Lectionary Calendar
Saturday, September 28th, 2024
the Week of Proper 20 / Ordinary 25
Attention!
Tired of seeing ads while studying? Now you can enjoy an "Ads Free" version of the site for as little as 10¢ a day and support a great cause!
Click here to learn more!

Bible Commentaries
Miqueas 4

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Buscar…
Enter query below:

Versículos 1-7

EN EL HORIZONTE DEL TIEMPO

Miqueas 4:1

LA perspectiva inmediata de la desolaci�n de Sion que cierra el cap�tulo 3 es seguida en la apertura del cap�tulo 4 por una imagen ideal de su exaltaci�n y supremac�a "en el asunto de los d�as". Dif�cilmente podemos dudar de que este arreglo se ha hecho con un prop�sito, ni podemos negar que es natural y art�stico. Si se debe al propio Miqueas, o si �l escribi� el segundo pasaje, son cuestiones que ya hemos discutido.

Como tantos otros de su clase, no pueden responderse con certeza, mucho menos con dogmatismo. Pero repito, no veo ninguna raz�n concluyente para negar ni a las circunstancias de la �poca de Miqueas ni a los principios de su profec�a la posibilidad de una esperanza como la que inspira a Miqueas 4:1. Recuerde c�mo los profetas del siglo octavo identificaron a Jehov� con la justicia suprema y universal; recuerde c�mo Am�s conden� expl�citamente los agravios de la guerra y la esclavitud entre los paganos como pecados contra �l, y c�mo Isa�as reclam� las ganancias futuras del comercio de Tiro como regalos para Su santuario; recuerda c�mo Am�s oy� Su voz salir de Jerusal�n, e Isa�as cont� con la eterna inviolabilidad de Su santuario y ciudad, y no pensar�s que es imposible que un tercer profeta de Judea de esa �poca, ya sea Miqueas u otro, tenga dibuj� la perspectiva de Jerusal�n que ahora se abre ante nosotros.

Es el lejano horizonte del tiempo que, como el horizonte espacial, siempre parece una l�nea fija y eterna, pero cambia constantemente con el cambio de nuestro punto de vista o elevaci�n. Cada profeta tiene su propia visi�n de "los �ltimos d�as"; rara vez esa perspectiva es la misma. Determinado por las circunstancias del vidente, por los deseos que estos incitan o s�lo cumplen parcialmente, cambia de una �poca a otra. El ideal siempre est� conformado por lo real, y en esta visi�n del siglo VIII no hay excepci�n.

Este no es ninguno de los ideales de edades posteriores, cuando el mal fue la opresi�n del pueblo del Se�or por ej�rcitos extranjeros o su dispersi�n en el exilio; no es, en contraste con �stos, el espect�culo de los ej�rcitos del Se�or de los Ej�rcitos empapados en la sangre de los paganos, o de las columnas de cautivos que regresan llenando todos los estrechos caminos a Jerusal�n, "como arroyos en el sur"; tampoco es una naci�n de sacerdotes reunidos en torno a un templo reconstruido y un ritual restaurado.

Pero debido a que el dolor de las mentes m�s grandes del siglo octavo fue la contradicci�n entre la fe en el Dios de Si�n como Justicia Universal y la experiencia de que, sin embargo, Si�n no tuvo absolutamente ninguna influencia sobre las naciones circundantes, esta visi�n muestra un d�a en que la influencia de Si�n desaparecer�. sea ??tan grande como su derecho, y de todas partes las naciones a las que Am�s ha condenado por sus transgresiones contra Jehov� reconocer�n su ley y ser�n atra�das a Jerusal�n para aprender de �l.

Observe que no se dice nada de que Israel salga a ense�ar a las naciones la ley del Se�or. Ese es el ideal de una �poca posterior, cuando los jud�os estaban esparcidos por todo el mundo. Aqu�, de acuerdo con la experiencia de un pueblo a�n desenredado, vemos a los gentiles acerc�ndose al Monte de la Casa del Se�or. Con la misma elevada imparcialidad que distingue los or�culos de Am�s sobre los paganos, el profeta no toma en cuenta su enemistad con Israel; tampoco se habla �como las generaciones posteriores fueron casi obligadas a participar por la hostilidad de las tribus vecinas� de someterlos pol�ticamente al rey de Si�n.

