Bible Commentaries
Proverbios 20

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-30

Capitulo 21

OCIOSIDAD

"Despu�s de la recolecci�n del oto�o, el perezoso no ara; pide en la cosecha, y no hay nada". Proverbios 20:4

Ya en la sexta conferencia hemos vislumbrado al perezoso; y en el noveno hemos visto de pasada que el maestro ordena la diligencia en el trabajo; pero debemos prestar una atenci�n m�s concentrada a este tema si queremos darnos cuenta del �nfasis que este libro de Sabidur�a pone en el trabajo como la gran condici�n de la vida en este mundo fervoroso. Los que no quieren trabajar no tienen lugar en un orden de cosas que se mantiene mediante el trabajo, y en el que el trabajo mismo es la gran disciplina del car�cter y la preparaci�n del gozo: no es un esp�ritu grosero o envidioso el que pronuncia una condenaci�n sobre el hombre. inactivo, pero es la misma necesidad del caso; esa holgazaner�a que en momentos de excesiva tensi�n codiciamos con tanto entusiasmo es, si se acepta como el estado regular y continuo del alma, una maldici�n m�s ruinosa y miserable que el trabajo m�s duro.

Por una ley que todos infringimos bajo nuestro propio riesgo, se nos exige que tengamos un final honesto y una ocupaci�n extenuante en nuestra vida; y adem�s se nos pide que trabajemos diligentemente para el fin, y no escatimemos esfuerzos para lograrlo. Tenemos muchas facultades latentes y debemos despertarlas para que act�en; tenemos muchos dones medio usados ??o no usados ??en absoluto; debemos hacerlos responsables a todos, si queremos ser saludables, felices y, en el verdadero sentido, exitosos.

En primer lugar, veamos el retrato del perezoso tal como se describe en algunos de estos dichos proverbiales. Lo vemos en la cama, en la mesa, en la casa, al aire libre. No se levantar� por la ma�ana; gira de un lado a otro, como una puerta que se balancea hacia adelante y hacia atr�s sobre sus bisagras, pero, por supuesto, nunca llega m�s lejos. Proverbios 26:14 "A�n un poco de sue�o", dice, "un poco de sue�o, un poco de cruzar las manos en el sue�o".

" Proverbios 24:34 O cuando por fin se ha Proverbios 24:34 a levantarse y sentarse a la mesa, est� demasiado aletargado incluso para comer:" Entierra la mano en el plato, y ni siquiera se la lleva a la mesa. boca de nuevo "; Proverbios 19:24 o si se lleva el bocado a los labios, lo hace con un aire de indescriptible languidez y cansancio.

Proverbios 26:15 Entonces llega el momento de que salga a sus deberes diarios. Pero tiene una serie de ingeniosas, aunque absolutamente absurdas, excusas por las que no deber�a salir de la casa: "Hay un le�n en las calles", dice, "un le�n en el camino"; Proverbios 26:13 "Hay un le�n afuera; ser� asesinado en las calles.

" Proverbios 22:13 Cuando se le dice que esto es una ilusi�n, que se prepara para discutir el asunto, y para demostrar que su temor est� bien fundamentada, sino que es bastante despectiva de todas las personas que lo aseguran al contrario, porque han salido y han visto por s� mismos: "El perezoso es m�s sabio a sus propios ojos que siete hombres que pueden dar una raz�n.

" Proverbios 26:16 Y cuando al fin se ve envuelto en el negocio del d�a, llegando tarde, su ingenio se ha ido lana de recolecci�n, su voluntad como inactiva cuando su mente est� atento, se arrastra a trav�s de cada servicio con el aire de quien est� caminando "a trav�s de un seto de espinos." Proverbios 15:19 Donde otra persona proceder�a con f�cil presteza, parece retenido por obst�culos invisibles; sus prendas siempre quedan atrapadas en las zarzas; no hay suficiente �mpetu para llevarlo la menor dificultad, y despu�s de frecuentes y somnolientas pausas, el final del d�a lo encuentra m�s cansado que el m�s ocupado, aunque no tiene nada que mostrar m�s que esfuerzos in�tiles y resultados abortados.

Esa es una imagen completa del perezoso. Por supuesto, no lo vemos completamente desarrollado muy a menudo; pero reconocemos a la vez las diversas tendencias en nuestros propios personajes �la pereza, la apat�a, la dilaci�n ociosa, la inercia� que, si no se resisten y no se ven, pueden acercarnos gradualmente a este retrato terminado.

Ahora hay que esbozar el resultado de esta lentitud. "No ames el sue�o", se nos dice, "para que no te empobrezcas; abre tus ojos y te saciar�s de pan". Proverbios 20:13 Los medios de subsistencia en este mundo son el resultado del trabajo; los trabajadores los obtienen de la tierra y el mar reticentes; la �nica condici�n con la que podemos participar de ellos es que debemos esforzarnos, ya sea directamente en la producci�n de los medios de subsistencia o indirectamente haciendo para los productores un servicio �til por el que est�n dispuestos a intercambiar los frutos de su trabajo.

Aquel que duerme durante las doradas horas de trabajo, arrojado por la pereza a un sue�o profundo, no tiene derecho alguno sobre la tierra o la comunidad para el alimento diario; sufrir� hambre. Proverbios 19:15 Y si por arte o por casualidad puede conseguir su pan sin ning�n servicio prestado a los trabajadores, sufrir� un hambre del alma m�s terrible que el hambre: el inefable hast�o, el cansancio, el disgusto y el desprecio de s� mismo. que inevitablemente produce una vida ociosa e in�til.

Como nos recuerda el texto, hay una alternancia de estaciones. Hay un tiempo para arar, cuando la tierra ha dado todos sus frutos oto�ales; hay un tiempo para sembrar; hay una cosecha. Si un hombre es demasiado perezoso para arar en el momento adecuado y sembrar en el momento adecuado, sus campos, por supuesto, no le dar�n cosechas: la pereza no captura su presa. " Proverbios 12:27 Tampoco debemos pensar que Dios de mala gana el esp�ritu ha ordenado esta ley de las estaciones.

El apetito que nos obliga a trabajar, porque "nuestra boca lo anhela de nosotros", Proverbios 16:26 el aparente rigor con que la naturaleza nos obliga a estar a tiempo y no dejar escapar la oportunidad, y la amenaza de la pobreza que se cierne sobre nuestra cabeza, si descuidamos sus requisitos, es parte de una ley ben�fica, la ley de que por el trabajo mismo nuestra vida se endulza y nuestro esp�ritu se desarrolla.

No deben ser felicitados quienes, escapando del est�mulo del apetito y liberados "por el trabajo ajeno de los rigurosos edictos de la naturaleza que exigen el laborioso arado y la siembra, son capaces de comer el pan de la ociosidad. hasta los huesos y mal remunerado, es en realidad m�s envidiable que ellos.La abundancia de alimentos es un pobre equivalente a la p�rdida de disciplina que el deseo de comer fue dise�ado para imponer a trav�s del trabajo honesto y serio.

Los hombres vienen a nosotros y dicen en efecto: "He aqu�, despu�s de la reuni�n de oto�o no aramos, pedimos en la cosecha y obtuvimos todo lo que nuestro coraz�n deseaba", y nos vemos obligados a sentir l�stima en lugar de felicitarlos. No es bueno que los hombres se escapen de las leyes de Dios y de la naturaleza as�, porque su castigo es m�s pesado al final que al principio.

La verdad de esto aparece cuando recordamos que un resultado peor de la pereza que la pobreza es la herrumbre espiritual, la putrefacci�n y la degradaci�n que la pereza misma implica: "El deseo del perezoso lo mata, porque sus manos se niegan a trabajar"; Proverbios 21:25 "Tambi�n el que es flojo en su trabajo es hermano del destructor.

" Proverbios 18:9 De hecho, es una extra�a ilusi�n que hace que el ocio hombre deseo ociosidad es la ruina; el alma se oxida lejos como la espada en Hudibras, which-.

"... se comi� en s� mismo, por falta de algo m�s que cortar y cortar".

Es muerte, es mortal; el alma ociosa muere lentamente y esparce destrucci�n a su alrededor. Lo mismo ocurre con un pa�s. La ociosidad es su ruina: ya sea que la generosidad de la naturaleza elimine la necesidad del trabajo, como en los mares del Sur, donde los misioneros encuentran una de sus principales dificultades en la absoluta pereza resultante de la suavidad del clima y la fertilidad de la tierra. suelo; o que las vastas acumulaciones de riqueza provoquen la ociosidad de sus poseedores, y obliguen a la ociosidad a miles de desafortunados desempleados, el resultado melanc�lico sobreviene en la enervaci�n de la virilidad y la corrupci�n de la feminidad.

Por otro lado, como observ� Tuc�dides en el caso de �tica, un clima riguroso y un suelo mezquino, que suscitan todas las energ�as de la gente para mejorar su condici�n o incluso para vivir, se han encontrado favorables al desarrollo de una nobleza. nacionalidad. La negligencia en el trabajo, cualquiera que sea su causa, lleva a sus v�ctimas a este doloroso parentesco con el destructor.

Cabe se�alar que a los ociosos, sean ricos o pobres, se les denomina "vanidosos", y se advierte solemnemente a las personas sensatas que eviten su sociedad, ya que su vac�o es contagioso y los h�bitos que se adquieren r�pidamente en su compa��a conducen directo a la ruina: "El que labra su tierra se hartar� de pan, pero el que sigue a los vanos es falto de entendimiento"; Proverbios 12:11 "El que sigue a los vanos, sufrir� bastante pobreza". Proverbios 28:19

La verdad que aqu� se impone recibe una amplia ilustraci�n en nuestra propia sociedad. Hace dos siglos, Daniel Defoe defini� a los ingleses como la "naci�n diligente m�s perezosa" del mundo. El trabajo duro es com�n; la ociosidad es igualmente com�n. Nuestra gente es en general muy talentosa y produce r�pidamente cuando prestan atenci�n a su trabajo; pero parece que tenemos una extra�a vena de disoluci�n y pereza que nos recorre y, en consecuencia, la peor y m�s vergonzosa ociosidad se encuentra a menudo entre los mejores obreros, que por sus propios malos h�bitos han perdido sus oportunidades y se han convertido en una carga para s� mismos y para ellos. a la comunidad.

En ning�n pa�s es la clase ociosa, de aquellos que no hacen nada en absoluto, o pasan sus d�as sin rumbo en una ronda de compromisos que son s�lo una ociosidad agotadora, tan grande; en ning�n pa�s los desempleados o la clase pobre son tan terriblemente grandes en proporci�n a la poblaci�n. De ah� esta curiosa paradoja: el extranjero oye que Inglaterra es el pa�s m�s rico y m�s trabajador del mundo; llega a nuestras costas esperando ver ciudades de oro y campos repletos de productos.

A su llegada se da cuenta de una pobreza degradante que no se puede igualar en el pa�s m�s pobre de la tierra; encuentra una vasta poblaci�n de ricos desempleados holgazaneando en las calles y parques, y de pobres desempleados merodeando por las puertas de innumerables tiendas de bebidas e infestando todas las carreteras y caminos del pa�s. Encuentra la tierra de los distritos agr�colas a menudo desocupada e improductiva; los que la cultivan sin instrucci�n, mal alimentados y descontentos; los que la poseen descontentos, aunque bien alimentados e instruidos.

Nuestro tema no nos lleva a indagar en las causas m�s profundas de estas anomal�as, pero nos lleva a esta observaci�n: somos una "naci�n diligente y perezosa" porque a�n no hemos aprendido, o hemos olvidado, que lo m�s temible no es pobreza, sino holgazaner�a; y lo m�s deseable no es la riqueza, sino un trabajo arduo, fervoroso y �til.

Nuestro trabajo desesperado y ansioso no es por el trabajo, sino para enriquecernos; nuestra ambici�n es estar ociosos en lugar de estar empleados, ser elevados por encima de la necesidad del trabajo que es nuestra salud mediante la posesi�n de la riqueza que es nuestra ruina. Hemos apreciado el error fatal y tonto de que el trabajo era degradante, y hemos clasificado a los m�s altos que hicieron menos. "Donde no hay bueyes", hemos dicho a nuestro modo fastidioso, "el pesebre est� limpio", olvidando el otro lado del asunto, que "mucho aumento es por la fuerza del buey.

" Proverbios 14:4 Por lo tanto hemos despreciado por ignorancia, los trabajadores que nos hacen ricos, mirando hacia abajo sobre el comercio, en los negocios, y m�s que todo en el trabajo manual, y tener con extra�a fatuidad admirado m�s los que estaban m�s in�til, cuya alarde peculiar ser�a sea ??que nunca hicieron un d�a de trabajo en sus vidas.

Felizmente ahora hay signos de una revoluci�n en nuestro pensamiento. Empezamos a ver que el trabajo es bueno, no por lo que gana, sino por la ocupaci�n y el entrenamiento que da al cuerpo y la mente; y que la ociosidad es un mal, no s�lo donde el trabajo es una necesidad y el apetito lo anhela de nosotros, sino en todas partes y bajo todas las circunstancias. En el empleo �til encontramos nuestra vida; en la vida del perezoso vemos nuestra muerte.

