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Proverbios 27

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-27

Capitulo 28

VIVIR D�A A D�A

"No te jactes del ma�ana, porque no sabes lo que traer� el d�a". Proverbios 27:1

"El sepulcro y la destrucci�n nunca se sacian, y los ojos de los hombres nunca se sacian"; y la LXX agrega: "Abominaci�n al Se�or es el que pone la vista, y los hombres indisciplinados, sin dominio de la lengua". Proverbios 27:20

"El que guarda la higuera comer� de su fruto, y el que espera en su Se�or comer� de la honra". Proverbios 27:18

AQU� hay una lecci�n saludable para nosotros. No debemos confiar en ning�n futuro, por agradable que sea; no debemos vivir en un pasado, por honorable que sea. La vida consiste en un presente que se nos da d�a a d�a; esta es toda nuestra riqueza; desperdiciado, no se puede recuperar; descuidado, se seca como una hoja. Tito, el emperador romano, dir�a por la noche, cuando hab�a omitido sus deberes o fracasado en sus prop�sitos, Perdidi diem , "he perdido un d�a": s�, ese d�a perdido se pierde para siempre; pueden llegar otros d�as, pero no aqu�l; los deberes de ese d�a pueden ser realizados despu�s o por otras manos, pero a�n as� el d�a est� perdido, porque pas� vac�o.

El ladr�n que nos roba nuestros d�as y nos priva de nuestras riquezas es el enga�oso pensamiento de que el ma�ana nos pertenece. La ilusi�n es tan antigua como el mundo, pero hoy es tan fresca y poderosa como siempre. Tenemos que sacudirnos para liberarnos de un hechizo y despertar de un sue�o, para ver que cuando llegue el ma�ana ya es hoy.

S�lo comenzamos a vivir en un sentido verdadero y satisfactorio cuando hemos aprendido a tomar cada d�a por s� solo ya usarlo como si fuera el �ltimo, y de hecho como si fuera nuestro todo; descartando el pensamiento del ma�ana como un mero fantasma que para siempre elude nuestro alcance. La vida es un mosaico, una gran obra que se da forma en la pared o en la c�pula de alguna vasta catedral que el ojo a�n no ha visto; y s�lo puede ser labrado eficazmente si, con un cuidado minucioso y concentrado, el peque�o trozo de vidrio coloreado que llamamos Hoy se fija debidamente en su lecho y se ajusta exactamente a sus vecinos inmediatos.

"�Por qu� trabajas con tanta intensidad?" Al gran artista se le pregunt� una vez; "Porque trabajo por la eternidad", fue la respuesta. Y por eso cada d�a es tan importante: por eso cada d�a exige todo nuestro pensamiento y cuidado: la eternidad est� formada por d�as, y el presente es toda la eternidad que podamos poseer.

Es bueno para nosotros, entonces, cada ma�ana tomar el d�a fresco de las manos de Dios, y al mismo tiempo poner toda nuestra alma en �l, y vivirlo con una intensidad pura, un sentido de responsabilidad solemne y gozosa.

"Oh, d�a, si derrocho una ola de ti,

Una pizca del tesoro de mis doce horas,

La menor de tus miradas o miradas

(Ya sean concesiones o regalos por encima de la medida),

Una de tus elecciones o una de tus oportunidades

(Ya sean tareas que Dios te impuso o monstruos de tu agrado), -

Mi d�a, si malgasto tanto trabajo o ocio,

Entonces la verg�enza recae sobre Asolo, la travesura sobre m� ".

Pero se puede decir: �No es �sta la vida de una simple mariposa? �No es la marca de un hombre prudente trabajar con la vista puesta en el futuro, - "Prepara tu trabajo por fuera, y prep�ralo en el campo, y despu�s edifica tu casa"? Proverbios 24:27 �No es precisamente de lo que tenemos que quejarnos del necio el que ma�ana ignore: "El hombre prudente ve el mal y se esconde, pero el simple pasa y sufre por ello?" Proverbios 22:3 , Proverbios 27:12

