Bible Commentaries
Apocalipsis 20

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-15

CAPITULO XVI.

JUICIO DE SATAN�S Y DE LOS MALOS.

Apocalipsis 20:1 .

IN ahora acerc�ndose al cap. 20, con sus dificultades de interpretaci�n a�n no resueltas, es de fundamental importancia observar, en primer lugar, la relaci�n del cap�tulo con lo inmediatamente anterior. El Vidente no est� entrando en un tema completamente nuevo. Contin�a claramente, por el contrario, el enjuiciamiento de un tema que hab�a comenzado antes. En la parte anterior de su libro se nos hab�an presentado tres grandes enemigos de los santos de Dios, el drag�n o el diablo, la bestia y el falso profeta.

Estos fueron los principales oponentes del Cordero, que de una forma u otra agitaron todos los esfuerzos que hab�an hecho contra �l los reyes de la tierra, sus ej�rcitos y sus seguidores. Durante un tiempo parecieron tener �xito. Hab�an perseguido a los santos, los hab�an obligado a huir, los hab�an vencido y los hab�an matado. Sin embargo, esto no pudo continuar; y se deb�a demostrar que el triunfo final permanece con aquellos que han sufrido por causa de la justicia.

En el cap. 19, tenemos el comienzo, pero no el final, de este triunfo. De los tres grandes enemigos, solo dos, la bestia y el falso profeta, perecen en ese cap�tulo. La destrucci�n del tercero est� reservada para el cap. 20, y se efect�a en el d�cimo vers�culo del cap�tulo. Los vers�culos que siguen describen el juicio de aquellos que hab�an escuchado a estos enemigos, pero que, aunque fueron derrotados, o incluso asesinados, 1 o devorados por fuego del cielo cuando estaban a su servicio, 2 a�n no hab�an sido condenados a su perdici�n.

A partir de entonces, no queda nada para completar el triunfo de Cristo y sus santos, sino que la muerte y el Hades tambi�n ser�n quitados de la escena y arrojados al lago de fuego. (1 Apocalipsis 19:21 ; Apocalipsis 2 Apocalipsis 20:9 )

Estas consideraciones son suficientes por s� mismas para mostrar que el derrocamiento de Satan�s , y no el reinado de mil a�os, es el tema principal de los primeros diez vers�culos del cap�tulo. Este �ltimo est� tan lejos de ser el punto culminante de todo el libro, que ni siquiera se introduce al principio de ninguna secci�n nueva e importante. No comienza una nueva serie de visiones. Viene, en medio de una secci�n dedicada a un asunto completamente diferente:

"Y vi a un �ngel que descend�a del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Y prendi� al drag�n, la serpiente antigua, que es el diablo y Satan�s, y lo at� por mil a�os, y arroj�ndolo al abismo, y cerr�ndolo, y sell�ndolo sobre �l, para que no enga�e m�s a las naciones, hasta que se cumplan los mil a�os; despu�s de esto es necesario que sea desatado por un poco de tiempo.

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y se les dio el juicio; y vi las almas de los que hab�an sido decapitados por el testimonio de Jes�s y por la palabra de Dios, y los que no adoraban a la bestia, ni su imagen, y no recibieron la marca en la frente y en la mano; y vivieron y reinaron con Cristo mil a�os. El resto de los muertos no vivieron hasta que se cumplieran los mil a�os.

Esta es la primera resurrecci�n. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrecci�n; sobre estos la segunda muerte no tiene autoridad, sino que ser�n sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinar�n con �l mil a�os. Y cuando se cumplan los mil a�os, Satan�s ser� liberado de su prisi�n y saldr� para enga�ar a las naciones que est�n en los cuatro confines de la tierra, Gog y Magog, para reunirlos para la guerra: el n�mero de quien es como la arena del mar.

Y subieron sobre la anchura de la tierra, y recorrieron el campamento de los santos y la ciudad amada; y descendi� fuego del cielo y los devor�. Y el diablo que los enga�aba fue arrojado al lago de comida y azufre, donde tambi�n est�n la bestia y el falso profeta; y ser�n atormentados d�a y noche por los siglos de los siglos ( Apocalipsis 20:1 ) ".

Es imposible dentro de los l�mites de un comentario como el presente discutir las diferentes interpretaciones que se le han dado a un pasaje tan dif�cil y tan controvertido como el anterior. Nada m�s se puede intentar que enunciar brevemente cu�l parece ser el verdadero significado del escritor sagrado, junto con los fundamentos sobre los que descansa la interpretaci�n que se sugiere.

El principio fundamental de esa interpretaci�n, que debe tenerse clara y resueltamente a la vista, es este: que los mil a�os mencionados en el pasaje no expresan ning�n per�odo de tiempo. No son una cifra para toda la era cristiana, que ahora se extiende a casi mil novecientos a�os. Tampoco denotan un cierto espacio de tiempo, m�s largo o m�s corto, puede ser, que el n�mero definido de a�os de los que se habla, al final de la presente dispensaci�n, y estar a la vista de algunos precedidos, en la vista de otros. seguido, por el segundo advenimiento de nuestro Se�or, encarnan una idea; y esa idea, ya sea aplicada a la subyugaci�n de Satan�s o al triunfo de los santos, es la idea de plenitud o perfecci�n.

Satan�s est� atado por mil a�os; es decir, est� completamente atado. Los santos reinan por mil a�os; es decir, se les introduce en un estado de perfecta y gloriosa victoria. Antes de intentar sacar a relucir este pensamiento de forma m�s completa, cabe se�alar varias consideraciones preliminares.

1. Los a�os pueden entenderse en este sentido. En Ezequiel 39:9 se dice que los habitantes de las ciudades de Israel prevalecer�n contra los enemigos descritos, y "saldr�n, y encender�n las armas y las quemar�n, tanto los escudos como los adarios, los arcos y saetas, varas y lanzas, y encender�n con ellos fuego por siete a�os.

