Bible Commentaries
Isaías 26

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-21

CAPITULO XXIX

LOS POBRES DE DIOS

FECHA INCIERTA

Isa�as 25:1 ; Isa�as 26:1 ; Isa�as 27:1

Hemos visto que no m�s que el m�s leve destello de la reflexi�n hist�rica ilumina la oscuridad del cap�tulo 24, y que el desastre que desciende all� es en una escala demasiado mundial para ser forzado dentro de las condiciones de un solo per�odo en la fortuna de Israel. . En los cap�tulos 25-27, que naturalmente puede considerarse una continuaci�n del cap�tulo 24, las alusiones hist�ricas son m�s numerosas. En efecto, podr�a decirse que son demasiado numerosos, pues se contradicen entre s� para la perplejidad de los cr�ticos m�s agudos.

Implican circunstancias hist�ricas para la profec�a tanto antes como despu�s del exilio. Por un lado, la culpa de idolatr�a en Jud�, Isa�as 27:9 la menci�n de Asiria y Egipto, Isa�as 27:12 y la ausencia del nombre de Babilonia son indicativos de una fecha pre-ex�lica.

Los argumentos de estilo son siempre precarios: pero llama la atenci�n que algunos cr�ticos, que niegan que los cap�tulos 24-27 puedan haber venido en su totalidad de la �poca de Isa�as, profesen ver su mano en ciertos pasajes. Luego, en segundo lugar, a trav�s de estos versos que apuntan a una fecha anterior al exilio se tejen, casi inextricablemente, frases del exilio real: expresiones del sentido de vivir en un nivel y en contacto con los paganos; Isa�as 26:9 una petici�n al pueblo de Dios de retirarse de en medio de un p�blico pagano a la privacidad de sus aposentos (Cap. S 20, 21); oraciones y promesas de liberaci�n del opresor ( passim ); esperanzas del establecimiento de Sion y de la repoblaci�n de Tierra Santa.

Y, en tercer lugar, algunos vers�culos implican que el hablante ya ha regresado a la misma Sion: dice m�s de una vez, "en este monte"; hay himnos que celebran una liberaci�n realmente lograda, ya que Dios "ha hecho una maravilla. Porque has convertido una ciudadela en un mont�n, una ciudad fortificada en una ruina, un castillo de extra�os para que no sea una ciudad, para que no se vuelva a construir". Tales frases no se leen como si el profeta estuviera creando para los labios de su pueblo un salmo de triunfo contra una liberaci�n futura lejana; tienen en ellos el anillo de lo que ya pas�.

Esta simple declaraci�n de las alusiones de la profec�a le dar� al lector com�n una idea de las dificultades de la cr�tica b�blica. �Qu� se puede hacer con una profec�a que pronuncia las palabras clave y respira la experiencia de tres per�odos distintos? Una soluci�n a la dificultad puede ser que tenemos aqu� la composici�n de un jud�o que ya regres� del exilio a un santuario profanado y a una tierra despoblada, que ha tejido a trav�s de sus originales expresiones de queja y esperanza la experiencia de opresiones y liberaciones anteriores, utilizando incluso el nombres de tiranos anteriores.

En su pasado inmediato ha ca�do una gran ciudad que oprim�a a los jud�os, aunque, si se trata de Babilonia, es extra�o que no la nombre en ninguna parte. Pero su intenci�n es m�s religiosa que hist�rica; busca dar una representaci�n general de la actitud del mundo hacia el pueblo de Dios y del juicio que Dios trae sobre el mundo. Este punto de vista de la composici�n est� respaldado por cualquiera de las dos posibles interpretaciones de ese dif�cil vers�culo, Isa�as 27:10 : "En aquel d�a Jehov� con su espada, el duro, el grande y el fuerte, visitar� a Leviat�n, Serpiente Elusiva, y sobre Leviat�n, serpiente tortuosa, y matar� al drag�n que est� en el mar.

"Cheyne trata a estos monstruos como personificaciones m�ticas de las nubes, la oscuridad y los poderes del aire, de modo que el vers�culo significa que, as� como Jehov� es supremo en el mundo f�sico, estar� en la moral. Pero es m�s Es probable que los dos Leviatanes se refieran a Asiria y Babilonia: el "Elusivo", Asiria en el veloz Tigris: el "Tortuoso", Babilonia en el sinuoso �ufrates, mientras que "el Drag�n que est� en el mar" o "el oeste "es Egipto.

Pero si el profeta habla de una victoria sobre los tres grandes enemigos de Israel a la vez, eso significa que est� hablando universal o idealmente: y esta impresi�n se ve reforzada por los nombres m�ticos que les da. Tales argumentos, junto con los indudables fragmentos post-exiliados de la profec�a, apuntan a una fecha tard�a, por lo que incluso un cr�tico muy conservador, que se muestra satisfecho de que Isa�as sea el autor, admite que "la posibilidad de la autor�a ex�lica no se permite para ser negado ".

Si este car�cter que atribuimos a la profec�a es correcto, a saber. , que es un resumen o relato ideal de la actitud del mundo extra�o hacia Israel, y del juicio que Dios tiene preparado para el mundo; entonces, aunque sea exiliado, su lugar en el Libro de Isa�as es inteligible. Los cap�tulos 24-27 coronan adecuadamente la larga lista de los or�culos de Isa�as sobre las naciones extranjeras: finalmente formulan los prop�sitos de Dios hacia las naciones y hacia Israel, a quien las naciones han oprimido.

Nuestras opiniones no deben ser definitivas o dogm�ticas sobre este tema de autor�a; las tinieblas no se han aclarado ni mucho menos. Pero si finalmente se encuentra seguro que esta profec�a, que se encuentra en el coraz�n del Libro de Isa�as, no es del mismo Isa�as, eso no tiene por qu� asustarnos ni inquietarnos. Tal descubrimiento no suscita ninguna pregunta doctrinal, ni siquiera el de la exactitud de las Escrituras. El hecho de que un libro tenga el nombre de Isa�as no significa necesariamente que todo sea de Isa�as: y nos sentiremos a�n menos obligados a creer que estos Cap�tulos son suyos cuando encontremos otros Cap�tulos llamados por su nombre mientras que estos no se dicen. estar por �l.

En verdad, hay una dificultad aqu�, solo porque se supone que un libro titulado por el nombre de Isa�as debe contener necesariamente nada m�s que lo que es del propio Isa�as. La tradici�n puede haber llegado a decirlo as�; pero la Escritura misma, que lleva marcas inconfundibles de otra �poca que la de Isa�as, nos dice que la tradici�n est� equivocada: y el testimonio de la Escritura es sin duda preferible, especialmente cuando traiciona, como hemos visto, razones suficientes por las que una profec�a , aunque no el de Isa�as, estaba apegado a sus or�culos genuinos e indudables. En cualquier caso, sin embargo, como admite incluso el cr�tico conservador que hemos citado, "para el valor religioso" de la profec�a "la cuesti�n" de la autor�a "es completamente irrelevante".

