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Romanos 10

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-21

Cap�tulo 21

INCREDULIDAD JUD�A Y FE GENTIL: PROFEC�A

Romanos 10:1

EL problema de Israel todav�a est� en el alma del Ap�stol. Ha explorado aqu� y all� las condiciones del hecho de que sus hermanos, como masa, hayan rechazado a Jes�s. Ha liberado a su coraz�n del amoroso gemido humano por el hecho. Se ha recordado a s� mismo, y luego a sus lectores, que el hecho, sin embargo, no implica ning�n fracaso del prop�sito y la promesa de Dios; porque Dios desde el principio hab�a indicado limitaciones dentro del alcance aparente de la Promesa Abrah�mica.

Ha mirado a la cara, de una vez por todas, el misterio de la relaci�n entre la voluntad eficiente de Dios y la voluntad de la criatura, encontrando refugio, bajo la tensi�n moral de ese misterio, no lejos de �l, sino por as� decirlo detr�s de �l. , en el recuerdo de la confiabilidad infinita, as� como de los derechos eternos, del Hacedor del hombre. Luego ha recurrido al tema principal subyacente de toda la ep�stola, la aceptaci�n del pecador en la �nica manera de Dios; y hemos visto c�mo, desde el propio punto de vista de Israel, Israel ha tropezado y ca�do por su propia culpa.

Israel no reposar�a sobre "la Piedra de tropiezo"; chocar�a con �l. La soberan�a divina aqu� o all� �el coraz�n del hombre jud�o, en su personalidad responsable y enteramente por s� misma� se rebel� contra una salvaci�n que humilla al hombre. Y as� toda su religiosidad, su seriedad, su intensidad, fueron en vano en la b�squeda de la paz y la pureza. Tropezaron �un verdadero golpe de pies descarriados� en la Piedra de tropiezo; que todo el tiempo estaba listo para ser su base y reposo.

No puede dejar el tema, con su tristeza, sus lecciones y su esperanza. Debe decir m�s de su amor y anhelo por Israel; y tambi�n m�s sobre este aspecto de la ca�da de Israel: esta colisi�n de la voluntad del hombre con el Camino de la Paz del Se�or. Y revelar� el testimonio profundo de las profec�as sobre la naturaleza de ese Camino y la renuencia del coraz�n jud�o a aceptarlo. Mois�s entrar� con la Ley, e Isa�as con las Escrituras de los Profetas; y veremos c�mo su Inspirador, desde el principio, indic� lo que seguramente suceder�a cuando una salvaci�n completamente divina se presentara a corazones llenos de s� mismos.

Hermanos, comienza, el deseo deliberado de mi coraz�n, cualquier des�nimo que se le oponga y mi petici�n a Dios por ellos, es la salvaci�n. Inevitablemente se siente movido a esto por la visi�n pat�tica de su seriedad, equivocada en verdad, culpablemente equivocada, completamente inadecuada para constituir para ellos incluso un fantasma de m�rito; sin embargo, para los ojos que lo miran, algo diferente a la indiferencia o la hipocres�a. No puede ver sus luchas reales, y no tardar� en llegar a la orilla.

Porque les doy testimonio, el testimonio de alguien que una vez fue el tipo de la clase, que tienen celo por Dios, un celo sincero por Su Nombre, Su Palabra, Su adoraci�n, pero no en la l�nea del conocimiento espiritual. No han visto todo lo que �l es, todo lo que significa Su Palabra, todo lo que implica Su adoraci�n. Est�n seguros, y con raz�n, de muchas cosas acerca de �l; pero no lo han "visto". Y por eso no se han "aborrecido a s� mismos".

Job 41:5 Y as� no est�n, en su propia convicci�n, cerrados a una salvaci�n que debe ser enteramente de �l; que no es un contrato con �l, sino la eterna bondad de �l.

�Escena solemne y conmovedora! Hay ahora, y hubo entonces, aquellos que lo hubieran examinado y se hubieran ido con la reconfortante reflexi�n de que tanta seriedad seguramente de alguna manera funcionar�a por s� sola al fin; es m�s, que ya era suficientemente bueno en s� mismo para asegurar a estos honestos fan�ticos un lugar en alg�n cielo completo. Si alguna vez esos pensamientos ten�an excusa, seguramente estaba aqu�. El "celo" fue bastante sincero.

