Bible Commentaries
Proverbios 30

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-33

Cap�tulo 31

LAS PALABRAS DE AGUR

La interpretaci�n del primer vers�culo de este cap�tulo es muy incierta. Sin intentar discutir las muchas enmiendas conjeturales, debemos indicar brevemente el punto de vista que se adopta aqu�. Una ligera alteraci�n en la punter�a; en lugar de la lectura masor�tica cambia el nombre propio Ithiel en un verbo significativo; y otro ligero cambio nos da otro verbo en lugar de Ucal. Para eliminar la dificultad de la palabra "or�culo", dificultad que surge del hecho de que el cap�tulo que sigue no es un enunciado prof�tico del tipo al que se podr�a aplicar esa palabra, es necesario, con Gratz, hacer un comentario m�s cambio serio.

Y para explicar la palabra que ocurre en una conexi�n similar en N�meros 24:3 ; N�meros 24:15 y 2 Samuel 23:1 . Debo suponer que se ha eliminado alguna cl�usula relativa que define la naturaleza de "el hombre".

La gran incertidumbre del texto es atestiguada por la LXX, que coloca este pasaje despu�s de Proverbios 24:23 , y da una traducci�n que tiene muy poca semejanza con nuestro texto hebreo actual. Es muy probable, tanto por el tema como por los arreglos num�ricos, que son completamente rab�nicos, que este cap�tulo y el cap�tulo 31 sean de origen tard�o y representen la �ltima fase de la literatura proverbial de Israel en los d�as posteriores al regreso de Israel. el exilio.

Si es as�, la oscuridad y la incertidumbre son caracter�sticas de un per�odo artificial de la literatura y de una decadencia del gusto literario. Adoptando, entonces, las alteraciones que se han mencionado, obtenemos el siguiente resultado: -

"Las palabras de Agur hijo de Jaqu�, el escritor de refranes":

"La expresi�n del hombre [que ha cuestionado y pensado]: Me cans� de Dios, me cans� de Dios, y me desmay�, porque soy demasiado est�pido para un hombre, y carezco de raz�n, y no he aprendido la sabidur�a. , ni tengo conocimiento del Todo Santo ", etc.

Este cap�tulo est� lleno de un inter�s curioso. Es una colecci�n de dichos que aparentemente est�n conectados solo por la circunstancia de que fueron atribuidos a una persona, Agur, el hijo de Jaqu�. Quienquiera que fuera Agur, ten�a una marcada individualidad; combin� la meditaci�n sobre elevadas cuestiones de teolog�a con una s�lida teor�a de la vida pr�ctica. Pudo dar valiosas advertencias sobre la conducta. Pero su deleite caracter�stico era agrupar en cuartetas ilustraciones visibles de cualidades o ideas seleccionadas.

Puede ser bueno para nosotros echar un vistazo a estos pintorescos grupos y luego volver a los sentimientos m�s filos�ficos y religiosos con los que se abre el cap�tulo.

"No difames al siervo de su amo", dice Agur, "no sea que el siervo te maldiga y seas considerado culpable". Incluso los subordinados tienen sus derechos; el Se�or hace suya la causa de ellos, y una maldici�n de ellos cae con tanto peso sobre un calumniador como las palabras de personas m�s influyentes. Una de las pruebas m�s seguras del car�cter de un hombre es ver c�mo trata a los sirvientes; si es uniformemente cort�s, considerado, justo y generoso en su trato con ellos, podemos inferir con seguridad que es un personaje noble; si es altivo, dominante, vengativo y malicioso con ellos, no debemos dar mucha importancia a sus modales agradables y sus servicios plausibles a aquellos a quienes considera sus iguales.

Ahora sigue dos de estas cuartetas singulares. Hay cuatro clases de hombres se�alados, y sostenidos, no para nuestro aborrecimiento, que es innecesario, sino simplemente para nuestra observaci�n: los infieles, los santurrones, los altivos y los rapaces que devoran al pobre y al necesitado. No es necesario decir nada sobre estas personas. Su condenaci�n est� estampada en su frente; nombrarlos es condenarlos; describirlos es escribir su oraci�n.

De nuevo, hay cuatro cosas que, como la sanguijuela de los caballos chupadores de sangre, son siempre insaciables. El vampiro tiene sus hijas en la tierra; es, como dice el profesor Cheyne, "una expresi�n cuasi m�tica". Estas hijas son dos, no, son tres, no, son cuatro; y son, por as� decirlo, los representantes de toda la creaci�n: el Seol, el mundo invisible, que atrae hacia s� las incontables generaciones de muertos; el principio generativo, que nunca se cansa de producir nuevas generaciones de vivos; la tierra, que est� absorbiendo para siempre las aguas cadentes del cielo; y el fuego, que consumir� todo el combustible que se le d�.