"Nadie puede suponer que los" siete a�os "de los que se habla aqu� deben entenderse literalmente, o incluso que el per�odo de tiempo que se necesitar�a para quemar las armas es el pensamiento en el que se detiene el profeta. Su significado, en correspondencia con el uso del n�mero siete, s�lo puede ser que estas armas ser�n destruidas con una gran y completa destrucci�n. De nuevo, en el mismo cap�tulo, en: Ezequiel 39:12 , despu�s de la derrota de "Gog y toda su multitud", Se dice: �Y siete meses los enterrar� la casa de Israel, para que limpien la tierra.

"Una interpretaci�n literal no es aqu� menos imposible que en el caso de la quema de las armas; ni el significado puede agotarse con la idea de que ser�a necesario mucho tiempo para el enterramiento. El n�mero" siete "debe tener su fuerza debida asignado a ella, y el profeta s�lo puede querer decir que la tierra debe ser completamente limpia de impureza pagana. El uso del t�rmino "a�os" en la visi�n que tenemos ante nosotros parece ser exactamente similar; y la probabilidad de que as� sea aumenta casi a certeza cuando observamos que, como lo demuestra la visi�n de Gog y Magog en la parte posterior del cap�tulo, la profec�a de Ezequiel est� ante los ojos del Vidente, y que constituye el fundamento sobre el cual descansa toda su delineaci�n.

La �nica dificultad relacionada con este punto de vista es que en el tercer vers�culo del cap�tulo se dice que Satan�s fue encerrado en el abismo hasta que se cumplieran los mil a�os, y que en el s�ptimo vers�culo leemos, Y cuando los mil a�os hayan terminado. Satan�s ser� desatado.Pero la dificultad es m�s enga�osa que real. Familiaric�monos con el pensamiento de que los mil a�os pueden simplemente expresar plenitud, minuciosidad, ya sea de derrota o de victoria; recordemos que el Vidente hab�a representado la derrota de Satan�s con la figura de estar atado por mil a�os; Finalmente, observemos, como todav�a tenemos que ver m�s completamente, que Satan�s, aunque privado de poder sobre los justos, todav�a ser� el enga�ador y gobernante de los imp�os: y de inmediato se sigue que este �ltimo pensamiento no pudo encontrar m�s forma apropiada que en la afirmaci�n de que el enga�o tuvo lugar, no "hasta" o "despu�s" de que los mil a�os deber�an haber terminado.

Esto es simplemente la realizaci�n del simbolismo ya empleado. Para volver por un momento al simbolismo de Ezequiel, supongamos que, despu�s de que el profeta hubiera descrito la quema de las armas durante "siete a�os", hubiera querido mencionar tambi�n alg�n otro paso por el cual se seguir�a la quema. �Qu� palabras m�s adecuadas podr�a haber usado que el hecho de que tuviera lugar "despu�s de esto" o "despu�s de que se cumplieran los siete a�os"? De hecho, esto es exactamente lo que hace el profeta.

Tiene ocasi�n de referirse a nuevos esfuerzos realizados para asegurar la pureza de la tierra; y las palabras empleadas por �l son: "Al cabo de siete meses buscar�n". * Una expresi�n no es m�s que la consecuencia natural de la otra. (* Ezequiel 39:14 )

2. �Cu�l es el significado de las �ltimas palabras del tercer vers�culo del cap�tulo, - �l (es decir, Satan�s) debe ser desatado por un tiempo? �Qu� es este "poco tiempo"? Las palabras nos llevan directamente a esa concepci�n de la era cristiana que est� tan �ntimamente entretejida con la estructura del Apocalipsis, e incluso de todo el Nuevo Testamento, que todo es "un poco de tiempo". Esto es particularmente evidente en la aplicaci�n de las mismas palabras a las almas debajo del altar en Apocalipsis 6:11 : "Y se les dijo que descansaran a�n un poco de tiempo, hasta que tambi�n sus compa�eros de servicio y sus hermanos, que deb�an ser muertos como estaban, deb�an cumplirse.

"El" poco tiempo "es innegable que se extiende desde el momento de la visi�n hasta el final de la presente dispensaci�n. Pero, si es as�, tenemos derecho a suponer que la misma expresi�n, cuando se usa en el pasaje anterior nosotros, ser� usado en el mismo sentido, y que, cuando se dice que Satan�s ser� desatado "por un poco de tiempo", el significado es que ser� desatado por toda la era cristiana.

Nuevamente, en Apocalipsis 12:12 leemos: "El diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo". El "breve tiempo" aqu� mencionado comienza con la expulsi�n del diablo del cielo a la tierra de la que se habla en el noveno vers�culo del mismo cap�tulo. Por tanto, debe incluir todo el per�odo de su acci�n en este mundo; y la forma en que se designa ese per�odo se corresponde estrechamente con la descripci�n del tiempo durante el cual se dice, en el cap.

20, para ser desatado. Nuevamente, en Apocalipsis 10:6 el �ngel jura que ya no habr� "tiempo", usando la misma palabra para el tiempo que encontramos en el vers�culo que estamos considerando; de modo que al autor del Apocalipsis le parecer�a que la palabra "tiempo" fuera una especie de t�rmino t�cnico con el que estaba acostumbrado a denotar el per�odo de prueba de la Iglesia en este mundo.

Por �ltimo, esta conclusi�n est� poderosamente confirmada por los muchos pasajes del Apocalipsis en los que est� claro que la dispensaci�n cristiana, desde su principio hasta su fin, se considera como un "muy poco tiempo", como apresurada a su resultado final, y como a punto de ser cerrado por Aquel que viene pronto. * El "poco tiempo", por lo tanto, del presente cap�tulo durante el cual Satan�s est� suelto, y que, cuando se habla m�s plenamente, es el tiempo de la guerra mencionado en Apocalipsis 20:7 , es el per�odo hist�rico del Dispensaci�n cristiana, durante la cual a Satan�s se le permite enga�ar a las naciones y llevarlas contra el campamento de los santos y la ciudad amada.

