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Bible Commentaries
Job 29

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

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Versículos 1-25

XXIV.

COMO PR�NCIPE ANTE EL REY

Job 29:1 ; Job 30:1 ; Job 31:1

Job HABLA

DESDE el dolor y la desolaci�n a los que se ha acostumbrado como un lamentable segundo estado de existencia, Job recuerda los a�os de prosperidad y salud que una vez disfrut� en una larga sucesi�n. Esta par�bola o revisi�n del pasado pone fin a su argumento. El honor y la bienaventuranza aparentemente le son negados para siempre. Con lo que ha sido, compara su actual miseria y procede a una valiente y noble reivindicaci�n de su car�cter tanto de los pecados secretos como de los flagrantes.

En todo el c�rculo de las lamentaciones de Job, este c�ntico es quiz�s el m�s conmovedor. El lenguaje es muy hermoso, en el estilo m�s fino del poeta, y las cadencias menores de la m�sica son tales con las que muchos de nosotros podemos simpatizar. Cuando pasan los a�os de juventud y la fuerza se desvanece, el Ed�n en el que vivimos parece una belleza pasajera. De los que est�n m�s all� de la mediana edad, son pocos los que no ponen sus primeros recuerdos en un marcado contraste con la forma en que viajan ahora, mirando hacia atr�s, a un valle feliz y a los largos veranos brillantes que quedan atr�s. E incluso en la apertura de la masculinidad y la feminidad, los problemas de la vida a menudo caen, como podemos pensar, prematuramente, y se interponen entre la mente y el gozo recordado de la existencia sin cargas.

�Cu�n cambiados est�n! �Cu�n cambiado estoy yo!

La primera primavera de la vida se ha ido, se ha ido toda vanidad juvenil, -

Pero lo que con a�os, oh, qu� se gana?

No lo s�, pero mientras estoy de pie ahora

Donde se abri� por primera vez el coraz�n de la juventud,

Recuerdo lo alto que brillar�a

Sus pensamientos de gloria, fe y verdad.

"�Qu� tan lleno que era de bueno y grande,

�Qu� tan cierto al cielo, lo caliente a los hombres.

�Pobre de m�! Apenas me abstengo de odiar

El pecho m�s fr�o lo traigo de nuevo ".

Primero, en los �ltimos a�os, Job ve a la luz del recuerdo la bienaventuranza que tuvo cuando sinti� que el Todopoderoso era su preservador y su fuerza. Aunque ahora Dios parece haberse convertido en un enemigo, no negar� que una vez tuvo una experiencia muy diferente. Entonces la naturaleza fue amistosa, no le sucedi� ning�n da�o; no tuvo miedo de la peste que anda en tinieblas ni de la destrucci�n que asola al mediod�a, porque el Todopoderoso era su refugio y fortaleza. Rechazar este tributo de gratitud est� lejos de la mente de Job, y la expresi�n del mismo es una se�al de que ahora, por fin, ha recuperado una mejor mentalidad. Parece estar en camino de recuperar plenamente su confianza.

Los elementos de su felicidad anterior se relatan en detalle. Dios lo cuid� con cuidado constante, la l�mpara del amor divino brill� en lo alto e ilumin� las tinieblas, para que incluso en la noche pudiera viajar por un camino que no conoc�a y sentirse seguro. D�as de fuerza y ??placer eran aquellos en los que el secreto de Dios, el sentido de comuni�n �ntima con Dios, estaba en su tienda, cuando sus hijos lo rodeaban, ese hermoso grupo de hijos e hijas que eran su orgullo.

Entonces sus pasos fueron ba�ados en abundancia, manteca proporcionada por innumerables vacas, r�os de aceite que parec�an brotar de la roca, donde terraza sobre terraza crec�an exuberantes las aceitunas y daban su fruto sin falta.

Principalmente Job recuerda con gratitud a Dios la estima que todos lo rodeaban. La naturaleza era hombre amable y no eran menos amigable. Cuando entr� en la ciudad y se sent� en el "lugar ancho" dentro de la puerta, se le reconoci� como jefe del consejo y tribunal del juicio. Los j�venes se retiraron y se hicieron a un lado, s�, los ancianos, ya sentados en el lugar de la asamblea, se pusieron de pie para recibirlo como su superior en posici�n y sabidur�a.

