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Bible Commentaries
Isaías 57

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-21

CAPITULO XXIII

EL REVIVIR DE LA CONCIENCIA C�VICA

Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1 ; Isa�as 58:1 ; Isa�as 59:1

Era inevitable, tan pronto como su ciudad estuviera nuevamente a la vista, que se volviera a despertar en los exiliados la conciencia c�vica; que los recuerdos de aquellos pecados que acosan a su vida p�blica, por los cuales su ciudad y su independencia fueron destruidas, regresen sobre ellos; que en la perspectiva de volver a ser responsables del desempe�o de la justicia y otros deberes pol�ticos, el profeta les debe recordar sus faltas nacionales en estos aspectos y las leyes eternas de Dios que les conciernen.

Si tenemos esto en cuenta, entenderemos la presencia en "Segundo Isa�as" del grupo de profec�as al que ahora hemos llegado, Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1 ; Isa�as 58:1 ; Isa�as 59:1 .

Hasta ahora, nuestro profeta, en marcado contraste con el mismo Isa�as, no ha dicho casi nada sobre la justicia social de su pueblo. La justicia de Israel, como vimos en nuestro cap�tulo catorce, ha tenido un significado muy diferente para nuestro profeta de su perd�n y restauraci�n de sus derechos. Pero en Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1 ; Isa�as 58:1 ; Isa�as 59:1 encontraremos la culpa del mal c�vico, y de otros tipos de pecado de los que Israel solo podr�a haber sido culpable en su propia tierra; escucharemos exhortaciones a la justicia social y la misericordia como las que escuchamos de Isa�as a su generaci�n.

Sin embargo, estos se mezclan con voces y concluyen con promesas, que hablan del Retorno como inminente. Indudablemente se revelan elementos exiliados. Y la impresi�n total es que alg�n profeta del exilio tard�o, y probablemente el que venimos siguiendo, recogi� estas reminiscencias del pecado de su pueblo en los d�as de su libertad, para recordarles, antes de que volvieran de nuevo a la pol�tica. responsabilidad, por qu� fueron castigados y qu� tan aptos eran para extraviarse.

Creyendo que esta es la verdadera soluci�n de un problema algo dif�cil, nos hemos aventurado a reunir este grupo mixto de profec�as bajo el t�tulo de Reavivar la conciencia c�vica. Se dividen en tres grupos: primero, Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1 ; segundo, cap�tulo 58; tercero, cap�tulo 59.

Veremos que, si bien no hay raz�n para dudar del origen ex�lico de todo el segundo, el primero y el tercero se ocupan principalmente de la descripci�n de un estado de cosas que prevaleci� solo antes del exilio, pero contienen tambi�n observaciones y conclusiones del exilio.

I. UNA CONCIENCIA PERO NING�N DIOS

Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1

Este es uno de los apartados que sit�a casi de manera decisiva la unidad literaria del "Segundo Isa�as" en la posibilidad de creencia pasada. Si Isa�as 56:1 enciende con el amanecer de la restauraci�n, Isa�as 56:9 ; Isa�as 57:1 est� muy oscuro con la llegada de la noche, que precedi� a ese amanecer.

Casi nadie discute que la mayor parte de esta profec�a debe haber sido compuesta antes de que el pueblo saliera de Palestina para el exilio. El estado de Israel, que representa, recuerda las descripciones de Oseas y del und�cimo cap�tulo de Zacar�as. El reba�o de Dios todav�a est� a cargo de sus propios pastores, Isa�as 56:9 una descripci�n inaplicable para Israel en el exilio.

Los pastores son somnolientos, codiciosos, sensuales, borrachos, v�ctimas de la maldici�n contra la que Amos e Isa�as lanzaron sus m�s fuertes aflicciones. Que borrachos como ellos deben ser perdonados mientras los justos mueren muertes inadvertidas Isa�as 57:1 s�lo puede explicarse por el juicio que se aproxima. "Nadie considera que el justo es quitado del mal.

"El mal no puede significar, como algunos han pensado, persecuci�n, porque mientras los justos han de escapar de �l y entrar en la paz, los malvados son perdonados. Debe ser un juicio divino, el exilio. Pero" �l entra en la paz. , descansan en sus camas, cada uno que ha caminado derecho delante de �l, "- para los justos hay la paz de la muerte y la tumba tranquila de sus padres. Qu� destino envidiable cuando la emigraci�n y la dispersi�n por tierras extranjeras, son los perspectiva de la naci�n! �Israel la encontrar� piadosamente muerta cuando regrese! El vers�culo recuerda que la convocatoria en Isa�as 26:1 , en la que escuchamos a la Madre Naci�n llamando a los muertos que hab�a dejado en Palestina para que resucitaran y aumentaran su retorno. n�meros.

