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Bible Commentaries
Isaías 64

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-12

CAPITULO XXV

UNA �LTIMA INTERCESI�N Y EL JUICIO

Isa�as 63:7 hasta Isa�as 66:1

Bien podr�amos haber pensado, que con la secci�n que hemos estado considerando, la profec�a de la Redenci�n de Israel hab�a llegado a su cumbre y su fin. La gloria de Sion a la vista, el programa completo de la profec�a reconocida, la llegada del Divino Salvador aclamada en la urgencia de Su sentimiento por Su pueblo, en la suficiencia de Su poder para salvarlos, �qu� m�s, preguntamos, puede el la profec�a tiene que darnos? �Por qu� no termina con estas notas altas? La respuesta es que la salvaci�n es realmente consumada, pero la gente no est� preparada para ella.

En una ocasi�n anterior, recordemos, cuando nuestro profeta llam� a la naci�n a su Servicio de Dios, al principio llam� a toda la naci�n, pero luego inmediatamente tuvo que hacer una distinci�n. Visto a la luz de su destino, la masa de Israel result� ser indigna; probado por su tensi�n, parte inmediatamente cay�. Pero lo que sucedi� con ese llamado al Servicio vuelve a suceder con esta revelaci�n de Salvaci�n.

El profeta se da cuenta de que solo una parte de Israel es digna de �l. Vuelve a sentir el peso, que ha sido todo el estorbo de su esperanza, el peso de la masa de la naci�n, hundida en la idolatr�a y la maldad, incapaz de apreciar las promesas. Har� un esfuerzo m�s para salvarlos, para salvarlos a todos. Lo hace en una oraci�n de intercesi�n, Isa�as 63:7 a Isa�as 64:1 , en la que declara los aspectos m�s desesperados del caso de su pueblo, se identifica con su pecado y, sin embargo, suplica por el antiguo poder de Dios que todos pueden salvarse.

Obtiene su respuesta en el cap�tulo 65, en el que Dios divide claramente a Israel en dos clases, los fieles y los id�latras, y afirma que, aunque la naci�n ser� salva por causa del resto fiel, los siervos fieles de Jehov� y los infieles nunca podr�n compartir la misma experiencia o el mismo destino. Y luego el libro se cierra con un discurso en el cap�tulo 66, en el que esta divisi�n entre las dos clases en Israel se persigue hasta un �ltimo y terrible �nfasis y contraste sobre el estrecho escenario de la propia Jerusal�n. Nos queda, no con la realizaci�n de la oraci�n del profeta por la salvaci�n de todas las naciones, sino con un juicio final que separa sus porciones piadosas e imp�as.

Por lo tanto, hay tres divisiones conectadas en Isa�as 63:7 hasta Isa�as 66:1 . Primero, la oraci�n de intercesi�n del profeta, Isa�as 63:7 hasta Isa�as 64:1 ; segundo, la Respuesta de Jehov�, cap�tulo 65; y tercero, el Discurso y juicio final, cap�tulo 66.

I. LA ORACI�N POR TODO EL PUEBLO

( Isa�as 63:7 a Isa�as 64:1 )

Existe una gran discusi�n sobre la fecha y la autor�a de esta pieza, si proviene del exilio temprano o tard�o, y si proviene de nuestro profeta o de otro. Debe haber sido escrito despu�s de la destrucci�n y antes de la reconstrucci�n del Templo; esto queda fuera de toda duda con estos vers�culos: "Tu santo pueblo lo posey� por poco tiempo; nuestros adversarios han hollado tu santuario.

Tus santas ciudades se han convertido en un desierto, Sion en un desierto, Jerusal�n en una desolaci�n. La casa de nuestra santidad y de nuestro ornamento, donde nuestros padres te alabaron, es para quema de fuego, y todas nuestras delicias son para ruina ".

Se ha sostenido que este lenguaje implica que el desastre en Jerusal�n fue reciente, como si la conflagraci�n de la ciudad todav�a estallara en la imaginaci�n nacional, que en los �ltimos a�os del exilio qued� impresionado m�s bien por las largas y fr�as ruinas del Lugar Santo, el lugar predilecto de bestias salvajes. Pero no s�lo este punto no es concluyente, sino que la impresi�n que deja es completamente disipada por otros vers�culos, que hablan de la ira divina como si hubiera sido de larga duraci�n, y como si solo hubiera endurecido al pueblo en el pecado; comp�rese con Isa�as 63:17 ; Isa�as 64:6 .

No hay nada en la oraci�n que demuestre que el autor vivi� en el exilio, por lo que se ha propuesto datar la pieza entre los primeros intentos de reconstrucci�n despu�s del Retorno. Para el expositor actual, esto parece ciertamente incorrecto. El hombre que escribi� Isa�as 63:11 seguramente ten�a el Retorno todav�a delante de �l; no habr�a escrito de la forma en que lo ha hecho sobre el �xodo de Egipto a menos que sintiera la necesidad de otra exhibici�n del Poder Divino del mismo tipo.

La oraci�n, por lo tanto, debe provenir m�s o menos de la misma fecha que el resto de nuestra profec�a, despu�s de que el Exilio hubiera continuado durante mucho tiempo, pero mientras el Retorno a�n no se hab�a realizado. Tampoco hay raz�n para atribuirlo al mismo escritor. Es cierto que el estilo difiere del resto de su obra, pero esto puede explicarse, como en el caso del cap�tulo 53, por el cambio de tema. La mayor�a de los cr�ticos, que sostienen que todav�a seguimos al mismo autor, dan por sentado que ha pasado alg�n tiempo desde las triunfantes tensiones del profeta en el cap�tulo 60-62.