Estaba listo para sufrir, as� como para atacar. El fan�tico no tem�a a un mundo en armas. Y se sinti� en llamas no por el mal, sino por Dios, por el Dios de Abraham, de Mois�s, de los Profetas, de la Promesa. �No servir�a esto? �No ser�a condonado el lamentable rechazo de Jes�s que lo acompa�� como un tremendo pero simple accidente, mientras el "celo de Dios" permaneciera como la sustancia, la esencia, del estado espiritual del fan�tico? Seguramente se har�a una asignaci�n muy grande; para ponerlo en los t�rminos m�s bajos.

Sin embargo, ese no era el punto de vista de San Pablo, �l mismo una vez el fan�tico jud�o m�s honesto y desinteresado del mundo. Hab�a visto al Se�or. Y as� se hab�a visto a s� mismo. La mort�fera mezcla de motivos que puede subyacer a lo que, sin embargo, podr�amos llamar un honesto odio al Evangelio le hab�a sido mostrada a la luz blanca de Cristo. A esa luz hab�a visto, lo �nico que puede mostrar plenamente, la condenabilidad de todo pecado y la desesperanza de la salvaci�n propia.

De s� mismo razona, y con raz�n, a sus hermanos. �l sabe, con solemne simpat�a, cu�nto son en serio. Pero su simpat�a no oculta un falso liberalismo; no es barato y generoso con las demandas de Dios. No cree que por ser sinceros sean salvos. Su sinceridad lleva su coraz�n a una oraci�n m�s profunda por su salvaci�n.

Porque no conociendo la justicia de nuestro Dios, Su manera de ser justos, pero el Justificador, y buscando establecer su propia justicia, para construir para s� mismos un reclamo que deber�a "estar en juicio", no se sometieron a la justicia de nuestro Dios, cuando apareci� ante ellos, encarnado en "el Se�or nuestra justicia". Aspiraban a la aceptaci�n. Dios les orden� que se sometieran. En su opini�n, era una cuesti�n de logros; un ascenso a una altura dif�cil, donde el escalador podr�a regocijarse por su �xito.

Tal como �l lo present�, era una cuesti�n de entrega, como cuando un paciente, entregado, se pone indefenso en las manos de un maestro-sanador, para una recuperaci�n que debe ser debida solo a esas manos, y que debe celebrarse solo a sus manos. felicitar.

�Ay de tal "ignorancia" en estas almas fervientes; �Por tal fracaso en Israel para golpear la verdadera l�nea del "conocimiento"! Porque fue un fallo culpable. La Ley hab�a estado indicando todo el tiempo que su Dispensaci�n no era su propio fin, sino un medio vasto y complejo para encerrar al hombre a un Redentor que deb�a satisfacer a la vez todo tipo y todo or�culo, y suplir "lo imposible de los seres humanos". Ley, Romanos 8:3 d�ndose a s� mismo para ser el M�rito vicario del creyente.

Porque el fin de la Ley, su Meta, su Causa Final en el plan de redenci�n, es Cristo, para justicia, para efectuar y asegurar esta maravillosa aceptaci�n, para todo el que cree. S�, no es una secuela arbitraria de la Ley; Est� org�nicamente relacionado con �l. Y de esto la Ley misma es testigo, tanto al presentar una norma inexorable y condenatoria como su �nico c�digo posible de aceptaci�n, como al se�alar misteriosamente al alma de ese c�digo, en su b�squeda de misericordia, hacia algo completamente diferente, a la vez accesible. y divino.

Porque Mois�s escribe as� la justicia derivada de la Ley: "El que las hace, vivir� en ellas"; Lev�tico 18:5 es una cuesti�n de acci�n personal y m�rito personal solo. As�, el c�digo, factible y ben�fico ciertamente en el plano de la vida nacional y social, que es su campo inferior de acci�n, es necesariamente fatal para el hombre ca�do cuando la cuesti�n se encuentra entre su conciencia y el Juez eterno.