Luego, el profeta acusa a la naci�n de infidelidad religiosa y pol�tica, que sabemos que fue el pecado que los acos� en los d�as anteriores a su partida de Tierra Santa. El escenario, en cuyos objetos naturales los describe buscando su adoraci�n, es el escenario de Palestina, no de Mesopotamia: terebintos y wadies , y hendiduras de las rocas y piedras lisas de los wadies .

Los sacrificios impuros y sangrientos con los que les acusa tienen m�s apariencia de idolatr�a cananea que babil�nica. Los humillantes pleitos pol�ticos que pagaron - "T� fuiste al rey con ung�ento, y aumentaste tus perfumes, y enviaste a tus embajadores lejos, y te humillaste hasta el Seol" ( Isa�as 57:9 ) - no se pueden atribuir a un pueblo cautivo, pero eran el tipo de diplomacia degradante que Israel se gan� con Acaz.

Mientras que la dolorosa b�squeda de la fuerza ( Isa�as 57:10 ), la Isa�as 57:10 cobard�a pol�tica ( Isa�as 57:11 ), el sacrificio fan�tico de la pureza de la virilidad y la vida de la infancia ( Isa�as 57:5 ), y especialmente la mala conciencia que impulsaba sus corazones ciegos a trav�s de tanto dolor y pasi�n en una b�squeda sincera de la justicia ( Isa�as 57:12 ), traicionar la era de la reacci�n id�latra de la gran victoria puritana del 701, una generaci�n que exagera toda la vieja falsedad y el miedo, contra el cual Isa�as hab�a arremetido, con la nueva conciencia del pecado que hab�a creado su predicaci�n.

La oscura veta de sangre y lujuria que atraviesa la idolatr�a condenada, y la conciencia severa que solo profundiza su oscuridad, son razones suficientes para fechar la profec�a despu�s del 700. Las mismas frases de Isa�as, que contiene, han tentado a algunos a atribuirla. a �l mismo. Pero ciertamente no data de los problemas que llevaron a su vejez a la tumba. El mal que presagia no es, como hemos visto, una persecuci�n de los justos, sino un juicio divino sobre toda la naci�n, presumiblemente el exilio.

Podemos fecharlo, por lo tanto, alg�n tiempo despu�s de la muerte de Isa�as, pero ciertamente, y este es el punto importante, antes del exilio. Este, entonces, es un componente inconfundiblemente pre-ex�lico del "Segundo Isa�as".

Otro rasgo corrobora la independencia original de esta profec�a de su contexto. Su estilo es inmediato y extremadamente rudo. El lector del original siente la diferencia de inmediato. Es la diferencia entre viajar por las carreteras niveladas de Mesopotamia, con sus horizontes inmutables, y el traqueteo de los caminos pedregosos de la Alta Palestina, con sus vislumbres cambiando r�pidamente de desfiladero a pico.

Pero lo notable es que el estilo habitual de "Segundo Isa�as" se reanuda antes del final de la profec�a. No siempre se puede estar seguro del verso exacto en el que se produce tal cambio literario. En este caso algunos lo sienten a la mitad de Isa�as 57:11 , con las palabras: "�No he callado yo desde hace mucho tiempo, y no me temes?" Sin embargo, seguramente es m�s sensato despu�s de ver.

14, en el que, en todo caso, se nos detiene por una alteraci�n del punto de vista. En ver. 14 estamos de nuevo en el Exilio -antes de Isa�as 57:14 no reconozco ning�n s�ntoma del Isa�as 57:14 y el camino de regreso est� ante nosotros. "Y uno dijo," - es la repetici�n al pie de la letra de la extra�a voz an�nima de Isa�as 40:6 , - "y uno dijo: Echad, Echad, abrid", o "Barrer, abrir un camino , levanta la piedra de tropiezo del camino de mi pueblo ". Y ahora el ritmo ciertamente ha vuelto al estilo predominante del "Segundo Isa�as", y el temperamento es nuevamente el de la promesa y el consuelo.

