Ciertamente se dice de �l: "No hay belleza para que lo deseemos"; pero estas expresiones se refieren a la mezquindad de su nacimiento ya los prejuicios de su naci�n.

II. La penumbra de esta Rama. El t�rmino trae a nuestra mente el estado expuesto del pecador, en la �tierra fatigada� de este mundo. Est� expuesto a la ira de Dios. Quiere �sombra�, algo que se interponga entre �l y el intenso calor de arriba, y que le brinde protecci�n. Cualquiera que sea el emblema que se nos represente en las Escrituras la sangre preciosa y la justicia perfecta de Cristo, la idea que siempre se transmite es la de la seguridad contra los efectos de la ira divina, como consecuencia de la transgresi�n humana. La sombra del �Renuevo justo� es la mediaci�n intermedia de nuestro exaltado Redentor. La sombra de esta Rama se extiende todos los d�as.

III. La fecundidad de esta Rama. Las dos figuras se unen en c�nticos. "Me sent� bajo su sombra con gran deleite, y su fruto fue dulce a mi paladar". En Apocalipsis se describe el �rbol de la vida, que ten�a doce tipos de frutos, y cuyas hojas no solo eran para dar sombra, sino tambi�n para curar.

IV. La fuerza de esta Rama. "�l llevar� la gloria". �l soportar� el peso de todos los cuidados y preocupaciones de toda Su Iglesia, tanto peque�a como grande, incluso de cada individuo, por importante o insignificante que sea; y se le hallar� capaz y dispuesto a apoyarlos a todos. Y �l "llev� nuestros pecados en Su propio cuerpo sobre el madero". ( F. Elwin. )

El hombre cuyo nombre es la Rama

Hay una diferencia entre la manera en que los profetas, antes y despu�s del cautiverio, hablaron del Mes�as. Para los profetas despu�s del cautiverio, la invasi�n de los ej�rcitos babil�nicos, la destrucci�n de su ciudad y templo, y el mismo regreso de los jud�os, eran todos eventos pasados. La mano cumplidora del fiel Inspirador de las predicciones anteriores los hab�a hecho a un lado; y nada qued� para desviar su atenci�n de ese acercamiento cercano del Mes�as del que todos hablan en t�rminos tan notablemente expl�citos.

Entre otros tipos y figuras de cosas celestiales que usaron los profetas jud�os, hay tipos personales, de los cuales el texto es un ejemplo. Aqu� Josu� se convierte expresamente en el tipo de Aquel que era tanto Rey como Sacerdote. Esto no pod�a aplicarse al propio Josu�, ya que solo era un sacerdote.

I. El enf�tico apelativo dado al Mes�as, el Renuevo. El verbo de donde se deriva la palabra significa "crecer", "brotar". Se aplica especialmente a los �rboles, algunos de los cuales se han descompuesto en parte, y que a las mismas ra�ces a menudo producir�n nuevos brotes, que superar�n, en grandeza y fecundidad, la planta original. Esta expresi�n, aplicada a Cristo, es:

1. Eminentemente prof�tico ( Isa�as 11:1 ). El tallo de Isa� estaba podrido. En el momento de su depresi�n m�s baja, la Rama, el Mes�as, se dispar�.

2. Como descriptivo de Su progreso personal hacia la gloria y el dominio. Del progreso de Su religi�n en el mundo. Y de la obra de Cristo en el coraz�n.

3. Como indicando el modo secreto y misterioso de Sus operaciones. La met�fora se toma de la vegetaci�n, el proceso de influencia invisible que a partir de elementos toscos enmarca el �rbol se�orial, y de un capullo se desarrolla la hermosa rama. Hay un principio invisible en acci�n, y ese principio es obra de Dios mismo. Vemos esto en el progreso de nuestro Salvador de los sufrimientos a la gloria. Y en el progreso de Su religi�n en nuestro mundo.

II. La gran obra para la que fue designado el Mes�as. ��l edificar� el templo del Se�or�. Puede presentarse un paralelo entre el templo material y la casa espiritual. En conclusi�n, observe: la uni�n de los oficios reales y sacerdotales en Cristo. ( R. Watson. )

El hombre cuyo nombre es la Rama.

I. La persona de la que se habla aqu�. �Qui�n es este maravilloso y misterioso hombre? No ciertamente Josu�, el sumo sacerdote, sobre cuya cabeza se colocar�an las coronas. Porque el mensaje est� dirigido a Josu�, como si se tratara de otra persona. Josu�, el sumo sacerdote coronado, es el tipo de otro, m�s grande que �l, a quien �l y todos los dem�s deben buscar su bendici�n. Estas palabras parecen apuntar a alguien ya conocido, a alguien cuyo nombre es familiar.

Y as� es. Isa�as hab�a dado testimonio de �l ( Isa�as 11:2 ; Isa�as 23:5 ; Isa�as 32:6 ; Isa�as 33:15 ).

�No es esta la esencia del mensaje del Se�or para cada generaci�n de los hijos de los hombres? �No es este el gran mensaje central del Libro de Dios y de cada fiel mensajero suyo? �No debe ser �sta la nota clave de nuestra predicaci�n? El Renuevo no es otro que el Mes�as, nuestro bendito Redentor, el Se�or Jesucristo. Habla de alguien que ha tomado nuestra naturaleza. Nuestro Redentor es el hombre. Pero no el hombre solo. �l es el Dios-hombre. Hijo de Dios e Hijo del Hombre, un Divino y, por tanto, un Salvador todo suficiente.

II. Su trabajo. ��l edificar� el templo del Se�or�. Este trabajo le fue confiado a Zorobabel, pero �l era solo un tipo del verdadero constructor de templos. Porque el verdadero templo es el templo espiritual, el templo en el que est�n edificados todos los creyentes, y del cual Jesucristo es la piedra fundamental. Y este Constructor es tambi�n el Due�o, el Gobernante, un Sacerdote, un Real Sacerdote. La jefatura de Cristo es un asunto personal; la gran pregunta para cada uno es: �Soy un s�bdito leal del Rey y Cabeza de la Iglesia? �Es �l el gobernante de mi vida? Tambi�n se dice: �Ser� sacerdote en su trono.

