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Bible Commentaries
Daniel 2

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-49

LA IMAGEN DE SUE�O DE IMPERIOS ARRUINADOS

"Contigo romper� en pedazos a gobernantes y capitanes". - Jeremias 51:23

EL Libro de Daniel est� construido con una habilidad consumada para ense�ar las poderosas lecciones que fue dise�ado para traer a la mente de sus lectores, no solo en la era de su primera aparici�n, sino para siempre. Es un libro que, lejos de ser considerado indigno de su lugar en el Canon por aquellos que no pueden aceptarlo como genuino o aut�ntico, es valorado por muchos cr�ticos como una obra muy noble de genio inspirado, de la cual todos los las dificultades se eliminan cuando se considera a la luz de su verdadera fecha y origen.

Este segundo cap�tulo pertenece a todos los tiempos. Todo lo que se podr�a considerar que involucra asperezas, dificultades e imposibilidades flagrantes, si estuviera destinado a la historia literal y la predicci�n, se desvanece cuando lo contemplamos en su perspectiva real como un esp�cimen elevado de ficci�n imaginativa, usado, como las par�bolas de nuestro libro. Bendito Se�or, como veh�culo de las verdades m�s profundas. Veremos c�mo la imaginer�a del cap�tulo produjo una profunda impresi�n en la imaginaci�n de los pensadores m�s santos: cu�n magn�fico es el uso que hace quince siglos m�s tarde de ella el gran poeta del catolicismo medieval.

Contiene los g�rmenes de la �nica filosof�a de la historia que ha resistido la prueba del tiempo. Simboliza la m�xima convicci�n del salmista de que "Dios es el Gobernador entre las naciones". Ninguna otra convicci�n puede ser suficiente para consolarnos en medio de la perplejidad que envuelve las fases pasajeras de los destinos de los imperios.

El primer cap�tulo sirve como una nota clave de m�sica suave, simple y deliciosa a modo de obertura. Nos calma la contemplaci�n de las escenas espantosas y tumultuosas que ahora se presentan sucesivamente ante nosotros.

El modelo que el escritor ha tenido a la vista en esta Hagad� es el cap�tulo cuadrag�simo primer del Libro del G�nesis. En ambos cap�tulos tenemos magn�ficos potentados paganos: el fara�n de Egipto y Nabucodonosor de Babilonia. En ambos cap�tulos, los reyes sue�an sue�os que les preocupan profundamente. En ambos, sus �nimos se entristecen. En ambos, env�an por todos los " Chakamim " y todos los " Chartummim " de sus reinos para interpretar los sue�os.

En ambos, estos magos profesionales demuestran ser completamente incompetentes para proporcionar la interpretaci�n. En ambos, el fracaso de los onir�logos paganos se ve enfatizado por el �xito inmediato de un cautivo jud�o. En ambos, los cautivos se describen como j�venes, dotados y hermosos. En ambos, la interpretaci�n del sue�o del Rey se ve recompensada con la elevaci�n a los honores civiles principescos. En ambos, la elevaci�n inmediata a la posici�n de gobierno es seguida por la fidelidad y la prosperidad de por vida. Cuando agregamos que existen incluso estrechas semejanzas verbales entre los Cap�tulos, es dif�cil no creer que uno haya sido influenciado por el otro.

El sue�o se sit�a "en el segundo a�o del reinado de Nabucodonosor". La fecha es sorprendente; porque el primer cap�tulo ha hecho a Nabucodonosor rey de Babilonia despu�s del sitio de Jerusal�n "en el tercer a�o de Joacim"; y dejando a un lado las imposibilidades hist�ricas involucradas en esa fecha, esta escena caer�a entonces en el segundo a�o de la probaci�n de Daniel y sus compa�eros, y en un momento en que Daniel solo pod�a haber sido un ni�o de quince a�os.

Los apologistas superan la dificultad con la facilidad que les basta a los lectores superficiales que ya est�n convencidos. As�, Rashi dice "el segundo a�o de Nabucodonosor", es decir, "el segundo a�o despu�s de la destrucci�n del Templo" , es decir , �su vig�simo a�o! Josefo, no menos arbitrariamente, lo hace significar "el segundo a�o despu�s de la devastaci�n de Egipto". Mediante tales dispositivos, cualquier cosa puede representar cualquier cosa.

Hengstenberg y su escuela, despu�s de haber hecho rey a Nabucodonosor, junto con su padre, un hecho del cual la historia no sabe nada, y de hecho parece excluirlo, dicen que el segundo a�o de su reinado no significa el segundo a�o despu�s de que se convirti� en rey, pero el segundo a�o de su gobierno independiente despu�s de la muerte de Nabopolassar. Este estilo de interpretaci�n es muy familiar entre los armonistas y hace que la interpretaci�n de las Escrituras dependa perpetuamente de la pura fantas�a.