Se suspendi� la discusi�n para que pudiera escuchar y decidir. Y se dan las razones de este respeto. En la sociedad as� representada con toques id�licos, dos cualidades eran muy apreciadas: el respeto por los pobres y la sabidur�a en el consejo. Entonces, como ahora, el problema de la pobreza preocupaba mucho a los ancianos de las ciudades. Aunque la poblaci�n de una ciudad �rabe no pod�a ser grande, hab�a muchas viudas y ni�os hu�rfanos de padre, familias reducidas a la mendicidad por la enfermedad o el fracaso de sus pobres medios de subsistencia, personas ciegas y cojas totalmente dependientes de la caridad, adem�s de los extra�os errantes y el vagabundos del desierto.

Por su generosidad principesca para con estos, Job se hab�a ganado la gratitud de toda la regi�n. Se satisfizo la necesidad, se alivi� la pobreza, se hizo justicia en todos los casos. Cuenta lo que hizo, no con jactancia, sino como alguien que se regocija en la capacidad que Dios le ha dado para ayudar a sus semejantes que sufren. Eran ciertamente tiempos reales para el hombre de coraz�n generoso. Lleno de esp�ritu p�blico, con el o�do y la mano siempre abiertos, dando generosamente de su abundancia, se encomend� a la afectuosa mirada de todo el valle. La forma m�s f�cil de dar limosna era aquella por la que se proporcionaba ayuda a los desamparados, y nunca se apelaba a Job en vano.

"El o�do que me escucha me bendijo,

El ojo que vio desnudo testimonio de m�

Porque libr� a los pobres que lloraban,

Y al hu�rfano que carec�a de ayudador.

Me sobrevino la bendici�n del que estaba a punto de morir,

E hice que el coraz�n de la viuda cantara de alegr�a ".

Hasta ahora Job se regocija al recordar lo que pudo hacer por los afligidos y necesitados en aquellos d�as en que la l�mpara de Dios lo iluminaba. Procede a hablar de su servicio como magistrado o juez.

"Me vest� de justicia y ella se entreg� a m�,

Mi justicia era como un manto y una diadema;

Yo era ojos para los ciegos

Y pies al cojo ".

Con justicia en su coraz�n para que todo lo que dec�a e hiciera lo revelara, y llevando el juicio como un turbante, se sent� y administr� justicia entre el pueblo. Aquellos que hab�an perdido la vista y no pudieron encontrar a los hombres que les hab�an hecho da�o se acercaron a �l y �l era como ojos para ellos, siguiendo cada pista del crimen que se hab�a cometido. Los cojos que no pod�an perseguir a sus enemigos le apelaron y �l asumi� su causa.

Los pobres, que sufr�an bajo la opresi�n, le encontraron un protector, un padre. S�, "busqu� la causa de �l que yo no conoc�a". En nombre de los extra�os, as� como de los vecinos, puso en marcha la maquinaria de la justicia.

"Y rompo las fauces de los malvados

Y le arranc� el despojo de los dientes ".

Ninguno era tan formidable, tan atrevido y tan parecido a un le�n, pero �l los enfrent�, los llev� a juicio y los oblig� a renunciar a lo que hab�an tomado mediante el fraude y la violencia.

En aquellos d�as, confiesa Job, tuvo el sue�o de que si era pr�spero, poderoso y �til a otros por la gracia de Dios, as� continuar�a. �Por qu� deber�a caer alg�n problema sobre alguien que usaba el poder concienzudamente para sus vecinos? �No sostendr�a Eloah al hombre que era como un dios para los dem�s?

"Entonces dije, morir� en mi nido,

Y multiplicar� mis d�as como el F�nix;

Mi ra�z se extender� junto a las aguas,

Y el roc�o estar� toda la noche sobre mi rama:

Mi gloria estar� fresca en m�,

Y mi arco se renovar� en mi mano. "

Un fino toque de la vida de ensue�o que transcurr�a de a�o en a�o, brillante y bendecida como si fuera a fluir para siempre. La muerte y el desastre estaban lejos. Renovar�a su vida como el F�nix, alcanzar�a la edad de los padres antediluvianos y tendr�a su gloria o su vida fuerte en �l durante incontables a�os. As� que la ilusi�n lo halag�, la misma imagen que usa apunta a la futilidad de la esperanza.