Esto es probable; pero no hay nada que lo asegure. Lo cierto es el cambio de humor y de conciencia. El profeta, que en el cap�tulo 60 hab�a sido arrebatado al glorioso futuro del pueblo, est� aqu� tan absorto en su presente est�ril y dudoso. Aunque la salvaci�n es segura, como �l la ha visto, la gente no est� preparada. El hecho de que ya se haya sentido tan profundamente por ellos, -ver Isa�as 42:24 , -que su larga disciplina en el exilio no les ha hecho ning�n bien, sino mal a la mayor�a, vuelve a �l con fuerza.

Isa�as 64:5 b ss. "Te enojaste, y pecamos" solo que m�s: "�en tal estado hemos estado mucho tiempo, y seremos salvos!" El pueblo desterrado est� completamente inmundo y podrido, marchito como una hoja, el deporte del viento. Pero el profeta se identifica con ellos. Habla de su pecado como nuestro, de su miseria como nuestra.

�l los ve de la manera m�s triste posible, los siente a todos como puro peso muerto: "No hay quien invoque tu nombre, que se mueva para asirme a ti; porque t� has escondido tu rostro de nosotros, y entregado nosotros en el poder de nuestras iniquidades ". Pero el profeta se carga as� con el pueblo para asegurarse, si puede. su redenci�n en su conjunto. Dos veces dice en nombre de todos ellos: "Sin duda t� eres nuestro Padre". Su gran coraz�n no dejar� que ninguno de ellos se quede fuera; "Todos nosotros", dice, "somos obra de tu mano, todos somos tu pueblo".

Pero esta intenci�n de la oraci�n explicar� ampliamente cualquier cambio de estilo que podamos percibir en el idioma. Nadie negar� que es muy posible que el mismo hombre ahora se entregue a la gloriosa visi�n de la salvaci�n futura de su pueblo y se identifique nuevamente con los aspectos m�s desesperados de su presente angustia y pecado; y nadie negar� que el mismo hombre seguramente escribir� en dos estilos diferentes con respecto a cada uno de estos diferentes sentimientos.

Adem�s de lo cual, hemos visto en el pasaje la repetici�n de algunos de los pensamientos m�s caracter�sticos de nuestra profec�a. Por lo tanto, no sentimos ninguna raz�n para considerar que el pasaje es de otra mano que la que principalmente ha escrito "Segundo Isa�as". Se puede admitir de inmediato que ha incorporado en �l frases anteriores, reminiscencias y ecos del lenguaje sobre la ca�da de Jerusal�n en uso cuando se escribieron las Lamentaciones. Pero esto era algo natural para �l en una oraci�n en la que representaba a todo el pueblo y asum�a toda la carga de sus aflicciones.

Si tal es la intenci�n de Isa�as 63:7 a Isa�as 64:1 , entonces en ellos tenemos uno de los pasajes m�s nobles de la gran obra de nuestro profeta. �Qu� parecido es al Siervo que nos describi�! C�mo su gran coraz�n cumple el m�s alto ideal de Servicio: no solo ser el profeta y el juez de su pueblo, sino hacerse uno con ellos en todo su pecado y dolor, para llevarlos a todos en su coraz�n.

Verdaderamente, como dijeron sus �ltimas palabras del Siervo, �l mismo "lleva el pecado de muchos, y se interpone por los transgresores". Antes de ver la respuesta que recibe, aclaremos algunas cosas oscuras y apreciemos algunas hermosas en su oraci�n.

Comienza con un relato de la antigua misericordia y misericordia de Jehov� para con Israel. Esto es lo que quiz�s le da conexi�n con el apartado anterior. En el cap�tulo 62, el profeta, aunque seguro de la gloria venidera, escribi� antes de que llegara, y "exhort�" a "los recordadores del Se�or a que no guardaran silencio, y que no le guardaran silencio hasta que �l estableciera y hasta que hiciera de Jerusal�n una alabanza en el mundo. tierra." Esta obra de recordar, el profeta mismo la retoma en Isa�as 63:7 : "Las misericordias de Jehov� registrar�," literalmente, "causa para que se recuerden, las alabanzas de Jehov�, seg�n todo lo que Jehov� nos ha dado.

"Y luego pone hermosamente todos los comienzos de los tratos de Dios con su pueblo en su confianza en ellos:" Porque dijo: Ciertamente son Mi pueblo, hijos que no obrar�n en falso; por lo que se convirti� en su Salvador. En toda su aflicci�n fue afligido, el �ngel de Su Rostro los salv�. "Esto debe entenderse, no como un �ngel de la Presencia, que sali� de la Presencia para salvar al pueblo, sino, como est� en otras Escrituras, La propia Presencia de Dios, Dios mismo; y as� interpretada, la frase coincide con el resto del vers�culo, que es una de las expresiones m�s v�vidas que la Biblia contiene de la personalidad de Dios.