Ahora sigue un comentario adicional sobre la conducta no filial: el ojo es considerado como el instrumento por el cual un hijo muestra sus sentimientos a sus padres; tal vez no ha llegado a proferir una maldici�n contra ellos, y menos a�n al levantar la mano para maltratarlos, pero sus ojos destellan con desprecio hacia su padre, y con su altiva obstinaci�n declara que no obedecer� a su madre. El miembro ofensor ser� escogido por los cuervos clamorosos y devorado por las cr�as del �guila volando.

A continuaci�n tenemos cuatro cuartetos m�s. Primero, est�n las cuatro maravillas que desconciertan el entendimiento de Agur; maravillas que son comprensibles solo para Dios, como dice el himno v�dico:

"El camino de los barcos a trav�s del mar,

Conoce el vuelo del �guila ".

La maravilla parece estar en la realidad y el poder de las cosas impalpables. Qu� poco de todo lo que pasa en el universo est� abierto a la observaci�n o deja un rastro. El �guila se eleva por el aire como si marchara por un camino s�lido y trillado; la serpiente, sin extremidades, se desliza sobre la roca lisa donde resbalan los pies y no deja rastro; el barco surca las profundidades, y sobre aguas sin rastro sigue su rastro, que es invisible; un hombre y una doncella se encuentran, miradas r�pidas pasan, los corazones se mezclan, y eso es lo que nunca se puede deshacer; o en el lado del mal, la mujer mala sigue sus caminos il�citos y ordenados, mientras que en apariencia es una esposa y madre fiel.

En segundo lugar, hay cuatro condiciones humanas que son intolerables para la sociedad, a saber, un esp�ritu esencialmente servil puesto en el lugar de la autoridad; un necio que, en lugar de ser corregido, se confirma en su locura por la prosperidad; un matrimonio donde se odia a la esposa; y una esclava en la posici�n que ocupaba Agar en relaci�n con Sara, su amante.

En tercer lugar, hay cuatro tipos de animales que ilustran que el tama�o no es necesariamente grandeza y que es posible ser insignificante y, sin embargo, sabio. Las diminutas hormigas son un modelo de cooperaci�n mutua inteligente y ahorro prudente. Los jerbos peque�os parecen bastante indefensos, pero son sensatos en la elecci�n de sus hogares, ya que viven seguros en refugios rocosos. Las langostas parecen tan d�biles e inofensivas como pueden ser los insectos, pero forman un ej�rcito poderoso, ordenado en orden de batalla; Corren como valientes, trepan por la muralla como hombres de guerra, y todos marchan por sus caminos, y no rompen filas.

" Joel 2:7 El lagarto parece sino una criatura plebeya; usted puede agarrarlo con las manos, sino que es indefensa y carente de capacidades naturales; y, sin embargo, con sus crawlings r�pidas y dartings incansables encontrar� su camino en palacios de rey, donde criaturas m�s grandes y m�s fuertes no pueden entrar.

Por �ltimo, hay cuatro cosas que impresionan a uno con su majestuosidad de movimiento; el le�n, la criatura ce�ida en los lomos, ya sea un caballo de guerra o un galgo, el macho cabr�o y, seguramente con un toque de s�tira, el rey cuando su ej�rcito est� con �l.

Luego, la colecci�n de dichos de Agur termina con un consejo sabio y pintoresco para ejercer una fuerte moderaci�n sobre nuestras pasiones crecientes.

Pero ahora podemos volver al pasaje con el que se abre el cap�tulo. Aqu� est� el grito de quien ha buscado encontrar a Dios. Es un grito viejo y l�gubre. Muchos lo han emitido desde el principio; muchos lo pronuncian ahora. Pero pocos han hablado con m�s pat�tica humildad, pocos nos han hecho sentir con tanta fuerza la solemnidad y la dificultad de la pregunta como este Agur desconocido. Vemos una ceja arrugada por el pensamiento, ojos nublados por una observaci�n prolongada y cercana; no es el pat�n o el pat�n el que hace esta humillante confesi�n; es el pensador serio, el indagador ansioso.

Ha meditado sobre los maravillosos hechos del mundo f�sico; ha visto c�mo los grandes �rboles se mecen bajo el toque del viento invisible, y las olas se elevan con toda su fuerza, azotando las costas, pero tratando en vano de traspasar los l�mites se�alados; ha considerado la vasta extensi�n de la tierra y ha preguntado, �sobre qu� fundamentos descansa y d�nde est�n sus l�mites? No puede cuestionar el "poder eterno y la divinidad" que son los �nicos que pueden explicar este universo ordenado.