Jehov� arbitrar� entre ellos, y el resultado ser� la instituci�n de una gran paz, sin privilegio pol�tico especial para Israel, a menos que esto se entienda en Miqueas 4:5 , que habla de tal seguridad para la vida como era imposible, en ese momento. al menos, en todas las fronteras de Israel. Pero entre los mismos paganos habr� un descanso de la guerra: las facciones y ferocidades de ese salvaje mundo sem�tico, que Amos tan v�vidamente caracteriz�, cesar�n. En todo esto no hay nada m�s all� de la posibilidad de sugerencia por las circunstancias del siglo VIII o por el esp�ritu de su profec�a.

Un profeta habla:

"Y suceder� en el t�rmino de los d�as, que el monte de la casa de Jehov� se asentar� sobre las cimas de los montes, y se elevar� sobre los collados, y los pueblos correr�n hacia �l".

"Y muchas naciones ir�n y dir�n:" Venid, y subamos al monte de Jehov�, ya la casa del Dios de Jacob, para que �l nos ense�e sus caminos, y anderemos por sus sendas. " Porque de Sion sale la ley, Y de Jerusal�n la palabra de Jehov�. Y juzgar� entre muchos pueblos ",

Y decidir�n por naciones fuertes a lo largo y ancho; y martillar�n sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas; no levantar�n espada naci�n contra naci�n, ni aprender�n m�s la guerra. Cada uno morar� debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habr� quien atemorice, porque la boca de Jehov� de los ej�rcitos ha hablado ".

La conexi�n que se pretende que tenga este �ltimo vers�culo con el anterior no es del todo obvia. Puede significar que cada familia entre los gentiles morar� en paz; o, como se sugiri� anteriormente, que con el desarme voluntario de los paganos circundantes, el propio Israel vivir� seguro, sin temor a las incursiones fronterizas y las expediciones de caza de esclavos, con las que especialmente la Sefela de Miqueas y otras tierras fronterizas estaban familiarizadas.

El vers�culo no aparece en la cita de Isa�as de los tres que lo preceden. Dif�cilmente podemos suponer, aunque estemos dispuestos a hacerlo, que Miqueas agreg� el vers�culo para exhibir la correcci�n futura de los males que ha estado lamentando en el cap�tulo 3: la inseguridad del cabeza de familia en Israel antes de la apropiaci�n inescrupulosa de tierras. de los ricos. Tales no son los males de los que este pasaje profetiza la redenci�n.

Trata solamente, como los primeros or�culos de Am�s, con la implacabilidad y ferocidad de los paganos bajo el arbitramento de Jehov�, estos estar�n en paz, y ya sea entre ellos o en Israel, hasta ahora tan expuestos a sus incursiones, los hombres habitar�n en posesi�n sin alarma de sus casas y campos. Seguridad contra la guerra, no contra la tiran�a social, es lo que se promete.

El siguiente verso ( Miqueas 4:5 ) da de una manera curiosa el contraste del presente con ese futuro en el que todos los hombres poseer�n el dominio de un solo Dios. "Porque" en el tiempo presente "todas las naciones andan cada una en el nombre de su Dios, pero nosotros vamos en el nombre de Jehov� para siempre y s�".

A qu� visi�n, completa en s� misma, se le ha agregado por otra mano, de qu� fecha no podemos decir, un efecto adicional de la bendita influencia de Dios. A la paz entre los hombres se a�adir�n la curaci�n y la redenci�n, la recolecci�n de los marginados y el cuidado de los lisiados.

"En aquel d�a -es el or�culo de Jehov�- recoger� el alto, y traer� los desechados, y todo lo que he afligido; y har� el alto por un remanente, y la que estaba debilitada en un pueblo fuerte, y Jehov� reinar� sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre. "

Cualquiera que sea el origen de los or�culos separados que componen este pasaje Miqueas 4:1 , forman como ahora est�n un todo hermoso, elev�ndose de la Paz a trav�s de la Libertad al Amor. Comienzan con la obediencia a Dios y culminan en el servicio m�s glorioso que Dios o el hombre puedan emprender, el servicio de salvar a los perdidos.

