Bible Commentaries
1 Samuel 21

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-15

CAPITULO XXVIII.

DAVID EN NOB Y EN GATH.

1 Samuel 21:1 .

Entramos aqu� en una parte algo dolorosa de la historia de David. No vive tan cerca de Dios como antes; y, en consecuencia, su conducta se vuelve m�s carnal y torcida. Vimos en nuestro �ltimo cap�tulo el elemento de desconfianza surgiendo de manera algo inquietante en ese solemne juramento a Jonat�n: "Verdaderamente, vive el Se�or y vive tu alma, que hay un paso entre m� y la muerte". Es cierto que estas palabras expresaron una verdad indudable y, en cierto sentido, universal, una verdad que todos deber�amos reflexionar en todo momento, pero que David ten�a un motivo especial para sentir, dadas las circunstancias en las que se encontraba.

No fue el hecho de dar una expresi�n solemne a esta verdad lo que indicaba desconfianza por parte de David, sino el hecho de que no opuso a ella otra verdad que era igualmente real, que Dios lo hab�a elegido para su servicio. y no le permiti� morir a manos de Sa�l. Cuando un buen hombre se ve expuesto a un peligro terrible que no tiene forma de evitar, no es de extra�ar que la contemplaci�n de ese peligro suscite por el momento temor.

Pero es su privilegio disfrutar de las promesas de protecci�n y bendici�n de la mano del Dios invisible, y si su fe en estas promesas es activa, no solo neutralizar� el miedo, sino que lo elevar� muy por encima de �l. Ahora bien, el defecto en el estado de �nimo de David era que, si bien se dio cuenta plenamente del peligro, no se aferr� por fe a lo que estaba capacitado para neutralizarlo. Fue Jonat�n, en lugar de David, quien por fe se dio cuenta en ese momento de los motivos de seguridad de David.

A lo largo de los comentarios de Jonat�n en el cap�tulo 20, se le ve pensando en Dios como el Protector de David, pensando en los grandes prop�sitos que Dios pretend�a cumplir con �l, y que eran una promesa de que lo preservar�a ahora, pensando en David como un futuro hombre de poder e influencia sin precedentes, cuya palabra determinar�a el destino de otros hombres y dispondr�a de sus fortunas. David parece haber estado muy en deuda con Jonat�n por mantener su fe mientras estuvo con �l; porque despu�s de que �l se separ� de Jonat�n, su fe cay� muy bajo.

Una y otra vez, sigue esa pol�tica de enga�o que le hab�a ordenado a Jonat�n que siguiera al explicar su ausencia de la fiesta en la casa de Sa�l. Es doloroso en el �ltimo grado ver a alguien cuya fe se elev� a una altura tan elevada en el encuentro con Goliat, bajando de esa noble elevaci�n, para encontrarlo recurriendo en busca de autoprotecci�n a las mentiras y artificios de un impostor.

No podemos disculparlo, pero podemos explicarlo. David estaba cansado por la persecuci�n incesante e inquieta de Sa�l. Leemos en Daniel acerca de cierto perseguidor que deber�a "agotar a los santos del Alt�simo", y fue la misma triste experiencia que David estaba sufriendo ahora. No parece que estuviera dotado naturalmente de gran paciencia, o el poder de perseverar. M�s bien deber�amos suponer que alguien de temperamento tan �gil y vivaz pronto se cansar�a de una actitud tensa e inquieta.

Parece que la perseverancia de Sa�l en la injusticia y la crueldad hizo que David finalmente se sintiera inquieto e impaciente. Tanto m�s habr�a necesitado en tales circunstancias recurrir a Dios y buscar de �l el aceite de la gracia para alimentar su paciencia y soportarlo por encima de las debilidades de su naturaleza. Pero esto fue justo lo que parece que no hizo. Por lo tanto, el temor carnal creci� r�pidamente y la fe cay� en un estado de sue�o.

El ojo de los sentidos estaba activo, atento a los peligros que lo rodeaban; el ojo de la fe estaba embotado, apenas pod�a descifrar una sola promesa. El ojo de los sentidos vio el ce�o vengativo de Sa�l, la jabalina en la mano, y bandas de soldados enviados por todas partes para apresar a David o matarlo; el ojo de la fe no vio - lo que pudo haber visto - al �ngel del Se�or acampando alrededor de �l y libr�ndolo.