Quiz�s sea suficiente decir que los escritores jud�os, en obras destinadas a la ense�anza espiritual, se preocuparon muy poco por minucias de este tipo. Al igual que los dramaturgos griegos, no se preocupaban por los detalles, a los que no daban importancia, que consideraban ajenos al prop�sito inmediato de su narrativa. Pero si se necesita alguna explicaci�n, la forma m�s sencilla es, con Ewald, Herzfeld y Lenormant, hacer una ligera alteraci�n en el texto y leer "en el duod�cimo" en lugar de "en el segundo a�o del reinado de Nabucodonosor. "

No hab�a nada extra�o en la noci�n de que Dios deber�a haberle concedido un sue�o prof�tico a un potentado pagano. Tales casos ya se hab�an registrado en el caso de Fara�n, G�nesis 41:1 , as� como de sus principales cortesanos; G�nesis 11:1 y en el caso de Abimelec G�nesis 20:5 -Tambi�n era tradici�n jud�a que fue a consecuencia de un sue�o que el fara�n Necao le hab�a enviado una advertencia a Jos�as para que no avanzara contra �l a la Batalla. de Meguido.

Tales sue�os est�n registrados en las inscripciones cuneiformes como ocurridos a los monarcas asirios. Ishtar, la diosa de las batallas, se hab�a aparecido a Assur-bani-pal y le hab�a prometido seguridad en su guerra contra Teumman, rey de Elam; y el sue�o de un vidente le hab�a advertido que tomara medidas severas contra su hermano rebelde, el virrey de Babilonia. A Gyges, rey de Lydia, se le hab�a advertido en un sue�o que hiciera una alianza con Assur-bani-pal.

En Egipto, Amen-meri-hout hab�a sido advertido por un sue�o de unir a Egipto contra los asirios. De manera similar, en la historia de Persia, Afrasiab tiene un sue�o ominoso y convoca a todos los astr�logos para que lo interpreten; y algunos le dicen que no le preste atenci�n. Jerjes (Herodes, 3:19) y Astiages (Herodes, 1: 108) tienen sue�os que indican prosperidad o adversidad futuras. La concepci�n fundamental del cap�tulo fue, por lo tanto, de acuerdo con la historia, aunque decir, con el "Comentario del orador", que estos paralelos "respaldan la autenticidad de las narrativas b�blicas", es usar t�rminos inexactos o poner el fuego imp�o. de argumento falso en el altar sagrado de la verdad.

Es imposible pensar sin un suspiro en la gran cantidad que habr�a que extraer de los comentarios llamados "ortodoxos", si tales pasajes fueran reprobados r�gidamente como una deshonra a la causa de Dios.

Nabucodonosor entonces, en el segundo o duod�cimo a�o de su reinado, so�� un sue�o, por el cual (como en el caso del Fara�n) su esp�ritu se turb� y su sue�o se interrumpi�. Su estado mental al despertar es una condici�n psicol�gica con la que todos estamos familiarizados. Nos despertamos temblando. Hemos visto algo que nos inquiet�, pero no podemos recordar qu� fue; hemos tenido un sue�o espantoso, pero s�lo podemos recordar la impresi�n aterradora que ha dejado en nuestras mentes.

El fara�n, en la historia de Jos�, record� sus sue�os y solo pidi� a los profesores de nigromancia que le proporcionaran su interpretaci�n. Pero aqu� se representa a Nabucodonosor como un d�spota m�s temerario y feroz, no sin una mirada de soslayo a la furiosa locura y tiran�a de Ant�oco Ep�fanes. Tiene a su mando un ej�rcito de pronosticadores sacerdotales, cuya funci�n principal es interpretar los diversos presagios del futuro.

�De qu� serv�an, si no se pod�a confiar en ellos en una exigencia tan seria? �Deb�an mantenerse en opulencia y dignidad durante toda su vida, solo para fallarle en una crisis? Era cierto que hab�a olvidado el sue�o, pero obviamente era uno de suma importancia; obviamente era una insinuaci�n de los dioses: �no era claramente su deber decir lo que significaba?

As� que Nabucodonosor convoc� a toda la clase de augures babil�nicos en todas sus variedades: los Chartummim , "magos" o eruditos en libros; los Ashshaphim , "encantadores"; los Mekashaphim , "hechiceros"; y el Kasdim , al que el escritor da el sentido mucho m�s tard�o de "int�rpretes de sue�os", que hab�a prevalecido en su �poca. En vers�culos posteriores, agrega dos secciones m�s de los estudiantes: los Khakhamim , "hombres sabios", y los Gazerim , o " adivinos ".

"A menudo se han hecho intentos, y m�s recientemente Lenormant, de distinguir con precisi�n entre estas clases de magos, pero los intentos se evaporan en su mayor parte en etimolog�as oscuras. Parece haber sido un h�bito literario del autor acumular una serie de nombres y t�tulos juntos.Es parte de la majestuosidad y la tranquilidad del estilo que adopta, y no da ninguna indicaci�n de ning�n sentido de diferencia entre las clases que enumera, ni aqu� ni cuando describe varios rangos de funcionarios babilonios.

Cuando se reunieron ante �l, el rey les inform� que hab�a tenido un sue�o importante, pero que hab�a producido tal agitaci�n de esp�ritu que le hab�a hecho olvidar su importancia. Claramente esperaba que suplieran el fallo de su memoria, porque "un sue�o no interpretado", dicen los rabinos, "es como una carta no le�da".

