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Bible Commentaries
Ageo 2

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-9

2. �VALOR, ZERUBBABEL! �VALOR, JEHOSHUA Y TODA LA GENTE!

Hageo 2:1

La segunda ocasi�n en la que Hageo habl� al pueblo fue otra fiesta el mismo oto�o, el s�ptimo d�a de la Fiesta de los Tabern�culos, Lev�tico 23:34 ; Lev�tico 23:36 ; Lev�tico 23:40 el vig�simo primero del s�ptimo mes.

Durante casi cuatro semanas se hab�a llevado a cabo la obra del templo. Debe haberse hecho alg�n progreso, porque se hicieron posibles las comparaciones entre el antiguo Templo y el estado de �ste. Probablemente el contorno y el tama�o del edificio eran visibles. En cualquier caso, fue suficiente para desanimar a los constructores con sus esfuerzos y los medios a su disposici�n. La nueva palabra de Hageo es muy simple de aliento. La conciencia de la gente hab�a sido conmovida por la primera suya; ahora necesitan algo de esperanza.

En consecuencia, apela a lo que hab�a ignorado antes, las posibilidades pol�ticas que brindaba el estado actual del mundo, siempre una fuente de promesa prof�tica. Pero nuevamente hace su antiguo llamado a su propio coraje y recursos. El texto hebreo contiene una referencia al �xodo que ser�a apropiado para un discurso pronunciado durante la Fiesta de los Tabern�culos, pero no se encuentra en la Septuaginta, y es tan imposible de interpretar que se sospecha justamente como una glosa, insertada por alguna mano posterior, solo porque el pasaje ten�a que ver con la Fiesta de los Tabern�culos.

"En el s�ptimo mes, el d�a veintiuno del mes, vino la palabra de Jehov� por medio del profeta Hageo, diciendo: -"

"Habla ahora a Zorobabel, hijo de Salatiel, S�trapa de Jud�, y a Johoshua, hijo de Jehosadak, el sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: �Qui�n de ustedes ha quedado que vio esta Casa en su antigua gloria? �Y c�mo lo veis ahora? �No es como nada a vuestros ojos? Y ahora �nimo, oh Zorobabel, or�culo de Jehov� y �nimo, Jehoshua, hijo de Jehosadac, oh sumo sacerdote; y �nimo, todos los pueblos de la tierra. - or�culo de Jehov�; y ponte manos a la obra, porque yo estoy contigo - or�culo de Jehov� de los ej�rcitos - y Mi Esp�ritu est� en medio de ti. �No temas! "

Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: dentro de poco har� temblar los cielos, la tierra, el mar y la tierra seca; har� temblar a todas las naciones, y vendr�n las cosas costosas de todas las naciones. Y llenar� de gloria esta Casa, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. M�a es la plata, y M�a el or�culo de oro de Jehov� de los ej�rcitos. Mayor ser� la gloria postrera de esta Casa que la primera, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, y en a este lugar dar� or�culo de paz de Jehov� de los ej�rcitos ".

Desde los primeros tiempos este pasaje, por la mayor�a de la Iglesia cristiana, ha sido interpretado de la venida de Cristo. La Vulgata Hageo 2:7 b, " Et veniet Desideratus cunctis gentibus ", y as� un gran n�mero de Padres Latinos, a quienes sigue Lutero, " Der Trost aller Heiden ", y por nuestra propia Versi�n Autorizada, "Y el El deseo de todas las naciones vendr�.

"Esto no era contrario a la tradici�n jud�a, porque el rabino Akiba hab�a definido la cl�usula del Mes�as, y Jer�nimo recibi� la interpretaci�n de sus instructores jud�os. En s� mismo, el sustantivo, como se se�ala en el texto masor�tico, significa" anhelo "u" objeto de anhelo ". Pero el verbo que lo acompa�a est� en plural, y por un cambio de puntos el sustantivo en s� puede leerse como plural. Que esta fuera la lectura original se hace extremadamente probable por el hecho de que se present� ante los traductores de la Septuaginta, que traducen: "los escogidos" o "cosas escogidas de las naciones".

