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Proverbios 14

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-35

CAPITULO 15

LA VIDA INTERIOR INAPROCABLE

"El coraz�n conoce su propia amargura, y el extra�o no se entromete en su gozo" ( Proverbios 14:10

"Incluso en la risa se entristece el coraz�n, y el fin de la alegr�a es tristeza" ( Proverbios 14:13

"�S�! En el mar de la vida enislado,

Con estrechos resonantes entre nosotros lanzados,

Salpicando el agua salvaje sin orillas,

Los millones de mortales vivimos solos.

Las islas sienten el fluir envolvente,

Y luego conocen sus interminables l�mites ".

-Matthew Arnold

Conocemos la apariencia del otro, es cierto, pero ah�, en su mayor parte, cesa nuestro conocimiento mutuo. Algunos de nosotros no revelamos nada de nosotros mismos a nadie; algunos de nosotros desvelamos un poco a todos; algunos mucho para unos pocos; pero ninguno de nosotros puede desvelarlo todo ni siquiera al amigo m�s �ntimo. Es posible vivir en t�rminos de total confianza e incluso �ntima intimidad con una persona durante muchos a�os, familiarizarse a fondo con sus h�bitos, sus giros de expresi�n, sus modos de pensamiento, para poder decir con cierta infalibilidad qu� curso aceptar� tales y tales circunstancias y, sin embargo, encontrar� por casualidad que se levanta una cortina en su vida de que acariciaba sentimientos que usted ni siquiera sospechaba, sufr�a dolores de los que no hab�a visto ning�n rastro y disfrutaba de placeres que nunca llegaron a suceder. cualquier expresi�n externa.

Cu�n cierto es esto, nos damos cuenta de inmediato si nos volvemos hacia adentro y revisamos todos los pensamientos que se persiguen unos a otros a trav�s de nuestro cerebro, y todas las emociones que palpitan en nuestro coraz�n durante un solo d�a, y luego deducimos las que son conocidas por cualquier ser humano. , conocido o incluso sospechado; la suma total que encontramos apenas se ve afectada en absoluto. Nos sorprende bastante descubrir cu�n absolutamente solos vivimos, cu�n imposible es para un extra�o, o incluso para un amigo �ntimo, meterse en algo m�s que un fragmento de nuestra vida interior.

Esto no se debe a que tengamos alg�n deseo de ocultar, sino a que no seamos capaces de revelar, nuestro silencioso e invisible yo: no es porque a los dem�s no les guste saber, sino porque no tienen los instrumentos para investigar, que dentro de nosotros que nosotros, por nuestra parte, somos bastante incapaces de expresar.

"Por ejemplo, el deseo cumplido es dulce para el alma", Proverbios 13:19 sin embargo, nadie puede saber cu�n dulce es el que acariciaba el deseo. Cuando un hombre ha trabajado durante muchos a�os para asegurar una manutenci�n adecuada para su familia, y finalmente se encuentra en circunstancias f�ciles, con sus hijos creciendo bien y felices a su alrededor, nadie m�s que �l puede medir en lo m�s m�nimo la sensaci�n de satisfacci�n. alegr�a y gratitud que anima su coraz�n, porque nadie puede realizar sin experiencia real los largos y angustiosos d�as, los temores enfermizos, las esperanzas arruinadas, los sacrificios rigurosos por los que pas� para alcanzar su fin.

O, cuando un artista se ha afanado durante muchos a�os para realizar sobre el lienzo una visi�n de la belleza que flota ante el ojo interior, y finalmente lo logra, mediante alguna feliz Combinaci�n de colores, o mediante un h�bil barrido del pincel, o mediante alguna Armon�a medio inspirada de forma y composici�n, al dar cuerpo a los sentidos lo que ha obsesionado su imaginaci�n, es in�til que nadie m�s comprenda la alegr�a emocionante, el �xtasis alegre, que est�n ocultos en lugar de expresados ??por el silencioso rubor en la mejilla y la mirada chispeante del ojo.

