Bible Commentaries
Ezequiel 26

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

Introducción

Tyrus, por insultar a Jerusal�n, es amenazado. El poder de Nabucodonosor contra ella. El lamento y el asombro del mar, por su ca�da.

Antes de Cristo 588.

Versículo 1

En el primer d�a del mes: el primer mes, el primer d�a del mes. Houbigant. Ver el cap. Ezequiel 20:1 .

Versículo 2

Est� quebrantada, etc.� Est� quebrantada: el comercio del pueblo se ha vuelto hacia m�. La que estaba llena de ciudadanos ha sido devastada. Houbigant. Ver cap. Ezequiel 27:3 . Tiro se destac� por su comercio; de modo que cuando Jerusal�n fue tomada, los despojos de la ciudad fueron llevados all� para la venta, y varios de los habitantes que fueron hechos cautivos fueron vendidos all� como esclavos. Aquellos que siguen nuestra Traducci�n suponen que Jerusal�n es llamada las puertas del pueblo, debido a la gran confluencia tanto de jud�os como de pros�litos a esa ciudad de todas partes en las fiestas solemnes.

Ver Isa�as 23 . Jeremias 25:22 ; Jeremias 47:4 . Am�s 1:9 . Zacar�as 9:2 .

Versículo 3

Como el mar, etc. � Ser�n tan ruidosos, tan numerosos, tan irresistibles como las olas del mar. �sta es una de las hermosas y expresivas iron�as que ocurren en la magn�fica profec�a aqu� registrada.

Versículo 4

Tambi�n le quitar� el polvo , le quitar� el polvo y la reducir� a una roca seca: Houbigant: una alusi�n a la costumbre en Palestina de fertilizar lugares particulares llev�ndoles moho de otros lugares menos elegibles. con el fin de sembrar o plantar. Chandler traduce la �ltima cl�usula, te har� como una roca brillante o est�ril; es decir, como aparece en el contexto, "Despojate de tus riquezas, orgullo, poder, habitantes, palacios; de modo que est�s tan desnudo como una roca que no tiene nada sobre ella, y no sirve para otra cosa que" para tender y secar las redes. � Ver Ezequiel 26:14 y Salmo 68:6 .

Versículo 6

Y sus hijas que est�n en el campo: Las hijas de Tiro se refieren a las ciudades menores que estaban bajo su jurisdicci�n; porque Tiro era muy poderoso y dominaba la mayor parte de Fenicia.

Versículo 7

Nabucodonosor, etc.� "Este es el t�tulo que estos pr�ncipes asumir�n, as� como sus sucesores, los reyes de Persia".

Versículo 12

Y pondr�n, & c. Las ruinas de la vieja Tiro contribuyeron mucho a la toma de la nueva ciudad; porque con las piedras, la madera y la basura de la misma, Alejandro construy� un banco o un camino desde el continente hasta la isla; cumpliendo as� literalmente las palabras del profeta. Tard� siete meses en completar esta obra, pero el tiempo y la mano de obra estaban bien empleados, porque por medio de ella se le permiti� tomar y asaltar la ciudad. V�ase el obispo Newton sobre las profec�as, vol. 1: y la nota sobre Ezequiel 26:21 .

Versículos 16-17

Entonces todos los pr�ncipes del mar, etc. - Es decir, "Todos los pr�ncipes y ricos mercaderes de Sid�n, Cartago y otras ciudades mar�timas, que comerciaron con Tiro, expresar�n una profunda preocupaci�n por su desgracia". Houbigant lee el vers�culo 17 de esta manera : �C�mo fue destruida, quien ha estado habitada por tanto tiempo! la ciudad c�lebre, cuya defensa era el mar, y cuyos ciudadanos aterrorizaron a todos los habitantes de la tierra. Tiro era famoso por la fortaleza de su situaci�n, que estaba a la orilla del mar; pero la Tiro insular, as� como la del continente, est� incluida en esta profec�a. Se habla de ambos como una y la misma ciudad; parte construida en el continente y parte en una isla contigua. V�ase Bishop Newton's Dissertations, vol. 1:

Versículo 18

Ahora temblar�n las islas, ahora el pueblo est� aterrorizado por tu destrucci�n; s�, las islas del mar se estremecen por tu destrucci�n. Houbigant.

Versículo 19

Sobre ti har� subir el abismo; levantar� contra ti un lunar de aguas. Houbigant.

Versículo 20

Y pondr� gloria, etc. � Ni ser�s, ni permanecer�s en la tierra de los vivientes. Houbigant.

