Bible Commentaries
Romanos 3

El Comentario Bíblico del ExpositorEl Comentario Bíblico del Expositor

Versículos 1-20

Cap�tulo 8

RECLAMACIONES JUD�AS: NO HAY ESPERANZA EN EL M�RITO HUMANO

Romanos 3:1

Como dicta el Ap�stol, surge ante su mente una figura que sus ojos ven a menudo, el disputador rab�nico. Agudo, sutil, sin escr�pulos, a la vez con entusiasmo en serio pero listo para usar cualquier argumento para la victoria, �cu�ntas veces ese adversario se hab�a cruzado en su camino, en Siria, en Asia Menor, en Macedonia, en Acaya! Ahora est� presente en su conciencia, dentro de la tranquila casa de Gayo; y sus preguntas son espesas y r�pidas, siguiendo este urgente llamamiento a �l, �ay! conciencia casi impenetrable.

"Entonces, �cu�l es la ventaja del jud�o? �O cu�l es el beneficio de la circuncisi�n? Si algunos no creyeron, �qu� hay de eso? �Su infidelidad cancelar� la buena fe de Dios?" "Pero si nuestra injusticia pone en peligro la justicia de Dios, �ser�a Dios injusto, llevando a cabo su ira?"

Agrupamos las preguntas as�, para que quede m�s claro que entramos aqu�, en esta apertura del tercer cap�tulo, en un breve di�logo controvertido; quiz�s el registro casi literal de muchos di�logos realmente hablados. El jud�o, fuertemente presionado por las pruebas morales de su responsabilidad, debe haberse vuelto a menudo as� contra su perseguidor, o m�s bien ha tratado de escapar de �l con las sutilezas de una falsa apelaci�n a la fidelidad de Dios.

Y primero se encuentra con la severa afirmaci�n del Ap�stol de que la circuncisi�n sin realidad espiritual no salvar�. �l pregunta, �d�nde est� entonces la ventaja de la ascendencia jud�a? �Cu�l es el beneficio, el bien, de la circuncisi�n? Es un modo de respuesta no desconocido en las discusiones sobre las ordenanzas cristianas; "Entonces, �de qu� sirve pertenecer a una Iglesia hist�rica? �Qu� les dais a los divinos Sacramentos que hagan?" El Ap�stol responde a su interrogador de inmediato; Mucho, en todos los sentidos; primero, porque se les confiaron los Or�culos de Dios.

"Primero", como si hubiera m�s que decir en detalle. Algo, al menos, de lo que aqu� no se dice se dice m�s tarde, Romanos 9:4 , donde relata el largo rollo de los esplendores espirituales e hist�ricos de Israel; �la adopci�n, la gloria, los pactos, la promulgaci�n de la ley, el culto, las promesas, los Padres y el Cristo.

"�No era nada estar ligado a cosas como estas, en un v�nculo hecho a la vez de parentesco de sangre, santos recuerdos y magn�ficas esperanzas? �No era nada para ser exhortado a la rectitud, la fidelidad y el amor al encontrar la vida individual as� rodeada? ? Pero aqu� coloca "primero" incluso de estos maravillosos tesoros, esto, que Israel fue "confiado con los Or�culos de Dios", las Declaraciones de Dios, Su mensaje �nico para el hombre "a trav�s de Sus profetas, en las Sagradas Escrituras.

"S�, aqu� hab�a algo que le daba al jud�o una" ventaja "sin la cual los dem�s no hubieran tenido existencia o no hubieran tenido importancia. �l era el fideicomisario del Apocalipsis. A su cuidado estaba alojado el Libro por el cual el hombre deb�a vivir. y morir, a trav�s del cual iba a saber inconmensurablemente m�s sobre Dios y sobre s� mismo de lo que podr�a aprender de todos los dem�s informantes juntos. �l, su pueblo, su Iglesia, era el "testigo y guardi�n de la Sagrada Escritura.

"Y, por lo tanto, nacer de Israel y entrar ritualmente en el pacto de Israel, era nacer a la luz de la revelaci�n y estar confiado al cuidado de los testigos y guardianes de la luz.

Insistir en este inmenso privilegio es totalmente el prop�sito de San Pablo aqu�. Porque es un privilegio que evidentemente conlleva una terrible responsabilidad. �Cu�l ser�a la culpa del alma, y ??de la Comunidad, a quienes esos Or�culos no fueron entregados como propiedad, sino encomendados, y quienes no hicieron las cosas que dijeron?

Una vez m�s, el mensaje pasa al Israel de la Iglesia cristiana. "�Qu� ventaja tiene el cristiano? �De qu� aprovecha el bautismo?" "Mucho, en todos los sentidos; primero, porque a la Iglesia se le ha confiado la luz de la revelaci�n". Nacer en �l, ser bautizado en �l, es nacer al sol de la revelaci�n, y ser depositado en el coraz�n y el cuidado de la Comunidad que da testimonio de la autenticidad de sus Or�culos y vela por su preservaci�n y su difusi�n. Grande es el talento. Grande es la responsabilidad.

Pero el rabinista prosigue. Porque si algunos no creyeron, �qu� pasa con eso? �Su falta de fe cancelar� la buena fe de Dios? Estos Or�culos de Dios prometen glorias interminables a Israel, a Israel como comunidad, como cuerpo. �No ser� v�lida esa promesa para toda la masa, aunque algunos (�eufemismo atrevido para las multitudes infieles!) Hayan rechazado al Promotor. �No encontrar� el jud�o incr�dulo, despu�s de todo, su camino a la vida eterna por el bien de su compa��a, por su parte y suerte en la comunidad del pacto? "�Ser� la fe de Dios", su buena fe, su palabra prometida, reducida a sonidos vac�os por el pecado del mal israelita? Fuera del pensamiento, responde el Ap�stol.