�Lo que t� y yo necesitamos es un sacerdote para quitar la culpa, para hacer expiaci�n por el pecado, para satisfacer la justicia divina y reconciliarnos con Dios. "A �ste, Dios ha exaltado, Pr�ncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perd�n de pecados". ( William Findley, MA )

Versículo 13

�l edificar� el templo del Se�or, y �l llevar� la gloria

Cristo glorificado como el constructor de la Iglesia

El cielo siempre quema.

Y este mundo tambi�n est� cantando. La melod�a con la que est�n puestos el cielo y la tierra es la misma. Y observe c�mo la m�sica de la Iglesia est� ajustada al mismo tono que la del cielo y la tierra, "Dios grande, eres para ser magnificado". �No es este el c�ntico un�nime de todos los redimidos de abajo? En el texto se alude al Se�or Jesucristo. El contexto dice: �He aqu� el hombre cuyo nombre es el Renuevo�, un t�tulo que se le ha aplicado alguna vez al Mes�as.

I. El templo. Es la Iglesia de Dios. Todos los cristianos constituyen la Iglesia. Me refiero a todos los que aman al Se�or Jesucristo con sinceridad y verdad, porque �stos forman la �nica Iglesia universal. Esta Iglesia se llama el "templo" de Dios, y se dice que Cristo es su constructor. El templo era el lugar donde Dios habit� especialmente. Es cierto que Dios est� en todas partes, pero de una manera especial habit� en el templo.

Si encontraras a Dios, �l est� en todas partes de la creaci�n. Si quieres saber cu�l es el lugar secreto del Alt�simo, debes ir donde encuentres la Iglesia de los verdaderos creyentes, porque es aqu� donde �l da a conocer Su residencia continua. El templo fue el lugar de manifestaci�n m�s clara. Aquel que quiera ver a Dios como el mejor de todos, debe verlo en Su templo. La Iglesia es como el templo en el sentido de que es un lugar de culto. Como solo hab�a un templo, tambi�n hay una sola Iglesia.

II. Cristo es el �nico constructor de la Iglesia. Haga un paralelo entre la edificaci�n de la Iglesia por parte de Cristo y la edificaci�n del primer templo por parte de Salom�n. En esto, Salom�n deja de ser un tipo de Cristo. Cristo mismo construye el templo. Y Jesucristo supera a Salom�n, porque �l proporciona todos los materiales.

III. Glorifica a Cristo. La gloria que tendr� ser� una gloria pesada, una gloria indivisa. �l tendr� toda la gloria. Aplicaci�n pr�ctica: �estamos edificados sobre Cristo? Entonces, honr�moslo cada vez m�s. ( CH Spurgeon. )

El constructor del templo espiritual

Este pasaje se relaciona con la dispensaci�n del Evangelio, cuando se probar�a que Jesucristo por Su persona y obra realmente reconstruy� el templo espiritual, que cay� en ruinas por la desobediencia de nuestros primeros padres.

I. El edificio.

1. El estado ruinoso del templo.

2. De qui�n es el templo. "Los se�ores."

3. El constructor de este templo es Cristo.

4. El agente empleado es el Esp�ritu Santo.

II. La gloria de nuestra salvaci�n pertenece al Se�or. Al redimirnos del pecado; en justificar nuestras almas; y preserv�ndonos para la gloria.

III. La naturaleza de Su gobierno. �l gobierna en el cielo, habiendo cumplido Su obra. �l gobierna el mundo en general. Gobierna sobre la Iglesia colectivamente. Y sobre cada creyente en particular. �l gobierna en la Palabra, en el Evangelio y en todo deber cristiano.

IV. Su oficio sacerdotal. Vive como sacerdote para interceder. Apareciendo en la presencia de Dios por nosotros. Presentando Su sacrificio y justicia. Declarando Su voluntad de nuestra gloria final.

V. La naturaleza del consejo del que se habla. Algunos lo explican como entre el Padre y el Hijo; o entre el altar y el trono; o entre Cristo y Su Iglesia; o entre jud�o y gentil; o entre el alma y Dios. ( TB Baker. )

El templo

I. El templo.

1. Porque la Iglesia est� consagrada al servicio de Dios.

2. Es santificado por Su residencia.

3. Es honrado por Su auto-manifestaci�n.

II. El constructor. Porque �l&mdash

1. Prepara los materiales.

2. Emplea a los trabajadores.

3. Supervisa la mano de obra.

III. La gloria.

1. De la improbabilidad de los materiales.

2. De la magnitud de los obst�culos.

3. De la diversidad de los trabajadores.

4. Desde la perfecci�n del trabajo. ( G. Brooks. )

Cristo, el constructor y gobernante del templo

Del hombre del que se habla aqu� se afirma que "Su nombre es el Renuevo, y que crecer� de su lugar". El Renuevo que nacer�a de la ra�z de Isa� ser�a m�s que un hombre; porque �qui�n podr�a llevar ese nombre maravilloso, �El Se�or justicia nuestra�, sino el Se�or mismo? El texto se refiere a Aquel que debe combinar en Su propia persona la plenitud de la Divinidad con todo lo que es esencial para la constituci�n de nuestra naturaleza.

I. La obra aqu� atribuida a Cristo. ��l edificar� el templo del Se�or�. Al profeta se le orden� que hiciera dos coronas y se las pusiera sobre la cabeza de Josu�. Bajo la econom�a lev�tica, el sumo sacerdote usaba una corona, y en la antig�edad la corona era la insignia de la realeza. Josu� fue, por tanto, un tipo sorprendente de Aquel que es a la vez Sumo Sacerdote y Rey de Si�n. As� como la persona de Josu� tipific� la de Cristo, as� la obra a la que Josu� fue llamado fue t�pica de la que Cristo iba a realizar.

El templo que Cristo iba a construir es la Iglesia universal, que consta de todos los que en cada �poca y naci�n son lavados, justificados y santificados en el nombre del Se�or Jes�s y por el Esp�ritu de nuestro Dios. Por qu� la Iglesia se llama templo no es dif�cil de percibir. Se llama as� en alusi�n al edificio sagrado que, por orden divina, fue erigido en Jerusal�n. Ese edificio estaba dedicado al servicio de Dios, al igual que todos los que creen en Jes�s.