Es, en resumen, el tiempo entre la primera y la segunda venida de nuestro Se�or. El per�odo tan buscado en los mil a�os de Apocalipsis 20:2 encuentra realmente en el "peque�o tiempo" de Apocalipsis 20:3 . (* Apocalipsis 1:3 ; Apocalipsis 2:16 ; Apocalipsis 3:20 ; Apocalipsis 22:20 , etc.

, 1 Corintios 7:29 ; Hebreos 10:37 )

3. Debe prestarse especial atenci�n a la condici�n de los santos durante los mil a�os de los que se habla. Se describe en t�rminos generales como una primera resurrecci�n . Ciertas palabras de nuestro Se�or en el Evangelio de San Juan arrojan una luz importante sobre el significado de esta expresi�n: "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oir�n la voz del Hijo. de Dios: y los que han o�do vivir�n, "1 y, nuevamente, un poco m�s tarde en el mismo discurso," No te maravilles de esto; porque la hora viene en que todos los que est�n en los sepulcros oir�n su voz, y saldr�.

"2 Comparemos estos dos vers�culos entre s�, y la presencia de la cl�usula" y ahora est� "en el primero, junto con su omisi�n en el segundo, no deja ninguna duda en cuanto al principio sobre el que deben interpretarse La primera se refiere a una resurrecci�n espiritual, la segunda a una corporal� Aqu�, entonces, en las palabras de nuestro Se�or mismo, tenemos la fuente de donde se deriva la idea de la "primera resurrecci�n" del Apocalipsis.

No es una resurrecci�n real de la tumba, aunque esa resurrecci�n est� potencialmente involucrada en ella. Es una resurrecci�n espiritual en una hora "que ahora es"; y el hecho de que este es el significado de San Juan se pone de manifiesto a�n m�s claramente por la insinuaci�n de que lo que vio fueron almas , cuyos cuerpos resucitados a�n no les hab�an sido entregados. 3 ( 1 Juan 5:25; 2 Juan 1:5 : 28; 3 Comp. Apocalipsis 6:9 )

Sin embargo, se describe la condici�n de los santos en los que se piensa en esta visi�n, no s�lo en general, sino en varios detalles, todos los cuales, como se ver�, se corresponden con la idea apocal�ptica de ella incluso en el mundo actual. Y vi tronos, y se sentaron en ellos. Pero ya se nos ha dicho que "reinan sobre la tierra". 1 Se les dio juicio, palabras que parecen mejor entendidas en el sentido, tan peculiar de S.

Juan, que para los creyentes no hay juicio en el sentido ordinario del t�rmino. Como pasaron por la muerte, as� tambi�n pasaron por el juicio. 2 Vivieron con Cristo. Pero Cristo mismo hab�a dicho en el Evangelio: "Porque yo vivo, y vosotros vivir�is". 3 Reinaron con Cristo. Pero ese es solo otro m�todo de decir que se sentaron en tronos, con la concepci�n a�adida, tan a menudo asociada con la palabra en el Apocalipsis, que sus enemigos fueron magullados bajo sus pies.

Sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad. Pero ya se nos ha dicho antes del "que venciere" para que no sufra da�o de la muerte segunda "4. Finalmente, ser�n sacerdotes de Dios y de Cristo. Pero es innecesario insistir en el hecho de que desde la apertura de este libro siempre se ha mencionado como la posici�n de los creyentes (1 Apocalipsis 5:10 ; 2 Comp.

la ense�anza de nuestro Se�or en Juan 11:25 ; Juan 5:24 ; 3 Juan 1:14 : 19 margen de RV; 4 Apocalipsis 2:11 )

En resumen, no se dice nada de los santos de Dios en esta imagen de la bienaventuranza milenaria que no encuentre un paralelo en lo que el Vidente ha escrito en otra parte sobre su vida presente. En no pocas ocasiones diferentes, su condici�n ideal en este mundo se expone en t�rminos tan brillantes como sus mil a�os de gloria y alegr�a.

Ciertamente, una expresi�n puede sorprendernos. Se dice que lo que contempl� el Vidente fueron las almas de los que hab�an sido decapitados por el testimonio de Jes�s y por la palabra de Dios. �Debe entenderse literalmente la palabra "decapitado"? Entonces se puede pensar en un n�mero muy peque�o de m�rtires. La gran mayor�a de los que han muerto por la fe de Jes�s han sido martirizados de otras formas m�s espantosas.

La palabra es la contraparte de "degollado" en la visi�n de las almas debajo del altar. * Estos fueron los santos del Antiguo Testamento, cuya muerte se describe con un t�rmino caracter�stico de la mente jud�a del modo en que se presentaban las ofrendas a Dios. Cuando el Vidente pasa al pensamiento de la gran Iglesia Gentil, usa un t�rmino m�s apropiado para el m�todo Gentil de terminar la vida humana.

Por lo tanto, "decapitado" expresa lo mismo que "sacrificado". Ambas palabras se refieren al martirio; y ambos incluyen a todos los fieles en las dispensaciones a las que pertenecen respectivamente, porque a los ojos de San Juan todos los disc�pulos de un Se�or martirizado son m�rtires. (* Apocalipsis 6:9 )

4. El significado de la condenaci�n infligida a Satan�s exige nuestra atenci�n. Y el �ngel prendi� al drag�n, la serpiente antigua, que es el diablo y Satan�s, y lo at� por mil a�os, lo arroj� al abismo, lo cerr� y lo sell� sobre �l. Dif�cilmente es posible leer estas palabras, recordando al mismo tiempo el amor de San Juan por el contraste o incluso la parodia, y no ver en ellas una contraparte burlona de la muerte y el entierro de Jes�s, cuando la piedra fue rodada hasta la puerta de el sepulcro y sellado.

Si es as�, no es suficiente decir que al infligir esta condenaci�n, el poder de Satan�s fue restringido y su influencia disminuy�. Se debe implicar mucho m�s; y el lenguaje s�lo puede significar que, en un sentido u otro, Satan�s se volvi� impotente e inofensivo, tan incapaz de hacer su parte como si lo hubieran puesto en la tumba.