La estrofa final del cap�tulo procede con un toque a�n m�s fuerte y un color m�s abundante para representar su dignidad. Los hombres lo escucharon y esperaron. Como una refrescante lluvia sobre un suelo sediento ��y qu� sediento puede estar el desierto! -, su consejo lleg� a sus o�dos. Les sonri� cuando no ten�an confianza, se ri� de sus problemas, la luz de su rostro nunca se empa�� por sus aprensiones. Incluso cuando todo lo que le rodeaba estaba consternado, su sincera y esperanzada perspectiva no se nublaba. Confiando en Dios, conoci� su propia fuerza y ??la dio libremente.

"Eleg� su camino y me sent� como jefe,

Y habit� como un rey entre la multitud,

Como quien consuela a los dolientes ".

Mirado con esta gran estima, l�der reconocido en virtud de su desbordante bondad y alegr�a, parec�a hacer sol para toda la comunidad. Ese fue el pasado. Todo lo que hab�a sido se fue, aparentemente para siempre.

�Qu� inexpresablemente extra�o que Eloah destruya un poder tan espl�ndido, mental, f�sico y moral usado al servicio de los hombres menos favorecidos! Es como borrar el sol del cielo y dejar un mundo en tinieblas. Y lo m�s extra�o de todo es la forma en que los hombres bajos ayudan a la ruina que se ha forjado.

El cap�tulo treinta comienza con esto. Job es ridiculizado por los miserables y viles cuyos padres hubiera desde�ado poner con los perros de su reba�o. Pinta a estas personas, demacradas por el hambre y el vicio, pastoreando en el desierto donde solo se les permite existir, arrancando malvas o mosto salado entre los arbustos y desenterrando las ra�ces de la retama para comer. Los hombres los persiguieron en el desierto, llam�ndolos como ladrones, y moraron en las hendiduras de los wadies, en cuevas y entre rocas.

Como asnos salvajes rebuznaban en los matorrales y se arrojaban entre las ortigas. Hijos de tontos, de base, hombres que hab�an deshonrado su humanidad y hab�an sido expulsados ??de la tierra. Tales son aquellos cuyo canto y palabra Job se ha convertido ahora. Estos, incluso estos, lo aborrecen y le escupen en la cara. Hace que el contraste sea profundo y terrible en cuanto a su propia experiencia y la confusi�n moral que ha seguido a la extra�a obra de Eloah. Para el bien hay el mal, para la luz y el orden hay tinieblas. �Dios desea esto, lo ordena?

Uno se inclina a preguntar si la abundante compasi�n y humanidad del Libro de Job fracasan en este punto. Estas miserables criaturas que hacen su guarida como bestias salvajes entre las ortigas, marginados, tachados de ladrones, una raza vagabunda nacida de la base, siguen siendo hombres. Sus padres pueden haber ca�do en los vicios de la pobreza abyecta. Pero, �por qu� habr�a de decir Job que hubiera desde�ado ponerlos con los perros de su reba�o? En un discurso anterior (cap�tulo 24) describi� a las v�ctimas de la opresi�n que no ten�an cobertura en el fr�o y estaban empapadas por la lluvia de las monta�as, aferr�ndose a la roca en busca de refugio; y de ellos habl� con dulzura, simpat�a. Pero aqu� parece ir m�s all� de la compasi�n.

Quiz�s se podr�a decir que el tono que adopta ahora es perdonable, o casi perdonable, porque estos seres miserables, a quienes tal vez trat� amablemente una vez, han aprovechado la ocasi�n de su miseria y enfermedad para insultarlo en la cara. Si bien las palabras parecen duras, la inutilidad del paria puede ser el punto clave. Sin embargo, un poco del orgullo del nacimiento se adhiere a Job. En este sentido, no es perfecto; aqu� su pr�spera vida necesita un control. El Todopoderoso debe hablarle desde la tempestad para que se sienta a s� mismo y encuentre "la bienaventuranza de ser peque�o".