En el templo jud�o, el Se�or se complaci� en revelar Su gloria; y as� lo hace en la Iglesia, pero m�s espiritualmente y m�s plenamente. Se manifiesta a todos los que le aman y sirven. El templo jud�o era considerado la residencia de Dios, porque el emblema visible de Su gloria moraba entre los querubines. �Y no es Su presencia vivificante con Su Iglesia en la tierra? �No ha prometido estar siempre con su pueblo? En un templo se observaron los ritos que le agrad� instituir; en el otro, se le adora en esp�ritu y en verdad.

De este templo, Jes�s es el constructor. Antes de que se pueda levantar una estructura, se deben colocar los cimientos; y Cristo ha puesto el fundamento de Su Iglesia, virtualmente, en los consejos de la eternidad, cuando se comprometi� a realizar la obra de nuestra redenci�n; de hecho, en el cumplimiento de los tiempos, cuando obedeci� y sufri� en nuestro lugar. �l mismo es la roca sobre la que est� edificada Su Iglesia. Sobre s� mismo, como fundamento, Dios levanta el templo espiritual.

Esto lo hace mediante la instrumentalidad de Su Palabra y la agencia de Su Esp�ritu. El alma, cuando se une al Salvador, sufre un cambio completo de car�cter y de condici�n. Cristo imparte sus virtudes al alma que descansa en �l como fundamento de su esperanza. Cristo lo santifica por Su Palabra y Esp�ritu, y as� se convierte en una piedra viva, reflejando la gloria de Cristo mismo. As� es como Cristo lleva a cabo la obra que aqu� se le atribuye.

A medida que se convierte un pecador tras otro, se agrega una piedra viva tras otra al templo que �l est� construyendo. En medio de todo el alboroto y la confusi�n de este mundo imp�o, este trabajo se est� llevando a cabo de manera silenciosa pero segura. �Cu�n glorioso ser� el templo, cuando la �ltima piedra viva complete la armon�a de sus vastas proporciones! Entonces, purificado de todo terreno y resplandeciente con las bellezas de la justicia y la santidad, se destacar� ante el universo el monumento m�s noble de las perfecciones divinas. �Qu� gran honor ser colaboradores de Cristo al acelerar esta bendita consumaci�n!

II. Cristo lleva la gloria como Gobernante en el templo. Es a Su gloria a este respecto a lo que el texto se refiere m�s especialmente. Hay una distinci�n muy obvia e importante entre Su gobierno del universo y Su liderazgo sobre la Iglesia. La Iglesia es una sociedad de naturaleza especial, que requiere leyes e instituciones especiales para su gobierno y orientaci�n. Es un reino que no es de este mundo, aunque en este mundo.

La gloria que Cristo lleva como gobernante del templo est� representada en las Escrituras como el fruto de sus sufrimientos. Este honor le fue asegurado en el pacto de redenci�n, como la recompensa estipulada de la obediencia hasta la muerte. Solicitud&mdash

1. Relativo al deber de las personas. Para someterse a la autoridad de Cristo.

2. Relacionado con el deber de una Iglesia - o cualquier sociedad particular de cristianos profesantes. �No es el deber de una Iglesia respetar en todo la autoridad de Cristo - regular su procedimiento por los principios y preceptos de Su Santa Palabra? ( David Couper. )

Cristo, el constructor de la Iglesia

I. La persona de la que se habla. Observe las circunstancias de la profec�a y vea cu�n innegablemente todas se�alan a Cristo, el Sumo Sacerdote de las cosas buenas por venir, por medio de un tabern�culo m�s grande y m�s perfecto.

II. El trabajo le asign�. "Para construir el templo del Se�or". La verdadera y espiritual Iglesia de Dios, que se extiende por todas las edades y todas las naciones, que consiste en todos los creyentes, todos los hombres fieles y personas santificadas en todo el mundo, reunidos de las vastas multitudes de la humanidad y reunidos en un cuerpo m�stico. Es la gloria del Hijo de Dios ser el constructor de este templo. El Redentor construye el templo del Se�or, prueba la virtud que sale continuamente de Sus oficios reales y sacerdotales.

III. Una recompensa adecuada. Se mencionan dos detalles, cada uno de los cuales posee un profundo inter�s en relaci�n con la obra misional; el uno presenta nuestro est�mulo y el otro nuestro deber. Aquel a quien servimos est� investido con el gobierno; y �l llevar� la gloria. Entonces d�jenos ...

1. Cuidado con la construcci�n sin Cristo.

2. Dale toda la gloria a Cristo.

3. Contribuir con una generosidad abnegada de nuestro trabajo y nuestra sustancia para la obra de edificar el templo del Se�or. ( J. Scholefield, MA )

Cristo el Renuevo y el Constructor del templo espiritual

Nuestro texto es una profec�a expuesta y muy adornada con met�foras. El texto&mdash

1. Anuncia al Salvador con un t�tulo singular pero significativo. "He aqu� el hombre cuyo nombre es el Renuevo".

2. Predice: la asignaci�n para �l y el cumplimiento por �l de una obra m�s importante y magn�fica. ��l edificar� el templo del Se�or�.

3. Reconoce el derecho del gran Constructor a recibir toda la alabanza, mientras que le asigna una recompensa bien merecida. "�l llevar� la gloria". Dos inferencias

(1) La causa de la verdadera religi�n est� en manos de Jesucristo.

(2) Todo �xito en la ejecuci�n de cualquier parte importante de la gloriosa obra de edificar el templo del Se�or debe buscarse y derivarse del gran Maestro-Constructor. ( Josiah Redford. )

El templo espiritual de Jehov�

I. Todo verdadero creyente es un templo de Dios.

1. Un templo es la residencia de Jehov�; y desde este punto de vista, todo verdadero creyente es un templo del Dios viviente. El dise�o prominente del Evangelio es entronizar a Jehov� en los afectos, disposiciones y h�bitos de los hombres.