5. Debe recordarse el uso de n�meros en el Apocalipsis. Estos n�meros son invariablemente simb�licos; y, si el n�mero mil debe interpretarse aqu� literalmente, en ese sentido parece estar solo. Tampoco es una respuesta a esto decir que, aunque no en sentido estricto literal, puede significar un per�odo de duraci�n indefinida . Tal interpretaci�n no ser�a menos opuesta que la primera al genio y esp�ritu de este libro.

Los n�meros del Apocalipsis siempre tienen un significado definido . Expresan ideas, pero las ideas son distintas. Pueden pertenecer a una regi�n de pensamiento diferente a la que concierne a los n�meros aritm�ticos, pero dentro de esa regi�n no podemos cambiar su valor sin cambiar al mismo tiempo el pensamiento. No debemos imaginar que los n�meros, en el uso aleg�rico o espiritual que los jud�os hicieron de ellos, puedan ser arrojados a su gusto o mezclados como una baraja de cartas.

Eran un idioma; y el v�nculo entre ellos y las ideas que involucraban era tan estrecho como lo es entre las palabras del habla ordinaria y los pensamientos del hablante. Mil a�os no pueden significar dos, diez, veinte o trescientos sesenta y cinco mil a�os, seg�n nos plazca. Si son una medida de tiempo, la medida debe fijarse; y deber�amos ser capaces de explicar el principio que nos lleva a atribuir al n�mero mil un valor diferente al que posee naturalmente.

6. Debe considerarse la ense�anza de las Escrituras en otros lugares sobre este tema. Sobre este punto es innecesario decir mucho, porque se reconoce la diferencia entre esa ense�anza y cualquier punto de vista com�nmente tomado del reinado de mil a�os. Debe observarse, sin embargo, que esta diferencia no es meramente negativa, como si el resto del Nuevo Testamento simplemente no lograra completar ciertos detalles de los eventos descritos m�s ampliamente en el Apocalipsis, pero en general sustancialmente lo mismo.

La diferencia tambi�n es positiva y, en algunos aspectos, irreconciliable con lo que nos ense�an los dem�s escritores sagrados. El Nuevo Testamento, a menos que este pasaje sea una excepci�n, siempre trae la Parus�a y el juicio general a la conexi�n m�s cercana posible. En ninguna parte interpone un per�odo prolongado entre la resurrecci�n de los creyentes y la de los incr�dulos. Sabe s�lo de una, y esa es una resurrecci�n general; y los pasajes, como 1 Corintios 15:23 y 1 Tesalonicenses 4:16 , generalmente citados para apoyar otra conclusi�n, fallan cuando se interpretan correctamente para hacerlo.

Cuando nuestro Se�or venga de nuevo, �l perfeccionar� inmediatamente la felicidad de Sus santos y pondr� a todos Sus enemigos por estrado de sus pies. 1 Solo se puede citar un texto sobre este punto Si bien la "primera resurrecci�n" se asigna a una fecha mil o incluso miles de a�os antes del final, se repite varias veces en el discurso de Jes�s en el cap�tulo sexto de San Juan. que la resurrecci�n de los creyentes tiene lugar en el "d�a postrero".

"2 (1 Mateo 25:31 ; Romanos 2:5 ; Romanos 2:7 ; 1 Tesalonicenses 4:17 ; 2 Tesalonicenses 1:7 ; 2 Tesalonicenses 2 Jn 6: 39-40; Juan 6:44 )

7. Cabe tener en cuenta otra consideraci�n. Parecer�a que alrededor del tiempo del advenimiento de nuestro Se�or hab�a una opini�n muy extendida entre los jud�os, cuyos rastros tambi�n se encuentran entre los gentiles, de que una edad de oro de mil a�os de duraci�n podr�a anticiparse en el futuro. como un feliz cierre de todos los pecados y miserias del mundo. 1 Aqu�, se insiste a veces, est� la fuente de la figura apocal�ptica de este cap�tulo, que se convierte as� s�lo en una de las salvajes expectativas quili�sticas de la �poca.

Pero, incluso si se permite que San Juan extrajera la figura particular empleada por �l de una creencia general de su �poca, de ninguna manera se sigue que acept� la interpretaci�n literal de esa creencia como la realidad y sustancia de la esperanza prof�tica. En muchos pasajes de su libro, sin duda alguna, ha espiritualizado las esperanzas de Israel fundadas en el lenguaje del Antiguo Testamento en su forma exterior. F�cilmente podr�a hacer lo mismo con lo que reconoci� como una creencia, no menos difundida y no menos profundamente asentada en las porciones jud�a y gentil de la Iglesia.

Para usar el lenguaje del difunto archidi�cono Lee, "una creencia mundial como esta naturalmente proporcion� a San Juan s�mbolos y un lenguaje para revestir su revelaci�n de las fortunas de la Iglesia, tal como lo ha empleado para el mismo prop�sito los detalles de la teocracia, o las im�genes de la guerra, o los fen�menos y las convulsiones de la naturaleza ". 2 En todos estos casos, la determinaci�n del punto en cuesti�n se basa realmente en nuestra visi�n del tono general de la escritura en la que se produce la dificultad, y en nuestra percepci�n de lo que dar� la unidad y armon�a a sus palabras para las que todo escritor inteligente tiene derecho a esperar cr�dito en manos de sus lectores.

Esta conclusi�n se ve reforzada en el presente caso por el hecho de que San Juan no se limit� a la creencia tradicional que se dice que adopt�. Lejos de hacerlo, se ocupa principalmente de una imagen de ese derrocamiento de Satan�s que parece no haber sido parte de la creencia, y cuyo molde proviene de fuentes completamente diferentes. (1 Ver autoridades en Lee ( Speaker's Commentary ) sobre Apocalipsis 20:2 , y su excursus en ese cap�tulo; 2 Speaker's Commentary, nosotros )

Si juntamos las diferentes consideraciones que ahora se aducen, podemos tener pocas dificultades para comprender la atadura de Satan�s o el reinado de los santos durante mil a�os. La visi�n no describe ning�n per�odo de bienaventuranza del que disfrutar� la Iglesia al final de la presente dispensaci�n. Tanto negativa como positivamente tenemos simplemente una imagen ideal de los resultados efectuados por el Redentor para Su pueblo, cuando por ellos �l vivi�, sufri�, muri� y resucit�.