Versículo 21

Te convertir� en un terror. Estas profec�as, como la mayor�a de las dem�s, iban a recibir su cumplimiento gradualmente. Nabucodonosor destruy� la ciudad vieja, y Alejandro emple� las ruinas y la basura para hacer su causa desde el continente hasta la isla, que de ahora en adelante se unieron. Por tanto, el obispo Pococke observa: "No es de extra�ar que no haya se�ales de la ciudad antigua; y como es una costa arenosa, la faz de todo est� alterada; y el gran acueducto en muchos lugares est� casi enterrado en la arena. " De modo que en cuanto a esta parte de la ciudad, la profec�a se ha cumplido literalmente: No ser�s edificada m�s, etc. Ezequiel 26:14. Se puede cuestionar si la nueva ciudad alguna vez se elev� a esa altura de gloria, poder, riqueza y grandeza a la que fue elevada en la �poca de Isa�as y Ezequiel. Recibi� un gran golpe de Alejandro, no solo al tomar y quemar la ciudad, sino mucho m�s al construir Alejandr�a en Egipto, que con el tiempo la priv� de gran parte de su comercio y, por lo tanto, contribuy� m�s eficazmente a su ruina.

Despu�s tuvo la desgracia de cambiar a menudo de amos, estando a veces en manos de los Ptolomeos y otras de los Seleucidae, hasta que finalmente cay� bajo el dominio de los romanos. Fue tomada por los sarracenos hacia el a�o de Cristo 639, en el reinado de Omar: fue retomada por los cristianos en el a�o 1124. De los cristianos fue tomada nuevamente, en el a�o 1289, por los mamelucos de Egipto, bajo el sult�n Alphix, que saque� y arras� esto y Sid�n, y otras ciudades fuertes, para que no dieran puerto a los cristianos. De los mamelucos fue tomada nuevamente en el a�o 1516, por Selim, el noveno emperador de los turcos, y bajo su dominio contin�a en la actualidad. �Pero Ay! que ca�do! porque, de ser el centro del comercio, frecuentado por todos los barcos mercantes del este y del oeste, ahora se convierte en un mont�n de ruinas, visitado s�lo por los barcos de unos pocos pescadores. De modo que tambi�n en esta parte de la ciudad se ha cumplido literalmente la profec�a:Te har� como la punta de una roca, etc.

Escuchemos ahora lo que los viajeros tienen que decir con respecto a la finalizaci�n de esta profec�a. Hadrianus Parvellerius, un jesuita que residi� diez a�os en Siria, ha relatado que cuando se acerc� a las ruinas de Tiro y vio las rocas extendidas hacia el mar, y las grandes piedras esparcidas arriba y abajo de la costa, limpias y lisas por el sol, las olas y los vientos, y �til solo para secar las redes de los pescadores, muchas de las cuales en ese momento se extendieron sobre ellas, le trajo a la memoria los versos 5 y 14 de este cap�tulo, te har�, &C. El Dr. Shaw, en su relato de Tiro, se expresa as�: "Visit� varios arroyos y ensenadas, para descubrir qu� provisiones podr�an haberse hecho anteriormente para la seguridad de sus barcos; sin embargo, no pude percibir la menor se�al de sucothon o puerto, que podr�a haber sido de una capacidad extraordinaria: de modo que debe haber habido alguna otra estaci�n que esta. Tambi�n en la parte noreste de la ciudad, vemos las huellas de una vasija segura y c�moda, de escasos cuarenta metros de di�metro.

Sin embargo, incluso este puerto est� tan lleno de arena y basura, que los barcos de esos pobres pescadores, que de vez en cuando visitan este antiguo emporio renombrado, s�lo pueden ser admitidos con gran dificultad. "El se�or Maundrell est� plenamente satisfecho con nuestro prop�sito. "Esta ciudad, (dice) en el mar sobre una pen�nsula, promete a la distancia algo muy magn�fico, pero cuando se llega a ella, no se encuentra ninguna semejanza con esa gloria por la que fue tan famosa en la antig�edad. En el lado norte hay un antiguo castillo turco sin guarnici�n; adem�s de lo cual no ves nada m�s que una mera Babel de muros rotos, pilares, b�vedas, etc. no quedaba ni una casa entera. Sus habitantes actuales son s�lo unos pocos miserables, que se refugian en las b�vedas y subsisten principalmente de la pesca;que parecen ser preservados en este lugar por la Divina Providencia, como argumento visible, c�mo Dios ha cumplido su palabra concerniente a Tiro, que debe ser como la cima de una roca; un lugar para que los pescadores sequen sus redes ". V�ase Bishop Newton's Dissert. vol. 1: p. 344.