Aqu� hay una aparente contradicci�n que requiere reflexi�n. Y la dificultad aumenta cuando recordamos que las obras m�s valiosas son el trabajo de a�os: un arquitecto traza sus planos para un gran edificio que dif�cilmente puede esperar ver terminado en su propia vida; un autor dedica d�as, meses y a�os a la preparaci�n de materiales, y debe depender del futuro incierto durante un tiempo para darles forma de libro: un estadista, en la proporci�n en que es sabio, evita lo que se llama una mano a mano. Habla pol�tica y pone sus planes con la vista puesta en posibilidades lejanas, sabiendo bien que sus acciones inmediatas son susceptibles de malentendidos y pueden resultar un completo fracaso a menos que se le brinde la oportunidad de realizar sus planes de largo alcance.

Y, de la misma manera, la juventud se gasta en una educaci�n que deriva todo su valor de los a�os esperados de la madurez, y todos los d�as de una buena vida son necesariamente una preparaci�n para lo que vendr� despu�s: hay que estudiar para que podemos ense�ar; debemos prepararnos para los deberes que nos sobrevendr�n, como podemos suponer razonablemente, en un futuro lejano. Sin embargo, nuestro ma�ana es desconocido; no debemos jactarnos de ello; no podemos decir qu� puede traer un d�a y, por lo tanto, debemos vivir solo para producir, y por lo tanto debemos vivir solo en el hoy.

Ahora bien, la soluci�n de esta dificultad nos lleva a una de las verdades espirituales m�s profundas. Es esto: Ninguna vida puede valer nada en absoluto sin el Eterno Dios y la fe en �l. La vida no se puede vivir realmente si es simplemente "una medida de arena deslizante" tomada "de debajo de los pies de los a�os". Nuestros d�as veloces no pueden usarse con eficacia y sabidur�a a menos que estemos vinculados con Aquel que abraza en S� mismo el pasado, el presente y el futuro.

Nuestro trabajo, sea el que sea, no se puede hacer correctamente a menos que estemos, y sepamos que estamos, a los ojos del gran Taskmaster. El uso apropiado de cada d�a solo se puede hacer si estamos seguros de que nuestro tiempo est� en Sus manos; s�lo con esta tranquila seguridad podemos tener la compostura y el desprendimiento de esp�ritu lo suficiente como para dar todas nuestras fuerzas al deber que tenemos entre manos. Debemos estar seguros de que el Artista Maestro conoce todo el mosaico y est� ordenando todas las partes, antes de que podamos entregarnos a la tarea de poner la pieza de hoy en su lugar; debemos tener total fe en el Arquitecto que est� dise�ando toda la estructura, antes de que podamos tener nuestra mente libre de s� misma para astillar nuestro bloque de piedra o tallar nuestra peque�a g�rgola.

S�lo podemos vivir en el presente, aprovechando lo que es realmente nuestro, con la condici�n de que tengamos a Dios como nuestro futuro, liber�ndonos de toda ansiedad y asegur�ndonos la fuerza justa para el hoy.

As�, nuestro texto tiene un contraste impl�cito, que podemos extraer de esta manera: "No te jactes del ma�ana, porque no sabes lo que traer� el d�a"; sino jactate en Dios todo el d�a, Salmo 44:8 porque sabes que �l traer� justicia, sabidur�a y amor continuamente.

Ahora sigamos algunas de las consecuencias de esta actitud espiritual. Examine la condici�n de estos corazones humanos inquietos que nos rodean sin Dios. Todos est�n trabajando para ma�ana. Aqu� hay uno que gana dinero, como se le llama; espera poder dejar de lado tantos miles este a�o; en unos pocos a�os m�s espera obtener una suma redonda que lo aliviar� de la necesidad de trabajar y de hacer m�s dinero.

Su ojo est� puesto en ese objetivo. Por fin lo alcanza. Ahora su deseo deber�a estar satisfecho, pero no, "Sheol y Abaddon nunca est�n satisfechos, y los ojos del hombre nunca est�n satisfechos". Proverbios 27:20 No se queda una noche en la meta deseada; se marcha antes de la puesta del sol .; toda la tensi�n y el traste deben afrontarse de nuevo.

