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Salmos 46

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-11

Salmo 46:1

HAY dos eventos, uno u otro de los cuales probablemente proporciona la base hist�rica de este y los dos salmos siguientes. Uno es la liberaci�n de Josafat de las fuerzas combinadas de las naciones lim�trofes. 2 Cr�nicas 20:1 Delitzsch lo adopta como motivo del salmo. Pero la otra referencia m�s com�nmente aceptada a la destrucci�n del ej�rcito de Senaquerib es m�s probable.

Salmo 46:1 ; Salmo 48:1 tiene notables paralelismos con Isa�as. El noble contraste del r�o tranquilo que alegra la ciudad de Dios con un mar agitado y que hace temblar la tierra se asemeja a la amenaza del profeta de que el efecto de rechazar las "aguas de Silo� que corren suavemente" ser�a inundado por el r�o fuerte y caudaloso, el poder asirio.

Y el emblema se ampl�a en el lenguaje llamativo de Isa�as 33:21 : "El Se�or glorioso ser� para nosotros lugar de anchos r�os y arroyos, por donde no andar� galera con remos". Rodeada por los eslabones centelleantes de ese ancho foso, Jerusal�n est� segura. Una vez m�s, el pensamiento central del estribillo del salmo, "El Se�or de los ej�rcitos est� con nosotros", est� estrechamente relacionado con el nombre simb�lico que Isa�as dio como garant�a de liberaci�n: "Emanuel, Dios con nosotros".

La estructura es simple. Las tres estrofas en las que cae el salmo expresan sustancialmente el mismo pensamiento, que la presencia de Dios es seguridad y paz, sin importar las tormentas que bramen. Este tema general se exhibe en la primera estrofa ( Salmo 46:1 ) en referencia a las convulsiones naturales; en el segundo ( Salmo 46:4 ) en referencia a la furia de los reinos hostiles; y en el tercero ( Salmo 46:8 ) se invita a los hombres a contemplar un ejemplo reciente del poder liberador de Dios, que establece la verdad de las declaraciones precedentes y ha dado lugar al salmo. El gran estribillo que cierra la segunda y tercera estrofas probablemente deber�a restaurarse al final de Salmo 46:3 .

En la primera estrofa, el salmista pinta que el caos vuelve a aparecer, por las figuras familiares de una tierra cambiada, monta�as tambaleantes que se hunden en el mar embravecido del que surgieron en la creaci�n, y un oc�ano salvaje con estruendo atronador que espanta el o�do y la espuma de levadura que aterroriza los ojos. , barriendo con triunfante insolencia sobre toda la hermosa tierra. Es prosaico insistir en un significado aleg�rico para la imagen. Es m�s bien un v�vido bosquejo de absoluta confusi�n, interrumpido con tres o cuatro trazos audaces, un caso imposible que se supone para sacar a relucir la inquebrantable calma de aquellos que tienen a Dios por arca en semejante diluvio.

No solo es un refugio seguro y una fortaleza, sino tambi�n un lugar de f�cil acceso cuando surgen problemas. Hay poco bien en una fortaleza, por inexpugnable que sea, si es tan dif�cil de alcanzar que un fugitivo puede ser asesinado cien veces antes de estar a salvo en ella. Pero esta alta torre, que ning�n enemigo puede escalar, se puede escalar con un pensamiento, y un deseo nos eleva dentro de sus poderosos muros. El salmista dice una verdad profunda, verificada en la vida espiritual de todos los tiempos, cuando celebra el refugio del alma devota como "m�s f�cil de encontrar".

Tal como est� el texto, esta estrofa es un verso demasiado corto, y Salmo 46:3 arrastra si se conecta con "no temeremos". La restauraci�n del estribillo elimina la anomal�a en la longitud de la estrofa y nos permite separar Salmo 46:3 del anterior.

A continuaci�n, se completa su sentido, si lo consideramos como el protasis de una sentencia de la que el estribillo es el apodosis, o si, con Cheyne y otros, tomamos Salmo 46:3 : "Que sus aguas rugen", etc ., Lo �de eso? "Jehov� de los ej�rcitos est� con nosotros". Si as� se completa la estrofa, se conforma con el archivo de otros dos, en cada uno de los cuales se puede trazar una divisi�n en dos pares de versos.

