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1 Samuel 16

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-23

CAPITULO XXII.

DAVID UNGIDO POR SAMUEL.

1 Samuel 16:1 .

El rechazo de Sa�l fue puesto muy en serio por Samuel. Sin duda, hay muchas cualidades atractivas en el hombre Sa�l, que Samuel no pudo dejar de recordar, y que alimentaron la llama del apego personal, e hicieron que el hecho de su rechazo fuera dif�cil de digerir. Y sin duda, tambi�n Samuel estaba preocupado por la paz y la prosperidad de la naci�n. Sab�a que un cambio de dinast�a significaba com�nmente una guerra civil: podr�a conducir al debilitamiento interno de un reino que ya era lo suficientemente d�bil y su exposici�n a los ataques de vecinos hostiles que miraban con ojos de lince cualquier oportunidad de lanzarse contra Israel.

As�, tanto por motivos personales como p�blicos, el rechazo de Sa�l fue un gran dolor para Samuel, especialmente porque el rechazo de Sa�l implicaba el rechazo de Jonat�n, y el profeta podr�a preguntar, sin poca raz�n, d�nde, en toda la naci�n, podr�a se encontrar� un sucesor mejor.

No fue el placer de Dios revelarle a Samuel los tr�gicos acontecimientos que llevar�an a Jonat�n ya sus hermanos entre los muertos el mismo d�a que su padre; pero tuvo el placer de presentarle al hombre que, en un tiempo futuro, gobernar�a Israel de acuerdo con el ideal que el profeta se hab�a esforzado en vano por imponer a Sa�l. Hay una dureza en la protesta de Dios con Samuel que implica que el dolor del profeta por Sa�l fue llevado a una extensi�n excesiva y por lo tanto pecaminosa.

"�Hasta cu�ndo estar�s de luto por Sa�l, ya que lo he rechazado para que no reine sobre Israel?" El dolor a causa de los dem�s parece un sentimiento tan sagrado, tan santo, que no estamos preparados para comprender la posibilidad de que adquiera el tono oscuro del pecado. Sin embargo, si los hijos de Dios se abandonan al exceso m�s salvaje por alg�n dolor que les lleva el car�cter de una disciplina paternal; si se niegan a dar efecto de alguna manera al prop�sito de Dios en el asunto, ya los fines de gracia que �l desea que sirva, son culpables de pecado, y ese pecado es una gran deshonra para Dios.

Nunca puede ser correcto dejar a Dios fuera de la vista en relaci�n con nuestros dolores, u olvidar que se acerca el d�a, por imposible que parezca, cuando Su car�cter ser� tan vindicado en todo lo que les ha sucedido a Sus hijos, que todos Se enjugar�n las l�grimas de sus ojos, y se ver� que sus tiernas misericordias han estado sobre todas sus obras.

Samuel deb�a ir a Bel�n ya la familia de Isa� para encontrar al sucesor destinado de Sa�l. El lugar no estaba tan lejos de Ram� como para estar m�s all� de la esfera de conocimiento de Samuel. De Jesse, uno de los principales hombres del lugar, probablemente tendr�a al menos un conocimiento general, aunque es evidente que no lo conoc�a personalmente ni conoc�a a su familia.

Bel�n ya hab�a adquirido un lugar destacado en la historia hebrea, y Samuel no pod�a haber ignorado el episodio de la joven viuda moabita que hab�a dado tan hermosa prueba de piedad filial, y entre cuyos descendientes se contaban Isa� y sus hijos. El mismo nombre de Bel�n fue apropiado para recordar c�mo Dios honra a quienes lo honran, y podr�a haber reprendido ese estallido de miedo que cay� de Samuel, cuyo primer pensamiento fue que no pod�a ir, porque si Sa�l se enterara, lo matar�a. .

Bien, es bastante claro que, con todas sus gloriosas cualidades como profeta, Samuel no era m�s que un hombre, sujeto a las debilidades de los hombres. �Qu� libro m�s honesto es la Biblia! �Sus h�roes m�s grandes bajan tan a menudo al nivel humano y muestran las mismas debilidades que nosotros! Pero Dios, que se rebaja a la debilidad humana, que fortaleci� el coraz�n desfallecido de Mois�s ante la zarza ardiente, y el coraz�n dubitativo de Gede�n, y luego el coraz�n fatigado de El�as y el coraz�n tembloroso de Jerem�as, condesciende igualmente a la debilidad de Dios. Samuel, y le proporciona un objeto aparente para su viaje, que no estaba preparado para despertar el temperamento celoso del rey.