Percibiremos esto de inmediato cuando nos volvamos ahora para ver cu�l es el valor religioso de nuestra profec�a. Los cap�tulos 25-27 se encuentran en la primera fila de la profec�a evang�lica. En su experiencia de la religi�n, sus caracterizaciones del pueblo de Dios, sus expresiones de fe, sus esperanzas misioneras y sus esperanzas de inmortalidad, son muy ricas y edificantes. Quiz�s su caracter�stica m�s destacada es su designaci�n del pueblo de Dios.

En esta colecci�n de oraciones e himnos, el pueblo de Dios no se considera un cuerpo pol�tico. Solo una vez se les llama naci�n y se habla de ellos en relaci�n con un territorio. Solo dos veces son nombrados con los nombres nacionales de Israel y Jacob. Isa�as 27:6 ; Isa�as 27:9 ; Isa�as 27:12 al rey prometido de Isa�as, sus im�genes de un gobierno justo, su �nfasis en la justicia social y la pureza, su inter�s en la pol�tica exterior de su Estado, sus esperanzas de grandeza nacional y felicidad agr�cola.

En estos cap�tulos, el pueblo de Dios se describe con adjetivos que significan cualidades espirituales. Ya no se alega su nacionalidad, solo su estado de sufrimiento y su hambre y sed de Dios. Los ideales que se presentan para el futuro no son ni pol�ticos ni sociales, sino eclesi�sticos. Vimos cu�n estrechamente estaba relacionada la profec�a de Isa�as con la historia de su tiempo. La gente de esta profec�a parece haber terminado con la historia y solo est� interesada en la adoraci�n.

Y junto con la seguridad del establecimiento continuo de Si�n como el centro de un pueblo santo y seguro, que llena una tierra segura y f�rtil, con la cual, como hemos visto, las indudables visiones de Isa�as se contentan, mientras se callan en cuanto a la destino de los individuos que caen de este futuro a trav�s de la muerte, tenemos las esperanzas m�s abruptas y emocionantes expresadas en la resurrecci�n de estos �ltimos para compartir la gloria de la comunidad redimida y restaurada.

Entre los nombres aplicados al pueblo de Dios hay tres que estaban destinados a desempe�ar un papel enorme en la historia de la religi�n. En la versi�n inglesa aparecen como dos "pobres y necesitados"; pero en el original son tres. En Isa�as 25:4 : "T� has sido baluarte para los pobres y baluarte para los necesitados", pobre traduce una palabra hebrea, " dal " , literalmente vacilante, tambaleante, d�bil, luego delgado o flaco, luego pobre en fortuna y inmuebles; necesitado literalmente traduce el hebreo " 'ebhyon " , lat�n egenus .

En Isa�as 26:6 : "el pie del pobre y las pisadas del necesitado", necesitado, hace " dal ", mientras que pobre hace " ani ", una forma pasiva: forzado, afligido, oprimido, luego desdichado, ya sea bajo persecuci�n. , pobreza, soledad o exilio, y as� domesticado, apacible, manso. Estas tres palabras, en sus ideas fundamentales de enfermedad, necesidad y aflicci�n positiva, cubren entre ellas todos los aspectos de la pobreza f�sica y la angustia. Veamos c�mo llegaron tambi�n a ser expresi�n de las m�s altas virtudes morales y evang�licas.

Si hay algo que distingue al pueblo de la revelaci�n de otras naciones hist�ricas, es la evidencia proporcionada por sus diccionarios del poder de transmutar las experiencias m�s afligidas de la vida en una disposici�n virtuosa y un deseo eficaz por Dios. Vemos esto con mayor claridad si contrastamos el uso que los hebreos hacen de sus palabras para los pobres con el del primer idioma que se emple� para traducir estas palabras: el griego en la versi�n de los Setenta del Antiguo Testamento.

En el temperamento griego hab�a una noble compasi�n por los desdichados; los primeros griegos consideraban a los mendigos como los peculiares protegidos del cielo. La filosof�a griega desarroll� la capacidad de enriquecer el alma en la desgracia; El estoicismo dio una prueba imperecedera de cu�n valientemente un hombre pod�a considerar la pobreza y el dolor como cosas indiferentes, y cu�nto beneficio de tal indiferencia pod�a traer a su alma. Pero en la opini�n vulgar de Grecia, la penuria y la enfermedad eran siempre vergonzosas; y los diccionarios griegos se�alan la degradaci�n de los t�rminos, que al principio simplemente indicaban desventajas f�sicas, en ep�tetos de desprecio o desesperanza.

Es muy sorprendente que no fue hasta que se emplearon para traducir las ideas de pobreza del Antiguo Testamento que el griego. las palabras para "pobre" y "humilde" llegaron a tener un significado honorable. Y en el caso del estoico, que soport� la pobreza o el dolor con tanta indiferencia, no fue precisamente esta indiferencia la que le impidi� descubrir en sus tribulaciones la rica experiencia evang�lica que, como veremos, recay� en la conciencia viva y los nervios sensibles. del hebreo?

Veamos c�mo se desarroll� esta conciencia. En el Este, la pobreza casi nunca significa desventaja f�sica por s� sola: en su tren le siguen mayores discapacidades. Un oriental pobre no puede estar seguro de que se jugar� limpio en los tribunales del pa�s. Muy a menudo es un hombre agraviado, con un fuego de justa ira ardiendo en su pecho. Una vez m�s, y lo que es m�s importante, la desgracia es para el vivo instinto religioso de los orientales un signo del alejamiento de Dios.

Para nosotros, la desgracia es tan a menudo s�lo la crueldad, a veces real, a veces imaginada, de los ricos; el desocupado desahoga su ira contra el capitalista, el vagabundo agita el pu�o tras el carruaje en la carretera. En Oriente no se olvidan de maldecir a los ricos, pero tambi�n recuerdan humillarse bajo la mano de Dios. Con un oriental desafortunado, la convicci�n es suprema, Dios est� enojado conmigo; He perdido su favor. Su alma anhela ansiosamente a Dios.

Por lo tanto, un pobre de Oriente no s�lo tiene hambre de comida: tiene m�s hambre de justicia, m�s hambre de Dios. La pobreza en s� misma, sin ense�anzas ajenas, desarrolla apetitos m�s nobles. Lo f�sico, se vuelve moral, mendigo; pobre en sustancia, se empobrece en esp�ritu. Fue desarrollando, con la ayuda del Esp�ritu de Dios, esta conciencia viva y este profundo deseo de Dios, que en Oriente son el alma misma de la pobreza f�sica, que los jud�os avanzaron hacia ese sentido de pobreza evang�lica de coraz�n, bendecido por Jes�s. en la primera de sus bienaventuranzas como posesi�n del reino de los cielos.