La alegr�a m�stica de un amor que acaba de ganar un amor que le responde; el profundo gozo de la madre por la vida naciente de su hijo; la alegr�a del poeta que siente toda la belleza de la tierra y el cielo latiendo a trav�s de sus nervios y elevando su coraz�n a intuiciones r�pidas y n�meros melodiosos; la alegr�a del estudiante, cuando los contornos luminosos de la verdad comienzan a formarse ante su mente en formas conectadas y asombrosa belleza; el gozo de quien ha trabajado duro por la restauraci�n de las almas perdidas y ve a los ca�dos y degradados despertar a una nueva vida, limpios, radiantes y fuertes; la alegr�a del m�rtir de la humanidad, cuyos �ltimos momentos est�n iluminados por visiones, y que escucha a trav�s de los misteriosos silencios de la muerte las voces de quienes un d�a lo llamar�n bienaventurado, alegr�as como estas pueden describirse con palabras,

"Cuando viene el deseo, �rbol de vida es", Proverbios 13:14 que brota repentinamente en el jard�n del coraz�n, brota sus hojas jubilosas de curaci�n, resplandece con alas blancas de flor perfumada, y se marchita con su ofrenda completa. de fruta dorada, como por arte de magia, y nos sorprende que los que nos rodean no vean la maravilla, no huelan el perfume, no prueben la fruta: solo nosotros podemos sentarnos bajo sus ramas, solo nosotros podemos captar el murmullo del viento, la m�sica del logro, en sus hojas.

Pero este pensamiento se vuelve muy pat�tico cuando pensamos en la amargura del coraz�n, que solo el coraz�n puede conocer, la esperanza diferida que lo enferma, Proverbios 13:12 el esp�ritu quebrantado que seca los Proverbios 17:22 , el esp�ritu que por Durante tanto tiempo soport� la enfermedad de un hombre, y luego finalmente se rompi� porque no pod�a soportar m�s, y se volvi� intolerable.

Proverbios 18:14 Las circunstancias de la vida de un hombre no nos dan ninguna pista de sus dolores; los ricos tienen problemas que a los pobres les parecer�an incre�bles, y los pobres tienen problemas que su pobreza no explica. Hay peque�as dolencias constitucionales, defectos en la sangre, leves deformidades, incapacidades no observadas, que llenan el coraz�n de una amargura incalculable e inimaginable.

Hay cruces de los afectos, desenga�os de las ambiciones; hay inquietudes de la familia, preocupaciones de negocios; est�n las Furias inquietantes de indiscreciones pasadas, los despiadados recordatorios de promesas medio olvidadas. Hay dudas y recelos fatigosos, recelos y miedos que envenenan toda paz interior y quitan la luz del ojo y la elasticidad del paso. Estas cosas las sabe el coraz�n, pero nadie m�s las sabe.

Lo que se suma al patetismo es que estos dolores a menudo est�n cubiertos de risa como con un velo, y nadie sospecha que el fin de todo este j�bilo aparentemente espont�neo ser� la pesadez. Proverbios 14:13 El hablador brillante, el buf�n alegre, el cantor de la canci�n alegre, se va a casa cuando la fiesta se separa, y en su umbral se encuentra con la tristeza velada de su vida, y se sumerge en la sombra g�lida en la que son sus d�as. gastado.

La amargura que surge en el coraz�n de nuestro hermano probablemente nos resultar�a ininteligible si �l la revelara; pero no lo revelar�, no puede. Nos contar� algunos de sus problemas, muchos de ellos, pero la amargura debe guardarse para s� mismo.

�Qu� extra�o parece! Aqu� hay hombres y mujeres a nuestro alrededor que son insondables; el coraz�n es una especie de infinito; rozamos la superficie, no podemos sondear las profundidades. Aqu� hay un coraz�n alegre que hace un rostro alegre, pero aqu� hay un rostro despejado y sonriente que cubre un esp�ritu bastante quebrantado. Proverbios 15:13 Aqu� hay un coraz�n alegre que disfruta de un banquete continuo, Proverbios 15:15 y encuentra en su propia alegr�a una medicina para sus angustias; Proverbios 17:22 pero no podemos encontrar el secreto de la alegr�a, o captar el tono de la alegr�a, como tampoco podemos comprender qu� es lo que est� haciendo todos los d�as del mal afligido. Proverbios 15:15

Estamos confinados, por as� decirlo, a los efectos superficiales, las luces y sombras que atraviesan el rostro y los sentimientos que se expresan en los tonos de la voz. Podemos adivinar un poco de lo que hay debajo, pero nuestras conjeturas son tan a menudo incorrectas como correctas. El �ndice est� desconectado, quiz�s a prop�sito, de la realidad. A veces sabemos que un coraz�n est� amargado, pero ni siquiera sospechamos la causa; m�s a menudo es amargo y no lo sabemos. Estamos velados unos a otros; conocemos nuestros propios problemas, sentimos nuestras propias alegr�as, eso es todo lo que podemos decir.

