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Bible Commentaries
Isaías 60

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-22

CAPITULO XXIV

SALVACI�N A LA VISTA

Isa�as 60:1

LA liberaci�n de Babilonia ha sido segura desde hace mucho tiempo, desde el cap�tulo 48; se han eliminado todas las dudas en el camino del Retorno, Isa�as 49:1 a Isa�as 52:12 ; se han encontrado suficientemente los medios para la Restauraci�n espiritual del pueblo, cap�tulo 53 y cap�tulos precedentes sobre el Siervo: Si�n ha sido aclamada desde lejos, cap�tulo 54; se han pronunciado los �ltimos llamados a salir de Babilonia, cap�tulo 55; �ltimos concilios y consuelos, Isa�as 56:1 ; y la conciencia c�vica se ha reavivado; Isa�as 56:9 hasta Isa�as 59:1 .

Ahora solo queda tomar posesi�n de la ciudad misma; ensayar la vocaci�n del pueblo restaurado; y realizar todas las esperanzas, miedos, obst�culos y problemas pr�cticos del futuro. Estos deberes ocupan el resto de nuestra profec�a, cap�tulos 60-66.

El cap�tulo 60 es una profec�a tan completa en s� misma como el cap�tulo 54. La ciudad, que en el 54 fue aclamada y consolada desde lejos, en el cap�tulo 60 se le pide que se levante y disfrute de la gloria que finalmente la ha alcanzado. Sus esplendores, insinuados en el cap�tulo 54, se ven en plena y evidente exhibici�n. En los cap�tulos 61-62, su profeta, su genio y representante, le ensaya sus deberes y le expone su lugar entre los pueblos.

Y en Isa�as 63:1 tenemos otra de esas teofan�as o apariciones del Divino Autor �nico de la salvaci�n de su pueblo, que -abruptos y apartados como para realzar el sentido de la soledad de su sujeto- ocurren a intervalos a lo largo de nuestro profec�a, -por ejemplo, en Isa�as 42:10 , y en Isa�as 59:16 .

Estas tres secciones, cap�tulo 60, cap�tulos 61-62 e Isa�as 63:1 , las tomaremos juntas en este cap�tulo de nuestro volumen.

Lev�ntate, brilla

(Cap�tulo 60)

El sexag�simo cap�tulo de Isa�as es la contraparte espiritual de un d�a t�pico de Oriente, con el polvo puesto y los dardos sacados de los rayos del sol, un d�a t�pico de Oriente en el repentino esplendor de su amanecer, la plenitud y aparente permanencia de su mediod�a. la amplitud que revela sobre el mar y la tierra, y la b�rbara profusi�n de vida, que su fuerte luz basta para inundar de gloria.

Bajo un d�a as� vemos a Jerusal�n. En los primeros cinco vers�culos del cap�tulo, se la aborda, como en el cap�tulo 54, como una mujer abatida y desolada. Pero su noche solitaria ha terminado, y de alg�n profeta a la cabeza de sus hijos que regresan resuena el clamor: "Lev�ntate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehov� ha nacido sobre ti". En Oriente el sol no sale; la palabra es d�bil para una llegada casi demasiado repentina para el crep�sculo.

En el este, el sol salta por encima del horizonte. No sientes que viene, sino que ha venido. Este primer verso es sugerido por la rapidez con que irrumpe en una ciudad oriental, y la forma envuelta no se desenvuelve lentamente, como en nuestro crep�sculo, sino que "brilla" a la vez, todas las placas y puntos de gloria. Entonces la cifra cede: porque Jerusal�n no es simplemente un punto radiante en un mundo igualmente iluminado por el sol, sino que es ella misma la lumbrera �nica de Jehov�.

"Porque he aqu� tinieblas cubrir�n la tierra, y tinieblas los pueblos; mas sobre ti se levantar� Jehov�, y sobre ti ser� vista su gloria. Y vendr�n naciones a tu luz, y reyes al resplandor de tu amanecer". En los dos vers�culos siguientes, se habla nuevamente de una mujer. "Alza" tus ojos "en derredor y mira, todos se han reunido, han venido a ti; tus hijos de lejos vienen, y tus hijas son llevadas en brazos.

