Bible Commentaries
Isaías 47

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-15

Isa�as 44:1 ; Isa�as 45:1 ; Isa�as 46:1 ; Isa�as 47:1 ; Isa�as 48:1

CAPITULO IX

CUATRO PUNTOS DE UNA VERDADERA RELIGI�N

Isa�as 43:1 - Isa�as 48:1

Ahora hemos examinado las verdades gobernantes de Isa�as 40:1 ; Isa�as 41:1 ; Isa�as 42:1 ; Isa�as 43:1 ; Isa�as 44:1 ; Isa�as 45:1 ; Isa�as 46:1 ; Isa�as 47:1 ; Isa�as 48:1 : el Dios �nico, omnipotente y justo; el Pueblo �nico, Sus siervos y testigos del mundo; la nada de todos los dem�s dioses e �dolos ante �l; la vanidad y la ignorancia de sus adivinos, en comparaci�n con su poder, quien, debido a que tiene un prop�sito que opera a lo largo de toda la historia, y es fiel a �l y todopoderoso para llevarlo a cabo, puede inspirar a sus profetas a declarar de antemano los hechos que vendr�n. ser.

Ha llevado cautivo a su pueblo por un tiempo determinado, cuyo fin est� ahora cerca. Ciro el persa, ya en el horizonte y amenazando a Babilonia, ser� su libertador. Pero a quienquiera que �l levante en nombre de Israel, Dios mismo es siempre su principal campe�n. No solo est� Su palabra sobre ellos, sino que Su coraz�n est� entre ellos. �l lleva la peor parte de su batalla, y su liberaci�n, pol�tica y espiritual, es Su propia aflicci�n y agon�a. A quienquiera que convoque en el escenario, sigue siendo el verdadero h�roe del drama.

Ahora, los cap�tulos 43-48 son simplemente la elaboraci�n y la oferta m�s urgente de todas estas verdades, bajo el sentido del r�pido acercamiento de Ciro a Babilonia. Declaran de nuevo la unidad, omnipotencia y justicia de Dios, confirman el perd�n de su pueblo, repiten la risa de los �dolos, nos dan una visi�n m�s cercana de Ciro, responden a las dudas que muchos israelitas ortodoxos sent�an acerca de este Mes�as gentil; Los cap�tulos 46 y 47 describen a Babilonia como si estuviera en la v�spera de su ca�da, y el cap�tulo 48, despu�s de que Jehov� presiona m�s urgentemente que nunca sobre Israel reacio para mostrar los resultados de su disciplina en Babilonia, termina con un llamado a dejar la ciudad maldita, como si el camino estuviera finalmente abierto.

Este llamado ha sido tomado como la marca de una divisi�n definida de nuestra profec�a. Pero no se le debe poner demasiado. De hecho, es el primer llamado a partir de Babilonia; pero no es el �ltimo. Y aunque el cap�tulo 49, y el cap�tulo siguiente, hablan m�s de la Restauraci�n de Si�n y menos del cautiverio, sin embargo, el cap�tulo 49 est� estrechamente relacionado con el cap�tulo 48, y finalmente no dejamos atr�s a Babilonia hasta Isa�as 52:12 . Sin embargo, mientras tanto, el cap�tulo 48 constituir� un punto conveniente sobre el que mantener la vista.

Ciro, cuando lo vimos por �ltima vez, estaba a orillas del Halys, 546 a. C., sorprendiendo a Creso y al Imperio de Lidia en esfuerzos extraordinarios, tanto de tipo religioso como pol�tico, para evitar su ataque. Acababa de llegar de un intento fallido en la frontera norte de Babilonia, y al principio parec�a que no iba a encontrar mejor fortuna en la frontera occidental de Lidia. A pesar de su superioridad num�rica, el ej�rcito de Lidia mantuvo el terreno en el que se enfrent� a ellos en la batalla.

Pero Creso, pensando que la guerra hab�a terminado para la temporada, retrocedi� poco despu�s sobre Sardis, y Ciro, sigui�ndolo con marchas forzadas, lo sorprendi� bajo los muros de la ciudad, derrot� a la famosa caballer�a lidia con el nuevo terror de su camellos, y despu�s de un asedio de catorce d�as envi� algunos soldados a escalar un lado de la ciudadela demasiado empinado para ser custodiado por los defensores; y as� Sardis, su rey y su imperio, yac�a a sus pies.

Esta campa�a lidia de Ciro, que est� relatada por Her�doto, es digna de menci�n aqu� por la luz que arroja sobre el car�cter del hombre, a quien, seg�n nuestra profec�a, Dios eligi� para ser Su principal instrumento en esa generaci�n. Si su regreso de Babilonia, ocho a�os antes de que se le concediera una entrada f�cil a su capital, muestra la paciencia con la que Ciro pod�a esperar la fortuna, su r�pida marcha sobre Sardis es la brillante evidencia de que cuando la fortuna le mostr� el camino, encontr� a este persa un seguidor obediente y puntual.

La campa�a de Lidia constituye una ilustraci�n tan buena como la que encontraremos de estos textos de nuestro profeta: "Los persigue, pasa seguro; por un camino que (casi) no pisa con los pies. Se encuentra con s�trapas como con mortero, y como el alfarero pisa el barro. Isa�as 12:3 He sostenido su mano derecha para hacer descender delante de �l naciones, y desatar� lomos de reyes "(�el pobre Creso sin ce�ir, por ejemplo, relajado tan tontamente despu�s de su victoria! ) "para abrir puertas delante de �l, y las puertas no se cerrar�n" (as� que Sardis no estaba preparada para �l), "ir� delante de ti y nivelar� las crestas; las puertas de bronce temblar�, y los cerrojos de hierro cortados en pedazos .

Y te dar� tesoros de tinieblas, riquezas escondidas de lugares secretos. � Isa�as 45:1 Algunos han encontrado en esto una alusi�n a las inmensas hordas de Creso, que cay� ante Ciro con Sardis.

Con Lidia, el resto de Asia Menor, incluidas las ciudades de los griegos, que dominaban la costa del Egeo, estaba destinado a caer en manos de los persas. Pero el proceso de sujeci�n result� ser uno en lenguas. Los griegos no recibieron ayuda de Grecia. Esparta envi� a Cyrus una embajada con una amenaza, pero el persa se ri� y no lleg� a nada. De hecho, el mensaje de Esparta fue solo una tentaci�n para que este guerrero irresistible llevara sus afortunados brazos a Europa.

Su propia presencia, sin embargo, era necesaria en Oriente, y sus lugartenientes consideraron que el sometimiento total de Asia Menor era una tarea que requer�a varios a�os. No puede haber sido bien concluido antes del 540, y mientras estaba en progreso entendemos por qu� Cyrus no volvi� a atacar Babilonia. Mientras tanto, estaba ocupado con tribus menores al norte de Media.

La segunda campa�a de Ciro contra Babilonia se inici� en 539. Esta vez evit� la muralla norte de la que hab�a sido rechazado en 546. Atacando Babilonia desde el este, cruz� el Tigris, derrot� al rey babil�nico en Borsippa, asedi� esa fortaleza y March� sobre Babilonia, que estaba en poder del hijo del rey, Belsasar, Bil-sarussur. Todo el mundo conoce el mando supremo con el que se dice que Ciro captur� Babilonia sin asaltar las murallas, desde cuya altura inexpugnable sus defensores se burlaban de �l; c�mo se hizo due�o de la gran vasija de Nabucodonosor en Sefarvaim, y convirti� el �ufrates en ella; y c�mo, antes de que los babilonios tuvieran tiempo de notar la disminuci�n de las aguas en medio de ellos, sus soldados vadearon el lecho del r�o, y por las puertas del r�o sorprendieron a los ciudadanos descuidados en una noche de fiesta. Pero investigaciones recientes hacen que sea m�s probable que sus propios habitantes le rindieran Babilonia a Ciro.

Ahora fue durante el curso de los eventos que acabamos de esbozar, pero antes de su culminaci�n en la ca�da de Babilonia, que se redactaron los cap�tulos 43-48. Eso, al menos, es lo que ellos mismos sugieren. En tres pasajes, que tratan de Ciro o de Babilonia, algunos de los verbos est�n en el pasado, otros en el futuro. Los que est�n en tiempo pasado describen el llamamiento y la carrera completa de Ciro o el comienzo de los preparativos contra Babilonia.