Por tanto, debemos observar los buenos efectos que resultan de un trabajo honesto y serio. Pero, en primer lugar, no podemos dejar de notar el lugar importante que se le da aqu� a la agricultura. Esto no es accidental para la �poca en que se escribi� el libro. Es un principio eterno. De la tierra sale nuestra riqueza; por la tierra, por tanto, vivimos; y en consecuencia Dios ha ordenado que en la labranza de la tierra el hombre encuentre su empleo m�s sano, m�s dulce y m�s fortalecedor que ninguna comunidad florecer� interiormente cuando su vida agr�cola decaiga; y que, por tanto, la sociedad m�s feliz y sana ser� aquella en la que el mayor n�mero proporcional se dedique a producir los frutos de la tierra, y est� directa y vitalmente ligado a su suelo madre.

"El que labra su tierra se hartar� de pan". Proverbios 28:19 Cuando una naci�n est� en el caso de los perezosos, cuando pasas por sus campos y sus vi�edos y los ves llenos de espinas y ortigas y sus muros de piedra derribados, ver�s que la pobreza viene como un ladr�n, y anhelante, demacrado y espantoso, acechando la tierra como un hombre armado.

Proverbios 24:30 "S� diligente", por eso se nos dice, "para conocer el estado de tus reba�os, y mira bien tus reba�os" - (ten cuidado de que ning�n orgullo tonto o negligencia te impida ver que la agricultura la vida se mantiene adecuadamente, porque es la �nica base segura de la prosperidad); "Las riquezas no son para siempre, y ni siquiera el gobierno de los reyes perdura por todas las generaciones.

"Pero en las dulces ordenanzas de la naturaleza, el gran Dador proporciona Su inagotable riqueza:" Se lleva el heno, e inmediatamente la tierna hierba comienza a crecer de nuevo, e incluso las monta�as �ridas dan sus hierbas para la recolecci�n. Los corderos aparecen cada primavera con su lana para nuestra ropa, y el campo mantendr� cabras de igual valor a su propio precio. Y de estas fuentes milagrosas de reproducci�n eterna ha de extraerse nuestro alimento y nuestro Proverbios 27:23 ". Proverbios 27:23

As�, en la base de todas las industrias se encuentra la industria agr�cola. En la ra�z de todas las cuestiones sociales y econ�micas est� la cuesti�n de la tierra. Cuando desee elogiar la diligencia y desalentar la ociosidad en una naci�n que es "diligente y perezosa", lo primero que debe hacer es indagar sobre la condici�n o el uso de la tierra. La tierra es un regalo de Dios para un pueblo. La tierra inglesa es un regalo de Dios para el pueblo ingl�s.

Si se aplica mal, se usa mal, se descuida; si no presenta toda su riqueza; si no soporta toda su carga de criaturas vivientes, y no da empleo a todo su n�mero de manos, estamos volando en contra de las ordenanzas de Dios; no debemos esperar prosperar; Su amable voluntad se ve frustrada, y debemos tener la verg�enza y el dolor de ver a nuestro mill�n de pobres, y nuestro segundo mill�n de holgazanes forzados, y nuestra mir�ada de holgazanes que estorban la tierra, y toda nuestra poblaci�n desorganizada e inestable, desgarrada por el frenes� del trabajo loco, o gangrenado con la corrupci�n de la ociosidad destructora. Porque los dones de Dios no tienen arrepentimiento, y el abuso de sus dones no tiene remedio.

Pero volviendo ahora a los buenos efectos que resultan de un esfuerzo honesto y serio, se nos ense�a a distinguir tres m�s particularmente: abundancia, poder y valor personal.

Primero, mucho. "El alma del perezoso desea y nada tiene, pero el alma del diligente se engrasar�". Proverbios 13:4 Ni debemos pensar que la diligencia es s�lo manual; tambi�n es mental. Implica pensamiento, previsi�n, planificaci�n, organizaci�n. Tenemos un contraste entre el hombre realmente diligente, cuya prudencia prev� y cuya reflexi�n ordena su trabajo para los mejores fines, y la actividad quisquillosa e irreflexiva de quien siempre est� ocupado, pero nunca logra nada.

Es s�lo la diligencia del primer tipo lo que conduce al fin deseado; la diligencia de la mera inquietud no es mucho mejor que la ociosidad. Aprendemos que "los pensamientos de los diligentes tienden s�lo a la abundancia, pero todo el que se apresura s�lo se apresura a querer". Proverbios 21:5 trabajo eficaz implica pensamiento; s�lo un hombre sabio, con todas sus facultades puestas en juego completo y armonioso, puede trabajar con buenos resultados, o puede utilizar con ahorro los frutos de su trabajo; una persona tonta, irreflexiva y est�pida puede trabajar duro y ganar una buena cantidad de dinero, pero se acaba a�n m�s r�pido de lo que vino.

As�, "hay tesoro precioso y aceite en la morada del sabio, pero el necio se lo traga". Proverbios 21:20 Hay excepciones, sin duda; pero la regla general est� confirmada por la experiencia, que aquellos que usan honesta y seriamente los dones de mente y cuerpo que Dios les ha dado, obtienen las cosas que son necesarias en esta vida, si no en abundancia, pero en suficiencia; y cuando los medios fallan, generalmente tenemos que admitir que nuestra propia laboriosidad o prudencia fue la culpable.

Luego, en segundo lugar, es la industria m�s que el genio lo que nos recomienda a nuestros semejantes y nos lleva a posiciones de influencia y poder: "�Ves a un hombre diligente en su negocio? hombres malos "; Proverbios 21:29 "La mano del diligente gobernar�, pero el perezoso ser� sometido a trabajo.

" Proverbios 12:24 Es esta facultad de oro de la persistencia, la concentraci�n, la diligencia, que hace que cada gran gobernante y l�der de los hombres, y plantea incluso la persona com�n y corriente de la monoton�a de la simple tarea de trabajo en la dignidad de grande y noble y delicioso trabajo.

Porque, en tercer lugar, es la diligencia, la capacidad de esforzarse, lo que da al hombre su valor real, haci�ndolo compacto, fuerte y �til: "La sustancia preciosa de los hombres es ser diligente". Proverbios 12:27 Es la calidad misma lo que es m�s importante. Los dones m�s grandes son de poco valor, a menos que exista la garant�a de su empleo consciente e inteligente.

Mientras que si los dones con los que Dios nos ha dotado son del orden m�s simple, si solo podemos usar una pala, una sierra o una escoba con eficacia, esa facultad que se ejerce con diligencia es nuestro valor para el mundo; y un gran valor es, mayor que el valor del gran genio que es err�tico, desenfrenado. no dirigido e incierto. De todo hombre o mujer en este mundo, la alabanza m�s alta que se puede pronunciar es la que subyace al elogio de la buena esposa: "Ella mira bien los caminos de su casa, y no come el pan de ociosidad". Proverbios 31:27 All� es el ep�tome de todo car�cter digno de confianza y honorable.

Hemos estado insistiendo todo este tiempo en una virtud simple de un tipo muy mundano. Pero todo lo que se ha dicho puede elevarse inmediatamente a un plano superior mediante una sola observaci�n. Nuestro Se�or y Maestro fue diligente en los negocios de su Padre, y ha dejado constancia de este dicho: "Es necesario que haga las obras del que me envi�, mientras es llamado hoy; porque viene la noche en la cual nadie puede trabajar". A medida que cada uno de nosotros cae bajo su influencia y pasa a su fe y obediencia, la gozosa seriedad de la obra de nuestra vida se profundiza; est� iluminado por el rico resplandor de una gloria del atardecer.

Queremos hacer con diligencia lo que nuestra mano encuentre para hacer: hacerlo con seriedad como para el Se�or. Mediante el ejercicio paciente y laborioso de todas las facultades que �l nos ha dado, deseamos estar preparados para cualquier tarea que �l designe aqu� o en el futuro. A algunos de nosotros �l solo aprendi� en este mundo; y seg�n la fidelidad con que cumplamos con nuestros humildes e inadvertidos deberes ser� el servicio al que alg�n d�a nos nombrar�.

Otros son llamados a dejar de ser aprendices para que pasen al trabajo duro y ansioso del jornalero, y Su ojo siempre est� sobre nosotros mientras nos intenta averiguar si alguna vez seremos nombrados sobre una, cinco o diez ciudades. Algunas almas supremas han sido llamadas incluso en la tierra para moldear, crear, controlar; un Pablo, un Agust�n, un Lutero, pueden trabajar con mano emancipada. Pero la ley es una en todos los talleres, los campos, las vi�as de nuestro Se�or.

El diligente estar� delante de �l, y el perezoso ser� avergonzado. El que no ara, no cosechar�. Las oportunidades desperdiciadas se desvanecen para siempre y solo dejan su triste registro en el alma emasculada y sin nervios.

Versículos 10-33

CAPITULO 17

UN EQUILIBRIO JUSTO

"La balanza justa y la balanza son del Se�or; todos los pesos de la bolsa son obra suya" ( Proverbios 16:11

"La balanza falsa es una abominaci�n para el Se�or, pero un peso justo es su deleite". Proverbios 11:1

"Diversos pesos y diversas medidas, ambos por igual son una abominaci�n al Se�or" ( Proverbios 20:10

"La diversidad de pesos es una abominaci�n al Se�or, y una balanza falsa no es buena" ( Proverbios 20:23

El cap�tulo diecis�is se abre -y podemos anexarle el �ltimo vers�culo del cap�tulo 15.- con una serie de dichos que se agrupan sobre el principio de que el nombre del Se�or aparece en cada uno. No existe una conexi�n obvia entre los vers�culos sucesivos, y algunos de ellos ya se han mencionado en conferencias anteriores, pero valdr� la pena echar un vistazo a la serie en su conjunto.

La presencia del Se�or debe ser reconocida y reverenciada antes de que podamos progresar en sabidur�a, y en Su presencia debemos humillarnos antes de que podamos esperar alg�n honor. Proverbios 15:33 enteramente de �l; aunque nuestro coraz�n pueda hacer planes, no podemos pronunciar nada correctamente a menos que �l controle nuestra lengua.

Proverbios 16:1 Por muy satisfechos que estemos con nuestros propios caminos, por m�s convencidos que estemos de nuestra propia inocencia, �l pesa nuestro esp�ritu y, a menudo, encontrar� una culpa que nuestra presunci�n ignora, una impureza que nuestra vanidad esconder�a. Proverbios 16:2 Deber�amos hacer bien, por tanto, en encomendarle todas nuestras obras, para que �l revise y corrija nuestros prop�sitos y establezca los que son buenos.

Proverbios 16:3 No podemos pensar demasiado en Su sabidur�a y conocimiento que todo lo incluye; todo est� en sus manos y est� dise�ado para sus fines; incluso los malvados que se rebelan contra �l, hombres como Fara�n, Nabucodonosor, Judas, Elimas, deben en su inevitable castigo glorificar Su justicia y verdad. Proverbios 21:4 Porque el castigo es absolutamente seguro; los orgullosos son una abominaci�n para �l, y aunque se combinan para oponerse a Su voluntad y escapar del castigo, ser� en vano.

Proverbios 16:5 Por otra parte, donde �l ve misericordia y verdad, purificar� la iniquidad, y cuando los hombres le teman, se apartar�n del mal. Proverbios 16:6 Cuando su sonrisa est� sobre ellos y apruebe sus caminos, allanar� su camino, pacificar� a sus enemigos y alegrar� sus corazones.

Proverbios 16:7 �l los guiar�, incluso dirigir� sus pasos, de tal manera que sus propios consejos imperfectos se conviertan en un resultado feliz y exitoso. "El que conf�a en el Se�or, feliz es". Proverbios 26:20 En verdad, no podemos exagerar la minuciosa observaci�n del Se�or; ning�n detalle escapa a sus ojos, ning�n evento est� fuera de su control; incluso lo que generalmente se llama Chance no es m�s que otro nombre para Su direcci�n desconocida y sin marcar; la misma suerte, esa suerte que resuelve contiendas y separa a los fuertes en el regazo, en realidad la dispone �l Proverbios 16:33 mucho m�s, por lo tanto, son las transacciones deliberadas de comercio, esos sutiles lazos del nexo monetario que entrelazan de hombre a hombre y de naci�n a naci�n, bajo Su constante inspecci�n y un tema de Su m�s interesada preocupaci�n, "un justo equilibrio y escalas son los Del Se�or: todos los pesos de la bolsa son obra suya ".

Entonces, como parte de la actividad vigilante del Se�or y su conexi�n directa y detallada con todos los asuntos de la vida humana, �l est� interesado en nuestros negocios y comercio. Podemos notar de inmediato que esto es muy caracter�stico de la religi�n del Antiguo Testamento. En la Ley Deuteron�mica estaba escrito: "No tendr�s en tu bolsa diversas pesas, ni grande ni peque�a. No tendr�s en tu casa diversas medidas, grande y peque�a.

Tendr�s un peso perfecto y justo; una medida perfecta y justa tendr�s, para que tus d�as se alarguen en la tierra que Jehov� tu Dios te da. Porque todos los que hacen tales cosas, incluso todos los que hacen injusticia, son abominaci�n a Jehov� tu Dios. " Deuteronomio 26:13 Nuevamente, en la Ley Lev�tica encontramos:" No har�is injusticia en el juicio, en m�trica. yarda, en peso o en medida.

