Bible Commentaries
Salmos 131

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-3

Salmo 131:1

Un coraz�n TRANQUILO, porque se aquieta, habla aqu� con acentos tranquilos, no muy diferente del "canturreo" del ni�o pac�fico en el pecho de su madre, con el que la dulce cantante compara su alma. El salmo es la expresi�n m�s perfecta del esp�ritu infantil, que, como ha ense�ado Cristo, es caracter�stico de los s�bditos del reino de los cielos. Sigue a un salmo de penitencia, en el que un alma contrita esperaba el perd�n de Jehov� y, al encontrarlo, exhortaba a Israel a esperar su redenci�n de toda iniquidad. La conciencia del pecado y la recepci�n consciente de la redenci�n del mismo preceden a la verdadera humildad, y tal humildad debe seguir a esa conciencia.

El salmista no reza; menos a�n contradice su bajeza en el mismo acto de declararla, enamor�ndose de ella. Habla en ese estado de �nimo sereno y alegre, que a veces se concede a las almas humildes, cuando la fruici�n est� m�s presente que el deseo, y el ni�o, abrazado al coraz�n divino, siente su bienaventuranza tan satisfactoriamente que los temores y las esperanzas, los deseos y los sue�os, se aquietan. Las palabras sencillas expresan mejor las alegr�as tranquilas. En este salmo s�lo suena una nota, que casi podr�a llamarse una canci�n de cuna. �Cu�ntos corazones ha ayudado a callar!

La altivez que el salmista niega tiene su asiento en el coraz�n y su manifestaci�n en miradas arrogantes. El coraz�n humilde mira m�s alto que el orgulloso, porque levanta los ojos a las colinas y los fija en Jehov�, como un esclavo en su se�or. Los elevados pensamientos sobre uno mismo engendran naturalmente ambiciones que buscan grandes esferas y se entrometen con cosas que est�n fuera de su alcance. El cantante no se refiere a cuestiones m�s all� de la soluci�n por la facultad humana, sino a ambiciones mundanas que apuntan a la prominencia y la posici�n. Apunta bajo, en lo que concierne a la tierra; pero apunta alto, porque su objetivo est� en los cielos.

Sacudi�ndose de tales ambiciones y altivez de esp�ritu, ha encontrado reposo, como lo hacen todos los que limpian sus corazones de esas cosas peligrosas. Pero hay que se�alar que la calma de la que disfruta es fruto de su propio autocontrol, mediante el cual su yo dominante ha suavizado y acallado la naturaleza sensible con sus deseos y pasiones. No es la tranquilidad de una naturaleza tranquila lo que habla aqu�, sino aquello en lo que ha entrado el hablante, mediante el dominio vigoroso de los elementos perturbadores.

Lo dura que hab�a sido la lucha, el llanto amargo y la resistencia petulante que hab�a antes de que se ganara la calma, lo dice la hermosa imagen del ni�o destetado. Mientras lo destetan, solloza y lucha, y toda su peque�a vida se perturba. De modo que ning�n hombre llega a tener un coraz�n tranquilo sin mucha auto supresi�n resuelta. Pero la figura habla del reposo final, incluso m�s claramente que de la lucha anterior.

Porque, una vez que se completa el proceso, el ni�o se acurruca satisfecho en el c�lido pecho de la madre y no desea nada m�s que acostarse all�. De modo que el hombre que ha tomado valientemente su propia naturaleza m�s d�bil y anhelante, y ha alejado sus deseos de la tierra fij�ndolos en Dios, se libera de la miseria del deseo ardiente y pasa a la calma. El que cesa en sus propias obras entra en reposo. Si un hombre obliga as� a su "alma" a cesar sus ansias de lo que la tierra puede dar, tendr� que hacer caso omiso de sus luchas y gritos, pero �stos dar�n lugar a la quietud; y el fruto de la bienaventuranza de poner todos los deseos en Dios ser� la mejor defensa contra la repetici�n de los anhelos una vez silenciados.

El salmista desea que todo Israel comparta la tranquilidad de su coraz�n, y cierra su tierno fragmento de c�ntico con un llamado a que esperen en Jehov�, mediante el cual ellos tambi�n puedan entrar en paz. El salmo anterior termin� con la misma llamada; pero all� estaba principalmente en cuesti�n la misericordia de Dios al tratar con el pecado, mientras que aqu� est� impl�cita su suficiencia para todas las necesidades del alma. El �nico secreto del perd�n y la liberaci�n de la iniquidad es tambi�n el secreto del descanso de los anhelos tir�nicos y los deseos perturbadores. La esperanza en Jehov� trae perd�n, pureza y paz.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Psalms 131". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/psalms-131.html.