Luego hablaron los caldeos al rey, y su respuesta sigue en arameo ("Aramith"), un idioma que contin�a us�ndose hasta el final del cap�tulo 7. El arameo occidental, sin embargo, aqu� empleado no podr�a haber sido el idioma en el que hablaban, pero su babil�nico nativo, un dialecto sem�tico m�s parecido al arameo oriental. La palabra "Aramith" aqu�, como en Esdras 4:7 , es probablemente una glosa o nota marginal, para se�alar el cambio repentino en el lenguaje del Libro.

Con la frase cort�s, "Oh rey, vive para siempre", prometieron decirle al rey la interpretaci�n, si les contaba el sue�o.

"Eso no puedo hacer", dijo el rey, "porque se me ha ido. Sin embargo, si no me cuentas tanto el sue�o como su interpretaci�n, ser�s cortado miembro por miembro, y tus casas se convertir�n en un estercolero. . "

El lenguaje era el del despotismo brutal, como hab�a sido costumbre durante siglos entre los feroces tiranos de Asiria. El castigo del desmembramiento, la dicotom�a o la muerte por mutilaci�n era com�n entre ellos y se hab�a representado constantemente en sus monumentos. Sin duda, tambi�n los babilonios lo sab�an, ya que conoc�an la crueldad ap�tica de Oriente. De manera similar, convertir las casas de los criminales en casas de reclutamiento fue una venganza practicada entre otras naciones.

Por otro lado, si los "caldeos" se presentaban a la ocasi�n, el rey les otorgar�a recompensas y grandes honores. Es curioso observar que los traductores de la Septuaginta, con Ant�oco en su mente, traducen el vers�culo en una forma que recordar�a m�s directamente a sus lectores los m�todos sel�ucidas. "Si fracasas", le hacen decir al rey, "ser�s un ejemplo, y tus bienes pasar�n a manos de la corona".

Con "servilismo nervioso", los magos responden a la demanda extravagantemente irrazonable del rey, de que debe contarles el sue�o antes de que ellos puedan decirle la interpretaci�n. Ewald probablemente no se equivoque mucho al pensar que un elemento sutil de iron�a y humor subyace en esta escena. En parte pretend�a ser una reflexi�n sat�rica sobre los alocados caprichos de Ep�fanes.

Porque el rey de inmediato estalla en furia y les dice que s�lo quieren ganar (literalmente, "comprar") tiempo; pero que esto no les sirva de nada. Evidentemente, el sue�o hab�a tenido un significado crucial y una urgencia extrema; algo importante, y quiz�s incluso terrible, debe estar en el aire. La verdadera raz�n de ser de estos taumaturgos y observadores de estrellas era leer los presagios del futuro. Si las estrellas hablaban de alg�n evento humano, no pod�an dejar de indicar algo sobre el vasto problema que ensombreci� el sue�o del monarca, a pesar de que hab�a olvidado sus detalles.

El rey les hizo comprender que los ve�a como una manada de impostores; que su petici�n de demora se deb�a a una mera tergiversaci�n; y que, a pesar de las palabras mentirosas y corruptas que hab�an preparado para obtener un respiro "hasta que se cambie el tiempo", es decir, hasta que sean salvados por alg�n "d�a de suerte" o cambio de fortuna Ester 3:7 - s�lo hab�a una frase para ellos, que s�lo pod�a evitarse reivindicando sus inmensas pretensiones y cont�ndole su sue�o.

Los "caldeos" respondieron naturalmente que la petici�n del rey era imposible. La adopci�n del arameo en este punto puede deberse en parte al deseo de coloraci�n local. Ning�n rey o gobernante en el mundo hab�a impuesto tal prueba a ning�n " Kartum " o " Ashshaph " en el mundo. Ning�n hombre vivo podr�a lograr algo tan dif�cil. Hubo algunos dioses cuya morada es con la carne; alquilan las almas de sus sirvientes.

Pero no est� en el poder de estos genios revelar lo que exige el rey; est�n limitados por la debilidad de las almas que habitan. Solo pueden hacerlo aquellas divinidades m�s elevadas cuya morada no es con la carne, sino que

"acechan el l�cido interespacio del mundo y el mundo", y est�n demasiado por encima de la humanidad para mezclarse con sus pensamientos.

Entonces, el irrazonable rey estaba enojado y muy furioso, y se emiti� el decreto de que los magos ser�an asesinados en masa .

C�mo fue que Daniel y sus compa�eros no fueron convocados para ayudar al rey, aunque ya hab�an sido declarados "diez veces m�s sabios" que todos los dem�s astr�logos y magos juntos, es un rasgo de la historia con la que el El escritor no se preocupa a s� mismo, porque de ninguna manera concierne a su prop�sito principal. Ahora, sin embargo, dado que eran miembros prominentes del gremio de magos, est�n condenados a muerte entre sus compa�eros.

Entonces Daniel solicit� una entrevista con Arioch, "el jefe de la escolta", y pregunt� con gentil prudencia por qu� el decreto era tan urgente. Por la intervenci�n de Arioc, consigui� una entrevista con Nabucodonosor y le prometi� contarle el sue�o y su interpretaci�n, si tan s�lo el rey le conced�a un poco de tiempo, tal vez una sola noche.