Sin embargo, hasta el exilio, los pobres eran solo una parte del pueblo. En el exilio, toda la naci�n se empobreci�, y de ahora en adelante "los pobres de Dios pueden llegar a ser sin�nimo del pueblo de Dios". Este fue el momento en que las palabras recibieron su bautismo espiritual. Israel sinti� la maldici�n f�sica de la pobreza hasta el extremo de la hambruna. Los dolores, privaciones y terrores que las lenguas simplistas de nuestras c�modas clases medias, mientras cantan los salmos de Israel, se deslizan tan f�cilmente como s�mbolos de su propia experiencia espiritual, los sintieron los hebreos cautivos en todos sus efectos f�sicos concretos. .

Los nobles y los santos, los mansos y los cultos, los sacerdotes, los soldados y los ciudadanos, las mujeres, los j�venes y los ni�os, fueron arrancados del hogar y de la propiedad, privados de la posici�n civil, encarcelados, encadenados, azotados y muertos de hambre. Aprendemos algo de lo que debe haber sido de las palabras que Jerem�as dirigi� a Baruc, un joven de buena familia y excelente cultura: "�Buscas grandes cosas para ti? No las busques, porque he aqu�, traer� el mal sobre toda carne. , dice el Se�or, s�lo tu vida te dar� por presa en todos los lugares adonde fueres.

"Imag�nese una naci�n entera sumida en la pobreza de este grado, no nacida en ella sin haber conocido cosas mejores, ni atrofiada en ella con la sensibilidad y el poder de expresi�n minados, sino sumergida en ella, con la cultura intacta, la conciencia, y recuerdos de la flor del pueblo. Cuando la propia mano de Dios envi� fresca de s� mismo el alma de un poeta al "barro grande" de un labrador de Ayrshire, �qu� revelaci�n recibimos de la angustia, la disciplina y las gracias de la pobreza! Pero en la naci�n jud�a, cuando pas� al exilio, hab�a una veintena de corazones con un apetito por la vida tan intacto como el de Robert Burns; y, peor que �l, fueron a sentir sus dolores fuera de casa.

El genio, la conciencia y el orgullo bebieron hasta las heces en tierra extranjera la amarga copa de los pobres. Los Salmos y Lamentaciones nos muestran c�mo soportaron su veneno. Un estoico griego podr�a burlarse de la queja y los sollozos, la auto-humillaci�n tan extra�amente mezclada con feroces gritos de venganza. Pero el jud�o ten�a en su interior la conciencia de que no permitir� que un hombre sea estoico. Nunca olvid� que fue por su pecado que sufri� y, por lo tanto, para �l el sufrimiento no pod�a ser algo indiferente.

Con esto, su hambre nativa de justicia alcanz� en cautiverio un punto de hambre; su sentimiento de culpa era igualado por una indignaci�n tan sincera hacia el tirano que lo ten�a en sus manos brutales. El sentimiento de alejamiento de Dios aument� a un grado que solo el exilio de un jud�o pod�a excitar: el anhelo de la casa de Dios y el culto l�cito solo all�; el anhelo por el alivio que solo los sacrificios del Templo pod�an otorgar; el anhelo de la presencia de Dios y la luz de su rostro.

"Mi alma tiene sed de ti, mi carne te desea, en una tierra seca y sedienta, donde no hay agua, como te he mirado en el santuario, para ver tu poder y tu gloria. Porque mejor es tu misericordia que la vida". ! "

"�Tu misericordia es mejor que la vida!", Es el secreto de todo. Hay algo que excita en el alma un hambre m�s profunda que el hambre de vida, y de la comida y el dinero que dan vida. Esta pobreza espiritual se engendra m�s ricamente en la penuria f�sica, es lo suficientemente fuerte como para desplazar lo que la alimenta. La pobreza f�sica de Israel que hab�a despertado estas otras ansias del alma - hambre de perd�n, hambre de justicia, hambre de Dios - fue absorbida por ellos; y cuando Israel sali� del exilio, "ser pobre" significaba no tanto ser indigente en la sustancia de este mundo como sentir la necesidad del perd�n, la ausencia de justicia, la falta de Dios.

Es en este momento, como hemos visto, que Isa�as 24:1 ; Isa�as 25:1 ; Isa�as 26:1 ; Isa�as 27:1 fue escrito; y es en el temperamento de este tiempo que las tres palabras hebreas para "pobre" y "necesitado" se usan en los cap�tulos 25 y 26.

Los exiliados que regresaron segu�an siendo pol�ticamente dependientes y abyectamente pobres. Por lo tanto, su disciplina continu� y no les permiti� olvidar sus nuevas lecciones. De hecho, desarrollaron a�n m�s los resultados de estos, hasta que en esta profec�a encontramos no menos de cinco aspectos diferentes de la pobreza espiritual.

1. Ya hemos visto cu�n fuerte es el sentido del pecado en el cap�tulo 24. Esta pobreza de paz no se expresa tan plenamente en los siguientes cap�tulos, y de hecho parece desplazada por el sentido de la "iniquidad de los habitantes de la tierra "y el deseo de su juicio. Isa�as 26:21

2. El sentimiento de pobreza de la justicia es muy fuerte en esta profec�a. Pero es para estar satisfecho; en parte ha quedado satisfecho. Isa�as 25:1 "Una ciudad fuerte", probablemente Babilonia, ha ca�do. "Moab ser� hollado en su lugar, como se pisa la paja en las aguas del muladar". El juicio completo vendr� cuando el Se�or destruya a los dos "Leviatanes" y al gran "Drag�n del oeste".

Isa�as 27:1 Le sigue la restauraci�n de Israel al estado en el que Isa�as Isa�as 5:1 cant� tan dulcemente de ella. "'Vi�a agradable, cantad de ella. Yo, el SE�OR, su Guardi�n, la regar� momento a momento; para que nadie la saquee, de d�a y de noche la guardar�.

"El texto hebreo dice entonces:" La furia no est� en m� "; pero probablemente la versi�n de la Septuaginta ha conservado el significado original:" No tengo muros ". Si esto es correcto, entonces Jehov� est� describiendo el estado actual de Jerusal�n, el cumplimiento de la amenaza de Isa�as 5:6 , Isa�as 5:6 : "Muros no tengo; �Que haya cardos y espinas delante de m�! Con guerra dar� zancadas contra ellos; Los quemar� juntos.

