Bible Commentaries
Daniel 11

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Introducción

INTRODUCCI�N A LA VISI�N FINAL

La secci�n restante del Libro de Daniel forma una sola visi�n, de la cual este cap�tulo es la Introducci�n o Pr�logo.

Aqu� se habla de Daniel en tercera persona. Est� fechado en el tercer a�o de Ciro (535 aC). Ya se nos ha dicho que Daniel vivi� para ver el primer a�o de Ciro. Daniel 1:21 Este vers�culo, si se acepta hist�ricamente, mostrar�a que en cualquier caso Daniel no regres� a Palestina con los exiliados. La edad, el alto rango y las oportunidades de utilidad en la corte persa pueden haberse combinado para hacer que su regreso sea indeseable para los intereses de su pueblo.

La fecha, la �ltima dada en la vida del Daniel real o ideal, quiz�s se menciona aqu� para dar cuenta de las alusiones que siguen al reino de Persia. Pero con las grandes y conmovedoras fortunas de los jud�os despu�s del ascenso de Ciro, e incluso con el comienzo de su nueva vida nacional en Jerusal�n, el autor apenas se preocupa. No menciona al pr�ncipe Zorobabel, ni al sacerdote Josu�, ni al decreto de Ciro, ni a la reconstrucci�n del templo; toda su preocupaci�n son las peque�as guerras y la diplomacia del reinado de Ant�oco Ep�fanes, de las cuales se da un relato, tan minucioso que o bien nos proporciona materiales hist�ricos desconocidos para cualquier otro historiador, o bien es dif�cil de reconciliar con la historia de el reinado de ese rey como se ha entendido hasta ahora.

En este cap�tulo, como en los dos anteriores, existen grandes dificultades e incertidumbres acerca del significado exacto de algunos de los vers�culos, y se han sugerido enmiendas textuales. Sin embargo, los lectores de la Biblia del Expositor no se interesar�an por las diminutas y tristes disquisiciones filol�gicas, que no tienen el menor significado moral y no conducen a ning�n resultado seguro. Las dificultades afectan a puntos sin importancia doctrinal, y los m�s grandes estudiosos no han podido llegar a ning�n acuerdo al respecto. Por tanto, estas dificultades s�lo se mencionar�n y me contentar� con proporcionar la que parece ser la opini�n mejor autenticada.

Los vers�culos primero y segundo son traducidos en parte por Ewald y en parte por otros eruditos, "La verdad es la revelaci�n, y la angustia es grande; por lo tanto, comprende la revelaci�n, ya que hay comprensi�n de ella en la visi�n". La advertencia llama la atenci�n sobre la importancia de "la palabra" y el hecho de que la realidad se encuentra debajo de su forma enigm�tica y apocal�ptica.

Daniel hab�a estado de luto durante tres semanas completas, durante las cuales no comi� pan dulce, ni carne, ni vino, ni se ungi� con aceite. Pero en el mes de la Pascua de Abib o Nis�n, el primer mes del a�o, y el d�a veinticuatro de ese mes, estaba sentado a la orilla del gran r�o, Hiddekel o Tigris, cuando, alzando los ojos, Vio a un hombre vestido de lino fino como un sacerdote jud�o, y sus lomos ce�idos con oro de Ufaz.

Su cuerpo era como cris�lito, su rostro brillaba como un rel�mpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies brillaban como bronce pulido, y el sonido de sus palabras era como el sonido de un profundo murmullo. Daniel ten�a compa�eros con �l; no vieron la visi�n, pero un terror sobrenatural cay� sobre ellos, y huyeron para esconderse.

Ante este gran espect�culo, su fuerza se desvaneci� y su brillo se transform� en corrupci�n; y cuando la visi�n habl�, cay� a tierra boca abajo. Una mano lo toc�, y en parte lo levant� hasta el tembloroso soporte de sus rodillas y las palmas de sus manos, y una voz le dijo: "Daniel, muy amado, ponte en pie y atiende, porque yo soy enviado a ti. " El vidente todav�a estaba temblando; pero la voz le pidi� que no temiera, porque su oraci�n hab�a sido escuchada, y por eso se le hab�a enviado este mensaje.

Sin embargo, la llegada de Gabriel se hab�a retrasado tres semanas. el tener que resistir durante veinte d�as al pr�ncipe del reino de Persia. La necesidad de continuar la lucha solo se elimin� con la llegada de Miguel, uno de los principales pr�ncipes, para ayudarlo, de modo que Gabriel ya no era necesario para resistir a los reyes de Persia. La visi�n dur� muchos d�as, y �l hab�a venido para permitir que Daniel la entendiera.

Una vez m�s Daniel se asust�, guard� silencio y fij� la mirada en el suelo, hasta que uno como los hijos de los hombres le toc� los labios, y luego habl� para disculparse por su timidez y desgana.