"En su amor y en su compasi�n los redimi�, los dio a luz y los llev� todos los d�as de la antig�edad". Luego nos cuenta c�mo decepcionaron y traicionaron esta confianza, desde el �xodo, los d�as de anta�o. "Pero ellos se rebelaron y entristecieron al Esp�ritu de su santidad; por tanto, �l se convirti� en su enemigo, �l mismo pele� contra ellos". Esto se refiere a su historia hasta y especialmente durante el exilio: comp�rese con Isa�as 42:24 .

Luego, en su aflicci�n, "recordaron los d�as de anta�o" -la versi�n en ingl�s oscurece la secuencia aqu� al traducir lo que recordaba- y luego sigue el relato glorioso del �xodo. En Isa�as 63:13 el desierto es, por supuesto, pradera, pastizal plano; fueron conducidos tan suavemente como "un caballo en un prado, que no tropezaron.

Como ganado que desciende al valle "- ganado que desciende de la ladera para pastar y reposar en las llanuras verdes y regadas -" el Esp�ritu de Jehov� los hizo descansar: as� condujiste a tu pueblo a hacerte un nombre glorioso. "Y luego, habiendo ofrecido tales precedentes, la oraci�n del profeta estalla a un Dios, a quien su pueblo ya no alimenta a la cabeza, sino que est� muy retirado al cielo:" Mira desde el cielo, y contempla desde la morada de tu santidad y tu gloria. : �D�nde est� tu celo y tus maravillas? la oleada de Tus entra�as y Tu compasi�n se refrenan hacia m�.

"Luego suplica la paternidad de Dios a la naci�n, y el resto de la oraci�n alterna entre la miseria desesperada y el pecado inmerecido del pueblo, y, no obstante, el poder de Dios para salvar como lo hizo en tiempos antiguos; la voluntad de Dios para encontrarse con los que le esperan y recordarle, y, una vez m�s, su paternidad y su poder sobre ellos, como el poder del alfarero sobre el barro.

Dos puntos destacan del resto. La Confianza Divina, de la cual se dice que comenz� todo el trato de Dios con Su pueblo, y la Paternidad Divina, que el profeta suplica.

"�l dijo: Ciertamente son Mi pueblo, hijos que no obrar�n en falso: por eso �l fue su Salvador". El "seguro" no es el mandato de la soberan�a o la presciencia: es la esperanza y la confianza del amor. No prevaleci�; estaba decepcionado.

Este es, por supuesto, un profundo reconocimiento del libre albedr�o del hombre. Se da a entender que la conducta de los hombres debe permanecer como algo incierto, y que al llamar a los hombres, Dios no puede aventurarse con una certeza mayor que la que implica la confianza del afecto. Si uno pregunta, �qu� pasa entonces con la presciencia de Dios, que es el �nico que conoce el fin de una cosa desde el principio, y su gracia soberana, que elige a quien �l quiere? �No est�s ligado l�gicamente a estos? Entonces s�lo se puede preguntar a cambio: �No es mejor estar sin l�gica un poco, si a costa de ella obtenemos una visi�n tan verdadera, tan profunda del coraz�n de Dios como esta? nos ofrece un simple verso? �Qu� es mejor para nosotros saber, que Dios es la Sabidur�a que todo lo sabe, o el Amor que se atreve y lo aventura todo? Seguramente, ese Dios es Amor que se atreve y se aventura a todos con los peores, con los m�s desesperados de nosotros.

Esto es lo que hace que este �nico vers�culo de las Escrituras sea m�s poderoso para conmover el coraz�n que todos los credos y catecismos. Porque donde estos hablan de voluntad soberana, y a menudo se burlan de nuestros afectos con el cetro desnudo y pesado (si es leg�timo) que dominan, esto llama nuestro amor, honor y obediencia por el coraz�n que traiciona en Dios. �De qu� confianza sin sospechas, de qu� caballerosa aventura del amor, de qu� confianza paternal habla! �Qu� religi�n es esta nuestra en cuyo poder un hombre puede levantarse cada ma�ana y sentirse emocionado por el pensamiento de que Dios conf�a en �l lo suficiente como para trabajar con su voluntad durante el d�a; en el poder del cual un hombre puede mirar a su alrededor y ver la vida humana s�rdida y desesperada a su alrededor glorificada por la verdad de que para la salvaci�n de tal Dios se aventur� en un amor que se entreg� en la muerte.

La atracci�n y el poder de tal religi�n nunca pueden morir. Sin necesidad de ning�n pensamiento doloroso para convertirlo en realidad, salta a la luz ante el afecto natural del coraz�n del hombre; toma sus instintos inmediatamente cautivos; le da una conciencia, un honor y una obligaci�n. No es de extra�ar que nuestro profeta, teniendo tal creencia, se identifique una vez m�s con la gente y se aventure con el peso de su pecado ante Dios.

El otro punto de la oraci�n es la Paternidad de Dios, sobre la cual todo lo que es necesario decir aqu� es que el profeta, fiel al resto de la ense�anza del Antiguo Testamento sobre el tema, la aplica solo a la relaci�n de Dios con la naci�n en su conjunto. . En el Antiguo Testamento nadie es llamado hijo de Dios excepto Israel como pueblo, o alg�n representante individual y cabeza de Israel. E incluso en tales casos, el t�rmino rara vez se emple�.