Justas balanzas, justas pesas, un efa justo y un hin justo tendr�is: Yo soy el Se�or vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto ". Lev�tico 19:33 ; Lev�tico 19:36

Al israelita se le anim� a pensar que todo el trabajo que realizaba estaba ordenado por su Dios y, por lo tanto, bajo la observaci�n de �l. "No odies el trabajo laborioso, ni la agricultura que el Alt�simo ha ordenado", dice el Eclesi�stico. Sir 7:15 Y hay un pasaje sorprendente en Isa�as donde las operaciones de la agricultura se describen en detalle, y todas se atribuyen a Dios, quien instruye correctamente al labrador y le ense�a.

Todo proviene del "Se�or de los ej�rcitos, que es maravilloso en consejos y excelente en sabidur�a". Isa�as 28:23

Pero en la actualidad s�lo nos ocupamos del comercio como un departamento de la vida industrial, y especialmente de la negociaci�n real del intercambio, el trueque de bienes por bienes, los pesos y medidas que fijan las cantidades y las reglas que deben regir todas esas transacciones. . Debemos deducir que el fraude comercial de aquellos tiempos primitivos tom� esta forma comparativamente simple: el comerciante tendr�a, digamos, medio siclo que era un poco menos que el peso reglamentario; o tendr�a una medida de codo (1 pie.

9 pulg.) Media pulgada bajo un codo; o tendr�a una vasija que profesaba contener un hin ( es decir , un poco m�s de un gal�n), pero en realidad conten�a un poco menos de un gal�n; o tendr�a una medida seca, marcada como un efa (es decir, alrededor de tres picotazos), pero incapaz de contener la cantidad ostensible. De manera ordinaria, usar�a estas medidas inadecuadas y, por lo tanto, mordisquear�a un poco de cada art�culo que vendiera a un cliente.

Pero en el caso de que se presentara un comprador que ten�a un conocimiento m�s completo o que posiblemente podr�a actuar como inspector y denunciar el fraude al juez, habr�a solo medio shekel de peso en la bolsa, una regla de un codo completo escondida detr�s del mostrador, un hin o un ephah medida de dimensiones legales al alcance de la mano. Puede sonre�r ante m�todos de enga�o tan primitivos, pero se requieren muchas generaciones para que una sociedad civilizada elabore el fraude comercial a gran escala.

Ahora, pasando de una vez a nuestros propios tiempos y trayendo la verdad de nuestro texto para iluminarlos, me gustar�a decir un poco a las personas que se dedican a los negocios, ya sean empleadores o empleados, ya sea que el negocio sea mayorista o minorista. Y perm�tame asegurarle que no voy a intentar un examen detallado y una cr�tica de sus preocupaciones comerciales. Tal intento ser�a tremendamente impertinente y bien podr�a exponerme, no s�lo a su indignaci�n, sino tambi�n a su rid�culo.

No, no creo que sea parte del predicador entrometerse en asuntos que no comprende; s�lo desacredita su mensaje afectando una omnisciencia que no es posible que posea. No tengo ninguna duda de que el joven que lleva seis meses en un almac�n o detr�s del mostrador ya sabe m�s de los h�bitos comerciales, de las pr�cticas comerciales, de las tentaciones y dificultades que pr�cticamente presionan a las personas en los negocios, de lo que yo s� o estoy. Probablemente sepa si vivo hasta el doble de mi edad actual.

Por lo tanto, no los insultar� intentando se�alar males y exponer abusos, denunciar fraudes particulares y someter a personas o clases de personas especiales a la reprobaci�n moral. Mi tarea es bastante diferente; es esto: -Debo recordarte, en primer lugar, que Dios posee esa omnisciencia a la que no puedo reclamar, y por lo tanto est� �ntimamente familiarizado con todas las transacciones de su banco, su almac�n, su oficina, su mostrador, su taller. ; y, en segundo lugar, que �l mira con intensa satisfacci�n todo trato justo y con vengativa indignaci�n todo fraude, enga�o y mentira.

Y sobre la base de esto, debo pedirles muy seriamente que revisen sus vidas y sus pr�cticas a la luz de Su juicio, y que consideren c�mo pueden hacer que todas sus actividades comerciales est�n en conformidad con Su voluntad.

Quiz�s me permitan, como hombre que habla con sus semejantes, como cristiano, espero, hablando con sus compa�eros cristianos, ampliar un poco estos tres puntos.

Primero. Todos estamos tentados a pensar que una proporci�n considerable de nuestra vida es demasiado insignificante para atraer la atenci�n particular de Dios. Podemos entender que se da cuenta de nuestra entrada y salida del mundo, pero pensamos que entre los dos l�mites nos deja para "trazar nuestros propios caminos". O posiblemente podamos reconocer Su inter�s en la crisis de nuestra vida, pero nos inclinamos a cuestionar Su minucioso cuidado de la rutina com�n y mon�tona.

�l marca en qu� negocio entramos, pero, cuando estamos en �l, nos deja solos. �l est� interesado en nuestro matrimonio, pero, cuando nos casamos, deja a marido y mujer para ajustar sus propias relaciones. O bien, marca una gran transacci�n comercial en la que hay lugar para un fraude realmente gigantesco, pero no puede prestar atenci�n a una venta minuciosa en el mostrador, la adulteraci�n trivial de un art�culo com�n, el ingenioso subterfugio para deshacerse de un stock da�ado o in�til. .

�No es este nuestro modo de razonamiento t�cito pero impl�cito? �Y podr�a haber algo m�s il�gico? El Poder Divino que crear�a este universo infinitamente diversificado debe ser capaz de marcar hasta el m�s m�nimo detalle del objeto m�s peque�o en �l. Grande y peque�o son t�rminos relativos y no tienen ning�n significado para �l. Los naturalistas nos dicen que en la escala de criaturas vivientes, ordenadas seg�n el tama�o, el escarabajo com�n ocupa el punto medio, siendo la criatura viviente m�s peque�a tanto m�s peque�a como la m�s grande es m�s grande que ella.

Y sin embargo, el microscopio, lejos de mostrar que Dios se preocupa menos por las creaciones infinitesimales de su mano, m�s bien nos inclina a decir que cuanto m�s peque�a es la criatura, m�s delicado ajuste, m�s exquisitas proporciones, m�s brillantes tonalidades. se muestra. Nuestro Se�or nos trajo a casa esta minuciosidad de la Mente Divina, este poder infinito de abrazar las m�s peque�as bagatelas de la creaci�n en Su pensamiento y cuidado, asegur�ndonos que ni un gorri�n cae sin Su aviso y que los cabellos de nuestra cabeza son todos numerado.

Entonces, no hay un lugar de descanso l�gico cuando pensamos en la Mente de Dios. Si �l nos conoce, lo sabe todo sobre nosotros. Si marca lo que consideramos las cosas importantes de nuestra vida, marca igualmente lo que consideramos las cosas sin importancia. Toda la vida, con cada detalle desde el nacimiento hasta la muerte, est� fotografiada con precisi�n a la luz de Su omnisciencia; y como la placa expuesta de la c�mara recibe muchos detalles que escapan a la observaci�n de nuestros ojos, as� la transacci�n m�s peque�a y menos observada en el negocio diario, cada cifra ingresa verdadera o falsamente en el libro mayor, cada moneda cae justa o deshonestamente en la caja. , cada fardo, cada paquete, cada hilo, cada alfiler, que cambia de manos en el mercado, pasa de inmediato a la mente observadora y comprensiva de Dios.

Segundo. Pero en este conocimiento exhaustivo y detallado de la forma en que conduce su negocio, Su c�lida aprobaci�n sigue a todo lo que es honesto y justo, Su vehemente censura ilumina todo lo que es deshonesto o injusto. Puede resultarle un gran consuelo saber que un peque�o asunto comercial que le cost� una lucha considerable el otro d�a fue debidamente anotado y registrado por el Se�or.

Yo no estaba presente en ese momento, ni nadie que estuviera cerca de ti supuso en lo m�s m�nimo lo que estaba pasando. Pero de repente reconoci� la posibilidad de obtener una gran ganancia simplemente adoptando un subterfugio muy leve; lo que hizo que el caso fuera particularmente dif�cil fue que las empresas vecinas y rivales, que usted sepa, hac�an lo mismo todos los d�as; los rostros inocentes de la esposa y los hijos en casa parec�an instarle, porque �qu� diferencia har�a esta suma de dinero para su comodidad y bienestar durante el pr�ximo a�o? Sopesaste el peque�o truco una y otra vez, y lo pusiste ahora en esta luz, ahora en aquello, hasta que por fin el negro empez� a parecer gris y el gris casi blanco.

Despu�s de todo, �fue un subterfugio? �No era simplemente una reserva bastante leg�tima, una prudencia comercial incluso loable? Y luego, mientras vacilabas, una luz clara de la verdad cay� sobre tu mente; viste claramente cu�l era el camino correcto y lo tomaste muy silenciosamente; se renunci� a la perspectiva de ganancia, viste pasar la ventaja a tu rival; lo aprovech� y fue a la iglesia el pr�ximo domingo de todos modos. A veces te has preguntado si, despu�s de todo, no eras demasiado escrupuloso.

Ahora todo lo que Dios sabe; es Su deleite; �l ya lo ha registrado en Su Libro, y tambi�n en su propia naturaleza moral, que es la m�s fuerte y mejor por ello.

Por otro lado, debe ser un tema de alguna preocupaci�n para muchos el hecho de que la misma Mente que todo lo observa y que todo registra mira con odio todas las pr�cticas afiladas con las que en los negocios nos enga�amos y defraudamos unos a otros. Supongo que hay una manera de inventar libros que pasar�a cualquier contador en Londres y, sin embargo, no pasar�a la auditor�a de Dios. Supongo que hay ganancias que a la conciencia comercial promedio de hoy le parecen bastante justas y, sin embargo, a Aquel que pesa los esp�ritus de los hombres le parecen bastante il�citas.

Debe haber hombres que hicieron su dinero hace mucho tiempo de ciertas formas mejor conocidas por ellos mismos, y ahora viven con gran comodidad; pero todo el tiempo en los libros de Dios, un terrible registro est� en contra de ellos, y cuando el ojo de Dios cae sobre esas p�ginas, el gemido de los arruinados, el clamor de los hu�rfanos y las viudas, y las s�plicas horrorizadas de los indefensos llegan. hasta su o�do.

No tenemos ninguna raz�n para pensar que el equilibrio injusto se ha vuelto menos abominable para el Se�or porque la competencia ansiosa e implacable de la vida industrial moderna ha multiplicado, al mismo tiempo que ha refinado, los m�todos de fraude y ha creado una condici�n en la que las cosas Como muchas personas insisten, las pr�cticas cuestionables se han vuelto realmente necesarias para alguien que mantendr�a la cabeza fuera del agua. No tenemos ninguna raz�n para pensar que Dios considere esencial que cualquiera de nosotros mantenga la cabeza fuera del agua.

La c�lida y honorable recepci�n que se le dio a L�zaro en el cielo, cuando su cabeza se hundi� en las aguas de la tierra, podr�a llevarnos a pensar que lo que aqu� llamamos fracasos puede considerarse como grandes �xitos all�. Pero tenemos todas las razones para pensar que el doble trato, sin importar cu�l sea el motivo, es abominable a los ojos del Se�or.

Es en vano se�alar la gran prosperidad que ha ca�do en la suerte de algunos cuyas pr�cticas deshonrosas han sido notorias. No hay duda de que la picard�a puede tener �xito a su manera y un p�caro inteligente puede dejar atr�s a un tonto honesto. El proverbio "La honestidad es la mejor pol�tica" no est�, como algunas personas parecen pensar, en la Biblia; La honestidad puede ser o no la mejor pol�tica, seg�n el objeto que se tenga a la vista.

Si su objetivo es simplemente amasar riqueza, el dicho dir�: "La honestidad es la mejor pol�tica; y donde no lo sea, s� deshonesto". Dios no juzga en lo m�s m�nimo por la prosperidad mundana. De la par�bola que acabamos de aludir se podr�a concluir que se trata, en el cielo, de una cierta presunci�n contra el hombre; a�n puede resultar cierto en el duro dicho: "El que muere rico, condenado". Si Dios odia estas pr�cticas cuestionables que se dice que existen en el comercio moderno, y si las anota todas en Sus libros negros, los que prosperan us�ndolas son no obstante fracasos: su ruina es segura; su remordimiento ser� tan inevitable como imposible su recuperaci�n.

Tercera. Por lo tanto, vengo ahora a instarles a todos a que ordenen todos sus caminos comerciales como a los ojos de Dios, y se preocupen principalmente por el pensamiento de c�mo pueden estar en conformidad con Su santa Voluntad. No se contente con estimar su conducta por el juicio que otros hombres le dar�an. Si bien tal estimaci�n podr�a revelar muchas cosas que no ser�an aprobadas, es dudoso que su problem�tica censura proporcione un motivo adecuado para la reforma, y ??seguramente pasar� por alto muchos de los males a los que est�n obligados a ignorar, porque su propia las manos no est�n limpias.