Cualquier cosa es m�s posible que que Dios mienta. No, que Dios sea veraz y todo hombre mentiroso; tal como est� escrito, Salmo 51:4 "Para que seas justificado en tus palabras, y vencer cuando lleves a cabo". Cita al salmista en esa profunda expresi�n de autoacusaci�n, donde toma parte contra s� mismo, y se encuentra culpable "sin una sola excusa", y, en la lealtad del alma regenerada y ahora despierta, est� celoso de reivindicar la justicia de su condenando a Dios.

Toda la Escritura no contiene una expresi�n m�s apasionada, pero tampoco m�s profunda y deliberada de la verdad eterna de que Dios siempre tiene raz�n o no ser�a Dios en absoluto; que es mejor, y m�s razonable, dudar de cualquier cosa que dudar de Su justicia, cualquier nube que la rodee, y cualquier rel�mpago que haga estallar la nube.

Pero, de nuevo, el caviloso, concentrado no en la gloria de Dios, sino en su propia posici�n, toma la palabra. Pero si nuestra injusticia exhibe, pone en marcha la justicia de Dios, si nuestro pecado da ocasi�n a que la gracia abunde, si nuestra culpa permite que la generosidad del Camino de Aceptaci�n de Dios se destaque m�s maravillosa en contraste, �qu� diremos? �Ser�a Dios injusto, trayendo Su (???) ira sobre nosotros, cuando nuestro perd�n ilustrar�a Su gracia gratuita? �Ser�a injusto? �No ser�a injusto?

Luchamos, en nuestra par�frasis, para sacar a relucir el significado, como nos parece, de un pasaje de casi igual dificultad gramatical y sutileza argumentativa. El Ap�stol parece estar "en un aprieto" entre el deseo de representar el pensamiento del cavilador y el pavor de una palabra realmente irreverente. Lanza la �ltima pregunta del hombre en una forma que, gramaticalmente, espera un "no" cuando la deriva del pensamiento nos lleva a un impactante "s�".

"Y luego de inmediato pasa a su respuesta:" Hablo como hombre ", sabio como hombre; como si esta cuesti�n de equilibrar los derechos y los errores fuera una entre el hombre y el hombre, no entre el hombre y el Dios eterno. Tal conversaci�n, incluso para por el bien del argumento, es imposible para el alma regenerada excepto bajo una protesta urgente. Fuera con el pensamiento de que �l no ser�a justo, en Su castigo por cualquier pecado dado. "�C�mo juzgar� Dios al mundo?" �C�mo, en tales condiciones, �Nos apoyamos en el hecho �ltimo de que �l es el Juez universal? Si �l no pudiera, con justicia, castigar un pecado deliberado porque el perd�n, bajo ciertas condiciones, ilustra Su gloria, entonces �l no podr�a castigar ning�n pecado en absoluto. Pero �l es el Juez ��l trae ira para soportar! '

Ahora toma el cavillo en su propio terreno, y hace todo lo posible por �l, y luego huye con aborrecimiento de �l. Porque si la verdad de Dios, en cuanto a mi mentira, abund�, se manifest� m�s ampliamente para su gloria, �por qu� tambi�n yo soy llamado a juicio como pecador? �Y por qu� no decir, como dice la calumnia contra nosotros, y como algunos afirman que s� decimos: "Hagamos el mal para que venga el bien"? As� afirman de nosotros. Pero su condenaci�n es justa, la condenaci�n de aquellos que pronunciar�an tal m�xima, encontrando refugio para una mentira bajo el trono de Dios.

Sin duda, habla de una experiencia amarga y frecuente cuando toma este caso en particular, y con solemne iron�a afirma que se exime de la pena de muerte del mentiroso. Es evidente que la acusaci�n de falsedad fue, por una raz�n u otra, a menudo lanzada contra San Pablo; lo vemos en la marcada urgencia con que, de vez en cuando, afirma su veracidad; "Las cosas que digo, he aqu�, delante de Dios no miento"; G�latas 1:20 "Hablo verdad en Cristo y no miento".

Romanos 9:1 Quiz�s las m�ltiples simpat�as de su coraz�n le dieron a veces una ocasi�n inocente para la acusaci�n. El hombre que podr�a ser "todo para todos", 1 Corintios 9:22 tomando con una visi�n genuina su punto de vista, y diciendo cosas que mostraran que �l lo tom�, muy probablemente ser�a considerado por mentes m�s estrechas como mentiroso.

Y la misma audacia de su ense�anza podr�a dar una nueva ocasi�n, igualmente inocente; como afirm� en diferentes momentos, con igual �nfasis, lados opuestos de la verdad. Pero estas excusas un tanto sutiles para el falso testimonio contra este gran maestro de la santa sinceridad no ser�an necesarias donde estuviera en juego la malicia genuina. Ning�n hombre es tan veraz que no se le pueda acusar de falsedad; y ning�n cargo es tan probable que hiera incluso cuando solo finge atacar.