Estos cambios repentinos de circunstancias y perspectivas son suficientes para mostrarle al lector atento de las Escrituras lo dif�cil que es el problema de la unidad del "Segundo Isa�as". Sobre lo cual no hacemos aqu� m�s comentarios, sino que pasamos de inmediato a la tarea m�s agradable de estudiar la gran profec�a, Isa�as 57:14 , que surge uno y simple de estos fragmentos como lo hace una roca homog�nea de los confusos escombros de varios. �pocas geol�gicas.

Para que la fecha y el prop�sito original de los fragmentos que hemos considerado sean los que sean, esta profec�a se ha colocado como su conclusi�n con al menos alguna intenci�n racional, por no decir espiritual. Cuando de repente surge aqu�, re�ne, en el h�bito habitual de las Escrituras, la acusaci�n moral de Dios de una generaci�n malvada, mediante un gran manifiesto de la naturaleza divina, y una clara distinci�n de los caracteres y el destino de los hombres.

Ahora bien, �de qu� tipo es la generaci�n a cuya acusaci�n llega esta profec�a como conclusi�n? Es una generaci�n que perdi� a su Dios, pero mantuvo su conciencia. Esto resume el car�cter nacional que se esboza en Isa�as 57:3 . Estos israelitas hab�an perdido a Jehov� y Su ley pura. Pero la religi�n en la que retrocedieron no fue, por tanto, f�cil ni fr�a.

Al contrario, fue muy intenso y muy severo. La gente puso en ello energ�a, pasi�n y sacrificio que lleg� a extremos crueles. Tambi�n la fe en sus resultados pr�cticos evit� que el pueblo se desmayara bajo el cansancio con que reaccionaba su fanatismo. "En el largo de tu camino estabas cansado, pero no dijiste: Es desesperada; vida para tu mano" -es decir, fuerza real y pr�ctica- "hallaste; por tanto, no te desmoronaste".

Y practicaron su idolatr�a dolorosa y apasionada con una conciencia real. Buscaban obrar la justicia por s� mismos ( Isa�as 57:12 deber�a traducirse: " Isa�as 57:12 tu justicia", la caricatura de la justicia que intentas). El estadista m�s mundano entre ellos ten�a su ideal sincero para Israel, y ten�a la intenci�n de permitirle, en la posesi�n de su tierra y monta�a santa, cumplir su destino ( Isa�as 57:13 ). El id�latra m�s craso ten�a hambre y sed de justicia, y quemaba a sus hijos o sacrificaba su pureza para satisfacer los vagos impulsos de su conciencia no iluminada.

De hecho, fue una generaci�n que mantuvo su conciencia, pero perdi� a su Dios; y lo que tenemos en Isa�as 57:15 es simplemente el Dios perdido y olvidado hablando de Su Naturaleza y Su Voluntad. Han estado adorando a �dolos, criaturas de sus propios miedos y pasiones crueles. Pero �l es el "alto y sublime": dos de los adjetivos m�s simples del lenguaje, pero suficientes para elevarlo, lo describen por encima de las brumas distorsionantes de la imaginaci�n humana.

Pensaban en la Deidad como pura ira y fuerza, que los hombres apenas pod�an apaciguar incluso a trav�s de los ritos m�s sangrientos y el autosacrificio apasionado. Pero �l dice: "En el alto y santo habito, pero tambi�n con el contrito y humilde de esp�ritu, para reavivar el esp�ritu de los humildes y reavivar el coraz�n de los contritos". El resto del cap�tulo es para las conciencias oscurecidas una declaraci�n clara del car�cter moral de la obra de Dios.

Dios siempre castiga el pecado y, sin embargo, el pecador no es abandonado. Aunque va por su propio camino, Dios "vigila sus caminos para sanarlo. Yo creo el fruto de los labios", es decir, "acciones de gracias: Paz, paz al que est� lejos y al que est� cerca, dice el SE�OR, y lo sanar� ". Pero, como en el cap�tulo 48 y el cap�tulo 50, una advertencia viene al final, y detr�s de la imagen clara y avanzada de los consolados y restaurados de Jehov�, vemos el extra�o trasfondo de la maldad inquieta y sombr�a.

II. EL SERVICIO SOCIAL Y EL S�BADO

(cap�tulo 58)

Varios cr�ticos (incluido el profesor Cheyne) consideran el cap�tulo 58 como post-ex�lico, debido a sus declaraciones contra el ayuno formal y el descuido de la caridad social, que son similares a las de los profetas post-exiliados como Zacar�as y Joel, y parecen implicar que el las personas a las que se dirige son nuevamente independientes y responsables del desempe�o de sus deberes sociales. La pregunta gira principalmente en torno a la cantidad de responsabilidad social que concebimos que tuvieron los jud�os durante el exilio.