Samuel debe anunciar que su venida a Bel�n es con el prop�sito de un sacrificio, y que las circunstancias relacionadas con la unci�n de un sucesor de Sa�l deben ser tan silenciosas y vagas que el gran objetivo de su visita dif�cilmente ser� tan grande. mucho de lo que adivina cualquiera.

A menudo se ha planteado la pregunta: �No era objetable este arreglo diplom�tico? �No fue un acto de duplicidad y enga�o? Indudablemente fue un acto de encubrimiento, pero no se sigue que haya sido un acto de duplicidad. Era el ocultamiento de algo que Samuel no ten�a la obligaci�n de divulgar. No era el ocultamiento cuyo objetivo era enga�ar a nadie, o inducir a alguien a hacer lo que no habr�a hecho si hubiera sabido toda la verdad.

Cuando se practica el encubrimiento para sacar una ventaja injusta de alguien, o para asegurar una ventaja indigna sobre �l, es un crimen detestable. Pero ocultar lo que no tienes la obligaci�n de revelar, cuando se va a lograr un fin importante, es algo muy diferente. "Gloria de Dios es ocultar algo"; la providencia es a menudo una vasta red de ocultamiento; las pruebas de Job fueron fruto del ocultamiento divino; las respuestas de nuestro Se�or a la mujer sirofenicia fueron un encubrimiento; la demora en ir a Betania cuando se enter� de la enfermedad de L�zaro fue solo un ocultamiento del glorioso milagro que �l ten�a la intenci�n de realizar en el futuro.

Uno puede decir la verdad, pero no toda la verdad, sin ser culpable de injusticia o deshonestidad. No fue por cuenta de Sa�l que Samuel fue enviado a ungir a un rey en Bel�n. Fue en parte por la cuenta de Samuel y en parte por la de David. Si David estuvo aqu� despu�s para ocupar el excelso cargo de rey de Israel, ser�a deseable que fuera entrenado para sus deberes desde sus primeros a�os.

Saulo no hab�a sido llamado al trono hasta la mediana edad, hasta que se hab�a formado su car�cter y se hab�an asentado sus h�bitos; el pr�ximo rey debe ser llamado en un per�odo anterior de la vida. Y aunque es posible que el padre y los hermanos del ni�o no comprendan la naturaleza completa de la distinci�n que tiene ante s�, se les debe hacer comprender que est� llamado a un servicio muy especial de Dios, a fin de que puedan entregarlo libre y prontamente a tal fin. preparaci�n seg�n lo requiera ese servicio.

Esta parece haber sido la raz�n principal de la misi�n de Samuel a Bel�n. Despu�s de eso, no pudo m�s que saberse que David iba a ser distinguido como un siervo de Dios, pero parece que ni a sus hermanos ni a los ancianos de Bel�n se les transmiti� la idea de que iba a ser rey.

Los arreglos para la adoraci�n p�blica de Dios en aquellos tiempos, mientras el arca de Dios todav�a estaba en Quiriat-jearim, parecen haber estado lejos de ser regulares, y parece que no era inusual que Samuel visitara lugares particulares con el prop�sito de ofreciendo un sacrificio. Parecer�a que la ocasi�n ordinaria, aunque no uniforme, para tales visitas fue la ocurrencia de algo censurable en la comunidad, y si es as�, esto explicar� el terror de los ancianos de Bel�n ante la visita de Samuel, y su pregunta asustada: "�Vienes en paz?" Felizmente, Samuel pudo calmar sus temores y asegurarles que el objeto de su visita era completamente pac�fico.

Se trataba de un servicio religioso que hab�a venido a realizar, un servicio que puede haber estado asociado con los otros servicios religiosos que estaba acostumbrado a realizar mientras daba vueltas en las cercan�as de Ram�. Para este sacrificio, los ancianos de Bel�n fueron llamados a santificarse, al igual que Isa� y sus hijos. Deb�an tomar las medidas habituales para liberarse de toda impureza ceremonial, y despu�s del sacrificio deb�an compartir la fiesta.