Y, por supuesto, la poderosa paradoja de la Justificaci�n se presta f�cilmente a las distorsiones, as� como a las contradicciones, de los pecadores. "Hagamos el mal para que venga el bien" representaba sin duda el informe que el prejuicio y la intolerancia se llevaban y difund�an regularmente despu�s de cada discurso y cada argumento sobre el Perd�n libre. Es tan quieto: "Si esto es cierto, podemos vivir como queramos; si esto es cierto, entonces el peor pecador hace al mejor santo.

"Cosas como esta han sido dichos corrientes desde Lutero, desde Whitefield, y hasta ahora. M�s adelante en la Ep�stola veremos la evidencia involuntaria que tales distorsiones llevan a la naturaleza de la doctrina difamada; pero aqu� la alusi�n es demasiado pasajera para traer esto afuera.

"Cuya perdici�n es justa." �Qu� testimonio es este de la veracidad inalienable del Evangelio! Esta breve expresi�n severa repudia absolutamente toda disculpa por medios por fin; todos buscan incluso el bien de los hombres por el modo de decir lo que no es. Profunda y fuerte, casi desde el principio, ha sido la tentaci�n del cristiano a pensar de otra manera, hasta que encontramos desarrollados sistemas enteros de casu�stica cuyo objetivo parece ser acercarse lo m�s posible al borde de la falsedad, si no m�s all�, en religi�n.

Pero el Nuevo Testamento barre toda la idea del piadoso fraude con este breve trueno: "Su condenaci�n es justa". No oir� de ninguna impiedad que omita la veracidad; ninguna palabra, ning�n acto, ning�n h�bito, que incluso con el prop�sito m�s puro desmiente al Dios de la realidad y la veracidad.

Si leemos correctamente Hechos 24:20 , con Hechos 23:6 , vemos al mismo San Pablo una vez, bajo la presi�n urgente de las circunstancias, traicionado en un equ�voco, y luego, p�blicamente y pronto, expresando su pesar de conciencia. "Soy un fariseo e hijo de un fariseo; sobre la esperanza y la resurrecci�n de los muertos estoy en duda.

"Es cierto, de hecho es cierto, pero no toda la verdad, no el relato sin reservas de su actitud hacia el fariseo. Por lo tanto, una semana despu�s, confiesa, �no es as�? Que en esta �nica cosa hab�a" maldad en �l, mientras se present� ante el concilio. "Feliz el cristiano, feliz en verdad el hombre p�blico cristiano, inmerso en la gesti�n y la discusi�n, cuya memoria es tan clara acerca de decir la verdad, y cuya conciencia es tan sensible.

�Entonces que? somos superiores? No digas nada. As� ahora procede, tomando finalmente la palabra de su supuesto antagonista. �Qui�nes son el "nosotros" y con qui�n se compara el "nosotros"? La deriva del argumento admite dos respuestas a esta pregunta. "Nosotros" podemos ser "nosotros los jud�os"; como si Pablo se pusiera en una simpat�a instintiva, al lado del compatriota cuyas cavilaciones acababa de combatir, y reuniera aqu� en una afirmaci�n final todo lo que ha dicho antes de la (al menos) igual culpa del jud�o que del griego.

O "nosotros" podemos ser "nosotros los cristianos", tomados por el momento como hombres separados de Cristo; puede ser un repudio a la idea de que ha estado hablando desde un pedestal o desde un tribunal. Como si dijera: "No creas que yo, o mis amigos en Cristo, dir�amos al mundo, jud�o o gentil, que somos m�s santos que t�. No; no hablamos desde el banco, sino desde la barra. Aparte de Aquel que es nuestra paz y nuestra vida, estamos 'en la misma condenaci�n'. Es exactamente porque estamos en �l que nos volvemos y les decimos: ��No tem�is a Dios?�. En general, esta �ltima referencia parece la m�s cierta para el pensamiento y el esp�ritu de todo el contexto.

Porque ya hemos acusado a jud�os y griegos, todos ellos, de estar bajo pecado; con ser sometidos al pecado, como el griego nos pide que expresemos m�s exactamente, d�ndonos el pensamiento de que la raza ha ca�do de un buen estado a un mal; involucrado en una terrible ruina de superintendente. Como est� escrito, no hay ni un solo hombre justo; no hay hombre que entienda, ni hombre que busque a su (???) Dios.

Todos se han ido del camino; juntos se han vuelto in�tiles. No hay hombre que haga el bien, no lo hay. incluso tantos como uno. Una tumba abierta es su garganta, exhalando el hedor de palabras contaminadas; con su lengua han enga�ado; veneno de �spid est� debajo de sus labios; (hombres) cuya boca rebosa maldici�n y amargura. R�pidos son sus pies para derramar sangre; la ruina y la miseria de sus v�ctimas est�n en sus caminos; y el camino de la paz que nunca conocieron. No existe el temor de Dios ante sus ojos.

Aqu� hay una teselaci�n de los or�culos del Antiguo Testamento. Los fragmentos, duros y oscuros, proceden de diversas canteras; de los Salmos, Salmo 5:9 ; Salmo 10:7 ; Salmo 14:1 ; Salmo 36:1 ; Salmo 140:3 de los Proverbios, Proverbios 1:16 de Isa�as.

Isa�as 59:7 Todos en primera instancia representan y denuncian clases de pecados y pecadores en la sociedad israelita; y podemos preguntarnos a primera vista c�mo su evidencia convence a todos los hombres en todas partes y en todos los tiempos de un pecado condenable y fatal. Pero no s�lo necesitamos, en sumisi�n, reconocer que de alguna manera debe ser as�, porque "est� escrito" aqu�; podemos ver, en parte, que ahora es as�.