"As� que la antigua versi�n en cursiva:" Et venient omnia electa gentium ". Adem�s, este significado se adapta al contexto, como el otro no. El siguiente verso menciona plata y oro. Podemos entender lo que dice, escribe Calvino," de Cristo; de hecho, sabemos que Cristo era la expectativa de todo el mundo; pero como sigue inmediatamente, 'M�o es la plata y M�o es el oro', el significado m�s simple es el que dije primero: que las naciones vendr�an, trayendo consigo todas sus riquezas para que pudieran ofrecerse a s� mismas y todas sus riquezas. posesiones un sacrificio a Dios ".

Versículos 1-23

HAGGAI Y LA CONSTRUCCI�N DEL TEMPLO

Hageo 1:1 ; Hageo 2:1

Hemos visto que la soluci�n m�s probable de los problemas que nos presentan los registros inadecuados y confusos de la �poca es que un n�mero considerable de jud�os exiliados regresaron de Jerusal�n a Babilonia hacia el a�o 537, con el permiso de Ciro, y que el s�trapa que envi� con ellos no s�lo les permiti� levantar el altar en su sitio antiguo, sino que �l mismo les coloc� la primera piedra del templo.

Tambi�n hemos visto por qu� este intento no condujo a nada, y hemos seguido las obstrucciones samaritanas, el fracaso del patrocinio persa, la sequ�a y las malas cosechas y toda la desilusi�n de los quince a�os que sucedieron al Retorno. La hostilidad de los samaritanos se debi� enteramente a la negativa de los jud�os a darles una participaci�n en la construcci�n del templo, y su virulencia, probablemente demostrada al impedir que los jud�os adquirieran madera, parece haber cesado cuando se interrumpieron las obras del templo. .

Al menos no encontramos menci�n de ello en nuestros profetas; y los jud�os est�n provistos de suficiente madera para revestir y techar sus propias casas. Hageo 1:4 Pero los jud�os deben haber temido una reanudaci�n de los ataques de los samaritanos si reanudaban el trabajo en el templo, y por lo dem�s estaban demasiado empapados de adversidad y demasiado cargados con el cuidado de su propio sustento, como para lanzarse a intereses superiores. .

Lo que precede inmediatamente a nuestros profetas es una historia miserable de temporadas est�riles y escasos ingresos, el dinero se pierde r�pidamente y el coraz�n s�rdido de cada hombre est� absorto en su propia casa. No es de extra�ar que los cr�ticos se hayan visto llevados a negar el gran Retorno de hace diecis�is a�os, con sus grandes ambiciones para el Templo y el glorioso futuro de Israel. Pero un colapso similar se ha experimentado a menudo en la historia cuando bandas de hombres religiosos, que se dirig�an, como pensaban, hacia la libertad y la inmediata erecci�n de una santa comunidad, han visto su unidad destruida y su entusiasmo disipado por unas pocas temporadas inclementes en un ribera �rida y hostil.

La naturaleza y sus b�rbaros semejantes han frustrado lo que Dios hab�a prometido. Ellos mismos, acostumbrados desde una etapa superior de la civilizaci�n a planificar estructuras sociales a�n m�s elevadas, se ven reducidos repentinamente a las primitivas necesidades de labranza y defensa contra un enemigo salvaje. Los estadistas, poetas e idealistas de todo tipo tienen que cavar la tierra, extraer piedras y permanecer despiertos por las noches para vigilar como centinelas.

Desprovistos de las comodidades y los recursos con los que han crecido, viven en constante batalla con sus entornos desnudos y poco comprensivos. Es un cuento familiar en la historia y lo leemos con facilidad en el caso de Israel. Los jud�os disfrutaron de esta ventaja, que no llegaron a una tierra extra�a, sino a una repleta de recuerdos inspiradores, y ten�an detr�s de ellos el �mpetu de profec�a m�s glorioso que jam�s haya enviado a un pueblo hacia el futuro.

