Bible Commentaries
Proverbios 3

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-10

CAP�TULO 4

LAS RECOMPENSAS TERRESTRES DE LA SABIDUR�A

Proverbios 3:1

La ense�anza general de estos nueve cap�tulos introductorios es que "los caminos de la Sabidur�a son placeres, y todos sus caminos son paz". Se nos ense�a a buscar el fruto de la justicia en una larga vida y prosperidad, y la pena del pecado en la destrucci�n prematura. �Los rectos habitar�n en la tierra, y los perfectos permanecer�n en ella. Pero los imp�os ser�n cortados de la tierra, y los que traicionan ser�n desarraigados de ella.

" Proverbios 2:21 Los necios" comer�n del fruto de su camino, y se saciar�n de sus propios artificios. Porque la rebeli�n de los simples los matar�, y la prosperidad de los necios los destruir�. Pero el que escuche la Sabidur�a vivir� seguro y estar� tranquilo sin temor al mal.

" Proverbios 1:31 " Con la sabidur�a se multiplicar�n tus d�as, y se aumentar�n los a�os de tu vida. Si eres sabio, eres sabio por ti mismo; y si te burlas, solo t� lo oir�s. "Los caminos de la Locura tienen esta leyenda escrita sobre la puerta de entrada:" Los muertos est�n all�; sus invitados est�n en las profundidades del Seol.

" Proverbios 9:12 ; Proverbios 9:18

Esta ense�anza se resume en el pasaje que tenemos ante nosotros. "Hijo m�o, no te olvides de mi ley, sino que tu coraz�n guarde mis mandamientos; porque largos d�as y a�os de vida y paz te a�adir�n. No permitas que la misericordia y la verdad," esos requisitos primarios de la sabidur�a ", desamparate; �talas a tu cuello, escr�belas en la tabla de tu coraz�n "; es decir , que sean un adorno que llame la atenci�n del espectador, pero tambi�n una ley interior que regule el pensamiento secreto.

"Encontrar�s gracia y buen entendimiento a los ojos de Dios y de los hombres"; es decir, el encanto de tu car�cter conciliar� el amor de tus semejantes y de tu Dios, mientras ellos reconocen, y �l aprueba, el estado espiritual del que brotan estas gracias. Conf�a en el Se�or de todo tu coraz�n, y no te apoyes en tu propio entendimiento; recon�celo en todos tus caminos, y �l enderezar� tus veredas.

No seas sabio en tu propia opini�n; Teme al Se�or y ap�rtate del mal; ser� salud para tu ombligo, y tu�tano para tus huesos. Honra al Se�or con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; y tus graneros se llenar�n en abundancia, y tus lagares rebosar�n de mosto ". Proverbios 3:1 Las recompensas de la sabidur�a, entonces, son salud y larga vida, la buena voluntad de Dios y del hombre, prosperidad y abundantes posesiones terrenales.

Como dir�a nuestro Se�or, los que dejen casa, esposa, hermanos, padres o hijos, por el reino de Dios, recibir�n muchas m�s en este tiempo, aun de las cosas que entreguen, adem�s de la vida eterna en el tiempo por venir. Lucas 18:29

Este es un lado de la verdad que con frecuencia permitimos que se pierda de vista, para enfatizar otro lado que se considera m�s importante. Estamos acostumbrados a insistir en los gozos prometidos del mundo futuro como si la piedad no tuviera ninguna promesa de la vida que es ahora, y al hacerlo, tomamos toda la vida y el color de esas bendiciones esperadas. La verdadera vista parece ser, el camino de la sabidur�a, el camino de los rectos, est� tan lleno de alegr�a, tan coronado de paz; la vida de los hijos del reino est� tan sabia y generosamente provista; as� se transforman los inevitables dolores y problemas que les tocan; que de este bien presente podemos inferir un futuro mejor, reuniendo indicios y promesas de lo que seremos a partir de la felicidad realizada de lo que somos.

Si tratamos de estimar las bendiciones temporales de la sabidur�a, no negamos las bendiciones m�s grandes y duraderas que est�n por venir; mientras que si ignoramos estos gozosos resultados presentes, nos privamos de la evidencia m�s segura de las cosas que, aunque esperamos, a�n no se ven.

Entonces, podemos, con mucha ventaja, tratar de estimar algunos de los beneficios inmediatos y apreciables de la vida que se vive de acuerdo con los dictados de la sabidur�a celestial.

(1) En primer lugar, la vida correcta es una vida sana, s�, f�sicamente sana. La obediencia a las leyes morales eternas trae "salud al ombligo" y ese brillo peculiar que es como la frescura del roc�o. El cuerpo es un cometido sagrado, un templo del Esp�ritu Santo; usarlo mal es violar la confianza y profanar el templo. La templanza del h�bito y el orden de vida que la Sabidur�a exige de sus hijos son las primeras condiciones de la vitalidad.

Aquellos que buscan la salud como primera consideraci�n se convierten en valetudinarios y no encuentran salud ni felicidad; pero los que siguen diligentemente la ley de Dios y el impulso de su Esp�ritu encuentran que la salud les ha llegado, por as� decirlo, por un viento lateral. La paz mental, la alegr�a del temperamento, la transferencia de toda ansiedad del esp�ritu humano al fuerte Esp�ritu de Dios, son muy favorables a la longevidad. Las sociedades de seguros han hecho este descubrimiento, y los actuarios le dir�n que de una manera muy literal los hijos de Dios poseen la tierra, mientras que los malvados son eliminados.

Sin embargo, nadie piensa en medir la vida solo por d�as y a�os. Vivir mucho con el sentimiento constante de que la vida no vale la pena vivir, o vivir mucho tiempo con la constante aprensi�n de la muerte, debe contarse como una vida peque�a y vac�a. Ahora bien, es la principal bendici�n en la suerte de los hijos de la luz que cada d�a sea un d�a lleno y rico, no estropeado por recuerdos, no ensombrecido por aprensiones. Cada d�a es claramente digno de ser vivido; tiene sus propias lecciones exquisitas de nubes o rayos de sol, sus propias revelaciones hermosas de amor, piedad y esperanza.

