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2 Reyes 8

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-15

LA SHUNAMMITE Y HAZAEL

2 Reyes 8:1

( Circa 886 aC)

"Nuestros actos todav�a nos acompa�an desde lejos,

Y lo que hemos sido nos convierte en lo que somos ".

-GEORGE ELIOT

LA siguiente an�cdota de Eliseo nos pone una vez m�s en contacto con la Se�ora de Sunem. Lamentablemente, las hambrunas, o la escasez, ocurrieron con mucha frecuencia en un pa�s que es tan totalmente dependiente, como Palestina, de la lluvia temprana y tard�a. En alguna ocasi�n anterior, Eliseo hab�a previsto que "Jehov� hab�a pedido hambre"; porque la espada, el hambre y la pestilencia se representan como ministros que esperan Su Ezequiel 38:21 ( Jeremias 25:29 ; Ezequiel 38:21 ).

Tambi�n hab�a previsto que ser�a de larga duraci�n, y en bondad a la sunamita le hab�a advertido que era mejor que se trasladara por un tiempo a una tierra en la que hab�a mayor abundancia. Fue en circunstancias similares que Elimelec y Noem�, antepasados ??del linaje de David, tomaron a sus hijos Mahl�n y Chill�n y se fueron a vivir a la tierra de Moab; y, de hecho, la hambruna que decidi� la migraci�n de Jacob y sus hijos a Egipto hab�a sido un punto de inflexi�n en la historia del Pueblo Elegido.

La Se�ora de Sunem hab�a aprendido por experiencia el peso de las palabras de Eliseo. Su marido no se menciona y probablemente estaba muerto; As� que se levant� con su casa y se fue a vivir durante siete a�os a la llanura de Filistea. Al final de ese tiempo, la escasez hab�a cesado y regres� a Sunem, pero s�lo para descubrir que durante su ausencia su casa y su tierra estaban en posesi�n de otros propietarios y probablemente se hab�an rendido a la Corona.

El rey era la �ltima, y ??en gran medida la �nica, fuente de justicia en su peque�o reino, y ella fue a presentar su reclamo ante �l y exigir la restituci�n de su propiedad. Por una circunstancia providencial lleg� exactamente en el momento m�s favorable. El rey, debe haber sido Joram, estaba en ese momento hablando con Giezi sobre las grandes obras de Eliseo. Como es poco probable que conversara mucho tiempo con un leproso, y como a Giezi todav�a se le llama "el siervo del hombre de Dios", el incidente puede narrarse aqu� fuera de orden.

Es agradable encontrar a Joram tomando un inter�s tan profundo en la historia del profeta. Ya en muchas ocasiones durante sus guerras con Moab y Siria, as� como con ocasi�n de la visita de Naam�n, si eso ya hab�a ocurrido, hab�a recibido la prueba m�s completa de la realidad de la misi�n de Eliseo, pero naturalmente podr�a desconocer los muchos incidentes privados en los que hab�a exhibido un poder sobrenatural.

Entre otras historias, Giezi le contaba la de la sunamita y c�mo Eliseo le hab�a dado vida a su hijo muerto. En ese momento se present� ante el rey, y Giezi dijo: "Rey se�or m�o, esta es la misma mujer, y este es su hijo, a quien Eliseo le devolvi� la vida". En respuesta a las preguntas de Joram, ella confirm� la historia, y �l qued� tan impresionado por la narrativa que no solo orden� la restituci�n inmediata de su tierra, sino tambi�n del valor de sus productos durante los siete a�os de su exilio.

Llegamos ahora al cumplimiento del segundo de los mandamientos que El�as hab�a recibido tanto tiempo antes en Horeb. Para completar la retribuci�n que a�n estaba por caer sobre Israel, se le hab�a pedido que ungiera a Hazael como rey de Siria en la habitaci�n de Ben-adad. Hasta ese momento el mandato no se hab�a cumplido porque no se hab�a presentado ninguna oportunidad; pero ya hab�a llegado el momento se�alado. Eliseo, con alg�n prop�sito y durante un intervalo de paz, visit� Damasco, donde la visita de Naam�n y los acontecimientos de las guerras sirias hab�an hecho su nombre muy famoso.