Aquellos en el. el tiempo futuro promete la ca�da de Babilonia o la finalizaci�n de la liberaci�n de los jud�os por parte de Ciro. As�, en Isa�as 43:14 est� escrito: "Por vosotros envi� a Babilonia, y har� descender como fugitivos a todos ellos, ya los caldeos en las naves de su regocijo". Seguramente estas palabras anuncian que el destino de BabyIon ya estaba en camino hacia ella, pero a�n no hab�a llegado.

De nuevo, en los vers�culos que tratan del mismo Ciro, Isa�as 45:1 , que hemos citado en parte, el persa ya est� "tomado por Dios de su diestra y llamado"; pero su carrera no ha terminado, porque Dios promete hacer varias cosas por �l. El tercer pasaje es Isa�as 45:13 del mismo cap�tulo, donde Jehov� dice, "Lo he despertado en justicia, y" cambiando al tiempo futuro ", todos sus caminos nivelar�; �l edificar� Mi ciudad, y Mi el cautiverio enviar�.

"�Qu� podr�a ser m�s preciso que el tenor de todos estos pasajes? Si la gente solo tomara a nuestro profeta en su palabra; si con toda su fe en la inspiraci�n del texto de la Escritura, solo prestaran atenci�n a su gram�tica, que seguramente , seg�n su propia teor�a, tambi�n es completamente sagrado, entonces hoy no habr�a duda sobre la fecha de Isa�as 40:1 ; Isa�as 41:1 ; Isa�as 42:1 ; Isa�as 43:1 ; Isa�as 44:1 ; Isa�as 45:1 ; Isa�as 46:1 ; Isa�as 47:1 ; Isa�as 48:1 .

Tan claramente como la gram�tica puede permitirle hacerlo, esta profec�a habla de la campa�a de Ciro contra Babilonia como ya comenzada, pero de su finalizaci�n como a�n futura. El cap�tulo 48, es cierto, asume que los acontecimientos est�n a�n m�s desarrollados, pero llegaremos a �l m�s adelante.

As� pues, durante los preparativos de Ciro para invadir Babilonia y ante la perspectiva de su ca�da segura, los cap�tulos 43-48 repiten con mayor detalle e impetuosidad las verdades que ya hemos recogido de los cap�tulos 40-42.

1. Y el primero de ellos viene naturalmente de la omnipotencia, justicia y urgencia personal de Jehov� mismo. Todo est� nuevamente asegurado por Su poder y prop�sito; todo parte de su iniciativa. Para ilustrar esto, podr�amos citar casi todos los vers�culos del cap�tulo que estamos considerando. �Yo, yo Jehov�, y no hay fuera de m� Salvador. Yo soy Dios� -El. �Tambi�n desde hoy en adelante yo soy �l. Trabajar�, �y qui�n lo dejar�? Yo soy Jehov�.

Yo, yo soy el que borro tus transgresiones. Yo primero y yo �ltimo; y fuera de M� no hay Dios "-Elohim". �Hay un Dios, "Eloah", adem�s de M�? s�, no hay Roca; No conozco ninguno. Yo Jehov�, Hacedor de todas las cosas. Yo soy Jehov�, y no hay otro; fuera de M� no hay Dios. Yo soy Jehov�, y no hay nadie m�s. Formador de la luz y Creador de las tinieblas, Creador de la paz y Creador del mal, yo soy Jehov�, Creador de todo esto.

Yo soy Jehov�, y no hay nadie m�s, Dios, "Elohini", adem�s de M�, Dios-Justo, "El Ssaddiq", y un Salvador: no hay nadie excepto: Yo. M�rame, y ser�s salvo todos los confines de la tierra; porque yo soy Dios, "El", y no hay nadie m�s. S�lo en el SE�OR, de m�, dir�n, hay justicia y fortaleza. Yo soy Dios, "El", y no hay nadie m�s; Dios, "Elohim", y no hay nadie como Yo. Soy �l; Yo soy el primero, s�, soy el �ltimo. Yo, yo he hablado. Lo he declarado ".

Es una ventaja reunir tantos pasajes (y podr�an haber sido aumentados) de los cap�tulos 43-48. Nos dejan ver de un vistazo qu� papel juega el primer pronombre personal en la revelaci�n divina. Debajo de cada verdad religiosa est� la unidad de Dios. Detr�s de cada gran movimiento est� la iniciativa personal y la urgencia de Dios. Y la revelaci�n es, en su esencia, no la mera publicaci�n de verdades acerca de Dios, sino la presencia personal y la comunicaci�n a los hombres de Dios mismo.

Se usan tres palabras para Deidad: El, Eloah, Elohim, agotando la terminolog�a divina. Pero adem�s de estos, hay una f�rmula que pone el punto a�n m�s bruscamente: "Yo soy �l". Era costumbre de la naci�n hebrea, y de hecho de todos los pueblos sem�ticos, que compart�an su reverente falta de voluntad para nombrar a la Deidad, para hablar de �l simplemente con el tercer pronombre personal. El Libro de Job est� lleno de ejemplos del h�bito, y tambi�n aparece en muchos nombres propios, como Eli-hu, "Mi Dios-es-�l", Abi-hu, "Mi-Padre-es-�l".

"Renan aduce la pr�ctica como evidencia de que los semitas eran" naturalmente monote�stas ", �como evidencia de lo que nunca fue el caso! La personalidad del Dios hebreo. El Dios de los profetas no es el eso, que el Sr.Matthew Arnold pens� tan extra�amente que hab�a identificado en sus escritos, y que, en un lenguaje filos�fico, que los orientales poco sofisticados nunca hubieran entendido, nombr� tan torpemente "una tendencia no a nosotros mismos que conduce a la justicia.

"Nada como esto es el Dios, que aqu� insta a los hombres a tomar conciencia de s� mismo. �l dice:" Yo soy ", el Poder invisible, que era demasiado terrible y demasiado oscuro para ser nombrado, pero acerca de qui�n, cuando est� en Su terror e ignorancia Sus adoradores trataron de describirlo, asumieron que �l era una Persona, y lo llamaron, como habr�an llamado a uno de ellos, con un pronombre personal. Por boca de Su profeta esto vago y terrible �l mismo declara como yo, yo, yo, no mera tendencia, sino Coraz�n vivo y Voluntad urgente, car�cter personal y fuerza de iniciativa, de donde se mueven todas las tendencias y toman su direcci�n y fuerza. "Yo soy �l".

La historia est� sembrada de errores de quienes han buscado de Dios algo m�s que a s� mismo. Toda la degradaci�n, incluso de las religiones m�s elevadas, ha surgido de esto, que sus devotos olvidaron que la religi�n era una comuni�n con Dios mismo, una vida en el poder de Su car�cter y voluntad, y la emplearon como mera comunicaci�n de beneficios materiales. o de ideas intelectuales. Ha sido un error de millones ver en la revelaci�n nada m�s que la adivinaci�n de la suerte, la recuperaci�n de cosas perdidas, la decisi�n en las disputas, la direcci�n en la guerra o el otorgamiento de alg�n favor personal.

Tales son como la persona, de quien nos dice San Lucas, que no vio en Cristo m�s que el salvador de una mala deuda: "Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia"; y su superstici�n est� tan lejos de la verdadera fe como el viejo coraz�n del hijo pr�digo, cuando dijo: "Dame la parte de los bienes que me corresponde", era del otro coraz�n, cuando, en su pobreza y aflicci�n, se arroj� por completo sobre su Padre: "Me levantar� e ir� a mi Padre.

"Pero no menos error cometen los que no buscan de Dios mismo, sino s�lo informaci�n intelectual. Los primeros reformadores hicieron bien, que llevaron el alma com�n a la gracia personal de Dios; pero muchos de sus sucesores, en una controversia, cuyo polvo oscurec�a el sol y les permit�a ver la longitud de sus propias armas, usaba las Escrituras principalmente como un dep�sito de pruebas para doctrinas separadas de la fe, y se olvidaba de que Dios mismo estaba all�.