Sin embargo, los mismos ardores de esto los apresuraron a dejar de apreciar las dificultades que tendr�an que encontrar, y cuando se encontraron en el suelo pedregoso de Jud�, que hab�an estado idealizando durante cincuenta a�os, y se vieron afectados a�n m�s por las estaciones est�riles, sus corazones deben haber sufrido una desilusi�n a�n m�s amarga que la que con tanta frecuencia ha sufrido la suerte de los emigrantes religiosos a una costa absolutamente nueva.

Versículos 10-19

3. EL PODER DE LOS IMPUROS

Hageo 2:10

El tercer discurso de Hageo al pueblo se basa en una liberaci�n que busca de los sacerdotes. El Libro de Deuteronomio hab�a dispuesto que, en todos los casos dif�ciles no establecidos por su propio c�digo, el pueblo buscar� una "liberaci�n" o " Tor� " de los sacerdotes, "y observar� hacer de acuerdo con la liberaci�n que los sacerdotes entreguen a El e." Tanto el sustantivo como el verbo, que pueden traducirse as� literalmente, tambi�n se usan para la Ley completa y can�nica en Israel, y significan que en el tiempo de la redacci�n del Libro de Deuteronomio esa Ley todav�a se consideraba como en proceso de crecimiento.

As� es tambi�n en la �poca de Hageo: no consulta un c�digo de leyes, ni pregunta a los sacerdotes qu� dice el canon, como, por ejemplo, lo hace nuestro Se�or con la pregunta "�c�mo lees?" Pero les ruega que le den una Tor� o liberaci�n, basado por supuesto en la costumbre existente, pero que a�n no se ha comprometido a escribir. Para la historia de la Ley en Israel este es, por tanto, un pasaje de gran inter�s.

"El veinticuatro del noveno mes, en el segundo a�o de Dar�o, vino palabra de Jehov� al profeta Hageo, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Pide, te ruego, a los sacerdotes liberaci�n, diciendo": -

"Si un hombre lleva carne santa en el fald�n de su manto, y con su fald�n toca pan o potaje o vino o aceite o cualquier alimento, �ser� este �ltimo santo? Y los sacerdotes respondieron y dijeron: �No! Y Hageo dijo: Si alguien inmundo por un cad�ver toca alguno de estos, �se volver� inmundo este �ltimo? Y los sacerdotes respondieron y dijeron: As� ser�.

Es decir, la santidad que pasa de la fuente a un objeto inmediatamente en contacto con este �ltimo no se difunde m�s; pero la contaminaci�n no s�lo contagiaba a la persona que entraba en contacto con ella, sino a todo lo que tocaba.

"La carne del sacrificio santificaba todo lo que tocaba, pero no m�s; pero el ser humano que se contaminaba al tocar un cad�ver, contaminaba todo lo que pod�a tocar". "Y Hageo respondi� y dijo: As� es este pueblo, y as� es esta naci�n delante de m�-or�culo de Jehov�-y as� es toda la obra de sus manos, y lo que ofrecen all�" -en el altar erigido en su antiguo sitio- "es inmundo".

Es decir, mientras los jud�os esperaban que su ritual restaurado los santificara para el Se�or, esto no hab�a sido efectivo, mientras que, por el contrario, su contacto con fuentes de contaminaci�n los hab�a contaminado por completo, tanto a ellos como a su trabajo y a sus sacrificios. . No se declara expl�citamente cu�les son estas fuentes de contaminaci�n, pero Hageo, de sus otros mensajes, solo puede significar, o la falta de energ�a de la gente para construir el Templo, o el Templo sin construir en s�. Andree llega a comparar este �ltimo con el cad�ver, cuyo toque, seg�n los sacerdotes, propaga la infecci�n en m�s de un grado.