Ahora hemos visto que muchos de ellos disfrutaban de una libertad considerable: ten�an sus casas y hogares; ten�an sus esclavos; comerciaban y pose�an riquezas. Por lo tanto, estaban en condiciones de ser responsables de los deberes a los que el cap�tulo 58 los llama. Los discursos de Ezequiel a sus compa�eros en el exilio tienen muchas caracter�sticas en com�n con el cap�tulo 58, aunque no mencionan el ayuno; y el ayuno en s� era un h�bito caracter�stico de los exiliados, respecto del cual es muy probable que se equivoquen, tal como se describe en el cap�tulo 58.

Adem�s, hay una semejanza entre los comentarios de este cap�tulo sobre las preguntas del pueblo a Dios ( Isa�as 58:2 ) y la respuesta de Ezequiel cuando algunos de los ancianos de Israel vinieron a consultar a Jehov�. (Eze 21: 1-32, cf. Ezequiel 33:30 f.

) Y nuevamente Isa�as 58:11 est�n evidentemente dirigidos a personas en perspectiva de regresar a su propia tierra y restaurar su ciudad. En consecuencia, fechamos el cap�tulo 53 del exilio. Pero no vemos ninguna raz�n para ponerlo tan pronto como lo hace Ewald, quien lo asigna a un contempor�neo m�s joven de Ezequiel. No hay evidencia ling��stica de que sea una inserci�n, o de otra mano que la de nuestro profeta.

Seguramente hubo lugar y ocasi�n para ello en los a�os que siguieron a la liberaci�n real de los jud�os por Ciro, pero que precedieron a la restauraci�n de Jerusal�n, aquellos a�os en los que ya no hubo problemas pol�ticos en el camino del regreso del pueblo para nuestro profeta. discutir, y por lo tanto, sus defectos morales atrajeron a�n m�s su atenci�n; y especialmente, cuando en la perspectiva cercana de su independencia pol�tica, sus pecados sociales despertaron sus aprensiones.

Aquellos que nunca han o�do hablar a un oriental enojado no tienen idea del poder de denuncia que hay en la garganta humana. En Oriente, donde un clima seco y un gran ocio confieren a la voz una profundidad y suavidad impedidas por nuestra vulgar prisa de la vida y el tiempo bromista, los hombres han elaborado sus letras de garganta hasta un n�mero desconocido en cualquier alfabeto occidental; y en las notas m�s bajas han puesto un filo, que llega agudo y agudo a trav�s del rugido de las guturales superiores, hasta que sientes que su ira corta y te barre ante ella.

En la garganta oriental, el habla desciende lo suficientemente profundo como para hacer eco en toda la amplitud del hombre interior; mientras que la posibilidad de expresar dentro de un �rgano tan flexible casi todos los tonos de desprecio o sorpresa preserva la ira de esa sospecha de despecho o de cansancio, que se transmite por un uso demasiado liberal de las letras nasales o palatinas. Por tanto, en el idioma hebreo "llamar con la garganta" significa llamar con vehemencia, pero con dominio propio; con pasi�n, pero como hombre; utilizando todas las figuras de la s�tira, pero con seriedad; ni olvidar la ira por el mero arte, ni permitir que la ira se escape de las garras de los m�sculos m�s fuertes de la voz.

Es "levantar la voz como una trompeta", un instrumento que, con cualquier variedad de m�sica que sus notas superiores puedan complacer nuestros o�dos, nunca deja caer su tono principal de autoridad, nunca afloja su imperativo llamamiento a las voluntades de la gente. los oyentes.

Este es el estilo del cap�tulo que tenemos ante nosotros, que comienza con las palabras: "Clama con la garganta, no escatimes, alza tu voz como una trompeta". Quiz�s ning�n tema provoque m�s s�tira y burlas que el tema del cap�tulo: la uni�n de la religi�n formal y la vida desagradable. Y, sin embargo, en el cap�tulo no hay una mueca de desprecio de principio a fin. El hablante reprime la tentaci�n de usar su tono nasal y pronuncia, no como el sat�rico, sino como el profeta.

Porque su prop�sito no es jugar con la hipocres�a de su pueblo, sino barrerlos de ella. Antes de que lo haya hecho, su discurso urgente, que no se ha demorado en burlarse ni se ha agotado en gritos, pasa a gastar su �mpetu desenfrenado en la promesa final y el evangelio. Es una sabia lecci�n de un maestro predicador, y la mitad de la inutilidad de la predicaci�n moderna se debe a que se ha descuidado. El p�lpito tienta a los hombres a ser demasiado audaces o demasiado t�midos con respecto al pecado; ya sea para susurrar o rega�ar; eufemizar o exagerar; ser convencional o hist�rico.