Y aunque en estos d�as buscamos en la Biblia muchas cosas deseables, como la historia, la filosof�a, la moral, las f�rmulas de la seguridad de la salvaci�n, el perd�n de los pecados, m�ximas de conducta, todas ellas nos servir�n de poco, hasta que encontremos detr�s. a ellos el Car�cter viviente, la Voluntad, la Gracia, la Urgencia, el Poder Todopoderoso, por la confianza en quien y la comuni�n con quien solo nos son a�adidos.

Ahora bien, la deidad, que afirma en estos Cap�tulos ser el �nico, Dios Soberano, era la deidad de una peque�a tribu. "Yo soy Jehov�, yo Jehov� soy Dios, yo Jehov� soy �l". No podemos impresionarnos demasiado con la maravilla hist�rica de esto. En un mundo que conten�a a Babilonia y Egipto con sus grandes imperios, Lidia con todas sus riquezas y los medos con todas sus fuerzas; que ya estaba sintiendo las posibilidades de la gran vida griega, y ten�a a los persas, los amos del futuro, en su umbral, no era el dios de ninguno de ellos, sino de la tribu m�s oscura de sus esclavos, que reclamaba la Divinidad Soberan�a para s� mismo; no era el orgullo de ninguno de ellos, sino la fe de la religi�n m�s despreciada y, en el fondo, m�s l�gubre de la �poca, que ofrec�a una explicaci�n de la historia, reivindicaba el futuro, y se le asegur� que las fuerzas m�s grandes del mundo estaban trabajando para sus fines. �As� ha dicho Jehov�, Rey de Israel, y su Redentor Jehov� de los ej�rcitos: Yo primero y yo �ltimo; y fuera de m� no hay Dios. �Hay Dios fuera de m�? S�, no hay Roca; Yo no conozco ninguna. "

En s� mismo, esto era un reclamo barato, y podr�a haberlo hecho cualquier �dolo entre ellos, si no fuera por las pruebas adicionales que lo sustentan. Podemos resumir estas pruebas adicionales en tres partes: la risa, el evangelio y el control de la historia, tres maravillas en la experiencia de los exiliados. Gente, m�s triste y m�s despreciada, sus bocas deb�an llenarse con la risa del desprecio de la verdad sobre los �dolos de sus conquistadores.

Hombres, m�s atormentados por la conciencia y llenos del sentimiento del pecado, deb�an escuchar el evangelio del perd�n. Naci�n, contra la cual todos los hechos parec�an estar trabajando, su Dios les dijo, la �nica de todas las naciones del mundo, que �l controlaba por ellos los hechos de hoy y los problemas del ma�ana.

2. Una carcajada surge de manera muy extra�a del Exilio. Pero ya hemos visto el derecho intelectual al desprecio que ten�an estos cautivos aplastados. Eran monote�stas y sus enemigos adoradores de im�genes. El monote�smo, incluso en sus formas m�s rudas, eleva intelectualmente a los hombres, es dif�cil decir en cu�ntos grados. De hecho, los grados no miden la diferencia mental entre un id�latra y el que sirve con su mente, as� como con todo su coraz�n y no por las pruebas adicionales por las cuales es una diferencia que es absoluta.

Israel en cautiverio era consciente de esto, y por lo tanto, aunque las almas de esos hombres tristes estaban m�s llenas del mundo con la pesadez del dolor y la humildad de la culpa, sus rostros orgullosos llevaban un desprecio que ten�an todo el derecho de llevar, como los siervos del Dios �nico. Vea c�mo este desprecio estalla en el siguiente pasaje. Su texto es corrupto, y su ritmo, a esta distancia de las voces que lo pronuncian, apenas se percibe; pero su tono de superioridad intelectual es perfectamente evidente, y su desprecio brota en un verso impetuoso y desigual, cuya fuerza ha disimulado por desgracia la suavidad y dignidad de nuestra Versi�n Autorizada.

1.

Los que formaban �dolos son todos desperdicios,

�Y sus queridos son absolutamente in�tiles!

Y sus confesores, �ellos! ellos no ven y no saben

Suficiente para sentir verg�enza.

�Qui�n form� un dios, o fund� una imagen?

Es absolutamente in�til.

�Lo! todos los que dependen de ellos se averg�enzan,

Y los sepultureros son menos que hombres:

Que todos se re�nan y se pongan de pie.

Se estremecen y se averg�enzan en el bulto.

2.

Hierro-sepulturero-toma un cincel,

Y trabaja con brasas,

Y con martillos moldea;

Y lo ha hecho con el brazo de su fuerza. -

Anon tiene hambre, y la fuerza se va;

�No bebe agua y se cansa!

3.

Wood-Graver-�l traza una l�nea,

Lo marca con l�piz,

Lo hace con aviones,

Y con br�jula lo marca.

As� lo ha convertido en la constituci�n de un hombre,

A una gracia que es humana

Habitar una casa, cort�ndola de cedros.

4.

O se toma un encino o un roble,

Y recoge para s� mismo de los �rboles del bosque

Uno ha plantado un pino y la lluvia lo hace grande

Y est� ah� para que un hombre se queme.

Y uno ha tomado de �l y se ha calentado;

S�, enciende y hornea pan,

�S�, trabaja un dios y lo ha adorado!

Lo ha convertido en un �dolo y se postra ante �l.

Parte de ella lo quema con fuego,

En parte come carne,

Se tuesta y est� lleno;

S�, lo calienta y dice:

"�Aj�, estoy caliente, he visto fuego!"

�Y el resto, a un dios que ha hecho, a su imagen!

�l se inclina ante �l, lo adora, le reza,

Y dice: "�S�lvame, porque mi dios eres t�!"

5.

�Ellos no saben y no creen!

Porque ha embadurnado, sin ver, sus ojos

Pensamiento pasado, sus corazones.

Y nadie se toma en serio

Ni tiene conocimiento ni sentido para decir,

"'Parte de ella me quem� en el fuego-

S�, horne� pan sobre sus brasas,

Asar la carne que yo como,

Y el resto, a un

�Disgusto deber�a hacerlo?

�Deber�a adorar el tronco de un �rbol? '"

Pastor de cenizas, un coraz�n enga�ado lo ha descarriado,

Que no puede librar su alma. ni digas,

"�No hay una mentira en mi mano derecha?"

�No sorprende la nota predominante en estos vers�culos ante la condici�n mental de un adorador de �dolos? "Ellos no ven y no saben lo suficiente como para sentir verg�enza. Nadie se lo toma en serio, ni tiene conocimiento ni sentido para decir: Parte de eso lo he quemado en el fuego y el resto, �deber�a convertirlo en un dios?" Esta confianza intelectual, estallando en desprecio, es la segunda gran muestra de verdad, que distingue la religi�n de este pobre esclavo de pueblo.

3. El tercer elemento es su car�cter moral. La verdad intelectual de una religi�n valdr�a poco, si la religi�n no tuviera nada que decir al sentido moral del hombre, si no se preocupara por sus pecados, si no tuviera redenci�n por su culpa. Ahora, los Cap�tulos que tenemos ante nosotros est�n llenos de juicio y misericordia. Si desprecian a los �dolos, tienen condenaci�n para el pecado y gracia para el pecador. No son un mero manifiesto pol�tico para la ocasi�n, declarando c�mo Israel ser� liberado de Babilonia. Son un evangelio para los pecadores de todos los tiempos. Con esto se acreditan m�s a s� mismos como una religi�n universal.

Dios es omnipotente, pero no puede hacer nada por Israel hasta que Israel se deshaga de sus pecados. Esos pecados, y no el cautiverio del pueblo, son la principal preocupaci�n de la Deidad. El pecado ha estado en el fondo de toda su adversidad. Esto se manifiesta con toda la versatilidad de la conciencia misma. Israel y su Dios han estado en desacuerdo; su pecado ha sido, lo que m�s siente la conciencia, un pecado contra el amor. "Sin embargo, no sobre m� has ??llamado, oh Jacob; c�mo te fatigaste conmigo, oh Israel, no te hice esclavo de ofrendas, ni te destete con incienso, sino que me hiciste esclavo de tus pecados, t� has Me cansaste con tus iniquidades ".