En cualquier caso, Hageo significa ilustrar y hacer cumplir la construcci�n del Templo sin demora; y mientras tanto, toma un ejemplo del efecto del que ya ha hablado, "la obra de sus manos", y muestra c�mo ha sido estropeado por su negligencia y demora.

"Y ahora, les ruego, hagan retroceder sus corazones desde hoy, antes de que se pusiera piedra sobre piedra en el templo de Jehov�: cuando uno llegaba a un mont�n de grano de veinte medidas, y se hab�a convertido en diez, o iba a la tina de vino para sacar cincuenta medidas, y se hab�an convertido en veinte. Os her� con voladura y marchitez, y con granizo toda la obra de vuestras manos, y - or�culo de Jehov�. Poned ahora vuestro coraz�n en el tiempo antes de hoy (el veinticuatro d�a del noveno mes), antes del d�a de la fundaci�n del Templo de Jehov�, �pongan su coraz�n "en ese tiempo! "�Hay todav�a semilla en el granero? Y la vid, la higuera, el granado y el olivo a�n no han dado fruto. Desde este d�a te bendecir�".

�sta es, pues, la sustancia de todo el mensaje. El d�a veinticuatro del noveno mes, en alg�n lugar de nuestro diciembre, los jud�os se hab�an desanimado porque sus intentos de construir el Templo, iniciados tres meses antes, no hab�an cambiado el rumbo de sus desgracias y no hab�an producido prosperidad en su agricultura. Hageo les dice que todav�a no hay tiempo para que el cambio funcione. Si el contacto con una cosa santa tiene s�lo un efecto leve, pero el contacto con una cosa inmunda tiene un efecto mucho mayor ( Hageo 2:11 ), entonces sus intentos de construir el Templo deben tener menos influencia buena sobre su condici�n que la mala. influencia de toda su devoci�n pasada a s� mismos y sus labores seculares.

Es por eso que la adversidad a�n contin�a, pero el valor a partir de este d�a Dios bendecir�. Por lo tanto, todo el mensaje es oportuno para la fecha en que fue entregado, y viene naturalmente detr�s de los or�culos anteriores de Hageo. La raz�n de Andree para asignarlo a otro escritor, bas�ndose en que rompi� la conexi�n, no existe.

Estos pobres colonos, en su esperanza diferida, estaban aprendiendo la vieja lecci�n, que la humanidad encuentra tan dif�cil de entender, que el arrepentimiento y el celo reci�n nacido no producen un cambio inmediato en nuestra condici�n material; pero las consecuencias naturales del pecado a menudo superan la influencia de la conversi�n, y aunque somos devotos de Dios y muy laboriosos, a�n podemos ser castigados por un pasado pecaminoso. El mal tiene un poder contagioso mayor que el de la santidad.

Sus efectos son m�s extensos y duraderos. No fue un poco de casu�stica lo que Hageo trat� de ilustrar con su apelaci�n a los sacerdotes sobre la ley ceremonial, sino una verdad �tica profundamente arraigada en la experiencia humana.

Versículos 20-23

4. LA REINVERSI�N DE LA ESPERANZA DE ISRAEL

Hageo 2:20

El mismo d�a, Hageo public� otro or�culo, en el que puso el punto culminante a su propio mensaje al reinvertir en Zorobabel las antiguas esperanzas de su pueblo. Cuando cay� la monarqu�a, las esperanzas mesi�nicas naturalmente ya no estaban concentradas en la persona de un rey; y el gran evangelista del exilio encontr� al Siervo elegido y ungido de Jehov� en el pueblo en su conjunto, o al menos en la parte piadosa de �l, con funciones no de gobierno pol�tico sino de influencia moral e instrucci�n hacia todos los pueblos del tierra.