Por tercera vez, la visi�n lo conmovi�, lo fortaleci�, lo bendijo y le pidi� que se fortaleciera. "�Sabes", pregunt� el �ngel, "por qu� he venido a ti? Debo regresar para luchar contra el Pr�ncipe de Persia, y mientras yo est� fuera, el Pr�ncipe de Grecia (Javan) vendr�. Sin embargo, te dir� lo que se anuncia en la escritura de la verdad, el libro de los decretos del cielo, aunque no hay nadie que me ayude contra estos pr�ncipes hostiles de Persia y Javan, excepto tu pr�ncipe Miguel ".

Las dificultades del cap�tulo son, como hemos dicho, de un tipo que el expositor no puede eliminar f�cilmente. Le he dado lo que parece ser el sentido general. Las preguntas que plantea la visi�n se refieren a cuestiones de angelolog�a, en las que todo queda deliberadamente vago e indeterminado, o que se encuentran en una esfera totalmente ajena a nuestro conocimiento.

En primer lugar, cabe preguntarse si el �ngel espl�ndido de la visi�n inicial es tambi�n el ser a semejanza de un hombre que toca, anima y fortalece a Daniel tres veces. Quiz�s sea m�s simple suponer que este es el caso, y que el Gran Pr�ncipe aten�a su abrumadora gloria a una apariencia humana m�s familiar para disipar los terrores del vidente.

La concepci�n general de los arc�ngeles como pr�ncipes de las naciones, y como contendientes entre s�, pertenece a los desarrollos posteriores de la opini�n hebrea sobre tales temas. Algunos han supuesto que los "pr�ncipes" de Persia y Jav�n, a quienes se oponen Gabriel y Miguel, no son �ngeles buenos, sino poderes demon�acos, "los gobernantes del mundo de esta oscuridad", subordinados al esp�ritu maligno a quien San Pablo no duda en llamar "el dios de este mundo" y "el pr�ncipe de los poderes del aire".

"As� explican esta" guerra en el cielo ", para que" el drag�n y sus �ngeles "luchen contra" Miguel y sus �ngeles ". Sea como fuere, este modo de presentar a los guardianes de los destinos de las naciones es uno respecto al cual no tenemos m�s destellos de revelaci�n que nos ayuden.

Ewald considera los dos �ltimos versos del cap�tulo como una especie de soliloquio del �ngel Gabriel consigo mismo. Est� presionado por el tiempo. Su llegada ya se hab�a retrasado por la oposici�n del poder guardi�n de los destinos de Persia. Si Miguel, el gran arc�ngel de los hebreos, no hubiera acudido en su ayuda y (por as� decirlo) durante un tiempo relev� a la guardia, no habr�a podido venir. Pero incluso el respiro lo deja ansioso.

Parece sentir que es casi necesario que regrese de inmediato para luchar contra el Pr�ncipe de Persia y contra un nuevo adversario, el Pr�ncipe de Java, que va camino de hacer travesuras. Sin embargo, en general, se quedar� e iluminar� a Daniel antes de que emprenda su vuelo, aunque no hay nadie m�s que Michael que lo ayude contra estos pr�ncipes amenazantes. Es dif�cil saber si esto es ideal o real, si representa una lucha de �ngeles contra demonios, o si simplemente est� destinado a una especie de par�bola que representa los impulsos en conflicto de ida y vuelta que influyen en los destinos de la tierra. reinos.

En cualquier caso, la representaci�n es demasiado �nica y demasiado alejada de la tierra para permitirnos comprender su significado espiritual, m�s all� de la mera indicaci�n de que Dios se sienta sobre las aguas y Dios permanece como rey para siempre. Es otra forma de mostrarnos que los paganos se enfurecen y la gente imagina una cosa vana; que los reyes de la tierra se establezcan y los gobernantes se re�nan en consejo; pero que solo pueden lograr lo que la mano de Dios y el consejo de Dios han predeterminado que se haga; y que cuando intenten derribar los destinos que Dios ha preordenado, "El que se sienta en los cielos se reir� de ellos con desprecio, el Se�or se burlar� de ellos".

"Estos, aparte de todas las complicaciones o desarrollos de la angelolog�a o demonolog�a, son la lecci�n continua de la Palabra de Dios, y son confirmados por todo lo que desciframos de Su providencia en Sus formas de tratar con las naciones y con los hombres.

UNA PROFEC�A ENIGM�TICA QUE PASA A LOS DETALLES DEL REINADO DE ANTIOCHUS EPIFANES

SI este cap�tulo fue en verdad la declaraci�n de un profeta en el exilio babil�nico, casi cuatrocientos a�os antes de los eventos - eventos de los cuales muchos son de poca importancia comparativa en la historia del mundo - que est�n aqu� descritos de manera tan enigm�tica y, sin embargo, tan minuciosamente, la revelaci�n ser�a el m�s singular y desconcertante de todas las Escrituras. Representar�a una salida repentina y total de todo m�todo de la providencia de Dios y de la manifestaci�n de Su voluntad por parte de Dios en la mente de los profetas.