El tiempo no pende pesadamente de las manos, ni su apresurada huida es motivo de vano pesar; porque ha logrado aquello para lo que fue enviado, y si se queda m�s tiempo no podr�a lograr m�s. Y si, despu�s de todo, Dios ha designado unos pocos a�os para la vida terrenal de su hijo, eso no es de lamentar; el �nico motivo de tristeza ser�a vivir m�s de lo que Su sabio amor hab�a decretado. "Si Dios desea tu muerte", como St. Genest le dice a Adrien en la tragedia de Rotrou, "la vida ha sido suficiente".

La vida en Dios es sin duda una vida sana, ni menos sana porque el hombre exterior tiene que decaer, y la mortalidad tiene que ser devorada por la vida. Desde el punto de vista de los Proverbios, esta aplicaci�n m�s amplia de la verdad a�n no era visible. El problema que surge en el libro de Job a�n no estaba resuelto. Pero ya, como creo que veremos, se entendi� que las recompensas reales y tangibles de la justicia eran de un precio incomparable, e hicieron que la prosperidad de los malvados pareciera pobre y enga�osa.

(2) Pero hay un segundo resultado de la vida correcta que la observaci�n ordinaria y el sentido com�n pueden estimar. La sabidur�a es muy inflexible en su requisito de trato justo entre hombre y hombre. Ella no puede deshacerse de esas pr�cticas comerciales que s�lo pueden describirse como inventar "el mal contra tu pr�jimo", que "habita seguro junto a ti". Proverbios 3:29 Su principal principio econ�mico es este, que todo comercio leg�timo es la ventaja mutua del comprador y el vendedor; donde el vendedor busca enga�ar al comprador y el comprador busca robar al vendedor, el comercio cesa y la transacci�n es mera obra del diablo.

La sabidur�a es muy consciente de que por estos caminos del diablo se pueden acumular riquezas; no est� ciega ante el hecho de que el esp�ritu de codicia desbordante tiene su rica y espl�ndida recompensa; pero ella sostiene, no obstante, que "la maldici�n del Se�or est� en la casa de los imp�os, pero �l bendice la morada de los justos". Proverbios 3:33

Es una experiencia muy impresionante entrar en la casa de un gran magnate cuya riqueza se ha obtenido por medios cuestionables. Las habitaciones son hermosas; las obras de los grandes maestros derraman su esplendor de verdad eterna de las paredes; la biblioteca resplandece con los libros bien encuadernados de moralistas y profesores de religi�n. Los hijos e hijas de la casa son hermosos y elegantes; la sonrisa de la prosperidad est� en cada habitaci�n alfombrada y con cortinas, y parece brillar a trav�s de cada ventana iluminada; y, sin embargo, el esp�ritu sensible no puede librarse de la idea de que "la maldici�n del Se�or est� en la casa".

Por otro lado, el hombre honorable cuyos caminos han sido dirigidos por el Se�or, no importa si es rico o simplemente recibe, como resultado del trabajo de una vida, de su "pan de cada d�a", tiene una bendici�n en su casa. Los hombres conf�an en �l y lo honran. Su riqueza fluye como una corriente fertilizante, o si se agota, sus amigos, que lo aman por s� mismo, le hacen sentir que es bueno perderla para encontrarlos.

En la medida en que la feroz lucha de la competencia ha hecho m�s dif�cil el camino del trato justo, quienes lo recorren son m�s honrados y amados. En ning�n lugar la Sabidur�a sonr�e con m�s gracia o abre su mano para bendecir m�s abundantemente que en los �ltimos a�os de una vida que en sus primeros d�as ha estado expuesta y ha ofrecido una resistencia exitosa a las fuertes tentaciones de la ganancia injusta.

(3) Adem�s, la Sabidur�a exige no solo justicia, sino generosidad. Ella exige que sus hijos entreguen las primicias de todas sus posesiones al Se�or y que miren con ternura a sus pobres. "No reh�ses el bien a quien es debido, cuando est� en tu mano para hacerlo. No digas a tu pr�jimo: Ve, y vuelve, y ma�ana te dar�, cuando lo tengas contigo. " Proverbios 3:27 Y la ense�anza de la experiencia es que los que act�an seg�n este precepto adquieren una buena posesi�n para s� mismos.

El principal valor del Mamm�n de la injusticia es, como dice nuestro Se�or, hacernos amigos de �l, amigos que nos recibir�n en las moradas eternas. El dinero que gastamos en nuestros propios placeres y para promover nuestros propios intereses se gasta y desaparece; pero el dinero que se da con la mano abierta a esos pobres hijos de Dios, a quienes es estrictamente debido, no se gasta en absoluto, sino que se guarda en los bancos m�s seguros.

No hay fuente de alegr�a en este mundo que se pueda comparar con la gratitud amorosa de los pobres a quienes con amor has ayudado. Curiosamente, los hombres gastar�n mucho para obtener un t�tulo que no conlleva ning�n honor, olvidando que el mismo dinero dado a los necesitados y los que sufren compra el verdadero honor, que da el t�tulo m�s noble. Porque ninguno de nosotros somos tan est�pidos como para pensar que la admiraci�n vac�a de la multitud es tan rica en bendiciones como el amor sincero de unos pocos.

Pero al enumerar estos resultados externos de vivir correctamente, s�lo hemos tocado de manera incidental las verdades m�s profundas que se encuentran en su ra�z. Es hora de mirar estos.

Dios es necesariamente tanto para los hombres, los hombres est�n necesariamente tan completamente despojados sin �l, que una visi�n clara y una acci�n fuerte son absolutamente imposibles sin una humilde dependencia de �l. El principio de toda sabidur�a es, como hemos visto, en el reconocimiento de Dios, en la sumisi�n personal a �l, en la obediencia diligente a todas sus instrucciones. Esto parece, antes de reflexionar, ser una mera obviedad; cuando hemos reflexionado, resulta ser una gran revelaci�n.