No se contente ni siquiera con estimar su conducta seg�n el est�ndar de su propia conciencia sin ayuda. Su conciencia puede estar en un momento dado en un estado degradado; para mantenerlo en silencio, es posible que lo haya rebajado al nivel de su conducta. La conciencia de un ladr�n rara vez lo perturba a menos que su robo no tenga �xito, en cuyo caso le reprocha no ser m�s cuidadoso y m�s h�bil.

Es posible que, como San Pablo, no sepa nada contra s� mismo y, sin embargo, no sea justificado por ello. Porque sin duda la mayor�a de las malas pr�cticas de nuestro tiempo representan una conciencia que ha sido aturdida por los sofismas y amortiguada por el ego�smo, de modo que los peores culpables son los primeros en adoptar un aire de inocencia injuriada, y los menos culpables sufren los m�s justos. porque la conciencia todav�a es sensible y a�n no ha sido chamuscada con el habitual hierro caliente.

No, el �nico m�todo seguro y eficaz es poner todos sus h�bitos comerciales, todas las pr�cticas del mostrador y la oficina de contabilidad, bajo la mirada escrutadora del que todo lo ve. A menos que se d� cuenta de que �l ve y sabe, y a menos que humildemente someta todo a Su juicio, seguramente se equivocar�; tu estandarte fallar� insensiblemente, y t� caer�s insensiblemente incluso del estandarte ca�do.

Se dice que en la actualidad te acosan dificultades peculiares; se dice que nunca fue tan dif�cil ser franco y franco en las transacciones comerciales; Se dice que el loco Moloch de la competencia exige imperativamente la sangre de nuestra juventud, e incluso ataca las virtudes establecidas de la madurez. Puede ser as�, aunque generalmente nos inclinamos a exagerar las tentaciones peculiares de nuestro tiempo en comparaci�n con las de una �poca anterior; pero si es as�, entonces hay una necesidad m�s urgente de que lleves tus asuntos al juicio de Dios, busques diligentemente entender Su voluntad y luego le pidas una fuerza peculiar que te capacite para vencer estas tentaciones peculiares.

No alterar�s Su juicio sobre tu conducta al intentar ignorarlo. Pero al tratar de comprenderlo y al abrir su coraz�n para ser influenciado por �l, encontrar� que su conducta se altera perceptiblemente y se superan las imposibilidades aparentes, porque "por el temor del Se�or los hombres se apartan del mal". Proverbios 16:6

CAP�TULO 10

DOS VOCES EN LOS LUGARES ALTOS DE LA CIUDAD

Proverbios 9:1 , Proverbios 20:14 con Proberbs 3 y Proverbios 20:16 con Proverbios 4:1

DESPU�S del prolongado contraste entre la mujer viciosa y Sabidur�a en los cap�tulos 7 y 8, la introducci�n del libro se cierra con una peque�a imagen que pretende repetir y resumir todo lo anterior. Es una perorata, simple, gr�fica y hermosa.

Existe una especie de competencia entre Sabidur�a y Locura, entre Justicia y Pecado, entre Virtud y Vicio; y los encantos de los dos est�n dispuestos en un paralelismo intencional; el colorido y la disposici�n son de tal clase que resulta incre�ble c�mo cualquier persona sensata, o incluso el mismo simple, podr�a vacilar por un momento entre la forma noble de la Sabidur�a y las atracciones meritorias de la Locura.

Las dos voces se escuchan en los lugares altos de la ciudad; cada uno de ellos invita a los transe�ntes, especialmente a los sencillos y poco sofisticados: uno a su hermoso palacio, el otro a su casa inmunda y mort�fera. Las palabras de su invitaci�n son muy parecidas: "Quien es sencillo, que entre ac�: en cuanto al falto de entendimiento, ella le dice:" �Pero cu�n diferente es la carga de los dos mensajes! La sabidur�a ofrece vida, pero guarda silencio sobre el disfrute; La locura ofrece placer, pero no dice nada de la muerte que seguramente sobreviene.

En primer lugar, prestaremos atenci�n al Palacio de la Sabidur�a y las voces que emanan de �l, y luego notaremos por �ltima vez las caracter�sticas y las artes de Mistress Folly.

El Palacio de la Sabidur�a es muy atractivo; bien construido y bien amueblado, suena con los sonidos de la hospitalidad; y, con sus columnatas abiertas, parece invitar a todos los transe�ntes a entrar como invitados. Est� erigido sobre siete pilares de m�rmol bien labrados, en forma cuadrangular, con el lado de entrada abierto de par en par. No se trata de una tienda m�vil ni de una choza tambaleante, sino de una mansi�n eterna, a la que no le falta nada de estabilidad, integridad o belleza.

A trav�s de los portales espaciosos se ve el gran patio, en el que aparecen los preparativos para una fiesta perpetua. Las bestias se matan y se visten: el vino se posa en jarras altas listas para beber; las mesas se extienden y se engalanan. Todo es abierto, generoso, amplio, en contraste con esa cena privada imp�a a la que el joven incauto fue invitado por su seductor. Proverbios 7:14 No hay c�maras secretas, ni sugerencias e insinuaciones crepusculares: la amplia luz brilla sobre todo; hay una promesa de alegr�a social; parece que ser�n bienaventurados los que se sienten juntos en esta junta.

Y ahora la hermosa due�a del palacio ha enviado a sus doncellas a los caminos p�blicos de la ciudad: de ellos es una obra de gracia; no deben reprender con agrias y censuradoras reprimendas, sino que deben invitar con ganada amabilidad; deben ofrecer esta comida poco com�n, que ya est� lista, a todos aquellos que est�n dispuestos a reconocer su necesidad. "Venid, comed de mi pan y bebed del vino que he mezclado". Proverbios 9:5

Fuimos llevados a preguntar en el �ltimo cap�tulo hasta qu� punto nuestro Se�or se identific� con la Sabidur�a hipost�tica que estaba hablando all�, y nos quedamos con algunas dudas sobre si �l alguna vez admiti� conscientemente la identidad; pero no cabe duda de que este pasaje estaba ante Su mente cuando habl� Su par�bola de la Fiesta de Bodas. Y la conexi�n es a�n m�s evidente cuando miramos la versi�n griega de la LXX, y notamos que la cl�usula "envi� a sus siervos" es precisamente la misma en Proverbios 9:3 y en Mateo 22:3 .

Aqu�, en todo caso, Jes�s, que se describe a s� mismo como "cierto rey", ocupa definitivamente el lugar de la antigua Sabidur�a en el libro de Proverbios, y el lenguaje que en este pasaje emplea �l, como veremos, en muchos detalles leves hicieron suyos.

S�, nuestro Se�or, la Sabidur�a Encarnada, tiene gloriosas ideas de hospitalidad; Mantiene la casa abierta; Su prop�sito es llamar a la humanidad a una gran fiesta; se prepara el "pan y el vino"; el sacrificio que proporciona la carne es inmolado. Sus mensajeros no son comisionados con una proclama l�gubre o condenatoria, sino con buenas nuevas que han de publicar en los lugares altos. Su palabra es siempre: Ven.

Su deseo es que los hombres vivan, y por eso los llama al camino del entendimiento. Proverbios 9:6 Si un hombre carece de sabidur�a, si reconoce su ignorancia, su fragilidad, su necedad, si en todo caso es lo bastante sabio para saber que es necio, lo bastante bien para saber que est� enfermo, lo bastante justo para saber que es pecador, que se acerque a esta noble mansi�n con su fest�n se�orial. Aqu� hay pan que en verdad es carne; aqu� est� el vino que da vida, el fruto de la vid que Dios plant�.

Pero ahora debemos notar que la invitaci�n de la Sabidur�a est� dirigida solo a los sencillos, no al despreciador. Proverbios 9:7 Deja pasar al escarnecedor, porque una palabra dirigida a �l s�lo retroceder� avergonzada de s� misma, enrojecer� su rostro de reina, y aumentar� la maldad del escarnecedor al aumentar su odio hacia ella.

Su reproche no lo beneficiar�a, pero la manchar�a, la exhibir�a como ineficaz e indefensa. Las palabras amargas de un escarnecedor pueden hacer parecer tonta la sabidur�a y cubrir la virtud con una confusi�n que s�lo deber�a pertenecer al vicio. "No hables a o�dos del necio, porque despreciar� la sabidur�a de tus palabras". Proverbios 23:9 En verdad, no hay car�cter tan desesperado como el del escarnecedor; procede de �l, por as� decirlo, una r�faga feroz, que destruye todas las aproximaciones que le hace el bien.

La reprensi�n no puede acercarse a �l; Proverbios 13:1 no puede encontrar sabidur�a aunque la busque; Proverbios 14:6 y, de hecho, nunca lo busca. Proverbios 15:12 Si uno intenta castigarlo, s�lo puede ser con la esperanza de que otros se beneficien con el ejemplo; no tendr� ning�n efecto sobre �l.

Proverbios 19:25 Deshacerse de �l debe ser el deseo de todo sabio, porque es abominaci�n para todos, Proverbios 24:9 y con su partida desaparece la contienda. Proverbios 22:10 Los que se burlan de las cosas santas y desprecian el Poder Divino, deben ser abandonados a s� mismos hasta que aparezcan en ellos los principios de la sabidur�a: el primer sentimiento de temor de que haya un Dios del que nadie puede burlarse, el primer reconocimiento. que hay una santidad que har�an bien en reverenciar en todo caso.

Debe haber un poco de sabidur�a en el coraz�n antes de que un hombre pueda entrar al Palacio de la Sabidur�a; debe haber una humillaci�n, una desconfianza en s� mismo, un recelo t�mido antes de que el escarnecedor preste atenci�n a su invitaci�n.

Hay un eco de esta solemne verdad en m�s de un dicho del Se�or. �l tambi�n advirti� a sus disc�pulos que no arrojaran sus perlas a los cerdos, no sea que pisoteen las perlas bajo sus pies y se vuelvan para desgarrar a los que fueron lo suficientemente necios como para ofrecerles tal tesoro. Mateo 7:6 hombres se les debe ense�ar a menudo en la severa escuela de la Experiencia, antes de que puedan matricularse en la razonable escuela de la Sabidur�a.

No es bueno dar lo sagrado a los perros, ni mostrar las santidades de la religi�n a aquellos que solo los avergonzar�n abiertamente. Cuando seguimos nuestro propio camino en lugar del del Se�or, e insistimos en ofrecer los tesoros del reino a los burladores, no actuamos de acuerdo con los dictados de la Sabidur�a, obtenemos una mancha por esa bondad que ofrecemos tan precipitadamente, y con frecuencia son alquilados innecesariamente por aquellos a quienes quer�amos salvar.

Es evidente que este es s�lo un lado de la verdad, y nuestro Se�or present� con igual plenitud el otro lado; de �l aprendimos c�mo el mismo escarnecedor, al que no se puede ganar con la reprensi�n, a veces se puede ganar con el amor; pero nuestro Se�or pens� que val�a la pena declarar este lado de la verdad, y hasta ahora hacer suyo esta expresi�n de la antigua Sabidur�a.

De nuevo, cu�n constantemente insisti� en el hecho misterioso de que al que tiene se le dar�, y al que no tiene, lo que tiene, precisamente en el esp�ritu de este dicho: "Instruye al sabio, y �l ser� a�n m�s sabio: ense�a al justo, y su conocimiento aumentar� ". La entrada al reino, como a la casa de la Sabidur�a, es por humildad. A menos que un hombre se vuelva y se convierta en un ni�o peque�o, no puede entrar.

La sabidur�a s�lo es justificada por sus hijos: hasta que el coraz�n no es humilde, ni siquiera puede comenzar a ser sabio; aunque parezca poseer mucho, todo debe ser quitado y debe hacerse un nuevo comienzo, ese comienzo que se encuentra en el temor del Se�or y en el conocimiento del Santo. Proverbios 9:10

Las palabras finales de la invitaci�n de la Sabidur�a son totalmente apropiadas en los labios de Jes�s y, de hecho, s�lo en Sus labios podr�an aceptarse en su m�s pleno significado. Hay un sentido limitado en el que toda sabidur�a favorece la longevidad, como vimos en el cap�tulo 3, pero tambi�n es una observaci�n obvia que los sabios perecen como los necios; un evento les sucede a ambos, y parece que no hay diferencia.

Pero la Sabidur�a Encarnada, Jesucristo, pudo decir con amplia literalidad: "Por m� se multiplicar�n tus d�as, y se aumentar�n los a�os de tu vida". Con �l se ensanch� el panorama; Pod�a hablar de una nueva vida, de criar hombres en el �ltimo d�a; Podr�a dar por primera vez una soluci�n a ese enigma constante que ha desconcertado a los hombres desde el principio: �C�mo es que la Sabidur�a promete la vida y, sin embargo, a menudo exige que sus hijos mueran? �C�mo es posible que los mejores y m�s sabios hayan elegido a menudo la muerte y, por lo tanto, aparentemente hayan robado al mundo su bondad y su sabidur�a? Podr�a dar la respuesta en la gloriosa verdad de la Resurrecci�n; y as�, al llamar a los hombres a morir por �l, como suele hacer �l, puede en el mismo momento de su muerte decirles con plenitud de significado: "

Y entonces, �cu�n enteramente en armon�a con todas sus ense�anzas est� el enfatizar al m�ximo la elecci�n individual y la responsabilidad individual? "Si eres sabio, eres sabio por ti mismo; y si te burlas, solo t� lo soportar�s". No puede haber progreso, ni siquiera comienzo, en la vida espiritual, hasta que se comprenda esta actitud de aislamiento personal. Es el �ltimo resultado de la verdadera religi�n que vivimos en los dem�s; pero es lo primero que vivimos en nosotros mismos: y hasta que no hayamos aprendido a vivir en nosotros mismos, no serviremos de nada vivir en los dem�s.