"Pero luego se rompe la alternativa m�s suave de la reconciliaci�n de los enemigos de Jud�:" O de lo contrario, que se apodere de Mi fuerza; que haga la paz conmigo, que haga la paz conmigo. "En tal paz Israel se extender�, y su plenitud se convertir� en la riqueza de los gentiles." En eso pronto Jacob echar� ra�ces, Israel florecer� y reverdecer�. y llenar� de fruto la faz del mundo ".

Quiz�s los gritos m�s salvajes que surgieron de la hambruna de justicia de Israel fueron los que encontraron expresi�n en el cap�tulo 34. Este cap�tulo es en gran medida una repetici�n de sentimientos que ya hemos encontrado en otras partes del Libro de Isa�as, que ahora es necesario solo mencionar su caracter�sticas originales. El tema es, como en el cap�tulo 13, el juicio del Se�or sobre todas las naciones; y as� como el cap�tulo 13 se�ala a Babilonia como destino especial, el cap�tulo 34 se�ala a Edom.

La raz�n de esta distinci�n ser� muy clara para el lector del Antiguo Testamento. Desde el d�a en que los gemelos lucharon en el vientre de su madre Rebeca, Israel y Edom estaban en guerra abierta o ard�an el uno hacia el otro con un odio que era m�s intenso por querer oportunidades de gratificaci�n. Es una edici�n oriental de los peores cap�tulos de la historia de Inglaterra e Irlanda. No hubo masacres m�s sangrientas que mancharon las manos de los jud�os que las que asistieron a sus invasiones de Edom, y los salmos de venganza jud�os nunca son m�s flagrantes que cuando tocan el nombre de los hijos de Esa�.

La �nica expresi�n amable del Antiguo Testamento sobre el enemigo hereditario de Israel es un enigma sin consuelo. El "Or�culo para Duma" de Isa�as 22:11 , Isa�as 22:11 f. muestra que incluso ese profeta de gran coraz�n, ante el resentimiento de toda la vida de su pueblo por la total falta de aprecio de Edom por la superioridad espiritual de Israel, pod�a ofrecerle a Edom, aunque por el momento sumiso e inquisitivo, nada m�s que una respuesta triste y ambigua.

Edom e Israel, cada uno a su manera, se regocijaron por las desgracias del otro: Israel con una amarga s�tira cuando la inexpugnable cordillera de Edom fue tomada traidoramente y arrasada por sus aliados; Abd�as 1:4 Edom, con los h�bitos hostigadores y saqueadores de una tribu de las tierras altas, aferr�ndose a las faldas de los grandes enemigos de Jud� y cortando a los jud�os fugitivos, o vendi�ndolos como esclavos, o completando malignamente la ruina de los muros de Jerusal�n despu�s su derrocamiento por los caldeos.

Abd�as 1:10 ; Ezequiel 35:10 En "la disputa de Sion" con las naciones del mundo, Edom hab�a tomado el lado equivocado, su naturaleza profana y terrenal, incapaz de comprender las demandas espirituales de su hermano y, por lo tanto, le ten�a envidia, con la malicia brutal. de ignorancia, y con rencor a ayudar a desilusionar tales afirmaciones.

Esto es lo que debemos recordar cuando leemos los indignados vers�culos del cap�tulo 34. Israel, consciente de su llamado espiritual en el mundo, sinti� un amargo resentimiento de que su propio hermano fuera tan vulgarmente hostil a sus intentos de llevarlo a cabo. No es nuestro deseo defender el temperamento de Israel hacia Edom. El silencio de Cristo ante el Herodes edomita y sus hombres de guerra ha ense�ado a los siervos espirituales de Dios cu�l es su actitud adecuada hacia el tratamiento maligno y obsceno de sus pretensiones por parte de hombres vulgares.

Pero al menos recordemos que el cap�tulo 34, a pesar de toda su fiereza, est� inspirado por la convicci�n de Israel de un destino espiritual y servicio para Dios, y por el resentimiento natural de que sus propios parientes y parientes deben hacer todo lo posible para hacerlos in�tiles. Que una hambruna de pan haga delirar a sus v�ctimas no nos tienta a dudar de la autenticidad de su necesidad y sufrimiento. Como poco debemos dudar o ignorar la realidad o la pureza de esas convicciones espirituales, cuya prolongada inanici�n engendr� en Israel un odio tan febril contra su hermano gemelo Esa�. El cap�tulo 34, con toda su orgullosa profec�a de juicio, lo es. por lo tanto, tambi�n un s�ntoma de ese aspecto de la pobreza de coraz�n de Israel, que hemos llamado hambre de la justicia divina.

3. POBREZA DEL EXILIO. Pero as� como las bellas flores florecen sobre tallos �speros, as� de los severos desaf�os de la justicia de Israel surgen dulces oraciones por el hogar. El cap�tulo 34, la efusi�n de venganza sobre Edom, es seguido por el cap�tulo 35, la salida de la esperanza al regreso del exilio y el establecimiento de los redimidos del Se�or en Si�n. El cap�tulo 35 se abre con una perspectiva m�s all� del regreso, pero despu�s de los dos primeros vers�culos se dirige al pueblo a�n en cautiverio extranjero, hablando de su salvaci�n ( Isa�as 35:3 ), de los milagros que ocurrir�n en ellos mismos ( Isa�as 35:5 ) y en el desierto entre ellos y su hogar ( Isa�as 35:6 ), de la calzada que Dios construir�, evidente y segura ( Isa�as 35:8), y de la llegada final a Si�n ( Isa�as 35:10 ).

En esa marcha desaparecer�n las habituales decepciones e ilusiones de la vida en el desierto. El "espejismo se convertir� en estanque"; y la mata de vegetaci�n que a lo lejos el viajero apresurado busca una se�al de agua, pero que al acercarse descubre que es la hierba seca de la guarida de un chacal, ser�n en verdad juncos y juncos, verdes en agua dulce. De esta exuberante fertilidad surge en el pensamiento del profeta una gran calzada, en la que la poes�a del cap�tulo se concentra y alcanza su punto culminante.

�No hemos olvidado los de este siglo XIX, con nuestros medios de paso m�s r�pidos, la poes�a del camino? �Somos capaces de apreciar la utilidad intr�nseca o el gracioso simbolismo del camino del rey? �C�mo podemos saberlo como lo sab�an los escritores de la Biblia o nuestros antepasados ??cuando hicieron del camino la l�nea principal de sus alegor�as y par�bolas de la vida? Escuchemos estos vers�culos mientras tocan las tres grandes notas en la m�sica del camino: "Y habr� all� una calzada y un camino; s�, el Camino de la Santidad se llamar�, porque el inmundo no pasar� it ": eso es lo que distingue este camino de todos los dem�s caminos.