Se concedi� la demora, y Daniel se acerc� a sus tres compa�eros y los inst� a unirse en oraci�n para que Dios les diera a conocer el secreto y les perdonara la vida. Cristo nos dice que "si dos en la tierra se ponen de acuerdo en cuanto a cualquier cosa que pidan, les ser� concedido". El secreto le fue revelado a Daniel en una visi�n nocturna, y bendijo al "Dios del cielo". La sabidur�a y el poder son suyos.

Sin depender de los d�as "afortunados" o "desafortunados", �l cambia los tiempos y las estaciones; Pone un rey y levanta a otro. Por su revelaci�n de las cosas profundas y sagradas, porque la luz mora con �l, �l, en respuesta a su oraci�n com�n, hab�a dado a conocer el secreto.

En consecuencia, Daniel le pide a Arioc que no ejecute a los magos, sino que vaya y le diga al rey que le revelar� la interpretaci�n de su sue�o.

Luego, por una obvia inconsistencia verbal en la historia, se representa a Arioc yendo apresuradamente al rey, con Daniel, y diciendo que hab�a encontrado un jud�o cautivo que responder�a a las demandas del rey. Arioc nunca podr�a haber reclamado tal m�rito, ya que Daniel ya le hab�a hecho su promesa a Nabucodonosor en persona y no necesitaba ser descrito. El rey le pregunta formalmente a Daniel si podr�a cumplir su promesa; y Daniel responde que, aunque ninguno de los " Khakhamim " , " Ashshaphim " , " Chartummim " o " Gazerim " pudo contarle al rey su sue�o, sin embargo, hay un Dios en el cielo, m�s alto, est� impl�cito, que los genios o aquellos cuya morada no es con los mortales, que revela secretos, y ha dado a conocer al rey lo que suceder� en los �ltimos d�as.

Comp. G�nesis 20:3 , G�nesis 41:25 N�meros 22:35

El rey, antes de quedarse dormido, hab�a estado reflexionando profundamente sobre los problemas del futuro; y Dios, "el revelador de secretos". Comp. G�nesis 41:45 hab�a revelado esos asuntos, no por la sabidur�a suprema que poseyera Daniel, sino simplemente para que se conociera la interpretaci�n.

El rey hab�a visto un coloso enorme, reluciente y terrible de muchos colores y de diferentes metales, pero por lo dem�s no muy diferente de los enormes colosos que custodiaban los portales de su propio palacio. Su cabeza era de oro fino; su torso de plata; su vientre y muslos de bronce; sus piernas de hierro; sus pies en parte de hierro y en parte de barro. Pero mientras lo contemplaba mientras se elevaba hacia la luz del sol, como en un desaf�o mudo y una seguridad insolente, su sombr�o resplandor met�lico, un destino misterioso e imprevisto cay� sobre �l.

El fragmento de una roca se solt�, no con las manos, golpe� la imagen en sus pies de hierro y barro y los hizo pedazos. Ahora no le quedaba nada sobre lo que pararse, e instant�neamente el monstruo hueco multiforme se derrumb� en promiscuas ruinas; Sus fragmentos rotos se volvieron como paja de la era de verano, y el viento los arrastr�; Salmo 1:4 Isa�as 41:15 Jeremias 51:33 , etc. pero la roca, sin labrar por ninguna mano terrenal, creci� sobre los fragmentos en una monta�a que llen� la tierra.

Ese era el sue�o inquietante y portentoso; y esta fue su interpretaci�n: -

La cabeza de oro era el mismo Nabucodonosor, rey de lo que Isa�as hab�a llamado "la ciudad de oro" Isa�as 14:4 - Rey de reyes, gobernante de las bestias del campo, y de las aves del cielo, y de los hijos de los hombres.

Despu�s de �l vendr�a un segundo reino inferior, simbolizado por las armas y el coraz�n de plata.

Luego, un tercer reino de bronce.

Finalmente un cuarto reino, fuerte y destructivo como el hierro. Pero en este cuarto reino hubo un elemento de debilidad, simbolizado por el hecho de que los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla d�bil. Deber�a intentarse, mediante matrimonios mixtos, dar mayor coherencia a estos elementos; pero deber�a fallar, porque no podr�an entremezclarse. En los d�as de estos reyes, indicados por los diez dedos de la imagen, la destrucci�n r�pida vendr�a sobre los reinos de lo alto; porque el Rey del cielo deber�a establecer un reino indestructible y eterno, que deber�a reemplazar por completo a todos los reinos anteriores. "La intensa nada y la transitoriedad del poder del hombre en su estado m�s elevado, y el poder del reino de Dios, son los temas principales de esta visi�n".

Se han escrito vol�menes sobre los cuatro imperios indicados por los constituyentes del coloso en este sue�o; pero es completamente innecesario profundizar en ellos. La gran mayor�a de las interpretaciones se han debido simplemente a prejuicios a priori , arbitrarios y sin fundamento. El objetivo ha sido hacer que las interpretaciones encajen con las teor�as preconcebidas de la profec�a y con los errores tradicionales sobre la fecha y el objeto del Libro de Daniel.