2. Un templo est� consagrado al servicio, la adoraci�n y la gloria de Dios. En este sentido, todo verdadero creyente es un templo espiritual del Se�or. Los creyentes cristianos est�n representados en las Escrituras como renovados en el esp�ritu de sus mentes, como casas espirituales edificadas, como consagrados en todas partes al servicio y la gloria de Dios.

3. Un templo es el escenario de la manifestaci�n Divina; y en este sentido tambi�n todo verdadero creyente es un templo espiritual del Se�or. Todo verdadero creyente exhibe en su propia persona, en sus principios, en sus h�bitos, en sus privilegios y en sus brillantes esperanzas, una manifestaci�n de Dios, una ejemplificaci�n pr�ctica de la obra del Salvador, un testimonio p�blico y acreditado de la verdad de la Biblia. doctrinas de las Escrituras, impresas en su mente, que se aplicaron con un efecto poderoso en su vida.

II. La gloria de Cristo al edificar, embellecer y completar este templo.

1. Cristo, por su intervenci�n mediadora, ha allanado el camino para la construcci�n del templo de Dios.

2. La gloria de edificar los templos por Su Esp�ritu Santo tambi�n le pertenece a �l. Cristo, por el Esp�ritu Santo, comienza, lleva adelante y completa la construcci�n del edificio espiritual. Es la gloria de la dispensaci�n del Evangelio que est� completa en todas sus partes. Bajo la gu�a del Esp�ritu Santo se lleva adelante el proceso de santificaci�n.

3. La gloria pertenece a Cristo porque �l ha provisto los medios por los cuales, bajo el ministerio de la gracia, se construye el templo.

4. La gloria pertenece a Cristo, en la medida en que supervisa constantemente las Iglesias, se interesa tierno por todas sus preocupaciones, se solidariza con ellas en todas sus vicisitudes y completa los prop�sitos de Dios en �ltima instancia con respecto a ellas. Este tema muestra

(1) De una manera muy interesante y agradable la gloria de nuestro gran Redentor.

(2) Tiende tambi�n a elevar nuestras concepciones del car�cter cristiano. Hay algo en la idea misma de un templo que est� asociado con actividades sagradas y sagradas, con goces santos y consagrados. ( Robert Burns, DD )

El templo viviente

Para entender esta Escritura debemos considerar cu�ndo se pronunci� la predicci�n y a qu� se refiere principalmente. Para aliviar la mente ansiosa de Josu�, el sumo sacerdote, y animar su alma con la perspectiva de d�as m�s felices, se env�a al profeta Zacar�as con un mensaje especial del Se�or, para asegurarle a Josu� que se debe construir el templo; que sus temores no ten�an fundamento; que sus oraciones sean contestadas y sus m�s grandes deseos cumplidos.

Se dio una se�al externa. Se colocaron dos coronas sobre la cabeza de Josu�, como emblemas del sacerdocio y la realeza; y luego ser�an depositados en el templo, como memoriales de lo que Dios hab�a decidido lograr en tiempos futuros. As�, los jud�os fueron llevados a contemplar un templo m�s duradero y glorioso que el que estaban construyendo entonces. En el lenguaje y los s�mbolos de la profec�a, se les dijo que el Mes�as, cuyo nombre es el Renuevo, ser�a mucho m�s para este edificio espiritual que Josu� para su templo externo.

�l ser�a Sacerdote y Rey, Redentor y Legislador, Pr�ncipe y Salvador. Cuando se humill� a s� mismo para aparecer en la naturaleza del hombre, parec�a no ser m�s que un tallo d�bil de la ra�z de Isa�. Sin embargo, esta tierna planta brot� y extendi� sus ramas, y se convirti� en un refugio para los cansados, y todav�a florece con un vigor inquebrantable; cuyas hojas son para la curaci�n de las naciones; y su fruto dulce al paladar.

En varios pasajes del Nuevo Testamento, se declara que los creyentes en Jes�s son los templos de Dios; templos del Esp�ritu Santo; templos vivientes, edificados una casa espiritual, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios, por medio de Cristo.

I. Considere a todo cristiano verdadero como el templo viviente del Se�or. Observe este car�cter digno y distinguido que se atribuye a los justos: cada uno de ellos es un templo del Se�or. Un alma, el templo del Se�or, sugiere las ideas sublimes de la consagraci�n solemne a Su honor de adoraci�n y sacrificio, de la residencia Divina y de manifestaciones peculiares; manifestaciones tales como descubrir una Deidad presente y hacer evidente Su gloria en nosotros para nuestras almas.

1. Los creyentes en Jes�s son templos del Se�or, porque est�n separados de la idolatr�a y la impureza, est�n consagrados a prop�sitos sagrados y est�n dedicados al honor de Aquel a quien adoran.

2. Los creyentes en Cristo son los templos de Dios, porque le ofrecen adoraci�n obediente y sacrificio aceptable. No sacrificios de propiciaci�n o expiaci�n, sino sacrificios de ofrenda diaria de gracias por las misericordias de Dios y las bendiciones de su gran salvaci�n. Se puede considerar que cada facultad y afecto del alma cristiana est� ocupada en el servicio de este templo viviente.

3. Los creyentes en Cristo son los templos del Se�or, porque en ellos reside para manifestar su gloria; ya ellos los bendice con todos los satisfactorios consuelos de su presencia. En toda persona renovada se muestra gran parte de la imagen de Dios; el poder de Dios para formar, a partir de materiales tan inveros�miles, una nueva criatura, o una nueva creaci�n, la santidad de Dios, para estampar en cada hijo de la familia algunos rasgos de la imagen de su Padre; y la misericordia soberana de Dios, al rescatarnos de la ruina m�s profunda e impartir las m�s nobles esperanzas y felicidad, para alabanza de la gloria de su gracia.

En todos los santos, en la medida en que sean santificados, podemos rastrear alguna semejanza con Dios. Se dice que Dios mora en Su pueblo como Su templo, cuando les manifiesta Su gloria y les permite tener una relaci�n placentera con �l. Este honor tienen todos los santos; pero lo disfrutan en muy diferentes grados, seg�n la medida de su fe.