Pero la justicia obtenida de la fe, la aceptaci�n recibida al entregar la confianza, as� dice Deuteronomio 30:12 en las palabras de Mois�s en verdad (y este es un punto principal en el razonamiento, que �l es testigo), pero como si fuera con una voz personal, profunda y tierna; "No digas en tu coraz�n: �Qui�n subir� al cielo?" es decir, derribar a Cristo, mediante esfuerzos humanos, mediante un m�rito ascendente; "o, �Qui�n descender� al abismo? Es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos", como si Su Sacrificio victorioso necesitara vuestro complemento para su resurrecci�n-triunfo.

Pero �qu� dice? "Cerca de ti est� la expresi�n, el relato expl�cito de la voluntad del Se�or de bendecir el alma que se arroja sobre �l, en tu boca, para recitarlo, y en tu coraz�n", para acogerlo. Y este mensaje es la expresi�n de la fe, el credo de aceptaci�n solo por fe, que proclamamos; que si confiesas en tu boca a Jes�s como Se�or, como divino Rey y Maestro, y crees en tu coraz�n que Dios lo levant� de entre los muertos, reconociendo en el alma la gloria de la Resurrecci�n, como revelando y sellando el triunfo de la Expiaci�n, ser�s salvo.

Porque con el coraz�n se ejerce la fe para justicia, con aceptaci�n como resultado; mientras que con la boca se confiesa para salvaci�n, con liberaci�n presente y gloria final por su resultado, la secuela moral de una vida que posee a su Se�or como todo en todos. Para la Escritura, Isa�as 28:16 "Todo aquel que en �l cree, no ser� avergonzado", nunca ser� defraudado; ser� "guardado, por la fe, para la salvaci�n que est� lista para ser revelada en el �ltimo tiempo". 1 Pedro 1:5

Hemos atravesado aqu� un tramo lleno de preguntas y misterio. Tenemos que recordar aqu� tambi�n, como en lugares anteriores, que la Escritura "no es un sol, sino una l�mpara". Mucho, mucho, lo que este pasaje sugiere como problema no encuentra respuesta en sus palabras. Esta cita de Deuteronomio, con su visi�n de subidas y bajadas, sus pensamientos del cielo y el abismo, �qu� signific� cuando el anciano Mois�s la pronunci� en las llanuras de Moab? �Qu� signific� para �l? �Vio, sinti�, al Mes�as en cada cl�usula? �Hab�a visto anticipadamente, en ese momento y en ese lugar, lo que se iba a hacer siglos m�s tarde m�s all� de esa severa cadena de colinas, al oeste del "arroyo angosto"? �A sabiendas "testific� de antemano" que Dios iba a nacer Hombre en Bel�n y morir Hombre en Jerusal�n? No sabemos; no podemos saberlo

Si las declaraciones de nuestro Maestro deben tomarse como finales, es bastante seguro que "Mois�s escribi� de �l". Juan 5:46 Pero no es seguro que siempre supiera que escrib�a as� cuando escrib�a; ni es seguro hasta d�nde lleg� su conciencia cuando estaba m�s despierta de esa manera. En el pasaje aqu� citado por San Pablo, el gran Profeta puede haber sido consciente solo de una referencia de sus palabras a lo visto, lo temporal, lo nacional, a las bendiciones de la lealtad a la pol�tica de Israel dada por Dios, y de un regreso a despu�s de tiempos de revuelta y decadencia.

Pero entonces, San Pablo ni afirma esto ni lo niega. Como si fuera a prop�sito, casi pierde de vista la personalidad de Mois�s y personifica a la Justificaci�n como el orador. Su preocupaci�n es menos por el Profeta que por su Inspirador, el autor supremo detr�s del autor inmediato. Y su propia intuici�n prof�tica se gu�a para ver que en el pensamiento de ese Autor, mientras manejaba la mente y la dicci�n de Mois�s a Su voluntad, Cristo era el significado m�s �ntimo de las palabras.