Benhadad II, nieto o bisnieto de Rezin, despu�s de un reinado tormentoso de unos treinta a�os, marcado por algunos �xitos, pero tambi�n por los terribles reveses ya registrados, yac�a peligrosamente enfermo. Al escuchar la noticia de que el profeta hacedor de maravillas de Israel estaba en su capital, envi� a preguntarle: "�Me recuperar�?" Desde los primeros tiempos hab�a sido costumbre propiciar el favor de los profetas con regalos, sin los cuales ni el m�s humilde suplicante se atrev�a a acercarse a ellos.

El regalo enviado por Benhadad era verdaderamente real, porque pens� que tal vez podr�a comprar la intercesi�n o la intervenci�n milagrosa de este poderoso taumaturgo. Envi� a Hazael con una selecci�n "de todas las cosas buenas de Damasco" y, como un oriental, se esforz� por hacer que su ofrenda pareciera m�s magn�fica distribuy�ndola en los lomos de cuarenta camellos.

A la cabeza de esta imponente procesi�n de camellos caminaba Hazael, el comandante de las fuerzas, y se par� en presencia de Eliseo con la humilde s�plica: "Tu hijo Ben-adad, rey de Siria, me ha enviado a ti, diciendo: �Me recuperar� de esto? �enfermedad?"

No se nos dice m�s acerca de la generosidad del rey, pero no podemos dudar de que fue rechazada. Si la bendici�n a�n m�s costosa de Naam�n hubiera sido rechazada, aunque estaba a punto de recibir a trav�s del ministerio de Eliseo una bendici�n inestimable, es poco probable que Eliseo aceptara un obsequio por el cual no pod�a ofrecer ninguna recompensa y que, de hecho, directa o indirectamente, involucraba la muerte del remitente. Pero el historiador no cree necesario detenerse y decirnos que Eliseo devolvi� los cuarenta camellos descargados de sus tesoros.

No val�a la pena narrar de qu� se trataba. Si no hab�a sido el momento, unos a�os antes, de recibir dinero y vestidos, y olivares y vi�edos, y sirvientes y criadas, menos a�n era el momento de hacerlo ahora. Los d�as eran m�s oscuros ahora de lo que hab�an sido, y Eliseo mismo estaba cerca del Gran Trono Blanco. La protecci�n de estos intr�pidos profetas resid�a en su absoluta sencillez de alma.

Se elevaron por encima de los miedos humanos porque estaban por encima de los deseos humanos. Lo que Eliseo pose�a era m�s que suficiente para las necesidades de la vida sencilla y humilde de alguien cuya comuni�n era con Dios. No era maravilloso que los profetas se elevaran a una altura desde la que pudieran mirar con indiferencia lo superfluo de la lujuria de los ojos y el orgullo de la vida, cuando incluso los sabios de los paganos han alcanzado una independencia similar de los lujos terrenales. Quien puede escalar esas alturas de monta�a puede mirar con silencioso desprecio al oro.

Pero hay una seria dificultad en la respuesta de Eliseo a la embajada. "Ve, dile" -as� se traduce en nuestra Versi�n Autorizada- "Ciertamente sanar�s; sin embargo, el Se�or me ha mostrado que ciertamente morir�".

Es evidente que los traductores de 1611 quer�an poner el �nfasis en el "mayor", y entendieron que la respuesta de Eliseo significaba: "Tu recuperaci�n es bastante posible; y sin embargo" -agrega a Hazael, y no como parte de su respuesta al rey: "Jehov� me ha mostrado que muriendo, morir�", no ciertamente de esta enfermedad, sino por otros medios antes de que se recupere de ella.

Desafortunadamente, sin embargo, el hebreo no tendr� este significado. Eliseo le pide a Hazael que regrese con el mensaje distinto, "Ciertamente sanar�s", como se traduce correctamente en la Versi�n Revisada.