"Luego sigue el vers�culo m�s hermoso del cap�tulo." Entonces ver�s y estar�s radiante, y tu coraz�n palpitar� y crecer�; porque la marea del mar se volver� sobre ti, y la riqueza de las naciones vendr� a ti ". La palabra que la versi�n inglesa autorizada tradujo" fluir�n juntos ", y nuestra versi�n revisada" aligerado ", significa ambos Estos. Es luz l�quida, -luz que ondula y centellea y recorre el rostro; como mejor se desprende de ese hermoso pasaje del Salmo trig�simo cuarto ", lo miraron y sus rostros se iluminaron.

"Aqu� sugiere la luz que un rostro capta del agua con gas. La figura del profeta ha cambiado. La majestuosa madre de su pueblo no se encuentra entre las ruinas de su ciudad, sino sobre una gran playa, con el mar al frente, el mar. que arroja toda la luz del cielo sobre su rostro y pone a la deriva todas las riquezas de la tierra a sus pies, y sus ojos est�n en el horizonte con la esperanza de la que espera el regreso de los ni�os.

Los siguientes vers�culos son simplemente la expansi�n de estas dos cl�usulas, sobre la inundaci�n del mar y la riqueza de las Naciones. Isa�as 60:6 mira primero hacia la tierra y luego hacia el mar, como desde la maravillosa posici�n de Jerusal�n en la alta cordillera entre Asia y el mar: entre las puertas del Este y las puertas del Oeste.

Por un lado, el horizonte de la ciudad es la cordillera de Moab y Edom, esa barrera, en la imaginaci�n jud�a, del Oriente oculto y dorado a trav�s del cual fluyen las caravanas aqu� representadas. Abundancia de camellos te cubrir�, camellos j�venes de Madi�n y de Efa; todos ellos de Sab� vendr�n; traer�n oro e incienso, y publicar�n las alabanzas de Jehov�. Todos los reba�os de Cedar ser�n reunidos contigo, los carneros de Nebaiot te servir�n; subir�n con agrado sobre mi altar, y glorificar� la casa de mi gloria.

"Estos fueron justamente los que surgieron sobre el Jord�n desde los pa�ses lejanos m�s all�, de los cuales los jud�os sab�an poco m�s que los nombres que aqu� se dan: le�osas manadas de camellos sobre el verdor de Palestina como una avalancha del desierto de donde brotaban; r�os de ovejas que suben por los estrechos caminos que conducen a Jerusal�n: lo concibe todo bajo ese sol del Este resplandeciente. Pero luego, volvi�ndose hacia el otro horizonte de Jud�, marcado por la franja amarilla de arena y la neblina azul del mar m�s all�, el profeta clama por Jehov�. : "�Qui�nes son �stos como una nube que vuela, y como palomas a sus ventanas? Ciertamente hacia M� se extienden las islas, y naves de Tarsis en vanguardia, para traer a tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al Nombre de Jehov� de los ej�rcitos y al Lugar Santo de Israel, porque �l te ha glorificado. .

