Bible Commentaries
Isaías 38

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

Introducción

Ezequ�as, habiendo recibido un mensaje de muerte, con la oraci�n ha alargado su vida. El sol retrocede diez grados por una se�al de esa promesa: su c�ntico de acci�n de gracias.

Antes de Cristo 714.

Versículo 1

En aquellos d�as, etc.� Aunque el historiador sagrado ha colocado esta enfermedad inmediatamente despu�s de la derrota y muerte de Senaquerib, es evidente por Isa�as 38:6 que sucedi� antes de ese tiempo. Ezequ�as rein� todos los veintinueve a�os; hab�a reinado catorce a�os cuando Senaquerib lo invadi�, y despu�s de su enfermedad rein� quince a�os.

Por consiguiente, esta enfermedad ocurri� el mismo a�o en que el rey de Asiria invadi� Judea; pero el historiador sagrado pens� que era apropiado aplazar el relato hasta que hubo terminado la historia de Senaquerib. Schultens lee enfermo, en lugar de estar enfermo hasta la muerte. Comp�rese con Isa�as 38:21 .

Versículo 2

Entonces Ezequ�as volvi� su rostro� Vea la nota sobre �xodo 1:4 para un relato de los lechos orientales; por la posici�n de la cual, como all� se describe, parecer� que Ezequ�as hizo uso de esta postura, para que sus asistentes no se dieran cuenta del fervor de su devoci�n; porque apart� su rostro de ellos, y no hacia la pared del templo, como algunos han imaginado con demasiada fantas�a.

Versículo 3

Y Ezequ�as llor� amargamente: Seg�n la ley, se promete una larga vida y una salud ininterrumpida como recompensa por la obediencia, y la muerte inmadura se denuncia como un castigo. Ver �xodo 20:12 . Deuteronomio 5:16 ; Deuteronomio 30:16. Cuando reflexionamos sobre esto, no debemos sorprendernos del dolor que este buen rey expres� ante su pr�xima disoluci�n. Lo ve�a como un castigo y, en consecuencia, como una se�al del divino disgusto. Otras razones tambi�n pod�an operar fuertemente sobre una buena mente, que a�n no era perfecta en el amor de Dios: lo repentino de esta terrible denuncia inesperada; el estado inestable tanto de sus asuntos p�blicos como dom�sticos; y el temor natural a la muerte inherente a la mente humana, y que no era tan com�nmente dominado por las almas bondadosas bajo la ley como bajo el Evangelio, y que en este caso posiblemente podr�a aumentarse a partir de un sentido de sus propios defectos, y de un persuasi�n completa de que Dios estaba disgustado con �l, cort�ndolo de tal manera en la misma flor de su �poca,

Sin embargo, sean las razones las que puedan, nos corresponde ciertamente juzgar con gran franqueza a un pr�ncipe, cuyo car�cter es tan bueno como el de Ezequ�as: y tal vez, bendecidos como somos con una visi�n m�s brillante de un estado futuro de la que disfrut� Ezequ�as. comparativamente, son pocos los que pueden contemplar la muerte, por respetable que sea incluso para los mejores, sin alg�n grado de preocupaci�n seria.

Versículo 8

He aqu�, volver� a traer, etc. El dial que se usaba entre los jud�os era una especie de escalera; la hora del d�a no se distingu�a por l�neas, sino por pasos, aqu� llamados grados; y la sombra del sol avanzaba un nuevo grado cada media hora. Los m�dicos jud�os y los antiguos padres cristianos opinaban que el sol mismo en realidad retroced�a. Se esfuerzan por apoyar esta opini�n mostrando que Merodach-baladan fue incitado por la vista de este milagro a enviar sus mensajeros a Ezequ�as; ver 2 Cr�nicas 32:31y como una confirmaci�n m�s, a�aden, que Herodoto realmente lo toma en cuenta en su Euterpe, cap. 142 donde afirma expresamente, que los egipcios hab�an observado extra�as alteraciones en el movimiento del sol, habiendo surgido cuatro veces fuera de su curso habitual. Aunque debe permitirse que esta observaci�n sea cierta, no tenemos por tanto necesidad de admitir que el sol mismo o la tierra estaban retr�grados, es decir, que cualquiera de ellos retrocedi�; todo lo que la Escritura requiere de nosotros es admitir el hecho de que la sombra retrocede, y esto puede explicarse sin suponer ning�n movimiento poco com�n, ya sea en el sol o en la tierra.