Podemos preguntarnos de nuevo cu�les son las leyes por las que el Ap�stol modifica aqu� las frases del Profeta: "�Qui�n descender� al abismo?" El hebreo dice: "�Qui�n cruzar� (o sobre) el mar?" La Septuaginta dice: "�Qui�n ir� al otro lado del mar?" Aqu� tambi�n "sabemos en parte". Ciertamente, el cambio de t�rminos no se realiz� de manera inconsciente ni arbitraria; y fue hecho para lectores que pudieran desafiarlo, si as� les parec�a que estaba hecho.

Pero debemos conocer toda la relaci�n del Maestro inspirador con las mentes tanto de Su Profeta como de Su Ap�stol para responder la pregunta por completo. Sin embargo, podemos ver que tanto el Profeta como el Ap�stol tienen en su pensamiento aqu� la ant�tesis de la profundidad a la altura; que el mar es, para Mois�s aqu�, la ant�tesis del cielo, no de la tierra; y que San Pablo intensifica las im�genes en su verdadera direcci�n en consecuencia cuando escribe, "en el abismo".

Una vez m�s, encuentra la Justificaci�n por la Fe en el or�culo del Profeta acerca de la "cercan�a" subjetiva de "la expresi�n" de misericordia. Una vez m�s reconocemos nuestra ignorancia del significado consciente de las palabras, como las palabras de Mois�s. Si somos reverentemente cautelosos, nos negaremos a decir que ciertamente Mois�s no estaba al tanto de una referencia tan �ntima en lo que dijo: es mucho m�s f�cil afirmar que saber cu�les eran las limitaciones de la conciencia de los Profetas. .

Pero aqu� tambi�n descansamos en el hecho de que detr�s de Mois�s y Pablo, en sus personalidades libres y poderosas, estaba su �nico Se�or, edificando lentamente Su Escritura en su unidad m�ltiple a trav�s de ambos. Estaba en el pensamiento y la palabra de Mois�s; y mientras tanto, ya para �l, el pensamiento y la palabra de Pablo estaban presentes, y estaban en Su plan. Y la expresi�n anterior ten�a esto al menos que ver con la �ltima, que atrajo la mente del Israel que reflexionaba y adoraba a la idea de un contacto con Dios en Sus promesas que no era externo y mec�nico sino profundo dentro del individuo mismo, y manifestado en la confesi�n libre y viva del individuo de ella.

Al salir del pasaje, observemos y valoremos su insistencia en la "confesi�n", la "confesi�n con la boca de que Jes�s es el Se�or". Esto lo conecta especialmente con la "salvaci�n", con la preservaci�n del creyente para la gloria eterna. "Fe" es "para justicia"; "confesi�n" es "para salvaci�n". �Por qu� es esto? Despu�s de todo, la fe no es suficiente para nuestra uni�n con el Se�or. y por nuestra seguridad en El? �Debemos traer algo m�s, para ser un peso m�s o menos meritorio en la escala? Si esto es lo que quiere decir, est� refutando todo el argumento de la Ep�stola sobre su tema principal.

No; es eternamente cierto que somos justificados, que somos aceptados, que somos incorporados, que somos guardados, solo por la fe; es decir, que Cristo es todo para todas las cosas en nuestra salvaci�n, y nuestra parte y obra en el asunto es recibirlo y sostenerlo con las manos vac�as. Pero entonces esta mano vac�a, sosteni�ndolo, recibe vida y poder de �l. El hombre es vivificado por su Salvador. Es rescatado para que viva y sirva de vida.

No puede servir de verdad sin lealtad a su Se�or. No puede ser verdaderamente leal mientras oculta su relaci�n con �l. De alguna manera articulada debe "confesarlo"; o no est� pisando el camino donde el Pastor camina delante de las ovejas.

La "confesi�n con la boca" aqu� en vista es, sin duda, nada menos que la lealtad abierta del creyente a Cristo. No es una mera recitaci�n ni siquiera del sagrado Credo cat�lico; que puede ser recitado como por un aut�mata. Es el testimonio de todo el hombre de Cristo, como su propia Vida y Se�or descubierta. Y as� significa en efecto el camino de la fidelidad por el cual el Salvador realmente conduce a la gloria a los que son justificados por la fe.