Pero dos cosas son necesarias, los hechos deben ser declarados, y toda la hombr�a del predicador, y no solo su desprecio o solo su ira o solo un temperamento oficial, debe recaer sobre ellos. "Clama con la garganta, no escatimes; como trompeta alza tu voz, y publica a mi pueblo su transgresi�n, ya la casa de Jacob su pecado".

El tema del cap�tulo son los h�bitos de un pueblo religioso, la seriedad y regularidad de su desempe�o religioso contrasta con el descuido de sus relaciones sociales. El segundo vers�culo, "las descripciones en las que evidentemente se extraen de la vida", nos dice que "el pueblo buscaba a Dios todos los d�as, y ten�a celo por conocer sus caminos, como una naci�n que hab�a hecho justicia", cumpli� el culto legal, - "y no hab�an abandonado el de su Dios; me piden leyes de justicia", es decir, un culto legal, cuya ejecuci�n podr�a hacerlos justos, "y al acercarse a Dios se deleitan.

De hecho, ten�an una gran codicia por las ordenanzas y funciones, por el resurgimiento de las formas a las que estaban acostumbrados en la antig�edad. Como una pobre rosa postrada, cuyos zarcillos pierden los puntales con los que sol�an elevarse. El sol, la conciencia religiosa y los afectos de Israel, violentamente arrancados de sus soportes inmemoriales, yac�an fl�cidos y azotados por el viento en una tierra desnuda, y anhelaban que Dios levantara alg�n sustituto para esos altares de Si�n por el cual, en los queridos d�as de viejos, se hab�an elevado a la luz de su rostro.

A falta de algo mejor, recurrieron a las formas fr�as y sombr�as de los ayunos que hab�an instituido. Pero de ese modo no llegaron al rostro de Dios. "�Por qu� hemos ayunado", dicen, "y t� no has visto? Hemos humillado nuestras almas, y t� no te has dado cuenta". La respuesta llega r�pidamente: �porque tu ayuno es una mera forma! "Mira, en el mismo d�a de tu ayuno encuentras un negocio que hacer, y todos tus obreros lo pides.

"Tan formal es tu ayuno que tu vida ordinaria, ansiosa, ego�sta y cruel contin�a al lado de �l de todos modos. No, es peor que de costumbre, porque tu ayuno in�til y fatigoso, pero pone un filo m�s agudo en tu temperamento:" contienda y contienda ayun�is, para herir con el pu�o de la tiran�a. "Y no tiene valor religioso:" No ayun�is "como" como "ayun�is" hoy para hacer o�r tu voz en lo alto.

�Es ese el ayuno que elijo, un d�a para que un hombre se aflija? �Es inclinar la cabeza como un junco y arrastrarse sobre cilicio y ceniza? �Es esto a lo que llamar�s ayuno y d�a agradable a Jehov�? �Una de las grandes sorpresas del coraz�n humano es que la abnegaci�n no gana m�rito ni paz. Pero ciertamente no lo hace, si el amor no lo acompa�a. Aunque entregue mi cuerpo para ser quemado y no tenga amor, de nada me aprovecha.

La abnegaci�n sin amor es autocomplacencia. "�No es este el ayuno que yo elijo? Para soltar las ataduras de la tiran�a, para romper las articulaciones del yugo, para dejar ir libres a los aplastados, y que rompas todo yugo. �No es para partir tu pan al hambriento, y que lleves a casa a un pobre errante, que cuando veas a uno desnudo, lo cubras y que de tu carne no te escondas, entonces brotar� como la ma�ana tu luz, y tu salud brotar� en seguida.

S�, ir� delante de ti tu justicia, la gloria de Jehov� te barrer�, "literalmente" te recoger�. Entonces llamar�s, y Jehov� responder�; clamar�s, y �l dir�: Heme aqu�, si quitas de en medio el yugo, y el se�alar con el dedo, y el hablar malicia, tres grados de la sutileza del ego�smo, que cuando se aparta de ti. la opresi�n violenta se convertir� en desprecio y del desprecio abierto en la murmuraci�n, - "y si atraes tu alma hacia el hambriento" - arrancar� lo que te es querido para satisfacer su necesidad, la expresi�n m�s fuerte de abnegaci�n que el Antiguo Testamento contiene, - "y sacia el alma que est� afligida, entonces se levantar� en las tinieblas tu luz, y tu oscuridad ser� como el mediod�a.