Esto no se debi� a que el hebreo no tuviera la tentaci�n de imaginar su descendencia f�sica de los dioses, ya que las naciones vecinas se entregaron a tales sue�os para s� mismas y sus h�roes; ni porque no apreciara el parentesco intelectual entre lo humano y lo Divino, porque sab�a que en el principio Dios hab�a dicho: "Hagamos al hombre a nuestra imagen". Pero el mismo sentimiento prevaleci� en �l con respecto a esta idea, como hemos visto prevaleci� con respecto a la idea af�n de Dios como el esposo de su pueblo.

Los profetas estaban ansiosos por enfatizar que era una relaci�n moral, una relaci�n moral, iniciada desde el lado de Dios por ciertos actos hist�ricos de Su amor libre, seleccionador, redentor y adoptante. Israel no era el hijo de Dios hasta que Dios evidentemente lo hab�a llamado y redimido. Mire c�mo nuestro profeta usa la palabra Padre, y a qu� la hace equivalente. La primera vez equivale a Redentor: "T�, oh Se�or, eres nuestro Padre; nuestro Redentor desde la antig�edad es tu nombre".

Isa�as 63:16 b La segunda vez est� ilustrada por la obra del alfarero: "Pero ahora, oh Se�or, t� eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y t� nuestro alfarero; y todos somos obra de tu mano". . Isa�as 64:8 �Podr�a aclararse en qu� sentido la Biblia define esta relaci�n entre Dios y el hombre? No es una relaci�n f�sica ni intelectual.

La seguridad y la virtud de ella no llegan a los hombres con su sangre o con el nacimiento de su intelecto, sino en el curso de la experiencia moral, con el sentido de que Dios los reclama del pecado y del mundo para S� mismo; con el don de una vocaci�n y un destino; con la formaci�n del car�cter, el perfeccionamiento de la obediencia, el crecimiento en Su conocimiento y Su gracia. Y debido a que es una relaci�n moral, se necesita tiempo para realizarla, y s�lo despu�s de mucho esfuerzo y paciencia se puede reclamar sin vacilar.

Y es por eso que Israel tard� tanto en reclamarlo, y por qu� los gritos m�s claros e indudables a Dios Padre, que surgen del griego en el per�odo m�s temprano de su historia, llegan a nuestros o�dos de labios jud�os s�lo cerca del final de su historia. un largo progreso, solo (como vemos en nuestra oraci�n) en un tiempo de prueba y aflicci�n.

Tenemos un eco neotestamentario de esta creencia del Antiguo Testamento en la paternidad de Dios, como una relaci�n moral y no nacional, en los escritos de Pablo, quien en la Segunda Ep�stola a los Corintios 2 Corintios 6:17 insta as�: "Por tanto salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Se�or, y no toqu�is lo inmundo; y yo os recibir�, y ser� para vosotros por Padre, y vosotros ser�is mis hijos e hijas, dice el Se�or Todopoderoso. "

Entonces, sobre esta base -que Dios en su gran amor ya se hab�a aventurado con todo este pueblo, y ya mediante actos hist�ricos de elecci�n y redenci�n demostr� ser el Padre de la naci�n en su conjunto-, le suplica nuestro profeta que gu�rdalos a todos de nuevo. La respuesta a esta s�plica la obtiene en el cap�tulo 65.

II. LA RESPUESTA DE DIOS A LA INTERCESI�N DEL PROFETA

(Cap�tulo 65)

La respuesta de Dios a la intercesi�n de su profeta es doble. Primero, dice que ya todo este tiempo los ha estado probando con amor, encontr�ndolos con la salvaci�n; pero no se han vuelto a �l. El profeta ha preguntado: "�D�nde est� tu celo? El anhelo de tus entra�as y tu compasi�n se refrenan hacia m�. Has escondido tu rostro lejos de nosotros. �Quieres abstenerte de estas cosas, oh Jehov�? afligirnos mucho? " Y ahora, "al comienzo del cap�tulo 65, Jehov� responde, no con esa confusi�n de tiempos e irrelevancia de palabras con las que la versi�n inglesa le hace hablar, sino de manera adecuada, relevante y convincente.

"" He estado para que me pregunten los que no preguntaron por M�. Me he encontrado entre los que no me buscaban. He estado diciendo, estoy aqu�, estoy aqu�, a una naci�n que no invoc� Mi nombre. He extendido Mis manos todo el d�a a un pueblo que se aparta, que anda por un camino que no es bueno, en pos de sus propios pensamientos; un pueblo que me ha estado provocando en Mi rostro continuamente ", y luego detalla su idolatr�a.

Esta, entonces, es la respuesta del Se�or a la s�plica del profeta. "En esto no tengo todo el poder. Es incorrecto hablar de M� como el alfarero y del hombre como el barro, como si toda la parte activa de la salvaci�n recayera en M�. El hombre es libre, libre de apartarse de Mi urgencia. afecto; libre para apartarse de Mis manos extendidas; libre para elegir ante M� la abominaci�n de la idolatr�a. Y esto lo ha hecho la masa de Israel, aferrada, fan�tica y satisfecha de s� misma, a sus imaginaciones inmundas y morbosas de la Divinidad, todo el tiempo que Mi gran profec�a por ti les ha estado atrayendo.