Estas acusaciones especiales contra ciertos tipos de vidas humanas se encuentran en el mismo Libro que presenta la acusaci�n general contra "el coraz�n humano", Jeremias 17:9 que es "enga�oso sobre todas las cosas, irremediablemente enfermo" e incapaz de conocer todo lo que es propio. corrupci�n. Por tanto, los fen�menos superficiales m�s crudos del pecado nunca est�n aislados de la terrible epidemia subyacente de la raza humana.

El mal real de los hombres muestra el mal potencial del hombre. Los golpes de tigre de abierta maldad muestran la naturaleza del tigre, que siempre est� presente, incluso cuando su poseedor menos sospecha de ella. Las circunstancias var�an infinitamente, y entre ellas esas circunstancias internas que llamamos gustos y disposiciones especiales. Pero en todas partes en medio de todos ellos est� el coraz�n humano, hecho recto en su creaci�n, autodestruido en la maldad moral cuando se apart� de Dios.

Que se aparta de �l, no de �l, aparece cuando su direcci�n es probada por la colisi�n entre Su reclamo y su voluntad. Y en esta aversi�n al Santo, que reclama todo el coraz�n, reside al menos la potencia de "todos". injusticia ".

Mucho despu�s de esto, cuando se acercaba su glorioso descanso, San Pablo volvi� a escribir sobre el coraz�n humano, a "su verdadero hijo" Tito. Tito 3:3 Le recuerda la maravilla de esa gracia salvadora que tan plenamente revela en esta ep�stola; c�mo, "no conforme a nuestras obras", el "Dios que ama al hombre" hab�a salvado a Tito y hab�a salvado a Pablo. �Y de qu� los hab�a salvado? De un estado en el que eran "desobedientes, enga�ados, esclavos de diversas concupiscencias y placeres, que viv�an en la malicia y la envidia, se odiaban, se odiaban unos a otros".

"�Qu�, el leal y laborioso Tito, el casto, el recto, el indeciblemente serio Paul? �No es el cuadro grandemente, lamentablemente exagerado, un estallido de ret�rica religiosa? Adolphe Monod nos dice que una vez pens� que deb�a ser as�; sinti� �l mismo era completamente incapaz de someterse al terrible testimonio, pero los a�os pasaron y vio m�s profundamente en s� mismo, viendo m�s profundamente la santidad de Dios, y la veracidad de ese pasaje creci� en �l.

No es que todas sus dificultades se desvanecieran, pero su veracidad brill�, "y estoy seguro", dijo desde su lecho de muerte, "que cuando este velo de carne caiga, reconocer� en ese pasaje el retrato m�s verdadero jam�s pintado de mi propia persona. coraz�n natural ".

Robert Browning, en un poema de terrible inter�s moral y poder, confiesa que, en medio de mil dudas y dificultades, su mente estaba anclada a la fe en el cristianismo por el hecho de su doctrina del pecado:

"Yo todav�a, para suponer que es verdad, por mi parte Ver razones y razones; esto, para empezar; es la fe que lanz� a quemarropa su dardo a la cabeza de una mentira; ense�� el pecado original, la corrupci�n del coraz�n del hombre. "

Ahora sabemos que todo lo que dice la Ley, se lo dice a los de la Ley, a los que est�n dentro de su alcance, de su dominio; para que se cierre toda boca y todo el mundo. demostrarse culpable con respecto a Dios. "La Ley"; es decir, aqu�, la Revelaci�n del Antiguo Testamento. Esto no solo contiene el c�digo moral mosaico y prof�tico, sino que lo tiene como un gran objeto omnipresente, en todas sus partes, preparar al hombre para Cristo exponi�ndolo a s� mismo, en su verg�enza y necesidad.

Le muestra de mil maneras que "no puede servir al Se�or", Josu� 24:19 el prop�sito de que en ese mismo Se�or se refugie tanto de su culpa como de su impotencia. Y esto lo hace para "los de la Ley"; es decir aqu�, ante todo, para la Raza, la Iglesia, a la que rode� con su luz de fuego santo, y a quien en este pasaje el Ap�stol tiene en sus primeros pensamientos.

Sin embargo, seguramente no est�n solos en su mente. Ya hemos visto c�mo "la ley" es, despu�s de todo, s�lo la enunciaci�n m�s completa y directa de la "ley"; de modo que tanto el gentil como el jud�o tienen que ver con la luz y con la responsabilidad del conocimiento de la voluntad de Dios. Si bien la cadena de citas severas que acabamos de manejar recae m�s sobre Israel, todav�a une al mundo. "Cierra todas las bocas". Arrastra al hombre culpable ante Dios.

"Para que se cierre toda boca". �Oh, solemne silencio, cuando por fin llegue! Las voces �speras o apagadas de la autodefensa, de la autoafirmaci�n se silencian por largo tiempo. El hombre, como uno de anta�o, cuando vio su yo justo a la luz de Dios, "se llev� la mano a la boca". Job 11:4 Deja el habla a Dios y por fin aprende a escuchar.

�Qu� oir�? �Un repudio externo? �Una objeci�n y luego un anatema final y exterminador? No, algo muy diferente, mejor y m�s maravilloso. Pero primero debe haber silencio por parte del hombre, si ha de ser escuchado. "Escuchen, y sus almas vivir�n".

