Bible Commentaries
Job 38

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-41

XXVII.

"M�SICA EN LOS L�MITES DE LA LEY"

Job 38:1

SOBRE la vida ensombrecida de Job, y el mundo ensombrecido para �l por su propia tristeza intelectual y moral, una tormenta barre, y de la tormenta emite una voz. Con el s�mbolo de la vasta energ�a Divina llega una respuesta al problema de la vida humana probada y atribulada. Parec�a, con el paso del tiempo, que las s�plicas de la v�ctima eran inauditas, que el r�gido silencio del cielo nunca se romper�a. �Pero no lo hab�a o�do? Su l�nea se ha extendido por toda la tierra, y sus palabras hasta el fin del mundo.

"Job deber�a haberlo sabido. Lo que se dar� ser� una nueva presentaci�n de ideas que ahora se ver�n en su fuerza y ??fuerza porque la mente est� preparada y ansiosa. El hombre, llevado al borde del pesimismo, por fin mirar� al exterior y seguir las obras del Todopoderoso incluso a trav�s de la tormenta y la oscuridad. �La voz sublime emite s�lo para dominarlo y reducirlo al silencio? No es as�. Se aborda su raz�n, se demanda su pensamiento, se requiere su poder para reconocer la verdad.

Se hace una gran demostraci�n que requiere en cada paso la respuesta de la mente y el coraz�n. El Creador revela su cuidado por la creaci�n, por la raza de los hombres, por cada tipo de ser y cada necesidad. �l declara Su propia gloria, de poder trascendente, de sabidur�a inconmensurable, tambi�n de voluntad justa y santa. Puede afligir a los hombres y, sin embargo, no hacerles mal sino bien, porque son sus hombres, a quienes �l provee como ellos mismos no pueden sustentar.

Prueba, dolor, cambio, muerte, �es algo "desastroso" lo que Dios ordena? Imposible. Su cuidado de su creaci�n est� m�s all� de nuestra imaginaci�n. No hay desastres en Su universo a menos que la voluntad del hombre divorciada de la fe se abriera camino a trav�s de las firmezas de Su ley eterna.

Eloah se conoce a trav�s de la tempestad, as� como en la gota de roc�o y la tierna flor. Lo que es capaz de fuerza debe fortalecerse. Esa es la ley divina para toda la vida, para el cedro del L�bano, el buey en yugo, el le�n del desierto de Libia. Principalmente, la naturaleza moral del hombre debe encontrar su fuerza. La gloria de Dios es tener hijos que puedan resistir. La piedad f�cil de una raza feliz, que vive entre flores y ofrece incienso para la adoraci�n, no puede satisfacerlo de la voluntad eterna, el poder eterno.

Los hombres deben aprender a confiar, a perseverar, a mantenerse imperturbables cuando la furia de la tempestad azota su mundo y amontona, la nieve arrastrada sobre sus viviendas y la muerte llega fr�a y cruda. El hombre luchador luchar� a trav�s de pruebas extra�as y espantosas hasta que aprenda a vivir en el pensamiento de la Voluntad y el Amor Divinos, coordin�ndose en un Se�or fiel a s� mismo, digno de confianza a trav�s de todas las nubes y choques.

Siempre persigue un fin conforme a la naturaleza de los seres que ha creado y, para el hombre, un fin conforme a su naturaleza, las posibilidades de un desarrollo moral sin fin, los movimientos cada vez m�s amplios de vida creciente. Que el hombre sepa esto y se someta, sepa esto y regoc�jese. Una vida de ensue�o ser� imposible para el hombre, use su d�a como quiera.

�Es esta expresi�n divina de la tormenta requerida por el progreso del drama? Algunos han dudado de que su tenor sea coherente con la l�nea de pensamiento anterior; sin embargo, todo el movimiento se dirige claramente hacia �l, no podr�a terminar de otra manera. El pr�logo, que afirma la satisfacci�n de Dios con su siervo, nos dej� seguros de que si Job permanec�a puro y manten�a su fe, su nombre no ser�a borrado del libro de la vida.