Mira c�mo asciende la divina espiral. Primero, tenemos a la religi�n como el centro y origen de todo, atrayendo la atenci�n de los hombres por su evidencia hist�rica de justicia y rectitud. Tenemos la voluntad del mundo para aprender de ello. Tenemos los resultados en la hermandad cada vez mayor de las naciones, en la Paz universal, en el Trabajo liberado de la Guerra, y sin que ninguno de sus recursos sea absorbido por las conscripciones y armamentos que en nuestro tiempo se consideran necesarios para hacer cumplir la paz.

Tenemos la difusi�n universal y la seguridad de la propiedad, la prosperidad y la seguridad del hogar m�s humilde. Y, finalmente, tenemos esta fuerza y ??riqueza gratuitas inspiradas en el ejemplo de Dios mismo para nutrir a los quebrantados y reunir a los desamparados.

Tal es el mundo ideal, visto y prometido hace dos mil quinientos a�os, a partir de una experiencia de pecado y fracaso humano tan real como la humanidad despert�. �Estamos m�s cerca de la Visi�n hoy, o todav�a pende del horizonte del tiempo, esa l�nea que parece tan estable desde el punto de vista de todo vidente, pero que se mueve de las generaciones tan r�pido como ellos viajan hacia ella?

Lejos de que esto sea as�, hay muchas cosas en la Visi�n que no solo est�n m�s cerca de nosotros que de los profetas hebreos, y no solo est�n a la altura de nosotros, sino que realmente se han logrado y est�n detr�s de nosotros, a medida que vivimos y nos esforzamos a�n m�s. �S�, hermanos, en realidad detr�s de nosotros! La historia ha cumplido en parte la influencia prometida de la religi�n sobre las naciones. Se ha pose�do la Unidad de Dios, y los pueblos civilizados se inclinan ante las normas de justicia y misericordia reveladas por primera vez desde el monte Sion.

"Muchas naciones" y "naciones poderosas" reconocen el arbitraje del Dios de la Biblia. Hemos revelado esa Alta Paternidad de la que se nombra a cada familia en el cielo y en la tierra; y dondequiera que se crea, se confiesa la hermandad de los hombres. Hemos visto el Pecado, esa profunda discordia en el hombre y ese alejamiento de Dios, del que son fruto todos los odios y malicias humanas, expiado y reconciliado por un Sacrificio ante el cual el orgullo y la pasi�n humanos se averg�enzan.

Se cumple la primera parte de la Visi�n. "Las naciones fluyen hacia el Dios de Jerusal�n y su Cristo". Y aunque hoy nuestra Paz no es m�s que una paradoja, y las naciones "cristianas" se detienen de la guerra no por amor, sino por temor mutuo, hay en cada naci�n un n�mero creciente de hombres y mujeres, con creciente influencia, que, sin ser fan�ticos de la paz, o ciegos al hecho de que la guerra puede ser un deber de un pueblo en cumplimiento de su propio destino o en alivio de los esclavizados, se mantienen alejados de las tontas formas de patriotismo, y por el reconocimiento mutuo entre todos Las diferencias nacionales hacen que la guerra repentina y desconsiderada sea cada vez m�s imposible.

Escribo esto con el sonido de ese llamado a levantarme sobre las armas que estallaron como un trueno sobre nuestra paz navide�a; pero, en medio de todos los celos innobles y la temeridad ardiente que prevalece, �c�mo el aire, quemada limpio por esa primera descarga el�ctrica, se ha llenado de la determinaci�n de que la guerra no suceder� en inter�s de la mera riqueza o al capricho de un tirano! �Dios nos ayude a usar esta paz para los �ltimos ideales de Su profeta! Que veamos, no aquello de lo que nuestra paz moderna ha sido demasiado plena, mera libertad para que la riqueza de unos pocos aumente a expensas de la masa de la humanidad.

Que nuestra Paz signifique el desarme paulatino de las naciones, el aumento de la mano de obra, la difusi�n de la propiedad y, sobre todo, la redenci�n del despilfarro de los pueblos y la recuperaci�n de nuestros marginados. Sin esto, la paz no es paz; y mejor ser�a la guerra para quemar con sus feroces fuegos esos malos humores de nuestro seguro consuelo, que nos vuelven insensibles a los necesitados y ca�dos a nuestro lado. Sin las fuerzas redentoras en acci�n que Cristo trajo a la tierra, la paz no es paz; y las crueldades de la guerra, que matan y mutilan a tantos, no son nada comparadas con las crueldades de una paz que nos deja insensibles a los desterrados y los que perecen, de los cuales hay tantos incluso en nuestra civilizaci�n.