As� at� a Satan�s por ellos; Lo arroj� al abismo; Lo encerr�; �l sell� el abismo sobre �l, para que no pueda hacer nada contra ellos . Es un enemigo herido y conquistado. Puede pelear contra ellos, afligirlos, perseguirlos, matarlos, pero su verdadera vida est� fuera de su alcance. Ya viven una resurrecci�n y una vida ascendida, porque es una vida escondida con Cristo en Dios, una vida en ese "cielo" del cual el diablo ha sido finalmente expulsado para siempre.

Descansan, viven en un Redentor resucitado y glorificado; y, cualquiera que sea la edad, el pa�s o las circunstancias en las que se eche su suerte, se sientan con su Se�or en los lugares celestiales y comparten Su victoria. Siempre ha triunfado, y en su triunfo, incluso ahora, su pueblo tiene parte. La gloria que el Padre le dio al Hijo, el Hijo les ha dado. 1 No pueden pecar, porque son engendrados de Dios.

2 El que fue engendrado de Dios los guarda, y el maligno no los toca. 3 Este es el reinado de mil a�os, y es la porci�n de todo creyente que en cualquier �poca de la Iglesia comparte la vida de su Se�or resucitado y exaltado. (1 Jn 17:22; 2 1 Juan 3:9 ; 1 Juan 3 1 Juan 5:18 )

As� tambi�n podemos comprender lo que significa desatar a Satan�s. No hay ning�n punto en el futuro en el que se le suelte. Ya lo soltaron. Apenas fue completamente conquistado por los santos antes de ser liberado por el mundo. Fue desatado como un gran adversario que, por mucho que persiga a los hijos de Dios, no puede tocar su vida interior, y que s�lo puede "enga�ar a las naciones", a las naciones que han despreciado y rechazado a Cristo, de las cuales nunca ha estado realmente ausente. la tierra.

Ha andado continuamente, "sabiendo que tiene poco tiempo". * Pero no puede hacer da�o a los que est�n en el hueco de la mano del Se�or. Sin duda lo intenta. Ese es el significado de la descripci�n que se extiende desde el vers�culo s�ptimo al noveno de este cap�tulo, el significado de la guerra que Satan�s lleva a cabo contra el campamento de los santos y la ciudad amada cuando se acaben los mil a�os.

En otras palabras, tan pronto como Satan�s estuvo completamente atado en lo que respecta a los santos, en lo que respecta al mundo, fue desatado; y desde esa hora, a lo largo de toda la historia pasada del cristianismo, ha estado agitando al mundo contra la Iglesia. Ha estado convocando a las naciones que est�n en los cuatro rincones de la tierra, Gog y Magog, para reunirlos para la guerra. Ellos pelean, pero no vencen, hasta que al fin el fuego desciende del cielo y los devora.

El diablo que los enga�� es arrojado al lago de fuego y azufre, donde tambi�n est�n la bestia y el falso profeta; y ser�n atormentados d�a y noche por los siglos de los siglos. (* Apocalipsis 12:12 )

El cuadro completo de los mil a�os est� en sus caracter�sticas principales - en la atadura de Satan�s, en la seguridad y bienaventuranza de los justos, y en la liberaci�n de Satan�s para la guerra - un paralelo sorprendente con las escenas en el cap. 12 de este libro. All�, Miguel y sus �ngeles lucharon con el diablo y sus �ngeles; y estos �ltimos "no prevalecieron", 1 sino que fueron arrojados del cielo a la tierra, para que los habitantes del cielo est�n para siempre a salvo de ellos.

All�, el hijo var�n que ha de gobernar a todas las naciones con vara de hierro, y del pensamiento de quien es imposible separar el pensamiento de aquellos que son uno con �l, es arrebatado a Dios y a Su trono. Finalmente, all� tambi�n el drag�n, aunque no puede realmente herir a los santos, "el resto de la simiente de la mujer", les hace la guerra, pero sin resultado. De esta escena, el cuadro que hemos estado considerando es a la vez una repetici�n y un desarrollo m�s completo; y, cuando recordamos las peculiaridades que marcan la estructura del Apocalipsis, parece que s�lo en este hecho no tenemos la menor evidencia de la exactitud de la interpretaci�n que ahora se propone. 2 (1 Comp. El notable paralelo en Juan 1:5 : "y las tinieblas no la vencieron").

(2 No se puede negar que las dificultades acompa�an a la interpretaci�n de los mil a�os sugeridos en el texto. El autor advierte en una nota a los dos que le parecen m�s formidables.

1. En Apocalipsis 20:3 leemos que Satan�s fue arrojado al abismo, etc., "para que no enga�ara m�s a las naciones, hasta que se cumplieran los mil a�os". Se conceda que "las naciones" aqu� referidas dif�cilmente pueden entenderse en otro sentido que el com�n en el Apocalipsis: los paganos, los imp�os, las naciones o los malvados en general.

Entonces parece que leemos que debe haber un tiempo durante el cual Satan�s no "enga�e a las naciones", mientras que la explicaci�n dada arriba ha sido que tan pronto como fue subyugado por los justos, fue liberado para enga�ar a los injustos. En sus Lectures on the Revelation of St. John (p. 224, nota), el autor estaba dispuesto a alegar que las palabras en cuesti�n tal vez no tuvieran la intenci�n de indicar que la acci�n de Satan�s deb�a cesar por un tiempo, sino m�s bien sacar y expresar ese aspecto de Satan�s por el que se distingue especialmente en el Apocalipsis.