Estos dos pares de vers�culos de la primera estrofa ser�an entonces paralelismo invertido, el primero poniendo la seguridad en Dios primero y el problema circundante en segundo lugar; el �ltimo trata de los mismos dos temas, pero en secuencia inversa.

La segunda estrofa trae una nueva imagen para ver con impresionante rapidez, que es a�n m�s v�vidamente dram�tica si no se proporciona el estribillo. Justo en contra de la visi�n de confusi�n viene una de paz. La abrupta introducci�n de "un r�o" como sustantivo aislado, que disloca la estructura gramatical, es casi una exclamaci�n. "Hay un r�o" debilita el vaiv�n del original. Casi podr�amos traducir, "�Lo! �Un r�o!" Jerusal�n fue �nica entre las ciudades hist�ricas porque no ten�a un gran r�o.

Ten�a un diminuto hilo de agua, en el que quiz�s est� pensando el salmista. Pero si hay aqu� el mismo contraste entre el suave fluir de Silo� y las crecientes aguas de poderes hostiles como Isa�as establece en el pasaje ya mencionado, Isa�as 8:6 el significado de esta alegre corriente es la comunicaci�n constante de Dios mismo en Su gracia.

El arroyo es la fuente que fluye. En la primera estrofa o�mos el rugido de las aguas revueltas y vemos las colinas firmes que se derrumban en sus profundidades. Ahora contemplamos el suave fluir del r�o, desliz�ndose por la ciudad, con m�sica en sus ondas y sol en su destello y refresco en sus aguas, separ�ndose en muchos brazos y sin embargo uno en diversidad, y trayendo vida y alegr�a dondequiera que venga.

No con ruido ni tumulto, sino en comunicaci�n silenciosa, la gracia y la paz de Dios refrescan el alma. El poder es fuerte, pero la omnipotencia es silenciosa. El rugido de todas las olas es d�bil en comparaci�n con el silencioso deslizamiento de esa corriente quieta. Tiene sus divisiones. Como en los viejos tiempos el huerto de cada hombre estaba regado por una rama que sal�a del arroyo, as� en una diversidad infinita, correspondiente a la infinita grandeza de la fuente y la innumerable variedad de necesidades de los hombres, llega la gracia de Dios.

"Todo esto obra uno y el mismo Esp�ritu, repartiendo a cada uno por separado". Los arroyos alegran la ciudad de Dios con la alegr�a de la sed satisfecha, con la alegr�a que proviene del contacto del esp�ritu humano con la plenitud divina. As� abastecida, la ciudad puede re�rse de los sitiadores. Tiene suministros infalibles dentro de s� mismo, y el enemigo puede cortar todas las corrientes superficiales, pero su "agua estar� segura".

A continuaci�n, se expresa sustancialmente el mismo pensamiento en palabras sencillas: "Dios est� en medio de ella". Y, por tanto, siguen dos cosas. Uno es la estabilidad inquebrantable y otro es la ayuda en el momento adecuado, "en el turno de la ma�ana". "El Se�or est� en medio de ella", eso es un hecho perenne. "El Se�or la ayudar�", esa es la "gracia para la ayuda oportuna". �l, no nosotros, determina cu�ndo la noche diluir� su negrura en el crep�sculo matutino.

Pero podemos estar seguros de que la presencia que es la garant�a de estabilidad y calma incluso en la tormenta y la oscuridad se convertir� en energ�a de ayuda en el momento en que �l lo desee. La misma expresi�n se usa para marcar el momento en que �l mir� desde la columna de nube y perturb� a los egipcios, y puede haber una alusi�n a ese ejemplo permanente de Su ayuda aqu�. "No te corresponde a ti conocer los tiempos y las estaciones"; pero podemos saber esto: que el Se�or de todos los tiempos siempre ayudar� en el momento adecuado; No vendr� tan r�pido como para anticipar nuestra conciencia de necesidad, ni demorar� tanto como para dejarnos sumergirnos irrevocablemente en el pantano. "Jes�s amaba a Marta, a su hermana ya L�zaro. Cuando oy� que estaba enfermo, permaneci� dos d�as todav�a en el mismo lugar donde estaba". Sin embargo, lleg� a tiempo.