"Se ha dicho que la poes�a del Antiguo Testamento es deficiente en su tratamiento del mar; y ciertamente habita con m�s frecuencia, como era natural para la imaginaci�n de un pueblo del interior y del altiplano, en las colinas. Pero en qu� En la literatura encontrar� pasajes de igual longitud m�s sugerentes del mar que esos breves fragmentos en los que el profeta hebreo buscaba traducir la f�til furia del mundo, mientras se estrellaba contra la firme voluntad de Dios, por el rugido y estruendo del oc�ano. en la playa; ( Isa�as 14:1 ; " Isa�as 1:1 ; Isa�as 2:1 ; Isa�as 3:1 ; Isa�as 4:1 ; Isa�as 5:1 ; Isa�as 6:1 ; Isa�as 7:1 ; Isa�as 8:1 ; Isa�as 9:1 ; Isa�as 10:1 ; Isa�as 11:1 ; Isa�as 12:1 ; Isa�as 13:1 ; Isa�as 14:1 ; Isa�as 15:1 ; Isa�as 16:1 ; Isa�as 17:1 ; Isa�as 18:1 ; Isa�as 19:1 ; Isa�as 20:1 ; Isa�as 21:1 ; Isa�as 22:1 ; Isa�as 23:1 ; Isa�as 24:1 ; Isa�as 25:1 ; Isa�as 26:1 ; Isa�as 27:1 ; Isa�as 28:1 ; Isa�as 29:1 ; Isa�as 30:1 ; Isa�as 31:1 ; Isa�as 32:1 ; Isa�as 33:1 ; Isa�as 34:1 ; Isa�as 35:1 ; Isa�as 36:1 ; Isa�as 37:1 ; Isa�as 38:1 ; Isa�as 39:1 ") o pint� la prosperidad de una naci�n como las olas de un mar de verano; Isa�as 48:18 . O describi� las largas costas como extendi�ndose hacia Dios, y los barcos de velas blancas subiendo por el horizonte como palomas para sus ventanas!

El resto del cap�tulo, desde Isa�as 60:10 adelante, se ocupa de la reconstrucci�n y el adorno de Jerusal�n, y del establecimiento del pueblo en justicia y paz. Hay una mezcla muy obvia de lo material y lo moral. Los gentiles se someter�n al jud�o, pero ser� una sumisi�n voluntaria ante la evidencia de la superioridad espiritual de Jerusal�n.

No se dice nada de un Mes�as o un Rey. Jerusal�n ser� una mancomunidad; y, mientras que su "magistratura ser� paz y sus supervisores justicia", Dios mismo, en presencia evidente, ser� su luz y gloria. As�, el cap�tulo termina con Dios y el pueblo, y nada m�s. Dios por una luz eterna alrededor, y la gente en su tierra, justa, segura y creciendo mucho. "El m�s peque�o se convertir� en mil, y el m�s peque�o en una naci�n fuerte: yo Jehov� lo apresurar� a su tiempo".

Este cap�tulo ha sido sometido a muchas interpretaciones para muchos usos pr�cticos: -para describir la reuni�n de los gentiles a la Iglesia (en el a�o cristiano es la Lecci�n para la Epifan�a), para probar la doctrina de que la Iglesia debe vivir por la investidura de los reinos de este mundo, y para hacer cumplir el deber de preciosidad y magnificencia en el culto p�blico de Dios. "La gloria del L�bano vendr� a ti, abeto, pl�tano y sherbin juntamente, para embellecer el lugar de mi santuario, y yo har� glorioso el lugar de mis pies".

El �ltimo de estos deberes lo podemos extender y calificar. Si la entrada de los gentiles se representa aqu� como traer riqueza a la Iglesia, no podemos dejar de recordar que la salida a los gentiles, para traerlos, significa para nosotros el gasto de nuestras riquezas en otras cosas que no sean el adorno. de templos; y que, adem�s de los paganos, hay pobres y sufrientes por quienes Dios pide el oro de los hombres, como lo pidi� en tiempos antiguos para el templo, para ser glorificado.

Tome esa �ltima frase: - "Y" - con toda esa riqueza material que ha volado desde el L�bano, desde Madi�n, desde Saba - "Yo har� glorioso el lugar de Mis pies". Cuando este nombre singular se pronunci� por primera vez, se limit� al lugar donde habita el Arca y la Presencia de Dios, visible solo en el monte Si�n. Pero cuando Dios se hizo hombre, y ciertamente pis� con pies humanos este mundo nuestro, �cu�les fueron entonces los "lugares de Sus pies"? A veces, es cierto, el Templo, pero solo a veces; mucho m�s a menudo donde yac�an los enfermos y los afligidos lloraban, el estanque de Betesda, la habitaci�n de la muerte de la hija de Jairo, el camino al sirviente enfermo del centuri�n, las puertas de la ciudad donde estaban los mendigos, las callejuelas donde el pueblo la gente se hab�a reunido, contra Su venida, sus sordos y mudos, sus paral�ticos y lun�ticos.