Necesariamente transcurrir�a un intervalo considerable entre el sacrificio y la fiesta, porque las porciones disponibles del animal ten�an que prepararse para la comida y asarse al fuego. Fue durante este intervalo que Samuel conoci� a los hijos de Isa�. Primero fue el apuesto y majestuoso Eliab. Y es extra�o que incluso con el destino del apuesto y majestuoso Sa�l lleno en su memoria, Samuel lleg� a la conclusi�n de que este era el ungido del Se�or. �Pod�a preguntarse por el enf�tico No? De Dios? Seguramente hab�a visto suficiente apariencia externa junto con incapacidad interna. Una prueba de ese criterio hab�a sido suficiente para Israel.

Pero, �ay !, no es simplemente en la elecci�n de los reyes que los hombres tienden a mostrar su disposici�n a descansar en la apariencia exterior. �En qu� medida infinita se ha llevado esta tendencia en la adoraci�n a Dios! Que todo sea exteriormente correcto, que la iglesia sea hermosa, la m�sica excelente, el serm�n capaz, la congregaci�n numerosa y respetable: �qu� modelo se considera a menudo una iglesia as�! �Pobre de m�! cu�n poco satisfactorio puede ser para Dios.

El ojo que nos escudri�a y nos conoce penetra hasta el coraz�n; es all� donde Dios encuentra los elementos genuinos de la adoraci�n. El humilde sentido de la indignidad personal, la contemplaci�n asombrada del amor divino, el anhelo de la misericordia para perdonar y la gracia para ayudar, la fe que se aferra a las promesas, la esperanza que est� anclada en el velo, la bondad que respira bendici�n por todos lados. , el amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta; son estas cosas, que respiran desde el coraz�n de una congregaci�n, las que agradan a Dios.

O mire lo que sucede a menudo en la vida secular. Vea cu�n intensamente ansiosos est�n algunos por las apariencias. Una de las reglas estereotipadas de la sociedad es que es necesario "mantener las apariencias". Las personas bien nacidas pueden haberse vuelto pobres, muy pobres, pero deben vivir con la apariencia exterior como si fueran ricas. Entre rivales puede haber celos mortales, pero deben, por cortes�a, mantener la forma de amistad.

Y en el comercio debe darse una apariencia sustancial a los bienes que realmente no tienen valor. Y a menudo, los hombres que son realmente malos y sin principios deben hacerse pasar por personas muy exigentes con el bien y muy indignados por el mal. Y algunos, m�s mezquinos que los comunes, deben ponerse el manto de la religi�n y establecer un car�cter de santidad.

El mundo est� lleno de idolatr�as, pero me pregunto si alguna idolatr�a se ha practicado m�s extensamente que la idolatr�a de la apariencia exterior. Si hay menos de esto en nuestros d�as que quiz�s una generaci�n atr�s, es porque en estos d�as de zarandeo y prueba, los hombres han aprendido de muchas maneras por dura experiencia lo enga�oso que es apoyarse en una ca�a tan rota. S�, y hemos tenido hombres entre nosotros que, desde un punto de vista no directamente cristiano, han expuesto las imposturas y falsificaciones de la �poca, hombres como Carlyle, que han hecho sonar contra ellos un toque de trompeta que ha resonado y resonado alrededor. el mismo globo.

Pero seguramente no necesitamos salirnos de la Biblia para esta gran lecci�n. "Deseas la verdad en lo interior, y en lo oculto me har�s conocer la sabidur�a"; "Si considero la iniquidad en mi coraz�n, el Se�or no me escuchar�". O si pasamos al Nuevo Testamento, �cu�l es la gran lecci�n de la par�bola del publicano y el fariseo? El publicano era un hombre genuino, un pecador honesto, humilde y abnegado.

El fariseo era un pretendiente tonto y engre�do. El mundo parece pensar que toda alta profesi�n debe ser hueca. No necesito decir que tal opini�n sea absolutamente insostenible. El mundo quiere que no profeses nada, para que no te acerques a ello. Cristo dice: "Permaneced en m�, y dar�is mucho fruto". Fue sobre este principio que San Pablo profes� tanto e hizo tanto. "La vida que vivo en la carne, la vivo por la fe del Hijo de Dios, quien me am� y se entreg� a s� mismo por m�".

No hay nada que decir de los otros hijos de Isa�. S�lo qued� el m�s joven, aparentemente demasiado joven para estar en el banquete; estaba en el campo, cuidando las ovejas. "E Isa� envi� y lo trajo. Ahora era rubicundo, y con un rostro hermoso" ( marg . Ojos), "y agradable a la vista. Y el Se�or dijo: Lev�ntate, �ngelo, porque este es ". Aunque era bonito de ver, era demasiado joven, demasiado juvenil para ser preferido en cuanto a" apariencia exterior ".

