Bible Commentaries
Daniel 5

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-31

LA INSCRIPCI�N FIERY

En este cap�tulo tenemos de nuevo otra magn�fica pintura al fresco, destinada, como fue la �ltima, pero bajo circunstancias de culpa agravada y amenaza m�s terrible, para ense�ar la lecci�n de que "en verdad hay un Dios que juzga la tierra".

La forma m�s aut�ntica de disfrutar el cap�tulo y de captar las lecciones que se pretende inculcar en su fuerza y ??viveza adecuadas, es considerarlo totalmente aparte de las dificultades en cuanto a su verdad literal. Para leerlo correctamente y estimar debidamente su grandeza, debemos relegar a la conclusi�n de la historia todas las cuestiones preocupantes, imposibles de soluci�n final, como a qui�n se dirigi� el escritor por Belsasar, o a qui�n por Dar�o el Medo.

Todas estas discusiones son ajenas a la edificaci�n y de ninguna manera afectan ni la habilidad consumada del cuadro ni las verdades eternas de las que es la expresi�n simb�lica. A quienes, con el presente autor, est�n convencidos, por testimonios de todos los rincones, de la filolog�a, la historia, el testimonio de las inscripciones y los m�ltiples resultados obtenidos por la Alta Cr�tica de que el Libro de Daniel es obra de alg�n santo y altamente dotado " jasid " en los d�as de Ant�oco Ep�fanes, queda claro que la historia de Belsasar, cualesquiera que sean los tenues fragmentos de la tradici�n babil�nica que pueda consagrar, est� realmente sugerida por la blasfemia de Ant�oco Ep�fanes al llevarse, y sin duda sujeta al uso profano , muchos de los vasos sagrados del Templo de Jerusal�n.

La retribuci�n que aguardaba al descarriado tirano sel�ucida est� prof�ticamente insinuada por la amenaza de fatalidad que se cumpli� tan inmediatamente en el caso del rey de Babilonia. A la humillaci�n del conquistador culpable, "Nabucodonosor el Maligno", que fund� el Imperio de Babilonia, sigue el derrocamiento de su dinast�a en la persona de su "hijo" y la toma de su vasta capital.

"Es natural", dice Ewald, "que as� el cuadro dibujado en esta narraci�n se convierta, bajo las manos de nuestro autor, en una verdadera pieza de noche, con todos los colores del tumulto disoluto, extravagante, de la pasi�n lujosa y creciente. locura, de ruinoso desconcierto, y del misterioso horror y terror de tal noche de juerga y muerte ".

La descripci�n de la escena comienza con una de esas oberturas estrepitosas cuyo efecto sobre la imaginaci�n fue calculado debidamente por el escritor.

"El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus se�ores, y bebi� vino antes que los mil.": El banquete pudo haber sido pensado como un banquete propiciatorio en honor de Bel-merodach. una maravilla del mundo, con sus estatuas aladas y sus espl�ndidos y espaciosos salones. Las paredes estaban ricas en im�genes de los caldeos, pintadas en bermell�n y excediendo en atuendos te�idos, esas im�genes de buenos j�venes montados en buenos caballos, como en la procesi�n Panatenaica en el friso de la Acr�polis, los cuadros al fresco, en los cuales, en el la visi�n del profeta, Aholah y Aholibah, se regocijaban en las c�maras de im�genes secretas.

All� estaban los pr�ncipes de Belsasar, sus esposas y sus concubinas, cuya presencia admit�a la costumbre babil�nica, aunque los persas la consideraban indecorosa. Los banquetes babil�nicos, como los de los griegos, sol�an terminar con un "Komos" o juerga, en el que la intoxicaci�n no se consideraba una desgracia. El vino flu�a libremente. Sin duda, como en el grandioso cuadro de Mart�n, hab�a brasieres de metales preciosos que exhalaban vapores de incienso; y sin duda tambi�n hab�a mujeres y ni�os y ni�as con flautas y platillos, al que los bailarines bailaban en todo el orgi�stico abandono de la pasi�n oriental.

Todo esto fue considerado como un elemento de la solemnidad religiosa; y mientras los juerguistas beb�an su vino, se cantaban himnos en los que alababan "a los dioses de oro y plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra". Que el rey bebiera vino antes de mil es lo m�s notable porque generalmente los reyes de Oriente banquetean en estado solitario en sus propios aposentos.

Entonces el rey salvaje, con el estallido de locura e irreverencia que caracterizaba los banquetes de Ant�oco Ep�fanes, pens� en otro elemento de esplendor con el que podr�a hacer memorable su banquete y demostrar la superioridad de sus propios dioses victoriosos sobre aquellos. de otras naciones. El Templo de Jerusal�n era famoso en todo el mundo, y hab�a pocos monarcas que no hubieran o�do hablar de las maravillas y la majestad del Dios de Israel.