Estos fueron "los lugares de sus pies, quien llev� �l mismo nuestras enfermedades y carg� con nuestras dolencias"; y estos son los que �l buscar�a que nuestra riqueza hiciera gloriosa. Dicen que la reverencia de los hombres no construye ahora catedrales como antes; no, pero el amor al hombre, que Cristo ense��, construye muchos m�s de esos refugios y casas de curaci�n, esparce mucho m�s ampliamente esas medicinas para el cuerpo, esos instrumentos de ense�anza, esos medios de gracia, en los que Dios es igualmente glorificado. como en el templo jud�o o la catedral cristiana.

Sin embargo, Aquel que puso "el lugar de Sus pies", que quer�a que glorificasemos, entre los pobres y los enfermos, fue �l, que tampoco desech� por s� mismo esa caja de alabastro y ese ung�ento precioso, que podr�a haber sido vendido por mucho y dado a los pobres. La adoraci�n a Dios, si leemos las Escrituras correctamente, debe ser m�s que simplemente grave y hermosa. Debe haber cordialidad y generosidad al respecto, -profusi�n y brillantez.

No de dones materiales solos o principalmente, oro, incienso o maderas raras, sino de facultades, gracias y sentimientos humanos; de alegr�a y m�sica y el sentido de la belleza. Toma este cap�tulo. Es maravilloso, no tanto por la riqueza material que dedica al servicio de la casa de Dios, y que es todo lo que muchos ojos ven en ella, como por la gloriosa imaginaci�n y el coraz�n por lo bello, el gozo en la luz y el espacio. y esplendor, la poes�a y la m�sica, que usan esas cosas materiales simplemente como la luz usa la mecha, o como la m�sica usa la lira, para expresarse y revelarse.

Qu� llamado es este cap�tulo para dejar salir la maravilla natural y la poes�a del coraz�n, su sentimiento, m�sica y j�bilo, "todo lo que est� dentro de nosotros", como dice el salmista, al Servicio de Dios. �Por qu� no lo hacemos? La respuesta es muy simple. Porque, a diferencia de este profeta, no nos damos cuenta de cu�n presente y plena es nuestra salvaci�n; porque, a diferencia de �l, no nos damos cuenta de que "ha llegado nuestra luz", por lo que no "nos levantaremos y resplandeceremos".

II. EL EVANGELIO

(Cap�tulos 61-62)

El orador del cap�tulo 61 no se presenta por su nombre. Por lo tanto, puede ser el Profeta mismo, o puede ser el Siervo. El presente expositor, aunque siente que la evidencia no es concluyente contra ninguno de estos, y que la incertidumbre es tan grande como en Isa�as 48:16 , se inclina a pensar que hay, en general, menos objeciones a que sea el profeta que habla que a ser el Siervo.

Pero no es una pregunta muy importante la que se pretende, porque el Siervo era representante de la profec�a; y si es el profeta quien habla aqu�, tambi�n habla con la conciencia de toda la funci�n y fin del orden prof�tico. Que Jesucristo haya cumplido este programa no decide la cuesti�n de una forma u otra; porque un profeta tan representativo era tanto el antetipo y el presagio de Cristo como el Siervo mismo.

En general, entonces, debemos contentarnos con sentir acerca de este pasaje, lo que ya debemos haber sentido acerca de muchos otros en nuestra profec�a, que el escritor est� m�s ansioso por presentarnos todo el rango e ideal del don prof�tico que por aclare en qui�n se realiza este ideal; y por lo dem�s, Jes�s de Nazaret lo cumpli� tan claramente, que se convierte, de hecho, en una pregunta muy menor para preguntar a qui�n pudo haber pensado el escritor como su primera aplicaci�n.