Esta, sin embargo, es la traducci�n, no del texto escrito tal como est�, sino del margen. Todo el mundo sabe que en el original masor�tico el texto en s� se llama K'thib , o "lo que est� escrito", mientras que el margen se llama Q'ri , "leer". Ahora, nuestros traductores, tanto los de 1611 como los del Comit� de Revisi�n, siguen invariablemente el Kethib como la lectura m�s aut�ntica. En este caso, sin embargo, abandonan la regla y traducen la lectura marginal.

Entonces, �qu� es el texto escrito?

Es el reverso de la lectura marginal, porque tiene: "Ve, di: No te recuperar�s".

El lector, naturalmente, puede preguntarse la causa de esta sorprendente discrepancia.

Parece ser doble.

(I) Tanto la palabra hebrea, lo, "no" ( alo ), como la palabra lo , para �l, tienen precisamente la misma pronunciaci�n. Por lo tanto, este texto podr�a significar "Ve, dile: Ciertamente sanar�s", o "Ve, di: No sanar�s". La misma identidad del negativo y el dativo de la preposici�n ha hecho sinsentido otro pasaje de la Versi�n Autorizada, donde "Has multiplicado la naci�n, y no aumentado el gozo: se gozan delante de Ti seg�n el gozo de la cosecha", debe sea ??"Has multiplicado la naci�n, y aumentado su gozo.

"As� tambi�n, el verso" �l es quien nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos ", puede significar" �l es quien nos hizo, y a �l pertenecemos ". En el caso presente, la adopci�n de la negativa ( que habr�a transmitido a Benhadad la verdad exacta) no es posible, ya que hace que la siguiente cl�usula y su introducci�n con la palabra "Sin embargo" carezcan de sentido.

Pero-

(II) esta confusi�n en el texto podr�a no haber surgido en el caso presente, sino por la dificultad de que Eliseo apareciera para enviar un mensaje deliberadamente falso a Benhadad, y un mensaje que le dice a Hazael en ese momento es falso.

�Puede esto considerarse imposible?

Con las opiniones predominantes en "esos tiempos de ignorancia", creo que no. Abraham e Isaac, santos y patriarcas como eran, dijeron falsedades pr�cticas acerca de sus esposas. Ellos, de hecho, fueron reprendidos por esto, aunque no severamente; pero, por otro lado, Jael no es reprendida por su traici�n a S�sara; y Samuel, bajo la apariencia de un permiso divino, us� un ardid diplom�tico cuando visit� la casa de Isa�; y en el ap�logo de Mica�as se representa un esp�ritu de mentira enviado para servir a Jehov�; y Eliseo mismo les dice una falsedad deliberada a los sirios en Dot�n.

La sensibilidad al deber de decir siempre la verdad exacta no se siente en Oriente con tanta intensidad como en tierras cristianas; Y aunque deber�amos ser reacios a encontrar en el mensaje de Eliseo otro ejemplo de esa falsitas dispensativa que ha sido tan fatalmente patrocinada por algunos de los Padres y por muchos te�logos romanos, el amor a la verdad en s� mismo nos obligar�a a aceptar esta visi�n de la caso si no hubiera otra interpretaci�n posible.

Sin embargo, creo que es posible otro punto de vista. Creo que Eliseo pudo haberle dicho a Hazael: "Ve, dile: Ciertamente sanar�s", con el mismo acento de iron�a con el que Mica�as dijo al principio a los dos reyes: "Sube a Ramot de Galaad y prospera. porque el Se�or la entregar� en manos del rey ". Creo que toda esta manera y el tono de su voz pueden haberle mostrado a Hazael, y pueden haber tenido la intenci�n de mostrarle, que este no era el verdadero mensaje de Eliseo a Ben-adad.

O, para adoptar la misma l�nea de explicaci�n con una diferencia sin importancia, Eliseo pudo haber querido dar a entender: "Ve, sigue la curva que s� que seguir�s; vuelve a llevarle a tu maestro el mensaje mentiroso que dije que se recuperar�a. Pero ese no es mi mensaje. Mi mensaje, se adapte a sus instintos cortesanos o no, es que Jehov� me ha advertido que seguramente morir� ".

