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1 Samuel 3

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-21

CAPITULO V.

LA VISI�N DE SAMUEL.

1 Samuel 3:1 .

Es evidente que Samuel debi� haberse tomado muy amablemente con los deberes del santuario. Era manifiestamente uno de los santificados desde la imaginaci�n y cuyo coraz�n va desde el principio por los deberes sagrados. No hab�a impulsos descarriados que someter, ni anhelos por la libertad y el disfrute mundanos; no hab�a necesidad de medidas coercitivas, ni para contenerlo de arrebatos de frivolidad ni para obligarlo a la diligencia y regularidad en su vocaci�n.

Desde el principio mir� con solemne asombro y santo inter�s todo lo relacionado con la adoraci�n de Dios; �se, para �l, era el deber por encima de todos los dem�s deberes, el privilegio por encima de todos los dem�s privilegios. Para �l, Dios no era una mera idea, una abstracci�n, que representaba simplemente los dogmas y los servicios de la religi�n. Dios era una realidad, una personalidad, un Ser que trataba muy de cerca a los hombres y con los que estaban llamados a tratar muy de cerca tambi�n.

Podemos concebir f�cilmente cu�n deseoso estar�a el peque�o Samuel de saber algo del significado de los servicios en Silo; cu�n escrupuloso en cumplir cada deber, cu�n regular y real en sus oraciones, y cu�n lleno de reverencia y afecto por Dios. Cumpl�a todos sus deberes con rostro serio, dulce, serio, consciente de su importancia y solemnidad; siempre pensando m�s en ellos que en cualquier otra cosa, pensando quiz�s en el servicio de los �ngeles en el cielo y tratando de servir a Dios como ellos le sirvieron, de hacer la voluntad de Dios en la tierra como se hizo en el cielo.

Al comienzo de este cap�tulo, parece ser el servidor confidencial del sumo sacerdote, que duerme cerca de �l y tiene el h�bito de recibir instrucciones de �l. Debe ser m�s que un ni�o ahora, de lo contrario no se le confiar�a, como estaba, la apertura de las puertas de la casa del Se�or.

El malvado ejemplo de Ofni y Finees, lejos de corromperlo, parece haberlo hecho m�s resuelto al rev�s. Fue horrible y repugnante; y as� como la gran borrachera de un padre a veces pone a los hijos m�s en contra, el libertinaje de los j�venes sacerdotes har�a que Samuel estuviera m�s alerta en todos los asuntos del deber. Que El� soportara como lo hizo la conducta de sus hijos debe haber sido una gran perplejidad para �l, y un gran dolor; pero no le conven�a en su �poca de vida discutir la cuesti�n con el anciano sumo sacerdote.

Esta conducta de Eli no disminuy� en modo alguno la actitud respetuosa de Samuel hacia �l, ni su disposici�n a cumplir con todos sus deseos. Porque El� era el sumo sacerdote de Dios; y al ocuparse de ser siervo de Dios en el tabern�culo, Samuel sab�a bien que tomaba al sumo sacerdote como su amo terrenal.

1. Lo primero que llama nuestra atenci�n especial en este cap�tulo es la forma singular en que Samuel fue llamado a recibir el mensaje de Dios en el templo.

La palabra de Dios era rara en aquellos d�as; no hubo una visi�n abierta, o mejor dicho, ninguna visi�n que llegara al exterior, que fuera promulgada a la naci�n como expresi�n de la voluntad de Dios. Por el tono en que se hace referencia a esto, evidentemente se consider� que era una necesidad, que colocaba a la naci�n en una posici�n menos deseable que en los d�as en que Dios comunicaba constantemente Su voluntad. Ahora, sin embargo, Dios va a entrar en contacto m�s estrecho con la gente, y para este prop�sito va a emplear un nuevo instrumento como medio de Sus mensajes.

Porque a Dios nunca le faltan instrumentos adecuados, siempre est�n listos cuando se debe realizar un trabajo especial. En la selecci�n del ni�o Samuel como profeta hay algo doloroso, pero tambi�n algo muy interesante. Es doloroso encontrar al viejo sumo sacerdote fallecido; sus a�os venerables y su venerable oficio naturalmente lo habr�an se�alado; pero a pesar de sus muchas buenas cualidades, en un punto es tremendamente infiel, y el prop�sito mismo de la visi�n que ahora se har� es declarar el resultado de su infidelidad.