"Esta es una respuesta suficiente a la oraci�n del profeta. El amor no es omnipotente; si los hombres ignoran un llamamiento tan abierto del Amor de Dios, no tienen esperanza; nada m�s puede salvarlos. El pecado contra tal amor es como el pecado contra el Esp�ritu Santo, del cual nuestro Se�or habla tan desesperadamente, ni siquiera Dios puede ayudar a los que desprecian y abusan de la gracia.

El resto de la respuesta de Dios a la intercesi�n de su profeta enfatiza que la naci�n ser� salva por causa de un remanente fiel en ella ( Isa�as 65:8 ). Pero los id�latras perecer�n ( Isa�as 65:11 ). No pueden esperar la misma tarifa, la misma experiencia, el mismo destino que los siervos fieles de Dios ( Isa�as 65:13 ).

Pero aquellos que sean israelitas verdaderos y fieles, que sobrevivan y experimenten la salvaci�n prometida, encontrar�n que Dios es verdadero y lo reconocer�n como "el Dios de Am�n, porque los problemas anteriores han sido olvidados" (aquellos que se sintieron tan profundamente en la oraci�n del profeta en el cap�tulo 64) "y porque est�n ocultos a Mis ojos". El resto de la respuesta describe un estado de serenidad y felicidad en el que no habr� muerte prematura, ni p�rdida de propiedad, ni trabajo vano, ni aborto espont�neo, ni desilusi�n de la oraci�n, ni demora en su respuesta, ni contienda entre el hombre y las bestias. ni ning�n da�o ni da�o en el santo monte de Jehov�. Verdaderamente una perspectiva digna de ser nombrada como la nombra el profeta, "�un cielo nuevo y una tierra nueva!"

El cap�tulo 65 est�, pues, �ntimamente relacionado, tanto por las circunstancias como por la l�gica, con la larga oraci�n que le precede. La tendencia de la cr�tica reciente ha sido negar esta conexi�n, especialmente en la l�nea de las circunstancias. Se argumenta que el cap�tulo 65 no refleja el cautiverio babil�nico como claramente lo hace Isa�as 63:7 a Isa�as 64:1 ; pero, por el contrario, "mientras algunos pasajes presuponen el exilio como pasado, otros se refieren a circunstancias caracter�sticas de la vida jud�a en Cana�n".

"Pero este punto de vista s�lo es posible si se filtran algunas caracter�sticas del cap�tulo adaptables a Palestina o Babilonia, y se pasan por alto otras que son obviamente babil�nicas." Sacrificar en jardines y quemar incienso en tejas "eran pr�cticas llevadas a cabo en Jerusal�n antes del exilio, pero la El �ltimo fue introducido all� desde Babilonia, y el primero fue universal en el paganismo.Las pr�cticas en Isa�as 65:5 nunca se atribuyen a la gente antes del exilio, todas fueron posibles en Babilonia, y sabemos que algunas fueron reales all�.

La otra acusaci�n de idolatr�a en Isa�as 65:11 "se adapta a Babilonia", admite Cheyne, "as� como (probablemente) a Palestina". Pero lo que parece decisivo para el origen ex�lico del cap�tulo 65 es que la posesi�n de Jud� y Si�n por la simiente de Jacob todav�a est� impl�cita como futura ( Isa�as 65:9 ).

Adem�s, la tierra santa es aludida por el nombre com�n entre los exiliados en la plana Mesopotamia, Mis monta�as, y en contraste con la idolatr�a de la que es culpable la generaci�n actual, la idolatr�a de sus padres se caracteriza por haber estado "sobre las monta�as y sobre las colinas ", y nuevamente se acusa al pueblo de" olvidar mi santo monte ", una frase que recuerda a Salmo 137:4 , y m�s apropiada para un tiempo de exilio, que cuando el pueblo estaba reunido alrededor de Si�n.

Todas estas semejanzas en las circunstancias corroboran la fuerte conexi�n l�gica que hemos encontrado entre el cap�tulo 64 y el cap�tulo 65, y no nos dejan ninguna raz�n para apartar este �ltimo del autor principal de "Segundo Isa�as", aunque puede haber trabajado en sus recuerdos. y restos de una �poca m�s antigua.

III. EL �LTIMO JUICIO

(Cap�tulo 66)

Es dudoso que con el cap�tulo final de nuestra profec�a por fin podamos poner un pie en Tierra Santa. Se dijo que, "en Isa�as 66:1 el Templo a�n no est� construido, pero parece que la construcci�n ya se ha comenzado". Esta �ltima cl�usula deber�a modificarse para que "el edificio parezca estar en perspectiva inmediata". El resto del cap�tulo, Isa�as 66:6 , tiene rasgos que hablan m�s definitivamente del per�odo posterior al Retorno; pero incluso ellos no son concluyentes, y su efecto es contrarrestado por algunos otros vers�culos.

Isa�as 66:6 puede implicar que se reconstruye el Templo, e Isa�as 66:20 que se reanudan los sacrificios; pero, por otro lado, estos vers�culos pueden ser, como partes del cap�tulo 60, declaraciones de la v�vida visi�n del profeta del futuro.

Isa�as 66:7 parece describir un repoblamiento de Jerusal�n que ya ha tenido lugar; pero Isa�as 66:9 dice que si bien el "dar a luz" ya ha sucedido, que es, como debemos suponer, la liberaci�n de Babilonia, �o es la llegada real a Jerusal�n? �tero ", es decir, la restauraci�n completa de la gente, todav�a tiene que tener lugar. Isa�as 66:13 ciertamente est� dirigido a aquellos que a�n no est�n en Jerusal�n.