Belsasar, como el "hijo" de Nabucodonosor, debe -si hubo alguna realidad hist�rica en los eventos narrados en el cap�tulo anterior- haber o�do hablar de las "se�ales y prodigios" desplegados por el Rey del cielo, cuya inigualable atrocidad su padre hab�a hecho p�blicamente. atestiguado en edictos dirigidos a todo el mundo. Debe haber sabido del Rabmag Daniel, cuya sabidur�a, incluso de ni�o, hab�a sido superior a la de todos los " Chartummim " y " Ashshaphim "; y c�mo sus tres compa�eros hab�an sido elevados a supremas satrap�as; y c�mo hab�an salido sin cantar del horno siete veces calentado, cuyas llamas hab�an volado a los verdugos de su padre.

Bajo ninguna circunstancia concebible podr�an haberse olvidado tales maravillas; bajo ninguna circunstancia podr�an haber dejado de crear una impresi�n intensa y profunda. Y Belsasar dif�cilmente podr�a dejar de haber o�do hablar de los sue�os de la imagen de oro y del cedro destrozado, y de la licantrop�a indescriptiblemente degradante de Nabucodonosor. Su "padre" hab�a reconocido p�blicamente -en un decreto publicado "para todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra" - que la humillaci�n le hab�a sobrevenido como castigo por su arrogante orgullo.

En ese mismo decreto, el poderoso Nabucodonosor, s�lo uno o dos a�os antes, si Belsasar lo sucedi�, hab�a proclamado su lealtad al Rey del cielo; y en todos los decretos anteriores hab�a amenazado a "todas las personas, naciones y lenguas" que. si hablaban mal del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, deber�an ser cortados en pedazos y sus casas convertidas en muladar. Daniel 3:29 Sin embargo, ahora Belsasar, en el arrebato de orgullo y borrachera, da su orden de insultar a este Dios con impiedad mortal al profanar p�blicamente los vasos de Su terrible Templo, Daniel 1:2 Comp # / RAPC 1Ma 1:21 ff. en una fiesta en honor a sus propias deidades �dolos!

De manera similar, Ant�oco Ep�fanes, si no hubiera estado medio loco, podr�a haber advertido, antes de insultar al Templo y a los vasos sagrados de Jerusal�n, del hecho de que su padre, Ant�oco el Grande, hab�a encontrado la muerte al intentar saquear el Templo. en Elymais (187 aC). Tambi�n podr�a haber recordado el c�lebre desconcierto, sin importar lo causado, de Heliodoro en el Templo de Jerusal�n. # / RAPC 2Ma 3: 1-40

Una blasfemia tan insultante e imprudente no pod�a quedar impune. Conviene que la retribuci�n divina alcance al rey en la misma noche, y que los mismos labios que as� profanaron con este vino las cosas m�s santas, beban el vino de la copa del veneno divino, cuyo ardor feroz debe probar en la misma noche. fatal para �l mismo. Pero incluso esos pecadores, bebiendo por as� decirlo en el abismo del infierno ", seg�n una met�fora utilizada en otra parte.

Salmo 55:15 todav�a debe ser advertido en el �ltimo momento por una se�al divina adecuada, para que se sepa si honrar�n la verdad. "Nabucodonosor hab�a recibido su advertencia, y al final no hab�a sido del todo en vano. Incluso para Belsasar quiz�s no sea demasiado tarde.

Porque en este mismo momento, Comp. Daniel 3:7 cuando la juerga estaba en su cenit, cuando el torbellino de excitada exaltaci�n propia era m�s intenso, cuando el oro de Jud� "pisaba con fuerza los labios" -los labios profanos- de los s�trapas y concubinas, apareci� un presagio: que al principio parece haber sido visible solo para el rey.

Sentado en su trono sublime y enjoyado, que

"Eclipsa la riqueza de Ormuz o de Ind, O donde el hermoso Oriente con la mano m�s rica Lluvia sobre sus reyes b�rbaros perla y oro",

su mirada capt� algo visible en el estuco blanco de la pared por encima de la l�nea de frescos. Lo vio por encima de las luces que coronaban el enorme candelabro dorado " Nebrashta ". Los dedos de la mano de un hombre escrib�an letras en la pared, y el rey vio el hueco de esa gigantesca palma sobrenatural.

El presagio lo asombr� y horroriz�. El rubor de la juventud y del vino se desvaneci� de su mejilla; - "sus brillos fueron cambiados"; sus pensamientos lo turbaban; las ligaduras de sus lomos se aflojaron, sus rodillas se golpearon unas contra otras en su actitud temblorosa, mientras estaba detenido por la espantosa vista.