Pero esto es lo que es un camino. Primero, ser� inequ�vocamente claro: "El caminante, s�, los necios, no se equivocar� en �l". En segundo lugar, estar� perfectamente seguro. "No habr� all� le�n, ni subir� sobre �l bestia rapaz; no se encontrar�n all�". Tercero, traer� una llegada segura y asegurar� un alcance completo: "Y los redimidos del Se�or volver�n y vendr�n con c�nticos a Sion, y el gozo eterno estar� sobre sus cabezas; alcanzar�n el gozo y el gozo, y la tristeza y el suspiro huir� ".

4. Entonces Israel deb�a regresar a casa. Pero para Israel, el hogar significaba el Templo, y el Templo significaba Dios. La pobreza del exilio era, en esencia, pobreza de Dios, pobreza de amor. Las oraciones que expresan esto son muy hermosas, que se arrastran como animales heridos a los pies de su amo y miran hacia Su rostro con grandes ojos de dolor. "Y dir�n en aquel d�a: He aqu�, este es nuestro Dios; le hemos esperado para que nos salve; este es el Se�or; le hemos esperado; nos regocijaremos y nos alegraremos en su salvaci�n.

. S�, en el camino de tus ordenanzas, oh Se�or, te hemos esperado; a tu nombre ya tu memoria fue el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche; s�, por mi esp�ritu dentro de m� te busco con la aurora ". Isa�as 25:9 ; Isa�as 26:8

Una vez le preguntaron a un explorador del �rtico si durante ocho meses de lenta inanici�n que �l y sus compa�eros soportaron, sufrieron mucho los dolores del hambre. No, respondi�, los perdimos en el sentido de abandono en el sentimiento de que nuestros compatriotas nos hab�an olvidado y no ven�an al rescate. No fue hasta que fuimos rescatados y miramos rostros humanos que sentimos cu�n hambrientos est�bamos. As� ocurre siempre con los pobres de Dios.

Olvidan todas las dem�s necesidades, como hizo Israel, en su necesidad de Dios. Su pobreza exterior es solo la mala hierba de la viudez de su coraz�n. "Pero Jehov� de los ej�rcitos har� a todos los pueblos de este monte banquete de manjares, banquete de vinos con l�as, gordos con m�dula, vinos con l�as refinados". Solo necesitamos notar aqu� �porque surgir� para un tratamiento detallado en relaci�n con la segunda mitad de Isa�as� que el centro de la vida restaurada de Israel ser� el Templo, no, como en los d�as de Isa�as, el rey; que sus dispersos se reunir�n de todas partes del mundo al sonido de la trompeta del templo; y que su vida nacional consistir� en la adoraci�n. cf. Isa�as 27:13

Estos eran entonces cuatro aspectos de la pobreza de coraz�n de Israel: hambre de perd�n, hambre de justicia, hambre de hogar y hambre de Dios. Para los jud�os que regresaban, estas necesidades fueron satisfechas solo para revelar una pobreza a�n m�s profunda, cuya queja y consuelo debemos reservar para otro cap�tulo.

Versículos 1-22

LIBRO 5

PROFEC�AS NO RELACIONADAS CON EL TIEMPO DE ISA�AS

En los primeros treinta y nueve cap�tulos del Libro de Isa�as, la mitad que se refiere a la propia carrera del profeta y a la pol�tica contempor�nea con eso, encontramos cuatro o cinco profec�as que no contienen ninguna referencia al propio Isa�as ni a ning�n rey jud�o bajo el cual �l trabaj�, y pint� tanto a Israel como al mundo extranjero en un estado muy diferente al que se encontraban durante su vida. Estas profec�as son el cap�tulo 13, un or�culo que anuncia la ca�da de Babilonia, con su ap�ndice, Isa�as 14:1, la promesa de la liberaci�n de Israel y una oda sobre la ca�da del tirano babil�nico; Los cap�tulos 24-27, una serie de visiones de la ruptura del universo, de la restauraci�n del exilio e incluso de la resurrecci�n de entre los muertos; cap�tulo 34, la venganza del Se�or sobre Edom; y el cap�tulo 35, Canci�n de regreso del exilio.

En estas profec�as, Asiria ya no es la fuerza mundial dominante, ni Jerusal�n la fortaleza inviolable de Dios y Su pueblo. Si se menciona a Asiria o Egipto, es s�lo como uno de los tres enemigos cl�sicos de Israel; y se representa a Babilonia como la cabeza y el frente del mundo hostil. Los jud�os ya no gozan de libertad pol�tica ni posesi�n de su propia tierra; est�n en el exilio o acaban de regresar de �l a un pa�s despoblado.

Con estas circunstancias cambiantes, viene otro temperamento y una nueva doctrina. El horizonte es diferente, y las esperanzas que brotan al amanecer sobre �l no son exactamente las mismas que hemos contemplado con Isa�as en su futuro inmediato. Ya no es el rechazo del invasor pagano; la inviolabilidad de la ciudad sagrada; la recuperaci�n del pueblo del impacto del ataque y de la tierra del pisoteo de los ej�rcitos.

Pero es el pueblo en el exilio, el derrocamiento del tirano en su propia casa, la apertura de las puertas de la prisi�n, el trazado de una carretera a trav�s del desierto, el triunfo del regreso y la reanudaci�n de la adoraci�n. Adem�s, hay una promesa de la resurrecci�n, que no hemos encontrado en las profec�as que hemos considerado.

Con tales diferencias, no es maravilloso que muchos hayan negado la autor�a de estas pocas profec�as a Isa�as. �sta es una cuesti�n que se puede considerar con calma. No toca ning�n dogma de la fe cristiana. Especialmente no involucra la otra pregunta, tan a menudo -y, nos atrevemos a decir, tan injustamente- comenzada en este punto: �No podr�a el Esp�ritu de Dios haber inspirado a Isa�as a prever todo lo que las profec�as en cuesti�n predicen, a pesar de que �l vivi�? �M�s de un siglo antes de que la gente estuviera en condiciones de comprenderlos? Ciertamente, Dios es todopoderoso.

La pregunta no es: �Pudo haber hecho esto? pero uno algo diferente: �Lo hizo? ya esto s�lo se puede obtener una respuesta de las profec�as mismas. Si estos se�alan la hostilidad o el cautiverio babil�nico como ya sobre Israel, este es un testimonio de la Escritura misma, que no podemos pasar por alto, y al lado del cual incluso rastros incuestionables de similitud con el estilo de Isa�as o el hecho de que estos or�culos est�n relacionados con el propio e indudable de Isa�as. las profec�as tienen poco peso.

Los "hechos" de estilo ser�n considerados con sospecha por cualquiera que sepa c�mo los emplean ambas partes en una cuesti�n como �sta; mientras que la certeza de que el Libro de Isa�as fue puesto en su forma actual posteriormente a su vida permitir�, -y el prop�sito evidente de la Escritura de asegurar la impresi�n moral en lugar de la sucesi�n hist�rica lo explicar�- que los or�culos posteriores est�n vinculados con declaraciones incuestionables de Isa�as.