II. Este templo es, en todos los aspectos, obra del adorable Redentor. El que es el Renuevo, edifica el templo;

1. En su mediaci�n entre Dios y el hombre.

2. �l pone los cimientos de ese templo viviente al otorgar esa fe viva que nos une a �l y nos interesa en todas las bendiciones de Su mediaci�n.

3. �l no solo pone los cimientos del templo espiritual, sino que levanta la superestructura por Su gracia y Esp�ritu. Cada gracia y deber de la religi�n es una piedra viva en ese templo que todo creyente est� levantando a Dios en la tierra. Todas estas gracias y deberes est�n �ntimamente conectados, y por su uni�n el edificio espiritual se vuelve justo y �til.

4. El Todopoderoso Constructor lleva a cabo a la perfecci�n la buena obra que ha comenzado. Mediante sus dispensaciones lleva adelante las perfecciones de su pueblo. Contin�a a la perfecci�n por las ordenanzas de Su gracia. Por la poderosa energ�a y las influencias de gracia de Su Esp�ritu Santo, obrando en ellos el querer y hacer de Su buena voluntad.

III. La promesa que anima y anima: "�l llevar� la gloria". Esto se est� cumpliendo ahora en la tierra y se cumplir� para siempre en el cielo. En medio de meditaciones sobre los caminos bondadosos de Dios con ellos, en cada nueva encuesta, los santos sienten que sus corazones se calientan con gratitud y dicen: "No a nosotros, no a nosotros". ��l edific� el templo, y �l llevar� la gloria�. ( A. Bonar. )

La Iglesia el templo de Dios

Esta es una profec�a del Mes�as. El profeta pone dos coronas sobre la cabeza del sumo sacerdote Josu�, y luego le habla, no solo como el levantador del templo desolado, sino como un tipo de un Salvador entronizado, el constructor de una estructura espiritual y mucho m�s gloriosa. . �He aqu� el hombre cuyo nombre es el Renuevo�, etc.

I. La Iglesia es el templo de Dios. Por Iglesia se entiende todo lo que la palabra importa en su m�s alto y amplio sentido: todos los verdaderos siervos de Dios, todo Su pueblo creyente, perdonado y santificado de todas las edades y lugares. Cuando Dios edifique, su habitaci�n tendr� un nombre y un car�cter propios: es un templo. Veamos la Iglesia simplemente como la casa de Dios, luego la miramos como algo en lo que Dios mora, descansa y se deleita. M�rala como el templo de Dios, entonces una santidad se apodera de ella. La casa se convierte en ...

1. Un lugar consagrado, un lugar apropiado y apartado para prop�sitos santos.

2. La idea de adoraci�n y devoci�n est� relacionada con este t�rmino. Implica no solo que Dios dise�a a su pueblo para que muestre su alabanza en el cielo, sino que la muestre all�; all� responden el fin por el cual son llevados all�: Dios es servido, adorado y engrandecido por ellos.

II. El Se�or Jes�s es el constructor de este templo. En otras partes se habla de �l como el fundamento o piedra angular principal, aqu� se describe como el gran Constructor. Ninguna figura puede ser suficiente para exponer Su importancia. Por lo tanto, le aplican figura tras figura. No prestan atenci�n a lo que consideramos incongruencias y contradicciones. Tres cosas que debe hacer el constructor de un templo.

1. Formar el plan de la misma. Tiene que decidir en su mente cu�l ser� su forma y tama�o, y de qu� materiales estar� compuesto.

2. Un constructor tiene que preparar sus materiales. Al menos el constructor de un templo lo ha hecho. No los encuentra preparados para �l por la naturaleza, la piedra labrada en la cantera y la viga tallada en el bosque. Tampoco pueden prepararse. Y nosotros, hermanos, no somos naturalmente aptos para el cielo, ni podemos hacernos aptos para �l ni a nosotros mismos ni a los dem�s.

3. Un constructor tiene que unir sus materiales, poner cada uno de ellos en el lugar para el que est� preparado. Y esto tambi�n es obra de Cristo.

III. El texto nos confirma al afirmar que realmente es un edificio muy glorioso. No lo dice expresamente, pero lo implica. Habr� un resultado de gloria para Cristo de ella, y esta gloria sin duda proceder� en parte de algo excelente y magn�fico en el edificio mismo. �Qu� tema se nos abre aqu�! �La belleza hace que un edificio sea glorioso, un plan noble y una excelente mano de obra? Oh, �qu� tan hermosa como la Iglesia de los primog�nitos? Tenga en cuenta dos hechos en referencia a la gloria de este templo.

1. Es tal que satisface al mismo Cristo.

2. Este templo ha ocupado al Poderoso Jehov� mucho m�s tiempo que cualquiera de sus obras. De este hecho tambi�n inferimos su gloria.

IV. El Se�or Jes�s tendr� toda la gloria de este templo. Dos razones por las que Cristo es tan poco honrado en la tierra como autor de la salvaci�n de su pueblo. No se conoce la grandeza de la salvaci�n, y no vemos cu�n enteramente la obra es Suya. El dise�o de Dios en este edificio fue Su propio honor. �Es Cristo el constructor del templo de Dios? Entonces este texto nos llama a todos a realmente considerarlo como tal. Y si la Iglesia es el templo del Se�or, entonces debemos albergar en nuestras mentes una gran reverencia y amor por ella. ( C. Bradley, MA )

Zacar�as 6:13

Un sacerdote en su trono

El Sacerdote del mundo y Rey de los hombres.

De acuerdo con la ley del desarrollo prof�tico desde el principio, las circunstancias externas de la naci�n en este momento deben suministrar el molde en el que se ejecuta la promesa.

Aqu�, el grupo de exiliados sin rey se siente alentado por su tarea al pensar en el Rey Sacerdote de la naci�n, el Constructor de una morada imperecedera para Dios.

I. La verdadera esperanza del mundo es un sacerdote. La idea del sacerdocio es universal. Ha sido distorsionado y abusado; se ha convertido en el fundamento de la tiran�a espiritual. El cura no ha sido el maestro ni el elevador del pueblo. Sin embargo, all� est� el oficio, y dondequiera que vayan los hombres, por alguna extra�a perversidad se llevan consigo esta idea, y eligen entre ellos a algunos que desempe�ar�n para sus hermanos el doble oficio de representarlos ante Dios y de representarles a Dios.