Pero es interesante descubrir que el hijo de Ana ya est� se�alado para este distinguido servicio. Incluso en su caso, existe la oportunidad de verificar la regla: "A los que me honran, honrar�". Su completa devoci�n al servicio de Dios, tan hermosa en uno de esos tiernos a�os, es el signo de un car�cter bien adaptado para convertirse en el medio de comunicaci�n habitual de Dios con su pueblo. A pesar de lo joven que es, su misma juventud en un sentido resultar� una ventaja.

Mostrar� que lo que habla no es el mero fruto de su propio pensamiento, sino el mensaje de Dios. Mostrar� que el poder espiritual que surge con sus palabras no es su propia fuerza nativa, sino la fuerza del Esp�ritu Santo que habita en �l. As� se har� evidente para todos que Dios no ha abandonado a su pueblo, aunque los j�venes sacerdotes sean corruptos y lamentablemente inicuos.

Tanto El� como Samuel duermen dentro del recinto del tabern�culo. Sin embargo, no en el santuario mismo, sino en uno de esos edificios que daban a sus atrios, que fueron erigidos para el alojamiento de los sacerdotes y levitas. A El� le estaba fallando la vista, y quiz�s el cuidado de la l�mpara y de la puerta estaba a cargo de Samuel. La l�mpara deb�a arder siempre ( �xodo 27:20 ), es decir, deb�a ser arreglada y encendida cada ma�ana y cada tarde ( �xodo 30:7 ); y ocuparse de esto era principalmente el deber del sumo sacerdote.

Sin duda, la l�mpara hab�a sido debidamente recortada y probablemente seguir�a encendida durante buena parte de la noche. A�n no hab�a salido cuando una voz lleg� a los o�dos de Samuel, lo suficientemente fuerte como para despertarlo del profundo sue�o en el que probablemente hab�a ca�do. Pensando que era de Eli, corri� a su lado; pero El� no lo hab�a llamado. De nuevo son� la voz, de nuevo Samuel se puso de pie y se apresur� hacia el sumo sacerdote; de nuevo es enviado de regreso con la misma seguridad.

Una tercera vez llama la voz; por tercera vez, el dispuesto y obediente Samuel vuela al lado de El�, pero esta vez es enviado de regreso con una respuesta diferente. Hasta ese momento, Samuel no hab�a conocido al Se�or, es decir, no hab�a sido consciente de Su manera de comunicarse con los hombres en una forma sobrenatural, y nunca se le hab�a ocurrido que tal cosa pudiera suceder en su caso. Pero El� sab�a que esas comunicaciones las hac�a Dios en ocasiones, y, recordando la visita del hombre de Dios a s� mismo, pudo haber conjeturado que esta era otra ocasi�n similar. Evidentemente, la voz no era una voz natural; de modo que se le dice a Samuel que se acueste una vez m�s, que adopte una actitud de simple receptividad e invite humildemente a Dios a pronunciar Su mensaje.

Hay algunos rasgos menores del car�cter de Samuel en esta parte de la transacci�n que no deben pasarse por alto sin comentarlo. La prontitud con la que se levanta una y otra vez de la cama, y ??la mansedumbre y paciencia con la que le pide �rdenes a El�, sin una palabra de queja por su conducta aparentemente irrazonable, dejan muy claro que Samuel hab�a aprendido a someter dos cosas. - para someter su cuerpo y dominar su temperamento.

No es f�cil para un joven en medio de un sue�o profundo ponerse de pie una y otra vez. En tales circunstancias, el cuerpo es muy apto para vencer a la mente. Pero la mente de Samuel venci� al cuerpo. El cuerpo era el sirviente, no el amo. �Qu� lecci�n admirable ya hab�a aprendido Samuel! Pocas partes de la educaci�n temprana son tan importantes como para aprender a mantener el cuerpo en sujeci�n. Para resistir los deseos corporales, mayores o menores, que no son aptos para el deber; tentaciones de beber, fumar, holgazanear, acostarse en la cama o perder el tiempo cuando uno deber�a estar despierto y haciendo; Estar siempre listo para el trabajo, puntual, met�dico, con prop�sito, salvo cuando interviene la enfermedad, denota una disciplina muy admirable para un joven y es una muestra segura de �xito en la vida.