Hasta que se trate con el alma individual, hasta que haya entendido las demandas que se le hagan y las haya satisfecho, no est� en posici�n de ocupar el lugar que le corresponde como piedra viva en el templo de Dios, o como miembro vivo. en el cuerpo de Cristo. S�, comprendan esta certeza escrutadora de la Sabidur�a, digamos, m�s bien, de Cristo: si son como las v�rgenes prudentes de la par�bola, es para su propio bien eterno, entrar�n en el sal�n con el Esposo; pero si sois como las v�rgenes insensatas, ninguna sabidur�a de las sabias podr� aprovecharos, ninguna luz vicaria servir� para vuestras l�mparas; para ti debe haber la humillaci�n personal y el dolor del "No te conozco" del Se�or.

Si con desde�osa indiferencia hacia su alta confianza como siervo del Maestro oculta su talento y justifica su conducta ante s� mismo alegando que el Maestro es un hombre duro, ese desprecio debe recaer sobre su propia cabeza; tan lejos de la riqueza agrandada de los dem�s que vienen a suplir tus deficiencias, la bagatela mal usada que a�n retienes te ser� quitada y entregada a ellos. Los hombres a veces han favorecido la noci�n de que es posible pasar una vida de indiferencia desde�osa hacia Dios y todos sus santos mandamientos, una vida de ego�smo arrogante y amargo desprecio por todas sus otras criaturas, y sin embargo, encontrarse al final por completo. purgados del desprecio y en igualdad de condiciones con todos los corazones piadosos y humildes; pero contra esta noci�n la Sabidur�a exclama en voz alta; es la noci�n de locura, y tan lejos de redimir la locura, es la peor condenaci�n de la Locura: porque seguramente la Conciencia y la Raz�n, el coraz�n y la cabeza, podr�an decirnos que es falsa; y todo lo que es m�s cuerdo y sabio en nosotros concuerda en la certeza directa y sencilla: "Si te burlas, solo t� lo soportar�s".

Tal es la invitaci�n y tal la advertencia de la Sabidur�a; tal es la invitaci�n y tal la advertencia de Cristo. Dejad, simples, y vivid. Despu�s de todo, la mayor�a de nosotros no somos burladores, sino muy tontos, f�cilmente deslumbrados con luces falsas, f�cilmente enga�ados con expresiones suaves que coinciden con nuestros propios prejuicios ignorantes, f�cilmente seducidos por caminos secundarios que en momentos tranquilos reconocemos f�cilmente. ser pecador y da�ino. Los burladores son pocos; los simples son muchos. Aqu� est� esta voz graciosa que apela a los sencillos y con una generosa generosidad los invita a la fiesta de la Sabidur�a.

Al final del vers�culo 12 ( Proverbios 9:12 ), la LXX da una adici�n muy interesante, que probablemente fue traducida de un original hebreo. Parece haber estado ante la mente de nuestro Se�or cuando hizo la descripci�n del esp�ritu inmundo caminando por lugares sin agua, buscando descanso y no encontrando nada. Mateo 12:43El pasaje es una delineaci�n figurativa de los males que resultan de hacer de la farsa y la falta de sinceridad el sustento de la vida, en lugar de la seguridad infalible y la fuerza disponible de la sabidur�a; puede traducirse as�: "El que hace de la falsedad su apoyo, pastorea los vientos, y se encontrar� persiguiendo p�jaros en vuelo; porque significa dejar los senderos de su propia vi�a y vagar por los l�mites de su propia agricultura; significa andando por un desierto �rido, sobre la tierra que es la porci�n de los sedientos, recoge en sus manos la inutilidad.

"�Qu� contraste con los espaciosos salones y la abundante comida de la Sabidur�a! Una vida basada en verdades eternas puede parecer por el momento fr�a y desolada, pero est� fundada sobre una roca, y no sobre una roca est�ril, porque env�a en a su debido tiempo ma�z, vino y aceite. Los ni�os de esa casa tienen pan suficiente y de sobra. Pero cuando un hombre prefiere la fantas�a a la realidad, y sigue lo aparentemente agradable, en lugar de lo realmente bueno, �qu� apret�n de vientos! �Qu� persecuci�n de los p�jaros de la alegr�a que se desvanecen r�pidamente! Los caminos sanos, fruct�feros, sensibles al trabajo, quedan muy atr�s; y aqu� pronto est� el desierto real, sin una gota de agua para refrescar los labios, o un solo fruto de la tierra que un hombre puede comer.

El alma enga�ada consume sus bienes con rameras, y recoge el viento. Los caminos del vicio son terribles; producen una sed que no pueden saciar; y llenan la imaginaci�n de tortuosas im�genes de bienestar que se alejan cada vez m�s de la realidad a cada paso que damos. La sabidur�a nos invita a hacer de la verdad nuestra estancia, porque despu�s de todo la Verdad es el Camino y la Vida, y no hay otro camino, ninguna otra vida.

Y ahora viene la breve imagen de cierre de Locura, a la que nuevamente la LXX le da una breve adici�n. La locura es ruidosa, hueca como sus v�ctimas, a las que invita a s� misma, no como la Sabidur�a las invita, a dejar de lado su sencillez, sino m�s bien como gustar, para que su ignorancia se confirme en vicio y su sencillez en brutalidad. . Ha tenido la desfachatez de construir su casa en el lugar m�s prominente y sublime de la ciudad, donde por buen derecho s�lo debe habitar la Sabidur�a.

Sus encantos est�n especialmente dirigidos a aquellos que parecen seguir adelante de forma sana, como si ella encontrara su principal placer, no en complacer a los viciosos, sino en convertir a los viciosos en inocentes. Sus encantos son: bastante pobre y vulgar; vista a la amplia luz del sol, y con el aire saludable a su alrededor, ser�a repugnante a toda naturaleza incorrupta; su voz clamorosa sonar�a estridente y su frente desvergonzada crear�a un rubor de verg�enza en los dem�s; por tanto, naturalmente busca arrojarse un velo sobre s� misma y un glamour sobre sus propuestas; ella sugiere que el secreto y la ilicitud dar�n encanto a lo que en s� mismo es un lamentable deleite.

Es clandestino, por lo tanto, es dulce; est� prohibido, por lo tanto, debe ser agradable. �Podr�a haber algo m�s sofisticado? Lo que debe su atracci�n a las sombras de la noche, obviamente, debe ser intr�nsecamente poco atractivo. Es un argumento apto solo para las sombras de los perdidos, y no para aquellos que respiran el aire dulce y contemplan el sol. De hecho, su casa est� embrujada por fantasmas, y cuando un hombre entra en su portal, ya tiene el pie en el infierno.

Bien puede la LXX agregar la vehemente advertencia, "Salta de sus garras; no te demores en el lugar; no dejes que ella tenga tu nombre, porque t� atravesar�s aguas ajenas; de aguas ajenas mantente apartado, de fuentes ajenas no bebas, para que vivas mucho y aumentes tus a�os de vida ".

Y ahora, antes de dejar este tema, debemos comentar brevemente el gran cambio y avance que Cristo ha tra�do a nuestro pensamiento sobre la relaci�n entre los dos sexos. Este Libro de la Sabidur�a es una hermosa ilustraci�n del desprecio con que los sabios de Israel ten�an a la mujer. Uno supondr�a que ella es la tentadora y el hombre la v�ctima. La maestra nunca sue�a con dar un paso atr�s y preguntar de qui�n fue la culpa de que la tentadora cayera en sus viciosos caminos.

No toma nota del hecho de que las mujeres se descarr�an primero antes que a otras. Tampoco le interesa preguntar c�mo los hombres de su tiempo arruinaron a sus mujeres neg�ndoles todo entrenamiento mental, todo inter�s y ocupaci�n saludables, encerr�ndolas en la atm�sfera corrupta del serrallo y ense��ndoles a considerar la esfera dom�stica, y eso s�lo en su sentido m�s estricto, como el l�mite propio de su pensamiento y afecto.

Estaba reservado para el Gran Maestro, la Sabidur�a Encarnada misma, reparar esta injusticia secular hacia la mujer, mostrando con severidad a los hombres el espejo de la verdad en el que podr�an ver sus propios corazones culpables. Le estaba reservado tocar la conciencia de una mujer de ciudad que era pecadora, y llevarla de sus caminos clamorosos y seductores a la dulzura de las l�grimas penitenciales y al amor arrebatado que enciende el perd�n.

Es �l, y no la antigua Sabidur�a, quien ha convertido la corriente de los pensamientos de los hombres en formas m�s justas y amables sobre esta gran cuesti�n. Y as� es como el gran poeta cristiano representa al arc�ngel corrigiendo el juicio defectuoso del hombre. Adam, hablando con la indignaci�n virtuosa habitual del sexo m�s fuerte en la contemplaci�n de la visi�n suave de las mujeres fr�giles que se le presentan a los ojos, dice:

"Oh l�stima y verg�enza, que ellos, que vivir bien

Entr� tan justo, deber�a desviarse para pisar

�Caminos indirectos, o a medio camino d�biles!

Pero a�n veo el tenor de la aflicci�n del hombre

Aguanta lo mismo, de mujer para empezar ".

La correcci�n es la correcci�n de Cristo, aunque Miguel es el orador:

"De la flojedad afeminada del hombre comienza", dijo el �ngel, "qui�n deber�a ocupar mejor su lugar, mediante la sabidur�a y los dones superiores recibidos".

Nuestro Se�or no dibuja cuadros como estos en el libro de proverbios; tienen su valor; es necesario advertir a los j�venes contra las seducciones que los vicios de otros hombres han creado en la forma de la mujer; pero prefiere ir siempre a la ra�z del asunto; Habla a los hombres mismos; Les pide que refrenen el ojo errante y mantengan puras las fuentes del coraz�n. A esa Sabidur�a censuradora que juzga sin ninguna percepci�n de que se peca m�s contra la mujer que pecando, �l se opondr�a a Su severo mandato de deshacerse de la viga en el propio ojo, antes de intentar quitar la paja del ojo de otro.

De esta manera, �l, en tantos campos variados de pensamiento y acci�n, ha convertido una verdad a medias en una verdad completa al profundizar un poco m�s y desvelar los secretos del coraz�n; y de esta manera nos ha capacitado para usar la verdad a medias, poni�ndola en su correcta relaci�n con el todo.

CAP�TULO 10

DOS VOCES EN LOS LUGARES ALTOS DE LA CIUDAD

Proverbios 9:1 , Proverbios 20:14 con Proberbs 3 y Proverbios 20:16 con Proverbios 4:1

DESPU�S del prolongado contraste entre la mujer viciosa y Sabidur�a en los cap�tulos 7 y 8, la introducci�n del libro se cierra con una peque�a imagen que pretende repetir y resumir todo lo anterior. Es una perorata, simple, gr�fica y hermosa.

Existe una especie de competencia entre Sabidur�a y Locura, entre Justicia y Pecado, entre Virtud y Vicio; y los encantos de los dos est�n dispuestos en un paralelismo intencional; el colorido y la disposici�n son de tal clase que resulta incre�ble c�mo cualquier persona sensata, o incluso el mismo simple, podr�a vacilar por un momento entre la forma noble de la Sabidur�a y las atracciones meritorias de la Locura.

Las dos voces se escuchan en los lugares altos de la ciudad; cada uno de ellos invita a los transe�ntes, especialmente a los sencillos y poco sofisticados: uno a su hermoso palacio, el otro a su casa inmunda y mort�fera. Las palabras de su invitaci�n son muy parecidas: "Quien es sencillo, que entre ac�: en cuanto al falto de entendimiento, ella le dice:" �Pero cu�n diferente es la carga de los dos mensajes! La sabidur�a ofrece vida, pero guarda silencio sobre el disfrute; La locura ofrece placer, pero no dice nada de la muerte que seguramente sobreviene.

En primer lugar, prestaremos atenci�n al Palacio de la Sabidur�a y las voces que emanan de �l, y luego notaremos por �ltima vez las caracter�sticas y las artes de Mistress Folly.

El Palacio de la Sabidur�a es muy atractivo; bien construido y bien amueblado, suena con los sonidos de la hospitalidad; y, con sus columnatas abiertas, parece invitar a todos los transe�ntes a entrar como invitados. Est� erigido sobre siete pilares de m�rmol bien labrados, en forma cuadrangular, con el lado de entrada abierto de par en par. No se trata de una tienda m�vil ni de una choza tambaleante, sino de una mansi�n eterna, a la que no le falta nada de estabilidad, integridad o belleza.