Parece que el contexto muestra que alg�n significado como este se le atribuye al vers�culo. Porque no solo hubo alguna reprensi�n involucrada en las palabras de Eliseo, sino que mostr� su dolor a�n m�s con su manera. Era como si hubiera dicho: "Retira el mensaje que elijas, pero Ben-adad ciertamente morir�"; y luego fij� su mirada firme en el semblante del soldado, hasta que Hazael se ruboriz� y se sinti� inc�modo.

Solo cuando not� que la conciencia de Hazael estaba perturbada por los ojos brillantes que parec�an leer los secretos m�s �ntimos de su coraz�n, Eliseo baj� la mirada y rompi� a llorar. "�Por qu� llora mi se�or?" pregunt� Hazael, con una inquietud a�n m�s profunda. Entonces Eliseo le revel� el futuro. "Lloro", dijo, "porque veo en ti la maldici�n y el vengador de los pecados de mi tierra natal. T� ser�s para ellos una espada de Dios; incendiar�s sus fortalezas; matar�s sus j�venes. har�s pedazos a sus peque�os contra las piedras, destrozar�s a sus mujeres encintas.

"No se nos dice que realmente infligi� estos salvajismos de guerra a los miserables israelitas, pero se nos dice que los hiri� en todos sus territorios; que Jehov� los entreg� en sus manos; que oprimi� a Israel todos los d�as de Joacaz. 2 Reyes 10:32 ; 2 Reyes 13:3 ; 2 Reyes 13:22 Siendo as�, no cabe duda de que cumpli� las mismas leyes de guerra atroz que pertenecieron a aquellos tiempos y continuaron mucho despu�s.

Tales atrocidades no s�lo fueron infligidas a los israelitas una y otra vez por los asirios y otros, Isa�as 13:15 Oseas 10:14 ; Oseas 13:16 Nah�m 3:10 pero ellos mismos las hab�an infligido con frecuencia, y las hab�an infligido con lo que cre�an que era aprobaci�n divina, sobre sus propios enemigos.

Ver Josu� 6:17 1 Samuel 15:3 Lev�tico 27:28 Siglos despu�s, uno de sus propios poetas consider� una bienaventuranza al que arrojara a los hijos de los babilonios contra las piedras. Salmo 137:9

Como la respuesta de Hazael generalmente se lee e interpreta, se nos ense�a a considerarla como una declaraci�n indignada de que �l nunca podr�a ser culpable de actos tan viles. Se considera como si fuera "un repudio aborrecible de su yo futuro". La lecci�n que a menudo se extrae de �l en los sermones es que un hombre puede vivir para cometer y deleitarse en cr�menes que una vez odi� y que consider� imposibles de cometer.

La lecci�n es muy verdadera y es capaz de mil ilustraciones. Transmite la advertencia profundamente necesaria de que aquellos que, incluso en el pensamiento, incursionan en caminos equivocados, que solo consideran como pecadillos veniales, pueden vivir para cometer, sin ning�n sentido de horror, las ofensas m�s enormes. Es la explicaci�n del terrible hecho de que los j�venes que alguna vez parecieron inocentes y de mente santa pueden crecer, paso a paso, hasta convertirse en criminales colosales.

"Los hombres", dice Scherer, "avanzan inconscientemente de los errores a las faltas y de las faltas a los cr�menes, hasta que la sensibilidad es destruida por el espect�culo habitual de la culpa, y las atrocidades m�s salvajes llegan a dignificarse con el nombre de pol�tica de Estado".

" Lui-meme a son portrait force de rendre hommage,

Il fremira d'horreur devant en una imagen propia. "

Pero por verdaderas y necesarias que sean estas lecciones, est�n completamente fuera de lugar, como se deduce de la historia de Hazael. Lo que dijo no fue, como en nuestra Versi�n Autorizada, "�Pero qu�, tu siervo es un perro, para que haga esta gran cosa?" ni por "gran cosa" quiere decir "un crimen tan mortal". Sus palabras, traducidas con mayor precisi�n en nuestra Revisi�n, son: "�Pero qu� es tu siervo, que no es m�s que un perro, para que haga esta gran cosa?" o, "�Pero qu� es el perro, tu sirviente?" Fue un desprecio hip�crita de la importancia y eminencia futuras que Eliseo le hab�a profetizado.