No menos admirable es ese control sobre el temperamento que evidentemente hab�a adquirido Samuel. Ser tratado por Eli como supon�a que hab�a sido, era muy provocador. �Por qu� sacarlo de la cama a esa hora de la noche? �Por qu� arrastrarlo sobre las fr�as piedras en la g�lida oscuridad, y por qu� tentarlo primero negando que lo llam� y luego llam�ndolo de nuevo? Por lo que parece, el temperamento de Samuel no se vio afectado en ning�n grado por el trato que parec�a estar recibiendo de parte de El�; sent�a que era un sirviente y El� su amo, y su parte era obedecer a su amo, por irrazonable que fuera su trato.

2. Pasamos ahora al mensaje mismo ya la recepci�n de Samuel. Es sustancialmente una repetici�n de lo que Dios ya le hab�a comunicado a El� por el hombre de Dios unos a�os antes; s�lo que es m�s perentorio y su porte es m�s fijo y r�gido. Cuando Dios denunci� su juicio sobre la casa de El� por parte del profeta, parece que tuvo la intenci�n de darles la oportunidad de arrepentirse. Si El� se hubiera alterado entonces y hubiera desterrado a los j�venes de Silo, y si sus hijos, en su aflicci�n y humillaci�n, se hubieran arrepentido de su maldad, la amenaza de muerte podr�a haberse evitado.

As� que al menos nos hace creer que este segundo mensaje ha sido a�adido al primero. Ahora la oportunidad del arrepentimiento ha pasado. Las palabras de Dios son muy expl�citas: "He jurado a la casa de El� que la iniquidad de la casa de El� no ser� purgada con sacrificio ni ofrenda para siempre". Despu�s de la advertencia anterior, El� parece haber seguido lamentando pero no castigando. Ofni y parece que Finees sigui� pecando como antes, sin hacer caso del esc�ndalo que estaban causando.

Al anunciarle a Samuel la cat�strofe venidera, Dios se muestra completamente consciente de la magnitud del castigo que va a infligir y de la calamidad que va a suceder. Es tal que los o�dos de todo el que la oiga se estremecer�n. Dios muestra tambi�n que, por doloroso que sea, ha sido deliberadamente determinado, y no se cejar� una vez que comience la terrible retribuci�n. "En aquel d�a cumplir� contra El� todo lo que he dicho acerca de su casa; cuando comience, tambi�n terminar�.

"Pero por terrible que sea el castigo, hay muy buenas razones para ello." Porque le he dicho que juzgar� su casa para siempre, por la iniquidad que �l conoce; porque sus hijos se hicieron viles, y �l no los refren�. �Hay algunos buenos padres cuyos hijos se han hecho viles, y de buena gana los hubieran refrenado, pero sus esfuerzos por refrenar han sido en vano.

La culpa de El� fue que pudo haberlos refrenado y no los refren�. En aquellos tiempos, los padres ten�an m�s autoridad sobre sus familias de la que se les da ahora. El jefe de la casa fue contado como responsable de la casa, porque fue solo por descuidar el poder que ten�a que su familia podr�a volverse abiertamente malvada. Solo si Eli descuidaba el poder que ten�a, sus hijos podr�an haberse vuelto tan viles.

Donde sus hijos eran herederos de funciones tan sagradas, hab�a un doble llamado para restringirlos, y ese llamado lo descuid�. Lo descuid� en el momento en que podr�a haberlo hecho, y ese momento nunca podr�a recordarse.

Por lo tanto, hay una edad en la que los ni�os pueden ser inmovilizados, y si se permite que esa edad pase, el poder de restringirlos lo acompa�a. Hay fallas en este asunto por parte de muchos padres, de la mano derecha y de la izquierda. Muchos se equivocan al no restringirse en absoluto. Las madres comienzan a complacer cada uno de sus caprichos cuando sus hijos a�n son beb�s y no pueden soportar reprimirles cualquier cosa que deseen.

Es este h�bito el que puede tener una reacci�n tan terrible. Hay otros padres que mientras refrenan, no refrenan sabiamente. Castigan, pero no castigan con amor. Est�n enojados porque sus hijos han quebrantado sus reglas; castigan con ira, y el castigo cae simplemente como el golpe de una persona m�s fuerte sobre una m�s d�bil. No humilla, no ablanda. �Qu� terribles consecuencias trae a menudo!