El prop�sito de Dios ahora era permitir que David sintiera su propia debilidad; iba a pasar por esa terrible prueba cuando, arrojado en un mar de pruebas, uno se siente como la paloma de No�, incapaz de encontrar descanso para la planta del pie, y parece estar en v�speras de caer indefenso en las olas, hasta que el arca se presenta, y una mano amable se extiende al rescate. Abandonado a s� mismo, tentado a hacer uso de recursos carnales, y ense�ado la miseria de tales recursos; Aprendiendo tambi�n, a trav�s de esta disciplina, a anclar su alma m�s firmemente en la promesa del Dios viviente, David ahora estaba pasando por una parte m�s esencial de su entrenamiento inicial, adquiriendo la experiencia que lo calificar�a para decir con tal seriedad a los dem�s: "Gustad y ved que el Se�or es bueno: Bienaventurado el hombre que en �l conf�a".

Al salir de Guibe�, David, acompa�ado de algunos seguidores, dirigi� sus pasos hacia Nob, una ciudad de los sacerdotes. El sitio de esta ciudad no ha sido descubierto; algunos piensan que se encontraba en la cresta nororiental del monte de los Olivos; esto es incierto, pero es evidente que estaba muy cerca de Jerusal�n (ver Isa�as 10:32 ). Por lo tanto, su distancia de Guibe� ser�a de cinco o seis millas, demasiado corta para que David tuviera all� una gran sensaci�n de seguridad.

Parece haberse convertido en la sede de los servicios sagrados de la naci�n, en alg�n momento despu�s de la destrucci�n de Shiloh. El prop�sito de David al ir all� parece haber sido simplemente conseguir un refugio, tal vez para el d�a de reposo, y obtener provisiones. De hecho, Doeg acus� a Ahimelec, antes que a Sa�l, de haber consultado al Se�or por David, pero Ahimelec neg� con cierto entusiasmo la acusaci�n. * El privilegio de consultar al Urim y Tumim parece haberse limitado al gobernante principal de la naci�n; si con la sanci�n del sacerdote David lo hubiera hecho ahora, podr�a haber sido acusado justamente de traici�n; probablemente fue porque crey� en Doeg m�s que en Ahimelec, y lleg� a la conclusi�n de que los sacerdotes hab�an concedido este privilegio real a David, por lo que Sa�l se enfureci� tanto y les infligi� una retribuci�n tan terrible.

Posteriormente, cuando Abiatar huy� a David con el efod del sumo sacerdote, a trav�s del cual parece haberse anunciado el juicio de Urim y Tumim, David consider� esa circunstancia como una indicaci�n del permiso divino para hacer uso del or�culo sagrado. (* Ver 1 Samuel 22:15 : - '' �He comenzado hoy a consultar a Dios por �l? Est� lejos de m�: que el rey no impute nada a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo no sabe nada de todo esto, ni m�s ni menos "(RV) Negar empezar a hacer algo es lo mismo que negar hacerlo.)

Pero, �qu� diremos de la falsedad que David le dijo a Ahimelec para explicar su llegada all� sin ayudantes armados? "El rey me ha mandado un negocio, y me ha dicho: Nadie sepa nada del negocio a donde te env�o, y lo que te he mandado; y he mandado a mis siervos a tal y tal lugar". Aqu� hab�a una declaraci�n no s�lo falsa, sino muy opuesta a la verdad: hablada tambi�n al sumo sacerdote ungido de Dios, y en el mismo lugar consagrado al servicio m�s solemne de Dios; todo lo relacionado con el hablante encajaba para traer a Dios a su mente y recordar la protecci�n que Dios le dio en el pasado; sin embargo, lo primero que hizo al entrar en el lugar sagrado fue proferir una falsedad, incitado por la desconfianza, incitado por el sentimiento de que la protecci�n prometida del Dios de la verdad,

�Cu�n clara es la conexi�n entre un sentido deficiente de la veracidad de Dios y una consideraci�n deficiente de la verdad misma! �Qu� pudo haber tentado a David a actuar as�? Seg�n algunos, era un deseo muy amable y generoso mantener a Ahimelec fuera de problemas, protegerlo de la responsabilidad de ayudar a un forajido conocido. Pero considerando la creciente desconfianza en el esp�ritu de David en ese momento, parece m�s probable que se sorprendiera por el miedo que expres� Ahimelec cuando vio a David venir solo, como si no todo estuviera bien entre �l y Sa�l, como si la tregua que hab�a acordado despu�s de que el asunto de Naioth hab�a llegado a su fin.

Probablemente David sinti� que si Ahimelec lo supiera todo, estar�a a�n m�s asustado y no har�a nada para ayudarlo; Adem�s, la presencia de Doeg el edomita era otra causa de verg�enza, porque Sa�l hab�a ordenado una vez a todos sus siervos que mataran a David, y si al feroz edomita se le dec�a que David ahora era simplemente un fugitivo, podr�a estar lo suficientemente dispuesto a hacer el acto. . De todos modos, David ahora se prestaba a las artima�as del padre de la mentira.