A trav�s de los portales espaciosos se ve el gran patio, en el que aparecen los preparativos para una fiesta perpetua. Las bestias se matan y se visten: el vino se posa en jarras altas listas para beber; las mesas se extienden y se engalanan. Todo es abierto, generoso, amplio, en contraste con esa cena privada imp�a a la que el joven incauto fue invitado por su seductor. Proverbios 7:14 No hay c�maras secretas, ni sugerencias e insinuaciones crepusculares: la amplia luz brilla sobre todo; hay una promesa de alegr�a social; parece que ser�n bienaventurados los que se sienten juntos en esta junta.

Y ahora la hermosa due�a del palacio ha enviado a sus doncellas a los caminos p�blicos de la ciudad: de ellos es una obra de gracia; no deben reprender con agrias y censuradoras reprimendas, sino que deben invitar con ganada amabilidad; deben ofrecer esta comida poco com�n, que ya est� lista, a todos aquellos que est�n dispuestos a reconocer su necesidad. "Venid, comed de mi pan y bebed del vino que he mezclado". Proverbios 9:5

Fuimos llevados a preguntar en el �ltimo cap�tulo hasta qu� punto nuestro Se�or se identific� con la Sabidur�a hipost�tica que estaba hablando all�, y nos quedamos con algunas dudas sobre si �l alguna vez admiti� conscientemente la identidad; pero no cabe duda de que este pasaje estaba ante Su mente cuando habl� Su par�bola de la Fiesta de Bodas. Y la conexi�n es a�n m�s evidente cuando miramos la versi�n griega de la LXX, y notamos que la cl�usula "envi� a sus siervos" es precisamente la misma en Proverbios 9:3 y en Mateo 22:3 .

Aqu�, en todo caso, Jes�s, que se describe a s� mismo como "cierto rey", ocupa definitivamente el lugar de la antigua Sabidur�a en el libro de Proverbios, y el lenguaje que en este pasaje emplea �l, como veremos, en muchos detalles leves hicieron suyos.

S�, nuestro Se�or, la Sabidur�a Encarnada, tiene gloriosas ideas de hospitalidad; Mantiene la casa abierta; Su prop�sito es llamar a la humanidad a una gran fiesta; se prepara el "pan y el vino"; el sacrificio que proporciona la carne es inmolado. Sus mensajeros no son comisionados con una proclama l�gubre o condenatoria, sino con buenas nuevas que han de publicar en los lugares altos. Su palabra es siempre: Ven.

Su deseo es que los hombres vivan, y por eso los llama al camino del entendimiento. Proverbios 9:6 Si un hombre carece de sabidur�a, si reconoce su ignorancia, su fragilidad, su necedad, si en todo caso es lo bastante sabio para saber que es necio, lo bastante bien para saber que est� enfermo, lo bastante justo para saber que es pecador, que se acerque a esta noble mansi�n con su fest�n se�orial. Aqu� hay pan que en verdad es carne; aqu� est� el vino que da vida, el fruto de la vid que Dios plant�.

Pero ahora debemos notar que la invitaci�n de la Sabidur�a est� dirigida solo a los sencillos, no al despreciador. Proverbios 9:7 Deja pasar al escarnecedor, porque una palabra dirigida a �l s�lo retroceder� avergonzada de s� misma, enrojecer� su rostro de reina, y aumentar� la maldad del escarnecedor al aumentar su odio hacia ella.

Su reproche no lo beneficiar�a, pero la manchar�a, la exhibir�a como ineficaz e indefensa. Las palabras amargas de un escarnecedor pueden hacer parecer tonta la sabidur�a y cubrir la virtud con una confusi�n que s�lo deber�a pertenecer al vicio. "No hables a o�dos del necio, porque despreciar� la sabidur�a de tus palabras". Proverbios 23:9 En verdad, no hay car�cter tan desesperado como el del escarnecedor; procede de �l, por as� decirlo, una r�faga feroz, que destruye todas las aproximaciones que le hace el bien.

La reprensi�n no puede acercarse a �l; Proverbios 13:1 no puede encontrar sabidur�a aunque la busque; Proverbios 14:6 y, de hecho, nunca lo busca. Proverbios 15:12 Si uno intenta castigarlo, s�lo puede ser con la esperanza de que otros se beneficien con el ejemplo; no tendr� ning�n efecto sobre �l.

Proverbios 19:25 Deshacerse de �l debe ser el deseo de todo sabio, porque es abominaci�n para todos, Proverbios 24:9 y con su partida desaparece la contienda. Proverbios 22:10 Los que se burlan de las cosas santas y desprecian el Poder Divino, deben ser abandonados a s� mismos hasta que aparezcan en ellos los principios de la sabidur�a: el primer sentimiento de temor de que haya un Dios del que nadie puede burlarse, el primer reconocimiento. que hay una santidad que har�an bien en reverenciar en todo caso.

Debe haber un poco de sabidur�a en el coraz�n antes de que un hombre pueda entrar al Palacio de la Sabidur�a; debe haber una humillaci�n, una desconfianza en s� mismo, un recelo t�mido antes de que el escarnecedor preste atenci�n a su invitaci�n.

Hay un eco de esta solemne verdad en m�s de un dicho del Se�or. �l tambi�n advirti� a sus disc�pulos que no arrojaran sus perlas a los cerdos, no sea que pisoteen las perlas bajo sus pies y se vuelvan para desgarrar a los que fueron lo suficientemente necios como para ofrecerles tal tesoro. Mateo 7:6 hombres se les debe ense�ar a menudo en la severa escuela de la Experiencia, antes de que puedan matricularse en la razonable escuela de la Sabidur�a.

No es bueno dar lo sagrado a los perros, ni mostrar las santidades de la religi�n a aquellos que solo los avergonzar�n abiertamente. Cuando seguimos nuestro propio camino en lugar del del Se�or, e insistimos en ofrecer los tesoros del reino a los burladores, no actuamos de acuerdo con los dictados de la Sabidur�a, obtenemos una mancha por esa bondad que ofrecemos tan precipitadamente, y con frecuencia son alquilados innecesariamente por aquellos a quienes quer�amos salvar.

Es evidente que este es s�lo un lado de la verdad, y nuestro Se�or present� con igual plenitud el otro lado; de �l aprendimos c�mo el mismo escarnecedor, al que no se puede ganar con la reprensi�n, a veces se puede ganar con el amor; pero nuestro Se�or pens� que val�a la pena declarar este lado de la verdad, y hasta ahora hacer suyo esta expresi�n de la antigua Sabidur�a.

De nuevo, cu�n constantemente insisti� en el hecho misterioso de que al que tiene se le dar�, y al que no tiene, lo que tiene, precisamente en el esp�ritu de este dicho: "Instruye al sabio, y �l ser� a�n m�s sabio: ense�a al justo, y su conocimiento aumentar� ". La entrada al reino, como a la casa de la Sabidur�a, es por humildad. A menos que un hombre se vuelva y se convierta en un ni�o peque�o, no puede entrar.

La sabidur�a s�lo es justificada por sus hijos: hasta que el coraz�n no es humilde, ni siquiera puede comenzar a ser sabio; aunque parezca poseer mucho, todo debe ser quitado y debe hacerse un nuevo comienzo, ese comienzo que se encuentra en el temor del Se�or y en el conocimiento del Santo. Proverbios 9:10

Las palabras finales de la invitaci�n de la Sabidur�a son totalmente apropiadas en los labios de Jes�s y, de hecho, s�lo en Sus labios podr�an aceptarse en su m�s pleno significado. Hay un sentido limitado en el que toda sabidur�a favorece la longevidad, como vimos en el cap�tulo 3, pero tambi�n es una observaci�n obvia que los sabios perecen como los necios; un evento les sucede a ambos, y parece que no hay diferencia.

Pero la Sabidur�a Encarnada, Jesucristo, pudo decir con amplia literalidad: "Por m� se multiplicar�n tus d�as, y se aumentar�n los a�os de tu vida". Con �l se ensanch� el panorama; Pod�a hablar de una nueva vida, de criar hombres en el �ltimo d�a; Podr�a dar por primera vez una soluci�n a ese enigma constante que ha desconcertado a los hombres desde el principio: �C�mo es que la Sabidur�a promete la vida y, sin embargo, a menudo exige que sus hijos mueran? �C�mo es posible que los mejores y m�s sabios hayan elegido a menudo la muerte y, por lo tanto, aparentemente hayan robado al mundo su bondad y su sabidur�a? Podr�a dar la respuesta en la gloriosa verdad de la Resurrecci�n; y as�, al llamar a los hombres a morir por �l, como suele hacer �l, puede en el mismo momento de su muerte decirles con plenitud de significado: "

Y entonces, �cu�n enteramente en armon�a con todas sus ense�anzas est� el enfatizar al m�ximo la elecci�n individual y la responsabilidad individual? "Si eres sabio, eres sabio por ti mismo; y si te burlas, solo t� lo soportar�s". No puede haber progreso, ni siquiera comienzo, en la vida espiritual, hasta que se comprenda esta actitud de aislamiento personal. Es el �ltimo resultado de la verdadera religi�n que vivimos en los dem�s; pero es lo primero que vivimos en nosotros mismos: y hasta que no hayamos aprendido a vivir en nosotros mismos, no serviremos de nada vivir en los dem�s.

Hasta que se trate con el alma individual, hasta que haya entendido las demandas que se le hagan y las haya satisfecho, no est� en posici�n de ocupar el lugar que le corresponde como piedra viva en el templo de Dios, o como miembro vivo. en el cuerpo de Cristo. S�, comprendan esta certeza escrutadora de la Sabidur�a, digamos, m�s bien, de Cristo: si son como las v�rgenes prudentes de la par�bola, es para su propio bien eterno, entrar�n en el sal�n con el Esposo; pero si sois como las v�rgenes insensatas, ninguna sabidur�a de las sabias podr� aprovecharos, ninguna luz vicaria servir� para vuestras l�mparas; para ti debe haber la humillaci�n personal y el dolor del "No te conozco" del Se�or.

Si con desde�osa indiferencia hacia su alta confianza como siervo del Maestro oculta su talento y justifica su conducta ante s� mismo alegando que el Maestro es un hombre duro, ese desprecio debe recaer sobre su propia cabeza; tan lejos de la riqueza agrandada de los dem�s que vienen a suplir tus deficiencias, la bagatela mal usada que a�n retienes te ser� quitada y entregada a ellos. Los hombres a veces han favorecido la noci�n de que es posible pasar una vida de indiferencia desde�osa hacia Dios y todos sus santos mandamientos, una vida de ego�smo arrogante y amargo desprecio por todas sus otras criaturas, y sin embargo, encontrarse al final por completo. purgados del desprecio y en igualdad de condiciones con todos los corazones piadosos y humildes; pero contra esta noci�n la Sabidur�a exclama en voz alta; es la noci�n de locura, y tan lejos de redimir la locura, es la peor condenaci�n de la Locura: porque seguramente la Conciencia y la Raz�n, el coraz�n y la cabeza, podr�an decirnos que es falsa; y todo lo que es m�s cuerdo y sabio en nosotros concuerda en la certeza directa y sencilla: "Si te burlas, solo t� lo soportar�s".

Tal es la invitaci�n y tal la advertencia de la Sabidur�a; tal es la invitaci�n y tal la advertencia de Cristo. Dejad, simples, y vivid. Despu�s de todo, la mayor�a de nosotros no somos burladores, sino muy tontos, f�cilmente deslumbrados con luces falsas, f�cilmente enga�ados con expresiones suaves que coinciden con nuestros propios prejuicios ignorantes, f�cilmente seducidos por caminos secundarios que en momentos tranquilos reconocemos f�cilmente. ser pecador y da�ino. Los burladores son pocos; los simples son muchos. Aqu� est� esta voz graciosa que apela a los sencillos y con una generosa generosidad los invita a la fiesta de la Sabidur�a.

Al final del vers�culo 12 ( Proverbios 9:12 ), la LXX da una adici�n muy interesante, que probablemente fue traducida de un original hebreo. Parece haber estado ante la mente de nuestro Se�or cuando hizo la descripci�n del esp�ritu inmundo caminando por lugares sin agua, buscando descanso y no encontrando nada. Mateo 12:43El pasaje es una delineaci�n figurativa de los males que resultan de hacer de la farsa y la falta de sinceridad el sustento de la vida, en lugar de la seguridad infalible y la fuerza disponible de la sabidur�a; puede traducirse as�: "El que hace de la falsedad su apoyo, pastorea los vientos, y se encontrar� persiguiendo p�jaros en vuelo; porque significa dejar los senderos de su propia vi�a y vagar por los l�mites de su propia agricultura; significa andando por un desierto �rido, sobre la tierra que es la porci�n de los sedientos, recoge en sus manos la inutilidad.

"�Qu� contraste con los espaciosos salones y la abundante comida de la Sabidur�a! Una vida basada en verdades eternas puede parecer por el momento fr�a y desolada, pero est� fundada sobre una roca, y no sobre una roca est�ril, porque env�a en a su debido tiempo ma�z, vino y aceite. Los ni�os de esa casa tienen pan suficiente y de sobra. Pero cuando un hombre prefiere la fantas�a a la realidad, y sigue lo aparentemente agradable, en lugar de lo realmente bueno, �qu� apret�n de vientos! �Qu� persecuci�n de los p�jaros de la alegr�a que se desvanecen r�pidamente! Los caminos sanos, fruct�feros, sensibles al trabajo, quedan muy atr�s; y aqu� pronto est� el desierto real, sin una gota de agua para refrescar los labios, o un solo fruto de la tierra que un hombre puede comer.