Al principio, no vemos lo que significa confiar en el Se�or con todo nuestro coraz�n; lo confundimos con esa relaci�n tibia y convencional con Dios que con demasiada frecuencia pasa corriente por la fe. No comprendemos f�cilmente lo que implica reconocer a Dios en todos nuestros caminos; suponemos que s�lo significa un profesorado general y llam�ndonos cristianos. En consecuencia, muchos de nosotros que creemos que confiamos en el Se�or, pero nos apoyamos habitualmente y con confianza en nuestro propio entendimiento, e incluso estamos orgullosos de hacerlo; somos sabios a nuestros propios ojos mucho despu�s de que nuestra locura se ha hecho evidente para todos los dem�s; resentimos con vehemencia de justa indignaci�n cualquier imputaci�n sobre la solidez de nuestro juicio.

El mismo tono de humildad burlona con el que decimos: "Puede que me equivoque, pero" muestra que estamos planteando un caso que nos parece pr�cticamente imposible. En consecuencia, mientras pensamos que reconocemos a Dios en todos nuestros caminos, �l no dirige nuestros caminos; de hecho, nunca le dimos una oportunidad. De principio a fin los dirigimos nosotros mismos. Reconozcamos francamente que realmente no creemos en la preocupaci�n detallada de Dios por los asuntos de la vida individual; que, por tanto, no encomendamos nuestro camino con una entrega absoluta en Su mano; que no pensamos en someter a Su disposici�n la elecci�n de nuestra profesi�n, la elecci�n de nuestra pareja en la vida, la elecci�n de nuestro lugar de residencia, la elecci�n de nuestro estilo de vida, la elecci�n de nuestro campo de servicio p�blico, la elecci�n de nuestra escala de donaciones.

Hablo s�lo en generalidades amplias y plenamente admitidas. Si los cristianos en su conjunto hubieran sometido realmente sus vidas a Dios en cada detalle, �supones que habr�a algo as� como cincuenta mil ministros cristianos y diez veces m�s obreros cristianos en casa, mientras que apenas una veintena de ese n�mero ha salido? de nosotros para trabajar en el extranjero? Si los cristianos hubieran sometido realmente sus vidas a Dios, �habr�an existido estos innumerables y miserables matrimonios: hombre y mujer unidos por ning�n lazo espiritual, sino por el capricho de la fantas�a o las exigencias de la casta social? Si los cristianos realmente le hubieran pedido a Dios que los guiara, es decir, lo que dijeron, �se encontrar�an todos los ricos en distritos juntos, mientras que todos los pobres ser�an abandonados para perecer en otros distritos aparte? Si los cristianos realmente hubieran aceptado la direcci�n de Dios, �Estar�an viviendo en un lujo principesco mientras el mundo pagano clama por el pan de vida? �Estar�an gastando sus fuerzas en objetivos personales mientras la direcci�n de los asuntos sociales y pol�ticos se deja en manos de los interesados? �Estar�an entregando tal fragmento de su riqueza al servicio directo del Reino de Dios?

Podemos responder con mucha confianza que la vida que realmente vive la mayor�a de los cristianos no es el resultado de que Dios dirija sus caminos, sino que simplemente proviene de apoyarse en su propio entendimiento. �Y qu� doloroso resultado!

Pero frente a esta apostas�a de la vida y la pr�ctica, todav�a podemos se�alar con alegr�a el hecho de que aquellos que renuncian por completo a su propio juicio, que son peque�os a sus propios ojos y que, con todo su coraz�n confiando en �l, lo reconocen. en todos sus caminos, encuentran sus vidas llenas de bendiciones y se convierten en el medio de un bien incalculable para el mundo y para ellos mismos. No ser�a f�cil dejar claro o incluso cre�ble, para aquellos que nunca han confiado en Dios, c�mo se da esta gu�a y direcci�n.

Not by miraculous signs or visible interpositions, not by voices speaking from heaven, nor even by messages from human lips, but by ways no less distinct and infinitely more authoritative, God guides men with His eye upon them, tells them, "This is the way; walk ye in it," and whispers to them quite intelligibly when they turn to the right hand or the left. With a noble universality of language, this text says nothing of Urim or Thummim, of oracle or seer, of prophet or book: "He shall direct thy paths.

" Proverbios 3:6 Eso es suficiente, el m�todo se deja abierta a la sabidur�a y el amor de Aquel que dirige Hay algo incluso enga�osa en decir mucho acerca de los m�todos; a establecer l�mites a las revelaciones de Dios, como lo hizo Gede�n, no es digno de. la fe que se ha hecho consciente de Dios como la Realidad actual y viva, frente a quien todas las dem�s realidades no son m�s que sombras.

Nuestro Se�or no sigui� la gu�a de Su Padre por un m�todo mec�nico de se�ales, sino por una percepci�n m�s �ntima e inmediata de Su voluntad. Cuando Jes�s nos prometi� el Esp�ritu como una presencia permanente y morada en nosotros, dio a entender claramente que la vida cristiana debe mantenerse por la acci�n directa de Dios sobre las diversas facultades de la mente, estimulando la memoria, avivando la percepci�n de la verdad, as� como trabajando. sobre la conciencia y abriendo los cauces de la oraci�n.

Cuando esperamos se�ales, mostramos un defecto de fe. La verdadera confianza en nuestro Padre Celestial se basa en la absoluta certeza de que �l aclarar� el camino y no nos dejar� inseguros acerca de Su voluntad. Dudar de que �l habla internamente y nos controla, incluso cuando no somos conscientes de Su control, es dudar de �l por completo.

Cuando han pasado algunos a�os en humilde dependencia de Dios, es posible mirar atr�s y ver con asombrosa claridad cu�n real y decisiva ha sido la direcci�n del Esp�ritu.