No se requiere nada m�s para efectuar este fen�meno que un reflejo de los rayos del sol, y esto podr�a haber sido causado por una alteraci�n en la densidad de la atm�sfera. A esto se puede agregar que el original no menciona nada del sol, sino solo de sus rayos o sombra; y c�mo sus rayos pueden ser modificados por un cambio realizado en la atm�sfera, puede ser f�cilmente concebido por cualquier persona familiarizada con la filosof�a natural. Este esfuerzo por explicar el fen�meno de ninguna manera disminuye el milagro; porque asignamos la alteraci�n de la atm�sfera a la operaci�n inmediata y extraordinaria de Dios; y toda intervenci�n extraordinaria de la Providencia es esencial y propiamente un milagro. Observemos adem�s que de ninguna manera ofrecemos esta soluci�n excluyendo otras;Liberum de eo judicium lectori committo, dice Vitringa. V�ase la disertaci�n de Scheuchzer sobre el tema en su Physique Sacree, sobre 2 Reyes 20 .

Versículo 9

La escritura de Ezequ�as� Tenemos aqu� un ejemplo de la piedad del rey Ezequ�as, como un verdadero hijo de David, cantando con su arpa (porque de Isa�as 38:20 parece que este era un c�ntico apropiado para ese instrumento) y derramando sus sagradas meditaciones como era habitual entre los piadosos de esta naci�n. Grocio opina que esta canci�n fue dictada por Isa�as; Vitringa, sin embargo, piensa que hay algo m�s envuelto y menos sublime que en los escritos de Isa�as.

Versículo 10

Dije, al cortar mis d�as , dije, mientras mis d�as son cortados, me ir�; s�, hasta las puertas del Seol; �del sheol. Vitringa. Respetando el lugar de las almas difuntas, y las diversas expresiones concernientes a un estado futuro que se encuentran en este c�ntico, similares a las del libro de Job y de los Salmos, habiendo hablado ya lo suficiente, s�lo pedir� permiso para referir a mi lector a las anotaciones en esos libros.

Versículo 11

No ver� al Se�or, etc. Es evidente que Ezequ�as en este vers�culo habla de manera simple y sencilla de las ventajas que ciertamente perder�a al ser cortado repentinamente de la vida; sin ning�n respeto a un estado futuro. Al no ver al Se�or en la tierra de los vivientes, parece querer decir que no debe ver ni disfrutar los efectos de su gracia y bondad en la liberaci�n de su pueblo. El significado de la �ltima cl�usula, seg�n Vitringa, es, no contemplar� m�s al hombre, uni�ndose a los habitantes del mundo del reposo.

Versículo 12

Pas� mi edad; fue quitada mi morada, y fue quitada de m� como la tienda de un pastor; mi vida fue cortada como por el tejedor; me apartar� del telar; en el transcurso del d�a terminar�s mi telara�a. Lowth. Vitringa entiende la palabra ??? dor, traducida edad, para significar el cuerpo; esa morada, o morada,en el que el alma se aloja m�s como hu�sped en una tienda m�vil que vive como en una casa fija; por lo tanto, quiere decir en este pasaje que el tabern�culo de su cuerpo fue removido, y como fue llevado por la fuerza, como la tienda de un pastor, que, en ocasi�n de cualquier violencia, es repentinamente derribado y trasladado a otro lugar. El escritor probablemente ten�a a la vista las tiendas de los �rabes. Ver 2 Corintios 5:4 . 2 Pedro 1:13 . La met�fora de la siguiente cl�usula se toma del tejido.