Que aqu� no se debe sentir ning�n �nfasis debilitado en la fe se desprende de Romanos 10:11 . All�, en el resumen y cierre del pasaje, no se nombra nada m�s que fe; "todo aquel que en �l cree". Es como si corrigiera incluso la m�s m�nima conjetura inquietante de que nuestro reposo en el Se�or tiene que estar asegurado por algo que no sea �l mismo, a trav�s de alg�n medio m�s complejo que tomarle la palabra.

Aqu�, tanto como en cualquier parte de la Ep�stola, este es el mensaje; "de fe en fe". La "confesi�n con la boca" no es un a�adido diferente a esta fe; es su tema, su manifestaci�n, su encarnaci�n. "Cre�, por eso habl�". Salmo 116:10

Esta recurrencia a su gran tema da al pensamiento del Ap�stol una direcci�n una vez m�s hacia la verdad del alcance mundial del Evangelio de la Aceptaci�n. En medio de esta secci�n filo-judea de la ep�stola, en su camino a decir cosas gloriosas sobre la misericordia duradera y la bendici�n venidera para los jud�os, debe detenerse nuevamente para afirmar la igual bienvenida de "los griegos" a la justicia de Dios, y el presagio de esta bienvenida en los Profetas.

Porque no hay distinci�n entre jud�o y griego, maravillosa ant�tesis de la "no distinci�n" de Romanos 3:23 . Porque el mismo Se�or es Se�or de todos, rico para todos los que le invocan, le invocan, le invocan en el nombre de sus misericordias en su Hijo redentor. Porque tenemos las profec�as aqu� de nuevo.

Joel, en un pasaje Joel 2:32 lleno del Mes�as, el pasaje con el que el Esp�ritu de Pentecost�s llen� los labios de Pedro, habla as� sin l�mite; "Todo el que invocare el nombre del Se�or, ser� salvo". Al citar las palabras, y el pensamiento de esta inmensa bienvenida al mundo pecaminoso lo asalta, siente de nuevo toda la necesidad de los paganos y toda la estrechez cruel del farise�smo que los excluir�a de tal amplitud de bendici�n. .

Entonces, �c�mo pueden invocar a Aquel en quien nunca creyeron? Pero, �c�mo pueden creer en Aquel a quien nunca oyeron? Pero, �c�mo pueden escucharlo sin un proclamador? Pero, �c�mo pueden proclamar a menos que sean enviados, a menos que la Iglesia que sostiene la luz sagrada env�e a sus mensajeros a las tinieblas? Y en esto nuevamente los Profetas est�n con el Ap�stol cristiano, y contra el juda�sta sin amor: Como est� escrito, Isa�as 52:7 "Cu�n hermosos los pies de los evangelistas de la paz, de los evangelistas del bien".

Aqu�, como incidente de esta profunda discusi�n, se le da para siempre a la Iglesia de Cristo una de las m�s distintas y estrictas de sus "�rdenes de marcha" misioneras. Recordemos esto, y deposit�moslo en nuestras propias almas, olvidando por un momento, si es posible, el problema de Israel y la exclusividad del antiguo farise�smo. �Qu� hay aqu� para nosotros? �Qu� hechos motivadores est�n aqu�, listos para dinamizar y orientar la voluntad del cristiano y de la Iglesia en el asunto del "evangelio" del mundo?

Tomamos nota primero de lo que est� escrito en �ltimo lugar, la belleza moral y la gloria de la empresa. "�Qu� hermosos los pies!" Desde el punto de vista del cielo, no hay nada en la tierra m�s hermoso que llevar el nombre de Jesucristo al mundo necesitado, cuando el portador es alguien "que ama y conoce". La obra puede tener, y probablemente tendr�, muy poco del arco iris de romance al respecto. A menudo conducir� al trabajador a las circunstancias m�s groseras y espantosas.

A menudo le exigir� el paciente gasto de d�as y meses en preparativos humillantes y tortuosos; mientras aprende una lengua b�rbara e inconsciente, o una lengua antigua y elaborada, en un clima sofocante; o descubre que debe construir su propia choza y preparar su propia comida, si es que ha de vivir entre "los gentiles". Puede que recaiga sobre �l la exquisita y prosaica prueba de encontrar a las tribus que lo rodean totalmente inconscientes de la necesidad que tienen de su mensaje; inconsciente del pecado, de la culpa, de la santidad, de Dios.