Si primero vemos la evidencia irresistible de que el Libro apareci� en los d�as de Ant�oco Ep�fanes, y luego observamos que todas sus "predicciones" terrenales culminan en una descripci�n minuciosa de su �poca, la explicaci�n general de los cuatro imperios, aparte de una ocasional y un detalle subordinado, se vuelve perfectamente claro. De la misma manera, el progreso de la cr�tica ha dilucidado en sus esbozos generales la interpretaci�n del Libro que ha sido tan influenciada en gran medida por el Libro de Daniel, el Apocalipsis de S.

Juan. El consenso casi un�nime de la gran mayor�a de los exegetas m�s cuerdos y competentes ahora est� de acuerdo en la opini�n de que el Apocalipsis fue escrito en la era de Ner�n, y que su tono y visiones fueron predominantemente influenciados por su persecuci�n de los primeros cristianos. , como lo fue el Libro de Daniel por las ferocidades de Ant�oco contra los jud�os fieles. Las �pocas de persecuci�n, en las que hablar con franqueza era imposible para los oprimidos, fueron naturalmente prol�ficas de criptograf�as apocal�pticas.

Lo que se ha llamado la interpretaci�n "futurista" de estos libros, que, por ejemplo, considera el cuarto imperio de Daniel como un reino del Anticristo a�n no manifestado, ahora est� universalmente abandonado. Pertenece a formas imposibles de ex�gesis, que durante mucho tiempo han sido desacreditadas por las variaciones ilimitadas de conjeturas absurdas y por la refutaci�n repetida de las predicciones que muchos se han aventurado a basar en estos m�todos err�neos. Incluso una obra tan elaborada como " Horae Apocalyptica e" de Elliott se considerar�a ahora un curioso anacronismo.

Que el primer imperio, representado por la cabeza de oro, es el babil�nico, concentrado en el mismo Nabucodonosor, es indiscutible, porque as� lo afirma expresamente el escritor. Daniel 2:37

Tampoco puede haber ninguna duda seria, si el Libro es un todo coherente, escrito por un solo autor, que por cuarto imperio se entiende, como en los cap�tulos posteriores, el de Alejandro y sus sucesores, "los Diadochi", como son. llamado a menudo.

Porque debe considerarse seguro que los cuatro elementos del coloso, que indican los cuatro imperios tal como se presentan a la imaginaci�n del d�spota pagano, son muy an�logos a los mismos cuatro imperios que en el cap�tulo s�ptimo se presentan como bestias salvajes. del mar a la imaginaci�n del vidente hebreo. Dado que el cuarto imperio est� all�, m�s all� de toda duda, el de Alejandro y sus sucesores, la simetr�a y el prop�sito del Libro prueban de manera concluyente que el cuarto imperio aqu� es tambi�n el greco-macedonio, fuerte e irresistiblemente fundado por Alejandro, pero hundi�ndose gradualmente a absoluta debilidad por sus propias divisiones, en las personas de los reyes que dividieron su dominio en cuatro partes.

Si esto necesitaba alguna confirmaci�n, lo encontramos en el cap�tulo octavo, que se ocupa principalmente de Alejandro Magno y Ant�oco Ep�fanes; y en el cap�tulo once, que entra con asombrosa minuciosidad en las guerras, la diplomacia y los matrimonios mixtos de las dinast�as ptolemaica y sel�ucida. En Daniel 8:21 nos dice expresamente que el macho cabr�o fuerte es "el Rey de Grecia", que pone fin a los reinos de Media y Persia.

Los argumentos de Hengstenberg, Pusey, etc., de que el Imperio griego era una potencia civilizadora y mejoradora, se aplican al menos con la misma fuerza al Imperio Romano. Pero cuando Alejandro se abri� paso a trav�s del ensue�o del Este, fue visto como una especie de levin-bolt demoledor. La interconexi�n de estas visiones est� claramente marcada incluso aqu�, porque la yuxtaposici�n de hierro y arcilla fangosa se explica por la cl�usula "se mezclar�n con la semilla de los hombres: Comp.

Jeremias 31:27 pero no se Jeremias 31:27 uno al otro, como el hierro no se mezcla con barro ". Esto se refiere a los mismos intentos de consolidar los poderes rivales de los reyes de Egipto y Siria a los que se hace referencia en Daniel 11:6 ; Daniel 11:17 .

Es una clara alusi�n que. pierde sentido en manos de aquellos int�rpretes que intentan explicar que el imperio de hierro es el de los romanos. �Que el Imperio griego ser� el �ltimo de los imperios gentiles aparece en Daniel 8:17 , donde se dice que la visi�n se refiere al 'tiempo del fin'. Adem�s, en la �ltima visi�n de todas (Daniel Cap�tulos 10-12), el surgimiento y el progreso del Imperio Griego se relacionan con muchos detalles, pero nada en absoluto se dice de ning�n imperio posterior. As�, para introducir el Imperio Romano en el Libro de Daniel es anular las reglas m�s claras de la ex�gesis ".

La raz�n del intento es hacer coincidir la terminaci�n de la profec�a con la venida de Cristo, que en ese entonces, bastante ahist�ricamente, se considera seguida de la destrucci�n del cuarto y �ltimo imperio. Pero a la interpretaci�n s�lo se puede llegar as� mediante una falsificaci�n de los hechos. Porque la victoria del cristianismo sobre el paganismo, tan decisiva y tan divina, no fue en ning�n sentido una destrucci�n del Imperio Romano.