Con un grito terrible orden� que se convocara a toda la tribu familiar de astr�logos y adivinos. Porque aunque la mano se hab�a desvanecido, su huella qued� en la pared de la sala de banquetes en letras de fuego. Y el rey herido, ansioso por conocer sobre todas las cosas el significado de esa extra�a escritura, proclama que el que pudiera interpretarla deber�a vestirse de escarlata, llevar un collar de oro al cuello y ser uno de los triunviros de la Biblia. Reino.

Era el recurso habitual; y fall� como lo hab�a hecho en todas las instancias anteriores. Los magos babil�nicos en el Libro de Daniel demuestran ser m�s in�tiles incluso que los magos del Fara�n con sus encantamientos.

Los int�rpretes de sue�os en todas sus divisiones entraron en el sal�n de banquetes. El rey estaba perturbado, el presagio urgente, la recompensa magn�fica. Pero todo fue en vano. Como de costumbre, fracasaron, como en el mismo caso en que se introducen en el Antiguo Testamento. Y su fracaso se sum� a la confusi�n visible del rey, cuyo rostro l�vido conservaba su palidez. El banquete, en toda su real magnificencia, parec�a probable que terminara en tumulto y confusi�n; porque los pr�ncipes, los s�trapas, las esposas y las concubinas participaron en la agitaci�n y el desconcierto de su soberano.

Mientras tanto, las noticias del sorprendente prodigio hab�an llegado a o�dos de Gebirah.-la reina-madre-que, como siempre en Oriente, ten�a un rango m�s alto que incluso la sultana reinante. Ella no hab�a estado presente en el lujoso jolgorio celebrado cuando los persas estaban en las mismas puertas, tal vez no lo hab�a aprobado. Pero ahora en la situaci�n de su hijo peque�o, ella se adelanta para ayudarlo y asesorarlo. Al entrar en la sala con sus doncellas asistentes, pide al rey que no se preocupe m�s, porque hay un hombre de la m�s alta categor�a, invariablemente, como parece, pasado por alto y olvidado hasta el momento cr�tico, a pesar de su larga serie de triunfos. y logros, que fue muy capaz de leer el terrible augurio, como lo hab�a hecho a menudo antes, cuando todos los dem�s hab�an sido frustrados por Aquel que "frustra las se�ales de los mentirosos y enloquece a los adivinos.

" Isa�as 44:25 extra�o que no se le hubiera pensado, aunque" el rey tu padre, el rey, digo, tu padre, lo hizo maestro de todo el colegio de magis y astr�logos. Dejemos que Belsasar env�e a buscar a Beltsasar, y �l desatar�a el nudo y leer�a el terrible enigma ".

Entonces llamaron a Daniel; y puesto que el rey "ha o�do hablar de �l, que el esp�ritu de los dioses est� en �l, y que en �l se encuentra luz, inteligencia y excelente sabidur�a", y que es alguien que puede interpretar sue�os, descifrar oraciones duras y desatar nudos, tendr� el manto escarlata, y el collar de oro, y el asiento entre los triunviros, si lee e interpreta la escritura.

"Sean tus dones tuyos, y tus recompensas a otro", as� Eliseo, 2 Reyes 5:16 respondi� al vidente, con sin temor alguno: "Sin embargo, oh rey, leer� e interpretar� la escritura". Luego, despu�s de recordarle el consumado poder y majestad de su padre Nabucodonosor; y c�mo su mente se hab�a endurecido de orgullo; y c�mo hab�a sido afectado por la licantrop�a, "hasta que supo que el Dios Alt�simo reinaba en el reino de los hombres"; y que, a pesar de todo esto, �l, Belsasar, en su infatuaci�n, hab�a insultado al Dios Alt�simo al profanar los vasos sagrados de Su Templo en un jolgorio licencioso en honor a los �dolos de oro, plata, bronce, hierro y piedra. , que ni ve, ni sabe,

�Y ahora qu� estaba escrito? Daniel a primera vista hab�a le�do ese ardiente cuadril�tero de letras, que parec�a las doce gemas del efod del sumo sacerdote con la luz m�stica brillando sobre ellas.

MNAMNATOLPRS Cuatro nombres de peso.

A Mina. A Mina. Un shekel. Una media mina.

�Qu� posible significado podr�a haber en eso? �Necesitaba la mano colosal de un arc�ngel, brillando sobre la pared de un palacio para escribir la amenaza de la perdici�n, para no haber inscrito m�s que los nombres de cuatro monedas o pesos? �No es de extra�ar que los caldeos no pudieran interpretar tal escritura!