El rey, abatido, tiene un tierno sentido de sus pecados y enfermedades, por lo que hab�a ofendido a Dios y le hab�a dado la ocasi�n de cortar el hilo a�n no terminado de su vida. No, prosigue, aumentando la expresi�n, que el tejedor no s�lo hab�a cortado la tela que hab�a empezado a tejer, sino que incluso la hab�a cortado desde los primeros hilos,(porque as� se puede reproducir el original) y hab�a destruido por completo la trama. Porque, cuando Ezequ�as, floreciente en vida y poder, se propuso una feliz continuaci�n de cada uno; �Mirad! Se acerca una mano que, habiendo comenzado esta agradable red, parece ahora decidida a cortarla por completo. El significado de la �ltima frase es; "La trama de mi vida, que hab�as empezado a tejer, (la direcci�n se volvi� elegantemente hacia Dios) parec�a ser una obra corta, y apenas de un d�a de duraci�n; de modo que, habi�ndola comenzado por la ma�ana, parec�as a punto de terminarlo antes de la noche ". Responde a la cl�usula anterior. Ezequ�as, en el extremo de su miseria, no concibi� que sobrevivir�a hasta la noche. Ver Vitringa.

Versículo 13

Calcul� hasta la ma�ana, etc.� El significado de la primera cl�usula es: "Cuando me encontr� sobreviviendo hasta la noche, entonces pens� para m� mismo, que la ma�ana siguiente ser�a el t�rmino m�s importante de mi vida: mientras tanto, Experiment� los dolores m�s graves, como si un le�n me partiera todos los huesos ". Repite la frase del vers�culo anterior, Desde el d�a hasta la noche, etc. para mostrar c�mo pas� otro d�a de gran dolor. Ver Vitringa.

Versículo 14

Como una grulla o una golondrina , es decir, "Mis dolores eran a veces tan violentos que me obligaban a llorar en voz alta; en otras ocasiones, mis fuerzas estaban tan agotadas, que solo pod�a gemir por dentro y lamentar mi triste condici�n con suspiros. . " El lector encontrar� en Bochart. Hieroz. p�rrs ii. 1. 1. c. 10. copiosa ilustraci�n de este verso, y tambi�n en Scheuchzer sobre el lugar.

Ver Salmo 119:122 y Salmo 130:1 ; Salmo 130:8 que explica completamente la �ltima frase.

Versículo 15

�Qu� deber�a decir? & c.� �Qu� digo yo m�s? me lo prometi� y lo cumpli�. El significado del vers�culo es: "Lo repentino de mi liberaci�n me sorprende tanto, que quiero palabras para expresar mi agradecimiento. �l ha escuchado mi oraci�n y ha cumplido todos mis deseos; y el recuerdo de la miseria que soport� me emocionar�". cada vez m�s para renovar mi agradecimiento por sus infinitas misericordias ". En la amargura de mi alma, Vitringa la traduce con m�s fuerza, la descarga o la hace superior a la amargura de mi alma.

Versículo 16

Oh Se�or, por estas cosas viven los hombres. El significado es que las promesas de gracia, alcanzadas por medio de la oraci�n humilde, y su pronta y pronta aplicaci�n, dan vida al alma; o que la gracia divina y las promesas de la gracia divina son la vida del alma, son el alimento y el sustento de la vida verdadera.

Versículo 17

He aqu�, por la paz tuve gran amargura, es decir, "cuando no pensaba en ning�n mal, ni percib�a ni tem�a, y parec�a gozar de mi salud habitual, entonces me sobrevino este terrible mal; pero t� me has librado, y perdona mis pecados ". As�, Ezequ�as no reclama exenci�n de culpa, pero confiesa f�cil y humildemente que merec�a el castigo y que estaba en deuda �nicamente con la misericordia divina.

Versículo 18

Para el sepulcro, etc.� V�ase Salmo 6:5 ; Salmo 30:9 ; Salmo 30:12 .

Versículo 20

El Se�or estaba listo para salvarme; JEHOV� estaba presente para salvarme. Lowth. A partir de este vers�culo, parece probable que Ezequ�as compusiera varios otros c�nticos, algunos de los cuales a�n pueden existir entre los Salmos. Podemos simplemente observar de este pasaje de la Escritura, que el fruto apropiado y la consecuencia de la liberaci�n de los males es la acci�n de gracias, que se difunde a trav�s de todas las acciones de la vida.

Nos muestra una imagen de nuestro deber y estado, quienes, redimidos como somos, por la sangre preciosa del Hijo de Dios, de la destrucci�n eterna, debemos con todos los poderes de nuestras almas y cuerpos para celebrar su nombre y gloria, para que toda nuestra vida parezca una continua acci�n de gracias. Ver Vitringa.