Estos marginados se deshacen de toda moderaci�n y se comportan con vergonzosa rudeza en su presencia.

A mi diestra se levanta la peque�a prole,

Alejan mis pies

Y lanza contra m� sus caminos de destrucci�n;

Estropean mi camino,

Y forzar mi calamidad

Los que no tienen quien los ayude.

Entran como por una brecha ancha,

En la desolaci�n se arrojan sobre m�.

Las diversas im�genes, de un ej�rcito sitiador, de aquellos que desorganizadamente rompen caminos trazados con dificultad, de una brecha en el terrapl�n de un r�o, son para mostrar que Job es ahora considerado uno de los m�s malos con quienes cualquier hombre puede tratar en dignidad. Una vez fue el �dolo del populacho; "Ahora nadie tan pobre para hacerle reverencia". Y esta persecuci�n de hombres viles es solo una se�al de una humillaci�n m�s profunda. Como horda de terrores enviados por Dios, siente los reproches y los dolores de su estado.

"Los terrores se han vuelto sobre m�;

Ahuyentan mi honor como el viento.

Y mi bienestar pasa como una nube.

Y ahora mi alma se derrama en mi

Los d�as de aflicci�n se han apoderado de m� ".

El pensamiento se desplaza naturalmente hacia la terrible enfermedad que ha hecho que su cuerpo se hinche y se vuelva negro como el polvo y las cenizas. Y esto lo lleva a su vehemente queja final contra Eloah. �C�mo puede humillar y destruir tanto a su siervo?

A ti clamo y no me escuchas;

Me levanto y T� me miras.

Te has vuelto cruel conmigo:

Con el poder de tu mano me persigues.

Me levantaste al viento,

Me hiciste montar en �l;

Y me disuelves en la tormenta.

Porque s� que me llevar�s a la muerte,

Y a la casa destinada a todos los vivientes.

Sin embargo, en el derribo, �nadie extiende su mano?

En la destrucci�n, �no da un grito a causa de esto?

De pie en su miseria, es completamente visible para el ojo Divino, todav�a ninguna oraci�n aleja a Eloah el terrible de Su prop�sito. Parece que finalmente ha sido designado que Job morir� en deshonra. Sin embargo, destinado a este destino, su esperanza una burla, �no extender� su mano, gritar� en voz alta mientras la vida cae a la tumba en ruinas? �Cu�n diferente lo trata Dios de la forma en que trat� a los que estaban en problemas! Pide en vano esa piedad que �l mismo hab�a mostrado a menudo.

�Por qu� deber�a ser esto? �C�mo puede ser, y Eloah sigue siendo el Justo y Viviente? Dolorido por fuera y por dentro, incapaz de evitar gritar cuando la gente se re�ne a su alrededor, un hermano de los chacales cuyos aullidos se escuchan toda la noche, un compa�ero del afligido avestruz, sus huesos quemados por la fiebre rabiosa, su arpa convertida en llanto y su la�d en la voz de los que lloran, apenas puede creerse el mismo hombre que una vez camin� en honor y alegr�a a la vista de la tierra y el cielo.

As� se derrama de nuevo toda la medida de la queja, sin que el pensamiento de que la dignidad de la vida viene m�s con el sufrimiento soportado con paciencia que con el placer. Job no sabe que de un problema como el suyo puede surgir un hombre m�s humano, m�s noble, su arpa provista de nuevas cuerdas de sentimiento m�s profundo, una luz m�s fina de simpat�a brillando en su alma. De manera constante, en todo momento, el autor mantiene este pensamiento en un segundo plano, mostrando una tristeza desesperada, una aflicci�n que no se alivia con ning�n sentido de ganancia espiritual, presionando con el peso m�s pesado y cansado sobre la vida de un buen hombre.

La �nica ayuda que Job tiene es la conciencia de la virtud, y eso no frena su queja. Las antinomias de la vida, el pasado en comparaci�n con el presente, el favor divino intercambiado por una cruel persecuci�n, el bien seguido por el m�s doloroso dolor y la deshonra, deben estar al final a la vista. Entonces aparecer� el que tiene justicia en su custodia. Dios mismo declarar� y reclamar� Su supremac�a y Su dise�o.