En este momento se puede hacer una aplicaci�n de la profec�a. Quienes mejor saben y tienen la mayor responsabilidad en el asunto nos dicen que una Iglesia antigua y el pueblo de Cristo est�n siendo presa de la ira de un tirano infiel, no porque la cristiandad no tenga fuerzas para obligarlo a librar, sino porque usar la fuerza ser�a poner en peligro la paz de la cristiandad. Es una paz innoble que no puede utilizar las fuerzas de la redenci�n, y con el grito de Armenia en nuestros o�dos, la Unidad de Europa no es m�s que una burla.

Versículos 8-13

EL REY POR VENIR

Miqueas 4:8 - Miqueas 5:1

CUANDO un pueblo tiene que ser purgado de una larga injusticia, cuando hay que conquistar alg�n objetivo elevado de la libertad o del orden, es notable la frecuencia con la que el drama de la revoluci�n pasa por tres actos. Primero est� el per�odo de la cr�tica y de la visi�n, en el que los hombres se sienten descontentos, sue�an con cosas nuevas y ponen sus esperanzas en sistemas: parece entonces como si el futuro viniera por s� mismo. Pero a menudo se produce una cat�strofe, relevante o irrelevante: las visiones palidecen ante una gran conflagraci�n, y el poeta, fil�sofo y profeta desaparecen bajo los pies de una turba loca de demoledores.

Sin embargo, este es a menudo el per�odo m�s grande de todos, porque en alg�n lugar en medio de �l se est� formando un car�cter fuerte, y los hombres, por la misma anarqu�a, est�n aprendiendo, en preparaci�n para �l, lo indispensable de la obediencia y la lealtad. Con sus mentes castigadas logra el tercer acto y cumple toda la visi�n inicial de que la prueba de fuego de Dios ha demostrado ser digna de sobrevivir. As�, la historia, cuando est� angustiada, vuelve a reunirse sobre el Hombre.

Los profetas de Israel dieron expresi�n a esta ley s�lo gradualmente. No encontramos rastro de �l entre los primeros de ellos; y en la fe esencial de todos hab�a mucho que los predispuso contra la convicci�n de su necesidad. Porque, por un lado, los videntes estaban tan llenos de la verdad inherente y la inevitabilidad de sus visiones, que las describieron como si ya las hubieran realizado; no hab�a lugar para que una gran figura se alzara ante el futuro, porque con prisa el futuro estaba sobre ellos.

Por otro lado, siempre fue un principio de profec�a que Dios puede prescindir de la ayuda humana. "En presencia de la omnipotencia divina, todas las causas secundarias, toda interposici�n por parte de la criatura, desaparecen". Lo m�s sorprendente es que en poco tiempo los profetas deber�an haber comenzado, no solo a buscar un Hombre, sino a pintarlo como la figura central de sus esperanzas. En Oseas, que no tiene tal promesa, ya vemos el instinto en acci�n.

La �poca de la revoluci�n que �l describe est� maldita por la falta de hombres: no hay un gran l�der del pueblo enviado por Dios; los que llegan al frente son criaturas de facci�n y partido; no hay rey ??de Dios. Cu�n diferente hab�a sido en los grandes d�as de la antig�edad, cuando Dios hab�a obrado para Israel a trav�s de alg�n hombre: un Mois�s, un Gede�n, un Samuel, pero especialmente un David. As�, la memoria, al igual que la actual escasez de personalidades, impuls� un gran deseo, y con pasi�n Israel esper� a un Hombre.

La esperanza de la madre por su primog�nito, el orgullo del padre por su hijo, el af�n de la mujer por su amante, la devoci�n del esclavo por su libertador, el entusiasmo de los soldados por su capit�n, unen estos afectos m�s nobles de la coraz�n humano, y a�n no alcanzar�s la pasi�n y la gloria con las que la profec�a esperaba al Rey por Venir. Cada �poca, por supuesto, lo esperaba con las cualidades de poder y car�cter necesarios para sus propios problemas, y el ideal cambi� de gloria en gloria.