Versículo 21

Porque Isa�as hab�a dicho, etc. � Ahora Isa�as hab�a dicho. "Me parece extremadamente probable, (dice el Dr. Mead,) que la enfermedad del rey fuera una fiebre, que terminaba en un absceso: porque, en casos de este tipo, son siempre adecuadas aquellas cosas que promueven la supuraci�n, especialmente digestiva y resolutiva. las cataplasmas y los higos secos son excelentes para esta intenci�n. As�, el Omnipotente, que pod�a eliminar este moquillo con su sola palabra, eligi� hacerlo por el efecto de los remedios naturales. Y aqu� tenemos una lecci�n �til que nos ha dado en las adversidades, no a descuide el uso de aquellas cosas que el generoso Creador nos ha otorgado y, al mismo tiempo, agreguemos nuestras fervientes oraciones, para que se complazca graciosamente en prosperar nuestros esfuerzos ". Podemos agregar m�s, que aunque se admite que unhigo tostado, con az�car blanca en polvo, se usar� en este momento, y se descubri� que es un supurativo para un hervor de peste, sin embargo, esto no disminuir� la realidad de la interposici�n milagrosa de Jehov�; porque, en el uso actual, el trabajo de supuraci�n es gradual y progresivo; pero la curaci�n que se produjo en la aplicaci�n a Ezequ�as fue instant�nea. V�ase Medica Sacra de Mead y las transacciones filos�ficas, vol. 47: p�g. 387.

REFLEXIONES.� 1�, A lo observado antes sobre el tema de este cap�tulo, podemos agregar,

1. Que, dado que la muerte es la suerte com�n, es nuestro deber, antes de que se acerque, atenderla, tanto por un arreglo de todas nuestras preocupaciones mundanas, para que en ese momento no ocupen nuestros pensamientos; y m�s especialmente por una muerte diaria para el mundo y todo lo temporal, que puede hacer que el d�a de nuestra mudanza no sea ni inesperado ni inaceptable.
2. En toda situaci�n, enferma, afligida o tentada, la oraci�n es el gran alivio. Es la facilidad del coraz�n desatarnos ante Dios.
3. Ser� un consuelo en cada calamidad, y un gozo en la hora de la muerte, que nuestra conciencia nos d� testimonio en el Esp�ritu Santo, que con sencillez y sinceridad piadosa hemos tenido nuestra conversaci�n en el mundo.
4. Dios mira cada l�grima que cae de los ojos de sus dolientes, y pronto les dar� vestiduras de alabanza por el esp�ritu de tristeza.
5. La prosperidad prometida a Sion fue mejor para Ezequ�as que la restauraci�n de su salud; ya que el bienestar de la iglesia y los intereses del reino del Redentor son cada vez m�s queridos por los fieles que cualquier otra preocupaci�n, meramente relativa a ellos mismos.


6. Un milagro sirvi� para confirmar la fe de Ezequ�as; Hemos visto al glorioso Redentor obrar innumerables: �y desconfiaremos de �l?
2�, En reconocimiento agradecido de la misericordia divina que le fue mostrada en su recuperaci�n, Ezequ�as compuso su sagrada acci�n de gracias; y esos monumentos no solo son �tiles para mantener viva nuestra propia gratitud, sino que son monumentos de la misericordia de Dios y un est�mulo para confiar en �l para las generaciones futuras. Tenemos,
1. La desesperaci�n de su caso. Dije al cortar mis d�as, Ir� a las puertas del sepulcro; aunque en la flor de la vida vio abrirse las puertas del sepulcro para recibirlo: me privan del resto de mis a�os,que, en el curso de la naturaleza, hubiera esperado haber vivido; pero su dolor fue m�s por haber sido removido en medio de su utilidad, que en medio de sus d�as. Dije: No ver� al Se�or, al Se�or en la tierra de los vivientes; no frecuenta m�s los atrios de su casa, y se une a las ordenanzas de su culto, alentando con su ejemplo la piedad de su pueblo.