No, es posible que no solo no les importe su mensaje: pueden sospechar o ridiculizar sus motivos y decirle rotundamente que es un esp�a pol�tico, o un aventurero que ha venido a sacar provecho de sus ganancias personales, o un b�rbaro cansado de su propio Thule y irresistiblemente atra�do por la regi�n del sol. A menudo se sentir� tentado a pensar que "el viaje es demasiado grande para �l" y anhelar� dejar que sus pies cansados ??y pesados ??descansen para siempre.

Pero su Se�or est� diciendo de �l, todo el tiempo: "�Qu� hermosos son los pies!" Est� haciendo una obra cuyas condiciones m�s �ntimas, incluso ahora, est�n llenas de gloria moral, y cuyos problemas eternos, quiz�s donde �l piensa que ha habido m�s fracasos, ser�n, por gracia, dignos del "Rey en Su hermosura". Es la continuaci�n de lo que el Rey mismo "comenz� a hacer", Hechos 1:1 cuando fue Su primer Misionero a un mundo que lo necesitaba inconmensurablemente, pero que no lo conoc�a cuando vino.

Entonces, este p�rrafo afirma la necesidad de la obra del misionero con m�s urgencia que su belleza. Es cierto que sugiere muchas preguntas (�qu� gran Escritura no lo hace?) Que todav�a no podemos responder en absoluto: - "�Por qu� ha dejado as� a los gentiles? �Por qu� tanto, para su salvaci�n, est� suspendido (en nuestra opini�n) sobre �La diligencia demasiado precaria y demorada de la Iglesia? �Qu� dir� finalmente el Rey a aquellos que nunca pudieron, por culpa de la Iglesia, siquiera escuchar el bendito Nombre, para que pudieran creer en �l e invocarlo? " Conoce la respuesta completa a tales preguntas; nosotros no.

Sin embargo, aqu�, mientras tanto, se destaca esta "cosa revelada". Deuteronomio 29:29 En el orden normal del Se�or, que es con certeza el orden del amor y el derecho espiritual eterno, por poco que podamos ver todas las condiciones del caso, el hombre debe ser salvo mediante un "invocar su nombre" personal. Y para ese "llamado" se necesita una fe personal.

Y para ese creer es necesario un o�do personal. Y para que lo escuche, Dios no habla en un trueno articulado desde el cielo, ni env�a �ngeles visibles arriba y abajo de la tierra, sino que pide a Su Iglesia, a Sus hijos, que vayan y cuenten.

Nada puede ser m�s fuerte y seguro que la l�gica pr�ctica de este pasaje. La necesidad del mundo, nos dice, no es solo mejora, elevaci�n, evoluci�n. Es la salvaci�n. Es perd�n, aceptaci�n, santidad y cielo. Es dios; es Cristo. Y esa necesidad no debe satisfacerse mediante sutiles expansiones de la pol�tica y la sociedad. Ninguna "cerebraci�n inconsciente" de la raza humana regenerar� al hombre ca�do.

Tampoco se curar� su terrible herida recurriendo a los oscuros recursos de una esperanza posmortal. La obra debe hacerse ahora, en el Nombre de Jesucristo y por Su Nombre. Y Su Nombre, para ser conocido, tiene que ser anunciado y explicado. Y ese trabajo debe ser realizado por aquellos que ya lo conocen, o no se har� en absoluto. "No hay otro Nombre". No hay otro m�todo de evangelizaci�n.

�Por qu� el Nombre no es ya, al menos externamente, conocido y reverenciado en todos los lugares de la morada humana? Habr�a sido as�, desde hace mucho tiempo, si la Iglesia de Cristo hubiera seguido mejor el precepto y tambi�n el ejemplo de San Pablo. Si las misiones apost�licas se hubieran sostenido de manera m�s adecuada a lo largo de la historia cristiana, y si el Evangelio apost�lico se hubiera mantenido mejor en la Iglesia con toda la energ�a de su divina simplicidad y plenitud, el globo habr�a sido cubierto, no con mucha prisa, pero hace siglos. ahora, con el conocimiento de Jesucristo como Hecho, como Verdad, como Vida.