Hubo momentos en los que se presentaron dos alternativas y estuvimos tentados a decidir sobre la fuerza de nuestro propio entendimiento; pero gracias a su nombre, se lo encomendamos. Entonces dimos un paso adelante en la oscuridad; Abandonamos el camino que parec�a m�s atractivo y entramos en el estrecho sendero que estaba envuelto en niebla. Sab�amos que nos estaba guiando, pero no pod�amos ver. Ahora vemos, y no podemos pronunciar nuestras alabanzas. Descubrimos que nuestra vida es todo un plan de Dios, y �l nos lo oculta, como si quisiera evocar nuestra confianza y asegurar esa comuni�n cercana y personal que la incertidumbre hace necesaria.

�Sospechas de la Luz Interior, como se la llama? �Parece abrir infinitas posibilidades de autoenga�o? �Est� disgustado con aquellos que siguen su propio camino voluntarioso y buscan una sanci�n para ello llam�ndolo la gu�a de Dios? Encontrar� que el error ha surgido por no confiar en el Se�or "con todo el coraz�n" o por no reconocerlo "en todos los sentidos". El ojo no ha sido �nico y, por tanto, la oscuridad ha sido, como nuestro Se�or declara que ser�a, densa.

Mateo 6:22 El remedio no est� en apoyarse m�s en nuestro propio entendimiento, sino en apoyarse menos. La sabidur�a exige un cierto absoluto en todas nuestras relaciones con Dios, una sumisi�n de coraz�n a �l intr�pida, sin reservas y constantemente renovada. La sabidur�a ense�a que en Su voluntad est� nuestra paz, y que Su voluntad se aprende mediante la entrega pr�ctica a Sus caminos y mandamientos.

Ahora bien, �no es obvio que si bien los resultados externos de la sabidur�a son grandes y marcados, este resultado interno, que es la fuente de todos ellos, es m�s bendecido que cualquier otro? Las leyes que gobiernan el universo son las leyes de Dios. La filosof�a estoica exig�a una vida seg�n la naturaleza. Eso no es suficiente, porque por Naturaleza se entiende la voluntad de Dios para la creaci�n inanimada o no moral. Donde hay libertad de la voluntad, la existencia no debe ser "seg�n la naturaleza", sino seg�n Dios; es decir, la vida debe vivirse en obediencia a las leyes de Dios para la vida humana.

El mundo inorg�nico se mueve en respuesta ordenada a la voluntad de Dios. Nosotros, como hombres, tenemos que elegir; tenemos que descubrir; tenemos que interpretar. �Ay de nosotros si elegimos mal, porque entonces estamos perdidos! �Ay de nosotros si no entendemos, pero seguimos brutalmente las ordenanzas de la muerte en lugar del camino de la vida!

Ahora, la dicha suprema de la sabidur�a celestial es que nos lleva a esta obediencia detallada a la ley que es nuestra vida; nos pone bajo el control inmediato e inquebrantable de Dios. Bien se puede decir: "Bienaventurado el hombre que halla sabidur�a, y el hombre que adquiere entendimiento. Porque mejor es su comercio que la plata, y su ganancia que el oro fino. M�s preciosa es que los rub�es."

" Proverbios 3:13 Y, sin embargo, los rub�es son muy preciosos. Me entero de que el valle de Birmania donde se encuentran los rub�es m�s perfectos del mundo est� situado a cuatro mil quinientos pies sobre el nivel del mar, en una serie de espolones monta�osos alrededor. ochenta millas al norte de Mandalay; pero debido a la naturaleza dif�cil del terreno intermedio, solo se puede llegar al valle mediante un viaje tortuoso de unas doscientas millas, que serpentea a trav�s de selvas pal�dicas y pasa por arduos pasos monta�osos.

Una eminente firma de joyeros est� a punto de explorar el Valle de los Rub�es, aunque no se sabe con certeza si las piedras no se han agotado. La sabidur�a es "m�s preciosa que los rub�es, y ninguna de las cosas que puedas desear es comparable a ella".

Conocer el secreto del Se�or, caminar en este mundo no sin gu�a, sino guiado por el Se�or de la vida, acercarse a la muerte misma no temerosa, sino en manos de ese Amor Infinito para quien la muerte no existe, seguramente esto vale la pena. m�s que el oro y las piedras preciosas que pertenecen �nicamente a la tierra y son terrenales. Esta sabidur�a est� cargada de riquezas que no se pueden computar en tesoros terrenales; "Ella es un �rbol de vida para los que la abrazan, y feliz es todo el que la retiene.

" Proverbios 3:18 La creaci�n misma, en sus vastas e infinitas perfecciones, con todos sus cambios Aeonian, y todos los ministerios misteriosos que ordenan sus detalles y mantienen sus actividades, proviene de esa misma sabidur�a que controla la vida humana derecha. El hombre Por lo tanto, quien es conducido por los caminos de la sabidur�a, confiando totalmente en Dios, est� en armon�a con ese gran universo del que forma parte inteligente: puede acostarse sin tener miedo; puede caminar seguro sin tropezar; sin temor repentino. puede asaltarlo; todas las criaturas de Dios son sus hermanas y sus hermanos; incluso la Hermana Muerte, como sol�a decir San Francisco, le es familiar y amiga.

Hemos estado pensando en los resultados externos de la Sabidur�a Celestial: la salud, la prosperidad, los amigos, el favor de Dios y el hombre que reciben quienes la poseen. Hemos sido llevados a buscar el secreto de su paz en la humilde entrega de la voluntad a su leg�timo Se�or. Pero se necesita una precauci�n, una verdad que ya se le ha ocurrido al autor de este cap�tulo. Es evidente que mientras la Sabidur�a trae en sus manos riquezas y honor, Proverbios 3:16 salud al ombligo y m�dula a los huesos, Proverbios 3:8 no ser� suficiente juzgar solo por las apariencias.

