Bible Commentaries
Apocalipsis 10

Comentario de Coke sobre la Santa BibliaComentario de Coke

Introducción

Aparece un �ngel fuerte y poderoso, con un libro abierto en su mano; jura por el que vive por los siglos, que no habr� m�s tiempo. A Juan se le ordena tomar y comerse el libro.

Anno Domini 96.

Versículos 1-11

Vi descender a otro �ngel poderoso, etc.� San Juan, en la conclusi�n del �ltimo cap�tulo, habiendo mencionado la corrupci�n de la iglesia occidental, procedi� ahora a entregar algunas profec�as relacionadas con este lamentable evento: pero antes de entrar en este tema, y la iglesia con �l, est�n preparados para ello por una visi�n augusta y consoladora. Otro �ngel poderoso baj�, descrito algo as� como el �ngel o Personaje en los �ltimos tres cap�tulos de Daniel y en el primer cap�tulo de este libro. Ten�a en la mano un librito; ( Apocalipsis 10:2 ) Este peque�o libro (???????????), o codicilo, era diferente del ???????, o libro, mencionado antes, cap. Apocalipsis 5:1 y estaba abierto, para que todos los hombres pudieran leerlo y considerarlo libremente.

De hecho, era un codicilo del libro m�s grande, y se incluye apropiadamente bajo la sexta trompeta para describir el estado de la iglesia occidental despu�s de la descripci�n del estado de la oriental: y esto es con raz�n hecha una profec�a separada y distinta, a causa de de la importancia del asunto, as� como para atraer la mayor atenci�n.

El �ngel puso su pie derecho sobre el mar, etc. ( Apocalipsis 10:2 ) Para mostrar el alcance de su poder y comisi�n; y cuando hubo clamado en voz alta, siete truenos emitieron sus voces. San Juan habr�a escrito las cosas que pronunciaron los siete truenos, pero estaba prohibido hacerlo, Apocalipsis 10:4 . Como no conocemos los temas de los siete truenos, tampoco podemos conocer las razones para suprimirlos; y pretender saber uno u otro, es ser sabio por encima de lo que est� escrito. Entonces ( Apocalipsis 10:5 .) El �ngel levant� su mano, etc.

como el �ngel en Daniel 12:7 y sweres por Aquel que vive por los siglos de los siglos, el gran Creador de todas las cosas, para que ya no haya tiempo, o m�s bien, para que el tiempo no sea todav�a; pero ser� en los d�as de la s�ptima trompeta, que el misterio de Dios ser� cumplido, y el estado glorioso de la iglesia se perfeccionar�, conforme a las cosas buenas que prometi� a sus siervos los profetas, Apocalipsis 10:7 .

Esto se dice para consuelo de los cristianos, que aunque el librito describe las calamidades de la iglesia occidental, tendr�n un per�odo feliz bajo la s�ptima trompeta. Entonces se le ordena a San Juan que se coma el librito, como lo hizo el profeta, Ezequiel 3:3 en la misma ocasi�n: y se lo comi� ( Apocalipsis 10:10 ). Lo consider� minuciosamente y lo digiri�, y lo encontr� para ser, como se le inform� que ser�a, Apocalipsis 10:9 .

Dulce como la miel en la boca, pero amargo en el est�mago."El conocimiento de las cosas futuras al principio fue agradable, pero el contenido triste del librito despu�s llen� su alma de dolor". Sin embargo, estos contenidos no deb�an sellarse como los de los siete truenos; este peque�o libro iba a ser publicado, as� como el libro m�s grande del Apocalipsis; y como se refer�a a reyes y naciones, as� se har�a p�blico para su uso e informaci�n.

Sir Isaac Newton observa que esta descripci�n de un �ngel que desciende del cielo, Apocalipsis 10:1 tiene la forma en que Cristo apareci� al comienzo de esta profec�a; y puede dirigirnos a�n m�s a comprender a este poderoso �ngel de Cristo; que apareci� con un librito abierto en la mano.

Tambi�n observa que por tierra los jud�os entienden el gran continente de toda Asia y �frica, al que ten�an acceso por tierra; y por las islas del mar comprendieron los lugares a los que navegaban por mar, o las diversas partes de Europa; y aqu� en esta profec�a se ponen la tierra y el mar, seg�n �l, para las naciones de los imperios griego y latino.