No hay la menor sensaci�n de horror ni en sus palabras ni en sus pensamientos. Simplemente quiere decir "Un simple perro, como yo, nunca puede lograr tan grandes dise�os". Un perro en Oriente es absolutamente despreciado; 1 Samuel 24:14 ; 2 Samuel 9:8 y Hazael, con iron�a oriental, se llama a s� mismo un perro, aunque era el comandante en jefe sirio, as� como un chino, al hablar de s� mismo, adopta la per�frasis "este peque�o ladr�n".

Eliseo no se dio cuenta de su falsa humildad, pero le dijo: "El Se�or me ha mostrado que t� ser�s Rey sobre Siria". La fecha del evento fue el 886 a.C.

La escena a veces ha sido tergiversada para el descr�dito de Eliseo, como si �l sugiriera al general los cr�menes de asesinato y rebeli�n. La acusaci�n es completamente insostenible. Eliseo fue, de hecho, en cierto sentido, comisionado para ungir a Hazael como rey de Siria, porque el cruel soldado hab�a sido predestinado por Dios para ese puesto; pero, en otro sentido, no ten�a ning�n poder para darle a Hazael el poderoso reino de Aram, ni para arrebat�rselo a la dinast�a que lo hab�a pose�do durante muchas generaciones.

Todo esto fue provocado por el prop�sito divino, en un curso de eventos completamente fuera de la esfera del humilde hombre de Dios. En la transferencia de esta corona, �l no fue en ning�n sentido el agente o el sugestivo. El pensamiento de usurpaci�n debe, sin duda, haber estado ya en la mente de Hazael. Benhadad, hasta donde sabemos, no ten�a hijos. En cualquier caso, no tuvo herederos naturales, y parece haber sido un rey borracho, cuyas empresas imprudentes e inmensos fracasos hab�an alejado tan completamente los afectos de sus s�bditos de �l y de su dinast�a, que muri� indeseado y sin ser lamentado, y no hubo mano. levantado para asestar un golpe en su defensa.

Apenas necesitaba un profeta para prever que el cetro ser�a arrebatado por una mano tan fuerte como la de Hazael de un agarre tan d�bil como el de Ben-adad II. Lo m�ximo que hab�a hecho Eliseo fue, bajo la gu�a divina, leer su car�cter y sus dise�os, y decirle que el cumplimiento de estos dise�os estaba cerca.

Entonces Hazael regres� a Ben-adad, y en respuesta a la ansiosa pregunta: "�Qu� te dijo Eliseo?" dio la respuesta que Eliseo hab�a previsto que ten�a la intenci�n de dar, y que en todo caso era una falsedad, porque suprim�a la mitad de lo que Eliseo realmente hab�a dicho. "Me dijo", dijo Hazael, "que seguramente te recuperar�s".

�Fue la secuela de la entrevista el asesinato de Benhadad por Hazael?

Por lo general, la historia se ha le�do as�, pero Eliseo no lo hab�a profetizado ni sugerido. As� se describe la secuela. "Y sucedi� que al d�a siguiente, tomando la colcha, la moj�" en "agua, y la extendi� sobre su rostro y muri�; y rein� Hazael en su lugar." La repetici�n del nombre Hazael en la �ltima cl�usula es superflua si �l era el sujeto de la cl�usula anterior, y en consecuencia se ha conjeturado que "�l tom�" es simplemente el idioma impersonal "que uno tom�.

"Algunos suponen que, estando Ben-adad en el ba�o, su criado tom� el pa�o de ba�o, lo moj� y puso sus gruesos pliegues sobre la boca del rey indefenso; otros, que empap� la gruesa colcha, que el rey tambi�n estaba En cualquier caso, es poco probable que un gran oficial como Hazael hubiera estado en el ba�o o en el dormitorio del rey moribundo. Sin embargo, debemos recordar que se dice que el prefecto pretoriano Macro asfixi� a Tiberio con su ropa de cama.