Al reflexionar sobre la ley de la Sabidur�a, nos hemos dado cuenta de que puede haber una aparente salud y prosperidad, un grupo de amigos y una fama ruidosa que no son el don de la Sabidur�a, sino de alg�n otro poder. Por tanto, no conviene poner estas cosas externas ante nuestros ojos como objeto de deseo; no servir� de envidiar a quienes las poseen. Proverbios 3:31 "El secreto del Se�or est� con los rectos", y es posible que aquellos a quienes se les ha revelado su secreto elijan las expresiones de la adversidad en lugar de la sonrisa de la prosperidad, elijan la pobreza en lugar de la riqueza, Dar� la bienvenida a la soledad y con contundencia en el Valle de la Humillaci�n.

Porque es un secreto a voces, en la dulce luz de la sabidur�a se convierte en una verdad evidente por s� misma, que "el Se�or al que ama, reprende; como un padre al hijo en quien se deleita". Proverbios 3:12

Existe, pues, una cierta paradoja en la vida de la sabidur�a que ning�n ingenio puede evitar. Sus caminos son caminos agradables, pero es posible que no los busquemos porque sean agradables, porque otros caminos tambi�n son agradables, o parecen serlo por un tiempo. Todos sus caminos son paz, pero no entramos en ellos para ganar la paz, porque la paz viene a menudo bajo el estr�s de un gran conflicto o en el aguante de un duro castigo.

Mil bendiciones temporales acompa�an la entrada por el camino angosto, pero lejos de buscarlas, es casi imposible emprender el camino a menos que las perdamos de vista y las cuidemos por completo. La Sabidur�a Divina nos da estas bendiciones cuando ya no ponemos nuestro coraz�n en ellas, porque mientras ponemos nuestro coraz�n en ellas son peligrosas para nosotros. Poniendo la verdad en la luz m�s clara que nos ha sido dada, la luz de nuestro Se�or Jesucristo, estamos llamados a renunciar a todo para buscar primero el Reino de los Cielos, y cuando estamos absortos en eso como nuestro verdadero objeto de b�squeda todo nos es devuelto al ciento por uno; se nos pide que tomemos nuestra cruz y lo sigamos, y cuando lo hagamos, �l llevar� la cruz por nosotros; se nos pide que carguemos con su yugo y que aprendamos de �l,

Los sabios, que s�lo aman la sabidur�a, descubren que han heredado la gloria; los tontos, que s�lo buscan un ascenso, descubren que no han logrado m�s que la verg�enza. Proverbios 3:35

Versículos 1-35

CAP�TULO 10

DOS VOCES EN LOS LUGARES ALTOS DE LA CIUDAD

Proverbios 9:1 , Proverbios 20:14 con Proberbs 3 y Proverbios 20:16 con Proverbios 4:1

DESPU�S del prolongado contraste entre la mujer viciosa y Sabidur�a en los cap�tulos 7 y 8, la introducci�n del libro se cierra con una peque�a imagen que pretende repetir y resumir todo lo anterior. Es una perorata, simple, gr�fica y hermosa.

Existe una especie de competencia entre Sabidur�a y Locura, entre Justicia y Pecado, entre Virtud y Vicio; y los encantos de los dos est�n dispuestos en un paralelismo intencional; el colorido y la disposici�n son de tal clase que resulta incre�ble c�mo cualquier persona sensata, o incluso el mismo simple, podr�a vacilar por un momento entre la forma noble de la Sabidur�a y las atracciones meritorias de la Locura.

Las dos voces se escuchan en los lugares altos de la ciudad; cada uno de ellos invita a los transe�ntes, especialmente a los sencillos y poco sofisticados: uno a su hermoso palacio, el otro a su casa inmunda y mort�fera. Las palabras de su invitaci�n son muy parecidas: "Quien es sencillo, que entre ac�: en cuanto al falto de entendimiento, ella le dice:" �Pero cu�n diferente es la carga de los dos mensajes! La sabidur�a ofrece vida, pero guarda silencio sobre el disfrute; La locura ofrece placer, pero no dice nada de la muerte que seguramente sobreviene.

En primer lugar, prestaremos atenci�n al Palacio de la Sabidur�a y las voces que emanan de �l, y luego notaremos por �ltima vez las caracter�sticas y las artes de Mistress Folly.

El Palacio de la Sabidur�a es muy atractivo; bien construido y bien amueblado, suena con los sonidos de la hospitalidad; y, con sus columnatas abiertas, parece invitar a todos los transe�ntes a entrar como invitados. Est� erigido sobre siete pilares de m�rmol bien labrados, en forma cuadrangular, con el lado de entrada abierto de par en par. No se trata de una tienda m�vil ni de una choza tambaleante, sino de una mansi�n eterna, a la que no le falta nada de estabilidad, integridad o belleza.

A trav�s de los portales espaciosos se ve el gran patio, en el que aparecen los preparativos para una fiesta perpetua. Las bestias se matan y se visten: el vino se posa en jarras altas listas para beber; las mesas se extienden y se engalanan. Todo es abierto, generoso, amplio, en contraste con esa cena privada imp�a a la que el joven incauto fue invitado por su seductor. Proverbios 7:14 No hay c�maras secretas, ni sugerencias e insinuaciones crepusculares: la amplia luz brilla sobre todo; hay una promesa de alegr�a social; parece que ser�n bienaventurados los que se sienten juntos en esta junta.

Y ahora la hermosa due�a del palacio ha enviado a sus doncellas a los caminos p�blicos de la ciudad: de ellos es una obra de gracia; no deben reprender con agrias y censuradoras reprimendas, sino que deben invitar con ganada amabilidad; deben ofrecer esta comida poco com�n, que ya est� lista, a todos aquellos que est�n dispuestos a reconocer su necesidad. "Venid, comed de mi pan y bebed del vino que he mezclado". Proverbios 9:5

Fuimos llevados a preguntar en el �ltimo cap�tulo hasta qu� punto nuestro Se�or se identific� con la Sabidur�a hipost�tica que estaba hablando all�, y nos quedamos con algunas dudas sobre si �l alguna vez admiti� conscientemente la identidad; pero no cabe duda de que este pasaje estaba ante Su mente cuando habl� Su par�bola de la Fiesta de Bodas. Y la conexi�n es a�n m�s evidente cuando miramos la versi�n griega de la LXX, y notamos que la cl�usula "envi� a sus siervos" es precisamente la misma en Proverbios 9:3 y en Mateo 22:3 .