REFLEXIONES.� 1�, El mismo a�o en que Jerusal�n fue destruida, se pronunci� esta profec�a. Tenemos,

1. El gozo que los tirios sintieron por la ruina de Jud�, y las esperanzas de ventaja que concibieron se acumular�an para ellos a partir de su ca�da. Jerusal�n hab�a sido la puerta del pueblo, muy frecuentada, un lugar de gran comercio, pero ahora estaba destruida; y esperaban que todo el comercio que all� se hab�a realizado les fuera transferido y que se reabasteciese, tanto con gente que pudiera volar hasta all�, como con cautivos, y el bot�n vendido por los conquistadores. Nota; Es muy pecaminoso estar complacido con la muerte o las desgracias de aquellos que fueron nuestros rivales en el comercio, o cuya ca�da es nuestra ventaja; y la envidia y la codicia que aparecen aqu�, Dios seguramente recordar� y castigar�.

2. Dios amenaza con visitar Tiro por su iniquidad. Estoy contra ti; y es m�s temible que innumerables huestes. A su disposici�n y bajo su direcci�n, el rey de Babilonia sitiar� la ciudad con un inmenso ej�rcito, furioso como las olas del mar: el polvo levantado por la multitud de su caballer�a oscurecer� los cielos como una densa nube, y su M�quinas militares hacen temblar los muros, hasta que por la brecha entrar�n sus tropas y sembrar�n la desolaci�n por todos lados. Sus hijas ser�n muertas a espada; o las ciudades y habitantes del continente sujetos a Tiro; o tan terrible deber�a ser la masacre cuando la ciudad fue tomada, que ni siquiera las mujeres deb�an salvarse; sus guarniciones cayeron al suelo;las estatuas de su fuerza, las im�genes de sus �dolos, en quienes ella confiaba, holladas; las mismas aceras rotas por los cabriolas de los caballos: la rica mercader�a se convierte en presa de los sitiadores; los muros est�n arrasados; toda la ciudad est� en ruinas; hasta el mismo polvo se raspa y queda desnudo como la punta de una roca.

Desierta ahora, no se oir�n m�s en ella canciones de j�bilo, ninguna m�sica; ni ser� reconstruida jam�s, al menos no en el mismo lugar, ni ser� restaurada a su antiguo esplendor, sino que seguir� siendo un desierto desierto, como la cima de una roca; un lugar para que los pescadores sequen sus redes; lo cual, seg�n los informes de los que han estado all�, es literalmente cierto hasta el d�a de hoy en Tiro, desde su destrucci�n final. Dios lo ha dicho, y por tanto el cumplimiento es seguro; y en estos juicios se les dar� a conocer terriblemente.

Segundo, se describe con m�s detalle la terrible ruina de Tiro.
1. Las islas del mar, aterrorizadas por su ca�da, temblar�n de miedo; sus pr�ncipes, descendiendo de sus tronos, con expresiones de profundo dolor llorar�n por sus desolaciones, mientras ellos tiemblan a la espera de compartir su destino. Comenzar�n a lamentarse, asombrados de c�mo una ciudad tan gloriosa podr�a ser destruida, y llorar�n por los valientes ca�dos. En otro tiempo, Tiro hab�a sido tan famoso ; fuerte en el mar;fortificado por las olas como baluarte, y lleno de marineros, los m�s expertos y atrevidos; el terror de todo lo que araba la mayor: reinaba como la inigualable due�a del oc�ano; pero ahora estaba desierto y desolado; el pueblo parti� al cautiverio; la ciudad, con sus habitantes, hundida bajo las aguas; demolido por el ej�rcito de los caldeos, que se abalanz� sobre ellos con furia inquebrantable y los derrib� a los lados del foso con los que llevaban mucho tiempo muertos.

S�, tan total e �ntimo ser� el derrocamiento, que apenas quedar�n vestigios. Tan d�bil es la fuerza humana, tan desvanecerse es la grandeza humana; tan vacilantes son los cimientos de las ciudades m�s fuertes: si queremos vivir permanentemente en seguridad, debemos mirar sobre la tierra en busca de esa ciudad mejor cuyo hacedor y constructor es Dios.

2. El Se�or har� esto. Te convertir� en un terror; su mano ser� visible en su ruina; y su prop�sito en su ca�da es advertir a sus vecinos, para que, aterrorizados por su destrucci�n, puedan evitar sus pecados.

3. La restauraci�n de Israel, sobre quien ella triunf�, agravar� la ruina irreparable de Tiro. Pondr� gloria en la tierra de los vivientes; en Israel, donde muchas almas, espiritualmente vivas para Dios, deber�an regresar del cautiverio; y Dios los exaltar� y distinguir� con su amor, favor y protecci�n. Nota; (1.) La iglesia del pueblo creyente de Dios es la tierra de los vivos; Bienaventurados y felices los que en �l tienen su parte. (2.) El gozo y la gloria de los santos en el cielo agravar�n los tormentos de los condenados en el infierno, cuando contemplen la bienaventuranza de la que est�n eternamente excluidos, y rechinar�n de rabia y desesperaci�n.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Ezekiel 26". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/ezekiel-26.html. 1801-1803.