O mire la ambici�n ilimitada que posee a los hombres imp�os; los honores logrados solo les abren el apetito por m�s. No es necesario que asumamos que la ambici�n es indigna; todo lo que tenemos que notar es su insaciabilidad; en la pol�tica, en la literatura, en el arte, en la distinci�n social, es como Sheol y Abaddon, una boca que siempre se abre; un abismo que puede tragar cualquier cosa y todo, pero nunca llenarse. La adici�n de la LXX parece considerar este deseo incontrolado como la marca de una cultura deficiente; y, espiritualmente hablando, sin duda lo es.

Los hombres sin Dios son siempre incultos; no han encontrado el centro de su ser, no han procurado la piedra angular de su conocimiento acumulado y, en consecuencia, no es un arco a trav�s del cual pueden viajar a cualquier meta, sino una pila confusa que bloquea el camino. Estos esfuerzos desesperados y deseos indisciplinados y en voz alta son una abominaci�n para el Se�or, porque estropean Su poderoso plan e introducen desorden donde �l pretend�a orden, discordia donde pretend�a armon�a, deformidad donde pretend�a belleza. Son obra del ego�smo en lugar del te�smo.

Es innecesario insistir en los dolores del coraz�n y las desilusiones que recaen en la suerte de las personas en las que estamos pensando. �Qu� espantosa burla resultan ser las ma�anas con las que contaban! En alguna isla solitaria y rocosa, ce�ida por el gemido de los mares l�gubres y apartada de todos los intereses que daban a la vida su excitaci�n, el ego�smo acaba sus d�as. O es en alg�n lecho inquieto, rodeado por todas las trampas externas de la riqueza y el poder, donde el esp�ritu agonizante grita: "�Mi reino por una pulgada de tiempo!" El hombre que por su brillante genio ha atra�do a toda su generaci�n tras �l, pasa, llevando "por Europa el desfile de su coraz�n sangrante", a una tumba desesperada.

La mujer que ha logrado el fin de su ambici�n, gobernando los cortes de la moda, la reconocida reina de los salones, termina sus d�as con un sentimiento de frustraci�n, c�nico en su desprecio por el mundo que fue lo suficientemente tonto como para seguirla y admirarla.

Pero, por otro lado, aqu� est� uno que se jacta de s� mismo en Dios.

"Se�or, no pertenece a mi cuidado",

es el lenguaje de su esp�ritu,

"Ya sea que muera o viva;

Amarte y servirte es mi parte,

Y que tu gracia debe dar. "

Lo primero que te sorprende de �l es su perfecta paz. Su mente est� puesta en Dios. El futuro no le tiene terrores ni alegr�as. Dios es todo en todo para �l, y Dios es suyo ahora. Su tesoro est� en posesi�n, y la polilla y el �xido no lo corrompen, ni los ladrones pueden atravesarlo ni robarlo. Decir que est� contento parece un t�rmino demasiado suave para una calma tan positiva y alegre. Pero en contraste con el descontento que prevalece en todas partes fuera de Dios, vale la pena dilatar esta virtud pasiva del contentamiento.

Esa interminable preocupaci�n por las peque�as cosas ha cesado; no le molesta que alguien no lo reconozca; no le afectan las cosas maliciosas o escandalosas que se dicen de �l; no est� ansioso por el reconocimiento humano y, por lo tanto, nunca se angustia porque los dem�s sean m�s cortejados que �l: no sabe nada de esa maligna pasi�n de los celos que es peor que la crueldad de la ira y el desborde de la ira; Proverbios 27:4 no quiere riquezas y no le teme a la pobreza. �l dice:-

"Algunos tienen demasiado, pero a�n anhelan; yo poco tengo y no busco m�s:

Ellos son pobres, aunque tienen mucho, y yo soy rico con poco dinero.

Ellos pobres, yo rico; ellos mendigan, yo doy;

Faltan, me voy; ellos pi�en, yo vivo. "

Cuando hemos entrado en este contenido Divino y somos liberados por nuestra absoluta confianza en Dios del cuidado del futuro, es maravilloso lo r�pido que llegamos a ver el bien en los males aparentes. Para el mundo esto es tan incre�ble que sospecha de falta de sinceridad, pero no hay nada m�s sincero y m�s real. Un ni�o pobre que era ciego encontr� la mayor bendici�n en la aflicci�n, diciendo: "Mire, puedo dar m�s a la Sociedad Misionera que los otros ni�os, porque puedo tejer en la oscuridad y no tengo que gastar dinero en velas.