Sin embargo, en el exilio, Ezequiel todav�a predijo un Mes�as individual, un hijo de la casa de David; s�lo es significativo que, en sus �ltimas profec�as pronunciadas despu�s del derrocamiento de Jerusal�n, Ezequiel ya no lo llama rey, sino pr�ncipe.

Despu�s del regreso de Sesbasar a Babilonia, esta posici�n fue virtualmente ocupada por Zorobabel, un nieto de Joaqu�n, el pen�ltimo rey de Jud�, y designado por el rey persa Pehah o S�trapa de Jud�. �l Hageo ahora nombra formalmente al siervo elegido de Jehov�. En ese derrocamiento de los reinos del mundo que Hageo hab�a predicho dos meses antes, y que ahora explica como su destrucci�n mutua por la guerra, Jehov� de los ej�rcitos har� de Zorobabel Su anillo de sello, inseparable de �l mismo y el s�mbolo de Su autoridad.

"Y vino palabra de Jehov� por segunda vez a Hageo el d�a veinticuatro del noveno mes, diciendo: Habla a Zorobabel, S�trapa de Jud�, diciendo: Voy a hacer temblar los cielos y la tierra, y volcar� los tronos de los reinos, y har� a�icos el poder de los reinos de los gentiles, y volcar� los carros y sus jinetes, y los caballos y sus jinetes descender�n, cada uno por la espada de su hermano.

En ese d�a, or�culo de Jehov� de los ej�rcitos, tomar� a Zorobabel, hijo de She'alti'el, mi siervo, or�culo de Jehov�, y lo har� como un anillo de sello; para ti he elegido, or�culo de Jehov� de los ej�rcitos ".

Las guerras y la destrucci�n mutua de los gentiles, de las que habla Hageo, son sin duda esas revueltas de razas y provincias que amenazaron con perturbar el Imperio persa tras la adhesi�n de Dar�o en 521. Persas, babilonios, medos, armenios, los sacas y otros se levantaron. juntos o en sucesi�n. En cuatro a�os, Dar�o los sofoc� a todos y reorganiz� su imperio antes de que los jud�os terminaran su Templo.

Como todos los gobernadores sirios, Zorobabel sigui� siendo su pobre lugarteniente y sumiso tributario. La historia rod� hacia el oeste hacia Europa. Griegos y persas comenzaron su lucha por el control de su futuro, y los jud�os cayeron en una oscuridad y un olvido ininterrumpidos durante siglos. El "anillo de sello de Jehov�" no fue reconocido por el mundo; ni siquiera parece haber desafiado su m�s breve atenci�n.

Pero Hageo al menos hab�a logrado afirmar la esperanza mesi�nica de Israel, siempre desconcertado, nunca apagado, en esta reapertura de su vida. Hab�a entregado la antigua herencia de Israel al cuidado del nuevo juda�smo.

El lugar de Hageo en la sucesi�n de la profec�a deber�a quedar claro para nosotros. La escasez de sus palabras y su estilo mezquino, su ocupaci�n con la construcci�n del Templo, su esperanza incumplida en Zorobabel, su silencio sobre la gran herencia de la verdad entregada por sus predecesores y la ausencia de sus profec�as de todas las visiones del car�cter de Dios. y todo el �nfasis en los elementos �ticos de la religi�n, han llevado a algunos a deprimir su valor como profeta casi hasta el punto de desvanecerse.

Nada podr�a ser m�s injusto. En su mensaje de apertura, Hageo puso de manifiesto el primer poder indispensable del profeta: hablar de la situaci�n del momento y lograr que los hombres asumieran el deber a sus pies; en otro mensaje anunci� un gran principio �tico; en su �ltimo conserv� las tradiciones mesi�nicas de su religi�n, y aunque no menos decepcionado que Isa�as por la personalidad a la que esperaba su realizaci�n, logr� transmitir su esperanza sin merma a las edades futuras.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Haggai 2". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/haggai-2.html.
 
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