No ha, como muchos pensadores antiguos y modernos, "caer en picado en el amplio universo profundo y gritar: No Dios". Sabe que hay un Dios; debe haber una Inteligencia capaz de concebir, junto con un poder capaz de realizar, este poderoso mecanismo. �Pero qui�n es? �Cu�l es su nombre o el nombre de su hijo? Aqu� est�n los pasos del Creador, pero �d�nde est� el Creador mismo? Aqu� est�n las se�ales de Su obra en todas partes.

Hay un poder invisible que asciende y desciende sobre la tierra por escaleras invisibles. �Qui�n es �l? Estos vientos veloces, ante los cuales somos impotentes, obedecen a alg�n control: a veces son "recogidos como flores durmientes", �qui�n es entonces que los sostiene? Estas grandes aguas se balancean de un lado a otro, o brotan incesantes corrientes de sus fuentes, o se juntan en los silenciosos huecos de las colinas; pero �qui�n designa al oc�ano, al r�o y al lago? �Qui�n los alimenta a todos y los refrena a todos? �De qui�n es la prenda que los sujeta como una mujer que lleva un c�ntaro amarrado a la espalda en el pliegue de su vestido? La tierra no es un fantasma, no es un espejismo, es s�lida y est� establecida; pero �qui�n dio a la materia su realidad, y en el incesante flujo de los �tomos fij� las formas permanentes y orden� las relaciones apropiadas? �Ah! �C�al es su nombre? �Tiene un hijo? �Es el hombre, por ejemplo, su hijo? �O la idea del Dios Eterno e Invisible implica tambi�n un Hijo Eterno, un Ser uno con �l, pero separable, el objeto de Su amor, el instrumento de Su obra, el comienzo de Su creaci�n? �Qui�n es �l? Que �l es santo parece una conclusi�n inevitable del hecho de que sabemos qu� es la santidad y reconocemos su soberan�a.

Porque, �c�mo, al pensar en el Ser poderoso que hizo todas las cosas, me atrevo a darle un atributo m�s bajo que el que puedo dar a mis semejantes? �C�mo me atrevo a negarle lo que s� de lo m�s alto y lo mejor? Pero aunque s� que �l es santo, no conozco al Todo Santo. Mi naturaleza d�bil y pecaminosa tiene vislumbres de �l, pero no visiones firmes. Lo pierdo en la confusi�n confusa de las cosas. Capto el brillo de Su rostro en los tonos del arco iris y en el resplandor de las colinas eternas; pero lo pierdo cuando me esfuerzo por seguir entre las airadas reuniones de las nubes de tormenta, en el amenazante estallido del trueno, el rugido de la avalancha y las ruinas desgarradas del terremoto.

Y el hombre, considerando todas las cosas, cuestionando, buscando, exclama: "Estoy cansado y desfallecido". Los esplendores de Dios acechan su imaginaci�n, las santidades de Dios llenan su conciencia de asombro, los pensamientos de Dios yacen como presuposiciones detr�s de todo su pensamiento. Pero no tiene entendimiento; desconcertado, frustrado e indefenso, dice que es demasiado brutal para ser un hombre. Seguramente un hombre conocer�a a Dios; seguramente no debe ser m�s que una de las criaturas sin alma, polvo del polvo, porque no tiene el conocimiento del Santo.

A esta impetuosa lluvia de preguntas llega una respuesta. Porque de hecho, en el hecho de que las preguntas ya est�n formuladas, la respuesta radica. En el humilde grito de que es demasiado est�pido para ser un hombre, ya es la prueba m�s clara de que est� incalculablemente elevado por encima del bruto.

Pero, �qui�n ofrece la respuesta en Proverbios 30:5 ? Parecer�a como si el propio Agur hubiera sugerido la pregunta, una pregunta prestada probablemente de alg�n noble pensador pagano; y ahora procede a encontrar el clamor salvaje y desesperado con los resultados de su propia reflexi�n. No intenta la respuesta en las l�neas de la religi�n natural.

Su respuesta en efecto es esta: No puedes conocer a Dios, no puedes buscarlo a menos que �l se revele; Su revelaci�n debe llegar como una palabra articulada e inteligible. Como dice el Salmo, porque parece ser una cita de Salmo 18:30 : "Toda palabra de Dios es probada: El es un escudo para los que en �l conf�an.

"Agur apela a una revelaci�n escrita, una revelaci�n que es completa y redondeada, y a la que no se puede agregar m�s ( Proverbios 30:6 ). Probablemente fue el tiempo en que el escriba Esdras hab�a reunido la Ley y los Salmos y los Profetas, y hab�a formado el primer canon de las escrituras.