"Vas a ver a uno de los hijos de Dios esperando encontrarlo quebrantado y rebelde bajo alguna calamidad inmerecida e inmerecida, pero descubres que ha descubierto una bendici�n en la p�rdida antes de que t� llegues all�, y en realidad se regocija, o en todo caso, se regocija". est� respondiendo a todas las provocaciones: "Jehov� dio y Jehov� quit�: sea el nombre de Jehov� bendito." �l est� afligido, pero no puedes pensar en �l como afligido, porque "todos los d�as de los afligidos son malos, pero el que es de esp�ritu alegre tiene un banquete continuo ". Proverbios 15:15

S�, es ese ma�ana ilusorio e imaginario el que nos roba la paz; es el recelo, el cuidado ansioso, el oscuro presentimiento. Pero cuando ponemos a Dios nuestro Padre en lugar del ma�ana, y sabemos que �l comprende y ve todo lo que necesitamos, la paz que sobrepasa todo entendimiento se posa sobre nuestro esp�ritu, se infiltra en nuestros ojos y sopla en nuestros labios. y los hombres perciben incluso en nosotros por qu� nuestro Padre es llamado "Dios de paz".

La segunda cosa que nos llama la atenci�n en aquellos que han aprendido a jactarse en Dios en lugar de ma�ana es el servicio que prestan a sus semejantes. Esto no se debe solo a que sean capaces de dirigir toda su atenci�n al deber m�s cercano y de hacer con todo su coraz�n lo que su mano encuentre para hacer, sino que el mismo esp�ritu de serenidad en el que viven es una ayuda y una bendici�n constante. a todos los que est�n a su alrededor.

Puede que te haya sido dado entrar en contacto con tal alma; en su presencia se apaga tu inquietud, parece como si tu frente ardiente hubiera sido tocada con una mano reconfortante; tal vez "con los ojos entreabiertos estabas pisando la tierra fronteriza entre el vicio y la virtud", y ese esp�ritu tranquilo parec�a un claro rayo del amanecer que revelaba d�nde pisaste; tal vez te parti� el coraz�n de un gran dolor, y el descanso y la confianza de esa alma fuerte te dio un consuelo indefinible, la esperanza irrumpi� en tu coraz�n y hasta la alegr�a.

Al recibir esa ayuda de lo que el hombre era en lugar de lo que dio, se dio cuenta de que este era el servicio m�s elevado que cualquier ser humano puede prestar a otro. Es una gran cosa socorrer los sufrimientos f�sicos y materiales de los hombres; es m�s grande traerles verdades claras y darles alg�n est�mulo y gu�a en la vida intelectual; pero lo m�s importante de todo es comunicar el sustento y el poder espirituales, porque eso significa llevar a las almas a un contacto real y consciente con Dios.

Uno de los ejemplos m�s nobles de este servicio a la humanidad se encuentra en la vida y los escritos de San Pablo. Su presencia personal se convirti� en la nueva creaci�n de esa antigua civilizaci�n pagana, e innumerables almas individuales, a trav�s de la vida interior que �l present�, llevaron a un cambio completo y crearon nuevas criaturas en Cristo. Sus escritos han sido, desde su muerte, una fuente constante de vida y fuerza para muchas generaciones de hombres.

Ha sido malinterpretado, "los ignorantes y los inconstantes han arrebatado" lo que escribi�, pero sin embargo ha sido para la Iglesia un perpetuo regenerador y, como ha declarado un gran escritor de nuestros d�as: "La doctrina de Pablo saldr� de la tumba donde durante siglos ha estado cubierto; edificar� la Iglesia del futuro; tendr� el consentimiento de generaciones m�s felices, el aplauso de �pocas menos supersticiosas.