Aqu�, en todo caso, Jes�s, que se describe a s� mismo como "cierto rey", ocupa definitivamente el lugar de la antigua Sabidur�a en el libro de Proverbios, y el lenguaje que en este pasaje emplea �l, como veremos, en muchos detalles leves hicieron suyos.

S�, nuestro Se�or, la Sabidur�a Encarnada, tiene gloriosas ideas de hospitalidad; Mantiene la casa abierta; Su prop�sito es llamar a la humanidad a una gran fiesta; se prepara el "pan y el vino"; el sacrificio que proporciona la carne es inmolado. Sus mensajeros no son comisionados con una proclama l�gubre o condenatoria, sino con buenas nuevas que han de publicar en los lugares altos. Su palabra es siempre: Ven.

Su deseo es que los hombres vivan, y por eso los llama al camino del entendimiento. Proverbios 9:6 Si un hombre carece de sabidur�a, si reconoce su ignorancia, su fragilidad, su necedad, si en todo caso es lo bastante sabio para saber que es necio, lo bastante bien para saber que est� enfermo, lo bastante justo para saber que es pecador, que se acerque a esta noble mansi�n con su fest�n se�orial. Aqu� hay pan que en verdad es carne; aqu� est� el vino que da vida, el fruto de la vid que Dios plant�.

Pero ahora debemos notar que la invitaci�n de la Sabidur�a est� dirigida solo a los sencillos, no al despreciador. Proverbios 9:7 Deja pasar al escarnecedor, porque una palabra dirigida a �l s�lo retroceder� avergonzada de s� misma, enrojecer� su rostro de reina, y aumentar� la maldad del escarnecedor al aumentar su odio hacia ella.

Su reproche no lo beneficiar�a, pero la manchar�a, la exhibir�a como ineficaz e indefensa. Las palabras amargas de un escarnecedor pueden hacer parecer tonta la sabidur�a y cubrir la virtud con una confusi�n que s�lo deber�a pertenecer al vicio. "No hables a o�dos del necio, porque despreciar� la sabidur�a de tus palabras". Proverbios 23:9 En verdad, no hay car�cter tan desesperado como el del escarnecedor; procede de �l, por as� decirlo, una r�faga feroz, que destruye todas las aproximaciones que le hace el bien.

La reprensi�n no puede acercarse a �l; Proverbios 13:1 no puede encontrar sabidur�a aunque la busque; Proverbios 14:6 y, de hecho, nunca lo busca. Proverbios 15:12 Si uno intenta castigarlo, s�lo puede ser con la esperanza de que otros se beneficien con el ejemplo; no tendr� ning�n efecto sobre �l.

Proverbios 19:25 Deshacerse de �l debe ser el deseo de todo sabio, porque es abominaci�n para todos, Proverbios 24:9 y con su partida desaparece la contienda. Proverbios 22:10 Los que se burlan de las cosas santas y desprecian el Poder Divino, deben ser abandonados a s� mismos hasta que aparezcan en ellos los principios de la sabidur�a: el primer sentimiento de temor de que haya un Dios del que nadie puede burlarse, el primer reconocimiento. que hay una santidad que har�an bien en reverenciar en todo caso.

Debe haber un poco de sabidur�a en el coraz�n antes de que un hombre pueda entrar al Palacio de la Sabidur�a; debe haber una humillaci�n, una desconfianza en s� mismo, un recelo t�mido antes de que el escarnecedor preste atenci�n a su invitaci�n.

Hay un eco de esta solemne verdad en m�s de un dicho del Se�or. �l tambi�n advirti� a sus disc�pulos que no arrojaran sus perlas a los cerdos, no sea que pisoteen las perlas bajo sus pies y se vuelvan para desgarrar a los que fueron lo suficientemente necios como para ofrecerles tal tesoro. Mateo 7:6 hombres se les debe ense�ar a menudo en la severa escuela de la Experiencia, antes de que puedan matricularse en la razonable escuela de la Sabidur�a.

No es bueno dar lo sagrado a los perros, ni mostrar las santidades de la religi�n a aquellos que solo los avergonzar�n abiertamente. Cuando seguimos nuestro propio camino en lugar del del Se�or, e insistimos en ofrecer los tesoros del reino a los burladores, no actuamos de acuerdo con los dictados de la Sabidur�a, obtenemos una mancha por esa bondad que ofrecemos tan precipitadamente, y con frecuencia son alquilados innecesariamente por aquellos a quienes quer�amos salvar.

Es evidente que este es s�lo un lado de la verdad, y nuestro Se�or present� con igual plenitud el otro lado; de �l aprendimos c�mo el mismo escarnecedor, al que no se puede ganar con la reprensi�n, a veces se puede ganar con el amor; pero nuestro Se�or pens� que val�a la pena declarar este lado de la verdad, y hasta ahora hacer suyo esta expresi�n de la antigua Sabidur�a.

De nuevo, cu�n constantemente insisti� en el hecho misterioso de que al que tiene se le dar�, y al que no tiene, lo que tiene, precisamente en el esp�ritu de este dicho: "Instruye al sabio, y �l ser� a�n m�s sabio: ense�a al justo, y su conocimiento aumentar� ". La entrada al reino, como a la casa de la Sabidur�a, es por humildad. A menos que un hombre se vuelva y se convierta en un ni�o peque�o, no puede entrar.

La sabidur�a s�lo es justificada por sus hijos: hasta que el coraz�n no es humilde, ni siquiera puede comenzar a ser sabio; aunque parezca poseer mucho, todo debe ser quitado y debe hacerse un nuevo comienzo, ese comienzo que se encuentra en el temor del Se�or y en el conocimiento del Santo. Proverbios 9:10

Las palabras finales de la invitaci�n de la Sabidur�a son totalmente apropiadas en los labios de Jes�s y, de hecho, s�lo en Sus labios podr�an aceptarse en su m�s pleno significado. Hay un sentido limitado en el que toda sabidur�a favorece la longevidad, como vimos en el cap�tulo 3, pero tambi�n es una observaci�n obvia que los sabios perecen como los necios; un evento les sucede a ambos, y parece que no hay diferencia.