S�lo una de las profec�as en cuesti�n confirma la tradici�n de que es por Isa�as, a saber , el cap�tulo 13, que lleva el t�tulo "Or�culo de Babilonia que Isa�as, hijo de Amoz, vio"; pero los t�tulos son en s� mismos tanto el informe de la tradici�n, al ser de una fecha posterior al resto del texto, que es mejor discutir la cuesti�n aparte de ellos.

Por otro lado, la autor�a de Isa�as de estas profec�as, o al menos la posibilidad de que las haya escrito, generalmente se defiende apelando a su promesa de regresar del exilio en el cap�tulo 11 y su amenaza de un cautiverio babil�nico en el cap�tulo 39. Este es un argumento que no ha sido aceptado de manera justa por aquellos que niegan la autor�a Isai�nica de los cap�tulos 13-14, 23, 24-28 y 35. Es un argumento fuerte, porque si bien, como hemos visto, hay buenas bases para creyendo que Isa�as probablemente hizo una predicci�n de un cautiverio babil�nico como se le atribuye en Isa�as 39:6 , casi todos los cr�ticos est�n de acuerdo en dejarle el cap�tulo 11 a �l.

Pero si el cap�tulo 11 es de Isa�as, entonces sin duda habl� de un exilio mucho m�s extenso que el que hab�a tenido lugar en su propia �poca. Sin embargo, incluso esta capacidad en 11 para predecir un exilio tan vasto no explica los pasajes en 13-14: 23, 24-27, que representan el exilio como presente o como realmente terminado. Nadie que lea estos Cap�tulos sin prejuicios puede dejar de sentir la fuerza de tales pasajes que lo llevan a decidirse por una autor�a ex�lica o post-ex�lica.

Otro argumento en contra de atribuir estas profec�as a Isa�as es que sus visiones de las �ltimas cosas, que representan un juicio sobre el mundo entero, e incluso la destrucci�n de todo el universo material, son incompatibles con la esperanza m�s elevada y final de Isa�as de una Si�n inviolable. al fin aliviado y seguro, de una tierra libre de invasiones y maravillosamente f�rtil, con todo el mundo convertido, Asiria y Egipto, reunidos a su alrededor como centro.

Esta cuesti�n, sin embargo, se complica seriamente por el hecho de que en su juventud Isa�as profetiz� indudablemente un temblor del mundo entero y la destrucci�n de sus habitantes, y por la probabilidad de que su vejez sobreviviera a un per�odo cuya abundancia de pecado volver�a a hacer naturales predicciones de juicio al por mayor como las que encontramos en el cap�tulo 24.

A�n as�, dejemos que la cuesti�n de la escatolog�a sea tan oscura como hemos mostrado, queda esta cuesti�n clara. En algunos Cap�tulos del Libro de Isa�as, que, por nuestro conocimiento de las circunstancias de su �poca, sabemos que debi� haber sido publicado mientras estaba vivo, nos enteramos de que el pueblo jud�o nunca ha abandonado su tierra, ni perdido su independencia bajo el El ungido de Jehov�, y que la inviolabilidad de Si�n y la retirada de los invasores asirios de Jud�, sin afectar el cautiverio de los jud�os, son absolutamente esenciales para la resistencia del reino de Dios en la Tierra.

En otros cap�tulos encontramos que los jud�os han abandonado su tierra, han estado mucho tiempo en el exilio (o de otros pasajes acaban de regresar), y que lo esencial religioso ya no es la independencia del Estado jud�o bajo un rey teocr�tico, sino solo la reanudaci�n del culto en el templo. �Es posible que un hombre haya escrito estos dos cap�tulos? �Es posible que una edad lo haga? los ha producido? �sa es toda la cuesti�n.

Versículos 14-19

CAPITULO XXX

LA RESURRECCI�N

Isa�as 26:14 ; Isa�as 25:6

OTORGADO el perd�n, la justicia, el Templo y el Dios, que ahora disfrutaban los exiliados que regresaban, la posesi�n de �stos s�lo hace m�s dolorosa la brevedad de la vida misma. Esta vida es un vaso demasiado superficial y fr�gil para mantener la paz, la justicia, la adoraci�n y el amor de Dios. San Pablo ha dicho: "Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los m�s miserables de todos los hombres". �De qu� sirve haber sido perdonado, haber recuperado Tierra Santa y el rostro de Dios, si los queridos muertos son abandonados en las tumbas del exilio y todos los vivos deben pasar pronto a ese cautiverio, del que no hay retorno?

Debieron ser pensamientos como estos, los que llevaron a la expresi�n de una de las m�s abruptas y poderosas de las pocas esperanzas de resurrecci�n que contiene el Antiguo Testamento. Esta esperanza, que aligera Isa�as 25:7 , irrumpe de nuevo -sin conexi�n l�gica con el contexto- en Isa�as 26:14 .

La versi�n en ingl�s hace que Isa�as 26:14 contin�e la referencia a los "se�ores", a quienes en Isa�as 26:13 Israel confiesa haber servido en lugar de Jehov�. "Han muerto, no vivir�n; han muerto, no resucitar�n.

"Nuestros traductores han introducido as� en su versi�n el verbo" ellos son ", del cual el original no tiene rastro. En el original," muertos "y" fallecidos "(literalmente" sombras ") son ellos mismos el sujeto de la oraci�n. un tema nuevo y sin conexi�n l�gica con lo anterior. Por lo tanto, la traducci�n literal de Isa�as 26:14 dice: "Los muertos no viven; las sombras no se levantan; por tanto, las visitas y las destruyes, y perece todo recuerdo de ellas.

"El profeta declara un hecho y extrae una inferencia. El hecho es que nadie ha regresado jam�s de entre los muertos; la inferencia, es que es la visitaci�n o sentencia de Dios la que se ha pronunciado sobre ellos, y realmente han dejado de existir. Pero cu�n intolerable es este pensamiento en presencia del otro hecho de que Dios aqu� en la tierra arriba gloriosamente engrandeci� y estableci� a su pueblo ( Isa�as 26:15 ).

"Has aumentado la naci�n, Jehov�; Has aumentado la naci�n. Te has cubierto de gloria; Has ampliado todos los l�mites de la tierra." A esto sigue un verso ( Isa�as 26:16 ), cuyo sentido es oscuro, pero palpable. "Se siente" para significar que el contraste que el profeta acaba de pintar entre la muerte absoluta de los muertos y la gloria de la Iglesia sobre el suelo es la causa de gran desesperaci�n y gemido: "Oh Jehov�, en El Problema te suplican; ellos derraman encantamientos cuando Tu disciplina est� sobre ellos.