Isa�as 43:22 Entonces Dios pone sus pecados, donde los hombres ven la negrura de su culpa, en el rostro de Su amor. Y ahora desaf�a la conciencia. "Hazme recordar; vengamos juntos a juicio; acusa, para que seas justificado" ( Isa�as 43:26 ).

Pero hab�a sido un pecado antiguo y original. "Tu padre, el primero pec�; s�, tus representantes" -literalmente "int�rpretes, mediadores - se rebelaron contra M�. Por eso profan� pr�ncipes consagrados, y entregu� a Jacob a la proscripci�n, ya Israel a la injuria" ( Isa�as 43:27 ). El exilio en s� no fue m�s que un episodio de una tragedia, que comenz� muy atr�s en la historia de Israel.

Y as�, el cap�tulo 48 repite: "Sab�a que tratas con mucha traici�n, y Transgresor desde el vientre te llaman" ( Isa�as 48:8 ). Y luego viene la nota triste de lo que podr�a haber sido. "�Ojal� hubieras escuchado mis mandamientos! Entonces hubiera sido tu paz como el r�o, y tu justicia como las olas del mar" ( Isa�as 48:18 ).

Como el amplio Eufrates, debiste haber rodado generosamente y haber resplandecido al sol como un mar de verano. Pero ahora, escucha lo que queda. "No hay paz, dice Jehov�, para los imp�os" ( Isa�as 48:22 ).

Ah, no es un tramo polvoriento de la historia antigua, no; volc�n extinto desde hace mucho tiempo sobre el lejano yermo de la pol�tica asi�tica, al que nos conducen los escritos del exilio. Pero se refieren a los perennes problemas del hombre; y la conciencia, que nunca muere, habla a trav�s de sus letras y figuras anticuadas con palabras que sentimos como espadas. Y por lo tanto, a�n as�, sean salmos o profec�as, permanecen como alg�n antiguo ministro del mundo moderno, donde, en cada nuevo d�a sucio, hasta que el tiempo termina, el coraz�n pesado del hombre puede ser ayudado a leerse a s� mismo y elevarse. su culpa por misericordia.

Son el confesionario del mundo, pero tambi�n son su evangelio, y el altar donde se sella el perd�n. Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por causa de m� mismo, y no me acordar� de tus pecados. Israel, no ser�s olvidado de m�. He borrado como una densa nube tus transgresiones, y como un nubla tus pecados, vu�lvete a m�, porque yo te he redimido. Israel ser� salvo por Jehov� con salvaci�n eterna: no ser�is avergonzados ni confundidos por los siglos de los siglos.

" Isa�as 43:25 ; Isa�as 44:21 ; Isa�as 45:17 Ahora, cuando recordemos qui�n es el Dios, que as� habla, no s�lo Aquel que arroja la palabra de perd�n desde lo sublime de Su santidad, sino , como vimos, lo habla en medio de toda Su propia pasi�n y lucha bajo los pecados de Su pueblo, -entonces, �con qu� seguridad llega Su palabra al coraz�n? �Qu� honor y obligaci�n hacia la justicia pone el perd�n de tal Dios? sobre nuestros corazones Se comprende por qu� Ambrosio envi� a Agust�n, despu�s de su conversi�n, primero a estas profec�as.

4. La cuarta se�al, que ofrecen estos cap�tulos para la religi�n de Jehov�, es la afirmaci�n que hacen para que interprete y controle la historia. Hay dos verbos, que se repiten con frecuencia a lo largo de los Cap�tulos, y que se dan juntos en Isa�as 43:12 : "He publicado y he guardado". Estos son los dos actos por los cuales Jehov� prueba Su divinidad solitaria frente a los �dolos.

La "publicaci�n", por supuesto, es la misma predicci�n, de la que habla el cap�tulo 41. Es "publicar" en tiempos pasados ??cosas que suceden ahora; est� "publicando" ahora cosas que a�n est�n por suceder. "�Y qui�n, como Yo, lo llama y lo publica, y lo pone en orden para M�, desde que yo design� al pueblo antiguo? Y lo que est� por venir, y lo que vendr�, que lo publiquen. No tiemblen, ni temas: �No te hice o�r hace mucho tiempo? Y publiqu�, y vosotros sois Mis testigos. �Hay Dios fuera de M�? No, no hay Roca; Yo no conozco ninguna ". Isa�as 44:7

Los dos van juntos, la realizaci�n de actos maravillosos y salvadores para Su pueblo y la publicaci�n de ellos antes de que sucedan. El pasado de Israel est� lleno de tales actos. Cap�tulo 43, instancias de la entrega de Egipto ( Isa�as 43:16 ), pero inmediatamente procede ( Isa�as 43:18 ): "No os acord�is de las cosas anteriores" -aqu� vuelve a aparecer nuestro viejo amigo ri'shonoth , pero esto tiempo significa simplemente "eventos anteriores" - "ni consideres las cosas de anta�o".

He aqu�, estoy haciendo algo nuevo; incluso ahora brota. �No lo sab�is? S�, pondr� en el desierto un camino, en los r�os del desierto. �Y de este nuevo evento del Retorno, y de otros que seguir�n, como la edificaci�n de Jerusal�n, los Cap�tulos insisten una y otra vez, que son obra de Jehov�, quien es, por tanto, un Dios Salvador. Pero qu� mejor prueba se puede dar de que estos hechos salvadores son en verdad Suyos y parte de Su consejo, que el que �l los predijo por Sus mensajeros y profetas a Israel, -de la cual previa "publicaci�n" su pueblo es testigo.

"�Qui�n de los pueblos puede publicar esto, y escuchemos predicciones? -De nuevo ri'shonoth ", las cosas por delante - que traigan a sus testigos, para que sean justificados, y escuchen y digan: Verdad. Vosotros sois mis testigos, dice Jehov�, "a Israel. Isa�as 43:9 " Isa�as 43:9 , y salv�, y mostr�, y no hubo dios extra�o entre vosotros; por lo tanto "-porque Jehov� fue notoriamente el �nico Dios que tuvo que ver con ellos durante toda esta predicci�n y cumplimiento de la predicci�n" vosotros sois testigos de m�, dice Jehov�, de que yo soy Dios "( id .

Isa�as 43:12 ). El significado de todo esto es claro. Jehov� es solo Dios, porque es directamente eficaz en la historia para la salvaci�n de su pueblo, y porque ha publicado de antemano lo que har�. El gran ejemplo de esto, que aduce la profec�a, es el actual movimiento hacia la liberaci�n del pueblo, cuyo movimiento Ciro es el factor m�s conspicuo.

De esto Isa�as 45:19 ff. dice: "No en un lugar de la tierra de en secreto he hablado, tinieblas. No he dicho a la simiente de Jacob: Con vanidad me busc�is. Yo, Jehov�, soy predicador de justicia, publicador de cosas rectas. Reun�os y entrad; juntaos, sobrevivientes de las naciones: no tienen conocimiento los que llevan el registro de su imagen, y suplican a un dios que no puede salvar.

Publ�calo y tr�elo aqu�; es m�s, d�jelos aconsejar juntos; �Qui�n hizo que esto se oyera, "- es decir," qui�n public� esto, -de la antig�edad? "�Qui�n public� esto de la antig�edad? Yo Jehov�, y no hay Dios fuera de m�: un Dios justo", es decir, consistente , fiel a Su palabra publicada, - "y un Salvador, no hay nadie fuera de m�". "Aqu� hemos unido las mismas ideas que en Isa�as 43:12 .

"All�" he declarado y salvado "aqu� equivale a" un Dios justo y un Salvador "." S�lo en Jehov� hay justicia ", es decir, fidelidad a Sus prop�sitos publicados en la antig�edad;" y fuerza ", es decir, capacidad para Dios es justo porque, seg�n otro vers�culo de la misma profec�a, Isa�as 44:26 "confirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros".