En deferencia a la cr�tica del reverendo HW Reynolds (Comentarios sobre la interpretaci�n del Apocalipsis del Dr. Milligan, p�gs. 9, 27), ceder�a este punto. A pesar de las construcciones irregulares del Apocalipsis, es al menos precario; y es mejor dejar una dificultad sin resolver, especialmente en un caso en el que las dificultades rodean todas las interpretaciones a�n ofrecidas, que proponer soluciones cuya suficiencia incluso el proponente es dudoso.

Cabe preguntarse, sin embargo, sin recurrir a la conjetura anteriormente descartada, si las palabras "que enga�e", incluso cuando se las toma en lo que se dice que es su �nico sentido verdadero, son irreconciliables con la perspectiva de los mil a�os defendidos. en este comentario. - Ese punto de vista es que la subyugaci�n de Satan�s durante mil a�os significa su completa subyugaci�n. Cuando, por lo tanto, se dice que ha estado tan encerrado como para "no enga�ar m�s a las naciones, hasta que se cumplan los mil a�os", el significado puede ser simplemente que en el acto de ser sometido fue privado igualmente de autoridad. y oportunidad de enga�ar a las naciones.

Estaba dentro del poder del Conquistador concederle o no una nueva libertad para hacerlo. El "hombre fuerte" fue entonces atado y "sus bienes fueron echados a perder". Estaba completamente sujeto a Cristo. Por lo tanto, cuando se nos habla de los mil a�os durante los cuales no enga�ar�a m�s a las naciones, este lenguaje es solo la continuaci�n de la figura usada en el segundo vers�culo del cap�tulo; y lo que el Vidente intenta expresar es que durante el proceso de su sujeci�n, y hasta que sea nuevamente desatado por Aquel que lo hab�a sometido, no pudo hacer nada.

A Satan�s, en resumen, se le debe permitir salir del abismo, ya sea en su propia persona o por sus agentes, antes de que pueda perturbar la tierra (comp. Apocalipsis 9:2 ); y es el prop�sito de Dios que no tenga poder para perturbarlo hasta que, habiendo sido realmente "reducido a nada" por Cristo (comp. Hebreos 2:14 ), saldr� a su obra mala entre las naciones como una sola persona. quien, cualquiera que sea el aumento de su ira (comp. Apocalipsis 12:12 ), ha sido vencido por otro mucho m�s poderoso que �l.

2. La segunda dificultad que exige atenci�n es presentada por las palabras de Apocalipsis 20:5 , "Los dem�s muertos no vivieron hasta que se cumplieran los mil a�os". �Qui�nes son estos llamados "los dem�s muertos" y en qu� sentido "vivieron"? El t�rmino "el resto", aplicado a las personas, aparece en los siguientes pasajes del Apocalipsis adem�s del que tenemos ante nosotros: Apocalipsis 2:24 ; Apocalipsis 9:20 ; Apocalipsis 11:13 ; Apocalipsis 12:17 ; Apocalipsis 29: 1.

En cada uno de estos casos se refiere a la porci�n restante de una clase mencionada, pero no agotada; y no puede extenderse a ninguna clase m�s all� de ellos. Aqu�, sin embargo, no se ha hablado de ninguna clase excepto de los justos, o m�s bien de las "almas" de los justos, descritas por varios detalles tanto de su car�cter como de su estado. Por tanto, "los dem�s" de los muertos deben pertenecer a esa clase, y s�lo a ella.

No pueden ser el cuerpo general de la humanidad, tanto buenos como malos, a excepci�n de los mencionados anteriormente. Una vez m�s, �qu� se quiere decir cuando se dice que el resto de los muertos "vivieron"? La misma palabra hab�a aparecido en el vers�culo inmediatamente anterior y ahora debe entenderse en el mismo sentido. "Si", dice Dean Alford, quien ha sido citado con gran confianza en contra del actual escritor (Reynolds, u.

s., p�g. 23), "en tal pasaje se puede entender que la primera resurrecci�n significa el levantamiento espiritual con Cristo, mientras que la segunda significa literalmente levantarse de la tumba, entonces hay un fin de todo significado en el lenguaje; y la Escritura se borra como un definitivo testimonio de algo. Si la primera resurrecci�n es espiritual, entonces tambi�n lo es la segunda, que supongo que nadie ser� lo suficientemente resistente para mantener "(sobre Apocalipsis 20:4 ).

Eso es exactamente lo que se mantiene aqu�. Lo "vivido" de Apocalipsis 20:4 es espiritual; lo "vivido" de Apocalipsis 20:5 tambi�n es espiritual. El "resto de los muertos" entonces son los santos del Antiguo Testamento de Apocalipsis 6:9 , quienes, al completar la obra redentora del Se�or, fueron llevados al nivel de la Iglesia del Nuevo Testamento.

Por tanto, se puede decir que el significado de Apocalipsis 20:5 es que, habiendo recibido la Iglesia del Nuevo Testamento primero una redenci�n completa, las mismas t�nicas blancas fueron dadas posteriormente a la Iglesia del Antiguo Testamento, siendo la sucesi�n de nuevo una de pensamiento m�s bien que el tiempo. De esta manera todos los miembros del cuerpo de Cristo son marcados como "muertos" antes de vivir, identific�ndolos as� con su Se�or en Apocalipsis 1:18 ; la posici�n de las palabras al final de Apocalipsis 20:5, "esta es la primera resurrecci�n", se vuelve m�s natural al seguir as� lo que es completamente una descripci�n de la condici�n de los bienaventurados, en lugar de tener una oraci�n interpuesta de un car�cter completamente diferente; y, finalmente, por no hablar de la consideraci�n contextual ya referida, se conserva toda la fuerza jo�nica de la palabra "vivido".

Estas respuestas a las dos principales dificultades asociadas con la interpretaci�n aqu� sugerida de los mil a�os pueden no ser satisfactorias para todos; pero se sostiene que, al menos, van lejos para enfrentarlos, y que en s� mismos no son injustos ni tensos. Contra una sola cosa, el autor de este comentario debe presentar su protesta m�s decidida: la alegaci�n de que la interpretaci�n aqu� ofrecida se obtiene prescindiendo de la cr�tica textual (?) Y sacrificando la gram�tica a una idea.