Este prop�sito del autor logrado, el �ltimo pasaje del discurso de Job -cap�tulo 31- suena audaz y claro como el canto de un vencedor, no sereno en verdad en presencia de la muerte, porque este no es el temperamento hebreo y no puede ser atribuido por el escritor a su h�roe, pero con tierra firme bajo sus pies, una conciencia clara de la verdad iluminando su alma. El lenguaje es el de un hombre inocente ante sus acusadores y su juez, s�, de un pr�ncipe en presencia del Rey.

De la oscuridad a la que ha sido arrojado por falsos argumentos y acusaciones, del problema al que lo ha llevado su propia duda, Job parece surgir con un nuevo sentido de fuerza moral e incluso de poder f�sico restaurado. No m�s en el desaf�o imprudente del cielo y la tierra de hacer lo peor, sino con una fina tensi�n de sincero deseo de ser claro con los hombres y con Dios, asume y niega una por una cada posible acusaci�n de pecado secreto y manifiesto.

�Es el lenguaje que usa m�s enf�tico del que cualquier hombre tiene derecho a emplear? Si dice la verdad, �por qu� sus palabras deben considerarse demasiado audaces? El Juez Todopoderoso no desea que ning�n hombre se acuse falsamente a s� mismo, que nadie deje una sospecha infundada sobre su car�cter. No es mansedumbre evang�lica declararse culpable de pecados que nunca se cometieron. Job siente que es parte de su integridad mantener su integridad; y aqu� se reivindica no en t�rminos generales sino en detalle, con una decisi�n que no puede equivocarse. Despu�s, cuando el Todopoderoso ha hablado, reconoce la ignorancia y el error que han entrado en su juicio, haciendo la confesi�n que todos debemos hacer incluso despu�s de a�os de fe.

I.

De la mancha del deseo vil y lujurioso, primero se limpia a s� mismo. Ha sido puro en la vida, inocente incluso de miradas errantes que podr�an haberlo arrastrado a la impureza. Hizo un pacto con sus ojos y lo guard�. El pecado de este tipo, lo sab�a, siempre trae retribuci�n, y ninguna indulgencia suya causaba dolor y deshonra. Con respecto a la forma particular del mal en cuesti�n, pregunta:

"Porque �cu�l es la porci�n de Dios arriba,

�Y la heredad del Todopoderoso desde lo alto?

�No es una calamidad para los injustos?

�Y desastre para los que obran iniquidad? "

Junto con este "deseo de la carne" est� el "deseo de los ojos", el deseo codicioso. La palma de la mano a la que se aferra el dinero, el enga�o en aras de la ganancia, las astutas intrigas para la adquisici�n de una parcela de tierra o alg�n animal, esas cosas estaban lejos de �l. Afirma que lo pesan en una estricta balanza, y se compromete a s� mismo a que no se le encontrar� falto de nada. Est� tan ocupado con esta defensa que habla como si a�n pudiera sembrar una cosecha y esperar la cosecha.

Esperar�a que le arrebataran el producto de la mano si la vanidad de la codicia y el conseguir lo hubieran llevado por mal camino. Volviendo entonces a la sospecha m�s ofensiva de que hab�a estado esperando traidoramente a la puerta de su vecino, usa las palabras m�s vigorosas para mostrar a la vez su aborrecimiento por tal ofensa y el resultado que cree que siempre tiene. Es una enormidad, una cosa nefasta ser castigado por los jueces.

M�s que eso, es un fuego que consume a Abaddon, desperdiciando la fuerza y ??la sustancia de un hombre para que sean tragados como por el abismo devorador. En cuanto a esto, la lectura que Job hace de la vida es perfectamente acertada. Dondequiera que exista una sociedad, la costumbre y la justicia se imponen en la mayor medida posible sobre aquellos que invaden los cimientos de la sociedad y los derechos de otros hombres. Sin embargo, la agudeza con que se observa la inmoralidad en particular aviva la llama de la lujuria. La naturaleza parece estar comprometida contra s� misma; puede ser acusado del delito, ciertamente se une a traer el castigo.

II.