Eso es lo que el mundo quiere decir, con absoluta y total unanimidad, por un sacerdote, que ser� Sacrificador, intercesor, representante; portador de la adoraci�n del hombre, canal de la bendici�n de Dios. Este es el resultado de la conciencia universal del pecado. Los hombres sienten que hay un abismo entre ellos y Dios. El pueblo jud�o, que en todo caso ha ense�ado al mundo el te�smo m�s puro y conducido a los hombres a la religi�n m�s espiritual, ten�a esta misma instituci�n del sacerdocio como centro mismo de su culto.

�Qu� es el sacerdote que anhelan los hombres? El primer requisito es la unidad con aquellos a quienes representa. Tenemos un sacerdote "en todo semejante a sus hermanos". El siguiente requisito es que los sacerdotes posean, en todo caso, una pureza simb�lica, expresi�n de la convicci�n de que un sacerdote debe ser m�s limpio y cercano que sus semejantes. Y tenemos un sacerdote; quien es "santo, inocente, sin mancha". Y de nuevo, como en naturaleza y car�cter, as� en funci�n, Cristo corresponde a las necesidades ampliamente expresadas de los hombres, como se muestra en sus sacerdocios.

Buscaban a alguien que ofreciera ofrendas y sacrificios en su nombre. Buscaron a alguien que pasara a la terrible Presencia y suplicara por ellos mientras estaban afuera. Buscaron a un hombre que deber�a ser el medio de las bendiciones divinas otorgadas a los adoradores, y sabemos qui�n se ha ocultado tras el velo por nosotros. "Tenemos un gran Sumo Sacerdote, que traspas� los cielos, Jes�s el Hijo de Dios".

II. El Sacerdote del mundo es el Rey de los hombres. �Ser� sacerdote en su trono�. En Israel, estas dos oficinas se mantuvieron celosamente separadas. La historia del mundo est� llena de casos en los que las luchas del poder temporal y espiritual han causado calamidades s�lo menos intolerables que las que surgieron de esa alianza de sacerdotes y reyes que tantas veces ha hecho de la monarqu�a una tiran�a demoledora y de la religi�n una mera instrumento de arte de gobernar.

Nuestro sacerdote gobierna. El "reino de Cristo" no es una frase fant�stica e irreal. El fundamento de su gobierno es su sacrificio. Los hombres har�n cualquier cosa por el que hace eso por ellos. Su gobierno se ejerce con gentileza. El dominio sacerdotal siempre ha sido feroz, sospechoso, tir�nico. El dominio de este Sumo Sacerdote misericordioso y fiel est� lleno de ternura. El fin de Su gobierno es que Sus s�bditos pueden ser liberados en obediencia.

III. El Sacerdote-Rey de los hombres edifica entre los hombres el templo de Dios. Cristo mismo es el verdadero templo de Dios. Cristo construye el templo. Cristo construye este templo porque �l es el templo. Por su encarnaci�n y obra, hace posible nuestra comuni�n con Dios y la morada de Dios en nosotros. Cristo construye el templo y nos usa como sus siervos en la obra. Cristo contin�a construyendo a trav�s de todas las edades, y la profec�a del texto a�n no se ha cumplido.

Su cumplimiento es el sentido y el fin de toda la historia. En una de las mezquitas de Damasco, que ha sido una iglesia cristiana, y antes era un templo pagano, el portal lleva, profundamente grabado en caracteres griegos, la inscripci�n: �Tu reino, oh Cristo, es un reino eterno, y tu el dominio perdura por todas las generaciones �. Esas palabras est�n grabadas sobre el templo que Cristo levanta. ( A. Maclaren, DD )

Cristo - Sacerdote y Rey

I. Note esta designaci�n significativa del Se�or Jes�s: "El Renuevo". La familia de David era como un �rbol podrido, del cual s�lo queda el toc�n; pero de un origen tan humilde e improbable, emanar�a un v�stago o v�stago, que volver�a a convertirse en un noble �rbol del bosque y perpetuar�a la memoria y la influencia de la l�nea real. Ciertamente la raza de David hab�a llegado a un punto bajo cuando Jos� subi� de Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea, a la ciudad de David que se llama Bel�n, para inscribirse con Mar�a su esposa desposada, porque eran de la casa y linaje de David.

A trav�s de una rama, la plenitud de la ra�z se lleva al fruto, que se hincha con una belleza rojiza en su extremidad, y luego cae en la mano del caminante: as�, Jes�s es el canal bendito de comunicaci�n entre la plenitud de Dios y los sedientos yermos. de la necesidad humana.

II. La combinaci�n en Cristo de los oficios sacerdotales y reales. �Ser� sacerdote en su trono�. La naturaleza del hombre exige un sacerdote. Consciente del pecado y la contaminaci�n, levanta un altar dondequiera que instala su tienda; y, seleccionando a uno de sus compa�eros, lo separa de los deberes ordinarios de la vida y lo invita a actuar como mediador y sacerdote entre Dios y �l mismo. Fue as� que Miqueas se dirigi� al joven, el levita de Bel�n-Jud�, cuando le dijo: �Qu�date conmigo y s� para m� padre y sacerdote; y te dar� diez piezas de plata por a�o, y tus vestidos y tus v�veres.

�Si se necesitara un argumento para probar la unidad de la familia humana, seguramente ser�a sugerido por la distribuci�n universal de templos y altares en todo el mundo, como si los hombres fueran iguales en todas partes en esto: que se saben pecadores, y deseo de encontrar alguna forma de propiciar y acercarse al Todopoderoso. En el sistema lev�tico y, sobre todo, en Jesucristo, Dios ha respondido a este anhelo universal del coraz�n humano.

El hombre tambi�n necesita un rey. Dios hab�a dise�ado para satisfacer esta necesidad siendo �l mismo el Rey de Israel, para que no fueran �como otras naciones�, sino un pueblo peculiar para �l. �Qu� notable es que el reinado de Jes�s se haya acentuado tanto en su prueba! Era el centro alrededor del cual se desataba la tormenta. Pilato desafi� sus afirmaciones: "Entonces, �eres t� un rey?" y Jes�s les asever�: �T� dices que soy - un rey.