Ser�a absoluta y anormalmente solo como un abandono de las limitaciones de todo lo dem�s que se haya predicho. Y entonces ser�a a�n m�s sorprendente que tal inversi�n de toda la econom�a de la profec�a no s�lo estuviera tan separada en tono de las elevadas lecciones morales y espirituales que era la gloria especial de la profec�a inculcar, sino que deber�a llegar a nosotros. completamente desprovisto de esas credenciales decisivas que por s� solas podr�an bastar para imponer nuestra convicci�n de su autenticidad y autenticidad.

"Encontramos en este cap�tulo", dice el Sr. Bevan, "un estudio completo de la historia desde el comienzo del per�odo persa hasta la �poca del autor. Aqu�, incluso m�s que en la visi�n anterior, podemos percibir c�mo el relato se vuelve gradualmente m�s definido a medida que se acerca a la �ltima parte del reinado de Ant�oco Ep�fanes, y c�mo luego pasa repentinamente del dominio de los hechos hist�ricos al de las expectativas ideales.

"En los �ltimos d�as, cuando la fuerza de la verdad ha obligado a tantos pensadores serios y honestos a aceptar la cr�tica hist�rica y literaria, los pocos eruditos que a�n pueden mantener los puntos de vista tradicionales sobre el Libro de Daniel se encuentran motivados, como Zockler y otros, admitir que incluso si el Libro de Daniel en su conjunto puede considerarse como una producci�n del vidente exiliado cinco siglos y medio antes de Cristo, sin embargo, en este cap�tulo, de todos modos, debe haber grandes interpolaciones.

Aqu� hay una desafortunada divisi�n de los Cap�tulos. El primer vers�culo del cap�tulo 11 pertenece claramente a los �ltimos vers�culos del cap�tulo 10. Parece proporcionar la raz�n por la que Gabriel pudo contar con la ayuda de Miguel y, por lo tanto, puede retrasar por unos momentos su regreso a la escena del conflicto con el Pr�ncipe. de Persia y el pr�ximo Rey de Jav�n. Michael, durante ese breve per�odo, asumir� la responsabilidad exclusiva de mantener la lucha, porque Gabriel lo ha puesto bajo una obligaci�n directa mediante una asistencia especial que le prest� poco antes en el primer a�o del Dar�o Mediano. Ahora, por tanto, Gabriel, aunque de prisa, le anunciar� la verdad a Daniel.

El anuncio ocupa cinco secciones.

Versículos 2-9

PRIMERA SECCI�N

Daniel 11:2

Acontecimientos desde el ascenso de Alejandro Magno (336 aC) hasta la muerte de Seleucus Nicator (280 aC). Habr� tres reyes de Persia despu�s de Ciro (que reina entonces), de los cuales el tercero ser� el m�s rico; y "cuando se fortalezca a causa de sus riquezas, incitar� a todos contra el reino de Jav�n".

Hubo, por supuesto, muchas m�s de cuatro reyes de Persia: a saber .-

Cyrus-536

Cambises-529

Pseudo-Smerdis-522

Darius Hystaspis-521

Jerjes I-485

Artajerjes I (Longimanus) -464

Jerjes II-425

Sogdianus-425

Darius Nothus-424

Artajerjes II (Mnem�n) -405

Artajerjes III-359

Darius Codomannus-336

Pero probablemente el escritor no ten�a fuentes hist�ricas a las que referirse, y solo cuatro reyes persas son prominentes en las Escrituras: Ciro, Dar�o, Jerjes y Artajerjes. Darius Codomannus se menciona de hecho en Nehem�as 12:22 , pero f�cilmente podr�a haber sido pasado por alto, e incluso confundido con otro Dar�o en tiempos acr�ticos y ahist�ricos.

El rico cuarto rey que "agita a todos contra el reino de Grecia" podr�a estar destinado a Artajerjes I, pero m�s probablemente se refiere a Jerjes (Ajashverosh o Ahaseurus), y su inmensa y ostentosa invasi�n de Grecia (480 aC). Herodoto habla de su enorme riqueza.

Daniel 11:3 (AC 336-323) .- Entonces se levantar� un rey poderoso (Alejandro Magno). y gobernar� con gran dominio, y har� seg�n su voluntad.

" Fortunam solus omnium mortalium en potestate habuit " , dice su historiador, Quintus Curtius.

Daniel 11:4 (323 aC) .- Pero cuando est� en el cenit aparente de su fuerza, su reino ser� quebrantado, y no descender� a ninguno de su posteridad, pero (323-301 aC) lo ser� para otros, y en �ltima instancia (despu�s de la batalla de Ipsus, 301 a.C.) se dividir� hacia los cuatro vientos del cielo, en los reinos de Casandro (Grecia y Macedonia), Ptolomeo (Egipto, Coele-Siria y Palestina), Lis�maco (Asia Menor), y Seleuco (Asia superior).