Otra posible imputaci�n era que, como amo o patr�n, hab�a sido duro con sus subordinados. Era bastante com�n que los que estaban en el poder trataran a sus dependientes con crueldad. Los sirvientes eran a menudo esclavos; se les negaron sus derechos como hombres y mujeres. Con respecto a esto, las palabras puestas en boca de Job son finamente humanas, incluso prof�ticas: -

"Si desprecio la causa de mi sirviente o sirvienta

Cuando contendieron conmigo

�Qu� har� entonces cuando Dios se levante?

Y cuando me visite, �qu� le responder�?

El que me hizo en el vientre, �no lo hizo a �l?

�Y no nos form� Uno en el vientre? "

Los derechos de los que trabajaban para �l eran sagrados, no como creados por ninguna ley humana que por tantas horas de servicio pudiera obligar a tantos contratados estipulados, sino como conferidos por Dios. Los sirvientes de Job eran hombres y mujeres con un reclamo infranqueable de un trato justo y considerado. Fue accidental, por as� decirlo, que Job fuera rico y ellos pobres, que �l fuera el amo y estuvieran bajo su mando. Sus cuerpos estaban formados como los de �l, sus mentes ten�an la misma capacidad de pensamiento, de emoci�n, de placer y de dolor. En este punto no hay dureza de tono ni orgullo de nacimiento y lugar. Estas son personas que hacen bien a quienes, como jefe del clan, Job ocupa el lugar de un padre.

Y su principio, tratarlos como su herencia de la misma vida del mismo Creador les dio el derecho de ser tratados, es prof�tico, y establece los deberes de todos los que tienen poder para con aquellos que trabajan para ellos. A menudo se usa a los hombres como bestias de carga. Ninguna tiran�a en la tierra es tan odiosa como muchos empleadores, impulsando sus enormes preocupaciones a la m�xima velocidad, se atreven a ejercer a trav�s de representantes o subordinados.

La simple vida patriarcal que llev� al patr�n y al empleado a las relaciones personales directas sab�a poco del antagonismo de los intereses de clase y de la amargura del sentimiento que a menudo amenaza la revoluci�n. Nada de esto cesar� hasta que se reanude la sencillez y las costumbres que mantienen a los hombres en contacto entre s�, aunque no se reconozcan a s� mismos como miembros de la �nica familia de Dios. Cuando el sirviente que ha hecho todo lo posible es, despu�s de a�os de trabajo agotador, despedido sin una audiencia por alg�n subordinado all� establecido para considerar lo que se llaman los "intereses" del empleador, �est� este �ltimo libre de culpa? La pregunta de Job: "�Qu�, pues, har� cuando Dios se levante, y cuando me visite, qu� le responder�?" da una nota de equidad y fraternidad que muchos de los llamados cristianos parecen no haber escuchado nunca.

III.

A los pobres, a las viudas, a los hu�rfanos, a los que perecen, Job se refiere a continuaci�n. M�s all� del c�rculo de sus propios sirvientes, hab�a personas necesitadas a las que se le hab�a acusado de descuidar e incluso de oprimir. Ya ha hecho una amplia defensa bajo este encabezado. Si ha levantado la mano contra el hu�rfano, teniendo buenas razones para suponer que los jueces estar�an de su lado, entonces que su hombro caiga del om�plato y su brazo de la clav�cula. La calamidad de Dios fue un terror para Job, y reconociendo la gloriosa autoridad que hace cumplir la ley de la ayuda fraternal, no podr�a haber vivido con orgullo y desprecio ego�sta.

IV.

Luego repudia la idolatr�a de la riqueza y el pecado de adorar a la criatura en lugar del Creador. Rico como era, puede afirmar que nunca pens� demasiado en su riqueza, ni se jact� en secreto de lo que hab�a reunido. Sus campos produjeron en abundancia, pero nunca le dijo a su alma: Has acumulado muchos bienes para muchos a�os, descansa, come, bebe y divi�rtete. No era m�s que un mayordomo, que ten�a todo a la voluntad de Dios. No como si la abundancia de posesiones pudiera darle un valor real, pero con constante gratitud a su Divino Amigo, us� el mundo para no abusar de �l.