"Frente al Problema y la Disciplina por excelencia de Dios, �qu� m�s puede hacer el hombre sino acudir a Dios? Dios envi� la muerte; en la muerte �l es el �nico recurso. Los sentimientos de Israel en presencia del Problema se expresan ahora en Isa�as 26:17 : "Como la mujer encinta que se acerca al momento de su parto, se retuerce y grita en sus dolores, as� hemos sido delante de ti, oh Jehov�.

"Tu Iglesia en la tierra est� pre�ada de una vida, que la muerte no permite que venga al nacimiento." Hemos estado encinta; hemos estado en dolores, por as� decirlo; hemos tra�do viento; no hacemos la tierra, "a pesar de todo lo que realmente hemos logrado sobre ella en nuestro regreso, nuestra restauraci�n y nuestro disfrute de Tu presencia -" no hacemos a la tierra salvaci�n, ni nacen los habitantes del mundo ".

Las cifras est�n en negrita. Israel logra, por la gracia de Dios, todo menos la recuperaci�n de sus muertos; esto, que es lo �nico que vale la pena llamar salvaci�n, sigue faltando a su gran historial de liberaciones. El Israel vivo ha sido restaurado, pero �qu� peque�a proporci�n del pueblo es! Las tumbas del hogar y del exilio no entregan a sus muertos. Estos no nacen de nuevo para ser habitantes del mundo superior.

Las cifras son audaces, pero m�s audaz es la esperanza que se desprende de ellas. Como cuando suena la trompeta, Isa�as 26:19 repica la promesa de la resurrecci�n; repite la promesa, a pesar de toda la experiencia, sin apoyo de ning�n argumento, y con la fuerza de su propia m�sica inherente. "�Tus muertos vivir�n! �Mis cad�veres se levantar�n!" El cambio del pronombre personal es singularmente dram�tico.

El Israel retornado es el orador, primero hablando para s� misma: "tus muertos", como si estuviera en la tierra despoblada, frente a todas sus casas en ruinas, y solo los sepulcros de las edades permanecen sombr�os y firmes, se dirigi� a un doble desesperado de s� misma. ; y en segundo lugar hablando de ella misma: "mis cad�veres", como si todos los habitantes de estas tumbas, aunque muertos, fueran todav�a suyos, todav�a parte de ella, el Israel vivo, y capaces de levantarse y bendecir con su n�mero a su afligida madre. . A estos se dirige ahora: "Despertad y cantad, moradores del polvo, porque un roc�o de luces es tu roc�o, y la tierra trae muertos".

Si uno ha visto un lugar de tumbas en Oriente, apreciar� los elementos de esta figura, que toma "polvo" por muerte y "roc�o" por vida. Con nuestros cementerios h�medos, el "moho" se ha convertido en el atav�o tradicional de la muerte; pero donde bajo el ardiente sol de Oriente las cosas no se pudren en formas inferiores de vida, sino que se desmoronan en un polvo sin savia, que no mantendr� a un gusano en la vida, el "polvo" es el s�mbolo natural de la muerte.

Cuando mueren, los hombres no van a alimentar con grasa el moho, sino "al polvo"; y all� calla el pie de los vivientes, y su voz se ahoga, y la luz se espesa y se retira, como si se arrastrase para morir. Las �nicas criaturas que comienza el visitante son murci�lagos t�midos e inmundos, que revolotean y susurran sobre �l como los fantasmas de los muertos. No hay flores en un cementerio oriental; y las ramas marchitas y otros adornos est�n densamente espolvoreados con el mismo polvo que ahoga, silencia y oscurece todo.

De ah� que la concepci�n sem�tica del inframundo estuviera dominada por el polvo. No fue el agua, ni el fuego, ni la escarcha, ni la oscuridad total, lo que hizo horrible la prisi�n infernal, sino que sobre su piso y vigas, talladas en las ra�ces y costillas de las monta�as primigenias, el polvo yac�a profundo y asfixiante. En medio de todos los horrores que imagin� para los muertos, Dante no incluy� uno m�s espantoso que el horror del polvo. La imagen que los semitas del norte ten�an ante ellos cuando volvieron sus rostros hacia la pared era de este tipo.

La casa de las tinieblas

Los hombres de la casa entran, pero no pueden salir,

Los hombres del camino van, pero no pueden regresar.

La casa de cuyos habitantes se retira la luz,

El lugar donde el polvo es su alimento, su alimento arcilla.

La luz no ven; en la oscuridad habitan.

Est�n vestidos como p�jaros, todos con alas batientes.

Sobre la puerta y los postes de la puerta, el polvo es profundo.

O, entonces, un sepulcro oriental, o este su doble infernal, se abr�a ante los ojos del profeta. �Qu� m�s final y desesperado que el polvo y la oscuridad de �l?

Pero para el polvo hay roc�o, e incluso a los cementerios llega la ma�ana que trae roc�o y luz juntos. La maravilla del roc�o es que viene de un cielo despejado y que se vislumbra con el amanecer. Si el oriental mira hacia arriba cuando cae el roc�o, no ve nada que agradecer entre �l y las estrellas. Si ve roc�o por la ma�ana, es igual de l�quido y brillo; parece destilar de los rayos del sol: "el sol, que sale con curaci�n debajo de sus alas".

"El roc�o es, pues, doblemente" roc�o de luz ". Pero nuestro profeta atribuye el roc�o de Dios, es decir, que no resucitar� a los muertos, ni a las estrellas ni a la aurora, sino, debido a su poder divino, a esa gloria celestial m�s elevada que los hebreos. concebido para haber existido antes del sol, y al que llamaron, como llamaron a su Dios, por el plural de majestad: "Un roc�o de luces es tu roc�o". Cf. Santiago 1:17 Como, cuando llega el amanecer, la ca�da las flores de ayer se ven erguidas y resplandecientes con el roc�o, cada espiga una corona de gloria, as� tambi�n ser� la resurrecci�n de los muertos.

No hay sombra de una raz�n para limitar esta promesa a aquello a lo que se han limitado algunos otros pasajes de resurrecci�n en el Antiguo Testamento: una restauraci�n corporativa del santo Estado o Iglesia. Esta es la resurrecci�n de sus miembros individuales a una comunidad que ya est� restaurada, la recuperaci�n por parte de Israel de sus hombres y mujeres muertos de sus tumbas separadas, cada uno con su propia frescura y belleza, en esa gloriosa ma�ana en la que saldr� el sol de justicia. , con sanaci�n bajo Sus alas: "�Tu roc�o, oh Jehov�!"