Y as�, el esp�ritu valiente que no se hab�a acobardado ante Goliat, y que se hab�a enfrentado a los filisteos en tantos encuentros terribles, ahora se acobardaba ante un fantasma ideado por �l mismo, y se alejaba de lo que, en ese momento, era s�lo un peligro imaginario.

David logr� obtener de Ahimelec lo que quer�a, pero no sin dificultad. Porque cuando David pidi� cinco panes, el sacerdote respondi� que no ten�a pan com�n, sino solo pan de la proposici�n; s�lo ten�a el pan que se hab�a quitado ese d�a de la mesa en la que estaba delante del Se�or, y se hab�a reemplazado por pan fresco, de acuerdo con la ley. El sacerdote estaba dispuesto a darle ese pan a David, si pod�a asegurarle que sus asistentes no estaban contaminados.

Se recordar� que nuestro Se�or advirti� a este hecho, como una justificaci�n de sus propios disc�pulos por arrancar espigas y comerlas en s�bado. El principio subyacente a ambos era que cuando una obligaci�n ceremonial choca con un deber moral, la obligaci�n menor es ceder el lugar a la m�s pesada. La observancia del s�bado libre de todo trabajo, y la apropiaci�n del pan de la proposici�n para el uso exclusivo de los sacerdotes, eran obligaciones ceremoniales; la preservaci�n de la vida era un deber moral.

A veces es muy dif�cil determinar el deber '', cuando las obligaciones morales parecen chocar entre s�, pero no hubo dificultad en la colisi�n de lo moral y lo ceremonial. Nuestro Se�or ciertamente no se hubiera puesto del lado de ese cuerpo de fan�ticos, en los d�as de conflicto entre los macabeos y los sirios, que se dejaron cortar en pedazos por el enemigo en lugar de romper el s�bado luchando ese d�a.

David ten�a otra petici�n que hacerle a Ahimelec. '' �No hay aqu� debajo de tu mano lanza o espada? porque no he tra�do mi espada ni mi arma, porque los asuntos del rey requer�an prisa. "Era un lugar extra�o para pedir armas militares. Seguramente los sacerdotes no necesitar�an defenderse con ellas. Sin embargo, sucedi� que hab�a all� una espada que David conoc�a bien, y que razonablemente podr�a reclamar, la espada de Goliat.

"D�melo", dijo David; "No hay ninguno como ese". Le�mos antes, que David llev� la cabeza de Goliat a Jerusal�n. Nob estaba evidentemente en el distrito de Jerusal�n, y como la espada estaba all�, no puede haber duda de que fue en Nob donde los trofeos hab�an sido depositado.

Hasta ahora, las cosas hab�an ido bastante bien con David en Nob. Pero hab�a un hombre all� "detenido ante el Se�or", probablemente impedido de continuar su viaje porque era el d�a de reposo, cuya presencia no consol� a David, y era, de hecho, un presagio de maldad. Doeg, El edomita, era el jefe de los pastores de Sa�l. Por qu� Sa�l hab�a confiado ese cargo a un miembro de una naci�n que era conocida por sus amargos sentimientos hacia Israel, no lo sabemos; pero el pastor parece haber sido como su amo en sus sentimientos hacia David; parecer�a, de hecho, haber unido la aversi�n hereditaria de su naci�n a la aversi�n personal de su amo.

Instintivamente, como aprendemos despu�s, David comprendi� los sentimientos de Doeg. Habr�a estado bien para �l, cuando un escalofr�o lo recorri� al ver el semblante ce�udo del edomita, si su propia conciencia hubiera estado m�s tranquila de lo que era. Habr�a sido bueno para �l si hubiera sido gobernado por ese esp�ritu de confianza que triunf� tan gloriosamente el d�a que tom� posesi�n de esa espada por primera vez. Habr�a sido bueno para �l si hubiera estado libre de la conciencia perturbadora de haber ofendido a Dios al tomar prestados los artificios del padre de la mentira y llevarlos al santuario, para contaminar el aire de la casa de Dios. Sin embargo, no es de extra�ar que David volviera a estar inquieto. "Y David se levant� y huy� ese d�a por temor a Sa�l, y fue a Aquis, rey de Gat."