�Qu� esqueletos alberga en muchas casas! Dios ha dise�ado a la familia para que sea la nodriza de lo mejor y m�s puro de la vida humana, y cuando este dise�o se cruza, la instituci�n familiar, que fue dise�ada para brindar el gozo m�s puro, engendra la miseria m�s oscura. �Y esta es una de las formas de retribuci�n de la maldad que vemos llevada a cabo en su plenitud en la vida presente! �Qu� extra�o que los hombres tengan alguna duda de que Dios est� llevando a cabo la retribuci�n de la maldad hasta el amargo final! �Qu� singular deber�an no creer en un infierno! El final de muchas carreras est� escrito con estas palabras: "Tu propia maldad te castigar�, y tus rebeliones te reprender�n; conoce, pues, y mira que es cosa mala y amarga que hayas abandonado al Se�or tu Dios, y que mi temor no est� en ti, dice el Se�or, Dios de los ej�rcitos ".

3. Y ahora pasamos a la reuni�n de El� y Samuel. Samuel no tiene prisa por comunicarle a El� el doloroso mensaje que ha recibido. No se le ha pedido que lo haga, y permanece acostado hasta la ma�ana, despierto, podemos creer, pero tambale�ndose y consternado. Como de costumbre, va a abrir las puertas de la casa de Dios. Y luego es que Eli lo llama. "�Qu� es lo que te ha dicho?" �l pide. Le pide a Samuel que le cuente todo. Y Samuel le cuenta todo. Y El� escucha en silencio, y cuando termina dice, con mansa resignaci�n: "Es el Se�or; que haga lo que bien le parezca".

Estamos conmovidos por este comportamiento de Eli. Primero nos conmueve su actitud hacia Samuel. �l sabe que Dios ha conferido a Samuel un honor que no le ha otorgado a �l, pero aunque Samuel es joven, no siente celos, no muestra ning�n signo de orgullo herido. No es f�cil para los siervos de Dios soportar ser pasados ??por alto en favor de otros, en favor de hombres m�s j�venes. Un sentimiento de mortificaci�n tiende a robarles, acompa�ado de cierta amargura hacia el objeto de la preferencia de Dios. Este venerable anciano no muestra nada de ese sentimiento.

No se enorgullece demasiado de pedirle a Samuel un relato completo del mensaje de Dios. No permitir� que omita nada, por tener en cuenta sus sentimientos. Debe conocer el todo, por doloroso que sea. Ha aprendido a reverenciar la verdad de Dios y no puede soportar la idea de no saberlo todo. Y Samuel, que no quer�a decirle nada, ahora se ve obligado a contarle todo. Le dijo todo y no le ocult� nada.

"No rehuy� declararle todo el consejo de Dios. �Ejemplo admirable para todos los siervos de Dios! �Qu� reacios son algunos a escuchar la verdad! Y cu�n propensos somos a tratar de suavizar lo que es desagradable en nuestro mensaje a los pecadores: Quitar el filo y enfundarlo en generalidades y posibilidades. No es una verdadera bondad. Lo m�s amable que podemos hacer es declarar la condenaci�n de Dios al pecado y asegurar a los hombres que cualquier esperanza que puedan abrigar de Su ceder en hacer como ha dicho, son esperanzas vanas: "Cuando empiece", dice Dios, "tambi�n terminar�".

Y nos conmueve a�n m�s la resignaci�n de Eli a la voluntad de Dios. Las palabras de Samuel debieron provocar una profunda agon�a en su esp�ritu cuando pens� en la condenaci�n de sus hijos. A pesar de lo d�bil que era, podr�a haber surgido en su coraz�n una r�faga de feroz rebeli�n contra esa condenaci�n. Pero no sucedi� nada de eso. Eli fue memorable por las virtudes pasivas. Pod�a soportar mucho, aunque poco pod�a atreverse.

Pod�a someterse, pero no pod�a luchar. Lo encontramos aqu� reconociendo mansamente la voluntad divina. Dios tiene derecho a hacer lo que quiera con los suyos; �y qui�n soy yo para clamar contra �l? �l es el Supremo Dispensador de todos los eventos; �Por qu� un gusano como yo se interpondr�a en su camino? Se somete impl�citamente a Dios. "No debe decir la cosa formada al que lo form�: �Por qu� me has formado as�?" Lo que Dios ordena debe ser correcto.