De modo que el gran argumento se detiene, reunido en un enunciado que concentra de inmediato lo que ha sucedido antes y nos prepara para una gloriosa secuela. Cierra la boca, oh hombre, y escucha ahora:

Porque por las obras de la ley nadie ser� justificado en su presencia; porque por medio de la ley se obtiene el conocimiento moral del pecado.

Versículos 21-31

Cap�tulo 9

LA �NICA FORMA DE ACEPTACI�N DIVINA

Romanos 3:21

Entonces, "hay silencio" sobre la tierra, para que el hombre pueda o�r la "voz apacible y delicada", "el sonido de la quietud", 1 Reyes 19:12 desde los cielos. "La Ley" ha hablado, con su trueno estremecedor. Ha impulsado en el alma del hombre, desde muchos lados, ese hecho: la culpa; la eternidad del reclamo de justicia, el car�cter absoluto de la santa Voluntad de Dios y, en contraste, el fracaso del hombre, de la raza, para cumplir con ese reclamo y hacer esa voluntad.

Le ha dicho al hombre, en efecto, que es "depravado", es decir, moralmente distorsionado. Est� "totalmente depravado", es decir, la distorsi�n ha afectado todo su ser, de modo que no puede suministrar por s� mismo ning�n poder recuperador adecuado que lo restablezca a la armon�a con Dios. Y la Ley no tiene nada m�s que decirle, salvo que esta condici�n no s�lo es deplorable, sino culpable, responsable, condenable; y que su propia conciencia es testigo concurrente de que es as�.

El es un pecador. Ser pecador es, ante todo, transgresor de la ley. Son otras cosas adem�s. Es estar moralmente enfermo y necesitar cirug�a y medicina. Es ser moralmente infeliz y objeto de compasi�n. Pero antes que nada es ser moralmente culpable, y necesita urgentemente una justificaci�n, una revocaci�n de sentencia, un arreglo satisfactorio con la Ley de Dios ofendida y eterna.

Esa Ley, habiendo pronunciado sus inexorables condiciones, y habiendo anunciado la justa sentencia de muerte, permanece severa y silenciosa junto al ahora callado delincuente. No tiene la comisi�n de aliviar sus temores, de aliviar su dolor, de pagar sus deudas. Su terrible y misericordioso negocio es decir: "No pecar�s" y "La paga del pecado es muerte". Llama la atenci�n a la conciencia y le dice a su o�do que ahora oye mucho m�s de lo que se hab�a dado cuenta antes del horror y la condenaci�n del pecado; y luego deja la conciencia para tomar el mensaje y alarmar a todo el mundo interior con la certeza de la culpa y el juicio. De modo que el hombre yace mudo ante la Ley terriblemente reticente.

�Es una imagen meramente abstracta? �O nuestro coraz�n, el del escritor y el del lector, dan testimonio de su veracidad viva? Dios sabe, estas cosas no son curiosidades del pasado. No estamos estudiando una fase interesante del pensamiento cristiano primitivo. Estamos leyendo un relato viviente de las experiencias de innumerables vidas que se viven en la tierra este d�a. De hecho, existe tal cosa en nuestro tiempo, en esta hora, como la convicci�n de pecado.

Existe algo as� como un alma humana, muda en medio de sus disculpas, sus dudas, sus negaciones, por el discurso y luego el silencio de la Ley de Dios. En este momento existe algo como un hombre de verdad, fuerte y sano de pensamiento, sano en todas sus facultades, acostumbrado a mirar a la cara los hechos de la vida diaria, pero quebrantado en la indescriptible convicci�n de que es un pobre, un culpable, pecador perdido, y que su abrumadora necesidad no es ahora, no solo ahora, la soluci�n de los problemas del ser, sino la seguridad de que su pecado ha sido perdonado.

Debe ser justificado o morir�. El Dios de la Ley debe de alguna manera decir que no tiene disputa con �l, o muere una muerte que �l ve, como por una intuici�n peculiar a la convicci�n de pecado, ser en su propia naturaleza una muerte sin esperanza, sin fin.

�Es esto "de alguna manera" posible?

Escucha, alma culpable y silenciosa, un sonido que ahora es audible. En la confusi�n de la indiferencia secular o de la autojustificaci�n ciega, no se pod�a o�r; en el mejor de los casos escuch� un murmullo sin sentido. Pero escuche ahora; es articulado y te habla. El terremoto, el viento, el fuego han pasado: y en verdad est�s despierto. Ahora llega "el sonido de la quietud" a su vez. Pero ahora, aparte de la Ley, se muestra la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; pero -aunque atestiguado por ellos, en las Escrituras que todo el tiempo, en palabra y en tipo, prometen mejores cosas por venir, y sobre todo un Bendito por venir- (es) la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, preparada para todo y concedido a todos los que creen en �l.

Porque no hay distinci�n; por cuanto todos pecaron, y est�n destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados con dones, gratuitamente, por su gracia, mediante la redenci�n, el rescate que es en Cristo Jes�s. S�, reside siempre en �l, el Se�or del M�rito salvador, y por eso se encuentra solo en �l; a quien Dios present�, presentado, como propiciaci�n, mediante la fe en su sangre, su sangre de muerte, de sacrificio, del altar; para demostrar, explicar, aclarar, su justicia, su forma de aceptaci�n y su m�todo.