Si el cap�tulo 60 nos mostr� la gloria externa del pueblo de Dios, el cap�tulo 61 comienza con el programa de su misi�n interna. All� tuvimos la construcci�n y el adorno del templo, para que "Jehov� glorifique a su pueblo": aqu� tenemos la atadura de corazones quebrantados y el embellecimiento de vidas sucias, para que "Jehov� sea glorificado". Pero esta misi�n interior tambi�n brota en esplendor exterior, en una justicia que es como el adorno de una novia y como la belleza de la primavera.

La comisi�n del profeta es principalmente para los deberes que ya hemos estudiado en pasajes anteriores, tanto sobre s� mismo como sobre el Siervo. Bastar� se�alar sus especiales caracter�sticas. El Esp�ritu de mi Se�or Jehov� est� sobre m�, porque me ungi� Jehov� para traer buenas nuevas a los afligidos; me envi� a vendar a los quebrantados de coraz�n, a proclamar libertad a los cautivos y a los presos caminos abiertos ; para proclamar un a�o agradable para Jehov�, y un d�a de venganza para nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran; para ofrecer a los dolientes de Sion, para darles un blas�n por ceniza, aceite de gozo por luto, el manto de alabanza por el esp�ritu de las tinieblas, para que los llamen robles de justicia, plant�o de Jehov�, para que �l irrumpir en gloria ".

Aqu� se escuchan todas las notas clave de nuestro profeta, y tambi�n est� clara la direcci�n habitual y favorita de sus pensamientos, desde las influencias internas y espirituales hasta el esplendor y la evidencia externos, el paso del consuelo y la curaci�n del coraz�n al coraz�n. ropa rica, el renombre y su propia visi�n m�s querida de los grandes �rboles del bosque, en resumen, Jehov� mismo irrumpi� en la gloria. Pero hay un punto que necesita una atenci�n especial.

El profeta comienza su comisi�n con estas palabras, "para llevar buenas nuevas a los afligidos", y nuevamente dice, "para anunciar a los cautivos". "Los afligidos" o "los pobres", como se suele traducir, es el nombre cl�sico del pueblo de Dios en el exilio. Nos hemos movido lo suficiente entre este pueblo para saber por qu� el "traer buenas nuevas" debe considerarse aqu� como el primer y m�s indispensable servicio que la profec�a podr�a prestarles.

�Por qu�, en la vida de cada naci�n, hay horas en las que los factores del destino, que en otras �pocas cobran mayor importancia, se empeque�ecen y menguan ante la trascendencia de una noticia, horas en que la actitud de la naci�n en una gran moral El asunto, o toda su libertad y destino, est�n determinados por telegramas desde el asiento de la guerra. La noticia simult�nea de la captura de Vicksburg por parte de Grant y la derrota de Lee por parte de Meade, noticia que finalmente hizo que la opini�n inglesa, durante tanto tiempo debatiendo y titubeando vergonzosamente, se inclinara hacia Dios y el esclavo; Los telegramas del ej�rcito, que aguardaron muchedumbres silenciosas en las plazas de Berl�n durante las noches de oto�o de 1870, conscientes de que la unidad y el derecho de nacimiento de Alemania depend�an de las noticias, son ejemplos de la influencia vital y suprema en la historia de una naci�n. Noticia.

La fuerza de un gran debate en el Parlamento, la expresi�n de la opini�n p�blica a trav�s de todos sus �rganos, la voz de un pueblo en una elecci�n general, cosas en su tiempo tan nefastas como los destinos, todo cede en ciertos momentos supremos al significado de un simple mensaje de la Providencia. Ahora bien, era por noticias de Dios que Israel esperaba en el exilio; para las buenas nuevas y la proclamaci�n de los hechos. Ten�an consigo una Ley Divina, pero ninguna mera exposici�n de ella pod�a satisfacer a los hombres que estaban cautivos y esperaban el mandato de su libertad.