Y por su religi�n: fiel a esas ideas espirituales que lo elevaron muy por encima de la superstici�n y la idolatr�a, incluso cuando el sol naciente parec�a reclamar un homenaje como un emblema apropiado del Creador invisible, o cuando la luna llena brillando en un cielo despejado parec�a un lugar muy especial. diosa de la pureza y la paz, nunca, como los dem�s sol�an hacer, se llev� la mano a los labios. Hab�a visto la adoraci�n de Baal e Ishtar, y podr�a haberle llegado, como a naciones enteras, los impulsos de asombro, de deleite, de reverencia religiosa.

Pero puede decir sin miedo que nunca cedi� a la tentaci�n de adorar nada en el cielo o en la tierra. Habr�a sido negar a Eloah el Supremo. El Dr. Davidson nos recuerda aqu� una leyenda incorporada en el Cor�n con el prop�sito de inculcar la lecci�n de que se debe rendir culto al Se�or de todas las criaturas, "cuyo reino ser� el d�a en que se toque la trompeta". El Todopoderoso dice: "As� mostramos a Abraham el reino de los cielos y de la tierra, para que llegara a ser de los que creen firmemente.

Y cuando la noche lo cubri�, vio una estrella y dijo: Este es mi Se�or; pero cuando se puso dijo, no me gustan los que se ponen. Y cuando vio salir la luna, dijo: Este es mi Se�or; pero cuando vio que se pon�a, dijo: De cierto, si mi Se�or no me instruye, ser� uno de los que se descarr�an. Y cuando vio el sol naciente, dijo: Este es mi Se�or; este es el m�s grande; pero cuando se puso, dijo: Pueblo m�o, en verdad estoy libre de lo que asocias con Dios; Dirijo mi rostro hacia Aquel que cre� los cielos y la tierra.

"As�, desde tiempos muy tempranos hasta el de Mahoma, el monote�smo estuvo en conflicto con la forma de idolatr�a que naturalmente atra�a a los habitantes de Arabia. Job confiesa la atracci�n, niega el pecado. Habla como si las leyes de su pueblo estuvieran fuertemente en contra de la adoraci�n al sol. , lo que sea que se pueda hacer en otro lugar.

V.

Procede a declarar que nunca se ha regocijado por un enemigo ca�do ni ha buscado la vida de nadie con una maldici�n. Se distingue muy claramente de aquellos que, a la manera oriental com�n, repartieron maldiciones sin gran provocaci�n, e incluso de aquellos que las guardaron como enemigos mortales. Este esp�ritu rencoroso estaba tan lejos de �l que amigos y enemigos por igual fueron bienvenidos a su hospitalidad y ayuda. Job 31:31 significa que sus siervos pod�an jactarse de no poder encontrar ni un solo extra�o que no se hubiera sentado a su mesa.

Su oficio consist�a en amueblarlo todos los d�as con invitados. Job tampoco permitir� que, a la manera de los hombres, cubriera h�bilmente las transgresiones. "Si, culpable de alguna vileza, lo ocult�, como suelen hacer los hombres, porque ten�a miedo de perder la casta, miedo de que las grandes familias me despreciaran" Nunca se le present� tal pensamiento o miedo. Por tanto, no podr�a haber vivido una doble vida. Todos hab�an sido honestos, a la luz del d�a, regidos por una ley. En conexi�n con esto es que �l viene con un atractivo principesco al Rey.

"�Oh, si tuviera uno para escucharme! -

He aqu� mi firma, que el Todopoderoso me responda.

�Y oh, que tuviera el cargo de mi Oponente!

Seguramente lo llevar�a en mi hombro, me lo atar�a como una corona.

Le declarar�a el n�mero de mis pasos,

Como un pr�ncipe quisiera acercarme a �l ".

Las palabras deben ser defendidas solo sobre la base de que el Eloah a quien se dirige aqu� un desaf�o es Dios incomprendido, Dios acusado falsamente de hacer acusaciones infundadas contra Su siervo y castigarlo como un criminal. El Todopoderoso no lo ha estado haciendo. El razonamiento vicioso de los amigos, el credo equivocado de la �poca hacen que parezca que lo ha hecho. Los hombres le dicen a Job: Sufres porque Dios ha encontrado el mal en ti.