El Padre "present�" al Hijo para mostrar que su gracia no significaba ninguna connivencia real, ninguna indulgencia sin una raz�n leg�tima. �l lo "present�" debido a que pas� por alto los pecados cometidos antes; porque el hecho ped�a una explicaci�n de que, aunque proclam� su ley, y a�n no hab�a revelado su evangelio, sin embargo soport� a los pecadores, indult�ndolos, perdon�ndolos, con la paciencia de Dios, en los siglos en que se le vio "retener volver "Su ira, pero a�n no revel� la raz�n por la cual.

Fue con miras, dice nuevamente, a esta demostraci�n de Su justicia en el per�odo actual, la temporada, el ??????, del Evangelio manifestado; para que �l pueda ser, en nuestra opini�n, as� como de hecho divino, a la vez justo, fiel a Su Ley eterna, y Justificador de Aquel que pertenece a la fe en Jes�s.

Esta es la voz del cielo, audible cuando la boca del pecador est� cerrada, mientras que sus o�dos son abiertos por el toque de Dios. Sin esa introducci�n espiritual a ellos, muy probablemente parecer�n un hecho en la historia del pensamiento religioso, interesante en el estudio del desarrollo, pero nada m�s; o una serie de afirmaciones correspondientes a necesidades irreales, y en s� mismas llenas de puntos discutibles. L�alos en la hora de la convicci�n de pecado; en otras palabras, tr�eles todo tu ser, movido desde arriba a sus profundidades morales, y no los tomar�s ni con indiferencia ni con oposici�n.

A medida que la llave se encuentra con la cerradura, satisfar�n su mayor necesidad. Cada oraci�n, cada v�nculo de razonamiento, cada afirmaci�n de un hecho, ser� precioso para ti m�s all� de todas las palabras. Y nunca los entender�s del todo excepto en esas horas, o en la vida que tiene esas horas entre sus recuerdos imborrables.

Escuche de nuevo, en este sagrado silencio, as� roto por "la grata voz del Poderoso".

"Pero ahora"; el feliz "ahora" del hecho presente, de la certeza despierta. No es un sue�o. Mira y ve; Toca y siente. Vuelva a pasar la p�gina bendita; ?????????, "Est� escrito". De hecho, existe una "Justicia de Dios", un camino firme de misericordia que es tan santo como benigno, una aceptaci�n tan buena en la Ley eterna como en el Amor eterno. Est� "atestiguado por la Ley y los Profetas"; innumerables l�neas de predicci�n y presagio se encuentran en �l, para siempre negativo el miedo a la ilusi�n, al enga�o.

Aqu� no hay un concurso fortuito, sino el plan de Dios establecido desde hace mucho tiempo. He aqu� su Causa procuradora, magn�fica, tierna, divina, humana, espiritual, hist�rica. Es el Hijo amado del Padre; ning�n poder antagonista de una regi�n ajena a la bendita Ley y su Dador. El dador de la ley es el dador de Cristo; �l lo ha "presentado", �l ha provisto en �l una expiaci�n que no lo persuade a tener misericordia, porque �l ya es Amor eterno, pero libera Su amor en la l�nea de una Santidad maravillosamente satisfecha, y explica esa liberaci�n ( a los contritos) para ganar supremamente su adoraci�n y su amor al Padre y al Hijo.

He aqu� el Cristo de Dios; he aqu� la sangre de Cristo. En el Evangelio, �l est� en todas partes, est� en todas partes; pero �cu�l es tu deleite al encontrarlo, y eso, aqu� en el umbral de tu vida de bendici�n? Mirando al Crucificado, mientras todav�a "pones tu mano sobre tu boca", hasta que se quita para bendecir Su Nombre, comprendes el gozo con el que, �poca tras �poca, los hombres han hablado de una Muerte que es su vida, de una Cruz que es su corona y gloria.

No est�s de humor, aqu� y ahora, para menospreciar la doctrina de la sangre expiatoria; para colocarlo en el trasfondo de su cristianismo; para oscurecer la Cruz incluso detr�s de los tejados de Bel�n. No se puede pensar bien ahora en ning�n Evangelio que no diga: "En primer lugar, Cristo muri� por nuestros pecados, seg�n las Escrituras". 1 Corintios 15:3 T� eres un pecador, y lo sabes; "culpable ante Dios"; y para ti, como tal, la propiciaci�n gobierna toda tu visi�n del hombre, de Dios, de la vida, del cielo.

Para usted, como sea para otros, la "redenci�n" no se puede nombrar, o pensar, aparte de su primer elemento precioso, "remisi�n de los pecados", la justificaci�n del culpable. Est� impregnado de ideas de propiciaci�n; es rojo y glorioso con la sangre del Redentor, sin la cual no podr�a haber sido. El Dios todo bendito, con todos Sus atributos, Su car�cter, es visto por ustedes para siempre como "justo, pero el Justificador del que cree en Jes�s".

"�l resplandece sobre ti a trav�s de la Palabra, y en la experiencia de tu coraz�n, en muchos otros aspectos asombrosos. Pero todos esos otros est�n calificados para ti por esto, que �l es el Dios de una santa Justificaci�n; que �l es el Dios que ha aceptado t�, el culpable, en Cristo. Todos tus pensamientos sobre �l est�n formados y seguidos al pie de la Cruz. El G�lgota es el observatorio desde el cual cuentas y miras las luces del cielo en movimiento de Su Ser, Su Verdad, Su Amor.