Ahora se ha hecho la pregunta: �A qu� predicciones alude la profec�a que se cumplieron en aquellos d�as en que Ciro avanzaba tan evidentemente hacia el derrocamiento de Babilonia? Antes de responder a esta pregunta, conviene se�alar que, en su mayor parte, el profeta habla en t�rminos generales. No da ninguna pista para justificar esa creencia infundada, a la que muchos creen que es necesario aferrarse, que Ciro fue nombrado realmente por un profeta de Jehov� a�os antes de su aparici�n.

Si hubiera existido tal predicci�n, no podemos tener ninguna duda de que nuestro profeta ahora la habr�a apelado. No: evidentemente se refiere solo a las numerosas y notorias predicciones de Isa�as y Jerem�as sobre el regreso de Israel del exilio despu�s de un per�odo determinado y fijo. Aquellos ahora estaban llegando a suceder.

Pero desde este nuevo d�a Jehov� tambi�n predice para los d�as venideros, y lo hace muy particularmente, Isa�as 44:26 , "�Qui�n dice de Jerusal�n: Ella ser� habitada; y de las ciudades de Jud�, ser�n edificadas; y de sus soledades, yo los levantar�. El que dice al abismo: S�cate, y tus r�os se secar�n. El que dice de Koresh, Mi Pastor, y cumplir� toda mi voluntad: Diciendo de Jerusal�n: Ella ser� edificada y el Templo ser� fundado ".

As�, hacia atr�s y hacia adelante, ayer, hoy y siempre, la mano de Jehov� est� sobre la historia. �l lo controla: es el cumplimiento de Su antiguo prop�sito. Por predicciones hechas hace mucho tiempo y cumplidas hoy, por la disposici�n a predecir hoy lo que suceder� ma�ana, seguramente �l es Dios y solo Dios. Hecho singular, que en aquella �poca de los grandes imperios, confiados en sus recursos y con el futuro tan cerca de su alcance, deber�a ser el Dios de un pueblo peque�o, apartado de su historia, servil y aparentemente gastado, quien deber�a tomar el relevo. grandes cosas de la tierra -Egipto, Etiop�a, Seba- y habla de ellas como contadores que se dar�n a cambio de Su pueblo; �Qui�n deber�a hablar de ese pueblo como los principales herederos del futuro, los ministros indispensables de la humanidad?

La afirmaci�n tiene dos caracter�sticas divinas. Es �nico y la historia lo ha reivindicado. Es �nico: ninguna otra religi�n, en ese o en cualquier otro tiempo, ha explicado de manera tan racional la historia pasada o establecido las edades por llegar a las l�neas de un prop�sito tan definido, tan racional, tan ben�fico, un prop�sito tan digno de la Un Dios y Creador de todos. Y ha sido reivindicado: Israel regres� a su propia tierra, reanud� el desarrollo de su vocaci�n y, despu�s de que pasaron los siglos, cumpli� la promesa de que ser�an los maestros religiosos de la humanidad.

La larga demora de este cumplimiento sin duda, pero atestigua a�n m�s la previsi�n divina de la promesa; a la paciencia, que la naturaleza, as� como la historia, revela que es, tanto como la omnipotencia, una marca de la Deidad.

Estos, entonces, son los cuatro puntos sobre los cuales se ofrece la religi�n de Israel. Primero, es la fuerza del car�cter y la gracia de un Dios personal; en segundo lugar, habla con una alta confianza intelectual, de la cual su desprecio es aqu� la principal marca; tercero, es intensamente moral, y hace del pecado del hombre su principal preocupaci�n; y cuarto, reclama el control de la historia, y la historia ha justificado la afirmaci�n.

CAPITULO XII

BABILONIA

Isa�as 47:1

A LO LARGO de la extensi�n de la historia b�blica, desde el G�nesis hasta el Apocalipsis, permanece una ciudad, que de hecho y s�mbolo es execrado como el enemigo de Dios y la fortaleza del mal. En el G�nesis somos llamados a ver su fundaci�n, como la primera ciudad que establecieron los hombres errantes, y la r�pida ruina que cay� sobre sus imp�os constructores. Por los profetas lo o�mos maldecido como el opresor del pueblo de Dios, la tentadora de las naciones, lleno de crueldad y desenfreno. Y en el Libro de Apocalipsis su car�cter y maldici�n se transfieren a Roma, y ??la Nueva Babilonia se opone a la Nueva Jerusal�n.

La tradici�n y la infecci�n, que han hecho que el nombre de Babilonia sea tan aborrecido en las Escrituras como el de Satan�s, se representan como la tradici�n y la infecci�n del orgullo, el orgullo que, en la audacia de la juventud, se propone intentar ser igual a Dios: "Vamos, edifiqu�monos una ciudad y una torre, cuya cima toque el cielo, y hagamos un nombre"; el orgullo, que, en medio del �xito y la riqueza de los a�os posteriores, olvida que hay un Dios en absoluto: "T� dices en tu coraz�n: Yo soy, y no hay nadie fuera de m�". Babilonia es la atea del Antiguo Testamento, como ella es el Anticristo del Nuevo.

Que una ciudad haya sido concebida originalmente por Israel como el archienemigo de Dios se debe a causas hist�ricas, tan inteligibles como las que llevaron, en d�as posteriores, a la concepci�n inversa de una ciudad como fortaleza de Dios, y refugio de los d�biles y el vagabundo. Los primeros pueblos de Dios fueron pastores, hombres sencillos que habitaban en tiendas de campa�a, n�madas del desierto, que nunca se sintieron tentados a levantar estructuras permanentes propias, excepto como altares y santuarios, sino que marcharon y descansaron, despertaron y durmieron, entre la tierra desnuda de Dios y el cielo alto de Dios. ; cuyos esp�ritus fueron castigados y refinados por el hambre y el aire puro del desierto, y que caminaron por su ancho mundo sin empujones ni atrofia los unos a los otros.

Con los queridos h�bitos de aquellos primeros tiempos, las verdades de la Biblia, por lo tanto, incluso despu�s de que Israel se ha establecido en las ciudades, est�n escritas hasta el final en las im�genes de la vida de pastor. El Se�or es el Pastor, y los hombres son las ovejas de su prado. �l es una Roca y una Torre Fuerte, como las que se elevan aqu� y all� en la naturaleza salvaje del desierto en busca de gu�a o defensa. �l es r�os de agua en lugar seco, y sombra de gran pe�a en tierra �rida.

Y la paz del hombre es descansar junto a aguas tranquilas, y su gloria no es haber edificado ciudades, sino tener todas estas cosas puestas debajo de sus pies: ovejas y bueyes y las bestias del campo, las aves del cielo y los peces. del mar.

Frente a esa humilde vida de pastor, se levantaron las primeras ciudades, como podemos imaginar, altas, terribles e imp�as. Eran la producci�n de una raza ajena, un pueblo sin religi�n verdadera, como debi� parecerles a los semitas, arrogante y grosero. Pero Babilonia ten�a una maldici�n especial. Babilonia no fue la ciudad m�s antigua, Akkad y Erekh fueron famosas mucho antes, pero es Babilonia la que el Libro del G�nesis representa como derrocada y esparcida por el juicio de Dios.

�Qu� contraste esta imagen en G�nesis, y recordemos que las �nicas otras ciudades a las que ese libro nos lleva son Sodoma y Gomorra, qu� contraste forma con los pasajes en los que los poetas cl�sicos celebran los comienzos de sus grandes ciudades! . All�, los augurios favorables, el patrocinio de los dioses, las profec�as de las glorias de la vida civil; el trazado del templo y el foro; visiones de la ciudad como la escuela de la industria, el tesoro de la riqueza, el hogar de la libertad.

Aqu�, s�lo unas r�pidas notas de desprecio y condenaci�n: miserable manufactura del hombre, sin impulso divino ni presagio; su intento de elevarse al cielo solo por eso, su �nico motivo para hacerse un nombre; y el resultado: no, como en la leyenda griega, la fundaci�n de una pol�tica, el surgimiento del comercio, el crecimiento de un gran lenguaje, por el cual, a trav�s de los labios de un hombre, toda la ciudad puede ser influida juntamente hacia altos prop�sitos, sino s�lo dispersi�n y confusi�n del habla.