Llevaban consigo Salmos, pero ninguna belleza musical pod�a consolarlos: "�C�mo cantaremos el c�ntico del Se�or en tierra extra�a?" Ten�an la Profec�a, con su seguridad del amor y el poder de su Dios; y por mucho que hubiera en �l para ayudarlos a tener paciencia y esperanza, las declaraciones generales no fueron suficientes para ellos. Necesitaban el testimonio de un hecho. Se les hab�a prometido Libertad y Restauraci�n: esperaban el anuncio de que ven�a, la buena noticia de que hab�a llegado.

Ahora bien, nuestra profec�a es principalmente esta proclamaci�n y buenas noticias de hecho. El profeta usa antes de todas las dem�s palabras dos: llamar o proclamar, kara, y decir buenas nuevas, bisser. Los encontramos en su cap�tulo inicial: los volvemos a encontrar aqu� cuando resume su misi�n. Un tercero los acompa�a, "para consolar" a Naham, pero es el acompa�amiento, y ellos son la carga de su profec�a.

Pero "buenas nuevas" y la "proclamaci�n" significaban mucho m�s que la mera liberaci�n pol�tica de Israel; significaban el hecho de su perd�n, la historia del amor de Dios, de su provisi�n para ellos, y de su maravillosa pasi�n y triunfo de Israel. salvaci�n en su nombre, que no es de extra�ar que estas dos palabras hayan llegado a ser para siempre los t�rminos cl�sicos para todos los discursos y profec�as de Dios al hombre. De hecho, debemos las palabras griegas del Nuevo Testamento para "evangelio" y "predicaci�n" a este tiempo de la historia de Israel.

El t�rmino griego, del cual tenemos "evangelista", "evangelista" y "evangelizar", originalmente significaba buenas nuevas, pero primero se emple� en un sentido religioso en la traducci�n griega de nuestra profec�a. Y nuestra palabra "predicar" es el heredero, aunque no el descendiente directo, a trav�s del lat�n prcedicare y el griego khrussein, de la palabra, que se traduce en el cap�tulo 60 de nuestro profeta para proclamar, pero en el cap�tulo 40 para llamar o llorar.

Es hasta el exilio que remontamos el establecimiento entre el pueblo de Dios de la predicaci�n regular al lado del culto sacramental y lit�rgico; porque fue en el exilio que surgi� la sinagoga, cuyo p�lpito se convertir�a en el centro de la vida de Israel tanto como lo fue el altar del templo. Y fue desde el p�lpito de una sinagoga siglos despu�s, cuando la predicaci�n se hab�a convertido en una exposici�n seca o una dura ley, que Jes�s reley� nuestra profec�a y afirm� nuevamente las "buenas nuevas" de Dios.

Lo que es cierto para las naciones es cierto para los individuos. De hecho, apoyamos nuestra vida por principios; lo desarrollamos mediante el argumento; No podemos poner demasiado �nfasis en la filosof�a y el derecho. Pero hay algo mucho m�s preocupante que el argumento o los principios abstractos a partir de los cuales se desarrolla; algo que nuestra raz�n no puede encontrar por s� misma, que nuestra conciencia aumenta nuestro anhelo. Lo es, sean ciertas cosas hechos o no; si, por ejemplo, el Poder Supremo del Universo est� del lado del combatiente individual por la rectitud; si Dios es amor; si el pecado ha sido perdonado; si el pecado y la muerte han sido conquistados alguna vez; si ha llegado el verano en el que la humanidad puede echar sus brotes conscientes de que toda la influencia del cielo est� de su lado, o si no hay favores celestiales,

Ahora Cristo viene a nosotros con las buenas nuevas de Dios de que es as�. La fuerza suprema del Universo est� del lado del hombre, y el hombre ha obtenido la victoria y alcanzado la libertad. Dios ha proclamado el perd�n. Un Salvador ha vencido el pecado y la muerte. Somos libres de romper con el mal. La lucha por la santidad no es la lucha de una planta d�bil en un suelo extra�o y bajo un cielo invernal, contando s�lo con las precarias ayudas del cultivo humano; pero ha llegado el verano, ha comenzado el a�o agradable del Se�or, y todo el favor del Todopoderoso est� de parte de su pueblo. Estas son las "buenas nuevas" y el "anuncio" de Dios, y para todo hombre que las crea, deben marcar una diferencia incalculable en la vida.