Versículo 10

Y se lo comi�, etc. � V�ase Jeremias 15:16 . Nuestro bendito Salvador usa la misma expresi�n metaf�rica con el profeta y San Juan, cuando habla de s� mismo como el pan de vida, en muchos pasajes del sexto cap�tulo del Evangelio de San Juan. El autor de las Observaciones sobre las Sagradas Escrituras comenta, "que, a pesar de que la miel es deliciosa para el paladar oriental, a veces se ha pensado que produc�a efectos terribles.

As� que Sanutus nos dice que los ingleses que asistieron a Eduardo I en tierra santa , muri� en gran n�mero mientras marchaban en junio para demoler un lugar; lo que �l atribuye al calor excesivo y a su inmoderado consumo de frutas y miel. Esto, tal vez, puede darnos el pensamiento de Salom�n, seg�n el sentido literal, cuando dice,No es bueno comer mucha miel, Proverbios 25:27 .

Antes, en el mismo cap�tulo, hab�a mencionado que un exceso en el consumo de miel provocaba n�useas y v�mitos; pero si a veces se pensaba que produc�a efectos mortales, hab�a una mayor energ�a en la instrucci�n. Sea como sea, esta circunstancia parece ilustrar el pasaje prof�tico que tenemos ante nosotros, donde se dice que el libro es dulce como la miel en la boca, pero amargo despu�s de haberlo tragado; produciendo dolores amargos como los quejidos que el ej�rcito de Eduardo sinti� en tierra santa, desde el consumo de miel hasta el exceso: porque de los des�rdenes que son los efectos comunes de la intemperancia con respecto a las frutas en esos climas, Sanutus parece estar hablando; y el flujo de sangre, acompa�ada de fuertes dolores en los intestinos, es bien conocido por ser su gran demanda." Ver observaciones,pag. 161.

La profec�a que ten�amos ante nosotros era revelar las providencias de Dios durante el per�odo del s�ptimo �ngel; en el cual, como hubo una revelaci�n de gran oposici�n a la verdadera religi�n, y persecuci�n de los fieles profesantes; as� tambi�n hubo una revelaci�n de la protecci�n divina durante el tiempo de la prueba, y del cumplimiento seguro del prometido estado glorioso y feliz de la iglesia al final. La meditaci�n de tal estado de providencia bien podr�a ocasionar una mezcla de gozo y dolor en la mente del ap�stol, como es probable que ocurra en la mente de todos los que as� lo entienden y lo consideran.

Inferencias.�Si otras partes de este cap�tulo parecieran estar menos pre�adas de importantes instrucciones pr�cticas, tal vez el plan fue que podr�amos estar comprometidos a fijar nuestra atenci�n completa e indivisa en las horribles palabras de este ilustre �ngel; cuya apariencia se describe en colores tan extraordinariamente hermosos y llamativos; con el resplandor del sol que brota de su rostro; los colores abigarrados del arco iris que rodeaban su cabeza; de una estatura tan vasta y majestuosa, que a la vez mont� sobre la tierra y el mar; con su mano levantada solemnemente al cielo; con voz terrible como un trueno, apelando al venerable nombre de Dios, Creador de los cielos, de la tierra, del mar y de todos sus habitantes, para a�adir la sanci�n de un juramento inviolable a una declaraci�n, que en s� mismo, de un mensajero tan divino, era digno de cr�dito absoluto y completo; una declaraci�n,ese tiempo ya no deber�a ser: que es una verdad cierta, en el sentido m�s sublime e interesante del que son capaces las palabras.

El tiempo, distinguido en d�as, semanas, meses y a�os, por la revoluci�n de las luminarias celestiales, cuando las m�s abundantes de ellas se extinguen en sus orbes, como pronto lo har�n; cuando el sol se convierta en tinieblas y la luna en sangre; entonces el tiempo , digo, se absorber� en una eternidad inconmensurable . Y �oh, qu� eternidad!Una eternidad, ya sea de felicidad perfecta e inconcebible, o de miseria desesperada y sin remedio. Pero, adem�s de esta construcci�n general, hay un sentido importante en el que la proclamaci�n de este heraldo celestial se cumplir�, con respecto a los individuos; ese tiempo ya no ser�; el tiempo de la paciencia divina al esperarnos; el tiempo en que seremos continuados bajo el sonido del evangelio, y las ofertas de misericordia y los medios de salvaci�n; el tiempo en que estaremos familiarizados con estas escenas de la mortalidad y con las personas que aqu� nos son m�s familiares, al menos en las circunstancias actuales de su existencia.