�Cu�n diferente era su estado y sus perspectivas ahora de lo que hab�an sido un poco antes! Entonces el mundo le sonri�; la fama y el honor, la riqueza y la gloria fluyeron sobre �l; Dios era su Padre; la conciencia estaba tranquila; apenas conoc�a el sabor de la miseria. �Pero c�mo se ha nublado su cielo! Un vagabundo sin hogar e indefenso, sin apenas asistente o compa�ero; en el miedo moment�neo a la muerte; dispuesto a mendigar un bocado de pan donde pudiera conseguirlo; una criatura tan proscrita y maldita que la bondad hacia �l implicaba el riesgo de muerte; su coraz�n sangra por la p�rdida de Jonat�n; su alma nublada por la desconfianza de Dios; su conciencia turbada por la vaga sensaci�n de pecado no reconocido. �Y sin embargo, est� destinado a ser rey de Israel, el ideal mismo de un monarca bueno y pr�spero, y el tipo terrenal del Hijo de Dios! Como una oveja perdida, se ha descarriado por un tiempo, pero el Buen Pastor dejar� las noventa y nueve y se ir� entre los montes hasta encontrarlo; y su experiencia dar� una profundidad maravillosa a esa canci�n favorita de j�venes y mayores de todas las edades y pa�ses,"El restaura mi alma ; me gu�a por sendas de justicia, por amor de su nombre".

Y ahora debemos seguirlo a Gat, la ciudad de Goliat. Por la ladera del monte de los Olivos, cruzando el arroyo Cedr�n, pasando por la fortaleza de Sion, y probablemente por el mismo valle de Ela donde hab�a luchado con el gigante, David se dirige a Gat. Seguramente era un lugar extra�o al que volar, �una se�al de la desesperaci�n en la que se encontraba David! �Qu� recepci�n pod�a esperar el conquistador de Goliat en su ciudad? �Qu� retribuci�n se le deb�a por los cien prepucios y por las obras de victoria que hab�an inspirado a los cantores hebreos cuando cantaban sobre las decenas de miles a quienes David hab�a matado?

No servir� de nada decir que contaba con no ser reconocido. Es m�s probable que confiara en un esp�ritu no desconocido entre los pr�ncipes b�rbaros para con los guerreros deshonrados en casa, como cuando Tem�stocles se refugi� entre los persas o Coriolano entre los volscos. Es casi seguro que dio este paso sin reflexionar mucho sobre sus orientaciones ulteriores. Porque, concediendo que deber�a ser recibido favorablemente, esto ser�a en el entendimiento de que sus servicios estar�an al mando de su protector, o al menos lo colocar�a bajo una obligaci�n de gratitud que resultar�a muy embarazosa en alg�n futuro. tiempo.

Felizmente, el plan no tuvo �xito. Los celos de los nobles filisteos se excitaron. "Le dijeron los siervos de Aquis: �No es �ste David, el rey de la tierra? �No cantaron de �l unos a otros en danzas, diciendo: Sa�l ha matado a sus miles, y David a sus diez miles?" David comenz� a sentirse en una posici�n falsa. �l guard� estas palabras en su coraz�n, y tuvo mucho miedo de Aquis.

La miseria de su situaci�n y la pobreza de sus recursos pueden inferirse del indigno recurso al que recurri� para salir de su dificultad. Se fingi� loco y se comport� como suelen hacer los locos. "�l escarb� en la puerta de la puerta, y dej� que su saliva cayera sobre su barba" Pero el dispositivo fall�. "�Tengo necesidad de locos", pregunt� el rey, "para que hayas tra�do a este tipo para que se haga el loco en mi presencia? �Entrar� este hombre en mi casa? "Una tradici�n jud�a afirma que tanto la esposa como la hija de Aquis estaban locas; �l ya ten�a mucha gente as�: �no hay necesidad de m�s! El t�tulo del Salmo trig�simo cuarto nos dice: "Lo ech� y se fue".

�Alguno de ustedes ha tenido la tentaci�n de recurrir a una serie de artima�as y enga�os, ya sea para evitar un peligro o para alcanzar un objeto? �Ha tenido la tentaci�n de abandonar el camino de la honestidad y la verdad directas y pretender que las cosas eran diferentes para usted de lo que realmente eran? No te acuso de esa maldad que cometen los que deliberadamente aprisionan la conciencia, y sin miedo establecen como rey su propia voluntad y sus propios intereses.

Lo que han hecho en las circunstancias peculiares en las que se encontraban no es lo que normalmente habr�an hecho. En esta �nica conexi�n, te sent�as presionado a llevarte bien de una forma u otra, y la �nica forma disponible era la del enga�o y la artima�a. Se sinti� muy infeliz al principio y su desdicha aument� a medida que avanzaba. Todo en ti estaba en una condici�n constre�ida y antinatural, la conciencia, los sentimientos de temperamento, todo fuera de orden.