�La t�nica p�rpura descolorida que se ech� sobre Sus hombros, la ca�a en Su mano, la flexi�n burlona de la rodilla, la corona de espinas en Su frente, no eran sino la burla grotesca y despiadada de Sus afirmaciones. Y desde que ha pasado a la gloria, sigue siendo el Rey Sacerdote. No Aar�n, sino Melquisedec, es el verdadero tipo de nuestro Salvador ahora. Como Aar�n, hizo expiaci�n y propiciaci�n por el pecado; pero como Melquisedec, se sent� a la diestra del trono de Dios.

"Este Melquisedec era rey de Salem y sacerdote del Dios Alt�simo". Como sacerdote, Jes�s aboga por el m�rito de su sangre; como rey, ejerce poder en nuestro nombre. Como sacerdote, pacifica la conciencia culpable; como rey, env�a la emoci�n de su propia vida victoriosa a nuestro esp�ritu. Como sacerdote, nos acerca a Dios; como rey, pisotea a nuestros enemigos bajo sus pies. Es de gran importancia para todos nosotros pensar en nuestro Salvador en este aspecto dual.

Por un lado, obtenemos todo el beneficio de Su cruz y pasi�n; por el otro, todo el beneficio de Su resurrecci�n y sesi�n a la diestra de Dios. �No puede ser que la debilidad de tu vida cristiana se deba al hecho de que lo has visto s�lo a la luz del Calvario, y no lo has visto, con Esteban, sentado a la diestra de la Majestad en las alturas? pr�ncipe as� como Salvador - �Salvador por pr�ncipe? Se considera absolutamente responsable de lograr la m�xima salvaci�n de quienes conf�an en �l.

Si hay alg�n pecado que te desaf�a, al menos no ser� demasiado fuerte para �l. Y si la efusi�n de Su poder liberador hacia ti parece restringida e ineficaz, aseg�rate de que, en alg�n particular, que �l se apresurar� a mostrarte, si tan solo est�s dispuesto a ser informado, ha habido una falla en cederle. la obediencia que se le debe como rey.

III. Como Rey Sacerdote, Cristo construye el templo de Dios. Dos veces m�s de esto se afirma; pero �qu� incalculable consuelo debe haber tra�do la seguridad cuando se dirigi� por primera vez a ese peque�o grupo de exiliados! El sitio de su templo estaba sembrado de ruinas: parec�a casi in�til lidiar con esos montones de basura, imposible cultivar un tejido digno del pasado y adecuado para el futuro; pero estas palabras deben haberlos animado mucho.

Cuando la mano de la inspiraci�n apart� el velo, vieron a otro y m�s grande que Josu� o Zorobabel, trabajando con ellos y para ellos, y llevando la responsabilidad principal en todos los trabajos y fatigas de su nueva construcci�n: �l; no ellos. Trabajar�an con nueva energ�a y coraje, sabiendo, como lo sab�an, que eran colaboradores de Dios. �Qu� dificultad podr�a intimidar, qu� enemigos frustrar o frustrar la obra de Su diestra? Si alguien que se desanima por las dificultades que presenta su parroquia, su iglesia o las almas de su cargo, lea estas palabras, que se tranquilice al ver la paleta en las manos del Rey Sacerdote; y que est�n seguros de que lo lograr�. ( FB Meyer, BA )

Un sacerdote en su trono

Como rey entronizado, Jes�s reina sobre su iglesia como vicegerente de Dios. �l, como rey, reina sobre los intelectos, los corazones, las voluntades y los cuerpos de todos los que le rinden lealtad. Distribuye a todo su pueblo los dones de Dios de acuerdo con su voluntad. De Su mano debe buscarse todo don bueno y perfecto, y de Su mano debe recibirse. �l da dones a los hombres a trav�s del poder de su autoridad delegada recibida del Dios trino.

�l es el verdadero Jos� reinando sobre el reino del verdadero Fara�n. Como el fara�n levant� a Jos� de su prisi�n y lo nombr� gobernador de toda la tierra de Egipto, as� el Padre eterno ha levantado a Jes�s de su cruz y tumba para entronizarlo a su diestra en los lugares celestiales. As� como la comisi�n del fara�n a Jos� fue: �T� estar�s al frente de mi casa, y seg�n tu palabra ser� gobernado todo mi pueblo�, as� Cristo se nos revela como estando a cargo de la casa de Dios como su rey delegado.

As� como Jos� distribuy� los dones de Fara�n a los egipcios necesitados, as� los buenos dones de gracia de Dios nos llegan a trav�s del ministerio real de Jes�s. Es de Jes�s sentado en el trono de la gracia como el sacerdote en Su trono que se nos invita a buscar la misericordia perdonadora y la gracia auxiliar en cada momento de necesidad. Esta revelaci�n de Jes�s como el dador de la gracia como rey entronizado del cielo, es una que no recibe el reconocimiento que exige.

Por supuesto, esto es una necesidad en todos aquellos sistemas teol�gicos en los que se niega o se ignora el ministerio sacerdotal continuo de nuestro Se�or ascendido. Pero incluso donde se reconoce su ministerio de intercesi�n sacerdotal, no se le ve como el sacerdote sentado en su trono. Se confiesa que todas las bendiciones del reino de la encarnaci�n nos llegan por Su intercesi�n. Pero los hombres caen para ver que �l nos da estas bendiciones como el generoso rey de ese reino.

Es m�s, no pocas veces los hombres se acobardan ante la afirmaci�n de que todo don bueno y perfecto que viene del Padre de la Luz nos es dado no solo por la mano, sino seg�n la voluntad del Se�or ascendido. Sin embargo, a menos que se comprenda esta verdad, el ministerio mediador de Jes�s no se confiesa plenamente. Que �l sea el mediador del nuevo pacto es una cuesti�n de fe. �Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

Ahora, su mediaci�n significa que a trav�s de �l, "el Verbo hecho carne", nos acercamos a Dios en adoraci�n y los dones de la gracia de Dios nos llegan. Esta verdad no implica la idea de que Dios haya dejado de reinar personalmente y de dar dones. El reconocimiento de la soberan�a delegada de Jes�s no implica la negaci�n de la soberan�a esencial de Dios como un hecho perpetuo. Cuando por la autoridad de Fara�n, Jos� gobern� Egipto, esta no fue la abdicaci�n virtual de su poder por parte de Fara�n; no, fue el fortalecimiento de su dinast�a y el perfeccionamiento de su gobierno.