Estos pocos puntos revelan lo dif�cil, es m�s, lo imposible que es decidir la cuesti�n de la fecha, entre los d�as inmediatamente anteriores a la Retorno y los d�as inmediatamente posteriores. Para el expositor actual, el resto de la evidencia parece estar en la fecha posterior. Pero la diferencia es muy peque�a. Estamos al menos seguros, y es realmente todo lo que necesitamos saber, que la reconstrucci�n de Jerusal�n est� muy cerca, m�s cerca de lo que se ha sentido en cualquier cap�tulo anterior. El Templo est�, por as� decirlo, a la vista, y el profeta puede hablar de la ronda regular de sacrificios y festivales sagrados casi como si se hubieran reanudado.

Entonces, al pueblo, ya sea en la perspectiva cercana del Retorno, o inmediatamente despu�s de que algunos de ellos hubieran llegado a Jerusal�n, el profeta se dirige a una serie de or�culos, en los que persigue la divisi�n que el cap�tulo 65 hab�a enfatizado entre las dos partes en Israel. . Estos or�culos son tan intrincados que nos vemos obligados a retomar el cap�tulo vers�culo por vers�culo. El primero de ellos comienza corrigiendo ciertos sentimientos falsos en Israel, emocionados por las promesas anteriores de la reconstrucci�n y la gloria del Templo.

"As� ha dicho Jehov�: Los cielos son mi trono, y la tierra estrado de mis pies: �qu� es esto para casa que me edificar�is (o me edificar�is), y qu� es esto para lugar de mi reposo? cosas "(es decir, todas las obras visibles de Dios en el cielo y en la tierra)" Mi mano hizo, y as� sucedi�, todas estas cosas, dice Jehov�. Pero en esto mirar�, en el esp�ritu humilde y contrito, y que tiembla a mi palabra.

"Estos vers�culos no van en contra, ni van m�s all�, de lo que nuestro profeta ya ha dicho. No condenan la construcci�n del templo: esto no fue posible para una profec�a que contiene el cap�tulo 60. Condenan s�lo el tipo de templo que ten�an a la vista aquellos a quienes se dirig�an, un santuario al que la presencia de Jehov� estaba limitada, y de cuya elevaci�n y mantenimiento deb�an depender la religi�n y la justicia del pueblo.

Mientras el antiguo Templo estaba en pie, la masa de la gente lo hab�a malinterpretado, imaginando que era suficiente para la religi�n nacional tener tal estructura en pie y honrada en medio de ellos. Y ahora, antes de que se vuelva a construir, los exiliados albergan en �l los mismos pensamientos formales y materialistas. Por lo tanto, el profeta los reprende, como sus predecesores hab�an reprendido a sus padres, y les recuerda una verdad que �l ya ha dicho, que aunque el templo sea levantado, de acuerdo con la propia promesa y direcci�n de Dios, no ser� conforme a su estructura, como ellos Concibo de ello, que tendr� respeto, pero a la existencia entre ellos de piedad personal humilde y sincera.

El templo ser� levantado: "el lugar de sus pies Dios glorificar�", y se reunir�n en torno a �l hombres de toda la tierra para instrucci�n, consuelo y regocijo. Pero. que no lo crean indispensable ni para Dios ni para el hombre, no para Dios, que tiene el cielo por trono y la tierra por estrado de sus pies; ni al hombre, porque Dios mira directamente al hombre, si el hombre es humilde, arrepentido y sensible a su palabra.

Estos vers�culos, entonces, no van m�s all� del l�mite del Antiguo Testamento; dejan el Templo en pie, pero dicen tanto sobre el otro hombre del santuario de Dios, que cuando Su uso para el Templo haya pasado, Su Siervo Esteban Hechos 7:49 podr� emplear estas palabras para probar por qu� deber�a desaparecer.

El siguiente verso es extremadamente dif�cil. Aqu� est� literalmente: "Un matador de bueyes, un matador de hombres; un sacrificador de corderos, un quebrantador de cuellos de perro; un oferente de ofrenda de carne, sangre de cerdo; el hacedor de una ofrenda conmemorativa de incienso, el que bendice un �dolo, o la vanidad ". Aqu� se combinan cuatro actos de sacrificio legal con cuatro sacrificios ilegales a los �dolos. �Significa esto que a los ojos de Dios, impacientes incluso por el ritual que �l ha consagrado, cuando lo realizan hombres que no tiemblan ante Su palabra, cada uno de estos sacrificios leg�timos es tan in�til y odioso como la pr�ctica id�latra asociada con �l? la matanza del buey como ofrenda de un sacrificio humano, etc. �O el vers�culo significa que hay personas en Israel que se combinan, como los corintios a los que Pablo culpa, 1 Corintios 10:1tanto el ritual verdadero como el id�latra, tanto la mesa del Se�or como la mesa de los demonios? Nuestra respuesta depender� de si tomamos los cuatro paralelos con Isa�as 66:2 , que los precede, o con el resto de Isa�as 66:3 , al que pertenecen, e Isa�as 66:4 .