Daniel 11:5 -De estos cuatro reinos y sus reyes, la visi�n solo se refiere a dos: los reyes del sur ( es decir , los Lagidae, o Ptolomeos egipcios, que surgieron de Ptolomeo Lagos), y los reyes del norte ( es decir, , los antioque�os Seleucidae). Solo ellos se destacan porque Tierra Santa se convirti� en una esfera de disputas entre estas dinast�as rivales.

306 aC.- El Rey del Sur (Ptolomeo Soter, hijo de Lagos) ser� fuerte y finalmente asumir� el t�tulo de Ptolomeo I, Rey de Egipto. Pero uno de sus pr�ncipes o generales (Seleucus Nicator) ser� m�s fuerte y, afirmando su independencia, establecer� un gran dominio sobre el norte de Siria y Babilonia.

Daniel 11:6 (250 a. C.) .- La visi�n pasa luego sobre el reinado de Ant�oco II (Soter), y procede a decir que "al final de los a�os" ( es decir , medio siglo despu�s, 250 a. C.) los reyes del Norte y del Sur deber�an formar una alianza matrimonial. La hija del rey del sur, la princesa egipcia Berenice, hija de Ptolomeo II (Filadelfo), debe acudir al rey del norte (Ant�oco Theos) para llegar a un acuerdo.

Este acuerdo (marg., "Condiciones equitativas") era que Aniochus Theos deb�a divorciarse de su esposa y media hermana Laodice, desheredar a sus hijos y legar el trono a cualquier futuro hijo de Berenice, quien unir�a as� los imperios de los Ptolomeos. y los Seleucidae. Berenice se llev� consigo una dote tan vasta que la llamaron "la portadora de la dote". El mismo Ant�oco la acompa�� hasta Pelusio (B.

C. 247). Pero el pacto termin� en nada m�s que una calamidad. Porque, dos a�os despu�s, muri� Ptolomeo II, dejando a un beb� de Berenice. Pero Berenice "no retuvo la fuerza de su brazo", ya que la fuerza militar que la acompa�aba result� impotente para protegerla; ni Ptolomeo II cumpli�, ni ning�n apoyo que pudiera prestar. Al contrario, hubo un desastre abrumador. La escolta de Berenice, su padre, su esposo, todos perecieron, y ella y su beb� fueron asesinados por su rival Laodice (246 aC), en el santuario de Dafne, adonde hab�a huido en busca de refugio.

Daniel 11:7 (285-247 aC) .- Pero el asesinato de Berenice ser� bien vengado. Pues "de un brote de sus ra�ces" se levant� una en su oficina, incluso su hermano Ptolomeo III (Euergetes), quien, a diferencia del afeminado Ptolomeo II, no confi� sus guerras a sus generales, sino que acudi� �l mismo a sus ej�rcitos. Conquistar� por completo al Rey del Norte (Seleuco II, Calinico, hijo de Ant�oco Theos y Laodice), tomar� su fortaleza (Seleucia, el puerto de Antioqu�a).

Daniel 11:8 (247 aC) .- En esta campa�a Ptolomeo Euergetes, que gan� el t�tulo de "Benefactor" por esta vigorosa invasi�n, no s�lo ganar� un inmenso bot�n: cuatro mil talentos de oro y muchas joyas, y cuarenta mil talentos de plata, pero tambi�n llevar� consigo a Egipto las dos mil quinientas im�genes de fundici�n y vasos id�latras que, doscientos ochenta a�os antes (527 aC), Cambises se hab�a llevado de Egipto. Despu�s de este �xito, durante algunos a�os se abstendr� de atacar a los reyes sel�ucidas.

Daniel 11:9 (240 aC) .- Seleuco Kallinikos intenta vengar la verg�enza y la p�rdida de la invasi�n de Siria invadiendo Egipto, pero regresa a su propia tierra totalmente frustrado y derrotado, pues su flota fue destruida por una tormenta. .

Versículos 10-19

SEGUNDA SECCION

( Daniel 11:10 )

Acontecimientos desde la muerte de Ptolomeo Euergetes (247 aC) hasta la muerte de Ant�oco III (el Grande, 175 aC). En los siguientes versos, como observa Behrmann, hay una especie de danza de sombras, solo completamente inteligible para los iniciados.

Daniel 11:10 -Los hijos de Seleuco Calinico fueron Seleuco III (Keraunos, 227-224 aC) y Ant�oco el Grande (224-187 aC). Keraunos solo rein� dos a�os, y en el 224 a. C. su hermano Ant�oco III lo sucedi�. Ambos reyes reunieron inmensas fuerzas para vengar el insulto de la invasi�n egipcia, la derrota de su padre y la retenci�n de su puerto y fortaleza de Seleucia. Estaba a s�lo diecis�is millas de Antioqu�a y, estando todav�a guarnecido por egipcios, constitu�a un peligro permanente y un insulto para su ciudad capital.

Daniel 11:11 -Despu�s de veintisiete a�os, el puerto de Seleucia es arrebatado a los egipcios por Ant�oco el Grande, y revierte tan completamente los �xitos anteriores del Rey del Sur como para conquistar Siria hasta Gaza.