Josefo dice que Hazael estrangul� a su amo con una red; y, de hecho, en general se le ha declarado culpable de la perpetraci�n del asesinato. Pero es justo concederle el beneficio de la duda. Sea como fuere, parece haber reinado unos cuarenta y seis a�os (886-840 aC), y haber legado el cetro a un hijo a quien le hab�a otorgado el antiguo nombre din�stico de Ben-adad.

Versículos 16-29

(1) JEHORAM BEN-JEHOSHAPHAT DE JUDAH

BC 851-843

(2) AHAZIAH BEN-JEHORAM DE JUDAH

BC 843-842

2 Reyes 8:16

"Ten paciencia con el turco, ning�n hermano cerca del trono".

-PAPA.

La narraci�n ahora vuelve al reino de Jud�, del cual el historiador, principalmente ocupado con las grandes haza�as del profeta en Israel, toma poca atenci�n en este per�odo.

Nos dice que en el quinto a�o de Joram de Israel, hijo de Acab, su tocayo y cu�ado, Joram de Jud�, comenz� a reinar en Jud�, aunque su padre, Josafat, era entonces rey.

La declaraci�n est� llena de dificultades, especialmente porque ya se nos ha dicho en 2 Reyes 1:17 que Joram ben-Ahab de Israel comenz� a reinar en el segundo a�o de Joram ben-Josafat de Jud�, y 2 Reyes 13:1 en el siglo XVIII. a�o de Josafat.

No vale la pena detenerse aqu� para desentra�ar estas complejidades en un escritor que, como la mayor�a de los historiadores orientales, se contenta con referencias cronol�gicas vagas. Seg�n el modo actual de c�lculo, los veinticinco a�os del reinado de Josafat pueden significar simplemente veintitr�s y un mes o dos de otros dos a�os; y algunos suponen que, cuando Joram de Jud� ten�a unos diecis�is a�os, su padre fue a la expedici�n contra Moab y asoci� a su hijo con �l en el trono.

Esto es solo una conjetura. Josafat, de todos los reyes, menos necesitaba un coadjutor, particularmente uno tan d�bil y sin valor como su hijo; y aunque la asociaci�n de colegas consigo mismos ha sido com�n en algunos reinos, no hay un solo ejemplo de ello en la historia de Israel y Jud�; el caso de Uz�as, que era un leproso, no es el caso.

Los reyes tanto de Israel como de Jud� en este per�odo, con la �nica excepci�n del valiente y bueno Josafat, eran indignos y miserables. La plaga del matrimonio de Jezabel y la maldici�n del culto a Baal cayeron sobre ambos reinos. Apenas es posible encontrar monarcas tan miserables como los dos hijos de Jezabel-Ocoz�as y Joram en Israel, y el yerno y nieto de Jezabel, Joram y Ocoz�as, en Jud�. Sus respectivos reinados son anales de apostas�a vergonzosa y desastre casi ininterrumpido.

Joram ben-Josafat de Jud� ten�a treinta y dos a�os cuando comenz� su reinado independiente, y rein� durante ocho a�os deplorables. El hecho de que se omita (excepcionalmente) el nombre de su madre parece implicar que su padre Josafat dio un buen ejemplo de monogamia. Joram estaba totalmente bajo la influencia de Atal�a, su esposa, y de Jezabel, su suegra, y �l introdujo en Jud� sus abominaciones extra�as.

�l "anduvo en su camino, e hizo lo malo ante los ojos del Se�or". El Cronista completa la observaci�n general diciendo que hizo todo lo posible para fomentar la idolatr�a al erigir bamoth en las monta�as de Jud�, y oblig� a su pueblo a adorar all�, a fin de descentralizar los servicios religiosos del reino y as� disminuir la gloria del templo. Introdujo el culto a Baal en Jud�, y �l o su hijo fueron el constructor culpable de un templo para los baales, no solo en el "monte oprobioso" en el que se encontraban las capillas id�latras de Salom�n, sino en la colina de la Casa misma.