De valor y victoria en la guerra, pas� a ser paz y buen gobierno, cuidado de los pobres y oprimidos, simpat�a por los sufrimientos de todo el pueblo, pero especialmente de los justos entre ellos, con fidelidad a la verdad entregada a los padres, y , finalmente, una conciencia por el pecado del pueblo, una carga de su castigo y un trabajo, por su redenci�n espiritual. Pero todas estas cualidades y funciones se reunieron en un individuo: un Vencedor, un Rey, un Profeta, un M�rtir, un Siervo del Se�or.

Miqueas se encuentra entre los primeros, si no es el primero, que as� centr� las esperanzas de Israel en un gran Redentor; y su promesa de �l comparte todas las caracter�sticas que acabamos de describir. En su libro se encuentran a continuaci�n una serie de breves or�culos con los que no podemos rastrear su conexi�n inmediata. Se diferencian de �l en estilo y ritmo: est�n en verso, mientras que parece estar en prosa. No parece que se hayan pronunciado junto con �l.

Pero reflejan los problemas de los que se espera que emerja el H�roe, y la liberaci�n que lograr�, aunque al principio se imaginan a los segundos sin ning�n indicio de s� mismo. Al parecer, describen una invasi�n que en realidad est� en curso, en lugar de una pr�xima e inevitable; y si es as�, solo pueden datar de la campa�a de Senaquerib contra Jud� en 701 a.C.Jerusal�n est� sitiada, sola en la tierra, como una de esas torres solitarias con pliegues alrededor que se construyeron aqu� y all� en los pastos fronterizos de Israel para la defensa. del reba�o contra los asaltantes del desierto.

El profeta ve la posibilidad de la capitulaci�n de Sion, pero el pueblo la dejar� solo para su liberaci�n en otra parte. Muchos se juntan contra ella, pero �l los ve como gavillas en el suelo para que Si�n las trilla. Este or�culo ( Miqueas 4:11 ) no puede, por supuesto, haber sido pronunciado al mismo tiempo que el anterior, pero no hay raz�n por la cual el mismo profeta no deber�a haber pronunciado ambos en diferentes per�odos.

Isa�as ten�a perspectivas del destino de Jerusal�n que difieren bastante. Una vez m�s ( Miqueas 5:1 ) se establece el bloqueo. El gobernante de Israel est� indefenso, "herido en la mejilla por el enemigo". A esta �ltima imagen se adjunta la promesa del Libertador.

El profeta habla:

"Pero t�, oh Torre del reba�o, Colina de la hija de Sion, A ti llegar� el gobierno anterior, Y el reino vendr� a la hija de Sion. Ahora, �por qu� gritas tan fuerte? �No hay rey ??en ti, �O pereci� tu consejero, que te apres� la agon�a como mujer en el parto? Tiembla y retuerce, hija de Sion, como quien da a luz; porque ahora tienes que salir de la ciudad, y acampar en el campo (y venir a Babel) "All� ser�s librado, all� te redimir� el SE�OR de la mano de tus enemigos".

Y ahora re�ne contra ti muchas naciones, que digan: �Sea violada, para que nuestros ojos se fijen en Sion! Pero no conocen los planes de Jehov�, ni entienden su consejo, porque los ha reunido como gavillas para Levanta y trilla, oh hija de Sion, porque tus cuernos convertir� en hierro, y tus pezu�as en bronce, y derrotar�s a muchas naciones, y consagrar�s a Jehov� sus despojos, y sus riquezas a Jehov�. de toda la tierra ".

Ahora apri�cate, hija de la presi�n: el enemigo puso un muro alrededor de nosotros, con vara hirieron en la mejilla al regente de Israel. Pero t�, Bet-Efrat, la m�s peque�a entre los millares de Jud�, de ti a m� �Salga el Gobernante para estar en Israel! �S�, desde la antig�edad son sus salidas, desde los d�as de anta�o! Por tanto, las dejar� hasta el tiempo en que nazca un hijo.

(Entonces el resto de sus hermanos volver� con los hijos de Israel.) Y �l estar� y pastorear� su reba�o con la fuerza de Jehov�, con la soberbia del nombre de su Dios. �Y permanecer�n! Porque ahora es grande hasta los fines de la tierra. Y Tal Uno ser� nuestra Paz ".