Como hemos dicho, el profeta pasa en el resto de esta profec�a de las influencias espirituales de su misi�n a sus efectos externos. La justicia del pueblo se describe de manera externa, que ya hemos estudiado en el cap�tulo 14; Se celebran los desposorios de Sion a Jehov�, pero tambi�n nos hemos adentrado en eso; se describe la restauraci�n de la profec�a en Jerusal�n, Isa�as 62:6 como en Isa�as 52:8 ; y se da otro llamado para salir de Babilonia y de todas las ciudades extranjeras y venir a Sion.

Este llamado viene ahora, mucho despu�s del �ltimo, y cuando podamos pensar que el profeta hab�a dejado completamente atr�s a Babilonia, no tiene por qu� sorprendernos. Porque aunque algunos jud�os hab�an llegado realmente a Sion, lo cual no es seguro, otros se estaban quedando atr�s en Babilonia; y, de hecho, un llamado como este podr�a renovarse convenientemente durante el pr�ximo siglo o dos: muchos del pueblo de Dios continuaban olvidando que su ciudadan�a estaba en Si�n.

III. EL DIVINO SALVADOR

Isa�as 63:1

Una vez m�s, el profeta se vuelve para saludar, en su transporte peri�dico, al H�roe Divino Solitario y Salvador de Su pueblo.

Es probable que el escritor de esta pieza sea el autor principal de "Segundo Isa�as", tanto porque es costumbre de este �ltimo describir a intervalos la pasi�n y el esfuerzo del Poderoso de Israel, como porque varias de sus conocidas frases se encuentran nosotros en esta pieza. El "orador en justicia poderoso para salvar" recuerda Isa�as 45:19 ; y "el d�a de la venganza y el a�o de mis redimidos" recuerda Isa�as 61:2 ; y "mir�, y no hab�a quien me ayudara, y mir�, y no hab�a quien sostuviera", recuerda Isa�as 59:16 .

El profeta est� mirando desde Jerusal�n hacia Edom, una direcci�n en la que los centinelas de Si�n hab�an buscado a menudo en su historia el regreso de sus ej�rcitos del castigo del enemigo cong�nito y perpetuo de Israel. El profeta, sin embargo, ve la perspectiva llena, no por la furgoneta destellante de un gran ej�rcito, sino por una figura solitaria, sin aliado, sin carro, sin armas ", balance�ndose en la riqueza de su fuerza.

�La t�nica de la pieza es la soledad de este H�roe. Se utiliza una figura que, donde la batalla s�lo hubiera sugerido complejidad, nos cautiva con el espect�culo del esfuerzo solitario, la figura del pisoteo a trav�s de un vasto winevat solo. El Salvador de Israel tiene un gozo feroz en estar solo: es su nuevo nervio para el esfuerzo y la victoria, "por lo tanto, mi propio brazo derecho, me trajo la salvaci�n." Vemos una gran forma en la fuerza de una gran emoci�n ". Mi furia, me sostuvo ".

La interpretaci�n de este cap�tulo por parte de los cristianos ha sido muy variada y, a menudo, muy perversa. Para usar las palabras de Calvino, " Violenter torserunt hoc caput Christiani " . Pero, como �l ve con mucha raz�n, no es el Mes�as ni el Siervo de Jehov�, quien est� representado aqu�, sino Jehov� mismo. Este Solitario es el Divino Salvador de Israel, como en Isa�as 42:7 f.

y en Isa�as 59:16 . En el cap�tulo 8 del Libro II hablamos tan completamente de la Pasi�n de Dios que ahora podemos referirnos a ese cap�tulo para la verdad esencial que subyace en el antropomorfismo de nuestro profeta, y reclama nuestra adoraci�n donde una visi�n corta s�lo puede desviar el coraz�n con desprecio hacia la superficie salvaje y manchada de sangre. Sin embargo, uno o dos puntos m�s exigen nuestra atenci�n antes de dar la traducci�n.