El alma enga�ada consume sus bienes con rameras, y recoge el viento. Los caminos del vicio son terribles; producen una sed que no pueden saciar; y llenan la imaginaci�n de tortuosas im�genes de bienestar que se alejan cada vez m�s de la realidad a cada paso que damos. La sabidur�a nos invita a hacer de la verdad nuestra estancia, porque despu�s de todo la Verdad es el Camino y la Vida, y no hay otro camino, ninguna otra vida.

Y ahora viene la breve imagen de cierre de Locura, a la que nuevamente la LXX le da una breve adici�n. La locura es ruidosa, hueca como sus v�ctimas, a las que invita a s� misma, no como la Sabidur�a las invita, a dejar de lado su sencillez, sino m�s bien como gustar, para que su ignorancia se confirme en vicio y su sencillez en brutalidad. . Ha tenido la desfachatez de construir su casa en el lugar m�s prominente y sublime de la ciudad, donde por buen derecho s�lo debe habitar la Sabidur�a.

Sus encantos est�n especialmente dirigidos a aquellos que parecen seguir adelante de forma sana, como si ella encontrara su principal placer, no en complacer a los viciosos, sino en convertir a los viciosos en inocentes. Sus encantos son: bastante pobre y vulgar; vista a la amplia luz del sol, y con el aire saludable a su alrededor, ser�a repugnante a toda naturaleza incorrupta; su voz clamorosa sonar�a estridente y su frente desvergonzada crear�a un rubor de verg�enza en los dem�s; por tanto, naturalmente busca arrojarse un velo sobre s� misma y un glamour sobre sus propuestas; ella sugiere que el secreto y la ilicitud dar�n encanto a lo que en s� mismo es un lamentable deleite.

Es clandestino, por lo tanto, es dulce; est� prohibido, por lo tanto, debe ser agradable. �Podr�a haber algo m�s sofisticado? Lo que debe su atracci�n a las sombras de la noche, obviamente, debe ser intr�nsecamente poco atractivo. Es un argumento apto solo para las sombras de los perdidos, y no para aquellos que respiran el aire dulce y contemplan el sol. De hecho, su casa est� embrujada por fantasmas, y cuando un hombre entra en su portal, ya tiene el pie en el infierno.

Bien puede la LXX agregar la vehemente advertencia, "Salta de sus garras; no te demores en el lugar; no dejes que ella tenga tu nombre, porque t� atravesar�s aguas ajenas; de aguas ajenas mantente apartado, de fuentes ajenas no bebas, para que vivas mucho y aumentes tus a�os de vida ".

Y ahora, antes de dejar este tema, debemos comentar brevemente el gran cambio y avance que Cristo ha tra�do a nuestro pensamiento sobre la relaci�n entre los dos sexos. Este Libro de la Sabidur�a es una hermosa ilustraci�n del desprecio con que los sabios de Israel ten�an a la mujer. Uno supondr�a que ella es la tentadora y el hombre la v�ctima. La maestra nunca sue�a con dar un paso atr�s y preguntar de qui�n fue la culpa de que la tentadora cayera en sus viciosos caminos.

No toma nota del hecho de que las mujeres se descarr�an primero antes que a otras. Tampoco le interesa preguntar c�mo los hombres de su tiempo arruinaron a sus mujeres neg�ndoles todo entrenamiento mental, todo inter�s y ocupaci�n saludables, encerr�ndolas en la atm�sfera corrupta del serrallo y ense��ndoles a considerar la esfera dom�stica, y eso s�lo en su sentido m�s estricto, como el l�mite propio de su pensamiento y afecto.

Estaba reservado para el Gran Maestro, la Sabidur�a Encarnada misma, reparar esta injusticia secular hacia la mujer, mostrando con severidad a los hombres el espejo de la verdad en el que podr�an ver sus propios corazones culpables. Le estaba reservado tocar la conciencia de una mujer de ciudad que era pecadora, y llevarla de sus caminos clamorosos y seductores a la dulzura de las l�grimas penitenciales y al amor arrebatado que enciende el perd�n.

Es �l, y no la antigua Sabidur�a, quien ha convertido la corriente de los pensamientos de los hombres en formas m�s justas y amables sobre esta gran cuesti�n. Y as� es como el gran poeta cristiano representa al arc�ngel corrigiendo el juicio defectuoso del hombre. Adam, hablando con la indignaci�n virtuosa habitual del sexo m�s fuerte en la contemplaci�n de la visi�n suave de las mujeres fr�giles que se le presentan a los ojos, dice:

"Oh l�stima y verg�enza, que ellos, que vivir bien

Entr� tan justo, deber�a desviarse para pisar

�Caminos indirectos, o a medio camino d�biles!

Pero a�n veo el tenor de la aflicci�n del hombre

Aguanta lo mismo, de mujer para empezar ".

La correcci�n es la correcci�n de Cristo, aunque Miguel es el orador:

"De la flojedad afeminada del hombre comienza", dijo el �ngel, "qui�n deber�a ocupar mejor su lugar, mediante la sabidur�a y los dones superiores recibidos".

Nuestro Se�or no dibuja cuadros como estos en el libro de proverbios; tienen su valor; es necesario advertir a los j�venes contra las seducciones que los vicios de otros hombres han creado en la forma de la mujer; pero prefiere ir siempre a la ra�z del asunto; Habla a los hombres mismos; Les pide que refrenen el ojo errante y mantengan puras las fuentes del coraz�n. A esa Sabidur�a censuradora que juzga sin ninguna percepci�n de que se peca m�s contra la mujer que pecando, �l se opondr�a a Su severo mandato de deshacerse de la viga en el propio ojo, antes de intentar quitar la paja del ojo de otro.

De esta manera, �l, en tantos campos variados de pensamiento y acci�n, ha convertido una verdad a medias en una verdad completa al profundizar un poco m�s y desvelar los secretos del coraz�n; y de esta manera nos ha capacitado para usar la verdad a medias, poni�ndola en su correcta relaci�n con el todo.

Versículos 23-33

CAPITULO 17

UN EQUILIBRIO JUSTO

"La balanza justa y la balanza son del Se�or; todos los pesos de la bolsa son obra suya" ( Proverbios 16:11

"La balanza falsa es una abominaci�n para el Se�or, pero un peso justo es su deleite". Proverbios 11:1

"Diversos pesos y diversas medidas, ambos por igual son una abominaci�n al Se�or" ( Proverbios 20:10

"La diversidad de pesos es una abominaci�n al Se�or, y una balanza falsa no es buena" ( Proverbios 20:23

El cap�tulo diecis�is se abre -y podemos anexarle el �ltimo vers�culo del cap�tulo 15.- con una serie de dichos que se agrupan sobre el principio de que el nombre del Se�or aparece en cada uno. No existe una conexi�n obvia entre los vers�culos sucesivos, y algunos de ellos ya se han mencionado en conferencias anteriores, pero valdr� la pena echar un vistazo a la serie en su conjunto.

La presencia del Se�or debe ser reconocida y reverenciada antes de que podamos progresar en sabidur�a, y en Su presencia debemos humillarnos antes de que podamos esperar alg�n honor. Proverbios 15:33 enteramente de �l; aunque nuestro coraz�n pueda hacer planes, no podemos pronunciar nada correctamente a menos que �l controle nuestra lengua.

Proverbios 16:1 Por muy satisfechos que estemos con nuestros propios caminos, por m�s convencidos que estemos de nuestra propia inocencia, �l pesa nuestro esp�ritu y, a menudo, encontrar� una culpa que nuestra presunci�n ignora, una impureza que nuestra vanidad esconder�a. Proverbios 16:2 Deber�amos hacer bien, por tanto, en encomendarle todas nuestras obras, para que �l revise y corrija nuestros prop�sitos y establezca los que son buenos.

Proverbios 16:3 No podemos pensar demasiado en Su sabidur�a y conocimiento que todo lo incluye; todo est� en sus manos y est� dise�ado para sus fines; incluso los malvados que se rebelan contra �l, hombres como Fara�n, Nabucodonosor, Judas, Elimas, deben en su inevitable castigo glorificar Su justicia y verdad. Proverbios 21:4 Porque el castigo es absolutamente seguro; los orgullosos son una abominaci�n para �l, y aunque se combinan para oponerse a Su voluntad y escapar del castigo, ser� en vano.

Proverbios 16:5 Por otra parte, donde �l ve misericordia y verdad, purificar� la iniquidad, y cuando los hombres le teman, se apartar�n del mal. Proverbios 16:6 Cuando su sonrisa est� sobre ellos y apruebe sus caminos, allanar� su camino, pacificar� a sus enemigos y alegrar� sus corazones.

Proverbios 16:7 �l los guiar�, incluso dirigir� sus pasos, de tal manera que sus propios consejos imperfectos se conviertan en un resultado feliz y exitoso. "El que conf�a en el Se�or, feliz es". Proverbios 26:20 En verdad, no podemos exagerar la minuciosa observaci�n del Se�or; ning�n detalle escapa a sus ojos, ning�n evento est� fuera de su control; incluso lo que generalmente se llama Chance no es m�s que otro nombre para Su direcci�n desconocida y sin marcar; la misma suerte, esa suerte que resuelve contiendas y separa a los fuertes en el regazo, en realidad la dispone �l Proverbios 16:33 mucho m�s, por lo tanto, son las transacciones deliberadas de comercio, esos sutiles lazos del nexo monetario que entrelazan de hombre a hombre y de naci�n a naci�n, bajo Su constante inspecci�n y un tema de Su m�s interesada preocupaci�n, "un justo equilibrio y escalas son los Del Se�or: todos los pesos de la bolsa son obra suya ".

Entonces, como parte de la actividad vigilante del Se�or y su conexi�n directa y detallada con todos los asuntos de la vida humana, �l est� interesado en nuestros negocios y comercio. Podemos notar de inmediato que esto es muy caracter�stico de la religi�n del Antiguo Testamento. En la Ley Deuteron�mica estaba escrito: "No tendr�s en tu bolsa diversas pesas, ni grande ni peque�a. No tendr�s en tu casa diversas medidas, grande y peque�a.

Tendr�s un peso perfecto y justo; una medida perfecta y justa tendr�s, para que tus d�as se alarguen en la tierra que Jehov� tu Dios te da. Porque todos los que hacen tales cosas, incluso todos los que hacen injusticia, son abominaci�n a Jehov� tu Dios. " Deuteronomio 26:13 Nuevamente, en la Ley Lev�tica encontramos:" No har�is injusticia en el juicio, en m�trica. yarda, en peso o en medida.

Justas balanzas, justas pesas, un efa justo y un hin justo tendr�is: Yo soy el Se�or vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto ". Lev�tico 19:33 ; Lev�tico 19:36

Al israelita se le anim� a pensar que todo el trabajo que realizaba estaba ordenado por su Dios y, por lo tanto, bajo la observaci�n de �l. "No odies el trabajo laborioso, ni la agricultura que el Alt�simo ha ordenado", dice el Eclesi�stico. Sir 7:15 Y hay un pasaje sorprendente en Isa�as donde las operaciones de la agricultura se describen en detalle, y todas se atribuyen a Dios, quien instruye correctamente al labrador y le ense�a.

Todo proviene del "Se�or de los ej�rcitos, que es maravilloso en consejos y excelente en sabidur�a". Isa�as 28:23

Pero en la actualidad s�lo nos ocupamos del comercio como un departamento de la vida industrial, y especialmente de la negociaci�n real del intercambio, el trueque de bienes por bienes, los pesos y medidas que fijan las cantidades y las reglas que deben regir todas esas transacciones. . Debemos deducir que el fraude comercial de aquellos tiempos primitivos tom� esta forma comparativamente simple: el comerciante tendr�a, digamos, medio siclo que era un poco menos que el peso reglamentario; o tendr�a una medida de codo (1 pie.

9 pulg.) Media pulgada bajo un codo; o tendr�a una vasija que profesaba contener un hin ( es decir , un poco m�s de un gal�n), pero en realidad conten�a un poco menos de un gal�n; o tendr�a una medida seca, marcada como un efa (es decir, alrededor de tres picotazos), pero incapaz de contener la cantidad ostensible. De manera ordinaria, usar�a estas medidas inadecuadas y, por lo tanto, mordisquear�a un poco de cada art�culo que vendiera a un cliente.

Pero en el caso de que se presentara un comprador que ten�a un conocimiento m�s completo o que posiblemente podr�a actuar como inspector y denunciar el fraude al juez, habr�a solo medio shekel de peso en la bolsa, una regla de un codo completo escondida detr�s del mostrador, un hin o un ephah medida de dimensiones legales al alcance de la mano. Puede sonre�r ante m�todos de enga�o tan primitivos, pero se requieren muchas generaciones para que una sociedad civilizada elabore el fraude comercial a gran escala.