Daniel 11:12 (217 aC) .- Pero al fin el joven rey egipcio, Ptolomeo IV (Filopator), se despierta de su disipaci�n y afeminamiento, avanza a Rafia (suroeste de Gaza) con un gran ej�rcito de veinte mil pies, cinco mil caballos y setenta y tres elefantes, y all�, para su propia inmensa auto-exaltaci�n, inflige una severa derrota a Ant�oco, y "derriba a decenas de miles.

"Sin embargo, la victoria es ilusoria, aunque le permite a Ptolomeo anexar Palestina a Egipto. Porque Ptolomeo" no se mostrar� fuerte ", sino que, con su indolencia y haciendo una r�pida paz, arrojar� todos los frutos de su victoria, mientras regresa a su pasada disipaci�n (217-204 aC).

Daniel 11:13 Doce a�os despu�s (205 aC) Ptolomeo Philopator muri�, dejando un hijo peque�o, Ptolomeo Ep�fanes. Ant�oco, resentido por su derrota en Rafia, volvi� a reunir un ej�rcito, que era a�n mayor que antes (203 aC), y mucho material de guerra. En los a�os intermedios hab�a obtenido grandes victorias en Oriente hasta la India.

Daniel 11:14 Ant�oco ser� ayudado por el hecho de que muchos, incluido su aliado Filipo, rey de Macedonia y varios s�bditos rebeldes de Ptolomeo Ep�fanes, se levantaron contra el rey de Egipto y le arrebataron Fenicia y el sur de Siria. Los sirios se fortalecieron a�n m�s con la ayuda de los "hijos de los violentos" entre los jud�os, "quienes se levantar�n para cumplir la visi�n del or�culo, pero caer�n.

"Leemos en Josefo que muchos de los jud�os ayudaron a Ant�oco; pero la alusi�n a" la visi�n "es completamente oscura. Ewald supone una referencia a alguna profec�a que ya no existe. El Dr. Joel piensa que los jud�os helenizantes pueden haberse referido a Isa�as 19:1 a favor de los planes de Ant�oco contra Egipto.

Daniel 11:15 -Pero por mucho que los jud�os pudieran haber ayudado a Ant�oco con la esperanza de finalmente recuperar su independencia, sus esperanzas se vieron frustradas. El rey sirio lleg�, asedi� y tom� una ciudad bien vallada, tal vez una alusi�n al hecho de que arrebat� Sid�n a los egipcios. Despu�s de su gran victoria sobre el general egipcio Scopas en el monte Panium (B.

C. 198), las fuerzas egipcias derrotadas, en n�mero de diez mil, se lanzaron a esa ciudad. Esta campa�a arruin� los intereses de Egipto en Palestina, "la tierra gloriosa". Palestina pas� ahora a Ant�oco, quien tom� posesi�n "con destrucci�n en su mano".

Daniel 11:17 (198-195 aC) .- Despu�s de esto, nuevamente se intentar� "negociaciones equitativas"; por lo cual, sin embargo, Ant�oco esperaba obtener la posesi�n final de Egipto y destruirlo. Arregl� un matrimonio entre "una hija de mujer" -su hija Cleopatra- y Ptolomeo Ep�fanes. Pero este intento tambi�n fracas� por completo.

Daniel 11:18 (190 aC) .- Por tanto, Ant�oco "pone su rostro en otra direcci�n" y trata de conquistar las islas y costas de Asia Menor. Pero un capit�n, el general romano Lucius Cornelius Scipio Asiaticus, pone fin al desd�n insolente con el que hab�a hablado de los romanos, y lo devuelve con igual desd�n, derrot�ndolo por completo en la gran batalla de Magnesia (190 aC). , y oblig�ndolo a t�rminos ignominiosos.

Daniel 11:19 (175 aC) .- A continuaci�n, Ant�oco vuelve su atenci�n ("pone su rostro") para fortalecer la fortaleza de su propia tierra en el este y el oeste; pero al intentar reclutar su riqueza disipada mediante el saqueo del Templo de Belus en Elimais, "tropieza y cae, y no es encontrado".

Versículos 20-27

SECCION TERCERA

( Daniel 11:20 )

Los acontecimientos bajo Seleucus Philopator hasta los primeros intentos de Antiochus Epiphanes contra Egipto (170 aC).

Daniel 11:20 -Seleucus Philopator (187-176 aC) ten�a un car�cter inverso al de su padre. No era un buscador inquieto de gloria, sino que deseaba riqueza y tranquilidad. Entre los jud�os, sin embargo, ten�a una reputaci�n muy mala, pues envi� a un "exactor" -un simple recaudador de impuestos, Heliodoro- "para pasar por la gloria del reino.