En primer lugar, la victoria no se logr� hasta tres siglos despu�s del advenimiento de Cristo, y en segundo lugar, fue m�s una continuaci�n en contra de la defensa del Imperio Romano que su destrucci�n. Se puede decir que el Imperio Romano, a pesar de Alarico, Gens�rico y Atila, y debido a su alianza con el cristianismo, pr�cticamente continu� hasta los tiempos modernos. Lejos de ser considerados los destructores del Imperio Romano, los papas y obispos cristianos eran, y a menudo se les llamaba, los " Defensores Civitatis" .

"El hecho de que muchos de los Padres, siguiendo a muchos de los rabinos, consideraran a Roma como el imperio de hierro y la cuarta bestia salvaje, se deb�a al hecho de que hasta los d�as modernos la ciencia de la cr�tica era desconocida y la ex�gesis se basaba en la arena movediza Si vamos a aceptar su autoridad en esta cuesti�n, debemos aceptarla en muchas otras, respetando puntos de vista y m�todos que ahora han sido un�nimemente abandonados por la comprensi�n m�s profunda y el conocimiento avanzado de la humanidad.

La influencia de la ex�gesis jud�a sobre los Padres, err�neos como eran sus principios y fluctuantes como eran sus conclusiones, fue enorme. No era antinatural para los jud�os posteriores, que viv�an bajo el odio y la opresi�n de Roma, y ??a�n anhelaban el cumplimiento de las promesas mesi�nicas, identificar a Roma con el cuarto imperio. Y esta parece haber sido la opini�n de Josefo, sea lo que sea que valga la pena.

Pero es dudoso que corresponda a otra tradici�n jud�a anterior. Porque entre los Padres, incluso Ephraem Syrus identifica el Imperio macedonio con el cuarto imperio, y puede haberlo tomado prestado de la tradici�n jud�a. Pero el poco valor que ten�an las primeras conjeturas puede verse en el hecho de que, por razones an�logas a las que hab�an hecho que los primeros rabinos consideraran a Roma como el cuarto imperio, dos ex�getas medievales tan famosos como Saadia el Ga�n y Abn Ezra hab�an llegado a la conclusi�n que el cuarto imperio era el musulm�n.

Cada detalle de la visi�n con respecto al cuarto reino est� minuciosamente de acuerdo con el reino de Alejandro. S�lo puede aplicarse a Roma mediante deplorables cambios y sofismas, cuya insostenibilidad ahora somos m�s capaces de estimar de lo que era posible en siglos anteriores. De hecho, en lo que concierne al hierro, eso por s� mismo podr�a representar igualmente bien a Roma o a Macedonia, si Daniel 7:7 ; Daniel 8:3 ; Daniel 11:3 no describi� definitivamente las conquistas de Alejandro.

Pero todo lo que sigue carece de sentido aplicado a Roma, ni hay nada en la historia romana que explique ninguna divisi�n del reino ( Daniel 2:41 ), o intento de fortalecerlo mediante matrimonios mixtos con otros reinos ( Daniel 2:43 ). En los imperios greco-macedonios divididos de Diadoehi, el desmembramiento de un reino poderoso en los cuatro mucho m�s d�biles de Casandro, Ptolomeo, Lis�maco y Seleuco comenz� inmediatamente despu�s de la muerte de Alejandro (B.

C. 323). Se complet� como resultado de veintid�s a�os de guerra despu�s de la Batalla de Ipsus (301 aC). El matrimonio de Ant�oco Theos con Berenice, hija de Ptolomeo Filadelfo, 249 a.C., Daniel 11:6 fue tan ineficaz como el matrimonio posterior de Ptolomeo V (Ep�fanes) con Cleopatra, la hija de Ant�oco el Grande (193 a.C.), para introducir fuerza. o unidad en los reinos distra�dos. Daniel 11:17

Es posible que las dos piernas y los pies indiquen los dos reinos m�s importantes: el de los Seleucidas en Asia y el de los Ptolomeos en Egipto. Si vamos a presionar el simbolismo a�n m�s de cerca, los diez dedos de los pies pueden representar a los diez reyes que est�n indicados por los diez cuernos Daniel 7:7 .

Dado que, entonces, se nos dice que el primer imperio representa a Nabucodonosor por la cabeza de oro, y dado que hemos verificado indiscutiblemente que el cuarto imperio es el Imperio griego de Alejandro y sus sucesores, solo queda identificar los imperios intermedios de plata y oro. lat�n. Y resulta obvio que solo pueden ser los medianos y los persas. Que el escritor de Daniel consideraba que estos imperios eran distintos queda claro en Daniel 5:31 ; Daniel 5:6 .

Es obvio que la plata est� destinada al Imperio Mediano, porque, como estaba estrechamente aliado con el persa en opini�n del escritor, Daniel 6:9 ; Daniel 6:13 ; Daniel 6:16 ; Daniel 8:7 a�n habla de los dos como separados.