"Fueron cualidades invisibles, y a�n poco desarrolladas, las que lo elogiaron. Isa� y sus otros hijos debieron de estar muy asombrados al ver a Samuel derramar sobre el joven rubicundo el aceite santo y ungirlo para cualquier oficio que pudiera ser. Pero a menudo ha sido la manera de Dios encontrar a sus agentes en lugares inesperados. Aqu� se encuentra un gran rey en el redil. En la �poca de Jos�, se encontr� en la prisi�n a un primer ministro de Egipto.

Nuestro Se�or encontr� a su ap�stol principal en la escuela de Gamaliel. El gran reformador del siglo XVI fue encontrado en la caba�a de un minero pobre. Dios nunca est� perdido en cuanto a los agentes, y si los hombres fallan, lo que naturalmente se podr�a haber buscado para que le hicieran servicio, sustitutos para ellos, no est�n lejos de ser buscados. De las mismas piedras puede levantar hijos a Abraham.

Pero no fue un mero arreglo arbitrario que David deber�a haber sido pastor antes de ser rey. Hab�a muchas cosas en un empleo que preparaban el camino para el otro. En Oriente, el pastor ten�a un rango m�s alto y una esfera de deberes m�s amplia de lo que es com�n entre nosotros. Los deberes del pastor, velar por su reba�o, alimentarlos y protegerlos, sanar a los enfermos, vendar a los quebrantados y traer de nuevo lo que hab�a sido expulsado, correspond�an a los que el gobernante fiel y piadoso deb�a al pueblo. comprometido con su cetro.

Fue a partir de la �poca de David que la fraseolog�a del pastor comenz� a aplicarse a los gobernantes y su pueblo; y dif�cilmente llevamos la lecci�n completa que los profetas pretend�an ense�ar en sus denuncias de "los pastores que se alimentaban a s� mismos y no al reba�o" cuando las aplicamos exclusivamente a los pastores de almas. El emblema del pastor era tan apropiado para denotar el esp�ritu y el car�cter correctos de los gobernantes, que finalmente fue apropiado en un sentido muy elevado y peculiar para la persona y el oficio del Se�or Jesucristo.

Pero mucho antes de su aparici�n, el rey David hab�a familiarizado las mentes de los hombres con el tipo de beneficios que fluyen del cetro de un pastor-gobernante, el tipo de bendiciones que fluir�an en su plenitud de Cristo. Nunca escribi� una palabra m�s expresiva que esta: "El Se�or es mi pastor, nada me faltar�". Sobre la base de su propio reino terrenal, hab�a trazado el patr�n de las cosas en los lugares celestiales, para describir lo que en tiempos posteriores no se pudo encontrar un lenguaje m�s adecuado que el que tom� prestado de su primera ocupaci�n.

Pero en plena armon�a con el car�cter de la tipolog�a del Antiguo Testamento, la gloria de lo simbolizado era infinitamente mayor que la gloria del s�mbolo. Aunque la naci�n le deb�a a la administraci�n piadosa de aquel a quien Dios '' tom� del redil, y trajo de seguir a las ovejas grandes con cr�as, para alimentar a Jacob su pueblo e Israel su herencia, "estos beneficios eran ciertamente sombras en comparaci�n con los bendiciones obtenidas por el gran "Pastor de Israel", "el buen Pastor que da su vida por las ovejas", cuyo cuidado de pastor no termina con la vida que ahora es, sino que se ejercer� en la eternidad aliment�ndolos y gui�ndolos por fuentes de agua viva, donde Dios enjugar� toda l�grima de sus ojos.

Hay otros puntos de semejanza t�pica entre David y Cristo que exigen nuestra atenci�n aqu�. Si fue algo extra�o para Dios encontrar al rey modelo de Israel en un redil de ovejas en Bel�n, lo fue a�n m�s encontrar al Salvador del mundo en un taller en Nazaret. Pero otra vez; El rey David fue elegido por cualidades que no encajaban con la concepci�n ordinaria de lo que era un rey, sino cualidades que lo encomendaban a Dios; y de la misma manera, el Se�or Jesucristo, el Elegido de Dios, en quien se deleitaba su alma, no estaba marcado por aquellos atributos que los hombres podr�an haber considerado adecuados en alguien que iba a ganar el imperio del mundo.