Entre �l y Jos� hab�a una perfecta unidad de convicci�n en cuanto a la pol�tica a adoptar en esa crisis de la vida de su naci�n. Al elevar a Jos� a su alta posici�n y darle libertad de acci�n, estaba llevando a cabo de la manera m�s eficaz la pol�tica aprobada por su propia sabidur�a. Entonces, la entronizaci�n de Jes�s como hombre, como rey de la Iglesia, no es el destronamiento de Dios. Porque la soberan�a del Hijo del Hombre es una soberan�a delegada, y su gloria debe exaltar el trono de Aquel de quien �l es delegado.

La sabidur�a y el amor del �nico Potentado se revelan en el rey que ha entronizado. Y a�n m�s se ve que esto es cierto cuando recordamos la uni�n absoluta de pensamiento y acci�n que hay entre ellos. Lo que nuestro Rey oye, lo habla. �Lo que hace el Padre, lo mismo hace el Hijo�. En una uni�n tan estrecha no hay lugar para el conflicto de acci�n o la variaci�n de voluntad. No por constre�imiento sino por uni�n, Jes�s en Su soberan�a delegada gobierna de acuerdo con la voluntad de Dios.

�l es un rey en trono y da Sus dones de acuerdo a Su propia voluntad. Pero incluso en Su gobierno libre, �l es el ministro del agrado del Padre debido a Su absoluta conformidad con la voluntad de Dios. Con pleno consentimiento de la mente, entonces capte la verdad de la soberan�a delegada de Jes�s. V�alo en el trono de Dios en la Iglesia como el dador de Sus dones sobrenaturales. Vea en la revelaci�n de Jes�s como entronizado en el Cielo, y por lo tanto gobernando Su Iglesia en el Para�so y en la tierra, el cumplimiento de la gloriosa visi�n de Zacar�as.

Mirando por fe a Jes�s a la diestra de Dios, en �l, "He aqu� el Var�n cuyo nombre es el Renuevo", que ha "edificado el templo del Se�or", y que en �l "lleva la gloria" y "como sacerdote sobre su trono �se sienta y gobierna. ( G. Cuerpo, MA )

De los oficios de Cristo en general

Hay tres.

1. El oficio de profeta. �l edifica la Iglesia por la Palabra del Evangelio, que es Su obra promulgar como profeta.

2. El oficio de sacerdote. Para expiar los pecados de su pueblo, comprarles la paz y administrar su causa con Dios.

3. El de un rey: porque �l tiene un trono, que denota Su oficio real. �l es "un sacerdote en su trono", que denota la recompensa de sus sufrimientos. En �l se encuentra la gloria de todos estos oficios. El texto proporciona el fundamento para la siguiente doctrina: Cristo, como nuestro Redentor, ejecuta los oficios de profeta, sacerdote y rey, tanto en Su estado de humillaci�n como de exaltaci�n.

I. La veracidad o realidad de estos oficios en Cristo.

1. Del testimonio claro de las Escrituras.

(1) A Su posesi�n o posesi�n de estos cargos.

(2) A Su ejecuci�n de estos cargos.

2. De Su nombre Cristo, o Mes�as, el ungido. La unci�n significaba:

(1) Su ser apartado para la obra mediadora.

(2) El estar completamente provisto de dones y calificaciones adecuados para estos oficios, con respecto a su naturaleza humana, a la que el Esp�ritu fue dado, no por medida, sino en plenitud.

II. La necesidad de que ejerza estos oficios. Esto quedar� claro si ...

1. Considere nuestra miseria por el pecado, la ignorancia, la culpa y la esclavitud. Ignoramos la forma de volver a Dios de nuevo; y por tanto Cristo como nuestro profeta debe ense�arnos; nuestro sacerdote debe hacer expiaci�n por nosotros; nuestro rey debe traernos de regreso, llevando cautivo el cautiverio.

2. Considere la salvaci�n de la que los elegidos ser�an part�cipes.

3. Considere a Cristo como mediador del pacto, quien tuvo que tratar con ambas partes para unirlas.

4. Considere el trabajo de conversi�n; lo que necesita el alma.

5. Considere nuestras necesidades diarias.

6. Considere las promesas, que son el sost�n y el bast�n de la vida del cristiano, sin las cuales nunca podr�an soportar.

III. �Cu�ndo ejecut� Cristo estos oficios? As� como �l fue el Redentor de la Iglesia en todas las �pocas, tambi�n ejecut� estos oficios en todas las �pocas de la Iglesia. Pero m�s especialmente despu�s de Su encarnaci�n, y eso en Su doble estado de humillaci�n y exaltaci�n. Estos tres oficios no deben dividirse, especialmente cuando se ejecutan de manera eficaz para la salvaci�n de sus s�bditos. Dondequiera que �l ejecuta uno de estos oficios de manera salvadora, �l los ejecuta todos. Inferencias

1. � Cu�n grande y glorioso es nuestro Se�or Jesucristo, quien fue apto para llevar todos estos oficios a la vez, y ejercerlos de una vez, para que uno no estropee o choque con otro!

2. Deje que esto le recomiende a Cristo como un Salvador pleno y adecuado.

3. No puedes aceptar a Cristo como Redentor, si no lo aceptas en todos sus oficios.

4. Emplea a este poderoso Redentor en todos los oficios en que est� investido y que, como mediador, ejerce en beneficio de la raza arruinada de la humanidad. ( T. Boston, DD ).

Información bibliográfica
Exell, Joseph S. "Comentario sobre "Zechariah 6". El Ilustrador Bíblico. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tbi/zechariah-6.html. 1905-1909. Nueva York.