Y, sin embargo, lo m�s extra�o de todo es que tenemos hambre de simpat�a: todos queremos ver esa luz en los ojos de nuestros amigos que alegra el coraz�n, y escuchar esas cosas buenas que engordan los huesos. Proverbios 15:30 Nuestro gozo es ansioso por revelarse, y muchas veces retrocede horrorizado al descubrir que nuestros compa�eros no lo entendieron, sino que lo confundieron con una afectaci�n o una ilusi�n.

Nuestro dolor anhela comprensi�n, y se duplica constantemente en cantidad e intensidad al descubrir que no puede explicarse ni volverse inteligible para los dem�s. Este r�gido y necesario aislamiento del coraz�n humano, junto con un deseo tan arraigado de simpat�a, es una de las paradojas m�s desconcertantes de nuestra naturaleza; y aunque sabemos bien que es un hecho, lo redescubrimos constantemente con una nueva sorpresa.

Al olvidarlo, asumimos que todo el mundo sabr� que necesitamos simpat�a, aunque nunca hemos colgado las se�ales de angustia, e incluso hemos presentado un frente de lo m�s repugnante a todos los avances; olvid�ndolo, expresamos nuestra alegr�a, cantando canciones a los corazones apesadumbrados, y perturbando a los dem�s con una alegr�a fuera de temporada, como si ning�n canal helado nos separara del coraz�n de nuestro pr�jimo, haciendo que nuestra alegr�a parezca g�lida y nuestra alegr�a discordante antes de que llegue a su lado. orejas.

Sin embargo, la paradoja se impone nuevamente a nuestra atenci�n; los corazones humanos est�n aislados, solos, sin una comunicaci�n adecuada, y esencialmente incomunicables, pero todos ellos desean ansiosamente ser comprendidos, buscados, fusionados. �Es una paradoja que admite alguna explicaci�n? Dejanos ver.

Se ha dicho con mucha certeza: "El hombre s�lo es parcialmente comprendido, o compadecido o amado por el hombre; pero para la plenitud de estas cosas debe ir a alg�n pa�s lejano". En la medida en que somos conscientes de ser incomprendidos y de ser completamente incapaces de satisfacer nuestro anhelo de simpat�a y comprensi�n de las fuentes humanas, nos impulsa un instinto espiritual a pedir a Dios; surge en nosotros el pensamiento de que �l, aunque est� muy lejos, debe, como nuestro Creador, comprendernos; y cuando este pensamiento se apodera del coraz�n, despierta una esperanza tr�mula de que quiz�s �l no est� muy lejos.

Ahora tenemos ante nosotros algunos dichos hermosos que son en parte la expresi�n de esta convicci�n humana, y parecen estar inspirados en parte por la respuesta divina a ella. "Si dices: He aqu�, nosotros no conocimos a este hombre; �no considera el que pesa el coraz�n, y el que guarda el alma, no lo sabe?" Proverbios 24:12 , lectura marginal "El o�do que oye y el ojo que ve, ambos los hizo Jehov�.

" Proverbios 20:12 Cu�n obvia es la inferencia de que el Hacedor del o�do y del ojo oye esas cosas silenciosas que escapan al o�do mismo, y ve esos recovecos del coraz�n humano que el ojo humano nunca puede escudri�ar!" del: Se�or est�n en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos.

" Proverbios 15:3 Seol y Abad�n est�n delante de Jehov�; cu�nto m�s que el coraz�n de los hijos de los hombres. Proverbios 15:11 �l ve en el coraz�n lo que el coraz�n mismo no ve." Todos los caminos del hombre son limpio en sus propios ojos, pero el Se�or pesa los esp�ritus.