Incluso ahora, algunos de los defensores mejor informados de la empresa misionera nos dicen que si la cristiandad protestante (para hablar solo de ella) realmente respondiera al llamado misionero y "enviara" sus mensajeros no por decenas sino por miles (no n�mero quim�rico), ser�a sobriamente posible en treinta a�os distribuir el mensaje de que ning�n lugar habitado debe estar, como mucho, a un d�a de camino de un centro de evangelizaci�n.

Este programa no es fanatismo, seguramente. Es una propuesta de posible acci�n, demasiado postergada, en la l�nea del precepto y ejemplo de san Pablo. No pretende desacreditar ninguna forma actual de operaci�n bien considerada. Y no ignora ni por un momento la futilidad de toda empresa donde el poder soberano del Esp�ritu Eterno no est� presente. Tampoco olvida la llamada permanente a la Iglesia a sostener ampliamente la pastoral en casa, en "el reba�o de Dios que est� entre nosotros".

" 1 Pedro 5:2 Pero ve y enfatiza el hecho de que el Se�or ha encomendado a Su Iglesia ser Su mensajera para todo el mundo, y estar en santa sinceridad al respecto, y que la obra, en cuanto a su lado humano , es muy factible para una Iglesia despierta. "Estimula, te suplicamos, oh Se�or, la voluntad de tu pueblo fiel" tanto para la gloria como para la necesidad de esta labor de labores por Ti ", que, produciendo abundantemente la fruto de ello, sea de Ti abundantemente recompensado, "en el uso divino de su obediencia, para la salvaci�n del mundo".

Pero el gran misionero anticipa una objeci�n de los hechos a su ardiente s�plica por la rectitud de un evangelismo desenfrenado. La proclamaci�n podr�a ser universal, pero �no fueron los resultados parciales? "Aqu� un poquito y all� un poquito"; �No era esta la historia de los resultados misioneros incluso cuando un Pablo, un Bernab�, un Pedro, era el misionero? En todas partes algo de fe; �pero en todas partes m�s hostilidad y a�n m�s indiferencia! �Podr�a ser �ste, despu�s de todo, el camino principal de los prop�sitos divinos, estas excursiones a menudo ineficaces de los "hermosos pies" de los mensajeros de una paz eterna? Ah, esa objeci�n no debe haber ofrecido una mera dificultad l�gica a St.

Paul; debe haber traspasado su coraz�n. Porque si bien Su Maestro fue su primer motivo, sus semejantes fueron el segundo. Amaba sus almas; anhelaba verlos bendecidos en Cristo, salvados en �l de "la muerte que no puede morir", archivados en �l con "la verdadera vida" ? ????? ???. 1 Timoteo 6:19 El hombre que derram� l�grimas por sus conversos cuando les advirti� Hechos 20:31 tambi�n tuvo l�grimas, podemos estar seguros, por los que no se convertir�an; es m�s, sabemos que ten�a: "Les digo, incluso llorando (??? ?????), que son los enemigos de la Cruz de Cristo.

" Filipenses 3:18 Pero aqu� tambi�n se recuesta en el consuelo solemne, la respuesta desde dentro de un velo, -que la Profec�a hab�a tenido en cuenta esto de antemano. Mois�s, Isa�as y David hab�an predicho por un lado un mensaje universal de bueno, pero por otro lado una respuesta tristemente limitada del hombre, y notablemente de Israel.

As� procede: Pero no todos obedecieron las buenas nuevas, cuando "la palabra" les lleg�; porque-est�bamos preparados para tal misterio, tal dolor-porque Isa�as dice, Isa�as 53:1 en su gran Or�culo del Crucificado, "Se�or, que crey� nuestro o�do", el mensaje que oyeron de nosotros, acerca de Uno "en �Qui�nes fueron cargados con las iniquidades de todos nosotros? " Y cuando dicta esa palabra "o�r", le enfatiza el hecho de que no las intuiciones m�sticas nacidas de las profundidades del hombre son los medios de revelaci�n, sino los mensajes articulados dados desde las profundidades de Dios y hablados por los hombres a los hombres.