Para la historia, una gran ciudad es una multitud de hombres al alcance de la voz de un solo hombre. Atenas es Dem�stenes; Roma es Cicer�n persuadiendo al Senado; Florencia es Savonarola poniendo con su palabra una conciencia dentro de mil corazones. Pero Babilonia, desde el principio, le dio su nombre a Babel, confusi�n de habla, incapacidad para la uni�n y para el progreso. Y todo esto sucedi�, porque los constructores de la ciudad, los hombres que pusieron el temperamento de su civilizaci�n, no comenzaron con Dios, sino que en su orgullo consideraron todo lo posible a la ambici�n humana sin ayuda y sin bendici�n, y solo ten�an el deseo de hacer un nombre en la tierra.

El pecado y la maldici�n nunca dejaron a las generaciones, quienes a su vez sucedieron a esos imp�os constructores. El orgullo y la impiedad infestaron la ciudad y la prepararon para la perdici�n, tan pronto como nuevamente reuni� fuerzas para elevarse al cielo. Los primeros n�madas hab�an presenciado la ca�da de Babilonia desde lejos; pero cuando sus descendientes fueron llevados cautivos dentro de ella en el tiempo de su segunda gloria, descubrieron que el pecado que los asediaba, que una vez hab�a levantado su cabeza tan fatalmente alto, infect� la ciudad hasta su coraz�n.

No necesitamos repasar nuevamente la extensi�n y gloria de la arquitectura de Nabucodonosor, o la grandeza del tr�fico, desde el Levante hasta la India, que su pol�tica se hab�a concentrado en sus propios muelles y mercados. Fue estupendo. Pero ni muros ni riquezas hacen una ciudad, y ning�n hombre observador, con la fe y la conciencia hebreas, podr�a haber vivido esos cincuenta a�os en el centro de Babilonia, y especialmente despu�s de la muerte de Nabucodonosor, sin darse cuenta de que su vida estaba desprovista de todo. principio que aseguraba la uni�n o promet�a el progreso.

Babilonia no era m�s que una mezcla de pueblos, sin tradiciones comunes ni conciencia p�blica, e incapaces de actuar juntos. Muchos de sus habitantes hab�an sido tra�dos a ella, como los jud�os, en contra de su propia voluntad, y siempre se alejaban de esas gloriosas almenas que se vieron obligados a construir en su disgusto, para escudri�ar el horizonte en busca de la llegada de un libertador. Y muchos otros, que se mov�an en libertad por sus concurridas calles y compart�an sus riquezas y sus alegr�as, tambi�n eran extranjeros y estaban vinculados a ella solo mientras ella les atendiera para su placer o beneficio.

Su rey era un usurpador, que hab�a insultado a sus dioses nativos; su sacerdocio estaba en contra de �l. Y aunque su ej�rcito, protegido por las fortificaciones de Nabucodonosor, hab�a rechazado a Ciro en la primera invasi�n persa desde el norte, las conspiraciones eran ahora tan abundantes entre sus s�bditos oprimidos e insultados, que, en la segunda invasi�n de Ciro, Babilonia abri� sus puertas inexpugnables y se dej� llevar sin un golpe.

Ni, incluso si la religi�n de la ciudad hubiera sido mejor servida por el rey, a la larga podr�a haber sido �til para su salvaci�n. Porque, a pesar de la ciencia con la que estaba conectada, y esta "sabidur�a de los caldeos" no era despreciable ni en sus m�todos ni en sus resultados, la religi�n babil�nica no era una que inspirara a la gente com�n con esos principios morales, que forman la verdadera estabilidad de los estados, o de sus gobernantes con una pol�tica razonable y coherente.

La religi�n de Babilonia se dividi� en una multitud de detalles aburridos y distractores, cuyas absurdas solemnidades, especialmente cuando las administraba un sacerdocio hostil al ejecutivo, debieron obstaculizar todas las aventuras de la guerra y hacer in�tiles muchas oportunidades de victoria. De hecho, Babilonia, a pesar de toda su gloria, no pudo menos de ser de corta duraci�n. No hab�a ninguna raz�n moral por la que tuviera que aguantar: las masas, que contribu�an a su construcci�n, eran esclavos que la odiaban; las multitudes que alimentaban su negocio, se quedar�an con ella s�lo mientras ella fuera rentable para ellos mismos; sus gobernantes y sus sacerdotes se hab�an re�ido; su religi�n era una carga, no una inspiraci�n. Sin embargo, se sent� orgullosa y se sinti� segura.

Son solo estas caracter�sticas, que nuestro profeta describe en el cap�tulo 47, en vers�culos m�s notables por su perspicacia moral e indignaci�n, que por su belleza como obra literaria. Est� seguro de la ca�da inmediata de Babilonia del poder y el lujo a la esclavitud y la deshonra ( Isa�as 47:1 ). Habla de su crueldad con sus cautivos ( Isa�as 47:6 ), de su altivez y su orgullo seguro ( Isa�as 47:7 ).

Toca dos veces su autosuficiencia atea, su "autote�smo", "Yo soy, y no hay nadie fuera de m�", palabras que solo Dios puede usar de verdad, pero palabras que el yo ignorante y orgulloso del hombre est� siempre dispuesto a repetir ( Isa�as 47:8 ). Habla del cansancio y la futilidad de su magia religiosa ( Isa�as 47:10 ).

Y cierra con un toque vivo, que disuelve la realidad de esa grandeza meramente comercial de la que ella se enorgullece. Como toda asociaci�n que surge �nicamente del beneficio pecuniario de sus miembros, Babilonia seguramente se disolver�, y ninguno de los que la buscaron para sus fines ego�stas esperar� para ayudarla un momento despu�s de que haya dejado de ser rentable para ellos.

Aqu� ahora est�n sus propias palabras, traducidas literalmente excepto en el caso de una o dos conjunciones y art�culos, tambi�n traducidas en el orden original de las palabras y, en la medida de lo posible, al ritmo del original. . El ritmo es en gran parte incierto, pero algunos versos - Isa�as 47:1 , Isa�as 47:5 , Isa�as 47:14 , Isa�as 47:15 - est�n completos en esa medida que encontramos en el Isa�as 47:14, Isa�as 47:15 contra el rey de Babilonia en el cap�tulo 13, y casi todas las l�neas o cl�usulas tienen la misma oscilaci�n m�trica.

�Abajo! y si�ntate en el polvo, virgen, hija de Babel.

�Si�ntate en el suelo, sin trono, hija de Khasim!

Porque nunca m�s te llamar�n

Tierna y delicada.

Toma piedras de molino y muele la harina,

Quita tu velo, qu�tate el manto,

Desn�date la pierna, camina por los r�os;

Desnuda sea tu desnudez, s�, agradece tu verg�enza

Tomo la venganza y firmo un tratado con nadie.

�Nuestro Redentor!

Jehov� de los ej�rcitos es su nombre,

�Santo de Israel!

Si�ntate en silencio y sum�rgete en las tinieblas,

�Hija de Khasdim!

Porque nunca m�s te volver�n a llamar Se�ora de Reinos.

Me enoj� contra mi pueblo, profan� mi heredad,

Los entreg� en tu mano:

No les mostraste misericordia, con los ancianos hiciste muy doloroso tu yugo.

Y dijiste: Por siempre ser� due�a,

Hasta que no hayas puesto estas cosas en tu coraz�n,

Ni pens� en su problema.

Por tanto, ahora escucha esto,

Voluptuoso, sentado seguro de s� mismo:

T�, que dices en su coraz�n:

"Yo soy: no hay nadie m�s.

No quedar� viuda, ni conocer� la falta de hijos ".

Ciertamente te vendr�n los dos, de repente, el mismo d�a,

�Sin hijos, viudez!

Llegar�n sobre ti, a pesar de la masa de tus hechizos,

�A pesar de la riqueza de tus encantos, al m�ximo!

Y te atreviste en tu maldad; tu dijiste,

"Nadie me ve".

Tu sabidur�a y conocimiento te han descarriado,

Hasta que dijeras en tu coraz�n:

"Yo soy: no hay nadie m�s".