Bel�n fue el lugar de nacimiento de David, pero cuando Miqueas dice que el Libertador emerger� de ella, no solo se refiere a lo que Isa�as afirma con su promesa de una vara del linaje de Isa�, que el Rey por Venir surgir� de la �nica gran dinast�a. en Jud�. Miqueas significa m�s bien enfatizar el origen r�stico y popular del Mes�as, "demasiado peque�o para estar entre los miles de Jud�". David, hijo de Isa� el de Bel�n, era una figura m�s querida que Salom�n, hijo del rey David.

Impresion� la imaginaci�n de la gente, porque hab�a surgido de ellos mismos y durante su vida hab�a sido el rival popular de un d�spota indigno de amor. El mismo Miqueas fue el profeta del pa�s a diferencia de la capital, de los campesinos frente a los ricos que los oprim�an. Por lo tanto, cuando se fij� en Bel�n como el lugar de nacimiento del Mes�as, sin duda deseaba, sin apartarse de la esperanza ortodoxa de la dinast�a dav�dica, arrojar a su nuevo representante aquellas asociaciones que tanto hab�an ganado al pueblo su padre-monarca.

Los pastores de Jud�, esa fuerte fuente de vida sin mancha de la que siempre se hab�an recuperado las fortunas del estado y la profec�a misma, deber�an enviar nuevamente la salvaci�n. �No hab�a declarado ya Miqueas que, despu�s del derrocamiento de la capital y de los gobernantes, la gloria de Israel llegar�a a Adullam, donde el antiguo David hab�a reunido sus fragmentos manchados y esparcidos?

Podemos concebir c�mo tal promesa afectar�a a los campesinos aplastados para quienes escribi� Miqueas. Un Salvador, que era uno de ellos, no nacido all� en la capital, hermano adoptivo de los mismos nobles que los oprim�an, sino nacido entre la gente, part�cipe de sus fatigas y sus males. Traer�a esperanza a todos. coraz�n quebrantado entre los desheredados pobres de Israel. Sin embargo, obs�rvese que, mientras tanto, se trataba de una promesa, no s�lo para los campesinos, sino para todo el pueblo.

En el peligro actual de la naci�n, las disputas de clases se olvidan, y las esperanzas de Israel se concentran en su H�roe de una liberaci�n com�n del enemigo extranjero. "Tal Uno ser� nuestra paz". Pero en la paz, �l debe "estar de pie y pastorear Su reba�o", visible y vigilante. La gente del campo sab�a lo que esa figura significaba para ellos mismos para la seguridad y el bienestar en la tierra de sus padres. Hasta ahora, sus gobernantes no hab�an sido pastores, sino ladrones y salteadores.

Podemos imaginar el contraste que debe haber ofrecido tal visi�n a las fantas�as de los falsos profetas. �Qu� estaban al lado de esto? Deidad descendiendo en fuego y trueno, con todas las dem�s caracter�sticas de las antiguas Teofan�as que ahora se hab�an convertido en mucho canto en la boca de los mercenarios tradicionalistas. Adem�s de eso, �cu�n cuerdo era esto, cu�n pisadas sobre la tierra, cu�n pr�ctico, cu�n popular en el mejor sentido!

Vemos, entonces, el valor de la profec�a de Miqueas para su propio d�a. �Tiene tambi�n alg�n valor para los nuestros, especialmente en ese aspecto que debe haber atra�do los corazones de aquellos para quienes principalmente surgi� Miqueas? �Es prudente pintar al Mes�as, pintar a Cristo, tanto obrero? �No es mucho m�s nuestro prop�sito recordar el hecho general de Su humanidad, por el cual �l puede ser Sacerdote y Hermano de todas las clases, altos y bajos, ricos y pobres, nobles y campesinos por igual? �No es el Var�n de Dolores un nombre mucho m�s amplio que el de Hombre de Trabajo? Respondamos estas preguntas.

El valor de tal profec�a de Cristo radica en los correctivos que proporciona al apocalipsis y la teolog�a cristianos. Ambos han elevado a Cristo a un trono muy por encima de las circunstancias reales de Su ministerio terrenal y el teatro de Sus simpat�as eternas. Ya sea entronizado en las alabanzas del cielo, o por el escolasticismo relegado a una humanidad ideal y abstracta, Cristo se aleja del contacto con la gente com�n.