"Ahora bien, �cu�l es el secreto de este poder? Se da en sus propias palabras:" Porque para m� el vivir es Cristo, y el morir es ganancia ". Filipenses 1:21 Pudo arrojarse con esa apasionada temeridad en el deber presente, fue capaz de predicar la palabra con ese vigor victorioso a tiempo y fuera de tiempo, simplemente porque toda la carga del futuro desconocido le fue quitada, y �l, m�s que cualquier hombre que haya vivido, entendi� lo que significaba. es vivir solo por hoy.

Todo cristiano puede poseer el mismo secreto; es el secreto a voces del Serm�n de la Monta�a; como nos dijo nuestro misericordioso Se�or, podemos ser como lirios del campo y como aves del cielo, sin ansiedad ni recelo, sabiendo que nuestro Padre Celestial se preocupa por nosotros. No nos es dado a todos ser grandes fil�ntropos, grandes reformadores, grandes predicadores, sino que se pone al alcance de todos para rendir a los dem�s el dulce servicio de permanecer siempre en sumisi�n confiada y amorosa a la voluntad de Dios, y de derramarse sobre ella. toda la luz de nuestra paz.

Y esto nos lleva a notar una �ltima caracter�stica de esta verdadera vida espiritual. Tiene un honor propio, aunque no es un honor terrenal; tiene una recompensa, aunque no es una recompensa material: "El que guarda la higuera comer� de su fruto, y el que espera a su se�or comer� de la gloria". Proverbios 27:18 Ese es un dicho que s�lo puede aplicarse en un grado muy modificado al servicio terrenal y a los amos humanos.

�Cu�ntos leales siervos de los reyes han sido abandonados por sus se�ores en el momento cr�tico y abandonados para comer el fruto de la desgracia y la ignominia! Pero el dicho se aplica en su plenitud a nuestro Maestro Cristo y Su servicio. Piense en la vida cristiana bajo esta sencilla figura: es como el cuidado cuidado del �rbol frutal. El es la Vid. Nuestra �nica preocupaci�n es mantenernos en contacto con �l, sentarnos a sus pies, velar por su fruto, para ver que ninguna otra preocupaci�n perturbe la tranquila relaci�n de perfecta lealtad y devoci�n hacia �l.

Nuestro objetivo no es ocuparnos de nuestros propios asuntos o buscar nuestros propios fines, sino estar seguros de estar siempre despiertos a Sus prop�sitos y obedientes a las demandas que �l nos hace. No nos corresponde a nosotros razonar por qu�, sino a nosotros hacer a toda costa lo que �l nos pida que hagamos hoy. No tenemos nada que ver con el ma�ana; no tenemos ninguna responsabilidad por el fruto, porque no tenemos el poder de producir fruto. Todo lo que tenemos que hacer es conservar la higuera.

Ahora bien, cuando permanecemos en esta devoci�n concentrada y sincera a nuestro Maestro, cuando para nosotros vivir es Cristo, entonces la honra nos llega sin ser buscada, pero no desagradable. El fruto del servicio es, para el gusto del verdadero siervo, el mayor honor que pueda imaginar. No necesitamos ninguna visi�n apocal�ptica para asegurarnos. Su palabra es suficiente, confirmada por una experiencia constante y creciente. Los siervos de nuestro Se�or ya est�n ante �l, con los talentos que han ganado para �l en sus manos; ya escuchan Su bondadoso "Bien hecho", y su sonido es m�s musical en sus o�dos que todas las aclamaciones de sus semejantes. Este es su honor; �Qu� podr�an tener m�s? Son contados como uno con Cristo; compartieron Su aflicci�n, y ahora comparten Su satisfacci�n y Su gozo.

Y as�, aquellos que se jactan en Dios, y no se jactan del ma�ana, encuentran que el ma�ana mismo se vuelve claro para ellos a la luz de Su rostro; en cierto sentido saben lo que producir�: producir� lo que desean, porque producir� la voluntad de su Padre; traer� la victoria y la gloria de Cristo. "De ahora en adelante le ver�is venir en las nubes del cielo.

"�No es eso suficiente? Cuando nuestro coraz�n ha aprendido a anhelar s�lo la voluntad de Dios, a desear s�lo la victoria de Cristo, puede jactarse incluso del ma�ana, porque el ma�ana tiene en su seno la seguridad de la bendici�n y el gozo.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Proverbs 27". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/proverbs-27.html.