Y te guiar� Jehov� de continuo, y saciar� tu alma en las sequ�as, y tus miembros enjugar�n; y ser�s como huerto bien regado, Jeremias 31:12 y como manantial cuyas aguas nunca faltan. Y los tuyos edificar�n ruinas antiguas; levantar�s los cimientos de generaci�n en generaci�n, y te llamar�n Reparador de brechas, Restaurador de senderos para habitar.

"Cf. Job 24:13 As�, su" justicia "en el sentido de reivindicaci�n externa y estabilidad, que as� prevalece con nuestro profeta, ser� debida a su" justicia "en ese sentido moral interno en el que Am�s e Isa�as usan la palabra. Y as� concluye un pasaje que ocupa el lugar m�s antiguo, si no el m�s alto, en la gloriosa sucesi�n de Escrituras de amor pr�ctico, a la que pertenecen el cap�tulo sesenta y uno de Isa�as, el veinticinco de Mateo y el decimotercero de Primera de Corintios.

Su lecci�n es, para volver a la figura de la rosa arrastrada, que ninguna simple forma de religi�n, por divinamente prescrita u observada concienzudamente, puede por s� misma elevar los angustiados y arrastrados afectos del hombre a la luz y la paz del Cielo; pero que nuestros semejantes, si nos aferramos a ellos con amor y con brazos de ayuda, son siempre los puntales m�s fuertes con los que podemos elevarnos a Dios; ese car�cter se enriquece y la vida se llena de gozo, no mediante la ejecuci�n de ordenanzas con la fr�a conciencia del deber, sino mediante actos de servicio con el c�lido coraz�n de amor.

Y, sin embargo, tal profec�a concluye con una exhortaci�n a la observancia de una forma religiosa y coloca la observancia del s�bado al mismo nivel que la pr�ctica del amor. "Si te apartas del d�a de reposo tu pie", de "hacer tus propios asuntos en Mi d�a santo; Am�s 8:5 y m�s alto el Placer del d�a de reposo", la palabra es fuerte: "Deleite, Delicadeza, Lujo, -Santidad de Jehov�, Honorable; y la honras de tal manera que no hagas tus propios caminos, ni encuentres tus propios asuntos, ni sigas hablando: entonces encontrar�s tu placer, "o" tu deleite, en Jehov�, "- note el paralelo de placer en el d�a de reposo y de placer en Jehov�, - "y �l te har� cabalgar sobre los lugares altos de la tierra, y te har� sentir sobre la porci�n de tu padre Jacob; s�,

Nuestro profeta, entonces, mientras exalta el servicio pr�ctico del hombre a expensas de ciertas formas religiosas, exalta igualmente la observancia del s�bado; su desprecio por su formalismo cambia cuando llega a ello en un vigoroso entusiasmo de defensa. Este hecho notable, que es estrictamente an�logo a la aparici�n del Cuarto Mandamiento en un c�digo que por lo dem�s consta de leyes puramente morales y religiosas, se explica f�cilmente.

Observe que nuestro profeta basa su s�plica por la observancia del s�bado y su seguridad de que debe conducir a la prosperidad, no en sus beneficios f�sicos, morales o sociales, sino simplemente en su reconocimiento de Dios. No solo se debe honrar el d�a de reposo porque es el "Santo de Jehov�" y "Honorable", sino que "complacerlo" equivale a "encontrar complacencia en �l". El paralelo entre estas dos frases en Isa�as 58:13 e Isa�as 58:14 es evidente, y realmente significa esto: Si lo hac�is en s�bado, a m� lo hac�is.

El profeta, entonces, hace cumplir el s�bado simplemente por su aspecto religioso y hacia Dios. Ahora, recordemos la verdad, que tan a menudo refuerza, que el Servicio del Hombre, sin embargo, perseguido ardiente y ampliamente, nunca puede conducir o resumir nuestro deber; que el Servicio de Dios tiene, l�gica y pr�cticamente, un reclamo previo, pues sin �l el Servicio del Hombre debe sufrir tanto en la obligaci�n como en el recurso.