El gobierno de "Dar�o el Medo", no de "Ciro el persa", es, en su punto de vista, el "otro reino m�s peque�o" que surgi� despu�s del de Nabucodonosor. Daniel 5:31 De hecho, esto tambi�n se indica en la visi�n del carnero; Daniel 8:3 porque tiene dos cuernos, de los cuales el m�s alto y m�s fuerte (el Imperio Persa) se levant� tras el otro (el Imperio Mediano); al igual que en esta visi�n, el Imperio Persa representado por los muslos de bronce es claramente m�s fuerte que el Imperio Mediano, que, siendo m�s rico, se representa como siendo de plata, pero es m�s peque�o que el otro.

Adem�s, el segundo imperio est� representado m�s tarde por la segunda bestia, Daniel 7:5 y las tres costillas en su boca pueden estar destinadas a las tres satrap�as de Daniel 6:2 .

Entonces puede considerarse como un cierto resultado de la ex�gesis que los cuatro imperios son:

(1) el babil�nico;

(2) la mediana;

(3) el persa;

(4) el greco-macedonio.

Pero, �qu� es la piedra tallada sin manos que golpe� la imagen en sus pies? Los rompi� en pedazos y convirti� los escombros del coloso que se derrumbaban como paja esparcida por el viento de la era de verano. Creci� hasta convertirse en una gran monta�a que llen� la tierra.

El significado de la imagen que se golpea por primera vez es que el derrocamiento cae sobre el imperio de hierro.

Todos est�n de acuerdo en que por el misterioso fragmento de roca el escritor se refer�a al Reino Mesi�nico. La "monta�a" de la cual (como se menciona aqu� por primera vez) se corta la piedra es "el monte Si�n". Comienza "en los d�as de estos reyes". Su origen no es terrenal, pues est� "cortado sin manos". Representa "un reino" que "ser� establecido por el Dios del cielo" y destruir� y sustituir� a todos los reinos, y permanecer� para siempre.

Si un Mes�as personal fue definitivamente prominente en la mente del escritor es una pregunta que se presentar� ante nosotros cuando consideremos el cap�tulo s�ptimo. Aqu� solo hay un Reino Divino; y que este es el dominio de Israel parece estar marcado por la expresi�n, "el reino no ser� dejado a otro pueblo".

La profec�a probablemente indica las brillantes esperanzas que el escritor concibi� sobre el futuro de su naci�n, incluso en los d�as de su m�s terrible adversidad, de acuerdo con las predicciones de los poderosos profetas sus predecesores, cuyos escritos hab�a estudiado recientemente. Muy pocas de esas predicciones se han cumplido literalmente hasta ahora; ninguno de ellos se cumpli� con tanta rapidez como los profetas concibieron, cuando fueron "arrebatados hacia los tiempos futuros".

"A la visi�n prof�tica se revel� la gloria que habr�a de ser en el futuro, pero no los tiempos y sazones, que Dios ha guardado en Su propio poder, y que Jes�s dijo que Sus disc�pulos ni siquiera eran conocidos por el Hijo del Hombre en Su capacidad humana. .

Ant�oco muri�, y sus intentos de imponer el helenismo a los jud�os fueron un fracaso tan absoluto que, de hecho, su persecuci�n solo sirvi� para estereotipar las instituciones ceremoniales que, no del todo proprio motu , pero enga�adas por hombres como los falsos sumos sacerdotes Jason y Menelao, hab�a intentado borrarlo. Pero las magn�ficas expectativas de una edad de oro venidera se retrasaron indefinidamente.

Aunque Ant�oco muri� y fracas�, los jud�os no llegaron a ser un�nimes en su pol�tica religiosa. Incluso bajo los pr�ncipes asmoneos, feroces elementos de discordia obraron en medio de ellos. Los usurpadores extranjeros usaron h�bilmente estas disensiones para sus propios fines, y en el a�o 37 a. C. el juda�smo consinti� en la aceptaci�n nacional de un depravado usurpador edomita en la persona de Herodes, �y una parte de los jud�os intent� representarlo como el Mes�as prometido!

No solo la predicci�n mesi�nica no se cumpli� en su aspecto literal "en los d�as de estos reyes", sino que a�n no ha recibido de ninguna manera su cumplimiento completo. La "piedra cortada sin manos" indicaba el reino, no -como la mayor�a de los profetas parecen haber imaginado cuando pronunciaron palabras que significaban m�s de lo que ellos mismos conceb�an- del Israel literal, sino de ese Israel ideal que est� compuesto, no por Jud�os, pero de gentiles.

El lado m�s divino de la profec�a mesi�nica es la expresi�n de esa esperanza insaciable y de esa fe indomable que son el resultado m�s glorioso de todo lo m�s divino en el esp�ritu del hombre. Esa fe y esperanza nunca han encontrado ni siquiera un cumplimiento ideal o aproximado excepto en Cristo y en Su reino, que es ahora y ser� sin fin.

Pero aparte de las predicciones divinas de la eterna luz del sol visible en el horizonte durante vastas edades acortadas de tiempo que para Dios son como un solo d�a, notamos cu�n profundo es el simbolismo de la visi�n, cu�n bien expresa el resplandor de la superficie, el el vac�o interior, la debilidad inherente, las sucesiones variables, la fugacidad predestinada de imperios desbordados. El gran poeta del catolicismo hace un magn�fico uso de la imagen de Daniel y ve su profundo significado.