Si los tomamos con Isa�as 66:2 , entonces debemos adoptar el primero, el significado alternativo; si con Isa�as 66:4 , entonces el segundo de estos significados es el correcto. Ahora bien, no hay conexi�n gramatical, ni l�gica transparente, entre Isa�as 66:2 e Isa�as 66:3 , pero hay una conexi�n gramatical con el resto de Isa�as 66:3 .

Inmediatamente despu�s de la pareja de actos de sacrificio l�citos e ilegales, Isa�as 66:3 contin�a, "s�, han elegido sus propios caminos, y su alma se deleita en sus abominaciones". Eso seguramente significa que los sacrificios ilegales en Isa�as 66:3 son cosas que ya se han cometido y en las que se deleita, y el significado de ponerlos en paralelo a los sacrificios legales de la religi�n de Jehov� es que los israelitas los han cometido en lugar de los sacrificios legales, o junto con ellos. con estos.

En este caso, Isa�as 66:3 forman un discurso separado por s� mismos, sin relaci�n con el or�culo igualmente distinto en Isa�as 66:1 e Isa�as 66:2 .

El tema de Isa�as 66:3 es, por tanto, los israelitas id�latras. Son entregados a Satan�s, su elecci�n; no tendr�n parte en la salvaci�n venidera: En Isa�as 66:5 los fieles en Israel, que han obedecido la palabra de Dios por el profeta, son consolados bajo las burlas de sus hermanos, quienes ciertamente ser�n avergonzados.

Ya el profeta escucha la preparaci�n del juicio contra ellos ( Isa�as 66:6 ). Viene de la ciudad donde hab�an clamado burlonamente para que apareciera la gloria de Dios. La ciudad burlada se venga de ellos. "�Escuchen, un rugido de la Ciudad! �Escuchen, desde el Templo! �Escuchen, Jehov� logrando venganza sobre Sus enemigos!" Una nueva secci�n comienza con Isa�as 66:7 , y celebra a Isa�as 66:9 la repentina repoblaci�n de la Ciudad por parte de sus hijos, ya sea como un hecho, o, m�s probablemente, como una certeza cercana.

Luego llega un llamado a los ni�os, restaurados, o a punto de ser restaurados, para felicitar a su madre y "disfrutarla. El profeta vuelve a despertar la figura, que siempre est� m�s cerca de su coraz�n, de la maternidad, ni�os amamantados, nacidos y acunados". en el regazo de su madre llena toda su vista; es m�s, a�n m�s fino, el hombre adulto regresa con heridas y cansancio para ser consolado por su madre ". Como hombre a quien consuela su madre, as� os consolar� yo, y ser�is consolados en Jerusal�n.

Y ver�is, y vuestro coraz�n se alegrar�, y vuestros huesos florecer�n como la tierna hierba. "Pero esta gran luz no alumbra para inundar a todo Israel en Uno, sino para partir a la naci�n en dos, como una espada de juicio". La mano de Jehov� ser� conocida para con sus siervos, pero se enojar� contra sus enemigos "(enemigos, es decir, dentro de Israel. Luego viene el juicio de fuego)" Porque Jehov� juzgar� con fuego, y con su espada, todos carne; y los muertos de Jehov� ser�n multiplicados.

A continuaci�n, se explica por qu� deber�a ser muerto por Jehov� dentro de Israel. Dentro de Israel hay id�latras: "los que se consagran y practican la purificaci�n de los huertos, tras uno en el medio; comedores de carne de cerdo, y la Abominaci�n, y el Rat�n. A una se acabar�n, dice Jehov�, porque yo "(conocer� o castigar�)" sus obras y sus pensamientos ". En este vers�culo dieciocho, la puntuaci�n es incierta y probablemente el texto est� corrupto. La primera parte del vers�culo evidentemente deber�a ir, como arriba, con Isa�as 66:17 . Luego comienza un nuevo tema.

"Viene para reunir a todas las naciones y las lenguas, y vendr�n y ver�n mi gloria; y pondr� entre ellos una se�al" (un acto maravilloso y poderoso, probablemente de juicio, porque �l inmediatamente habla de sus sobrevivientes ) "y enviar� a los fugitivos a las naciones de Tarsis y Lud, tiradores del arco, a Tubal y Java" (es decir, a la lejana Espa�a, y las distancias de �frica, hacia el Mar Negro y hacia "Grecia , una vuelta completa del comp�s) las islas lejanas que no han o�do hablar de m�, ni han visto mi gloria, y contar�n mi gloria entre las naciones.

Y traer�n a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones una ofrenda a Jehov�, en caballos y en carros y en literas, en mulos y en dromedarios, al monte de Mi Santidad, Jerusal�n, dice Jehov�, como cuando el los hijos de Israel traen la ofrenda en vasija limpia a la casa de Jehov�. Y tambi�n de ellos tomar� por sacerdotes, por levitas, dice Jehov�. Porque como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago estar�n en pie delante de m�, dice Jehov�, as� permanecer� vuestra descendencia y vuestro nombre.

"Pero de nuevo la profec�a se desv�a de la esperanza universal en la que esperamos que rompa, y en cambio nos da una divisi�n y un juicio: los siervos de Jehov� por un lado ocupados en lo que el profeta considera como la vida ideal, la adoraci�n regular, as� que �Poco pretend�a que Isa�as 66:1 fuera una condenaci�n del Templo y su ritual! -y por otro lado los cad�veres insepultos de los rebeldes carcomidos por el gusano y el fuego, una abominaci�n para todos.