Es un golpe terrible para Eli, pero puede que comprenda mejor sus consecuencias en otro estado. Se inclina ante esa Voluntad Suprema en la que ha aprendido a confiar y honrar por encima de todas las fuerzas del universo.

S�, nos conmueve la mansedumbre y la sumisi�n de Eli. Y, sin embargo, aunque Eli ten�a en �l la materia de la que a menudo est�n hechos los m�rtires, su car�cter era esencialmente d�bil y su influencia no era saludable. Quer�a ese prop�sito resuelto que pose�an hombres como Daniel. Su voluntad era demasiado d�bil para controlar su vida. Estaba demasiado temeroso de los problemas inmediatos, de los inconvenientes y disgustos presentes, como para llevar a cabo principios firmes de acci�n contra la maldad, incluso en su propia familia.

Fue un ejemplo memorable de la solidez del principio posteriormente establecido por San Pablo: "Si un hombre no sabe c�mo gobernar su propia casa, �c�mo cuidar� de la Iglesia de Dios?" Necesitaba mucho la exhortaci�n que Dios le dio a Josu�: "Esfu�rzate y s� valiente". Es cierto que su enfermedad era de temperamento natural. Los hombres podr�an decir que no pod�a evitarlo. Tampoco se puede superar el temperamento por completo.

Pero los hombres de temperamento d�bil, especialmente cuando se les pone sobre otros, tienen una gran necesidad de vigilarlo y pedirle a Dios que los fortalezca donde son d�biles. La gracia divina tiene un poder maravilloso para compensar los defectos de la naturaleza. Peter, t�mido e indeciso, era un hombre diferente despu�s de su ca�da.

La gracia divina lo convirti� en una roca despu�s de todo. El cobarde que hab�a retrocedido ante una doncella se arm� de valor para desafiar a todo un Sanedr�n. En los ministros de la casa de Dios, el esp�ritu t�mido y agachado es especialmente indecoroso. Ellos, al menos, tendr�an que apoyarse en firmes convicciones y regirse por una voluntad resuelta. "Finalmente, hermanos, esfu�rcense en el Se�or y en el poder de su fuerza. P�nganse toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el d�a malo, y habiendo hecho todo, estar firmes".

4. Ahora se sabe abiertamente que Samuel es el profeta del Se�or. "Samuel creci�, y el Se�or estaba con �l, y no dej� caer a tierra ninguna de sus palabras". �Poco pensaste, Hannah, hace unos veinte a�os, que el ni�o que le pediste al Lore pronto reemplazar�a al sumo sacerdote que mostr� tan poco tacto y juicio al interpretar la agitaci�n de tu esp�ritu! No, no tienes ning�n sentimiento contra el venerable anciano; pero no puedes dejar de sorprenderte de los altibajos de la Providencia; no puedes sino recordar las palabras de tu propio c�ntico: "�l humilla y alza". Y Samuel no tiene que luchar para abrirse camino hacia el reconocimiento p�blico, ni esperar mucho hasta que llegue. "Todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, sab�a que Samuel estaba establecido para ser profeta del Se�or".

Y poco a poco le llegaron otros or�culos, por los cuales todos los hombres podr�an haber sabido que �l era el canal reconocido de comunicaci�n entre Dios y el pueblo. En nuestro pr�ximo cap�tulo veremos los problemas que caus� la naci�n al ignorar su oficio prof�tico y al determinar imprudentemente arrastrar el arca de Dios al campo de batalla. Mientras tanto, no podemos dejar de se�alar la peligrosa posici�n que ocupa ahora Samuel, desde un punto de vista meramente humano.

El peligro era el que encuentra un joven cuando de repente o temprano es elevado a la posesi�n de un alto poder espiritual. Samuel, aunque poco m�s que un ni�o, era ahora pr�cticamente el hombre principal de Israel. Puesto tan alto, su peligro natural era grande. Pero Dios, que lo puso all�, sostuvo en �l el esp�ritu de humilde dependencia. Despu�s de todo, �l no era m�s que un siervo de Dios. La obediencia humilde segu�a siendo su deber. Y en esta esfera superior, su carrera no fue m�s que una continuaci�n de lo que se hab�a descrito cuando se dijo: "El ni�o Samuel ministr� al Se�or en Silo".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 1 Samuel 3". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/1-samuel-3.html.