Dios debe ser nuestro primer recurso; debe tener nuestro primer homenaje, afecto y obediencia. Pero esto no puede tener lugar sin una cierta cantidad de devoci�n definida, regular y frecuente a �l. En la religi�n m�s espiritual hay un m�nimo irreductible de observancia formal. Ahora, en esa destrucci�n masiva de formas religiosas, que tuvo lugar con el derrocamiento de Jerusal�n, solo hab�a una instituci�n, que no estaba necesariamente involucrada.

El s�bado no ca�a con el templo y el altar: el s�bado era independiente de toda localidad; el s�bado era posible incluso en el exilio. Era la �nica forma solemne, p�blica y con frecuencia regular en la que la naci�n pod�a volverse a Dios, glorificarlo y disfrutarlo. Quiz�s, tambi�n, a trav�s de la moda babil�nica de solemnizar el s�ptimo d�a, nuestro profeta se dio cuenta de nuevo de la instituci�n primitiva del s�bado, y se le record� que, dado que siete d�as es una parte regular del a�o natural, el s�bado es, por as� decirlo, sancionado por los estatutos de la creaci�n.

Una instituci�n tan primitiva, tan independiente de la localidad, que forma parte tan natural del transcurso del tiempo, pero que, sobre todo, ha sobrevivido dos veces, en el exilio jud�o y en el paso del juda�smo al cristianismo. la abrogaci�n y desaparici�n de todas las dem�s formas de la religi�n con la que estaba relacionada, y ha sido afirmada dos veces por la profec�a o la pr�ctica como parte esencial de la religi�n espiritual e igual a la moral social, ha demostrado ampliamente su origen divino y su indispensable para el hombre.

III. DELITOS SOCIALES

(Cap�tulo 59)

El cap�tulo 59 es, a primera vista, el m�s dif�cil de todos de "Segundo Isa�as" para asignar una fecha. Porque evidentemente contiene elementos tanto del exilio como del pre-exilio. Por un lado, sus acusaciones de culpa implican que las personas a las que se dirige son responsables de la justicia c�vica en un grado que dif�cilmente podr�a imputarse a los jud�os de Babilonia. Vimos que los jud�os en el exilio ten�an una cantidad de libertad social y responsabilidad dom�stica que explica ampliamente el tipo de pecados que se les acusa en el cap�tulo 58.

Pero ver. 14 del cap�tulo 59 ( Isa�as 59:14 ) les reprocha el derrumbe de la justicia en la propia sede y oficina p�blica de la justicia, del que no era posible que hubieran sido culpables sino en su propia tierra y en los d�as de su independencia. . Por otro lado, las promesas de liberaci�n en el cap�tulo 59 se leen mucho como si fueran exiliadas.

"Juicio" y "justicia" se emplean en Isa�as 59:9 en su sentido ex�lico, y Dios es representado exactamente como lo hemos visto en otros cap�tulos de nuestro profeta.

�Nos quedamos entonces con un misterio? Al contrario, la soluci�n es clara. Israel es seguido al exilio por su vieja conciencia. Los cargos de Isa�as y Ezequiel contra Jerusal�n, mientras Jerusal�n era todav�a una " civitas " , resuenan en su memoria. Ella repite las mismas palabras. Con verdad dice que su estado actual, tan v�vidamente descrito en Isa�as 59:9 , se debe a pecados de anta�o, de los cuales, aunque tal vez ya no pueda cometerlos, todav�a siente la culpa.

La conciencia siempre aglomera los a�os; no hay diferencia de tiempo a los ojos de Dios el Juez. Y era natural, como ya dijimos, que la naci�n recordara los pecados que la acosaron en este momento; que su conciencia c�vica volviera a despertar, justo cuando estaba a punto de convertirse nuevamente en civitas .

Todo este cap�tulo es simplemente la expansi�n y la aplicaci�n de los dos primeros vers�culos, que siguen repicando como el sonido de una gran campana alta: "He aqu�, la mano de Jehov� no se acorta para que no pueda salvar, ni se pesa su o�do por no poder salvar. oye, pero tus iniquidades han sido separadores entre t� y tu Dios, y tus pecados han ocultado "Su" rostro de ti, para que no oiga ". S�lo hay una cosa que se interpone entre el coraz�n humano y la Presencia Real y el Poder Infinito de Dios; y esa �nica cosa es el pecado.

El cap�tulo trabaja para mostrar cu�n real es Dios. Los primeros vers�culos hablan de "Su mano, su o�do, su rostro". Y los versos finales lo pintan con las pasiones y la armadura de un hombre, un h�roe en tal soledad y con tal fuerza de avance, que ninguna imaginaci�n puede dejar de ver la figura vivida y solitaria. "Y vio que no hab�a nadie, y se asombr� de que no hubiera nadie que se interpusiera; por tanto, su propio brazo derecho le trajo salvaci�n, y su justicia lo sostuvo.