El per�odo durante el cual vamos a habitar esta tierra y disfrutar de nuestras ventajas espirituales, o de nuestras posesiones y placeres mundanos, est� confinado dentro de l�mites muy estrechos. El juramento de este �ngel poderoso, quiz�s, est� listo para cumplirse, y el tiempo se est� cerrando y la eternidad se est� abriendo sobre nosotros. �Oh, que consideremos que el tiempo y todas sus preocupaciones se desvanecer�n muy pronto, que nuestros pensamientos y nuestras preocupaciones se dirijan cada vez m�s a nuestro propio inter�s eterno y al de nuestros semejantes! El Juez est� incluso a la puerta: esforc�monos, por tanto, por estar preparados, mejoremos cada momento transitorio para los fines para los que nos fue dado; y en estos puntos de vista de la brevedad del tiempo y la importancia de prepararnos para la eternidad, detestamos todos los placeres y encantos del pecado; porque pronto aparecer�n como losbocado misterioso del ap�stol, amargo como ajenjo en el vientre, aunque con indulgencia enga�osa y fatal es posible que, por unos momentos, los hayamos enrollado , como un bocado dulce, bajo nuestras lenguas; deseando en vano prolongar esos placeres, que s�lo pueden servir para a�adir una sensibilidad m�s aguda y exquisita a nuestro dolor futuro.

REFLEXIONES.� 1�, Otra visi�n interviene entre la sexta y la s�ptima trompeta, como antes entre el sexto y el s�ptimo sello.

1. Un �ngel glorioso, el mismo Personaje divino cuya voz se escuch� antes, dando a los �ngeles su comisi�n (cap. Apocalipsis 7:2 ), desciende del cielo vestido de una nube; y alrededor de su cabeza resplandec�a el arco iris, la se�al de su atenci�n al pacto con sus fieles santos, incluso en las edades m�s oscuras: su rostro era como el sol, alentando los corazones de su pueblo; y sus pies como columnas de fuego, firmes para apoyar los intereses de su sagrada causa y terrible para pisotear a sus enemigos.

En su mano sosten�a un librito, el �ltimo volumen del rollo que hab�a abierto, y estaba a punto de revelar su contenido; y, poniendo un pie en la tierra y el otro en el mar, para dar a entender su dominio universal, pronunci� su voz fuerte como el le�n ruge, y al instante siete poderosos truenos, los emblemas de los juicios que est�n por seguir, hicieron eco a la sonar. Estando a punto de minutar las denuncias articuladas pronunciadas por estos truenos, San Juan es refrenado por una voz del cielo, diciendo: Sella esas cosas, y no las escribas.

2. El �ngel que estaba en la tierra y en el mar, luego levant� su mano al cielo y, con un juramento solemne, jur� por el gran Creador de todas las cosas, que el tiempo ya no ser�a; pero que cuando el tiempo, los tiempos y la mitad de un tiempo, ( Daniel 12:7 ) expiren, los 1260 a�os del reinado del Anticristo, entonces se pondr� fin a la tiran�a anticristiana para siempre; y que dentro del per�odo de la s�ptima trompeta, el misterio de Dios deber�a estar terminado, su dise�o de gracia cumplido, y su gran salvaci�n esparcida de un polo a otro; como en la antig�edad hab�a sido mostrado a sus profetas, ( Daniel 7:25 ; Daniel 12:6 . Zacar�as 14:9 )

2do, La misma voz que hab�a o�do desde el cielo,
1. Le ordena que vaya y tome el libro de la mano del �ngel, que estaba sobre la tierra y el mar, quien se lo dio, y le pidi� que lo comiera, y digerir los espantosos contenidos all� revelados; dici�ndole que, aunque dulce en su boca, le amargar�a el est�mago; Por deseable que fuera conocer los acontecimientos del futuro, las terribles desolaciones que estaban por sobrevenir sobre la tierra y los sufrimientos de la iglesia no pod�an sino entristecerlo y afligirlo internamente.
2. El ap�stol obedeci� y hall� verdadera la palabra que hab�a sido dicha; dulce como era el libro en su boca, incluso como la miel, su vientre se amarg� como la hiel, y los carnes que previ� lo afligieron profundamente; pero no debe ocultar los secretos que se le comuniquen; se le ordena profetizar acerca de los acontecimientos que deben suceder sucesivamente ante muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. Nota; Los predicadores deben, en primer lugar, digerir y sentirse profundamente afectados por las verdades que transmiten a los dem�s.

Información bibliográfica
Coke, Thomas. "Comentario sobre Revelation 10". Comentario de Coke sobre la Santa Biblia. https://beta.studylight.org/commentaries/spa/tcc/revelation-10.html. 1801-1803.