No contemplar� m�s al hombre con los habitantes del mundo, ya no podr� servir a los intereses de Dios entre sus s�bditos, ni ser� el instrumento para promover su reforma y felicidad; y tampoco disfrutar m�s de la compa��a de aquellos cercanos y queridos por �l, con quienes, en la casa de Dios, sol�a tener una dulce comuni�n. Mi era se fue, y me fue quitada como tienda de pastor o mi morada; el tabern�culo de su cuerpo, listo para volver al polvo, se quita r�pida y tan f�cilmente como la tienda del pastor. Cort� mi vida como un tejedor, el cual, cuando su pieza est� terminada, la corta del telar; y sus pecados podr�an ser considerados por �l como la causa de que sus d�as fueran acortados. Me cortar� con una enfermedad dolorosa,o del trompetero, aludiendo a la met�fora del tejedor, y reconociendo la mano de Dios en la aflicci�n, en cuyas manos est�n la vida y la muerte. Calcul� hasta la ma�ana, o fij� mi tiempo hasta la ma�ana, concluyendo que era imposible sobrevivir m�s; que como un le�n, as� �l, o �l, romper� todos mis huesos; la mano afligida del Se�or, o su enfermedad, cuyos dolores eran tan agudos como si lo hubiera desgarrado y mordido un le�n.

Desde el d�a hasta la noche me acabar�s; aunque m�s all� de lo esperado vio la luz de otro d�a, no ten�a esperanzas de ver un tercero. Nota;(1.) Cuando estamos angustiados, somos demasiado propensos a hundirnos en el abatimiento. (2.) La solicitud por la gloria de Dios y su inter�s entre los hombres es el �nico motivo verdaderamente loable que puede hacer que un buen hombre prefiera una permanencia en el cuerpo a una partida a su Se�or. (3.) Las puertas de la tumba permanecen abiertas d�a y noche; Con frecuencia nos conviene pensar en atravesarlos. (4) Nuestra morada m�s asentada aqu� no es m�s que como la tienda de un pobre pastor, y nuestro paso a trav�s del tiempo es r�pido como la lanzadera del tejedor: deber�a, por lo tanto, despertar nuestra solicitud de asegurar una mansi�n m�s duradera, que cuando los d�as del tiempo son cortados, podemos ser capacitados con gozo para dar un paso adelante hacia la eternidad.

2. Su ferviente oraci�n en su angustia. Como una grulla o una golondrina, as� parloteaba; a veces en voz alta, en situaciones extremas de dolor; a veces abatido, agotado por la angustia, o tan interrumpidas y rotas eran sus oraciones, por el tormento que soportaba. Llor� como una paloma, lament�ndose por sus transgresiones: mis ojos fallan al mirar hacia arriba; listo para cerrar en la muerte, desesperado por el alivio. O Se�or, estoy oprimido, o que me oprime, mi enfermedad: emprender para m�, para m� arrancar de los bares de la sepultura; o puede ser rendido, no tengo justicia; s� fiador por m�; como conteniendo su humilde confesi�n, y su dependencia para la gracia perdonadora de ese Redentor, quien, en la plenitud de los tiempos, deber�a ser la fianza de su pueblo.

Nota; (1.) Nada puede facilitar un lecho de muerte, sino la confianza en la suficiencia de nuestra Fianza divina para emprender por nosotros en el gran d�a. (2.) Hasta que nuestros ojos est�n cerrados, nuestros labios no deben callar; s�, cuando nuestra lengua ya no pueda realizar su oficio, a este amado Redentor deber�a aspirar nuestra alma, hasta que lo exhalemos en su seno.

3. Sus agradecimientos. �Qu� deber�a decir? donde las palabras quieren expresar la gratitud que siento. Me ha hablado, y �l mismo lo ha hecho: segura es cada palabra de su promesa, y ahora por experiencia puede dar testimonio de ello. Pasar� suavemente todos mis a�os en la amargura de mi alma; meditando en las misericordias recibidas, y avergonzado de su propia desconfianza pecaminosa: o las palabras pueden ser pronunciadas, Ir� alegremente todos mis a�os, tras la amargura de mi alma; pasada la tormenta, la paz y la prosperidad coronar�n todos los a�os que Dios prolongue.

Se�or, por estas cosas viven los hombres; por la palabra de la promesa divina, y la providencia misericordiosa de Dios; y en todas estas cosas est� la vida de mi esp�ritu; el poder, la providencia y la gracia de Dios, apareciendo as� maravillosamente para �l, dieron vida renovada a su alma y tambi�n a su cuerpo, llen�ndolo de fe, amor y gozo. Menciona varios detalles que merecen un elogio especial.