Si hay un fundamento m�s que otro sobre el que descansa, es sobre los m�s estrictos principios de interpretaci�n hist�rica. S�lo debe recordarse que la idiosincrasia de un autor forma parte de tal interpretaci�n tanto como el significado literal de sus palabras; y que a esa interpretaci�n, si se lleva a cabo honesta y minuciosamente, los prejuicios m�s profundamente arraigados se ver�n obligados a someterse a su debido tiempo.

Los tres grandes enemigos de la Iglesia no solo han sido vencidos, sino juzgados y eliminados para siempre de toda posibilidad de molestar m�s a los justos. Pero la gran masa de los malvados a�n no ha sido alcanzada por un destino similar. Ha llegado el momento de mostrarnos en visi�n lo que tambi�n les espera:

"Y vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en �l, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y no se hall� lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y peque�os, de pie delante de ellos. el trono, y se abrieron libros; y se abri� otro libro, que es el libro de la vida; y los muertos fueron juzgados por las cosas que estaban escritas en los libros, seg�n sus obras.

Y el mar entreg� los muertos que hab�a en �l; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que hab�a en ellos; y fueron juzgados cada uno seg�n sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda, incluso el lago de fuego. Y si alguno no se encontraba escrito en el libro de la vida, era arrojado al lago de fuego ( Apocalipsis 20:11 ) ".

Sobre varios detalles mencionados en este pasaje, es innecesario decir mucho. El trono contemplado por el Vidente es grande , a la vez en contraste con los "tronos" del reinado milenial, y como corresponde a la majestad de Aquel que se sienta en �l. Tambi�n es blanco , como emblema de Su pureza y santidad. El Juez es Dios, el Padre en el Hijo, el Hijo en el Padre; y as� el juicio es escrupuloso y completo, y es respondido por las conciencias de aquellos sobre quienes se ejecuta.

Ven que el ojo del Juez penetra en los rincones m�s secretos de sus corazones, y que �l es Uno que ha estado en la misma posici�n, ha peleado la misma batalla y ha soportado las mismas pruebas que ellos. As�, su sentencia encuentra eco en sus corazones y se quedan mudos. * As� tambi�n el juicio se convierte realmente en juicio, y no simplemente en la imposici�n de un castigo por un poder irresistible. (* Comp. Mateo 22:12 )

El efecto de que el Juez se sentara en Su trono fue que de Su rostro la tierra y el cielo huyeron, y no se encontr� lugar para ellos . Sin embargo, no debemos entender que despu�s de su huida no hubo ni tierra ni cielo. S�lo se habla de la tierra vieja y del cielo viejo; y casi inmediatamente despu�s, el Vidente exclama: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron".

"1 El cambio es parte de esa" restauraci�n de todas las cosas "de la que San Pedro habl� a la multitud reunida en el p�rtico de Salom�n, 2 de la cual luego agreg�:" De lo cual Dios habl� por boca de sus santos profetas que han sido desde el principio del mundo ", y en el que se detuvo m�s plenamente en su segunda ep�stola cuando dijo:" Pero el d�a del Se�or vendr� como ladr�n; en la cual los cielos pasar�n con gran estruendo, y los elementos se derretir�n con calor ardiente, y la tierra y las obras que en ella hay ser�n quemadas.

Pero, de acuerdo con Su promesa, buscamos cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia ". 3 En la Ep�stola a los Romanos, tambi�n, la" creaci�n "anhela, no la destrucci�n, sino algo parecido a la" libertad de Dios ". la gloria de los hijos de Dios "que obtendr�n junto con su" adopci�n, es decir, la redenci�n de su cuerpo ". 4 En todos estos pasajes no es la traslaci�n de los santos de Dios a una esfera inmaterial que se encuentra en del pensamiento.

Es m�s bien la idea del cambio, de la transformaci�n, de la glorificaci�n, de esta escena actual en un estado correspondiente al de sus habitantes redimidos, cuando ellos "no estar�n desnudos, sino vestidos", 5 y habitar�n en " cuerpos espirituales ". 6 Para San Juan, el "cielo" no es una morada de bienaventuranza en una escena de la que no podemos formarnos una concepci�n clara, sino la atm�sfera espiritual en la que, tanto de un lado la tumba como del otro, los santos viven y se mueven.

Los "habitantes de la tierra" no son aquellos que simplemente pisan su firme suelo y respiran su atm�sfera, sino aquellos que son mundanos en su esp�ritu y cuyos puntos de vista est�n limitados por las cosas del tiempo. El reino que Cristo establece es el "reino de este mundo" en su condici�n limpia y purificada en lugar de uno al que viajamos por caminos largos y desconocidos. Mientras el Vidente mira hacia el futuro, no hay nada que muestre que �l piensa en otra residencia para el hombre que la que el Hijo consagr� junto a Su tumba en el jard�n de Jos� y por la gloria de la ma�ana de la resurrecci�n; e incluso la nueva Jerusal�n desciende del cielo para establecerse en la tierra.

(1 Apocalipsis 21:1 Apocalipsis 21:2 Hechos 3:21 ; Hechos 3 2 Pedro 3:10 ; 2 Pedro 3:13 ; 4 Romanos 8:21 ; Romanos 5 2 Corintios 5:4 ; 6 Comp.1 1 Corintios 15:44 )

Sin duda, muchos pueden pensar que tal esperanza es demasiado terrenal, demasiado material, para adaptarse a la naturaleza espiritual de la dispensaci�n cristiana. Temen que tenga una tendencia a apartarnos de Aquel que es "esp�ritu" y que debe ser adorado, si ha de ser adorado de manera aceptable, "en esp�ritu y en verdad". 1 Pero tal aprensi�n est� en desacuerdo con el hecho fundamental de nuestra fe cristiana, la encarnaci�n de nuestro Se�or, y es poco menos que el resurgimiento de la vieja herej�a maniquea de que la materia es esencialmente mala.