Y lanza el pensamiento en una frase breve, como la que se encuentra en una nota al pie de un libro moderno: As� que deducimos que la fe proviene del o�r; pero el o�r viene a trav�s de la expresi�n de Cristo; el mensajero lo tiene porque primero le fue dado por el Maestro que se proclam� a S� mismo Camino, Verdad, Vida, Luz, Pan, Pastor, Rescate, Se�or. Todo es revelaci�n, no ensue�o; expresi�n, no perspicacia.

Entonces, el pensamiento veloz se vuelve y vuelve de nuevo. Las profec�as han predicho una declaraci�n evang�lica a todo el mundo humano. No s�lo lo hacen en una predicci�n expl�cita, sino en la "gloria m�stica" de sus alusiones m�s remotas. Pero yo digo: �No oyeron? �Fue esta falta de fe debido a una limitaci�n del alcance del mensajero en el plan de Dios? No, m�s bien, "Por toda la tierra sali� su tono, y hasta los confines del mundo del hombre sus declaraciones.

" Salmo 19:4 Las palabras son la voz de ese Salmo donde las glorias de los cielos visibles se colocan con las glorias de la Palabra de Dios. El Ap�stol oye m�s que la Naturaleza en el Himno del amanecer de David; oye la gracia y el Evangelio en la profunda armon�a que lleva la inmortal melod�a. El Dios que se refer�a a los cielos, con sus "voces silenciosas", para predicar un Creador no a una raza sino a todas, tambi�n significaba que Su Palabra no ten�a un alcance m�s estrecho, predicando un Redentor. .

S�, y hubo predicciones articuladas de que deber�a ser as�, as� como par�bolas estrelladas; predicciones, tambi�n, que mostraban la perspectiva no s�lo de un mundo evangelizado, sino de un Israel avergonzado por la fe de los paganos. Pero yo digo (su r�pida frase se encuentra con una respuesta anticipada que la cavilaci�n a�n no se ha dicho) �no lo sab�a Israel? �No ten�an una advertencia clara de lo que vemos hoy? Primero viene Mois�s, diciendo, en su C�ntico prof�tico, cantado al pie de Pisga, Deuteronomio 32:21 "Yo [el 'Yo' es enf�tico; la Persona es el Se�or, y la acci�n ser� nada menos que Su] Yo toma una naci�n no para mover tus celos; para mover tu ira tomar� una naci�n no inteligente "; una raza que no s�lo no est� informada por una revelaci�n previa, sino que no ha sido entrenada por el pensamiento sobre ella para comprender una nueva verdad.

Y lo que Mois�s indica, Isa�as, que se encuentra m�s adelante en la historia, explica indignado: Pero Isa�as se atreve a cualquier cosa y dice, Isa�as 65:1 "Fui hallado por los que no me buscaban; manifiesto me volv� a los que no me consultaron". Pero en cuanto a Israel dice, en las siguientes palabras en orden en el lugar, Isa�as 65:2 "Todo el d�a extiendo mis manos abiertas, para llamar y abrazar, hacia un pueblo que desobedece y contradice".

De modo que el siervo trae sus dolores en busca de consuelo - �podemos escribir las palabras con reverencia? - los dolores de Su Maestro. Se lamenta por una Atenas, una Efeso y, sobre todo, una Jerusal�n, que "no vendr�n al Hijo de Dios para tener vida". Juan 5:40 Y su dolor no solo es inevitable; es profundamente correcto, sabio, santo.

Pero no tiene por qu� soportarlo sin alivio. Se aferra a la Escritura que le dice que su Se�or ha llamado a los que no quisieron venir, y abri� los brazos eternos para un abrazo, para encontrarse s�lo con una contradicci�n. Llora, pero est� tan en el pecho de Jes�s como llor� por la Ciudad. Y en la doble certeza de que el Se�or ha sentido tal dolor, y de que �l es el Se�or, se rinde, descansa, est� quieto.

"El Rey de las Edades" 1 Timoteo 1:17 y "el Var�n de Dolores" son Uno. Conocerlo es estar en paz, incluso bajo los dolores del misterio del pecado.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Romans 10". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/romans-10.html.