Pero su origen humilde era un hecho. Surgi� del pueblo m�s democr�tico. Su antepasado fue un pastor y su madre una campesina. �l mismo era carpintero: en casa, como muestran sus par�bolas, en los campos, en los rediles y en los graneros de su pa�s; con los sirvientes de las grandes casas, con los desocupados en el mercado; con la mujer en la choza buscando una pieza de plata, con el pastor en los p�ramos buscando la oveja perdida.

"A los pobres se les predicaba el evangelio, y la gente com�n lo o�a con alegr�a". As� como los campesinos de Judea debieron haber escuchado la promesa de Miqueas de su origen entre ellos con nueva esperanza y paciencia, as� en el imperio romano la religi�n de Jesucristo fue acogida principalmente, como dan testimonio los Ap�stoles y los Padres, por los humildes y los humildes. labor de todas las naciones. En la gran persecuci�n que lleva su nombre, el emperador Domiciano se enter� de que hab�a dos parientes vivos de este Jes�s a quienes muchos reconocieron como su Rey, y envi� a buscarlos para darles muerte.

Pero cuando llegaron, les pidi� que levantaran las manos y, al verlos morenos y agrietados por el trabajo, despidi� a los hombres, diciendo: "De tales esclavos no tenemos nada que temer". �Ah, emperador! �Son solo las manos calientes de esta religi�n lo que t� y tus dioses deben temer! Cualquier c�nico o sat�rico de tu literatura, desde Celso en adelante, podr�a haberte dicho que fue por hombres que trabajaban con sus manos para su pan de cada d�a, por criados, artesanos y toda clase de esclavos, que el poder de este Rey deber�a difundirse. , lo que signific� destrucci�n para [huir y tu imperio] "De la peque�a Bel�n sali� el Gobernante", y "ahora es engrandecido hasta los fines de la tierra".

Sigue a esta profec�a del Pastor un curioso fragmento que divide Su oficio entre varios de Su orden, aunque la gram�tica vuelve hacia el final a Uno. La menci�n de Asiria marca este or�culo tambi�n en el siglo VIII. Marque el estribillo que lo abre y lo cierra.

"Cuando Asur entre en nuestra tierra, y cuando marche sobre nuestras fronteras, levantaremos contra �l siete pastores y ocho pr�ncipes de hombres. Y pastorear�n Asur con espada, y la tierra de Nimrod con sus propias espadas desnudas. lo librar� de Asur, cuando venga a nuestra tierra y marche sobre nuestros l�mites ".

Sigue un or�culo en el que no hay evidencia de la mano de Miqueas o de su �poca; pero si lleva alguna prueba de fecha, parece tard�a.

Y ser� el remanente de Jacob entre muchos pueblos como el roc�o de Jehov�, como lluvia sobre la hierba, que no esperan a un hombre, ni se detienen a los hijos de los hombres. Y el remanente de Jacob (entre las naciones) entre muchos pueblos. Ser� como el le�n entre las fieras de la selva, como el cachorro del le�n entre los apriscos, que cuando pasa, pisa y desgarra, y nadie puede librar. Alte tu mano sobre tus adversarios y sobre todos tus enemigos. �ser interrumpido!"

Finalmente en esta secci�n tenemos un or�culo lleno de las notas que ten�amos de Micah en los dos primeros cap�tulos. Se explica solo. Compare Miqueas 2:1 e Isa�as 2:1 .

Y suceder� en ese d�a -es el or�culo de Jehov�- que cortar� tus caballos de en medio de ti, y destruir� tus carros; que talar� las ciudades de tu tierra, y derribar� todas tus fortalezas, y cortar� tus encantamientos de tu mano, y no tendr�s m�s adivinos; cortar� tus im�genes y tus columnas de en medio de ti, y no te inclinar�s m�s a la obra. de tus manos, y arrancar� tu Asheras de en medio de ti, y destruir� tus �dolos. As� har� en mi ira y en mi ira, venganza a las naciones que no me conocieron.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Micah 4". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/micah-4.html.
 
adsfree-icon
Ads FreeProfile