�Por qu� el profeta mira en direcci�n a Edom para el regreso de su Dios? En parte, es de suponer, porque Edom fue un representante tan bueno como pudo elegir de los enemigos de Israel adem�s de Babilonia. (Ver Isa�as 1:1 ; Isa�as 2:1 ; Isa�as 3:1 ; Isa�as 4:1 ; Isa�as 5:1 ; Isa�as 6:1 ; Isa�as 7:1 ; Isa�as 8:1 ; Isa�as 9:1 ; Isa�as 10:1 ; Isa�as 11:1 ; Isa�as 12:1 ; Isa�as 13:1 ; Isa�as 14:1 ; Isa�as 15:1 ; Isa�as 16:1 ; Isa�as 17:1 ; Isa�as 18:1 ; Isa�as 19:1 ; Isa�as 20:1 ; Isa�as 21:1 ; Isa�as 22:1 ; Isa�as 23:1 ; Isa�as 24:1 ; Isa�as 25:1 ; Isa�as 26:1 ; Isa�as 27:1 ; Isa�as 28:1 ; Isa�as 29:1 ; Isa�as 30:1 ; Isa�as 31:1 ; Isa�as 32:1 ; Isa�as 33:1 ; Isa�as 34:1 ; Isa�as 35:1 ; Isa�as 36:1 ; Isa�as 37:1 ; Isa�as 38:1 ; Isa�as 39:1 ) Pero tambi�n en parte, quiz�s, por los nombres que coinciden con los colores rojos de su pieza, el vino y la sangre.

Edom significa rojo y Bossrah es asonante de Bosser, un vi�ador. Por lo tanto, el profeta no pudo tener un entorno y un escenario m�s adecuados para su drama de la venganza divina. Pero debemos tener cuidado, como se�ala propiamente Dillmann, de no imaginar que aqu� se pretende una invasi�n hist�rica y definitiva de Edom por parte de Israel, u otro instrumento de castigo de Jehov�. Es una visi�n que el profeta ve de Jehov� mismo: ilustra la pasi�n, la agon�a, el esfuerzo no compartido y sin ayuda que el Divino Salvador atraviesa por Su pueblo.

Adem�s, s�lo es necesario se�alar que el t�rmino en Isa�as 63:1 dado como "espl�ndido" por la Versi�n Autorizada, que he traducido "barriendo", es literalmente "hinchamiento" y, quiz�s, es mejor interpretado por "navegando" o "balance�ndose". El otro verbo que la Versi�n Revisada traduce como "marchar" significa "balancear" o mover la cabeza o el cuerpo de un lado a otro, en el orgullo y la plenitud de la fuerza.

En Isa�as 63:2 "como un pisador" es literalmente "como el que pisa en el lagar" - Get (la primera s�laba de Getseman�, el lagar de aceite): Pero Isa�as 63:3 es la "artesa de prensar . "

�Qui�n es este que viene de Edom,

�Rojas sus ropas de Bossrah!

Este barriendo en sus ropas,

�Balance�ndose en la riqueza de su fuerza?

Yo que hablo con justicia,

�Poderoso para salvar!

Por eso es rojo en tus vestidos,

�Y tus vestidos como los de un pisador?

Un abrevadero he pisado solo,

Ninguno de los pueblos estuvo conmigo.

As� que los pis� en mi ira,

Y los pisote� con mi furor;

Su sangre salpic� mis vestidos

Y manch� toda mi ropa.

Por el d�a de la venganza en mi coraz�n,

Y ha llegado el a�o de mis redimidos.

Y mir�, y no hab�a ayudante;

�Yo mir�, y nadie a quien sostener!

As� que mi justicia me gan� la salvaci�n;

Y mi furor me sostuvo.

Por tanto, golpeo a los pueblos en mi ira,

Y embriagarlos con mi furor,

Y haz descender a la tierra su sangre vital.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 60". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/isaiah-60.html.
 
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