�Cu�n preciosas son para ti ahora las palabras que en otro tiempo, quiz�s, fueron peores que ins�pidas, "Fe", "Justificaci�n", "la Justicia de Dios"! En el descubrimiento de su necesidad y de Cristo como el todo-en-todo para satisfacerla, ve con poca necesidad de exposici�n el lugar y el poder de la Fe. Significa que lo ve ahora, simplemente su recepci�n de Cristo. Es tu contacto con �l, tu abrazo a �l. No es virtud; est� absolutamente alejado del m�rito.

Pero es necesario; tan necesario como la mano que toma la limosna, o como la boca que come la comida no comprada. El significado de "Justificaci�n" no es ahora para ti un acertijo de las escuelas. Como todas las grandes palabras de la teolog�a escritural, lleva consigo en las cosas divinas el significado que tiene en las cosas comunes, s�lo para una nueva y noble aplicaci�n; lo veis con gozo, por la intuici�n de la conciencia despierta.

El que te "justifica" hace exactamente lo que la palabra siempre importa. �l no te educa ni te inspira hasta la aceptabilidad. Te declara aceptable, satisfactorio, en paz con Law. Y esto lo hace por amor a otro; a causa del M�rito de Otro, que lo ha hecho y ha sufrido como para ganar una acogida eterna para �l y todo lo que es Suyo, y por lo tanto para todos los que se encuentran en �l, y por lo tanto para ustedes que han huido a �l, creyendo.

As� que recibes con gozo y te maravillas "la justicia de Dios", Su manera de invitarte, tan profundamente culpable en ti mismo, da la bienvenida sin miedo a tu Juez. Eres "justo", es decir, satisfactorio a la Ley inexorable. �C�mo? �Porque est�s transfigurado en una perfecci�n moral que podr�a constituir un reclamo? No, sino porque Jesucristo muri�, y t�, recibi�ndolo, te encuentras en �l.

"No hay diferencia." Una vez, tal vez, le molestaba esa palabra, si hac�a una pausa para anotarla. Ahora te llevas toda su importancia a casa. Cualquiera que sea su "diferencia" de lo contrario con los infractores m�s vergonzosos y notorios de la Ley de Dios, ahora sabe que no hay ninguno a este respecto, que est� tan desesperadamente, ya sea tan distante o no, tan remoto como ellos " la gloria de Dios ". Su "gloria" moral, la inexorable perfecci�n de Su car�cter, con su exigencia inherente de que debes corresponder perfectamente a �l para estar en paz con �l, en verdad est�s "corto" de esto.

La ramera, el mentiroso, el asesino, est�n cortos de �l; pero t� tambi�n. Quiz�s est�n al pie de una mina y t� en la cima de un Alpes; pero eres tan poco capaz de tocar las estrellas como ellas. As� que te entregas agradecido, al lado de ellos, si es que ellos tambi�n van a venir, para ser "llevados" a la altura de la aceptaci�n divina, por el don de Dios, "justificados como dones por Su gracia".

Entonces, �d�nde est� nuestra jactancia? Est� excluido. �Mediante qu� ley? De obras? No, sino por medio de la ley de la fe, el instituto, la ordenanza, que nos impone no merecer, sino confiar. �Y qui�n puede analizar o describir la alegr�a y el reposo del alma del que por fin se "excluye" la vil inflaci�n de un "alarde" religioso? Nos hemos alabado, nos hemos valorado, en una cosa u otra que se supone que nos hace dignos del Eterno.

Quiz�s hayamos tenido algunos pretextos enga�osos para hacerlo; o puede que nos hayamos "jactado" (tales jactancias no son desconocidas) de nada mejor que ser un poco menos imp�os, o un poco m�s varoniles, que otra persona. Pero esto ha terminado ahora para siempre, en principio; y ponemos su pr�ctica bajo los pies de nuestro Redentor para ser destruidos. Y grande es el descanso y la alegr�a de sentarnos a sus pies, mientras la puerta est� cerrada y la llave se gira sobre nuestro propio aplauso. No hay santidad sin esa "exclusi�n"; y no hay felicidad donde no hay santidad.

Porque consideramos, concluimos, reunimos nuestros hechos y razones de esta manera, que el hombre es justificado por la fe, sin tener en cuenta las obras de la ley. En otras palabras, la causa meritoria est� completamente en Cristo y completamente fuera de la conducta del hombre. Hemos visto, impl�citamente, en el pasaje anterior, vers�culos 10-18 ( Romanos 3:10 ), lo que se entiende aqu� por "obras de la ley" o por "obras de la ley".

"El pensamiento no es una prescripci�n ritual, sino una regla moral. Los infractores de la ley de los vers�culos 10-18 ( Romanos 3:10 ), son hombres que cometen actos violentos, hablan malas palabras y no hacen lo que es bueno El guardi�n de la ley, por consecuencia, es el hombre cuya conducta en tales aspectos es correcta, negativa y positivamente.

Y las "obras de la ley" son tales hechos en consecuencia. As� que aqu� "concluimos" que la justificaci�n del hombre ca�do tiene lugar, en cuanto al m�rito que la procura, independientemente de su bien. Es respectivo s�lo de Cristo, en cuanto al m�rito; s�lo tiene que ver, en cuanto a la acogida personal, con la acogida del Cristo meritorio, es decir, con la fe en �l.

Luego vienen, como una breve "coda" siguiendo una cadencia musical completa, dos breves preguntas y sus respuestas, dichas casi como si de nuevo un rabinista estuviese en discusi�n.