"S�lo rein� doce a�os, y el robo fue" roto ", es decir , asesinado por Heliodoro, ni con ira ni en batalla, sino con veneno administrado por este" recaudador de impuestos ". Todas las versiones var�an, pero no tengo ninguna duda de que El Dr. Joel tiene raz�n cuando ve en la curiosa frase " nogesh heder malkooth ", "uno que har� que un recaudador de impuestos pase sobre el reino" -de la cual ni Theodotion ni la Vulgata pueden hacer nada- una alusi�n criptogr�fica a la nombre "Heliodoro", y posiblemente el destino predicho puede (por un cambio de tema) tambi�n referirse al hecho de que Heliodoro fue detenido, no por la fuerza, sino por la visi�n en el Templo.

# / RAPC 2Ma 5:18; 2Ma 3: 24-29 Encontramos en # / RAPC Malaqu�as 4:1 que Sime�n, el gobernador del Templo, acus� a On�as de un truco para aterrorizar a Heliodoro. Esta es una visi�n muy probable de lo que ocurri�.

Daniel 11:21 -Seleucus Philopator muri� BC 175 sin un heredero. Esto dio lugar a una persona despreciable, un r�probo, que no ten�a ning�n derecho real a la dignidad real, siendo solo un hijo menor de Ant�oco el Grande. Lleg� por sorpresa, "en tiempo de seguridad". y obtuvo el reino con halagos.

Daniel 11:22 . Sin embargo, "las alas desbordantes de Egipto" (o "los brazos de un diluvio") "fueron barridas y quebrantadas delante de �l; s�, e incluso un pr�ncipe pactado o aliado". Algunos explican esto de su sobrino Ptolomeo Filometor, otros de On�as III, "el pr�ncipe del pacto", es decir , el sumo sacerdote principesco, a quien Ant�oco desplaz� a favor de su hermano, el ap�stata Josu�, quien graecision� su nombre en Jason, como hizo su hermano On�as al llamarse a s� mismo Menelao.

Daniel 11:23 -Este rey mezquino deber�a prosperar con el enga�o que practicaba con todos los que estaban relacionados con �l; y aunque al principio ten�a pocos adeptos, deber�a llegar al poder.

Daniel 11:24 - "En tiempo de seguridad vendr�, hasta los lugares m�s gordos de la provincia". Con esto puede entenderse sus invasiones de Galilea y el Bajo Egipto. Actuando como cualquiera de sus predecesores reales, esparcir� generosamente sus ganancias y su bot�n entre los seguidores necesitados, y conspirar� para apoderarse de Pelusium, Naucratis, Alejandr�a y otras fortalezas de Egipto por un tiempo.

Daniel 11:25 -Despu�s de esto (171 aC) �l, con un "gran ej�rcito", emprender� seriamente su primera invasi�n de Egipto, y ser� recibido por su sobrino Ptolomeo Filometor con otro inmenso ej�rcito. A pesar de esto, el joven rey egipcio fracasar� por la traici�n de sus propios cortesanos. Ser� burlado y socavado traicioneramente por su t�o Ant�oco.

�S�! incluso mientras su ej�rcito est� luchando, y muchos est�n siendo asesinados, los mismos hombres que "comen de sus manjares", incluso sus cortesanos favoritos y de confianza, Eulaeus y Lenaeus, idear�n su ruina, y su ej�rcito ser� barrido.

Daniel 11:26 (174 aC) .- Los sirios y el rey egipcio, sobrino y t�o, se sentar�n en simbiosis en un banquete y comer�n de una mesa; pero todo el tiempo estar�n conspirando con desconfianza unos contra otros y "hablando mentiras" entre ellos. Ant�oco pretender� aliarse con el joven Filometor contra su hermano Ptolomeo Euergetes II, conocido generalmente por su apodo burl�n como Ptolomeo Physkon, a quien despu�s de once meses los alejandrinos hab�an proclamado rey. Pero todas estas conspiraciones y contra conspiraciones no deber�an tener ning�n efecto, porque el final a�n no hab�a llegado.

Versículos 28-35

SECCION CUARTA

( Daniel 11:28 )

Acontecimientos entre el primer ataque de Ant�oco en Jerusal�n (170 a. C.) y su saqueo del Templo hasta la primera revuelta de los Macabeos (167 a. C.).

Daniel 11:28 (168 aC) .- Al regresar de Egipto con gran bot�n, Ant�oco se opondr� a la Santa Alianza. Derrib� al sumo sacerdote usurpador Jason, quien, con mucha masacre, hab�a expulsado a su rival usurpador y hermano, Menelao. Masacr� a muchos jud�os y regres� a Antioqu�a enriquecido con vasijas de oro incautadas del Templo.

Daniel 11:29 En el a�o 168 a. C., Ant�oco invadi� nuevamente Egipto, pero sin ninguno de los espl�ndidos resultados anteriores. Para Ptolomeo, Philometor y Physkon se hab�an unido para enviar una embajada a Roma para pedir ayuda y protecci�n. Como consecuencia de esto, los "barcos de Kittim", es decir, la flota romana, vinieron contra �l, trayendo al comisionado romano, Cayo Popilius Laenas.