Ha guardado su integridad; no se le puede acusar de falsedad ni de bajeza. Pero, �est� todav�a con Dios en una fe sincera y humilde? Le hemos o�do acusar al Alt�simo de cruel enemistad. Al final, yace bajo la sospecha de imp�a osad�a y rebeli�n, y parece que puede haber ca�do en desgracia. El autor ha creado esta incertidumbre sabiendo bien que el veredicto de Dios mismo es necesario para aclarar la posici�n espiritual y el destino de Su siervo.

Adem�s de esto, el propio suspenso de Job sigue siendo de mayor importancia desde un punto de vista dram�tico. A�n no se ha reconciliado con la providencia. Esos gritos fervientes por la luz, que se han ido al cielo con pasi�n, pat�ticamente, esperan una respuesta. Deben tener alguna respuesta, si el poeta puede enmarcar una liberaci�n adecuada para el Todopoderoso. La tarea es realmente severa. Por un lado hay moderaci�n, porque no se debe divulgar el motivo original de toda la acci�n y especialmente la aprobaci�n de Job por parte de su Divino Maestro.

El probado no debe gozar de la reivindicaci�n a riesgo de perder la humildad, su victoria sobre sus amigos no debe ser demasiado decisiva para su propio bien espiritual, ni desviarse de la corriente ordinaria de la experiencia. Por otro lado, est� la dificultad de representar la sabidur�a divina en contraste con la del hombre, y de ocuparse de las esperanzas y pretensiones de Job, para la vindicaci�n, para la liberaci�n del Seol, para la ayuda de un Redentor, ya sea en la forma de aprobar o dej�ndolos definitivamente a un lado.

Impulsado por una necesidad de su propia creaci�n, el autor tiene que buscar una soluci�n, y encuentra una igualmente convincente y modesta, coronando su poema con un pasaje de maravillosa brillantez, idoneidad y poder.

Ya se ha se�alado que las limitaciones del genio y la inspiraci�n son claramente visibles aqu�. Las audaces esperanzas prof�ticas puestas en boca de Job estaban m�s all� del poder del autor para verificarlas incluso para su propia satisfacci�n. �l mismo podr�a creer en ellos, ardientemente, como destellos de previsi�n celestial, pero no los afirmar�a como Divinos en su fuente porque no podr�a dar la prueba adecuada. Las ideas fueron desechadas para vivir en el pensamiento humano, para encontrar verificaci�n cuando llegara la hora de Dios.

Por tanto, en los discursos del Todopoderoso, el fundamento es el de la religi�n natural, el testimonio del maravilloso sistema de cosas abierto a la observaci�n de todos. �Existe un Divino Redentor para los fieles cuyas vidas han sido ensombrecidas? �Ser�n justificados en alg�n estado futuro cuando sus cuerpos se hayan convertido en polvo? La voz de lo alto no afirma que esto sea as�; la reverencia del poeta no permite una asunci�n tan atrevida del derecho a hablar en nombre de Dios.

Por el contrario, el peligro de entrometerse en cosas demasiado elevadas se enfatiza en la misma expresi�n que un hombre de menos sabidur�a y humildad habr�a llenado con sus propias ideas. En ninguna parte hay un ejemplo mejor de moderaci�n abnegada en aras de la verdad absoluta. Este escritor se encuentra entre los hombres como un humilde estudioso de los caminos de Dios; se contenta con permanecer all� al final, sin hacer ning�n reclamo m�s all� del conocimiento de lo que se puede aprender de la creaci�n y providencia de Dios.