�l tambi�n describe el ideal de todo imperio terrenal como un coloso de oro, plata, lat�n y hierro, que sin embargo descansa principalmente sobre su pie derecho de arcilla cocida y quebradiza. Pero nos dice que cada parte de esta imagen, excepto el oro, est� atravesada por una fisura, por la que fluye un constante torrente de l�grimas. Estos efectos de la miseria se filtran hacia abajo, abri�ndose camino a trav�s de la caverna en el monte Ida en el que se encuentra la imagen, hasta que, descendiendo de roca en roca, forman esos cuatro r�os del infierno:

"Aborreci� a la Estigia, la inundaci�n de un odio mortal;

Acheron triste de dolor, negro y profundo;

Cocytus, llamado as� por el lamento que se oye en voz alta en la triste corriente;

Flegetono feroz cuyas olas de fuego torrente se inflaman de rabia ".

Hay una grandeza terrible en el emblema. Miradas espl�ndidas y venerables el �dolo del imperio humano en toda su pompa e invaluable. Pero por debajo de su debilidad agrietada y agrietada caen y gotean y fluyen la sal y los arroyos amargos de la miseria y la angustia, hasta que los r�os de la agon�a se hinchan hasta desbordar por su escoria coagulada.

Era natural que Nabucodonosor se sintiera profundamente impresionado cuando los contornos desaparecidos de su sue�o le fueron recordados y su terrible interpretaci�n fue revelada. La manera en que expresa su asombrada reverencia puede ser hist�ricamente improbable, pero es psicol�gicamente cierta. Se nos dice que "se postr� sobre su rostro y ador� a Daniel", y la palabra "ador�" implica adoraci�n genuina.

Es asombroso que un potentado tan magn�fico se haya tendido de bruces ante un joven jud�o cautivo y lo adorara. M�s a�n es que Daniel, sin protestar, deber�a haber aceptado, no s�lo su homenaje id�latra, sino tambi�n la ofrenda de "una oblaci�n y un incienso dulce". Que un Nabucodonosor se hubiera postrado as� en el polvo ante su joven compatriota ser�a sin duda una imagen encantadora para los jud�os, y si, como creemos, la historia es una Hagad� inconexa, es muy posible que se haya basado en pasajes tales como Isa�as 49:23 , "Los reyes se inclinar�n ante ti con el rostro hacia la tierra, y lamer�n el polvo de tus pies": junto con Isa�as 52:15"Los reyes cerrar�n ante �l la boca; porque ver�n lo que no les fue contado, y comprender�n lo que no hab�an o�do".

Pero es mucho m�s asombroso que Daniel, quien, de ni�o, hab�a sido tan escrupuloso con la ordenanza lev�tica de las carnes inmundas, en el escr�pulo contra el cual los gravamen estaban en la posibilidad de haber sido ofrecidos a los �dolos, Comp. Romanos 14:23 Hechos 15:29 1 Corintios 8:1 : 1 Reyes 2:14 ; 1 Reyes 2:20 deber�a, como hombre, haberse dejado tratar exactamente como el rey trataba a sus �dolos. Decir que acept� este culto porque el rey no lo adoraba, sino al Dios cuyo poder se hab�a manifestado en �l, es un subterfugio vano, porque todos los id�latras de todas las �pocas ofrecen esa excusa.

Muy diferente fue la conducta de Pablo y Bernab� cuando la poblaci�n ruda de Listra deseaba adorarlos como encarnaciones de Hermes y Zeus. En el momento en que se enteraron, se rasgaron la ropa con horror y saltaron de inmediato entre la gente, gritando: "Se�ores, �por qu� hac�is tales cosas? Nosotros tambi�n somos hombres de pasiones similares a las de ustedes, y les predicamos que ustedes debe volverse de estos vanos al Dios vivo. ". Hechos 14:14

Que el Rey de Babilonia sea representado reconociendo de inmediato al Dios de Daniel como "un Dios de dioses", aunque era un devoto fan�tico de Bel-merodach, pertenece al plan general del Libro. Daniel recibi� como recompensa muchos grandes regalos, y fue nombrado "gobernante de todos los sabios de Babilonia, y jefe de los gobernadores ( se�al ) sobre todos los sabios de Babilonia". Acerca de su aceptaci�n del cargo civil no hay dificultad; pero hay una dificultad hist�rica bastante insuperable en que se convierta en un mago jefe.

Todos los sabios de Babilonia, a quienes el rey acababa de amenazar con desmembrar como una manada de impostores, eran, en todo caso, una casta sumamente sacerdotal y esencialmente id�latra. El hecho de que Daniel se hubiera opuesto a determinados tipos de comida por peligro de contaminaci�n y, sin embargo, hubiera consentido en ser el jefe de jerarqu�a de un culto pagano, habr�a sido en verdad colar mosquitos y tragar camellos.

Y tan grande fue la distinci�n que se gan� por su interpretaci�n del sue�o, que, a petici�n suya, se confirieron satrap�as a sus tres compa�eros; pero �l mismo, como Mardoqueo, despu�s "se sent� a la puerta del rey".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Daniel 2". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/daniel-2.html.
 
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