Cuando Popilio se encontr� con Ant�oco, el rey extendi� la mano para abrazarlo; pero el romano se limit� a extender sus tablas y le pidi� a Ant�oco que leyera la demanda romana de que �l y su ej�rcito evacuaran Egipto de inmediato. "Consultar� a mis amigos sobre el tema", dijo Ant�oco. Popilio, con infinita altivez y audacia, simplemente traz� un c�rculo en la arena con su palo de vid alrededor del lugar donde estaba el rey, y dijo: "Debes decidir antes de salir de ese c�rculo". Ant�oco se qued� asombrado y humillado; pero viendo que no hab�a ayuda para ello, prometi� desesperado hacer todo lo que los romanos exigieran.

Daniel 11:30 -Al regresar de Egipto con un estado de �nimo indignado, volvi� su exasperaci�n contra los jud�os y la Santa Alianza, especialmente extendiendo su aprobaci�n a aquellos que apostataron de ella.

Daniel 11:31 -Entonces (168 aC) vendr� el cl�max del horror. Ant�oco enviar� tropas a Tierra Santa, quienes profanar�n el santuario y la fortaleza del templo, abolir�n el sacrificio diario ( Kisleu 15) y establecer�n la abominaci�n desoladora.

Daniel 11:32 -Para llevar a cabo mejor estos fines, y con el expreso prop�sito de acabar con la religi�n jud�a, pervertir� o "profanar�" con lisonjas a los renegados que est�n dispuestos a apostatar de la fe de sus padres. . Pero habr� un remanente fiel que lo resistir� valientemente hasta el extremo. "El pueblo que conoce a su Dios ser� valiente y har� grandes haza�as".

Daniel 11:33 -Para mantener viva la fe nacional, "maestros sabios del pueblo instruir�n a muchos", y atraer�n sobre sus cabezas el furor de la persecuci�n, de modo que muchos caer�n a espada, a llama y en cautiverio, y por expoliaci�n durante muchos d�as.

Daniel 11:34 -Pero en medio de este feroz ataque de crueldad ser�n "ayudados" con un poco de ayuda. "Se levantar� la secta de los jasidim", o "los Piadosos", unidos por " Tugendbund " para mantener las Leyes que Israel recibi� de Mois�s en la antig�edad. Estos buenos y fieles campeones de una causa justa ser�n ciertamente debilitados por la falsa adhesi�n de los indecisos y aduladores.

Daniel 11:35 -Para purgar al grupo de tales esp�as y laodicenos, los maestros, como el anciano sacerdote Mattathias en Modin, y el anciano escriba Eleazar, tendr�n que desafiar incluso el martirio mismo hasta el tiempo del fin.

Versículos 36-45

SECCION QUINTA

( Daniel 11:36 , BC 147-164)

Acontecimientos desde el comienzo del levantamiento macabeo hasta la muerte de Ant�oco Ep�fanes.

Daniel 11:36 -Antiochus se volver� m�s arbitrario, m�s insolente, m�s blasfemo, d�a a d�a, llam�ndose a s� mismo "Dios" (Theos) en sus monedas, y requiriendo que todos sus s�bditos sean de su religi�n, y as� a�n m�s encendiendo contra s� mismo la ira del Dios de los dioses con sus monstruosas declaraciones, hasta que haya ca�do la condenaci�n final.

Daniel 11:37 hecho, se convertir� en su propio dios, sin prestar atenci�n (en comparaci�n) a su dios nacional o local, el Zeus ol�mpico, ni a la deidad siria, Tamuz-Adonis, "el deseo de las mujeres". . "

"Tamuz fue el siguiente, cuya herida anual en el L�bano atrajo a las doncellas sirias a lamentar su destino en amorosas cancioncillas durante todo un d�a de verano. Mientras que el suave Adonis de su roca natal corr�a p�rpura hacia el mar supuestamente con sangre de Tamuz herido cada a�o. El amor el cuento infect� a las hijas de Sion con semejante calor ".

Daniel 11:38 -El �nico Dios a quien rendir� un gran respeto ser� el J�piter romano, el dios del Capitolio. A este dios, a J�piter Capitolino, no a su propio Zeus Olimpio, el dios de sus padres griegos, erigir� un templo en su ciudad capital, Antioqu�a, y lo adornar� con oro, plata y piedras preciosas.

Daniel 11:39 - "Y �l har� frente a las fortalezas m�s fuertes con la ayuda de un dios extra�o" -a saber, el Capitolio J�piter (Zeus Polieus) - y llenar� las fortalezas de Judea con colonos paganos que adoran al H�rcules de Tiro (Melkart ) y otros �dolos; ya estas naciones les dar� riquezas y poder.

Daniel 11:40 -Pero su carrera malvada ser� truncada. Egipto, bajo los ahora aliados hermanos Filometor y Physkon, se unir� para atacarlo. Ant�oco avanzar� contra ellos como un torbellino, con muchos carros y jinetes, y con la ayuda de una flota.