Y se visti� de justicia como de una coraza y de salvaci�n "por" un yelmo sobre Su cabeza; y se visti� con ropas de venganza por vestidura, y se envolvi� en celo como en un manto. "No supongamos que esto es mera poes�a. Conciba lo que la inspira, la gran verdad de que en el Infinito hay un coraz�n que palpita por hombres y una voluntad de golpear por ellos. Esto es lo que el escritor desea proclamar, y lo que creemos que el Esp�ritu de Dios movi� sus pobres labios humanos para dar su propia forma: la simple verdad de que hay Uno, por m�s escondido que sea. puede ser a los ojos de los hombres, que siente por los hombres, que siente con vehemencia por los hombres, y cuya voluntad es r�pida y urgente para salvarlos.

Alguien as� le dice a Su pueblo que lo �nico que les impide saber cu�n reales son Su coraz�n y su voluntad, lo �nico que les impide ver Su obra en medio de ellos, es su pecado.

La lista de pecados a la que el profeta atribuye la demora en la liberaci�n del pueblo es terrible; y el hombre que lo lea con la conciencia dormida podr�a llegar a la conclusi�n de que fue destinado s�lo para un per�odo de extraordinaria violencia y derramamiento de sangre. Sin embargo, el cap�tulo implica que la sociedad existe y que al menos las formas de civilizaci�n est�n vigentes. Los hombres se demandan entre s� ante los tribunales habituales. Pero nadie "clama en justicia ni va a la ley en verdad".

Conf�an en la vanidad y dicen mentiras. "Todas estas acusaciones podr�an ser ciertas en una sociedad tan respetable en apariencia como la nuestra. Tampoco la acusaci�n de derramamiento de sangre debe tomarse literalmente. El Antiguo Testamento tiene un gran respeto por la naturaleza espiritual del hombre. , que negarle al individuo sus derechos o quitar la paz de Dios de su coraz�n, se llama derramamiento de sangre inocente. Isa�as nos recuerda muchos tipos de este asesinato moral cuando dice, "tus manos est�n llenas de sangre: buscad justicia, socorre al oprimido, juzga al hu�rfano, aboga por la viuda.

"Ezequiel nos recuerda a los dem�s cuando nos cuenta c�mo Dios le habl�, que si" no advierte al imp�o, y el mismo imp�o muere en su iniquidad, yo demandar� su sangre de tu mano ". Y nuevamente un salmo nos recuerda del tiempo "cuando Jehov� indaga por sangre, no olvida el clamor de los pobres". Isa�as 1:17 ; Salmo 9:12Esto es lo que la Biblia llama asesinato y sobre lo que pone sus ardientes palabras, no actos de violencia sangrienta como de vez en cuando hacen que toda la humanidad se emocione al descubrir que en el coraz�n de la civilizaci�n existen hombres con las pasiones del mono y el tigre, pero tal opresi�n de los pobres, tal cobard�a para reprender el mal, tal negligencia para restaurar la ca�da, tal abuso del car�cter de los j�venes e inocentes, tal fraude y opresi�n de los d�biles, como a menudo existen bajo la vida m�s respetable, y emplean las armas de una civilizaci�n cristiana para realizarse.

Tenemos que tomar las normas audaces y violentas de los profetas y aplicarlas a nuestras propias vidas, los profetas que llaman "ramera" al hombre que vende su honestidad para obtener ganancias, y lo consideran "culpable de sangre" al que ha agraviado, tentado o descuidado a su hermano. No supongamos que estos vers�culos carmes� de la Biblia puedan ser pasados ??por alto como si no fueran aplicables a nosotros mismos. No se refieren a asesinos o man�acos: se refieren a delitos sociales, de los que todos estamos en perpetua tentaci�n, y de los que todos somos m�s o menos culpables, el descuido de los d�biles, la explotaci�n de los pobres para los nuestros. el provecho, el ensuciar la mente de los ni�os, la multiplicaci�n de la tentaci�n en el camino de los peque�os de Dios, la malicia que nos lleva a arruinar el car�cter de otro,

No dejemos de leer todos estos vers�culos a la luz clara que el Ap�stol Juan arroja sobre ellos cuando dice: "El que no ama, permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es homicida".

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 57". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/isaiah-57.html.
 
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