Sin embargo, vendr� sobre ti el mal,

Sabes que no debes encantarlo.

Y caer� sobre ti el caos,

No puedes evitarlo.

Y vendr� sobre ti de repente,

Desprevenido, Ruin.

Lev�ntate, te lo ruego, con tus encantos, con la riqueza de tus hechizos.

Con que te fatigaste desde tu juventud,

Si es as�, puedes beneficiarte,

Si es as� para infundir terror.

Est�s enfermo con la masa de tus consejos:

Que se pongan de pie y te salven.

Mapeadores del cielo,

Observadores de planetas,

Cajeros en lunas nuevas

�De lo que te ha de suceder!

�He aqu� que crecen como la paja!

El fuego los consumi�;

No, no salvan su vida

�De la mano de la llama! -

No es combustible para el calor

�Fuego para sentarse!

As� te crecieron los que te cansaron

Comerciantes tuyos desde tu juventud;

Cada uno como pudo pasar han huido

�Ninguno es tu salvador!

Nosotros, que recordamos las eleg�as de Isa�as sobre Egipto y Tiro, quedaremos m�s impresionados aqu� por la ausencia de todo aprecio por la grandeza o la belleza de Babilonia. Incluso mientras profetizaba para Tiro un juicio tan certero como nuestro profeta predice aqu� para Babilonia, Isa�as habl� como si la ruina de tanta empresa y riqueza fuera una profanaci�n, y prometi� que la fuerza nativa de Tiro, humillada y purificada, resucitar�a. para convertirse en la esclava de la religi�n.

Pero nuestro profeta no ve ninguna virtud salvadora en Babilonia, y no le da la m�s m�nima promesa de un futuro. Hay piedad en su desprecio: la forma en que habla de la inutilidad de la masa de la ciencia babil�nica; la forma en que habla de su ignorancia, aunque atendido por huestes de consejeros; la forma en que, despu�s de recordar a sus innumerables compa�eros en el tr�fico, describe su precipitada huida y cierra con las palabras: "Nadie es tu salvador", todo esto es de lo m�s pat�tico.

Pero en ninguna de sus l�neas hay un toque de asombro, admiraci�n o pesar por la ca�da de lo grandioso. Para �l, Babilonia es completamente falsa, vana, desprovista �como no lo fue Tiro� de vigor nativo y virtud salvadora. Babilonia es pura fingimiento y futilidad. Por tanto, su desprecio y condenaci�n son completos; y una risa burlona brota de �l, ahora con una tosquedad casi salvaje, al imaginar la deshonra de la virgen que no era virgen: "Desnuda tu desnudez, s�, s� testigo de tu verg�enza"; y ahora con j�bilo p�caro, mientras interviene sobre el fuego que destruir� la masa de magos, astr�logos y ar�spices de Babilonia: "No hay carb�n para calentarse, fuego para sentarse delante.

Pero, adem�s, no se nos permite olvidar que es uno de los pobres cautivos del Tirano, quien as� la juzga y la desprecia. Cu�n v�vidamente en medio de su s�tira estalla el suspiro del prisionero hacia Dios:

�Nuestro Redentor! Jehov� de los ej�rcitos es su nombre, Santo de Israel.

No es el rasgo menos interesante de este c�ntico de burla la expresi�n que da al caracter�stico sentido hebreo del cansancio y la inmoralidad del sistema de adivinaci�n, que formaba la masa de las religiones babil�nica y muchas otras religiones gentiles. La adoraci�n de Jehov� ten�a mucho en com�n con el resto de los cultos sem�ticos. Su ritual, el mobiliario del templo, la divisi�n de su a�o sagrado, su terminolog�a e incluso muchos de sus t�tulos para la Deidad y sus relaciones con los hombres, pueden coincidir con el culto de los dioses fenicios, sirios y babil�nicos, o en los cultos �rabes m�s rudos.

Pero en una cosa la "ley de Jehov�" se mantiene por s� misma, y ??es en su intolerancia a todo augurio y adivinaci�n. Deb�a esta distinci�n al singular sentido moral y pr�ctico que la inspiraba. El augurio y la adivinaci�n, en los que los caldeos eran m�s competentes, ejerc�an dos de las influencias m�s malignas. Dificultaron, a veces paralizaron, la industria y la pol�tica de una naci�n, y m�s o menos confundieron el sentido moral de la gente.

Por lo tanto, estaban completamente en desacuerdo con la cordura pr�ctica y la moralidad divina de la ley jud�a, que las prohib�a en�rgicamente; mientras que los profetas, que eran hombres pr�cticos y predicadores de justicia, expon�an constantemente la fatiga que impon�an a la vida p�blica y la forma en que distra�an la atenci�n de los simples problemas morales de la conducta. El augurio y la adivinaci�n fatigaban el intelecto de un pueblo, atrofiaban su empresa, distorsionaban su conciencia.

"Tus hechizos, la masa de tus encantos, con los que te cansaste desde tu juventud. Est�s enfermo con la masa de tus consejos. �Tu sabidur�a y tu conocimiento! Te han descarriado". Cuando "la astrolog�a caldea" encontr� su camino hacia la nueva Babilonia, la fuerte conciencia de Juvenal expres� la misma sensaci�n de cansancio y p�rdida de tiempo.

Cenizas y ruinas, una vida servil y miserable, un sitio desolado abandonado por el comercio, lo que predijo el profeta, que se convirti� en la Babilonia imperial. De hecho, no a manos de Cyrus ni de ning�n otro invasor; pero gradualmente por la rivalidad de pueblos m�s sanos, por la acci�n inevitable del veneno en su coraz�n, Babilonia, aunque situada en la parte m�s f�rtil y central de la tierra de Dios, cay� en una decadencia irremediable.

No permitamos, sin embargo, que ahoguemos nuestro inter�s por esta profec�a, como hacen tantos estudiosos de la profec�a, en las ruinas y el polvo, que fueron su principal cumplimiento. El caparaz�n de Babilonia, la hermosa ciudad que se levant� junto al �ufrates, en verdad se ha hundido en montones; pero Babilonia misma no est� muerta. Babilonia nunca muere. Para la conciencia del vidente de Cristo, esta "madre de rameras", aunque muerta y desierta en Oriente, volvi� a la vida en Occidente.

A la ciudad de Roma, en su d�a, Juan traslad� palabra por palabra las frases de nuestro profeta y del profeta que escribi� el cap�tulo cincuenta y uno del libro de Jerem�as. Roma era Babilonia, en la medida en que los romanos estaban llenos de crueldad, de arrogancia, de confianza en las riquezas, de credulidad en la adivinaci�n, de ese derroche de poder mental y moral que Juvenal expon�a en ella. "Estoy sentada como una reina", oy� decir Juan a Roma en su coraz�n, "y no soy viuda, y de ning�n modo ver� luto.

Por tanto, en un d�a vendr�n sus plagas, muerte, duelo y hambre, y ser� quemada por completo con fuego, porque fuerte es el Se�or Dios que la juzg�. " Apocalipsis 17:1 ; Apocalipsis 18:1 Pero nosotros No debemos dejar el asunto ni siquiera aqu�: debemos usar esa libertad con Juan, que Juan usa con nuestro profeta.

Debemos pasar por alto el cumplimiento particular de sus palabras, en las que �l y su �poca se interesaron, porque s�lo puede tener un inter�s hist�rico y secundario para nosotros frente a otras Babilonias de nuestra �poca, con las que nuestras conciencias, si son r�pidos, deber�an estar ocupados. �Por qu� algunas personas honestas contin�an limitando las referencias de esos cap�tulos en el Libro de Apocalipsis a la ciudad y la iglesia de Roma? Es muy cierto que Juan se refer�a a la Roma de su �poca; es muy cierto que muchos rasgos de su Babilonia pueden atribuirse al sucesor del Imperio Romano, la Iglesia Romana.