Y a Job no se le permite ninguna providencia especial. La voz de la tormenta es la que todos pueden o�r; es la revelaci�n universal adecuada a todo hombre. A primera vista, estamos dispuestos a estar de acuerdo con aquellos que piensan que la aparici�n del Todopoderoso en la escena es en s� misma extra�a. Pero no existe la Teofan�a. No hay ninguna revelaci�n o mensaje que se adapte a un caso particular, para gratificar a quien se cree m�s importante que sus semejantes, o imagina que el problema de su vida es anormalmente dif�cil. Una vez m�s, la sabidur�a del autor va de la mano con su modestia; lo que est� dentro de su br�jula, �l ve que es suficiente para su fin.

Para algunos, las declaraciones que se hacen en boca del Todopoderoso pueden parecerles muy poco satisfactorias. Al comenzar a leer el pasaje, pueden decir: -Ahora vamos a tener el fruto del pensamiento m�s en�rgico del poeta, la m�s alta inspiraci�n. El Todopoderoso, cuando hable en persona, revelar� Sus prop�sitos de gracia con los hombres y la sabidur�a de Su gobierno en aquellos casos que han desconcertado la comprensi�n de Job y de todos los pensadores anteriores.

Ahora veremos una nueva luz penetrando en la densa oscuridad y confusi�n de los asuntos humanos. Dado que esto no se hace, puede haber una decepci�n. Pero al autor le preocupa la religi�n. Su m�xima es: "El temor de Dios que es sabidur�a, y apartarse del mal es entendimiento". En su drama, ha hecho mucho por el pensamiento y la teolog�a humanos. Se han eliminado las complicaciones que hab�an impedido que la fe descansara en la verdadera espiritualidad de Dios.

El que sufre es un hombre justo, un buen hombre a quien Dios mismo ha declarado perfecto. Job no est� afligido por haber pecado. El autor ha puesto en la luz m�s clara posible todos los argumentos que pudo encontrar a favor de la vieja noci�n de que la transgresi�n y la maldad son las �nicas que siguen al sufrimiento en este mundo. Ha demostrado que esta doctrina no est� de acuerdo con los hechos, y ha dejado la prueba tan clara que una persona reflexiva nunca podr�a recordar el nombre de Job y tener esa visi�n falsa.

Pero aparte del pr�logo, no se da ninguna explicaci�n de los sufrimientos de los justos en esta vida. El autor nunca dice con tantas palabras que Job se benefici� de sus aflicciones. Podr�a ser que el justo, probado por la p�rdida y el dolor, se estableciera en su fe para siempre, por encima de toda posibilidad de duda. Pero esto no se afirma. Puede ser que los hombres fueran purificados por sus sufrimientos, que encontraran a trav�s del horno caliente un camino hacia la vida m�s noble.

Pero esto no se presenta como la �ltima explicaci�n, o podr�a ser que el buen hombre en aflicci�n fuera el portador de la carga de otros, de modo que su trabajo y su sangre ayudaron a su vida espiritual. Pero no hay indicios de esto. Jehov� debe ser vindicado. El aparece; �l habla desde la tormenta y se reivindica a s� mismo. Sin embargo, no mostrando lo bueno que su siervo ha ganado en la disciplina del duelo, la p�rdida y el dolor.

Es reclamando la confianza impl�cita de los hombres, mostrando que su sabidur�a en su m�xima expresi�n es una locura para la Suya, y que Su administraci�n de los asuntos de Su mundo es gloriosa tanto como en poder.

�Es decepcionante? �Descuida el escritor la gran pregunta que ha suscitado su drama? �O no ha introducido en la experiencia de Job, con un arte mucho m�s sutil de lo que podemos suponer en un principio, cierta ganancia espiritual, pensamientos y esperanzas que ampl�an y aclaran el horizonte de su vida? En la profundidad del abatimiento, solo porque ha sido expulsado de toda comodidad y estancia terrenal, y solo puede esperar una muerte miserable, Job ve en una visi�n prof�tica una esperanza m�s elevada.