[1.] Su recuperaci�n: As� me recuperar�s y me har�s vivir; o as� me recuperaste y me hiciste vivir; y cada nueva vida otorgada con justicia nos llama a adorar al dador misericordioso.

[2.] El agradable contraste de la facilidad con el dolor, la salud con la enfermedad. He aqu�, por la paz tuve gran amargura; o, como se puede traducir, he aqu�, en paz ha cambiado mi gran amargura.

[3.] El amor de Dios visto en su caso hizo que la misericordia fuera indeciblemente m�s dulce y m�s querida por �l. T�, con amor a mi alma, la has librado del pozo de la corrupci�n, del sepulcro; o, con tierno amor has abrazado mi alma, del pozo de la corrupci�n; arrebat�ndome de �l, como un padre tierno, cuando me precipitaba hacia el horrible pozo. Nota; La salud restaurada es doblemente agradable cuando podemos ver que est� enamorada de nuestras almas.

[4.] Sus pecados perdonados, plena y gratuitamente: porque has echado todos mis pecados a tus espaldas. Y aqu� cada alma creyente est� llamada a unirse a la acci�n de gracias de este piadoso rey; porque, (1.) Nuestras almas y cuerpos, a causa del pecado original y actual, en coraz�n y vida, est�n perdidos y listos para caer en el pozo sin fondo de la perdici�n eterna.

(2.) El amor trascendentemente rico y misericordioso de Dios en Cristo Jes�s se ha interpuesto para sacarnos de la ruina, y solo de esto estamos en deuda. (3.) Toda la amargura que un sentimiento de culpa y peligro despierta en la conciencia, el amor de Dios quita y llena el alma, �oh bendito cambio! con gozo y paz al creer.

4. Su resoluci�n de continuar �l mismo, y animar a otros a unirse a �l, en esta constante y deliciosa obra de alabanza: Porque el sepulcro no puede alabarte, la muerte no puede celebrarte: all� reina el silencio; ning�n c�ntico de agradecimiento asciende del polvo, y los que se han ido no pueden prestar m�s servicio a los intereses de Dios aqu� abajo. Los que descienden al abismo no pueden esperar tu verdad; all� Dios ya no puede ser glorificado por la fe o la esperanza en sus promesas; pero el que vive, el que vive, �l te alabar�, como yo lo hago hoy: aquellos cuyas vidas corporales son renovadas por la misericordia, y sus almas espiritualmente tambi�n vivas, estos se unir�n a �l en la alabanza de Dios. El padre dar� a conocer tu verdad a los hijos; transmitir a la posteridad el memorial de la fidelidad de Dios, para alentar su confianza y despertar su gratitud.

El Se�or estaba dispuesto a salvarme; En el instante en que llam�, apareci� el alivio: por eso cantaremos mis canciones a los instrumentos de cuerda todos los d�as de nuestra vida; Yo, y todos los fieles que se regocijan en mis misericordias, rendiremos el incesante tributo de nuestros c�nticos en la casa del Se�or. Nota;(1.) Ya que en la tumba ya no podemos glorificar a Dios, lo que ahora halle nuestra mano para hacer por �l, hag�moslo con nuestras fuerzas. (2.) �Qui�n lo alabar�, si no lo hacen los que se han recuperado de bajar al hoyo? (3.) Mientras duren la vida y el aliento, tanto tiempo deber�an durar nuestras alabanzas, y entonces iremos donde nunca terminar�n. (4) Los padres piadosos no dejar�n de transmitir a sus hijos el recuerdo de las misericordias de su padre y animarlos a confiar en las mismas promesas que ellos mismos han demostrado ser tan fieles.

5. Al final de esta historia se observa, como en �xodo 20:7 que la se�al fue dada a pedido de Ezequ�as; y un terr�n de higos, por orden de Isa�as, puesto sobre la ebullici�n, ya sea como un medio para procurar su curaci�n, o como una se�al para asegurarlo.

Nota; (1.) Aunque en la enfermedad nuestra dependencia no debe depender de las medicinas, debemos confiar en Dios en el uso de los medios. (2.) El gran consuelo de la salud es la capacidad de asistir a la adoraci�n de Dios y trabajar activamente en su servicio; y este es el gran fin por el que un buen hombre desea vivir.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Isaiah 38". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/isaiah-38.html. 1801-1803.