Pero, �qu� es eso para nosotros, con encarnaciones del esp�ritu babil�nico mucho m�s cerca de nosotros para la infecci�n y el peligro, de lo que la Iglesia de Roma puede estar jam�s? La descripci�n de Juan, basada en la de nuestro profeta, se adapta mejor a un estado comercial que a un estado eclesi�stico, aunque la adoraci�n a uno mismo ha sido tan com�n en el eclesi�stico, romano o reformado, como entre los devotos de Mammon. Por cada frase de Juan, que puede ser cierta de la Iglesia de Roma en ciertas �pocas, hay seis descripciones adecuadas de los centros de nuestra propia civilizaci�n brit�nica y de los temperamentos ego�stas y ateos que prevalecen en ellos. Pregunt�monos qu� son los temperamentos babil�nicos y toquemos nuestra propia conciencia con ellos.

El olvido de Dios, la crueldad, la vanidad del conocimiento (que tan f�cilmente engendra credulidad) y la vanidad de la riqueza, pero el padre de todos ellos es la idolatr�a del yo. Isa�as nos cont� esto en el Asirio con su guerra; lo vemos aqu� en Babilonia con su comercio y su ciencia; fue expuesto incluso en los jud�os ortodoxos (Cap�tulo 14) porque antepusieron sus propios prejuicios a la revelaci�n de su Dios; y. quiz�s sea tan evidente en la Iglesia cristiana como en cualquier otro lugar.

Porque el ego�smo sigue al hombre como su sombra; y la religi�n, como el sol, cuanto m�s brilla, s�lo hace m�s aparente la sombra. Pero adorar tu sombra es darle la espalda al sol; el ego�smo es ate�smo, dice nuestro profeta. El yo del hombre toma la palabra de Dios sobre s� mismo y dice: "Yo soy, y no hay nadie fuera de m�". Y el que se olvida de Dios, seguramente tambi�n se olvidar� de su hermano; por tanto, la adoraci�n a uno mismo conduce a la crueldad.

Una parte importante de la acusaci�n contra Babilonia es su trato hacia el propio pueblo del Se�or. Estos eran los convictos de Dios, y ella, por el momento, ministra de justicia de Dios. Pero ella los oprimi� innecesaria y cruelmente. "Sobre el anciano has puesto tu yugo muy pesadamente". El pueblo de Dios le fue dado para que lo reformara, pero ella trat� de quitarles la vida. El prop�sito de Dios estaba sobre ellos, pero ella los us� para su engrandecimiento. Ella no se sent�a responsable ante Dios por su trato, ni siquiera al m�s culpable y despreciable de sus s�bditos.

En todo esto, Babilonia actu� de acuerdo con el esp�ritu predominante de la antig�edad; y aqu� podemos afirmar con seguridad que nuestra civilizaci�n cristiana tiene al menos una conciencia superior. El mundo moderno reconoce, en cierta medida, su responsabilidad ante Dios por el cuidado incluso de sus vidas m�s viles y perdidas. Ning�n estado cristiano de la actualidad permitir�a, por ejemplo, que sus delincuentes fueran torturados o ultrajados contra su voluntad en inter�s de la ciencia o del entretenimiento p�blico.

No vivisectamos a nuestros asesinos ni los matamos con combates de gladiadores. Nuestros estatutos no eliminan vidas sin valor o pierden el derecho a condenarlas a ser utilizadas en trabajos peligrosos de necesidad p�blica. Por el contrario, en las c�rceles tratamos a nuestros criminales con decencia e incluso con comodidad, y fuera de las c�rceles protegemos y apreciamos incluso las vidas m�s contaminadas y culpables. En todo nuestro desempe�o de la justicia de Dios, nos preocupamos de que los errores inevitables de nuestra falibilidad humana caigan del lado de la misericordia.

Ahora bien, es cierto que en la pr�ctica de todo esto a menudo fallamos y somos inconsistentes. El punto en este momento es que tenemos al menos una conciencia sobre el asunto. No decimos, como Babilonia, "Yo soy, y no hay nadie fuera de m�. No hay ley m�s alta que mi propia voluntad y deseo. Yo puedo; por lo tanto, usar cualquier cosa a trav�s de su crimen o su inutilidad cae en mi poder para el aumento de mi riqueza o satisfacci�n de mis pasiones.

"Recordamos a Dios, y que incluso el criminal y el in�til son Suyos. Al ejercer el poder que Su Ley y Providencia pusieron en nuestras manos para con muchas de sus criaturas, recordamos que estamos administrando Su justicia y no satisfaciendo nuestra propia venganza. , o alimentando nuestro propio deseo de sensaciones, o experimentando por el bien de nuestra ciencia. Son sus convictos, no nuestro bot�n. En nuestro tratamiento de ellos estamos sujetos a sus leyes, una de las cuales, que valla incluso su justicia, es la ley contra la crueldad; y otra, para la cual su justicia deja lugar, es que a todo hombre se le conceda, con su debido castigo, la oportunidad de penitencia y reforma. Hay entre nosotros positivistas, que niegan que estas opiniones y pr�cticas de la civilizaci�n moderna son correctas.

Llevando a cabo el ate�smo esencial de su escuela -yo soy hombre, y no hay otro: que en el ejercicio de la justicia y el ejercicio de la caridad los hombres son responsables s�lo ante s� mismos- se atreven a recomendar que las v�ctimas de la justicia sean las v�ctimas de la justicia. experimentos cient�ficos, por dolorosos que sean, y que la caridad debe ser negada a los corruptos e in�tiles. Pero todo esto es simplemente una reversi�n al tipo babil�nico, y el tipo babil�nico est� condenado a la descomposici�n. Porque la historia no ha escrito sobre s� misma una ley m�s segura que esta: que la crueldad es el precursor infalible de la ruina.

Pero al hablar del estado, tambi�n debemos recordar las responsabilidades individuales. El �xito, incluso cuando es el justo �xito del car�cter, es un generador de crueldad de lo m�s sutil. Lo mejor de nosotros es lo que m�s necesitamos para protegernos contra la censura. Si Dios pone a nuestro cuidado el car�cter de hombres y mujeres pecadores, recordemos que nuestro derecho a juzgarlos, nuestro derecho a castigarlos, nuestro derecho incluso a hablar de ellos, est� estrictamente limitado.

Las personas religiosas olvidan esto con demasiada facilidad, y su cruel censura o chismes ego�stas nos advierte que ser miembro de la Iglesia de Cristo no siempre significa que la ciudadan�a de un hombre est� en el cielo; bien puede ser babil�nico y llevar la libertad de esa ciudad en su rostro. "Ser duro con los que est�n deprimidos" es babil�nico; hacer material de las faltas de nuestro pr�jimo, por nuestro orgullo, o por amor al chisme, o por lascivia, es babil�nico.

Hay una regla pr�ctica muy buena para mantenernos a salvo. Podemos permitirnos hablar de nuestros hermanos descarriados a los hombres, tanto como oramos por ellos a Dios. Pero si oramos mucho por un hombre, seguramente se volver� demasiado sagrado como para divertir a la sociedad o alimentar nuestra curiosidad o nuestro orgullo.

La �ltima maldici�n sobre Babilonia nos recuerda la fatal laxitud de una sociedad que se basa �nicamente en los intereses del comercio; de la soledad y la inutilidad que aguardan, al final, todas las vidas, que se mantienen vivas simplemente por el tr�fico de hombres. Si alimentamos la vida s�lo con las noticias de los mercados, con el inter�s del tr�fico, con la excitaci�n de la competencia, con la fiebre de la especulaci�n, con las pasiones de la codicia y el orgullo, podemos sentirnos saludables y poderosos por un tiempo.

Pero una vida as�, que es simplemente un ser mantenido vivo por la sensaci�n de ganar algo o sobrepasar a alguien, es la mera apariencia de vivir; y cuando llegue el final inevitable, cuando se vayan los que traficaron con nosotros desde nuestra juventud, entonces cada part�cula de fuerza con la que nos alimentan se retirar�, y caeremos en la decadencia. Nunca hubo una imagen m�s verdadera de la r�pida ruina de una comunidad meramente comercial, o de la m�xima soledad de una vida mercenaria y ego�sta, que la precipitada avalancha de comerciantes, "cada uno como pudo encontrar un pasaje", de la ciudad que nunca hab�a otros atractivos, incluso para sus propios ciudadanos, distintos del lucro o del placer.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 47". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/isaiah-47.html.