�l te paga conforme a tu iniquidad. Sostienen que por ninguna otra raz�n podr�an haberle sobrevenido calamidades. De modo que se hace aparecer a Dios como el adversario del hombre; y Job se ve obligado a demostrar que ha sido condenado injustamente. "He aqu� mi firma", dice: declaro mi inocencia; Puse mi marca; Mantengo mi afirmaci�n: no puedo hacer nada m�s. Que el Todopoderoso demuestre mi culpa.

Dios, dices, tiene un libro en el que est�n escritos sus cargos en mi contra. �Ojal� tuviera ese libro! Lo sujetar�a sobre mi hombro como insignia de honor; s�, lo usar�a como corona. Le mostrar�a a Eloah todo lo que he hecho, cada paso que he dado en la vida de d�a y de noche. No eludir�a nada. Con la seguridad de la integridad, acudir�a al Rey; como un pr�ncipe, estar�a en su presencia. All�, cara a cara con Aquel a quien s� que es justo y recto, me justificar�a como Su siervo, fiel en Su casa.

�Es audacia, impiedad? El autor del libro no quiere que se entienda as�. No hay el menor indicio de que renuncia a su h�roe. Cada afirmaci�n hecha es cierta. Sin embargo, hay ignorancia de Dios, y esa ignorancia culpa a Job hasta ahora. No conoce la acci�n de Dios aunque conoce la suya propia. Debe razonar a partir del malentendido de s� mismo y ver que puede fallar en comprender a Eloah. Cuando comience a ver esto, creer� que sus sufrimientos tienen completa justificaci�n en el prop�sito del Alt�simo.

La ignorancia de Job representa la ignorancia del viejo mundo. A pesar del tenor de su pr�logo, el escritor carece de una teor�a de la aflicci�n humana aplicable a todos los casos, o incluso a la experiencia de Job. �l solo puede decir y repetir, Dios es supremamente sabio y justo, y para la gloria de Su sabidur�a y justicia �l ordena todo lo que le acontece a los hombres. El problema no se resuelve hasta que veamos a Cristo, el Capit�n de nuestra salvaci�n, perfeccionado por el sufrimiento, y sepamos que nuestra aflicci�n terrenal ", que es por el momento, nos produce cada vez m�s un eterno peso de gloria".

Los �ltimos vers�culos del cap�tulo pueden parecer fuera de lugar. Job habla como un terrateniente que no ha invadido los campos de otros, sino que ha adquirido honestamente su propiedad, y como un granjero que la ha labrado bien. Esto parece un asunto insignificante en comparaci�n con otros que se han considerado. Sin embargo, como una especie de ocurrencia tard�a, completando la revisi�n de su vida, el detalle es natural.

"Si mi tierra clama contra m�,

Y sus surcos lloran a una,

Si he comido sus frutos sin dinero,

O han hecho que los propietarios pierdan la vida:

Que crezcan cardos en lugar de trigo

Y berberechos en lugar de cebada.

Se acaban las palabras de Job ".

Un granjero de la clase adecuada se sentir�a muy avergonzado si las malas cosechas o los surcos h�medos lloraran en su contra, o si se le pudiera acusar de maltratar la tierra. El toque es realista y contundente.

Sin embargo, al final queda claro que el personaje de Job est� idealizado. Mucho puede recibir como cuesti�n de la verdadera historia; pero, en general, la vida es demasiado hermosa, pura y santa incluso para un hombre extraordinario. La imagen es claramente t�pica. Y es as� por la mejor raz�n. Una vida real no habr�a planteado completamente el problema. El objetivo del escritor es despertar el pensamiento arrojando las contradicciones de la experiencia humana tan v�vidamente sobre un lienzo preparado que todos puedan ver.

�Por qu� sufren los justos? �Qu� quiere decir el Todopoderoso? Las cuestiones urgentes de la raza se hacen tan insistentes como el arte y la pasi�n, la verdad ideal y la sinceridad, pueden hacerlas. Job, que yace en la mugre de la miseria, pero reclamando su inocencia como pr�ncipe ante el Rey Eterno, exige en nombre de la humanidad la reivindicaci�n de la providencia, el significado del esquema mundial.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 29". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-29.html.
 
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