"( Proverbios 16:2 , rep. Proverbios 21:2 ) De hecho, el esp�ritu del hombre mismo, la conciencia que se aclara en la autoconciencia, y se convierte en la conciencia en asuntos morales, este" esp�ritu, es la l�mpara del Se�or, escudri�ando todas las partes m�s rec�nditas del vientre, " Proverbios 20:27 para que" el camino del hombre sea del Se�or "; y a menudo es movido por este esp�ritu que mora en �l y guiado por esta l�mpara misteriosa de una manera que" apenas puede entender . " Proverbios 20:24

Esta intimidad del conocimiento no deja de tener su lado m�s solemne e incluso terrible. Por supuesto, significa que el Se�or conoce "los pensamientos de los justos que son justos, y los consejos de los imp�os que son enga�os". Proverbios 12:5 Significa que, de su conocimiento minucioso e infalible, dar� a cada uno seg�n sus obras, juzgando con perfecta exactitud seg�n ese "deseo del hombre que es la medida de su bondad", reconociendo el "deseo". del pobre ", que, aunque no tiene el poder para realizarlo, es m�s valioso que las actuaciones jactanciosas de aquellos que nunca act�an a la altura de su poder de servicio.

Proverbios 19:22 Significa que "el Se�or prueba los corazones, como el crisol prueba la plata y el horno el oro". Proverbios 17:3 Significa que al pensar en un ojo tan escrupuloso, en un entendimiento tan amplio por parte del Santo, ninguno de nosotros puede decir jam�s: "He limpiado mi coraz�n, soy puro de mi pecado". Proverbios 20:9

Todo esto significa, y debe haber algo de terror en el pensamiento; pero el terror, como empezamos a comprender, se convierte en nuestro mayor consuelo; porque el que as� nos comprende es el Santo. Ser�a terrible que alguien que no fuera santo, que fuera moralmente indiferente, que tuviera un curioso inter�s en estudiar la patolog�a de la conciencia, o que tuviese un deleite maligno, lo buscara y lo conociera de esta manera minuciosa. en acariciar los vicios y recompensar los malos pensamientos.

Aunque a veces deseamos la simpat�a humana en nuestras pasiones corruptas y deseos imp�os, y estamos ansiosos de que nuestros c�mplices en el pecado comprendan nuestros placeres y dolores, y de este deseo, se puede observar, proviene gran parte de nuestra literatura b�sica, y toda nuestra uni�n con una compa��a para hacer el mal; sin embargo, despu�s de todo, s�lo deseamos esta confederaci�n en el entendimiento de que podemos revelar tan poco y ocultar tanto como queramos; Ya no deber�amos estar ansiosos por compartir nuestros sentimientos si entendi�ramos que en el primer contacto nuestro coraz�n entero quedar�a al descubierto y se explorar�an todas las complejidades de nuestra mente.

Debemos desear que Aquel que ha de escudri�arnos de cabo a rabo sea santo, y aunque sea estricto en se�alar la iniquidad, sea uno que pruebe el coraz�n para purificarlo. Y cuando nos despertamos y entendemos, aprendemos a regocijarnos sobremanera de que Aquel que viene con Su l�mpara a escudri�ar los rincones m�s rec�nditos de nuestra naturaleza es Aquel que de ninguna manera puede tolerar la iniquidad o pasar por alto la transgresi�n, sino que debe arder como un gran fuego. dondequiera que encuentre el combustible del pecado para quemar.

�No hemos encontrado una soluci�n a la paradoja? El coraz�n humano est� aislado; anhela simpat�a, pero no puede obtenerla; parece depender para su felicidad de ser comprendido, pero ning�n pr�jimo puede comprenderlo; conoce su propia amargura, que nadie m�s puede conocer; cavila sobre sus propias alegr�as, pero nadie puede compartirlas. Luego descubre la verdad de que Dios puede darle lo que necesita, que comprende plenamente, que puede entrar en todos estos pensamientos silenciosos y emociones no observadas, que puede ofrecer una simpat�a inquebrantable y una comprensi�n impecable. En su necesidad, el coraz�n solitario se refugia en �l y no murmura que su venida requiere la b�squeda, el castigo y la purga del pecado.