Daniel 11:41 En el curso de su marcha pasar� por Palestina, "la tierra gloriosa", con una herida desastrosa; pero Edom, Moab y la flor del reino de Amm�n escapar�n de su mano. Egipto, sin embargo, no escapar�. Con la ayuda de los libios y et�opes que est�n en su s�quito, saquear� a Egipto de sus tesoros.

Hasta qu� punto estos eventos corresponden a las realidades hist�ricas, es incierto. Jer�nimo dice que Ant�oco invadi� Egipto por tercera vez en el a�o 165 a. C., el und�cimo a�o de su reinado; pero no hay rastros hist�ricos de tal invasi�n, y ciertamente Ant�oco hacia el final de su reinado, en lugar de enriquecerse con vastos botines egipcios, estaba luchando con la falta cr�nica de medios. Algunos suponen, por tanto, que el escritor compuso y public� su enigm�tico bosquejo de estos acontecimientos antes del fin del reinado de Ant�oco, y que aqu� est� pasando de los hechos contempor�neos a una regi�n de anticipaciones ideales que nunca se cumplieron realmente.

Daniel 11:43 (165 aC) .- En medio de esta devastadora invasi�n de Egipto, Ant�oco se ver� afectado por inquietantes rumores de problemas en Palestina y otros reinos de su reino. Se pondr� en marcha con total furia para subyugar y destruir, determinando sobre todo reprimir la heroica revuelta macabea que hab�a infligido tan humillantes desastres a sus generales Ser�n, Apolonio y Lisias.

Daniel 11:45 (aC 164) .- Ciertamente avanzar� hasta levantar su tienda palaciega "entre el mar y la monta�a de la Gran Gloria": pero llegar� a un final desastroso y sin ayuda.

Estos �ltimos eventos no se corresponden con la historia real o no se pueden verificar. Por lo que sabemos, Ant�oco no invadi� Egipto en absoluto despu�s del a�o 168 aC. Menos a�n avanz� desde Egipto o instal� su tienda en cualquier lugar cerca del monte Si�n. Tampoco muri� en Palestina, sino en Persia (165 aC). El escritor, en verdad, fuerte en la fe, anticip�, y con raz�n, que Ant�oco llegar�a a un final ignominioso y repentino: Dios le disparar�a con una flecha r�pida, para que fuera herido.

Pero todos los detalles precisos parecen detenerse repentinamente con los hechos de la cuarta secci�n, que pueden referirse a la extra�a conducta de Ant�oco en su gran fiesta en honor a J�piter en Dafne. Si el escritor hubiera publicado su libro antes de esta fecha, seguramente no habr�a dejado de hablar con triunfante gratitud y exaltaci�n de la heroica posici�n de Judas Maccabaeus y las espl�ndidas victorias que devolvieron la esperanza y la gloria a Tierra Santa. Por tanto, considero estos vers�culos m�s como una descripci�n de una expectativa ideal que de hechos hist�ricos.

Encontramos notas de Ant�oco en los Libros de los Macabeos, en Josefo, en el Comentario de San Jer�nimo sobre Daniel y en el "Syriaca" de Appian. Deber�amos saber m�s de �l y estar en mejores condiciones de explicar algunas de las alusiones de este cap�tulo si los escritos de los historiadores seculares no nos hubieran llegado en una condici�n tan fragmentaria. Las porciones relevantes de Callinicus Sutoricus, Diodorus Siculus, Polybius, Posidonius, Claudius, Theon, Andronicus, Alypius y otros se han perdido, excepto algunos fragmentos que tenemos de segunda o tercera mano.

Porfirio introdujo citas de estos autores en el duod�cimo libro de sus "Argumentos contra los cristianos"; pero solo conocemos su libro por las citas ex parte de Jerome . Otros tratados cristianos, escritos en respuesta al p�rfido por Apolinar, Eusebio y Metodio, solo se conservan en unas pocas frases de Nicetas y Juan de Damasco. La p�rdida de Porfirio y Apolinario es especialmente lamentable.

Jer�nimo dice que fue la correspondencia extraordinariamente minuciosa de este cap�tulo de Daniel con la historia de Ant�oco Ep�fanes lo que llev� a Porfirio a la convicci�n de que solo conten�a vaticinia ex eventu .

Ant�oco muri� en Tabae en Paratacaene en las fronteras de Persia y Babilonia alrededor del a�o 163 aC. El relato jud�o de su lecho de muerte arrepentido puede leerse en # / RAPC 1Ma 6: 1-16: "Lo acost� en su cama y se enferm� por el dolor; y all� permaneci� muchos d�as, porque su dolor era cada vez mayor; y dio cuenta de que deb�a morir ". Dej� un hijo, Ant�oco Eupator, de nueve a�os, a cargo de su adulador y hermano adoptivo Felipe.

Recordando los males que hab�a infligido a Judea y Jerusal�n, dijo: "Veo, por tanto, que por esta causa me han sobrevenido estas angustias; y he aqu�, perezco de gran dolor en tierra extra�a".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Daniel 11". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/daniel-11.html.