Con tanta frecuencia se intenta rastrear las esperanzas de resurrecci�n, que rompen el silencio imperante del Antiguo Testamento sobre una vida futura, hasta las influencias extranjeras experimentadas en el exilio, que conviene subrayar el origen y la ocasi�n de las esperanzas que se expresan. tan abruptamente en este pasaje. Seguramente nada podr�a estar m�s inextricablemente entretejido con la fortuna nacional de Israel, ya que nada podr�a ser m�s nativo y original para el temperamento de Israel que los vers�culos que acabamos de exponer.

No necesitamos negar que su residencia entre un pueblo, acostumbrado como estaban los babilonios a creer en la resurrecci�n, pudo haber derretido en los jud�os esa reserva que el Antiguo Testamento muestra claramente que exhib�an hacia una vida futura. Los propios babilonios hab�an recibido la mayor�a de sus sugerencias sobre el pr�ximo mundo de una raza no semita; y, por tanto, no ser�a de imaginar nada ajeno a los m�todos comprobados de la Providencia si supusi�ramos que los hebreos, que demostraron lo que ya hemos llamado la falta sem�tica de inter�s en una vida futura, estuvieran intelectualmente templados por sus asociaciones extranjeras con una disposici�n a recibir cualquier sugerencia de inmortalidad que el Esp�ritu de Dios pudiera ofrecerles a trav�s de su propia experiencia religiosa.

Que fue este �ltimo, que fue la causa efectiva de las esperanzas de Israel de la resurrecci�n de sus muertos, nuestro pasaje pone m�s all� de toda duda. El cap�tulo 26 nos muestra que la ocasi�n de estas esperanzas fue lo que no se suele advertir: la desilusi�n del exiliado que regresa por la escasa repoblaci�n del territorio sagrado. Una restauraci�n del Estado o de la comunidad no era suficiente: el coraz�n de Israel quer�a recuperar en su n�mero a sus hijos e hijas muertos.

Si la ocasi�n de estas esperanzas fue, pues, un acontecimiento en la propia historia nacional de Israel, y si el impulso que las impuls� fue dado por un instinto tan natural de su propio coraz�n, Israel estaba igualmente en deuda consigo misma por las convicciones de que el instinto no era en vano. . Nada es m�s claro en nuestro pasaje que el primer motivo de esperanza de Israel en una vida futura fue su reflexi�n simple e inexperta sobre el poder de su Dios.

La muerte fue Su castigo. La muerte vino de �l y permaneci� en su poder. Seguramente �l lo librar�a. Esta era una creencia muy antigua en Israel. "El Se�or mata y da vida; hace descender al Seol y hace subir". Tales palabras, por supuesto, podr�an ser solo una cifra extrema para la recuperaci�n de una enfermedad, y el silencio de un santo tan grande como Ezequ�as acerca de cualquier otro problema en la vida que no sea la convalecencia de una enfermedad mortal nos hace dudar de si un israelita alguna vez pens� en una resurrecci�n.

Pero a�n estaba la omnipotencia de Jehov�; un hombre podr�a descansar su futuro en eso, incluso si no tuviera luz para pensar qu� clase de futuro ser�a. Por tanto, f�jense en nuestro pasaje, c�mo la confianza se deriva principalmente de la simple pronunciaci�n del nombre de Jehov�, y c�mo �l es aclamado como "nuestro Dios". Al profeta le parece suficiente conectar la vida con �l y decir simplemente: "Tu roc�o". As� como la muerte es la propia disciplina de Dios, la vida, "tu roc�o", tambi�n est� con �l.

As�, en su fundamento, la doctrina del Antiguo Testamento de la resurrecci�n no es m�s que la convicci�n de la suficiencia de Dios mismo, una convicci�n que Cristo se volvi� sobre s� mismo cuando dijo: "Yo soy la Resurrecci�n y la Vida. Porque yo vivo, vosotros tambi�n vivir�is. . "

Si hay alg�n objeto que en esta imagen de una resurrecci�n no tenemos una persuasi�n real de la inmortalidad, sino simplemente el deseo natural, aunque imposible, de un pueblo afligido de que sus muertos se levanten hoy de sus tumbas para compartir el regreso y la gloria de hoy, un avivamiento como especial y extraordinaria como la aparici�n de los muertos en las calles de Jerusal�n cuando se llev� a cabo la Expiaci�n, pero de ninguna manera esa resurrecci�n general en el �ltimo d�a, que es un art�culo de la fe cristiana; si alguien presenta esta objeci�n, entonces refi�rase a la promesa anterior de inmortalidad en el cap�tulo 25.

El car�cter universal y final de la promesa hecha all� es tan evidente como de aquello por lo que Pablo tom� prestados sus t�rminos para expresar las consecuencias absolutas de la resurrecci�n del Hijo de Dios: "La muerte es absorbida por la victoria". Porque el profeta, habiendo descrito en Isa�as 25:6 la restauraci�n del pueblo, a quien el exilio hab�a muerto de hambre con una hambruna de ordenanzas, a "una fiesta en Sion de manjares y vinos con l�as bien refinados", da a entender que tan ciertamente como El exilio ha sido abolido, con su escasez de relaciones espirituales, por lo que ciertamente Dios mismo destruir� la muerte: "Y la tragar� en esta monta�a" (tal vez se imagina, como el sol devora la niebla de la ma�ana en las colinas) "la m�scara del velo, el velo que cubre todos los pueblos,

Destruy� la muerte para siempre, y el Se�or Jehov� enjugar� las l�grimas de todos los rostros, y quitar� el oprobio de su pueblo de toda la tierra, porque Jehov� lo ha dicho. Y dir�n en aquel d�a: He aqu�, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y �l nos salvar�; este es Jehov�: le hemos esperado; nos regocijaremos y nos alegraremos en su salvaci�n. �As�, por encima de todas las dudas, ya pesar de la experiencia humana universal, el profeta depende para la inmortalidad de Dios mismo.

En Isa�as 26:3 nuestra versi�n traduce bellamente: "Le guardar�s paz imperfecta al cuyo pensamiento est� en ti, porque en ti conf�a". Esta es una confianza v�lida tanto para la pr�xima vida como para esta. "Por tanto, conf�en en el Se�or para siempre". Am�n.

Dios Todopoderoso, te alabamos porque, en la debilidad de todo nuestro amor y la oscuridad de todo nuestro conocimiento antes de la muerte, has puesto la seguridad de la vida eterna en la fe simple sobre ti mismo. Dejemos que esta fe sea nuestra en abundancia. Por tu omnipotencia, por tu justicia, por el amor que nos has concedido, nos levantamos y descansamos en tu palabra: "Porque yo vivo, t� tambi�n vivir�s". Oh, mantennos firmes en uni�n contigo mismo, por Jesucristo nuestro Se�or. Am�n.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 26". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/isaiah-26.html.