Ning�n ser humano necesita ser malentendido o sufrir bajo la sensaci�n de malentendido. Que se vuelva de inmediato a Dios. Es pueril murmurar contra nuestros semejantes, que solo nos tratan como nosotros los tratamos; no nos comprenden, ni nosotros los comprendemos; no nos dan, como pensamos, lo que nos corresponde, ni nosotros les damos lo suyo; pero Dios los comprende tanto a ellos como a nosotros, y les da a ellos ya nosotros exactamente lo que se les debe.

Ning�n ser humano se ve obligado a soportar su amargura solo, porque aunque no puede contarlo o explicarlo a sus semejantes, puede cont�rselo a Dios, y no necesita explic�rselo. �Es la amargura un resultado del pecado, como lo es la mayor parte de nuestra amargura? �Es la amargura de un ego�smo herido, o de una conciencia arrepentida, o del desaliento espiritual? �O es la amargura que brota de las ansias de un coraz�n insatisfecho, la sed de plenitud, el anhelo de un amor perfecto? En cualquier caso, Dios es perfectamente capaz y est� dispuesto a satisfacer la necesidad.

�l se deleita en convertir Su conocimiento de nuestra naturaleza con el prop�sito de limpiar y transformar el coraz�n pecador: "Por su conocimiento Mi siervo justo justificar� a muchos", dice. �l tambi�n est� listo para derramar Su propio y rico amor en nuestros corazones, sin dejar lugar para el anhelo y creando la paz de una plenitud completa.

Ning�n ser humano necesita imaginar que no lo aprecian; sus semejantes pueden no quererlo, pero Dios s�. "El Se�or lo hizo todo para Su propio prop�sito, y aun al imp�o para el d�a del mal". �l comprende todo lo bueno que hay en tu coraz�n y no permitir� que se pierda ni un grano de oro puro; mientras que �l tambi�n ve cada part�cula de maldad, y no permitir� que contin�e. �l sabe d�nde se coloca la voluntad sobre la justicia, d�nde se vuelve el deseo hacia �l, y con delicadeza alentar� la voluntad y satisfar� generosamente el deseo.

�l tambi�n ve cuando la voluntad se endurece contra �l, y el deseo est� puesto en la iniquidad, y �l est� misericordiosamente resuelto a visitar la voluntad corrupta y el mal deseo con "destrucci�n eterna del rostro del Se�or y de la gloria. de su poder "- misericordiosamente, digo, porque ninguna tortura podr�a ser m�s terrible y desesperada que el que el hombre malo viva eternamente en la presencia de Dios.

Finalmente, ning�n ser humano necesita estar sin un part�cipe de su gozo: y esa es una gran consideraci�n, porque el gozo no compartido muere r�pidamente, y desde el principio est� obsesionado por una vaga sensaci�n de sombra que cae sobre �l. En el coraz�n del Eterno habita el gozo eterno. Toda hermosura, toda dulzura, toda bondad, toda verdad, son los objetos de Su feliz contemplaci�n; por tanto, todo coraz�n realmente gozoso tiene un simpatizante inmediato en Dios; y la oraci�n es tanto el medio por el cual compartimos nuestra alegr�a como el veh�culo por el cual transmitimos nuestros dolores al coraz�n Divino.

�No es hermoso pensar en todos esos esp�ritus humanos t�midos y retra�dos, que acarician dulces �xtasis, sienten regocijo resplandeciente y frecuentemente se ven atrapados en �xtasis celestiales, que el semblante t�mido y la lengua tartamudeante nunca pudieron registrar? Sienten que sus corazones se derriten de alegr�a ante la perspectiva de cielos amplios y campos iluminados por el sol, con el sonido de los p�jaros matutinos y los arroyos corriendo; escuchan grandes coros de esp�ritus felices cantando perpetuamente en el cielo y en la tierra, y en cada lado de su oscuro camino se abren vistas de una visi�n inspirada. Ning�n extra�o se entromete en su alegr�a, ni siquiera sabe de ella.

Dios no es un extra�o; a �l le cuentan todo, con �l lo comparten, y su alegr�a es parte de la alegr�a del Eterno.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Proverbs 14". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/proverbs-14.html.