�l pregunta: "Si un hombre muere, �volver� a vivir?" La pregunta permanece con �l y busca una respuesta en los intervalos del sufrimiento. Luego, finalmente, se aventura en el presagio de un estado futuro de existencia, "si en el cuerpo o fuera del cuerpo no puede decirlo, Dios lo sabe", "Mi Redentor vive; ver� a Dios por m�". Esta previsi�n, este amanecer de la luz de la inmortalidad sobre su alma es la ganancia que ha entrado en la experiencia de Job.

Sin el desaliento, la amargura del duelo, la sensaci�n de decadencia y la presi�n de las crueles acusaciones formuladas contra �l, estos pensamientos iluminadores nunca habr�an llegado a quien los sufr�a; ya lo largo de esta l�nea, el autor puede haber tenido la intenci�n de justificar las aflicciones del justo y vindicar silenciosamente los tratos de Dios con �l.

Si adem�s se pregunta por qu� esto no se destaca en el transcurso del discurso del Todopoderoso desde la tormenta, se puede encontrar una respuesta. La esperanza no qued� clara, inspiradora, en la conciencia de Job. Las oleadas de dolor y duda volvieron a invadir su mente. No fue m�s que un rel�mpago y, como un rel�mpago a medianoche, pas� y sali� de la penumbra una vez m�s. S�lo cuando, mediante una larga reflexi�n y un pensamiento paciente, Job se sintiera tranquilizado ante la expectativa de una vida futura, sabr�a lo que le hab�a causado la angustia.

Y no estaba de acuerdo con el desarrollo gradual de la fe religiosa que el Todopoderoso previniera el descubrimiento reavivando la esperanza que por un tiempo se hab�a desvanecido. Podemos considerar que, con rara habilidad, el escritor evita insistir en el valor de una visi�n que podr�a parecer cargada de sustentar la esperanza s�lo despu�s de haber sido nuevamente aprehendida, primero como una posibilidad, luego como una revelaci�n, finalmente como una verdad sublime desenredada de la duda. y error.

Suponiendo que esto haya estado en la mente del autor, entendemos por qu� el Todopoderoso, hablando desde la tormenta, no hace referencia a la ganancia de la aflicci�n. Hay un retorno al motivo original del drama: el poder del Creador para inspirar, el derecho del Creador a esperar fe en S� mismo, cualesquiera sean las p�rdidas y pruebas que los hombres tengan que soportar. Ni la integridad del hombre ni el reclamo del hombre sobre Dios es lo primero en la mente del autor, sino la majestuosa Deidad que re�ne para s� la adoraci�n del universo.

El hombre es importante porque glorifica a su Creador. La rectitud humana es de alcance limitado. No es por su justicia que el hombre se salva, es decir, encuentra su verdadero lugar, el desarrollo de su naturaleza y el fin de su existencia. �l es redimido de la vanidad y la evanescencia por su fe, porque al ejercerla, aferr�ndose a ella en las tinieblas m�s profundas, en medio del trueno y la tormenta, cuando lo profundo llama a lo profundo, entra en ese orden sabio y santo del universo que Dios ha designado, -vive y encuentra vida m�s abundante.

No se niega que, en el camino hacia la perfecta confianza en su Creador, el hombre es libre de buscar una explicaci�n de todo lo que le acontece. Nuestra filosof�a no es impertinencia. El pensamiento debe tener libertad; la religi�n debe ser libre. La luz de la justicia se ha encendido dentro de nosotros para que podamos buscar la respuesta de la luz de la sublime justicia de Dios en todos sus tratos con nosotros mismos y con la humanidad. Esto est� claramente ante la mente del autor, y es la idea subyacente a lo largo de los largos coloquios entre Job y sus amigos.

Se les permite una libertad de pensamiento y expresi�n que a veces asombra, porque est�n comprometidos en la gran investigaci�n que es traer un conocimiento claro y edificante del Creador y Su voluntad. Para nosotros es una investigaci�n variada, gran parte de la cual debe realizarse con dolor y tristeza, en la ladera desnuda o en el mar embravecido, frente al peligro, el cambio y la decepci�n. Pero si siempre se tiene en cuenta la moral de la vida, la plenitud de la vida otorgada por Dios como la confianza del hombre y la posesi�n inestimable, la libertad es amplia y el hombre, haciendo su parte, no debe temer incurrir en la ira del Juez Divino: los terrores de las religiones bajas no tienen cabida aqu�.