Este templo ten�a su propio sumo sacerdote, y en realidad estaba adornado con tesoros arrancados del Templo de Jehov�. Tan mala fue la conducta de Joram que el historiador s�lo puede atribuir su no destrucci�n al "pacto de sal" que Dios hab�a hecho con David, "para darle una l�mpara para sus hijos para siempre".

Pero si la destrucci�n real no vino sobre �l y su raza, estuvo muy cerca de ese destino, y ciertamente experiment� que "el camino de los transgresores es duro". No hay nada que registrar sobre �l m�s que crimen y cat�strofe. Primero Edom se rebel�. Josafat hab�a sometido a los edomitas y solo les permiti� ser gobernados por un vasallo; ahora se quitaron el yugo. El rey jud�o avanz� contra ellos hasta "Zair", que aparentemente debe significar Zoar, 2 Reyes 11:18 ; 2 Cr�nicas 21:11 ; 2 Cr�nicas 24:7 por donde pasaba el camino a Edom, o su capital, el monte Seir.

All� estaba rodeado por las huestes edomitas; y aunque por un acto desesperado de valor se abri� paso entre ellos por la noche a pesar de su reserva de carros, su ej�rcito lo dej� en la estacada. Edom logr� establecer su independencia final, a la que vemos una alusi�n en la �nica esperanza que Isaac le ofreci� a Esa� en esa "bendici�n" que era pr�cticamente una maldici�n.

La p�rdida de un territorio sujeto tan poderoso, que ahora constitu�a una fuente de peligro en la frontera oriental de Jud�, fue sucedida por otro desastre en el suroeste, en la Sefela o llanura de las tierras bajas. Aqu� Libna se rebel�, Josu� 10:29 y al ganar su autonom�a contrajo a�n m�s los estrechos l�mites del reino del sur.

El Libro de los Reyes no nos dice m�s sobre el Joram jud�o, solo agrega que muri� y fue sepultado con sus padres, y fue sucedido por su hijo Ocoz�as. Pero el Libro de las Cr�nicas, que a�ade toques mucho m�s oscuros a su car�cter, tambi�n aumenta en un grado extraordinario la intensidad de su castigo. Nos dice que comenz� su reinado con el atroz asesinato de sus seis hermanos menores, para quienes, siguiendo el antiguo precedente de Roboam, hab�a proporcionado Josafat al establecerlos como gobernadores de varias ciudades.

Como su trono estaba seguro, no podemos imaginar ning�n motivo para esta brutal masacre excepto la codicia de lucro, y solo podemos suponer que, como Joram ben-Josafat se convirti� en poco m�s que un vasallo amistoso de sus parientes en Israel, cay� bajo la influencia mortal de su esposa Atal�a, tan completamente como lo hab�a hecho su suegro bajo el hechizo de su madre Jezabel. Con sus hermanos tambi�n barri� a varios de los principales nobles, que quiz�s abrazaron la causa de sus parientes asesinados.

Tal conducta respira el esp�ritu conocido de Jezabel y de Atal�a. Para reprenderlo por esta maldad, recibi� la amenaza de un tremendo juicio sobre su hogar y su pueblo en un escrito de El�as, de quien ciertamente deber�amos haber asumido que estaba muerto mucho antes de ese momento. Sigui� el juicio en s�. Los filisteos y �rabes invadieron Jud�, capturaron Jerusal�n y asesinaron a todos los hijos de Joram, excepto a Ocoz�as, que era el m�s joven.

Entonces Joram, a la edad de treinta y ocho a�os, fue herido por una enfermedad incurable de las entra�as, de la cual muri� dos a�os despu�s, y no solo muri� sin ser lamentado, sino que se le neg� el entierro en los sepulcros de los reyes. En cualquier caso, su reinado y el de su hijo y sucesor fueron los m�s miserables en los anales de Jud�, ya que los reinados de sus hom�nimos y parientes, Ocoz�as ben-Ahab y Joram ben-Ahab, fueron tambi�n los m�s miserables en los anales de Israel.