Hubo un tiempo en que parec�a que ibas a tener �xito; estabas en la cresta de una ola que promet�a llevarte a tierra, pero la ola se rompi� y fuiste enviado a trompicones en el agua rota. Estabas obligado a pasar de un dispositivo a otro, con una creciente sensaci�n de miseria. Por fin, la cadena se rompi� y tanto usted como sus amigos se enfrentaron a la miserable realidad. Pero sepa esto: que hubiera sido infinitamente peor para usted si su dispositivo hubiera tenido �xito que fallar.

Si hubiera tenido �xito; te habr�as enredado permanentemente en malos principios y malos caminos, que habr�an arruinado tu alma. Debido a que fallaste, Dios mostr� que no te hab�a abandonado. La prosperidad de David en Gat habr�a sido un espect�culo miserable; David ahuyentado por Aquis va camino de d�as mejores y m�s brillantes.

Porque, si podemos aceptar los t�tulos de algunos de los Salmos, parecer�a que el hechizo carnal, bajo el cual David hab�a estado durante alg�n tiempo, estall� cuando Aquis lo ech�, y que regres� a su fe y confianza primitivas. Fue a la cueva de Adullam a donde huy�, y el Salmo ciento cuarenta y dos afirma haber sido escrito all�. As� tambi�n el Salmo 34, como hemos visto, lleva haber sido escrito "cuando cambi� su comportamiento" (fingi� locura) "ante Abimelec" (�Aquis?) ", Quien lo ech� y se fue.

"En los �ltimos a�os se ha arrojado tanta incertidumbre sobre estos sobrescripciones, que no nos atrevemos a confiar en ellos expl�citamente; sin embargo, reconociendo en ellos al menos el valor de las viejas tradiciones, podemos considerarlos m�s o menos probables, especialmente cuando parecen Estamos de acuerdo con la sustancia de los mismos Salmos.Con referencia al trig�simo cuarto, nos perdemos algo en forma de confesi�n de pecado, como deber�amos haber esperado de alguien cuyos labios no hab�an sido impedidos de hablar enga�os.

En otros aspectos, el salmo se ajusta a la situaci�n. La imagen de los leoncillos rugiendo por su presa podr�a ser sugerida muy naturalmente por el desierto. Pero la caracter�stica principal del salmo es la deliciosa evidencia que brinda de la bendici�n que proviene de la confiada comuni�n con Dios. Y hay una expresi�n que parece implicar que el salmista no siempre hab�a disfrutado de esa bendici�n ; lo hab�a perdido una vez; pero lleg� un momento en que ( 1 Samuel 21:4 ) "Busqu� al Se�or, y �l me respondi� y me libr� de todos mis temores.

"Y la experiencia de ese nuevo tiempo fue tan deliciosa que el salmista hab�a decidido que siempre estar�a en ese rumbo:" Bendecir� al Se�or en todo momento; su alabanza estar� de continuo en mi boca ". �C�mo cambi� el estado de su esp�ritu desde el momento en que fingi� locura en Gat! Cuando pregunta: "�Qu� hombre es el que desea la vida y ama muchos d�as para ver el bien?" ( 1 Samuel 21:12 ), �qu� hombre querr�a preservar su vida de la ansiedad y los peligros desconcertantes? La respuesta es: "Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar enga�os".

"No hag�is nada que ver con turnos, pretensiones y enga�os; s� sincero y abierto, y encomienda todo a Dios ''. Probad y ved que el Se�or es bueno: bienaventurado el hombre que conf�a en �l. Temed al Se�or, vosotros. Sus santos "(porque t� tambi�n puedes abandonar la verdadera confianza)," porque nada les falta a los que le temen. Los leoncillos tienen necesidad y tienen hambre, pero a los que buscan al Se�or no les faltar� nada bueno. Los justos claman, y el Se�or los oye, y los libra de todas sus angustias. Muchas son las aflicciones de los justos, pero el Se�or los libra de todas. "

Los dolores de la muerte me rodearon, y los dolores del infierno se apoderaron de m�; encontr� angustia y dolor. Entonces invoqu� el nombre del Se�or: Se�or, te ruego que liberes mi alma. Misericordioso es el Se�or, y justo; s�, nuestro Dios es misericordioso. El Se�or guarda a los simples; yo fui abatido, y �l me ayud�. Vu�lvete a tu reposo, alma m�a, porque Jehov� ha obrado bien contigo "( Salmo 116:3 ).

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Samuel 21". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/1-samuel-21.html.