Pero ahora a Job se le da a entender que la libertad tiene su limitaci�n; y la lecci�n es para muchos. A la mitad de la humanidad, al permitir que la mente permanezca inerte o gastarla en vanidades, ha llegado la palabra: indagar qu� es la vida, qu� significan sus pruebas, c�mo se debe rastrear el justo gobierno de Dios. Ahora, a la otra mitad de la humanidad, demasiado aventurera en experimentos y juicios, el discurso del Todopoderoso dice: No seas demasiado audaz; m�s all� de tu alcance, las actividades del Creador pasan: no te corresponde a ti comprender el todo, sino siempre ser reverente, siempre confiar.

Se muestran los l�mites del conocimiento y, m�s all� de ellos, el Rey Divino permanece en gloria inaccesible, probado verdadero, sabio y justo, reclamando para S� mismo la obediencia y adoraci�n obedientes de Sus criaturas. A lo largo del pasaje ahora consideramos que esta es la tensi�n del argumento, y el efecto en la mente de Job se encuentra en su confesi�n final.

Que el hombre recuerde que su principal ocupaci�n aqu� no es cuestionar sino glorificar a su Creador. Para el tiempo en que este libro fue escrito, la verdad estaba aqu�; y aqu� est� incluso para nosotros. y mentir� por los que vengan despu�s de nosotros. En estos d�as a menudo se olvida. La ciencia cuestiona, la filosof�a indaga en las razones de lo que ha sido y es, los hombres se pierden en laberintos en los extremos de los cuales esperan encontrar algo que haga la vida inexpresablemente grande, fuerte o dulce.

E incluso la teolog�a y la cr�tica de la Biblia caen ocasionalmente en el mismo error de imaginar que investigar y conocer son las cosas principales, que aunque la indagaci�n y el conocimiento no ayudan en todas las etapas al servicio del Alt�simo, pueden promover la vida. Los coloquios y controversias sobre Job y sus amigos son llamados a su verdadero deber, que es reconocer la eterna majestad y gracia del Dios Invisible, confiar en �l y hacer Su voluntad.

Y nuestros experimentos y preguntas en todos los departamentos del conocimiento, a esto deber�amos llegar. Es m�s, cada paso en nuestra b�squeda del conocimiento debe darse con el deseo de encontrar a Dios m�s gloriosamente sabio y fiel, para que nuestra obediencia sea m�s celosa y nuestra adoraci�n m�s profunda. S�lo hay dos estados de pensamiento o m�todos dominantes posibles cuando entramos en el estudio de los hechos de la naturaleza y la providencia o en cualquier investigaci�n que atraiga nuestra raz�n.

Debemos seguir adelante, ya sea en la fe de Dios o con el deseo de establecernos en el conocimiento, el consuelo y la vida separados de Dios. Si se elige el segundo camino, la luz se convierte en tinieblas, todos los descubrimientos son simples manzanas de Sodoma y el fin es la vanidad. Pero en la otra l�nea, con la vida que es bueno tener, con la conciencia de la capacidad de pensar y querer y actuar, debe comenzar la fe, la fe en la vida y el Hacedor de la vida; y si cada estudio se lleva a cabo con una fe resuelta, el hombre se niega a dar a la existencia misma la mentira, la mente busca y encuentra nuevas y m�s importantes razones para la confianza y el servicio del Creador, el camino ser� el de la salvaci�n.

Las faltas y errores de quien sigue este camino no entrar�n en su alma para habitar all� y oscurecerla. Ser�n confesados ??y perdonados. Tal es la filosof�a del Libro de Job, y la vindicaci�n final de Su siervo por el Todopoderoso.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Job 38". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/job-38.html.