�Con qu� vigor las cl�usulas breves y estrepitosas de Salmo 46:6 describen la ira y la turbulencia de las naciones, y la disoluci�n instant�nea de su fuerza en debilidad ante una palabra de esos horribles labios! El verso puede tomarse como hipot�tico o hist�rico. En cualquier caso, vemos la secuencia de eventos como una sucesi�n de rel�mpagos.

La prisa del estilo, marcada por la omisi�n de part�culas conectadas, refleja la rapidez del incidente, como Veni, vidi, vici . La expresi�n de la voluntad de Dios lo conquista todo. Al sonido de esa voz, la quietud y una pausa de pavor caen sobre el "rugido" (la misma palabra que en Salmo 46:3 ) de las naciones, como el silencio en el bosque cuando retumban los truenos.

Habla y cesan todos los sonidos m�s mezquinos. "Si el le�n ruge, �qui�n no temer�?" No se necesita ning�n veh�culo material. Para todo creyente en Dios hay una acci�n incomprensible de la Divina Voluntad sobre las cosas materiales; y ninguna explicaci�n cruza el abismo reconocido en las palabras entrecortadas del salmista, que declaran secuencia y no modo de operaci�n: "�l dio su voz, la tierra se derriti�".

De nuevo resuena el triunfo del estribillo, con su acompa�amiento musical prolongando la impresi�n. En �l, el salmista da voz, para �l y sus compa�eros, a que hagan suyas las verdades generales que el salmo ha estado declarando. Los dos nombres de Dios establecen un doble fundamento para la confianza. "Jehov� de los ej�rcitos" es a�n m�s enf�tico aqu� ya que el Segundo Libro del Salterio es usualmente Elohista.

Proclama el Ser eterno y autoexistente de Dios y Su relaci�n de pacto, as� como Su autoridad absoluta sobre las fuerzas clasificadas del universo, personales o impersonales, espirituales o materiales. El Se�or de todas estas legiones est� con nosotros. Cuando decimos "El Dios de Jacob", nos remontamos al pasado y nos aferramos al Ayudador de los hombres de anta�o como el nuestro. Lo que ha sido, es: lo que hizo, lo sigue haciendo.

El r�o est� lleno hoy, aunque la furgoneta del ej�rcito hace mucho que bebi� y qued� satisfecha. Las aguas brillantes siguen siendo tan transparentes y abundantes como entonces, y el �ltimo de la retaguardia las encontrar� igual.

La tercera estrofa convoca a contemplar con atenci�n fija las "desolaciones" provocadas por alguna gran manifestaci�n del poder liberador de Dios. Se presupone que todav�a son visibles. Arcos rotos, lanzas astilladas, carros medio carbonizados, esparcidos por el suelo, e Israel puede avanzar sin miedo y deleitar sus ojos con estas se�ales de lo que Dios ha hecho por ellos. El lenguaje se aplica naturalmente a las reliquias de la fuerza aniquilada de Senaquerib.

En todo caso, apunta a un acto reciente de Dios, cuya alegre sorpresa palpita a lo largo del salmo. El campo de la historia est� plagado de armas rotas y abandonadas, que alguna vez florecieron en manos convertidas en polvo hace mucho tiempo; y la ciudad y el trono de Dios contra el cual fueron levantados permanecen ilesos. La voz que derriti� la tierra habla al final del salmo; no ahora con energ�a destructiva, sino como advertencia, a trav�s de la cual se pueden captar tonos de ternura.

Dios desea que los enemigos cesen su vana lucha antes de que resulte fatal. "Desistir" es aqu� una expresi�n el�ptica, cuya forma completa es "Deja caer tus manos"; o, como decimos, "Pon a tierra tus armas", y aprende cu�n vana es una contienda con Aquel que es Dios, y cuyo prop�sito fijo es que todas las naciones lo conozcan y lo exalten. La perspectiva insinuada en las �ltimas palabras, de un mundo sumiso a su Rey.

suaviza los terrores de sus manifestaciones destructivas, revela su prop�sito m�s �ntimo y abre a los enemigos la posibilidad de pasar, no como conquistadores, sino como s�bditos y, por lo tanto, conciudadanos, por la puerta de entrada a la ciudad.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Psalms 46". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/psalms-46.html.