Dos errores han existido, y pueden existir, en la Iglesia sobre este punto. Podemos despojar al Evangelio de su elemento espiritual y reducirlo a un sistema de formas externas y materiales, o podemos despojarlo de su elemento material y podemos convertirlo en un misticismo vago y sombr�o. Ambos son errores de extremos, y ser�a dif�cil decir cu�l ha causado m�s estragos en la Iglesia. Si uno fue desastroso en los d�as de la supremac�a del romanismo, el otro no es menos desastroso ahora.

Al espiritualismo falso y espurio que engendra debemos no pocos de los conceptos err�neos m�s graves de la actualidad con respecto a la persona de Cristo, la Iglesia, los sacramentos y el prop�sito de la redenci�n en su conjunto. 2 (1 Jn 4:24; 2 En relaci�n con el punto aqu� mencionado, se puede hacer referencia a un art�culo interesante e instructivo del can�nigo Dale Stewart Rector de Coulsdon, en The Churchman de diciembre de 1887).

Volvamos a la cuesti�n principal en relaci�n con el pasaje que tenemos ante nosotros. �Nos presenta la imagen de un juicio general o de un juicio de los malvados solamente? Hay mucho en el pasaje que conduce claramente a la �ltima conclusi�n.

1. Toda la visi�n es obviamente una ampliaci�n de lo que ya hemos conocido bajo la s�ptima Trompeta, cuando se dijo que "lleg� el tiempo de los muertos para ser juzgados". * En ambas visiones, las personas de las que se habla como "los muertos" deben ser las mismas; y se distinguen claramente en la visi�n anterior de los llamados "Tus siervos los profetas", cuya "recompensa" lleg�. Con esto corresponde el hecho de que en los escritos de S.

Juan las palabras "juzgar" y "juzgar" siempre se usan, no en un sentido neutral, sino en uno que tiende a la condenaci�n. Sin alg�n t�rmino calificativo, el Ap�stol dif�cilmente podr�a haberlos aplicado a la absoluci�n de los justos. (* Apocalipsis 11:18 )

2. Las fuentes de donde se recogen los "muertos" confirman esta conclusi�n. Son tres: el mar, la muerte y el Hades. Mirando primero a los dos �ltimos de estos, est� claro que la "muerte" no puede ser en este sentido la tumba neutral, porque es "arrojada al lago de fuego", donde est�n el diablo, la bestia y el falso profeta. Comentarios similares se aplican a "Hades", que en Apocalipsis 6:8 es el coadjutor de la muerte, y que en el Nuevo Testamento siempre aparece como una regi�n de tristeza, castigo y oposici�n a la verdad: "Y t�, Capernaum, deber�s �Ser�s exaltado hasta los cielos? Descender�s al Hades; "Y yo tambi�n te digo que t� eres Pedro, y sobre esta roca edificar� Mi Iglesia;

"* Si tal es el sentido en el que debemos entender la muerte y el Hades, se arroja luz sobre la manera en que debemos interpretar la primera de las tres fuentes," el mar ". Este no puede ser el oc�ano, porque el el n�mero de los que ser�n entregados de sus profundidades en el �ltimo d�a es comparativamente peque�o; porque, como el mar literal, de ninguna manera est� adecuadamente asociado con la muerte y el Hades; y porque, cuando leemos en Apocalipsis 21:1 , " Y el mar ya no existe �, es imposible pensar que la palabra se use en otro sentido que no sea figurado.

No se puede imaginar ninguna raz�n por la cual, cuando la tierra se renueve, no deber�a haber m�s ese mar que es un gran instrumento de su actual grandeza y gloria. Adem�s de todo esto, hasta ahora hemos encontrado que en el Apocalipsis el "mar" es el emblema de las naciones rebeldes y turbulentas de la tierra, y la fuente de la cual la primera bestia del cap. 13 tuvo su origen. En el mismo sentido, por tanto, debemos entenderlo aqu�.

Al igual que la "muerte" y el "Hades", "el mar" del que se habla no puede entregar a nadie m�s que a los muertos imp�os al juicio del gran d�a. (* Mateo 11:23 ; Mateo 16:18 )

3. Los "libros" mencionados en el pasaje son claramente libros que contienen solo el registro de malas acciones. Cuando se dice que se abrieron "libros" y que "se abri� otro libro, que es el libro de la vida", los "libros" se distinguen del "libro". Concuerda con esto que el libro de la vida no se abre para asegurar la liberaci�n de aquellos cuyos nombres est�n inscritos en �l, sino s�lo para justificar la sentencia dictada sobre cualquiera que sea arrojado al lago de fuego.

4. La ense�anza general de San Juan no debe perderse de vista al considerar esta cuesti�n. Esa ense�anza es que la condici�n eterna de los justos est� completamente asegurada para ellos incluso en esta vida, y que en su Cabeza glorificada ya han pasado por todas esas etapas preparatorias en su camino hacia la bendici�n eterna al pensar en lo que de otra manera podr�an tener. tembl�. En �l han vivido, vencido y muerto.

En �l han resucitado de entre los muertos y se han sentado en los lugares celestiales. Todo el tiempo han seguido al Cordero por dondequiera que iba, y todo lo que le sucedi�, en principio, les ha sucedido a ellos. No podemos decir, en el sentido jo�nico de la palabra, que Cristo ha sido "juzgado"; y por lo tanto, el "juicio" no puede predicarse de los miembros de Su Cuerpo. A estos �ltimos "juicio", ya hemos visto, "fue dado" en el momento en que entraron en su reino milenial; y, con el resultado de este juicio (porque ese es el verdadero significado del original) en sus manos, es imposible pensar en ellos como juzgados nuevamente.

Por tanto, el juicio de estos vers�culos es un juicio de los imp�os; y, cuando se cierra, todos los enemigos de Cristo no s�lo han sido vencidos, sino que han sido desterrados del escenario donde �l reinar� "ante sus antiguos gloriosamente". * Se ha cumplido la primera parte del triunfo final. (* Isa�as 24:23 )

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Revelation 20". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/revelation-20.html.