"Crecer� como planta tierna, y como ra�z en tierra seca; no tiene forma ni hermosura, y cuando lo veamos, no hay hermosura para que lo deseemos". En forma corporal, el Se�or Jes�s parece haberse parecido a David m�s que a Sa�l. No hay raz�n para pensar que hubo una gran superioridad f�sica en Cristo, que era m�s alto que el com�n, o que se distingu�a por alguno de esos rasgos f�sicos que a primera vista cautivan a los hombres.

E incluso en la regi�n de la influencia intelectual y espiritual, nuestro Se�or no se conform� con el tipo que naturalmente inspira la confianza y la admiraci�n del mundo. Ten�a una actitud tranquila y tranquila. Su elocuencia no brill�, ni resplandeci�, ni fluy� como un torrente. El poder de sus palabras se debi� m�s a la maravillosa profundidad de su significado, que iba directo al coraz�n de las cosas y a la idoneidad de sus sencillas ilustraciones.

El modo de conquista de nuestro Se�or fue muy notable. Conquist� con dulzura, tolerancia, amor, simpat�a, abnegaci�n. Impresion� a los hombres con la gloria del sacrificio, la gloria del servicio, la gloria de la obediencia, la obediencia a la �nica gran autoridad, la voluntad de Dios, a la que se debe toda obediencia. Los inspir� con amor a la pureza, pureza de coraz�n, pureza seg�n el modelo m�s elevado.

Si comparas a nuestro bendito Se�or con aquellos que han logrado grandes conquistas, no puedes dejar de ver la diferencia. No me refiero a conquistadores como Alejandro, C�sar o Napole�n. El mismo Napole�n en Santa Elena mostr� en una palabra la gran diferencia entre Cristo y ellos. �Nuestras conquistas�, dijo, �se han logrado por la fuerza, pero Jes�s logr� las suyas por amor, y hoy millones morir�an por �l.

Pero miren a algunos que han conquistado por medios m�s suaves. Tomemos a hombres como S�crates, Plat�n o Arist�teles. Ellos lograron grandes conquistas intelectuales, fundaron imperios intelectuales. Pero el intelecto de Jesucristo era de otro orden del de ellos. �l propuso ninguna teor�a del universo. No se preocup� de explicar el mundo de la raz�n. No pretendi� poner al descubierto las leyes de la mente humana, ni prescribir condiciones para el bienestar de los estados.

Lo que nos sorprende del m�todo de influencia de Cristo es su tranquila sencillez. Sin embargo, a pesar de que era y es tranquilo y hogare�o, �cu�n prodigioso, cu�n sin precedentes ha sido su poder! �Qu� otro rey de hombres ha ejercido un diezmo de su influencia? Y eso no con una clase de sociedad, sino con todos, no solo con los pobres y sin educaci�n, sino tambi�n con los pensadores y los hombres de genio; no s�lo con hombres y mujeres que conocen el mundo, y conocen su propio coraz�n y todas sus necesidades, y aprehenden la idoneidad de Cristo para suplirlos, sino incluso con ni�os peque�os, en la simple inconsciencia de los primeros a�os. Porque de la boca de los ni�os y de los que amamantan perfeccion� la alabanza.

Ahora, se�alemos esto tambi�n, en conclusi�n, que adem�s de ser un Rey mismo, Jes�s hace a todo su pueblo reyes para Dios. Todo cristiano est� dise�ado para ser un gobernante, puede ser inconsciente, pero uno que ejerce una influencia en la misma direcci�n que la de Cristo. �C�mo se puede lograr esto? En primer lugar bebiendo del esp�ritu de Cristo, mirando al mundo como �l lo hizo, con compasi�n, simpat�a, abnegaci�n y un ardiente deseo de su renovaci�n y su felicidad.

Caminando "digno de la vocaci�n a la que eres llamado". No por el terremoto, ni por la tempestad, sino por la voz apacible y delicada. Por amor tranquilo, constante y persistente, bondad y abnegaci�n. Estas son las verdaderas armas cristianas, a menudo poco consideradas, pero en realidad la armadura de Dios, y armas poderosas para derribar fortalezas y subyugar el mundo a Cristo.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Samuel 16". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/1-samuel-16.html.