Ahora, pasando de una vez a nuestros propios tiempos y trayendo la verdad de nuestro texto para iluminarlos, me gustar�a decir un poco a las personas que se dedican a los negocios, ya sean empleadores o empleados, ya sea que el negocio sea mayorista o minorista. Y perm�tame asegurarle que no voy a intentar un examen detallado y una cr�tica de sus preocupaciones comerciales. Tal intento ser�a tremendamente impertinente y bien podr�a exponerme, no s�lo a su indignaci�n, sino tambi�n a su rid�culo.

No, no creo que sea parte del predicador entrometerse en asuntos que no comprende; s�lo desacredita su mensaje afectando una omnisciencia que no es posible que posea. No tengo ninguna duda de que el joven que lleva seis meses en un almac�n o detr�s del mostrador ya sabe m�s de los h�bitos comerciales, de las pr�cticas comerciales, de las tentaciones y dificultades que pr�cticamente presionan a las personas en los negocios, de lo que yo s� o estoy. Probablemente sepa si vivo hasta el doble de mi edad actual.

Por lo tanto, no los insultar� intentando se�alar males y exponer abusos, denunciar fraudes particulares y someter a personas o clases de personas especiales a la reprobaci�n moral. Mi tarea es bastante diferente; es esto: -Debo recordarte, en primer lugar, que Dios posee esa omnisciencia a la que no puedo reclamar, y por lo tanto est� �ntimamente familiarizado con todas las transacciones de su banco, su almac�n, su oficina, su mostrador, su taller. ; y, en segundo lugar, que �l mira con intensa satisfacci�n todo trato justo y con vengativa indignaci�n todo fraude, enga�o y mentira.

Y sobre la base de esto, debo pedirles muy seriamente que revisen sus vidas y sus pr�cticas a la luz de Su juicio, y que consideren c�mo pueden hacer que todas sus actividades comerciales est�n en conformidad con Su voluntad.

Quiz�s me permitan, como hombre que habla con sus semejantes, como cristiano, espero, hablando con sus compa�eros cristianos, ampliar un poco estos tres puntos.

Primero. Todos estamos tentados a pensar que una proporci�n considerable de nuestra vida es demasiado insignificante para atraer la atenci�n particular de Dios. Podemos entender que se da cuenta de nuestra entrada y salida del mundo, pero pensamos que entre los dos l�mites nos deja para "trazar nuestros propios caminos". O posiblemente podamos reconocer Su inter�s en la crisis de nuestra vida, pero nos inclinamos a cuestionar Su minucioso cuidado de la rutina com�n y mon�tona.

�l marca en qu� negocio entramos, pero, cuando estamos en �l, nos deja solos. �l est� interesado en nuestro matrimonio, pero, cuando nos casamos, deja a marido y mujer para ajustar sus propias relaciones. O bien, marca una gran transacci�n comercial en la que hay lugar para un fraude realmente gigantesco, pero no puede prestar atenci�n a una venta minuciosa en el mostrador, la adulteraci�n trivial de un art�culo com�n, el ingenioso subterfugio para deshacerse de un stock da�ado o in�til. .

�No es este nuestro modo de razonamiento t�cito pero impl�cito? �Y podr�a haber algo m�s il�gico? El Poder Divino que crear�a este universo infinitamente diversificado debe ser capaz de marcar hasta el m�s m�nimo detalle del objeto m�s peque�o en �l. Grande y peque�o son t�rminos relativos y no tienen ning�n significado para �l. Los naturalistas nos dicen que en la escala de criaturas vivientes, ordenadas seg�n el tama�o, el escarabajo com�n ocupa el punto medio, siendo la criatura viviente m�s peque�a tanto m�s peque�a como la m�s grande es m�s grande que ella.

Y sin embargo, el microscopio, lejos de mostrar que Dios se preocupa menos por las creaciones infinitesimales de su mano, m�s bien nos inclina a decir que cuanto m�s peque�a es la criatura, m�s delicado ajuste, m�s exquisitas proporciones, m�s brillantes tonalidades. se muestra. Nuestro Se�or nos trajo a casa esta minuciosidad de la Mente Divina, este poder infinito de abrazar las m�s peque�as bagatelas de la creaci�n en Su pensamiento y cuidado, asegur�ndonos que ni un gorri�n cae sin Su aviso y que los cabellos de nuestra cabeza son todos numerado.

Entonces, no hay un lugar de descanso l�gico cuando pensamos en la Mente de Dios. Si �l nos conoce, lo sabe todo sobre nosotros. Si marca lo que consideramos las cosas importantes de nuestra vida, marca igualmente lo que consideramos las cosas sin importancia. Toda la vida, con cada detalle desde el nacimiento hasta la muerte, est� fotografiada con precisi�n a la luz de Su omnisciencia; y como la placa expuesta de la c�mara recibe muchos detalles que escapan a la observaci�n de nuestros ojos, as� la transacci�n m�s peque�a y menos observada en el negocio diario, cada cifra ingresa verdadera o falsamente en el libro mayor, cada moneda cae justa o deshonestamente en la caja. , cada fardo, cada paquete, cada hilo, cada alfiler, que cambia de manos en el mercado, pasa de inmediato a la mente observadora y comprensiva de Dios.

Segundo. Pero en este conocimiento exhaustivo y detallado de la forma en que conduce su negocio, Su c�lida aprobaci�n sigue a todo lo que es honesto y justo, Su vehemente censura ilumina todo lo que es deshonesto o injusto. Puede resultarle un gran consuelo saber que un peque�o asunto comercial que le cost� una lucha considerable el otro d�a fue debidamente anotado y registrado por el Se�or.

Yo no estaba presente en ese momento, ni nadie que estuviera cerca de ti supuso en lo m�s m�nimo lo que estaba pasando. Pero de repente reconoci� la posibilidad de obtener una gran ganancia simplemente adoptando un subterfugio muy leve; lo que hizo que el caso fuera particularmente dif�cil fue que las empresas vecinas y rivales, que usted sepa, hac�an lo mismo todos los d�as; los rostros inocentes de la esposa y los hijos en casa parec�an instarle, porque �qu� diferencia har�a esta suma de dinero para su comodidad y bienestar durante el pr�ximo a�o? Sopesaste el peque�o truco una y otra vez, y lo pusiste ahora en esta luz, ahora en aquello, hasta que por fin el negro empez� a parecer gris y el gris casi blanco.

Despu�s de todo, �fue un subterfugio? �No era simplemente una reserva bastante leg�tima, una prudencia comercial incluso loable? Y luego, mientras vacilabas, una luz clara de la verdad cay� sobre tu mente; viste claramente cu�l era el camino correcto y lo tomaste muy silenciosamente; se renunci� a la perspectiva de ganancia, viste pasar la ventaja a tu rival; lo aprovech� y fue a la iglesia el pr�ximo domingo de todos modos. A veces te has preguntado si, despu�s de todo, no eras demasiado escrupuloso.

Ahora todo lo que Dios sabe; es Su deleite; �l ya lo ha registrado en Su Libro, y tambi�n en su propia naturaleza moral, que es la m�s fuerte y mejor por ello.

Por otro lado, debe ser un tema de alguna preocupaci�n para muchos el hecho de que la misma Mente que todo lo observa y que todo registra mira con odio todas las pr�cticas afiladas con las que en los negocios nos enga�amos y defraudamos unos a otros. Supongo que hay una manera de inventar libros que pasar�a cualquier contador en Londres y, sin embargo, no pasar�a la auditor�a de Dios. Supongo que hay ganancias que a la conciencia comercial promedio de hoy le parecen bastante justas y, sin embargo, a Aquel que pesa los esp�ritus de los hombres le parecen bastante il�citas.

Debe haber hombres que hicieron su dinero hace mucho tiempo de ciertas formas mejor conocidas por ellos mismos, y ahora viven con gran comodidad; pero todo el tiempo en los libros de Dios, un terrible registro est� en contra de ellos, y cuando el ojo de Dios cae sobre esas p�ginas, el gemido de los arruinados, el clamor de los hu�rfanos y las viudas, y las s�plicas horrorizadas de los indefensos llegan. hasta su o�do.

No tenemos ninguna raz�n para pensar que el equilibrio injusto se ha vuelto menos abominable para el Se�or porque la competencia ansiosa e implacable de la vida industrial moderna ha multiplicado, al mismo tiempo que ha refinado, los m�todos de fraude y ha creado una condici�n en la que las cosas Como muchas personas insisten, las pr�cticas cuestionables se han vuelto realmente necesarias para alguien que mantendr�a la cabeza fuera del agua. No tenemos ninguna raz�n para pensar que Dios considere esencial que cualquiera de nosotros mantenga la cabeza fuera del agua.

La c�lida y honorable recepci�n que se le dio a L�zaro en el cielo, cuando su cabeza se hundi� en las aguas de la tierra, podr�a llevarnos a pensar que lo que aqu� llamamos fracasos puede considerarse como grandes �xitos all�. Pero tenemos todas las razones para pensar que el doble trato, sin importar cu�l sea el motivo, es abominable a los ojos del Se�or.

Es en vano se�alar la gran prosperidad que ha ca�do en la suerte de algunos cuyas pr�cticas deshonrosas han sido notorias. No hay duda de que la picard�a puede tener �xito a su manera y un p�caro inteligente puede dejar atr�s a un tonto honesto. El proverbio "La honestidad es la mejor pol�tica" no est�, como algunas personas parecen pensar, en la Biblia; La honestidad puede ser o no la mejor pol�tica, seg�n el objeto que se tenga a la vista.

Si su objetivo es simplemente amasar riqueza, el dicho dir�: "La honestidad es la mejor pol�tica; y donde no lo sea, s� deshonesto". Dios no juzga en lo m�s m�nimo por la prosperidad mundana. De la par�bola que acabamos de aludir se podr�a concluir que se trata, en el cielo, de una cierta presunci�n contra el hombre; a�n puede resultar cierto en el duro dicho: "El que muere rico, condenado". Si Dios odia estas pr�cticas cuestionables que se dice que existen en el comercio moderno, y si las anota todas en Sus libros negros, los que prosperan us�ndolas son no obstante fracasos: su ruina es segura; su remordimiento ser� tan inevitable como imposible su recuperaci�n.

Tercera. Por lo tanto, vengo ahora a instarles a todos a que ordenen todos sus caminos comerciales como a los ojos de Dios, y se preocupen principalmente por el pensamiento de c�mo pueden estar en conformidad con Su santa Voluntad. No se contente con estimar su conducta por el juicio que otros hombres le dar�an. Si bien tal estimaci�n podr�a revelar muchas cosas que no ser�an aprobadas, es dudoso que su problem�tica censura proporcione un motivo adecuado para la reforma, y ??seguramente pasar� por alto muchos de los males a los que est�n obligados a ignorar, porque su propia las manos no est�n limpias.

No se contente ni siquiera con estimar su conducta seg�n el est�ndar de su propia conciencia sin ayuda. Su conciencia puede estar en un momento dado en un estado degradado; para mantenerlo en silencio, es posible que lo haya rebajado al nivel de su conducta. La conciencia de un ladr�n rara vez lo perturba a menos que su robo no tenga �xito, en cuyo caso le reprocha no ser m�s cuidadoso y m�s h�bil.

Es posible que, como San Pablo, no sepa nada contra s� mismo y, sin embargo, no sea justificado por ello. Porque sin duda la mayor�a de las malas pr�cticas de nuestro tiempo representan una conciencia que ha sido aturdida por los sofismas y amortiguada por el ego�smo, de modo que los peores culpables son los primeros en adoptar un aire de inocencia injuriada, y los menos culpables sufren los m�s justos. porque la conciencia todav�a es sensible y a�n no ha sido chamuscada con el habitual hierro caliente.

No, el �nico m�todo seguro y eficaz es poner todos sus h�bitos comerciales, todas las pr�cticas del mostrador y la oficina de contabilidad, bajo la mirada escrutadora del que todo lo ve. A menos que se d� cuenta de que �l ve y sabe, y a menos que humildemente someta todo a Su juicio, seguramente se equivocar�; tu estandarte fallar� insensiblemente, y t� caer�s insensiblemente incluso del estandarte ca�do.

Se dice que en la actualidad te acosan dificultades peculiares; se dice que nunca fue tan dif�cil ser franco y franco en las transacciones comerciales; Se dice que el loco Moloch de la competencia exige imperativamente la sangre de nuestra juventud, e incluso ataca las virtudes establecidas de la madurez. Puede ser as�, aunque generalmente nos inclinamos a exagerar las tentaciones peculiares de nuestro tiempo en comparaci�n con las de una �poca anterior; pero si es as�, entonces hay una necesidad m�s urgente de que lleves tus asuntos al juicio de Dios, busques diligentemente entender Su voluntad y luego le pidas una fuerza peculiar que te capacite para vencer estas tentaciones peculiares.

No alterar�s Su juicio sobre tu conducta al intentar ignorarlo. Pero al tratar de comprenderlo y al abrir su coraz�n para ser influenciado por �l, encontrar� que su conducta se altera perceptiblemente y se superan las imposibilidades aparentes, porque "por el temor del Se�or los hombres se apartan del mal". Proverbios 16:6

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Proverbs 20". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/proverbs-20.html.