Desde entonces se ha agregado mucho al canon, estas palabras de Agur entre el resto, pero la afirmaci�n sigue siendo esencialmente cierta. Nuestro conocimiento de Dios depende de Su autorrevelaci�n, y el m�todo de esa revelaci�n es hablar, a trav�s de los labios de hombres pose�dos por Dios, palabras que son probadas por la experiencia y probadas por la fe viva de aquellos que conf�an en Dios. "Yo soy el que soy" ha hablado a los hombres, ya �l, el Eternamente existente, le han atribuido el universo visible.

"El Dios de Israel" ha hablado a los hombres y, por tanto, han aprendido a trazar su mano en la historia y en el desarrollo de los asuntos humanos. El Santo en los profetas y poetas ha hablado a los hombres, y ellos se han dado cuenta de que todo el bien proviene de �l y que todo mal le es aborrecible. Y por �ltimo, Su Hijo ha hablado a los hombres, y lo ha declarado de una manera que nunca podr�a haber sido so�ada, les ha mostrado al Padre, les ha revelado ese nuevo Nombre inefable.

La respuesta al gran clamor del coraz�n humano, al coraz�n humano fatigado y desfallecido, se da solo en la revelaci�n, en la palabra probada de Dios, y completamente solo en la Palabra de Dios que se hizo carne. La prueba de esa revelaci�n se proporciona a todos los que conf�an en el Dios as� revelado, porque �l se convierte en un escudo para ellos; moran bajo la sombra de Su presencia realizada. No es posible agregar a las palabras de Dios; nuestras especulaciones nos llevan m�s lejos, pero s�lo nos llevan al error; y por ellos incurrimos en Su reprensi�n, y nuestras ficciones quedan desastrosamente expuestas.

La respuesta a la filosof�a est� en la revelaci�n, y los que no aceptan la respuesta revelada se quedan haciendo eternamente la misma pregunta fatigada y desesperada: "�C�mo se llama y c�mo se llama su hijo?"

Y ahora, con una sencillez pr�ctica y pintoresca que es muy sugerente, Agur advierte dos condiciones, que evidentemente ha observado que son necesarias si queremos encontrar la respuesta que la revelaci�n da a la pregunta del coraz�n humano por Dios. En primer lugar, debemos deshacernos de la vanidad y la mentira. �Cu�n cierto es esto! Podemos tener la Biblia en nuestras manos, pero mientras nuestro coraz�n est� vac�o de seriedad y sinceridad, no podemos encontrar nada en ella, ciertamente ninguna palabra de Dios.

Una persona vanidosa y una persona que no es veraz no puede recibir una revelaci�n genuina; pueden creer, o pensar que creen, los dogmas religiosos actuales, y pueden dar una respuesta verbal a la pregunta que hemos estado considerando, pero no pueden tener el conocimiento del Santo. M�s de la mitad de la impiedad de los hombres se debe simplemente a la falta de seriedad; son trivialidades en la tierra, son burbujas pintadas, que revientan si algo s�lido las toca; son vapores y exhalaciones a la deriva, que se desvanecen y no dejan rastro alguno.

Pero hay muchos hombres que son lo suficientemente serios en su b�squeda de conocimiento y, sin embargo, est�n viciados por una falta radical de veracidad. Est�n preparados para los hechos, pero solo hechos de cierto tipo. Quieren conocer a Dios, pero solo con la condici�n de que no sea sobrenatural. Quieren estudiar las verdades del mundo espiritual, pero solo con la condici�n de que lo espiritual sea material. �Aparta de m� las vanidades y la mentira!

Luego hay una segunda condici�n deseable para la debida apreciaci�n de la verdad religiosa, una condici�n social y econ�mica. Agur podr�a haber conocido nuestro mundo moderno con sus terribles extremos de riqueza y pobreza. Se dio cuenta de lo dif�cil que es para los ricos entrar en el reino de los cielos; y, por otro lado, cu�n probable es que hombres hambrientos sean seducidos para robar y traicionados para blasfemar.

Que hay mucha verdad en este punto de vista, podemos f�cilmente satisfacernos si consideramos a las clases ricas en Inglaterra, cuya pregunta, impulsada a trav�s de toda su pompa y ceremonial de adoraci�n sin coraz�n, es pr�cticamente: "�Qui�n es el Se�or?" y para entonces mirar a los ochocientos mil indigentes de Inglaterra, entre los cuales la religi�n es pr�cticamente desconocida excepto como un dispositivo para conseguir comida.

Y cuando hayamos sopesado debidamente este dicho de Agur, podemos llegar a ver que, entre todos los problemas religiosos y espirituales urgentes de nuestros d�as, este tambi�n debe ser considerado y resuelto: C�mo asegurar una distribuci�n m�s equitativa de la riqueza, de modo que el los extremos de riqueza y pobreza deber�an desaparecer, y todos deber�an ser alimentados con los alimentos que necesitan.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Proverbs 30". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/proverbs-30.html.