�Es Dios solo el Dios de los jud�os? �No tambi�n de las Naciones? S�, de las Naciones tambi�n; asumiendo que Dios es una, la misma Persona en ambos casos; quien justificar� la circuncisi�n por el principio de la fe, y la incircuncisi�n por medio de la fe. Toma el hecho, ahora comprobado, de que la fe, a�n la fe, es decir, Cristo recibido, es la condici�n para la justificaci�n de toda la humanidad; y vuelve a razonar sobre el hecho (tan ampliamente "atestiguado por la Ley y los Profetas", desde el G�nesis en adelante) de que el Dios verdadero es igualmente el Dios de todos.

Probablemente se sugiere la profunda inferencia de que la valla de privilegio trazada durante siglos alrededor de Israel estaba destinada en �ltima instancia a la bendici�n del mundo entero, y no a mantener a Israel en un aislamiento ego�sta.

�Anulamos la Ley, entonces, por esta fe nuestra? �Abrimos la puerta, entonces, a la licencia moral? �Abolimos el c�digo y el precepto, entonces, cuando no pedimos conducta, sino fe? Fuera con el pensamiento; es m�s, establecemos la Ley; vamos por el camino mismo para dar un nuevo car�cter sagrado a cada uno de sus mandatos, y para revelar un nuevo poder para el cumplimiento de todos ellos. Pero c�mo es esto, y c�mo ser� esto, lo demostrar� el �ltimo argumento.

NOTA INDEPENDIENTE DE Romanos 3:1

Ser�a un trabajo profundamente interesante recopilar y exhibir juntos ejemplos de la transmisi�n de una gran bendici�n espiritual, en vidas memorables, a trav�s de la lectura de la Ep�stola a los Romanos. La crisis final de Agust�n, ver m�s abajo, en Romanos 13:14 ser�a uno de esos ejemplos. Como ejemplos de lo que debe ser una multitud, citamos dos casos, en cada uno de los cuales un vers�culo de este tercer cap�tulo de la ep�stola demostr� el medio del mensaje divino en una vida de inter�s hist�rico.

El Padre Paola Sarpi (1552-1623), "Consejero y Te�logo" de la Rep�blica de Venecia e historiador del Concilio de Trento, fue uno de los muchos hombres eminentes de su �poca que nunca rompi� con la Iglesia Romana, pero que tuvo simpat�as espirituales genuinas. con la Reforma. El registro de sus �ltimas horas es conmovedor e instructivo, y lo muestra depositando su esperanza con gran sencillez en el mensaje divino de este cap�tulo, aunque el informe lo hace citarlo de manera inexacta.

"Al llegar la noche, y la falta de �nimo aumentaba sobre �l, interrumpi� otra lectura de la Pasi�n escrita por San Juan. Habl� de su propia miseria, y de la confianza que ten�a en la sangre de Cristo. Repiti� muy a menudo esas palabras, Quem proposuit Deus Mediatorem per fidem in sanguine suo, "A quien Dios ha puesto como Mediador mediante la fe en su sangre". En el que pareci� recibir un consuelo extremo.

Repiti� (aunque con mucha desfallecimiento) diversos lugares de San Pablo. Protest� que por su parte no ten�a nada para presentarle a Dios sino miserias y pecados, sin embargo, deseaba ser ahogado en el abismo de la misericordia divina; con tanta sumisi�n de un lado, y sin embargo tanta alegr�a del otro, que hizo llorar a todos los presentes ".

Fue a trav�s del tercer cap�tulo de los Romanos que la luz celestial lleg� por primera vez al alma terriblemente atribulada de William Cowper, en St. Albans, en 1764. Algunos han dicho que la religi�n de Cowper era la culpable de su melancol�a. El caso fue muy diferente. El primer ataque tremendo ocurri� en un momento en que, seg�n su propio claro relato, carec�a por completo de una religi�n seria; no ten�a nada que ver ni con la doctrina cristiana ni con la pr�ctica cristiana. La recuperaci�n vino con su primera visi�n, en las Escrituras, de la misericordia divina en nuestro Se�or Jesucristo. Su propio relato de esta crisis es el siguiente:

"Pero el per�odo feliz que iba a brindarme una clara apertura de la misericordia gratuita de Dios en Cristo Jes�s, lleg� ahora. Me arroj� en una silla cerca de la ventana y, al ver una Biblia all�, me aventur� una vez m�s a aplicar a para consuelo e instrucci�n. El primer vers�culo que vi fue el 25 del 3 de Romanos ( Romanos 3:25 ); 'A quien Dios ha establecido como propiciaci�n mediante la fe en su sangre, para declarar su justicia para la remisi�n de pecados pasados ??por la paciencia de Dios '".

"Inmediatamente recib� fuerza para creerlo, y los rayos plenos del Sol de Justicia me iluminaron. Vi la suficiencia de la expiaci�n que hab�a hecho, mi perd�n sellado en Su sangre y toda la plenitud e integridad de Su justificaci�n. A menos que el brazo del Todopoderoso hubiera estado debajo de m�, creo que deber�a haber muerto con gratitud y gozo. Solo pod�a mirar hacia el cielo con miedo silencioso, abrumado por el amor y el asombro. Pero la obra del Esp�ritu Santo se describe mejor en los Suyos. palabras; es 'gozo inefable y lleno de gloria' '.

Información bibliográfica
Nicoll, William R. "Comentario sobre Romans 3". "El Comentario Bíblico del Expositor". https://beta.studylight.org/commentaries/spa/teb/romans-3.html.