Y suceder� de luna nueva en luna nueva, y de s�bado en s�bado, toda carne vendr� a adorar delante de m�, dice Jehov�; y saldr�n y ver�n los cad�veres de los hombres que se rebelaron contra m�. porque su gusano no muere, y su fuego no se apaga, y ser�n abominaci�n para toda carne ".

Por lo tanto, hemos ido paso a paso a trav�s del cap�tulo, porque sus complejidades y cambios repentinos no pod�an dominarse de otra manera. Tememos que de qu� se compone exactamente debe seguir siendo un problema. �Qui�n puede decir si sus pedazos cortos y rotos son todos originalmente de la mano de nuestro profeta, o fueron recogidos por �l de otros, o fueron los fragmentos de su ense�anza que las manos reverentes de los disc�pulos recogieron cuidadosamente para que nada se perdiera? A veces pensamos que debe ser esta �ltima alternativa la que sucedi�; porque parece imposible que piezas tan extra�as entre s�, tan vagamente conectadas, hayan podido fluir de una mente a la vez. Pero, de nuevo, pensamos de otra manera, cuando vemos c�mo el cap�tulo en su conjunto contin�a la separaci�n que se hizo evidente en el cap�tulo 65, y la lleva a un �ltimo contraste enf�tico.

As� que nos queda la profec�a, no con los cielos nuevos y la tierra nueva que prometi�; no con el monte santo en el que nadie da�ar� ni destruir�, dice el Se�or; no con una Jerusal�n llena de gloria y un pueblo completamente santo, el centro de una humanidad reunida, sino con la ciudad como un tribunal de justicia, y sobre su superficie angosta un pueblo dividido entre la adoraci�n y un dolor horrible.

�Oh Jerusal�n, Ciudad del Se�or, Madre ansiosamente deseada de sus hijos, luz radiante para los que se sientan en la oscuridad y est�n lejos, hogar tras exilio, puerto tras tormenta, esperada como el granero del Se�or, todav�a ser�s s�lo Suyo! La era, y el cielo y el infierno como anta�o, desde la luna nueva hasta la luna nueva, a trav�s de los a�os giratorios, estar�n uno al lado del otro dentro de tus estrechos muros. Porque desde el d�a en que Arauna el jebuseo trill� sus gavillas sobre tu alta roca azotada por el viento, hasta el d�a en que el Hijo del Hombre, que estaba frente a ti, dividi� en su �ltimo discurso las ovejas de las cabras, los sabios de los necios y los amorosos. de los ego�stas, has sido designado por Dios para la prueba, la separaci�n y el juicio.

Es un final terrible para una profec�a como la nuestra. �Pero es posible alguna otra? Nos preguntamos c�mo puede estar esta contig�idad del cielo y el infierno dentro de la propia ciudad del Se�or, despu�s de todo Su anhelo y celos por ella, despu�s de Su feroz agon�a y contienda con sus enemigos, despu�s de una revelaci�n tan clara de �l mismo, una providencia tan larga, tan larga. gloriosa liberaci�n? Sin embargo, est� claro que nada m�s puede resultar, si los hombres en cuyos o�dos hab�a ca�do la gran profec�a, con toda su m�sica y todo su evangelio, y que hab�an sido participantes de la liberaci�n del Se�or, continuaran prefiriendo sus �dolos, su carne de cerdo, su rat�n, su caldo de cosas abominables, su sentar en las tumbas, a un Dios tan evidente y a una gracia tan grande.

Es un final terrible, pero es el mismo que sobre el mismo piso que Cristo puso para Su ense�anza, la red del evangelio abierta, pero solo para atraer tanto el bien como el mal a la playa del juicio; el banquete de bodas se abri� de par en par y los hombres se vieron obligados a entrar, pero entre ellos un coraz�n a quien la gracia tan grande no pod�a temer ni siquiera a la decencia; El evangelio de Cristo predicado, su ejemplo evidente, y �l mismo se reconoci� como Se�or, y sin embargo, algunos a quienes ni el o�r, ni el ver, ni el poseer con los labios elevaron al desinter�s ni se movieron a la piedad. Por tanto, el que hab�a clamado: "Venid todos a m�", se vio obligado a terminar diciendo a muchos: "Apartaos".

Es un final terrible, pero demasiado concebible. Porque aunque Dios es amor, el hombre es libre, libre de apartarse de ese amor; libre para ser como si nunca lo hubiera sentido; libre de apartarse de s� mismo la gracia m�s elevada, clara y urgente que Dios pueda mostrar. Pero hacer esto es el juicio.

"Se�or, �son pocos los que se salvan?"

El Se�or no respondi� a la pregunta, sino que orden� al interrogador que se atendiera a s� mismo:

"Esfu�rzate por entrar por la puerta estrecha".

Dios todopoderoso y misericordioso, que has enviado este libro para que sea la revelaci�n de tu gran amor al hombre y de tu poder y voluntad para salvarlo, concede que nuestro estudio de �l no haya sido en vano por la insensibilidad o descuido de nuestros corazones, pero para que por ella seamos confirmados en la penitencia, elevados a la esperanza, fortalecidos para el servicio y, sobre todo, llenos del verdadero conocimiento de Ti y de Tu Hijo Jesucristo. Am�n.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Isaiah 64". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/isaiah-64.html.
 
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