Se puede preguntar por qu� ni siquiera pudieron leerlo, ya que las palabras son evidentemente arameas, y el arameo era el idioma com�n del comercio. Los rabinos dicen que las palabras, en lugar de estar escritas de derecha a izquierda, "en forma de pilar", como lo llamaban los griegos, de arriba hacia abajo: as�-

ptmmrqnnslaa

Le�dos de izquierda a derecha, parecer�an un galimat�as; le�dos de arriba hacia abajo, se hicieron claros en lo que a la lectura se refer�a, aunque su interpretaci�n a�n podr�a ser sumamente enigm�tica.

Pero las palabras pueden representar todo tipo de significados misteriosos; y en opini�n de los anal�gicos �como se les llama a quienes no s�lo creen en la fuerza misteriosa y la fascinaci�n de las palabras, sino incluso en la calidad fisiol�gica de los sonidos� pueden esconder terribles indicaciones bajo vocablos inofensivos. Aqu� radica el secreto.

�Una mina! una mina! S�; pero los nombres de las pesas recuerdan la palabra m'nah , "ha contado": y "Dios ha contado tu reino y lo ha terminado".

�Un siclo! S�; t'qilta : " Te han pesado en una balanza y te han encontrado falto".

Peres - �media mina! S�; pero p'risath : "Tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y persas".

En este punto, la historia llega muy r�pidamente a una conclusi�n, porque ya se ha dado su esencia. Daniel est� vestido de escarlata, adornado con cadenas de oro y proclamado triunviro.

�Pero la condenaci�n del rey est� sellada! "Esa noche fue asesinado Belsasar, rey de los caldeos". Su nombre significaba: "�Conserva al rey!" Pero Bel se inclin� y Nebo se inclin� y no ayud� a su devoto.

"Cosas malvadas con t�nicas de dolor Asaltaron el alto estado del monarca; �Ay, ay de m�! �Porque nunca ma�ana amanecer� sobre �l desolado! Y en todo su trono la gloria que se sonroj� y floreci� No es m�s que una historia mal recordada de los viejos tiempos. sepultado "

"Y Dar�o el Medo tom� el reino, teniendo como sesenta y dos a�os".

Como no existe tal persona conocida como "Dar�o el Medo", la edad que se le asigna debe deberse a alguna tradici�n sobre alg�n otro Dar�o oa c�lculos cronol�gicos para los que ya no poseemos la clave.

Se le llama hijo de Ajashverosh, Assuero ( Daniel 9:1 ) o Jerjes. Los apologistas han argumentado que-

1. Dar�o era Ciaxares II, padre de Ciro, con la autoridad del romance de Jenaf�n, y el eco de Josefo. Pero la "Cyropaedia" no es ninguna autoridad, siendo, como dijo Cicer�n, una ficci�n no hist�rica escrita para describir un reino ideal. La historia no sabe nada de un Cyaxares II.

2. Darius era Astyages. Sin mencionar otras imposibilidades que se adjuntan a este punto de vista, Astiages habr�a tenido m�s de sesenta y dos a�os en la captura de Babilonia por Ciro. Ciro hab�a suprimido por completo la dinast�a meda algunos a�os antes de tomar Babilonia.

3. Dar�o fue el s�trapa Gobryas, quien, hasta donde sabemos, solo actu� como gobernador durante unos meses. Pero, por el contrario, se le representa como un rey extremadamente absoluto, que establece ciento veinte pr�ncipes "sobre todo el reino" y emite mandatos para "todas las personas, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra". Incluso si tal identificaci�n fuera admisible, no salvar�a en lo m�s m�nimo la exactitud hist�rica del escritor.

Este "Dar�o el Medo" es ignorado por la historia, y los registros antiguos representan a Ciro como el �nico e indiscutible rey de Babilonia desde el momento de su conquista. "Dar�o el Medo" probablemente deba su existencia a una comprensi�n literal de las profec�as de Isa�as Isa�as 13:17 y Jerem�as. Jeremias 51:11 ; Jeremias 51:28

Ahora podemos proceder al examen del pr�ximo cap�tulo sin obst�culos por hip�tesis imposibles y poco entusiastas. Lo entendemos, y estaba destinado a ser entendido, como una par�bola moral y espiritual, en la que se utilizan nombres y tradiciones hist�ricos no verificados con el prop�sito de inculcar lecciones de valent�a y fidelidad. La imagen, sin embargo, est� muy por debajo de la de los otros Cap�tulos en potencia, acabado e incluso una aproximaci�n a la verosimilitud natural.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Daniel 5". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/daniel-5.html.