A Joram le sucedi� en el trono de Jud� su hijo Ocoz�as. Si la cronolog�a y los hechos son correctos, Ocoz�as ben-Joram de Jud� debe haber nacido cuando su padre solo ten�a dieciocho a�os, aunque era el menor de los hijos del rey, y as� escap� de ser masacrado en la invasi�n filistea. Lo logr� a la edad de veintid�s a�os y solo rein� un a�o. Durante este a�o, su madre, la Gebirah Atal�a, la hija de Acab y Jezabel, y nieta del Tyrian Ethbaal, fue suprema.

Ella inclin� la naturaleza d�bil de su hijo a apostas�as a�n mayores. Ella era "su consejera para obrar mal", y su Baal-sacerdote Mattan era m�s importante que el sumo sacerdote aar�nico del despreciado y profanado Templo. Jud� nunca se hundi� a un nivel tan bajo, y fue bueno que los d�as de Ocoz�as de Jud� se acortaran.

El �nico evento de su reinado fue la participaci�n que tom� con su t�o Joram de Israel en su campa�a para proteger a Ramot de Galaad de Hazael. La expedici�n parece haber tenido �xito en su objetivo principal. Ramot de Galaad, la llave de los distritos de Argob y Bas�n, fue de inmensa importancia para gobernar el pa�s m�s all� del Jord�n. Parece ser lo mismo que Ramath-Mizpeh; Josu� 13:26 y si es as�, fue el lugar donde Jacob hizo su pacto con Lab�n.

Acab, o sus sucesores, a pesar del desastroso final de la expedici�n a Acab personalmente, evidentemente hab�an recuperado la fortaleza fronteriza del rey sirio. Su posici�n sobre una colina hac�a que su posesi�n fuera vital para los intereses de Galaad; porque el se�or de Ram� era el se�or de ese distrito de Transjordania. Pero Hazael hab�a sucedido a su amo asesinado y ya estaba comenzando a cumplir la misi�n despiadada que Eliseo hab�a previsto con l�grimas.

Joram ben-Ahab parece haberse mantenido firme contra Hazael por un tiempo; pero en el curso de la campa�a en Ramot fue tan gravemente herido que se vio obligado a dejar su ej�rcito bajo el mando de Jeh� y regresar a Jezreel para ser sanado de sus heridas. All� fue a visitarlo su sobrino Ocoz�as de Jud�; y all�, como veremos, tambi�n �l encontr� su perdici�n. Ese destino, nos dice el Cronista, fue el castigo por sus iniquidades. "La destrucci�n de Ocoz�as vino de Dios al venir a Joram".

No tenemos motivos para acusar a ninguno de los dos reyes de falta de valor; sin embargo, era obviamente descort�s por parte de Joram demorarse innecesariamente en su lujosa capital, mientras el ej�rcito de Israel se dedicaba al servicio en una frontera peligrosa. Las heridas infligidas por los arqueros sirios pueden haber sido originalmente graves. Sus flechas en este momento jugaron un papel tan trascendental en la historia como las flechas de nuestros arqueros ingleses que "cosieron las filas francesas" en Poictiers, Crecy y Azincour.

Pero Joram, en cualquier caso, se hab�a recuperado tanto que pod�a viajar en su carro; y si hubiera sido sabio y valientemente vigoroso, no habr�a dejado a su ej�rcito bajo un subordinado en una �poca tan peligrosa, y amenazado por un enemigo tan resuelto. O si en verdad se viera obligado a consultar a los mejores m�dicos de Jezreel, deber�a haber persuadido a su sobrino Ocoz�as de Jud�, que parece haber sido m�s o menos vasallo adem�s de pariente, de que vigilara el asediado fuerte.

Ambos reyes, sin embargo, desertaron de su puesto, -Jehoram para recuperar perfecta salud; y Ocoz�as, que hab�a sido su camarada �como su padre y su abuelo hab�an ido juntos a la misma guerra� para hacer una visita de estado de condolencia al inv�lido real. El ej�rcito qued� bajo un comandante popular, resuelto y totalmente inescrupuloso, y los resultados afectaron poderosamente el destino inmediato y �ltimo de ambos reinos.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre 2 Kings 8". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/2-kings-8.html.