Pero la Sabidur�a Encarnada, Jesucristo, pudo decir con amplia literalidad: "Por m� se multiplicar�n tus d�as, y se aumentar�n los a�os de tu vida". Con �l se ensanch� el panorama; Pod�a hablar de una nueva vida, de criar hombres en el �ltimo d�a; Podr�a dar por primera vez una soluci�n a ese enigma constante que ha desconcertado a los hombres desde el principio: �C�mo es que la Sabidur�a promete la vida y, sin embargo, a menudo exige que sus hijos mueran? �C�mo es posible que los mejores y m�s sabios hayan elegido a menudo la muerte y, por lo tanto, aparentemente hayan robado al mundo su bondad y su sabidur�a? Podr�a dar la respuesta en la gloriosa verdad de la Resurrecci�n; y as�, al llamar a los hombres a morir por �l, como suele hacer �l, puede en el mismo momento de su muerte decirles con plenitud de significado: "

Y entonces, �cu�n enteramente en armon�a con todas sus ense�anzas est� el enfatizar al m�ximo la elecci�n individual y la responsabilidad individual? "Si eres sabio, eres sabio por ti mismo; y si te burlas, solo t� lo soportar�s". No puede haber progreso, ni siquiera comienzo, en la vida espiritual, hasta que se comprenda esta actitud de aislamiento personal. Es el �ltimo resultado de la verdadera religi�n que vivimos en los dem�s; pero es lo primero que vivimos en nosotros mismos: y hasta que no hayamos aprendido a vivir en nosotros mismos, no serviremos de nada vivir en los dem�s.

Hasta que se trate con el alma individual, hasta que haya entendido las demandas que se le hagan y las haya satisfecho, no est� en posici�n de ocupar el lugar que le corresponde como piedra viva en el templo de Dios, o como miembro vivo. en el cuerpo de Cristo. S�, comprendan esta certeza escrutadora de la Sabidur�a, digamos, m�s bien, de Cristo: si son como las v�rgenes prudentes de la par�bola, es para su propio bien eterno, entrar�n en el sal�n con el Esposo; pero si sois como las v�rgenes insensatas, ninguna sabidur�a de las sabias podr� aprovecharos, ninguna luz vicaria servir� para vuestras l�mparas; para ti debe haber la humillaci�n personal y el dolor del "No te conozco" del Se�or.

Si con desde�osa indiferencia hacia su alta confianza como siervo del Maestro oculta su talento y justifica su conducta ante s� mismo alegando que el Maestro es un hombre duro, ese desprecio debe recaer sobre su propia cabeza; tan lejos de la riqueza agrandada de los dem�s que vienen a suplir tus deficiencias, la bagatela mal usada que a�n retienes te ser� quitada y entregada a ellos. Los hombres a veces han favorecido la noci�n de que es posible pasar una vida de indiferencia desde�osa hacia Dios y todos sus santos mandamientos, una vida de ego�smo arrogante y amargo desprecio por todas sus otras criaturas, y sin embargo, encontrarse al final por completo. purgados del desprecio y en igualdad de condiciones con todos los corazones piadosos y humildes; pero contra esta noci�n la Sabidur�a exclama en voz alta; es la noci�n de locura, y tan lejos de redimir la locura, es la peor condenaci�n de la Locura: porque seguramente la Conciencia y la Raz�n, el coraz�n y la cabeza, podr�an decirnos que es falsa; y todo lo que es m�s cuerdo y sabio en nosotros concuerda en la certeza directa y sencilla: "Si te burlas, solo t� lo soportar�s".

Tal es la invitaci�n y tal la advertencia de la Sabidur�a; tal es la invitaci�n y tal la advertencia de Cristo. Dejad, simples, y vivid. Despu�s de todo, la mayor�a de nosotros no somos burladores, sino muy tontos, f�cilmente deslumbrados con luces falsas, f�cilmente enga�ados con expresiones suaves que coinciden con nuestros propios prejuicios ignorantes, f�cilmente seducidos por caminos secundarios que en momentos tranquilos reconocemos f�cilmente. ser pecador y da�ino. Los burladores son pocos; los simples son muchos. Aqu� est� esta voz graciosa que apela a los sencillos y con una generosa generosidad los invita a la fiesta de la Sabidur�a.

Al final del vers�culo 12 ( Proverbios 9:12 ), la LXX da una adici�n muy interesante, que probablemente fue traducida de un original hebreo. Parece haber estado ante la mente de nuestro Se�or cuando hizo la descripci�n del esp�ritu inmundo caminando por lugares sin agua, buscando descanso y no encontrando nada. Mateo 12:43El pasaje es una delineaci�n figurativa de los males que resultan de hacer de la farsa y la falta de sinceridad el sustento de la vida, en lugar de la seguridad infalible y la fuerza disponible de la sabidur�a; puede traducirse as�: "El que hace de la falsedad su apoyo, pastorea los vientos, y se encontrar� persiguiendo p�jaros en vuelo; porque significa dejar los senderos de su propia vi�a y vagar por los l�mites de su propia agricultura; significa andando por un desierto �rido, sobre la tierra que es la porci�n de los sedientos, recoge en sus manos la inutilidad.

"�Qu� contraste con los espaciosos salones y la abundante comida de la Sabidur�a! Una vida basada en verdades eternas puede parecer por el momento fr�a y desolada, pero est� fundada sobre una roca, y no sobre una roca est�ril, porque env�a en a su debido tiempo ma�z, vino y aceite. Los ni�os de esa casa tienen pan suficiente y de sobra. Pero cuando un hombre prefiere la fantas�a a la realidad, y sigue lo aparentemente agradable, en lugar de lo realmente bueno, �qu� apret�n de vientos! �Qu� persecuci�n de los p�jaros de la alegr�a que se desvanecen r�pidamente! Los caminos sanos, fruct�feros, sensibles al trabajo, quedan muy atr�s; y aqu� pronto est� el desierto real, sin una gota de agua para refrescar los labios, o un solo fruto de la tierra que un hombre puede comer.

El alma enga�ada consume sus bienes con rameras, y recoge el viento. Los caminos del vicio son terribles; producen una sed que no pueden saciar; y llenan la imaginaci�n de tortuosas im�genes de bienestar que se alejan cada vez m�s de la realidad a cada paso que damos. La sabidur�a nos invita a hacer de la verdad nuestra estancia, porque despu�s de todo la Verdad es el Camino y la Vida, y no hay otro camino, ninguna otra vida.

Y ahora viene la breve imagen de cierre de Locura, a la que nuevamente la LXX le da una breve adici�n. La locura es ruidosa, hueca como sus v�ctimas, a las que invita a s� misma, no como la Sabidur�a las invita, a dejar de lado su sencillez, sino m�s bien como gustar, para que su ignorancia se confirme en vicio y su sencillez en brutalidad. . Ha tenido la desfachatez de construir su casa en el lugar m�s prominente y sublime de la ciudad, donde por buen derecho s�lo debe habitar la Sabidur�a.

Her allurements are specially directed to those who seem to be going right on in their wholesome ways, as if she found her chief delight, not in gratifying the vicious, but in making vicious the innocent. Her charms are: poor and tawdry enough; seen in the broad sun-light, and with the wholesome air all round her, she would be revolting to every uncorrupted nature; her clamorous voice would sound strident, and her shameless brow would create a blush of shame in others; she naturally therefore seeks to throw a veil over herself and a glamour over her proposals; she suggests that secrecy and illicitness will lend a charm to what in itself is a sorry delight.

Es clandestino, por lo tanto, es dulce; est� prohibido, por lo tanto, debe ser agradable. �Podr�a haber algo m�s sofisticado? Lo que debe su atracci�n a las sombras de la noche, obviamente, debe ser intr�nsecamente poco atractivo. Es un argumento apto solo para las sombras de los perdidos, y no para aquellos que respiran el aire dulce y contemplan el sol. De hecho, su casa est� embrujada por fantasmas, y cuando un hombre entra en su portal, ya tiene el pie en el infierno.

Bien puede la LXX agregar la vehemente advertencia, "Salta de sus garras; no te demores en el lugar; no dejes que ella tenga tu nombre, porque t� atravesar�s aguas ajenas; de aguas ajenas mantente apartado, de fuentes ajenas no bebas, para que vivas mucho y aumentes tus a�os de vida ".

Y ahora, antes de dejar este tema, debemos comentar brevemente el gran cambio y avance que Cristo ha tra�do a nuestro pensamiento sobre la relaci�n entre los dos sexos. Este Libro de la Sabidur�a es una hermosa ilustraci�n del desprecio con que los sabios de Israel ten�an a la mujer. Uno supondr�a que ella es la tentadora y el hombre la v�ctima. La maestra nunca sue�a con dar un paso atr�s y preguntar de qui�n fue la culpa de que la tentadora cayera en sus viciosos caminos.

He takes no note of the fact that women are first led astray before they lead others. Nor does he care to inquire how the men of his day ruined their women by refusing to them all mental training, all wholesome interest and occupation, shutting them up in the corrupting atmosphere of the seraglio, and teaching them to regard the domestic sphere, and that only in its narrowest sense, as the proper limit of their thought and affection.

Estaba reservado para el Gran Maestro, la Sabidur�a Encarnada misma, reparar esta injusticia secular hacia la mujer, mostrando con severidad a los hombres el espejo de la verdad en el que podr�an ver sus propios corazones culpables. Le estaba reservado tocar la conciencia de una mujer de ciudad que era pecadora, y llevarla de sus caminos clamorosos y seductores a la dulzura de las l�grimas penitenciales y al amor arrebatado que enciende el perd�n.

Es �l, y no la antigua Sabidur�a, quien ha convertido la corriente de los pensamientos de los hombres en formas m�s justas y amables sobre esta gran cuesti�n. Y as� es como el gran poeta cristiano representa al arc�ngel corrigiendo el juicio defectuoso del hombre. Adam, hablando con la indignaci�n virtuosa habitual del sexo m�s fuerte en la contemplaci�n de la visi�n suave de las mujeres fr�giles que se le presentan a los ojos, dice:

"Oh l�stima y verg�enza, que ellos, que vivir bien

Entr� tan justo, deber�a desviarse para pisar

�Caminos indirectos, o a medio camino d�biles!

Pero a�n veo el tenor de la aflicci�n del hombre

Aguanta lo mismo, de mujer para empezar ".

La correcci�n es la correcci�n de Cristo, aunque Miguel es el orador:

"De la flojedad afeminada del hombre comienza", dijo el �ngel, "qui�n deber�a ocupar mejor su lugar, mediante la sabidur�a y los dones superiores recibidos".

Nuestro Se�or no dibuja cuadros como estos en el libro de proverbios; tienen su valor; es necesario advertir a los j�venes contra las seducciones que los vicios de otros hombres han creado en la forma de la mujer; pero prefiere ir siempre a la ra�z del asunto; Habla a los hombres mismos; Les pide que refrenen el ojo errante y mantengan puras las fuentes del coraz�n. A esa Sabidur�a censuradora que juzga sin ninguna percepci�n de que se peca m�s contra la mujer que pecando, �l se opondr�a a Su severo mandato de deshacerse de la viga en el propio ojo, antes de intentar quitar la paja del ojo de otro.

De esta manera, �l, en tantos campos variados de pensamiento y acci�n, ha convertido una verdad a medias en una verdad completa al profundizar un poco m�s y desvelar los secretos del coraz�n; y de esta manera nos ha capacitado para usar la verdad a medias, poni�ndola en su correcta relaci�n con el todo.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Proverbs 3". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/proverbs-3.html.